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AÑOS 20.
EL CINE DE VANGUARDIA
La década de los 20, como lo sería más tarde la de los 60, representa uno de los decenios de
mayor originalidad y experimentación dentro de la historia del cine. Una innovación formal que
está presente, desde luego, en la obra de los grandes cineastas del período 1919-1929 (Gance,
Lang, Murnau, Dreyer, Eisenstein…), pero que además alienta un fenómeno, el del denominado
cine de vanguardia, que se desarrolla simultánea e internacionalmente tras la Gran Guerra,
verdadero desencadenante de la revolución artística que significan los movimientos de
vanguardia. Lo vemos en Francia, Alemania y Rusia, pero también en los Países Bajos, sobre todo
en Bélgica, en los Estados Unidos e incluso en el Japón.
Se creó un circuito de exhibición alternativo en el que los cineastas experimentales pudieron
mostrar sus obras. Un circuito de cine-clubs y cines especializados que, además de proyectar las
películas, se encargó de organizar conferencias y seminarios sobre el cine, configurando de este
modo un público fiel más o menos numeroso. En segundo lugar está en el papel jugado por las
revistas especializadas: «con una distribución tan limitada y fragmentaria, la difusión del cine de
vanguardia y de arte y ensayo recaía decisivamente en las revistas»
Tentativamente, podríamos dividir el cine de vanguardia del período en tres grandes enfoques. El
primero, conectado con el dadaísmo y el cubismo, se trata del cine abstracto o cine puro, según la
propia nomenclatura del citado Richter, uno de sus autores y teóricos más significativos. Este es
un cine que, apoyado en el carácter cinético del medio —el cine es «un arte para el ojo» (Walter
Ruttmann)—, rechaza absolutamente la idea de argumento y guión (en definitiva, de relato, de
narración) en beneficio de la propia imagen como medio expresivo. Y es que, la mayoría de sus
representantes (Richter, Ruttmann, Viking Eggeling; la excepción es Oskar Fischinger) provienen
del campo de las artes plásticas y de Dada.
Un segundo enfoque dentro del avant-garde, igualmente preocupado por la noción de ritmo visual
puro, es el que representan las diversas sinfonías visuales consagradas a la vida de grandes
ciudades: de la precursora Manhatta (1921) de Paul Strand y Charles Sheeler; a 24 Dollar Island
(1925), dedicada por Robert Flaherty a la ciudad de Nueva York; Moscú (Moskva, 1926) de Mikhail
Kaufman e Ilya Kopalin; Les Halles centrales (1927), único film dirigido por el operador Boris
Kaufman, hermano del anterior y también de Dziga Vertov; Berliner stilleben (1926) y Marseille,
vieux port (1929) realizadas por el fotógrafo y pintor húngaro László Moholy-Nagy
Por último, nos queda abordar la categoría más laxa y cuyos límites son más borrosos, que
podríamos aglutinar, por oposición a los dos bloques anteriores, en torno al concepto de
narratividad. Casi desde su mismo origen podemos rastrear una tendencia experimental dentro
del cine. Un gusto por la experimentación que, en Francia, en la década anterior, encontramos por
ejemplo en obras de pioneros como Abel Gance —la célebre La folie du Docteur Tube (1915)— o
Marcel L’Herbier —Le torrent (1917) y Le carnaval des verités (1919), dos de sus primeros filmes
importantes—.
Algunos personajes importantes:
Fritz Lang, director cinematográfico alemán.
Charlie Chaplin, actor y director.
Lon Chaney, actor cinematográfico.
Mickey Mouse es un personaje de dibujos animados creado en 1928 por Walt Disney y Ub
Iwerks en el estudio de Walt Disney, se hizo muy famoso por su aparición en Steamboat
Willie.
Charlestón
El charlestón es una variedad del foxtrot, que hizo furor en Estados Unidos durante la década de
los 20.
Historia
Este baile se origina en 1903, como una danza folclórica negra, en Estados Unidos,
específicamente en Charleston, Carolina del Sur. Comenzó a practicarse en los años 1920, como
una forma de diversión y distracción después de la Primera Guerra Mundial. El charleston también
fue conocido como Hit-hat.
El Charleston se convirtió en una moda y tuvo gran importancia en Europa, a raíz de su
presentación en el musical negro "Running Wild", en 1923. Fue un ritmo, y también un símbolo,
que caracterizó una época de despreocupación. El Charleston llegó a ser tan popular en Europa,
que casi el 80% de la población lo practicaba y disfrutaba.
Josephine Baker
bailando el
charlestón en el
Folies Bergère,
París, en 1926.
A partir del año 1927, el Charleston comenzó a decaer, llevándose consigo uno de los bailes más
extravagantes y conocidos hasta esa fecha.
Baile
El charleston es una danza bailada en un compás de 4 tiempos, alternando brazos y piernas
principalmente, con una gran movilidad en los pies. Se puede bailar acompañado o en solitario,
sólo que cuando se baila en solitario los movimientos suelen ser más libres y espontáneos. Una de
las características principales de este baile es la improvisación y la energía, dado que suele ser
duradero y rápido.
Música
Socialmente, los años veinte fueron años "felices", años locos, "la década del jazz "como la
denominó el escritor norteamericano Scott Fitzgerald por el éxito de músicos como King
Oliver, Duke Ellington y Louis Armstrong; los años del tango y del charlestón, del deporte y
del cine, de los night-clubs y cabarets, de Josephine Baker y Maurice Chevalier. Las
implicaciones de aquel cambio eran, con todo, muy significativas y en cierta medida,
trascendentes.
La aceptación de los ritmos musicales populares se tradujo al mismo tiempo en una
expansión generalizada y en la pérdida de su particular conceptualización peyorativa.
Ocurre con el tango, música arrabalera argentina, procedente de diversos influjos
musicales traídos por los emigrantes, cuya inclusión en los círculos burgueses será rápida y
exitosa. Desde luego, el baile, sensual y sugerente, es parte importante de su popularidad,
y más en una época en que se permite percibir cierta liberalización sexual.
Ritmos negros, latinos y populares desplazan, en los gustos musicales de las sociedades, a
las tradicionales obras de compositores clásicos. La música se convierte en un bien de
consumo inmediato, festivo, proceso al que ayuda la invención de elementos de
transmisión como la radio, el fonógrafo o el cine musical.
Jazz, boogie-woogie, charleston, foxtrot... son nuevas maneras de entender la música y el
baile. Sus apariciones se suceden, en un intento desenfrenado por mostrar una alegría de
vivir que parece contagiosa, donde lo frívolo y lo festivo ocupan un lugar de primer orden.
El papel de la mujer en los bailes acentúa su sensualidad, reforzada con ropajes más
ajustados, maquillajes exagerados, el uso de pantalones y el cigarrillo entre los labios.
Empiezan a surgir las orquestas típicas (integradas por tres o cuatro bandoneones, tres o
cuatro violines, un piano, un contrabajo y un cantor de “estribillos”). El tango crece y se
expande de la mano de sus directores, músicos y compositores como Francisco Canaro,
Roberto Firpo, Juan Maglio, Osvaldo Fresedo y Julio de Caro; de sus poetas: Celedonio
Flores (con sus marcados versos lunfardos) y Pascual Contursi (el autor del primer tango
canción). Es el momento en que el tango comienza a transformase en una “música
mayor”. Surgenobras inmortales como “Quejas de bandoneón” de Juan de Dios Filiberto,
“Flores negras” de Francisco Canaro, “Tierra querida” de De Caro, y las obras de Arolas, de
Greco y de Agustín Bardi, entre otros.
Sin embargo, hasta ese momento era muy mal visto por las personas de “buenas
costumbres” que, escandalizadas por el desparpajo y la sensualidad de su danza, lo
consideraban un género menor ligado a costumbres non sanctas y a personajes de baja
“calaña”.
Es recién en la década del ´20 cuando estalla en popularidad y penetra en todas las clases
sociales especialmente cuando la clase alta, tan atenta a las tendencias parisinas,
comienza a observar el fenómeno que produce el tango en Paris. Era la época de la Belle
Epoque, cuando el romance de ida y vuelta entre Buenos Aires y París estaba en su
esplendor. Mientras Buenos Aries seguía las tendencias impuestas por la capital europea
en el estilo de las construcciones edilicias, en la moda, y en el intento de “adoptar”
algunos de sus modales y costumbres, el tango triunfa en París con la llegada de algunos
de los músicos y directores de orquestas típicas más representativos del momento.
Después del impacto del tango en Francia, comienza a ser adoptado por todas las clases
sociales,expandiéndose hacia todos los rincones de la ciudad de Buenos Aires. Es el
protagonista de los teatros, los cabarets, los salones de baile, los clubes, la radio, los bares
y el cine, este último gracias especialmente a Carlos Gardel.
Es a través de sus películas que el tango llega primero a Nueva York, luego a toda América
y de allí al mundo entero por la seducción que ejercen el carisma, la pinta, el estilo y
particularmente esa voz única de “El gran zorzal criollo”, con que marcó al tango para
siempre.
Maquillaje y peinado .
La estrella de los cambios en el look femenino es el famoso y tan de moda corte bob o “a
lo garçon” (“a lo chico”), un estilo cómodo y moderno, surgido durante la primera guerra
mundial, cuando las enfermeras comenzaron a cortarse el pelo por higiene y llegó a
extenderse por todo el mundo, instaurándose como tendencia de la época. Acostumbraba
a llevarse o muy moreno o muy rubio, liso y con flequillo.
Las ondas también marcaron tendencia y se conseguían con el pelo mojado y mucha
fijación, rizando el cabello y aplastándolo, dando lugar a las características ondas en zigzag
tan twenties. Como toque final, podía añadirse algún accesorio al cabello, como horquillas
o cintas, al más puro estilo charleston.
En lo que respecta al maquillaje, predominaba la tez blanca y empolvada, sin destacar las
mejillas o destacándolas demasiado. El rostro se enmarcaba con unas cejas finas y rectas o
arqueadas. La mirada es fundamental en este look, ganando protagonismo los ojos
oscuros y redondeados. Los labios son clave en este look: pequeños, en forma de corazón
y en tonos oscuros, como los rojos intensos, granate o cereza. Un look muy marcado y
teatral.
Moda en la década de los 20
La silueta de la mujer se hace completamente lisa por la parte superior, de forma que el
look unisex o andrógino se generaliza. Se consigue marcar pecho ni cintura, por medio de
los corsés alisadores, imagen de barril. Se elimina la falda larga de la década anterior y la
sobrefalda que se lleva sola, pierde su vuelo.
Chanel impone las prendas unisex como el jersey. Se llevan vestidos enteros con flecos y
bolsitos pequeños. Las prendas se acortan por encima del tobillo.
Con la crisis económica de 1929, la industria de la moda introdujo el lino como material en
boga (debido a su bajo costo) y los materiales artificiales como las baratas medias de seda
sintética que reemplazaron rápidamente a las antiguas de seda natural y que tenían un
elevado costo. En 1930 la pauta a seguir eran las actrices como Greta Garbo y Marlene
Dietrich, mujeres de hombros anchos y caderas delicadas, altas y delgadas como una
esfinge egipcia. En este período el punto erótico cambió desde las piernas hasta la
espalda, la que era resaltada por prominentes escotes y que provocaba el delirio
masculino.
Ahora la mujer estaba envuelta con un halo de encanto, sensualidad y misterio. Los
hombres sucumbían frente a esta belleza madura de movimientos felinos y mirada
dormida; la mujer sacaba provecho de su cuerpo y no lo ocultaba por prejuicios
moralistas.
Por primera vez en la historia de la moda los vestidos de día eran tan cortos como los de
noche, ¿y qué se llevaba debajo? La prenda más usada era una combinación de algodón
color crema compuesta por un corsé y un sujetador para disimular los pechos, con tirantes
ajustables, parte delantera bordada, partes laterales y traseras elásticas, cierre lateral con
corchetes y cuatro portaligas ajustables. Todo ésto estaba confeccionado con un nuevo
material: el rayón, ligero, barato, y fácil de lavar.
La contribución a la emancipación de la mujer que supuso librarse de indumentarias de
varios uilos de peso es enorme.Los aparatosos sombreros de la belle époque quedaron
definitivamente desterrados de los armarios, ahora eran tan minimalistas y elegantes
como la silueta y los vestidos .
Los zapatos eran diseñados para que no resbale el pie fácilmente. El calzado sujeto al
tobillo con una tira constituye la esencia de los dorados años veinte, la década de las
fiestas desenfrenadas y los maratónes de baile.
Moda masculina
En la moda masculina hubo dos períodos distintos en la década de 1920. A lo largo de la
década, los hombres vestían chaquetas cortas para traje, las chaquetas de los viejos
tiempos (en trajes y abrigos de mañana con cola) que se utiliza sólo para las ocasiones
formales. En los años veinte, la moda masculina se caracterizó por las chaquetas de talle
muy alto, a menudo se usaban con las correas. Las solapas en las chaquetas de traje no
eran muy amplias, ya que tienden a ser abrochadas en alto. (Este estilo de la chaqueta
parece haber sido muy influenciado por los uniformes de los militares durante la Primera
Guerra Mundial.) Los pantalones eran relativamente estrechos y rectos y se usaban más
bien cortos para que se mostrasen los calcetines. Los pantalones también comenzaron a
ser usados con vueltas en la parte inferior. En 1925, un pantalón más amplio llamado "
Oxford Bags "se puso de moda para trajes de chaqueta, mientras que se regresó a una
cintura normal y las solapas se ampliaron. Las mangas sueltas (sin una puesta a punto)
también comenzaron a ser usadas durante este período. Durante la década de 1920, los
chalecos de pecho, a menudo se usaban con una camisa de un solo pecho. En 1920, los
hombres tenían una gran variedad de ropa deportiva a su disposición, incluyendo suéteres
y pantalones cortos, comúnmente conocidos como ropa interior. Para las ocasiones
formales durante el día, un traje de mañana, fue llevado por lo general. Para los hombres
por la noche se usaba el smoking corto con la capa de cola, que es visto ahora como
antiguo y snob.
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