Donde huire de tu presencia

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Debemos entender que fuimos marcados con un propósito desde el vientre de nuestra madre, y al decidir empezar este viaje tan largo que es vivir en Dios. Es necesario ser pacientes para llegar a la meta. La presencia de Dios siempre nos va a seguir hasta que nuestro propósito se cumpla. No podemos huir de él. Siempre vamos a ser hallados. ¿De qué sirve alejarse si vamos a regresar? ¿Para qué perder nuestro tiempo? Vivir en Dios no es fácil pero tampoco es imposible. Pastores Generales

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Ministerio Internacional Renuevo

La casa del Espíritu Santo

Viernes 21 de Mayo, 2010

Lección # 20

¿Dónde huiré de tu presencia?

Versículo clave: Salmo 139:5-12

Por diferentes razones tratamos de huir de la presencia del Espíritu Santo. A veces el fallar nos

hace sentir indignos y decidimos apartarlo de nosotros.

Debemos entender que fuimos marcados con un propósito desde el vientre de nuestra madre, y al

decidir empezar este viaje tan largo que es vivir en Dios. Es necesario ser pacientes para llegar a la

meta. La presencia de Dios siempre nos va a seguir hasta que nuestro propósito se cumpla.

No podemos huir de él. Siempre vamos a ser hallados. ¿De qué sirve alejarse si vamos a regresar?

¿Para qué perder nuestro tiempo? Vivir en Dios no es fácil pero tampoco es imposible.

Como dijo el salmista: “Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; aún la noche

resplandecerá alrededor de mí”. Es claro que como seres humanos atravesamos momentos y

circunstancias adversas, que pueden compararse con esas –tinieblas-, pero cuando estamos en la

presencia de Dios, tenemos la confianza y seguridad de que la luz del Espíritu Santo nos va a guiar

y a dar la victoria que necesitemos.

Además, el siguiente versículo dice: “Aún las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece

como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz”. Esto significa que aún las dificultades no nos

pueden separar de la presencia del Espíritu Santo. En otras palabras ni aún nuestras fallas y

pecados nos pueden aislar de la presencia para siempre, porque aún cuando en algunas ocasiones

nuestro corazón esté en tinieblas, Dios conoce lo más íntimo y puede volver a llenarlo de su luz.

No existe lugar a donde escapar de la preciosa presencia del Espíritu Santo. El haberlo conocido

selló nuestro corazón por toda la eternidad, y nuestro destino es estar junto a él todos los días en

esta Tierra y para siempre en el Cielo.

Dejemos de huir y abracemos esa presencia de una vez por todas, para que nuestra vida sea

transformada verdaderamente, para que fluyan ríos de agua viva de nuestro ser.

Giovanni y Karen Solano

Pastores Generales

Abigail Chinchilla Quesada

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