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Número de Caminos de Misión dedicado principalmente a Honduras, con motivo del centenario de la Provincia de Barcelona en aquel país
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Sumario
Edita: Cooperación Vicenciana para el Desarrollo Acción Misionera
Vicenciana de España (COVIDEAMVE)
Dirección: Pepe Mazuelas Morilla
Subdirección: Víctor López García
Consejo de redacción: Mª Pilar Hurtado de Saracho
Galarraga Mª Fernanda García Rodríguez Fausto A. Leonardo Henríquez
Antonio Ruiz García Verónica Álvarez Aguilar
Maquetación: Víctor López y Pepe Mazuelas
Asesor de diseño: Fausto A. Leonardo
Edición y administración: COVIDEAMVE José Abascal 30 28003 Madrid
Tfno: 91 196 20 80 Fax: 91 196 20 83 Correo electrónico:
caminosdemision@covideamve.org
Imprime: Gráficas Dehon
Tfno: 91 675 15 36 Fax: 91 675 24 98
Torrejón de Ardoz (Madrid) D.L.M. 10.4651977
1 Portada Cafetalero de El Merendón
3 Editorial 5 Reportaje
Radio Kupia Kumi 8 Proyectos 11 Noticias 14 ¡Peligro!, vuelve + inteligente
¿Mujeres presbítero aún? 19 Ojo de halcón
La buena noticia 20 Retos
Retos de la nación hondureña, 2010 22 Punto de vista
La Misión es de Dios. Centenario misio nero en Honduras
25 Sobre el terreno Cooperación al desarrollo en Puertollano
27 Un poco de historia 29 Recursos 32 Parada tren corto 33 Sal de tu tierra
Madeleine Delbrel 34 La troppa filantropa 35 Un día en la vida de...
Sara Cristina Norory Wilson 38 Testimonio
Sor Asunción Cabeza 39 Te lo cuento al oído
Sor Marina Pérez Vásquez, HC 42 Contraportada
s a c e r d o t e s d e l c o r a z ó n d e j e s ú s
Sacerdotes del Corazón de Jesús(PP. Reparadores)
C/ La Morera, 23-25 Tel.: 91 675 15 36 Fax: 91 675 24 98 28850 Torrejón de Ardoz (Madrid) e-mail: gdehon@planalfa.es web: www.graficasdehon.com
DISEÑO MAQUETACIÓN FOTOMECÁNICA IMPRESIÓN
ENCUADERNACIÓN ETIQUETADO ENSOBRADO
gráf icasdehon:
atenc iónpreferenteapubl icac ionesre l ig iosas
Imprentapreparadaparaprestarunservicioeficazalapublicaciónmáscualif icada
dehon misioneros 2009 30/9/09 11:07 Página 1
LIBROS
I.S.B.N.: 9788485076215
Autor: Javier Elía
Páginas: 344 Tamaño: 21 x 15 cm
P.V.P.: 11,25 €
I.S.B.N.: 9782746816886
Autor: Anne Prévost, H.C.
Páginas: 80 Tamaño: 15 x 10 cm
P.V.P.: 1,95 €
I.S.B.N.: 9788485076239
Autor: Varios
Páginas: 248 Tamaño: 21 x 15 cm
P.V.P.: 7,50 €
I.S.B.N.: 848507632S
Autor: Martiniano León,C.M.
Páginas: 191 Tamaño: 21 x 15 cm
P.V.P.: 11,00 €
I.S.B.N.: 9782746800472
Autor: Genevieve / Charpy
Páginas: 72 Tamaño: 13 x 19 cm
P.V.P.: 7,50 €
I.S.B.N.: 9782746814073
Autor: Marie-Therese
Páginas: 32 Tamaño: 10 x 15 cm
P.V.P.: 1,20 €
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Punto de vista
Cuando es elegido un presidente, se le dan normalmente cien días de gracia, para ver cómo se desenvuelve en su nuevo cargo y evaluar así la eficacia de sus decisiones. La Provincia canónica de Barcelona ha cumplido en el año 2010, no cien días, sino cien años, de presencia misionera en Honduras. Es un buen momento para hacer evaluación de lo vivido y para reflexionar sobre la importancia de la misión para nuestra vocación vicenciana.
Podemos comenzar por preguntarnos: ¿QUÉ SIGNIFICA PARA NOSOTROS «MISIÓN»?
Para contestar esta pregunta es necesario situarnos en una determinada etapa de la historia de la Iglesia, porque esta palabra que nosotros usamos comúnmente, y que leemos con toda faci lidad en los documentos de la Iglesia, no siempre ha tenido el mismo significado.
LA MISIÓN ES DE DIOS CENTENARIO MISIONERO EN HONDURAS
En nuestros tiempos, cuando hablamos de misión pensamos en zonas geográficas específicas, como las misiones internacionales de nuestra congregación (Islas Salomón, El AltoBolivia y PapúaNueva Guinea); pensamos en lugares alejados de África, Asia o América del Sur. Nuestra mente nos trae recuerdos de entrañables envíos misioneros de Padres, Hermanas o Laicos Vicencianos. También San Vicente nos relata en diversos textos los envíos de misioneros a Argel, Madagascar… o bien de las Hermanas hacia el este de Europa.
Desde los tiempos de San Vicente hasta nuestros días, la misión ha tenido un significado geográfico; desplazarse de un país a otro, de una cultura a otra, de una realidad socio económica a otra. Cabe preguntarse: ¿Siempre ha sido así en la Iglesia? Podemos contestar con seguridad que no. Hasta el siglo XV, la palabra «misión» solo se usaba dentro de la doctrina Trinitaria, o sea, para designar el envío del Hijo por el Padre y del Espíritu Santo por el Padre y por el Hijo. No se usaba por tanto para hablar de «envíos de personas» con el propósito de comunicar la fe a otros pueblos. Fueron los jesuitas, pocos años antes de San Vicente, en el Siglo XVI que comenzaron a usar la palabra «misión» con el sentido de difusión de la fe cristiana entre las personas que no eran miembros de la Iglesia Católica. Esto, naturalmente, estaba unido al momento histórico que
se vivía: la expansión colonial de Europa. Los reyes de la Europa Católica, estaban convencidos de su doble misión: civilizar y cristianizar todos estos nuevos territorios bajo su autoridad.
Durante los quince primeros siglos de cristianismo, la Iglesia utilizó otros términos para referirse a lo que nosotros, subsecuentemente, pasamos a designar como «misión»: se emplearon expresiones como «propagación de la fe», «predicación del evangelio», «proclamación apostólica»,
Provincia Canónica de Barcelona
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LA MISIÓN ES DE DIOS CENTENARIO MISIONERO EN HONDURAS
«promulgación del evangelio», «extender la fe», «expandir la iglesia», «implantar la iglesia», «proclamar el reinado de Cristo» e «iluminar las naciones»; palabras que no tenían implícito ningún desplazamiento «geográfico». Así como los gobernadores implantaban las leyes, costumbres y lenguas de sus países de origen en las colonias, la Iglesia, por medio de la palabra «misión» designaba las actividades por medio de las cuales la Iglesia Católica de occidente se propagaba para el resto del mundo. Enviar misioneros desde Europa hacia
el resto del mundo, eso significará a partir del siglo XV la palabra «misión».
Esta cercanía del poder político con el trabajo misionero, nos ha llevado en no pocas ocasiones a cometer grandes errores: a querer «civilizar» en vez de evangelizar; a juzgar y condenar las culturas en vez de inculturarnos en las mismas.
Por todo lo dicho anteriormente, creo que no es desde sus proezas culturales, o desde el esplendor de sus construcciones materiales… que debemos evaluar el trabajo de los misioneros de la famil ia vicenciana (padres, hermanas y laicos), que desde España han llegado durante estos cien años a Honduras: unos han dirigido la Iglesia diocesana como obispos, o iniciado movimientos y obras evangelizadoras de gran repercusión, mientras otros trabajaron toda una vida en pequeñas comunidades rurales; unos han llamado la atención de l o s «poderosos» ( p o l í t i c o s , empresarios y medios de comunicación) y otros han p a s a d o desapercibidos.
¿Desde donde en to n ce s podemos em it i r u n a va l o r ac i ón de l t r abajo misionero de estos cien años?
La Iglesia, como una anciana, aunque a veces parezca cansada
esperamos, puede sacar del fondo del pozo de su sabiduría milenaria una nueva luz, una fuerza que la rejuvenece. Así también lo ha hecho con el sentido de la misión. Ella nos ha recordado que para entender ver dade ramente l a «misión» , debemos volver a su origen, al Dios trinitario. Así lo expresa con claridad uno de los documentos más bellos del CELAM sobre la evangelización:
Tenemos conciencia de que la misión no es nuestra, sino que viene de Dios. La misión nace en las «entrañas» de Dios Padre que envía al Hijo y, unido al Hijo, envía al Espíritu Santo. La gran misión que penetra el mundo y la historia no es nuestra, s ino de Dios. Es «missio Dei».
A nosotros nos ha sido concedido por vocación, por pura gracia, participar en este gran movimiento, a través de
nuestra vida y nuestras acciones. La conciencia de ser enviados e s t á estrechamente vinculada a la conciencia de ser hijos de Dios,
servidores de nuestro Padre y de su proyecto de salvación 1 .
Los misioneros somos sencillamente hijos de Dios, continuadores de su misión y servidores de su proyecto de salvación. La misión es de Dios y agotada, cuando menos lo
La gran misión que penetra el mundo y la historia no es nuestra, sino de Dios. Es «missio
Dei».
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