DE MIRANDA, LUIS, Romance elegíaco

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Romance Elegíaco por Luis de Miranda Romance Elegíaco

por Luis de Miranda de Villafaña

Escritor español que nació en Plasencia, aproximadamente en 1500, y falleció hacia 1575. Llegó a Sudamérica con Pedro de Mendoza y se vio envuelto en la política de Paraguay en el bando de Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Tras el encarcelamiento de éste, Fray Luis conspiró para conseguir su liberación, y por ello fue sentenciado a ocho meses de prisión. Romance elegíaco trata de la conquista del Río de la Plata y es uno de los primeros poemas que habla del Paraguay. Su primera obra teatral la escribió en Asunción; se trata de un drama en siete actos titulado Comedia pródiga, en ella combina elementos sacados de la Celestina, con la historia bíblica del hijo pródigo. Más tarde Mujica Láinez va a escribir "El hambre", cuento integrado en Misteriosa Buenos Aires, donde establece una relación intratextual con el Romance.

Año de mil y quinientosque de veinte se decía,cuando fue la gran porfíade Castilla,sin quedar ciudad ni villa,que a todas inficionó,por los malos, digo yo,comuneros, que los buenos caballerosquedaron tan señaladosafirmados y acendradoscomo el oro.Semejante al mal que llorocual fue la comunidadtuvimos otra en verdadsubsecuente:en las partes del poniente,en el Río de la plata.Conquista la más ingrata,a su señordesleal y sin temor,enemiga del marido,que manceba siempre ha sidoque no alabo,cual los principios al caboaquesto ha tenido ciertoque seis maridos ha muertola señora.Y comenzó la traidoratan a ciegas y siniestro,que luego mata al maestroque tenía,Juan Osorio se decíael valiente capitánJuan de Ayolas y Lujány Medrano.Salazar por cuya mano

tanto mal nos sucedió;Dios haya quien lo mandótan sin tientotan sin ley ni fundamento,con tan sobrado temor,con tanta envidia y rencory cobardía.En punto desde aquel día,todo fue de mal en mal,la gente y el generaly capitanes.Trabajos, hambres y afanesnunca nos faltó en la tierray así nos hizo la guerrala cruel.Frontera de San Gabriela do se hizo el asiento,allí fue el enterramientode la armada;cosa jamás no pensada,que cuando no nos catamosde dos mil aun no quedamosen doscientos.Por los malos tratamientosmuchos buenos acabarony otros los indios mataronen un punto. Y lo que más que esto juntonos causó ruina tamaña,fue la hambre más extrañaque se vio.La ración que allí se diode harina y bizcocho,fueron seis onzas u ocho,mal pesadas.Las viandas más usadaseran cardos que buscabany aun estos no los hallabantodas veces.El estiércol y las hecesque algunos no digerían,muchos tristes los comían,que era espanto.Allegó la cosa a tantoque como en Jerusalén,la carne del hombre tambiénla comieron.Las cosas que alli se vieron,no se han visto en escritura.¡Comer la propia asadurade su hermano! ¡Oh, juicio soberanoque notó nuestra avaricia

y vio la recta justiciaque allí obraste!A todos nos derribastela soberbia por tal modoque era nuestra casa y lodotodo uno.Pocos fueron o ningunoque no se viese citado,sentenciado y emplazadode la muerte.Más tullido el que más fuerte,el más sabio más perdido,el más valiente caídoy hambriento.Almas puestas en tormentoen vernos, cierto, a todos.De mil maneras y modosya penando.Unos contillo llorandopor las calles derribados,otro lamentando echadostras los fuegos,del humo y ceniza ciegos,y flacos, descoloridos,otros de desfallecidostartamudos.Otros del todo ya mudosque huelgo echar no podían;así los tristes moríanrabiando.Los que quedaban, gritando,decían: Nuestro Generalha causado aqueste mal,que no ha sabidogobernarse, y ha venidoaquesta necesidad.Causa fue su enfermedad,que, si tuvieramás fuerzas y más pudierano nos viéramos a puntode vernos así tan juntosa la muerte.¡Múdenos tan triste suerte,dando Dios un buen marido,sabio, fuerte y atrevidoa la viuda!