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EL MAESTRO DE PALMA GALLARDA Y SU CÍRCULO (II)
LA INMACULADA DE TALARRUBIAS, SIMBOLOGÍA Y VINCULACIÓN AL MISMO
Alfredo García Portillo
Cuadernos de azulejería
SERIE TRIANA nº 4
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Para Jesús Marín, que “nos regaló” esta pieza.
Dentro del programa Inmaculista del maestro, tiene especial significación
una obra que se encuentra en la localidad pacense de Talarrubias y que
conserva todavía el fondo amarillo típico de la época anterior, si bien las
pequeñas piezas que la acompañan ya no lo ostentan. Consideramos que
es anterior a la del Alcázar sevillano. Ésta además aun no experimenta esa
tendencia hacia el horror vacui de otras composiciones, lo que posibilita
una data más temprana.
No resulta gratuito que el retablo se encuentre coronado por tres piezas,
ya que ello es símbolo de la Trinidad, así sucede en piezas de azulejería
ornamental como por ejemplo las del Convento del Monasterio de Nuestra
Señora de la Piedad de Cádiz (Brinkmann y Brinkmann, 1987).
Es de notar igualmente el profuso acompañamiento de ángeles en las
pilastras y junto al motivo central como sucede con las piezas del camarín
de Osuna, lo mismo ocurre con los dos ángeles de la zona inferior, que
ineludiblemente evocan a otras obras del taller del maestro.
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A la izquierda ángeles de la supuesta Santa María de Cuatrovitas (Virgen de los Reyes), en el centro los de la Inmaculada de Talarrubias y arriba personajes de la
Hacienda de Palma Gallarda. Todos presentan el mismo tratamiento, dibujo y estilo.
Resulta significativo destacar que conjuntamente con el retablo cerámico, se
encuentran otros azulejos que forman un programa iconográfico. Así es muy
destacable la presencia de una serie de emblemas, tradicionales en obras
del mismo tipo, cuyo origen podemos rastrear en libros de horas y en
grabados como por ejemplo los de Sadeler y que enmarcan a la sagrada
efigie mariana, mostrando la idea de que los franciscanos habían ideado un
programa emblemático completo para este trabajo.
Según la tradición iconográfica estos símbolos, empleados para las letanías,
comenzaron siendo quince, pero la monja valenciana Sor Isabel de Villena
los haría aumentar a dieciocho, siendo el jesuita Martín Alberro quién tras
una supuesta visión en 1522 los estableció en 20. A las alturas del siglo
XVIII, existían ya más de 41. Debido al emplazamiento algunos de los
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azulejos con estas decoraciones fueron cortados. Dos de estos superan en
tamaño al resto, confiriéndoles de esta forma una presencia destacada, se
trata de la Luna “pulchra est luna” y del Sol “Electa ut Sol”, son referencias que
podemos encontrar en el Cantar de los Cantares (6.10) e indican que Ella es
bella como la Luna y resplandeciente como el Sol. Simbológicamente, la Luna
nunca se representa como Luna llena, reservada a la crucifixión, sino como
cuarto creciente, evocando la castidad de Diana. La Luna se interpreta como
algo terrenal en oposición dual a lo celeste.
Los tres emblemas elegidos para ser situados encima del retablo principal son la
Palmera, la Puerta del cielo y la nave del mar.
Precisamente, por haberse ideado un programa iconográfico, la palmera, se sitúa
en ese lugar por considerarse esperanza de salvación (por su vida y verdor),
evocando ascensión, regeneración e inmortalidad (Chevalier y Gheerbrant,
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1999). Análogamente, al igual que la palmera con su tronco erguido se levanta a
gran altura, el hombre recto se eleva hacia el cielo (Pérez, 2004).
La Porta coeli, ubicada en la parte superior, es una puerta murada (Génesis
28:17) y es el lugar por el que la Virgen puede conducir hasta el cielo) e incluso
podríamos evocar a la actuación de la Virgen como medianera ante Cristo, ya
que en la parte superior de este símbolo se muestra también una cruz de
azulejos.
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El último de los motivos es el de María nave del Mar: De 1531 data el
Emblematum liber, una obra de Andrea Alciato, en cuyo emblema 43 se muestra
una nave en medio de una tormenta bajo el nombre Spes (esperanza próxima).
La imagen de la nave es una metáfora de la Iglesia y de la Virgen que la guía en
su camino.
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Los franciscanos que partían también para América a evangelizar utilizan este
símbolo, ya en 1579 Fray Diego Valadés publicó la “Rhetórica Cristiana”, siendo
autor tanto del texto como de los grabados de la misma. La nave que surca el
océano portando el mensaje de Cristo es también asimilable al mensaje que
intenta exponerse.
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Conjunto de símbolos de las letanías, extraído del artículo publicado por Jesús Marín en el Boletín de la Asociación
Niculoso Pisano.
El resto de los símbolos corresponden, al igual que los anteriores a algunas de
las Arma Virginis y constituyen su blasón, así encontramos la estrella (Stella
Matutina), como símbolo que anuncia al alba, la llegada del Sol, María anuncia la
venida del Señor. Una puerta (María Porta coeli), que simboliza el tránsito de un
lugar a otro (de la tierra al cielo), o de un estado a otro (de la muerte a la vida).
(Revilla, 2007). Una nave (María, nave del mar). Un ciprés, que representa la
inmortalidad y la resurrección (Chevalier y Gheerbrant,1999). El pozo de aguas
vivas (Cantar de los Cantares 4:15). Un lirio, en referencia al Árbol de la Vida
(Chevalier y Gheerbrant, 1999) y que significa pureza: “Como lirio entre espinas,
así es amada” (Cantar de los Cantares 2:2). Una escalera, por la “escala de
Jacob” (Génesis 28:12) y que simboliza la unión entre el cielo y la tierra, una
herencia de Bizancio en la que se denominaba a María escala del cielo
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(Biedermann, 1993). Una palmera (Eclesiastés, 24:14). La torre: “Tu cuello, la
torre de David erigida para trofeos”, (Cantar de los Cantares 4:4). La fuente
“fuente de los huertos, pozo de aguas vivas, corrientes que fluyen del Líbano”
(Cantar de los Cantares 4:15) . El hortus conclusus o jardín cerrado (Cantar de
los Cantares 4:12)
Al margen de todos ellos, podemos observar en la fachada diferentes escudos o
blasones, algo que no nos resulta novedoso, toda vez que en la Hacienda de
Palma Gallarda y en la supuesta Virgen de Cuatrovitas (Virgen de los Reyes), ya
aparecen imágenes de este tipo, en el primer caso con las armas de los Lasso de
la Vega y en el segundo con las de Manuel Sánchez Durán, alcalde de la Santa
Hermandad de Bollullos, su comitente.
Uno de los blasones es el de la Orden de San Francisco, ya que el edificio,
conocido como “casa del patio”, perteneció a los franciscanos, está
enmarcado por azulejos sueltos con cabezas de ángeles y con azulejos de
lirios y azucenas, símbolos expresamente utilizados por la Orden franciscana.
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Escudo de la Orden franciscana
En el escudo, originariamente sobre la Tau, se muestra a la izquierda el
brazo desnudo de Cristo y a la derecha el de San Francisco, se trata de
reflejar un paralelismo excesivo: ambos son anunciados por un ángel y
nacen en un establo, tuvieron doce discípulos, uno de los cuales fue
rechazado, convirtieron el agua en vino y padecieron los estigmas de la
crucifixión, incluso tras su muerte fueron palpadas las heridas de su
costado. Acompañan a éste en la parte superior dos escudos heráldicos que
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corresponden a blasones de dos hermanos generales de la orden
franciscana.
Otro escudo permanece mucho más inadvertido, en el centro de la leyenda
“Hermanos generales de los padres franciscanos”, es de muy pequeño
tamaño y hace referencia a una de las devociones franciscanas por
excelencia, la de las cinco llagas, promovida por San Francisco de Asís.
Generalmente, aunque este no es el caso, en heráldica estas cinco llagas se
disponen sobre campo de oro en sotuer.
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La comparación de los roleos entre los escudos realizados para la hacienda de
Palma Gallarda y Talarrubias arroja resultados significativos, mostrando un
sistema de composición muy parecido.
Por otra parte, existe un gran muestrario de cabezas de ángeles e incluso algunos
de cuerpo entero, que forman un conjunto poco común y cuyo dibujo, gestos y
posiciones enlazan con el taller del Maestro de Palma Gallarda y / o su Círculo.
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Abajo y en la zona derecha del retablo figura un azulejo, difícil de observar a
simple vista que nos va a permitir realizar un acercamiento de esta obra a otras
(Hacienda de Palma Gallarda e Inmaculada del Patio de Levíes en el Alcázar de
Sevilla). Se trata de un dibujo como el utilizado para las molduras de los encargos
anteriormente citados.
Comparativa entre el azulejo de Talarrubias (izquierda) y las molduras de la Hacieda de Palma Gallarda (centro) y de la Inmaculada del Patio
de Levies del Alcázar sevillano (derecha).
Siguiendo con el paralelismo entre estas tres obras, podemos citar la
concordancia entre la imagen de uno de los ángeles y uno de los personales
que sustentan el escudo con la data de Palma Gallarda.
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Igualmente, entre el retablo del patio de Levíes y el zócalo de la
Hacienda, existen algunas imágenes que podemos relacionar con la
Inmaculada de Talarrubias, así algunos de los ángeles muestran un
significativo parecido en la composición.
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Al igual que en el retablo de Talarrubias, en la Inmaculada de Levíes, el
Espíritu Santo corona la escena, pero en este caso se encuentra
descendiendo sobre ella y no existe ninguna cenefa que diferencia ambos
temas.
EE.SS. del retablo de la Inmaculada de Levíes (arriba) y de la Inmaculada de Talarrubias (abajo)
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En cuanto al esquema compositivo de la Inmaculada de Talarrubias, se
aprecia como los ropajes comienzan a ser más ampulosos y las líneas inician
ya una tendencia a marcarse en ellos, sin llegar a las estridencias de obras
que consideramos posteriores como el conjunto del camarín de Osuna.
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BIBLIOGRAFÍA
Biedermann, H. (1993): Diccionario de símbolos, Paidós, Barcelona. Brinkmann, Ulrike y Johann. (1990). Een bijzondere beteling in Cadiz. Chevalier, J., y Gheerbrant,A.(1999), Dictionnaire des symboles, Paris. González, J. (2002). De iconografía e iconología concepcionista. Marín, J. (2015). La Inmaculada de Talarrubias. Pieza del mes de julio de 2015. Asociación de Amigos de la cerámica Niculoso Pisano. Pérez Pérez, M. A. (2004). “La simbología de la Inmaculada”, Inmaculada. 150 años de la proclamación del dogma, Publicaciones Obra Social y Cultural Cajasur, Córdoba. Revilla, F. (2007): Diccionario de iconografía y simbología, Cátedra, Madrid Villaluz, L. de (1734). Geroglificos varios, sacros y divinos epitectos en que se cifran algunas de las eminentissimas glorias y prerrogativas de Maria Santissima, Señora Nuestra, sobre los tymbres de la letania, que en honra suya canta nuestra santa Madre la Iglesia, Madrid, por Juan de Aritzia. Fotografías: Jesús Marín García.
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