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BIOETICA Y BIOPOLITICA:
JUEGOS DE VERDAD, REGÍMENES DE VERIDICCIÓN Y ESTRATEGIAS
DE PODER EN LAS SOCIEDADES NEOLIBERALES
GUSTAVO ENRIQUE ROMERO FERNÁNDEZ
Tesis para optar al título de
Magíster en Filosofía con énfasis en Bioética
Director
CARLOS ENRIQUE RESTREPO
UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
INSTITUTO DE FILOSOFÍA
MEDELLÍN
2012
2
AGRADECIMIENTOS
Llegará un día en el que (...) el poder que se ejercerá en la vida cotidiana ya no será el de un monarca a la vez próximo y lejano, omnipotente y caprichoso, fuente de toda justicia y objeto de cualquier seducción, a la vez principio y poderío mágico; entonces el poder estará constituido por una espesa red diferenciada, continua, en la que se entrelacen las diversas instituciones de la justicia, de la policía, de la medicina, de la psiquiatría. El discurso que se formará entonces ya no poseerá la vieja teatralidad artificial y torpe, sino que se desplegará mediante un lenguaje que pretenderá ser el de la observación y el de la neutralidad.
Michel Foucault
3
AGRADECIMIENTOS
A Catalina por acompañar mi camino.
A Juan José Sarmiento, Francisco Arango, Alfredo de los Ríos, Carlos Torres,
Carlos Montoya por compartir sus interrogantes y sus conocimientos.
Al Profesorado del Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia
A Carlos Arturo Ramírez por alentar mi formación desde una rigurosa pasión
por el saber.
Al profesor Carlos Enrique Restrepo por orientar este proceso de investigación.
Al Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia por propiciar tan
diversos espacios de formación.
4
Contenido INTRODUCCIÓN 6 I. ORIGEN Y PRAXIS DE LA BIOÉTICA ...................................................... 12
1. Orígenes de la bioética ............................................................................. 12 2. Definiciones de bioética ............................................................................ 17 3. Principios de la bioética. ........................................................................... 23
2.1 Aplicación de los principios ................................................................. 32 2.2 Principio de permiso y consentimiento informado ............................... 38
4. Los Comités de bioética ........................................................................... 43 4.1 Definición de los comités de bioética. ................................................. 46 4.2 Los comités de bioética a la luz de la bioética como una disciplina. ... 49 4.3 Los comités de bioética y relaciones de saber-poder ......................... 57 4.4 Dificultades de los comités de bioética ............................................... 63
II. CONDICIONES DE POSIBILIDAD DE LA BIOÉTICA ................................. 66 1 Condiciones de posibilidad epistemológicas ............................................. 66
1.1 El discurso de la ciencia moderna ....................................................... 67 1.2 Bioética, razón instrumental y postmodernidad ................................... 72 1.3 Bioética y saber en la postmodernidad ............................................... 75 1.4 Bioética y sociedad, de la tecnociencia a la biotecnología .................. 80 1.5 Bases epistemológicas de la bioética. ................................................ 85
2 Condiciones de posibilidad discursivas ..................................................... 93 2.1 El discurso ético-moral ........................................................................ 94 2.2 El discurso religioso .......................................................................... 102 2.3 El discurso jurídico ............................................................................ 111 2.4 El discurso médico ............................................................................ 121
III. BIOPODER Y BIOPOLÍTICA................................................................... 129 1. La investigación genealógica .................................................................. 129 2 Juegos de verdad .................................................................................... 138 3. Biopoder ................................................................................................. 146
3.1 Soberanía clásica .............................................................................. 153 3.2 Poder disciplinario ............................................................................. 155
4. Biopolítica ............................................................................................... 163 4.1 Biopolítica y bioética ........................................................................ 168 4.2 Biopolítica y peligrosidad................................................................... 173 4.3 Agamben y la biopolítica ................................................................... 175
5. Biopolítica: la medicalización de la sociedad. ......................................... 184 5.1 La medicina del Estado. .................................................................... 186 5.2 La medicina urbana. .......................................................................... 191 5.3 La medicina de la fuerza laboral. ...................................................... 195 5.4 La crisis de la medicina en el siglo XX. ............................................. 197 5.5 La medicalización contemporánea. ................................................... 203 5.6 Medicalización y bioética................................................................... 214
6. Régimen de veridicción de la racionalidad biotecnologica y bioética médica .................................................................................................................... 227
IV. ESTRATEGIAS DE GOBIERNO BIOÉTICA Y BIOPOLÍTICA ................ 232 1. Gobierno, liberalismo y bioética médica. ................................................ 238
1.1 Liberalismo, dispositivos de seguridad y bioética médica ................. 246 1.2 Liberalismo, autonomía y bioética médica ........................................ 256
2 Gobierno neoliberal, biopolítica y bioética médica ................................... 261
5
2.1 El ethos empresarial y el discurso bioético médico ........................... 264 2.2 Un horizonte para la bioética médica y la biopolítica: la competitividad ................................................................................................................ 269 2.3 Bioética médica y biopolíticas centradas en el cliente ...................... 270 2.4 La libre circulación del mercado de la salud y la bioética médica ..... 272 2.5 El paroxismo de la auto-responsabilidad y el discurso bioético médico ................................................................................................................ 280 2.6 Los caminos de la biopolítica: ignorar hacia la muerte ...................... 281
Anexo 1. Clasificación de temas bioéticos (Kennedy Institute of Ethics) ... 288 Anexo 2 La Genética en la legislación ...................................................... 291 Anexo 3 Años decisivos para la historia de la medicina del siglo XX: 1900 a 1993 ............................................................................................................ 295 BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................... 299
6
INTRODUCCIÓN
Mi formación y mi trabajo cotidiano como psicólogo me han llevado a
preguntarme constantemente por aquello que constituye y fundamenta al sujeto
en su particularidad. Para comprender, escuchar y acompañar los procesos de
transformación de síntomas, construcción de sentido, análisis y ascesis
subjetiva; para lograr acompañar procesos terapéuticos de sujetos y grupos, es
necesario tener en cuenta las expectativas sociales que comporta el rol del
psicólogo, y en general partimos de una concepción de sujeto que puede estar
implícita en nuestros discursos académicos o puede hacerse explícita a través
de su interrogación. Es necesario, entonces, comprender las concepciones que
en un contexto histórico determinado se producen sobre lo que es ser un
sujeto. Uno de los autores que más inquietudes y aportes me ha brindado en
este sentido ha sido el filósofo francés Michel Foucault; en su análisis ha
develado las diversas formas en que los grupos socio-culturales producen
determinadas maneras de ser en el mundo, determinadas formas de
subjetivación. Con acercamientos a textos como Los anormales, Defender la
sociedad, la vida de los hombres infames, La voluntad de saber, Vigilar y
castigar, inició en mí un creciente interés por comprender la obra de este autor.
La oportunidad de realizar una maestría en filosofía, siempre estuvo marcada
por el interés de ahondar en la obra filosófica de Foucault. La cohorte de la
maestría ofrecía un énfasis en bioética, el cual me pareció de gran interés para
analizar los nuevos horizontes éticos que configuran el sujeto contemporáneo;
comprender las dinámicas de las relaciones de poder actuales y la manera en
que puede establecerse un puente entre las ciencias de la vida y las ciencias
sociales. Esta formación me permitiría construir una posición rigurosa frente a
los discursos contemporáneos de la ciencia, las relaciones de poder actuales, y
la manera en que la bioética propone la articulación entre la ética y las ciencias
sociales con las ciencias biológicas. Interrogar las relaciones de poder
contemporáneas a la luz del quehacer bioético configuraría un plano de
reflexión de profunda riqueza para mi quehacer profesional.
7
La bioética surge durante la modernidad en un periodo histórico donde la
ciencia, la razón instrumental, la tecnociencia, las biotecnologías, entre otras,
forjaron nuevas actitudes, usos, costumbres, necesidades, comportamientos y
problemáticas en las relaciones de los seres humanos. Las creencias morales y
los referentes valorativos tradicionales sobre la vida experimentaron grandes
crisis y profundas transformaciones, debido al rápido avance de las
intervenciones de la ciencia sobre la vida de los seres humanos, a su eficacia y
a la hegemonía del método positivista experimental como paradigma para la
toma de todas las decisiones concernientes a la vida.
Las diferentes interrogantes y dificultades que generó el rápido avance del
conocimiento científico en los sistemas valorativos, produjo múltiples
reflexiones. Una de las respuestas que actualmente está recibiendo mayor
reconocimiento es la bioética. Este discurso surge con el oncólogo Potter como
una propuesta de encuentro, un puente entre los conocimientos científico-
biológicos y los sistemas de pensamiento ético-morales, orientados a la
producción de una ―sabiduría‖ que pudiera asegurar un futuro de calidad para
la especie humana, expresado en los términos de una ética que pudiera guiar
las acciones futuras de toda la especie humana, una ética de la condición
global de la vida humana.
Durante los seminarios de la maestría y el proceso de investigación pude
constatar una orientación generalizada de la bioética hacia los dilemas del
ejercicio de la medicina. Si bien existen amplios trabajos en diversos sentidos
que se ocupan de problemáticas diferentes a los de la medicina, partimos de la
pregunta sobre las razones por las que la bioética tendía a ser
preponderantemente clínica. El espíritu crítico inspirado a través del análisis de
la obra de Foucault, posibilitó en mi investigación el deseo de asumir una
postura crítica frente al saber bioético. Por lo tanto, esta investigación pretende
interrogar el discurso y las consecuencias prácticas de la bioética, a través de
la propuesta crítico analítica del filósofo francés Michel Foucault.
8
La primera parte de esta investigación acompañada por la doctora Rosalba
Duran, se orientó a reconocer las diferentes tradiciones que han caracterizado
el desarrollo histórico de la bioética. El énfasis de la bioética en los dilemas
éticos del ejercicio de la medicina, dirigió esta investigación a analizar la
historia de la medicalización de la sociedad occidental, contribuyendo a
comprender la manera en que se constituyeron las relaciones de poder clásicas
en torno a las estrategias de la soberanía (hacer morir y dejar vivir), y en el
caso de las sociedades liberales a los ejercicios del biopoder y a las
tecnologías disciplinarias. En la parte final de este trabajo analizamos el marco
en el que surge el saber bioético, una nueva configuración histórica de las
formas de gobierno denominada neoliberalismo, si bien no desaparecen las
formas tradicionales del biopoder, si se configuran nuevos horizontes para los
procesos biopolíticos de normalización. Qué roles, funciones, efectos y
desarrollos puede asumir la bioética en las coordenadas del la racionalidad de
gobierno neoliberal, ha sido la pregunta problematizadora que ha emergido al
final del recorrido de esta investigación. Vamos a presentar de manera más
detallada el contenido de cada capítulo.
En el primer capítulo de esta investigación realizaremos una exploración inicial
de las relaciones de poder que se pueden apreciar en los acontecimientos
constitutivos del discurso bioético. Para tal efecto vamos a analizar algunos
giros históricos, archivos, eventos, juegos de verdad y a prioris históricos, que
constituyeron el surgimiento de la bioética. Analizaremos además algunas
definiciones relevantes de la bioética, determinando las particularidades del
contexto histórico donde se configura este discurso, y su posterior desarrollo
ligado al ejercicio de la medicina. Posteriormente trataremos de visualizar
diversas implicaciones y consecuencias prácticas de los dispositivos bioéticos,
analizando la bioética principalista, una de las metodologías con mayor impacto
y reconocimiento en el plano internacional, y finalmente estudiando las
consecuencias prácticas y las dificultades de los comités de bioética médica. A
través de este recorrido vamos a interrogar la constitución actual del discurso
bioético, relativizando la estabilidad de sus modelos predominantes de sentido
e interpretación. No pretendemos realizar un recorrido literal por la historia del
9
discurso bioético; delimitaremos nuestro énfasis interpretativo a las relaciones
de poder que se desprenden de dicho saber.
En el segundo capítulo analizaremos las condiciones de posibilidad históricas
del discurso bioético. Esta reflexión nos permitirá comprender las múltiples
tensiones que se producen a partir de las relaciones de poder-saber presentes
en su constitución. Señalaremos las condiciones de posibilidad epistemológicas
y discursivas, con el propósito de reconocer diversos juegos de verdad y
relaciones de poder que interactúan en el surgimiento de este discurso,
abriendo un espacio de análisis que nos permitirá interrogar el recorrido
realizado por la bioética hacia el campo de problemas que surgen en la práctica
médica, y sus posibles relaciones con la biopolítica. Dentro del conjunto de
condiciones de posibilidad que posee la bioética, vamos a indagar por la
relación que este discurso estableció con las condiciones de producción de la
ciencia en la postmodernidad; revisando además el lugar que tuvo la razón
instrumental, la tecnociencia y la biotecnología en la constitución del discurso
bioético. Posteriormente en las condiciones de posibilidad discursivas,
trataremos de establecer conexiones con el conjunto de discursos que han
participado, reclamado, determinado, legitimado, y dialogado para constituir el
discurso bioético. Los discursos con mayor presencia, tanto en la historia de su
formación, como en la dinámica de los dispositivos actuales de la bioética son
el ético-moral, el religioso, el jurídico y el médico. A pesar de la tendencia
interdisciplinaria y secular del discurso bioético, que propende por la
integración de otras disciplinas y por la renuncia a buscar fundamentos
religiosos para su reflexión; dentro del análisis genealógico del discurso
bioético es notoria la presencia constante y perdurable de estos cuatro
discursos.
En el tercer capítulo profundizaremos sobre los vínculos existentes entre la
bioética y las relaciones de poder contemporáneas, presentaremos algunas
consideraciones en torno a la genealogía como método de indagación
histórico-filosófico, en tanto fue el camino que permitió a Foucault
conceptualizar las nociones de biopoder y biopolítica. La genealogía se ocupa
10
de ―mostrar la procedencia irracional y los procesos de racionalización
retrospectiva que acaban por ofrecernos a nuestra mirada nuestro presente
como natural‖1. El análisis genealógico nos posibilita interrogar los efectos de
poder y las diversas consecuencias sociales, éticas y políticas del saber
bioético. Como parte de los conceptos que nos han permitido analizar el
discurso bioético, incluimos en este capítulo un desarrollo del concepto de
juegos de verdad, con el propósito de reconocer el poder que subsiste en el
saber, en las teorías, en las recomendaciones o verdades que un saber
produce en un momento histórico dado. Finalmente vamos a sistematizar las
características principales del biopoder; aplicado sobre el individuo en
estrategias disciplinarias de jerarquización, sanción, corrección, vigilancia y
examen; e implementado sobre la población en estrategias biopolíticas,
legitimadas en los nuevos conocimientos sobre la vida, la biología y la
estadística que articuló principalmente el discurso médico. Para contrastar el
biopoder con el campo de los juegos de verdad generados por la bioética,
analizaremos el devenir histórico de la medicina, espacio común desde donde
se despliegan tanto los saberes y los dispositivos del biopoder como los de la
biopolítica. El análisis de la medicalización de la sociedad nos permitirá
identificar algunos fundamentos de la biopolítica y las prácticas de
normalización de la sociedad. Desde esta perspectiva vamos a analizar si la
bioética médica puede considerarse como una práctica reguladora y
optimizadora de la vida, desde el ejercicio de una estructura de saber-poder
entronizada en el discurso médico.
En el cuarto y último capítulo vamos a detenernos en las estrategias de
gobierno biopolíticas de las sociedades neoliberales, analizando el rol posible
del discurso bioético médico dentro de esta dinámica. Expondremos el
problema del gobierno, de la gubernamentalidad que se ejerce sobre la vida,
dentro de la estructura de los estados neoliberales. Las formas de gobierno
neoliberales crean regímenes de veridicción, donde se producen objetos de
estudio y campos de saber ordenados por el mercado y la competencia;
1 Morey, Miguel (1983). Lectura de Foucault. Madrid: Taurus. p. 238.
11
generalizan una trama social en que las unidades básicas tienen la forma de la
empresa; favorecen un ordenamiento económico jurídico sobre las relaciones
de producción interviniendo de manera masiva la población para garantizar las
condiciones de existencia del mercado. Vamos entonces a analizar el
neoliberalismo como marco general de la biopolítica, estableciendo las
relaciones posibles con el discurso bioético médico. Analizando además, las
particularidades de los sistemas de gobierno neoliberales, la libre circulación, la
competencia, la producción de la libertad e interrogando los usos y
posibilidades de los juegos de verdad del saber bioético, dentro de las
estrategias de gobierno neoliberales.
12
I. ORIGEN Y PRAXIS DE LA BIOÉTICA
1. Orígenes de la bioética
Etimológicamente el término bioética proviene del griego bios, vida, y ethós,
costumbre. La bioética designa las costumbres relacionadas con la vida y sus
cuidados, Van Renssselaer Potter2, el creador de este discurso, considera que
la bioética es la reflexión que producen las ciencias de la vida al interactuar con
las ciencias sociales, las primeras entendidas como aquellas que representan
científicamente la naturaleza y crean formas de intervenirla para optimizar,
sanar y superar las dificultades inherentes a las formas de vida; las segundas
como aquellas que se ocupan de las costumbres, la moral y la ética. La
propuesta de Potter trata de garantizar el bienestar futuro de la especie
humana, su continuidad y su sostenibilidad.
Potter reconoce como importantes fuentes para la elaboración de sus teorías a
Theilard de Carden, el ingeniero forestal Aldo Leopold y la socióloga
norteamericana Margaret Mead3. Potter es considerado el fundador de la
2 Agosto 27 de 1911- septiembre 6 de 2001. Oncólogo de la Universidad de Wisconsin, quien
tuvo la idea original en 1962 cuando fue invitado por la Universidad del Estado de Dakota del Sur, a dictar una conferencia con motivo del centenario de la ley sobre concesiones de tierras firmada por Abraham Lincoln, a cuyo amparo se había fundado dicha universidad. Dadas las circunstancias, a pesar de que el honor se le confirió fundamentalmente por sus entonces veintidós años de experiencia en los estudios sobre el cáncer, Potter decidió optar por un tema más filosófico: (…) ―Lo que me interesaba en ese entonces --rememoró Potter en uno de sus últimos trabajos--, (…) era el cuestionamiento del progreso y hacia dónde estaban llevando a la cultura occidental todos los avances materialistas propios de la ciencia y la tecnología. Expresé mis ideas de lo que, de acuerdo con mi punto de vista, se transformó en la misión de la bioética: un intento por responder a las preguntas que encara la humanidad: ¿qué tipo de futuro tenemos por delante?, y ¿tenemos alguna opción? […].‖ Todo comenzó en esa charla de 1962, en la que la misión consistía en examinar nuestras ideas competitivas sobre el progreso. Así, el título de esa charla fue «Un puente hacia el futuro, el concepto de progreso humano (…) En esa conferencia, Potter analizó tres imágenes del progreso: religioso, como ganancia material y como científico-filosófico, y llegó a la conclusión de que solo el concepto científico-filosófico de progreso que pone énfasis en la sabiduría de gran alcance, es el único tipo de progreso que puede llevar a la supervivencia. Citado en: Acosta, José Ramón La bioética. de Potter a Potter. Versión digital en: http://www.revistafuturos.info/futuros_4/potter_1.htm (Consultado mayo de 2012). 3 Mead, Margaret (1957). Toward more vivid utopias. En: revista Science. 126. Su propuesta
acerca del papel de las universidades en la construcción de una sociedad humanista, se centro en la necesidad de fundar cátedras sobre el futuro, donde el principal requerimiento era trasmitir a los jóvenes universitarios no tan solo conocimientos, sino también juicios de valor sobre la responsabilidad con el futuro. Citado en: Acosta, José Ramón. La bioética. de Potter a
13
bioética con los artículos Bioethics the science of survival4 y posteriormente
Bioethics5. La obra que consolida la propuesta conceptual de la bioética es
“Bioética, un puente hacia el futuro”. En la primera parte de este trabajo Potter
le reconoce a Aldo Leopold, la idea de extender la ética para intervenir sobre la
relación del hombre con su medio ambiente: la tierra, los animales y las
plantas. Leopold llegó a denunciar principalmente la explotación económica
que el hombre ejerce sobre la tierra al entablar una relación basada en
privilegios y no en deberes.6
La intención inicial de Potter fue la de proponer una disciplina científica
dedicada al estudio de la supervivencia que contribuyera al futuro de la especie
humana, a la que denominó bioética.
Hay dos culturas -ciencias y humanidades- que parecen incapaces de hablarse una a la otra y si ésta es parte de la razón de que el futuro de la humanidad sea incierto, entonces posiblemente podríamos construir un 'puente hacia el futuro' construyendo la disciplina de la Bioética como un puente entre las dos culturas. [...] Los valores éticos no pueden ser separados de los hechos biológicos. La humanidad necesita urgentemente de una nueva sabiduría que le proporcione el conocimiento de cómo usar el conocimiento para la supervivencia del hombre y la mejora de la calidad de la vida7.
Esta nueva ―sabiduría‖8 tiene como propósito proporcionar a la humanidad el
saber para la supervivencia del hombre y la mejora de la calidad de vida,
identificar y promover los cambios óptimos para sostener y hacer prosperar el
Potter. Versión digital en: http://www.revistafuturos.info/raw_text/raw_futuro4/Potter.rtf (consultado mayo de 2012) 4 Potter, Van Rensselaer (1970). Bioethics, The Science of Survival. Perspectives in Biology
and Medicine, 14. pp. 19-34. 5 Potter, Van Rensselaer (1978). Bioethics. Bioscience, (21).
6 Leopold, Aldo (1949). Sound Country Almanac, with other essays on conservation from Round
River. New York: Oxford University Press. pp. 218-219. 7Potter, Van Rensselaer (1971). Bioethics, Bridge to the future. New Jersey: Prentice-Hall.
8 Potter, Van Rensselaer (1970). Bioethics, the science of survival. Biology and Medicine, 14 (1)
Autumn. El primer subtítulo de este articulo ―Biología y sabiduría en acción‖ es considerado como una definición clásica de la Bioética. Citado en: Llano Escobar Alfonso. ¿Qué es la bioética? 3R editores. Bogotá. 2000. pp. 25 y sgtes.
14
mundo civilizado9. Cuando la bioética articula los saberes éticos (valores), con
los saberes biológicos (hechos), tiene como telos la producción de un discurso
omnicomprensivo y de unas prácticas más eficaces sobre las formas de vida, a
mediano y largo plazo.10
Potter consideró que la supervivencia y el futuro a largo plazo para la
humanidad, se pueden construir a través de la reflexión bioética. Una de las
razones para esta afirmación es el reconocimiento de que la ética tradicional no
logra brindar una respuesta satisfactoria a este interrogante, porque esta ética
no articula la dimensión de las ciencias sociales y humanas con las ciencias
biológicas y experimentales. Por tanto, se tornaba necesario desarrollar un
campo epistemológico que permitiera la articulación de los saberes humanistas
y científicos. Sin embargo, con esta unión la bioética consolida un ideario
político que propende por hacer vivir, no sólo en el presente y de acuerdo con
las condiciones y problemáticas actuales, sino hacer vivir a las generaciones
futuras, asegurando la supervivencia de las especies vivas. Para desarrollar
estas políticas era necesario un nuevo ethos (costumbre, actitud, discurso,
política) capaz de ocuparse de la interacción entre personas, sistemas bióticos
y problemas tecnocientíficos y biológicos.
Los imperativos categóricos, los deberes, los valores y las visiones
tradicionales de la ética serían insuficientes en la medida en que, para Potter,
se ocupan principalmente de los dilemas producidos en las relaciones entre
personas. Los grandes asentamientos humanos demandan entonces un
dispositivo que pueda articular los hechos científicos con sistemas valorativos
humanistas. Al respecto Potter sostiene:
―Necesitamos de una Ética de la Tierra, de una Ética de la Vida Salvaje, de una Ética de Población, de una Ética de Consumo, de una Ética Urbana, de una Ética Internacional, de una Ética Geriátrica, etc. Todos estos problemas requieren acciones basadas en valores y
9 Ferrer, Jorge; Alvarez, Juan (2003). Para fundamentar la bioética: teorías y paradigma
teóricos en la bioética contemporánea. Universidad Pontificia de Comillas. p. 62. 10
Vamos a retener esta idea, en tanto constituye un eje articulador donde podemos desarrollar la pregunta por la relación entre la bioética y la biopolítica; la bioética se constituye a sí misma como un discurso con consecuencias políticas que pretende ―hacer vivir‖, mejorar, optimizar la vida, bajo las condiciones que determinan los nuevos saberes y tecnologías sobre la vida.
15
en hechos biológicos. Todos ellos incluyen la Bioética y la supervivencia del ecosistema total constituye la prueba del valor del sistema‖.11
La bioética global de Potter tiene como uno de sus principales objetivos
preparar personas para realizar acciones teniendo en cuenta las necesidades
del futuro; y transformar la orientación actual de nuestras sociedades, en el
sentido crear condiciones sostenibles de bienestar, respondiendo no sólo sobre
las necesidades de corto plazo, sino a las de mediano y largo plazo.12 Este
objetivo implica una regulación y administración de la vida para la maximización
de sus fuerzas, creando la necesidad social de implementar políticas que se
ocupen del cuidado de la vida para asegurar su sostenibilidad en el futuro.
Tomemos la conceptualización de Potter sobre el papel de la bioética global
frente a las visiones tradicionales de la ética, a las que denominó ética social y
ética capitalista, para evidenciar cómo la salud global, el futuro y el control de
las condiciones de vida de la población son preocupaciones centrales de este
dispositivo:
La ética social se reduce a una búsqueda de soluciones al conflicto entre los más privilegiados y los menos privilegiados. Toda otra materia depende de ese conflicto: el avance de los más privilegiados versus la lucha por la supervivencia. Muchos países grandes en Asia y África parecen los ejemplos más remotos de un grupo reducido de privilegiados que ignora las necesidades básicas de alimentación, abrigo, educación, empleo y dignidad humana para la multitud menos privilegiada […]. Sin embargo, al final de este milenio, aquí, en los Estados Unidos, podemos observar ejemplos del dilema no solo de países lejanos, sino también en nuestro propio jardín trasero […]. En el año 1988, en el libro Bioética global, me extendí sobre el tema de que una demanda por una salud humana al nivel mundial para todos los habitantes del globo, y no solo para los escogidos, con tasas de mortalidad reducidas y reproducción humana controlada a voluntad, forma parte de la bioética global […].La ética capitalista […] exige que la filosofía de libre mercado sea un instrumento para un desempeño social bueno, mediante la así llamada mano invisible del autointerés que Adam Smith, un economista escocés, describió en 1776. Sin embargo, en efecto, es la mano rapaz la que opera en el libre mercado de una economía global que reduce la selva tropical y que vacía el mar de sus peces. La ética, así como es, no ha podido
11 Potter, Van Rensselaer (1971). Bioethics, Bridge to the future. New Jersey: Prentice-Hall.
Prólogo. 12
Llano, Escobar Alfonso (2000). ¿Qué es la bioética? Bogotá: 3R editores. p. 14.
16
resolver el dilema de la simple justicia que equilibra los derechos humanos contra la ganancia máxima de una minoría.13
La bioética global de Potter podríamos caracterizarla como una propuesta que
se interesa por la justicia social al tener en cuenta la distribución de los
recursos, los problemas en torno al desarrollo sostenible, a la relación del
hombre con su ecosistema en general. No obstante, si tenemos en cuenta el
desarrollo histórico de la bioética, la propuesta global de Potter no ha sido la
más relevante, pues la bioética médica principalista es la corriente con mayor
aceptación y desarrollo en la actualidad. Este dispositivo se focaliza en la
resolución de conflictos generados por la aplicación de tratamientos
biotecnológicos en los tratamientos médicos. De otro lado, cuando un saber
logra participar en la legitimación de las metas, los procesos y las
intervenciones aceptadas sobre la vida, se normaliza activamente la sociedad,
delimitando el ―bienestar‖ y los parámetros políticos que una población asume
sobre la justicia social.
Históricamente es importante reconocer la preponderancia del paradigma
bioético norteamericano; este se ha caracterizado por darle un mayor énfasis a
la bioética principalista, en torno al principio de autonomía. Veremos en nuestro
análisis de esta propuesta qué relaciones pueden establecerse entre la
administración de la salud del gobierno liberal y la propuesta principalista de la
bioética que favorece el principio de autonomía. El interés por el futuro y por el
mejoramiento de las condiciones globales de la vida tiene entonces una gran
influencia en el panorama social que da origen a la bioética.
Es importante señalar que el mismo Potter reconoció que la visión global u
holística de la bioética no tuvo un amplio desarrollo; la búsqueda de la justicia
social, la salud global, etc, no fue el problema que recibió mayores recursos
económicos para sus investigaciones. Los mayores desarrollos se producen en
el campo de la medicina, a través de los comités de bioética que se ocupan de
la administración de la vida biológica de individuos y poblaciones:
13 Spinsanti, Sandro (1998). Bioética global o la sabiduría para sobrevivir. Cuadernos del
Programa Regional de Bioética, (7). Santiago de Chile.
17
Él mismo (Potter) en 1975 señalaba que la bioética quedaba restringida a una Bioética médica o clínica, como puso de manifiesto en 1975 en su alocución Presidencial de la 66ª Reunión Anual de la Asociación Americana del Cáncer. Y en el 2001 en la alocución inaugural del congreso mundial de bioética (Guijón) donde recibió el Premio de la Sociedad Internacional de Bioética 2000. Potter se quejaba de que "la Bioética hubiera sido acaparada durante la siguiente década por los 'comités bioéticos' médicos que trabajaban en Centros de Bioética en el área clínica, tratando problemas de vida y muerte que son todavía controvertidos.14
La medicina se ha constituido en uno de los ejes centrales del ejercicio político
del poder contemporáneo. Compartimos el señalamiento de Potter y creemos
que la bioética no debería ser reducida o ―acaparada‖ por el área médica. En el
desarrollo de nuestra investigación analizaremos la relación entre las
estrategias de gobierno neoliberales y los procesos de medicalización de la
sociedad, interrogando el lugar que la bioética médica puede ocupar.
Continuando con nuestra reflexión vamos a analizar algunas definiciones de
bioética, consideradas hoy en día clásicas, para identificar la manera en que
predomina la orientación hacia la medicina, considerando al sujeto humano
desde un marcado sesgo biologicista.
2. Definiciones de bioética
En general no existe una única definición de bioética, aunque existan esfuerzos
en delimitar su objeto y estandarizar los comités de bioética a través, por
ejemplo, de las pautas universales para la creación y funcionamiento de los
comités de bioética elaborada por la UNESCO. Cada grupo, región geográfica,
gremio, imprime un sentido diferente y le otorga un contenido particular a la
bioética, de acuerdo a las problemáticas más apremiantes para las
organizaciones sociales y sistemas de vigilancia. Desde este punto de vista, la
bioética es un dispositivo que responde al marco ideológico de los grupos
políticos, económicos y sociales predominantes en cada región. No obstante,
14 Lacadena, Juan. Orígenes de la bioética: Van Rensselaer Poter, in memoria (2). Versión
digital en: http://www.cnice.mecd.es/tematicas/genetica/2001_10/2001_10_01.html (consultado en mayo de 2006).
18
hay países que han constituido corrientes de bioética con un mayor
reconocimiento, influencia y prestigio a nivel académico y social. Es el caso de
la bioética principalista norteamericana determinada por un marcado
pragmatismo e individualismo; o la bioética italiana determinada por la teología
cristiana.
Dentro de la historia de la bioética, uno de los trabajos más importantes lo
constituye la Enciclopedia de Bioética, editada por el teólogo Warren Reich. El
autor define la bioética en los siguientes términos: " estudio sistemático de la
conducta humana en el ámbito de las ciencias de la vida y del cuidado de la
salud, en cuanto que esta conducta es examinada a la luz de los valores y
principios morales‖15. En esta definición el ser humano es comprendido desde
la óptica que producen las ciencias de la vida, en un cálculo científico y médico
sobre la vida.
El Hastings Center y el Instituto Kennedy de EEUU, desarrollaron los trabajos
académicos que lograron definir los objetivos que determinarían la orientación
que tomaría la bioética norteamericana: animar al debate y al diálogo
interdisciplinar entre la medicina, la filosofía y la ética. Este diálogo supuso una
notable renovación de la ética médica tradicional.16
Partimos del reconocimiento de la importancia social de los procesos de
diálogo entre la filosofía, la medicina y la ética, ya que de allí surgen nuevos
conocimientos, campos de saber o relaciones entre diversos saberes. Desde
nuestro marco interpretativo, este es el camino que permite la producción de
juegos de verdad17. Sin pretender ser deterministas al afirmar que solo
15 Reich Warren, Thomas (1982). Encyclopedia of Bioethics. New York & London:
Macmillan/Free Press. 16
Callahan, Daniel (1973). Bioethics as a discipline. The Hasting Center Studies, (1) New York pp. 66-73. 17
Los juegos de verdad son discursos que se estructuran a partir del saber que se acepta como verdadero en una sociedad determinada. Son capaces de justificar y desplegar prácticas y dispositivos que vehiculizan las relaciones de poder en un contexto histórico determinado. Por lo tanto, los juegos de verdad poseen la capacidad de constituir las reglas de producción del conocimiento, determinar los objetos de estudio y generar efectos sobre las prácticas cotidianas de los seres humanos, a través de la producción de un conocimiento que configura
19
encontraremos consecuencias negativas en estas nuevas producciones de
saber-poder, queremos señalar que un diálogo interdisciplinar entre la
medicina, la filosofía y la ética tendrá como consecuencia la producción de un
juego de verdad con mayor poder y capacidad de convencimiento social.
Científico o pseudocientífico, conveniente o inconveniente, solo queremos
señalar la gran capacidad de normalización instalada en dicho saber y las
consecuencias que implica para la práctica médica.
De otro lado, autores contemporáneos como Frances Abel muestran una
relación muy clara entre la bioética y la medicina al definir la bioética como:
El estudio interdisciplinar (transdisciplinar) orientado a la toma de decisiones éticas de los problemas planteados a los diferentes sistemas éticos por los progresos médicos y biológicos, en el ámbito microsocial y macrosocial, micro y macroeconómico, y su repercusión en la sociedad y su sistema de valores, tanto en el momento presente como en el futuro.
18
La bioética es entonces una práctica que pretende la producción de un discurso
que hace posible la toma de decisiones, en torno a las intervenciones que
sobre la vida realice el discurso médico, gracias a los adelantos tecnocientíficos
y biológicos. Por lo tanto, la bioética intervendría en el desarrollo de un poder
donde los nuevos especialistas en la salud y la biología articulan sus
planteamientos a sistemas de valores más reflexivos. Las estrategias políticas
sobre la vida se realizan a través de las intervenciones y los progresos de la
medicina y la biología, proceso claramente determinado por intereses
gremiales, ideológicos, económicos, sociales y políticos.
Luis Archer define la bioética circunscribiéndola a las reflexiones que la
sociedad debe construir en torno al nacer, al morir y a la calidad de la vida,
la realidad al limitarla a un único punto de vista, a una peculiar versión de la verdad. Los discursos que se aceptan dentro de una sociedad como portadores de lo verdadero, llevan como sello de formación la capacidad de imponerse sobre otras formas de representar la realidad. Véase numeral sobre los juegos de verdad en esta investigación, donde desarrollamos este concepto de Foucault. 18
Abel (2001) Citado en: Lacadena, Juan. Orígenes de la bioética: Van Rensselaer Poter, in memoria (2). Versión digital en: http://www.cnice.mecd.es/tematicas/genetica/2001_10/2001_10_01.html (consultado en mayo de 2006).
20
escenario en el que se gesta gran parte de las nuevas decisiones políticas
contemporáneas en torno a la vida:
―definir bioética como o saber transdisciplinar que planeia as atitudes
que a humanidade deve tomar ao interferir com o nascer, o morrer, a
qualidade de vida e a interdependência de todos os seres vivos.
Bioética é decisão da sociedade sobre as tecnologías que lhe
convém. É expressãoda consciência pública da humanidade‖19
En esta definición encontramos mayor énfasis en problemas políticos como el
nacimiento y la muerte, enmarcando la existencia humana en la condición
biológica de los seres vivos y reconociendo el discurso bioético como portador
de la consciencia pública de la humanidad. Las relaciones de saber poder que
se producen al hacer explícitas las actitudes que la humanidad debe asumir
frente al nacimiento, la vida y la calidad de vida, se articulan con la legitimación
de las biotecnologías que se promueven y se consideran convenientes para la
humanidad. Pensado desde el contexto de las ciencias medicas, este punto de
vista focaliza la multiplicidad y complejidad de escenarios y posibilidades de las
formas de vida del hombre orientándolas hacia concepciones biologicistas,
creando paralelamente las condiciones necesarias para que puedan circular en
el mercado las diversas biotecnologías del discurso médico, que intervienen
sobre la materialidad biológica de los cuerpos en los procesos de nacimiento y
muerte. Queremos resaltar desde la definición de Archer la capacidad de
producción de juegos de verdad del discurso bioético, en los términos de
expresar la conciencia pública de la humanidad, actividad que implica efectos
sobre las creencias e imaginarios colectivos y la capacidad para determinar las
decisiones políticas que sobre la vida realice cada Estado a nivel nacional e
internacional.
19 Archer, Luís (1996), ―Bioética geral -Fundamentos e princípios‖, in Luís Archer, Jorge Biscaia,
Walter Osswald et al., Bioética. Lisboa: Editorial Verbo: 17-33. Citado en: Cascais Fernando. Genealogía, àmbito e objecto da bioetica. En: Da Silva, João Ribeiro; Barbosa, António; Martins Vale, Fernando. (coords) (1996). Contributos para a Bioética em Portugal. Lisboa: Centro de Bioética da Faculdade de Medicina da Universidade de Lisboa/Edições Cosmos ―Definir bioética como un saber transdiciplinar que planea las actitudes que la humanidad debe tomar al interferir sobre como nacer, o morir, la calidad de vida y la interdependencia de todos los seres vivos. La bioética es la decisión de la sociedad sobre las tecnologías que le convienen. Y expresa la conciencia pública de la humanidad‖.
21
La bioética ha participado en la construcción de los tratados internacionales
que regulan el tratamiento y la investigación sobre la materia viva. Si la bioética
en sus inicios se ocupó de la relación médico-paciente, tanto en los procesos
de investigación, diagnóstico y tratamiento, hoy en día el discurso bioético
participa activamente en la elaboración de leyes, políticas y normas de carácter
nacional e internacional:
―en un principio la bioética estaba orientada hacia la clínica médica, es decir hacia el lecho del enfermo y no existía otra reflexión que la del diagnóstico médico; ahora, se plantea una "fascinación" reglamentaria; y es esta fascinación la que lleva a dictar leyes nacionales que entran en colisión internacional pues las normas de los países son diferentes entre sí, el exceso de legislación ocasiona, como vemos, un nuevo problema. (…) Lo nuevo es, entonces, que pasamos de una aplicación local a una práctica internacional o a una exteriorización en el ámbito de los Derechos Humanos o de las relaciones económicas internacionales, que es en Europa la función de las dos instituciones europeas: el Consejo de Europa -equivalente de la OEA- y la Unión europea -equivalente del Mercosur- y cada una de ellas hace veinticinco años que vienen aportado cierta visión global respecto de la bioética, a tal punto que se ve la necesidad de la obligatoriedad de ciertas reglas por ejemplo el proyecto de Convención sobre Biomedicina o directivas sobre patentamiento en biotecnología y sobre comités de bioética para la investigación. Vemos, pues, que la realidad bioética es sumamente compleja y es política ya que llega a nuestra organización social‖20.
La formulación de leyes en el marco de las dinámicas neoliberales, constituye
la base para la consolidación y el equilibrio de las relaciones económicas
internacionales, que si bien son libres, requieren de dispositivos de saber que
garanticen, legitimen, regulen y controlen los diversos procesos implícitos en el
creciente mercado biotecnológico.
La bioética interactúa dentro de un complejo sistema sanitario, donde diversos
grupos económicos e ideologías científicas y pseudo-científicas se articulan a
un discurso económico-administrativo y jurídico, que pretende regular la salud
20 Byk, Christian. Realidad y sentido de la bioética en el plano mundial. Cuadernos de bioética.
Ed. Ad Hoc. Argentina. Traducción Teodora Zamudio. http://www.bioetica.org/bioetica/doctrina9.htm (Consultado Febrero 2008).
22
de una población determinada, en aras del mantenimiento del sistema sanitario
y de la producción de riqueza, en el caso de los países donde la salud funciona
como una empresa privada. Reconozcamos que al interior de la bioética se
establecen divisiones y tensiones que dan cuenta de los marcados intereses
políticos y económicos que hay en juego. Callahan nos dice al respecto:
"En sus primeros días, la ética biomédica era como una empresa tranquila y relativamente pequeña, en la cual la mayoría de las personas tenían relaciones amistosas y trabajaban en estrecha colaboración. (hoy) se observa una mayor división en fracciones políticas, una polarización de las cuestiones y menos esfuerzos para encontrar soluciones de compromiso (…) los cinco tópicos más importantes en la actual arena bioética norteamericana son: 1. Los derechos y la autonomía del paciente (que surgió de la intervención del gobierno en las regulaciones de la experimentación humana). 2. El carácter sagrado de la vida y la calidad de vida (concepto este último que se originó en la ecología). 3. Las intervenciones en la naturaleza (ADN recombinante, HUGO). 4. La asignación de recursos ("economización" de la bioética). 5. La función del público en la toma de decisiones.‖21
Un discurso avalado socialmente para la producción de juegos de verdad
tiende a fragmentarse bajo intereses y presiones ideológicas, económicas y
políticas; este también es el caso de la bioética. Una bioética dividida en
fracciones políticas, aunque permite apreciar la pluralidad de divergencias que
coexisten al interior de una sociedad, también muestra la férrea lucha de las
distintas posturas de la bioética y la manera en que se impone un punto de
vista predominante, a saber, la bioética médica principalista.
Finalmente queremos retomar a Engelhardt considerado el autor más
representativo de la bioética contemporánea. Este autor postula como una de
las principales características de la bioética su capacidad de operar sobre
agentes morales, es decir, sobre seres capaces de autorreflexión, racionalidad
y sentido moral22, pero al interior de los problemas generados en el ejercicio de
la medicina. De nuevo las ciencias sociales se ocupan de las ciencias de la
vida, pero esta vez entendidas y reducidas al ejercicio de la medicina. Para
21 Callahan, Daniel (1990). "Tendencias actuales de la ética biomédica en los EE.UU. de
América". En: Boletín de la Oficina Sanitaria Panamericana. 108 (5- 6). 22
Engelhardt, Tristram (1995). Los fundamentos de la bioética. Barcelona: Paidós. p. 155
23
este autor, la bioética es un dispositivo carente de contenido, moral, filosófico e
ideológico; dicha carencia capacita a la bioética para crear acuerdos entre
extraños morales, es decir, aquellas personas que pertenecen a tradiciones
morales muy diferentes o contradictorias.
La bioética se ocupa entonces de los problemas políticos, particulares y
colectivos, que se traman en torno a los cuidados, tratamientos, decisiones que
nuestras sociedades realizan sobre vida, a través del discurso médico. La vida
biológica, desde la óptica dada por la medicina, tiende a erigirse para la
bioética como valor absoluto. La bioética proyecta entonces los valores del
discurso médico y refleja los principios de una sociedad liberal, individualista y
narcisista. Las condiciones, el desarrollo, el mejoramiento, la calidad, la salud,
la enfermedad, los límites de la vida, son el entramado ideológico desde donde
se justifica socialmente la constitución del discurso bioético.
3. Principios de la bioética.
Desde sus inicios la bioética se ha preocupado por la salud global, la calidad de
vida, y hoy en día es casi espontanea la asociación entre bioética y medicina.
La función asumida para muchos autores se reduce a brindar un procedimiento
que permita dirimir los dilemas de las intervenciones biotecnológicas del saber
médico: una ética procedimental aplicada a la solución de conflictos, que no
promueve estándares idealizados del hombre, sino que favorece el desarrollo
de ponderaciones racionales que puedan justificar, argumentar, regular,
promover o rechazar un procedimiento o decisión frente al tratamiento que los
sistemas de gobierno brindan a la vida. Juegos de verdad estratégica y
racionalmente producidos para promover y optimizar la vida de las poblaciones:
La bioética es una ética aplicada que, a diferencia de la ética propiamente tal no es una reflexión filosófica sobre la moral en su conjunto, sino una reflexión interdisciplinaria tendiente a la solución de los conflictos derivados de manipulación técnica de la vida y del medio ambiente que la sustenta, en una u otra forma representan una amenaza para la vida individual y colectiva. En su calidad de
24
ética aplicada, más que la búsqueda de fundamentos, le interesa la definición de procedimientos conducentes a la solución de estos conflictos: ese carácter procedimental es el que a la vez la diferencia de la moral, en cuanto no tiende a regular la acción en función de una imagen ideal de hombre aceptado por una comunidad específica, sino en función de la básica racionalidad de procedimientos comúnmente aceptados.23
Teniendo en cuenta que la bioética ha tenido su origen y un mayor desarrollo
histórico en el panorama científico, médico y político de los EEUU, vamos a
analizar la corriente bioética principalista, que representa una parte significativa
del pensamiento norteamericano y anglosajón. Los cuatro principios que
promueve esta corriente bioética, han sido aceptados al interior del discurso
médico a nivel internacional desde la década del 70.
La teoría principalista fue conceptualizada por Beauchamps y Childress a partir
del informe Belmont publicado en 1978.24 Los cuatro principios que articulan
23 Escribar, Ana (2003). Bioética su sentido y su función. En: Centro de Estudios de Ética aplicada. 14 (2). Universidad de Chile
24 T.L. Beauchamps y J.F. Childress (1989). "Principles of Biomedicals Ethics". Oxford
University Press. New York. La propuesta principalista de Beauchamp y Childress, ha sido criticada por Gert, Culver y Clouser. Gert B., Culver C. M. y Clouser K. D (1997). Bioethics. A Return to Fundamentals, New York, Oxford University Press; Clouser K. D. y Gert B.,A (1990) Critique of Principlism. The Journal of Medicine and Philosophy, 15, p. 219-236. La principal dificultad que encuentran es la ausencia de un orden jerárquico o lexicográfico entre los principios, que permita ponderarlos a partir de supuestos racionales, tal ausencia hace percibir el proceso de ponderación como intuitivo o arbitrario. Además en situaciones concretas los principios solo encuentran su significado en el contexto de la teoría moral que los formula, en ausencia de una teoría moral amplia es difícil explicar el paso del principio general a la norma específica. Por lo tanto, solamente el principio de no maleficencia cualificaría como una genuina guía para la acción moral. Gracia, Diego (1997). Cuestión de principios. Estudios de bioética. Madrid: Dykinson. p. 21-29. El autor propone un ordenamiento jerárquico de los principios, admitido por eticistas de diferentes escuelas, tales como David Ross, John Rawls y William Frankena. En síntesis la propuesta de Gracia consiste en considerar que la no maleficencia y la justicia tienen prioridad sobre la beneficencia y la autonomía. De tal forma que nuestro deber de no hacer daño es claramente superior al de hacer el bien, cabe afirmar otro tanto de la justicia. Por eso los demás pueden obligarnos a no hacer daño o a no ser injustos, pero no pueden obligarnos a ser beneficentes (fuera del caso de las relaciones especiales). Un acto de estricta beneficencia debe ser dado y recibido libremente. Por ende, opina Gracia, la beneficencia se halla intrínsecamente relacionada con la autonomía. El sujeto moral define autónomamente su sistema de valores, sus objetivos de vida, su propia idea de perfección y felicidad y así define lo que es benéfico para él. Existe un segundo nivel de principios: el público, donde ubica los
25
esta propuesta son: beneficencia, autonomía, no maleficencia y justicia. La
bioética puede establecer dos relaciones con los principios, como adjetivo,
califica a una escuela poseedora de una metodología y unos protocolos
particulares; como principio es una ley o una regla que debe cumplirse con el
fin de alcanzar un determinado proceso, estableciendo las premisas mínimas o
las características esenciales que asume un sistema o un grupo de trabajo; en
este caso, por los dispositivos bioéticos que ponderan los dilemas generados
en el quehacer médico.
Existe un consenso en denominar bioética principalista a la que toma como
fundamento los cuatro principios propuestos por Beauchamps y Childress.
Cada uno de los principios puede ser objeto de una extensa reflexión filosófica.
Sin embargo, en este análisis queremos ocuparnos del uso que la bioética da a
esta propuesta señalando su relatividad, y la tendencia a formular los principios
a partir de una teoría moral concreta, o de un discurso estratégico con
presupuestos e intereses particulares. Autores como Diego Gracia consideran
que la bioética ha realizado un énfasis sobre el principio de autonomía durante
los años 70, y un énfasis sobre el principio de justicia en la década de los 8025.
El marcado interés por el principio de autonomía puede relacionarse con el
sistema sanitario norteamericano que a través de compañías privadas de
aseguramiento, tienden a hacer de la salud un negocio muy lucrativo. El poco
interés por el tema del principio de justicia, en términos de una distribución de
recursos justa a nivel sanitario, llama la atención en dicho escenario. En
cambio podemos interpretar que el énfasis dado al principio de justicia a partir
principios de no maleficencia y autonomía. Si los deberes privados entran en conflicto con los públicos, los segundos tienen la preferencia o prioridad. Consideramos que Gracia, además de establecer una jerarquía entre los principios, introduce una teoría de fondo no sólo de la moralidad sino también del conocimiento y, en el fondo, de la realidad misma, que es lo que Engelhardt cree insostenible al tener en cuenta el politeísmo simbólico, cultural y moral que posee nuestra contemporaneidad. Diego Gracia, Gert, Culver y Clouser insisten en la necesidad de una teoría de fondo que fundamente racionalmente la fuerza vinculante del orden moral, parecen no aceptar la propuesta de una moral secular. Cuando rechazan la orfandad de la postmodernidad anhelan las certezas de los presupuestos metafísicos de las teorías religiosas. 25
Gracia, Diego (2002). De la bioética clínica a la bioética global. En: Acta de bioética. 1. OPS. OMS. Chile.
26
de los años 80 responde a la necesidad de diseñar políticas globales sobre las
formas de vida. Los Estados contemporáneos tienden a normalizarse para
garantizar un desarrollo sostenible, los nuevos escenarios políticos constituidos
en las sociedades liberales se fundamentan en un nuevo conjunto de derechos
económicos sociales y culturales en torno a la vida y sus cuidados.
La bioética principalista se ha dedicado a resolver necesidades prácticas,
operando principalmente sobre las decisiones que se toman para intervenir
sobre la vida biológica del hombre, tratando de ―superar‖ la necesidad de
reflexiones más complejas sobre la existencia del ser humano, porque ellas
implicarían teorías morales concretas. Resolver problemas en medio de una
sociedad pluralista a través de principios facilita modificar la escala de valores
según los intereses y necesidades predominantes. El sistema de pensamiento
principalista fue diseñado específicamente para el ejercicio médico, justificando
y sistematizando a nivel teórico un conjunto de principios y reglas que guían el
comportamiento y el juicio práctico para la toma de decisiones.
También Engelhardt, autor del texto clásico para esta disciplina Fundamentos
de la bioética, reduce la bioética a los problemas pertinentes al ejercicio de la
medicina. Dentro del panorama amplio y complejo de la medicina, se presentan
conflictos de valores inconmensurables, que harían imposible establecer una
jerarquía de los principios. Cada principio, entonces, es autónomo y cobra
mayor importancia de acuerdo a la problemática que se esté abordando. Sin
embargo, recordemos que Diego Gracia establece una jerarquía que ha
alcanzado gran aceptación en el mundo académico26.
Pese a rechazar las éticas que poseen contenido, Engelhardt adopta la ética
principalista al considerar que esta propuesta adolece de premisas,
fundamentos y contenidos valorativos. Sin embargo, un principio es un
fundamento interpretativo que sirve para determinar el curso de un juicio
deliberativo, una conducta o una decisión.
26 Gracia, Diego (1997). Cuestión de principios. Estudios de bioética, Madrid, Dykinson.
27
―Cuando los principios funcionan como índices que apuntan en dirección de grupos de cuestiones (…) los principios funcionan como reglas generales que guían al investigador hacia un enfoque particular de la solución de un problema (…) los principios indican las fuentes de áreas concretas de derechos y obligaciones morales (…) funcionan como principia: como principios u orígenes de determinadas áreas de la vida moral‖. 27
Consideramos que cada principio, en tanto índice, regla, guía o fundamento,
posee referentes ideológicos establecidos, doctrinas y contenidos valorativos,
pues al establecer una guía para la acción deben reordenan la jerarquía de
valores, justificando las razones por las que un principio puede ser más
importante que otro en un momento dado.
¿En qué medida estos principios facilitan la intervención sobre la vida
biológica? Consideramos que el principalismo es una propuesta operativa y
práctica, orientada hacia la toma de decisiones sobre el tratamiento dado a la
vida de un ―enfermo‖. El principalismo facilita las intervenciones sobre la vida,
en la medida en que crea las condiciones que operativizan la toma de
decisiones y evitan los extensos debates basados en fundamentaciones ético-
filosóficas. El interrogante que surge en este momento es si esta decisión se
toma exclusivamente a través de una ponderación racional imparcial, o si esta
decisión tiende a ser intuitiva y arbitraria por parte de los especialistas en
medicina, como lo afirman algunos críticos del principalismo28. Engelhardt
afirma que la bioética no debería ejercerse a partir de una tradición conceptual,
filosófica o moral en particular, puesto que estas tradiciones se fundamentan en
unos contenidos, valores y complejas e interminables disertaciones que
dificultan y prejuician la toma de decisiones; razón por la cual recurre a la
búsqueda de principios de nivel intermedio que permitan dirimir los dilemas
bioéticos. Los principios entonces, hacen que no sea necesario profundizar
sobre las teorías éticas y sus fundamentos últimos.
27 Engelhardt, Tristram (1995). Los fundamentos de la bioética. Paidós. Barcelona. p. 112.
28 Gert, Culver y Clouser. Gert B., Culver C. M. y Clouser K. D (1997). Bioethics. A Return to
Fundamentals, New York, Oxford University Press; Clouser K. D. y Gert B. (1990). A Critique of Principlism. The Journal of Medicine and Philosophy, 15.
28
El principalismo es por tanto una propuesta operativa, formulada para la
relación médico-paciente, que trata de facilitar la toma de decisiones de
diagnostico, tratamiento e investigación sobre la vida biológica. Temas
complejos como el diseño de políticas públicas no deberían abordarse desde
un comité de bioética principalista, porque reduciría un problema complejo a
consideraciones que han sido pensadas en primera instancia para la relación
médico paciente:
―estos lineamientos éticos se refieren a interacciones entre individuos, tal como se da ejemplarmente en la relación médico-paciente o en la de investigador-probando (…) En políticas públicas se trabaja con riesgos y complicaciones de grandes magnitudes así como difícilmente cuantificables, razón por la cual se vuelve extremadamente difícil hacer predicciones que posibiliten orientar moralmente a través del modelo principialista los comportamientos apropiados para minimizar los efectos negativos; por ende tal modelo debe ser considerado inadecuado para enfrentar los dilemas morales en salud pública‖29
Cuando la bioética es adjetivada se inscribe a un marco ideológico particular.
En el caso de la bioética principalista consideramos que es la manera de
organizar, justificar y dar prevalencia a un conjunto de principios que implican
una carga ideológica que se proyecta sobre la bioética. Trevijano nos dice al
respecto:
―la bioética se fundamentara en unas hipótesis fundamentales, que aceptamos y suponemos verdaderas. De ellas obtenemos consecuencias bioéticas mediante una estricta deducción lógica con la inclusión de otras hipótesis que tomaremos prestadas de otras ciencias, como la medicina y la genética, y en la que también se nos filtraran algunas hipótesis ad hoc y otros supuestos derivados consciente o inconscientemente, de nuestra ideología (…) a estas hipótesis fundamentales las llamamos principios‖ .30
Cuando hablamos de la bioética principalista, si bien están presentes diversas
creencias y supuestos basados en el saber científico, se trata de la manera en
29 Schramm, Fermin Roland; Kottow, Miguel (2001). Bioethical principles in public health:
limitations and proposals. Cadernos de Saúde Pública, 17(4). Versión electrónica. ―Principios bioéticos en salud pública: limitaciones y propuestas‖ versión digital: http://www.scielo.br/scielo.php?pid=S0102-311X2001000400029&script=sci_arttext (consultado en mayo de 2012) 30
Trevijano, Manuel (1999). ¿Qué es la bioética? Salamanca: Ediciones Sígueme. p. 79.
29
que podrá darle un mayor acento, valor o preponderancia a uno de los cuatro
principios, de acuerdo a la formación, a la historia personal, a las luchas y a la
escala de valores construida por cada especialista a través de sus experiencias
vitales. Para un investigador lo más importante en una situación determinada
puede ser salvar la vida de una persona, obrar desde la beneficencia; para
otro, el contar con el consentimiento y la aprobación del consultante, obrando
desde la autonomía; en la misma situación y de acuerdo a sus experiencias
personales, un profesional preferiría no intervenir por los riesgos elevados de
causarle daño al paciente, obrando desde la no-maleficencia; y para otros
profesionales lo más importante sería garantizar la estabilidad del sistema, de
la institución, de la igualdad en los derechos de una colectividad, evitando
excepciones radicales y siguiendo protocolos de atención a casos particulares,
obrando desde una interpretación del principio de justicia. El orden dado a un
conjunto de principios, entendidos como las hipótesis fundamentales que han
sido tomadas como verdaderas, puede entonces responder a las premisas
ideológicas, a los juegos de verdad del grupo social dominante. Esta ideología
se expresa en conceptos ―científicos‖ sobre la vida y la enfermedad, y es
ampliamente difundida consciente o inconsciente por el universo mediático que
favorece la creación de necesidades de consumo. La moralidad de los
principios de Beauchamp y Childress es relativa, porque depende de las
condiciones discursivas en las que se ponderen los principios.
Pese a su carencia de contenido cada, principio es una estructura que permite
la proyección de prejuicios morales. Las tradiciones morales, los grupos
económicos, las visiones religiosas, los discursos científicos, el sistema
sanitario, el discurso administrativo y el jurídico, poseen una serie de intereses
que dentro de los debates de la bioética se pueden expresar a través del
privilegio de un principio determinado.
Los principios poseen una obligatoriedad prima facie, es decir, cada uno de
ellos obliga, en la medida en que no entre en conflicto con otro deber moral de
igual o mayor peso en una situación concreta. David Ross, en su texto The
Right and the Good, publicado en 1930, consideró que existen un conjunto de
30
deberes básicos a los que denomina deberes prima facie; tales deberes
permiten desarrollar un proceso de elección racional de acuerdo a la situación
que maximice las consecuencias buenas. Los principios prima facie asumen un
carácter deontológico, se tornan en reglas y normas que determinan el carácter
moral de los actos. Sin embargo, es notoria la dificultad que se presenta
cuando queremos llevar el principio general a una norma específica. Esta
aplicación requiere en general de una doctrina moral que permita explicar y
justificar dicha aplicación31.
Los principios no están construidos sobre una antropología específica, Sin
embargo, consideramos que al ser creados al interior del discurso médico
comparten la misma perspectiva. Estos principios establecen una ética
procedimental que pretende llegar a un equilibrio entre los valores que entran
en conflicto en el discurso biosanitario.
Engelhardt considera que la bioética para extraños morales, es decir, personas
que no pertenecen a una misma tradición moral, debe justificarse a través de
acuerdos mínimos de colaboración, tales como los principios, que permitan
emprender tareas conjuntas dotadas de contenido. Para llegar a estos
acuerdos, la bioética resuelve los conflictos entre los principios de beneficencia,
autonomía, no maleficencia y justicia a través de la ponderación. La
ponderación es un proceso que a través de cálculos racionales o ―juegos de
lenguaje‖, permite determinar qué obligación moral prevalece en cada situación
concreta. Una ponderación es un proceso de valoración racional fundamentado
en las reglas de producción de enunciados verdaderos dentro de una situación
histórica y epistemológica concreta.
Vamos a realizar cuatro precisiones frente a la argumentación de Engelhardt;
en primer lugar, el ejercicio de ponderación racional de la bioética principalista
supone una imparcialidad y objetividad de los dispositivos encargados de
producir la verdad. Sabemos que como en el caso de la ciencia y los discursos
31 Clouser K. D. y Gert B (1990). A Critique of Principlism. In: The Journal of Medicine and
Philosophy, 15.
31
científicos, ambos están soportados en ideologías, creencias, intereses,
demandas sociales y axiologías distintivas.
En segundo lugar, la pretendida autonomía de la ponderación racional de la
bioética principalista tiende a ser insostenible porque en el campo de la
medicina las decisiones son tomadas por los especialistas, por los protocolos
estandarizados de los sistemas sanitarios; o en otros casos es la capacidad de
sugestionar, de exponer argumentos soportados en diagnósticos
tecnocientíficos, imágenes, prevalencias, porcentajes, pronósticos, etc., la que
determina el consentimiento y la autonomía del sujeto que se expone al
discurso médico. Reconociendo la importancia social de un proceso como el
consentimiento informado, trataremos de señalar algunos límites en su
estructura, en torno al manejo de la información que se brinda al paciente
Pocas veces en los congestionados sistemas sanitarios, se brinda información
amplia y suficiente sobre las diversas consecuencias negativas y riesgos que
tiene cada una de las alternativas terapéuticas; por lo tanto, la información
tiende a ser parcial. Reconociendo la importancia de este debate vamos a
profundizarlo más adelante.
Como tercer señalamiento, recordemos que la bioética se materializa
adjetivada, es decir que adopta una postura ideológica y desde allí efectúa la
producción de saber que defienda y consolide su cosmovisión ideológica. El
adjetivo principalista responde a las necesidades y las premisas de una
sociedad liberal, individualista y racionalista.
Finalmente, en cuarto lugar es importante señalar que nuestra
contemporaneidad se caracteriza por establecer unas relaciones de poder que
se centran en la vida y sus vicisitudes, determinando las condiciones para que
el saber se ocupe de fomentar, administrar, mejorar y explotar las formas de
vida. Trasfondo ideológico que no es ajeno a la propuesta principalista, al
adoptar como una de sus premisas fundamentales la beneficencia, vector que
dinamiza la tendencia del mejoramiento continuo de la vida, que vamos a
desarrollar en nuestro análisis sobre la biopolítica. Vamos a continuar
32
desarrollando la propuesta de Engelhardt, haciendo énfasis en las formas de
aplicación de los cuatro principios.
3.1 Aplicación de los principios
Desde el punto de vista de Engelhardt en las sociedades pluralistas
contemporáneas, donde no es posible establecer un sentido moral concreto, la
bioética puede establecer una relación dialógica entre los principios de
beneficencia, autonomía, no maleficencia y justicia para construir una
propuesta moral secular pluralista.
Para Engelhardt, los principios son aplicados a la medicina a partir de la
discusión que se produce entre el respeto a la libertad y la garantía de los
intereses de los usuarios de los servicios sanitarios; en otras palabras, hace
destacar la oposición entre el principio de permiso autonomía y el principio de
beneficencia32, ya que en la práctica de la medicina contemporánea pueden
entrar fácilmente en oposición. El deseo, la elección, el consentimiento de la
persona que no expresa un permiso para realizar una intervención sobre su
cuerpo, puede enfrentarse a una acción de política sanitaria en el marco de un
proyecto general de bienestar, que pretende alcanzar el ―bien general‖. En la
búsqueda del bienestar de una población, tenemos ejemplos históricos muy
cuestionables, con proyectos eugenésicos donde se constatan los efectos
negativos de las posiciones paternalistas que conducen, orientan, saben lo que
se necesita, curan y protegen al rebaño, a la comunidad, a la raza, a una
población a partir de la creencia en un bien o verdad fundamental.
Los principios de permiso y beneficencia sostienen una constante tensión:
―dentro de los límites del respeto a la autonomía no podemos establecer
ninguna visión moral concreta dotada de contenido―33 y paradójicamente el
principio de beneficencia requiere de comunidades morales concretas para
32 Engelhardt, Tristram (1995). Los fundamentos de la bioética. Barcelona: Paidos. p. 139.
33 Engelhardt, Tristram (1995). Ibidem.
33
expresarse positivamente, es decir, para adquirir contenido34. ¿Deben las
comunidades morales seculares renunciar a tener contenidos? Aunque el
principio de permiso sea necesariamente previo al de beneficencia, la
autodeterminación del consentimiento limita la autonomía del sujeto cuando
decide acogerse a unos protocolos previamente determinados por un sistema
de salud. Sin embargo, para Engelhart esto no implica necesariamente aceptar
una moral concreta.
Para sortear el choque entre autonomía y beneficencia, Engelhardt propone el
permiso, como una estrategia para dirimir esta tensión. Los proyectos de
beneficencia deben contar con el permiso del beneficiario para que puedan
llevarse a cabo. Sin embargo, esta solución desconoce las diversas
posibilidades de cohercionar la conciencia, alienar la subjetividad y manipular la
autonomía desde discursos ―verdaderos‖, es decir, juegos de lenguaje
estratégicos facilitados por el avanzado sistema mediático de nuestras
sociedades. La autonomía es fácilmente manipulada a través de estos juegos
de verdad que instauran ideologías, mentalidades, cosmovisiones, valores e
imaginarios colectivos.
La beneficencia tiene como principal dificultad el uso de la fuerza no autorizada
y los problemas concernientes a las múltiples formas de bien que se pueden
aplicar a una situación dada. Engelhardt considera entonces que el principio
que demanda una mayor obligación es el de autonomía, es decir, contar con el
consentimiento de la persona; en segundo lugar estaría el principio de no
maleficencia, entendido como la necesidad de exigir como requisito mínimo,
que la intervención no cause daño a la persona implicada. La beneficencia y la
justicia quedarían entonces en un nivel secundario.
Las formas seculares de moralidad propuestas por Engelhardt carecen de
sanciones legales (pena, multa, encierro) y religiosas (como el castigo eterno o
la excomunión). Sin embargo, consideramos que una moral secular tendrá sus
34 Engelhardt, Tristram (1995). Ibid. p. 133.
34
propios mecanismos de sanción, rechazo y/o exclusión. Tema que
desarrollaremos en la parte final de este trabajo, cuando retomemos los
trabajos de Foucault sobre el examen y la sanción normalizadora, estrategias
que logran crear su propio sistema de micropenalidad, al interior de los
espacios públicos y privados donde diversas relaciones de poder social ejercen
su influencia.
Aunque no posea en sí misma la capacidad del uso de la fuerza, la moral
secular de Engelhardt pretende estructurarse en comunidades pacíficas que
fundamentan su autoridad en la aplicación del principio de permiso (PP.), ya
que este puede justificar las acciones de regulación, censura e incluso el uso
de la fuerza coercitiva o defensiva a partir del consenso. El PP. justifica el
proceso por el que se genera el contenido moral de una comunidad, dándole
legitimidad a dicho contenido.
El PP. es un principio de tolerancia negativo, que señala la frontera de las
comunidades morales. Constituye la gramática mínima para la estructura de la
autoridad secular, gracias a la reflexión, al respeto y a la fuerza vinculante que
moviliza. El Principio de beneficencia (PB.) es un principio positivo en tanto
brinda contenidos que indican qué sería hacer el bien, en el marco de una
visión moral concreta, haz el bien a los demás35. El PB. Inspirado en el
utilitarismo, posee un requisito de maximización del beneficio global, que lleva
a tomar a la persona como un medio, instrumentalizando en alguna medida a la
persona.
Engelhardt considera que estos principios son deontológicos en la medida en
que su rectitud no está definida en función de sus consecuencias. No obstante
las aplicaciones, ―las prácticas concretas de la beneficencia se justifican en
función de sus consecuencias, es decir, son moralmente teleológicas y las
35 Engelhardt, Tristram (1995). Los fundamentos de la bioética. Barcelona: Paidós. p. 132.
35
aplicaciones del PP. son vinculantes, aunque puedan tener consecuencias
negativas para la libertad.‖36
Los principios de no-maleficencia y beneficencia, propenden por la defensa de
unos derechos fundamentales de la vida, pretenden optimizarla, garantizarla,
cuidarla, desarrollarla, mediante diversas acciones estratégicas sobre los
individuos. Hacer el bien, garantizar y mejorar permanentemente la vida de los
usuarios del sistema sanitario, se torna un imperativo político que permite la
institución de programas, idearios y prácticas de cuidado, impuestas por unos
intereses dominantes.
Cabe preguntarnos si esta enorme consideración por la autonomía que se
expone en la preponderancia del PP. no obedece al marco ideológico del
individualismo, a la tendencia histórica del liberalismo, a una episteme surgida
en la modernidad que defiende a ultranza los valores de libertad, bienestar y el
progreso científico y económico. El discurso de la autonomía oculta la
despersonalización de la asistencia médica y sus riesgos de iatrogénesis,
expropiación del cuerpo y enajenación de la salud. En Latinoamérica, contra la
absolutización del principio de autonomía y la consecuente concentración del
principalismo anglosajón en los problemas que afectan al individuo, se ha
intentado privilegiar las cuestiones relacionadas con la justicia sanitaria,
cruciales para la mayor parte de los países en desarrollo del mundo. Si la
revolución estadounidense sobre la bioética se caracteriza por la manipulación
de la vida y la liberación de la moral, los países en desarrollo han focalizado su
atención en la asignación y distribución de recursos y servicios de salud37.
La propuesta de la ponderación de principios de Engelhardt adolece de los
problemas que poseen las éticas procedimentales. El problema no es tanto la
discusión sobre el bien y el mal, la conveniencia o la inconveniencia, sino cómo
asegurar el procedimiento correcto para alcanzar el consenso. Es necesario
recordar la manera en que los discursos ―verdaderos‖ instituyen los métodos
36 Engelhardt, Tristram (1995) Ibid, p.133.
37 Mainetti, José (1993). Bioética en América Latina. Estudios bioéticos. Argentina: Quirón.
36
válidos para la producción de conocimiento, demarcando lo verdadero de lo
falso y asegurando el reconocimiento social necesario para implementar
practicas específicas.
La bioética se ocupa de los fenómenos relacionados con todas las dificultades,
etapas y necesidades de la vida, desde diversos adjetivos; y en el caso
particular de la bioética principalista, estos problemas son abordados y
resueltos desde un discurso médico cada vez más riguroso y estructurado. Por
lo tanto, consideramos que la propuesta principalista de Engelhardt se inscribe
dentro de la tendencia que fomenta los procesos de medicalización38 en todos
los ámbitos de la sociedad: una medicalización más ética, justa, fundamentada
en hechos científicos, racionales y eficaces.
La bioética médica no sólo se focaliza sobre los conflictos existentes al interior
del campo de las relaciones entre paciente, médico y enfermera, sino que
incluye a los ciudadanos encargados de planear la política sanitaria39. Por lo
tanto, la reflexión bioética puede ocuparse de los problemas que intenta
resolver la medicina, a nivel del individuo en los comités de bioética
hospitalarios y a nivel de políticas públicas en los comités de carácter nacional
e internacional. En general asume una lectura de los dilemas y dificultades del
vivir, desde una mirada médica, capaz de diagnosticar y patologizar la vida
biológica, para brindarle un tratamiento de orden médico, con protocolos que
apuntan a alcanzar validez universal.
La bioética principalista otorga un lugar preponderante a la obtención de
resultados, consensos y acuerdos eficaces, que adolecen de contenido y
justificación filosófica, teológica o ética. Siguiendo el camino planteado por
Engelhardt, no se estarían dando las condiciones necesarias para la
construcción de una bioética secular y pluralista, porque dejan de ser
importantes los contenidos filosóficos, los valores religiosos, las tradiciones y
los discursos que pueden alimentar la interacción de discursos, los debates, la
38 Véase el apartado ―la medicalización de la sociedad‖ para profundizar este concepto.
39 Engelhardt, Tristram (1995). Los fundamentos de la bioética. Barcelona: Paidos. p. 110.
37
reflexión que crea las condiciones para la coexistencia de una pluralidad. La
aplicación de un discurso como el principalista, nos conduce a fomentar la
tendencia a la producción de normas y regulaciones, tales como protocolos,
procesos estandarizados, códigos deontológicos y modelos de intervención.
Encontramos entonces que a través de la aplicación de los principios de la
bioética, se producen razones para la acción, aplicables del mismo modo que
se aplica una solución técnica a un problema técnico, o una respuesta exacta a
un problema físico. Hay entonces una carencia de reflexión filosófica
sistemática y profunda sobre las múltiples implicaciones que se desprenden de
las prácticas sobre la vida.
Finalmente, consideramos que es necesario interrogar el privilegio dado por
Engelhart al PP, puesto que la expansión de la autonomía individual, tarde o
temprano choca con las libertades colectivas o sociales. Por ello, aunque
consideramos que históricamente el lugar alcanzado por la autonomía
individual en las sociedades liberales contemporáneas es un logro muy
importante, la balanza pierde su equilibrio cuando este principio es
predominante. Si lo que se pretende es llegar a considerar que la autonomía de
cada uno es igual de importante, estamos frente a una reflexión que se acerca
más al principio de justicia que al de autonomía. Crear condiciones para la
autonomía de todos es posible a través del principio de justicia. En palabras de
Miguel Kottow, ―será un signo de su madurez bioética el ayudar a la
ponderación prudente y ecuánime de la autonomía de todos‖40. En la reflexión
de este autor se pone en evidencia la dificultad que implica el despliegue a
ultranza de la autonomía individual; además reconoce que la justicia articulada
a la autonomía puede considerarse como una salida a la ausencia de
reconocimiento de las necesidades y dificultades que surgen en las
comunidades sociales.
40 Kottow, Miguel (2000) Enseñando las paradojas de la autonomía. En Revista Brasilera de
educación Médica. Rio de Janeiro, 24 (3).
38
3.2 Principio de permiso y consentimiento informado
Hemos visto cómo la propuesta de Engelhardt se basa en el principio de
permiso como condición para los acuerdos morales, reflexionamos sobre la
dificultad de una posición que toma como valor fundamental la autonomía
individual, en tanto colisiona con las autonomías presentes en un contexto
social donde se pactan necesidades comunitarias. Analizamos además, la
dificultad de la propuesta principalista al tratar de prescindir de una reflexión
filosófica, ética, teológica o política, pues precisamente su orientación práctica
enfocada a la toma de decisiones, pretende superar las disertaciones teóricas,
haciendo más operativas las intervenciones sobre la vida biológica .
A continuación vamos a detenernos en el análisis del consentimiento
informado, como una de las aplicaciones más importantes del principio del
permiso, su acercamiento al discurso jurídico, ha llevado al consentimiento a
convertirse en una herramienta que contribuye mas a la defensa del sistema
que la implementa, que a la protección y garantía del derecho a la información
suficiente que requiere un consultante para otorgar su permiso.
El consentimiento informado surge específicamente en el campo de la
investigación médica. Luego del holocausto Nazi, se promulga el Código de
Nuremberg41, donde se establece la necesidad de informar con claridad el
procedimiento y las consecuencias de la investigación, para obtener el
consentimiento del sujeto investigado. Este importante acuerdo social ha
permitido a la cultura Occidental contemporánea, regular la producción de
saber y establecer unos parámetros para los procesos de investigación y
tratamiento médico a seres humanos42.
41 Véase Condiciones de posibilidad de la bioética. El discurso médico.
42 Entre 1945 y 1972, la defensa de la autonomía del paciente subiría gradualmente de tono.
En 1957, en los marcos del famoso ―caso Salgo‖, se emplearía por vez primera el término ―consentimiento informado‖. La sentencia del tribunal encargado de juzgar este caso establecería un requisito adicional a la obtención del consentimiento del paciente: el deber del médico de informarlo adecuadamente, de brindarle una información de calidad para que éste tome su decisión. A partir de 1960 quedaría establecido que la obtención del consentimiento informado es responsabilidad del médico y no obtenerlo entrañaría negligencia.
39
El Consentimiento informado (CI) en la actualidad se incorpora a la relación
médico-paciente, para garantizar la autonomía del consultante. Este
procedimiento pretende dejar atrás la beneficencia paternalista que ponía en su
totalidad la vida del paciente a disposición del saber y el poder médico. El CI
puede perder su función protectora de la dignidad del paciente si no se realiza
de forma adecuada. Para realizar una aplicación correcta, el consultante debe
poder obrar voluntariamente, a partir de la información clara y precisa para la
toma de decisiones, sin ser manipulado por el médico que brinda dicha
información. Por lo tanto, el CI para el ejercicio del poder-saber de la medicina
implica la renuncia del monopolio del poder de las decisiones sobre la vida y la
muerte del paciente.
Los componentes que estructuran el CI para que opere correctamente son la
comunicación continua, apoyo emocional a los enfermos y sus familias y un
respeto a la dignidad humana del enfermo. Sin embargo, consideramos que
existen riesgos en la aplicación del CI. El ejercicio de los juegos de verdad del
discurso médico puede interferir en niveles diferentes:
Persuasión: no se le da otra posibilidad de elección. El paciente debe conocer las alternativas de que dispone y sus consecuencias, para poder decidir, así como las posibles consecuencias de no hacer nada. Coacción: se amenaza de manera explícita o implícita al paciente; por ejemplo, planteándole el alta voluntaria si no accede al tratamiento. Manipulación: es la distorsión de la información que se brinda al paciente, expresada de forma sesgada o incompleta. Esta
Entre 1969 y 1972 la defensa de la autonomía del paciente alcanzaría un límite jurídicamente infranqueable y polémico en extremo: el tradicional ―criterio de la práctica profesional‖ o ―criterio médico‖ en relación con la información a suministrar al paciente sería sustituido por el llamado ―criterio de la persona razonable‖ para efectuar una ―elección inteligente‖. Del reconocimiento del paternalismo médico y de su tesis de que la información y la toma de decisiones por los pacientes podrían ser perjudiciales para estos, los tribunales pasarían a la defensa de su autonomía absoluta. Pérez, Marcelino. La ética en salud. Evolución histórica y tendencias contemporáneas de desarrollo. Escuela Nacional de Salud Pública. Versión digital: http://www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/infodir/la_etica_en_salud._evolucion_y_tendencias.pdf (consultado mayo de 2012).
40
manipulación podría llevar al paciente a una decisión que de otro modo no hubiera tomado. 43
Es frecuente que el médico, consciente o inconscientemente, trate de inducir al
paciente hacia la realización de un procedimiento por motivos más o menos
válidos, que no siempre concuerdan con los intereses del paciente. No
queremos afirmar que en sí mismo el CI implica necesariamente ejercer una
persuasión, una coacción y manipulación al paciente, pero sí queremos señalar
esta posibilidad inscrita en las relaciones de poder del discurso médico. El
prestigio de la profesión médica alcanzado a un ritmo vertiginoso a partir del
siglo XVIII, deja a un lado la actitud paternalista para tener en cuenta los
deseos e intereses del paciente a través del CI. Sin embargo, el enorme saber-
poder imbricado en la eficacia tecnocientífica que ha alcanzado la práctica
médica en el siglo XX, hacen hoy en día que una serie de conceptos técnicos,
juegos de verdad, valoraciones ―científicas‖, etc. interfieran en la toma de
decisiones del paciente y hagan muy difícil que el profesional renuncie a ejercer
su poder sobre la vida biológica del paciente enfermo.
Además como lo señala Lugones, el CI no puede depender de una posición
pasiva de parte del médico; el saber tratará de inducir una intervención
particular por razones conscientes o inconscientes, más o menos valederas.
Persuadir al paciente para que elija lo que el discurso médico, la industria
farmacológica o las biotecnologías consideran la opción más conveniente, es
también tarea del profesional:
El consentimiento informado no exige que el profesional se coloque en una posición pasiva para evitar ―interferir‖ en la libertad del paciente que debe decidir. Antes, al contrario, demanda del profesional que no abandone a su paciente y se implique a fondo junto con él en el proceso de toma de decisiones, aconsejándole, e incluso persuadiéndole en una determinada dirección. Es cierto que en este proceso abierto el paciente puede estimar como mejores opciones las que el profesional considera peores, pero eso no es un mal resultado, al contrario, es de mayor calidad moral que la mera imposición paternalista.44
43 Lugones , Miguel; Pichs Luis Alberto; Garcia, Marlen (2005). Consentimiento informado. En:
Revista Cubana de Medicina General Integral, 21 (5-6). Versión digital http://bvs.sld.cu/revistas/mgi/vol21_5-6_05/mgi195-605.htm (Consultado mayo de 2012). 44
Lugones , Miguel; Pichs Luis Alberto; Garcia, Marlen (2005).Ibíd.
41
Si bien la persuasión y la retórica tecnocientífica dejan un margen para que el
sujeto elija, es importante reconocer que el reconocimiento social del discurso
médico y el uso constante de los sistemas mediáticos por parte de la medicina,
inciden en la opinión y el criterio de cualquier consultante a la hora de tomar
decisiones. Además, en el marco de una sociedad de consumo, la medicina se
ha convertido en una de las más prosperas industrias, produciendo los
enormes capitales que sostienen el proceso de medicalización de la sociedad.
Vamos ahora a señalar lo que consideramos es una mala aplicación del CI,
recurrente en la práctica de la medicina contemporánea. Hemos querido
detenernos en este procedimiento porque consideramos que la bioética lo
legitima, pero el sistema sanitario en su aplicación lo tiende a tergiversar con el
propósito de convertirse en una herramienta para la conservación y el
mantenimiento del propio sistema sanitario. Por lo tanto, es necesaria una
actitud crítica frente a los procedimientos fomentados por la bioética, pues en
su aplicación pueden convertirse en un mecanismo de objetivación y
normalización de la vida.
En el ejercicio de la medicina contemporánea, uno de los cambios más
importantes se produce en la relación médico-paciente, ya que esta se diluye
ante la relación entre los sistemas de salud y el consultante. El sistema de
salud está constituido por tres componentes: en primer término, un componente
administrativo que vela por la producción de riqueza y la correcta utilización de
los recursos, soportado en sistemas informáticos de procesamiento de datos;
en segundo término, un componente legal que protocoliza, instituye
mecanismos y trámites que garanticen la protección del sistema de salud
público o privado, determinando entonces la cantidad de recursos a la que
cada consultante tiene derecho, estableciendo además una estructura de
protección legal frente a los reclamos de los usuarios; y en tercer lugar, el
saber constituido por la medicina.
42
El CI realizado por el sistema de salud es una pericia médico-legal-
administrativa, que no pertenece en rigor a ninguno de los discursos antes
mencionados, pero que es fruto del encuentro interdisciplinario de estos
saberes. EL CI se convierte en un protocolo rígido que pierde la posibilidad de
interpelación, y otorga la potestad al sistema sanitario de intervenir sobre la
vida desde una visión ―biologicista‖, predominante y excluyente de toda
consideración ajena al saber de la medicina. Durante la práctica hace entonces
disponible el cuerpo de las personas para ser medicalizado.
Históricamente, Foucault nos ha mostrado cómo durante el siglo XVIII la
producción del sujeto anormal estuvo mediada por la pericia médico-legal,
capaz de condenar, normalizar, excluir o sancionar a un sujeto por no encajar
en los ideales del individuo burgués. La pericia médico-legal no pertenece en
rigor al discurso médico, ni al derecho moderno45; es una articulación que hace
posible una enorme cantidad de atropellos normalizadores contra los sujetos
sin poseer en sí nociones jurídicas, ni conceptos médicos en rigor. La pericia
médico-legal crea un espacio intermedio entre el enfermo y el delincuente
denominado anormal. Este nuevo campo fomentó el ejercicio de diversas
estrategias de poder orientado hacia la normalización.
La articulación del ejercicio de la medicina con el campo del derecho no se
hace para legitimar los códigos penales, civiles o laborales, como cuando el
peritazgo médico realizaba aportes a la solución de un problema jurídico. La
inclusión del derecho en los sistemas de salud apunta a dirimir quién tiene
derecho de vida o muerte, a quién es posible brindar cobertura, destinar
recursos, aplicar un procedimiento u otro, a quién es posible hacer vivir o dejar
morir.
En el caso que nos ocupa, el CI tiende a convertirse en una herramienta con un
componente legal, enfocado a proteger el sistema de salud. Cuando el
consultante firma un CI, está reconociendo que se le ha dado la información
45 Foucault, Michel (2000). Los anormales. México: Fondo de Cultura Económica. p 48.
43
necesaria y suficiente para la toma de una decisión, evento que por lo general
no sucede. La decisión realmente está previamente establecida por el protocolo
médico-legal que determina el proceso a seguir. No sería pues el médico ni el
consultante quien tome las decisiones, sino el sistema previamente
establecido.
Es ampliamente conocida la diferencia del ejercicio de una medicina que se
realiza a nivel particular, realmente liberal e independiente, de la que se realiza
a partir de pólizas privadas de salud, o a través de regímenes contributivos de
sistemas generales de seguridad social en salud, como en el caso de
Colombia, donde las decisiones deben ajustarse a los protocolos
preestablecidos de intervención. En dicho sistema el usuario debe firmar
difusas cláusulas de CI, para tener derecho a la atención, pero al costo de
renunciar a exigir cualquier tipo de responsabilidad contractual al equipo clínico
que realiza la intervención. Por lo tanto, la aplicación realizada por los sistemas
de salud del CI, lo convierten en una estrategia para proteger el sistema,
haciendo incuestionable la práctica médica que realizan los sistemas de salud.
Cuando el interés en proteger al sistema de salud es desmesurado y se realiza
de una manera explícita, se resquebraja la confianza del consultante al
sistema, y se establece la práctica de una medicina defensiva. Actitud que
―puede ser percibida por el paciente como una actuación tendiente a proteger
contra la irresponsabilidad al mismo profesional de la salud, lo cual aminora la
confianza del paciente‖46.
4. Los Comités de bioética
Hasta este punto vamos a referirnos al CI entendido como una forma de
representar el principio de permiso o autonomía. Hemos podido situar La
importancia del principalismo para el discurso bioético, logrando percibir las
46
Duque,Humberto José (1999). El consentimiento informado ¿Cuestión de formalismo legal o cuestión de humanidad? Revista médico legal, 5 (3).
44
falencias de la metodología principalista, denominada por Engelhardt
ponderación racional. Esta metodología responde a un cálculo estratégico de
relaciones de poder realizada por los entes encargados de tomar decisiones
sobre la vida de individuos o comunidades. Finalmente analizamos la manera
en que al hacer un énfasis en un principio determinado, como en el caso de la
autonomía, se detonan relaciones de poder parcializadas.
Teniendo claro que los principios no son fundamentos indispensables para el
quehacer bioético, sino una de las propuestas con mayor aceptación dentro de
la comunidad académica47, vamos a analizar una vertiente común que poseen
las diversas formas del quehacer bioético, pues a pesar de que tengan marcos
epistemológicos, éticos y morales diferentes, se requiere de un comité bioético
para que el saber sea legitimado y pueda ser aceptado en la toma de
decisiones sobre un individuo particular, o bien en el diseño de políticas sobre
la población en general.
En nuestro trabajo sobre los principios de la bioética, constatamos que no son
condiciones necesarias para el quehacer de la bioética ya que se trata de un
modelo entre otros, conocido como (bio)ética principalista. De allí que no pueda
ser considerado como una base epistemológica de la bioética, sino más bien
normativa. Aunque el principalismo posee una aceptación generalizada en el
campo de la medicina, es posible hacer bioética sin recurrir a ninguno de los
principios antes señalados. La producción de saber de la bioética guarda una
estrecha relación con los comités de bioética. Existen trabajos académicos
como seminarios, postgrados y textos escritos realizados por autores que han
47 Otras propuestas éticas para el abordaje de dilemas morales retomadas por la bioética son:
Casuísticos: Jonsen, Tolmin, Siegler, Winslade.
Ética de las virtudes o narrativa: Macintyre( europeos y latinoamericanos).
Proceso de toma de decisiones conflictivas: Thomasma, Pellegrino, Engelhardt, Hans-Martin Sass.
Sincréticos: Hastings Center of Philadelphia.
Dilemáticos: Erde, Brody.
Juicios éticos principalistas y casuísticos al mismo tiempo: Candee y Puka.
Modelo racionalista: Peter Singer.
Sistema de referencia materialista: principios y consecuencias morales, Diego gracia.
45
logrado reconocimiento como bioeticistas, ya sea con textos sobre
fundamentación de la bioética o sobre textos que reflexionan en problemas
concretos de la práctica médica. Sin embargo, la bioética se acerca a los
problemas cotidianos para posibilitar la toma de decisiones a través de los
comités de bioética, y es desde este mecanismo desde donde podemos
apreciar con mayor claridad las consecuencias éticas y políticas del saber-
poder de la bioética.
Vamos a analizar los comités realizando el siguiente recorrido: primero, un
breve comentario sobre su historia y sus definiciones; segundo, tomaremos
como referente el artículo de Callahan ―la bioética (médica) como una
disciplina‖48 que nos servirá de base para cuestionar este dispositivo; tercero,
una contrastación con la noción de saber-poder foucaultiana; y cuarto, un
señalamiento de las problemáticas por las que pueden atravesar los comités de
bioética. A través de este recorrido, vamos a constatar la forma en que estas
organizaciones están llamadas a encargarse en la contemporaneidad, de la
producción de un saber que hace disponible la vida biológica, en su forma más
elemental, para ser medicalizada y normalizada. Por lo tanto, el saber bioético
determina la toma de decisiones sobre la vida en casos particulares, en
políticas institucionales y estatales.
En este capítulo no pretendemos afirmar de manera radical que los comités de
bioética sean mecanismos de dominación, pues gran parte de su labor puede
constituirse en una práctica liberadora, es decir, una relación de poder que
cuestione las tendencias a la dominación o a la normalización de los ejercicios
de poder contemporáneos. Nuestro propósito principal es resaltar la enorme
responsabilidad que soportan estos espacios y demostrar que las relaciones de
poder que se dinamizan en su interior, en condiciones particulares, pueden
utilizarse como mecanismos de control y normalización, es decir, como
estrategias del poder contemporáneo sobre la vida de las personas. Para este
48 Callahan Daniel (1973). ―Bioethics as a Discipline‖ The Hastings Center Studies. 1(1).
Tomado de: Llano Escobar Alfonso (2000). ¿Qué es la bioética? Bogotá: 3R editores. p. 49.
46
fin trataré de señalar los límites, las dificultades y los posibles riesgos que se
desprenden de lógica estructural de los comités de bioética.
4.1 Definición de los comités de bioética.
Socialmente los comités de bioética son identificados como grupos
multidisciplinarios que tienen como propósito ―asesorar‖ al personal de saluden
la toma de decisiones sobre conflictos éticos emanados de la práctica de la
medicina altamente tecnificada. Los temas de abordaje son múltiples, pero se
cimientan sobre los dilemas de la vida biológica, por ejemplo, la biotecnología,
la eutanasia, la reproducción, la experimentación, el diagnóstico, entre muchos
otros.49
Teóricamente se considera que estos comités no pretenden juzgar ni
sancionar, sino conciliar los valores de los extraños morales pertenecientes a
sociedades pluralistas. El poder autorizado socialmente al ejercicio de la
medicina es regulado desde una mirada ética, desde un nuevo ejercicio de
poder que trata de fundamentarse en el consenso. Los comités de bioética no
deberían sustituir la decisión autónoma de cada persona. El propósito de estos
comités es velar por el respeto de los derechos de los pacientes y ayudar a la
toma de decisiones que impliquen conflictos de valor dentro de la especificidad
de cada caso en particular. Abel propone la siguiente definición de los comités
de bioética: son instancias o estructuras de diálogo y decisión bioética, que
asumen la responsabilidad de intentar clarificar y resolver racional o
razonablemente los conflictos de valores que se presentan en la investigación o
en la práctica clínica.50
49 Véase anexo 1. Clasificación de temas bioéticos, Kennedy Institute of Ethics. Citado en:
Mainneti, José (2002). Bioética sistemática 1. Versión digital: http://www.elabe.bioetica.org/41.htm (Consultado mayo de 2012). 50
Abel, Francisco (1993). Comités de Bioética: Necesidad, Estructura y Funcionamiento. Revista Labor Hospitalaria e Instituto Borja de Bioética. (229).
47
Podemos clasificar tres tipos de comités de bioética: en primer lugar, los que se
ocupan de realizar investigaciones clínicas con seres vivos; en segundo lugar,
aquellos comités que toman decisiones de vida o muerte, determinando el
camino a seguir sobre dilemas asistenciales en instituciones hospitalarias; y en
tercer lugar, los comités bioéticos que se encargan de justificar, fundamentar o
legitimar desde el saber las políticas nacionales, estatales sobre el manejo de
la salud.
Desde esta clasificación podemos observar un nivel que se dirige a los
individuos, en lo concerniente a la intervención sobre el cuerpo individual que
se realiza en los hospitales y centros asistenciales de salud, y otro político en la
capacidad del discurso bioético de legitimar e instituir políticas nacionales e
internacionales sobre el cuerpo y las formas de vida. Internacionalmente la
UNESCO ha propuesto cuatro tipos de comités de bioética; con sus respectivos
objetivos:
NOMBRE SIGLA OBJETIVO
Comités de bioética de carácter normativo o consultivo
(CNC) Establecer políticas sólidas en el ámbito científico y médico para los ciudadanos de los Estados Miembros
Comités de asociaciones médicas profesionales
(AMP) Establecer prácticas profesionales idóneas de atención al paciente (asociaciones de médicos o de enfermeras/enfermeros)
Comités de ética médica u hospitalaria
(CEH) Mejorar la atención dispensada al paciente (en los hospitales, clínicas de consulta externa o ambulatoria, centros de cuidados crónicos o a largo plazo y hospicios)
Comités de ética en investigación
(CEI) Proteger a los seres humanos que participan en investigaciones encaminadas a obtener conocimientos biológicos, biomédicos, conductuales y epidemiológicos susceptibles de ser generalizados (en forma de productos farmacéuticos, vacunas o dispositivos)
51
Los comités de bioética tienen una historia reciente y exitosa, pues muchos
países han tomado la decisión de formar grupos de bioética con el fin de
asesorar las nuevas políticas nacionales e internacionales sobre la vida y poco
a poco se torna necesario dentro de la institución hospitalaria del siglo XX la
existencia de comités de bioética. El origen de las discusiones sobre problemas
51 Guía no.1 para la creación de comités de bioética (2005). Organización de las Naciones
Unidas para la educación, la ciencia y la cultura división de ética de la ciencia y la tecnología. UNESCO. Francia.
48
generados en torno a la aplicación de terapias médicas es muy difuso. Para
algunos historiadores de la medicina, Thomas Percival en 1803 es el primero
en proponer la discusión entre colegas médicos, como la base para la
experimentación y el uso de nuevos medicamentos. Un referente histórico
fundamental que ya hemos mencionado es el comité de ética sobre la
investigación en medicina que se estructura luego del holocausto Nazi. Con el
fin de regular las prácticas investigativas dicho comité formula el código de
Nuremberg en 1947, entre sus principales aportes encontramos la noción de
consentimiento informado. También es importante señalar el protocolo de
Helsinki en 1964 realizado por la Asociación Médica Mundial, donde se hace
explícita la necesidad de constituir comités independientes del propio
experimentador para evaluar el proceso de investigación. En el caso de los
comités asistenciales hospitalarios, su origen se remonta a 1962, cuando en
Seattle se decidió crear un comité de legos (no médicos) para decidir qué
pacientes tenían preferencia para beneficiarse de la entonces reciente máquina
de hemodiálisis y la decisión del Tribunal Supremo de Nueva Jersey para
desconectar del respirador artificial a Karen Ann Quinlan en 1975.52
52 La bioeticista Rosalba Duran nos dice al respecto: ‖Hacia 1960 data la creación del primer
comité de ética de carácter clínico cuando en Seattle el Dr. Belding Screibner lo establece para resolver el dilema en torno a la selección de pacientes para los procedimientos de diálisis. Los avances y descubrimientos posteriores tales como la definición de muerte cerebral y el tratamiento para los pacientes terminales contribuyeron a que se iniciaran tanto dichos Comités en diversos Centros hospitalarios, como la Comisión Nacional de Protección de Asuntos Humanos, entre 1968 y 1978. El primer trasplante del corazón realizado en 1967, los casos de Karen Ann Quinlan, de Baby Doe y Louise Joy Brown 1978 primera niña que nace por fertilización in vitro. entre otros acontecimientos, impulsaron el debate sobre los avances científicos, las decisiones médicas y la pertinencia e importancia de estos comités. En 1980 bajo el mandato de Carter se crea la famosa Comisión del Presidente (President‘s Comission for the study of Ethical problems in Medicine and biomedical and behavioral Research) y en 1984 se recomienda la creación de dichos comités a escala nacional. Véase ―Comités de Bioética: Necesidad, estructura y funcionamiento” Revista Labor Hospitalaria. N° 229. Barcelona.1995) pp 141-142 Manual para Comités de Ética de Hospitales. AHA American Hospital Association 1986. Centro de Gestión Hospitalaria. Ed. Guadalupe: Bogotá 1993. En Europa el primer comité, aunque ad hoc, se crea en El Reino Unido en 1972 ( Advisory Group on Fetal Research). Le siguen en orden de antigüedad: Francia (1974) Comité de Ética para los proyectos de Investigación y en 1983 por decreto presidencial el CNNE Comité Consultivo Nacional de Ética, Italia (1978), España (1979), Alemania (1985), Dinamarca (1987), Holanda (1989), Portugal (1990). Bioética y Dret. Datos elaborados por Núria Terribas y María de Pilar Nuñez. Instituto Borja de Bioética. Barcelona. Septiembre de 1995‖ Véase: Duran, Rosalba (2006). Los comités de Bioética. Instituto de Filosofía. Universidad de Antioquia. Versión digital en: www.laboratoriosamerica.com.co/eb/congreso2000/memorias/confer12.htm (consultado enero 2007).
49
4.2 Los comités de bioética a la luz de la bioética como una disciplina.
Vamos a reflexionar sobre el segundo punto de este apartado, basado en la
reflexión escrita por Callahan sobre la bioética53. El primer aporte que
recogemos de su trabajo es el reconocimiento de la dificultad para entablar un
diálogo entre expertos en ética, personas corrientes y científicos. En un mundo
de especialistas, donde se han desarrollado complejos juegos de lenguaje
cargados de jergas técnicas, o tecnicismos, los bioeticistas llegan a aportar en
muchas ocasiones preguntas y casos cargados de aporías y dilemas que
pueden incluso llegar a dilatar la discusión, incrementando el sufrimiento para
la persona que requiere tomar una decisión.
Este problema fue señalado por Alan Sokal, profesor de física de la New York
University, en varios artículos y particularmente en su texto ―Impostures
Intellectualles” publicado en Francia en 1997, con la coautoría de Jean
Bricmont, físico teórico de la Universidad de Lovaina. En este trabajo se realiza
una denuncia al uso negligente e incompetente de conceptos y teorías
científicas. Respetando las teorías sociales que postulan los autores que
critican porque no se consideran competentes para denunciarlas, cuestionan
cómo un número importante de teóricos sociales reconocidos intelectualmente,
hablan sobre lo que no saben produciendo lo que Sokal denomina
charlatanería54.
53 Callahan, Daniel (1973). Bioethics as a discipline. The Hasting Center Studies, (1). New York.
54 Otero, Edison (1999). El ataque posmodernista a la ciencia y la impostura intelectual Affaire
Sokal. En Revista de estudios sociales, (100). Chile. pp. 9-38. Recursos de la producción impostural:
1. Indiferencia, cuando no desdén, por la lógica. 2. Indiferencia, cuando no desdén, por los hechos. 3. Erudición científica excesivamente superficial e irrelevante. 4. Uso extendido de jerga aparentemente científica. 5. Uso indiscriminado y arbitrario de la metáfora y la analogía. 6. Estilo oscuro de exposición como signo de supuesta profundidad. 7. Despliegue de generalizaciones arbitrarias.
50
De otro lado, la reflexión ética en muchas ocasiones se dirige a un plano
conceptual, abstracto donde los argumentos consisten en complejas
elucubraciones intelectuales carentes de sentido para el lego. El principal
problema causado por este monopolio de la verdad es el bloqueo del debate,
porque genera resistencias en las personas que no comprenden con claridad el
complejo entramado de la discusión elaborada por el especialista en bioética,
en biotecnologías, o en procedimientos médicos experimentales. Cada
especialista puede argumentar sus creencias desde complejos conceptos
científicos o pseudos-científicos, convirtiendo el debate en una justa de juegos
de verdad que luchan para imponerse sobre las demás visiones del problema.
Para la persona enferma, las profundas discusiones conceptuales, que se
ocupan del micro-detalle de su vida biológica, pueden convertirse en
irrelevantes en tanto no tienen en cuenta la complejidad de su subjetividad.
Callahan aporta un caso donde la complejidad del debate es tal que requiere
de un profundo conocimiento especializado sobre el tema, del cual el bioético
no posee los conocimientos mínimos para participar con lucidez en el debate.
La solución que Callahan brinda a estos interrogantes se basa en reconocer
que la bioética aún no es una disciplina genuina, con la esperanza de hacer de
ella un discurso creativo y carente de tradiciones férreas y figuras dominantes,
capaz de evitar reduccionismos disciplinarios que simplifican los problemas
complejos. Apela entonces a un tratamiento de los problemas a partir de un
lenguaje corriente con una metodología poco rígida, que denomina
interdisciplinaria. En su propuesta, la bioética se ocupa básicamente de definir
los problemas biológicos y sus aspectos éticos, para posteriormente precisar la
metodología para tratarlos, y finalmente indicar los pasos que deben seguirse
en la toma de decisiones. 55
Callahan concluye que la bioética debe estar al servicio de la medicina y la
biología, y considera que la preparación de un bioeticista requiere, utilizando
55 Callahan Daniel (1973). ―Bioethics as a Discipline‖ The Hastings Center Studies. 1(1).
Tomado de: Llano Escobar Alfonso (2000). ¿Qué es la bioética? Bogotá: 3R editores. pp. 54 y sgtes.
51
sus palabras, de una serie de ideales ―imposibles de realizar‖ en relación con
los diferentes tipos de conocimiento que debería incorporar. Por ejemplo, un
saber sociológico de las comunidades médicas y científicas; un saber
psicológico de los tipos de necesidades que experimentan investigadores,
clínicos, pacientes y médicos, a la par con la variedad de presiones a que están
sujetos; un conocimiento histórico de las teorías y prácticas reinantes;
entendimiento científico; conocimiento y dominio de los métodos de análisis
ético, tal como se entiende en los ámbitos filosófico y teológico; pleno
conocimiento de las limitaciones de los mismos métodos éticos cuando se
aplican a casos concretos; y finalmente, estar personalmente abierto a la clase
de problemas éticos que se presentan en medicina y las ciencias biológicas.
Analizando la propuesta de Callahan, el primer punto que quiero señalar de
acuerdo al interés que orienta este trabajo se refiere a las relaciones de saber-
poder y sus consecuencias. Considerar que la bioética no es una disciplina
genuina, de acuerdo con Callahan, abre el espacio para que pueda constituirse
como un espacio liberador, en la medida en que no se convierte en un saber
con pretensiones científicas universalizables, donde las relaciones de poder
permiten la posibilidad de ser interpeladas y constantemente reformuladas.
El éxito de los comités de bioética y el desarrollo de una estructura de redes de
saber, apuntan a que cada vez más la bioética pueda ser considerada como
una disciplina genuina, y en consecuencia, a que produzca un saber con
fuertes consecuencias sociales y políticas. La compleja red de producción de
seminarios, congresos, publicaciones especializadas, postgrados da cuenta de
ello. De otro lado, el carácter universal de los comités de bioética que la
UNESCO quiere proponer y el desarrollo de un dispositivo con capacidad de
intervenir sobre las políticas nacionales en torno a la vida, dan cuenta del
desarrollo que la bioética ha logrado alcanzar como una disciplina plenamente
constituida y reconocida, y además responde a la necesidad política de
estructurar nuevos mecanismos y dispositivos que tengan la capacidad de
incidir sobre el tratamiento de la vida biológica y su medicalización.
52
El auge del individualismo, floreciente desde los albores de la ilustración, ha
marcado un fenómeno de decadencia de los procesos sociales y colectivos.
Las sociedades liberales se caracterizan por una actitud generalizada de
narcisismo, donde los individuos tienden a estar profundamente interesados en
procesos de personalización del sí mismo.56 Lo público, lo institucional, lo
colectivo sufre un detrimento en aras del favorecimiento de la autonomía y la
individualidad. Las estructuras de gobierno, a través de espectáculos y de
sistemas mediáticos, intervienen la opinión general, permeándola desde la
construcción de creencias en cada individuo particular. La decadencia de los
grandes relatos de la modernidad sólo se ha visto restituida por la eficacia y
aceptación del discurso tecnocientífico en nuestra cultura. Sin embargo, la
tecnociencia no puede legitimarse y legislarse a sí misma, para crear políticas
que la regulen en situaciones específicas; se requiere de un dispositivo
externo, de discursos que puedan legitimarla y adecuarla a contextos sociales
específicos. Los comités de bioética producen un saber multidisciplinario
mucho más vinculante para las comunidades y para la toma de decisiones
políticas. Razón por la que muchos sistemas de gobierno contemporáneos, se
han comprometido en la creación de comités de bioética para los diferentes
niveles de intervención política.
Un segundo punto que quiero destacar sobre la propuesta de Callahan son los
límites que existen entre los diferentes saberes; ya sea por su grado de
especialización o complejidad, o por el narcisismo y la rivalidad que se
posiciona entre diferentes formas de abordar un objeto y un problema de
estudio. Problemáticas que se articulan con una de las acepciones de la
interdisciplinariedad: diferentes disciplinas se sientan a defender sus puntos de
vista, intereses y necesidades, desde parcelas del conocimiento que brindan
información, sin preocuparse por entender aportes diferentes a los propios.57
56 Véase Lipovetsky, Gilles (1986). La era del vacío. Barcelona: Anagrama. Para ampliar las
diferentes facetas del narcisismo contemporáneo. 57
Véase. Rozo, José (2002). La inter-trans-multi-disciplinariedad: una alternativa al pensamiento fragmentado y a la enseñanza dictatorial. Uni-pliri/versidad. 2 (2). Universidad de Antioquia; Suárez, José (1990). La interdisciplinariedad, humanidades y universidad. Revista Universidad de Antioquia, (219).
53
En nuestra contemporaneidad, este problema es abordado y aparentemente
resuelto por la inter-multi-transdisciplinariedad, donde hay un reconocimiento
de la complejidad y la necesidad de establecer diálogos entre diferentes
campos del saber. Sin embargo, socialmente existe una enorme fe en el
progreso que puede brindar la ciencia, una gran disposición a sobrevalorar sus
productos y resultados, que puede llevar al resultado final de un trabajo
transdisciplinario, al lugar de Verdad fundamental e incuestionable, ya que
posee el aval de un grupo de trabajo de diferentes disciplinas, que bajo una
actitud de cooperación han logrado producir un nuevo conocimiento, mucho
más confiable, argumentado y de mayor construcción. El producto de un
trabajo trasdiciplinario es un saber ―científico‖ con una mayor capacidad de
normalización, en tanto es producto de uno de los más sofisticados
mecanismos de la ciencia contemporánea.
Un tercer punto se refiere a las tres tareas iniciales del bioeticista que Callahan
argumenta. En estas funciones están en juego las condiciones de producción
de los juegos de verdad bioéticos: definir los problemas, precisar la
metodología e indicar los pasos a seguir para la toma de decisiones. Uno de
las más poderosas estrategias de poder de la ciencia moderna ha sido la
posibilidad de delimitar, establecer y jerarquizar las reglas de producción del
conocimiento. El bioeticista estaría no sólo ejerciendo un enorme poder en la
producción del saber necesario para la toma de decisiones, sino que estaría
condicionando la producción de los discursos que determinan el curso de los
procesos en torno a la vida.
En sentido general, el propósito de los comités es el examen, entendido como
valoración, justificación, ponderación o regulación. Crean campos
transdisciplinarios de visibilidad para tomar decisiones de conjunto sobre
problemáticas relacionadas con la vida y finalmente pueden producir un saber
que, dependiendo del carácter de su constitución, tiene efectos de
normalización de alcance nacional, regional o local.
54
Los comités de bioética poseen una capacidad para definir y delimitar los
problemas y para establecer el orden en que deben ser abordados, en este
sentido crean una jerarquía que condiciona las posibilidades de producción del
saber bioético. Sin embargo, existe una segunda acepción para la
jerarquización y es la posibilidad de que la gran cantidad de saber producido
por el discurso bioético ejerza en la sociedad la función de establecer un orden
de valores, unas prioridades, una legitimación de determinados procedimientos
médicos de acuerdo a las coyunturas políticas y al juego de fuerzas
predominantes.
Los comités pueden constituir al individuo como objeto de poder, Tanto a nivel
asistencial, como en las investigaciones o en el diseño de políticas públicas, los
comités serían los entes organizativos encargados de crear campos de
visibilidad, determinar sanciones en contra de prácticas que no estén
articuladas a las coyunturas geopolíticas, y finalmente cumplen la tarea de
extraer, maximizar las fuerzas, buscar la composición óptima de aptitudes,
maximizar la relación costo-beneficio, y optimizar las formas de vida, para
normalizarlas y hacerlas sostenibles hacia el futuro.
Como lo afirma Callahan, la bioética está al servicio de la medicina y de la
biología, es decir, está al servicio de una optimización del proceso de
medicalización de la sociedad: una mayor calidad de vida y una mejor
oportunidad en el uso de los recursos, teniendo en cuenta las relaciones costo-
beneficio. Por ejemplo, los comités que se ocupan de la investigación clínica,
aunque han formalizado importantes procesos para respetar al sujeto
investigado, tienden a justificar una intervención eugenésica de la vida. En la
cultura contemporánea la producción de conocimiento se realiza en medio de, y
reforzando a, una sociedad medicalizada, que demanda una fuerte intervención
de la medicina de mejora58. Los comités estarán constantemente influenciados
58 Pellegrino, Edmundo (2005). La medicina de mejora, reto de la bioética. En: Diario
Medico.com. Como Director del Consejo Nacional de Bioética de Estados Unidos Pellegrino considera que la medicina cada vez más se orienta hacia la mejora de las características personales. Versión digital en:
55
por los grupos de poder que se lucran de estas prácticas y serán los que a
través de sus formalizaciones teóricas, influencien las mentalidades colectivas
gracias a los sistemas mediáticos, justificando desde el saber nuevas formas
de medicalización de la vida.
Finalmente, retomando las ideas de Callahan, las exigencias hechas en torno a
la cantidad de conocimientos necesarios para el bioeticista, es un ideal que el
sistema de producción capitalista no posibilita alanzar, pues lo práctico, lo
eficaz, lo eficiente, lo concreto, lo productivo, lo útil son valores inaplazables a
los que otras formas de saber, que apuntan al ser, a la complejidad humana, a
lo humanístico, a lo poético, a la sensibilidad, no tienen acceso por carecer de
una eficacia lucrativa a corto plazo.
Si un comité estuviera conformado por el grupo ideal de ―sabios‖ al que
Callahan demanda, estaríamos frente al problema político de los excesos de
saber, que en general son la condición de posibilidad para que surjan formas
de fundamentalismo y xenofobia, pues el exceso de saber tiende a
anquilosarse bajo la forma de una verdad fundamental. Recordemos que es
precisamente el enorme conocimiento (plus de saber) tecnocientífico el que
genera los dilemas éticos de los que se ocupa la bioética. Desarrollando las
consecuencias de la idea sugerida por Callahan, consideramos que estaríamos
frente al problema de un exceso de saber bioético, capaz de crear las
condiciones para que la sociedad se normalice al desarrollar una vía particular
de tratamiento a la vida biológica.
Un ejemplo de los excesos del saber científico lo protagonizó James Watson,
una de las figuras más importantes del pensamiento contemporáneo ganador
del premio Nobel en medicina en 1962 por sus trabajos en genética, en sus
declaraciones de octubre de 2007 para The Sunday Times Magazine de
Londres afirmó que las políticas sociales de África fracasan porque no tienen
http://www.asociacionbioetica.com/BIOETICA/Actualidad_Bioetica/Actualidad.php (Consultado en febrero de 2007)
56
en cuenta que los negros son menos inteligentes que los blancos, porque así lo
demostraban todos los estudios genéticos realizados.
El exceso de saber ha sido un tema ampliamente abordado por las reflexiones
epistemológicas de Nietzsche, recordemos la forma en que piensa el concepto
de verdad:
―una hueste en movimiento de metáforas, de metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas, que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado lo que son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su
troquelado y no son ahora ya consideradas como metal‖59.
La producción de saber contemporáneo, fragmentado en múltiples campos de
conocimiento, no requiere de un prolongado uso cultural para ser aceptado
como verdad social, ya que son las condiciones de los dispositivos ―científicos‖
de producción de saber las que garantizan que el conocimiento sea verdadero
y pueda tener repercusiones sociales. Las conclusiones de Watson son fruto de
su investigación científica y por ello resultan mucho más problemáticas las
consecuencias sociales que pudieran tener estas afirmaciones.
Si bien los comités de bioética tratan de buscar un mínimo acuerdo para los
dilemas inherentes a situaciones particulares, sin que sus argumentos posean
una fuerza obligatoria, en tanto no dictaminan sentencias o sanciones
condenatorias, punibles o forzosas, es evidente la fuerza que poseen sus
argumentaciones, ya sea en la estructuración de las bases argumentativas que
justifiquen, permitan o limiten la realización de prácticas políticas,
biotecnológicas, médicas, etc., ya sea a través de sus publicaciones en revistas
o textos especializados que inciden enormemente en la formación de la
conciencia ciudadana, frente a los dilemas de los que se ocupa la bioética.
59 Nietzsche, Frederich (1980). Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Revista
Teorema. Valencia .pp. 9-10.
57
Cuando una organización de carácter mundial como la UNESCO plantea unas
normas universales de bioética, la tendencia lógica es la repetición de este
proceso en menor escala, bajo la producción de normas universales para el
manejo de temas específicos.60 De esto resultan políticas institucionales,
locales e internacionales, bajo una jerarquía establecida implícitamente desde
los lineamientos de la UNESCO. La apuesta de Callahan queda debatida, en la
medida en que se hace de la bioética una disciplina con normas universales,
instituyendo una tradición férrea con figuras dominantes, instituciones con
pensadores y principios de autoridad que implican necesariamente rivalidades,
tensiones y complejas relaciones de poder en torno a la producción de
verdades, al interior de la bioética. A continuación vamos a profundizar sobre
las diversas relaciones de saber-poder que pueden establecerse en la bioética.
4.3 Los comités de bioética y relaciones de saber-poder
Cuando se sigue un protocolo estandarizado para los comités de bioética, se
accede a un conjunto de procedimientos lógicos, de normas y principios desde
donde se entra a valorar una situación concreta, de modo que los resultados de
dichos procedimientos serán cada vez más uniformes. La normalización de la
sociedad puede ser entonces promovida por las tendencias universalistas de la
bioética, que no solamente normalizan el ejercicio reflexivo de los comités, sino
que tienden a normalizar los productos del saber bioético.
De acuerdo con la perspectiva interpretativa de la analítica de las relaciones de
poder de Foucault que desarrollaremos en el tercer capítulo, entre el objeto y el
conocimiento existen relaciones de violencia, dominación, poder y fuerza. El
conocimiento y el saber están constituidos como el resultado histórico y puntual
de condiciones que no son del orden propio del saber; son por el contrario
60 UNESCO (2004). Elaboration of the Declaration on Universal Norms on Bioethics:
International Bioethics Committee (IBC), Paris, (15).
58
producto de un juego de estrategias en las que el hombre está situado. Cada
relación estratégica define el efecto del conocimiento. Por ello sería
contradictorio imaginar un saber que no fuese por naturaleza parcial, de
perspectiva, relativo61. Las actuales condiciones del discurso bioético apuntan a
su normalización, a través del juego de estrategias de los comités de bioética.
Una vez se estructura y se le da reconocimiento social a un mecanismo
productor de saber, se instituye un conocimiento con pretensiones de validez
universal.
La bioética implica una dimensión moral que se articula con el conocimiento
tecnociéntifico. Si esta moral tiende a presuponer una validez universal, es
decir pretende ser científica, estaremos de nuevo frente a los problemas éticos
y políticos que produce un exceso de saber. Una bioética fundamentada en
dichas pretensiones no sería capaz de respetar al otro, ni de producir acciones
que fueran ampliamente tolerantes con la diferencia y las alteridades de las
colectividades minoritarias o del sujeto particular. Por tanto, nos parece
importante cuestionar la objetividad científica que los argumentos morales de
muchas escuelas de bioética pretenden tener, pero en particular los comités de
bioética que surgen por la aplicación de normas universales y no por el
reconocimiento de un contexto y una situación particular.
La estrecha cercanía de la bioética con la política nos invita a pensar la figura
del político profesional. Max Weber62 plantea un interesante dilema al respecto:
los políticos no solo viven para la política sino también de la política. En el caso
del bioeticista profesional que participa en los comités de bioética de carácter
normativo o consultivo, no sólo se vive para participar en el diseño de políticas,
sino que se vive de las estructuras de poder que determinan el diseño e
implementación de dichas políticas. Un primer aspecto que nos invita a pensar
esta reflexión es que los comités de bioética contribuyen a la adopción de
políticas públicas por razones éticas, o por intereses particulares de orden
61 Foucault, Michel (1994). La verdad y las formas jurídicas. En: Estrategias de poder. Obras
Esenciales Vol. II. Paidós. Barcelona. pp. 176 – 185. 62
Weber, Max (1986). El político y el científico. Alianza Editorial. Madrid. p. 95.
59
económico, político y científico; en segundo lugar, el experto en bioética cumple
una función legislativa, como portador de una valoración moral, que a partir de
un discurso científico crea una serie de normas prescriptivas aplicables a las
dificultades del tratamiento dado a la vida, con la propensión a crear normas,
protocolos y políticas permanentes para la sociedad. No se trata entonces de
comprometer y formar personas, en particular profesionales de la salud en
competencias analíticas, críticas y reflexivas que les permitan la autonomía
para elegir frente a situaciones conflictivas; tampoco se trata de un proceso
permanente de constante reflexión e interiorización que desarrolla una
dinámica existencial, una actitud ética frente a la vida; se trata como le hemos
señalado de legitimar protocolos que puedan ser cada vez más
universalizables.
Los productos de los comités de bioética son juegos de verdad con un valor
normativo, metarrelatos con bases jurídicas que en principio pretenden ayudar
y liberar al sujeto de los posibles excesos del poder médico y tecnocientífico.
Sin embargo, la protocolización de las intervenciones sobre la vida posibilitan
su normalización. Además, los comités de bioética de carácter normativo o
consultivo pueden terminar coaccionando la voluntad del sujeto, precisamente
por el diseño de políticas generales, de carácter nacional o internacional, que
crean las condiciones para la justificación de una tendencia moral particular
sobre la vida. Desde estas condiciones, la bioética facilitaría que una sociedad
determinada incorpore los órdenes valorativos e ideales expresados por los
comités. En la guía para la creación de comités de bioética de la UNESCO,
encontramos un claro ejemplo de estas prácticas en comités de bioética de
carácter nacional e internacional
Los cuatro tipos de comités de bioética planteados por la UNESCO, plantean
diversas estrategias de gobierno y relaciones de poder que abarcan al
individuo, las instituciones de salud, los sistemas sanitarios y las políticas
públicas en materia de salud. Veamos los niveles que pueden asumir los
comités de bioética.
60
NIVELES DE GOBIERNO EN QUE ES PROBABLE ESTABLECER LOS CUATRO TIPOS DE COMITÉ
DE BIOÉTICA
Clases de Comités bioéticos NACIONAL REGIONAL LOCAL
CNC. Comités de carácter normativo a consultivo.
+ + -
AMP. Asociaciones médicas profesionales.
+ + +/-
CEH. Comités de ética médica u hospitalaria.
- - +
CEI. Comités de ética en investigación.
+/- + +
CLAVE: + = MUY PROBABLE +/– = PROBABLE – = MUY IMPROBABLE63
Los comités de bioética asistencial de instituciones hospitalarias están
restringidos al plano del cuerpo individual, en la toma de decisiones de vida y
de muerte. En un ejercicio de poder sobre el caso individual: observación,
examen, saber, decisión. Los comités de bioética integrados por una elite
intelectual, económica y política determinaran el curso de la medicalización.
Además los comités de bioética están bajo el tutelaje de los aspectos
administrativos que imponen los sistemas de salud. Más que promover la
participación del paciente, en muchos casos se trata de un escenario para que
los juegos de verdad de los ―especialistas‖ determinen con una clara
argumentación la vida de las personas.
De otro lado la influencia epistemológica de toda la producción intelectual de
los países del ―primer mundo‖ en materia de bioética, ejerce una enorme
influencia, al servir de marco común para los trabajos de los países que
comienzan a incursionar en esta reflexión. Discutimos en el análisis de la
bioética anglosajona principalista cómo en la comunidad latinoamericana se da
un enfoque particular que proporciona un énfasis mayor al principio de justicia.
No obstante, aunque se reconoce la importancia de hacer una bioética para
cada país, es incuestionable la influencia de los grandes centros de bioética,
ubicados en las capitales de los países con mayor desarrollo técnico y
económico.
63 UNESCO (2005). Guía No. 1. para la creación de comités de bioética. Organización de las
Naciones Unidas para la educación, la ciencia y la cultura división de ética de la ciencia y la tecnología.
61
En el caso colombiano por disposición de la Resolución 13347 de 1991 el
Ministerio de Salud crea los Comités de Ética Hospitalaria. La Resolución 8430
de 1993 obliga a establecer Comités Éticos para la experimentación clínica en
todos aquellos centros hospitalarios y de Educación superior, donde se realicen
trabajos de investigación y se desarrolle cualquier tipo de actividad que
involucre la vida, procreación, conservación y la muerte misma 64. La Comisión
Intersectorial de Bioética creada en Colombia en el año 2000 es un órgano
consultivo del gobierno para el estudio y definición de políticas en temas
relacionados con la investigación y la respectiva protección al ser humano,
además con proyección a crear un Consejo Asesor de Bioética de carácter
permanente, con decisiones vinculantes para la sociedad científica y la
comunidad en general. 65
Los comités de bioética tienen un aporte adicional como recurso probatorio en
cualquier tipo de acciones de responsabilidad médica contra los profesionales o
las instituciones de salud. Desde esta perspectiva, los comités sirven al
proceso de medicalización convirtiéndose en una prueba que evidencia la
prudencia, la reflexión y el cuidado ético con que actuó la intervención médica.
La organización interna del comité determinara el valor probatorio que poseen
sus recomendaciones. Se puede llegar entonces a desplazar el interés del
paciente, como fin del los comités de bioética hospitalaria, por los del
mantenimiento de los sistemas de salud:
Los registros previos al hecho, tales como el consentimiento informado, las actas de juntas médicas y del Comité de Bioética entre otros, tienen el mayor valor para demostrar la prudencia y cuidado con que fue realizando una determinada intervención médica, reflejando fielmente la influencia de la incertidumbre existente bajo la cual se actuó. (…) contar con registros de actividades que implicaran decisiones previas al hecho, tales como el manejo definido por una junta médica para casos complicados científicamente, la aceptación del paciente a los riesgos previstos del procedimiento, la evaluación y
64 Duran, Rosalba. Los comités de Bioética. Instituto de Filosofía. Universidad de Antioquia.
Versión digital en: www.laboratoriosamerica.com.co/ web/congreso2000/memorias/confer12.htm (consultado enero 2007). 65
Manrique, Iván (2003). Generalidades de los comités de bioética y su utilidad como recurso probatorio en los procesos jurídicos. En: Escrito de la Sociedad Colombiana de Anestesiología o Reanimación – SCARE. Versión digital en: http://www.medicolegal.com.co/pdf/esp/2003/9/1/resp_1_v9_r1.pdf (consultado mayo 2012).
62
recomendación de un Comité de Bioética para casos con conflictos éticos, son pruebas contundentes para demostrar la prudencia con que se actúo. (…) el comité de bioética tiene que garantizar su formalidad en cuanto a su reconocimiento institucional, organización, documentación, regularidad, procedimientos, reglamento interno, información y aplicación de sus recomendaciones. La fortaleza de la prueba depende de la sustentación intrínseca que se refleja en el adecuado funcionamiento del comité. 66
Los comités de bioética hospitalaria cumplen entonces con la articulación de la
medicina con el discurso jurídico. Sus recomendaciones al ser cumplidas
legitiman los protocolos que permiten el mantenimiento y la protección del
sistema de salud. Recordemos además que el discurso jurídico es el
encargado de determinar la cantidad de recursos que puede disponer un
usuario del sistema de salud. La administración de la terapéutica que puede
curar la enfermedad del paciente no depende del saber médico, ni de la
cantidad de recursos técnicos y farmacológicos disponibles; depende más de la
autorización del discurso jurídico. Los comités de bioética hospitalaria no
podrán estar ajenos a los límites impuestos por los protocolos de los sistemas
de salud.
Como conclusión, podemos postular que los comités de bioética tienen como
función principal la producción de un saber que vincule a la sociedad en
general en la toma de decisiones políticas generales para ser adoptadas en el
ámbito científico y médico en el marco de un Estado particular, determinando la
forma en que los países deciden tratar la vida biológica; políticas sobre el
ejercicio profesional de las ciencias de la salud, avalando protocolos aptos para
optimizar la vida; políticas al interior de los centros hospitalarios para garantizar
que la vida biológica sea medicalizada de la forma más eficiente, en la relación
costo-beneficio; y políticas que garanticen la posibilidad de universalizar el
conocimiento sobre la enfermedad y tratamiento de los sistemas biológicos.
Desde esta perspectiva podemos concebir los comités de bioética como los
dispositivos encargados de la producción de juegos de verdad, que sirven para
66 Manrique Iván. Generalidades de los comités de bioética y su utilidad como recurso
probatorio en los procesos jurídicos. Idíb.
63
dar fundamento a las biopolíticas estatales, profesionales e institucionales. Las
decisiones que emergen en los comités deberán incidir sobre los procesos
biológicos del hombre-especie, propendiendo por una normalización y
optimización de la vida biológica del ser humano.
Finalmente queremos señalar las diversas dificultades por las que pueden
atravesar los comités de bioética, en cada Estado, sistema de salud, tradición
médica, nivel económico y sociocultural, contexto social, emergerán diferentes
problemas. Nuestro trabajo no quiere establecer juicios de valor sobre los
comités de bioética, pues consideramos que en sí mismos no es posible
afirmar que estos sean buenos o malos, depende de la manera en que cada
comité estructure y dinamice las relaciones de poder en su interior. Hemos
tratado de referirnos de una forma crítica a las relaciones de poder presentes
en estos comités, a sus consecuencias prácticas y finalmente a sus dificultades
potenciales.
4.4 Dificultades de los comités de bioética
Para realizar este apartado queremos tomar la investigación realizada por
Patricia Digilio ―Los comités hospitalarios de bioética en Argentina y las
implicaciones para las políticas de salud‖, porque este trabajo ilustra una serie
de dificultades por las que pueden atravesar los comités de bioética, a saber:
una excesiva burocracia en su funcionamiento (en el caso de los comités que funcionan con regularidad);
la falta de reflexión profunda; una tendencia a la conformación de los comités como grupos de expertos; el distanciamiento respecto del resto de la comunidad hospitalaria y de la comunidad en general;
la tendencia a reproducir el orden jerárquico propio de la institución;
la relación de dependencia (en muchos casos) respecto de la dirección del hospital;
el origen de los comités (en algunos casos) por ―ordenanza municipal‖ y no por convicción ideológica de sus miembros, que lleva a distinguir entre quienes se constituyen como un ―conjunto de designados‖ y un ―grupo de comprometidos‖, distinción que implica un juicio valorativo y que se refleja en el grado de compromiso con la tarea que se realiza.
una confusión ―instalada‖, que tiende a considerar al comité como un espacio deontológico y no como espacio de reflexión y trabajo;
la visualización de los comités como un tribunal de ética o de disciplina vinculado al poder instituido;
64
un prejuicio por el cual el comité es visto como ―un conjunto de gente extraña, que se dedica a cosas extrañas a la práctica ‖;
un déficit en las tareas de difusión relacionadas con precisar y aclarar el carácter y el sentido de los CHE.
los/as entrevistados subrayan la falta de trabajo en red debido a:
la imposibilidad de sostener un trabajo en red en el tiempo;
la desarticulación paulatina de muchos comités a partir del año 2000 en adelante:
la carencia de ámbitos de encuentro;
una disminución del impulso inicial ( los/as entrevistados/as se refieren a un tiempo ―inicial‖ que no pueden precisar temporalmente);
una forma de comunicación definida como ―asistemática, irregular, informal‖
Falta de formación de los integrantes;
discontinuidad de las reuniones;
falta de profundización en la reflexión por razones de tiempo;
la preeminencia de una perspectiva médica para el tratamiento de los temas que implica una valoración insuficiente del trabajo multidisciplinario;
limitaciones para ver efectivamente al paciente como un sujeto autónomo, como un sujeto de derechos;
deficiencias en la comunicación, ―en darse a conocer‖ dentro de la institución que hacen que en algunos casos muchos profesionales que pertenecen a la institución desconozcan que funciona allí un comité;
falta de desarrollo de la tarea de docente;
la pérdida de integrantes por su jubilación, la falta de nuevos miembros; la discontinuidad en el funcionamiento. Externas
falta de reconocimiento por parte de la propia institución donde funciona el comité (en algunos casos, los comités no son reconocidos por la dirección);
falta de apoyo institucional que llega incluso a entorpecer el desarrollo de las funciones del comité. Una manera de entorpecer el cumplimiento de esas funciones es no dar espacio físico ni tiempo para el trabajo del comité;
problemas para comprender que el tiempo dedicado al comité es parte de la tarea que se ejerce en el hospital;
la propia estructura verticalista de la institución hace, en muchos casos, que la participación dependa de la buena voluntad de los jefes de servicio;
la falta de personal en los servicios se menciona como una traba para la participación porque aun en los casos en los que el jefe de servicio autorice o estimule la participación es difícil encontrar materialmente un tiempo para participar de las reuniones del comité debido a la sobrecarga de tareas;
se manifiesta como una dificultad lograr que las autoridades consideren que cuando el comité está reunido está trabajando para el hospital. En general se interpreta que el trabajo del comité es de tiempo libre;
una creencia generalizada que lleva a definir el trabajo en los comités como un trabajo a voluntad;
67
Destacamos los siguientes ejes problemáticos por vincularse al desarrollo de
nuestro trabajo. Los comités de bioética tienden a instituir una burocracia (en
muchos casos designada por los grupo dominantes, para representar intereses
específicos) que instala al interior de los comités las relaciones de poder que se
67 Digilio, Patricia. Los comités hospitalarios de bioética en Argentina y las implicaciones para
las políticas de salud. Versión digital en: http://www.biosur.org.ar/05_id.html (Consultado en mayo de 2012).
65
viven en su exterior (directores, partidos políticos, comunidades religiosas); Se
destaca la dificultad de los comités en la capacidad de establecer diálogos con
la comunidad hospitalaria, con el ciudadano común, con el enfermo en
particular; la estrecha relación de la medicina con el discurso jurídico, tiende a
hacer que los comités sean percibidos como tribunales deontológicos o
disciplinarios; la preeminencia a medicalizar la vida en los sistemas de salud,
hacen que los comités de bioética sean mecanismos que permiten perfeccionar
la intervención de la medicina sobre la vida biológica; el propio sistema de
salud desde su eje administrativo, establece relaciones de costo-beneficio, que
hace poco sostenible un espacio que no esté por entero dedicado a la
producción de riqueza, sino a la reflexión que incluso pudiera llegar a
cuestionar el propio sistema.
A continuación vamos a analizar los referentes contextuales que han operado
como condiciones de posibilidad para la estructuración del discurso bioético.
Marco desde donde podemos hacer una lectura de las múltiples relaciones de
poder que han incidido en la formación de la disciplina bioética, trataremos de
tener en cuenta las diversas fuerzas y contingencias que se encuentran,
oponen o articulan en la constitución de este discurso.
66
II
CONDICIONES DE POSIBILIDAD DE LA BIOÉTICA
Para esbozar un análisis genealógico sobre la bioética es importante realizar
una caracterización del contexto social en el que se desarrolla. Este capítulo
trata de señalar algunas condiciones históricas de producción del discurso
bioético, señalando para tal efecto un conjunto de contingencias históricas, de
prácticas, de discontinuidades y estrategias de gobierno que han permitido
entrar al discurso bioético en el juego de lo verdadero y de lo falso,
instituyéndose a sí mismo como objeto de conocimiento.
No pretendemos hacer una historia cronológica del discurso bioético;
trataremos de realizar un análisis de diferentes regiones del trabajo científico
estrechamente relacionadas con la emergencia de este discurso, desde una
reflexión histórico-filosófica que nos permita interrogar la forma particular en
que se ha constituido la bioética. Reconociendo la amplia gama de
conocimientos y estrategias que pueden vincularse con la bioética,
delimitaremos nuestro trabajo sobre algunas condiciones de posibilidad
discursivas tales como los discursos científico, ético, filosófico y médico;
posteriormente vamos a detenernos en las condiciones de posibilidad
estratégicas referidas a las políticas sobre la vida, la jurisprudencia, y la
investigación en torno a la vida y sus cuidados que implementa el Estado
moderno liberal; y finalmente consideraremos las relaciones de poder
expresadas en acontecimientos sociales y mediáticos que enmarcan el periodo
de surgimiento de la bioética y constituyen en sí mismas condiciones de
posibilidad para su emergencia.
1 Condiciones de posibilidad epistemológicas
67
Potter al acuñar el término bioética resalta su función de puente. En el título de
su obra Bioética: un puente hacia el futuro1, el discurso bioético cumple la
función de velar por las condiciones en que la vida puede ser viable para ser
vivida dignamente, siendo entonces un puente para llegar dignamente al futuro.
La bioética es además presentada en el prefacio de su obra, como un puente
entre dos culturas: las ciencias biológicas y la ética. Vamos a detenernos a
realizar algunas consideraciones sobre estos dos componentes estructurales
del discurso bioético, a saber: el pensamiento ético y las ciencias biológicas.
Describir completamente el complejo panorama intelectual y filosófico del
momento histórico en el que surge la bioética sería improcedente para los
propósitos y los alcances de nuestro trabajo. Debemos tener presente además
que para la década del 70 el pensamiento occidental se halla en el tránsito del
paradigma de la modernidad hacia la postmodernidad; la bioética experimenta
esta transición, albergando en su interior corrientes que reflejan esta tensión
entre paradigmas.
1.1 El discurso de la ciencia moderna
¿Cuál es la razón para que Potter afirme que en la ciencia de su época, existen
dos culturas fragmentadas e incomunicadas? Para comprender la particular
separación de la cultura de las ciencias y la cultura de las consideraciones
éticas es necesario entonces interrogar algunos fundamentos de la
modernidad. Los albores de la modernidad se caracterizaron por la capacidad
de representar y ordenar el mundo a través de las matemáticas. A partir de
Galileo, la realidad fue formulada en principios matemáticos. Paulatinamente se
separaron el mundo de la razón del mundo de la emoción, de los sentimientos
y de la reflexión moral. En otros términos, el pensamiento racional, lógico,
exacto, científico se separa del pensamiento emocional, pasional, intuitivo,
imaginario, cotidiano, metafísico. Este proceso determinó el camino para la
radical separación entre las ciencias biológicas y la ética, señalada por Potter.
1Potter, Van Rensselaer (1971). Bioethics, Bridge to the future. New Jersey, Prentice-Hall.
68
En la modernidad el hombre pretende dominar la naturaleza, reduciéndola a
principios conceptuales de disciplinas como la biología, la química, la botánica,
la genética, para representar y explotar todos los recursos naturales. El hombre
deja de ser naturaleza para convertirse en razón; deja de imitar las leyes de la
naturaleza para comprender y mejorar su realidad, y se dedica a matematizar y
conceptualizar la realidad para hacerla racionalmente operativa y
transformable.
La modernidad se fundamentó en una enorme confianza en el progreso lineal y
acumulativo de la razón científica. Este sistema de pensamiento fragmentó la
realidad en múltiples objetos de conocimiento; el funcionamiento de un sistema,
de un órgano, de un objeto, etc., es abordado desde problemas, preguntas,
miradas, focalizaciones que posibilitaron un incremento de la eficacia técnica,
de las funciones operativas, de las transformaciones e intervenciones sobre la
vida y la producción de objetos de conocimiento. En el siglo XX el campo de la
vida biológica, la producción de objetos llega a ser tan funcional y eficaz que se
incorporan a la materia viva en marcapasos, cavidades y válvulas cardiacas,
vasos sanguíneos, prótesis, hasta la invención de las denominadas
nanotecnologías que apuntan a intervenir las micropropiedades disfuncionales
de los sistemas vivos. En el futuro será posible materializar el diseño de
cyborgs2 que buscan un indefinido incremento de las capacidades y
habilidades del organismo humano al fusionarlas con las máquinas.
La razón científica de la modernidad logró una enorme eficacia, capaz de
transformar el mundo, los sistemas de producción, comunicación y nuestra
relación con el cuerpo, la vida y la muerte. Para alcanzar esta eficacia, la razón
durante la modernidad creó islas de conocimiento incapaces de reflexionar
sobre aspectos ético-morales en las intervenciones realizadas. En general, los
conocimientos que surgen de las denominadas ciencias puras son aplicados a
problemas específicos, pero este proceso no implica una articulación con las
ciencias sociales, y en particular, con la ética. Saberes interdisciplinarios como
2 Haraway, Donna (1995). Ciencia, ciborgs y mujeres: la reinvención de la naturaleza. Madrid:
Cátedra.
69
la bioingeniería y la bioquímica surgen en la postrimería de la modernidad, son
en sí mismos la superación de la radical separación de saberes de los
especialistas de la modernidad. Para alcanzar, por ejemplo, un desarrollo
tecnológico como las válvulas cardiacas, es necesario que cooperen
conjuntamente la medicina, la iatrofísica y la bioingeniería, articulación de
saberes en torno a un fin eminentemente productivo, pero carente aún de una
reflexión ética sobre sus limitaciones y dificultades. En general es claro que la
razón científica del pensamiento positivista no consideró necesario articular su
saber con el conocimiento ético-moral, dada la pretendida exactitud,
―objetividad‖ y eficacia de sus conocimientos y la creencia en la obsolescencia
de los conocimientos ético-morales al considerarlos metafísicos e ineficaces.
Estas contingencias históricas estructuran la necesidad social de discursos
capaces de articular el conocimiento bio-científico con el saber ético moral. El
conocimiento bioético es uno de los discursos que responde a esta necesidad.
Las culturas fragmentadas e incomunicadas que Potter intenta comunicar con
la bioética puente, tienen una de las mayores causas del distanciamiento en el
progreso técnico que alcanzó la razón instrumental. El progreso y la eficacia
técnica marcan un fuerte estancamiento o subvaloración de otras formas de
razonamiento, tales como la estética, la ética, la moral, la religión y diversas
formas culturales de representar la realidad. Esta subvaloración se nutrió
además, de la descalificación sistemática de las formas de producción de saber
diferentes a la razón instrumental realizadas por la comunidad científica, y por
la inexactitud y la ineficacia práctica e inmediata de las formas de saber
alternativas a la razón instrumental3.
La racionalidad científica se convierte desde la modernidad en el principal
factor de desarrollo de las fuerzas productivas y en un agente fundamental para
la toma de decisiones políticas contemporáneas. Las relaciones de poder
existentes en los discursos de la ciencia las analizaremos a la luz de los
3 Para la razón instrumental el conocimiento científico es tomado como instrumento para
alcanzar fines; las teorías no revelan la estructura de la realidad, solo permiten hacer predicciones del mundo observable.
70
trabajos de Foucault en el tercer capítulo de esta investigación, por el momento
queremos señalar que las relaciones de saber-poder experimentan un marcado
desarrollo a través de la irrefutabilidad del saber tecno-científico, por su eficacia
y por la posibilidad de fundar certezas y verdades universales, con claras
repercusiones sociales.
Un aumento exponencial de la eficacia de la investigación empírica, es decir,
aquella que se basa en observaciones y experimentaciones que pueden ser
demostrada y verificada bajo situaciones controladas, no implica un
cuestionamiento sobre la necesidad, conveniencia y la relación con el sistema
o el contexto de la parte intervenida, preguntas que tienen un raíz ético-moral al
indagar por el beneficio, la verdad, el valor, la conveniencia y la felicidad que
pueden producir. De ahí surge entonces la necesidad, a la que Potter
responde, de articular un conocimiento profundamente racional, científico y
―objetivo‖, con aquello que nos hace seres humanos, nuestras emociones,
valores, y las reflexiones que sobre el bien o lo correcto estén presentes en un
contexto sociocultural determinado.
La eficacia tecnológica de la razón moderna también tuvo una vertiente anclada
en las relaciones sociales. La sociedad depositó una confianza ilimitada en las
posibilidades de progreso ofrecidas por la ciencia y la razón. La razón moderna
prometió crear condiciones de emancipación y se constituyó en una sólida
promesa de bienestar social, autonomía, libertad, igualdad y progreso. Si bien
inicialmente muchas de estas promesas fueron cumplidas, durante el siglo XX
la razón moderna estaba agotada, no logró responder a todas las promesas
planteadas, y se formaron numerosos movimientos contestatarios y otras
formas de la razón reclamaron socialmente su legitimidad.
La modernidad presentó un acelerado proceso de industrialización y
urbanización detonado por los avances y la eficacia tecnológica. La razón
instituida durante la modernidad cree firmemente en la posibilidad de hallar
verdades, leyes y regularidades capaces de brindar una explicación completa
sobre la realidad. Los grandes fundamentos de la razón moderna y su
71
asombrosa eficacia, son contingencias que vislumbran la necesidad de
justificar, a través del saber ético-moral, formas de regular la ciencia. La
bioética global de Potter al crear un puente entre las ciencias éticas y las
biológicas, intenta regular los alcances, usos y propósitos de la ciencia
contemporánea, para asegurar el futuro que la ciencia tradicional estaba
opacando.
De otro lado la modernidad asumió una autoconciencia de sí misma, como una
época histórica que hace una ruptura con el pasado, fundamentando la
creencia en una historia única, lineal, progresiva, ascendente, que tiene como
mayor referente todos aquellos logros e ideales alcanzados durante su periodo
de desarrollo. Los ideales del hombre burgués se proyectan a la historia como
el modelo máximo de desarrollo para la humanidad. Lo moderno, lo que existe
hace poco tiempo nos dice Habermas, ―expresa siempre la conciencia de una
época, con contenidos cambiantes, que se pone en relación con la antigüedad
para concebirse a sí misma como el resultado de una transición entre lo
antiguo y lo nuevo‖4. El antropocentrismo posicionado por el historicismo,
idealiza al hombre moderno como punto de llegada del desarrollo histórico. Sin
embargo, este hombre es un consumidor masificado por el sistema de
producción industrial, y se caracteriza por la carencia de un vínculo existencial
profundo con su contexto socio-cultural. Muchos movimientos contestatarios y
filosófico-existencialistas lucharon contra este determinismo; el discurso
bioético puede tomarse como uno más de los intentos de objetar este
determinismo, al asumir la dignidad humana como valor fundamental.
Para la década de 1970, cuando el discurso bioético es formalizado por Potter,
la sociedad occidental experimenta una crisis de los fundamentos consolidados
durante la modernidad. Los grandes relatos de la modernidad, los discursos
fundamentados en la razón que permitían representar y explicar el mundo,
cada vez más resultan insuficientes para explicar y dar cuenta de la realidad; la
sociedad se muestra incrédula frente a explicaciones universales; las formas de
4 Habermas, Jürgen (1981). La modernidad inconclusa. Revista El Viejo Topo. (62) p. 45.
72
pensar la realidad se multiplican; neomarxismo, constructivismo,
estructuralismo, fenomenología, existencialismo, nihilismo, relativismo,
deconstrucción, feminismo, ecologismo, orientalismo, pensamiento místico de
la nueva era, entre muchos otros, tienen un reconocimiento en la cultura y
expresan una posición diferente a la razón instrumental de la modernidad. La
ciencia moderna comienza a ser tomada como una narrativa, una construcción
social más entre otras.
No podemos afirmar radicalmente que la bioética pertenezca en rigor a la
modernidad o a la postmodernidad. Podemos reconocer que hay elementos de
ambas épocas históricas que se expresan en el discurso bioético y que en
buena medida elementos epistemológicos y ético-filosóficos de la
postmodernidad son condición de posibilidad para el surgimiento del discurso
bioético. Vamos a referirnos a los problemas en torno al saber en la época de
transición entre la modernidad y la postmodernidad.
1.2 Bioética, razón instrumental y postmodernidad
Una vertiente que nos permite relacionar la postmodernidad con la razón y la
modernidad es el análisis de la postmodernidad entendida como una respuesta
a los excesos de la razón instrumental de la modernidad. Consideramos los
excesos de la razón moderna en términos de conocimiento válido
universalmente, absoluto y objetivo. Esta posición opera como condiciones de
posibilidad para la emergencia de discursos que pretenden alcanzar puntos de
vista alternativos y diferentes al paradigma predominante; entre estos discursos
podemos reconocer a la bioética.
Son muchas las dificultades producidas por la razón instrumental, a través de la
aplicación de las premisas del pensamiento positivista tradicional, llegando a
poner en riesgo el futuro de la humanidad al hacerlo insostenible. Podemos
señalar algunas dificultades anudadas a diversos planos, prácticas y campos,
tales como la fuerte actitud crematística frente a la explotación de los recurso
naturales; la hiper-tecnificación de los procesos agrícolas que generó un nivel
73
de desarrollo no sostenible, debido al daño causado a los sistemas bióticos y a
la sobre-explotación de los recursos no renovables; la difusión en masa de una
nueva serie de valores entramados en los objetos que provee la tecnología; un
fomento inusitado al sedentarismo, al facilismo y al confort de un sujeto
humano que limita sus potencialidades a las posibilidades de ser un
consumidor compulsivo, con una exagerada demanda de inmediatez; el
desarrollo de los sistemas publicitarios que fomentan el consumo de objetos
producidos industrialmente en serie, ofrecidos con la promesa de alcanzar
rápidamente un estado de bienestar pre-idealizado; la producción acelerada de
desechos y objetos descartados por la moda, las tendencias y las nuevas
tecnologías; la dependencia a la tecnología y a las ofertas del mercado; el
predominio ideológico impuesto por los expertos, los grandes capitales y las
multinacionales, arraigada por la cultura de masas; la determinación de las
formas de consumo por los grandes sistemas mediáticos; la intervención cada
vez mayor de los sistemas mediáticos (parcializados por intereses económicos
e ideológicos particulares) en la estructura y en las decisiones políticas de los
Estados contemporáneos; el surgimiento del sujeto anormal, a través de las
ciencias sociales y humanas, que fundamentan intervenciones normalizadoras
sobre la especie humana; la amenaza de la continuidad de la vida en la tierra,
provocada por los desmedidos procesos productivos, bélicos y demográficos; la
sobrepoblación mundial y el deterioro ecológico del planeta tierra son ejemplos
de la crisis producida por los excesos de la razón instrumental.
Los alcances reales del progreso prometido por la razón instrumental son
cuestionados. Para el hombre contemporáneo, la multiplicidad de roles posibles
en el ser y en el hacer en el mundo quedan reducidos al ejercicio del rol de
consumidor, los procesos de industrialización-masificación disminuyen
significativamente la libertad y la creatividad de los pensamientos y las
acciones del hombre.
Tal es el sentido de la crítica que un autor como Max Horkheimer realiza a la
razón instrumental. Limitada a señalar los medios más adecuados para
conseguir un determinado fin, en la práctica permite la elaboración técnica, que
74
se ocupa de fines y deja de lado la ponderación de los medios más adecuados
para alcanzar dichos fines. Por esta vía la capacidad de pensar se reduce a un
proceso mecánico productivo, fijo, estandarizado, que pretende ser una verdad
suprema y absoluta.4 Esta forma de comprender la razón, reduce al hombre a
ser un Homo Faber, un constructor de herramientas que pierde el contacto con
múltiples facetas de la vida humana.
El Homo Faber del análisis de Horkheimer no solamente elude la
responsabilidad de definir los medios más adecuados para alcanzar un fin
determinado, sino que no pondera la utilidad y la conveniencia de los fines, no
hay una actitud crítica para seleccionar los fines, que deberían ser alcanzados
en una situación o contexto histórico concreto. Este vacío crítico posibilita que
sean condiciones externas, de mercado o principalmente intereses económicos
los que determinen los fines que deben ser logrados.
Por ello también fueron históricamente necesarios nuevos discursos como la
bioética, capaz de cuestionar los fines a-críticos construidos por la razón
instrumental, para tratar de fortalecer una dialéctica entre medios-fines.
La bioética indaga sobre la conveniencia o inconveniencia de determinados
procedimientos técnicos en un contexto particular. No se trata de hacer a
ultranza lo que la ciencia sea capaz de hacer, sino de intervenir de acuerdo a
unas necesidades y a un cálculo de riesgos, posibilidades y múltiples variables,
que permitan tomar decisiones, teniendo claro que todas las intervenciones de
la ciencia no implican necesariamente progreso o bienestar para la humanidad;
además la bioética puede brindar legitimidad a las intervenciones ajenas al
cálculo del pensamiento instrumentalista.
Consideramos entonces que la bioética responde a las necesidades creadas
por los excesos de la razón moderna, en el contexto de una cultura que
4 Horkheimer, Max (1973). Critica a la razón instrumental. Buenos Aires: Sur.
75
comienza a interrogar los alcances y los problemas generados por el progreso
técnico.
La bioética global de Potter puede inscribirse dentro del conjunto de reacciones
que la cultura postmoderna implementa frente a la razón instrumental, se
incluye por lo tanto en las manifestaciones que dan lugar al reconocimiento de
otros discursos y múltiples manifestaciones culturales y políticas. Estas
manifestaciones se expresaron en movimientos de lucha y reivindicación por el
reconocimiento y la justicia, en tendencias contestatarias, políticas y artísticas
que dan lugar a nuevas formas de relacionarse y comprender el mundo.
1.3 Bioética y saber en la postmodernidad
Teniendo en cuenta que la bioética surge en los albores de la postmodernidad
vamos a referirnos a un grupo de contingencias que la cultura contemporánea
realiza frente al saber, para analizar sus implicaciones sobre el discurso
bioético.
El saber científico contemporáneo tiende a alejarse de las experiencias
delimitadas por las posibilidades de percepción de la condición humana, al ser
capaz de avanzar en la representación de las dimensiones micro y macro de la
materia. El conocimiento surge a través de complejos procedimientos técnicos
especializados, que revelan relaciones y propiedades no evidentes para las
percepciones de la experiencia o para el sentido común, creando nuevas
categorías conceptuales para entender e intervenir la realidad. Pese a esta
inusitada capacidad, para muchos autores la observación científica no es
enteramente objetiva, ya que esta sólo es posible en el contexto de un conjunto
de presupuestos teóricos específicos, que permiten la verificación o refutación
de las conjeturas o hipótesis.
76
El saber en la postmodernidad tiene, desde la teoría de la relatividad y la
quántica, un enorme empuje para hacer una ruptura con las experiencias
cotidianas y las teorías tradicionales de la ciencia.5 En la postmodernidad
afrontamos la caída de las certezas de la modernidad. La noción de verdad ya
no subsiste y el fundamento ya no obra, pues no hay ningún fundamento para
creer en el fundamento, ni por lo tanto creer en el hecho de que el pensamiento
deba "fundar"6.
Durante la postmodernidad, la realidad se piensa mediada por el lenguaje, las
cosas dejan de representarse de una forma lineal, inmediata, simple, total o
unitaria. Los grandes relatos de la modernidad se muestran incapaces de dar
cuenta de las situaciones locales y particulares; y son numerosas las
manifestaciones culturales y discursivas que cuestionan la vigencia de los
discursos que han pretendido tener una validez universal.
La bioética asume las condiciones de producción del conocimiento, en el marco
del momento histórico de su surgimiento; se reconoce entonces la complejidad
en los problemas de conocimiento, y se instituyen dispositivos
multidisciplinarios que pretenden crear un mejor entendimiento sobre la
realidad. El conocimiento bioético trata de expresarse en los perfiles
postmodernos, es decir, a través de verdades parciales, reconociendo la
inconmensurabilidad de los problemas de conocimiento y a través de grupos
multidisciplinarios. La bioética reconoce la pluralidad y acompaña el proceso de
dispersión de los grandes metarrelatos narrativos y científicos7 de la
modernidad. Por lo tanto, una parte del discurso bioético en sus orígenes entra
en los juegos de lenguaje que apuntan a crear discursos válidos sólo
parcialmente ante contextos determinados.
5 Bachelard, Gaston (1976). La formación del espíritu científico. Argentina: Siglo XXI.
6 Vattimo, Gianni (1990). El fin de la modernidad. Barcelona: Gedisa. pp. 47-48.
7 Lyotard, Jean-François (1998). La condición postmoderna. Informe sobre el saber. Madrid:
Cátedra.
77
De otro lado, en la postmodernidad el saber deja de ser de unos pocos, para
expandirse dentro de las comunidades seculares, a través del uso de los
sistemas mediáticos de comunicación (mass media).8 Con el uso de las
grandes autopistas de información, del ciberespacio, los conocimientos, los
saberes y las formas de acceder a la información se multiplican. La jerga tecno-
científica contemporánea unida a los efectos imaginarios altamente
impactantes de los sistemas mediáticos, requieren un especial cuidado para la
reflexión bioética, por la posibilidad de determinar la conciencia, crear
quiméricas expectativas, vender falsas promesas, difundir ideas erróneas, etc.
Actualmente los medios masivos de comunicación cada vez estrechan más su
relación con la informática, creando espacios virtuales y espectáculos basados
en la transmisión de imágenes sobre realidades virtuales.
La informática se articula con el desarrollo de los medios masivos de
comunicación rebasando fronteras, diluyendo las identidades regionales e
incrementando las posibilidades de acceso al saber. Las redes de información
se constituyen en las herramientas clave para la transmisión y reproducción de
los valores de una sociedad veloz, light, superficial, dedicada al consumo, y
determinada por la imagen y la apariencia exterior.
La revolución de los paradigmas de las ciencias y el acelerado avance
tecnológico, permiten inéditos encuentros entre las ciencias sociales y los
modelos explicativos de las ciencias exactas; a través de novedosos software,
la informática puede crear múltiples marcos interpretativos, permitiendo a los
sistemas informáticos representar, interpretar e intervenir la realidad desde
innumerables valores, preguntas, hipótesis y mediciones. Este encuentro tiende
a ser visible en las investigaciones de las ciencias sociales que al apoyarse en
procesadores de información, articulan procesamientos tecnológicos de la
información, con los procesos investigativos de ciencias sociales. A diferencia
de las investigaciones de las ciencias biológicas, exactas, naturales o la
8 Vattimo, Gianni y otros (1990). En torno a la postmodernidad. Barcelona: Anthropos. p. 9.
78
denominada tecnociencia, que tradicionalmente no requieren de una
articulación con las ciencias sociales, ni con consideraciones éticas.
Nuestra contemporaneidad ha sido denominada la era de la informática, por la
importancia que tienen los procesadores de información para la realización de
tareas productivas, investigativas, recreativas, sociales y comunicacionales.
Las nuevas redes informáticas caracterizadas por ser planetarias,
permanentes, inmediatas, e inmateriales9, instituyen un nuevo orden social
basado en la información.
Reconociendo que la bioética emerge en el marco de una sociedad de la
información, vamos a señalar dos dificultades inherentes a estas nuevas
formas de articular el conocimiento, presentes en el saber bioético. En primer
lugar, una sociedad de la información, al multiplicar y facilitar las formas de
acceder al conocimiento, no solamente libera dicho conocimiento sino que
tiende a generar un efecto de banalización o trivialización de dicho saber. Este
fenómeno, aunque puede disminuir el poder inherente a un discurso, también
implica una pérdida de asimilación y capacidad crítica frente al enorme
volumen de información, haciendo mucho más difícil que sin un conocimiento
previo se pueda discriminar la información útil, conveniente o verdadera. En
segundo lugar, los grandes sistemas mediáticos poseen una enorme eficacia
imaginaria; esta permite que la forma en que el mensaje es difundido sea más
importante que el mensaje en sí mismo. En muchas ocasiones dicha forma es
la que determina la capacidad de aceptación colectiva del mensaje,
recordemos que en la aldea global el medio es el mensaje10. Los grandes
debates bioéticos y la socialización del conocimiento bioético están
condicionados a la forma en que el mensaje sea construido y enviado, es decir,
al medio que utilice cada mensaje.
Valdría la pena preguntarse por las consecuencias éticas o políticas que
pudiera tener una sociedad enfocada hacia la sabiduría en general, como
9 Antaki, Ikram (1997). En el banquete de Platón. México: Ed. Joaquín Mortiz.
10 McLuhan, Marshall (1992). El medio es el mensaje. España: Paidos.
79
podríamos suponerlo en los griegos, así como una sociedad moderna ajetreada
por el conocimiento instrumental –operativo, práctico y eficaz-, y una sociedad
informática y automatizada cuyo mayor interés es tener un acceso ilimitado a la
información. Podríamos iniciar la reflexión señalando que el término
información carece de la acepción de ciencia o sabiduría, que encontramos
como una de las bases de la modernidad y de la cultura griega.
El análisis sobre las incidencias éticas de la era de la información es una tarea
de permanente importancia. Para nuestro trabajo sólo señalaremos que la
informática puede operar socialmente como la posibilidad de liberar y no
someter el saber a las formas tradicionales de transmisión y producción. En la
era del acceso, cada vez más personas pueden recuperar y procesar una
inmensa cantidad de información de manera ágil y por múltiples caminos.
La información bioética se difunde por el ciberespacio mostrando su
permeabilidad ideológica, pues cada grupo intelectual, económico, religioso o
moral tiene la oportunidad de exponer su punto de vista, justificando y
argumentando las razones por las que debería hacerse o no una práctica
concreta sobre la vida; de entrada esto nos ubica en uno de los ejes centrales
de las relaciones políticas contemporáneas: el tratamiento social e institucional,
público o privado, individual o colectivo que se le brinda a la vida. Sin embargo,
el saber tiende a estabilizarse bajo formas predominantes, desde posiciones,
puntos de vista, interpretaciones o intereses que se imponen sobre otros, en el
caso de la bioética es notorio el énfasis hacia los problemas de los que se
ocupa el discurso medico, vamos a analizar este problema en las condiciones
de posibilidad discursivas de este capítulo, interrogando la relación del discurso
bioético con la medicina.
En general el quehacer bioético no se orienta a la producción de imágenes
sugestivas para favorecer un valor o una creencia. La bioética es un dispositivo
discursivo y deliberativo que responde a la necesidad producir un discurso que
permita la toma de decisiones políticas sobre la vida, o posibilite dirimir un
dilema ético en el campo de la biomedicina contemporánea, desde
80
comunidades específicas que comparten una pluralidad de fundamentos
religiosos, políticos, étnicos o laicos. Vamos a referirnos a continuación, al
tránsito realizado por el conocimiento científico, donde encontramos la
tecnociencia y las biotecnologías como las nuevas producciones del saber
contemporáneo, que afectan o intervienen la sociedad y la vida de las personas
creando nuevos dilemas y problemas, a los que el discurso bioético trata de
responder.
1.4 Bioética y sociedad, de la tecnociencia a la biotecnología
El veloz manejo y procesamiento de la información del saber contemporáneo
ha creado nuevas y más eficientes formas de comunicar y relacionar el saber.
Los grandes sistemas operativos, la creación de espacios virtuales para el
manejo de la información han tenido un enorme impacto en los sistemas
productivos, creando otro importante fenómeno que fortalece la necesidad
social de discursos que reflexionen sobre estos nuevos campos de aplicación
del conocimiento.
Los grandes dilemas de los que se ocupa la bioética en la contemporaneidad,
están determinados por las posibilidades que han generado los avances
biotecnológicos, gracias a avanzados procesadores de información. La era de
la información se caracteriza por los grandes avances tecnocientíficos, estos
avances poseen un ritmo de desarrollo tan acelerado que la reflexión ética
viene muy a posteriori. Discernir las consecuencias y conveniencias de estos
fenómenos en situaciones y casos particulares, en grupos poblacionales, en
políticas estatales, son tareas fundamentales para garantizar el futuro de la
humanidad. En el marco de las sociedades liberales, esta reflexión debe
asumirse por grupos de especialistas legitimados para este quehacer.
Recordemos las comisiones encargadas de elaborar el Belmont Report, el
código de Nuremberg, o el informe sobre la muerte cerebral de la Universidad
de Harvard.
81
El saber denominado tecnociencia es un conocimiento que sólo puede
producirse a través del uso de sus propios mecanismos técnicos de
investigación. Este conocimiento se produce a partir de la aplicación y
utilización de determinados instrumentos técnicos y tecnologías. Por esta
razón, la ciencia actual requiere de una relación dialéctica entre ciencia y
tecnología; la primera entendida como conocimiento puro y la segunda como el
instrumento que permite producirla y operarla, dando como resultado una
simbiosis denominada tecnociencia. 11
La tecnociencia además puede relacionarse con el biopoder12 en tanto ambos
dispositivos se proyectan en prácticas bio-políticas; la tecnociencia centra su
atención en la operatividad y la productividad, uniendo los intereses de la
ciencia con los de la economía y la política. Por ello ―hacer ciencia‖ es hoy en
día ―hacer política‖13. El biopoder se desarrolla en idearios políticos, que
buscan operar, producir y promover la vida. El biopoder, al tomar la vida como
objeto de intervención, utiliza la tecnociencia como un dispositivo ideal para
optimizar la vida de los individuos. Cuando la tecnociencia opera sobre la vida
biológica del hombre se abre el campo a las biotecnologías. Si en la
modernidad la industrialización científica incidía sobre las condiciones de estar
en el mundo, la biotecnología contemporánea, al intervenir la estructura de la
vida en todas sus dimensiones, comienza a determinar las formas de ser en el
mundo.
11 Builes, Miguel Angel (2000). Apuntes para una fundamentación antropológica de la bioética.
Franciscanum Revista de las ciencias del espíritu, 42 (126), Bogotá. p. 14. 12
El biopoder es una forma de poder que regula la vida social desde su interior, siguiéndola, interpretándola, absorbiéndola y rearticulándola. El poder puede lograr un comando efectivo sobre toda la vida de la población sólo cuando se torna una función integral, vital, que cada individuo incorpora y reactiva con su acuerdo. Como dijo Foucault: "La vida se ha vuelto ahora... un objeto del poder". La más alta función de este poder es infiltrar cada vez más la vida, y su objetivo primario es administrar la vida. El biopoder, pues, se refiere a una situación en la cual el objetivo del poder es la producción y reproducción de la misma vida. Hardt, Michael y Negri, Antonio (2000). El imperio. Harvard University Press: Cambridge, Massachussets. p. 26. Versión digital en: http://www.chilevive.cl/libros/Imperio-Negri-Hardt.pdf (consultado junio de 2005) 13
Builes, Miguel Angel (2000). Apuntes para una fundamentación antropológica de la bioética. Franciscanum Revista de las Ciencias del Espíritu, 42, (126), Bogotá. p. 14.
82
El discurso bioético tiene como una de sus metas principales establecer una
reflexión sobre los propósitos o la conveniencia de las híper-eficaces
intervenciones sobre la vida, producidas a partir de los continuos avances de la
tecnociencia y las biotecnologías. Sin embargo, esta reflexión tiende a
convertirse en regulaciones, a través de códigos, legislaciones, convenios y
tratados, problema que desarrollaremos en este capítulo.
Los desarrollos y logros de las biotecnologías se hacen a un ritmo tan
acelerado que generan, constantes dilemas. De allí que se considere que ―la
ciencia es éticamente problemática‖14. Los conocimientos de las ciencias
contemporáneas y de las biotecnociencias en particular, poseen una enorme
capacidad de generar condiciones para el desarrollo de proyectos políticos
sobre la vida de las personas. Estas políticas requieren ser consideradas desde
otras perspectivas tales como las consideraciones éticas y las reflexiones de
los discursos filosóficos, sociales y humanísticos.
En el caso de la medicina, la sociedad recurre a la bioética médica con el fin de
establecer límites y justificar las intervenciones de la ciencia médica. El
paradigma positivista se muestra incapaz de interpelarse a sí mismo. La
bioética tiene entonces una acogida importante en la medida en que responde
a la necesidad de interrogar el paradigma bio-tecnocientífico, proponiendo un
nuevo foco, una nueva convocatoria a múltiples disciplinas que abordan las
problemáticas producidas por los nuevos adelantos científicos.
Las tecnociencias aplicadas a la vida y las biotecnologías, cambian las
concepciones tradicionales que hemos tenido de la vida. Durante la
modernidad, esta transformación se remonta a la secularización de la vida
producto del predominio del paradigma científico positivista. La crisis de las
visiones metafísicas y religiosas como relatos explicativos del mundo y sus
dilemas, llevan a la sociedad occidental a sustituir la fe en Dios por una enorme
fe en la ciencia. Las rupturas epistemológicas en torno a la forma en que
14 Hottois, Gilbert (1991). El paradigma bioético. Una ética de la tecnocracia. Barcelona:
Antropos. p. 28.
83
pensamos la vida, abren el espacio para una nueva lucha ideológica, donde los
juegos de verdad permitan justificar conceptualmente las intervenciones sobre
los seres vivos y en particular sobre el cuerpo humano.
De acuerdo con las posibilidades técnicas sobre la vida, el ser humano, lo
inerte, la naturaleza, la conciencia, se cuestionan las teorías morales y las
posturas éticas tradicionales que se han construido en torno a las creencias
religiosas. Desde esta interpretación, la bioética médica es un juego de verdad
que nace de los dilemas, las problemáticas y las consecuencias inciertas que
generan los adelantos tecnocientíficos, particularmente aplicados en la
medicina.
La propuesta inicial del oncólogo Potter sobre la bioética global intenta
responder a los problemas macropoblacionales, tales como: demografía,
ecología, conservación ambiental, desarrollo sostenible en la explotación de
recursos naturales y los problemas en torno a la salud pública y al tratamiento
de la enfermedad de las poblaciones. Tenemos entonces una preocupación
biopolítica como un primer referente en la génesis del discurso bioético. Se
trata de problemas emergentes en el marco de una sociedad donde avanzan
abrumadoramente la industrialización y la tecnología hacia todos los campos
de la vida cotidiana.
Las nuevas posibilidades de intervención sobre los organismos vivos fomentan
la crisis de los referentes religiosos, desde donde tradicionalmente se regulan y
se representa la vida. La bioética es la respuesta a esta nueva necesidad
creada por la biotecnología, es la construcción de un discurso secular que trata
de articular las prácticas a un nuevo telos originado por la tecnociencia.
La intervención científica trató de autolegitimarse a partir de una falacia
consistente en la tendencia a ver la técnica como un camino necesariamente
bueno, justo, imparcial, objetivo, conveniente y necesario. En la modernidad,
grandes sectores poblacionales asumen como herencia de la razón científica
84
un ethos que deposita toda su esperanza en la ―salvación tecnológica‖, lo que
David Noble denomina ―la religión de la tecnología‖:
En un milenio de creación, la religión de la tecnología se ha convertido en un hechizo común, no sólo de los diseñadores de tecnología, sea cual sea el coste humano y social, se ha convertido en una ortodoxia tácita, reforzada por un entusiasmo por la novedad inducido por el mercado y autorizado por el anhelo milenarista de un nuevo comienzo. Esta fe popular, subliminalmente consentida e intensificada por extremistas empresariales, gubernamentales y mediáticos, inspira una deferencia sobrecogedora hacia los tecnocientíficos y hacia sus promesas de liberación mientras desvían la atención de asuntos más urgentes. De este modo, se permite el desarrollo tecnológico sin restricciones, sin reflexión sobre los objetivos, sin valoración de los costes y de los beneficios sociales. Desde el interior de esta fe en la tecnología todas las críticas parecen irrelevantes e irreverentes.15
La fe en la tecnología lleva en su interior la ilusión de un progreso sin límites,
fundando las bases de la actitud de explotación sin regulaciones, característica
de la ideología industrial de la modernidad. Los problemas biopolíticos
generados a partir de la producción en serie de la era industrial y del
abrumador incremento demográfico fueron parte de los fenómenos encargados
de fundar la necesidad social de la pregunta por un ethos que pudiera articular
la vida a los procesos económicos.
Articulando la vida biológica a los procesos económicos, la ciencia moderna
objetiva al ser humano para incrementar y optimizar las posibilidades de su
interacción con el mundo, para mejorar la naturaleza humana, para
contrarrestar la enfermedad. Las biotecnologías pueden intervenir
fragmentando, deshumanizando o desarrollando nuevas mercancías con una
enorme perspectiva económica: bacterias y retrovirus portadores de
sustancias, nanotecnologías para el tratamiento de diversas enfermedades,
células totipotentes capaces de asumir la programación genética de los
sistemas biológicos intervenidos, órganos intercambiables sin referencia a un
cuerpo en particular.
15 Noble, David (1999). La religión de la tecnología. Barcelona: Paidós. p. 252.
85
―la expresión ‗órganos sin cuerpo‘ para referirme a este complejo campo estratégico de prácticas conectadas con la construcción discursiva y normativa del sujeto en la modernidad. Por ejemplo, todo el discurso de las biociencias toma al organismo como su objeto y, por lo tanto, toma al cuerpo como un mosaico de piezas desmontables. A su vez, la supremacía atribuida al discurso del biopoder en la modernidad convierte al biocientífico en el prototipo mismo del intelectual instrumental. En la práctica de los ‗tecnomédicos‘, la visibilidad y la intelegibilidad del ‗cuerpo vivo‘ son el preludio de la manipulación como una mercancía disponible de material vivo. Como lo señala Haraway, en la era del biopoder el sujeto corporizado es ‗canibalizado‘ por las prácticas de los tecnoaparatos científicos‖16.
Las nuevas formas de biopoder a través del uso de herramientas
biotecnológicas como la clonación, podrán racionalizar y simplificar al máximo
diversas relaciones de poder sobre la vida cotidiana de las personas, al
intervenir directamente sobre la producción corporal, mediante la manipulación,
distribución y consumo de óvulos fecundados, embriones con diagnóstico
preimplantatorio, genes modificados, órganos clonados, rasgos diseñados,
aptitudes mejoradas, fetos ensamblados bajo las especificaciones del
consumidor, células madre, etc.
Los sistemas mediáticos que otrora colonizaban el inconsciente y las
construcciones ideológicas para fomentar situaciones de consumo y producir el
sujeto de la modernidad, podrán articularse con este nuevo escenario con el
propósito de generar nuevos mercados y nuevas relaciones de poder sobre los
cuerpos.
1.5 Bases epistemológicas de la bioética.
El recorrido realizado en el que hemos caracterizado algunos fenómenos del
saber y la ciencia en la modernidad y la postmodernidad, relacionándolos con
el discurso bioético, no evidencia relaciones de continuidad, son por el contrario
un conjunto de fenómenos aislados, campos de trabajo y problematización
16 Rosi, Braidotti (2000). Sujetos nómades. Buenos Aires: Paidós. p. 94.
86
diferentes, que participan en la producción y en los debates que asume el
discurso bioético contemporáneo. Desde este punto cabe preguntarnos
entonces, por las bases epistemológicas de la bioética, es decir, aquellos
fundamentos aceptados por múltiples comunidades académicas y que reflejan
las luchas y el posicionamiento de un conjunto de discursos particulares, en
distintos países y en las distintas orientaciones del discurso bioético.
La construcción del objeto de estudio de la bioética gira en torno a los nuevos
dilemas que se producen por el rápido avance de las ciencias y sus
aplicaciones tecnológicas, particularmente en el campo de la medicina. La
bioética responde a las dificultades planteadas por la tecnociencia articulando
una amplia gama de discursos; es precisamente en este nuevo orden del
discurso donde se produce el saber bioético.
Los discursos con mayor relevancia, tradición histórica y reconocimiento dentro
de la bioética son la medicina, el derecho, la ética, la moral y la teología. La
articulación de estos discursos permite a la bioética ponderar racionalmente los
diversos dilemas producidos por la biotecnociencias contemporáneas. Cabe
destacar que durante la modernidad estos discursos fueron los principales
protagonistas de los procesos de normalización de la sociedad. Durante el siglo
XX la organización epistemológica de estos saberes cambia, para dispersarse
en diversas disciplinas. La bioética entonces pretende articular el eje de las
ciencias sociales y humanas con el eje de las ciencias biológicas,
particularmente las de la salud, con sus múltiples campos de estudio y
aplicación. Transversalmente, el campo epistemológico de la bioética tiene
como fundamento los conocimientos empíricos desarrollados por las ciencias
puras y aplicadas, encargadas del desarrollo tecno-científico aplicado a los
organismos vivos.
La bioética no posee una unidad discursiva, debido a su capacidad de incluir
diversos interlocutores. De acuerdo a su metodología multidisciplinaria, ningún
discurso en particular es completamente necesario para hacer bioética. La
intersección de lo legal con lo biológico, lo psicológico con lo médico, lo
87
filosófico con lo biotecnológico, lo sociológico con la medicina, lo ético con la
salubridad, por ejemplo, bien puede producir un discurso bioético. Las ciencias
biológicas y las ciencias éticas poseen múltiples caminos discursivos para
considerar, reflexionar e intervenir la realidad; de allí que sean múltiples las
formas en que se pueda producir un saber bioético. Sin embargo, la riqueza en
la pluralidad teórica de la bioética es amenazada por propuestas dominantes
coma la bioética médica, discurso que toma como objeto de estudio, al
conjunto de problemas prácticos, generados por el encuentro de la ciencia y la
medicina con las condiciones y contextos de la vida humana contemporánea.
Los bioeticistas en general están de acuerdo en el reconocimiento de una
propuesta multidisciplinaria al interior de la bioética. Compartimos con Volnei
Garrafa la crítica a la forma en que la multidisciplinariedad es asumida por la
bioética. En el panorama bioético contemporáneo, no hay una integración de
saberes, sino una simple sumatoria; es necesario que la bioética logre
transponer fronteras disciplinarias, superando visiones unidireccionales y
articulando saberes fragmentados17.
Como lo analizamos en el numeral anterior, la bioética es formalizada en un
contexto de pensamiento que reconoce la complejidad y legitima la articulación
de diferentes disciplinas científicas con el fin de producir un conocimiento más
estructurado. La complejidad es una propuesta conceptual producida como
respuesta al determinismo de la razón instrumental. Esta razón fundamentó su
desarrollo en una serie de marcadas divisiones en los campos del saber,
durante el transcurso de la modernidad. Para los años 70 en los que surge la
bioética, las fuertes divisiones en las que se organiza el conocimiento son
cuestionadas por su tendencia a instrumentalizar la vida en fracciones aisladas.
La ciencia entonces se interesa en la creación de relaciones entre los
diferentes campos de conocimiento. Surge paulatinamente de esta manera la
17 Garrafa, Volnei. Multi-inter-transdisciplinariedad, complejidad y totalidad concreta en bioética.
En: Garrafa, Volnei; Kottow Miguel; Saada, Alya (2005). ―El estatuto epistemológico de la bioética‖. UNESCO e Instituto de investigaciones jurídicas de la Universidad Autónoma de México.
88
tendencia holística que se desarrolla en epistemes multidisciplinarias,
interdisciplinarias y transdisciplinarias18, con las que la ciencia contemporánea
trata de abordar sus problemáticas.
La bioética desde sus orígenes evidencia una tendencia multidisciplinaria,
promueve un diálogo entre las ciencias biológicas y las ciencias éticas que
posteriormente se acrecientan en ciencias de la vida; biológicas, médicas,
genéticas, genómicas; y las ciencias sociales; filosóficas, éticas, morales,
jurídicas, políticas, económicas. La multidisciplinariedad permite el encuentro,
la discusión de diferentes campos del conocimiento que han logrado una
enorme capacidad de comprender e intervenir sobre fenómenos concretos. No
obstante, el encuentro de disciplinas de diversas áreas del conocimiento, capaz
de posibilitar la emergencia de un nuevo saber, no implica necesariamente la
transformación de las tradiciones científicas unitarias y de los planteamientos
categóricos con pretensiones universalistas, producidos por muchos
representantes de las disciplinas científicas.
En la actualidad es improcedente, plantear un objeto para la bioética diferente a
las relaciones entre la salud y las biotecnologías, en tanto el desarrollo de la
bioética médica, ha llevado a las propuestas ambientalistas o ecológicas como
la bioética global a quedar en un segundo plano o a asumir las mismas bases
biologicistas que proporciona el discurso médico para pensar la vida. Además,
los trabajos investigativos con animales, alimentos, máquinas, ecosistemas
bióticos o abióticos como algunas superficies planetarias extraterrestres, que
en rigor pertenecen a una bioética global, cobran pleno reconocimiento social;
cuando son abordados desde su relación con la salud, el bienestar y el
18 Multidisciplinariedad: Estudio de un objeto, fenómeno o problema, desde distintos ángulos
disciplinarios. No hay aquí una influencia recíproca entre las disciplinas participantes. Interdisciplinariedad: Estudio de un objeto, fenómeno o problema, a partir de un diálogo de disciplinas en el cual existe una influencia recíproca entre las mismas. Transdisciplinariedad: Proceso de emergencia de nuevas perspectivas y nuevos saberes a partir del diálogo interdisciplinario y de la rebelión de ciertos investigadores, o grupos de investigación, frente a los paradigmas o las metodologías dominantes. Tomado de: Chavez, Milagros. Análisis de la interdisciplinariedad escolar. Universidad de los Andes. Equisangulo Revista Iberoamericana de Educación Matemática, 4 (2). Venezuela. http://www.saber.ula.ve/db/ssaber/Edocs/pubelectronicas/equisangulo/num4vol2/articulo10.html
89
mejoramiento de la raza humana. No podemos afirmar que no existen trabajos
de la bioética global, o que sus producciones no tengan reconocimiento social,
queremos resaltar la manera en que la bioética médica se impone sobre las
otras corrientes bioéticas, reduciendo los alcances posibles de la propuesta de
Potter; y visibilizar las reacciones que asumen nuestras sociedades
profundamente medicalizadas, frente a la bioética médica.
El objeto de estudio de la bioética es entonces, aportado por el discurso
médico, y expresa la manera en que la cultura occidental se relaciona y piensa
la vida. La vida es tomada desde su forma biológica para hacerla disponible a
las intervenciones del poder que busca cuidarla, mejorarla y optimizarla. Si
tomamos las reflexiones de la bioética cristiana fundamentada por una visión
basada en principios, dogmas de fe y doctrinas espirituales sobre la vida como
valor absoluto, esto no la hace ajena a asumir -de una manera latente o
manifiesta- la concepción ideológica que reduce la vida del hombre a su
sustrato biológico. La reflexión sobre la dimensión espiritual de la vida es
determinada por el libre mercado de los vertiginosos avances de las ciencias y
las biotecnologías, que posibilitan inéditas intervenciones sobre la vida
biológica del homo sapiens sapiens.
La bioética es un dispositivo que constituye el nuevo marco, acorde a la
tendencia pluralista de la época, encargado de la producción de la verdad
sobre su objeto de estudio, a saber: los dilemas entre la ciencia, el hombre y la
medicina. La confianza que implica el producto de un ejercicio reflexivo donde
dialogan diferentes disciplinas abre el camino para una mayor capacidad de
penetración cultural e ideológica del conocimiento bioético: en los términos de
Foucault, producir un saber con una gran capacidad de normalizar la sociedad,
una verdad con gran capacidad de orientar la vida de las personas. Las
conceptualizaciones realizadas por los comités de bioética de carácter
internacional pretenden alcanzar una validez universal, avalada precisamente
por el enfoque multidisciplinario que fundamenta la labor bioética. Por ello es
necesaria una constante mirada crítica que permita interrogar los juegos de
verdad producidos por el discurso bioético.
90
Los comités de bioética internacionales parecen no renunciar entonces al
anhelo de la modernidad de hallar verdades universales, al anhelo cientificista
de alcanzar una verdad irrefutable, o de producir políticas universales. En el
caso de las situaciones regionales, la bioética produce un saber al que
podemos denominar relativista, en el sentido de que cada región geográfica o
comunidad académica está en la capacidad de postular un grupo de bioética.
No obstante, esta relatividad no supera el problema que implica la carga
ideológica inherente a los diversos discursos bioéticos: el cristianismo, el
principalismo, la casuística, el personalismo, el subjetivismo, global, médica,
laica, religiosa, etc.. Cada una de estas visiones tiene un marco de referencia
conceptual y valorativo que incide en la forma de construir la reflexión bioética,
evidenciando la fuerte lucha ideológica en la construcción de los juegos de
verdad de la bioética.
Consideramos que la bioética, de una forma gradual, tiende a normalizar la
producción de su conocimiento, al igual que toda disciplina ―científica‖.
Tomemos por ejemplo las normas universales de los comités de bioética,
formuladas por la UNESCO, que de manera muy general marcan unas
directrices en torno a las condiciones de posibilidad para la constitución y
operatividad de los comités de bioética. Las agremiaciones de bioeticistas que
implícitamente crean mecanismos de inclusión–exclusión normalizan las
condiciones para pertenecer o participar de dichas asociaciones. Además, los
procesos de medicalización de la sociedad albergan el anhelo de consolidar un
saber universal sobre el cuerpo, la enfermedad y las condiciones biológicas de
la vida. Por lo tanto, la bioética médica tiene mayores condiciones para
instituirse como un discurso normalizado y normalizador.
Podemos entonces concluir que no existe una unidad discursiva en la bioética y
que es improcedente formular una única doctrina bioética:
―La expresión «doctrina bioética» no tiene el sentido propio de un concepto unívoco: existen diferentes versiones de la Bioética, según los principios adoptados. La tendencia a acompañar al término
91
Bioética de un adjetivo discriminador se hace, por tanto, imprescindible: «Bioética cristiana» frente a «Bioética musulmana», y ambas frente a la llamada «Bioética racional»; a la «Bioética laica» o a la «Bioética secular»; sin hablar de expresiones tales como «Bioética socialista», «Bioética liberal» o «Bioética utilitarista», que suele oponerse, esta última, a la «Bioética fundamentalista»‖
19
La posibilidad de adjetivar un discurso, en este caso la bioética, es una
característica propia de la postmodernidad. La lista de adjetivos que nos trae
Gustavo Bueno es muy interesante, pero valdría la pena preguntarnos cuál
sería entonces la bioética que se enseña en las universidades, la que crea
cohortes de maestrías y doctorados, la que crea congresos y publicaciones
internacionales. ¿Este tipo de conocimiento no tendría cierta validez
epistemológica, cierta doctrina reconocida por los círculos intelectuales
predominantes, cierta pretensión de cientificidad?
Si consideramos el aporte de G. Bueno, una doctrina bioética laica y otra
fundamentada en creencias y teorías religiosas cristianas o musulmanas, por
ejemplo, no podrían realmente ser enseñadas a la par en las universidades, sin
representar contradicción. Por lo tanto, poco a poco se asume la
preponderancia de una doctrina bioética, como la propuesta por la UNESCO.
En la actualidad somos testigos de un acelerado proceso de fundamentación
de la bioética, desde muy diversas concepciones. Si bien para autores como
Callahan aún no es una disciplina científica, para otros su trabajo investigativo,
su producción escrita especializada, los grupos de trabajo académicos que
producen congresos, seminarios a niveles regionales e internacionales y la
multiplicación de grupos de estudio que han creado especializaciones,
maestrías y doctorados a nivel mundial son prueba suficiente para considerar a
la bioética como una disciplina que comporta una cierta terminología
característica de una comunidad disciplinar.
19 Bueno, Gustavo (1999). Principios y reglas generales de la bioética materialista. Revista El
Basilisco, (25), Oviedo. pp. 61-72.
92
Las siguientes características de la bioética han logrado un amplio
reconocimiento por las diversas las corrientes académicas, que se ocupan de
la producción de este saber: (1) su carácter laico, donde se intenta dejar atrás
el peso ideológico de la religión; (2) su pretensión de racionalidad como
fundamento central de su ejercicio; (3) el pluralismo de posiciones que pueden
intervenir, ya sea desde axiologías concretas, disciplinas científicas o
profesiones reconocidas socialmente; (4) la búsqueda de una ética común
mínima20 que permita la resolución de conflictos y dilemas morales.
Podemos afirmar entonces que no hay una metodología particular para la
bioética. Encontramos una relatividad epistemológica, un pluralismo, y la
manera en que la bioética se desarrolla en diferentes países utiliza los marcos
filosóficos e ideológicos de cada región21. Por tanto, no es la especificidad de
una metodología o marco teórico lo que define a la bioética, sino el problema
del que se ocupa; la necesaria intersección entre el saber técnico-biológico
(médico, biotecnológico, genético, tecnocientífico, entre otros) y la reflexión
ética, creando entonces una nueva disciplina.
El campo pluralista y multidisciplinario de la bioética posibilita la convergencia
de diferentes saberes para propiciar un debate sobre las situaciones que
presentan conflictos de intereses, en relación con los fenómenos relacionados
con el cuerpo, la vida, sus cuidados y vicisitudes. Según el Instituto Kennedy de
Bioética los temas que bordean el objeto de intervención de la bioética22, nos
muestran una tendencia general: la vida, sus procesos, sus etapas y sus
dificultades, expresados en una enorme variedad de campos operacionales.
20 Véase. Cortina, Adela (2000). Ética de mínimos: introducción a la filosofía práctica. Madrid :
Thecnos. 21
Costa este de EEUU Principalismo de Beauchamp y Childress; costa oeste de EEUU jerarquización de los principios de Albert Jonson (autonomía, no maleficencia, beneficencia, justicia); medio este de EEUU David Thomasma, Pellegrino, MacIntire, ética del bien o de la virtud; Europa se orienta a la metabioética, es decir a definir las ideas que sustentan los modelos. Elósegui, María. En: Elósegui, María. Fundamentos de Bioética y necesidades actuales. Facultad de Derecho, Universidad de Zaragoza. Versión digital: http://www.uninet.edu/bioetica/elosegui.pdf (Consultado mayo de 2012) 22
Véase anexo 1. Clasificación de temas bioéticos, Kennedy Institute of Ethics. Citado en: Mainneti, José (2002). Bioética sistemática 1. Versión digital: http://www.elabe.bioetica.org/41.htm (Consultado mayo de 2012).
93
2 Condiciones de posibilidad discursivas
Luego de comprender algunos rasgos generales que caracterizan la producción
de conocimiento en la época en que la bioética comienza a instituirse como una
disciplina académica y social, vamos a reflexionar sobre el pensamiento ético-
moral, la religión, la medicina y el discurso jurídico, entendidos como los cuatro
discursos que dialogan, luchan, presentan tensiones, reclaman para sí, se
imponen, debaten y aportan para la constitución de la bioética médica.
Cabría precisar que no analizaremos en particular el discurso biológico, puesto
que históricamente es el uso social aplicado a las biotecnologías médicas el
que genera el campo de debate de la bioética médica. No se trata entonces,
por ejemplo, en el proyecto de secuenciación del Genoma Humano, de
interrogar los complejos procesos de constitución de este discurso, de verificar
su validez, sus rasgos epistemológicos, sus diferentes escuelas, disciplinas y
métodos, sus formas de cooperación y comunicación a nivel internacional, o el
uso de mega-procesadores de información para la producción final de este
proyecto. Se trata de pensar los usos prácticos dados a este proyecto biológico
por nuestra cultura; los intereses que lo motivan, de qué manera serán
introducidos al mercado de la salud, cómo lograrán intervenir en el tratamiento
o en el mejoramiento de la naturaleza humana, cómo se regula, se patenta, se
legisla, cómo se aplican en los procesos de diagnóstico, prevención e
intervención en la salud humana, qué consecuencias potenciales deberán
asumir los países que no participaron de esta investigación. Problemas que se
relacionan con los usos dados por nuestra sociedad, a través del discurso
médico, a los conocimientos biotecnológicos. Por esta razón no nos
ocuparemos del discurso biológico.23
23 Véase para problematizar la historia de las ciencias biológicas. Canguilhem, George.
Ideología y racionalidad en la historia de las ciencias de la vida: nuevos estudios de historia y de filosofía de las ciencias (2005). Argentina: Amorrortu.
94
A lo largo de los siglos XVI al XIX, fueron diversas y notorias las intensas
luchas y las relaciones de poder que establecieron los discursos ético-morales,
religiosos, jurídicos y médicos. Su acercamiento a la producción y manipulación
del sujeto y de la verdad ha sido un problema estudiado por Foucault, a lo largo
de sus trabajos sobre la anormalidad, el individuo peligroso, la locura, la lepra,
la peste, el criminal, el aberrado sexual, el infame. Temas que han develado,
una pluralidad de estrategias, pericias, verdades, conocimientos, técnicas y
dispositivos, fundados desde cada uno de estos discursos o desde sus
complejas articulaciones, con el propósito de defender la sociedad de los
peligros reales y virtuales de la diferencia o la anormalidad.
Estos discursos han estado presentes en la constitución de la bioética médica
contemporánea; su presencia se constituye en una condición necesaria para el
funcionamiento de los comités de bioética médica. Vamos a iniciar nuestro
análisis interrogando al discurso ético moral como condición de posibilidad de
la bioética médica.
2.1 El discurso ético-moral
¿Cuáles son las condiciones de posibilidad que operan en la bioética a partir
del conjunto de problemáticas, enfoques y desarrollos que ocurren en el
discurso ético-moral durante la década de 1970, fecha en la que es acuñado el
concepto de bioética por Van Rensselaer Potter? Es una pregunta muy
interesante y compleja, que excede los alcances de este trabajo.
Compartimos el análisis de Agustín Estévez al afirmar que la bioética global de
Potter adolece de una fundamentación ético-filosófica. En la obra principal de
Potter encontramos especulaciones de biólogos reconocidos, sobre preguntas
y problemas éticos24. La articulación de la bioética con una reflexión filosófica
sobre la ética, es realizada por Hellegers a partir de los trabajos sobre
24 Estevez, Agustin (2003). La cuestión etimológica de la bioética. En Bergel, Salvador;
Minyersky Nelly, coordinadores. Bioética y derecho. Buenos Aires: Rubinzal-culzoni editores. p. 55.
95
deontología médica. Recordemos que este es uno de los principales autores
que enfatiza y desarrolla el sentido médico y clínico de la bioética. Las
reflexiones sobre los dilemas y la correcta práctica de la profesión médica
fueron entonces una condición de posibilidad que determinó el camino hacia la
preponderancia de la bioética médica. Los trabajos y reflexiones realizados por
el discurso médico en diferentes épocas históricas, en torno a los dilemas
éticos generados por la práctica y la investigación médica, fueron retomados y
asumidos por la bioética para brindar un soporte conceptual, histórico y
metodológico a la bioética.
En sentido estricto, la bioética en sus inicios adolece de una argumentación
ético-filosófica sistemática sobre los problemas que esta disciplina plantea. No
obstante, hace una invitación a los sistemas éticos para articularse con la
producción de los avances tecnológicos y científicos de la razón instrumental,
para cuestionar las intervenciones que las biotecnologías realizan sobre la vida
humana desde el discurso medico, tratando de acercar la reflexión ética a la
producción misma del conocimiento biotecnológico. Consideramos que es una
labor muy importante hacer explícito y tratar de visibilizar los conflictos
generados por la ciencia cuando cambian las formas tradicionales de pensar y
comprender la vida, y en particular, la vida del ser humano, a través del
proceso de disolución de los fundamentos de los sistemas de valores
tradicionales que constituían el soporte moral de las sociedades occidentales.
Sintetizando una importante razón por la cual el discurso bioético reduce su
aplicación al campo médico, es la fundamentación teórica que incorpora de los
trabajos sobre ética y deontología médica. Esta fundamentación asumida por la
bioética médica genera una mayor aceptación social y un rápido
reconocimiento por la comunidad académica de la época.
Otra ruta de análisis histórico la constituye el horizonte político del liberalismo
configurado alrededor del siglo XVIII, donde se evidencia un marcado interés
por intervenir la vida de los individuos, desde discursos civiles que permitieran
el auto-gobierno de la población. El reduccionismo de la bioética en general a
96
una bioética clínica, puede entonces relacionarse con las relaciones de poder
en occidente entronizadas en la vida y su mejoramiento. Desde el siglo XVIII la
biopolítica y el biopoder, se imbricaron con el discurso médico, creando una
medicina de Estado, otra de las grandes urbes y otra de la fuerza laboral25. La
medicalización de la vida creó nuevas condiciones para gobernar individuos y
poblaciones, facilitando el camino a la investigación de terapéuticas y a la
aplicación de los conocimientos de la razón tecnocientífica al tratamiento de
enfermedades y a la modificación de costumbres poblacionales. Este creciente
ejercicio de poder requiere en una sociedad liberal de espacios de regulación,
control, gestión y coordinación asumidos desde el interior de la organización
médica. La bioética médica responde a esta necesidad.
De otro lado, un trabajo fundamental para la bioética contemporánea lo
constituye la obra de Engelhardt. Allí encontramos otra forma ampliamente
aceptada en la que la bioética asume la reflexión ética, reflejando algunas
características del pensamiento posmoderno.
Engelhardt considera que la bioética propende por una ética filosófico-secular
que permita abordar una pluralidad de ideologías, creencias y tradiciones
morales, en pos de los cánones de la acción adecuada que puedan fijarse
pacíficamente basados en principios escogidos de común acuerdo. La bioética
entonces, se caracteriza por buscar elementos diferentes a la fuerza, para
resolver una controversia, Generalmente se trata del acuerdo fruto de una labor
argumentativa, de una ponderación racional, que posibilita una autoridad
fundada en el consentimiento a través del acuerdo de las partes. La noción de
comunidad moral secular que Engelhardt nos plantea26, es un lugar de
encuentro ―intelectual‖ de personas interesadas en resolver controversias
morales por vías diferentes a la fuerza. Más que a la razón universalista de la
modernidad, se apela a la capacidad de intelectualizar, de generar códigos
gramaticales cada vez más sofisticados y refinados, de producir juegos de
25 Foucault, Michel (1994). Nacimiento de la medicina social. En: Estrategias de Poder. Obras
esenciales vol. II. Barcelona: Paidos. 26
Engelhardt, Tristram (1995). Los fundamentos de la bioética. Barcelona: Paidós. p. 92.
97
verdad por especialistas que pueden orientar a conveniencia la capacidad
argumentativa hacia ejercicios retóricos o consensos cargados de prejuicios.
Engelhardt estudia las formas en que la autoridad moral se puede fundar, y
concluye su análisis afirmando que los intentos de justificar una ética secular
de pleno contenido fracasan, por lo general porque, en primer lugar, cuando se
apela a cualquier contenido moral concreto, esto supone plantear la cuestión
de la norma por la que se guía la selección de ese contenido; en segundo
lugar, porque apelar a una estructura formal no ofrece ningún contenido moral;
y en tercer lugar porque apelar a una realidad exterior nos mostrará lo que es,
pero no lo que debe ser o cómo debe enjuiciarse lo que es 27.
La bioética incorpora además algunos rasgos de la ética en la modernidad; su
orientación antropocéntrica donde la vida del hombre intervenida médicamente
es el centro de sus reflexiones. La reflexión ético-moral de la modernidad dejó
de ser heterónoma en el sentido de estar determinada por un ente como la
naturaleza o Dios, para ser autónoma, ya que sólo es determinada por la razón
del hombre. La confianza en la razón, expresada por Engelhardt, como
ponderación racional, encuentro intelectual, capacidad argumentativa es
asumida por el discurso bioético.
Esta racionalidad es la que históricamente hizo posible hablar de éticas
profesionales, códigos de ética y deontologías que comportaban los deberes
que el profesional debe cumplir. La medicina avanzó rápidamente en la
racionalización de los deberes éticos de su práctica. La sistematización de la
deontología médica es entonces el conocimiento que brindó soporte
epistemológico a las propuestas iniciales de la bioética.
El autor que dio fundamento filosófico a la autonomía fue Kant, en su análisis
del imperativo categórico como fundamento racional del deber y por ende de la
27 Engelhardt, Tristram (1995). Ibíd. p. 61.
98
autonomía fundada en el ejercicio de la propia razón28. Para Kant, ningún acto
realizado por conveniencia u obediencia a la tradición puede considerarse
moral. El acto moral se ajusta al imperativo categórico, entendido como la
certidumbre racional que permitía obrar como si la máxima de la acción
individual pudiera ser instituida, por la voluntad, en ley universal de la
naturaleza. El tratado de los deberes fundamentados en la razón constituye
una deontología que puede aplicarse a problemas específicos, como en el caso
de la medicina, que ve nacer numerosas deontologías médicas a través de la
modernidad.
Otra doctrina perteneciente a la modernidad de gran incidencia en el desarrollo
de la bioética es el utilitarismo de Stuart Mill29. Para esta corriente de
pensamiento, el valor ético de la conducta está determinado por la utilidad de
los resultados; en otros términos lo bueno es lo útil. La preponderancia del
carácter práctico de los resultados llevó a la formulación del mayor beneficio
(utilidad) para el mayor número de personas, como criterio de la acción moral.
El deber desde la mirada utilitarista es realizar la conducta que tenga mayor
utilidad. El pensamiento anglosajón es ampliamente influenciado por Mill. D.
Ross en su obra Lo correcto y lo bueno de 1930, revisa las tesis utilitaristas y
conceptualiza los deberes prima facie, ampliamente aceptados por la bioética
contemporánea. Estos deberes son condicionales; establecen la necesidad de
reconocer, cuando hay un conflicto o un choque entre deberes, cuál sería el de
consecuencias más importantes y benéficas. Por lo tanto, los deberes prima
facie establecen cuál es el deber con mayor obligatoriedad y cuáles deben
posponerse. Ross hace una articulación entre el deontologismo o los deberes
creados por la razón y el utilitarismo que busca el mayor beneficio (utilidad,
placer) para la mayoría: en síntesis, cuál sería el deber o el principio que en su
aplicación produzca mayores beneficios.
Retornando al siglo XX, los principales referentes éticos que adopta la bioética
los encontramos en las reflexiones del discurso médico. ―La Comisión Nacional
28Kant, Inmanuel (1996). Fundamentación de la metafísica de las costumbres. México: Porrúa.
29 Mill, Stuart (1984). El utilitarismo. Madrid: Alianza Editorial.
99
para la Protección de los Sujetos Humanos de Investigación Biomédica y de la
Conducta‖ establecida por el congreso estadounidense entre 1974 y 1978,
produce el Belmont Report, como respuesta a los graves problemas éticos
generados por la investigación y la experimentación médica con seres
humanos. Los principios de respeto por la persona, beneficencia y justicia
fueron propuestos por esta comisión como las bases necesarias para cualquier
investigación en torno a la vida humana.
Beauchamp y Childress30 desarrollan la propuesta de los principios expuestos
en el Belmot Report y los aplican al campo de la medicina. Autonomía,
beneficencia, no maleficencia y justicia serán entonces los principios que la
bioética médica anglosajona adoptará en adelante. Tom Beauchamp es un
utilitarista de la regla; para este autor los actos no se pueden valorar como
buenos o malos más que por sus consecuencias. James Childress es un
deontologista kantiano; considera que la razón puede establecer unos
principios éticos a priori, asumibles por todos los seres racionales, porque la
razón los impone como objetivos.31. El deontologismo kantiano y el utilitarismo
nutren entonces la reflexión de la bioética médica anglosajona.
Contemporáneamente hay un acuerdo en considerar que la bioética debe
asumir una ética empírica, puesto que permitiría superar las dificultades
presentes en los debates de las éticas normativas universalistas frente a las
éticas descriptivas32, al utilizar los conocimientos provenientes de las
investigaciones empíricas para la toma de decisiones.33 El análisis bioético y
30 Beauchamps, Tom; Childress, James (1989). Principles of Biomedicals Ethics. New York:
Oxford University Press. 31
Elósegui, María. Fundamentos de Bioética y necesidades actuales. Facultad de Derecho, Universidad de Zaragoza. Versión digital: http://www.uninet.edu/bioetica/elosegui.pdf (Consultado mayo de 2012). 32
La ética normativa pretende prescribir o recomendar valores y norma; la ética descriptiva estudia el desarrollo de las costumbres morales, los valores de cada cultura, grupo, clase, lugar, época, etc.; y la ética crítica o metaética analiza y esclarece la lógica de los enunciados valorativos. 33
Garrafa, Volnei. Multi-inter-transdisciplinariedad, complejidad y totalidad concreta en bioética. En: Garrafa, Volnei. Kottow Miguel, Saada, Alya (2005). “El estatuto epistemológico de la bioética”. UNESCO e Instituto de investigaciones jurídicas de la Universidad Autónoma de México.
100
filosófico necesita conocer los hechos, para tener la certidumbre de que su
reflexión no sea una construcción irreal sobre la realidad. Sin embargo,
consideramos que la ética empírica lleva a la bioética a entrar en los juegos de
verdad de la ciencia, lo que implica asumir una serie de supuestos y
preconcepciones que de entrada pueden sesgar la reflexión bioeticista. La
incertidumbre o indeterminación, la relatividad y el cálculo de probabilidades
son conceptos que nos remiten a pensar la inexactitud del conocimiento, nos
invitan a construir reflexiones prudentes frente a conocimientos provisionales,
no a fundamentar moralmente verdades absolutas producidas por la ciencia.
También la fenomenología se preocupó por el sentido del ser y de la vida
humana, deteriorados por la sociedad tecnológica. Sería muy interesante la
articulación de futuros trabajos del discurso bioético, con una escuela de
pensamiento filosófico. Esta escuela desarrolló la idea del mundo de la vida
como a priori de las ciencias y de la técnica34. El concepto de ―mundo de la
vida‖ acuñado por Husserl35 fue la base para que muchos pensadores
buscaran nuevos horizontes de sentido al ser, y dieran mayor significado a la
existencia humana, distanciándose de los reduccionismos de la razón
instrumental.
El concepto de ―mundo de la vida‖ fue además inspiración para Habermas en
su Teoría de la acción comunicativa (1981)36 donde propone un espacio ideal
de comunicación, capaz de albergar a todos los seres racionales, libre de
dominación e interés. La sociedad tecnológica llena de burocracia tiende a
despolitizar a los ciudadanos y a perpetuar las instituciones del Estado; razón y
ciencia serian entonces comprendidos como instrumentos de dominación.
34 Goméz, José (1989). El apriori del mundo de la vida. Fundamentación Fenomenológica de
una ética de la ciencia y de la técnica. Barcelona: Anthropos. 35
Husserl, Edmundo (1991). La Crisis de las Ciencias Europeas y la Fenomenología Trascendental. Barcelona: Crítica. 36
Habermas, Jürgen (1994). Teoría de la acción comunicativa. Tomos I y II. Taurus. Buenos Aires.1990. Véase además la reducción de los problemas sociales a cálculos técnicos, y la determinación del conocimiento especializado al mundo de la vida en ―Ciencia y técnica como ideología‖. Madrid: Tecnos.
101
El mundo de la vida sería un camino fecundo para el encuentro de la ciencia
con la ética, culturas que Potter ha señalado como profundamente
distanciadas. Para Habermas, sólo en el mundo de la vida pueden dialogar las
tecnociencias, con las emociones, las pasiones, las fantasías que hacen parte
de la esencia de la vida humana. Reflexiones posteriores de Habermas
muestran una clara preocupación por la intersección entre la medicina y los
dilemas éticos de su práctica, a la luz de la pregunta por el futuro biológico y
moral de la humanidad37.
Retornando al problema inicial del discurso ético como condición de posibilidad
de la bioética, consideramos que la carencia inicial de una fundamentación
ética y filosófica puede ser tomada en parte como una ganancia para la
bioética. Cuando la bioética propone su campo de estudio, invita a las
corrientes ético-filosóficas a construir una reflexión sobre los problemas que
visibiliza. La bioética especifica un campo de reflexión que invita a renovar la
reflexión y a pensar las conexiones entre múltiples campos epistemológicos,
procedimientos técnicos, y escuelas de pensamiento ético-filosóficas. Pero de
igual forma puede constituirse en una enorme dificultad cuando se
instrumentaliza la ética, formulándola como un proceso puramente operativo y
estratégico. La ética comienza a ser pensada como ―un saber que integra los
conocimientos disponibles en orden a la mejor obtención de las metas
deseables de una vida digna y plena de todos los seres humanos‖38. Esta
forma de pensar la ética corresponde con los idearios de la razón instrumental
que ya hemos cuestionado y analizado. De la misma forma consideramos
problemática la reducción de la bioética a los problemas planteados por la
práctica médica.
37 Habermas, Jürgen (2001). El futuro de la naturaleza humana ¿Hacia una eugenesia liberal?
Barcelona: Paidós. 38
A. Blanch (Ed) (2001). La Nueva Alianza de las Ciencias y la Filosofía. Madrid: P.U. Comillas. Qué clase de saber es la ética. Citado por: Abel, Frances (2004). Poder de la biotecnologías biogenéticas dialogo científicos - sociedad. Revista Bioética y debat (38). Barcelona :Instituto Borja de Bioética.
102
Finalmente consideramos que propuestas como la de Engelhardt, en la que se
rechazan abiertamente los marcos de reflexión ético-filosóficos por
considerarlos cargados de prejuicios, y se asume una ética procedimental, que
sólo se ocupa de problemas concretos y renuncia al ejercicio de su reflexión, es
un camino poco fecundo para la fundamentación ético-filosófica del discurso
bioético.
2.2 El discurso religioso
La reflexión sobre lo moral está unida a las propuestas religiosas que posee
cada cultura, la religión propone un camino de salvación acorde con unas
creencias sobre el origen divino de la vida. Las ciencias biológicas del siglo XX
cuestionan abiertamente las creencias tradicionales en torno a la vida y a la
religión, vamos a desarrollar la relación religión- bioética.
Teniendo en cuenta que teóricamente el discurso bioético, no debe estar
fundamentado en presupuestos religiosos ¿por qué considerar el discurso
religioso como un condición de posibilidad para la bioética contemporánea? La
respuesta que brindaremos a esta pregunta se encuentra en nuestra
metodología de análisis; cuando consideramos las producciones académicas,
las diversas asociaciones bioéticas, a muchos de los más reconocidos
bioeticistas, los grupos representados en los comités de bioética, las
publicaciones, las relaciones históricas entre las instituciones hospitalarias y los
grupos religiosos, y la forma en que se ha desarrollado el discurso bioético, es
decir, si analizamos su dimensión práctica, reconoceremos que el discurso
religioso no sólo es un importante interlocutor sino que ha participado y
posicionado lo que hoy conocemos como el discurso bioético.
La religión provee a las comunidades certidumbres sobre sus orígenes y su
finalidad, brinda un sentido a la existencia y orienta las relaciones que pueden
establecerse con el universo, es decir, con el contexto material, con los
semejantes y con las representaciones de lo sagrado que tiene cada cultura.
Los grandes sistemas religiosos de occidente instituyen su fe en un credo
103
religioso que implica la obediencia a un código moral establecido en las
escrituras sagradas.
Teóricamente, la bioética aceptada en los centros universitarios, es aquella que
renuncia a fundamentos religiosos y asume un carácter laico. Sin embargo, en
la práctica percibimos que el poder ideológico, económico y social que poseen
las grandes tradiciones religiosas hacen legítimo la producción de un discurso
bioético con una clara fundamentación religiosa.
Más allá de considerar las transformaciones históricas que ha sufrido el
discurso religioso durante la modernidad, queremos hacer visible el lugar
destacado que tienen los discursos religiosos en la producción del discurso
bioético contemporáneo.
En la actualidad sectores de la bioética se autodenominan como movimientos
religiosos y otros laicos; en otros casos el discurso religioso debe estar
presente, o cuando menos de ser uno más de los interlocutores posibles, a la
hora de tomar decisiones frente a un dilema ético producido por la ciencia.
Gran parte de la dificultad para establecer un dialogo real con el discurso
religioso, está en primer lugar en su fundamentación dogmática y universalista
que pone un límite a la emergencia de nuevos consensos, acuerdos o
verdades provisionales; en segundo lugar a su posicionamiento y poder social
que se ha constituido a través de siglos de luchas, y le permite estar en
espacios políticos, educativos y hospitalarios privilegiados:
―grupos de presión religiosos los portavoces de tradiciones y comunidades, gozan de acceso privilegiado no sólo a medios de comunicación, sino también a influyentes comités (…) disfrutan de un camino a la influencia y el poder que otros tienen que ganarse con su propia habilidad o pericia (…) si yo quiero que usted respete mis opiniones sobre política, ciencia o arte tengo que ganarme ese respeto por medio de la discusión, la razón la elocuencia o un conocimiento relevante. Pero si tengo una opinión que es parte de mi religión, los críticos tienen que marcharse de puntillas o desafiar la indignación de la sociedad en general.‖39
39 Dawkins, Richard. ¿Qué es lo que está mal en la clonación? En: Nussbaun, Marta; Sunstein,
Cass (Eds.) (2000). Clones y clones: hechos y fantasías sobre la clonación humana. Madrid: Catedra. p. 69
104
El discurso religioso posee legitimidad en los debates bioéticos, pese a que es
notoria la crisis de la teología tradicional para representar la realidad fáctica en
torno a las intervenciones en donde la biotecnología rediseña, modifica, mejora,
transforma, la estructura misma de la vida.
El saber producido por la razón moderna poco a poco fue haciendo
insostenibles las creencias religiosas, la capacidad de razonar fue desplazando
paulatinamente a la fe. Por ejemplo, la teoría de la evolución de Darwin
expuesta en el texto El Origen de las Especies, las teorías de Gregor Mendel
sobre los patrones de la herencia y los posteriores desarrollos de las teorías
genéticas y biológicas, fueron ganando adeptos y cuestionando los
fundamentos mismos de las tradiciones religiosas, a saber, sus cosmogonías o
relatos sobre el origen de la vida humana. Las grandes tradiciones religiosas se
fisuraron ante las nuevas concepciones de las ciencias biológicas. Para el siglo
XX, las aplicaciones del enorme conjunto de conocimientos biotecnológicos en
la práctica médica, demandan una nueva comprensión de lo que es la vida, a la
luz de nuevas formas de religiosidad o de conocimientos diferentes a la
teología religiosa tradicional. Durante el siglo XX, la pluralidad y la multiplicidad
de pequeños relatos, de narrativas, son reconocidas como formas posibles de
conocimiento, de representación y autorrealización de las comunidades. Esta
convergencia de la diversidad está presente en la constitución misma de la
bioética.
El manifiesto de bioética Laica40 publicado en Italia, cuna de la religión católica,
evidencia la tensión existente entre los grupos de reflexión que se fundamentan
en dogmas religiosos y otros que sólo toman como base el conocimiento
producido por la experimentación científica. Finalmente esta discusión usó el
término laico en el sentido de no dogmático. No es entonces necesariamente
antirreligioso; laico alude al reconocimiento de un pluralismo de valores,
comunidades e individuos sean o no creyentes. Por lo tanto, las creencias
40 Flamigni, Carlo; Massarenti, Armando; Mori, Mauricio (1996). Manifesto di Bioetica Laica.
Periódico il Sole 24 Ore. 9 junio. Italia.
105
religiosas se legitiman como discursos para ser tenidos en cuenta, a la hora de
decidir sobre los conflictos producidos por las prácticas tecnocientíficas de la
medicina.
Muchas propuestas bioéticas ―pluralistas‖ son realizadas por católicos
practicantes comprometidos con su fe, por ejemplo Potter41, Engelhardt o
Pellegrino. Es importante reconocer que un importante número de los más
destacados bioeticistas han sido teólogos creyentes, algunos han tratado de
dejar a un lado sus posturas religiosas para crear reflexiones laicas capaces de
dialogar con una sociedad pluralista, otros buscan hacer una lectura del
contexto científico actual a partir de sus propios fundamentos religiosos.
Consideramos que en buena medida la actitud pastoral y las pretensiones
religiosas de brindar una guía para el futuro de la humanidad, para la salvación
de la humanidad, parecen adquirir una nueva gramática a través del discurso
bioético.
Teniendo en cuenta el importante lugar que posee la religión sobre la evolución
histórica del discurso bioético, tampoco podemos afirmar que las pequeñas
comunidades confesionales tendrían entonces el pleno y legítimo derecho de
analizar y tomar decisiones a partir de sus propios credos religiosos, en
situaciones particulares relacionadas con los tratamientos que brinda la
medicina. Un sistema sanitario ampliamente racionalizado, delimitado por los
intereses de un mercado y sometido al imperativo de beneficencia y no
maleficencia, difícilmente puede respetar una decisión que, soportada en una
creencia religiosa, se oponga a la intervención médica óptima o atente contra la
vida biológica al preferir la vida espiritual. Por ejemplo, desde la tradición del
Islam no sería viable la manipulación genética que afecte las células
41 Potter nació en 1911, en el ambiente rural de su natal Dakota del Sur, donde transcurrieron
su infancia y primera juventud. De confesión presbiteriana, recordaba haber sido muy activo en su comunidad religiosa, al punto de inclinarse en cierto momento hacia la vocación de pastor eclesiástico, que después sublimó a través de la actividad científica en el campo tan sensible que eligió. En: Acosta José Ramón. La bioética. de Potter a Potter. Versión digital en: http://www.revistafuturos.info/raw_text/raw_futuro4/Potter.rtf. (consultado en mayo de 2012).
106
germinales portadoras de la herencia42, en tanto amenazarían modificar la
especie; práctica aceptada y comercializada en otros países con el propósito
de mejorar, diseñar o erradicar una enfermedad genética.
Desde otro nivel de análisis, el discurso bioético a través de los comités de
carácter normativo o consultivo, cuyo objetivo es establecer políticas sólidas en
el ámbito científico y médico para los ciudadanos de los Estados Miembros43,
produce un conocimiento que orienta las políticas de salud que un Estado en
particular asume. Por lo tanto, estos comités ejercen gran influencia social en la
toma de decisiones sobre el futuro, cuidado, intervención y normalización de
las poblaciones. Estos comités dialogan sólo con las tradiciones religiosas más
sólidas de cada país, excluyendo por lo tanto las minorías que no tengan la
capacidad de representación social necesaria para llegar a importantes
espacios políticos. En tanto cada iglesia tienda a afirmar y a imponer su propia
concepción moral, sólo se establecen acuerdos significativos con las
estructuras religiosas más sólidas y representativas; EEUU, Argelia y Colombia
son claros ejemplos de estas prácticas donde las creencias de las religiones
predominantes han hecho parte de las decisiones políticas en los temas sobre
los que reflexiona el discurso bioético.
El teólogo y bioeticista canadiense Hubert Doucet plantea con claridad la
necesidad de establecer parámetros desde la teología en las políticas de salud
que pueda instituir un Estado. No se trata entonces de reconocer y tener en
cuenta las posiciones religiosas que un sujeto tenga frente a un conflicto
específico, generado por la práctica clínica; se trata de acordar las políticas
sanitarias con orden a creencias religiosas. ―La teología participa, a este
contexto, en la misión de mantener viva en la conciencia del conjunto del
42 Ben Hamida, Fakhereddine. Islam y bioética. En: La salud y los derechos humanos.
Aspectos éticos y morales. Pan American Health Organization (PAHO), (12), pp.69-80. Versión digital http://www.webislam.com/articulos/38954-islam_y_bioetica.html (consultado mayo de 2012). 43
UNESCO (2005). Guía no.1 para la creación de comités de bioética. Organización de las Naciones Unidas para la educación, la ciencia y la cultura división de ética de la ciencia y la tecnología. Francia.
107
sistema sanitario el sentido de la existencia que plantea la enfermedad. Su
función es, de alguna manera, profética‖.44
Una profecía sugiere la capacidad de determinar el futuro en nombre o por
inspiración de Dios, profeta es quien anuncia la palabra de Dios y quien
denuncia todo aquello que no se vive de acuerdo con ese anuncio. Un discurso
profético implica además poca capacidad para ser interpelado o cuestionado en
tanto se fundamenta en un mensaje divino. Articular un sistema de políticas
sanitarias, soportado en una industria de intervención biotecnológica sobre la
vida, y en un conjunto de revelaciones divinas basadas en creencias y dogmas
de fe, puede dar como resultado un inédito y cuestionable ejercicio de poder
sobre la vida.
La bioética instituida por la iglesia católica es actualmente una de las más
importantes corrientes que propende por constituir una orientación moral en los
procesos de investigación e intervención, biotecnológicos y tecnocientíficos
sobre la vida. Retomemos las palabras de Juan Pablo II, que dan cuenta del
propósito de esta bioética;
―la bioética tiene la tarea de indicar al mundo de la medicina, de la política, de la economía y a la sociedad en su conjunto la orientación moral que hay que imprimir en la actividad humana y en el proyecto del futuro (...) aflora con gran insistencia la exigencia de guías seguras y maestros de confianza (...) es urgente que la bioética reflexione sobre las raíces ontológicas y antropológicas de las normas que deben orientar decisiones de tanta importancia (…) la bioética constituye un terreno apropiado para un sincero y profundo diálogo entre la iglesia y la ciencia‖45
44 Doucet, Huber (1996). Au Pays de la bioéthique. L`éthique biomédicale aux Etats-Units.
Labor et Fidens. Genève. p. 208. Citado por: Trevijano, Manuel (1999). ¿Qué es la bioética? Salamanca: Ediciones Sígueme. 45
Juan Pablo II (1996). Discurso al Congreso de bioética organizado por la Universidad católica del Sagrado Corazón. Versión digital en: http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/speeches/1996/february/documents/hf_jp-ii_spe_19960217_congress-bioethics_it.html (consultado mayo de 2012). La preocupación de la Iglesia Católica por la Bioética ha sido constante a lo largo de los años, y cuenta con un número importante de instituciones dedicadas a ello. Desde la Universidad Católica del «Sagrado Corazón» de Roma, donde existe el Centro de Bioética (desde 1986), y el Instituto de Bioética (desde 1992). Esta Universidad desarrolla, además, un Doctorado de Investigación en Bioética (Desde 1990) de cuatro años de duración, junto con becas anuales. Esta misma Universidad otorga un Diploma Universitario en Bioética. Por otra parte, la revista Internacional bimestral de Bioética, Deontología y Moral Médica Medicina e Morale, es también
108
Consideramos que los enfoques con fundamentos religiosos buscan proyectar
los valores tradicionales de sus iglesias sobre los recientes problemas que
generan las prácticas tecnocientíficas contemporáneas aplicadas al cuerpo
humano. El sincero y profundo diálogo entre la iglesia y la ciencia se limita al
acuerdo entre grupos de poder, grandes multinacionales, figuras
preponderantes de la iglesia que paulatinamente crean las condiciones para el
orden de los nuevos mercados biotecnológicos. Sostener una postura
preexistente frente a los contextos y situaciones cambiantes que
experimentamos en nuestra contemporaneidad, no es necesariamente algo
positivo o negativo, pero queremos señalar las dificultades inherentes a las
políticas que, fundamentadas en principios religiosos, han tratado de orientar el
curso de las sociedades. Estar completamente inmersos en creencias o
fundamentalismos religiosos, puede ser tan problemático como la ausencia
absoluta, la exclusión radical del discurso religioso.
La postura ideológica de la iglesia católica posee una enorme estructura de
producción de saber. Universidades posicionadas ampliamente en muchos
países, por su antigüedad, su estabilidad económica y su ubicación estratégica
internacional en las ciudades con mayor poder cultural y económico.
publicación oficial del Centro y del Instituto de Bioética. Esta revista lleva publicándose desde 1951 a iniciativa del Grupo de Médicos Católicos de Turín para reflexionar sobre temas médico-morales. Su primer director era el Rector de la Universidad Católica del «Sagrado Corazón» Agostino Genelli y en ella colabora Monseñor Sgrecia desde 1974 como co-director. Versión digital: http://www.uni.net/edb/spagnolo/revista.htm (Consultado abril de 2008). Otras organizaciones con reconocimiento son La Asociación de Médicos Católicos de Italia; La Academia Pontificia para la Vida, institución fundada por el Papa Juan Pablo II el 11 de Febrero de 1994 y cuyo vicepresidente es Monseñor Elio Sgreccia. Esta institución tiene por objetivo estudiar, informar y formar sobre los principales problemas de la biomedicina y del derecho, relativos a la defensa de la vida. Véase la entrevista de la revista Zenit a Monseñor Sgreccia el 13 de Enero de 1998 en Roma, «Club de Castidad» p. 1, en http://www.iponet.es/rilke/bioetica.htm Citado en: Huerga, Pablo (1998). El manifiesto de la bioética laica. Congreso ―Panorama Actual de La Bioética‖,Gijón.
109
En Italia, el manifiesto de bioética laica,46 realizó un importante debate en torno
al estatuto moral del embrión. Este manifiesto sostiene los siguientes principios:
en primer lugar, cree que el progreso del conocimiento está orientado por un
amor a la verdad, no deben entonces existir intervenciones externas sobre lo
que se debe o no investigar; en segundo lugar, el hombre es parte de la
naturaleza, no se opone a ella; y en tercer lugar, el progreso del conocimiento
es la fuente principal del progreso de la humanidad, porque gracias a esta se
disminuye el sufrimiento humano. Por lo tanto, ninguna autoridad debería
decidir sobre la salud o la vida de un hombre, la fe no debería prescribir
soluciones a los problemas que enfrenta la bioética y se debe garantizar,
gracias a la ciencia, una gran calidad de vida y acceso igualitario a los recursos
de la medicina.
Hay en esta propuesta un dilema interesante; se renuncia a los dogmas de la
religión, pero a condición de desplazarlos a la ciencia, a un supuesto amor
desinteresado y neutral a la verdad. La ciencia y las condiciones del mercado
se convierten entonces en el único medio que justificaría todas las
intervenciones biotecnológicas, que permitan la obtención de un conocimiento y
la manipulación de la vida en aras de su continuo mejoramiento y de la
producción de capital. No se reconoce que un investigador neutral es a la larga
un instrumento al servicio de los intereses de las multinacionales y sus grandes
capitales.
Recordemos nuestro análisis de la razón instrumental, el reduccionismo
consistente en creer que todo lo que es posible a través del método científico
está éticamente validado y establece un necesario progreso. El ser humano no
debe ser reducido a Homo faber constructor de herramientas, poseedor
solamente de un saber hacer, que confunde lo factible con la virtud, prefiriendo
erróneamente el hacer al discernimiento, la utilidad a la dignidad.
46 Flamigni, Carlo; Massarenti, Armando; Mori, Mauricio. Manifesto di Bioetica Laica. Periódico
Il Sole 24 Ore. 9 junio 1996. Italia.
110
Otra sesgo importante que queremos destacar de la propuesta laica es la
búsqueda racional de principios morales universales, aplicables a todos los
individuos. Crear unas normas morales que pudieran satisfacer con exactitud
las concepciones morales de todos los individuos equivale a efectuar una
aplicación de la razón instrumental en el cálculo y matematización de un
conjunto de principios morales. Búsqueda poco satisfactoria de acuerdo a la
pluralidad que ha logrado ser reconocida por nuestra época.
Finalmente otra relación entre la religión católica como condición de posibilidad
del discurso bioético, la podemos establecer con la familia Kennedy; si bien los
presidentes creyentes de religiones derivadas de la doctrina calvinista son más
tradicionales, Jhon F. Kennedy se convirtió en el primer presidente católico de
Estados Unidos, desde 1961 hasta su fallecimiento en 1963. Su padre Joseph
Kennedy, importante financiero, embajador en gran Bretaña durante la
presidencia de Franklin Delano Roosvelt, fue el donante de 1.3 millones de
dólares para la creación del The Joseph and Rose Kennedy Institute for the
Study of Human Reproduction and Bioethics, de la Universidad Jesuítica de
Georgetown en Washington, fundado por el ginecobstetra holandés André
Hellegers en 1971.
Consideramos que la presencia destacada de la iglesia católica a través de la
comunidad jesuita, influencia de manera latente el desarrollo inicial de la
bioética médica. Los trabajos realizados por la Universidad Jesuítica de
Gergetown, con Hellegers a la cabeza, marcaron el desarrollo de la bioética
médica. Una de las principales características de la orden de la Compañía de
Jesús, fundada por San Ignacio de Loyola en 1540, ha sido la enseñanza y la
investigación a través de muchos siglos y en todos los continentes del planeta.
Queremos resaltar como parte final de este apartado la particular relación que
se establece entre las creencias de orden religioso, la economía y la política.
Dimensiones que tienen plena vigencia en al actual panorama político mundial
y que están insertas en el discurso bioético. Dentro de la ideología
norteamericana, país donde toma fuerza el discurso bioético médico, se
111
percibe el problema de la religión civil47, es decir, la forma en que las
costumbres y las formas de ver el mundo de una región geográfica, se
instituyen como modelo de vida aplicable al resto de la humanidad. Es un
fenómeno que expresa una renovada forma de antropocentrismo, un racismo
de Estado que se esfuerza en hacer semejantes las costumbres y culturas
diferentes. Reconociendo el fenómeno de la religiosidad civil, en una de las
naciones que se ha caracterizado por defender la pluralidad y la libertad, vale la
pena tener en cuenta este elemento para interrogar las diversas formas y los
diversos usos que adquiere el discurso bioético médico, en un contexto social
globalizado, donde se perciben claras ejercicios de poder hacia los países que
no asumen los modelos democráticos y las políticas neoliberales como parte de
sus sistemas de gobierno.
2.3 El discurso jurídico
Los dilemas generados por el vertiginoso desarrollo de las prácticas médicas
durante los siglos XIX y XX, han generado numerosos trabajos en torno al
derecho, a la jurisprudencia y a las políticas públicas sobre el manejo y
tratamiento de la enfermedad. Consideramos que inicialmente las reflexiones
del discurso jurídico sobre los problemas relacionados con el tratamiento que
una sociedad brinda a la vida fueron una base fundamental para brindar un
horizonte reflexivo al discurso bioético. Reconociendo que la pregunta de Potter
sobre el puente entre las ciencias biológicas y las ciencias éticas no se
resuelve a través del discurso jurídico, su cercanía a lo moral, a la tradición, a
las prácticas que son aceptadas en una cultura sí son un referente importante y
una condición de posibilidad para la bioética. Recordemos que no pretendemos
instituir una sumatoria de eventos que siguen un patrón lineal o acumulativo; se
trata de acontecimientos que posibilitan en un juego azaroso de encuentros, la
47 Botey, Jayme. El dios Bush. Universidad Autónoma de Barcelona. Versión digital en:
http://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/es126.pdf (Consultado mayo de 2012).Para ampliar el concepto de ―religión civil‖ ver Robert N. Bellah (Civil Religion in America). Citado por Botey.
112
emergencia de nuevas formas discursivas como es el caso del discurso
bioético.
Actualmente, el campo en el que convergen la bioética y el discurso jurídico es,
sin lugar a dudas, uno de los más importantes y de los más productivos. Vamos
a hacer énfasis en la bioética clínica, reconociendo que durante este período
también fueron abordados muchos problemas ecológicos, a través de un
discurso jurídico bastante extenso sobre asuntos que competen a una bioética
global, como por ejemplo, el manejo de las aguas potables y residuales, los
desechos orgánicos e inorgánicos, los alimentos transgénicos, la investigación
con animales, entre muchos otros. Para el Siglo XXI estos problemas cobran
un renovado interés.
En este trabajo consideramos que gran parte de la reflexión del discurso
jurídico es una condición de posibilidad para la bioética clínica.
Contemporáneamente, la bioética nutre la jurisprudencia de los Estados,
entendida como el conjunto de las sentencias de los tribunales, y la doctrina
que contienen frente a una problemática determinada, así como su legislación
que alude al conjunto de normas por las que un Estado gobierna un asunto
específico, por ejemplo la extensa y variada legislación que cada parlamento
proclama sobre los asuntos genéticos48.
Recordemos que uno de los propósitos centrales de este trabajo es tratar de
visibilizar las dificultades inherentes a la puesta en práctica del discurso
bioético. Si sólo reconocemos que la bioética hace un esfuerzo por regular las
prácticas médicas de acuerdo a valores éticos, sesgamos la realidad de las
forma de gobierno contemporáneas que funcionan en muchos casos, como
diría Foucault, consientes frente al gobierno de lo que quieren e inconscientes
de lo que les hace quererlo49. Reflexionemos entonces en la relación existente
entre bioética y jurisprudencia.
48 Ver anexo 2. La Genética en la Legislación.
49 Foucault, Michel (1994). Espacios de poder. La gobernamentalidad. Madrid: La piqueta.
113
2.3.1 Bioética y jurisprudencia
El poder judicial es aquel que dentro del Estado puede interpretar, hacer
cumplir o revocar las normas jurídicas; está encargado de administrar justicia
velando por el cumplimiento de las leyes establecidas legítimamente. Además,
en algunos Estados, la actividad del juez crea el derecho, en el sentido de la
capacidad que poseen sus interpretaciones, decisiones, fallos y veredictos para
orientar la futura acción legislativa.
Históricamente encontramos en Norteamérica, una extensa literatura de la
jurisprudencia sobre casos clínicos. Estos archivos evidencian los numerosos
debates y dilemas que se presentan por los cada vez más numerosos
experimentos y procedimientos clínico terapéuticos de la medicina del siglo XX;
casos sobre mala práctica, efectos terapéuticos negativos, daño producido a
través de tratamientos farmacológicos, deficiencias en el cuidado de los
pacientes, encarnizamiento terapéutico, debates en torno a nuevas
aplicaciones y usos de la biotecnología, son debates que permiten percibir las
significativas transformaciones sobre los criterios y métodos para legislar
dichos casos. El tradicional paternalismo hipocrático característico del siglo
XVIII fue poco a poco desplazado por el derecho a brindar información y darle
pleno reconocimiento a la autonomía del paciente durante el siglo XX50.
50 Si hasta 1890 los tribunales defendieron el derecho del paciente a la información y la
elección, sólo en los casos en que estas pudieron representar una ayuda terapéutica para el mismo, a partir de esa fecha y hasta 1945, serían otros los criterios jurídicos que se harían valer. Pasaría a primer plano la defensa de la autonomía del paciente, el derecho a elegir como desea ser atendido por el médico y a establecer límites y prohibiciones específicas en relación con la intervención de éste en su cuerpo. Se exigiría el consentimiento del paciente con independencia de su significación terapéutica. No obtenerlo o violarlo sería considerado delito de agresión. (…) Del reconocimiento del paternalismo médico y de su tesis de que la información y la toma de decisiones por los pacientes podrían ser perjudiciales para estos, los tribunales pasarían a la defensa de su autonomía absoluta. La consolidación de esta tendencia en la jurisprudencia norteamericana, y el método para la solución de casos que la caracteriza, basado más en la experiencia judicial precedente y en las costumbres, que en la aplicación de la ley al caso concreto, influirían significativamente en el trazado de nuevos derroteros para la Ética Médica.
114
La tradición del derecho anglosajón desarrollada en Norteamérica es de gran
importancia para el discurso bioético. Esta tradición interpretó el derecho como
derecho consuetudinario o Common Law. Esta forma del derecho establece
que los casos deben resolverse tomando como referencia las sentencias
judiciales previas, sin regularse completamente por las leyes escritas en
códigos. El juez se ocupa del caso concreto a la luz de las sentencias judiciales
precedentes para llegar a un veredicto justo.
El Juez del Common Law puede resolver un caso aplicando la doctrina
establecida o bien puede instituir una nueva regla para la decisión, ateniéndose
a las particularidades del caso concreto, inscrito en un contexto social o en
unas condiciones tecnológicas particulares. Las sentencias dadas por los altos
tribunales operan como fundamento para la toma de decisiones en dilemas
posteriores con características similares. Los precedentes o sentencias tendrán
mayor obligatoriedad si son emitidos por un tribunal de apelación, en vez de un
tribunal de primera instancia.
Para administrar justicia el discurso jurídico instituye formas de indagación y
examen que se apoyan en los conocimientos plenamente reconocidos
socialmente; la sociología, la antropología, la medicina, la psicología, la
psiquiatría, entre muchas otras disciplinas51, aportan conocimiento en procura
de una correcta toma de decisiones. Las formas de indagación son en sí
mismas formas de producción de la verdad. En este punto creemos que la
necesidad del discurso jurídico de tener medios cada vez más especializados
de indagación sobre los adelantos biotecnológicos y tecnocientíficos es una
condición de posibilidad para el discurso bioético. La bioética entones se
En resumen, la jurisprudencia norteamericana contribuiría notablemente, tanto conceptual, como metodológicamente, al surgimiento y desarrollo del paradigma bioético en Estados Unidos. Legalismo, individualismo y pragmatismo constituyeron su legado principal. Pérez, Marcelino. La ética en salud. Evolución histórica y tendencias contemporáneas de desarrollo. Escuela Nacional de Salud Pública. Versión digital: http://www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/infodir/la_etica_en_salud._evolucion_y_tendencias.pdf (consultado mayo de 2012). 51
Foucault, Michel (1998). La verdad y las formas jurídicas. Madrid: Gedisa.
115
constituye como un importante dispositivo para aportar un nuevo orden de
conocimiento al poder judicial. Parte de este conocimiento puede ser producido
a través de los comités de asociaciones médicas profesionales (AMP) y de los
comités de ética médica u hospitalaria (CEH), cuyos objetivos son establecer
prácticas idóneas de atención al paciente y mejorar la atención dispensada al
paciente.52
Las relaciones entre bioética y el discurso jurídico están orientadas además
hacia la regulación de la práctica médica, los protocolos de atención al
paciente, y en general la denominada deontología médica que busca ser
codificada acorde a narrativas jurídicas, con el propósito de reglamentar la
práctica médica y poder determinar los casos en que no se actúa conforme a
estas normas. Se trata entonces de la producción de un saber que normalice
las condiciones del ejercicio de la medicina optimizando sus recursos y
conocimientos.
2.3.2 Bioética y legislación
En este apartado vamos a desarrollar un camino de análisis de lo particular a lo
general, es decir nos ocuparemos en primera instancia de la relación de la
bioética con la legislación médica y posteriormente con la legislación estatal.
Históricamente el discurso médico reguló su praxis a través de una deontología
fundamentada en la reflexión sobre los alcances técnicos de la medicina y en el
conjunto de creencias y costumbres aceptadas en cada momento histórico. Los
continuos avances de las ciencias biológicas, de las aplicaciones
biotecnológicas, de las formas de diagnosticar e intervenir fomentaron una
crisis en la regulación de la praxis médica durante la modernidad. La necesidad
de regular una praxis médica que interactúa de nuevas maneras con los
pacientes, que dispone de novedosos procedimientos tecnocientíficos para en
52 UNESCO (2005). Guía no.1 para la creación de comités de bioética. Organización de las
Naciones Unidas para la educación, la ciencia y la cultura división de ética de la ciencia y la tecnología. Francia.
116
el diagnóstico y tratamiento a la enfermedad, posibilita la organización de un
cuerpo de conocimiento con valor prescriptivo y normativo. La deontología
médica precede el camino histórico que posibilitó la articulación entre la
bioética y el discurso legislativo en el campo de la medicina contemporánea.
En el nivel más amplio de análisis, el discurso legislativo trasciende la
regulación de una praxis profesional como en el caso de la medicina, para
llegar a constituir, reformar o derogar el conjunto de leyes socialmente
legitimadas, que orientan y determinan el tratamiento sobre la vida y la
enfermedad. En este escenario, el parlamento de cada Estado requiere un
saber que fundamente y legitime las leyes que, amparadas en un conocimiento
objetivo y articulado a una reflexión ética, determinarán las costumbres
permitidas a los sistemas de salud, a las posibilidades y alcances de la
intervención médica. La complejidad del conocimiento biotecnológico, la
multiplicidad de discursos ético morales, la crisis de los grandes discursos que
pretendían brindar un fundamento a la sociedad y las grandes guerras del siglo
XX, empujaron rápidamente a los Estados a la creación de comisiones
encargadas de reflexionar estos fenómenos. Informes, reportes, estudios,
investigaciones comienzan a determinar el rumbo legislativo que asumirán los
países, y se constituye la necesidad social de tener permanentemente un tipo
legítimo de comisión, capaz de brindar un saber que logre regular las
investigaciones y los diversos tratamientos a la vida, que la medicina y la
industria ofrecen en una desenfrenada competencia. Es aquí donde las
consideraciones del discurso bioético tienen un precedente y una importante
condición de posibilidad que hacen viable socialmente el posicionamiento de
este discurso.
Las leyes positivas formuladas por el poder político de nuestras sociedades
representan, delimitan y definen lo que es conveniente, útil, beneficioso para la
sociedad. Al establecer los límites de lo conveniente, de lo necesario,
esclarecen por extensión lo que es nocivo, inconveniente y perjudicial para una
sociedad, haciéndolo explícito en muchas ocasiones. Durante la modernidad, el
discurso legislativo se aparta de la tradición para tratar de fundamentarse en la
117
razón; por ello podemos afirmar que las leyes en general pueden contravenir
los principios tradicionales de la leyes naturales (por ejemplo, reglamentación
sobre la fertilización artificial), de las leyes religiosas (legislaciones sobre la
eutanasia, sobre planificación, etc.) y de las leyes morales (jurisprudencia
sobre patentes que privatizan los códigos genéticos de la estructura de la vida
humana, para la explotación económica). La ponderación racional, la reflexión,
el ejercicio deliberativo que invita al diálogo entre diversas disciplinas hacen de
la bioética un importante campo de veridicción53 para el discurso legislativo.
Las relaciones entre medicina, legislación y bioética son complejas,
contemporáneamente se producen principalmente a través de los comités de
bioética de carácter normativo o consultivo (CNP), encargados de establecer
políticas en el ámbito científico y médico para los ciudadanos de los Estados
Miembros. Y los comités de ética en investigación (CEI), que buscan proteger a
los seres humanos que participan en investigaciones encaminadas a obtener
conocimientos biológicos, biomédicos, conductuales y epidemiológicos
susceptibles de ser generalizados (en forma de productos farmacéuticos,
vacunas o dispositivos)54. Estos serían dos importantes escenarios de
producción del conocimiento bioético, que mantienen una estrecha relación con
la construcción de normas del poder legislativo.
Recordemos que la bioética dejó de ser la propuesta global de Potter para
convertirse en una bioética médica que, en sus inicios, se nutre de las
consideraciones deontológicas y filosóficas del discurso médico y
paulatinamente desplaza su campo de acción a la construcción de
legislaciones que puedan orientar el gobierno de los Estados:
53 Veridicción es un concepto que Foucault utiliza para nombrar al conjunto de reglas que
permiten establecer, en una sociedad y en relación a un discurso determinado, los criterios de verdad que permiten decidir sobre la veracidad o falsedad de los enunciados. Véase, Foucault, Michel (2007). El nacimiento de la biopolítica. Argentina: Fondo de cultura económico. P. 53 54
UNESCO (2005). Guía no.1 para la creación de comités de bioética. Organización de las Naciones Unidas para la educación, la ciencia y la cultura división de ética de la ciencia y la tecnología. Francia.
118
―en un principio la bioética estaba orientada hacia la clínica médica, es decir hacia el lecho del enfermo y no existía otra reflexión que la del diagnóstico médico; ahora, se plantea una "fascinación" reglamentaria; y es esta fascinación la que lleva a dictar leyes nacionales que entran en colisión internacional pues las normas de los países son diferentes entre sí, el exceso de legislación ocasiona, como vemos, un nuevo problema.55
La fascinación reglamentaria de los comités de bioética médica permite la
interacción de los roles del médico y el legislador. La bioética es un importante
escenario donde convergen, dialogan e intercambian la medicina y el discurso
jurídico. Su producción discursiva está legítimamente consolidada para fundar
leyes institucionales, regionales, nacionales o internacionales. Un discurso
como la bioética, articula las ciencias biológicas y médicas con los sistemas
morales contemporáneos, legitimando por lo tanto la capacidad de operar
sobre la vida biológica de las personas. Esta capacidad de intervenir sobre las
condiciones biológicas de la vida instituye lo que Foucault denominó
biopolíticas productivas56, optimizadoras de la vida, que encontrarán fácil
aceptación social en un contexto altamente competitivo.
Históricamente otras legislaciones importantes que la bioética médica toma del
discurso jurídico para su propia fundamentación son: La Declaración de
Helsinki de la Asociación Médica Mundial en 1964, donde se desarrolla la
dignidad humana, reconociendo que no todo lo técnicamente posible es
moralmente aceptable; y el Belmont Report de 1978 como respuesta a los
graves problemas éticos generados por la investigación y la experimentación
médica con seres humanos, este reporte estableció los principios de
beneficencia, autonomía y justicia como fundamento de las prácticas clínicas.
55 Byk, Christian. Realidad y sentido de la bioética en el plano mundial. Cuadernos de bioética.
Ed. Ad Hoc. Argentina. Traducción Teodora Zamudio. http://www.bioetica.org/bioetica/doctrina9.htm (Consultado Febrero 2008). 56
Biopolítica, donde el cuerpo, lo cotidiano y lo íntimo se adicionan a una relación estratégica que pretende extraer más fuerzas de las relaciones entre los vivientes y de los vivientes con las cosas. El objetivo de la biopolítica es crear condiciones en los conjuntos poblacionales donde pueda maximizar, coordinar, institucionalizar, estratificar, orientar, las relaciones entre fuerzas para administrar y multiplicar la vida. El análisis e intervención de individuos particulares posibilita la formulación de Anatomopolíticas, como aquellas tecnologías de poder disciplinario dirigidas al hombre-cuerpo, al individuo que se vigila, adiestra, utiliza y eventualmente se castiga, se disciplina para optimizar sus recursos en favor de la producción, maximizando y extrayendo sus fuerzas. Véase: Foucault, Michel (2001). Defender la sociedad. Fondo de Cultura Económica. Argentina.
119
Actualmente las numerosas legislaciones que se crean sobre la vida en los
países más desarrollados tecnológicamente, capaces de realizar numerosas
prácticas médicas con biotecnologías de punta, han demostrado la fecundidad
de la relación entre bioética y jurisprudencia. Las consideraciones bioéticas
cobran legitimidad social a través de legislaciones que asumen los valores
propios de la reflexión bioética. Por ejemplo, la Declaración Universal de los
Derechos Humanos de 1948, es rearticulada al asumir las propuestas y los
valores del discurso bioético sobre los problemas genéticos contemporáneos,
cuando la ONU en 1998, ratifica la Declaración Universal de la UNESCO, sobre
el Genoma Humano y los Derechos Humanos de 1997.
Desde el siglo XVIII el discurso médico ha tenido gran capacidad de
fundamentar las legislaciones en torno a la vida biológica de las poblaciones;
este discurso asume en la actualidad que la bioética médica puede garantizar
una mejor, más idónea, ética y equitativa práctica médica, objetivo que
fortalece los procesos de la medicalización de la sociedad.
De otro lado en los Estados sociales de derecho se constituyen nuevas formas
de derechos, denominados derechos humanos prestacionales57, ¿qué relación
puede establecer la bioética con estos derechos?
Durante el siglo XXI en los Estados Sociales de Derecho surgen los derechos
fundamentales prestacionales; estos implican a los entes gubernamentales la
obligación de hacer o de dar, de intervenir activamente en la vida de las
personas, para producir mayor bienestar en sus condiciones de vida. Este es
uno de los ámbitos actuales desde donde la reflexión bioética, en
representación del discurso médico, se articula con la jurisprudencia.
Reconocemos las importantes implicaciones, que puedan tener los derechos
prestacionales para la sociedad, en tanto demandan una respuesta efectiva a
57 Los derechos humanos clásicos denominados negativos o de abstención, son desplazados
por una categoría de derechos prestacionales que implican la obligación de hacer, de intervenir positivamente en la vida de las personas, para obtener mayor justicia
120
las instituciones del Estado. Sin embargo, queremos visibilizar los riesgos que
para el ejercicio de gobierno actual, que se orienta hacia la vida y la
administración de las poblaciones, implican unos derechos que legitiman
intervenir acuciosamente en la vida de las personas. Estos derechos legitiman
realizar cualquier intervención sobre la vida de los seres humanos, en la
medida en que se consideren necesarias para garantizar la vida de las
comunidades o individuos. Si por ejemplo la salud logra vincularse a los
derechos humanos a través del concepto de bienestar, se constituye la base de
un derecho prestacional que pretende fomentar el desarrollo humano,
permitiendo que la salud deje de ser una simple atención a la enfermedad y se
posibiliten intervenciones totalizantes sobre la vida biológica de las personas.
Sobre la relación entre bioética y legislación, podemos afirmar entonces, que
de un lado la bioética tiende a autorregularse a través de formas provenientes
del discurso legislativo, y en segundo lugar encontramos que la bioética médica
contemporánea participa activamente de la formulación de legislaciones,
códigos, normas, acuerdos, tratados, leyes. Una de las más importantes
razones de la tendencia a juridificar la bioética médica es garantizar que las
conclusiones a las que llegan los comités de bioética, puedan tener una fuerza
social vinculante legítimamente constituida, es decir, que el saber bioético una
vez articulado al discurso legislativo se constituye en un ordenamiento, en una
regulación social con capacidad de generar consecuencias penales,
comerciales, civiles, políticas, económicas, etc.
En conclusión los procesos de secularización de la bioética han permitido que
se fortalezca la tendencia a constituir los relatos y las decisiones jurídicas como
fuente de moralidad, desconociendo las raíces morales que hacen parte del
mundo de la vida en cada contexto social. La preeminencia del discurso jurídico
es también una salida a la tiranía histórica de las tradiciones religiosas, sin
embargo este desplazamiento radical de la fe y las creencias religiosas, no es
necesariamente la mejor o la única vía para hacer frente a los problemas que
comportan las biotecnologías contemporáneas.
121
Queremos señalar entonces la enorme importancia que tienen las reflexiones
bioéticas sobre la orientación, construcción y legitimación de las políticas que
un estado asume sobre la vida. El discurso bioético se articula al discurso
jurídico ya sea como elemento para el discernimiento de la toma de decisiones
judiciales; o en el diseño y constitución de legislaciones y políticas públicas, o
como fundamento a la regulación interna de la práctica médica y como garante
ético racional de los protocolos de intervención y tratamiento que la medicina
brinda a los pacientes. La bioética forma parte de la producción de toma de
decisiones frente a las intervenciones de la práctica médica; además participa
en la construcción de políticas públicas sobre la salud, la enfermedad y la
muerte; y tienen injerencia en el diseño sistemas sanitarios. La bioética está
inscrita y determinada por la racionalidad biotecnológica, de allí que sea
fundamental su reflexión autocrítica para que pueda distanciarse de las
determinaciones ideológicas inscritas en nuestra cultura. Vamos entonces a
continuar nuestro trabajo analizando la estrecha relación del discurso bioético
con la medicina.
2.4 El discurso médico
Hemos visto la forma en que el discurso bioético se postula como un espacio
de encuentro entre las ciencias biológicas y las éticas; surge como una
respuesta más frente a los excesos de la razón instrumental; toma como
propias condiciones de la ciencia contemporánea, tanto en su reconocimiento
de la pluralidad, como en la búsqueda de encuentros inter-transdiciplinarios,
requisitos necesarios para su proceder. También pudimos constatar la
ausencia de una fundamentación ético-filosófica en la propuesta de la bioética
global de Potter, y vimos cómo la trama conceptual filosófica y jurídica del
discurso médico fue asumida por el discurso bioético con el propósito de
adquirir un fundamento epistemológico, pero con el costo de generar un
reduccionismo de la propuesta bioética inicial de Potter a los problemas de la
medicina.
122
En esta parte de nuestro trabajo queremos profundizar sobre la relación entre
la bioética y el discurso médico, que si bien ha estado presente a lo largo de
este trabajo, vale la pena realizar algunas puntualizaciones. Si retomamos la
historia de la medicina durante el siglo XX58, encontramos en una serie de
importantes adelantos tecnocientíficos y biotecnológicos aplicados a este
campo. La forma en que se ejerce la medicina es revolucionada
completamente por el vertiginoso desarrollo de la industria farmacológica y por
los hallazgos de la biología molecular sobre las leyes que rigen la herencia y la
formación de la vida. Además, desde el siglo XVIII, la medicina se
institucionaliza en organizaciones que distribuyen los servicios de salud y
protocolizan esta praxis bajo regulaciones de orden legal, político, empresarial,
económico y ético. El enorme poder alcanzado por el saber y la praxis médica
tiene como consecuencia una sociedad altamente medicalizada, en el sentido
de penetrar todas las esferas de la vida cotidiana proyectando y difundiendo las
relaciones de poder sobre la vida biológica, exigiendo que todos y cada uno
seamos partícipes de los procesos de medicalización. En la historia de la
medicina, podemos evidenciar los alcances sociales y políticos que logró la
medicina, convirtiéndose en una de las ―ciencias‖ más importantes para el
gobierno liberal.
La consolidación social del discurso bioético se alcanzaría en los primeros años
de la década de los 80, como resultado de la labor de la ―Comisión Presidencial
para el Estudio de los Problemas Éticos en Medicina y en la Investigación
Biomédica y de la Conducta‖ (1981-1983) y de la renovación, en el espíritu
bioético, de los Principios de Ética Médica de la Asociación Médica Americana.
Además, el creciente número de publicaciones y eventos científicos sobre
Bioética Médica, y la inclusión de esta en los diversos currículum de las
escuelas de Medicina, contribuirían significativamente a alcanzar este
resultado.
58 Ver anexo sobre la historia de la medicina en el siglo XX.
123
La bioética es un discurso que logra posicionarse socialmente y adquiere
fundamentación epistemológica a partir de su encuentro con la medicina. El
discurso bioético incorporó una serie de declaraciones, pactos, tratados y
convenciones del discurso jurídico internacional sobre la práctica médica, y
asume en nuestra contemporaneidad la tarea de participar en la producción de
nuevas legislaciones nacionales e internacionales sobre las políticas
relacionadas con las aplicaciones medicas de las biotecnologías.
El éxito del encuentro entre medicina y bioética, que en la propuesta de Potter
no era el problema esencial, se debe a la posibilidad que brinda la bioética de
consolidar un discurso que tenga la capacidad de legitimar cultural, política y
moralmente el controvertido ejercicio de la medicina del siglo XX. Las nuevas
biotecnologías crean nuevas posibilidades de intervenir la materia biológica del
ser humano. Las asociaciones médicas, constituidas generalmente por
médicos especializados, tienden a experimentar fuertes tensiones y a sesgar
las decisiones sobre las vías de desarrollo de la ciencia médica, por intereses
político-económicos de las agremiaciones que los constituyen. Estas
agremiaciones se caracterizan por presentar unas complejas relaciones de
poder, inclinadas hacia la total confianza en la ciencia experimental, dejando
relegados los conocimientos provenientes de otras disciplinas, de otros saberes
como los humanísticos. Esta situación no responde a los idearios de la
postmodernidad, en los que se reconoce cada vez más la importancia del
diálogo de distintos sectores del conocimiento, donde deja de considerarse el
método experimental como el único camino para producir un saber más eficaz
y representativo de la realidad.
El beneficio recíproco que ambas disciplinas reciben cuando articulan sus
intereses es claro. Para la bioética de Potter se constituía la posibilidad de
subsanar su carencia inicial de fundamentación ético-filosófica, a través de
incorporar un conjunto de importantes reflexiones políticas del siglo XX, sobre
el ejercicio médico e investigativo; además, la bioética integra una labor
reflexiva deontológico-moral, establecida en los códigos de ética médica, que le
permiten adquirir fundamentación epistemológica sobre consideraciones ético-
124
morales, dando como resultado un discurso bioético con mayor interés y
aceptación social que la propuesta inicial de Potter. Para la medicina, el
encuentro con la bioética se constituía paulatinamente en la forma
contemporánea de garantizar que sus intervenciones, búsquedas y desaciertos
estén inscritos dentro de un marco ético de reflexión que justifique y legitime
sus prácticas. Gracias a la intervención de la bioética se institucionaliza una
nueva gramática que le permite al discurso médico justificarse y racionalizarse
con valoraciones éticas.
Durante la modernidad, la comprensión del mundo de la vida a partir de
presupuestos y creencias del discurso médico dejó de ser una tarea exclusiva
del médico para convertirse en una labor realizada por diversos actores
sociales; situación que acrecienta la necesidad de un discurso como el bioético,
capaz de regular, evaluar y estudiar los diversos problemas suscitados por los
procesos de medicalización de la sociedad. La medicalización es un fenómeno
observable en la progresiva participación de la ciudadanía en los asuntos
médicos donde, más allá del enfermo y la familia, son los profesionales de las
ciencias sociales, los medios masivos de comunicación, los religiosos, los
políticos, los bioeticistas, etc. los nuevos agentes que tienen el deber de vigilar,
acompañar, distribuir, promover, mejorar socializar los procesos de
medicalización. Recordemos una de nuestras hipótesis: la bioética médica es
un complejo proceso de refinamiento del discurso y la técnica médica, en la
medida precisamente en que participa del proceso de medicalización de la
sociedad al vincular los nuevos desarrollos de las biociencias médicas con un
cuerpo de doctrinas ético-morales, o al dilucidar los dilemas éticos producidos
por los masivos procesos de medicalización.
La relación entre bioética y medicina no es una relación necesaria. Potter
oncólogo de profesión, cuestionó el sesgo que sufrió el discurso bioético. Para
él la preocupación por el futuro de la humanidad no debería ser un problema
monopolizado por la visión médica:
Él mismo en 1975 señalaba que la bioética quedaba restringida a una
Bioética médica o clínica, como puso de manifiesto en 1975 en su alocución
125
Presidencial de la 66ª Reunión Anual de la Asociación Americana del
Cáncer. Y en el 2001 en la alocución inaugural del congreso mundial de
bioética (Guijón) donde recibió el Premio de la Sociedad Internacional de
Bioética 2000. Potter se quejaba de que "la Bioética hubiera sido acaparada
durante la siguiente década por los 'comités bioéticos' médicos que
trabajaban en Centros de Bioética en el área clínica, tratando problemas de
vida y muerte que son todavía controvertidos.59
La bioética deja relegado su carácter global para enfocarse en una visión
médica. No queremos decir que la bioética global no tenga grupos de trabajo,
investigadores e importantes aportes en la actualidad; queremos señalar la
predominancia y la mayor representatividad de la bioética médica, hasta el
punto que en muchas definiciones y en los significados colectivos se considera
que la bioética es constitutiva de la medicina. La nueva capacidad que ofrece la
biotecnología para administrar, rediseñar y reproducir la vida, requiere de un
discurso como la bioética capaz de legitimar, ordenar y articular los sistemas de
bienestar, las políticas públicas y las prácticas medicalizadas sobre el cuerpo,
con una producción de saber institucionalizado y a través de redes de
conocimiento globales.
Podemos entonces reconocer que el nacimiento de la bioética está marcado
por numerosos discontinuidades epistemológicas, tecnológicas, geopolíticas y
económicas del siglo XX. Para finalizar vamos a especificar algunos
acontecimientos relevantes en la historia de la medicina del siglo XX, que han
generado la necesidad social de una reflexión que permita hacer un uso
adecuado de la capacidad y la disponibilidad que las nuevas tecnologías crean
sobre la vida. En primer lugar, los diagnósticos prenatales que ponen en
discusión el debate sobre el aborto, sin recurrir a argumentos de planificación
sexual; el advenimiento de las drogas inmunosupresoras que hacen posible los
trasplantes de órganos, como las cirugías a corazón abierto; la hemodiálisis
que aparece en 1962, el nacimiento de Louise Joy Brown en 1978 en
59 Lacadena, Juan. Orígenes de la bioética: Van Rensselaer Poter, in memoria (2). Versión
digital en: http://www.cnice.mecd.es/tematicas/genetica/2001_10/2001_10_01.html (consultado en mayo de 2006).
126
Inglaterra, el primer bebe probeta del mundo; la revolución sexual generada por
los primeros anticonceptivos; la transferencia de la información genética
nuclear de la oveja Dolly por Ian Wilmut en 1997. En general para las nacientes
biotecnologías del siglo XXI, el cuerpo humano es considerado como una
plataforma susceptible de diversas ampliaciones, expansiones e integraciones
de mejoramiento.
Uno de los principales referentes para el discurso bioético se registró
históricamente en un artículo de la revista Life del 9 de noviembre de 1962,
cuando en Seattle (Estado de Washington) se decidió crear un comité de legos
no médicos, para decidir qué pacientes tenían posibilidad para beneficiarse de
la entonces reciente máquina de hemodiálisis. Este comité debía seleccionar
los pacientes a quienes se pudiera ofrecer el tratamiento posibilitado por el
doctor Belding Scribner al inventar la conexión y la cánula arteriovenosa, en
1961. La pregunta subyacente era ¿por qué un avance médico debería crear
una nueva discriminación médica? ¿Quién y cómo se elegiría a los candidatos?
La novedad estribaba precisamente en que la respuesta a estos interrogantes
no recaía sobre los médicos, sino sobre una representación de la comunidad60.
El primer transplante de corazón realizado por Christian Barnard en Sudáfrica
en 1967 y el concepto de muerte analizado por la universidad de Harvard en
1968 que dio como resultado un artículo sobre muerte cerebral, que fue
reconocido rápidamente por el sistema legislativo de los estados con mayor
desarrollo tecnológico. En general ―Se incubaba hacía tiempo en los Estados
Unidos un proceso de revisión de las metas y las prácticas de la medicina.
Manifestaciones de ello fueron los libros de Joseph Fletcher, "Morals and
Medicine" (1984) y de Paul Ramsey, "The Patient as Person" (1970)‖61.
Otro caso de enorme importancia para la bioética médica toca el tema de la
muerte digna. Karen Ann Quinlan en 1975 motivó el debate sobre la eutanasia
60 Lara, Francisco. Introducción a la bioética. Universidad de Granada. España. 2005. Versión
digital: http://www.ugr.es/~eianez/Biotecnologia/bioetica.htm#01 (consultado en mayo de 2012). 61
Lolas, Fernando (1997). Bioética: una palabra con historia. El Mercurio, Centro interdisciplinario de estudios de bioética. Chile. Versión digital en: http://www.bioetica.uchile.cl/entre/docs/biohis.htm (consultado en mayo de 2012).
127
y el derecho a la propia muerte, y la reflexión sobre casos de coma
irreversibles. Los padres piden que la desconecten del respirador artificial para
que pueda morir en paz. Tras una denegación judicial hay un recurso, en el que
el Tribunal Supremo de Nueva Jersey autoriza la desconexión sobre la base
del "derecho a una muerte digna y en paz". Se visibiliza las posibilidades de un
encarnizamiento terapéutico a partir de la aplicación de tecnologías que al
operar y mantener la nuda vida, olvidan por completo los rasgos característicos
de una vida auténticamente humana. Una de las recomendaciones del Tribunal
Supremo que intervino en el caso Quinlan fue la de que los hospitales creasen
"Comités de ética" capaces de enfrentarse a este tipo de conflictos. Surgieron
directrices sobre la reanimación, sobre el empleo o no de tratamientos
―costosos‖ para mantener con vida recién nacidos con graves anomalías.62
La capacidad de transformar el cuerpo humano, refaccionarlo, potencializarlo,
curarlo, mejorarlo, embellecerlo, prolongar su vida, rediseñarlo, cuestiona
profundamente las nociones tradicionales sobre lo que es el hombre. Relatos
que cumplen la función de mantener un nivel de estabilidad frente a lo que
somos, nuestros orígenes y objetivos vitales. El ser humano contemporáneo
tiene entonces nuevos poderes, inserto en una capacidad biotecnológica que le
permiten transformar la realidad no solo en su contexto material, sino de las
estructuras biológicas de los seres vivos.
La ciencia hoy en día, ha hecho posible intervenir directamente la estructura de
las formas de vida, a partir de la comprensión de la constitución de las
moléculas que trasmiten la herencia y determinan la síntesis de proteínas, cuya
función es controlar la estructura, las reacciones químicas, el transporte de los
elementos necesarios para el funcionamiento celular. Las moléculas de ADN
fueron representadas en una cadena de doble hélice por Francis Crick y James
Watson en 1962. Esta comprensión abre el camino para inéditas formas de
intervención sobre la estructura de la vida misma; la genómica, la proteómica,
62 Lara, Francisco. Introducción a la bioética. Universidad de Granada. España. 2005.
Versióndigital: http://www.ugr.es/~eianez/Biotecnologia/bioetica.htm#01 (consultado mayo de 2012).
128
la transgénesis, las nanotecnologías, la ingeniería genética y en general una
compleja arquitectura tecnológica sobre la vida desarrollada durante el siglo
XX. Estos conocimientos plantean la posibilidad de mezclar arbitrariamente y
en periodos muy cortos estructuras que han tardado miles de años en
relacionarse con su medio ambiente a través de la evolución. Desde sus
inicios, la manipulación de los procesos reproductivos, cargados de una
vocación eugenésica, ha creado una serie de dilemas éticos a los que ninguna
disciplina logra responder con rigor. Las prácticas médicas en torno a estos
problemas comienzan a justificar la necesidad de un discurso como la bioética.
La nueva ciencia genética despierta más cuestiones inquietantes que cualquier otra revolución técnica de la historia. Al reprogramar los códigos genéticos de la vida, ¿no nos arriesgamos a interrumpir fatalmente millones de años de desarrollo evolutivo? ¿Acabaremos por ser alienígenas en un mundo poblado de criaturas clonadas, quiméricas y transgénicas? La creación, la producción masiva y la liberación a gran escala en el medio ambiente de miles de formas de vida sometidas a la ingeniería genética, ¿no causarán un daño irreversible a la biosfera y convertirán la contaminación genética en una amenaza aún mayor para el planeta que las poluciones nucleares y petroquímicas? ¿Cuáles son las consecuencias para la economía mundial y la sociedad de que el acervo genético mundial quede reducido a mera propiedad intelectual patentada, sujeta al control exclusivo de un puñado de multinacionales? 63
Un nuevo orden de examen, control, racismo de las razas, saber-poder,
anormalidad surge con el desarrollo de la ingeniería genética, será necesario
estar atentos a las formas de utilización de estas biotecnologías.
Hasta este punto de nuestro trabajo hemos podido constatar la interacción de
un conjunto de discontinuidades que han ejercido una clara influencia en el
desarrollo histórico de la bioética médica; el discurso jurídico, ético-moral, el de
la ciencia y las biotecnologías. Estos discursos aportan nuevas gramáticas de
enunciación de la verdad, la bioética toma nuevos rumbos y se constituye como
una disciplina focalizada sobre el quehacer de la medicina. Vamos a iniciar
nuestro análisis sobre el concepto de biopolítica, contrastándola con la bioética
médica.
63 Rifkin, Jeremy (1999). El siglo de la biotecnología. Barcelona: Crítica. pp. 14-15.
129
III
BIOPODER Y BIOPOLÍTICA
1. La investigación genealógica
Vamos a proponer una serie de consideraciones sobre la genealogía como
método de investigación. A través de este camino investigativo Foucault llegó a
percibir las relaciones de poder de los discursos llevados a la práctica,
comprendiendo la manera en que los discursos se materializan en acciones
concretas que afectan la vida de los hombres. Los trabajos genealógicos de
Foucault le permitieron advertir una nueva lógica en las relaciones de poder
contemporáneas a las que denomióo biopoder, entendido como un ejercicio de
poder que administra la vida de individuos y poblaciones. En segundo término
vamos a precisar el concepto de juegos de verdad, que nos permitirá
esclarecer la relación entre el saber y el poder; los juegos de verdad explican la
forma en que verdades y discursos son capaces de modificar la relación del
sujeto consigo mismo, con sus semejantes y con su entorno. Por último vamos
a profundizar sobre las distintas facetas del biopoder: la anatomopolítica
orientada hacia cada individuo particular y la biopolítica que interviene sobre
poblaciones con el propósito de optimizar, maximizar sus condiciones de vida;
y en particular sobre los procesos de medicalización de la sociedad, donde
podemos apreciar con mayor claridad las consecuencias socio-políticas de este
ejercicio de poder.
La genealogía constituye el énfasis del trabajo investigativo y conceptual de los
análisis críticos de Foucault. La genealogía es una práctica histórico- filosófica,
que difiere de una historia lineal de la filosofía, es decir, no se trata de una
visión historicista fundamentada en la concepción de una historia progresiva,
capaz de alcanzar estados universales de validez. Tampoco se refiere a una
filosofía de la historia, como aquella reflexión que da sentido a las bases
epistemológicas del quehacer del historiador. Una práctica histórico-filosófica
es un ejercicio reflexivo que, a partir de los archivos o documentos históricos
interroga el presente, para relativizar la estabilidad de los modelos rígidos de
130
sentido o interpretación, produciendo un nuevo campo para la reflexión
filosófica.
El referente más importante de Foucault lo constituye el trabajo genealógico
realizado por Nietzsche, quien cuestionó los fundamentos que las sociedades
tradicionales asumían como verdades absolutas. Nietzsche elabora la
genealogía de la moral indagando por el origen histórico de los valores,
certezas y dogmas por los que los hombres han dado su vida, han sacrificado
su existencia, han renunciado al placer, han sometido sus cuerpos, sus deseos
y sus pasiones. En su detallada investigación demuestra cómo cada verdad,
cada valor, cada dogma es construido por el hombre y responde a la
convergencia de múltiples fuerzas intereses y presiones. La labor del
genealogista es relativizar las verdades metafísicas, tomadas por
incuestionables y absolutas, haciendo evidente su fragilidad y el carácter
parcial de su fundamentación. Por lo tanto, este procedimiento investigativo
tiene efectos en el presente, en la forma de comprender las cosas; cuando se
relativizan y se diluyen las certidumbres que otrora fundamentaban nuestra
condición de ser en el mundo, liberamos nuestra condición de sujetos de un
grupo de creencias constitutivas de nuestra identidad colectiva. La genealogía
es, por consiguiente, una táctica liberadora de los saberes históricos
sometidos, con efectos sobre los procesos de constitución de nosotros mismos.
La crítica nietzscheana despeja lo real de los marcos trascendentales que lo
ahogan1, desenmascarando los ideales y las perspectivas trascendentales
desde donde la visión metafísica interpreta lo existente, desde donde se han
forjado los pilares de la cultura occidental. La genealogía se propone mostrar
cómo se originan y desarrollan los valores, y en especial, hacia donde
conducen, qué significan sus implicaciones y consecuencias para la vida2. Por
lo tanto, el análisis y la crítica sobre los valores que realiza la genealogía llevan
1 Vermal, Juan (1987). La crítica de la metafísica en Nietzsche. Barcelona: Anthropos. p. 46.
2 Sánchez Meca, Diego (1989). En torno al superhombre Nietzsche y la crisis de la modernidad.
Anthropos: Madrid. p. 127.
131
implícita una transformación de las concepciones sobre la vida, una liberación
de las posibilidades del presente.
Señalemos con más precisión algunas características de la genealogía; en
primer lugar, la genealogía renuncia a la búsqueda del ―origen‖ metafísico y
fundamental3, pues comprende que a través de un trabajo analítico detallado,
no se encuentran verdades inmanentes y absolutas; por el contrario se hace
evidente la fragmentación y relativización de los saberes centrales, de los
grandes metarrelatos y de toda afirmación que se proclama verdad
fundamental.
La genealogía demuestra que no existen esencias eternas e inmutables. Los
conceptos, los valores y las verdades son construidos por el hombre, a partir de
fragmentos extraños entre sí mismos. Los objetos para ser nombrados y
representados son recortados desde ángulos y aspectos parciales e
incompletos. La genealogía encuentra en el lugar de las esencias y las
verdades inmutables una serie de conjuntos de acontecimientos, subrogados,
relevados, silenciados por una tendencia dominante que los articula en una
interpretación metafísica del mundo. Detrás del conocimiento y de la verdad
con pretensiones de universalidad, se encontrará una voluntad de poder
expresada en modos y actos de sujeción y dominación, tales como el instinto,
la pasión, la crueldad y la injusticia de los que definen las cosas como son.
En segundo lugar, podemos afirmar que ―la búsqueda de la procedencia no
funda, por el contrario: conmueve lo que se percibía inmóvil, fragmenta lo que
se pensaba unido‖4. El análisis del material histórico no tiene como objetivo
brindar fundamentación a una teoría unitaria; la genealogía pretende captar los
elementos disonantes, acallados, demostrando la no existencia del ser en sí de
las cosas. La ausencia de una esencia de las cosas permite formular una
discontinuidad en los objetos, liberando el valor particular de cada elemento. El
3 Foucault, Michel (1983). Nietzsche, la genealogía, la historia. Traducción realizada por María
Luisa Jaramillo. Revista de sociología Medellín, 5, 5-15. 4 Foucault, Michel (1983). Ibíd. p. 8
132
análisis de la procedencia invita a reconocer la multiplicidad, la dispersión, los
accidentes y los azares que interactúan en la configuración del mundo que
conocemos. El abordaje genealógico descubre en la raíz de lo que conocemos
y de lo que somos la exterioridad del accidente, lo contingente.
Un tercer elemento que se desprende de los anteriores es la imposibilidad de
aceptar ingenuamente el progreso teleológico, es decir, la creencia en el
desarrollo histórico progresivo, a través de un proceso de racionalización
continuo. La concepción sobre un progreso histórico lineal e ilimitado, requiere
de unas bases fundamentales desde donde se desarrollaría el conocimiento, ya
sea para adicionarse a los fundamentos y darles mayor consistencia, o bien
para alcanzar los objetivos que estaban previamente trazados en cada
fundamento. La investigación genealógica revela las luchas, las tensiones que
se encuentran en cada progreso histórico y epistemológico, demostrando la
imposibilidad de una continuidad lineal, progresiva y universalista en el discurso
o en el saber.
Si las esencias metafísicas y las definiciones últimas de las cosas proceden del
conflicto contingente de las relaciones de poder, la historia no puede explicarse
según una verdad absoluta, ni posee un sentido único y exclusivo. Por lo tanto,
la historia sería fragmentada y discontinua. Foucault sospecha de la
continuidad histórica y la racionalidad creciente, característica del pensamiento
ilustrado, que propone como solución a los problemas sociales y políticos ,
recuperar la senda que establece contacto con la línea que fundamenta
teleológicamente el sentido de la vida y de la historia.
La renuncia a una visión unitaria del mundo nos conduce a un cuarto elemento
del ejercicio genealógico, su interés por la multiplicidad; por ello Foucault no
pretende señalar la unidad que se produce a través de los conceptos, sino
hacer evidente la multiplicidad de fuerzas, de consecuencias prácticas, de
intereses, de saberes, de posibilidades, que participan de los acontecimientos
históricos. De allí la importancia de describir los detalles de cada situación
histórica.
133
Para llegar a la multiplicidad, Foucault se ocupó de lo singular, de los espacios
locales, de los contextos particulares. La revisión de los efectos prácticos de los
discursos puede nombrarse como un operar desde la superficie, que trata de
evitar el juego de las especulaciones conceptuales, de las interpretaciones y de
los excesos del discurso. La multiplicidad desestabiliza los modelos rígidos y
tradicionales de la realidad, de la identidad y de la verdad, en una práctica que
le apuesta a la liberación de las subjetividades y de las formas de ser en el
mundo.
El quinto elemento que consideramos importante destacar es la crisis de la
representación que tiene consecuencias en el valor de la interpretación. El
análisis de los formas de representación que Foucault realiza en Las palabras y
las cosas, a través de la historia de la teoría general de los signos, evidencia la
manera en que la representación se desplaza de la iconicidad a la
arbitrariedad, característica que posibilita un enfoque racionalista en los nuevos
análisis de la lógica del signo. Posteriormente durante el siglo XIX, se produce
una historización del signo: ―los signos eran tal como eran, no a causa de las
cosas representadas, ni por las leyes de la lógica de los signos, sino a causa
de la evolución e historicidad de los mismos signos‖5. Finalmente Foucault
señala la concepción estructuralista de Saussure sobre el signo lingüístico
como otro de los grandes detonantes de la crisis de la representación. Desde
esta mirada, el signo tiene valor sólo por las oposiciones y diferencias que
establece con otros signos de la cadena significante. Todos estos sesgos
muestran la fragilidad del signo lingüístico para representar, justificando
además el cuestionamiento a realizar una interpretación, en tanto es necesario
el uso de signos del lenguaje, para ampliar el campo de comprensión y
representación del objeto abordado. Cuando interpretamos hacemos una
recomposición de un conjunto de elementos en una nueva serie que permite
interrogar, demostrar o fragmentar antiguos postulados: ―Interpretar es
5 Nöth, Winfried (2001). Autorreferencialidad en la crisis de la modernidad. Cuadernos: Revista
de la facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, (17), p. 366. Versión digital en: http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/185/18501720.pdf (consultado mayo de 2012).
134
apoderarse, por la violencia o subrepticiamente, de un sistema de reglas que
no tienen en sí significación esencial, e imponerle una dirección, plegarlo a una
nueva voluntad, hacerlo entrar a otro juego y someterlo a reglas segundas‖6.
No se trata entonces de fomentar complejas elucubraciones conceptuales, que
deslizan la mirada hacia el plano de las abstracciones y de las esencias
eternas e inmutables. La genealogía sospecha de los artilugios conceptuales,
de los excesos del lenguaje; apela por lo tanto, al estudio del lenguaje
reconociendo sus límites para representar, pensando sus consecuencias
prácticas, procurando describir situaciones, campos, espacios, contextos,
superficies, desde donde se pueda describir las formas en que se materializa el
lenguaje.
Finalmente, sin pretender reducir la riqueza conceptual del uso que Foucault da
a la genealogía, vamos a señalar un sexto aspecto que se deduce de la
multiplicidad y la crisis de la representación. Para poder dar cuenta de ambos
fenómenos, la genealogía describe contextos históricos interrogando las
relaciones de poder que se establecen a partir de las diversas máscaras que la
verdad adopta a través del lenguaje. Gracias a la descripción histórica, la
multiplicidad emerge en primer término cuando se brinda un lugar a los otros
discursos, a los que podemos denominar como saberes singulares o
particulares que no han sido reconocidos por los sistemas de pensamiento
tradicionales. En segundo término, la multiplicidad se revela a través del
señalamiento de los juegos de sujeción que establecen los discursos; cuando
se develan las consecuencias de un discurso se diluyen los fundamentos,
dando lugar a espacios, costumbres, usos y formas diferentes. La descripción
histórica abre entonces la posibilidad de liberar de las concepciones
tradicionales, los discursos y las prácticas de sí, que se pueden encontrar en
un grupo social particular.
Los trabajos genealógicos de Foucault le permitieron interrogar las relaciones
de poder centradas sobre la vida y en particular sobre el cuerpo, llegando a la
6 Dussel Ines (2003), Foucault y la escritura de la historia: reflexiones sobre el uso de la
genealogía. Revista de educación y pedagogía, 15 (37), p. 18.
135
formulación del concepto de biopoder, el cual le permitió explorar las relaciones
de poder constituidas por la anatomopolítica y la biopolítica desarrolladas a
partir del siglo XVIII en las Estados democráticos liberales. El concepto de
biopoder toma como referente central el cuerpo en tanto superficie de
inscripción de acontecimientos: ―el cuerpo impreso de historia y la historia
arruinando el cuerpo‖7, denotan la dinámica que se sostiene en las
producciones de verdad en occidente, tendientes a dominar, normalizar,
disciplinar y aplicar múltiples tecnologías sobre el cuerpo, con el propósito de
optimizar sus fuerzas para brindar una mayor capacidad de usufructuar la vida.
Podemos afirmar que la genealogía investiga la procedencia histórica de lo que
se tiene por supuesto o verdadero, realizando un detallado análisis sobre los
documentos históricos que permiten percibir los múltiples matices de los
acontecimientos y de los enunciados. A través de este análisis se retoma lo ya
enunciado para abrirse al espacio de su propia posibilidad, al ámbito de su
emergencia8, buscando la singularidad del acontecimiento, la discontinuidad de
los objetos y de los sujetos de conocimiento. Por lo tanto, el discurso es
interrogado en el plano pragmático, desde sus consecuencias prácticas.
El análisis que Foucault realiza sobre las consecuencias prácticas le permitió
pensar el poder como un conjunto de relaciones que no son macizas, ni
homogéneas; relaciones que se desplazan y se expresan en situaciones
específicas, en eventos cargados de múltiples tensiones y fuerzas. Las
relaciones de poder son fuerzas que circulan, ―deben analizarse como algo que
circula, como algo que solo funciona en cadena (…) el poder se ejerce en red
y, en ella, los individuos no solo circulan, sino que están siempre en situación
de sufrirlo y también de ejercerlo (…) el poder transita por los individuos, no se
aplica a ellos.‖9
7 Foucault, Michel (1983). Nietzsche, la genealogía, la historia. Revista de sociología Medellín,
5, p. 8 8 Recio, Felix. ―El enfoque arqueológico y genealógico‖. En: García, Manuel; Ibáñez, Jesús;
Alvira Francisco (Comps.) (2003). El análisis de la realidad social, métodos y técnicas de investigación. Madrid: Alianza. 9 Foucault, Michel (2001). Defender la sociedad. Argentina: Fondo de cultura económica. p. 38
136
La concepción del poder en Foucault es representada como la confrontación de
fuerzas que pugnan por el control, la influencia y la dominación del otro y de lo
otro. El poder se refiere, entonces, al conjunto de las acciones que cada sujeto
utiliza para influir sobre las acciones de los otros. Las relaciones de poder se
materializan en tecnologías, tácticas, estrategias y juegos de verdad, que
circulan al interior de las sociedades y que pueden ser ejercidos por cada uno.
Por lo tanto, cada individuo posee un poder sobre sus semejantes y cada
individuo puede operar formas de resistir. Dentro de la compleja red de
relaciones de poder pueden existir relaciones totalitarias, las cuales pretenden
dominar a un individuo en particular, o a colectividades en general. El poder no
puede reducirse al ejercicio de una prohibición, porque para influir sobre el otro
es posible incitarlo, seducirlo, inducirlo, facilitarle, dificultarle, ampliarle,
limitarle, entre muchos otros juegos de posibilidades de relación.
Las relaciones de poder son juegos estratégicos que pueden pensarse desde
dos perspectivas; en primer lugar, cuando estas relaciones pretenden
influenciar el campo de acción del otro, existe la posibilidad de responder bien
sea para no permitir que la propia conducta sea determinada, o para tratar de
determinar la de los otros; y en segundo lugar como estados de dominación,
caracterizados por el ejercicio unilateral de las relaciones de poder, donde la
movilidad, la reversibilidad, la respuesta, quedan limitadas por un ejercicio de
poder asimétrico, totalitario, sedimentado en una sola dirección.
La genealogía interroga las relaciones de poder, analizando las formas en que
son ejercidas en el plano de las experiencias, más allá de interesarse en quién
lo posee, y cuál pudiera ser el origen y el lugar de esa posesión. Las relaciones
de poder son reconocidas a partir del análisis de documentos históricos, que
reflejen la complejidad de fuerzas que se han ejercido en torno al discurso de
verdad. Tener en cuenta, reconocer, darle un lugar a los saberes sometidos, a
los saberes de la gente, es una consecuencia de la investigación genealógica,
porque estos saberes tienden a ser absorbidos y acallados por sistemas de
137
pensamiento avalados por las comunidades científicas predominantes en un
momento histórico concreto.
¿Por qué es importante otorgarle un lugar a los saberes que han sido
absorbidos por los grandes sistemas tradicionales de pensamiento? La
posibilidad de reconocer una mayor diversidad en los saberes brinda un marco
de referencia más amplio para las formas de subjetivación. Aunque estos
pequeños relatos han sido considerados como insuficientes, erróneos,
parciales e inferiores al saber científico clásico, es desde esos saberes que el
ejercicio de la crítica puede expresarse, nombrándolos como los saberes
específicos, particulares, locales, capaces de incrementar las condiciones para
que el sujeto pueda auto-representarse, crearse, relacionarse y realizarse.
Foucault trata de tener en cuenta los otros saberes, los saberes cotidianos,
debido a su capacidad de resistir las relaciones de poder totalitarias, inscritas
en los saberes científicos. La genealogía consiste entonces en el ―acoplamiento
de los conocimientos eruditos y de las memorias locales que permiten la
constitución de un saber histórico de la lucha y la utilización de ese saber en
las tácticas actuales‖10 . Por la tanto es importante reconocer que el
cuestionamiento de las verdades que pretenden poseer validez universal se
constituye en una posibilidad de intervenir en la liberación de nuestro presente.
Para la labor genealógica es necesario, entonces, asumir la crisis de la
representación, desconfiando de los juegos interpretativos del lenguaje y de los
sistemas de conocimiento generalizados. Las formas de saber predominantes
producen, en último término, el régimen de verdad al que una sociedad
determinada se acoge. Este régimen legitima el ejercicio de un poder contra el
que la genealogía lucha, resistiendo los excesos de los discursos ―científicos‖
de la sociedad moderna.
10 Foucault, Michel (1992). Microfísica del poder. Madrid: La Piqueta. p. 130
138
A continuación vamos a hacer una referencia más detallada a lo que Foucault
denominó juegos de verdad, porque allí es donde el trabajo genealógico puede
difuminar las pretensiones del ejercicio de poder que se fundamenta en una
verdad ―absoluta‖, terreno de lucha y confrontación por las relaciones de fuerza
que se producen cuando los discursos son llevados a la práctica y logran
inscribirse en el cuerpo.
2 Juegos de verdad
Una de las principales condiciones de posibilidad para las relaciones de poder
son los discursos de verdad. Estos discursos se estructuran a partir del saber
que se acepta como verdadero en una sociedad determinada. En este apartado
vamos a analizar la forma en que estos discursos son juegos de verdad
capaces de justificar y desplegar prácticas y dispositivos que vehiculizan las
relaciones de poder en un contexto histórico determinado.
Consideramos que un referente para abordar el concepto de juegos de verdad
lo constituye Ludwig Wittgenstein, uno de los autores más representativos de la
filosofía analítica. Este autor trató de comprender la complejidad del lenguaje y
la crisis de la representación del lenguaje con pretensiones absolutas,
formulando la categoría de juegos de lenguaje. Este recorrido nos permitirá
hacer más comprensible la propuesta foucaultiana sobre los juegos de verdad,
que trata de evidenciar la articulación del lenguaje con el poder, rasgo
destacado del quehacer genealógico.
Wittgenstein en su Tractatus lógico-philosophicus11 realiza un importante aporte
a la reflexión en torno al lenguaje, a través de su preocupación por la
clarificación lógica de las ideas. Gracias a los postulados de este autor se
consolidan las bases del denominado giro lingüístico en el siglo XX. Su primer
propuesta lógico-filosófica aborda los problemas del conocimiento científico por
11
Wittgenstein, Ludwig (1983). Tractatus lógico-philosophicus. Madrid: Alianza editorial. 1ed. 1918.
139
medio del análisis del lenguaje, a través del esclarecimiento de conceptos,
propendiendo por la elucidación de un lenguaje que pudiera reflejar la realidad
y superando los falsos problemas planteados por el escepticismo filosófico, que
olvidaba precisar los conceptos desde los que se establecía un debate o un
problema filosófico. En esta etapa establece además una distinción entre la
gramática de superficie y la gramática de profundidad: la primera se refiere a la
interpretación cotidiana del lenguaje; la segunda al análisis indagatorio de las
innumerables y a veces incompletas formas de lenguaje que aparecen en el
lenguaje fáctico.
Posteriormente, el segundo Wittgenstein, en sus Investigaciones filosóficas12,
desarrolla los diversos juegos de lenguaje que se construyen a partir de las
intencionalidades, necesidades y usos que posee el discurso en un momento
determinado. Las proposiciones deberían ser comprendidas en el ámbito de su
contexto, pues cada discurso posee un juego lingüístico diferente: el sentido, la
interpretación y el uso estructuran el significado de acuerdo con unos
presupuestos teóricos y unas reglas de producción de proposiciones. Ahora el
lenguaje no se concibe como una representación de la realidad, sino como una
herramienta, un instrumento. El filósofo deberá conocer las palabras en su uso
cotidiano, para comprender los diferentes significados de las palabras.
El método de análisis de los juegos de lenguaje de Wittgenstein considera,
entonces, que el significado depende del contexto y el uso. El significado de las
palabras y las oraciones emerge a partir de su conexión con otros elementos
lingüísticos, y también por el uso dado en el contexto de las prácticas sociales
o formas de vida de una comunidad. Por tanto, el significado es múltiple y
complejo, no puede reducirse o simplificarse a alguno de sus usos.13
12 Wittgenstein, Ludwig (1988). Investigaciones filosóficas. Universidad Nacional Autónoma de
México. Instituto de Investigaciones Filosóficas. 1ed. 1952. 13
Hoyos, Juan Guillermo (2003). Notas del seminario fundamentos de ética. Instituto de Filosofía. Universidad de Antioquia.
140
En el uso práctico de las palabras en circunstancias y contextos específicos, es
posible reconocer y dar cuenta de la polisemia del lenguaje. Wittgenstein,
Influenciado por Moore14, centró su atención en el lenguaje del uso real. Este
nuevo interés permite que el autor deje a un lado las preocupaciones iniciales
del positivismo lógico de Russell: las definiciones abstractas, o las relaciones
lógicas entre las palabras, que pretendían formalizar leyes lógicas
denominadas tautologías.
Los juegos del lenguaje critican el periodo lógico de la filosofía analítica, y
proponen un análisis del lenguaje que se inscribe en el tejido de las acciones
humanas. El lenguaje posee funciones más complejas que las de dar
descripciones verdaderas o falsas: dar órdenes, formar conjeturas, narrar un
relato, representar un papel, hacer una broma, traducir, orar, insultar, saludar;
en términos de su gramática profunda cada palabra tiene una función diferente.
Wittgenstein trata de comprender el lenguaje desde los múltiples puntos de
vista de la vida cotidiana, reconoce la imposibilidad de trazar una línea precisa
entre los diversos usos de lenguaje. Esta es una de las razones por las que no
trató de elaborar una definición general de los juegos de lenguaje, sino ilustrar
el uso del término mediante ejemplos específicos. Por lo tanto Wittgenstein no
se proponía enseñar una teoría, sino una cierta destreza en el estudio del
lenguaje.
Los juegos de lenguaje evidencian cómo el significado surge de las reglas que
rigen el lenguaje. Esta concepción funcional del significado permite al
investigador no violentar un uso del lenguaje para adecuarlo a todos los casos.
Wittgenstein demuestra la relatividad del significado porque éste emerge y se
produce a partir de usos y contextos específicos. Por lo tanto, las esencias, las
verdades metafísicas pierden su validez absoluta, ya que están sometidas a
unas reglas de producción de proposiciones, ancladas a una época y una
situación particular.
14 Moore, George (1983). Defensa del sentido común y otros ensayos. Madrid: Orbis.
141
Desde esta introducción sobre las dificultades inherentes al proceso de
significación y al uso del lenguaje podemos entonces abordar la analítica de las
relaciones de poder que Foucault realiza en su investigación genealógica, al
interrogar las prácticas concretas que una sociedad ejerce sobre el cuerpo y las
formas de subjetivación que están soportadas en sistemas de lingüísticos de
producción de verdad, en juegos de verdad que comportan relaciones de
poder. El análisis de Foucault toma el discurso como una serie de
acontecimientos políticos, a través de los cuales el poder se transmite y se
orienta. No se trata en sí de la aplicación de un método de la lingüística, del
estructuralismo o de una hermenéutica del sentido; se trata de captar la función
del acontecimiento discursivo en un contexto social determinado15, es decir, en
el campo de la historia.
La articulación del lenguaje con el poder tiene un punto de referencia histórico:
los trabajos genealógicos de Nietzsche. El análisis del discurso desde su
vertiente práctica es retomado por Foucault haciendo énfasis en las
consecuencias políticas que determinan las formas de vida de las personas y
en la capacidad que poseen los discursos para formar los objetos a los que se
refieren, es decir sus objeto de estudio. Por lo tanto, cada discurso posee la
capacidad de generar efectos sobre las prácticas cotidianas, a través de la
producción de un conocimiento que configura la realidad al limitarla a un único
punto de vista, a una peculiar versión de la verdad. Los discursos que se
aceptan dentro de una sociedad como portadores de lo verdadero llevan como
sello de formación la capacidad de imponerse sobre otras formas de
representar la realidad.
Gran parte del trabajo de Michel Foucault ha consistido en interrogar las
relaciones existentes entre el saber, el poder y las formas de subjetivación.
Vamos entonces a profundizar en la noción de juegos de verdad, que nos
permitirá comprender la manera en que el biopoder se articula a un marco
ideológico determinado.
15 Foucault, Michel (1999). Diálogo sobre el poder. En: Estética, Ética y Hermenéutica. Obras
Esenciales Vol. III. Barcelona: Paidós. p. 61.
142
Foucault realizó un amplio análisis sobre las distintas formas en que los
hombres se han ido construyendo como sujetos dentro de redes de saber y de
poder, mostrando cómo el individuo moderno es objeto del régimen de
disciplinas coercitivas como la psiquiatría16, la medicina17, el sistema
penitenciario, las formas jurídicas18, la escuela, las ciencias sociales y humanas
y las prácticas de sí o tecnologías del yo. Los juegos de verdad se constituyen
como relaciones de poder que, a partir de discursos aceptados como verdad,
son capaces de generar modos de subjetivación.
Una de las preguntas que recorre la obra de Foucault es la que pretende
establecer cuáles son los juegos de saber y de poder que posibilitan que en un
contexto histórico determinado el sujeto entre a formar parte de una
determinada interpretación o representación. Estos juegos, denominados
"juegos de verdad", no sólo se hallan al exterior de los sujetos, sino que son
introyectados como algo que puede ser evocado desde los sujetos mismos, en
tanto son capaces de escoger para sí las llamadas "tecnologías de sí";
prácticas sobre uno mismo que requieren de cierto conocimiento, tratamiento y
cuidado de sí.19
Foucault asume una actitud crítica frente a los diversos mecanismos
heteroformativos que implementa cada cultura, a través de tecnologías
coercitivas venidas de la sociedad, de la tradición, que siempre se han
caracterizado por modelar las subjetividades de acuerdo a un entramado de
valores, ideales, creencias y verdades. Pese a que el individuo es el producto
de los aparatos de poder/conocimiento, de tecnologías del yo y de discursos
16 Foucault, Michel (2001). Defender la sociedad. Argentina: Fondo de cultura económico.
17 Foucault, Michel (1994). El nacimiento de la medicina social. En: Estrategias de Poder.
Obras esenciales vol. II. Barcelona: Paidós. 18
Foucault, Michel (1998). La verdad y las formas jurídicas. Barcelona: Gedisa. 19
Foucault, Michel (1991). Tecnologías del yo y otros textos afines. Barcelona: Paidos.
143
que a la vez sustentan a estas tecnologías y son sustentados por ellas20, el
sujeto puede desplegarse en la multiplicidad de fuerzas, discursos y prácticas
que se oponen y complementan, estableciendo una pluralidad de relaciones,
tensiones y dinámicas.
En una entrevista realizada por Gregorio Kaminsky Foucault nos dice respecto
a los juegos de verdad lo siguiente:
Este tema nos remite al problema del sujeto, porque en los juegos de verdad la pregunta es: ¿quién dice la verdad, cómo se dice y por qué se dice? Pues en el juego de verdad se puede jugar a decir la verdad. Hay un solo juego: se juega a la verdad, o la verdad es un juego. (…) lo que siempre ha caracterizado a nuestra sociedad, desde el tiempo de los griegos, es el hecho de que no tenemos una definición completa y determinante de los juegos de la verdad que están permitidos, y que excluirían a todos los demás. Siempre existe la posibilidad, en un juego de verdad dado, de descubrir algo más, y en alguna medida, cambiar una u otra regla, e incluso a veces la totalidad del juego de verdad. Sin duda es esto lo que le ha dado a occidente, en relación a otras sociedades, posibilidades de desarrollo que no encontramos en ninguna parte. ¿Quién dice la verdad? Los individuos libres, que llegan a un acuerdo, y que se hallan arrojados
a una cierta red de prácticas de poder e instituciones disciplinarias.21
Los juegos de verdad hacen referencia a un análisis en el que la verdad y las
prácticas que de ella se desprenden no son entes en cuanto tal, ni a prioris
históricos. La verdad es el producto parcial, en constante transformación del
entrecruzamiento de una multitud de acontecimientos, luchas, discursos,
relaciones de poder, prácticas, creencias, etc. Por lo tanto, las formas que
puede adoptar un sujeto no son absolutas, fijas, ni preexistentes; son el
producto de las múltiples luchas de los juegos de verdad en un contexto
histórico determinado. Estas tensiones además marcan el camino para las
resistencias, para que la estructura de los juegos de verdad predominantes
puedan transformarse. El reconocimiento de los juegos de verdad permite
20 Balbus, Isaac. Michel Foucault y el poder del discurso feminista. En: Benhabid, Seyla.
Cornella, Drucila (1990). Teoría feminista y teoría crítica: ensayos sobre política de género en las sociedades de capitalismo tardío. Valencia: Ediciones Alfons el Magnánim. 21
Kaminsky, Gregorio (Comp.) (1996). El yo minimalista y otras conversaciones con Michel Foucault. Buenos Aires: Biblioteca de la Mirada. p. 164.
144
interrogar las teorías previas al sujeto, a la verdad, a los dogmatismos y
fundamentalismos que se imponen sobre otras formas de interpretar el mundo.
Los juegos de verdad se refieren a la relaciones de poder y saber en torno al
sujeto, a la producción de verdades y de discursos ―científicos‖ que crean un
conjunto de representaciones e interpretaciones capaces de intervenir sobre
las condiciones de vida subjetivas y sociales de los seres humanos, a partir de
un régimen de verdad específico. Es allí donde el genealogista trata de hacer
una lectura de las múltiples contingencias que estructuran los sistemas sociales
contemporáneos, relativizando sus dogmas y fundamentos, y generando como
consecuencia la liberación de otras formas de saber que han sido dominadas
por el sistema predominante de producción de verdad.
Foucault señala cómo los regímenes de verdad crean las relaciones que hacen
posible los discursos, las reglas y condiciones, que operan como requisitos
necesarios para la producción de la verdad. En la modernidad, el espacio del
discurso es el espacio de lo Mismo, de lo que podemos conocer y colonizar con
palabras. El espacio del Otro que no ha sido iluminado por la razón, y por lo
tanto, ha sido excluido del discurso22, lugar donde encontramos fenómenos
como el de la locura, la sexualidad y la muerte.
Foucault analiza la manera en que las clasificaciones, las categorías y los
conceptos del lenguaje, dan forma a los objetos de los que habla y llegan a
materializarse en prácticas sociales concretas. Los discursos delimitan al
objeto, y cuando se ocupan de lo humano determinan lo que es un sujeto en un
momento histórico determinado. Desde la perspectiva foucaultiana, los
discursos no son un conjunto de signos que representan a la cosa, sino
prácticas que forman sistemáticamente los objetos de los que habla:
No se trata de neutralizar el discurso, lo que se quiere es dejar de lado las cosas. Des-realizar-las. Sustituir el tesoro enigmático de las cosas, previo al discurso. Definir estos objetos refiriéndolos al
22 Foucault, Michel (1997). Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas.
Madrid: Siglo XXI.
145
conjunto de reglas que permiten formarlos como objetos de un discurso, no al análisis lingüístico de la significación, relaciones que caracterizan una práctica discursiva, no tratar los discursos como conjuntos de signos (de elementos significantes que remiten a representaciones o contenidos) sino como prácticas que forman sistemáticamente los objetos de que hablan23.
La configuración de una red articulada de discursos da lugar a un dispositivo en
el que se articulan leyes, regulaciones, instituciones, enunciados científicos,
proposiciones filosóficas y morales, entre otras. El dispositivo es un concepto
que podemos rastrear en la obra de Heidegger. En su ensayo La pregunta por
la técnica24, expone algunas características del concepto de dispositivo
articulado al problema de la técnica. La técnica es una manera en que se nos
devela lo que es, es la forma en que intervenimos nuestra realidad, para
ponerla a nuestra disposición. El dispositivo crea depósitos para la explotación,
acumulación, control, regulación, conducción del hombre y sus condiciones de
vida. Un depósito es aquello que está disponible y que implica un modo de ser
de la verdad, una forma de comprender lo real para hacerlo visible y
manipulable como depósito. La manera en que el mundo es representado, en
que se hace visible, determina las condiciones en que este es conducido,
desarrollado y transformado. Por lo tanto, los objetos creados por la ciencia,
por el saber científico, son esencialmente maneras en que la realidad, lo real,
se hace disponible.
Los dispositivos intervienen entonces en la producción de prácticas de
normalización fundamentadas, justificadas y avaladas en discursos y saberes.
Los trabajos de Foucault se desplazan de una analítica de la verdad25 hacia
una pregunta por las relaciones de poder. Este interés, a su vez, recorre una
interrogación de las formas de poder represivo y prohibitivo que abordó en
trabajos como La Historia de la Locura, Vigilar y Castigar y El Orden del
Discurso, entre otros, hacia las formas de poder productivo que analiza en
23 Foucault, Michel (1977). La Arqueología del Saber. México: Siglo XXI. p. 78.
24 Heidegger, Martín (1997). Filosofía, ciencia y técnica. Santiago de Chile: Editorial
universitaria. Capitulo ―la pregunta por la técnica‖ pp. 117-154. 25
Foucault, Michel (1977). La arqueología del saber. Medellín: Siglo XXI.
146
trabajos como Seguridad territorio y población al interrogar el ejercicio de
gobierno en las sociedades liberales.
Interrogando la relación poder-saber Foucault analiza los núcleos de
producción, transmisión y legitimación de la verdad. Al respecto nos dice en
Verdad y poder
1. La verdad está centrada en las formas del discurso científico y en las instituciones que lo producen.
2. La esfera económica y política incita constantemente a su producción.
3. Circula, se difunde y se consume a través de una amplia red de aparatos informativos o educativos.
4. Los grandes aparatos políticos o económicos (universidad, ejercito escritura, medios de comunicación) la producen y transmiten, ejerciendo sobre ella un control amplio pero no exclusivo.
5. Es el campo de debate y enfrentamiento de las luchas ideológicas.26
La verdad entonces no posee una esencia inmutable, no es una referencia
absoluta que debamos descubrir por medio de un proceso de análisis, sino el
conjunto de reglas según las cuales se discrimina lo verdadero de lo falso y se
ligan a lo verdadero efectos políticos de poder.27
3. Biopoder
Los análisis genealógicos de Foucault le permitieron comprender la manera en
que durante la modernidad, las relaciones de poder político se ocupan de la
vida biológica de los seres humanos; Por lo tanto, con el concepto de biopoder,
el filósofo francés, señala el acento sobre el control de los cuerpos vivos, que
toman las relaciones de poder contemporáneo.
26 Foucault, Michel (1978). Verdad y poder En: Microfísica del poder. Madrid: La piqueta. pp.
187-188. 27
Foucault, Michel (1978). Ibíd.
147
Como punto de partida para analizar el problema del biopoder, Foucault ubica
el problema de la entrada de la vida en la historia. Ingreso de los fenómenos
propios de la vida, de la especie, al orden del saber y del poder28. Las fuerzas
vitales comienzan a considerarse como el engranaje fundamental de la
producción. Por lo tanto, la comprensión de las dinámicas particulares de la
población crea las condiciones para un mejor desarrollo económico y para lo
que se creía en ese momento, un mejoramiento de las condiciones de vida de
la sociedad. Ya lo anunciaba Adam Smith en 1776 en su texto Investigación
sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones: comprender los
procesos particulares de la ganancia personal, de la producción de bienes, de
la comercialización y la competencia permitiría alcanzar el bienestar de la
sociedad. Las técnicas de poder cambian en el momento preciso en el que la
economía (en tanto que gobierno de la familia) y la política (en tanto que
gobierno de la polis) se integra la una en la otra.29
La capacidad de registrar, cuantificar y comparar los fenómenos de la vida,
permitieron la entrada del individuo al campo del saber, dando pie a un orden
capaz de prever, promover e intervenir las dinámicas y los procesos de la vida.
Este orden se estructuró consolidando el horizonte teórico de las ciencias
humanas, que paulatinamente desplazaron el sistema jurídico de la ley, el
derecho y la soberanía, hacia estándares de lo normal, hacia normas que
pueden aplicarse al cuerpo del individuo a disciplinar, y a la población a regular.
De allí que la vida y lo viviente se constituyan como los retos de las nuevas
luchas políticas y de las nuevas estrategias económicas. El incremento de la
población, los veloces cambios socioeconómicos y la organización del Estado
moderno, entre otros, abrieron el campo para que una tecnología de poder
28 Foucault, Michel (1991). Historia de la sexualidad. La voluntad de saber. México: Siglo XXI:
pp. 171-174. 29
Lazzarato, Mauricio (2000). Del biopoder a la biopolítica. Revista Multitudes. París. 1. Versión digital en: http://www.sindominio.net/arkitzean/otrascosas/lazzarato.htm (Consultado en mayo de 2012).
148
centrada sobre la vida se desarrollara a tal punto que tuviera como efecto el
desarrollo de una sociedad con tendencias normalizadoras30.
Los procesos de normalización son racionalizados y amplificados en primer
lugar, por el poder disciplinario desarrollado durante la modernidad31. Esta
forma de intervenir y modelar los cuerpos y las subjetividades se realizó
principalmente a través del examen, la vigilancia, el historial individual y la
sanción normalizadora. Este poder inicialmente se orientó a intervenir sobre el
individuo concreto corrigiendo, mejorando y produciendo sus costumbres, sus
capacidades, sus aptitudes, su biología y normalizando su vida. Para llevar a
cabo dicho propósito hizo visible y cuantificable la cotidianidad de las personas,
instituyendo disciplinas para sus cuerpos, para sus organismos. Los detallados
sistemas de registro permitieron una inusitada producción de saber, que se
articuló a los sistemas de sanción que comenzaron a aplicarse desde los
espacios más íntimos y privados de la vida.
Durante el siglo XVIII la sociedad instaura un poder que no se funda en la
exclusión, sino en la capacidad de examinar, corregir y desarrollar aptitudes
interviniendo activamente en la vida de las personas. El individuo es incluido en
un sistema en el que cada uno debe ser localizado, vigilado, en el que cada
uno debe ser encadenado a su propia identidad32. La propuesta político-
arquitectónica de Jeremías Bentham sobre el panóptico, implica la posibilidad
de instituir un sistema de control social a partir de una vigilancia y observación
perpetua. Ser observado siempre, pero sin saber en qué momento específico
se realiza dicha observación ya sea dentro de la prisión, el hospital, el asilo, la
escuela, la fábrica permite ejercer un poder de vigilancia constante y un
disciplinamiento individualizante, que posibilitan un registro detallado, una
producción de saber sobre la vida de los hombres, que se constituye como un
30 Foucault, Michel (1991). Historia de la sexualidad. La voluntad de saber. México: Siglo XXI.
p. 175. 31
Foucault, Michel (1976). Los medios del buen encauzamiento. En: Vigilar y castigar. Madrid: Siglo XXI. 32
Foucault, Michel (1999). Diálogo sobre el poder. En: Estética, Ética y Hermenéutica. Obras Esenciales Vol. III. Barcelona: Paidós. p.61.
149
insumo fundamental para la emergencia histórica de las ciencias humanas. El
sistema de vigilancia continua se desplaza desde el individuo particular
controlado por las instituciones en el plano de la población, hasta la interioridad
de la familia y del sujeto que asume un rol activo en los sistemas de gobierno
liberales.
En segundo lugar, la normalización se arraiga como un propósito político,
cifrado en el juego de verdad de la búsqueda de una creciente mejora en las
condiciones de vida de la población. Esta intervención se justifica inicialmente
porque se considera que cada mejoramiento en la vida de los ciudadanos
incrementa la fuerza del propio Estado. El poder ejercido sobre la población ―se
ejerce sobre seres vivos atravesados, mandados y regidos por procesos y
leyes biológicas‖33. Para mantener las condiciones de vida bajo ciertos
parámetros, se ponen en marcha biopolíticas estatales capaces de aplicar
tecnologías sobre los procesos biológicos de conjunto. Entramos al campo del
biopoder contemporáneo, con las nuevas formas de medir, observar, registrar y
cuantificar e intervenir los diferentes aspectos de las formas de vida, y los
procesos de socialización y producción.
En tercer lugar, los procesos de normalización son alimentados por las
tecnologías regularizadoras de la vida, las biotecnologías médicas que
pretenden intervenir sobre las condiciones estructurales mismas de la especie,
modificando y diseñando las características genéticas de las nuevas
generaciones, con consecuencias a corto, mediano y largo plazo. Foucault ha
denominado este tipo de intervenciones biohistoria, entendida como la
capacidad de modificar la estructura filogenética de los seres vivos y por ende
transformar su ciclo evolutivo y su posterior descendencia.34
Podemos caracterizar el biopoder por:
33 Foucault, Michel (1999). Las mallas del poder. En: Estética, Ética y Hermenéutica. Obras
Esenciales Vol. III. Barcelona: Paidós. p.245 34
Foucault, Michel (1994). Estrategias de poder. Obras esenciales Vol. II. Barcelona: Paidós. p. 363.
150
1. El desplazamiento del poder político de los sistemas feudales y
monárquicos, excesivamente onerosos y forzosos, que sustraían y
limitaban las condiciones de vida de las personas. Las relaciones de
poder desde el siglo XVIII se orientan hacia la búsqueda de una mayor
economía y eficacia en el gasto, ejercicio y aparición del poder, ante las
nuevas condiciones de las grandes poblaciones urbanas.
Las formas de poder tradicionales tienden a desplazarse debido al
enorme gasto de energía que se produce al centrar su autoridad en el
imperativo: ―hacer morir y dejar vivir‖, característico del poder soberano
de los imperios monárquicos y feudales. Con el biopoder se desarrolla la
tendencia inversa: ―hacer vivir y dejar morir‖35, racionalizando, entonces,
todo un corpus biopolítico que tomó la preservación de la vida como un
valor fundamental, bajo la lógica del espíritu liberal dominante en la
ilustración.
El ejercicio del poder se enfoca entonces hacia el mantenimiento de la
vida, de allí que la vida y lo viviente sean los objetivos de las nuevas
contiendas políticas y de las nuevas estrategias socioeconómicas. La
producción de saber materializa prácticas que permiten la normalización
de los procesos de la vida: control, modificación, mejoramiento. La
introducción de la vida en la historia, en el registro, en el detalle del
historial (médico, psiquiátrico, empresarial, escolar, etc.)36, permite crear
una nueva cartografía del cuerpo y sus potencialidades para explotarlas,
integrando una fuerza que articula el gobierno de lo íntimo, de la familia,
de los hijos, del individuo etc., al gobierno del Estado, de los bienes, las
riquezas, en una gestión política que interviene todos los ámbitos de la
existencia37.
Cuando el biopoder articula la economía política con el gobierno de la
población, instituye la biopolítica, donde el cuerpo, lo cotidiano y lo
35 Foucault, Michel (1998). La voluntad de saber. Historia de la sexualidad. Vol. II. Capitulo V
Derecho de muerte y poder sobre la vida. Madrid: Siglo XXI. pp. 167 y sgtes. 36
Foucault, Michel (1976). El panóptico; El historial. En: Vigilar y castigar. Madrid: Siglo XXI. 37
Foucault, Michel (2003). ¿Qué es la crítica? En: Sobre la Ilustración. Madrid: Tecnos.
151
íntimo se adicionan a una relación estratégica que pretende extraer más
fuerzas, de las relaciones entre los vivientes y de los vivientes con las
cosas. El objetivo de la biopolítica es crear, a través de tecnologías
gubernamentales, condiciones en los conjuntos poblacionales donde
pueda maximizar, coordinar, institucionalizar, estratificar, orientar las
relaciones entre fuerzas para administrar y multiplicar la vida. Es
necesario entonces, crear una serie de dispositivos infinitesimales desde
donde se ejercen las relaciones de poder. Dichos dispositivos son
introyectados poco a poco por los sujetos, hasta hacerlos parte de sus
creencias, costumbres y necesidades. Entre las relaciones estratégicas
y los estados de dominación Foucault ubica las tecnologías
gubernamentales, es decir, la unión de las prácticas por las cuales se
puede ―constituir, definir, organizar, instrumentalizar las estrategias que
los individuos, en su libertad, pueden tener los unos en relación a los
otros‖38.
Los dispositivos infinitesimales son cada vez más inmanentes al cuerpo
social en su totalidad, es decir, están presentes horizontal y
verticalmente en todos los ámbitos y las esferas de la vida pública y
privada, puesto que la gran cantidad de fuerzas que pueden producir las
enormes poblaciones contemporáneas, demandan una biopolítica que
pueda sostener una mayor penetración, coordinación y estrategia.
2. El biopoder contemporáneo ha sufrido una progresiva privatización: de
los programas generalizados de los estados de bienestar de la época
histórica del liberalismo social, a las formas de gobierno neoliberales que
requieren del ejercicio de la libertad de los individuos, de la participación
activa de la sociedad en el control y regulación de la población y el
individuo.39 El mercado y la industria de las biotecnologías
38 Lazzarato, Mauricio (2000). Del biopoder a la biopolítica. Revista Multitudes, (1), Versión
digital en: http://www.sindominio.net/arkitzean/otrascosas/lazzarato.htm (consultado en mayo de 2012). 39
Foucault, Michel (1997). La epidemia neoliberal. El nacimiento de la biopolítica. Revista Archipiélago, cuadernos de crítica de la cultura, (30) p. 119-124. Versión digital:
152
contemporáneas encuentran en la vida un inmenso campo para el
desarrollo de grandes capitales, a través de técnicas como la ingeniería
genética, la genómica, la proteómica, las patentes del genoma, el
desarrollo de máquinas con niveles de inteligencia cada vez más
complejos. Estas tecnologías hacen posibles nuevas dimensiones a los
procesos de medicalización de la sociedad, a través de prácticas que
irrumpen y se adentren en facetas cada vez más complejas de la vida
cotidiana de las personas. Las estrategias contemporáneas del biopoder
ponen en discusión la sostenibilidad de la vida en el futuro y la
estabilidad de las formas mismas de la vida, alteradas por los intereses
parcializados de los grupos económicos que comercializan los adelantos
científicos, por los diversas creencias y juegos de verdad tecno-
científicos y por las crecientes necesidades del competitivo mercado de
los usuarios de las nuevas biotecnologías.
3. Los procesos de medicalización de la sociedad adquieren mayores
dimensiones en la medida en que la industria farmacéutica pretende
llegar al pleno conocimiento del genoma humano, patentando
secuencias para futuros aprovechamientos económicos. En este caso el
énfasis del biopoder estaría en las nuevas tecnologías de sí, focalizadas
en el desarrollo, modificación, e instrumentalización del cuerpo y la
conciencia.
Con el fenómeno de los Mass Media se crean novedosos campos para
la expresión del biopoder contemporáneo. Los imaginarios colectivos, las
creencias sociales, las mentalidades son encauzados o coercionados
por la enorme influencia de los medios masivos de comunicación, dando
lugar a nuevos ejercicios de poder sobre los cuerpos, nuevos
organizaciones sociales que propenden por el adoctrinamiento de los
gustos, costumbres, deseos y necesidades de los individuos.
Obteniendo como resultado la producción de formas de subjetividad
influenciadas en primer lugar, por los juegos de verdad de la ciencia
http://www.uacj.mx/DINNOVA/Documents/SABERES%20INVIERNO%202011/Nacimiento%20biopoli%CC%81tico.pdf (consultado mayo de 2012)
153
como discurso amo, es decir, aquel discurso que tiende a ser percibido
culturalmente como el portador de un saber absolutamente cierto,
conveniente e imparcial; en segundo lugar, por los medios de
comunicación que en su capacidad de penetración e influencia sobre la
psique humana, determinan en gran medida el deseo individual a través
de contextos, imaginarios y valoraciones creados por los virtualidades y
ficciones mediáticas. Las adaptaciones de la especie humana en el siglo
XXI parecen orientarse más por las creaciones de los sistemas de
consumo mediáticos, que por las necesidades inmediatas determinadas
por su medio ambiente.
Luego de esta caracterización general es importante puntualizar los diversos
matices del biopoder. Como referente histórico tomaremos el poder soberano
desde donde emerge una nueva configuración de las relaciones de poder
denominado poder disciplinario, gracias al surgimiento de la Razón de Estado
en los Estados modernos; y finalmente desde las coordenadas del ejercicio de
gobierno liberal se instituye la biopolítica sobre la población. Es importante
recordar que no se trata de un proceso lineal; aunque se pueda señalar una
cronología, las relaciones de poder son complejas y por tanto pueden fusionar
o combinar diferentes estrategias y moverse en una vía progrediente y
regrediente que hacen inconveniente una periodización rígida. En el curso de
Collège de France de 1976 Foucault puntualiza las estrategias de cada
ejercicio de poder.40
3.1 Soberanía clásica
La teoría clásica de la soberanía toma como modelo la tradición greco romana.
En dichas sociedades, el padre de familia ostentaba el derecho absoluto de
disponer sobre la vida de sus hijos y sus esclavos; en la medida en que daba la
vida a sus hijos y poseía la vida de sus esclavos podía disponer de estas a su
voluntad. Esta tradición contribuyó en Occidente al origen del derecho del
40 Foucault, Michel. Defender la sociedad. Argentina: Fondo de cultura económica. 2001.
154
poder soberano, sobre la vida y la muerte. En un momento dado el soberano
puede ejercer sobre la vida del súbdito un poder directo, que aunque deja de
ser un poder absoluto por estar limitado a su defensa y a su supervivencia, se
ejerce siempre del lado de la muerte, es decir, sobre su potestad de poner en
acción o no, su derecho de matar. En las monarquías, el poder pretende
administrar la vida desde su posibilidad de someterla a la muerte, con el
derecho de hacer morir y dejar vivir. La soberanía, además, se ejerce sobre los
límites de un territorio: solamente el ciudadano nacido en una región geográfica
determinada podrá ser objeto del poder soberano.
En las estructuras de gobierno encabezadas por un soberano, la vida y la
muerte no constituyen procesos naturales porque están en el campo del poder
político; el soberano es quien otorga el derecho a morir o permanecer vivo. La
muerte a través del uso de la espada era el mecanismo donde se materializaba
este ejercicio de poder sobre la vida.
Históricamente las relaciones de poder soberano, de las monarquías absolutas,
se diferencian del ejercicio de poder del Estado moderno en la medida en que
el derecho de vida y de muerte se invierte; durante siglo XVIII el derecho
político realiza un giro importante sobre el poder de la soberanía, invirtiendo las
polaridades del ejercicio del derecho soberano, de hacer morir y dejar vivir a
hacer vivir y dejar morir. Los cambios políticos inspirados en la revolución
francesa interrogan los ejercicios de poder absolutos; si en un primer momento
el soberano era necesario para asegurar y proteger la vida de sus súbditos,
esta necesidad no debería otorgarle el poder para matar a sus súbditos. La
nueva figura de gobierno denominada el Estado, inspirado en los derechos
humanos y en las propuestas democráticas, ejerce el poder desde la capacidad
de modificar, planear, organizar y crear condiciones de vida. Se instituye
entonces una profunda inversión en las relaciones de poder de la modernidad.
155
3.2 Poder disciplinario
En los siglos XVII y XVIII se desarrollan las tecnologías disciplinarias a partir de
dos grandes ejes; la vigilancia jerárquica y la sanción normalizadora. Ambos
procedimientos se articulan posteriormente en una técnica denominada el
examen. El propósito de este procedimiento de separación, diferenciación y
análisis, es multiplicar y usar las fuerzas individuales tomando el cuerpo como
una máquina. Este poder modesto, en la medida en que requiere de un menor
gasto para su realización, incide en las grandes estructuras sociales
modificando los mecanismos y procedimientos del antiguo poder soberano, que
se fundamentaba en el exceso de fuerza para sostenerse y mantener el control.
3.2.1 Visibilidad y vigilancia
La vigilancia como mecanismo de control está representada en el ideario
político de Jeremías Bentham, quien propuso el panóptico: un dispositivo capaz
de coaccionar a través del juego de la mirada. Por medio de un sistema
arquitectónico de vigilancia detallada era posible entonces optimizar y
maximizar los dispositivos de producción social y económica. La distribución
espacial de los cuerpos individuales permite el ejercicio directo y detallado del
poder con el uso de vigilancias, jerarquías, inspecciones, informes y sanciones.
El cálculo de las aberturas, de los espacios, de la luz, de las trasparencias,
remplaza al modelo de la clausura y el encierro, creando la posibilidad además
de recopilar una gran cantidad de información sobre los procesos sociales y
económicos de los hombres. Los observatorios de lo humano hacen posible la
construcción de un saber, de un conocimiento con pretensiones científicas,
desde donde se juzga y se crean los procedimientos óptimos para la
explotación y utilización del hombre. En palabras de Bentham:
― Si encontráramos una manera de dominar todo lo que a cierto número de hombres les puede ocurrir; de disponer de todo lo que esté en su derredor, a fin de causar en cada uno de ellos la impresión que se quiera producir, de cerciorarnos de sus movimientos, de sus relaciones, de todas las circunstancias de su vida, de modo que nada pudiera escapar ni entorpecer el efecto deseado, es indudable que en medio de ésta índole sería un instrumento muy útil, sería un instrumento muy enérgico y muy útil,
156
que los gobiernos podrían aplicar (…) Enmendar las costumbres, preservar la salud, fortalecer la industria, difundir la instrucción, disminuir la carga pública, asentar de algún modo la economía sobre una roca, no cortar sino desenredar el nudo gordiano de las leyes de asistencia pública; y todo esto ¡gracias a una simple idea arquitectónica!‖.41
Los grandes asentamientos urbanos establecen unas funciones sociales cada
vez más complejas y especializadas, por ejemplo: la jerarquización en los
puestos de trabajo, la división detallada de los años escolares, la formación
profesional de los militares, etc. Se hace necesario que los procedimientos de
control se especialicen; de esta manera la vigilancia, la supervisión comienza a
ser una función definida y claramente integrada a la economía y a los
propósitos de cada dispositivo.
Hoy en día los sistemas de vigilancia y supervisión son difundidos a gran
escala, a través de circuitos cerrados de vigilancia y como principio rector de
los sistemas productivos; la supervisión y la interventoría constituyen procesos
necesarios a todas las formas de institucionalidad contemporánea42.
Existe una amplia gama de sistemas que se estructuran a partir de los circuitos
cerrados de televisión; las imágenes son tomadas por los sistemas de
seguridad estatales o privados, y en general no están a disposición de
cualquier ciudadano, en tanto se considera información clasificada o de
seguridad pública. La falta de legislación sobre este tema deja abiertos muchos
interrogantes sobre el uso de esta información y sobre la invasión a la
privacidad ciudadana. No obstante, el refinamiento de los sistemas de
vigilancia llega a combinar todo tipo de información: imágenes, sonidos, huellas
digitales, correos electrónicos, telefonía fija y móvil, patrones de
comportamiento como el ocio, el consumo y el entretenimiento. Estos sistemas
han sido ampliamente desarrollados en la modernidad a través de un juego de
41 Bentham, Jeremy (1989). El Panóptico. México: Editorial Premiá. pp. 39-75-76. 1ed. 1791.
42 Lyon, David (1995). El ojo electrónico, el auge de la sociedad de vigilancia. Barcelona:
Alianza editorial.
157
verdad que establece una relación de causalidad entre falta de vigilancia y la
inseguridad o la amenaza de un peligro potencial, virtual. El sistema político u
económico predominante anuncia situaciones de riesgo maximizadas, tales
como conspiraciones, invasiones, espionaje, riesgos biológicos de contagio,
ataques, desastres ecológicos, terrorismo, etc. Estos peligros potenciales crean
y justifican la necesidad de los sistemas de vigilancia y constituyen el
desvanecimiento de la vida privada.
Aunque la información que suministran los sistemas de vigilancia es
determinante para la toma de decisiones o la realización de intervenciones
políticas, en muchas ocasiones no es decisiva, ya que son intereses políticos y
económicos parcializados los que determinan la intervención estatal.
Acontecimientos como los del 11 de septiembre de 2001, son un buen ejemplo
para dar cuenta de las dos implicaciones de los sistemas de vigilancia: en
primer lugar, pese a tener información oficial de un inminente atentado de parte
de la organización Al-Qaida de Bin Laden, los gobernantes norteamericanos no
tomaron las medidas necesarias para impedir este atentado, complejos
intereses geopolíticos y económicos primaron sobre una información de interés
general; y en segundo lugar, frente a una enorme gama de intervenciones
posibles para afrontar la crisis generada por los atentados a las torres gemelas,
los esfuerzos se orientaron hacia la consolidación de sistemas globales de
vigilancia, justificando parcialmente la desaparición de la vida privada de los
individuos de ciertas ciudadanías.
El problema de la visibilidad puede ser analizado desde otra vertiente. Cuando
los individuos son sometidos a un constante flujo de imágenes, se difunden una
serie de imaginarios, a través de los medios de comunicación, generando en
cada espectador la necesidad de alcanzar esos estándares corporativos,
estéticos, relacionales, existenciales, entre otros, posibilitando una
autodeterminación de los estilos de vida de cada individuo, en aras de alcanzar
una reconocimiento y una gratificación social, creando por tanto una nueva
jerarquía de valores en torno a lo que se quiere ser y cómo se quiere llegar a
ser eso que se desea.
158
3.2.2 Jerarquización y homogenización
Las nuevas categorías de lo normal son establecidas por los sistemas de
vigilancia a través de jerarquías de valores. Dos técnicas contribuyen al poder
disciplinario: la jerarquización y la homogenización. La primera podemos
considerarla como la distribución según rangos sociales, que tiene como
objetivo señalar la desviación, destacar las competencias, aptitudes y
establecer grados de recompensa; la influencia se ejerce sobre las prácticas
sociales cotidianas al estratificarlas en rangos ascendentes, idealizando un
orden jerárquico. Los espacios para habitar, producir, estudiar, formarse,
consumir o recrearse, se estratifican a partir de símbolos que representen
niveles de mejoramiento, superación o sanción. La jerarquización es un poder
sobre la vida, donde las personas orientan todos sus esfuerzos con miras a
escalar, superarse, obtener un mejor nivel en la jerarquía social predominante.
Constituye entonces un ordenamiento social desde donde cada individuo se
disciplina, corrige y supera a sí mismo para alcanzar un nivel superior en la
jerarquía. Otro horizonte de la jerarquización es el que se establece en la
especialización de los puestos de trabajo, ya que a partir de la producción
industrial en serie, cada proceso productivo se divide en una serie de etapas
que requieren una compleja red de funciones de supervisión y control. La
posibilidad de escalar, ubicarse mejor dentro de la jerarquía social es
determinada entonces por la formación técnica o académica.
La homogenización se orienta hacia los comportamientos y el cuerpo en su
materialidad. Pretende obtener de las formas de vida su máximo rendimiento,
para ser explotado socialmente a través de rituales físicos, como el ejercicio,
las posturas, las dietas, las modas, las cirugías, etc. El grado de
individualización e intervención es tan alto que se llega a modificar el cuerpo
real, el cuerpo biológico en busca de valores transitorios que se imponen en un
momento histórico dado, por ejemplo, el de una apariencia estética o una salud
perfecta. Es importante recordar los trabajos de Foucault sobre la sexualidad
donde se percibe la manera en que grupos ideológicos predominantes
159
instauran formas de rechazar, encauzar y gozar la sexualidad, intentando
homogenizar la manera ―correcta‖ de practicarla.
3.2.3 La sanción normalizadora
Junto a la observación detallada, el poder disciplinario utiliza la sanción y el
castigo como mecanismos de homogenización:
En el taller, en la escuela, en el ejército, reina una verdadera micropenalidad del tiempo (retrasos, ausencias, interrupciones de tareas), de la actividad (falta de atención, descuido, falta de celo), de la manera de ser (descortesía, desobediencia), de la palabra (charla, insolencia) del cuerpo (actitudes incorrectas, gestos impertinentes,
suciedad), de la sexualidad (falta de recato, indecencia). 43
Todo lo que no se ajusta a la regla, a lo esperado, a lo ―normal‖, a lo que
debería ser, todo lo que puede denominarse ineptitud o no conformidad a
ciertos estándares, entra en el campo de acción de la sanción normalizadora,
que pretende homogenizar los comportamientos y los cuerpos de los
individuos. Quedan en el pasado la punición y el castigo del sistema del poder
soberano.
En general, la disciplina otorga un carácter prescriptivo a la norma, que
posibilita la fundación social de lo normal y lo anormal. La sanción
normalizadora se aplica a las prácticas sociales del hombre como medio de
corrección y encauzamiento, con el objetivo de crear unas mejores condiciones
de vida, para usar más y mejor las potencialidades de los individuos. Esta
sanción aplicada a la vida misma es arbitraria, en tanto solo se puede ejecutar
una sanción normalizadora cuando se definen estándares, rangos, propósitos,
procesos, cualidades, formas previas y preestablecidas de la vida, que en
conjunto categorizan lo normal. Los parámetros de normalidad son definidos
por procesos naturales y observables que constituyen estándares, y producen
43 Foucault, Michel (1976). Vigilar y castigar, el nacimiento de la prisión. Madrid: Siglo XXI. p.
183.
160
paralelamente lo anormal, entendido como aquel conjunto de formas de vida
que no cumplen con los criterios de la mayoría. La intervención sobre lo
anormal apuntaría a tratar de hacer normales dichas formas de vida, es decir,
normalizarlas.
La sanción normalizadora también opera como un mecanismo de gratificación,
a través de recompensas, estímulos, ovaciones, privilegios, entre otros,
constituyendo una nueva forma de coerción del individuo, a partir de su propio
deseo de ser recompensado. Vamos a analizar el mecanismo que logró en la
modernidad articular las jerarquías con las sanciones en un dispositivo social
de normalización.
3.2.4 El examen
El examen se constituyó como una articulación del poder con el saber, donde
se combinan las técnicas de la jerarquía que vigila y la sanción que normaliza.
Se trata entonces de una vigilancia que permite calificar, clasificar y castigar.
Sobre el objeto examinado opera un principio de visibilidad; la mirada detallada
evalúa y construye un saber, un campo documental que permite la recopilación
en archivos de mucha información detallada. Este registro implica una primera
formalización de lo individual, es decir, que los rasgos individuales que el
examen describe y analiza son clasificados y organizados en categorías que
permiten proponer estándares y fijar normas. Por lo tanto, el examen hace
posible que lo individual entre en el juego de las relaciones de poder, y
favorece la constitución de un sistema comparativo que permita la medición de
fenómenos globales.44
El registro detallado deja de ser el instrumento por el cual los poderosos
elaboran un legado de su heroicidad y se convierte en un instrumento de
objetivación y sometimiento. La función del historiador deja de ser la narración
44 Foucault, Michel (1976). Vigilar y castigar, el nacimiento de la prisión. Madrid: Siglo XXI. p.
195.
161
de las batallas y los acontecimientos de las familias reales, para fijarse en la
cotidianidad de los hombres, desplegando una nueva técnica del poder
disciplinario bajo la modalidad del historial médico, escolar, industrial, penal;
fenómeno que describe el problema de la entrada de la vida en la historia.
El examen se halla como centro de los procedimientos que constituyen al individuo como objeto y efecto de poder, como efecto y objeto de saber. Es el que, combinando vigilancia jerárquica y sanción normalizadora, garantiza las grandes funciones disciplinarias de distribución y clasificación, de extracción máxima de fuerzas y del tiempo, de acumulación genética continua, de composición óptima de
las aptitudes. 45
3.2.5. Poder pastoral y razón de Estado
En los trabajos de Foucault sobre el devenir de la razón política del Estado
moderno, se puede apreciar un paralelo entre la posición greco-romana y la
oriental característica de Egipto, Asiría y Judea: la estrategia de gobierno
pastoral, que tiene profundas repercusiones en nuestras instituciones y
encuentra una singular articulación con la tecnociencia contemporánea. La
tecnología pastoral46 trata a la inmensa mayoría de los hombres como si fuesen
un rebaño guiado por un puñado de pastores. El poder pastoral refleja la
estructura política que actualiza los idearios de las viejas técnicas del poder
paternalista de la tradición judeo-cristiana, velando permanentemente por la
vida de todos y cada uno, ayudándolos y mejorando su destino. Foucault
expone la estrecha relación que se establece entre el pastor y su rebaño,
requiriendo de una intervención sobre los más mínimos detalles; unidos por un
vínculo individual que fomenta la sumisión y la obediencia, no a la razón o a la
ley, sino a la voluntad del pastor que está profundamente comprometido en la
salvación de su rebaño, para alcanzar dicha salvación el pastor requería
desarrollar un conocimiento y una comprensión muy detallada de cada
individuo: sus necesidades, sus comportamientos y sus más íntimos pecados.
45 Foucault, Michel (1976). Ibíd. p. 197.
46 Foucault, Michel (1990). La vida de los hombres infames. Madrid: La Piqueta. pp. 274 y
sgtes.
162
Este conocimiento de la conciencia interior del individuo posibilitó una
verdadera y detallada dirección de la conciencia de cada individuo; el poder
pastoral trata de conducir al pueblo a su salvación, mortificando a cada
individuo dentro de los límites de la vida terrenal, en un juego continuo de
renuncia a este mundo y a sí mismo.
Las sociedades europeas sostienen con la razón de Estado unas técnicas de
gobierno orientadas hacia los individuos y destinadas a dirigirlos de manera
continua y permanente. Para Foucault el Estado moderno combina las
estrategias de la ciudad y el ciudadano con las del pastor y su rebaño,
constituyendo una particular forma de racionalidad. Con la decadencia de los
fundamentos religiosos, la racionalización secular del poder toma nuevas
vertientes; uno de sus objetivos centrales fue reforzar el propio Estado
incrementando su poder, sin reforzar el poder de un príncipe y sin fomentar los
lazos de unión entre el príncipe y el Estado, problema planteado por
Maquiavelo, pero no asumido por los teóricos de la razón de Estado. El Estado
es pensado como un ente material, que debe conocer en qué consiste su poder
para mantenerlo e incrementarlo, requiere de un saber, de un cálculo
estadístico para conocer su fuerza y la de sus enemigos. Este conocimiento
legitima la intervención del Estado con miras a incrementar su fuerza en
diversos ámbitos y con múltiples técnicas: la educación, el trabajo, la riqueza, la
salud, los pobres, las catástrofes naturales, los mercados, el comercio,
estableciendo una intervención permanente sobre el hombre y su relación con
las cosas, velando por un hombre vivo, activo y productivo.
El Estado brinda suplementos a la vida de cada hombre, generando un poco
más de fuerza al propio Estado; estos suplementos y regulaciones se aplican
sobre las actividades comunes de cada ciudadano. ―La policía vela entonces
por lo viviente (…) por lo que permite a los hombres sobrevivir, vivir y
mejorar‖47. Esta razón de Estado crea en su interior una serie de jerarquías,
dispositivos, burocracias, instituciones, discursos, prácticas que aseguran la
47 Foucault, Michel (1990). La vida de los hombres infames. Madrid: La Piqueta. p. 299.
163
gobernabilidad, el control y el fortalecimiento del poder. Se conjugan entonces
dimensiones de la razón de Estado con relaciones de poder pastoral, en un
ejercicio de poder donde la individualización y la totalización abarcan la
existencia de todos los individuos de la población.
4. Biopolítica
A finales del siglo XVIII, una nueva tecnología de poder denominada biopolítica,
logra articularse a la técnica disciplinaria previa, pero actuando en otro nivel, a
otra escala, en otra superficie de sustentación.48 Esta técnica de poder se
inscribe dentro de un nuevo panorama de gobierno de la sociedad, el
liberalismo, como una ideología que crítica sólidamente los excesos de la
Razón de Estado y establece una actitud crítica hacia todas las formas posibles
de gobierno.
Será entonces la propia sociedad la que asuma la tarea de gobernar no
solamente los cuerpos individuales, sino la vida de las poblaciones, los
hombres vivos, que habitan el espacio artificial de la sociedad, constituido
como el espacio natural del ciudadano contemporáneo. Estudiar los efectos del
medio ambiente sobre la vida, bajar la morbilidad, aumentar la longevidad,
estimular la natalidad, reducir la mortalidad, son los propósitos iniciales de las
prácticas de regularización de la biopolítica, que al incidir sobre los procesos
biológicos del hombre-especie asegura una normalización de la vida, para
administrarla y maximizarla, aumentando, optimizando y explotando la fuerza
que implica la vida biológica de los hombres.
Históricamente fenómenos como el crecimiento demográfico desmesurado de
las grandes urbes modernas, crearon la necesidad de nuevas categorías que
permitieran cuantificar sus fenómenos internos para hacerlos operativos. Es así
como desde el pensamiento positivista surge el concepto de población. Este
48
Foucault, Michel (2001). Defender la sociedad. Argentina: Fondo de cultura económica. p. 219.
164
concepto hace posible articular las intervenciones del Estado, desde los
discursos morales, científicos, políticos, biológicos y económicos.
El estudio de las poblaciones a través de tecnologías estadísticas y
epidemiológicas, creó las condiciones para intervenir los fenómenos colectivos
que presentan una duración, una seriación y una repetición. Bajo estas
condiciones los entes de gobierno pueden cuantificar los fenómenos en
estadísticas poblacionales, para tomar decisiones políticas de acuerdo con las
interpretaciones que brindan los cálculos estadísticos. Por ejemplo, los
fascistas italianos en la década de 1920 y los nacionalsocialistas alemanes en
la década de 1930 incluyeron el aumento de la población como parte
importante de sus doctrinas políticas. Anteriormente con el poder disciplinario
focalizado sobre el individuo particular, era imposible encontrar la dinámica de
los fenómenos macro que aparecían como aleatorios e imprevisibles. La
biopolítica es un poder destinado a producir fuerzas, a hacerlas crecer y
ordenarlas más que a obstaculizarlas, doblegarlas o destruirlas.
En el siglo XIX el poder toma la vida como el punto central donde concentrar el
ejercicio de su fuerza. Lo biológico entonces, se convierte en el centro de la
atención de las intervenciones del Estado. Las acciones políticas se toman a
partir de estimaciones, mediciones globales, estadísticas y sondeos de opinión
sobre las poblaciones. Gracias al conocimiento de las tendencias que
presentan estos fenómenos globales, la biopolítica puede hacer previsiones y
establecer mecanismos reguladores, que traten de mantener un equilibrio, un
promedio, una homeostasis. El producto final de este proceso es una sociedad
normalizada, a través de mecanismos de seguridad que operan sobre el
carácter aleatorio, inherente a una población de seres vivos.
La biopolítica se afianza socialmente gracias a la difusión social de dispositivos
de regulación o aseguradores, capaces de intervenir para hacer vivir, sobre la
165
manera de vivir y el cómo de la vida.49 La sociedad de control biopolítico,
produce lo que debe vivir y abandona las formas de vida que deben morir. En
esta nueva cartografía del poder, no son solo las instituciones del Estado las
encargadas de vigilar, examinar y sancionar, sino que la coerción y en general
el ejercicio del poder es interiorizado dentro de los propios sujetos por medio de
sistemas mediáticos, informáticos y principalmente por mecanismos de
seguridad.50
Las biopolíticas se apoyan en complejos sistemas epistemológicos, morales,
mediáticos y en tecnologías de poder, que pueden ser incorporados por los
ciudadanos de una región particular. Sus múltiples propósitos se dirigen a crear
una creencia u opinión común, sobre los cuidados que deben brindarse al
cuerpo, sobre las prácticas concernientes a la salud, la higiene, la alimentación,
la postura, entre muchas otras. Se justifican entonces ciertas prácticas sobre la
vida, sobre el cuidado de sí, tendientes en muchas ocasiones al consumo
49 Foucault, Michel (2001). Defender la sociedad. Argentina: Fondo de cultura económica. p
224 50
―La sociedad disciplinaria es aquella sociedad en la cual el comando social se construye a través de una difusa red de dispositivos o aparatos que producen y regulan costumbres, hábitos y prácticas productivas. La puesta en marcha de esta sociedad, asegurando la obediencia a sus reglas y a sus mecanismos de inclusión y / o exclusión, es lograda por medio de instituciones disciplinarias (la prisión, la fábrica, el asilo, el hospital, la universidad, la escuela, etc.) que estructuran el terreno social y presentan lógicas adecuadas a la "razón" de la disciplina. El poder disciplinario gobierna, en efecto, estructurando los parámetros y límites del pensamiento y la práctica, sancionando y prescribiendo los comportamientos normales y / o desviados. Foucault se refiere habitualmente al Ancien Régime y la era clásica de la civilización francesa para ilustrar la emergencia de la disciplinariedad, pero en general podemos decir que toda la primera fase de acumulación capitalista (en Europa y en cualquier otro lado) fue conducida bajo este paradigma del poder. Por otra parte, debemos entender a la sociedad del control como aquella (que se desarrolla en el extremo más lejano de la modernidad, abriéndose a lo posmoderno) en la cual los mecanismos de comando se tornan aún más "democráticos", aún más inmanentes al campo social, distribuidos a través de los cuerpos y las mentes de los ciudadanos. Los comportamientos de inclusión y exclusión social adecuados para gobernar son, por ello, cada vez más interiorizados dentro de los propios sujetos. El poder es ahora ejercido por medio de máquinas que, directamente, organizan las mentes (en sistemas de comunicaciones, redes de información, etc.) y los cuerpos (en sistemas de bienestar, actividades monitoreadas, etc.) hacia un estado de alineación autónoma del sentido de la vida y el deseo de la creatividad. La sociedad de control, por lo tanto, puede ser caracterizada por una intensificación y generalización de los aparatos normalizadores del disciplinamiento, que animan internamente nuestras prácticas comunes y cotidianas, pero, en contraste con la disciplina, este control se extiende muy por fuera de los sitios estructurados de las instituciones sociales, por medio de redes flexibles y fluctuantes‖. Hardt, Michael y Negri, Antonio (2000). El imperio. Harvard University Press: Cambridge, Massachussets. p. 25 Versión digital en: http://www.chilevive.cl/libros/Imperio-Negri-Hardt.pdf . (consultado en mayo de 2012).
166
farmacológico y médico del sistema sanitario, como una forma necesaria de
garantizar un estado de bienestar o calidad de vida.
La biopolítica está ligada a la producción de un saber ―verdadero‖, desde donde
es posible ejercer un gobierno de los hombres. Las ciencias humanas se
ubican en la génesis de la biopolítica contemporánea, pues es gracias a la
producción de conocimiento sobre los seres humanos como se forma el poder
disciplinario sobre el individuo y la biopolítica sobre la población, en un
movimiento individualizante y totalizador respectivamente. Con la consolidación
de los sistemas políticos liberales, el gobierno se instituye a través de
mecanismos de seguridad.
El poder sobre la vida en la modernidad, del lado de la individualización
disciplinaria o de las biopolíticas sobre la especie, supone un aseguramiento,
un reforzamiento, un sostenimiento que pretenden multiplicar la vida, ordenarla
y reordenarla en aras de su mejoramiento, garantizando el fortalecimiento del
Estado. Con el posicionamiento del pensamiento liberal, el biopoder se instituye
como ―un conjunto de mecanismos por medio de las cuales rasgos biológicos
de la especie humana, podrán ser parte de una política, una estrategia política,
un estrategia general de poder‖51, reconociendo entonces que ya no se trata de
un poder que pretende fortalecer al Estado, sino de un gobierno de los
hombres que se fundamenta en los mecanismos de la sociedad civil, instituidos
como sistemas de seguridad que pueden disponer de diversos elementos de
forma tal que favorezcan o anulen acontecimientos.
Si el ejercicio prescriptivo del poder disciplinario: ―hacer vivir y dejar morir‖,
favoreció un marcado rechazo hacia la muerte, los mecanismos de seguridad
del sistema de gobierno liberal implican una mayor dificultad para que los
sujetos puedan captar, interpelar y confrontar este poder difuso, ideológico,
permeable, pseudocientífico, capaz de adoptar múltiples máscaras y operar a
51 Foucault, Mitchel (2006). Seguridad, territorio, población. Argentina: Fondo de Cultura
Económica. p. 15.
167
partir de saberes científicos, instituciones sociales, la circulación del mercado,
ideales sociales, deseos, creencias y necesidades humanas.
En síntesis, el poder individualizador de las tecnologías disciplinarias
denominado por Foucault anatomopolítica, consiste en la tecnología de poder
dirigida al hombre-cuerpo, al individuo que se vigila, adiestra, utiliza y
eventualmente se sanciona para optimizar sus recursos en favor de la
producción, maximizando y extrayendo sus fuerzas.
La biopolítica implica relaciones de poder ejercidas sobre conjuntos
poblacionales, dirigidas al hombre-especie. Cuando el hombre interviene los
procesos de conjunto que son propios de la vida, tales como: la muerte, el
nacimiento, la producción, la enfermedad, se tiene como resultado efectos de
masificación. Aunque dichas intervenciones pretendan maximizar la vida, se
presenta un desequilibrio al favorecer una única tendencia. La biopolítica
expresa entonces un marcado interés por manipular la vida en aras de su
mejoramiento, perfeccionamiento y optimización, al mismo tiempo que marca el
camino a nuevas formas de exclusión hacia lo anómalo, entendido en este
caso como lo que implique pérdida, reducción, amenaza, costo, debilitamiento,
reducción de la vida.
Factores permanentes de sustracción de fuerzas, disminución del tiempo de trabajo, reducción de energías, costos económicos, tanto por lo que deja de producirse, como por los cuidados que puede requerir (…) la enfermedad como fenómeno de población, ya no como la muerte que se abate brutalmente sobre la vida –epidemia- sino como la muerte permanente que se desliza en la vida, la
carcome constantemente, la disminuye y la debilita.52
Otra preocupación fundamental de la biopolítica son los individuos que quedan
por fuera del proceso productivo: los ancianos, los minusválidos, los
incapacitados, que generan un costo para el sistema. Los accidentes y los
riesgos profesionales a su vez, son factores que generan la implementación de
biopolíticas que puedan reducir los costos y los efectos perjudiciales para los
52 Foucault, Michel (2001). Defender la sociedad. Argentina: Fondo de cultura económica. p.
221.
168
procesos productivos. Estas políticas se aplicaron inicialmente por medio de
sistemas asistenciales más racionalizados que las instituciones de caridad de
la iglesia, a través del uso de seguros, de prácticas de ahorro individual y
colectivo, de políticas de seguridad y de normalización de los puestos de
trabajo, durante la época del liberalismo social.
Retomemos la diferencia entre las tecnologías regularizadoras de la vida y la
tecnología disciplinaria del cuerpo en palabras de Foucault:
La tecnología disciplinaria está centrada en el cuerpo, produce efectos individualizadores, manipula el cuerpo como foco de fuerzas que hay que hacer útiles y dóciles a la vez. Las tecnologías regularizadoras de la vida reagrupan los efectos de masa propios de una población, para controlar los acontecimientos riesgosos que
pueden producirse en una masa viviente 53
Para operar sobre el detalle, el poder se dirige al cuerpo individual, con
vigilancia y adiestramiento, en la operación de un dispositivo disciplinario.
Durante el siglo XVII se expresa en dispositivos como la escuela, el hospital, el
cuartel, el taller, etc. A finales del siglo XVIII el poder se ocupa de la masa, de
los fenómenos globales de la población. Proceso tardío en la medida en que
implica un avanzado estado de racionalización de instituciones complejas,
donde se coordinan y centralizan las intervenciones sobre los fenómenos en
torno a la vida.
4.1 Biopolítica y bioética
La bioética propende por la construcción de las acciones fundamentadas en la
articulación de valores con hechos biológicos, que favorezcan la supervivencia
y garanticen el futuro de la humanidad. Este planteamiento coincide con el
mejoramiento continúo de las fuerzas vitales, de las potencias productivas de lo
viviente, realizada por el biopolítica. La bioética define unas acciones
orientadas hacia la supervivencia del ecosistema total, constituyendo un
modelo estratégico que ordena los elementos participantes de un sistema en
53 Foucault, Michel (2001). Ibíd. p. 225.
169
aras de la supervivencia futura, ejercicio que posibilita una forma de gobierno,
de conducir las conductas, de administrar la vida, desde una racionalidad
biotecnológica -hechos científicos- y biopolítica –sistemas de valores
predominantes en un contexto geopolítico concreto-, que se ocupa del
mejoramiento continuo de la vida.
El cuidado de la vida se expresa en este caso a través de medidas políticas
sobre la salud global de las poblaciones: hacer vivir por ejemplo, a través de
una reproducción humana mejorada, y dejar morir reduciendo las tasas de
mortalidad por medio de intervenciones en la salud pública. Por lo tanto, puede
interpretarse la bioética médica como un conjunto de juegos de verdad que
legitiman formas de gobierno que comportan las dinámicas de la biopolítica, a
través de procesos de medicalización que propenden por el mejoramiento
permanente de la vida de individuos y poblaciones.
La bioética médica principalista es la corriente con mayor aceptación y
desarrollo en la actualidad. Este dispositivo se focaliza en la resolución de
conflictos generados por la aplicación de tratamientos biotecnológicos en los
tratamientos médicos; precisamente uno de los caminos que puede adoptar la
biopolítica, a través del gobierno liberal, es el de discursos autorregulados,
capaces de incidir en el mejoramiento paulatino de las condiciones de vida de
individuos y poblaciones, propendiendo para que estas puedan alcanzar una
optima ―calidad de vida‖, salud o bienestar
La biopolítica tiene como condición de posibilidad la inclusión del discurso
médico dentro del ejercicio de la política, ya que cuando la vida se torna el
centro del ejercicio del poder, la medicina, se constituye en el discurso que
brinda mayores juegos de verdad para normalizar, disciplinar o intervenir a una
sociedad particular. La medicina se ha constituido como uno de los ejes
centrales del ejercicio político del poder contemporáneo. De los ejercicios
disciplinarios y normalizadores del individuo y la población, estamos en los
albores de un ejercicio de poder que cuenta con la libertad del sujeto, con
prácticas auto-formativas de emprendimiento, competitividad y auto-
170
mejoramiento de la vida misma. La vida como una empresa requiere de teorías
como la bioética, capaces de producir juegos de verdad con los cuales cada
sujeto puede autoconstruir sus ideales, tecnologías del yo y sus prácticas de
auto-mejoramiento, incluyendo la ciencia y las biotecnologías. No se trata de
una moral heterónoma que determine el bien, se trata de un conocimiento
interdisciplinar que posibilita la libre circulación del mercado de bienes y
servicios biotecnológicos de la floreciente industria bio-médica contemporánea.
Por lo tanto, compartimos el señalamiento de Potter y creemos que la bioética
no debería ser reducida o ―acaparada‖ por el área médica.
El escenario biopolítico actual se articula a las transformaciones del poder
contemporáneo que encuentra en la vida el espacio ideal para su intervención.
El poder que en la época clásica se concentraba en la voluntad del soberano,
se ha ido desplazando del antiguo monarca a la figura laica del Estado.
Posteriormente se orienta hacia organizaciones jerárquicas que concentran
grandes capitales económicos y tecnológicos. El cuerpo, su salud y su
optimización, crean la estructura en la que los gobiernos actuales bajo la forma
de biopolíticas desarrollan estrategias de intervención. Dichas estrategias
pueden focalizarse en el individuo, en el sistema hospitalario, en las políticas
públicas sobre la salud de un Estado o en acuerdos internacionales sobre el
tratamiento que debe darse a la vida. En este punto se articulan los comités de
bioética con las estrategias de gobierno de las sociedades neoliberales.
Dentro de las relaciones de poder contemporáneas, la ideología cientificista-
liberal sustenta un conjunto de ideas ampliamente difundida por los sistemas
mediáticos, que logran interiorizar en los sujetos la necesidad de una
terapéutica medicalizada, que permita enfrentar ya sean las dificultades
inherentes a la existencia misma, o a peligros virtuales poco especificados pero
que generan estados de ansiedad y preocupación en las comunidades.
La biopolítica asume la vida como el valor absoluto desde donde puede
justificar todas sus intervenciones. El fenómeno de sobrevaloración de la vida,
la tendencia a Hacer vivir, coincide con la descalificación progresiva de la
171
muerte dada en la modernidad. La ritualización pública de la muerte desde el
siglo XVIII hasta el siglo XXI, sostiene una permanente tendencia a su
negación. La muerte hoy en día es un acontecimiento privado, vergonzoso;
antes constituía un fenómeno público donde la familia y la sociedad se reunían
en una ceremonia cargada de respeto y dignidad. Si en la época victoriana la
represión y el tabú se dirigían a la sexualidad, en la modernidad tardía el tabú
recae sobre la muerte. Para Foucault la muerte se oculta no por
desplazamiento de la angustia, ni por la modificación de los mecanismos
represivos, sino por la transformación de las tecnologías de poder.54
Foucault reconoce el importante reconocimiento sociocultural que poseía la
muerte en tanto representaba el tránsito de un poder a otro: del poder del
soberano terrenal al poder de Dios, soberano eterno del más allá. El individuo
se desplazaba de una instancia de juicio a otra: de la voluntad del soberano
que juzga hacer morir o dejar vivir, al juicio divino que permite la vida o la
condenación eterna. La muerte también permitía la transmisión del poder del
agonizante en su última voluntad, en el testamento, en sus últimas
recomendaciones.
El historiador contemporáneo Philippe Aries recopila las transformaciones
históricas de la muerte en occidente, sosteniendo las hipótesis de Foucault: de
la búsqueda de pleno conocimiento y aceptación de la muerte en la edad media
a su borramiento y exclusión en la modernidad. En la antigüedad así como se
nacía en público se moría en público, la muerte súbita era rechazada porque no
permitían el ritual de arrepentimiento y preparación necesarios que permitían
darle un sentido a la muerte como una transformación trascendental.55
Hoy en día, la secularización general de la sociedad occidental unida a la
medicalización de la vida, en aumento por la tecnociencia, posibilita que la
muerte no sea aceptada. Cada vez estamos menos seguros de que una
54 Foucault, Michel (2001). Defender la sociedad. Argentina: Fondo de cultura económica. p.
224. 55
Aries, Philippe (2000). La muerte en Occidente. Argentina: Adriana Hidalgo editora.
172
dolencia sea mortal. Durante la mayor parte del siglo XX, el deber de la familia
y el médico es el de encubrir al enfermo la gravedad de su situación, privando
entonces al moribundo de confrontar su muerte, de prepararla y organizarla. El
poder desplegado en los juegos de verdad de la medicina determina que el
lugar habitual para morir cambie de la casa al hospital; se muere cada vez
menos en la casa y cada vez más en el hospital.
Cuando las relaciones de poder se centran en el derecho de hacer vivir, sobre
la manera de vivir y sobre el cómo de la vida, el poder debe operar realzando la
vida, controlando sus accidentes, sus riesgos y sus deficiencias. La muerte
está ubicada al margen de la influencia y de los efectos del biopoder, es el
límite, el extremo del biopoder, fenómeno que puede asociarse con el
ocultamiento de la muerte en la contemporaneidad. La muerte se ubica como
un fenómeno privado, aislado, mudo, excluido por el poder. La mortalidad, en
cambio, es directamente afectada por las relaciones de biopoder, en la medida
en que la biopolítica puede intervenir las condiciones vitales de la especie,
tratando de disminuir la mortalidad. Una vertiente que queremos señalar,
dentro del horizonte de la biopolítica contemporánea, es la posibilidad de ―dejar
morir”, abandonar para la muerte, permitir que fenómenos sociales
poblacionales de anormalidad se autoextingan; un ejemplo lo constituye la
pandemia del VIH que se focalizó en grupos marginados como homosexuales,
prostitutas, prisioneros, heroinómanos, ante una enorme pasividad de los entes
gubernamentales en países europeos durante la década de los 80.56
Las nuevas tendencias al exterminio, al aniquilamiento, a la transformación del
otro diferente (minusválido, viejo, incapacitado, anormal, obeso, anti-estético),
se hacen en nombre de la ―Existencia de Todos‖, del aseguramiento de unas
mayores y mejores condiciones de vida, en otras palabras de hacer vivir. La
necesidad de vivir, de hacer vivir, ha justificado durante el siglo XX los más
inhumanos procedimientos: la investigación y experimentación con humanos
sin ningún tipo de regulación; la guerra fría donde la amenaza atómica se utilizó
56 Ugarte, Javier (2005). Sin derramamiento de sangre. Un ensayo sobre la homosexualidad.
Madrid: Egales.
173
para generar el riesgo de muerte general, con el propósito de garantizar la
existencia de conjuntos de comunidades y poblaciones. La lucha por la vida
paradójicamente se desarrolla en muchas ocasiones del lado de la muerte. El
biopoder puede consolidar prácticas de una inmensa intrusión y agresión en la
medida en que cree la conciencia de que el otro es un enemigo terrible al que
se le debe temer, se concede de esta forma todo el uso del poder que sea
necesario, para hacer vivir a un grupo determinado. Cuando se quiere hacer
vivir y enfrentar a un inmenso peligro, los ciudadanos fácilmente pueden
renunciar a sus libertades y derechos fundamentales. 57 Vamos a desarrollar
esta idea de peligrosidad en tanto es una de los fundamentos de las formas de
gobierno liberales.
4.2 Biopolítica y peligrosidad
EL biopoder en términos de hacer vivir y dejar morir, es un ideario político que
influencia la practica social de la penalidad consolidada en el siglo XIX,
entendida como un control, no tanto sobre si lo que hacen los individuos está
de acuerdo con la ley, sino más bien al nivel de lo que pueden hacer, son
capaces de hacer, están dispuestos a hacer o están a punto de hacer. La
―peligrosidad‖ es el elemento que posibilita acrecentar el temor de las masas
para justificar las intervenciones sobre un sujeto, no por sus actos sino por sus
virtualidades, sus posibilidades de generar daño:
Esta transformación del derecho civil se articula alrededor de la noción de accidente, de riesgo y de responsabilidad. (...) El problema era por tanto el de dar fundamento jurídico a una responsabilidad sin culpa. (...) Al eliminar el elemento de culpa en el sistema de la responsabilidad los civilistas introdujeron en el derecho la noción de probabilidad causal y de riesgo e hicieron surgir la idea de una sanción que tendría la función de defender, de proteger, de presionar sobre riesgos inevitables. (...) Pues bien, del mismo modo que se
57 Véase El documental Bowling for Columbine de Michael Moore (2002). Allí se analiza la
estrategia política norteamericana sobre la generación de miedo como medio para justificar una mayor presencia e intervención de los sistemas de seguridad del Estado. Los medios de comunicación como una de las más refinadas herramientas para intervenir sobre la ideología y las creencias, guiados por el mercado y la audiencia, exponen a los espectadores a fuertes dosis de emociones y violencia generando ansiedad, inseguridad, desconcierto, temor y estados emocionales que pueden llegar hasta la paranoia. La vivencia irracional del miedo sería la causa que justifica el armamento y la actitud bélica del ciudadano norteamericano.
174
puede determinar una responsabilidad civil sin establecer culpa, a partir únicamente del riesgo creado contra el que hay que defenderse sin anularlo, del mismo modo se puede hacer responsable penalmente a un individuo sin tener que determinar si es libre y si hay culpa, ligando el acto cometido al riesgo de criminalidad constituido por su propia personalidad. Es responsable pues por su sola existencia engendra riesgo, incluso si no es culpable puesto que no ha elegido con completa libertad el mal en lugar del bien. Así pues la sanción no tendrá por objeto castigar a un sujeto de derecho que se habría voluntariamente enfrentado a la ley, sino que su función será más bien la de hacer disminuir en la medida de lo posible –bien por eliminación, por exclusión, a través de restricciones diversas o mediante medidas terapéuticas- el riesgo de criminalidad representado por el individuo en cuestión.58 (El subrayado es nuestro)
En este sentido, el control penal punitivo que pretende corregir las virtualidades
de peligrosidad, no puede ser efectuado por el poder judicial sino por una serie
de poderes laterales como la policía, organismos de seguridad e inteligencia y
toda una red de instituciones de medicalización, vigilancia y corrección, tales
como las instituciones psicológicas, psiquiátricas, criminológicas, médicas,
pedagógicas, entre otras.59
De esta manera las relaciones de poder biopolítico son proyectadas
socialmente en diversos organismos de control y mecanismos de seguridad,
que posibilitan el funcionamiento del sistema. Se fundamenta un orden basado
en la continua vigilancia y en el manejo de la información necesaria, para que
los dispositivos de control y normalización puedan actuar de manera inmediata
frente a las posibles amenazas contra el sistema:
¿Por qué siguen existiendo las prisiones a pesar de resultar contraproducentes? Yo respondería: precisamente porque producen delincuentes y la delincuencia tiene cierta utilidad económico-política en las sociedades que conocemos. Podemos desvelar fácilmente la utilidad económico-política de la delincuencia: primero, cuantos más delincuentes haya, más crímenes habrá, cuantos más crímenes haya, más miedo habrá en la población, y cuanto más miedo haya, más aceptable e incluso deseable será el sistema de control policial. La existencia de ese pequeño peligro interno permanente es una de las condiciones de aceptabilidad de este sistema de control, lo que
58 Foucault, Michel (1990). ―La evolución de la noción de individuo peligroso en la psiquiatría
legal‖ En: La vida de los hombres infames. Madrid: La Piqueta. pp. 257-260. 59
Foucault, Michel (1998). La verdad y las formas jurídicas. Capítulo cuatro. Barcelona: Gedisa.
175
explica por qué en los periódicos, en la radio, en la televisión, en todos los países del mundo sin excepción alguna, se dedica tanto espacio a la criminalidad, como si cada día se tratase de una novedad. Desde 1830, en todos los países del mundo se han desarrollado campañas sobre el tema del crecimiento de la delincuencia, hecho que no ha sido demostrado nunca; pero esta supuesta presencia, esta amenaza, este crecimiento de la delincuencia, es un factor de aceptación de los controles. 60
Una vez establecido el vínculo entre la biopolítica y la peligrosidad queremos
analizar la interpretación que el filósofo italiano Agamben realiza sobre la
biopolítica, reconociendo que es un conceptualización sobre la biopolítica
diferente a la de Foucault, presenta otras vías de análisis importantes para
pensar la bioética.
4.3 Agamben y la biopolítica
Las construcciones conceptuales de Agamben son una fuente importante para
la reflexión bioética. Particularmente la noción de biopolíticas menores61 que
este autor desarrolla actualmente, puede contribuir notoriamente al avance de
la fundamentación bioética.
Hemos decidido analizar el aporte de este autor porque introduce una
problematización diferente al ejercicio de poder del soberano sobre la vida,
particularmente sobre la forma de utilización de la muerte. Vimos que para
Foucault la modernidad implica un desplazamiento de las relaciones de poder
soberano que se fundaban sobre la posibilidad de matar a los súbditos, hacia
unas relaciones de poder tendientes a hacer vivir, punto de partida para la
creación de políticas sobre la vida, el cuerpo y lo biológico.
A diferencia de Foucault, Agamben considera que en sí misma la acción
política requiere de la separación de la vida en su forma biológica, para
60 Foucault, Michel (1999). ―Las Mallas del poder‖. En: Ética, estética y hermenéutica.
Barcelona: Paidós. pp. 247-248. 61
Grelet, Stany; Potte-Bonneville, Mathieu (2000). Una biopolítica menor entrevista con Giorgio Agamben. En: Ugarte, Javier (Comp.) (2005). La administración de la vida. Barcelona: Anthropos. pp. 171-187.
176
accionar sobre la nuda vida, es decir, sobre la vida humana despojada de su
devenir, complejidad y potencialidad. En otros términos, cualquier ejercicio
político crea un cuerpo biológico sobre el cual intervenir para disciplinarlo,
normalizarlo, dominarlo o eliminarlo. Agamben afirma, por lo tanto, que en el
poder soberano ya existía una dimensión biopolítica. El análisis de este autor
comienza por un estudio filológico de los dos términos que en griego clásico se
refieren a la vida, a saber, la zoe que expresa el simple hecho de vivir, común a
todos los seres vivos, como los animales, los hombres o los dioses, y bíos que
indica la forma de vivir propia de un individuo o grupo. No se trata de la simple
vida natural, sino de la vida en su infinita posibilidad de asumir formas de vida,
en su potencialidad de vivir en sí misma.62
El poder político se funda en la separación de la zoe del bios, en la separación
de la nuda vida del complejo potencial del devenir humano. El poder soberano
y el poder estatal se fundan sobre la capacidad de intervenir sobre la nuda
vida. Por lo tanto, Agamben considera que desde la aparición del poder
soberano ya se aporta un cuerpo para el ejercicio de un poder bio-político. La
muerte constituye un campo de acción posible y la acción del poder recae
sobre la materialidad del cuerpo desprovisto de toda adjetivación. Para
Agamben, la política se caracteriza por intervenir a los hombres tomándolos
como un cuerpo desprovisto de toda característica ciudadana, de toda
consideración a las singularidades que implica la vida misma.
La acción política está por encima de la esfera pública o privada (Estado,
sociedad civil), porque ya sea en una comunidad organizada como el Estado, en
una tribu, en un clan con una jerarquía simple, en una empresa o en una
multinacional, el poder opera como el estado de excepción que hace disponible
la nuda vida para la intervención del poder. Agamben toma el poder como un
ejercicio de intención, es decir que no se requiere la exclusividad del monopolio
de la fuerza como en el caso del Estado para su ejercicio; se trata más de la
62 Agamben, Giorgio (2001). Medios sin fin. Notas sobre la política. Valencia: Pretextos.
177
capacidad, en un momento dado, de hacer aparecer la nuda vida a nivel micro o
macro, para ser intervenida.
Agamben toma de Schmitt63 la noción de poder real, como aquel que se
descubre en la situación de excepción, según quien conserve la capacidad de
decisión, y no de acuerdo a la distribución constitucional de poderes, así como la
definición de soberano como el individuo al que le es concedido por el orden
jurídico el derecho de proclamar el estado de excepción y de suspender el orden
jurídico mismo. La conceptualización del poder soberano de Agamben está
enfatizada en la capacidad del uso de la fuerza, de la espada para afectar la
vida, se trata de un soberano que puede aplicar estados de excepción, con el
propósito de exponer totalmente la vida y hacerla disponible a una intervención
desde cualquier forma posible: penal, médica, eugenésica, disciplinaria, laboral,
entre otras.
La muerte entonces es una de las múltiples posibilidades del ejercicio del poder
soberano; lo particular en este caso es que, a diferencia de Foucault, Agamben
no considera que durante la modernidad se haya realizado una inversión en las
relaciones de poder, donde el poder se ocupa principalmente de administrar y
maximizar la vida. Agamben considera que históricamente ya existía una
configuración biopolítica en el poder soberano, porque este poder intervenía
sobre el organismo vivo desprovisto de todo derecho y toda consideración
subjetiva o ciudadana.
Agamben une de esta manera el modelo jurídico–institucional con el modelo
biopolítico del poder, porque considera que ambas formas del poder operan
sobra la nuda vida. El poder soberano y el poder biiopolítico de los Estados
modernos crean situaciones de excepción donde se puede disponer de la vida
natural, eliminándola o abandonándola de todo ordenamiento jurídico o moral.
Agamben afirma que el poder soberano tiene un carácter biopolítico, ya que su
centro de acción es la potestad del soberano para crear estados de excepción
63 Schmitt, Carl (2002). Teología política, cuatro ensayos sobre soberanía. Madrid: Struhardt.
178
que hacen aparecer la nuda vida. La biopolítica sería tan antigua como la
estructura de la excepción.
La tesis de Agamben es que el estado de excepción llega a convertirse en la
regla, tomando como modelo el campo de concentración. La modernidad
permite que la vida ingrese a continuos espacios extremos de excepción,
donde se produce una combinación de toda una serie de actuaciones sobre la
vida. El campo de concentración es, pues, el paradigma con el que este autor
representa la configuración de las relaciones de poder contemporáneas.
¿Por qué tienden a radicalizarse estos estados de excepción en los estados
modernos? La nuda vida en el Ancient régime pertenecía a Dios; en el mundo
clásico era tenida en cuenta la diferencia entre zoe vida humana y bios
ciudadano político. No obstante, en los estados-nación la nuda vida ocupa el
primer plano, en tanto hace del hecho del nacimiento el fundamento de la
soberanía. La declaración de los Derechos Universales hace posible el
desplazamiento de la soberanía de origen monárquico-divino a la soberanía
nacional, que asegura la inserción de la vida en el nuevo orden estatal.64
Constituyendo un aparato jurídico que se sustenta en la delimitación y
definición de la vida de los seres humanos, al establecer una relación entre el
nacimiento, la vida, el cuerpo, y el derecho.
La configuración política en la modernidad se estructura a partir de lo más
privado e incomunicable que posee el hombre; su sangre, su biología,
indiferenciando la esfera pública de la privada. De allí que el campo de
concentración sea considerado por Agamben como el lugar inaugural de la
modernidad: ―el primer espacio en que acontecimientos públicos y privados,
vida política y vida biológica se hacen rigurosamente indistinguibles. En cuanto
ha sido separado absolutamente de la comunidad política y reducido a nuda
64 Agamben, Giorgio (2001). Medios sin fin. Notas sobre la política. Valencia: Pretextos. pp. 25
y sgtes.
179
vida (…) el habitante del campo es, en rigor, una persona absolutamente
privada‖65.
Agamben conceptualiza la nuda vida desde el derecho arcaico, tanto romano
como germano. En ambas teorizaciones se denomina Homo sacer al hombre
que ha sido condenado por un delito, y puede ser eliminado por cualquiera sin
que esto constituya un crimen. A este hombre se le considera sagrado en tanto
no es lícito sacrificarle, si bien aquel que le diera muerte no sería condenado
por homicidio. El soberano es el único capaz de poner a un hombre en tal
situación. Por lo tanto, la relación originaria de la ley (soberana) con la vida no
es la aplicación, sino el abandono.66 De allí que el refugiado y los campos de
concentración sean el paradigma contemporáneo donde podemos apreciar
cómo la biopolítica se aplica para despojar de todo derecho, de toda cualidad
ciudadana, abandonando al sujeto (humano, político, social) a su condición de
organismo vivo disponible para el ejercicio del poder. El campo de
concentración es el paradigma oculto del espacio político de la modernidad67.
Finalmente queremos resaltar un aporte de Agamben muy importante para
interrogar el discurso bioético
―Lo que queda por fuera de interrogación de los actuales debates sobre la bioética y la biopolítica es (…) el propio concepto biológico de vida. Los dos modelos simétricamente opuestos de Rabinow el de la experimental life (…) que hace de su propia vida un laboratorio (…) y el opuesto que en nombre de la sacralizad de la vida, exaspera la antinomia entre ética individual y tecnociencia, participan en rigor, sin
darse cuenta de ello, del mismo concepto de nuda vida‖68.
Agamben considera que la vida humana tiende a ser pensada en nuestra
contemporaneidad como nuda vida, de allí que muchos de los debates
bioéticos a favor o en contra de la tecnociencia o de la biopolítica, tengan como
una premisa latente la reducción de la complejidad del devenir humano a nuda
vida bajo la forma de vida biológica, carácter secularizado de la nuda vida.
65 Agamben, Giorgio (2001). Ibíd. p. 121.
66 Agamben, Giorgio (2003). “Homo Sacer I. El poder soberano y la nuda vida‖. Valencia:
Pretextos. p. 43. 67
Agamben, Giorgio (2003). Ibíd. p.156. 68
Agamben, Giorgio (2001). Medios sin fin. Notas sobre la política. Valencia: Pretextos. p. 16
180
La secularización de la nuda vida se produce a través de la ideología médico-
científica, capaz de producir pseudoconceptos científicos con finalidades de
control político.
―La separación de la nuda vida, que el soberano podía llevar a efecto en ciertas circunstancias a partir de las formas de vida, se realiza ahora de forma cotidiana y masiva por medio de las representaciones pseudocientíficas del cuerpo, de la enfermedad y de la salud, y de la ―medicalización‖ de esferas cada vez más amplias de la vida y de la
imaginación individual‖69.
El encuentro de la política con la ideología médico-científica se produce cuando
lo que está en juego es la vida misma. Una de sus principales consecuencias
es la trasformación de las formas de vida reales, múltiples, llenas de
potencialidad, complejas, etc., en formas de supervivencia de una vida
biológica, cada vez más amenazada por numerosos factores.
Desde la propuesta de Agamben sobre la biopolítica contemporánea, creemos
que vale la pena interrogar en qué medida la bioética surge, tomando como
objeto de estudio la nuda vida, puesto que es el objeto de estudio del discurso
médico. A pesar de realizar una lectura desde presupuestos morales, la
bioética médica parte necesariamente de la forma de representación de la vida
que realizan las biotecnologías médicas. Las denominadas ciencias de la vida
en la modernidad comparten un objeto de estudio, la vida desprovista de todo
componente cultural, social, ciudadano, reduciendo la potencialidad de las
múltiples formas de vida a su estructuración biológica.
Vamos a desarrollar brevemente un ejemplo que ilustra la manera en que las
ciencias biológicas y médicas, esgrimen relaciones de saber-poder que
cambian por completo las legislaciones y justifican nuevas maneras de
intervenir la nuda- vida, es decir la vida biológica desprovista de toda
adjetivación. Las legislaciones de los gobiernos contemporáneos crean estados
69 Agamben, Giorgio (2001). Ibíd. p. 17
181
de excepción que exponen totalmente la vida, para hacerla disponible a la
intervención de las biomedicinas.
Tomemos el debate sobre la muerte cerebral que el papa Pío XII inició al
criticar las enseñanzas científicas modernas que se apartaban de las
tradiciones de la iglesia. Muchos planteamientos de la vida humana
establecidos en su Encíclica sobre el género Humano de 1950, fueron
cuestionados por Mollaret y Groulon, neurofisiólogos franceses que describen
un tipo de coma irreversible que denominan ―coma depassé‖, antecedente de
los criterios contemporáneos sobre muerte cerebral. Antiguamente, cuando las
funciones vitales de la respiración y la circulación (latidos cardiacos) se
interrumpían, se consideraba que el alma había partido y que la persona había
muerto. En el coma profundo, las funciones vitales cesan, pero la persona
continua con vida. La respiración y la circulación pueden continuar su función
normal aunque la persona adolezca de conciencia, o las funciones vitales
pueden ser mantenidas mediante métodos artificiales de la medicina. Este
hecho llevó a un intenso debate sobre los criterios que pudieran determinar
oficialmente la muerte de un ser humano. Finalmente una comisión Ad Hoc de
la Universidad de Harvard en 1968, concluyó el debate al establecer el nuevo
criterio para definir la muerte de las personas, denominado muerte cerebral,
donde las funciones vitales pudiesen estar operando correctamente en las
personas, pero la pérdida irreversible de la actividad cerebral, particularmente
la actividad cerebral en el neocortex o centros cerebrales superiores, sería el
principal indicador para establecer la muerte. La mayoría de los países
occidentales adoptan apresuradamente en sus legislaciones estos criterios
producidos por el discurso y la industria médica.
La nueva doctrina legislativa que asumen los estados sobre la muerte cerebral,
es fruto del discurso médico. La legislación construida en torno a la muerte,
posibilita que se repita la relación característica, ilustrada por Agamben, entre
el soberano y el homo sacer; a saber el ejercicio del poder se orienta hacia la
materialidad de la vida. Las leyes se instituyen para ser aplicadas sobre la vida,
para determinar en qué momento la vida es abandonada a un estado de
182
excepción (como la muerte cerebral), donde se hace disponible la materialidad
de la vida biológica para ser diseccionada y entrar así a formar parte del
lucrativo mercado de órganos humanos.
La muerte cerebral además nos muestra la manera en que la manipulación de
la vida biológica, es el límite que marca el final de los derechos del individuo. El
silencio de nuestras sociedades frente a la muerte tal vez refleje la paroxístico
temor a ser finalmente una colección de órganos remanufacturables,
disponibles para de la racionalidad práctica, conforme a criterios de
oportunidad y costo beneficio; a ser un trozo de carne que entre a hacer parte
de un mercado que tiende a autoregularse. Cada vez se da menos importancia
a los rituales fúnebres y a los procesos de duelo, se agotan entonces las
posibilidades de una vida auténticamente humana, frente a las
representaciones y el mercado de la muerte humana.
En la historia de la medicina encontramos hallazgos que debieron ser tenidos
en cuenta por la comisión de Harvard, y operaron como condiciones de
posibilidad para el devenir histórico de las determinaciones en torno a la muerte
que asumen los estados contemporáneos. En 1963 se pone en circulación la
azatioprina, sustancia que facilita el rechazo inmunológico, inaugurando la era
de los trasplantes de órganos de cadáver. Christiaan Barnard el 3 de diciembre
de 1967 realiza el primer trasplante de corazón humano de una mujer de 25
años a un hombre de 55 años llamado Louis Washkanky, que falleció 18 días
más tarde de neumonía. En el mismo año Starzl lleva a cabo el primer
transplante de hígado con una supervivencia significativa de 13 meses. Para
1968 se realizó el segundo trasplante de corazón a Philip Blaiberg que luego de
la operación pudo vivir 563 días70. La tecnología de trasplante se desarrolla
exitosamente en la misma época en la que la comisión se pronuncia sobre el
tema de la muerte. La prometedora industria del trasplante, abre nuevas formas
de mejorar las condiciones de vida de las personas y de incrementar la
productividad de los enfermos crónicos. Esta tecnología requiere que la
70 Laín, Entralgo. Editor (1975). Historia Universal de la Medicina. Vol. 7. Barcelona: Salvat.
183
sociedad civil pueda aceptar la manipulación de ciertos estados de la vida,
creando estados de excepción, donde la vida biológica de los seres humanos
pueda ser totalmente expuesta a la intervención de las biociencias médicas.
Recordemos que en el análisis de la biopolítica de Agamben, la muerte pasa a
convertirse en un epifenómeno de la tecnología del trasplante71. Una legislación
como la de la muerte cerebral, trata de garantizar las condiciones para que las
biotecnologías, los trasplantes y las representaciones sociales sobre la vida
humana, puedan operar en grupos poblacionales. Tenemos entonces en el
caso de la legislación sobre la muerte cerebral una biopolítica, es decir, una
estrategia de gobierno construida para gobernar una población.
En conclusión si recordamos la definición de bioética de Warren, "estudio
sistemático de la conducta humana en el ámbito de las ciencias de la vida y del
cuidado de la salud, en cuanto que esta conducta es examinada a la luz de los
valores y principios morales‖72, el ser humano es comprendido desde la óptica
que producen las ciencias de la vida, en un cálculo científico y médico sobre la
vida, que de acuerdo a la interpretación de Agamben, hace disponible la nuda
vida para ser intervenida por el poder. A pesar de que dichas ciencias de la
vida y de la salud sean examinadas a la luz de principios morales, hay de
entrada una forma secular de pensar las formas de vida en términos de nuda
vida, que hace propicio el terreno para entrar al juego de cálculos de la
biopolítica.
A continuación vamos a esbozar las principales facetas del proceso de
medicalización de la sociedad occidental, analizando el problema del
tratamiento que las sociedades occidentales le han dado a la enfermedad y a la
promoción de la salud. Debemos recordar que nuestro análisis se orienta
desde la interpretación foucoultiana donde el biopoder se expresa como una
tendencia a hacer vivir, como una intervención capaz de incidir sobre la
mayoría de fenómenos vitales que las personas deben enfrentar: nacimiento,
71 Agamben, Giorgio (2005). Estado de excepción. Buenos Aires: Adriana hidalgo ed.
72 Reich Warren, Thomas (1982). Encyclopedia of Bioethics. New York & London:
Macmillan/Free Press.
184
muerte, enfermedad, etc. Por lo tanto vamos a dedicar un espacio particular al
análisis del tema de la medicalización de la sociedad.
5. Biopolítica: la medicalización de la sociedad.
La medicalización se desarrolla en una estrecha relación entre el poder
disciplinario y el discurso médico, pues por medio de técnicas como el examen,
la inspección, el registro detallado y el archivo, se generó el desbloqueo
epistemológico de la medicina del siglo XVIII. A través de la inspección, el
historial individual, y la transición entre visitas esporádicas, visitas diarias y la
institución de un médico residente en el siglo XVIII, se ubica al enfermo en un
campo de visibilidad permanente, en las condiciones necesarias para aplicar un
examen perpetuo. Además debemos reconocer que el discurso médico ha sido
una de las bases fundamentales de la biopolítica y hoy día es uno de los
poderes laterales que se instituyen con mayor fuerza y penetración en las
sociedades occidentales. La inversión de las relaciones de poder en occidente,
de hacer morir y dejar vivir a hacer vivir y dejar morir, se unen a un desarrollo
vertiginoso de la tecnociencia en nuestra contemporaneidad, para crear un
nuevo dispositivo de normalización de la vida a través de la medicalización.
¿Cuáles son las razones por las que la medicina en occidente ha tomado
ciertas vías de desarrollo y no otras? ¿Por qué la medicina ha tenido tan
enorme impacto en las sociedades contemporáneas? Reflexionar sobre el
proceso de medicalización de la sociedad nos permitirá comprender, en primer
lugar una de los discursos fundamentales para la consolidación de la biopolítica
contemporánea, y en segundo lugar nos posibilitará establecer los referentes
socio-históricos centrales en la génesis del discurso bioético médico.
La medicalización de la sociedad se produce cuando la medicina se transforma
en un agente de regulación y control por parte del Estado, al constituirse en un
discurso capaz de implementar una diversa gama de tecnologías, prácticas,
cuidados, tratamientos y formas de relación del individuo con su cuerpo. Este
185
proceso fue posible cuando el Estado tomó como objetivo político central la
posibilidad de intervenir y controlar la vida de los ciudadanos y la salud de la
población. La medicina se constituyó como un agente de regulación y
normalización que le permitió al Estado administrar un cuerpo social sano para
mejorar los sistemas de producción. La medicina se consolidó históricamente
como un dispositivo de observación, corrección y mejoramiento del cuerpo
social. En tanto la medicina logró instituirse como uno de los principales
consejeros del poder político, aseguró una posición privilegiada dentro de las
estructuras de gobierno de las sociedades liberales desde el siglo XVIII.
Foucault realizó un extenso trabajo sobre las relaciones de poder creadas
durante el proceso de medicalización de la sociedad; recordemos una de sus
preguntas iniciales frente a este problema:
―¿Por qué, durante 1656, varios hoteles y asilos de París fueron transformados en el hospital general de París? ¿Por qué instituciones similares se construyeron rápidamente en todas las ciudades de provincia? ¿Y por qué fueron llenadas no sólo con enfermos crónicos, sino también con dementes y desempleados? Foucault aventuró una respuesta: la aurora de la "edad de la razón" trajo también el despertar de una nueva clasificación, caracterización y diferenciación de normalidad y anormalidad, de salud y enfermedad, y por consiguiente, nuevas y radicales formas de regulación social‖73.
Un ejemplo de los ejercicios de normalización social lo podemos tomar del
tratamiento de la locura, que Foucault analizó ampliamente en su texto ―Historia
de la locura en la época clásica‖. En este trabajo explicó la manera en que la
locura deja de ser pensada desde una concepción trágico-cósmica y se somete
a tratamientos de normalización. Durante el Renacimiento, a través de una
técnica de expulsión denominada la nave de los locos, se determinaba una
existencia errante a los locos; sin embargo se daba un reconocimiento a una
forma particular de saber, conferida a la palabra profética del loco, quien decía
lo que otros no, en una forma de denuncia o crítica al orden social
predominante. En la época clásica, la locura comienza a ser intervenida desde
el encierro, la palabra de la sin razón de la locura, debe estar bajo la tutela de
73 Granja, Dulce María (1984). En memoria de Michel Foucault. Estudios de filosofía historia y
letras, (1), 198-201.
186
la razón. Con el nacimiento del saber moderno, de las ciencias sociales y
humanas, se constituyen clasificaciones y categorizaciones psicopatológicas
que permiten pensar un tratamiento, una cura que continua excluyendo de la
sociedad las formas de la locura y regulando las manifestaciones de
anormalidad. En la partición razón-sinrazón es donde se construye el saber que
hace de la locura una patología con un posible tratamiento, además un saber
capaz de brindar fundamento a la conceptualización de lo anormal, basado en
los matices y las pequeñas diferencias de la sin-razón.
La pregunta por la medicalización de la sociedad como un proceso sociopolítico
es abordada, por Foucault, a través del desglose de los orígenes históricos que
determinaron el devenir de la medicina contemporánea y su posterior crisis.
Uno de los ejes centrales de su investigación fue la influencia del capitalismo,
que favoreció el desplazamiento de una medicina individualizada de la edad
media a una medicina colectiva. Desde el siglo XVIII, el cuerpo es el principal
objetivo en función de su fuerza productiva, la política se ocupa de lo biológico,
del cuerpo para fortalecer el sistema estatal y económico. La medicina
entonces se convierte en el principal fundamento de las nuevas estrategias
biopolíticas. La formación de la medicina social recorre tres etapas: la medicina
del Estado, la medicina urbana y la medicina de la fuerza laboral74, vamos a
sintetizar las principales características de cada etapa.
5.1 La medicina del Estado.
La medicina de Estado se desarrolla principalmente desde las corrientes
filosóficas alemanas del siglo XVIII, gracias a su interés por desarrollar una
teoría del Estado, que pudiera constituirse en una ciencia de las formas de
gobernar. Esta nueva ciencia trata de conocer los recursos naturales que
poseen las sociedades, las condiciones de su población y el funcionamiento
general de las relaciones políticas. Paulatinamente el conocimiento producido
74 Foucault, Michel (1994). Nacimiento de la medicina social. En Estrategias de Poder. Obras
esenciales vol. II. Barcelona: Paidos. p. 366.
187
por la investigación médica, y el control social que posibilitaba dicho
conocimiento se integraron a los procedimientos que le sirven al Estado para
su permanencia, fortalecimiento y funcionamiento. En este momento histórico
el saber de la medicina se pone al servicio del mantenimiento del sistema
político del Estado.
Durante el siglo XVII, en un clima político y científico influenciado por las ideas
de la ilustración, y en una economía basada en el mercantilismo y dominada
por la burguesía, las naciones del mundo europeo comienzan a preocuparse
por la salud de su población. En Francia, Inglaterra y Austria comienza a
calcularse la fuerza activa de sus poblaciones, originándose estadísticas de
natalidad y mortalidad y recuentos de población. Incluso en países como
Alemania se desarrolló una práctica médica efectiva centrada en el
mejoramiento de la salud de la población, como lo fue el caso de la
"medizinischepolizei" o "policía médica" creada en 176475, cuya función era
asegurar el orden, velar por el crecimiento de las riquezas y mantener las
condiciones de salud. Esta medicina, aunque presta una serie importante de
servicios, impone un régimen de coacciones bajo una finalidad puramente
económica. Las políticas de salud desde esta perspectiva, consideran la
enfermedad como un problema político y económico que requiere de
estrategias globales de intervención.
La medicina de Estado desarrollada principalmente en Alemania a comienzos
del siglo XVIII, se caracterizó por: 1) Poseer un sistema mucho más completo
de observación de la morbilidad (apoyándose en los hospitales y médicos en
ejercicio) y el registro a nivel del propio Estado de los diferentes fenómenos
epidémicos y endémicos observados; 2) Conferir a la universidad y a la propia
corporación médica, la decisión sobre la formación médica y la concesión de
los títulos; 3) Establecer una organización administrativa para controlar la
actividad de los médicos; 4) Delegar bajo la responsabilidad de los funcionarios
75 Foucault, Michel (1994). Ibíd. p. 368.
188
médicos nombrados por el gobierno, una región al poder que poseen o al
ejercicio de autoridad que les confiere el saber.
Las formas de saber bajo las directrices de la razón instrumental, expresada en
los términos del positivismo epistemológico predominante durante esta época,
desarrollan una tecnología de la población basada en el cálculo de edades,
demografías, esperanzas de vida, tasas de morbidez, incitaciones a la
natalidad, relación población-riqueza, educación, formación profesional, entre
otras. El cuerpo del individuo y el de las poblaciones son considerados desde
concepciones mensurables y economicistas; el cuerpo llega a ser más o menos
utilizable, rentable, con una capacidad de supervivencia, de muerte o de
enfermedad y con una facultad para el aprendizaje. Los rasgos biológicos de
una población son tomados como elementos para una gestión económica.
Las políticas desarrolladas en torno a la idea de cuerpo social y dirigidas al
cuerpo del individuo, denominadas nosopolíticas, se pueden caracterizar por:
El privilegio de la infancia dentro de los procesos de medicalización de la
familia. Se imponen una serie de obligaciones a padres e hijos, tales
como: cuidados, contacto higiene, limpieza, proximidad, etc. La familia
se erige como un agente constante de medicalización, articulando lo
privado con la salud del cuerpo social.
La higiene y el funcionamiento de la medicina como instancia de control
social se instituye como un régimen de salud, con múltiples finalidades:
la desaparición de epidemias, el descenso de tasa de morbilidad,
prolongación de expectativas de vida, reducción de mortalidad para cada
edad, entre otros. Implica intervenciones autoritarias y medidas de
control sobre las poblaciones.
La medicina aparece como una técnica general de la salud que
promueve un control social sobre las formas de comportamiento y
existencia de los individuos y sus comunidades; de allí que puede
incorporarse muy bien a las estructuras administrativas de las
ciudades.76
76 Foucault, Michel (1994). Ibíd. p. 328.
189
En definitiva, el médico asume el rol de consejero administrativo, capaz de
programar y mejorar el cuerpo social y mantenerlo en una situación de
permanente salud; lo aleccionador, lo correctivo y lo moralizante, comenzarán a
ser interpretados en el sentido de su utilidad para el todo social. La noción de
utilidad explica porqué la sociedad no se propone dejar de lado sus
desigualdades sociales, sino simplemente asignar papeles a aquellos que no
pertenecen a las clases dominantes. La sociedad europea del siglo XVIII se
inclina hacia una perspectiva técnico-política que se fundamenta en el
disciplinamiento. El cuerpo desde una visión anatómico-fisiológica puede ser
manipulado o encausado para incorporarlo poco a poco a una vida metódica y
productiva. La ciudad moderna como conjunto, es leída desde la idea de masa
global, sentando las bases para el tratamiento de las enfermedades que
pueden afectar dicha masa, a través de la institucionalización de biopolíticas
poblacionales, capaces de perfeccionar y desarrollar la fuerza estatal.
En el tratamiento de la peste del siglo XVIII podemos notar este proceso de
observación detallada e intervención sobre comunidades completas. Una
estricta división espacial y una jerarquía altamente organizada permitían que la
inspección y el juego de la mirada se distribuyeran en todas partes. Este
dispositivo disciplinario estaba soportado en un sistema de registro
permanente, donde se anotaban todos los movimientos, para controlarlos y
someterlos. Cuando cada integrante de la comunidad puede ser
constantemente localizado, examinado y distribuido entre los vivos, los
enfermos y los muertos, hay un efecto de individualización que permite que un
nuevo orden impere.
La lepra fue otra enfermedad que al presentarse en los asentamientos urbanos
en constante crecimiento, suscitó un amplio tratamiento político a partir de
directrices médicas, a través del rechazo, el exilio, la clausura sobre un
conjunto indiferenciado de personas que son estigmatizadas y rechazadas por
el ―bienestar‖ de la comunidad. Las medidas que se tomaron por la amenaza
del contagio de la lepra, son desplazadas a ideologías políticas que tendrán
190
como nuevo horizonte la formación de una sociedad pura. De esta forma se
justifican prácticas de exclusión y encierro al loco, al mendigo, al anormal, al
inmoral, al delincuente, al Otro que pueda representar una diferencia difícil de
comprender o una amenaza para la sociedad.
En síntesis, la metáfora política del tratamiento dado a la peste es la de la
sociedad perfectamente gobernada, disciplinada, analizada, repartida,
jerarquizada, vigilada e inspeccionada bajo el estado de cuarentena. En el caso
de la lepra, la utopía política se dirigía a la consecución de una sociedad
pura.77
En el siglo XIX, al tratamiento dado al leproso se le adicionan las estrategias
construidas para la peste. Ambos esquemas convergen en un proceso que
impone a los excluidos por la lepra la táctica de las disciplinas individualizantes,
es decir, a través de mecanismos disciplinarios se permite marcar lo ―anormal‖
para excluirlo. Para realizar esta disciplinamiento del excluido, se crea una
división binaria y una marcación que permita diferenciar las características de
lo normal y lo anormal; llegando a realizar una distribución diferencial que
permita individualizar el tratamiento del anormal, quién es, dónde debe estar,
cómo reconocerlo, cómo ejercer una vigilancia constante, etc. Esta conjunción
permite la emergencia de instituciones para medir, controlar y corregir a los
anormales. 78
La articulación de las prácticas disciplinarias con las de exclusión, determina
una transformación discursiva importante en el sentido que determinan las
dinámicas que asumen las instituciones y las prácticas de asistencia dentro de
la modernidad. A partir de la medicalización, el encierro deja de ser entendido
como castigo y se lo vincula con lo "terapéutico". Esta idea de reclusión va a
ser característica de la modernidad y se va a difundir mas allá de la institución
psiquiátrica, interviniendo las minorías constituidas por el delincuente en la
77 Foucault, Michel (1976). Vigilar y castigar, el nacimiento de la prisión. Madrid: Siglo XXI. pp.
200 y sgtes. 78
Foucault, Michel (1976). Ibíd. p. 205.
191
cárcel, el alumno en la escuela, o el obrero en la fábrica. El encierro en
definitiva tiene un objetivo claro: ser útil a la sociedad en tanto excluye a los
individuos anormales y les brinda un tratamiento, ya sea por la separación o
por la rehabilitación. El encierro brindó así beneficios a las clases sociales
predominantes.
Paralelamente el incremento demográfico tuvo como consecuencia el problema
del hacinamiento, el espacio público y la planeación de las ciudades. Es así
como surge otro campo para la medicalización, denominado medicina urbana.
5.2 La medicina urbana.
La medicina urbana tiene como principal referente a Francia; aquí el eje
articulador no es la estructura del estado, sino la urbanización, el desarrollo de
la vida urbana. Esta medicina surge de la necesidad de constituir la ciudad
como una unidad, para tratar de organizar el cuerpo urbano en forma coherente
y homogénea79. La complejidad creciente de los nuevos asentamientos
humanos requería de un poder único que pudiera reglamentar el comercio, la
industria naciente y las relaciones sociales. Hasta el siglo XVII, en Europa, el
peligro social estuvo en el campo, pero a fines del siglo XVIII con la
proletarización, los conflictos urbanos se hacen más frecuentes.
Las ciudades generan nuevos conflictos y temores en los ciudadanos, tales
como la angustia frente al hacinamiento, el temor a los contagios en las
cloacas, y las altas construcciones en peligro de desmoronarse. Estas crisis
promueven en los entes reguladores y las instituciones administrativas la
necesidad de ejercer procesos disciplinarios donde las personas permanezcan
en lugares estables, fijos, visibles, para su control y organización.80
79 Foucault, Michel (1990). La vida de los hombres infames. Madrid: La Piqueta. p. 134.
80 Foucault, Michel (1994). Nacimiento de la medicina social. En: Estrategias de Poder. Obras
esenciales vol. II. Barcelona: Paidos.
192
En la época de los hospitales como grandes observatorios de la enfermedad, y
de la medicina clínica centrada en torno al examen, el diagnóstico, la
terapéutica individual y colectiva, las técnicas disciplinarias de poder,
implementaron un novedoso nivel de análisis sobre los individuos,
incrementando la producción del saber sobre la vida y la enfermedad de los
ciudadanos. Este proceso posibilitó el desbloqueo epistemológico del saber
médico y el surgimiento de consideraciones sobre los conjuntos poblacionales
de las grandes urbes.
La medicina urbana tiene en cuenta el diseño arquitectónico como una vía para
producir un poder disciplinario. El hospital en su propia materialidad se
convierte en un operador terapéutico, en el sentido de ejercer la función de una
maquinaria de control, observación, registro y encauzamiento de la conducta.
Los hospitales se constituyeron en una estructura arquitectónica que a través
del juego ininterrumpido de miradas calculadas, en una geometría exacta para
la vigilancia de los enfermos, produce efectos de poder. El ponoptismo
disciplinario desarrollado en los hospitales, tiene la ventaja de hacerse invisible
a sí mismo, para imponer sobre el paciente campos de visibilidad permanentes
y obligatorios.
La propuesta del panóptico de Bentham implica la creación de casas de
inspección o ―elaboratorios‖, no importan en definitiva quienes serán
incorporados a éstas. ‖Castigar criminales empedernidos, albergar locos,
reformar viciosos, aislar sospechosos, ocupar ociosos, proteger indigentes,
curar enfermos, enseñar a quienes quieran aprender un oficio o dar instrucción
a las nuevas generaciones; en suma, así se trate de cárceles para detención
perpetua o para detención en espera de juicio, o de penitenciarías,
correccionales, casas de trabajo para pobres, fábricas, manicomios, hospitales,
escuelas‖.81 En suma, el panóptico es un lugar diseñado para hacer posible la
81 Bentham, Jeremy (1989). El Panóptico. Premiá. México. p. 75. Citado en: Carballeda, Alfredo
Del desorden de los cuerpos al orden de la sociedad. Capítulo IV: La Acción Social Ilustrada, el Utilitarismo, la Sociedad de Beneficencia y el origen de la Psiquiatría en el Río de la Plata. Versión digital en: http://www.margen.org/libro/cap4.html (Consultado en mayo de 2012).
193
experimentación sobre los hombres, y para analizar las transformaciones que
se pueden obtener sobre individuos y poblaciones.
Los elaboratorios permitieron la sistematización del examen, técnica
fundamental para el poder disciplinario en tanto posibilitó una de las más
grandes articulaciones del poder con el saber. Los organismos de control que
ejercen vigilancia generan conocimiento útil para el sistema. El encierro
terapéutico como uno de los más radicales ejercicios de poder, permitió la
producción de un saber individualizado, detallado y al servicio de las clases
dominantes. En el caso de los hospitales, el encierro se articula con la
observación permanente. En 1771 se instituye el médico residente, se avanza
de una observación regular a un examen permanente. El personal religioso
queda en un segundo plano ante la aparición del enfermero, nuevo rol
encargado del cuidado y vigilancia constante del enfermo. El examen hace de
cada individuo un caso, un objeto para la producción de conocimiento y para el
ejercicio de un saber-poder. Los registros detallados posibilitan la
cuantificación, la contabilización de enfermedades, curaciones, fallecimientos y
el establecimiento de cálculos de conjunto, fortaleciendo los sistemas
administrativos centralizados.
El individuo entra al campo del saber a través de la anamnesia, el interrogatorio
y el expediente, creando las condiciones de posibilidad de nuevas formas de
poder sobre los cuerpos. Este complejo proceso participó en la constitución de
las ciencias sociales y fortaleció el desarrollo epistemológico de la medicina. El
régimen disciplinario es un poder anónimo que funciona a través de un efecto
de individualización-normalización, donde la constante vigilancia permite el
desarrollo de medidas comparativas que institucionalizan la ―norma‖ como
referencia.
La norma posibilita a la medicina urbana intervenir sobre la salud de los
grandes asentamientos humanos, inspeccionando lugares como fábricas,
talleres, espacios de recogimiento, y regulando los lugares que considera
amenazas para la higiene colectiva tales como cementerios, acueductos
194
limpios y residuales, circulación del aire, construcción de avenidas, etc.,
medicalizando la organización espacial y arquitectónica de la ciudad. La
planeación de las ciudades entonces contará con un cálculo de los problemas
sanitarios para su desarrollo, constituyendo las nociones iniciales de salubridad
que permitieron la conjugación de numerosos discursos en torno a la salud: la
química, la física, la biología, la botánica, la arquitectura, etc., en una medicina
que se ocupa, más que de la salud del hombre, de las cosas que intervienen en
sus condiciones de vida.
La medicina urbana con sus métodos de vigilancia y de hospitalización, no fue
más que un perfeccionamiento, en la segunda mitad del siglo XVIII del
esquema político-médico de la cuarentena. La higiene pública fue una variedad
refinada de la cuarentena, proceso que logró desarrollar la medicina urbana,
cuyos objetivos fueron esencialmente los siguientes: 1) Analizar los lugares de
acumulación de todo lo que en el espacio urbano podía provocar
enfermedades. 2) Controlar la circulación, organización y distribución del agua,
el aire y los desechos. El concepto de salubridad aparece al comienzo de la
Revolución Francesa, posteriormente la noción de higiene pública sería el
concepto que en la Francia de principios de siglo XIX, abarca lo esencial de la
medicina social, entendida como una técnica de control y de modificación de
los elementos del medio que pueden favorecer o perjudicar la salud. 82.
Unido a la reflexión sobre la relación entre la salud y las condiciones
ambientales, los estados modernos comienzan a centrar su atención sobre los
niveles de producción de sus comunidades. El sistema de acumulación
capitalista instituye una fuerte preocupación por la optimización de los procesos
económicos. La medicina responde a las nuevas necesidades de los sistemas
productivos del Estado, dirigiendo su atención hacia la fuerza laboral de las
sociedades industriales.
82 Foucault, Michel (1994). Nacimiento de la medicina social. En: Estrategias de Poder. Obras
esenciales vol. II. Barcelona: Paidos. pp.378 y sgtes.
195
5.3 La medicina de la fuerza laboral.
La medicina de la fuerza laboral, de los pobres y de los obreros, no fue la
primera meta de la medicina social, sino la última. Para las ciudades pequeñas
el hacinamiento no representaba un grave riesgo. Los pobres incluso
realizaban una serie de tareas simples y remuneradas, necesarias para el buen
funcionamiento de la ciudad: repartían cartas, recogían la basura, realizaban
acarreos, entre muchas otras funciones, articulándose a la instrumentalización
que implica la vida urbana.83
Desde finales del siglo XVIII, las gestiones colectivas de la enfermedad dejan
de realizarse a través de la asistencia a los pobres organizada por instituciones
de caridad religiosas. Una analítica de la pobreza reconoce en la enfermedad
de los pobres una serie de costos que no se ajustan a los imperativos del
sistema capitalista. A mayor población se requiere una mejor utilización de los
recursos. Foucault evidencia que, a diferencia de la medicina alemana del siglo
XVIII, aparece en el siglo XIX en Inglaterra una medicina basada en un control
de la salud y del cuerpo de las clases más necesitadas, tratando de generar
mejores condiciones laborales y una disminución de las situaciones de riesgo a
las clases adineradas.84
La medicina-servicio de la época clásica caracterizada por una gestión de
asistencia dirigida a los pobres, estaba subvencionada por instituciones de
caridad donde se intentaba unir a cada ciudadano a través de un ejercicio de
moralización, vigilancia y castigo, ya sea denunciando, excluyendo o
encerrando los sujetos potencialmente peligrosos. Los nuevos modos de
inversión y capitalización económica de la sociedad, que surgen bajo el
dominio de la razón instrumental, cuestionan el manejo de grandes capitales no
productivos realizados por las fundaciones de caridad, para mantener
vagabundos, ociosos y anormales. La racionalización del mundo de la vida
desde referentes económicos, los análisis de las relaciones costo-beneficio
83 Foucault, Michel (1990). La vida de los hombres infames. Madrid: La Piqueta. p.146.
84 Foucault, Michel (1994). Nacimiento de la medicina social. En: Estrategias de Poder. Obras
esenciales vol. II. Barcelona: Paidós. pp. 378 y sgtes.
196
toman la ociosidad, interrogando sus condiciones y efectos, llegando a sustituir
la sacralización global del pobre, tan tradicional para el pensamiento cristiano.
Desde esta concepción, los fenómenos de la pobreza y la enfermedad deben
ponerse en relación con los imperativos del trabajo y las necesidades de la
producción.
Hasta el segundo tercio del siglo XIX no se planteó el problema de la pobreza
como fuente de peligro médico y existieron varias razones para ello: la
población necesitada se convirtió en una fuerza política capaz de rebelarse; el
establecimiento de sistemas postales, de cargadores, de transporte, ocasionó
disturbios, por restar medios de subsistencia a la población pobre; y sumado a
ello la epidemia de cólera de 1832, que comenzó en París y se propagó a toda
Europa. A partir de esa época se decidió dividir la ciudad en sectores pobres y
ricos.85
Podemos entonces ubicar un gran antecedente de la medicalización de la
sociedad en las políticas de salud del siglo XVIII. Tanto la medicina de
clientelas privadas como la medicina socializada, responden a esta estrategia
global de considerar las enfermedades como un problema económico y político
de las colectividades. En el siglo XVIII se produce el surgimiento de una visión
nosopolítica que representa las diferentes estructuras sociales, como un cuerpo
que puede estar abocado a la salud o a la enfermedad. Exigiendo por lo tanto,
una gestión colectiva, que dinamiza una serie de cambios en las técnicas de
asistencia.86
Es esencialmente la "ley de los pobres" la que convierte a la medicina inglesa
en medicina social. Medicalizando a los pobres, surge la idea de una asistencia
fiscalizada, de una intervención médica que constituye un medio de ayudar a
los más pobres a satisfacer sus necesidades de salud y al mismo tiempo
mantener un control mediante el cual las clases adineradas o sus
85 Foucault, Michel (1994). Ibid. pp. 381 y sgtes.
86 Foucault, Michel (1994). La política de la salud en el siglo XVIII. En: Estrategias de Poder.
Obras esenciales. Vol. II. Barcelona: Paidós. p. 328.
197
representantes en el gobierno, garantizaran la salud de las clases necesitadas
y por consiguiente, la protección de la población más privilegiada. Aparece el
Health Service inglés con las funciones de control de vacunación, registro de
epidemias y enfermedades de obligatoria declaración, identificación de lugares
insalubres, destrucción de focos. El sistema inglés de Simón y sus sucesores
permiten articular la asistencia médica al pobre, el control de la salud de la
fuerza laboral y la indagación general de la salud pública, protegiendo a las
clases más ricas de los peligros generales.87
Durante el periodo del liberalismo social, la salud y el bienestar de la población
se convierte en un objetivo esencial del poder político, que trata de elevar el
nivel de salud del conjunto del cuerpo social. El bienestar de la población
considerado de interés público, ya no puede ser controlado por ―la mano
invisible‖ de Adam Smith que, a través del mercado, regulaba las relaciones
sociales; era necesaria la mano del administrador que guiara a los hombres en
sus actividades económicas y sociales. Sin embargo, toda esta nueva
articulación de las fuerzas del poder estatal tiene otro objetivo. Al agrupar los
entes judiciales (leyes, fuerza pública), con políticas tendientes al
mantenimiento e incremento de las riquezas (producción, discurso laboral), y
unir estos esfuerzos con políticas globales de salud (Higiene, policía médica),
se busca principalmente el mantenimiento y la conservación de la fuerza de
trabajo, ante el auge demográfico de las nuevos grupos poblacionales.
5.4 La crisis de la medicina en el siglo XX.
En esta breve reseña histórica sobre el discurso médico, hemos observado
parte de la estructuración y desarrollo de la medicina que se ocupó de campos,
espacios, niveles, fenómenos que en principio no pertenecían al ejercicio de la
medicina. De una medicina teocentrista en el siglo XV, con poco
reconocimiento e impacto social, con muy poco desarrollo investigativo y
técnico, a una medicina que se convierte en consejera del estado, en un saber
que permite el desarrollo de numerosas estrategias de gobierno. Las políticas
87 Foucault, Michel (1990). La vida de los hombres infames. Madrid: La Piqueta. p. 152
198
estatales, el desarrollo de las grandes ciudades y el mantenimiento y
optimización de la fuerza productiva, son algunos elementos colonizados,
organizados y encauzados por el discurso médico.
A continuación vamos a ver en qué consiste la denominada crisis de la
medicina, la manera en que el furor de una cosmovisión es cuestionada y entra
en crisis por las ambiciones de sus propios puntos de vista y por su
reduccionismo al querer implementar una única manera de interpretar, explicar,
organizar e intervenir la realidad. La crisis de la medicina puede ser leída como
un síntoma que refleja la desmesurada tendencia a la medicalización en las
sociedades occidentales. Para nuestro trabajo es un referente importante en la
medida en que nos permitirá cuestionar las relaciones entre la bioética y la
biopolítica.
Los análisis de Foucault se separan de importantes críticos de la medicina
como Ivan Illich y su clásica investigación ―Némesis Médica”, donde estudia las
consecuencias negativas del ejercicio de la medicina durante el siglo XX. Illich
considera que una proporción creciente de la nueva carga de enfermedades de
los últimos quince años, es en sí misma el resultado de la intervención médica
en favor de personas que están enfermas o podrían enfermar. Su propuesta
puede considerarse como una de las más importantes bases para el discurso
de la antimedicina del siglo XX.88
Foucault interroga y critica las propuestas de la medicina y la antimedicina,
llegando a concluir que realmente la antimedicina corresponde a un proyecto
más amplio, novedoso, refinado y difuso de la medicina, no algo diferente al
discurso médico en sí mismo. Tres son los aspectos centrales desde los que
Foucault analiza la crisis de la medicina:
1. El modelo sociopolítico sobre el que se desarrolló la medicina.
2. Los efectos nocivos de los medicamentos, de la acción de la
intervención médica; ya sea porque su intervención racional y calculada
88 Illich, Ivan (1975). Némesis Médica: la expropiación de la salud. Barcelona: Barral editores.
199
causa daño directo o porque con los enormes adelantos técnicos se
generan efectos colaterales sobre la especie misma, no como en el caso
de la medicina tradicional sobre el paciente individual y su entorno
familiar, sino sobre la descendencia, la estructura genética misma de la
vida.
3. Medicalización indefinida89
La reflexión sobre el modelo sociopolítico de desarrollo de la medicina en
occidente, toma como ejemplo paradigmático el plan Beveridge90 de 1942,
implantado en Inglaterra después de la II guerra mundial. Este Plan realizó una
transición del derecho a la vida al derecho a la salud, permitiendo al Estado el
diseño de biopolíticas que van más allá del interés nacionalista del
mantenimiento del sistema o la conservación de la fuerza laboral, al trazar
como objetivo político la salud en función de los propios individuos, legitimando
de esta manera una política intervencionista sobre el cuerpo, es decir, una
somatocracia. En segundo lugar, a través del Plan Beveridge, la salud entra al
89 Foucault, Michel (1994). ¿Crisis de la medicina o la antimedicina? En: Estrategias de Poder.
Obras esenciales. Vol. II. Barcelona: Paidos. 90
SISTEMA BEVERIDGE O SISTEMA NACIONAL DE SALUD: Adoptado por Suecia desde los años 30 y surgido oficialmente en un informe en 1942 en Gran Bretaña. El sistema está financiado por taxación o impuestos controlados por el Parlamento con libre acceso para cada ciudadano o residente, y gobernado y a veces ofrecido por empleados estatales. Los médicos son empleados asalariados y pagados por medio de un honorario o capitación (o tarifa por persona asegurada), mientras que los hospitales reciben un presupuesto total. Todos los países del norte de Europa (Dinamarca, Finlandia, Irlanda, Noruega, Suecia, Reino Unido) adoptaron o retuvieron este modelo después de la segunda guerra mundial. El sur de Europa (Grecia, Italia, Portugal España) se unió a este grupo en los años 80. SISTEMA BISMARK O SISTEMA DE SEGURO DE SALUD: Fue inspirado en el año 1883 en la legislación alemana y existió en los países del Centro y Este de Europa, entre las 2 guerras. Con este sistema de atención médica, la financiación de los fondos se efectúa por contribuciones compulsadas por firmas y empleados y resulta dirigido por representativos del pueblo asegurado. Los ciudadanos que no tienen acceso a tales fondos están cubiertos por taxación o esquemas de seguro privado. La atención médica es entonces provista por los denominados médicos por cuenta propia y pagados sobre la base de honorarios por servicios, mientras que los hospitales reciben un presupuesto total. SISTEMA SEMASHKO O SISTEMA CENTRALIZADO: En los países del centro y del Este de Europa (antigua URSS o miembros del CAME), los sistemas de salud toman su inspiración en las ideas de Semashko, que datan de los años 20. En este sistema existe un control gubernamental mediante un sistema planificado centralmente y financiado por el presupuesto estatal. Todos los empleados del sistema son asalariados. No existe sector privado y presenta libre acceso para todos a los servicios de salud. Fresno, Caridad (1996). Sistemas de atención de salud. Revista cubana de Salud Publica, 22, (1) Ciudad de La Habana. Versión digital en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S0864-34661996000100006&script=sci_arttext&tlng=es (Consultado en mayo de 2012).
200
campo de la macroeconomía, al juego de los cálculos, las necesidades y los
intereses monetarios de las grandes partidas de los presupuestos estatales.
Históricamente, tanto la somatocracia como el avance tecnológico de la
medicina no llegaron a producir la mejora del estado del bienestar sanitario que
cabía esperar; de hecho se produce un estancamiento general de los
beneficios posibles de la medicina y la salud pública. Durante el liberalismo
social, se hace evidente una crisis en la medicina, en tanto el elevado coste de
esta inversión política no logra mantener la salud del cuerpo individual y social.
Paradójicamente, junto a la crisis de la medicina se institucionalizan los
grandes sistemas de seguridad social, se descubren los antibióticos y avanza
la tecnología médica en general.
Foucault dirige sus interrogantes sobre el modelo de desarrollo de la medicina
a partir del siglo XVIII, la anatomopolítica y las biopolíticas constitutivas del
biopoder. Los efectos nocivos de la medicina sobre la salud de las personas
son denominados Iatrogenia positiva. En su análisis sobre este problema,
Foucault hace el siguiente planteamiento: si durante la edad media la
peligrosidad de la medicina era directamente proporcional a su no cientificidad
(errores, desconocimientos, ignorancia, falta de higiene, falta de rigor
epistemológico, etc.), desde el siglo XX la medicina es peligrosa a partir de su
propio saber, de su propia eficacia y cientificidad.91
91 Foucault, Michel (1994). ¿Crisis de la medicina o la antimedicina? En: Estrategias de Poder.
Obras esenciales vol. II. Barcelona: Paidos. pp. 341, 348 y sgtes. Foucault interroga algunos ejemplos que trae Illich en su texto: la disminución de la mortalidad a partir de huelga de médicos en Israel; las investigaciones del instituto nacional de salud 1970, donde se registraban hospitalizados un millón quinientos mil personas por ingestión de medicamentos; Autores como Robert Talley (1967) llegan a concluyentes informes sobre la muerte de 30.000 norteamericanos intoxicados por medicamentos; otras investigaciones realizadas en California sobre 5500 histerectomías arrojaban como resultado que el 14% eran inútiles y solo 40% demostró justificación para realizar esta intervención, entre otros. Sin embargo, para Foucault estos estudios no indagan sobre la manera en que se suministraron los medicamentos o las intervenciones, ya que puede ser tóxicas o negativas en la medida en que se utilicen mal y no necesariamente ser dañinas en sí mismas. Foucault interroga los efectos nocivos de los medicamentos y los procedimientos médicos. Algunos ejemplos de la iatrogenia positiva son:
Tratamiento antinfeccioso: produce un disminución general del umbral de sensibilidad del organismo frente a los agentes agresores. (organismo se torna débil por falta de estímulos que provoquen las reacciones de defensa)Los medicamentos producen una perturbación del ecosistema del individuo y de la especie humana en su conjunto.
201
Con el desbordado incremento en el saber y en la tecnociencia médica se
excluye a las personas que no tienen capacidad económica, a los que
ideológicamente se considera que no tienen derecho a acceder a dicho saber.
Entramos en la era de nuevas formas de discriminación de formas de ser o
existir, donde solamente las clases más adineradas podrán tener acceso a la
implementación de cierto tipo de saber biotecnológico.
El paradigma cientificista desarrollado en la medicina, tiene una fuerte
dimensión represiva en la medida en que impone una cierta norma, un
determinado filtro, una manera de interpretar y representar la realidad, que se
oculta bajo el aspecto desinteresado, universal y objetivo del conocimiento que
pretende la salud universal. La tradición médica perpetúa una determinada
transmisión de saber, que afianza una voluntad de verdad particular. Esta
voluntad sitúa las relaciones de poder hacia políticas de medicalización que
articulan la fuerte capacidad biotecnológica de la medicina con un discurso
retórico que justifica el monopolio profesional de los médicos, al crear la
impresión de que la medicina contemporánea es sumamente eficaz. Los juegos
retóricos de verdad y la voluntad de poder de los dispositivos de la
medicalización, deben ser visibilizados para cuestionarlos y diluir su
hegemonía. La ciencia médica protocolizada en procedimientos ritualizados de
producción de la verdad es característica de nuestra civilización. La ciencia
positivista y el conocimiento tecnocientífico constituyen el camino desde donde
contemporáneamente se imponen más juegos de verdad a la vida cotidiana de
Efectos incalculados de las manipulaciones genéticas de células vivas, sobre bacilos o sobre virus.
La tecnociencia unidas a las biotecnologías permiten la entrada en una dimensión nueva del riesgo médico.
En los siglos XVIII al XIX el riesgo concernía únicamente al individuo tratado, ahora con nanotecnologías, ingeniería genética se puede afectar toda la especie humana. La estructura misma de la vida entra en el campo de la intervención médica.
La técnica de la anestesia 1844-1847, abre nuevas posibilidades para la cirugía, no obstante no se conocían entonces instrumentos asépticos, estos se implantan solo en 1870, tras la guerra franco-prusiana por el relativo éxito conseguido por los médicos alemanes.
Biohistoria: el discurso biológico y el médico ya no trabajan en torno a individuo sino sobre la propia vida.
202
las personas. La ciencia, la imposición de lo verdadero, la obligación de verdad
es uno de los principales mecanismos con los que la medicina ha logrado
labrarse un reconocido prestigio social.
La medicalización indefinida de las sociedades es el camino que recorre la
medicina cuando se sale de su objeto tradicional: enfermedad, sufrimiento,
síntomas, malestar. De esta forma el ejercicio médico se convierte en una
práctica social, avalada por pseudo-conceptos científicos sobre la vida y la
enfermedad, ejerciendo un acto de autoridad impuesto sobre individuos que
pueden o no estar enfermos. Algunos ejemplos donde el saber de la medicina
realiza prácticas que no se hacen por solicitud del afectado son: la contratación
de empleados, la búsqueda de enfermedades poblacionales, el peritazgo
psiquiátrico sobre casos judiciales, medicalización de la sexualidad, etc.
Como todas las condiciones de existencia de los individuos pueden
considerarse como claves para garantizar la salud, la vida en todas sus
dimensiones se convierte en el nuevo campo de intervención médica,
posibilitando el despliegue de un poder con funciones normalizadoras. Si la
sociedad del siglo XVIII fue construida por los juristas a partir de leyes
codificadas, en el siglo XX los médicos crean una sociedad normalizada.92
Foucault cuestiona entonces el modelo de desarrollo de la medicina que
describimos en el apartado anterior: medicina de Estado, medicina urbana y
medicina de la fuerza laboral.
Finalmente la crisis de la medicina puede evidenciarse en tanto el nivel de
consumo médico no guarda una correlación directa con el nivel de salud.
Factores como el ambiente, el salario, la educación tienen una mayor influencia
en las tasas de mortalidad.93. Por tanto ni el consumo de servicios médicos, ni
los sistemas de seguridad social de los Estados, tienen la incidencia que cabría
esperar sobre la salud, la morbilidad y la mortalidad de las poblaciones.
92 Foucault, Michel (1994) ¿Crisis de la medicina o la antimedicina? En: Estrategias de Poder.
Obras esenciales. vol. II. Barcelona: Paidós. p. 353. 93
Foucault, Michel (1994) Ibid. p. 358.
203
5.5 La medicalización contemporánea.
La medicalización actualmente puede entenderse como la forma en que la
medicina moderna se ha expandido en los años recientes y llega a abarcar
muchos problemas que antes no estaban considerados como entidades
médicas. Por ejemplo, una gran variedad de manifestaciones cotidianas de las
personas, como las fases del ciclo reproductivo y vital de la mujer
(menstruación, embarazo, parto, menopausia), la vejez, la infelicidad, la
soledad y el aislamiento por problemas sociales, así como la pobreza o el
desempleo, entre otros.94 Hoy en día como afirma Illich: ―en los países
desarrollados la obsesión por una salud perfecta se ha convertido en el factor
patógeno predominante‖95.
El British Medical Journal del 13 de abril de 2002, dedica su edición al estudio
de la forma en que nuestra sociedad tiende a clasificar como enfermedades los
problemas de la gente. La medicalización de la sociedad impone una manera
única de abordar las dificultades de los seres humanos, no tiene en cuenta las
divergencias entre la definición de salud pretendidamente objetiva desarrollada
por los profesionales especializados en salud, y la salud subjetiva percibida por
cada persona.
Amartya Sen muestra cómo existe una relación directamente proporcional entre
la oferta de salud y la enfermedad: a mayor oferta de salud, más personas
consideran que tienen problemas, deficiencias, necesidades, dolencias y
enfermedades. Cuanto más gasta una sociedad en asistencia sanitaria, mayor
es la probabilidad de que sus habitantes se consideren enfermos.96
94 Kishore J. A (2002). Dictionary of Public Health. New Delhi: Century Publications.
95 Illich Ivan (1999). L‘obsession de la santé parfaite. Le Monde diplomatique, marzo p. 28.
Versión digital en: http://www.monde-diplomatique.fr/1999/03/ILLICH/11802 (Consultado en mayo de 2012). 96
Sen, Amartya (2002). Health: perception versus observation. British Medical Journal; 324: 860-1.
204
Además, para poder ofrecer salud es necesario partir de una definición de la
enfermedad. Durante el predominio de la mirada positivista, las teorizaciones
sobre la enfermedad se consideraban neutrales. Muchos críticos y en particular
Foucault, han intentado interrogar la creencia sobre el carácter verdadero y
neutral del conocimiento sobre el cuerpo. Sus trabajos han llevado el concepto
de enfermedad a la categoría de construcción social que permite relativizar las
prácticas que antaño se consideraban inobjetables.
La realidad medicalizada es el proceso mediante el cual, la realidad se
acomoda a una terminología que supone como origen exclusivo de las
dificultades humanas aspectos fisiológicos y anatómicos, expresados en
―circunstancias que se desvían de los ideales fisiológicos y psicológicos en lo
que respecta a los niveles adecuados de función, de liberación de dolor y de
logro de las pretendidas forma y gracia humanas.‖97
Particularmente en nuestra contemporaneidad las formas que adquieren la
taxonomía y la nosología de la enfermedad, están determinadas por la mirada
tecnocientífica. El antropocentrismo del hombre occidental, su deseo de
dominio, le llevan a intervenir cada vez más los procesos habituales de la vida,
los cuales no necesariamente deberían ser considerados y tratados como una
enfermedad. Longevidad, eugenesia reproductiva, senilidad, estética, calvicie,
arrugas, insolación, sobredosis de drogas, impotencia, homosexualidad, colon
irritable, síndrome premenstrual, factores de riesgo, estrés, mal humor,
ansiedad, patologías nutricionales, probabilidad, virtualidad, drogas y
tratamientos preventivos, etc., todos ellos constituyen una biologización del
mundo de la vida, una explicación a partir de causas exclusivamente biológicas
que reducen la capacidad de relacionarse y enfrentar las dificultades humanas.
La estructuración epistemológica de la medicina permite conceptualizar
―nuevas‖ enfermedades, con sus respectivos tratamientos. Las alternativas
terapéuticas de un discurso apoyado en los dogmas revelados por la
97 Engelhardt, Tristram (1995). Los lenguajes de la medicalización. En: Los fundamentos de la
bioética. Barcelona: Paidós. p. 205.
205
tecnociencia tienden a imponerse sobre las preferencias individuales de los
pacientes. La medicina científica se constituye como modelo terapéutico
exclusivo y forma parte de una estructura sociopolítica, económica, ideológica y
científica que al fundamentar unas prácticas, excluye al mismo tiempo otras
formas de curar y de brindar tratamiento a la enfermedad. Podemos clasificar
este modelo por ser biologicista, ahistórico, pragmático, eficacionista y
mercantil.98
El éxito de la medicina se debe en parte a las dificultades inherentes a la
condición humana y a la necesidad del hombre por entender, explicar e
intervenir su realidad, a partir de técnicas que modifican el mundo, y al ser
aplicadas a la vida modifican la estructura biológica de la vida humana. Las
interpretaciones de la medicina son coherentes, rigurosas y en muchos casos
acertadas. Sin embargo, es importante reconocer los condicionamientos
históricos y culturales que posee el conocimiento. Consideramos que los
juegos de verdad de la medicalización no son verdades absolutas, puesto que
sus planteamientos responden a las expectativas, a las necesidades e
intereses de contextos históricos determinados.
Sobre el reconocimiento social que posee el discurso médico, Engelhardt
considera que la mirada médica es el resultado de una compleja interacción de
los lenguajes de la medicina: descriptivo, evaluativo, explicativo y clasificativo.
Los problemas de la existencia humana son abordados entonces por las reglas
propias para construir significados de cada uno de estos lenguajes. De esta
manera, se constituyen las diferentes formas de medicalizar la sociedad, y se
ejerce una gran influencia en la valoración que la sociedad otorga a los
problemas médicos.99
98 Menéndez, Eduardo (1981). Poder, estratificación y salud. México: Casa Chata.
99 Engelhardt, Tristram (1995). Los lenguajes de la medicalización. En: Los fundamentos de la
bioética. Barcelona: Paidós. p. 214.
206
En la actualidad el discurso administrativo limita enormemente el quehacer de
la medicina y lo centraliza en protocolos estandarizados, favoreciendo una
medicalización con pretensiones universalistas, válidas para todos los casos y
rentable para los grupos económicos que le apuestan a la industria medico-
farmacéutica. Incluso, intentos de permitir una mayor participación al paciente,
sobre lo que tiene que ver con su salud a través del consentimiento informado,
se han tornado en la práctica un protocolo rígido, donde se tergiversa el sentido
original de este procedimiento al operar como un mecanismo con una finalidad
administrativa de prevenir futuras responsabilidades legales. Informar sobre la
naturaleza de los beneficios y los efectos adversos que implicarían un
tratamiento concreto es relegado a un segundo plano, de tal forma que el
propio paciente no puede en realidad elegir a partir de sus creencias, gustos,
preferencias y aversión a los riesgos. Debe entonces someterse a las
imposiciones, preferencias e intereses de un médico, una clínica, o una
tendencia médica. Es importante reconocer que entre los profesionales, las
políticas de salud, los pacientes, los imaginarios colectivos, las culturas, existen
discrepancias entre las alternativas terapéuticas que pueden ser preferidas en
una situación concreta.
Con los avances de la ciencia contemporánea se abre una inmensa gama de
posibilidades de intervenir y normalizar la vida humana. Si en la modernidad el
discurso penal crea al delincuente sobre la base del potencial daño que pueda
ocasionar, nuestra contemporaneidad puede maquinar al anormal genético,
sobre la base de indicios que muestren la posibilidad de desarrollar
―anomalías‖, confinando a la exclusión o a la anormalidad a las personas con
riesgo de tener una enfermedad en el futuro: dejar morir en términos
biopolíticos. Se crea así un nuevo mercado, un nuevo temor, una nueva
necesidad entre la población, en particular, al interior de cada individuo y cada
familia. Los futuros padres ejercerán un nuevo filtro para excluir o tratar las
anormalidades genéticas antes del nacimiento de sus hijos. Anormalidades que
en su mayoría sólo llegan a expresarse bajo interacciones específicas con el
medio ambiente, es decir, que pueden aparecer o no, dependiendo de los
207
estímulos, las condiciones y los cambios del contexto, en una estrecha
dependencia con las costumbres y las experiencias vividas por el individuo.
El desarrollo epistemológico de la medicina se ha dividido en una serie de
especializaciones con muy poca o ninguna comunicación entre sí. El ejercicio
de la medicina bajo una segmentación tan marcada es un terreno fértil para la
existencia de enormes tensiones en las relaciones de poder: el lucro de las
especializaciones, la competitividad en el mercado, el comercio de servicios y
procedimientos, la utilización de nuevas tecnologías, el deseo de prestigio y la
rivalidad para captar y retener nuevos mercados determinan una constante
lucha que deja en segundo plano las necesidades reales de los pacientes. Este
panorama de competitividad crea además las condiciones que favorecen una
tendencia general en los médicos por incluir en su práctica nuevas tecnologías
y protocolizar nuevas enfermedades y tratamientos. Los médicos como
principales agentes de la medicalización de la sociedad, en muchas ocasiones
difunden tecnologías no efectivas o carentes de los estudios necesarios para
demostrar su confiabilidad: por ejemplo, en el caso de las altas dosis de
quimioterapia que se aplican en el tratamiento del cáncer de mama.100
La posición altamente intervencionista de la medicina contemporánea,
demanda a cada individuo hacerse responsable de su propia salud, asumiendo
procesos, costumbres, cuidados, hábitos, determinados por el discurso médico.
Esta medicina se adapta muy bien a las crecientes innovaciones ofrecidas por
la tecnociencia. El afán de descubrir y producir nuevas técnicas, de patentar
secuencias genéticas, de mejorar los procesadores de información, de
desarrollar nuevos métodos de observación e intervención del cuerpo humano,
corresponden al interés, a la necesidad de mejorar e innovar que posee el
competitivo discurso médico.
De otro lado, el auge del capitalismo, bajo el modelo económico neoliberal, ha
permitido que las multinacionales farmacéuticas alimenten la tendencia a
100 Expósito, José. Los costes sociales de nuestras prácticas. Actores o espectadores. Revista
Gestión Clínica y Sanitaria. 2 (2) p. 39-40. Valencia.
208
investigar y realizar estudios de viabilidad de nuevas drogas, sin una clara
regulación, salvo de carácter económico. En general, las sociedades científicas
y grupos de investigación están sujetos a los presupuestos, requerimientos e
intereses de los grandes grupos económicos que se construyen alrededor de
las empresas farmacéuticas.
Desde 1955 hasta 1972 la industria farmacéutica ha ocupado el primer lugar en rentabilidad, con 9% de utilidades netas contra un promedio de 6% de utilidades de todas las demás industrias manufactureras de EE.UU. Las sumas que la industria dedica a las universidades significan en promedio 0,7% de su presupuesto. La investigación que realizan, tanto para nuevos productos como para desarrollar colores y sabores más agradables así como estudios de mercado, insume promedialmente 9%. Para la publicidad se dedica promedialmente 20% de los presupuestos101
Las relaciones de poder que se tejen alrededor de la industria farmacéutica son
muy complejas. Cabe interrogar los diferentes motivos por los que se invierte
más recursos en publicidad que en apoyo a las investigaciones en
universidades. La publicidad diseñada para los medios masivos de
comunicación, tales como periódicos, revistas, noticieros radiales y televisados
actúan como amplios canales de difusión de la medicalización. Los mass media
fomentan un desmesurado interés de las comunidades y los individuos por
alcanzar un estado de salud perfecta. También es necesario mencionar las
publicaciones de artículos en revistas especializadas a través de patrocinios
realizados por esta industria. Algunos estudios concluyen que existen de forma
generalizada, relaciones de financiación entre industria, investigadores e
instituciones académicas, habiéndose demostrado que la investigación
financiada por la industria es significativamente más proclive a dar
conclusiones a favor de ésta, y señalan el valor de regular la información que
produce la industria farmacéutica por sus enormes consecuencias en la
práctica clínica, en los pacientes y en la sociedad. 102
101 Silverman, Milton (1983). Píldoras ganancias y política. México: Siglo XXI.
102 Bekelman J., Gross C. La investigación financiada por la industria es significativamente más
proclive a dar conclusiones a favor de la misma. Gestión Clínica y Sanitaria. 5 (2). 2003. Valencia. p. 18 Versión digital en: http://www.iiss.es/gcs/gestion16.pdf Título original: Scope and impacto financial conflicts of interests in biomedical research. JAMA 2003; 289: 454-565. (consultado en mayo de 2012)
209
La industria farmacéutica gasta más tiempo y recursos generando, analizando y diseminando información médica, que lo que se gasta produciendo medicinas concretas. Esta información es esencial como un recurso para el desarrollo de medicinas, pero también es necesaria para satisfacer los requerimientos de licencias, proteger las patentes, promover ventas y asesorar a los pacientes, brindar prescripciones y recomendaciones. Tal información es de gran valor comercial, y la mayoría es confidencial, protegida por las regulaciones sobre los derechos de propiedad intelectual. A través de la generación y diseminación de información, las compañías transnacionales pueden influenciar enormemente la práctica clínica. Algunas veces, las metas comercialmente determinadas representan genuinos avances en la provisión del cuidado de la salud. Pero la mayoría están implicados en un excesivo y costoso proceso de producción de información que en gran parte es mantenido en secreto, a menudo duplicado y puede ser un riesgo al subestimar los intereses de los pacientes y de la sociedad.103
El sensacionalismo mediático tiene por consecuencia ofrecer como noticia una
serie de supuestos descubrimientos revolucionarios, soluciones inmediatas, o
enormes amenazas a la salud, con bases científicas relativas. En general la
noticia debe tener un componente novedoso, inusual, deseado, llamativo para
el espectador y el lector. El diseño gráfico apoyado por la enorme capacidad de
producir imágenes en tiempo real y en dimensiones hiperreales, es decir, la
producción de imágenes capaces de dar cuenta de la estructura interna de la
realidad a escalas micro, de las formas, de los movimientos milimétricamente
ordenados, generan en el espectador un efecto de fascinación y credibilidad en
la eficacia de la biotecnología médica. Mantener en la comunidad unas ilusorias
expectativas resulta conveniente para los retos de un enorme y competitivo
mercado, pero no para el usuario que resulta engañado por las
desproporcionadas promesas de la medicina bio-tecnocientífica. El prestigio, la
presión social, los inversionistas, ayudan a acelerar la publicación de
información imprecisa. Por ejemplo Glaxo Smith Kline publicó, en el New York
Times Magazine en octubre de 2001, luego del ataque al World Trade Center:
―millones de personas sufren ansiedad crónica, millones de personas pueden
103 Collier J, Iheanacho I. The pharmaceutical industry as an informant. En: Revista Lancet
2002; 360:1405-9. Versión digital en: http://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140673602113948/fulltext (Consultado en mayo de 2012).
210
ser ayudadas por Paxil, nombre comercial de la paroxetina‖. 104 Respuestas
emocionales, que las personas pueden hacer ante situaciones muy adversas,
tratan de ser medicalizadas con fines explícitamente lucrativos.
Es importante reconocer que muchas enfermedades que otrora eran mortales,
hoy ya no lo son. En la actualidad las ciudades con acceso a los adelantos de
la medicina logran controlar el parasitismo, las epidemias, la desnutrición y
otras formas de enfermedad que en los países pobres y en sectores de
población que no han sido favorecidos por la lotería social, aún causan graves
dificultades. Aunque la medicina es claramente excluyente, hay que reconocer
que ha avanzado en muchos aspectos, pero paradójicamente su práctica ha
hecho crónicas algunas enfermedades infecciosas y ha generado
enfermedades iatrogénicas, es decir, aquellas enfermedades que no se
habrían producido si no se hubiesen aplicado tratamientos, protocolos y
procedimientos profesionalmente recomendados. Además, hoy en día
comprendemos que factores emocionales, culturales, laborales, nutricionales
o afectivos tienen un importante aporte para la salud humana, no solo la
farmacología y los tratamientos médicos son las vías exclusivas para producir
salud en las comunidades o individuos.
Es importante entonces que el discurso médico intervenga con la suficiente
claridad y responsabilidad, como para que la comunidad pueda aceptar la
enfermedad, las dolencias, la muerte como parte de la vida. Dejando de lado
la tendencia a alimentar demandas desmesuradas, sobre una medicina capaz
de solucionarlo todo. Con una actitud más prudente, por ejemplo, nuestras
sociedades no tendrían tantas expectativas sobre los milagros curativos de la
genómica, se reconocerían los límites, la incertidumbre y la complejidad de un
proceso que apenas comienza y que posibilitara paulatinamente nuevos
tratamientos a algunas dolencias de la salud humana.
104 Mintzes B (2002). Direct to consumer advertising is medicalising normal human experience.
British Medical Journal, 324, (908-11), Versión digital en: http://www.vaccinationnews.com/DailyNews/April2002/DirConsumAdvMedicalisingNormal.htm (Consultado en mayo de 2012)
211
El tratamiento contemporáneo de la enfermedad a través del uso de
medicamentos como tratamiento exclusivo, es un fenómeno reciente: ―La
"explosión terapéutica" es propia de nuestro siglo y particularmente posterior a
la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día ésta es una industria líder en
investigación, desarrollo, producción, comercialización, marketing y
ganancias‖105
La tendencia farmacologizante tiene paradojas internas:
El efecto placebo puede alcanzar hasta 20% de los medicamentos consumidos. Y como se sabe, la mayoría de las enfermedades se curan solas o no se curan. En estas últimas los medicamentos, fundamentalmente los analgésicos, desempeñan un papel secundario (aunque importante). Tan conocida es esta situación, que en general los laboratorios invierten más en la investigación de productos de autoconsumo que en los de prescripción médica. Este tema ha sido muy estudiado por sociólogos y antropólogos: es la eficacia simbólica (eficacia creída por el paciente pero también por el
médico).106
Los procesos autocurativos del cuerpo humano son explotados por las
farmacología placebo, la industria farmacéutica prioriza la investigación en los
productos de autoconsumo, en tanto representan un enorme potencial para
fortalecer sus ventas. De otro lado son bien conocidos los obsequios, viajes a
congresos, donación de tecnología para realizar diagnósticos que permitan la
utilización de drogas y procedimientos determinadas, visitadores médicos que
cumplen la función de vendedores altamente cualificados, capaces enfocar y
darle una orientación a la información científica y técnica sobre las
características de los fármacos y sus indicaciones, información que deberían
recibir los médicos de forma imparcial. Estas estrategias constituyen
mecanismos cuestionables y ampliamente utilizados por los laboratorios
105 Portillo, José (1988). Reflexiones acerca de la relación médicos-empresas farmacéuticas.
En: Revista Médica de Uruguay, 14 (1). Versión digital en: http://www.smu.org.uy/publicaciones/rmu/1998v1/h-port.htm (Consultado en mayo de 2012). 106
Portillo José (1996). El fetichismo de la medicina: una mitología sucedánea. Relaciones. Citado En: Reflexiones acerca de la relación médicos-empresas farmacéuticas. En: Revista Médica del Uruguay, 14 (1), Versión digital en: http://www.smu.org.uy/publicaciones/rmu/1998v1/h-port.htm (Consultado en mayo de 2012).
212
farmacéuticos, hacen de la salud humana un negocio, una inversión que debe
ser rentable.
Los discursos, las investigaciones biotecnológicas, los informes basados en el
saber médico, son categóricos y contundentes, al tratar de mostrar la
precariedad de nuestra salud, las grandes amenazas, la cantidad de personas
sin tratamiento o que aún no saben reconocer sus propias dolencias.
La medicina tomada como un discurso cuyo objeto es el bienestar y la salud de
la sociedad, difícilmente puede ser interrogado y mucho menos criticado o
rechazado. Junto a las terribles amenazas descubiertas por los laboratorios,
vienen los tratamientos, la salvación para mantener la salud y controlar las
futuras y terribles dolencias. Muchos de los anuncios publicitarios realizados
por los laboratorios farmacéuticos, brindan información parcializada de manera
que se promueven usos innecesarios de drogas:
Tempranamente este año Glaxo-SmithKline le pago a una celebridad, impotente en Australia, y a una pareja que había usado vardenafil para promover la droga a través de las noticias en los medios masivos de comunicación Australiamos. El nombre de la marca fue mencionado sin un balance apropiado de la información. En el 2003 el personal de la organización mundial de la salud expreso preocupación sobre aquellos anuncios orientados sobre la enfermedad en Francia, y financiados por Pfizer, fabricante de atorvastatin. ―Contenía afirmaciones engañosas declaraciones y omisiones que probablemente llevan al uso injustificado de la medicina‖. Ellos recomendaron que los gobiernos incrementaran urgentemente la vigilancia con respecto a la promoción de las drogas. Pocos si no es que ninguno de los gobiernos parecen estar haciendo caso a estos concejos. En el 2004, el ministro de salud de Canadá Pierre Pettigrew indicó que un aviso casi idéntico no fue sujeto a la regulación porque este estaba por fuera de la definición
legal de anuncios de productos específicos.107
Recordemos en Colombia los problemas en torno al uso de prótesis mamarias
y rellenes estéticos desatado en el 2011, El libre mercado de la belleza, que
luego de generar una inmensa riqueza en los fabricantes, distribuidores y
107 Mansfield, Peter (2005). Direct to consumer advertising. British Medical Journal, 330, (5-6),
Versión digital en: http://bmj.bmjjournals.com/cgi/content/full/330/7481/5 (Consultado en mayo de 2012).
213
médicos dedicados a la industria estética ha sido cuestionado por los enormes
daños causados al cuerpo de muchas ciudadanos. El Instituto Nacional de
Vigilancia de Medicamentos y Alimentos –Invima-, organismo de control estatal
sobre los productos que pueden ser usados por el sistema sanitario, aceptó
algunos productos rechazados en otros países, en otros casos brindó
recomendaciones y restricciones en el uso de sustancias que no fueron tenidos
en cuenta por distribuidores y centros de tratamiento médico-estético; y en
algunos casos se violaron los permisos otorgados por este Instituto, dándole
usos no permitidos a sustancias. Utilizando el nombre del Invima se crea
entonces una manipulación de la credibilidad de los consumidores de estos
servicios, produciendo enormes daños al cuerpo, a la salud física y mental en
la población colombiana.
La medicalización de la sociedad consigue entonces arraigar en la mentalidad
de los ciudadanos una serie de mitos sobre la salud, elevando en nuestra
cultura un conjunto particular de creencias como valor absoluto. Podemos
mencionar algunas como: existen rasgos específicos que pueden acrecentar la
belleza de las personas, existen potenciales peligros y amenazas a nuestra
salud, todo puede o podrá ser curado; la medicina puede prolongar la duración
de la vida; una vida más duradera es una vida más feliz; la salud no tiene
precio; la medicina conlleva una mejor calidad de vida, los procedimientos
medico estéticos garantizan indefinidamente alcanzar mayores estados de
belleza, etc. Aunque en muchos casos estas afirmaciones pueden ser
parcialmente ciertas, cuando se quieren aplicar a todas las situaciones, sin un
discernimiento crítico, la comunidad es vulnerada en su autonomía, es
engañada por intereses parciales orientados a la productividad de grandes
capitales.
Finalmente, queremos resaltar los riesgos inherentes a la producción del
concepto de lo anormal, fomentado por los procesos de medicalización de la
sociedad. La anormalidad implica la aceptación de un fracaso en la
consecución de un estado deseado; para identificar dicho fracaso es necesario
tener un referente cultural que permita valorar el grado de rareza, insatisfacción
214
o patología. Dichos referentes son pasajeros, siguen las reglas de la moda y
los gustos exacerbados por los mercados y los sistemas de consumo.
Intervenir para alcanzar un ideal que en general es inalcanzable, puede resultar
muy conveniente para las empresas que prestan dichos servicios pero no para
el individuo que se siente enfermo y anormal. Además, las terapias que se
pueden brindar para el tratamiento de anomalías producen efectos
secundarios; por lo general pueden ser perjudiciales para la salud de las
personas.
En suma, la autonomía de los pacientes para enfrentar sus problemas de salud
se ve disminuida por las promesas desmesuradas de la industria de la salud. El
ciudadano influenciado mediáticamente, debe asumir responsablemente las
estrategias que el mercado le brinde para afrontar sus problemas vitales,
teniendo así que recurrir a terapias y tratamientos, costosos, superfluos,
dañinos o innecesarios. Una sociedad medicalizada es aquella que tiene una
mayor percepción de peligrosidad, vulnerabilidad y malestar de sí misma y es
dependiente de un sistema que le permita enfrentar su realidad distorsionada y
permeada por el dominio de los imaginarios colectivos del saber y el poder
médico.108
5.6 Medicalización y bioética
Consideramos que el biopoder, y en general, los procesos contemporáneos de
medicalización de la sociedad ejercieron una influencia importante en la
restricción de la bioética a los problemas teóricos y prácticos de la medicina. La
bioética médica se ocupa de establecer cuál sería la buena práctica médica,
más eficiente, menos costosa, menos riesgosa, más ética, fortaleciendo los
procesos de medicalización sobre el mejoramiento de la vida biológica de
individuos y poblaciones. Recordemos que la bioética asume las reflexiones
sobre deontología médica para darle fundamentación ético-filosófica a sus
108 Portillo J, Rodríguez J. (Comp.) (1993). La medicalización de la sociedad. Montevideo:
Nordan.
215
análisis, a su vez se constituye en un espacio civil de reflexión a través de sus
comités, que legitiman el buen uso, la conveniencia de las prácticas
biotecnológicas, brindando finalmente los juegos de verdad que posibiliten la
circulación de una nueva mercancía biotecnocientífica en el mercado de la
salud.
La historia del discurso médico a partir del siglo XVIII, da cuenta de la manera
en que la medicina se constituyó como uno de los dispositivos y de los saberes
más importante para el gobierno liberal. Este conjunto de prácticas hacen parte
del biopoder, entendido como el conjunto de estrategias políticas que
pretenden ―hacer vivir y dejar morir‖109, desde la particularidad de la vida
privada al interior de las familias, a la generalidad de lo social bajo el imperativo
de políticas de higiene y sanidad pública aplicadas a la población.
Consideramos que el biopoder, a través de la medicalización de la sociedad,
ejerce una influencia importante en la restricción de la bioética a los problemas
teóricos y prácticos de la medicina. No hablamos de un proceso unitario, lineal,
de una relación causa efecto, reconocemos una complejidad en las diversas
articulaciones del biopoder con la bioética. En suma, las relaciones de biopoder
hacen parte de las condiciones sociales que favorecen la reducción de la
bioética global de Potter a la hoy mundialmente reconocida bioética médica.
El biopoder dispone de una capacidad técnica a la que hemos denominado
biotecnología. Esta capacidad hace disponible la vida para su desarrollo y
mejoramiento en temáticas como sexualidad, aborto, población, tecnologías
reproductivas, genética, biología molecular, clonación, microbiología, terapias
en salud mental y neurociencias, órganos y tejidos artificiales, trasplantes,
experimentación humana. Las diversas maneras en que el biopoder aborda el
cuerpo para su mejoramiento continuo hacen parte del objeto de estudio de la
bioética, podemos apreciarlo en el conjunto de problemáticas de la clasificación
de temas bioéticos de The Joseph and Rose Kennedy Institute for the Study of
109 Foucault, Michel (1986). Historia de la sexualidad. Vol. II La voluntad de saber. México: Ed.
siglo XXI.
216
Human Reproduction and Bioethics110. Sin reducir el perfil ético que alienta la
reflexión bioética, reconocemos que hace parte del conjunto de juegos de
verdad que propenden por el mejoramiento continuo de las intervenciones
médicas, de la legitimación y regulación de la capacidad biotecnológica, para
garantizar su circulación en el mercado, son en sí mismos procesos que
fortalecen el biopoder contemporáneo. La clasificación de temas bioéticos son
a grosso modo un resumen de los desarrollos de la medicina en el siglo XX, y
hacen parte del conjunto de técnicas que posibilitan el ejercicio contemporáneo
del biopoder, con sus aciertos y sus desaciertos, que no vamos a cuestionar en
este momento.
El nuevo objetivo de la política planteado desde el siglo XVIII, en términos
foucalutianos de ―hacer vivir y dejar morir‖, creó la necesidad de desarrollar
nuevas técnicas y saberes para el ejercicio de gobierno, con el objetivo de
mejorar, optimizar, vigilar y desarrollar la vida en todas sus potencialidades.
Recordemos el rápido avance y colonización de la medicina en terrenos como;
la medicina social con el objetivo de implementar una técnica general de salud
que promueve un control social, al intervenir la enfermedad como una amenaza
política y económica a través de la policía médica 1796111; la medicina urbana
que pretende constituir las ciudades como unidades, como cuerpos urbanos
coherentes y homogéneos, medicalizando la organización espacial y
arquitectónica de la ciudad, para que en el futuro, las ciudades tengan en
cuenta los problemas sanitarios en su planeación. La salubridad, la higiene, la
vigilancia, el encierro se aplican desde el diseño arquitectónico con finalidades
terapéuticas y la hospitalización que instituye el examen ―perpetuo‖ como forma
privilegiada de producir saber sobre la enfermedad. Y finalmente la medicina de
la fuerza laboral que articula la asistencia médica obligatoria al pobre, el control
de la salud de la fuerza laboral y la indagación general de la salud pública, para
110 Véase anexo 1. Clasificación de temas bioéticos, Kennedy Institute of Ethics. Citado en:
Mainneti, José (2002). Bioética sistemática 1. Versión digital http://www.elabe.bioetica.org/41.htm (Consultado en mayo de 2012). 111
Foucault, Michel (1994). Nacimiento de la medicina social. En: Estrategias de Poder. Obras esenciales vol. II. Paidos. Barcelona. p. 368.
217
proteger las clases más ricas de los peligros generales de la salud, por ejemplo
en los sistemas del Health service ingles del siglo XIX112.
El análisis de la intensa colonización de la medicina y sus especialistas sobre el
mundo de la vida, nos demuestra la necesidad de garantizar la eficacia de la
disponibilidad tecnológica, para posteriormente crear sus correlatos
biopolíticos. En otros términos, es necesario garantizar la práctica médica, con
sus dispositivos biotecnológicos para avanzar a un nivel biopolítico, donde se
legisle sobre los usos y aplicaciones colectivos de dichos técnicas. La práctica
médica requiere garantías y avales que pueden ser proporcionados por los
comités de bioética médica. En este sentido opera como un mecanismo de
seguridad civil, que posibilita la circulación de tratamientos y mercancías del
saber médico. Históricamente la bioética cobró auge social cuando se ocupó de
los problemas generados en la relación paciente biotecnología, de la correcta y
ética aplicación de los procedimientos técnicos, garantizando que el sistema
médico tenga las condiciones suficientes para administrar la vida y producir sus
mayores potencialidades.
Como lo mencionamos inicialmente las nuevas estrategias de gobierno en
occidente tendientes a la óptima administración de la vida, requieren de nuevos
saberes y técnicas para su implementación. El saber bioético se ocupa
precisamente de producir un conocimiento sobre el uso ético de las
biotecnologías, atravesado por las relaciones costo –beneficio, criterios de
oportunidad y selección de los pacientes más adecuados para la aplicación de
tratamientos113.
La bioética médica se ocupó en principio de los problemas estrictamente
relacionados con la práctica médica, en términos de Potter que ya hemos
señalado, la bioética fue acaparada por comités bioéticos que tratan problemas
112 Foucault, Michel (1990). La vida de los hombres infames. Madrid: La Piqueta. p. 152.
113 Generalmente se tienen en cuenta criterios como, estilos de vida saludable, ausencia de
tabaquismo o alcoholismo, edad, ausencia de sedentarismo, capacidad de responsabilidad y autonomía frente al tratamiento, nivel de productividad, actividad, entre otros.
218
de vida y muerte que son todavía controvertidos114, o en palabras de Cristian
Byk: en un principio la bioética estaba orientada hacia la clínica médica, es
decir hacia el lecho del enfermo y no existía otra reflexión que la del
diagnóstico médico; ahora, se plantea una "fascinación" reglamentaria‖115. El
primer énfasis de la bioética médica se realizó a través de sus comités de
bioética hospitalaria, hoy denominados comités de asociaciones médicas
profesionales (AMP) y de los comités de ética médica u hospitalaria (CEH),
estos pretenden mejorar la atención dispensada al paciente y establecer
prácticas idóneas de atención al paciente.116; y la tendencia a la
reglamentación política, nacional e internacional se materializa desde los
Comités de bioética de carácter normativo o consultivo (CNC), encargados de
establecer políticas sólidas en el ámbito científico y médico para los ciudadanos
de los Estados Miembros.
Los comités de bioética operan inicialmente como tecnologías que hacen
inteligible la realidad de las nuevas biotecnologías y las conducen a ciertas
formas de proceder, en términos de protocolos de intervención médica o en
términos de un uso ético de la disponibilidad técnica con miras a regular un
posible encarnizamiento terapéutico, un uso inadecuado o riesgoso de las
nuevas biotecnologías. La bioética médica tiene múltiples facetas, pero
queremos resaltar su capacidad de construir un conjunto de teorías o juegos de
verdad que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento
biotecnológico. Por lo tanto la bioética médica apunta al ―buen encauzamiento‖
de la práctica médica. Este proceso podemos nombrarlo como la legitimación
de las tecnologías del biopoder contemporáneo, que no se expresa en términos
de totalitarismo, como en el caso del genocidio Nazi, sino en las necesidades
114 Lacadena, Juan. Orígenes de la bioética: Van Rensselaer Poter, in memoria (2). Versión
digital en: http://www.cnice.mecd.es/tematicas/genetica/2001_10/2001_10_01.html (consultado en mayo de 2006). 115
Byk, Christian. Realidad y sentido de la bioética en el plano mundial. Cuadernos de bioética. Ed. Ad Hoc. Argentina. Traducción Teodora Zamudio. http://www.bioetica.org/bioetica/doctrina9.htm (Consultado Febrero 2008). 116
UNESCO (2005). Guía no.1 para la creación de comités de bioética. Organización de las Naciones Unidas para la educación, la ciencia y la cultura división de ética de la ciencia y la tecnología. Francia.
219
de los gobiernos (neo)liberales contemporáneos que pretenden un ―adecuado‖
auto-gobierno de las poblaciones.
La bioética puede definirse como ―un saber transdiciplinar que planea las
actitudes que la humanidad debe tomar al interferir sobre como nacer, o morir,
la calidad de vida y la interdependencia de todos los seres vivos. La bioética es
la decisión de la sociedad sobre las tecnologías que le convienen y expresa la
conciencia pública de la humanidad‖.117
Hacer comprensible, develar posibles
riesgos, limitaciones y conveniencias, marca el camino para que las
aplicaciones biotecnológicas sean aceptados o no, en un contexto y en un
mercado sociocultural especifico; y crea las condiciones para que las
aplicaciones biotecnológicas de la medicina sean admitidas y legitimadas por
agentes externos a el dispositivo tecnológico en cuestión. La bioética en la
medida en que participa en la planeación de las actitudes de la humanidad
frente a las biotecnologías y cuando determina cuales son las tecnologías que
convienen a la humanidad, opera fortaleciendo las posibilidades de la
biopolítica, en el sentido de ser un instrumento que hace disponible la
capacidad biotecnológica, a través de un conjunto de juegos de verdad de los
especialistas en bioética, que se protocolizan en una serie de reglamentos
institucionales, locales, estatales o internacionales.
La bioética es un discurso capaz de suministrar un saber sobre la realidad
biotecnológica, tecnocientífica y clínico terapéutica, para conducir el discurso
médico acorde a principios y consideraciones éticas, operativizando los
objetivos iniciales del biopoder, tales como, el disponer de herramientas
técnicas, conocimientos biológicos, formas de examen y diagnóstico capaces
de incidir favorablemente en la administración de la vida. La bioética médica
brinda por lo tanto elementos que permiten fortalecer los mecanismos de
117 Archer, Luís (1996), ―Bioética geral -Fundamentos e princípios‖, in Luís Archer, Jorge
Biscaia, Walter Osswald et al., Bioética. Lisboa: Editorial Verbo: 17-33. Citado en: Cascais Fernando. Genealogía, àmbito e objecto da bioetica. En: João Ribeiro da Silva, António Barbosa e Fernando Martins Vale, coords. Contributos para a Bioética em Portugal. Lisboa: Centro de Bioética da Faculdade de Medicina da Universidade de Lisboa/Edições Cosmos
220
gobierno para hacer vivir y discrimina situaciones en las que se deja morir,
recordemos el célebre debate sobre la muerte cerebral.
En la actualidad existen ejercicios de gobierno donde se deja morir a grupos o
comunidades al retirarles el apoyo social y económico que necesitan para su
sobrevivencia, heroinómanos, enfermos de VIH, prostitutas, homosexuales, etc.
poblaciones que no consiguen alcanzar los comportamientos adecuados y
constituyen un problema social y biológico. Las decisiones que se toman sobre
estos grupos poblacionales conjugan teorías de la herencia y la degeneración
con ideales sociales, permitiendo a algunos gobiernos abandonarlos para
dejarlos morir sin derramamiento de sangre, práctica usual en los sistemas
donde la libre competencia predomina sobre cualquier forma de asistencia
social.
La bioética médica posibilita que problemas sociales sean racionalizados como
problemas técnicos, abordados por especialistas de la medicina. Cuando por
ejemplo se elige un candidato para un trasplante, son dejados para morir
aquellos que no cumplen comportamientos socialmente adecuados y se
nombran como factores de riesgo que descalifican al enfermo. Son estos
entonces algunos juegos de verdad que se producen en los dispositivos de la
bioética médica, capaces de hacer disponible un conjunto de conocimientos
que determinan la vida de las personas, bien para sanarla, o desarrollar
plenamente todas sus potencialidades; o en algunas ocasiones simplemente
una vida para dejarla morir, pues no alberga los mínimos estándares de
calidad, que asegure la relación costo-beneficio de la intervención médica.
El fenómeno de la medicalización de la sociedad posibilitado por las nuevas
biotecnologías, comporta facetas muy paradójicas, desde sus importantes
logros en el plano de la producción de salud física, hasta los enormes daños
producidos por sustancias y procedimientos que tienen efectos negativos
secundarios, más destructivos que los inicialmente tratados por el dispositivo
médico; los problemas generados con los sujetos expuestos a investigaciones
de nuevas sustancias o terapéuticas; el fomento de los retrovirus cada vez más
221
fuertes a los tratamientos médicos, el desarrollo potencial de nuevas
enfermedades, la enorme producción de riqueza de la industria farmacológica
que crea una red de influjo mediático en la sociedad, y determina con
estipendios formativos o económicos las prescripciones de los médicos. El
apoyo económico a los grupos de investigación médica en determinados
aspectos, pues no todos son fomentados, refleja un interés social parcializado
de los grandes grupos económicos en desarrollar fármacos y procedimientos
rentables, por encima de consideraciones sociales, políticas o ignorando las
necesidades de minorías que presentan graves patologías fisiológicas, pero
que no resultan económicamente prometedoras para los inversionistas.
La bioética médica de Hellegers en Washington, recibió un considerable apoyo
financiero, sin el que tal vez no hubiera podido posicionarse socialmente. El
donativo inicial de 1.35 millones de dólares de la Joseph Kennedy Jr.
Foundation, fue un apoyo con el que nunca contó la propuesta de Potter. En el
marco de la capital norteamericana y bajo el tutelaje de una de las más
prestigiosas universidades católicas jesuitas, la Universidad de Georgetown, la
bioética médica comienza a asumir el lugar social que conocemos en la
actualidad.
―Washington es la sede del congreso de los Estados Unidos, de los National
Institutes on Health (NIH), la National Academy of Sciences y el Ministerio de
Sanidad de Gobierno Federal USA. Esto dio a los estudiosos de Georgetown
una participación en la elaboración de la política pública estadounidense en
el campo biomédico y, también, acceso a fondos para la investigación. No
olvidemos que la biblioteca Kennedy es hoy día el centro de referencia
bibliográfica nacional en el campo de la bioética: National Bioethics
Reference Library”.118
La bioética médica se ocupo en un primer momento se los debates biomédicos,
tratamientos, biotecnologías, cuidados al paciente, dilemas éticos de la práctica
médica, para intervenir en un segundo momento en la elaboración de las
118 Ferrer Jorge, Alvarez Juan (2003). Para fundamentar la bioética: teorías y paradigma
teóricos en la bioética contemporánea. Universidad Pontificia de Comillas. p. 64.
222
políticas públicas de cada Estado, y en la regulación de las relaciones entre
diversos estados a través de acuerdos internacionales.
De acuerdo a nuestra interpretación el discurso bioético alimenta los procesos
de medicaliazación de la sociedad contemporánea. Si recordamos la definición
de Warren sobre la bioética "el estudio sistemático de la conducta humana en
el ámbito de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, en cuanto que
esta conducta es examinada a la luz de los valores y principios morales‖119.
Podemos reconocer que este proceso genera una transformación en el
ejercicio de la medicina que no implica un desmontaje de la medicalización.
Puesto que no se trata de una reducción del discurso médico sino de un
mejoramiento, proporcionado por el análisis de casos, de aplicaciones, de
situaciones dilemáticas, donde se busca ofrecer la atención médica de mejor
oportunidad, cuidado, atención y calidad para los pacientes. Fortaleciendo el
punto de vista médico, la intervención farmacológica, la patologización del
mundo de la vida, la pretensión de solucionar diversos problemas vitales a
través del uso exclusivo de las intervenciones que promueven la medicina.
Si tomamos como La Carta de los Derechos de los enfermos promulgados en
1972 en Norteamérica y el "Informe Belmont" en 1978, podemos inferir como
una clara consecuencia el fortalecimiento de diversos procesos de
medicalización, a través de nuevos discursos seculares, de nuevos juegos de
verdad basados en el acuerdo y la autonomía. El Informe Belmont es el
producto de la Comisión Nacional para la Protección de los sujetos humanos
en el campo de las Ciencias Biomédicas y del Comportamiento, establecido por
el congreso de los EE.UU, este órgano consultivo formuló las directrices para la
protección de los individuos que participen como sujetos de experimentación en
Biomedicina, basados en los principios de autonomía, beneficencia y justicia.
Se proponen entonces las condiciones mínimas desde donde puede
garantizarse la continuidad de los trabajos y exploraciones investigativas con
119 Reich Warren Thomas, ed (1982). Encyclopedia of Bioethics, 4 vols. New York & London:
Macmillan/Free Press.
223
seres vivos, fundamentales para el desarrollo y avance de las biotecnologías y
la medicina.
La medicina como una de las principales técnicas del biopoder, requiere
entonces de una constante legitimación de los usos de las nuevas
biotecnologías, esta legitimación se constituye en un saber que a su vez
fundamenta el conjunto de biopolíticas que instituye cada Estado. Una
sociedad no lograría mejorar las condiciones de vida de su población, si no
cuenta con un claro control del ejercicio de la medicina, esta bebe estar
protocolizada y normalizada para que cumpla la función biopolítica de mejorar
las condiciones de vida de los integrantes de una población. Un sistema político
sobre salud difícilmente tendrá éxito al implementar un conjunto de políticas
sobre posibles, ineficientes, riesgosos o incalculados servicios de salud. Incluso
los tratamientos privados deben tener un mínimo de garantías para su
funcionamiento y circulación en el mercado, pues de no ser así, aunque una
persona pudiera elegir libremente un tratamiento no necesario para mejorar su
salud, como en el caso de algunos tratamientos estéticos, sino se garantizara
una probabilidad alta de alcanzar resultados satisfactorios, los sistemas de
salud no permitirían la oferta social de una práctica médica que pudiera
finalmente deteriorar la salud de la población.
Junto a la necesidad de tener procedimientos altamente eficaces, controlados y
operativos, la tendencia de la medicina durante el siglo XX, ha sido la de
introducir nuevas biotecnologías, a menudo muy costosas, y previstas para el
beneficio de las clases económicas más pudientes y no tanto para el beneficio
de la población general. Los sistemas sanitarios entonces necesitaban de un
dispositivo como la bioética médica, capaz de velar por la correcta aplicación
de los procedimientos médicos, por la adecuada relación entre los consultantes
y el cuerpo sanitario y además de facilitar un acceso a toda la población a las
crecientes biotecnologías medicas.
Finalmente uno de los problemas centrales para las biopolíticas, es la manera
en que las tecnologías biomédicas modifican continuamente la imagen
224
tradicional de lo que podríamos denominar el "funcionamiento normal de
nuestra especie". Es necesario un dispositivo que pueda reformular
constantemente nuestra noción de vida, para que las personas accedan
autónomamente a los servicios médicos, de manera que se requieren juegos
de verdad producidos por expertos en la materia, que hagan no solamente una
regulación interna de la práctica médica sino que hagan legitimo el uso de
nuevos procedimientos a los ciudadanos comunes, carentes de referentes
simbólicos que les permitan comprender las nuevas formas de anormalidad, las
nuevas terapéuticas y los beneficios ―reales‖ de las biotecnologías médicas. La
racionalidad biotecnológica redefine constantemente la noción estadística de
"normalidad", de modo que es necesario justificar los nuevos fines de
optimización e incluso "mejora" de nuestra naturaleza. La genética, la
proteómica, la nanotecnología promueve nuevos niveles de examen, nuevos
detallados campos de estudio de la nuda vida, que serian improcedentes sino
logran demostrar su capacidad de proporcionar bienestar a los individuos.
Cuando esta demostración es fecunda será posible articular la práctica médica
con principios y valores morales.
Durante el siglo XX se hicieron visibles une serie de problemáticas al interior
del ejercicio de la medicina. La medicalización de la vida, articulada a la
producción de biopolíticas fueron los mecanismos más importantes para el
ejercicio de las relaciones de poder del estado moderno. Estos procesos
crearon una nueva serie de dificultades, visibles en las crisis de sistemas
sanitarios, tales como: la objetivación del paciente, la imposición de
tratamientos a individuos o comunidades, la exclusión, la elección de unos
beneficiarios, la falta de regulación en las investigaciones. Por tanto fue
necesario crear mecanismos para regular los excesos, el despotismo y el
totalitarismo, que se perfilaba en los estados durante la modernidad tardía, ya
que sus sistemas de salud o trataban de mantener un control con pretensiones
absolutas, o pretendían obtener conocimiento a cualquier precio. Un artículo
clásico sobre este fenómeno es el de Henry Beecher ―Ethics and medical
225
research‖ publicado en 1996 por el New England Journal of Medicine120, en
esta investigación este médico de Harvard describió 22 experimentos no éticos,
que motivaron la reflexión sobre los abusos de la investigación de los sistemas
sanitarios.
Podemos brevemente caracterizar las dificultades de los sistemas sanitarios
por los abusos cometidos contra los sujetos que participaban de
investigaciones médicas; en segundo lugar el problema de la iatrogénesis
médica que consiste en la generación de enfermedad o deterioro de la salud
producido por la correcta aplicación de terapéuticas médicas; en tercer lugar
por las presiones ejercidas por la industria farmacológica que tienden a
nombrar como enfermedad y a brindar un tratamiento químico, a un gran
número de situaciones que otrora no se relacionaban con la enfermedad; en
cuarto lugar el problema generado en la biohistoria121, es decir la huella que
puede dejar en la historia de la especie humana la fuerte intervención médica.
Desde el plano médico podemos sintetizar los factores de emergencia de la
bioética en:
1) os crimes contra a humanidade na experimentação com seres humanos; 2) a disponibilidade de novas tecnologías biomédicas que, ao mesmo tempo que abrem novas possibilidades diagnósticas e terapêuticas, põem em causa conceitos e definições antiquíssimos e suscitam perplexidades e dilemas inéditos; 3) os novos campos de problematização científica e social, como a ecologia e a saúde ambiental, a engenharia genética e as biotecnologias, o crescimento demográfico, a manipulação tecnológica do comportamento, a medicina da reprodução, etc.; 4) a irrupção de novos movimentos sociais que levantam questões de recorte biomédico; 5) a contestação de paradigmas médicos dominantes e do sentido e fins últimos da prestação de cuidados de saúde; 6) a necessidade de uma ética para a era da tecnociência e, simultaneamente, a crise da fundamentação de toda a ética.
122
120 Beecher, Henry. 1966. Ethics and clinical research. New England Journal of Medicine.
274:1354-1360. 121
Foucault, michel. La vida de los hombres infames. La Piqueta. Madrid 1990. Pág. 121 122
Cascais Fernando. Genealogía, àmbito e objecto da bioetica. En: João Ribeiro da Silva, António Barbosa e Fernando Martins Vale, coords. Contributos para a Bioética em Portugal. Lisboa: Centro de Bioética da Faculdade de Medicina da Universidade de Lisboa/Edições Cosmos. ―1) los crímenes contra la humanidad en la experimentación con seres humanos. 2) la disponibilidad de nuevas tecnologías biomédicas que, al mismo tiempo que abren nuevas posibilidades diagnósticas y terapéuticas ponen en cuestión conceptos y definiciones antiquísimos y suscitan perplejidades y dilemas inéditos. 3) los nuevos campos de
226
El primer énfasis de la bioética médica se lleva a cabo a un nivel micro,123
instituyendo relaciones de poder sobre lo individual: en la relación médico-
paciente, en la regulación de las prácticas de investigación con humanos, en
los derechos de los pacientes, en una tendencia anatomopolítica que se ocupa
de las posibles relaciones entre la medicina, la biotecnología y el cuerpo del
individuo (enfermo, paciente, consultante, sujeto investigado). Posteriormente
se consolida un derrotero en torno a las cuestiones macro que se inscriben
bajo la preocupación por la distribución social de la medicina, las políticas
sanitarias, las políticas de la medicina empresarial, las epidemias, las
endemias, la demografía, las leyes sobre biotecnologías, la manipulación
tecnológica del comportamiento, entrando en las coordenadas del ejercicio
biopolítico contemporáneo, que pretende regularizar y optimizar la vida,
previniendo los acontecimientos riesgosos que pueden afectar a una masa
viviente, tendencia que podemos reconocer en la preocupación de las
organizaciones políticas en extender las prestaciones sanitarias a toda la
población.
Los riesgos, sin embargo no son concebidos de la misma manera ya que
dentro de los diversos campos de aplicación de la biomedicina existen sesgos
importantes donde hay problemáticas y enfermedades a las que el sistema no
dedica el suficiente esfuerzo e investigación. Esto se debe en gran medida al
apoyo financiero privatizado que recibe la investigación médica, donde
enfermedades no representativas para los países ―del primer mundo‖ o que no
problematización científica y social como la ecología y la salud ambiental, la ingeniería genética y las tecnologías, el crecimiento demográfico, y la manipulación tecnológica del comportamiento, la medicina de reproducción, etc. 4) la irrupción de nuevos movimientos sociales que suscitan cuestiones de recorte biomédico, 5) la respuesta de paradigmas médicos dominantes de sentido y fin último de prestación 6) el cuestionamiento de los paradigmas médicos dominantes o de los sentidos últimos de los fines de la prestación de los cuidados de la salud. 7) la necesidad de una ética para la era de la tecnociencia y, simultáneamente, la crisis de la fundamentación de toda ética.‖ 123
Para consultar sobre estas tendencias: Ferrer Jorge, Alvarez Juan (2003). Para fundamentar la bioética: teorías y paradigma teóricos en la bioética contemporánea. Universidad Pontificia de Comillas. p. 70; Jonsen A (1998). The birth of Bioethics. New York: Oxford University Press. p. 413.
227
prometen ser muy rentables económicamente se excluyen del presupuesto
investigativo.
Para realizar una vida ―auténticamente‖ humana, es necesario sostener un
deseo de transformación y mejoramiento ilimitado, ¿En qué medida las nuevas
generaciones que emergen en un contexto social de competitividad total, van a
recurrir a la capacidad biotecnológica para enfrentar esta situación? En tanto el
hombre carece de determinaciones instintuales que lo fijen a un determinado
patrón o programa, ¿Es válida la carrera de mejoramiento continuo a la que
somete su cuerpo?. Consideramos que el hombre puede intervenir en la
programación genética de su especia, con propósitos más o menos
específicos, pero con consecuencias claramente inciertas.
6. Régimen de veridicción de la racionalidad biotecnologica y bioética médica
El proceso en el que participa la bioética, sobre la construcción de legitimidad
colectiva a los juegos de verdad sobre el tratamiento que cada sociedad puede
brindar a la vida, está determinado por las formas de racionalidad
características de cada época. Estas nuevas costumbres sobre la vida
circularán en ámbitos tan diversos como los jurídicos, científicos, morales,
culturales y económicos. Vamos a realizar una muy breve caracterización de
algunos aspectos de nuestras formas de racionalidad.
Actualmente el grado de comprensión y la capacidad técnica de nuestra razón
han permitido a los seres humanos poseer la habilidad de manipular toda la
constitución estructural de los seres vivos. Heredera de la razón instrumental
nuestra racionalidad impone la idea de estar en un universo por completo
maleable. De acuerdo con Jesús Hernández Reynés124, en sus análisis sobre
las biotecnologías, la indefensión del ser humano, sus carencias y dificultades,
lo han llevado a desarrollar su capacidad lingüística de producir conocimiento y
124 Hernandez, Reynés. El poder sobre la vida. Formas biopolíticas de la racionalidad. En:
Ugarte, Javier(Comp.). (2005) La administración de la vida. Anthropos. Barcelona.
228
su capacidad técnica de hacer o transformar objetos; el hombre luego de
cientos de miles de años de fabricar bifaces, crea nuevos objetos y tecnologías
exponencialmente. La búsqueda de poderes sobrenaturales a través de rituales
mágicos o sagrados, han quedado en el pasado. Desde la modernidad, el
hombre busca su satisfacción en el presente, la vida puede satisfacerse
ilimitadamente a través de los bienes y servicios ofrecidos por los mercados y
los sistemas de consumo. Pero incluso la vida misma puede ser potenciada,
alargada, mejorada, cualificada, modelada, reparada y rediseñada. La historia
de la medicalización de la sociedad nos muestra cómo de la farmacología
avanzamos a la industria de los trasplantes, al mejoramiento continuo de la
estética corporal, hasta llegar finalmente al rediseño de la estructura de la vida
a través de la ingeniería genética.
Rediseñar la vida misma, implica que el hombre parece no estar a gusto con la
totalidad de su existencia, sus esfuerzos tecnológicos no se dedican a
transformar su contexto, sino que quiere transformarse a sí mismo
afanosamente, estableciendo las condiciones de posibilidad para un proyecto
donde todo se pueda hacer y donde todos los aspectos de la vida del hombre
se puedan llegar a tocar. El hombre contemporáneo lanza sobre la vida una
enmienda de totalidad125. El proyecto biotecnológico posee una racionalidad
propia, una episteme y una techne, que están inmersos en la cultura,
condicionando los deseos, las necesidades, las búsquedas y la vida misma de
las personas. Condicionamiento que opera en la producción de conocimientos,
a través de las formas de entender el mundo del científico o del jurista.
La premisa que queremos retomar de este análisis consiste en la comprensión
de que la racionalidad predominante de una época, condiciona las formas de
vivir y de producir la verdad en cada sociedad. Si consideramos por ejemplo la
edad del hierro, podemos reconocer las profundas consecuencias sociales,
religiosas, militares, arquitectónicas, productivas, agrícolas, mineras, entre
muchas otras que se producen a partir de esta capacidad tecnológica. En la
125 Hernandez, Reynés. (2005). Ibid. p. 36
229
edad del hierro, sólo algunos hombres se dedicaron al trabajo de la forja, no
todos tenían esta techne, pero este saber-hacer cambió por completo la
cotidianidad del hombre. Los dispositivos técnicos crean entonces numerosas
posibilidades de transformación del contexto material habitado por el hombre,
influencian su idiosincrasia, sus creencias y sus valores.
Durante el siglo XX la racionalidad predominante es la biotecnológica y la
tecnocientífica; esta racionalidad ha creado paulatinamente las condiciones
para que la sociedad pueda asumir en su cotidianidad las prácticas que ella
posibilita. Grandes sectores de nuestra sociedad han transformando sus
demandas hacia nuevos procedimientos, productos y mercancías asociadas a
esta capacidad tecnológica, y en general los referentes morales, religiosos y
valorativos han experimentado profundas crisis y acelerados cambios;
finalmente se constituye en el derecho las legislaciones favorables a estas
nuevas biotecnologías. El discurso bioético contribuye a que esta nueva
disponibilidad biotecnológica sea asimilada reflexivamente por la sociedad, a
través de la producción de su saber.
Cada sociedad posee un régimen de verdad, capaz de crear los discursos, las
reglas y condiciones que producen la verdad. Uno de los regímenes de verdad
más importantes de nuestra contemporaneidad es el capitalismo. La
particularidad del capitalismo es la producción de riqueza a través de la
industria en serie. Los grandes capitales requieren la formación de nuevos
productos, servicios y mercados, el énfasis de sus relaciones de poder se
establece en la capacidad de mejorar, desarrollar, incrementar, los bienes, los
servicios, el trabajo y el trabajador. Las fuentes de la riqueza cambian de los
recursos materiales a los recursos humanos, es decir que las personas y sus
vidas son la nueva fuente de riqueza de un Estado. Las tecnologías de la
producción en serie apuntan al mejoramiento continuo del recurso humano, no
solo su capacitación y su salud, sino que crean el interés por potencializar la
estructura misma de la vida, para incrementar cada vez más la capacidad de
producción del sistema económico. Por lo tanto las bio-políticas entendidas
230
como el ejercicio de gobierno tendiente a mejorar, optimizar, incrementar,
desarrollar una población, están acordes a este panorama sociopolítico.
Desde este panorama se justifica el fomento al desarrollo de un conocimiento
denominado contemporáneamente biotecnología; y se legitima el desarrollo de
una política que lo fomente y lo haga aceptable socialmente, es decir, la
biopolítica. El discurso bioético, particularmente el bioético médico media la
relación entre el conocimiento biotecnológico y las prácticas aceptadas
socialmente, es decir las políticas en torno a la vida.
Los juegos de verdad están centrados en el discurso científico y en las
instituciones que lo producen, la esfera económica y política incita
constantemente su producción. Además circulan, se difunden y se consumen, a
través de una amplia red de aparatos mediáticos y educativos.126 Consideramos
entonces que la producción de conocimiento bioético está determinada por el
paradigma vigente, sus dispositivos y sus necesidades e intereses económicos.
Como nunca antes el cuerpo humano ha sido objeto de investigaciones, de
prácticas y de intervenciones, la racionalidad biotecnológica comporta una
manera de pensar y hacer disponible lo real. El discurso bioético se enfrenta a
la tarea de reflexionar en un contexto sumergido en una racionalidad
biotecnológica que comporta un ethos de mejoramiento continuo de la vida a
través de la intervención sobre la vida biológica de las personas. La
racionalidad biotecnológica condiciona nuestra cotidianidad, se refuerza por los
sistemas mediáticos y se difunde a través de las aplicaciones biotecnológicas
de la ciencia, que prometen una ganancia de bienestar ilimitada.
Hasta el momento hemos tratado de establecer una relación entre el biopoder y
la bioética afirmando que la bioética médica puede ser leída como el
instrumento tecnológico de las biopolíticas contemporáneas, que permiten
hacer disponible un conjunto de técnicas para ser usadas de forma legítima
(ética, optima, justa, racional, etc.) en los procesos de administración de la
126 Foucault, Michel (1978). Verdad y poder. En: Microfísica del poder. Madrid: La piqueta ed.
pp. 187-188.
231
vida. La bioética médica legitima, organiza, protocoliza y regula las relaciones
entre biotecnología, paciente y práctica médica, creando los discursos y las
condiciones necesarias para que la sociedad pueda acceder a las nuevas
biotecnologías. Vamos a esclarecer las relaciones que pueden establecerse
entre la bioética médica y la biopolítica, o el ejercicio de gobierno
contemporáneo que administra la vida con el propósito de mejorar
continuamente la población.
Nos hemos detenido en el problema de la medicalización en tanto constituye
uno de los mayores referentes para las estrategias biopolíticas. Trataremos a
continuación de interrogar las posibles relaciones que la bioética puede
establecer con las estrategias de gobierno de las sociedades liberales.
232
IV
ESTRATEGIAS DE GOBIERNO BIOÉTICA Y BIOPOLÍTICA
Las relaciones de saber-poder pueden operar bidireccionalmente: el saber
produce un poder, pero el poder puede operar como condición de posibilidad
para la constitución de un saber con nuevos objetos y estructuras1. Desde esta
perspectiva, las relaciones de poder político que rigen la modernidad operan
como condición de posibilidad para la emergencia del discurso bioético. Vamos
a analizar en este numeral las relaciones entre los sistemas de gobierno liberal
y neoliberal y el surgimiento del discurso bioético. Para ello queremos comentar
un artículo de M. Kottow sobre bioética y biopolítica, pues pese a estar bien
construido y argumentado, nos permite justificar la importancia de la revisión de
los conceptos foucaultianos de biopolítica y gobierno.
Consideramos a diferencia de Kotow2 que los problemas de los que se ocupa
la bioética son políticos. Las cuestiones de vida y muerte de las que se ocupa
la medicina han sido por excelencia preocupaciones políticas y morales, bien
desde el régimen de la soberanía o desde la sociedades liberales tradicionales
y contemporáneas. ―Incluso cuando el médico, en su trabajo, arriesga su propia
vida o la de otros, se trata de una cuestión de moral o de política, no de una
cuestión científica‖3. En cada decisión que implique optar por la vida o la
muerte de seres vivos, se despliegan las consideraciones jurídicas,
constitucionales y epistemológicas que legitimen dicha toma de decisiones.
Pues si, por ejemplo, en un país están completamente criminalizadas las
posibilidades de un aborto, las decisiones en torno a realizar un aborto que
favorece la vida de la madre, estarán limitadas a las consideraciones políticas
de dicho país, y las decisiones que se tomen en cada caso en particular podrán
afectar las decisiones futuras sobre el mismo tema. Las intervenciones
biotecnológicas de la medicina contemporánea que afectan y transforman
1 Foucault, Michel (1991). El interés por la verdad. En: Saber y Verdad. Madrid: La Piqueta. p.
239. 2 Kottow, Miguel (2005). Bioética y biopolítica. Sociedad brasilera de bioética, 1 (2), pp. 112-
116. 3 Foucault, Michel. La vida: la experiencia y la ciencia. En: Giorgi, Gabriel; Rodríguez, Fermín
(comps.) (2007). Ensayos sobre biopolítica. Buenos aires: Paidós. p. 54.
233
permanentemente la vida de las personas, son precisamente uno de los
escenarios privilegiados donde la acción del Estado pretende alcanzar el
beneficio de la sociedad. En nuestro trabajo vimos que los objetivos de los
comités de bioética incluyen una dimensión política interna dirigida a la praxis
médica, a los procesos de investigación y al cuidado brindado a los pacientes;
hay además una preocupación política externa que se ocupa de los
lineamientos que un Estado asume sobre el tratamiento a los diversos
procesos de la vida como legítimos; y además puede acordar con otros países
fomentar o reducir diversas medicalizaciones a través de convenios, acuerdos
o tratados internacionales. Particularmente los comités consultivos de carácter
nacional o internacional instituyen los contenidos para que sean legislados por
los Estados en el plano nacional y por tratados en el plano internacional.
Recordemos el título de la guía número dos de la UNESCO sobre los comités
de bioética: ―funcionamiento de los comités de bioética procedimientos y
políticas‖ 4. Las biotecnologías, las nuevas formas de institucionalización de la
profesión médica, los recientes procedimientos médicos, la investigación en
humanos, el genoma humano, entre muchos otros, son temas con un profundo
trasfondo político; el discurso bioético hace parte de este escenario político
contemporáneo.
La asociación entre gobierno, poder y violencia que plantea Kottow
corresponde al ordenamiento social del antiguo régimen: ―hacer morir y dejar
vivir‖. Las relaciones de poder de nuestra contemporaneidad invierten las
formas clásicas de la soberanía y se inscriben en un orden diferente: ―hacer
vivir y dejar morir‖5, punto central de la reflexión foucaultiana que nos ha
permitido entender que la biopolítica no se instituye bajo la práctica de una
fuerza devastadora y destructiva; ―La violencia no está oculta en la fundación
de la biopolítica; lo oculto en la fundación de la biopolítica es el amor y el
4 UNESCO (2006). Guía No.2 Funcionamiento de los comités de bioética: procedimientos y
políticas. Francia. Versión digital en: http://portal.unesco.org/shs/es/files/8767/11446800301guide2_SP.pdf/guide2_SP.pdf (consultado mayo de 2012) 5 Foucault, Michel (1998). Historia de la sexualidad. Vol. II La voluntad de saber. Capitulo V
Derecho de muerte y poder sobre la vida. Madrid: Siglo XXI. pp. 167 y sgtes.
234
cuidado, cuidado para la vida individual‖6. El amor y el cuidado nos permiten
reconocer el lado amable y ―positivo‖ en la biopolítica, pues todos los
desarrollos, aciertos y éxitos de la medicina contemporánea se inscriben dentro
de este proceso de optimización y mejoramiento del individuo-especie.
De otro lado, el debate sobre si la bioética debe intervenir o no en los asuntos
de gobierno, nos remite a pensar el problema del liberalismo en la medida en
que una de sus premisas fundamentales es la reducción del papel del Estado
en la vida económica y social de los individuos. Las formas no intervencionistas
de la bioética reflejan el ideario de gobierno propuesto por el liberalismo y
radicalizado por el neoliberalismo, formas de gobierno cuestionadas por las
escuelas de bioética latinoamericanas que, al derogar la preponderancia del
principio de autonomía y reconocer la importancia de la salud pública, abordan
problemáticas sociales, distributivas y de justicia, descartadas por la tradición
norteamericana. El mismo Potter criticó la bioética médica por su incapacidad
de hacer puentes con problemas sociales y sanitarios de las clases no
privilegiadas y de los países en desarrollo7. La metáfora del puente en sentido
amplio alude a la capacidad político-deliberativa de construir puntos de
encuentro y acuerdos soportados en el diálogo y la interdisciplinariedad.
Otro problema muy interesante que nos comenta Kottow es el biologicismo
inscrito en las formas de representación biopolíticas, y ajeno a la bioética que
precisamente trata de evocar los valores éticos para superar dicho
biologicismo. Sin embargo, consideramos que las reflexiones bioeticas parten
de la aceptación de los juegos de verdad que la ciencia construye sobre las
estructuras vivas. En la propia historia del discurso bioético podemos encontrar
la tendencia a pensar el mundo desde representaciones que bordean lo
biológico: La bioética puente de Potter que estableió una relación entre lo
biológico y la ética; la Bioética Clínica que se operativizó como una estrategia a
6 Ojakangas Mika (2005). Impossible Dialogue on Bio-power: Agamben and Foucault. Foucault
Studies, 2. “Violence is not hidden in the foundation of bio‐politics; the “hidden” foundation of
bio‐politics is love (agape) and care (cura), “care for individual life”. 7 Potter, Van Rensselear (1998). Bioética Puente, Bioética Global y Bioética Profunda.
Cuadernos del Programa Regional de Bioética, (7), p. 21.
235
corto plazo sobre los dilemas enfrentados en la práctica médica, sobre el
cuerpo biológico pensado por la medicina; la Bioética Global que establece
relación entre el conocimiento empírico, proveniente de todas las ciencias pero
en especial del conocimiento biológico con la ética medioambiental, para
preservar la supervivencia humana, pensando los problemas de salud pública a
escala mundial enfocada en el bienestar humano en el contexto del respeto por
la naturaleza; La bioética Profunda8 que inspirada en la deep ecology refuerza
la importancia de pensar los dilemas médicos y medioambientales a largo
plazo, propendiendo por un desarrollo sostenible enmarcado en la prudencia
sobre las consecuencias a largo plazo, finalmente las más recientes
problematizaciones de la Bioética Profunda que se pregunta por la relación
entre los genes y el comportamiento ético9. Todas estas concepciones de la
bioética especificadas por Potter10 evidencian la manera en que la eficaz y muy
desarrolla racionalidad biotecnológica, ofrecen una vida instrumentalizada, una
nuda vida que intenta ser pensada de diversas maneras. Por lo tanto, el
problema de categorizar la vida humana desde presupuestos biológicos, está
disperso por toda la obra bioética. Consideramos que esta es una de las
maneras posibles de representar lo humano, y que en buena medida el
encuentro con la ética propende por superar este reduccionismo. Sin embargo,
el aporte de Foucault sobre la biopolítica y el de Agamben sobre la nuda vida
son particularmente importantes para interrogar estos asuntos.
De otro lado, en el artículo de Kottow se impugnan las formas biopolíticas que
Agamben denuncia en espacios totalitarios como el nacional socialismo
Alemán, al ser propuestos para representar nuestra contemporaneidad;
recordemos uno de sus planteamientos centrales: el campo de concentración
sería el paradigma de la modernidad. Consideramos que los análisis de
Agamben visibilizan situaciones cotidianas y actuales donde los sujetos entran
8 Potter, Van Rensselaer; Peter J. Whitehouse (1998a). Deep and Global Bioethics for a Livable
Third Millenium. The Scientist, (5), p. 9. 9 Potter, Van Rensselaer. Global Bioethics: Linking Genes to Ethical Behavior. Persp. Biol. Med
.39: 118-131 (1995). Reseñado en: Potter, Van Rensselear. Bioética Puente, Bioética Global y Bioética Profunda (1998).Cuadernos del Programa Regional de Bioética, (7). 10
Potter, Van Rensselear (1998). Op. Cit.
236
en estados de excepción y son reducidos a nuda vida. La vida es expuesta y se
hace disponible para que los sistemas de poder intervengan: riesgo biológico,
terrorista, portador de un retrovirus, población productora de armas en serie,
indocumentado, etc. Durante la modernidad, los estados-nación hacen del
hecho del nacimiento el fundamento de la soberanía. La declaración de los
Derechos Universales hace posible el desplazamiento de la soberanía de
origen monárquico-divino, a la soberanía nacional, que asegura la inserción de
la vida en el nuevo orden estatal11. Esta es una de las principales razones por
las que el estado de excepción sobre la vida se torna paradigma de la
modernidad. Agamben además logra demostrar cómo en nuestras sociedades
tanto los debates entre los partidarios de las tecnociencias y aquellos que
defienden la sacralizad de la vida, participan en rigor del mismo concepto de
nuda vida. Esta emerge en nuestras sociedades de forma cotidiana y masiva a
través de ―representaciones pseudocientíficas del cuerpo, de la enfermedad y
de la salud, y de la medicalización de esferas cada vez más amplias de la vida
y la imaginación individual‖12.
En América es particularmente notoria la emergencia de estados de excepción
en la prestación de los servicios de salud, donde deben realizarse una serie
procedimientos para tratar de acceder a los derechos que los sistemas
privados se esfuerzan por rechazar y los sistemas públicos no alcanzan a
cubrir. Gracias a la historia de la medicalización de la sociedad podemos
constatar las numerosas contingencias históricas que han permitido el
intercambio de lugares del médico y el soberano, permitiendo que la vida
biológica se haga disponible para el ejercicio del poder. En este intercambio de
roles también hemos podido constatar un lado ―positivo‖ de la biopolítica, pues
esta no opera necesariamente desde una faceta destructiva o aniquiladora. Las
jornadas de vacunación, las campañas de promoción y prevención de salud por
ejemplo, son formas de intervenir la materialidad de la vida biológica con el
11 Agamben, Giorgio (2001). Medios sin fin. Notas sobre la política. Barcelona: Pretextos. p. 25
y sgtes. 12
Agamben, Giorgio (2001). Ibíd. p. 17
237
propósito de aminorar los riesgos y normalizar una población, optimizando la
salud y la fuerza de una sociedad.
En el discurso bioético médico se producen relaciones de saber-poder, con
consecuencias sobre las políticas para el cuidado de la vida y el futuro de la
humanidad. Fruto del diálogo entre un conjunto de especialistas, la bioética
produce un saber que cada vez es más reconocido y legitimado socialmente.
Por lo tanto, la relación entre bioética y biopolítica tiene plena vigencia. El
propósito de la parte final de este trabajo analizar la relación entre bioética y
medicina para establecer las conexiones con la biopolítica en tanto la bioética
se ocupa de la medicina, para tratar de plantear cuál sería la buena práctica
médica, más eficiente, menos costosa, menos riesgosa, más ―ética‖, más
competitiva, respondiendo a las demandas biopolíticas de saberes capaces de
producir un mejoramiento en las condiciones de vida de las poblaciones
contemporáneas, y a su vez articulando este saber a los nuevos sistemas de
gobierno contemporáneo, particularmente el neoliberalismo que ha superado la
barrera ideológica de partidos, países y clases sociales, logrando imbricarse en
la gestión pública y en la producción de subjetividades individuales y privadas.
Para lograr comprender las condiciones estratégicas que se inscriben en el
discurso bioético, trataremos de comprender algunos aspectos de la
gubernamentalidad liberal y neoliberal, en tanto estructura de un nuevo orden
social en el que se inscribe históricamente el surgimiento y consolidación de la
bioética médica. Trataremos entonces de responder a esta pregunta ¿Cuáles
son las relaciones entre las nuevas formas que adquiere la biopolítica en los
contextos neoliberales de gobierno y qué relación establecen con la bioética
médica? Recordemos que los trabajos de Foucault se orientan principalmente
al análisis genealógico de las estructuras sociales del antiguo régimen, de la
soberanía, y la época clásica con los albores del pensamiento liberal y es
particularmente el curso de 1979 El nacimiento de la biopolítica 13 donde se
ocupa del problema del neoliberalismo sin llegar a establecer completamente
13 Foucault, Michel (2007). El nacimiento de la biopolítica: curso collage de France 1978-1979.
Fondo cultura económica: Argentina.
238
su relación con la biopolítica. Consideramos importante tener en cuenta
desarrollos posteriores a los trabajos de Foucault, particularmente la obra del
sociólogo británico NiKolas Rose14 y el sociólogo australiano Mitchel Deam15.
Tras la muerte de Foucault en 1984, estos autores continúan su reflexión, luego
de varios años de penetración y posicionamiento social de las formas
neoliberales de gobierno.
Vamos a realizar una sumaria contextualización de las formas contemporáneas
del gobierno liberal y neoliberal, para descifrar las nuevas estrategias políticas
que se ocupan de organizar la praxis médica y las poblaciones humanas.
Desde este panorama podremos entonces interpretar las funciones que el
discurso bioético médico asumie a lo largo del siglo XX. No podemos afirmar
que la bioética pertenezca con exclusividad a un contexto liberal o neoliberal.
De la misma manera en que coexisten elementos que pudieran caracterizar a
la modernidad o a la postmodernidad en el discurso bioético médico, este
discurso presenta rasgos de ambos sistemas de gobierno y de acuerdo a
contextos geopolíticos estará más inscrito dentro de un ideario liberal o
neoliberal. Nuestro trabajo quiere continuar la analítica foucaultiana del
presente, interrogando el ejercicio de gobierno neoliberal señalando entonces
las posibles relaciones entre el discurso bioético y la biopolítica, con el
propósito de fomentar la reflexión crítica del discurso bioético médico.
1. Gobierno, liberalismo y bioética médica.
Para iniciar este apartado queremos precisar que, con la noción foucaultiana de
gobierno, se busca interrogar la dimensión de la práctica, de la forma de actuar,
14 Para consultar la obra de Rose, Nikolas. The London School of the Economics and Political
science. Departamento de Sociología. BIOS (Centro para el estudio de la biociencia, biomedicina, biotecnología y sociedad). versión digital en: http://search.lse.ac.uk/search/search.cgi?query=rose+nikolas+biopower&collection=lse_external&profile=_default (consultado mayo de 2012). 15
Para consultar la obra de Mitchell Dean: Macquarie Universyti. Centre For Research on social inclusion. http://www.crsi.mq.edu.au/people/staff/prof_mitchell_dean/ (consultado mayo de 2012).
239
soportada en una reflexión continua tendiente a la administración o conducción
de las conductas de los individuos y las poblaciones. Cada gobierno posee
unos principios, unas formas de racionalización, que se hacen operativos
sirviéndose de una administración estatal, con el propósito de dirigir la
conducta de los hombres.16 La tradición político-filosófica liberal tiene múltiples
interpretaciones, autores, corrientes y escuelas; la propuesta de Foucault no
trata de hacer una historia de los postulados políticos del pensamiento liberal y
neoliberal; se trata de hacer un lectura de las formas en que se materializan las
ideas liberales en unas técnicas de gobierno, en un modo reflexionado de
conducir conductas, que ha tenido enormes repercusiones en la historia de
Occidente.
Foucault estudió los cambios que desde el siglo XVIII se producen en las
formas de ejercer el gobierno de los Estados: del ejercicio represivo, coercitivo
que incluía la muerte de los súbditos como una posibilidad de gobernar, a los
nuevos ejercicios de gobierno que consisten en mejorar, optimizar y administrar
la vida biológica y las formas de vida sociales de sus poblaciones17, a través de
una compleja red de relaciones. De allí que en los trabajos del genealogista
francés se muestre un escenario de disciplinamiento, punitividad y
normalización del anormal, en términos del monstruo humano, el individuo a
corregir, el onanista18. Proceso llevado a cabo por un sistema fuertemente
constituido y orientado a mejorar y optimizar el cuerpo individual y la población
en general, para incrementar la fuerza y la productividad del Estado. El
gobierno como una conducción de conductas y la gubernamentalidad como la
reflexión sobre el arte de gobierno o razón de Estado19, develan que el Estado
es el efecto móvil de un régimen de gubernamentalidad múltiple, carente de
16 Foucault, Michel (1997). La epidemia neoliberal. El nacimiento de la biopolítica. Revista
Archipiélago, cuadernos de crítica de la cultura, (30) p. 119-124. Versión digital: http://www.uacj.mx/DINNOVA/Documents/SABERES%20INVIERNO%202011/Nacimiento%20biopoli%CC%81tico.pdf (consultado mayo de 2012). 17
Foucault, Michel (1990). La vida de los hombres infames. Madrid: La Piqueta. p. 133. 18
Foucault, Michel (1990). Ibíd. p. 40. 19
Foucault, Michel (1990). La vida de los hombres infames. Capitulo Omnes et simgulatin: hacia una crítica de la razón política; Fobia al Estado. Ediciones Madrid: La Piqueta. p. 119 y sgtes. Donde analiza el poder pastoral, la teoría de la policía, la razón de Estado, el cameralismo, el mercantilismo y el gobierno liberal.
240
esencia20, pero con una fuerte y detallada capacidad de intervenir los procesos
económicos, biológicos y culturales, con el claro propósito de normalizar y
optimizar la población, la sociedad civil y el mercado.
En los albores del liberalismo las prácticas del gobierno se fundamentaron en
una razón de Estado, tiene como objetivo preservar la existencia del Estado,
reforzando su presencia, sus alcances, sus instituciones. Esta forma de
gobierno trató de reglamentar y regular cada vez más, todos los asuntos que
aun no están bajo el gobierno estatal. La Razón de Estado consideró que todo
lo que incidía en el bienestar de los hombres, todo lo viviente, debería ser
optimizado para alcanzar un mayor desarrollo del Estado. No se trata entonces
de poseer más territorio o alcanzar un mayor número de habitantes; se trata de
la optimización de la vida biológica, del mejoramiento de los estilos de vida de
las poblaciones a través de procesos de normalización moleculares,
distribuidos por toda la sociedad. Proceso que posibilita a los sistemas de
gobierno manifestar una preocupación por las condiciones de vida de las
poblaciones, a través de ejercicios de soberanía, tecnologías disciplinarias y
procesos de normalización de la sociedad.
El liberalismo contemporáneo surge precisamente como una respuesta crítica a
la Razón de Estado, actitud que cuestiona las formas de gobierno altamente
intrusivas, controladoras e intervencionistas. El liberalismo se fundamenta en
un ethos crítico hacia esta necesidad de gobernar, planificar, controlar, regular
y administrar la vida de los individuos, que sostenía la estructura de gobierno
de la época clásica. La razón de Estado consideraba que en el mantenimiento
y el refuerzo del Estado se encontraba la justificación del ejercicio de su
gubernamentalidad creciente. En oposición a esto, el liberalismo no considera
que el mantenimiento, el incremento o el desarrollo del propio sistema de
gobierno sea su finalidad; al criticar los medios y los fines que se proponen
para la sociedad, el liberalismo instituye un constante cuestionamiento sobre la
necesariedad y utilidad del ejercicio de gobierno: ―Es la sociedad en la medida
20 Foucault, Michel (1990). Ibíd. p.138.
241
en que es a la vez condición y fin último del gobierno, la que permite que ya no
se plantee la cuestión de cómo gobernar lo más posible al menor coste, sino
más bien la cuestión de ¿por qué hay que gobernar?21”.Esta nueva
configuración se legitima al considerar la sociedad y no al sistema de gobierno
como eje central de la acción política.
El liberalismo puede ser leído en dos momentos históricos: el liberalismo
clásico, que opera como una respuesta crítica al gobierno dispocisional de la
razón de Estado, y el liberalismo social, que se consolida a su vez como una
crítica frente al liberalismo clásico. Con el propósito de delimitar nuestro
trabajo, vamos a seguir la reflexión de Francisco Vásquez sobre la
gubernementalidad liberal y neoliberal22 que recoge algunos planteamientos
centrales de la obra de los sociólogos Nikolas Rose23 y el australiano Mitchell
Dean 24.
El liberalismo clásico es un gobierno de los procesos económicos (mercado),
biológicos (población) y civilizatorios (sociedad civil), fundamentado en la
capacidad de cada proceso para autogobernarse a partir de su propia legalidad
interna. De allí la importancia de las ciencias humanas porque la investigación,
el conocimiento y la producción de saber sobre el trabajo, la vida, el lenguaje y
en general las relaciones sociales posibilitan la autoregulación detallada de
estos procesos, el gobierno liberal busca aminorar la presencia del Estado,
interviniendo solo cuando cada proceso presente un riesgo significativo para sí
mismo o para el sistema social en general. El liberalismo clásico gobierna un
individuo denominado homo oeconomicus; este se caracteriza por su
capacidad para elegir libremente la maximización de su interés, de su
beneficio, en un proceso espontáneo y natural, que debe ser intervenido
21 Foucault, Michel (1997). Op. Cit.
22 Vásquez, Francisco. Empresarios de nosotros mismos. Biopolítica, mercado y soberanía en
la gubernamentalidad neoliberal. En: Ugarte, Javier (comp.) (2005). La administración de la vida. Anthropos: Barcelona. pp 73-103. 23
Rose, Nikolas (1999) Powers of freedom: reframing political thought. Cambridge: Cambridge University Press. 24
Dean, Mitchel (1999) Governmentality : power and rule in modern society. London: Sage publications.
242
únicamente cuando la autonomía de dicho individuo no opere correctamente.25
La ideología liberal sostiene entonces que, a mayor ejercicio de la autonomía,
mayor será el beneficio que el individuo buscará obtener para su vida, y este a
su vez redundará en un mayor beneficio para toda la sociedad. En general las
intervenciones del liberalismo pretenden restaurar la capacidad de elección, la
autonomía y la responsabilidad del ciudadano, para que pueda autogobernarse
racionalmente.
Un segundo momento del liberalismo lo constituyó el liberalismo social o
Estado de bienestar que invoca nuevamente una respuesta crítica frente a la
estructura de gobierno previa, es decir, el liberalismo clásico, por sus
consecuencias negativas frente a la pobreza, la salud y el hacinamiento
urbano. El liberalismo social amplía los métodos y la cobertura de la actuación
estatal. En ese momento histórico se consideró, que se acercaba el fin del
capitalismo, y que la economía planificada debería suplir al libre juego del
mercado, de la misma manera que la propiedad estatal debería ser
preponderante sobre la propiedad privada. El Welfare británico o el New Deal
Norteamericano representan una nueva modalidad de gestión de riesgos
colectivos, donde el individuo gobernado es considerado como un sujeto de
necesidades por cubrir, que se introduce en una compleja red social de
estrategias de solidaridad y dependencia mutua, tales como los seguros
sociales, subsidios de desempleo, pólizas, políticas de vivienda social,
cobertura de las necesidades sanitarias, etcétera.26
Foucault planteó el problema de la economía política que inaugura una nueva
razón gubernamental a través de los conceptos de valor, trabajo y clase social,
tesis que revisamos en la lectura de su texto Genealogía del racismo en el
análisis sobre el biopoder. La economía política configuró un nuevo sujeto que
participa activamente en la producción de la riqueza denominado población. El
estudio de esta población posibilitó que la vida entrara en un orden del saber y
25 Vásquez, Francisco. Empresarios de nosotros mismos. Biopolítica, mercado y soberanía en
la gubernamentalidad neoliberal. En: Ugarte, Javier (comp.) (2005). La administración de la vida. Barcelona: Anthropos. p. 86. 26
Ugarte, Javier (comp.) (2005). Ibíd. p.87.
243
de la historicidad, produciendo un conocimiento sobre todos los procesos que
giran alrededor de la población. La red entre la población, el territorio y la
riqueza posibilitó al gobierno disposicional, entrar al orden de la ciencia política,
dejando atrás el arte de gobernar de las estructuras fundadas exclusivamente
en la soberanía, para entrar en el orden de gobierno liberal. Una segunda
lectura de este problema fue planteada por Foucault en el seminario de Collage
de France de 1978, donde se enfoca hacia el problema de gobierno y la
gubernamentalidad y desarrolla con mayor profundidad los dispositivos de
regularización o aseguradores que finalmente denominó como mecanismos de
seguridad. En la clase del 3 de febrero Foucault anuncia los conceptos de
caso, riesgo, peligro, y crisis como estrategias fundamentales de los
dispositivos de seguridad de las sociedades liberales27.
El discurso bioético surge en el contexto cultural donde prima el liberalismo
individualista. En Norteamérica durante los años 70 los centros de estudio, los
mass media, las producciones artísticas y en general los centros orientadores
del gusto, la reflexión y la sensibilidad están plenamente identificados a la
ideología liberal. Sin dejar de reconocer la importancia de múltiples
movimientos sociales como la nueva izquierda expresada en una contracultura
o el neoconservadurismo, que inciden notoriamente en la crítica que la
sociedad estableció frente al liberalismo social o estado de bienestar.
La autoridad moral del discurso bioético se otorga por el consentimiento, a
través del ejercicio de una argumentación racional que permita ponderar y
crear condiciones para la toma de decisiones eficientes. Esta búsqueda del
consentimiento se comprende a la luz de una sociedad liberal, donde es
preponderante la protección de las libertades individuales.
La libertad individual es un referente central para la bioética: ―X tiene derecho a
hacer A, aunque sea un acto equivocado‖28. Por lo tanto, se reconoce la
27 Foucault, Mitchel (2006). Seguridad, territorio, población. Argentina: Fondo de Cultura
Económica. pp. 73 y siguientes. 28
Engelhardt, Tristram (1995). Los fundamentos de la bioética. Barcelona: Paidós. p. 112.
244
inexistencia de un fundamento último, desde donde se puedan obligar a los
ciudadanos con creencias diferentes a realizar lo que nosotros consideremos
justo, conveniente o deseable. Solamente el juego discursivo de la ponderación
racional brinda los elementos para determinar el bien y lo moral en una
situación determinada.
Recordemos que en sus inicios el liberalismo puede comprenderse como la
puesta en marcha de un ethos crítico, frente al gobierno soberano que tiene
como fin la disposición de las cosas, con el empeño de conducirlas a un fin
establecido por el soberano29. Uno de los pilares de la racionalidad moderna lo
constituyen los Derechos Humanos, capaces de limitar al soberano y permitir el
libre desarrollo de la clase burguesa. Los inicios del pensamiento liberal
estaban orientados hacia una crítica de las estructuras tradicionales de
gobierno y de las morales canónicas, para dar paso a una moral con unos
contenidos que apuntaban a la autoafirmación individual.
Si en un primer momento el campo jurídico regula los excesos del poder
soberano a través de un juego de prescripciones sobre lo permitido y lo
prohibido, en un segundo momento durante el gobierno de la razón de Estado,
se instituyen una serie de mecanismos disciplinarios que reglamentan en
detalle todos los escenarios de la vida, de lo taxativamente prescrito a lo
expresamente prohibido constituyendo un tejido que reglamenta en detalle
todas las actividades humanas. Finalmente durante el gobierno liberal se
instituyen mecanismos de seguridad que dejan hacer, dejan circular los
procesos naturales de la vida, la libertad del obrar se constituye en el principal
aliado del nuevo sistema de gobierno.
Paradójicamente el destacado lugar que ocupa la libre circulación y el
individualismo en el gobierno liberal favorece el debilitamiento del lazo social,
en tanto la defensa a ultranza del individuo conduce a crear relaciones donde
sólo se propende por la búsqueda del propio interés, rechazando los deberes y
29 Foucault, Michel (1994). Espacios de Poder. Ediciones. Madrid: La Piqueta.
245
obligaciones que pudieran obstaculizar su libertad, pero al mismo tiempo
beneficiar a una colectividad. La ilusión liberal de la autorregulación por medio
del libre juego de los intereses particulares, es tan polémica como la libre
regulación del capital ejercida por el mercado. El ocio, la autorrealización
ilimitada, la autoexpresión, el consumismo, la industria del entretenimiento y el
placer, van en muchas ocasiones en detrimento del espacio público, de las
formas sociales de solidaridad y de la gestión política que se ve reducida a
codificar la realidad humana desde consideraciones puramente económicas.
Resulta entonces paradójica la situación de un gobierno que cree necesario
reducir la intervención del Estado en los asuntos internos de gobierno y al
mismo tiempo pretende intervenir abiertamente otros territorios que considera
inferiores en materia de política, religión, moral y derechos humanos. La idea
de ―estado mínimo‖ fue formalizada por Robert Nozick en su texto Anarquía,
estado y utopía.
―Nuestras conclusiones generales acerca del Estado son que un Estado mínimo, limitado a las funciones de protección contra la violencia, el robo, el fraude, la violación de contratos y otros parecidos, es justificable; cualquier otro Estado más grande violaría el derecho de las personas a no ser forzadas a hacer ciertas cosas y es injustificable; y que el Estado mínimo es inspirador así como correcto. Dos implicaciones dignas de notarse son que el Estado no debe usar su aparato coercitivo con el propósito de lograr que algunos ciudadanos ayuden a otros, o para prohibirle a las personas
actividades en su propio beneficio o protección‖30.
En este planteamiento de Nozick se reconoce al Estado la función de proteger
la seguridad, que posibilita precisamente la libertad, la libre circulación de cada
individuo y de cada organización social. La libertad no bebe ser ―determinada‖
por los intereses del Estado: ni la beneficencia hacia otros debe imponerse, ni
la autonomía de cada uno puede limitarse. Cada uno es responsable de la
gestión de su propio ser. Vamos a analizar la función de la seguridad, del
gobierno liberal, en su relación con la bioética médica.
30 Nozick, Robert (1988). Anarquía, estado y utopía. México: Fondo de cultura económica.
Citado En: Minarquismo. (2009). Wikipedia, La enciclopedia libre. Versión digital en: http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Minarquismo&oldid=25810109 . (consultado en mayo de 2012).
246
1.1 Liberalismo, dispositivos de seguridad y bioética médica
En el marco de la sociedad liberal la bioética afrontó el creciente desarrollo de
la razón biotecnológica, que transformó los tradicionales procedimientos y
objetivos de la medicina. De allí que la bioética médica inicie su labor como una
regulación o mediación de los diversos procesos e intereses, que pudieran
garantizar un autogobierno, desde la propia legalidad interna, del discurso y la
práctica médica:
―un papel "regulatorio" o de "mediación" entre intereses expertos e intereses profanos en el campo de la salud. Esta mediación provino de la teología moral y de la filosofía, que revitalizadas por hechos, se convirtieron en herramienta de trabajo. Debe notarse que fueron ante todo teólogos protestantes quienes contribuyeron al desarrollo de la hora prima y que todo el debate causado por "lo bioético" estuvo acompañado desde el comienzo de una cobertura periodística
espectacular‖31.
Los dilemas éticos que se presentan en la práctica clínica en el siglo XX,
amenazan con fraccionar las estructuras tradicionales de autoregulación de la
medicina, pues las nuevas biotecnologías generan enormes divergencias e
interrogantes que amenazan la estabilidad de las tradicionales asociaciones,
agremiaciones, colegios y federaciones médicas. Además, estas divergencias
posibilitan que entren al mercado ofertas que las mismas asociaciones pueden
cuestionar y en algunos casos sancionar32. Recordemos que los mecanismos
disciplinarios operan desde las posibilidades de sancionar y corregir,
trascienden las coordenadas de la punición y el castigo característico del
ejercicio del poder soberano.
31 Lolas, Fernando (1997). Bioética: una palabra con historia. El Mercurio, Centro
interdisciplinario de estudios de bioética. Chile. Versión digital en: http://www.bioetica.uchile.cl/entre/docs/biohis.htm (consultado en mayo de 2012). 32
Medicamentos como el coagulante Trasylol de Bayer, son un claro ejemplo de cómo intereses económicos son preponderantes sobre
el cuidado de la salud. Hoy en día continua
usándose, a pesar de que en el 2006 se denuncio en el New England Journal of Medicine que el Aprotinin la droga madre del Trasylol (especialmente utilizado en las cirugías de bypass) producía graves efectos segundarios incrementando en más de un 55% la posibilidad de trastornos en los riñones, encefalopatías, infartos y derrames cerebrales. Al parecer la FDA (Food and Droug administration) bajo diversas presiones no fue radical en sus pronunciamiento frente al daño potencial generado a la población norteamericana.
247
En el gobierno liberal se desarrollan tecnologías de vigilancia para comprender
y analizar el mercado en su fluctuación natural, para poder intervenirlo de ser
preciso, en aras de garantizar la seguridad en la libertad de circulación, en el
libre intercambio, y en la producción de riqueza. Por lo tanto, una sociedad
liberal está sostenida en mecanismos de seguridad que permiten regular la
libre circulación de personas, bienes y cosas. La libertad se produce a través
de un conjunto de restricciones que garanticen que las dinámicas intrínsecas a
los procesos económicos sean respetadas y sostenidas, pero a su vez se
ajusten a los criterios de la racionalidad liberal, cuya administración deberá
estar atenta para intervenir sobre los posibles peligros que amenacen la
estabilidad del sistema.
La cultura del peligro demanda la consolidación de mecanismos eficientes en la
detección temprana de posibles amenazas, y en la intervención reguladora de
dichos peligros: ―no hay liberalismo sin cultura del peligro‖33. El rápido
posicionamiento social que alcanzó la medicina durante los siglos XVIII y XIX,
logra su mayor esplendor con los enormes alcances de las biotecnologías del
Siglo XX. Sin embargo, el exponencial desarrollo biotecnológico de la medicina,
transformó el rol asumido por el médico, modificando la relación entre el
enfermo, la enfermedad y los dispositivos biotecnológicos necesarios para la
práctica médica. De otro lado, el creciente aumento de las innovaciones
biotecnológicas tampoco ha sido un factor claro en el mejoramiento de la salud
de las poblaciones. Discursos medicalizados como la higiene o la nutrición, han
evidenciado mayores resultados en la gestión colectiva de la salud de los seres
humanos que la implementación de nuevas y costosas biotecnologías.
Durante la revolución tecnocientífica de la medicina, la sociedad realizó
múltiples críticas sobre las nuevas aplicaciones biotecnológicas y las formas
prestacionales que asumían los sistemas encargados de la salud; las propias
instituciones encargadas de los servicios médicos se encontraban frente a
33 Foucault, Mitchel (2007). El nacimiento de la biopolítica. Argentina: Fondo de cultura
económica. p. 66.
248
nuevos y numerosos dilemas, derivados de las inéditas técnicas disponibles
para el diagnóstico y el tratamiento médicos. Tal situación creó una sensación
social de incertidumbre, que reflejó la inestabilidad de uno de los discursos que
históricamente ha tenido mayor reconocimiento, prestigio y autoridad social.
Luego del sacerdote en las sociedades confesionales, una de las figuras más
relevantes en la conducción de las conductas ha sido el médico, pues el
cuidado del cuerpo, la alimentación, la higiene, la sexualidad, la vida en general
eran objetos de su discurso.
En el marco de una sociedad liberal serán necesarios entonces mecanismos
que pudieran visibilizar, corregir y sancionar los problemas y los peligros
generados en los procesos biológicos, económicos y civilizatorios. La mirada
panóptica del capitalismo fomenta la consolidación de determinados
movimientos sociales, sólo en tanto pueden ser recogidos y modelados como
demandas de consumo. En la praxis médica, dichos mecanismos deben
constituirse desde el interior de la profesión y los sistemas de salud, para
garantizar la propia legalidad interna de los mecanismos de sanción y
corrección. Un gobierno liberal no se propone intervenir autoritariamente cada
una de las diversas instituciones sociales, entre las que encontramos la
medicina; su gobierno consiste en garantizar en los procesos sociales una
autorregulación de las operaciones en el libre mercado y la gestión de los
dispositivos de saber que pudieran detectar oportunamente la presencia de un
peligro potencial. Estos dispositivos deben constituirse desde el interior mismo
de cada disciplina: en nuestro caso desde el saber y el quehacer médico que
derivó en la bioética médica.
El régimen de veridicción que establece la gubernamentalidad liberal está
anclado en el análisis del mercado, en tanto dispositivo desde donde se
operativiza el conjunto de procedimientos por los que se construye o se
producen efectos de sentido y credibilidad a los que podemos llamar verdad. El
mercado como espacio productor de la verdad se convierte en el principal
campo de análisis para los dispositivos de seguridad. La bioética médica puede
ser entendida como un dispositivo de seguridad que estudia los diversos
249
dilemas del mercado actual de la medicina, tratando de velar por el correcto
funcionamiento del libre mercado de las biotecnologías médicas.
La insatisfacción del cliente, las demandas ante el sistema judicial, los daños
provocados por intervenciones sanitarias, los altos costos, las situaciones de
inequidad y exclusión de los consumidores de la salud, el maltrato al cliente
potencial, la falta de cuidado y atención para la satisfacción del cliente, la
ineficacia, la creación de nuevos mercados, la vulneración de derechos de un
consultante, los daños colaterales y los efectos secundarios de un tratamiento
que pueden hacer insostenible la oferta de un servicio médico, entre muchos
otros, son problemáticas que claramente pueden afectar la libre circulación de
los bienes y servicios de la medicina. El discurso bioético médico en nuestra
contemporaneidad realiza un estudio detallado, interdisciplinario, que produce
un saber que permite dirimir problemáticas particulares y establecer referentes
y protocolos para abordar situaciones similares en el futuro.
Un ejemplo de este fenómeno lo encontramos en la historia de la Carta de
Derechos del Paciente.
―Los grandes hospitales altamente tecnificados, dominados por unas relaciones que siguen siendo paternalistas y jerárquicas y que les impiden participar como consumidores en la definición del producto sanitario que desean recibir y, además, en un contexto económico y político que empieza a plantearse cómo contener o reducir el enorme gasto sanitario generado. El resultado es, de nuevo, la preocupación por alimentar el empowerment de los pacientes, por defender los valores de la autonomía, la equidad, la accesibilidad, la calidad, etc. Esta preocupación se materializara en la elaboración de la primera Carta de Derechos de los Pacientes, que antes de positivizarse jurídicamente, nació como un instrumento de mejora de la calidad técnica y moral de las instituciones sanitarias norteamericanas. (…) En 1970 la National Welfare Rights organization (NWRO) una importante organización norteamericana de consumidores presenta a la Joint Commission on Accreditation of Healthcare Organizations (JCAHO) 26 peticiones concretas que constituyo el primer esbozo de una carta de derechos de los paciente (…) el 8 de enero de 1973 The American Hospital Association (AHA) aprobó la primera Carta de
Derechos del paciente‖ 34.
34 Simón, Pablo (2001). Los cuatro ejes de fuerza de la historia de la bioética. ICB digital.
Madrid. Versión digital: https://www.icf.uab.es/icbdigital/pdf/articulo/articulo0.pdf (consultado mayo de 2012). El subrayado es nuestro.
250
Vemos en este caso cómo en Norteamérica son movimientos de consumidores,
los que asumen el vocerío de los diversos problemas que se presentan en la
prestación de servicios sanitarios, y este se constituye en el principal espacio
de visibilización, negociación, regulación y de información sobre posibles
riesgos o peligros de la ―industria‖ sanitaria. Sabemos que la bioética en sus
orígenes no fue un dispositivo focalizado en el quehacer de la medicina, pero
históricamente cobró relevancia social, fundamentación epistemológica y un
gran apoyo económico cuando se ocupó de los dilemas de la medicina
contemporánea.
La bioética médica asume una función panóptica en el campo de las
biotecnologías y la ciencia médica. Dentro de las estructuras liberales de
gobierno, la libertad es un artefacto que se produce, se encauza, se protege a
través de mecanismos que permitan ordenar su expansión. La bioética médica
interviene el campo del cuerpo desde la perspectiva del saber sobre la salud,
tratando de mantener los niveles de seguridad tanto para el individuo, para el
sistema sanitario, como para el conjunto de la sociedad civil. De tal manera que
las investigaciones, los nuevos tratamientos y los dilemas resultantes de la
compleja relación médico-paciente, puedan ser controlados en caso de no
ajustarse a los parámetros socialmente aceptados, o en caso de que las
nuevas intervenciones terapéuticas no puedan brindar un mínimo de garantías.
Desde la perspectiva de los mecanismos de seguridad de las sociedades
liberales, podemos afirmar que los peligros potenciales de las biotecnologías
aplicadas a la salud son ―vigilados‖ por los comités de bioética. En la
actualidad, cada vez más es una exigencia el acompañamiento por un comité
de bioética a los centros hospitalarios, los procesos de investigación, y los
casos clínicos donde se presentan fuertes choques de valores. Este dispositivo
puede hacer visible los diferentes problemas y peligros que se producen al
realizar o no una intervención, y puede por lo tanto recomendar el camino más
ético, eficiente y seguro.
251
Los comités de bioética médica (comités de bioética de carácter normativo o
consultivo; comités de asociaciones médicas profesionales; comités de ética
médica u hospitalaria; comités de ética en investigación), no poseen
propiamente un orden de continuidad o de prioridad en los procesos de
vigilancia y visibilización sobre la prestación de los servicios sanitarios; se
producen de manera conjunta y transversal, pues no hay necesariamente una
continuidad necesaria para el desarrollo y el análisis de los múltiples niveles,
problemas, dilemas morales, tipos de objeto que se presentan en la asistencia
sanitaria. El cálculo de la seguridad liberal en este caso se enfoca hacia las
diversas situaciones dilemáticas de los dispositivos de cura-salud donde se
experimentan conflictos de valores o intereses de la profesión médica, para
tratar de establecer cuándo la intervención de un médico no constituye un
peligro para la profesión en sí misma, cuándo el interés de las agremiaciones
médicas no representa un peligro para un médico en particular, cuándo una
nueva terapéutica no representa un potencial peligro para la sociedad o el buen
nombre de la medicina.
Como señalamos en el numeral anterior, para que el saber médico pueda
intervenir ―libremente‖ a la sociedad civil, debe garantizar que sus prácticas no
constituyan una amenaza, y requiere evidenciar para los consumidores que no
priman exclusivamente los intereses económicos de los fabricantes de las
nuevas biotecnologías diagnósticas o terapéuticas, de los grandes laboratorios
farmacéuticos, o de los centros hospitalarios que experimentan una marcada
competencia en la posibilidad de garantizar nuevas intervenciones y
tratamientos. Las tecnologías de biopoder deben garantizarse en su eficacia y
operatividad para constituirse en biopolíticas. Por ello es frecuente escuchar en
los medios masivos de comunicación que una droga o un novedoso tratamiento
es retirado del mercado por los daños que produce a la salud; hay pues
sistemas de vigilancia entre los cuales podemos incluir la fase regulatoria inicial
de la bioética médica.
El análisis bioético requiere necesariamente de una interdisciplinariedad que
esclarezca los enigmas inherentes a las aplicaciones empíricas de las
252
biotecnologías y brinde un horizonte de sentido ético para que la sociedad civil
pueda autónomamente disponer de una inédita biotecnología, de un plan
obligatorio de salud, de un nuevo medicamento, de una nueva forma de
diagnóstico, de una nueva terapéutica. Por ejemplo, si los especialistas en
ingeniería genética logran explicar con claridad la técnica de ADN
recombinante y las aplicaciones de la genómica en la salud humana,
responden a las preguntas técnicas de cómo usar una biotecnología y para qué
propósito biológico. Sin embargo, aun se requiere de un conjunto de reflexiones
que desde consideraciones morales brinden argumentación sobre porqué usar
o no usar, o para qué usar ciertos procedimientos o técnicas de la medicina
genética. De esta forma se pueden establecer algunos criterios, regulaciones o
principios que garanticen que las intervenciones de los dispositivos de la salud,
apuntan a la consecución de la felicidad, de una mejor calidad de vida, de un
bienestar, de un beneficio para el individuo y la sociedad en general.
Los mecanismos de seguridad intervienen produciendo, suscitando,
promoviendo y enmarcando de manera permanente la libertad. Favorecen, por
lo tanto, la autonomía de los gobernados de forma tal que puedan reforzar o
anular un acontecimiento, a partir de la indagación, el cálculo de riesgos y el
conocimiento que se produzca por un dispositivo de producción de verdad, es
decir, un discurso que se rectifica, se corrige y que ejerce sobre sí mismo todo
un trabajo de elaboración orientado por la tarea de decir la verdad35. Esta
producción de la verdad está inscrita en los propósitos de los comités de
bioética médica, a través de su capacidad de abordar los problemas que tienen
que ver con la vida biológica de los seres humanos, paralelamente, desde
estrategias que se dirigen al individuo particular y a la población en general.
Los comités de bioética cuando se dirigen al caso particular, al individuo
examinado en detalle, ejercen una estrategia de gobierno que obedece a un
análisis del contexto particular de su situación, donde dependiendo de las
coyunturas históricas y políticas, de la disponibilidad económico administrativa,
35 Foucault, Michel. La vida: la experiencia la ciencia. En: Giorgi, Gabriel; Rodríguez, Fermín
(comps.) (2008). Ensayos sobre Biopolítica. Buenos Aires: Paidós. p. 49.
253
de los recursos sanitarios, de los intereses geopolíticos, de los protocolos de
los sistemas sanitarios, de la importancia concedida a una patología, de su
nivel de peligrosidad para la sociedad, podrá ser inducido o incitado a realizar
un tratamiento farmacológico o quirúrgico particular; se le facilitará o se le
dificultará realizar un procedimiento a través de la burocracia médica; se
extenderá o se limitara los plazos, los requisitos; se obligará a seguir un
tratamiento o se abandonará para la muerte cuando no se cumplen unos
requisitos mínimos que garanticen la viabilidad de la intervención del sistema
sanitario.
En el caso de los comités de bioética de carácter normativo o consultivo, que
participan en la consolidación de las políticas o biopolíticas que un Estado
deberá aplicar a la población, a partir de una reglamentación jurídica que
legitima y regula dicha intervención, las biopolíticas delimitan las nuevas
maneras en que los conjuntos poblacionales podrán ser regularizados acorde a
la disminución o prevención de unos peligros potenciales, de acuerdo a la
presencia de unos procedimientos técnicos, desarrollos farmacológicos,
posibilidades económicas, acuerdos y negociaciones con multinacionales
farmacéuticas, prevalencia de enfermedades, tasas de mortalidad, entre
muchos otros factores. En un ejercicio de gobierno biopolítico, no se intenta
imponer abruptamente un conjunto de decisiones, sino que se vincula la
población a una estrategia general de poder sobre el cuerpo y la salud humana.
Esta estrategia general tiene en cuenta las necesidades y las dinámicas
sociales, e incluso al ser diseñadas desde las coordenadas del gobierno liberal
requieren del ejercicio de la autonomía de los gobernados, para su adecuada
implementación.
Consideramos entonces que la bioética médica dejó en un segundo plano la
fundamentación ético filosófica, para ocuparse de un proceso de ponderación
racional de expertos en temas biotecnológicos, médicos y éticos. Esto se
Refleja por ejemplo en los trabajo de Engelhardt36, donde hay un esfuerzo en
36 Engelhardt, Tristram (1995). Los fundamentos de la bioética. Barcelona: Paidós.
254
justificar y legitimar un conjunto mínimo de valores desde los que se pueda
hacer operativo un ejercicio de ponderación racional con vocación universalista.
Los cuatro principios de bioética, permiso, beneficencia, no-maleficencia y
justicia, determinan una matriz lógica de mínimos con los que se puede hacer
visible y controlar los riesgos, excesos, dificultades, dilemas, carencias, de los
sistemas de salud biotecnológicos contemporáneos. El sistema de
pensamiento liberal se posiciona como un ejercicio de gobierno de mínimos, en
tanto constantemente se pregunta por qué es necesario y para qué es útil
gobernar a la sociedad37, de acuerdo a la información del mercado, a un
análisis económico, que le permita ejercer el mínimo de intervención estatal
posible, coordinado con dispositivos sociales de autogobierno. La búsqueda de
mínimos éticos, universalizables en la pluralidad, también responde al ideario
liberal del menor gobierno.
En el caso de los comités de bioética médica, se consolida una táctica de
gobierno sobre el quehacer médico, sobre los procesos de investigación, sobre
los sistemas y políticas sanitarias, sobre el complejo y creciente mercado de las
biotecnologías médicas, sobre los juegos de verdad que determinan la relación
del hombre con la salud y su cuerpo, a través de miembros de la sociedad civil,
tales como especialistas en ética, en medicina, en el conocimiento
biotecnológico, en un dispositivo de producción de saber y autogobierno social.
Los comités de bioética podrán formular recomendaciones para las directrices
políticas que responden a coyunturas geopolíticas, socio-económicas de
mercado. Esta práctica permite entonces que sean dispositivos civiles, de
expertos anclados en redes sociales de conocimiento, los encargados de
orientar las futuras políticas sobre la vida:
―El discurso bioético se sustentaba principalmente en los derechos cívicos, el pluralismo ideológico y se buscaba un consenso y unas estrategias ante esa diversidad cultural. Ello supuso que la bioética americana hablara un lenguaje de "regulaciones" y "directrices" capaz de enfrentarse a temas complejos. No se trataba tanto de buscar una fundamentación común, sino que partiendo de distintas tradiciones, se llegara a consensos sobre temas concretos, conforme
37 Foucault, Michel (1979). El nacimiento de la biopolítica. En: Estética, ética y hermenéutica
(1999). Obras esenciales Vol. III. Barcelona: Paidós. p. 211
255
estos se iban planteando. Esto se ha reflejado en Comités de revisión institucionales, en Comisiones asesoras al Presidente o al Congreso. La bioética americana conectó muy bien con la ola de liberalismo político dominante en las elites educadas, que reconocían como propio el lenguaje de derechos y libertades individuales en una
economía de mercado‖.38
Parte de las funciones de la bioética médica es la propuesta de reglamentos.
Esta capacidad la lleva a ser un elemento central en el diseño e
implementación de las leyes que cada Estado asume frente a sus poblaciones.
La administración de la vida en nuestra contemporaneidad se coordina
entonces a través de dispositivos inscritos en el seno de la sociedad civil. No se
trata entonces de instituciones disciplinarias que pretenden corregir el cuerpo y
gobernar cada vez más en detalle la vida del hombre. Se trata de un gobierno
administrado por la sociedad civil, de un autogobierno de la sociedad, instituido
a través de nuevas formas de producir subjetividades, de ejercer vigilancia, de
instituir mecanismos de corrección y autoridad, normalizando las condiciones
para el libre fluir del mercado.
En muchos casos, las normatividades estatales entran en colisión internacional,
pues las normas de los países son diferentes entre sí39. Sin embargo, de
acuerdo a las coordenadas del pensamiento liberal, no se pretende crear una
burocracia que pueda intervenir de una manera constante para garantizar una
tendencia biopolítica particular. Se trata de formular un dispositivo de
seguridad, local, estatal o internacional capaz de producir un saber, un
conocimiento, una sabiduría, acorde a las problemáticas, a los contextos
sociales para optimizar los recursos, minimizando la intervención de los
sistemas gubernamentales, y mejorando la calidad de vida de las poblaciones.
El ejercicio biopolítico de la bioética la lleva a participar en el desarrollo de
lineamientos internacionales que regulan las intervenciones, los tratamientos y
los objetivos que deben lograrse sobre las formas de vida. El Estado liberal
gobierna a través de una red molecular de complejas relaciones imbricadas en
38 Lara, Francisco (2005). Introducción a la bioética. Universidad de Granada. España. Versión
digital: http://www.ugr.es/~eianez/Biotecnologia/bioetica.htm#01 (Consultado mayo de 2012). 39
Byk Christian (1997). Realidad y sentido de la bioética en el plano mundial. Cuadernos de Bioética. 1.
256
el saber. Estas redes de producción y circulación del conocimiento operan para
instituir un lazo social que permita el mejoramiento sostenible de la población.
La bioética está legítimamente constituida como el discurso encargado de dar a
la opinión pública el concepto de los expertos sobre los diversos dilemas éticos
generados por la aplicaciones biotecnológicas, orientando la dirección que
asumen nuestras relaciones con los sistemas biológicos que sustentan la vida,
a través del diseño y aplicación de políticas encaminadas a promover el
bienestar social.
1.2 Liberalismo, autonomía y bioética médica
El discurso bioético médico enfrenta la necesidad de articular los dispositivos
de cura-salud con las premisas liberales de gobierno, en particular con el ―libre‖
ejercicio de la razón de cada individuo. El individuo debe estar en la capacidad
de ejercer su libertad en la búsqueda de su propia salud, puesto que será él
mismo quien determine los alcances de la intervención médica, buscando
siempre maximizar su propio bienestar. Además será él quien elija las prácticas
cotidianas que contribuyan a un aumento o un detrimento de su estado general
de salud. La preponderancia del principio de autonomía en la bioética médica
constata la manera en que las formas de pensamiento liberal operan dentro de
este dispositivo de producción de juegos de verdad.
Los trabajos de Engelhardt sobre el principalismo en la bioética médica,
analizados en el segundo capítulo de este trabajo, hacen un especial énfasis
en el denominado principio de permiso, que constituye una manera explícita de
hacer necesaria la participación de la reflexión autónoma del individuo en los
dispositivos médicos. El paternalismo médico o lo que pudiéramos denominar
el gobierno disposicional de la medicina, que pretendía ejercer un control
detallado de la vida de las personas sin tener otras consideraciones diferentes
al saber médico, y que caracterizó buena parte de la historia de la medicina, no
es operativo bajo las coordenadas de una gubernamentalidad liberal. Pues este
ejercicio de poder se caracteriza por ser altamente intrusito, detallado, y
257
fundamentado en la creencia de que es finalmente el saber médico quien debe
tomar todas las decisiones sobre el tratamiento médico.
Las tecnologías liberales de gobierno crean las condiciones para que la
medicina asuma el reconocimiento y la necesidad de que esté presente la
autonomía de los individuos intervenidos farmacológica o quirúrgicamente, los
sujetos participantes de investigaciones, los individuos observados en el
decurso de su enfermedad, los enfermos objetos de cuidados y tratamientos.
En caso de presentar discapacidad mental, inconsciencia, ausencia de
lenguaje o una edad muy temprana, se requiere de otro que dé cuenta y
represente un nivel de autonomía que legitime el proceso de intervención del
dispositivo de cura-salud.
Desde un sistema de gobierno liberal, la producción de la libertad se realiza
desde muchos escenarios: la escuela, la familia, los medios masivos de
comunicación, el campo jurídico, el espacio laboral y desde los dispositivos de
seguridad que coordinan las prácticas sobre la salud y la enfermedad, que
realizan tanto las instituciones sociales como cada individuo en particular. La
libertad se encausa, se ordena bajo tácticas y estrategias de gestión
gubernamental que requieren del soporte de un tipo de saber ―verdadero‖. El
discurso bioético, acorde a la episteme multidisciplinaría de la época
contemporánea, enlaza concepciones epistemológicas con concepciones
morales y biotecnológicas sobre el individuo-especie, creando un conjunto de
juegos de verdad que posibilitan el ejercicio de poder biopolítico acorde a las
gestiones de mejoramiento del gobierno liberal contemporáneo.
Los comités de bioética médica, al identificar algo no acorde a sus principios
intereses o necesidades, al identificar un peligro potencial para la salud de un
individuo o de una población, determinan gestiones de control, ya que con
―frecuencia, los procedimientos correctos evitan el abuso de poder de las
258
instituciones de asistencia médica‖40. Los comités de bioética intervienen al
posibilitar un espacio de diálogo y debate, visibilizando los riesgos para la
sostenibilidad de un centro hospitalario, para el desarrollo y el avance de la
investigación científica, para la ética y el prestigio de la profesión médica, para
que la comunidad pueda comprender los daños, excesos, riesgos,
insuficiencias de cada caso en particular, indicando entonces donde es
necesario que se creen nuevas legislaciones, regulaciones, exclusiones,
saberes. Por lo tanto, el discurso bioético médico desde sus diversos comités
podrá intervenir a través de mecanismos disciplinarios de sanción-corrección y
normalización, pues no está en su competencia determinar sanciones penales,
reservadas a los organismos reguladores de la profesión médica, tales como
los tribunales establecidos en los colegios profesionales41. Los comités de
bioética podrán excluir al miembro acusado y ―solicitar‖ su dimisión, pueden
imponer diversas sanciones a cualquier miembro de la asociación, desde
―denegar o revocar la membrecía hasta imponer un periodo de prueba o de
supervisión, o sanciones menores como censura, una reprimenda o
amonestación‖42. No obstante, consideramos que su mayor influencia social la
constituye su propio discurso, sus juegos de verdad, que al pronunciarse sobre
un asunto en el contexto de una sociedad liberal operarán como el referente
epistemológico-moral desde donde los individuos autodeterminen su obrar.
La autonomía del individuo debe entonces articularse con los transcursos
naturales que, de acuerdo al pensamiento liberal, operan en la libre circulación
de los procesos biológicos, económicos y sociales. Desde la perspectiva del
liberalismo, el hombre que elige libremente propende por mejorar, alcanzar la
felicidad o alcanzar un mayor bienestar. Por lo tanto, desde una racionalidad
estratégica es fundamental garantizar las mayores condiciones para que cada
40 UNESCO (2006). Guía No.2 Funcionamiento de los comités de bioética: procedimientos y
políticas. Francia. p. 38. Versión digital en: http://portal.unesco.org/shs/es/files/8767/11446800301guide2_SP.pdf/guide2_SP.pdf (consultado mayo de 2012). 41
Tejedor, Juan Carlos (1993). Los comités éticos disminuirán la judicialización de la medicina. Revista Cuadernos de Bioética. 4 (14). pp 65-66. 42
UNESCO (2006). Guía No.2 Funcionamiento de los comités de bioética: procedimientos y políticas. Op. Cit. p. 36.
259
individuo pueda elegir libremente y hacerse autoresponsable. Las tácticas de
gobierno centradas en la autonomía implican que se pueda intervenir
produciendo, reforzando, aumentando la ―libertad‖, favoreciendo o facilitando
una acción, sobre un conjunto de acciones posibles. Reconocer la dinámica del
gobierno liberal nos permite interrogar la tendencia histórica de la bioética
médica norteamericana a la preponderancia del principio de autonomía.
Para el liberalismo es necesario respetar la autonomía sobre las decisiones
importantes, en tanto el individuo opera bajo el principio natural de buscar el
mayor bienestar. Las decisiones de mayor importancia son aquellas que
generen beneficio general y las de menor importancia todas las que reditúen en
un beneficio estrictamente particular. Sin embargo, consideramos que lo
importante para cada uno depende de una sumatoria de contingencias
histórico-particulares que difícilmente pudieran ser estandarizadas o planeadas
en rigor por un sistema de gobierno. El ejercicio de la autonomía comporta
necesariamente un conjunto de consecuencias que pueden ser favorables o
negativas, abrir oportunidades o cerrarlas. Por ejemplo, cambiar de sexo,
cambiar de país de residencia, ser vegetariano, hacer mucho deporte, visitar al
médico con frecuencia, son asuntos que pudiendo tener enormes
consecuencias para la vida de un individuo, no requieren de la intervención
explícita de una táctica de gobierno. Las intervenciones implícitas y explícitas
de la cultura mediática serán suficientes para establecer, fortalecer y difundir
una serie de parámetros de normalidad, de forma masiva y global. Estas
intervenciones son capaces de producir formas de vivir con las que muchos
individuos toman las ―decisiones importantes‖. No obstante, al nutrirse de la
libre reflexión, la autonomía requiere de conocimientos sistematizados como
los que se producen en la bioética médica, para asumir cada decisión
importante sobre la vida, el cuerpo, la enfermedad y la salud con autonomía. El
discurso de verdad de la bioética médica interviene para ordenar un proceso
que pudiera causar daño a la sociedad, desde un campo especifico de
visibilización, a saber: la relación entre el individuo, la salud, la enfermedad, las
nuevas biotecnologías y los valores morales predominantes en un contexto
histórico determinado.
260
Uno de los más grandes obstáculos para la autonomía del individuo
contemporáneo es la eficacia simbólica del discurso tecnocientífico y
biotecnológico, pues de un lado los términos en los que se expresa solo
pueden ser comprendidos e interpretados por el especialista de una rama
particular de la medicina. No basta con ser profesional de la medicina para
comprender las particularidades de los dispositivos biotecnológicos de
diagnóstico y tratamiento; el médico debe especializarse para comprender e
interactuar con cada biotecnología. En segundo lugar, el discurso
biotecnológico intenta proyectar a la sociedad una supuesta objetividad y
exactitud que lo hace incuestionable. Utilizamos el término ―supuesta
objetividad‖, porque consideramos que el campo de la medicina y
particularmente el de las nuevas biotecnologías está lleno de interrogantes,
problemas, confusiones, funciones y procesos por comprender. Además, la
medicina no se caracteriza históricamente por ser una ciencia exacta; incluso
las nuevas formas de pensar el conocimiento hablan de un conocimiento
probabilístico, que reconoce un rango de posibilidad al error o al evento no
deseado.
El discurso feminista por ejemplo, es claro en denunciar cómo cada vez se
escucha menos a la mujer y no se le tiene en cuenta en las decisiones sobre
procesos personales tan importantes como el embarazo, el parto, la lactancia,
la menopausia. Estos acontecimientos del cuerpo de la mujer, que otrora eran
considerados naturales, en la actualidad son medicalizados por el especialista,
quienes establecen el diagnóstico y determinan el curso que deberán tomar
dichos procesos. Otro ejemplo común lo podemos tomar de la farmacología
médica que implica un complejo cálculo en el que los daños causados por el
medicamento pueden ser mucho mayores que los beneficios que aporte en un
aspecto concreto de la salud del consultante. Este nivel rara vez es discutido
con el consultante, no se justifican las razones por las que se establece una
receta médica en particular y no se nombran los daños potenciales que
pudieran ocasionar. Esto debido al tiempo reducido de la consulta médica, a los
efectos hipocondríacos que pudiera tener para algunas personas los riesgos
261
potenciales, a tratar de evitar posibles demandas legales por el daño a la salud
de un consultante, a sostener un enigma que detenta en parte la eficacia y el
poder del discurso médico, al desconocimiento del médico, a la acelerada
utilización de nuevos medicamentos, que sin estar suficientemente
investigados se introducen a la farmacopea de una sociedad, a presiones de
los laboratorios farmacológicos que tienen un tiempo determinado de alta
lucratividad en la explotación comercial de sus nuevas patentes.
Los recursos tecnológicos de la biotecnología médica contemporánea son
sumamente eficientes en la producción de un discurso que en su calidad de
ciencia es ―inobjetable‖. Será entonces el especialista en bioética médica el que
busque el equilibrio, la homeostasis, entre las tensiones del individuo-especie
con la praxis médica, buscando el incremento y el correcto desarrollo de la
propia legalidad interna del discurso médico. Por lo tanto, el discurso bioético
requiere implementar nuevas gestiones que corresponden a los correlatos de
nuestra época, tales como los servicios centrados en el cliente, la regulación
del mundo de la vida en términos de mercados empresariales y la
competitividad autorresponsable que se asume en el discurso médico y en el
discurso bioético, bajo el sistema o el conjunto de estrategias del gobierno
neoliberal.
2 Gobierno neoliberal, biopolítica y bioética médica
Es necesario señalar, como lo mencionamos en la introducción de este
numeral, que el neoliberalismo surge como una respuesta crítica a un periodo
donde el liberalismo pretendió hacer una gestión colectiva de los múltiples
riesgos que pudiera experimentar una población. El liberalismo social
implementó un conjunto de estrategias de solidaridad, dependencia mutua,
seguros sociales, pólizas y en general una serie de políticas con un claro
énfasis en proporcionar y garantizar el bienestar a todo el conjunto de la
sociedad. El neoliberalismo no es una filosofía política unificada, existen en su
interior una diversidad de escuelas y movimientos que divergen en posiciones y
262
conceptos. El ordoliberalismo alemán ―hace valer una competencia pura en el
terreno económico, a la vez que encuadra el mercado mediante un conjunto de
intervenciones estatales (…) y el anarcoliberalismo norteamericano procura
extender la racionalidad del mercado a ámbitos tenidos hasta ahora por no
económicos (teoría del capital humano)‖43.
El alto costo de las políticas de bienestar de la época del liberalismo social
conducen a un irremediable endeudamiento del Estado, que dio pie a una
oleada crítica que cuestionó los efectos morales, políticos y económicos de las
políticas de bienestar; además es censurado el fomento implícito de una cultura
de la dependencia y la tendencia a un intervencionismo del Estado en esferas
privadas de los individuos. Las críticas de los movimientos neoconservadores
se enfocan hacia el proteccionismo del liberalismo social, que interfieren con la
autoridad familiar, al instituir un sistema que incita el facilismo y el hedonismo,
capaz de afectar las jerarquías y los valores tradicionales fundamentales para
el pensamiento conservador. Las críticas de los movimientos de contracultura
cuestionaron la excesiva burocracia del liberalismo social, que amenazaba la
creatividad y la autonomía de los individuos, determinando además el mundo
de la vida por parte de los expertos encargados de ejercer un detallado control
moral y social de los individuos en aras de su bienestar.44
El gobierno liberal se caracteriza entonces por una administración de los
procesos de la vida, que se orienta hacia la producción y extracción de las
mayores potencialidades posibles de cada individuo y de la población en
general. ―El neoliberalismo norteamericano pretende más bien ampliar la
racionalidad del mercado, los esquemas de análisis que dicha racionalidad
presenta, y los criterios de decisión que ésta implica, a ámbitos no exclusiva ni
43 Foucault, Mitchel (2006). Seguridad, territorio, población. Argentina: Fondo de Cultura
Económica. p. 444. La obra más significativa de la escuela de Chicago sobre este tema, es la del Nóbel en economía: Becker, Gary (1983). El capital humano. Madrid: Alianza Editorial. 44
Vásquez, Francisco. Empresarios de nosotros mismos. Biopolítica, mercado y soberanía en la gubernamentalidad neoliberal. En: Ugarte, Javier (comp.) (2005). La administración de la vida. Barcelona: Anthropos. p. 90.
263
predominantemente económicos: la familia y la natalidad, pero también la
delincuencia y la política penal‖45.
En el marco del neoliberalismo se experimenta una transición hacia la
búsqueda de una progresiva cualificación y desarrollo de las capacidades
profesionales de las poblaciones. El mejoramiento del llamado capital humano
será un problema central para el neoliberalismo. Esta modalidad de gobierno
establece una conexión entre los modos de ser sujeto y los mecanismos de
poder que articula el capitalismo tardío, en un ejercicio de gobierno que
fomenta la producción de un individuo activo, empresario de sí mismo,
completamente autónomo y auto-responsable ¿Cómo es posible entonces
gobernar, es decir, generar una conducción de las conductas de cada individuo
y de la población en general, desde el conjunto de premisas que constituyen el
horizonte político del neoliberalismo? Si en nuestro recorrido por La genealogía
del racismo de Foucault analizamos la biopolítica como la presencia de los
aparatos del Estado en la vida de las poblaciones, en un proceso de
estatización de lo biológico ¿Cómo podemos concebir la biopolítica desde la
forma de gubernamentalidad neoliberal?
El neoliberalismo es una práctica de gobierno que ha intentado racionalizar los
fenómenos de la vida a través del modelo de la empresa. Demanda por lo tanto
que un individuo exitoso será aquel que hace de su vida una empresa, o que
imprime a su estilo de vida una ética y unos valores empresariales, donde se
gestionen los recursos personales, espirituales, laborales, intelectuales,
afectivos, corporales, sanitarios, para maximizarlos.
45 Foucault, Michel (1997). La epidemia neoliberal. El nacimiento de la biopolítica. Revista
Archipiélago, cuadernos de crítica de la cultura, (30) p. 119-124. Versión digital: http://www.uacj.mx/DINNOVA/Documents/SABERES%20INVIERNO%202011/Nacimiento%20biopoli%CC%81tico.pdf (consultado mayo de 2012)
264
2.1 El ethos empresarial y el discurso bioético médico
El ethos empresarial que Foucault denuncia en la ―epidemia‖ neoliberal, se
estructura a través de una racionalidad de mercado, a través de los esquemas
de análisis que dicha racionalidad presenta, y de los criterios de decisión que
ésta implica, aplicados en el individuo, en las instituciones y en las estrategias
que comportan técnicas de gobierno. En nuestro caso, se trata de comprender
la manera en que el discurso bioético médico asume las estrategias
neoliberales para intervenir sobre los sistemas de salud de los estados
contemporáneos. ¿Qué relación podemos establecer entre los sistemas de
salud, las formas de gobierno contemporáneas y el discurso bioético médico?
En el neoliberalismo, el principio de economía política opera maximizando la
mínima intervención posible del sistema de gobierno, y al mismo tiempo trata
de maximizar la rentabilidad de cada intervención política. La racionalidad
económica, entonces, debería aplicarse a todos los comportamientos de los
individuos, las familias y la sociedad en general.
El principio de economía política puede verse implementado en la lógica de
funcionamiento de los comités de bioética médica. Estos comités trascienden
las técnicas disciplinarias de examen y corrección perpetuas, que pretendían
instituirse como dispositivos permanentes de la sociedad, en el modelo
disposicional de gobierno. Los comités de bioética médica asumen la dinámica
de los mecanismos de seguridad, disponibles para intervenir riesgos,
dificultades, conflictos de intereses y valores, dilemas éticos, excesos en las
relaciones de poder. Desde sus diferentes niveles de autoridad, ya sea local,
regional o nacional, estructuran una serie de medidas prácticas que
recomiendan, guían y orientan las acciones posibles dentro de los sistemas
sanitarios. Ya sea el médico, el investigador, el encargado de dispensar
cuidados, el paciente crónico o agudo, las familias de los pacientes, las
unidades hospitalarias, los enfermeros, las personas con altas posibilidades de
padecer enfermedades, los laboratorios que proveen nuevos fármacos, la
jurisprudencia en torno a un dilema ético de las nuevas aplicaciones
biotecnológicas, la reglamentación y formulación de protocolos de intervención,
265
las coberturas de los seguros o deficiencias de los planes o regímenes
colectivos de salud, entre muchos otros, serán ―administrados‖, encauzados
por una estrategia política general.
La sociedad civil, expuesta al uso y aplicación de biotecnologías, por ejemplo,
en la agricultura o en la producción de carne, y en aplicaciones sobre los
ecosistemas bióticos, requiere de una constante monitorización de los riesgos y
desequilibrios del mercado. Pero cuando las biotecnologías son aplicadas al
sustrato biológico del hombre, a través de nuevos tratamientos de la medicina,
el dispositivo de seguridad debe ser mucho más complejo, en tanto debe
aportar elementos de orden narrativo, que puedan suplir o llenar las fisuras
hechas a la tradicional concepción de naturaleza humana por las nuevas
aplicaciones biotecnológicas. Por lo tanto, se requiere de un dispositivo que
pueda brindar juegos de verdad en torno a la representación que tenemos
sobre la vida humana, nuevas formas de concebir lo moral, nuevos criterios
para evaluar la vida buena, la felicidad, nuevas dimensiones de lo útil. Dicho
dispositivo está constituido en una sociedad liberal por un campo epistémico
que pueda producir una verdad, fruto del conocimiento, el debate de figuras de
autoridad y la investigación, espacio que puede apuntar a la mayor eficacia con
el menor costo político de inversión, pues no se trata de medidas impositivas,
sino de la producción de subjetividades que serán asimiladas y constantemente
evaluadas por la propia sociedad. Consolidándose por lo tanto unos juegos de
verdad capaces de regular y optimizar los fenómenos sociobiológicos del
mercado biotecnológico.
En nuestra contemporaneidad es muy ostensible la necesidad de estudios
poblacionales para que los sistemas de producción puedan tomar las
decisiones importantes: la identificación de mercados potenciales, la
especificación de cada mercado; las investigaciones sobre el consumidor;
sobre sus necesidades, sus hábitos y patrones de consumo, sus demandas no
satisfechas; el entorno legal, económico, ideológico e infraestructural de cada
país, permiten un mejoramiento constante de las técnicas de mercado basado
en el saber. El ethos empresarial tiene como propósito fortalecer el proceso
266
social y administrativo, a través del cual los individuos y las poblaciones,
satisfacen sus necesidades por medio de la libre circulación de bienes y
servicios. La producción de saber del discurso bioético médico tendrá entonces
importantes repercusiones en las estrategias programáticas que el
neoliberalismo instituye frente a los problemas del mercado de la salud de las
poblaciones.
Hay dos consecuencias muy importantes que queremos resaltar del
pensamiento estratégico neoliberal. En primer lugar, la relación que establece
con los campos epistemológicos de la contemporaneidad, en tanto
mecanismos que permiten visibilizar riesgos o dificultades en los mercados;
estos campos son la base general para la toma de decisiones estratégicas. En
segundo lugar, la preponderancia de los juegos de verdad emplazados en el
conocimiento de los mercados desplaza a los mecanismos jurídicos que
demandan una serie de costosas burocracias para su implementación. No se
trata de la desaparición del campo propio del dispositivo jurídico; se trata del
reconocimiento de una lógica diferente en el ejercicio de gobierno que no
corresponde con la razón de Estado, fundada en un código de leyes estables
que permitían un ejercicio de la soberanía de Estado. En la actualidad las
decisiones políticas son fruto de un estudio de las condiciones particulares en
las que una población experimenta una problemática, no responden al ideario
jurídico de una programación social estática basada en códigos
preestablecidos. El lugar de la bioética entonces es el de un dispositivo de
seguridad, capaz de articular diferentes campos epistemológicos;
principalmente el jurídico, el ético-moral, y el empírico biológico, pero que en su
vocación interdisciplinaria puede hacer uso de otras disciplinas. Una de las
funciones más importantes de la bioética médica es entonces producir un saber
que si bien inicialmente tendió a la regulación, posteriormente se orienta hacia
la fundamentación moral necesaria para que las revolucionarias biotecnologías
médicas y sus aplicaciones sobre el ADN puedan realmente inscribirse en la
dinámica de los mercados autorregulados.
267
Analicemos la táctica de compensación económica por objetivos cumplidos,
establecida por la mentalidad empresarial, propuesta que surge del interior de
los sistemas mercantiles, pero que se proyecta a muy diversos niveles de la
sociedad y de la vida de los individuos. Esta táctica está siendo incorporada a
los sistemas sanitarios llamados hoy en día mercados sanitarios:
―La compensación económica por objetivos cumplidos es una práctica consolidada en el mundo empresarial. Desde hace algunos años también lo es en el mundo de la sanidad, tanto en la Atención Primaria como en la Atención Especializada. (…) analizar los aspectos en las políticas de incentivos sobre práctica clínica que pudieran favorecer o perjudicar los principios de la bioética: justicia, beneficencia, no maleficencia y autonomía‖ 46
Reducir costos de hospitalización, de facturación en farmacia, en atención de
nivel especializado, etcétera, se convierten en un objetivo que permite al
profesional en salud la obtención de un estímulo económico. Esta actividad va
en detrimento del libre y autónomo accionar del profesional. Sin embargo,
cuando se visibiliza el riesgo de una vulneración de cualquier principio de la
bioética (autonomía, beneficencia, justicia, no maleficencia), es necesaria la
producción de un discurso de ―verdad‖ que ajuste los dispositivos encargados
de regular y administrar la práctica clínica. La bioética médica no tendría
entonces la tarea de frenar la libre circulación de servicios médicos, a pesar de
que estuvieran centrados únicamente en la producción de lucro económico, o
focalizados en la obtención de unos objetivos preestablecidos, fenómenos
cuestionables desde un punto de vista ético. El discurso de los comités de
bioética médica se orienta a reflexionar, a crear un saber que posibilite la
autorregulación de los sistemas sanitarios, garantizando la correcta circulación
del mercado de la salud. El mercado económico y la salud de las poblaciones
son dos procesos bio-sociales de las masas humanas, regulados y
normalizados por complejos análisis de mercado y campos epistemológicos,
entre los que podemos encontrar el discurso bioético. Es de conocimiento
público, además, que el discurso bioético no intenta imponer una única forma
de concebir éticamente un conjunto de problemas; al contrario, se trata de
ofrecer a la comunidad una reflexión amplia y suficiente, desde la pluralidad,
46 Gracia, Diego (2008). Ética de los incentivos: pros y contras. Fundación de ciencias de la
salud. Madrid. Noveno ateneo de bioética.
268
para que cada grupo o individuo pueda ejercer su autonomía, en la búsqueda
de un estilo de vida propio, fundamentado en la necesidad de un continuo
automejoramiento y autogestión de la vida.
Una táctica de gobierno explícita se implementará bajo circunstancias de
inminente peligro: esta es la economía de poder propia del liberalismo, y es
particularmente desarrollada dentro del neoliberalismo. Nuestra sociedad está
repleta de fenómenos potencialmente peligrosos e inestables. Cabe destacar
los efectos generados por la ausencia radical de una continuidad laboral
fomentada por el neoliberalismo y denunciada por el materialismo histórico; los
innumerables riesgos biológicos, que se presentan actualmente en los enormes
grupos poblacionales, altamente medicalizados e intervenidos
biotecnológicamente. Asistimos en la actualidad, a un desplazamiento de la
sociedad industrial de clases a la sociedad del riesgo, lo cual supone situarse
en un sistema donde la incertidumbre y la inestabilidad son inherentes a la vida
en sociedad47.
En ocasiones se invierte más dinero en difundir mediáticamente los
irreparables daños que se han realizado sobre nuestro medioambiente y los
potenciales peligros y amenazas que nos acechan, que en asumir y financiar
políticas claras para la preservación de los recursos naturales. Por ejemplo,
políticas sostenibles sobre producción de energía limpia, manejos residuales
líquidos y sólidos, sistemas de producción amigables con su nicho ecológico,
regulación de patentes de cadenas de ADN, etc., son temas que comienzan a
legislarse y que comprometen la reflexión de la bioética global sobre el futuro
de la humanidad. Tal panorama de inestabilidad y riesgo constituye un
dinamizador de la cultura de la autogestión empresarial. Hay que ser cada vez
mejores física, intelectual y espiritualmente, para tener mejores posibilidades y
ser altamente competitivos en una sociedad llena de riesgos potenciales.
Analicemos el horizonte de la competitividad propuesto por el ordoliberalismo
alemán.
47 Beck, Ulrich (2002). La sociedad del riesgo global. Madrid: Siglo XXI.
269
2.2 Un horizonte para la bioética médica y la biopolítica: la competitividad
En el marco del neoliberalismo, para ser cada vez mejores es necesario asumir
una actitud altamente competitiva y autogerenciada, orientada hacia la
obtención de una vida de calidad, soportada en el consumo autónomo de
bienes y servicios en los mercados globalizados, dentro de los que
encontramos los servicios sanitarios. Los mercados establecen una continua
competencia en todas y cada una de las fases de los procesos productivos,
mercantiles y de consumo; de la misma manera los individuos establecen una
relación de continua competencia consigo mismos, con sus semejantes, con su
entorno laboral, afectivo y social.
La capacidad de competir, el deseo de llegar más alto, más lejos, más rápido
ha acompañado al hombre a través de muchas civilizaciones. Sin embargo, en
nuestra contemporaneidad se presenta el fenómeno de la racionalidad
biotecnológica. El hombre ya no sólo dispone de su lenguaje y de herramientas
técnicas para mejorar sus condiciones de vida, dispone de la capacidad técnica
de mejorar su genoma, de diseñar su descendencia, de intervenir sobre la
estructura biológica de su vida, de sintetizar sus propias proteínas, de
trasplantar sus órganos y dentro de poco tiempo cultivar sus órganos vitales
más importantes. Cuando las nuevas tecnologías de fertilización como el
diagnóstico preimplantatorio provean demostraciones científicas sobre su
capacidad de alcanzar unos altos niveles de probabilidad, es decir, cuando
estos procedimientos sean estables y puedan entrar a un mercado donde se
garantice el producto que se ofrece, la competitividad incorporada como parte
de los valores de nuestras sociedades permitirá que se cree un nuevo y seguro
mercado biotecnológico, donde las posibilidades de mejorar los códigos de
información genética y rediseñar nuestra existencia biológica estén a la orden
del día, para tratar de estar a la altura de las demandas de una sociedad
altamente competitiva.
270
De la industria estética a la industria biotecnológica, la bioética médica es un
dispositivo de seguridad que opera a través del análisis de los conflictos y
dilemas en la prestación de servicios de salud, para la producción de un saber
que permita un óptimo gobierno de los procesos sanitarios de las poblaciones.
La competitividad contemporánea tiene un alto grado de desarrollo, que se
nombra con conceptos como valor agregado. Cada individuo, cada empresa
tiene por lo tanto que buscar en la particularidad nuevas valías que lo
representen con algo mejor, ante las demandas del mercado. Buscar entonces
un estilo de vida propio y particular, apoyado en el cuidado de sí mismo,
constituye una de las bases centrales del gobierno neoliberal, que cuenta con
la autoresponsabilidad del gobernado para los procesos de gestión de las
colectividades.
De la misma forma, cada servicio para ser competitivo debe mostrar su
capacidad de diferenciarse de los demás. Uno de los mejores medios para
adquirir competitividad en la circulación de los bienes y servicios es la
implementación de un mercado centrado en el cliente.
2.3 Bioética médica y biopolíticas centradas en el cliente
El saber más importante para el ethos empresarial es aquel que está centrado
en el individuo que consume porque fomenta, a su vez, la práctica de unos
servicios centrados en el cliente. El neoliberalismo considera fundamental que
sea cada individuo en sus elecciones autónomas, en sus deseos particulares,
en su necesidad de protegerse de los inminentes peligros potenciales anclados
en nuestra cultura, el que determine responsablemente el uso que dará a los
servicios y ofertas del mercado médico sobre salud-cura-estética-
mejoramiento. La bioética médica asume esta característica, pues implementa
una ponderación racional, centrada en cada cliente del servicio médico que
experimenta dificultades, encontrando desde la interdisciplinariedad las
particularidades del caso concreto.
271
Uno de los problemas que queremos destacar en este apartado es el de la
relación de un servicio centrado en el cliente con el deseo. Si tenemos como
antecedente una racionalidad biotecnológica que abre las posibilidades de
intervenir todas las estructuras de la vida, una sociedad fundamentada en el
valor de la competitividad, en el deseo de automejoramiento continuo, y
contamos con una medicina centrada en el cliente, es decir, una medicina del
deseo, tendremos la aplicación de una eficaz estrategia biopolítica recreadora y
remodeladora del hombre biológico.
Muchos estudios denuncian la influencia determinante que establecen los
mercados sobre el deseo a través de los sistemas mediáticos, y el problema de
lo moral, del bien, de lo conveniente difícilmente puede resolverse desde las
consideraciones sobre el deseo que establece un mercado centrado en el
cliente. Las posibilidades de recrear la zoe del hombre cada vez son mayores,
la intervención de la nuda vida promete grandes mejoramientos de la vida y
grandes mercados.
―La Nanotecnología —que controla la materia mediante la manipulación de Átomos—, puede converger con la Biotecnología —que controla la vida manipulando Genes—, que puede converger con la Informática —que controla datos mediante la manipulación de Bits—, que puede converger con la Ciencia Cognitiva y Neurológica —que controla la mente manipulando las Neuronas‖.
48
La fabricación de un individuo desde los valores empresariales de
competitividad, emprendimiento, automejoramiento, autorresponsabilidad,
requieren de un entorno programado adecuadamente para la libre circulación
de bienes y servicios que respondan a las demandas centradas en el cliente,
sobre la fabricación de uno mismo como consumidor potenciado de un estilo de
vida de calidad ilimitada.
48 Hausser, Rainer (2007). Nanomedicina ¿mejores seres humanos? Versión digital en:
http://tecnologiasemergentes.blogspot.com/2007/02/nanomedicina-bang-mejores-seres-humanos.html (Consultado mayo de 2012).
272
2.4 La libre circulación del mercado de la salud y la bioética médica
El neoliberalismo se consolidó en la década de los 80, con el gobierno de
Reagen en Norteamérica y Thatcher en el Reino Unido, dejando en manos de
la autorregulación del mercado, de la libre circulación de bienes y servicios, los
múltiples escenarios de la vida. Las estrategias económico-monetarias se
empeñan en reducir el gasto público, depreciando el interés del capital y los
impuestos para fomentar la iniciativa privada, la inversión, la privatización y el
emprendimiento. Los vínculos de solidaridad, el cuidado de las clases no
privilegiadas, las políticas de bienestar se erradican tanto para frenar el gasto
que implican estas políticas, como para dejar que el sistema abandone -a su
extinción- los no eficientes, los carentes de iniciativa y responsabilidad ¿Cuál
fue el diagnóstico de Reagan para instaurar a la economía de mercado
neoliberal como el modelo económico-social más importante de las últimas
décadas del siglo XX?
Ronald Reagan, cuando a principios de la década de los ochenta
llegó a la presidencia asegurando que ―el gobierno no constituía la
solución sino el problema‖, diagnóstico que se traduciría en menos
impuestos, privatizaciones de actividades que antes se realizaban en
el sector público, y una drástica disminución de las regulaciones, con
el objeto de entregarle a la sociedad civil casi todo el protagonismo
en la creación de riquezas, y a las fuerzas del mercado la función de
asignar esas riquezas con la mayor libertad posible.49
Uno de los temas centrales de la gestión por mercados es la libre circulación de
objetos, personas, mercancías y cosas. En nuestra contemporaneidad es clara
la prevalencia de múltiples servicios, ofertas, tratamientos, en el campo de la
salud humana. Podemos hablar de biocracias50 donde gracias a la revolución
biotecnológica sobre el ADN se pretende alcanzar soluciones eficaces a los
problemas sociales y políticos a través de aplicaciones biotecnológicas sobre la
nuda vida. Estas formas políticas articulan los intereses económicos con
49 La columna de Montaner. Europa y América ¿dos modelos o dos expresiones del mismo
modelo? Madrid. Junio 30 2004. Versión digital en: http://www.cubaliberal.org/columna/040630-europayamerica.htm (Consultado mayo de 2012). 50
Lacadena, Juan (2000). Genética, sociedad y bioética. En: Marcelo, Palacios, coord. Bioética. Oviedo: Nóbel ed. p. 252.
273
quehaceres técnicos, para producir legislaciones capaces de establecer un
control y un detallado proceso de gestión sobre los procesos de investigación y
tratamiento de la vida, a través de redes sociales de saber y control, que
establecen una interconexión o traslación entre las decisiones de la
administración estatal y la acción autónoma y autogobernada del mercado, la
población, la sociedad civil y los individuos mismos.51
La globalización del mercado de las nuevas biotecnologías médicas está
acompañada de una paulatina globalización de las respuestas jurídicas, que
puedan ordenar este conjunto de servicios. Por lo tanto, el campo de la
prestación de servicios de salud requiere de nuevas formas de discursos
verdaderos, que legitimen los discursos jurídicos y brinden el conocimiento
necesario para que la ciudadanía pueda entrar al mercado de la libre
circulación de dispositivos de cura-salud.
Si reconocemos los cuerpos colegiados como mecanismos reguladores del
quehacer medico, será el discurso bioético médico, en su capacidad de proveer
una nueva ―sabiduría para el futuro de la humanidad bajo condiciones dignas‖,
el encargado de construir juegos de verdad para la libre circulación del
mercado médico. Los dispositivos de seguridad, dentro de sus diversas
posibilidades de funcionamiento, aplicados al campo de la salud humana, se
encargan de fabricar formas de subjetivación sobre la vida, la salud y la
naturaleza de la existencia humana, fortaleciendo y animando ciertas maneras
de circulación en detrimento de otras. Un rechazo categórico o una
recomendación encomiosa del discurso bioético médico logrará tener
profundas repercusiones sociales en la libre circulación de cualquiera de las
diversas formas que adquiere la prestación de los servicios médicos en nuestra
contemporaneidad.
51 Vasquez, Francisco. Empresarios de nosotros mismos. Biopolítica, mercado y soberanía en
la gubernamentalidad neoliberal. En: Ugarte, Javier (2005) (comp.). La administración de la vida. Barcelona: Anthropos. p. 80.
274
Vemos entonces que el discurso bioético posee algunas semejanzas con la
biopolítica. La biopolítica en sentido amplio es aquel campo proposicional,
desde donde se construyen juegos de verdad que permitan comprender,
intervenir, regular, normalizar y en última instancia optimizar las poblaciones:
―biopolítica, el modo en que, desde el siglo XVII, la práctica gubernamental ha
intentado racionalizar aquellos fenómenos planteados por un conjunto de seres
vivos constituidos en población: problemas relativos a la salud, la higiene, la
natalidad, la longevidad, las razas y otros.52 El rasgo biopolítico tendiente a
racionalizar, formalizar y producir conocimiento, se expresa en la ponderación
racional que implementan los comités de bioética encargados de gran parte de
la producción de saber de dicho discurso. Este conocimiento permite
comprender las nuevas formas de los servicios sanitarios y articularlos a unos
parámetros de eficiencia y moral. Los problemas biológicos de la población
entran en el campo de acción de unas tácticas entronizadas en el discurso
médico y reguladas por la legalidad interna del libre mercado de la salud.
El discurso bioético médico produce un saber que puede inscribirse dentro de
las corrientes de ética descriptiva y normativa. En el primer caso, se hace
referencia a un espacio que cumple con las premisas de los dispositivos de
seguridad, en tanto describen y producen un campo de veridicción epistémico,
susceptible de establecer relaciones de saber-poder. En el segundo caso, la
ética normativa define y dispone a través de un conjunto de principios el
devenir de un proceso, ya sea a través de la intervención jurídica, de los
colegios de medicina, de la conciencia moral, de sanciones disciplinarias o de
protocolos que pretenden normalizar la práctica biomédica. Cualquiera de esas
intervenciones estará en la facultad de fomentar o regular una acción
determinada, es decir, estará vinculada con el problema liberal de la circulación
de los mercados.
52 Foucault, Michel (1997). La epidemia neoliberal. El nacimiento de la biopolítica. Revista
Archipiélago, cuadernos de crítica de la cultura, (30) p. 119-124. Versión digital: http://www.uacj.mx/DINNOVA/Documents/SABERES%20INVIERNO%202011/Nacimiento%20biopoli%CC%81tico.pdf (consultado mayo de 2012)
275
La libre circulación de las biotecnologías médicas parece alcanzar rápidamente
la posibilidad de mejorar nuestros cuerpos haciéndolos más fuertes, hábiles,
resistentes y duraderos. Este creciente mercado de innovaciones
biotecnológicas requiere de dispositivos de seguridad como el discurso bioético
médico, que rebase los problemas relacionados con la mala praxis médica, que
puede ser regulada por los colegios médicos. Este mercado requiere de
mecanismos de seguridad de todos y cada uno de los diferentes, momentos,
etapas y actores participantes del proceso de desarrollo, investigación,
patentación, publicidad, comercialización y aplicación, de las muy diversas
biotecnologías médicas. El análisis bioético no está supeditado únicamente a
un cálculo de riesgos. Sin embargo, los comités de bioética clínica, al realizar
una ponderación racional de los conflictos de intereses y valores producidos en
los campos de aplicación de la medicina, establecen un conjunto de
parámetros fundados en conocimientos empíricos, que posibilitan un cálculo de
riesgos sobre cada uno de los problemas analizados; por ejemplo, al estudiar la
relación eficacia-deterioro en la aplicación de un procedimiento
nanobiotecnológico, al tratar de establecer los impactos que sobre la salud y el
ambiente puede tener una biotecnología, gestionando la relación salud global y
uso de las innovaciones biotecnológicas; pues estas no son realmente garantía
para que las grandes poblaciones mejoren sus niveles de salud. Por el
contrario, muchas veces sus altos costos crean nuevos espacios de
discriminación. En síntesis, la bioética médica propende por comprender la
complejidad de los fenómenos de la libre circulación de los servicios de salud,
sus impactos y riesgos económicos o sociales a corto, mediano y largo plazo,
para intervenir de acuerdo al contexto geopolítico de cada situación.
La época de la medicina social que fomentó la normalización desde políticas
impuestas a una población, es desplazada por la medicalización de la vida a
través de la consolidación de los servicios médicos como bienes de consumo,
en complejos mercados globalizados.
Nueva fase de la medicalización moderna del cuerpo y de la vida que supone la actual identificación de la salud como bien de consumo. Mainetti correlaciona el nuevo ―knockismo economicista‖ con el
276
triunfo del Mercado como principio rector de las relaciones humanas tras la crisis del Estado de Bienestar. Nos introduce, por consiguiente, en una nueva etapa del desenvolvimiento de la medicina como instrumento de poder y control social en el mismo momento en que el cuerpo y su bienestar son objeto –como mercancías- de los criterios de rentabilidad económica ajenos al interés individual y colectivo del sujeto-paciente53
La medicalización de la vida a través del mercado de la salud, implica el uso de
formas de subjetivación-gobierno más sutiles y reflexivas que los mecanismos
utilizados por el gobierno disposicional, donde se consideraba la población
como un conjunto, un rebaño que era objeto de cuidados para incrementar su
número, garantizar su bienestar y salud, mejorando la rentabilidad económica
de una mayor población.
La nueva forma de gobierno reflexivo de los contextos neoliberales permite que
desde la legalidad interna de las estructuras de la sociedad civil, de la
población y de la economía se instituyan dispositivos de seguridad. El discurso
bioético médico puede adoptar la forma de un mecanismo de seguridad, que
identifica los riesgos inminentes que presenta el rápido avance de las
biotecnologías. El momento histórico donde el Estado constituye una serie de
dispositivos especiales para instituir una serie de códigos éticos sobre la vida,
refleja una estrategia de gobierno liberal. Sin embargo, el neoliberalismo que es
propiamente el contexto donde se desarrolla el discurso de la bioética médica,
los procesos económicos, biológicos y civiles están regidos por sí mismos,
deben instituir mecanismos internos de autorregulación, auditoria y
monitorización. No se trata de una burocracia externa que determine el camino
conveniente frente a una coyuntura geopolítica en el campo de la salud, sino de
la necesidad de un mecanismo interno del discurso médico que legítimamente
pueda garantizar un ―rentabilidad‖ del sistema sanitario, en el sentido
económico y en el sentido de los efectos reales que se producen a nivel de la
53 Vidal, Rafael (2004). El Poder en el Cuerpo. Subjetivación, Sexualidad y Mercado en la
Sociedad del Espectáculo, Revista Razón y Palabra. México, (39). Versión digital http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n39/rvidal.html (Consultado mayo de 2012).
277
salud de las personas54. Estos problemas se inscriben en el campo de la
técnica y de la ética, en la medida en que es necesario garantizar cuáles
biotecnologías serán realmente benéficas para el ser humano, cuáles
procedimientos podrán incrementar y mejorar la forma de vida de las personas,
sin que atenten contra su salud, con el propósito finalmente de entrar en la libre
circulación de los mercados de salud donde podrán ser usados y asumidos
autónomamente por cada individuo.
El mercado de la salud requiere entonces de un dispositivo teórico que permita
su libre circulación. Pues en el caso de un bien de consumo como un
automóvil, o en los análisis que Foucault establece sobre la circulación y la
escasez de los granos55, la población tiene en mayor o menor medida un
conocimiento claro del uso, del beneficio, del aporte, de los riesgos, que
pudiera tener del bien o el servicio que está en el mercado, pero en el caso del
mercado de las nuevas biotecnologías, con sus presiones e intereses internos,
con la creciente creación de mercados en constante competitividad, el bien-
servicio de salud, medicina, biotecnología, se transforma en un objeto confuso
para la población.
Tomemos como ejemplo el discurso de Tristram Engelhardt, quien
abiertamente favorece la intervención genética sobre la naturaleza humana
desde un discurso que sin muchos argumentos justifica moralmente este tipo
de intervenciones, creando condiciones para que poco a poco las comunidades
accedan a este nuevo mercado de la nuda vida.
Puede que la organización biológica contemporánea de los seres humanos no provea el mejor medio de alcanzar las metas que podamos desear realizar mediante nuestros cuerpos a nivel individual y colectivo [...] La ingeniería genética en la línea germinal llegará a ser deseable y moralmente aceptable. [...] La naturaleza humana, tal y como hoy la conocemos, será inevitablemente por
54 Vásquez, Francisco. Empresarios de nosotros mismos. Biopolítica, mercado y soberanía en
la gubernamentalidad neoliberal. Op. Cit. pp. 94-95. 55
Foucault, Michel (2006). Seguridad territorio y población. Argentina: Fondo de cultura económico. pp. 45 y sgtes.
278
buenas razones morales de carácter laico remodelada tecnológicamente.56
La auto-imposición de metas de mejoramiento continuo, el contexto social de
permanente competitividad del gobierno neoliberal, seguramente rebasará las
limitaciones de nuestros cuerpos biológicos. ¿La axiología de un sistema de
gobierno, como el neoliberal, nos brindará elementos suficientes para justificar
moralmente la remodelación de la naturaleza humana?
Como ya lo hemos expresado en este trabajo, la salud de los individuos y las
poblaciones no es un problema estrictamente relacionado con la capacidad de
innovación biotecnológica, pues actualmente millones de personas en los
países pobres carecen de acceso a las más básicas atenciones en salud. El
mejoramiento de la especie humana no debe olvidar los debates en torno a las
propuestas de la eugenesia, el darwinismo social, el racismo de estado, las
prácticas de dominación y exclusión de las mayorías no mejoradas. El mercado
poco a poco acepta las demandas de mejoramiento instituidas por el espíritu de
la competitividad de nuestra época. La disponibilidad biotecnológica así lo
permite:
No sólo existen numerosas debilidades propias de la especie que muchos hombres y mujeres se alegrarían de eliminar en la mayoría de las circunstancias, tanto para ellos mismos como para sus hijos, sino que también será difícil establecer un límite entre curar esas debilidades y conferir nuevos beneficios positivos. Por ejemplo: considérese la posibilidad de inducir en los seres humanos la resistencia al virus del SIDA, [...] incrementar la inteligencia de los seres humanos, o incrementar la reserva cardiorrespiratoria de los seres humanos. [...] Desde un punto de vista laico no existirá ninguna diferencia moral ―en principio‖ entre curar un defecto y aumentar las capacidades humanas57.
Un análisis más sustentado entre las diferencias morales que existen
entre curar un defecto y aumentar las capacidades humanas, lo
podemos encontrar en la reflexión filosófica de Habermas sobre la
técnica genética que desplaza las fronteras entre la base natural
indisponible y el reino de la libertad: entre causalidad y libre decisión,
56 Engelhardt, Tristram (1991). La naturaleza humana tecnológicamente reconsiderada. Revista
Arbor ciencia, pensamiento y cultura. 544, Tomo CXXXVIII, pp. 75-95. 57
Engelhardt, Tristram (1991). Ibìd. p. 83.
279
consideraciones que constituyen la espina dorsal de lo moral. La
eugenesia puede modificar la estructura entera de la experiencia moral,
en tanto las normas, actitudes y relaciones morales con el otro
dependen de la forma como comprendamos antropológicamente nuestra
especie. Las biotecnologías crean una instrumentalización de la vida
humana, que comienza a engendrarse con reservas, por preferencias y
orientaciones de valor de terceros. Los controles de calidad sobre la vida
buscan una composición deseable del genoma, creada por tendencias,
modas e ideologías globales que responden a los requerimientos de los
procesos productivos, al crear necesidades y asociar sentimientos y
pasiones humanas con prácticas, técnicas y objetos producidos en serie.
―Las intervenciones eugenésicas perfeccionadoras menoscaban la
libertad ética en la medida en que fijan a la persona afectada a
intenciones de terceros que rechaza pero que, al ser irreversibles, le
impiden comprenderse espontáneamente como el autor individuo de la
propia vida‖58
La fijación biológica al aumento de una capacidad humana, realizada por
un Otro, condiciona la vida del ser humano a existir acorde a propósitos
preestablecidos, a inscribirse en la lógica de desarrollo de su capacidad
aumentada, a renunciar a la multiplicidad de formas de vivir posibles.
Finalmente, todo aquel que no esté bio-tecnológicamente mejorado o
protegido, estaría notablemente en desventaja, entrando a una nueva
era de discapacidad biogenética.
Desde los criterios del ethos empresarial resulta muy prometedora la
producción de un individuo genéticamente mejorado. El hombre
transgénico tendrá la auto-responsabilidad de mejorar sus sistemas
vitales, incluidos los modos de producción; la sociedad podrá poner en
circulación un nuevo y prometedor mercado de enorme rentabilidad
económica.
58 Jürgen, Habermas (2001). El futuro de la naturaleza humana ¿Hacia una eugenesia liberal?
Paidos: Barcelona. p. 87.
280
2.5 El paroxismo de la auto-responsabilidad y el discurso bioético médico
Retomando el trabajo de Francisco Vásquez sobre el gobierno neoliberal,
vamos a analizar la forma en que este gobierno se fundamenta en la
autorresponsabilidad del individuo, de manera que las tecnologías
heteroformativas ejercidas por un sistema político son introyectadas para
constituirse en tecnologías autoformativas, en tecnologías del yo capaces de
producir formas de subjetividad59, donde la política se despliega a partir de la
subjetividad de cada individuo: desde sus consideraciones éticas y sus
prácticas de libertad ―autónomas‖.
Nuestra contemporaneidad se articula a través de un intenso proceso de
individualización, donde la libertad, la autogestión, la autorresponsabilidad se
nos imponen. El individuo está sometido a elegir constantemente, a identificar
su interés individual en un proceso de autodeterminación obligada. El régimen
del neoliberalismo contemporáneo insiste en una promoción de las diferencias
y las singularidades60, que conlleva a hacer a cada individuo completamente
responsable del flujo continuo de sus elecciones.
La imbricación contemporánea entre ética y política posibilita que el gobierno
sea un ejercicio de administración de la libertad de los hombres: ―lo que estos
quieren hacer, lo que están interesados en hacer, lo que piensan hacer‖61. La
libre circulación del deseo del individuo es en esencia el campo de la ética. Un
gobierno que se ocupa de esta circulación es realmente muy eficaz, en tanto
reduce el gasto físico del poder, porque el gobierno neoliberal se produce en
torno al juego de regulación que tiene como condición necesaria la libertad del
individuo. Un gobierno apoyado en la libertad incrementa su rentabilidad, pues
59 Vasquez, Francisco. Empresarios de nosotros mismos. Biopolítica, mercado y soberanía en
la gubernamentalidad neoliberal. En: Ugarte, Javier (comp.) (2005). La administración de la vida. Barcelona: Anthropos. p 83. 60
Bauman, Zygmunt (2003). Modernidad Líquida. Argentina: Fondo de Cultura Económica. 61
Foucault, Michel (2006). Seguridad territorio y población. Argentina: Fondo de cultura económica. p. 71.
281
se ocupa de producir formas de subjetivación, formas que susciten el interés de
los hombres, que dejen hacer o faciliten acciones o conductas posibles; no
trata por lo tanto de coaccionar, limitar, prohibir o imponer por la fuerza
consideraciones políticas o creencias ideológicas.
Este nuevo horizonte biopolítico hace mucho más difícil percibir las formas de
incidir, influir, producir, intervenir sobre la vida, sobre las formas de
subjetivación contemporáneas. También muestra una mayor eficacia en el
ejercicio de gobierno, en tanto se apoya en la voluntad y compromiso de cada
individuo, quien en el ejercicio de su autonomía y desde su
autorresposabilización asume, ejerce, se somete, se propone un conjunto
diverso de tecnologías del yo.
Nuestro propósito ha sido visibilizar las relaciones de poder presentes en
nuestra contemporaneidad para que la bioética médica no se reduzca a ser
parte de las estrategias de gobierno neoliberal. La producción de juegos de
verdad sobre la relación del hombre con el cuerpo, con la salud y la
enfermedad, con las biotecnologías es una labor de gran importancia, pero
puede ser fácilmente incorporada por nuestras ideologías de gobierno,
facilitando, brindando fondos económicos para énfasis particulares de
investigación, fomentando publicaciones en torno a problemas de su interés,
convocando temáticas, apoyando perspectivas, globalizando formas comunes
del discurso bioético, favoreciendo una ética de mínimos que posibilita la
regulación de nuevos mercados internacionales, y paralelamente, dejando a un
lado, excluyendo otras formas del pensamiento bioético, para que no se
consoliden socialmente.
2.6 Los caminos de la biopolítica: ignorar hacia la muerte
Las biopolíticas neoliberales no reflejan los idearios del totalitarismo, en tanto
no establecen una lucha frontal contra una raza inferior o deficiente, o una
guerra interna hacia una raza considerada inferior. El gobierno neoliberal trata
de orientar la conducta, las acciones de los seres humanos, de forma tal que se
282
fomente el desarrollo de algunos estilos de vida, de ciertas formas de vida, de
tendencias en los cuerpos y estructuras biológicas. Aquello que se incita,
fomenta o produce se hace porque se considera que son los estados más
adecuados para el desarrollo, la productividad y el mejoramiento de la masa
viviente en su conjunto. Los mecanismos de seguridad del pensamiento liberal
instituyen en la mentalidad de las colectividades situaciones, estados ideales
del cuerpo, del vínculo con el otro, de lo moral, basado en un cálculo de riesgos
que establece las conductas o actitudes que deben ser evitadas. Las formas de
vivir que se consideran ideales a alcanzar por la sociedad, se fundamentan
desde dispositivos de seguridad o campos epistémicos de vigilancia y
producción de saber, que proyectan socialmente, que se trasladan a través de
complejas redes mediáticas para ser introyectadas por individuos y
poblaciones, constituyendo finalmente una práctica coercitiva y no una práctica
de libertad.
El incremento de la desigualdad social genera la necesidad de un nuevo
paradigma político que pueda intervenir sobre las concepciones de justicia y
distribución de los recursos. Actualmente los comités de bioética hospitalaria
acompañan los análisis del médico para determinar las condiciones para elegir
o favorecer a individuos o comunidades en la asignación de tratamientos o
recursos biotecnológicos, decisiones de vida o muerte que reclaman la
autorresposabilidad del paciente, su emprendimiento, su compromiso
contractual con su recuperación y una serie de criterios inspirados en la moral
contemporánea: el ethos empresarial. Si un paciente no cumple con dichos
requerimientos será desplazado por otro que los cumpla y que sí tendrá acceso
al servicio médico especializado. Las sociedades modernas liberales, como
afirma Charlesworth, no deberían pretender orientar a los ciudadanos hacia
una moral bioética, determinada en particular por ideologías como la liberal y
por una economía racionalista orientada por la relación costo-beneficio62.
62 Charlesworth, Max (1996). La bioética en una sociedad liberal. Gran Bretaña: Cambridge. p.
10.
283
Dentro del gobierno neoliberal, el anormal, el diferente deja de ser sometido a
intensos regímenes de disciplinamiento y normalización; simplemente se lo
deja morir o se lo rechaza hacia la muerte63. Esto es suficiente para que cada
individuo asuma responsablemente la vida que le corresponde, o poco a poco
desaparezca sin derramar sangre, sin ―hacer-lo morir‖ como fue tradicional en
la práctica de gobierno de la época clásica. Los comités de bioética médica no
son en principio espacios permanentes de la sociedad, operan ante los dilemas
que el sistema sanitario reconoce, ante las crisis que obstaculizan el flujo del
mercado sanitario: en temas como ciencia, tecnología y sociedad; códigos de
ética profesional; sociología de la medicina; relación profesional-paciente;
atención de la salud promoción y prevención; sexualidad; contracepción;
aborto; población; tecnologías reproductivas; genética, biología molecular y
microbiología; calidad ambiental; terapias en salud mental y neurociencias;
experimentación humana; órganos o tejidos artificiales y trasplantados; la
muerte y el morir; dimensiones política e internacional de la biología y la
medicina; derechos de los animales64. Campos de análisis establecidos para
que los comités de bioética médica intervengan desde necesidades
específicas, ajustando, regulando las problemáticas que obstaculizan la
prestación de los servicios médicos. Dejar morir no es obviamente un propósito
de la bioética, pero sí es una lógica de los sistemas actuales de gobierno. Esta
lógica se proyecta a la bioética, en la medida en que los protocolos, los
tecnicismos burocráticos, las jerarquías hospitalarias, el rechazo al
establecimiento de comités de bioética hospitalaria, los trámites del sistema
sanitario y en general los lineamientos de los planes de salud de un Estado
ejercen una dilatación de los procesos de vida y muerte que en muchos casos
conlleva a un ―dejar morir‖ al paciente. Desde un nivel político, las demandas
sociales de grupos poco reconocidos hacen que precisamente su falta de
visibilización permita al ejercicio de gobierno esperar a que la situación tienda a
encontrar una homeostasis, por la vía de la muerte, o dicho en otros términos
dejar morir; o bien por la vía del reconocimiento social que le permite al Estado
63 Foucault, Michel (1986). Historia de la sexualidad. Vol. II La voluntad de saber. México: Ed.
siglo XXI. p. 168 64
Véase anexo 1 clasificación de temas bioéticos, Kennedy Institute of Ethics.
284
diseñar programas de intervención y acompañamiento a las comunidades
afectadas. Un caso que para muchos se ha convertido en paradigma de esta
intervención lo constituyen los heroinómanos en España, país que se ha
resuelto por su progresiva desaparición, en lugar de una intervención Estatal
oportuna.
Muchos comités de bioética funcionan ad honoren; sin embargo, sabemos que
los grandes recursos económicos se direccionan y gestionan ante necesidades
políticas específicas, asumidas por el Estado o por la empresa privada. Porque
la bioética en muchos casos debe trabajar sin recibir un reconocimiento
económico especifico, esto contribuye a un detrimento de los trabajos reflexivos
e investigativos en este campo. Sabemos que las investigaciones aunque
puedan tener de entrada sesgos, intereses y puntos de interpretación, son
condición para que un problema entre en el sistema de reflexión, análisis,
comunicación, intervención, toma de medidas y cuidados necesarios para
afrontar un problema social.
Paralelo a la producción de juegos de verdad instituidos por diversos campos
del saber, los gobiernos contemporáneos también hacen uso de la fuerza
bélica para controlar e intervenir aquello que sus dispositivos de seguridad
indica debe ser intervenido. Cabe preguntarse dentro de un panorama de
inmensos avances biotecnológicos, qué ocurrirá con las armas químicas,
biológicas y radioactivas, qué uso ―legítimo‖ encontrarán las cada vez más
desarrolladas armas de destrucción masiva. Reconocemos que a través de los
dispositivos de seguridad países de una amplia tradición liberal como los
Estados Unidos de Norteamérica, aún guardan dentro de sus múltiples
posibilidades de intervenir una faceta notoriamente despótica, racista y
totalitaria. La nefasta intervención del 6 de agosto de 1945 sobre Hiroshima y
Nagasaki donde fallecieron por lo menos 200.000 personas65; o la injustificada
65 The later nineteenth century obsession with degeneracy and race suicide and the strategies
of eugenics that spread from the United States to Japan and elsewhere in the first half of the twentieth century. Rose, Nicolás; Rabinow, Paul (2003) Thoughts on the concept of biopower today. Versión digital: http://www.lse.ac.uk/collections/sociology/pdf/RabinowandRose-BiopowerToday03.pdf (Consultado mayo de 2012).
285
reciente invasión a Irak encabezada por los Estados unidos en marzo de 2003,
que tuvo el propósito de desarticular una supuesta producción de armas de
destrucción masiva, que nunca existió, en aras de la libertad se sometió a un
pueblo a vivir una total inestabilidad política, económica y social. El tema de la
seguridad y el terrorismo está a la orden del día, como espacio privilegiado de
emergencia de la nuda vida, pues bajo esta reelaborada forma de peligrosidad
se anula por completo toda forma de derecho humano, dejando por completo
expuesta la vida al ejercicio de los sistemas de poder predominantes.
La biopolítica es un fenómeno paradójico, pues de la misma forma en que ha
estado presente en la aplicación de los más arrasadores exterminios de la vida,
en propuestas biopolíticas eugenésicas y racistas, en complejos procesos de
exclusión y dominación del anormal. También la vemos operar en procesos que
a pesar de partir de la misma justificación de mejoramiento y optimización de la
vida biológica de los seres humanos, realmente contribuyen a que el cuerpo, la
salud y la vida encuentren mejores condiciones sociales para su existencia.
La bioética entonces puede justificar desde su propio discurso la manera en
que están racionalizadas las relaciones de poder en nuestra
contemporaneidad, o por el contrario puede visibilizar e interrogar los
fundamentos y las consecuencias prácticas que producen las formas de
racionalidad contemporáneas. Desarrollar una bioética diferente a la bioética
medica, la cual participa del proceso de medicalización de la vida y pensar
otros problemas ajenos a las aplicaciones sobre resolución de conflictos del
quehacer médico, es una tarea importante que permitirá al discurso bioético
tomar distancia de la bio-politización contemporánea.
La participación de la bioética médica en la producción de biopolíticas
contemporáneas, nos invita a mantener una prudente actitud crítica frente a sus
enunciados, recomendaciones y propósitos, tratando de pensar otras formas
posibles de sustentar una reflexión bioética. Las reflexiones del discurso
bioético médico orientan de manera concluyente, la relación que la sociedad
civil puede establecer con las nuevas biotecnologías y el mercado de la salud.
286
En la medida en que se restrinja la participación y se deje todo en las manos de
los expertos en bioética médica, se estará imponiendo modelos preconcebidos
y ajenos a los intereses de las personas realmente involucradas en diversas
problemáticas. Para el campo de reflexión que dimensiona la bioética es muy
importante la posibilidad de articular una diversidad de valores, no tan solo una
matriz de principios, con la práctica, la formación y los usos de las tecnologías
aplicadas al ser humano y a las formas de vida conocidas.
Así las cosas, con esa fuerte alianza entre tecnocracia y mayoría política liberal, el proceso de legitimación, de las prácticas de que se trate, es prácticamente imparable. La búsqueda de argumentos lógicos es algo secundario, el proyecto avanza, a pesar de ser contradictorio o ambiguo en los razonamientos a favor, ignorando las argumentaciones en contra y recurriendo a cualquier tipo de manipulación que pueda otorgar una apariencia de racionalidad a lo que se pretende. El único límite es el que esta misma alianza se impone a sí misma, en función de la conveniencia del momento, de la sensibilidad social, etc. Estamos ante una bioética que no es ética simplemente en su modo de proceder66.
Consideramos entonces necesario construir nuevas propuestas bioéticas, que
superen la visión biologizante de la zoe, que caracteriza el discurso médico.
Sera necesario una reflexión filosófica sistemática sobre conceptos como la
vida, la salud, la felicidad, el bienestar, el error, la estética, la calidad de vida, la
función de los ideales en los albores del siglo XXI. Recordemos que dos
grandes filósofos de la contemporaneidad, dedicaron sus últimos textos
publicados antes de morir al tema de la vida, hablamos de GiIlles Deleuze y
Michel Foucault67. Estas reflexiones responden al problema de la politización
de la vida biológica de los seres humanos, a la crisis de la concepción de la
naturaleza humana, generada por las biopolíticas, por las biotecnologías y por
66 Ballesta, José (2006). Cuando la bioética queda sometida al poder del dinero o a la
ideología. Ateneo Pontificio Regina Apostolorum. Roma. Versión digital en: http://www.zenit.org/article-22178?l=spanish (consultado mayo de 2012). 67 Deleuze, Gilles (1995). La inmanencia: una vida; Foucault Michel (1985). La vida: la
experiencia y la ciencia. En: Giorgi, Gabriel; Rodríguez, Fermín (comps.) (2008). Ensayos sobre Biopolítica. Paidós: Buenos Aires. Pág. 35-57.
287
la gubernamentalidad neoliberal enfocada a producir, orientar y conducir la
libertad y la vida de los seres humanos. Brindar nuevas dimensiones, nuevas
significaciones, nuevas formas de pensar la vida, es una herencia, un horizonte
de trabajo, un campo de problematización para la filosofía contemporánea, una
invitación que pueden nutrir notoriamente la reflexión bioética.
Podemos participar en la construcción de otras formas de darle un lugar y un
reconocimiento a las particularidades del sujeto; de legitimar las múltiples
maneras de resistir las tendencias globalizantes, las biopolíticas, el gobierno
autoimpuesto de nosotros mismo. El discurso bioético puede participar en la
reconstrucción del concepto de una vida buena en nuestro contexto histórico
específico, sin economizarla, rentabilizarla, o pensarla con medio a fines al
instrumentalizarla, sin reducir la vida a sus funciones utilitarias. Será tal vez
posible no solo producir para el Otro (la cultura, la sociedad), sino para
nosotros, para ellos (los anormales, los diferentes, los excluidos), nuevas
maneras de introducir la solidaridad en el lazo social contemporáneo. Pudiendo
darle reconocimiento dentro de las posibilidades de la vida al error, a la
sencillez, a lo corriente, a la incapacidad, al azar, a lo aleatorio, a los estados
no ideales, sin el mejoramiento continuo impuesto por un sistema de
producción competitivo y autoexigente, demandante de un mejoramiento
continuo para ser reconocido en el sistema social. El arte de vivir, la alegría, la
formación de sí mismo por el deseo de vivir éticamente la propia vida, está en
oposición a la demanda de mejoramiento continuo de nuestros cuerpos, de
nuestros hábitos, impuesto por unas tácticas de gobierno neoliberales, que
producen las condiciones de existencia de nuestra libertad.
288
Anexo 1. Clasificación de temas bioéticos (Kennedy Institute of Ethics)68
1. ETICA 1.1. ETICA FILOSÓFICA 1.2. ETICA RELIGIOSA 1.3. ETICA PROFESIONAL Y APLICADA 1. 3. 1. General 1. 3. 2. Negocios y ocupaciones 1.3. 3. Educación 1. 3. 4. Ingeniería 1. 3. 5. Gobierno 1.3. 6. Asuntos internacionales 1.3. 7. Periodismo 1. 3. 8. Derecho 1.3. 9. Investigación científica 1. 3.10 Trabajo social 2. BIOETICA 2. 1. General 2.2. Historia de la ética médica 2.3. Educación: Programas 3. FILOSOFIA DE LA BIOLOGIA 3. 1. General 3.2. Evolución y creación 4. FILOSOFIA DE LA MEDICINA, ENFERMERIA Y OTRAS PROFESIONES DE LA SALUD 4 1. General 4.1.1. Filosofía de la Medicina 4.1.2. Filosofía de la Enfermería 4.2. Concepto de salud 4.3. Concepto de salud mental 4.4. Calidad/valor de vida 5. CIENCIA, TECNOLOGIA Y SOCIEDAD 5. 1. General 5.2. Asesoramiento tecnológico 5.3. Control social de la ciencia y la tecnología 6. CODIGOS DE ETICA PROFESIONAL 7. SOCIOLOGIA DE LA MEDICINA 7. 1. General 7.2. Educación médica 7.3. Relación interprofesional 8. RELACION PROFESIONAL-PACIENTE 8. 1. General 8.2. Veracidad 8.3. Consentimiento informado 8.3. 1. General 8.3.2. Consentimiento para el tratamiento de menores 8.3.3. Consentimiento para terapias inusuales o de alto riesgo 8.3.4. Derecho a rechazar el tratamiento 8.3.5. Proyectos, leyes y casos 8.4. Confidencialidad 8.5. Mala praxis 9. ATENCION DE LA SALUD 9. 1. General
68 Clasificación de temas bioéticos, Kennedy Institute of Ethics. Citado en: Mainneti, José
(2002). Bioética sistemática 1. Versión digital http://www.elabe.bioetica.org/41.htm (Consultado en mayo de 2012).
289
9.2. Derecho a la atención de la salud 9.3. Costo de la atención de la salud 9.4. Distribución de recursos en atención de salud 9.5. Programas de atención de la salud para enfermedades o grupos particulares 9.5. 1. General 9.5.2. Ancianos 9.5.3. Discapacitados 9.5.4. Menores 9.5.5. Mujeres 9.6. Calidad en la atención de la salud 9.7. Industria farmacéutica 10. SEXUALIDAD 11. CONTRACEPCIÓN 11.1. General 11.2. Disponibilidad de contraceptivos para menores 11.3. Esterilización 11.4. Fracaso de la contracepción/nacimiento por error 12. ABORTO 12. 1. General 12.2. Diversas posiciones 12.3. Aspectos morales y religiosos 12.4. Aspectos legales 12.4.1. General 12.4.2. Intereses de la mujer/el feto/el padre 12.4.3. Intereses del personal e instituciones de salud 12.4.4. Proyectos, leyes y casos 12.5. Aspectos sociales 12.5.1. General 12.5.2. Estudios demográficos 12.5.3. Consejo de aborto 13. POBLACIÓN 13.1. General 13.2. Crecimiento demográfico 13.3. Políticas de población 14. TECNOLOGIAS REPRODUCTIVAS 14.1. General 14.2. .Inseminación artificial 14.3. Predeterminación del sexo 14.4. Fertilización in vitro y transferencia de embriones 14.5. Clonación 14.6. Bancos de esperma, óvulos o embriones 15. GENETICA, BIOLOGIA MOLECULAR Y MICROBIOLOGIA 15. 1. General 15.2. Consejo genético y diagnóstico prenatal 15.3. Cribado genético 15.4. Terapia genética 15.5. Eugenesia 15.6. Conductas genéticas 15.7. Riesgos biológicos de la investigación genética 15.8. Patentes de organismos 15.9. Sociobiología 16. CALIDAD AMBIENTAL 16. 1. General 16.2. Energía nuclear 16.3. Salud ocupacional 17. TERAPIAS EN SALUD MENTAL Y NEUROCIENCIAS 17.1. General 17.2. Psicoterapia 17.3. Condicionamiento operante
290
17.4. Psicofarmacología 17.5. Estimulación eléctrica del cerebro 17.6. Psicocirugía 17.7. Compromiso civil involuntario 17.8. Derechos de los internados al tratamiento 18. EXPERIMENTACION HUMANA 18. 1. General 18.2. Pautas políticas 18.3. Consentimiento informado 18.4. Investigación de la conducta 18.5. Investigación de sujetos o grupos particulares 18.5. 1. General 18.5. 2. Niños 18.5.3. Mujeres embarazadas 18.5.4. Fetos 18.5.5. Prisioneros 18.5.6. Discapacitados mentales 18.5.7. Ancianos y pacientes terminales 18.5.8. Personal militar y de gobierno 18.5.9. Extranjeros y nacionales 18.6. Control social 19. ORGANOS O TEJIDOS ARTIFICIALES Y TRASPLANTADOS 19.1. General 19.2. Corazón 19.3. Riñón 19.4. Sangre 19.5. Donación de órganos y tejidos 19.6. Asignación de órganos y tejidos 20. LA MUERTE Y El MORIR 20. 1. General 20.2. Definición o determinación de la muerte 20.2.1. General 20.2.2. Proyectos, leyes y casos 20.3. Actitudes ante la muerte 20.3. 1. General 20.3.2. Personal sanitario 20.3.3. Familia 20.3.4. Educación sobre la muerte 20.4. Cuidado del paciente moribundo 20.4.1. General 20.4.2. Cuidado del niño moribundo 20.5. Prolongación de la vida y eutanasia 20.5. 1. General 20.5. 2. Autorización para la muerte de niños 20.5. 3. Proyectos, leyes y casos 20.6. Pena capital 20.7. Suicidio 21. DIMENSIONES POLITICA E INTERNACIONAL DE LA BIOLOGIA Y LA MEDICINA 21.1. General 21.2. Guerra 21.3. Armas químicas y biológicas 21.4. Tortura 21.5. Alimentación forzada de prisioneros 21.6. Migración internacional de médicos 22. DERECHOS DE LOS ANIMALES 22.1. General 22.2. Experimentación con animales 22.3. Producción de animales.
291
Anexo 2 La Genética en la legislación69
ESPAÑA
Si bien Francia es quien establecía las penas más duras, es España el país legalmente más
avanzado en esta materia. La Constitución de 1978 que inició el período democrático español
ya protege de los valores necesarios en relación con las implicaciones jurídicas de los
biomédicos o en la actividad legislativa sobre este tema.
La ―Ley sobre Técnicas de Reproducción Asistida‖ de 1988 prohibió por primera vez en el
mundo (como hemos dicho, España está a la cabeza de la legislación sobre genética) la
creación de seres humanos (¡o incluso razas!) por clonación.
La ley 35/1988 de 22 de diciembre sobre‖Técnicas de Reproducción Asistida‖ prohíbe en su
artículo 3º la fecundación de óvulos para cualquier fin distinto de la procreación humana.
El artículo 8º de la ley 42/1988 de 28 de diciembre sobre ―Donación de Embriones y Fetos
Humanos o de sus células, tejidos u órganos‖ permite sólo la manipulación de embriones, fetos
o material genético humano con fines diagnósticadores de enfermedades genéticas (ya sea
para evitar su transmisión o para tratarlas o conseguir la curación). Entre los fines terapéuticos,
destaca principalmente seleccionar el sexo en caso de enfermedades ligadas a los
cromosomas sexuales y especialmente al cromosoma X, (trata de evitar en nacimiento de
niños con malformaciones).
El nuevo Código Penal español, en los artículos 159 y 161 del Título V del libro II de la ley
orgánica 10/1995 de 23 de noviembre, considera delito estas prácticas:
El artículo 159 castiga con penas de entre 2 y 6 años la alteración del genotipo con una
finalidad distinta a la de evitar enfermedades graves.
El artículo 161 ―Serán castigados con penas de prisión de 1 a 5 años e inhabilitación especial
para empleo o cargo público, profesión u oficio quienes fecunden óvulos humanos con
cualquier fin distinto de la procreación humana.
Con la misma pena se castigará la creación de seres humanos idéntico por clonación u otros
procedimientos dirigidos a la selección de la raza‖. Parece curioso el hecho de que las penas
aplicables a los "manipuladores genéticos" sean semejantes a las que se aplicarían a cualquier
delincuente callejero, pero así lo han establecido los textos legales.
Trataremos de establecer ahora una panorámica general, tanto en países individulizados, como
en el marco de la Unión Europea.
ALEMANIA
Apartado 6º de la ―Ley sobre Protección de Embriones‖ del 13 de diciembre de 1990 aprobada
por el Parlamento federal: ―Quien artificialmente produzca que se genere un embrión humano,
69 La genética en la legislación y en el derecho de varios Estados (2000). Universidad de la
Coruña. Versión digital en: http://www.oocities.org/genetica2000/ius.htm (Consultado en mayo de 2012).
292
feto ser humano o persona muerta, será sancionado con pena privativa de libertad de hasta
cinco años o con pena de multa. Será sancionado del mismo modo quien transfiera a una
mujer un embrión al que se refiere el párrafo 1º. La tentativa es punible‖ Es destacable la
intervención de Juergen Ruettgers, ministro de investigación de ese país, subrayando los
límites éticos que deben imperar incluso a nivel mundial.
AUSTRALIA
Es una Federación: por tanto la regulación y control sobre la biotecnología es competencia de
cada estado. Hay un diferente nivel de desarrollo en cada estado respecto a la legislación
sobre el tema: los más avanzados ya han prohibido la clonación.
FRANCIA
Actualmente, Francia es el país más duro en la penalización de la clonación. Remitámonos a
textos legales para comprobarlo: Artículo 511-1 de la sección 1ª, referente a la ―Protección de
la Especie Humana‖, del artículo 9º del capítulo II de la Ley nº 94-653 del 29 de julio de 1994
relativa al ―Respeto del cuerpo humano‖: ―Se castigará con pena de veinte años de reclusión la
aplicación de una práctica eugenésica dirigida a la organización de la selección de las
personas‖
Artículo 511-17 de la sección 3ª referente a la ―Protección del Embrión Humano‖, de la misma
ley: ―Se castigará con pena de siete años de prisión y 700.000 francos de multa la concepción
in vierto de embriones humanos con fines industriales o comerciales‖
Artículo 511-18 se castigará con la misma pena ―La concepción de embriones humanos con
fines de investigación o experimentación‖
CANADÁ
El ministerio federal de salud de este país americano pidió, en julio de 1995, que se iniciara una
moratoria voluntaria para nueve prácticas biológicas (entre ellas la clonación y la terapia
genética germinal.
DINAMARCA
Está permitida la investigación con el fin de controlar la esterilidad, estando prohibidas tanto la
clonación como la terapia genética germinal (sancionadas, además con penas de prisión).
Para regular las prácticas citadas se ha nombrado o un Comité de Ética Científica.
NORUEGA
El Parlamento noruego aprobó precozmente por 88 votos contra 2 una ley que prohíbe la
clonación humana.
Una visión distante podría llamarnos a engaño, pero Noruega ya estaba, en cierta medida,
protegida contra este tipo de prácticas:
293
Artículo 3º del capítulo 3 sobre ―Investigación sobre Embriones‖ de la ley 56 del 5 de agosto de
1994 ―Sobre las Aplicaciones Biotecnológicas en Medicina‖: Se prohíbe la investigación sobre
óvulos fecundados. Toda persona que contravenga deliberadamente esta ley será castigada
con multa o privación de libertad de hasta tres meses‖.
INGLATERRA El país anglosajón ha creado una Comisión Asesora en Genética Humana, La actual
prohibición de la clonación humana no parece muy estable ni da garantías de la seguridad
jurídica deseable (ley de ―Fertilización Humana y Embriología‖ de 1 de noviembre de 1990,
aprobada por el Parlamento ese año). Por el artículo 3º de esa ley, queda prohibido: ‖Sustituir
el núcleo de una célula de embrión por el núcleo extraído de una células de persona alguna, ya
se trate del embrión o de su desarrollo posterior ―Ha suscitado la reacción de insignes figuras
en el campo, como Sheila McLean l, profesora de leyes y ética en la Universidad de Glasgow.
ESTADOS UNIDOS
El 4 de marzo de 1997 el presidente Bill Clinton reclamaba a la Comisión Nacional Asesora en
Bioética un estudio alrededor de las posibles implicaciones del descubrimiento de los
investigadores escoceses. El 7 de marzo EE.UU. decidió prohibir la concesión de fondos
públicos para investigaciones relacionadas con la clonación pidiendo, en una alocución
televisiva, al sector privado una demora voluntaria en clonación humana hasta obtener las
conclusiones de la Comisión solicitada por Clinton. Estas llegaron en junio de ese mismo año:
la Comisión pide que se apruebe una ley que prohíba la clonación humana, razonándolo así:
―En este momento es moralmente inaceptable intentar crear un niño por clonación, ya sea en el
sector público o en el privado, en unidades de investigación o clínicas‖. La Comisión propuso,
además, que mientras que no se apruebe una ley se debe mantener la negativa de fondos
federales establecida. Al día siguiente de este dictamen, Clinton propone al Congreso la
aprobación de una legislación para prohibir por cinco años la clonación humana ("Es
inaceptable desde el punto de vista moral", decía). La citada ley prohibiría la clonación humana
en cualquier laboratorio, pero no la clonación animal ni de células humanas. En octubre de
1997 la Federación de Sociedades Americanas de Biología Experimental se ha impuesto una
demora voluntaria de cinco años sobre la clonación humana. En la misma época, Peter Wilson,
gobernador de California, dictó una ley paralizadora de las prácticas de clonación durante cinco
años, con multas altísimas para los infractores.
EUROPA El Parlamento Europeo (PE) resolvió en el artículo 41 del 16 de Marzo de 1989, al comprender
la posibilidad de la clonación humana: ―La prohibición bajo sanción es la única reacción viable
a la posibilidad de producir seres humanos mediante clonación, así como con respecto a los
experimentos que tengan como fin la clonación de seres humanos‖.
En el informe Rothley, que estaba anexo a la decisión, se reiteraba: ―...se prohibieran todos los
experimentos que tengan como fin la clonación de seres humanos‖. De todos modos la UE
294
(Unión Europea) sólo puede abordar la materia de forma indirecta ya que la prohibición de
estas prácticas sólo es posible por decisión de cada estado miembro de la UE. Por esto en
marzo, en cuanto se conoció la noticia de la oveja Dolly, el PE hizo un llamamiento a todos los
estados miembros para que prohibiesen en sus respectivos ordenamientos jurídicos nacionales
la clonación humana. Jacques Santer, presidente de la Comisión, pidió a los servicios del
ejecutivo un estudio de las ―garantías éticas‖ que ofrecían los experimentos del equipo
escocés, mientras que los socialistas alemanes pedían en Bruselas una moratoria
internacional.
El 4 de abril de ese mismo año los 40 piases miembros recibieron la propuesta del Consejo de
Europa encaminada a obtener su firma y aceptación de la ―Convención Europea sobre
Derechos Humanos y Biotecnología‖ que se celebraba en Oviedo. Este convenio en su artículo
1º establece que: ―Las partes en el presente convenio protegerán al ser humano en su dignidad
y su identidad y garantizarán a toda persona, sin discriminación alguna, el respeto a su
integridad y a todos sus demás derechos y libertades fundamentales con respeto a la
aplicación de la biología y la medicina‖.
España, al igual que otros 20 países miembros, firmó este convenio. 19 no lo hicieron. También
en esta Convención de Oviedo se llevó a cabo un ―Protocolo de clonación‖ que abrió el 12 de
enero de1998 la reunión del Consejo de Europa celebrada en París. Este protocolo fue firmado
por 19 estados (los firmantes del Convenio con la exclusión de Lituania, Eslovaquia y Países
Bajos). Uno de los puntos a resaltar es: ―Se prohíbe cualquier intervención que tenga por objeto
crear un ser humano genéticamente idéntico a otro, ya sea vivo o muerto. A los efectos de este
artículo la expresión ser humano genéticamente idéntico a otro ser humano significa compartir
con otro la misma carga nuclear genética‖. El protocolo prohíbe la clonación humana en
general y en sí misma, la clonación de embriones humanos aún en el caso de que los fines
fueran de investigación o terapéuticos. Hay que resaltar que, sin embargo, no afecta ni a la
clonación de células o tejidos que en el futuro pudieran tener aplicaciones terapéuticas.
Otro dictamen en contra de la clonación humana es el redactado por el Grupo Asesor sobre
Aspectos Éticos de biotecnología de la Comisión de las Comunidades Europeas en
Ámsterdam: ―Las consideraciones de instrumentalización y de eugenesia hacen a la clonación
éticamente inaceptable. Además, dado que estas técnicas entrañan un aumento de riesgos
potenciales, la seguridad constituye otra objeción ética. A la luz de estas consideraciones, debe
prohibirse cualquier intento de producir un individuo humano genéticamente idéntico a través
de la sustitución nuclear de las de las células de un adulto o de un niño‖. Finalmente es en
septiembre cuando por fin el PE aprobó la prohibición de patentes para cualquier método de
clonación de seres humanos siguiendo la línea coherente que hemos tratado de reconstruir
lingüísticamente. Sea como sea, hemos de comprender que el PE no tiene competencias para
poder establecer prohibiciones a nivel estatal en cada nación: tiene que limitarse que limitar a
retirar a los métodos de clonación cualquier beneficio que pueda venir derivado de la propiedad
intelectual.
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Anexo 3 Años decisivos para la historia de la medicina del siglo XX: 1900 a 199370
1900 Sigmund Freud publica La interpretación de los sueños, con la que se inaugura el psicoanálisis 1901 Kark Landsteiner descubre los tres grupos sanguíneos 1902 Sir Alexis Carrel publica sus descubrimientos acerca de nuevas técnicas de sutura vascular terminoterminal y terminolateral. Serán decisivos para la futura cirugía de trasplantes. Recibirá el Premio Nobel en 1912 1903 Einthoven sienta las bases de la electrocardiografía moderna El fisiólogo ruso Iván P. Pavlov da a conocer sus investigaciones sobre el reflejo condicionado 1906 Ramón y Cajal y Golgi reciben el Premio Nobel por sus trabajos acerca de la estructura histológica del sistema nervioso El patólogo alemán I. Aschoff y su colaborador japonés S. Tawara describen el sistema de conducción de los estímulos cardíacos 1908 Hardy y Weinberg formulan la ley que lleva su nombre, fundamento de la genética de poblaciones 1911 Muere Francis Galton, creador de la «ciencia de la mejora de la raza humana», bautizada por él con el nombre de Eugenesia Bleuler introduce el término esquizofrenia, en sustitución del de «demencia precoz», acuñado por Kraepelin en 1896 1912 Conrad Ramstedt propone una nueva técnica operatoria para lactantes con estenosis pilórica 1918 William Henry Howell (EE.UU.) describe la acción antitrombótica de la heparina K. Landsteiner sienta las bases de la inmunología moderna 1919 Se instala el primer banco de sangre en el Instituto Rockefeller de Nueva York (EE.UU.) 1920 Herrick, Smith y Pardee definen los signos electrocardiográficos del infarto de miocardio. Los signos clínicos descritos por Herrick datan de 1912 Comienzan a abrirse grandes hospitales en Europa y América con las características de los centros sanitarios modernos. Se inicia la era hospitalaria de la medicina 1922 J. A. Sicard y J. E. Forestier realizan la primera flebografía, broncografía y mielografía con contraste de lipiodol 1926 inicio de la producción industrial de la insulina, aislada por Banting y Best en 1921 1928 Papanicolaou introduce la técnica de la citología vaginal para diagnóstico de cáncer de útero 1929 Forsman realiza el primer cateterismo cardíaco. Lo lleva a cabo en sí mismo y se limita a las cavidades derechas Primeras aortografías (traslumbares) por R. dos Santos H. Berger: electroencefalografía Ogino y Knaus desarrollan el método de cálculo de días fértiles que lleva su nombre 1931 El físico alemán Ruska inventa el microscopio electrónico 1932 Schindler desarrolla el gastroscopio flexible 1934 El Spiropulsator de Frenckner inicia la era moderna de los respiradores artificiales. Sus bases habían sido establecidas por el ingeniero norteamericano Philip Dinker en 1929, constructor del «pulmón de acero». Los aparatos experimentarán un gran avance durante las epidemias de polio posteriores a la Segunda Guerra Mundial 1935 Egas Moniz y Almeida Lima realizan en Lisboa la primera lobotomía. Se inicia la psicocirugía Gerard Domagk describe la acción antibacteriana de las sulfamidas. La primera será comercializada por Bayer con el nombre de Prontosíl. Domagk recibirá el Nobel en 1939 Speman recibe el Premio Nobel por sus decisivas aportaciones en el campo de la embriología experimental 1937 Los médicos italianos Cerletti y Bini introducen la terapia electroconvulsiva
70 Teulón, Albarracín. Editor (1987). Historia de la Enfermedad. Madrid: Saned; Entralgo, Laín.
Editor (1975). Historia Universal de la Medicina. Barcelona: Salvat. vol. 7; Entralgo, Laín (1978) Historia de la Medicina. Salvat. Barcelona; Schott, H. Editor (1993). Crónica de la Medicina. Plaza y Janés. Barcelona.
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1940 Küntscher presenta su nuevo método de tratamiento de las fracturas diafisarias usando clavos intramedulares en el Congreso de Cirugía Alemana (Colonia). El procedimiento, que inicialmente contó con muchas resistencias, se generalizará a partir de 1944 1941 Comienza la producción industrial de la penicilina, descubierta por Fleming en 1928. Inicio de la era antibiótica 1942 Vaksman aísla la estreptomicina, que revolucionará el tratamiento de la Tuberculosis Dussik aplica los ultrasonidos a la medicina. Realiza la primera ecografía (tumor cerebral) 1944 Avery, McLeod y McCarty identifican al ADN como el material hereditario. El cirujano Blalock y la cardiólogo infantil Taussig desarrollan las técnicas quirúrgicas destinadas a solucionar las cardiopatías congénitas infantiles con shunt derecha-izquierda («niños azules») 1945 Goodman introduce la mostaza nitrogenada, primer quimioterápico. Riley pone a punto la determinación directa en sangre de la pO2 y pCO2. 1946 El Medical Research Council del Reino Unido inicia, bajo los auspicios de Sir A. Bradford Hill, un estudio sobre la eficacia de la estreptomicina en el tratamiento de la tuberculosis. Será el primer ensayo clínico controlado y aleatorizado de la historia. Sus resultados se publicarán en 1948 1947 Sheldon Reed propone el término «consejo genético», en sustitución del de «higiene genética» 1948 Bailey y Brock desarrollan sendas técnicas quirúrgicas para solventar la estenosis mitral («comisurotomía» y «valvulotomía»). Se inicia con ellos la era de la cirugía cardíaca valvular 1949 Nelson y Mayer desarrollan la detección de anticuerpos en suero para diagnosis de la sífilis, y Hinton la técnica cardiolipina-lecitina Barr describe el corpúsculo cromatínico que lleva su nombre y que identifica al sexo femenino Weller, Robins y Ender desarrollan los cultivos celulares para virus. Este hecho marca la aparición de la virología moderna 1950 Keidel et al inician la ecocardiografía. Será desarrollada en los años sesenta por Eddler et al 1952 Bevis realiza una amniocentesis para estudio de la eritroblastosis fetal. Inicio del diagnóstico prenatal Los psiquiatras franceses Delay y Deniker comienzan a utilizar la clorpromacina para tratar pacientes psicóticos. Comienza la era de los psicofármacos La epidemia de poliomielitis que tiene lugar en Dinamarca induce la aparición de la primera Unidad de Cuidados Intensivos Generales. En los EE.UU., las primeras unidades de cuidados intensivos multidisciplinarios –es decir, para todo tipo de enfermos– se abrirán en 1958 en los Hospitales de Baltimore y Pittsburgh (EE.UU.) 1953 Watson y Crick formulan la hipótesis de la estructura en «doble hélice» del ADN. Nacimiento de la biología molecular Salk obtiene la vacuna contra la poliomielitis mediante inactivación del virus con formalina Seldinger desarrolla el cateterismo aórtico retrógrado con sonda de plástico Gibbon introduce la circulación extracorpórea en la cirugía cardíaca. Junto con las técnicas de hipotermia, ideadas por McQuiston en 1948, y con las de la parada electiva con citrato potásico desarrollada por Melroso en 1955, constituirán la piedra angular de la cirugía cardíaca. Todo ello permitirá operar a corazón parado, abierto y seco La síntesis de derivados de la hidrocortisona de mayor potencia que ésta (prednisona y prednisolona) completa el arsenal terapéutico corticoide. El proceso se había iniciado en 1936 con la síntesis de la desoxicorticosterona (Reichstein), y continuado en 1942 con la de la cortisona (Sarret, Kendall et al) y 1950 con la de la hidrocortisona (Wendler) 1954 Merrill et al realizan el primer trasplante de órganos. Se trata de un trasplante de riñón entre gemelos vivos Los trabajos de Hertig, Rock et al en el Carnegie Institute de Washington DC (EE.UU.) van a permitir completar el conocimiento morfológico de todas las fases del desarrollo embrionario. Se concluye así la embriología descriptiva 1955 Martin y Chabbert desarrollan la técnica del antibiograma por difusión de discos en placas Síntesis del ARN por S. Ochoa. Recibirá el Premio Nobel en 1959 El meprobamato inaugura el campo de los tranquilizantes menores 1957 El fisiólogo norteamericano Skeggs inventa un aparato automático para realizar análisis de parámetros bioquímicos en sangre. Se abre la era moderna de los análisis clínicos automatizados La introducción por Novello y Sprague del diurético clorotiazida va a consolidar la terapéutica de la hipertensión arterial, ya iniciado en 1952 con la reserpina. No habrá nuevas aportaciones hasta el lanzamiento del propranolol por la ICI británica en 1964 1958 Crick formula el Dogma Central de la Biología Molecular: «La información genética fluye del ADN al ARN, y de éste a las proteínas» Los cirujanos suecos Senning y Elmquist implantan el primer marcapasos cardíaco interno Donald, un ginecólogo británico de Glasgow, publica en
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Lancet las primeras imágenes fetales intraútero obtenidas por ecografía. Se abre el campo de la ecografía obstétrica y ginecológica El hematólogo francés Jean Dausset describe el Sistema HLA (Human limphocyte antigen) Mathé et al (Francia) realizan el primer trasplante de médula ósea 1959 Oppenheimer e Ishihama demuestran la eficacia y seguridad del DIU Jérôme Lejeune identifica la trisomía 21 como el genotipo del síndrome de Down Mollaret y Groulon describen un tipo de coma irreversible que denominan «coma depassé». Será el antecedente de los criterios de muerte cerebral 1960 La puesta a punto por Scribner, Dillard y Quinton de la técnica del shunt arteriovenoso permite mejorar sustancialmente la práctica de la hemodiálisis, cuyo primer aparato («riñón artificial») había sido construido por Kolff en 1943. A partir de 1960 se irán introduciendo unidades de diálisis en la mayoría de los hospitales. El centro pionero será el de Seattle (WA, EE.UU.) Se autoriza en los EE.UU. la primera píldora anticonceptiva, desarrollada por el biólogo Pincus Kouwenhoven, Jude y Knickerbocker publican en JAMA un artículo donde describen las técnicas de masaje cardíaco a tórax cerrado combinado con respiración boca a boca como forma de mantener las constantes vitales temporalmente. Se establecen así los principios fundamentales de la reanimación cardiopulmonar (RCP). Más tarde Safar et al integrarán los pasos A, B, C, D y E. El primer protocolo estandarizado de RCP será el publicado por la American Heart Association (AHA) en 1966 1961 Se abre en Seattle (WA, EE.UU.) la primera «Clínica del Dolor», precursora de las modernas unidades del dolor 1962 Se abren en los EE.UU. las primeras Unidades de Cuidados Coronarios de la historia, por Brown y MacMillan en el Toronto General Hospital, Day en el Bethany Hospital de Kansas y, por último, por Meltzer y Kitchell en el Pennsylvania Medical Center Se comienza a distribuir la vacuna oral de Sabin contra la poliomielitis 1963 La introducción de la azatioprina va a facilitar el control del rechazo inmunológico de los órganos. Se inaugura así la era de los trasplantes de órganos de cadáver 1967 Barnard realiza el primer trasplante de corazón Starzl lleva a cabo el primer trasplante de hígado con una supervivencia significativa (13 meses) Cecily Saunders crea el Sant Cristopher Hospice, cuna de los cuidados paliativos Blumberg et al identifican al Antígeno Australia –descubierto por ellos en 1965– como el antígeno de superficie de la hepatitis B Favaloro realiza la primera operación de bypass aortocoronario en la Cleveland Clinic de Ohio (EE.UU.) con vena safena del paciente 1968 El Comité Ad Hoc de la Universidad de Harvard establece los primeros criterios de muerte cerebral Sell y Asofsky identifican definitivamente al linfocito como la célula clave de todo el sistema inmunitario 1971 Paul Berg obtiene la primera molécula de ADN recombinante por unión de los ADN de virus SV-40 y del fago Lambda. Con ello inicia la era de la ingeniería genética. Recibirá el Premio Nobel en 1980 1972 G. Hounsfield describe y pone en práctica la tomografía axial computarizada (TAC) Jennet y Plum proponen el término de «estado vegetativo persistente» para describir a los pacientes en coma irreversible que no cumplen todos los criterios de muerte cerebral 1975 La Organización Mundial de la Salud declara consumada la erradicación total de la viruela 1977 Sanger y Coulson publican en la revista Nature la primera secuenciación completa del ADN de un virus (el fi-X-174). Sanger recibirá en 1980 su segundo premio Nobel por el desarrollo de las técnicas de secuenciación del ADN. El Primero había sido en 1958 por la secuenciación de la insulina 1978 Steptoe y Edwards traen al mundo a la niña Louise Brown, primer ser humano obtenido por fecundación in Vitro Un grupo de investigadores del City of Hope National Medical Center Los Angeles (EE.UU.) obtiene insulina humana de bacterias modificadas por ingeniería genética 1979 Arber, Nathans y Smith reciben el Premio Nobel por el desarrollo de las enzimas de restricción, que permiten fragmentar el ADN 1980 Se generaliza (Rodeck et al) la fetoscopia, forma de diagnóstico prenatal por acceso directo al feto Se introduce en la práctica la ciclosporina A, descubierta en 1972. Este inmunodepresor constituirá desde este momento la piedra angular de las terapias antirrechazo En la Clínica Universitaria de Munich (Alemania) se realiza el primer tratamiento de litotricina renal
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1981 Se describen en los EE.UU. los primeros casos de sida Se pone a punto la técnica de la resonancia magnética nuclear (RNM) La Universidad de Stanford (CA, EE.UU.) realiza los primeros trasplantes de pulmón y corazón con buena supervivencia. Ya había sido realizado por Cooley en 1968, sin buenos resultados Se inicia la cirugía fetal. Los primeros casos son uropatías obstructivas e hidrocefalias 1982 Tiene lugar el primer intento legal del implante de corazón artificial por el equipo quirúrgico de De Vries y de R. Jarvik Philibert et al desarrollan la píldora abortiva RU-486 (mifepristona) en los laboratorios de la Roussel-Uclaf. Será autorizada en Francia en 1988 en medio de una gran polémica 1983 Montagnier et al del Instituto Pasteur de París descubren que el sida es producido por un retrovirus que actualmente conocemos con el nombre de VIH (virus de la inmunodeficiencia humana) En Gran Bretaña y los EE.UU. comienza a realizarse un nuevo método de diagnóstico prenatal: la biopsia de vellosidades coriónicas 1984 Se implanta un corazón de babuino a una niña (Baby Fae) con una cardiopatía congénita. Se inicia la era de los xenotrasplantes Nace Zoe Leyland (Australia), tras haber estado 2 meses congelada en estado embrionario antes de ser transferida al útero de su madre Se conocen los primeros casos de maternidad subrogada o de alquiler 1985 Mullis, Faloona, Saiki et al ponen a punto la técnica de la amplificación del ADN por la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) que permite mejorar sustancialmente la eficacia y aplicaciones de las técnicas de secuenciación del ADN: screening genético, huella genética y determinación de la paternidad, investigaciones forenses, etc. 1987 Comienzan simultáneamente en varios países (México, Cuba, China, EE.UU., Suecia, Gran Bretaña y Canadá) los primeros trasplantes de células fetales para el tratamiento del Parkinson Se generalizan los trasplantes de riñón y corazón usando fetos anencefálicos mantenidos vivos artificialmente como donantes Las primeras experiencias del uso de anencefálicos para trasplante son de 1968, pero tenían carácter experimental y usaban fetos muertos 1988 El National Institute of Health (EE.UU.) lanza, bajo la dirección de J. Watson, el Proyecto Genoma Humano D. Grant (Canadá) realiza el primer trasplante exitoso conjunto de hígado e intestino delgado Orrego et al ponen a punto la técnica de secuenciación del ADNmt como sistema de determinación del parentesco por vía materna 1990 Blaese y Anderson efectúan la primera terapia génica en una paciente afectada de deficiencia de ADA 1992 Starzl (EE.UU.) realiza el primer trasplante de hígado de babuino a un ser humano 1993 Se realiza la primera clonación conocida de embriones humanos. Tiene lugar en la George Washington University (EE.UU.)
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