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MODULO I. 1
Taller #1. PRUEBA DIAGNOSTICA AREA DE LENGUA CASTELLANA
GRADO SEXTO 6º. Año lectivo 2021
Docente: Christian Montano L.
Actividades desde el 27 enero hasta 10 de febrero Contenidos: Comprensión de Lectura y producción textual.
Lee el siguiente texto
No Oyes Ladrar A Los Perros
Por:Juan Rulfo
—TÚ QUE VAS allá arriba, Ignacio, dime si no oyes alguna señal de algo
o si ves alguna luz en alguna parte.
—No se ve nada.
—Ya debemos estar cerca.
—Sí, pero no se oye nada.
—Mira bien.
—No se ve nada.
—Pobre de ti, Ignacio.
La sombra larga y negra de los hombres siguió moviéndose de arriba
abajo, trepándose a las piedras, disminuyendo y creciendo según avanzaba
por la orilla del arroyo. Era una sola sombra, tambaleante.
La luna venía saliendo de la tierra, como una llamarada redonda.
—Ya debemos estar llegando a ese pueblo, Ignacio. Tú que llevas las
orejas de fuera, fíjate a ver si no oyes ladrar los perros. Acuérdate que
nos dijeron que Tonaya estaba detrasito del monte. Y desde qué horas que
hemos dejado el monte. Acuérdate, Ignacio.
—Sí, pero no veo rastro de nada.
—Me estoy cansando.
—Bájame.
El viejo se fue reculando hasta encontrarse con el paredón y se
recargó allí, sin soltar la carga de sus hombros. Aunque se le doblaban las
piernas, no quería sentarse, porque después no hubiera podido levantar el
cuerpo de su hijo, al que allá atrás, horas antes, le habían ayudado a
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echárselo a la espalda. Y así lo había traído desde entonces.
—¿Cómo te sientes?
—Mal.
Hablaba poco. Cada vez menos. En ratos parecía dormir. En ratos
parecía tener frío. Temblaba. Sabía cuándo le agarraba a su hijo el temblor
por las sacudidas que le daba, y porque los pies se le encajaban en los ijares
como espuelas. Luego las manos del hijo, que traía trabadas en su pescuezo,
le zarandeaban la cabeza como si fuera una sonaja. Él apretaba los dientes
para no morderse la lengua y cuando acababa aquello le preguntaba:
—¿Te duele mucho?
—Algo —contestaba él.
Primero le había dicho: "Apéame aquí... Déjame aquí... Vete tú solo. Yo
te alcanzaré mañana o en cuanto me reponga un poco." Se lo había dicho
como cincuenta veces. Ahora ni siquiera eso decía. Allí estaba la luna.
Enfrente de ellos. Una luna grande y colorada que les llenaba de luz los ojos
y que estiraba y oscurecía más su sombra sobre la tierra.
—No veo ya por dónde voy —decía él.
Pero nadie le contestaba.
El otro iba allá arriba, todo iluminado por la luna, con su cara
descolorida, sin sangre, reflejando una luz opaca. Y él acá abajo.
—¿Me oíste, Ignacio? Te digo que no veo bien.
Y el otro se quedaba callado.
Siguió caminando, a tropezones. Encogía el cuerpo y luego se
enderezaba para volver a tropezar de nuevo.
—Este no es ningún camino. Nos dijeron que detrás del cerro estaba
Tonaya. Ya hemos pasado el cerro. Y Tonaya no se ve, ni se oye ningún ruido
que nos diga que está cerca. ¿Por qué no quieres decirme qué ves, tú que
vas allá arriba, Ignacio?
—Bájame, padre.
—¿Te sientes mal?
—Sí
—Te llevaré a Tonaya a como dé lugar. Allí encontraré quien te cuide.
Dicen que allí hay un doctor. Yo te llevaré con él. Te he traído cargando
desde hace horas y no te dejaré tirado aquí para que acaben contigo
quienes sean.
Se tambaleó un poco. Dio dos o tres pasos de lado y volvió a
enderezarse.
—Te llevaré a Tonaya.
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—Bájame.
Su voz se hizo quedita, apenas murmurada:
—Quiero acostarme un rato.
—Duérmete allí arriba. Al cabo te llevo bien agarrado.
La luna iba subiendo, casi azul, sobre un cielo claro. La cara del viejo,
mojada en sudor, se llenó de luz. Escondió los ojos para no mirar de frente,
ya que no podía agachar la cabeza agarrotada entre las manos de su hijo.
—Todo esto que hago, no lo hago por usted. Lo hago por su difunta
madre. Porque usted fue su hijo. Por eso lo hago. Ella me reconvendría si yo
lo hubiera dejado tirado allí, donde lo encontré, y no lo hubiera recogido
para llevarlo a que lo curen, como estoy haciéndolo. Es ella la que me da
ánimos, no usted. Comenzando porque a usted no le debo más que puras
dificultades, puras mortificaciones, puras vergüenzas.
Sudaba al hablar. Pero el viento de la noche le secaba el sudor. Y
sobre el sudor seco, volvía a sudar.
—Me derrengaré, pero llegaré con usted a Tonaya, para que le alivien
esas heridas que le han hecho. Y estoy seguro de que, en cuanto se sienta
usted bien, volverá a sus malos pasos. Eso ya no me importa. Con tal que se
vaya lejos, donde yo no vuelva a saber de usted. Con tal de eso... Porque
para mí usted ya no es mi hijo. He maldecido la sangre que usted tiene de
mí. La parte que a mí me tocaba la he maldecido. He dicho: “¡Que se le
pudra en los riñones la sangre que yo le di!” Lo dije desde que supe que
usted andaba trajinando por los caminos, viviendo del robo y matando
gente... Y gente buena. Y si no, allí esta mi compadre Tranquilino. El que lo
bautizó a usted. El que le dio su nombre. A él también le tocó la mala
suerte de encontrarse con usted. Desde entonces dije: “Ese no puede ser
mi hijo.”
—Mira a ver si ya ves algo. O si oyes algo. Tú que puedes hacerlo
desde allá arriba, porque yo me siento sordo.
—No veo nada.
—Peor para ti, Ignacio.
—Tengo sed.
—¡Aguántate! Ya debemos estar cerca. Lo que pasa es que ya es muy
noche y han de haber apagado la luz en el pueblo. Pero al menos debías de
oír si ladran los perros. Haz por oír.
—Dame agua.
—Aquí no hay agua. No hay más que piedras. Aguántate. Y aunque la
hubiera, no te bajaría a tomar agua. Nadie me ayudaría a subirte otra vez y
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yo solo no puedo.
—Tengo mucha sed y mucho sueño.
—Me acuerdo cuando naciste. Así eras entonces.
Despertabas con hambre y comías para volver a dormirte. Y tu madre
te daba agua, porque ya te habías acabado la leche de ella. No tenías
llenadero. Y eras muy rabioso. Nunca pensé que con el tiempo se te fuera a
subir aquella rabia a la cabeza... Pero así fue. Tu madre, que descanse en
paz, quería que te criaras fuerte. Creía que cuando tú crecieras irías a ser
su sostén. No te tuvo más que a ti. El otro hijo que iba a tener la mató. Y tú
la hubieras matado otra vez si ella estuviera viva a estas alturas.
Sintió que el hombre aquel que llevaba sobre sus hombros dejó de
apretar las rodillas y comenzó a soltar los pies, balanceándolo de un lado
para otro. Y le pareció que la cabeza; allá arriba, se sacudía como si
sollozara.
Sobre su cabello sintió que caían gruesas gotas, como de lágrimas.
—¿Lloras, Ignacio? Lo hace llorar a usted el recuerdo de su madre,
¿verdad? Pero nunca hizo usted nada por ella. Nos pagó siempre mal.
Parece que en lugar de cariño, le hubiéramos retacado el cuerpo de maldad.
¿Y ya ve? Ahora lo han herido. ¿Qué pasó con sus amigos? Los mataron a
todos. Pero ellos no tenían a nadie. Ellos bien hubieran podido decir: “No
tenemos a quién darle nuestra lástima”. ¿Pero usted, Ignacio?
Allí estaba ya el pueblo. Vio brillar los tejados bajo la luz de la luna.
Tuvo la impresión de que lo aplastaba el peso de su hijo al sentir que las
corvas se le doblaban en el último esfuerzo. Al llegar al primer tejaván, se
recostó sobre el pretil de la acera y soltó el cuerpo, flojo, como si lo
hubieran descoyuntado.
Destrabó difícilmente los dedos con que su hijo había venido
sosteniéndose de su cuello y, al quedar libre, oyó cómo por todas partes
ladraban los perros.
—¿Y tú no los oías, Ignacio? —dijo—. No me ayudaste ni siquiera con
esta esperanza.
Comprensión de lectura
Responde las siguientes preguntas en tu cuaderno de lengua castellana, y envía las evidencias en el respectivo orden de las preguntas y respuestas.
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1. ¿Por qué el padre carga a Ignacio sobre sus hombros?
2. ¿Por qué el padre no escuchaba el ruido de Tonaya?
3. ¿Por qué el padre despierta el recuerdo de la madre de Ignacio?
4. ¿Qué es lo que el padre siente caer sobre sus hombros?
5. ¿Por qué el padre había maldecido a su hijo?
6. ¿Qué le pasa al hijo en el desenlace del cuento?
7. ¿Qué sentido simbólico tiene la luna en el cuento?
8. ¿Por qué razón el padre niega el agua a Ignacio?
9. ¿Por qué el padre modifica el modo natural en que hablaba a su hijo (el tú por
el usted)?
10. El cuento finaliza con la frase “-¿Y tú no los oías, Ignacio? –dijo-. No me
ayudaste ni siquiera con esta esperanza”. ¿Qué significado podría darse a la frase?
11.¿Cuál es la relación que se da a través de todo el cuento entre padre e hijo?
12.Realiza un resumen del texto anterior. (máximo 15 renglones )
13. Invéntate un cuento con la siguiente imagen, recuerda incluir otros personajes
(mínimo 20 renglones).
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Taller #1. GUIA DE REFUERZO AREA DE LENGUA CASTELLANA
GRADO SEXTO 6º. Año lectivo 2021
Docente: Christian Montano L.
Actividades desde el 12 febrero hasta 26 de febrero
CONTENIDOS: Comprensión de lectura - Elementos textuales - La descripción - Sentido global de un texto. Estructura textual - Clasificación Textual - Elementos de la narración.
¿La verdad la determina cada persona? Por.Cristina Rodríguez Lomba1
En el lejano desierto del Sahara, se encontraban tres ancianos que se conocían
desde la infancia y disfrutaban mucho de su compañìa. Tenían en común que eran
hombres cultos e inteligentes, pero también que los tres eran ciegos de
nacimiento. Afortunadamente, a pesar de no poder ver, en su día a día se
desenvolvían muy bien, pues todavía estaban en buena forma física, sus mentes
funcionaban a pleno rendimiento, podían oler, tocar, escuchar, saborear…
Un precioso día de verano, próximo al año 300 D.C. se reunieron en su lugar
favorito junto al río, se sentaron sobre la hierba, y empezaron a conversar sobre
temas científicos. En medio del interesantísimo coloquio se sobresaltaron al
escuchar el sonido de varias pisadas.
El anciano que tenía la barba blanca se giró, y algo inquieto preguntó en voz alta:
– ¡¿Quién anda ahí?!
Por suerte no era ni un espía ni un asaltante de caminos, sino un viajero que llevaba
a su lado un enorme elefante con una correa al cuello, como si de un perrillo se
tratara.
– Me llamo Kiran, caballeros. Perdonen si les he asustado. Mi elefante y yo
venimos a beber agua fresca y ya nos vamos, que para nada queremos interrumpir
su agradable charla.
Los tres pusieron una cara bastante rara, mezcla de sorpresa y emoción. El segundo
anciano, que tenía barba negra, quiso asegurarse de lo que Kiran había dicho.
1 El título fue modificado para el ajuste pedagógico de esta actividad. Original: “Los tres ancianos y el elefante”. Fuente. https://www.mundoprimaria.com/fabulas-para-ninos/tres-ciegos-elefante
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– ¿He oído bien?… Ha dicho usted… ¿elefante?… ¿Un elefante de verdad?
El desconocido reparó en los bastones tirados en la hierba y se fijó en la mirada
perdida de los tres viejecitos. Fue cuando se dio cuenta de que eran invidentes.
– Sí señor, voy con mi elefante. Es un animal muy grande, pero no se preocupen,
no les hará ningún daño.
El tercer anciano se atusó la barba pelirroja y le confesó:
– Hemos oído hablar de la existencia de esos animales, pero a este pueblo nunca
ha venido ninguno y no sabemos cómo son. ¿Podríamos tocar el suyo para hacernos
una idea del aspecto que tienen?
Kiran se mostró encantado.
– ¡Claro, faltaría más! Es un ser muy pacífico y bonachón. ¡Vengan a acariciarlo,
no tengan miedo!
Los tres amigos se levantaron, dieron unos pasos y extendieron la mano derecha.
El anciano de barba blanca se topó con una de las patas delanteras y durante un
rato la palpó de arriba abajo, cabe resaltar que este anciano, solo se quedó con lo
que había experimentado o palpado.
– ¡Ahora ya sé cómo es un elefante! Es como la columna de un templo, o mejor
dicho, es como el tronco de un árbol: cilíndrico, grande y muy rugoso. Es lo que
he experimentado.
Mientras, la mano del anciano de barba negra había ido a parar a una de las
gigantescas orejas. El animal sintió unas cosquillitas y la sacudió ligeramente hacia
delante y hacia atrás.
– ¡Qué dices, querido amigo, un elefante nada tiene que ver con una columna! Mi
conclusión es que parece un enorme abanico por dos razones muy obvias: primero,
por su forma plana, y segundo, porque al moverse produce un airecillo de lo más
agradable. ¿Es que vosotros no lo notáis?
En ese momento, el anciano de barba pelirroja rozó con la punta de los dedos algo
blando que colgaba de algún lugar mucho más alto que él. Era la trompa del
cuadrúpedo, pero claro, él no lo sabía.
– ¡Pero qué me estáis contando! Por lo que puedo comprobar un elefante es como
una enorme cuerda, Claramente, se trata de un espécimen alargado, flexible y
blandito, como una anguila o una serpiente. Sin duda una forma extraña para un
mamífero, pero en fin… ¡Por todos es sabido que la naturaleza es sorprendente!
El dueño del elefante observaba la escena en silencio y no pudo evitar pensar:
– ‘¡Qué situación tan curiosa!… Los tres ancianos han acariciado al mismo
elefante, pero al hacerlo en partes diferentes de su cuerpo, cada uno de ellos se ha
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hecho una idea totalmente distinta de cómo es en realidad. Para el anciano de barba
blanca, un elefante es como una columna, para el anciano de barba negra, tiene
forma de abanico, y para el anciano de barba pelirroja, es igual a una serpiente.
Ciertamente, todos tienen parte de razón, pero ninguno la verdad completa.
Tras esta reflexión decidió que antes de que le preguntaran a él, lo mejor era irse
cuanto antes.
– Señores, me están esperando en el pueblo y temo que se me haga tarde. Espero
que les haya resultado interesante la experiencia de tocar un elefante. Que
pasen ustedes un buen día. ¡Adiós!
Acompañado de su voluminosa ‘mascota’ Kiran se alejó dejando a los tres amigos
inmersos en una ardiente discusión sobre quién tenía la razón. Una conversación
que, por cierto, duró horas y no sirvió de nada: pues los ancianos fueron incapaces
de ponerse de acuerdo sobre la verdadera forma que tienen los elefantes.
ACTIVIDAD PARA RESOLVER EN EL CUADERNO DE LENGUA CASTELLANA. NOMBRANDO CLARAMENTE EL TALLER #2.
REPASO. NOMBRE DEL ESTUDIANTE, Y NUMERAL DE CADA PREGUNTA.
1. ¿Qué significado tiene el título del texto?
2. Escribe una lista de las palabras que no comprendas.
3. Señala en el texto la idea principal y escríbela en el cuaderno.
4. Señala tres ideas secundarias y escríbelas en el cuaderno.
5. ¿ El título del texto, se corresponde con el contenido de la
narración? Si, NO, Explica el porquè.
6. ¿Quiénes son los personajes, cuál te llamó la atención y por qué?
7. ¿Los personajes son reales o simbólicos? Descríbelos.
8. ¿Dónde y cuándo sucede la acción?
9. Realiza un resumen de la lectura en máximo 15 renglones.
10. Señala la opción que consideres correcta, y explica en tus
palabras porque consideras que es correcta.
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La anterior narración es:
a. Una explicación b. Un cuento c. Una fábula d. Un mito.
11. ¿Quién es el narrador o el que nos cuenta esta historia?
12. ¿Cuál es la enseñanza que nos deja esta historia?
13. Por medio de dibujos, representa el desarrollo de la historia.
La descripción de mi día (A1)
Me llamo María Eneida chocò, y tengo diecinueve años. Nací en la vereda Altamira de Suarez, pero vivo en Timba con mi tia Alicia. Soy estudiante del Sena (Servicio Nacional de Aprendizaje). Me inscribí a un curso técnico en gestión de ventas y administración de empresas. De lunes a viernes me levanto a las siete y media, desayuno, ayudo en los oficios de mi casa hasta las diez de la mañana. Luego voy hasta la tienda de doña Lucia Carabali, ella me vende internet para conectarme a las clases virtuales. Entro a clase, a las diez y salgo a las doce. Al medio día, almuerzo en mi casa y luego veo la televisión. Por la tarde, estudio hasta las cuatro y después me quedo con mis amigas conversando o paseando por el parque, o en la rivera del rio. A nosotras nos gusta mucho el baile y la música, por eso estamos en el grupo de danza de timba, los viernes por la noche practicamos en el salón comunal, o en el polideportivo. Todos los sábados visito a mi familia en Suarez.
1. ¿Cuántos años tiene Marìa? a. 21 b. 17 c. 19 d. 23
2. ¿Dónde vive Marìa? a. Santander de Quilichao b. La balsa c. Timba d. Suarez
3. Marìa Eneida es oriunda de: a. Santander de Quilichao b. La balsa c. Timba d. Suarez
4. Maria estudia en: a. La Universidad b. El Sena c. Un Colegio d. Un Instituto privado
5. Maria no vive con su familia, porque:
a. En la vereda no puede estudiar
b. Su familia no se lo permite c. No le gusta Altamira. d. El texto no lo menciona.
6. ¿Maria Eneida estudiò? a. El bachillerato. b. Medicina c. Técnico en gestión de ventas d. Gastronomía
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7. La lectura corresponde a un tipo de texto: a. Expositivo b. Narrativo c. Descriptivo d. Argumentativo
8. Del texto se puede inferir que. a. Marìa debe trabajar para
poder estudiar. b. Marìa solo se dedica a
estudiar. c. Marìa debe colaborar con
quien vive, para poder estudiar.
d. Marìa solo se dedica a ser feliz.
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