Alfonso González-Karg de Juambelz · la mayor de nuestras fortalezas. En memo-ria de quienes hoy...

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icen que la historia se escribe a largoplazo, sin embargo dentro del perio-dismo el acontecer diario es la herra-

mienta indispensable para comprendernuestro pasado, trascender el presente yvislumbrar el porvenir. Nos encontramosaquí reunidos con el propósito de celebrarlos ochenta y cinco años de vida de un dia-rio que desde sus inicios buscó ser el refle-jo de una comunidad sin paralelos; esa quea base de tesón y fuerza creadora logravencer los misterios del desierto y terminapor hacerlo florecer. Nuestro homenaje deadmiración y respeto hacia los hombres ymujeres forjadores de esta región, graciasa ellos hoy vamos por la vida un poco másligeros de equipaje.

Hace ochenta y cinco años Torreón teníaya un Siglo, El Siglo de Torreón. Cronista,testigo fiel de la balanza, foro libre e inde-pendiente para aquellos que buscan serescuchados. En El Siglo coexisten todos loscredos e ideologías, de ahí que concebir allector como nuestro principal interlocutores nuestra más grandiosa, permanente eirrenunciable tarea.

Gracias a nuestros lectores y anunciantesexistimos, la confianza que nos brindan hacefactible un mañana donde todo aquello queen apariencia nos divide acabe por unirnos.

No claudiquemos en el intento por com-prender que en nuestras diferencias radicala mayor de nuestras fortalezas. En memo-ria de quienes hoy no están y, ante todo,para aquellos que vendrán, apostémosle alo imposible, volvámoslo real.

Ocho décadas y un lustro no son obra dela casualidad. Por nuestra casa editora hanpasado seres, conciencias lúcidas que cu-yo afán por informar trasciende todas lasbarreras. Jornadas sin principio ni fin, vien-tos adversos, enemigos ocultos o visibles,pero como resultado el poder plasmar loshechos apegados siempre a valores y prin-cipios esenciales en toda sociedad, a lotangible y trascendente, a lo moral, a lo quenos hace ser mejores.

El Siglo de Torreón y su equipo de cola-boradores no olvida la consigna de nuestrofundador, Antonio de Juambelz: defender ala comunidad rige la labor que ejercemosdiariamente. Somos un medio de comuni-cación libre, veraz y oportuno. Condenamosla injusticia y señalamos a aquellos cuyosactos van en detrimento del equilibrio so-cial. El poder de un diario ha de utilizarseen pro de las causas colectivas, nunca a fa-vor de las agenda de unos cuantos.

Claras la misión y la consigna perma-nente de nuestro fundador: “desde que na-ció El Siglo, nos hemos esforzado por serajenos a todo procedimiento perverso, conlo que alcanzamos el respeto general sin

inspirar temor a nadie. Jamás en nuestrahistoria hemos abusado de nuestra fuerzaperiodística para tomar represalias o lograrlucros indebidos. Jamás, tampoco, vendi-mos nuestro criterio. Contra la idea genera-lizada entre cierta gente de que todos losperiódicos entran en componendas paracallar actos de mal gobierno, podemosasegurar que el siglo de torreón nunca harecibido dadivas ni ha sabido jamás desubvenciones ofrecidas.

Este periódico vive exclusivamente de susfuentes licitas de ingresos: publicidad y cir-culación. A quien pusiera en duda ésta,nuestra rotunda aseveración, le brindaremosestas columnas para publicar cualquier datofehaciente que contraríe nuestro aserto.”

Ser periodistas significa un honor perotambién un compromiso sin paralelos. Laposibilidad de formar opinión pública e in-fluir en el ánimo social requiere de tem-planza y mesura, también de valor. El perio-dista se confronta día a día con sus mil de-monios, con todas sus guerras. Solo unoscuantos logran salir avantes frente al éxta-sis que emana del poder y su circunstan-cia. Para nuestra fortuna el publico sabediscernir entre aquellos cuyo compromiso

es inquebrantable frente a ciertos gruposque no pueden ya distinguir de entre el lo-do y el fango.

Somos una democracia joven. Fortalez-cámosla cumpliendo cada uno con nuestratarea. Hagámoslo con pasión creadora e in-maculada honestidad. Aprendamos delerror, acerquémonos al prójimo y entenda-mos que nuestro futuro como país radicaen hacer de todas las voces una sola.

Ochenta y cinco años sin embargo somosun medio de comunicación joven y a la van-guardia. Tecnología de punta, crecimientosostenido, penetración de mercado, innova-ción, reinvención. Gracias a la preferenciadel publico y nuestros anunciantes segui-mos siendo lideres de opinión en estanuestra querida Comarca Lagunera y en losestados de Coahuila y Durango. Los hechoshablan por si solos.

Contamos con un equipo de colaborado-res de primera línea. La familia de El Siglode Torreón hace posible que lo tenido porimposible se vuelva realidad. Expreso mimás amplio reconocimiento a todos ellos ymuy en especial a nuestra presidenta deconsejo, Olga de Juambelz y Horcasitas, cu-

ya visión empresarial y periodística ha per-mitido que el buque llegue a buen puerto.

Doña Olga nos confiere ánimos y todoslos días nos enseña algo nuevo.

También el liderazgo de nuestro directorgeneral, Antonio Irazoqui, cuya intuición ysentido de la oportunidad han sido decisi-vos para la consolidación, no únicamentede nuestro diario, sino de todas las empre-sas que conforman grupo Celsa. El com-promiso de El Siglo, de Olga, de Antonio yde la tercera generación es demostrar queel empeño puesto en nuestro oficio traerácomo consecuencia que los laguneros con-tinuarán orgullosos de su periódico y lasdemás empresas que hoy constituyennuestro grupo.

Hemos apostado por nuestra región,nuestras inversiones aquí se quedan. Comoejemplo: El Siglo de Torreón es el únicodiario lagunero donde ustedes son atendi-dos por sus propietarios.

A todos ustedes nuestro agradecimientopor la confianza brindada, jamás la defrau-daremos. Esta es la casa de todos ustedes.La puerta del diario estará siempre abiertade par en par.

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Alfonso González-Karg de Juambelz en representación del Consejo de Administración de la Compañía Editora de la Laguna dirigió elocuentes y emotivas palabras a los invitados.

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Araceli Sama de González-Karg, Patricia González-Karg de de la Fuente, Alfonso González-Karg, José A. García Triana, Nicte Gutiérrez de Guerrero, Javier Guerrero e Io Camil de García Triana.

Juan Carlos Esparza con sus románticas melodías alegró el convivio.