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Boletín del AGN6ª época • número extraordinario, 15
Consejo editorial
Director GeneralJorge Ruiz DueñasDirectora del Archivo Histórico CentralDulce María Liahut BaldomarDirectora del Sistema Nacional de ArchivosAraceli Alday GarcíaDirectora de Investigación y Normatividad ArchivísticaYolia Tortolero CervantesDirector de Publicaciones y DifusiónMiguel Ángel QuemainJefe del Departamento de PublicacionesCarlos MirandaAsistencia EditorialAlberto Álvarez, Elizabeth Zamudio
Diseño y formaciónDiana Zacatzi Martínez
ISSN-0185-1926D.R. © Secretaría de GobernaciónAbraham González 48,Col. Juárez, Delegación Cuauhtémoc06699, México, D.F.
D.R. © Archivo General de la Nación-MéxicoEduardo Molina y Albañiles s/n,Col. Penitenciaría Ampliación,15350, México, D.F.
Boletín del Archivo General de la Nación, publicación trimestral,noviembre de 2006.Edición y difusión: 5133-9900 ext. 19325, 19330. Fax: 5789-5296.Correo electrónico: agn@segob.gob.mx; www.agn.gob.mx.Domicilio de la publicación: Palacio de Lecumberri, Av. Eduardo Molina y Albañiles s/n, colonia Penitenciaría Ampliación,Delegación Venustiano Carranza, C.P. 15350, México, D.F.
Reserva al título en derecho de autor, certifi cado de licitud de título y certifi cado de licitud de contenido, en trámite.Derechos reservados conforme a la Ley.Impreso en México.
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Índice
EDITORIAL
GALERIAS
La construcción de navíos para las exploraciones de la mar del sur, 1535
Presentación: Antonio A. De Paz Palacios, paleografía: Elena Vanessa
Cabal Macías y Antonio A. De Paz Palacios, captura: María de
Guadalupe Suárez Castro
Instituciones novohispanas primigenias, 1588
Presentación y paleografía: Elena Vanessa Cabal Macías
La Compañía de Jesús en la península de California, 1697
Presentación y paleografía: Ángeles Paredes
Dos partituras musicales de los siglos X V I I Y X V I I I , con dos tablaturas
para guitarra barroca
Presentación y paleografía: Jesús Alvarado Almanza y Luisa Hernández Cruz
Rebeliones indígenas en el siglo XVIII: sentencia criminal contra
los naturales del pueblo de Malinalco, 1725
Presentación y paleografía: Aidé Rivera Ruiz
Proyecto para el establecimiento en México de una academia de
las tres nobles artes: pintura, escultura y arquitectura, 1781
Presentación: María Elena Hernández Ortiz
7
10
34
75
86
99
109
6
El cabecilla Guadalupe Victoria resulta herido, 1817
Presentación y paleografía: Cora Naghely García Trejo
PANÓPTICO
Periplos del Acta de Independencia
CALEIDOSCOPIO
¡Otra incorporación!
Joyas del mes
Exposiciones
Página web
PUBLICACIONES
Pueblos en vilo
Alberto Álvarez Ferrusquía
ILUSTRACIONES
Imagenes pertenecientes al acervo del AGN.
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159
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193
194
196
7
Editor ial
Con este número extraordinario del Boletín del AGN concluye el ciclo de cuatro entregas
dedicadas al proyecto que, durante más de un año, se ocupó de la descripción,
ordenación y clasifi cación del fondo Indiferente Virreinal, lo que se inició en noviembre
de 2004 con el apoyo del Ministerio de Cultura de España, y concluye ahora con amplios
recursos del gobierno federal.
El Indiferente tiene su origen a fi nales del siglo XVI I I en una frase del virrey conde de
Revillagigedo, quien en el año de 1792, en la Instrucción reservada del reino de Nueva
España para hacer la entrega a su sucesor, el marqués de Branciforte, refi rió que las reales
cédulas se encontraban en desorden, sin índices ni fechas. Explicó que algunas de dichas
cédulas estaban duplicadas y sirvieron para formar “libros de colección, relativos a la renta
del tabaco y provincias internas, continuándose las de todos los ramos de Real Hacienda
como navegación, guerra, tribunales, justicia, policía y asuntos comunes e indiferentes”, y
en el proyecto de Ordenanzas para el Archivo General, que habrá de establecerse en el Real
Palacio de Chapultepec, con arreglo a la real orden de 28 de abril de 1792 detalló la manera de
organizar la documentación desordenada y contempló el problema constante que hubo para
identifi car la procedencia del volumen total de papeles. Creemos que el término indiferente
se refería a los documentos que no atañían sólo a una dependencia o que tenían correlación
con más de una ofi cina de gobierno, de donde se debía entender por indiferente lo que no
está determinado por sí mismo y no como algo que no despierta interés.
Cuando se fundó el Archivo General y Público de la Nación en 1823, Lucas Alamán
propuso la reorganización y solicitó a las secretarías y ofi cinas del gobierno que regresaran
sus documentos para clasifi carlos. Esta mudanza de papeles originó pérdidas, mayor
desorden e inconsistencia que desbordaron la capacidad de trabajo del personal del archivo
y, en consecuencia, creció el Indiferente General y quedó sin organizar.
A principios de 2005 se expurgaron los documentos y se determinó que aproximadamente
780 metros correspondían al periodo virreinal y podrían ser consultados una vez descritos.
Un equipo de trabajo de 34 jóvenes historiadores que laboró entre septiembre de 2005 y
8
marzo de 2006 tuvo que crecer para cumplir con la meta fi jada. En abril, cuando concluyó el
apoyo del Ministerio de Cultura de España, la Secretaría de Gobernación asignó una partida
presupuestal al AGN y el equipo aumentó a 55 personas. Algunas cifras que dan idea de la
difi cultad del trabajo señalan que se calculó sobre un promedio de 3 cm por expediente, por
lo que se infi rió que el número de expedientes por identifi car y describir sería de 36,000. Pero
el número de referencias se multiplicó mucho más allá de lo previsto y el proyecto cerró
con una producción superior a un cuarto de millón de expedientes merced a la presencia de
muchos documentos sueltos. De ahí el mérito del proceso de descripción emprendido por
nuestros entusiastas historiadores. También, debido a los traslados de documentos a cajas
adecuadas, creció el número de metros lineales considerado originalmente.
A la conclusión del proyecto tenemos que se trabajaron 777 metros lineales exactos,
los cuales han dado lugar a 959 metros expandidos debido a la organización documental
en 6,743 cajas; los 253,879 expedientes se encuentran capturados y se seleccionaron
documentos relevantes para su digitalización, equivalentes a 8,030 imágenes, que darán
lugar a un DVD interactivo para muestra del contenido del Indiferente Virreinal.
Hay otra buena noticia: con estas imágenes se iniciará la primera publicación en Internet
de documentos digitalizados del AGN. El desarrollo del Sistema de Administración de Archivos
culmina con la liberación de los primeros archivos en línea. Esto constituye un logro relevante
y un salto cualitativo en materia de tecnologías de la información. La amplitud futura del
acervo disponible en línea dependerá de la capacidad de almacenamiento que nos otorgue
la Secretaría de Gobernación y, obviamente, de las imágenes disponibles que respecto de los
fondos coloniales suman ya varios millones de imágenes.
El módulo de consulta de acervos digitales que incluye digitalización e imágenes,
desarrollado con el talento del personal del AGN, nos pone a la vanguardia tecnológica en
los archivos latinoamericanos y alcanzamos el nivel de España sin costos especiales para el
erario público.
En este número presentamos varios de los documentos más valiosos detectados en el
proyecto.
Por otra parte, incluimos, además, un relato de las vicisitudes que han llevado y traído
afuera de México al único original que subsiste del Acta de Independencia, que resguarda
el AGN.
10
LA CONSTRUCCIÓN DE NAVÍOS PARA LAS EXPLORACIONES DE LA MAR DEL SUR, 1535
Presentación: Antonio A. De Paz Palacios
Paleografía: Elena Vanessa Cabal Macías y Antonio A. De Paz Palacios
Captura: María de Guadalupe Suárez Castro
El presente trabajo no pretende ser
un estudio pormenorizado de las
exploraciones cortesianas en la mar del sur,
sólo busca dar a conocer un importante
documento localizado recientemente en el
Archivo General de la Nación.
El expediente se encuentra con la sig-
natura siguiente: AGN, Indiferente Virreinal,
caja 1719, exp. 13, Hospital de Jesús, 1535,
4 fs. En algunas partes es casi ilegible por
la acidez de la tinta con la cual fue escrito,
misma que al marcarse de uno al otro lado
de la foja difi culta su lectura, además de
contar con bastantes grafías cortesanas,
nexos y abreviaturas propios de la época
y que resultan por demás complicados, sin
embargo, se encuentra solamente un poco
maltratado de las orillas, lo que permite leer
en su totalidad las líneas escritas.
1 Peter Gerhard, Geografía histórica de la Nueva España, 1519-1821, México, UNAM, 2000, p. 274. El subrayado es mío.2 Miguel León-Portilla, Hernán Cortés y la mar del sur, Madrid, Cultura Hispánica, 1985, p. 93. El subrayado es mío.
El documento se encuentra elaborado
en el astillero El Carbón (cerca de lo que
actualmente es el puerto de Salina Cruz,
Oaxaca), en la villa de Tehuantepec. Peter
Gerhard menciona que “Cortés, […] hizo traer
equipos y provisiones a través del istmo para
su astillero de Santiago, ubicado primero
sobre la laguna superior y después (desde
c 1535) en El Carbón, en la desembocadura
del río Teguantepec”;1 Miguel León-Portilla
asienta: “En carta del 20 de junio de 1533
a su pariente y procurador, el licenciado
Francisco Núñez, suscrita en el puerto de
Santiago (Manzanillo), en la mar del sur
[…]”.2 No se deben confundir los lugares, aun
cuando ambos tienen el mismo nombre,
uno es el astillero de Oaxaca mientras que
el otro es un puerto en Manzanillo. Es de
señalar que Peter Gerhard asienta como
11
3 AGN, Indiferente Virreinal, caja 1719, exp. 13, Hospital de Jesús, 1535, 4 fs. f. 1v: los subrayados son míos. A menos que se indique lo contrario, todas las referencias entrecomilladas corresponden al documento presentado.4 “Carta a la emperatriz de la Audiencia de México, del 19 de abril de 1532”, en Epistolario de Nueva España,t. II, México, Antigua Librería Robredo de José Porrúa, 1939, p. 114.
fecha tentativa del traslado del astillero
de la laguna Superior a El Carbón 1535,
mismo año en que se encuentra elaborado
el documento (20 de mayo); contrario a
la opinión de este autor, el documento
dice claramente: “[…] se vea y virifi que la
demasía quel dicho Juan Martines fi zo en
dos navíos que por la dicha capitulación
era obligado de hacer enl dicho astillero el
uno de los cuales era el navío de su señoría
que Dios salve nonbrado San Tagueda”,3 de
lo cual se desprende que la traslación del
astillero se debió verifi car antes del citado
año. Así pues, dos son los navíos que se
construyeron en dicho astillero para esos
años: el Santa Águeda y el San Tiago, el
primero ya está acabado para la fecha de
elaboración del documento mientras que
el segundo: “el otro [navío] éste que está
acabando de hacer enl dicho astillero”.
Otro aspecto a destacar es la importancia
estratégica del sitio puesto que ofrecía
considerables ventajas para proveerse de los
materiales necesarios para la construcción
de navíos que, descontando la madera,
eran traídos de España, llegando al puerto
de Veracruz y de allí transportados a los
astilleros ubicados en las costas del Pacífi co,
así lo confi rma una información de la
Audiencia al emperador: “hízose relación
a esta dicha Abdiencia que la provisión
de aparejos de los dichos bergantines los
llevaba desde Coadnahuaca hasta el puerto
de Acapulco que está en la mar del sur, en
tatemes contra las ordenanzas que vuestra
majestad tiene dadas […]”.4 A diferencia
del puerto de Acapulco (que también
contaba con astillero) al de Tehuantepec
era más sencillo llevar los avíos necesarios
para la construcción de barcos pues desde
Veracruz se trasladaban por el istmo de
Tehuantepec y sólo se cargaban por tierra
ya casi al llegar a las costas de la mar del
sur, lo cual representaba la ventaja de ser
una ruta más viable, rápida y menos costosa
para proveerse de lo necesario para dichas
construcciones.
Propiamente, el documento habla de
la verifi cación (toma) que se hizo de las
medidas del navío San Tiago, mismo que
como se mencionó con anterioridad era
uno de los dos que Juan Martínez, maestro
12
mayor de los navíos de Hernán Cortés, tenía
contratado hacer para el marqués; el otro,
el Santa Águeda, ya estaba terminado y listo
-esta verifi cación de medidas se realizaba con
la fi nalidad de constatar el trabajo y pagar el
monto adeudado por tales construcciones.
Una cláusula del contrato celebrado
entre el marqués del Valle y Juan Martínez
especifi caba claramente que ambos navíos
tenían que ser más grandes que otro
construido con anterioridad, el San Lázaro:
“que cada uno dellos tenga el largor en
quilla que tenia el navío llamado San Lázaro
y que abra dos palmos más que el dicho
navío en el plan y tres palmos enl costado”.
El dicho navío San Lázaro:
“[…] tenía diez e nueve goas e un palmo
medidos por la medida de una goa por
donde se medió [sic por midió] el dicho
navío San Lázaro, la cual dicha goa tenía el
dicho Juan Martines e se la dio y entregó al
dicho Juan Suares.
“Ítem, tenía de manga el dicho navío San
Lázaro diez e nueve palmos e medio medido
por la dicha goa, tenía de puntal la cubierta
siete palmos y que tenía en la puente cinco
palmos y medio y que no tenía marcaje ni
castillo ni tolda ni guindaste […].”
El documento no lo menciona, pero
la primera medida debe corresponder a la
eslora, puesto que es la medida que falta,
ya que sí especifi ca, líneas adelante, la
distancia de la manga y el puntal que son las
tres medidas básicas para saber el tamaño
de un buque.
Desafortunadamente no he podido
encontrar el término goa, me inclino a
pensar que tal vez pueda tratarse de una
deformación de toesa, la cual equivalía a
aproximadamente 1.949 metros, resultando
que el ya mencionado San Lázaro media
casi 40 metros de largo y que los otros
dos debían ser más grandes que éste. Sin
embargo, lo anterior es difícil ya que el
término toesa no tuvo mucha propagación
entre los españoles, se encuentra casi
exclusivamente en los escritos franceses, de
ahí su poca divulgación en España.
Para tomar las medidas y hacer la certi-
fi cación de las mismas, Juan Suares, alcalde
mayor y juez de residencia en Tehuantepec,
tomó declaración de Fernán Díaz Portugués,
maestro mayor de un navío de Alonso de
Salas, Diego Hernández, tonelero, y Juan de
Minxuca, maestre del navío San Tiago, y así
los tres: “digan e declaren, miren e cotejen,
arqueen el dicho navío de su señoría que se
dice San Tiago e cotejado la memoria del
grandor de San Lázaro y el dicho capitulo
que fi zo su señoría con el dicho Juan
Martines para hacer el dicho navío visto e
cotexado todo lo susodicho digan e declaren
13
la demasía e mayoría que va del un navío al
otro de todos portes así de carpintería como
de calafatería”.
Las declaraciones de estos tres ofi ciales
se contienen en el documento presentado,
haciendo la comparación entre las medidas
expresadas en el contrato y las medidas
fi nales de la embarcación se hace evidente
que los dos nuevos navíos resultaron ser
más grandes de lo que se había contratado,
las medidas fi nales del San Tiago fueron:
“habiendo visto e mirado medido e
tanteado el dicho navío San Tiago [dijeron
que tiene] cinco pal- [f 2v] mos más que abre
en manga y en el plan que tiene conforme a
la capitulación y tiene demasiado de puntal
de cubierta e puente y marcaje siete palmos
de la mesma goa más que el dicho navío
San Lázaro ansimesmo tiene demasiado
de lo que tiene el dicho navío San Lázaro
castillo a proa y tolda a popa y ansimesmo
lleva de más de lo que llevaba el dicho navío
San Lázaro palmexares de popa a proa y
escoas y contraescoas y dos carreras de
dragas y veinte e cuatro corbatones de más
que el dicho navío San Lázaro y su guindaste
y escoteras que no tenía el dicho navío San
Lázaro otras obras menudas que convenían
a la grandeza del dicho navío que el dicho
navío San Lázaro no tenía”.
Un dato curioso son las declaraciones
del maestre Fernán Díaz, quien afi rma que
las medidas contenidas en las capitulaciones
hechas por Cortés no pueden cumplirse ya
que no corresponden entre sí para elaborar
un barco, pues como se mencionó las
demasías que tienen los nuevos navíos
exceden las que en un principio se habían
contratado con el marqués; la conclusión
de Fernán Díaz habla por sí misma: “que a
la cuenta e razón que su señoría daba por
donde se habían de hacer los navíos no
era cuenta verdadera para hacer navío que
pudiese navegar”.
Para resolver la controversia surgida
de la diferencia de medidas, el mismo
Juan Suares mandó a Fernán Díaz, Juan
de Minxuca, maestre del San Tiago, y a
Diego Hernández que declararen cuánto les
correspondía a los ofi ciales que realizaron los
navíos (carpinteros, calafateros y maestros
mayores) por toda la demasía realizada
en dichos barcos, aquí parece claro que
al mismo alcalde mayor le convence el
argumento de que se han realizado bajo
esas medidas las embarcaciones porque
así lo requerían y es por ello que pide que
se avalúen las obras realizadas para realizar
el correspondiente pago. Una vez hecha la
inspección del trabajo realizado en el San
Tiago y el Santa Águeda los encargados de
actuarla, estando juramentados, declaran
14
que “so cargo del dicho juramento que
merecen trescientos pesos de minas por
la demasía del dicho navío” la aparente
aceptación del alcalde mayor se vea ahora
contradicha, puesto que arguye que en la
capitulación que se celebró con el marqués
no se especifi caba la altura que los navíos
habían de tener, así que discutiendo con los
mismos que han hecho el cálculo de lo que
corresponde pagar, y “por evitar que no se
debatiese más en ello”, ofrece pagar sólo
200 pesos por las demasías de cada navío
(el San Tiago y el Santa Águeda), puesto
que “la demasía y obras dellos que llevan
demás de lo que eran obligados conforme a
la capitulación”.
Una vez expresada la cantidad que
parece justa pagar por el trabajo y la
postura del alcalde mayor sobre la misma, le
es demandado por Hernán Díaz que los 200
pesos que se pretenden descontar a la paga
del trabajo sean repartidos entre ambos, es
decir, que Juan Martines exhiba 100 pesos
y Hernán Díaz los otros 100 pesos; este
arreglo parece convencer al alcalde ya que
“el mismo Juan Martines, maestro mayor,
prestó consentimiento a ello e lo obo por
bien; lo cual así se mandó a consentimiento
de partes”, con lo cual quedó zanjada la
disputa por el precio de los navíos.
El documento fi naliza con la declaración
del alcalde mayor acerca del arreglo en
cuanto al precio y que él tenga que cubrir
la mitad de lo descontado al precio inicial,
así, en el documento se asienta: “el dicho
Juan Martines que presente estaba dixo que
consentía en todo ello aunque va contra él
la dicha tasa e mando e que lo hace por
servir a su señoría [Hernán Cortés] e por
acabar de presto la dicha obra del dicho
navío e porque tiene necesidad de dineros
para acabar para acabar [sic] de hacer la
obra”.
LAS EXPEDICIONES DE CORTÉS EN LA MAR DEL SUR
La primera expedición que envió Cortés
a la mar del sur con el propósito expreso
de descubrir nuevos territorios se realizó
en 1527. La fl ota para esta expedición se
conformaba con el navío de la fl ota de Jofre
de Loaiza y dos carabelas que tenía Cortés
en la mar del sur, su capitán era Alvarado de
Saavedra Cerón, primo de Cortés. Esta fl ota
zarpó de Zihuatanejo el 31 de octubre de
1527; la empresa parecía exitosa, ya que sí
llegó a las Molucas, mas como no se conocía
aún la ruta de regreso el capitán Saavedra
Cerón murió durante el intento y la fl ota
tuvo que regresar a España por la ruta de
Elcano, es decir, por la India.
No se debe olvidar que entre esta ex-
15
5 Véase Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de Nueva España, Herrera, López de Gómara.
pedición y la siguiente Hernán Cortés se
trasladó a España para atender sus negocios
y con la pretensión de obtener del rey varias
prebendas, si bien no consiguió todo lo
que esperaba; sí pudo obtener el título de
marqués del Valle y la merced de 23,000
vasallos. Habiendo dejado en construcción
cuatro buques al tiempo de su partida,
se encontró a su regreso que la Primer
Audiencia había ordenado la suspensión
de los trabajos y de aquellos cuatro navíos
sólo pudo rescatar dos; mientras éstos se
terminaban, los bajeles que había mandado
construir en Acapulco estaban listos, con
ellos envió la siguiente expedición en mayo
o junio de 1532, siendo el capitán Diego
Hurtado de Mendoza. Dos fueron los navíos
que zarparon para tal fi n desde el puerto
de Acapulco: el San Marcos, que era la nao
capitán, en la cual iba el dicho Hurtado de
Mendoza, y el San Miguel, del cual iba por
capitán Juan de Mazuela. El último regresó
a la Nueva España, mas no por ello con
buena suerte; del otro, el San Marcos, no
se volvió a saber nada. Era la segunda vez
que el marqués invertía su hacienda en la
exploración de la mar del sur y, al igual que
la anterior, le había reportado una gran
pérdida. De esta expedición contamos con
bibliografía sufi ciente.5
Como ya se mencionó, no por haber
resultado infructuosas y en una pérdida
casi total las expediciones anteriores Cortés
cejó en su empeño de explorar la mar del
sur; para el año siguiente, 1533, preparó
y mandó una nueva expedición que, igual
que la anterior, contaba con dos barcos
que zarparon del puerto de Santiago, en la
bahía de Manzanillo, el 30 de octubre. Esta
vez, la nao capitana de la cual era capitán
Diego Becerra se llamaba La Concepción,
mientras que la otra, al mando de Hernando
de Grijalva, se llamaba San Lázaro. Al igual
que la anterior expedición estos dos navíos
se separaron, la nao capitana llegó a la bahía
que ahora se conoce como La Paz, en Baja
California, mas su capitán fue asesinado
durante un motín a bordo; los sobrevivientes
regresaron a costas de Nueva España en
Colima y desembarcaron en jurisdicción de
Nuño de Guzmán, quien tomó el buque para
él. Gracias a los sobrevivientes Cortés se
enteró del descubrimiento de una “isla” en
la cual habían sacado muestras de perlas -la
pretendida isla no era otra que la península
de Baja California-. La segunda nave
16
6 “Real provisión sobre descubrimientos en el mar del sur y respuesta de Cortés a la notifi cación que se le hizo a ella”, en Colección de documentos para la historia de México, t. II, Joaquín García Icazbalceta (ed.), p. 34.7 León-Portilla, op. cit.
descubrió el archipiélago que en la actua-
lidad se conoce como islas Revillagigedo y
regresó con noticias desalentadoras para
Cortés: la costa parecía pobre.
No poseo más información para sus-
tentar mi argumento, mas parece posible
que este navío San Lázaro, al mando de
Grijalva, sea el mismo del cual se habla en el
documento presentado, ya que la expedición
zarpa en 1533 y el documento se elaboró
solamente dos años después; además,
en 1534 el rey mandó por real cédula a
la Audiencia de México que notifi cara a
Cortés que se prohibía mandar cualquier
expedición a la mar del sur y para 1535 el
propio Cortés se encontraba en el puerto y
bahía de Santa Cruz (hoy La Paz), como lo
atestigua una carta que envió a Cristóbal
de Oñate desde ese lugar fechada el 14 de
mayo de dicho año.
En opinión de Woodrow Borah, entre
1534 y 1535 Cortés tenía terminado un
navío en Tehuantepec y otro casi por acabar;
esta opinión parece estar confi rmada por la
misma real cédula mencionada, ya que en
respuesta a ella el extremeño respondió:
“e que después, habiendo perdido la dicha
armada en la forma susodicha, había fecho
otra en el puerto de Tehuantepec”.6
Para 1535, Cortés se encontraba en
Santa Cruz en esta expedición. Él mismo
supervisó la construcción de los navíos
en Tehuantepec y capitaneó la nueva
empresa. León-Portilla menciona que tres
de sus navíos ya estaban en Chametla:
San Lázaro, Santa Águeda y Santo Tomás.7
Es conveniente recordar lo señalado
por Woodrow Borah acerca de que para
1535 se terminaba un segundo navío en
Tehuantepec, lo cual se correspondería con
el documento presentado; aceptando esta
idea, se hace forzoso desechar la hipótesis
de León-Portilla ya que la expedición salió
para el norte a principios de dicho año
(como se confi rma por una carta escrita
por Cortés al Consejo de Indias fechada en
el puerto de Calagua de la mar del sur el 8
de febrero de 1535) y si los dos navíos que
supone Borah son los mencionados en el
documento, el Santa Águeda no pudo haber
participado en dicha expedición.
Resulta más factible que los dos
navíos que menciona Borah sean los que
fi guran en el documento; ahora bien, es
17
8 Peter Gerhard, op. cit., p. 272.
interesante el hecho de que cuando Pizarro
se encuentra sitiado en Lima y manda
pedir auxilio a Pedro de Alvarado, Hernán
Cortés y a quien más rápidamente pudiera
brindárselo, el extremeño manda con toda
diligencia dos navíos en su auxilio, los cuales,
tentativamente, bien podrían ser de los que
se habla en el documento presentado. La
expedición a Perú salió bajo el mando de
Hernando de Grijalva y llegaron con buen
tiempo, cuando ya Pizarro no necesitaba
ayuda. A su regreso a la Nueva España,
el buque de Grijalva exploraba la mar del
sur cuando se suscitó un motín en el cual
fue muerto el capitán; después de varios
meses de encontrarse perdida, la tripulación
llegó al Extremo Oriente en donde fueron
apresados y esclavizados por los naturales
de las Molucas, siendo rescatados más tarde
por el gobernador portugués de Ternate.
Sería muy importante saber si este navío era
uno de los que se habla en el documento
aquí presentado.
Concluyendo, y de acuerdo con lo que
expresaba Peter Gerhard: “El astillero de
Tehuantepec fue desde fi nes de la década
de 1520 la clave de los proyectos marítimos
de Cortés en el Pacífi co, […] en 1560 se llegó
a un arreglo con el segundo marqués por el
cual la encomienda pasó a la corona”.8
19
[f 1] En el astillero El Carbón término e juridicion de la villa de Tecuantepeque del muy ilustre
señor el marqués del valle en [?] veinte días del mes de mayo año del nacimiento de nuestro
salvador Iesuchristo de mil e quinientos e treinta e cinco años antel muy noble señor Juan
Suárez alcalde mayor e juez de residencia ensta dicha villa por su señoría y en presencia de
mí Francisco de Medina scribano público ensta dicha villa por el dicho señor marqués e de
los testigos de yuso escritos estando en el dicho astillero de su señoría el dicho señor Juan
Suáres tomó e recibió juramento en forma de derecho a Juan Martines maestro mayor de
los navíos de su señoría e a Pascualín de Pierro carpintero e a Juan de Minxuca maestro del
navío de su señoría que Dios salve nombrado Santiago que se está haziendo e acabando de
hacer enl dicho astillero para que digan e declaren las medidas del navío de su señoría que
Dios salve nombrado San Lázaro los cuales e cada uno dellos que presentes estaban juraron e
prometieron de decir verdad de lo que su merced les pide e demanda por cuanto ellos saben
lo susodicho diciendo a la asolucion del dicho juramento si juro e 1amen e lo que dixeron e
declararon es lo siguiente:
Que tenía el dicho navío nonbrado San Lázaro que Dios salve diez e nueve goas2 e un
palmo medidos por la medida de una goa por donde se medió [sic] el dicho navío San Lázaro
la cual dicha goa tenía el dicho Juan Martines e se la dio y entregó al dicho Juan Suares.
Ítem tenía de manga el dicho navío San Lázaro diez e nueve palmos e medio medido por
la dicha goa tenía de puntal la cubierta siete palmos y que tenía en la puente cinco palmos
y medio y que no tenía marcaje ni castillo ni tolda ni guindaste e questa es la verdad para el
juramento que
1 Al margen: navíos San Lázaro y San Tiago.2 En el documento, todas la veces el escribano consigna: “goa”, sin embargo, en la cartelera que aparece en el folio 4v (escrita tiempo después de elaborado el documento) se lee “toa”.
21
[f 1v] fecho tienen testigos Diego de Cuadros e Fernán Días, maestro mayor del navío [?]
Alonso de Salas [?] ensta costa del sur.
E luego el dicho señor Juan Suares mandó a mí el dicho scribano trasladase aquí un
capitulo ques el primer capítulo de la capitulación e concierto que fi zo su señoría con el dicho
Juan Martines maestro mayor de los navíos de su señoría para que más claramente por ello
se vea y virifi que la demasía quel dicho Juan Martines fi zo en dos navíos que por la dicha
capitulación era obligado de hacer enl dicho astillero el uno de los cuales era el navío de su
señoría que Dios salve nonbrado San Tagueda y el otro éste que está acabando de hacer enl
dicho astillero nonbrado San Tiago para que vista la demasía que tiene de lo quel dicho Juan
Martines era obligado de hacer cotejado con la dicha capitulación la tal demasía su señoría
manda que se le pague el tenor del qual dicho capítulo que habla acerca de lo susodicho
trasladado al pie de la letra de verbo ad bervum3 es este que se sigue:
Primeramente quel dicho Juan Martines de [?] se obliga de hacer e dar fechos a su
señoría dos navíos en la lengua del agua enl astillero que llaman El Carbón que cada uno
dellos tenga el largor en quilla que tenia el navío llamado San Lázaro y que abra dos palmos
más que el dicho navío en el plan y tres palmos enl costado y todo lo demás fecho a sus
medidas conforme a esto y que tenga su cubierta y otra puente encima de cuarteles e sus
alcazares y que los dé fechos y acabados en perfi cion de carpintería e calafatería e labrados
los árboles e antenas y bonbas y todo lo demás necesario a punto para efreles [?] la [?] y que
pesque la menos agua que ser pudiere a lo menos que en seis palmos pesque y también para
sus bateles
3 De principio a fi n.
23
[f 2] e remos de tamaño que sean conformes a los dichos navíos.
E después de lo susodicho así trasladado el dicho capitulo de la dicha capitulación
segund dicho es, el dicho señor Juan Suares para virifi cacion e deretención de de las dichas
demasías de los dichos navíos que el dicho Juan Martines ha fecho en los dichos dos navíos
de su señoría tomó e recibió juramento segund forma de derecho del dicho Fernán Días
Portugués, maestro mayor del dicho navío de Alonso de Salas el cual dicho maestro fue traído
al dicho astillero para lo susodicho e para lo de yuso contenido e a Diego Hernandes tonelero
e a Juan de Minxuca maestre del dicho navío que se está acabando nonbrado San Tiago para
que so cargo del dicho juramento digan e declaren, miren e cotejen, arqueen el dicho navío
de su señoría que se dice San Tiago e cotejado la memoria del grandor de San Lázaro y el
dicho capitulo que fi zo su señoría con el dicho Juan Martines para hacer el dicho navío visto
e cotexado todo lo susodicho digan e declaren la demasía e mayoría que va del un navío
al otro de todos portes así de carpintería como de calafatería que lo digan e declaren todo
ello so cargo del juramento que fecho tienen los cuales dichos Fernán Díaz maestro mayor
e Diego Hernandes, tonelero e Juan de Minxuca, maestre del dicho navío Santiago, juraron
e prometieron de así lo hacer e cumplir diciendo a la asolución del dicho juramento sí juro e
amen e lo que dixeron e declararon acerca de lo susodicho es lo siguiente:
Declararon e dixeron que tiene el dicho navío nonbrado Santiago más quel dicho navío
San Lázaro conformándose con las medidas del dicho navío San Lázaro e habiendo visto e
mirado medido e tanteado el dicho navío Santiago cinco pal
25
[f 2v] mos más que abre en manga y en el plan que tiene conforme a la capitulación y tiene
demasiado de puntal de cubierta e puente y marcaje siete palmos de la mesma goa más que
el dicho navío San Lázaro ansimesmo tiene demasiado de lo que tiene el dicho navío San
Lázaro castillo a proa y tolda a popa y ansimesmo lleva de más de lo que llevaba el dicho
navío San Lázaro palmexares de popa a proa y escoas y contraescoas y dos carreras de dragas
y veinte e cuatro corbatones de más que el dicho navío San Lázaro y su guindaste y escoteras
que no tenía el dicho navío San Lázaro otras obras menudas que convenían a la grandeza del
dicho navío que el dicho navío San Lázaro no tenía.
Ansimismo dixo e declaró el dicho maestre Fernán Díaz que so cargo del juramento
que tiene fecho que visto el capítulo que el dicho Juan Martines tiene en las capitulaciones
de concierto de los dichos navíos de las medidas e reglas que su señoría dio por donde se
hiciesen los dichos navíos que había de hacer el dicho Juan Martines que no era cuenta ni
regla derecha para poderse hacer navío sino le acrecentaran en quilla lo que acrecentaron
a este dicho navío Santiago y lo demás que dicho tiene que el dicho navío Santiago lleva de
puntales e marcaje e castillo e toldo e todo lo demás que llevaba e que so cargo del dicho
juramento que fecho tiene que el dicho navío Santiago lleva su cuenta e razón segund el arte
de carpintería e que a la cuenta e razón que su señoría daba por donde se habían de hacer los
navíos no era cuenta verdadera para hacer navío que pudiese navegar e questa es la verdad
para el juramento que fi zo la cual dicha declaración fi zo en presencia de los dichos testigos.
27
[f 3] Otrosí el dicho Fernán Díaz maestro mayor e el dicho Diego Hernandes tonelero e el
dicho Juan de Minxuca maestre del navío Santiago juramentados para lo de yusocontenido
juraron e dixeron que habían arqueado e medido el dicho navío de debaxo de la primera
cubierta e fallaron que tenía por la medida de las botas de la marca de Sevilla noventa e
cinco botas e ansimismo arquearon encima de la cubierta entre la cubierta e la puente que
se dice dos cubiertas los cuales arquearon los susodichos ciento e veinte e ocho pipas de la
mesma marca que dicho tienen lo qual midieron e arquearon en presencia del dicho Juan
suares que dixo había visto medir e arquear todo lo susodicho e questa era la verdad de lo
que midieron e fallaron que tenía el dicho navío arqueado segund dicho es para el juramento
que hicieron y fi rmaronlo de sus nombres testigos Diego de Cuadros e el dicho Juan Martines
maestro mayor de los navíos de su señoría e Juan de Bilbao e Pasqualin de Pierro estantes
enl dicho astillero.
Otrosí el dicho señor Juan Suárez mandó al dicho maestro Fernán Díaz que so cargo del
juramento que tiene fecho diga e declare juntamente con el dicho Juan de Minxuca maestro
del dicho navío Santiago e al dicho Diego Hernández que presente estaba que todos ellos
so cargo del dicho juramento que tienen fecho digan e declaren ante su merced qué tanto
pueden merecer los ofi ciales que hicieron el dicho navío maestro carpinteros e calafates
por toda la dicha demasía que lleva el dicho navío San Lázaro por razón de la demasía de
grandeza calefeteria
29
[3 v] e obras e carpintería del dicho navío conformándose con la dicha memoria e capitulación
de su señoría los cuales dixeron e declararon que so cargo del dicho juramento que merecen
trescientos pesos de minas por la demasía del dicho navío e declarado lo susodicho debatido
sobre cierta deferencia por el dicho señor Juan Suares que no está claramente declarado en
la capitulación que su señoría había fecho con el dicho Juan Martines acerca de la hechura de
los dichos navíos que había de hacer en que no está declarado el altura que los dichos navíos
habían de llevar debatido todo ello por el dicho señor Juan Suares con el dicho Fernán Díaz
maestre e con los dichos Juan de Minxuca e Diego Hernández por evitar que no se debatiese
más en ello e dudando en ello corte e buen medio a consentimiento de todos los susodichos y
del dicho señor Juan Suares e del dicho Juan Martines que presente estaba tornaron a poner
de nuevo la dicha demasía de cada uno de los dichos navíos en doscientos pesos de minas
cada uno de ellos que son por las demasías del dicho navío Santiago e del navío San Tagueda
que son informados ser del grandor y obras que el dicho navío Santiago por entrambos y dos
navíos cuatrocientos pesos de minas por la demasía y obras dellos que llevan demás de lo que
eran obligados conforme a la capitulación y esto declarando el dicho Hernán Díaz que para
el juramento que fecho tiene que va con-
31
[f 4] tra el dicho Juan Martines en cien pesos de minas lo cual mandó e juzgó que se
perdiesen otros cien pesos por parte del dicho Juan Martines porque el mismo Juan Martines
maestro mayor prestó consentimiento a ello e lo obo por bien lo cual así se mandó a
consentimiento de partes e questa es la verdad para el juramento que hicieron e fi rmáronlo
de sus nombres testigos los dichos y el dicho Juan Martines que presente estaba dixo que
consentía en todo ello aunque va contra él la dicha tasa e mando e que lo hace por servir
a su señoría e por acabar de presto la dicha obra del dicho navío e porque tiene necesidad
de dineros para acabar para acabar [sic] de hacer la obra. Testigos los dichos e fi rmáronlo
en el registro desta carta de sus nombres; Juan de Minxuca, Hernán Díaz, Diego Hernández.
Va escrito entre renglones o diz: se. Va enmendado o diz: tomo; e o diz: cuarteles; e o diz:
dragas; e o diz: los; e o diz: mas; Vala. E va testado o decía: ar; no le enpezca. Yo Francisco de
Medina, escribano público ensta villa de Tecoantepeque que presente fui a lo que dicho es,
lo fi ze escrebir segund que ante mí pasó en fe de lo cual fi ce aquí este mi signo [signo] a tal
en testimonio de verdad.
Francisco de Medina, escribano público.
33
[f 4v] Toca al legajo no. 38. ACI.4
[Crismón]
Medidas del navío santiago [Rúbrica].
Dice el rotulo de arriba medidas de el navío Santiago.
En este papel al parecer se trata de las medidas de dicho navío y otro nombrado San Lázaro
que tenia 12 toas y un palmo medidos por la medida de una toa y de manga 19 ½ palmo
medidas por la misma toa.
4 De todo este folio, lo único que aparece con la misma grafía y estilo del resto del documento es el crismón y la cartelera que dice: “medidas del navío Santiago”, el texto restante está escrito con una grafía y un estilo distintos; probablemente la inscripción se hizo en la Secretaría del Marquesado, ya que repite la inscripción original y acota que trata de las medidas de dos barcos, es decir, elabora una cartelera más extensa que la anterior.
34
INSTITUCIONES NOVOHISPANAS PRIMIGENIAS, 1588
Presentación y paleografía: Elena Vanessa Cabal Macías
La llegada de los españoles al nuevo
continente signifi có para ellos el
descubrimiento de una nueva tierra y de
sus habitantes, que eran susceptibles de
ser enseñados en la “verdadera religión”,
a la par de ensanchar los dominios de su
majestad con todo lo que ello implicaba.
Hernán Cortés acompañó a Diego
Velázquez en 1511 en la conquista de Cuba,
más tarde fue su secretario y fi nalmente
alcalde de Baracoa; así mismo, en su
matrimonio con Catalina Juárez Marcaida, el
propio Velázquez fue su padrino. Fuera por
su relación de amistad con el gobernador
de Cuba, por sus capacidades personales
o por ambas, Diego de Velázquez le confi ó
la organización de la tercera expedición
hacia lo que actualmente es el territorio
mexicano.
Conocida es la historia de la expedición
de Cortés: zarpó el 18 de febrero de 1519
llevando once navíos, más de 500 soldados,
100 marineros, 16 caballos, 14 cañones, 32
ballestas y 13 escopetas. El Viernes Santo
de 1519 fundó la Villa Rica de la Vera Cruz,
donde creó un cabildo que lo nombró
capitán general y justicia mayor; dispuso
una embajada que debía zarpar con rumbo a
España para informar a su majestad Carlos V
de su nombramiento.
Para el caso que aquí nos ocupa, es
de señalar la pretensión de Cortés (misma
que se hace evidente desde el nombre que
elige para la recién conquistada ciudad:
Nueva España) de trasladar a los territorios
recién descubiertos y conquistados no
sólo patrones e instituciones españolas
sino, en una palabra, toda su cultura,
pues al concebir a los indígenas como
idólatras, paganos y bárbaros era imperioso
“enseñarles a vivir en policía”, tanto como
adoctrinarlos; de allí que la nueva traza de
la ciudad se conciba al modo renacentista,
destinando solares extensos para edifi car
conventos, iglesias y hospitales.
Son precisamente los hospitales, en
particular uno, de lo que aquí me interesa
hablar: el hospital de Nuestra Señora de la
Concepción, llamado más tarde hospital de
Jesús Nazareno, de la ciudad de México. En
35
un principio, como era costumbre en aquel
tiempo, la construcción albergaría el hospital,
la iglesia y un colegio; precisamente las casas
destinadas al colegio (que pertenecían
a Cortés) ocupaban la parte alta de la
edifi cación, mismas que se arrendarían a la
Universidad hacia 1581.
La importancia del documento que aquí se
estudia radica en que nos brinda información
de una de las varias reparaciones efectuadas a
la edifi cación, la cual dañó un temblor, y que
costearon a partes iguales el administrador
general del Estado y el mayordomo de las
obras del hospital. Hay que señalar que
el terreno destinado a la construcción del
hospital y colegio se basaba en la técnica de
chinampas, lo que representaba la ventaja de
ganar terreno al lago, si bien hacía que el
terreno se hundiera al no estar consolidado
para soportar estructuras de gran volumen y
peso y propiciaba las inundaciones de la ciudad.
Se debe recordar que la ciudad de México
está situada sobre la falla de San Andrés
(que nace en las Californias y atraviesa toda
la República), la cual corre justamente en
medio de ella, por lo que la actividad telúrica
es alta; ambas características obligaron a
que las construcciones de la nueva ciudad
tuvieran que reforzarse o remodelarse,
según el caso, constantemente.
El documento trata de las obras de
remodelación (no fue la única) que se
hicieron en el hospital de Nuestra Señora de
la Concepción en 1588, a cargo de Cristóbal
de Ribaguda Montoya, mayordomo de las
obras. Como se dijo, un temblor de tierra
echó por tierra una parte de las casas del
marqués del Valle, sitas en la parte superior.
No se tiene evidencia documental o material
de construcciones especializadas para
alojar enfermos en el México prehispánico.
Basándose en una afi rmación sin sustento
documental, el doctor Francisco Flores nos dice
en su Historia de la Medicina en México1 que
los aztecas tuvieron algo semejante a nues-
tros hospitales, sin embargo, Miguel León-
Portilla muestra su desacuerdo pues aunque
Alonso de Molina asienta en su Vocabulario el
término cocoxcalli, “casa de enfermos”, como
correspondencia de “enfermería, hospital”, no
ha podido documentarse, hasta donde sé, el
empleo de esta palabra designando un lugar
que cumpliera con esta función antes de la
llegada de los españoles.
En apoyo del argumento anterior, las
crónicas indígenas hablan de la elección
de Cuitláhuac como sucesor de Moctezuma
Xocoyotzin y de la epidemia de viruela en
la que murió el primero. En dichas crónicas
no se consignan lugares a la manera de los
1 Trabajo presentado en el V Congreso Nacional de la Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía de la Medicina, Querétaro, noviembre de 1998.
36
hospitales europeos. Fue uno de los pasajes
más tristes de la conquista de América, ya
que más de 70% de la población indígena
se extinguió por las epidemias que azotaron
en los primeros años a la población nativa.
Es importante indicar que la fi nalidad de
los hospitales era la de aposentar a los
enfermos y heridos, así que se crearon
hospitales de benefi cencia pública para los
españoles y, sobre todo, para el ejército.
La primera orden eclesiástica que llegó
al nuevo mundo fue la de los franciscanos
en 1523, cuando desembarcaron en tierras
americanas Pedro de Gante, Juan de Tecto
y Juan de Ayora, quienes colaboraron en
la construcción de la nueva ciudad; de
manera paralela se edifi caron los templos,
conventos, y hospitales. Dice Miguel León-
Portilla: “las realidades naturales del país
conquistado y las sociales y culturales de
sus habitantes nativos, obligaron en muchos
casos a modifi car y adaptar las instituciones
que se pretendían implementar y aún a
veces, a diseñar otras, en las que se tomaban
ampliamente en cuenta el elemento indígena
y las nuevas circunstancias”.2
2 Miguel León-Portilla, “Las comunidades mesoamericanas ante la institución de los hospitales para indios”, en Gonzalo Aguirre Beltrán y Roberto Moreno de los Arcos (coords.), Medicina novohispana, siglo XVI. Historia general de la Medicina en México, t. I I , 1a. ed., México, UNAM-Academia Nacional de Medicina, 1990, p. 220.3 Lucas Alamán, Disertaciones sobre la historia de la Republica Megicana, v. II, México, Jus, 1942, 3 vols., p. 73.4 Cristian Duverger, La conversión de los indios de la Nueva España, México, FCE, 1996, pp. 15-16.5 Josefi na Muriel, Hospitales de la Nueva España, t. I: Fundaciones del siglo XVI, México, Jus, 1956, p. 38.
Uno de los elementos que menciona
León-Portilla son los solares que tenían
una gran área para construir en el mismo
conjunto capilla, convento y hospital.
Respecto al sitio donde se construyó el
hospital, pertenecía a don Alonso de Grado,
uno de los primeros conquistadores, el
primer dueño del solar en la que para esas
fechas era la calle principal de la ciudad, y
“pues es la primera que consta en el libro
del ayuntamiento del 8 de marzo de 1524”,3
a pesar de que Lucas Alamán menciona
que “para el año de 1524 ya se hablaba del
hospital”. Podemos concluir que la edifi cación
se realizó entre 1523 y 1526, y que desde
los primeros años se pusieron las primeras
cruces y altares a los pies del santuario.4
Por bula del “16 de Abril de 1526 otorgada
por S.S. Clemente VII que se le otorgue la
[fundación y sostenimiento]”,5 Cortés tuvo el
patronato de manera perpetua:
“venciendo innumerables pueblos y con-
virtiéndolos a la fé de Cristo […] asistamos a
tus deseos principalmente a los que tiran a
la fundación y manutención de iglesias y
hospitales y a la consolación de tu alma
37
6 Lucas Alamán, op. cit., vol. 2, p. 274.7 Lucas Alamán, op. cit., vol. 2, p. 90.
[…] las que se erijan y consagren por el
obispo del lugar […] o por el más cercano
y pedir y percibir los diezmos y primicias
de los habitadores de las mismas tierras y
convertirlas para la fabrica y dotes de dichas
iglesias y hospitales y hacer que se pidan,
perciban y conviertan”.6
La bula concedía la legitimidad a los
hijos naturales del conquistador, Martín
Cortés, Luis de Altamirano y Catalina
Pizarro, a los cuales se les encomienda
que realicen la labor de administradores
amorosos y honestos. Un apartado de la
cédula habla de los hijos ilegítimos que
llevando una educación y conducta sana
estarán libres del pecado de nacimiento -
claro, no se menciona nada sobre que ellos
puedan tener acceso a las administraciones
de las iglesias y hospitales fundados por
su padre; Cortés invirtió las rentas de sus
casas de Chapultepec y Coyoacán, pagos
de tributos de las encomiendas, pago por
concepto de obras pías e incluso se tenían
indulgencias para pedir limosna pública,
con el fi n de hacer crecer su obra que desde
un principio se planteó majestuosa-. La
iglesia y el hospital de Nuestra Señora de
la Concepción se construyeron siguiendo
la tradición arquitectónica; “esta iglesia será
la primera que se construyó en la Nueva
España”7 (un dato curioso es que de esta
iglesia se tomaron los ornamentos para que
fray Juan de Zumárraga ofi ciara misa a su
llegada), y también la primera que desde su
fundación contó con un patronato.
UBICACIÓN
“Cortés empleó para su patronato la
manzana que hoy ocupan la iglesia, el
hospital y otros edifi cios pertenecientes a
este, la cual comprende un área de once
mil novecientos y cuatro varas cuadradas,
noventa y tres las que tiene de extensión el
frente de norte a sur y ciento veintiocho el
costado de oriente a poniente. En la fachada
estaba la plazuela de la paja, que es una
ampliación de la calle del rastro: por el
costado del sur se termina con la calle por
donde antiguamente corría una acequia,
que por la calle de la puerta falsa de la
Merced, venia atravesando dos manzanas á
salir a la esquina del Puente de San Dimas,
y desde aquí sesgado por entre las casas,
pasaba por la calle del puente de la Aduana
Vieja y terminaba tres de Regina, en la del
puente de Monzón por la cual iba a reunirse
con otras. Por el poniente y norte limitan el
cuadro, la calle cerrada de Jesús y la plazuela
en la que está el mercado que es propiedad
38
8 Lucas Alamán, op. cit., vol. 2, pp. 73-74.9 Tanto en el presente escrito como en la trascripción paleográfi ca se consigna el apellido del personaje como Ribaguda, mas en la bibliografía consultada aparece de diferente forma: Ribagoda, siendo el mismo.
del hospital”.8 Esto se encuentra en las
calles que ahora conocemos: al oriente,
Pino Suárez; al poniente, 20 de Noviembre;
al norte, Republica del Salvador, y al sur
Izazaga (no son los únicos nombres que
han tenido dichas calles desde la formación
de la Nueva España, en diferentes épocas
de la historia se han modifi cado las calles
del actual primer cuadro de la ciudad de
México.
El recinto tiene patios y jardines
centrales limitados con arquería de cantera
en ambos niveles la entrada de la iglesia
mira hacia una pequeña plaza y se ubica a
un costado de la actual calle República del
Salvador.
EL DOCUMENTO
Se encuentra como Indiferente Virreinal,
caja 1719, expediente 10, Hospital de Jesús,
1589, y consta de varias peticiones, cartas
y traslados; sus fojas están cosidas, las
primeras están rotas y muy sucias, le faltan
folios, contienen inscripciones posteriores
con la cartelera en papel blanco y no tienen
un orden cronológico.
La primera foja es una petición del
mayordomo de las obras del hospital,
Cristóbal de Ribaguda9 Montoya, dirigida
al rey, para que mande fi niquitar un pleito
con la Universidad de la Ciudad de México
puesto que el término que se había fi jado
para que ella alegara en su favor había
concluido; la petición fue leída en la Real
Audiencia en 1588.
Resulta signifi cativo que esta petición
aparezca como cabeza del expediente, pues
da la impresión de que el mismo se elaboró
para solicitar que la Universidad cumpliera
con los compromisos adquiridos por el
arrendamiento de las casas que ocupaba; sin
embargo, como se anotó líneas arriba, estas
cartas y peticiones ya habían sido objeto de
una primera organización (prueba de ello es
la cartelera) tal vez por parte de la Secretaría
del Marquesado o por el archivo del hospital
o del colegio, lo cual explicaría por qué
encabeza esta petición el expediente.
La segunda foja es otra carta del mismo
mayordomo, dirigida al rey, fechada siete
días antes que la anterior, es decir, ésta
tiene fecha del 12 de julio de 1588 mientras
que la del folio anterior está fechada el
día 19. En esta carta Ribaguda pide que
la Universidad desocupe las casas puesto
que una de las cláusulas del contrato de
arrendamiento estipulaba particularmente:
“Ítem, es condición que si dentro de los
dichos cuatro años del dicho arrendamiento
se determinare de edifi car el dicho Colegio
que en las dichas casas se ha de hacer
39
10 AGN, Indiferente Virreinal, caja 1719, exp. 10, Hospital de Jesús, 1588, 16 fs. Folio 5v.11Ibid., f. 3.
luego que la dicha obra se comience e
prosiga las dichas casas queden libres y
desembarazadas para la hacer e proseguir
sin poner impedimento alguno pagando lo
corrido”.10 Esta petición se leyó en la Real
Audiencia y en el verso del folio se incluyen
las notifi caciones a los diputados hechas
por el secretario con las respuestas de los
mismos.
La tercera foja y las siguientes contienen
la actuación de Francisco de Quintana
Dueñas, administrador general del Estado y
marquesado del Valle, para que Ribaguda
comenzara a hacer las obras del colegio;
fechada el 20 de junio de 1588, en ésta
se inserta un capítulo de instrucción del
marqués del Valle, dado en Sevilla en
1580, por el cual consta que: “vista esta mi
instrucción, vais luego al señor visorey y al
señor arzobispo […] diciéndoles cómo quiero
que […] se comience la obra del Colegio […]
haréis que se comience luego a acomodar
de manera que con mucha brevedad puedan
entrar colegiales en ella y comenzase a ver
el fruto de una tan provechosa obra para esa
República”.11 Se menciona la aprobación del
virrey y del arzobispo para dicha obra y se
incluye la notifi cación a Ribaguda Montoya.
Este tercer documento concluye con la
constancia de haberse reunido Francisco de
Quintana, Cristóbal de Ribaguda y Claudio
de Arciniega, maestro mayor de arquitectura
y cantería, para medir y trazar la obra; sobre
el parecer de Claudio de Arciniega de cómo
se ha de edifi car la misma, el documento
asienta:
“[…] como tal maestro mayor con una
vara de medir anduvo trazando y midió
el ancho y largo del patio principal de las
dichas casas y por lo bajo y alto de ella la
anduvo mirando y [f 4] considerando en
la parte y lugar a donde se podría hacer
la capilla y aulas y general que se ha de
hacer en [e]l dicho Colegio y lo demás a él
conviniente y habiéndolo visto y trazado y
conferido con los dichos administrador y
mayordomo y con las demás personas que
desto les pareció entendían, que estaban
presentes, quedó resumido que ante todas
cosas se debían hacer arquería de piedra de
cantería en lo baxo del dicho patio y en los
corredores altos todo a la redonda del dicho
patio y corredores y que fecho lo susodicho
se prosigueria [sic] en la dicha obra en la
mejor forma y orden que conviniese […]”
De las fojas 5 a 9 se encuentra el
traslado de la escritura de arrendamiento
entre el mayordomo y la Universidad repre-
sentada por su rector, el doctor Francisco de
Sande, fechada en 1586, que incluye estas
cláusulas: se arriendan por cuatro años
desde el 1 de enero de 1587; se arrienda
40
en el interin que se construye el colegio;
el costo del arrendamiento será de 160
pesos anuales; si durante el tiempo del
contrato la Universidad deja las casas, éstas
no se puedan volver a arrendar pagando
la Universidad lo que importare el espacio
de tiempo que las ocupó; si las obras
comienzan durante los cuatro años del
contrato, desocupen las casas para dejar
hacer las obras; las reparaciones corren por
cuenta de la Universidad y si se negaren a
ello, Ribaguda las pueda hacer con cargo
a la misma sin más probanza que sólo su
palabra; los 160 pesos se han de pagar
por tercios del año. El contrato se celebró
entre el propio Ribaguda y Francisco de
Sande, Juan de Salcedo y Alonso Alemán,
catedráticos de la dicha Universidad y
diputados por todo el claustro.
Es curioso que en esta parte del texto
se inserte la petición de pago de Ribaguda
a la Universidad, alegando el primero que
desde hace más de seis años no pagan
el arrendamiento (aproximadamente desde
1581); se menciona que ha habido ya un
juicio y una sentencia ejecutiva al respecto
(al parecer hace referencia a lo asentado en
la primera foja), y que se mandó rematar
algunos bienes de la Universidad; así
mismo, que dicho remate se suspendió
por el virrey diciendo que él les obligaría a
pagar. La respuesta a tal petición de pago
fue la reunión del Claustro Pleno de la
Universidad, quedando como diputados
el dicho Sande, Alemán y Salcedo para
celebrar el arrendamiento y poder aceptar
la escritura en nombre del mismo Claustro;
en esta parte del texto aparece en sí la carta
de arrendamiento, fechada en 1586. Es
de importancia destacar que aparecen los
nombres y cargos de todos y cada uno de
los catedráticos que conforman el Claustro;
el documento fi naliza en la foja 9.
De la foja 10 a la 14 aparecen las
cuentas de los gastos de peones, albañiles,
carpinteros y cal. Esta parte del texto
resulta de gran interés, ya que contiene
información de cuánto ganaba un peón
por una jornada de trabajo, cuánto le
correspondía al alguacil que llevaba a los
peones, el salario de los albañiles, el precio
de una carreta de cal, el precio de las vigas
y tablas, lo que cobraban los carpinteros;
además, un dato signifi cativo es que el
documento hace explícita la fi liación étnica
de los carpinteros: “A veinte y siete días de
abril pagué a dos carpinteros mexicanos12
los cuales enpesaron a apuntalar todo lo
que quedó por caer arriba y debajo de las
casas diez tomines”.
Por último, el expediente termina con
tres certifi caciones que otorga Juan Ramírez
por haber recibido la paga correspondiente
a su trabajo. Se debe recordar que los
12 El subrayado es mío.
41
gastos de las reparaciones de las casas
eran divididos entre las obras del hospital
y las obras de las casas del marqués.
Desafortunadamente, esta certifi cación está
incompleta -supongo que aquí comenzaba
un pequeño litigio puesto que en las fojas
siguientes se deja constancia de que
Francisco de Quintana manda a Claudio
Arciniega para que verifi que los costos de las
obras y se asegure de que tanto el hospital
como el marqués están pagando lo mismo
porque lo que se desprende de las cuentas
es que Ribaguda gastó 92 pesos 4 tomines
en cal, peones y ofi ciales que trabajaron en
dicha obra, mientras que el marqués 265
pesos 1 tomín y 6 granos.
El último folio, el 16, es la tasación de
Claudio de Arciniega de los gastos de la
obra, quien dice que la parte del marqués
dio 265 pesos 1 tomín y 6 granos porque:
“sesenta pesos y cuatro tomines que
gastó más en su obra en tres ventanas
con sus marcos de madera y en cinco vigas
grandes labradas y asentadas con treinta
tablas juntadas y en hacer una chimenea
grande de ladrillo en la dicha pieza y un
horno y en echar un suelo de cal y tezontal
a la dicha pieza y de cortar los canes que
salían fuera de la pared para descargalle
del peso que tenía y en estas demasías se
gastaron los dichos sesenta pesos y cuatro
tomines del dicho oro”. Esto demuestra que
en realidad el marqués gastó más que el
hospital porque hizo construir más obras
(como la chimenea y el horno) y no porque
el hospital lo estuviera defraudando.
Como se anotó en párrafos anteriores,
es una lástima que falte la conclusión del
folio mencionado, ya que en esta foja 15
está la certifi cación de Juan Ramírez de
haber recibido de Ribaguda 56 pesos 9
granos más, para completar la mitad de
los 357 pesos 5 tomines y 6 granos que se
gastaron en total por toda la obra; éstos,
aunados a los 92 pesos 4 tomines que había
dado con anterioridad, hacen un total de
148 pesos 4 tomines y 9 granos que es la
mitad del importe total de la obra, quedando
así ambas partes satisfechas.
BIBLIOGRAFÍA ADICIONAL
León-Portilla, Miguel, Hernán Cortés y la Mar del Sur, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica,
1985.
Martínez, José Luis, Hernán Cortés, México, UNAM-FCE, 1990-1992.
43
1[f 1] [Crismón]
Muy poderoso señor A [roto]
Ynt [roto]
Cristóval Ribaguda Montoya administrador de las obras del Hospital de Nuestra Señora de
la Conceción de esta ciudad en lo que tengo pedido al rector y diputados de la Universidad
de esta ciudad sobre que me desembaracen las casas en que al presente esta la dicha
Universidad que son de las dichas obras para proseguir la obras de el Colegio digo que las
partes contrarias llevaron termino para venir diciendo acerca de lo por mí pedido sobre
lo susodicho notifi cóseles no han dicho cosa alguna el término es pasado yo les acuso la
rebeldía
A vuestra alteza pido y suplico haya esta causa por conclusa sobre este artículo y mande
que se trayan los autos y pido justicia.
Cristóbal de Ribaguda.
En la ciudad de México a diez y nueve días del mes de julio de mil y quinientos y ochenta
y ocho años estando el presidente e oidores de la Audiencia Real de la Nueva España en
audiencia pública se leyó esta petición y vista mandaron traer los autos a la Sala.
1 Con la fi nalidad de hacer más ágil y rápida la lectura del documento, he decidido hacer la transcripción paleográfi ca a renglón seguido. De la misma forma he corregido parcialmente la ortografía, respetando en todos los casos los nombres propios, mismos que se han puesto con todas las variantes que el original consigna, la única modifi cación hecha en ellos son las mayúsculas. En cuanto a la puntuación sólo he puesto puntos o comas ahí donde eran muy claros (por ejemplo: punto fi nal, enumeración de personas o cosas). Las abreviaturas se han desatado sin poner corchetes, he utilizado los corchetes sólo en los casos en que falta una palabra o para hacer reconstrucciones del texto (las menos de las veces) donde era clara la idea y el original estaba roto. Finalmente, las contracciones y arcaísmos se consignan igual que en el original.
45
[f 1v] Cristóbal de Ribaguda Montoya para [las] obras del Hospital de Nuestra Señora
En XX de julio de 80
[?]
En XXIII de julio 1588 años, que se lleve al Acuerdo.
En primero de agosto 1588, acuda a su excelencia.
47
[f 2] [Crismón]
Muy poderoso señor léase toda2
XII de julio de 1588 [tachado: 1588]
No 1o 1588
No 3
Cristóval de Ribaguda Montoya, administrador de las obras del Hospital de Nuestra Señora
desta ciudad, digo que por parte del marqués del valle patrón del dicho Hospital y del Colegio
que mandó hacer don Fernando Cortés, marqués del valle, su padre en su testamento debaxo
de cuya disposición murió se me mandó y notifi có que luego acudiese a hacer la obra del
dicho Colegio en las casas que para este efeto el dicho marqués tiene vendidas que son en
las que al presente están las escuelas desta ciudad e yo luego con un alarife3 lo empecé a
trazar y ver lo que era necesario que se hiciese en las dichas casas como consta por este
testimonio que presento y aunque yo como tal administrador las di en arrendamiento al
retor y diputados de las dichas escuelas por tiempo de cuatro años fue con calidad que cada
y cuando que se hubiese de hacer el dicho Colegio habían de dexar las dichas casas libres y
desembarazadas como parece por esta escritura del dicho arrendamiento que [aquí] presento
y porque para poder empezar la dicha obra conforme al parecer de los dichos alarifes es
necesario que le desenbarasen y deso[cupen] [las] dichas casas.
Por tanto [a] [vuestr]a al[teza] [pido] y suplico mande al retor y diputados [de las] dichas
escuelas luego hagan desocupar las dichas casas y las dejen libres e desenbarazadas para que
libremente y sin impedimento se pueda hacer la dicha obra y se cumpla la voluntad del dicho
testador y pido justicia y costas y en lo necesario.
Cristóbal de Ribaguda. [Rúbrica]
En la ciudad de México a doce días del mes de julio de mil y quinientos e ochenta e ocho años
estando el presidente e oidores de la Audiencia Real de la Nueva España en audiencia pública
se leyó esta petición e por los dichos presidente e oidores vista, mandaron dar traslado a los
señores a quien toca.
Pedro Sánchez Moreno. [Rúbrica]
2 Pegada sobre el papel original se encuentra una cartelera que dice: “Partida 7a leg. N 12 [?]3 Alarife: albañil.
49
[f 2v] En la ciudad de México a quince días del mes de julio de mil e quinientos y ochenta
y ocho años yo el scribano yusoscripto leí e notifi qué el es[sic] auto desta otra parte con
lo proveído a él por esta Real Audiencia al doctor Sadierna oidor della como a retor de la
Universidad desta ciudad el cual dixo que notifi cado a los diputados y consiliarios della se
le dé treslado de todo para responder. Testigo el licenciado Salgado. Va testado: rre. No vala
Francisco Sánchez, scribano real. [Rúbrica]
En la ciudad de México el dicho día quince de julio del dicho año de mil e quinientos y ochenta
y ocho años yo el scribano yusoscripto leí e notifi qué el dicho scrito con lo proveído a él por
la Real Audiencia al dotor don Gerónimo de Carcomo como a diputado de las escuelas desta
ciudad en su persona el cual dixo que lo oye. Testigo: Pedro de Valero.
Francisco Sánchez, scribano real. [Rúbrica]
E después de lo susodicho el dicho día, mes e año susodicho yo el dicho scrivano notifi qué la
dicha petición con lo a ella proveído por la Real Audiencia a el doctor Luis de Villanueva como
a diputado de las escuelas e Universidad desta ciudad en su persona el cual dixo que protesta
no le perjudique e[sta] notifi cación a la Universidad porque se ha de h[acer] [roto] claustro
pleno a quien toca responder a este y no a los disputados [sic] que no es este su ofi cio y
esto dio por su respuesta. Testigos el señor Juan de Cuenca [y] A[lonso] de [Villa]nueva. Va
enmen[dado] e un. Vala
Francisco Sánchez, scribano real. [Rúbrica]
En la ciudad de México a diez y seis días del mes de julio de mil e quinientos y ochenta y ocho
años yo el scribano yusoscripto notifi qué el dicho escrito con lo a él proveído por la Real
Audiencia a Cristoval de la Placa, secretario de la Universidad desta ciudad, en su persona el
cual dixo que se notifi que al retor y diputados de la dicha Universidad y notifi cado se le dé
treslado para responder y dello doy fe.
Francisco Sánchez, scribano real. [Rúbrica]
51
[f 3] En la ciudad de México de la Nueva España a veinte días del mes de junio de mil y
quinientos y ochenta y ocho años Francisco de Quintana Dueñas, administrador general del
estado de don Martín Cortés, marqués del valle, patrón perpetuo de las obras del Hospital de
la Concepción de Nuestra Señora desta ciudad de México, colegio y monasterio que mandó
hacer don Fernando Cortés, marqués del valle, su padre de gloriosísima memoria y por virtud
del poder que tiene de su señoría de que yo el presente escribano doy fe dijo que por cuanto
su señoría tiene ordenado y mandado que el dicho Colegio se haga con la mayor brevedad
que fuere posible en las casas que para ello tiene vendidas a las dichas obras que son en esta
dicha ciudad a donde al presente están las escuelas y Universidad della como se declara en
un capitulo de instrucción que su señoría envió para el dicho efeto dado en Sevilla a veinte
y siete días del mes de otubre del año pasado de mil y quinientos y ochenta que es el que
se sigue: Primeramente mando a vos el dicho Guillen Peraza o a la persona a cuyo cargo
la dicha administración fuere, que vista esta mi instrucción vais luego al señor visorey y al
señor arzobispo a los cuales yo escribo sobre ello y a cada uno de ellos daréis cuenta desta mi
determinada voluntad diciéndoles cómo quiero que a la hora se comience la obra del Colegio
el cual quiero que se haga en esa ciudad en las casas que para este efecto le tengo vendidas
las cuales con parecer de esos señores haréis que se comience luego a acomodar de manera
que con mucha brevedad puedan entrar colegiales en ella y comenzase a ver el fruto de una
tan provechosa obra para esa República. Y porque en cumplimiento de lo que su señoría por
el dicho capítulo manda, él lo ha tratado y comunicado con el excelentísimo visorey marqués
de Villa Manrique y con fray Pedro de Pravia de la Orden de Santo Domingo, gobernador
de este arzobispado, los cuales y cada uno de por sí dijo que agradecían y estimaban en
mucho una obra tan insigne como la de suso referida y que para este efecto en lo que
fuese necesario acudirían con su ayuda y favor y para que la voluntad del dicho marqués de
gloriosísima memoria se haga e guarde y se cumpla lo que su señoría por el dicho capitulo
de instrucción ordena y manda pidió a mí el presente escribano que notifi que a Cristobal de
Ribaguda Montoya mayordomo de las obras del dicho Hospital que luego que este auto le
sea notifi cado ponga en execucion con efecto lo contenido enl dicho capitulo de instrución
de susoincorporado y mande hacer
53
[f 3v] y haga sin ninguna dilación la obra del dicho Colegio en la parte y lugar de suso referida
como su señoría lo manda y pide a mí el presente escribano que así de este auto como de la
notifi cación que se hiciere al dicho Cristóbal de Ribaguda Montoya como de todo lo demás
que en execución dello se hiciere el testimonio en pública forma para lo embiar al dicho don
Martín Cortés, marqués del valle, para que conste a su señoría de cómo se hace y cumple lo
que por su señoría se le manda y así lo proveyó y mandó Francisco de Quintana Dueñas ante
mí Diego de Mercado.4En la ciudad de México en este dicho día mes y año susodicho yo el escribano yusoescripto
notifi qué el auto del dicho Francisco de Quintana Dueñas, desta otra parte escripto, a Cristóbal
de Ribaguda Montoya, mayordomo de las obras del Hospital de la Concepción de Nuestra
Señora de esta ciudad, el cual dijo que está presto de hacer y cumplir lo que por el dicho auto
se le manda y lo fi rmó de lo cual doy fe. Cristoval de Ribaguda. Diego de Mercado.
En la ciudad de México a veinte y siete días del mes de junio de mil y quinientos y ochenta
y ocho años en presencia de mí el escribano y testigos Francisco de Quintana Dueñas,
administrador general del estado de don Martín Cortés, marqués del valle y Cristóbal de
Ribaguda Montoya, mayordomo de las obras del Hospital de la Concepción de Nuestra
Señora de esta ciudad, colegio y monasterio y Claudio de Arziniega maestro mayor de
cantería y arquitectura desta Nueva España se juntaron en las casas de las escuelas y
Universidad desta ciudad para dar traza en la forma y orden que se ha de tener para hacer
en las dichas casas el Colegio que mando hacer don Fernando Cortés, marqués del valle,
padre de su señoría, de gloriosísima memoria que esté en el cielo, en execucion de lo cual en
mi presencia y de los dichos testigos y de otra mucha gente que a ello se halló presente el
dicho Claudio de Arziniega como tal maestro mayor con una vara de medir anduvo trazando
y midió el ancho y largo del patio principal de las dichas casas y por lo bajo y alto de ella la
anduvo mirando y
4 Al margen: notifi cación.
55
[f 4] considerando en la parte y lugar a donde se podría hacer la capilla y aulas y general que
se ha de hacer enl dicho Colegio y lo demás a él conviniente y habiéndolo visto y trazado y
conferido con los dichos administrador y mayordomo y con las demás personas que desto
les pareció entendían que estaban presentes quedo resumido que ante todas cosas se debían
hacer arquería de piedra de cantería en lo baxo del dicho patio y en los corredores altos todo
a la redonda del dicho patio y corredores y que fecho lo susodicho se prosigueria [sic] en
la dicha obra en la mejor forma y orden que conviniese para lo cual el dicho Francisco de
Quintana Dueñas como tal administrador general encargó al dicho Cristoval de Ribaguda
Montoya que luego sin ninguna dilación ponga en execucion con efecto lo tratado y
concertado y en su cumplimiento haga traer y traiga a las dichas casas toda la piedra de
cantería y los demás materiales que para lo susodicho fuere necesarios y ofi ciales indios y
españoles que para el dicho ministerio fueren menester los cuales luego hagan y prosigan la
dicha obra como más convenga al servicio de su señoría el cual dicho Cristoval de Ribaguda
Montoya como tal mayordomo de las dichas obras dixo que en cuanto a él fuere posible hará
y cumplirá lo que para este efecto le ha sido y esta encargado y todos tres lo fi rmaron de
sus nombres siendo testigos Joan de Montemayor y Esteban Mexía y Diego Bauptista Bravo
y otra mucha gente vecinos [y] estantes en México. Francisco de Quintana Dueñas. Cristoval
de Ribaguda. Claudio de Arciniega. Ante mí: Diego de Mercado.
Yo, Diego de Mercado, scribano del rey nuestro señor, fui presente e fi ze mi signo en
testimonio de verdad. [signo]
Diego de mercado. [Rúbrica]
Gratis.
57
5[f 5] Este es un treslado bien e fi elmente sacado de una escriptura de arrendamiento que
parece haberse otorgado entre el mayordomo e administrador de las obras del Hospital de
Nuestra Señora de la Concepcion desta ciudad de México con la Universidad y escuelas desta
dicha ciudad que parece estar signada de Juan Arias De Paz, escribano, que su tenor de la
cual es como se sigue:
Sepan cuantos esta carta de arrendamiento vieren como yo Cristoval de Ribaguda Montoya
mayordomo de las obras del Hospital de Nuestra Señora por virtud del poder que tengo del
muy ilustre señor marqués del valle como patrón del dicho Hospital y del Colegio que se ha
de hacer en las casas en que al presente está la Universidad desta ciudad que son en la calle
que llaman de los Oidores linde casas en que vive el señor doctor Sande de la una parte e de la
otra casas en que vive Gerónimo Leardo mercader otorgo e conozco que en el dicho nombre
arriendo al muy ilustre señor doctor Francisco de Sande retor desta Universidad y a la dicha
Universidad en su nombre las casas susodichas y deslindadas en que al presente la dicha
Universidad está las cuales son e se instituyeron para hacer un colegio las cuales arriendo a
la dicha Universidad en el interin que se hace por tiempo y espacio de cuatro años
5 Folio 4v en blanco
59
[f 5v] primeros siguientes que corran e se cuenten desde primero día del mes de enero
del año que viene principio del año de mil e quinientos e ochenta e siete años hasta ser
cumplidos por precio e cuantía de ciento e sesenta pesos de minas en cada un año y con las
condiciones siguientes:
Primeramente que si durante los dichos cuatro años la dicha Universidad se pasase a otras
casas desde aquel mesmo día estas dichas casas que así arriendo queden por las dichas obras
y colegio libres y desenbarazadas sin poderlas arrendar ni trespasar a otra persona ni obra
pública pagando los alquileres que obieren corrido hasta el dicho día que las dexaren.6Ítem, es condición que si dentro de los dichos cuatro años del dicho arrendamiento se
determinare de edifi car el dicho Colegio que en las dichas casas se ha de hacer luego que la
dicha obra se comience e prosiga las dichas casas queden libres y desembarazadas para la
hacer e proseguir sin poner impedimento alguno pagando lo corrido.
Ítem, es condición que todos los reparos necesarios que fueren menester hacerse en las
dichas casas se hagan e reparen y requerido que los haga no los haciendo lo pueda el
mayordomo de las escuelas hacer a costa de los alquileres y con su juramento sin otra más
averiguación ni pro
6 Al margen: ojo.
61
[f 6] vanza sea creído de lo que costare.
Ítem, que los dichos ciento e sesenta pesos de oro de minas se han de pagar por los tercios de
cada un año según e como se pagan los catredaticos [sic] de la dicha Universidad cada cuatro
meses un tercio sin costa alguna en reales y en la forma susodicha con las dichas condiciones
arriendo las dichas casas al dicho señor doctor e a la Universidad en su nombre para que las
vivan e moren por el dicho tiempo e precio e me obligo de no las quitar a la dicha Universidad
por más ni por menos ni por el tanto ni darlas a otra persona so pena de dar otras tales e tan
buenas y en tan buen sitio y lugar e para cumplir lo que dicho es obligo los bienes e rentas
de las dichas obras casas e rentas que tienen según e como a mí me están obligadas para el
saneamiento e fuerza de los arrendamientos y administración que del dicho señor marqués
tengo y estando presente el dicho señor rector y los señores doctor Juan de Zalcedo e Alonso
Alemán catredaticos de la dicha Universidad diputados por todo el claustro para otorgar esta
escriptura y lo en ella contenido en virtud de la dicha comisión e poder que se le dio ante mí
el presente scribano y secretario su tenor es el que se sigue:
Muy ilustre señor Cristoval de Ribaguda Montoya administrador de
63
[f 6v] las obras de el Hospital de Nuestra Señora de la Concecion desta ciudad digo que
ha más de seis años que esta Universidad no nos paga el alquiler destas escuelas ni nos
hace arrendamiento dellas y sobre esto a habido pleito en la Real Audiencia y en revista
esta condenada esta Universidad a que nos pague y se hizo remate de ciertos bienes por
vía ejecutiva y vuestra señoría suspendió el apremio dellos para el primer claustro diciendo
que haría pagar y se haría el arrendamiento por el valor dellas con seguridad y pues esta es
hacienda de los pobres de donde han de comer y de las obras de la iglesia y casa y no nos
pagando se hará todo esto.
A vuestra señoría pido y suplico mande que luego nos paguen todo lo que se deviere de lo
corrido del dicho arrendamiento e para lo de adelante se haga el dicho arrendamiento en lo
cual recibiré bien e merced. Cristoval de Ribaguda.
En la ciudad de México nueve días del mes de diciembre de mil e quinientos e ochenta e siete
años estando en la Universidad desta ciudad los muy ilustres señores retor, maestrescuela,
doctores y consiliarios de la dicha Universidad nonbrada e señaladamente el doctor Francisco
de Sande, rector, el doctor Murion, maestrescuela, el doctor Saldierna de Mariala, el doctor
Valderrama, el doctor Santiago
65
[f 7] del Riego, oidores y alcaldes desta Real Audiencia, el doctor Zurnero, el doctor
Bustamante, el doctor Cadena, el doctor Salcedo, el maestro Adriano, el maestro Agurto, el
maestro fray Melchior de los Reyes, el maestro Osorio, el doctor Ortiz, el doctor Alemán, el
doctor Loya, el dotor Salvador, el doctor Prado, el doctor Salamanca, el doctor Ribera, el dotor
de la Fuente, el dotor Pero López, el doctor Balpuesta, el doctor Herrera, el doctor Diosdado,
el doctor Urieta, el maestro Martínez, el maestro José Phelipez, el maestro Francisco Gómez,
doctores e maestros de la dicha Universidad el bachiller Francisco Dávila, el bachiller García
de Caravajal, consiliarios; estando en claustro pleno para cuyo efecto han sido juntos e
congregados por cedula e llamamiento del dicho señor rector de cuyo testimonio los veo e les
certifi caron se leyó en el dicho claustro esta petición desta otra parte la cual vista y entendida
por el ilustre claustro dijeron que cometían e cometieron al muy ilustre señor doctor Sande
rector y a los ilustres señores dotores Juan de Zalcedo y Alonso Alemán diputados desta
Universidad el hacer arrendamiento de las casas en que la dicha Universidad está a la persona
cuyas son por el precio, tiempo, condiciones y pusturas
67
[f 7v] que bien visto les sea para cuyo efecto puedan los dichos señores hacer e hagan las
escripturas de arrendamiento y otras que convengan y sean necesarias de se hacer obligando
a la paga e seguridad del dicho arrendamiento tiempo e precio los bienes e rentas de la
dicha Universidad con las fuerzas, vínculos, fi rmezas, hipotecas y renunciaciones de leyes y
sumisiones que les pareciere que convengan para que el dicho arrendamiento haya efecto
que para todo lo que dicho es y lo a ello anexo y dependiente dijeron les daban e dieron
tan bastante y cumplido poder como este ilustre claustro le ha e tiene e valgan las dichas
escripturas como si en dicho claustro pleno se hicieran e otorgaran e lo otorgaron en forma
siendo testigos los unos de los otros y lo fi rmaron el señor rector y el señor masescuela [sic]
en la forma acostumbrada. El doctor Francisco de Sande. Doctor Sancho Sánchez de Menion.
Pasó ante mí: juan arias de paz, secretario escribano de su majestad.
Otorgamos e conocemos por esta presente carta que en la mejor manera que de derecho
podemos e debemos en nombre de la dicha Universidad aceptamos la escriptura de
arrendamiento susodicha e nos obligamos que guardaremos e cumpliremos las condiciones
e posturas en ella contenidas
69
[f 8] las cuales habemos oído y entendido e que la dicha Universidad dará e pagará los dichos
ciento e sesenta pesos de oro de minas a la persona que los obiere de haber en cada un año de
los dichos cuatro años por los dichos tercios del año según dicho es e no los dando e pagando
por ellos la dicha Universidad pueda ser ejecutada e sus bienes e rentas como por deuda
liquida y los pague con las costas que sobrello se siguieren e recrecieren las cuales terná bien
paradas e reparadas sin las dejar caer ni maltratar acudiendo cuando fuere necesario al dicho
mayordomo para que las repare conforme a la dicha condición e para cumplir e pagar lo que
dicho es obligamos los bienes e rentas de la dicha Universidad habidos e por haber e yo el
dicho Cristoval de Ribaguda los bienes e rentas de las dichas obras e cada uno de nos por lo
que le toca al cumplimiento desta escriptura damos poder a las justicias de su majestad e que
sean conpetentes a cuya juridicion e fuero sometemos los dichos bienes e rentas para que
hagan cumplir e guardar lo contenido en esta escriptura como de sentencia pasada en cosa
juzgada por cada uno e cualquier de nos consentida e no apelada renunciación de nuestro
favor e ayuda todas e cualesquier leyes e privilegios, libertades, esencio-
71
[f 8v] nes e la que defi ende la general renunciación en testimonio de lo cual otorgamos
en la forma que dicha es ante el presente scribano de su majestad e testigos que es fecho
en la ciudad de México a doce días del mes de diciembre de mil e quinientos e ochenta e
seis años siendo testigos a lo que dicho es Graviel de Bargas Juan de Caravajal e Francisco
Nuñez e Pedro Rodríguez vecinos y estantes en México e lo fi rmaron los otorgantes que yo
el escribano conozco el doctor Francisco de Sande Juan de Salcedo Cristoval de Ribaguda
el doctor Alemán paso ante mí Juan Arias De Paz, scrivano secretario. yo Juan Arias De Paz
secretario de la real Universidad de México por merced de su majestad su escribano real fui
presente al dicho otorgamiento y lo signe en testimonio de verdad Juan Arias De Paz scrivano
real
Fecho y sacado, corregido y concertado fue este treslado con el original de donde se sacó
y va cierto e verdadero conforme a él el cual dicho treslado saqué a pedimiento de Juan de
Montemayor cobrador de las rentas del Hospital de Nuestra Señora de la Concecion desta
dicha ciudad a quien se volvió el dicho original el cual lo recibió y fi rmó de su nonbre siendo
testigos Cristoval Gentil e Domingo de Acosta vecinos de México que
73
[f 9] es fecho en la ciudad de México a o[cho días] del mes de julio de mil e q[uinientos]
y ochenta e ocho años va enl marg[en] [ojo] Juan de Montemayor [Rúbrica]
E yo Álvaro de Grado presente fui a lo que dicho es y por e[nde fi ze aquí mi signo] en
testimonio de verdad [signo]
Álvaro de Grado, escribano de su majestad [Rúbrica]
Derechos VI reales [Rúbrica]
75
LA COMPAÑÍA DE JESÚS EN LA PENÍNSULA DE CALIFORNIA, 1697
Presentación y paleografía: Ángeles Paredes Díez de Sollano
Hacia fi nales del siglo XVIII, la península de
Baja California fue escenario de una de
las empresas más ambiciosas de la Compañía
de Jesús para implantar un modelo político
religioso moderno, entendido éste como
un proyecto civilizatorio específi co de la
historia europea de larga duración.1
El territorio californiano, agreste en su
geografía, presentó serias difi cultades para
los religiosos. El suelo desértico, cubierto
de tierras arenosas y estériles y con escasas
fuentes de agua dulce, resultaba inapropiado
para la introducción de cultivos. La fauna
local no ofrecía gran variedad, además
de algunos reptiles y coyotes. La misma
geografía determinó las características
culturales de sus pobladores.
Al quedar aislados durante varios siglos
del contacto con otras sociedades, los indios
californios mantuvieron un cierto estatismo y
uniformidad cultural en comparación con los
pueblos mesoamericanos. Con una economía
precaria, dedicada a la recolección, la caza
y la pesca, desarrollaron una organización
social y política poco compleja, refl ejo de ello
es el reducido número de palabras existentes
en su lengua.
Los contactos iniciales entre españoles e
indígenas tuvieron lugar en la primera mitad
del siglo XVI cuando Hernán Cortés, movido
por el afán de encontrar mantos perlíferos,
organizó cinco expediciones. Resultado de
ellas fue el establecimiento de una efímera
colonia de españoles; de mayor relevancia
es el hecho de que a partir de ellas se amplió
el conocimiento sobre las características del
territorio y de su condición de península.
Siguieron a este primer interés numerosos
intentos fallidos de colonización, muchos de
ellos promovidos por las mismas autoridades
virreinales que veían en la península un sitio
estratégico para proveer un lugar seguro
a las naves que regresaban de Filipinas,
y sobre todo para extender los dominios
coloniales.2
Fue hasta mediados del siglo XVII que
1 Bolívar Echeverría, La modernidad de lo barroco, México, Biblioteca Era, 1998, p. 58.2 José Luis Aguilar, Misiones en la península de Baja California, México, INAH, 1991, p. 40.
76
la Corona decidió encomendarle la misión
de poblar y evangelizar a la Compañía de
Jesús, dándole facultad para gobernar civil
y eclesiásticamente las tierras descubiertas,
así como de seleccionar y remover a los
ofi ciales que considerasen aptos. A cambio,
el Real Tesoro no debía pagar los gastos
de ejecución y posesión de las tierras, sin
embargo, dicha posesión debía ser hecha en
nombre del rey español.
Los padres Eusebio Francisco Kino y
Juan María de Salvatierra recibieron la
autorización de pasar a la península en
1697, tomando posesión de ella el 15 de
octubre del mismo año. El padre Kino,
después de una intensa actividad por
conseguir la licencia Real, tuvo que ceder
su lugar al padre Francisco Piccolo, quien
se unió a la expedición después de asegurar
fondos y provisiones para el sustento de la
misma.
Dadas las difi cultades para establecer
asentamientos permanentes y más aún de
introducir una economía autosufi ciente, la
compañía buscó los medios de abastecer
a sus huestes religiosas y militares. El
Fondo Piadoso de California, establecido en
1697, funcionó en ese sentido. Mediante
donaciones de particulares, los jesuitas pronto
vieron la manera de invertir el dinero a
manera de hacerlo producir rentas que
proporcionaran lo necesario para mantener a
los misioneros en las labores de pacifi cación,
sedentarización y cristianización de los indios
californios.
Esto no era nuevo para los religiosos de
la Compañía de Jesús. Es conocido que esta
orden religiosa tuvo la impronta de haber
innovado en el manejo de sus fi nanzas,
pues mientras otras órdenes dependían
de constantes hipotecas y donativos, la
Compañía de Jesús echó a andar un proyecto
de autosufi ciencia económica basada en
la inversión en tierras administradas por
ellos mismos, lo cual les permitía obtener
ganancias destinadas a llevar a cabo su
labor, que ellos consideraban su misión
propia: la educación.
En el caso de la California, la fi nalidad
era fundar misiones que reunieran por
igual a pericúes, guaycuras y cochimíes,
comunidades basadas en la producción
agrícola y con un modelo de vida cristiano.
“El procedimiento seguido generalmente
para erigir una misión consistía en loca-
lizar primero un paraje que contara con
agua y algunas tierras cultivables, en el
que hubiera además una proporcionada
población indígena.”3 Usualmente se entraba
en contacto con los indígenas mediante
3 Ignacio del Río, Conquista y aculturación en la California Jesuítica 1697-1768, México, UNAM, I IH , 1998, p. 56.
77
regalos e intercambio de alimentos que
no consumían, a partir de ese momento el
religioso procuraba mantener una relación
de familiaridad que le permitiera aprender
la lengua local para establecer una comu-
nicación adecuada.
El primer establecimiento colonial que
logró afi anzarse en el territorio californiano
fue la misión de Nuestra Señora de Loreto
Conchó y, a partir de ella, se procuró la
fundación de nuevas misiones que perma-
necieran comunicadas y que formaran una
especie de cadena que permitiera la expansión
interna y la consolidación de la actividad
misional.
El 27 de febrero de 1767, el rey Carlos III
decretó la aprehensión de los miembros de
la Compañía de Jesús en todos sus territorios
para ser desterrados de ellos. Los jesuitas
habían logrado que en la península de
California subsistieran 14 misiones de las 18
que fundaron en total. El 3 de febrero del año
siguiente salieron expulsados de la península
15 padres y un novicio para ser enviados a
México y de ahí a su destino extranjero.
Las misiones dejaron de funcionar y se
desarticularon las redes de socialización
creadas en torno a ellas después de la salida
de los jesuitas, pues aunque dichas misiones
fueron encomendadas a religiosos de otras
órdenes -franciscanos en su mayoría-, al ser
ajenos al sistema no consiguieron continuar
la labor misional iniciada un siglo antes por
la Compañía de Jesús.
Cabe destacar que, como han señalado
diversos autores, el hecho de que aquellos
territorios -igual que los del norte del país-
se hayan incorporado a las posesiones de la
Corona española se debe más a las actividades
de los religiosos que a conquistas militares.
El expediente que se presenta a con-
tinuación se inserta en la historia de la Com-
pañía de Jesús y su experiencia novo-hispana.
En él se registra una suma de noticias consi-
deradas relevantes y que nos permiten saber el
sinfín de peripecias a las que se enfrentaron
para lograr su cometido, pero también se
denota un interés por preservarlas para un
mejor conocimiento de su propia historia.
BIBL IOGRAF ÍA ADIC IONAL
Manríquez, Jorge Luis, Mineros, misioneros y rancheros de la antigua California, México, Plaza y Valdés-INAH, 1997.
Nolasco, Margarita, Conquista y dominación del noreste de México: El papel de los jesuitas,México, INAH, 1998 (colección científi ca, serie Historia).
79
[f 1]Summa de las noticias que contiene la relacion de D. EstevanRodriguez Lorenzo Capitan del presidio de Californias, y su primer soldado.Ponense aqui por su orden las notas marginales con sus numeros, co-mo estan sacados al margen de su relacion: para tenerlas en breve re-cogidas, y poderlas mejor ordenar en la historia. Para hallar estas no-tas en sus propias paginas vease el numero, que va puesto a la margen si-niestra, donde empieza el reglon: el qual num[er]o va puesto entre rayay raya, para denotar q[ue] todas las notas que estan entre una y otra rayase hallan en una plana. El numero de los años va puesto en me-dio, para tener separadas en cada año las noticias que le tocan. Año de 1697Pág. 1 [al margen]
1. Alcanza el P. Juan Maria licencia para entrar en Californias.2. Primer soldado de Californias, D. Estevan Rodríguez Lorenzo.3. A 7 de Febrero sale el P. de México, y va a Sta. Lucia.4. Passa a Tepotzotlan, y luego, a queretaro.5. Passa a Guadalaxara, y despues al Rosario.6. Pierdese el Padre en el camino yendo para cinaloa.
Pág. 2 [al margen]7. Llega a la mission de Mocorito a 31 de Marzo8. Passa a la mission de Conicarí, y sube a la sierra.9. Buelvese otra vez a Conicarí por Mayo.10. Alzamiento de los Taraumares11. Sube otra vez a la sierra, y se vuelve a Conicarí.12. Recibe cartas con noticia de las embarcaciones
Pág. 3 [al margen]13. Llega a Hiaqui, y celebra alli la fi esta de N. Señora de Loreto.14. Admite otro soldado llamado Bartholome de Robles.15. Va a la playa, y se rebuelve por los atolladeros
Pág. 4 [al margen]16. Sale del puerto a 9 de Octubre con gran peligro17. Llega en cinco dias a las Californias18. Saltan algunos en tierra, y le traen al P. Flores y19. Dice missa en la baia de la Concepcion20. Previene alli 2 canoas de leña para californias
Pág. 5 [al margen]21. Sale de la baia de la Concepcion, y llega a S. Bruno22. Van algunos a reconoscer el aguage, y lo hallan salado23. Encuentra Estevan Rodríguez 5 indios, y los lleva a la playa
Pág. 6 [al margen]24. Va a tierra el P. Ju[a]n Maria, y los agazaja25. Va el P. con ellos, y algunos soldados a la rancheria de S. Bruno26. Visitando los indios, y luego se huyen
Pág. 7 [al margen]27. Incomodidades de este parage28. quedanse alli aquella noche, y la passan muy mal29. Buelvense a la playa al dia siguiente30. Tiene noticia el P. de otro mejor parage
Pág. 8 [al margen]31. Echa suertes entre S. Bruno, y S. Dionysio32. llega a S. Dionysio, y salta en tierra33. Recibenlo de paz los indios34. Buscan mejor parage, y no lo hallan: y buelvense al primero
Pág. 9 [al margen]35. Saltan en tierra, y desembarcan, y sucede un caso gracioso36. Prosiguese el desembarque, y trasporte hasta el Real37. quedanse por soldados dos marineros
81
[f 1v]Pág. 10 [al margen]38. Ajustanse cinco soldados y dos indios de Sonora39. Disposición del Real de Loreto40. Vigilancia en que estaban los soldados41. Hurtan los ladrones un caballo, y van 2 soldados con indios a quitárseloPág. 11 [al margen]42. Hallanlo ya muerto, y parten la carne entre los indios43. va un indio al Real y por no entenderlo se asustan44. Vuelven los 2 soldados, y los reciben con salvaPág. 12 [al margen]45. vienen los indios armados y dan assalto al Real de los Españoles46. Disparan un pedrero, y rebienta sin hacer daño47. Solo 2 soldados recibieron heridas leves de los indios48. Las mas fl echas fueron a dar al pavellon de la virgenPág. 13 [al margen]49. Retiranse los indios con algunos heridos y muertos50. Vienen a pedir paz [...]51. Viene un viejo enfermo, y da noticia de la passada coperacion52. Se convocaron las rancherias circunvecinas para este assaltoPág. 14 [al margen]53. Refugianse en el Real los indios por temor de los mongues y54. Nombra el P. Ju[a]n M[ari]a cabo para el presidio55. llega la galeota con bastimentos, y en ella vino el P. Piccolo56. Tambien llego la lancha que se avia perdidoPág. 15 [al margen]57. Despacha el P. la galeota a Acapulco con cartas a los bienechores58. N. P[edr]o Gil de la Sierpe fue bienechor de las Californias59. Quedase un marinero de la galeota por soldadoPág. 16 [al margen]60. Va el P. a veer a un indio herido en la pelea, y lo baptiza61. Muere el nuevo criptiano en aquella nochePág. 17 [al margen]62. Pide el P. al cap[ita]n de la galeota 2 pedreros y se los dexa63. Ensanchan el Real y fabrican una capilla y 3 aposentosAño de 1698Pág. 18 [al margen]64. Va la lancha a Hiaqui por bastimentos65. Buelve por Febrero y trae bastimentos y soldados66. Junta el P. a los soldados lee sus despachos, y nombra cabosPág. 19 [al margen]67. Acabase el presidio con su trinchera68. Hurtan los indios una canoa, y se la llevan69. Siguelos el capitan con soldados, y los alcanza lexosPág. 20 [al margen]70. Quiebran los indios la canoa, y pelean con los soldados71. Retiranse al monte los indios y despues huyen vencidos72. Buelvese el capitan al presidioPág. 21 [al margen]73. Quiere el cap[ita]n castigar a los indios, y por el P. Ju[a]n M[ari]a los perdona74. Va la lancha a Hiaqui a traer bastimentos75. Aplicanse los PP. a catequizar uno los adultos, y otro los niños76. Padescen alguna necessidad en el presidioPág. 22 [al margen]77. Noticia q[ue] da un indio de una embarcación q[ue] venia78. llega la embarcación en 20 de Junio79. Nuevo socorro de soldados, q[ue] vino en el barcoPág. 23 [al margen]80. vinieron 5 soldados, y luego se les dio plaza81. Recibe cartas el P. de q[ue] venia un barco grande y una lancha82. Otro barco de un vecino de compostela q[ue] es el de arriva n. 7883. Engaño con q[ue] procedio el dicho dueñoPág. 24 [al margen]84. llegan las dos embarcaciones85. concierta el P. la compra del barco86. Va este a Hiaqui por bastimentos87. van las otras dos embarcaciones a traer ganados
83
[f 2]88. Primeros baptismos vease la nota siguientePág. 25 [al margen]89. Primeros baptismos, que hizo el P. en Californias90. Dividense los padres en dos misiones91. Entrada, que hizo el P. Juan Maria a S. Juan Londó92. No hallaron indios, y se volvieronPág. 26 93. Segunda entrada a S Juan Londo yAño de 169994. Tercera entrada a S. Fran[cis]co Xavier Braundo95. Aspereza del camino96. Hallan en la rancheria algunos parvulitos criptianos97. Baptiza otros el P. Piccolo98. Aqui se fundó la mission de s. xavierPág. 27 [al margen]99. Renuncia del cap[ita]n D. Luis Tortolero por aver enfermado100. Abren camino para la mission de S. Francisco Xavier101. Abriose este camino en 7 dias desde sabado a viernes102. Por Junio se hizieron algunos baptismos en S. Xavier103. Hace el P. otra entrada a S. xavier por octubrePág. 28 [al margen]104. hace el P. Piccolo capilla, y casa de adoves105. Van a descubrir la contracosta, y despues la rancheria de S. Rosalia106. llegan a la contracosta, y hallan unas conchas azules mui hermosasPág. 29 [al margen]107. Baptismo de parvulos en Sta. Rosalia 108. Bendicion y estrena de la capilla de S. XavierAño de 1700Pág. 29 [al margen]109. Passa el P. Juan María al puerto de Home a componer los barcos110. va el P. Ju[a]n Maria a las misiones de SonoraPág. 30 [al margen]111. va el P. Juan de Ugarte a Guimaraes, y luego a Cinaloa a veer al P. Ju[a]n Maria112. Embarcación que se mandó hacer a costa de D. Juan Caballero113. Passa el P. Ugarte a Guimaraesi y a Cinaloa yPág. 31 [al margen]114. Passa al puerto de Home, y trata de despachar la lancha115. Passa de alli al puerto de HiaquiAño de 1701116. Remite el P. Piccolo una lanchita vieja a Hiaqui117. llega al puerto estando alli el P. UgartePág. 32[al margen]118. Passa el P. Ugarte a Californias a despedirse de los PP.119. Buscan al P. Ugarte, y teniendolo por muerto; le dicen missasPág. 33 [al margen]120. Desbaratase por si misma la lanchita en el puerto121. llega el barco, que esperaban, y lo buelven a emviar a Hiaqui122. Buelve a Californias el P. Ju[a]n Maria con socorroPág. 34 [al margen]123. Va el Piccolo en el barco para componerlo124. Hace dos arrivadas, y se detiene hasta passar las aguas125. Renuncia Mendoza el offi cio126. Nombran por Teniente a Pedro de Figueroa127. va Estevan Rodriguez a Hiaqui128. Recoge algun bastimento, y buelve prestoPág. 35 [al margen]129. Alborotanse los indios, y van los soldados aquietarlos 130. Piden los soldados otro Teniente131. Nombran a Diego Carrasco132. Buelve el barco y sossieganse los indios
85
[f 2v]Pág. 35 [al margen]133. Renuncia el Teniente134. Convoca el P. Ju[a]n M[ari] a los soldados y dexa a su elección el nombramiento de cap[ita]n y Alférez Pág. 36 [al margen]135. Elección de Estevan Rodríguez por cabo136. Sossieganse con su elección los indios137 Alborotanse los indios por un astigoPág. 37 [al margen]138. Huyense los malhechares 139. Sale el cap[ita]n de noche, y sigue a los culpados140. Dales alcanze, y ellos se huyes141. Buelve a seguirlos, y poneles cercoPág. 38 [al margen]142. Matan a un indio y huyen los demas143. Buelve el cap[ita]n al presidio y al dia siguiente embia a llamara los culpados 144. vienen 20, y uno solo se confi essa culpado145. Perdonales y los despide contentosPág. 39 [al margen]146. va el cap[ita]n con 2 PP. a la isla de S. J[ose]ph en bus ca de una canoa, y a pacifi car a sus moradores147. por falta de interprete nada se consiguió148. Algo se inquietaron los indiosPág. 40 [al margen]149. Va el P. Piccolo a Mexico a solicitarsocorros Año de 1702 150. Pobreza en que quedaron en Californias151. No les faltó carne y frijol 152. llega el P. Piccolo a Mazatlán, y vasepor tierra a Guadalaxara 153. Remite el barco a Acapulco p[ar]a aderezarlo154. Da informe a la Audiencia de Guada-laxara, y passa a Mexico Pág. 41 [al margen]155. Solicita la cobranza de 6 mil pezosque el Rey señalo156. Recaba del Marquez Puente la funda-cion de tres misiones157. Fundan otra mission D. Nicolas de Ar-teaga, y su esposa158. Compra con limosnas otro barco159. El barco remitido a Acapulco, se fue a pique180. Buelve el P. a Californias con dos misionerosNota: desde el n. 180 (q avia de ser 160) pro-sigue errada la numeracion, q[ue] puse en los qua-dernos: y así es forzoso ponerla aquí de lamesma maneraPág. 42 [al margen]181. Embarcase el P. Minutili, y llega a Matonches182. Embarcanse alli los otros dos PP. y pades-cen tormenta183. llegan a Californias en sabado 28 de oct[ubr]e184. Trabajos, q[ue] antes se padecieron en Californ[ias]y tambien despuesPág. 42 [al margen]Año de 1703185. llega algun soccorro, y se consume presto186. va el P. Ugarte a buscar mezcales
187. casanse dos soldados con dos indias y huyese la una188. va el marido a buscarla, y no la al-canza189. vase el soldado sin licencia del capitan a buscarla otra vezPág. 44190. Riñe el soldado con un indio, y lo mata191. Siguen sus parientes al soldado, y lo matan y192. va el cap[ita]n con soldados a castigarlos, y a dar sepultura al difuntoPág. 95No alcanza a los indios y passaa Sta. Rosalia, y de alli a S. Ju[a]n Londó194. Buelve la lancha a Hiaqui; y trae 7 soldados, y algun socorro195. Alborotos q[ue] huvo en los indios196. Dispone el cap[ita]n una entrada, y previenenle los indios tres emboscadas197. cogen una espia, y confi essa la verdadPág. 96 [al margen] 198. Descubren la emboscada, matan dos indios, y huyense los demas199. Matan al indio criptiano q[ue] era espia200. sigue el cap[ita]n a losfugitivos hasta S. [...] y de alli huyen a Sta. Rosalia201. Despacha soldados en defensa de dos indios de la otra vandaPág. 47 202. vienen algunos indios de Sta. Rosalia dissimulando el hecho203. Prende dos, y va con ellos en buscade los matadores 204. un soldado mata a un indiopresso fugitivo205. Reprehendelo el capitan 206. llega el P. Piccolo a Californias, ysossieganse los indiosNota: Esta llegada es la misma que esta en el num. 183 y todo lo siguiente hasta aqui sucedio antes.Pág. 98 207. Distribucion de los dos misioneros y208. confi eren los PP. sobre el modo de administrar Año de 1704209. Va el P. Ju[a]n de Ugarte a Hiaqui a procurar ganados, y bastimentosPág. 49 210. Hace el cap[ita]n una entrada a la contra costa con los PP. Piccolo, y Bazaldua211. Auyentase al veerlos alg[una]s indias al monte212. Embian [...] a otra rancheria avisando q[ue] los iban a visitarPág. 50213. Hacen los PP. algunos baptismos214. No hallaron agua corriente en esta expedicionPág. 61215. Tienese noticia de un rio, que entraba en la mar, y determinan ir a descubrirlo
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DOS PARTITURAS MUSICALES DE LOS SIGLOS XVII Y XVIII,CON DOS TABLATURAS PARA GUITARRA BARROCA
Presentación y paleografía: Jesús Alvarado Almanza y Luisa Hernández Cruz
Oíd, oíd mis suspiros
Mirad, mirad mi dolor
Y el corazón os publique el semblante
Y penas del alma os pronuncie la voz
(Estribillo del solo humano “Oíd, oíd
mis suspiros”, de Juan de Vado)
El documento que presentamos consta de
dos piezas musicales que corresponden al
género de tono o tonada que estuvo en boga
durante los siglos XVII y XVIII, con la estructura
de los villancicos hispanos alternándose
estribillo y coplas, con la particularidad de
que están escritas para una sola voz (de
ahí la designación de “Solo humano”, en
contraparte de los “Tonos humanos”, que
son piezas musicales polifónicas, o sea, de
varias voces a la vez) y de que se sostienen
sobre un bajo continuo, el cual es un
elemento del estilo de la música barroca del
siglo XVII que consiste en el diálogo entre el
bajo y la melodía.
El contenido de las piezas privilegia la
voz asociada a la poesía de alto contenido
lírico, ya sea amorosa o alegórica, expresada
en imágenes y metáforas y que en ciertas
ocasiones contiene tintes eróticos o sen-
suales.
El documento (Indiferente Virreinal,
caja 2821, exp. 10, título Ayuntamientos)
consta de dos piezas musicales en ocho
fojas, cada una con su portada y ambas
llevan el título de “Solo humano”, el nombre
de la pieza (que en realidad son las palabras
con las que comienzan la primera copla o el
estribillo) y el nombre del autor; dentro del
mismo documento se incluyen dos fojas con
tablatura para guitarra barroca.
Existe un estudio previo del mismo
documento realizado por el musicólogo
Vicente T. Mendoza en el suplemento al
número 4, tomo XVI, del Boletín del AGN, pri-
mera época, 1945, que solamente presenta
87
una breve descripción del documento (el
cual ubica dentro de los legajos sueltos
publicados por el Boletín) y la semblanza de
los autores, así como una reproducción del
documento. Los autores Manuel de Villafl or
y Antonio Literes, eran compositores
conocidos a fi nes del siglo XVII y principios
del XVIII, tanto de música sacra como de
música popular o profana.
La importancia del documento radica en
que se trata de un manuscrito de la clase
que no se encuentra mucho en el AGN, el
de las partituras musicales que además
no abordan temas religiosos sino, como
habíamos mencionado, es uno amoroso;
para que la presentación no se agote en
la descripción, proponemos un modelo
de análisis de la producción musical en
la cultura novohispana y de los siglos
en cuestión, para poder establecer un
contexto basado en las propuestas teórico
metodológicas de la semiótica1 de la cultura
y de la teoría musical.
Damos por entendido que cualquier
manifestación humana como el lenguaje,
la escritura, la literatura o la música,
son actos culturales susceptibles de ser
entendidos desde el entorno en el cual
fueron producidos; para esto partimos
de una defi nición de cultura análoga a la
biosfera que propone Yuri Lotman, en el que
cualquier sistema sígnico y de comunicación
no puede existir de manera aislada, es decir,
que todas las estructuras de un sistema
semiótico están vinculadas, en constante
interacción y apoyándose entre sí.
Cuando hablamos de semiosfera
debemos entender que se trata de una
cultura, y para que ésta exista se necesita
de la coexistencia de una no cultura;
esto se entiende de manera clara con el
fenómeno del mestizaje novohispano, desde
lo biológico hasta lo cultural. Por ejemplo,
la cultura que existía antes de la conquista
(la cultura mesoamericana) y la no cultura
europea o viceversa, la semiosis sería lo que
se produce en los espacios semióticos y las
relaciones dialécticas entre ambas culturas,
creándose así una identidad colonial. “Desde
la perspectiva de la semiótica de la cultura,
defi nimos la identidad colonial, como un
modelo cultural periférico que se abreva
de la cultura hegemónica de la corona
española, en el que convergen distintos
sistemas semióticos como el de la lengua,
del vestido, de la alimentación, de los
objetos mobiliarios, medios de transporte,
herramientas de trabajo, etc., el de la música
1 Una defi nición simple de semiótica sería el estudio de los signos no verbales.
88
y el de los símbolos.”2 Esta es una primera
propuesta analítica para llegar a entender
las condiciones de producción, circulación
y recepción de los procesos culturales
novohispanos.
La novena foja del documento corres-
ponde a un diapasón de guitarra con la
leyenda “Cuerdas de la guitarra y puntos
de música a que corresponden”, y debajo
dice “trastes”; el diapasón es de 12 trastes
y tiene letras de abajo hacia arriba que
corresponden a las cuerdas de la guitarra
y el tono en el cual se afi nan, y en cada
cuerda la progresión de la escala cromática
en función de cada tono y traste. Después se
encuentra una pequeña pieza en tablatura
de 16 compases en el tono de La menor
con indicaciones sobre la tablatura para el
tiempo, la cual ubicaremos en el género de
“Fantasía” (que era la que más se utilizaba
para la guitarra). Al fi nal de la misma foja
se encuentra otra tablatura que muestra
los intervalos de tercera mayor y menor en
su respectivo tono de la escala cromática,
pero que no corresponde al primer modelo
de diapasón, pues está afi nada de diferente
forma para que coincida con los tonos
anotados en la última tablatura.
En la décima foja hay otro diapasón
con 12 trastes en diferente afi nación y
otra tablatura que muestra (además de
las terceras menores y mayores en escala
cromática) el intervalo de quinta justa y
que además se puede tocar a dos guitarras.
Durante el siglo XVI I , con la eventual desa-
parición de la vihuela y de la guitarra de
cuatro cuerdas, la guitarra de cinco cuerdas
se convierte en el instrumento dominante y
por la atribución que se le da a España de ser
la cuna de la guitarra, recibe el nombre de
guitarra española: “toda la música conocida
para instrumentos de la familia de la
guitarra que se produce antes de 1776, está
escrita en un sistema llamado tablatura.
Este sistema era privativo de instrumentos
de cuerda y de tecla, y no puede ser leído
más que en el instrumento al que está
dirigido y no tiene puntos de contacto
con la notación común de aquella época,
excepto en lo que toca a la notación de las
fi guras y silencios, el compás y el metro. Tan
sólo cuando el autor no necesitaba imprimir
junto a la tablatura de vihuela o guitarra
una parte vocal o instrumental que no podía
escribirse en tablatura, recurre a la notación
mensural, en particular durante el siglo XVI ;
2 Graciela Sánchez, “La retórica visual novohispana: Elemento fundamental para la construcción de la identidad nacional ofi cial”, en La arquitectura del sentido: la producción en las prácticas semiótico-discursivas, México, CONACULTA, 2005, pp. 299.
89
en los siglos XVI I y XVI I I se solía recurrir a
métodos muy simplifi cados”.3
Las partituras de música de esta época
no son muy comunes dentro del AGN,
así que poder trabajar con este tipo de
documentos es una gran oportunidad para
conocer y mostrar el contexto novohispano
a través de un aspecto cultural como es
la producción de música profana que se
hacía en el periodo del cual nos ocupamos,
así como el rescate de un documento que
se encontraba perdido entre los “legajos
sueltos” que componían la mayor parte del
Indiferente Virreinal.
3 Eloy Cruz, La casa de los once muertos: historia y repertorio de la guitarra, México, UNAM, ENM, 1993, p. 60.
92
Solo humano
HUYENDO
Villafl or
Coplas
Huyendo del verde margenel placentero bulliciobireno su habitación
mudó al horror de los riscos
El eco en brazos del airealguna vez a su oído
traía en confusas vocesdel valle los regocijos
Era tormenta sus ansiasaquel limitado indiciode que vivían gustososviviendo sin su martirio
Cansado de aquel remotoalborozo mal distinto
desea una soledaddonde sobren los sentidos
Estribillo
Y a su infelice ser restituidopendiendo en las prisiones de viviente
el momentáneo gusto de abstraídodice ay triste vida
cadena con que oprime infi el destinoen materiales lazos
la dulce unión del alma al cielo mira
95
Solo humano
DEIDAD QUE POSTRADA
Literes
Estribillo
Deidad que postradaal susto y pavor
te ves del horror ser luz eclipsadaporque su airada
traición más violentami pecho la sienta
alienta, alientapues si tu faltas
muere la luzfallece el día
y el sol desmaya
Coplas
Cobra tu perdido alientobella enigma pues sin hablael tiempo que no respires
harás infeliz al aura
Despierten de tus dos soleslas luces en sus pestañas
pues podrán si no madruganfi ngir perezosa al alba
Vuelve del desmayo ninfaporque viva quien te ama
pues zozobra con tu riesgomuchas vidas en un alma
99
REBELIONES INDÍGENAS EN EL SIGLO XVIII: SENTENCIA CRIMINAL CONTRA LOS
NATURALES DEL PUEBLO DE MALINALCO, 1725
Presentación y paleografía: Aidé Elena Rivera Ruiz
Los casos de rebeliones e insurrecciones
de las clases bajas durante la época
colonial tanto en México como en América
Latina, son una constante a través de los
300 años de este periodo y van más allá del
siglo XIX, hasta nuestros días. El estudio del
conjunto de estos casos permite conocer
que no es acertada la imagen del indígena
pasivo ante toda forma de abuso, ni la
actitud de resignación ante su suerte. Si
generalizamos, la actuación de los indígenas
en la mayoría de estos movimientos se carac-
teriza por la violencia de sus participantes, así
como la colectividad de los pueblos, pues la
intervención era tanto de hombres como de
mujeres y niños.
Antes de hablar de los móviles impli-
cados en estos movimientos, es conveniente
conocer la diferencia que existe entre
rebelión e insurrección. De acuerdo con
William B. Taylor, en ambos casos se trata
de actos políticos violentos, sin embargo, las
rebeliones son movimientos locales que no
pretenden crear un cambio sustancial en su
sociedad sino que, por el contrario, tienen la
fi nalidad de que regrese el orden perdido que
los llevó a rebelarse. Las insurrecciones, por
otro lado, son movimientos que engloban
una región, es decir, puede o no participar
gente de diferentes pueblos pertenecientes
a una misma región, y también pueden
incluir a varios estratos sociales buscando
un replanteamiento de las relaciones de
poder.1 Aunque existe una diferencia entre
ambos conceptos, en la realidad la forma
de desarrollarse estos movimientos sociales
impide muchas veces hacer una distinción
entre ambos.
Desde este punto de vista, la mayoría
de los movimientos armados ocurridos
en los primeros años de la colonización
responde al tipo de insurrección, ya que
es frecuente que el motivo que guiara a
una población a levantarse fuera quitar el
dominio a los españoles para recuperar la
hegemonía indígena, lo cual incluye tanto
1 William B. Taylor, Embriaguez, homicidio y rebelión en las poblaciones coloniales mexicanas, México, FCE,1978, p. 173.
100
el sistema político como el económico y,
especialmente, el sistema religioso.2 Por otra
parte, esta misma actitud de insurrección se
sigue observando más allá del siglo XVI en los
grupos indígenas del norte del país, en los
que los levantamientos contra el dominio
español fueron constantes.
Conforme las nuevas formas de vida
se fueron asimilando y fusionando con los
modos indígenas, los motivos de insurrección
por hegemonía dejaron de ser frecuentes
para dar paso a otras motivaciones. La
mayoría de los autores toman como causas
principales las obvias de todo movimiento:
el maltrato por parte de los grupos
dominantes de los grupos sometidos, los
malos gobiernos y los malos gobernantes,
el abuso, la explotación, etc.; si bien todos
estos motivos forman parte inherente de
las sublevaciones, debemos recordar que
también es un ambiente constante en la
vida habitual de los grupos sociales, por lo
tanto, si sólo estas fueran las motivaciones
principales, tendríamos casos de rebeliones
e insurrecciones todos los días. Es un hecho
que parte importante de un movimiento
violento masivo es la catarsis que se crea a
partir de rencores acumulados pero, como
en todo hecho social, las mecánicas que los
mueven van mucho más lejos.
Para entenderlo mejor, podemos decir
a grandes rasgos que existen dos tipos
de causas por las cuales las poblaciones
campesinas (en este caso indígenas) se rebe-
lan o insurreccionan: económicas y políticas.
En la primera es común encontrar que la
aplicación de nuevos impuestos, así como
su recaudación cuando éstos son excesivos
y, en algunos casos, cuando existía un
problema económico de fondo como las
pestes o las sequías que impidieran una
economía regular, se convirtiera en una
provocación que derivara en la violencia
de la población.3 También incluye los pleitos
por posesión de tierras, ya sean casos de
invasiones o de propiedad con otros pueblos
o con particulares como los hacendados, y
la obligación de trabajar para funcionarios,
curas o los mismos hacendados,4 aun
cuando esto estuviera prohibido.
Dentro de los problemas políticos se
encuentra la violación a la hegemonía de
un pueblo, es decir, cuando las autoridades
-con frecuencia los curas- trataban de
cambiar el estilo de vida de los habitantes,
por ejemplo, impidiendo que hablaran
2 Silvia Soriano Hernández, Lucha y resistencia indígena en el México colonial, México, UNAM, 1994, pp. 256-258.3 Taylor, op. cit., p. 201.4 Ibid., pp. 202-203.
101
su propio idioma o el intento de algunos
pueblos de separarse de su cabecera, y
también cuando se pretendía transferir a un
poblado de un lugar a otro.5
Estos son sólo algunos casos, pues
dentro de ambas categorías existe mayor
número de causas.
Como ya había mencionado, a partir
del siglo XVII dichas manifestaciones tenían
menos la intención de derrocar al gobierno
español que de protestar por inconfor-
midades. La forma en que se llevaban a
cabo estas sublevaciones difi ere de la
zona norte del país a las zonas centro y
sur. Algunos estudios demuestran que en
estas últimas dos las mujeres encabezaban
mayoritariamente estos movimientos y eran
las más agresivas durante la rebelión, mientras
que en el norte la participación masculina
era predominante.6 Cuando un pueblo
decidía utilizar la violencia, ésta solía
empezar con la convocatoria al pueblo a
través del repique de campanas, o el toque
de tambor o trompetas. Los pobladores
acudían armados con todo lo que estuviera
a su alcance: palos, piedras, machetes,
zapapicos, bastones, garrotes, etc.7 Entonces
se lanzaban contra lo que fuera símbolo de
su descontento, podían ser el cura del lugar,
el alcalde, los funcionarios o representantes
del Estado y en algunas ocasiones los
edifi cios como la cárcel o las casas reales.8
Una vez que la efervescencia pasaba,
los instigadores o incluso el pueblo entero
huían hacia las montañas tratando de
eludir el castigo. Las autoridades españolas
presentaron una frecuente preocupación
por estas muestras de inconformidad social;
sus reacciones en general eran represoras y
punitivas, aunque lo cierto es que también
se preocupaban de llegar a acuerdos que les
permitieran recuperar el control del pueblo
a la vez que imponían castigos ejemplares a
los responsables.
En 1721 sucedió un caso que ejemplifi ca
de forma efectiva este tipo de situaciones
en la Nueva España. El documento trata
la sentencia criminal aplicada al caso de
rebelión ocurrido en el pueblo de Malinalco a
causa de la inconformidad de sus habitantes
ante la resolución de la Real Audiencia de
amparar a los jesuitas del colegio de San
Pedro y San Pablo en la posesión de un
ojo de agua.9 La resolución fue presentada
ante la gente del pueblo en 1721, pero la
sentencia contra los naturales sublevados
5 Ibid., pp. 205-207.6 Ibid., pp. 176-177.7 Ibid., p. 175.8 Ibid., p. 180.
102
fue dada hasta 1725. Como era costumbre,
la Real Audiencia había mandado comunicar
su resolución por medio del receptor y su
teniente, y al conocer el resultado del litigio
los indios trataron de evitar la posesión del
ojo de agua por medio de palos, piedras,
cuchillos y otras armas no especifi cadas,
luego de haber sido convocados a son de
campana. Aquí podemos ver los elementos
comunes en estas situaciones, desde la
forma de convocar a los habitantes hasta
las armas utilizadas; como era frecuente,
los indios atacaron a aquellos que personifi -
caban la injusticia cometida en su contra, es
decir, agredieron al receptor y al teniente que
comunicaron la resolución y, no conformes
con esto, atacaron también al padre admi-
nistrador del ingenio que disputaba el ojo
de agua, junto con sirvientes y esclavos, al
punto que todos tuvieron que huir.
De acuerdo con el análisis de William B.
Taylor, pocos son los casos de sublevaciones
que incluyeron saqueo e incendios.10 Ambas
cosas suceden en el caso que se aborda, ya
que los naturales acudieron al ingenio con
tambor y bandera, quemaron la casa del
padre administrador, tomaron y destruyeron
tanto sus alhajas como las cosas de uso
común e intentaron quemar las casas reales
-al parecer no concretaron esto, pero sí
agredieron al alcalde mayor.
Desafortunadamente, no se encuentra
el expediente del seguimiento del caso como
para conocer los testimonios de los naturales
y lo que argumentaron a su favor. Lo cierto
es que en la sentencia se trasluce que la
naturaleza de la sublevación no es terminar
con el régimen hispanizado de gobierno,
sino continuar en el mismo a través de lo
que los habitantes del pueblo consideraban
justo; los indígenas desconocieron la
autoridad del gobernador electo poniendo
en su lugar a uno elegido por ellos mismos:
Francisco Pablo, alias Palachi.
En la sentencia no se aclara si la gente
implicada trató de huir o si en efecto escapó
del pueblo para esconderse; esto es probable
ya que uno de los procesados se encontraba
ausente: en total eran doce reos los
sentenciados, incluyendo dos mujeres y un
menor de edad.
Como era costumbre, las autoridades
españolas aplicaron las leyes de forma
que sirviera de ejemplo a los demás y, al
parecer, tratando de no salir de los mismos
lineamientos de la legalidad. Se identifi ca
como cabecilla de la sublevación a Francisco
Palachi -su supuesto gobernador- y es
9 Indiferente Virreinal, Criminal, caja 2572, expediente 008, 3 fs.10 Taylor, op. cit., p. 180.
103
el único al que se le condena a pena de
muerte; luego de ser sacado en bestia de
alabarda debía ser ahorcado en la plaza
principal, para luego cortarle la cabeza y
dejarla expuesta en el mismo sitio a manera
de ejemplo para los demás. La condena
para los otros reos oscilaba entre doce y
200 azotes, penas de trabajos forzosos
en obrajes por diferente número de años,
destierro, embargo y venta de bienes y, claro,
la exhibición pública. Un detalle curioso es
que dentro de la condena se consideraba el
tiempo que estos reos llevaban encerrados
en la cárcel, y que se les debía “computar”,
según el término de la época, para disminuir
el tiempo de pena determinado.
Era frecuente que las autoridades
españolas insistieran en que este tipo de
sublevaciones nacía de una o varias personas
y no de forma espontánea y colectiva, lo cual
les obligaba muchas veces a inventarse
líderes a quienes castigar pues era imposible
castigar a todo el pueblo.11 En este caso,
la elección hecha por los rebeldes de un
gobernador propio les ayudó a identifi car
al cabecilla, además de los que dirigían a
la gente con tambor y bandera (no fueron
condenados a muerte pero sus sentencias
eran las más severas), pero existe la
posibilidad de que Francisco Palachi haya
sido elegido sin ser el iniciador de todo.
Dada la falta del expediente completo, no
podemos saberlo.
Aunque lo usual era aplicar todo el peso
de la ley en estos casos, las autoridades
decidieron aminorar el castigo de la gente de
Malinalco. Luego de la apelación interpuesta,
a Francisco Palachi se le conmutó la pena de
muerte por 200 azotes y diez años de trabajo
en obraje, considerándosele los años pasados
en prisión; al menor de edad se le perdonaron
los doce azotes a que fue condenado, a
cambio de no poder entrar al pueblo por
dos años y sin que esto signifi cara destierro,
pues si desobedecía su castigo entonces sí
sería desterrado.
Quizás lo más interesante de este docu-
mento es que tiene la información sufi ciente
como para conocer algunos de los mó-
viles de las insurrecciones, así como los
procedimientos legales que se llevaban a
cabo. Aunque no exista ya el procedimiento
completo, los elementos que se conservan
dentro de la sentencia nos dejan entrever casi
en su totalidad algo de los procesos judiciales
de principios de siglo XVIII.
11 Ibid., pp. 177-178.
105
Se han dado tres mandamientos de suelta el uno para
Matheo Clemente = Otro para Thomas de Escobar quien
exhivio veinte y sinco pesos que paran en el ofi cio, y el
otro para Juan de Morales, que son los tres menciona-
dos que han salido de la prision. 1725
Joseph Manuel de Paz escribano.
108
[Mitad izquierda de foja frente]
En los autos y causa criminal, que de ofi cio dePablo, alias Palachi = Joan Andres, reo ausente = Miguel
tuerto = Pedro Antonio, el Herrero = Balthazar dequez, alias la Quajinzola = Andres Tecayegua,
zinos de los varrios del pueblo de Malinalco; pordies y siete = veinte y veinteydos de el mes de marzo
para impedir la execucion de un despacho manvil, que ante nos pende, en q se mando amparar á
pañia en la posesion, que se hallaba de unos ojos de agua,pidieron, perdiendo el respecto al Receptor que paso atros excesos, que constan de los autos, y lo demas: Joa
tambien se han seguido con el fi scal de esta Re
Fallamos atentos a los meritos de el proceso, a q nos remitimos, y á [la]en vista de la sentencia pronunciada por el licenciado don Nicolas Chirino
uno de abril de dicho año de mil setecientos veinte y uno, cuyo tenorcomision de los señores Presidente y Oidores de la Real Audiencia y
Palachi = don Thomas de Escobar = Joan Andres = Miguel Nuñez = Pedro AnPetronila Belasquez, alias la Quaguinzola = Balthazar de los Rey
carsel publica de este pueblo y otros ausentes, principales motores [y]Pueblo de Malinalco en los dias dies y siete = veinte = y veinteydos de el mes
Presidente y Oidores de dicha Real Audiencia en que se mando amparar a la parte dede unos ojos de agua, q nacen en un varrio de este dicho pueblo; impidiendo
con piedras, palos, cuchillos, y otras armas, acaudillados de dichos reos; maltraclavos y sirvientes, que los acompañaban, hiriendo a muchos de estos; obliga
en esta ocasion, y en otras dos después bajaron a dicho ingenio en tropas, a son dequebraron las puertas y ventanas de las casas principales de la habitacion de dichojaron por las ventanas; executando estos, y otros estragos, sin atencion a el alcaldepedrada, antes bien, atropellando su respecto, intentaron quemarle las casas reales
govierno, y pusieron en su lugar a dicho Francisco Palachi; escrivieron carta a losauxiliarse á los referidos excesos, y lo demas visto etcétera= Fallo, atento a los autos, y denar y condeno a dicho Francisco Palachi en la pena ordinaria de muerte, para lo cualde esparto al pescueso, y a voz de pregonero, que manifi este su delicto, sea llevado por
por el pescueso, hasta que naturalmente muera; y ejecutado lo referido, le seana persona sea osado de quitarla, pena de la vida.= Ya dichos Joan Andres,
asotes, y dies años de un obraje a cada uno.= A Joan de Morales, Matheo Clementeen un obraje a cada uno; y para execucion de lo referido sean sacados en bestias de albar
hasta que se execute la pena de muerte, impuesta a dicho Francisco Palachi.= A dichos Tholena en destierro de este dicho pueblo y su jurisdicción por tiempo de dies años.=
cevido sea suelto.= Y dicho Pedro Antonio Calteña, se mantenga sirviendo en ely lo que ganare sea para si.= Y los bienes embargados a dichos reos; y el monto de
109
[Mitad derecha de foja frente]
Real Justicia se ha seguido contra FranciscoNuñez = Joan de Morales = Matheo Clemente, ellos Reyes, = Thomas de Escobar = Petrona Belastambien reo ausente = y Lorenzo el Pintor, todos veel tumulto, y sublevacion, que ejecutaron en los diasdel año pasado de mil setecientos veinte y uno,dado librar por esta Real Audiencia sobre el punto cila parte del colegio de San Pedro y San Pablo de la sagrada comque nacen en uno de dichos varrios y que con efecto im-la diligencia, y al teniente, que le acompañaba, con ochin Miguel Anjures, procurador de dichos reos, queal Audiencia =
larga prision, en que dichos reos se han mantenido en la Real carsel de corte, queSandoval, alcalde que fue de corte en la Real Sala del crimen, a los veinte yes el siguiente = En la causa criminal, que de ofi cio de la Real Justicia, en virtud dechancillería de esta Nueva España se ha seguido contra Francisco Pablo, aliastonio el Herrero = Pedro Antonio Tecalteña = Joan de Morales = Matheo Clemente el tuerto=es = y Marcos de la Cruz, sus hijos, = y Maria Magdalena, indios presos en lacavezillas en el tumulto, sublevación y asonada, que ejecutaron los indios de estede marzo, proximo pasado, para impedir la execucion de el despacho de los señoresel colegio de San Pedro y San Pablo de la ciudad de Mexico en la posesion que se hallaba,la con efecto, con fuerza de armas, congregandose a son de campana, y saliendotando al receptor, ejecutor de dicho despacho, al padre administrador de dicho ingenio, es=ndolos á retirarse, huyendo de dichos indios a dicho ingenio, hasta donde los persiguieron, ytambor y con vandera, quemaron las casas de dichos sirvientes, y esclavos, cañaberales, y prensa,Padre, le sacaron las alajas de su uso, y cosas de el servicio de dicho ingenio, las rompieron, y arromayor de este dicho pueblo, y su teniente, que los procuraba contener, dandole á este unaen que habita; depusieron al governador legítimamente electo, y aprobado por el superiorindios de el pueblo de Sumpaguacan, conmoviendole, y convocandole, para que lesmeritos de el proceso, á que me remito, que por la culpa, que resulta contra dichos reos, los debo con=sea sacado de la carsel, en que se halla en forma de justicia, sobre una bestia de alabarda, con sogalas calles publicas á la horca, que esta en la plaza de este dicho Pueblo, donde sea ahorcadocortada la caveza, y puesta en dicha horca, para que sirva de ejemplo, y escarmiento; y ningu-Miguel Nuñes, que en dichas asonadas llebaban la vandera, y tambor, los condeno en doscientosel tuerto –Pedro Antonio el Herrero-, y Balthazar de los Reyes en cien azotes, y cuatro años de servicioda, desnudos de la cintura arriba, á voz de Pregonero por las calles publicas; y estén al pie de la horca,mas de Escobar,- y Petronila Belasquez, alias la Guaguinsola, indios principales, y a Maria MagdaMarcos Francisco Guaguison, menor de catorce años se le den dose asotes en la carsel, y a per=trapiche de Joan de Morales, (donde dice sirve) por tiempo de seis meses, sin entrar en este pueblolas cantidades en que fueren vendidos en los obrajes, aplico para en parte de pago de lo que importaren
112
[Mitad izquierda de foja vuelta]
las cosas de esta comision, según la tasacion, y regulacion que se hilo quebranten pena de la vida; y cumplido el tiempo referido, den
derecho a salvo a la parte de dicho colegio de San Pedro y San Pablo por locontra quien le convenga. Y por esta mi sentencia, difi nitivamente jusgarro cuenta con los autos á los señores Presidente y Oidores de dicha Real
go que sean aprehendidos. = Don Nicolas Chirino Sandoval = De que porpara ante nos apelado, -atentos, como dicho es, á la dilatada prision
para lo cual sea sacado en forma de justicia por las calles publicas en besmismo le condenamos en dies años de un obraje, computandosele en [esa]
da ser avido) en ocho años de un obraje, computandoseles asi mismodicho Joan de Morales, a quien por via de providencia mandamos se le
branta, será desterrado de él y de la jurisdicción por cuatro años. = Y así mismorisdiccion por tiempo de tres años, que no quebrante, pena de cumplirlos do
tarseles el tiempo de su prision = Y debemos mandar y mandamos, quetida de dies años de destierro de el Pueblo de Malinalco, y su jurisdicción,cada uno, en que les condenamos, para ayuda de costas y salarios; y exhi
guen = Y por lo que mira á la reserva que en la sentencia de esta Realde el año proximo pasado de mil setecientos y veinte y quatro, se haze sob
condenamos a dicho Lorenzo el pintor en cuatro años de un obraje,se dice averse mandado llamar á edictos y pregones, mandamos
lo que mira a dicho Pedro Antonio Castañeda, que en dicha sentencia appelada sese suelte luego, pagandosele todo el tiempo, que hubiere estado. = Y
la venta de el servicio personal de los condenados a obraje, lo aplcolegio de San Pedro y San Pablo, (contenida en dicha sentencia incerta
su uso como, y contra quien le convenga; y en lo que es conformeen lo que fuere contraria, y por esta asi difi nitivamente juzgando,
Marques de Villa Hermosa de Alfaro
Joseph Gutierrezde la Peña
113
[Mitad derecha de foja vuelta]
ziere; y los reos, condenados en destierro de este dicho Pueblo; y su jurisdicción, nocuenta á los señores Presidente, y Oidores de la Real Audiencia: y reservo suque importaren los daños causados en dicho ingenio, para que use de él como, ylo y asi lo pronuncio y mando. La cual se execute, dandose primeAudiencia en su Real Acuerdo; y reservo proveer para con los ausentes, lueparte de dicho Franciso Palachi, y demas reos condenados en la pena de asotes, fueque han padecido, debemos condenar y condenamos al dicho Francisco Palachi, en doscientos asotes,tia de albarda, desnudo de cintura para arriba, y a voz de pregonero, que manifi este sus delictos; y asiel tiempo que ha estado preso. = A los dichos Miguel Nuñes, y a Joan Andres, reo ausente, (luego que pueel tiempo que han estado presos = Y debemos absolver, y absolvemos de la instancia de este juicio ánotifi que, no entre por tiempo de dos años en el Pueblo de Malinalco, con apercemiento de que si lo que-debemos condenar y condenamos á dicho Matheo Clemente el tuerto en destierro de el Pueblo y su jublados = A los dichos Pedro Antonio el Herrero y Balthazar de los Reyes en dos años de obraje, sin compulos dichos Thomas de Ejubar, y Petrona Belasquez, cumplan la referida sentencia, que tienen consencomputandoseles para el de destierro el tiempo, que han estado presos; y pagando á veinte y sinco pesosbiendolos, mandamos se les desembarguen sus bienes, si tienen algunos embargados, y se les entreAudiencia pronunciada en la causa de otros reos complices en las inquietudes) á los dies y siete de marzore las resultas contra Andres Tecayegua, reo ausente, y Lorenso el pintor; debemos condenar, yque se le compute el tiempo que ha estado preso. = Y por lo que toca a dicho Andres Tecayegua, queque si no estubiese, se llame y se redusga a la prision, para la substanciacion de su causa. = Y pormando mantener seis meses en el trapiche de Joan de Morales, si se mantuviere todavía en ella importancia de los bienes, que hubiere embargados, y no estan mandados entregar, y lo que montareicamos para en parte de gastos de costas y salarios de esta causa, con la reserva á la parte de dichoy de los derecho que tubiere, por los intereses, y daños causados, y que se han recrecido, paraesta sentencia á la apelada que va incerta, la confi rmamos, revocandola como la revocamoslo pronunciamos, mandamos y fi rmamos.=
Juan Prieto Pacheco
En la ciudad de Mexico a veinte
Licenciado don Joseph Franciscode Aguirre
115
y nueve de octubre de mill setesientos y veinte
y sinco los señores Presidente y Oidores de esta Audiencia
Real de la Nueva España dieron y pronunciaron
la sentencia de la foja antecedente
Joseph Manuel de Paz escribano.
El fi scal de su Magestad se da por notifi cado
Mexico y octubre 31 de 1725 años y lo rubrico
En la ciudad de Mexico a treinta y un dias del mes de
octubre de mill settecientos y veinte y cinco años yo el escribano estando
en la Real carsel de esta Corte y mediante don Juan Garcia Cortes
Moctesuma ynterprete de esta Real Audiencia notifi que la sentensia de las
fojas antecedentes dada y pronunciada por los señores
Presidente y Oidores de esta Real Audiencia para los efectos conte
nidos en ella a Francisco Palachi don Matheo Clemente
Don Thomas de Escobar Pedro Antonio Baltasar
de los Reyes: Juan de Morales Juan Miguel Lo
renso de la Cruz y doña Petrona Velásquez todos
naturales del partido de Malinalco y sin embargo
117
de hablasen castellano haviendosela leido mediante
dicho interprete dixeron que lo oian y que la obedecian
con el respecto y beneracion devida y no fi rman
Porque dijeron no saber escrevir fi rmolo dicho in
terprete de que doy fe =
Don Juan Garcia Cortes Moctesuma
[Al margen] Notifi cación a Joachin Miguel de Ansures
En la ciudad de Mexico en dicho dia mes y año dichos
Yo el escribano notifi qué e hize notoria la sentensia de las
fojas antecedentes dada y pronunciada por los
señores Presidentes y Oidores de esta Real Audiencia a Joa
chin Miguel de Ansures Procurador en nombre de sus par
tes quien entendido de todo su contesto dixo la
oye de ello doy fe =
Joseph Manuel de Paz escribano
En la ciudad de Mexico dicho dia treinta y uno del mes de
Octubre de mill setecientos y veinte y sinco años yo el escribano
hize noticia e notifi que la sentencia dada y pronun
ciada por los señores Presidente y Oidores de la Audiencia
Real de la Nueva España, a Antonio, Joseph Vidaurre
Procurador de esta Real Audiencia en su persona que conosco
y entendido de todo su contesto dijo lo oye y esto res
pondio de ello doy fe
Joseph Manuel de Paz escribano
119
PROYECTO PARA EL ESTABLECIMIENTO EN MÉXICO DE UNA ACADEMIA DE LAS TRES NOBLES
ARTES: PINTURA, ESCULTURA Y ARQUITECTURA, 17811
Presentación: María Elena Hernández Ortiz
CONTEXTO HISTÓRICO
La historia de la Academia de San Carlos
tuvo sus inicios en 1778, con la llegada
a Nueva España de un hombre destinado a
ser su primer director: Gerónimo Antonio
Gil,2 enviado a la ciudad de México para
supervisar las normas del arte y vigilar
el trabajo de fundición y vaciado de la
Casa de Moneda. Habiendo llegado a la
ciudad virreinal en un tiempo en el que las
escuelas públicas de arte eran virtualmente
inexistentes, no sólo demostró la necesidad
de dichas instituciones, sino que también
concibió la idea de una real academia de
arte que llenara este vacío. En cinco años,
la Academia de San Carlos llegó a ser una
realidad para Nueva España.
La última mitad del siglo XVIII, la edad
ilustrada, fue una época propicia para la
educación en Nueva España, especialmente
para aquellas academias especializadas
cuyas actividades venían del exterior pero
que eran sostenidas dentro de los límites
tradicionales de la enseñanza universitaria.
Hacia 1753 se hizo el primer intento de
establecer una academia de arte. Un grupo
de pintores empezó a reunirse dos veces por
semana, denominando su propia actividad
como “crítica e instrucción mutua” y se
propusieron censurar las obras de arte mal
ejecutadas. Eligiendo a José de Ibarra como
su presidente, redactaron una constitución
que excluía a estudiantes de “color quebrado”.3
Su meta era el exclusivismo y el prestigio
antes que el servicio público. La muerte de
1 Documento presentado: AGN, Indiferente Virreinal, Real Hacienda, caja 1670, exp. 16, fs. 1v y 2.2 Gerónimo Antonio Gil nació en 1732 en Zamora (capital de la provincia del norte central de España), fue uno de los primeros estudiantes de la recién establecida Academia de San Fernando, bajo la tutela de Tomás Prieto. Alcanzó con sorprendente velocidad los grados más altos en grabado y pintura. En 1760 grabó tres medallas para conmemorar la toma de posesión de Carlos III. 3 Thomas A. Brown, La Academia de San Carlos de la Nueva España. Fundación y organización, México, SEP,1976 (Sep-Setentas), p. 175.
120
su presidente, en 1756, marcó el fi n del
proyecto.
En esa época existía la creencia de que la
producción artística era un termómetro de la
grandeza nacional. La estabilidad económica
de un país podía ser fi elmente juzgada por
la magnifi cencia de sus monumentos,
pinturas y estatuas, y se podía determinar
la inteligencia colectiva de sus ciudadanos
por el nivel general del gusto artístico.
Era tanto un deber patriótico de todo
ciudadano interesado en la prosperidad del
Estado estimular y promover las artes, que
las organizaciones más “patrióticas” de la
Ilustración catalogaron el fomento de las
artes como uno de sus propósitos.
La Iglesia en Nueva España patrocinó las
bellas artes por su tradición renacentista de
magnifi cencia y su fervor para glorifi car a
Dios a través del esplendor de las catedrales;
incluso se puede decir que existía una
relación simbiótica de las artes con la
Iglesia.
Las circunstancias exactas que trajeron
a Gerónimo Gil a la capital del virreinato
no son claras. La razón inmediata del
nombramiento de Gil como grabador mayor
fue el retiro de su antecesor, Alejo Madero.
Una idea práctica sería que existía escasez
de grabadores preparados en los dominios
de España. De hecho, el superintendente
de la Casa de Moneda se quejaba de una
“escasez crítica” de grabadores preparados.4
Humboldt decía que la Casa de Moneda
acuñaba un promedio de 12 a 13 mil marcos
de plata diarios y que tenía solamente dos
aprendices pensionados en las artes de
vaciado, fundido y grabado. En 1772, Carlos
III pensó que esto era un problema y ordenó
que aumentara de dos a tres el número de
aprendices de la Casa de Moneda y que su
pensión subiera de 300 a 400 pesos. Por
consiguiente, se tomó la decisión de elegir
y mandar a la Nueva España un maestro
grabador que estableciera una escuela de
grabado. Gerónimo Gil llegó a la capital el
21 de diciembre de 1776 y tres días después
remplazó a Alejo Madero. Es poco lo que
revelan los documentos de la Real Casa de
Moneda acerca de los esfuerzos de Gil para
establecer un programa de estudio o sobre la
vida diaria de la Escuela de Grabado. Como
académico de la Real Academia de San
Fernando, cabe suponer que los modelos
impuestos se basaban en motivos clásicos y
religiosos, pues eran los más socorridos.
4 AGN, Casa de Moneda, vol. 189, exp. 1. Informe de Antonio Velásquez, catedrático de Arquitectura de la Academia de San Carlos, sobre las obras a su cargo en la Casa de Moneda, 1794-1797.
121
El superintendente de la Casa de
Moneda, Fernando Joseph Mangino, hizo
saber que quien deseara podía asistir
gratuitamente a la Escuela de Grabado
que Gil había planeado. Del éxito de la
Escuela de Grabado surgieron los primeros
movimientos para la fundación de un
estudio público de bellas artes que enseñara
algo más que dibujo y grabado. En 1781 Gil
apresuraba al superintendente de la Casa
de Moneda a la formación de un proyecto
para la fundación de un estudio. El proyecto
fue redactado por Mangino el 21 de agosto
de 1781, junto con una carta para el virrey
Martín de Mayorga que contenía la primera
propuesta de un gobierno ofi cial para una
escuela de arte en la ciudad de México.5
Mangino empleó los términos “Escuela de
Bellas Artes” o “Academia de las Artes”
para anunciar lo que tenía en mente para
el futuro inmediato de la escuela; evitó
usar la palabra “Real” en el nombre de la
institución proyectada, debido a que no
contaba con el consentimiento del monarca.
La aprobación real no era automática, pues
Mangino consideraba que la escuela debía
primero establecerse, después probar que
era fi nancieramente sólida y ofrecerse a
los designios de su majestad. Dentro de
esta carta, subrayó el plan de acción que
sería idéntico al que llevaban las academias
españolas hasta su condición real. En el
documento podemos observar que revive
la historia de la Academia de San Fernando
para mostrar el paralelismo entre su
pasado y el de la Escuela de Grabado, con
la intención de que el proyecto hablara por
sí mismo. Su plan estipulaba la formación
de una junta preparatoria autorizada por
el virrey y que constaba de un gran ofi cial,
cuatro consejeros, un secretario y el director
general de la Escuela de Bellas Artes. Una
vez abierta la escuela, la junta se reuniría
dos veces por semana en sesión formal
para dirigir sus actividades. Esto quería decir
que la escuela no estaría subordinada a la
Casa de Moneda; el hecho de liberarse de
dicha institución trajo como consecuencia
un éxito y un fracaso, el primero consistió
en una menor injerencia de los ofi ciales
de la Moneda, y el segundo la privación
de los fondos de dicha institución.6
Para cubrir los gastos extraordinarios
de la fundación, Mangino sugirió que se
solicitaran donaciones a los tribunales reales
de Comercio y Minería, los cuales habían
5 AGN, Casa de Moneda, vol. 189, exp. 1.6 AGN, Bienes de Comunidad, vol. 2, exp. 160. El intendente Bruno Díaz informa al virrey sobre que se envíen jóvenes con aptitudes a la Academia de San Carlos, S.L.P., 1790.
122
demostrado cierta voluntad de cooperar. El
arzobispo, los obispos, el consejo eclesiástico
y los ciudadanos adinerados podían también
hacer sus donaciones. Con una donación
provisional se demostraba la buena
voluntad de Nueva España para sostener
una academia de arte, y se preparaba para
el momento oportuno de la solicitud de la
aprobación real.
Así, la propuesta se llevó al virrey
Mayorga y durante días el futuro de la
Escuela quedó en sus manos. Fernando
Joseph Mangino parecía confi ado en que
el plan ganaría la aprobación, pues en su
proyecto aducía las ventajas de una escuela
de arte, pero ni tan extensa ni tan largamente
como la habría hecho alguien que dudara
de una respuesta favorable. Sostenía que
“México tenía las mejores disposiciones
del mundo para establecer una escuela de
bellas artes”. Lo había demostrado la Escuela
de Grabado. Mangino escribió:
“…las favorables disposiciones, y rara
capacidad de los hijos del país para aprender
quanto quiera enseñarseles, lo ha suplido
todo, y es de esperar con mucha certeza, que
formalizada de una vez, y aviada con otra
comodidad la Escuela, se sigan á proporcion
los mejores efectos de aprovechamiento, y
se formen aquí Gravadores muy hábiles, no
solo para esta Real Casa, sino para las demás
de Indias, que fue, sin duda, la idea y objeto
del Ministerio, y la voluntad expresa del Rey,
en esta fundacion”.
También hacía notar el fl orecimiento
de la cultura que produjeron en España las
academias de arte.
En un tiempo en que los asuntos ofi ciales
se movían muy lento, la pronta y favorable
respuesta del virrey Mayorga a la propuesta
de la fundación de una escuela de artes debe
haber complacido a sus propugnadores. Sólo
pasaron doce días para que se redactara un
edicto ofi cial anunciando la aprobación
inmediata del proyecto de Fernando Joseph
Mangino. En nombre del rey, Mayorga se
declaró protector nato, poniendo detrás el
prestigio de su cargo y persona. Nombró
viceprotector al mismo superintendente y
prometió hacer un llamado para donativos
que cubrieran el costo de la fundación.7
El 30 de septiembre de 1781, Mayorga
cumplió la promesa con un bando que
convocaba a las ciudades, tribunales, obispos
y ciudadanos del reino a demostrar
gene-rosamente su amor por las artes. El
7 AGN, Bandos, año 1781, vol. 12, exp. 52, Ciudad de México, “Banco Nacional. Bando insertando Real Cédula que contiene las reglas con que ha de erigirse el de San Carlos”.
123
16 de noviembre, el Tribunal de Comercio
ofreció 3,000 pesos anuales a partir del 1 de
enero de 1782. El Tribunal de Minería res-
pondió el 22 de diciembre prometiendo
5,000 pesos anuales (3,000 concedidos
incondicionalmente, los otros 2,000 con
la condición de que la Academia mandase
dos de sus expertos a dar una conferencia
semanal en el Colegio de Metales). Se sumaron
ofrecimientos provenientes de fuera de la
capital. Las ciudades de Veracruz y Guanajuato
prometieron 200 pesos anuales; Querétaro,
100; San Miguel el Grande, 50, y los pueblos
de Córdova y Orizaba 15 pesos anuales cada
uno. Para 1783, las contribuciones privadas
con destino a la Escuela de las Bellas Artes
se elevaron a 13,524 pesos, entregados por
52 donantes.
Cuando Mangino vio que los fondos
ascendían a tal magnitud, emprendió la
formación de una junta preparatoria que
gobernara la propuesta Escuela de Bellas
Artes y administrara la dotación que crecía
rápidamente. El 6 de abril de 1782 envió
al virrey Mayorga una lista de personas
recomendadas. La recién creada Junta se
reunió informalmente el 21 de junio del
mismo año para decidir la jerarquía de los
puestos. El virrey ordenó que cada hombre
se sentara como lo hacía en las funciones
formales de la ciudad, sin “distinciones
personales”. Desde entonces la Junta se reunió
cada jueves en la Real Casa de Moneda,
presidiendo la mesa Fernando Joseph Mangino.
Mientras la Junta deliberaba, una escuela de
artes surgía a la vida de la Casa de Moneda
bajo la dirección de Gerónimo Gil. Con el
título de Escuela Provisional de Dibujo, el 1
de noviembre de 1781 celebró sus primeras
clases. En un principio sólo se impartía el
curso de diseño y dibujo, pero la lista de
estudiantes premiados entre 1782 y 1783
da idea de la rapidez con que se extendía el
grupo de materias.
En 1782, Gil solicitó al gobierno que le
suministrara papel, carbón y arcilla preparada
para los jóvenes de “notoria pobreza”. Con
esta recomendación añadió 300 pesos al
presupuesto. Además se imponía la necesidad
de comprar un terreno y construir un nuevo
edifi cio para acomodar al creciente número
de estudiantes. Solamente una donación real
podría satisfacer la demanda del ingreso de
25 a 30 mil pesos para cubrir la necesidad
del terreno y del envío de maestros de la
Península a la Nueva España.
En estos momentos la junta prepara-
toria estaba fi rmemente convencida de la
permanencia de la escuela provisional y
no dudaba de que su progreso era el mejor
argumento para su aprobación y la de los
fondos reales. La Junta se reunió seis veces
124
antes de hacer una demanda formal para
dotación y aprobación el 1 de agosto de
1782. Solicitaban la aprobación real y una
asignación de 12,500 pesos anuales y tres
profesores de la mayor capacidad y reputación
para que asumieran la primera dirección en
escultura, pintura y arquitectura. Esta solicitud
salió de México a fi nales del verano de 1782.
El Tribunal de Minería, el contribuyente
más grande, tenía interés específi co en
la formación de una academia de arte.
Se decía que los estudiantes de minería e
ingeniería deberían recibir clases de dibujo
y arquitectura, “especialmente los aspectos
de labra de las piedras, necesarios para la
fortifi cación interior de las minas”. El tribunal
esperaba que la Academia les proporcionara
dos conferencistas que hablaran sobre esos
temas para acceder así a la cuota que, como
ya se había dicho, ponía esta condición.
El Tribunal de Comercio dio una ex-
posición elocuente de los motivos reli-
giosos para apoyar una escuela de arte.
Escribía el Tribunal que eran bien sabidas
las conversiones que se pueden atribuir
al esplendor y excelencia de pinturas y
esculturas de imágenes sagradas. Alababa a
la arquitectura, que era “arte augusto, tratado
de grandeza, propiedad y autoridad”.
Según los precursores de la Academia,
la ciudad de México también saldría bene-
fi ciada. En primer lugar estaba el orgullo
cívico de ser los primeros, pues el cabildo
pensaba que la “gloria más grande de
esta noble ciudad consistiría en tener la
primera Academia de América”. Pero la
exposición más sensata de las razones
para mantener una academia de arte
vino de la junta preparatoria en una carta
para el virrey Mayorga. A causa de la
inestabilidad del suelo, la ciudad tenía una
gran necesidad de arquitectos preparados;
además, la población crecía y llegaría el
momento en que necesitaría casas; así
mismo, se estaba acondicionando un número
considerable de edifi cios públicos y privados.
Si estos edifi cios eran bien construidos no
necesitarían después numerosas y costosas
reparaciones.8
Otra de las razones que la junta exponía
no sólo eran estéticas, sino inherentes a
la vida civil. Eran de extrema necesidad
los conocimientos de arquitectura para la
construcción de casas de hacienda, puentes,
diques y carreteras carentes de planeación
inteligente; además, la enseñanza de la
arquitectura subterránea mejoraría la indus-
tria minera.
8 AGN, Colegios, vol. 10, exp. 6. Pedimento del fi scal de Real Hacienda sobre que los intendentes remitan a la Real Academia de San Carlos algunos jóvenes que aprendan arquitectura, 1787.
125
La demanda de aprobación real de
la junta preparatoria llegó ante el rey a
fi nales de 1782. Carlos III también sabía lo
que traería consigo el establecimiento de
una academia de arte. Se fundaron bajo
su protección las de Sevilla, Barcelona y
Valencia. Pero la cautela prevaleció respecto
a Nueva España, el rey estaba interesado
pero se mostraba evasivo. No actuaría
hasta recibir un informe completo del virrey.
También quería saber cuáles profesores
querían y qué material necesitaban. Solicitó
la información en una real orden del 12 de
enero de 1783. El virrey Matías de Gálvez
respondió que una academia de arte era la
institución mejor dotada para proporcionar
la preparación necesaria a los escultores,
pintores y arquitectos. Si se fundaba una
academia real, las perspectivas serían
excelentes para el crecimiento de una sólida
clase de artesanos en la ciudad de México,
capacitados para enriquecerse por su propio
mérito y para una expansión económica.9
El 25 de diciembre de 1783, Carlos III
aprobó la fundación de una academia real
titulada San Carlos de la Nueva España.
La contribución real por año era de 13 mil
pesos, 500 más de lo que había solicitado la
Junta, y se recibiría a partir del 1 de enero
de 1784; 9,000 saldrían del tesoro real
y 4,000 de las propiedades de la extinta
sociedad jesuita. Si estas fuentes dejaban de
producir sufi ciente impuesto se conseguiría
la diferencia en las ofi cinas y benefi cios
vacantes.
La aprobación real cambió el estado
legal de la escuela, dándole mayor pres-
tigio, estabilidad fi nanciera y una base
para desarrollarse. Signifi có la concesión
del derecho para usar el sello real, que
aprovechó la Academia para imprimir su
propio escudo de armas.
9 AGN, Bienes de Comunidad, vol. 2, exp. 143. Bruno Díaz informa a Fernando Joseph Mangino que los intendentes elijan a jóvenes que tengan las cualidades necesarias para pasar a instruirse en arquitectura en la Real Academia de San Carlos, S.L.P., 1767.
138
El verdadero nombre de Guadalupe Vic-
toria era José Miguel Fernández y Félix.1
Adoptó su sobrenombre por la virgen de
Guadalupe (patrona de los mexicanos) y
por la victoria que lograrían en su lucha
independentista. Nació en Tamazula, antigua
provincia de Nueva Galicia, hoy estado
de Durango.2 Fueron sus padres Manuel
Fernández y Alejandra Félix y fue bautizado
por su tío paterno, Agustín Fernández, en
aquel entonces cura de Tamazula, quien
cuidó de su educación, ya que muy niño
perdió a sus padres.
A los 19 años se trasladó a Durango para
estudiar en el seminario y, posteriormente,
se inscribió en el colegio de San Ildefonso
de México para cursar la carrera de Juris-
prudencia.
Por iniciativa propia se enroló en las fi las
insurgentes, abandonando sus estudios. Fue
miembro del ejército de José María Morelos
EL CABECILLA GUADALUPE VICTORIA RESULTA HERIDO, 1817
Presentación y paleografía: Cora Naghely García Trejo
y Pavón, donde ascendió a general en 1814;
combatió al ejército realista en lugares como
Oaxaca, Nautla y el puerto de Veracruz.
En 1821, Agustín de Iturbide declaró
en el Plan de Iguala que era necesaria
para pacifi car al país la unión de todos
los habitantes, la cual se basaría en la
religión católica, el ejército y un gobierno
monárquico regido por Fernando VII, pero
Guadalupe Victoria propuso modifi car dicho
Plan para llamar al gobierno mexicano a
un ex combatiente insurgente y no a un
extranjero. Victoria manifestó sus ideas
republicanas y en Veracruz fi rmó el Acta
de Casa Mata (1823), en que se pedía la
reinstalación del Congreso Constituyente de
1822, que había sido disuelto por Iturbide.
Esta acta fue fi rmada por Vicente Guerrero
y Santa Anna.
Guadalupe Victoria fue miembro del
Triunvirato ejecutivo (1823-1824), con Pedro
1 En cuanto al nombre verdadero de Guadalupe Victoria existen varias controversias, en algunas fuentes encontré que se llamaba José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, en otras Manuel Félix Fernández, Miguel Fernández Félix y en otras sólo Félix Fernández, lo más común que encontré fue José Miguel Fernández y Félix, razón por la cual decidí anotar este nombre.2 Referente a la fecha de nacimiento encontré dos fechas, una de 1779 y la otra de 1786.
139
Celestino Negrete y Nicolás Bravo. En 1824
el Congreso lo nombró primer presidente
de la República. Decretó la abolición de la
esclavitud, la expulsión de los españoles,
centralizó la hacienda pública y estableció
relaciones diplomáticas con Gran Bretaña,
Estados Unidos, América Central y Colombia.
Al término de su mandato, en 1829, dejó
la presidencia a Vicente Guerrero, designado
por el Congreso tras el triunfo del Plan de
Perote.
Murió el 21 de marzo de 1843 en el hos-
pital del Castillo de Perote.
En el presente documento de 1817 (In-
diferente Virreinal, caja 3090, expediente
021, título Operaciones de Guerra), Diego
Garcia Conde, brigadier realista, avisa al
virrey Juan Ruiz de Apodaca que el cabecilla
Guadalupe Victoria resultó herido en la acción
que sostuvo el teniente coronel Manuel
Rincón con su columna de granaderos y
realistas contra las gavillas de Victoria y
Vergara, recomendando a Manuel Rincón
para un empleo veterano por su gran hazaña.
El documento contiene también el
informe fechado el 11 de octubre de 1817
que da el teniente coronel Manuel Rincón
al coronel don José Santa Marina, en el
que dice que habiéndose enterado de que
los rebeldes iban a atacar el correo que
venía de Veracruz se resolvió a salir con
una columna de granaderos y doce realistas
de caballería; relata la lucha entre los dos
grupos, recomienda al subteniente de la
columna don Joaquín Zarco por su valor
y serenidad, así como a toda la tropa que
ayudó a la gloria de las armas del soberano
y, fi nalmente, dice que si lo estimare justo
los recomiende con el virrey Juan Ruiz de
Apodaca.
BIBL IOGRAF ÍA
Cosío Villegas, Daniel, Ignacio Bernal et al., Historia general de México,1a. ed., México, El
Colegio de México, 2000, 1103 pp.
Riva Palacio, Vicente (coord.), México a través de los siglos, 23a. ed., t. V , México, Editorial
Cumbre, 1985, 392 pp.
Salas Rodríguez, Gonzalo, Guadalupe Victoria, México, Senado de la República, 1987.
141
Excelentisimo Señor
Referente a mi ofi cio numero 182
de 24 del corriente en que noticiaba
a Vuestra Excelencia hallarse herido el cabecilla
Guadalupe Victoria, de resultas
de la brillante accion que sostubo
el benemerito Teniente Coronel Don Ma-
nuel Rincón, con solos 50 granaderos
y 12 Realistas contra las Gavillas reuni-
das de Vergara y Victoria; dirijo
a Vuestra Excelencia el parte original que ya
anteriormente me había pasado aquél
jefe; por los interesantes resultados
de dicha Accion son dignos de que
llegando al superior consentimiento de
Vuestra Excelencia pueda dispensar a este buen
vasallo de nuestro Monarca, las gra-
cias a que le hacen acrehedor estos y
los buenos servicios con que se ha
distinguido anteriormente. No
143
cesando por mi parte de recomen-
dar a Vuestra Excelencia intimamente al acredita-
do merito de este brillante ofi cial, de
quien aseguro a Vuestra Excelencia se puede prome-
ter las mayores bentajas si colocan
dolo en la Milicia en algun em-
pleo beterano, se le fomentase dan-
dole bigor para quien desplegase sus
conocimientos y Energía, que su esta-
do actual tiene como sepultados;
para Vuestra Excelencia con su sabia penetración,
determinará lo que fuere de su
superior agrado.
Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años
Xalapa 25 de Noviembre de 817.
Excelentisimo Señor
Diego Garcia Conde
Excelentisimo Señor Virrey Don Juan
Ruiz de Apodaca
145
Con el ofi cio de Vuestra Señoria numero 185 de 25 de
Noviembre
proximo pasado a que contesto he recivido, y visto con mu-
cho aprecio el parte que dirijo a Vuestra Señoría el Teniente
Coronel don Manuel Rincón de la acción que
sostubo con 50 soldados de la columna de Granaderos
y 12 realistas del presente del Rey contra las gabi-
llas reunidas, de los rebeldes Victoria y Vergara, el que para
su satisfacción y la de los demas que concurrieron he mandado
se muestre en la
gaceta, y Vuestra Señoria les repetirá las gracias en nombre
del Rey Nuestro Señor, por su fi rmesa y valor, ex -
citandolos a continuar con las propias virtudes
militares en destrucción de la canalla rebelde
De Diciembre 9 de 1817
Garcia Conde
147
En virtud de aviso que recibí
a las dos de la mañana por el
comandante de las armas del
Pueblo de Actopan Teniente
Coronel Don Estevan Mimire-
ra, que Vergara estaba
reuniendose con la fuerza
de noventa hombres en
las inmediaciones de Juani-
conunco para atacar al correo
que debía venir de Veracruz;
y no obstante de suponer
que en este caso no lo haría
solo con su Gavilla, sino que
al efecto se reunirían las
de Victoria y Tostado, me
resolví a salir de este punto
a las cinco de la mañana
de hoy con cincuenta hom-
bres de la columna de Gra-
naderos, y doce Realistas
de Caballería, sobre el
149
campo de la reunion enemi-
ga.
Asi es, que habiendo andado
una legua comenzé á
encontrarme con las aban-
zadas en corto numero, qu-
ales en proporcion de ir sobre
ellas, se iban engrosando
hasta llegar adelante de la
mata de maiz que me hallé
con mas de doscientos hombres
de caballería formados en ba-
talla con su infantería a reta-
guardia, que serían sobre
sesenta; en el instante tomé
las determinaciones que con-
venían al caso, y el enemigo
se dividio en tres grupos mar-
chando diferente sobre nosotros
creyendonos acobardados por la
desproporcion de nuestra fuer-
za hasta darnos el quien
vive a menos de medio tiro
de fusil que se contestó
con un fuego vivisimo,
habiendose enlazado la
accion de una y otra parte
151
por el espacio de dos horas y
media, dejandonos el campo
y retirandose el enemigo por
el fl anco derecho del camino
Real
Tome posición después en dicho lu-
gar mas favorable hacia la
barranca de Lagartos para que-
darme en observación del co-
rreo, mas no pareciendo este
a la hora que debía pasar por
aquel sitio, habiendome que-
dado pocas municiones, tener
dos granaderos muertos, ocho
heridos con un contuso del
mismo cuerpo, y quatro
caballos heridos de los Realis-
tas deste punto, tube por
conveniente retirarme
para que se auxiliasen los sol-
dados heridos.
No me aventuro a decir
a Vuestra Señoria los muertos y heridos
enemigos, pero sí que la glo-
ria que se suponian hizo
el que casi se estrellasen en
nuestros fuegos por lo que
153
deduzco que su perdida debe haber
sido grande.
Recomiendo a vuestra señoria muy parti-
cularmente al subteniente de la colum
na Don Joquin Zarco, quien en la
accion despues de liciado su caba-
llo, se portó con el valor y sere-
nidad que pedía el caso, ayu-
dandome mucho a la glo-
ria de las armas del soberano.
Ygual recomendacion hago
a vuestra señoria de toda la tropa, que se
condujo con el mayor entu-
siasmo, despreciando el fue-
go enemigo de un modo in-
creible, por lo que si vuestra señoria lo es-
timare justo y de algun
merito, espero se sirva re-
comendarlos al Excelentisimo Señor
Virrey.
Dios guarde a vuestra señoria muchos años
Puente del Rey 11 de octubre
de 1817 a las 3 de la tarde.
Manuel Rincon
Señor Coronel Don Jose Santa Marina
Comandante del Campamento Militar
155
Excelentísimo Señor
Dirijo a manos de Vuestra Excelencia
Con el informe que me há
parecido justo, la representa
cion que hace a su superio-
ridad el Teniente Coronel gra-
duado de Miliacias Urbanas Don
Manuel Rincon, en que solici-
ta el Empleo de Teniente Coro-
nel efectivo de Milicias Provin-
ciales, ó por lo menos el de Ur-
banas; a efecto de que Vuestra Excelencia se
sirva resolver lo que fuere
lo que fuere de su justifi cado
agrado.
Dios
157
Guarde a Vuestra Excelencia muchos años.
Xalapa 14 de Mayo de 1818.
Excelentisimo Señor.
Excelentisimo Señor Virrey Don
Juan Ruiz de Apodaca
160
El 28 de septiembre de 1821 se fi rmó
el Acta de Independencia del Imperio
Mexicano. De los fi rmantes, los de mayor
relevancia fueron Agustín de Iturbide y
Vicente Guerrero. Juan José Espinosa de
los Monteros escribió dos copias originales.
Una permaneció en la sala de sesiones de
la Cámara de Diputados hasta que fue
destruida en el incendió que consumió al
recinto en 1909.1
En su Historia de México, don Lucas
Alamán informa que ya en 1830 la segunda
copia del Acta “fue vendida por un empleado
infi el a un viajero curioso”. Alamán sabía de
la curiosidad del viajero pero no su nombre
ni a dónde fue a parar el Acta.
Escribe Alamán: “cuando el autor de
esta obra sirvió [en] el Ministerio de Rela-
ciones Exteriores e Interiores de 1830 a
1832, sabiendo que la copia extraviada
existía en Francia, solicitó recobrarla y no lo
pudo conseguir, aunque ofreció una suma
considerable por ella”.
De estas líneas se desprende lo siguiente:
1) que la fuente de Alamán para afi rmar
que el documento ya había desaparecido
en 1830 eran rumores que él recogió sin
poder citar una fuente precisa, 2) eso le
permitió saber que “existía” en Francia,
3) que no menciona cómo y a través de
quién esperaba recuperarla y 4) que estaba
dispuesto a sacrifi car parte de sus bienes
para recobrarla.
El siguiente dato se tiene por hecho
histórico: el Acta reaparece en la biblioteca
de Maximiliano de Habsburgo, pero se
desconoce si la obtuvo en Europa o en
México. Se sabe que tras su fusilamiento, el
confesor del emperador, un padre Fisher, la
sacó del país. Y se ignora a dónde fue a dar.
Años después se desconoce la fecha
precisa, el gran bibliófi lo Joaquín García
Icazbalceta dio con su paradero a partir del
contacto que mantenía con anticuarios de
diferentes capitales extranjeras; su corres-
ponsal en España, don Gabriel Sánchez, le
1 Tras el incendio de 1872, durante la exposición del cadáver de Benito Juárez en Palacio Nacional, un nuevo incendio despertó de su letargo a los legisladores en 1909, que volvieron a la actividad para trasladar sus cosas al viejo Palacio de Minería de las calles de Tacuba. En el célebre colegio permanecieron del 1 de abril de 1909 al 31 de diciembre de 1910, mientras se construía el recinto sobre los escombros del teatro Iturbide. Los diputados inauguraron su nuevo edifi cio en abril de 1911. Desde esa fecha y hasta 1981, el recinto de Donceles fue la sede permanente de la Cámara de Diputados.
PERIPLOS DEL ACTA DE INDEPENDENCIA
161
comunicó que el documento se encontró no
sé sabe cómo, dónde ni cuándo, así como la
forma en que se hizo de él Icazbalceta.
Una vez suya, el sabio la conservó y a
su muerte la heredó su nieto Luis García
Pimentel, quien, entrado ya el siglo XX, la
vendió a un hombre llamado Florencio
Gavito. Éste le pidió a su esposa, Mercedes
Jáuregui, que a su muerte entregara el Acta
al presidente de la República, Adolfo López
Mateos.
La Secretaría de la Presidencia debía
asegurarse de que el documento fuera
auténtico. Con tal efecto, el secretario Do-
nato Miranda Fonseca designó al Lic. Antonio
Arriaga, director del Instituto Nacional de
Antropología e Historia, responsable de cum-
plir el encargo. El Lic. Arriaga recurrió a dos
eminencias en el área: Guadalupe Pérez San
Vicente, catedrática de Paleografía de la
Facultad de Filosofía y Letras, investigadora
del Departamento de Historia de la Medicina
de la Facultad de Medicina de la UNAM, y Er-
nesto Lemoine Villicaña, a la sazón jefe de
la Sección de Investigaciones Históricas del
AGN.
Sus peritajes -reproducidos en este
número del Boletín- fueron positivos: la
autenticidad se resolvió con base en aná-
lisis técnicos -la caligrafía, la naturaleza
del papel, la comparación con la fotografía
de la copia quemada, etc- y las vicisitudes
históricas fueron tomadas como referen-
cias sufi cientes. Así, doña Mercedes pudo
cumplir la última voluntad de su esposo el
21 de noviembre de 1961.
Sin embargo, hoy podemos preguntar-
nos cuál fue el periplo posterior del Acta de
Independencia en el AGN luego de ser recibida
por el presidente López Mateos.
En la presente administración, el Depar-
tamento de Restauración reportó que en
su bóveda de seguridad se encontraba, al
menos desde el año 2000, una cartulina que
contenía un acta de independencia.
Se procedió entonces a revisar el docu-
mento resguardado en la bóveda de la Galería
4 y se encontraron grandes semejanzas.
Una vez ordenado el cotejo, la primera
resultó ser una copia. La segunda tenía las
características descritas en los dictámenes
mencionados.
El Acta, fugitiva a los ojos de los his-
toriadores, coincidía palmo a palmo con el
riguroso dictamen de la UNAM, coordinado por
Guadalupe Pérez San Vicente. Finalmente,
después de azarosas tribulaciones, está a
buen resguardo en la bóveda del AGN, al igual
que los estudios históricos y científi cos que
la acreditan.
176
Nota: Para enfatizar la veracidad del peritage, reproducimos estos negativos pese a que no es
posible apreciar en esta impresión las imagenes que contienen.
177
Nota: En la parte superior fi gura el sello del anticuario madrileño que tuvo en su poder el
Acta. No se distingue el ex libris de Maximiliano por ser un grabado.
191
¡OTRA INCORPORACIÓN!
En el marco del Programa de Verifi cación y Resguardo de Documentos Fundamentales se registró
una nueva incorporación: con el auxilio de la SRE se recuperó un volumen de documentos de la
época colonial (1613-1802) que consta de 428 fojas, referido a varias haciendas y rescatado de la
Universidad Saint Mary’s de San Antonio, Texas. El volumen, descrito por Carolina Martínez, Diana
Méndez, Esmeralda Palacios e Iván Lara, fue integrado al grupo documental Tierras y registrado en
el Sistema de Descripción Documental. ¡Conoce la información!
“Títulos de labor y ranchos anexos en las jurisdicciones de Huejotzingo y Atlixco que pertene-
cieron a los padres agustinos del convento del Santísimo nombre de Jesús en Manila, Filipinas.”
Fechas: 1613-1802 Fojas: 428.
Alcance y contenido: Libro de traslado con títulos de las haciendas de labor y ranchos
de las jurisdicciones de Huexotzingo y Atlixco que pertenecieron a los padres agustinos del
convento del Santísimo Nombre de Jesús en la Ciudad de Manila, Filipinas. Las haciendas a
las que se hace referencia son Santa María Chiahuac y San Juan Bautista. Algunos de los
pueblos circundantes a dichas haciendas fueron: Santiago, San Simón Tlanicontlán, San Juan
Tepaltepeque y ranchos anexos.
El volumen contiene:
1.- Solicitud de fray Juan de Otero de la orden de San Agustín del hospicio de Santo
Thomas de Villanueva en la ciudad de México, de certifi cación de escritura para poder gozar
de los benefi cios de las haciendas mencionadas y ranchos anexos.
2.- Presentación del cumplimiento de la Real Cédula del 15 de octubre de1754 sobre
el valor de las haciendas que fue ejecutada por fray Antonio Valenzuela, procurador de la
provincia del nombre de Jesús en Filipinas.
3.- Se mencionan asuntos relacionados con el uso productivo de las haciendas de Santa
María Chiahuac que administró el general Juan Dávila Galindo.
4.- Pleitos y litigios por la propiedad de las tierras; presentación de títulos y benefi ciarios;
cuadernos de cancelación de escrituras; cuentas de la producción y distribución de maíz; bienes de
comunidad, disposiciones sobre el empleo de indios de la hacienda de Santa María Chiauac.
Notas: N-empastado. Tiene leve daño de polilla. Fojas en blanco.
Productores: Real Audiencia.
192
JOYAS DEL MES 2007
Enero Leyes del Registro Civil (promulgación)
Febrero Constitución de 1917 (90 años de su promulgación)
Marzo
Abril
Octavio Paz (natalicio)
Emiliano Zapata (aniversario luctuoso)
193
EXPOSICIONES
2007
Lugar Fecha Tema
Sala de Banderas
Sala David Alfaro Siqueiros
Cúpula
Noviembre-enero
Febrero-marzo
Abril-mayo
Noviembre-enero
Febrero-marzo
Abril-mayo
Noviembre-enero
Tradiciones mexicanas
Escuela Nacional Preparatoria
Emiliano Zapata y el movimientorevolucionario mexicano
Inquisición
Ignacio Avilés. Colección de vistas estereoscópicas
Escuela Nacional Preparatoria
El Indiferente Virreinal
196
PUEBLOS EN VILO
Alberto Alvarez Ferrusquía*
En aquel imperio, el arte de la cartografía logró tal perfección que el mapa de una sola
provincia ocupaba toda una ciudad, y el mapa del imperio toda una provincia. Con el tiempo,
esos mapas desmesurados no satisfacieron y los colegios de cartografía levantaron un mapa
del imperio, que tenía el tamaño del imperio y coincidía puntualmente con él. Menos adictas
al estudio de la cartografía, las generaciones siguientes entendieron que ese dilatado mapa
era inútil y no sin impiedad lo entregaron a las inclemencias del sol y de los inviernos. En los
desiertos del oeste perduran despedazados ruinas del mapa, habitados por animales y por
mendigos, en todo el país no hay otra reliquia de las disciplinas geográfi cas.
Jorge Luis Borges, El hacedor, Buenos Aires, Emecé, 1960, p. 103.
197
Cuánto puede mostrar un mapa? En El hacedor, Borges imagina un mapa tan vasto
como el territorio mismo que representa. Tan inmenso como inútil, más espejo que
mapa y por tanto abominable, su destino es el olvido y la destrucción.
¿Cuánto debe mostrar un buen mapa? Tanto como de él exija la mirada del espectador. La
aguda visión de Dorothy Tanck permite que el Atlas ilustrado de los pueblos de indios. Nueva
España, 1800 ,1 muestre tanto el pasado como el presente de las unidades básicas de división
territorial y administrativa del México profundo, ayer coloniales, hoy republicanos, siempre
matria en palabras de Luis González: los pueblos de indios.
El libro consta de tres secciones: Historia, Mapas e Índice.
La Historia comienza con la defi nición del Pueblo de indios: “término legal que se refería
a un asentamiento humano con un gobierno de autoridades indígenas reconocido por el
virrey (...) era una entidad corporativa con personalidad jurídica que se encargaba de la
administración política, fi nanciera y judicial de las localidades de indios”. A diferencia de
lo sucedido en las colonias norteamericanas cuya población india fue desplazada de sus
territorios y confi nada a reservaciones, la Corona española, enfrentada a una demografía
mucho mayor, continuó en cierta medida la disposición política precolombina reconociendo
1 Dorothy Tanck de Estrada, Atlas ilustrado de los pueblos de indios. Nueva España, 1800, México, El Colegio de México-El Colegio Mexiquense-Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas-Fomento Cultural Banamex, 2005, 270 pp. + CD.
¿
198
como pueblos de indios a los antiguos señoríos llamados altepetl. Al original nombre indio
se añadió el de un santo patrono estableciéndose así, desde los albores de la Colonia, el
catolicismo como seña de identidad del pueblo. Facilitar la evangelización, hacer efi caz la
recolección de tributo y urbanizar de acuerdo al modelo peninsular fueron las principales
razones para establecer pueblos de indios cuyo consejo gubernativo, conocido como
república de indios y formado por gobernador, alcalde y regidores, se ocupaba de la
recolección de los tributos, la administración de las tierras comunales, la representación legal
frente al gobierno virreinal y la Iglesia, la administración de justicia, la vigilancia del mercado
y la organización de las festividades religiosas, especialmente la dedicada al santo patrón
del pueblo. Así, para el siglo XVIII, el pueblo de indios se defi nía como un lugar con tributarios
indios, con una iglesia consagrada, autoridades indias electas anualmente y una dotación de
tierra inalienable.
La segunda sección, la central del libro, tiene como propósito mostrar en detallados
mapas actuales los pueblos de indios que existían en Nueva España en 1800 cuando 90%
de la población india habitaba pueblos de indios y constituía 60% del total de la demografía
novohispana (cinco y medio millones de habitantes). A dichos mapas se ha sobrepuesto la
antigua división territorial colonial en intendencias y subdelegaciones; se añaden cuadros
estadísticos que establecen tanto el número de pueblos de indios como el número de
indios por cada subdelegación y los totales por intendencia, se muestra así un completo
panorama cartodemográfi co de los pueblos de indios en 1800. Para cada intendencia se
añaden, hasta totalizar decenas, mapas dieciochescos correspondientes a algunos de los
pueblos comprendidos en dicha unidad territorial. Provenientes en su mayoría del Centro
de Información Gráfi ca del Archivo General de la Nación, los mapas coloniales son más
que meras ilustraciones pues, además de su belleza plástica, muestran por sí mismos las
características básicas de los pueblos de indios: la traza cuadricular, la plaza principal, la
iglesia, la casa de comunidad, el hospital, la escuela, las casas, las tierras comunales, los
límites, los caminos.
El Índice lista alfabéticamente los 4,468 pueblos de indios mostrados en el Atlas; para
cada pueblo se presenta el nombre, el santo patrón, la intendencia y subdelegación, la
longitud, latitud y altitud, el número de indios y el número de página donde se encuentra. La
lista de nombres fue construida en su mayoría con información proveniente de once ramos
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coloniales del AGN de los cuales destaca sobre todo la Contaduría General de Propios, Arbitrios
y Bienes de Comunidad, institución establecida en 1766, encargada de vigilar las fi nanzas de las
ciudades y villas de españoles y de los pueblos de indios. La Contaduría se encargó de preparar
“Reglamentos de bienes de comunidad” de los pueblos, documentos que, además de consignar
ingresos y gastos, recabaron también el nombre, ubicación y número de tributarios de cada
pueblo.
Sobrevivientes a catástrofes naturales y humanas propias de nuestra accidentada
geografía e historia -sequías, inundaciones, terremotos, en el primer caso; epidemias, levas,
reformas liberales, litigios agrarios, migración en el segundo-, pueblos en vilo a lo largo de
los siglos, sorprende que la inmensa mayoría (96%) de los antiguos pueblos de indios perdure
en nuestros días, así sea, en algunos casos, como reliquias de lo que alguna vez fueron. De
una adecuada política de desarrollo social depende que las reliquias no se tornen ruinas,
de hacedores de mapas como Dorothy Tanck depende rescatar dichas reliquias del olvido
documental, labor que el Atlas, ejemplo acabado de geografía histórica, cumple a plenitud.
* Historiador
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