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Ejercicio para el trance de la agonía
Historia Pág. 1 Práctica 1º Padrenuestro Pág. 4 Práctica 2º Padrenuestro Pág. 5 Práctica 3º Padrenuestro Pág. 7 Conclusión Pág. 8 Décimas Pág. 9
Recomendación del alma
Primera oración Pág. 12 Segunda oración Pág. 13 Tercera oración Pág. 16 Cuarta oración Pág. 17 Quinta oración Pág. 18 Sexta oración Pág. 19 Últimos momentos al expirar Pág. 20 Cuando ha expirado ya Pág. 22
Ejercicio para el trance de la Agonía
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EJERCICIO FÁCIL E IMPORTANTE PARA EL TRANCE DE LA AGONÍA
e será muy importante al enfermo encomendar a alguien, el encargo que encomendó a un camarero suyo un sumo
pontífice, de quien refiere San Dionisio Cartusiano, que estando para morir, preguntó a dicho camarero, que ¿qué haría por su beatitud después de muerto? y habiéndole respondido, que todos los sufragios que pudiese y su santidad le mandase, le dijo el papa: no te pido otra cosa, sino que cuando me vieres que estoy agonizante, me digas tres veces la oración del Padre Nuestro. El camarero respondió, que lo haría de muy buena gana. Los dirás, pues, por éste orden (le dijo el Papa). Después de haber dicho el primer Padre Nuestro, lo has de ofrecer en honor de la agonía que nuestro Señor Jesucristo pasó en el huerto de Getsemaní, rogándole por la muchedumbre de la sangre, que por nosotros tan copiosamente derramó; tenga por bien de ofrecer aquel sudor de la sangre a su Eterno Padre, contra la multitud de todos mis pecados para que su majestad me perdone todas las angustias y penas que por ellos merecí.
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Recomendación del alma
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Después de haber dicho el segundo Padre Nuestro, lo has de ofrecer en honor y gloria de todos los dolores y angustias, que nuestro señor Jesucristo pasó estando clavado en el madero de la Cruz, especialmente en aquella hora que su alma sacratísima se apartó de su Cuerpo Santísimo, y le has de rogar tenga por bien de ofrecerlos a su eterno padre por todas las penas y dolores, que por mis pecados estoy obligado a padecer. Después de haber dicho el tercer Padre Nuestro, lo has de ofrecer en honor y Gloria de aquella inefable caridad de nuestro Señor Jesucristo, la cual le trajo del cielo a la tierra para pasar tantas angustias y dolores por los pecadores; y le has de rogar a su majestad tenga por bien por aquella inmensa caridad de salvarme y abrirme los cielos, pues por mi solo no puedo salvarme, ni alcanzar la vida eterna. Esto dicho vino la agonía y hora de la muerte, y el camarero hizo con mucho cuidado y devoción lo que el papa le había pedido. Murió el papa, y después de su muerte se le apareció al camarero, muy resplandeciente, dándole muchas gracias, y diciéndole: yo sin pena alguna he sido librado; porque después del primer Padre Nuestro, mostrando nuestro Señor Jesucristo su sudor
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Señor, oíd mi oración. Y llegue a Vos mi clamor. El Señor con vosotros. Y con tu espíritu.
Oración:
SEÑOR, os encomendamos el alma de vuestro siervo N., (o sierva), para que, muerto al mundo, viva para Vos; y los pecados que por fragilidad de la vida humana cometió, limpiadlos Vos con el perdón de vuestra misericordiosísima piedad. Por Cristo nuestro Señor. Amén. Descanse en paz. Amén.
Recomendación del alma
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CUANDO HA EXPIRADO YA
AJAD, Santos de Dios, salid al paso, Ángeles del Señor, para acoger su alma, para presentarla en la presencia del
Altísimo. V) Recójate Cristo, que te ha llamado, y llévente al seno de Abraham los Ángeles. Para recoger tu alma, para presentarla en la presencia del Altísimo. Dadle, Señor, el descanso eterno, y luzca para él (o ella) la luz eterna. Para presentarla en la presencia del Altísimo. Kyrie, eleison, Christe eleison, Kyrie eleison.
Padre nuestro...
ADLE, Señor, el descanso eterno. Y la luz eterna luzca para él (o ella).
De la puerta del infierno, librad, Señor, su alma
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sanguíneo al Padre Eterno, toda angustia se me quitó. Después del segundo Padre Nuestro, por la amargura de su pasión y dolores, borró todos mis pecados. Después del tercer Padre Nuestro, Cristo Señor Nuestro, por su inmensa caridad me abrió los cielos y me colocó en la gloria con los bienaventurados. Ésta relación solía hacer muchas veces aquel camarero por lo cual durante mucho tiempo los que morían en aquella tierra eran ayudados con ésta santa devoción, con esperanza que las almas por medio de ella eran libradas del poder de los enemigos, y con el auxilio de Nuestro Señor Jesucristo eran llevadas a la Gloria del paraíso.
Recomendación del alma
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PRÁCTICA DE ÉSTE SANTO EJERCICIO
PRIMER PADRENUESTRO
Kyrie Eleyson Christe Eleyson Kyrie Eleyson
Padre Nuestro…
Salvador del mundo, ¡sálvanos!. Tú, que con tu Cruz y tu Sangre redimiste al mundo, rogamos que nos asistas.
ORACIÓN: Señor mío Jesucristo, por tu agonía sacratísima, y por la oración, por la cual rogaste por nosotros en el huerto de Getsemaní, cuando sudaste sangre con tanta abundancia, que corrió por la tierra; ruegote, que por la muchedumbre del sudor sanguíneo, que angustiado derramaste por nosotros pecadores, te dignes ofrecerle al Padre Eterno contra la muchedumbre de todos los pecados de tu siervo N., y librarle en ésta hora de todas las angustias y penas que por sus pecados teme que ha merecido: Tú que vives y reinas con
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Jesús, José y María, duerma y descanse en paz con Vos el alma mía.
Recomendación del alma
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ÚLTIMOS MOMENTOS AL EXPIRAR
PROCUREN todos los presentes, de rodillas, orar con fervor. Si puede el moribundo, diga tres veces: ¡JESÚS! ¡JESÚS! ¡JESÚS!. Si él no puede, dígalo con clara voz el sacerdote o algunos de los presentes. Y si parece prudente, diga lo que sigue al oído del enfermo. n vuestras manos encomiendo mi espíritu.
Señor mío Jesucristo, recibid mi alma. Santa María, rogad por mí. María Madre de gracia, Madre de misericordia, defendedme del enemigo y acogedme en la hora de mi muerte. San José, rogad por mí. San José, con la Bienaventurada Virgen, vuestra esposa, abridme el seno de la divina misericordia. Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
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Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo por todos los siglos. Amén.
SEGUNDO PADRENUESTRO
Kyrie Eleyson Christe Eleyson Kyrie Eleyson
Padre Nuestro…
Santifícanos, Señor, con la señal de la Santa Cruz, para que sea nuestra defensa contra las armas de todos nuestros enemigos. Defiéndenos, Señor, por tu Santa Cruz, y por el precio de tu Sangre con que nos redimiste.
ORACIÓN: Señor mío Jesucristo, que tuviste a bien morir por nosotros en una cruz: yo te pido que por la amargura de todos los trabajos que por nosotros, miserables pecadores padeciste en la cruz, principalmente cuando tu santísima alma salió de tu cuerpo, te dignes ofrecerla y presentarla a Dios Padre Omnipotente por el alma de éste, tu siervo N., y librarle en ésta hora y en su muerte de todas las penas y trabajos, que por sus pecados teme que
Recomendación del alma
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ha merecido; Tú que vives y reinas con Dios Padre en unidad del Espíritu Santo. Amén.
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Oración sexta
Vos acudo, San José, Patrono de los moribundos, a Vos, en cuyo dichoso tránsito estuvieron solícitos Jesús y María;
por éstas dos carísimas prendas os encomiendo con empeño el alma de éste vuestro siervo N., (o sierva N.) que lucha en la extrema agonía: para que por vuestra protección sea libre de las asechanzas del diablo y de la muerte perpetua, y merezca ir a los gozos eternos. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén. Si dura la agonía, se dicen otras oraciones, se lee la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, según San Juan, o se reza el Rosario entre los presentes, o se dicen al enfermo, sin cansarle, algunas jaculatorias, y se le da a besar algunas veces el Crucifijo.
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Recomendación del alma
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siendo Dios, vive y reina con el Padre y con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
Oración quinta
ue la clementísima Virgen Madre de Dios María, piadosísima Consoladora de los afligidos, encomiende a su Hijo el alma
de éste su siervo N., (o ésta su sierva), para que, por su maternal intercesión no tema los terrores de la muerte, sino que acompañada por ella penetre alegre en la deseada mansión de la patria celestial. Amén.
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TERCER PADRENUESTRO
Kyrie Eleyson Christe Eleyson Kyrie Eleyson
Padre Nuestro…
Ampara, salva, bendice y santifica, Señor, a éste tu siervo N., y por la señal de la Santa Cruz le quite las enfermedades del alma y del cuerpo. Que contra esta señal ningún peligro prevalezca.
ORACIÓN:
Señor mío Jesucristo, que por boca de tu profeta dijiste: en caridad perfecta te amé y por eso apiadándome de ti te traje a Mí. yo te ruego, que por la misma caridad que te trajo del cielo a la tierra a sufrir tantas penas, te dignes ofrecerla y presentarla al Padre Eterno, con todas las penas y trabajos de éste tu siervo N., los cuales teme que ha merecido por sus pecados. Salva su alma en ésta hora de la muerte. Ábrele la puerta de la vida, y haz que te goce con todos tus santos en la gloria. Tú que vives y reinas con Dios Padre en unidad del Espíritu Santo. Amén Jesús.
Recomendación del alma
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CONCLUSIÓN DE ÉSTE EJERCICIO
Señor mío Jesucristo, pues nos redimiste con tu preciosa sangre, escribe en el alma de tu siervo N., tus preciosas llagas con tu sangre, para que aprenda a leer en ellas tu dolor contra todos los dolores y penas, que por sus pecados teme que ha merecido. Imprime en él tu amor, para que se una a Ti con un amor indisoluble, con el cual nunca se pueda apartar de Ti, y de todos tus escogidos. Hazle, Señor, participante de tu Santísima Encarnación, de tu amarguísima pasión, de tu Gloriosísima Resurrección, y de tu admirable Ascensión. Hazle, Señor, participante de tus sacratísimos misterios y sacramentos. Hazle participante de todas las oraciones y beneficios que se hacen en tu Santa Iglesia, y hazle participante de todas las bendiciones, gracias, misterios y gozos de tus escogidos, que te agradaron desde el principio del mundo, y concédele que con todos éstos, en tu presencia te goce eternamente. Tú que vives y reinas con Dios Padre en unidad del Espíritu Santo. Amén.
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Oración cuarta
s suplicamos, Señor, que olvidéis los delitos de su juventud y sus pecados de ignorancia; y que por vuestra gran
misericordia os acordéis de él en vuestra clarísima gloria. Ábransele los cielos, alégrense con él los Ángeles. Recibid, Señor, en vuestro reino a vuestro siervo. Recíbale el Arcángel de Dios, San Miguel, que mereció el principado del celestial ejército. Sálganle al encuentro los santos Ángeles de Dios para llevarlo a la santa ciudad de la celestial Jerusalén. Recíbale San Pedro Apóstol, a quien Dios entregó las llaves del reino celestial. Asístale San Pablo Apóstol, que mereció ser vaso de elección. Interceda por él San Juan Apóstol, escogido de Dios a quien fueron revelados los celestiales secretos. Rueguen por él todos los santos Apóstoles, a los cuales dio el Señor el poder de atar y desatar. Pidan por él todos los Santos y escogidos de Dios, los cuáles padecieron tormentos en esta vida por el nombre de Jesucristo; para que, libre de los lazos del cuerpo, merezca llegar a la gloria del reino celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, que,
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Oración tercera
s encomendamos, Señor, el alma de vuestro siervo N., y os suplicamos, Señor Jesucristo, Salvador del mundo, que, pues
por ella, movido de vuestra misericordia, vinisteis al mundo, no le neguéis la entrada en el lugar de vuestros Patriarcas. Reconoced, Señor, esta obra vuestra, no hecha por dioses extraños, sino por Vos, que sois el solo Dios vivo y verdadero; porque no hay otro Dios más que Vos, y nada hay semejante a vuestras obras. Llenad, Señor, de alegría su alma en vuestra presencia, y olvidad sus pasadas iniquidades y los excesos a que le llevaron el furor y la fiebre de los malos deseos; porque, aunque haya pecado, más nunca negó al Padre, ni al Hijo, ni al Espíritu Santo, antes bien creyó, tuvo celo de la honra de Dios, y adoró con fidelidad al solo Dios que hizo todas las cosas.
O Ejercicio para el trance de la Agonía
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Décimas de ayer a hoy.
¿Qué tengo pobre de mí, hoy de haber vivido ayer? ¡sólo tengo el no tener las horas que ayer viví!
lo que hoy de ayer discurrí diré mañana si soy;
pero tan incierto estoy de que mañana seré, que quizás no lo diré
por haberme muerto hoy.
Si hoy me llegare a morir como puede suceder,
mañana, el hoy seré ayer, en que acabé de vivir.
Pues si esto llego a sentir, infaliblemente cierto,
¿cómo peco cuando advierto mi vivir tan fugitivo,
que mañana, el hoy de un vivo, puede ser ayer de un muerto?
Si en pecado ayer muriera, me hubiera ayer condenado,
y de tan terrible estado, hoy librarme no pudiera:
Recomendación del alma
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¡que hoy en mi pecado muera, ya que ayer no sucedió, puede ser! Pues como yo no lloro mis culpas tierno, si hoy me libro del infierno,
y ¿quizás mañana no?
En antes, ahora y luego tres instantes discurrí; el antes, ya lo perdí
al después no sé si llego, el ahora tengo, y ciego
no lloro ahora mi encanto: cuando en desengaño tanto me dicta verdad constante,
que estoy del fuego un instante y puede apagarlo el llanto.
Ahora, pues, desengañado llorar quiero arrepentido,
mi Dios, lo que os he ofendido, tan ciegamente ignorado: pésame de haber pecado;
y aunque el dolor del tormento dio motivo al sentimiento, no es por eso lo que lloro, que solo porque os adoro el haber pecado siento.
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Levántese Dios, y sean disipados sus enemigos, y huyan de su presencia los que le aborrecieron. Desvanézcanse como el humo; como la cera se derrite al fuego, así perezcan los pecadores a la vista de Dios, y los justos se alegren como en un convite en la presencia de Dios. Sean pues, confundidas y avergonzadas todas las legiones infernales y los ministros de Satanás no se atrevan a impedirte su camino. Líbrete de los tormentos Jesucristo, que por ti fue crucificado. Líbrete de la muerte eterna Jesucristo, que se dignó morir por ti.
* * * LLévete Jesucristo, Hijo de Dios vivo, a los vergeles siempre amenos del paraíso, y como verdadero pastor, reconózcate entre sus ovejas. El te absuelva de todos tus pecados y te coloque a su diestra en la suerte de los escogidos. Veas cara a cara a tu Redentor, y estando siempre en su presencia, mires con dichosos ojos la verdad manifiesta. Establecido entre el ejército de los Bienaventurados, goces de la dulzura de la contemplación divina por los siglos de los siglos. R) Amén.
Recomendación del alma
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Cuando tu alma se separe del cuerpo, sálganle al encuentro las espléndidas jerarquías de los Ángeles; venga a encontrarse el senado de los Apóstoles, nuestros jueces; salga a recibirte el triunfante ejército de los generosos Mártires; póngase al rededor de ti la florida multitud de los Confesores; recíbate el jubiloso coro de las Vírgenes; y en el seno del feliz descanso te abracen estrechamente los Patriarcas; San José, dulcísimo patrono de los moribundos, te anime con gran esperanza.
* * * La Santa Madre de Dios, María, vuelve benigna a ti sus ojos. Benigno y placentero se te manifieste el rostro de Jesucristo, que mande colocarte en el número de los que continuamente asisten en su presencia. Nada experimentes de cuanto horroriza en las tinieblas, de cuanto rechina en las llamas, ni de cuanto aflige en los tormentos. Ríndasete el ferosísimo Satanás con sus ministros; a tu llegada al juicio, viéndote acompañado de los Ángeles, estremézcase y huya el horrible caos de la noche eterna.
* * *
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Si ahora infalible supiera, que había de morir luego, para que en eterno fuego perpetuamente estuviera mi dolor no interrumpiera,
llorar ahora también; porque aunque el dolor fue quien
dio principio a pena tal, lo menos es ya mi mal,
y lo más, sois Vos, mi bien.
Recomendación del alma
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Recomendación del Alma
Aquí encontrarán los buenos cristianos las principales oraciones para encomendar a Dios a un moribundo. Sería conveniente que, por lo menos cada mes, las leyese cada uno y se las aplicase a sí mismo.
Oración primera
al, alma cristiana, de éste mundo en nombre de Dios Padre omnipotente que te creó; en nombre de Jesucristo Hijo de Dios vivo, que
por ti padeció: en nombre del Espíritu Santo, cuya gracia se derramó sobre ti: en nombre de la gloriosa y santa María Virgen Madre de Dios: en nombre de San José, ínclito Esposo de la misma Virgen: en nombre de los Ángeles y Arcángeles: en nombre de los Tronos y Dominaciones: en nombre de los Principados y Potestades: en nombre de los Querubines y Serafines: en nombre de los Patriarcas y Profetas: en nombre de los Santos Mártires y Confesores: en nombre de los Santos Monjes y Ermitaños: en nombre de las Santas Vírgenes y de todos los Santos y Santas de Dios: descansa hoy en paz y habita en la Santa Sion. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. R) Amén.
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Oración segunda
IOS misericordioso, Dios clemente, Dios que por vuestra misericordia borráis los pecados de los penitentes y perdonáis las
culpas de los delitos pasados, mirad con benignidad a éste vuestro siervo (o sierva) N., y oíd sus súplicas, con las cuales confesándoos de todo corazón, os pide el perdón de todos sus pecados ...................................................................... Renovad en él, Padre piadosísimo, todo lo que esté corrompido por terrena fragilidad, o todo lo que esté violado por engaño diabólico: y como miembro que es de vuestra redención, juntadlo con el cuerpo de vuestra Iglesia. Señor, tened piedad de sus gemidos, tened misericordia de sus lágrimas; y como no tiene más confianza que en vuestra misericordia admitidlo en vuestra santa reconciliación. Por Cristo nuestro Señor. Amén. Te encomiendo carísimo hermano (o hermana carísima) a Dios omnipotente, te entrego al mismo que te crió, para que, después que hayas pagado con la muerte la deuda común de los hombres, vuelvas a tu Criador, que te formó del barro de la tierra.
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