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El Alejandrino (Constantino Cavafis 1863-1933) Mario Vargas Llosa
Naci, vivi y muri en Alejandra y all trabaj treinta y tres aos
-los tres primeros de meritorio, sin sueldo-en una oscura reparticin
denominada Direccin de Aguas.
Egipto era entonces -fines del diecinueve y comienzos del veinte-
una semi colonia britnica y Alejandra una ciudad pequea, antigua, cosmopolita, intrincada y,
fiel a su tradicin, profundamente corrompida.
Perteneca a la minora griega -banqueros, mercaderes,
prestamistas, marineros, taberneros y mafiosos- y hablaba, adems del griego materno,
ingls, italiano y francs. Chapurreaba el rabe coloquial, no as el clsico.
Pequeo y esmirriado, llevaba siempre cuello duro, corbata, chaleco,
puos falsos, gemelos, reloj de leontina y ocultaba sus ojos bizcos detrs de unos
anteojos con montura de carey.
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De ocho de la maana a una y media de la tarde sus das eran papeles, sellos, firmas,
formas, informes y ordenanzas, anaqueles polvorientos, pilas de archivos,
legajos rodos por la polilla, tacitas de caf turco
con sabor a tierra y ojeadas en el diario a las Apuestas hpicas.
Y, despus del almuerzo, la siesta de sueos lascivos,
las ventanas abiertas al aire salado y los rumores del Mediterrneo.
Consagraba sus noches a la mugre y la concupiscencia. Fantasma, sombra,
ladrn, abandonaba el barrio de griegos e italianos y como un
espelelogo en la caverna de Polifemo, descenda a los antros de Attarine.
All nadie lo conoca por su nombre. Los rufiancillos rabes cuyos favores
contrataba lo llamaban Monsieur el Lengetero o Madame Chuchu.
En el fro del alba, emerga de aquellas expediciones
apestando a semen y alcohol, rasguado, mordido, robado, la boca llena de saliva ajena, contagiado de
piojos, ladillas y alguna que otra purgacin. Sus promesas de enmienda
duraban lo que dura la luz del medioda.
Su verdadera vida no era la de burcrata, ni la de putaero,
sino la de los poemas que escriba
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con su letra menuda en agendas de funcionario y
publicaba en hojas volanderas (cincuenta copias cada vez)
Estoicos y epicreos, amasados con hielo y fuego sus poemas reconstruan, inyectado
de fantasa y orden, el pasado de la ciudad
cuando en sus calles los hijos de Cleopatra correteaban
entre filsofos peripatticos, gramticos, hetairas,
mercenarios y adivinos y ascendan por el cielo las nubculas
del incienso y la mirra de los templos en pos de
la benevolencia de los dioses.
Las palabras le obedecan: se amansaban o encabritaban,
se arrodillaban, saltaban, volantineaban y cruzaban la cuerda floja
en puntas de pie. Mientras escriba y correga sus versos era un mago, un prestidigitador, un mitlogo,
un historiador, un taumaturgo, un ngel, un demonio y un juglar.
Todo era bello en sus poemas, empezando por la fealdad. Inteligentes,
la estulticia y la imbecilidad. Y, buenos, generosos, limpios, decentes,
altruistas y elegantes, el dolo, la vileza, la codicia, la envidia, el estupro y
la maldad. Su poesa volva el mundo apetecible y la vida vivible.
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Muri septuagenario y entero a pesar de los excesos,
sin sospechar que su poesa, traducida a todos los idiomas,
asombrara al mundo. Y que diran: El alejandrino devolvi a la lengua griega
la potencia, la gracia y la sabidura que tuvo en aquella Edad Clsica
que tanto am.
de enero, 2008)
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