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7/26/2019 Debate en Torno a ARTIGAS 1884
1/31
Este documento est disponible para su consulta y descarga en
Memoria Acadmica,el repositorio institucional de la Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educacin de la Universidad
Nacional de La Plata, que procura la reunin, el registro, la difusin yla preservacin de la produccin cientfico-acadmica dita e indita
de los miembros de su comunidad acadmica. Para ms informacin,
visite el sitio
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Esta iniciativa est a cargo de BIBHUMA, la Biblioteca de la Facultad,
que lleva adelante las tareas de gestin y coordinacin para la concre-
cin de los objetivos planteados. Para ms informacin, visite el sitio
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http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcode.
2004, no. 4, p. 187-216
Sansn, Toms
Anuario del Instituto de Historia Argentina
Cita sugerida
Sansn, T. (2004) Un debate rioplatense sobre Jos Artigas (1884).[En lnea] Anuario del Instituto de Historia Argentina, 4. Disponibleen:http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.3254/pr.3254.pdf
Un debate rioplatensesobre Jos Artigas (1884)
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar/http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcodehttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcodehttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcodehttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcodehttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/http://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/7/26/2019 Debate en Torno a ARTIGAS 1884
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UN
DEBATE RIOPLATENSE SOBRE OS ARTIGAS (1884)
Toms Sansn
1
Santos
y
la comolidacin de
una
episteme
eponimizadora
n 1884 tuvo lugar una polmica internacional
en
torno a la figura de Artigas.
Se vehiculiz por medio de dos rganos de prensa: La
Razn
de Montevideo y el
Sud
Amrica de Buenos Aires.
El gobierno d Mximo Santos dispuso importantes honores a
la
memoria de Artigas
previstos para setiembre de 1884'. En realidad, desde 1883
se
haba iniciado un fuerte mo-
vimiento en pro de oficializar la reivindicacin que en el mbiro historiogrfico
ya
tena
antecedentes.
Ese
ao
fue
votada una ley decretando la ereccin de una estatua ecuestre
en bronce a
la
memoria de Artigas que
se
erigira en el centro de
la Plaza
Independencia.
El Poder Ejecutivo debera convocar
un
concurso a los efectos de seleccionar el boceto o
plano para inmortalizar al caudillo. Esta medida se concretara recin en 1923.
El 23 de setiembre de 1884 fue declarado da de duelo nacional. Por decreto del
18 de setiembre
el
Poder Ejecutivo determin la realizacin de
un
solemne funeral
en
la Catedral
al
que deberan asistir todas las jerarquas de gobierno, posteriormente ha-
bra una procesin cvica para llevar hasta el cementerio central los restos de Artigas.
Se
tributaran honores militares, la bandera sera colocada a media asta y los jefes po-
lticos de todos los departamentos dispondran
la
celebracin de
una
misa.
La prensa uruguaya difundi la iniciativa gubernativa
y
de forma unnime, adhi-
ri a los actos. Representantes de los principales diarios montevideanos La
Tribuna
Popular
La Razn El Nacional El
Siglo
El
Bien
Pblico
El Diario El
Negro Timoteo
La Nacin La Ilustracin Uruguaya
El
Ferrocarril
El Diario
Oficial
El
Partido
Colo
rado-
acordaron homenajear a Artigas colocando una corona
en la
catedral la noche
1 a documentacin relativa a los honores
oficiales
puede consultarSe
en el
Apndice de RAMfREZ, Carlos
Ma. Artigas. en Cokccin e Clsicos Uruguayos. Montevideo, Biblioteca
Artigas
1953, vol.
1
pp. 418
y ss.
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3/31
188
Anuario del Instituto
de
Historia Argentina N 4
del 22 de setiembre con la siguiente inscripcin:
"A
la memoria del general Artigas,
la prensa nacional de Montevideo '.
Los
actos proyectados tuvieron amplia difusin dentro y fuera de fronteras.
En un artculo de
La Razn
exaltando
la
figura del caudillo y congratulndose
por los honores pblicamente tributados, Carlos Ma. Ramrez. adverta:
"(oo.) no debemos ignorar que la opinin preponderante hoy en
la
Repblica
Argentina
es
radicalmente hostil a la memoria del Jefe de los orientales, y que
all sern juzgados con severidad los honores a ella tributados. Es dolorosa y a
la
vez injustificada esta disidencia histrica de
las
dos repblicas del Plata 3.
y tena razn, las celebraciones anunciadas provocaron un encendido artculo en
el Sud Amrica
de Buenos Aires criticndolas duramente. Esta actitud gener la res
puesta de Carlos Ma. Ramrez desde
las
pginas de
La Razn.
Comenz una polmi
ca que dur tres meses (setiembre, octubre y noviembre).
l
La autora de
los
artculos
Las contribuciones de La Razn estn publicadas bajo
la
responsabilidad de Car
los Ma. Ramrez quien asumi, una
vez
ms, la defensa del caudillo.
Cont,
como es
t ampliamente probado, con
el
respaldo heurstico y hermenutico de Clemente Fre
geiro\ oriental residente
en
Buenos Aires quien posea una importante colec
cin -como se deca en la poca- de bibliografa y documentos; adems tena acceso
a los principales repositorios pblicos y privados de esa ciudad. Podra tratarse de una
verdadera coautora reflejada -ms all de las confesiones pblicas realizadas repetidas
2 Cf. Acta de la prensa de Montel ideo en el trigsimo cuarto aniversario de /o muate de Artigas en Ibd
.
, pp.
422-423.
3 RAMREZ, Carlos M., Artigas. En el trigsimo cuarto aniversario de su muerte en La &tzn, Montevideo,
23
de
setiembre
de
1884. en ibid.,
p.
9.
4 Este es un tema totalmente probado, no solo por e testimonio
de
propio Fregeiro, que surge de lo que
sigue en e texto, sino por cartas
de
Rarnrez como la siguiente dirigida a Fregeiro )' fechada e 8
de
octu
bre de 1884 en pleno desarrollo de
la
polmica: "Cree Ud.
que
debemos
continuarla de
cOIlciencia?"(citada
en ARDAO, Ma. Julia - CAPIUAS DE CASTELLANOS, Aurora, Bibliografla de Artigas, Montevideo,
Comisin Nacional del Archivo Artigas, 1953, t. r
p.
147).
Esta contrarrplica y la relativa a las invasiones inglesas pertenecen a un ilustrado compatriota cuyo nom
bre no estamos autorizados a revelar. Tambin le debemos algunas de las ms importantes referencias de
otras contrarrplicas (correspondiente a la contrarrplica RAMlREZ, C. Ma., El contrabando colonial )'
Artigas, en Artigas, o, cit., nora de
p.
183).
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Toms Sansn 189
veces por Fregeiro y Ramrez- en
la
solidez, extensin y erudicin de los textos. La
pluma de Ramrez se identifica fcilmente en la forma de los mismos, pero n su
es-
ptiru emerge
un
numen cuya configuracin no
es
precisamente fantasmal: posee un
aura muy fuerte que trasunta claramente en la intertextualidad.
Ms difcil
es
identificar al articulista annimo que abri
el
fuego desde Buenos
Aires. Una versin correspondiente a Clemente Fregeiro asigna la misma a Lucio Vi
cente Lpez. Para desentrai.ar este enigma tenemos una pista interesante surgida de
una serie de cartas intercambiadas por Clemente Fregeiro, Setembrino Pereda y Luis
Melin Lafinur en
1916'. El
siguiente fragmento redactado por Fregeiro tiene una
importancia capital pues arroja luz sobre los autores que polemizaron en
1884:
Desde la polmica a travs del Plata que trab Carlos Mara Ramrez con Lu
cio Vicente Lpez, a mi indicacin y con mi colaboracin, pudo ya orientar
se bien el perodo de una crtica histrica que no han superado los que des
pus
se
ocuparon del mismo asunto
6.
La
confesin de Fregeiro es importante en cuanto podra considerrselo, en cierta
medida, coautor del Artigas pues facilit los materiales de base a Ramrez y sin dudas,
criterios interpretativos firmes para responder
los
cargos formulados desde Buenos Aires.
A pesar de la rotundidad de la
afirmacin,
el
analista no puede concluir de mane
ra
tajante que Lucio Vicente Lpez fuera el Annimo del ud Amrica
La
carta de
Fregeiro fue publicada, por
el
Diario
del
Plata
y motiv a Luis Melin Lafinur a reali
zar algunas puntualizaciones. La misiva de Melin, publicada n
el
mismo medio de
prensa
el
4 de agosto, permite reconstruir
el
origen de
la
polmica.
Fregeiro le inform a Ramrez
la
aparicin de un artculo comentando y critican
do
la
iniciativa de Mximo Santos de rendir homenajes a Artigas. Ramrez -siempre
si-
guiendo
la
versin de Melin- se habra negado en primera instancia porque no
se
sen
ta preparado para una polmica de tal envergadura. Fregeiro insisti prometindole to
do el apoyo necesario. Ramrez habra aceptado en virtud de esta ayuda proveniente de
un
historiador tan calificado. Fregeiro cumpli: cada nuevo artculo que
le
enviaba a Ra
mrez iba acompaado de notas, comentarios y documentacin para que ste utilizara
en
la
inmediata respuesta que, en virtud de
los
tiempos periodsticos , deba realizar'.
5 Publicadas
p o s t r i o r m ~ n t
bajo
el
ttulo Cuestiones histricas. Cartas
e
los
seores
Clemente L
Fregeiro y Luis
Melidn Lafinur en la
Revista
del Instituto
Histrico
y Geogrdfico del
Uruguay
Montevideo, 1926, t. V nro. 1.
6 Carta de Clemente Fregeiro a Setembrino Pereda, Buenos Aires, 25 de julio de 1916, en ibid., p. 284.
7 Cf.
l
respecto arta de Luis Melin Lafinur a Clemente Fregeiro, Montevideo, 4 de agosto de 1916, en
ibid., p. 285-287.
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19
Anuario del Instituto de Historia Argentina
4
En Montevideo circul la noticia de que Lucio Vicente Lpez podra ser
el
respon
sable de los ataque a Artigas. Este, que era amigo de Melin desde la infancia, se lo ne
g personalmente, pero, en su origen, el rumor
fue
muy fuerte y se hizo creble pues
todava en 1916 se mantena la tradicin que asignaba a Lpez la misteriosa autora.
El mismo Lpez manifest desde las columnas del SudAmrica que l no sostena po
lmica alguna con Ramrez. S intervino cuando se publicaton en Montevideo los ar
tculos en forma de libro bajo el ttulo Artigas En esa ocasin critic duramente los di
chos de Ramrez, pero esta vez
se
identific, Ramrez y Fregeiro no respondieron.
Rpidamente Fregeiro contest a Melin. No
se
retracta de su posicin y sostiene
que cuenta con
el
testimonio de personas de reconocida capacidad intelectual y pro
bidad como Andrs Lamas, Paul Groussac y Daniel Muoz, amigos y/o colaborado
res de L.V Lpez en distintos momentos de su vida, en
el
sentido de ser ste el arti
culista del Sud
Amrica
Deja flotando la posibilidad de que Vicente Fidel Lpez, pa
dre de Lucio, lo hubiera asesorado directamente. Fregeiro atribuye la pblica negati
va
de Lpez, que Melin cita, a
un
recurso estratgico del autor esperando que Ram
rez finalizara
la
polmica ofendido
por
desconocer
la
identidad del adversario .
Entre los datos aportados por Fregeiro surge otro personaje importante, Andrs
Lamas, quien le habra ofrecido sus materiales para auxiliar a Ramrcz.
Como
puede
apreciarse, los ecos y los participantes de la polmica fueron muchos.
El mundo
cul
tural rioplatense, en especial
el
historiogrfico, parece haber estado pendiente de
las
rplicas y contrrarplicas que cotidianamente surcaban
el
ro.
Tal vez nunca se llegue a conocer con certidumbre
la
paternidad de los artculos del
Sud
Amrica
-pues lo nico que da como prueba Fregeiro son los testimonios de desta
cados intelectuales, carece de un autgrafo de Lucio Vicente Lpez como para certifi
car de manera incuestionables su autora-, pero esto no impide valorarlos altamente en
el
sentido de poseer una autora colectiva , de representar, en este sentido,
la
opinin
de
la
mayora de
los
historiadores argentinos de
ese
momento sobre Jos Artigas.
Hay
un
dato objetivo que puede avalar
la
tesis de
la
autora de
los?)
Lpez: los ar
tculos del Sud
Amrica
apelan a
un
nmero muy fragmentario y discutible de fuentes
el General Miller, Cavia y el Viejo Oriental - para avalar sus asertos, pero a un solo
historiador de fuste: Vicente Fidel Lpez. Resulta muy significativo que no
se apelara,
por ejemplo, a Mitre, otro antiartiguista confeso. En cuanto a una posible compara-
8 Cf. al respecto carta de Clemente Fregeiro a Luis Melin Lafinur. Buenos Aires. 16 de agosto de 1916.
en bid
pp. 289-293.
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Toms Samn
191
cin estilstica corno' recurso para conocer
la
autora, considerarnos que sera muy
arriesgado tentar conclusiones pues, tanto la brevedad corno
el
tono irnico del an
nimo evidencian
un
propsito explcito por desfigurar
los
trazos caracter;sticos de una
pluma. Lucio o Vicente? CreernoS slo creemos- que Lucio y Vicente,
es
decir, una
autora compartida en la que el hijo sera
la
pluma y
el
padre del
numen
inspirador.
lf Significacin y trascedencia
historiogrdfica
del
debate
Esta polmica fue muy importante en su poca
y
posiblemente, tuvo mayor tras
cendencia que la anterior entre Ramrez y Serra, en virtud de su carcter internacional.
Moviliz a varios historiadores y aficionados a la historia que intervinieron lateralmen
te brindando sus puntos de vista en Montevideo son de destacar' los aportes de Isido
ro
de Mara en
El
Ferro Carril,
]uanSarbosa
en
El
Bien
Pblico,
y
un
autor annimo
en
El
Diario -,
pero tambin interes al pblico que
la
sigui a travs de
la
prensa.
Prueba del inters popular -con todas las salvedades que este trmino merece en
el Uruguay de 1884- por la temtica en discusin fue la publicacin de los artculos
en forma de libro bajo el sencillo y elocuente ttulo
Artigas
en diciembre del mismo
ao, as como
las
posteriores ediciones que tuvo. Resulta muy clara
la dvertencia
de
Ramrez a la segunda edicin
1
de enero de 1897):
Este libro, resultado de una improvisacin, ha tenido buena fortuna. La pri
mera edicin
se
agot rpidamente, y hoy cuantos ejemplares adquieren los li
breros se venden a subido precio.
Muchas personas me han indicado
la
conveniencia de imprimir una segunda edi
cin que por su baratura est al alcance de todos. Difiero a esa indicacin, sin ni
mo de lucro. Cada volumen, que en
la
primera edicin vala dos pesos, y hoy s
lo
puede comprarse por el doble o
el
triple, valdr en esta edicin popular cuaren
ta centsimos 10.
Si bien no hay indicaciones del nmero de ejemplares vendidos, resulta muy su
gestivo, que trece aos despus todava hubiera tanto inters en el libro corno para
ameritar su reimpresin. Incluso, en 1916, a treinta y dos aos de la polmica,
se
hi
zo una tercera edicin.
9 Cf. ARDAO-CASTELLANOS. o.
cit
t. l.
p.
147.
10
RAM1REZ. C.M
o.
cit
p.
3.
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7/31
192
Anuario del
n s ~ ;
aistoria Argentina N 4
Paulatinamente
el
libro
se
transform por antigedad solidez - en una de
las
piezas fundamentales del sociolecto encrtico pues parametr
la
entronizacin
yepo-
nimizacin de Artigas. En 1950, dos discpulas dilectas de Pivel como Ma. Julia Ar
dao
y
Aurora Capillas de Castellanos, decan del mismo:
Por
la
brillantez y agilidad del estilo, por
la
eficacia de
la
argumentacin que ha
cen de este libro un modelo en l gnero de la historia polmica, el 'Artigas' de
Carlos Mara Ramrez, obra
clsica
en
la
bibliografa artiguista, ser siempre le
do con la emocin que comunican sus pginas escritas con fervor patritico .
La observacin no es menor, coincide con un clima de efervescencia artiguista ge
nerado en el marco de las celebraciones del centenario de su muerte (1950). Tres aos
despus apareci el primer volumen de la
Coleccin
de Cldsicos Uruguayos en
el
cual
se
reedit
la
polmica.
E ~ t a
distincin termin de consagrarlo, a
c.
Ma. Ramrez, en
el
canon de los autores de culto.
Nuestro anlisis estar centrado precisamente en esta obra que incluye los artcu
los del Sud
Amrica.
11/.
Contenido
y estructura del
Artigas
Es
necesario realizar algunas consideraciones sobre su peculiar estructura a
los
efectos de comprender tanto la naturaleza del debate, como el espritu de Ramrez al
organizar los artculos e incluir algunos aportes originales que, en primera instancia,
no figuraron entre los materiales objeto de disputa:
l. Una
Introduccin
de
la
primera
edicin
en la que
se
establece el criterio de la pu
blicacin.
2. El artculo
Artigas.
En el trigsimo
cuarto aniversario
de
su
muerte publicado en a
Razn
el 23 de setiembre de 1884.
3. a
Primera
parte titulada
Rectificaciones
que incluye
el
artculo
Apoteosis de
un
bandolero
del Sud
Amrica
con
el
que
se
abri la polmica;
y
a largusima rpli
ca de Ramrez.
4.
a
Segunda parte bajo
el
epgrafe Rplicas y contrarrplicas que incluye cantidad
de artculos de los dos diarios donde se discuten con mucha brevedad distintos
puntos emergentes de los opsculos iniciales.
11 ARDAO-CASTELLANOS. o.
cit . t.
l.
p
149.
7/26/2019 Debate en Torno a ARTIGAS 1884
8/31
Tomds
Sansn
193
5. Una
Conclusin
titulada
Elostracismo,
la
muertey
la rehabilitacin de Artigas.
6. Un Apndice en e cual Ramrez inserta una serie de documentos que cree tiles
para atacar
la
leyenda negra, y
los
textos oficiales que determinaron
la
realizacin
de los actos de homenaje en 1883.
Los artculos estn continentados en una obra coherente, con pretensiones de so
lidez. Pretende ensalzar la figura de prcer, y enriquecer e conocimiento de su vida
y pensamiento. Ramrez indica e criterio de edicin: .
"Inserto en
este
libro los artculos de 'Sud Amrica', como prenda de lealtad en
mis sistema de discusin. Slo he introducido en mis propios artculos ligersimas
modificaciones de lenguaje, y esto mismo sin tocar aquellos puntos especialmen
te discutidos por e diario bonaerense. El texto primitivo, sin embargo, est ilus
trado con numerosas notas, y e
largo
captulo
final es
completamente indito"
IZ
a primera parte incluye dos artculos, e que abri fuego desde Buenos Aires ti
tulado Apoteosis de
un bandolero,
y la larga respuesta de Ramrez: Un
debate histrico
sobre Artigas a travs del Plata, que incluye a aqul. La segunda es la ms dinmica en
cuanto presenta las rplicas y contrarrplicas en torno a los ms variados asuntos.
El inventario de los temas debatidos
es
amplio y recoge, en su mayora, los
tratados en oportunidad de la polmica con Berra
lJ
:
Artigas como bandolero, sus
crueldades, escasos mritos
en
la batalla de las Piedras, montaraz durante las in
vasiones inglesas, traidor a la patria
-es
decir a Buenos Aires-, el xodo, los pri
sioneros de Purificacin. Ta,mbin aparecen u e ~ t i o n e s qu ocuparon mucho es
pacio en e Juicio crtico
14
Yen los Estudios histricos 15 como la hegemona de
Artigas en las provincias del litoral, o e pape de las autoridades porteas
en
la
invasin portuguesa pero, en virtud de su agudo y profundo tratamiento en las
obras mencionadas, en esta se los refiere de manera sumaria y presuponiendo
conceptos y documentos ya expuestos.
El Artigas
es
un libro que refleja tanto la madurez intelectual de su autor en tor
no
a la interpretacin
de
caudillo, como
de
s o i o ~ e t o
encrtico en la tarea de epo-
12 RAMIREZ,
C.M.,
Introduccin de lA primera edn, RAMIREZ, C. Ma., o. cit., p. 5.
13 BERRA, Francisco,
Bosquejo histrico de lA Repblica Oriental
del
Uruguay,
Montevideo, Librera Ar
gentina
de
Francisco Ibatra, 1881, tercera edicin, completamente renovada corregida.
14
RAMIREZ, Carlos Mata,
Juicio crtico
del
osquejo
Histrico
de
lA
Repblica
Oriental
del
Uruguay por
el Dr. FranciscoA.lkrra,
en
Cokccin de Cldsicos Uruguayos,
Montevideo, Biblioteca Artigas, 1978, vol. 152.
15 BERRA, Francisco,
Estudios histricos
acerca
de
lA Repblica
Oriental
del
Uruguay. Definsa
documentada
del
Bosquejo
histrico , contra 1 fuido Crtico que k dedicado el Doctor Don Carlos
Mara
Ram{rez,
Montevideo,
El
Siglo Ilustrado, 1882.
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9/31
194 Anuario del Instituto
de
Historia Argentina N 4
nimizacin y sacralizacin laica del personaje.
Las
siguientes palabras correspondien
tes a
la
introduccin de la primera edicin reflejan lo uno y en cuanto Ramrez per
teneca a ese grupo, lo otro:
He sufrido como
el
que ms la influencia de la leyenda hostil a la memoria
del General Artigas. As lo declaraba en 1881, en mi 'Juicio Crtico del Bos
quejo Histric de la Repblica Oriental del Uruguay', cuando ya empezaba
a emanciparme de esa influencia.
Dije entonces que no haba formado opinin definitiva y que me dedicaba
con ahnco a estudiar los hechos, para
dar
base a mi juicio. Incesante ha sido
esa dedicacin desde entonces, a pesar de mis tareas de la prensa diaria y mi
aficin a las agitaciones de la poltica militante. Cuando en setiembre de este
ao decret el Gobierno de
la
Repblica grandes honores a
la
memoria del
General Artigas,
en
el trigsimo cuarto aniversario de su muerte, pude asociar
me al homenaje, desde las columnas de 'La Razn', con segura conciencia,
porque
el
estudio atento de los hechos, ya que no en todos sus detalles, a lo
menos en sus fases principales, haba disipado en mi espritu todo
el
prestigio
de la leyenda patricia y levantado en cambio la figura del caudillo popular. ( .. )
Poco a poco, sin que yo mismo me diera cuenta de ello, tom
el
debate vas
tsimas proporciones, formndose as los materiales de
un
libro. Es sta la pri
mera vez de mi vida, llevando
ya
diecisiete aos de periodismo, que recojo en
volumen separado las hojas efmeras que se escriben cada da, para vivir y mo
rir al da siguiente. Explican esta excepcin tanto la materia del debate como
el fin patritico que he perseguido en l
6.
En
la
persona de Ramrez visualizamos con claridad la triple dimensin de los inves
tigadores decimonnicos: historiadores, periodistas, polticos.
o
fueron Mitre, Lpez,
Bauz y tantos otros.
Como
constructores de patrias y de comunidades imagindas -Ias
nacionalidades, en el sentido de Anderson-'7, pretendan establecer dogmas, fijar
un
ca
non
y entronizar los mitos fundacionales. Luego de
las
primeras etapas, caracterizadas
por la recopilacin y publicacin de corpus documentales, deban encarar el trabajo de
sntesis e interpretacin. Ramrez fue uno de los primeros en llevar adelante esta segun
da etapa. Confiesa
el
cambio profundo operado en su mentalidad histrica con relacin
a Artigas, cambio necesario e imprescindible diramos, si perteneca al grupo de quienes
16
RAMlREZ, C. Ma., o.
cit., pp.
4-5.
17
ANDERSON, Benedict, Comunidtuies
imaginadas.
flexiones sobre
el
origen
l difosin
del naciona-
lismo
Mxico, EC.E., 1997.
7/26/2019 Debate en Torno a ARTIGAS 1884
10/31
Toms Sansn
195
pretendan hegemonizar
los
destinos del pas moderno que estaba naciendo.
La conversin de Ramrez es la conversin de Bauz quien tambin tuvo que re
nunciar al prestigio de la leyenda patricia . En aras de la patria deban disculparse los
errores de Artigas, olvidar posibles resentimientos ideolgicos de cuo poltico-tradi
cional-familiar, y contribuir a su reivindicacin frente a los embates de los vecinos de
la otra orilla que -en la necesidad de la identificacin por diferenciacin que necesa
riamente implica toda imaginacin nacional - continuaban publicando dicterios
contra l que sera definido por los uruguayos como padre de la patria .
Si
bien
el
libro recoge una polmica periodstica conviene subrayar que posee uni
dad interna.
La
constitucin de
la
obra tiene un sentido dinmico que en nada em
paa su coherencia. Luego de la primera y larga rectificacin, por ejemplo, Ramrez
pensaba publicar
no
queda claro
si
en la prensa o en forma de libro-
un
trabajo so
bre
el
prestigio que cobr paulatinamente la tradicin de Artigas en Uruguay'.
Las
rpidas respuestas del
Sud Amrica lo
obligaron a postergar
ese
plan para concentrar
se en las necesarias contrarrplicas. Una vez terminando el debate dio cumplimiento
a su propsito escribiendo un captulo que oficia de conclusin bajo
l
ttulo
El
ostra-
cismo
la
muerte y
la
rehabilitacin de Artigas.
Realizando una valoracin de tipo arqueolgica de
la
obra encontramos con toda
claridad una capa sedimentaria, constitutiva y nutriente: el
Juicio crtico...
Este traba
jo late bajo
la
superficie del
Artigas.
A cada paso encontramos documentacin cono
cida, argumentos ya referidos, que respaldan e interactan con otros, muchos, nue
vos y
muy
originales.
Si
bien
el Artigas
puede leerse como pieza autnoma e indepen
diente del Juicio
crtico
... su conocimiento enriquece mucho la comprensin de este
opsculo que naci con
el
mismo objetivo del anterior: refutar
la
leyenda negra y con
tribuir a fundar
el
culto artiguista .
V.
Periodismo
versus
erudicin
Si
el Juicio crtico .. es
una obra con manifiesta vocacin erudita, podramos afir
mar que el Artigas es de una erudicin plena. No se trata de un propsito formulado
a
modo
de estrategia textual, sino una prctica constante que aparece en todos los ar
tculos. Solamente observando
la
extensin de los mismos puede medirse
el
peso de
18
RAMlREZ,
C
Ma., o.
cit.,
p 181.
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196
Anuario del Instituto e Historia Argentina N 4
los documentos. Mientras los de su contendiente porteo son escuetos y reiterativos,
los de Ramrez son extensos y estn cargados de citas de los ms diversos autores y de
documentos provenientes de repositorios argentinos y uruguayos.
La carga documental no sobrecarga los artculos de Ramrez, por el contrario,
un
manejo inteligente y gil de
la
pluma los hace atractivos: el lector est siempre espe
rando con qu dato, informacin o razonamiento
lo
sorprender este periodista de
venido historiador. Hay un sano equilibrio entre las dos dimensiones del inteleccual
que da
la
nota justa,
la
tonalidad exacta al trabajo como para no hacerlo perder en se
riedad y transformarlo en una pieza atractiva para el nefito o para el conocedor de
temas histricos.
Las
diferencias con los artculos del Sud Amrica son notorias en cuanto que, en
muchos casos, no pasan de breves notas con ataques concretos. Estn basados en una
sola autoridad , Vicente Fidel Lpez, yen una estrecho abanico de fuentes: el gene
ral Miller, el general Vedia, el viejo Oriental , y Cavia. Muy rara
vez
aparecen mate
riales alternativos. De hecho, el articulista porteo se restringe exclusivamente a L
pez y
la
documentacin es
la
proporcionada por este historiador en sus obras. No hay
ninguna originalidad en estos artculos, se limita, en el fondo, a postular
las
viejas
acusaciones de
la
historiografa bonaerense contra Artigas. Hasta
el
lector poco avisa
do encuentra en ellos
un
pobre remedo de
los
trabajos e ideas de Berra el Bosquejo
y
los
Estudios histricos
...
.
Ejemplo elocuente, de
la
caracterizacin general que desde el punto de vista del uti
llaje heurstico realizamos, es el artculo donde se trata a Artigas de bandolero: el autor
se remite a citar las fuentes que constituyen su canon documental, ditas por otra par
te, y a realizar algn breve comentario. Desde el punto de vista morfolgico el artculo
est constituido por cuatro piezas documentales enhebradas de forma tal que constitu
yan un texto en apariencia homogneo, destinado a demostrar que en su juventud Ar
tigas vivi fuera de la
ley
en
las
dilatadas campaas cometiendo toda
clase
de t r o p e l a s ~ .
a
respuesta de
La
Razn
es
contundente y apunta a desautorizar
las
pruebas in
vocadas. Comienza con una pregunta retrica de neto profesionalismo historiogrfico:
( .. ) cmo
es
posible que no se encuentre en los documentos del antiguo
Virreinato alguna referencia expresa
al
bandolerismo de este Artigas que
lleg a ser
el
terror de todo
el
pas? Los viejos archivos estn ya
muy
revi
sados, y quienes ms a fondo
se h n
sumergido en sus capas de papel ama-
19 Cf. artculo
Bandolero
(autor annimo) en Ibld., p. 190-191.
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12/31
Toms Sansn
197
rillento son los enemigos de la tradicin artiguista. Deba, pues, esperarse
que
el Sud
Amrica' comprobase su categrica afirmacin del bandoleris
mo juvenil de Artigas con algn
documento
colonial
0.
Pero esto no sucede, y esta es la primer y convinceme prueba ofrecida por el Ra
mlrez para dudar de la seriedad del autor del udAmrica. No comento con esto, pa
sa
inmediatamente a cuestionar la validez de las fuentes en que afinca sus pareceres.
El General Miller luch bajo las rdenes de San Martn en Chile y Per, lo que
supo del Ro de la Plata fue por rumores. Pero, adems, el mismo Miller habra ne
gado
la
autora de
las Memorias
que
se le
atribuyen, una carta en propiedad de Mitre
as lo atestigua .
En relacin
al
libelo de Cavia hay serias precisiones destinadas a desautorizarlo to-
talmente como fuente fidedigna. La Razn afirm que Cavia
( .. ) haba nacido en Buenos Aires, y que en la vida pblica, lejos de ofrecer
un
modelo de fidelidad y consecuencia, haba empezado por ser unitario de
1815 a 1820, figurando como federal en los perodos subsiguientes, para con
cluir como escritor apologista de
don
Juan Manuel de Rosas 22.
Pone en duda la honorabilidad y coherencia del autor invocado como fuente fun
damental de todos los dicterios antiarriguistas. Ms all de la verosimilitud de estos
cargos, lo relevante es que
el
ud
Amrica
no levant ninguna de las observaciones.
Como si
esto fuera poco, Ramrez procede a probar sus afirmaciones con una fuente
judicial: demuestra con toda claridad que haba nacido en Buenos aires y que sirvi
a Rosas, e incluso fue amigo de Facundo Quiroga
3
Su falta de coherencia poltica y
personalidad colrica desautorizan
el
libelo de 1818.
El
misterioso Viejo Oriental citado por
el
ud
Amrica
es considerao por Ra
mrez como una reactualizacin del texto de Cavia. Carece absolutamente de autori
dad por
el
sencillo hecho de ser
un
annimo.
El testimonio del general Vedia no constituye prueba de los tericos delitos de
r-
tigas
en
su juventud.
Punto por
punto
Ramrez intenta desacreditar las fuentes utilizadas por el
Sud
20 RAMlREZ,
C
M., Las
pruebas
del bandolerismo
en
lbld., p 192.
21 lbld., p 193.
22 Ibd., p 194. Estos mismo argumentos los haba expuesto, sin tanto detalle, en el artculo
Un
debate
histrico
sobre
Artigas a travs del Pklta en a Razn lbld., pp. 30-31.
23 Recurso al tribunal5upremo
de kl
opinin pblica que le dirige el ciudadano argentino
don
Pedro Feliciano
Cavia emigrado
residente
en esta capital.
Montevideo
Imprenta Oriental. 1838, citado
en
lbld.,
p
194.
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Anuario del Instituto de Historia Argentina
4
Amrica Recurre a fuentes alternativas para validar sus asertos. Ntese, adems, que
no deja pasar ocasin para ampliar la informacin del lector sobre Artigas ofreciendo
datos enriquecedores. Es de notar, por ejemplo, que en una referencia hecha sobre la
edad de Artigas introduce una nota para dilucidar todas las dudas existentes sobre la
fecha y el lugar de nacimiem0
24
No solo desacredita las fuentes utilizadas por el
Sud
Amrica sino que expone otras
ya
conocidas por
l
o que le acerca Fregeiro, adems, durante la polmica busc in
formacin mientras escriba las refutaciones. Procede en este sentido como un inves
tigador que no
se
conforma con lo que tiene: ante la menor sombra de duda, agota
los recursos posibles para encontrar el dato necesario o, por el contrario, y de esto se
trata el caso que vamos a manejar, demostrar que el mismo no existe porque el docu
mento referido es una ficcin oportunamente inventada.
Hay
un
cargo muy grave formulado por el Sud
Amrica
que se refleja en el pro
pio ttulo del artculo respectivo:
Recomendaba degollar cada semana
un
godo o
un
por-
teo para conservar l moral 2; El autor porteo recoge este dato del libro Conflictos y
armonas de l s razas en Amrica de Sarmiento, y estara expuesto en una carta envia
da por Artigas a un subalterno. Con respecto a sta agrega:
La carta la tuvo, dada por Barreiro,
don
Juan Bugglen, ingls, casado en la
familia de Artigas, y a la muerte de este seor, qued en poder de don Toms
Tomkinson, respetable comerciante de Montevideo, que
la
mostr a varias
personas, sin querer entregarla por no ser propiedad suya. No ha de faltar en
Montevideo quienes la hayan visto. Hoy est en Buenos Aires, segn nos ha
asegurado el seor Sarmiento, que no est autorizado para hacer pblico la
persona que la tiene 26
Como puede apreciarse, esta carta podra considerarse una fuente importantsi
ma, tanto que ante ella muchos orientales deberan callar pues sera
el
testimonio con
tundente de la crueldad del caudillo. Pero Ramrez
se
formula una pregunta capcio
sa:
Dnde est ese documento? Aparentemente en Buenos Aires, pero no
se
mues
tra, ni siquiera
se
identifica al hipottico dueo. No desecha el artculo por falta de
seriedad en el sentido de invocar un documento que no se expone. Va ms all:
Muri Barreiro hace largos aos. Sus papeles se encuentran hoy en el archi
vo de un adversario radical de Artigas, que ha espigado en ellos todo lo favo-
24 Cf. nota en Ibd., pp. 199-200.
25 Este artculo
se
encuentta en Ibld., pp. 308-309.
26 Ibld., pp. 309.
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Tomds
Sansn
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rabIe a su tesis. Si de la orden a Encarnacin hubiese aparecido all algn ras
tro, de cierto que no faltara quien
se
apresurase a hacrnoslo saber
"La muerte de Bugglen y de Tomkinson
es
ms reciente. Podemos interrogar
a sus deudos ms cercanos. Iremos as buscando la persona viva que ose decir:
yo
he ledo,
yo
he tenido en mis manos, la carta en que Artigas ordena el fu
silamiento de dos godos, o de dos porteos, o de cualesquiera otros seres
hu-
manos, por semana, a fin de conservar la moral" 27.
Toma
l iniciativa de buscar, si no la carta, por lo menos quin pudiera dar fe de
haber estado
en
contacto
con
alguno de los poseedores de
tamao
documento pues,
segn el propio ud
Amrica
habra sido mostrada en Montevideo por Toms Tom-
kinson. Persiguiendo
"( ..) ese propsito, dirigimos a dos deudos del seor Bugglen y a otros dos del seor
Tomkinson la carta que insertamos a continuacin con las respectivas respuestas:
"Montevideo, octubre de 1884.
"Seor:
"En el debate que sostengo con el Sud Amrica, diario de Buenos Aires, este peri
dico afirma que, el General Artigas orden a uno de sus subalternos que
fUsilasen
dos espaoles o dos porteos por semana a fin de conservar la moral, y dice en abo
no de su afirmacin lo siguiente: La carta la tuvo dada por Barreiro,
don
Juan Bug
glen, ingls, casado
enla
familia de Artigas, y a
la
muerte
d< :
este seor qued
en
poder de
don
Toms Tomkinson, respetable comerciante de Montevideo, que la
mostr a varias personas sin querer entregarla por no ser propiedad suya'.
"Mucho le agradecera a usted
se
sirviese decirme al pie de l presente
si
alguna vez
vi en poder de su to poltico don Juan Bugglen
la
carta a que alude
el
Sud Amri
ca, o le oy hacer referencias de cualquier gnero sobre
la
existencia de dicha
carta.
"Carlos Mara Ramrez.
"(Dos de un tenor para don Eleuterio Ramos y
el
doctor don Mariano Ferreyro, yen
sentido anlogo para
la
seora doa Helena Tomkinson de Thomsen, y para
el
seor
don Carlos Navia, cuyo testimonio es, a ms de todo, el de un viejo soldado de l in
dependencia oriental, ayudante del general Alvear en la batalla de Ituzaing. 28.
Luego transcribe las respuestas de Eleuterio Ramos, Mariano Ferreyra, Helena
Tomkinson y Carlos Navia. Ninguna de estas personas o n ~ i la existencia de la
27 RAMlREZ, C. Ma.,
Una
carta perdida o empacada en La
razn
en Ibd.,
pp.
311-312.
28 Ibd., pp.
312-313
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2
Anuario del Instituto de Historia Argentina 4
misteriosa carta. Por tanto pierde total credibilidad la noticia del SudAmrica que
se
transforma en este sentido en una ficcin ms de las tantas creadas por los cultores de
la
leyenda negra. Luego de exponer sus pruebas, Ramrez desafa a opositor retndo
lo
una y otra
vez
a probar tan graves acusaciones. Recuerda que, hasta
ese
momento,
los cultores de la leyenda negra no pudieron sostener absolutamente ninguno de los
cargos contra Artigas: individuo sanguinario que gozaba del espectculo de la sangre
de los inocentes prisioneros retenidos en su guarida de Purificacin
29
El analista supone, ms
all
de
lo
explcitamente dicho por Ramrez, que
la
polmi
ca debi ser indudablemente muy popular entre los lectores de los diarios por
el
estilo,
los temas,
la
correcta pero virulenta disputa generada. Estaban involucradas muchas
personas en este litigio, como los destinatarios de
las
cartas enviadas en busca de la mis
teriosa orden de Artigas. Era
un
debate muy rico, dinmico en todos los sentidos, in
cluso en
el
heurstico en cuanto que, al fragor de la batalla, fueron surgiendo nuevos y
contundentes documentos. Este, como los otros enfrentamientos historiogrficos coe
tneos, contribuyeron de manera decidida en la exhumacin de fuentes, acicatearon la
curiosidad de los historiadores, y llevaron a formular nuevas interpretaciones.
El carcter dinmico de la polmica puede apreciarse
en
varias notas que figu
ran
al
final de algunos artculos de Ramrez y en
la
misma conclusin del libro, en
donde
introduce documentacin probatoria para sus dichos que lleg a su poder
29 Vale
la
pena apreciar a Ramrez en el cenit de
su
autocomplacencia como historiador no desmentido. De
saRa
a su antagonista: "Era
ya
tiempo de someter a prueba la fantasa de tantos hortores imaginarios. Dn
de estn las vctimas de aquella fiera insaciable? Cules son sus nombres? Quin conoce a las familias enlu
tadas por crueldades personales de Arugas? De 1811 a 1820, los tiempos fueron sin duda alguna, de tribula
cin
y
de anarqua para todas las provincias litorales. Desde Montevideo hasta Misiones,
se
dilataba un vasto
campo de batalla, donde pelearon sucesivamente contra las huestes
de
Arugas, espaoles, portugueses y por
teos. Debieron ser horribles los dolores de aquella larga guerra nacional, civil, social. Hubo tambin desr
denes, excesos, innumerables males, que atormentaron
y
desesperaron a
los
pueblos. Quin podr negarlo?
"Pero cuando se llama a juicio la personalidad de Artigas, para descubrir la iniciativa propia de sanguina
ria crueldad que
l
llevara a
la
fatalidad
de la
lucha, all donde
su
voluntad poda ser estrictamente obede
cida, all donde su responsabilidad es evidente, los documentos y las tradiciones slo arrojan sobre su me
moria
la
sangre de Jenaro Perugorria, un bravo oficial correntino, que perteneciendo a las fuerzas del cau
dillo oriental encabez una insurreccin desgraciada a favor del gobierno de Buenos Aires.
Fu una falra, o una necesidad inexorable de
la
guerra? El general Belgrano, segn sus bigrafos, tena un
carcter angelical,
y
sin embargo,
el
lro. de enero de 1817, fusil sin forma de juicio, dos horas despus
de llegar a
su
poder, al comandante don Juan Francisco Borges, oficial valiente, hombre digno, pero con
taminado con las ideas en boga del provincialismo federalismo, en cuyo nombre alz al pueblo de San
tiago del Estero. (Historia de Belgrano, t. 29, pg. 236.)
Los
tiempos eran duros exclama el general Mi
tre, excusando el excesivo rigor de Belgrano. on cunta razn no debemos repetir esa frase, para excusar
el fusilamiento de Perugorria, nica severidad sangrienta que l historia recoge como cierta entre las fbu
l s
calumniosas de la kyenda forjada contra
el
General Artigas " (ibid., pp. 317-319).
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Toms
Sansn
2 1
luego de publicados. Se trata de documentos inditos del archivo pblico de
Mon-
tevideo
30
encontrados por
Jl
o facilitados por otras personas, fuentes publicadas en
medios de prensa
32
,
as como libros'
u
que aaden nuevas informaciones.
Quienes siguieron la polmica periodstica pudieron sorprenderse ms cuando apa
reci
el
libro por el cmulo de material nuevo que presentaba (en
las
notas menciona
das, en
la
conclusin, en
el
Apndice -documentos que desautorizan la leyenda negra:
Carta del
Teniente
General Henrique de Beaurepaire
Rohan
sobre sus entrevistas con Arti-
gas
en 1846,
Carta
de
Leandro Gmez, presentando al
presidente de la repblica la
espa
da votada por Crdoba
en
1815. Artculo
escrito
por Leandro Gmez,
con motivo
de la re
patriacin de
las
cenizas de
Artigas- y,
adems, los textos oficiales relacionados con los
homenaje gubernamentales 1856 y 1884 Honores pstumos
de
1856
bajo
la adminis-
tracin de don
Gabriel
Pereira.
Honores
pstumos
de
1883
Y
1884,
bajo
la
administracin
del General Santos, y
Acta
de
la
prensa de
Montevideo
en
el
trigsimo
cuarto aniversario
de
la muerte
de Artigas). Todo est destinado a demostrar que siempre hubo orientales,
incluso en
los
momentos de mayor virulencia antianiguista- que defendieron su me
moria y atesoraron su recuerdo como el de un prohombre de la patria.
Los documentos oficiales coadyuvan a ratificar la vigencia que el Estado, como en
tidad rectora de los destinos nacionales, dio al personaje: no se trataba, ahora, de la ini
ciativa de pseudo historiadores o memoriosos nostlgicos; la mxima autoridad guber
nativa,
el
Poder Ejecutivo, tomaba la iniciativa de entronizar
al
denostado caudillo.
Ramrez no deja pasar ocasin para realizar puntualizaciones de inters. Por ejem
plo, en el artculo
Artigas y la gobernacin
de
Torgus,
en el que analiza los cuestiona
mientos a la polmica administracin hecha
por
este caudillo en Montevideo, se ocu
pa, en una nota, de las razones por las cuales prefiere escribir
el
apellido Torgus y
no Otorgus 34.
La
cuestin no tiene mayor trascendencia que lo anecdtico, pero
30 Un documento enviado por el Gobernador
Pascual
Ruiz Huidobro
al
Tesorero
Real don
Ventura G
mcz
el
15 de agosto de 1806
(cf.
nota al anlculo Lo f N hizo ArtigllS durtznte las
inVIISDnn inglnas.
en La
RAzn,
Ibld
p. 209).
31
-Despus de escrita esta 'Contrarrplica' hemos encontrado en el Archivo Pblico de Montevideo
un
documentos que rarifica acabadamenre. a nuestro juicio. las observaciones del texto. Da: asl: ( ) s i ~ e
transcripcin de una carta de Acrigas dirigida al Cabildo de Montevideo
del
25 de abril de 1815r nota in
cluIda en el articulo ArtigllS trcla_mio la Cltbna de AWMrJ Jos Cllnnigos en La
RAzn,
1bId., pp. 276-277).
32 Documenros publicados por Juan Joaqwn Barbosa en
l
Bim
PbIicrJ
referidos a las relaciones mante
nidas entre Actigas}' el Cabildo de Canelones (1816-1820)
(cf.
nota de la Conclusin, Ibd., p. 326-327).
33 Mencin al libro EstuJios biogrdficos sobtr plttrDtIIS t:tm rnlnos de M.F. Manrilla donde se refiere a Jena
ro Perugorra
cf.
nota al arculo Una CIIrtlt
pmJiJIl
omtplZClllllt. en La 1WzIn. Ibld., 319-321).
34 Cf. nota
al
artculo
Un
deblttt histrico
sobre ArtigllS It
ttrlm del Ptat. en La
RAzn,
lbd., p . 63-64.
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202
Anuario del Instituto
de Historia
Argentina N 4
revela que ni siquiera fue eludido teniendo materiales para clarificarlo. El mismo cui
dado y detallismo pone
al
referirse a asuntos ms importantes como
el
nmero de
orientales y porteos que estuvieron bajo
el
comando de Artigas en
la
batalla de las
Piedras. Parece un tema menor pues la batalla se gan y fue para gloria de la revolu
cin, pero como quedaban en duda los mritos de los orientales no escatim esfUer
zo
para reinvidicar la trascendencia de
la
misma';. Recurre en este caso a una fuente
que podra considerarse parcial pero que para Ramrez es
indiscutible pues nadie la
cuestion:
el
parte firmado por
el
mismo caudillo)".
As procede Ramrez, pasando revista una y otra
vez
a los tpicos en discusin. No
se
apea
ni
un pice de los expuesto en
el
Juicio crtico
..
profundiza sus convicciones
con nuevas informaciones y de esta forma contribuye de manera documental y rigu
rosa a fundar el mito Artigas
37
V
La verdad'como
paradigma
La polmica discurre por una delgada lnea que ambos contendientes invocan re
currentemente: la verdad histrica.
El Sud
Amrica
formula juicios basados en fuentes desacreditadas y reitera los car-
35
Los
siguientes rragmentos son categricos
en
cuanto a la significacin de estas batallas para la revolucin: "Pa
ra comprender, adems, toda la gloria que corresponde al General Artigas en e triunfo de
Las
Piedras, es menes
rer darse cuenta de que la accin no fue tan simple como la presentan algunos publicistas de Buenos Aires, na
rrndola en cuatro lneas, ni tan destituida de estrategia como
lo
sostienen otros.
El
combate de San Lorenzo,
donde tan brillantemente se estren, al servicio de la Revolucin, la espada del genetal San Martn,
fu
slo una
admirable carga de 150 hombres de caballera contra 250 marinos espaoles, desembarcados en la noche sobre
la costa del Paran, y hay libros que emplean para narrarlos numerosas pginas. Por qu no ha de imitarse
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Tomds
Sansn
2 3
gos tradicionalmente imputados a Artigas. Ignora las observaciones de Ramrez y apli
ca
el
axioma goebbeliano:
una
mentira repetida mil veces termina siendo verdad.
Nun-
ca transcribe las contrarrplicas de La Razn por tanto sus lectores estn inhibidos de
conocer
en
su totalidad los recursos, razones y razonamientos utilizados por la contra
parte. Ms que seguir una polmica, reciban
un
mensaje monocorde y rutinario.
La
Razn procede de forma inversa: brinda informacin a raudales y transcribe los
artculos del oponente. Ramrez protesta
en
lo discursivo y tambin en lo interpre
tativo-, realizar
un
culto de la verdad. Luego de referirse al xodo rebatir a su opo
nente expresa:
Tal es la verdad histrica, y talla verdadera filosofa de la historia. No se en
cuentra aqulla con la investigacin parcial y prevenida de los documentos de
una
poca, ni
es
dado comprender la sntesis luminosa de esta ltima
si
no re
nunciando a las abstracciones vacas del criterio escolstico, para sentir palpi
tar el alma atormentada de los pueblos
en
la desesperacin de las grandes cri
sis nacionales
38.
El fragmento contiene verdaderas definiciones tericas y metodolgicas que cons
tituyen, en este caso,
una
referencia metanarrativa, refleja intenciones, procederes y
concepciones historiogrficas.
Por verdad histrica debe entenderse fidelidad a los hechos, a los acontecimien
tos, procesos y fenmenos
en
esencia,
en
su realidad , de acuerdo a
lo
que habilite
su reconstruccin basada
en
fuentes.
a
'verdadera filosofa de la historia refiere a
una correcta y proba interpretacin, sntesis, de la globalidad de los aconteceres de
un
perodo, persona, coyuntura o estructura.
Puede apreciarse una concepcin definida de cul es
el
trabajo del historiador en
funcin de lo que debe ofrecer como fruto de su labor: una interpretacin adecuada
y seria de los acontecimientos estudiados. A rengln seguido ofrece las pautas de apre
hensin del pretrito que implican una regla de tipo metodolgico:
1 La
investigacin debe ser amplia,
con
vocacin totalizadora -abarcando
el
con
junto
de fuentes
e
interpretaciones-o
2) Sin aprioriorismos de ninguna especie -ideolgicos, religiosos o de cualquier otro
tipo-o
3) Procurando una empata permanente que prevenga de posibles anacronismos.
Este conjunto de reflexiones pautan
el
criterio o paradigma de verdad tal como lo en
tenda Ramrez. Ms
all
de que lo haya respetado plenamente o no, importa en cuanto
38 Artculo
Artigasy
el XOdo
Oriental
en
La Razn
lbld., p. 261.
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2 4
Anuario del Instituto de Historia Argentina N
manifestacin de intenciones y aplicacin parcial. por lo menos en la forma de
los
textos.
Hay una evolucin manifiesta desde el Juicio crtico
al
Artigas que
se
patentiza en lo eru
dito pero. especialmente en
el
ltimo trabajo. en el permanente esnlerzo por ubicarse en
la
poca evaluar a
los
personajes en funcin de
los
factores que
los
condicionaban.
Un ejemplo elocuente del proceder de Ramrez
es la
larga referencia a Guemes
comparando su accionar y las interpretaciones que del mismo
se
hicieron. en vida y
despus de muerto. con Artigas. Una
vez
fallecido.
la Gaceta Extraordinaria
del 19 de
junio de 1821 dio
la
noticia en Buenos Aires como
la
liberacin de un personaje in
fernal. Su rehabilitacin comenz 43 aos despus. en 1864. a iniciativa de Dalma
cio Vlez Sarsfield quien
lo
present como el salvador de
la
revolucin. En 1874. otro
anticaudillista acrrimo como Vicente Fidel Lpez lo entroniz en
el
panten de los
hroes argentinos.
Vale la
reflexin final de Ramrez:
"Esta rehabilitacin de Gemes est destinada a hacer camino. ( .. ) Es tan ab
surdo empequeecer sus glorias. por odio al caudillaje. como lo sera renegar
de las glorias de San Martn. por odio al militarismo. Sin ejrcito. no habra
este ltimo devuelto la libertad a Chile y realizado
la
independencia del Per.
Sin ser caudillo. no habra
el
otro agrupado y enardecido a los gauchos de Sal
ta para rechazar las legiones espaolas con
la
nica clase de guerra que en
aquel momento histrico poda detenerles
el
paso y hacerlas retroceder a las
cimas andinas. donde ira a buscarlas ms tarde
el
acero vencedor de Sucre.
Buenos Aires ver levantarse en da no lejano
la
estatua del general Gemes .
"Este gran caudillo. envuelto en
el
conjunto de
la
epopeya argentina.
es
uno
de sus hroes inmortales. pero si por
la
marcha fatal de los sucesos.
el
territo
rio de Salta hubiese dejado de ser provincia argentina para constituirse en na
cin independiente. quin podra disputarle all
el
mismo puesto excepcional
que Artigas ocupa en las tradiciones de la nacionalidad oriental? 3;
a
"construccin"heroica de Guemes demor pero implic un acto de justicia. Era
caudillo y como tal conquist un puesto de honor en la historia argentina. Precisamen
te
por ser caudillo pudo brindarle a la patria servicios invalorables: solamente un gau
cho carismtico poda levantar en armas a sus congneres de Salta para luchar por una
causa. Logr all lo que un ejrcito en regla no haba conseguido hasta
ese
momento.
detener a los espaoles. No
se
puede roticar a un caudillo por
el
solo hecho de ser un
caudillo y pertenecer a la especie de
la
barbarie. esto implica una lectura miope del pa-
39 Ibd
p. 284.
7/26/2019 Debate en Torno a ARTIGAS 1884
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Toms ansn
2 5
sado que
se
proyecta desde un civilizado gabinete de estudio porteo.
Las
condiciones
geogrficas de Salta, los tipos humanos que en ella habitaban, la estructura econmi
ca
y la psicologa colectiva, todo impulsaba, (determinaba?) que
un
hombre como
Guemes con
el
carisma y la valenta como principales galardones,
se
transformara en
lder indiscutible a cuyo grito centenares de hombres tomaran
las
armas y
lo
siguieran.
Adems de este ensayo de ubicacin cronolgica del personaje y su circunstancia,
nos da tambin otra clave de
verdad para entender
por
qu Guemes fue reivindica
do y Artigas no por la historiografa portea:
la
evolucin de los hechos determin
que su provincia fuera una ms de las que constituyeron
la
nacin argentina, no se
sustrajo
al
conjunto nacional.
Los
historiadores porteos
le
perdonaron todos sus
brbaros crmenes en aras de
la
consolidacin del sentimiento nacional.
La
pregun
ta queda flotando, que hubiera pasado
si
Uruguay hubiera sido
la
Provincia Orien
tal ?,
seguramente Artigas habra ocupado un sitial de
honor
en el Olimpo epnimo
argentino. Tenemos aqu puesta
la
mira en uno de los puntos clave:
la
mirada intere
sada, ideologizada de la historia por parte de quienes se supone que deben transmi
tirla de manera objetiva y desapasionada, los historiadores
40
Cuando
un
historiador juzga escudado en ciertos apriorismos debe, por probidad,
alertar sobre los mismos.
n
este sentido Ramrez destaca, luego de minimizar
la
au
toridad de Cavia, lo siguiente:
Otro respeto debe inspirar
en
general cualquier apreciacin basada en
los
inte
resantes libros del doctor don Vicente Fide Lpez. Esta polmica nos ha pro
porcionado repetidas ocasiones de rendir homenaje
al
talento superior de
ese
eminente publicista; pero, ante
la
sana crtica,
el
talento superior no
es
fuente
autntica de comprobacin de los hechos, an cuando pueda ser utilsimo para
interpretarlos y coordinarlos lgicamente. En relacin a hechos concretos
de la
vida de Artigas,
la
palabra del doctor Lpez slo puede valer
lo
que valgan sus
documentos de prueba,
y
haciendo esta afirmacin tan categrica, no vacila
nuestra pluma, porque nos
es
dado justificarla con una solemnsima declaracin
de aquel a quien
se
aplica.
Al
final de
la
misma transcripcin que hace
el
Sud
Amrica se encuentra una llamada, y esta llamada corresponde a una nota cuyo
principio dice
as:
Es una regla elemental de
la
historia no dar asenso
/sic
a
las
apreciaciones que proceden de nimos prevenidos contra los hombres de quie-
40 Luego de estudiar hechos polmicos de San Martn, Ramrez establece de Artigas: Cmo sera posi
ble juzgar con equidad la turbulenta vida de Arrigas si no se tomasen en cuenta sas
y
otras tantas sombras
del cuadro de la Revolucin americana? (artculo a rehabilitacin e
Guemes,
en La RAzn, Ibid., p. 278).
7/26/2019 Debate en Torno a ARTIGAS 1884
21/31
2 6
Anuario del Instituto de Historia Argentina N
nes
se
trata; Y
NOSOTROS
NO
TENEMOS
LA MENOR INTENCIN
DE NEGAR
QUE
EXECRAMOS LA PERSONA, LOS HECHOS Y LA
MEMORI
DE ESTE FUNESTSIMO PERSONAJE
DE LA
NUESTRA'
(Historia Argentina, tomo III, pgina 424).
Ya
ve
pues,
el
Sud Amrica, que no
es
correcto invocar en
las
cuestiones del caudillo oriental la palabra aislada del
doctor Lpez, porque l mismo
se
ha encargado de advertir que no debe darse
asenso
sic
a las apreciaciones de nimos prevenidos y que el suyo
lo
est con
tra Artigas hasta el punto de execrar su persona, sus hechos y su memoria 41.
Ramrez senta una alta estima intelectual por Lpez. Tal vez est abonada preci
samente porque no tiene prurito en confesar su odio inveterado por Artigas.
Si
bien
es negativo de parte de
un
historiador proceder de esta manera, resulta positivo que
no intente engaar
al
lector con
falsas
protestas de equidad y objetividad.
Con
esta
confesin de parte,
el
lector sabr a qu atenerse cuando en
el
relato aparezca
el
per
sonaje cuestionado: los dichos y juicios sern, por tanto, relativizados.
En este punto puede verse uno de
los
factores que determinaron
el
choque de la
corriente erudita y
la
tendencia filosofante. La primera analiza y saca conclusiones
amparndose en pruebas que considera contundentes; la segunda juzga desde
un
mar
co
axiolgico contemporneo que ignora o soslaya los condicionamientos de
la
po
ca estudiada. El paradigma de la verdad, en este sentido, solo puede estar del lado de
los historiadores que posteriormente fueron llamados eruditos porque procedan me
tdicamente. Las discrepancias con ellos podran darse, fundamentalmente, en
el
te
rreno de la interpretacin, no tanto en
el
de la heurstica.
En aras de la verdad, Ramrez marca una discrepancia con Artigas, su abandono
de la lnea del sitio de Montevideo
el
20 de enero de 1814:
( .. ) algunos distinguidos publicistas de nuestro pas disculpan ese acto en abso
luto; nosotros no lo disculpamos. Creemos que en
el
momento mismo de la di
sidencia con Rondeau, no estaba toda la razn de parte de Artigas, y que an es-
tando, debi
l
sobreponerse a sus resentimientos y concurrir a la gloriosa toma
de Montevideo. En 1813,
la
actitud de Artigas se justifica como un medio eficaz
de alejar a Sarratea y servir mejor a
l
causa de la Revolucin. En 1814, una
ac-
titud idntica, sin esperanzas de resultado inmediato, pudo poner en peligro
aquella causa y retard la cada del baluarte espaol en el Ro de la Plata 42.
41 Ibid p. 218.
42 Ibid
pp.
54-55.
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Toms Sansn
2 7
Aunque se trate de un hecho aparentemente menor, importa la dureza del juicio.
Seguramente fue formulado para demostrar que no titubea en cargar las tintas contra
Artigas cuando
es menester. Censura
la
actitud avalado por documentacin concreta
y ponindose en
el
contexto exacto en que
se
dio.
Durante toda
la
polmica queda en evidencia que el ud
mrica
publica artcu
los con informaciones errneas e infundadas que
se
dan de bruces con
la
realidad re
flejada por los documentos. La contrastacin de los hechos con
la
pluralidad de fuen
tes que permita su correcta evaluacin es
la
nica garanta de verosimilitud.
o
con
trario solamente contribuye a brindar un relato tendencioso e interesado del pasado.
VI
La eponimizacin
de
rtigas
omo
ya hemos sugerido, este libro fue fundamental en la historia de la reivindi
cacin de Artigas. Est entre los fundadores del canon artiguista.
En la Introduccin a la primera edicin Ramrez utiliza expresiones de fuerte en-
tonacin patritica que dan la tonalidad del texto y de la historia oficial posterior:
Slo una ilusin me anima en la publicacin de estas pginas. Creo que an
aquellos que no compartan mi criterio histrico han de reconocer que el Ge
neral Artigas fue horriblemente calumniado por
los
contemporneos y por la
posteridad que recogi inconscientemente sus ecos.
No puede el patriotismo imponerse una misin ms noble que la revisin se-
vera de todas las versiones tendentes a deslustrar nuestra historia. Si la estudia
mos aisladamente, con
el
escalpelo de los principios abstractos, sin tomar en
cuenta ni nuestro origen, ni nuestras condiciones sociales
al
romper la crisis de
la Revolucin, ni los fenmenos comunes al vasto escenario donde asomaba el
germen de nuestra nacionalidad,
es
posible que bajemos los ojos con tristeza;
pero
si
sabemos desentraar los elementos originarios de nuestra sociabilidad y
el
carcter especialsimo de los conflictos que atormentaron los primeros aos
de nuestra vida revolucionaria, enlazando comparando en seguida nuestra
historia con la del resto de la Amrica espaola, segn lo prescriben reglas ele
mentales de filosofa histrica, ioh entonces tengamos por cierto que
las
ense
anzas del pasado han de hacernos levantar la frente con cvica
altivez"43.
43 CARLOS MARIA RAMIREZ. Momevideo, diciembre de 1884, Ibld., pp. 6-7.
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208
Anuario del Instituto de Historia Argentina
4
Trabajo de reivindicacin, sin dudas, esfuerzo por restituirle a Artigas los mritos
que desde Buenos Aires se
le
negaban sistemticamente, por supuesto; pero mucho
ms:
Artigas
es
en cierta medida, la excusa, para encarar una labor revisionista en
el
sentido de enaltecer toda
la
historia oriental y darle
el
lustre que merece.
La
protes
ta de cientificidad -indicando
los
criterios con que debera realizarse esta necesaria
re-
lectura del pasado uruguayo- coadyuva a reforzar
la
seriedad que Ramrez pretende
darle
al
libro. Encarar
la
historia uruguaya como
lo
hizo anteriormente Berra o en
ese
momento
el
annimo articulista del SudAmrica importa una actitud y un procedi
miento reidos con
las
normas elementales del mtodo histrico. Desde este punto
de vista, pierde autoridad, no solo por los errores a los que arriba, sino porque est
epistemolgicamente escorada.
Todo
el
texto
es
una profesin de
fe
patritica, una epopeya ,
si
se
nos permite
la expresin, nacionalista, emitida y articulada desde un representante de la intelec
tualidad uruguaya, del Estado uruguayo, de los sectores hegemnicos del pas.
El
li-
bro es en definitiva, una expresin de los arquetipos dominantes del sociolecto en
crtico: hroe epnimo, mito fundacional, independencia.
Anatematizado
el
libro de Berra
y
por extensin, toda la bibliografa antiartiguis
ta, decretados honores gubernamentales, nada quedaba dejado al acaso:
la
nacin que
quera fundarse, o mejor dicho imaginarse a
s
misma, necesitaba
un
pasado gran
dioso, que enorgulleciera a todos sus hijos e infundiera respeto entre sus prepotentes
y vocacional mente intromisores vecinos. a tarea implicaba, entre otras cosas, fijar el
panten dominante, la constelacin cuasi religiosa de los prohombres de la patria: era
el
turno de Arti
gas
44.
Con
este y tantos otros libros, pero fundamentalmente este, las
certidumbres acuadas desde el poder permearan la opinin pblica a travs de la
es-
cuela, la prensa,
el
arte en todas sus formas. La historia sera
el
arma privilegiada por
tanto para fundar esta nacin. Y vase que una de
las
obras fundacionales del canon
artiguista tuvo su formulacin inicial en las pginas de un diario, para pasar luego a
una expresin ms noble y menos efmera como
el
libro. Libro que, tambin religio
samente, sera varias veces reeditado, y que, como tantos otros,
se
encuentra en la gran
44
El mismo Ramrez tena conciencia de esto:
Ha
llegado para el sentimiento patrio de los Orientales un
feliz instante en que
) 3
no son temibles las discusiones sobre Artigas. Podemos y sabemos defender su me
moria.
que
no est exenta de sombras. como no lo est la de ninguno de los prohombres de la Indepen
dencia Sud-Americana. pero que lleva en si misma una aureola de luz. CU} 3 intensidad se acrecienta a me
dida
que l s
investigaciones hist6ricas permiten apreciar los sucesos
en
s mismos. rectificando la tradici6n
artificiosa de sus personajes ms ladinos (Ibld p. 21).
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Tomds ansn
2 9
mayora de las bibliotecas de centros de enseanza y culturales del pas.
Nada
es
casual, todo responde a los intereses y postulados del discurso dominan
te. Quienes asumieran conductas elusivas o disidentes transformbanse en apstatas
merecedores de todos los dicterios imaginables.
Eponimizacin de Artigas e independencia nacional son dos fenmenos indiso
ciables, que van de la mano. Ramrez une los dos trminos en una nueva ecuacin cu
ya demostracin necesaria y suficiente debera, a partir de entonces, aceptar todo
buen uruguayo:
Los orientales recibieron con inmenso jbilo el advenimiento de su indepen
dencia absoluta. Por qu? Nadie podr explicrselo sino comprendiendo que
la soberana federal proclamada y defendida por Artigas, con exageracin in
transigente, encerraba
el
germen de
la
independencia absoluta cuando fuese
necesario optar entre ella y el yugo extico del Imperio o la supremaca unita
ria de Buenos Aires.
Somos hoy independientes, queremos y debemos serlo. Cmo no hemos de
honrar entonces la memoria de aquel que venci gloriosamente en las Piedras
contra la dominacin espaola, que luch cuatro aos, casi siempre infortu
nado, pero siempre heroico, contra la dominacin portuguesa, y a quien ja
ms podr negarse el ttulo ya q l ~ no de fundador, de PRECURSOR DE
L
NACIONALIDAD ORIENTAL?
Bajo esos conceptos, levantamos en el pasado su figura histrica, y
si
quisi
ramos levantarla como una ensea para el presente y para el porvenir, bien po
dramos grabar en letras de oro estas palabras arrancadas a las clebres instruc
ciones de Artigas en 1813:
ANIQUILAR EL DESPOTISMO MILITAR ASEGURANDO L SOBE
RANA DEL PUEBLO.
PROMOVER L
LIBERTAD CIVIL Y RELIGIOSA
EN TODA
SU EX
TENSIN IMAGINABLE
45.
Ntese la trascendencia que adquiere el personaje: modelo intemporal de virtudes
republicanas y cvicas, hroe ya en vida que gan la lucha ms difcil que debe vencer
todo hombre notable: sobrevivir a s mismo, a
las
fuerzas desencadenas
en
su contra,
entronizarse en la memora popular a pesar de los mil infundios formulados.
Como
de fundaciones historiogrficas y mitlogicas se trata, resulta muy intere-
4523 de setiembre de 1884, Ibd., pp. 16-17.
7/26/2019 Debate en Torno a ARTIGAS 1884
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21
Anuario del Instituto de
Historia
Argentina N
sante comprobar que, como hombre inteligente, Ramrez no cay en
la
tentacin de
hacer a Artigas lo que posteriormente la tesis independentista clsica no titubeara en
realizar: definirlo como Fundador de la nacionalidad y luchador por la independen
cia absoluta.
Lo
presenta de una forma ms mitigada
y
por tanto, ms ajustada a la
realidad histrica: un precursor de la nacionalidad y germen de la independencia. Re-
cordemos que en el Juicio
crtico
haba reconocido que Berra tena razn cuando de
ca que Artigas jams pens en hacer de su provincia una entidad territorial indepen
diente4< .
En este trabajo da un paso ms y lo pone, como antecedente de la misma.
No poda ser de otra manera, todo hijo necesita un padre, y este pas mediatizado,
amenazado desde su propio nacimiento, necesitaba identificar uno. Para ocupar
el
puesto de hroe necesariamente Artigas deba ser presentado como lo hace Ramrez.
El
autor tena conciencia de iniciar una tarea noble e mproba, fundamental para
todos los orientales:
No estn escritas todava, por manos orientales, esas paginas de la historia pa
tria, y es menester escribirlas, escudriando todos los documentos, revisando to
das las tradiciones, penetrando todos los secretos del corazn del pueblo (
.
.) 4;
Sugiere un programa de accin historiogrfica que implica nacionalizar e1 pasa
do, que sean los propios interesados los que dieran cuenta de los hechos que jalona
ron su nacimiento y evolucin. No se poda esperar que otros hicieran. lo que le co
rresponda a los orientales. Para ellos invoca un procedimiento racional: relevamien
to de documentacin y de tradiciones, y otro ms irracional que apunta a penetrar en
el corazn del pueblo y rescatar todo aquello que constituyan religan tes afectivos y
conmuevan las fibras ms ntimas de todos y de cada uno de sus miembros.
Tarea del historiador pero tambin tarea de los orientales como comunidad, por
que para cohesionar en una utopa nacionalista se necesita la participacin -leyendo,
46
Puede llamrsele, en un sentido estricto
y
riguroso, fundador de la Nacionalidad Oriental?
Nuestra incesante dedicacin al estudio de los orgenes histricos del pas no nos permite modificar sus
tancialmente
las
opiniones que ha poco tiempo formulamos. Creemos que Artigas jams preconiz la in
dependencia absoluta de la Banda Oriental, que jams se consider completamente desligado de la comu
nidad argentina, que pugn constantemente por atraer a l s dems provincias del antiguo Virreinato, ter
minando su carrera bajo
los
golpes combinados de
los
conquistadores que esclavizaron su provincia natal
y
de otros caudillos que
lo
desconocieron en el trance supremo, para expulsarlo de
las
provincias vecinas,
en cuyo territorio l crea tener derecho de soberana como caudillo protecror de
la
patria comn.
No es por consiguiente Artigas, a nuestro juicio, en sentido estricto y riguroso, el fundador de la nacio
nalidad oriental; pero es, evidentemente, su precutsor, o en otros trminos, el que l hizo posible en la tur
bulenta complicacin de los sucesos que siguieron a su derrota
y
ostracismo (Ibd., p. 14).
47 Ibd., p. 131.
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Toms Sansn
211
oyendo, aprendiendo, discutiendo, mirando una pintura, conmovindose
al
calor de
las
efemrides- del colectivo reconocindose, encontrndose en los lugares de la me
moria que
les
dan sentido de pertenencia en clave pretrita y metas comunes de ca
ra al
futuro.
Conclusin
La
polmica de marras constituy
un
enfrentamiento desigual. Por un lado los es
pordicos e inconsistentes alegatos del Sud
mrica
que no adelantan
un
pice
ni
agregan nada a los conocidos cargos de la historiografa portea antiartiguista. Por
otro,
un
Ramrez que desde
a
Razn
profundiza y arrecia con argumentos y pruebas
justificativos del accionar del caudillo.
l
debate
le
proporcion a los reivindicado res de Artigas el elemento fundamen
tal para fundar un imaginario: una alteridad. Toda definicin nacional
es
por oposi
cin y los referentes identitarios orientales nacieron acunados
por el
enfrentamiento
semitico-historiogrfico con las personas, intereses y versiones del pasado generadas,
emitidas y sostenidas desde Buenos Aires.
Para destacar la grandeza de Artigas y convencer a sus lectores de su enorme sig
nificacin para la historia nacional, Ramrez apel a
una
serie de estrategias y recur
sos narrativos:
l La trascendencia y concrecin de su ideario.
2. Irrelevancia de los cargos formulados en contra suyo
por
tratarse de conductas y
hechos compartidos
por
otros prceres argentinos.
3. El respaldo permanente de documentos.
Las
Instrucciones de 1813 constituyeron
una
verdadera bandera de lucha de las
provincias litorales contra
el
centralismo porteo.
Si
de anarqua
se
trata forzoso
es
reconocer que estamos frente a una anarqua con orden , por utilizar una expresin
irnica que refleja
el
pensamiento del autor.
De
por s este documento
es
magnfico
en cuanto contiene
una
formulacin clara y coherente de principios
por
los cuales
un
sector importante de
las
Provincias Unidas luchara acaudillado
por
Artigas. Recin
en 1878 Mariano Pelliza en su libro sobre Dorrego las dio a conocer pblicamente en
el Ro de la Plata. Hasta entonces haban permanecido en
el
olvido. Cuatro dcadas
despus, en 1853, sus proposiciones
se
concretaron en la constitucin argentina. A
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212
Anuario del Instituto de Historia Argentina
pesar de todos los inconvenientes -la derrota militar, los dicterios de Mitre, la san
grienta Guerra Grande, Juan Manuel de Rosas,
las
tres dcadas de ostracismo en Pa-
raguay-
el
federalismo triunfara definitivamente en
el
antiguo territorio de las Pro
vincias Unidas.
Vale
la
pena destacar que hay un problema que Ramrez
no
logr resolver: enfa
tiza
la
trascendencia y proyeccin del pensamiento federal de Artigas en la futura Ar
gentina, pero .. no define con claridad cul es la herencia del prcer en su propia Pro
vincia devenida en nacin. Simplemente seala que los Treint y Tres profesaban
el
ideal de
la
federacin
48
,
pero nada ms. Muy inteligente en su planteo se limita a no
incursionar ms all de 1828 en
la
historia del nuevo pas pues no tendra argumen
tos para explicar
la
evidente contradiccin: reivindicar como padre fundador de la pa
tria a
un
caudillo federal
en
un
pas que, todava hoy,
es
frreamente unitario.
Otra de las formas en que Ramrez procura levantar cargos formulados contra Ar
tigas consiste en contextualizar sus actitudes en las circunstancias concretas en que de
bi actuar y compararlo con otras personalidades importantes de
la
Revolucin, o
posteriores. Fundamentalmente arremete contra
la
tan mentada crueldad de Artigas.
Demuestra, a
las
claras, que incluso los "civilizados" detractores de Artigas como Sar
miento -que le hizo cortar la cabeza al Chach0
49
- son pasibles de la misma imputa
cin, no estn inmaculados, lo mismo cabe para notables prohombres del patriciado
porteo, entre ellos Belgran0
50
,
Rivadavia y San Martn
5
.
Lo
mismo hace
con
rela
cin a las supuestas traiciones de Artigas: Alvear, Alvarez Thomas, paz, San Martn,
48 Ibd p. 178.
49 'Y
ya que hemos nombrado a Sarmienro. podemos aadir que el indomable anciano todava se jacta de
haberle hecho cortar la cabeza al Chacho. para colocarla sobre una pica en una plaza pblica. Hay gran n
mero de argentinos
que
reputan al Chacho un hroe de la causa popular. Recordamos todava un precio
so
artculo que
en
ese senrido escribi
don
Federico de la Barra. hoy redactor de
La
Tribuna Nacional. y
enronces redactor
de El
Plata
en
Montevideo. Sin embargo. los escritores de el Sud Amrica
han
de con
venir con nosotros
en
que Juan Carlos Gmez fu profeta cuando dijo
que
Sarmienro tendr estatuas y
cenrenarios" a
lo
cual l aadi:
como
no
alcance a decretrmelo yo nsmo '" (Ibld
p. 35).
50 "Don Pedro Feliciano Cavia. en la recapitulacin de los crmenes de
la
poca
artiguista. slo menciona
un
hecho sangrienro
en
que inrerviene personalmenre Artigas. la ejecucin de un cal Perugorria. Era un oficial que
se subkv yendo a Corrienres en consin. Tomado prisioneto despus. fu ejecutado. Por venrura. no haca
o mismo con sus oficiales deserrores o rebeldes
el
general don Manuel Belgrano. es decir. el hombre ms pu
ro y
ms
dulce de la revolucin de Mayo
(Mitre. Historia de Belgrano , T
11, p
237. >>
( bd
pp. 36-37).
51 ''Artigas, indudablemenre, no era amable con
lo
godos, debiendo tenerse presenre que esta denomina
cin se aplicaba enronces a los partidarios recalcitrantes de la denominacin espaola. Pero. acaso tuvo se
mejante amabilidad ninguno de los grandes prceres militares o civiles del levantamiento de Amrica con
tra Espaa? Rivadavia estuvo muchos das en 1812. ocupado
en
hacer ahorcar espaoles complicados en la
conjuracin de lzaga, y San Martn dej recuerdos severos
en
Chile y el Per" (Ibld., pp. 37-38).
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Toms
Sansn
213
tambin cometieron sus traiciones y
la
historiografa portea no
los
crucific por
esto,
al
contrario, intent explicarlas en funcin de debilidades humanas o
en el
ser-
vicio
al
supremo inters de
la
patria. Por qu Artigas no goz de los mismos atenuan-
tes
Esta
es la
pregunta definitiva con que
el
autor desafi
al Sud Amrica,
y que
no
fue contestada.
Con
relacin a la tercera de
las
estrategias utilizadas poco queda para decir y sir-
ve
de prueba todo lo establecido en relacin con la erudicin manifiesta del autor.
No
hay mejor recurso en cualquier debate que probar lo que
se
dice, y en este sentido
creemos que Ramrez
lo
hizo sobradamente. El silencio sistemtico de su oponente
ante cada andanada heurstica
es el
mejor testimonio de que, evidentemente, logr
convencer con este recurso.
Bibliografia
y fi/entes
Fuentes
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Bosquejo histrico de la Repblica
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Montevi-
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RAMIRE
Recommended