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Una descripción introductoria del Confucionismo, abarcando sus orígenes en la historia de Confucio, las bases de su pensamiento visto como filosofía-religión y algunos aportes importantes que ha realizado a la historia de la humanidad.
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Universidad Teológica de América Central, Monseñor Óscar Arnulfo Romero
Curso: Técnicas de Comunicación (BT-003)
Profesora: Gabriela Brizuela Marín
Estudiante: Rodrigo Antonio Montenegro Jiménez
El confucionismo, introducción a una religión oriental milenaria
Justificación
Uno de los pilares que definen actualmente la experiencia religiosa de la humanidad es el
esfuerzo por lograr acercamientos entre las poblaciones de creencias distintas con la
intención de alcanzar objetivos comunes, donde uno de los más importantes es la paz. Este
propósito ha tomado gran fuerza en las últimas décadas especialmente al interno de la
religión cristiana (a través de acercamientos claros entre los representantes de las iglesias
Católica, Ortodoxa y distintas denominaciones evangélicas), pero también ha dado pasos
importantes con el judaísmo y algunas religiones orientales, entre ellas el confucionismo.
Dentro de este enfoque que es acompañado por la interculturalidad, el aprendizaje de las
formas de pensar, las creencias y los valores diferentes a los propios es una herramienta
vital para hacer posible el diálogo y la comprensión de los puntos de vista diversos. Hoy la
Iglesia Católica se vale de estos encuentros interreligiosos para formular una propuesta de
evangelización distinta, que no pretende la colonización ni la destrucción de otras formas de
pensamiento, sino que se introduce en ellas para mostrar las maravillas del amor que Dios le
ha revelado por medio de Cristo. Así, los distintos ministros de la Iglesia debemos estar
preparados para entablar diálogos amenos y profundos con personas cuyos principios de fe
no coincidan con los nuestros; por eso es necesario estudiar otras religiones.
En cuanto al caso particular del confucionismo, debe tenerse presente que su mayor difusión
se da en la población china, y su cantidad de seguidores la convierte en la cuarta población
religiosa más grande del mundo. Con la comunidad china que se expande y amplía sus
relaciones internacionales rápidamente, no cabe duda que el contacto con los creyentes del
confucionismo se vuelve cada vez más posible, y sería negligente de parte de los cristianos
que no nos preparáramos cultural y espiritualmente para lograr una relación positiva con
estos grupos que se acercan a nosotros en busca de nuevos horizontes que les permitan dar
sentido a sus vidas en medio de la migración.
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Desde los puntos mencionados, es evidente que los estudiantes de las diferentes
comunidades religiosas en la Iglesia Católica estamos urgidos de conocer mejor el
confucionismo, porque nuestra opción de vida se orienta también al servicio de ellos,
hermanas y hermanos nuestros que pueden beneficiarse de un acompañamiento compasivo
y tolerante desde el que les sea posible encontrar en sus vidas una persona que les apoya.
Por esta razón considero importante que los estudiantes del presente curso tengamos un
primer acercamiento a la religión oriental que es objeto de esta investigación.
En el marco de esta investigación, al tener como propósito básico que a través de este
trabajo se logre un primer acercamiento al confucionismo, se han planteado los siguientes
objetivos por alcanzar:
Objetivo General
Exponer el origen del confucionismo, así como sus bases fundamentales de pensamiento y
algunos aportes que hizo a la historia de la humanidad.
Objetivos Específicos
1) Detallar la figura histórica del filósofo chino Confucio como iniciador del confucionismo.
2) Explicar las bases fundamentales del pensamiento confucionista.
3) Mencionar algunos aportes del confucionismo a la historia de la humanidad.
Dichos objetivos serán abarcados a partir de una indagación bibliográfica que incluya libros,
artículos de revista y páginas de internet, y la información que se encuentre será clasificada y
contrastada para luego presentarla por medio de tres apartados que abarquen de manera
concisa los objetivos específicos propuestos.
Confucio, el confucionismo y sus aportes a la humanidad
De acuerdo con la Real Academia Española el confucionismo (también llamado
confucianismo) es el: “conjunto de creencias y prácticas religiosas establecidas por Confucio
en China en el siglo VI a. C.” (Real Academia Española [RAE], 2014); por su parte, Weiming
Tu (2015) agrega que más allá de una religión, el confucionismo se considera una forma de
vida que los ciudadanos chinos han seguido por más de dos milenios, la cual sigue siendo la
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esencia en sus aprendizajes, la fuente de sus valores y el código social de China (aunque
también ha influenciado otros países asiáticos como Corea, Japón y Vietnam). En otras
palabras, “confucionismo” es el vocablo occidental que hace referencia a la visión de mundo,
la ética, la ideología política y la tradición educativa de China, y que de acuerdo con los
diferentes autores se considera una filosofía o una religión (cf. ibíd.).
Para el presente trabajo el confucionismo será indistintamente referido como religión y como
filosofía, pero con la salvedad de entender que cuando se le menciona desde la dimensión
religiosa se acepta su mezcla con el principio de comunión con la naturaleza del taoísmo y
los conceptos de vida después de la muerte del budismo, de lo cual se forma la llamada
religión tradicional china (cf. Robinson, 2011). Así, cada vez que se menciona el
confucionismo se trata de una referencia a los aportes específicos realizados por Confucio y
que son indistintamente empleados en la filosofía como en la experiencia espiritual de la
religión tradicional china.
Con el propósito de hacer más asequible la introducción a la corriente filosófica confucionista,
las siguientes líneas se dedicarán a tratar la figura de Confucio y la historia que dio lugar a su
pensamiento como es conocido en la actualidad.
Confucio (conocido en China como K'ung Fu Tzu o “Maestro Kong”)
Existe un consenso entre los distintos investigadores para fijar el año 551 a.C. como el
primero de vida para Confucio, quien habría nacido en el pueblo Tsou, del antiguo estado Lu
(hoy es la provincia Shantung), en China. Esa época está marcada por la dinastía Chou, que
se caracterizó por la práctica de una moral laxa. De hecho, la historia popular siempre
relacionará la decadencia representada por la dinastía Chou con el propósito de la vida para
Confucio, tanto así que una leyenda narra cómo un unicornio trasladaba una tablilla de jade
donde estaba inscrita la profecía que anunciaba su nacimiento con las siguientes palabras:
“Un niño puro como el cristal nacerá para la continuación de la decayente dinastía Chou,
para convertirse en rey sin reino” (Confucius Publishing Co., 2012). Más adelante será claro
que Confucio realmente dedicó su vida a la restauración del orden en China, pero para ello
primero es necesario descubrir los rasgos particulares que caracterizaron los 72 años que
llegó a vivir este gran filósofo, hasta que falleció en el año 479 a.C.
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La vida de Confucio tuvo mucha influencia de los acontecimientos que sucedían a su
alrededor: el siglo VI a.C. fue muy productivo para la dinastía Chou, ya que desde el año
1100 a.C. (cuando tomaron el gobierno de la antigua China) habían logrado avances muy
importantes en política (instauraron la pirámide de poder imperial), en agricultura (inventaron
los sistemas de riego para territorios amplios y los arados tirados por bueyes), en
construcción (mejoraron los métodos para crear carreteras y canales), en economía (fueron
los primeros en implementar un sistema monetario) y en cultura (instauraron el primer
sistema de escritura para su imperio); pero en el ámbito ético había deficiencias muy
importantes, de modo que los beneficios de todos estos logros solo eran percibidos por los
grupos gobernantes y existía una inmensa población sumida en la pobreza. Confucio conoció
de cerca una división social muy profunda y sufrió las dificultades que implicaba tener una
clase gobernante en constantes riñas de poder ya que la corrupción era una práctica muy
común y las relaciones políticas estaban muy marcadas por envidias (cf. ibíd. y Richey, s.f.).
En medio de este ambiente tan problemático, el niño Confucio, quien se dice que era de
descendencia noble aunque de una familia pobre (Confucius Publishing Co., 2012), debió
afrontar a los tres años de vida la muerte de su padre, por lo que su crianza estuvo a cargo
de Yen Chȇng Tsai, su madre, a quién tuvo que ayudar asumiendo diversas labores como
pastor, vaquero, escribiente y contable. Debido a estos sucesos es probable que Confucio en
su juventud tuviera la sensibilidad y percepción de una persona mayor (Richey, s.f.).
La pronta madurez que adquirió Confucio le permitió tomar medidas drásticas desde muy
temprano en su vida, incluyendo una plena consagración al estudio a partir de los 15 años y
la creación de la que podría ser la primera escuela privada de toda China a los 22 años. Él
tenía la convicción de que solo a través del estudio los hombres podrían alcanzar una
igualdad verdadera, y gracias a su constante formación llegó a convertirse en uno de los
hombres más cultos de su época.
Las incesantes dificultades que marcaron el ámbito político en el estado de Lu fueron muy
importantes para el desarrollo del pensamiento confucionista, especialmente aquellas que
afectaron de manera directa al filósofo, como fue el caso de una lucha por el poder que
aconteció cuando este tenía 35 años, y provocó su huida al estado de Chi’i, donde debió
permanecer por los siguientes ocho años. A los 43 años pudo regresar a Lu y se dedicó a
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compilar los textos que más tarde serían llamados “los seis clásicos”: Las Odas, El Libro, El
Libro de Cambio, El Libro de Ritos, El Libro de Música y Los Anales de Primavera y Otoño.
A los cincuenta y un años empezó a ocupar cargos públicos, primero como funcionario jefe
de su ciudad, luego como funcionario de Obras Públicas y por último en el cargo máximo de
Justicia para su estado. Sin embargo, esto no lo hizo conformarse y en respuesta a las faltas
espirituales y morales que veía en sus colegas de oficio decidió marcharse de Lu y vagar por
los siguientes trece años tratando de encontrar un estado donde fuera posible poner en
práctica sus ideales de gobierno. En el año 484 a.C., a sus 68 años y decepcionado por
descubrir que en todas partes gobernaba la ambición y el cinismo, Confucio decidió regresar
a Lu y seguir con su labor en la enseñanza, esta vez con un grupo mucho más amplio de
seguidores que llegó a contar con 3000 estudiantes, de los cuales se destacan por lo menos
72 muy talentosos.
Tan solo cinco años después de su regreso a Lu, Confucio falleció a la edad de 72 años. A
pesar de que sus enseñanzas ya habían logrado llegar a muchas personas, fue gracias a las
transcripciones que hicieron sus discípulos que dichas reflexiones se pudieron extender a
más territorios y perpetuar hasta nuestros días. En un principio no fueron reconocidas por los
gobernantes de China, pero en el año 140 a.C. la filosofía de Confucio fue declarada como la
única oficial del imperio. Su autor fue ensalzado en numerosas ocasiones por emperadores
que le otorgaron títulos póstumos como: “Sabio Supremo y Gran Maestro”, “Gran y Perfecto
Sabio, Rey de la más Sagrada Cultura Esparcida” y “Un Gran Sabio en su Mundo Fatídico y
Maestro Ideal para Miríadas de Años” (Chenglie, 2006, p.213).
Queda en evidencia que la vida de Confucio no fue determinada por elementos místicos ni
tampoco ha sido caracterizada con factores sobrenaturales. De hecho, como dice Ames
(2014): la vida de Confucio puede considerarse como “plana y real”, lo cual ha hecho que a lo
largo de la historia del pueblo chino sus enseñanzas hayan sido más respetadas y seguidas.
La colección de enseñanzas dadas por Confucio a sus discípulos es la que conforma hoy la
estructura del confucionismo, que será sintetizada en el próximo apartado.
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Los principios fundamentales del pensamiento confucionista
Como se ha dicho, el confucionismo se fundamenta en los principios políticos, éticos y
sociales que sostuvo Confucio durante su vida y transmitió a sus diversos seguidores. Al
partir del contexto brindado por la reseña sobre la vida de Confucio en el apartado anterior,
es evidente que los pensamientos de este gran sabio buscaron ser una solución para los
diferentes conflictos en los que se veía inmersa la sociedad China de los siglos VI y V a.C.
(Berling, 1982). La propuesta de Confucio a las problemáticas de su contexto se fundamenta
en lo que él sintetizaría como “la práctica del bien, la sabiduría empírica y las propias
relaciones sociales” (Ruiz, 2013, p.1), aplicándolo en tres ámbitos que serían los pilares
fundamentales para la creación de una sociedad fuerte: la estabilidad social, la filosofía
política y la educación (cf. ibíd., p.2). En otras palabras, como lo plantea Xu (2013): las
enseñanzas de este pensador se traducen en una buena conducta, el buen gobierno del
Estado (ejercido desde la caridad, la justicia y el respeto a la jerarquía), el cuidado de la
tradición, el estudio y la meditación (p.3).
Para Confucio, en el ámbito social es fundamental reconocer que cada individuo tiene un
papel que cumplir y en la correcta toma de las decisiones que le corresponden es donde
puede determinarse a seguir o no ese camino por el cual puede alcanzar su felicidad más
plena (cf. Ruiz, 2013, p.1). Sin embargo, lo más particular de la propuesta de Confucio para
la sociedad es la dinámica del altruismo, a través de la cual propone que cada persona debe
amar a sus semejantes y estar a su servicio (ibíd., p.2). Además, Confucio resaltaba un
conjunto de valores como primordiales para la vida en sociedad: “la tolerancia, la bondad, la
benevolencia, el amor al prójimo y el respeto a los mayores y antepasados” (Xu, 2013, p.3).
El Maestro Kong no tardó en señalar que si se quiere vivir el altruismo desde la sociedad, los
primeros que deben dar el ejemplo son los gobernantes, poniéndose al servicio de la
población, respetando el orden público y sobretodo practicando la virtud, que podría
entenderse en occidente como una forma de simpatía y carisma en el trato con los
pobladores (ibíd., p.2). Estas ideas sintetizan los principios de la filosofía política de Confucio,
quien se preocupaba profundamente por la labor de quienes fungieran cargos de gobierno y
por el estado de las instituciones de gobierno que parecían estar en decadencia para su
tiempo. Según Riegel (2013) los rastros de esta filosofía política se pueden ver en las
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enseñanzas recogidas por los estudiantes del Sabio en el texto Lun Yu o Analectas, en las
cuales recomendaba que el ejercicio del gobierno fuera llevado con autodisciplina, haciendo
lo posible por dar ejemplo a los súbditos y tratarlos en todo momento con amor.
Xu (2013) resalta los siguientes mandatos como el resumen de la doctrina confuciana para
todos los hombres que ejercen cargos de gobierno:
1. Amar al pueblo, renovarlo moralmente y procurarle los medios necesarios para la vida cotidiana.
2. Debe servirse, en primer término y con soberano respeto, a aquel que es el Primer Dominador.
3. Cultivar la virtud personal y procurar sin cesar la perfección.
4. Tanto en la vida privada como en la pública, observar siempre el sendero superior del «Justo Medio».
5. Tener en cuenta las dos clases de inclinación propias del hombre: unas proceden de la carne y son
peligrosas; las otras pertenecen a la razón y son muy sutiles y fáciles de perder.
6. Practicar los deberes de las cinco relaciones sociales.
7. Tener como objetivo final la paz universal y la armonía general. (p.3)
El propósito de dichos mandatos no es que sean acatados únicamente por los líderes
políticos, sino que por medio de que estos los pongan en práctica, la población los tome
como ejemplo y los ejecute voluntariamente, ya que como señala Xu: “La base de la doctrina
confuciana es influir en las costumbres del pueblo” (ibíd.).
Tanto el ámbito social como la filosofía política encontrarían un punto común en el
pensamiento de Confucio, que consistiría en las relaciones sociales donde se ve involucrado
el poder, ya que en ellas también están implicados diversos papeles que apelan a
instituciones políticas importantes para el desarrollo de la sociedad. Estas relaciones son las
que se dan entre el gobernador y sus ministros, el padre y el hijo, el marido y la mujer, el
hermano mayor y el hermano menor, y entre los amigos: en todas ellas la característica
principal es que “el superior está obligado a la protección y el inferior, a la lealtad y el
respeto” (ibíd., p.5).
La otra dimensión que es fundamental para el pensamiento confucionista es la educación,
“ya que en esta se fundamentaba todo el conocimiento, al cual ningún ser humano debería
ser ajeno” (Ruiz, 2013, p.2). En esta estructura el papel de la educación es básico en la
transmisión de los ideales que Confucio deseaba para China, ya que a través de ella este
pensador podía asegurarse de que se diera un conjunto de principios morales asumidos en
todos los niveles de la sociedad, además de fomentar el aprendizaje de ritos, música, tiro con
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arco, conducción de carros, caligrafía y cálculo como las bases para un conocimiento
elemental que mejorara la situación educativa en la que se encontraba la población (ibíd.).
En cuanto al tema educativo es muy importante notar cómo los seguidores de Confucio
rescataron sus enseñanzas en distintos documentos para así poder transmitirlas a las
siguientes generaciones y expandir el espacio geográfico al que podían llegar sus palabras.
De esta manera, además de los seis textos que el mismo Confucio compiló y editó, se
crearon otros cuatro: El Gran Aprendizaje, La Doctrina de los Malos, Las Analectas de
Confucio (ya mencionado anteriormente) y El Mencio (Wertz, s.f.). Para Teiser (2007) esta
transcripción de las lecciones impartidas por Confucio fue primordial para que su
pensamiento fuera estudiado por los intelectuales chinos y de ahí surgiera la intención de
utilizarlos para la organización política y social del pueblo chino en los siglos posteriores.
La sola enseñanza de contenidos no era suficiente para Confucio, por lo que dentro de su
planteamiento educativo le dio un lugar privilegiado al aprendizaje de ritos. Para Confucio,
una sociedad dirigida por medio de leyes cuya violación se traduce en castigos no permite
que los pobladores entiendan realmente las razones para que se les exija un comportamiento
determinado, por lo cual él plantea una enseñanza basada en ritos, donde todas las
personas adquieren la capacidad de interiorizar su papel dentro de la sociedad mucho antes
de actuar, y esto les permite tener un conocimiento claro de cuál es el papel que se espera
que ellos cumplan, y lo siguen para evitar caer en vergüenza frente a otros (Wertz, s.f.).
Al tomar en cuenta todos estos principios y verlos como un planteamiento unificado que
pretende mejorar la organización política, social y educativa del gran territorio chino, se
encuentra la razón principal por la cual muchos autores han preferido ver en el confucionismo
una filosofía más que una religión; Aguilar (2010) lo expone así:
Lejos de la mística y de las creencias religiosas, lo que caracteriza al confucianismo es su sentido
práctico; se trata de un sistema de pensamiento orientado hacia la vida y destinado al perfeccionamiento
de uno mismo. De este modo, el objetivo, en último término, no es la “salvación” sino la sabiduría y el
autoconocimiento. (p.17)
Sin embargo, no cabe duda que la influencia que ha tenido el confucionismo en la
configuración de la sociedad china (y en alguna medida también de las sociedades
vietnamita, coreana y japonesa) le ha llevado a implantar una serie de principios que, luego
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entremezclados con creencias religiosas, dio lugar a una religión bastante coherente en sus
planteamientos, donde no solo se fomenta la búsqueda de un futuro mejor posterior a la vida,
sino que se plantean las bases para tener una realidad actual más sintonizada con las
necesidades de los más vulnerables, ya que siempre tendrán superiores encargados de
protegerles y velar por ellos. Esta podría ser una lección muy importante para otras religiones
que aún existen casi exclusivamente al servicio de una realidad extraterrena (empezando por
el catolicismo, pero abarcando también a casi todas las religiones principales de la
actualidad), lo cual puede llevarnos a pensar en los aportes que ha dado el confucionismo a
la humanidad; para ello se presentará un último apartado.
Aportes del confucionismo a la humanidad
Después de realizar la comparación de las fuentes consultadas, es claro que los estudios
sobre el confucionismo se han limitado principalmente a cuestionarse sobre el papel que ha
jugado esta corriente filosófica en China, y muy pocas veces mencionan su influencia fuera
de ese territorio; aun así, es posible decir que los aportes que ha dado el pensamiento
confucionista a China han sido realmente valiosos para una población que va más allá de sus
fronteras. Sin duda alguna el primero de esos aportes ha sido la estructuración de la
sociedad china, empezando por las recomendaciones para ser un gobernante exitoso, pero
sin olvidar que es la fuente primordial de los valores morales que practican los chinos (Xu,
2013). Pero, los frutos de la herencia intelectual de Confucio van más allá de eso.
No debe pasarse por alto el hecho de que la educación privada en China tuvo sus inicios con
Confucio, y todavía más, la educación en general de este país asiático fue completamente
reformulada gracias a los esfuerzos realizados por él en su momento (ibíd., p.3).
También es importante rescatar que la Escuela Confucionista ha llegado todavía a nuestra
época, y con la reflexión que han realizado a lo largo de más de dos mil años y los esfuerzos
para adaptar sus resultados a los distintos ambientes de nuestro tiempo, más de mil
Institutos y Aulas Confucio se han convertido en pilares fundamentales del intercambio
cultural de China con al menos cien países (ibíd., p.5).
Aunque parezca sorprendente, el pensamiento de Confucio ha seguido consiguiendo
seguidores y ahora no solo en Asia, sino que a través de sus instituciones educativas se ha
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proyectado a nivel mundial. De acuerdo con Robinson (2010) para el año 2009 existían
alrededor de 350 millones de seguidores del confucionismo a nivel mundial (cerca de un 6%
de la población global de ese momento), lo cual puede igualarse con la cantidad de budistas
y de indígenas en el mundo entero. Si tomamos en cuenta los aportes que realizan todas
estas personas en la búsqueda de un ambiente de paz, una organización justa de la
sociedad y una mejora en el ejercicio del gobierno en todos los niveles de las relaciones
humanas, podríamos enumerar muchísimos aportes individuales y colectivos más como
frutos del confucionismo.
Conclusiones
Luego de hacer un breve recorrido por la historia del confucionismo, detallar algunos datos
biográficos de Confucio, sintetizar los principios de su pensamiento y consultar los diversos
aportes del confucionismo a la humanidad, es posible afirmar que se ha dado una
introducción apropiada de esta propuesta filosófica.
Es importante destacar que me preocupa la falta de conocimiento que se tiene a nivel
general en Costa Rica con respecto a este tema, ya que dado lo influyente que ha sido el
pensamiento de Confucio para la configuración de China y otros países asiáticos, en el
intercambio cultural y las diversas relaciones internacionales que han logrado establecer
estos países asiáticos con el nuestro debería considerarse básico el aprendizaje de los
elementos primordiales para comprender a esta cultura que se nos acerca y que hoy se
manifiesta como una de las mayores potencias a nivel mundial.
Además de considerar su importancia en las relaciones internacionales y el intercambio
cultural con China, estimo que este estudio me ha demostrado que también existe mucho
que aprender del confucionismo para otros ámbitos como el religioso y el político en América.
Es cierto que sus raíces se remontan a una cultura significativamente distinta de las que
tenemos en América Latina, pero si realmente deseamos una proyección suficientemente
inclusiva, que intente aprovechar los conocimientos que ha generado la humanidad a lo largo
de su historia en todas sus poblaciones, es necesario abrirse también a la filosofía asiática y
buscar en ella los elementos que puedan aportar a un crecimiento en las distintas
dimensiones de nuestras vidas cotidianas. De lograrlo, considero que se presentaría la
oportunidad para reconocer muchos más aportes del confucionismo a la historia humana.
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