40 - Revista de la Universidad de México · chauvinismo y su poquitín de xenofobia: el dolido...

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más subconscientes y mal concebidas quesean) que estos pasos implican.

En vista de este tipo de problemas,algunos teóricos han adoptado el lenguajeneutral de la lógica, pues como BertrandRussell explica en su libro Our knowledgeo[ the external world:

"La verdadera función de la lógica...cuando es aplicada a cuestiones de expe­riencia,... es analítica más que construc­tiva; vista a priori, nos muestra másfrecuentemente la posibilidad de alterna­tivas hasta ahora insospechadas, que laimposibilidad de alternativas que prima[acie parecieron posibles. Así, mientrasque libera la imaginación en cuanto a loque el mundo puede ser, a la vez serehusa a legislar en cuanto a lo que elmundo debe ser."

Claro está que el lenguaje de la lógica no esla única solución, pues aun en la filosofíaes todavía posible desenmarañar problemasdifíciles usando un lenguaje crítico y caute­loso sin necesidad de recurrir a la simbolo­gía de la lógica. Pero es bueno estar preve­nidos y darnos cuenta de que desembarazara nuestras descripciones de todo contenidodogmático no es una tarea fácil y que enesta materia todos somos de lento aprendi­zaje.

La parte creativa comienza después dehaber sobrepasado todos estos obstáculos;ahora el trabajo se vuelve más interesanteaunque también más difícil. Es aquí dondetenemos que revisar microscópicamente ycon sangre fría todas las teorías que usa­mos para captar objetos musicales (¿Cómoes que este acorde de Do mayor es unadisonancia? ¿Cómo organizo esta informa­ción para entender el pasaje en La bemol? )En el transcurso de este escudriñamientoencontraremos algunas de nuestras teoríasinsuficientemente claras; otras las encontra­remos poco congruentes; y muchas aparece­rán dudosamente fundadas. Así, tomandoconcepto por concepto y teoría por teoría,podremos ir creando un lenguaje musicalque sea capaz de expresar tanto nuestrasmás brillantes ideas como nuestras másgrandes confusiones.

Este es, a grandes rasgos, el plan detrabajo que se llevará a cabo en esta sec­ción de la revista. La trayectoria es difícil yel investigador, como el caballero de Dure­ro, encontrará numerosas trampas en elcamino. Pero hay posibilidades de teneréxito siempre y cuando mantengamos las

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metas bien defmidas. Una vez que veamosclaramente lo que percibimos, y sobre labase de lo que ya hemos aprendido apercibir, podremos finalmente visualizarnuevos horizontes musicales; y tal vez algúndía podremos pisar fIrmemente donde aho­ra, deseosos, sólo soñamos.

Daniel Catán

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Martré:El derrotismo ilustrado

Los símbolos transparentes de GonzaloMartré es un producto que se disfraza denovela e incurre en el libelo y el reportaje.Además, el autor vuelve a la autobiografía,lanza una irrisoria e hiperbólica crítica delas costumbres, deshoja en el inventario delas corruptelas gerontocráticas, insiste en laafInidad excrementicia de sus compatriotasy, denuncia denunciando, termina por reve­lar lo que ya creíamos (creer no es saber):que los estudiantes son genuinos, politiza­dos y honestos mientras los soldados, fun­cionarios públicos y demás policías sonsucios, inmorales, transas, compadres delmal gusto y amigos del derroche. A esacombinación de intenciones tejida con in­tensidades prestadas no le falta su pizca dechauvinismo y su poquitín de xenofobia: eldolido pueblo mexicano, entrón y despren-

dido, se opone a los tiras gringos y sedefiende como puede de la crudeza asalaria·da de us secuaces autóctonos. El tema esTlatelolco y la historia de una brigada queno lo fue durante mucho tiempo. El epígra­fe de Octavio paz en que se ampara esteejercicio de pornografía política impostaalgo m' que un blasón prestigioso, unsaludo o un pasaporte. La pregunta sobre elsentido del mosofar local actualizada porOrtega y ssel, importada por Gaos,acomplejada por Ramos y culminada porOctavio Paz se degrada representativamenteen la última n vela de Martré. La cita dePosdata e plicita un men je latente a lolarg de ta doliente herencia de Losm xicQlIOS pintados por si mismos: los na­ci nale n corrupto. la ciudad capital seha levan tad brc una laguna de mierda y-dOOt B Ibu na, anadim n tro proli­feran I e 'ribas u tal punto que podríaaludarsc un esterc lero de garrapateos sub­idiad en la hermasu república mexicana.

La hl t ri.a anticuuriu, lu rust ria comoexalt í n de lus buenas tumbres y dia­triba d la otru. vive en Martré un Méxicofunest y piramidal, hip t:rita Y rvil, cri-minal y alol' 'co.

n L ,'mbolos transparentes el bárba-ro re plu d' pustu a pa tu. o es ningúnper naje. L:. tft lI1]crtadu en el paroxismodenunciatori • en la febril indigesta moralde esa alma bdla quc e el anfitrión-autor.La barbarie de 13rtré el' en su derrotismoilustrado ideologú.ado). en la concepciónpoliciaca de la hist ria. en su interpretaciónopresiva del 6 (la eneración del truene: oguerrillero drogados), en su visión de lasociedad omo el e nario de la purulenciageneralizada y, en generdl, en aquella supers­ticiosa ética que hace execrables los excesosdel poder pero nunca el poder fiÚsmo,El método es adecuadamente significativo:una de calamidad y otra de arenga, una defuerzas vivas reprimidas y otra de crapulcrsos reventones oligarcas. Aquí, como enlema Serrano o Loret de ola, la acusaciónenvalentonada del escándalo redunda por latangente en la legitimación de lo denuncia­do; y así, todo lo que es ambiguo ymúltiple, complejo y matizado escapa a unGonzalo Martré que es realista, aunque nopor elección artísti a sino por inercia ynaturaleza, por falta de imaginación. De ahíqUe para este testimonio seudototal, el 68no quepa como caldo de cultivo de losactuales sindicatos universitarios indepen­dientes: de ahí que sean tan escuetos suspárrafos sobre la cetreria paramilitar; de

ahí que su VISlon de Tlatelolco apenasañada una imputación más a las glebassorprendidas en flagrante delito de obedien­cia.

El fetiche de los simulacros documenta­les ha impedido que este individuo se con­vierta en un verdadero novelista. Y es que,en cierto sentido, nos sucede a todos noso­tros lo que a los galos con Alesia: todossabemos dónde está pero nadie quisieranombrarla. Nuestra Alesia se llama confor­mismo y buena conciencia: es la tierra denadie que nos permite ser espíritus intransi­gentemente libres' y, al mismo tiempo, pres­tar nuestros servicios en una institución.Los ejemplos son chocantes y no hay queir a buscarlos más allá de cualquiera de losdos lados de esta misma página. Tambiénpueden buscarse al azar, en todas las oca­siones en que el autor de Los simbolos trans­parentes quisiera hacer pasar por suyosinadvertidamente tantos y tantos lugarescomunes que ahuman a diario las mesas decafé. El pupilente extremista propone aquípor medio de sus personajes salidas que nolo son del todo. ¿Cuáles opciones podríansortearse entre los "derrotados" de 1968?Todas conviven en el abanico de la diáspo­ra: los sobrevivientes sólo podrán ser ju­niors, drogadictos o guerrilleros, de la mis­ma manera unidimensional en que antessólo podían ser héroes, de la misma maneraen que la solidaridad sólo es posible entrequienes comparten el fracaso o la represión.Martré factura lo que es histórico como sifuera natural: cuando oye realidad piensaen vomitar. El realismo es aquí un cuentode la página roja, una fIlosofía de prefectoen cuyo horizonte el sol de la decendia y lamoralina del buen partido no se ponennunca. La filantropía regañona es la otracara de la inhibición de la imaginacióncreadora ante un poder que exige ser des­crito y denunciado en sus propios térmi­nos: es la corrupción lo pernicioso, no elpoder; es censurable el reventón orgiásticopero no la familia; detestable el PRI perono el chauvinismo... La eventual, siemprecomprobable ineficacia de Los símbolostransparentes proviene enteramente de ahí.Está en el arraigado ademán con que elautor comparte y hace suyas las versiones ydiversiones oficiales de México sobre Méxi­co. A ese saldo de incompetencia teórica eimaginativa se podría añadir otro pasivo: laidea de que una novela sobre el 68 debe serun fresco histórico (Barbarie vs. Barbarie),un buceo en la escafandra nacional y unaltisonante alegato contra la corrupción del

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Estado, donde 68 termina siendo causadopor la resaca pasional de unos cuantospoderosos y la apofonía ritual de la crudaesencia mexicana.

Tanto quiere persuadir y acusar, tanto legustan los adjetivos a este pornógrafo de laviolencia que antepone las intenciones a lasintensidades, las respuestas a las preguntas,las comodidades intelectuales y los logoti­pos políticos a las incertidumbres y derivasde lo real mismo. ¿Los consumidores decomics tendrán que esperar otro infiernonarrativo sobre el 68? Mientras tanto cadauno inventa desde siempre otro texto parasaber qué significó y qué fue posible, porqué, cómo jueces partes y culpables supie­ron preparar su advenimiento y de quémodo hubo y no victoria en la V, resigna­ción en la tortura, culpa en la derrota eimpunidad en el crimen.

Adolfo Castañón

Carlos Fuentes:las cabezasde lo híbrido

De entre los géneros literarios, aquellosconocidos como "policiacos" o de "suspen­so" y tenidos como menores, son los másengañosos; llenos ya de convenciones firme­mente arraigadas tanto en el desarrollo desus argumentos como incluso en el uso dellenguaje y la sintaxis, son, también, muypropicios a la experimentación y la proposi­ción de ideas que pueden ser hasta subversi­vas pero que aquí se disfrazan con elartificio de "reflejar una sociedad corruptay criminal". Al menos, eso se ha dado enautores como Hammett, Chandler y JamesM. Cain, acaso los escritores más capaces deponer en entredicho una buena cantidad deinstituciones norteamericanas a través desus novelas.

En la literatura latinoamericana (y muyconcretamente en la mexicana) los escasosy muy conocidos ejemplos de novelas desuspenso se han refugiado siempre en elhomenaje o el saqueo de los hallazgos delos escritores norteamericanos (y algunosingleses como Greene, Agatha Christie oIan Fleming). A veces los resultados puedenser entusiasmantes, como Triste, solitario yfinal del argentino Osvaldo Soriano y, Ensa­yo de un crimen de Usigli, pero también secorre el riesgo del hibridismo, la ambiciónfallida, los objetivos desdibujados o perdi­dos entre alardes técnicos o de mimetismocultural. Este es el caso de la más recientenovela de Carlos Fuentes, La cabeza de lahidra. *

La novela evidencia la preocupante situa­ción de su autor, que alguna vez se conside­ró el mejor escritor mexicano vivo despuésde Rulfo y Revueltas (cuando éste vivía).Ahora entrega textos que compendian yrepiten una enorme cantidad de tics cultu­rales previsibles (personajes tomados deFaulkner hablando como Octavio Paz), nú­meros de mitificación de la realidad yamuy vistos y vituperados, grandes temasque no resisten el análisis más superficial ypersonajes que sólo funcionan como símbo­los no muy claros. Para que el enfrenta­miento entre el jefe del Departamento deAnálisis de Precios de la Secretaría deFomento Industrial, Félix Maldonado, y esahidra de árabes, israelitas y mexicanos queanhelan traficar con el petróleo nacional

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