El Mago de Oz

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Cuento del Mago de Oz hecho con galletas

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El Mago de OzDe L. Frank Baum

Dorothy vivía en Kansas, con su tía Em y su tío Henry, que eran granjeros.

El tío Henry estaba sentado a la puerta de la casa y miraba al cielo con preocupación.

De pronto el tío Henry se levantó.

“Viene un tornado”, gritó

La casa giró sobre sí misma y empezó a elevarse lentamente hacia el cielo. Dorothy se quedó muy quieta esperando a ver qué

sucedía.

Pasaron la horas y a Dorothy se le fue pasando el miedo. Al final consiguió arrastrase hasta la cama y acostarse en ella.

A pesar del bamboleo de la casa y del viento, la niña acabó cerrando los ojos y se quedó profundamente dormida.

La despertó una profunda sacudida. Saltó de la cama y, con Toto pegado a sus talones, corrió a abrir la puerta.

Mientras miraba el paisaje, noto que se dirigía hacia ella un grupo de personas.Era la gente más rara que había visto en su vida. No eran tan grandes como los adultos que conocía, pero tampoco eran demasiado pequeños.

La más viejecita llegó hasta Dorothy y dijo con voz muy dulce:

Noble hechicera, bienvenida seas a la tierra de los Munchkins. Te estamos profundamente agradecidos por haber matado a la

Maligna Bruja del Este y haber liberado a nuestro pueblo.

Dorothy miró hacia donde señalaba y dejo escapar un grito de miedo. Bajo una esquina de la casa se asomaban dos pies calzados

con unos zapatos.

¿Quién era? Pregunto DorothyEra la Maligna Bruja del Este, respondió la mujer.

Pero yo creía que todas las brujas eran malas”, dijo la niña.

“No, no, eso es un error: yo soy bruja. Las del Este y Oeste sí eran brujas malvadas; pero ahora que tú has matado a una de ellas, sólo queda una mala en todo el País de Oz, la que vive en el Oeste”.

Dorothy iba a hacer otra pregunta, pero en ese momento los Munchkins, lanzaron un grito y señalaron hacia el lugar donde yacía la Bruja del Este.Los pies de la Bruja muerta había desaparecido y sólo quedaban los zapatos de plata.

“Era tan vieja que el sol la ha reducido a polvo” le explicó la bruja del Norte. “Pero los zapatos son tuyos, y creo que son mágicos”

“Estoy deseando volver a casa de mis tíos, que estarán preocupados por mí. ¿Pueden ustedes ayudarme a encontrar el camino?”

“Debes ir a la Ciudad Esmeralda. Puede que el Gran Mago de Oz quiera ayudarte” dijo la Bruja.

“El camino que va a la Ciudad Esmeralda es el de las baldosas amarillas, de modo que no

podrás perderte”. Luego la Bruja giró sobre sus tacones y

desapareció.

Después de andar varios kilómetros pensó que debía detenerse a descansar. No muy lejos había un espantapájaros clavado en un poste. Dorothy estaba mirando al espantapájaros, cuando se sorprendió al ver que le guiñaba un ojo.

“No me siento muy bien”, dijo el Espantapájaros. “Es muy aburrido estar colgado aquí día y noche para ahuyentar a los pájaros”. La niña bajó al muñeco del poste.

“Me llamó Dorothy, y voy a la Ciudad Esmeralda para pedir al Gran Oz que me lleve de regreso a casa”“¿Tú crees que si voy contigo a la Ciudad Esmeralda, El Gran Oz me dará un cerebro?“No lo sé”, contesto ella, “pero si quieres puedes venir conmigo”

Al atardecer los viajeros llegaron a un bosque. Estaba muy oscuro y decidieron descansar en una casita de troncos

Cuando se disponían a regresar al camino amarillo, a Dorothy la sobresaltó un profundo gemido que oyó muy cerca.

Había un árbol que tenía el tronco cortado a hachazos, y de pie a su lado, un hombre hecho enteramente de hojalata, que estaba quieto, como sin no pudiera moverse.

“¿Qué puedo hacer por ti?” preguntó la niña.“Ve a buscar una lata de aceite” contestó él.Dorothy encontró la lata y le aceitó. El hombre de hojalata pudo bajar por fin el hacha.

“De no haber venido vosotros me habría quedado así para siempre”, “¿Cómo es que habéis llegado hasta aquí?

“Vamos de camino hacia la Ciudad Esmeralda para ver al Gran Oz, yo quiero que me diga cómo regresar a casa, y el Espantapájaros va a pedirle un cerebro”

“¿Creéis que Oz podría darme a mí un corazón? Preguntó el Hombre de Hojalata. “El que no tiene corazón no puede amar, así que he decidido ir a pedirle a Oz que me dé uno”

Los tres siguieron el camino amarillo, cuando de repente se oyó un terrible rugido, y un momento después saltó un león enorme.

El pequeño Toto corrió ladrando hacia el león. La enorme bestia se lo iba a comer, cuando Dorothy se lanzó hacia él y le golpeó con todas sus fuerzas en la nariz.“¡No te atrevas a morder a Toto!¡Tan grande y queriendo hacer daño a un perro tan chiquitito! No eres más que un cobarde”

“Ya lo sé” contestó el León, contesto el León.“Pero eso no está bien. El Rey de las Fieras no debería ser

un cobarde” dijo el Espantapájaros. “¿Tienes cerebro?” “Yo voy a ver al Gran Oz para pedirle que me dé uno”.

“Entonces, si no tenéis inconveniente, iré con vosotros”, dijo el León. “Ya no soporto vivir sin valentía”.

Siguieron su camino, cuando llegaron a la gran muralla de la Ciudad Esmeralda.

Frente a ellos había una gran puerta. Al cruzarla se encontraron un hombrecillo todo vestido de verde.

“¿Qué buscáis en la Ciudad Esmeralda?”, les pregunto.

“Hemos venido a ver al Gran Oz” contestó Dorothy.

“Yo soy el Guardián de la Puerta y, puesto que queréis ver al Gran Oz, tendré que llevaros a su palacio, pero primero deberéis poneros estas gafas. Sin ellas, el brillo y la gloria de la Ciudad Esmeralda podrían cegaros”

En el centro de la sala, sobre el gran trono había una enorme cabeza, sin ningún cuerpo.“Yo soy Oz, el Grande y Terrible. ¿Por qué me buscáis?”

Explicaron sus deseos al mago, que les puso una condición: primero tendrían que acabar con la bruja más cruel de reino, antes de ver solucionados sus problemas. Ellos lo aceptaron.

Aunque la Malvada Bruja sólo veía de un ojo, este era tan potente como un telescopio y con él podía ver lo que sucedía en cualquier lugar de su reino. Y vio llegar a Dorothy y sus amigos.

La Bruja mala del Oeste envió a los Monos Alados para inmovilizar al Hombre de Hojalata, quitaran la paja al Espantapájaros y encerraran al León Cobarde. Dejaron a Dorothy y su perrito Toto a la misma puerta de su castillo, con sólo los zapatos de plata y el beso que le había dado en la frente la Bruja buena del Norte como protección.

La Bruja Malvada quería los zapatos, pues sabía que le darían más poder. Pero Dorothy sólo se los quitaba para darse un baño, y la Bruja tenía demasiado miedo al agua.

En un descuido de la niña la Bruja le quitó un zapato. Aquello molesto tanto a Dorothy que volcó un cubo de agua sobre la bruja.“¡Que has hecho! Gritó “¡Me voy a derretir!La Bruja se deshacía ante sus ojos como un terrón de azúcar.

Dorothy liberó al León y encontró a sus amigos. Pasaron unos días maravillosos en el castillo de la Bruja, pero un día la niña se acordó “Tenemos que ir a ver a Oz para pedirle que cumpla sus promesas”. Decidieron partir de nuevo.

Pensaban que el Gran Mago de Oz los recibiría enseguida, pero no fue así.“Venimos a que cumplas tus promesas, Gran Oz”“Volved mañana, necesito tiempo para pensar” dijo el Mago.“Ya has tenido tiempo de sobra” dijeron enfadados.

“¿Quién eres tú?“Soy Oz, el Grande y Terrible” contestó el Hombrecillo “Solo soy una persona normal y también quiero regresar a casa”“Me avergüenza reconocer que no puedo cumplir mis promesas, Volved mañana”.

Toto dio un brinco y chocó contra un biombo que había en un rincón derribándolo. Detrás apareció un hombrecillo.

A la mañana siguiente el Espantapájaros encontró un cerebro de primera. El Hombre de Hojalata un corazón del que cualquiera se sentiría orgulloso, y el León bebió una pócima que lo llenó de valor.

De esta manera todos quedaron satisfechos.

Todos excepto Dorothy, pero el Mago había encontrado la forma de regresar a casa.

“En globo”, dijo Oz.“¡Vamos Dorothy! Date prisa que el globo se va”

“ No encuentro a Toto” respondió la niña.

El globo comenzó a elevarse. ¡Vuelve! grito la niña “Lo siento no puedo volver, respondió Oz “¡Adiós!”

¿Y que podemos hacer? ¿No hay nadie más que pueda ayudarme? Pregunto Dorothy.“Sí, Glinda, la Bruja del Sur. Es la más poderosa de todas”.

Los cuatro viajeros llegaron ante un hermoso castillo. La bruja Glinda estaba sentada en su trono de rubíes.¿Qué puedo hacer por ti? Pregunto.“Estoy deseando regresar a mi casa” dijo Dorothy

“Tus zapatos son mágicos, lo único que tienes que hacer es golpearte los tacones tres veces seguidas y decirle a los zapatos que te lleven donde quieras”.

Por fin, tomó a Toto en brazos y tras decir adiós a sus amigos, se golpeó los tacones tres veces seguidas diciendo: “¡Llevadme a casa de mi tía Em!”.