Ciclo A El domingo pasado se nos decía que debíamos ser luz; pero no por cuenta propia, sino...

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Ciclo A

El domingo pasado se nos decía que debíamos ser luz; pero no por cuenta propia, sino reflejo de Jesús.

Por lo cual nos interesa vivamente conocer el pensamiento de Jesús.

Jesús nos enseña su diferente interpretación de la que tienen los fariseos y maestros de la ley.

Manifiesta una gran autoridad.

Jesús proclama que lo importante es el corazón, la parte interna.

El evangelio de este do-mingo es de san Mateo. Sigue el sermón de la montaña: Mt 5, 17-37.

Se divide en cuatro partes. La 1ª formula una sentencia general. En las otras tres partes Jesús comenta tres mandamientos de la Ley de Dios.

La primera idea de Jesús es que él no ha venido a abolir la Ley, sino a darle plenitud.

Jesús no desprecia las leyes antiguas; pero quiere darles vida.

La razón era porque le veían curar en sábado y hablar demasiado sobre el amor y la importancia de la parte interior de la persona.

Creían por ello que despreciaba la ley promulgada, aunque en realidad sólo faltaba a lo que los fariseos habían añadido. Pero Jesús buscaba la perfección.

Jesús cumplía la ley externa; pero lo importante es que pueda servir para unirse con la voluntad de Dios.

El cumplimiento de los mandamientos en su forma externa ya es algo muy positivo. Pero puede quedarse en una satisfacción material, como tenían muchos fariseos.

Jesús nos enseña otras metas no tan egoístas.

El cumplimiento de la Ley debe ser de modo que busquemos unirnos más con Dios, y que el Reino de Dios se desarrolle más entre nosotros.

El salmo responsorial nos dice hoy: “Dichoso el que camina en la voluntad del Señor”.

Esta voluntad del Señor se manifestó, a través de Moisés, por medio de los mandamientos; pero hoy Jesús nos muestra mejor esa voluntad de Dios

Los fariseos eran tenidos por cumplidores exactos de la ley. Y sin embargo Jesús nos dice que sus discípulos deben ser mejores que los fariseos y los maestros de la ley.

Nos quiere decir que hay algo más importante que cumplir la letra de la ley. Es cumplir el espíritu de la ley.

Algunos creen que sólo es pecado matar externamente. Por eso Jesús añade: “Pero yo os digo”.

Pecado es el despreciar, insultar, enojarse gravemente, el odio, el rencor. Todo lo que sea desear un mal al prójimo.

Si el insulto es de muerte, quiere decir que se ha decretado la muerte en el corazón.

Jesús nos dice que, si vamos a hacer un acto de culto y nos acordamos que estamos a mal con algún hermano, es más importante ponerse primero en amistad con ese hermano.

Así el acto de culto será agradable al Señor.

Jesús nos dice que antes de ofrecer el sacrificio es necesario no sólo pedir perdón sino perdonar a quien te haya ofendido.

San Pablo nos lo recuerda en la carta 1ª a los corintios. Al hablar de la Eucaristía (cap. 11) nos recuerda que mancha la acción litúrgica si no lo hacemos estando en paz con los hermanos.

Jesús nos habla después sobre otro mandamiento: “No cometerás adulterio”.

Jesús nos dice hoy que existe el adulterio interno: “El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior”.

Como nos cuenta el libro de Daniel sobre aquellos dos “viejos” que “deseaban” a Susana.

Jesús quiere dignificar a la mujer, que en aquel tiempo estaba demasiado discriminada.

El matrimonio es la unión de dos seres que quieren ir juntos hacia Dios.

Vivir ordenados en ese mandamiento cuesta mucho. Por eso Jesús pone ejemplos extremosos orientales: Nos puede costar como cuesta el tener que sacar un ojo o cortarse una mano.

Otro mandamiento que explica hoy Jesús es el cumplimiento a la palabra dada.

No debe ser necesario el juramento, es decir, el poner a una autoridad, como Dios, por testigo de lo que se dice.

El invocar a Dios para que me crean es signo de inmadurez.

Al cristiano le debe bastar decir: “Sí” o “No”. “Lo demás es del maligno”,

nos dice hoy Jesús.

Por ello la vida de un cristiano debería ser garantía total, de modo que sus palabras se tomen por veraces y firmes.

Los mandamientos, desde Moisés, están formulados en forma negativa.

Jesús nos enseña la parte positiva, para que no vivamos sólo con la prohibición, sino que intentemos colaborar en nuestra vida con la nueva creación de la gracia y la amistad positiva con Dios.

Por eso nos interesa mucho conocer la voluntad de Dios para cumplirla.

palabras de vida eterna

Automático

La ley del Señor es perfecta

e instruye al ignorante.

Los mandatos del Señor son justos

y da luz a los ojos.

Señor, tu tienes palabras,

y eternamente estable;

los mandamientos del Señor son verdaderos y

enteramente justos.

AMÉN

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