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La pareja. Contratos maritales
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LA PAREJA. CONTRATOS MARITALES
La Pareja.
*Contratos no explicitados.
*Expectativas recíprocas.
* Cambio de roles.
*Modificación del Esquema Conceptual Referencial Operativo.
*Cuando estamos respondiendo a papá y a mamá.
*Cuando a nuestros propios intereses.
Este trabajo tiene la intención de ayudar a los profesionales que deben trabajar con parejas
para que tengan mayores elementos de juicio que faciliten una mejor comprensión de las
problemáticas a tratar y para lograr un diagnóstico más aproximado a la realidad de las personas
que consultan y que necesitan la orientación acertada de un profesional competente. Asimismo
conocer la opinión de expertos especialistas, y hacer una breve reseña de las actuales formas de
parejas que exceden el esquema tradicional y que se van insertando poco a poco en la sociedad
(parejas gay, lesbianas).
Los hombres comparten con otras criaturas los procesos evolutivos del galanteo, el
apareamiento, la construcción del nido, la crianza de los hijos, y la mudanza de la descendencia
para iniciar una vida propia; pero debido a que los seres humanos tienen una organización social
más compleja, los problemas que surgen durante su ciclo vital familiar son los únicos de la
especie.
Una diferencia crucial entre el hombre y todos los demás animales, es que es el único con
parientes políticos. En cada etapa de la vida de la familia humana está involucrada la familia
extensa; mientras que en las otras especies hay discontinuidad entre las generaciones. Por lo
tanto, el matrimonio no es meramente la unión de dos personas, sino la conjunción de dos familias
que ejercen su influencia y crean una compleja red de subsistemas.
En la mayoría de las culturas las ceremonias que rodean al nacimiento, la pubertad, el
matrimonio y la muerte son protegidas, como algo crucial para la estabilidad de la vida. Aunque el
acto simbólico del matrimonio tiene un significado distinto para cada uno, es ante todo un acuerdo
de que la joven pareja se compromete mutuamente de por vida. Cuando la pareja casada
comienza a convivir debe elaborar una cantidad de acuerdos necesarios para cualquier par de
personas que viven en íntima asociación. Deben acordar nuevas maneras de manejarse con sus
familias de origen, sus pares, los aspectos prácticos de la vida en común y las diferencias sutiles y
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gruesas que existen entre ellos como individuos. La joven pareja también debe diseñar modos de
encarar los desacuerdos. La mayoría de las decisiones están influídas no sólo por lo que cada uno
aprendió en su respectiva familia sino también por las intrincadas alianzas con los padres, que
constituyen un aspecto inevitable del matrimonio. Como dice J. Haley el arte del matrimonio incluye
el que la independencia se alcance mientras se conserva la involucración emocional con los
respectivos parientes. Asimismo los valores culturales, insiden en las decisiones que tienen que
ver con la forma en que se resuelven las distintas situaciones. Un elemento importante en la
sociedad occidental del siglo XX es el criterio de individualidad y el valor amor como fuente para
resolver problemas. Esto llevó a muchos jóvenes - y por que no también a los adultos - a
considerar al matrimonio como fuente de toda gratificación, sin por supuesto trabajar todas las
dificultades que es necesario sortear para vivir bien. Esto crea una cantidad de expectativas y de
exigencias puestas en el otro que por cierto no siempre son fáciles de satisfacer, pues la
convivencia significa esfuerzos y renunciamientos. La convivencia es un trabajo, y como tal debe
ser cumplido con responsabilidad.
Asimismo la creencia era que el matrimonio sólo afectaba a una pareja, un joven y una
joven; pero no es así ya que cuando se realiza un matrimonio hay dos familias comprometidas o
sea que son más de dos personas las involucradas. Deseos, gustos, expectativas se multiplican y
entrecruzan en función de la cantidad de gente que participa de este acontecimiento.
La pareja es un sistema de dos, es punto de llegada y confluencia de familias anteriores y a
su vez punto de partida de una nueva familia. La pareja es una condición necesaria pero no
suficiente para constituir una familia. Una pareja recién casada establece una identidad nueva y
única, pero dentro de líneas generales que traen con ellos cada uno de sus miembros de sus
experiencias anteriores en sus familias de origen.
Por otra parte Minuchin habla del concepto de “inversión del matrimonio”, tiene que ver con
aquello que los miembros de la pareja se ven obligados a resignar o a abandonar en función del
matrimonio, luego es lógico pensar que cuando es demasiado lo que se invierte, es tanto lo que se
va a pretender de esa relación que son altas las posibilidades de frustración.
Definir hoy a la familia no es fácil. La definición clásica ya no alcanza. La Lic. Irene
Loyácono, la define así: “una familia desde el punto de vista funcional, es toda asociación duradera
por vínculos afectivos y económicos que incluya una pareja o adulto en función parental y menores
a su cargo, y donde rija el tabú del incesto (es decir que están reguladas con mandatos y
prohibiciones las relaciones sexuales)”.
La nueva pareja debe crear sus propias normas de funcionamiento, debe lograr acuerdos
que a veces son difíciles de obtener debido a que hay aspectos de la formación, de la educación
que están muy arraigados y que cada uno los vive como indiscutibles.
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Existen dos tipos de acuerdo: unos están dados dentro del marco de normas de cada
sociedad y otros son creados por cada pareja.
Parte de la comunicación íntima se apoya en sobreentendidos: el “dar por supuesto que el
otro lo sabe”. El deslizamiento del sobreentendido al malentendido es moneda corriente en las
relaciones de pareja.
El contrato es individual, afirma Sager, “cada integrante de la pareja actúa como si su
propio programa matrimonial fuera un pacto concluído y firmado por ambos; cada cual piensa en
su propio contrato, aunque llegue a desconocer partes de él”. Agrega luego: “Así pues no son
verdaderos contratos sino dos conjuntos diferentes de deseos, expectativas y obligaciones. Cada
miembro de la pareja cree que recibirá lo que quiere, a cambio de lo que él le dará al otro. El
individuo actúa como si hubiera un contrato real a cuyo cumplimiento estuviese obligado. Cuando
no se cumple es como si se hubiere quebrantado el contrato real. Esto ocurre sobre todo cuando
creen que han respetado sus obligaciones”. Los que trabajamos con parejas en proceso de
divorcio, sabemos que el concepto de Sager, se confirma permanentemente en la consulta: hay
momentos en que mientras uno de los integrantes habla de lo que esperaba del otro y detalla “su
parte del contrato”, vemos como el otro lo mira con asombro y desconcierto, incluso en muchos
casos llegan a explicitar que es la primera información que tienen de las expectativas del otro.
Esto hace que sea muy difícil buscar acuerdos más objetivos, pues cada uno cabalga en su
propio proyecto y nunca trata de confrontarlo con el otro. Remontar esta sucesión de malos
entendidos no es tarea fácil, pero yo diría que es indispensable para ubicarse en la realidad de
cada uno y para poder medir el nivel de desilusión y frustración que produce que no se cumplan
las fantasías. Por otra parte es necesario tener presente lo que dice Alberto González: el
concepto de contrato implica necesariamente la definición de la relación.
El encuentro entre dos personas puede ser casual, continúa Alberto Gónzalez, la elección
de pareja puede responder al fenómeno de la fascinación e ilusión, pero la continuidad en el
tiempo exige para su comprensión explicaciones de un mayor nivel de complejidad. La
interdependencia en el tiempo, además de las convenciones culturales y los mandatos familiares,
sólo pueden explicarse si exploramos el sentido de anclaje y proyecto recíproco que tiene en
ambos participantes.
La relación de pareja es un lento proceso, en el que al afianzarse la relación, se va
diferenciando de su familia de origen, “tengo la ayuda del otro” y con esa complicidad voy
superando ese difícil proceso. En los casos de familias muy conflictuadas, es vivido como la peor
traición a su familia de origen.
El terapeuta individual clásico y el terapeuta familiar común de nuestra época reafirman el
mito cultural de la civilización occidental cuando manejan el área de relaciones intergeneracionales
dentro de la familia de origen, como si se trataran de sistemas cerrados. La habitual práctica
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profesional de relegar las relaciones con la familia de origen al rol de un simple “repaso histórico”
impide que se las tome en cuenta como elemento de estrategias terapéuticas activas. La terapia
dialéctica intergeneracional, en cambio enfoca esta dinámica de relaciones verticales como la
más importante fuente de recursos para planificar una estrategia terapéutica.
El terapeuta intergeneracional experimentado sabe que el matrimonio, como tal, es una
estructura relacional considerablemente más vulnerable que las relaciones intergeneracionales; en
consecuencia, una de sus principales inquietudes consiste en acrecentar las posibilidades de
matrimonio o de relaciones con pares, al liberarlas de las oscuras sombras de los estancamientos
intergeneracionales.
Por otra parte, Carlos Sluzki plantea un punto muy interesante a tener en cuenta en los
conflictos de pareja y en el abordaje de las entrevistas: “La mitología que lleva a la pareja a la
consulta es la recuperación del pasado, como si lo hubiera, o sino, es el fracaso”. La nueva
situación no es una función del pasado, es una función de los múltiples elementos de azar que
ocurren en el momento y que queriendo un cambio no puede prever la dirección de la terapia.
Asimismo es importante definir los problemas de la pareja como evolución y no como fracaso.
Lic. María Esther De Palma*
* Licenciada en Servicio Social. Terapeuta Familiar. Especializada en pareja y divorcio. Miembro de Comisión
Directiva de SATF. Integrante del Depto. de Asistencia. Coordinadora del Programa de Pasantías. Co-
coordinadora del Entrenamiento Clínico.
Bibliografia.
Alberto González. Clínica del cambio. Nadir Editores.
Carlos Sluzki. Parámetros para pensar en terapia de pareja. Soc. Arg. de Terapia Familiar.
Salvador Minuchin y H. Charles Fishman. Terapia de Familia. Ediciones Paidós.
Alfredo Canevaro. Apuntes para una filosofía terapeútica del grupo familiar. Revista de Terapia
Familiar Nº3. Año 1979. Soc. Arg. de Terapia Familiar.
J. Haley. Terapias no convencionales.
Ivan Boszormenyi-Nagy. Visión Dialéctica de la Terapia Familiar Intergeneracional. Revista de
Terapia Familiar Nº2. Año 1978.
Boszomenyi – Nagy. Lealtades invisibles
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