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Clasificación de los cuentos
Escuela Secundaria Estatal Lic. Carlos Alberto Madrazo becerra
Nombre del alumno:
Yajaira Liney Ramos Chávez
Profesor:
Danetl Pardo Sánchez
Materia:
Español
Tema:
Antología de clasificación de cuento
Grado:
1
Grupo:
“A”
Fecha:
12/03/12
Pob. Francisco I Madero, Centla, Tabasco.
ContenidoIntroducción..............................................................................................................3
Cuento popular.........................................................................................................4
Fabula...................................................................................................................5
La hormiga.........................................................................................................5
Mito.......................................................................................................................6
La Llorona..........................................................................................................6
Cuentos de hadas.................................................................................................7
La Piedra de Cristal...........................................................................................7
Leyenda................................................................................................................9
Lolis Barrera......................................................................................................9
Cuento literario.......................................................................................................11
Terror..................................................................................................................12
Los muertos.....................................................................................................12
Románticos o Rosa.............................................................................................14
Mi amor por ti...................................................................................................14
Cuento de Ciencia-Ficción..................................................................................16
El fantasma de la maquina..............................................................................16
Cuentos históricos...............................................................................................19
El Emperador llora sus errores........................................................................19
Cuento gótico......................................................................................................21
Cenizas............................................................................................................21
Cuentos Satíricos................................................................................................32
El mono que quiso ser escritor satírico............................................................32
Cuento detectivesco............................................................................................35
El pandero de piojo (cuento castellano con cariz detectivesco)......................35
Sociológico..........................................................................................................38
La Oveja (NegraItalo Calvino)..........................................................................38
Conclusión..............................................................................................................41
Introducción
Erase una vez... Estas tres palabras tienen un poder especial; cuando las
escuchamos, inmediatamente nos dejamos llevar por la magia y nos sumergimos
en el mundo de la fantasía. Seguro que te encanta escuchar historias de lugares
lejanos, personajes encantados, episodios increíbles..., pero posiblemente
también te guste contarlas. Niños y mayores disfrutamos con los cuentos, muy
especialmente con los que nos ha legado la tradición. ¿Quieres saber más sobre
los cuentos? ¿Te gustaría convertirte en un buen cuentacuentos? Pues, erase una
vez...
El cuento
El cuento es un relato breve escrito en prosa, en el que se narran hechos
fantásticos o novelescos, de forma sencilla y concentrada, como si hubiesen
sucedido en la realidad. Se trata, por tanto, de un tipo de obra que pertenece al
género narrativo.
Aunque tendemos a creer que los cuentos se escriben para los niños, no es así;
muchos de los que hoy consideramos infantiles fueron creados para los adultos y
luego adaptados para los pequeños.
Existen dos tipos de cuentos, los llamados tradicionales o populares, que son
historias creadas por el pueblo y que se transmiten de generación en generación
oralmente, y los cuentos de tradición literaria, que son creaciones de un autor
concreto que han llegado a nosotros a través de los libros.
Cuento popular
El cuento popular es una narración tradicional de transmisión oral. Se presenta en
múltiples versiones, que coinciden en la estructura pero discrepan en los detalles.
Tiene tres subtipos: los cuentos de hadas o cuentos maravillosos, los cuentos de
animales y los cuentos de costumbres. El mito y la leyenda son también
narraciones tradicionales, pero suelen considerarse géneros autónomos. Las mil y
una noches es la recopilación más conocida de cuentos populares orientales que
se conoce.
Cuentos populares
Fabula
Es una narración breve, escrita en verso o prosa,
Que trae con ella una moraleja o enseñanza
Félix María de Samaniego
Mito
Son cuentos llenos de símbolos que explicar el
origen del mundo o de una civilización.
Francisco de Zurbarán
Cuento de hadas
Narracion de hechos fantasticos
Charles Perrault
Leyenda
Narración tradicional o colección de narraciones relacionadas entre sí de hechos imaginarios pero que se consideran reales.
Santiago de la Vorágine
Fabula
Las fábulas son composiciones literarias breves en las que los personajes casi
siempre son animales que presentan características humanas como el hablar.
Estas historias concluyen con una enseñanza o moraleja de carácter instructivo,
que suele figurar al final del texto.
No debe confundirse con la parábola o relato simbólico ni con el discurso o
sermón parenético, cuya intención es exhortar a seguir una conducta ética y por
ello recurre con frecuencia a este tipo de procedimientos.
La hormiga
Dice una leyenda que la hormiga actual era en otros tiempos
un hombre que, consagrado a los trabajos de la agricultura,
no se contentaba con el producto de su propio esfuerzo, sino
que miraba con envidia el producto ajeno y robaba los frutos
a sus vecinos.
Indignado Zeus por la avaricia de este hombre, le transformó
en hormiga. Pero aunque cambió de forma, no le cambió el
carácter, pues aún hoy día recorre los campos, recoge el
trigo y la cebada ajenas y los guarda para su uso.
Moraleja: Aunque a los malvados se les castigue
severamente, difícilmente cambian su naturaleza desviada.
Mito
Un mito (del griego μῦθος, mythos, «relato», «cuento») es un relato tradicional que
se refiere a acontecimientos prodigiosos, protagonizados por seres sobrenaturales
o extraordinarios, tales como dioses, semidioses, héroes, monstruos o personajes
fantásticos.
Los mitos forman parte del sistema de creencias de una cultura o de una
comunidad, la cual los considera historias verdaderas. Al conjunto de los mitos de
una cultura se le denomina mitología. Cuanto mayor número de mitos y mayor
complejidad tiene una mitología, mayor es el desarrollo de las creencias de una
comunidad. La mitología sustenta la cosmovisión de un pueblo.
La Llorona
Por los valles y montañas, cerca de los
grandes ríos y lagunas, se ha visto a una
mujer con una larga bata negra que cubre
todo su cuerpo. Un cabello largo, oscuro y
negro, lleno de insectos como luciérnagas,
grillos y mariposas. En vez de su cabeza,
tiene una calavera, y sus ojos son dos bolas
en llamas ardiendo. En sus manos huesudas
y llenas de sangre, lleva y mece a un bebe
muerto.
Es conocida en los pueblos como la Llorona. Derraman con sus lágrimas sangre
sobre la criatura que arrulla. El bebe muerto siempre tiene una mirada acusadora
con su madre, por haberle quitado la vida. Se dice que se escuchan sus llantos
cuando no hay ningún ruido, y que asusta a las mujeres y jóvenes que hacen
actos malos que desobedezcan a sus padres.
Cuentos de hadas
Un cuento de hadas es una historia ficticia que puede contener personajes
folclóricos —tales como hadas, duendes, elfos, brujas, sirenas, troles, gigantes,
gnomos y animales parlantes— e incluir encantamientos, normalmente
representados como una secuencia inverosímil de eventos. En el lenguaje
contemporáneo, así como fuera del contexto literario, el término es utilizado para
describir algo que está vinculado con princesas. Por ello, existen expresiones tales
como «un final de cuento de hadas» —un final feliz—1 o «un romance de cuento
de hadas», aunque no todas las narraciones de esta clase terminan con un final
feliz. De igual manera, en el aspecto coloquial un «cuento de hadas» puede ser
asociado con cualquier historia rocambolesca y extraordinaria. Por lo general, este
tipo de relatos suele atraer a los niños pequeños, al compenetrar estos de forma
fácil y rápida con los personajes arquetípicos de cada historia.
La Piedra de Cristal
Hace mucho, mucho tiempo, antes
de que los hombres y sus ciudades
llenaran la tierra, antes incluso de
que muchas cosas tuvieran un
nombre, existía un lugar misterioso
custodiado por el hada del lago.
Justa y generosa, todos sus
vasallos siempre estaban
dispuestos a servirle. Y cuando
unos malvados seres amenazaron el lago y sus bosques, muchos se unieron al
hada cuando les pidió que la acompañaran en un peligroso viaje a través de ríos,
pantanos y desiertos en busca de la Piedra de Cristal, la única salvación posible
para todos.
El hada advirtió de los peligros y dificultades, de lo difícil que sería aguantar todo
el viaje, pero ninguno se asustó. Todos prometieron acompañarla hasta donde
hiciera falta, y aquel mismo día, el hada y sus 50 más leales vasallos comenzaron
el viaje. El camino fue aún más terrible y duro que lo había anunciado el hada. Se
enfrentaron a bestias terribles, caminaron día y noche y vagaron perdidos por el
desierto sufriendo el hambre y la sed. Ante tantas adversidades muchos se
desanimaron y terminaron por abandonar el viaje a medio camino, hasta que sólo
quedó uno, llamado Sombra. No era el más valiente, ni el mejor luchador, ni
siquiera el más listo o divertido, pero continuó junto al hada hasta el final. Cuando
ésta le preguntaba que por qué no abandonaba como los demás, Sombra
respondía siempre lo mismo “Os dije que os acompañaría a pesar de las
dificultades, y éso es lo que hago. No voy a dar media vuelta sólo porque haya
sido verdad que iba a ser duro”.
Gracias a su leal Sombra pudo el hada por fin encontrar la Piedra de Cristal, pero
el monstruoso Guardián de la piedra no estaba dispuesto a entregársela. Entonces
Sombra, en un último gesto de lealtad, se ofreció a cambio de la piedra
quedándose al servicio del Guardián por el resto de sus días…
La poderosa magia de la Piedra de Cristal permitió al hada regresar al lago y
expulsar a los seres malvados, pero cada noche lloraba la ausencia de su fiel
Sombra, pues de aquel firme y generoso compromiso surgió un amor más fuerte
que ningún otro. Y en su recuerdo, queriendo mostrar a todos el valor de la lealtad
y el compromiso, regaló a cada ser de la tierra su propia sombra durante el día;
pero al llegar la noche, todas las sombras acuden el lago, donde consuelan y
acompañan a su triste hada.
Leyenda
Una leyenda es una narración, de hechos sobrenaturales, que se transmite de
generación en generación. Se ubica en un tiempo y lugar que resultan familiares a
los miembros de una comunidad, lo que aporta al relato cierta verosimilitud. En las
leyendas que presentan elementos sobrenaturales, como milagros, presencia de
criaturas feéricas o de ultratumba, etc., estos se presentan como reales, pues
forman parte de la visión del mundo propia de la comunidad en la que se origina la
leyenda. En su proceso de transmisión a través de la tradición oral las leyendas
experimentan a menudo supresiones, añadidos o modificaciones, surgiendo así
todo un mundo lleno de variantes.
Lolis Barrera
Una niña de tan solo 3 años falleció
trágicamente, su nombre era Lolis Barrera, lo
impresionante del caso es que Lolis apareció
en una fotografía que en realidad le había
sido tomada a su tumba ya que Lolis murió
hace varios años, la familia cuenta que
estaban rezándole a la virgen y la niña cayó
en una cisterna sin que nadie se diera cuenta y murió ahogada, ya cuando la
encontraron ella ya estaba muerta y flotando, cuando la sacaron traía un rosario
en la mano y se encontraba en posición de rezo, pero al parecer ni la muerte
misma ha podido hacer que Lolis deje de rezar pues se dice que se aparece en su
tumba hincada, también dice una persona que cuida el panteón que en ocasiones
han visto a una niña vestida de blanco caminar entre las tumbas, campo santo es
ahora el lugar donde Lolis tiene que realizar dos actividades que más le gustaban
jugar y rezar, la familia cuenta que Lolis murió rezándole a la virgen además del
gusto por la oración, Lolis tenía un comportamiento ejemplar y tal vez por esa
razón sea que la gente de su comunidad comenzó a asegurar que la pequeña
seguía siendo el bien pero a hora desde el más allá, luego del trágico accidente
que le quitara la vida las personas comenzaron a visitar su tumba dejándole
regalos a cambio de un milagro, con gran fervor la gente busca a la pequeña Lolis
para pedirle y agradecerle incluso la habitación donde ella perdió la vida es a hora
un altar donde se acumulan ofrendas y plegarias para esta milagrosa niña.
Cuento literario
El cuento literario es el cuento concebido y trasmitido mediante la escritura. El
autor suele ser conocido. El texto, fijado por escrito, se presenta generalmente en
una sola versión, sin el juego de variantes característico del cuento popular. Se
conserva un corpus importante de cuentos del Antiguo Egipto, que constituyen la
primera muestra conocida del género. Una de las primeras manifestaciones en la
lengua castellana fue El conde Lucanor, que reúne 51 cuentos de diferentes
orígenes, escrito por el infante Don Juan Manuel en el siglo XIV.
Terror
Los cuentos y las novelas de terror se definen por la sensación que provocan en el
lector: el miedo, una impresión perturbadora que permanece, a veces, cuando el
libro ya ha terminado. Por lo general, se trata de historias de personajes comunes
y corrientes, que se ven involucrados en situaciones extrañas: ciertas fuerzas o
fenómenos desconocidos actúan y violentan las leyes naturales. Cuanto más
extraños, incomprensibles y ajenos a la experiencia cotidiana sean esos
acontecimientos, más intensos serán los sentimientos de horror que despierte en
el lector.
Cuentos Literarios
TerrorCuento que usa el
miedo fisico y mental
Charles Dickens
Romanticos o Rosa
Historia de amor y pasión Oscar Wilde
Ciencia - Ficcion Perdice el aspecto social del futuro Julio Verne
Cuentos Historicos Entreteje hechos historicos de un
puebloLord Byron
Cuentos GoticosDe horror maneja
repugnacion y repulcion
Mary shelley
Cuentos SatiricosBurla social segun
el momento historico
Edmundo Valades
Cuentos Detectivesco
Crimen o espionaje
Arthur Conan Doyle
Cuentos Sociologicos
Refleja problemas sociales Enrique Congrains
Los muertos
En una sala pequeña, el viejo Gómez dormitaba sentado
en una silla, con la cabeza recostada a la pared y la boca
abierta.
La noche estaba más movida de lo normal: había
escuchado algunos griteríos, y el ruido del tráfico, un
tráfico desordenado, era más fuerte que el normal.
Los ruidos terminaron despertándolo. Gómez bostezó y
se pasó las manos la cara, miró hacia la ventana y
escuchó; el alboroto iba en aumento. - ¿Qué le pasa a esta maldita cuidad? -
refunfuñó Gómez al servirse café. Con la taza en la mano se acercó a la ventana,
abrió la persiana para ver.
Un grupo de personas corría por la calle, y tras ellos iba otro grupo. Cuando el
segundo grupo pasó frente a la ventana, Gómez notó que todos estaban
terriblemente heridos; fatalmente heridos, demasiado como para aún correr.
Algunos autos intentaban abrirse paso entre la multitud de perseguidos y
perseguidores, dando bocinazos y frenadas. - ¿¡Pero qué diablos…!? - el viejo se
asombró. Aquella gente tenía que estar muerta, con aquellas heridas... Y lo
estaban: eran Zombies.
Alguien que corría por la calle gritaba como un loco: - ¡Los muertos han revivido!
¡Los muertos…! Aquellas palabras y lo que vio, llenaron de terror al viejo Gómez,
pues era el vigilante de la morgue. Detrás de una puerta ya se escuchaban ruidos.
Románticos o Rosa
Un cuento romántico es una narración breve que tiene por tema principal el amor
entre dos seres humanos que se cumple al final del relato. En algunas ocasiones
se puede tratar de un amor sencillo y sin dificultades, pero en otros casos el amor
triunfará sólo después de que los amantes venzan múltiples obstáculos que se
presentan con la intención de dificultar la consecución de ese amor. Sin embargo,
un cuento romántico puede ser mucho más que eso, ya que puede liberarse de
ese amor terrenal y resaltar, por ejemplo, los empeños de alguien por conquistar la
libertad o por luchar por algún otro noble empeño.
Mi amor por ti
Esa noche de invierno me desperté exaltado
de un sueño donde la perdía, salí hacia la
calle buscando su rostro, la lloraba, la
necesitaba. Camine hacia su casa mire por la
ventana y la vi, entre sus ropas llevaba a otro
hombre, en su piel clara otra piel marcaba sus
huellas. Sentí como dentro de mi todo se
rompía, como poco a poco mi cuerpo era
controlado por la rabia y la desesperación de haberla perdido, de que fuera de otro
y no completamente mía, odiaba sentir como se apartaba su cuerpo de mi sin
dejarme tocarlo, entré, botando todo lo que en mi paso encontraba, abrí la puerta
viendo sus rostros de expectación, el corrió, se percato de mi descontrol, abrió la
ventana y escapo vestido solo con un pantalón. Me acerque a ella y la bese, ella
trato de escapar de entre mis brazos pero su cuerpo frágil y desnudo no podía
luchar contra mi perturbación, la tome con más fuerza de sus brazos y la mire,
sentí su miedo junto con el silencio de aquella habitación, no quería que sintiera
miedo, quería que me amara pero sus ojos no disimulaban el temor y la pena que
sentía por mí, la solté, mi desilusión ya no me dejaba sostenerla, ella cayo a la
cama y me observo desde ahí sin huir, yo me senté a su lado desorientado, con
pensamientos desteñidos, ella tomo mi rostro con sus suaves manos y me hablo.
- Martin entiende, debemos volver a la clínica no puedes salir de ella hasta que no
comprendas que no puedes amarme de esa manera, no puedes amar a tu madre
de esa manera.
Cuento de Ciencia-Ficción
El cuento de ciencia ficción es especulativo y relata acontecimientos posibles
desarrollados en un marco espacio-temporal puramente imaginario, cuya
verosimilitud se fundamenta narrativamente en los campos de las ciencias físicas,
naturales y sociales. La acción puede girar en torno a un abanico grande de
posibilidades (viajes interestelares, conquista del espacio, consecuencias de una
hecatombre terrestre o cósmica, evolución humana sobrevenida por mutaciones,
temática robótica, realidad virtual, existencia de civilizaciones extraterrestres, etc.).
La acción puede tener lugar en un tiempo pasado, presente o futuro o, incluso, en
tiempos alternativos ajenos a la realidad conocida, y tener por escenario espacios
físicos (reales o imaginarios, terrestres o extraterrestres) o el espacio interno de la
mente.
El fantasma de la maquina.
Recuerdo… recuerdo cómo
llegaste hasta aquí. Resulta difícil recomponer el cuadro con fragmentos… tan
pequeños. Frágil como el cristal, mi mente rota. Cuando menos lo esperas, de
entre las manos confiadas, cae al suelo. La confianza es ceguera, negar la
oscuridad que nos sostiene. Ya no quedaba nadie a mi lado. Olvidé los nombres,
las palabras, replegado sobre mí mismo para protegerme del frío. La humanidad
eran esos seres lejanos, extraños. A nadie le importaba que viviera o muriera;
dudo que tampoco me importara mucho a mí. Se puede estar muerto mientras se
respira.
Recuerdo… haber matado, como radical forma de llamar la atención. Sólo para
sentir de nuevo el calor humano, la sangre, los golpes. Sentirme vivo otra vez.
Pero el alma se fue desvaneciendo por el camino, perdiéndose en hilachos de
niebla. El pozo, tan profundo, de la oscuridad. Nunca se llega al fondo; sólo se
puede flotar y hundirse, un poco más, en la negrura. Hasta que no se distingue el
propio cuerpo, y se forma parte de ella. ¿Fue así el origen? Y a él volvemos, como
a una memoria escondida.
Recuerdo… haber subido a la azotea. La brisa de la noche, como un milagro para
los sentidos. Cerrar los ojos, y fundir mi oscuridad con la de afuera. Y mi voz
hablando, preguntando con palabras sin sonido, dibujadas en la mente. ¿Quién
habla en verdad, a quién, para qué? Como un eco en el abismo nocturno de las
montañas. Hablar conmigo mismo, ese desconocido para darle sentido a lo que ya
no lo tiene. Con el corazón muerto, bailo sobre un pie, luego sobre el otro; justo al
borde. Y me carcajeo, como si hubiese descubierto de repente que la vida es justo
este juego suicida. ¿Es valentía, o cobardía saltar? Qué importa. Sólo sé que es el
único lugar que jamás he pisado. Y avanzo hacia el infinito…
Recuerdo… el dolor. Ah, tan inmenso, abrumador… que gritar resulta imposible.
¿Es esto morir? ¿Nacer? No puedo moverme, pero cada nervio es como un hilo
incandescente que me recorre, el éxtasis de la carne abierta, bañada en sangre.
Escucho voces, ruidos, como a través de un mar revuelto. Siento que me elevan;
el dolor me sacude, torturante. Pero podría llorar de felicidad. He tenido que saltar
al infinito para que mis hermanos, los hombres, quisieran volver a mi lado.
Recuerdo… que despertaba y dormía, una y otra vez, siempre en un lecho de
dolor. Me hablaban y yo respondía, como en sueños; no recuerdo nada de lo que
dije, salvo una cosa: que volvería a saltar, una y mil veces, hasta fundirme con la
verdad de lo que nos oculta el universo. Luego, dormía…
Recuerdo… que un día, al despertar, el dolor había desaparecido por completo…
Tampoco sentía ninguna emoción en especial, como si me las hubiesen estirpado
todas, dejando por restos un ánimo neutralizado. Por eso creo que no me
sorprendió ver que mi cuerpo había desaparecido. Estaba integrado en la torreta
de un vehículo de combate, una especie de helicóptero, según me pareció; y
sentía su blindaje azulado de la misma forma que antes sentía mi piel. Igual que
sentía de nuevo las ganas de matar, de disparar sobre cualquier objetivo que
tuviese delante. Como si hubiese nacido justo para eso, y ninguna otra acción en
el mundo me pudiese brindar mayor satisfacción.
Recuerdo… mis últimos momentos sobre la Tierra, mientras nos cargaban en el
crucero de batalla que nos conduciría a las estrellas. El cerebro principal del
vehículo me transmitía datos, por miles, acerca de la naturaleza de las misiones
que íbamos a emprender. Todas relacionadas con la exterminación de formas de
vida nativas, allí donde las sondas exploradoras indicaron –siglos atrás– que los
hombres podrían asentarse, como en un nuevo renacer.
Es curioso pensar cómo fui salvado por la humanidad, transformado y reutilizado
por ella para sus fines –que ahora son los míos–, como el cordero que escapó del
redil. Han sabido aprovechar mi esencia homicida para el bien común y el mío
propio; así fuera un organismo gigantesco que no desdeña ni a la más defectuosa
de sus células. Doy gracias cada día por pertenecer a esta masa biológica
depredadora, que nada a conseguido detener aún.
Estoy deseando matar bajo la luz de otros soles.
Cuentos históricos
Un recuento histórico es un texto que presenta cronológicamente una serie de
acontecimientos que dan cuenta de la evolución de un periodo histórico. Su
redacción la mayoría de las veces presenta la forma de un texto expositivo:
introducción, desarrollo y conclusión. Predomina el empleo de los verbos en
tiempos pasados y también sirve para entender mejor la historia.
El Emperador llora sus errores
Una vez, cuando el emperador Yu, fundador de la Dinastía Xia, salió con el fin de
inspeccionar su reino, vio a un ladrón que era escoltado para ser castigado.
Ordenó detener su carruaje y preguntó: "¿Qué crimen ha cometido?"
Los guardias respondieron: "Robó trigo y arroz y se entregó. Lo llevamos al lugar
de castigo.”
Yu se bajó del coche, se acercó al criminal y le preguntó: "¿Por qué has robado?"
El ladrón estaba frente a un personaje tan importante que, asustado, bajó la
cabeza y no dijo nada. Yu no se enfadó y continuó hablándole mientras soltaba
unas lágrimas. Los funcionarios que lo acompañaban no lo podían comprender y
uno de ellos le preguntó: "Esta persona robó a otro y debe ser castigada. ¿Por qué
Su Majestad tiene tanta pena y lagrimea?"
Yu dijo: "No lloro por él sino por mi. Cuando Yao y Shun eran Emperadores, todos
los ciudadanos seguían sus corazones y los estándares morales. Ahora yo soy el
Emperador, pero el pueblo no sigue mi estándar moral y comete delitos como éste
e hiere a los demás. ¡Además, me siento verdaderamente miserable!".
El emperador Yu pidió una hoja y escribió: "Cuando los ciudadanos cometen
delitos, es culpa mía." Acto seguido ordenó a los guardias que liberaran al ladrón.
El emperador Yu es uno de los emperadores legendarios de la historia de China.
Su hecho más notable es que tuvo que controlar una inundación monstruosa.
Cuento gótico
El cuento gótico es una derivación de la novela gótica que surgió en Inglaterra de
la mano de Horace Walpole y su obra The Castle of Otranto en 1764. El término
gótico no es sólo característico de la narrativa inglesa, sino también francesa. La
novela gótica al igual que el cuento puede considerarse como los predecesores de
las novelas y relatos de terror, y sobre todo, por haber dado lugar a la definición de
gótico como algo conectado con lo oscuro y lo terrorífico. El relato gótico pretende
crear una atmósfera y una acción llena de absurdos, de terror, y de misterio. Este
tipo de historias resultaron efectivas en la época recibiendo una gran acogida por
parte del público lector. Representaba una nueva concepción de la narrativa,
nuevos temas por los que hasta entonces nada se había mostrado interés en
desarrollar. El terror es el género más popular porque procede de los cuentos de
hadas, y no tiene reparos en nutrirse de creencias y supersticiones, ya sean de
Oriente o de Occidente, de las aldeas y las ciudades.
Cenizas.
-Hola, Bruce. Hace siglos que no te veo. Entra.
Dejé la puerta abierta y me siguió al interior de la habitación. Su flaca y
desgarbada figura se acomodó con torpeza en la silla que le ofrecía mientras
comenzaba a jugar con su sombrero entre los dedos. Sus profundos ojos tenían
un mirar asustado, distraído, y atisbaban furtivos por entre los rincones de la
habitación, como si buscasen algo escondido dispuesto a echarse sobre él en
cualquier momento. Su rostro estaba ojeroso y sin color. Las comisuras de sus
labios tenían un rictus espasmódico.
-¿Qué te ocurre, viejo? Parece que has visto un fantasma. ¡Levanta el ánimo!
Me acerqué al mueble bar y llené un pequeño vaso con el vino de una botella.
-¡Bébete esto!
Vació el vaso de un sorbo y continuó jugando con su sombrero.
-Gracias, Prague; no me siento demasiado bien esta noche.
-¡No hace falta que lo digas! ¿Qué es lo que va mal?
Malcolm Bruce se agitó inquieto en su silla. Lo miré en silencio, preguntándome
qué podía haberle afectado de aquella manera. Conocía a Bruce y lo tenía
catalogado como un hombre tranquilo y con voluntad de acero. Verlo en aquel
estado de nervios no era normal. Le ofrecí un cigarro, y él lo tomó,
mecánicamente. Pero, hasta que Bruce no encendió el segundo cigarrillo, el
silencio entre los dos continuó. Su nerviosismo parecía desaparecer poco a poco.
Una vez más fue el hombre dominante, seguro de sí mismo, que yo conocía.
-Prague –empezó-, me acaba de suceder la experiencia más diabólica y terrible
que puede acontecerle a un hombre. No estoy muy seguro de si debo contártelo o
no, pues tengo miedo de que pienses que estoy loco; ¡cosa que no te reprocharía!
Pero es cierto, ¡hasta la última palabra!
Hizo una dramática pausa y lanzó al aire unos tenues anillos de humo. Sonreí. Ya
había escuchado más de una historia de miedo en aquella misma mesa. Debía
haber alguna especie de peculiaridad en mi forma de ser que inspiraba confianza
a los demás; me han contado historias tan extrañas que algunos hombres darían
años de su vida por escucharlas. Pero, a pesar de mi gusto por lo sobrenatural y
peligroso, de mi atracción por el conocimiento de lejanas e inexploradas regiones,
me he visto condenado a una vida prosaica y aburrida, con un trabajo anodino.
-¿Has oído hablar alguna vez del profesor Van Allister? -preguntó Bruce.
-¿Quieres decir de Arthur Van Allister?
-¡El mismo! ¿O sea que le conoces?
-¡Desde luego! Hace años que le conozco. Desde el momento en que renunció a
su profesorado de química en la escuela para dedicarse a sus experimentos. Yo le
ayudé a diseñar el laboratorio insonorizado en el ático de su casa. Después
comenzó a estar tan embebido en su trabajo que no tenía tiempo de ser amable
con nadie.
-Recordarás, Prague, que cuando ambos estábamos en la escuela, yo era muy
aficionado a la química.
Asentí, y Bruce siguió hablando.
-Hace unos cuatro meses yo estaba buscando trabajo. Van Allister publicó un
anuncio en el que requería un ayudante, y yo le contesté. Se acordaba de cuando
yo estaba, en el colegio, y pude convencerle de que sabía lo suficiente de química
como para serle útil. Tenía una joven de secretaria, la señorita Marjorie Purdy. Era
la típica mujer que se dedicaba por completo a su trabajo, tan eficiente como
bonita. Había ayudado algunas veces a Van Allister en el laboratorio, y pronto
descubrí que mostraba mucho interés en este trabajo y que hacia sus propios
experimentos. Pasaba casi todo su tiempo libre en el laboratorio con nosotros.
Sólo era cuestión de tiempo que tanta camaradería se convirtiese en una profunda
amistad, de tal forma que llegó un momento en el que yo dependía de su ayuda en
mis experimentos más difíciles, cuando el profesor estaba ocupado. Jamás vi que
titubease ante mis requerimientos. ¡Aquella chica se desenvolvía con la química
como el pato en el agua! Hace aproximadamente dos meses el profesor Van
Allister dividió el laboratorio en dos estancias, quedando una de ellas para su uso
personal. Nos dijo que iba a realizar una serie de experimentos que, si tenían
éxito, le darían una fama universal. Se negó firmemente a darnos cualquier tipo de
información sobre sus características.
«Por entonces, la señorita Purdy y yo estábamos solos cada vez más tiempo. El
profesor permanecía encerrado en su habitación durante días y no aparecía ni tan
siquiera para comer. Esto también nos permitía tener más tiempo libre. Nuestra
amistad se hizo más fuerte.
Sentía una creciente admiración por la delicada joven que parecía moverse con
genuina seguridad entre olorosos frascos y densas mezclas químicas, embutida
en ropas blancas desde la cabeza a los pies, incluyendo los guantes de goma que
llevaba en las manos.
«Anteayer, Van Allister nos invitó a su cuarto de trabajo. “Por fin lo he
conseguido”, dijo, mostrándonos un pequeño recipiente que contenía un líquido
incoloro. “Aquí tengo lo que va a ser el mayor descubrimiento químico jamás
conocido. Voy a probar delante de vosotros su eficacia. Bruce, ¿podrías traerme
uno de los conejos, por favor?” Fui a la otra habitación y cogí uno de los conejos
que guardamos, junto con las cobayas, para nuestros experimentos. Puso al
pequeño animalillo en una caja de cristal lo suficientemente grande para que
cupiese y cerró la tapa. Después colocó un embudo de cristal en un pequeño
agujero que había sobre la tapa. Nos acercamos para ver mejor. Destapó el
recipiente y echó su contenido sobre la caja donde estaba el conejillo. "¡Ahora
vamos a descubrir si mis semanas de esfuerzos continuados han tenido éxito o
han fracasado!” Lenta, metódicamente, yació el contenido del frasco en el
embudo, mientras veíamos cómo el líquido se esparcía por el recipiente donde
estaba el aterrado animalillo. La señorita Purdy emitió un grito de asombro,
mientras que yo parpadeaba para asegurarme de que lo que veía era cierto. ¡Pues
en el sitio donde hacía sólo unos momentos había habido un conejo vivo y
aterrado, ahora no habla más que un montoncito de livianas, blancas cenizas!
«El profesor Van Allister se volvió hacia nosotros con un aire de triunfal
satisfacción.
De su rostro emanaba un júbilo malsano y sus ojos brillaban con una expresión
salvaje y cruel. Su voz adoptó un tono de superioridad cuando nos dijo:
«Bruce —y usted también, señorita Purdy— habéis tenido el privilegio de
contemplar el éxito de los resultados de una fórmula que revolucionará el mundo.
¡Este preparado reduce instantáneamente a cenizas a cualquier objeto que toque,
excepto al cristal!
Pensad en lo que puede significar. ¡Un ejército equipado con bombas de cristal
llenas con mi fórmula podría ser capaz de aniquilar el mundo! Madera, metal,
piedra, ladrillo —cualquier cosa— desaparecerían ante su paso, sin dejar más
restos que lo mismo que ha quedado del conejillo con el que he experimentado,
¡un montoncito de tenues, blancas cenizas!”
«Miré a la señorita Purdy. Su rostro estaba tan blanco corno la bata que vestía.
Esperarnos a que Van Allister recogiera en un pequeño frasco todo lo que había
quedado del conejillo. Debo admitir que mi mente estaba helada cuando me dijo
que podíamos irnos. Le dejarnos solo tras las pesadas puertas que separaban su
cuarto de trabajo. Una vez a salvo y solos, la señorita Purdy no pudo contener sus
nervios. Sufrió un desmayo y habría caído al suelo si yo no la hubiese sujetado en
mis brazos. La sensación de su cuerpo delicado y tembloroso sobre el mío era
insoportable. La acerqué suavemente hacia mí pegando mi boca a la suya. La
besé varias veces presionando con mis labios los suyos, rojos y delicados, hasta
que abrió los ojos y vi el amor reflejado en ellos. Después de una deliciosa
eternidad volvimos de nuevo a la tierra, con el suficiente conocimiento como para
darnos cuenta de que aquel laboratorio no era el lugar más idóneo para aquellas
ardientes demostraciones. En cualquier momento, el profesor podía salir de su
retiro y, dado su estado actual de ánimo, no sabíamos qué podía ocurrir si nos
descubría en aquella amorosa aptitud. Pasé el resto de la jornada como en un
sueño. Me asombraba de que fuese capaz de seguir con mi trabajo en tal estado.
Actuaba como un autómata, una máquina bien engrasada, ocupándose
mecánicamente de sus tareas, mientras que mi mente vagaba por lejanas y
deliciosas regiones de ensueño. Marjorie estuvo ocupada con sus tareas de
secretaria durante el resto del día, y procuré no mirada ni una sola vez hasta que
mis ocupaciones en el laboratorio estuvieron terminadas. Aquella noche nos
dedicamos a disfrutar de nuestra nueva felicidad. ¡Prague, recordaré esa noche
mientras viva! El momento más feliz de mi vida fue cuando Marjorie Purdy me dijo
que se casaría conmigo. Ayer fue otro día de éxtasis y arrobamiento. Transcurrió
la jornada con dulces sentimientos mientras trabajaba. Luego siguió otra noche de
amor. ¡Si nunca has amado a una mujer en la vida, Prague, a la única mujer del
mundo, no podrás entender el delirio que te produce pensar en ella! Y Marjorie
hacía que pensase continuamente en ella. Se dio sin reservas a mí. Hacia el
mediodía de hoy tuve que salir a la farmacia a comprar unos productos que
necesitaba para completar uno de mis experimentos. Cuando volví eché de menos
la presencia de Marjorie.
Miré si todavía estaban su sombrero y su abrigo, pero no fue así. No había visto al
profesor desde el experimento con el conejillo, ya que estaba encerrado en su
cuarto de trabajo.
-Pregunté a la servidumbre, pero ninguno la había visto salir de la casa, ni les
había dejado ningún mensaje dirigido a mí. Según iba atardeciendo, la sensación
de angustia se agrandaba. Pronto se hizo de noche y seguía sin rastro de mi
querida niña. Ya no tenía ganas de trabajar. Comencé a caminar de un lado a otro
de la habitación como un tigre enjaulado. En cuanto sonaba el teléfono o el timbre
de la puerta renacían en mí las esperanzas de volver a escuchar su voz, pero
todas las veces fue en vano. Cada minuto se alargaba una hora; ¡cada hora una
eternidad! ¡Buen Dios, Prague! ¡No puedes imaginarte cuánto he sufrido! Desde
las cumbres del amor sublime me he visto sumido en las más oscuras simas de la
desesperación. Ante mis ojos aparecían las más horribles visiones, los peores
hechos que pudieran acontecer.
Y seguía sin volver a escuchar su voz.
-Parecía que había pasado una vida entera, aunque al mirar el reloj me di cuenta
de que sólo eran las siete y media, cuando el mayordomo me dijo que Van Allister
requería mi presencia en el laboratorio. No tenía ningunas ganas de hacer
experimentos, pero mientras estuviese bajo su techo él era mi maestro, y me veía
obligado a obedecerle. El profesor estaba en su cuarto de trabajo, con la puerta
ligeramente abierta. Me dijo que me acercase y que cerrara la puerta del
laboratorio. Debido a mi estado de ánimo en aquellos momentos, mi mente actuó
como una cámara fotográfica, registrando todos los hechos que sucedieron a
continuación. En el centro de la habitación, sobre una alta mesa de mármol, habla
un recipiente de cristal del tamaño y forma aproximados de un ataúd. Rebosaba
del mismo líquido incoloro que había estado dentro de la pequeña botella, dos
días antes. A la izquierda, sobre un taburete de cristal, había otro frasco de cristal.
No pude reprimir un escalofrío involuntario cuando vi que estaba lleno de ligeras,
blancas cenizas. ¡De repente, vi algo más que hizo que mi corazón dejase de latir!
Sobre una silla, en un rincón de la habitación, reposaban el sombrero y el abrigo
de la mujer que había decidido unir su vida a la mía; ¡la mujer a la que yo había
jurado lealtad y protección mientras durasen nuestras vidas! Mis sentidos se
nublaron, mi alma se colmó de pánico, cuando me di cuenta de lo que había
sucedido. No podía haber otra explicación. ¡Las cenizas del frasco era todo lo que
había quedado de Marjorie Purdy!
«El mundo quedó suspendido durante unos largos, terribles instantes; ¡después
me volví un loco, un loco ceñudo con un solo objetivo! Lo siguiente que soy capaz
de recordar es la imagen del profesor y la mía forcejeando desesperadamente.
Aunque ya era viejo, aún conservaba una fuerza similar a la mía, y además tenía
la ventaja añadida de su estado de tranquilidad y autocontrol. Poco a poco fue
empujándome hacia el recipiente de cristal. En breves instantes, mis cenizas se
mezclarían con las de la mujer que había amado. Choqué contra el taburete y mis
dedos se cerraron sobre el frasco que contenía las cenizas. ¡Con un último y
supremo esfuerzo, lo levanté por encima de mi cabeza y golpeé el cráneo de mi
oponente con todas las fuerzas que me quedaban! Sus brazos se relajaron de
inmediato y su desvaída figura cayó al suelo inconsciente. Aún bajo los efectos del
acaloramiento, levanté el silencioso cuerpo del profesor y con mucho cuidado,
bastante más del que había mostrado al golpearle, ¡introduje el cuerpo en el cajón
de la muerte!
«Desapareció en un instante. Tanto el líquido como el profesor se habían
esfumado, ¡y en su lugar sólo quedaba un pequeño montoncito de livianas,
blancas cenizas! Pero, mientras contemplaba el resultado de mi acción y fueron
pasando los efectos de mi locura, tuve que enfrentarme ante la dura y fría verdad:
había asesinado a una persona. Una calma antinatural se apoderó de mí. Sabía
que no quedaba ni un solo rastro que pudiera delatarme, exceptuando el hecho de
que yo había sido la última persona que había sido vista con el profesor. Por otra
parte, ¡no había más que cenizas! Me puse el sombrero y el abrigo, y le dije al
mayordomo que el profesor me había dado estrictas órdenes de que no se le
molestase, indicándome también que podía tomarme el resto de la tarde. Una vez
en el exterior, todo mi autocontrol se vino abajo. No había forma de contener mis
nervios. No sabía dónde dirigirme; sólo recuerdo que vagué de aquí para allá
hasta darme cuenta de que me hallaba en tu apartamento, hace unos minutos.
Necesitaba hablar con alguien, Prague; sólo quiero aliviar mi torturado cerebro. Se
que puedo confiar en ti, viejo amigo, así que te he contado toda la verdad. Aquí
estoy; puedes hacer lo que prefieras. ¡Ahora que Marjorie no está, la vida ya no
significa nada para mí!
La voz de Bruce se estremeció por la emoción cuando pronunció el nombre de la
mujer a la que amaba. Me incliné sobre la mesa y observé con atención la mirada
del hombre desesperado que se acurrucaba alicaído en el sillón. Me levanté, me
puse el sombrero y el abrigo y me acerqué a Bruce, que sacudía la cabeza, oculta
entre las manos, y profería débiles lamentos.
-¡Bruce!
Malcolm Bruce levantó la vista.
-Bruce, escúchame. ¿Estás seguro de que Marjorie Purdy ha muerto?
-Estoy seguro… -Sus ojos se dilataron ante tal sugerencia y su cuerpo se puso
rígido.
Insistí:
-¿Estás total y absolutamente seguro que las cenizas que contenía el frasco eran
las de Marjorie Purdy?
-¡Pues… yo… las vi, Prague! ¿Adónde quieres ir a parar?
-Entonces no estás totalmente seguro. Viste el sombrero y el abrigo de la mujer
sobre la silla y, en tu estado de ánimo, tomaste una conclusión precipitada.
-Las cenizas tienen que ser las de la mujer desaparecida… El profesor ha
experimentado con ella… y cosas por el estilo. Vamos, seguramente Van Allister
te dijo algo.
-No sé qué pudo decir. ¡Ya te he dicho que me convertí en un loco salvaje!
-Entonces tienes que venir conmigo. Si no ha muerto, tiene que hallarse en algún
rincón de la casa, y si está allí, ¡tenemos que encontrarla!
Ya en la calle, paramos un taxi y en breves instantes el mayordomo nos permitió
entrar en la casa de Van Allister. Bruce abrió el laboratorio con su llave. La puerta
del cuarto de trabajo del profesor aún estaba entornada. Mis ojos barrieron la
habitación reconociendo todos sus rincones. A la izquierda, cerca de la ventana,
había una puerta cerrada. Atravesé la habitación y tiré del manillar, pero ni tan
siquiera se movió.
-¿Adónde da?
-Es sólo una antesala donde el profesor acostumbra a guardar sus aparatos.
-Es igual, hay que abrir esta puerta, insistí, ceñudo. Retrocedí unos pasos y di una
fuerte patada sobre la madera. Después de varios intentos, la cerradura saltó,
dejándonos el paso libre.
Bruce, con un grito inarticulado, atravesó la habitación hasta situarse ante un arca
de caoba. Escogió una de las llaves de su llavero, la metió en la cerradura y abrió
la tapa con manos temblorosas.
-Aquí está, Prague; ¡rápido! ¡Tiene que darle el aire!
Entre los dos llevamos el desmayado cuerpo de la mujer hasta el laboratorio.
Bruce preparó una infusión que hizo resbalar por entre sus labios. Después de
unos momentos, sus ojos comenzaron a abrirse. Miró asombrada el cuarto donde
se hallaba, hasta que reparó en Bruce y sus ojos se iluminaron de repente con la
felicidad de encontrarle allí. Más tarde, después de los primeros intercambios de
palabras, la mujer nos contó todo lo que habla sucedido:
-Cuando Malcolm se fue, al atardecer, el profesor me hizo llamar a su cuarto de
trabajo.
Como me mandaba frecuentemente a hacer algún que otro recado, pensé que
éste era el motivo y cogí el abrigo y el sombrero para ganar tiempo. Cerró la
puerta del pequeño cuarto y, sin previo aviso, me atacó por detrás. Pronto me
dominó y me ató las manos y los pies. Era imposible que nadie me oyese. Como
ya sabes, el laboratorio está totalmente insonorizado. Entonces sacó un mastín
que debía haber atrapado de algún sitio y lo redujo a cenizas delante de mis ojos.
Luego puso las cenizas en un frasco de cristal sobre el taburete que hay en el
laboratorio. Se dirigió a la pequeña antesala y sacó esa especie de ataúd de cristal
del arca que habéis visto. ¡Por lo menos eso parecía a mis aterrados sentidos!
Vertió la suficiente cantidad de ese horrible líquido como para rebosar el
recipiente. Entonces me dijo algo que es lo único que recuerdo. ¡Tenía la intención
de experimentar su compuesto con una persona humana!
Se estremeció ante el recuerdo.
Empezó a ponderar sobre el privilegio que era ser la primera persona en dar su
vida por una causa tan digna. Después, con toda la calma del mundo, me
comunicó que te había elegido a ti como conejillo de indias, ¡y que yo sería la
testigo de su éxito! Me desmayé. El profesor debía tener miedo de que alguien se
enterase, pues lo siguiente que recuerdo es que me desperté dentro del arcón en
donde me habéis encontrado. ¡Era sofocante! Cada vez me costaba más respirar.
Pensaba en ti, Malcolm, en las horas maravillosas y felices que habíamos pasado
juntos los últimos días. ¡No sabía qué haría cuando tú no estuvieses! ¡Rogué,
incluso, que me matara a mí también! Tenía la garganta dolorida y seca; todo
comenzó a oscurecerse. Por fin, desperté para encontrarme a tu lado, Malcolm.
Su voz era un susurro nervioso y ronco.
-¿Dónde está el profesor?
Bruce la llevó en silencio hasta el laboratorio. Ella se estremeció ante la visión del
ataúd de cristal. Todavía en silencio, Bruce se dirigió directamente al recipiente, ¡y,
cogiendo en su mano un puñado de livianas, blancas cenizas, dejó que resbalasen
suavemente entre sus dedos!
Cuentos Satíricos
La sátira es un subgénero lírico que expresa indignación hacia alguien o algo, con
propósito moralizador, lúdico o meramente burlesco.
Se escribe en prosa o verso o alternando ambas formas (sátira menipea).
Normalmente las sátiras se hacían con fines burlescos. Una de las sátiras más
famosas es la que Quevedo le escribió a Góngora burlándose de su nariz
El mono que quiso ser escritor satírico
En la selva vivía una vez un Mono que quiso
ser escritor satírico.
Estudió mucho, pero pronto se dio cuenta de que para ser escritor satírico le
faltaba conocer a la gente y se aplicó a visitar a todos y a ir a los cocteles y a
observarlos por el rabo del ojo mientras estaban distraídos con la copa en la
mano.
Como era de veras gracioso y sus ágiles piruetas entretenían a los otros animales,
en cualquier parte era bien recibido y él perfeccionó el arte de ser mejor recibido
aún.
No había quien no se encantara con su conversación y cuando llegaba era
agasajado con júbilo tanto por las Monas como por los esposos de las Monas y
por los demás habitantes de la Selva, ante los cuales, por contrarios que fueran a
él en política internacional, nacional o doméstica, se mostraba invariablemente
comprensivo; siempre, claro, con el ánimo de investigar a fondo la naturaleza
humana y poder retratarla en sus sátiras.
Así llegó el momento en que entre los animales era el más experto conocedor de
la naturaleza humana, sin que se le escapara nada.
Entonces, un día dijo voy a escribir en contra de los ladrones, y se fijó en la
Urraca, y principió a hacerlo con entusiasmo y gozaba y se reía y se encaramaba
de placer a los árboles por las cosas que se le ocurrían acerca de la Urraca; pero
de repente reflexionó que entre los animales de sociedad que lo agasajaban había
muchas Urracas y especialmente una, y que se iban a ver retratadas en su sátira,
por suave que la escribiera, y desistió de hacerlo.
Después quiso escribir sobre los oportunistas, y puso el ojo en la Serpiente, quien
por diferentes medios -auxiliares en realidad de su arte adulatorio- lograba
siempre conservar, o sustituir, mejorándolos, sus cargos; pero varias Serpientes
amigas suyas, y especialmente una, se sentirían aludidas, y desistió de hacerlo.
Después deseó satirizar a los laboriosos compulsivos y se detuvo en la Abeja, que
trabajaba estúpidamente sin saber para qué ni para quién; pero por miedo de que
sus amigos de este género, y especialmente uno, se ofendieran, terminó
comparándola favorablemente con la Cigarra, que egoísta no hacia más que
cantar y cantar dándoselas de poeta, y desistió de hacerlo.
Después se le ocurrió escribir contra la promiscuidad sexual y enfiló su sátira
contra las Gallinas adúlteras que andaban todo el día inquietas en busca de
Gallitos; pero tantas de éstas lo habían recibido que temió lastimarlas, y desistió
de hacerlo.
Finalmente elaboró una lista completa de las debilidades y los defectos humanos y
no encontró contra quién dirigir sus baterías, pues todos estaban en los amigos
que compartían su mesa y en él mismo.
En ese momento renunció a ser escritor satírico y le empezó a dar por la Mística y
el Amor y esas cosas; pero a raíz de eso, ya se sabe cómo es la gente, todos
dijeron que se había vuelto loco y ya no lo recibieron tan bien ni con tanto gusto.
FIN
Cuento detectivesco
Un cuento policíaco o cuento de detectives es un subgénero literario que agrupa
narraciones breves de hechos ficticios relacionados directamente con criminales y
con la justicia. Generalmente estos cuentos tienen como tema principal la
resolución de un misterio, la persecución de un delincuente o temas similares. El
cuento puede ser blanco o negro; blanco cuando el policía es el que se encarga
de su trabajo y de su búsqueda; negro cuando el detective o el policía se
introducen en el bando contrario para poder atrapar al delincuente.
A partir de un interrogante se desarrolla una historia que se cuenta en un el relato
basado en la narración del proceso de investigación, lo cual permitirá aclarar el
interrogante planteado al comienzo. La resolución del enigma se logra mediante el
examen y observación de los hechos materiales y psicológicos, sobre los que se
sacan conclusiones.
El pandero de piojo (cuento castellano con cariz detectivesco)
Pues esto era un rey que tenía una hija
muy bella y delicada -como todas las hijas
de los reyes, por lo general (en los
cuentos)- a la que quería mucho. Un día,
mientras se peinaba sus largos cabellos, la princesa descubrió un piojo -sí, un
piojo.
-Hete aquí la causa de ese horrible picor que me atormentaba.
El rey, muy digno, él, decidió que aquel piojo debía ser ejemplo para otros que
pudiesen pensar, siquiera, en irse a poner las patas en la melena de su hija, así
que lo metió en una vasija y esperó a que se hiciese muy grande. Entonces, hizo
un pandero con su piel.
-Este mismo piojo que ha querido turbar la paz de mi casa será el que decida cuál
será tu esposo -le dijo a la princesa- Aquel que descubra de qué está hecho el
pandero será tu marido.
Fueron muchos los que pasaron por el palacio para tratar de descubrir de qué
estaba hecho el pandero, los meses pasaban y ninguno lo descubría. Entonces,
un día llegó un viejo anciano de lo más horrible y maloliente y sordo como una
tapia, que tomó el pandero entre sus manos. Así estuvo unos cuantos minutos,
meditando.
-Este viejo sordo nunca adivinará que el pandero está hecho de piel piojo -
murmuró el rey, en el oído de su hija.
Entonces, el pretendiente alzó la vista y esbozó una sonrisa algo desdentada:
-Este pandero está hecho de piel de piojo.
Por mucho que protestó, la princesa tuvo que obedecer a su padre y tomar a aquel
viejo asqueroso y mugriento por esposo.
La noche de las nupcias, la princesa se asomó a la ventana para que no la viera
llorar.
-No estés triste -dijo el marido, con aire compasivo- Yo soy viejo, más aún que tu
padre; nunca llegaré a ser rey. Cuando muera, te casarás con otro joven y guapo y
ya está...
Aquella noche, la princesa hizo un hatillo con algunas de sus cosa y, muy
decidida, ella, se marchó.
Caminó y caminó por caminos de cabras, se recorrió la terrible estepa castellana
de cabo a rabo hasta que, muerta de hambre y de cansancio, se desmayó a un
lado del camino.
Despertó al día siguiente y, saliendo de la rica habitación en la que se encontraba
acostada, llegó a un gran salón.
-Buenas noches -dijo un joven sentado en un gran sillón, ante la chimenea- Me
alegra ver que estás mejor.
-¿Quién eres?
-Soy el rey de estas tierras. ¿Y tú? Tus manos no son de hija de campesino... de
pescadores, tal vez...
-Soy hija del rey de las tierras de allá, a lo lejos.
El rey, sorprendido, le pidió que le contase cómo había llegado hasta tan lejos y de
aquélla guisa. Cuando terminó de contar, el joven se tocó la nariz:
-Ese viejo no es sordo. ¿Cómo pudo, si no, oír tu llanto?
Ella suspiró:
-¿Y eso qué demuestra?
-Elemental, querida princesa: el viejo oyó el comentario de tu padre y no hizo sino
repetirlo. Puede parecer descabellado (es más, lo es), pero puede dar resultado.
Regresaron al día siguiente al reino de la princesa y el joven rey le expuso al rey
su teoría.
-¡Mentira! -exclamó el marido- Yo no oigo ni torta; ni siquiera sé lo que has dicho;
no oigo lo que digo yo en este momento... ¿qué he dicho de algo de cemento?
-No cuela -le informó el rey.
-Tú calla. Te mataré y heredaré tu reino, y luego me cargaré a tu hija, para que no
me estorbe, y luego...
-Claro, claro, hijo, todos te comprendemos. Guardias, ¡encerradle! Y luego haced
llamar a Matías, mi asesor de tortura, para proporcionarle un castigo acorde con
su vileza. Dix!*
El otro rey, el joven guapo, se casó con la princesa -poligamia en estado puro, no
existía el divorcio en las tierras de allá, a lo lejos- y todos fueron felices, menos el
viejo, claro está. Y cogieron el pandero, aquel pandero de piel de piojo tan enorme
y maravilloso, y lo pusieron encima de la chimenea para que todos vieran cómo lo
más pequeño puede dar lugar a una historia.
Sociológico
Un cuento sociológico es una narración breve, que por consiguiente tiene ficción
pero tiene un poco de realidad, los cuentos sociológicos tienen testimonios de la
época en que fueron escritos.
La Oveja (NegraItalo Calvino)
Erase un país donde todos eran ladrones. Por la noche
cada uno de los habitantes salía con una ganzúa y una linterna para ir a saquear
la casa de un vecino. Al regresar al alba, cargado, encontraba su casa desvalijada.
Y todos vivían en concordia y sin daño, porque uno robaba al otro y éste a otro y
así sucesivamente, hasta llegar al último que robaba al primero.
En aquel país el comercio solo se practicaba en forma de embrollo, tanto por parte
del que vendía como del que compraba. El Gobierno era una asociación creada
para delinquir en perjuicio de los súbditos y, por su lado, los súbditos sólo
pensaban en defraudar al gobierno.
La vida transcurría sin tropiezo, y no había ricos ni pobres. Pero he aquí que no se
sabe cómo, apareció en el país un hombre honrado. Por la noche, en vez de salir
con la bolsa y la linterna se quedaba en casa y leía novelas.
Llegaban los ladrones, veían la luz encendida y no subían.
Esto duró un tiempo, después hubo que darle a entender que si el quería vivir sin
hacer nada, no era una buena razón para no dejar hacer a los demás. Cada noche
que pasaba en casa era una familia que no comía al día siguiente.
Frente a estas razones el hombre honrado no podía oponerse. También él
empezó a salir por las noches para regresar al alba, pero no iba a robar. Era
honrado, no había nada que hacer. Iba hasta el puente y se quedaba allí, miraba
pasar el agua. Volvía a casa y la encontraba saqueada.
En menos de una semana el hombre honrado se encontró sin un centavo, sin
tener que comer, con la casa vacía. Pero hasta aquí no había nada que decir,
porque era culpa suya; lo malo era que de ese modo suyo de proceder nacía un
gran desorden. Porque él se dejaba robar todo y entretanto no robaba a nadie.
De modo que siempre había alguien que al regresar al alba encontraba su casa
intacta: la casa que él hubiera debido desvalijar. El hecho es que al cabo de un
tiempo los que no eran robados llegaron a ser más ricos que los otros y no
quisieron seguir robando.
Y por otro lado, los que iban a robar la casa del hombre honrado la encontraban
siempre vacía. De modo que se volvían pobres.
Los que se habían vuelto ricos se acostumbraron a ir también al puente por la
noche, a ver correr el agua. Esto aumentó la confusión, porque hubo muchos otros
que se hicieron ricos y muchos otros que se hicieron pobres. Pero los ricos vieron
que yendo de noche al puente, al cabo de un tiempo, se volvían pobres y
pensaron: "paguemos a los pobres para que vayan a robar por nuestra cuenta".
Se firmaron contratos, se establecieron los salarios, los porcentajes. Naturalmente,
siempre eran ladrones y trataban de engañarse unos a otros. Pero como suele
suceder, los ricos se hacían cada vez más ricos y los pobres cada vez más
pobres.
Había ricos tan ricos que ya no tenían necesidad de robar o de hacer robar para
seguir siendo ricos. Pero si dejaban de robar se volvían pobres, porque los pobres
les robaban.
Entonces pagaron a los más pobres de los pobres para defender de los otros
pobres sus propias casas, y así fue como instituyeron la policía y construyeron las
cárceles.
De esta manera, pocos años después del advenimiento del hombre honrado, ya
no se hablaba de robar o de ser robados, sino sólo de ricos o de pobres; y, sin
embargo, todos seguían siendo ladrones.
Honrado sólo había sido aquel fulano, y no tardó en morirse de hambre.
Conclusión
Como ya sabemos un cuento es una narración breve, oral o escrita, de un suceso
real o imaginario. Aparece en él un reducido número de personajes que participan
en una sola acción con un solo foco temático. Su finalidad es provocar en el lector
una única respuesta emocional. La novela, por el contrario, presenta un mayor
número de personajes, más desarrollados a través de distintas historias
interrelacionadas, y evoca múltiples reacciones emocionales.
La evolución histórica del cuento es más difícil de fijar que la de la mayoría de los
géneros literarios. Originariamente, el cuento es una de las formas más antiguas
de literatura popular de transmisión oral. El término se emplea a menudo para
designar diversos tipos de narraciones breves, como el relato fantástico, el cuento
infantil o el cuento folclórico o tradicional.
Bibliografía
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