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Descubriendo una fiesta local
Ermita Nueva es una pequeña aldea situada al sur de la provincia de Jaén. Según los
ancianos del pueblo, sus orígenes se remontan a la Edad Media por la abundancia de
agua en la zona y la buena orientación que tiene y tenía.
Está dividida en varios núcleos: Acequia, las Pilillas, El Ventorrillo, la Cruz del Piojo y
Acequia la Baja. Además, en frente se encuentra el cerro del Camello y al otro lado de
la carretera el Cerro de la Gineta.
Esta aldea está rodeada de olivares, tierras de labor, por lo que la gran mayoría de sus
habitantes se dedican al campo, aunque no todos. Aún después de que la revolución
industrial trajese consigo la aparición de las máquinas, y con ello la perdida de la
mayoría de las costumbres, los habitantes de Ermita Nueva, también conocidos como
ermiteños, no han perdido sus costumbres como la matanza o las labores de ganchillo.
Anteriormente, esta aldea se llamaba Al-Sikka, sin embargo, su nombre se cambió
cuando en 1789 se construyó una nueva ermita, que antes estaba situada en un cerro
cercano, desde entonces se le decidió llamar Ermita Nueva. Aún así, esta nueva ermita
se tuvo que demoler en 1974 y se construyó la actual.
La población de Ermita Nueva se ha estabilizado y el número de población se
mantiene, sin embargo, últimamente está disminuyendo. Esto se debe a varios
factores: en primer lugar, hoy en día la vida en las aldeas es, cada vez, espiritualmente
más rica y tranquila, el estrés de la ciudad queda aparcado a pocos kilómetros y la
gente prefiere estar en un lugar tranquilo y cómodo, pero, hay que tener en cuenta
que la mayoría de la población son ancianos y que los jóvenes se van fuera a estudiar o
a vivir, esto conlleva a que haya una ecuación equitativa de la gente que entra por la
que se va.
Muchos de los jóvenes que crecen en esta aldea, aunque últimamente ha habido un
descenso de nacimientos, tienen que irse a las ciudades, como el caso de Granada o
Sevilla, para realizar sus estudios, y la mayoría de los adultos no tienen su trabajo en el
pueblo sino en Alcalá la Real, a 7 km de él, por lo que durante los meses de invierno y
otoño, en el pueblo hay poca actividad.
No obstante, el mes de mayo es intocable para los ermiteños. Los estudiantes de fuera
vuelven a su pueblo y la mayoría de los trabajadores se piden un día o dos de
vacaciones. Todo por el simple hecho de que en el mes de mayo se celebran las fiestas.
Hay muchos tipos de fiestas, fiestas nacionales, locales, de la espuma… Sin embargo,
las fiestas de las aldeas son distintas entre sí y muy curiosas. La mayoría de la gente no
sabe cómo se celebran ni qué es lo que hacen exactamente. Tampoco saben lo que
significa realmente para un habitante celebrar esta fiesta.
Las fiestas de San Isidro son la mayor festividad del año para los ermiteños y, también,
a las que acude más gente
de fuera ya que son muy
conocidas por sus
alrededores. En las calles
empiezan a verse adornos
hechos por los niños, las
flores adornan las casas y
las calles y se pueden
escuchar, desde el primer
día, cohetes anunciando la
llegada de las fiestas.
El día más importante es el 15 de mayo pues, en ese día tan especial para ellos, San
Isidro Labrador, su patrón, recorre las calles de la aldea. Las fiestas duran cuatro días,
según el día de la semana en que caiga el 15 se celebrará el fin de semana de antes o
de después.
San Isidro, cuyo nombre completo era Isidro de Merlo y Quintana, nació en el seno de
una humilde familia, pero quedó huérfano pronto. Cuando el rey de Marruecos, Alí,
atacó Madrid en 1110, Isidro de trasladó a Torrelaguna. Allí se casó y trabajó de criado
en un solar, donde actualmente hay un museo con exposiciones temporales.
Uno de los ancianos del pueblo cuenta
que “San Isidro era un labrador e hizo
varios milagros, uno de ellos, por
ejemplo, fue el del pozo, lo que pasó fue
que su hijo, Juan creo que se llamaba,
se cayó en un pozo y entonces él rezó y
gracias a su oración las aguas del pozo
subieron para poder rescatar a su hijo.
Otro milagro era que decían que los
ángeles araban el campo mientras él
rezaba”.
Debido a su profesión, labrador, se le
considera el patrón de los labradores
por lo que es venerado en muchos
pueblos en las que se bendicen los
campos. Por eso, no es de extrañar que
en esta pequeña aldea se le considere
su patrón, puesto que, como se ha
mencionado anteriormente, la mayoría
de la gente vive del campo.
Las fiestas son muy parecidas todos los años. No obstante, este año el tiempo no ha
ayudado a la celebración de estas fiestas y los ermiteños han podido presenciar como
durante casi todos los días ha llovido.
Sin embargo, las lluvias no han
impedido que las fiestas se
celebrasen. Para comenzar nos
tenemos que trasladar al día
12, día en el que se celebra la
Misa de las Flores. Esta misa
consiste en la celebración de
las comuniones y el inicio de
las fiestas. Después de la misa,
se saca en procesión a la
imagen de la Virgen María.
Esta imagen es llevada por las
mujeres del pueblo que llevan
orgullosas a “su madre” como
la llaman ellas.
Aunque sean los inicios de las fiestas, hay poca gente que acude a esta misa. Los
demás habitantes se van preparando para el 15 de mayo, el “día gordo” como lo
llaman ellos.
La procesión comienza en la Iglesia con los niños encabezándola, detrás de ellos va la
imagen de la
Virgen y la banda
de música. El buen
tiempo acompañó
la sonrisa de los
niños y la felicidad
de los padres que
veían como sus
hijos habían hecho
la comunión.
Además, muchas
de las personas
aprovechaban la
ocasión para saludar a aquellos que hacía tiempo que no veían y ponerse al día.
El día 15 de Mayo, se celebró a las 12 de la mañana la misa dedicada a San Isidro
Labrador, el patrón de los ermiteños. Sin embargo, a las diez y media de la mañana ya
había gente, desde ancianos hasta niños de 5 o 6 años, esperando a que abriesen la
iglesia para poder entrar y pillar sitio. El tiempo fue favorable, un sol espectacular
brillaba en el cielo cuando se llevo a cabo la misa.
La Hermandad de fiestas de Ermita Nueva invitó, después de la misa, a secretaria,
plato típico de esa zona, y bebida a todos los ermiteños y los que hubiesen ido a misa.
Alrededor de 200 personas esperaban que les llegase su turno para poder saborear la
secretaria. Sin embargo, a las 14:30, cuando se estaba repartiendo la secretaria, una
llovizna cayó y los presentes tuvieron que meterse dentro de una carpa para no
mojarse.
La procesión estaba programada para las ocho de esa misma tarde, pero esa pequeña
llovizna se convirtió en granizos, lo que conllevo a que no se pudiese sacar la imagen
en procesión. Sin embargo, una gran cantidad de ermiteños se reunieron en la iglesia,
esperando que el tiempo perdonase aunque fuese por poco tiempo, el tiempo
suficiente que se necesitaría para poder sacar a San Isidro.
En la iglesia se reunió la Hermandad con varios habitantes que también ayudan en las
fiestas, así como el alcalde de la aldea. Debido a que no dejaba de llover, decidieron
que lo mejor sería que la banda de música le tocara varias canciones dentro de la
Iglesia y aplazar la procesión al sábado por la tarde, esperando que hiciese buen
tiempo ese día.
Las lágrimas
asomaban por los ojos
cuando la banda de
música le tocó el
Himno de España y la
Saeta, la pena y el
coraje que causaba el
hecho de no poder
sacarlo por culpa del
mal tiempo se veía
reflejado en la mirada
de la mayoría de los
presentes.
La banda de música se creó hace 5 años en Ermita Nueva para poder tocarle a San
Isidro, de tal forma que fuese de una manera más intima. La mayor parte de los
integrantes se unieron a ella con la intención de poder tocarle a su santo algún día.
Varios voluntarios aprovecharon la actuación de la banda de música para coger a San
Isidro y bailar con él
en la Iglesia. Las
muchachas se
vistieron de gitanas
pero no pudieron
lucirse en la
procesión por lo
que tuvieron que
guardar el traje
para el sábado
siguiente.
El sábado fue el día
que más gente fue a Ermita Nueva. Gente que no tenía que trabajar ese día o que se
había pedido el día libre. Desde por la mañana ya se estuvieron organizando
actividades, los niños pudieron disfrutar de varios juegos y colchones inflables, además
de yincanas.
Al medio día, el bar más famoso de Ermita Nueva, Bar Moyano, o como lo llaman los
ermiteños “Fofo Copas”, invitó a bebida y tapas gratis, literalmente gratis. El bar
estaba abarrotado, más de medio pueblo fue para tomarse algo y poder charlar con los
demás.
Antonio, el
dueño del bar,
invitó a bebida,
pero lo que
antes se acabó
fue la cerveza. A
lo que hay que
añadir que puso
“tapas” de todo
tipo, desde
jamón a queso,
pasando por
salchichón y
patatas.
Posteriormente, la gente se fue a la carpa grande, una carpa montada todos los años
por El Chiringuito de Mures,
una caseta que se suele
montar en las fiestas similar a
la que se ponen en las ferias,
ya que invitaron a migas. La
carpa se volvió a llenar, pues
la mayoría de la gente que
estaba en el otro bar se fue a
comer migas.
La espera tuvo su fruto y
pudieron probar uno de los
platos más típicos en Ermita
Nueva y sus alrededores:
migas con chorizo y
torreznos.
Durante toda la tarde del sábado se organizaron diferentes actividades para los
jóvenes. Así, se realizaron las carreras de motos y de bicis. Esto consiste en que ponen
unas cintas, bordadas o pintadas, liadas en un rulo y con una anilla en un extremo.
Estas cintas se
pillaban con un
alfiler y se
colocan en una
cuerda de tal
forma que la
anilla quedase
suelta para abajo.
La cuerda se
coloca a una
distancia de
varios metros del
suelo y los
jóvenes, con
motos y bicicletas, tenían que intentar coger la cinta por parejas, uno conducía y el
otro iba subido detrás intentando colar un palito por la anilla. En estas cintas había
también premios como podía ser un refresco o una tapa en Fofo Copas.
A las ocho menos cuarto de la noche, la iglesia y sus alrededores estaba rodeada de
gente. Gente hablando, gente sonriendo, gente esperando a que llegasen las ocho
para ver salir a su patrón.
No obstante, el tiempo volvía a hacer de las suyas y las nubes cubrían la mayor parte
del cielo. Los presentes estaban asustados y algunos de ellos se acercaron a hablar con
la Comisión de Fiestas para saber qué era lo que iba a suceder.
El alcalde salió a la calle para ver cómo estaba el tiempo y decidió sacar en procesión
tanto a San Isidro como a la Virgen, aunque fuesen 10 minutos, antes de que
comenzara a llover.
El “Toto” enseñaba a
algunos niños como
tirar cohetes y cuando
ambas imágenes
salieron de la iglesia,
alrededor de 15
cohetes sonaron uno
detrás de otro.
Cuando San Isidro salió de la Iglesia, cientos de personas aplaudieron mientras la
banda de música tocaba el himno de España. La imagen era llevada por los hombres de
la aldea aunque
eso no significa
que algunas
mujeres no se
acercasen a
llevarlo aunque
fuese durante
un breve
periodo de
tiempo.
Detrás de San Isidro, las mujeres volvían a llevar a la Virgen. La banda de música no
dejó de tocar en toda la procesión y la gente acompañaba a ambas imágenes
conversando unos con otros y gritando “¡Viva San Isidro!” cada pocos metros.
Por mala fortuna, el tiempo no dejó pasar esta oportunidad y pequeñas gotas
volvieron a caer en mitad de la procesión. Rápidamente, dieron la vuelta y se dirigieron
a la Iglesia temiendo que el agua pudiese estropear a las imágenes.
Antes de volver a meter a las imágenes en la iglesia y no sacarlas hasta dentro de un
año. Ambas imágenes fueron aclamadas por el público en la puerta de la iglesia
mientras la banda de música tocaba.
Una vez encerradas ambas imágenes, algunos animos estaban por los suelos, unos
lloraban por no haber podido sacar más tiempo a San Isidro, otros se alegraban por el
simple hecho de haberlo podido sacar aunque fuese un ratito.
La Comisión de Fiestas, para levantar los animos, comenzó a repartir arresol y ponche
en la puerta de la iglesia a los que anduviesen por allí. El arresol es una bebida que
lleva café, aguardiente o anís del mono.
Sin embargo esto no acababa aquí. A
las diez de la noche, San Isidro volvió
a salir de la iglesia para ver los fuegos
artificiales que se realizan dedicados
a este santo. En la puerta de la iglesia
vuelve a colocar a la imagen con la
cara mirando hacia los fuegos y
alrededor de él se coloca la gente.
Muchas de estas personas se meten
en la iglesia porque le dan miedo los
fuegos, sin embargo, en primera fila siempre están los más pequeños, emocionados y
contentos por ver el espectáculo de fuegos.
En resumen, la mayoría de la gente ve las fiestas de los pueblos como algo únicamente
católico, pero no es así. Muchas de las personas que viven en un pueblo no son
cristianos, sin embargo, casi todos tienen fe, porque la fe, al fin y al cabo, mueve a las
personas, todo el mundo necesita algo en lo que creer, algo en lo que aferrarse.
No es solo sacar al santo en procesión o no, es reencontrarte con gente que hacía
meses que no veías, ponerte al día de las cosas que suceden en el pueblo, volver a
pasar un buen rato con aquellos amigos de la infancia, pasar un buen rato con la
familia, disfrutar, sentir…
Fiestas locales hay muchas, lo bonito sería, como sostiene el título, descubrir y
conocer todas las curiosidades y actividades que ser oganizan y, sobre todo, cómo vive
la gente estas fiestas. Todo es cultura, y la cultura hay que cuidarla igual que se cuida a
un niño pequeño, porque es lo que termina diferenciandonos de los demás.
Texto y fotos realizados por Virginia Cano García
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