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6.- Gaudí y la naturaleza
Antoni Gaudí creció en el Mas de “La Calderera”, entre Reus y Riudoms, que
era propiedad de su familia, y estaba rodeado de campos de viña, montes y bosques.
Pasó grandes temporadas allí debido a una fiebre reumática que sufría desde su niñez.
Seguramente allí, desde su niñez, el arquitecto quedó fascinado por sus formas, sus
colores,… y ese pudo ser el origen de su profunda admiración hacia la naturaleza.
El lenguaje gaudiniano rebosa color, texturas, formas ondulantes y constantes
referencias al mundo vegetal y animal. Las referencias botánicas y animales pueblan sus
obras y forman parte de un “crescendo” creativo que culminará con sus trabajos de
madurez (Casa Batlló, Casa Milà, Cripta Güell y, sobre todo, en la Sagrada Familia), en
los que consiguió una identificación perfecta entre arquitectura y naturaleza.
Las grandes fuentes de inspiración del
arquitecto fueron el mar Mediterráneo, las
montañas, las flores, los animales y los árboles.
En cierta ocasión, incluso, a Gaudí se le preguntó
cuál era su tratado de arquitectura favorito y él
contestó, mirando por la ventana: “Ese árbol que
crece ahí fuera, ése es mi mejor libro de
arquitectura”. Mar mediterráneo en Tarragona, paisaje inspirador del arquitecto
6.1.- La definición de tres nuevas superficies
Gaudí observaba el entorno natural, y en él encontraba estructuras
funcionalmente perfectas y formas decorativas de gran belleza estética. Las geometrías
de la naturaleza se basaban en muchos casos en sus superficies torcidas, es decir, curvas
en el espacio pero compuestas de líneas rectas. Estas se pueden encontrar con gran
frecuencia en las plantas, los seres vivos, y en las montañas.
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Por esto, Gaudí puso todo su empeño en descubrir cómo aprovechar esas
estructuras y aplicarlas al mundo de la arquitectura, y se pasó largos años intentando
descubrir su fórmula. Combinaba sabiamente su dominio de la geometría y los cálculos
matemáticos con métodos intuitivos y elementales que aplicó a su arquitectura para
lograr formas equilibradas muy parecidas a las que brinda la naturaleza. Finalmente,
basándose en la teoría de la geometría reglada (su gran aportación arquitectónica),
definió tres superficies distintas extraídas de la naturaleza y trasladadas a la
arquitectura: el helicoide, el hiperboloide y el paraboloide hiperbólico, de los cuales ya
se ha tratado con mayor profundidad anteriormente, de manera matemática.
La inspiración del helicoide proviene de un tronco de eucaliptos. Gaudí lo
introdujo en las columnas torsas del Colegio de las Teresianas, usándolo más tarde
también en el Park Güell.
El hiperboloide es la forma del
fémur. Se puede encontrar en las columnas
de las ventanas del primer piso de la Casa
Batlló, donde se puede observar
claramente que tiene forma de hueso.
La forma que adoptan los tendones entre los dedos de
una mano le inspiró para definir el paraboloide hiperbólico, que
fue introducido por primera vez en la historia de la arquitectura
en las bóvedas de la Cripta de la Colonia Güell.
6.2.- La integración de la naturaleza dentro de los edificios
Gaudí no sólo intentó que la influencia de la naturaleza estuviese presente en sus
obras mediante el uso de estructuras arquitectónicas que eran reflejo de formas
naturales, sino que fue más lejos.
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Por eso, los elementos del medio dejaron su huella también en los elementos
decorativos. El pensamiento ecologista de Gaudí le llevó a reciclar materiales, y
reutilizaba azulejos, trozos de
cerámica, vajillas, vidrio,... Estos
eran rotos a pedazos pequeños y
después se usaban para recubrir sus
edificios. Así implantó un nuevo
sistema decorativo, el “trencadís”,
que se ha convertido en bandera y
símbolo del Modernismo. Trencadís hecho con baldosas rotas, en el Parque Güell
En numerosas ocasiones Gaudí incorporó
elementos vegetales. Un ejemplo sería la Casa
Vicens, obra primeriza de estilo oriental, donde
usó por primera vez los girasoles cerámicos como
elemento decorativo. Esta planta tenía para el
arquitecto un especial significado: para él era
símbolo del alma. Más tarde volvió a aplicarla en
el Capricho de Comillas, palacete cántabro en el
que todas sus paredes exteriores aparecen
cubiertas con este motivo.
Casa Vicens, donde usó los girasoles
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Casa Comillas, con girasoles en su decoración externa, y
detalle de las baldosas de girasol
En la iglesia de la Colònia Güell, las columnas
inclinadas de su interior que ocupan la parte central están
hechas con piedra de Castellfollit de la Roca, pueblo
cercano al natal del arquitecto. Estas columnas no fueron
arregladas ni pulidas, y con eso consigue darle un aire
rústico y prehistórico a la Cripta.
Otros ejemplos serían el uso de estructuras
arborescentes en la nave central de la Sagrada Familia,
o la casa Batlló y la Pedrera, en las que no existe ni una
sola línea recta, como ocurre en la naturaleza. En este
último, uno de sus edificios más orgánicos, trató
incluso de convencer a los allí residentes para que
llenaran
los
balcones
de plantas enredaderas. Lo hizo para
conseguir una sensación de edifico vivo,
integrado por dos partes independientes
y palpitantes, al igual que un organismo. Fachada completamente curva de la Casa Milà
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6.3.- Los colores
Gaudí intentó imitar también en este campo a la naturaleza. Por este motivo,
todas sus obras son policromadas, de colores brillantes y variados.
Para él, la ornamentación, tanto en la arquitectura como en el diseño era pieza
clave en el proceso creativo. Afirmaba que el color era señal de vida y por esa razón
toda su obra tiene vivos coloridos. En sus trabajos se pone de manifiesto su audaz
imaginación plástica, un universo decorativo riquísimo y complejo, repleto de
simbología en sus más pequeños detalles.
Gaudí exploró al máximo las técnicas tradicionales de decoración para tener una
mayor base práctica a la hora de decidir como debía ser la decoración estética de sus
obras. Los conocimientos de forja que adquirió en el taller familiar, donde aprendió a
dominar el manejo del martillo, le permitieron supervisar después los trabajos de forja.
Además exploró al máximo las otras técnicas tradicionales: el uso del ladrillo, los
revestimientos cerámicos (el “trencadís”), la ebanistería,…
Ejemplos de la colorida decoración que usaba Gaudí en sus obras
en el Park Güell y la casa Batlló respectivamente
6.4.- Formas explícitas y metáforas en sus obras
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En las obras de Gaudí encontramos bellos ejemplos de figuras al servicio de una
metáfora, para transmitir un mensaje o dar concreción formal a un significado que el
observador debe descubrir, aunque el arquitecto también puede representar
explícitamente lo que quiere decir. Así, encontramos cuatro grados de concreción en sus
obras:
-Formas que evocan explícitamente formas naturales y
que todo el mundo puede apreciar: son representaciones
directas de lo que significan. Algunos ejemplos son: el
dragón del Park Güell, el árbol de la fachada del
Renacimiento de la
Sagrada Familia, las
tortugas, los
ángeles,… Expresan
siempre el máximo
realismo. Dragón del Park Güell
Tortuga de la Sagrada Familia
-Formas que evocan explícitamente algunos elementos
relativos al propietario: se pueden llegar a deducir si se conoce al
mecenas de la obra. Por ejemplo, algunos detalles de la Casa
Vicens evocan la dedicación del cliente al ramo textil; o los
elementos grecorromanos del Park Güell son una señal de la
admiración que sentía el conde Güell por la cultura griega
antigua. Columnas griegas
del Pake Güell
-Formas que evocan muy
implícitamente algunos hechos concretos: en
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principio solamente puede apreciar un núcleo reducido de entendidos. El ejemplo más
claro es la puerta de hierro del dragón de los pabellones de la Finca Güell, que presenta
un dragón-serpiente que, junto con más elementos del conjunto, glosa los ideales
catalanistas nacionales que puso en verso Verdaguer en La Atlántida.
-Formas que evocan muy
subliminalmente algunos hechos que
forman parte del pensamiento del
Gaudí: son formas más sutiles que las
anteriores y pueden dar lugar a
interpretaciones diversas. Por ejemplo,
en la casa Milà, la puerta de hierro
tiene formas redondeadas, como
reflejo del agua del mar o las burbujas
de jabón aplastadas. Otro ejemplo serían las baldosas del Paseo de Gràcia, que quizás
representen el fondo marino, o los techos de yeso de La Pedrera, que nos recuerdan el
agua del mar.
El ejemplo más claro quizás sea la fachada
de la Casa Batlló. Mediante el uso del “trencadís”
con tonos azules y su caída vertical, Gaudí quiso
evocar una catarata. Con los reflejos de la luz del
sol, dependiendo de cómo la reciba, se puede ver
cómo cae el agua por la catarata.
Esta evocación al agua cayendo se vuelve a
producir en la entrada de luz que hay dentro de la
casa. Mediante el uso del trencadís, también en
tono azules , consiguió crear otra catarata en el
Efecto catarata en el exterior interior de la casa. Esta vez, al ser una claraboya
y no recibir luz directamente, Gaudí consiguió esa
ilusión óptica graduando el color de los azulejos dependiendo de la luz que les llegaba:
más oscuro en la parte superior, donde recibe más iluminación, y más claro conforme va
bajando.
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Efecto catarata que se produce
en el tragaluz de la casa Batlló
Otro ejemplo muy conocido
sería la terraza de la casa Milà. Sus
chimeneas tan originales, de formas
sinuosas y onduladas, evocan las olas
del mar, en este caso las del Mar
Mediterráneo.
Evocación al mar Mediterráneo y sus olas
en la casa Milà
Pero aún hay otro ejemplo. Según algunos
expertos, el tejado de la casa Batlló podría estar
representando la escena de la muerte del dragón por
parte del cabalero Sant Jordi. Esto sería muy probable
porque Gaudí congeniaba con el pensamiento
nacionalista catalán y estaba inmerso, en su época, en el
movimiento del catalanismo de la arquitectura, literatura
y demás artes. Así, la cruz que corona la casa sería una
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alusión a la espada del Sant Jordi, mientras que las bolas de colores que se encuentran a
lo largo del borde del tejado representarían las vértebras del dragón, muerto ya por el
caballero.
7.- Mosaicos
Gaudí no se contentaba con diseñar la estructura del edificio. Cuando recibía un
encargo proyectaba hasta el último detalle decorativo, y luego seguía personalmente
siempre que podía las obras de construcción. Esta preocupación por buscar la estética
perfecta en todas sus obras hizo que se preocupase también por los elementos que
servían para recubrir las superficies. Para esta función, la técnica que el arquitecto
introducía en sus obras eran las baldosas cerámicas. Él mismo se encargaba de diseñar
su forma, color…
Durante toda su vida, Gaudí estuvo en proceso de “autoaprendizaje”. Nunca se
cansó de descubrir nuevas formas de usar las matemáticas ni dejó de descubrir sus
aplicaciones en todo lo relacionado con su trabajo, incluyendo las baldosas. Por eso, le
gustaba estudiar la generación de mosaicos poligonales. Quizás influyera en ello el
trabajo en Barcelona de un grupo de albañiles valencianos especializados en hacer
mosaicos con losetas muy pequeñas (como el trencadís, del que hablaremos más
adelante).
7.1.- El hexágono en las baldosas
Las formas poligonales planas son omniscientes en la obra de Gaudí en dos
ámbitos: como determinantes de elementos constructivos (ventanas, separadores, etc.) y
como generadoras de decoración (cerámica, letras, trencadís, etc.).
El polígono plano regular más usual en las obras de Gaudí son los hexágonos.
Descubrió que éste tenía dos posibles divisiones: por una parte era la reunión de tres
rombos; por otra, era la reunión de 12 triángulos rectángulos.
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División del hexágono en tres rombos y 12 triángulos rectángulos, respectivamente
Esta última división fue la más usada por el arquitecto. Obtuvo una subdivisión
de los 12 triángulos del hexágono en dos colores distintos, consiguiendo una baldosa
perfecta que genera un mosaico que presenta un efecto sorprendente.
Baldosa hexagonal bicolor con división de 12 triángulos rectángulos
Las baldosas hexagonales las encontramos en muchas de sus obras con motivos
ornamentales distintos. En la casa Escofet las
encontramos con espirales, en la casa Milà con detalles
inspirados en las algas marinas, en la casa Vicens con la
división en triángulos y en el paseo de Gracia.
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Baldosas hexagonales de la Casa Escofet (espirales) y de la casa Milà, (algas) respectivamente
7.2.- El trencadís
Gaudí tenía un especial interés en el “trencadís”. Esta técnica de reciclaje
consistía (como ya hemos comentado en el punto anterior) en romper losetas y vajillas
para decorar superficies. Una vez
rotas componía un mosaico al
estilo bizantino, pero con la
peculiaridad de que mezclaba
fragmentos de distintas piezas y
conseguía así el sorprendente
efecto de una nueva composición
más viva e interesante y que no
tiene nada que ver con el original
de las baldosas. Mosaico de estilo bizantino del Park Güell
Esta técnica tenía la particularidad de que le permitía recubrir superficies no
planas, las cuales no se podían recubrir con las baldosas planas convencionales, y
además conseguir el toque de originalidad y colorido que existe en todas sus obras.
Esta técnica era muy respetuosa con el entorno natural y muy recicladora (de
acuerdo con los ideales de Gaudí) ya que la cerámica
provenía de desechos de fábricas.
Gaudí se fijó en el efecto de la reflexión de la
luz en los objetos, y en su capacidad de refracción, es
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decir cuando los rayos de luz
inciden sobre una superficie
brillante o sobre el agua, se
produce el efecto de
refacción que causa el brillo
o la iridiscencia. Por eso, en
sus trencadissos utilizó la
cerámica esmaltada, más
brillante que la habitual. Así,
este material ofrece
vivísimos colores y con él se
crea perfectamente el efecto
de iridiscencia. Efecto de iridiscencia de la
cerámica esmaltada Como ya hemos comentado, Gaudí entendía el
color como señal de vida. Su inspiración era el
entorno natural, y en él se encuentran siempre formas
policromadas, de colores brillantes y variados.
Mosaico colorido
7.3.- El Park Güell, el paraíso de los mosaicos
La obra de Gaudí donde podemos encontrar los
mosaicos en todo su apogeo y diversidad es sin duda el
Park Güell. En él encontramos el trencadís en muchos de
sus elementos decorativos. Antes de entrar, ya lo podemos
encontrar en las letras de la entrada. El embaldosado de la
escalinata de entrada, la torre de la entrada, el escudo de
Catalunya, los rosetones del techo en la plaza del mercado,
llamada también teatro griego,… también están recubiertos
con esta técnica. Incluso cuando vamos andando por sus
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curvos pasadizos podemos ir encontrando mosaicos de trencadís con formas poligonales
encastrados en la pared.
Letra en la entrada del Park Güell
Torre de la entrada
Rosetón de la Plaza Griega
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Escudo de Catalunya
Mosaicos en las paredes del Park Güell
Pero quizás los ejemplos más conocidos sean el sinuoso y largo banco de la
plaza mayor y el emblema del parque, el dragón, que también están cubierto con esta
técnica. Para la construcción del banco, Gaudí contó la colaboración de Josep Maria
Pujol, un conocido arquitecto.
Banco sinuoso
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Dragón, símbolo del parque, cubierto mediante la técnica del trencadís
Pero Gaudí no utilizó sólo el mosaico para recubrir superficies con la cerámica
esmaltada, también usó el ladrillo, con el que recubrió las columnas inclinadas que se
encuentran a lo largo de sus pasillos, formando un bonito mosaico natural.
Mosaico natural con ladrillos
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