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3. Los movimientos apostlicos obreros y grupos cristianos de base
3.1. El marco general
3.1.1. Identidad de los militantes de los movimientos apostlicos obreros
Presentacin y aspectos generales
En este apartado se pretende establecer un perfil social e ideolgico de los militantes
obreros catlicos. Para ello, se han expuesto, en primer lugar, algunas anotaciones sobre el
significado que tienen algunos conceptos que se utilizan con mayor frecuencia.
Posteriormente, se exponen algunos de los rasgos ms significativos que caracterizaron a
los militantes. Se pretende dar una idea global de lo que fueron estos hombres y mujeres
que formaron parte de los movimientos apostlicos, aunque ms adelante se estudiaran con
mayor detalle. Finalmente, se exponen los valores y actitudes de los militantes obreros
cristianos que aparecen con mayor frecuencia tanto en las fuentes orales como en las
escritas, as como su evolucin religiosa y poltica y sus relaciones con sus compaeros de
los movimientos apostlicos y con sus compaeros no creyentes. Se trata, en definitiva, de
conseguir que al final del apartado, se haya dibujado la identidad de los militantes a partir de
diferentes piezas que, como si de un puzzle se tratara, vayan dando forma a la identidad de
los militantes y, al final, el conjunto de todas ellas, configuren los rasgos fundamentales de la
identidad de los militantes obreros catlicos.
Definir o precisar el significado de los conceptos que se utilizan para referirse a hechos o
situaciones histricas determinadas no siempre es fcil. El significado preciso no es
exactamente el mismo en una poca que en otra y as pasa con conceptos como el de
militante, clase obrera o movimiento obrero. En la tradicin cristiana, por ejemplo, bajo el
concepto de pobre se englobaba genricamente a todo un conglomerado de situaciones
sociales que en los aos de oposicin al rgimen franquista se aplicaban indistintamente por
parte de los catlicos progresistas. Un ejemplo paradigmtico lo constituyeron los artculos
publicados en una revista tan representativa del catolicismo progresista como El Ciervo.
Las clases sociales como prctica y signo de un sistema econmico injusto, el clasismo burgus, el
trabajo, los obreros, fueron tema de reflexin, de anlisis y de crtica que en los aos primeros de "El
Ciervo", tuvieron un punto de referencia genrico de gran tradicin cristiana: los pobres.1
Con el objetivo de precisar el concepto de militante obrero cristiano, Salvador Carrasco,
defini en primer lugar el concepto de militante obrero para, a continuacin, definir qu se
1Jos Antonio Gonzlez Casanova, La revista El Ciervo. Historia y teora de 40 aos. Barcelona,1992. pp. 194-95.
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deba entender por militante obrero cristiano, dando por aceptado que el militante obrero de
los movimientos apostlicos era depositario natural de toda la tradicin de lo que se
consideraba ser militante obrero y de lo que significaba ser cristiano. El concepto de
militante ya se puede encontrar, auque de manera intuitiva, en los grupos de Babeuf y de los
Iguales. Posteriormente, este concepto fue recogido por la I y II Internacional para reconocer
en l al afiliado y luchador que se entregaba a la causa de la clase trabajadora. En nuestro
pas fue Anselmo Lorenzo el que utiliz el trmino proletariado militante para describir los
inicios del movimiento obrero en Espaa a partir de las organizaciones y acciones
desarrolladas por la militancia obrera. Aunque existe una tradicin diversa de signo laico y
secular que ha ido evolucionando y adecundose a la situacin de cada momento, Salvador
Carrasco caracterizaba a los militantes obreros como personas identificadas con el pueblo
trabajador que se reafirmaban en el ideal de emancipacin de la clase obrera a partir de sus
propias fuerzas. Estas caractersticas se complementaban con la capacidad de analizar la
situacin de la clase obrera y las causas que provocaban esta situacin.
Las convicciones ideolgicas, unidas a la capacidad de anlisis, daban como resultado una
capacidad de poner en prctica los medios necesarios para hacer realidad el objetivo de la
emancipacin de la clase obrera. Pero todo esto no basta para calificar a una persona como
militante, todas estas capacidades deban estar acompaadas de una serie de valores como
la entrega generosa y desinteresada a la clase obrera realizada desde la propia
organizacin a la que se perteneciese, la solidaridad, el trabajo cotidiano y paciente, tener
un claro sentido de la pedagoga, para saber en cada momento como se haba de
concienciar a los compaeros para que se sumaran a las luchas obreras y al gran proyecto
de la emancipacin. En Catalua el catolicismo social estuvo muy influenciado por aspectos
morales e ideolgicos, ms preocupado por la formacin moral, religiosa e ideolgica de los
laicos, que por la creacin de organismos y estructuras polticas y sindicales confesionales.2
No obstante, la realidad de los militantes de los principales movimientos apostlicos obreros
(ACO, HOAC y JOC) se acerca bastante al concepto de militante que tiene las convicciones
ideolgicas, las capacidades y los valores que aqu se han descrito.
Respecto al concepto de clase social, comparto los aspectos bsicos que utiliza Thompson
para describir que se debe entender por clase obrera.
Los socilogos que han parado la mquina del tiempo y, con mucha petulancia y engreimiento
conceptuales, han bajado a la sala de mquinas para mirar, nos dicen que no han sido capaces de
2Salvador Carrasco.- La figura del militante cristiano: una reflexin crtica, en Pastoral Misionera,nm. 142 de 1985. pp. 492-501.
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encontrar y clasificar absolutamente en ningn sitio una clase. Slo han podido hallar una multitud de
personas con diferentes ocupaciones, ingresos, jerarqua, condicin social, etc., etc. Por supuesto,
tienen razn puesto que la clase no es esta o aquella parte de la mquina, sino la manera como la
mquina funciona una vez que se pone en movimiento, no este o aquel inters, sino la friccin de
intereses, el movimiento mismo, el calor, el estruendo. Clase es una formacin social y cultural (que a
menudo consigue una expresin institucional) que no se puede definir abstractamente o aislada, sino
slo en trminos de su relacin con otras clases; y, por ltimo, slo se puede definir la clase a travs
del tiempo, es decir, a travs de los procesos de accin y reaccin, cambio y conflicto. Cuando
hablamos de una clase pensamos en un cuerpo definido muy sueltamente, un cuerpo de personas
naturalmente que comparten unos mismos conjuntos de intereses, experiencias sociales, tradiciones
y sistemas de valores, que tienen una disposicin a comportarse como una clase, definindose a s
misma en sus acciones y en su conciencia en relacin con otros grupos de personas. Pero la clase
como tal no es una cosa sino un acontecer3.
En esta larga cita se pueden encontrar elementos que hacen ms comprensible todo lo que
aqu se dice cuando se utiliza este trmino, sobre todo cuando se pone el acento en el
aspecto dinmico del concepto. Por eso me parece acertada la metfora de la mquina
porque ilustra adecuadamente el concepto de clase obrera. Un concepto que no se debe
considerar aislado sino que se define en un contexto dinmico y en contraposicin a otras
clases y grupos. Los militantes obreros catlicos se sintieron clase obrera porque
compartieron con sus compaeros, luchas, acciones y proyectos. En todo ese proceso, es
donde se forma, toma vida, la clase obrera y su resultado, como dice Thompson, no es una
cosa sino un acontecer. Por eso creo que tiene razn Xavier Domnech4 cuando concede
tanta importancia a la conflictividad obrera como elemento configurardor de la clase obrera y
del movimiento obrero. La clase obrera se forma a partir de la experiencia en el conflicto
social porque son los momentos en los que emerge lo esencial de la identidad de un
militante, donde se ponen en prctica sus capacidades y donde se ejercen los valores en
los que se cree.5
No fue hasta la conclusin del Vaticano II, en la Comisin Conciliar Preparatoria de
noviembre de 1962, cuando se produjo una ruptura con la vieja tradicin que defina al
militante como a la persona que le corresponda poner a la civilizacin cristiana como
verdadera alternativa a los modelos liberal y socialista contemporneos. Esta concepcin del
militante fue la que le impuls a afiliarse a sindicatos confesionales que incorporaran a la
3E. P. Thompson La formacin histrica de la clase obrera. Barcelona, 1989.4 Xavier Domnech Sampere, El problema de la conflictividad bajo el franquismo: saliendo delparadigma en Historia Social nm. 42 del 2002, pp. 123-143.5 Al final del captulo 3 se dedica un apartado a la participcin de los militantes catlicos obreros en conflictos y luchas sociales.
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vida colectiva un sentido social y de justicia, de races evanglicas. Despus del Concilio
Vaticano II, el cristiano se deba convertir en un testigo de Jesucristo que tena como misin
evangelizar el ambiente en el que desarrollaba sus actividades fuesen de la naturaleza que
fuesen, profesionales, sociales, sindicales, culturales o polticas.
No hay militancia cristiana, pero hay militantes que son cristianos: cristianos que militan en
instituciones sociales y estn profundamente vinculados a los esfuerzos constructores de una
sociedad ms libre y ms justa, de una sociedad ms igualitaria. Gente comprometida en sus propios
ambientes que hace presente all una Palabra de vida, mediante el testimonio de una vida honesta,
coherente y una palabra cristiana de afirmacin del don de Jess, de su Buena Noticia, de su
Mensaje.6
La jerarqua de una Iglesia ligada al franquismo, no poda entender ni compartir las
exigencias de la fe que impulsaban a un obrero cristiano a militar en una organizacin social,
sindical o poltica. Por eso los militantes nunca recibieron de la Iglesia institucional un
impulso hacia el compromiso sino que ste vena de la fe. La nica vez que provino de la
Iglesia, como consecuencia de los cambios propiciados por el Concilio Vaticano II, se ignor
la aplicacin de la doctrina que emanaba del Concilio por ser contraria al rgimen franquista.
Entonces, el militante obrero cristiano slo tena la fe como nico impulso cristiano que le
conduca al compromiso poltico.7
Para establecer un perfil propio de los militantes obreros cristianos se requieren, entre otras
cuestiones, tener en cuenta las influencias del contexto eclesial, poltico y sindical de la
poca franquista que, obviamente, tambin influyeron en el conjunto de los trabajadores. De
ah que haya aspectos de la identidad de los militantes obreros cristianos que fueron
comunes a los compaeros con los que compartieron su militancia sindical y poltica. Los
movimientos apostlicos obreros, al ser unas organizaciones creadas al amparo de la
Iglesia, eran las nicas que ofrecan una mnima cobertura legal para desarrollar actividades
con ms libertad y garantas que las organizaciones controladas por la dictadura franquista,
como era el caso de la CNS. Esta mayor garanta de cobertura legal fue uno de los factores
que favorecieron la presencia de una minora de veteranos cenetistas y ugetistas en el seno
de organizaciones obreras catlicas que indudablemente influyeron en el conjunto de la
militancia catlica.
6 Salvador Carrasco.La figura del militante cristiano: una reflexin crtica en Pastoral Misionera nm.142. Septiembre/Octubre, 1985. p. 494. Segn Salvador Carrasco, el concepto de militancia cristianaarranca ya del Antiguo Rgimen. En esa poca histrica, la Milicia Cristiana nombre dado por elobispo de Santander Menndez de Luarca en 1788 a una fundacin- tena como objetivo fundamentalluchar contra toda innovacin. Era una opcin antiilustrada y antirevolucionaria. A lo largo del sigloXIX y XX, esta concepcin continuar pero con un lenguaje diferente.7 Joan Costa i Riera, Desl moviments dEsglsia a la militncia poltica. Baracelona, 1997. p. 250.
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Lo cierto es que en el giro del movimiento obrero catlico en Espaa, estos hombres han tenido una
gran influencia. Efectivamente, el pasado de amarillismo, consustancial con el sindicalismo catlico
de antes de la guerra, ha desaparecido.8
Esta valoracin de Vctor Garca Conde estaba bien fundamentada. Si se comparan las
ideas que preconizaba Juan Garca-Nieto en El sindicalismo cristiano en Espaa, Bilbao,
19609, con las que este mismo consiliario y jesuita defenda varios lustros despus, se
puede apreciar que el amarillismo haba sido erradicado de la prctica sindical de los
militantes obreros catlicos que ya no formaban organizaciones confesionales sino que se
integraban en las organizaciones obreras de clase. No obstante, hay algunas caractersticas
o actitudes cristianas que no variaron sustancialmente y que configuraron la identidad
genuina de los militantes de los movimientos apostlicos. Una de ellas era el sentido que se
le daba al trmino confesional y la conviccin con la que se defenda la unidad sindical.
Lo importante para Juan Garca-Nieto no era si un sindicato haba de llevar el nombre de
cristiano o catlico, sino que lo fundamental era que sus principios, su organizacin, su
visin de la vida y del trabajo estuviesen impregnados de valores como el de la justicia, la
caridad y el respecto a la persona. Es cierto que estas afirmaciones venan acompaadas
de una dura crtica contra las tendencias marxistas que no haban tenido suficientemente en
cuenta a la persona humana concreta, pero tambin hay que subrayar el valor que se le
daba a la justicia como referente primero y principal. No obstante, se percibe una
continuidad en el pensamiento de Juan Garca-Nieto respecto a la importancia que deba
concederse a la unidad sindical defendida con cierta vehemencia tanto en 1960 como en la
dcada de los ochenta cuando, desde su militancia en Comisiones Obreras, luch
denodamente por la unidad de accin sindical.
Quede bien claro que siempre que la Unidad Sindical sea posible, como lo es en Inglaterra, Estados
Unidos, Irlanda, etc. los dirigentes cristianos debern no slo aceptarla, sino promoverla, para bien de
la clase obrera y progreso de la justicia social (...) El Alma del Sindicalismo Cristiano encontrar su
8Vctor Garca Conde Problemas laborales. Un poco de historia en Cuadernos para el Dilogo nm.44, Mayo 1967. p. 9. 9 Pasado el tiempo, el mismo autor confesaba la propia disconformidad con algunas de las ideasvertidas en sta primera publicacin sobre sindicalismo. La disconformidad ms importante seconcretaba en las crticas dirigidas al marxismo y al anarquismo. En 1989, expona cual deba ser laalternativa de un futuro movimiento sindical: Cierto que la necesidad de emancipacin y desolidaridad continan siendo tan importantes como hasta ahora, pero sta debe hacer emergerobjetivos y apuntar a nuevos horizontes. Si el sindicalismo debe continuar siendo lo que ha sido hastaahora, una fuerza para el cambio social, no puede encontrar nicamente su motivacin en la defensade las garantas colectivas, sino que debe ser agente de una nueva forma de trabajo y vida. Ver JoanN. Gara-Nieto, El sindicalismo en la encrucijada en Lhonestedat dun comprims. Cornell deLlobregat, 1989. p. 139.
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mejor cauce all donde haya compresin, verdadera ansia de justicia social y un autntico deseo de
construir un frente obrero unido, responsable de sus derechos y de sus deberes. (...) Las mismas
fuerzas cristianas deben dar muestra de esta ansia de unidad de accin en sus propias filas. Estas,
unidas, deben integrarse, con espritu abierto y generoso, a todas las fuerzas obreras adheridas a los
derechos fundamentales del hombre. Esta es la exigencia del autntico Sindicalismo Cristiano. Su
alma no ha muerto.10
Tambin es preciso recordar que las crticas de Juan Garca-Nieto no slo iban dirigidas a
las corrientes marxistas y anarquistas, sino que tambin era criticada la Iglesia por sus
notables omisiones con relacin al mundo obrero y a la burguesa egosta a la que calificaba
que slo era catlica de nombre. Para Garca-Nieto, era deber de los cristianos ser crticos
con ellos mismos y con el resto de los grupos o tendencias, siempre que se hiciese sin
descalificaciones globales o con la intencin de destruir al oponente como si de un enemigo
se tratara. Esta actitud deba convertirse en un signo de identidad de los militantes
cristianos. Nunca deba considerarse a nadie enemigo y este deba ser un valor fundamental
en la identidad cristiana. Valor que fue reiteradamente usado en la terminologa de los
polticos de la transicin como recurso educativo que favoreciera el dilogo y no la
descalificacin del que pensaba o actuaba de manera diferente.
Obrar en cristiano (...) supone luchar con todas las fuerzas para que el comunismo y el anarquismo
libertario se despojen de sus errores, y para que el que hasta ahora slo de nombre se ha llamado
catlico comprenda de una vez que la religin no ser nunca una pantalla que oculte egosmos e
injusticias, y sobre todo para que se disponga a expiar el enorme pecado de haber desprestigiado as
al Evangelio.11
Un aspecto que sin duda puede contribuir a definir la identidad de los militantes obreros
cristianos, nos la proporciona la relacin que establecen entre fe y militancia marxista, ya
que un buen nmero de ellos estuvo militando en organizaciones inspiradas en esta
ideologa. En la mayora de los casos, en el origen de la militancia socialista est la fe, que
es la que les impulsa a un compromiso temporal que concretan en organizaciones de esta
tendencia ideolgica. Las razones que los militantes daban para escoger este tipo de
organizaciones se basaban en un compromiso radical por el hombre, plantendose
seriamente su emancipacin. Segn su punto de vista, estas organizaciones planteaban una
lucha contra toda injusticia estructural y eran las que se movilizaban contra estas injusticias.
Se sentan interpelados por los hechos y participaban en ellas para colaborar a su solucin.
10Juan Garca-Nieto Pars. El sindicalismo cristiano en Espaa. pp. 210-211. Bilbao, 1960. 11 Ibdem p. 6-7.
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El marxismo de estos militantes era, fundamentalmente, de tipo prctico y poltico y de ah
que no encontraran grandes diferencias con sus compaeros militantes no creyentes. Para
ellos el marxismo se reduca a un instrumento de anlisis de la realidad que les facilitaba su
comprensin y les ayudaba a plantear las acciones ms adecuadas con sus compaeros de
militancia con independencia de las opciones de tipo religioso12. En general, los militantes
obreros cristianos no encontraron oposiciones implcitas o explcitas a sus creencias por
parte de sus compaeros de militancia sindical o poltica. No obstante, algunos compaeros
de militancia, influenciados por una herencia histrica anticlerical, mostraron algunas
reticencias, pero las organizaciones polticas se declararon laicas y, en general, no
ofrecieron obstculos institucionales a la participacin de los creyentes.
No fue nada fcil el proceso seguido por estos militantes. En la tradicin histrica del
cristianismo y de marxismo no se propiciaban las aproximaciones, sino ms bien las
condenas explcitas por las incompatibilidades manifiestas entre ambos mundos
potenciadas por sus respectivos dirigentes. En nuestro pas se empiezan a vislumbrar los
primeros sntomas de ruptura respecto a esta tradicin de incompatibilidades a partir de las
experiencias de algunos catlicos notables que, como ya se ha comentado en otros
apartados, tuvieron una notable influencia no slo en el mundo catlico sino en el mundo
marxista y ms en concreto en el mundo comunista. Me estoy refiriendo a Alfonso Carlos
Comn13 que, procediendo de una familia carlista, del bando de los vencedores de la guerra
civil, evolucion hasta convertirse en uno de los artfices esenciales de la incorporacin de
los cristianos catalanes al PSUC y, anteriormente a Bandera Roja.
El conocimiento de la obra de Aranguren, su vinculacin al Servicio Universitario de Trabajo
(SUT) impulsado por el padre Jos Mara de Llanos, su participacin en El Ciervo, la
experiencia de la naciente Unin de Gauche Sociliste en Francia donde se agruparon
militantes de procedencia marxista y cristianas, fueron, entre otros factores los que
provocaron en Comn el inicio de un proceso al que me acabo de referir.
12 En ciertos sentidos esta actitud coincide con la defendida por Mounier. En Esperit, revista funda porMounier, colboraron personas de diferentes ideologas y l siempre defendi la necesidad de dialogarcon los comunistas y critic al cristianismo que no se implicaba en los problemas que afectaban a losposbres, a los ms desfavorecidos. Los cristianos y comunistas convergen en la necesidad de lucharen contra de las injusticias. En en centenario de su nacimiento, el profesor de la UniversidadComplutense de Madrid, Carlos Diz, Mounier ha muerto, viva Mounier! el Pas, 1 de abril del 2005,p. 30 hace una semblaza de su pensamiento.13 Jordi Garca Soler, Alfonso Carlos Comn, en el recuerdo en el Pas, 24 de julio de 1995. Esteperiodista, militante del PSC, que no era ni crisitiano ni comunista, hace una semblanza de Comn de la cual resalto l valoracin de su persona: Un hombre de una dignidad ejemplar, testimonio fiel dequienes entendieron y entienden la poltica como un ejercicio tico de solidaridad.
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En aquella primavera de 1958, trataba de subrayar al hilo del acontecimiento francs la necesidad de
acabar con los partidos confesionales, la necesidad de impulsar la militancia de los creyentes en
partidos de izquierda donde deberan realizar su militancia y su prctica. Estbamos todava en la
dura batalla de convocar a una nueva concepcin de la militancia poltica en los medios cristianos y
de impulsar todas las energas capaces de terminar con el degradante monopolio demcrata-
cristiano. () El descubrimiento de la posibilidad de militancia para un creyente, en un partido o frente
de clase marxista, junto a compaeros agnsticos que haban realizado una misma opcin de clase.
() Descubrimos que la opcin poltica del cristiano no vena determinada por la fe, sino por su
propia opcin de clase.14
En el captulo I se ha hecho una breve resea del dilogo cristiano marxista y ahora slo
har una breve mencin a las respuestas que Comn daba a una de las tres principales
objeciones que la Iglesia pona al marxismo: el problema de la lucha de clases, el ateismo y
los derechos humanos. La lucha de clases no deba considerarse como un invento marxista
ya que no se fundamentaba en el odio, sino que era el fiel reflejo de una realidad que no
slo era terica, sino que est avalada por los testimonios de los obreros creyentes y no
creyentes y por el propio anlisis que se pueda hacer de la realidad social y econmica. El
amor cristiano no poda ser un antdoto contra la participacin en la lucha de clases15. Si as
se hiciese se le dara la razn a una interpretacin del marxismo que consideraba a la
religin como el opio del pueblo y adverta a la jerarqua de la Iglesia, que con tanta
contundencia haba ido condenando todo tipo de ideologa que pusiera en cuestin el orden
establecido, que deba distanciarse de un sistema que, como el capitalismo, se contradeca
en su esencia con principios fundamentales del cristianismo.
La institucin eclesistica debe dejar de confundirse con el templo de los financieros, de los
agresores imperialistas, ladrones de nueva poca; el cristianismo, una vez ms, est obligado a
barrer sus tenderetes de napalm y conspiraciones de la casa del Padre.16
14 Alfonso C. Comn, Fe en la tierra. Bilbao, 1975. pp. 55-56. La fe adquiri una nueva dimensin, unanueva espiritualidad, cuyos elementos configuradotes, que denomin Preferencias fueronpublicadas en El Ciervo, em marzo de 1960 y reproducidas aqu en las pginas 65-66. A patir depuede deducir buena parte de lo que significaba la fe para Alfonso C. Comn.15 Segn Albert Marz, Alfonso Comn, esperanza en la histria. Barcelona, 1995, pp. 149-150. Lacondena con todo lo que pueda estar relacionado con el tema de la lucha de clases, aunque venga yade lejos se mantiene viva, como lo demuestra el contenido de la Primera Instruccin sobre algunosaspectos de la Teologa de la Liberacin (1984) en la que el cardenal Ratzinger, el actual PapaBenedicto XVI deca que la lucha de clases era un invento que alguno ha hecho para imposibilitar elamor.16 Alfonso C. Comn, Cristianos en el partido, comunistas en la Iglesia en Obras (1977-1979) Vol. III.Barcelona, 1987. Es conveniente traer a colacin lo que escribe Jos Ignacio Gonzlez Faus en elprlogo de este volumen III: Y eso que Alfonso paracticaba a nivel personal, lo exiga a la Iglesia anivel institucional. Por eso, una de las intuiciones que parecen resumir su mensaje, y que se adivina y se expresa de mil maneras en las pginas que siguen es que la fe no puede ser reducida a una
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Por paradjico que parezca, las mayores dificultades las encontraron en la Iglesia de donde
procedan y a donde pertenecan. La jerarqua nunca vio con buenos ojos que los cristianos
participasen en organizaciones marxistas y siempre pusieron ese lmite al legtimo
pluralismo poltico de los catlicos. Esta situacin provoc que muchos se cuestionaran su
pertenencia a la Iglesia, aunque la mayora se sintieran miembros de la institucin y an as,
su vinculacin fue muy de frontera. Fueron las Comunidades Cristianas Populares las que
permitieron que los militantes de los movimientos apostlicos que se consideraban
marxistas pudieran mantener un cordn umbilical con la Iglesia, entendida, sta, como
Pueblo de Dios. En las Comunidades Cristianas Populares, estos militantes encontraron un
lugar donde compartir la fe en libertad sin someterse a la autoridad de la jerarqua. Fueron
las Comunidades Cristianas Populares las que permitieron alimentar la fe de unos creyentes
que militaban en organizaciones muy sensibilizadas por la manera como actuaba una Iglesia
alejada del mundo obrero. Lo que los militantes deseaban era una Iglesia desprovista de
todo tipo de poder, austera y democrtica y ese tipo de Iglesia slo lo podan mostrar ellos
con su testimonio cristiano17. La repercusin ms importante de la militancia de obreros
cristianos en organizaciones marxistas fue su novedad, su significado y el hecho de que no
se crearan incompatibilidades.
Es un hecho nuevo y significativo que la existencia numricamente importante de cristianos en estas
formaciones fortalece a la vez la militancia y la fe de los cristianos. (...) El distinto nivel en que se
mueve la creencia y el compromiso poltico, evita que no haya confrontacin directa y se distingan
los niveles de competencia.18
cuestin privada enla sociedad, pues su misma naturaleza reclama una presencia pblica. Pero laforma de esa presencia pblica de la fe, no puede ser el podr social de la Iglesia institucional.17 Uno de los ejemplos ms emblemticos del testimonio de sacerdotes obreros fue el de Garca-Salve uno de los procesados en el Sumario 1001. En Carta del padre Garca-Salve, uno de los diezprocesados del Sumario 1.001, a las diversas comunidades cristianas de abril de 1973, escrita desde la ccel de Carabanchel en Madrid, Garca-Salve deca, entre otras cosas, lo siguiente: Si elEvangelio no sirviera para liberar al homnbre de hoy, no servira de nada (.)La Iglesia espaola, siquiere ser fiel a Jess, no puede permanecer neutral () Es un deber de todo cristiano luchar contrauna Dictadura cuyas leyes injustas prohiben el derecho de asociacin, de reunin, la libertad deexpresin, el sindicato, el derecho de huelga () Derechos que por otra parte la Iglesia reconoceexplcitamente. El escribir esta carta le cost permanecer aislado en celdas de castigo. Archivoparticular de Jos Fernndez.18Instituto Fe y Secularidad, Encuesta a militantes de base sobre la problemticamarxismo/cristianismo. Madrid. Documento s/f de cuatro folios que contiene la interpretacin que losencuestadores hicieron de las respuestas a cinco preguntas que se formularon a los militantesobreros catlicos que estaban vinculados a organizaciones marxistas. Alfonso C. Comn en Cristianosen el partido, comunistas en la Iglesia, valorar positivamente las declaraciones de los partidoscomunistas que superaban la viejas tesis marxistas sobre la religicin. Ver Albert Marz, AlfonsoComn, esperanza en la histria. Barcelona, 1995. pp. 153156. En estas misma pginas Marzdestaca la valoracin que hace Joan Trav sobre l el reconocimiento que se le debe a Comn por sucontribucin a la aceptacin del laicismo por parte del PSUC.
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El escritor y periodista Ignasi Riera, buen conocedor de la realidad social de la comarca del
Baix Llobregat, que durante un tiempo perteneci a la orden de los jesuitas y estuvo muy
prximo a Juan Garca-Nieto, establece un punto de unin entre el neopopulismo de signo
confesional y el populismo humanista de la mejor tradicin anarquista. En el lenguaje que se
utilizaba en las octavillas y documentos que se repartan en las fbricas y en las iglesias
parroquiales se fue conformando un universo mtico de muchos obrerismos.19 En un sector
de dirigentes cristianos se produjo una cierta alergia a la poltica que, en parte, fue
contrarrestada por hombres como Alfonso Carlos Comn. El colectivo de militantes cristianos
no era un bloque homogneo y la realidad revel que haba un sector que le cost
adaptarse al cambio que supona un sindicalismo de lucha clandestina a un sindicalismo que
se centraba ms en la defensa objetiva de los intereses concretos de los obreros20. En este
proceso de adaptacin no todos los militantes obreros cristianos respondieron de la misma
forma. Algunos tuvieron conductas muy individualistas y reticentes a la militancia poltica.
Esta conclusin de Ignasi Riera respecto a la alergia de muchos cristianos hacia la poltica
no encaja con los perfiles biogrficos que recientemente se han realizado en Aragn y
Catalua. Segn un estudio21 elaborado por Jos Bada, Bernardo Bayona y Luis Betes, el
46% de los dirigentes polticos de la izquierda aragonesa procedan de la Iglesia. En
Catalunya, Joan Costa i Riera hizo un estudio sobre el origen cristiano de los dirigentes
polticos catalanes y demostr la existencia de numerosos diputados en las listas al
Parlament de Catalunya en las cuatro primeras legislaturas as como en las listas a los
ayuntamientos de 1991. La mayora de estos polticos pertenecan a formaciones polticas
de izquierda (PSUC y PSC) y tambin en las del nacionalismo (CiU) y en menor cuanta en
ERC.22
El perfil del militante de la JOC que Francisco Martnez Hoyos describe en su tesis, es el de
un joven autodidacta, que aprendi a analizar la realidad social al partir de mtodo jocista de
ver, juzgar y actuar, que lea tanto el Evangelio como la historia del movimiento obrero y que
complet su formacin en lucha y en la reflexin que peridicamente practicaba en las
revisiones de vida. En todo este proceso se fue acercando paulatinamente al marxismo a la
19 Ignasi Riera. Pries, sindicalistes i demagogs. Barcelona, 1986. p. 35-40. Su presencia en el BaixLlobregat le permitic conocer muy de cerca todo los relacionado con el mundo sindical y el mundode la Iglesia a la que l tambin perteneci durante un perodo de su vida.20 La prctica sindical en la comarca del Baix Llobregat, adems de otras reivindicaciones de carcterms poltico, siempre estuvieron muy presentes las reivindicaciones laborales que afectabandirectamente a la vida cotidiana de los trabajadores.21 Jos Bada, Bernardo Bayona y Lus Bets, La izquierda De origen cristiano?. Estudio sociolgicode la izquierda aragonesa. Zaragoza, 197922 Joan Costa i Riera, Dels moviments dEsglsia a la militncia poltica. Barcelona, 1997. p. 245 i 252.
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vez que se alejaba de la Iglesia oficial. Aunque muchos de sus militantes tambin lo fueron
de USO, las trayectorias sindicales y polticas fueron diferentes y nunca constituyeron un
grupo aparte dentro de las organizaciones obreras laicas en las que se integraron.
Los hombres y mujeres de izquierda que proceden de la Iglesia no militan en la izquierda para hacer
apostolado, no constituyen ningn grupo organizado en torno a unos intereses, no siguen las mismas
consignas y estrategias, pero son personas marcadas por su pasado que comparten lgicamente un
cierta mentalidad y unos hbitos comunes a pesar de militar en partidos distintos y tener diferentes
ideas.23
La heterogeneidad fue una caracterstica de los militantes obreros cristianos tanto en su
origen como en su evolucin. Hubo militantes que entraron motivados por la fe y vean la
necesidad de tener un equipo con el que poder compartirla y esta motivacin, ms la ayuda
del equipo, fue lo que les permiti concretar y consolidar su compromiso temporal. En el
extremo opuesto se encuentran militantes que entraron en los movimientos apostlicos
porque en estas organizaciones se daban ciertas garantas de seguridad, de no sufrir una
dura represin por el simple hecho de reunirse u organizarse. Este tipo de militantes, una
vez que encuentran otro tipo de organizacin sindical o poltica donde desarrollar sus
actividades abandona el movimiento. Hay un tercer grupo, que creo minoritario, que entran
en el movimiento porque en l estn los obreros y, posteriormente descubren la fe. Como
ejemplo de este ltimo tipo de militantes, Francisco Martnez Hoyos expone el de Fina
Faidellla.24
En mis entrevistas he encontrado militantes de los dos primeros grupos pero no del tercero.
La inmensa mayora de mis entrevistados, no slo de la JOC, sino de los otros movimientos
y grupos cristianos, eran personas creyentes que, impulsados por la fe y con una conciencia
de clase adquirida por la experiencia diaria en el trabajo, se incorporaron a las
organizaciones obreras. La decepcin posterior, debido sobre todo, al comportamiento de la
Iglesia institucional, fue lo que les alej de la Iglesia y al abandono de la fe. Establecida esta
heterogeneidad, es conveniente tener en cuenta las precisiones que hace Jordi Bertrn
sobre los lmites tan imperceptibles que haba entre lo que era la fe y la militancia social y
poltica.
23Francisco Martnez Hoyos, Cristianos y cristianas en la lucha obrera. Aproximacin a la historia de la JOC/F en Barcelona durante los aos sesenta. Tesis doctoral. Universidad de Barcelona, 1999. Pgs. 264. El perfil descrito por Martnez Hoyos, se basaba en el estudio ya citado de Jos Bada y otros.24Ibdem. P. 267.
175
Mai no sabies quan es podien considerar militants o cristians. No hi havia esquemes massa fets.
Sempre sera en cam.25
La realidad fue que los militantes se centraron en la problemtica cotidiana de su vida
laboral y familiar y la cuestin cristiana, en el sentido de trabajar para conseguir que los
trabajadores se acercaran a la Iglesia, qued relegada a un segundo trmino. De ningn
modo, esta postura signific que la fe retrocediera de la vida de los militantes. Segn afirma
Francisco Martnez Hoyos, el propio Cardijn, fundador de la JOC y ferviente catlico, era
partidario de que entrasen en el movimiento jvenes trabajadores que procediesen de otros
credos religiosos como el budismo o el islam. La JOC deba ser un movimiento abierto a los
jvenes trabajadores.26 Sin embargo, para Jos Maria de la Hoz, en la JOC, fe y opcin de
clase iban ntimamente unidas, por esta razn, en las revisiones de vida, la fe se
relacionaba ntimamente con la actuacin. En la JOC la fe siempre fue un valor
fundamental.27
La dualidad no slo se produjo entre las opciones ms pietistas o ms temporalistas, sino
que muchos militantes cristianos vivieron un cierto dualismo entre lo que se consideraba
implcitamente cristiano y explcitamente cristiano. En qu se diferenciaba un cristiano de
un no cristiano cuando los dos luchaban por la justicia y la libertad en el mundo? Qu
aportaba la fe? Se consideraba implcitamente cristiano la accin de una persona que
trabajaba por un mundo nuevo ms justo y solidario mientras que lo explcitamente cristiano
era lo mismo, ms la creencia de que aquello que se haca contribua a hacer realidad el
plan de Dios aqu y ahora. La fe se situaba ms en una prctica ligada a un compromiso
temporal encarnado en la realidad social y poltica que no en la aceptacin de unas
verdades y unos sacramentos que no se cuestionaban. Cada vez ms, las teoras dualistas
de Maritain y de Congar desaparecan de la mente de los militantes porque las consideraban
insatisfactorias al no ayudarles a avanzar en la comprensin del hecho de ser cristiano en
un mundo cada vez ms secularizado. La fe, como signo de identidad de los militantes, era,
a la vez, un impulso y un reto, pero tambin un factor de inestabilidad y de desasosiego
personal. Como afirmaba Joan Casaas, el cristi inquiet sofega en la fe.28
25Jordi Bertan, Una esglsia que neixia cada dia a Quaderns de Pastoral, nm. 77. p. 53. Estas opiniones son coincidentes con las expuestas por Joan Costa i Riera en Dels moviments dEsglsia a la militncia poltica. Barcelona, 1997.26Francisco Martnez Hoyos, Cristianos y cristianas en la lucha obrera...p. 269. Esta afirmacin deHoyos se base en la informacin de la revista Correspondencia de julio de 1964.27 Entrevista realizada por Francisco Martnez Hoyos a Jos Maria de la Hoz el 8 de agosto de 1998. Ibdem. P. 269.28 Joan Casaas. El progressisme catlic a Catalunya (1940-1980). Barcelona, 1989. p. 250-260.
176
Para Toms Malagn, la fe adquira plena vigencia en los movimientos apostlicos porque
sus militantes, al entregarse a los hombres, tambin se entregaban a Dios. En Toms
Malagn la fe horizontal y vertical, se podra decir que son las dos caras de una misma
moneda. La fe la conceba como una alianza personal de cada hombre con Dios, que se
viva cuando este hombre se interrelacionaba con sus compaeros. En esta interrelacin
que se produca entre los hombres era donde se concretaba el compromiso temporal tan
consustancial a la identidad de los militantes obreros cristianos.
El criterio de valoracin de la autenticidad cristiana (...) es la dedicacin a la promocin integral y
colectiva del pueblo, viviendo en esta tarea el espritu evanglico.29
Otra cuestin importante que contribuye a configurar el perfil ideolgico de los militantes es
el tema de la violencia. No obviaron el tema sino que lo afrontaron y lo reflexionaron a partir
de su experiencia y de sus creencias. Resultado de este proceso de reflexin fue aceptar el
hecho de la violencia y distinguir entre diferentes tipos de violencia as como la diferencia
entre odio y violencia. Si en casos extremos haba de utilizar la violencia para oponerse a la
violencia estructural, entendida sta como el sistema capitalista, estas acciones haban de
realizarse sin ningn tipo de odio hacia las personas. 30
Hasta aqu se han podido visualizar algunos de los aspectos que configuraron la
complejidad de la identidad de los militantes obreros cristianos como el ser coherentes con
el Evangelio, fieles a la Iglesia a pesar de la relaciones difciles que se mantenan con la
jerarqua, como fue la convivencia con compaeros no creyentes, como se intent hacer
compatible la fe con ideologas como el marxismo o como posicionarse en torno al tema de
la violencia. Pero siempre era necesaria la formacin y la reflexin para que a todo el
activismo desarrollado por los militantes no le faltase el apoyo doctrinal necesario. Josep
Farrs, consiliario de la HOAC, consciente de la compleja problemtica en la que vivan los
militantes, fue el encargado, no slo de la HOAC, sino de los otros movimientos apostlicos
(JOC y ACO), para que hiciera una aportacin doctrinal que clarificara y orientara sus
actividades. Esta aportacin doctrinal la hizo en una convivencia en marzo de 1969 y en
estas fechas, este consiliario ya apreciaba que se haba producido una liberacin de ciertos
prejuicios, desmitificado la Iglesia y el mundo y normalizado las relaciones con los
compaeros de otras ideologas. El mundo del militante cristiano se haba normalizado y ya
no tenan ningn tipo de prevencin para aportar lo que ellos crean que era ms
29 Toms Malagn. Pasado y futuro de los Movimientos Apostlicos en Boletn HOAC nm. 630-631,diciembre 1973. pp. 9-10.30 Resumen de la convivencia para militantes celebrada en Barcelona los das 8 y 9 de marzo de1969. Unidad en la pluralidad. Barcelona, marzo de 1969. Fundaci Utopia, Joan Garca-NietodEstudis Socials del Baix Llobregat. B3/2 Doc. 1761.
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especialmente cristiano, como, por ejemplo, la atencin a las personas de base y, sobre
todo, se haba superado un cierto complejo de inferioridad de ser cristiano en las
organizaciones sindicales o polticas laicas donde militaban. Todo este proceso no estuvo
exento de dificultades y tensiones.
En las organizaciones donde militaban los obreros cristianos, surgan, a veces, tensiones
cuando entraban en contradiccin la necesidad de ser eficaces y el valor y respeto que
merece toda persona. Por otra parte, tambin surgan tensiones internas entre los propios
militantes obreros cristianos por el hecho de que una buena parte de ellos estaban
vinculados a organizaciones marxistas. Todas estas tensiones se deban afrontar y
reflexionar, sin que por ello se debiera renunciar a nada en lo que se creyera. La realidad
era dialctica y as se deba asumir y resolver en la prctica. Por eso, no sorprende que
muchos cristianos no vivieran como incompatibles su fe y su militancia marxista. El reto
estaba en saber entender la problemtica y saber guardar un equilibrio entre dos fidelidades:
al Evangelio y a la clase obrera y conseguir este equilibrio requera un esfuerzo constante.
Esta situacin de tensiones requiere una reflexin (...) De partida, podemos intuir ya que no es
solucin la simple ruptura de la tensin a base de renunciar a algunas de nuestras dimensiones (no
podemos renunciar a ser autnticamente compaeros o militantes o cristianos. (...) Esta situacin
dialctica slo se resuelve aceptndola (...) ya que forma parte del mismo ser cristiano. Ciertamente,
esto ni tranquiliza ni da seguridad. Pero la seguridad a buscar no est en un tomar partido por uno
de los dos extremos de la dialctica, para encontrarnos aposentados en nuestro pensamiento, sino
en aceptar la realidad tal como es (y es dialctica) e intentar resolverla en la prctica (en los hechos)
mediante esta poca pero nica luz que es Cristo en nuestro peregrinaje.31
Esta problemtica que se presentaba a los militantes obreros cristianos, afectaba a un
reducido nmero de trabajadores. La realidad social era que la mayora de los obreros
espaoles, a pesar de los esfuerzos de la jerarqua y de rgimen para recristianizar Espaa,
se consideraban no creyentes. Segn una encuesta realizada por Mundo Social en 1958, un
alto porcentaje de trabajadores manifestaban un fuerte sentimiento anticlerical y un poco
ms de la mitad mantenan posiciones de indiferencia. Lo que si consiguieron los militantes
de los movimientos apostlicos obreros fue que una minora tuviese una autntica
conciencia cristiana y que se produjera una discreta evolucin en un reducido grupo de
obispos espaoles que se hizo ms visible a partir de 1962 a raz de las huelgas de
Asturias.32
31 Ibdem. P. 332 Pierre Malerbe, La oposicin catlica al fanquismo, 1939-1975. Madrid, 1977, p. 112-113.
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La situacin religiosa de los obreros siempre fue motivo de preocupacin y especialmente lo
fue a partir de la crisis de los movimientos apostlicos obreros que se inici hacia mitad de
los aos sesenta. Si ya el conjunto de los trabajadores se mostraba poco interesado por las
cuestiones religiosas, era importante que los miembros de los movimientos apostlicos
obreros no se viesen afectados en sus creencias como consecuencia de esta crisis. Los
consiliarios fueron los ms sensibles a esta situacin y de ah que la abordaran seriamente
en una jornada de trabajo en 1967 porque vean que se estaba produciendo una dispora
que acabara, en muchos casos, en la prdida de la fe. Era necesario, por tanto, buscar
alternativas para que se pudiera seguir compartiendo la fe en otro tipo de grupos y fue as
como nacieron, en la rbita de algunas parroquias, las Comunidades Cristianas de Base. Si
no se hubiera producido este proceso de sustitucin de los movimientos apostlicos obreros
por otro tipo de grupos cristianos, se hubiese perdido una de las seas de identidad esencial
en el militante cristianos que eran la fe y la necesidad de poder compartirla con otros
creyentes. La experiencia de muchos militantes que abandonaron la Iglesia fue porque no se
ubicaron en grupos como las Comunidades cristianas. Cada vez se les haca ms difcil vivir
la ve individualmente. 33
Casiano Floristn estudi, tambin, el tema de las caractersticas de los militantes y sus
aportaciones nos pueden ayudar a completar an ms su perfil social y religioso. Segn
Floristn, los rasgos fundamentales de la militancia cristiana se podan concretar en cuatro
principios: era propia de los seglares, exigan una determinada organizacin, deba tener
una vocacin apostlica y se basaba en el binomio- fe compromiso. El fundamento teolgico
de lo que deba ser el laicado, el elemento fundamental de este tipo de movimientos, fue
elaborado con Gongar y G. Hhilis, telogos cuyas obras inspiraron el captulo IV de de
Lumen Gentium y el decreto Apostolicam Actuositatem.
El laicado cristiano, como militante, es el creyente que libre y conscientemente asume las
virtualidades sacramentales de la iniciacin (relacin con Cristo), participa en el misterio cristiano
(relacin con la Iglesia) y vive comprometido en la sociedad en condiciones seculares variadas,
dando testimonio (relacin con el mundo). Solamente cuando se da realce al laicado surge la
posibilidad del militante cristiano.34
33 JORNADA DE CONSILIARIS JOC/F-ACO-HOAC. MOMENT ACTUAL DE LA SITUACIRELIGIOSA DELS MILITANTS DELS MOVIMENTS OBRERS CRISTIANS. Barcelona, 17 de octubrede 1967. Fundaci Utopia, Joan Garca-Nieto, dEstudis Socials del Baix Llobregat. B3/2 Doc. 1708.Documento de siete folios donde se resumen las preocupaciones de los consiliarios por la situacinreligiosa de los militantes obreros cristianos. En cierta forma, el nacimiento de la CCP de Cornell tiene origen en esta circunstancia.34 Casiano Floristn, La militancia cristiana. En Pastoral Misionera 142 - 1985. p. 488.
179
La misin del seglar en el mundo era la evangelizacin, en este caso, la evangelizacin del
mundo obrero y para ello era necesario crear algn tipo de organizacin, asociacin o grupo
en el que pudieran compartir la fe y consolidar su compromiso social y poltico que eran sus
caractersticas fundamentales. El militante redescubra el contenido del Evangelio y lo que
significaba la figura de Jesucristo al mismo tiempo que era consciente de la injusticia y la
opresin social y del valor que tena la organizacin como instrumento para luchar contra
estas injusticias. El militante cristiano parta de la vida para llegar a la vida.
La fe del militante no es entendida como mera respuesta personal a Dios, sino como entrega a las
exigencias del Reino de Dios, predicado, vivido y realizado por Jesucristo. Es fe en la esperanza y en
el amor; es fe-conversin o fe-opcin por los oprimidos. El compromiso del militante, denominado al
principio temporal, luego sociopoltico y por ltimo poltico, es algo ms que trabajo, tarea o quehacer.
Es aceptacin deliberada, empeo consciente y exigencia tica de trabajar por los dems y por la
sociedad para que surja ya aqu el Reino de Dios.35
Las diferentes visiones que sobre los grupos obreros cristianos expusieron Jos Ramn
Recalde y Alfonso Carlos Comn en 1966, contribuyen a perfilar con ms precisin las
caractersticas de estos militantes, pero ya centrndose ms en aspectos polticos y
sindicales. Recalde resaltaba la realidad objetiva de la doble condicin de estos militantes
que asuman en sus personas la doble pertenencia a una institucin, la Iglesia, que por
naturaleza era interclasista, y a una clase social determinada que era la clase obrera. A
parte de que algunos de sus dirigentes aspirasen a convertirse en lderes sindicales dentro
de la lnea de los sindicatos modernos, fueran estos confesionales o no, el hecho fue que
tuvieron que reafirmarse en esa doble condicin de cristianos y miembros de la clase obrera.
Adquirir conciencia de clase no fue excesivamente difcil porque la realidad compartida por
el conjunto de los trabajadores facilitaba adquirir esta conciencia que, en opinin de
Recalde, les hubiera llevado a encuadrarse en organizaciones similares a las que ya
existan en Europa en la rbita socialdemcrata o del ala izquierda de la Democracia
Cristiana. Por qu no fue as en Espaa? Recalde cree que no fue un problema de falta de
conciencia de clase, sino por otros factores a los que califica de orden psicolgico.
Es muy normal, en los grupos cristianos obreros, una actitud de desvinculacin hacia todo lo existente
y un invento ideal de soluciones nuevas.36
35 Ibdem. P. 490.36 Jos Ramn Recalde, Los grupos obreros cristianos en Cuadernos de Ruedo Ibrico nm. 8 deAgosto/Septiembre de 1966. pp. 46-47.
180
En este mismo nmero de Cuadernos de Ruedo Ibrico, Alfonso Carlos Comn, desmiente
en cierto modo las afirmaciones de Recalde porque describe a unos militantes obreros
cristianos que estn muy ligados a los problemas reales de las empresas sobre los que
aportan soluciones desde una perspectiva de clase. No se desvinculaban, ni se inventaban
nada, sino que planteaban sus propias alternativas en una lnea que no se poda identificar
con tendencias democristianas contemporizadoras con el sistema capitalista. Los militantes
cristianos no slo se planteaban reivindicaciones que podan ser asumibles por la empresa,
sino que haba la intencin de revelar la dimensin de lucha de clases que representaban
estas reivindicaciones as como el carcter socialista de las mismas. Si esta era su forma
de actuar en la empresa, no se poda compartir las afirmaciones de Recalde sobre esta
particular.
La estrategia de la lucha a corto plazo (...)se teje y enraza sobre la estrategia a largo plazo de la
alternativa socialista que se propone como objetivos fundamentales los cambios cualitativos que
requiere una autntica civilizacin del trabajo.37
En esta primera parte de este apartado se ha ido configurando el perfil general de un
militante de los movimientos apostlicos obreros. Para finalizar la descripcin y valorar las
caractersticas de estos militantes elijo las palabras de un sacerdote que ha dedicado su
vida religiosa a trabajar para que los militantes cristianos fuesen coherentes con su fe y
fueran conscientes de la necesidad del compromiso. En una entrevista que Josep Lligadas
hizo a Josep Hortet en octubre de 1997, Lligadas preguntaba a este sacerdote como
definira el estilo de vida de fe que deberan tener los militantes y este respondi:
Els moviments especialitzats sn un lloc on hem aprs que els laics, les persones normals i corrents,
han de tenir un paper protagonista all on sn. Aix vol dir que la gent ha de tenir compromisos
concrets a la parrquia, i alhora que no ha de quedar tancada a la parrquia sin que ha de mirar-se
amb simpatia i ser present en les realitats del barri (i fer que aquestes realitats siguin tingudes en
compte en la reuni de la comunitat cristiana, per exemple pregant per elles) i que aquesta presncia
ha de tenir en compte molt especialment els sectors pobres i marginals. Aquest estil comporta tamb
un tipus de fe que respecti molt lassimilaci progressiva i personalitzada, que es busquin espais de
reflexi, de trobament amb lEvangeli... una fe que sigui llum en les coses que es van vivint.38
37 Alfonso Carlos Comn, Poltica sindical en la empresa en Cuadernos de Ruedo Ibrico nm. 8 deAgosto/Septiembre de 1966. p.27.38Josep Lligadas. Josep Hortet, per una Esglsia fidel a lEvangeli, a LAgulla nm. 6. Any II. Octubre, 1997. p. 8. Este artculo contiene la entrevista a este sacerdote que en esos momentos erarector de las parroquias de la Mare de Du del Port y Sant Bartomeu de lrea de la Zona Franca deBarcelona.
181
Esta sntesis de Josep Hortet recoge lo esencial de la identidad de los militantes de los
movimientos apostlicos obreros. Eran hombres y mujeres de fe, comprometidos que, junto
con otros trabajadores, intentaban cambiar la sociedad en aquellos aspectos
manifiestamente injustos. El militante era una persona que se implicaba, que era capaz de
analizar la realidad y para ello, muchos de ellos aceptaron el marxismo porque daba
elementos de juicio para actuar. Tambin actuaron en organizaciones de esta ideologa
porque, para algunos de estos militantes, eran las ms comprometidas en la lucha por la
transformacin de la sociedad, compartiendo con estas organizaciones el objetivo
fundamental de la emancipacin de la clase obrera por su propio esfuerzo y capacidad. Los
militantes obreros cristianos tuvieron como referentes ticos fundamentales el valor de la
persona, la justicia social, la entrega, el desinters, la solidaridad, el valor de trabajo
constante y la defensa de la unidad sindical, entre otros.
Formaron un colectivo heterogneo que, a partir de sus elementos definidores, como la fe y
el compromiso, tuvo influencias y trayectorias diversas. En este sentido hay que reconocer
que fueron permeables a influencias ideolgicas procedentes del marxismo y del
anarcosindicalismo e intentaron vivir sus creencias religiosas, su fe, sus opciones
ideolgicas, sin contradicciones. La prctica, la accin cotidiana, fueron factores que
ayudaron a resolver estas dualidades. Supieron tambin afrontar el problema de la violencia
y resolverlo de la mejor manera posible. Fuese cual fuese el origen y la evolucin de cada
militante, el perfil social e ideolgico aqu descrito responde a las caractersticas de la
mayora de estos militantes entrevistados en esta investigacin, cuyos testimonios,
agrupados en subapartados, completan, precisan o amplan lo hasta aqu expuesto.
Fidelidad a la clase obrera y a la Iglesia.
La mayora de los testimonios ratifican la fidelidad de los militantes a la clase obrera y en no
pocas ocasiones tambin declaran su fidelidad a la Iglesia aunque esta ltima no est
exenta de dificultades y problemas. Hay testimonios que tienen un fuerte componente
afectivo como es el caso de Antonio Navarro, militante de la HOAC y dirigente del SOC.
Yo hice una promesa a mi padre de que yo seguira siendo militante de la clase obrera porque la
clase obrera me haba salvado. En este compromiso no haba una componente religiosa. Despus,
este compromiso si fue potenciado por la formacin religiosa.39
39Antonio Navarro. Entrevista del 5 de Febrero de 1999.
182
La complejidad de la situacin en la que vivieron muchos militantes les plante no pocos
problemas. La dualidad de sus fidelidades, a la Iglesia y a la clase obrera, les llev en ms
de una ocasin a la ruptura con una u otra. Las tensiones ms fuertes las vivieron durante la
dcada de los sesenta, caracterizadas por el fuerte compromiso temporal adquirido por
muchos de sus militantes. Las acusaciones de falta de fidelidad a Iglesia eran continuas y
los ms comprometidos con la lucha del movimiento obrero se distanciaron de la Iglesia
institucional o sencillamente la abandonaron.
El testimonio de Daniel Cando Cando es muy ilustrativo del sector que opt por el
abandono del movimiento apostlico y tambin de la fe. Ante el dilema de dar preferencia a
la evangelizacin de la clase obrera o al de su liberacin, estos jvenes optaban por la
segunda opcin y si se trataba de elegir a quien se deba dar preferencia, en orden a los
hechos o a las actividades que se deban realizar, tambin se optaba por las
organizaciones sindicales o polticas a las que se perteneca.
Dintre de l'estructura de la JOC fora de la fbrica, el sector ms d'esquerres vam comenar a criticar a
la JOC perqu es proposava abans l'evangelitzaci dels obrers que no la seva lliberaci de classe. I
vam entrar en contradicci amb molts consiliaris que deien que la principal tasca de la JOC era
l'evangelitzaci de la classe obrera (...) Nosaltres aqu ens posaven a l'altre bando. Deien que anar a
evangelitzar als obrers era una deslleialtat a la classe obrera i que lalliberament de la classe obrera
estava per davant i que nosaltres no ens dedicarien a l'evangelitzaci.40
A medida que algunos militantes se comprometan con la organizacin poltica esta dualidad
se acentuaba y llegaba un momento en el que se produca la ruptura. El testimonio de
Cando tambin es, en este caso concreto, un paradigma de lo que ocurri en otros casos
similares. Su participacin en los conflictos de 1962 y su militancia en el FOC fueron la
causa por la que no fue nombrado responsable de la JOC en la dicesis de Barcelona,
siendo ocupado este cargo por Rafael Hinojosa41. Segn Cando, fue Hinojosa el que
propici el abandono de la JOC de estos jvenes militantes del FOC.
40Daniel Cando Cando. Entrevista del 1 de Diciembre de 1996.41 Militante de la JOC de profesin pintor. Empez su militancia como jocista en un suburbio de Barcelona en el ao 1954. En 1957 fue nombrado responsable diocesano de aprendices. El 28 de marzo de 1958 fue elegido en una jornada de dirigentes celebrada en Tiana, Presidente Diocesanode la JOC de Barcelona. Dos meses despus, y por deseo expreso del Excmo. Sr. Arzobispo dej lapresidencia ocupando las responsabilidades de Aprendices y Vice-presidente Diocesano. El 29 de julio de 1959, en Toledo, fue elegido miembro del Comit Ejecutivo Nacional cuidndose de la zonade Catalua. En 1960 particip activamente en la preparacin y realizacin del Congreso Nacional de Juventud, as como en la creacin de la INFO. Ese mismo ao fue nombrado responsable Nacionaldel lanzamiento jocista en las grandes ciudades. Durante todo ese perodo colabor activamente enpublicaciones y organizacin de cursillos para militantes y dirigentes. Abandon todas lasresponsabilidades al incorporarse al servicio militar donde fue nombrado Presidente de Apostolado
183
Aquest ens va barrar el pas i va venir al nostre grup de la Trinitat a dir-nos que la nostra orientaci no
era la correcta perqu -ho recordo bastant be- ens va dir que la JOC era Juventut Obrera Catlica i
vosaltres la J i l'O s, per la C no. I en aix tenia part de ra perqu el nucli incial -Antoni Toms, jo i
altres- vam anar deixant la fe catlica. La resta de companys van continuar compartint la fe i la
militncia i finalment van disoldre el grup per ateu i nosaltres vam continuar militant. Aqu es va
acabar la meva militncia catlica (...) En aquests moments l'equip inicial i jo havia fet un procs
ideolgic d'aband de la fe i dagafar com ideologia el marxismo (...) Per nosaltres lalliberament de la
classe obrera s contruir el cel a la terra (...) A partir d'aquests moments jo ja no estic a la JOC per
continuo tenint relaci amb el moviment apostlic perqu al moviment apostlic continua havent gent
amb la qual em trobo, com per exemple Manuel Murcia quan va entrar al FOC provenint de la JOC.
Tamb vaig tenir relaci amb el Jos Antonio Diaz que no era de la JOC, era un capell obrer.42
Algunos tienen una percepcin bastante equilibrada de esta doble fidelidad, aunque en vez
de referirse a la Iglesia hacen referencia explcita de su fidelidad a la figura de Jesucristo.
Este es el caso de Julin Gmez del Castillo.
La participacin en la lucha por la justicia es y era la condicin sin la cual no es posible ser apstol
(...) Para ser testimonio de Cristo en el medio trabajador es indispensable una doble fidelidad: a Cristo
y a la clase obrera.43
Ninguno de los movimientos apostlicos aqu estudiados se plante la separacin de la
Iglesia institucional. Un factor comn a todos ellos fue que todos tuvieron una relacin ms
difcil con la jerarqua de la Iglesia que con las organizaciones obreras donde militaron. Las
diferencias se visualizan ms en la intensidad de las crticas a la jerarqua o sencillamente
en el distanciamiento que tuvieron con ella. Ni siquiera CPS, que fue el movimiento ms
Castrense en el mes de marzo de 1961. Fue responsable nacional de la evangelizacin de losjvenes en las grandes ciudades. Tena 23 aos cuando se present a las elecciones de presidentediocesano el da 16 de febrero de 1963 y el 9 de julio de de este mismo ao fue nombrado Presidentede la Junta Diocesana de la Juventud Obrera Catlica de Barcelona por el arzobispado de Barcelona.[La informaciones anteriormente referenciadas estn en el Archivo Diocesano de Barcelona. Archivo JOC] En 1963 dirigi una carta al Abad de Montserrat pidindole que hiciera gestiones para que lesfuera concedida la libertad condicional a cuatro militantes catlicos que estaban detenidos en laprisin de Barcelona a disposicin del TOP. Ha publicado La JOC entre l'Esglsia i el Mn obrer. El Prtat de Llobregat, 1989. Ha sido colaborador de las publicaciones de Serra d'Or y El Ciervo.42Daniel Cando Cando. Entrevista del 1 de Diciembre de 1996.43Julin Gmez del Castillo, 18 aos de apostolado obrero en Cuadernos para el Dilogo nm. 26.Noviembre, 1965. p.22. Segn Julin Gmez del Castillo, los militantes obreros cristianos fueronaceptados plenamente por la clase obrera y han ocupado puestos de vanguardia. Igualmente hansido reconocidos por las organizaciones tradicionalmente hostiles a la Iglesia y, lo que es mspolmico, fueron reconocidos por la propia jerarqua. Esta ltima afirmacin no deja de sersorprendente ya que poco tiempo despus se pudo comprobar las reticencias de la mayora de lajerarqua de la Iglesia respecto de los movimientos apostlicos. Es cierto, como dice Julin Gmez,que un obispo dijo a los militantes de la HOAC que eran lo mejor de la Iglesia, pero esa valoracin nodeja de ser aislada y puntual.
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crtico, nunca se plante la ruptura sino que insisti en ser reconocido un sector ms de la
Iglesia. Como decan sus dirigentes, tener carta de ciudadana dentro de ella.
Bsqueda de la utopa. Actitud tica.
Los hombres y mujeres que se comprometieron en la lucha por una sociedad ms justa y
solidaria durante la dictadura franquista se embarcaron en una aventura utpica sin ningn
tipo de inters personal. Ese compromiso altruista, esa bsqueda de la utopa, entendida
como lo que hoy es imposible conseguir pero que se puede alcanzar en el futuro, fue lo que
motiv al compromiso de muchos militantes obreros catlicos. Para Joan Costa, militancia y
utopa son conceptos que se presentan estrechamente unidos y marcan los rasgos
esenciales de los militantes de los movimientos apostlicos.
La utopia era un element bsic i un punt de referncia clau en la perspectiva militant. Tots dos -
militncia i utopia- eren valors i punts de referncia obligats en aquells moments de transformaci de
la societat catalana. Avui en dia, sn uns altres els valors- potser interessos- que priven en la
professionalitzaci poltica.44
Antonio Navarro, militante de la HOAC y del SOC, para resaltar el altruismo con el que se
ejerca la militancia sindical en los aos sesenta, lo contrapone con las actitudes de algunos
dirigentes sindicales actuales.
El jugarse el tipo como nos lo jugbamos nosotros sin tener ningn inters econmico; el estar
dispuesto a ir a la crcel sin tener ningn inters, eso ya no existe en los militantes sindicales
actuales. De alguna manera van a situarse en el puesto. Te podra decir de una persona amiga ma,
un lder sindical de Pegaso, y est de representante sindical dentro del Tribunal Laboral y de ah no
hay quien lo saque porque vive bien y le pagan bien. Le paga la empresa y el sindicato. Esto antes no
pasaba.45
Santiago Medina Morales, trabajador de Pegaso y militante de Comisiones Obreras y
Bandera Roja, estuvo durante varios aos en la JOC. Su evolucin poltica y religiosa le
llev a apartarse de este movimiento apostlico pero conserv algunos de sus valores
fundamentales como es el de la creencia en la utopa. Fuera cual fuera la organizacin
donde militara siempre actuaba guiado por lo que l llamaba mstica de la revolucin.
44Joan Costa i Riera. Dels moviments dEsglsia a la militncia poltica. Barcelona, 1997. p. 16 45Entrevista a Antonio Navarro. 5 de Febrero de 1999.
185
Haba una cierta mstica de la revolucin. Por eso coincida con muchos cristianos, porque ellos
tambin tienen una mstica del cambio social.46
Ramon Puiggrs Esteve, militante de la JOC y de la ACO, de USO y de CCOO, concede
especial relevancia al hecho de que el militante crea en unos principios y que est dispuesto
a defenderlos hasta el lmite.
Limportant s que en la societat la gent compromesa han de ser gent que creguin amb el que fan, i
perqu una persona cregui amb el que fa necessita tenir uns principis, i necessita donar la vida per
aquests principis, sin hi ha aquesta disposici s molt difcil que hagin exemples que puguin fer
moure i canviar les coses. I desprs tamb dir que malgrat tot, crec que les coses han devolucionar,
jo em penso que al costat dels problemes que ens reporta la democrica actualment nhi han daltres
doncs que la poden millorar, i desprs jo tamb sc dels que crec que de lexercici de la llibertat han
de sortir noves alternatives necessriament.47
Manuel Gonzlez Fernndez inici su compromiso social y poltico a partir de su vinculacin
a la HOAC en los grupos del Baix Llobregat. Ms adelante se convirti en un destacado
militante de Comisiones Obreras, siendo uno de los fundadores de esta organizacin en
Roca, empresa de la que fue despedido. Poco a poco se fue distanciando de la HOAC, pero
nunca abandon los principios que en ella descubri. Cuando hace una valoracin de toda
su trayectoria como militante del PSUC y de CCOO, insiste mucho en la dimensin tica de
la militancia poltica y sindical.
Yo no he luchado nunca por vivir mejor (...) no he entrado nunca en la sociedad de consumo (...) para
mi con lo que tengo, que no tengo nada, tengo suficiente (...) Ms importante que la olla de garbanzos
o el trozo de jamn es educar al hombre en una tica, que se sienta solidario (...) Para mi nunca
reclam un duro, he reclamado otras cuestiones que tienen ms valor que todo eso y se est
enfocando la vida desde la comodidad haciendo dejacin de cuestiones que no tenamos que
abandonar (...) Para hacer una sociedad mejor hay que renunciar a cosas y lo malo de la juventud es
que no quiere renunciar a nada de lo que hay.48
Atencin preferente por los ms desfavorecidos
El ser radicales, el optar de una forma clara y activa en favor de los sectores sociales ms
desfavorecidos, fue un signo de identidad caracterstico de los militantes obreros cristianos.
46Santiago Medina Morales. Entrevista del 19 y 24 de Febrero de 1997.47Ramon Puiggrs Esteve. Entrevista del 30 de Mayo de 1997. 48Manuel Gonzlez Fernndez. Entrevista del 8 de Marzo de 1993. Fundaci Utopia.
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Si los sectores progresistas de la Iglesia catlica catalana se pueden caracterizar por un
cierto grado de interclasismo, los sectores ms comprometidos con el movimiento obrero
identificaban el hecho de ser cristianos con el compromiso decidido en favor de los ms
discriminados y explotados. El testimonio del militante de ACO y de Comisiones Obreras y
trabajador en Pirelli Joan Estrada fue un ejemplo paradigmtico de esta identificacin entre
cristianismo y compromiso.
Entre els cristians tenim diverses maneres de viure el cristianisme, diferents opcions o fins i tot
diferents ideologies; aix s molt real i veritat, per no s si s evanglic, ja que no crec que amb la
Biblia es pugui justificar per al cristi fer seves o collaborar amb totes les ideologies i sistemes
existents en el mn. (...) La Biblia s la histria de la salvacin i lalliberaci de tot el gnere hum que
comena avui i aqu. Davant daquesta realitat no s possible el neutralisme. Jesus predica levangeli
del Regne als pobres, no als rics (...) La seva missi estava destinada a tots els homes, per Jess la
va realitzar prenent partit decididament pels dbils, els discrimitats i els sense esperana. Arrib a
tota la humanitat entrant en contacte amb els ms baixos, amb els desesperats.49
A partir del contacto con la realidad, los militantes adquiran un compromiso que, en la
mayora de los casos, se mantiene a lo largo de la toda la vida. Puede cambiar su
concrecin, pero siempre estarn pendientes de dar la respuesta adecuada a las
necesidades de los ms desfavorecidos. La catequesis que haca un joven jesuita, Josep
Maria Borri, en Torre Romeo de Sabadell, le permiti tomar plena conciencia de la situacin
de penuria en la que viva la clase obrera y de la necesidad de luchar para cambiar esa
realidad tan injusta. La identidad del militante se configur, en este caso, a partir del
compromiso religioso y social.
Aquest contacte amb les coves de seguida agafa la vessant social. Havia la part de catequesi, per
agafava molt ms "bulto" al veure aquella gent amb aquella situaci que vivien, unes coves que de
tant en tant sensorraven i quedaven nanos all dintre, i llavors venia el bisbe i lalcalde i tothom i
desprs desapareixien. (...) Hi va haver un cas duna mare que amb dos criatures, s veu que
semportava normalment les dues criatures.Com que plovia les va deixar i sen va anar a treballar, i
em sembla que abans darribar a treballar ja shavia ensorrat la cova. Van morir les dues criatures.
(...) Als anys 50 aquelles avingudes dimmigrats eren un regal per a les fbriques. Tenien bona m
dobra amb ganes de treballar i no havien de pagar-li massa. Que desprs tinguessin casa o no casa,
que estiguessin en una cova que sels ensorrs o no ells -empresaris i governants- passaven daix.
49Joan Estrada. Lopini dun pe especialitzat en Correspondncia nm. 100. Diciembre, 1971. pp. 19-22. Este obrero de ACO que milit en el PSUC y en el Partit dels Comunistes de Catalunya replica en este artculo a otors autores -Dalmau- que tenan concepciones interclasistas e integradoras. Estemilitante obrero vivi y vive conforme a las ideas que defenda. Es un ejemplo de coherencia entrepensamiento y vida.
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Amb aquest ambient, amb les idees socials anteriors, doncs comeno un treball a les coves que tenia
la vessant religiosa per que era atravessada pel comproms de solucionar els problemes.50
Lourdes Burzn, militante de la JOC y de la ACO no dud al decidir dejar todo en Barcelona
para irse a trabajar a Suiza y acompaar a los espaoles que emigraron a ese pas durante
los aos sesenta. Otros compaeros haban sido capaces de renunciar a una brillante
carrera profesional o a escalar puestos en su trabajo por ser fieles a su compromiso con los
ms desfavorecidos o por denunciar las injusticias que se cometan en los centros de
trabajo.
A aquesta gent els havia costat no pujar escales professionals, quedar-se per denunciar coses (...) i
tot aix ho anaves descobrint (.) No s perqu, jo estava dintre del Comit de lACO, deuria ser
responsable de zona i en un comit dACO doncs es va dir que els sussos havien demanat a lACO
espanyola a veure si podia anar-hi algun militant dACO daqu, perqu en all es trobaven -era ja el...
58... 60- que ja havia molta emigraci espanyola cap a Sussa, i aleshores doncs que demanaven que
ells, per poder fer un pas a entendre la cultura i la gent dall... dels espanyols que es trobaven dintre
de la classe obrera dall, que pogus anar-hi un matrimoni o alg, per poder ajudar-los a entendre la
forma de ser dels espanyols emigrants.(...) I recordo que en aquest comit, el senyor Miquel
Juncadella em va mirar i em va dir: "Mira Lourdes, jo havia pensat en tu i en el Josep, que a veure si
us ho voleu rumiar, si us ho voleu pensar...". I jo vaig dir: "Pues si jo no s francs, que vaig a fer en
all si no, pobre de mi, no conec la llengua?". Bueno, la qesti s que ho vaig parlar amb el Josep,
ho vam valorar (... )i quan ja tenem el nostre piset all a la Verneda que ens tocava, aleshores vam
viure tres mesos en all i vam fer les maletes i ens vam anar cap a Sussa. El Josep em va donar
unes llions de francs i la Lourdes i el Josep cap a Sussa.51
Josep Snchez Bosch52, militante de la ACO y del PSUC, durante los aos que estuvo en la
presidencia de la cooperativa donde trabajaba tuvo que tomar decisiones que no siempre
fueron bien recibidas por todos sus miembros. Intent mejorar la organizacin del trabajo,
hacer ms responsables a todos sus miembros, algunos de los cuales todava actuaban
como si estuvieran trabajando en una empresa capitalista, intentando hacer lo menos
posible. La distribucin de los beneficios se haca en funcin de las horas trabajadas con un
50Josep Maria Borri. Entrevista del 27 de Enero de 1997.51Lourdes Burzn. Entrevista del 3 de Febrero de 1997.52 Este militante de ACO naci en Barcelona el 12 de noviembre de 1932 y se march a Suiza en19662 junto con su esposa Lourdes Burzn a peticin de la ACO para colaborar con la emigracinespaola en ese pas. Cuando regresaron, en 1968, ninguna empresa le dio trabajo y fueron unoscompaeros de ACO que estaban en contacto con una cooperativa, Sociedad Cooperativa ModelistasReunidos, los que finalmente consiguieron que entrara en esta cooperativa que se cre en 1964.Josep Snchez Bosch se incorpor en marzo de 1968 y all estuvo hasta que, en los primeros aosnoventa decidi aceptar una prejubilacin porque la cooperativa fue sometida a una regulacin deempleo.
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claro espritu de igualdad. No se trataba de pagar ms por el que ms aportaba, sino slo
teniendo en cuenta el tiempo de trabajo realizado. Tambin procur fomentar un espritu de
reflexin ante todas las cosas que pasaban en la cooperativa. Cuando se hacan los
balances era el momento que se aprovechaba para analizar y reflexionar sobre la marcha de
la cooperativa con el objetivo de mejorar su funcionamiento. Curiosamente, toda esta
actividad le hizo acreedor del calificativo de comunista.
A mi sem tenia doncs, per un comunista, per evidentment tamb em coneixem com a creient com
a cristi. Dintre de la cooperativa, de seguida es van donar compte de que jo era cristi perqu jo, pel
fet de ser creient, tenia una debilitat pels mes petits, pels mes febles. I aix alguns no l'admetien gaire
perqu anaven de cara a guanyar ms diners i tampoc admetien que si es tenia que agafar alg de
fora s'exigia molt, que sabs molt. I, a vegades, discordvem una mica. I incls a vegades es
proposava d'agafar gent que no fos soci i nosaltres ser els amos, i tenir gent explotada, aix tamb
havia sortit i jo m'hi havia oposat radicalment no!.53
Llus Domnech i Accensi, militante de la HOAC y de la UGT, identifica el hecho de sentirse
una persona de izquierdas como aquella que est al lado de los que sufren y no slo porque
pertenece a la clase obrera. La propia evolucin personal de este militante tanto en el
aspecto social y poltico como en el religioso le confirman en esta conviccin de estar al lado
de los excluidos, de los marginados.
I este s lo gran tema de debat de la vida, en que si som fidels i som cristians, tenim que no estar al
costat dels que tenen, sin ser dels que no tenen... Quan entres en estos circuits de marginaci, tens
que anar molt en cuidado i no anar en plan daportar res sin danar a aprendre molt. Perqu hi ha
uns valors positius del pobre.54
Pilar Espua Domnech, trabajadora de Banca, ingres en la HOAC en 1966. Una de las
razones que le llevaron a formar parte de este movimiento apostlico obrero fue el
compromiso con los ms desfavorecidos.
El que em va atreure de seguida de l'HOAC va ser el fet que hi havia molta gent pobra, gent senzilla
que lluitava (...) l'HOAC mha ensenyat molt. Els lemes d'aquella poca els continuo tenint gravats al
cor: Compartir els bns, la vida i l'acci. Fidelitat a Crist, a la classe obrera i als ms pobres.55
53Josep Snchez Bosch. Entrevista de Febrero de 1996.54Llus Domnech i Accensi. Entrevista del 14 de Mayo de 1997.55Josep Lligadas Avui parlem amb Pilar Espua, amb les dones preses en Lagulla nm. 30 de junydel 2002. pp. 9-11. p.9. Fue la primera presidenta que tuvo lHOAC. Va ser una poca molt dura.L'poca dels trencaments. I em sembla que vaig ajudar a fer que el moviment es mantingus, que no desaparregus. Fue elejida jurado de empresa por el sector de la Banca en las elecciones sindicales
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La relacin de los militantes obreros cristianos catalanes de origen con sus compaeros
inmigrados fue enriquecedora para todos. Fuesen catalanes de origen o de adopcin,
ambos tenan claro que lo ms importante era la liberacin de todas las personas del
mundo. Se podan tener convicciones de carcter nacionalista o catalanista, luchar por las
libertades nacionales, por la recuperacin del Estatuto de Autonoma, etc., pero siempre se
daba preferencia a la liberacin de toda persona humana que padeciera opresin y
explotacin. Estas profundas convicciones unieron slidamente a los trabajadores
inmigrados y a los catalanes de origen y esa es una de las causas por la que en Catalunya
no surgi ningn grupo ni organizacin de carcter lerrouxista.56
Pere Rica Gonzlez, trabajador de Montesa, militante de la HOAC, y cofundador de
Comisiones Obreras, vivi los sufrimientos de la guerra civil y all tuvo clara la opcin por los
ms desfavorecidos. Este militante confiesa, sin acritud, que su manera de ser siempre le
llev a ser un hombre de causas perdidas.
Si jo veia una persona que estava rebutjada per la societat jo el defensava. I aix va anar creixent en
mi, de tal manera que desprs de la guerra vaig estar al camp de concentraci i vaig patir de tot,
pallisses, gana, etc. i aix em va incitar a fer ms coses (...). Vaig comenar a pensar que el tracte no
era just.57
Pedro Lpez Valentn, particip en los primeros aos sesenta en uno de los grupos de la
JOC que se form con jvenes aprendices que realizaban sus actividades en torno a la
Escuela Tcnico Profesional del Clot. Tuvo una gran influencia de los padres jesuitas con los
que convivi y fruto de esta influencia, fue su decisin de ingresar en la orden para, segn
l, dar un paso ms en el compromiso para con los dems. Desarroll una gran actividad en
Misin Obrera porque all crey poder hacer algo por los dems.
Por qu motivo entr en los jesuitas?, yo dira que en aquellos momentos para mi fue un paso ms,
creo que fue una decisin importante para mi en aquellos momentos (...) Tena dieciocho aos,
entonces era un paso ms de compromiso hacia los dems, en aquel momento yo creo que lo
formulaba as, compromiso hacia los dems, an sabiendo que cortaba muchas cosas, por un lado
mis padres no lo vieron, fue un disgusto tremendo, no lo acababan de ver, y despus porque claro, se
planteaban que las ilusiones que ellos tenan de que pudiera acabar la formacin profesional, y el
de 1966. En el momento de la entrevista esta dirigente de la HOAC, trabajaba con el grupo Dona iPres. Desde 1972 forma parte de la Fraternitat de Carles de Foucauld.56Annim 1. Entrevista del 18 de Marzo de 1993. Fundaci Utopia-Joan Garca-Nieto dEstudisSocials del Baix Llobregat.57Pere Rica Gonzlez. Entrevista del 23 de Abril de 1997.
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peritaje, y trabajar y todo esto, se trunc... pero vamos yo lo vi claro. El padre Torres me ayud a
tomar la opcin definitivamente y yo dira que un elemento importante que me atraa, y que me sirvi,
fue el ejemplo que demostraban unas personas que haban ido por all - el padre Torres, el padre
Oller y, si no recuerdo mal, haba ido el padre Caparrs- a dar clases y me atraa la idea de poder
servir a los dems desde una vertiente cristiana profunda, y por qu no?, si esto poda ser til a los
dems. Para mi era un paso ms de todo lo que estaba haciendo en la escuela de aprendices y en la
escuela del Clot dentro de la JOC.58
lvaro Garca Trabanca, militante de JOC, ACO y USO estuvo siempre comprometido en
todo tipo de organizaciones que luchaban para mejorar la situacin de la clase obrera. Su
capacidad de organizacin y direccin fue reconocida por sus compaeros que siempre le
eligieron para puestos de responsabilidad. Pasados los aos duros de la dictadura continu
su militancia en las organizaciones como la UGT o el PSC, pero donde desarrollaba
realmente su compromiso era en las asociaciones que colaboraban con los sectores ms
marginados de la sociedad como los enfermos y los hombres y mujeres que vivan en la
ms absoluta pobreza.
Aqu en Sabadell hay dos Asociaciones de enfermos del SIDA (...) yo voy los martes y jueves y me
veo con los enfermos, actualmente ahora hay tres, y voy cada da al hospital a verlos. (...) Una vez al
mes vamos a cenar fuera, y luego vamos de colonias todos juntos los fines de semana. Lo hacemos
todos juntos con Barcelona, somos 50, 60 o 70 y yo me encargo de la cocina, hago un servicio.
Tambin estoy con la gente de Emas aqu en Sabadell. Soy voluntario de Emas.59
Josep Pujol i Bardolet, militante de la JOC y de la ACO, fue uno de los fundadores de
Comisiones Obreras. Como consecuencia de su intensa actividad en las organizaciones que
convergieron en la formacin de Comisiones Obreras fue detenido y maltratado por la polica
franquista. Con l tambin fueron detenidos otros compaeros que pasaron por las crceles
franquistas. Todos ellos tuvieron una especial preocupacin por los presos comunes,
vctimas, en la mayora de los casos de las grandes injusticias sociales de la dictadura.
Jo estava a la cinquena galeria on tamb havia comuns i nosaltres ens van relacionar amb tothom.
Ignasi Carvajal s el primer que va iniciar el contacte amb els comuns i parlava. Arribes a descobrir
que el delinqent s el resultat duna societat injusta (...) La pres et forma a tu tamb, al veure que
una societat injusta provoca la delinqncia. Tot aix encara et reafirma ms a les teves idees
58Pedro Lpez Valentn. Entrevista del 8 y 21 de Mayo de 1997. Los dos aos que estuvo en elnoviciado se los tom como un parntesis para preparar su futuro. Sus compaeros de la JOC y de la Escuela de Aprendices le hicieron un homenaje de despedida y le nombraron Fray Escoba. Cuandoacab el noviciado volvi a la Escuela de Aprendices como profesor aunque por poco tiempo porquesu compromiso con el movimiento obrero ocupara toda su atencin y su tiempo.59lvaro Garca Trabanca. Entrevista del 5 de Marzo de 1997
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socials, poltiques, de lluita. (...) Jo vaig sortir b de la pres, els companys tamb, havent descobert
la injustcia de la societat i que cal continuar lluitant.60
Joan Moles Benet, fue un miembro destacado de la JOC ocupando la presidencia de la
Federacin de Sabadell durante los primeros aos sesenta. Fue precisamente en este
perodo cuando, junto con otros compaeros, realizaron una importante labor de orientacin
y asistencia a los emigrantes que llegaban a la estacin de la RENFE. Algunos venan tan
desorientados que en el camino decidieron bajarse en Sabadell porque les haban dicho que
tambin all encontraran trabajo. Llegaban sin ningn tipo de orientacin ni lugar donde
alojarse ni ningn tipo de contrato de trabajo. La mayora procedan de Andaluca y
Extremadura. As relataba Joan Moles esta experiencia.
Recordo ara una poca, els anys 61, 62, que amb el grup de Preadults, de la JOC daqu de Grcia,
rem el Jordi Marminy, llvar Garcia, el Diego Snchez (...) i jo mateix. Ens dedicvem, a anar a
lestaci gran de RENFE, quan plegvem de treballar, a esperar el capvespre, quan arribaven els
trens, i a veure qui baixava del tren. I recordo, moltes ocasions, doncs que estvem all, baixava
moltssima gent del tren, tothom comenava a anar circulant i nosaltres all a la porta de la sala
despera, i al final, doncs, quedava sempre un grupet, de tres o quatre homes o uns nois joves amb
unes maletes de fusta, uns mocadors de farcell (...) mal vestits, amb cara de gana i de misria i es
quedaven all parats mirant (....) Nosaltres ens hi acostvem i els preguntaven: de dnde sois? de
dnde vens? ,Por qu habis bajado en Sabadell? Tenis algn familiar o algn conocido...? (...)
Els fiem passar a la sala despera (...) i un anava a buscar unes barres de pa (...) laltre (...) anava
all a la bodega i portava vi; laltre anava a un bar per all a buscar uns xoriots o qualsevol cosa (...)
sho menjaven all, moltes vegades que feien cara de qu feia rato que no menjaven res, tragos de vi
amunt i avall, i llavors doncs els diem: ara us quedeu aqu aquest vespre i dem al mat, dhora, us
passarem a buscar dhora eren les sis, ms o menys-, i amb la maleta i tot, anirem a buscar feina,
que hi ha unes obres per aqu, unes altres per all llavors hi havia moltes obres- i segur que trobareu
algo, i llavors al vespre hi ha una pensi all hi havia cases que feien de mestressa, que agafaven
gent a menjar o a dormir o al que fos. Total, que lendem anvem per les obres qu, falta algun
manobre o aix? S, un per aqu i ja es quedaven all mateix, deixaven la maleta all en un rac i
venga, ya te explicarn lo que has de fer, els anvem repartint, al vespre els anvem a buscar,
anvem en alguna pensi daquelles i, en principi, doncs anaven cada demat ja sabien on havien
danar i lo que havien danar fent. Per cada dia arribava gent. (...) Aix era una de les activitats que
ens va enganxar perqu era fort. I recordo que, a vegades, havem anat a casa lAlvar i jo he explicat
aix sempre que he tingut ocasi, estant all doncs la seva mare,
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