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A contratiempoEpistemología, historiografía y marxismo
César Rendueles
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“– ¿Cómoseatrevea impugnara los clásicos?¡Vamos,hombre,todo nuestro sistema de pensamiento moderno...Twit alzó la mano.–Excusadme.Todavíano he terminado.Toda nuestraentrañablehistoriografía,empezandopor la quenoslegaronlos griegoshastala denuestrofallecidocolegaGibbon,es,enel mejordelos casos,unamezclade rumores,informesde terceramano,intencionadasdistorsiones y puras ficciones inventadas para elautoengrandecimientodelos partícipesy desuspartidarios.Y, porsi fuera poco, resulta que además esa mezcolanza detergiversacionesy desatinosse ve aún más distorsionadapor elpunto de vista del mismo historiador”T. C. Boyle, Música acuática
“El príncipe de Wei hizo construir un dique contra lasinundaciones. Por ello, algunos historiadores elogian suhumanitarismo.Peroolvidanque,recurriendoa la fuerza,obligó ahaceresetrabajoa muchagentequenadateníaquetemerde unainundación al no poseer tierras, y que ademásexigió fuertesimpuestospara financiarlo, por lo que puede decirse que loconstruyópensandoenla recaudación.Hay otroshistoriadoresquetomanestoen cuentay critican al príncipede Wei. Estosolvidanqueel diquefue unaestupendaproteccióncontralas inundacionesy queal príncipede Wei le costómuchísimomantenera la genteunida y distribuirla convenientemente.A estosdos tipos de historiadoresles falta el Gran Método. Laprotecciónofrecidaa la gentedeWei bienpodíatransformarseenunaexacciónpermanente.Ya podíantodosrascarsela faltriqueraparapagarlos impuestosmientrasoíancomoel aguaseestrellabacontrael dique.Y el príncipedeWei podíaconstruirel diqueconunamanoy con la otra exigir el dinero. Peroen el relatode loshechosaparecenunadiscordanciay unadisyuntivaqueobliganalos historiadores a decidirse por una u otra causa”B. Brecht,“Sobreel GranMétodo(dificultad dela historiografía)”en Me-Ti. Libro de los cambios
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Prólogo
La expresión“a contratiempo”seutiliza en músicacuandounanotaseencuentraa caballo
entredos compasesy no llega a ocupartotalmenteel primero. Se expresaasí una cierta
asimetríaentre una melodía y la estructuraformal en la que nos comprometemosa
expresarla.De algúnmodo es una buenametáforade lo que ocurreen historia,dondelos
estudiospositivossiempreparecenrebosar la pobreimagengeneralquenos formamosde
unaépocao deunatema.Ahorabien,no todoslos marcosconceptualessoniguales,algunos
sonmuchomásexactosqueotroso, al menos,resultandemayorutilidad.En último término
cabepensarquéocurriríasi existieseunateoríaquediesecuentademodoriguroso,aunque
sustancialmentediferenteal dela historiografía,delos hechosqueestaúltimaestudia.¿Sería
una especiede “armonía” que permitiría guiar las “composiciones”de los historiadores?
¿Qué constricciones impondría a las investigaciones positivas?
El presenteestudio,enefecto,pretendehacersecargodela relaciónepistemológicaentrelas
investigacioneshistoriográficasconcretasy cualquierteoríageneralque se puedaplantear
acerca del objeto de estudio del que se ocupan dichas investigaciones.
El Capítulo 1 es una introducciónen la que se presentael problemade un modo muy
descriptivo,casi periodístico.Por un lado planteo las razonespara elegir como modelo
teórico la economíade Marx tal y comoapareceen El Capital. Por otro, explico por qué
tiene sentido hablar de historiografía en general “algo que hoy muchos historiadores
pondrían en duda” y niego que sea hoy un campo más problemático que hace algunos años.
En el Capítulo 2 intento hacer una caracterización del saber historiográfico siguiendo muy de
cercalos argumentosal respectode PaulVeyne.Asimismo,planteoalgunascríticasa ese
modelorelacionadasconel conceptodecausalidadqueVeyneconsideray conla recusación
que hace de su utilidad en historia.
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En el capítulo 3 intento haceruna elaboraciónepistemológicadel capítuloanterior.Esto
significa, básicamente,dar cuentade en quésentidoson conocimientoslos conocimientos
historiográficos.Para ello recurro a argumentosprocedentesde distintos autoresde la
tradiciónpragmatista.Trasestepasoplanteounaposibleformaderelaciónentreestetipo de
saber y ciertos conocimientos teóricos centrados en el campo de estudio historiográfico.
En el capítulo4 estudiociertaslimitacionesmuy importantesqueseplanteanen el capítulo
anteriorrelativasa la proyecciónde unateoríageneralsobreel campohistoriográfico.Para
ello utilizo algunosde los argumentosfundamentalesen el debatesobre la explicación
funcional que marcó el nacimiento del marxismo analítico.
En el capítulo5 ejemplificoa travésdelos casosdeMarx y Polanyicómounainvestigación
teóricay otra historiográficaprocedende modosmuy distintosy cómo una interpretación
epistemológicapuede solventaralgunas“contradicciones”aparentesentre ellas que, en
realidad,sonpuntosde contacto.Unade las conclusionesfundamentalesde estecapítuloes
quesi bien la teoríade Marx puedeser verificadamedianteinvestigacionesespecialmente
diseñadasa tal efecto,su aplicacióna distintasinvestigacioneshistoriográficas(e inclusola
decisión sobre la validez de dicha aplicación) necesitade una considerablemediación
hermenéutica.
Madrid, Septiembre de 2001
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I. La “crisis” del marxismo y la transformación de la historiografíacontemporánea
“ ¡Qué gran puerilidad el desdénmanifestadohacia Marx entodo estedescarríoidealistaa que la mayoríade las vecessereduce el estudio de las civilizaciones!”Fernand Braudel1
Si uno preguntaa cualquierpersonacon estudiosuniversitariosacercade Kant, Hume o
inclusoPlatón,por no hablardeFrege,contodaseguridadobtendráun gestodesorpresa,un
encogimientode hombroso, en el mejor de los casos,una oscuratesis a duraspenas
espigadade entrebituminososrecuerdosprocedentesde algún libro de bachillerato.Casi
nadiese juzgacompetenteparahablarde estosautoresy muchomenosinteresadoen ello.
En cambio, bastacon mencionarel nombre de Marx para que hasta el más humilde
quiosquero se adentré en una concluyente exégesis de fuertes repercusiones
epistemológicas2.
Pero ni siquierahace falta ofender a los quiosqueros,bastacon leer a GeorgeSteiner,
siempretan sentencioso:“El análisismarxistade la historiaseha mostradounilateraly con
frecuenciaha violado de maneragroserala evidencia.Las crucialesprediccionesmarxistas
simplementeno sehancumplido,y no creoquesenecesiteserun técniconi un economista
profesionalpara darsecuenta de hastaqué punto se ha equivocadoel marxismo, por
ejemplo,respectode la pauperizaciónde la claseobrerao en cuantoa la profecía,repetida
unay otravez,sobreel inminentederrumbamientocatastróficodel capitalismo”3. Lo irónico
esquesí quehacefalta serun técnicocompetenteparasaberque los salariosrealesllevan
treintaañosdescendiendoenOccidentey que,en el restodel mundo,ni siquieraalcanzana
cubrir los costesdesubsistencia.Esmás,no sólohacefalta serun bueneconomistaquesepa
1 F. Braudel, La historia y las ciencias sociales, Madrid: Alianza, 1986 p. 180.2 Debo esta idea, como muchas otras a lo largo de este escrito, a Carolina del Olmo.3 G. Steiner, Nostalgia del absoluto, Madrid: Siruela, 2001, pp. 31-32.
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realizarlos cálculoscorrectamentesino que,dadoel contextoideológicoactual,seprecisa
cierta capacidadparasuperarel autoengaño,el natural optimismode nuestrotiempo que
lleva a negar lo evidente. Y es más difícil de lo que parece.En La trampa de la
globalizaciónse cita el casoparadigmáticode un alto ejecutivoque aún creevivir en los
añoscincuenta,en un mundode honestascasasajardinadasy suburbiospequeñoburgueses,
deprobospadresdefamilia quelogranmantenerconholguraa los suyosy, endefinitiva,de
las bondadesinequívocasdel signo (capitalista)de los tiempos.Su hija y su yerno, en
cambio,conocenmejor la realidadlaboral;sabenquea pesardetenerdosbuenosempleos–
redactordeFortuney asesoradeunacongresista–cadavez seenfrentana másdificultades
parallegara fin demesy quelascosassólopuedenir a peor4. Sonprecisamentelos técnicos
del FMI y el Banco Mundial quienesmás alarmadosparecenante la posibilidad de un
hundimientodel sistemafinancierointernacionalquedejaríala crisis de los añostreintaen
unaanécdotabursátil.El tipo de crítica a Marx queSteinerejemplificacon tantaprecisión
consistebásicamenteen afirmar en voz muy alta, “¡Los salariosen el sectorsiderúrgico
renano subieron el mes pasado! ¡Marx estaba equivocado!”.
Tras más de un siglo escuchandocansinosargumentosacercadel fracasode las teorías
marxistas,del evidenteerror de sus “pronósticos” parececomo si de golpe todas esas
supuestasprediccionesque, de hecho, Marx nunca llegó a plantearse hubieranhecho
realidad.ComodecíaEdwardLuttwak, miembrodel muy conservadorCenterfor Strategic
and InternationalStudies: “El turbocapitalismoes un mal chiste: lo que los marxistas
afirmabanhacecienañosy queentonceseraabsolutamentefalso,seestáconvirtiendoahora
en realidad.Los capitalistasse enriquecencadavez más mientrasla clasetrabajadorase
empobrece”5. Desde hace treinta años, la miseria urbana se ha radicalizadopor todo
occidente,justamentedesdeel momentoen el que seabandonóel proyectokeynesianode
corregir“artificialmente” el capitalismomediantela intervenciónestatal.La conclusióndel
proceso que la tradición marxista llamó “imperialismo” y ahora se conoce como
globalizacióneconómicaha sumidoen la indigenciamásabsolutaa trescuartaspartesdel
mundo;hastael punto de que todo un continente,África, se da casi por perdidopara la
economíamundial. La preocupacióngeneralizadapor el agotamientode los recursos
naturalesda buenacuentade una nuevaconcienciade los límites físicos del capitalismo6;
resultadifícil ya olvidar quesetratade un proyectocultural finito de dudosoéxito y no de
una tendencia natural.
4 Cf. H.-P. Martin y H. Schuman, La trampa de la globalización, Madrid: Taurus, 1998, p. 208-209.5 Citado en H.-P. Martin y H. Schuman, La trampa de la globalización, op. cit., p. 155.6 Cf., por ejemplo,el clásicode N. Georgescu,La ley de la entropíay el procesoeconómico, Madrid: Visor,1996.
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Todoestodejaenunasituaciónextrañaa todala tradiciónmarxistaque,al menosdesdelos
añossesentadel siglo XX, seha esforzadoen explicarpor quéen ningúncasopodíahaber
enEl Capital “predicciones”o, mejordicho,cómola argumentaciónquemanteníaMarx no
conllevabaen principio prediccionesde ningún tipo sino conclusiones. En todo caso la
argumentación positiva, la que se ocupa de verificar y pronosticar, necesitará
ineluctablementede una importantemediaciónqueapliquelos modelosa casosconcretos.
En ciencia esamediaciónse denomina“laboratorio” y precisade grandesinversionesen
materialy trabajoa fin de que las conclusionesse transformenen predicciones7. Pero,de
repente,es como si todasaquellasoscurasprofecíasde las que se reían los liberalestras
achacárselasinjustamente a Marx se hubieran ido cumpliendo una por una. El
turbocapitalismode los añosochentay noventaha convertidoel mundoen un gigantesco
laboratorioen el que unos cuantospremiosnovel de economíarealizanun experimento
entrópicoque ha agudizadola miseriade millones de personas.En realidad,la historia se
repite puesotro tanto (aunquea menor escala)ocurrió en los años treinta, con la sutil
diferenciade que entoncesmuchamás genteparecíadispuestaa aceptarlo obvio8. Sin
embargo,no se trata de aprovecharsede la coyuntura.Lo que la situaciónactualpermite
afirmar no es la validez del modeloeconómicomarxistaen cuantomodelo,decisiónque
dependedeotro tipo derazones,sinola definitiva idoneidaddeesemodelofrentea otrospor
su adecuación a la realidad empírica9.
Y, sin embargo,resultacuriosala delirantesituaciónacadémicaen la quesiguesumidala
obra de Marx. El problemano es que se trate con excesivaseveridadsus tesis sino la
absolutafalta de rigor a la horade analizary juzgarsu obra.En realidad,las críticasbien
informadasde lasposicionesdeMarx suelendarpie a un debatesumamentecomplejotanto
económicacomo epistemológicamente10. Por el contrario, las críticas meramenteerísticas
caen constantementeen eso que Aristóteles llamaba una metábasis–una transposición
ilegítima de planos–,de modoque el hegelianismojuvenil de Marx demostraríala índole
metafísicade su doctrinalaboraldel valor. Marx constantementeseve obsequiadocon un
auténticoaluvión de regalosenvenenados:una de las formasmáseficacesde refutar a un
autoresafirmar la relevanciade todosy cadaunodesustextos,sin importarcuandofueron
7 Un análisisno muy convencionalpara los tiemposque corren de esospeculiaresartefactosque son losinstrumentoscientíficossiguesiendoel de G. Bachelard,por ejemplo,en Epistemología, Madrid: Alianza,1989, pp. 162-167.8 Cf. J. A. Schumpeter,“Can CapitalismSurvive?”en J. A. Schumpeter,TheEconomicsand SociologyofCapitalism, Princeton:PrincetonUniversityPress,1991.La respuestaquedaSchumpeterasupropiapreguntaretórica es, por cierto, negativa.9 Véaseel interesantísimoartículode D. Guerrero,“Nerón, la economíay los bomberos”en El País, 27 dejulio de 2001. Respectoal creciente formalismo y alejamiento de la realidad social de la economíaconvencional véase W. Leontieff, “La economía académica” en Archipiélago, nº 33, otoño 1998. 10 Véase Ian Steedman (et al.), The Value Controversy, Londres: New Left Books, 1981.
7
escritosy aunquese trate de cuatrotrivialidadesgarrapateadasen unacuartilla. Es asíque
filósofos de grancompetenciaexegéticaen otroscampos,cuandoseenfrentana la obrade
Marx se conforman con citar unos cuantos lugares comunes como “materialismo”,
“dialéctica” o “destino” (se trata de una prácticatan generalizadaque seríainjusto citar
algún ejemplo). Tal vez deberíaalertar a estosautoresla existenciade una amplísima
literaturamarxista,conalgunasobrasdeenormerigor filosófico, quehacemásdecincuenta
añosqueno seinteresapor esetipo deproblemasdearomamáso menosleninistae incluso
los consideraabsolutamenteespurios.Hoy en día es casi impensableun escritoacadémico
sobrecualquierautorqueno seaMarx, con quienparecequecualquierlibertadeslegítima,
en el queno sehagamencióna la recepciónfilosófica a la queel comentadorseadscribe.
Piénsese,por ejemplo,ya no sólo en Aristóteles11 sino tambiénen Nietzscheo incluso en
Kant: a nadie se le ocurre hablar de Kant sin aclararsi consideraque hay que leer las
Críticascomoun precedentefilosófico dela etologíamoderna,al mododeKonradLorenz,o
másbiencomoun proyectoontológicoheideggeriano.Desdeel puntodevistadela exégesis
filosófica la situación crítica y filológica de la obra de Marx no es catastróficapero sí
francamentemala12. Estono tienequever tantocon la calidadde la fijación, datacióny, en
definitiva, ediciónde unostextosdispersosy variopintoscomoconel usoindiscriminadoy
acríticoquesehacedel corpus. Haréun símil, si alguienpretendieraexplicarquela teoría
del silogismo aristotélico es claramenteplatónicay teológicapodría intentarlo de varias
maneras;unadeellasseríarecurrira algunodesusfragmentosjuvenilesqueseconserva,el
Protrépticopor ejemplo.Perosin dudatanaudazintentole valdríaunagrancarcajadade la
academia.En efecto,pareceunaevidentepeticióndeprincipio recurrir a unaobraquetodo
el mundo reconocecomo platónicaparademostrarel supuestoplatonismodel Aristóteles
maduro.Esto mismo podría decirserespectoa casi cualquierautor en el que se pueda
establecerunaclaray evidenteevolucióno inclusodeaquellosqueteníanunadiversidadde
intereses.Pongamosel caso de Newton, ¿alguiense atreveríaa refutar los Principia
afirmandoque se trata de una obra de alquimia o de teología?Pueslo cierto es que la
alquimia y el misterio de la trinidad fueron los asuntosa los que más páginasdedicó
Newton13. Lo que intento decir es que incluso en el casode que a Marx efectivamentele
hubierainteresadoHegely la escatologíacripto-cristianaesono diríani unapalabrasobresu
teoría del plusvalor. No importa si Marx se olvidó de Hegel con la edad como decía
Althussero, por el contrario,llegó a comprenderloy a interesarsepor suobraensumadurez
11 E. Berti ha publicadoun libro en el queserecogealgunasde las principalesrecepcionesdel aristotelismosólo en el siglo XX: E. Berti, Aristotele nel Novecento, Bari-Roma: Laterza, 1992.12 Una opinión de la que participa F. Martínez Marzoa, La filosofía de El Capital, Madrid: Taurus, 1984.13 Cf., por ejemplo, J. M. Keynes, Ensayos biográficos, Barcelona: Crítica, 1992, pp. 335 y ss.
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comoquiso demostrarSacristán.Lo relevantees queen el Marx autor de El Capital sólo
influyó una(escasa)filosofía positivistamáso menosambiental,lo queequivalea decirque
cadavez le interesómenosla filosofía.Aún más,unaescasafilosofía positivistao cualquier
otro equivalente(un ideal ilustrado,un impulsoempirista...)esalgo asícomola músicade
fondoquesiempreacompañala prácticacientífica.Poresoel Marx queaquínosinteresaes
el autordeunaúnicaobraincompleta14 enla queestápresenteunaconsiderablevoluntadde
sabery un escasointeréspor reflexionar sobre el saberen sí mismo. En lo que sigue
consideraréque cuandohablo de Marx hablo de El Capital y, fundamentalmente,de la
doctrina “económica”; por tanto, acepto que las escasasreferencias a otras obras
relacionadas,comolos Grundrisseo las Teoríasde la plusvalía, sonsusceptiblesde crítica
filológica al margende mis argumentospropiamentedichos.Quizásla mejor manerade
zanjarla cuestiónrespectoa los supuestosdesatinosmarxistassearecordar,unavezmás,esa
célebrecarta de Marx en la que desautorizaa quienesreducensu teoría de la sociedad
moderna a una filosofía de la historia:
Ahora bien ¿qué aplicación a Rusia puede hacer mi crítico de este bosquejo histórico? Únicamente esta:
si Rusiatiendea transformarseenunanacióncapitalistaa ejemplode los últimos paísesde la Europa
occidental–y por ciertoqueen los últimosañoshaestadomuy agitadapor seguiresadirección–no lo
lograrásin transformarprimeroenproletariosa unabuenapartedesuscampesinos;y enconsecuencia,
una vez llegadaal corazóndel régimencapitalista,experimentarásus despiadadasleyes,como las
experimentaronotrospueblosprofanos.Estoestodo.Perono lo esparami crítico.Sesienteobligadoa
metamorfosearmi esbozohistóricode la génesisdel capitalismoenel Occidenteeuropeoenunateoría
histórico-filosóficade la marchageneralqueel destinole imponea todo pueblo,cualesquieraseanlas
circunstanciashistóricasen queseencuentre,a fin de quepuedaterminarpor llegar a la forma de la
economíaquele asegure,junto con la mayorexpansiónde laspotenciasproductivasdel trabajosocial,
el desarrollomáscompletodel hombre.Perole pido a mi crítico que me dispense(me honray me
avergüenza demasiado)15.
Por supuesto,esta aclaraciónde Marx tan sólo invalida cierto número de objeciones
particularmentetrivialesa su teoríade la sociedadcapitalista.En cambio,desdeel puntode
vistaqueaquínosinteresa,plantealos términosdel problema,no los resuelve.En realidad,
mi intenciónen lo quesigueesexplicar la relaciónentreunateoríacualquieraquesehaga
cargodel objetodeestudiopropio de las“cienciassociales”(no sesi el hombre,la historia,
la sociedado la cultura) y los conocimientosefectivosque hemosadquiridoa travésdel
desarrollode estossaberesen el siglo XX. Está claro, por tanto, que consideroque la
cienciassocialesno tienennadade científico en sentidoestricto,aunquetambiéncreoque
14 Cf. G. Albiac, “Karl Marx, la crítica y las armas” en Los filósofos y sus filosofías, Barcelona: Vicens, 1983.15 Cartade Marx al directordel OtiechestviennieZapiski, finalesde 1977,en K. Marx – F. Engels,Sobreelmodo de producción asiático, Barcelona: Martínez Roca, 1969, pp. 169-70.
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hanhechounaimportantecontribuciónepistémica.Lo interesanteesaveriguarquérelación
guardaríanesosconocimientosconunaauténticateoríaquesehicieracargode suobjetode
estudioy, por esteprocedimiento,aclararqué tipo de conocimientosson.El hechode que
hayaelegidocomotérminodecomparaciónla teoríamarxistaobedeceevidentementea que
creoquese tratade una teoríaverdadera;sin embargoaúnmásimportanteesqueseauna
verdaderateoría. No importaquétipo de análisisteóricoseconsidere,los problemasserán
con toda seguridadmuy similares pues afectana la dificultad de definir los conceptos
historiográficos concretos con la estabilidad y uniformidad que requiere un teorema.
Precisamenteuno de los problemasque intentaréabordares que en historia o en ciencias
socialesno existeun procedimiento“sencillo” (tal vez deberíadecir “claro”, puesno creo
que los experimentoscientíficos seanen absoluto sencillos) para establecerel tipo de
experimentocrucialquenospermitevincular la experienciaconla teoría16. En realidadla no
experimentalidadde facto no es una objeción tan fuerte como se podría pensary cabe
recordarque durantemucho tiempo la física se encontróprecisamenteen esasituación.
Comoveremos,el problemadelascienciassocialesy, muy enespecial,de la historiaesque
son estructuralmenteno experimentales,en la medida en que se ocupande fenómenos
específicosqueno estánplenamentedefinidos.En consecuencia,el conjuntodeexperiencias
que,por ejemplo,la teoríamarxista“subsume”es claramenteproblemáticoy no se puede
definir en términoshempelianosde coberturalegal. Como veremosesta indeterminación
obedece a causas epistemológicas importantes.
Hastaaquí hemosestablecidodos elementoscuya relación pretendemosanalizar.Por un
lado,estála teoríadeMarx sobrela sociedadmodernaquedebesercomprendidaconcierta
caridadhermenéuticaparalimitar la labor erísticade susatacantes.Por otro, seencuentran
las investigacionessobreelementosconcretosde la sociedadcontemporánea.Estesegundo
ámbitode estudioestárepresentadotípicamentepor la historiaantesquepor la sociologíao
por la antropología.Aunqueesmásquedudosoqueexistaunadiferenciaesencialentreestas
disciplinas,lo cierto esquelos historiadoreshansabidocomprendermejor quesuscolegas
sociólogoslos límites de susconocimientosy se han embarcadocon menosfrecuenciaen
generalizacionesespuriasque, en realidad,pertenecenal ámbito de la filosofía política.
Desdeluegomuchossociólogos,comoMax Weber,hanpracticadoestetipo de“historia” y,
a suvez,no sonpocoslos historiadoresa los quetientala metafísicadepacotilla.Así, no es
tantoquela historiografíaseael sabersocialmásrigurosoy avanzadocomoquelo quede
interesantetienen las cienciassocialesse parecemucho a lo que generalmentese llama
16 Conestonomerefieroa la ya extensatradicióndeinvestigacionespensadasespecíficamenteparasometeraprueba las tesis de El Capital sino al estudio de acontecimientos históricos concretos.
10
historia.De igual modo,lo quede trivial, vacuoy másbien ridículo tienenestasdisciplinas
se parece bastante a formas un tanto pasadas de moda de filosofía política.
Si bienesciertoquela antropología,la psicologíao la sociologíahanrealizadoaportaciones
relevantesa la historiay, engeneral,al conocimientodela realidadsocial,másquenadahan
ampliadolos puntosdevistao hanabiertonuevoscamposdeinterés.Estodemuestra,frente
a lo quepudieraparecer,queseha sobrevaloradomuchola diferenciade perspectivaentre
historiadoresy sociólogospero tambiénque se ha sobrevaloradomucho la convergencia
entre historia y sociología.Así, cuandotantos medievalistascomentanel supuestogiro
antropológicode sus investigacionesy su renovado interés por las mentalidades,las
relacionesde parentescoo lo simbólico lo primero que a uno le viene a la cabezaes los
pocoslibros de antropologíaque debenhaberleído17. El rigor del análisisde las distintas
formas simbólicas cristianas medievales, desde la herejías populares al purgatorio,
sencillamenteno tiene parangóncon ningún estudioetnológicoal uso18. Algo tan básico
comola competenciafilológica delos medievalistasenlo quetocaa distintasformasdelatín
medievaldeja en ridículo la forma en que muchosetnógrafosse limitan a chapurrearla
lenguade la tribu sobrela que luegoescribenvoluminosasmonografías.En todo caso,la
sociologíaha aportadoun cierto interéspor el análisiscomparativoy las generalizaciones
que, sin lugar a dudas,los historiadoreshan sabidodesarrollarinfinitamentemejor que
cualquiersociólogo.Así, no creoqueseaaceptableel puntode vista de PeterBurke acerca
del “encuentro” entre sociólogos e historiadores19. Más bien, al modo de Braudel,
deberíamosafirmar que la historia ha sabidoarracimarmuy distintasperspectivasjunto a
importantessaberesauxiliares(demografíay economía,sobretodo)20. Es cierto, de todos
modos,que no sólo PeterBurke sino otrosautorescomo Tilly o Abramshan revitalizado
desdeprincipiosde los añosochentala ideadeunaconvergenciaentrehistoriay sociología
queen su momentoya habíanplanteadoCarro Mills 21. Desdeluegopareceevidentequeel
objeto de estudio es el mismo para ambasdisciplinas pero, en términos generales,los
historiadoresse han hechocargo de él con más rigor y sensatezque los sociólogos.En
definitiva, en lo sucesivo utilizaré el término historia para denotar un conjunto de
17 Por supuesto,es sólo una forma de hablar.Véasea modo de ejemplo, J. Le Goff, El nacimientodelpurgatorio, Madrid: Taurus, 1981, p. 17. 18 Tal vezseaestala razóndequea A. Cardínle parezcananecdóticoslos esfuerzoscríticosdeJ.-C.Schmitten La herejía del SantoLebrel, pues“nada añadea lo ya sabidosobrelas supervivenciaspaganasen elOccidente Medieval” (A. Cardín, Tientos etnológicos, Gijón: Jucar, 1988, p. 167). 19 Cf. Burke, Sociología e historia, Madrid: Alianza, 1987.20 Cf. F. Braudel, La historia y las ciencias sociales, Madrid: Alianza, 1968, p. 133.21 E. H. Carr, ¿Quées la historia?, Barcelona:Ariel, 1984, C. Wright Mills, La imaginaciónsociológica,Madrid: FCE, 1993; C. Tilly, As sociology meetsHistory, Orlando: Academic Press,1981; P. Abrams,Historical Sociology, NuevaYork: Cornell University,1982.En cualquiercasoestasaportacionesestánmuyrelacionadascon el éxito de la “historia social” y con el consiguienteataquedesdeposicionespostmodernascontra esta escuela,
11
investigacionesquela historiografíaacadémicanormalejemplificabien peroqueno tienen
por quéestarinstitucionalo editorialmentelimitadasa esteámbito.Estonoslleva a plantear
unacuestiónimportante:¿enquéestadoseencuentrala historiografíahoy endía?,¿acasono
es problemática incluso su caracterización como una disciplina unitaria?
La atomización de la historia
No conozconingún estudioacercade la situaciónactual de la historiografía(a menudo
descritaen términosde “crisis”) que deje de resaltarcomo rasgopredominantela gran
diversidadde interesese investigacionesque actualmentevive la disciplina22. Tal vez el
autor que mejor anticipó esta diversificación historiográfica fue Foucault:
La nocióndediscontinuidadocupa[hoy] un lugarmayorenlasdisciplinashistóricas.Parala historia
en su forma clásica,lo discontinuoera a la vez lo dadoy lo impensable;lo que seofrecíabajo la
especiede los acontecimientosdispersos(decisiones,accidentes,iniciativas,descubrimientos),y lo
quedeberíaser,por el análisis,rodeado,reducido,borrado,paraqueaparecierala continuidadde los
acontecimientos.La discontinuidaderaeseestigmadel desparramamientotemporalqueel historiador
tenía la misión de suprimir de la historia, y que ahora ha llegado a ser uno de los elementos
fundamentalesdel análisis histórico. Esta discontinuidad[...] constituye en primer lugar una
operacióndeliberadadel historiador(y no ya de lo querecibe,a pesarsuyo,del materialqueha de
tratar).[Así], el temay la posibilidadde unahistoriaglobal comienzana borrarsey seve esbozarse
los lineamientos, muy distintos, de una historia general23.
Hay que recordarque en esta épocaFoucaultse encontrabaembarcadoen un proyecto
legitimatoriofrancamentemantecosoque,pesea quefinalmentequedóen aguade borrajas
(no sellegarona construirfacultadesde“genealogía”),haespoleadodeun modonefastolas
ansiasteoréticasdemuchosinvestigadoressociales24. De hecho,el precedenteinmediatodel
interéspor objetosde estudiono convencionalesseencuentraen la historiografíamarxista
que no necesitóde tantos aspavientosmetodológicospara investigar las prisiones, los
campesinosy los bandoleros.No obstante,hayqueresaltarquealgunasdelasconsecuencias
actualesde estetipo de tesis foucaultianasque se difundieronen los añossetentafueron
bastanteinesperadas.En realidad y pesea lo que retrospectivamentepuedaparecer,la
22 El texto fundamentalen estesentidosiguesiendoF. Dosse,La historia en migajas, Valencia:EdicionsAlfons el Magnanim,1988. Muchos coincidenen señalarque el detonantede las reflexionessobreestaatomizaciónde la historiafue la publicacióndeJ. Le Goff y P. Nora (eds.),Faire de l’histoire, 3 vols., París,1974[trad. esp.Hacer la historia, Barcelona:Laia, 1978]. Respectoa la atomización,aúnmásprofundasicabe,en los EstadosUnidos véaseP. Novick, That Noble Dream, The “Objectivity Question” and theAmerican Historical Profession, Cambridge: Cambridge Univesity Press, 1988. 23 M. Foucault, La arqueología del saber, Madrid: Siglo XXI, 1970, pp. 13 y 15.24 UnarigurosacríticadeesteproyectodesdeunpuntodevistahabermasianoapareceenT. McCarthy,Idealese ilusiones, Reconstrucción y deconstrucción en la teoría crítica contemporánea. Madrid: Tecnos, 1992.
12
posiciónde Foucaultno seenfrentabaal tipo de historiaquesegeneralizótras la segunda
guerramundialy queAnnales representóa la perfección,esahistoriografíaqueseesforzaba
por adornarsecon cierta pátinacientífica, estructuraly cuantitativa.Más bien creo que el
planteamiento foucaultiano se consideraba una consecuencia o desarrollo de la mejor historia
anteriory, en todo caso,unacorrecciónde lasexcesivasambicionesdeesta.El enemigode
Foucaultseguíasiendola historia rankeanaantesque Braudel, una historia de batallasy
reyesque, a lo sumo,persistíacomo figura del espíritupero que hacíamuchoque había
desaparecido de la historia académica.
Resultadifícil establecercon precisióncuándosedesvanecióesasensaciónde continuidad
perolo ciertoesqueendeterminadomomentola apuestapor el pluralismocomenzóa verse
comounarupturarespectoa la tradiciónde Annales, la historiografíamarxistao la historia
cuantitativa.Hastaentonces,y pesea las intensasdisputasmetodológicasentrelas distintas
escuelas,existíaunaespeciede consensotácito en lo quetocaa la unidadde la disciplina.
Esteacuerdotenía muchoque ver con el hechode que la historiografíahubieralogrado
independizarsede la tutelafilosófica paraguiarsepor cánonesepistémicos.Precisamente,la
versiónmás radical del atomismoque hoy parecehaberseimpuestoguardauna estrecha
relacióncon el ataquea eseconsensode postguerracomoacríticoo ideológicoy el intento
dereconstruiralgunaclasede fundamentoepistemológicoparala historiaquela legitimey,
dealgúnmodo,guíe.Buenapartedelastesisdelos historiadoresmáscomprometidosconla
deconstrucciónde la historia se adscribena un vago proyectode recomponerla antigua
tutela filosófica con argumentossacadosdel propio arsenalteóricode los historiadores.El
problemaes que estateoretizaciónde la historia ha sido una catástrofefilosófica por la
pobrezay parcialidadde los razonamientospuestosen juego.En mi opinión, la clavepara
valorarconjustezala situaciónactualde los estudioshistóricospositivosesteneren cuenta
queno secorrespondencon el paupérrimonivel de las justificacionesepistemológicasque,
por alguna oscura razón, se empeñan en postular sus autores.
En cualquiercaso,lo ciertoesquela mayoríadelasrecensionesdel panoramaactualhacen
hincapiéen la superacióndel puntodevistadela historiadela antiguaescueladeAnnales y
del modelo de Braudel en aras de un pluralismo radical. Y no lo es menos que las reflexiones
metaempíricasde la corriente mayoritaria de la historiografíacontemporáneatienden a
caracterizarsepor su oposición a una historia “estructural, analítica, cuantitativa y
moderna”25. Más aún, el pluralismo epistémico característicode la historia actual ha
rebasadocon muchoel ámbito académicopara inundar las páginasde los periódicos.En
25 S. Sueiro,“Modos y modasdela historiografíaactual” enA. Alted (ed.),Entre pasado y presente. Historiay memoria, Madrid: UNED, 1995, p. 15.
13
efecto,pesea quelos debatespúblicosacercade la política educativahistoriográficasuelen
tenermuchode ideológico,no esmenoscierto quesehanalimentadode unaproliferación
real de programasde investigación,así como de una suertede democratizaciónde la
perspectivahistoriográficaquehaceociosala jerarquizacióndelasdistintasposibilidadesde
estudioy enseñanza.Por supuesto,es estauna situaciónque afectaa todas las ciencias
humanas.En sociología,por ejemplo,es ya un tópico el abandonocontemporáneode las
grandesteorías generalistasen beneficio de microinvestigacionesdedicadasal estudio
exhaustivode un dominio empíricoreducidoy, dicho seade paso,generalmentede interés
para los poderesfácticos que financian la investigación.No obstante,la situaciónde la
historia es un tanto distinta. Lo que se planteano es el despreciopor una teorización
generalistaestéril en aras del estudio empírico sectorial, sino que se consideraque la
atomizaciónde los estudioses relevantedesdeun punto de vista gnoseológico.En otras
palabras, se entiende que la diversidad inconmensurablede intereses investigadores
constituyeunapruebadela imposibilidaddegenerarauténtica“teoría” historiográfica,ya no
digamosprincipios legaliformes.Es esteel punto de vista que han mantenidovocestan
autorizadascomoPeterBurke,GeorgesDuby o JaquesLe Goff frentea la disidencia,máso
menostradicionalistay reactiva,de historiadoresmarxistascomo Eric Hobsbawm.Para
muchoshistoriadorescontemporáneosel surgimientodenuevasperspectivashistoriográficas
–microhistoria,cliometría,historiade lasmentalidades,historiaoral o historiadelas formas
simbólicas(por citar algunosde los camposde estudio más cacareadosen los últimos
tiempos)–es un acontecimientorelevantemetahistóricamenteen la medidaen que añade
nuevas“perspectivas”a un poliedro infinito, la experienciahumana,cuya totalidadresulta
imposible de recomponer y sería absurdo jerarquizar.
Sin embargo,desdeun punto de vista espistemológico,estamera recepciónde lo dado
resultamuy insatisfactoria.No se trata, por supuesto,de que la filosofía debailustrar la
práctica del historiador con la típica arrogancia decimonónicacripto-hegeliana,una
condescendenciaresponsablede que la relación de los historiadoresprofesionalescon
cualquiertipo de filosofía de la historia estépresididapor la desconfianza26. Las distintas
formas de investigaciónson perfectamentelegítimas,por parciales,regionaleso incluso
caprichosasque seany, en todo caso,su campode debatey validaciónes el propio de la
disciplinahistórica,no los textosdefilosofía.La cuestiónessi estapluralidadimplica,como
parecensuponermuchoshistoriadores,una cierta inconmensurabilidadde la explicación
histórica que abocade iure al escepticismoepistemológico.Porquelo cierto es que la
prácticahistoriográfica,el rigor y la minuciosidadconquesediscutenlasinvestigaciones,la
26 Cf. Le Goff, Pensar la historia, Barcelona: Paidós, 1991, p. 76.
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forma en que secontrastanlas hipótesiscon los datosempíricospareceinvalidar de facto
esta última posibilidad. Así pues pareceexistir un claro desequilibrioentre la práctica
epistémicay la concepciónespistemológicaqueactualmentetienende su propio trabajolos
historiadores.Es como si el miedo a la idea de “destino”, el temor a recaer en una
concepciónmetafísicade la historia de raigambreagustinianahubieracortocircuitadola
confianza en la sólida realidad gnoseológica de la historiografía contemporánea.
Y lo curiosoesque,comointentarémostrar,estaindecisiónformal implica justamenteque
no se ha superadola visión de la historia hegelianana;es decir, que no se ha logrado
comprenderel enormecorteepistemológicoquelos conocimientoshistoriográficos(seacual
seasu naturaleza)establecenfrentea los propiosacontecimientoshistóricos,las res gestae.
En estesentidoresultade gran interésla posiciónde Hobsbawmque consideraquedicha
pluralidadde “historias”27 implica de hechounadinámicaconvergenteen lo quetocaa los
mecanismosepistémicosque pone en juego la práctica de los historiadores:“La nueva
historia de hombres y mentes, ideas y acontecimientoscabe verla como algo que
complementa–envez de suplantar–el análisisdeestructurasy tendenciassocioeconómicas
(...) Optar por ver el mundo a travésde un microscopioen lugar de un telescopiono es
ninguna novedad.Mientras aceptemosel hecho de que estamosestudiandoel mismo
cosmos,la elecciónentre microcosmosy macrocosmosconsisteen seleccionarla técnica
adecuada”28.
Por muy razonablequeparezcala afirmaciónde Hobsbawm,lo cierto es queno estánada
claro que todos los historiadoresaceptasenestar estudiandoexactamente“el mismo
cosmos”.Muy enespeciallos máspostmodernospodríanponerloen duda.Paramuchos,la
atención a lo raro y desviado,a los fenómenosmarginalesimplica una comprensión
claramentedistintade los fenómenoshistóricos.Cadavez esmásfrecuenteque la “nueva,
nueva historia” recurra a argumentossacadosdel arsenal heideggeriano(“el ser es
interpretación”,etc)parajustificar susposiciones.El fenómenoesmásrelevanteenaquellos
terrenosdondela formamismadel objetodeestudioesclaramentepolémicacomoesel caso
del arte,el derechoo la psicología.No obstante,el problemaesque,unavez aceptadaesta
posición para ciertos ámbitos, no existe ninguna buena razón para negar a priori la
posibilidad de extender esta comprensión polémica al resto de acontecimientos.
Si unohicieracasode lo queseanunciaen algunoslibros metodológicos(y, sobretodo,en
los prólogos)podríapensarseque las facultadesde historia se han llenadode derridianos
27 Pluralidadqueya sereivindicaen M. Foucault,Las palabras y las cosas, Madrid: Siglo XXI, 1991,p. 358.PorciertoquenohacemuchoM. Trontti comentabaenunaconferencialo pueril queresultala ideadequeunconcepto cambia radicalmente por el mero hecho de ponerlo en plural.28 E. Hobsbawm, Sobre la historia, Barcelona: Crítica, 1997, pp. 193-94.
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completamenteincapacesde reconocerla existenciade un mundocompartido.En cambio,
cuando uno lee los trabajos de todos esos que, por lo visto, están transformandola
historiografía occidental encuentrapoquísimasdiferencias(a excepción,tal vez, de la
eleccióndel objetodeestudiopropiamentedicho)con la historiografíaanterior.Con todoel
jolgorio textual que se ha organizado,cabríaesperarcierta diferenciareal en el modo de
hacer historia. A fin de cuentas, ¡en antropología ha ocurrido! Los antropólogos
postmodernoshan escrito fascinantesdisparatesque ninguna revista de historiografía
aceptaría29. Los estudiosde “género” en historiamedievalsonestudiosde historia,sin más,
cuyo objeto de estudio son las mujeres30. De igual modo, las críticas al programa
metodológico de la historia cuantitativa no invalidan su enorme utilidad en muchas
investigacionescontemporáneas.Así, por poner un ejemplo muy conocido, en Los
guardianesde la libertad NoamChomskyEdwardS. Hermanhacenun análisiscuantitativo
de la prensaamericanade enormerelevanciaparademostrarsu alianzacon el poderaún
antes de entrar a valorar sus contenidos31.
Desdeluegoesciertoquela historiacomparteconla antropologíadelasúltima décadasuna
paradójica búsqueda de fundamentos teóricos. No resultaría tan paradójica si no fuera porque
no serecurrea Hempel,Carnapo Husserlsino a Derriday Foucault.La meraideade que
algúntipo de tesisfilosófica puedaproporcionara unainvestigaciónhistóricafundamentos
másfirmes queunaargumentaciónbasadaen pruebaspositivasy en su discusiónracional
en la comunidadde investigadoreses, en mi opinión, sencillamenteextravagante.No
obstante,si esastesis filosóficas son las de autoresque se esforzaronen discutir la idea
mismade “fundamento”y la concepciónde la filosofía comosaberde segundogradoque
reflexionaa partir del materialquele suministranlascienciasempíricas,la cosacomienzaa
parecer absurda.
En realidad, la historiografíamodernase ha caracterizadotradicionalmentepor un vivo
debatesobrelas característicasde la disciplina y del “oficio del historiador”,por recordar
una expresión que popularizó Marc Bloch32. Es cierto que en estas reflexiones se
entremezclabancuestiones de muy diverso tipo –desde argumentacioneséticas a
epistemológicas–pero,en términosgenerales,sepuededecir queplanteabanunadiscusión
acercadelos distintosenfoquesdel objetodeestudio,eranreflexionessobrela mejor forma
29 Creoquela obraparadigmática,enestesentido,siguesiendoC. Geertz,J. Clifford (et al.), El surgimientode la antropología postmoderna, Barcelona: Gedisa, 1992. Resulta particularmente interesante la introducción,muy crítica,del compilador,CarlosReynoso.No obstante,comoessabido,el texto clavede la antropologíapostmoderna es J. Clifford y G. Marcus, (eds.), Retóricas de la antropología, Gijón: Jucar, 1991. 30 En ocasionesel estilo es incluso un tanto “anticuado”. Un casorecientemuy ilustrativo es la seccióndedicada a los estudios de género en L. K. Little (ed.), Debating the Middle Ages, Oxford: Blackwell, 1998.31 Cf. N. Chomsky y E. S. Herman, Los guardianes de la libertad, Barcelona: Crítica, 1990.32 Cf. Apología para la historia o el oficio de historiador, México: FCE, 1998.
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de abordardeterminadosacontecimientosy unacrítica de otrospuntosde vista rivales.Sin
duda en este tipo de escritos metateóricosabundan los argumentos filosóficos y
epistemológicosmáso menosingenuosperoéstosen ningúncasoconstituíanla médulade
la argumentación.Nadie considerabaque una reflexión acercade, por ejemplo, la teoría
semánticade la verdadde Tarski fuera particularmenterelevanteparaestablecerla mejor
manerade comprenderlas invasionesvisigodas.Es cierto que hubo debatesenconados
acercadela cientificidaddela historiapero,en realidad,lo queestabaenjuegoerala mejor
manerade encontraresa cientificidad, el mejor modo o métodode propiciar ese corte
epistemológico que, por supuesto, nunca llegó.
La situación actual es totalmentedistinta. Si hemosde creer a Gerard Noiriel, que ha
rastreadola génesisinstitucionaly editorialdel “giro lingüístico” enhistoriografía,el origen
dela influenciadelastendenciaspostmodernasfue un encuentrosobrela historiaintelectual
europeacelebradoen Cornell en 198033. El volumenresultantede eseencuentrocontinua
siendounareferenciabásicaparacomprenderesefenómenoy unodesuseditores,Dominick
LaCapra, es un insigne factótum del movimiento34. A través de una enrevesada
argumentaciónLaCaprapretendeestablecerla fundamentaciónepistemológicade la historia
sobre bases“textuales” pretendidamentederridianaso heideggerianasen virtud de la
dependenciade los historiadoresde los documentos35. Desdeentoncescierta historiografía
anglosajonaparecehabersesumidoen un maelstrompostestructuralistafrancamentedifícil
de digerir:
Si, en efecto,la alianzacon las filosofías“fundamentalistas”le hapermitidoa la historiaintelectual
cuestionarla hegemoníade la historia social, los partidariosdel linguistic turn (aunquesobreeste
punto guardenun silencio absoluto)hanpuestofin a una dependenciaparacaeren otra. Haciendo
suya la disputafilosófica sobrelos fundamentosdel conocimiento,han contribuidoa difundir los
argumentos que los investigadores-epistemólogosfranceses pusieron en circulación en la
investigaciónhistóricaenlos añossetenta.Antes,unainvestigaciónpodíaevaluarseen funcióndelos
nuevosconocimientosaportadosal ámbito correspondienteo de la novedaddel punto de vista
propuesto.Para los partidariosdel linguistic turn, en cambio, el elementoesencialsometidoa
evaluación es la teoría introducida36.
Así las cosas,el trato con estoshistoriadorescon ansiasepistemológicases francamente
difícil. Porunapartehanllevadolas tesisdeHeidegger,Derriday Foucaulta unaespeciede
enloquecidaparodiaen la quea la menoroportunidadseplanteanargumentosmáso menos
33 G. Noiriel, Sobre la crisis de la historia, Madrid: Cátedra, 1996, p. 130.34 Cf. D. LaCapra y S. Kaplan (eds.), Modern European Intellectual History. Reappraisalsand NewPerspectives, Ithaca y Londres: Cornell University Press, 1982.35 Cf. “Rethinking Intellectual history and Reading Texts” en D. LaCapra y S. Kaplan, op. cit.36 Noiriel, op. cit. p. 141.
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existencialessobreel ser,el conocero la concienciasocial.El problema,por tanto,esque
resulta muy complicado discutir esta clase de argumentosen términos filosóficos
medianamenterigurososa causade que la situación institucional de estoshistoriadores
propiciael idiolecto.Un fenómenoparticularmentefascinanteesla formaenquenumerosos
historiadorestratan de sentar para cada obra tesis ontológicas de una radicalidad
adolescentey francamenteirreflexiva. Así, un estudiosobrelos cánticosde las recolectoras
de algodónen el Missouri de los añoscincuentano quedarálegitimadopor el interésdel
historiadorsinoqueprecisarádeun análisissobrela estructuradel Da-Seinconla oportunas
correccionesa Heidegger.En realidad,la discusióncon la tradiciónhermenéuticadel siglo
XX puedeser enormementefructífera37 e incluso unarecepciónpositiva de estasescuelas
filosóficas no tiene por que pasarpor el relativismo o, sencillamente,la sinrazón. El
problemaesquecon estetipo de argumentacionespostestructuralistasuno nuncadiscutea
Heideggersino una especiede replanteamientode bachilleratode ideasapenasdigeridas
sobre la causalidad o sobre la relación entre realidad y representación.
Sobre todo llama la atenciónla absolutadesatenciónde las corrientesanglosajonasde
historiaa supropiatradiciónde filosofía analíticade la historia.Caberecordarqueen 1973
Hayden White, uno de los autores clave para entender la apoteosis teoreticista
contemporánea,aún vinculabasu obraa unadoble línea de trabajo:por un lado la “teoría
continental”deFoucaulto Heideggerpero,por otro, la filosofía analíticadeDantoo Dray38.
En realidad,el propioWhite daunapistaparaentenderdedóndeprocedeel giro actualdela
metodologíahistoriográficaanglosajona.Enefecto,los trabajosclásicosdeteoríaliterariade
Northorp Frye39 o de teóricos del arte como Auerbach tenían una considerablecarga
filosóficaque,sin embargo,aúneratratadaconconsiderablerigor y seceñíaa unostérminos
comprensiblesdesdeel canonfilosófico normal.Estees el casotambiénde otrosgrandes
popes de la crítica literaria como Bloom, Trilly o Steiner.
En cualquier caso, tiene que quedar claro que no se trata de plantear una crítica
corporativistaa estudiososajenosal círculo filosófico académico;más bien al contrario.
Seríaabsurdonegarquealgunasde las obrasmásimportantesde la historiade la filosofía
sonobrasdecientíficos.De hecho,comole gustaresaltara Victor GómezPin,hastano hace
muchola diferenciaentrefilósofo y científico eradifusa.De igual modoWittgenstein,uno
de los filósofos más importantesdel siglo XX, carecíade cualquierbagajefilosófico y
37 La mejor crítica que conozco del constructivismopostmoderno(en la línea del que emplean loshistoriadores)esla de Ian Hacking,¿Construcciónsocialdequé?, Barcelona:Paidós,2001.Hackingtomaenconsideraciónlos argumentosconstructivistascon la máximacaridadhermenéutica,esdecir, da argumentosen su favor mucho más elaborados que los de los propios constructivistas para luego criticarlos.38 H. Whyte, Metahistory, Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1973, p. 6.39 H. White cita (op. cit. p. 3) como referencia fundamental la Anatomía de la crítica de Frye.
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Chomskyha hecho aportacionesmuy interesantes,a pesarde que su utilización de los
clásicos siempre resulta un tanto abusiva o cuando menos intempestiva.
En resumen,existe una contaminaciónambientepostestructuralistaen historia que, por
fortuna,no ha afectadotantocomoen otrasdisciplinasa los contenidospositivossi bienha
generadouna ingenteproduccióneditorial tan filosóficamentehuera,como retóricamente
engoladay pretenciosa.En todocaso,el linguistic turn ha llevadoa un desmesuradointerés
por fenómenoshistóricamenteminoritariosy, típicamente,raroso desviados.La discusión
del interés o no de estos estudiosno tiene por qué dependernecesariamentede los
presupuestosteóricos que sus autores plantean, por lo que tales “fundamentos” son
epifenoménicosrespecto a la investigación que puede ser evaluada según cánones
convencionales.Lo cierto es que son muchos los autoresdifícilmente sospechososde
“cientifismo” queya handadola voz dealarma.Sindudala referenciabásicaenestesentido
es Lawrence Stone y el debate que desencadenó en la revista Past and Present40; no obstante,
también Carlo Ginzburg lo ha señalado con cierto aire nostálgico:
Ahora tengola impresiónde que hemospasadode un extremoa otro. Antropólogos,historiadores,
filósofos (aunquecon importantesexcepciones)se han obsesionadocon la dimensióntextualde su
investigaciónhastael puntoderechazarla posibilidaddeestableceralgunarelaciónentreel textoy la
realidadextratextual,como si postularlafuera pecar de ingenuidadculpable.La palabramágica
“narración”,narrative, lo abarcatodo: eséstaunanocheen la quetodoslos gatossonpardos,en la
que toda distinción entreficción y realidad,devieneindemostrable.Todo se ha convertidoen sel-
referential. Los antropólogosse miran en el espejo, los filósofos escribenuna historia de la
historiografíasin historia,e inclusoentrelos historiadoresla inmundapalabra“realidad” sólo puede
ser pronunciada tras haber sido desinfectada, tras haberla puesto entre comillas41.
Ginzburg aciertaal señalarla narratividadcómo uno de los tópicos más cacareados.El
asunto es importante porque sencillamentese debe a un uso abusivo de un término
polisémico. En efecto cuando A. C. Danto planteó la necesidad de entender
epistemológicamentela historia (history) en términos de un relato (story) trataba de
establecerlos criterios de significatividad de los acontecimientoshistóricos en abierta
polémicacon el modelode coberturalegalde Hempely siguiendoexplícitamentelos pasos
deDray42. La ideaqueDantotratabadeexpresarconesejuegodepalabraseraunadistinción
40 L. Stone, “History and Post-Modernism”, Past and Present, n°, 131, 1991. 41 C. Ginzburg, “El ojo del extranjero” en Archipiélago n° 47, 2001, p. 91.42 A. C. Danto,Historia y narración, Barcelona:Paidós,1989,pp.45-46.A vecesseolvida queoriginalmenteHempel planteosu argumentaciónen relación a la historiografía,tal vez el campo menosadecuadoparapreciarsus virtudes. Cf, C. G. Hempel, “La función de las leyes generalesen historia” en Hempel,Laexplicacióncientífica, BuenosAires: Paidós,1979 y W. Dray, Laws and Explanationin History. Oxford:ClarendonPress,1957.Dray seocupódel asuntode la narritividadmuchodespuésen W. Dray, “Narrativeversus Analysis in History” en Philosophy of Social Science n° 15, 1985.
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crucialentrehistoriay teoríaa partir deciertascaracterísticasfundamentalesdeambostipos
de discursos–como la localización espaciotemporal del primero43– en un sentido que
utilizaremos,muy matizado,másadelante.A partir de esteplanteamientoDanto buscaba
ciertascaracterísticassintácticasdel discursohistóricodeun modoque,a fin de cuentas,no
lograbadespegarsedela esteladeHempel.Dantovio connitidezel problemaperono acertó
a darconunasoluciónquea todaslucesno seencuentraenla formalizacióndela distensión
diacrónica44. En realidad,enla formulacióndeDanto,la ideadenarratividadaludíaal hecho
dequelos estudioshistoriográficoscarecendeunasintaxislógica bien estructuradaaunque
sepuedeestablecerciertascaracterísticasformalespresentesen distintostipos de discursos
no científicos.Por decirlo deunaforma menospomposa,la historiano sólo usael lenguaje
de la vida cotidiana sino también su forma de argumentación.
Por su parte HaydenWhite, el otro gran referenteteórico del renacerde la narración,en
Metahistory tansóloestablecíaun análisisdesdeel puntodevistadela crítica literariade la
filosofíadela historiadel siglo XIX. Si bienesciertoque,después,White reelaborósustesis
en los términosperfectamenteininteligibles de la filosofía francesa,con abundanteuso de
utillaje semiótico45, Metahistory es una obra considerablementeortodoxa.Su propósitoes
establecerlas preconcepcionesqueciertosenfoqueshistóricossuponenen el públicoal que
va dirigido (un tema clásico de la teoría literaria):
He planteadocómo en historiografíael campo histórico se constituyecomo dominio de análisis
aceptablea travésde un acto lingüísticode naturalezatropológica.El tropo dominantemedianteel
que esteacto constitutivosedesarrolladeterminarálos tipos de objetosque puedenaparecercomo
datosy lasposiblesrelacionesqueseconcibenentreellos.Lasteoríasqueseelaboranparadarcuenta
delos cambiosquetienenlugarenesecamposólotendránvalidezexplicativade“lo quesucedió”en
la medidaen queesténen consonanciacon la forma lingüísticaen la queel campofue prefigurado
como un posible objeto de percepción mental46.
Cuandolos propioshistoriadoresrecogieronel testigode la narratividadhicieronreferencia,
al menos al principio, a un interés por fenómenosa los que la historia estructuraly
cuantitativano dedicabala suficienteatención.Las reflexionesde Stone47 tuvieron tanta
repercusiónporque se hacíaneco de determinadaslíneas de investigaciónque algunos
historiadores,fundamentalmentevinculadosa la microhistoriay la historia oral, estaban
protagonizandoy les dabala oportunidadde asimilar cierta unidad metodológicay, así,
43 A. C., Danto, op. cit., p. 92.44 Ibid. p. 99 y ss.45 Cf. H. White, El contenido de la forma, Barcelona: Paidós, 1992.46 H. White, Metahistory, op. cit. p. 430.47 Cf. LawrenceStone,“The revival of Narrative:reflectionson a new old History”, en Past and Present, n°85, nov. 1979; trad esp. en Debats, n° 4, 1983
20
ganaren respetabilidadacadémica.En realidad,si el artículodeStonepretendíadar cuenta
dealgomásquedeun cambiodeinterésenel objetodeestudioelegidopor los historiadores
desdefinalesdelos añossetenta,la críticaeraobvia:resultafrancamentedifícil decirenqué
sentidono esnarrativoel Mediterraneode Braudely sí lo esCipolla48. Es evidentequeen
ambosestudioshay elementosepistemológicamentemuy similarese incluso,en opinión de
Hobsbawmque respondióa Stone, también hay elementosepistémicoscercanos49. En
cualquiercaso,lo ciertoesquesi ya el planteamientodeStone–muchasvecesaliñadoconla
propuestaetnográficade Geertzacercade la descripcióndensa50– generóun considerable
revuelo, como antes señalabaGinzburg, la mezcla con el postestructralismoha sido
sencillamentefatal. Los malentendidosacercadel significado de la “narratividad” han
proliferadode tal modo queel único puntoen el que la postmodernidadparecemostrarse
unánime es en la necesidad de criticar “textualmente” una realidad siempre sospechosa.
A pesarde todo, en lo sucesivoutilizaré bastantela idea de la índole “narrativa” de la
historiografíaenel sentidoplanteadopor Dantoy, sobretodo por Ricoeur,paradesignarsu
índoleno teorética.Si hedecididoconservarel término,a pesardelos absurdosabusosa los
queha sido sometido,esporquemepareceun calificativo másexpresivoque“descriptivo”
queparecedenotarun conocimientosuperficial,sin la menorreferenciaa la estructuradelos
acontecimientos.Debeentenderse,no obstante,queenel sentidoenel queutilizo la palabra,
tan narrativo es Wallerstein,CristopherHill y la historia cuantitativacomo Ginzburg, el
Thompsonde Whigs and Hunters o la Natalie Davis de El regreso de Martin Guerre.
“Narrativo” designaun tipo de conocimientodistinto del teóricoqueni por eso dejadeser
conocimientoni se tieneporqueparecera una novela(aunqueseahistórica).Así pues,ni
siquierale doy al términola especificidadquele confiereHabermassiguiendolos pasosde
Dray y Baumgartner51.
Un tercertópico fundamentalenel medioambienteintelectualcontemporáneoquehatenido
unagranrepercusiónen historiaesel asuntode la ciencia“indeterminista”.Si bien tantoel
linguistic turn como la defensamilitante de la historia narrativapertenecena sectoresde
historiadoresrelativamentebiendefinidosy casisiempreabiertamentepostmodernos,la idea
de una supuesta revolución epistemológica que se sigue directamente del paradigma cuántico
48 AmbosejemplosaparecenmencionadosenPeterBurke,“Historia delos acontecimientosy renacimientodela narración” en P. Burke (ed.) Formasde hacer historia, Madrid: Alianza, 1995, pp. 291 y 299. Burkerecuerdamuy acertadamentecómoRicoeurhablade la obrade Braudelcomode unanarraciónhistóricaconun “casi argumento”.49 E. Hobsbawm, “Sobre el renacer de la narrativa” en Sobre la historia, Barcelona: Crítica, 1998.50 Cf. C. Geertz, La interpretación de las culturas, Barcelona: Gedisa, 1987.51 J. Habermas, La reconstrucción del materialismo histórico, Madrid: Taurus, 1979, cap. 7.
21
y de algunosteoremasmatemáticosestámuchomásextendida.Infinidad de historiadores
que en otros aspectosse muestranrazonableso incluso directamenteconservadores,no
dudan en recurrir a alguna supuestaparadoja del comportamientode los fotones a
temperaturascercanasal cero absoluto para establecerciertas peculiaridadesdel saber
histórico.Obsérveseque el procedimientoes muy similar (aunqueinverso)al de la teoría
postmodernaque recurre a versiones anti-epistemológicasde la hermenéuticapara
fundamentarel saberhistórico.Así, muchosautoresquepretendendesacreditarlas antiguas
ansiascientifistasde la historiografía,subrayanel presuntoprocesode desfundamentación
queha experimentadola física contemporánea;de estemodo,parecedecirse,la historiano
cientifista queda científicamente fundamentada (o desfundamentada, según se mire).
De hecho, las referenciasa la física cuántica y a las teorías del caos están tan
alarmantementeextendidosentrelos historiadoresqueessorprendentequeSokalno leshaya
dedicadomásatención.Despuésdetodo,los autoresquecritica en Imposturas intelectuales,
a pesarde la considerablevacuidadde sus discursos,tan sólo utilizan la terminología
científicaa modode ejemploy su constanteabusode estasmetáforasesmásaburridoque
preocupante.En cierto sentido,resultamáspreocupantela carenciapor parte de muchos
historiadoresde una idea medianamenteadecuadade la ciencia contemporáneay, sobre
todo, la utilización sistemáticade esa cosmovisiónespuria para establecertesis cuyo
auténticomarco de discusiónes el debatemetodológico.Un autor tan importantecomo
Immanuel Wallerstein no duda en relacionar, con una audaciasorprendente,la crisis
estructuralde la economía-mundocon una presuntacrisis del universalismocientífico a
causade los descubrimientosde la física del siglo XX 52. Como de costumbreel único
referenteparatalesafirmaciones(en estaocasiónno se cita a Gödel) es Ilya Prigogine,a
quienel premionoveldequímicaparecehaberdadocartablancaparasentarcátedraacerca
decuestionesciertamentealejadasdelos tubosdeensayo.Encualquiercaso,Prigoginetiene
todo el derechodel mundoa hacerlas reflexionesfilosóficasque le plazcan,lo queno es
lícito esquelos historiadores,sociólogosy filósofostomensusargumentosepistemológicos
como si estuvieranfundamentadosteóricamentey no fueran intrínsecamentepolémicos53.
Muchosno comprendenquelas tesisde Prigoginetienenel mismoestatutoepistemológico
queel “Dios no juegaa los dados”deEinsteiny no hay razónparacreerqueestaúltima es
unaafirmaciónfilosóficamenteirrelevante.Tal vez seacierto que la cienciaha muertode
éxito perolo fundamentalaquíesla palabra“éxito”. No seentiendemuy bienenquésentido
se puededecir que el conocimientodel comportamientoindeterministade micropartículas
52 I. Wallerstein, Unthinking social science, Cambridge: Polity Press, 1991, p. 31.53 Cf. Ibid. p. 34.
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quesemuevena velocidadescercanasa la dela luz constituyeun fracasodelasaspiraciones
gnoseológicasilustradas.Lo que ha ocurrido es justo lo contrario.El augecontemporáneo
del irracionalismo lleva a utilizar tesis científicas exitosaspara justificar una supuesta
macro-crisisoccidental,un malestarculturalgeneralizadoqueobligaríaa retornara distintas
formas de emotivismo:
Aunque estos principios que subyacenal método científico han permitido grandes avances
tecnológicos,las últimas investigacionesparecenponerlosen tela de juicio. La física cuántica,el
estudio de los elementosmás pequeñosde la materia, ha revelado que la existencia y el
comportamientodeestaspartículasno seadecuaal modeloquerecogennuestrasnocioneshabituales
de causay efecto.A principios del siglo XXI parecedemostradoque,por ejemplo, las partículas
subatómicasde las que todo estácompuestono puedentenersimultáneamenteuna posicióny una
cantidadde movimiento definidos, lo cual carecede sentidodesdeel punto de vista de la lógica
humana54.
Estacita procededeunafamosaexpertaennuevasreligionesquesefue a vivir a unacabaña
dela India consugurú trastenerdiversoscontactosextrasensorialesenel transcursodeuna
experienciacercanaa la muerte.La cuestiónesqueel párrafoanteriorpodíahaberlofirmado
cualquierhistoriadorde renombree inclusocabedecir queFisherhabladel temacon más
propiedadque muchosintelectuales“serios” (al menosempleabien la terminología).Por
ponerotro ejemplo,Fontanallega a afirmar trasun par de citasde Prigogine:“El universo
intelectualpopperianoenel quela cienciaeraidentificadaconla capacidaddepredecirhace
tiempo que se ha venido abajo. Semejanteconcepciónperteneceal viejo mundo del
determinismolaplaciano,y no a unafísica quesebasaen las matemáticasdel caosy opera
con objetos fractales”55.
Al margen de la controvertida cuestión de si alguna vez ha existido un “universo
popperiano”–porlo visto Fontanano estáal tantodequePopperseocupóenabundanciade
la mecánicacuántica–,al margende queresultafrancamentedifícil entenderquédemonios
pintanaquílos fractalesy al margendequela referenciaa lo quemuyampulosamentesedio
a conocercomo“teoría del caos”estátraídapor los pelos56, lo importanteantesde nadaes
recordarqueunodelos puntosfundamentalesquela físicamodernaengeneral(y no sólo la
física contemporánea)impusoa la filosofía fue, precisamente,el fracasode unametafísica
naturalizada.Como ha señaladoHilary Putnam:“CiertamenteNewton no era positivista
54 Mary Pat Fisher, Las religiones en el siglo XXI, Madrid: Akal (en prensa).55 J. Fontana, La historia después del fin de la historia, Barcelona: Crítica, 1992, p. 30. 56 En sudescargohayquedecir queesunaprácticageneralizada:“En los últimos tiempossehapublicadounmontónde artículossobrecaosescritosbastantea la ligera. Un término técnico,aplicadoen principio a unfenómenode la mecánicano lineal, ha acabadoconvirtiéndoseen una especiede etiquetapara designarcualquierclase de complejidado incertidumbre,real o aparente”,M. Gell-Mann, El quark y el jaguar,Barcelona: Tusquets, 1995, p. 44.
23
perorechazóconvigor la ideadequesu teoríadela gravitaciónuniversalpudierao debiera
leersecomo una descripciónde un hechometafísicoúltimo (...) Hay versionestanto del
electromagnetismocomode la gravedadbasadosen la accióna distancia;hay versionesde
ambasenqueun agentefísico extenso,el campo,medialas interaccionesentrelos cuerpos
distantes; hay incluso versiones espacio-temporalesde la teoría de la gravitación
newtoniana”57.
Lo queintentodecir esquesólo alguienqueno ha reflexionadolo bastantesobreNewton
puedepensarque de la antiguafísica se seguíade suyo un paradigmafilosófico realista
mientrasla física cuánticapropicia el relativismo.Ni siquieraes de suyo evidenteque la
acción a distancia newtoniana basada en la continuidad sea más intuitiva que la
discontinuidad cuántica. De hecho, el energetismo machtiano –una epistemología
particularmentepoco intuitiva– fue un intento de estableceruna visión de la naturaleza
acordecon los datosde la cienciadecimonónica.Tal vez hayasido Bachelardquienmejor
comprendióla enormedistanciaquemediaentreel conocimientocotidianoy el científico,
unadistanciano suturabley quedía a díaseincrementa.ParaBachelardla imagencorrecta
dela realidadesla de la físicamatemáticay no hacefalta ningunamediacióndeesaimagen
pero,encualquiercaso,la interpretaciónesrelativaal contenidoempíricoqueorganiza,por
lo quepretenderquelos fotonesjueganalgúnpapelen nuestraconcepciónde la historiao
de la religión es,cuandomenos,sofístico.Y lo cierto esquelos libros de físicacuánticaal
uso apenasdedicanun párrafo introductorio a explicar que seguiránla interpretaciónde
Copenhague.Lo cual no significa quelas cuestionesde interpretaciónno seanimportantes
sinoquesondesegundogradoo filosóficas.Poresoresultaociosala siguienteafirmaciónde
Bloch: “La teoría cinética del gas, la mecánicaeinsteniana,la teoría de los cuantahan
alteradoprofundamentela ideaqueayer todavíaseformabacadacual de la ciencia.No la
han rebajado,pero la han suavizado.Han sustituido en muchoscasoslo cierto por lo
infinitamenteprobable:lo rigurosamentemensurabepor la nocióndela eternarelatividadde
la medida”58. Por lo menos Bloch es coherentecon su argumentacióny utiliza este
razonamientopara demostrarla posibilidad de llamar “ciencia” a la historia y no para
negarlo.Sin embargo,lo que Bloch no pareceentenderes que “indeterminación”,en el
contextocientífico contemporáneo,es una voz técnicay no una tesis epistemológica.Es
decir,no esun argumentoescépticosinojusto lo contrario,la negaciónprecisay materialdel
escepticismo:un conocimiento,un teoremacientíficoque,comocualquierotro teorema,no
se parece en nada a nuestra visión cotidiana del mundo.
57 H. Putnam, Racionalidad y metafísica, Madrid: Teorema, 1985, p. 47. 58 M. Bloch, Introducción a la historia, México: FCE, 1988, p. 19.
24
Hay que decir que si en historia estasideasneosofísticashan tenido tanta aceptaciónes
porquesesuelenplantearparacombatirlos modeloshistóricosdemasiado“deterministas”y,
enparticular,el economicismo.En realidadesmuy curiosoqueFontana,en la cita anterior,
saquea colación a Laplace. PrecisamenteLaplace mostró un tipo de indeterminación
gnoseológicaque podía ser salvada probabilísticamente,los gases laplacianos están
ontológicamentedeterminadosaunqueno podamoscalcularla posicióndesuspartículascon
exactitud.Justolo contrarioocurreen física cuánticaqueesunateoríacon unosíndicesde
precisiónnuncaconocidosy mejor fundamentadamatemáticamenteque ningunaotra. La
indeterminacióncuánticano tiene nadaque ver con la de Laplace,es una propiedaddel
sistemay no del conocimiento.A no serqueFontanaestédispuestoa demostrarqueen la
historiahumanaoperanfenómenoscuánticosno se entiendeen qué sentidopuedeestaral
margende la determinación-indeterminacióndeLaplace59. La historiatampocosepareceen
nadaa los sistemascomplejosqueseestudianen física:no esquela historiahumanatenga
un límite depredictibilidadmuy bajo,esqueno tieneningunoporquesencillamenteno es
unaciencia.Decir quenuestroconocimientode la historiahumanaseparecea la teoríadel
caos es un auténtico insulto para cualquier físico. La historia es compleja por
indeterminaciones conceptualesmuy anterioresa la complejidadontológica.Desdeluego
seríaridículo negarque la mecánicacuánticatieneciertaspeculiaridadesanti-intuitivas,no
estoymuy segurodequeseanmásproblemáticasquela accióna distanciaaunquesin duda
son más complicadas.En cualquiercasolo interesantees que no hay ningún símil en el
mundohumanode esetipo de peculiaridadesfundamentadasteóricamentesino que,por lo
que sabemos,el mundo histórico es clara y literalmentelaplaciano60. Sencillamentehay
demasiadasvariablesenel comportamientodelos hombrescomoparaintentarpredecirlo;en
palabras de Bertol Brecht: “la física acaba de comprobar que las partículas son
indeterminablesy susmovimientos,impredecibles.Se presentancomo individuos dotados
delibre albedrío.Perolos individuosno estándotadosdelibre albedrío.Si susmovimientos
59 En realidad, sé que todo esto es bastanteinjusto con Fontana,pues lo que el criticaba era el idealdeterministadeLaplace,la ideadequealguienqueconocieralas posicionesde todaslaspartículasmateriales“tendría antessus ojos tanto el futuro como el pasado”.Esta idea, como mostró Nagel, es internamenteinconsistentedadaslas característicasde la mecánicaclásica(E. Nagel,La estructura de la ciencia, Paidós:Barcelona,1981,p. 263).Lo quemeparececriticabledela propuestadeFontanaessupretensióndesustituiruna metafísicanaturalizadade corte deterministapor otra indeterminista.El modelo de Laplace es muycriticableperopor razonesexternasa la validezdela físicanewtonianay muy “anteriores”a lasteoríasfísicasdel siglo XX.60 En realidad, lo que intento decir, es que la interpretación ontológica del mundo histórico está“indeterminada”dadonuestroconocimientoactual.Ahorabien,dadoquetodoel mundopareceaceptarqueelmodelodeterministaesmásintuitivo queel indeterminista,estamerarazónfilosófica bastaparaoptarpor elpunto de vista determinista.
25
sondifíciles de predeciressólo porqueparanosotrosexistendemasiadasdeterminaciones,
no porque no haya ninguna”61.
Por decirlo de otro modo, la indeterminaciónteóricade la física cuánticaes un logro del
conocimientono un asilo de la ignoranciaspinozianocomoocurrecon la libertadhumana.
Esto viene al hilo de la increíblecantidadde historiadoresque se empeñanen conservar
como un presupuestoesencial–y por tanto un motivo suficiente para criticar sin más
aquellasnarracionesqueno incidan en él– el libre arbitrio de las accioneshumanas62. Sin
dudaesun pobrehomenajea Kant darporsentadolo quetantosesfuerzosle costóencontrar.
A cualquierale parecería,másbien,queresultabiendifícil no serdeterminista,tandifícil al
menoscomo el debatesobreel libre albedríoque se prolongo durantevarios siglos. En
ausenciadeun mecanismoteóricoquedecuentadela indeterminaciónenel contextoquese
está discutiendo(la historia y no los fotones) la libertad es un presupuestoclaramente
problemático63, otra cosaes la pretensiónilegítima de conocertodaslas determinacionesy
“predecir” el futuro. Por esoconvienerecordarque la teoríadel caostieneque ver con el
periodode tiempoduranteel cual el comportamientode un sistemaespredecible.Algunos
sistemaslo sonmuchotiempo (el sistemasolar)y otrospoco (el tiempoatmosférico)pero
ninguno lo es infinitamente.En cualquiercaso,reconozcomi incapacidadpara imaginar
siquiera en qué sentido este increíble avancedel conocimientoque permite determinar
inclusodurantequéperiododetiempoun sistemaseconservarácomotal deberíapropiciarel
escepticismo64.
Epistemología e historia
Hemos visto tres formas muy actualesde fundamentarla historiografía, todas ellas
paradójicamente“antifundamentalistas”:el giro lingüístico,la índolenarrativade la historia
y el recursoa la físicamoderna.Unade laspeculiaridadesdeestemododeprocederesque61 B. Brecht, Me-Ti. Libro de los cambios, Madrid: Alianza, 1991, p. 196.62 Así, PeterBurke,por ejemplo,defiendea Braudelde la acusaciónde determinismoafirmandoquesiemprepensóen explicacionesplurales(Cf., P. Burke, La revoluciónhistoriográfica francesa, Barcelona:Gedisa,1993, p. 45).63 Justamentela versión clásica tanto del azar como de la libertad se expresabaen términos de efectosecundario, ya fuera a través del cruce de cadenas causales en el caso del azar o de la ignorancia de la totalidadde las determinaciones en el caso de la libertad.64 En nuestropaísha tenido lugar un interesantísimodebateentreA. Fernández-Rañaday A. Escohotadoacercadel asuntodel caos.Escohotadopublicó haceun par de añosuna obra en la que fundamentabasupropuestade liberalismo político en argumentoscientíficos sacadosde la física contemporánea(A.Escohotado,Caosy orden, Madrid: EspasaCalpe,1999).Fernández-Rañadale mostróhastaquépuntohabíaconfundidolascosas,primeroensureseñadel libro (Revistadelibros, abril 2000)y, después,enunapacientecontrarréplica(“Desordeny Caos. La estrategiade la confusión”, Claves de la razón práctica nº 108,diciembre 2000) a la grosera respuesta de Escohotado (Claves de la razón práctica nº 106, octubre 2000).
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legitimaciertahistoria(postmoderna)mientrasquecondenaotra(clásica)al olvido y estono
por el contenidoempíricode las obrasen cuestiónsino por suspresupuestosteóricos.De
algúnmodolaspáginasquesiguenpuedenentendersecomoel proyectocontrariopuntopor
punto.
El tipo deestudiognoseológicoqueaquíseguirépartede la basede quehay conocimiento;
no constituyeuna propuestade reformaepistémicasino un análisisde las condicionesde
posibilidad de la validez de los sabereshistóricos.Evidentementela situaciónde crisis
intelectualquevivimos podríasuponerun obstáculoimportantea un proyectotal, comolas
páginasanterioreshantratadodemostrar.No obstante,pesea los muchosdebatesquesehan
producido,creoquela incidenciade la postmodernidaden la historiografíaha sido mínima,
meramentenominal. Una de las razonespor las que entiendoque la historia es auténtico
conocimientoa diferencia,por ejemplo,de la psicologíaesporquelos propioshistoriadores
(cuandono hablandemetodologíasinoquedebateninvestigacionespositivas)denuncianlas
tesisespuriasy muestranunafuerteresistenciaa la metafísica65. Poresoesposiblerealizar
un análisisepistemológicoconstructivoenvezde limitarnosa la críticay la denuncia,como
ocurriría si estudiásemos el psicoanálisis lacaniano.
En resumen,lo quehastaaquíhemosintentandomostrara modode exergoesque,por una
parte,la crisis del marxismocomoteoríade la sociedadmodernaes ficticia e ideológicay
que,por otra, la transformaciónposmodernade la historiografíaha sido epifenoménicaen
distintos aspectosque van desdelos fundamentosepistemológicosque algunosautores
pretendenbuscaren la filosofía postestructuralistaa prácticasde legitimación naturalista
derivadasde ciertasinterpretacionesde la física del siglo XX. La crisis de la historia tiene
que ver con una comprensiónparcial de la labor epistemológicao, más bien, con una
confusiónentre estaclasede reflexiones(típicamentede segundogrado,al menosdesde
Croce) y las discusionesmetodológicasentre historiadoresque popularizaronBloch y
Febvre.
Lo queenúltimo términolaspáginasanterioresintentabanplantearesquesepuedeanalizar
la relaciónentrehistoriografíay teoríasin recurrir a la cienciaficción ni a la hipotésisdel
cronistaideal de Dantosino desdeun estudiodel materialempíricodesarrollado,al menos,
en el último siglo. No hacefalta imaginaruna teoría de la historia total ni tampocouna
historiografíaperfecta,con los conocimientosde los quedisponemos(teóricose históricos)
essuficienteparaentenderla relaciónquelos uney la naturalezade cadauno.De ello nos
ocuparemos en la siguiente sección.
65 Véase,la crítica que haceJ.-C. Schmitt de P. Bergeren “Religion, Floklore and Societyin the MedievalWest” en L. K. Little, Debating the Middle Ages, op. cit.
27
II. Conocimiento histórico y conocimiento teórico
“La historia carecede método;pedid, si no, que os lo muestren.La historia no explica
absolutamentenada,si esquela palabraexplicartienenalgúnsentido;encuantoa lo queen
historia se llama teorías, habrá que estudiarlo con más detenimiento.
Entendámonos.No bastaconafirmar unavez másquela historiahabla‘de lo quenuncase
verádos veces’;tampocose trata de sostenerque la historiaes subjetividad,perspectivas,
que interrogamosel pasadoa partir de nuestrosvalores,que los hechoshistóricosno son
cosas,que el hombrees comprendidoy no explicado,que no es posibleuna cienciadel
hombre.En definitiva, no se trata de confundir el ser y el conocer;las cienciashumanas
existenrealmente(o, al menos,aquellasquemerecencon justicia el nombrede ciencia)y,
así como la física fue la esperanzadel siglo XVII la de nuestrosiglo es una física del
hombre. Pero la historia no es esa ciencia, ni lo será nunca”66.
De estamaneratan abruptaprologabaPaul Veyne en 1971 su obra Cómose escribela
historia. La intervencióndeVeyneseproduceenun momentoextrañotantoenel campode
la propia historiografíacomo en el de la epistemología.Las distintas vertientesde ese
extrañofenómenoliterario llamado“historia total” comenzabana presentarclarossíntomas
de cansancio.En realidad,a másde treinta añosvista, casipareceobligadoafirmar que la
“historia total” no existió nunca sino que fue algo mucho más importante para el
conocimientohistóricoy muchomenosimportanteparala epistemología.Lo quesepresentó
como una “metodología” particular fueron las muy diferentes reflexiones, a menudo
ingenuasy un tanto desmañadas,de historiadoressorprendidospor los extraordinarios
progresosde la disciplinacuandoselibró de las antiguasconstriccionesideológicas;fue la
historia estudiadacon másrigor que antes,sin más.Los fenómenossometidosa examen
66 P. Veyne, Cómo se escribe la historia, Madrid: Alianza, 1984, pp. 9-10.
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habían sido liberados de una abigarradatextura de prejuicios políticos, religiosos y
culturalesparaserconsideradossegúnsu interéscomoobjetosdeconocimiento.El proceso
a travésdel cual los intereseshistoriográficosobtuvieronciertaautonomía,esdecir,la forma
en que el interésdel historiador–la “pura curiosidadpor lo específico”de la que habla
Veyne67– seconvirtió en el principio rectorde la historiografíano deberíaconfundirsecon
algunapresuntacientificidad de la historia –por muchoque algunoslo vieran así en su
momento–, sin embargo, tampoco hay que infravalorar sus efectos.
Veyneescribeen un momentoextrañoen el quemuchasnuevas“ciencias” muy exóticase
ideologizadas(semiótica,genealogía,psicoanálisis,etc.) padecíanuna extraña ansiedad
legitimatoriadestinadairremisiblementeal fracaso.Por regla general,hoy sesueleaceptar
quela escuelade Annalessucumbióa esteambienteintelectualjustoen el momentoen que
triunfaba institucional y académicamente,como tan agriamenteha señaladoFontana68.
Apenasdosañosantesde la publicaciónde Cómoseescribela historia sehabíaproducido
un relevogeneracionalen la direcciónde Annalesqueresultaríacrucial69; por muchoquese
intenteremontarla institucionalizaciónde la historiade las mentalidadesa Febvreo Duby70
sólocuandoMarc Ferro,Le Goff y Revelpasarona primerplanoseprodujola pretensiónde
un cambioen la forma de hacerhistoria71. En realidad,a pesarde la afición a las algaradas
metodológicasde los fundadoresde Annalesy de los historiadoresanglosajones,siempre
fueronconscientesde los límites del debatey supieronver los puntosdecontactoentrelas
distintasperspectivassobreun mismo asunto.En cambio,con el relevo generacionalde
Annalesse produjo una contaminaciónmuy pronunciadadel medio ambienteintelectual
francésde la época.No es que la historia de las mentalidadeshayadejadonuncade ser
historia sin más pero, desde el principio, destacó por su atención a ciertas modas
epistemológicasdedudosofuturo,comola queacompañóa la antropologíaestructuraly a la
arqueologíafoucaultiana.Poresono sedebeinfravalorarla influenciadela nouvellehistoire
en esahipertrofia teórica(unaontologíaparacadamonografía,pareceserel lema)que ha
propiciado la atomizaciónde la historiografía72. A principios de los años setentalos
67 Op. cit. cap. 4. 68 Cf. J. Fontana, La historia. Análisis del pasado y proyecto social, Barcelona: Crítica, 1982. 69 VéaseC. A. Aguirre, “Convergenciasy divergenciasentre los Annalesde 1929 a 1968 y el marxismo.Ensayo de balance global”, en Historia Social, nº 16, primavera, 1993.70 Cf. J. Le Goff, “Las mentalidades,unahistoriaambigua”enJ. Le Goff y P. Nora (eds.),Hacer la historia,Barcelona: Laia, 1980. 71 Creoqueel usodel conceptode “mentalidades”antesde su institucionalizacióndefinitiva en la décadadelos setentaera intencionadamenteimprecisoo estabadirectamenterelacionadocon la noción marxistadeideología.Véaseal respecto,G. Duby, La historia continúa, Barcelona:Debate,1993,cap. IX. TambiénF.Dosse,La historia enmigajas.De “Annales” a la “nueva historia”, Valencia:EdicionsAlfons el Magnanim,1988, p. 219-222.72 J.Fontana,La historia despuésdel fin dela historia, Barcelona:Crítica,1992,p. 81 y F. Dosse,op.cit., pp.173 y ss.
29
historiadores comenzarona sentir una extraña envidia de los antropólogos y las
investigacionessobreaspectosculturalesy simbólicoscomenzarona tomargranfuerza.En
realidad,no hayquellamarsea engaño,los estudiossobrementalidades,clínicaso procesos
dealfabetización(al menoslos másinteresantes)siemprehantenidomásquever conBloch
queconBaudrillard.Detodosmodos,esciertoqueaquella“nuevahistoria” fue el origen(al
menoscronológico)de las migajasque componenel panoramahistoriográficoactual, si
prescindimosde los autoresmarxistasy braudelianosque no atraviesanprecisamentesu
mejor momento editorial y académico.
A pesarde que Veyne se mueveen estebituminosoecosistemaintelectual(consideraque
Foucault,literalmente,ha “revolucionadola historia”) supuntodereferenciasiguesiendola
historiaestructural73. Esto es importanteparaentenderque Cómose escribela historia no
pretendedecir a los historiadorescómodebenhacersu trabajosino explicarlesque,en sus
debatesmetodológicos,no necesitansumirseen procelosasidealizaciones.Por extrañoque
parezca,buenaparte de los escritosmetodológicoshistoriográficosse dedicano bien a
señalarlos límites del restode enfoqueso bien a mostrarque,a travésde algúnmisterioso
mecanismo,son complementarios,se necesitany encajanentre sí de un modo tal que la
historiacomodisciplinaseparecesospechosamentea esamiradadel Dios de Leibniz74. No
es el casode Veyne. Paraél la historia estábien comoestáy se limita a señalaren qué
consistenesosconocimientosy cómo se llega a ellos. Estereconocimientoimplica que la
pluralidad de escuelasy enfoqueses válida y no particularmenteproblemática.Lo que
Veyneatacason las reflexionesmetodológicasde infinidad de historiadoresquepretenden
dotar de una importancia privilegiada a lo que no es más que el fruto de su interés personal.
En realidadhay buenasrazonespara pensarque Veyne estáen lo cierto; el pluralismo
historiográficoesconsecuenciade unanaturaldiversidadde interesesde investigación.Sin
embargo,comohemosvisto, en los últimos añosseha otorgadoa estatesisunarelevancia
teórica inusitada;se suponeque constituyeun punto de ruptura respectoa la tradición
anterior. Para Veyne la pluralidad era más bien un mecanismopara cortocircuitar las
validacionesexternasa la indagaciónempírica,sin importarsi esaexterioridaderafilosófica,
metodológicao ideológica:si ciertainvestigacióndacuentadel inminenteadvenimientodel
socialismotantomejorparael socialismoperoesono hacedichoestudiomejorni peor,otro
tanto ocurre con las monografíassupuestamentedialógicas, cuantitativas,estructurales,
73 Cf. Veyne, op. cit., pp. 148-50. La oposición de Veyne al proyecto de historia estructural de Braudel no debeserentendidacomounacríticadel rigor “estructural”ni deBraudelni, engeneral,de lasescueladeAnnalesala que Veyne se adscribe.74 Un clásicoenestesentidoesLe Goff, Pensarla historia, op. cit.; Porel contrario,un intentoconspicuodeestablecerla superioridaddel enfoquepropioa travésdeargumentosfilosóficosesF. Ferrarotti,La historia ylo cotidiano, Barcelona: Península, 1991.
30
centradasen la historiaoral, feministas,etc.Hoy, en cambio,paramuchosla diversidadde
intereseslleva implícita una tesisepistemológicade grancaladoacercade la historiay su
conocimiento.En parte,las páginasquesiguentratande explicarpor quéno estrivial esta
última opinión,cuálessonlos límites de esa perspectivay cómopuedendarseargumentos
convincentesen contra que no pasenpor afirmar que la “nueva historia” es una historia
equivocada.Creo que la visión de su propio trabajo que tienen muchoshistoriadores
contemporáneoses resultado de una confusión fundamental entre cierto tipo de
conocimientoque entra en juego en historiografíay lo que Hobsbawmha llamado una
“compartimentaciónen contenedoresde la historiaqueno secomunicanentresí”75. No hay
ningunacesuraontológicaen el campode la acción humanamás allá de nuestrapropia
ignoranciay la progresivafragmentaciónque se ha producidoen historiografíadesdeque
Veyne escribió este libro puede reconsiderarseen términos de convergenciareal sin
necesidadde conjugarlos diversosenfoquescomo pretendeLe Goff. Obviamente,como
veremos,una cuestióndistinta es si el hecho de que la atomizacióndel conocimiento
históricoseaepifenoménicatienerelaciónconalgunasupuestaunidadde la historiareal.De
hecho,el principal motivo de desorientaciónde algunoshistoriadorescontemporáneoses
pensar que el proceso de disolución de los metarrelatoslegitimatorios conlleva una
relativizaciónde su conocimientoacercadel pasado76. Es como si algunoshistoriadores
siguieranpresosdeesosmetarrelatosdeformaquesudisoluciónlesabocaal escepticismoy
les hacerenunciarde antemanoa entenderqué forma de conocimientoesesaqueentraen
juegoensu trabajo77. Aunquede hecholos argumentosquehandadodistintoshistoriadores
parafundamentarestetipo de posturashansido por reglageneraltesisfilosóficamentemuy
precarias,lo cierto es que hay argumentosmuchomáspoderososparamantenerlasy es a
estos últimos (aún si no se han planteado explícitamente) a los que hay que hacer frente.
A pesar de todo esto, conviene tener en cuenta que Veyne no habla tanto para los
historiadorescomoparalos epistemólogos78. Intentahacercomprendera los filósofos de la
75 E. Hobsbawm, Sobre la historia, Barcelona: Crítica, 1998, p. 79.76 Por cierto que sería poco honesto dejar de señalar que Veyne ha participado en las décadas siguientes de estaderivapostmodernahaciael relativismo.Véase,P.Veyne,¿Creyeronlos griegosensusmitos?Ensayosobrela imaginación constituyente, Buenos Aires: Granica, 1987. J. Elster ha criticado este “relativismocognoscitivo” en Psicología política, Barcelona: Gedisa, 1995, p. 77 .77 Véaseenestesentidola críticaaVeynedeJ.BouvesseenLe philosophechezlesautophages, París:Minuit,1984,pp. 110-114.Bouvessehaceunacríticaclásicadel escepticismocomodoctrinaautorrefutativa,esdecircomo un “cientifismo de segundo grado” o “cientifismo del no-saber”. 78 Este “elitismo” no podía más que causar desconcierto entre sus colegas. Veyne “multiplica, como por placer,las referenciasa filósofos que la mayoríade suscolegasjamáshan leído, parahacerobservacionesque lamayor parte de las veces no confirman más que lo que los historiadores(Seignobosy Marc Blochespecialmente)habíandicho ya muchoantes”,(G. Noiriel, Sobrela crisis de la historia, Madrid: Cátedra,1997, p.107).
31
historiaenquéconsisterealmenteesahistoriaqueellos tansoloseimaginan.El mismoaño
que Veyne publicabaCómo se escribe la historia, Georg Henrik von Wright publicaba
Explicación y comprensióntras casi una décadade gestación.Esta obra constituyeuna
poderosasistematizaciónanalítica(y por tantocomprensibleparalos filósofosanglosajones)
de las corrientes“hermenéuticas”dyltheianasvinculadasa la filosofía de la acción.El libro
de von Wrigth fue un importanteacontecimientointelectualen la medidaen que, como
veremos,cerrabael círculo de las posibilidadesde explicación “cientifista” (utilizo el
términoconmuchosreparos)al ofrecerunaalternativaaparentea las corrientespositivistas
deudorasde Hempel79 en un sentido que ya había sido anticipado por Dray80. Las
oscilacionesquea partir deaquísurgen,enespecialla influyenteobradeDanto,semoverán
en un círculo gnoseológicoque Quintín Racioneroha calificado muy elocuentemente
de “argumentomegárico”en historia81. Por muy groseraque resultela generalización,en
esencia,todoslos autoresdela filosofíaanalíticadela historiaintentabanno tantodarcuenta
del tipo de conocimientoimplícito en la historiografíacontemporáneacomo de salvar la
inteligibilidad de los acontecimientoshistóricos (o sea, su identidad) a pesar de ese
conocimiento precario.
Pero Veyne no sólo se enfrenta a esta doble cara, legaliforme o intencionalista, de la filosofía
analíticade la historiasinoquehaceunapropuestapositivadeenormeenvergaduraquecasi
nunca ha sido adecuadamentereconocida.Por alguna oscura razón, su obra suele ser
mencionadade pasadacomo uno de los defensoresde la narratividadsin repararen que
constituyeuna de las aportacionesmásimportantesa la epistemologíade la historia,a la
alturadecualquieradelasobrasclásicasy, enmi opinión,conun claroprecedenteenCroce,
un autorque,dicho seade paso,hasido sistemáticamentemalinterpretadoe infravaloradoa
causade unamáximatan célebrecomo,a la luz de los resultados,desafortunada82. Por eso
hayquedecirqueVeynesealejatambiéndeaquellascorrienteshermenéuticasno analíticas
–especialmenteGadamerperotambiénHeidegger–quehandesarrolladoun graninteréspor
la escriturade la historia desdeun punto de vista muy diferente al de Von Wright o
Davidson.Suproblemaera(y es)justoel contrariodel de los analíticos:la imposibilidadde
diferenciarla historiografía,como un sabercon algunacargaespitémicadeterminada,de
cualquierotra forma de discursode estructuranarrativa.En estesentidoresultacuriosoque
79 En términosgeneralesel modelonomológicodeductivode Hempeles,sin duda,unade las elaboracionesfilosóficasmásinfluyentesdel sigloXX (tal y comoreconocíaDavidsonen1976).Lo quea menudoseolvidaesqueestemodeloseplanteóprimeramenteenrelacióna la historia.Una reelaboraciónposteriorigualmenteconocidaaunqueaplicadaa las cienciassociales(que parecíanentoncesmás“legaliformes”) es la obra deNagel, La estructura de la ciencia, op. cit., cap. VIII y IX. 80 W. Dray, Laws and Explanation in History, Oxford: Clarendon Press, 1957.81 Q. Racionero, “Postmodernidad e historia” en Anales del seminario de metafísica n° 31, 1997.82 Me refiero, claro, al adagio “toda la historia es historia contemporánea”.
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Veyneno supieraver un precedenteen Althusser(Foucaultfue bastantemásreceptivo),ya
que a pesarde la mantecosaprosa de Para leer El Capital la escisiónentre teoría e
historiografíaes uno de sus puntos clave, precisamenteel que desatólas iras de E. P.
Thompson en su libelo Miseria de la teoría.
Por supuestoni quedecir tienequeotrascorrientesde la filosofía continental,alejadasdel
conceptoanglosajónde epistemología,tuvieronunagraninfluenciaen Cómoseescribela
historia83. El propioVeyneseñalael pesodecisivodeRaymondAron84, perotambiénsedeja
notar la huella de Paul Ricoeur. Ya Historia y verdad se hace cargo de importantes
problemasepistemológicos(sin dudamásdesarrolladosen Tiempoy narración) queVeyne
plantea,lo de menosessabersi por primeravez,congranprecisión.En realidad,essabido
que Veyne recogebuenaparte de su bagajeepistemológicode H. I. Marrou, a su vez
radicalmentedeudorde la obrade Aron. Marrou,un personalistacristiano,seadscribióa la
hermenéuticadyltheianaenun momentofrancamenteincómodopero,sobretodo,estableció
la importanciadeunacríticafilosófica rigurosadela historiografíafrentea lasmetodologías
de historiadoresque, como decíaPaul Ricoeur, hablancomo “artesanosque reflexionan
sobresu oficio” 85. No insistiré en estaherenciade Veyne ya que implica la referencia
obligadaa un debatetípicamentefrancésy casitanabsurdocomoel de la “dinamicidad”de
la historia en el contextoanglosajón.Efectivamenteel propósitotanto de Aron como de
Marrouescombatirconenergíala tradiciónrealistadurkheimianaen favor deautorescomo
Simmelo Weber86. Si bienesciertoquepartedel trabajodeVeyneguardarelaciónconesta
polémica, aquí no nos atañe en lo más mínimo.
La obra de Veyne (al margendel hechoanecdóticode que seauna de las pocasobras
epistemológicamenterelevantesescritaspor un historiador)marcaun punto crucial en la
filosofía de la historia.No creoquenuncaantessehayaseñaladocon tantaclaridaden qué
consisteel conocimientohistóricoy no enquedeberíaconsistir.Hay quetenermuy presente
que,a pesarde lo queel título desuobrapodríasugerir,Veyneno esel BrunoLatour dela
historiografía. En ningún caso contraponela suciedad de la investigación histórica,
polvorienta,llena de prejuiciosy envidias,a su aspectotal y comosepresentaen los libros
de texto. Veyne es un historiador de primer orden que cree firmemente que hay
conocimientohistórico pero tambiénqueno se pareceen nadaa lo que la mayoríade los
83 Paraunarevisiónexhaustivadel contextoenel queaparecela obradeVeynevéaseG. Noiriel, op. cit. Cap.3.84 R. Aron, Introduccióna la filosofía de la historia. Ensayosobre los límites de la objetividadhistórica,Buenos Aires: Siglo XX, 1984.85 P. Ricoeur, Tiempo y narración I, Madrid: Cristiandad, 1987, p. 179.86 Cf. Noiriel, op. cit. De aquíqueAron saludasecontantaalegríala obradeVeyneensureseñaparaAnnalesy aprovechasela ocasiónparacriticar a Bourdieu(“Commentl’historien écrit l’epistémologie.A proposdulivre de Paul Veyne”, Annales, noviembre, 1971, pp. 1319-1354” ).
33
epistemólogosse ha esforzadoen discutir. Es un hechoque los planteamientosde Veyne
puedenderivar en argumentosescépticospero eso no deberíaser excusapara dejar de
examinarsuvalidez;entodocaso,si susideasresultanconvincenteshabráqueconsideraren
qué sentido se sigue de ellas necesariamenteel escepticismoo si existe alguna salida
gnoseológicamente plausible a las aporías que plantean.
Un saber sublunar
El nervio de Cómoseescribela historia esla caracterizaciónde la historiografíacomoun
saberque utiliza formas de explicación cercanasa los conocimientoscotidianosy, por
consiguiente,distantesen algún grado del tipo de explicación típicamentecientífica.
Raymond Aron lo expuso con enorme fuerza:
Los sistemasy acontecimientossocialesson,en el sentidoepistemológicodel término, indefinidos:
en cuantovividos por los individuos, observadospor los historiadoreso los sociólogos,no están
parceladosde suyo en subsistemasdefinidos, ni reducidosa un pequeñonúmero de variables
susceptiblesde ser organizadasen un conjuntode proposicionesligadasunasa otras; de ninguna
teoríapuedededucirsecomoconsecuencianecesariala condenaa muerteindustrial de millonesde
judíos por los hitlerianos87.
Por supuesto,esteargumentoimplica un reconocimientode hechode una distinción –
discutibleen cuantoa su gradoperoevidenteen susextremos– entredoxay episteme, es
decir,entreciencia-conocimientoy opinión-ideología-ignorancia.No importademasiadoel
términoquesecoloqueencadaextremodela oposiciónni tampocoel carácterrelativodela
disyunción,es decir, el hechode que nuncahaya ignoranciaabsolutacomo tampocohay
conocimientoabsoluto.La idea de que incluso cuandoseñalamosy nos limitamos a decir
“ahí” hay una especiede saberprimitivo en juego (una “certeza sensible”) o de que,
paralelamente,cuandoutilizamos sofisticadosconceptosfísicos nos limitamos a aceptar
comoverdaderaunametáforamuerta,marcaun extrañopuntode encuentroentreHegel y
Nietzsche particularmentecaracterísticodel mundo que nos ha tocado vivir, siempre
rodeadosdenoumeno, siempreenclaustradosen las redesdenuestrapropiaexperiencia.Lo
diré deotro modo,lo relevanteaquíesaceptarla meradiferenciarelativa,la meradistancia,
entreconocimientoe ignorancia,sin prejuzgarlos límites de cadauno de los términoso su
87 R. Aron, “Qu’est-ce qu’une theorie desrelationsinternationales”,Revuefrançaisede sciencepolitique,XVII (1967), p. 848. Citado en P. Veyne, “La historia conceptualizante” en J. Le Goff y P. Nora (eds.), Hacerla historia, Barcelona: Laia, 1980, vol. I, p. 78.
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relación.Si seadmiteesto,esdecir,si serechazael escepticismo88, no seráparticularmente
difícil aceptar que en algún sentido hay también una diferencia crucial entre los
conocimientos que desde Galileo llamamos “científicos” y típicamente la “física
matemática”y otro tipo desaberes(medicina,crítica literaria, técnicasdeportivas,estategia
militar, etc.).De nuevo,seríaunapeticiónde principio establecerdesdeestemomentoqué
saberestal y como los conocemoshoy día son los que estánal margende la “ciencia”
propiamentedichay cuálesno o, peor todavía,cuálesson los criteriosparasu inclusióno
exclusión:estoesprecisamentelo quehay quediscutir. Lo queVeyne intentabademostrar
es que la explicaciónhistóricaes substancialmentediferentede la explicacióncientífica y
esoni siquieraexigeaceptarquehayaefectivamenteconocimientocientífico sino tan solo
que puedahaberlo.Una manerade enfocarel asuntoes mantenerque en historia no hay
explicacionesenabsoluto,perocreoqueestodaunaideadeuniformidaddescriptivaqueno
secorrespondecon las muy distintasformasde estudiarla historia.Por esome parecemás
adecuado hablar de dos modos muy distintos de explicar.
Veynesedacuentaconprecisióndequeel objetodel saberhistórico,aquelloqueinteresaa
los historiadoresy aquellode lo quehablanlos historiadores,no sepuededar de antemano
comodefinidosinoquerespondeaun perspectivismoqueensentidoestrictoesinsuperablea
pesarde que, como veremos,la continuidadde la investigaciónatenúanotablementesus
efectos.Por supuesto,se puedemanteneren distintossentidosque tambiénlos científicos
consideran su objeto de estudio desde una cierta perspectiva.
a) Sepuedepensarquela biología,la físicay la químicaobservanun mismoobjeto(por
ejemplo,un perro) desdedistintospuntosde vista. Esto no es exactamenteasí.La
biologíay la químicavenrealmenteel mismoobjetoy no un objetoanálogoy espor
esoquela unapuede“reducirse”a la otra89. Hay unacomunicabilidadesenciala los
objetos científicos que relativiza la compartimentación de la ciencia.
b) Sepuededecirqueun astrónomotieneunaperspectivapropia(científica)frentea un
astrólogo, un marino o un poeta a la hora de ver un astro.
c) Se puedeafirmar que Galileo, Newton o Einstein teníandistintasperspectivasdel
espacio y del tiempo.
88 No hay ningunamanerasimple de refutar el escepticismoen principio. Precisamenteuno de los puntosclavesdeestetrabajoserávercómosepuedeutilizar unmodelodecríticarefutativaparacombatirestetipo deargumentos.89 JonElsterha defendidovigorosamenteestaidea:“En términosgeneraleslas disciplinascientíficaspuedenestaren dos clasesde relación entre sí: reduccióny analogía.La reducciónadoptala forma de explicarfenómenosenciertonivel enla jerarquíade lascienciasenfuncióndeun nivel inferior (...) La reducciónestáenel nucleodel progresode la ciencia”(J. Elster,Tuercasy tornillos, Barcelona:Gedisa,1993,p. 79). ErnestNagel ha analizadocon muchodetalle la noción de reducciónteóricay sus líimtes en La estructurade laciencia, Barcelona: Paidós, 1981, cap. XI.
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El último de los tresargumentosestípicamentekuhniano,su fuerzano dependetantode la
evolución de la ciencia como de que los científicos pueden elegir entre distintas opciones. En
realidadesteargumentopuedeestablecerseendosvertientesmuy distintas,el relativismode
sobraconocidode Kuhn o en distintas versionesde “realismo interno” o de “realismo
pragmático”,comolasquehamantenidoPutnam,máso menosdeudorasdePeirce90. Según
estaúltima vertiente,en términosmuy generales,el último argumentose rebateseñalando
que no es lo mismo examinar la génesisde los conocimientos,la forma en que un
investigadorllegó a cierto hallazgo −esto es, el “contexto de descubrimiento”− que la
legalidad interna de esos hallazgos −el “contexto de justificación”.
Tal vez la objeciónmásfructíferaseala de b). Pues,en efecto,no hay quepensarqueeso
quedesdeGalileollamamos“ciencia” esunaespeciedesuperperspectivaqueaúnatodaslas
demássino, más bien, una perspectivaparticular a la que llamamos “verdad” –y es
francamentedifícil encontrarbuenosargumentosen favor deesenombre,tandifícil comola
historia de la filosofía–, pero que ni mucho menos agota el objeto real. En caso de que no sea
posibleaccedera estedominio, como esel casode la historia contemporánea,no hay por
qué pensaren una diferenciaesencialde los acontecimientossino, más bien, del tipo de
conocimientosqueestamosponiendoenjuegoparaenfrentarnosa ellos,y habráquepensar
enquésentidocalificaremosdeverdaderoso defalsosesosconocimientos(deesotratatodo
este embrollo, a fin de cuentas).
Desdeel punto de vista de su justificación, la perspectivadesdela que hablantodaslas
teoríascientíficasno sólo esúnica91 sino que internamenteno es ningunaperspectiva.Por
supuesto,se podríadecir que estacaracterística−su pretensión(ya se considereloable o
arrogantementeteológica)de no ser una perspectivamás sino un forma de ver las cosas
radicalmentedistinta− es justamentelo que caracteriza la perspectivacientífica. Sin
embargo,setratadeun recursoal infinito quedejalascosasexactamenteigual queestaban.
Con independenciade que la cienciaseaunamaneramásde ver el mundoo unainstancia
privilegiadaparaaccederal ser de las cosas,lo cierto es que en susdominioslos objetos
90 Sin ir más lejos y a modo de ejemplovéasesupra la cita de H. Putnamprocedentede Racionalidadymetafísicay, engeneral,I. Hacking,op. cit. No mesientoparticularmentecomprometidoconel proyectodelrealismointerno. En general,me pareceinteresantecomo programade mínimos frenteal relativismoy, enparticular, creo que tiene importantes aplicaciones en el análisis del conocimiento histórico.91 Esimprescindibleparael desarrolloderazonamientoqueintentoplantearqueseacepteesteargumentoconciertagenerosidad.Soy conscientede las posiblesobjecionesquemerecela ideade una“ciencia unificada”,aunquesospechoquetienenmásquever conel viejo proyectopositivistadellevarlaa buenpuertoqueconsucaracterizacióncomo ideal normativo. No obstante,lo que aquí me interesaes poner de manifiesto ladiferencia entre conocimiento cotidiano y conocimiento científico.
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aparecencomodadosen virtud de queson consideradosmatemáticamente92 y las posibles
perspectivasquesepuedadesarrollarrespectoa esosobjetosdadosennadaalteranel objeto
deestudiopropiamentedichodesdeel puntodevistadesujustificación.En otraspalabras,si
bien los “graves” actualestienen muchasmás propiedadesque los de Galileo e incluso
podemosconsiderarlosdesdedistintos puntosde vista teóricos,siguensiendoel mismo
objeto de conocimiento(una pura fórmula matemática),por esola física actual tienealgo
quedecirseconNewtony nadaconAristóteles.La matematicidad,la formalidadradicaldel
conocimiento(¡y de la experiencia!)en física, la ruptura con la experienciacotidiana,
implica la posibilidaddeconsiderarlos objetosdeestudiodesdeel puntodevistadeun ideal
normativoque,si seprefiere,sepuedesituarcomohacePeirceen unacomunidadideal de
investigadoresfuturos. En cambio,en historia las perspectivasson constitutivas, sólo por
analogíasepuededecirquela batalladeFabrizioy la deNapoleónsonla misma,por mucho
que el conjunto de acontecimientosal que hacenreferenciasea idéntico. Análogamente,
dudaríamosen afirmar que un juego de ajedrezpara tres jugadoressiguesiendoajedrez
(aunqueno hay un límite firme que permitaseñalarqué modificaciónes crucial paraque
deje de ser definitivamenteajedrez)y seguramenteconsideraríamosque el ajedrezes de
algún modo inconmensurablecon el parchís(aunquetal vez no con el ajedrezpara tres
jugadores)en el sentidode que no sabríamosqué hacercon una ficha de parchísen un
tablero de ajedrez(y sólo en esesentido,ya que se puedenestablecermuchosdiscursos
razonablescomparandoambosjuegos).En historiapasaalgo parecido,no estoysegurode
quela historiadel feudalismorománticatengamuchoquever conlos estudioscuantitativos
de los archivosde Cluny acercade las oracionesfúnebres;por supuesto,no me atreveríaa
decir quesoninconmensurablespero tampocome pareceun disparateafirmarlo93. En otras
palabras,no estoysegurodequeel monjePrimaty, por ejemplo,Huizingahablenparanada
de lo mismoy, en todocaso,quienafirme queesasínecesitaráintervenircríticay por tanto
polémicamentesobre la recepciónde la tradición. Esto significa, evidentemente,que el
objeto de conocimientoen historiografía está afectadopor una notable contingenciae
indeterminaciónquelo aproximaa la explicacióncotidiana94. Porsupuestosedirá que,al fin
y al cabo,los conceptosde la cienciase han ido demostradocontingentesa lo largo de la
92 “Matemáticamente” en ese sentido tan luminoso que propone Heidegger en La pregunta por la cosa, BuenosAires: Memphis, 1992.93 Una versión fuerte de este razonamientopuede encontrarseen Th. S. Kuhn, “Conmensurabilidad,comparabilidady comunicabilidad”en ¿Quéson las revolucionescientíficasy otros ensayos?, Barcelona:Paidós,1989. En mi opinión, Kuhn fuerzamucho las cosasal aplicar la idea de la indeterminaciónde latraducciónde Quine,una tesissemántica,al ámbitognoseológicamentedébil de la historia.La cosaesmáscomplicada todavía porque se trata de una historia muy especial, como es la historia de la ciencia.94 Estaideaya fue planteadaensumomentopor Gardiner,si bien justamenteparamantenerla tesiscontraria:la existenciadeprincipioslegaliformesimplícitosen dichomododeexplicación.Cf. Gardiner,TheNatureofHistorical Explanation, Oxford: University Press, 1952.
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historia,a travésde su falsacióny que,por tanto,popperianamente,deberíamosderivarde
esacaracterísticade la prácticacientífica la definición de la cienciaen general.La única
respuestaposible es que, de nuevo con Peirce, lo conceptos de la ciencia son
estructuralmentesincrónicosenvirtud, por ejemplo,desu referenciaa unacomunidadideal
de investigadoresfuturos:sepuedepensarla estructurade estructurasen la quefinalmente
esosconceptosseanverdaderos.Dicho de otro modo,la lógicade la investigacióncientífica
no esnecesariamenteigualquela lógicadel conocimientocientífico.Porsuparte,el casode
la historia resultabastantemáscomplejopuesel tipo de explicaciónqueentraen juegono
sólova mostrandosucontingenciaa medidaqueavanzala investigaciónhistoriográficasino
que es sincrónica,estructuralmentepolémica95. Los objetosde estudiohistoriográficosno
tienendesuyounaidentidaddefinidasinoqueseconstruyenpolémicamente.Si abundamos
en el anterior ejemplo basadoen los juegos de mesa,se puedecaracterizarel tipo de
identidadquecaracterizael objetode estudiohistoriográficoen términosde meroparecido
de familia96.
Muy relacionado con esta contingencia característicadel conocimiento histórico, se
encuentrael hecho de que los historiadoresse interesentípicamentepor el estudio de
“acontecimientos”concretos(seala formacióndeunacivilización en tornoal Mediterraneo,
Waterlooo la nariz de Cleopatra).Así, por ejemplo,dice Veyne,si Juansin Tierra pasara
por delantedenuestrosojos: “Al verlo pasarpor segundavez,el historiadorno diría ‘ya lo
sé’ comodiceel naturalista‘ya lo tengo’cuandosele entregaun insectoqueya posee.Esto
no significa que el historiadorno piensecon conceptoscomo todo el mundo, ni que la
explicación histórica puedaprescindir de modeloscomo “el despotismoilustrado”97. Es
decir,cadaunodelos acontecimientos,sin importarsugeneralidad, esdesuyorelevante(es
decir, interesanteparasu estudio)y no como ejemplarinductivamentesignificativo de un
génerouniversal,comoocurreenciencia.Dicharéplicaal cientifismosecorrespondepunto
por puntocon la objeciónclásicaal proyectode una filosofía sustantivade la historia;un
proyecto que, pese a lo que comúnmente se afirma, Marx rechazó con particular claridad:
En diversospasajesdeEl capitalaludoal destinoquelescupoa los plebeyosde la antiguaRoma.En
su origen habíansido campesinoslibres, cultivandocadacual por su cuentasu propia fracción de
tierra. En el curso de la historia romana fueron expropiados[...] Los proletarios romanosse
transformaron,no en trabajadoresasalariados,sinoenunachusmadedesocupadosmásabyectosque
95 Parauna interpretaciónbuenistade estacaracterísticadel conocimientohistórico véaseE. Moradiellos,“Últimas corrientesen historia”, Historia Social, nº 16, primavera,1993. El artículo es particularmenteinteresanteporquehacehincapiéenel aspectocognoscitivo,no arbitrarioo mítico, dela historiografíaa pesarde estas peculiaridades. 96 La famosísimaexpresiónremite a L. Wittgenstein,Investigacionesfilosóficas, Barcelona: Crítica, 1988,§66-§71. 97 P. Veyne, Cómo se escribe la historia, op. cit. p. 18.
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los “pobresblancos”quehuboenel surdelos EstadosUnidos,y junto conello sedesarrollóun modo
de producciónque no eracapitalistasino que dependíade la esclavitud.Así, sucesosnotablemente
análogospero que tienen lugar en medioshistóricosdiferentesconducena resultadostotalmente
distintos.Estudiandopor separadocadaunadeestasformasdeevolucióny comparándolasluego,se
puedeencontrarfácilmentela clavedeestefenómenoperonuncasellegaráa ello medianteel passe-
partout universal de una teoría histórico-filosófica generalcuya supremavirtud consisteen ser
suprahistórica98
Tieneespecialimportanciala última partede la anteriorcita de Veyne.Esteinteréspor la
concreciónno significaquelos historiadoresselimiten a toparsealeatoriamenteconhechos.
ComodecíaLucienFebvre,“el historiadorno va rondandoal azara travésdel pasado,como
un traperoen buscade despojos,sino que partecon un proyectoprecisoen la mente,un
problema a resolver, una hipótesis de trabajo a verificar”99. La historiografía utiliza
dispositivosconceptualesque en ocasionesalcanzanuna gran complejidad,al igual que
cualquierade nosotrosen nuestravida diaria. Lo que intenta señalarVeyne es que los
conceptosy modelosde la historiografíano son formalmentecomo los de los científicos.
Esto no significa que, si estamosparticularmenteociosos,no podamos“formalizar” los
conocimientoshistóricos100, el problemaesqueel objetode investigaciónno seciñe (como
enel casode la física) a ciertascondicionesde la formalidadquela hacenfructíferay, así,
resultainsignificante.En historiacualquierderivaciónformal queno seatrivial estásujetaa
objecionesextra-formalesporque lo que se cuestionaconstantementeson las premisas
mismas. Se trata de un asunto particularmentebien estudiado por Leibniz en su
sistematización metafísica del futuro contingente aristotélico101:
Sepodrá,pues,resolverestaclasededificultades,por grandesqueparezcan(...), con tal de considerar
bienquetodaslasproposicionescontingentestienenrazonesparaserasímásbienquedeotro modo,o
bien(lo queeslo mismo)quetienenpruebasapriori desuverdad,quelashacenciertasy quemuestran
quela conexióndel sujetoy el predicadoenestasproposicionestienensusfundamentoenla naturaleza
de uno y otro; pero queno tienen demostracionesde necesidad;puestoqueestasrazonessólo están
fundadasenel principio decontingenciao de la existenciadelascosas,esdecir,en lo queeso parece
lo mejorentrevariascosasigualmenteposibles,mientrasquelasverdadesnecesariasestánfundadasen
el principio de contradiccióny en la posibilidado imposibilidadde lasesenciasmismas,sin tenerque
ver esto con la voluntad misma de Dios o de las criaturas102.
98 Marx, op. cit., p. 170.99 L. Febvre, Combates por la historia, Barcelona: Ariel, 1970, p. 22.100 Hay una larga tradición de banalidadsociológicaal respecto.VéaseStanislavAndreski, Las cienciassociales como forma de brujería, Madrid: Taurus, 1973.101 Aristóteles, en De interpretatione, plantea la necesidadde hacer una excepciónal principio de nocontradicciónen las afirmacionesrelativasal futuro paraevitarproposicionesabsurdas.Véaseal respecto,P.Aubenque, La prudencia en Aristóteles, Barcelona: Crítica, 1999, p. 108.102 Leibniz, Discurso de metafísica, Madrid: Alianza, 1972, parágrafo 13, p. 72.
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Si bienel campoelectromagnéticono tienenadaquever conun campoflorido ni un sofocón
de veranocon la temperatura,en cambioel Mediterráneo o la revoluciónfrancesasiguen
siendorelativamenteparecidosa esemardondedeniño mebañabao a esagranescabechina
dearistócratasdela quehablabala BaronesadeOrczy.ComobiensabíaHegelunonecesita
de un dispositivo gnoseológicotan poderosocomo Dios y su providenciapara que el
“matadero”de la historiaempíricase conviertaen algo no sólo moralmenteracionalsino,
sobre todo, unívoco. Los conceptoshistóricos “no son propiamentetales, es decir, un
conjuntode elementosunidosnecesariamente,sino másbien representacionescompuestas
que provocan una ilusión intelectiva, pero que en realidad son únicamenteimágenes
genéricas”103. Comoilustra unahermosaleyendapascaliana,si disponemosde unoscuantos
siglos y de una noción adecuadade lo que es un triángulo estamosen condicionesde
conocermultitud de propiedadesde cadatriángulo concreto104. Una noción adecuada,es
decir comprensiblepara un usuario normal, de conceptostales como “revolución”,
“reinado”, o “democracia”nadadice acercade tomar palaciosde invierno, conflictos de
investiduraso colegioselectorales.Por supuestounacuestiónimportantees si unanoción
adecuadaparaun usuario experto, es decir, paraun historiador,dice algo acercade todos
esosacontecimientos.Y lo ciertoesquepodríaserel caso,ya quea sunociónderevolución
puedeantecederel conocimientodemultitud derevolucionesconcretas.De estemodo,para
el expertola voz revoluciónseríael “resumen”de ciertasnotascaracterísticaselaboradasa
lo largo de una larga tradición crítica, incluso podríanser “notas polémicas”(Dobb dijo,
Febvredijo, etc.).De hechoasíocurríaen la Academiaplatónica:cuandosepronunciabala
expresión “tercer hombre”, todos los oyentes recordabanuna extensa tradición de
discusionessobre el recurso al infinito. No obstante,¿hay alguna diferencia entre ese
resumeny la nocióncotidianaderevolución?¿acasoyo no hesacadomi ignoranteconcepto
derevoluciónde ciertascaracterísticassimilares,por muchoqueprobablementeseanfalsas
o, cuando menos, novelescasy cinematográficas?¿puededecir el historiador que su
conceptoderevoluciónno tienenadaquever conel mío comodiceel científicoconjusteza
que su concepto de temperaturano tiene nada que ver con mi concepto de calor?
Obviamentehay unaconsiderabledistanciaepistémicaentreel conocimientohistóricoy la
comprensióncotidianadela historia,por otraparteno hayun corteepistemológicoclaro.La
distanciaqueefectivamenteexisteesla correccióncríticadelasnotascaracterísticasa través
dela investigacióndemuchoscasosconcretos,peroel resumenensí no essubstancialmente103 P. Veyne, op. cit., p. 90104 La hermanadePascalasegurabaqueestehabíadeducidolos ElementosdeEuclidespor supropiacuentaalos doceaños.Véase,por ejemplo,G. Albiac, Pascal, Barcelona:Barcanova,1981,p. 35 y ss.Casicon todaseguridad,la historia es apócrifa sin embargoremite a fascinantesaporíassobre la justificación de ladeducción y la idea de conocimiento sintético en matemáticas.
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diferente.Es decir, los conceptoscientíficossintetizanuna materiaprima ya mediada,ya
abstraída,consideradasóloenunospocosaspectosy necesitandeunasegundamediación105
paraenfrentarseal mundo.Los conceptosde la historia (y en generalde nuestralengua
común)sonmerasabstraccionesde la diversidadempírica.Ahorabien,esono significaque
esas abstraccionessean siempre del mismo nivel o que no se pueda intervenir
gnoseológicamentesobreellas.Lo queocurreesque,enprincipio,no sepuedensintetizaren
una forma de conocimientode tipo científico. O, mejor dicho, en casode que se pudiera,
sería un conocimientomuy distinto del que conocemoscomo “historia”. Por esosiempre
ocurrequecuandoun astrónomoo un físico intentadiscutircontodasubuenaintencióncon
astrólogosy nigromantes,lo único que puedehaceres ponercarade estupefacciónpor la
ligerezaconqueutilizan el término“energía”.En cambiocuandoun historiadordiscutecon
filósofoso políticospuededecir: “Todo lo queustedsabeacercadeRomaeslo quehavisto
enGladiator” o “ustedno tieneni ideade la RevoluciónFrancesa,ustedni siquieraconoce
la fechadenacimientodeRobespierre”;peroenningúncasodeberíapoderllegara afirmar:
“su conceptoderevoluciónno tienenadaquever con el quemanejamoslos historiadores”.
Y si dijeraestoúltimo sencillamenteestaríarepitiendolo primero.La distanciaqueseparala
revolucióndelhistoriadordela del políticoesla deunatradicióndeinvestigaciónquehaido
enriqueciendognoseológicamenteunageneralidadideológica(en el sentidode cotidiana)a
través de la investigación rigurosa.
En historia la generalidadtieneun contenidognoseológicoincomparablementemenosrico
quecualquierconcreción.Aquí la intensiónguardacon toda claridaduna relacióninversa
con la extensión.Hay que hacerun matiz fundamentalparaque esto tengasentidoy es
recordarlo queal principio afirmábamos:el “acontecimiento”históricono estádefinido de
antemano.No importa mucho si el objeto de conocimientoes espacio-temporalmente
inmenso o apenas abarca unos pocos metros durante unos instantes, lo crucial es
precisamentesu carácterespacio-temporalmentedeterminado.Comoveremosestosignifica
que no hay algo así como “hechos históricos” previos al conocimientohistórico. En
cualquier caso el concepto de acontecimiento,como objeto de conocimiento de la
historiografía,no coincide con esanoción intuitiva de “acontecimiento”vinculadaa una
comprensióncotidianade la acciónhumana.No analizarélas formasenquesehandefinido
los distintos tipos de acontecimientosy su nivel de generalidad,bastacon repararen el
hechodeque,en principio, no hay ningunarazónparapensarquela revoluciónfrancesa,el105 Estamediaciónentrela fórmula matemáticay el mundoseda de dos formasdistintaspero íntimamenterelacionadas:un laboratoriodondesesuprimeaquelloque distorsionala fórmula (el rozamiento)o fórmulasadicionales sobre el rozamiento que convierten el mundo en laboratorio.
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arrabalurbano,la muertedeJulio Césaro el procesodealfabetizaciónenla EdadMediason
objetosde estudiocon algunadiferenciaesencial.Es decir, cuandoVeyne afirma que la
historiografíase interesapor lo concreto106 no deberíamospresuponerningún rangoen un
árbol de Porfirio. En principio los hechosque rodeanla vida de un individuo no son más
concretosni estánmásdefinidosqueun procesosecular.Así, la indeterminacióndel objeto
deestudiode la historiaespreviaa la demarcacióndel nivel relativode generalidaddeese
objeto.En estesentido,los trestiposdehistoriadelos quehablaBraudelsufrenpor igual la
indeterminacióndel objetodeestudioy si hayalgunadiferenciaentreelloshabráqueaportar
argumentosadicionales107. De algunamanerala historiaestructuralestan “particular” como
la historia de un molinero.
Así pues,en la afirmacióndeVeyne“la historiaseinteresapor lo concreto”,la disyunción
abstracto-concretorespondea un criterio epistemológicoy no ontológico. Esto es, no
significa quedebainteresarsepor la saludde los prisionerosde la Bastilla antesquepor la
revolución francesa sino que del estudio de la revolución francesa no cabe deducir nada de la
revoluciónrusa.En estesentido,la concreciónde los conceptosde la cienciaresideen su
capacidadpara abstraersedel infinito perspectivismoque suscita lo real en nuestra
experienciacotidiana.El contenidoepistemológicoconcretode,por ejemplo,el conceptode
fuerzatiene que ver con su matematicidad,estoes, con el hechode que no pertenezcaa
ningúnenteenconcretosino a unagranpluralidad.Mientrasenhistoriaceñirseal ahí esel
únicomododeaveriguaralgo(sin prejuiciodequeeseahíseaun procesode largaduración
o inclusode dudosaexistenciacomola Guerradel Peloponesoo el arteradical),enciencia
esimprescindiblerompercon la concienciasensiblehegeliana.La historiaesun saberen el
que el perspectivismoes constitutivo y, por eso, la certezasensible,el máximo nivel de
vacuidad,el ahí ostensivo,son justamente los modelosabstractoscomo “revolución”,
“burgués”, “imperialismo” o “soldadoespañol”.A diferenciade la falsa concreciónde la
certezasensibleaquí esta “falsa abstracción”se presentacomo un intento de eludir la
investigación histórica de lo que realmente sucedió en todos y cada uno de sus detalles.
La indeterminacióndel campode lo históricoafectaal hechodequeno sepuedahaceruna
reconstruccióncoherentede los nivelesde generalidad,estospermanecencomo enfoques
diferentesy no comounasucesiónde conjuntosmenores,comounaseriede muñecasrusas
que llega hasta la muñeca individual. Por mucho que sepamosde todas las aldeas
mediterráneasno surgirándesuyoenfoquesestructuralesy, viceversa,la largaduraciónnada
nosdice en principio de la microhistoria.Aunque,una vez más,nos movemosaquí en el
106 En realidad, Veyne aclara que, en realidad se refería a lo “específico”, op. cit. p. 47. 107 Cf. Braudel, “La larga duración” en La historia y las ciencias sociales, op. cit.
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horizontede la justificación epistemológica.En la práctica, las grandesinterpretaciones
estructuralestiendena exigir unainmensalabordeinvestigacióndecasosparticulares(como
demuestrala vida deestudiodeMarx o Braudel).Lo queocurreesquela estructurafinal es
menosunasíntesisdeesoscasosqueunaselecciónde los significativossegúnunoscriterios
de un nivel gnoseológico distinto.
Así pues,sedirá, existennivelesquesepuedenordenar.Efectivamenteinclusocabeir más
lejos y jerarquizar los distintos camposde estudio,como hace Braudel, segúncriterios
perfectamenteobjetivos(supermanenciaa lo largodel tiempo,por ejemplo).Lo importante
es tener presentes dos matices:
1) Esajerarquizaciónpuedeserperfectamenteobjetivay, sin embargo,noexplicarnada
respectoa la concreciónde otroscamposdeestudio:el Mediterráneono actúacomo
universalde las aldeasmediterráneassino como contexto,como telón de fondo o
mejor, como uno de los decoradosposibles.A su vez cada aldea actúa como
accidente, como anécdota del Mediterráneo.
2) Aunqueel criterio seaobjetivono estáobjetivamentedado.Esobjetivoenel sentido
de que no dependedel capricho del historiador sino que estásujeto a discusión
racionala la luz depruebasmaterialesy argumentoscoherentes.Perono esobjetivo
en el sentidode que hayaalgo en los propios acontecimientoshistóricosque nos
fuerce a adoptar esta ordenación y no otra.
No obstante,si el criterio de Braudeles particularmentebuenono es a causade la mera
extensiónespacio-temporalde los camposde estudioque proponesino porqueaprovecha
ciertascaracterísticaspropiasde todanarraciónhistóricagnoseológicamentesignificativalo
cual,enel contextohistoriográficocontemporáneo,equivalea decir todanarraciónhistórica
significativa. Ocurre sin embargoque nos da la impresiónde que la extensiónespacio-
temporalequivalea extensiónlógica,lo cualcomoyahemosseñaladono tieneporquéserel
caso.
Si intentamos conectar la historia estructural con la de acontecimientosde menor
generalidad,rara vez vamosmás allá de trazar los límites de posibilidado de establecer
argumentosfuncionales(lo veremosen los siguientescapítulos).Y si vamos más allá
estaremostransformandoel objetode estudiosegúnun nuevopuntodevista. Estosignifica
básicamenteque, si bien no se puede descartar(e incluso cabe suponer)una relación
explicativaválidaentrelos fenómenosestructuralesy las situacionescoyunturales,tampoco
hayningúncriterio firme paraafirmarenprincipio la validezdeunaexplicaciónenconcreto
o, tan siquiera,de algunaen general.Comoveremos,aúnsi identificáramosunaconexión
43
lógicamenteválida entreun acontecimientode largaduracióny otro coyuntural−y esmás
difícil de lo queparece− esprecisoexaminarcasoporcasosi esaconexiónestáoperandoallí
enconcreto.Estonoquieredecirqueno podamosyuxtaponerla historiadel Mediterraneo,la
de los mediostécnicos,la de España,la del campesinadocastellanoy, finalmente,la de un
molinero manchego.Lo que quiere decir es, justamente,que se trata de una mera
yuxtaposiciónquecareceráde los nexoslógicos(aunqueesalógicaseameramentenarrativa
o retórica) que encontramosen cada uno de esosniveles a menosque encontremosy
postulemos explícitamente un mecanismo teórico que explique la conexión.
Perspectiva y relativismo
El argumentode la indeterminacióndel objeto de estudiode la historia planteaciertos
problemasgnoseológicosgraves.En palabrasde Veyne: “¿Cómohacerque un hechosea
más importanteque otro? ¿Acasono es todo una nebulosagrisáceade acontecimientos
singulares?”108. Este es sin duda el punto crucial del debate. Hasta ahora, sólo hemos trazado:
a) Una distinciónentreel objetode estudioy el objeto real, tantoen historiacomoen
ciencia aunque de distinto signo en cada caso.
b) Una distinción entre el objeto de estudiode la cienciay cualquierotro objeto de
estudiopropio de la explicacióncotidiana(historia,estética,política, filosofía, etc.).
En ningún casohemosestablecidola falsedado futilidad de estesegundotipo de
conocimientoy ni siquierahemosaventuradouna forma clara de distinguirlo del
científico. Tan sólo hemos afirmado que hay una distinción fenomenológica.
Llegadosa estepunto, lo fundamentales aclararcomo se puedellegar a algunaclasede
conocimientoen historia si el objeto de estudioadolecede la “corrupción” sublunarque
estableceb). Si todoslos hechossonigual deimportantesseráimposibleestableceresaclase
de núcleoestablede inteligibilidad al que llamamosconocimiento.Por supuestohay que
tenermuy presentelo quehemosestablecidoen a): no buscamosacontecimientosde suyo
relevantesquenospermitanorganizarla historiarealal mododelasfilosofíasdela historia;
hablamossiempredel campode fenómenosal quese enfrentael historiadortraselegir un
temadeestudioque,por suparte,guardadistintosparecidosdefamilia –y, enconsecuencia,
108 P. Veyne,op.cit. p. 33. Desdeun puntodevistaweberiano,Schützescribía:“El problemadetodacienciasocial puederesumirseen la siguientepregunta,¿cómoson posibleslas cienciasdel contextosubjetivodesignificado?” (A. Schütz, La construcción significativa del mundo social, Barcelona: Paidós, 1993, p. 251).
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diferencias–con otros temasde estudio109. Dado que no se puederealizarla operaciónde
reducir los fenómenoshistóricosa un puñadode elementoscon unaspocaspropiedades
definidascon lasqueoperar(la meraextensión,comoqueríaDescartes)y, por consiguiente,
todas sus dimensionesparecenontológicamenteigual de relevantes,el conocimiento
históricopareceestarsujetoa un perspectivismofenoménicoradical. Esto pareceun buen
argumentoa favor del escepticismoen historia110. Una primeraobjecióna estopodríaser
que, precisamenteporque los conceptosno están saturados,muy leibnizianamenteel
perspectivimono implica un relativismo.Los puntosde vista,aunquepuedanseropuestos,
literalmenteno puedensercontradictoriosy, por tanto,siemprecabediscutir racionalmente
tanto los presupuestos de los puntos de vista como proponer nuevas opciones adicionales que
muestrenque la oposiciónno era tan necesariacomoparecía.No obstantela respuestade
Veyne es más prolija:
Los hechosno existena la manerade los granosde arena.Los hechosposeenuna organización
natural,que le es dadaal historiadoruna vez que ha elegidoel objeto de su investigación,y que
ademásesinalterable.La laborhistóricaconsisteprecisamenteen reconoceresaorganización:causas
dela Guerrade1914,objetivosmilitaresdelos beligerantes,incidentedeSarajevo.La objetividadde
las explicacioneshistóricasdepende,en parte,de que el historiadorvaya máso menoslejos en su
explicación.Estaorganizaciónde los hechos,propiadel objetode estudioelegido,les confiereuna
importanciarelativa(...); la elecciónde un temade historiaes libre, peroen cadatemaelegidolos
hechosy susrelacionessonlo quesony nadiepodrácambiarlos;la verdadhistóricano esrelativani
inaccesible,como si se tratara de una inefable superaciónde todos los puntos de vista, de un
“geometral”111.
Y también,
El historiador puedeelegir librementeel itinerario que va a seguir para describir el campo de
acontecimientos, y todos los itinerarios son igualmente legítimos (aunque no igualmente interesantes).
Admitido estoquedapor decir que la configuracióndel campode acontecimientostiene existencia
propiay quedoshistoriadoresquehayantomadoel mismocaminoveránesacampodeigual manera
o discutirán con objetividad acerca de sus discrepancias.
Estoes,dadala eleccióndel campodeestudio,la organizaciónde esecampoaparecerácon
ciertas constriccionesobjetivas. De la convicción de que en historia nunca podamos
desgranarunívocamentelaspartesobjetivamentedadasdeun acontecimientocomplejopara
109 La libertad del historiadora la hora de elegir su objeto de estudioes uno de los puntoscentralesdelplanteamientode Veyne;F. Braudelexpusoestamismaideadiciendoque“la historiaesuno de los oficiosmenos estructurados de la ciencia social” en F. Braudel, La historia y las ciencias sociales, op. cit., p. 117.110 ¡Y en nuestravida cotidiana!Nuestrolenguajecomún,a diferenciade los lenguajesformalizados,poseetodas las características gnoseológicas que estamos trazando a propósito de la historia.111 P. Veyne, op. cit., p. 34
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mostrarsuarticulación−ya queni el todoni laspartesencuestiónestándadosdeantemano−
no sesiguela tesisabsurdade queno podemossabernadadel mundohistórico.Del hecho
de que no haya átomos históricos, individuos desnudoscuyos movimientos podemos
recomponerhastaarticularlas civilizaciones,no deberíaseguirsequelos objetosde estudio
están vacíos, sin ninguna clase de entramado objetivo que los defina: la indefinición lo es del
objetode estudio,de nuestroconocimiento,no de las cosasmismas. Así pues,tenemosque
darle la vuelta a la pregunta inicial. Si todos los acontecimientostuvieran la misma
importanciano habría conocimientorespectode la historia, pero sabemosque tenemos
accesoa ciertasformas(todo lo polémicasy débilesque se quiera)de conocimientodel
pasadoluegono todoslos acontecimientostienenla mismaimportancia.Ahora,pues,habrá
que estableceren qué consisteesa diferencia o, lo que es lo mismo, en qué consiste
“conocer” en historia.
Dicho llanamente,lo queVeynenosrecuerdaaquíesque,en cadaterrenode investigación
determinado,no todoslos hechostienenla mismaimportanciaaunqueseanequivalentesen
términosgenerales.Esto es más complicadode lo que parecepues,en efecto, se da un
fenómenoderetroalimentación:la eleccióny la definicióndel objetodeestudio,y por tanto
la determinacióndelos fenómenosrelevantes,sontanpolémicascomolas formasenquese
articulan esoshechos.Por así decirlo, lo que aquí nos interesaes que aceptarque hay
conocimientohistóricosignifica aceptarquealgunoshechossonrelevantesy otrostriviales
aunquede ningún modo implica ningún prejuicio acercade cuálesson esoshechos.Si se
quiereexpresardesdeel puntode vista del contextode descubrimientosepodríadecir que
ser historiadorequivale a asumir la posibilidad de que sus futuras investigacionessean
susceptiblesde discusión racional en virtud de ciertas constriccionesexternasllamadas
“hechos”.Lo que ocurre,claro, es que el procesode investigaciónconsistejustamenteen
averiguary discutir cuálessonesos“hechos”quesuponemosqueestándados. Peroauna
sabiendasde que no hay un grado cero de la escriturahistórica, se puedeaceptaresa
“organización natural de los hechos” de la que habla Veyne en términos de un
reconocimientogeneralde la existenciade conocimientohistóricoaúnsin prejuzgarde qué
claseeseseconocimientoni suscondicionesdeposibilidad.La “demostración”deestosólo
puedeserostensiva,lo másqueuno puedehaceresseñalarlos volúmenesde historiografía
o tal vez recurrir a una“demostración”refutativa,mostrandoquehay posibilidadde error,
quealgunoshistoriadoresmetieronla patasoberanamente.Estoquieredecirquecontestara
la pregunta“¿cómoesposible,en general,el conocimientoen historia?”esmuy distinto de
demostrarqueefectivamentehay,en general,conocimientoen historia.Otro asuntodistinto
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es que esa“organizaciónnatural” de la que habla Veyne tengamuy poco de natural en
sentidoestricto.No hayningúntipo decomprensiónpuramenteingenuadel pasado.Poreso
tan a menudolos pioneros,quienesdesbrozanalgún campoinexplorado,son objeto de
puerilesacusacionesde ideología.Quienesvienendetrástienenel campoya aradoparala
crítica,parala discusiónacadémica.Creoqueestaausenciadeenfrentamientodirectoconel
fenómenoes lo que llevó a Croce a establecersu conocida,y a menudomalinterpetada,
distinción entre historia y crónica112.
Ocurreasí que el hechode quesimultáneamentetengamosuna gran libertad a la hora de
elegir un temade estudioy de queel conocimientoresultanteno seaunívocosino queesté
sujetoa objecionesqueno lo “refutan” definitivamente,marcala posibilidad,aunqueno la
necesidad,de cierta incomensurabilidadentrelos objetosde estudio(¡no entrelos objetos
reales,laspropiasresgestae!). La amplituddeesaposibleincomensurabilidadesjustamente
lo quehayquediscutir aunqueya hemosseñaladosomeramentecómoestadiferenciapodía
interpretarseen términosde parecidosde familia. Inconmensurableaquí quieredecir, por
ponerun ejemploparticularmentemanido,queno hayargumentossencillosparadecidirsi el
protestantismode los capitalistases una función de la afición de estosal capitalismoo
viceversa. Los argumentos que se pueden dar en favor de una u otra tesis serán:
a) historiográficosy, por definición, concretos:implican una peticiónde principio ya que
presuponenunaeleccióndecampodeestudioqueuno puedeocultarcuantoquierapero
que sigue presente.
b) metahistóricos:del estilo de “dado que, por ciertasrazonesde peso,producir es más
importanteque rezar…”(o viceversa).En realidad,estassonlasrazonesquepuedeuno
darde las eleccionespresentesen a). No hay ningunarazónparadespreciarestetipo de
argumentos,sólohayqueentenderqueno sondesuyoconocimientoshistóricosy quesu
proceso de ideación y discusión es otro que el de la historiografía propiamente dicha.
En ningúncasodeberíapensarsequelos argumentosmetahistóricosno puedenapoyarseen
conocimientoshistóricos.En cierto sentidomuy importante(la supervivenciadel género
humano)producir es másimportanteque rezar.No creo quehagafalta insistir en queel
problemaes justo ese“en cierto sentido” ya que alguien podría creer que la salvación
espiritualdel génerohumanoes másimportanteque su supervivenciafísica. Ahora bien,
hay que observarla importantevariaciónque introduceel conocimientohistórico en esta
discusiónmetateórica.Pues,enefecto,quienafirmala prioridaddela producciónrespectoal
rezo a partir de sus conocimientoshistóricos,por equivocadosque puedanestar,no sólo
afirma supropiaconvicciónsinoel hechode quea lo largodel tiempolos hombres,si bien
112 B. Croce, Teoría e historia de la historiografía, Buenos Aires: Escuela, 1955, cap. I.
47
hanrezadomuchoy dedistintasformas,no suelendejarsemorir dehambreparaacudira la
iglesia (si bien esto último no es imposible y, en ocasiones,así ha ocurrido). Esto no
significa que el oponentedeba callarse,puede plantear muchos y buenosargumentos
empíricamenteinformados pero ya en un nivel gnoseológico.La asimetríaahora será
epistémica, no moral.
En definitiva, la inconmensurabilidadgnoseológicano se puedesuperarpero sí se puede
transformary reducirprovisionalmentesusefectosa travésdela discusiónmetaempírica.Lo
que en ningún casoes aceptablees bloquearde antemanola discusiónidentificandouna
instanciade sentido privilegiada, de modo que ciertos objetos de estudio sean de una
categoríaespecialcon anterioridadtantoa la propia investigacióncomo a la discusiónde
segundogradoy, sobretodo, estableciendodispositivosde absoluciónde estoshechosal
estilo de la “astuciade la razón”. A lo sumopodemosestablecerla validez formal de una
posiciónmetateóricadeterminadadadala hipótesisde ciertoshechosque la historiografía
deberáconfirmaro no (estaesla apuesta,comoveremos,deG. A. Coheny, en general,del
materialismohistórico).Uno puedemarearla perdiz todo lo quequierabuscandomodelos
abstractospara integrar dos objetos de estudio (el protestantismoy el capitalismo)
vinculadosa un único objeto real (los capitalistasde religión protestante)−en esoconsiste
básicamentela (mala)sociología−, perocuandoterminede escribirvoluminosastipologías
encontraráqueel problemasehalla justamenteenel mismopuntodondeWebery Marx lo
dejaron.Sin embargo,por insatisfactorioquepuedaparecer,estoimplica quesehandejado
fuerade juegomuchasotrasopciones.La grancantidadde secuenciasentrelos hechosque
permite la investigaciónempírica no debería hacernosolvidar todas las que la propia
realidad de los hechos nos obligan a desecharcomo prácticamenteinexistentes(el
capitalismoy el zoroastrismo,etc)o a considerartriviales(el capitalismoy el coleccionismo
de mariposas).
No obstante,viéndolo desdeel punto de vista opuesto,en historia sí ocurre que todo es
grisáceocomoqueríanNietzschey Foucault113: no hay génerosseparadosy, por tanto,no
operaningúnmecanismodemetábasiseisallo genos. La relevancia“dada” de unoshechos
frente a otros esposteriora la eleccióndel historiadory, por tanto,no cabedescartarque
surjan nuevas tramas en las que aparezcanrelevancias y conexiones inesperadas.
Precisamenteuna de las escasasvirtudes de la corrientede cultural studiesposterior a
RaymondWilliams y Jamesoneshabermostradolo pocodefinidoqueestáde antemanoel
campodeestudiohistoriográficoy cómolo queparecíainsignificantepuedellegara tener,al
113 Cf. M. Foucault, Nietzsche, la genealogía, la historia, Valencia: Pre-textos, 1988, p. 11.
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menos,un remoto interés114. En principio, el mero hecho de que coexistala forma de
produccióncapitalistay una personaque practiqueel zoroastrismodeberíapermitir hacer
unahistoriasobre“zoroastrismoy capital”. En principio, no hay ningunarazónno retórica,
ajenaal marcode discusiónacadémico,paradesecharlos vínculosinfinitamentedébilesa
excepcióndel mero sentido común del historiador.Así pues, del mismo modo que el
conocimientoen historia presuponíala existenciade hechosque tras elegir el objeto de
estudioaparecíancomo “dados”, del mismo modo, digo, el conocimientoen historia (y,
sobre todo, su progreso)presuponeun cierto consensometahistórico,ciertas nociones
comunescontingentesquepermitandescartarasuntoscomo la “vocacióncristocéntricadel
universo”(no me lo invento,esel título de unatesisdoctoralaprobadaen unauniversidad
españolay públicamentealabadahaceañospor un conocidoarticulista).Por mucho que
desdelos añossetentalos historiadoresinsistanmachaconamenteen que todo esdigno del
interésdel historiador115, lo cierto esqueinclusoen la partemásinsignificantede esetodo
está implícita una matriz metateóricaconsensualque da cuenta de las inclusionesy
exclusionesde determinadosacontecimientoshistóricos.Ese es, en efecto, el papel que
cumple las distintas “escuelas” historiográficas que tanto proliferan últimamente.
Recapitulemos.Hemos aludido a la aceptaciónde la fuerza de los hechoscomo una
condición de posibilidad de la historiografía.Como dice Veyne, “el campohistórico se
encuentraindeterminadoconunasolaexcepción:todo lo queseencuentradentrodeél tiene
que haber sucedidorealmente”116. Sin duda ese es un primer punto de consenso,una
precondición117. Obviamentelos problemascomienzancuandono se puedealcanzarcon
satisfacciónni siquieraesteprimer nivel, comoocurreen el casodel arte, la músicay, en
general,de aquellasrealidadesculturalescuyarecepciónha sufrido unagranvariacióna lo
largodel tiempo.El problemaenestoscamposesquelas estrategiasparaquelos “hechos”
se muestren,es decir, la delimitacióndel campode estudioestáparticularmentesujetaa
objecionesincluso de índole estrictamentematerial118. Las propiasestratagemasparaque
surja esa determinacióndada por la realidad del objeto de estudio son radicalmente
conflictivasy, a pocoqueseprofundiceun pocoen la crítica, las identidadestradicionales
114 Un caso fascinante por su barroquismo es H. Schwartz, La cultura de la copia, Madrid: Cátedra, 1998. 115 Cf., entreotros,J.Le Goff y P. Nora(eds),Hacer la historia, op. cit. vol I, p. 7, J. Gardiner(ed.),What ishistory Today?, Londres: McMillan, 1988, p. 1 o P. Veyne, op. cit. 116 Op. cit. p. 20.117 Aunquesólo en principio, comienzaa haber“historia” con elementosde ficción. Cf. S. Schama,Deadcertainties, Nueva York: A. Knopf, 1991.118 No se tratade unacuestiónacadémica,las legislacionessobrederechosde autor incluyen una fascinantecantidadde sutilesespecificacionesquelindan con lo metafísico.VéaseM. Rosler,“Lookers,Buyer,Dealersand Makers: Thoughts on Audience” en B. Wallis (ed.), Art After Modernism, Nueva York: MOMA, 1984.
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saltanpor los aires119. Por eso,en ocasioneslos historiadoresdel artesesientelegitimados
paraaceptarun total relativismo y es prácticamenteel único ámbito de la historiografía
dondeha tenidoun influjo real (al margende las simpatíasy veleidadesmetodológicasde
cadacual)el postestructuralismo.Y por esotambiénsontanabundanteslas “tipologías” en
historia del arte120.
ParaVeyne el objeto de estudiodel historiador,esainstanciagnoseológicaen la que se
muestrancon distinto relieve los hechos,es una “trama”: “la tramaes un fragmentode la
vida real queel historiadordesgajaa su antojoy en el quelos hechosmantienenrelaciones
objetivasy poseentambiénunaimportanciarelativa[...] Estatramano siguenecesariamente
un orden cronológico: al igual que un drama interior puede desarrollarseen distintos
planos”121.
La nociónde tramacomometáforadel objetode estudiodel historiadoresmuy útil porque
libera la “elección” del investigadorde cualquiersupuestaconstricciónderivada de las res
gestae–unaimposibleconstricciónpre-gnoseológica–al tiempoquesalvala objetividady
veracidad(en cierto nivel) de la investigaciónhistórica,la muestraarticuladasegúncierta
sintaxis.Perola eleccióndeunatramano sólopresuponeunaciertaconsideraciónrespectoa
los hechosinternosa esatrama (su índole inteligible) sino tambiénrespectoal resto de
tramasposibles.La tramaesun conjuntode fenómenosno necesariamenteconsecutivosen
los que se observancotassignificativas y que, a su vez, se recortasobreun fondo de
normalidad. Dos tramasdistintas,como la ciudadeuropeao las viudasen la Florenciadel
siglo XIV, tienenelementosde significatividady trasfondosde normalidadmuy distintos.
Los acontecimientosa estudiarno se insertansobreel majestuosotelón de fondo de la
historia universal sino que cada trama implica cierta diferencia respectoal resto de
investigacionesposibles.Un nivel evidentedediferenciaciónserála posiciónrelativadeuna
tramarespectoa distintoscontextos,perootro criterio muy importanteesla índoledel objeto
de estudio.De estemodo,la diferenciade las tramaspermitela clasificaciónde objetosde
estudio muy distintos en tipos de historiografía ajenosa la epocalidad:micro-historia,
historia oral, historia política, historia estructural,etc. Cadauna de esas“subdisciplinas”
remitea un consensosobreel parecidodesusdistintosobjetosdeestudio(y no a algunode
los infinitos malentendidossobreel “método”). Así puesestadiferencialidadno saturada
119 Un buenejemploesIvan Gaskell,“Historia de las imágenes”en P. Burke (ed),Formasde hacerhistoria,Madrid: Alianza, 1993. Gaskell analizaalgunosde las aporíasprácticasque se derivandel difícil estatutoconceptual de la historia del arte, en especial aquellas relativas a la tasación de obras y las subastas.120 Un ejemploparticularmentefarragosoesH. Bauer,Historiografía del arte. Introduccióncrítica al estudiode la historia del arte, Madrid: Taurus, 1980. 121 Op. cit. p. 34.
50
permitetambiénformas de identidadno saturadaque evitan el delirio de que cadatrama
fuera un objeto de estudio absolutamente distinto.
La metáforadela tramapermiteentendermejorporquéla inconmensurabilidaddeenfoques
enhistoriaestásujetaa la mismaindeterminaciónquela propiahistoriay, por tanto,permite
progresosepistémicosde importancia.La razónde quehaya“avances”en historiografíaes
justamentela posibilidadde transformarel objetodeestudioa medidaquesediscutesobre
él, a medidaqueseinvestigacadavez con másprofundidadlo ocurrido.La profundizacion
en la comprensióndel pasadopuedellevar a queaquelloqueformabapartedel contextode
normalidadse conviertaen partede la tramao, sencillamente,a tenerque abandonarese
enfoqueen arasdeotro enel quelos hechosqueel historiadorhabíadesgajadosevuelvan
comprensibles.Típicamenteunodelos mayoresavancesdela escueladeAnnalesfue liberar
a la historiadel enfoquepropio delas fuentes122. Así, la relevanciadelos hechosrecortados
en ciertastramasvarió considerablementee incluso surgieronpuntosde vista alternativos
másfructíferosparaexplicarlos hechosrecortadosen lasantiguastramas,muy dedicadasal
espectropolítico. En realidad,la comprensióncotidianade ciertosacontecimientosquenos
rodeantambiénestásujetaa estalaborcrítica.Así, por ponerun ejemplomuy claro,cuando
se produjeron las crisis bursátilesde Extremo Oriente y Brasil la prensaeconómica
convencionalsólo pudo hablarde “histeria colectiva”. Lo cierto es que el pánicobursátil
existe y juega un papel importante a la hora de fomentar la aparición de profecías
autocumplidas.Pero tal vez se pueda investigar mejor; es posible recurrir a un marco
espacio-temporalmásamplio,esdecir, adoptarcomoobjetode estudioel propio trasfondo
denormalidadde las crisis (el marcode la libre circulacióndecapitalesa partir de los años
ochenta),recurrir al trasfondode normalidadde esteúltimo (el mercadomundial tras la
crisis del petróleo)o incluso recurrir a otro tipo de tramacomo la historia de la asimetría
entre capital financiero y productivo a lo largo del siglo XX. La trama como objeto de
estudio de la historiografía debe ser comprendidaen el contexto de una tradición de
investigaciónque la va transformandomaterialmentemedianteuna mejor comprensiónde
los hechosrealesque recortay sus relacionescon otros objetosde estudio.Esta mejora
inclusollega a propiciarsu abandonopor otrosobjetosde estudiosin dudaadyacentespero
másfructíferos:aunquedepurásemosdetodossuserroresmaterialesla RomadeGibbonhoy
seguiríasin serun temadeestudioaceptablecomosí lo es,por ejemplo,el cultivo decereal
en las coloniasromanasen África o el vocabulariode las meretricesen la Romade Nerón.
Aunque,enrealidad,estoestergiversarlas cosaspuesfue limpiandodeerroresla Romade
122 Otro tantosepuededecirdela historiaanglosajona.Cf., H. J.Kaye,Loshistoriadoresmarxistasbritánicos,Zaragoza: Prensas Universitarias, 1989, p. 7 y ss.
51
Gibboncomodejódeserinteresante.Lo queestosignifica,enresumidascuentas,esquepor
la mismarazónqueno sepuedeestablecerun criterio estableparalos parecidosde familia
tampocohaypor quémantenerlasdiferenciasdefamilia. Podemosmedircráneosy lunares,
compararcoloresdeojo y cabello,indagarsobreel carácter.Desdeluego,en ciertosentido
no habremosavanzadomucho, los parecidosde familia que establezcamostras todas
nuestrasinvestigacionesno seránmásfijos queantes,seránigual depolémicosy nuestratía
podráempecinarseenquelasdosmicrasdediferenciadeun lunarhacenquemi primay yo
seamos“iguales”, como antesdecíaque teníamoslos mismosojos123. Peroen otro sentido
hay una enormedistancia,la que separael conocimientode la ignorancia.Lo que separa
unos parecidos de otros no es la índole polémica y dudosa de unos y el carácter
inconmovible y cierto de otros sino el abismo del conocimiento.
La maneraen queprogresala historiaseparecea la maneraen queprogresala traducción.
En cierto sentido,la traduccióndeRealede la Metafísicaesmejor quela deRoss,por otra
parteesun disparatehacerestaafirmación,entreotrascosasporqueunaesunatraducción
griego-inglésy la otragriego-italiano.Lo quehaceposiblecompararlasesun siglo decrítica
filológica y filosófica delasobrasdeAristótelesperola versióndeRealeestátansujetaa la
indeterminaciónde la traducciónde Quine como la de Ross.Por otra parte,en aquellos
aspectosno relativos al conocimiento, por ejemplo estéticos,se puede decir que la
traduccióndeRossesmuysuperior;y nohayningúncriterio firme paradecidircualdeestos
dos criterios metateóricoses mejor exceptouna cierta confianzaen los resultadosde la
discusión racional a lo largo del tiempo, eso que Peirce llamaba el “sentido común crítico”.
Causalidad
De algún modo la noción de tramacomo metáforadel objeto de estudiopareceponeren
entredichola aplicaciónde una noción rigurosade causalidaden historia.Tanto la trama
comola ideadenarratividadpretendenhacerhincapiéenla especificidadde las conexiones
que saca a la luz la investigaciónhistórica, ¿cómohablar de causalidaduna vez que
aceptamos el escaso peso de la generalidad?:
El problemade la causalidadenhistoriaesunasupervivenciade la erapaleoepistemológica;sesigue
suponiendoque el historiadorexponelas causasde la guerraentreAntonio y Octavio de la misma
maneraque el físico exponelas de la caídade los cuerpos.La causade la caídaes la gravedad,que
tambiénexplica los movimientosde los planetas,y el físico va del fenómenoa su principio; de una
123 Es importanteseñalarque la única forma de romperestaindeterminaciónseríaencontrarun dispositivoteórico que permitiera la definición objetiva de relaciones,por ejemplo, un análisis del ADN en el queaparecieran ciertos índices objetivos de pertenencia a un linaje frente a otro. Ni que decir tiene que esta rupturade la indeterminación no obliga a abandonar los niveles latos de interpretación.
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teoríamásgeneraldeduceel comportamientodeun sistemamáslimitado; el procesoexplicativova de
arribaabajo.El historiador,en cambio,se limita al plano horizontal: “las causas”de la guerraentre
Octavioy Antonio sonlos acontecimientosque la han precedido,exactamentecomolas causasde lo
que ocurreen el acto IV de Antonio y Cleopatrason lo que ha ocurrido durantelos tres primeros
actos”124.
Obsérveseque la objeciónquehaceVeynea la causalidaden historiaesmuy similar a la
objeciónhumeanaa la causalidadengeneral:de los objetosno sederivansusrelaciones.En
todocaso,parecedecirVeyne,cabehablarde causalidadallí dondesecompruebaunagran
regularidadenla conexiónentresistemasdefenómenos,unaregularidadquepermitehablar
metafóricamentede un conocimientolegaliformede la naturaleza.Pero“explicar” la causa
deun acontecimientohistóricoessólonarrarlodeotro modo,no apareceningúnnexológico
de por medio.
Cuando Veyne habla de causalidadhace alusión a una asimetría entre la ley y los
acontecimientosquesubsumey no a unasucesióndeacontecimientos:esdecir, la ley haría
explícita la relaciónque une dos objetos.Dado que en historia ni hay leyesni las puede
haber,sólo operaríauna “causalidadsublunar”125 no legaliforme.El argumentode Veyne
tienemásfuerzade lo quea primeravista puedeparecer.No setratasólo de proponeruna
restricción en el uso de la voz “causa”, como si Newton hubiesedemostradoque los
hombressiemprehabíanusadomal el término. Evidentementepodemosseguirusandola
palabracausaennuestravida cotidianasiemprequeno pretendamosestablecerningunaley.
El punto central de la argumentaciónde Veyne es que ninguna secuencianarrativa es
susceptiblede generalizaciónya que en historia lo que interesason los acontecimientos
concretosy no los universales.Por tanto,inclusoenel casodequeseanfenómenosdelarga
duraciónnosinteresaráncomosecuenciasespecíficasy no comoley quesubsumedistintos
casos.
Esainvariabilidaduniversalhaceque unapartedel cursode la historia sereduzcaa la aplicaciónde
esquemas,de los que el historiador no habla, ya que el acontecimientoimplica diferencia. Los
acontecimientosformanunatramadondetodoesexplicable,perocuyaprobabilidadde sucederno ha
sido la misma. Aunque los impuestosexcesivosfueran causade la revuelta, ésta no se produjo
necesariamente; los acontecimientos tienen causas, pero éstas no siempre tienen consecuencias126.
Estoesmuy importantepuessignificaque,hayao no auténticasleyesqueafectenal dominio
epistémicoqueestudiala historia,estaspuedenser ineficacesrespectoa la tareaespecífica
124 P. Veyne, op. cit. p. 71125 Ibid. p. 99.126 Ibid. p. 100.
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del historiador.Esaerajustamentela cuestiónquenosplanteábamosal principio respectoa
la relación entre teoría e historia.
No obstante,antesde abordardirectamenteesteasuntohay quecuestionarla distinciónque
haceVeyne entre causalidadsupralunar(o teórica) y causalidadsublunar(o cotidiana).
Resulta curioso como puede estar operando aquí lo que Stove ha calificado como
“deductivismo” escépticodeudor de las tesis humeanasmás radicales127. ¿No estará
cometiendoesemismoerror Veyne?¿Noexigirá demasiadoa la explicación? Lo cierto es
que, al menosdesdecierto punto de vista, así es. La característicatípica de la tradición
escépticaanti-racionalista–en la líneade Hume,Poppero Veyne–es tomarcomomedida
del conocimientosólo cierto tipo de saber matemáticamenteideal y no la ignorancia
cotidiana.Si estoya esimportanteenfísica lo esmuchomásenhistoriapor la sencillarazón
de que es un tipo de conocimiento inseguro y aproximado.
Paracomprenderestohay queentenderque lo relevanteen la afirmaciónde la causalidad
legaliforme es cierto desnivelepistémicoentre la ley-causay los fenómenos-efectoque
aquellasubsume.Lo significativo de estaasimetríaes que respetala objeción de Hume
respectoal non sequitur de las relacionesa partir de los objetos, ya que no obliga a
pronunciarsesobrela naturaleza(convencionalo no) de la propia relación.Creo que, en
muchasocasiones,en historiografíase da una asimetríaepistémicaanáloga(aunqueno
legaliforme)quehacelegítimoutilizar la nocióndecausaenun sentidono trivial. Dicho de
otro modo,aún antesde examinarlos problemasque planteala nociónde causahumeana
que utiliza Veyne, hay que decir que prima facie existen usos de causalegítimos en
historiografía;ciertosacontecimientos-causasondedistintonivel queotrosacontecimientos-
efectos.En la tradiciónmetafísicaclásicaesaasimetríadependíadela existenciadedistintos
géneros ontológicos que concluían en la especie ínfima, el individuo plenamente
identificado.Así, segúnel célebreejemplode Aristóteles,es necesarioqueCoriscomuera
(ya que Corisco es un hombrey necesariamentemortal) pero cómo y cuandomorirá es
finalmenteaccidental.En un casooperaunacausaabstracta,en otro unacausapertinentey
concreta. Para Aristóteles esa concreción implica una accidentalidad que no es
gnoseológicamenterelativarespectode la necesidadde la mortalidaddel hombre(o seano
esunafunción denuestraignorancia).Sepuedereconstruirla forma en queCoriscollega a
morir pero se llega a un punto en el que no se puedeir másallá y sólo cabehablar de
“libertad” en el hombre o de “azar” en el caso de la naturaleza128. 127 D. C. Stove,Poppery después, Madrid:Tecnos,1995.StovehablaenparticulardePopper,Kuhn y Lakatosy reivindica una recuperación del inductivismo de Carnap y Hempel (pp. 149-50).128 El lugar clásicode esteplanteamientoes el Libro VI de la Metafísicaaristotélica.Véaseal respectoC.Diano, Forma y evento,Madrid: Visor, 2000, donde se analiza la diferencia entre el planteamientodeAristótelesy el de la lógica estoica.Diano recuerdacómo para los estoicosno existía esteelementode
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La lectura contemporáneade esta idea sólo puedeser interpretadaen los términos,ya
planteados,de contexto de normalidad-anécdota.El historiador elige libremente –sin
ninguna constricción por parte de los hechos reales– un objeto de estudio. Nuestro
reconocimientodela especificidaddeeseacontecimientoderivadequeesteserecortasobre
un trasfondode normalidady del conjunto de fenómenostriviales que lo circundan129.
Veyne, como mostrabasu última cita, reconocela importanciadel contextoa la hora de
establecerla especificidadde un acontecimientoperoafirma justamenteque estoobliga a
negarla validez de la causalidaden historia.El contextoes justamenteaquelloqueno da
cuentade la concrecióndel objeto de estudioaunquetodo objeto de estudioconcretolo
presuponga.Frente a esta tesis, en las páginas que siguen intentaré demostrar dos
afirmaciones básicas:
a) En ocasiones(aunqueni muchomenossiempre)el contextoes fundamentalpara dar
cuenta de la especificidad de una trama. Esto ocurre justamente cuando determinada elección
del objetodeestudio–ya seapor razonesintelectualeso ideológicas–dejamuchosaspectos
oscuros que otra trama distinta permite explicar mejor.
b) De ninguna ley se deduce la especificidadde un acontecimiento(a no ser que
consideremosque los teoremasson acontecimientos).La explicación de un fenómeno
concretosiemprerequiereargumentosconcretos–derivadoso no de leyesgenerales–que
expliquen la diferencia que establecerespectoa cierto trasfondode normalidad.De la
diferencia entre conocimientosteóricos y cotidianos no se sigue una distinción entre
causalidad teórica o legaliforme y causalidad sublunar o cotidiana.
La tesisa) sebasaen el reconocimientode la distinciónfundamentalentrehechosy causas
y, por tanto,enla posibilidaddeasimilarcausaa explicación.Puedequeenhistoriaexplicar
algo seasólo narrarlo de otro modo pero si la diferenciaentre una y otra narraciónes
epistémicamenterelevante,es aceptablecaracterizaresa distancia relativa en términos
causales.Kuhn, citandoa Piaget,haresaltadoesteaspectocon granagudeza.Setratadeun
lugar comúnepistemológicoparticularmenteevidentepero, tal vez justamentepor eso,a
menudo se olvida y da pie a numerosos malentendidos:
Debemosconsiderarel conceptode causaen dos sentidos,el estrechoy el amplio: el concepto
estrecho proviene de la noción, egocéntrica al principio, de un agente activo, que empuja o jala, ejerce
una fuerzao manifiestaun poder.Está muy cercadel conceptoaristotélicode la causaeficiente,
noción que tuvo un papel muy importanteen la física técnicaduranteel siglo XVII, cuandose
indeterminación y existía una necesidad absoluta para acontecimiento. 129 La elaboraciónmásrigurosaqueconozcode la ideade trasfondoesla deJohnR. Searle,La construcciónde la realidad social, Barcelona: Paidós, 1997, pp. 142 y ss.
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analizaronlos problemasde los choques.El conceptoamplio es, a primera vista, muy diferente.
Piaget lo describecomo la noción generalde la explicación.Describir la causao causasde un
acontecimiento es explicar por qué ocurrió130.
Creo que es cierto que este tipo de explicacionescausalesno son frecuentesen las
investigacioneshistóricas tomadasde una en una. En cambio, son muy habitualessi
consideramosuna tradición de investigaciónmásamplia sobreun mismo asunto.Aunque
cadamonografíao artículo se ocupesólo de la narraciónde un conjunto de fenómenos
relacionados,las variacionesde enfoqueque dan pie a las distintospuntosde vista sobre
esosfenómenospresuponenun tipo de preguntaeminentementecausal.Esdecir,muchasde
las vecesen las que un historiadorproponeuna interpretacióndistinta de ciertos hechos
antesestudiadosponeenjuegoun tipo deexplicaciónclaramentecausal.Porsupuesto,no es
que la estructuracausalde algunosargumentoshistóricosse derivede su índolepolémica
sino que es en la polémica donde mejor se observa ese aspecto causal131.
Pondréun ejemplo(reconozcodeantemanoquemuy caricaturescoy casificticio). No hace
muchosañoslos paísesdel sudesteasiáticoeranconsideradosmodélicospor los poderes
económicosmundiales;sospechoqueno eraunaopinióncompartidapor sussúbditos,pero
estono vieneal caso.Hastadondelos gobiernosdel lugarsabían,cumplíana rajatablatodas
las normaseconómicasconocidas:baja inflacción, monedaestable,inversión pública en
infraestructuras,mercadode trabajoliberalizado,tipos de interésbajosy todo lo quefuera
menestera juicio del FMI. Todo iba viento en popay en los kioscosde mediomundolos
libros sobre las nuevasmodalidadesdel “peligro amarillo” eran una garantíade éxito
editorial. Y de repente Indonesia se hundió, su economía prácticamente desapareció.
Esta es una secuencianarrativa,qué duda cabe,aunquees una secuencianarrativamuy
insatisfactoriaya que sólo hemosestablecidola contigüidadtemporalde la bonanzay la
crisis.Perorealmentesetratade unasecuenciahechaa la medidade lo queesegobiernoy
los economistasdemediomundo“sabían”enaquelmomento.Al pocotiempodeinciarsela
crisis,el gobiernoindonesiodescubrióqueel grupodehedgefundsmáspoderosodel mundo
habíalogradoatacarsusistemamonetarioparasacarbeneficioenel mercadodedivisas.De
nuevosepuedeestablecerunasecuencianarrativahechaa la medidadelo quesesabeahora.
Sin embargo,me sientoinclinadoa considerarque el gobiernoindonesioentenderáqueel
130 Th. S. Kuhn, La tensión esencial, México: FCE, 1982, p. 46131 Poresosontanciertascomotriviales lasafirmacionesdequeenEl Mediterráneoy el mundomediterráneode Braudel no hay preguntascausales(Cf. A. Megill, “Relatandoel pasado:‘descripción’, explicaciónynarrativaen la historiografía”,en Historia Socialnº 16, 1993).Un buenejemplode cómosurgeestetipo depreguntasencuantoseconsiderala articulaciónde distintasinvestigacionessemuestraenel repasoquehaceWallersteinde las distintastesissobrela “revolución de los precios” del siglo XVI en El modernosistemamundial I, Madrid: Siglo XXI, 1979, pp 96 y ss.
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ataquede los hedgefunds fue la “causa” de que se hundierasu economíay creo que es
perfectamentelegítimo que lo hagaasí.Perohagámoslomáscomplejo.De repentetoda la
región,quehastael momentoerala cabezavisible deun nuevocapitalismo,sehunde.Y de
nuevopodemosestableceruna secuencia:lo que ha ocurrido, por ejemplo, es que se ha
producidoun ciclo recesivoa nivel mundial en el mercadode derivados(o cualquierotra
cosa por el estilo). Así pues, podemos narrar los siguientes hechos ordenados
cronológicamente:1) bonanzaneo-liberal-2)ataquede los hedgefunds- 3)crisis indonesia-
4)recesión en el mercado de derivados- 5)crisis regional.
Comoseve entodosestoscasosseenunciabaprimerounasucesióndeacontecimientoscuya
relaciónno estabani muchomenosclara(típicamente1 y 3, o 3 y 5). Así quea continuación
seenunciaunaoraciónqueafirma algoquela anterior“ignoraba” (2 y 4). Desdela anterior
oración la segundadesempeñaun papel causal,si bien a partir de la segundase puede
recomponeruna nuevanarraciónen términosde meracontigüidad,o sea,narrativos.Esta
distintadisposicióndel conocimientodesdeel propioconocimientoy desdela ignoranciaes
muy aristotélicaperoexplicatambiénpor quéa Colingwoodle gustabantantolasnovelasde
detectives132. Enefecto,lasnovelaspoliciacasclásicasno seleenparasaberlo quevaa pasar
a continuaciónsino paraconocerqué ha pasadoen realidad, aunquesabemosque tras el
final se puede recomponeruna historia trivial y aburrida: robo-asesinato-investigación-
detención.Evidentementenadiehadichoquela historiatengaqueserintrigantey, dehecho,
no esraroqueunamonografíahistóricasedesarrollelinealmentesin necesidadderecurrira
estoscortescausales,los acontecimientosestudiadosno tienenqueplantearningúnmisterio.
De hecho la idea de linealidad tiene que ver menos con la sucesiónconsecutivade
acontecimientosqueconla ausenciadel recursoa causascomomediodenarración.También
es importante señalar que, las característicasque hemos establecidodel objeto de
conocimientoen historia impiden pensaren una super-narraciónque agotela totalidadde
contextospor la sencillarazónde que la relaciónque une las distintastramases de mero
parecido.
Ahorabien,aunquesepuedehacerunareordenaciónnarrativadelo queanteserancausas,el
procesono funciona exactamenteigual en el otro sentido.De una liberalización de la
circulacióndecapitalesno sededuceunamaniobraagresivade los hedgefunds. Estoquiere
decir dos cosas:
a) Seguimoshablandode historiografía y, por tanto, nos interesalo concreto,no las
posibilidades abstractas.
132 Cf. R. G. Collingwood, Idea de la historia, México: FCE, 1946. Véaseal respectoC. Roldán, EntreCasandra y Clío, Madrid: Akal, 1997, p.199.
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b) Peroun ciclo bursátilrecesivoesalgomuy concretoquepuedeestudiarla historiay no
sólo formanpartede su concreciónaquellosotrosacontecimientoscon los queengrana
en una cadenanarrativa concretasino también el hechode que hagamás o menos
verosímilesdistintasposibilidadesdehechosaccidentaleso anecdóticos(precisamentea
esollamamoscontextoen unanovela).En otraspalabras,un contextode liberalización
de la circulaciónde capitalesy mercadointernacionalde divisases una condiciónde
posibilidad (aunqueni suficiente ni necesaria) de la existenciade hedge funds lo
suficientementepoderososcomoparaacabarcon unaeconomíanacional,el sistemade
Breton Woods, en cambio, no lo es.
Por consiguiente,en historiala ideade causatienequever con la posibilidadde encuadrar
cierto acontecimientoen un sistemadereferenciadistinto del consideradohastaentoncesy
en el que una nuevanarraciónaclareaquellospuntososcurosde dicho acontecimiento.
Como veremosen breve,esto es menosexótico de lo que parecey no es peculiarde la
historiografía sino que algo muy similar ocurre cuando, por ejemplo, explicamos el
movimiento de un cuerpo en concreto.Lo que sí es típico de la historiografía es la
indeterminaciónde esoscontextos,la imposibilidadde reducirlosa merasrelacionesde
contigüidady, por tanto,establecerunareduccióndefinitiva deunosconocimientosenotros.
Estaes la razónde que el recursoa causasen historia se muestrepreferentementeen la
discusión, ya sea dentro de una tradición de estudios o entre distintos enfoques.
En resumen:podemosafirmarquecausaenhistoria esla mediaciónentredoscontextosde
normalidadno dados. Pordecirloen términoscercanosa Wittgensteinllamamoscausaa la
regla de transformaciónde un juegoen otro siemprequeseentiendaqueel juegono está
definidoantesde la investigaciónaunqueestasí presupongaqueseráun juegodefinido.La
asimetríacontexto-accidentees una condición de posibilidaddel saberhistórico, sin ella
difícilmentediríamosquehay conocimientode ningúntipo en historia.La dilucidaciónde
unatramaa travésde un análisisdistinto del contextoesuna condiciónde posibilidaddel
avancedel saberhistórico, sin ella difícilmente diríamosque una narraciónes mejor que
otra.Sepuededecirquela explicación(y por tantoel recursoa causas)objetivamenteno es
másquela distanciarelativaentrela narraciónepistémicamentemejor y la peor– y en un
sabercomola historiaesfrancamentedifícil establecerquéexplicaciónes la mejor –, pero
esadistanciaesinternamentecrucial paracaracterizarla historiacomoun sabery no como
un mito junto a otros.
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Veynedecía,comoveíamosantes,quelasregularidadeso esquemasqueformanel contexto
esjustamentelo queno seestudiaen historia.Puesbien,cabehablarde “causa”enhistoria
cuando,pesea todo,nosvemosobligadosa hablarde dichosesquemas,a replantearnossu
nivel de generalidady su naturalezaparaesclarecerel objetodeestudioqueenrealidadnos
habíamospropuestoestudiar.La causalidades una función de la ignorancia,como tantas
vecessehaseñalado.Esliteralmenteunapregunta(másbienperpleja)por el “¿porqué?”133.
Nadalo ilustra tanbiencomola formaenquelos líderesasíaticospreguntabanal FMI ¿por
qué?,¿porquéa mí? ¿quéhe hechoyo mal?Efectivamente,los paísesdel sudesteasiático
habíanhechotodos susdeberesy, segúnla teoría neoliberal,deberíanmantenerseen un
sistemade perfectanormalidadde desarrolloy bonanza;en consecuencia,la crisis fue un
acontecimientomisteriosoparamuchos.Luego se supoque ciertasmaniobrasfinancieras
habíanoperadocomo causaagentey másadelantese demostró(al menossegúnalgunos
pensamos)queel contextodenormalidadqueplanteabael neoliberalismoeraficticio, estaba
completamenteequivocado.El auténticocontextode normalidadera el de una debilidad
estructuraldelaseconomíasrealesa causadeunahipertrofiadelastransaccionesfinancieras
propiciadapor sucesivasadministracionesnorteamericanastras la crisis del petróleo.En
consecuencia,ahora podemoshacercomo Gowan134 y contar desdeel principio que en
realidadno hubo tal mediaciónentredistintossistemassino queuno de ellos (la bonanza
neoliberal)era epifenoménicode una tendenciaa la crisis global propia del capitalismo
mundialpost-BretonWoods.Por supuestoestono niegala eficaciacausalde las maniobras
de los hedgefundssino que explica por qué un puñadode premiosnovelesde economía
pudieronhundirenla miseriaa millonesdepersonascontantafacilidad.Esdecir,ahoraesas
maniobras forman parte de una secuencia coherente.
Sin embargo,esdifícil dar razonesdepesoa favor deestasexplicacionesa excepcióndesu
mayor poder explicativo. E incluso eso no obstapara que se puedaplantearobjeciones
importantesa estosenfoques,casi siemprederivadasde su excesivaextensión.Por eso
tambiénes“legítimo” quedarseenun sistemadenormalidadanteriory negarsea ver causas
por encimadeél quepermitanunanuevanarraciónde los acontecimientos.Esteesel caso
133 Éstaafirmaciónenningúncasodeberíatomarsecomoun intentodediscutircon Dray cuandodicequelaspreguntasacercadel por quéenhistoriaseresuelvenenpreguntaspor el cómo(op.cit. cap.VI). Lo únicoqueafirmamosaquí es que la preguntapor el “por qué” es relevantepara comprenderla forma en que seestablecendistintos“cómo”. Dadoquehemosaceptadodeantemanola indeterminacióndel objetodeestudiode la historiografía,esevidenteque los “por qué” no puedenreíficarsecausalmenteexcepto,tal vez, comoprogramasmetateóricosen polémicacon otras propuestaspero nuncacomo argumentosempíricos.Y, enefecto, Dray planteabauna respuestaal intento de Gardiner de conservartendencialmenteel modelonomológico-deductivo tras la explicación cotidiana. 134 Me refiero a P. Gowan,La apuestapor la globalización, Madrid: Akal, 2001.No obstanteparailustrar miargumentaciónvaldríacualquierade lasobrasrecientesacercade esteasunto,por ejemploLa dinámicade laturbulenciaglobal de Brennero las conocidasobrasde SusanStrange,Mad Moneyy, sobretodo, CasinoCapitalism.
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de PaulKrugmanque,pesea reconocerqueen el momentode la crisis asiáticasehizo un
análisisradicalmenteerróneode su naturaleza,ni siquieratomaen cuentala posibilidadde
recurrir a un instrumentalteóricodistinto135. Así, resultasignificativo la cantidadde veces
queescribeel adverbio“milagrosamente”respectoa procesosanormalesdesdeel puntode
vista dela economíaconvencional,o la cantidaddeacontecimientosqueensuopinión“aún
no hemoscomprendidomuy bien”. La cuestiónesqueesosprocesosy esosacontecimientos
sonsin lugar a dudaslos mássignificativosde la historiadel capitalismoy aquellosquela
historiaeconómicamarxistamejorhaconseguidoexplicar.Tal vezseaun tantoinjustopero
da la impresiónde quela negativade Krugman a considerarcontextosmásampliosqueel
de la propiacrisis tienemuchode ideológico,puesderivade unaaceptaciónde las formas
económicascapitalistascomo únicas posibles, dotadasde una naturalidad que aborta
cualquier explicación que no respete la estabilidad de ese marco de normalidad .
En ciertosentidono dejadeserverdadqueenhistoriasólohaycausalidadcuandooperaun
agentenatural externo(por ejemplo un terremoto)pero lo que nuestroejemplo anterior
sugeríaesque,hastadondenosotrossabemos, ciertosfenómenosinterrelacionados(estoes,
ciertas tramaslibrementeescogidaspor el historiador) actúancomo terremotoso como
ecosistemasrespectoa otras. El problema, evidentemente,es que de hecho no son
fenómenosexternosy por tantotodo sedebea unainconsistenciagnoseológicairreductible
ya que no existe la supernarracióntotal. En el contextode los conocimientoscotidianos
llamamoscausa(o libertad, segúnse mire) a esainconsistencia,a esedesnivelentredos
sistemas fenoménicos que expresa la pregunta por el “por qué”.
De todosmodosesciertoqueenhistoriografíaexplicarpor quéocurrióalgono esdeningún
modo explicar qué ocurrió, como en aparienciaocurre cuandohay leyes generales.La
segundade las tesis que, como anunciábamosal principio de estasección,pretendemos
estableceraquí afirma que la situación de la historiografía es general. Un ejemplo
historiográficotípico esel análisismarxistade las causasde la segundaguerramundial.En
estainterpretaciónsesuelerecurrir –denuevo,resumodeun modocaricaturescoy contoda
probabilidadficticio– a un nivel narrativodistintodel ámbitodiplomático-militarvinculado
al sistemaeconómico-político.Una posible respuestade los historiadoresno marxistases
que cuandose dice que las causasde la segundaguerra mundial fueron ciertos ciclos
económicos,enrealidad,la tramaestudiadaesla dedichosciclosenlos quela guerraesuno
de los hechosrelevantesa narrar.Así, para los marxistasla guerraseríauna especiede
soluciónkeynesianabastantegroseraaunqueeficaza la crisiseconómicadelos añostreinta.
135 Cf. P. Krugman, El retorno de la economía de la depresión, Barcelona: Crítica, 2000.
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Evidentementeestono dejadeserciertoperono lo esmenosque,enalgúnsentido,sabemos
algomásal modomarxistaquecuandodecimosquela causade la guerrafue la invasiónde
Polonia.Tambiénsepuederespondera estodiciendoque,enrealidad,la invasióndePolonia
no esla causade la guerrasino su principio y que,en general,en historiano tienesentido
hablardecausas.De nuevolos marxistaspodríanafirmarque,enesecaso,el principio dela
guerrafueronciertascrisiseconómico-políticasdelargoalcancey quejustamentellamamos
causaa la diferenciagnoseológicaentrela reconstruccióngeneralde estacrisis y la guerra
quese inicia con la invasiónde Polonia.Creoqueesobvio queeseplus epistémicono es
suficientecomoparaquedejedeinteresarnosunahistoriadetalladadel sistemadetrincheras
alemanasen Normandíaque,obviamente,no se deducede la crisis del patrónoro, perosí
introducela concienciadequeexistela posibilidaddeestudiarotra tramacercanaen la que
el contextodepazquepresuponeel estudiodeunaguerraquedadifuminadodemodoquela
causa anterior (la invasión de Polonia) pasa a formar parte de una nueva narración.
¿Enqué sentidose puededecir que estanoción contextualde causano es peculiarde la
historiografíasino que afecta a muchasotras formas de explicación?La cosa tiene su
enjundiapuesVeyneaceptaqueen historiaoperaunacausalidad“sublunar”; la cuestiónes
queel valor deesetipo decausalidadparece,ensuinterpretación,despreciable.Y, enefecto,
la validezdeun conceptodecausaoperativoenhistoriatienequever consuhomogeneidad
respectodeunanociónmásgeneral.Parahacermecargodeesteasuntorecurriréal análisis
quehaceMcintyre del conceptode causadesdeun puntode vista opuestoal queponeen
juegoHume.Tradicionalmentequieneshandefendidola causalidadhistóricalo hacíanpara
afirmar, al menosimplícitamente,la existenciade leyesen el tipo de conocimientosque
sacana la luz los historiadores.En cambio,lo queaquíintentoplantearesla posibilidadde
discernir entre distintas explicacioneshistóricas no en virtud de su mayor adecuación
inmediataa un objeto real siempre indefinido sino por su mayor capacidadepistémica
mediatao relativa (más adelante,trataréde aclararcuál es el lugar de la adecuaciónen
historia).
PrecisamenteMcintyre abordael problemade la causalidada partir de las aporíasque
resultandela aficióndetantoshistoriadoresal pluralismocausal.Anteshemoshabladodela
diferenciaentreafirmarquela invasióndePoloniao la crisisdel patrónoro fueronla causa
dela segundaguerramundial.En realidadlo habitualesno sólopostularambascausassino
añadirmuchasotras,incluidosfactorespsicoanalíticosrelacionadosconla infanciadeHitler.
Porsupuestoestepluralismoequivaledehechoa unanegacióndela eficaciadelconceptode
causaen historiografía,tal y como Veyne expresabacon muchamás coherencia.Desde
luego, sería absurdonegar la existencia de muy diversos factores en la constitución
61
específicade un acontecimientoen concretopero, como apuntábamosantes, lo que se
discuteaquíy lo quepermitehablardeexplicacióny decausaesla posibilidaddeestablecer
algunoo algunosdeesosfactorescomoprincipales.En cambio,explicaMcintyre, el hecho
de que en historia no haya leyes generaleslleva a muchosa creer que no hay la menor
jerarquíaentrecausasy “la innovaciónde algúnnuevotipo de causarara vez se haceen
detrimentodel surtidode causasexistentes.En las versionespluralistaslos hábitosde aseo
de Lutero comparecen fácilmente al lado del capitalismo como una causa de la Reforma”136.
ParaMcintyre estaincapacidadparadecidirsepor unacausaconcretaa la horade explicar
un acontecimientoforma parte de la herencia del modelo humeanode la causalidad
entendidacomorelaciónquemediaentretipos de acontecimientosy estadosde cosas–en
vez de entre acontecimientosy estadosde cosasindividuales–y es razón necesariao
suficientede su efecto.El problemano es ya sólo que las crisis monetariasno siempre
causenla guerrasino quemuchoshistoriadoresdirían quees francamentedifícil establecer
un conceptogeneralde crisis monetariahistóricamenterelevante,en el sentidode que un
conceptotal sóloplantearíalos términosdel problemarealqueesdarcuentadela crisisy de
sus efectos. Parece que, dado que no se puede establecer el tipo de regularidades que para los
humeanossonsinónimode causa,sólo sepuedehacerunaenumeracióndescriptivade los
factoresque entranen juego en determinadoacontecimiento.Sin embargo,este tipo de
aporíassongeneralesy no serestringenal ámbitodela historia.Nuestrofirme conocimiento
de ciertossistemasnaturales(que no tiene parangóncon lo que sabemosde los sistemas
culturales)no implica necesariamentesu eficaciacausal.F = m · a designacierto tipo de
relaciónentreciertosfenómenos,la eficaciacausalde dicharelaciónen cadacasoconcreto
esunasuntodistinto.Porsupuestola escasavariabilidadcontingentedefenómenoscomolos
sistemasplanetariospuedellevar a asimilar la estructuralegaliformecon la causapero es
que, justamente,en historia tratamoscon un tipo de causasconstantementedistorsionadas
por intervencionescontingentesy, por lo demás,la exigenciade exactituden física es
inmensa.En generales imposibleestablecer“si paracadaconexióncausalparticularque
identificamoshay algunageneralizaciónlegaliformeen esperade versepropuesta”137. Esto
significa que, excepto para aquellasrelacionesen las que es dudoso que existan dos
fenómenos(comola presióny la temperatura)unaley científicano especificaunarelación
causal posible y mucho menos predicciones138.
136 A. Mcintyre, “Causalidade historia” en J. Mannineny R. Toumela(comps.),Ensayossobreexplicaciónycomprensión, Madrid: Alianza, 1980, p. 57.137 Ibid. p. 60.138 Ibid. P. 69.
62
De estemodo,al desvincularel conocimientode causasparticularesdel conocimientode
generalizaciones,damosun granpasoparaaceptarlos distintosgradosdeexactitudcon que
podemosconocerdistintosconjuntosde fenómenossin caeren el escepticismotípico tanto
de los pluralistascausalescomode quienesafirman la ineficaciade la nociónde causaen
historia. En efecto, en historia surgen muchasconexionescausalesconcretaspero no
generalizacioneslegaliformes,esoquieredecirqueenhistoriano hayinducciónmatemática
(o sea,deducción)perono quenosirvael conceptodecausapues,por muchoquelasteorías
sean deductivas,las explicacionescausalesnunca lo son (o al menos nunca lo son
totalmente).Si bien hay una diferenciaesencialentre el conocimientoque tenemosde la
historiay el conocimientoque tenemosde la naturaleza,la diferenciaen cuantoal tipo de
explicacióncausalqueentraen juegoen cadaconocimientosólo lo esde gradoya quelas
explicacionestienenquever con fenómenosconcretos.Dicho de otro modo:en historia,la
probabilidadconla quesepuedeafirmarun causaesmuchomenorqueenfísica justamente
por las característicasnarrativasdel conocimientohistórico y no por las peculiaridadesde
una presunta causalidad histórica.
En realidad,la exigenciapor partede los humeanosde generalizacionesparareconocerla
existencia de causas es una forma de negar que haya en absoluto causas como, por otra parte,
Russellafirmó a las claras.Del mismomodo,unade las basesdel modelode Popper,si no
su característicaprincipal,esqueningúnprocedimientoinductivobastaparaestableceruna
generalizaciónválida. El escepticismo,por tanto, se traslada a la verificación de la
generalizaciónen vez de afirmarsedirectamentede la incongruenciade la nociónde causa
como en Hume pero, en esencia, se basa en un deductivismo muy similar. Para Mcintyre, por
el contrario,identificarunacausano espor reglageneralidentificarunacondiciónnecesaria
y suficiente,ya que el hechode que unacausaproduzcaun efectodeterminadonadadice
sobre cómo puede producirse en general este efecto.
En su propuestade un conceptode causaalternativoMcintyre recurrea un razonamiento
muy cercanoal que hemosmantenidorespetoa la índole constitutiva de la estructura
contexto-accidenteen la descripciónhistóricasignificativa.Lo importantede la noción de
causaes que marca una diferencia respectoa cierto estadode cosasque, de no haber
mediado esta particular intervención causal, habría producido algún resultado distinto:
Una causaesaquelloquehaceun resultadocualquiera diferentedel quehabríasido en otro caso(...)
Los agentesque intervienenen el mundo−trátesede nubesde gasen movimientodentrode sistemas
planetarioso deaguadelluvia cayendosobregranito− no seencuentransóloconcadenascausalessino
tambiéncon órdenescausales.Entiendopor ordencausalun conjuntointerrelacionadode elementos,
comoun sistemaplanetarioo unaestructuracristalinao sistemaseducativosdealgúngénerodondelas
63
relaciones entre estos elementos sólo pueden formularse en los términos de algún tipo de
generalización139.
Porun lado,la nocióndecausaestáradicalmenteasociadaa la deexplicaciónquedistingue
entre las intervencionescausalesy el orden causalpreexistenteen el que se producela
intervención;por otro, las explicacionesen las cienciashistóricasno son deductivassino
jerárquicas.
Mcintyre se da cuentainmediatamentede que, así las cosas,el problemaes que “lo que
tomamospor causaintervinientey lo quetomamospor regularidadesencursodela situación
de fondo dependerá de algún otro criterio. En todas las disciplinas históricas tal criterio viene
dadopor lo queerigimosen temade nuestranarraciónhistórica”140. En historiografíaese
criterio esparticularmentepolémico.Lo importanteno essi cierto contextoespertinenteo
no, sinoqueparaun mismoacontecimientola eleccióndel objetodeestudiodeterminarála
regularidadsobrela queserecortanlos hechosrelevantes.Si bien en todacienciahistórica
como, por ejemplo, la medicinaesta indeterminaciónes importante,en historiografíaes
crucial. Dado que en historia no podemos“reducir” mecánicamenteciertos fenómenosa
otros(hormigasa células,estasa moléculasy estasa átomos)el puntode vista de nuestra
narraciónesestructuralmentediscutible.Lasperspectivasno secomplementany la elección
deciertalíneade investigaciónafectaa la posibilidaddeconocermejoro peorun fenómeno
y no sólo al hecho de conocer distintas propiedades.
Recuperemos ahora la discusión sobre las causas de la guerra mundial:
La tesis marxista que los pluralistastanto han vituperadopuedeentenderseahoracomo sigue. La
cuestiónmásacucianteal abordarla guerramundialno es:¿cuálesfueronlas causasde la guerra?Es:
¿porquétodoslos esfuerzosparaconjurarunagranguerraeuropeafracasaronen el último momento?
Los marxistasno consideranque causarala guerrauna intervenciónagresivaexternaqueda al traste
conunordenpreexistente;venun ordenestablepreexistentequetiendepor supropiadinámicahaciala
guerra de modo que ninguna causa pacificadora pueda intervenir para evitarla141.
En efecto, como veremos, la estrategiade los historiadoresmarxistas es típicamente
reconstruirla narraciónen un nivel contextualelevadoantesque buscarcontinuamente
“causas”superioresde fenómenosaccidentales.Por retomarel ejemplode la crisis asiática,
lo que ha sido interesante para los marxistas es comprobar hasta qué punto fueron inútiles los
esfuerzosdel FMI y el BM por controlarla crisis y cómoexisteun ordencontextualque
“explica” la aparicióndeesetipo decrisis.Evidentementeunaposibleobjeciónal marxismo
139 Ibid. p. 66.140 Ibid. p. 69. Searle plantea una tesis similar aunque en términos de estructura causal, loc. cit. 141 Ibid., p. 71.
64
esquela elecciónde“ese” nivel denarraciónenvezdeotroaúnmásestructural(comoenel
casode Braudel)es arbitraria.Es absolutamentefundamentalcomprenderbien estepaso
paracuandoabordemoslas diferenciasentre Marx y Polanyi.No obstante,hay queseñalar
ya que la respuestamarxistadeberíaconsistir en recordarque la elecciónde su punto de
vista dependede una discusiónmeatempíricaque, al menosen su opinión, es de índole
teórica.En esesentidolos marxistashan aceptadoun “programade investigación”142 bien
definido que les indica dondebuscarpero no qué buscar,el marxismoen historia tiene
mucho de apuesta y eso con independencia de su validez formal como teoría e, incluso, de su
verdad como teoría tras su verificación empírica.
Repasemosel razonamientoque hemos seguido. Hemos visto que en historiografía
llamamos causa no tanto a lo que sucedió “antes de” cómo a una intervención sobre un orden
preexistentequecambiael rumbodeacontecimientos.Desdeluegoestorestringebastantela
posibilidaddehablardecausasenhistoria(frenteal pluralismo)puesexigela identificación
con ciertaexactitudde un contextoprevio (por esola nociónde causatienemáspesosi se
consideraunatradiciónde investigacionesen vez deunainvestigaciónconcreta).La mayor
parte de este tipo de trasfondos que podemos aceptar con cierto consenso son
extraordinariamenteresistentesal cambio.En palabrasde Braudel,“todas las existencias,
todaslasexperiencias,sonprisionerasdeunaenvolturademasiadogruesaparaserrotadeun
sologolpe;límite depoderdeun utillaje quesólopermiteciertosmovimientos,por no decir
ciertas reacciones o innovaciones metodológicas”143.
Por otra parte,hemosvisto que estanoción de causaes perfectamentelegítima y en todo
similar a la queseusaencienciao, al menos,enciertasramasdela ciencia144. La diferencia
esenciales que en historia no hay ningún criterio interno a la propia disciplina para
establecerqué son regularidadesen cursoy qué causasintervinientes;aunqueel dominio
estructuralimplica una regularidadpara acontecimientosmenosresistentesal cambio, lo
estudiamoscomoespecificidady no comogeneralidady, por tanto,dicepocodesdeel punto
devistadelos eventos.Sin embargo,hemosvistoquela nocióndeordenpreexistenteera,en
142 Hastadondeyo sé la expresiónpertenecea Lakatosque,en cualquiercaso,es quien la ha popularizadocomo una especiede tercera vía entre Poppery Kuhn (cf. I. Lakatos, La crítica y la metodologíadeprogramas científicos de investigación, Valencia: Teorema,1981). Evidentementeaquí el conceptodeprogramade investigacióntiene un sentidomuy diferenteal que Lakatospone en juego puesse aplica adisciplinas no científicas.143 F. Braudel, La historia y las ciencias sociales, op. cit. p. 52.144 Creoqueel modelodecausalidadqueplanteaMcintyre puedeconsiderarseparadigmáticoya seaenestaoen formulacionesparalelas.Así, un autor tan distinto como GustavoBueno hace un planteamientomuysimilar: tambiénparaél unaideade causano metafísica(causasui) o insignificante(merasecuencia)implicauna diferencia respecto a una identidad previa. Cf. G. Bueno, “Causalidad” en Román Teyes (ed.),Terminologíacientífico–social, Barcelona:Anthropos,1988,72-80y J. B. Fuentes,“Nota sobrela causalidadapotética a la escala psicológica”, El basilisco 1, septiembre-octubre, 1989, p. 57.
65
general,constitutivadel tipo de objetodeestudiode la historiografía,con independenciade
queseao no causalmentesignificativa en cadaunade las investigacioneshistoriográficas
concretas.En estesentidoAlthusserentendióperfectamenteque la ideade acontecimiento
históricamenterelevanteteníaquever con la diferenciaqueintroducedichoacontecimiento
respectoa unaidentidadprevia:“Un hechohistóricoesel queproduceunamutaciónen las
relacionesestructuralesexistentes”145. No obstante,comoseñalócon notableprecisiónPerry
Anderson146, Althusser no consigueresolver el problemaporque concibe las relaciones
estructuralesdemasiadoal margende la elección del historiador.La caracterizaciónde
Althussersólo sirve para aquelloshechosrelacionadoscon las estructurasentendidasen
sentido sustantivoantesque lógico. Aun al margende que estemosde acuerdoen la
importancia fundamental de esas instancias de sentido, lo que aquí intentamos es
comprenderla sintaxisde las regularidadesen historiacon independenciade su naturaleza
específica,es decir, sin importar si se trata de una trama intelectual,una biografía o un
procesosecular.Es por eso que hemospreferidoexpresarla idea de identidadprevia en
términosdiscursivosde“contexto” o de“reglasdejuego”. No obstante,la tesisdeAlthusser
esdeutilidad paraplantearnosla cuestióndesi existealgunamaneradeestablecerla distinta
importanciade lascausasteniendoencuentaquela diferenciacontexto-accidenteestádada
por el objeto de estudio propio de la historiografía.
Llegadosa este puntohemosrecorridoel argumentoen todasu circularidady sólo queda
recurrir a una argumentaciónad hominem. Es decir, hemosvisto cómo el historiador
seleccionaun objetode estudioen virtud de su mero interésintelectual,unavez hechaesa
elecciónel fenómenoa investigarse le presentacomo dado (ya que los acontecimientos
realessonlos mismosparacualquiercortegnoseológicoqueserefieraa ellos)y, por tanto,
podráconsiderarlas conexionescon otroscortesposiblessi bien, en principio, seránmero
contextosin interéso meraanécdotasin interés.Efectivamente,hemosvisto quese podía
recurrir causalmenteal interésdel contextopara resolveralgún enigmapero la situación
subsiguientevolvía a sernarrativay sóloen la reconstruccióndela polémicaseobservaban
los vínculos causales.
Así las cosas,sólo quedamostrarquede forma recurrentebuenapartede los historiadores
han tendido a considerarque cierto nivel que parecíacontextualera, en realidad,muy
significativo.Estosignificaríatambiénquesehaproducidoun progresivoacuerdosobrequé
escontextoy quéanécdotaparadistintoscamposdeestudio.Si estoesasí,sepodráafirmar145 L. Althusser, Para leer El Capital, Mexico: Siglo XXI, 1973, p. 112.146 Cf. P. Anderson,Teoría,política e historia. Un debatecon E. P. Thompson, Madrid: Siglo XXI, 1985,p.15.
66
quedicho contextorecurrenteen la historiografíaacadémicatieneunagraneficaciacausal
encuantomecanismopararesolverenigmas.Mostraralgoasísignifica tambiénexponerlas
razonespor lasqueel procesocontrario(la proliferaciónde investigaciones“coyunturales”)
ha sido un fenómeno de muy distinto signo.
67
III. Los progresos de la historiografía
La argumentacióndel capítuloanteriorexplica,entreotrascosas,por quéquienesniegansin
másmaticesla causalidadenhistoriaenvirtud deun esquemahumeanotiendena pensaren
una noción de causaeficiente y adecuadatípica (literalmente)de la mirada divina que
observa y entiende los objetos reales en su pureza, sin mediacionesepistémicas.
Precisamentelos argumentos de Mcintyre apuntan a la necesidad de buscar una
jerarquizacióndelascausasenfuncióndelconocimientohistóricoefectivoy nodeunalarga
cadenadel ser.Así, segúnsuspropiaspalabras,el modelode causalidadquedefiendeesel
queestaríapresenteenla escueladeAnnales, concretamenteenBraudely PierreVilar147. En
realidadresultasignificativo que historiadoresy filósofos de muy distinto signo (incluido
PaulVeyne)coincidanen considerarquealgo importantesucedióen la antiguaescuelade
Annales148. El adjetivo “antigua” pretendesubrayarque no me interesalo más mínimo
discutirsobresi susherederoshansidofielesal espírituoriginal o, comoafirmaFontana,se
han dejadoenredarpor una excesivaatencióna las modasintelectuales.Lo que resulta
interesanteparael profanoes que la mayoríade los historiadoresconsiderael trabajode
Bloch o Febvrecomo un paradigma(o sea,un buen ejemplo) de lo que hoy llamamos
cabalmenteel oficio del historiador.Esono suponeningúndeméritoparaMenéndezPelayo,
Herdero Tucídides149 perosí quieredecirquehayalgoen la obradeBloch y Febvrequeha
sido progresivay polémicamenteaceptadocomoconstitutivode la disciplina.Creoqueese
“algo” es justamente el hecho de haber identificado, de forma metodológicamente
satisfactoria,un escenariogeneraldela empresahistoriográficaque,por un lado, liberó una
147 Op. cit. p. 73.148 Véase,en general,P. Burke, La revoluciónhistoriográfica francesa.La escuelade Annales:1929-1989,Barcelona:Gedisa,1993.Deberíaserevidentequetomola escueladeAnnalesmeramentea mododeejemplocasi unánimementereconocido.En realidad,para dar cuentade estatransformacióncasi valdría cualquierescuelay no me importa reconocerquesientounaparticulardebilidadpor la historiografíamarxistainglesa.Parauna comparaciónque resaltalas muchascoincidenciasentreAnnalesy los anglosajonesvéaseC. A.Aguirre, “Convergencias y divergencias entre los Annales de 1929 a 1968 y el marxismo”, loc. cit.149 Si se prefiere un ejemplo contemporáneo, cabe contraponer la historia académica y el periodismo.
68
gran cantidadde nuevasinvestigacionesposiblespara los historiadoresy, por otro, abrió
paso a una mejor comprensiónde aquellosacontecimientosdeficientementeexplicados.
Evidentementeeseescenario,como cualquierotro componentede la historiografía,no se
expresaen un puñadode proposicionesdefinidassino que estácompuestopor un vago
marcoconvencionalque,precisamentepor su ubicuidad,tiendea no destacar.Consisteen
una especie de acuerdo tácito para expurgar del escenario académico “líneas de
investigación”, por llamarlas de algún modo, como la que ejemplifica un tanto
histriónicamenteesta “Nota Importante” que el editor anteponeen 1953 a la edición
española de los Ensayos de Tayne:
Hipólito Tayne,uno de los críticos literariosy de artemásadmirablesde Francia,carecióde ideas
religiosas.Su racionalismoera explicableen su épocay en su país,envueltospor completoen la
atmósferadeletéreadel enciclopedismodecadentey dela razóndelicada.Porello convieneadvertira
sus lectores que sus referenciasa ideales, a ideas, a estimacionesde religión católica son
absolutamenteerróneasy que, por ello, cualquier espíritu ortodoxo no debe darles la menor
trascendencia,valorándolas en pura relación de la personalísimaactitud del gran crítico
racionalista150.
No se trata sólo de que existaun consensoacadémicogeneralizadosobrelo queen rigor
pertenecea la historia–por supuestono me refiero a los acontecimientosconcretossino al
tipo de asuntosque interesanal historiador151– sino de que eseconsensoha dado como
resultadoun conocimientomás profundo del pasado.En el artículo “¿Ha progresadola
historia?” el historiador Eric Hobsbawm escribe:
Siguesiendocierto que la historia se ha alejadode la descripcióny la narrativaparaacercarseal
análisis y la explicación; ha dejado de concentrarseen lo singular e individual a favor de la
determinaciónde regularidadesy la generalización(...) ¿Todoestoconstituyeun progreso ? Sí, un
progresomodesto(...) Ya he dicho que estono puedeagotarlas actividadesde los historiadores.
Tambiéndeberíaserobvio quela historiano puedesubsumirsebajoel título dealgunaotradisciplina
proyectadasobreel pasadocomo,por ejemplo,la sociologíahistóricao la biologíasocial.Es y tiene
que ser sui generis y, en este sentido, los reaccionarios históricos tienen razón”152.
150 H. A. Tayne, Ensayos de crítica histórica, Madrid: Aguilar, 1953.151 En estesentido,resultamuy interesantela entrevistaaJ. Fontanasobrela polémicaacercadela enseñanazadela historiaenEl País, domingo2 dejulio de2000.Fontanavienea decirquela Academiadela Historiaseencuentratotalmenteal margende los interesesacadémicosestándarde la historiografíaactualy vive sumidaen pseudo-problemas decimonónicos.152 E. Hobsbawm,Sobre la historia, Barcelona:Crítica, 1998, p. 77. Quienesacusana Hobsbawmdeconservadourismoepistémico,seolvidan dequeesel autordeobrascomoBandidoso Rebeldesprimitivosyque las escribióen una épocaen la queocuparsede esetipo de temas“marginales”no eraprecisamenteunbuen negocio académico.
69
Así, a pesarde que Hobsbawmaceptaque “todo estudio histórico entrañahacer una
selección”y que “no hay un criterio generalpara hacerdicha selección”153, cree que la
historiografía profesional ha estado moviéndoseen cierta dirección por pura inercia
científica, esadirección es justamentela de una empresaque, muy insatisfactoriamente,
podemosrelacionar con un proyecto materialista:“Si digo que esa tendencia,que ha
continuadoprogresandode modo inexorable, era general, no es debido a que quiera
minimizar la influenciaespecíficade Marx y el marxismoen ella. Lo quetrato de haceres
másbien mostrarquela historiografíahaestadomoviéndoseen ciertadireccióna lo largo
de un periodo de varias generaciones,con independenciade la ideología de quienesla
cultivan, y –lo más significativo– contra la resistenciafortísima e institucionalmente
arraigada de los profesionales de la historia”154.
Esdecir,paraHobsbawmno estantoquelos historiadoreshayanido decantandosu interés
por la historia materialistasino que, a pesarde la variedadde intereses,a pesarde la
multiplicación de objetosde estudio,se han visto obligadospor la propia lógica de la
disciplina a practicar historia materialista (más que materialismo histórico) tanto si
estudiabanlas tendenciasheréticasde un párrocobretóncomo si estudiabanla inflación.
Evidentementeesalógicainternaesmeramenteretóricay significaque,encadaencrucijada,
el desvíocercanoa un marcoconceptualqueintuitivamentepodemosllamar“materialismo”
ha resultadomás fructífero y verosímil, ha redundadoen un conocimientomás“valioso”
desdealgún punto de vista que otras eleccionesposibles.Por expresarlomedianteuna
máximacontundente:“la historiade la disciplinaqueinvestigael pasadoesunahistoriade
convergencia y no de separación”155.
Así pues,creo que Hobsbawmha identificado correctamenteuna cierta dirección de la
historiografía moderna que la antigua escuelade Annales ejemplifica y que ha ido
impregnandodesdelos manualesescolaresde historiahastalas discusionesmásesotéricas.
Es útil tomar como ejemplo Annalesporqueparecemenosmarcadaideológicamenteque
otrasopciones.Sin embargo,tal vezel paradigmadeprogramadeinvestigacióncomúnsean
loshistoriadoresmarxistasanglosajones,no tantoensutrabajodentrodel PartidoComunista
ingléscomoen su aperturaal restode la academiacon la fundaciónen 1952de la revista
Past and Present156. En estesentido,Richard Johnsonha habladode una “estructurade
153 Ibid. p. 73.154 Ibid. p. 75.155 Ibid. p. 9. 156 Aunquela fundaciónde la revistacorrió a cargode clásicosdel marxismobritánicocomoDobb, Hilton,Hill, Morris o el propioHobsbawmsiemprecontóconautoresajenosa estatradicióncomoLawrenceStone.Un análisismuy completode esteasuntoapareceen H. J. Kaye, Los historiadoresmarxistasbritánicos,Zaragoza: Prensas Universitarias de la Universidad de Zaragoza, 1989, pp. 15 y ss.
70
sentimiento”parareferirsea unaconvergenciasimilar a la queHobsbawmmencionaen el
trabajoconjuntode autoresqueno sólo va másallá de la ideaconvencionalde historiador
marxistasino incluso del oficio de historiador157: ademásde Hilton, Hill, Hobsbawmo
ThompsonhayquecontarconBriggs,Hoggart,Genoveseo inclusoRaymondWilliams. De
hechola ideade structure of feeling perteneceal propioWilliams quela entiendecomouna
comunidadintelectual imprecisa,de algún modo “disuelta” en el medioambientesocial,
frente a otras influencias más conspicuas158. La caracterizaciónde Williams recoge,
posiblementecon mayor elegancia,la idea de programade investigacióncomouno de los
criterios metateóricosimportantesen historia. En cualquier caso, lo que Hobsbawm
planteabaacertadamenteerala ideadequela historiografíaal completosehabíaembarcado
en un programade investigaciónde largo alcanceque, vagamente,podíamoscalificar de
materialistay quedeningúnmodoserestringeal materialismohistóricoo a la historiografía
marxista.En realidadya Peircehabíaplanteadouna idea similar respectoa la cienciaen
general:“Empiezaa ser un imposibleque un hombrepenetreen el pensamientocientífico
actual y no tenga tendenciasmaterialistas”159. Evidentemente,esta comprensióndel
materialismocomoel esfuerzofilosófico por acallarnuestranaturaltendenciaa la metafísica
y dejar hablar al conocimiento160 no equivalea la idea de materialismocomo estrategia
metateórica de la historiografía, si bien tal vez tengan algún punto de contacto.
Centrémonos,de momento,en cómo la propuesta“materialista” en historiografíapuede
significar dos cosas bien distintas.
En primer lugar, es cierto que se ha establecidocon cierto rigor visiones generalesde
grandesconjuntosde fenómenosmuy diferentes,algoasícomometarrelatos empíricamente
fundados,mapasvagosde regularidadesparticularmentepersistentes.Creoqueestetipo de
narracionesde segundogrado–esasqueleemosen los manuales,con las quenadieestáde
acuerdopero casi nadie afirma que son falsas–son algo así como la explicitación del
proyectode investigacióngeneralde la historiografíamoderna.Anteshacíamosreferenciaa
las posiblesdiferenciasentrelos conceptoshistóricosdeun usuarionormaly de un usuario
experto. En realidad, veíamos,no hay una diferencia esencialentre las elaboraciones
académicasy las cotidianas,tan sólo los separasu cargagnoseológica.Si bien las agrias
discusionesde los medievalistas,punto por punto, hacenmás que dudosoque se pueda
hablar de la Edad Media, no son óbice para que exista una instanciaretórica de grado
superiorenla queseconjuganesasdiferencias.Estosignificaríaaproximadamentequeseha157 Cf. R. Johnson,“Culture andtheHistorians”en J. Clarke,C. Critchery R. Johnson(eds.),Working-ClassCulture. Studies in History and Theory, Londres: Hutchinson, 1979.158 R. Williams, Marxism and Literature, Oxford: Oxford University Press, 1977, pp. 133-134159 Ch. S. Peirce, El hombre, un signo, Barcelona: Crítica, 1988, p. 86. 160 Este es, en esencia, el planteamiento de C. Férnandez Liria, El materialismo, Madrid: Síntesis, 1998.
71
aceptadoquela historiaestructuraltieneunapotenciadiscursivaquetrasciendela de mero
objetode estudiojunto a otros:si bien epistémicamentelas tesisdeWallerstein, Braudelo
Blochsonenormementediscutibles,quedadeellasun vagoconjuntodenotas(máso menos
polémicas),unaseriede límites que la academiaacepta.Sonmuchoslos historiadoresque
reivindican, con razón, la necesidadde una visión de conjunto que no se corresponde
exactamentecon ninguna investigación concreta. Bien, pues ese impreciso escenario
intelectualde la historiografía,inevitablementecercanoa la filosofía de la historia,es hoy
esoqueHobsbawmllama materialismo.De hecho,sepodríaentenderesteconsensocomo
la sustitución de las tesis de filosofía de la historia que orientabanel pensamiento
historiográfico típicamente ilustrado y agustiniano por metarrelatos inmanentes
empíricamenteinformados. Así, la tesis de la índole materialista de la historiografía
académicacontemporáneapuedeentenderse(aunquepodríaaducirsequeno esasícomolo
ve Hobsbawm)comoun antídotometateóricofrentea los dispositivosonto-teológicosde la
filosofía de la historia moderna. En efecto, el requisito de ser una cosmovisión
empíricamenteinformada hace que sea estructuralmentecontingente y plenamente
susceptiblede ser sustituida por otras estrategiasque se considerenmás adecuadaso
interesantes y, por tanto, refractaria a intentos de utilización como arma legitimatoria161.
Así pues,creo que hablarhoy de historiografíamaterialistaes,en términosgenerales,tan
tautológicocomolo eshablardecienciamaterialista(aunque,enprincipio, por razonesbien
distintas).Ahora bien, lo que en realidadnos interesaaquí respectoa la argumentación
anterioresestablecerno tantosi hahabidounaciertaconvergenciaenla concepcióndeesta
empresaintelectualo, másexactamente,desusprogramasdeinvestigación, comoaveriguar
en qué medidaesaconvergenciaha afectadoa cadaobjeto de estudio.Es decir, debemos
analizarla posibilidaddequeparacadatramaestudiada(de los procesossecularesa la mera
biografía)sehayaproducidounauniformizaciónde ciertascaracterísticasdefinitoriasde lo
que forma partedel contextode normalidadde cadainvestigaciónconcreta.Ni que decir
tiene que la academiaal completoclamaríaal cielo anteuna afirmación tal y recordaría
infinidad deestudiossobrelo simbólico,lo religioso,la historiaoral, la historiadesdeabajo,
delasmujeres,delos esclavos,dela vida privada,de los urinarios,dela técnica,etc.Quien
así pienseni siquieraha empezadoa entenderlo que aquí estáen juego. Porquelo que
resultaevidenteesquela inmensamayoríade lasinvestigacionesdelas“mentalidades”,por
ponerun ejemploparticularmentecacareado,andanmuy cercade lo quela mayoríade los161 Estosignifica quelas tesisde Lyotard en La condiciónpostmodernaeranclaramenteexcesivas.Paraunaversiónmásmatizadade la función legitimatoriadel relato histórico véaseJ. F. Lyotard, “Apostilla a losrelatos”,enLa postmodernidad(explicadaa los niños), Barcelona:Gedisa,1984,pp. 27-33.Tambiénafecta,aunquesin dudade distinto modo,a la argumentaciónde Foucaulten Genealogíadel racismo, Madrid: Lapiqueta, 1992, cap. 4.
72
filósofos calificarían sin ambagesde materialismovulgar. Esta es tambiénla opinión de
Hobsbawm:
Se puededecir sin temor a equivocarseque hacemedio siglo, al menosen Gran Bretaña,sólo un
historiadormarxistasehubieraatrevidoa sugerirque lo que mejor explica la aparicióndel concepto
teológicodepurgatorioenla EdadMediaeuropeaesquela economíadela Iglesiadejódedependerde
las donacionesde un númeroreducidode noblesricos y poderososy pasóa dependerde una base
financiera más amplia. Sin embargo,¿quiéncalificaría de seguidor ideológico, y todavía menos
político, o simpatizantede Marx al eminentemedievalistade Oxford sir RichardSoutherno a Jaques
Le Goff, cuyo libro reseñó el primero, de acuerdo con estos criterios, en la década de los ochenta?”162.
Resultacuriosocómo la tradición marxistaha dedicadomiles de páginasa los problemas
que entraña el determinismoeconómico, a establecercomo se podría otorgar cierta
importancia a la producción sin negarla a otros ámbitos socialespara que finalmente
historiadoresmuy alejadosdel “determinismo” no tengademasiadopudor en explicar la
ansiedadde los jóvenesflorentinosdel siglo XIV comoel resultadode la combinaciónde
una inflación seculary las antiguasleyes de dote. Cuandouno observalos enrevesados
vericuetosque recorreBajtin163 para que la determinaciónde la economíano determine
demasiado, resulta fascinante con qué despreocupaciónlos postmodernos hacen
afirmacionesquea un severointérpretede la segundainternacionalle hubieranparecidoun
tantorígidas.En suma,la mayoríade los contraejemplosde investigacioneshistóricas“no
materialistas”encajanradicalmentecon lo que Hobsbawmha definido como tendencia
materialistay, másbien,seoponeno biena formasmuy burdas(y, sobretodo,antiguas)de
funcionalismo economicistao bien a investigacionesmuy especializadasde historia
económica.Estoúltimo, precisamente,por los argumentosanteriores,no esdeningúnmodo
una “oposición”.
Ahora bien, lo que nos interesaaquí no es tanto dar cuentade estacuestiónde hecho(el
materialismode la historiografíacontemporánea)cuantoanalizarsi existealgúnmecanismo
propio del discursohistórico que propicie o refuerceesta tendencia.Es decir, hay que
analizar si, al margen del programade investigaciónen el que consideroque se han
embarcadomayoritariamentelas cienciassocialesincluso a pesarde sus declaraciones
programáticasexplícitas,hay algo en la estructuragnoseológicade los discursoshistóricos
(¡no en las res gestaemismas!) que favorezcaesta dirección. Esto significaría que la
comprensiónintuitivamentematerialistadela historia(opuestaal “idealismo”) tendríaalgún
162 E. Hobsbawm,Sobre la historia, op. cit. p. 10. El libro reseñadode Le Goff es El nacimientodelpurgatorio.163 Cf. V. N. Voloshinov(seudónimo),El marxismoy la filosofíadel lenguaje, Madrid:Alianza,1992.El textose suele atribuir a Bajtin.
73
punto de contactocon una visión técnicadel materialismocomo esfuerzofilosófico por
oponerseal festejodela ignorancia,enun sentidoqueanteshemosmencionadoy queCarlos
Fernández Liria ha analizado con mucha precisión.
Lo que tiene que estarclaro es que,por definición, no puedehaberningunanecesidadde
narrarla historiaal modomaterialista(repito,estoequivalea “al modocontemporáneo”).Ni
siquiera, y esto es lo importante, hay ninguna necesidaddado un interés puramente
cognoscitivoya que,aúntrasestaprimeraconstricción,los puntosde vista del investigador
respectode las res gestaesiguen siendo múltiples. Sin embargo,el hecho de que la
estructuradescriptivasignificativadela historiografíaimpliqueunaidentidadpreviasobrela
queaquellaserecortapuedeconllevarun mecanismode“refuerzo” deaquelloscontextosde
mayor potenciaepistémicapues, como hemosvisto, estospuedencontribuir a resolver
aquellaszonasoscurasdela tramahistórica,estoes,constituyenla explicaciónhistórica.En
realidad,estaes una forma un tanto rimbombantede decir que la mejor forma de conocer
muchosacontecimientosmisteriososdenuestravida cotidiana(esdecir,allí dondeno media
ni un teoremani un laboratorio)no sueleser buscarlas intencionesde los agentes,o la
moralidad de sus acciones sino el horizonte de normalidad material sobre el que se recortan e
inciden.
Historiadoresy científicos socialeshan reconocidocómo aspectosmuy distintos de su
comprensióndelasaccionesdelhombreengranabanmuybienconsu“sustento”,por utilizar
unaexpresiónquehahechocélebreKarl Polanyi.Bien esciertoquela cosano tienemayor
misterio:sencillamentelos hombresquerezan,luchan,intercambianobjetos,seenriquecen,
viajan o escribense las tienenque ingeniaral mismo tiempoparallenar el estómago.Por
eso,esevidentequelasformasmediantelasqueel hombreseprocurasusustentono sonun
mal escenariogeneralde la historia,aunqueen ningúncasose puedenegarque,de algún
modo,esun escenarioarbitrario.La ventajadeestaperspectivamáso menos“materialista”
consisteen queno estádadoqueel hombresubsistapero,sobretodo,no estádadoen qué
consistesubsistirpor lo queadmiteunagradacióncasitanampliacomolos distintosobjetos
de estudioque dicho sustentocontextualiza.Esto implica que por muy vago que seaeste
telónde fondoen generalestá(o puedeestar)historiográficamenteinformadoen particular.
Sin dudasubsistiren unacoloniaartísticade NuevaInglaterrano tienedemasiadoquever
consubsistirenun gulagsiberiano.Sin embargo,hayun ciertoparecidode familia evidente
derivadode que en amboscasosla subsistenciacumpleuna función epistémicaanáloga,
constituyeun buentransfondodenormalidad–untelóndefondoverosímily empíricamente
falsable–paramultitud de investigaciones(seael régimendisciplinario o las expresiones
literarias) frente a otros contextos posibles e interesantes pero más limitados.
74
En consecuencia,¿quesignificaría“narrar la historiaal modomaterialista”?Puesnadamás
que privilegiar aquellosenfoquescuyo contexto de normalidadseael del “sustentodel
hombre”,por usarla expresióndePolanyi.Es decir,no tantoelegir comoobjetode estudio
el “sustentodel hombre”comocentrarseen aquellastramasqueserecortensobreesetelón
de fondo en vez de sobreotros. A pesarde lo que puedaparecerse trata de una tesis
problemáticaya que dependiendode que el historiadorelija uno u otro objeto de estudio
variará su contexto. Hay que recordarque lo que hemosdefinido como “contexto de
normalidad” es una característicasintáctica de cualquier descripción o explicación
historiográficay no un cierto nivel de explicacióno un conjuntode elementossustantivos.
Como hemos visto, es una característicade gran importancia porque determinarála
posibilidad de incidencia causal (no legaliforme) entre fenómenosy, por tanto, de
explicación de aquello que no se siga de suyo en cierta secuencia de acontecimientos.
Unaformacuriosa(y espuria)deprobarhastaquépuntolos historiadoreshanido aceptando
queel contextodenormalidaddesuestudioesciertanocióndematerialidadbastantegrosera
seríamostrarcómoseesfuerzanendemostrarla independenciadesusrespectivosobjetosde
estudiorespectodela economía.Lo queestoquieredeciresqueconsideranqueel contexto
quepodríaser(aunqueno es)eficazsobrela narraciónhistóricaesjustamentela economía.
Porsupuestohay un sofismaen esteargumento:del hechode quenieguenquela economía
tengainfluenciaensuobjetodeestudiono sesiguequeconsiderenqueesel únicoelemento
contextualquepodríatenereficacia.Sin embargo,a pesarde la trampalógica, creoqueel
argumento saca a la luz hasta qué punto ha variado el ambiente intelectual de la
historiografía, hasta qué punto no es ya el de Menéndez Pelayo.
SegúnMarx los hombreshoy acudenal mercadocomoenla EdadMediaacudíana la iglesia
o enGreciaal ágora,peroni el mercadoni el ágorani la iglesiasecomen164. La aceptación
deestatesisdeaparienciatan inocenteimplica queseacualseael objetodenuestroestudio
histórico tendremosque dejar lugar paraque los hombrescoman.Y los historiadoreshan
mostradocon su trabajo que esa forma de procederes un excelentemétodo que ha
transformado la historiografía.
No hacetantotiempo,sencillamentenadiepensabaenestostérminos.Establecerel contexto
es ya determinarqué puede alterar la narración, o sea, qué nivel puede llegar a ser
significativoaunquedehechono intervenga.Cuandoahoraestudiamosa lasreinasregentes
burgundiassin duda una parte importante del contexto es, como siempre, el de las
genealogíasde reyesy cómoa causade la muertede susmaridosen gloriosabatallaestas
mujeresllegarona reinar.Perolo característicodesdehaceun siglo es que en la inmensa
164 Cf. K. Marx, El capital, Madrid: Siglo XXI, 1984, Libro I, vol 1, p. 100, nota 33.
75
mayoríadelos casossehaescogidoun puntodevistacercanoal contexto“material”. Buena
partede los historiadores,sin importar sus interesesinvestigadores,han entendidoque el
reinado de las reinas burgundiassólo se recorta significativamentesobre un fondo de
normalidadque incluya sus “medios de subsistencia”,por expresarlocon una fórmula
particularmenteincómoda.Aún más,creoquela razóndeesteinteréspor enfocarsuestudio
de modo tal que incluya un cierta dimensión “económica” implica el reconocimiento
implícito dequeesecontextoen concretotieneunaeficaciacausalen el sentidoquehemos
establecido: una potencia explicativa muy grande.
Por supuesto,los límites de la explicaciónhistórica obligan a rechazarcualquier tipo de
relaciónnecesariaentreel contexto“material” y cualesquieraobjetosde estudio.Aquí sólo
planteamos,con argumentoscasi ostensivos,que estaforma de procederha dadomejores
resultadosepistémicosperono que estosseantodoslos resultadosposibleso interesantes.
Cuandoabordamosel expresionismoabstractodesdeel puntode vista del mercadodel arte
tal vez ya no resultaanecdóticoquela CIA financiasea los epígonosde Pollok en Moscú.
Esto no deslegitimabajo ningún conceptootrasaproximacionesa la historia del arte del
siglo XX, por ejemplo,estéticas,en las que el contextopuedeser las precomprensiones
filosóficas que dieron lugar a la recepcióndel vanguardismoeuropeopor las corrientes
pictóricasnorteamericanas.Lo queocurreesqueel primer enfoquetieneunagranpotencia
en la medida en que dispara conexionescausalesascendentesgnoseológicamentemuy
poderosaspor su estabilidady extensión(en estecaso,por ejemplo,ciertasinterrelaciones
entre estado,capital y medios de comunicación),permite una multiplicidad de nuevas
narracionesen otrosnivelesy unajerarquizacióncausalcoherente.Si nosenfrentamosa la
vida deun parado–el hechode quehablemosde la vida deun paradoy no, por ejemplo,de
un jovensolteroen2001,estableceya un contextodeterminado–estamosencondicionesde
remontarnosa narracionesdeordensuperiora pocoqueestemosdispuestosa no entender, a
poco que estemosdispuestosa preguntarcon aire de perplejidad.Pero, ¿por qué no
trabaja? ¿Esun vago?¿Acasole sobrael dinero?Obsérvesequesi estudiamosa un joven
soltero,anecdóticamenteen paro,las preguntasdel estilo ¿porquéno secasa,por ejemplo,
consuhermana?,¿oconsumadre?,¿porquévagadesesperadopordiscotecasdeextrarradio
buscandonovia?No disparanlasmismacadenadeexplicacionescuandonosremitimosa la
“prohibición del incesto”.No pretendodiscutir si lasexplicacionesde los etnólogossobreel
incestoson válidas o no; sencillamentecreo que hay una diferenciaobvia entre nuestro
conocimientosobreun asuntoy otro. Tampocohay ningunarazón para que la primera
preguntaseamásesencialquelassegundasperoa lo largodeestesiglo hemoscomprobado
quelas respuestasa la primeraestabandotadasde un mayorrigor y de unamayorpotencia
76
explicativa. Por supuestouno siempre puede decir que esto es trivial (sin duda es
contingente),aunquetambiéncabepensarquealgohemosdescubiertosobrela historiao, al
menos,sobrenuestroconocimientode la historia. Es evidenteque existennumerosase
interesantísimasinvestigacionesque no sólo no remitena contextoseconómicossino que
prescindenpor completodeesetipo decontexto165. El problemaesquesuelenremitir a poco
y, en consecuencia,dejanpocomargenpararesolverlas incógnitasde tipo “¿porqué?”.Si
los historiadorestienden a buscar programáticamenteenfoquescuyos contextos sean
“materiales” es justamenteporque suele ser una buenaestrategiapara rellenar aquellas
lagunas,aquelloshuecosde la estructurahistoriográfica.En estesentidoesen el quePaul
Veyne escribía:“A travésde la elaboracióny la crítica de los conceptosprogresapoco a
poco el análisisdel mundohistórico (...) Cuandoel análisishistórico se lleva lo bastante
lejos,no importaya apenasla distinciónentrehistoriay sociología,o no esya másqueun
problema lexicográfico y corporativo”166.
Si algo nos ha enseñadoel último siglo de historiografía es que resulta muy difícil
sobreestimarla importanciade la “economía”en la vida de las personasy que,comobien
señalóPolanyi frente a los formalistas,una de las funcionesesencialesdel conocimiento
histórico es establecerqué es economíaen cadacaso(con su cargasimbólica, familiar,
política y religiosa)167. Esaes,claro, la razónde mis reparosa la hora de utilizar palabras
como “material”, “medios de subsistencias”,etc. En realidad sólo pretendíaseñalarla
importanciade un repertoriode conceptosunidos,unavez más,por un parecidode familia
(economía,producción,etc) y que,al fin y al cabo,tal vez no quedarantan mal resumidos
con la metáforade la “base” o “infraestructura”,el esqueletode un edificio168. Estoquiere
decir que allí dondeel marcode normalidadparacasi cualquierfenómenosocial sea,por
ejemplo,la familia, podemosapostar(y el términoestécnico)a quela producciónnoandará
muy lejos.
Las regularidadesrelativasa la “infraestructura”permitendispararunaseriede narraciones
adyacentesal tema principal que otros marcos no permiten. Esto tal vez no sea
particularmenteimportanteparacadainvestigaciónenparticularperosí lo esparaestablecer
la agrupaciónde historias(de programasde investigación)segúnesosparecidosde familia
165 Un ejemplo particularmenteinteresantees P. M. Klein (cord.), El valor con conocimientode causa,México: FCE,1994.No obstante,no hacefalta rebuscartanto,y sepodríacitar comoejemplomuchasobrasclásicas acerca del ambiente intelectual de una época, como El otoño de la Edad Media de Huizinga.166 P.Veyne,“La historiaconceptualizante”enJ. Le Goff y P.Nora (eds.),Hacerla historia, Barcelona:Laia,1978, vol. I, p. 102.167 Cf. K. Polanyi,El sustentodelhombre, Barcelona:Mondadori,1994,. Véasetambiénla introduccióndeH.W. Pearson, donde se recuerda el debate entre formalistas y sustantivistas.168 Respectoa los límitesde la metáforavéaseM. Godelier,Lo ideal y lo material, Madrid: Taurus,1988.Lavieja ideadela relaciónbase-superestructurahasidorenovadadeun modomuy convincentepor G. A. Cohen,vide infra, cap. IV.
77
cualitativos:historiaoral, cliometría,etc.Antesdecíamosquela proyeccióndematerialismo
en cadainvestigaciónse concretabaen la búsquedade un contextomaterialen cadacaso.
Por eso,la “infraestructura”no es tanto lo queestudiala historia económicacomo lo que
permite que a las expresiones“oral”, “de las mentalidades”o “de las mujeres” preceda
cabalmente el término “historia”.
Hechos y discursos
En las páginasanteriores,en especialen la segundasección,he manejadocon libertad
rayanaen el libertinaje algunosde los análisis acercade la historiografíaque Quintín
Racionerohahechoenun artículopococonocidoperoenormementeinteresante169. La razón
de que no lo haya citado hastaahora es que, por una parte, el artículo de Racionero
constituyeuna revisión muy erudita y mucho máselaboradaepistemológicamentede los
planteamientosde Veyne; por eso he preferido enfrentarme directamente a esos
planteamientos.Por otra parte,Racioneropodríaestaren contra de lo que he expuestoa
propósitode la causalidady, sobretodo,de los “progresos”de la historia,aunquetampoco
estáparticularmenteclaro. Además,el texto de Racioneroimplica una discusióncon la
prácticatotalidaddela filosofía de la historia(analíticao sustantiva)y hepreferidoesperaa
plantear mi posición antes de comenzara determinarsu significado respectoa otras
alternativas.Uno de los inconvenientesde haberobradoasí es que ahoratendremosque
volver sobre algunas de las caracterizacionesde la historiografía que hemos visto
anteriormente.En efecto,un asuntoclave como es la primacíadel interésdel historiador
constituyeuna auténticaruptura respectoa la concepciónfilosófica y tradicional de la
historiografía. No es muy habitual que los historiadoresy menos aún los filósofos
reconozcanque la mayor importanciade ciertoshechosfrente a otros no se siguede los
propios hechos sino que debe ser establecido en otro nivel de discusión.
Unodelos mayoresméritosdeRacioneroeshabersedadocuentadequeel comienzodeesta
situación puede datarse con cierta precisión. Así, estableceuna acertada línea de
demarcaciónentrela historiografíaantiguay la moderna,no tantoentérminosdesudistinto
contenidocomo de su sintaxis filosófica. DesdeGrecia hastaalgunasescuelashistóricas
medievalesperviveunacomprensiónde la historiasimilar a la quehemosestablecidomás
arriba –aunque,desdeluego, sin susambicionesepistémicas–y sólo con el triunfo de la
169 Me refiero a “Postmodernidade historia. (Tareas de la investigación histórica en tiempos de laposthistoria)” en Anales del seminario de metafísica, n° 31, 1997.
78
escatologíacristiana,vinculadaa la afirmacióndeun destinouniversalde la humanidad,se
inicia una transformaciónfilosófica de la historiografíaquesehizo dominante.El antiguo
historiadorrecurríaa un ciertocriterio, un telos, queguiabala investigación(moral,político,
intelectual,etc) del quedependíael sentidode los hechosinvestigados.La cuestiónesque
ese telos era externo a los acontecimientos,a las propias res gestae. La mirada del
historiadorhacíaque unabatallafuerael lugarpropicioparaquelos ateniensesdemostraran
sumayorvirtud o la demostraciónpatentedela estupidezdelos políticosincapacesdeevitar
una escabechina:“El sentido se descubrecomo pertenecientea los hechospero sólo a
condiciónde no identificarse con ellos: de concebirse,en suma,comouna irrupción desde
fueradeellosque,precisamentepor suexteriorirdad,puedeasilarsignificativamenteel flujo
confusode los fenómenos,organizándolosy presentándolosde unamaneradeterminadaen
vezde otrasigualmenteposiblesy concebibles”170. Racionerocalifica, creoquesiguiendoa
Peirce171, estaconcepciónen términosde “historia comodepósito”frenteal modeloque,a
partir de San Agustín, habríatriunfado: una visión de la historia basadaen la noción de
“destino” presenteclaramenteno sólo en las filosofías de la historia tradicionalesy, en
particularenHegel,sino enla obrade buenapartede los historiadores.Lo queintroducela
noción de destinoes justamentela intención de localizar en las propias res gestae una
dimensiónsignificativa objetiva que determinesu auténtico sentido, que reconcilie los
avataresde lo real con el destinonaturaldel relatohistórico:ahorael telos esinternoa los
propios hechos históricos. El historiador moderno, por tanto, debe limitarse a buscar aquellos
acontecimientosauténticamentesignificativosqueseanexpresivos del procesototal.Esmuy
importanteentenderque,en lo quetocaa esteproblema,en nadacambialas cosasdejarde
estudiarreyes y batallase investigar,por ejemplo, la demografía.O, mejor dicho, los
cambiosepistémicosde la historiografíacontemporáneacambianmucholascosaspero,por
esomismo,es máspatentesu incongruenciarespectoa los planteamientosfilosóficos que
localizanel sentidode la historiaen los propiosacontecimientos.Dicho de otro modo, los
fenómenosmayoritariossólosonmásrelevantesqueotrossi lo quesebuscaesla frecuencia
y cualquierrelevanciaadicional,cualquierplus semánticodebeestablecerseen otro nivel
que ya no pertenecea los hechossino a su interpretación.En cambio, la filosofía de la
historia ha buscado siempre alguna forma de que la índole privilegiada de ciertos
acontecimientosfrente a otros surgierade suyo de los propios hechos,de que estuviera
inscrita en las res gestae:
170 Q. Racionero, op. cit. p. 189.171 Ch. S. Peirce, op. cit., p. 248
79
Si hay un mediode accedera la comprensiónde los agentesproductoresde los sucesos– seantales
agenteslas personalidadesrelevantesde la historiao, coextensivamente,otrossujetosmásamplios,
como las formasde cultura,las civilizaciones,los universossimbólicos,etc.–entoncesesa éstosa
quienesperteneceel sentidode las res gestae, el cual, por ello mismo, debedesprendersede la
historia, en vez de ser puestopor la investigación.Una vez másésta,la investigación,tiene que
subordinarse,asípues,a la verdadde lo quela historiaescondeentantoqueobjetodeconocimiento.
Y toda la cuestiónse centraen encontrarla escrituraadecuada–la lógica– que hagaposible la
aprehensión o captura de la verdad inmanente propia de la historia172.
Esto supondría que, a pesar de sus grandes diferencias, las distintas posiciones
epistemológicasquesehanocupadode la historiaoperaríantodassobrela búsquedadeuna
comprensiónunívocade los acontecimientoshistóricos.Lo queaquímásnos interesaes la
crítica que,a partir de estospresupuestos,haceRacionerotanto de la epistemologíade la
historiacomodela propiainvestigaciónhistóricapositivacomenzandopor lascorrientesde
“Ilustración historicista” que han surgido a partir de Dilthey y Droyssen:
Las construccionesdeHintikka o deVon Wrigh suponen,por ejemplo,que la comprensiónremitea
un procesode variables(sobrela accióno sobrela intencionalidadde los agentes),cuyaimposible
determinaciónsemánticano obstruyela posibilidadde descubrirla sintaxis,definiday reconocible,
que de todosmodosles corresponde.Es tantocomo decir que las variablesno son tan variableso,
mejor,queno lo sonmásallá declasesfijas deposibilidades,definidasenlo quepodríamosllamarel
entornohumano.Pero esto no estámuy alejado,en el fondo, de lo que proponela hoy apenas
recordada,pero en su momentomuy influyenteLaw coveringTheoryde Hempel,sobretodo si se
interpreta en la forma más débil de P. Gardiner173.
Lo ciertoesqueMcintyre ensu crítica a Von Wrigh no dejó de señalarsussimilitudescon
Hempel,a pesardequeVon Wrigh reniegade la teoríadecoberturalegaly, enconcreto,la
reelaboraciónde Gardinery prefierea Dray174. ParaRacionerotodosestosplanteamientos
expresanpor igual la idea de que“el sentidoesel destinode los fenómenoshistóricosen
tantoqueexpresanparael conocimientola naturalezade eseprocesoo de esesistemaque
llamamoshistoria”175. La críticadeestacomprensióndela historiaimplica,enesencia,poner
de manifiesto cómo la filosofía de la historia ha tratado siemprede referir los sucesos
históricosa un sujeto que da cuentade su auténticosentidoy que permite que cobren
significación. Como hemosvisto, no importa si ese sujeto estáencarnadopor procesos
objetivosy no por accionesdepersonasconcretas,el problemasiguevivo ya queo bienesos
procesosremitena sujetoso son ellos mismosquienesproducenla historia.Los reyes,la
172 Q. Racionero, op. cit. p. 192.173 Ibid. p. 193.174 G. H. von Wright, Explicación y comprensión, Madrid: Alianza, 1979, p. 45.175 Q. Racionero, op. cit. p. 201.
80
producción, la cultura de una nación o la razón cumplen una función equivalentede
depositariosdel auténticosignificadodel devenirhistórico.Racionerocita expresamentea
Althussery, muy acertadamente,su Respuestaa John Lewis comoejemplode las aporías
queresultande estaúltima postura.En efecto,unavez que los sujetosdel significadoson
procesosobjetivosquesólosepuedenestablecera travésde la investigacióny, unavezque
se prescindede un Espíritu que organiceesosprocesos,pareceevidentela necesidadde
renunciarpor completoa la posibilidaddeun sentidoanteriora la intervencióngnoseológica
del investigador.El sentidognoseológicodeun proceso(o seasuconocimiento)seestablece
enla investigación,la verificacióny la propuestade nuevospuntosdevista.La ideadeque
esesentidoestádadoesinsignificantea pocoqueseacepteesaindeterminaciónradicalde
los acontecimientoshistóricosque el carácterpolémico del conocimientohistoriográfico
ponede manifiesto.En realidad,creoquela mayorpartede los enrevesadosrazonamientos
de Althusseren torno a la idea de un “procesosin sujeto” tiene mucho que ver con la
comprensiónde esteproblema;sin embargono es menoscierto que nuncase atrevió a
romperdefinitiva y claramentecon suspresupuestospolíticosacercade la luchade clases
como motor de la historia e incluso del sentidode una sociedadcomunistarespectoal
capitalismo. Precisamente, en el próximo capítulo analizaremos la forma en que G. A. Cohen
ha intentadoreconstruiruna filosofía de la historia claramenteteleológicasin recurrir a
instanciasde sentido sino a mecanismosautomáticosde selección.Como veremos,el
problemadedichainterpretaciónesquepresuponeunahistoriografíaqueno secorresponde
en absolutocon el modelonormal tal y comoaquí lo hemosdescrito(al margende ciertas
peculiaridades del tipo de explicación que utiliza).
En definitiva,Racioneroproponeunadistinciónentre“hechosy discursos”muy similar a la
diferenciaciónentreobjeto real y objeto de conocimientohistórico que hemosmantenido
aquí.Estadistinciónvienea significar que“las resgestaeseacreditansólo enun horizonte
óntico; y que exclusivamente adquieren consistencia ontológica, como hechos o
acontecimientos, cuandoson estructuradosy comprendidosen un ordende significaciones
discursivas, que infiere ya la contingencia y la pluralidad de sus referencias posibles”176.
Así, puesseentiendeahoraporquéhemosinsistidoenestablecertantolos criteriosdelo que
enhistoriaconstituyeexplicación–y, másengeneral,conocimiento–comodelos avancesen
esosconocimientosdesdeun puntodevistaexternocuyaúnicareferenciasemánticaes,enel
mejor de los casos,un mecanismode “refuerzo” resultantede ciertascaracterísticasde la
estructurade la narraciónhistóricaperoque,en general,sedebea determinadasposiciones
metateóricas.
176 Ibid. p. 202.
81
Hasta cierto punto podría pensarseque la crítica radical de Racioneroresultaun tanto
injusta. En efecto,Gardinerplanteauna revisión del modelo hempelianoa la luz de una
mejor comprensiónde cuantohay deconocimientoen la recepcióncotidianade lo real que
noestáparticularmentealejadani del modeloquehemosplanteadomásarribani tampocode
la interpretacióndel conocimientohistórico en términospragmáticosque,como veremos,
proponeRacionero.Igualmente,la críticadeAlthusserresultaun tantoextrañasobretodosi
setieneen cuentaquelos reprochesde E. P. Thompsony, en generalde la mayoríade sus
atacantes,sebasanjustamenteen haberdejadola historiografíatotalmenteal margende la
teoríaabandonándolaa la merarapsodia.La tesisde Althussereraquehabíaunadiferencia
esencialentreel tipo de verdadqueentraen juegoen cienciay el queestápresenteen la
historiapositiva;y si bienesciertoqueatribuyóa ciertaintervencióncientíficala capacidad
desentarlos principiosparaun conocimientoteóricodel campodefenómenosqueestudiala
historia(esasería,justamente,la “revoluciónteórica” de Marx), su reflexión en lo quetoca
al trabajo de los historiadoressólo puedeconcluir en términosde una liberación de los
interesesinvestigadores.Aunqueprobablementeestemostensandola interpretaciónpor el
ladocontrarioal queproponeRacionero.Puesescierto,comodecíamosantes,queentodala
obradeAlthusserestápresenteun intentopor conjugarestadimensión pragmáticaen unos
términos leninistasque vician cualquier interpretaciónserena(tal y como indicó en su
momentoSacristán).En cualquiercaso,en lo que aciertaRacioneroes en señalarque ni
Gardiner ni Althusser, como dos extremos paradigmáticos,aciertan a entender la
importanciadel relativismo epistémicoen historiografíacomo mecanismognoseológico
operativoy no como inconveniente.Justamente,lo que hemosintentadohastaaquí no es
demostrarquehay conocimientoa pesar de esterelativismosino cómoes el conocimiento
históricodado esterelativismo.El propio Racioneroexplicacongranfuerzaen quésentido
pueden tener validez objetiva los conocimientos históricos a pesar de su índole discursiva:
Aplicada estaautonomíade los discursosa nocioneshistóricascualesquiera,y sobretodo al de las
nocionesde mayor intensión,estoquieredecirqueno hay ningúnobstáculoquelimite su usoo que
impida su reconocimientoepistémico,en la medidaen que se considerennocionesadecuadasa la
descripción(o a la explicación) histórica y denoten,además,hechospositivos suficientemente
documentados.Estobastaparaasignarlesrealidady verdad.Puesseríaabsurdocreer,enefecto,que
entidadescomolos Estadoshistóricos,o codificacionesdevalor comolos contenidosenlos universos
de cultura,o dedesarrollomaterialcomolos queproveela extensiónde la economíacapitalistay la
globalizaciónmundialde los mercados,seríaabsurdocreer,digo, quetodosestoshechosno actúan
estructuralmente como instanciasrealesde producciónde fenómenosen el marco de la acción
histórica. Sin embargoestereconocimientono les prestaotra significación ni, por lo tanto, otra
necesidadquela queprocededeesadimensiónestructural(queessólo discursiva,al margende que
ademáspuedadeterminarprocesosde instituciónmaterialy, enesecaso,aparecercomosocialmente
82
aceptadao impuesta)sin que estanecesidadpuedaanular la naturalezacontingente,tanto de su
existenciacomode su configuraciónobjetiva.Decir, por ejemplo,quela lógica del mercadoesreal
no quiere decir que sea inevitable177.
Lo quehe intentadoplantearen la primerapartede estasecciónes justamentequenuestro
conocimiento de esas instancias estructurales que dan sentido a ciertos fenómenos
relevantesno esde igual signoen todoslos casosy quelas estructurasgnoseológicamente
“materiales”,aunqueontológicamentediscursivas,al margende su duración, tienen una
eficaciaexplicativo-causalmayorqueotro tipo deestructurasenvirtud tantodesuextensión
(afectan a una gran cantidad de objetos de estudio) como de su intensión (nuestro
conocimientodeestosprocesoses“mejor” que,por ejemplo,el delos universosculturales).
Sueficaciaexplicativa,planteabayo, no sebasaenargumentosfuncionalesni muchomenos
“deductivos”–los fenómenosparticularesno sesiguendesuslímitesestructurales–sinoen
su capacidadparaconstituircontextosde normalidadmuy eficaces.Paraello me basabaen
la ideadequela explicaciónhistóricarequiereun contextodeidentidadpreexistente–lo cual
significa, entre otras cosas, que no siempre hay explicación en una secuencia
historiográfica– y de que el materialismo clásico, en términos generales,estabaen
disposiciónde obtenermejoresresultadosepistémicosque otro tipo de interpretaciones.
Estoy de acuerdocon Racioneroen que no hay razonesontológicaspara esto sino sólo
“discursivas”o “gnoseológicas”.De hecho,comoveremos,unadelasvirtudesdela filosofía
dela historiadeCohenfue mostrarcómo,por muchoqueunateoríasustantivadela historia
pretendaprescindirde nocionesteológicasno puederenunciara ciertaspreconcepciones,
todo lo básicasque se quiera, sobre la naturalezahumanay cierta teleología,todo lo
inmanentequesequiera.Ahora bien,creoqueel propio Racionerodaunaclaverespectoa
nuestroconocimientode la historiaquenosresultaráde granutilidad másadelante.Aunque
estasestructurassólo tenganrealidaddiscursivala (sangrante)realidadde sus efectosse
deriva de que son discursossocialmenteaceptadoso impuestos. Así pues, un análisis
históricoque partade la basede la aceptaciónde esosdiscursosestaráen condicionesde
realizarun desarrolloteórico, ahorasí, de la mecánicaque sigueesasprácticasy de sus
efectos reales sin poner en jaque la contingenciade los acontecimientoshistóricos.
Evidentementeestateoríano seráunahistoriografía,no darácuentade la especificidadde
los hechos reales sino de cierta lógica interna a ciertas estructurasontológicamente
discursivasy socialmenteaceptadaso impuestas.No obstante,la realidadde susefectos,su
índole de matriz discursivapara acontecimientosreales,haceque a efectosprácticossea
177 Ibid.
83
trivial insistir en la índolediscursivade,por citar un ejemploqueparecegustara Racionero,
el capitalcirculante.ComoveremoscreoqueEl Capital de Marx puedeserinterpretadoen
estos términos incluso a pesar del propio Marx.
No obstante,los ejemplospuedensermuy distintospuesel razonamientoafectaa cualquier
discurso socialmenteaceptadoy susceptiblede ser explicado en términos teóricos. Si
logramosexplicarformalmenteel juegode “gallina” 178 no predeciremoscuántosaccidentes
de cochese producirána causade las apuestasentreadolescentesni cómose desarrollará
concretamenteningunode esossiniestros,peroresultadifícil afirmar queeseconocimiento
no aportanadaa la investigación.Aunque,desdela otracaradel problema,la posibilidadde
estudiarformalmenteun discursono quita legitimidada otrosenfoquescuyointeréssea,por
ejemplo,el estudiode la psicologíaadolescente,los ritos de pasoen EstadosUnidos o la
apuestacomofenómenomoral. La explicaciónformal de un discursorealmenteaceptadoo
impuesto, como veremos inmediatamente,contribuye a la historiografía señalandoun
caminodeestudiocuyointerésepistémicohaquedadodemostradoteóricamente–delmismo
modo, el interésmoral de otro tipo de investigaciónpodría establecerseen la discusión
filosófica o religiosa– pero no garantiza el éxito de la investigación histórica positiva.
Cómo se conoce la historia
Ya PaulVeyneinsistíaenquela historiografía,al igual queel restode “cienciashumanas”,
esuna“praxeología”179; pretendíaresaltarasícómoel repertorioconceptualde la historiaes
muy cercanoal queutilizamosennuestraexperienciainmediata,vinculadaa la acciónantes
quea la teoría.Veyneno seaventuraa pensarquétipo de estructurasgnoseológicasentran
en juego en estetipo de conocimientosprácticos,tan sólo pretendeseñalarsu distancia
respectoal conocimientocientífico. En estesentido,a lo largo de las páginasanteriores
puede haber llamado la atención el uso recurrentede nocionessacadasdel repertorio
conceptualdela filosofía dela cienciapost-kuhniana.En efecto,si bienestetipo deanálisis
de la cienciacomoempresahumanatiendena ser pocoeficacesparaentenderqué es una
178 Se trata de uno de los modelos clásicos de la teoría de juegos. Su origen es curioso pues se basa en la escenafinal deRebelde sin causa, dondeJamesDeancompiteconotroconductora verquienesel último quesaledelcochetrasenfilar un acantilado.PosteriormenteBertrandRussellaplicóestemodeloa los dilemasestratégicosde la guerranuclear,una versión que se conocecomo “gallina estándar”(W.Poundstone,El dilema delprisionero, Madrid: Alianza,1995,pp. 292y ss).Estoúltimo da cuentadel carácterabstractode la teoríadejuegos que, a diferencia del planteamientode Marx, se puede aplicar a cualquier discurso que repitadeterminadopatrónlógico (seala crisisdelos misilesdeCubao lascarrerasdecoches).En el último apartadode estecapítuloargumentoprecisamenteque estadiferenciaes la que haceque la teoríade Marx tengalaespecificidad que exigimos del conocimiento histórico.179 Op. cit., p. 164.
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teoría científica, son considerablementeventajosospara analizar aquellas formas de
conocimientoquenecesitan,siquieraimplícitamente,deunadimensióncomunicativay, así,
polémica,como es el casode la historiografía.No deberíaresultarextraña,por tanto, la
forma en que hemosutilizado las Investigacionesfilosóficasde Wittgenstein.En términos
generalesla tradiciónde pensamientoqueseremontaa estaobraresultade interésparael
asuntoque aquí nos ocupa,pueshacehincapiéen la índole consensualde la semántica
implícita en ciertos tipos de conocimiento.
Evidentementehay una diferenciaesencialentreel escepticismodeclaradode Kuhn y un
intento normativo de otros puntos de vista como el de Peirce. En cualquier caso, de momento
nos interesarecordarsomeramentela antiguaraigambrede estasideasa fin de ver cómo
hastano hacetanto tiempocabíahablarde conocimientoinclusodentrode un contextode
justificación praxeológico.
El enriquecimientodel pensamientohistóricoa travésde los siglosse desarrollapor medio de una
lucha contranuestratendenciaespontáneaa trivializar el pasado,y se traduceen el aumentodel
númerodeconceptosdequedisponeel historiadory, por consiguiente,en la ampliacióndel catálogo
de interrogantesque serácapazde planteara susdocumentos.Cabeimaginaresecuestionarioideal
comoun catálogode“lugarescomunes”o topoi y de“verosimilitudes”semejantea los queelaboraba
la retóricaantiguaparausodelos oradores(digamosdepaso,sin la menorironía,quela retóricatuvo
granimportanciay quesueficaciapraxeológicaes,sin duda,considerable).Graciasa ellos,el orador
sabíaen cada caso qué aspectosdel problemadebía “pensar en plantearse”;tales catálogosno
resolvíandificultades,sino queenunciabanla totalidadde las posiblesdificultadesacercade lasque
era necesario reflexionar180.
Ahora seentiendeen quésentidoinsistíamosantesen quealgo parecidoal “materialismo”
constituíala líneadirectrizdela historiografíacontemporáneay por quéestono equivalíaal
estudiodirectode,por ejemplo,las relacionesdeproducciónsino a darun giro metateórico
(a menudosutil) a las perspectivasde estudio para que incluyeran cierto contexto de
normalidad que otros enfoques no contemplaban.Aún más, esta pauta para el
enriquecimientognoseológicoen un ámbito “sublunar” de indeterminacióndel objeto de
estudiorespondea una largatradición queseremontaa Aristóteles.En efecto,la “tópica”
aristotélicaconstituyeun buenmodelode cómolos saberesprácticospuedenencontraruna
guíaenla recepcióncríticadelo queefectivamente“se dice”. Allí dondeno esposiblepasar
al ámbito teórico no hay por qué renunciara la verdad sino que se puede intervenir
polémicamentesobrelas opinionesmásplausibles.Conocerla historiaes parecidoa saber
quéhacero saberquédecir,nuncasepuedeestablecerconprecisiónenquéconsistiráantes
180 P. Veyne,op. cit., p. 144, véasetambiénpp. 144 y 145,nota4. Racioneroproponeuna ideaenteramentesimilar, op. cit. p. 210.
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del momentode actuaro hablar,si bien podemosproponeresquemasformalesque sirvan
comoprogramasestratégicos(o de investigación)en función de su probadaprobabilidado
verosimilitud.No hay en principio ningunarazónesencialparabuscarla causade la crisis
bursátilde Brasil en los movimientosestructuralesdel capitalfinancierode finalesde siglo
XX en vez de en ciertascostumbresatávicasde los inversoresen los mercadosbrasileños
relacionadascon algún dilema freudiano vinculado a una lactancia traumática (las
explicacionesdel FMI no suelenser,en esencia,muy diferentesde esteúltimo tipo). Esto
significa, entre otras cosas,que los modelosgnoseológicospara ámbitosno científicos,
dondeel objeto de estudioadolecede una gran indeterminación,son constitutivamente
comunicativos181. Comohemosvisto, en historiala identidaddel objetode estudioo, dicho
llanamente,la certezade que dos tesiscontrapuestasestánhablandode lo mismono está
dadade antemano.Aunque,por otra parte,a diferenciade los discursoscientíficos,sí está
dadoque dos tesiscontrapuestaspuedanestarhablandode lo mismo. Los conocimientos
históricospresuponenla posibilidaddeconfrontarsea otrastesisaunquetambiéndeelegir la
másprobabley verosímil.Paraentenderestoesprecisorecordarsomeramentela diferencia
que establece Aristóteles entre ciencia y dialéctica.
El uso hegelianode la dialéctica,popularizadopor eseextrañogéneroliterario llamado
marxismovulgar, ha arruinadoel uso y los distintos maticesdel antiguo significadodel
términodialécticaaúnpresenteen la escolástica.Inclusomarxistasmuy recientesconobras
particularmentesofisticadas182, se ven obligadosa defenderuna concepciónde la historia
dialécticaporquelesresultamenosestática,másdinámica. En realidad,si bien los marxistas
son los únicos que se atrevenya a verbalizarlo un importantenúmero de los trabajos
metodológicosdehistoriadoresdeprimeralíneaadolecendeestadeficientecomprensiónde
la naturalezadel conocimiento,de estaconfusión tan típica entre conocimientoy objeto
conocido.Cuandose dice que la realidadde la historiaes dialécticao dinámicase quiere
decir,enrealidad,queno la conocemoscomoconocemoslascélulaso los neutrones.Así, se
proyectasobrela realidadciertaspeculiaridadesde nuestroconocimiento.Casisiemprese
olvida queHegelnecesitódeun descomunaldispositivoteológicoparaquela asimilaciónde
lo lógico y lo real pudierafuncionarpero que,una vez que se renunciaa la eficaciadel
Espíritu, la idea carece por completo de sentido.
181 La ideade reglaconstitutivafrentea reglaregulativa,comoessabido,procedede JohnSearle(ActosdeHabla, Madrid: Cátedra,1980,p. 42) y sirveparadesignaraquellossistemasdecomportamientoque,comoelajedrezy adiferenciadela circulaciónautomovilística,no existenantesdequeseenunciensusreglas.La ideade conocimientohistoriográfico,en efecto,carecede sentidoal margende la posibilidadde establecertesisdistintaso abiertamenteopuestaspuesllamamoshistoriaa un saberqueseocupadeestudiaracontecimientoscuya identidad es muy débil.182 Por ejemplo, D. Harvey, The Limits to Capital, Londres: Verso, 1999.
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ParaPlatón,encambio,la dialécticaerabásicamenteunacienciauniversaly no unarelación
entrecosaso acontecimientos183, unacienciaquepuedellegara descubrirla lógicainternade
la totalidadde lo real. Hastatal puntoes importanteesteasuntoen el esquemafilosófico
platónicoque se puededecir sin ambagesque el punto de ruptura de Aristótelescon la
tradiciónanterioressu afirmaciónde la imposibilidadde estacienciauniversal.Si bien la
teoríade las ideaspodríahabersido reformuladaen términoshilemórficos,todo el proyecto
platónicose desmoronasin una cienciatotal que permitacomprenderinmediatamentelos
nexosque unen las cosas.En palabrasde Enrico Berti: “Aristóteles apreciala dialéctica
socrático-platónicaen la medidaen que tiene el mérito de superarel materialismoy el
empirismo de los presocráticos,descubriendolos universales,los conceptosque son
indispensablesparahacerciencia.Peroal mismotiemporechazala pretensión,implícita en
la doctrina de las ideas, de identificar esa dialéctica inmediatamente con la ciencia”184.
Es de sobra conocido el periplo de Aristóteles desdesus escritos platonizantesa su
concepciónmaduraen lo que toca a la dialéctica185. Ya desdeel Peri ideon se ve la
imposibilidadde quelos primerosprincipiossefundengnoseológicamentea sí mismos,de
que las ideas sean gnoseológicamentesubsistentes186. En realidad, se trata de una
problemáticaqueresucitócon enormefuerzaentrelos matemáticosdel siglo XIX 187: ¿Cuál
esla legitimidaddelos axiomas?,¿cómoseestablecenlo primerosprincipios?En la primera
versiónaristotélicade la dialéctica(la queconservamosen los libro VI-VII de los Tópicos)
la dialéctica es un instrumento para establecer la identidad de las definiciones de las ciencias
particulares188. En términosmuy generalespodemosdecir que Aristótelesse da cuentade
que para estableceresasdefinicionesno contamoscon una referenciaeidéticaen la que
reflejarnossinoconunapluralidaddeusoslingüísticoshomónimos.La tareadela dialéctica
seríarescatara partir de estapluralidadlingüísticauna identidadquesirva comobasepara
lasciencias:“La demostraciónde las definicionesconsisteahoraenbuscar,medianteel uso
deesquemasdicotómicos,todoslos contextosenquepuedeaparecerel nombredel objeto,a
fin de compararen cadacasola identidadde su definición.Talescontextosfuncionan,así
183 Soyconscientedequeestaesunaafirmacióngroseray pocomatizadaqueprobablementeno hacejusticiaaPlatón y desdeluego no se la hacea Hegel. Tan sólo pretendoresaltarla diferencia entre la dialécticahegeliana y la platónica tal y como aparece en la trilogía compuesta por Teeteto, Sofista y Político.184 E. Berti, Profilo di Aristotele, Roma: Estudium, 1979, p. 87.185 Cf. E. Berti, Aristotele:dalla dialettica alla filosofia prima, Padua:CEDAM, 1977, p. 89 y, del mismoautor, La filosofia dil primo Aristotele, Padua: CEDAM, 1962, p. 186 y ss..186 Sobreel De ideis, un escritodel jovenAristótelesquecadavezacaparamásel interésde los especialistas,véaseE. Fine, On Ideas.Aristotle’s Criticism of Plato`s Theoryof Forms, Oxford: Clarendon,1993y W.Leszl, Il “De Ideis” di Aristotele e la teoria platónica delle idee, Florencia: Olschki, 1975187 Cf. M. Kline, La pérdida de la certidumbre, Madrid: Siglo XXI, 1985.188 Esta es la tercera “utilidad” de la dialéctica según el enunciado de Top. I, 101 b.
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pues,como‘lugares’ (tópoi) del ‘silogismode las definiciones’y, deestemodo,el método
de selección de esos lugares recibe con toda justicia el nombre de Tópica” 189.
Lo importanteaquíesquela decisiónde esoslugaressólo sepuedeestableceren discusión
con aquellosoponentesqueniegancierta definición que pareceverosímil.Estees el caso,
tan famoso, del libro IV de la Metafísica en el que se estableceel principio de no
contradiccióndesautorizandoa quieneslo nieganmediantela refutacióndesusargumentos.
Es decir, Aristótelesestableceallí una dicotomíaa favor o en contradel principio de no
contradicción y al refutar una de las tesis da por buena la otra. Pero aceptar esto es ya aceptar
queno haymaneradeprobarel principio al margendeestemodelopolémico(y, sobretodo,
discursivo)enel quela opinióncontrariaaparececonciertavalidez,conciertaplausibilidad,
pesea quesedemuestrefinalmentefalsa190. Paraciertosasuntos,algunosdeunaimportancia
epistémicaradical,comoel ejemploanterior,no podemossalir del ámbitode los discursos,
no existeunaexterioridad a la quereferir sin másnuestrasaveriguaciones.Si estoesasíno
es tanto porque estemosencerradosen algún tipo de cárcel lingüística como porqueno
podemosconstruirun “laboratorio” filosófico o historiográfico.Los argumentosholísticos
tiendena serpocointeresantesjustamentepor sucarácterexistencial:no secomprendemuy
bien en quécambiaríalas cosasno vivir en la “cárcel del lenguaje”.Frenteal relativismo
holista aquí planteamosciertos límites del conocimientohistórico (entre otros) que se
derivan de la imposibilidad de establecer enunciados plenamente determinados y su correlato
físico (el experimento);setratadeunatesisgnoseológica,no ontológica.Evidentementelas
tesishistoriográficasdebenserverificadasa la luz de los hechosperodadoquela identidad
tantode la recepciónde los hechoscomode los argumentosno tienela purezamatemática
queobservamosenfísica,sudesarrolloy afirmacióntienelugarenel ámbitodela polémica:
las tesishistoriográficasno sedemuestransino queseargumentana la luz de los hechoso,
como dice Aristóteles, se “razonan a partir de cosas plausibles”191.
La dialécticaaristotélica,así,esun instrumentoparaseleccionarentrediscursosopuestosy
generarnuevosdiscursosmásafinados(ya seapolítica,epistemológicao estéticamente).Su
característicaprincipalesquesetratadeun saberno limitado a ningúngéneroenconcreto,a
ningunamateriadeterminada,sinoquesirveparahablarrazonablementedecualquierasunto
engeneralaunquesin la exactitudy la veracidadpropiadelasciencias.La cuestión,claro,es
¿cómose justifica la pretensiónde que la dialécticageneraconocimientode algunaclase?
Evidentementeno es conocimiento verdaderoen el sentido científico pero sin duda
189 Q. Racionero, “Introducción” a Aristóteles, Retórica, Madrid: Gredos, 1990, p. 32. 190 Aunque,por otra parte,esta“demostración”exige preconcepcionesontológicasmuy relevantes;cf. T,Calvo, “El principio de no contradicción en Aristóteles” en Méthesis, vol I, 1988. 191 Aristóteles, Tópicos, I, 100a30.
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otorgamosunaconsiderablevalideza susconclusiones,¿dédondesurgeesaconvicción?Si
no hay desdeun principio referenciaextradiscursiva,¿cómoverificar nuestrastesis?En
realidad la preguntaes un tanto tendenciosaya que como hemosvisto, en el esquema
aristotélico, es justamente este conocimiento el que proporciona la definición de los primeros
principios de las ciencias particulares.Esto quiere decir que cuando cuestionamosla
posibilidaddel conocimientohistóricoestamoscuestionando,enrealidad,la posibilidaddel
conocimientoen general.Por esoantesseñalábamosla diferenciaentredemostrarque hay
efectivamenteconocimientohistórico y estudiaren quéconsisteel conocimientohistórico.
No hay ningunabasefirme paraestablecerdefinitivamentelo primero,no hay puntosfijos,
las cosasen sí estánirremediablementealejadasy la únicasoluciónal escepticismoradical
esdepositarciertaconfianzaen nuestrarazón:la mejor justificaciónquepodemoshallar en
generalpara nuestrosconocimientoses solamentefilosófica. Así las cosas,Aristóteles
planteaque las opinionesson un punto de arranqueaceptablepara comenzarun periplo
crítico de asuntosajenosa la ciencia. No obstante,no vale cualquieropinión, hay que
escogerlas másfirmementeasentadas,aquellasquetodosreconocencomoverdaderasy, si
no sontodos,la mayoríao, al menos,los mássabios192. Aristótelesllamaa esestesistemade
“opiniones”éndoxa, unaformatécnicadeexplicarpor quéescasitandifícil estartotalmente
engañadocomo conocerabsolutamentela verdad.Dentro de esteesquema,las opiniones
funcionan aproximadamentecomo la concienciasensiblehegeliana,una forma de pre-
conocimientomuy insatisfactoriaperoun puntode partidaaceptableya que“correspondea
una misma facultad reconocerlo verdaderoy lo verosímil y, por lo demás,los hombres
tiendenpor naturalezade un modosuficientea la verdady la mayor partede las vecesla
alcanzan.De modo que estaren disposiciónde discernir sobrelo plausiblees propio de
quien está en la misma posición respecto a la verdad”193.
Esto no significa que podamosconocer la historia operandomeramentesobre nuestros
conceptos.Todo lo contrario,demuestralo difícil quees hacerhistoria, lo muchoqueuno
debeinvestigarenarchivos,compararconotrosestudios,hacerestadísticas,cotejarconotras
fuentes.Pero también demuestraque todo eso sería finalmente inútil sin presupuestos
básicosintradiscursivos;significa que,como le gustabadecir a Croce,no hay en historia
“cosaen sí”194. Nuncaestamosen el mundoen la total ignoranciade forma queoperemos
meramentea travésde estímulossensoriales.Las estructurasmitopoiéticassonel puntode
partida y, en sentido estricto, la única pruebadel saberen generales el propio saber:
renunciaral escepticismosignifica presuponerun correlatoentresery logoscuya“prueba”192 Cf., por ejemplo, Aristóteles, Tópicos, I 100b 20-25.193 Aristóteles, Retórica, I, 1355 a 15-20.194 Cf. B. Croce, op. cit. p. 42 y ss.
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sólo puedeser ostensiva195. En este sentido,hay que suponercomo dada una humilde
correspondenciacon lo real entre aquellasopinionesmáximamentecompartidaspor una
comunidad.Precisamenteel propósitodePeirceeraestablecerun tipo de“correspondencia”
no mentalistasino operatoriaa travésdel análisisde las intervencionessobrelo real que
permite la estructurade creenciasde una comunidad.Esa estructuraes la que hace,
precisamente,quelos acontecimientosno seangnoseológicamentehomogéneos,quealgunos
tenganmayor o menor relevanciaque otros. No debeconfundirseestatesis con ninguna
clasede pensamientosalvajeestructurado,todo lo contrario,intentaexplicarsin recurrir a
intervencionesteológicasel progresodel conocimiento.Una funciónparecidadesempeñala
ideologíaen Althusser,comorelaciónimaginariacon las condicionesrealesde existenciao
incluso, forzando un poco las cosas, la estética trascendental kantiana.
En definitiva,desdeel puntodevistaaristotélico,cabríaentenderla historiografíacomouna
ramade la dialécticaquesehabríadesgajadopor especialización(comoesel casoexplícito
de la retórica196) de modo que lo que cuentason las opinionesacercade la realidadde la
comunidadde investigadorescomo usuariosexpertos y no de toda la comunidadde
hablantes.Algo parecidoocurreen la distinciónentredóxay éndoxa, Aristótelesdiferencia
las opinionescualesquierade otras proposicionesno científicaspero que por su enorme
verosimilitud se asemejan a enunciados bien definidos. Los éndoxa son aquellas
proposicionesmáximamenteplausiblespor estarconstruidasa partir deun fondo lingüístico
comúnque constituyenla baseparauna intervencióncrítica sobrelo real. Las tesis que
comparteunacomunidad,o la mayoríao los mássabiospresentanalgunaveracidad,algún
tipo de “correspondencia”con lo real si así se prefiere.No es una correspondenciatotal
(signifique eso lo que signifique) pero sí al menoslo suficientecomo para comenzara
investigar.La tesisde los libros másmadurosde Tópicoses justamenteque lo plausible
puedeseridentificadoendistintogradoconlo probabley, así,esposiblehacerun tránsitode
la arenapolémicaa la arenacientíficasi seexpresalas tesisen términosde mayoro menor
probabilidad.Es decir, la verdadde los discursoshistóricosnuncaes la de los discursos
científicos, son conocimientos probables197.
Las tesisy razonamientosde la historiografíarespondena estemodelode saberprobabley
verosímil.Por esodecíamosantesqueno existeconocimientohistóricopreteórico.No hay
una cesura clara entre las antiguas historias ingenuas y las historiografías técnicas
contemporánease inclusolasúltimaspresuponendealgúnmodolasprimeras.Enhistoriano
195 Cf. L. Wittgenstein, op. cit., §27-§30.196 Aristóteles,Retórica, I, 1356a 25. Respectoa la distinciónentreretóricay dialécticavéaseP. Ricoeur,Lametáfora viva, Madrid: Trotta, 2001, p. 45 y ss.197 Respecto a todo este asunto véase Q. Racionero, “Introducción” a Aristóteles, Retórica, op. cit., p. 34.
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partimosdeunaprimeradefiniciónparaluegoembarcarnosconfirmezaenel estudiode un
génerobien delimitado.Por el contrariocadaacontecimientotiene toda la indefinición de
esosprimeroselementos, la únicamanerade avanzares ir transformandoestosdiscursos.
Pero,¿cómo?Pues,efectivamente,la historiografíano se desarrollaen discusionesen el
ágorasino a travésde unalabor duray solitariaen bibliotecasy archivos.Todo lo anterior
no poneen dudaquela historiografíasedediquea establecerquépasorealmente, tan sólo
traza los límites de ese “realmente”. Así, el criterio de verificación de las tesis
historiográficasno sonlas “cosasmismas”198 (ya seanestasdocumentos,imágeneso restos
arqueológicos)sinosistemasdeopinionesqueduplican199 los acontecimientospasadossegún
la imagen espistémicamentemás plausible generandoidentidadescontingentes.Uno
sencillamenteno comparasu tesisdoctoralsobreIsabel la Católicacon Isabella Católica,
ella es tan sólo una fuentede los elementospositivosque serviráncomo “pruebas”de las
argumentaciones.Y uno tampococomienzadesdecero a estudiara Isabel la Católica,es
más,uno debeelegir con cuidadoquesistemadeéndoxatomacomopuntode partida(si el
de la mayoría o el de los más sabios)pues puedeser un mal negocio historiográfico
inclinarsepor la primeraopcióny estudiarsu vida a partir de la ideade queel gobiernode
los Reyes Católicos marcó el destino de España en lo universal.
La relaciónde estasidentidadescontingentescon los sucesosrealessólo podráestablecerse
en términosde lo queprobablementeocurrió.La lacraquenosimpide tenerconocimientos
verdaderosen historia esmuy anteriora las deficienciasde las fuentes.Tiene quever con
cuestionesclásicasde semiótica–como, por ejemplo, si las pinturaso la músicatienen
significado–antesque con cuestionesde metodología;se parecemása un debatepolítico
quea una fórmula matemática.Ahora bien, la historia esunadisciplina infinitamentemás
desarrolladaque la estéticao la política, su posición gnoseológicani siquierase puede
comparar.Y cuandoun historiadorafirma queprobablementeocurrió algo de cierto modo
estáponiendoenjuegoconocimientosquea duraspenaslogramosimaginarcuandodecimos
que probablemente“las obras de Klee se reducena tramas casi inmaterialesaunque
rigurosísimas” o que “para Shylock la ley y solamente la ley es la instancia suprema”200.
Estaidea del carácterprobablede los conocimientoshistóricostiene una segundautilidad
respectoa la idea de causalidaden historia en la medida en que permite concebir las
asimetrías cualitativas en términos cuantitativos, de más y menos. Los fenómenos
198 Creoqueel discutiblepapelquejueganlas“cosasmismas”encienciano vieneaquíal caso.Lo importanteesel distinto valor epistémicoqueatribuimosa cadatipo de conocimiento,ya queeseesel único parámetrocon el que contamos para establecer su relación con lo real.199 La expresión es de Q. Racionero, loc. cit.200 E. Lisciana-Petrini,Tierra enblanco.Músicay pensamientoa inicios del siglo XX, Madrid: Akal, 1999,p.78 y A. Bloom, Gigantes y enanos, Barcelona: Gedisa, 1991, p. 76.
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estructurales,esoslímites de posibilidad paraacontecimientosrealestan extrañospor su
caráctergnoseológicoy, así, discursivo, pueden entenderseahora como expresión de
frecuenciasestadísticasimplícitas 201. En cuanto horizontesde normalidad,es decir, en
cuantosistemasde acontecimientos,constituyenmeramenteunafunciónde probabilidadde
ciertosacontecimientosrespectoa otros.Dadoel contextodel sistemadedotede la Bretaña
del siglo IX son más probablesciertos enlacesmatrimonialesy, en general, ciertos
acontecimientosfamiliares que otros. Y, respectoa esosotros, es probableque tengan
carácter conflictivo. Es esto lo único que se dice cuando se habla de “sistema” en historia.
Estepasode lo cualitativo a lo cuantitativoaparececon muchaclaridaden la Retóricade
Aristóteles202. Uno de los métodosdeargumentaciónmáseficacesesreducir las diferencias
esencialesa cuestionesde grado.Si estamosdiscutiendosobrela bondadde ciertapolítica
agrariasin dudaa nadallegaremosdiciendo:“es buena”y “es mala”. Debemosexaminaren
quéaspectosesbuenay malay, a travésdedistintosdispositivoscomola comparación,ver
hastaquépuntoesbuenay mala.A pesardetodo,convieneno regocijarsedemasiadoenlas
similitudesentredialécticae historiografíay, sobretodo(al mododeHaydenWhite),conlas
equivalenciasentreretóricae historiografía.En realidadlo quenosofreceAristótelesesun
sistemaparticularmentecompletoenel quecienciay dialécticaencuentransulugarcongran
precisión.Hoy sólo podemosmirar esesistemafilosófico con envidiae intentarrecogerlas
migajas que podamos.Y lo cierto es que los restosque anteshemosenumeradohan
cristalizado en la filosofía contemporánea a través de autores variopintos.
Sin duda así ocurre con Wittgenstein, Ricoeur o incluso Apel. No obstante,y muy
relacionadocon esteúltimo, hay que remontarsea Peirceparaencontrarun modelo muy
completodepragmatismono escéptico.Enprimerlugarporque,ya desdesusprimerospasos
filosóficos, Peirce se marca como objetivo establecerla dimensión comunicativa del
conocimiento,a partir de la comprensióntantodel trasfondodeopinionesdeunacomunidad
como de un ideal normativo de verdad científica al que se puedeaspirar mediantela
investigación.Así mismo, Peirce estableceun modelo de cómo se opera sobre esos
conocimientosen funciónno de procedimientosdeductivoso inductivossinoabductivos203.
Si esta idea resulta en general fructífera, lo es aún más aplicada a la historia. Los
201 Cf. infra, cap. IV.202 Aristóteles, Retórica I, 1363b 5-15. 203 Danto ha sostenidoque la relaciónentreuna narracióny los datosque la sustentanesabductiva(A. C.Danto,Historia y narración, op.cit., p. 68).En términosgenerales,la ideadeabducciónformapartedelo queIan Hacking ha denominadoel “método de las hipótesis” (op. cit. p. 322) y es cercanatanto al métodohipotético-deductivocomo a la metodología de Popper. Si me interesa resaltar la especificidad delplanteamientode Peircees porquepara él la abducción–es de decir, la forma en que ante un problemapostulamosconjeturasque luego sometemosa examen–no es tanto una metodologíacientífica como unaestructuragnoseológicafundamental.Así, se entiendemejor en quésentidotieneaplicaciónen la historia apesar de las dificultades que nos podamos encontrar a la hora corroborar las hipótesis planteadas.
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historiadores,en efecto, planteanuna hipótesisplausible a la luz de los conocimientos
disponiblesy trabajanen su corroboraciónen un contextoen el que la plausibilidades
constitutivay no meramentetransitoria.La importanciadel procedimientoabductivosedebe
a quetrabajacon doslimitaciones.En primer lugar,el conjuntode tesisdel queseparteno
sedebeaceptarcomocerrado,estan sólo unaguíabasadaen cierto conjuntode opiniones
compartidaspor los investigadores;estosignifica que el desarrollode las hipótesispuede
llevar a replantearlas tesisiniciales.Por otra parte,recogela ideade unaidentidadrelativa
delasdefinicionesbasadaensuplausibilidad: lashipótesisseplanteana la luz deunaparte
de las pruebasnecesariasy se buscael restoa travésde esaorientación.El propio Peirce
poneun ejemplomuy gráficodeestoúltimo. Peirceofreceunascuantascaracterísticasdeun
tipo de personas conocidas como “mugwump” (cosmopolitas, de talante liberal....):
Sonestasopiniones,entreotras,lasqueconstituyenlasseñalesvisiblesdeun mugwump. Ahorabien,
supongamosqueencuentrocasualmentea un hombreenun ferrocarril, y queal empezara conversar
con él veo quemantieneopinionesde estetipo; naturalmentepasoa suponerque esun mugwump.
Esto es inferenciahipotética.Es decir, seleccionoun cierto númerode característicasfácilmente
verificablesdeun mugwump, encuentroqueestehombrelas tiene,e infiero quetienetodaslasdemás
que integran a un pensador de esta índole204.
Si aplicamosestaidea a la historiografía,se puedeplantearque los avancesde la historia
empíricaseproducenmedianteapuestashipotéticas.El historiadorapuestapor un enfoque
concretodesuinvestigacióny, deentretodaslasposibles,eligeunaformadedeterminarun
objetode estudioirremisiblementevagoen función de su plausibilidady probabilidad. Por
esotiene tanta importanciaen historia la idea de programade investigacióncomo marco
generaldentrodel cualestablecerunaseriedehipótesisdetrabajoy descartarotras205. Eraen
esesentidoen el que afirmábamosque el programade investigacióndel materialismose
había convertido en el marco general de verosimilitud de la historiografía contemporánea. La
elecciónentrelos programasdeinvestigaciónobedeceobviamentea criteriosmetaempíricos
(de nuevo discursivos) aunque empíricamenteinformados. En este sentido, resulta
fundamentalla conocidaaportaciónde Putnamen Razón,verdade historia, dondepropone
la posibilidad de discutir racionalmentelos juicios de valor no sólo por su idoneidad
operativasinotambiénenlo quetocaa sucontenido206. Pormuchoqueparezcaalejado,esto
204 Ch. S. Peirce, op. cit., p. 271.205 Chomskyponeun ejemplomuy buenodecómola ideadeabducciónfuncionacomolímite delashipótesisadmisibles.En efecto,los principiosdela lingüísticageneraldancuentadelascondicionesinnatasquelimitanlos supuestosque se puedenplantearparaexplicar el aprendizajede una lenguapor partedel niño. Cf. N.Chomsky, El lenguaje y el entendimiento, Barcelona: Seix Barral, 1971, p. 282206 Una vez más,deboa Quintín Racionerola indicaciónde estareferencia.Cf. “Postmodernidade historia”,op. cit., p. 196.
93
tieneunaimportanciafundamentalparael asuntoquenosocupa.Puesenefecto,la supuesta
inconmensurabilidadde los “enfoques” historiográficos es muy similar a la supuesta
inconmensurabilidadde los fines de la acción humana. Al entender las posiciones
metateóricasentérminosdeestrategiasretóricas,Putnamabrela posibilidadengeneralpara
el tipo de resoluciónpolémicade los distintospuntosde vista que,segúnhemosplanteado,
ha funcionadoen la historiografíadel último siglo. Putnamhaceuna incisiva crítica al
utilitarismobenthamianodominante;ensuopinión,los finesno sonparámetrosindividuales
fijos cuyo origen no es racional sino que se puedendiscutir y afinar. Esto no conlleva
necesariamenteun consensualismoo, al menos,un consesualismomayoritaristasino la idea
de que el procesoimplícito en tratar de convencera la mayoría(o, con Aristóteles,“a los
más sabios”) juega un papel importante en lo que conocemos como racionalidad207.
No obstante,paracomprendercabalmentela posicióndePutnamhayquetenerencuentalos
esfuerzosque ha dedicadoa establecerun modelo de verdadacordecon estacrítica del
utilitarismo.Si en Razón,verdade historia planteabala posibilidadde discernirentrefines
medianteun modelovirtualmenteequivalenteal dela dialécticaaristotélica,ensucríticadel
funcionalismoesbozala necesidadde concebirla semánticaen términospragmáticossin
renunciara la dimensiónveritativa. La raigambrepeirceianade un proyecto como este
pareceevidente(a pesarde que ni siquierase nombraa Peirce)ya que el propósitode
Putnamesestablecer,tras los pasosde Quine, la conexiónentrelos problemasrelativosal
significadoy la “fijación delas creencias”208. Representacióny realidadpuedeserentendido
comounaextensióndel planteamientoquehemoshechoaquí respectoa la indefinición de
los objetosde estudiono científicosa la totalidadde la semántica.Así, Putnamplanteaque
es enteramenteerróneoconsiderarlos significadoscomo entidadesteóricas:“no existen
criterios de identidadde significadoexceptuandola prácticareal de interpretación”209. En
realidad, la intención de Putnam es profundizar en el tema del “realismo pragmático”
expuestoen Razón,verdad e historia y, para ello, carga las tintas en la necesidadde
considerarsin ambagesunatesiscomoverdaderaa pesardequeel únicocriterio firme de la
verdad, según un conocido lema, sea su “aceptabilidad racional ideal”:
Paramuchosestosignifica que la ‘aceptabilidadracional’ (y la noción de mejor o peor situación
epistémica,quetambiénutilicé) eraparamí másbásicaque la verdad;y queestabaofreciendouna
reduccióndela verdada nocionesepistémicas.Nadamáslejosdemi intención.Lo quehepropuesto,
simplemente,es que la verdady la aceptabilidadracional son nocionesinterdependientes(...) El
hechode queunasituaciónepistémicaseabuenao maladependerá,principalmente,de quemuchos
207 Cf. H. Putnam, Razón, verdad e historia, Madrid: Tecnos, 1988, pp. 178-179.208 H. Putnam,Representacióny realidad, Barcelona:Gedisa,1990.“La fijación de lascreencias”esel títulode uno de los artículos más conocidos de Peirce.209 Op. cit. p. 17.
94
enunciadosdistintos seanverdaderos.La esenciadel ‘realismo interno’ es la hipótesisde que la
verdadno trasciendeel uso. Enunciadosdiferentes–incluso enunciados‘incompatibles’ segúnla
semántica y la lógica clásicas– pueden ser verdaderos en la misma situación pues las palabras (incluso
las mismas palabras lógicas) se usan de modo diferente210.
EvidentementePutnamva muchomásallá de nuestrospropósitosaquí,ya quetomacomo
punto de partidael holismode Quine respectoa los enunciadoscientíficos.Sin embargo,
creo que su razonamientoes impecableaplicadoa los enunciadoshistoriográficosy, en
general, a los aristotélicamente“dialécticos”. La práctica de fijar los conceptos
historiográficosy las secuenciasde acontecimientossignificativos,no consisteen observar
los acontecimientoscomosi estuvierandepositadosen unavitrina y elaborardiscursosque
se ciñen a ellos dócilmente.Las afirmacionessobre lo sucedidoen el pasado(o en el
presente)en ningún casopuedendesligarsede una práctica investigadoraque operacon
significadosdúctiles,no matemáticos.Poresolos acontecimientosqueanalizael historiador
(en tanto que significativos) presuponenuna textura de opiniones que establezcasu
aceptabilidad racional, una red sobre la que interviene la interpretacióndel historiador
guarnecidotanto por su trabajosobrelas fuentescomopor susrazonamientos.Es en este
sentidoenel quePutnamescribeque“afirmar quedospalabrastienenel mismosignificado
(y/o referencia)es decir solamenteque existeuna buenaprácticainterpretativaque iguala
sus significados (o referencias)”211. Desde luego, hay que tener en cuenta que estas
afirmacionesestán escritasen polémica con una tradición funcionalista,concretamente
Fodor,embarcadaenla elaboracióndeunasemánticacientífica.Estoúltimo quieredecirque
no debe confundirsecon cualquierade las formas de relativismo ingenuo típicamente
postmodernas.Las verdadesde Putnamno son poco verdaderas,lo que ocurre es que
precisanestructuralmente–esdecir, no sólo parasu descubrimientosino parasu existencia
como verdades–de una prácticainterpretativaque muestresu validez en cierto horizonte
semántico.En cualquier caso entiendo que las objecionesque se puede hacer a este
planteamientoson de distinto calado.Podríaser (y creo que es el caso)que estetipo de
argumentossencillamenteno seande granutilidad paraestudiarel conocimientocientífico,
en la medidaenqueen esecontextolo quenosinteresajustamenteeslo quelos conceptos
tienendeverdadero(cómoy por quélos consideramosasí)y no laspeculiaridadesgenerales
de la verdad.Sin embargo,sonabsolutamentefundamentalescomoinstrumentosde trabajo
paracomprendertantolos lenguajesnaturalescomolos conocimientosquedeellosderivan,
así ocurre con la historiografía.
210 Op. cit. pp. 176-177.211 Op. cit. p. 182.
95
Y si hubiese teoría…
Sin embargo,¿esimposiblequeexista“teoría” en historia?La respuestadebeser rotunda:
no. Lo que ocurrees que si existierateoríaen historia no se pareceríaen nadaa lo que
conocemosporhistoria.Incluso,si existierateoríaenhistoriapodríadarseel casodequenos
siguiera interesandola historia rapsódicaque conocemoshoy212. No debemosdejarnos
engañarpor lo ocurridocon la física antiguatrasla apariciónde la física matemática.Si se
abandonófue porquecognoscitivamenteerabastantepobrey, en realidad,como recuerda
Kuhn, cuandosusaplicacionesastronómicasresultaronde cierta utilidad no se abandonó
totalmente.Así, los planteamientosdela astronomíaptolemaicaaunseusanenlos manuales
denáuticao detopografíadondeesdegranutilidad salvar los fenómenos213. Así pues,nada
indica que seaimposibleque existateoríarespectoal dominio de cosasque se estudiaen
historiaaunqueenningúncasoseríanecesarioqueeseconocimientosuplantaseo ni siquiera
transformasedecisivamentela historiografía.En todocasohabríaquediscutirenquésentido
afectaríala teoríaa la historia sublunar. Por otra parte,es evidenteque una teoríasobre
ciertosfenómenoshistóricosen nadasepareceríaa una teoría de la historia por la misma
razónquela física no explicalos avataresdeun objetollamado“naturaleza”.Sin embargo,
no esmenoscierto queparaquepudiésemoshablarde teoríaenhistoria,esateoríadebería
hacersecargono sólo de los fenómenoshistóricos(los hombres,suscuerposy susmentes,
ciertosprocesoseconómicos,ciertaspautasensu reproducción,etc.)sino de los fenómenos
históricosdesdeel puntode vistaqueinteresaa la historia tal y comola conocemosahora.
Por esohay que recordar,con Sacristán,que “una cosaes gritar ‘¡teoría!, ¡teoría!”, como
‘¡thálassa,thálassa!’los griegosde Jenofonte,y otra echarsea navegarde verdad,hacer
ciencia en serio”214.
Tampococonvieneconfundirestaobjecióna Althusserde Sacristáncon los argumentosde
E. P.Thompson.Miseriadela teoríaes,sin la menorsombradeduda,unodelos libros más
disparatadosquesehanescritosobreasuntosrelacionadosconla epistemología,dehechoes
un buenejemplodecómono seescribeun libro defilosofía.No tengola menorintenciónde
discutir unaobraquesebasaen unanulacomprensiónde lo quecritica (algo queel propio
212 Cf. P. Veyne, op. cit., p. 115.213 T. S. Kuhn, La revolucióncopernicana, Barcelona:Ariel, 1996,pp. 67-8. Por otra parte,el procesoquellevó al abandonodel paradigmaptolemaicoa favor deunavisión realistadel mundofue máslento de lo quegeneralmentese reconoce.Cf. W. R. Shea,La revoluciónintelectualde Galileo, Barcelona:Ariel, 1983,p.132.214 M. Sacristán, Panfletos y materiales III. Intervenciones políticas, Barcelona: Icaria, 1984, p. 249.
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Thompsonreconoce215). En realidad,no setratade defendera Althussersino de plantearen
generalla posibilidaddeun estudiodesegundogradosobrela historiaquevayamásallá de
consignarunascuantasobservacionesen algunasocasionesagudas,en otrastriviales y en
otrassencillamentefalsas,sobreel trabajodel historiador216. Piénseseque lo queSacristán
achaca,con mucharazón, a Althusseres una mala comprensióntanto del paradigmade
ciencianormal comodel canonfilosófico occidentaly si algo haceThompsones acentuar
este defecto217.
¿Quéformapodríatenerunateoríaenhistoria?Porejemplo,la deunateoríade juegos.Eso
no significa quela teoríade juegosseauna teoríahistóricasino que,en principio, plantea
basesalgorítmicasaplicables(entre otrascosas)a fenómenosque sin duda interesana la
historiografía.Evidentementeno hay queextraerconclusionesapresuradas,puesotro tanto
ocurreconla estadística,por ejemplo.Lo queintentodeciresqueunateoríaqueadopteeste
planteamientopodráser,al menos,formalmenteválida.Poresoenel casodeMarx podemos
hablar de teoría. La parte teórica de El capital son sus desarrollosaproximadamente
“económicos”, es decir, aquellos que se construyen desde el punto de vista del
individualismometodológico.Lo queocurreesqueesel restodeEl capital el quehaceque
estosdesarrollosvayanmásallá de un modeloeconómicoparacomponeruna teoríade un
sistemahistórico en concreto,de un conjunto de individuos que actúancon importantes
constricciones heredadas y susceptibles de ilustración: la sociedad moderna.
Por supuestosólo metafóricamentesepuedeafirmar queMarx utiliza unateoríade juegos,
ya quesetratadeunaideamuy posterior.Lo quela metáforaindicaesqueMarx, a partir de
los movimientosindividualesdedistintosactoressociales,componelascaracterísticasdelas
estrategiascolectivas viendo en qué sentido se siguen consecuenciasde la interacción
distintasa las quecabríasuponer.Por esolas famosas“contradicciones”del capital (y, por
excelencia,la tasadecrecientede ganancia)sonen sentidotécnico“dilemas” comolo esel
“dilema del prisionero”: incongruenciasentre las intencionesde cadauno de los actores215 E. P. Thompson, Miseria de la teoría, Barcelona: Crítica, 1982, p. 16.216 PerryAndersonhadiscutidoconbastanteelocuencia–y paciencia–los planteamientosdeThompsonenP.Anderson, Teoría,poítica e historia. Un debatecon E. P. Thompson, Madrid: Siglo XXI, 1985.Una buenaexplicación de por qué los temoresde Thompson respectoal mecanicismodel estructuralismoestáninjustificados aparece en G. A. Cohen, La teoría de la historia de Karl Marx: una defensa, Madrid: Siglo XXI,1986, pp. 81-85.Por último, respectoa la nefastainfluenciametodológicade ThompsonvéaseG. Noiriel,Sobrela crisis dela historia, op. cit., pp.110-111.Encualquiercaso,debequedarclaroquela incompetenciafilosófica de Thompsonno tienenadaquever consu extraordinariaobracomohistoriador,cuyacalidadestáfuera de toda duda.217 No me regodearéenumerando,por ejemplo,las ocasionesen que Thompsonafirma que Spinozaes unfilósofo escéptico.En realidadla única defensasensatadel modelode Thompsonque conozcopasa,hastadondeyo lo entiendo,por el total abandonode la literalidad de sustesisen favor de un vago “marxismopolítico”. Cf. E. MeiksinsWood,“The Politicsof TheoryandtheConceptof Class:E. P. ThompsonandHisCritics”, Studies in Political Economy, 9, 1982.
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individualesy el resultadode su interacción.La accióncolectivano es coherentecon la
acción individual. En este sentido Marx se ciñe a la declaración programática de Arrow:
[En el presenteestudio]nospreguntamossi esformalmenteposibleconstruirun procedimientopara
pasarde un conjunto de preferenciasindividuales conocidasa un modelo de formación de las
decisiones sociales, satisfaciendo el modelo en cuestión ciertas condiciones naturales218.
Las teoríasde juegosson,efectivamente,teorías.Lo queocurrecomoseñalabien Veynees
queoperancomola demografíao la meteorología.Sonmodelosmeramenteformalesy por
esopueden(y deben)concebirsecomounaramade la matemáticaaplicaday no comouna
teoría de la sociedado de la ética219. Es en este sentido en el que los economistas
convencionalesacostumbrana decirquela economíaesun métodopararesolverproblemas
antesqueunacienciasustantiva.En realidad,en el planteamientode JohanHuizingade la
idea de juego como modelo para comprenderciertas formas de interacciónhumanaera
imprescindible una importante carga semántica. Sin embargo, ya von Neumann y
Morgensterninclinaronel procesohaciaun elevadogradode formalidad(y, seamosjustos,
operatividad)aunque,paraello, tuvieron quepresuponeresas“condicionesnaturales”que
menciona Arrow220.
No esesteel casode Marx. La teoríadel valor trabajotiendea serel puntode partidade
desarrollosmatemáticamentesofisticadosacordescon el estadocontemporáneode la teoría
económica.Sin embargo,creo queescomúna todoslos economistasmarxistasla idea de
que, pese a sus posibles inconvenientes,hay poderosasrazonesepistémicaspara no
renunciara estabase:justamentesu cargasemántica.Por consiguiente,El Capital de Marx
no esprimeramenteunaeconomíasino unateoríade la sociedadcapitalista.Comosubrayó
Polanyi (creyendoerróneamentecontradecira Marx) la evidencia de que la sociedad
capitalistase componeen buenamedida de categoríasque ella mismainterpreta como
económicasesel problemaa explicary no unacuestiónde hecho.Efectivamente,lo queel
propio Marx considerabasu principal aportaciónfrente a los economistasclásicoses el
análisisde la fuerzade trabajo,puesconstituyeunaherramientainstrumentalindispensable
para mostrar algunasde esasincongruenciasentre los movimientos individuales y los
resultadoscolectivoso, desdeel otro lado del problema,las constriccionescolectivasa los
movimientos individuales.
218 K. J. Arrow, Elección social y valores individuales, Barcelona: Planeta, 1994, p. 15. 219 W. Poundstone,op. cit. cap. 8. Respectoa la inevitableasimetríaentredecisióneconómicay decisiónpolítica véase M. Vázquez Espí, “Valores, medidas y teoría de la decisión” en Archipiélago, nº 33.220 Porciertoqueunacuestiónsimilar suscitóunatempranaobjecióndeWebera lospsicologistasrespectoa la“naturalidad” de la teoríade la utilidad marginal,Max Weber,“La teoríade la utilidad marginaly la ‘leyfundamentalde la psicofísica’”enEl problemade la irracionalidad en las cienciassociales, Madrid: Tecnos,1985.
98
¿Cómose las ingeniaMarx paraquesu teoríatengaunacargasemánticaconcretay no sea
un casode lógica aplicada?Puesa travésdel análisisdel repertorioconceptualque los
propiosimplicadosen lassociedadmodernaaceptancomonormativo.Antesdeesoestá...la
primera frasede El Capital, la mera constataciónde un hechoacercadel “aspecto”que
nuestrasociedadpresentaríapara un observadorexterno, para un etnólogo de nuestras
excéntricascostumbres.El hecho de que la sociedadmodernase presentecomo una
“inmensaacumulacióndemercancías”221 dirige la atencióna aquellosdiscursosqueregulan
esaacumulación.Del mismomodo,si unatribu sepresentacomounainmensaacumulación
de rezoso de casamientosentreprimos,haremosbien en buscarlos discursosqueregulan
esascaracterísticas.Esto quieredecir que el materialismode Marx, comoel de la historia
moderna,no tienequever conunanocióningenuao naturaldeproducción(ni muchomenos
demateria),másbienpresuponequela producciónsehayainsertaen las prácticassociales
dominantes.Estoeslo queexplicaMarx deun modoun tantoextrañoparael puntodevista
actualen la primeraparte(“Mercancíay Dinero”) del Libro I de El Capital; en particular
sueleresultarextenuantela distinciónentrevalor de uso,valor, forma del valor y magnitud
del valor, etc.Lo quevienea decirMarx a travésdeun análisisestrictamenteinternoesque
el intercambioesunaprácticasocialy política,unaformaculturaldevivir el mundono muy
distintadel intercambiode primos o de los ritos de circuncisión;no hay nadanaturalen
ellos y hay queexponera las clarasen quémedidaesosritos tan extravagantestienenque
ver con la subsistencia, tal y como se había indicado en la Ideología alemana222.
Así pues,Marx secentraenaquellasnormasqueregulanla aparienciamásinmediatade la
sociedadcapitalista.Es decir, buscalas leyesque codifican el ritual del intercambioy lo
hacedemodotal queengranenconsu“uso”, connuestroestarenel mundoa travésdeestas
costumbres.Estevínculosientalasbasesparaconocerel contenidomaterialdela estructura
formaldeesosritos.PoresoaMarx no le sirvela teoríamarginalistay necesitadeunateoría
laboraldel valor aunque,evidentemente,los motivosparaelegir el trabajocomosustancia
sonposterioresa la decisiónde queno sirve una teoríapuramenteformal223. En cualquier
casose podría objetar que, a fin de cuentas,el intercambiono es la característicamás
conspicuade la sociedadmodernasino,por ejemplo,el protestantismo,el ansiadecambio,
221 En realidad,lo quedice Marx esque“ la riquezade las sociedadescapitalistasen lasquedominael mododeproduccióncapitalistasepresentacomounenormecúmulodemercancías”(K. Marx, El Capital, op. cit., I,1, p. 43, la cursivaesmía).No obstante,dadoquelo queMarx pretendeeshallar la ley querige lassociedadescapitalistasy dadoqueestatienemuchoquever con la riqueza,el hechodeque la riquezasepresentecomoun cúmulo de mercancías,permiteafirmar metafóricamenteque la propia sociedadse presentacomo unaacumulacióndemercancías.De igual modo,si la sociedadespartanaestuvieraregidapor lasleyesdela virtudguerrera se podría afirmar metafóricamente que se presenta como un cúmulo de batallas.222 Curiosamente J. Huizinga plantea una idea similar en Homo ludens, Madrid: Alianza, 1972, p. 153.223 D. Guerrero, Historia del pensamiento económico heterodoxo, Madrid: Trotta, 1997, p. 62 y ss.
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el desconciertopostmoderno...¡o la Ilustración!Tal vez la primerafrasede El Capital sea
sencillamenteengañosao al menospoco exacta.Se podríaachacara Marx haberelegido
comomarconormalde comportamientola construcciónde la sociedadde mercadoa partir
de las conductasindividualesporqueesacaracterísticade la sociedadmodernale venía
mejor que otras, por ejemplo, por su índole cuantificable.Desdeluego es una objeción
importantey la respuestasólo puedeserrefutativa.En palabras,de Wallerstein,la clavees
que en los últimos siglos, en caso de conflicto, parececomo si siempre venciera el
capital224(enel siguientecapítuloabordaremosesteproblemaen términosmásformales).No
es queya no hayafamilia, religión o vida intelectualsino que la existenciade todasestas
dimensionesde la vida humanaparecensupeditadasa que no incordien demasiadoal
capitalismo (con lo cual casi siempre terminan por jugar algún papel en su reproducción). No
deberíahacerfalta decir, por retomarun asuntoque hemostratadoanteriormente,que el
hecho de que “siempre venza el capital” no entrañaninguna fatalidad histórica como
tampocolos “dilemas” (contradicciones)dela sociedadcapitalistaimplicanningunaclasede
obligatoriedad de su disolución.
En definitiva, la primera parte de El capital cargacon el peso(epistemológico,que no
historiográfico)dedarmaterialidada un modeloformal. Desdeluegola concreciónhistórica
de esemodeloperteneceal restode la obra,dondeseestudianlas peculiaridadesde cierto
mercado(el del trabajo)quehacenqueunospocosseenriquezcansin robo aparentey, por
tanto,sedacuentade la desigualdaddeclase.Sin embargo,esen la primerapartedondese
insiste en que no se trata de una estructuralógica cualquierasino del modo en que se
organizacultural y espiritualmentela vida material. Por eso, la interpretaciónde este
apartadosiemprees muy delicaday los economistasburguesestiene parte de razón al
señalarunadiferenciaesencialconel restodeEl Capital, dondeMarx selimita a derivarlas
conclusiones.De algún modo, no deja de ser cierto que se trata de una secciónmuy
metafísicao, mejor dicho,esesapartedecualquiercienciaquesólopuedesermetafísica;a
ella pertenecenenunciadoscomo “supongamosun espacio y un tiempo absolutos”,
“supongamosun puntosin extensión”,etc.Estetipo deproposiciones,comoveíamosantes,
sólopuedenserestablecidosmedianteunadiscusióndialéctica(enel sentidodeAristóteles)
o, entérminosactuales,“filosófica”. Porsupuesto,tambiénla economíaburguesaestállena
depresupuestosmetafísicosde estetipo –másbien torpes,dicho seade paso– comoocurre
conla justificaciónescolardela ley deutilidad marginaldecreciente.En todocasosepuede
acusara Marx de excesode honestidady de excesivodetallismoal intentar fundar estos
224 I. Wallerstein, El Capitalismo histórico, Madrid: Siglo XXI, 1988, p. 2
100
presupuestoscon demasiadosmiramientos. Pero para quien le guste el detallismo
epistemológico,comodeberíaserel casode los filósofos,estaprimerapartees importante
paraasegurarla cargaempíricadelasconclusionesposterioresrespectoal sistemasocialque
formalizany queno seancomola teoríade,por ejemplo,Arrow. Marx no selimita a buscar
el mejor modeloformal queda cuentade los comportamientosindividualesen la sociedad
modernasinoquesecomprometea buscarloa partir de los discursosnormalesy normativos
querigenesasociedad,talescomola equidad enel intercambio.Lo quela primerasección
pretendesacara la luz esqueesosdiscursossonunaparteimportantedel modoenqueselas
entiendencon el mundo.Por eso,sepuededecir queMarx buscaalgo asícomolos éndoxa
dominantes de nuestra sociedad225, aquellas regularidades nomológicas que son
fundamentalesparaexplicar la apariencia(sorprendente)de una sociedad.En estecasose
tratadela validezdel intercambio,deciertasnormasquehacenqueel intercambioseajusto.
Pues,en efecto,ya es sorprendenteque se intercambiecosastan distintascomo maderay
lienzo. Lo que intenta Marx en sus capítulos “metafísicos” es justamentelo que han
pretendidolos antropólogosa lo largo del siglo XX: mostrarque el exotismode ciertas
costumbres,susingularidad,tienemuchoquever conun sistemacomplejodevida enel que
juegaun papelesencialla reproducciónde las condicionesde vida. Los presupuestosde
nuestrasociedad,los éndoxa, queplanteaMarx son básicamentelos principios del estado
liberal tal y como quedaronestablecidostras las revolucionesburguesas,se trata de ese
archicitado “reino de la libertad, la igualdad y Bentham”226.
Es importante insistir en que esta forma de establecerlas regularidadesque rigen el
comportamientode un colectivo a lo largo del tiempo sólo puedeestablecersemediante
argumentosaristotélicamentedialécticos (casi me atreveríaa decir que eminentemente
retóricos)y no formanpartedeuncapítulodela historiadelasmentalidades.Marx recurrea
una especiede tópica que, irónicamente,se resumebien en ese frontispicio ilustrado:
igualdady libertad.Buscaaquellosdiscursosexpresivosde la prácticafundamentalen la
sociedadmoderna,la producciónde mercancías,pero no en su concreción(efectivamente
muy diversay compleja)sinocomoejessincrónicosque,evidentemente,no puedenmásque
serabstractos.Recomponerla forma enqueestosprincipiosoperanrealmenteen cadacaso
serála inmensatareadela historiografía(por muchoqueMarx enmuchasocasionestambién
225 Existe una espantosatradición de aristotelismomarxista que ha puesto su granito de arena en eloscurecimientodeMarx. Uno desusmáximosrepresentanteses,sin duda, Aurelio Artetaperola bibliografíaesmuy amplia.Poresocreoqueesnecesariomanejarconmuchaprecauciónestas“metáforas”filosóficas.LaideadequeMarx buscalos éndoxadela sociedadmodernapretendeayudara comprenderquéquieredecirsubúsquedadela “ley fundamentaldela sociedadmoderna”,enquésentidosepuedeentenderqueunasociedadtiene leyes sin ni siquiera postular la existencia de la historia como proceso unitario y universal. 226 GabrielAlbiac rastrealos orígenesdeesteasuntoenel jovenMarx a partir dela distinciónentrehombreyciudadano, G. Albiac, Desde la incertidumbre, Barcelona: Plaza y Janés, 2000, pp. 233 y ss.
101
se ocupede ello). Dicho de otro modo,El Capital no exponelo que pensamostodoso la
mayoríasino aquellosdiscursosqueorganizanla vida real de todoso la mayoría.Uno no
tienepor quécreersequehayun intercambiojustoy aceptableenel mercadodetrabajopara
tenerque trabajare incluso paraalegrarsede conseguirun trabajo.Hay una infinidad de
formas de relacióncon estasnocionescomunesy el reconocimientode su “falsedad” o,
mejor, de su no naturalidadno conducea su desvanecimientopues también hay una
infinidad de mecanismosde imposición. Ambas infinidades son estudiadaspor la
historiografía, en algunos casos con un éxito fascinante.
Esto viene al hilo de cierta pretensiónde la “historia de las mentalidades”de ser una
instanciaprivilegiadadeconocimientodeunasociedad.Paraalgunos,encontrarlasnociones
comunesdeun colectivo,o sea,los éndoxa, equivaldríaa explicaresasociedad.Así, Gaston
Bouthoulafirmabahacetiempoque“la mentalidadconstituyela síntesisevidentey dinámica
de cadasociedad...de modoqueunasociedades,esencialmente,un grupode personasde
mentalidadanáloga”227. No debeconfundirseestetipo de afirmacionescon la tareadeMarx
que,másbien,consisteendiseñarla lógicade la interacciónindividual ennuestrasociedad.
La “mentalidadmoderna”,a lo sumo,puedeser invocadacomopresupuestoparadescartar
otrasescalasde utilidad propiasde los agentesimplicados(morales,religiosas,familiares)
queno entranenjuegoenel intercambiocapitalistae inclusosonconflictivas.Porotraparte,
recomponerla sangrientaformaenquelos miembrosdeunasociedadllegarona aceptaresas
tablasde utilidad frente a su obvio interésreal es (ha sido) tareade los historiadores.En
efecto,todavíahay zonasde Españadondeserecuerdacómolos trabajadoresabandonaban
las minasen épocade siega.Marx presuponeunasociedaden la quenadiequiereo puede
irsedesiegasinoquela mayoríadebeacudirdíatrasdíaa supuestodetrabajoparaganarse
un sueldo“justo”, sin importarsi paraello debeperseguireseempleopor mediomundoa
travésdefabulosasmigracionescontinentales.De igual modo,de laspremisasqueestablece
Marx cabederivar otrasposibilidadeslógicas.Una de ellas por la que los marxistashan
sentidociertadebilidadsellama“revoluciónsocialista”y, justamente,lo quehademostrado
el marxismo analítico (por muy irritante que resultesu minuciosidad)es que se puede
demostrarlógicamentelas ventajasparalos trabajadoresde estaopción228. Aunque,desde
luego–y creoqueestáesunade las razonespor la quelos analíticossehanganadocierta
mala prensa–, también se puede demostrar otras cosas mucho menos agradables.
El Capital es una obra un tanto excesiva,pues está obligadaa cargar con sus propios
fundamentos.Sin embargoesteexcesoes el que haceque el marxismotengautilidades
227 Citado en E. Mitre, Historia y pensamiento histórico, Madrid: Cátedra, 1997, p. 126228 F. Martínez Marzoa seguía un razonamiento similar en De la revolución, Madrid: Alberto Corazón, 1976.
102
conceptualesquetransciendenel merocálculoformal deutilidades.Por ejemplo,Ivan Ilich
podíaafirmar que,en realidad, los cochesamericanoscirculana seiskilómetrospor hora.
Trasestaboutadeseexplicacómoanálisisalternativosde lasrealidadeseconómicaspueden
depararresultadossorprendentes.Ilich, sencillamente,consideróla realidad cultural del
transporte inserta en nuestro trato general con el mundo:
El varónamericanotípico consagramásde1500horaspor añoa suautomóvil:sentadodentrodeél,
en marchao parado,trabajandoparapagarlo,parapagarla gasolina,los neumáticoslos peajes,los
seguros,las infraccionesy los impuestosparala construcciónde las carreterasy los aparcamientos.
Le consagracuatrohorasdel díaen lasquesesirvedeél, seocupadeél o trabajaparaél. Sin contar
con el tiempoquepasaenel hospital,en el tribunal,enel taller o viendopublicidadautomovilística
ante el televisor.Estas1500 horasanualesle sirven para recorrer10.000kilómetros, es decir, 6
kilómetrospor hora.Exactamentela mismavelocidadquealcanzanlos hombresenlos paísesqueno
tienenindustriadel transporte.Con la salvedaddequeel americanomediodestinaa la circulaciónla
cuartapartedel tiemposocialdisponible,mientrasqueenlassociedadesno motorizadassedestinaa
este fin sólo entre el 3 % y el 8 %229.
De igual modohacepocoSusanGeorgecomentabalo ridículo queeraquela contratación
deun mayornúmerode segurosa costadel aumentode la delincuenciao de los terremotos
se consideraseun beneficio. Marx intenta plantearuna forma de explicar estasaporías
respectoal trato material con el mundo pero respetandola normalidadde la sociedad
capitalista,esdecir,aceptandoquesetratadeunasociedady no deun proyectodesuicidio
colectivo.Esestala razón,por otraparte,de los “elogios” de Marx al capitalismoquetanto
escandalizaban a Hannah Arendt.
En mi opinión es absolutamentefundamentalcomprenderque tal vez existanrazonesno
coyunturalespara que la teoría de Marx se restrinja al capitalismo.La propia sociedad
capitalistatieneciertaspeculiaridadesquela hacensusceptiblede ser teorizada.En primer
lugar las reglas“fundamentales”–enun sentidoqueaclararemos–de nuestrasociedadson
relativamenteestables,simplesy cuantificablespero,sobretodo,esasreglasponenen juego
los propios medios de subsistencia,la economíaen sentidoestricto. Evidentemente,las
estructurasmatrimoniales,la iglesiao el ágorahantenidosuspropiasnormasconstitutivasy
hantenidounafuerzadecisivaen distintassociedades.Peroesasreglasno poníanen juego
directamentela tierra,el trabajoy el dinero;la economíaestabatotalmenteincrustadaenlas
relacionessocialesque,precisamente,asegurabanqueaquellano sedesintegrasea causade
los dilemasque se siguende la interacciónirrestrictade los interesesindividuales.En la
229 I. Illich, Energía y Equidad, Barcelona: Seix Barral, 1974.
103
sociedadmodernapor primeravezlas reglassociales,el sistemadeéndoxa, soneconómicas
y no familiareso decualquierotro tipo. En estesentidoel tópicoacercade la escisiónentre
economíay sociedadno esparticularmenteacertadoperosí muy expresivo.La cuestiónes
queenel capitalismo,porprimeravez,la mayoríadela poblaciónlo apuestatodoa un juego
arriesgadoen el que le van sus mediosde subsistencia.En estesentido,Ellen Meiksins
Woodhaseñaladoacertadamentela imposibilidaddeconsiderarel análisisespecíficodeuna
sociedad que se hace en El capital en términos de una “filosofía de la historia”:
El carácterexclusivodel capitalismo,lejos de constituir un problemaparael marxismo,es la base
misma de su existenciateórica. Fue Marx quien por primera vez proporcionóuna explicación
sistemáticade este fenómenoexclusivo: en realidad fue Marx quien reconocióque exigía una
explicacióny queno sepodíadar por sentado,comoalgo inscrito en la naturalezahumana,ya fuera
en el desarrollonaturalde la razónhumanao en la propensióna “trocar y cambiar”o en la codicia
humana,y/o en la indolencia.Y siguensiendolos marxistasquienesestánrealizandolos másserios
esfuerzos por desarrollar y perfeccionar esta explicación230.
Precisamenteestamismaautorahainiciadoenlos últimosañosundebatequeobligaa exigir
ciertasprecaucionesa la horadeentenderla teoríadeMarx comounateoríadejuegosavant
la lettre. Estametáforano deberíaser interpretadaliteralmenteo relacionadadirectamente
conel marxismo de la elecciónracional.En efecto,Roemer231 ha tratadode hacersecargo,
segúnun proyectodeJonElster232, dealgunosproblemasclásicosdel marxismo,enconcreto
de la división de clases,desdeel punto de vista de la teoría de juegos expurgando
explícitamentecualquierreferenciaa la teoríadel valor-trabajo.Esto ha concluidoen una
definición de clase en términos de estrategias,un proyecto muy bien fundado
matemáticamenteperocuyautilidad final paraafrontarlos problemasdel marxismoresulta,
cuando menos, dudosa233.
En realidad,Woodve aquíunproblemahabitualentodoslossistemasbasadosenla elección
racionaly esquesólosirvenparaexponerlo quehayqueexplicar234. De algúnmodotantola
versiónde Roemercomola de Wright se quedanen los primeroscapítulosde El Capital,
establecen(tal vez con másdetalley rigor queMarx) quétipo de juegosentranen juegoen
230 Ellen Meiksins Wood, “El marxismo y el curso de la historia” en Zona abierta, n° 33, p. 5.231 Véase, sobre todo, J. E. Roemer, Teoría general de la explotación de las clases, Madrid: Siglo XXI, 1989.232 Ya en “Marxismo, funcionalismoy teoría de juegos”, Zona abierta, n° 33, 1984, en el marcode unadiscusióndel funcionalismode G. A. Cohen pero, sobre todo, en Making Senseof Marx, Cambridge:Cambridge University Press, 1984.233 En estesentido,la aportaciónde E. O. Wright resultacuriosa.PorunaparteWright insisteen quellegó ainteresarsepor el enfoquede Roemeral considerarlos problemasque entrañabael análisisempíricode lasclasesmedias;por otra parteno le satisfacesumodeloe intentaplantearotro en el quela producciónjuegueun papel más destacado. Cf. E. O. Wright, Clases, Madrid: Siglo XXI, 1994.234 Como el propio Elster, por otra parte, reconoceen J. Elster, “Nuevas reflexiones sobre marxismo,funcionalismo y teoría de juegos”, Zona Abierta n° 43-44, 1987, p. 35.
104
la sociedadcapitalista.La cuestiónesqueMarx va másallá deestadescripción,puesexplica
desdelos propiospresupuestosdeesasociedadalgunasimportantesaporíasquesesiguende
la normalidadburguesa.Es importanteentender,tal y comohemosplanteado,quela teoría
laboral del valor es, másque una teoríaeconómica,una teoría etnológica. Su función es
sentarlas basesde un modelo que explica (y no sólo describe)la especificidadde la
autocomprensiónmayoritaria y/o dominantede unasociedadconcreta. Marx aceptaqueel
estudioconcretodela génesisdelas“preferencias”(admitidaso impuestas)delos miembros
de la sociedadcapitalistaes asuntode la historiografía,lo que él pretendees justamente
explicaresaescalade utilidad, algo francamenteajenotantoa la teoríade juegoscomo,de
algún modo, tambiéna la historiografía.Aunqueestoúltimo es discutible.Digamosque,
desdeel planteamientoque hemoshecho,Marx estableceun puntode vista teórico,cuyos
conceptosestánplenamentedefinidosy al que la historiografíaes,en principio, ajena.La
claveesese“en principio”, puessonmuchoslos historiadoresquepor las característicade
su objeto de estudiose aproximanen aparienciaa este enfoque,si bien con resultados
irregulares235. Másclaro resultael problemaen lo quetocaa la revisiónde las tesisdeMarx
desdeel puntode vista de la teoríade juegosquetantoha proliferadoen los últimos veinte
años. De nuevo es Wood quien mejor ha comprendido las limitaciones de este enfoque.
Efectivamente, resulta difícil entender como el modelo del “marxismo de la elección racional” [MER]
puedeescaparaunacompletacircularidad,algoasícomoquelos individuosacumulancapitalporque
son acumuladoresde capital. El propio impulso de acumular capital no se puede reducir a
propiedadesindividualesindependientesde lasestructurassociales[...] En el mejorde los casos,esto
significa que la partemásimportantedel trabajodebeser realizadaantesde aplicar el modelodel
MER y sin contarparanadacon suayuda.Todo el análisishistóricode las estructurasde las quese
derivan los atributos de los individuos relevantesdebe ser hecho antes, y justamentecon las
herramientasdel materialismohistóricoconvencional.El modelodel MER debetomar como dado
justamentelo que se necesitaexplicar. Las propiedades“individuales” que motivan la “elección
racional”debenserdeducidasdelos macroprocesosquehayqueexplicar.El modelodel MER puede
“explicar” lasestructuraso “macroprocesos”sólo en términosdeaquellasmotivacionesindividuales
cuya presencia debe ser deducida de las propias estructuras236.
El carácterno formalistadela teoríamarxistala dejaenunaposiciónfrancamenteincómoda
frente a la historiografía.No es fácil explicar hastaqué punto es de aplicación la teoría
235 Es el caso de G. Arrigui, El largo siglo XX, Madrid: Akal, 2000.236 E. M. Wood, “Rational Choice Marxism: Is the Game Worth the Candle?” en New Left Review, n° 177,1989, p. 45. Este artículo criticaba a A. Carling, “Rational Choice Marxism”, New Left Review n° 160, 1986que respondió en “In Defence of Rational Choice: A Reply to Ellen Meiksins Wood” y, por su parte, Woodcontraatacó en “Explaining Everything or Nothing?” ambos en New Left Review n° 184, 1990.
105
marxistaenhistoriografíao si, másbien,comodecíaLe Roy Ladurie,sóloesinteresanteen
la medidaenquesedejaatrás237. Evidentementelasestructurasquesederivandela teoríade
Marx sondiscursivas–sonconocimientosy no objetos,comocualquierotra estructura–,el
problema es que no se correspondenplenamente con ningún objeto de estudio
historiográfico en concreto: las estructurasde Marx no son como las de Braudel o
Wallerstein,sonespecificasde la “sociedadcapitalista”perono son la “economía-mundo”
del siglo XIX, por ejemplo.Deberíaya resultarevidentequeestosucederíacon cualquier
teoríaenhistoriay noenparticularconla deMarx. El problemaesla irrupcióndeunateoría
en un dominio de estudiospolémicoquenos sigueinteresando,que la teoríano logra (ni
pretende) desplazar. Así, pues, ¿qué relación guarda la teoría con la historiografía?
Pordeprontola historiografíamarxistatienealgodeapuestaabductiva. Esla apuestadeque
la teoría ha señaladoel lugar de estudio, la idea de que la trama seleccionadaha sido
seleccionadacon anterioridady explicada formalmenteen otro lugar. Insisto en que esa
explicación no es una explicaciónhistoriográfica,tan sólo sirve como indicador, como
letrero luminoso,paraunaexplicaciónque,paselo quepase,serácotidianay contingente.
Así, la teoríaa lo sumopuedeestablecerderivacionesde lo quedeberíaocurrir a partir de
ciertoséndoxa(propiedadprivada,libertadde comercio,mercadode trabajo,etc). Esto no
significa que todos los acontecimientosque se vayan a analizarsigan estasnormas.Sin
embargo, resulta interesantesiquiera para darse cuenta de que un acontecimientoes
relevante por su anormalidad.
En muchasocasionesla explicación formal actuarácomo contrafáctico.Si un gobierno
decideimpulsar medidaskeynesianas,esamedidano rebatela teoríade Marx que sigue
siendoel contextode normalidadfrente a la que se recortaeseacontecimeintodiferencial
consistenteenunalimitación de la libertadde mercado.Así la teoríamarxistaservirácomo
índice hipotéticode dóndebuscaren la historia empíricalo significativo, lo normal y lo
decididamenteanormal, o sea, como guía contingentede lo que estudiar y de cómo
estudiarlo.Lo queanteshemostradoesqueestetipo de apuestasestánpresentesinclusoen
las explicacionesmás cotidianas de la historia y sea cual sea el enfoque elegido
(microhistórico,cultural, etc). El hechode que la apuestaaquí tengaun considerablerigor
formal sólo permite afirmar que se puedediscutir por separadode las investigaciones
empíricasy con una precisiónconsiderablepero no que seauna instanciaprivilegiadade
sentido.La dominanciade lasrelacionesdeproduccióncapitalistaennuestrasociedadesun
enunciadode distinto orden que aquellosque describenesasrelacionesen generalo su
aplicaciónconcreta.Por tanto,no hay ningunamanerade demostrara priori que hay una
237 Citado en E. Mitre, op. cit. p. 132.
106
asimetríacausal en virtud de la cual, respectoa un fenómenoconcreto, determinada
estructurade conocimientosgoza de un mayor poder explicativo, siquiera mediante
mecanismosfuncionales,quecualquierotro elementohistoriográfico(la moda,la dieta, la
religión, etcétera).Por esonuncadeberíatomarsela teoríamarxistacomounaexcusapara
no investigarrealmentelo sucedido.La razónesjustamentela quehabíamosaducido,según
un argumentodeMcintyre,paraestablecerla validezdela nocióndecausaenhistoriografía.
Las leyes no explican fenómenosconcretos,e incluso cuandolas leyes de la sociedad
capitalistasonalgomásqueel contextodenormalidady entranen juegoenunaexplicación
historiográficaconcreta(y lo cierto es que no es algo habitual)es precisoaclararen qué
sentido lo hacen.
Esono obstaparaque las leyesmarxistasseanauténticasleyesen su dominio formal. La
objeciónde Le Goff, quiendecíaquesonsólo tendencias,espropiade alguienqueno tiene
la menorideade lo queesunaley científica238. Efectivamente,enel mundoreal, la ley dela
gravedadactúasólo comounatendenciaquela másleve ráfagade viento estádispuestaa
“anular”; del mismomodo,si mecolocoenla espaldaun motora reacciónno niegola ley de
la gravedad,ni la aplicaciónde medidaskeynesianasniega la ley de la tasade ganancia
decreciente.Tanto la ley que estableceque una interacción basadaen las acciones
individualescaracterísticasdeunasociedadcapitalistaconducea distintascrisiscomola ley
dela gravedadsonmerasfórmulasqueexigenun considerabletrabajodeinterpretaciónpara
comprendersu presenciaen el mundoreal. Las leyes que planteaMarx son formalmente
leyes y, evidentemente,materialmentetendencias.No hay ni una sola ley científica que
opere como algo distinto de una tendencia en el mundo real.
La asimetríaentre teoría e historia hace difícil establecerlos criterios de verificación
empíricade la teoría de Marx, puesrequiereuna serie de dispositivosconceptualesque
fácilmenteseconviertenen argumentosad hoc parasalvarla teoríafrentea las pruebasen
contra.Lo que deberíaresultarevidentees que ningún enfoquepuramentehistoriográfico
puederefutaro confirmartotalmentela teoría,aunquesin dudaesun medioexcelentepara
estableceren dóndedeberesidir el pesode la prueba.La teoríade Marx, como cualquier
otra,utiliza enunciadosplenamentedefinidos(no polémicos)frentea los dela historiografía
y necesitadeun auténtico“laboratorio” paraverificar los teoremas.Estono deberíallevar a
renunciara buscarpruebasempíricasde la teoría–dehecho,hay todaunatradiciónen este
sentido239– pero sí debería prevenir respecto a demostraciones o impugnaciones apresuradas. 238 J. Le Goff, Pensar la historia, op. cit. p. 46.239 Cf. Guerrero,Historia del pensamientoeconómicoheterodoxo, op. cit., cap.10. En concreto,resultadeenorme interés A. Shaik, Valor, acumulación y crisis, Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1990.
107
Entenderla teoríade Marx como un modelo formal construidoa partir de instrucciones
empíricasmuy detalladassignifica afirmar, comohizo Marx explícitamente,quesi alguien
aplica ese modelo, que hasta la fecha sólo había sido desarrolladoen Inglaterra,
probablemente(a menos que concurran circunstanciasexternas) obtendrá resultados
similares,perosi cambiaalgunosde los factorespuedeobtenerresultadosdiferentes.Esaes
justamentela tesisque se planteaen la cartade 1877 que hemoscitado anteriormentey,
sobre todo, en esta otra: “El análisis hecho en El Capital no ofrece, pues, razones ni en pro ni
encontradela vitalidadde la comunarural,peroel estudioespecialquehehechosobreella
me ha convencidode queestacomunaes el punto de apoyode la regeneraciónsocial en
Rusia;peroa fin dequeella puedafuncionarcomotal habráqueeliminar primeramentelas
influenciasdeletéreasque la sacudende todos lados y luego asegurarlelas condiciones
normalesdeun desarrolloespontáneo”240. Porconsiguienteunahistoriadel capitalismoserá
unahistoriadecómoel mundollegó a aceptaresemodeloy decómodistintascircunstancias
le dierondistintaspeculiaridades.Seentiendeasípor quéel énfasisen la discursividadno
implica unafalta de realidad,sólo significa quela difusión del capitalismo,lejos de serun
proceso metafísico, se desarrolló a través del convencimientode los burguesesy la
imposición a la plebe de ciertas prácticascon todo un universo cultural asociado.Esta
imposición,como hemosvisto, aceptainfinidad de maticesrealesy, sobretodo, algunas
alteracionesmuy significativas.Una de ellas,queveremosen el apéndicefinal, afectaa la
“gran transformación”queexperimentóel capitalismoa partir delos añostreinta,un proceso
particularmenteinteresantea fin de ejemplificar la relaciónentreteoríae historiaqueaquí
hemos analizado.
Inmediatamentese planteandos problemas.En primer lugar, resultadifícil renunciara la
ideade quela teoríaexplica la historia real.De algúnmodola ideade queesaexplicación
tan sólo señalael lugar de trabajo de la historiografíaconstituyeel planteamientodel
problemaantesque su solución. Hasta aquí hemosvisto cómo ninguna teoría está en
condicionesde invalidar la pluralidad de investigacioneshistoriográficas,muchasde las
cualesquedaránlegítimamenteal margende dicha teoría. Ahora hay que analizar con
precisiónla relaciónepistemológicaentrelos límites sintácticosqueestablecela teoría–los
límites conceptualesdentro de los que comprendemosuna variedadde acontecimientos
concretos– y la historiografía vinculada a esa teoría.
En segundolugar,y muy relacionadoconel problemaanterior,ya en Marx perosobretodo
enautoresposteriores,la teoríaessusceptiblede adquirir dimensionesdiacrónicaso, mejor
240 K. Marx, Sobre el modo de producción asiático, op. cit. p. 172.
108
dicho,procesuales.Tal vezel mejorejemplodeesteanálisisprocesualseael famosodebate
sobre la transición del feudalismo al capitalismo241 pero está implícito en numerosas
discusionessobrelas “fases” del capitalismoo en ciertos cambiosestructuralescomo el
predominiodel capitalmonopolistao del capitalfinanciero.Estetipo dedesarrollostieneun
estatusambiguo, es difícil señalar hasta qué punto son teóricos y hasta qué punto
historiográficos.
Si seconsideraambosproblemasconjuntamenteno es raro quealgunasde las reflexiones
másinteresantesobrela validez de la explicaciónfuncional hayansurgidoal hilo de una
propuestarenovadade unafilosofía sustantivade la historia.En efecto,el planteamientode
G. A. Cohenviene a ser una especiede contraejemplomaximalistade las tesis de Paul
Veyne.
241 Cf. P. M. Sweezy,M. Dobb,C. Hill (et al.), La transicióndel feudalismoal capitalismo, Madrid: CienciaNueva, 1967.
109
IV. De la función al límite: ¿qué determina en la “determinación en última
instancia”?
Funciones
Cuando,en 1977,G. A. CohenpublicóLa teoríade la historia deMarx: unadefensanadie
podríahabersupuestoqueiba a convertirseen la obradereferenciaparaunatradicióndeya
másde treinta añosy, comoha señaladoJonElster,que daríalugar a la únicaescuelade
pensamientoqueen rigor puedellamarsefilosofía marxista.Paraentenderhastaquépunto
resultainopinadosuéxito hayquerecordarqueno corríanbuenostiemposni parala versión
ortodoxadel materialismohistórico que proponeCohenni, en general,para un tipo de
análisismáscomprometidocon la claridady el rigor queconincorporara la argumentación
los últimos devaneossemióticos,etnológicoso psicoanalíticos.La resacaestructuralista,
desdeluego,no dejó muchascosasen claroaunquesí unaespeciede vagaunanimidada la
horadedenostarlas teoríasmarxistasclásicascomovulgaresy primitivas.En estecontexto
Cohenhizo un planteamientoparticularmentecompactode la teoríade la historiade Marx
segúnla líneasmaestrasestablecidasen el famosísimoPrólogode 1859242. Lo queCohen
veníaa plantearesquelo queaquellosbrevespárrafosexponíanmuy esquemáticamentede
ningúnmodoera tan trivial comomuchagentepretendía(marxistasy no marxistas)y que
abandonaresos términos de forma coherenterequeriría,en todo caso, un considerable
esfuerzofilosófico. Ni la doctrina de la basey la superestructurani la determinación
tecnológicadel cambiosocial a gran escalason tesistriviales en absolutoy no bastacon
invocar el fin de la metafísica para que su enorme fuerza empírica se disuelva243.
242 K. Marx, “Prologo” en Contribución a la crítica de la economía política, Madrid: Siglo XXI, 1980.243 Respectoal asunto de la superestructura,Terry Eagleton daba una respuestaingeniosa a algunas“objeciones” triviales: “No quiere decir [la doctrina de la base-superestructura]que las cárcelesy lademocraciaparlamentaria,las aulasescolaresy las fantasíassexualesseanmenosrealesque las aceríaso lalibra esterlina.Las iglesiasy los cinessontanmaterialescomolas minasde carbón;lo únicoquepasaesqueno puedenserel último catalizadordel cambiosocialrevolucionario”(Terry Eagleton,Ideología, Barcelona :Paidós, 1997, pp. 113-117).
110
Porotra parteCohensecomprometíaexplícitamentea plantearel debatecon la claridadde
la tradiciónanalítica(fue asícomosurgióel nombrede marxismoanalítico).No pretendía
estudiarhistoriográficamentelos escritosdeMarx sinohacerun desarrollodesufilosofía de
la historia coherentecon sus ideasmerceda un conocimientoexhaustivo(y en ocasiones
extenuante)desuobra.Bien,puesla apuestadeCohentuvo un éxito inmediatoy numerosos
pensadoresrelevantesquesehabíandesvinculadotiempoatrásde las discusionesmarxistas
anteel sorprendentegradode vacuidadque habíanalcanzadose reengancharonal debate
que, esto es lo importante aquí, alcanzó una considerable profundidad filosófica.
La propuestade G. A. Cohenconsisteen estableceren qué sentidose puedeentenderla
evolucióndelasdistintassociedades–la “historia”– comounprocesoenel queexistecierta
lógica, un movimiento no aleatorio. Para llevar a cabo este proyecto Cohen necesita
establecerla validezde un modelode sociedaden el quelos cambiosdel conjuntoa largo
plazoquedanexplicadospor la eficaciacausalde unaparte.Cohenafirma quehay pruebas
suficientesdequeel Marx madurosustentóestaopinióny, sin lugara dudas,unaimportante
tradiciónmarxistaconsideraqueesesala basedel materialismohistórico.Sin embargo,el
proyectode Cohenno tiene parangónpor la firmeza con que intenta tomarseen serio la
teoríadela historiadeMarx presentadaenel Prólogo.Frentea estedesarrollolos numerosos
intentosdefundarunatradiciónteóricaapartir del eslogan“la luchadeclasesesel motorde
la historia” no pasan de ser elaboracionesmás o menos bienintencionadaspero
tremendamente inocentes.
Por eso,la propuestade Cohenno debeserentendidacomounaversiónmásde teleología
ingenuahumanista,comoun desarrollohegelianotristementesecularizado;en todocasose
acercamása la ideaalthusserianade“procesosin sujeto”.Esdecir,el criterio delprocesode
cambio histórico no sería la realización de una esenciaimplícita de algún modo en
acontecimientospasadossinounacondicióndeposibilidadinmanentede lassociedadesque
orienta en cierta dirección sus transformaciones.Cohen niega explícitamenteque este
procesotenga nada de necesario:nada impide la posibilidad de una “inversión” o del
estancamientocomo en el caso, clásico en las discusionesmarxistas, del modo de
producciónasiático.Cohense pronunciaen contra de la realidadempírica de estasdos
últimastesislógicamenteposibles,aunquela caracterizaciónfinal del materialismohistórico
también sirve para ellas. Se trata de la doctrina que afirma que “la historia es,
fundamentalmente,el desarrollode la capacidadproductivadel hombrey quelas formasde
111
sociedadsurgeny desaparecenen la medidaen que permiteny promueven,o impiden y
obstaculizan, ese desarrollo”244.
Esteproyecto,a fin decuentas,esun desarrollocoherentedela conocidasentenciadeMarx
acercade la relación entre basey superestructura;Cohenañadeciertas tesis (que Marx
explicitaenotroslugaresigualmentefamosos)relativasal sentidoenqueestarelaciónpuede
afectaral cambiohistórico.La razónde queesteprocesotan evidentementeteleológicono
impliqueun finalismo metafísicoobedecea ciertosrequisitospreviosa la teoría.En primer
lugarciertaspreconcepcionesbásicassobrela “naturalezahumana”:“Nos centraremosenun
dato histórico sorprendente:que las sociedadesrara vez reemplazanfuerzasproductivas
superiorespor fuerzasproductivasinferiores”245. La explicaciónanalíticadeestacuestiónde
hecho se realiza a través de tres argumentos:
a) Los hombres son en cierta medida racionales, en un aspecto aún por especificar.
b) La situación histórica de los hombres es una situación de escasez.
c) Los hombres poseen una inteligencia de un tipo y un grado que les permite mejorar su situación246.
Evidentementeno corren buenostiempos para esta clase de afirmacionesy una buena
objeciónes que los requisitosque impiden que la teoría seametafísicason ellos mismos
metafísicos,sin embargosetratade afirmacionestan básicasy generalesqueresultadifícil
no darlescierto crédito. En segundolugar, es relevanteel hechode que el criterio de
cambiofundamentalseael desarrollotecnológico–la “capacidadproductivadel hombre”–y
no cualesquieraatributosmorales,políticos,etc.Estacaracterísticadel modeloevolucionista
deCohentieneimportanciaenla medidaenquela tecnologíaes,tal vez,la únicadimensión
humanaen la que parecedifícil dudarde que ha habidoun progresoclaro a lo largo del
tiempo.Por otra parteesteprogresono deberíaser tomadoen el sentidoabsolutode una
redenciónpuescadavez somosmásconscientesde lo poco adaptativoque puedeser el
progresotecnológicosin una regulaciónestrictaque limite su uso individual. Así pues,la
mejoradela capacidadproductivasemuestrabásicamenteenel tiempocadavezmenorque
se necesitapara colmar ciertas necesidadesbásicas de subsistenciaque permiten la
reproducción de una sociedad.
La argumentacióndeCohentomacomopuntodepartidala demostraciónde la prioridadde
las fuerzas productivas–los medios de producción y la fuerza de trabajo– sobre las
relacionesde producción.A su vez, la fuerzade trabajotiene mayor importanciaque los
244 G. A. Cohen,“Respuestaa ‘Marxismo, funcionalismoy teoríadejuegos’deElster” enZonaAbiertanº 33,p. 65.245 G. A. Cohen, La teoría de la historia de Karl Marx: una defensa, Madrid: Siglo XXI, 1984, p. 166246 Ibid., p. 168
112
mediosdeproducciónpuesincluyeunadimensióncognoscitivaclaveen la evoluciónde las
fuerzasproductivas:estáconstituidatantopor la fortalezacomopor lashabilidadestécnicas.
Al hilo de esteplanteamientoCohenelaboraunallamativacaracterizaciónde la nociónde
“material” como calificativo opuestoa “social” antesque a “ideal”247. Es por eso que el
conocimiento científico, algo “espiritual”, puede ser una fuerza productiva material.
Las relacionesde producción,por su parte, consistenen el poder económicodel que
disponenlosmiembrosdeunasociedadsobrelasfuerzasproductivas.Enconsecuencia,“las
relacionesde producción son o bien relacionesde propiedadpor personasde fuerzas
productivaso bien relacionesquepresuponenestasrelacionesde propiedad.Por propiedad
se entiendeaquí no una relación legal sino una relación de control efectivo”248. Estas
relacionesson constitutivas de la “estructura económica” – que se contraponea la
superestructura–,perolo característicodel planteamientodeCohen esqueendichabaseno
entran en juego las fuerzas productivas. Las fuerzas productivas son una mera “capacidad” y,
por consiguiente,no constituyenla estructuraeconómica;no son algo que existaentrelos
individuosdeunasociedadsinounafuerzaqueposeen249. ParaqueestotengasentidoCohen
estableceuna interesantedistinción entredos nocionesde base(externae interna)que le
llevan a concluir que “las fuerzas productivas se encuentrandebajo del fundamento
económico”250. La exclusiónde las fuerzasproductivasdel fundamentoeconómicoesclave
paraestablecersu primacíaexplicativasobrelas relacionesde producción.De estemodo,
Cohenpuedeplantearcoherentementeque,en la relaciónde laspersonasconsusmediosde
subsistencia,la naturalezade estosmediosexplica la relación;la sociedadestáobligadaa
ajustarsea un desarrollo“extrasocial”(entendidoestoenun sentidomuy particular)comoes
el crecimiento de la capacidad productiva del ser humano.
Si aquínosinteresala obradeCohenno esparareivindicarla validezdela versiónfilosófica
del materialismohistórico como paradigmahistoriográfico –más bien al contrario. Lo
importanteesqueCohensedacuentadequeel objetivodel esquemadeMarx esestablecer
la fuerza explicativa de ciertos estratosepistémicossobreotros: “he mantenidoque las
relacionesde produccióncorresponden al nivel de desarrollode las fuerzasproductivasy
sona su vez la base sobrela quesealzala superestructura.Creoqueestoesunaforma de
decir que el nivel de desarrollode las fuerzasproductivasexplica la naturalezade las
relacionesdeproduccióny queéstasasuvezexplicanel carácterdela superestructura.Pero,
247 Ibid., p. 108.248 Ibid., p. 37. 249 Ibid., p. 40.250 Ibid., pp. 32-33.
113
¿quétipo deexplicaciónseofreceaquí?Mantengoqueen todoslos casosnosencontramos
con una especie de explicación funcional”251.
Cohenharepetidohastala saciedadla importanciade no atribuir la explicaciónfuncionala
la escuelasociológicafuncionalistade,por ejemplo,Malinowski o Merton.La insistenciade
Cohentiene sentidoen la medidaen que dentrodel marxismoha habidouna importante
tradición crítica que se ha dedicadoa rebatir estasteorías,en especial,a causade su
capacidad legitimatoria e intrínsecamenteconservadora252. En efecto las sociologías
funcionalistas tienden a plantear entre los distintos grupos sociales una especie de
solidaridadorgánica,de formaqueinclusolasactividades“disfuncionales”(delito, rebelión,
etc.)encuentranun modoretorcidodecontribuira la cohesiónsocial.Evidentementeeneste
tipo de argumentacionessiemprese recurrea versionesmás o menossofisticadasde la
“astucia de la razón” hegeliana,es decir, se tiende a considerarla sociedadcomo una
totalidad expresiva en la que cada una de las partes contribuye al desarrollo del todo y afirma
a su modo la naturaleza intrínseca del conjunto.
Porel contrario,la explicaciónfuncionaltal y comola planteaCohenesun tipo derespuesta
a unapreguntaacercadel por qué, explícitamentesegúnel modelohempeliano253, enla que
un sucesoseexplicaen términosdesuefecto.Algunosejemplosdeestetipo deexplicación
causal tan peculiar son: “Las aves tienen los huesoshuecosporque los huesoshuecos
facilitanel vuelo”, “Estadanzadela lluvia esejecutadaporquemantienela cohesiónsocial”,
“El protestantismocobró fuerza a comienzosde la Edad Moderna en Europa porque
promovía el desarrollodel capitalismo”. La peculiaridadde este tipo de explicaciones
causalessederivade la generalizacióndeunaforma lógica distintivaque,grossomodo,es:
“ocurrió la causae porquecausaríael efectof o, dicho menosconcisamenteperocon más
propiedad,ocurrió e porquela situacióneratal quecualquiersucesodel tipo E causaríaun
sucesodel tipo F”254. Esto descartaotras posibilidadesde que la causase explique en
términosde su efecto como una imageninvertida de la causalidadoridinaria (ocurrió e
porqueocurrió f) u otros que violenten la disposicióndiacrónicade la causay el efecto
(ocurrió e porque causó f).
Una explicaciónfuncionalesunaexplicaciónen la queun hechodisposicionalexplicaqueocurriera
el tipo desucesoenunciadoenel antecedentedela hipótesisqueespecificala disposición(...) Si esta
exposiciónescorrecta,las principalestesisexplicativasdel materialismohistóricosonexplicaciones
funcionales,porquelas superestructurasmantienenunidaslas basesy las relacionesde producción,
251 G. A: Cohen, “Respuesta a ‘Marxismo, funcionalismo y teoría de juegos’ de Elster”, op. cit., p. 67.252 Cf. N. Laurin-Frenette, Las teorías funcionalistas de las clases sociales, Madrid: Siglo XXI, 1976.253 G. A. Cohen,La teoría de la historia de Karl Marx, op. cit., p. 276. De ahí que,aquí, las objecionesdeDray a Hempel puedan ser relevantes.254 G. A. Cohen, “Respuesta a ‘Marxismo, funcionalismo y teoría de juegos’ de Elster”, op. cit., p. 67.
114
controlanel desarrollode las fuerzasproductivas:estossonhechosinnegablesde los que Marx era
consciente.Y sin embargoafirma que el carácterde la superestructurase explicapor la naturaleza
productiva (...) No conozco otra manera de hacer que el materialismo histórico sea coherente.255
Unanociónbásicaenestaargumentaciónesla de“hechodisposicional”,del tipo “los huesos
huecosfacilitan el vuelo” o “el protestantismopromovíael capitalismo”.En consecuenciael
augedel protestantismoquedaexplicadopor ciertadisposicióndela sociedadque haceque
el protestantismopromueva el capitalismo. Como señala Elster es esta naturaleza
disposicionalla que da cuentadel misterio de que el explananssiga en el tiempo al
explanandum: “el explanandumdebe ser una pauta de conducta,no un sucesoaislado.
Podemos,así, explicar la pauta indicando cómo la conductaproduce en un momento
concretolas consecuenciasque tienen el efectode manteneruna conductasimilar en un
momentoposterior”256. Una objeciónobvia queCohenrecogeesqueel hechode queestos
hechosdisposicionalestenganlugar no significa que seanla auténticaexplicaciónde un
hechoconcreto.Puedeque la sociedaddel XVI requiriesedel protestantismoparaque la
burguesíaascendiesey, sin embargo,que fueranlos hábitoshigiénicosde Lutero los que
llevarona la difusión de la reforma.Comoesobvio estosólo refutaaquellasexplicaciones
funcionalesque,enrealidad,sonpseudo-explicaciones:“La existenciadela falaciaposthoc
ergopropterhocno descalificaa todaslas explicacionescausales,comotampocola falacia
comparablede suponerque si algo es funcional se explica por su función o funciones,
descartatodaslas explicacionesfuncionales”257. No obstante,lo que aquí nos interesaes
observarcómo la explicaciónfuncional necesitade un conjuntode hechosdisposicionales
queoperancomo identidadprevia explicativa. Así mismo, el materialismohistórico toma
como punto de partida un importanteconjunto de hechosdisposicionalesque Cohenen
ningún caso cuestiona.
Cohenpostulala explicaciónfuncional como una alternativalógicamenterigurosaa ideas
intuitivas pero oscurascomo la “determinación en última instancia” de Engels o la
“causalidadestructural”de Althusser258 y, en efecto,un modelo de explicaciónfuncional
puedeexplicarcoherentementela “independenciarelativa” de la superestructura.El propio
Cohenponeel ejemplode cómoel aparatojurídico queel conjuntode la sociedadrespeta
puededar cuentade la propiedadde los mediosde producciónsin recurrir a argumentos
adicionales.La tesisdeCohenesqueestosólocontradicela doctrinadela determinaciónde
255 Ibid. p. 68.256 J. Elster,“Nuevasreflexionessobremarxismo,funcionalismoy teoríade juegos”,ZonaAbierta nº 43-44,abril-septiembre de 1987, p. 26257 G. A. Cohen, La teoría de la historia de Karl Marx, op. cit., pp. 311-12.258 Ibid, p. 309.
115
la basesi no serecurrea un argumentofuncional:“El contenidodel sistemalegalseexplica
por su función,queescontribuir a sostenerunaeconomíade un determinadotipo (...) Las
estructuraslegalessurgeny desaparecenen la medidaenquesostieneno frustranformasde
economía que son favorecidas por las fuerzas productivas”259.
No dejadeserciertoqueestosólodemuestraquedeterminadastesis,comola dela primacía
de las fuerzasproductivas,hande serexpresadasen términosfuncionalesy no la cuestión
sustantivadela validezdedichastesis.Precisamentela objecióndeJonElsteresquecuando
Cohen demuestrala necesidadde recurrir a explicacionesfuncionales, en realidad,
“contribuye a mostrarhastaqué punto es poco plausiblela tesisde la primacía”260. Y, en
efecto,Cohenproponela idea de que es correctoafirmar la validez de cierta explicación
respectoun conjuntode fenómenosauncuandono sesepacómolos explica.Por ponerun
ejemplorecurrente,escorrectodecir queunacerilla ardeporqueha sido frotadacontrauna
superficieásperaaunquedesconozcamosla relaciónentrela fricción, el calor, el oxígenoy
la combustióny, por tanto,no sepamoscon exactitudcómoestesucesoexplicael primero.
Por supuestoesto no significa que debamosconformarnoscon esta precaria situación
epistémica.Por el contrario las auténticasexplicacionescientíficasdan cuentade alguna
forma de mecanismoque explica con precisiónel “cómo”. Lo que dice Cohenes que en
ausenciadeestetipo deexplicaciónexhaustiva,unaexplicaciónfuncionalesváliday, si uno
se mantienedentro de sus límites lógicos, también puedeser verdadera.En efecto, en
biología las explicacionesfuncionalesson aceptablesporque,desdeDarwin, existe un
mecanismoteórico(la selecciónnatural)queda cuentade la relaciónfuncionalentrecierto
tipo de huesosy la capacidadde volar. En este sentido Cohen hace una comparación
archicitada(y muydiscutida)dela situacióndel materialismohistóricoconel evolucionismo
pre-darwiniano.En suopinión,el problemadela teoríadeLamarckesquedio unarespuesta
inaceptablea la cuestiónde cómosurgíanciertosrasgosadaptativosperoesono obstapara
reconocerqueacertóal comprenderquelos animalesteníanrasgosadaptativosal medioque
variabana lo largo del tiempo.Supropuestahubierasido aceptablesi la hubieraenunciado
en términosde una explicaciónfuncional no comprometidacon la forma concretade esa
evolución.
En un breveapartadoCohenexponecómola explicaciónfuncionalestásujetaa las mismas
reglasdefalsacióny confirmaciónquecualquierotraformadeexplicacióncausal261. Si bien
tienerazónencuantoal hechodequeentérminoslógicosno suscitaproblemasparticulares,
lo cierto es que obvia con muchocuidadola forma en que se planteanlas explicaciones259 G. A. Cohen, “Respuesta a ‘marxismo, funcionalismo y teoría de juegos’ de Elster”, op. cit. p. 69.260 J. Elster, Making sense of Marx, Cambridge: Cambridge University Press, 1984, p. 31.261 G. A: Cohen, La teoría de la historia de Karl Marx, op. cit., cap. 9.5.
116
funcionales.En otraspalabras,¿cómoprocedeel materialistahistórico paraproponersus
tesis?,¿dedóndesurgen?Pues,enefecto,la ausenciadeun mecanismoteóricoquehagaque
el hechofuncional resulteexplicativo no significa que las explicacionesfuncionalessean
necesariamentefalsas pero parece evidente que las deja en la misma situación
estructuralmentepolémicaen la que se encontrabanla totalidadde las tesishistóricas.En
realidad,Coheneludecon muchocuidadola cuestiónde que el materialismohistórico no
sóloha sido criticadopor la formade explicaciónqueproponesinopor las tesissustantivas
que Cohen sustancia en cuatro:
1) El nivel de desarrollode las fuerzasproductivasen una sociedadexplica la naturalezade su
estructura económica, y
2) su estructura económica explica la naturaleza de su superestructura
Piensoque1) y 2) sonexplicacionesfuncionalesporquede otra forma no podríareconciliarlascon
otras dos tesis marxistas, a saber que
3) la estructura de una sociedad promueve el desarrollo de sus fuerzas productivas
4) la superestructura de una sociedad estabiliza su estructura económica262.
Si bien entiendo que Cohen tiene razón al defender la validez de las explicaciones
funcionalescreoque seequivocaal defenderla validezde los principiosdel materialismo
históricocomoteoríade la historia.No esqueestosprincipio no seanplausibles(lo sony
mucho) sino que para que lo seanuniversalmentees precisoestableceruna considerable
cantidadde tesisintermediasque los adaptena cadasituaciónhistoriográficaconcreta.De
estemodo, la tesis de la determinaciónde las fuerzasproductivaspierde fuerza para el
análisisde la sociedadcapitalistaque es, precisamente,dondetiene pesoespecífico.El
materialismohistórico es una metateoríapara la que se puedendesarrollarestrategias
retóricas muy convincentespero, entonces,se difumina el programa de investigación
marxista, teóricamentefundado en El Capital, que indica el camino para un estudio
específicode la sociedadmoderna.Así como todo el mundoentiendemuy bien quépuede
significar en nuestrasociedadla determinacióneconómicade la cultura, por ejemplo, la
situaciónno esla mismaparacualquierotraépocao contexto.Conestono quierodecirque
todoel mundoreconozcacomoun presupuestoaceptablela determinacióneconómicaen la
sociedadcapitalista,tansólo queresultamásfácil ponersede acuerdoacercadequéseestá
hablando.Por el contrario,en una tribu africanala idea de que la economíadeterminala
estructurafamiliar y ciertadivisión genérica,másquefalsa,esirrelevante263. En realidad,no
262 G. A. Cohen, “Respuesta a ‘Marxismo, funcionalismo y teoría de juegos’ de Elster”, op. cit., p. 71.263 Creoqueestaesla granlecciónquepuedeofrecerGodelier,comobuendiscípulodePolanyi,al insistir enque,en todo caso,la división infraestructura-superestructuraesfuncionaly no institucional.M. Godelier,Loideal y lo material, Madrid: Taurus, 1989, p. 158.
117
dejade tenerpartederazónDiegoGuerrerocuandoafirma la importanciadequeCohenno
aceptela teoríadel valor-trabajo264. Si dedicatantoesfuerzoa fundamentarlasexplicaciones
funcionalesdel materialismohistórico en general es porqueno reconocela superioridad
gnoseológicade las explicacionesteóricas concretas de El Capital. Así, busca una
legitimidadfuncionalde las investigacionesmarxistasen su pertenenciaa un proyectolato
de materialismo histórico.
Ni quedecir tienequeel materialismohistóricode Cohenquesigueel Prólogode 1859no
tiene mucho que ver con la caracterizaciónque hemos hecho de la historiografía
contemporáneacomoguiadapor ciertatendenciamaterialista.Lo quehemosmantenido,de
un modocercanoa Polanyi,esquecuandolos historiadoresy antropólogoshanbuscadolas
mentalidades,los símbolosy las estructurasde parentescose han tropezadorepetidamente
con algo que,a regañadientes,podemoscalificar de baseeconómicao producción.Estono
tiene ningún misterio: para rezar, casarse,procrear,o escribir hay que estarvivo y, así,
comer.Lo que ocurre es que esta esferade la producciónsólo analíticamentese puede
escindirde los rezosy los matrimonios.Así, comohemosvisto, los historiadorestienenque
establecerun criterio de investigaciónmuy definidoparalograr (conbastantetrabajo,dicho
seade paso)escribirunahistoriaeconómicade la Córdobadel siglo XI. ¿Hacambiadoesto
en nuestrasociedad?Sí y no. Una de las críticas esencialesde Marx a los economistas
burgueseses que han confundidouna forma concretade organizarla produccióncon la
interaccióncon el medioensí misma.En realidadla economíasiguesiendotan ritual como
siempreo tal vez más. Este plus es el que hace que la sociedadmodernaviva en la
convicciónde la escisiónde los fenómenoseconómicos;comohemosvisto, Marx partede
esta autocomprensión para analizar cómo esa escisión mítica engrana con la producción real.
Esto no quita validez a la argumentaciónde Cohen sino, más bien, al proyecto del
materialismohistóricoque,entreotrascosas,requierepostularunaunidadrealde la historia
en virtud de cierto tipo de fenómenos(el desarrollo tecnológico de los medios de
producción)queactuaríancomosujetoparala predicacióndel restodeacontecimientos.En
nuestro análisis anterior planteábamosque, en historiografía, este tipo de referencias
causalessólo son válidas si presuponenla reconstrucciónnarrativadel argumentoen un
nivel superioren el quela relaciónsujeto-predicadosereinterpretacomomerasucesiónde
acontecimientos.Por eso insistíamos también en la imposibilidad de encontrar una
supernarracióntotal. La peculiaridaddel materialismohistórico es que, a diferenciade la
historiografía,pretendeser la faseprevia a unaauténticaexplicacióncientífica quecuente
con mecanismosteóricos y, en consecuencia,considera que puede prescindir de la
264 D. Guerrero, Historia del pensamiento..., op. cit., p. 173.
118
indeterminacióndel objetodeestudiohistoriográfico.He mostradoquesi bienconsideroque
las consecuenciasprácticas para la investigación de un proyecto tal han sido muy
beneficiosassólo puedenmantenersecomo estrategiaretóricay no como tesissustantiva.
Una tesis filosófica sustantiva tiene el defecto de obviar que “producción” y
“superestructura”sonasuntosmuy diversosdependiendodel acontecimientoy del enfoque
y, por tanto,debensituarseen un lugar demasiadoalejadodel campode batallaempírico
para ser corroboradas.Por ejemplo, me pareceque hablar sencillamentede modo de
producciónfeudalresultasumamentearriesgadoy contrarioa la tendenciaa la especificidad
(creo que epistémicamentepositiva) de la historiografía contemporánea.Igualmenteel
conocimientodel desarrollo tecnológico sólo es posible en función de estrategiasde
investigación muy distintas.
El enormeaciertode Coheneshabermostradocómolas explicacionesfuncionalesno son
lógicamenteincorrectasy puedenllegar a serun sustitutoaceptable(esdecir verosímil)de
una auténticaexplicaciónteórica.Sin embargo,como veremosmás adelante,estoquiere
decir que son una forma (un tanto endeble)de explicaciónhistoriográficaque sólo tiene
sentido dadas las condicionesde este tipo de conocimiento. De hecho, el debate
característico del marxismo analítico que inició Elster con su crítica de Cohen giró en torno a
la validezo no (engeneral)delasexplicacionesfuncionalesy noacercadelos principiosdel
materialismohistórico.Pero,en especial,las tesisde Cohenson muy importantesparael
asuntoqueaquínosocupa.La historiografíamarxista,por el programade investigaciónque
acepta,tendráciertatendenciaobvia a establecercomohechosdisposicionaleslos procesos
decreacióndeplusvalor.Creoquesiemprequeesteproyectosehamantenidodentrode las
fronterasde la sociedadmodernaha dado unos resultadosfrancamentesatisfactoriosy
demuestrala fecundidadde la explicaciónfuncionalcuandoel antecedenteestáfirmemente
establecidoporunaelaboraciónteórica.Lo queheplanteadoantesesqueesteproyectosuele
dar unosresultadosmuchopeorescuandoseextiendea aquellassociedadesrespectoa las
queno disponemosdela mismabaseteórica.Poreso,enmi opinión, la identidadpreviaque
designanlos hechosdisposicionalesquedamejor descritaen términosde contextoy, del
mismo modo, la idea de jerarquizacióncausalcomo modo de explicaciónpor causasen
historiografíame parecemenosequívoca.La idea de jerarquizaciónrecogeparte de las
característicasde la explicaciónfuncional pero es menosrestrictiva en la medidaen que
aceptaexplícitamentequela ordenaciónesrelativaa la demarcaciónde la identidadprevia.
Estoquieredecir,por ejemplo,quesepodríamantenerquela crisisdelos añostreintafue la
causade la segundaguerramundial sin que esonos lleve a decir que fue la causade que
AlemaniainvadieraPolonia.La relatividaddel contextode referenciaes importanteen la
119
medida en que permite contemplar una interrelación de factores más compleja y la
comparacióndedistintasposibilidadesexplicativas.Cohenseciñea un modeloíntimamente
hempelianoprecisamentepor su adhesiónal materialismohistórico como filosofía de la
historia; en cambio, la idea de Mcintyre de causalidadimplica una crítica radical de las
filosofíassustantivasde la historia.De todosmodos,en amboscasosconocemoscon cierta
precisiónfenómenospropios de dos contextosde investigacióndiferentes(los mediosde
produccióny la estructurajurídica,por ejemplo,o la crisis económicay la segundaguerra
mundial) y planteamosuna relaciónentreambas.En estesentidodecíamosque causaen
historiaes la mediaciónentredoscontextosde normalidad(v. g. paz-guerra)queno están
dados de antemano, en el sentido de que dependen de la elección previa del historiador.
Mecanismos
Lasexplicacionesfuncionalesni muchomenossonpatrimoniodela tradiciónhistoriográfica
marxista.Así, Jon Elster, tal vez el principal detractorde la validez de la explicación
funcional, haceuna dura revisión de El pan y el circo de Paul Veyne por sus“deslices”
funcionalistas265. A Elster le llama la atenciónel libro de Veyne porque consideraque,
precisamente,Cómo se escribe la historia es una excelente recusacióndel tipo de
explicaciónfuncionalistaqueplanteaCohen.En efectola desacreditaciónde la explicación
causalenhistoriay dela aplicacióndeleyesgeneralesquehaceVeyne,conllevala búsqueda
demecanismosde explicaciónparafenómenosconcretos.Sin embargo,en distintoslugares
Veyne no sigue su propios principios metodológicos:
Quizásel ejemplomásclaro quenosofreceVeynede esefuncionalismodudososeencuentreen el
análisisquehaceel autorde los collegia romanos.Si lo he interpretadocorrectamente,Veyneparte
de dos premisas:1) todos tienen necesidadde participar de la fiesta, y 2) la fiesta pierde su
significación si todos participan de ella. De estasdos premisas,Veyne deducela aparición de
“pequeñosgruposcuyasdimensionespodíanestarlimitadaspor un propósitooficial, deacuerdocon
el cual podíanseleccionarselos miembros”.Estoseranlos collegia, cuyafunción manifiestano era
otraqueunaselecciónarbitrariarealizada“con el fin de” facilitar la funciónlatentedepermitirlea la
gente pasar buenos momentos.Bien puedo creer que este efecto era una consecuenciano
premeditada,no reconociday agradablede los collegia, pero ¿cómo podemosdecir que esa
consecuenciaexplica la instituciónmisma?(...) “Con el fin de” implica la existenciade una agente
con una intención; en este caso ¿quién es el sujeto? 266
265 La referenciaa VeyneesrecurrenteenElster.VéasePsicologíapolítica, Barcelona:Gedisa,1995, capítulo1; Uvasamargas, Barcelona:Península,1988.p.167; “Nuevasreflexionessobremarxismofuncionalismoyteoría de juegos” op. cit., p. 29, etc.266 J. Elster, Psicología política, op. cit. p. 67.
120
Toda la labor intelectualde Jon Elster –ya desdesu tempranocontactocon la escuela
neohegelianafrancesa267– puedeentenderseen términosde una lucha contra las distintas
modalidadesdeexplicaciónsocialbasadaenel sujetocolectivoo, lo quea efectosprácticos
vienea serlo mismo,enlos procesossin sujeto.ParaElsterla unidaddeanálisisenciencias
socialeses el individuo, cualquier explicación que tome en consideraciónotro tipo de
entidadesperteneceráa algunaforma de exégesissocial más o menosacertadapero en
ningúncasoserácientíficay a duraspenasracional268. Elsterpiensa,creoqueconrazón,que
la teoría de juegos ha marcadoun hito importanteen este proyecto de individualismo
metodológicoen la medidaen quepermitequela comprensiónde la interacciónestratégica
delasconductasindividualesno caigaenun recursoal infinito ( del estilode“yo piensoque
él piensaque yo pienso...”) graciasa la noción de punto de equilibrio. Frente a esta
explicación detalladade cómo la interacción de los individuos da lugar a estrategias
colectivasespecíficasy diferenciadasde los deseosparticulares,el funcionalismopostularía
típicamente“un propósitosin actorproponenteo, entérminosgramaticales,un predicadosin
sujeto”269. Si bienestetipo deexplicaciónesrecurrenteencienciassocialesElsterindicacon
precisiónque,enel casodel marxismo,siempreacabanconvirtiéndoseendistintasversiones
de la teoríade la conspiración,de modoquehastael hechomástrivial esexplicadopor su
función parael capitalismo.El auténticoproblemaderiva de la imposibilidadde concebir
teóricamente a la clase capitalista como un órgano corporativo; por sus propias
característicasse trata de individuos en competiciónentre sí. Por eso,ya desdeMarx, la
teoría del estado es el terreno abonado para la explicación funcional. Según, Elster a partir de
1850Marx dejadepensarqueel estadoesun meroinstrumentoenmanosdelos capitalistas
y sedacuentadequealgunasdesusdecisionestienenencuentalos interesesde los obreros
o, al menos, sus interesesinmediatos. Precisamente,la cuestión crucial es que estas
decisiones“anticapitalistas”acabansiendoventajosasparael capitalismoa largo plazo al
resolveralgún dilema derivadode la imposibilidadde acuerdocolectivo.Estedispositivo
epistémico,segúnElster,escaracterísticode la explicaciónfuncional270. La mayorpartede267 Cf. el capítulo “Going to Chicago” de J. Elster, Egonomics, Barcelona: Gedisa, 1997.268 A diferenciadel estrictoindividualismoqueElsterplanteacomoúnicavía parala cienciasocial,JohnR.Searleha propuestouna noción rigurosade “intencionalidadcolectiva” que no se basaen la interaccióncooperativasino en el hechode que un conjunto de individuos compartaestadostales como creenciasodeseos.Frente a los intentos de reducir el nosotros a una colección de yoes, Searle plantea que laintencionalidad que existe en cada individuo adopta primitivamente la forma de un “nosotros pensamos”. Esto,evidentemente,le aleja de las formas más burdaso metafísicasde colectivismo. Cf. J. R. Searle,Laconstrucción de la realidad social, Barcelona: Paidós, 1997, pp. 41-44.269 J. Elster, “Marxismo funcionalismo y teoría de juegos” en Zona Abierta nº 33, p. 24.270 PrecisamenteCohen(La teoríade la historia..., op. cit., p. 326) recogeun casomuy similar comoejemplode la necesidadde postularla explicaciónfuncional: “La generalizaciónquesugerimos(y queno esuna leyuniversal)es que se producencambiossustancialesen la estructuraeconómicaque favorecenel bienestarinmediatode la clasesubordinadacuandoestaclaselucha por ellos y ademásincrementan– o al menospreservan– la estabilidaddel sistema”.La objeciónde Elster consisteen que esto requierela tesis,muy
121
las explicaciones funcionales son planteadascomo si tuvieran un funcionamiento
algorítimico (es el casode la selecciónnatural) pero luego se aplican a estrategiasque
contradicen ese mecanismo:
A vecessedicequeel Estadorepresentaal “capital engeneral”,quees(lógicamente)másimportante
que los muchoscapitalesindividuales.Por supuesto,estoesunadrásticaviolación del principio del
individualismo metodológicoaquí defendido.Es cierto que a menudoexiste la necesidadde una
accióncapitalistaconcertada,pero la necesidadno creasu propiasatisfacción.La necesariaacción
colectivapuedeno materializarseaunsi esconsideradaposibley deseable,a causadel problemadel
francotirador,y a fortiori si la necesidady la posibilidadpasaninadvertidas(...) Másaún,cuandolas
accionesdel estadosirven a los interesesdel capital frente a los capitalistasindividuales,hay que
aportarpruebasque demuestrenque estaconsecuenciatiene capacidadexplicativa, es decir, que
existeun mecanismopor el cualla políticadel estadoesconfiguradapor los interesescolectivosdela
clasecapitalista.El mecanismono tiene por qué ser un proyectointencional,pero hay que aportar
algún mecanismo para que la explicación sea tomada en serio271.
En realidad,Elstertiendea confundirlos casosenlos queMarx habladel estadoy los casos
en los queexcluyesu acción.Comoveremos,el estadoapareceprecisamenteparaexplicar
desviacionesconcretas respectoa un proceso estrictamentemecánico y general. Esa
correcciónqueexplicaun casoparticularno varíael contextodeidentidadprevioy generale
incluso en ocasionesse puededecir que lo refuerza,de ahí que sealícito describirlaen
términosfuncionales.Ni quedecir tienequeestaperspectivade estudiono esúnicay si en
vez de la lógica de la interaccióncapitalistaestudiamos,por ejemplo,las expectativasde
vida de los obreros,la intervencióndel estadosí que tiene incidenciacausal(cambiala
identidadprevia).De algúnmodo,es cierto quela generalizaciónde unateoríadel estado
capitalistamedianteexplicacionesfuncionalesen el nivel de estudioen el que se mueve
Marx constituyeun salto cualitativo de dudosalegitimidad. No obstante,investigaciones
comolasdeGowan,Arrighi o Poulantzas,muestranquela intervenciónestatalestanubicua
quela afirmaciónacercade queel estadovela por “el capitalen general”puedeentenderse
en términos de una estrategiade investigación,como un resumen de un mecanismo
recurrente que ha permitido en muchas y distintas ocasionesresolver los dilemas
autodestructivospropiosde la sociedadcapitalista.En realidad,pretendosostenerqueesasí
precisamentecomo hay que interpretar semánticamentelas explicacionesfuncionales
lógicamenteválidas. En cualquiercaso,Elster tiene razón al afirmar que la explicación
funcional no debe tomarsecomo una excusapara no investigar los hechostal y como
comprometida,de que los gobernantesestánpensandoen velar a largo plazopor los interesescapitalistasobiensenecesitanmecanismosqueexpliquencómohansurgidoesasconsecuenciascolectivasinesperadasdedecisiones individuales de los gobernantes cuyo propósito era otro. 271 J. Elster, “Marxismo, funcionalismo y teoría de juegos”, op. cit., p. 37.
122
ocurrieron concretamente;idealmentese debería llegar a establecerlas motivaciones
particularesde los gobernantesquepromulgaronlas leyespertinentes.Y lo ciertoesquela
intervenciónestatalen los asuntosde los capitalistashasido de diversosigno,por ejemplo,
políticas keynesianas,defensade los intereseseconómicosnacionaleso prevenciónde
insurreccionespopulares.El problemadeElsteresquebuscaun mecanismoteóricogeneral
y no la merarecurrenciadecuestionestantrivialescomoquemuchosgobernantestienenun
estrechocontactofamiliar y personalcon altosempresarioso quedependende su apoyoy
financiaciónparallegar al poder.En estesentido,paraentenderla argumentaciónde Elster
hay que recordarsu compromisocon la búsquedade unafundamentacióncientíficade las
cienciassocialesa partir de la teoríadela elecciónracional.Poresola explicaciónfuncional
le parececlaramenteinsuficienteo, como él dice, “de segundoorden”272, respectoa las
expectativasde análisisexhaustivoqueplanteala teoríade juegos.Los análisisestratégicos
permiten establecerconexionescausalesde un modo que no está al alcance de la
historiografía al uso y superar la indeterminaciónconectiva propia de la explicación
funcional: “Supongamosque hemoshalladoque una normadadahaceque todosesténen
mejorescondicionesde cuantopuedeser el casosin esanorma.Existe aún un gran paso
hastala conclusióndequela normaexisteporque hacequetodosestemosmejor. A menos
queespecifiquemosel mecanismopor el cual los beneficiosno intencionalesde la conducta
guiada por la norma sostienen la norma, esta visión es una mera aseveraciónsin
fundamento”273.
La ventajade este análisispor mecanismos(y no por leyes) es que se ciñe bien a las
condicionesde especificidadtípicas de la historiografíay las cienciassociales.De igual
modo,no recurrea presupuestosdela psicologíacognitivasinoquesemantienenenunnivel
deformalidadimportante.Sin embargo,afirmarqueestamosen condicionesdecomprender
los mecanismospsicológicosque dan cuentade las accioneshumanases como decir que
Llull inventóla computadora.Aunqueresultepocoeleganterecordarlo,los análisisquehace
Elster acercade los “mecanismos”implícitos en las adicciones,por ejemplo,son de una
trivialidad asombrosa274; en términosgenerales,siemprequedesciendede la argumentación
metodológica a las investigaciones sobre un fenómeno concreto el resultado es
decepcionante.Puedeque esténmucho mejor fundadasque la verborreahabitual de las
distintasescuelaspsicológicasconsumetafísicadepacotillaperoni siquieratienenla carga
empíricaquetan mal administranalgunasde estasúltimas.Frentea ambosplanteamientos
yo diría que la mejor manerade hablarde las adiccionessueleser a travésde un estudio272 J. Elster, “Nuevas reflexiones sobre marxismo, funcionalismo y teoría de juegos”, op. cit., p. 31.273 J. Elster, Tuercas y tornillos, Barcelona: Gedisa, 1990, p. 123.274 Cf. J. Elster, Egonomics, op. cit.
123
“histórico”, en el sentidode cercanoa los hechos,polémico,meramenteprobabley sobre
todo poco comprometido con las “leyes” de la mente, la conducta, el ego o la glándula pineal
(o sea,un estudioaristotélicamentedialéctico).Resultaimposiblesabersi con el tiempola
clasede análisisque proponeElster llegará a hacersecargo del objeto de estudiode la
historiapero,porel momento,tantoéstacomo,por extensión,la partemásinteresantedelas
cienciassocialessontípicamenteno teóricas.Esverdadquealgunosde los mecanismosque
planteaElstery, muy en particular,la disonanciacognitivaaparecena menudoen obrasde
historiadorespero lo ciertoesqueconstituyenunaparteínfima de susplanteamientos.Aún
así, creo que es francamentedifícil mantenerque la historiografíaactual no constituye
conocimientoen absolutoaunque,sin duda,no constituyeel tipo de conocimientoal que
Elster aspira.Si bien en ocasioneslos historiadoresrecurrena mecanismosintencionales
individuales, como exige Elster, también utilizan muy a menudo explicaciones funcionales.
Las explicacionesfuncionalesen historia son inversasy complementariasde la idea de
jerarquizacióncausal.Si investigoel protestantismoenel siglo XVII y surgenlagunasmáso
menosmisteriosases probableo, al menos,verosímil que la ampliacióndel marcode mi
investigaciónme lleve a ciertasprácticascomercialesque me permitirán reconstruirmás
exhaustivamentequéesel protestantismodel siglo XVII, en el sentidodedar cuentade los
cambiosquesupusorespectoa la situaciónanterior.La jerarquizaciónaquíconsisteenhaber
elegido(en virtud de la evidenciaempíricadisponible)las prácticascomercialesen vez de
otros factoresque propiciaronel convencimientode los protestantes,como puedenser la
inconsistenciaracionalde la teologíacatólicao la inmoralidadde los jerarcasde la iglesia.
En realidad,cualquierargumentaciónque no explicite cómo los mercadereseligieron el
protestantismoo, pocoimportaaquí,cómolos protestantessehicieronmercaderes,quedará
por debajo de las expectativas de Elster. Según el programa del individualismo metodológico
hay que establecercon claridad si la intención de los individuos que aceptaronla ética
protestanteera gozar del espíritu del capitalismoo este fue un efecto marginal de la
indignaciónante la corrupciónde la Iglesia. Si bien aceptoque estenivel explicativo es
superior, lo cierto es que los historiadorestiendena contentarsecon una narracióncon
sentidoen la queun conjuntodeacontecimientosquededefinidoconla mayorespecificidad
posible. Por mucho que no sepamospor qué los mercaderesholandesesse hicieron
protestantesy en cambio los campesinoscastellanosno, parece relevante para una
comprensióncabaldel protestantismoseñalarque fue una religión de mercaderesy no de
campesinos.Hemos repetido en distintas ocasionesque esto no quiere decir que del
124
capitalismo se deduzcael protestantismo275. Sin embargosería absurdonegar que, en
aquelloscasosdegranrecurrencia,la meraseleccióndeciertalíneaargumentalpor partedel
historiadorpresuponela aceptación(al menosenpotencia)deunamatrizdeacontecimientos
muy similar a la ideade explicaciónfuncionalqueplanteaCohenrespectoal materialismo
histórico. La idea que hemosmantenidoacercade la importanciade los programasde
investigaciónhistoriográficoses la expresiónen la práctica de estaspreseleccioneso
precomprensiones de fenómenos significativos. Dicha selección previa sólo es ilegítima en la
medidaen que mantengamosla índole teórica(y por tantounívoca)de los conocimientos
queorienta.La articulacióndedistintosobjetosdeestudioa partir deciertosparecidoslatos
lleva a establecerniveles de interpretaciónconsiderablementediferenciadostanto en su
naturalezacomo en su nivel de generalidadpara analizar distintos fenómenos.Muy a
menudolos historiadoresnecesitanvincular fenómenosmuy diversosenunaúnicanarración
coherente;esto les obliga a recurrir a explicacionesfuncionalesque, si bien no explican
exhaustivamente,añadenrespectoa la mera descripciónla comprensiónde que dichos
fenómenosconformanun sistemacoherentey estable:unaidentidadpreviao contexto.Los
collegia y la diversión del pueblo romanoson asuntosmuy distintos cadauno con sus
propiasnormasde funcionamientoque,esoes lo único queafirma Veyne,se trabaroncon
coherenciaduranteciertotiempo.Aceptamossin dudaqueserprotestantey sermercaderson
dos asuntosdistintos que puedenrelacionarsede distintos modos,sin embargolo que la
historiografíadiscuteesen qué consisteconcretamente, en un momentodeterminado,ser
mercadery enquéconsisteserprotestante.Por esoElsterinsistetantoenel individualismo
metodológico:la exigenciade no desviarsede aquellasentidadescapacesde plantearuna
estrategiadeacción(personaso instituciones),deno adentrarseenel ámbitoequívocodelos
discursossignificativos276 (y por tanto interpretables)respondea la necesidadde que la
recurrenciatengalugar del lado de la teoría(los mecanismos)en vez del de los fenómenos
particularescuya naturalezasuponeuna precomprensiónque no surge de suyo de los
acontecimientos.En el ejemplo de Veyne los collegia “explican” la coherenciade cierta
situaciónenla medidaenquemuestranquesi lascosashubieransidodeotro modo(aunque
no de cualquier otro modo) las fiestashubieransido imposibles.Veyne sacaa la luz el
contrafácticohistóricode un dilemacolectivoqueno sellegó a producir,si bien esverdad
que no explican cómo se solucionó efectiva y concretamenteel dilema, es decir, si la
275 Por cierto que Elster hace gala de cierta mala fe cuandoafirma que Veyne “deduce” la explicaciónfuncional. Vide supra. 276 Cf. J. Elster, Uvas amargas, op. cit., p. 148 y ss. Lo que Elster critica son aquellasexplicaciones,típicamentelas psicoanalíticas,en las que todo tiene un “significado oculto” o una “función latente”. Elproblemaen historiografíaes,por el contrario,quenadatieneun significadoplenamentedefinido y esoesloque obliga a poner en juego variados dispositivos exegéticos.
125
solución fue casual o intencional. Hasta cierto punto es cierto que la explicación funcional va
poco másallá de una descripción,lo que añadees la posibilidadcontrafácticade que el
trasfondode identidaddescritoserompa.La explicaciónfuncionalsecentraen las junturas,
en los nexos que componen una situación dada –la relación entre ciertos hechos
disposicionalesy determinadosacontecimientos–y, por tanto, indica en qué sentidoesos
nexos contribuyen a la estabilidad de dicha situación.
Límites
Hasta aquí hemos planteado, en esencia, dos tesis complementarias:
1) La indeterminacióndel objeto de estudio en historia hace que la explicación
funcional legítima (aquella que no pretendedar cuentadel cómo) seauna forma
aceptable de conocimiento histórico aunque con importantes limitaciones.
2) A menosque se aceptela validez de una teoría sustantivade la historia (seael
materialismohistórico o cualquier otra) el papel de los argumentosfuncionales
quedaráreducido al de meras estrategiasretóricas, índices de dónde buscar la
ordenaciónjerárquicade un conjuntode factoresgeneralmenteno cerrado;en otras
palabras,no seránargumentoshistóricospropiamentedichos.Aún enel casodeque
esaestrategiaestéteóricamentefundada,esosóloafectaa la capacidaddeconvicción
de dicha estrategiay a la forma de discutirla pero no le otorganingunaprioridad
lógica (aunque sí epistémica).
Paraalgunosno habrádudadeque2), dondeseafirma quelos argumentosfuncionalesson
merasestrategiasretóricas,contradice1), dondesedicequelos argumentosfuncionalesson
formas aceptablespero limitadas de conocimientohistórico. En realidad,2) expresalos
límitesdeesasformasde conocimiento.Lo quedice2) esquepor detalladoy acertadoque
sea un argumento funcional nunca puede ser aceptado como conocimiento del
acontecimientoqueexplicafuncionalmentesinoqueesun argumentodeotro grado.La tesis
de Cohenes que eseotro nivel, por su parte,es una teoríade la historia, la tesisque yo
planteoesquefuncionacomometateoríaempíricamentecargada277. En estesentido,aunque
el conocimientodel mercantilismodel XVII seaexhaustivosólo actúa como estrategia
epistémicarespectoal conocimientodel protestantismo.Unaformamuy habitualdeintentar
saltarselasrestriccionesqueimpone2) –relativasa la relaciónexógenaentrelos fenómenos
277 Por los razonamientosanterioresdeberíaser evidenteque ciertos argumentospuedenser metateóricosrespecto a otros y, sin embargo, ser estudiados historiográficamente en su propio nivel.
126
que se pueden conectar mediante argumentosfuncionales–es hablar de que ciertos
acontecimientosconstituyen“límites” estructuralesde otros. Con estegiro se intentaque
dichosacontecimientossemantenganenuncontinuoidealsin ningún“salto” metateórico,es
decir,sin quemediela eleccióndeningunaestrategiadeinvestigación.Creoquehaybuenas
razonesparamantenerque estoes falso o, al menos,que estásujetoa restriccionesmuy
importantes.
Esteproblemapertenecea un conjuntomásamplio de cuestionesreferidasa la asimetría
causalque han sido analizadascon gran rigor por Levine, Sobery Wright. En términos
generales,es habitual que los investigadoresmarxistasafirmen que las relacionesde
producciónestablecenlos límitesdentrode los quesemuevenlasdistintaseleccionesdelos
actoressociales.Creoqueesunaafirmaciónbásicamentecorrecta.En el capitalismo,como
en cualquier otra sociedad,hay opcionesque rara vez se presentano que, en caso de
presentarse,generanimportantesconflictos278. En consecuencia,se sueleafirmar que las
causasgeneradasporestoslímitessondesuyomásimportanteso másfundamentalesquelas
causasde la selecciónde opcionesespecíficasdentrode esoslímites.Frentea estoLevine,
Sobery Wright ponenun buen ejemplo de cómo en ocasioneslas seleccionesson más
importantes que los límites:
Imagíneseel siguientecaso:un individuo elige un perade una cestade fruta. Hay dos causasen
juego: la variedadde frutas que hay en la cestay las preferenciaspersonalesde entrelas distintas
frutasqueexisten.Supóngasequehay treintatipos de fruta en el mundoy queveinticincode ellos
estánla cesta,¿Cuálesla causamásimportantedela elecciónindividual deunapera,la composición
de la cestade fruta o los gustosdel individuo?La respuestaestáindeterminadadadala información
especificada.Podríaser que, aunqueen la cestaestuvieranlos treinta tipos de fruta, el individuo
siguiera escogiendouna pera. En este caso, el límite estructural de la elección individual es
irrelevante.Porotraparte,si el individuo hubierapreferidounade las frutasexcluidas,el procesode
limitación seríauna parte importantede la explicaciónde la elecciónfinal. En generalno hay un
mediosencillodeestablecersi la reduccióndeposibilidadesrepresentadaspor los “límites” esmayor
o menor que la reducción representada por la “selección”279.
Esteargumentopuedepareceranti-intuitivo en muchossentidos.En realidad,lo único que
niegaes que se puedaestableceren general una asimetríacausalcualitativaa partir de la
distinciónentrelímitesy elecciones.Si la exclusiónsistemáticadeciertasposibilidadesque
vanendetrimentodel interésdelos capitalistas,por ejemplo,sonrelevantesparaexplicarlas
accióngubernamentalhabráqueargumentarcómoestoesasíenesecasoconcreto.El hecho
de que los cocheseléctricosseansistemáticamenteexcluidosde las opcionesde las que278 Elster explica que lo que la genteadquierepor socializaciónes una “estructurade preferencias”.En“Marxismo, funcionalismo y teoría de juegos”, op. cit., p. 40.279 Levine, Sober y Wright, Reconstructing Marxsim, Londres: Verso, 1992, p. 149.
127
disponeel consumidormedio, tiene que ver con ciertos límites a la oferta derivadosdel
papelque jueganen la economíaindustriastan poderosascomo la del petróleoy la de los
automóviles,así como de la relaciónde éstascon gobiernospoco dispuestosa crear las
infraestructurasnecesariasparamediosde transportealternativos.Sin embargo,se podría
objetar,no hay manerade demostrarquesi la industriade los cocheseléctricoscompitiera
en igualdadde condicionescon la de los cochesde gasolinala primera opción sería la
preferida.
Levine,Sobery Wright danunabuenaexplicaciónde por quéestetipo de objecionesson
válidas sin que esto impida que las afirmacionesde los límites causalespuedanseguir
teniendouna gran fuerza epistémicaen otros niveles de discusión.En esta ocasiónel
ejemploesunatesismuy convincentede Ann Orloff y ThedaSkocpolacercadel momento
en el quedistintospaísesintrodujeronsistemasde seguridadsocial280. En dichaexplicación
no juegan ningún papel los límites estructuralestípicos de la economíacapitalista.Sin
embargo,esto no significa que exista ninguna clase de conflicto con el modelo de
explicaciones marxistas:
En términosmuy generales,el análisismarxistadel desarrollocapitalistaexplicapor quéningúnpaís
capitalistatenía programasde seguridadsocial en 1850 y por qué todos los paísescapitalistas
desarrolladosteníanalgunaforma de seguridadsocial en 1950. La estructurade las relacionesde
propiedadcapitalistay las condicionesde la reproducciónde la acumulacióncapitalistaexplicanlos
límites de posibilidadbásicosde dichaspolíticasredistributivas.No obstante,dentrode esoslímites
hay una granvariedadde factoreshistóricamentecontingentes–contingentescon respectoa teorías
del desarrollocapitalista–queexplicanlos distintostiposdevariaciónespecíficacomo,por ejemplo,
el momentode la introduccióninicial de los programasde seguridadsocial. Al elegir un aspecto
relativamentedetalladode la política social, los límites estructuralespasana segundoplano y los
mecanismos políticos se hacen más importantes281.
No intentaré traducir punto por punto esta argumentacióna los términos en que he
caracterizadoanteriormenteel tipo deconocimientoqueentraenjuegoenhistoriografía.Sin
embargo,creoqueesevidentequela especificidaddel objetodeestudiohacequelo queen
ciertosnivelessonformasdeidentidadmuy fuertesy resistentesal cambiosólooperencomo
contextosin demasiadointerésen otras investigaciones.La cuestión,por tanto, es cómo
interpretaraquellasinvestigacionesconcretasenlasquelos límitesestructuralessí jueganun
papelcausal.En realidad,comoya hemosvisto, la soluciónfue planteadapor Aristótelesen
280 El tematieneunagranimportanciaparala tradiciónmarxistapuesguardaunarelaciónconla formaenquela claseobreraexperimentalas crisis cíclicasdel capitalismo.Cf., por ejemplo,E. Hobsbawm,Historia delsiglo XX, Barcelona: Crítica, 1995, p. 103.281 Levine, Sober,Wright, op. cit. p. 150. El problemade la variacióncontingentedentrode ciertoslímitesexternosreaparececongranclaridad,si bienenel contextode la “elección” entredistintasteoríascientíficas,en Ian Hacking, ¿La construcción social de qué?, op. cit.
128
la Retórica: hay que convertir las asimetríascausalescualitativasen asimetríascausales
cuantitativas,en cuestionesde másy menos.La idea de límite estructuralapuntaa saltos
gnoseológicoscomo los que expresala noción de jerarquizacióncausal.Lo que ocurrees
que estajerarquización,presuponela posibilidadde una narraciónde rango superiorque
suturelasasimetríascualitativas,unanuevanarraciónenla quesehablarádegeneralidadde
acontecimientosantesquedeacontecimientosprivilegiados.El conceptodeasimetríacausal
cuantitativaes estándartanto en cienciassocialescomo en biología y respondea dos
criterios:
a) la distribuciónen la población:“Es naturaldecir quefumar esunacausamásimportante
del cáncerde pulmónque la exposiciónal plutonio si hay máscasosde cáncerde pulmón
causadospor el tabaquismoque por la exposiciónal plutonio. Estaafirmaciónno implica
queel tabacoseaun agentecarcinogénicomásimportantequeel plutonio.La ideadequeel
plutonio es, intuitivamente,más ‘peligroso’ que el tabacoes compatiblecon la primacía
causalde esteen función de su distribución”282. Sin embargo,¿enquémomentola mayor
eficacia de una causaneutralizala mayor frecuenciade otra? Para hacer frente a este
problema hay que tener en cuenta otro factor:
b) la potenciade unacausa:“Dos carcinógenospuedensercausasigualmentefrecuentesde
cáncer(y por tanto igualmenteimportantesen lo que toca a la distribución) a pesarde
distribucionesmuy diferentes si la propiedad menos frecuente es lo suficientemente
cancerígena”283.
La combinaciónaritméticade la distribucióny la potenciapermiteestablecerla importancia
relativa de una causa.En consecuencia,teniendoen cuentaambosfactores,afirmar la
primacíadel tabacocomo causadel cáncerde pulmón “significa mantenerque, dada la
potenciarelativay la distribuciónde los dosagentescancerígenos,el tabacoesla causamás
importante dentro de determinada población”284.
Por supuesto,aquíno pretendemosentendercuantitativamentela relaciónentredoscausas
(por ejemplo, la religión y el capitalismo) que en cualquier caso difícilmente podrían
medirse.La cuestiónesenquétérminosepistemológicoshayqueentenderla primacíacausal
delasrelacionesdeproduccióncapitalistateniendoencuentaquela tesisdeesaprimacíaes
historiográfica,con todos los límites epistémicosque estoconlleva.Intento mantenerque
siempreque en historia se habla de límites estructuraleso de funcionesse deberíaestar
manteniendohipotéticamentequesepuedereconstruirunanarraciónde gradosuperiorque
da cuentacaso por caso de la primacía causalde cierto fenómenoen función de su282 Levine, Sober, Wright, op. cit. p. 136.283 Ibid.284 Ibid., p. 138.
129
distribucióny potenciarelativa. Evidentemente,muchasde las teoríasconspiratoriasmás
burdasde algunosmarxistasen las queaparecenexplicacionesfuncionalesno respetaneste
criterio. La eleccióndel segmentoa estudiartambiénserárelevantea la horadedeterminar
la importanciade una causa:probablementeel tabacono fue la causade cáncermás
importanteen los alrededoresde Hiroshimaen 1946. Las causasestructurales,en cuanto
expresión de asimetrías causalescuantitativas, sólo sirven para acontecimientosde
considerableduración,es decir, muy resistentesa ser modificados.Así, como veíamos,
puedeque el capital no seala causadel momentoconcretoen que ciertospaísescrearon
sistemasdeseguridadsocialy que,sin embargo,seacausalmenteexplicativoparanivelesde
mayorgeneralidady enlapsostemporalesmásamplios.Estosdistintosniveles,comohemos
visto, sonobjetosdeestudiodiferenciadose igualmentelegítimosy no merasabstracciones
de la “auténtica” investigación.Si aplicamoslos dos factoresque determinanla primacía
causalcuantitativaa la tesisde la primacíacausal(en la sociedadcapitalista) del modode
producción capitalista nos quedan los siguientes argumentos complementarios:
a) La relacionesdeproduccióncapitalistasonmáximamenteuniversales. La pruebadeesto
noessóloquenoquedeni unsoloelementodela vida socialqueno seasusceptibledepasar
por el mercado.Es muy relevanteel hechode que,por reglageneral,inclusolos modosde
producciónno capitalistaque se conservanhayanperdido su autonomíay dependandel
capital parasu reproducción.Como veremosen el capítulodedicadoa Polanyi estaes la
explicaciónde los famosos“residuosfeudales”.A menudoestauniversalidaddel capitalha
sido entendidaen términosde ontología285, creo que se trata de una recepciónclaramente
defectuosa pues implica la idea de asimetrías causales cualitativas.
b) Las relaciones de producción capitalista tienen la máxima potencia causal en las
sociedadescapitalistas, es decir, en casode conflicto tienenuna mayor probabilidadde
imponersequecualquierotracausa.Si unareligión impidecumplir la jornadalaboralcomo
esdebido,esareligión cambiaráo severácondenadaa la marginalidad.Podríaparecerque
esteargumentoincurre en ciertapetición de principio. En efecto,si una religión consigue
imponersu criterio sobreel del capital(en Afganistán,por ejemplo)entoncesesasociedad
ya no podráserdescritatotalmenteen términoscapitalistas.La aparentecircularidadremite
a la ideadequela eleccióndedescribirla sociedadcontemporáneacomocapitalistasesigue
derazonesdistintasde la propiainvestigaciónbasadaenestospresupuestos.En realidad,es
evidente que ninguna sociedadse puede describir totalmenteen términos capitalistas.285 Comoessabidolos máximosrepresentantesdeestaposiciónsonToni Negri y, enEspaña,GabrielAlbiac.TambiénF. MartínezMarzoaparecehabersucumbidoa la tentaciónontologistaaunquesu casoesun tantodistintopues,enefecto,planteael asuntodesdeun puntode vistaexplícitamenteheideggerianoy, por muchoque la reflexión de Heideggersobre la técnica me parezcaclaramentemetafísica,he de reconocersucoherencia.
130
Precisamentela cuestiónqueaquítratamosdeestableceresque,si hubieraformasdemedir
los fenómenossociales,sepodríaestablecercoherentementecuándounadescripcióncomo
sociedadcapitalistaes más eficaz epistémicamenteque una descripcióna partir de la
estructurafamiliar o religiosa dominante.De algún modo las investigacionesmeramente
probablesy polémicasde la historiografíapuedenser entendidascomo sustitutivasde una
medida exacta y por eso el argumento sigue siendo válido en ausencia de esta última.
Evidentementeambastesis guardanuna estrecharelación con la versión de la prioridad
causaldeMacintyrey, engeneral,conla interpretacióndedichaconcepcióndela causalidad
enhistoria.La ventajadeentenderasílascosas286 esquesóloseafirmaciertadistribuciónde
unaestructurade preferenciasentrela poblacióno, al menos,entrelos agentessocialescon
capacidaddecisoria que controlan tanto los aparatosideológicos del estadocomo los
aparatosrepresivosdel estado287. Esto significa que allí donde no operenestascausas
sencillamenteno operarán, sin más. Esto se contraponea la idea de asimetríacausal
cualitativaen la que se ontologizalas estructurasde tal modo que incluso allí dondeno
jueganningún papeldeberíanestarpresentes.Quedaclaro, por tanto,que los argumentos
funcionales en historia son un resumen explicativo de un programa de narraciones
historiográficasconvencionales.Setratade un resumenquecumpleunafunción importante
al indicar qué contextoes el másprobableparaunainvestigacióndeterminada.Esto,a su
vez,tieneunaimportanciacrucialpuesdeterminaráenquénivel seencuentrala explicación
históricade aquellosfenómenosignotos.En consecuencia,esracionalbuscarlas causasdel
momentode la aparicióndelos sistemasdeseguridadsocialenlasrestriccionesqueimpone
la economíacapitalistaaunqueal final se demuestreque no era esala causareal. Pero
también es cierto que la probabilidad de acertar se incrementaa medida en que la
investigaciónhistoriográficaseacercaal nivel de generalidady al objetode estudioquela
teoría de Marx demarca.
Lo másprovechosode la argumentaciónanti-funcionalistade Elsterconsisteen queresalta
la necesidadde no ofrecerjustificacionessupuestamenteepistemológicasque suplantenel
286 No deberíaser necesarioinsistir en que sólo es una manerade entenderlas cosas. Evidentementeenhistoria no hay unidadescomunesque permitancompararla potenciacausaldel capitalismocon la de lareligión; de igual modo sería francamente difícil medir su distribución. 287 No soy muy partidario de esta terminología althusseriana(Cf. L. Althusser, Ideología y aparatosideológicosdel estado, BuenosAires: NuevaVisión, 1988). No obstante,pesea sus inexactitudcreo quereflejabienla ideadequelo importanteno essólounaestructuradepreferenciassinotambiénla capacidaddedifundirla y decombatirlasestructurasalternativas(paraunavaloraciónpositivadela estrategiaalthusserianavéaseT. Eagleton,Ideología, Barcelona:Paidós,1997). Respectoa los mecanismosconcretosa travésdelosqueesteprocesotienelugarcreoqueno siempresetieneencuenta(ni siquieraElsterlo hace)la importanciade la disonanciacognitiva.La optimizaciónde unatradición recibidaaunqueseainsatisfactoriaesun factoresencial en la aceptación universal del capitalismo.
131
cómodeunaexplicaciónfuncional.La accióngubernamentalenunaeconomíacapitalistano
puedeser explicadamedianteuna teoríadel estadoal uso sino que hacefalta establecer
cómo se realizan concretamentelas “conspiraciones”estratégicasgubernamentalesque
resuelvenlos dilemascolectivosdelos capitalistasindividuales.Así, acabamosdever cómo
la tensión entre las tesis estructurales(sean o no explicaciones funcionales) y las
investigacionesconcretaspuederesolverseentérminosde unaasimetríacausalcuantitativa.
Estosignificaquesólo sepuedehablardeun límite causalestructuralsi resultaconcebible
su traducciónal tipo de causasconcretasque postulael individualismometodológico.No
obstante, frente a esta última posición, se pueden hacer importantes investigaciones
suponiendomeramenteesaposibilidadaunqueno sepuedaverificar dehecho.En realidad,
creo que buenapartede las confusionesimplícitas en muchasargumentacionesmarxistas
respectoa la ideade límite causaltienenquever con el hechode quelas tesisestructurales
del marxismotienencarácterteórico.No todoel mundoentiendeconprecisiónquela teoría
de Marx se refiere al dominio de la historia precisamenteporque explica discursos
socialmenteaceptados(y, por tanto,conefectosreales) antesqueacontecimientos.Esestala
razónde quela verdaddelas tesisdeEl Capital sólo afectea los discursos(y susprácticas
asociadas)que aquellasexplican; en consecuencia,allí dondeno esténpresentesdichos
discursosno necesitanser postuladoscomo explicativos(es el casode los ejemplosque
ponen Levine, Sober y Wright).
En definitiva,el hechodequeel mododeproduccióncapitalistano seael contextode todos
los acontecimientosdela sociedadcapitalistano deberíasermayormenteproblemático.Más
bien al contrario,los problemassurgenen aquelloscasosen que dicho contextoes eficaz
pueses necesarioexplicar las desviacionescontingentesde unamatriz teóricao, dicho de
otro modo, cómo las leyes se conviertenen tendencias.En este sentido es interesante
observarqueen El Capital hay numerososargumentosfuncionalestécnicamenteválidosen
la medida en que cuentan con mecanismos teóricos adecuados para dar cuenta de ellos288. Por
esoElsterseequivocadeplanocuandoatribuyea Marx la utilizacióndeun sujetocolectivo
como“el capital”. Típicamenteseequivocaal analizarla producciónde plusvalorrelativo,
en la medidaen que puedeser interpretadono comoun efectointencionalsino comouna
consecuenciadel desarrollo tecnológico que propicia la competencia.No es que los
capitalistassepongande acuerdoparadisminuir los costesde producciónde manode obra
sinoque,dadoquela produccióndemediosdesubsistenciaesun espaciomercantilmás,es
lógico que se vea igualmente afectado por las mejoras en la productividad.
288 J.Nobleserefierea estosargumentosentérminosde“teoríafuncional”. J.Noble,“Marxian functionalism”en T. Ball y J. Farr (eds.), After Marx, Cambridge: University Press, 1984, p. 111.
132
En realidad,el problemade la argumentaciónde Elster (como antesde Cohen)es que no
aceptala validezteóricadelos desarrollosdeEl Capital y pretendeextenderlascríticasdel
materialismohistóricoengenerala la teoríaeconómicadeMarx. Creoqueen amboscasos
el no reconocerla distanciaquehayentrela teoríay los saberesprobablesy polémicosesla
fuentedel error.Setratadeunaconfusiónya antiguaquehaproducidoel curiosoefectode
quealgunosde los críticosmástajantesde Marx hayanplanteadoteoríasque,en rigor, son
aplicacioneshistoriográficas del programa marxista. Este es el caso, como veremos
inmediatamente,de Karl Polanyi.Los argumentosteórico-funcionalesde Marx sonválidos
en la medidaen quesonestrictamentemecánicos.Por supuestoescierto queEl Capital es
una obra complejaen la que Marx también intenta dar cuentade fenómenoshistóricos
concretosen los queestápresenteuna injerenciaexterna(típicamenteestatal)queresuelve
los dilemasindividuales.En estecaso,escierto queabundanlas explicacionesfuncionales
no teóricasdel tipo propuestopor Cohen.La cuestiónes que aquí no se pretendeun
conocimientocomo el que proporcionala teoría laboral del valor sino algo cercanoa la
historiografía.
En el siguientecapítulointentarémostrarcómo,en los “capítuloshistóricos”de El Capital,
Marx proponeprogramasde investigaciónderivadosde la teoríaparaanalizarfenómenos
concretos recurrentes.Intentaré ejemplificar así en qué consiste en historiografía un
programade investigacióny cómo, en el mejor de los casos,es tan sólo una instancia
intermediaentre la teoría propiamentedicha y las investigacioneshistóricaspropiamente
dichas.Paraello compararéa Marx con un autor comoPolanyique realizóel movimiento
contrario: a partir de un análisis de las consecuenciashistóricasdel liberalismo radical,
derivo un programa de investigación general conocido como substancialismo.
Efectivamente,creoque no se ha resaltadolo suficientehastaqué punto los capítulosque
Marx dedicaen El Capital a la “acumulaciónoriginaria” y La gran transformaciónde
Polanyison textosquese complementancon enormeprecisión.Por otra parte,creoquela
recuperacióncontemporáneade Polanyi por multitud de economistasburguesesobedecea
un proceso “materialista” muy parecido al que hemos visto en historiografía.
133
V. Apéndice: La “acumulación originaria” en Marx y Polanyi
Un frecuentemotivo de confusiónal leer El Capital es pasarpor alto la importanciaque
otorgaMarx a la fuerzaretóricade un argumento.Estees el casode algunosimportantes
pasosargumentativoscomo,por ejemplo,los capítulosXXIV y XXV del Libro I, enlos que
seestudiala “acumulaciónoriginaria” y la “teoríade la colonización”.Así, Marx comienza
por aceptarprovisionalmenteel mito burguéspor excelencia,segúnel cual la acumulación
decapitalfue fruto del titánicoesfuerzodeun pequeñogrupodeselfmademenque,frentea
unainmensacatervade vagos,gorronesy fanáticospueblerinos,fueroncapacesdecrearde
la nadaun auténticoy fecundoimperio de la valorización.Marx accedea discutir en el
terrenopropiodela ideologíaburguesaparacriticar, estoes,sometera examen,susmitemas
sin poderseracusadodepeticióndeprincipio.Porquelo ciertoesque,a sumodopietista,la
economíapolítica no ha dejado de indicar un verdaderoproblema: la génesisde las
estructurassocialesqueposibilitanla valorización.El propioMarx señalaquesuexposición
dela articulacióndelos ciclosM-D-M’ y D-M-D’ tieneíndolecircular289. Comohemosvisto
esestaunacaracterísticaqueatañeno al objetodeestudiodeEl Capital o a sumetodología
sinoa lo que,desdeGalileo,conocemoscomo“ciencia”. Cuandoenunciamosunaley física
cualquiera,exponemoslas condicionespara que un conjunto de fenómenospermanezca
estableperono el procesoa travésdel cual esosfenómenoshanllegadoa sometersea una
ley. Por contraposición a este saber circular, decíamos que la historia es un saber “narrativo”.
Poreso,hayqueevitarconfundirambostiposdeconocimientoy no debemosinterpretaresta
circularidad teórica en términos mítico-narrativos.En otras palabras,al plantearnosel
problema de la génesisde la estructuracapitalista, el origen de esa sincronía cuyas
condicionesdereproducciónsehaexpuestoa lo largodel Libro I deEl Capital, no tenemos
289 Cf. K. Marx, El Capital, Libro I, vol 3, p. 891. Madrid: Siglo XXI, 1975.
134
másrazonesparacreernoslaslegitimacionesburguesasdelasqueteníamosparadarcrédito
a las fantasíasque pretendíanque el plusvalorsurgía,como por arte de magia,del mero
intercambio.Si vamos a estudiar la génesisde una sincronía,su proyecciónhistórica,
habremosde abordar la cuestión radicalmente;es preciso plantearseno sólo cómo se
acumularonhistóricamenteesoscapitales,sino, sobretodo, cómo llegarona ser capitales.
Por tanto,la primeracuestiónquehabráquesolventaratañea cómoesposiblequehubiera
capitalesqueacumular.Setrata de explicar la génesisde aquelloselementossimplesque,
dispuestos en determinado orden, constituyen una sistema particular:
Esnecesarioqueentrenencontactodosclasesmuydiferentesdeposeedoresdemercancías;a un lado
los propietariosde dinero,de mediosde produccióny de mediosde subsistencia,a quienesles toca
valorizar, mediantela adquisiciónde fuerza de trabajo ajena,la sumade valor de la que se han
apropiado;al otro lado, trabajadoreslibres, vendedoresde la fuerzade trabajopropia y por tanto
vendedores de trabajo290.
La tesisde Marx esde sobraconocida.Puestoqueel usode la fuerzade trabajoentendida
comomercancíaconstituíael núcleosintácticodel procesode valorización,la constitución
histórica de tal elemento marcará el estudio de la génesisde la sociedadmoderna.
Tendremosque preguntarnoscómo y por qué se produjo el acontecimiento,sin duda
singular,dequegrandesmasasdepoblaciónsedirigieranal mercadoa venderno gallinaso
tomates,sino fuerza de trabajo. Aquí nos encontramosde nuevo con un extraordinario
motivo retórico,puesMarx consiguemostrarqueel procesoa travésdel cualsedesposeyóa
millones de personasde susmediosde subsistenciaadoptala aparienciailustradade una
liberación.Quienesperegrinancon devociónal mercadolo hacenlibremente,de hechose
trata de personasque se acercana una prodigiosalibertad mística,puesni siquieraestán
atadasa la mundanapropiedaddelos mediosdesubsistencia.Comoessabido,al considerar
estaemancipacióndesdela perspectivadelasclasessocialessemuestrasuauténticatextura,
apareceentoncescomo una expropiación. Sin embargo,es preciso señalar un matiz
importante:al localizar la génesisde la fuerzade trabajoen estaexpropiación,no seniega
que exista toda una dimensiónpragmática adyacenteque ni mucho menosha quedado
explicadaal indicar la “causaprimera”(si semepermiteel chistemetafísico)del capital.Lo
quela teoríadel plusvalornosproporcionasondatosparaestablecerunaapuestaepistémica:
la formación de la sociedadmodernadependede un acontecimientoinaugural llamado
expropiación.Comohemosvisto en los capítulosanteriores,la forma concretaqueadopta
esteprocesoesotro asuntomuy distinto.Ahorabien,si nossituamosenel puntodevistade
la teoría–enla perspectivainversaa la de la historiografía–,sepuededecir queesa“causa290 K. Marx, loc. cit., p. 892.
135
primera” constituye una transparenciaque sólo se muestra articulando los diferentes
dispositivospragmáticos,las distintashistoriasconcretas,las variacionescontingentes.Por
eso resulta fundamentalreconstruirla trama conflictiva en que se gestaestadimensión
económicaantesque pretenderalguna eternidadpura en la sucesiónde los modos de
producción.Comomuchoshistoriadoresanti-economicistashanseñalado,lo ciertoesqueno
bastacon desamortizary expropiar;la liberación de los campesinosescondiciónnecesaria
pero ni mucho menos suficiente. Cuando se desposeea una gran población de sus
condicionesde subsistenciano aparecencomopor artede magiaprietashilerasde obreros
disciplinados,sino una gran turba de muertosde hambresin la menorganade trabajarsi
puedenevitarlo. Marx se da cuentade que los elementosdisciplinarios son una parte
radicalmente constituyente de esta acumulación, es decir, de esta violencia original:
No bastacon quelas condicionesde trabajosepresentenen un polo comocapitaly en el otro como
hombresqueno tienennadaquevender,salvosu fuerzade trabajo.Tampocobastacon obligarlosa
quesevendanvoluntariamente.En el transcursode la produccióncapitalistasedesarrollaunaclase
trabajadoraque, por educación, tradición y hábito reconoce las exigenciasde ese modo de
producción como leyes naturales, evidentes por sí mismas291.
No repasaremosaquí, una vez más,las formasque adoptaesaviolencia capazde liberar
fuerzade trabajomediantela disoluciónde las comunidadestradicionales.En los capítulos
anteriores hemos visto las peculiaridades que se seguían del carácter no teórico de la historia.
Ahora veremos cómo afecta a una teoría su aplicación a un objeto de estudio narrativo.
El lugar de la “acumulación originaria” en El Capital
Aun hoy, comoenel siglo XIX, eshabitualal abrir cualquiermonografíatoparsedebruces
conalgúntipo de“introducciónhistórica” quecumpleel sanopropósitode“contextualizar”
la temáticaquese desarrollaráa continuación.Es paradigmáticoel casode las biografías:
antesde enterarnosde los avataresque jalonaronla vida de algún ínclito personajeresulta
obligatorio darsecuentade que “vivió una épocaturbulenta” (si en su siglo hubo alguna
revuelta,por lejana que fuera), o “en un siglo de luces y sombras”(si vivió duranteel
barroco)o “en unaépocadedesconcierto”(si setratadel helenismo).Los capítulosXXIV y
XXV del libro I de El Capital se presentancon estaaparienciade contextualización.Es
decir, como uno más de esoscapítuloshistóricos que, tras unos brevesescarceoscon
cuestiones“metodológicas”,inician cualquiermanualde economíaburguesa.Incluso,como
explicaRosdolsky,“en las popularizacionesde la economíamarxista,a menudose tratael291 K. Marx, El Capital, loc. cit., p. 922 (la cursiva es mía).
136
capítulodela ‘acumulaciónoriginaria’ comounadigresióndeMarx, ciertamenteimportante
ensí misma,perosolamentehistórica, y que,enel fondo,caefueradel análisispropiamente
económico.Nada puede ser más erróneo”292. Un equívoco en el que, como el propio
Rosdolsky indica, incluso Rosa Luxemburgo cae. Sin embargo,sólo tras exponer la
acumulaciónoriginaria es posible comprenderrealmenteel desarrollo de los capítulos
anteriores,esto es, comprenderqué es el capital (aquello de lo que se trataba,a fin de
cuentas):“La acumulaciónoriginaria es un elementoconstituyenteella misma y, por
consiguiente,contenidadentrodel conceptodel capital”293. Porsupuestoestopuedellevar al
error inverso,estoes,leer estecapítuloonto-teológicamente,comosi sepudieseestudiarla
historia, al uso idealista, como un progresivo y progresista desenvolvimiento de conceptos.
Antes de considerarla acumulaciónoriginaria como elementoconstituyente,es preciso
entenderque en los capítulosXXIV y XXV estáen juego, al menos,una reformulación
radicaldel proyectohistoriográficomoderno,esasíqueaquípuedeentenderseen susjustos
términosqué significa aquella“aperturaal continentehistoria” que Althusser294 atribuíaa
Marx. Antes de nada,hay que decir lo que la acumulaciónoriginaria no es. No es una
historia del capitalismo, ninguna historia se solventa en sesentapáginas.Además, las
analogías no acostumbrana ser un buen recurso en historiografía y Marx alude
constantementeal “caso inglés”295. Marx no se limita a exponerun estudiohistórico sino
que,másbien, estableceun programade investigaciónteóricamenteinformadoqueservirá
de guía para distintos estudioshistoriográficos.En realidad, este programase ha ido
estableciendoa lo largodetodoel Libro I deEl Capital peroenunadimensióncircular a la
quela historiografíatienedifícil accesosi no esa travésdedispositivosmetafísicos.En este
sentidola acumulaciónoriginariaes la traducciónde esacircularidadteóricaen elementos
conceptualesque aún no tienen concreciónhistoriográficapero sí estándispuestosen el
ordende la diacronía:el primerodeestoselementos,el fundamental,esla expropiación. En
efecto,la expropiaciónda cuentade los dosdispositivosenfrentadosque,en un principio,
Marx sehabíapropuestoexplicar,estoes,el capitaly la fuerzade trabajo.Al extraerestos
dos elementossimples del dominio conceptualy proyectarlosen la diacroníahistórica
apareceun nuevoconceptopuente(la expropiación)quenospermiteleer en cierto sentido
teórico, expuestoa lo largo del Libro I, los acontecimientosreales.Por supuesto,como
veremosal final, estaproyecciónteórica no estádada teóricamentesino que implica una
toma de postura estrictamente política, relativa a la asunción de la perspectiva de clase. 292 R. Rosdolsky, Génesis y estructura de El Capital, Madrid: Siglo XXI, 1987, p. 316.293 Ibid.294 Cf. L. Althusser, Lénine et la philosophie. Paris: François Maspero, 1969, p. 20.295 Es fundamentalrecordar,como másadelanteaclararé,que el “caso inglés” desempeñala función de unlaboratorio científico.
137
Segúnel esquemaquehemosvisto enlos capítulosanterioresno esdeningúnmodogratuito
queestoscapítuloshistóricosesténsituadosal final de la obra.Marx no pretendeque los
propiosacontecimientoshistóricostengande suyo un cierto sentidosino que esesentido
dependedeun criterio externoa los hechosqueél ha explicitadoa lo largode todoel libro
primerode El Capital. En estesentido,Marx sealejanotablementede las filosofíasde la
historia–y, dichoseadepaso,creoqueestealejamientooperativotienemuchomáspesoque
ciertastesiscoyunturalessobreel destinode la sociedadmoderna–y aceptade hecholos
fundamentos epistemológicosde la historiografía positiva tal y como los hemos
caracterizado.En otraspalabras,Marx por unaparterecuperaunaconcepciónantiguade la
historia,ajenaa los constructosideológicoscristiano-hegelianosy, por otraparte,encuentra
ciertasleyesde la sociedadmoderna.Es fundamentalteneren cuentaquese trata de dos
asuntostotalmentedistintos.Lo queocurreesquesonasuntosqueengrananperfectamente,
tanbienquepuedellevar a error: si lo quequeremosreconstruiresla historiaqueforjó esas
leyes fundamentalestendremosun criterio externo a los hechos,ciertamente,pero no
necesariamentearbitrario. No obstante,este carácterverdaderoes independientede su
devenirhistórico,la verdad,stricto sensu, no deviene.En realidad,habríaquedecir queal
investigarla prehistoriade la ley fundamentalquerige la sociedadmodernano seinvestiga
la historia de la sociedadmodernasino la génesisde una estructura teórica, o sea,la
disposicióndiacrónica,el ordensintagmático,de unos teoremas.Y habríaque decir esto
precisamenteparaevitar el teoreticismo:sólo de estemodoserespetala espesae inmensa
texturaquecomponela sociedadmodernay queno sepuedereducira los movimientosde
mercadoy a la producción.En otraspalabras,hemostenidoquesalir de unasincroníapara
estudiarsu génesis,peroestono basta,hay queestablecerlos conceptosteóricosque,en el
mismo nivel epistemológicoque esasincronía,actuaráncomo telos (al modo clásico)de,
ahorasí, la historiografíapropiamentedicha, estees el papelque cumple la acumulación
originaria296 y su disposiciónsucesivade elementosconceptualesque dan cuentade un
sangrientoconflicto. Porparadójicoquepuedaparecer,sólodeestaforma los estudiosdeE.
P.Thompsonentornoa los procesosdisciplinariospuedenteneralgúnsentidoy engranaren
los esquemasdeMarx. Sóloasí,diferenciandola génesisdela estructura-capital−estoes,la
aparición,difusión e imposiciónde ciertoselementosidealeso discursivos− de la historia296 A estasalturasno deberíasernecesariodecir queestosconceptosno procedende unaintuición pura,sinoquelesprecedeun inmensotrabajoempíricoderecogidade datos,lo queocurreessencillamentequeaquínoanalizamosel problemadesdeestaperspectiva,sinodesdela teoríaya construiday suarticulación(estoes,enlenguajeescolar,su justificación) enel másclásicosentidognoseológico.Por tanto,nosetratadenegarqueelcapítuloXXIV seaunahistoriografía,unabuenahistoriografíaincluso,sino de queno esesala función quecumple en el esquemade El Capital. Precisamentepor eso es posible entender que las sucesivasinvestigacionesde tantoshistoriadoresquehanahondadoen el temaqueMarx proponeen dichocapítulonorefutan el planteamiento de Marx, que se encuentra en otro nivel de discusión.
138
efectivaen su inmensacomplejidad,podremoscomprobarque estaúltima instanciapuede
serinvestigadacondiferentesteloso interesesinvestigadores(la educación,la economíay el
intercambio, la prisión...) que puedenconvivir con esa “ley fundamental” sin pedirle
permiso297, porasídecirlo.Porotraparte,sólodeestaformasepuedeentendercómounaley
históricay su génesisno implica una ley de los acontecimientoshistóricosni tampocola
génesisde un acontecimientosino, más bien, un compleja transparenciasemióticaque
demarca los límites de lo que se puede hacer y decir con sentido en el interior de una cultura.
Esto deberíadejar claro la rupturade Marx con el paradigmaagustiniano-hegeliano.Sin
embargo,másimportanteaúnes comprenderdefinitivamenteel papelmetahistórico(como
expresadeclaracióndel teloshistoriográfico)que,segúnhemosexpuesto,cumpleel capítulo
dela acumulaciónoriginaria.Esdecir,estecapítuloenningúncasoniegaqueotrosprocesos
históricosresultarandecisivosen la génesisde la sociedadmoderna,sino másbien afirma
que, aceptadasdeterminadasleyes o regularidadesque dan sentidoa estasociedad298, lo
esencial en orden a investigarla es una ruptura inaugural en cierto nivel: el nivel
aproximadamente“económico”queesasleyesestablecen.Por eso,seconsiderala sociedad
feudal sólo en la dimensiónrelativa a los mediosde subsistencia,pueses justamentela
dimensiónque permite suturar la ruptura entre dos épocas,constituyendoun continuo
conceptualquenosremiteal continuodiacrónicodelos procesoshistóricos.Al considerarel
medioevosólo en el aspectoen que se articula con sentidocon la ley de la sociedad
moderna,se destruyeel mito teológico de los periodos299. La “acumulaciónoriginaria”
traduce,por así decirlo, la ley sincrónicaal dominio de la diacronía,esto es, lejos de
restringiry reducir,abreun inmensocampode investigaciónen el quedebeestudiarselos
modosen que esa totalidad se articula. Por supuesto,esta investigaciónse hace ahora
conforme a un criterio determinado y explícito, pero resulta difícil entender en qué sentido se
puedeentendertal cosacomounareducciónsi no esen el de renunciaral ámbitopsicótico
de la equivocidad tan caro al romanticismo.
La reproducción de un origen
297 La expresiónes de C. FernándezLiria, El materialismo, Madrid: Síntesis,1998, p. 188. En el capítuloanterior intentábamosaclararen qué consisteeste “sin permiso”. Un término clásico para designarloes“sobredeterminación”aunque,veíamos,eramejor expresarlocomoexplicaciónfuncional,como mecanismoespecífico o como límite estructural para variaciones contingentes.298 Quedaclaro,pues,queesasleyesno pertenecena la historiamisma,a las resgestae, sinoquecomponenloque, con Peirce, podríamos denominar la conducta con sentido que es posible reconstruir teóricamente. 299 Carolinadel Olmohaseñaladoconagudezaque,enrealidad,todoslos argumentosquehepropuestoenloscapítulosanterioresapuntana la posibilidaddeconcebirlosperiodoshistóricosracionalmentecomoun marcometateóricomásentreotros(por ejemplo,temáticos).En realidad,aquítansólopretendoalertardelos riesgosde recaer en un modelo histórico metafísico basado, por ejemplo, en la noción de “modo de producción”.
139
Estossupuestosqueoriginariamenteaparecíancomocondicionesde su devenir-y que,por tanto,
aúnno podíansurgir de suaccióncomocapital-, sepresentanahoracomoresultadosde su propia
realización,comorealidadpuestapor él: no comocondicionesdesu génesis,sino comoresultados
de su existencia300.
El procesocapitalistade producción,consideradoen su interdependenciao como procesode
reproducción,no sóloproducemercancías,nosóloproduceplusvalor,sinoqueproducey reproduce
la relación capitalista misma: por un lado el capitalista, por la otra, el asalariado301.
Estosdos textosde Marx resultanmeridianos,el enfrentamientoentrecapital y trabajador
libre que aparecíacomo condición de posibilidad es reproducidopor el capital: aparece
como resultadodel modo de produccióncapitalista.Esto en realidadhacereferenciaa la
noción misma de “condición de posibilidad”, aquello que constituyesintácticamentelo
empíricoaparecefenoménicamentecomo su resultado.Tan es así que podríamosllegar a
creerque la mercantilizaciónde la fuerza de trabajo obedecea una lógica expansióndel
mercadohábilmenteconducido por intrépidos exploradoreshasta terrenos ignotos. Ya
sabemosque,al menosen el dominio causal,estono ocurreasí: la capitalizaciónexige la
disposiciónestructuralde ciertoselementosen cierta relación.De estemodo,hemosvisto
que en los capítulosXXIV y XXV no se exponeuna “historia”, sino que más bien se
traducenlos elementossincrónicosde la teoría del modo de producción capitalista a
elementosconceptualesapropiadosparaguiar unahistoriografíadeesemododeproducción.
Como ha indicado Hans Medick, es preciso aceptar con claridad la ruptura entre el
planteamientoteórico-circularde El Capital y la diacroníahistórica–rupturaquepodemos
aceptaren la medidaen que quedasuturadaen los capítulosXXIV y XXV– analizando
cuidadosamente la acumulación originaria discontinua en el sistema feudal302.
El cumplimiento de este proyecto lo constituyen, sin duda, las investigacionesde
Wallerstein,un auténticopuntoy aparteenel campodel materialismohistórico.Wallerstein
haconseguidocontinuaresahistoriografíade la transiciónenel propiomododeproducción
capitalista.La tesisdel carácterinicial de la distinciónperiferia-centropermiterastrearlos
modosen que las formas de intercambioentranen relación, desdeel principio, con los
procesosde acumulación,intercambioy producción.Si bienenel ordencausalesnecesario
privilegiar estos últimos, las conexiones reales deben ser examinadasen toda su
300 K. Marx, Elementosfundamentalespara la critica de la economíapolítica (Grundrisse), Madrid: SigloXXI, 1971, p. 421.301 K. Marx, El Capital, op. cit, I, 2, p. 712.302 Cf. H. Medick, “La transicióndel feudalismoal capitalismo:renovacióndel debate”enR. Samuel,Historiapopular y teoría socialista, Barcelona: Crítica, 1984, pp. 177-190
140
complejidad.El desarrollodel capitalismose muestraasí como productode conexiones
específicasde una división extrarregionaldel trabajo y, en consecuencia,como una
imposiciónindirectaa travésdedispositivosde desigualdadmercantil.Comoveremos,esto
último lejos de desbaratarel planteamientode la acumulaciónoriginaria lo refuerza,pues
dota de la inmensacomplejidadde la urdimbre empírica a lo que no era más que una
oposiciónlógica. En definitiva Wallersteindescubredentrodel mercadomundial (entidad
que no es nada más, aunquetampoco nada menos,que un instrumentoheurístico) la
divergenciacomplementariademodosdeproducciónenoposiciónconjugada,queya no son
consideradosa travésde la figura literaria del “residuo feudal”. Si podemosdecir que las
tesisde Wallersteinson la mejor interpretacióndel pasodel feudalismoal capitalismoes
precisamenteporqueresuelvela mantecosacuestiónde las “supervivencias”,demuestraasí
estarhaciendoauténticahistoriografíaquesearticulaconenormecoherenciaconlastesisde
Marx. Estoúltimo puederesultarun tantoextraño,a fin decuentasWallersteinpareceprima
facie otorgaral intercambioun cierto privilegio sobrela producción.En realidad,lo único
queocurreesque,al igual queMarx (y frentea muchosmarxistas),esmuy conscientede
quelasmercancíasno sólohayqueproducirlas,tambiénhayquevenderlas.Ante los hechos
no valen las prioridades teóricas: producción y mercado deben articularse coherentemente.
Esevidenteque,por razonesinternasa la investigaciónqueaquíno nosafectan,Wallerstein
modifica considerablementela forma en que Marx proponela cuestiónde la acumulación
originaria. Sin embargo,también hay ejemplosde cómo se puedendesarrollarun buen
númerodeestudiosinteresantessin moverseun ápicede los términosqueMarx emplea.A
continuaciónveremosla utilidaddeconservarel planteamientooriginaldeMarx nocomoun
estudiohistoriográficosino como un programade investigaciónflexible que contribuyea
explicar ciertas “anormalidades” históricas.
Es evidenteen quésentidose puededecir que el capital producetrabajadoresasalariados
libres, sin embargolo que ahoranos importa es preguntarnossi el capital reproducela
acumulaciónoriginaria misma. En principio pareceun disparate,¿cómovan a expropiarse
variasveceslos mediosde producción?Cabesuponer,aunqueciertamentehay pruebasen
contra,que la historiano esuna películacon variospases:los capitalistasno padecenuna
peculiarneurosisobsesivaqueles lleva a entregardisimuladamentecadanocheparcelasde
tierraa los agricultores,paraasípoderdarseel gustazodeexpropiárselaspor la mañana.Por
supuesto,no se trata de plantearuna múltiple expropiaciónsucesiva, sino de un estrato
teórico que por su circularidad podamos tipificar como reproductivo.
En estesentido,resultamuy interesantela aportacióndeClaudeMeillassoux.A pesardelos
interminables(y francamenteinjustos)insultosquedirigea unamultituddeeconomistasque
141
él consideraburgueses,revisionistaso liberales,la obrade esteantropólogonosvienemuy
bienprecisamentepor lo estrictamentequeseatienea la teoríamarxistadel valor. Frentea
las teoríasquepretendenexplicarel subdesarrolloen términosde intercambiodesigual303,
Meillassouxconsideraquela ofertay la demandasoninoperantesparaexplicarla tasaen la
que se fija el salarioa largo plazo y, además,entiendeque la represiónpolítica no es,ni
muchomenos,una instanciaextra-económica.La clave del problemadel subdesarrollose
encuentra,así, en las condicionesparticularesde la producciónde los elementosde la
reproducción de la fuerza de trabajo que permiten pagar salarios ínfimos.
En principio, una agricultura de baja intensidad,como la de los paísesindustrialmente
subdesarrollados,deberíaelevarbrutalmenteel preciodela fuerzadetrabajo,ya quea fin de
cuentasse determinapor su costede reproducción.Sin embargo,la fuerza de trabajo es
excepcionalmentebarata.Por otraparte,enesospaíses,los capitalesdeberíanrevertirsobre
el sector menos industrializado, pues resulta un apetecible territorio virgen para la
explotación.Sin embargo,estono ocurreasí,en estospaísesla agriculturaesun sectorcasi
totalmente abandonadopor el capitalismo. La única solución, según Meillassoux, es
reconsiderarla teoría de la acumulaciónoriginaria. En los paísessubdesarrolladosla
agriculturade alimentaciónpermaneceal margende la esferade produccióncapitalista,
“pero estáen relacióncon la economíade mercadomedianteel abastecimientode manode
obra en el sectordoméstico”.Por tanto, “esta economíade alimentaciónpertenecea la
esferade la circulación del capitalismo,mientrasque permanecefuera de la esferade
produccióncapitalista”304. De estemodo, el vínculo entredos sectorescon relacionesde
producción diferentes no es coyuntural, sino que debe considerarsecomo parte del
mecanismode reproduccióncapitalista.En realidad,puedequeMeillassouxsupervalorela
problemáticade la periodizaciónde los modosde producción.Como hemosexpuesto,las
diferenciasentrelos distintosmodosde producciónno seexpresanen términosdesucesión
cronológica,sino de distinción teórica que se proyectasobreel análisis empírico de la
historia.Poreso,esposiblecomprenderla articulacióndelos modosdeproducciónno ensu
sucesión,sinoensuarticulacióncontemporánea,esdecir,sincrónica.Ahorapuedeversecon
mayor claridadpor qué es precisoentenderque la escisiónque sacaa la luz el capítulo
XXIV esuna traducciónde la teoríaqueselimita a marcarel guión deciertainvestigación
propiamentehistoriográfica(aunquede ningúnmodoquita valideza otrosprogramas).Las
condicionesfeudalesdeproducciónsonoperativasenel capitalen la medidaenquelo esel
vínculo de la sociedadcapitalistacon la feudal: la acumulaciónoriginaria.O, desdela otra
303 C. Meillassoux, Mujeres, Graneros y Capitales, Madrid: Siglo XXI, 1977, p. 131.304 Ibid., p. 137.
142
caradel problema,podemosdecir quela acumulaciónoriginariapermiteentenderla esfera
teóricade la reproduccióndela fuerzade trabajomásallá del dominioeidéticodel mercado
deconcurrenciaperfecta.En otraspalabras,el capítuloXXIV deEl Capital, consu inocente
apariencia,supone una vía doble que conecta teoría e historia respetandosu mutua
independencia.Por una parte permite detectarnúcleossintácticosde inteligibilidad en la
masano articuladade hechoshistóricos,pero tambiénpermite inundarsemánticamentela
sintaxisteóricaconsituacionesqueya no sonsóloejemplos, y estoesfundamental,sinoque
dotande contenidoveritativo al sistema.Así, sólo metafóricamentepodemosdecir –con
Meillassoux– que se articulan orgánicamente el modo de producción capitalista y el feudal.
La acumulaciónoriginaria sólo ilustra un aspectode la disolución de toda una cultura:
precisamenteaquelaspectoqueessusceptibledeengranarenlos mecanismosdeproducción
capitalista. Por eso no se puede hablar de pervivencia del feudalismo, pero si de
conservacióndel modo de produccióndoméstico,en la medidaen que es preservadosin
autonomía,sin posibilidadde reproducción.En la periferia el capitalno producehombres
libres asalariados,sino la expropiaciónmismaque,en el centroconstituyóhombreslibres
asalariados.La violenciaesvivida estructuralmentecomopresente.El robono consistetanto
enquesepaguensalariosinjustos,comoenqueserecurraa unaviolenciabrutalparapagar
salarios“justos” (esdecir,parapagarlo quecuestareproducirla fuerzadetrabajo).En otras
palabras,los beneficiosno provienensólo del trabajo impago, sino de la expropiación
estructuralde mediosde subsistencia.Es unaexpropiaciónestructuralen la medidaen que
no esunaexpropiacióntitular y definitiva. No setratasólo de queseecheal trabajadorde
sus tierras, sino de que se mantiene su economía doméstica como parte del sistema.
Estaargumentación,integradaen un nivel “macro” es precisamentela que Wallersteinha
elaborado con enorme coherencia. El razonamiento es de sobra conocido,
En el capitalismohistórico,comoen los sistemashistóricosanteriores,los individuoshantendidoa
vivir dentrodel marcodeunasestructurasrelativamenteestablesquecompartenun fondocomúnde
ingresos actuales y capital acumulado, a los que podríamos llamar unidades domésticas
[households]305.
Lo queno estanconocido,y tienegranimportancia,esla aperturadeesteplanteamientode
aparienciaeconomicistaal análisisdel dominio ideológico.Wallerstein306 ha tipificado el
papelfundamentalde las ideologíasracistasy sexistasen la economía-mundo.Retomando
nuestro planteamientoanterior, podríamosdecir que, si en el centro la acumulación
originariaconstituyehombresformalmentelibres,la violenciadela acumulaciónestructural
305 I. Wallerstein, El capitalismo histórico, Madrid: Siglo XXI, 1987, p. 13.306 Cf. E. Balibar e I. Wallerstein, Raza, Nación y Clase, Madrid: IEPALA, 1991.
143
allí dondeel modelodomésticoesfuncionalconstituyepersonasmarcadaspor su razay su
género.Este enfoque,que combina los planos ideológico y productivo, constituyeuna
auténtica apertura teórica que permite reubicar buena parte de las más interesantes
investigacionesen torno al racismoy al sexismo.Como en el caso de la acumulación
originaria,tenemosahoraunaguíateóricaqueorientala historiografía.Así, por unaparte,la
ideologíano aparececomomeramentededucida dela producciónpero,por otra,no adquiere
una fantasmagóricaautonomíasin la menor relación con los límites materialesde una
civilización. Desdeestepuntode vista,el racismoy el sexismono semuestrancomotareas
pendientesde la Ilustración,como desgraciadasrémorasque con buenavoluntady mucha
pacienciaalgúndíaseresolverán,estoes,precisamentecomoresiduosfeudalesqueperviven
en la modernidadperoqueel progresoineluctablesolventará.Al eliminar los “residuos”de
lasrelacionesdeproducción,tambiénlo hacemosenel planoideológico.Racismo,sexismo
e integrismo son la cara oscura de la liberación ilustrada.
Nada puedeentendersesi no se aceptaque el integrismo es en realidad la modernidad del
subdesarrollo como es el liberalismo la modernidad del desarrollo, y que lo que hace a uno
violento y al otro inocente, al primero totalitario y al segundo“democrático”,no esla diferencia
entre sus respectivosdiscursos(desdeluego no desdeñable)sino, justamente,la diferenciaque
existe entre el subdesarrollo y el desarrollo a efectos tanto sociales como individuales307.
Ni que decir tiene que estaes una buenailustraciónde cómo los argumentosfuncionales
puedenser,dentrode ciertoslímites, de gran utilidad. Desdeluego,no disponemosde un
mecanismoquedecuentadela formaenqueel racismoo el integrismoresultafuncional en
nuestrasociedad.Sin embargohemoscomprobadocómoen distintoscasosconcretos(de la
Alemanianazia Argelia) muchascrisiscapitalistassesaldabanconun procesoanti-liberalsi
no con la puray simplebarbarie.Estosprocesossepuedenreconstruirnarrativamentecon
exactitudy sepuedeestablecertantosunivel dedependenciacomosucontingenciarespecto
a los procesosmacroeconómicos.Creo que no es ilegítimo, por tanto, plantear la
funcionalidaddel racismoen el capitalismocomo “resumenexplicativo” de los análisis
historiográficos concretos siempre y cuando no se olvide su índole narrativa.
Polanyi, el condicional contrafáctico y la física matemática
Hastaaquíhemosseñalado–y nadamásqueseñalado–,un puntoen el quela dimensión
histórico-empíricay la dimensiónteóricasearticulanconcoherencia.Llegadosa estepunto,
la figura de Karl Polanyiemergecon fuerza;en efecto,pocoscómoél supieronintegrarlos307 S. Alba Rico, Las reglas del caos, Madrid: Anagrama, 1995.
144
acontecimientoseconómicosensutexturapolítica.Lo ciertoesqueestaesla razóndequela
obradePolanyi,trasun largoletargo,hayasidorecuperadapor la tradiciónmarxista,a pesar
del explícitorechazodePolanyidel enfoquedeMarx. Seimpone,por tanto,explicarenqué
sentido la crítica de Polanyi a cierto Marx es, en realidad,una excelentelectura de la
acumulaciónoriginariatal y comoMarx la expone.A tal efecto,esnecesarioquedemosun
pequeño rodeo de unos veinticinco siglos.
En el capítulo IV de la Física aristótelicaapareceun curiosopasajequeno ha dejadode
sorprender a numerosos lectores:
Además,[si existierael vacío] nadiepodríadecir por quéun cuerpomovidosedetendráenalguna
parte. ¿Por qué aquí y no allá? Luego o tendrá que permaneceren reposo o se desplazará
forzosamente hasta el infinito, a menos que algo más poderoso se lo impida308.
En efecto,Aristóteles,juzgadosumarísimamentepor haberimpedidola matematizaciónde
la física, pareceenunciar la ley de inercia veinte siglos antesde que se le pasarapor la
cabezaa Galileo. Por supuestono es estepeculiarepisodiocientífico el que nos interesa
aquí,sino la forma quetieneAristótelesde enunciarla quees,sin lugar a dudas,la piedra
angularde todala físicamoderna.PorqueAristótelesenunciala ley de inerciaprecisamente
paranegarla. El cursode la argumentacióngira en torno a la existenciao no del vacío, la
respuestade Aristóteleses inapelable,si hubieravacío la inercia seríauna realidady, por
tanto,estaríamosabocadosa ver los cuerposenperpetuoreposoo enconstantemovimiento.
Es obvio que esto no ocurre, es decir, es evidente que no hay inercia. Luego... no hay vacío.
Cuando,por su parte, Galileo discuteen el Dialogo dei MassimiSistemicon Simplicio,
intentandoexplicarle por qué la ley de inercia es el principio fundamentalque rige el
comportamientode los graves,seencuentracon el mismotipo de objeciones.Galileo pone
constantementeejemplos imaginarios con esferas perfectamentepulidas sobre planos
perfectos que sí cumplirían la ley de inercia. Es decir, intenta hacer una analogía
experimental, con finesexplicativos,quetraspongael papelde los cuerposen el vacíoenel
dominio fenoménicodonde,en efectoni nuncase ha visto un centímetrode vacíoni, por
consiguiente,operala ley deinercia,comobiensabíaAristóteles.En realidad,Galileohabla
debolasperfectamentepulidas,perolo quenecesitaesmásbienun círculo matemático, una
purafórmulanumérica.En otraspalabras,lo quedescubreGalileoesquela ley deinerciano
sólo funcionaríaen un hipotético vacío real, sino que operamucho mejor en el “vacío”
teórico que permiten las matemáticas.Este descubrimientoconstituye la partida de
nacimiento de toda la física-matemática moderna.
308 Aristóteles,Phis., 214a19-24(trad.esp.GuillermodeEchandía,Aristóteles,Física, Madrid: Gredos,1995,p. 254).
145
Ahora la preguntaes¿guardaalgunarelaciónel enunciadonegativodela ley de inerciaque
haceAristótelescon el positivo de Galileo?Desdeluegounaprimerarespuestapodríaser
negativa:sólo en un sentidomuy lato puedeconsiderarsequeAristótelesenunciala ley de
inercia.Sin dudaes cierto, pero no es esolo que nos interesaaquí,sino comprobarcómo
desdeperspectivasdiferentesuna misma ley aparececon distinto valor. La aperturadel
espacio matemáticogalileano abre un vacío en el que la ley de inercia tiene gran
importancia.Por contra,Aristóteleses capazde entenderla posibilidad lógica de esaley,
perono su operatividadepistemológicaen ordena conocerun mundoen el quede hecho
nunca se cumple.
La tesisquequierodefenderesqueestoesprecisamentelo queocurreenel casodePolanyi
y Marx. Polanyiseniegaobstinadamentea dejarqueseabraun espacioteóricoenel quese
muestrenlas leyes de una sociedad.Y, ciertamente,tenía excelentesrazonespara su
testarronería,pues el marxismo vulgar siempre ha permitido que los desarrollos
conceptuales, lo lógico, se adelante a la realidad pretendiendo usurparla muy
hegelianamente.La llamadadePolanyia los fenómenoscorrespondeaun contextopolémico
en el que sus oponentespretendíanque la “ley de la tasade gananciadecreciente”,por
ejemplo,teníavalor de“ley dela historia”. En definitivaPolanyirecelaba,conmucharazón,
de la confusión del objeto teórico con el objeto real.
Polanyi insisteunay otra vezen queel espaciovacíode la concurrenciaperfecta,del libre
mercado,fue un proyectoutópicoquea puntoestuvode destruirla sociedad.Por tanto,no
conseguiremosexplicar fenoménicamentela sociedadmodernaatendiendoa eseno-lugar.
Los liberaleshan pretendidoque la libre concurrenciamercantil era la basepolítica de
nuestrasociedad.Polanyidemuestraqueestono esasí,históricamentenosólola sociedadha
tenidoque serprotegidadel mercado,sino que incluso el propio mercadoy la producción
hannecesitadodeauxilio. La historiarealdela sociedadmodernademuestraquedefactoel
mercadolibre no existe.Así, Polanyielabora,comoAristóteles,unaargumentaciónbasada
en un condicionalcontrafáctico.Si hubiera libre mercado, la ley de la tasade ganancia
decreciente,por ejemplo,habríaacabadocon el capitalismo.Estono ocurre,luegono hay
mercado libre. Si hubiera libre mercado, el patrón oro funcionaría como equivalente
universal. Esto no ocurre, luego no hay mercado libre.
Frentea Polanyi,Marx insisteen extraerlas leyesdela sociedadmoderna“con la precisión
de lascienciasnaturales”.Parahacerlotienequepartir de los propiospresupuestosinternos
deesasociedad.Sacara la luz esospresupuestosesel cometidodel repertorioanalíticoque
constituyelas seccionesprimeray segundadel Libro I de El Capital. TodoEl Capital parte
de la hipótesis(queserácorregidaensu momento,perono antes)de que,en efecto,no hay
146
estafaen los intercambiosy, sin embargo,seproduceunagananciateóricamenteimposible
enel canjedeequivalentes.Otracosamuy distintaesqueMarx, al mostrarcómoseproduce
eseincrementode valor que permitela ganancia,abrauna vía política paraconsiderartal
cosacomoun robo. Peroel casoes que Marx, por las característicasde su proyecto,sólo
puedepartir de las leyesque, en principio, deberíangobernarla sociedadcapitalistapara
mostrarcuál es el secretoque permiteque permanezcan.Esto último es muy importante,
Marx proponelas leyesde un periodohistóricoen la medidaen queesasmismasleyesno
son históricas. No expresa,por tanto, las leyes que llevarán a sucumbira la sociedad
capitalista,sinomásbienla maneraquetienela sociedadcapitalistadepermanecer,suforma
dereproducirsea travésde crisis cadavez máspronunciadasqueobligana haceresfuerzos
cada vez mayores para mantener el sistema.
Marx abre un espacioteórico donde se muestranunas leyes que, precisamentepor no
correspondera ningún fenómenoconcreto,permitenexplicar un dominio muy amplio de
fenómenos.Del mismo modo, la esferamatemáticade Galileo, comopura fórmula, podía
prescindirde todas las condicionesde rozamientoque sufren las esferasreales:por no
correspondersecon ningunaesferaconcretapodíaexplicar el comportamientode todaslas
esferasengeneral. Marx partedel supuestodel mercadolibre, supuestoquedefacto, como
Polanyi muestramedianteun condicionalcontrafáctico,nuncaha existido de forma pura.
PeroMarx esperfectamenteconscientedel carácterteórico-idealde su planteamiento.Aún
más,sabeque el punto de contactoentre las fórmulasy un mundo impuro que nuncase
pliega a ellas, es un recinto en el que se puedesuprimir el rozamiento,un laboratorio
científico que, en su caso, adopta la forma de todo un país309.
El asuntoahoraes,unavezdelimitadalasperspectivasdesdelasquehablanMarx y Polanyi,
perspectivasopuestas(teóricay fenomenista,respectivamente),el asunto,digo, essabersi
esaoposiciónde perspectivasse puedeconjugaren cuantoa los contenidos.Es decir, si
podemosconsiderarque Polanyi está exponiendoalgo muy similar a Marx desdeuna
posiciónepistemológicadistintao, en otraspalabras,si hay algún puntode contactoentre
ambasperspectivas,comoocurríaenel casodeAristótelesy Galileo.La tesisquedefenderé
esque,enefecto,el capítulodeEl Capital dedicadoa la acumulaciónoriginariaesesepunto
decontactoy que,deestemodo,la críticadePolanyia Marx puedeserentendidacomouna
buenalecturadeMarx. Polanyicalificadeutópicoslosproyectosliberalesy, enefecto,Marx
sesitúade lleno en eseno-lugar,pero lo haceconvirtiéndoloen un no-lugarteórico,en un
imposible vacío que muestra las cosas tal y como son.
309 Cf. K. Marx, “Prólogo” a la primeraedición de El Capital, I, 1, pp. 6-7. Estaes la razónde que seanimportantísimos los estudios empíricos que tratan de verificar las tesis de Marx en el “mundo real”.
147
De Polanyi a Marx
La tesis de Polanyi es de sobra conocida.El capitalismodel siglo XIX desarrollóun
proyectosocial literalmentesuicida,unaespeciede enfebrecidopotlach, en el quea punto
estuvo de sucumbir la sociedadmisma. Las pretensionesdel liberalismo se parecen
sospechosamentea las de la palomakantianaquecreíaqueen el vacíopodríavolar mejor.
La utopíadel gran mercadolibre convirtió en mercancíasla tierra, el trabajoy el dinero,
pues son elementosfundamentalespara la industria. En ese proceso se desarticuló
radicalmentela estructuraantropológica,los vínculos que constituyenuna sociedadal
supeditarlos materialmente al mercado. Sin embargo:
Es evidentequetrabajo,tierra y dinerono sonmercancías,en el sentidode que,en lo quea estos
treselementosse refiere,el postuladosegúnel cual todo lo quesecompray sevendedebehaber
sido producidopara la venta es manifiestamentefalso. En otros términos,si nos atenemosa la
definiciónempíricade la mercancía,sepuededecirquetrabajo,tierra y dinerono sonmercancías.
El trabajono esmásque la actividadeconómicaque acompañaa la propia vida -la cual, por su
parte,no ha sido producidaen función de la venta,sino por razonestotalmentedistintas-(...). La
tierra por su parte es, bajo otra denominación,la mismanaturalezaque no es producidapor el
hombre; en fin el dinero real es simplementeun signo del poder adquisitivo que, en líneas
generales,no es en absolutoun productosino una creacióndel mecanismode la bancao de las
finanzas del Estado310.
Polanyi,en efecto,se refiere a una “definición empíricade mercancía”,algo radicalmente
ajenoal métodode Marx que,másbien, construyeunadefinición teóricao, si seprefiere,
transcendental.Es por esoqueresultaextraño,en términosmarxistas,afirmar queel dinero
no es una mercancía.En realidad,Polanyi se refiere aquí a los problemaspolíticos que
surgencuandose crea un mercadodel dinero. Sin entrar a considerarqué es el dinero,
compruebaque en el momentoen que se transformaen mercancíasurgeninnumerables
conflictos. De ahí deduce,desdesu perspectivaantropológica,que el dinero no es una
mercancía. Marx, por el contrario, entiende que, de iure, el dinero siempre es una mercancía,
aunen el casodequetodavíano sehallaconstituidoun mercadodel dinero.En realidad,la
critica dePolanyia Marx partedeestepunto;rechazala teoríadel valor-trabajoporentender
precisamenteque la fuerzade trabajo no es una mercancía.La respuestaa estaobjeción,
obviamente,esqueMarx en su obrano entraa considerarcual esla esenciadel trabajo, se
310 K. Polanyi, La gran Transformación, Madrid: La Piqueta, 1997, pp. 127-28.
148
limita a constatarque segúnlos parámetrosmercantilesel valor de una mercancíaestá
constituidopor la cantidadde trabajocontenidaen ella y que,en la sociedadburguesa,la
propiaposibilidadde introducir trabajoen mercancíasseha mercantilizado.Polanyi,como
buenantropólogo,insisteen que es imposibleconsiderar la fuerza de trabajo como una
mercancía pues,
la pretendidamercancíadenominada“fuerzade trabajo”no puedeserzarandeada,utilizadasin ton
ni son,o inclusoser inutilizadasin queseveaninevitablementeafectadoslos individuoshumanos
portadores de esta mercancía311.
Y, ciertamente,Marx estaríadeacuerdoenestepunto.Justamenteesestolo quepermiteque
su análisis teórico de la sociedadburguesaadquieradimensionespolíticas. Es importante
recordarque, en un principio, Marx haceuna especiede análisis,por usar la expresión
nietzscheana,“extramoral”, esto es, etnológico: parte de aquellos ritos cotidianos que
constituyenla sociedadmodernacomo,por ejemplo,la constitucióndel valor de un objeto
en relación al trabajo contenidoen él. Marx demuestraque en el centro de estemarco
nomológicoseencuentrala consideracióndela fuerzade trabajocomomercancía.Mientras
Marx semantieneenla perspectivaindividual estosmitosmantienensuvigor, suapariencia
de legalidad.Es al situarseen la perspectivade clasecuandose inicia la destrucciónde la
apariencia:
La ilusión generadapor la forma dineraria se desvanecede inmediato, no bien tomamosen
consideraciónno al capitalistaindividual y al obreroindividual sino a las clasecapitalistay a la
claseobrera.La clasecapitalistaentregaconstantementea la claseobrera,bajo la formadineraria,
asignadossobreuna partedel productocreadopor estaúltima clasey apropiadopor la primera.
Tambiénconstantemente,el obrerodevuelvea la clasecapitalistaesosasignadosy obtienedeésta,
así,la partequele correspondedesu propioproducto.La forma mercantildel productoy la forma
dineraria de la mercancía disfrazan la transación312.
Frentea la esterilidaddelos análisisdeLouis Dumont313, Marx tieneexcelentesrazonespara
partir de la aparienciaindividualistaqueofrecenuestrasociedad.Comohemosmostrado,el
nervio de la argumentaciónde Marx consisteen destruir esaaparienciaa partir de ella
misma.Estaesla razóndequeal principio aludiésemosa la cargaretóricadelos desarrollos
de Marx. La retórica reapareceallí donde,por alcanzarseun límite másallá del cual no
disponemosde recursoscientíficos, es preciso recurrir a la crítica, al examen de la
consistenciaque los ritos tienen.Así, al comprenderla mecánicainterna, la lógica de la
311 Ibid., p. 129.312 K. Marx, El Capital, I, 2, p. 697.313 Cf. L. Dumont, Ensayos sobre el individualismo, Madrid: Alianza, 1987.
149
aparienciaburguesa,se hace posible indagar de forma fundamentadaen tensionesmás
profundasquevertebranesaapariencia.Lo quePolanyino llegó a comprenderesqueesta
teoría constituye una auténticacrítica del economicismo.Hay textos de Polanyi que,
literalmente,podríahaberfirmadoMarx. Así, a propósitode lassociedadesprimitivas,y en
contraposición a la sociedad moderna, afirma Polanyi:
Puestoque no hay una organizacióneconómicaseparada,sino que el sistemaeconómicoestá
incrustadoen las relacionessociales,tienequeexistir unafuerteorganizaciónsocialqueseocupe
deaspectosde la vida talescomola división del trabajo,la distribuciónde la tierra,la organización
del trabajo,la herencia,etcétera.Lasrelacionesdeparentescosuelensercomplicadasporquetienen
que ofrecer la base de una organizaciónsocial que sustituya a una organizacióneconómica
separada314.
ParaPolanyi el capitalismoes un escándaloantropológico, una auténticadistorsiónde lo
queconstituyela normadelasrelacionessociales.ParaMarx el capitalismoesun escándalo
político. Veremosqueen estadivergenciasemuestraun problemaespecíficorelativo a las
posibilidadesde una antropologíacientífica. Antes de eso,es precisoseñalarque en “la
acumulaciónoriginaria” es donde,al plantearseel verdaderocarácterde la producción
capitalista,lasperspectivasdeMarx y Polanyiquedancoherentementearticuladas.Eslógico
queasí sea,al menossi se aceptala interpretaciónde estecapítuloque hemospropuesto,
puesconstituyela traduccióndel dominio eidético-teóricoal ámbitofenoménicodel queno
se despegaPolanyi. De hecho, toda La gran transformación podría considerarseun
desarrollode los capítulosXXIV y XXV de El Capital. En estoscapítulosMarx muestrala
grantransformaciónquesupusoel capitalismorespectoa las codependenciastradicionales,
del mismo modo en que Polanyi muestra la gran transformación que supuso el
intervencionismoestatalposteriora 1929.En amboscasossalea la luz la brutalidadque
suponeconvertiren mercancíasla tierra y la fuerzade trabajo.En amboscasossemuestra
las desastrosasconsecuenciasquesesiguende la destrucciónde los lazossocialesen aras
del liberalismoburgués.Pero,sobretodo,en amboscasossemuestraqueel individualismo
liberal no es meramenteuna corrienteintelectual,sino la expresiónjurídico-formal de un
conflicto mucho más profundo.
En realidad,sepuededemostrarqueMarx distinguióconmuchaprecisiónla naturalezadela
tierra y el trabajode la del capital;setratade tresfactoresqueintervienenen el procesode
producciónperoqueno tienennadaquever entresí, sonmuy distintos.Esmás,Marx ataca
con fuerza a la economía burguesaque confunde el proceso social de producción,
históricamentelimitado a una sociedad,con la materiasubyacente(la tierra y el trabajo).
314 K. Polanyi, El sustento del hombre, Barcelona: Mondadori, 1994, p. 147
150
Mientrasla tierra y el trabajodesignanfactores“materiales”que“resultancomunesa todas
los modos de producción”, el capital es una estructura social315. En palabras de Cohen:
El errordel economistano consiste, comoa vecessedice,ensuponerqueel capitalismoesla única
forma económicaposible. Por supuesto,sabe que ha habido otras. Consistemás bien en su
incapacidadde discriminar contenidoy forma dentro del mismo capitalismo,lo que le lleva a la
conclusióndequela formaestan eternacomoel contenido,dequedadoquela producciónrequiere
siempremediosde producción,requieretambiénsiemprecapital.No seequivocacuandoinicia un
discursohistóricamenteno específicoacercadela producción.El propioMarx tambiénlo hace,y eso
esperfectamentelícito. Peroel economistaintroduceen estediscursoconceptosespecíficosde una
forma social, por ejemplo cuando utiliza el término “capital” como sinónimo de medios de
producción316.
Hay,no obstante,unaciertatensiónteóricaentrePolanyiy Marx. Polanyivive unaépocade
éxitos para la antropología,entiendeque las investigacionesde Boas o Malinowski han
sentadouna basesólida sobrela que reconstruirel estudiode la sociedady, sobretodo,
criticar la idea de “hombre económico” de la economía clásica317. Sin duda el desarrollo de la
antropologíacultural hamarcadoun hito en las investigacionessocialesquenadie,y menos
un marxista,puedeeludir318. En efecto,la críticadela sociedadmodernaquerealizaPolanyi
a partir de esta base teórica y de su confianzaen la fundamentaciónde la disciplina
antropológica resulta muy eficaz. Sin embargo...
Sin embargo,hemosasistidoa un cierto desmoronamientode las pretensionesoriginalesde
la antropología.El universalismo,tanto en etnologíacomo en lingüística,ha mostradosus
límites,parecehaberciertafronteraa partir de la cual lasexplicacionesgeneralessevuelven
insignificantes, se convierten en vaguedades. La neosofística postmoderna se ha
aprovechadode esta coyunturapara declarar la imposibilidad de la antropologíacomo
disciplinacientífica,el carácterrelativo de todoconocimientoy la parcialidadde la mirada
del observador.El errorde esteplanteamientoesevidente:quehacercienciaantropológica
seamuydifícil no significa que seaimposible. En cualquiercaso,la situaciónactualde la
antropologíadeberíaponernosenguardiafrentea laspremurasa la horadedeclararqueuna
tesisestáfundamentadaantropológicamente.Creoque,dealgúnmodo,estoeslo queocurre
enMarx quien,por supuesto,sóloal final desuvida comenzóa interesarsepor el estudiode
lo quehoy conocemoscomoantropología.Sin embargo,estabaenormementefamiliarizado
conla antropologíafilosófica decimonónicay suspretensionesde fundamentaciónabsoluta.
Así, Marx era muy conscientede que el arsenalteórico del que disponíaparaanalizarla315 K. Marx, El Capital, III, 8, p. 1039.316 G. A. Cohen, La teoría de la historia de Karl Marx, op. cit., pp. 117-118317 Cf. Ibid. p. 124.318 Cf. M. Godelier, Teoría marxista de las sociedades precapitalistas, ed. cit. p. 153.
151
comunidaden cuantotal eraenormementelimitado. Por esoresultaimportanteinsistir en
que Marx sigue un camino formalmente(y sólo formalmente)cercanoal de la teoría de
juegos para reconstruir la complejidad comunitaria a partir de la apariencia individual.
Cabría preguntarse,como ya he planteado,si hoy disponemosde una antropología
esencialmentedistintade la queconocíaMarx. Sin dudahemosmejoradomucho,casitanto
como en historia, pero igual que en historia no lo suficiente como para disponer de una teoría
holísticaquesustituyaa la crítica internadeMarx. En El capital separtedel individuo para
reconstruirteóricamenteunacolectividadmediantela críticasistemáticadela visión queuna
sociedadtiene de sí misma; es tras estareconstrucción−y no antes,de forma acrítica−
cuandoel individuo semuestra“determinado”(escriboel términocon muchísimosreparos)
por la colectividad.En estesentido,la teoríamarxistaes,con enormediferencia,la mejor
etnologíaquejamássehayarealizado,quizáspor las propiaspeculiaridadesde la sociedad
modernay su individualismo formal. Lo que aquí nos interesaes constatarla radical
importanciadel pasoquedaMarx parasuplir estascarencias:puestoqueno disponemosde
instrumentalteóricoadecuadoparaestudiarla comunidaden cuantotal, parecedecirMarx,
situémonosenunplanopolítico,situémonosenla perspectivapolíticadel enfrentamientode
clase. Estecaráctersustitutoriode la clasessociales,en principio, podría versecomo un
inconveniente:en efecto, la teoría de las clasessocialeses, definitivamente,una de las
asignaturaspendientesdel marxismo.No obstante,cabever eseperjuicio teóricocomouna
apasionanteinstanciadeconexiónentreteoríay praxis. La políticasemuestraasícomouna
atalaya muy escarpada pero ineludible a fin de comprender nuestra sociedad.
152
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