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Los cuidados de larga duración para personas mayores efectuados en la esfera del
hogar en un contexto de crisis económica. Estudio cualitativo para el Área
Metropolitana de València.
Documento para su presentación en el IX Congreso Internacional en Gobierno,
Administración y Políticas Públicas GIGAPP. (Madrid, España) del 24 al 27 de
septiembre de 2018.
Óscar Muñoz González
Facultat Ciències Socials, Universitat de València
osmugon@gmail.com; oscar.munoz@uv.es
Josep V. Pitxer i Campos
Departament d’Economia Aplicada, Universitat de València
Josep.V.Pitxer@valencia.edu
Resumen:
El presente texto versa sobre el trabajo de cuidados de larga duración para personas
mayores y/o en situación de dependencia efectuado en la esfera del hogar en un
contexto de crisis económica para el Área Metropolitana de València (en adelante,
AMV). Se abordan los cuidados informales, esto es, los cuidados efectuados por
familiares o su entorno; los cuidados remunerados en la esfera del hogar, un trabajo
donde predominan las mujeres inmigrantes, especialmente de América Latina, y que se
engloba mayoritariamente dentro de la economía informal; y los cuidados provistos por
la Administración Pública, en concreto, el Servicio de Ayuda a Domicilio de titularidad
pública y que forma parte de los servicios sociales generales, pudiendo prestarse por la
misma Administración o bien por organizaciones, tengan o no afán lucrativo.
Palabras clave: cuidados; trabajo de cuidados; cuidados informales; cuidados
remunerados; servicio de ayuda a domicilio
1. Introducción
La sociedad está cada vez más envejecida1 y es mayor el número de personas que
necesitan el soporte de otra u otras personas para cubrir sus cuidados. La esperanza de
vida en aumento, las bajas tasas de natalidad (y su consiguiente estructura de la
1 El porcentaje de población mayor de 65 años, que actualmente se sitúa en el 18,2% pasaría a ser el 24,9% en 2029 y del 38,7% en 2064. Disponible en http://www.ine.es/prensa/np870.pdf
1
pirámide poblacional en forma de “hongo” o pirámide regresiva); la incorporación de la
mujer al mercado de trabajo y los cambios en sus expectativas profesionales/laborales;
las modificaciones en las estructuras familiares y en los modelos de hogar2, así como la
permanencia de un Estado del bienestar de corte mediterráneo, en el que sigue gozando
de enorme peso la familia y cuenta, además, con escasos recursos sociales, dan pie a lo
que viene a denominarse crisis de los cuidados. Una crisis que exige una respuesta por
parte de las familias, el Estado, el mercado y la sociedad civil. Por parte de la
Administración Pública central se aprobó la Ley de la Dependencia (2006) (en adelante,
LAPAD), norma que venía a cubrir este nuevo riesgo social, los cuidados, y que como
dice la misma es “uno de los principales retos de la política social”. Sin embargo, hoy
en día no parece que haya conseguido los objetivos inicialmente planteados, en parte
por falta de voluntad política, en parte por la crisis económica y sus recortes, y que
coincidió con la puesta en marcha de la Ley.
Ante esta situación crítica nos planteamos explorar tres modalidades de cuidados, todos
ellos efectuados en el seno del hogar. Por ello, haremos referencia a los cuidados
informales, es decir, los cuidados provistos por familiares y/o su entorno en la esfera
mentada, y observar quién cuida, por qué cuida, y sus consecuencias en su dimensión
laboral; los cuidados remunerados, donde hay un predominio de población inmigrante,
especialmente de países de América Latina (aunque también hay presencia de mujeres
procedentes de Europa del Este), que abandonan su país y que acaban recalando de
forma mayoritaria en el sector de los cuidados; y por último, el Servicio de Ayuda a
Domicilio (en adelante, SAD) de los servicios sociales generales locales, un servicio
profesionalizado y de externalización del cuidado, prestándose en la esfera hogareña. El
SAD, asimismo, puede ser provisto por las mismas Administraciones Públicas, sea
directamente a través de personal propio, sea a través de empresa pública, o bien puede
externalizarse en favor de empresas mercantiles u organizaciones del Tercer Sector.
Las hipótesis de partida son varias. En primer lugar, y para los cuidados informales, se
partió de la hipótesis de que la crisis económica iniciada a finales del 2007 ha exhortado
el trabajo de cuidados en el ámbito doméstico, dado que una parte de las familias habían
perdido sus empleos, y por tanto, se propició la refamiliarización de los cuidados, donde
2 Según el INE, en el año 2016, los hogares de 1 persona eran 4.611.129; para el año 2031 se espera que ésta aumente a 5.522.762. Disponible en http://ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736176954&menu=ultiDatos&idp=1254735572981
2
las principales protagonistas siguen siendo las mujeres. Esto, a su vez, comporta que las
familias traten de alguna manera de conciliar trabajo productivo y trabajo reproductivo/
de cuidados. En segundo lugar, y para el caso de los cuidados remunerados en la esfera
del hogar, estos han sido desempeñados durante las últimas décadas por mujeres
inmigrantes, especialmente latinoamericanas. Pero a partir de la crisis económica,
además de la refamiliarización que mencionábamos en líneas previas, alentando el
cuidado informal, se ha generado una doble tendencia: por un lado, la vuelta parcial de
la mujer autóctona a trabajos de cuidados remunerados (o (re)nativización), y por otro,
una pauperización de las condiciones laborales de las cuidadoras remuneradas, tanto
nativas como inmigrantes. Y en tercer lugar, y adentrándonos en el SAD, servicio de
proximidad y de apoyo a otros modelos de prestación del cuidado, estamos ante un
servicio profesionalizado de cuidados, y la hipótesis es que las condiciones laborales de
las auxiliares de ayuda a domicilio de un sistema de titularidad y prestación pública son
mejores que las de aquéllas que están externalizadas en favor de empresas mercantiles o
de organizaciones del Tercer Sector, o en general, de un SAD privado.
La metodología empleada en este trabajo ha sido cualitativa, con la revisión de literatura
especializada y la realización de 81 entrevistas semiestructuradas en profundidad (ver
anexo 1), además de una entrevista grupal a 7 cuidadoras remuneradas. Para cada fase,
que coincide con cada uno de los tipos de cuidados en la esfera del hogar que hemos
planteado, se eligió a aquellos testimonios privilegiados que pudiesen arrojar luz sobre
los objetivos y corroborar las hipótesis. Así, para los cuidados informales, se contactó
con 11 personas, mayoritariamente trabajadoras sociales del AMV, con amplios
conocimientos sobre la realidad a tratar, y especializados en materia de dependencia.
Mientras, para los cuidados remunerados, fueron 12 los informantes clave, a las que se
unieron 24 entrevistas a cuidadoras remuneradas, 14 de ellas inmigrantes y 10
autóctonas. Estuvo acompañada esta técnica con una entrevista grupal a 7 cuidadoras
remuneradas pertenecientes a la federación correspondiente del sindicato Comisiones
Obreras. Por último, y para el SAD, fueron 10 las trabajadoras sociales entrevistadas de
algunas Corporaciones Locales del AMV, a dos fundadores de la primera empresa
prestataria del servicio en la capital valenciana, a la patronal – Asociación Empresarial
de Residencias y Servicios a Personas Dependientes de la CV (AERTE) – y a tres
representantes de los dos sindicatos más representativos – CC.OO y UGT–; se le
agregaron 8 entrevistas a auxiliares de ayuda a domicilio, que sirvió para conocer el
3
desempeño de sus funciones o tareas, así como las condiciones laborales en cada uno de
los modelos prestatarios. Tras un primer contacto telefónico de presentación donde se
les exponía los objetivos de la investigación, hubo posteriormente un encuentro donde
se realizó la entrevista, que fue grabada para su posterior transcripción. A las personas
entrevistadas se les garantizó el anonimato y la confidencialidad.
Siguiendo la misma lógica de estructura en cuanto a modalidades e hipótesis, el texto se
estructura en una primera instancia en los cuidados informales, para seguir con los
cuidados remunerados en el seno del hogar, sea por mujeres inmigrantes, sea por
mujeres autóctonas, y continuar, en tercer lugar, con el SAD. Finaliza con un apartado
de conclusiones y propuestas.
2. Los cuidados informales o provistos por familiares y su entorno
Entendemos como cuidado informal el efectuado por las personas que forman parte de
la red de la persona cuidada: familiares, amigos y/o vecinos (Rogero-García, 2009: 38).
Con esta primera consideración, de entre las primeras cuestiones planteadas a los
testimonios privilegiados constaba la pregunta acerca de la modalidad de cuidados más
empleada, obteniendo como contestación que la predominante era el cuidado familiar,
no sólo para personas mayores sino también para personas en situación de dependencia,
como por ejemplo para aquellos que padecen un ictus3, alzhéimer o han tenido un
accidente (sea de tráfico, laboral…). En cuanto quiénes son los cuidadores dentro de la
familia, nos encontramos con una variedad de opciones dentro del ámbito de la familia:
parejas o cónyuges, madres de la persona afectada, hermanas si las hubiere, o incluso
miembros de la familia política (especialmente, nueras)…En el supuesto de menores de
edad, coinciden en que es la madre la encargada del cuidado, entre otros motivos,
esgrimen, porque no hay recursos para estas edades. Esta afirmación de que la familia es
la principal prestadora de cuidados es conforme a otros estudios, como por ejemplo el
de Ruiz-Robledillo y Moya-Albiol (2012).
P: ¿Cuál dirías que es la modalidad de provisión de cuidados más empleada?
R: La del ámbito doméstico por familiares...Primero el apoyo familiar...
(Trabajadora social de una localidad del AMV)
3 Los dos representantes de la Asociación de Daño Cerebral Adquirido de València manifiestan que la edad a la que se puede padecer un ictus ha bajado como consecuencia de la crisis económica, por factores tales como el estrés.
4
R:...”¿Qué es lo que querría yo si me ocurriera a mí? pues yo en un principio, no
quiero salir de mi casa, yo quiero que me cuiden en mi casa, que me cuiden en
mi casa, dentro de las posibilidades que tenga en mi casa...no sacarme de mi
entorno, de mi entorno natural...” (Trabajadora social de una localidad del AMV
y profesora de la Universitat de València)
Y si decíamos que la familia es la primera modalidad escogida de entre todas las
existentes, la principal protagonista, como vemos, es la mujer, con unas tareas de
cuidado que se dan por naturalizadas y asociadas al género femenino. El trabajo
reproductivo, según Carrasquer et al. (1998: 96) tiene entre sus actividades aquéllas
cuya finalidad son la atención de cuidado del hogar y la familia, y este trabajo
reproductivo ha sido tradicionalmente asignado a la mujer. Así, se ha creado un
imaginario en el que la mujer es la actora principal de los cuidados (Badgett y Folbre,
1999; Carrasco, Borderías y Torns, 2011: 72). Como subraya Durán (2018: 200) y
según las encuestas de usos del tiempo, el 80% del cuidado lo hacen las mujeres.
Del mismo modo, los informantes clave fueron preguntados por los factores que
provocan la elección de una u otra modalidad. El principal factor es el económico, es
decir, el poder de compra suficiente para mercantilizar el trabajo de cuidados en la
esfera del hogar o, en menor medida, la institucionalización en residencias o centros de
día.
R: La capacidad de decidir...o sea, el decidir qué quieres para tu persona
dependiente o tú, como persona dependiente, qué quieres...o sea, tú puedes elegir
si tú tienes capacidad económica, tú puedes elegir dónde estar... (Trabajadora
social de una localidad del AMV).
R: “Los factores o motivos que actúan o influyen principalmente son los
económicos…” (Representantes de uno de los sindicatos más representativos).
A la par que la capacidad de compra de servicios de cuidados, aparece el factor cultural,
en la que la familia, y más concretamente la mujer, es la encargada de la prestación de
cuidados. Todo esto acompañado de una falta de recursos o servicios sociales, que es
una de las características del Estado del bienestar mediterráneo.
R: “…luego está también este tema cultural de «no voy a abandonar a mi
marido, dejarlo, porque no quiero que piense la gente de que mi marido se está
5
quedando en un centro y...», que eso nos ha pasado. Esto pasa menos en la
ciudad, porque en la ciudad prácticamente no conoces al vecino de al lado, pero
la gente vive en localidades más pequeñas, te conoce todo el pueblo. «Tú,fixa´t
Pepita que ha deixat al seu home4»"(Terapeuta ocupacional y corresponsable de
la Asociación de Daño Cerebral Adquirido de València).
R: “…Pero la mujer, tradicionalmente ha cuidado siempre, entonces, eso ya
digamos, es como una obligación que nos cae...sobre todo, yo estoy muy
acostumbrada a ver familias que tienen varios hermanos y es la hermana la que
cuida a los padres” (Trabajadora social en Asociación Valenciana de
Dependientes y Cuidadores).
¿Qué influencia tiene el cuidado informal efectuado mayoritariamente por mujeres? Una
de las repercusiones más notables se halla en su vertiente laboral. Y es que desarrollar
un trabajo de cuidados en favor de algún familiar conlleva una reducción del tiempo que
pueden destinar al trabajo productivo o mercantil. Por consiguiente, suelen ser
frecuentes entre las mujeres los casos de reducción de jornada, acogimiento a empleos
de tiempo parcial, jornadas atípicas, y en otros casos, donde la dependencia de la
persona cuidada es más severa, el abandono del empleo5. También se contempla la
posibilidad del despido, más si cabe, con la crisis económica. Además, otro efecto no
menos importante es la falta de capacidad para la promoción profesional. Y todo esto se
produce especialmente en aquellos hogares con menor capacidad económica, al no
poder mercantilizar los cuidados.
R:“Hay muchos cuidadores que o han renunciado a un trabajo, por ejemplo, hay
muchas cuidadoras que han estado, por ejemplo, trabajadoras o empleadas del
hogar, o empleos menos cualificados, que han tenido que dejar su trabajo porque
el pagar un centro de día o el pagar a una persona que le cuidara a su enfermo
era más caro que los que ellos estaban ganando (…) ahora se lo han dejado
porque han caído en el paro, pero ya no pueden buscar porque están como
cuidadores.” (Trabajadora social de la Asociación de Familiares de Enfermos de
Alzhéimer de València).
4 “Tú, fíjate, Pepita, que ha dejado a su hombre/marido”.5 Según el Informe Adecco, 2018, Discapacidad y familia. Inactivo por cuidar de personas con discapacidad, según la EPA, en el periodo 2012-2017, el número de personas que han dejado su empleo para cuidar a personas dependientes se ha incrementado un 2.3%, de 526.700 a 538.900 personas.
6
R: “…son despidos. Son despidos. O ella renuncia. Ellas abandonan...«no, es
que he tenido que dejar el trabajo por mi madre». «Es que yo no puedo trabajar
con mi hijo». Son ellas, siempre son ellas (Trabajadora social localidad del
AMV y profesora de la Universitat de València).
Todo esto tiene una repercusión a más largo plazo, puesto que el hecho de no tener un
empleo lleva aparejada la falta de contribución a la Seguridad Social, afectando, por
tanto, también a sus futuras pensiones, lo que ahonda en la precarización de la pobreza
femenina (Martínez Riera, 2003: 132), y/o en la dependencia económica si hubiese
cónyuge.
Los pesos relativos de cada uno de los actores partícipes en la provisión del cuidado fue
otra de las preguntas realizadas. Todos los testimonios privilegiados afirmaban que se
había producido una refamiliarización de los cuidados (Muñoz y Pitxer, 2016: 114),
entre otros motivos porque, como consecuencia de la situación de desempleo de los
miembros de la familia, habían tenido que prescindir de los servicios de la
persona/cuidadora que tenían a su disposición, o bien producirse la
desinstitucionalización de los mayores de sus residencias (Deusdad, Comas-d’Argemir,
y Dziegielewski, 2016: 247). De este modo, con el dinero de la pensión con la que
hacían frente al pago de la cuidadora remunerada, la residencia o el centro de día, las
familias podían hacer frente a los gastos de la economía doméstica. Otra consecuencia
derivada de la crisis económica – y que no se había planteado inicialmente como
hipótesis –, es el retorno parcial de población autóctona a los cuidados remunerados en
la esfera del hogar (García Sainz (ed), Santos y Valencia, 2011: 24; Muñoz y Pitxer,
2016: 114). Por último, al carecer de recursos sociales públicos suficientes, ha habido
familias que han decidido constituirse en Asociaciones, englobadas en el Tercer Sector
de Acción Social.
En definitiva, estamos ante un trabajo desarrollado dentro de la esfera del hogar,
feminizado, no remunerado y con escasa valoración social, todo y ser el garante del
bienestar de las personas cuidadas. Además, se trata de un trabajo muy absorbente y que
puede dar lugar a episodios de soledad, abandono, retiro de la vida social y laboral,
agotamiento e incluso enfermedades (Durán, 2018: 351).
3. Cuidados remunerados en la esfera del hogar
7
Otra de las modalidades de cuidados es la efectuada por personas ajenas a la familia que
son contratadas por las personas mayores y/o en situaciones de dependencia o sus
familias para que se encarguen de los cuidados de estos. De forma mayoritaria este
trabajo es desempeñado por mujeres inmigrantes dentro de la economía informal,
especialmente de América Latina, que migraban a Europa en busca de mejores
oportunidades de vida, tanto para ella como para sus familiares, que se quedan en su
país de origen. Aquí entraría la internacionalización del cuidado, donde mujeres de
países del “Sur” acuden a países desarrollados del “Norte” para desempeñar tareas de
cuidados, especialmente para personas mayores, dejando a sus hijos a cargo de
familiares o incluso recurriendo a la contratación de cuidadoras remuneradas. Es el
fenómeno conocido como “cadenas globales de cuidados” (López Gil y Pérez Orozco,
2011: 28). Al mismo tiempo, Bettio, Simonazzi y Villa (2006: 272) han calificado a
estas trabajadoras/cuidadoras como “migrantes en la familia”, rasgo característico de los
países del Sur de Europa (King y Zontini, 2000: 46). Diferentes autores/as han tratado
este tipo de trabajo de cuidados remunerados por inmigrantes: Anderson (2000),
Parreñas-Salazar (2001) o Lutz (2002) en la esfera internacional, mientras que en
España destacan algunos como Colectivo IOE (1991, 1999, 2006), Oso (1997), Parella
(2003), Pla et al. (2004) Caixeta et al. (2004), Martínez Buján (2010), García et al.
(2011, 2014), Durán (2012), Arango, Díez Gorfinkel y Moualdhi (2013), Bianchi
(2014), Nogueira y Zalacain (2015) o Acosta González (2015). Algunos de estos
trabajos ya coinciden con la Gran Recesión.
Con todo, y como consecuencia de la crisis económica hay varios resultados que pueden
destacarse. Una de ellas es la pérdida de la capacidad de negociación de las cuidadoras
remuneradas, y es que en las relaciones laborales se dan estas relaciones asimétricas,
con un poder superior de negociación por parte del empleador/a. Pero en el caso de las
cuidadoras resalta aún más, deducimos que por su género, por su nacionalidad y por su
clase social (Parella, 2003: mujer, inmigrante y trabajadora). Pues bien, dada la crisis
económica su capacidad de negociación se ve todavía más limitada, dado que en los
casos en los que quieren negociar algunas de sus condiciones laborales, obtienen como
respuesta que “pueden coger a otra persona”. Así lo manifiestan todas las entrevistadas
y los testimonios privilegiados: antes de la crisis tenían cierto margen de decisión y si
no estaban contentas con su puesto de trabajo (o con la oferta de trabajo) tenían
suficientes oportunidades laborales como para buscarse otro empleo, mientras que con
8
la crisis han cambiado las tornas y no tienen ese poder de negociación, so pena de ser
despedida.
La crisis económica ha traído consigo otra consecuencia destacable: el retorno parcial
de población española al trabajo de cuidados (Muñoz y Pitxer, 2016: 114; Martín
Palomo, 2018: 44). Así, mujeres que se quedaban sin empleo como consecuencia de la
crisis, entraban en el mercado laboral de los cuidados, debido a la falta de oportunidades
laborales. Esto corrobora la hipótesis que supuso una sospecha en la primera etapa del
trabajo de campo – dedicado a los cuidados informales –. Por tanto, además de las
inmigrantes que trabajan principalmente en el trabajo de cuidados, hay, por un lado,
mujeres españolas que trabajaban antes de la crisis en los trabajos de cuidados, y
mujeres españolas que se integraban en el mercado laboral de los cuidados al quedarse
en situación de desempleo y no existir oportunidades laborales en otros sectores. Del
mismo modo, la crisis económica ha afectado a las cuidadoras inmigrantes, puesto que
algunas han tenido que aceptar peores condiciones laborales, especialmente salariales,
retornar a sus países de origen, o incluso la remigración dentro de la geografía española
o fuera de ésta.
Entrando en las trayectorias vitales de las mujeres inmigrantes, suelen coincidir en
algunos aspectos. Migran porque buscan mejores condiciones de vida tanto para ellas
como para su familia, ancladas en su país de origen, aunque los desplazamientos no sólo
se producen por factores económicos sino que también se incluyen factores sociales e
institucionales que pueden ser causantes de la migración (Ayuso y Pinyol, 2010: 12-13).
En primer lugar, para poder migrar necesitan de dinero para poder hacer frente no sólo
al viaje sino también para la entrada en el país de destino, así como para el pago del
alojamiento si no lo hubiesen conseguido a través de las redes migratorias. Para ello
recurren a préstamos entre familiares y amigos en su país de origen, que deberán ser
devueltos paulatinamente a medida que vaya obteniendo rentas en el país de destino
(Bianchi, 2014: 177). Otro inconveniente, además de la entrada, es que, como entran
mayoritariamente con el visado de turista, sólo pueden estar un tiempo determinado, y
pasados los 90 días se convierten en inmigrantes “sin papeles”, tónica habitual. Otro
hándicap con el que se tropiezan es la convalidación de sus títulos en el país, lo que da
lugar a que no puedan ocupar un trabajo acorde a su cualificación profesional. Y por
último, está el problema de tener un contrato de trabajo para poder disponer del permiso
de residencia, regularizando su situación en España.
9
Los puestos de trabajo que ocupan la mayoría de inmigrantes latinoamericanas cuando
llegan a España son en el trabajo de cuidados (Martínez Buján, 2010; Oso, 2010;
Campani, 2014) y en la limpieza, fundamentalmente. Muchas de ellas, recién llegadas,
entran a trabajar como internas, lo que les asegura trabajo, alimento, alojamiento y se
sienten más protegidas por posibles inspecciones que pudiesen revelar su situación de
irregularidad. Dentro del trabajo doméstico y de cuidados podemos diferenciar
diferentes modalidades: interna6, externa a tiempo completo, externa a tiempo parcial
(sea de mañanas o sea de tardes), por horas, de “reemplazo”…
Asimismo, en las siguientes líneas atenderemos a las condiciones laborales a las que
están sujetas, y que se alejan de lo previsto en el Real Decreto 1620/2011, de 14 de
noviembre, por el que se regula la relación laboral de carácter especial del servicio del
hogar familiar, pudiendo abordar aspectos como la localización, la jornada laboral, los
días libres, las vacaciones, la remuneración…entre otras cuestiones. En este supuesto
vamos a centrarnos en el estudio realizado a cuidadoras remuneradas en el ámbito
doméstico, con independencia de su nacionalidad, para el AMV, llevado a cabo en el
periodo comprendido entre el 2015 y el 2016, con la crisis económica de telón de fondo.
En cuanto a la localización, ésta se sitúa en el domicilio de la persona receptora de
cuidados. Ahora bien, aunque pueda parecer que es un trabajo poco visible, no lo es
tanto, debido a que son frecuentes algunas actividades como los paseos con la persona
cuidada, acompañamientos a médicos, acudir a la farmacia, hacer la compra….Por
tanto, no es un trabajo tan invisible.
Su jornada laboral dependerá de la modalidad. Las internas están todo el día en su
puesto de trabajo (eso no significa que en todo momento estén haciendo tareas, pero
están en situación de vigilancia: lo que se denomina passive care, (Folbre, 2005, en
Carrasco, Borderías y Torns, 2011: 797). Las externas a jornada completa se diferencian
de las internas en que no hay pernoctación en el domicilio de la persona mayor o en
situación de dependencia; por otro lado, están las externas a tiempo parcial, que pueden
desempeñar su trabajo por las mañanas o por las tardes (en algún caso, hay algún turno
6 En la modalidad de interna todas las entrevistadas eran inmigrantes, a excepción de dos españolas.
7 Según Durán (2018: 384) “el trabajo de cuidado es en muchos casos un trabajo de disponibilidad más que de intervención activa…”. Según nuestro estudio esta situación no es del todo correcta, pues sí que tienen que realizar multitud de actividades o tareas a desempeñar, todo y que exista ese tiempo de passive care.
10
nocturno); y las de jornada por horas, donde sí se establece de forma diáfana cuál es su
jornada laboral.
Las actividades que realizan son ingentes, tales como levantar a la persona cuidada,
preparar (y en algunos casos, dar) el desayuno, la comida, la merienda, la cena, limpiar
el domicilio, fregar los platos, planchar, visitas a la farmacia, a los centros médicos, a
hacer la compra, acostar a la persona….Es una “chica para todo”. Esto tiene lugar
especialmente en las trabajadoras internas y en las externas a tiempo completo. A
medida que se van reduciendo las horas, quedan más definidas qué tareas o actividades
tienen que desempeñar.
Para el caso de las internas, éstas no suelen disponer de sus días libres, lo que hace que
las jornadas se alarguen eternamente, y se traducen en dosis elevadas de dureza, tanto
física como emocional y desgaste mental. Lo habitual no es disponer de su día y medio
de descanso.
Las vacaciones es otra de las obligaciones legales que no cumple el empleador. No
suelen tener vacaciones remuneradas. Si quieren disponer de sus treinta días tienen que
buscar de entre su red de contactos para que alguna amistad/compañera le sustituya.
Pero el dinero que debería percibir por ese mes de vacaciones irá destinado al pago de la
cuidadora que ha buscado como sustituta. Ésta es la modalidad que ellas denominan “de
reemplazo”.
Tampoco suelen tener contrato ni alta en la Seguridad Social, de ahí que digamos que
estamos ante un trabajo que se ejerce dentro de los márgenes de la informalidad. De las
24 entrevistas efectuadas sólo dos tenían contrato de trabajo y alta en la Seguridad
Social. Esta decisión depende del empleador/a, pues ellas, especialmente las
inmigrantes, sí que desean tener contrato para tener los papeles “en regla” (permiso de
residencia) y cotizar al régimen de empleada de hogar. Desde los sindicatos y algunas
cuidadoras reivindican no sólo el tener contrato y alta, sino también que la ley se
modifique y se les genere el derecho a prestación por desempleo cuando ha terminado la
relación laboral8. En este sentido, el motivo principal por el que se extingue la relación
laboral es por el fallecimiento de la persona cuidada o porque se le institucionaliza. Así
pues, su relación contractual sería lo más parecida a un contrato por obra o servicio
determinado. 8 En el año 2011 la OIT aprobó el Convenio 189 y la Recomendación 201 sobre el trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos. España no lo ha ratificado a día de hoy.
11
Su remuneración suele rondar los 700€ para el caso de las internas, tanto para
inmigrantes como para autóctonas. De entre las entrevistadas, declaran que es mucho
más ventajoso trabajar de externas a tiempo parcial porque, trabajando dos turnos,
obtienen unos salarios mucho más ventajosos, cercanos a los 1000€. Atendiendo a la
remuneración por horas, la Encuesta de Presupuestos Familiares indica que el 40% de
los hogares abonan por el servicio doméstico de 8 a menos de 10€. En nuestro caso,
hemos podido comprobar que esta situación no es generalizable. En el caso aquí
estudiado hemos visto que los salarios por hora estaban a 5-6€ la hora. Y a medida que
la jornada era mayor en cuanto a duración, el salario/hora disminuye. Así, en los casos
de las internas, si se hacen los cálculos en función de las horas que dicen ellas que
trabajan, podemos encontrarnos con salarios cercanos a los 2€/hora (ver anexo 2).
Así, estamos ante un trabajo revestido de gran dureza, con multitud de actividades a
desempeñar y con unas condiciones laborales gravosas u onerosas, incardinándolo
dentro del segmento secundario del mercado de trabajo. Además, se da la situación que
Durán (2018: 351) llama “relaciones siamésicas”, donde existe una relación entre la
persona cuidada y la cuidadora muy intensa, situación que no sólo se da en los cuidados
informales sino también en los remunerados en el hogar (en especial, las internas). De
hecho, una de las características del trabajo de las cuidadoras remuneradas es la
existencia de unos vínculos muy fuertes de cariño, una relación muy estrecha, llegando
en algunas ocasiones a ser consideradas como “sustitutas” de la familia.
4. El SAD. Cuidados profesionalizados en el hogar
La siguiente modalidad estudiada de cuidados en la esfera del hogar es la efectuada por
el SAD, un servicio de proximidad (Parella, 2003) y considerado como un Nuevo
Yacimientos de Empleo Así, la familia de la persona mayor y/o en situación de
dependencia puede mercantilizar los cuidados contratando los servicios de ayuda a
domicilio a una organización. Pero otra opción, aquí estudiada, son los cuidados que
provee la misma Administración Pública local dentro de los servicios sociales generales.
Se trata de una política social muy arraigada en el territorio objeto de estudio que ha
logrado mantener el empleo y seguir proveyendo de cuidados a las personas mayores.
Ahora bien, aunque la titularidad del servicio sea pública, la prestación puede diferir:
puede que corresponda a la misma Administración Local, bien con personal propio o
contratado, bien a través de empresa pública, o puede que la Administración lo
externalice y lo preste una organización, tenga o no afán lucrativo.
12
Por otra parte, la LAPAD también contempla el SAD, así como la prestación vinculada
al servicio, y en esta última, la persona en situación de dependencia contrata a una
organización para que le preste el servicio de apoyo correspondiente, que será
financiado por las autoridades autonómicas. Sin embargo, en la Comunitat Valenciana
sólo hay 43 casos en los que la prestación es el SAD, según la información ofrecida por
el Portal de la Dependencia (último dato consultado: marzo 20189). Mientras y para el
caso de la prestación vinculada al servicio son beneficiarias 10.760 personas, que
representa un 15.81% del total de las prestaciones derivadas de la LAPAD.
En cuanto a qué se entiende por servicio de ayuda a domicilio presentamos la siguiente
definición:
“un programa individualizado, de carácter preventivo y rehabilitador, en el que
se articulan un conjunto de servicios y técnicas de intervención profesionales
consistentes en atención personal, doméstica, de apoyo psicosocial y familiar y
relaciones con el entorno, prestados en el domicilio de una persona mayor
dependiente en algún grado” (Rodríguez y Valdivieso, 2006: 34).
Podemos acudir a otras fuentes para definir el SAD. Así, el Estatuto de Autonomía
valenciano recoge la competencia en materia de servicios sociales; de ahí se aprobó la
Ley 5/1997 de servicios sociales, y en su artículo 12, el SAD viene definido como
“prestar atención de carácter doméstico, psicológico, rehabilitador, social, personal y
educativo, cuando la situación individual o familiar sea de especial necesidad,
procurando la permanencia de la persona en su núcleo familiar o de convivencia de
origen”.
Siguiendo con Rodríguez y Valdivieso (2006: 27), las actividades a desempeñar en este
servicio pueden dividirse en actividades básicas de la vida diaria (ABVD), relacionadas
con el autocuidado, levantarse, vestirse, aseo personal…, y las actividades
instrumentales (AIVD), tales como cocinar, planchar, desplazarse por la calle, etc.
Para ser usuario del SAD municipal debe pasarse antes por los servicios sociales
generales, donde será atendido el vecino de la localidad por la trabajadora social
correspondiente. Al demandante de un servicio se le hará una entrevista y se le
solicitarán determinados documentos. Será decisión final de la trabajadora social si se le
9http://www.dependencia.imserso.es/InterPresent1/groups/imserso/documents/binario/ estsisaad20180331.pdf
13
concede o no el servicio a domicilio (“en todos los reglamentos siempre ponen «a
criterio del trabajador social» (Trabajadora social del Ayuntamiento_H del AMV). El
SAD que se concede es gratuito para su receptor, con la excepción de dos municipios,
en los que se ha establecido un copago (València y Alboraia). Para la concesión se
tendrán en consideración “criterios económicos, sociales y familiares” (trabajadora
social del Ayuntamiento_E del AMV). Al mismo tiempo que se solicita el SAD se suele
tramitar, como norma general, la documentación relativa a la LAPAD.
En lo referente a las diferentes modalidades del SAD de los municipios estudiados (más
la información recabada a las empresas prestatarias), tres de ellos tienen una empresa
pública prestadora del servicio (Paterna, Alaquàs y Burjassot). En cuatro municipios el
servicio está municipalizado (Alboraia, Benetússer, Tavernes Blanques y Rocafort), y
las auxiliares de ayuda a domicilio son parte del personal de la Corporación Local.
Mientras, en doce municipios (Albal, València, Godella, Mislata, Alfafar, Almussafes,
Carlet, Paiporta, Picanya, Quart de Poblet y Puçol) el servicio está externalizado y la
prestación es privada (ver mapa 1).
Mapa 1: Àrea Metropolitana de València
14
Fuente: Ghaleb Fansa
Una de las cuestiones planteadas a las trabajadoras sociales encargadas del SAD fueron
las ventajas e inconvenientes que tenía la modalidad prestataria. Para algunas el hecho
de que sea de prestación pública tiene como principal ventaja que es más económica que
en el caso de su externalización; mientras, el inconveniente era la sobrecarga de trabajo
que recae sobre la trabajadora social, dado que no se contrata a personal para encargarse
exclusivamente de las funciones del servicio. Aun así, la modalidad de prestación
privada tiene la ventaja de que la Corporación Local, en la licitación del SAD, puede
incluir requisitos como “mejoras”, y en este sentido, algunas organizaciones presentan
algunas tales como grúas, ayudas técnicas, disposición de residencias en casos de
urgencia…Se trata de mejoras que puede introducir la empresa privada y que serán
valoradas por la Corporación Local.
La organización de un SAD no difiere si se trata de prestación pública o privada. La
coordinadora/trabajadora social distribuirá a las auxiliares de ayuda a domicilio una
“planilla” donde figurará el nombre de la persona usuaria, dirección, teléfono, qué
15
actividades hay que realizar, y en algunos casos, observaciones que sean de interés para
el desarrollo del trabajo. Las auxiliares de ayuda a domicilio suelen trabajar en un radio
de acción limitado espacialmente, dado que sus coordinadoras les preparan las
“planillas” para que no haya mucha distancia entre un domicilio y otro, y así no tengan
que emplear excesivo tiempo en el desplazamiento. Esto se ve especialmente en la
ciudad de València, donde tres empresas10se reparten la ciudad, y cada una de ellas tiene
unos determinados distritos postales. Pues bien, dentro de cada distrito postal, se trata de
que los domicilios estén los más cercanos los unos a los otros (es lo que denominan
“zonificación11”).
Las tareas que deben desempeñar las auxiliares de ayuda a domicilio vienen
determinadas por el reglamento de cada Corporación Local, aunque suelen ser
actividades como levantar de la cama, lavar, peinar, vestir a la persona cuidada…En
algunos municipios las actividades están más centradas en la persona, mientras que en
otros se le acompaña la limpieza u organización del hogar, además de acompañamientos
a médicos o a dar un paseo. En definitiva, un trabajo de cuidados en un sentido amplio.
A este respecto, uno de los inconvenientes del SAD es su intensidad horaria, dado que
sólo cubre una hora/día, lo que le convierte en un mero apoyo a otras modalidades de
cuidados.
El perfil más generalizado de las auxiliares de ayuda a domicilio es el de una mujer
autóctona12, con edades comprendidas entre los 35-55 años. El perfil no sólo se extrajo
de las entrevistas a auxiliares de ayuda a domicilio, sino que también se preguntó a las
empresas y al resto de informantes clave. Grosso modo, los porcentajes de mujeres
rondarían el 80%, mientras que el 20% restante serían hombres. Los hombres suelen
encargarse de determinadas actuaciones, como pueden ser las transferencias o
levantamientos, donde se requiere de mayor esfuerzo físico. Estas cifras muestran la
feminización del trabajo de cuidados efectuado por las auxiliares de ayuda a domicilio,
y además, coincide con la población ocupada en la actividad de servicios sociales sin
alojamiento (CNAE09, nº 88), que es del 78.35%. Lo mismo sucede si atendemos al
número de personas matriculadas en el Grado Medio de Técnico en Atención a personas 10 En la última licitación quedó una sola empresa encargada de todo el municipio de València. Sin embargo, desestimó un lote, que ha sido adjudicado a otra empresa. Por tanto, y a falta de que se ponga en funcionamiento, hay tres empresas desarrollando el servicio de ayuda a domicilio en València. En el futuro serán dos las empresas encargadas. 11 Esta zonificación se da en otros municipios.12 Se les preguntó a los informantes clave por las nacionalidades de las auxiliares de ayuda a domicilio. La respuesta es que la inmensa mayoría eran mujeres autóctonas y que había pocas inmigrantes.
16
en situación de dependencia (para el curso 2014-2015, último dato disponible), donde
para el total de España, la tasa de feminización es del 85%.
Sus jornadas laborales son matutinas y la mayoría de ellas está contratada a tiempo
parcial: por regla general, su jornada laboral es de 30 horas semanales. Esto está
provocado porque a primera hora de la mañana hay mayor demanda de servicios
(levantamientos y aseos), y ésta baja a partir de media mañana, para repuntar a la hora
de la comida. Por la tarde no hay servicios.
“…en lugar de tener a cincuenta trabajadores a ocho horas, como eso no lo
puedes hacer, pues tienes a lo mejor cien trabajadores a cuatro [horas]. “Con lo
cual, el trabajo parcial, por las características del servicio…” (Representante
AERTE)
“Lo que pasa es que los contratos de ocho horas son muy pocos, son muy
poquitos...la mayoría son de 30 horas” (representante CCOO-Pais Valencià).
Si la jornada es a tiempo parcial, el tipo de contrato depende de la política de gestión de
la mano de obra de la empresa. Así, hay trabajadoras contratadas como indefinidas, y
otras que están temporales para cubrir picos de demanda o bajas. Los sindicatos
entienden que se trata de un sector con una alta estabilidad en el empleo, dado que,
según sus estadísticas, el 80% tiene contrato indefinido y el restante es temporal.
El salario es otro de los temas tratados. Y en este sentido, es importante destacar la
diferencia existente entre las diferentes modalidades del SAD. Así, cuando se trata de
personal funcionario tienen un salario que ronda los 1283€ netos al mes, con pagas
incluidas. Mientras, para el caso de las auxiliares de ayuda a domicilio de prestación
privada es de 1190€ netos, pagas incluidas. Es una diferencia del 15%, pero es que
además la auxiliar de ayuda a domicilio de prestación pública tiene una jornada de 37.5
horas, mientras que los datos aquí aportados para el caso de titularidad pública y
prestación privada es para una jornada a tiempo completo de 40 horas. Y como hemos
dicho, su jornada habitual es de 30 horas, por lo que la diferencia salarial es aún mayor.
Pero las diferencias no acaban aquí, porque si hablamos del SAD privado (la persona
cuidada o su familia contratan a una empresa para que le preste el servicio) o el que se
deriva de la LAPAD, el salario es todavía más bajo, en torno a un 22% de diferencia.
Esto es consecuencia de la aplicación de distintos convenios según el SAD. Para ver las
diferencias, se puede observar la tabla 1.
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Tabla 1: Salarios SAD titularidad pública-gestión privada y SAD dependencia
SAD titularidad pública-gestión privada SAD dependencia
16.483 euros anuales bruto 13.261 euros anuales bruto
9.24 euros/hora bruto 7.56 euros/hora bruto
7.29 euros/hora neto 5.95 euros/hora neto
Fuente: elaboración propia.
Estas diferencias de condiciones laborales entre las diferentes auxiliares de ayuda a
domicilio nos confirma la segmentación en este subsector del trabajo de cuidados
remunerado.
Muchas de las auxiliares de ayuda a domicilio comenzaron a trabajar hacer muchos
años, época en la que no se requería formación. Estas mujeres han adquirido sus
competencias a través de mecanismos informales, y para poder seguir trabajando han
tenido que convalidar su experiencia a través de la acreditación de competencias. Otras
sí están formadas en Formación Profesional, como por ejemplo con el Grado Medio de
Técnico en Atención a personas en situación de dependencia o en Atención
Sociosanitaria. Actualmente, las empresas de ayuda a domicilio ya no contratan si no se
tiene la acreditación competencial o el título de Formación Profesional correspondiente.
Otro aspecto destacado tras las entrevistas a auxiliares de ayuda a domicilio y a
informantes clave es la necesidad de que exista un trato afable, cariñoso, y en el que se
desarrollan vínculos emocionales, aunque de esto son sabedores las empresas y dejan
claro que las auxiliares deben saber diferenciar el trabajo de las relaciones afectivas.
Esto casa con el estudio realizado por Roca Estrada (2017: 383) para el municipio de
Mataró, donde expresa que las auxiliares de ayuda a domicilio “[han] de saber dónde
comienzan y acaban sus funciones”.
Para finalizar, este trabajo sigue estando poco valorado y es bastante desconocido.
Puede que ese desconocimiento dé como fruto la baja valoración que tiene la sociedad
sobre este servicio. No tanto por los usuarios, que sí que le otorgan un valor elevado a
este servicio de apoyo.
5. Conclusiones y propuestas
Hemos visto las tres modalidades de cuidados en la esfera del hogar, y queda patente
que se trata de un sector altamente feminizado, sea remunerado o no. Junto a la
18
feminización, este trabajo no es valorado socialmente cuando es no remunerado, y
además, sigue formando parte del imaginario de la sociedad que este trabajo de
cuidados es innato a la mujer. Lo mismo sucede cuando este trabajo se mercantiliza:
sigue altamente feminizado y con escasa valoración social. Las condiciones laborales de
las cuidadoras remuneradas en el ámbito del hogar son onerosas, donde hay un
incumplimiento constante de la norma que lo regula, y con salarios paupérrimos,
englobándose de forma mayoritaria dentro de la economía informal. Hay una
segmentación en este subsector del mercado de trabajo de los cuidados, al poder
diferenciarse entre las que tienen “papeles” y las que no, las que tienen contrato y alta
en la Seguridad Social y las que no, entre internas y externas o por horas…Por otra
parte, el SAD, también feminizado13, es un sector profesionalizado. Se exigen
determinadas competencias en forma de acreditación profesional o posesión del título
de formación profesional correspondiente. Sus jornadas son en su mayoría a tiempo
parcial, en torno a las 30 horas semanales, y tienen unas mejores condiciones salariales
que las cuidadoras remuneradas en el ámbito doméstico. En este subsector también es
posible distinguir una segmentación del mercado laboral. Hay mejores condiciones
laborales para las auxiliares de ayuda a domicilio del servicio cuando éste es de
prestación pública, en detrimento de las que lo prestan a través de empresa privada, o
incluso, cuando este servicio deriva de la LAPAD o es un SAD privado.
Todo esto nos lleva a la necesidad de repensar las políticas en materia de cuidados.
Deben participar todos los agentes en la provisión de cuidados: familia, Estado,
mercado y sociedad civil, y ver hacia qué sociedad nos encaminamos para el futuro y
también para el presente. Por de pronto, la LAPAD debería contar con una financiación
suficiente para que pueda desarrollarse plenamente, además de voluntad política para su
implementación. En este sentido, la Administración Central está en dejación de
funciones porque no está aportando el 50% que exige la ley, y quien soporta la carga es
la Administración autonómica, además del usuario a través de los copagos. Asimismo,
algunos gobiernos autonómicos (caso del valenciano) están haciendo prevalecer las
prestaciones económicas por cuidados en el entorno familiar, situación que la ley
declara como excepcional, pero que logra dos cosas: en primer lugar, afianzar los
cuidados en el entorno del hogar, donde la mujer va a ser la principal protagonista; y
13 No obstante, hay algunos trabajos realizados sobre la incorporación de los hombres al sector de los cuidados, como los efectuados por Mireia Roca, Blanca Deusdad o Dolors Comas d´Argemir, por citar algunos.
19
segundo, aleja la posibilidad de la prestación profesional de los cuidados. Si la mayoría
de la población mayor o en situación de dependencia marca como preferente el cuidado
en la esfera del hogar, lo idóneo sería fomentar el SAD, con una mayor intensidad
horaria y no sólo en jornadas matutinas sino también vespertinas (y en nuestra opinión,
también los centros de día), servicios profesionalizados y generadores de empleo. Quizá
sea desde la Administración Local donde se puedan hacer los mayores esfuerzos en la
mejora de la atención de los mayores, por la cercanía a la problemática ciudadana,
aunque para ello deberían contar tanto con recursos financieros y personales como con
voluntad de los agentes políticos.
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Anexos
Anexo 1: Perfil de los informantes clave
23
Perfil de los informantes clave
Representante de UGT-Pais Valencià y Miembro de la Plataforma en Defensa de la LLei de la
Dependència
Trabajadora social de CCOO-Pais Valencià y Miembro de la Plataforma en Defensa de la LLei de la
Dependència
Trabajadora social en Asociación Valenciana de Dependientes y Cuidadores
Trabajadora Social y responsable en la Asamblea Local de València de la Cruz Roja
Trabajador Social y responsable de Asociación de Daño Cerebral Adquirido de València
Terapeuta ocupacional y corresponsable de la Asociación de Daño Cerebral Adquirido de València
Trabajadora social de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer de València
Trabajadora Social de Servicios Sociales municipales del Àrea Metropolitana de Valencia y Profesora
de la Universitat de València
Trabajadora Social de Servicios Sociales municipales del Àrea Metropolitana de València
Dos representantes sindicales de CCOO en el área de Servicios; Empleadas de hogar.
Representante de orden religiosa sita en la ciudad de València que desempeña labores de formación e
intermediación laboral.
Trabajadora social de Centro de Salud municipal del Área Metropolitana de València
Representante Asociación ecuatoriana Rumiñahui en València
Representante Asociación Hispanoamericanos en València
Representante Asociación YMCA
Responsable Secretaría de Inmigración y Cooperación al Desarrollo en CCOO-País Valencià
Dos técnicas de empleo de la Federació de Dones Progressistes
Representante Asociación Por ti mujer
Representante Asociación Candombe
Representante Psicólogas sin fronteras
Trabajadora social de los servicios sociales municipales de la localidad A
Trabajadora social de los servicios sociales municipales de la localidad de B
Trabajadora social de los servicios sociales municipales de la localidad C
Trabajadora social de los servicios sociales municipales de la localidad de D
Trabajadora social de los servicios sociales municipales de la localidad de E
24
Trabajadora social de los servicios sociales municipales de la localidad de F
Trabajadora social de los servicios sociales municipales de la localidad de G
Trabajador social de los servicios sociales municipales de la localidad de H
Trabajadora social de los servicios sociales municipales de la localidad de I
Trabajadora social de los servicios sociales municipales de la localidad de J
Dos representantes de la patronal Asociación Empresarial de Residencias y Servicios a Personas
Dependientes de la Comunidad Valenciana (AERTE)
Dos representantes del sindicato UGT-Pais Valencià: Federación de Empleados y Empleadas de los
Servicios Públicos.
Un representante del sindicato CCOO-Pais Valencià: Federación de Sanidad y Servicios
sociosanitarios de CCOO.
Dos fundadores de la primera organización prestataria del SAD en el municipio de València
Cuatro responsables de entidades prestadoras del SAD en el Área Metropolitana de València
Fuente: elaboración propia.
Anexo 2: Modalidades horarias, edad, nacionalidad y salarios/hora de las
cuidadoras remuneradas en el ámbito doméstico entrevistadas
Nombre Edad Nacionalidad Modalidad horaria Euros/hora
M. 47 Rumanía Externa, mañanas 5 euros/hora
T. 62 España Externa, mañanas 6.6 euros/hora
P. 57 España Externa, mañanas 5 euros/hora
S. 53 Ecuador Interna 2.2€ euros/hora
S. 73 Colombia Interna 1.78 euros/hora
N. 31 España Externo, tarde, por horas 6 euros/hora
M.C. 63 España Interna 1.65 euros/hora
L. 49 España Externa, por horas 10 euros/hora
J. 35 Ecuador Interna 2.15 euros/hora
S. 54 Ecuador Interna, fines de semana 2.73 euros/hora
Sl. 50 Ecuador Externa, mañanas 5 euros/hora
F. 28 España Externa nocturna 1.28 euros/hora
E. 35 España Externa nocturna 3.36 euros/hora
E. 35 Colombia Externa, mañanas por horas 1.82 euros/hora
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C. 37 Bolivia Interna 1.56 euros/hora
I. 43 Bolivia Interna, fines de semana 2.56 euros/hora
C. 56 España Externa, mañanas por horas 8 euros/hora
A. 49 Ecuador Externa --
Ar. 61 Colombia Externa, noches 1.9 euros/hora
An. 40 Colombia Interna 1.54 euros/hora
A. 55 Colombia Externa completa 8.12 euros/hora
O.L. 68 Colombia Interna 1.78 euros/hora
M.J. 48 España Externa por horas 5 euros/hora
E. 38 España Interna 2.93 euros/hora
Fuente: elaboración propia.
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