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El Diario de Shelby
Noviembre 10
¡Vaya!, ha pasado un tiempo desde la última vez que escribí. Creo que estos últimos, eh, tres años,
¡han pasado realmente rápido! (Y solo para que conste, por mi última entrada, ya no me asustan más
los globos de agua. Solo los payasos)
Estoy escribiendo hoy porque, bueno, hay una nueva chica aquí en La Escuela de La Costa. En
realidad, es mi compañera de habitación. Y ya sabemos que no soy muy buena compartiendo. Justo
había acabado de limpiar mi habitación de todas las malas vibras (mi bolsa de hojas de salvia por fin
llego de la tienda Canyon Country), cuando llega caminando esta humana llena de malas vibras
Lucinda Price
Solo ha estado aquí, como, un día, pero ya está invadiendo mi espacio… y ya me he comportado con
ella como una horrible perra.
Digamos que la vieja Shel no se está adaptando muy bien al cambio. No me refiero a que la odie
todo el tiempo. Es solo que ella es tan indefensa e ingenua y…
Está bien, ¿La verdad?
Conozco al chico con el que está saliendo. ¿Recuerdas a Daniel Grigori? ¿La perfección rubia con
ojos grises que puedo jurar que en ocasiones eran violetas? (Si no, mira de las paginas doce hasta la
veintidós de este libro.) (Lo sé. ¡Lo sé! Escribí mucho sobre él luego del único encuentro que
tuvimos, el cual terminó en una muy poco romántica visita a la cárcel, pero Daniel fue muy amable
conmigo. No puedo evitarlo.) (Creí que teníamos una conexión. Fui estúpida. No fue nada. Estaba
equivocada.)
No era más que una de esas personas raras que también resultaban hermosas. Él tan solo me encontró
en un mal momento y juro que no conocía la historia que tenía con Lucinda Price. No es que yo
estuviera en ese entonces en La Escuela de La Costa, donde apenas puedes estornudar sin caer en
chismes de alguna de las chicas femeninas sobre lo romántico que es su historia de amor.
Lucinda y Daniel
Lucinda y Daniel
Vomito.
Como sea. Supongo que es puro karma que la chica terminara siendo mi compañera de habitación.
Tal vez no es tan mala. No es que le vaya a dar una oportunidad. Se presentó aquí, de la nada. Voy a
tratar de ser más amable. Tal vez mañana. Tal vez si ella lo hace primero…
¡Vaya, me tengo que ir! ¡Mi nueva compañera de habitación acaba de entrar
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