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  • BIBLIOGRAFIA 555

    esta obra se hace recibe un impagable apoyo grfico, ya que se reproduce la totalidad delos tableros esculpidos. Se estaba demandando esta publicacin y por ventura ha llegado lahora de verla realizada.

    El monasterio de San Martn Pinario, plantado frente a la catedral santiaguesa, experi-mentaba la comezn por destacar. La idea de la sillera procede de la que tena la propiacatedral; pero ms all, en la Congregacin de San Benito de Valladolid, haba una cimapor imitar: la magna sillera baja.

    Como dice el autor, debi de haber una traza previa, pero con todo esta sillera respon-de a un carcter modular. Los tableros de la sillera baja y los del guardapolvo se acomo-dan a un formato cuadrado. Los tableros de la sillera alta, de formato rectangular para ocuparsecon figuras de tamao completo, se separan con columnas de tercio bajo decorado con talla.Todo es obra documentada de Mateo de Prado, escultor formado en la escuela de Vallado-lid, bajo Gregorio Fernndez. La muerte de este maestro en 1636 sin duda motivara la mar-cha de Mateo de Prado a Galicia. Tena ya que ser maestro acreditado, pues de otra formano se explicara obra tan extensa para cliente tan exigente. Sin duda la Congregacin de SanBenito de Valladolid facilitara su nombre como el maestro ms indicado.

    Motivos decorativos, escudos y emblemas ilustran acerca de la significacin de la sille-ra. Las rdenes militares estn relacionadas en una empresa escultrica en que aparece SanMartn en su versin ecuestre, como Santiago y San Milln. No se puede perder nunca devista el vigoroso impulso que lo santiagus est experimentando en el siglo XVII.

    El autor desarrolla su estudio en las tres series que componen la sillera: baja, alta yguardapolvo. Preocupado por las fuentes literarias, tambin se extiende a las grficas: elmundo del grabado. Establece relaciones con grabados de Durero, Wiericx y estampas queaparecen en Biblias. El panel del Arbol de Jess est calcado de un grabado de flos sancto-rum de Alonso de Villegas (Toledo, 1588). La sillera baja narra la Vida de la Virgen. LaIglesia Militante, los santos que con su ejemplo han dignificado a la Iglesia, se despliegaen la sillera alta, bajo la presidencia de San Benito.

    En cuanto al guardapolvo, la fidelidad de Mateo de Prado al modelo que le impusierones completo. Los tableros describen la vida de San Benito con arreglo a los grabados quefiguran en la historia del Santo, conocida por Dilogos, estampados por Aliprando Capriolosegn dibujos elaborados por Bernardino Passaro. Lois tuvo el acierto de hallar en la Biblio-teca General de la Universidad de Santiago un ejemplar de esta obra, probablemente el mis-mo que se facilitara al escultor.

    Hay que saludar con la mayor alegra la aparicin de esta bella monografa, impor-tante por su contenido y fuente grfica de inapreciable valor gracias a la riqueza de ilustra-ciones. J. J. MARTIN GONZLEZ.

    Antn CAPITEL: Metamorfosis de monumentos y teoras de la restauracin, Alianza Edito-rial, Madrid, 1988, 172 pginas; numerosas ilustraciones dentro del texto.

    Restaurar no es actividad de nuestra poca, sino de siempre. Los monumentos enveje-cen y es preciso tenerlos a punto. Pero lo que en esta obra se contempla, ms que restaura-cin, es intervencin. Hay que actuar ahora, pero bueno es conocer cmo se ha actuado.Una revisin histrica resulta imprescindible, ya que los criterios que antao se emplearon,pueden aplicarse en el presente. Merece plcemes la actitud revisadora de Capitel, que hacefrente a actuaciones polmicas sobre monumentos capitales, cuales la Mezquita de Crdobay la Alhambra de Granada. Es cmodo dejarse llevar por juicios procedentes de las vocesms autorizados. Carlos V desaprob la intervencin en la Mezquita de Crdoba, arrepenti-

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    do de haberla autorizado. Pero ms que un juicio apasionado sobre el monumento involucra-do (la transformacin de la mezquita en catedral), interesa analizar el encuentro entre ambosmonumentos, y del examen resulta que el arquitecto que intervino supo comprender el valorde la mezquita e incrust en su seno una catedral con el menor impacto posible, hasta elpunto de que todo el acceso a la catedral, incluyendo la trayectoria del sacerdote desde lasacrista al altar, se efecta a travs de las naves de la mezquita.

    No menor sabidura aduce Machuca, cuando intervino con un proyecto que osaba pene-trar en la residencia palacial de los monarcas nazaritas en la Alhambra. La casa real espao-la mostr hasta la saciedad el amor por la arquitectura musulmana. La actuacin en la Alhambrano iba destinada a aniquilar el conjunto monumental islmico. Habra de suponer la yuxtapo-sicin de dos culturas, sirviendo de prtico el Palacio del Emperador, concebido a manerade arco de triunfo. El acceso a base de quiebros no hace sino seguir la esttica urbansticamusulmana. Hubo, pues, un profundo estudio proyectual, un conocimiento de lo que fueraLa Alhambra. Y en este caso ni siquiera se rompi la lnea de cielo, ya que el palacio renun-ci a las torres y se dispuso a lo ancho, como si fuera una puerta monumental, una fachada-anuncio de la grandeza imperial, que con orgullo exhiba entre sus dominios los alegres pa-lacios de los monarcas nazaritas.

    La revisin crtica se extiende a una catedral: la de Santiago. Pero la perspectiva hayque llevarla a la urbanstica. Gracias a que la catedral fue grande desde su ereccin, no fuenecesario ampliar su capacidad interna, y de esta suerte el movimiento de los fieles se efec-ta en un mbito circulante de pura estilstica romnica. Pero la catedral hubo de requerirun claustro; se aadieron capillas de grandes mecenas, como el arzobispo Monroy. La cate-dral no se limitaba a la vida cultural en el interior, sino que participaba en la vida pblicacompostelana. Adems haba que atraer al pblico. Surgieron las torres del Reloj y del Obra-doiro, que desde lejos anuncian a la catedral. La catedral asuma el protagonismo ciudada-no, incluso el profano. De ah que se rodeara de fachadas, en la cabecera, hastial de ponientey norte (Azabachera). La catedral se asomaba a la ciudad, ocupndose con balcones y gale-ras. Varias plazas hubieron de crear el espacio libre para la fiestas (Quintana, Plateras,Obradoiro, San Martn Pinario). En suma, el Plateresco, el Barroco y el Neoclsico se in-corporaron a los exteriores de la catedral. Por dentro permaneci romnica. Por fuera sumlas novedades estilsticas que el tiempo acarreaba. En suma, la catedral de Santiago es otroejemplo admirable de actuacin proyectual que partiendo del edificio base con acierto in-corpor cuerpos arquitectnicos de nuevas pocas.

    Para los que se interesen por la restauracin arquitectnica este libro de Antn Capitelconstituye un vigoroso estmulo para la curiosidad y para la misma intervencin, ya que les arquitecto que se ha significado por proyectos restauradores, en que se comporta comoun experto dentro de lo que se ha llamado la analoga formal. Previamente se considerael itinerario que ha seguido la historia de la restauracin, que tiene por pilares a Viollet-le-Duc, Ruskin, Boito, Gionvannoni; pasando por las cartas del restauro y acercndose a nues-tros das de mano de arquitectos que han superado ya el criterio mimtico, que hizo estragosdesde el final de la Guerra Civil.J. M. MARTIN GONZALEZ.

    Julio ARRECHEA MIGUEL: Arquitectura y Romanticismo. El pensamiento arquitectnicoen la Espaa del XIX. Universidad de Valladolid y Caja de Ahorros de Salamanca,Valladolid, 1989, 330 pginas, 90 fotograbados.

    Cuando el arquitecto elabora un proyecto, consciente o inconscientemente se est decan-tando en un terreno terico, aunque la exposicin de motivos no incluya tal formulacin.

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