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Juncos, trigo y agua estan en nuestro escudo. Este último elemento tiene su templo en el
Pilar; La fuente de los 4 caños que se nutre del manantial situado en los álamos, a pie del
camino de Madrid. Agua clara y cristalina que nos acompaña desde siempre en nuestro
pueblo, que brota de los pozos de Jarape, de la fuente primera y que se recoge en las
Veguillas, junto a ” las Lunas”, para partir por el arroyo Guatén al rio Tajo.
Agua en Las Veguillas Juncos en la Fuente primera
Cereal en el Cerro de la aguililla
Prado y Pilar son los dos barrios del pueblo, juncos , agua y cereal nuestras señas de
identidad.
A todos vosotros, vecinos y visitantes de esta web, amigos ante todo, va dirigido este
relato de nuestra historia, esperando que disfruteis leyendolo como yo he disfrutado
escribiendolo.
J.Carta.
RELATO BREVE DE LA HISTORIA DE YUNCLER
Alrededor de una lumbre, resguardándose del relente de la noche, estaban reunidos
todos los guerrilleros, cada uno con su atuendo particular; no era el uniforme propio de un
ejército al uso, pero tampoco era muy importante dado el tipo de guerra que se estaba
haciendo contra el invasor; la diversidad de ropajes daba un colorido especial a la noche, a
pesar de que con la sola luz del reflejo de la hoguera los colores eran difíciles de discernir.
Palarea, el único uniformado, miraba indistintamente la claridad de la luna y el rojo del fuego
mientras pensaba en los últimos dos años de su vida, en lo rápido y sorprendente que habían
transcurrido sus días, cómo en ese tiempo había pasado de ser un médico rural afincado en
Villaluenga de la Sagra prestando servicio a los ciudadanos de la comarca sagreña, a
encontrarse, esa noche concretamente, en las ruinas de un abandonado castillo medieval en lo
alto de aquel cerro que daba cobijo a las poblaciones próximas entre las que se encuentra el
pequeño pueblo de Yuncler. Pensaba, con una ligera sonrisa esbozada en los labios, en el día
en que decidió dejar el oráculo de la medicina para dedicarse a combatir a los franceses
invasores, enajenó todos sus bienes y se lanzó a la lucha armada con las armas y el ejército de
que disponía; ya antes les había hecho la lucha moral distribuyendo panfletos de propaganda
contra el ocupante; se le vino a la mente el día de su bautismo de fuego cuando volvía campo a
través con sus hombres desde Casarrubios del Monte hacia Carranque y tuvo que enfrentarse
a un destacamento enemigo en el camino de Cedillo aquel 7 de julio y cómo a partir de
entonces se sucedieron todos los acontecimientos de manera tan vertiginosa; recordaba
también cómo a los pocos días, el 8 de septiembre interceptó un correo del emperador en
Santa Cruz de Retamar dirigido a algunos de sus oficiales lo que le supuso el nombramiento de
alférez de la 7ª partida de patriotas voluntarios de Castilla y cómo no recordar, ¡está tan fresco
en la memoria!, lo acaecido en aquel arroyo de Yuncler que llaman de “la Solana” ya bajo las
distinciones de teniente coronel; había sido hasta ahora su actuación más importante y le
supuso la condecoración con la cruz laureada de San Fernando. Qué lejos quedaban aquellos
días en Murcia como estudiante, la universidad, sus padres, el primer viaje a tierras de Toledo;
una ráfaga de melancolía invadió, de súbito, sus pensamientos. Valoraba si había merecido la
pena desprenderse de todo y comenzar a luchar, pero no tenía ninguna duda, la decisión había
sido la correcta; un estremecimiento de emoción, como un rayo electrizante, le recorrió todo
el cuerpo a la vez que se le erizaba el vello de la piel y los ojos se le tornaban vidriosos, más
cristalinos aún al resplandor de la hoguera, dio la espalda a sus hombres para que no le
delatara una lágrima que resbalaba por su mejilla dejando tras de sí una estela fría y húmeda y
limpió la lágrima delatora con el envés de su diestra , luego se acarició la barbilla aún sin
afeitar , el contacto con su cara fue frío a causa del aire gélido que soplaba en lo alto de del
cerro a pesar del resguardo de los muros del viejo castillo; revivió por un momento detalle a
detalle cada uno de los segundos transcurridos en la batalla de Yuncler: desde el instante en
que aquellos hombres llegaron portadores de la noticia que había de pasar un convoy con
trigo requisado en la comarca por el camino real se puso a pensar de qué manera
interceptarlo conociendo que había destacamentos en Yuncos, Illescas y Cabañas; la forma le
pareció fácil:
“-habría que atacarlos en Yuncler, si, en Yuncler, a la altura del barranco, en el arroyo;
Sus hombres lo miraban asombrados, los ojos parecían querer escapárseles de las
cuencas, ante la rapidez con que había dispuesto la estrategia, su reacción había sido
fulminante. Si, a por ellos; -gritaba toda la tropa a la vez que levantaban sus brazos y los
blandían al aire de la noche– a por ellos. Viva “el médico”, “viva España”.
Acto seguido “el médico” se agachó al suelo y reunió a todos los hombres a su
alrededor para dibujar en la arena la disposición táctica del ataque y que todos, sin excepción,
lo vieran, no se podía dejar ningún detalle al azar, la preparación había de ser muy minuciosa.
Aprovecharían la arboleda que crece al lado del arroyo para estar ocultos y salir en tromba a
por el enemigo a la voz de mando de Palarea; mandaría unos 30 hombres a Yuncos y Cabañas
para evitar la salida de los enemigos guarnecidos en Illescas y Olías caso de que les llegara la
noticia y así poder atacar con más tranquilidad.
Arroyo de la solana, junto al camino viejo de Madrid Juan Palarea “el médico “
Llegó el día del ataque, los hombres estaban dispuestos por entre la maleza del arroyo
observando el trajinar diario del camino, aún se cernía la oscuridad sobre aquel 19 de octubre
de 1810; sonaba entre el piar de los primeros pájaros y el chocar de las hojas con el viento, el
rechinar de las ruedas de las carretas que pasaban y el crujir de la madera forzada por el
excesivo peso; en el camino había inmiscuidos carreteros y carros aliados encargados de dar
la señal de alarma cuando se acercara el convoy, eran parte de la estrategia, entre ellos
algunos vecinos de Yuncler.
Comenzaba a clarear el día; las primeras luces del alba, sonrosadas, empezaban a dejar
paso a los primeros rayos de sol cuando un carretero vislumbró en el horizonte el convoy y dió
la voz de alarma. Venía escoltado por dos filas de granaderos, una a cada lado del carro que
transportaba el trigo. Al llegar a la altura deseada “el médico” hizo la señal de ataque y sus
hombres se lanzaron con tal ímpetu que poco pudieron hacer los franceses sino parapetarse
tras el carruaje y posteriormente, los que quedaron con vida, salir corriendo hasta la próxima
ermita de San Sebastián ( Actual cementerio ) en Yuncler; fueron tantas las prisas que no
acertaron a cerrar tras de sí las puertas del sagrado recinto, lo que aprovechó Palarea para
mandar a sus hombres fuego sin cuartel y de esta manera impedir que salieran o cerraran la
puerta. Instó al mando de los franceses por medio de un parlamentario a que se rindiera hasta
tres veces pero de nada sirvió y en la última vez uno de los granaderos lanzó una granada
contra el parlamentario de Palarea que le costó la vida y llenó de indignación a los españoles
jurando no dejar un francés con vida. Llegaron noticias de que se aproximaba por Yuncos una
guarnición en socorro de los pertrechados en la ermita, para lo cual Palarea marchó hacia
Yuncos dejando a cargo de la empresa a su lugarteniente José Rivero. Tras hacer huir a los
franceses en Yuncos volvió a las inmediaciones de la ermita y decidió acabar cuanto antes con
aquello no fuera a ser que llegaran más refuerzos. Amontonó ramaje y leña seca para quemar
la ermita, pero la lenta combustión impacientó al guerrillero que decidió, aprovechando el
viento que soplaba favorable hacia la puerta de la ermita para tramar un ardid, echar al fuego
pimentón y azufre traído por Juliana Carrillo, vecina del pueblo, lo cual hizo salir a los franceses
que fueron pasados por las armas según aparecían por la puerta de la ermita”.
A la vez que recordaba los hechos miraba la cruz laureada de San Fernando que
colgaba de su uniforme, cruz que le fue entregada como reconocimiento al mérito obtenido en
la batalla de Yuncler. Mientras amanecía veía nuestro pueblo a lo lejos entre aquel cerrito
pequeño que llaman de la aguililla y la colina donde aún se reconocen los restos de la ermita
de San Sebastián que le sirvió de morada a los franceses en sus últimos momentos; pensaba en
el orgullo, patriotismo y otros sentimientos que embargaban su pecho en esos momentos.
Miró la media naranja de la iglesia, la torre del campanario y pensó en como se mantenía
erguida a pesar de la guerra, su esbeltez seguía intacta, y se alegraba de ello, pues era de
reciente construcción toda ella menos el campanario que fue lo único que se libró del incendio
del 19 de octubre de 1788. Siguió con la vista el cauce del arroyo Tocenaque que lamía la
ladera donde descansaban las casas e imaginó el discurrir del agua cristalina por la blanca
arena con su sonido limpio y claro. Observaba matas de juncos por casi toda la geografía que
rodeaba al pueblo, juncos que en otro tiempo habían sido el embrión del nombre que ahora
ostenta; pensó un momento en quién podría haber sido el primero en nombrarle. Su nombre
estaba muy ligado a Villaluenga y al castillo del Águila pero siempre había sentido una extraña
atracción por aquel pequeño pueblo vecino.
Representación de la batalla de Yuncler (1.810) en la fachada del ayuntamiento
Para llegar a este hecho que hemos narrado anteriormente y que supone el súmmun o
punto álgido de la historia de nuestro querido Yuncler han tenido que pasar muchas cosas,
antes y después:
Todo empezó en una época muy lejana de la prehistoria. La Sagra, comarca sobre la
que asienta sus pilares nuestro pueblo se formó en el Mioceno con materiales detríticos y
arenas arcósicas muy arcillosas de leve color rojizo y gris, su clima templado ronda los 2 grados
centígrados en invierno y los 34 grados centígrados en verano con primaveras y otoños muy
agradables. Sus paisajes son llanos y limpios, con poca vegetación autóctona de árboles y
arbustos salvo en las cuencas de los arroyos de la Solana y Tocenaque. Lo que sí es bastante
característico de nuestro pueblo son los juncos y más concretamente el “Scirpus
holoschoenus” gran delator del agua dulce y que daría nombre a nuestro pueblo (Ocner,
Yunquer). En medio de su llanura se alzan los montes del Águila como un paquidermo que
durmiera plácidamente en su jergón de suelo; completaba la cumbre del cerro donde hoy se
encuentra la cementera, como una corona regia, el hoy desaparecido castillo del Águila. A esta
comarca, más concretamente al pueblo que nos refiere, en la Sagra Baja, Yuncler. Dos colonias
de homo sapiens sapiens, entonces aún nómadas, llegaron y se establecieron en estas tierras
tan ricas para el cultivo de cereales; unos en el paraje conocido como “el balconcillo”,
asentamiento que duró desde la edad del bronce hasta la baja edad media como demuestran
los hallazgos localizados; y otro en el paraje de “las Lunas”, de reciente descubrimiento, cerca
de “las veguillas”, humedal antaño rico en caza menor ; este asentamiento permaneció hasta
época romana; ha aportado interesantes hallazgos a la arqueología, tanto de la época del
bronce como de la época romana . En él se han hallado hachas, pulseras, fíbulas, restos de
unas veinte chozas circulares y diferentes objetos de la época del bronce que delatan las
relaciones atlántico mediterráneas, lo que le convierte en un ejemplo destacado para el
estudio de esa época en el centro de la península ibérica, hecho que demuestra los distintos
trabajos de exposición realizados por los arqueólogos; así como cerámica de sigilata, cuentas
de telar, lucernas, un molino de mano y vestigios de un fresco de la época romana en un muro
caído. También se hallaron restos de una especie de horno o parrilla, cuencos en buen estado
de conservación, cuentas de telar y un culo de vasija con la inscripción KEPA IUNTILII,( en una
opinión particular, Kepa podría ser un nombre propio, la firma del alguien e “Iuntilii”, sabiendo
que en latín junco se nombraba “iuncus”, “Iuntilii” podría venir a ser un gentilicio, “el de los
juncos”, Kepa el de los juncos; que Posteriormente en época mozárabe derivaría en Ocner y
posteriormente en Yunquer(como evidencian documentos mozárabes fechados en 1179, 1197
y 1212) para acabar en Yuncler, nombre que posee en la actualidad. El humedal que había al
lado de las “Lunas”, “las veguillas” era una zona rica en juncos, así como otras zonas del
pueblo. Estos al encontrarse al lado del agua dulce eran lugares idóneos para que nuestros
ancestros se asentasen y allí formasen las primeras colonias.
Restos de la edad del bronce (1.ooo años antes de Cristo) hallados en el yacimiento las lunas de Yuncler.
De la época romana sabemos que se
asentaron encima del poblado Sapiens de las lunas. Allí
se encontraron vestigios de una hacienda romana
dedicada a la ganadería. Esta estaba guardada por
esclavos griegos, que alternaban el cultivo del trigo
con la cría del ganado. Los restos visigodos son escasos
o nulos porque la Sagra en esa época estaba
despoblada debido a las guerras y a la peste. En el
siglo VIII, Yuncler aparece como alquería, y
posteriormente, tras la toma de la ciudad de Toledo
por Alfonso VI siguieron ocupándola los mozárabes. Se
tiene constancia de que se realizaban razzias por estas
tierras desde la ciudad toledana. De esta época es el
edificio más antiguo de nuestro pueblo; la Torre
mudéjar de la Iglesia, construida en el siglo XII.
Yuncler tras la reconquista pasa a ser de realengo,
quedando sus tierras bajo jurisdicción regia y repartida a quiñón en lotes entre los pobladores.
Aparece como Ocner en la partición de Azaña y en la descripción del camino real que
va desde Toledo a Madrid, denominado Camino Viejo, gracias a este camino debió de ser una
villa de paso lo que demuestra el hecho de que se documente ya una venta allá por el año
1576; por aquel entonces casi todos los vecinos son labradores y no gozan de privilegio y
libertad, compartimos cura con Villaluenga y se celebra la fiesta de San Gregorio (12 de
marzo), sus casas son de tapias de piedra y yeso y las cubiertas pajizas. Hay en el pueblo un
total de 130 vecinos, lo que supone un aumento considerable si tenemos en cuenta el hecho
de que en el siglo XV lapoblación era de 58. A pesar de ser una aldea con tan pocos vecinos en
el siglo XV, ese siglo pasará a los anales de nuestra historia por ser el tiempo en que a causa de
la continuas guerras para terminar la Reconquista, las pechas (tributos) ahogan a la población,
lo que supone una merma de habitantes (se marchaban de la aldea) y la queja de sus vecinos
como demuestran las ordenanzas de Yuncler del año 1492, consecuencia de esa política
tributaria, y que conlleva a una investigación por parte de Toledo por medio de su jurado
Francisco de Vargas (8 de enero de 1487) que se presentó ante Pedro González, alcalde de
Yuncler. Ese documento de las Ordenanzas de 1492 supone un documento único para el
tratado de la época y supuso un tema de estudio y exposición por parte de Pedro Andrés
Porrás Arboledas en la Universidad Complutense de Madrid. La historia de España es una
historia de guerras, hecho que demuestra que tras la reciente conquista de Granada, llegasen
las Comunidades que supuso la pérdida en Yuncler de uno de sus vecinos (Cristobal González)
tras algunas escaramuzas de uno y otro bando.
Yuncler es un ejemplo constante de rebeldía entre sus gentes a lo largo de nuestra
historia, desde los que se marchan porque no quieren pagar las pechas en el siglo XV, pasando
por los continuos pleitos con la iglesia, incluidos el monasterio de San Millán de la Cogolla e
incluso la catedral de Santiago, hasta la compra del pueblo por los vecinos a D. Francisco
Melchor de Luzón y Guzmán (antes este caballero lo había comprado al rey Felipe IV) que con
su tiranía obliga a sus habitantes a ir abandonando el lugar, hecho que insta a sus vecinos a
comprar el pueblo al hidalgo, para lo cual tienen que pedir un préstamo al convento de San
Torre Mudéjar
Pablo (Toledo) que posteriormente les traerá más pleitos. Con nuestros vecinos de Villaluenga
hay una disputa en mayo de 1659 a causa de unos pastos , para resolverlo nos damos cita con
ellos en la raya entre los dos pueblos y así solventar el litigio.
Libro del concejo de Yuncler, 1595.
El libro del concejo de Yuncler es un manuscrito en pergamino de 147 hojas que trata
sobre la hacienda y el comercio en Yuncler a finales del siglo XVI. El Ayuntamiento controlaba
todo el comercio, por tanto quedaba todo registrado en este libro. Así la taberna, la tienda,
carnicería, mercería, panadería, etc… pagaban sus impuestos para poder contratar al médico,
barbero o al maestro. Este es un libro muy importante para entender la forma de vida de la
época.
Se da la curiosa anécdota de que desde 1640 hasta el año de 1697 las autoridades las
elige el convento de San Pablo a causa de la deuda contraída por el pueblo con el susodicho
convento para la compra a Melchor de Luzón, por lo que se busca un abogado que nos
aconseje y a partir de entonces se eligen las autoridades a votación por los miembros de la
legislatura saliente como representación de los vecinos del pueblo, teniendo el alcalde en
funciones voz y dos votos. Esto sucede hasta el 1728, fecha en la que en el pueblo se eligen
dos corporaciones municipales, una del pueblo llano y otra de nobleza a petición de Baltasar
de Orozco a la Real Chancillería de Valladolid y desde entonces hasta el año de 1810 es de esa
forma como se gobierna nuestro pueblo, sucediéndose distintos problemas entre unos y otros,
entre ellos como detalle curioso la ausencia en la toma de posesión de muchos de esos
alcaldes, uno incluso con orden de busca y captura. Posteriormente, a raiz de la Constitución
de 1812, se hicieron elecciones muy distintas, por supuesto, a como hoy las conocemos, aún
las mujeres no tenían derecho a voto.
Es en 1812 los días 17 y 18 de octubre, siendo alcalde Juan García Carrasco, cuando se
hace una procesión cívica con un ejemplar de la Constitución traído por Don José González de
la Torre, vocal de la Junta Superior. Desfilan un retrato del Rey escoltado por soldados
portugueses y la Constitución en bandeja de plata seguida de todo el vecindario con música de
la Catedral de Toledo. Se lee el texto de la Constitución en la plaza pública que desde entonces
se llamará “plaza de la Constitución” y se representa por niños de ocho años una obra sobre la
acción que aconteció en término de Yuncler el 11 de abril de 1811 y que supuso el
apresamiento del Príncipe Aremberg (comandante francés) por Juan Palarea, acaba la fiesta
con fuegos de artificio, salvas de escopeta y baile público.
Es en este período del siglo XIX , entre las sucesivas guerras carlistas que nos miran de
soslayo, cuando Yuncler se hace famosa por sus aguas entre los monarcas que sucesivamente
habitan el palacio de Aranjuez.
Fuente de los 4 caños. Construida en granito, cemento y ladrillo en el año 1.700 y restaurada posteriormente en 1.898
Es también en esta época cuando llega a nuestro pueblo el ferrocarril en una estación
compartida con nuestros vecinos de Villaluenga y que junto a la posterior inauguración de la
cementera ASLAND que supuso un hecho histórico en la geografía de nuestros alrededores; es
fácil imaginar a nuestros chiquillos corriendo campo a través para ver de pasar esa mole de
hierro que se desplaza por los raíles sobre ruedas soltando una nube de humo alegre, y
silbando, para que los chiquillos se percaten de su presencia; o para ver en persona al Rey
Alfonso XIII en la inauguración de la cementera que trajo consigo muchos puestos de trabajo a
la zona y la desaparición del Castillo del Águila; ya nunca más por sus muros resbalarían las
lágrimas de la nostalgia.
El Ferrocarril a su paso por los prados de Yuncler
En las postrimerías de ese siglo cuando nuestros antepasados tienen noticias de la
guerra de Cuba y el final pregonado de nuestro gran imperio que había empezado con Carlos I,
la guerra de Cuba suponía el fin del colonialismo español; nuestro pueblo había pasado de
tener apenas 60 habitantes a juntar ya alrededor de 600 y empezábamos el siglo XX
dependiendo del campo y de las pequeñas industrias que comenzaban a aparecer; cerámica,
de transportes, de terrazos y pavimentos. Los chiquillos corrían en la plaza y por sus calles de
tierra y guijarros, las mujeres lavaban en los pilares y el “barranquillo” partía el paseo del
Prado con apostura de galán enamorado. También fue una época buena para la ganadería.
La guerra fue un lapsus que no supuso ningún acontecimiento importante salvo el ver
pasar los aviones alemanes y alguna que otra vez milicianos o militares de paso. La posguerra,
como en tantos sitios de España trajo un pueblo dividido, hambre, rencores y la brisa del
miedo pululando por nuestras calles, los vencidos resignados y los ganadores ufanos. Es tarea
de las generaciones que hemos llegado posteriormente el restaurar un clima de concordia,
solidaridad y altruismo entre nuestros vecinos para que la vida de unos y otros sea más plena.
El pueblo se ha ido ensanchando hacia los prados, se hicieron parcelas junto al arroyo
de Tocenaque para la emigración de los 60 ; en uno de esos prados se forjó la leyenda del
“Sagreño” que tantos domingos emocionó y aún sigue emocionando nuestros corazones;
Alfonso Ferrer ayudado de todos los vecinos construyó el mítico campo de fútbol, allá por los
años 50, donde tantas tardes de gloria ha disfrutado nuestra afición con las victorias del
“Sagreño”, que antaño fueron muchas y muy importantes con grandes jugadores salidos de
nuestra cantera como: Dalias, Guillermo, Seve, Pepe Zarra, Nanin, Bauti, David, Fernando,
Vicente y tantos otros que jugaron en segunda y tercera division.
Actualmente tenemos alrededor de 4.000 habitantes tras el boom del ladrillo que
experimentó La Sagra a principios del siglo XXI y afrontamos el futuro con optimismo siempre
innato en la sangre de nuestra gente. Hoy, además de por don Juan Palarea, somos conocidos
por el yacimiento de Las Lunas, el buen hacer de nuestro grupo Tradiciones, por esa peña
motera que enseñorea el nombre de nuestro pueblo por todos los rincones de la geografía
española y por todos esos personajes que han pasado de una manera u otra por la historia de
nuestro pueblo: Julio Orozco con el 9 a la espalda, artífice del gol número 2.000 del Atlético de
Madrid en aquel equipo mítico formado por Reina, Gárate o Luis Aragones entre otros, que
tantos aficionados hicieron en nuestro pueblo para el equipo rojiblanco. Gracias a esta afición
se fundó la Peña Super Lopez siempre fiel en la esquina del fondo norte del Calderón.
Seguramente a el y a otros muchos debemos que en nuestro pueblo tengamos buenos
futbolistas como Oscar Martín o Raul Aguilar y que yá en el año 1982 tuviesemos campo de
cesped natural, el primero de la provincia. Ese mismo año nos visitaron para las fiestas del
Carmen los árbitros del Mundial de fútbol que se celebraba en España. Ya eran famosas
nuestras verbenas por las calles del pueblo.
Jose Luis González es otro de nuestros vecinos ilustres, que desde joven se vino a vivir
con su mujer Fátima a la Calle Bailén y posteriormente al Camino de Recas. Desde este lugar
salía a entrenar todos los días del año, sin descanso. Este sacrificio tuvo su recompensa cuando
se proclamo subcampeon mundial de 1.500 en Roma, antes habia sido campeón de España de
1.500 m, 3.000 y 5.000 m. En la actualidad aún es plusmarquista nacional de la milla. Ha
llegado a participar en 3 Olimpiadas y obtener el Récord del mundo de 1.500 m en pista
cubierta. Su leyenda se forjó en nuestro pueblo, por donde no era difícil verle entrenar por el
camino bajo, buscando los llanos de Numancia y las veguillas. Félix Blazquez otro vecino que se
convirtió en Campeón de España de los pesos pesados de boxeo, Nemesio Jiménez que
viviendo en nuestro pueblo con su mujer Toñi participó en la vuelta, el giro y el tour.
Tambien tenemos médicos ilustres: Santiago Kasem, Jose Carlos de Lucas, buenos
maestros como Don Alejandro o Don Remigio Laín al que honramos poniendo el nombre del
Colegio Público de nuestro pueblo.
Grandes cazadores de pelo y pluma tambien se forjaron en Yuncler, gracias a los llanos
de las traviesas, a los barrancos de la Solana y Tocenaque donde la perdiz y el conejo buscan
cobijo. El zorzal junto a la torcaz crían y viven en las olivas de Jarape, junto a los dos pinares.
Gracias a los cereales y a las legumbres de nuestra tierra nos visitan todos los años la codorniz
y proliferan la liebres y con ellos nuestros perros de caza; los perdigueros, el podenco y los
galgos, animales y amigos que nos dieron de comer en la posguerra cuando no había pan y la
liebre y el conejo eran lo único que se encontraba. Gracias al “canalla” y tantos otros
perrigalgos nuestros abuelos combatieron el hambre de esos duros años .
El galgo y la liebre dos animales característicos de Yuncler.
En los años 50 y 60 era normal encontrar paisanos trabajando en el terrazo y el
mosaico, trabajos muy duros y de largas jornadas. Luego llegarían las grandes fábricas de
ladrillos, de las cuales solo queda en la entrada del pueblo la gran chimenea del tejar de los
Aguilares. Posteriormente a mediados de los 70 se construyó Jumisa en el Camino de
Villaluenga, siendo la única ladrillera que está operativa en la actualidad.
Chimenea del Tejar de los Aguilares, la más alta de toda la Sagra.
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