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EL PANTANO DE TIBI: PLANIFICACIÓN Y EJECUCIÓN DEL PROYECTO
2.1 INICIO DE LA CONSTRUCCIÓN POR EL MUNICIPIO E INTERRUPCIÓN DE LAS OBRAS (1579-
1581)
2.1.1 Felipe II es informado de las pretensiones de los alicantinos
2.1.2. Las dificultades de Alicante para financiar y administrar las obras
2.2. LA INTERVENCIÓN REAL EN EL PROYECTO (1581-1593)
2.2.1. Los argumentos alicantinos para una intervención real
A) Geográficas y climáticas
B) Cinegéticas y agrícolas
C) Molinería
D) Mejor abastecimiento y prosperidad de la ciudad de Alicante
E) Razones de Estado. En favor de la Monarquía
2.2.2. Las consideraciones de la Corona
A) De carácter socio sanitario
B) Los recelos de los aguatenientes y sus pretensiones sobre las aguas pluviales
C) Las observaciones de técnicos e ingenieros respecto al modo en que debía
levantarse la pared
D) La conveniencia de alargar las acequias viejas o construir otras nuevas
E) Consideraciones jurídicas
2.2.3. El problema de la financiación
A) La primera propuesta real
B) Una segunda propuesta del Monarca
C) La problemática de los diezmos novales y la decisión real
D) El definitivo acuerdo
2.3 LA EJECUCIÓN DE LA OBRA (1590-1593)
2.3.1. Aspectos jurídicos y económicos
A) Felipe II fija las condiciones de ejecución de la obra
B) La ciudad subasta y remata las obras. Nuevas instrucciones de Felipe II
C) La designación de Melchor Pérez de Vivero como veedor de las obras
2.3.2. Aspectos constructivos
A) En la presa
B) Ampliación y mejora de la red de distribución
2.4. LA PUESTA EN SERVICIO DE LA PRESA EN 1593 Y POSTERIORES MEDIDAS DE CONTROL Y
MANTENIMIENTO
2.4.1. Nombramiento de oficiales para el gobierno y cuidado del pantano
A) Alcaide del pantano
B) Guardas del pantano
C) Primeras averías y reparaciones efectuadas en el pantano
EL PANTANO DE TIBI: PLANIFICACIÓN Y EJECUCIÓN DEL PROYECTO
La sola contemplación de la pared del pantano desde la parte situada aguas abajo
del embalse, es suficiente para, aun prescindiendo de los cálculos, planos y técnicas
constructivas que fueron necesarios para levantar el imponente murallón, advertir que la
obra que se contempla es, sin duda alguna, una construcción de gran contundencia. Y
efectivamente, así es. La presa de Tibi es una edificación singular, única e histórica,
tanto por su antigüedad, como por su carácter de obra pionera en el campo de la
ingeniería hidráulica1. Sin embargo, esta imponente presa fue en su origen una idea
barruntada en la mente de un molinero2, que en una de las muchas cartas que remitió a
Felipe II a propósito del pantano, se presentaba ante el Monarca con estas palabras:
Pedro Yzquierdo vezino de la universsidad de Muchamiel el primero que avisó a
vuestra majestad antes que se començasse el estanque de Alicante […] D’esto tengo
zerta expiriençia que he hecho en regolfos de agua y por averme criado en el dicho
Río. Por aver visto por mis ojos toda mi vida venir el río3.
La planificación, construcción y puesta en servicio del pantano de Tibi, sin duda
alguna una de las grandes obras de ingeniería hidráulica llevadas a cabo en la península
ibérica durante el reinado de Felipe II4. Fue una empresa para cuya consecución fueron
1 GONZÁLEZ TASCÓN, op. cit., p. 216.
2 En un Memorial remitido por Izquierdo a Felipe II, consta en el encabezamiento la siguiente leyenda:
“Memorial de Pedro Yzquierdo Maestro de molinos de la Universidad de Muchamiel” [s.f.]. ACA,
Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/18. En otro documento remitido al monarca por uno de sus asesores,
a propósito del principal problema constructivo que la ejecución de la obra planteó, se refería Izquierdo
en estos términos: “Solo la salida del agua se a de tener cuenta y esta dizen que un molinero que desto
trato con su Magestad dixo mejor que otros, y ansi hasta agora no ay quien la niegue, llámase Pedro
Izquierdo de Muchamel”. Advertimientos sobre la fábrica del Pantano y repartición del agua que ha
dejar del, [s.f.]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635.
3 Pedro Izquierdo da advertimientos y razones sobre la fábrica del Pantano para la perpetuidad de la
obra [s.f.]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/10.
4 Sobre la actividad desplegada por la Monarquía Hispánica en materia hidráulica véase: BERNABÉ GIL,
D., “Política hidráulica en la España de los Austrias”, en Cuatro siglos de técnica hidráulica en tierras
alicantinas, Armando Alberola Romá (ed.), Alicante: Instituto de Estudios Juan Gil-Albert, 1995, pp. 67-
88. ISBN 84 7784 209 4. Fanlo Loras, en un trabajo en el que reflexionaba acerca de las secuelas
negativas de la sequía en España y de la falta de una eficaz política hidráulica de Estado, escribía a
propósito del papel mitigador que, en las consecuencias de la primera, desempeñan los embalses: “La
sequía meteorológica no ha supuesto, sin embargo, una sequía hidrológica, pues nuestros embalses —
valiosísimo patrimonio fruto de una continuada política de obras más que centenaria— contaban con
importantes reservas gracias a las generosas lluvias de los últimos años”. El pantano de Alicante, junto a
los de Ontígola, Almansa, Relleu, Elche, por citar algunos, son, sin duda alguna, hitos primigenios de esa
política centenaria de la que Felipe II fue un gran impulsor. FANLO LORAS, A., “Tratemos el agua con
seriedad”, en Revista española de derecho administrativo, España: Civitas, 2012, 154, p. 11. ISSN 0210-
8461. El mismo autor ha dedicado atención también a la importancia de la planificación hidrológica,
consecuencia de “las singulares características del agua como recurso natural imprescindible para la
vida”, lo que hace necesario “ordenar su aprovechamiento y proteger su calidad, teniendo en cuenta la
escasez relativa del recurso y la irregularidad de su distribución en el espacio y en el tiempo”. Id.,
“Planificación hidrográfica en España: estado actual de un modelo a fortalecer”, en Revista de
Administración Pública [en línea], 2006, 169, p. 268 [fecha de consulta: 19 de mayo de 2018]. ISSN
0034-7639. Disponible en: http://www.cepc.gob.es/publicaciones/revistas/revistaselectronicas
necesarias contribuciones desde la sabiduría popular, a la ingeniería y la arquitectura,
sin despreciar la pericia profesional de canteros, carpinteros y otros gremios que
tomaron parte en las obras. De la intervención de estas personas y profesionales, así
como del desarrollo de sus trabajos, disponemos en la actualidad de abundante
información merced a numerosos y sólidos trabajos5.
Pero asimismo destacado fue el papel que desempeñaron el Derecho y muchas de
las instituciones de la época; desde el consell alicantino, a la más alta magistratura del
Estado, sin olvidar el papel desempeñado por la Santa Sede6 y por un amplio número de
órganos y funcionarios al servicio de la Monarquía Hispánica que también tomaron
parte en esta importante empresa. Normas, órganos de gobierno, funcionarios y
operadores jurídicos tuvieron también un papel fundamental en toda la obra, hasta el
punto de que la toma de alguna decisión, que en principio pudiera pensarse respondía a
criterios basados en la ingeniería o la arquitectura, tuvo su razón de ser en criterios
exclusivamente jurídicos7.
Aunque la idea de construir una presa en el estrecho de Tibi nació en Alicante y a
cargo de la ciudad se levantaron los cimientos y primeros metros de su fábrica, sin
embargo, la posterior solicitud de ayuda a la Corona ante la falta de fondos en la que se
vieron los alicantinos, transformaron profundamente el proyecto inicial. Transformación
patente, desde luego, en lo que a su traza y ejecución material se refiere, tras los
informes y opiniones emitidos por lo más granado de la arquitectura e ingeniería del
momento8; pero también en cuanto a la concepción y tramitación del expediente de la
obra desde el punto de vista jurídico e institucional, algo que, en gran medida,
responderá al activo papel que Felipe II asumirá a lo largo de toda la ejecución de la
presa. De manera que lo que en principio podía haber sido una obra ejecutada por una
ciudad del Reino de Valencia, pasó a convertirse en un proyecto auspiciado,
supervisado e impulsado por la Corona y muy en particular por el propio Monarca9. Un
Derecho de Aguas, Murcia: Fundación IEA, 2006, p. 6
5 Nos remitimos a los trabajos reiteradamente citados a lo largo de la presente tesis obra de Alberola
Romá, Beviá García, Camarero Casas, González Tascón y López Gómez.
6 Especialmente importante en el aspecto financiero al conceder a la Corona los diezmos novales que
resultaren de la mejora de la agricultura mediante la construcción de infraestructuras y la realización de
obras que mejoraren el regadío o extendieran éste a tierras hasta entonces de secano.
7 Tal es el caso, por ejemplo, de la decisión por la que finalmente se decidió no trasladar aguas arriba la
toma o derivación principal de aguas para la Huerta de Alicante, desde el assut de Mutxamel al molí de
Bussot, pese a haber sido planificada y aparecer así representada en algunos de los planos y mapas
históricos de finales del s. XVI que se utilizaron durante la ejecución de las obras de construcción del
pantano.
8 Entre los ingenieros y expertos de cuya intervención existe constancia documental cabe destacar a los
siguientes: Juan Bautista Antonelli, Fray Mariano Ázaro, Gaspar Gregorio, Juan de Herrera, Juan García
de Mondragón, Juanelo Turriano, Jorge Palearo Fratino.
9 Para Borrego Pla, la arquitectura hidráulica, era una cuestión por la que el rey Felipe II sentía verdadera
afición. BORREGO PLÁ, M. C., “La Casa de Contratación y Jerez durante el quinientos: el intento por
romper el monopolio”, en La Casa de la Contratación y la navegación entre España y las Indias,
matiz que, lógicamente, trastocó por completo la primitiva concepción localista de la
obra, hasta hacer de ella el hito más monumental de la ingeniería española
renacentista10
.
Ello conllevó, entre otras cosas, una evolución en los motivos esgrimidos
inicialmente como justificación de la necesidad de construir esta infraestructura. Si en
un primer momento estos se centraban, sobre todo, en factores agrícolas e
hidrológicos11
, posteriormente fue necesario incorporar otros capaces de demostrar que
el proyecto del pantano de Tibi, además de ser beneficioso para la ciudad de Alicante y
su huerta, lo era también para la Monarquía.
Una vez solicitada la ayuda a la Corona, nada volvió a ser igual respecto al pantano
de Tibi, quedando impregnadas por la impronta personal de Felipe II absolutamente
todos los aspectos de la obra. Así lo atestiguan las notas manuscritas del Monarca en las
portadillas de los documentos que para su real conocimiento le eran puntualmente
remitidos12
. Otro aspecto que pone de relieve el papel de la monarquía filipina en todo
lo relativo al pantano de Tibi es el activo y destacado papel desempeñado durante su
gestación por un buen número de órganos de la Corona. Desde Madrid, el Consejo de
Aragón13
y el Tesorero General de Aragón14
; en València el Virrey15
y en Orihuela y
Antonio Acosta Rodríguez et al. (coord.), Universidad de Sevilla, CSIC y Fundación El Monte, Sevilla,
2003, p. 426.
10 GONZÁLEZ TASCÓN, op. cit., p. 216. No obstante, hay que significar que el principal experto local
que intervino en la traza del pantano, Pedro Izquierdo, ya predijo, cuando la obra todavía estaba en una
fase incipiente, la importancia que la misma estaba llamada a desempeñar en el campo de la hidráulica:
“porque este estanque a de ser una segunda mar, porque ha de tener grandíssimo peso enssí, que en el
mundo no lo avía tal, y por eso conviene que se haga con la fortificaçion que tengo dicho”. ACA,
Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/10 y 1/11.
11 Escaso e irregular caudal del río Monnegre; desproporción entre la superficie de tierra susceptible de
ser irrigada y los aportes hídricos del río; singular régimen jurídico del agua del río Monnegre,
caracterizado por estar aquélla separada de la tierra y ser objeto de especulación por sus poseedores y
bonanza climática y fertilidad de la tierra.
12 El propio monarca, en muchas de las cartas que durante el proceso de construcción del pantano remitió
a las autoridades alicantinas, antes de la cláusula de despedida, solicitaba ser puntualmente informado
escribiendo “porque lo quiero entender con particularidad” o bien “y me hiréis avisando de lo que se
fuere haciendo”.
13 Un estudio de conjunto de esta institución en: ARRIETA ALBERDI, El Consejo Supremo…, 669 pp.
14 Diego Fernández de Cabrera y Bovadilla, III Conde de Chinchón. Ejerció de Tesorero desde noviembre
de 1576, hasta su fallecimiento en noviembre de 1612. DE VICO, F., Historia general de la isla y reyno
de Sardeña: dividida en siete partes, Barcelona, 1639, p. 80. Sobre la actividad desplegada por el III
Conde de Chinchón al frente de la Tesorería y en el seno del Consejo y la Corte de Felipe II, véase:
ARRIETA ALBERDI, El Consejo Supremo…, pp. 157 y ss.
15 Cargo que en los documentos relativos al pantano aparece con la denominación de Regente de la
lugartenencia y Capitanía general en el Reyno de Valencia. El Virrey, en cuanto que alter ego o
llochtinent del monarca en el territorio valenciano, era también su representante directo, además de
presidir la Real Audiencia y ostentar el cargo de capitán general. Durante la construcción del pantano
desempeñaron esta magistratura: Pedro Manrique de Lara y Acuña, duque de Nájera (1578-1580);
Francisco de Moncada y Cardona, marqués de Aytona, (1580-1595); Francisco Gómez de Sandoval y
Rojas, marqués de Dénia (1595-1597). Un estudio de los virreyes de València durante el reinado de
Alicante, el Gobernador16
y el Baile general17
, así como la Junta Patrimonial18
. Junto a
ellos, oficialmente unas veces, oficiosamente otras, un buen número de personas de la
confianza del Rey manifestarán también a éste sus opiniones y pareceres, contribuyendo
junto a los emitidos por los citados órganos, a conformar la voluntad real.
2.1 INICIO DE LA CONSTRUCCIÓN POR EL MUNICIPIO E INTERRUPCIÓN DE LAS OBRAS
(1579-1581)
La construcción del pantano de Tibi se plantea en un momento en el que, según
puso de relieve Alberola Romá19
, las autoridades alicantinas y los regantes llevaban un
tiempo estudiando diversas opciones de cara a la mejora del regadío de la huerta y al
incremento del espacio regado. Unos estudios que, como ya ocurriera a fines del siglo
XIV al planificarse el azud de Sant Joan, volvieron a poner de manifiesto las diferencias
de criterio existentes entre las autoridades, los aguatenientes, los regantes y entre éstos
Felipe II en: MATEU IBARS, J., “Algunas 'noticias' sobre virreyes de la Corona de Aragón en el reinado
de Felipe II de Austria (1556-1598)”, en Pedralbes. Revista d'Història Moderna, Barcelona: Universitat,
1998, t. II, nº 18, pp. 195-208. ISSN 0211-9587. Con respecto a la intervención de las autoridades y
oficiales de la Monarquía establecidas en València, cabe reseñar la desconfianza expresada por el síndico
de la ciudad de Alicante hacia las mismas: “Advierto que salga del Consejo qualquier orden y no de
Valènçia pues en Madrid están más enterados”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/27, pto. 13.
16 La forma empleada en los documentos expedidos por la cancillería real de Felipe II para hacer
referencia a esta institución era Consejero y Portantvezes de general gobernador en el reyno de Valençia
de allà Xixona. El gobernador orcelitano era el máximo representante del Rey en el territorio denominado
de allà Xixona, únicamente superado en rango por el Virrey, que tenía su sede y residencia en la ciudad
de València. Sus titulares durante el proceso de construcción del pantano fueron, según la relación
elaborada por Bernabé Gil, los siguientes: Enrique de Palafox (1566-1581), Juan Quintana (1581-1586),
Ximén Pérez de Calatayud (1586-1588), Álvaro Vique y Manrique (1588-1607). Aunque la sede de esta
institución estaba en la ciudad de Orihuela, capital de la Gobernación de allà Xixona, su titular disponía
también de una casa en Alicante, habiendo servido la misma como marco de alguna de las reuniones
celebradas con ocasión de tratar asuntos del pantano. Sobre este oficial véase: BERNABÉ GIL, D.,
“Nobles valencianos en el servicio regio: la provisión del oficio de Portantveus de Gobernador Ultra
Sexonam en la edad moderna” en Revista de Historia Moderna [en línea], Alicante: Universidad, 2008,
26, pp. 13-60 [fecha de consulta: 15 de septiembre de 2017]. ISSN 0212-5862. DOI:
10.14198/RHM2008.26.01. Disponible en: http://hdl.handle.net/10045/8922
17 Oficial real a cuyo cargo estaban la recaudación de impuestos y la administración del Real Patrimonio
en el territorio de la Bailía de Orihuela (posteriormente Orihuela–Alicante). Tenía su sede en Orihuela,
pero dada la importancia de la actividad comercial de Alicante por condición de ciudad portuaria, el baile,
solía tener su residencia efectiva en esta ciudad. Sobre la Bailía de Orihuela - Alicante, véase:
ALBEROLA ROMA, Jurisdicción y propiedad…, pp. 139 y ss. Desde mediados del siglo XVI la Bailía de
Orihuela era desempeñada por miembros de la familia Vique (en algunos documentos este apellido consta
escrito Vich). BERNABÉ GIL, “Nobles valencianos en…”, p. 45.
18 La Junta Patrimonial, conforme a la caracterización que de esta institución realiza Banacloche Giner,
era un órgano colegiado de la Monarquía Hispánica, con funciones económicas de control y
mejoramiento del patrimonio regio. Existió una Junta en el ámbito de la Corona de Aragón y otras dos en
el Reino de Valencia, una por cada una de las bailías generales existentes en el mismo: València y
Orihuela. Sobre esta institución véase: BANACLOCHE GINER, L., “Un estudio de la Junta
Patrimonial”, en Estudis [en línea], Universitat de València: 2003, 29, pp. 131-177 [fecha de consulta: 18
de agosto de 2017]. ISSN 0210-9093 Disponible en: http://roderic.uv.es/handle/10550/34370
19 ALBEROLA ROMÁ, “Preses històriques del…”, p. 14.
últimos entre sí. Pues lo que para unos resultaba útil y provechoso, para otros podía
representar un riesgo frente a sus intereses económicos.
Para el consell alicantino, la extensión del regadío, mediante la mejora de las
infraestructuras existentes o la puesta en servicio de otras nuevas, representaba la
posibilidad de incrementar las rentas de la ciudad, merced al aumento de la producción
agrícola. Para los integrantes del consell, considerados individualmente, la generación
de nuevos caudales hídricos o el incremento de los ya existentes podía resultar
provechoso si eran terratenientes y hacendados en la huerta; por el contrario, si sus
intereses se basaban en la posesión de hilos de agua, la introducción de cualquier mejora
que supusiera un incremento del volumen hídrico disponible, representaba una amenaza
para sus ingresos, pues su ganancia a cuenta del agua era tanto mayor cuanto más
escaseaba ésta20
.
En cuanto a los regantes, los de la parte alta de la huerta, en la medida en que sus
posibilidades de regar dependían exclusivamente del azud de Mutxamel, siempre veían
con recelo la construcción de cualquier infraestructura aguas abajo de aquél. Ello se
debía a que una eventual pérdida o destrucción de su azud, pondría a disposición de los
regantes de la parte baja de la huerta el caudal que dejara de retener el azud de
Mutxamel, de manera que lo que para los de la parte alta suponía una verdadera
catástrofe, al verse privados de agua, resultaba ventajoso para los regantes de la parte
inferior, que pasaban a disponer en exclusiva del caudal del Monnegre. Es evidente que,
ante cualquier eventualidad que pudiera sufrir el azud de Mutxamel, si la totalidad del
riego huertano dependía exclusivamente de él, todos los regantes se afanarían en
promover su arreglo. Una unanimidad difícilmente alcanzable caso de existir dos azudes
en servicio.
En el supuesto documentado por Alberola Romá, datado en 1578, la discrepancia
surgió respecto a la conveniencia de edificar un nuevo azud aguas abajo del primero21
,
opción defendida por las autoridades alicantinas, o bien realizar mejoras y reparaciones
en el antiguo azud de Mutxamel, opción preferida por los regantes. Alberola pone de
relieve que las presiones ejercidas por estos últimos llegaron a tal nivel que, pese a que
la ciudad contaba con la autorización de la máxima autoridad gubernativa del reino,
finalmente la Justicia dio la razón a los regantes22
.
20
ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/17.
21 En cualquier caso se trataba de una infraestructura con la finalidad de aprovechar las aguas eventuales
que, en los supuestos de avenidas o crecidas de cierta entidad del río Monnegre, no podían ser
aprovechadas por el azud de Mutxamel, por ser superior el caudal de aquellas al que admitía la acequia
mayor.
22 ALBEROLA ROMÁ, “Preses històriques del…”, p. 14.
Así las cosas, en 157923
, Pedro Izquierdo24
decidió comunicar a las autoridades
alicantinas su proyecto: construir un murallón en tierras del marqués de Terranova25
, en
el paraje denominado Estrecho de Tibi, entre las montañas Mos del Bou y La Cresta. La
idea fue bien acogida y una vez estudiada, el 7 de agosto de ese mismo año, se celebró
consell general en la ciudad de Alicante26
, al que asistieron representantes de las
poblaciones de la huerta27
. En esta asamblea, los asistentes resolvieron solicitar
licencia28
al propietario de los terrenos señalados por Izquierdo como idóneos29
para
levantar la presa, don Pedro Maza de Carroz y Ladrón, marqués de Terranova y titular
23
Aunque no es posible precisar la fecha exacta en que tuvo lugar la exposición de Izquierdo a las
autoridades alicantinas, la misma tuvo lugar antes del 7 de agosto de 1579, fecha en la que, a la vista del
proyecto de Izquierdo, se celebró consell general para tratar el asunto.
24 Pedro Izquierdo en alguno de los documentos suscrito por él con ocasión de la fábrica del pantano se
intitula “vezino de la universidad de Muchamiel, maestro de molinos” (ACA, Consejo de Aragón, leg.
635, doc. 1/18), pero del examen de los diferentes pareceres y opiniones emitidos por él durante el
proceso constructivo del pantano de Tibi, se deduce que Izquierdo tenía amplios conocimientos sobre la
construcción de presas y que conocía de primera mano las características de algunas de las que en ese
momento existían en España. En 1593, se presentará ante Felipe II como “el que más experiencia tiene de
lo tocante al riego de aquella huerta [de Alicante]”. Carta de Felipe II al Gobernador de Orihuela. 20 de
noviembre de 1593. AHMA, Armario 5, Libro 57, fols. 246/7. De su participación en otras obras
hidráulicas, tenemos constancia a través de uno de los escritos que Izquierdo dirigió a Felipe II, en el que
explica determinados problemas que habían surgido durante el proceso constructivo de la presa de
Almansa, en el que tras estar las obras interrumpidas “como treinta años” éstas se había retomado
“después que yo voy en esta obra”. Así mismo, Izquierdo dice al monarca: “yo he visto el estanque de
Mérida”, al tiempo que explica por qué determinadas soluciones constructivas adoptadas en ésta última
presa no podían llevarse a cabo en la de Alicante, debido a que en aquélla “viene el agua de unos llanos
sin traher ninguna manera de inmundicia, ni tiene peñas ençima para que le puedan embaraçar”. ACA,
Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/10 y 1/11. Sobre la intervención de Izquierdo en la presa de
Almansa, véase: LÓPEZ GÓMEZ, Los embalses valencianos…, pp. 39-40. Según este autor, Izquierdo,
junto a Pedro de Llamas, dio trazas para esta presa en arco, en la que actuaron Pedro de Aguirre como
primer maestro y Juanes del Temple como segundo maestro.
25 Sobre este título nobiliario véase: ESQUERDO, O., Nobiliario valenciano, València: Biblioteca
Valenciana-Generalitat Valenciana, t. I, pp. 145-162. ISBN 84 482 2881 2.
26 La sesión estuvo presidida por el justicia, Francesc Martínez Clavero y Luis Juan Martínez de Fresneda
y Pere Zaragoza, jurados. ARV, BAILÍA, Pantano de Alicante (Letra AE), leg. nº 10, exp. 82, fols. 54 y
ss.
27 En el consell general estaban representados, además del gobierno de la ciudad de Alicante, los de los
lugares que radicaban dentro de los términos generales de aquélla, entre ellos las poblaciones de
Mutxamel y Sant Joan y Benimagrell, principales núcleos de la Huerta de Alicante. Aquellos acuerdos
que por su importancia, trascendencia o asunto al que iban referidos repercutían sobre estas poblaciones o
lugares del término general, requerían ser aprobados por el consell general, no siendo suficiente ni válido
el acuerdo en estos casos del consell particular de la ciudad.
28 Para tratar con el marqués de Terranova la ciudad comisionó al vecino Damián Miralles, personaje que
desarrollará una importantísima labor como síndico de la ciudad y posteriormente también como
apoderado del secretario Pedro Franqueza, durante gran parte de la gestación del pantano. ACA, Consejo
de Aragón, leg. 636, doc. 1/41.
29 En un memorial remitido por la ciudad años después a Felipe II, consta sobre la idoneidad del lugar
señalado por Izquierdo lo siguiente: “El estrecho [de Tibi] son dos montañas que la naturaleza ha puesto
allí. La una a la parte de Poniente de seiscientos palmos y la otra de más de mil palmos y para que
çerrado este estrecho se pudiessen enfrenar las aguas pluviales y adventicias que quando llueve baxan y
passan por este estrecho y se van a la mar […]”, [s.f.] [ca. 1586]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636,
docs. 1/34 y 1/35.
del señorío de la baronía de Castalla, Onil y Tibi. Unos días después, el 12 de agosto y
mediante escritura autorizada en Castalla30
, ante el notario Esteban Corbí, el marqués
otorga licencia a la ciudad de Alicante “para hacer un estanque en el estrecho de Tibi
para recoger agua pluvial”31
, obra que deberá ejecutarse conforme a los capítulos y
condiciones aceptados por ambas partes.
La ciudad de Alicante resarcirá al marqués de Terranova por los daños que la
construcción del estanque le ocasionará, abonándole 500 escudos32
y concediéndole
licencia para que pueda construir 4 molinos en el lugar que estime conveniente,
comprometiéndose además a no otorgar durante 6 años licencia alguna para la
construcción de molinos.
Por su parte, Pedro Maza de Carroz, se comprometió a no levantar represas en el
cauce del río que atravesaba el territorio bajo su señorío33
.
2.1.1 Felipe II es informado de las pretensiones de los alicantinos
Junto a la solicitud de la ciudad, Felipe II recibirá también otras noticias de manos
de Pedro Izquierdo. Pese a la aparente buena acogida dispensada a su idea por la
Ciudad, ya en este momento inicial del proyecto el maestro molinero detectó
movimientos extraños entre la oligarquía alicantina. Tal fue la inquietud que éstos
despertaron en él que al poco de acordarse la compra de los terrenos, resolvió marchar a
El Escorial34
para informar personalmente a Felipe II. Según él mismo relataba en un
memorial escrito unos años después y remitido al virrey de València:
30
ARV, BAILÍA, Pantano de Alicante (Letra AE), leg. nº 10, exp. 82, fols. 57 a 59.
31 La especificación de la clase de agua que recogerá el pantano (agua pluvial) es un detalle que no debe
pasarse por alto, por cuanto pone de manifiesto que sólo las aguas pluviales podrán ser embalsadas,
debiendo quedar el agua manantial, fluyente o natural, procedentes de los Ullals y otros manantiales que
alimentaban el río, libres y sin posibilidad de ser embalsadas, al pertenecer a los titulares de los 335 hilos
en que estaban divididas.
32 Es significativo que el marqués exija ser remunerado en escudos, una moneda propia de la Monarquía
Hispánica y no del Reino de Valencia, acuñada en oro y que, en palabras de Hernández Hernández, tras
su implantación en 1535, “adquirió valor como instrumento de pago a nivel internacional [siendo] la
mejor y más acreditada pieza numismática hispánica de la época”. HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, B.,
“Monedas y medidas” en Cervantes, M., Don Quijote de la Mancha (Francisco Rico, dir.), Barcelona:
Instituto Cervantes-Crítica, 1998, vol. complementario, pp. 905-910. ISBN 84 7423 624 X.
33 ARV, BAILÍA, Pantano de Alicante (Letra AE), leg. nº 10, exp. 82, fol. 59.
34 Comenzaba así un largo y penoso deambular para el molinero Pedro Izquierdo, que a lo largo de la
ejecución de la obra de la presa le llevará a visitar la corte varias veces e incluso a desplazarse a Lisboa,
siempre con el propósito de trasladar al Rey su parecer sobre la obra y los pormenores de su ejecución,
transmitirle su preocupación cada vez que algo no se ejecutaba según él había previsto o planificado y,
por último, hacer saber al monarca las necesidades que él y su familia estaban pasando, rogándole alguna
merced que aliviara su situación. Del análisis de las cartas y memoriales escritos por Izquierdo al monarca
y oficiales reales y a la vista de la poca atención que la administración filipina dispensó a este maestro de
molinos de Mutxamel, se desprende una actitud por parte de Izquierdo casi obsesiva por la cuestión del
pantano. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/20 y leg. 636, doc. 1/29.
sentía desir por allí [Alicante] a muchas personas que de esto [el pantano] no era
menester que lo supiesse su Majestad por que le harían con su rediezmo y ellos se lo
ganarían allí porque todos los que rigen la ciudat son mercaderes [?] y visto esto yo
como fiel vassallo de su Majestad le avisse y formalmente yo en l’Escurial a diez de
setembre anyo setenta nueve del qual se le dio a su Majestad hun memorial por manos
de Sebastian Fonthoiyo secretario de su Majestad35
.
Felipe II, monarca precavido hasta el extremo, tras recibir la solicitud de la ciudad
de Alicante y las noticias de Izquierdo y antes de tomar ninguna decisión al respecto, el
28 de septiembre, se dirige por carta al gobernador de Orihuela36
solicitándole que
realice averiguaciones secretas37
sobre la conveniencia o no de realizar la obra del
pantano38
. Poco después, el 29 de octubre el gobernador escribe al Monarca desde
Alicante, participándole que ha comentado el asunto con “personas cuerdas y de buenos
entendimientos”39
, a las que preguntó acerca de la utilidad del pantano y de los posibles
inconvenientes que su ejecución podría ocasionar. A ambas cuestiones, según informó
el gobernador a Felipe II, los consultados respondieron de forma generalizada
que el acrecentamiento de las cogidas de trigos y cevadas y de otros muchos frutos
será tan grande que les parece que con el favor de nuestro Señor haziéndose pasará
esta ciudad a ser de las más prósperas y bien proveydas que abrá40
.
El gobernador participa también al Rey la fuerte voluntad de los alicantinos para
llevar a cabo la obra41
, y finalmente le traslada su opinión:
35
Izquierdo se entrevistó con Felipe II el 10 de septiembre. Durante la gestación de las obras escribirá e
intentará entrevistarse con el monarca repetidas veces. Según su relato, el Rey una vez visto su memorial,
le envió “al secretario Matheu Vazques que es en Madrid y de allí me despidió para el secretario Sagasta
y el Secretario Sagasta me dixo que me bolbiesse a mi cassa porque su Magestad daría razón en ello”.
Más allá de la mayor o menor atención que dispensaran al bien intencionado y tenaz molinero, esta
relación de secretarías por las que pasó, pone de relieve la existencia del denso entramado burocrático
existente en la corte de Felipe II. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc.1/20. Entre los secretarios
mencionados por Izquierdo, Mateo Vazquez desempeñó el cargo de secretario del Rey, desde 1573 hasta
su fallecimiento el 5 de mayo de 1591. ESCUDERO, J. A., Los Secretarios de Estado y de Despacho.
1474-1724, Madrid: Instituto de Estudios Administrativos, 1976, 2ª ed., v. I, p. 193 y v. III, pp. 627/9.
36 A la sazón Joan Quintana, que ejerció el cargo entre 1581-1586. BERNABÉ GIL, “Nobles valencianos
en…”, p. 18.
37 En la carta que dirigió el Gobernador al Rey hizo constar: “Y con el cuidado y secreto que Vuestra
Majestad me lo manda me ynformé”.
38En ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/33, se hace referencia a la carta remitida por el Rey:
“receví la real carta de V.M. de veynte y ocho del pasado, a los dezisiete d’este”.
39 El Gobernador indica también al Rey que algunas de las personas cuyo parecer a recabado “tienen
plática de obras d’estanques”. Toda la información debía constar en una relación que Vique remitió al
Felipe II junto a la carta y de la que no consta copia en el expediente en el que actualmente se halla
archivada dicha carta en el ACA.
40 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/33.
41 “Están con tanto calor puestos en ello que se les haze cada día un año que tardan de poner la mano en
el edificio”. Ibid.
Entiendo y creo que de mandar Vuestra Majestad que se haga el estanque no podrá
dexar de ser acrecentamiento para el real patrimonio […] y gran veneficio d’esta
ciudad y sus términos42
.
La carta no llegó a Felipe II directamente, sino que previamente fue informada por
el Consejo Supremo de Aragón43
, órgano que trasladó el siguiente parecer al Monarca:
Han lo visto todo los regentes Sapena y Terça44
y les parece que por la gran
importancia del negocio, es bien que se conceda a la dicha ciudad la licencia de
poder cargar hasta quatro mil ducados que el dicho don Joan aprueva y dize que son
menester para la obra45
.
Pese a la opinión favorable del gobernador y del propio Consejo de Aragón, Felipe
II decidió recabar más informes46
. Una minuta fechada en Madrid en diciembre de 1579
y dirigida a fray Mariano Azaro47
, así lo confirma, dejando ver además cuál era la
actitud y parecer del Monarca después de la lectura de los citados informes que le
habían sido remitidos:
Porque siendo la cosa de tanta importançia no sería justo que se emprendiesse sin
saber primero sy la obra será tan fáçil como se representa, en que tanto tiempo se
42
Ibid.
43 Dentro del sistema polisinodial característico de la monarquía de los Austrias, los Consejos, como
indica Fernández Álvarez, son un organismo asesor o consultivo y como tales dejan la decisión última en
manos de la Corona. El Consejo de Aragón, a diferencia del Real de Castilla “que gobernaba
directamente la Corona de Castilla”, tenía limitadas sus funciones “al asesoramiento del monarca” en
materias o asuntos propios de los territorios de la Corona de Aragón. Estaba presidido por el vicecanciller
de la Corona de Aragón, al que asistían dos letrados (denominados regentes) de cada uno de los reinos
integrados en aquella Corona. FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, Felipe II y…, pp. 47 y 73.
44 Se trata de Gaspar Sapena, nombrado regente valenciano en dicho consejo en 1565 y Miguel Terça,
natural de Tortosa, regente catalán en el Consejo, desde 1574 hasta su fallecimiento en 1596. Al respecto
véase: BERMÚDEZ AZNAR, A., “Los naturales del reino de Valencia en las peticiones forales de las
cortes valencianas modernas”, en Corts i Parlaments de la Corona d'Aragó: Unes institucions
emblemàtiques en una monarquia composta, Remedios Ferrero Micó y Lluis Guia Marín, eds.,
Universitat de València, 2008, p. 146. ISBN 978 84 370 7092 6. ARRIETA ALBERDI, El Consejo
Supremo…, p. 627.
45 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/10.
46 En la portadilla del escrito remitido por el gobernador de Orihuela, constan escritas con letra diferente
en la parte superior izquierda las palabras “Fray Mariano” y en el tercio superior derecho “con la
memoria para el estanque de Alicante” seguido de una sencilla rúbrica. De ambas frases se deduce la
voluntad real de que tanto la carta como la memoria que la acompañaba, fuesen remitidas al religioso
Fray Mariano Ázaro, dominico, experto en obras hidráulicas. Por otro lado, la actuación del monarca en
este asunto no es sino una manifestación más de lo que el profesor Escudero denomina temperamento
indeciso y dubitativo de Felipe II, propenso siempre a recabar nueva información y a contrastar el juicio
que se le transmite con otro distinto. ESCUDERO, Felipe II: el…, p. 38.
47 Fray Ambrosio Mariano Ázaro de san Benito, fue un carmelita de origen napolitano que intervino como
ingeniero militar en la batalla de San Quintín. En materia hidráulica asesoró a Felipe II, tomando parte en
la dirección, entre otras obras, del Canal de Colmenar de Oreja. BORREGO PLA, op, cit., p. 426. SILVA
SUÁREZ, M., El Renacimiento: de la técnica imperial y la popular, Zaragoza: Real Academia de
Ingeniería: Institución «Fernando el Católico». Prensas Universitarias, 2008, p. 707. ISBN 978 84 7820
975.
podría acabar y si después de acabada se resultara del dicho estanque los provechos
que en dicha memoria se dizen y […] quanto podrá importar el dinero para poner en
perfección la dicha obra […]48
.
Su Majestad será servido que en recibiendo esta vaya vuestra merced al dicho lugar o
sitio y lleve consigo alguno de la dicha Çiudad de Alicante, o, de los que viven junto
al dicho término, que tengan notiçia del sitio, y que lo reconozcan muy bien, y como
conviene de manera que me pueda embiar una relación más larga y distinta de todo lo
que hallare y le paresçiere que podrá y devra hazer […]49
.
En cumplimiento de la voluntad del Monarca y según pusieron de manifiesto
Camarero Casas y Beviá García50
, durante los primeros meses de 1580 el estrecho de
Tibi fue visitado por diversos expertos que emitieron sus respectivos informes y
elaboraron diversas trazas al objeto de ofrecer a Felipe II su parecer51
.
Llegados a este punto es necesario reparar en que han transcurrido poco más de
cinco meses desde que los alicantinos resolvieran comprar los terrenos para la
construcción del pantano, y algo más de cuatro, desde que acordaran solicitar permiso a
la Corona para tomar a censo 4.000 ducados, cantidad que estimaban necesaria para
comenzar la obra. En tan breve lapso temporal han emitido informe, dado su opinión e
intervenido los siguientes órganos de gobierno: el consell general de Alicante y el
cabildo municipal de la ciudad, el gobernador de Orihuela, el Virrey de València y
desde Madrid, el Consejo de Aragón y el propio monarca, Felipe II. A lo informado o
dispuesto por éstos, habría que sumar los “modellos”, “paresceres” y “relaciones” que
acompañaban a algunos de los documentos suscritos por los mencionados órganos,
algunos de los cuáles, a su vez, incorporaban la opinión de diversos informantes.
Esta sucesión de solicitudes, memoriales, informes y órdenes suscritas por órganos,
autoridades y peritos de diversa índole y desde ciudades diferentes, tan característica,
por otra parte, de una monarquía que tiene a su frente a un consumado burócrata, en
palabras de Escudero52
, condicionará enormemente –qué duda cabe– el desarrollo de la
48
Estas palabras resultan premonitorias por cuanto a la postre, los aspectos y cuestiones a los que hacen
referencia (facilidad de la obra y tiempo necesario para su ejecución; utilidad y coste de la misma), pese
al tono optimista en que fueron descritos en los primeros memoriales remitidos por los alicantinos al
monarca, resultaran mucho más complicados, dilatados y costosos de lo inicialmente previsto. Tal era el
“fino olfato” del minucioso gobernante que era Felipe II, de ahí que sus dudas y reparos, aunque
enormemente ralentizadoras, respondieran normalmente a la defensa del interés general y del éxito de
cualquier empresa en la que el Rey hubiera de estampar su firma o comprometer fondos públicos.
49 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/36.
50 Según las referencias aportadas por estos autores, la relación de maestros y peritos que visitaron el
lugar en abril y mayo de 1580 consta en: “Pantano de Tibi. Gastos e despeses per obs de la dita obra.
1580-1586”, ARV, Maestre Racional, serie 9253, leg 427.
51 Una relación de los técnicos y expertos que inspeccionaron el lugar y emitieron informe en:
CAMARERO CASAS et al., Tibi, un pantano…, p. 28.
52 La vocación burocrática de Felipe II ha sido objeto de estudio por parte de Es en varios de sus trabajos.
En su obra dedicada a los Secretarios de Estado dedicó un epígrafe a ello “Felipe II y sus Secretarios: la
construcción y puesta en servicio de una obra de la magnitud y singularidad de la del
pantano de Tibi. De manera que cualquier discrepancia técnica, error de cálculo o
divergencia contable, cualquier discordancia competencial o laguna jurídica capaz de
suscitar la más mínima duda en Felipe II, dará lugar por parte del Monarca a la solicitud
de cuantos informes y memoriales precise para vencer su indecisión o esclarecer aquello
que no le ha sido expuesto de forma clara, hasta quedar, al fin, completamente
convencido de que su decisión es la más conveniente a la Monarquía que él encarna53
.
2.1.2. Las dificultades de Alicante para financiar y administrar las obras
Tras la celebración del consell general de 7 de agosto de 1579 y una vez tomado el
acuerdo por parte de la ciudad y lugares de su huerta de adquirir los terrenos del
estrecho de Tibi al marqués de Terranova, para construir en ellos el pantano, arranca la
primera fase constructiva del embalse. Uno de los primeros acuerdos adoptados por el
cabildo alicantino, una vez obtenida la autorización del propietario de los terrenos, fue
solicitar a la Corona las licencias y permisos necesarios para todo ello54
. Para proveerse
de fondos con los que hacer frente a los gastos que ocasionarían las obras, el cabido
alicantino acuerda tomar a censo un total de 8.000 ducados55
, 4.000 el 6 de septiembre
vocación burocrática del Monarca”, en el que afirma: “Puede afirmarse en principio, sin riesgo a
incurrir en hipérbole, que ningún monarca español aventajó a Felipe II en asiduidad al despacho y en el
cotidiano empeño de gestión burocrática”. ESCUDERO, Los Sceretarios de…, v. I, pp. 201-218. En un
trabajo posterior, Escudero reflexionaba en los siguientes términos sobre esta actitud del monarca:
“Semejante capacidad de observación, de conocimiento de los usos burocráticos y de la ortografía
misma, confirieron al monarca en el despacho una especie de superioridad personal sobre sus
colaboradores, consejeros y secretarios. Ya no se trata solo de la autoridad regia, sino además de la
autoridad técnica de quien sabe más, se fija más, y no deja cabo suelto ni detalle desapercibido. La
excelencia, en fin, del rey papelista y del experto y consumado burócrata”. Y aún añade: “La
intervención del monarca se proyectó en primer lugar en vigilar de forma implacable el cumplimiento de
los trámites debidos o convenientes, o en aclarar la competencia de un Consejo en el trámite de
cualquier asunto (…). El rey corrige además cualquier lapsus en algún documento que no va señalado o
en la datación de los papeles (…) don Felipe no dejaba pasar sin advertencia cualquier nombre que no le
fuera conocido y que, en consecuencia, él pensara que podía ser un error”. ESCUDERO, Felipe II: el…,
p. 40.
53 Más allá de las consecuencias que para la buena marcha de la obra pudo tener la actitud del Monarca,
desde la perspectiva del investigador semejante proceder resulta útil y provechoso al derivarse de él
abundante y variada documentación, y por tanto valiosas fuentes de conocimiento, fundamentales para
poder comprender en toda su magnitud los diferentes aspectos que, en relación a la empresa del pantano,
fueron objeto de análisis y discusión por el monarca, sus asesores y los alicantinos.
54 En ACA leg. 636, doc. 1/33, consta que la ciudad de Alicante se dirigió al Duque de Nájera, Virrey y
capitán general en el Reino de Valencia “suplicándole les diese licencia para que pudiesen cargar a
cuatro mil ducados para poner en execusión lo que con muy maduro consejo y visura de Antoneli
ingeniero tenían determinado”. Esta solicitud es indicativa de la limitada autonomía que a la sazón tenía
una ciudad como Alicante en materia económica. Con respecto a los controles ejercidos por la monarquía
sobre las poblaciones de realengo en materia económica véase: BERNABÉ GIL, D., “Els procediments
de control reial sobre els municipis valencians (segles XVI-XVII)”, Recerques: història, economia, cultura,
Universitat de València: 1999, 38, pp. 39-40. ISSN 0210-380X.
55 Consta en la documentación que para el establecimiento de dichos censales la ciudad solicitó licencia al
Virrey y Real Audiencia de Valencia, tal como era preceptivo. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, docs.
1/34 y 1/35, punto 7.
de 157956
y otros tantos el 30 de abril de 158157
. A fin de poder hacer frente a las
pensiones que dichos censales generaban, el 29 de mayo de 1580 se tomó acuerdo para
imponer sisa58
en la harina que se amasaba en la panadería de la ciudad, a razón de 1
sueldo por arroba de harina59
. El 4 de febrero de 1581, y con idéntica finalidad, la
ciudad acuerda imponer una nueva sisa, en este caso sobre la carne y en cuantía de 2
dineros por libra de carne.
Pese a estas imposiciones, el consell alicantino se vio pronto superado por el coste
de las obras, de manera que una vez empezadas éstas el 18 de julio de 158060
, los 4.000
ducados se acabaron pronto61
. Alimentadas las arcas alicantinas nuevamente con otros
4.000 ducados en abril de 1581, el dinero, sin embargo, volvió a consumirse
rápidamente, viéndose las autoridades obligadas a paralizar las obras en noviembre de
ese mismo año62
, cuando la pared apenas superaba los 25 palmos de alto63
.
Para administrar el dinero se nombraron sendos claveros, Francesc Martínez, que
desempeñó su cargo hasta el 18 de febrero de 1581 y Thomás Vallebrera, que hará lo
propio hasta el 10 de noviembre de ese mismo año, fecha en que por falta de dinero las
obras quedaron interrumpidas64
.
Tabla nº 2: PRINCIPALES GASTOS DE LA FÁBRICA DEL PANTANO
Administración de Francesc Martínez 18 julio 1580 - 18 febrero 1581
Nº Concepto Importe
1 Gastos de tomar a censo 4.000 L 145 L 11 s 8 d
2 Construcción de una casa junto a la obra para guardar herramientas,
materiales y servir de acomodo a los trabajadores y a los oficiales de
la ciudad que fuesen a visitarla
186 L 6 s
56
ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/39.
57 Ibid.
58 Estas imposiciones, por gravar productos de primera necesidad, suponían un fuerte gravamen para la
economía de las clases sociales más desfavorecidas, tal como lo ponía de manifiesto el síndico de la
ciudad, Damián Miralles, en uno de sus memoriales a propósito del pantano: “Gerónimo del Valle vino a
esta ciudad por orden del rey y dijo que de las imposiciones puestas para el pantano que solo las pagan
los pobres (…)” [s.f.], [posterior a julio de 1586]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/27.
59 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/39.
60 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/39. Bendicho y Viravens databan la colocación de la
primera piedra el 17 de agosto. BENDICHO, op. cit., p. 139. VIRAVENS, Crónica de Alicante, p. 136.
61 El 18 febrero de 1581 se acabó el dinero para la obra que administraba Francés Martínez Clavero.
62 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/39.
63 CAMARERO CASAS et al., Tibi, un pantano…, p.29.
64 Ibid.
3 Jornales de maestros, peones y cabalgaduras 1.485 L
4 Dietas del mayordomo y otros oficiales (1580-1581) 100 L 12 s 3 d
5 Pertrechos de cal, arena, hierro acero, madera, carbón para la herrería,
maromas, sogas, espuertas y otros portes
300 L 26 s 6 d
6 Visuras de maestros e ingenieros, confección de modellos y salario
del auto de encomienda de las 4.000 L, del racional y escribano
131 L 7 s 11 d
7 Pago al Marqués de Terranova según lo acordado 500 L
8 Primera paga de las pensiones correspondientes a las 4.000 L
tomadas a censo
125 L
Fuente: ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/39. Elaboración propia.
(L) libras; (s) sueldos; (d) dineros.
Tabla nº 3: PRINCIPALES GASTOS DE LA FÁBRICA DEL PANTANO
Administración de Tomás Vallebrera 20 de febrero al 10 de noviembre de 1581
Nº Concepto Importe
1 Gastos de tomar a censo otras 4.000 L 97 L 6 s 10 d
2 Jornales de maestros, peones y cabalgaduras 1.661 L 18 s 6 d
3 Dietas del veedor, mayordomo y otros oficiales durante 39 semanas
desde el 20 de febrero al 10 de noviembre de 1581
188 L 1 s 11 d
4 Pertrechos de cal y arena y los demás, y portes de los mismos 395 L 12 s 3 d
5 Cal que se recibió después de haber cesado la obra 46 L 7 s
6 Visuras de maestros y otras cosas, salario por el examen de la
cuenta de las 4.000 L tomadas a censo y del ayuda de costa que fue
enviado a cargar el dinero
106 L 11 s 6 d
7 Por la pensión correspondiente a 1581 de las 4.000 L tomadas a
censo en 1580
250 L
8 Primera paga de las pensiones correspondientes a las 4.000 L
tomadas a censo en 1581
86 L 10 s
Fuente: ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/39. Elaboración propia.
(L) libras; (s) sueldos; (d) dineros.
De esta primera etapa de las obras contamos con el testimonio de Pedro Izquierdo,
quien trabajó en las mismas, en calidad de bastimentero65
, entre los días 1 de mayo al
17 de junio de 158066
. Izquierdo abandonó precipitadamente las obras alarmado “por
los grandissimos robatorios”67
que observó cometían los mayordomos68
y otros
oficiales69
que asistían en la obra. Izquierdo le explica al Virrey que él mismo vio con
sus propios ojos como se servían de “ombres de la fábrica y bestias” para llevar
materiales desde la obra a la ciudad de Alicante “a los jurados y rasional”. Así pues,
Izquierdo implica también en las corruptelas que denuncia a la máxima autoridad del
reino al gobierno municipal de la ciudad. Según testimonia, estos hechos no eran algo
aislado, pues en el poco tiempo que estuvo sirviendo en la obra, observó que sucedían
“muchas vesses”70
.
Junto a la mala administración de la obra, Izquierdo denuncia al Virrey que la
fábrica no se está ejecutando conforme a su traza, pues la base de la presa en lugar de
ejecutarse con planta curva, se había edificado en línea recta, lo que en su opinión le
restaba seguridad y estabilidad71
. También se lamenta de la ejecución defectuosa del
65
Respecto a los cometidos que competían al bastimentero, el propio Izquierdo se refiere a ellos en estos
términos: “dar de comer a la gente que trabajare en la obra”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc.
1/10 y 1/11. Se trataba, pues, de una responsabilidad ciertamente de escasa relevancia si tenemos en
cuenta que Izquierdo había sido el autor del proyecto del pantano. Este aspecto fue puesto de manifiesto
por: CAMARERO CASAS et al., Tibi, un pantano…, p. 29, n. 11.
66 Del papel desempeñado por Izquierdo durante este corto periodo de tiempo y de cuánto observó en las
obras, sabemos por un extenso escrito que tras abandonar las obras remitió al virrey de València. En el
documento Izquierdo hace constar que, trabajó en el año 1580, “comensando el primero de mayo [y] me
despedí […] el domingo de la Trinidad del dicho año”. Memorial del estado en estaba la fábrica del
Pantano quando se començó a trabajar en ella y de la mala administración de los officiales que asistían
a ello, para el Virrey de València. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/20.
67 En el escrito dirigido al Virrey les acusaba de sustraer cada semana “más de dies ducados”. Ibid.
68 A uno de ellos “que se llamava Vallebrera” le acusa de hacer “capassetes y los vendía a la dicha
fábrica de la hobra y muchas vezes que yva y venia a la dicha hobra se llevaba madera y otras cossas de
dicha obra”, y a otro llamado Bonyvern le acusa de tener en la obra a sus dos hijos quienes “destorbavan
los maestros y la gente”, así como de llevarse “bigas y otras cosas más”. Ibid.
69 Al bastimentero primero, apellidado Pastor, le acusa de haberle vendido al propio Izquierdo, antes de
haber empezado a trabajar él en la obra, por doce libras “melones y algunas legumbres y otras cossas más
que avía por allí”.
70 Ibid.
71 Según el relato de Izquierdo, la obra, conforme a la traza que él había dado, debía tener “forma circular
a la parte de abaxo”, pero al poco de comenzar la misma se produjo un error que afectó a la planta.
Percatado del mismo, avisó a la ciudad “y no me quisieron creher”. Como consecuencia de ello, fue
necesario añadir a la planta 70 palmos, pasando ésta de los 125 inicialmente previstos a los 195 palmos.
Poco tiempo después y cuando el error resultaba ya evidente, acudió al lugar “la ciudad de Alicante con
Baptista Antonello”, quién, entre otras cosas, ordenó cortar la obra 20 palmos en la parte inferior y que
“se hiziese la obra a línea recta ala parte de baxo que se entiende hazia Alicante” y, como queriendo
dejar clara su opinión, Izquierdo añade: “y yo siempre defendiendo la línea circular con su talus”,
posición que justifica afirmando que era más resistente una pared circular, con talud y 125 palmos de
espesor, que una con 200 palmos y trazo recto. Estas manifestaciones, según refiere el propio Izquierdo,
constan documentadas “en el libro de Ayuntamiento de Alicante”. El testimonio de Izquierdo deja claro su
planteamiento con respecto a la planta curva que debía tener la pared del pantano. Además de lo ya dicho,
Izquierdo explica que en Almansa unos treinta años antes, hicieron un pantano a línea recta y al llenarse
“sagetial” por el que ha de darse salida al agua y denuncia que los maestros no han
tenido la precaución de retirar del cauce unas rocas que habían caído tras un
desprendimiento72
. Las acusaciones de Izquierdo llegan a su punto álgido cuando
explica al Virrey que, tras exponer él a los responsables de la obra que de seguir su traza
no sería necesario gastar tanto dinero, aquéllos públicamente
[…] se desian ellos mismos de aquellos grandes señores de Alicante que si se asía mi
hobra que quería yo, que no buscaba yo sino que me matasen, lo qual fue fama
púbblica que me querían matar73
.
Tras la interrupción de las obras, la ciudad seguiría abonando anualmente el
importe de las pensiones de las cantidades tomadas a censo, así como el salario del
“guarda de los instrumentos gruesos de madera de la fábrica que están en custodia en
la casa della”74
. A título anecdótico debe destacarse que en el asiento correspondiente a
los gastos de las pensiones durante el año 1582, consta el siguiente apunte: “deduzida la
prorrata de los 10 días supprimidos en el mes de octubre del año 1582”75
, en alusión a
la reforma operada en el calendario por el papa Gregorio XIII dicho mes y año y que
conllevó la supresión de los días 6 al 14 de octubre de 1582.
El examen de las cuentas correspondientes a este periodo de las obras efectuado
años después por el comisario Gerónimo del Valle, aporta información respecto a los
profesionales y jornaleros que trabajaron en ellas. En la administración de las obras, la
contabilidad consigna la existencia de un mayordomo y sobrestante, un pagador76
y el
de agua se rompió, lo que ocasionó una gran pérdida y dio lugar a la interrupción de la obra durante largo
tiempo, hasta que tras su incorporación “les he dado la traça y hanlo hecho a la parte de abaxo a línea
circular”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/10 y 1/11.
72 Izquierdo explica al Virrey que debido a la falta de conocimiento del terreno de los maestros que están
a cargo de la obra, éstos desconocen cómo “suele llevar las piedras del suelo del río l·agua corriente no
quitaron hunas piedras de hunas solsidas que habrían cahído como trenta anyos poco más o menos,
según está entendido por ombres muy viejos de Tibi y hotras personas que por allí an pasado”. Izquierdo
afirma que él también ha visto el lugar donde se hallan dichas rocas y estima que distan unos 200 pasos
de la obra, en dirección a Alicante, a la parte de abajo. Son dos peñascos grandes que de haberse retirado
antes de empezar la obra “no hubieran hecho fundamento en la arena de más de dies palmos”. Ibid.
73 Ibid.
74 Acabada la obra las herramientas se llevaron a la ciudad y tras inventariarlas se encomendó su custodia
a un vecino. También se inventariaron las maderas e instrumentos gruesos (carro, etc.) “y se pusieron en
la casa del sitio donde estaba un hombre que lo tiene en custodia con doze libras de salario al año”.
Según consta en la documentación, dicho salario se abonaba “de la renta que se saca de la heredad de la
Alcornia”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/39.
75 Ibid.
76 Respecto del pagador se afirma que se desplazaba a la obra el último día de la semana para abonar el
salario a los trabajadores. En cuanto al trabajo desempeñado por estos tres oficiales, Del Valle se muestra
crítico pues estima que su labor ha servido más para la confusión que para el concierto ni beneficio de la
obra. Por ello, consideraba excesivo el número de oficiales y denunciaba su escasa preparación (“no son
pláticos”), estimando necesario y suficiente la existencia de un único oficial “que fuera experto”, pues
estima que la obra del pantano es fácil de dirigir por estar “en un lugar recogido y junto, de manera que
de qualquier parte se ve todo y se puede acudir a lo necesario”. Aunque reconoce que sus dietas “no han
costado mucho” y que todos ellos eran “cavalleros y ciudadanos honrados”, considera que hubiera sido
comendatario a cuyo cargo estaban los fondos tomados a censo77
. A cargo de las obras
se encontraban dos maestros mayores, uno de cantería y otro de albañilería78
. A partir de
1581, se suprimió uno de los maestros mayores y en su lugar “se añadió otro official
con título de veedor”. A los oficiales correspondía reconocer el trabajo de maestros,
peones y del resto de personas que trabajaban en la obra; también se encargaban de las
compras de “los pertrechos necessarios”.
Según los listados utilizados para abonar los salarios, en la obra trabajaron maestros
de cantería, albañilería, carpintería y herrería; peones, mozos y muchachos79
. Así mismo
consta que trabajaron en esta primera fase de las obras del pantano, hombres con pares
de mulas acarreando madera y piedra con un carro de cuatro ruedas, además de otras
cabalgaduras y jumentos empleadas en el acarreo de arena y argamasa.
Merced al trabajo de todos ellos y según consta en las visuras que años después,
mientras se hallaban las obras detenidas, se practicaron en el lugar, la obra quedó en el
siguiente estado: una plataforma de 195 palmos de anchura, en figura de arco, ataluzada
y que alcanzaba los 30 palmos de altura en la parte situada aguas abajo de la pared y 20
palmos de alto en la de aguas arriba, con un grosor de 157 palmos80
.
2.2. LA INTERVENCIÓN REAL EN EL PROYECTO (1581-1593)
mucho más beneficioso para la obra “una cabeça inteligente y de buen gobierno, bien pagada, que
muchas sin gobierno y de balde” y remata su crítica afirmando que “con solo lo gastado pudiera haver
más obra hecha de la que hay según la opinión de muchos”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc.
1/39.
77 El sistema de pago consta perfectamente descrito en los documentos. Así, los maestros mayores y el
mayordomo “hazían la lista de cada semana” con los gastos y salarios devengados. Dicha lista se enviaba
a la ciudad donde era examinada por los jurados y el racional y una vez firmada por éstos, se entregaba al
comendatario del dinero tomado a censo, quién a la vista de la referida lista “dava el dinero al pagador
que yva a hazer la paga y con restitución de esta lista se le admitía en cuenta la partida por el Racional
de la ciudad”. Ibid.
78 El papel de éstos en cuanto que organizadores de los trabajadores que asistían a la obra es objeto de
alguna crítica. Así por ejemplo, en un momento dado el comisario Del Valle constata que según las
noticias que ha podido recabar “para mover una piedra que bastaran quatro hombres se juntava gran
número de gente perdiendo el tiempo en solo aquello”. Ibid. En cuanto a la identidad de estos maestros, si
bien los documentos consultados nada dicen al respecto, De la Torre Echávarri sitúa al frente de esta
primera etapa de las obras al ingeniero italiano Juan Bautista Antonelli (1531-1588), quién desde 1561 se
hallaba trabajando, por orden de Felipe II, en la mejora de la fortificación de la costa del Reino de
Valencia. DE LA TORRE ECHÁVARRI, J. I., “Juan Bautista Antonelli: ingeniero militar y alojador del
ejército” en Ingenieros del Renacimiento, Alicia Cámara Muñoz y Bernardo Revuelta Pol, coords.,
Madrid: Fundación Juanelo Turriano. UNED, 2014, pp.113-133. ISBN 978 84 937754 8 3.
79 Respecto de los muchachos, la documentación constata que han sido un “estorbo para la obra”,
recalcando que aquéllos “además que trabajan poco estorban a los que son”. Ibid.
80 Datos resultantes de la visura practicada el 4 de diciembre de 1587. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636,
doc. 1/51.
Una vez paralizadas las obras, debido a la falta de fondos para poder proseguirlas
por parte de la Ciudad, el consell alicantino a través de su síndico Damián Miralles81
, en
ocasiones auxiliado por Baltasar Vidaña82
, acudirá repetidas veces a Felipe II
solicitando su colaboración para poder reanudar y concluir la fábrica del pantano
iniciada en 1580. Para ello, los alicantinos expusieron al Monarca todo tipo de
argumentos sobre la bondad del proyecto del pantano y en los beneficios que su
construcción depararía para la Monarquía y para la Ciudad.
Hay que tener en cuenta que Felipe II era un rey extremadamente minucioso, hasta
el punto de estudiar personalmente todos y cada uno de los asuntos de estado, de
manera que la toma de cualquier decisión, era siempre precedida de un amplio análisis
por parte del Monarca83
. La imposibilidad de visitar personalmente el lugar escogido
para construir el pantano, la suplió el Rey con la solicitud de un considerable número de
informes y pareceres que, a su vez, complementaban los que le eran remitidos desde
Alicante. Algunos de estos informes los solicitaba Felipe II a personas de su confianza,
a las que solía pedir que actuaran con discreción y sigilo. No debe pasarse por alto que,
más allá del celo que caracterizó al Monarca, la mayoría de documentos que le eran
remitidos a Felipe II desde Alicante en relación con la fábrica del pantano, estaban
escritos en un tono marcadamente optimista84
. Abundaban en ellos los argumentos
favorables a la obra y apenas reparan en inconvenientes. Semejante forma de proceder,
justificaba más aún la necesidad, por parte del Monarca, de solicitar una gran cantidad
de opiniones y pareceres antes de resolver.
81
Damián Miralles, fue, además de síndico de la ciudad de Alicante y representante de la misma ante la
Corte de Felipe II en todo lo relacionado con el pantano de Alicante, alguacil de las obras tras su
reanudación en 1590, además de apoderado en Alicante de Pedro Franqueza (secretario del Consejo de
Aragón y fundador del lugar de Villafranqueza). Del examen de los documentos en los que constan sus
gestiones en todo lo relacionado con la fábrica del pantano se desprende que, pese a su condición de
síndico de la ciudad de Alicante, Miralles no siempre defendió ante la Corte las posiciones del consell
alicantino, cuyas corruptelas y actitudes acaparadoras con respecto al agua de la huerta, puso de
manifiesto en repetidas ocasiones ante el propio Felipe II. No está claro si esta actitud de Miralles,
respondía a cuestiones de justicia y moralidad, o con ella simplemente buscaba obtener el favor real. Es
posible que a finales de la década de los ochenta la ciudad recelara ya de su actitud, ya que sus funciones
se vieron limitadas y en sus gestiones en Madrid, ante la Corte, empezó a ser acompañado por la primera
autoridad de la Ciudad, el justicia Thomás Vallebrera. Miralles, falleció el 19 de septiembre de 1591.
ADC, Fondo Villafranqueza, Ciriñuela, Cirat, caja 5, doc. nº 10/1.
82 Baltasar Vidaña, además de síndico de la ciudad de Alicante, era doctor en ambos derechos.
Curiosamente también tuvo relación con el secretario Pedro Franqueza, al que vendió una propiedad con
casa y tierras situada en el territorio en que el secretario levantaría posteriormente el lugar de
Villafranqueza. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/4.
83 En la obra de Escudero, citando a Cabrera de Córdoba, leemos: “Era tal la forma de proceder muy
conveniente, atendiendo el Rey a todo, porque no se ofrecía negocio que no pasase una o muchas veces
por sus manos, y está en todos tan resoluto, que poco había menester consejo”. ESCUDERO, Los
Secretarios de…, v. I., p. 217.
84 A la exageración en este tipo de memoriales dirigidos al rey se ha referido, entre otros autores, PÉREZ
MILLAN, M. I., “Las intervenciones de los ingenieros italianos en la fortificación alicantina durante la
segunda mitad del siglo XVI”. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales [en
línea], Barcelona: Universidad de Barcelona, 15 de agosto de 2014, vol. XIX, nº 1086 [fecha de consulta:
10 de septiembre de 2017]. ISSN 1138-9796. [Disponible en: http://www.ub.es/geocrit/b3w-1086.htm]
2.2.1. Los argumentos alicantinos para una intervención real
Veamos ahora cuáles fueron las razones esgrimidas por los alicantinos a partir de
1579 y durante la gestación de la obra, para justificar la necesidad de llevar a cabo la
construcción de una presa en el estrecho de Tibi y qué valoración mereció el
argumentario de las autoridades alicantinas en la corte de Felipe II. Los memoriales,
relaciones e informes remitidos desde Alicante a la corte de Felipe II85
, junto a las
respuestas y resoluciones remitidas por el Monarca y sus oficiales, permiten conocer de
primera mano y por boca de diferentes informantes, tanto los motivos en los que la
ciudad de Alicante justificaba la necesidad de construir el pantano y qué objetivos se
esperaba conseguir con su entrada en servicio, así como la valoración o calificación que
estas razones recibieron en la Corte y finalmente cuáles de estos motivos fueron
tomados en consideración por la Corona a la hora de tomar decisiones y adoptar
resoluciones sobre el particular.
Estudiados en su conjunto y agrupados por materias86
, estos son los principales
argumentos y propósitos que se esgrimieron para solicitar el apoyo real a la decisión de
construir el pantano.
A) Geográficas y climáticas
Un primer conjunto de argumentos serían los de índole geográfica: razones que
ensalzan la bonanza climática y la fertilidad de la tierra o que ponen de manifiesto el
escaso régimen de lluvias, el volumen y frecuencia de las avenidas de agua o lo acertado
del lugar escogido para levantar la presa. Así en cuanto al clima, se informa al Rey que
Alicante es tierra templada en la que jamás se han visto helarse árboles ni frutos87.
De la calidad de la tierra que se verá beneficiada por el riego con el agua represada,
Felipe II fue informado en términos que no dejaban lugar a dudas, calificándose aquélla
apta para el cultivo de cualquier género de plantas y hortalizas, por ser muy fértil88
.
Ante este panorama, las autoridades alicantinas justificaban en estos términos la
necesidad de construir el pantano:
85
El principal problema que presentan estos documentos, como ya señalaran Camarero Casas y Beviá
García (Tibi, un pantano…, p. 29), es la falta de fecha de muchos ellos, circunstancia que en ocasiones
impide precisar en qué momento del proceso constructivo del pantano fueron elaborados. Por este motivo,
en la exposición de sus contenidos se sigue una clasificación por materias en lugar de un criterio
cronológico.
86 Cuando el documento incluye la fecha o es posible su datación o contextualización en base a los datos
que constan en él, se hace constar la misma; en el resto de casos se prescinde de la temporalización,
atendiendo únicamente al contenido sustantivo del documento.
87 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, docs. 1/34 y 1/35.
88 “Es toda buena, grassa, fértil teniendo agua”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/7.
La ciudad vista la perdición della y de sus vezinos y que cada un dia padescian por la
dicha falta de agua porque estaba (a pique alguna parte della) de dexarla y hir a
poblar en otras partes89
, determinó de tratar con el dicho don Pedro Maça Marques
de Terranova que le diesse licencia que con su término de Tibi, en el estrecho que
llaman, entre dos grandes montañas, pudiessen hazer una presa que detuviesse las
aguas pluviales y adventizias que muchas vezes passan por allí para que acompañada
con la natural que de ordinario es una parada90
se sacasse con orden y regasse
quanto fuesse posible, con lo qual entendieron hazer mucho servicio a Dios y a V.M. y
beneficiar a ellos mismos91
.
Otro aspecto del que es informado el Monarca es el relativo a las avenidas de
agua92
que se producían en el lugar escogido para construir la presa. Se trata de un
aspecto de singular importancia puesto que el pantano estaba llamado a retener las
aguas pluviales y de avenida, ya que la denominada agua viva, representada por el
caudal o fluir natural del río, no podía ser represada, al corresponder su uso a los
poseedores de los 335 hilos en que estaba dividida aquélla.
Adviértase que en este anyo tan estéril ha venido tres o quatro veces tanta agua por el
estrecho del pantano, llovida en las montanyas superiorres, que si la pressa estuviera
hecha y en frenara sola una de estas venidas, fuera remediada esta necesidad y por no
ser hecho se a hido a la mar93
.
La dicha ciudad siempre entendió que encerrados doscientos palmos de agua en dicha
represa abria tanta agua como dos albuferas de la de Valencia y se podrían sacar de
ordinario ocho paradas de agua94
y jamás faltaría porque en el año llueve una y dos y
89
Nuevamente aparece aquí el problema de la despoblación que tanto preocupó a las autoridades
bajomedievales como quedó expuesto en el correspondiente capítulo, y que posteriormente, en el siglo
XVII tras la expulsión de los moriscos y todavía en el siglo XIX a causa de la sequía, plagas y epidemias,
seguirá afectando a la demografía poblacional de la Huerta de Alicante. A propósito de los moriscos
véase: ADC, Fondo Villafranqueza, Ciriñuela, Cirat, caja 4, leg. 7.
90 El término “parada”, empleado con frecuencia en la documentación relativa al pantano y para el que no
se ha encontrado definición, estudiado en el contexto documental, parece estar haciendo referencia a la
cantidad de agua susceptible de distribuirse durante la tanda ordinaria (16 hilos diarios).
91 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, docs. 1/25 y 1/42.
92 Tal como indica González Tascón muchas de las presas levantadas en la segunda mitad del siglo XVI en
el territorio peninsular tenían la finalidad de acumular el agua de las avenidas producidas en las
estaciones lluviosas con la finalidad de ser aprovechadas en los meses estivales, habida cuenta del
irregular caudal e importancia de las avenidas que caracteriza el fluir de muchos de los ríos peninsulares.
GONZÁLEZ TASCÓN, op. cit., p. 215.
93 Memorial de algunas cosas que advierte Damián Miralles cerca la fábrica del Pantano, [s.f.]. ACA,
Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/40.
94 Nótese que al hacer referencia al agua natural se decía respecto a su volumen “que de ordinario es una
parada”, mientras que al referencia al volumen de agua que se estimaba podía almacenar la presa se
afirma “se podrían sacar de ordinario ocho paradas de agua”, es decir ocho veces el volumen de agua
correspondiente al fluir natural del río.
más vezes de manera que siempre estaría lleno y sino lloviesse en un año no faltaría
el agua en dicha represa95
.
En cuanto al lugar escogido para construir la presa, es descrito cómo idóneo al
estimarse que la obra podía estribar por ambos lados en las montañas que formaban
dicho estrecho, con el consiguiente ahorro constructivo, pero también en atención al
tamaño del vaso y la cantidad de agua que se estimaba podía embalsar [figura 30]96.
B) Cinegéticas y agrícolas
Un segundo conjunto de razones elevadas al Rey fueron las relacionadas con la
utilidad que la construcción del pantano reportaría a la agricultura e incluso a la pesca.
A propósito de esta última, el gobernador de Orihuela y el baile general de la
Gobernación, después de recoger el parecer de varias personas, informaban así al
Monarca:
la laguna será tan grande y tan capas y l’agua de sí ería pescado y la comodidad de
poderse echar lisas, tencas, carpas97
y otros pescados estanquios que se tiene por
cierto habrá grande abundancia dellos y que la forma de la pesquería con el discurso
del tiempo se vera de que provecho podrá ser98
.
En uno de los memoriales redactado por uno de los expertos que asistieron a la
visura ordenada por Felipe II en diciembre de 1587, éste además de considerar que en el
pantano se criará abundante pescado, repara en el paisaje que la lámina de agua y el
entorno generarán y en el aprovechamiento cinegético del mismo, y dice al respecto que
una vez lleno el pantano, habrá allí
caza por el aparejo que hay, ansi de arboleda de pinos como de otro género de
bosque ansi de volatería, como campestre, será una cosa nunca vista y en efecto será
redundar en tan gran provecho a esta ciudad que ansi como es de mil vezinos hecho
dicho pantano se ampliará99
.
Desde el punto de vista agrícola la situación de partida era que siendo la tierra apta
para cultivarla, la falta o escasez de agua hacía inviables los cultivos, con las
consiguientes consecuencias económicas y de abastecimiento para la Ciudad:
95
“[La obra] será perpetua y firme y segura y que no hay otro lugar mejor; y que de el agua que en se
recogerá se podrá regar el término de la dicha ciudad de Alicante”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636,
docs. 1/34 y 1/35.
96 Lo que dize Antonelli sobre el edifisio del pantano de Alicante, [ca. 1587]. ACA, Consejo de Aragón,
leg. 636, doc. 1/1.
97 Variedades todas ellas propias de aguas cenagosas. SÁÑEZ REGUART, A., Diccionario histórico de
los artes de la pesca nacional, Madrid: imp. Vda. de Joaquín Ibarra, 1791, p. 80, voz: caña.
98 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/52.
99 Memoria de Juan García de Mondragón. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/51.
[en] Alicante a tres años que no tienen cogida y están empeñados los de aquella
çiudad y huerta por más de lo que tienen por faltarles, el agua del çielo y no averla en
la tierra100
.
La ampliación del volumen de agua disponible para el riego, era otra de las razones
que los alicantinos esgrimieron para solicitar el apoyo de la Corona respecto al pantano.
Para una altura de la pared de la presa de 200 palmos, se estimaban las siguientes
disponibilidades hídricas:
dixeron que tienen medido y tanteado muy bien el cóncavo de dicho estanque […] y
hinchiéndose una vez podrán tomar del ocho hilos101
y más de agua continua todo el
año y no faltara aunque no llueve en todo él102
.
Otro de los objetivos que los alicantinos pretendían alcanzar con la construcción del
pantano era la ampliación del espacio regado, hasta ese momento circunscrito a las
tierras que rodeaban las poblaciones de Mutxamel, Sant Joan y Benimagrell y que con
la entrada en servicio del pantano estaba previsto se ampliase tanto hacia levante:
Se sacara otra acequia y regara un grande llano muy fértil que se llama Campillo103
.
Como sobre todo hacia poniente, terrenos que hasta ese momento eran de secano y
de los que se obtenía un escaso rendimiento.
[De] la repressa se podrá sacar el Agua […] a poniente la qual será acequia Real
correrá tres leguas de tierra muy fértil que lleva muchos arboles de todas naciones,
trigos, sevadas y toda otras simientes; la dicha acequia regara los Palamones, Ben
repost, el Raspech, parte del fenollar, el espartal, los rincones, llano de Nadal y el
agua amarga a la mar104
.
100
ACA, Consejo de Aragón, leg. 635.
101 En el mismo documento, pero en otro párrafo, se estima un volumen de “ocho paradas de agua
perpetuas y no a temporadas sino todo el año”, de lo que cabe deducir la equivalencia entre los términos
hilo y parada de agua.
102 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/7, preguntas 11 y 12.
103 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/12. El topónimo Campillo hace referencia al actual
municipio de El Campello, ubicado junto al tramo final del cauce del Monnegre, en la margen izquierda
del mismo. En otro de los documentos anterior a la reanudación de las obras del pantano, se alude a esta
partida como “el Campillo de Pere Alenda” [ca. 1586]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/15. En
cuanto a la supuesta fertilidad de esta partida, en un documento fechado en 1596, el síndico de la
universitat de Sant Joan y Benimagrell afirmaba que “les terres que y ha en dita partida son les mes
inútils, roynes y casi totes incultes que y ha en tota la orta y terme aixi de dita ciutat de Alacant como de
Muchamel, Sent Joan y Benimagrell”. 13 de noviembre de 1596. ARV, Real Audiencia, procesos parte 2,
Letra S, exp. 918, p. 30-1.
104 Ibid.
Tales eran las esperanzas de los alicantinos en el pantano, que pensaban –y así se lo
manifestaron al Rey– transformar en regadío la mayor parte del término general de la
ciudad105.
A la vista de estas estimaciones, es evidente que, al menos en la fase inicial del
proyecto, los alicantinos tenían en mente un gran proyecto que comprendía la
vivificación de gran parte del término de la ciudad, extendiendo el regadío hacia el
poniente del mismo. Las circunstancias y la realidad de la que muchos de estos
memoriales parecían evadirse, terminarían por dar al traste con aquel ambicioso
proyecto inicial.
C) Molinería
Otro aspecto en el que los memoriales inciden es el referente a la industria
molinera106
, fundamental en la sociedad del momento tanto desde el punto de vista de la
molienda y aprovisionamiento de un producto de primera necesidad como era la harina,
como desde la óptica puramente fiscal, por cuanto los molinos tributaban a la Corona107.
En este punto, sin embargo, no todas las opiniones son coincidentes. Por un lado,
divergían en cuanto a la factibilidad de instalar nuevos molinos en el río tras la
construcción del pantano, tanto por la distancia que mediaría entre éstos y las
poblaciones a abastecer, como por la existencia de un buen número de molinos en la
huerta en ese momento:
105
“Se podrán regar con ellas todos los términos de la ciudad de Alicante y lugares circunvezinos y toda
la tierra rompida y cultivada y la que no lo está”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/7, preguntas
11 y 12.
106 Pese a que el estudio de la documentación pone de relieve la existencia de un buen número de molinos
a lo largo de toda la cuenca del Monnegre, ya desde época medieval, pero con un desarrollo considerable
en época moderna, no abundan las referencias a la industria molinera del Monnegre en los trabajos sobre
molinería valenciana. Un ejemplo de ello en: PERIS ALBENTOSA, T., El molins d’aigua valencians
(segles XIII-XIX), Valencia: Institució Alfons el Magnànim – Diputació de València, 2014. ISBN 978 84
7822 664 1. Un estudio sobre molinería de una cuenca afluente del Monnegre (aunque fuera del señorío
que ejercía la ciudad de Alicante) en: Marquiegui Soloaga, A. y Lajara Martínez, J., en Irrigation,
Society, Landscape. Tribute to Thomas F. Glick, Sanchis-Ibor, C.; Palau-Salvador, G.; Mangue Alférez,
I.; Martínez-Sanmartín, L. P. (eds.), València: Universitat Politècnica de València, 2014, pp. 1083-1104.
DOI: http://dx.doi.org/10.4995/ISL2014.2014.212. Referencias a los casales molineros existentes a lo
largo de toda la cuenca del Monnegre en: MARQUIEGUI SOLOAGA, El patrimonio hidráulico…, t. II.
107 “Tendrá S.M. tantos Molinos como querrá porque el agua baxa siempre de donde se ha de represar
hasta la mar, que son muchos millares de palmos, y el provecho del augmento que crescerá en los que ay
oy será de S.M. pues por razón del agua habrá sido”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/21. La
afirmación según la cual el río vertía agua al mar continuamente ejemplifica el tono excesivamente
optimista y poco realista en que estaban redactados estos memoriales, en los que se pretende hacer ver al
Rey las muchas bondades del proyecto. Cabe recordar que, como quedó expuesto anteriormente, otros
testimonios más precisos y fidedignos ponían de relieve que el agua manantial del Monnegre no llegaba a
la Huerta de Alicante todos los meses, pues en verano el río solía secarse; también que en ocasiones su
caudal era muy reducido. Es evidente que una y otra circunstancia dificultarían, si es que no impedirían,
el normal funcionamiento de la industria molinera.
la distançia que ai desde el pantano asta las acequias nuevas que se pretende se
habrán de hacer108
, no ai comodidad buena para edificar molinos que sean de
provecho porque ai munchos en edifficados en la huerta de Alicante, los quales por
estar cerca de la ciudad y por tierra llana se llevarían todo el provecho […]109
.
Por otro lado y en cuanto a las ventajas que la construcción del embalse podía
reportar en relación a la molinería, se tienen en cuenta las que favorecerían a la
población alicantina, y asimismo las que obtendría el fisco real.
Al presente ay quinze molinos que todos muelen con el agua [del río] […] estos
valdrán asta doze mil escudos y mucha parte del año no muelen por falta de agua y
ansi es forçado a los vezinos de Alicante y sus huertas hir muchas leguas a buscar do
moler y si el estanque le haze su Majestad queda rico perpetuamente el dueño del
molino y ansi será razón que la persona a cuyo cargo esto estuviere tome por auto en
quanto están arrendados estos molinos cada uno de por si110
.
D) Mejor abastecimiento y prosperidad de la ciudad de Alicante
Los memoriales e informes se detienen también a explicar los progresos que se
consideraba experimentaría la ciudad de Alicante de llevarse a cabo la obra del pantano.
Entre ellos la mejora de su abastecimiento y el aumento de población, del que,
lógicamente, se derivaría un incremento de la recaudación de rentas e impuestos que
llevaba a cabo la Corona en la ciudad y su término.
Remediará V.M. mandando hazer [el] pantano en Alicante la continua necesidad que
ay de pan y otros fructos […]111
.
Y d’este beneficio se le acresentará más de 3 mil vecinos en Alycante y su tierra y por
esta reppresa subirán las rentas de la tierra para su Majestad. Item que para sacar
los frutos que en las tierras que con el pantano se regarán por la mar forzosamente
108
Ha de tenerse en cuenta que en ese momento (1580-1590) el azud y derivación para las nuevas
acequias se barajaba construirlo en el molí de Bussot, al final de la cuenca media del río, punto distante
más de 7 km de la población más cercana (Mutxamel) y más de 13 km de la ciudad de Alicante. A la
distancia había que sumar lo abrupto y aislado de la zona, a la que, una vez se abandonaba el camí reial
de Xixona, poco más arriba del assut de Mutxamel, había que acceder a través de vías secundarias.
109 ACA, Consejo de Aragón, leg. 635. Parecer que dieron el Gobernador y Bayle General sobre el
pantano [s.f.], [la pared mide 195 palmos]. En este punto, el Gobernador y el Baile se muestran cautos
ante el Rey y aconsejan esperar antes de realizar nuevas inversiones: “se dize no se deven aser por aora
empero que andando el tiempo vista la abundançia del agua y las tierras que regare se podrá mejor
aclarar sobre este capítulo”.
110 ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, docs. 1/15 y 1/16.
111 En este caso se trata de un documento suscrito por Thomas Vallebrera y Damián Miralles, síndicos de
la ciudad de Alicante. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/19.
han de venir navíos para sacarlos y los que traerán otras mercadurías en
recompensa112
.
Pedro Izquierdo, a propósito de los beneficios que el pantano reportaría para
Alicante y el Real Patrimonio, de los que estaba convencido, no podía evitar, en un
informe remitido al Virrey, realizar una comparación con la fértil huerta valenciana, a la
que nada tendría que envidiar la de Alicante si se llevaba a la práctica el pantano113.
La tradicional falta de trigo en Alicante, que obligaba a importarlo desde otras
latitudes, no sin esfuerzo, era otro de los problemas a los que el consell alicantino
esperaba poner solución mediante la fábrica del pantano. Por ello, el logro de una
autosuficiencia cerealista era explicado no sólo como una ventaja para Alicante, sino
también para Castilla114.
E incluso también para la ciudad de Valencia, llegando a proponerle al Rey que ésta
bien podría coadyuvar en el coste de la obra del pantano115.
Respecto de los beneficios que obtendría del pantano la “universidad de
Muchamiel”, se afirma que recibirá mucho provecho, algo normal dada su posición
geográfica, pero lo significativo es que se afirma que dicho lugar en 1586 “está en
términos de despoblarse por la mucha falta de agua”116
, situación que se esperaba
paliar con la construcción del pantano.
E) Razones de Estado. En favor de la Monarquía
En la relación de ventajas que se esperaba reportaría la construcción del pantano,
más allá de las referidas a aspectos cuyos principales beneficiarios serían los
alicantinos117
, los memoriales remitidos a Felipe II incluyen también otras cuyo
principal destinatario sería la Monarquía Hispánica, especialmente tras advertir la
112
ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/18.
113 “La qual obra conviene que se passe adelante […] porque toda aquella tierra será huna segunda
Valençia y a Su Magestat resultará mucho provecho”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/20.
114 “Estando Alycante y su comarca abasteçída de granos no será necesario traerlos de Castilla y por el
tanto no disminuirá en Castilla de donde resulta también proporción y comodidad a Castilla”. ACA,
Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/18. Una ejemplo de la falta de cereales que, debido a la escasez de
agua para el riego, afectaba a Alicante, es la autorización de Felipe II, dada en Monzón el 18 de octubre
de 1552, para que los carreteros que acudieren a Alicante cargar mercancías lo hicieran con los carros
cargados de cereales. AHMA, Caja 2, número 9. Referenciado y regestado en: PÉREZ MARTÍNEZ, “Los
pergaminos de…”, p. 268, regesta 14.
115 “La ciudad de Valencia recibirá mucho beneficio pues es cierto que aviendo trigo y cevada en
Alicante le traen a la dicha ciudad de Valencia como se ha traido y trae mucha quantidad por haver sido
fértil en Alicante el año pasado 1585 y ansi siendo ella bien enterada desto podría favorecer con parte
del gasto” [s.f.] [ca. 1586]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, docs. 1/34 y 1/35.
116 Ibid., punto 18.
117 Aunque, por los motivos ya indicados, la Monarquía, vía recaudación de rentas e impuestos, también
participaba y obtenía rédito del beneficio de los alicantinos.
ciudad su incapacidad para llevar adelante la obra por ella misma, debido a la falta de
recursos económicos. Es en este grupo de argumentos en los que resulta más evidente la
presencia de una carga psicológica, orientada a inclinar la voluntad del Rey a favor de la
construcción del pantano118.
A partir de ese momento y siendo necesario el apoyo de la Corona para poder
retomar las obras y concluir el pantano, éste ya no puede ser sólo una obra para los
alicantinos, sino que habrá de pasar a ser una obra capaz de reportar ventajas a toda la
Monarquía. Máxime teniendo en cuenta las dos crisis económicas a las que había tenido
que hacer frente Felipe II desde su llegada al poder, la primera en 1557-1560 y la
segunda 1575-1577119
, esta última apenas unos años antes del comienzo de las obras del
pantano de Tibi en 1580. En ese contexto, no debe extrañar la inclusión entre los
informes y memoriales remitidos por el consell alicantino a Felipe II, de argumentos del
siguiente tenor:
Este pantano es el mayor negocio y demás calidad y quantidad que su Majestad tienen
en la Corona de Aragón y recibe tanto daño en no hazelle que juntado con el de sus
vasallos en cinco años que ha que pudiera ser hecho serán más de quinientos mil
sueldos120
.
Haciéndose la dicha represa creçerá la contratación y V.M. será beneficiado en los
drechos y rentas Reales de V.M. como son aduana, quema y drecho vedado121
.
La dizha ciudad crecerá de vezinos y en riqueza, […] y podrá mejor servirle la tabla
del general de València sisa como doze o catorze mil escudos en Alicante cada un año
y no será nada doblallos si se haze el pantano122
.
Junto a la Real Hacienda y Patrimonio, se estimaba que el pantano también
reportaría beneficios para las instituciones hacendísticas del Reino de Valencia, entre
ellas la Diputación general o Generalitat123.
118
“La dicha ciudad puso mano en la fábrica y para esto se cargó en doz vezes ocho mil libras las quales
gastó y quedó solamente hecho el ladrón y poca cosa más sobre él. La dicha ciudad visto que el gasto
que se ofrecía era mucho y que ella no era poderosa para hazello suplicco a V.M. fuesse servido
hazello”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/25.
119 ÁLVAREZ NOGAL, C. y CHAMLEY, CH., “La crisis financiera de Castilla en 1575-1577: fiscalidad
y estrategia” en Revista de la Historia de la Economía y de la Empresa [en línea], Bilbao: BBVA -
Archivo histórico, 2013, 7, pp. 187-211 [fecha de consulta: 10 de junio de 2017]. ISSN 1887-2956.
Accesible en: http://people.bu.edu/chamley/papers/CANCC-2013.pdf
120 ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, docs. 1/15 y 1/16.
121 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, docs. 1/34 y 1/35.
122 ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, docs. 1/15 y 1/16.
123 Se afirma que el pantano reportaría “[…] mucho provecho [a] la diputación pues al presente le vale la
tabla en Alicante treze o catorze mil ducados el año y creciendo el trato como por dicha razón ha de
crecer será de mayor augmento al dicho general”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, docs. 1/34 y 1/35,
punto 14.
Sin embargo, cuando se preguntaba a algunos de los informantes que concretaran
qué beneficios reportaría la obra del pantano al Real Patrimonio, reconocían la
dificultad de hacerlo con exactitud, sin abandonar por ello su optimismo124.
Algunos de los argumentos que cabe incluir en este apartado, ciertamente podrían
también ser incluidos entre aquellos que respondían a mejoras relacionadas con la
ciudad. Entre estos estarían los relacionados con la perfección de la defensa de la
costa125
y de la propia Huerta de Alicante126.
Sin embargo, este argumento, estudiado en el contexto histórico, desvela algo más
que un mero interés de ámbito local, pues la fortificación y aseguramiento de la costa
mediterránea para hacer frente a las incursiones turcas127
y berberiscas, constituyeron un
objetivo de primer orden en la defensa frente a la piratería de la monarquía de Felipe
II128
. Ello explica la inclusión de este tipo de alusiones en los memoriales remitidos al
Monarca por los alicantinos a cuenta del pantano de Tibi. Se trataba, en suma, de hacer
ver al Rey que aquella no era una empresa local o un proyecto aislado, sino que, antes
bien, era una obra que además de favorecer el desarrollo de una zona (el término general
de la ciudad de Alicante), contribuiría también a la consecución de los objetivos de la
124
He aquí dos ejemplos, el primero correspondiente al testimonio de tres hombres expertos y el segundo
al parecer que emitieron el gobernador y baile de Orihuela a solicitud del Rey: “No pueden dezir de cierto
que provecho resultara al patrimonio Real, más de que se augmentarán y crescerán mucho los drechos
de su Majestad que oy reçibe en Alicante” y “Los dichos comissarios […] creen y tienen por cierto que
será en acrescentamiento del Patrimonio Real hasta diez mil ducados cada un año, pero que no se puede
juzgar lo cierto hasta que la experiencia lo muestre”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, docs. 1/34 y
1/35.
125 Sobre la importancia de la defensa de las costas del Reino de Valencia durante el siglo XVI véase:
BELCHÍ NAVARRO, Mª P., Felipe II y el virreinato valenciano (1567-1578). La apuesta por la
eficacia gubernativa, Valencia: Biblioteca Valenciana-Generalitat Valenciana, 2006, pp. 217 y ss. ISBN
84 482 4523 7.
126 “Estando así provehido y poblado Alycante tendrá comodidad de tener cavalleria para salir al
encuentro de Moros que […] infestan aquella uerta y agora por no aver hombre que pueda sustentar un
solo caballo, no lo pueden hazer y los Moros son señores de la tierra […] que vienen a caça dellos como
si fuessen conejos”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/18. “Augmentarse ha la Ciudad de
vecinos y tendrán muchos caballos que darán seguras seis leguas de costa que no habrá enemigos que
falten en tierra por razón de los caballos”. Ibid., doc. 1/21.
127 En un escrito dirigido por los síndicos de la Ciudad al Monarca en 1588 solicitándole la reanudación
de las obras del pantano, al tiempo que mencionaban al Rey las inversiones que Alicante había efectuado
en muros y artillería, así como en el castillo de la Ciudad, recordaban también que “en el año 1558
haviendo venido el armada del Turco al Reyno de Menorca, 40 leguas de aquella ciudad, a su costa hizo
gente y la puso en ella y la pagó”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/19.
128 CÁMARA MUÑOZ, A., “Las torres del litoral en el reinado de Felipe II: Una arquitectura para la
defensa del territorio (I)” en Espacio, Tiempo y Forma, Serie Vil, Historia del Arte, t. 3, 1990, pp. 56-57.
De hecho, algunos de los ingenieros y expertos que intervinieron en el proceso constructivo del pantano
de Tibi, como los Antonelli y Fratín, trabajaron también para la Monarquía en la fortificación de la costa.
Al respecto véase: PÉREZ MILLÁN, “Las intervenciones de…”.
Monarquía129
. Otra cosa es que semejantes argumentaciones, a la postre, fueran tenidas
en cuenta por Felipe II.
En esa línea de tratar de vincular la construcción del pantano de Tibi a los grandes
objetivos de Estado de la Monarquía Hispánica, cabe adscribir también el siguiente
argumento manifestado por uno de los ingenieros de la saga Antonelli130
, a los que el
Rey acabaría confiando la dirección de las obras de la presa. Afirmaba el italiano que el
pantano alicantino, de llevarse a cabo, serviría de ejemplo para que en poblaciones
cercanas y en otros territorios hispánicos se llevaran a cabo obras similares131
:
Visto por los comarcanos […] este pantano, se animarán a emprender otro tanto en
sus tierras o donde ubiere disposiçión y quiçá en todos estos reynos y porvincias
d’España lo harán que sería desterrar permanentemente el hambre de España y así
conviene que esta obra vaya a prisa y de donde los demás se an de animar se haga
firme y segura para que no le acontesca alguna desgracia quod deus non permittat132
.
Un argumento ciertamente interesante, en el que las bondades del proyecto del
pantano se hacen descansar, es en uno de los mejores y más apreciados productos que
generaba la Huerta de Alicante: el vino133
. Vino que ya en el siglo XVI se exportaba al
extranjero y cuya producción, al verse aumentada merced a las aguas del pantano, daría
lugar a un incremento de la actividad exportadora y comercio internacional de dicho
vino, superando a los malvasía originarios de Candia134.
129
Hay que tener en cuenta que al solicitar el apoyo económico de la Corona para el pantano, eran
precisamente los argumentos de corte general los que, en principio, podían tener más peso a la hora de
inclinar la voluntad de Felipe II, ya que de no apreciar éste que aquélla era una empresa de interés general
para la Monarquía, difícilmente accedería a destinar a la misma dinero de la Hacienda Real.
130 Sobre esta saga de ingenieros italianos y su intervención como al servicio de la Monarquía Hispánica
en territorio alicantino véase: PÉREZ MILLÁN, “Las intervenciones de…” y MORATO MORENO, M.,
“Los Antonelli, una saga de arquitectos e ingenieros al servicio de la Corona española” en Ingenieros al
servicio de la Corona española: València, 2008, [s.p.]. Su participación en obras hidráulicas alicantinas
ha sido estudiada por: GIMÉNEZ FONT, “Los Antonelli, constructores…”, pp. 277-282.
131 Más allá de lo interesadas que las palabras de Antonelli pudieran resultar, por razón de tratar de
conseguir que el Rey le encomendara la dirección de estas obras, lo cierto es que sólo en los alrededores
de Alicante se levantaron durante la siguiente centuria las presas de Elche y Relleu. Sobre estos embalses
véase: VV.AA., Los pantanos de época moderna en la provincia de Alicante, Joaquín Melgarejo (dir.),
Alicante: Diputación provincial, 2015, 247 pp. ISBN 978 84 15327 63 9. Y ampliando un poco más la
perspectiva pero sin abandonar el sureste peninsular, el embalse de Almansa es obra de 1584 y el de
Puentes comenzado a levantar en 1647. Al respecto de las presas construidas entre los siglos XVI y XVII,
véase: LÓPEZ GÓMEZ, “Presas y canales…”, pp. 91-141.
132 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/1.
133 Sobre la producción vinícola alicantina véase: Canelobre. Revista del Instituto Alicantino de Cultura
"Juan Gil-Albert", año 2008-2009 (dedicado a: La vid y el vino en Alicante), nº 54, 326 pp. ISSN 0213-
0467.
134 “Abiendo este riego se cojerán tal cantidad que no ay duda, dará vuelta ahí de Candia que viene de
Veneçia”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/18.
Otra de las ventajas que el pantano reportaría a la Monarquía Hispánica, según los
memoriales remitidos desde Alicante a Felipe II, sería el aprovisionamiento de
víveres135 y otros materiales para las fuerzas navales de la Corona136.
Pero las ventajas que, según las manifestaciones que desde Alicante eran remitidas
a la Corte, obtendría la Armada de Felipe II de llevarse a cabo el pantano, iban mucho
más allá del aprovisionamiento de víveres. Ejemplo de ello es la plantación de álamos y
chopos que se pretendía llevar a cabo a lo largo de la nueva acequia, inicialmente
prevista para derivar el agua desde el molino de Bussot hacia el poniente del término
general de Alicante137.
En este punto, es necesario también contextualizar estas afirmaciones para mejor
comprenderlas. Las obras del pantano, tras su interrupción en 1581, se reanudaron en
1590. En ese mismo periodo de tiempo, la Monarquía Hispánica entró en guerra con
Inglaterra138
. Y en ese contexto cabe entender que las plantaciones de árboles capaces
135
“Si Vuestra Majestad manda que se haga dicha represa tendrá provisión de comida para sus armadas
de Trigo y Vino, legumbres y cáñamo para xarcias y otros fructos que da la Tierra porque en si es buena
y toda llana y dicha agua podrá venir hasta la Ciudad”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/1.
“Las armadas de su Majestad podrán acontecer ocasión […] que en Alycante se pueda hazer procyon de
biscocho como de otros pertrechos para la guerra por la comodidad que abran dellos por razón de su
rrego que es de mucha consideraçion”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/18. Todos los
productos mencionados en los documentos reseñados, formaban parte de los bastimentos con los que a la
sazón se aprovisionaban las armadas reales, lo que denota que la lista de ellos incluida en los memoriales
remitidos desde Alicante a Felipe II fue elaborada con pleno conocimiento de qué alimentos se incluían
en los bastimentos de las Armada. Un listado de los bastimentos para la Armada Invencible en:
FERNÁNDEZ DURO, C., La Armada Invencible, Madrid, 1885, t. 2, pp.83/4.
136 “Su Majestad en la acequia principal por donde sacara su agua podrá mandar hazer los molinos que
querrá en los quales podrá hazer las moliendas para sus armadas y presidios con mucha comodidad y
ventaja más que en otras partes. […] Podrá su Majestad proveer de avas, garvanços, azeyte, vinos,
xarcia sus reales armadas, y en el Baver que esta junto a la ciudad, hazer un mandarache lugar muy
comodo y dispuesto para galeras el qual está seguro con la artillería y su castillo”. ACA, Consejo de
Aragón, leg. 635, docs. 1/15 y 16. Respecto a las acepciones del término “mandarache” y a su etimología
árabe, de acuerdo con las indicaciones que amablemente nos proporcionó la profesora Martínez Almira,
puede confrontarse en: KAZIMIRSKI, A. de Biberstein, Diccionario Árabe-Français, 2 t., Beyrouth:
Librairie du Liban, 1860, t. 1, p. 686 (para la raíz d-r-ğ, cuyo significados “que se adentra o expande”,
pudiera ser puesto que en el contexto analizado se trata de un entrante del Mar Mediterráneo). Respecto al
término: n-d-r, véase: Ibid, t. 2, p. 1226 (este significa “estar muerto” o “hacer caer” o “derribar una cosa
cortándola”). En uno de los informes remitidos al Rey se vincula la utilidad de este mandarache con “las
salinas de la mata, siete leguas de Alicante”, una de las regalías de la corona en el territorio de la
Gobernación de Orihuela. Al respecto se informa al Rey en estos términos: “[de las salinas] ha mucho
tiempo que se tira poca sal y si se haze la represa es hecho el mandarache con facilidad y queda
assegurada aquella costa y podrasse traer con barcos sal y metella en magazenes en la ciudad donde
hallando las naves aquella comodidad podrán cargar sal y será en grande beneficio del Real Patrimonio
de V.M.” [s.f.] [ca. 1586]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, docs. 1/34 y 1/35, punto 28.
137 “Y los más útil para sus Reales Armadas será que en tres leguas que tendrá la acequia que se hará
para la nueva agua, podrá S.M. mandar que se pongan muchos álamos negros y blancos y chopos y otros
árboles que como la tierra es caliente se hacen en muy buen tiempo”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635,
docs. 1/15 y 16.
138 Después del ataque sorpresa de Drake a la ciudad de Cádiz el 29 de abril de 1587 y tras un largo
periodo de reflexión, Felipe II decide por fin atacar a Inglaterra. En el verano de 1588 se produce la
derrota de la Armada Invencible en el canal de la Mancha y su posterior periplo por el mar del Norte. A
partir de ahí y hasta la muerte del Rey en 1598, las hostilidades navales entre las armadas inglesa e
de suministrar maderas aptas para la construcción de navíos resultaban fundamentales,
teniendo en cuenta el número de embarcaciones que se perdieron en la infortunada
batalla contra la flota inglesa139
. De ahí la mención a los “álamos negros y blancos y
chopos”140
, que los alicantinos sugieren a Felipe II mande plantar junto a la acequia que
habían proyectado para conducir el agua embalsada a la parte de poniente del término
alicantino, árboles todos ellos cuyo crecimiento –se le explicaba al Monarca– se vería
favorecido por el buen clima de la zona. Se trataba, una vez más, de hacer ver a Felipe
II que aquella era una empresa útil para la Monarquía, en este caso para la guerra naval
que se libraba contra la reina Isabel de Inglaterra, la soberana protestante cuya política
religiosa tanto espoleaba el ánimo del católico Felipe II.
Precisamente los objetivos de corte religioso, fundamentales para un monarca
extremadamente devoto como lo fue Felipe II y en una época donde tras la Reforma
iniciada por Lutero la cuestión religiosa era más que nunca una materia de Estado, no
escaparon tampoco a los redactores de los memoriales que buscaban el favor real para la
obra del pantano de Tibi. Efectivamente, la piedad y el acrecentamiento de la religión y
culto católico, no iban a ser tampoco ajenos a aquella empresa, antes bien al contrario, y
así se lo hicieron saber los alicantinos al Monarca.
Si la miseria llevaba a los hombres al pecado, en tanto en cuanto el agua del
pantano estaba llamada a traer prosperidad a los alicantinos, “excusará S.M. muchos y
muy grandes peccados que por la pobreza se causan y sería Nuestro Señor muy
servido”141
.
La Iglesia resultaría ampliamente beneficiada con el pantano. En tal sentido, se
estimaba que las órdenes religiosas habrían de acudir en gran número a tierras
alicantinas a fin de fundar en ellas casas conventuales142. También que se incrementarían
las rentas de la recién creada diócesis de Orihuela, en particular del obispo, cabildo,
beneficiados de las iglesias de Alicante, fábricas y préstamos143.
hispana fueron continuas. Sobre este particular véase: FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, Felipe II y…, pp. 552-
577.
139 Según Casado Soto “las pérdidas efectivas por todos los conceptos no superaron los 34 ó 35 buques”.
CASADO SOTO, J. L., “La construcción naval atlántica española del siglo XVI y la Armada de 1588”, en
La Gran Armada. Simposio hispano-británico, Londres-Madrid, 1988, Madrid: 1989, p. 80.
140 Sobre la utilización de la madera de estos árboles para la construcción de embarcaciones y los
problemas de deforestación ocasionados por esta práctica véase: MARÍN PAGEO, F., DOMINGO
SANTOS, J., CALZADO CARRETERO, A., Los montes y su historia. Una perspectiva política,
económica y social, Universidad de Huelva, 1999. Las referencias al periodo de Felipe II se encuentran en
las pp. 144 y ss.
141 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/21.
142 “Y lo que más hará al caso es que dada S.M. el agua […] quedará rica aquella tierra y habrá muchos
monasterios, como se ve que después que esto se trata y por esta occasión han venido agustinos y
dominicos […]”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/21.
143 “[…] porque solamente la seda que oy casi no la ay valdrá más de lo que al presente vale los granos,
árboles y viñas”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, docs. 1/34 y 1/35, punto. 16.
Al fin, el pantano permitirá también dotar a la ciudad de Alicante y obispado de
Orihuela de un templo con la dignidad de Colegiata, donde se eleven plegarias en favor
de la Monarquía Católica:
Podrá S.M. hazer colegial la Iglesia mayor de Santa María en dicha ciudad pues no
la ay en aquel obispado y en aquella tener canónigos y otras dignidades donde
perpetuamente se ruegue a Dios por S.M.144
2.2.2. Las consideraciones de la Corona
En los informes y correspondencia que a partir de 1581 le fueron remitidos a Felipe
II, abundaban sobretodo argumentos de corte optimista y favorables a la reanudación de
las obras del pantano. Sin embargo, el Monarca, lejos de dejarse impresionar por
aquellos, prestó especial atención a las dificultades que el proyecto entrañaba y de las
que también fue puntualmente informado. El estudio minucioso por parte del Rey de
cada una de las flaquezas de las que adolecía el proyecto del pantano y ampliación del
regadío del término de Alicante, fueron, sin duda alguna, una de las razones que
explican la tardanza de Felipe II en la adopción de una decisión respecto a la
reanudación de las obras de la presa.
Hay que tener en cuenta que junto a los informes y memoriales que las autoridades
alicantinas elevaban a Felipe II, quien, fiel a su forma de proceder en la que cualquier
decisión estaba siempre precedida de un meditado análisis, encargó igualmente
informes a técnicos próximos a la Corte y a personas de su confianza. Unos y otras
informaron al Monarca respecto a aspectos en los que la ejecución y entrada en servicio
de la presa podía resultar compleja o problemática. En tanto en cuanto también estas
razones fueron igualmente analizadas en el proceso de formación de la voluntad real
acerca del pantano, su análisis resulta igualmente importante145
.
Respecto a los inconvenientes que podrían derivarse de la construcción del pantano,
hay que hacer constar, en primer lugar, la dificultad que entrañó para el Rey averiguar
los mismos. Ejemplo de ello es que en 1586, las principales autoridades de la monarquía
en la zona como eran el gobernador y baile general de Orihuela146
, elaboraron por orden
del Monarca un extenso documento147
en el que tras recabar la opinión de tres hombres
144
ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, docs. 1/15 y 16.
145 No obstante en este punto no se analizan las cuestiones de índole técnica o constructiva, cuyo análisis
se aborda en el capítulo dedicado al proceso constructivo de la obra.
146 Acerca de las relaciones entre el poder central y el territorial en época foral moderna y el papel
desempeñado por los portantveus o gobernadores y los bailes en los territorios de la Corona de Aragón,
véaese: BERNABÉ GIL, D., “Ámbitos de relación entre el poder real y los municipios de la Corona de
Aragón durante la época foral moderna”, en Estudis: Revista de historia moderna [en línea], 2006, 32, pp.
49-72 [fecha de consulta: 27 de mayo de 2018]. ISSN 0210 9093. Disponible en:
https://www.uv.es/dep235/PUBLICACIONS_IV/PDF18.pdf
147 [s. f.] [ca. 1586]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/8.
expertos, sin intereses en el asunto del pantano, informaron a Felipe II respecto de 16
puntos previamente propuestos por el Monarca. Uno de ellos, el número 10, preguntaba
por los daños que eventualmente podría ocasionar la realización de la presa148.
La respuesta que, bajo juramento, dieron los tres expertos a tan altas autoridades era
que en su opinión del pantano no podría derivarse daño alguno, sino muchos beneficios
para las poblaciones vecinas149.
No es de extrañar por ello que ante tanto optimismo, la actitud del Consejo de
Aragón, por cuya mesa solían pasar los memoriales remitidos al Rey desde Alicante,
fuera la siguiente:
Convendría que V.M. mandasse a un hombre muy entendido en estas cosas de los que
hay en esta Corte, o fuera della […] para que fuesse allá y viesse y reconosciesse lo
que otros han referido150
.
A lo que Felipe II, monarca cauto y receloso hasta el extremo, contestó de su puño
y letra en la portadilla del documento:
Está muy bien lo que parece y lo será que se saquen de todos los papeles que han
venido de Alicante, y se me embie, para que yo lo pueda ver más particularmente y
ordenar lo que convenga151
.
A) De carácter socio sanitario
Uno de los expertos a los que Felipe II solicitó emitiera su parecer acerca del
pantano fue Juan de Herrera, su arquitecto real152
. Herrera, entre otras cuestiones, prestó
atención y aconsejó estudiar con detenimiento la posibilidad de que el agua que afluya
al pantano, una vez embalsada, pudiera corromperse153.
148
Ibid.
149 Ibid., punto 10.
150 Ibid.
151 Ibid.
152 Sobre este arquitecto véase: ARAMBURU-ZABALA HIGUERA, M. A., Juan de Herrera [en línea],
Madrid: Fundación Ignacio Larramendi, 2013, 181 p. [fecha de consulta: 25 de septiembre de 2017].
Disponible en: http://www.larramendi.es/i18n/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=1021466
153 “Dévese mirar si se ha notado la qualidad de la tierra donde se ha de hazer el recojimiento de el
agua, y si ay algunas causas naturales, o accidentarias por donde el agua pueda venir en algunos
tiempos a corromperse. Porque […] sería muy notable y de gran perjuicio el regar con aguas
corrompidas e infeccionadas ningún género de semillas que ayan de ser para mantenimiento de los
cuerpos”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/11. En el documento no consta la fecha, no obstante
es posterior a 1581, pues se emite después de haber comenzado las obras. Camarero y Beviá lo datan
entre 1586-1587 (CAMARERO CASAS et al., Tibi, un pantano…, p. 113). Del contenido de otro
documento (ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/27) cabe concluir que en abril de 1584, Herrera ya
había emitido su parecer sobre el pantano. No obstante, cabe la posibilidad de que, en tanto que arquitecto
real y hombre de la máxima confianza de Felipe II, emitiera más de un informe. Hay que tener en cuenta
que Herrera emitió su parecer sin visitar el lugar donde se había empezado a construir el pantano, sino
La advertencia hecha por Herrera, pese a ir referida al uso del agua para regar,
debió despertar ciertos temores. Seguramente no tanto por el perjuicio que una eventual
corrupción del agua embalsada pudiera ocasionar a los cultivos, sino sobre todo por el
daño que aquella contingencia pudiera causar a la población de los pueblos de la Huerta
de Alicante, que usaban el agua circulante por los brazales y acequias de riego para
consumo humano. Es por ello que en 1587, el propio Monarca solicitó a Cristóbal
Antonelli154
, a la sazón uno de los ingenieros que pretendía para sí la dirección de la
obra, que comprobara si efectivamente “todos los pueblos de la guerta de Alicante
beben de la agua manantial que tienen para regar la qual viene por el lugar del
pantano”155
, solicitándole emitiera informe respecto a la posibilidad de que el agua
embalsada se corrompiera resultando nociva para quienes de ella bebieren. A lo que el
ingeniero italiano contestó:
Que los dichos pueblos beben de la dicha agua que tienen para regar y que passa por
el dicho lugar del pantano y que hacen que este reposada la pluvia y la dicha agua
biba no hará daño a las personas ni animales porque esta al sereno al ayre y al sol y
seba quebrando tres leguas por riscos y peñascos hasta llegar a los dichos pueblos
antes será muy buena y sana156
.
Esta preocupación resulta interesante por cuanto supone introducir una nueva y
necesaria perspectiva –la sanitaria y medioambiental– en relación a la construcción del
pantano y los efectos que de dicha infraestructura podían derivarse para quienes usaban
del agua para beber. El agua del Monnegre no era usada sólo para regar, sino también
simplemente a partir de “las traças que de ello se le han mostrado”, según hace constar el propio
arquitecto en el encabezado del documento donde plasmó sus opiniones. A la postre, tal circunstancia,
será esgrimida para “disculpar” la falta de firmeza y elevado coste que se atribuyeron a la traza dada por
Herrera, tal y como anotado al pie de la misma: “la qual traça no se tiene por tan firme como la que está
dada y será de tanto gasto y más de la que está dada y como no a visto el sitio fácilmente se puede
herrar”. ACA, Mapas y Planos, nº 19/5. Herrera fue un arquitecto con conocimientos de hidráulica e
interesado por las obras de tal género (ARAMBURU-ZABALA HIGUERA, op. cit., p. 18), que además
“realizó importantes obras de ingeniería hidráulica en El Escorial, la traída de aguas a Valladolid, […]
e intervino en la Presa de Ontígola, la Acequia de Colmenar y en otras muchas obras de la Corona”.
VICENTE MAROTO, Mª I., “Juan de Herrera, arquitecto real y matemático”, en Suplemento do Boletim
da Sociedade Portuguesa de Matemática [en línea], Lisboa: Sociedade Portuguesa de Matemática, nº 65,
Outubro 2011, p. 37. ISSN 0872–3672 [fecha de consulta: 14 de septiembre de 2017]. Disponible en:
http://www.spm.pt
154 Cristóbal Garavelli Antonelli (1550-1608), que firmó sus obras como Cristóbal Antonelli, era obrino
del ya mentado Juan Bautista Antonelli, había trabajado en tierras alicantinas junto a éste en relación a las
torres de defensa de la costa. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/49. Sobre este ingeniero véase:
GIMÉNEZ FONT, P., “Cristóbal Antonelli y la innovación de la presa-bóveda de Relleu”, en Libro
jubilar en homenaje al profesor Antonio Gil Olcina, edición ampliada, Alicante: Instituto
Interuniversitario de Geografía. Universidad de Alicante, 2016, pp. 159-168. DOI:
http://dx.doi.org/10.14198/LibroHomenajeAntonioGilOlcina2016. ISBN 978 84 16724 09 3.
155 ACA, Consejo de Aragón, leg. 635 doc. 1/15.
156 Madrid, 30 de septiembre de 1587. Relación hecha por Cristobal Antonelli por mandado del Rey
nuestro señor de lo que se a de hazer en el pantano de la ciudad de Alicante, 30 septiembre 1587. ACA,
Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/12.
para abastecer a las poblaciones de la Huerta de Alicante157
y respecto a esa otra utilidad
del río, convenía también asegurarse que no resultaría perjudicada por el pantano.
En relación con los advertimientos hechos respecto a la posibilidad de que las aguas
embalsadas se corrompiesen, hubo quién quiso ver en dichas advertencias la mano de
todos aquellos que no deseaban que se construyera el embalse:
Aunque del agua del pantano se aya de bever como se ha de bever no recibirá danyo
el que la beviere y querer decir que danyara a los que la bevieren es dessear que no
se haga el pantano por aquellos que tienen dinero contado y mercan por quatro y fian
por hocho y son los que valen y pueden mandar158
.
B) Los recelos de los aguatenientes y sus pretensiones sobre las aguas pluviales
Es en este aspecto en el que mejor puede verse el riesgo cierto que para la obra del
pantano representaban los intereses de unos pocos, frente a los del común de los
regantes y agricultores de la huerta alicantina159
.
En 1585, cuatro años después de que la ciudad se viera obligada a paralizar las
obras por falta de recursos, Damián Miralles, sindicado por el consell alicantino para
gestionar en la Corte todo lo referente al pantano, exponía por carta al Rey y al tesorero
general de la Corona de Aragón, su opinión respecto al papel que no convenía
adquirieran en la empresa del pantano los propietarios del agua viva:
Ha se dicho que su Majestad se serviría que los duenyos del Agua hagan el estanche y
es cosa que ha mucho de mirar porque les haze merce de más de quinientos mil
escudos y si ellos le han de hazer abrían de ser señores del y gosar lo que digo y este
día que lo fuessen abrían menester un governador para cada huno160
.
157
El abastecimiento de los núcleos de población de Mutxamel, Sant Joan, Benimagrell y Santa Faz se
llevaba a cabo, en algunos casos hasta bien entrado el siglo XX, mediante el llenado con agua del río
Monnegre (“aigua del pantano”, en el argot popular) de diferentes aljibes públicos distribuidos por estas
poblaciones. Por otro lado, muchas casas disponían de un aljibe, denominado “pou de gasto”, que
también solía llenarse con agua del Monnegre y se destinaba a usos domésticos. Por contraposición, el
aljibe cuyas aguas se empleaban para beber, el denominado “pou del cel”, se llenaba con agua de lluvia,
recogida en determinadas épocas del año. Sobre estas prácticas y el abastecimiento de agua potable a las
poblaciones de Mutxamel y Sant Joan d’Alacant, véase respectivamente: MACIÁ NAVARRO, F.,
Suministro de agua potable en el municipio de Mutxamel, Mutxamel: 2010, 130 p. y PAYÁ SELLÉS, J.,
La traída de las aguas potables a Sant Joan (1930-1938): Recuerdos y datos de un hecho trascendental
en la historia santjoanera, Sant Joan d’Alacant: Ajuntament de Sant Joan, 2003, 144 p. DL A 909-2003.
Sobre la presencia de aljibes a lo largo de la cuenca del Monnegre véanse las numerosas referencias
existentes en la obra MARQUIEGUI SOLOAGA, El patrimonio hidráulico…, t. II.
158 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/40.
159 Cabe recordar que, según quedó expuesto, el número de propietarios de hilos de agua viva se estimaba
en unos 250, frente a los más de 650 regantes que se consideraba existían en la huerta. ALBEROLÁ
ROMÁ, El pantano de…, 2ª ed., p. 51.
160 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/12, punto 8.
Y por si de estas palabras no quedaba clara su postura, todavía añade:
Si S.M. no es servido que se haga [el pantano] por su cuenta este edificio, la Ciudad le
podría hazer con mucha facilidad pero el mesmo inconveniente abra porque no abra
de haver conformidat y quando le haya gozaría de mucha Renta y luego entraría entre
los del gobierno el ambición y simonía161
.
Unas palabras durísimas que sorprenden no tanto por la realidad que describen,
cuánto por haber sido escritas y dirigidas a Felipe II precisamente por el propio síndico
de la ciudad de Alicante, que pese a haber sido comisionado por el consell municipal,
no escatimaba críticas a sus propios mandantes.
Es evidente que los llamados aguatenientes, iban a ser los principales
‘perjudicados’ por la construcción del pantano, pues la rentabilidad de sus hilos de agua
era tanto mayor cuanto menor era el caudal de agua fluyente por el Monnegre. Por ello,
la actitud y reacción que frente a la obra del pantano pudieran tener, no escapaba a las
miradas de quienes deseaban que la presa fuera concluida con éxito.
Hase de considerar que Alicante ha mucho tiempo que supplica a V.M. mande hazer
esta represa y abra como veynte días que rehúsan en que V.M. la haga y procuran le
haga la ciudad es de ver que daño reciben haziéndole V.M. y que provecho haziéndolo
la ciudad. Y esto que los que la Goviernan son los dueños del agua, o, deudos dellos y
amigos y querrían que la dicha ciudad la hiziesse a fin de quedarse señores de toda
lagua no valiendo oy dia mas de ochenta mil escudos y sperando entonces valer
ochocientos mil y si el pobre que tiene tierra y no tiene agua la querrá que dé al rico
un ojo por una gota, lo que el pobre no podrá hazer y ansi el rico será señor de l’agua
y de la tierra el pobre162
.
A la vista de lo anterior, no es de extrañar que algunos altos funcionarios de la
Monarquía Hispánica llegaran a informar a Felipe II sobre la conveniencia de incorporar
el agua al Real Patrimonio, con el fin de que el beneficio que se obtuviera por la venta y
arriendo de la misma ingresara en la Corona163
.
Otro aspecto que trasciende en uno de los memoriales respecto a las pretensiones de
los aguatenientes, es el relativo a la extensión de sus derechos sobre el agua, en el
sentido de si tal derecho comprendía únicamente el agua manantial o viva, o, por el
contrario, alcanzaba también al agua pluvial y de avenidas. En un documento que
contiene el parecer personal de un individuo no identificado a quien se solicitó emitiera
161
Ibid., punto 9.
162 [s.f.] [ca. 1586]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, docs. 1/34 y 1/35.
163 De esta opinión eran el regente Pelliçer y el lugarteniente del Tesorero General de la Corona de
Aragón Luis Baraona, que advirtieron a Felipe II la necesidad de reflexionar acerca de la conveniencia de
“hazerse señor de las aguas” embalsadas, con el fin de que la Corona pudiera proceder a su venta o
arriendo. Lo que paresce que se ha de advertir a lo del Pantano de Alicante [s.f.]. ACA, Consejo de
Aragón, leg. 636, doc. 1/24.
su sentir “en consciencia açerca del pantano”, su autor, tras exponer que por el lugar
donde se ha comenzado a levantar la presa pasan los ocho hilos de agua manantial que
han de dejarse fluir continuamente, indicaba que los propietarios o poseedores de dichos
hilos, se consideraban también señores de las aguas pluviales y de avenidas. Por ello,
estimaba que aunque era de justicia proceder a represar las mismas, no había que perder
de vista los inconvenientes que podían derivarse de la puesta en marcha del pantano, en
relación a los intereses en juego presentes en el sistema164.
C) Las observaciones de técnicos e ingenieros respecto al modo en que debía
levantarse la pared
Entre los años 1586 y 1588 llegarán a la mesa de Felipe II varios informes,
memorias, modellos y relaciones en las que diversos expertos, unas veces actuando
individualmente, otras junto a otros colegas y también bajo la supervisión de los
máximos representantes del poder real en la gobernación, emitirán su parecer sobre la
presa165
. Unas y otras fueron atentamente examinadas por Felipe II y, en consecuencia,
fueron tenidas en cuenta por el Monarca a la hora de decidir166
.
Prácticamente todos los informantes mostraron sus dudas y preocupaciones acerca
del modo en que debía procederse a dar salida a las runas, lodos, tarquines y arrastres
que el fluir continuo del agua y sobretodo las fuertes avenidas que de tanto en tanto
afluirían al pantano, depositarían en el vaso del mismo 167
. Este era –y es–, sin duda
alguna, el punto débil de la presa de Tibi. Junto a lo anterior, la anchura o espesor que
debía tener la pared fue también otro de los puntos que generó discrepancias entre los
técnicos, así como la forma (circular o recta) en que aquélla debía ejecutarse.
164
“Será con satisfactión del daño y querrán algunos hilos más en recompensa porque la huerta con los
ocho hilos ayudados con estas avenidas que ellos llaman aguas muertas tienen suficiente riego y quitados
ellos tendrán mucha quiebra y aviendo de salir el agua manantial y alguna cantidad más continuamente
podría ser no alcançar a regar tantas leguas como piensan”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635.
165 Estos informes fueron analizados por: CAMARERO CASAS et al., Tibi, un pantano…, pp. 29-32.
166 Respecto a la forma en que debían de presentarse estos modellos, Pedro Izquierdo advirtió a Felipe II
lo siguiente: “No permita Vuestra Majestad que ningún maestro que tratare del estanque haga traça en
papel, sino en forma mayor, de madera, porque de esta manera se verá muy claramente qual modelo es el
mejor”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/18. Izquierdo había confeccionado su traza y modello
en tal forma a petición del Virrey de València, depositando la misma en la Corte, por lo que en un
momento dado suplicó a Felipe II que la misma fuese reconocida por “Herrera o quien Vuestra Majestad
sea servido” [s.f., ca. 1584-1585]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/32.
167 No faltaron tampoco opiniones que buscaban minimizar los efectos de dicho problema. Un ejemplo lo
encontramos en la carta que el síndico de la ciudad, Damián Miralles, dirigió a Felipe II el 18 de octubre
de 1585. En ella, Miralles, sabedor de que a oídos del monarca ya ha llegado el riesgo que la acumulación
de sedimentos en el vaso del pantano representaba para la presa, dirá al Rey: “no abra tener reçelo que
este edificio reciba danyo en el salir del agua pues treze leguas de aquí en una villa de VM que se dize
Almansa mossen Rubí de Bracamonte de Ávila, gobernador por Vuestra Magestad en el marquesado de
Villena, le ha hecho hazer y oy dia sirve que con ser solo al presente de quarenta y ocho palmos de alto
se tienen por ricos, quanto más este que por lo menos terna dozientos palmos de alto”. ACA, Consejo de
Aragón, leg. 636, doc. 1/37.
Para el autor de la traza del pantano, Pedro Izquierdo, cuatro eran los aspectos en
los que debía ponerse especial cuidado168
. El primero de ellos, la bóveda, que cumpliría
una doble función: permitir el paso del agua mientras se construye el pantano y, una vez
concluido éste, servir para dar salida a las gravas y sedimentos. En segundo lugar, la
traza circular de la pared, que redundaría en su mayor solidez. En tercer lugar, el cubo
por el que se ha de dar salida al agua embalsada en el pantano169
. Y finalmente, el
cerramiento de la paleta, que debía ejecutarse de manera que la firmeza de la pared
quedara asegurada170
.
A través de un memorial171
remitido por la ciudad de Alicante en 1586 y de una
anotación al margen de una minuta172
del Consejo de Aragón, conocemos que la
intervención del arquitecto Juan de Herrera se realizó a instancias de Felipe II173
. El
168
Estas consideraciones constan expuestas, en: Memorial de Pedro Izquierdo, Maestro de Molinos de la
Universidad de Muchamiel [s.f.]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, docs. 1/10, 1/11 y 1/18.
169 Al respecto Izquierdo da una serie de indicaciones sobre las características que debía tener dicho cubo,
al que debía entrar el agua “por muchas y diversas partes del suelo de abaxo hasta donde parare la
obra”. Los orificios por los que debía penetrar el agua debían “ser de menos de un dedo”, para evitar que
por ellos se cuelen brozas, inmundicias o piedras arrastradas por las avenidas de agua y también para
impedir que “pueda salir el pescado”. Por último, puntualiza que la construcción del cubo ha de ser de tal
forma que impida que “por manos de personas pueda ser dañado el curso del agua, porque donde quiera
que parase la obra, sea de cerrar el cubo por arriba”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/18.
170 Izquierdo, muy crítico con la forma en que se estaba ejecutando la paleta en el pantano de Tibi y para
evitar que se reprodujera en éste lo ocurrido en el de Almansa, esto es, que una vez lleno el embalse se
malograra por la zona de la paleta, considera que “con la fortificaçión que haré yo al campanero para que
la vazie y la encaxare en la piedra picada” la pared se mantendría firme. ACA, Consejo de Aragón, leg.
635. De la alusión al “campanero” cabe deducir que sería a este gremio a quién se encargaría la
confección de dicha paleta, habida cuenta de que la misma debía confeccionarse mediante una aleación de
metales. En uno de los “modellos” conservados en el ACA, se detalla con precisión la forma en que debía
construirse e instalarse dicha paleta, haciendo incapié en que se trataba de una operación sumamente
delicada y que únicamente podía llevarse a cabo al tiempo de construirse la pared, pero no después debido
a que “la humitat veina a la pedra no rebria ne dexaria soldar lo estany, ans saltara a la cara dels que
prop estarán”. Respecto a la construcción de la paleta se precisa que “ha de ser per benefici de fusió de
plom o estany, que tinga ferm la paleta”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/7.
171 En este documento los alicantinos refieren que el Rey ordenó que ciertas autoridades y técnicos
recabaran informes respecto de “ciertas dudas que Joan de Herrera, criado de Vuestra Magestad, havía
puesto” [s.f.] [ca. 1586]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, docs. 1/34 y 1/35.
172 “La misma persona que a traydo estos papeles se los podía llevar a Juan de Herrera para que los vea
y avise de su parescer y con lo que respondiere Herrera se me bolverán para que yo vea lo que
convendrá”, [s.f.] [ca. 1586]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/6. Pese a que tanto del contexto
documental como del tono empleado en la nota, podría deducirse que se trata de una anotación realizada
por el monarca, sin embargo la caligrafía, ciertamente, no es la que Felipe II solía emplear para anotar los
documentos que despachaba, por lo que la atribución debe hacerse con las debidas cautelas. No obstante
cabe la posibilidad que la nota fuera dictada por el monarca a un secretario, pues el estilo y redacción se
corresponden con los propios de Felipe II.
173 Camarero Casas y Beviá García estiman que Herrera supervisó “desde el principio y con detalle los
distintos proyectos, dando su parecer sobre la marcha de la obra”, emitiendo varios informes.
CAMARERO CASAS et al., Tibi, un pantano…, p. 29. Por su parte Alberola Romá data la supervisión
de la obra por parte de Herrera en 1594 y sostiene que su intervención “se limitó a hacer alguna alusión
relativa a los medios precisos para una mejor conservación de la presa”. ALBEROLA ROMÁ, El
pantano de…, 2ª ed., p. 41. Sin embargo, en uno de los memoriales que el síndico de la ciudad de
Alicante, Damián Miralles, remitió a la corte, consta que en una provisión despachada por Felipe II el 4
de abril de 1584, se hacía referencia los pros y contras del proyecto del pantano “porque Joan de Herrera
arquitecto se mostró ciertamente crítico en su informe174
. En él puso de relieve algunas
carencias que presentaba la traza que le había sido presentada del “pantano de
Alicante”, apuntó sobre la necesidad de recabar ciertos datos y medidas que no
constaban en aquélla, y terminó concluyendo que la obra no se estaba ejecutando
debidamente175.
Tras los reparos formulados por Herrera, el Monarca ordenó que el gobernador,
baile y visitador176
de las ciudades de Orihuela y Alicante recabaran una serie de
informaciones, valiéndose para ello de tres hombres expertos “no interesados ni
sospechosos en el negocio” del pantano. De dichas pesquisas se remitió al Monarca, a
través del Consejo de Aragón, un extenso documento177
. El consejo178
, tras examinarlo,
informó a Felipe II que estimaban conveniente la construcción del pantano tanto para el
Real Patrimonio como para la ciudad de Alicante. No obstante aconsejaron al Rey que
antes de tomar decisión sobre el asunto, “convendría que Vuestra Majestad mandasse a
un hombre muy entendido”179
a fin de que emita su parecer y represente gráficamente
las obras a realizar. El ingeniero encargado de emitir dichos informes y realizar las
trazas fue Juan Bautista Antonelli180
, si bien poco después será el sobrino de éste,
Cristóbal Antonelli, quien asumirá un papel activo en todo lo relativo a la presa, hasta
terminar finalmente por asumir la dirección de las obras.
Efectivamente, en mayo de 1587181
, Cristóbal Antonelli, escribirá a Felipe II y le
ofrecerá hacerse cargo de las obras182
. Antonelli, muy interesado en conseguir que el
las advirtió”, lo que demostraría una intervención del aquitecto real en el proyecto del pantano al menos
desde 1584. Memorial sobre el pantano de Alicante [s.f.]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/27.
174 “Parecer de Joan de Herrera sobre la fábrica del pantano de Alicante, y las cosas que de dicha
fábrica se pueden notar, según las traças que de ello se le han mostrado”. [s.f.] [ca. 1586]. ACA,
Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/11. Referencias al contenido de éste informe y la transcripción del
mismo en: CAMARERO CASAS et al., Tibi, un pantano…, pp. 29-32 y 113/4.
175 Ya al principio de su informe y como primera frase del mismo, Herrera escribió: “Que la traça del
dicho Pantano no ha sido acertada, ni dándole la forma que combiene para su perpetuidad”,
concluyendo que “se puede colegir que […] se han dexado de mirar muchas cosas tocantes a la tal
fábrica”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/11. Según manifestó Izquierdo a Felipe II, Herrera
examinó también el memorial elaborado por él “y conforme a d’aquel a dado su pareçer y voto por
scrito”, de lo que cabe deducir que el arquitecto real pudo haber emitido su informe a la vista, entre otros
documentos, del memorial de Pedro Izquierdo. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/32.
176 Joan Quintana, Joan Vique y el doctor Gaspar Punter. Los tres actuaron como comisario regios. ACA,
Consejo de Aragón, leg. 636, docs. 1/34 y 1/35.
177 Relación de la Informaçion que los Governador, Bayle General y Visitador de Origuela han tomado
por virtud de la comissión de Su Magestad sobre la fábrica del estanque que se haze en el término de
Alicante, [s.f.] [ca. 1586]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 638, doc. 1/8.
178 Suscriben el documento los regentes Sapena, Campi, Terça, Frigola y Marzilla. Ibid.
179 ACA, Consejo de Aragón, leg. 638, doc. 1/8.
180 CAMARERO CASAS et. al., Tibi, un pantano…, pp. 29-30 y 59.
181 Valencia, 3 de mayo de 1587. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/49.
Rey le designe a él como director, se muestra especialmente persuasivo. Sabe cuáles son
las cuestiones que preocupan al Monarca y él promete resolverlas de forma eficaz,
mejorando las soluciones y propuestas que otros expertos han hecho llegar al Rey. En el
aspecto económico, por un lado, se compromete a vigilar que el dinero se administre
diligentemente183
, y, por otro, frente a los 25.000 ducados en los que tiene constancia ha
sido presupuestada la obra, él estima bastan 14.000 ducados184
para concluirse185
.
A este primer informe, seguirán otros dos todavía en 1587, uno fechado en
agosto186
y otro a finales de septiembre187
.
En el primero de ellos, Antonelli, fija las condiciones con arreglo a las que, en su
opinión, debe dar principio la obra del pantano188
. Tres son las cuestiones sobre las que
se pronuncia. En primer lugar estima que para poder dirigir la obra adecuadamente
“será necesario una provisión de Su Majestad o del Conde de Aytona su lugarteniente
en aquel Reyno”, a fin de que por parte de las autoridades de la gobernación de
Orihuela, de la ciudad de Alicante y de las demás villas y lugares le proporcionen todo
lo necesario189
. En segundo lugar, realiza una serie de precisiones referidas a los
materiales a emplear en la obra190
. En tercer lugar, Antonelli enumera toda una serie de
oficiales y empleados que considera necesarios para la buena marcha y administración
de la obra, proponiendo a los candidatos que en su opinión debían desempeñar
182
Antonelli, que en ese momento se hallaba trabajando con su tío “en lo de la navegación” por orden de
Felipe II, aprovechará la carta también para pedir al Monarca que “fuesse servido se me diese el salario
como haze merced a los otros Ingenieros”. Ibid.
183 En este punto recuerda al Monarca que así ha procedido siempre y así piensa hacerlo “en las obras que
se an de hazer en las Torres de la costa”. Estima que para evitar fraudes basta con que el Rey ordene
“que el dinero se ponga en un arca de dos llaves” y dando muestras de conocer las corruptelas que el
examen de las cuentas practica por el comisario Del Valle en las correspondientes a la primera fábrica del
pantano, recalca que se ha evitar en todo momento proceder “como lo que han hecho que parece a sido
entre conpadres”. Ibid.
184 Camarero Casas y Beviá García, respecto de la cifra llamativamente baja en que Cristóbal Antonelli
presupuestó la obra del pantano, afirman; “La de 14.000 en que ofrecía terminar la obra Cristóbal iba
destinada, sin duda, a conseguir el encargo”. CAMARERO CASAS et. al., Tibi, un pantano…, p. 31.
185 Antonelli dice al Rey que la obra “no costará menos por la orden que an començado”, al haber dado a
la pared un espesor en la base cercano a los 200 palmos, si bien el estima que al estribar la obra en las
peñas de las montañas que forman el estrecho de Tibi, bastaría con que aquélla tuviera 100 palmos. ACA,
Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/49.
186 Madrid, 24 de agosto de 1587. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/50.
187 Madrid, 30 de septiembre de 1587. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/12.
188 Este informe lo emite en un momento en el que él ya ha elaborado alguna “traça” sobre el pantano, tal
como se deduce del texto: “[…] para que se siga la traça y orden que ha dado el Ingeniero Christoval
Antonelli”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/50.
189 Antonelli deja claro que él quiere mando único en la obra, por lo que pide que tanto los maestros y
peones, como el resto de oficiales que trabajaren en la obra hagan todo lo que él les ordenare “y no
haziéndolo, los despida y reciba otros si fuere menester, que esto es lo que conviene que se haga”. Ibid.
190 Entre ellas la conveniencia de “hazer mesclas que estén algún día en agua antes que se ponga en obra,
para que se le quite este fuego y fragüe mejor la obra”. Ibid.
aquellos191
. E incluso, yendo más allá y pensando en el momento que finalicen las
obras, el ingeniero sugiere la necesidad de una persona “para el repartir el agua” y da
algunas indicaciones respecto al modo en que los regantes debían contribuir al gasto de
la fábrica del pantano192
.
En cuanto al informe emitido en septiembre, éste responderá por entero a una serie
de instrucciones que previamente se le habían proporcionado por parte del Monarca193
.
En cuanto a los aspectos técnicos o propiamente de ingeniería referidos a la presa sobre
los que se pronuncia Antonelli, los principales son: el modo en que se ha de dar salida a
la “enruna”, que es considerada “la mayor dificultad de todas en la obra de esta
represa y pantano”194
; la necesidad de que a cargo de la paleta de regulación estén
personas “que tengan cuenta con el dar del agua y quitalla según la neçesidad que
ubiere d·ella”195
; la conveniencia de estrechar la pared, pasando de los 200 palmos en
que está comenzada a 100, anchura con la que estima “estará muy firme y segura […]
aunque vengan grandes avenidas de aguas con mucha fuerza”; y también de edificar la
pared con un “talus a la parte de abaxo de çinco palmos uno y a la parte del encuentro
del agua subirá por el mesmo orden que está comenzado”. Por último Antonelli emite
su parecer respecto a la altura de la pared y el coste que importará levantarla. En cuanto
a la altura, propone construir 200 palmos sobre los 20 palmos que la Ciudad levantó
entre 1580 y 1581, pudiendo elevarse otros 80 palmos si fuere necesario. Por lo que
respecta al coste de las obras, Antonelli cifra éste en 14.500 ducados poco más o
menos196
.
191
Entre los candidatos propuestos figura Damián Miralles, procurador fiscal, “que es persona de mucho
zelo”. Miralles, al igual que Antonelli, terminará también como empleado y hombre de confianza del
secretario Pedro Franqueza, en todo lo referente a la obra para la construcción del lugar de Villafranqueza
impulsada por aquél. De hecho, ciertos movimientos efectuados por Antonelli y Miralles en el seno de la
administración de las obras del pantano, es probable que tuvieran como finalidad principal favorecer a
Franqueza.
192 En este punto Antonelli estima que los propietarios de las tierras de secano que pasen a ser de regadío
“pagarán el diezmo a Su Magestad” y respecto de las que tienen agua en la huerta “se les podrá hazer
pagar la demás agua que se les diere” respecto de la que tenían hasta ese momento. Ibid.
193 Instruction para Cristoval Antonelli sobre lo que ha de ver en el pantano de Alicante y enterarse sobre
todo ello de lo que conviniere hazer [s.f.] [ca. agosto-septiembre 1587]. ACA, Consejo de Aragón, leg.
635, doc. 1/15.
194 En este punto las soluciones que propone Antonelli son muy pobres y en ellas se advierte un
desconocimiento de las características de las avenidas. Sirvan como ejemplo de lo dicho las siguientes
afirmaciones: “el tarquín que biene revuelto con el agua hará asiento en el suelo del pantano, es cosa de
poco cuerpo y no será parte para tapar y zegar el curso del agua”; para facilitar la salida de los tarquines
Antonelli propone facilitar su salida “con sólo rebolber el agua con unos artificios de hierro y pasará el
tarquín con el agua enbuelto”. Ibid.
195 Respecto a los meses en que habrá mayor demanda de agua, según el informe de Antonelli estos serán:
“setiembre y octubre para regar y sembrar”, “enero y hebrero para regar las biñas y árboles” y “el mes
de março para volver a regar los panes”, el resto del agua que sobrare y sobreviniere se dejará para “lo
que se ofresciere en el berano”. Ibid.
196 Ibid. Un año después Cristóbal Antonelli suscribirá un informe, junto a su tío Bautista Antonelli y
Jorge Fratín en el que la obra se presupuestó en 25.113 ducados. Relasción de lo que costara la obra de la
Estos informes, antes de llegar a la mesa de Felipe II, eran examinados por el
Consejo de Aragón quién, a partir del contenido de aquéllos y de otros datos que le
llegaban, elaboraba un resumen. Este documento era el que, normalmente, se hacía
llegar al Rey y en él, además de un extracto de los informes, se incluía la propuesta que
el Consejo elevaba al Monarca y, como consulta, sometía a su consideración.
A finales de 1587, el Consejo de Aragón197
elaboró uno de estos resúmenes, a fin
de participar a Felipe II, tanto lo informado por Antonelli, como los pareceres de otros
peritos que también habían opinado en el asunto del pantano. El documento, más allá de
hacer referencia a los aspectos controvertidos de la obra, aporta información respecto de
los expertos198
que, además de Antonelli, informaban en ese momento al Consejo o
cuyo parecer había sido tomado en consideración por el alto órgano de la Monarquía
Hispánica. Precisamente las diferentes opiniones que respecto al grosor que debía tener
la pared o el modo en que debía darse salida a los tarquines, mantenían dichos expertos,
llevaron al Consejo a proponer a Felipe II, tras consultar a la Junta Patrimonial, la
necesidad de practicar una nueva visura199
.
A fin de que la misma resultare provechosa y sirviera para aclarar las controversias
existentes entre los técnicos, el Consejo sometió a la consideración del Monarca que
dicha visura se realizara conforme a unas concretas indicaciones. En primer lugar,
proponen que en ella tenga un papel relevante fray Mariano Azaro200
, por “ser su
represa del pantano de Alicante. Madrid, 6 de octubre de 1588. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc.
1/6.
197 A la sazón integrado por el vicecanciller Frigola y los regentes Sapena, Campi, Terça, Marzilla y
Quintana. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/55.
198 Estos eran Gaspar Gregorio de Valençia “hombre muy plático y experto en nivelar y traçar obras”;
Garçia Mondragón “maestro de cantería”; Pedro Yzquierdo; Joan Baptista Antonelli “ingeniero de
Vuestra Magestad, tío del dicho Christoval”; fray Mariano Azaro, religioso, carmelita descalzo. Ibid.
199 En cuanto a la composición de la junta en la Bailía de Orihuela, Banacloche Giner indica que estaba
compuesta de los siguientes miembros: el portantveus de general governador o gobernador de Orihuela,
el baile general de Orihuela, posteriormente de Orihuela-Alicante, el asesor del baile, el receptor, el
notari-procurador fiscal y patrimonial. BANACLOCHE GINER, “Un estudio de…”, p. 156. De los
documentos examinados en relación al proceso constructivo del pantano de Tibi, se deduce la
participación en la misma del gobernador, baile general, abogado y procurador fiscal y patrimonial y
notario de la corte de la gobernación. Así consta, entre otros, en el acta de la visura y toma de testimonios
levantada en Alicante los días 7 y 15 de diciembre de 1587. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, leg. 1/51.
200 Con respecto a Azaro, además de por su independencia, el Consejo valoraba especialmente su opinión
y parecer por ser un experto que “havía ido en años passados dos vezes por orden de Vuestra Magestad a
ver y tantear dicha obra del pantano de Alicante”, También porque en todas las veces en que él y
Antonelli habían confrontado sus pareceres sobre el grosor que debía tener la pared “dicho fray Mariano
ha sido siempre de paresçer que dicha pared no deve recogerse a solos cien palmos ni venir a delgazar
arriba a solos sesenta”. Y en cuanto a lo sostenido por Azaro respecto del modo en que debía darse salida
al agua embalsada (el fraile aconsejaba que la toma se situara a treinta palmos del suelo, mientras que
Antonelli estimaba que debía situarse a ras de suelo), el Consejo recordaba que fray Mariano sostenía su
opinión en base a lo observado en “la obra de Mérida, que siendo de tiempo de Romanos por estar tan
alto el desaguadero jamás en mil y seyscientos años la enruna ni malesa ha impedido el curso del agua”.
ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/55. Estas referencias al embalse de Mérida y otras referidas al
de Almansa o a diversas obras hidráulicas existentes en la España del siglo XVI, ponen de relieve la
parescer desapegado de todo interés” y añaden: “lo que no es el de Christoval Antonelli
y de los que con él sienten que dessean tener cargo de dicha obra, y tener sus
ganançias en ella”. No obstante, a la visura deberán acudir todos201
a fin de que
“buelvan a examinar dichas dificultades y las demás que se ofrescieren, conforme al
Memorial y Instruction que embiará este Consejo”. Además, el gobernador y el baile de
Orihuela202
, bajo cuya dirección se efectuará la visura, deberán también designar otros
expertos “que sean muy intelligentes y no interessados en esto, ni sospechosos”. A fin
de garantizar la integridad de las opiniones de cada experto, el Consejo propone al Rey
que aquellas se recaben separadamente, por escrito y bajo la fe de un notario.
Finalmente, seguros de que el Monarca verá con buenos ojos su propuesta203
, dicen al
Rey que “se embia el despacho hecho, y tanbién carta para el Virrey […] para que lo
firme”. A lo que Felipe II, de su puño y letra, contestó: “habiéndome parecido bien lo
que al Consejo, firmé el despacho”204
.
La visura ordenada por Felipe II205
, finalmente se practicará “en [el] lugar del
pantano […] estando sobre la pared y edefficio”, el 4 de diciembre de 1587206
. Fue éste
un momento clave en el que los diferentes argumentos y opiniones de índole técnica que
sobre la pared del pantano se habían vertido, pudieron confrontarse.
En la visura, además de los expertos y técnicos207
, tomaron parte las autoridades
municipales y de la gobernación208
, actuando unos y otros conforme a las instrucciones
existencia de una cultura de la arquitectura del agua en muchos de los expertos que tomaron parte en la
planificación y construcción del pantano de Tibi.
201 El documento prevé que se invite a participar en la visura además de a Antonelli y Azaro, al tío del
primero Juan Bautista Antonelli, a Mondragón, Izquierdo y Gaspar Gregorio. Ibid.
202 Además de asistir y controlar que la visura se realice conforme a las instrucciones que el Consejo
diere, tanto el gobernador como el baile deberán también escribir y remitir al Rey “su paresçer, aparte de
lo que sintieren y huvieren entendido”. Ibid.
203 Al fin y al cabo se trataba de recabar más informes y opiniones para que “se haga electio de lo que
más conviniere en obra tan importante”, proceder que se ajustaba en todo al modo de actuar de Felipe II,
para quien todo informe era poco a la hora de decidir.
204 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/55.
205 Real Carta de 14 de octubre de 1587, suscrita en la casa del Bosque, en Segovia. ACA, Consejo de
Aragón, leg. 636, docs. 1/51 y 1/54.
206 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/51.
207 “Fray Mariano, Cristoval Antonelli, Ingenieros; Gaspar Gregorio de Valencia, García Mondragón,
Pedro Ysquierdo, personas expertas nombradas por Su Magestad; Anthonio Real, profesor y
cathedrático de Matematicas de la Universidad de Valencia y Johan Danhuesa (o Dambuesa), expertos
nombrados por merced de micer Francisco Arcas, abogado fiscal y patrimonial de Su Magestad […],
Gaspar Visente, Johan Torres y Thomás Bernabé”. Los tres últimos concurren a la visura designados por
el gobernador y el baile de Orihuela. Ibid.
208 Además de “Damián Miralles, procurador fiscal y patrimonial de Su Magestad y persona diputada
por Su Magestad para asistir en dicha visura”, asisten también el gobernador Ximen Pérez de Calatayud
y el baile Joan Vique. Por parte de la ciudad de Alicante asistieron Guillem Pasqual y Pedro Johan Rolfe,
jurados y Martín Salinas, notario y subsíndico. Ibid.
facilitadas previamente por Felipe II al gobernador de Orihuela209
. Una vez efectuada,
los días 7 y 15 de diciembre se juntaron en Alicante todos los expertos que habían
visitado el pantano el día 4 y uno a uno fueron contestando los 27 puntos sobre los que
el Rey había solicitado se pronunciaran210
. Al final del documento211
, los
comparecientes que lo desearon hicieron constar sus opiniones discrepantes o
particulares sobre algún punto212
.
De los resultados de la visura fue informado Felipe II mediante la remisión de una
relación213
suscrita por el gobernador214
y el baile215
de Orihuela y otra suscrita por tres
ingenieros216
, acompañada de un “rasguño o modello” de la pared del pantano. Consta
así mismo que Damián Miralles elaboró una pequeña memoria217
.
209
El documento remitido por el monarca constaba de 27 preguntas “Memorial e instrucciones a cerca de
la visura que han de hacer en el pantano y acequias que se han de hacer y alargar”. ACA, Consejo de
Aragón, leg. 636, docs. 1/52 y 1/54. La transcripción completa de este documento en: CAMARERO
CASAS et. al., Tibi, un pantano…, pp. 115-119.
210 El primer cálculo que efectúan los expertos al comenzar la reunión celebrada el 15 de diciembre fue el
relativo a la capacidad del pantano, a fin de determinar la superficie de tierras que con el agua embalsada
podrían regarse. Para ello se tomaron como referencias, en cuanto a la altura de la pared, que ésta se
levantaría 200 palmos sobre lo ya construido, y en cuanto a la longitud de la lámina de agua se estimó que
el regolfo llegaría hasta el Molino de Tibi, distante 14.900 palmos de la pared de la presa. Tras efectuar
una serie de cálculos determinaron que la capacidad del pantano era de 1.792.656 estados, la cuál,
comparada con los 82 estados de capacidad de la Balsa de la Fuensanta y teniendo en cuenta que con
toda el agua de ésta se regaban 5 tahúllas, estimaban permitiría regar 109.308 tahúllas de una vez. ACA,
Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/51. Respecto al manantial de la Fuensanta, aparece citado ya en la
documentación bajomedieval, concretamente en un privilegio de 1260 por el que Alfonso X concede una
ayuda económica a la villa de Alicante para conducir el agua de la misma. Privilegio otorgado en
Córdoba el 29 de junio de 1260. AHMA, Libro de Privilegios, fols. 25-27. Referenciado y transcrito en:
TORRES FONTES, Colección de documentos…, pp. 114/5. Un estudio de dicho manantial y balsa en:
ROSSER LIMIÑANA, El agua en…, pp. 22-49.
211 El documento fue autorizado por el escribano Bartholomé Sedrellas “notario en lugar del scrivano de
la corte de la governation de dicha ciudad de Alicante”, firmando como testigos “Sebastián de Arroa de
Vuelma, andalus, Rodrigo Derris, natural de Laredo y Jheronimo Martines, estantes en dicha ciudad”.
ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/51. Una transcripción del mismo en: CAMARERO CASAS et.
al., Tibi, un pantano…, pp. 125-133.
212 Todos manifestaron no tener nada más que añadir, salvo Pedro Izquierdo que se pronunció en el
sentido siguiente: “Ha de aver más de un cubo en la obra y este a de estar en medio de la bóveda porque
pretender que por las paletas que están dichas sea de desenrunar el pantano estando el agua en regolfo
es imposible y todas las cosas sobre dichas es grandissimo gasto de la obra y menos fortiffication della
por avella de travesar con las bóvedas y que no sean de vasiar las paletas confforme la orden que esta
dicha y para desenrunar el pantano se a de vasiar primero toda la valsa y entonses se abrirá la tanca de
la bóveda y con la seguida del agua desenrunara el pantano y siempre le parese que se acabe la obra
porque la cal tenga tienpo de hazer operation y por las cosas que estan en dicha balsa y todos los
pertrechos sean de tomar della y no tiene más que dezir”. Ibid.
213 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/58.
214 Valencia, 29 de enero de 1588. Ximén Pérez de Calatayud, imbia las relaciones de los expertos, la
suya y del bayle, de la fábrica del Pantano. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/57.
215 Valencia, 28 de enero de 1588. Juan Vich, imbia relación de lo que passava en lo tocante al pantano.
ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/56.
216 Jorge Fratín, Bautista Antonelli y Cristóbal Antonelli. Madrid, 27 de septiembre de 1588. ACA,
Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/59. No obstante, el documento que se conserva en el expediente no
debió ser el que remitió el gobernador, a tenor de la fecha en que están suscritos uno y otro, sino uno
Tanto el gobernador como el baile comienzan sus cartas excusándose por no haber
contestado antes al monarca, que aguardaba respuesta desde octubre del año anterior.
Ambos achacan el retraso a la tardanza del ingeniero Cristóbal Antonelli en elaborar
cierto informe218
. El gobernador, también informa a Felipe II que él y el baile son del
mismo parecer en lo tocante al pantano219
.
En cuanto al informe220
que remiten al Rey como resumen de la visura y reuniones
con los expertos mantenidas en diciembre de 1587, comienza afirmando –una vez más–
lo necesario que para la ciudad de Alicante resulta el pantano221
y lo idóneo del lugar
escogido para levantar la pared222
. La primera cuestión de índole técnica a la que se
hace referencia es la relativa al grosor que conviene tenga la pared223
. En este punto,
según el parecer de los expertos y teniendo en cuenta que la cola del pantano, cuándo
éste esté lleno, se estimaba llegaría “hasta el molino de Tibi”, consideran que debe
continuarse la pared “en grueso de çiento y veinte palmos, dándole de taluz de diez
posterior. Una transcripción del mismo en: CAMARERO CASAS et. al., Tibi, un pantano…, pp. 123-
124.
217 En ella, a partir de la capacidad que los expertos habían calculado tendría el pantano, realiza una
estimación del valor económico que alcanzarían los hilos de agua que se generarían tras la conclusión del
pantano. Según Miralles, el millón setecientos mil estados de agua estimado por aquéllos, reducido a
hilos, “según el repartimiento de los 335 que oy ay serían dos mil y contados al precio que oy vale
aunque fuese a 200 libras harían quatrocientas mil libras”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc.
1/17.
218 “[…] y como se a dilatado el no tenella ynbié tres días a un criado del dicho Antonelli con el modelo
del dicho pantano”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/57.
219 Por ello explica al Rey que junto a la relación de los expertos se envía “la del baille don Juan Vique y
mía, que por aver venido los dos en un pareçer ban en una”. Ibid.
220 Pantano de Alicante. Relación que se hizo por los Ingenieros y expertos […] y el parescier que dieron
el gobernador y bayle general, [s.f.] [ca. enero 1587]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/58.
221 En esta ocasión los argumentos son los siguientes: “[…] a dado estos años el tiempo muestra dello
pues con aver grandes cojidas por todo este reyno y los demás de España en tierra de Alicante a tres
años que no tienen cojida y están empeñados los de aquella ciudad y huerta por más de lo que tienen por
faltarles agua del çielo y no averla en la tierra”. Ibid.
222 “El lugar y sitio donde sea de haçer es muy comodo para haçelle y con las particularidades que se
pueden desear ansi por el angostura del lugar que ay entre las peñas como por ser los montes altos que
an de servir por stribos al edifficio que él se hiçiere”. Estiman, además, que es lugar bastante “no sólo
para un pantano, en pero para dos o más”. Ibid.
223 Según explican el gobernador y el baile a Felipe II “la discordia mayor que entre ellos a avido es en
este grueso de paret”. La mayoría eran de la opinión de uno de los expertos “maese Gaspar Gregorio”,
quién estimaba necesario que la pared tuviere 130 palmos de espesor. En los extremos se situaban
Cristóbal Antonelli, partidario de alzar la pared con menos grosor y fray Mariano Azaro, defensor de dar
a la pared más grosor. El gobernador y el baile informan al Rey que, no obstante, “hablando a parte […]
con maese Gaspar Gregorio nos dixo que bien beya él que çiento y veinte palmos heran tantos como
çiento y treinta”. Gregorio les dice que estima que la misma seguridad tendría la obra con 120 que con
130 palmos, ante lo cual, el gobernador y baile proponen al Rey que en atención a que esos 10 palmos de
diferencia en un “ediffiçio de tanta altitud y longitud y lactitud contienen en sí muchos estados y el preçio
dellos es tan caro y hará el mismo efecto la una que la otra, parece debe escussar todo el más gasto que
se pudiere”. Ibid.
uno”224
. De esta forma, si la pared se levantaba hasta los 200 palmos, en la parte
superior tendría 100 palmos de espesor, medida que estiman “caval para poder
sustentar el peso que se apantanare”225
.
El informe explica también al Monarca las características que, según los expertos,
debía tener la fábrica de la pared para que la misma resultare resistente. Debía
levantarse “en forma de arcos escarzanos”, tanto en la parte delantera como en la de
aguas arriba de la presa. Dicha técnica debía emplearse también “dentro de la propia
paret de la misma mampostería”, de forma que “de tantos en tantos palmos se an de yr
haciendo arcos escarzanos”226
.
Otro aspecto sobre el que Felipe II había pedido ser informado, era el relativo a la
fuerza o presión que el agua podría ejercer sobre la pared, cuando el pantano se hallare
lleno. En este punto, se estima que desde la cola del pantano227
hasta la pared pese a
mediar una distancia de 14.900 palmos, existen “muchas vueltas en el valle que se an de
apantanar”. De este modo “en cada una de estas vueltas el agua que está apantanada
ba descansando y descargando su pesso”, por lo que concluyen que “no todo el peso
del agua que en el pantano ubiere [lo] reçivirá la paret, pues tiene estos
descansadores”228
.
Finalmente explican al Rey el parecer de los expertos respecto de la que estiman
que es “la mayor dificultad que muestra tener la obra del pantano”, que no era sino la
posibilidad de que en poco tiempo se colmatara de lodos y tarquines229
y también que
éstos pudieren cegar la salida del agua. Respecto de esta cuestión, se informa a Felipe II
que, tras estudiarla detenidamente, los expertos estimaron que de hacerse la obra como
tienen dicho, “tienen por cierto que no se enrrunara”230
. La solución propuesta
224
La obra había comenzado a levantarse ya con una disminución proporcional tal como lo demuestran
las siguientes palabras: “esta pared está empeçada en çiento y noventa y cinco palmos y sobre ellos ba
subiendo hasta quedar en çiento y çinquenta y siete” en que se encontraba en la fecha en que se practicó
la visura (4 de diciembre de 1587). En otro punto del informe remitido a Felipe II, se justifica la
necesidad de que la pared sea más gruesa en la parte inferior que en la superior, debido a la mayor presión
que ésta soportará en la parte baja que en la superior, cuestión que se explica recurriendo al siguiente
ejemplo: “muestrasse esto en un baso o balsa que esté lleno de agua que hiziéndole dos o tres aguxeros
el que mas baxo estuviere hechará el agua con más ynpetu que no el que estuviere sobre el y el segundo
más que no el primero”. Ibid.
225 Los cálculos, según informan el gobernador y el baile a Felipe II, se han efectuado para que en caso de
“que se quiera subir otros çiento y duçientos más”, la obra resulte sólida. Ibid.
226 Ibid.
227 En el informe “cabo del regolfo”. Ibid.
228 Ibid.
229 Lo que en el informe se denomina en todo momento “enrrunarse”, seguramente por extensión del
término valenciano “runa” cuyo significado según el DCVB es “brossa rossegada per una avinguda de
riu o per l'aigua del mar”. Ibid.
230 Al respecto Pedro Izquierdo llegará a afirmar que “passarán más de quatrocientos años” hasta que sea
necesario proceder a dar salida a los tarquienes. Izquierdo consideraba que habida cuenta de que había
“mil palmos de peña por cada parte” sobre la que se depositarían los arrastres, reteniéndolos e
consistía en dar salida al agua por tres partes: “por los saetiales”231
, “cubo de
tramontana y cubo de la açequia de los enamorados”. De forma que aunque se cegaren
los saetiales “por estar baxos”232
, no ocurriría lo mismo con los cubos, pues el de
tramontana “sube ziego hasta veinte palmos y de allí empieza a tomar el agua por sus
aguxeros”. Otro tanto ocurría con el de “la açequia de los enamorados, a los diez
palmos más alta”. Todo ello les llevaba a concluir lo siguiente:
Y ansi se considera que como estos cubos no pueden ser ynpedidos sino por sola
orruna de turbia de agua y no por maderas y maleças delgadas que en zentenares de
años no podrá llegar a esta orruna a subir tanto que cause ynpedir el efecto d·estos
cubos233
.
Y en relación con lo anterior, explican el modo en que se ha de proceder la primera
vez que proceda al cierre de las paletas del pantano:
Para asegurar que en la primera venida que a de ser principio de represarse el agua
ninguna de las cosas dichas pueda ynpedir los ojos de estos saetiales, pareçe sería de
grande provecho que el día que pareziere que la obra esta en alto, que de ella se
pueda sacar fructo, se zierren los saetiales, y subida se abrán las paletas en la
proporçion que oy corre y no más porque la huerta que oy d·ella riega no padezca y
la que quedare represada sirva para haçer el effecto que haría la de la venida sino la
halla hecha234
.
impidiendo que los mismos llegaran a la pared del pantano. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc.
1/18.
231 El término “saetial” consideramos debe entenderse empleado como sinónimo de aspillera (abertura
larga y estrecha en un muro para disparar por ella) y por extensión de la palabra “saeta” en su acepción
equivalente a “flecha”, derivada del término latino “sagĭtta”. Al respecto véanse las entradas aspillera,
saeta, saetial en el DRAE y DCVB.
232 No obstante, respecto de éstos y, para dificultar que puedan resultar cegados, plantean la conveniencia
de que “algunos palmos antes de la boca de los saetiales y todo lo que ellos en si contienen fuese
enlosada de piedras sillares dándoles el pendiente que pareçiere porque con la corriente que tendrán y
no tener la orruna lugar donde detenerse la fuerça de l·agua los tendrá siempre limpios y las puertas
d·ellos estarán siempre desenbaraçadas”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/58.
233 Ibid. Para evitar que el cieno pudiera llegar a cegar o atascar el cubo, uno de los “modellos” que se
conservan en los expedientes del ACA plantea colocar en el interior de aquél un “instrument de pi vert, a
modo de llança de justar; i la empuñadura sia guarnida de bronze” sujeto con unas cadenas, de forma
que pudiera hacerse subir y bajar a voluntad del que gobernara la presa. La función de dicho artilugio
sería doble, por un lado permitiría remover el cieno que pudiera acumularse en el interior del cubo y así
evitar que éste llegara a embozarse; por otro, actuaría como un regulador para modular el caudal de agua
que en cada momento conviniera dejar salir de la presa, de forma que “en lo temps que la agricultura
menys aygua demanara” el instrumento permanecería dentro del cubo, extrayéndose del mismo en los
periodos en que fuese necesario aumentar el caudal de agua a desembalsar. Para facilitar las labores de
quienes debían manejar el artilugio, mediante las cadenas que lo sujetaban y permitían elevarlo o bajarlo,
el documento prevé marcar el mismo con “punts o segnals així ben mesurats”, para que a la vista de los
mismos “lleven o donen la aygua que vullen”. Relació del modelo del pantano de Alicante [s.f.]. ACA,
Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/7.
234 Ibid.
Por último, el gobernador y el baile informan al Monarca respecto del coste que, en
su opinión, tendrá la obra, el cual cifran en más de 40.000 ducados. Y a fin de facilitar
que la subasta se remate a buen precio finalizan su escrito sugiriendo que se anuncie
también en Madrid, a fin de que concurran a la subasta maestros de la capital, pues
estiman que la competencia hará que bajen los precios235.
En 1588 un nuevo ingeniero italiano, Jorge Palearo, Il Fratino236
, se sumará a la
nómina de expertos que emitieron su parecer sobre el pantano. Su intervención lo será a
propuesta de la Junta del Real Patrimonio237
y, a la postre, su parecer resultará
determinante para el ánimo de Felipe II.
El primer aspecto sobre el que se pronuncia Il Fratino es el relativo a la anchura o
grosor que debía tener la pared. Sobre este particular, tras medir las dimensiones del
lugar donde se asentaba la pared238
, estima que las medidas que dieron Cristóbal y Juan
Bautista Antonelli, esto es 130 palmos de grueso en la base de la pared y 90 palmos
cuando ésta alcanzare los 200 palmos de altura239
, son adecuadas para el sustento de la
presa240
. Il Fratino pone de relieve que “la mayor parte del peso es el que carga
avaxo”, así como que la presión del agua sobre la pared se verá amortiguada y
disminuida por los valles y barrancos, cuyas paredes y sinuosos entrantes amortiguarán
la presión del agua disminuyendo la que finalmente haya de soportar la presa241
.
En segundo lugar y respecto a la línea conforme a la que debe levantarse la pared, Il
Fratino dispone que la obra debe principiar “por línea cúbita a manera de arco
235
Ibid.
236 Giorgio Palearo Fratin (Morcote, h. 1520 – Pamplona, 1589), ingeniero del rey. SILVA SUÁREZ, El
Renacimiento: de …, p. 716.Tal y como explican Camarero Casas y Beviá García, Il Fratino había
tomado parte también los trabajos de fortificación de diversas plazas costeras en el Mediterráneo español,
entre ellas las fortalezas de Alicante, Benidorm y Dénia. CAMARERO CASAS et. al., Tibi, un
pantano…, p. 31.
237 Lo que queda acreditado con las palabras con las que Fratín empieza su informe: “[…] por parte de la
Junta del Real Patrimonio de Vuestra Majestad de la Corona de Aragón, he sido llamado para que yo
mírase y dixese mi pareçer cerca de unas traças y modelo de Agua, montes y Pantano de Alicante, a
donde se trata de hazer un sustento o reparo para coger la mayor cantidad de agua que se pueda en
tiempo de lluvias y enundación para regar parte de la comarca […] y como la dicha Junta me a mandado
que yo diga en escripto lo que en esto siento, lo he notado aquí vaxo, remitiéndome en todo a mejor
parecer”. En el informe, aunque redactado por Il Fratino y encabezado por su nombre, constan también
las firmas de Bautista y Cristóbal Antonelli, respecto de los que el primero explica que “aviendo
discurrido con los dychos yngenieros me he conformado con ellos y ellos conmigo en esto”. Madrid, 26
de septiembre de 1588. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/59.
238 Il Fratino calculó que en la base, de un lado al otro del estrecho se contaban 80 palmos de anchura, la
cual, en el punto que la pared del pantano alcanzaría los 200 palmos, se alargaba a los 320 palmos. Ibid.
239 El talud de la pared sería, según refleja Il Fratino, “un palmo de escarpe en cada cinco por la parte de
fuera” y “otro palmo en cada diez por la parte de dentro”. Ibid.
240 Il Fratino, de acuerdo con los Antonellis, estima que con el ancho y modo que han trazado la obra, la
pared podría levantarse hasta los 400 palmos de altura, sin riesgo para su integridad. De alcanzarse dicha
altura, el grosor de la pared en la parte superior sería de 60 palmos.
241 Ibid.
esca[r]sano y acia dentro”. El italiano justifica así esta decisión: “a causa que siendo la
imposta o respaldo de la pared naturaleza242
con el effecto que haze de arco o bóbeda
por mucho que el agua cargue, no puede esforçarla en manera que haga bicio
ninguno”243
. Y añade que más que en la anchura o estribos, la atención ha de ponerse en
que la pared se haga con buenos materiales y manos.
En tercer lugar, el ingeniero italiano expone su parecer respecto al modo en que se
ha de dar salida al agua embalsada. En este punto dispone que, además de la salida
prevista por Cristóbal Antonelli en la base de la pared, se debe prever la existencia de
algunas aberturas cada cierta distancia y a diferentes alturas. Según Il Fratino, la
existencia de estas aberturas en la pared “ayudaran mucho la obra, procurando siempre
servirse del agua más alta”244
. Y termina advirtiendo el peligro que la salida violenta
del agua por la abertura inferior podría suponer para la integridad de la pared.
Por último, Il Fratino da una serie de indicaciones respecto al modo en que se ha de
construir la pared, disponiendo la necesidad de hacer “buenas comisuras, juntadas y
enchidas de buena materia propiada al agua, sin hazer por dentro de la muralla otro
arco ninguno”, cuidando que el grueso del muro “vaya bien pisado, fixo y bien
remoxado, rebocando por dentro açia el agua las dichas comisuras de buen vetun,
como se suele hazer en los aljibes”245
.
Tras conocer este informe la Junta Patrimonial acordará la remisión del expediente
al Consejo de Aragón246, al tiempo que manifestaron su parecer favorable a que la obra
se efectúe conforme a la última opinión dada por Fratín y los Antonellis, plasmada en el
rasguño suscrito por éstos247.
Faltaba, sin embargo, la estimación del coste que, según Fratin y los Antonelli,
importaría la construcción del pantano. Mediante un nuevo informe, emitido a
principios de octubre de 1588248
, los tres técnicos consideran que, de acuerdo con las
medidas que proporcionaron en el de 26 de septiembre, en la pared entrarían 6.015
estados de obra, estimando un coste unitario para cada estado de 46 reales, entre
242
Unas líneas más abajo esta referencia a la “naturaleza” se explica de modo más comprensible, se
refiere Il Fratino a que “siendo dos montañas los estribos naturales de la dicha pared”, la misma resultara
sólida.
243 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/59.
244 Il Fratino añade que para no entrar en más gasto (suponemos que se refiere a para evitar tener que
construir un cubo), se dispondrán en la pared “unos pedaços de canal de quitar y poner, bien
calafateados, para desbiar la cayda de agua a la acequia, de manera que no toque en la muralla”. Ibid.
245 Ibid.
246 Así consta en la portadilla del informe suscrito por los ingenieros: “Que estos papeles del pantano de
Alicante se lleven al Consejo y paresce a la Junta que el edifiçio del pantano se haga conforme al
parescer último que san Fratin y los Antonellis y al rasguño último que an hecho”. Madrid, 27 de
septiembre de 1588. Ibid.
247 Dicho documento consta en: ACA, COLECCIONES, Mapas y Planos, 19/2.
248 Madrid, 6 de octubre de 1588. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/6.
materiales y mano de obra. En base a ello calculan que el coste total de la obra
ascendería a 25.113 ducados, a los que habría que sumar otros mil ducados por el
importe de los caminos y puentes de servicio que debían construirse, andamios, así
como tablas, clavos y bocas de cantería249
.
Con la emisión de este último informe, se dio por concluida la fase de recabar
opiniones técnicas respecto a la obra de la pared del pantano.
D) La conveniencia de alargar las acequias viejas o construir otras nuevas
Otra observación o reparo planteado, fue el referido a la conveniencia o no de
construir nuevas acequias e infraestructuras o bien alargar las primitivas hacia la parte
de poniente del término de Alicante, cuestión sobre la que Felipe II solicitó ser
informado por los ingenieros250
. En relación a ello, en un primer momento se barajó la
construcción de una acequia real que partiera de las inmediaciones del partidor del
Conchell, siguiendo las indicaciones de Pedro Izquierdo251
[figura 33]. Posteriormente y
tras la llegada del ingeniero Antonelli, se realizó una nueva propuesta, en la que la toma
se situaba en la cuenca media del río, en lugar bastante alejado del punto anterior252
.
Poco después y nuevamente de la mano de Izquierdo, se planteó una tercera opción en
249
Ibid.
250 Así consta en un escrito remitido por Damián Miralles a Luis Baraona, en el que afirma que
cumpliendo con la orden dada por el Rey los ingenieros enviados desde la Corte a Alicante están
analizando “si alargándose las cequias viejas regaría más tierra de la que oy se rega”. Alicante, 16 de
agosto de 1587. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/14.
251 Así lo proponía Pedro Izquierdo en un rasguño en el que hizo constar la conveniencia de abrir un
partidor “a la parte de poniente”, en la acequia mayor, estimando que del nuevo partidor, una vez
alargadas algunas acequias, se regarían más de 10.000 tahúllas. El rasguño de Izquierdo consta
reproducido en GONZÁLEZ TASCÓN, op. cit., p. 218. El recorrido de esta acequia, según aparece
detallado en varios documentos, debía ser el siguiente: “del partidor que se lla[ma] el Conchell que es el
primero a de ir por los llanos que dizen y ha de ir a erir por más arriba del pino de Miguel Ángel
Pasqual. De allí a de ir a erir por más arriba de la Casa de Juan Pastor y de allí a de ir a erir al camino
real que viene de Monforte. Junto a la fuente en Sala y de allí a de ir a la Cruz del Pelamón y de allí a de
ir a erir a la Virgen María de Gracia y de allí a de ir a erir al lano de Nadal y a todo l’espartal”.
Izquierdo estimaba que esta acequia, al transcurrir toda por terreno llano, sería de poca costa. ACA,
Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/29. Respecto de esta acequia y conforme a las indicaciones que sobre
ella dio Izquierdo, se planteó destinar la misma al aprovechamiento de las avenidas del río de Xixona, del
que afirmaba “trahe grande avenida de la lluvia y agua clara de invierno casi tanto como el de Castalla”.
ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/10 y 1/11.
252 En cuanto al emplazamiento, según las fuentes, aparece designado como Molino de Ros o de Miçer
Alfonso, en un lugar situado en la cuenca media del río que fue escogido por el ingeniero Cristóbal
Antonelli, tras visitar la zona en 1587. Respecto a la idoneidad del mismo, el síndico de la ciudad,
Damián Miralles, estimaba que aquél no era el mejor emplazamiento, por cuanto en ese punto el lecho del
río era de tierra y no de roca y, además, obligaba a levantar una pared muy alta, debido a que el río
circulaba a cierta profundidad. Carta de Damián Miralles a Luis Baraona de Çapata. Alicante, 16 de
agosto de 1587. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/14.
la que el punto del que debía partir dicha acequia se situaba en el Molino de Bussot253
[figura 31 y 32].
Sin embargo, el alto coste que la construcción y posterior mantenimiento de dicha
acequia supondría254
, y lo incierto de los beneficios que el pantano reportaría una vez
acabado, llevaron a la Corona a dejar para más adelante la construcción de dicha
acequia real255
. De esta forma, el ambicioso proyecto inicial que pretendía llevar el agua
del Monnegre hasta los confines del poniente del término alicantino, acabó ejecutándose
253
Esta segunda opción la planteó también Damián Miralles en 1587, tras advertir que la toma de agua
para las nuevas acequias, no debía de hacerse donde inicialmente indicaron él y Antonelli (en el Molino
de Ros), sino poco más arriba del Molino de Bussot, un lugar que inicialmente no vieron y que, sin
embargo, considera más adecuado “por ser de penyas y muy cómodo para sacarla por allí” y por tanto
“se excusa mucha costa”. Miralles estimaba que con esa nueva acequia se regaría todo el término de
Alicante. Consciente de que este nuevo emplazamiento contradice lo dicho inicialmente por el ingeniero
Antonelli, pide al lugarteniente del Tesorero General de la Corona de Aragón que el dibujo del lugar que
por encargo suyo hizo un pintor sea informado por Pedro Izquierdo (que en ese momento se hallaba en la
Corte), y no así por Antonelli. Carta de Damián Miralles a Luis Baraona de Çapata. 16 de agosto de
1587. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/14. De hecho en un escrito de Izquierdo dirigido a
Felipe II, aquél da a entender que fue él quién advirtió de la idoneidad de las inmediaciones del molino
del señor de Bussot para emplazar la referida toma. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/29. En
cuanto al recorrido o trazado de esta acequia, es descrito así: “del asut del Molino del señor de Busote,
que está más arriba del dicho partidor del Conchell huna legua. A de salir por Juan Gonsales y de allí a
de ir al portillo de la moleta y de allí a de ir a la casa de Pedro Sánchez y de allí ir más arriba de la
punta de el Fenollar y esta sèquia es muy poca costa porque va todo por llano y toma todo lo que se
puede regar en el término”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/18. Respecto de la idoneidad de
este emplazamiento para construir un azud y una acequia para llevar el agua al poniente, también se
pronunciaron los expertos que se reunieron en Alicante a finales de 1587, siguiendo instrucciones del
Rey. Para ellos, si bien el lugar señalado es un “estrecho de penyas muy cómodo y dispuesto para sacar el
agua del río con azud y subirla en lo más superior del término de Alicante que se puede regar”, el
elevado coste de la obra, pues era necesario construir un azud de 70 palmos de alto, desaconsejaba su
realización, no obstante reconocer que de construirse se regarían muchas tierras. ACA, Consejo de
Aragón, leg. 636, doc. 1/51.
254 Al respecto el síndico alicantino, Damián Miralles, estimaba que las 24.000 varas de longitud que
tendría dicha acequia supondrían un coste de 5 o 6.000 ducados, a los que habría que añadir los gastos de
su conservación. Alicante, 16 de agosto de 1587. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, leg. 1/14.
255 Cuando todavía se estaba estudiando la conveniencia o no de retomar las obras del pantano, el Consejo
de Aragón informó a Felipe II, respecto de la construcción de nuevas acequias, que debía mirarse bien el
lugar en el que construiría la toma o partidor inicial de las mismas, así como su trazado y todo lo relativo
al coste de se construcción y posterior mantenimiento. El Consejo se mostró partidario de que se
desplazara a Alicante una persona de confianza, acompañada de un ingeniero y nivelador, para que junto
al baile general y oficiales de la junta patrimonial “lo vea[n] y trayga resolución y pintura y modelo de
todo con mucha particularidad, llevando de aquí las instrucciones necesarias” [s.f.]. ACA, Consejo de
Aragón, leg. 635, doc. 1/24. El resultado de dicha nivelación fue el siguiente: “Empesando del partidor
del Conchel con el nivel hasta el pino de Miguel Ángel Pasqual que se llama de Thomás Pérez y de allí
prosiguiendo con el mismo nivel se paso asta el collado que dicen de bonai y se alló por el nivel ser más
alto el collado en el camino real que el suelo de la asequia venyti cinco palmos y allí paró porque les
pareció a todos que llegado allí con el nivel estaba el agua tan cavallera que no avia duda si que de allí
discurriera con liberalidad”. A continuación se mencionan las partidas de Los Llanos, Palamón, Ben
Resposte, Raspeche, Llano del Espartal, Llano de los Rincones y Llano de Nadal. Los expertos estimaron
que prolongando dicha acequia 3 leguas, la huerta pasaría de las 24.000 tahúllas de superficie que tenía en
ese momento a 30.000. En cuanto su coste calcularon que no escedería los 5.000 ducados. Su “trasa y
pintura” fue encomendada al ingeniero Cristóbal Antonelli quién quedó encargada de llevarla a Felipe II.
ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/51, ptos. 20 y 24.
de forma mucho más limitada256
. A la postre se demostraría que los reparos de algunos
expertos no iban mal encaminados, pues, efectivamente, el pantano resultó ser una obra
de menor utilidad y provecho que los que en un principio se pensaba reportaría a la
ciudad de Alicante.
En cuanto a la opción de alargar las acequias existentes para extender el regadío
hacía poniente, Antonelli, tras visitar la zona en 1587, estimaba que alargando una
acequia desde el braçal de Marceta, se podrían regar un total de 32.000 tahúllas de
tierra, de las cuales 12.000 correspondían a la parte de la huerta que en ese momento no
podía regarse por falta de agua y las restantes a tierras que dejarían de ser secano257
. La
conveniencia de alargar las acequias existentes fue apoyada también por fray Mariano
Ázaro258
y poco después por la comisión de expertos que emitió informe el 15 de
diciembre de 1587, en el que apostaron por alargar las acequias viejas y desaconsejaron
la construcción de nuevas infraestructuras259
. Sin embargo, tanto la prolongación de las
acequias como la extensión del regadío a la parte situada al oeste de la huerta fue un
proyecto que, finalmente, no llegó a ejecutarse con cargo a fondos públicos, quedando
todo él manos de Pedro Franqueza. Éste se limitó a llevar el agua hasta su hacienda del
256
Recordemos que según el síndico alicantino Damián Miralles esta nueva acequia permitiría extender el
regadío hasta las partidas de Bon Repós, el Raspeig, parte de la Cañada de Fenollar, el Espartal, els
Racons, Pla de Nadal y Agua Amarga. Advertimientos de Miralles sobre el pantano en que representa lo
que conviene al servicio de SM que esta obra se haga para su orden y no de ningún otra persona [1585].
ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/12, punto 8.
257 El ingeniero estimaba que esta acequia debería tener una longitud de poco más de tres leguas y cifraba
su coste en unos 5.600 ducados. En cuanto a las partidas a las que beneficiaría menciona las siguientes:
llano de Bonany, collado de los Enseguines, Palamones, parte del Raspeig, llano del Espartal y llano de
Nadal. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/12. En los primeros planos que trazó para la
construcción del lugar de Villafranqueza, Antonelli dibujó esta acequia de forma que recorría la partida
del Palamó de este a oeste, pasando por detrás de lo que sería la muralla sur del nuevo lugar en dirección
al poniente alicantino y pasando junto a la Cruz del Palamó. La acequia consta identificada con la
leyenda: “esta azequia se ha de hazer para los hilos de agua de la huerta y venturas y para el pantano”,
anotación sumamente interesante desde el punto de vista jurídico pues identifica las categorías jurídicas
del agua que, tras la entrada en servicio del pantano, irrigarían la Huerta de Alicante. Traza del lugar de
Santa Magdalena. Alicante, julio de 1590. ADC, FONDO VILLAFRANQUEZA, CIRIÑUELA, CIRAT, Dibujos
y Planos, caja 21.
258 Así consta en una consulta elevada por el Consejo de Aragón a Felipe II a finales de 1587: “Y en lo
que toca alargarse por agora las acequias viejas paresçe muy bien a fray Mariano y concurre en esto
con Antonelli y los demás que se alargue y que por agora no se emprensa el gasto mayor de las acequias
nuevas”. Sobre lo del pantano de Alicante, [ca. octubre de 1587]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636,
doc. 1/55.
259 “Por agora de común parecer dixeron que se alarguen las sequias viejas y se rieguen las tierras baxas
sin aser asuda pues ay [t]antas tierras que regar sin hacer otros ediffisios y que andando el tiempo y
visto lo que bastare a regar el agua del pantano se podrá hacer otra mejora, aunque será muncha costa
por haver de subir la azuda setenta palmos en alto”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/51, ptos.
19 y 21. Esta opción de alargar las acequias viejas será la que en un primer momento barajó también
Pedro Franqueza quién, justo antes de empezar a adquirir las heredades sobre las que posteriormente
construyó el lugar de Villafranqueza, dio las siguientes instrucciones: “las dichas tierras hannde estar en
partes que las tome el agua de la presa que saldrá por los partidores del Conchell guiando el agua por
las çequias viejas que sean de alargar” [ca. 1589]. ADC, Fondo Villafranqueza, Ciriñuela, Cirat, caja nº
4, leg. 7.
Palamón, mediante la construcción del brazal y acequia necesarios para llevar el agua a
las propiedades que había adquirido entre las partidas de Marseta, Enseguines, Palamón
y Orgegia260
[figuras 34-36], por lo que los límites y extensión del regadío alicantino,
lejos de experimentar la ampliación inicialmente prevista, no variaron excesivamente261
,
continuando como tierras de secano las partidas situadas a poniente262
.
Junto a las anteriores, los documentos hacen referencia también a la construcción
de una acequia para llevar el agua a la partida de Campillo263
, así como a la posible
utilización de la Acequia de los Enamorados. Diversos testimonios y, en especial, la
opinión crítica de Pedro Izquierdo264
, apuntan a que en un primer momento se barajó
aprovechar este antiguo canal de origen romano para transportar el agua desde la presa
hacia la zona de poniente del término de Alicante. Esta opción terminó siendo
descartada debido al mal estado de esta infraestructura y al alto coste que hubiera
supuesto la reparación de la misma265
.
260
Acequia que, a mediados de 1591 se hallaba abierta “hasta la fuente de en Sala”, a unos 250 pasos del
lugar de Villafranqueza. Según consta en uno de los planos confeccionado por el ingeniero Cristóbal
Antonelli, en abril de 1592 llegaba ya hasta las inmediaciones de la Cruz de término situada en las
inmediaciones del Palamó. En este documento la acequia aparece identificada con la leyenda: “Asta aquí
llega ya la acequia nueva con el agua que pasa por el pantano”. Memoría de las compras y número de
tafullas de la heredad de Alicante [ca. 1591] y Pintura y traza del Palamón del Señor Secretario Pedro
Franqueza, enviada con carta de 10 de abril de 1592. ADC, Fondo Villafranqueza, Ciriñuela, Cirat, caja
nº 5, leg. 2 y DIBUJOS Y PLANOS, caja nº 21.
261 En 1596, con ocasión de unas mediciones efectuadas para determinar hasta dónde debía extenderse el
término particular de la recién segregada universitat de Sant Joan y Benimagrell, se estimó que la
distancia entre el lugar de Sant Joan “fins a la fi de la orta, o, regadiu, que es fins al braçal del
Albercoquer, o cequia de Dezllor”, es decir en dirección a Alicante, era de 203 cordadas y dos brazas,
equivalentes a unos 3’5 km.; mientras que la que mediaba entre Sant Joan y “la fi de la horta del
Campello” era de 310 cordadas, unos 5’3 km. El valor de la cordada venía establecida en los Furs, desde
su edición primigenia, fijándose la siguiente equivalencia: “La corda ab la qual les jovades, e la terra es
soguejada, e mesurada ha vint braces reals, e en cascuna corda ha quaranta e cinch alnes de la ciutat de
València”. Furs, IX, XXXVIII, 1. (Un alne o alna de València equivale a 906 mm). Además el agua
llegaba con cierta dificultad y menor frecuencia a las heredades situadas a mayor distancia de la acequia
mayor. En opinión de la ciudad de Alicante, más allá del olivar de Juan Fernández de Mesa (situado en
las inmediaciones del Monasterio de la Santa Faz) y hasta llegar al brazal del albercoquer “restaría
alguna part de orta a la dita ciutat perçò que la que esta es molt roin y es pot contar per secà perçò que
per venir l’aygua de molt lluny no es pot quomodament regar”, razón por la que aquellas tierras se
hallaban desarboladas y sin cultivar. Otro tanto se afirma de las heredades existentes en la partida de la
Condomina, que por estar apartada del riego “no es tan fértil com les altres terres” situadas en las
inmediaciones de la acequia mayor. 1596. ARV, Real Audiencia, procesos, parte 2, Letra S, pp. 26-1, 27,
35-1 y 36.
262 En 1596 y respecto a las partidas de la Cañada de Fenollar y Raspeig, consta que “son molt estèrils,
per ser totes terres de secà y que en molt anys no se cull renda alguna”. Ibid., p. 35-1.
263 Según Izquierdo esta acequia debía iniciarse en el partidor del Conchel, sangrando la acequia mayor
por su lado izquierdo y debía regar “todo el Campillo asta la mar y esta sèquia ya está echa la mayor
parte de ella”. Ibid. Este parecer fue posteriormente ratificado por la comisión de expertos que se reunió
en Alicante el 15 de diciembre de 1587. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/51, pto. 24.
264 Manifestada, entre otros, en: ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/29.
265 En un escrito remitido al lugarteniente del Tesorero General en la Corona de Aragón, el síndico de la
ciudad de Alicante, Damián Miralles, lo explicaba así: “Adviértese que en el mes de julio de 1586 se dixo
en Madrid que el agua del pantano de Alicante podría sacarse por la acequia de los enamorados y
E) Consideraciones jurídicas
En la ejecución de la obra del pantano y de la pretendida extensión del regadío de la
Huerta de Alicante, el Derecho y, particularmente, el singular régimen jurídico en base
al cual venía administrándose el agua del río Monnegre, actuaron también como
importantes condicionantes a la hora de ejecutar aquéllas. De tal manera que algunas de
las soluciones constructivas barajadas durante el largo periodo de tiempo que medió
entre la interrupción de la primera fase de las obras y la reanudación posterior de las
mismas, respondían a motivos de idoneidad técnica, pero también jurídica. Técnica y
Derecho se erigieron así en condicionantes de la ejecución de las obras.
Así por ejemplo, durante la planificación de la presa, se llegó a plantear que para
poder dar salida al agua pluvial embalsada, ésta debía previamente llegar a una
determinada altura, de manera que no alcanzando ésta, se consideraría no existir
suficiente volumen de agua pluvial embalsada como para darle salida. El resto de agua
embalsada hasta alcanzar dicho nivel, se consideraría agua viva o manantial y, por tanto,
de dominio exclusivo de sus poseedores. Hasta tal punto ello fue así, que durante un
tiempo se llegó a plantear utilizar los restos de la antigua acequia romana denominada
“de los enamorados”, para dar salida al agua pluvial embalsada266
[figura 37].
En ese momento, en torno a 1586267
, se pretendía distribuir de forma separada
ambas clases de agua, a saber: el agua viva o manantial, tras salir del pantano seguiría
por el cauce del río hasta el azud de Mutxamel, donde sería distribuida a través de la red
de acequias existentes268
. En cuanto al agua embalsada, se distribuiría por una acequia
nueva, a partir de una boquera cuyo emplazamiento se situaría a tres leguas de Alicante,
Damián Miralles dixo que era cossa de mucha costa y de ningún provecho pues la cequia havia de hir
más de dos leguas grandes por barrancos y sierras y hecho el camino llegaría arregar en el término de
Alicante aquello que sin hazer dicha acequia y sin gastar tanto número de millares de ducados se podría
regar sacando el agua por otra parte con poca costa” [ca. 1587]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636,
doc. 1/40.
266 En un documento anterior a la reanudación de las obras del pantano, se apuntaba la posibilidad de
construir un desaguadero a 100 palmos de altura, dónde debía ejecutarse “otro ladrón para que si
conviniesse por allí hazer otro desaguadero estuviesse hecho”, [ca. 1586]. ACA, Consejo de Aragón, leg.
635, doc. 1/15. Años después y durante la ejecución de las obras de la presa, en uno de los planos
elaborados por Cristóbal Antonelli aparece dibujada dicha acequia, junto a la siguiente leyenda: “acequia
por la qual se ha de tomar el agua para el riego la qual está 100 palmos alto”. 22 de mayo de 1593.
ADC, FONDO VILLAFRANQUEZA, CIRIÑUELA, CIRAT, Dibujos y Planos, caja 21.
267 Aunque el documento en el que constan los datos que se exponen a continuación no está fechado, hay
que datarlo entre 1585-1586, puesto que en uno de sus primeros párrafos se alude a que el pantano podría
llevar hecho cinco años (de haberse acabado las obras iniciadas en 1580 e interrumpidas a finales de
1581). ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/15.
268 En el documento se alude a la “acequia vieja” para hacer referencia a la acequia mayor que se iniciaba
en el mencionado azud y surcaba la Huerta de Alicante de arriba a bajo. Ibid.
aguas arriba del azud mutxamelero. A través de dicha acequia se pretendía llevar el
agua hacia las partidas alicantinas que hasta ese momento eran tierras secanas269
.
En cuanto al reparto, se proponía dar a los regantes de la huerta existente hasta ese
momento, además del agua viva, de la que se afirma eran dueños, “otra tanta”, a fin de
resarcirles del eventual perjuicio que el pantano podría causarles, al quedar privados de
las venturas que hasta ese momento disfrutaban y cuyas aguas, tras la entrada en
servicio de la presa, quedarán retenidas en él270
. Con este reparto se estima que los
regantes de la huerta “quedarán bien pagados”, en atención a que, por un lado, hasta la
fecha el agua viva no era continua durante todo el año “pues les faltava dos o tres
meses”271
y, por otro, a que la de venturas únicamente afluía a la huerta unas pocas
veces al año272
.
El documento hace hincapié también en la necesidad de que los hilos 335 hilos de
agua en que se hallaba la dividida la que irrigaba la huerta alicantina, no llegaran a
mezclarse o confundirse con los nuevos hilos de agua embalsada. Al anónimo
informante preocupa no tanto la confusión material del agua, sino la de los diferentes
regímenes jurídicos de ambas, pues si bien es cierto que toda el agua a distribuir
procedía del río Monnegre, no debía hacerlo en las mismas condiciones. Así, frente al
característico régimen del agua vieja, patrimonializada, separada de la tierra y en manos
de particulares, se estimaba que la nueva debía considerarse integrada dentro del Real
Patrimonio y, como tal, administrarse por la Corona.
Sin embargo, al poco de ser advertido aquel punto como idóneo para construir la
toma de derivación que habría de llevar el agua al poniente alicantino, se desaconsejó su
ubicación en dicho lugar. El motivo: al estar situado a bastante distancia del azud de
Mutxamel y aguas arriba del mismo, su construcción lo convertiría en azud de cabecera
del sistema en detrimento de este último. Ello podría conllevar la extensión del singular
269
Es importante destacar que según este proyecto, el agua a distribuir por la acequia nueva adquiría la
condición de sobrante, dándose prioridad al riego a través de la acequia vieja: “A tres leguas de la ciudad
[…] se ha de hazer la boquera de la acequia nueva para que por ella se tome el agua que sobrara,
quitada la que se ha de dar a la cequia vieja para regar la huerta vieja […]”. Ibid.
270 Por la expresión “otra tanta” cabe entender que se preveía adjudicar a los regantes de la huerta vieja 8
hilos de agua, además de los 8 de que ya gozaban hasta ese momento. Así se deduce de la siguiente
afirmación: “quanto más que si se les impide el gozar de la ventura que ocupa el pantano que dales ocho
tantas vertientes como se les quita”. Ibid.
271 Según plantea este informante, con el nuevo reparto propuesto los hilos de agua de la huerta pasarían a
tener un valor de tres horas durante todo el año, lo que comportaría un valor anual de 54 horas por hilo.
Respecto a las ventajas que el nuevo reparto o distribución del agua reportaría a los regantes de la huerta
vieja, el documento considera que “les valdría más los granos, los cáñamos y rentas de los veranos que
todo lo que les vale la propiedad de quanta agua tienen” y añade que el agua embalsada “será cierta y lo
demás es incierto”. Ibid.
272 El documento pone de manifiesto que a la hora de valorar los posibles daños que la entrada en servicio
del pantano pudiera ocasionar a “los dueños del agua”, con respecto al agua de avenidas había que tener
en cuenta que “no cada martada tiene ventura, ni la suele tener”, sino que ésta solía afluir a la huerta dos
o tres veces al año, e incluso en algunas anualidades únicamente se contabilizaba un solo riego de agua de
venturas. Ibid.
régimen jurídico del agua viva (separada de la tierra y susceptible de venta y arriendo),
a toda la porción de terreno existente entre el nuevo azud que se proyectaba junto al
molino de Bussot y el azud mutxamelero. Un condicionante jurídico que, sin duda,
hubiera supuesto un fuerte lastre jurídico para las nuevas tierras a las que se pretendía
extender el regadío273
. Y razón suficiente para que, la en principio considerada una
buena idea, capaz de irrigar muchas tahúllas de tierra hasta entonces secana, terminara
finalmente desechándose. En su lugar y hasta tanto se supiera con seguridad los
beneficios que el pantano reportaría, se optó por mejorar y ampliar ligeramente la red de
distribución ya existente en la Huerta de Alicante, manteniendo al azud de Mutxamel
como cabeza del sistema.
También en este punto el Derecho se erigió como un motivo justificador o cuanto
menos favorecedor para que el agua pudiera llegar a las posesiones adquiridas por Pedro
Franqueza, al oeste de la huerta, tal y como le aseguraba uno de sus colaboradores en el
reino de Valencia, el canónigo Francisco de Rocafull274
.
No faltaron tampoco iniciativas destinadas a aprovechar aguas que, precisamente,
no estuvieren afectadas por el señorío que los alicantinos detentaban desde el s. XIII. Tal
fue el caso de la idea planteada por Pedro Izquierdo para aprovechar las avenidas del río
de Xixona, de las que además de explicar que podían aportar un buen caudal, afirmaba
que se trataba de aguas libres, al carecer de dueño, por lo que cabía aprovecharlas para
extender el regadío al poniente del término alicantino275
.
2.2.3. El problema de la financiación
El aspecto referido a la financiación de las obras del pantano y de las
infraestructuras necesarias para la distribución de las aguas en él embalsadas, es sin
duda uno de los más interesantes de la construcción de la presa. Pese a que en un primer
momento (1579-1581) la ciudad intentó sufragar las obras por sí misma, su elevado
coste hizo desistir a las autoridades alicantinas de su pretensión inicial al poco de
haberlas empezado. A partir de ahí y con las obras detenidas –así permanecerán entre
273
En un documento remitido al Rey hacia 1586 esta circunstancia se expresaba así: “También combiene
al beneficio del real patrimonio que los partidores de los ocho hilos de agua viejos que están en la huerta
no se alteren volviéndolos atrás, porque si se hiziesse podrían subir el agua vieja gran pedaço en la
huerta nueva”. [ca. 1586]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/15.
274 “En lo que ha respecto a el agua […] podrá alargarse con V. m. los repartidores y con justificación
pues el agua del Rey principalmente ha de servir a tierras nuevas, o casi nuevas, como las de V. m. que
son las que dan el augmento”. Carta de Francisco Rocafull a Pedro Franqueza. Valencia, 26 de
septiembre de 1595. ADC, Fondo Villafranqueza, Ciriñuela, Cirat, Caja 5, leg. 2, 1.
275 “Esta agua clara no la tiene mercada ninguno y con esta avenida de la lluvia del río de Xixona se
regara muchas vezes las cinquenta mil tahúllas que tengo dichas”. Izquierdo deja claro que, además de
las infraestructuras necesarias para aprovechar el agua del río de Xixona, será necesario poner en orden
las mismas, tal como se desprende es esta afirmación: “porque se tendrá grande orden con el regar
siendo puesta la orden por mandado de Vuestra Magestad”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc.
1/10 y 1/11.
1581 y 1590– se inicia un periodo de duras y largas negociaciones con la Corona,
primero para conseguir su apoyo económico, después para tratar de acordar con el Rey
la imposición de un sistema de contraprestación que no resultara excesivamente gravoso
para la ciudad.
Y en paralelo a lo anterior surgen dos cuestiones más. Una relativa a la
administración de los fondos destinados a sufragar las obras, cuestión que preocupaba
especialmente a Felipe II276
y en la que la ciudad de Alicante no observó por lo general
un comportamiento diligente, lo que dio lugar a la intervención de oficiales reales
especialmente designados por el Monarca para tales cometidos. La segunda, será la
relativa a la concesión de los diezmos novales por parte de la Santa Sede a la Monarquía
Hispánica, cuestión capital en relación al pantano, pues a la postre será con el producto
de dichos diezmos con los que Felipe II, tras renunciar a los mismos en favor de la
ciudad de Alicante, ordenará se resarza la ciudad por el esfuerzo económico que la
construcción del pantano le había supuesto.
Tras la paralización de las obras y siendo la causa de la interrupción la falta de
fondos para poder proseguirlas, la Ciudad suplicará a Felipe II, en repetidas ocasiones,
la colaboración de la Real Hacienda para poder reanudar y concluir la fábrica del
pantano iniciada en 1580. Entre los argumentos, expuestos de forma detallada con
anterioridad, se insistía en la imposibilidad de la ciudad para poder llevar adelante la
obra por falta de medios económicos y en los beneficios que la construcción del pantano
depararía para la Monarquía y para los alicantinos.
En enero de 1586, Miralles se entrevistará en València con Felipe II, tras haber
expresado el Rey en Monzón277
que del asunto del pantano se ocuparía a su llegada a
Valencia278
. Miralles expuso a Felipe II que el pantano era el mayor negocio que tenía
en la Corona de Aragón y que la tardanza en hacerlo era muy dañosa tanto para el Real
Patrimonio, por las rentas que se dejaban de obtener debido a la esterilidad de los
campos, como para los vecinos de la ciudad y del Reino de Valencia, por la falta de
276
Más allá del habitual celo y cuidado que el monarca ponía en todo lo relativo a la gestión de los
intereses de la Monarquía, hay que recordar las dificultades económicas por las que atravesaba la Real
Hacienda, que se había visto obligada a decretar suspensión de pagos en 1557 y 1575-76, razón de más
para que Felipe II se mostrará especialmente preocupado en todo lo relativo a la administración del dinero
destinado a la fábrica del pantano. Un estudio de la situación de la hacienda real durante el reinado de
Felipe II en: LADERO QUESADA, M. A., “La Hacienda de Felipe II” en La Monarquía de Felipe II,
Felipe Ruíz Martín (coord.), Madrid: Real Academia de la Historia, 2003, pp. 111-140. ISBN 978 84
95983 30 5. Junto a ello, la ciudad de Alicante no destacó precisamente por la actitud diligente de sus
gobernantes, antes bien todo lo contrario, como se desprende de los documentos analizados en este
capítulo, por lo que la fiscalización regia estaba más que justificada. Es más, analizada con la perspectiva
que otorga el paso del tiempo, no cabe duda que la misma redundó en beneficio de la fábrica del pantano
y de los alicantinos.
277 Durante la celebración de las Cortes generales de la Corona de Aragón que en dicha ciudad se
celebraron en el segundo semestre de 1585.
278 La información relativa a la entrevista mantenida con Felipe II por Miralles en València consta en:
ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/42.
cosechas y las consecuencias que de ella se derivaban (pobreza, despoblación…). Tras
escuchar a Miralles, el Rey le indicó al síndico que el asunto del pantano lo debía tratar
con el conde de Chinchón, su tesorero en la Corona de Aragón279
, lo que efectivamente
hizo, entrevistándose con él y con su lugarteniente, Luis Baraona Zapata. Ambos le
informan que el Rey ha pedido examinar personalmente los documentos del pantano y
que también lo ha hecho, por mandato regio, el ingeniero Juan Bautista Antonelli,
habiendo éste declarado la conveniencia de que la pared del pantano se elevará hasta los
200 palmos de altura, estimando que la obra tendría un coste de 25.000 ducados.
Tanto Miralles, como el otro síndico, Baltasar Vidaña, que también se hallaba
presente en Valencia, son informados280
de la voluntad regia respecto del pantano.
Felipe II está dispuesto a conceder 25.000 ducados a la ciudad de Alicante y que se ésta
la que asuma la obligación de construir y conservar la presa. A cambio, el Monarca se
reserva para sí los diezmos novales conforme a las concesiones pontificias en favor de
la Corona española281.
Finalmente se le hace saber a Miralles que, una vez recabe la conformidad del
consell alicantino a la propuesta regia, deberá trasladarse a la Corte debidamente
sindicado y con poder suficiente otorgado por la ciudad, a fin de recibir instrucciones
por parte del Monarca.
Estando ya en Alicante, Miralles trasladará al consell municipal el resultado de sus
gestiones ante el Rey y el conde de Chinchón, apremiando al cabildo para que decida
pronto sobre el particular. El 21 de abril se celebra consell en la sala de la Ciudad282
ante el que comparece el síndico Miralles a fin de dar lectura a una extensa suplicación
en la que, por un lado, detalla pormenorizadamente las gestiones efectuadas en Monzón
y Valencia, y recuerda al cabildo que lleva más de 4 años intentando convencer al Rey
para que apoye la obra del pantano283
; por otro, informa del ofrecimiento que Felipe II,
por boca del conde de Chinchón y tras escuchar el parecer del ingeniero Antonelli, le
hizo llegar con respecto a la reanudación de las obras del pantano. El consell, tras
279
Este oficial, Tesorero General de la Corona de Aragón, ya tenía conocimiento de la obra pues el 18 de
octubre de 1585, el propio Miralles, le había remitido una carta en la que además de solicitarle se
pronunciara sobre la continuidad de la fábrica del pantano, le adjuntaba un modelo y pintura del mismo.
ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/37. La misiva dirigida a este alto funcionario, pone de relieve
el peso de este personaje en la cancillería real, de ahí que el hábil Miralles trate de ganarlo para la causa
del pantano.
280 Damián Miralles recibe la información por boca de Luis Baraona, lugarteniente del conde de Chinchón
y Tesorero General de Aragón, quién, a su vez, se la transmite a Baltasar Vidaña, el otro síndico
alicantino.
281 Valencia, 21 de abril de 1586. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/4.
282 La palabra sala, según el DCVB, designa “la casa comunal, on es tenen les sessions i els despatxos de
l'administració municipal”. En virtud de esta acepción, algunos oficiales municipales, como el “scribà de
la sala”, añaden al sustantivo que designa su oficio o empleo, la adejetivación “de la sala”, para significar
que lo eran de la administración municipal. DCVB, entrada: sala.
283 Ibid.
escuchar la exposición de Miralles, acordó reanudar las obras y aceptar la merced
concedida por el Monarca en los términos en que había sido planteada284.
Tras aceptar la propuesta del Monarca, comisionaron a Damián Miralles para que
se desplazara a la Corte a fin de comunicar al Monarca el acuerdo adoptado por el
consell de la ciudad, expresarle el agradecimiento por la merced hecha y la voluntad de
cumplir todo cuanto el Rey ordenara en relación a la fábrica del pantano.
El 2 de mayo, el justicia y jurados de Alicante dan instrucciones al síndico Miralles
respecto a cuál debe ser su actuación en Madrid. En primer lugar acudirá a
cumplimentar al conde de Chinchón, al que expresará el agradecimiento de la ciudad.
Seguidamente solicitará audiencia real, a fin de dar también las gracias al Rey, al que
entregará en mano una carta redactada para este fin. Finalmente especifican los términos
del acuerdo adoptado en la pasada sesión del consell, que en lo que a la financiación de
las obras del pantano se refiere comportaba la aceptación de los 25.000 ducados
ofrecidos por Felipe II y el compromiso de la ciudad de levantar la pared 200 palmos
con dicha cantidad y en el caso de que no fuere suficiente para concluir la fábrica a
terminarlo con cargo a los bienes propios de la Ciudad. Así mismo el consell se
obligaba a conservar el pantano a su costa. De todo ello, quedaba el síndico Miralles
obligado a dar fiel y exacto traslado al Monarca285
.
Miralles acudió a Madrid y junto a las cartas que le fueron entregadas por el consell
de la ciudad, llevó consigo un nuevo memorial en que tras exponer al Rey las bondades
de la ciudad, de su huerta, el problema que representaba la falta de agua y la prosperidad
que la construcción del pantano supondría para Alicante y lugares circunvecinos, volvía
a repetir el acuerdo al que tras la reunión celebrada en València había llegado286.
Dicho memorial fue visto por el Consejo de Aragón el 28 de junio de 1586, sin que
conste plantearan reparo alguno al mismo287
. Sin embargo y, cuando todo parecía
apuntar a que Felipe II ordenaría la reanudación de las obras, una inesperada carta real
planteó que eran necesarias nuevas diligencias, ordenando al síndico Miralles a regresar
a Alicante, hasta nuevo aviso. El Monarca agradece a la ciudad su carta de 2 de mayo,
284
ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/43.
285 Alicante, 2 de mayo de 1586. Suscriben el documento: “Luis Tarraga, Justiçia; Jaume Pasqual y
Thomás Vallebrera, Jurats; Thomás de Vallebrera, Racional; Vidanya, Advocatus y Nicolau Martí,
Scrivà de la Sala”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/41.
286 “V.M. daría a la ciudad veynte y cinco mil ducados que el ingeniero Juan Bautista Antonelli havia
declarado eran menester para hazer la fábrica del dicho Pantano y subilla ducientos palmos, con que
aquella se obligasse a hazella y conservalla, y que V.M. gozaría del acrescentamiento de diezmos que
por razón del nuevo riego se augmentarían, conforme la Bula de Su Santidad (…) y supplica a V.M. se
sirva mandarlo assentar como más convenga al servicio de Dios y de V.M. y beneficio de los vecinos de
aquella Ciudad y de todo aquel Reyno”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/42.
287 En la portadilla del documento únicamente constan los nombres y rubricas de los regentes y secretario
(Terça, Frigola y Navarro) que asistieron a la sesión del Consejo, así como la fecha.
afirma estar convencido del beneficio que el pantano reportará al Real Patrimonio y a la
Ciudad,
pero por ser cosa de tanto peso se van haciendo algunas diligencias necesarias para
que mejor se asierte el fin que de dicha obra se pretendía y entre tanto que estas se
acaban de hazer ha parecido que Damián Miralles, vuestro Síndico, se vuelva […] y
que cuando fuere tiempo se os abisara para que torneis a inbiar dicho Miralles o a
quien os paresciere […]288
.
Miralles, no obstante volverse a Alicante, seguirá desplegando una intensa
actividad, mediante el envío de cartas, planos y memoriales a la Corte, bien al Rey, bien
a altos funcionarios, a fin de conseguir la reanudación de las obras289
.
Tal como se indicó en su momento, en el proceso de formación de la voluntad real
respecto a la decisión de reanudar la obra del pantano interrumpida desde 1581,
intervinieron muchos factores, entre ellos, sin lugar a dudas, las informaciones que
diferentes informantes iban haciendo llegar al Rey. Así ocurrió en un momento
indeterminado de 1586 y por un informante respecto del que no es posible precisar su
identidad290
, que dirigió a Felipe II un extenso memorial cuyo primer párrafo dice así:
No conviene al servicio de Dios ni de S.M. que a la ciudad de Alicante ni a los que la
goviernan se les entreguen los veynte y cinco mil ducados para la fábrica del pantano,
ni menos se deje en arbitrio dellos cosa deste jaez pues siempre han usado mal del291
.
Aún sin conocer la identidad del informante, es fácil imaginar el impacto que
semejantes palabras debieron producir en el ánimo del rey Prudente. Los 25.000
ducados prometidos eran una cantidad lo suficientemente importante como para,
previamente a su entrega a la ciudad de Alicante, asegurarse de que serían
correctamente administrados. Una vez más, era necesario recabar nuevos informes,
antes de estampar la real rúbrica y comprometer recursos de la Real Hacienda. El 26 de
junio, Felipe II se dirigió por carta a su Virrey en Valencia, pidiéndole comisionara y
288
Carta de Felipe II a los jurados de la Ciudad de Alicante, San Lorenzo el Real, 13 de julio de 1586.
ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/1, fol. 1.
289 El 18 de octubre de 1585 el síndico Miralles se dirigió por carta a Felipe II insistiendo en las bondades
del proyecto del pantano del que afirma “será para beneficio de esta Ciudad y Reino y de toda Espanya”.
ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/38. Además de la carta remitida por Miralles a Felipe II, el 18
de octubre de 1585 el síndico alicantino escribió también al Conde de Chinchón, Tesorero General de la
Corona de Aragón, a quien además de solicitarle se pronunciara sobre la continuidad de la fábrica del
pantano, le remitió un modelo y pintura del mismo. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/37. La
misiva dirigida a este alto oficial, pone de relieve el peso de este personaje en la cancillería real, de ahí
que el hábil Miralles trate de ganarlo para la causa del pantano.
290 El documento, compuesto de 6 folios, carece de fecha y no está firmado. De su lectura se deduce que
fue elaborado en 1586 y aunque en el mismo constan algunos párrafos incluidos en memoriales anteriores
suscritos por Damián Miralles, resulta aventurado atribuirle a éste su autoría, hipótesis que, no obstante,
no debe descartarse. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/15.
291 Ibid.
enviará a Alicante a Gerónimo del Valle292
a fin de que procediera a averiguar los
impuestos que la Ciudad había acordado recaudar para costear el pantano, el importe de
su recaudación y la forma en que aquellos se habían gestionado293
.
Las diligencias294
efectuadas por Del Valle en cumplimiento de lo ordenado por el
Rey, permiten conocer con detalle la administración que la ciudad llevó a cabo con el
dinero obtenido de los censales durante la primera fase de las obras (1580-1581). Su
designación por el propio Felipe II se produce en un momento en el que la ciudad de
Alicante, fundamentalmente a través de su síndico Damián Miralles, está realizando
muchas gestiones ante la Corte a fin de recabar el apoyo del Rey para la fábrica del
pantano, paralizada desde finales de 1581295
. Y Felipe II, fiel a su estilo, antes de tomar
decisión alguna, quiere tener conocimiento de primera mano respecto a cómo
administró la ciudad el dinero procedente de los 8.000 ducados obtenidos a censo296
.
El comisionado regio celebró una primera reunión el 23 de julio de 1586 con los
máximos representantes del consell alicantino297
. Tras exhibirles e intimarles la Real
Comisión que había recibido del virrey de València, les apremió para que dando
cumplimiento a la misma pusieran a su disposición toda la documentación que la
Ciudad tuviere tocante a la fábrica del pantano. Del Valle tras realizar un primer
examen de la documentación que el cabildo puso a su disposición constata tres cosas.
En primer lugar, que desde el 10 de noviembre de 1581, en que se acabó el dinero
obtenido a censo para la fábrica del pantano, no se ha había efectuado obra alguna. En
segundo lugar, que la ciudad, una vez atendido el pago de las pensiones de los censales,
que cuantifica en unas 1.000 libras anuales, el dinero sobrante de las imposiciones de
cada año (sisa sobre la harina y la carne) lo ha puesto en poder de sus clavarios
distribuyéndolo “mezclado y revuelto” con el otro dinero de la ciudad, de manera que se
han satisfecho gastos ordinarios con dinero recaudado para atender los de la fábrica del
pantano. Por último, en tercer lugar, el comisionado regio constata que las cuentas no se
llevaban de forma diligente, advirtiendo que ello impedía determinar con exactitud lo
gastado en la fábrica del pantano298
.
292
En algunos documentos aparece como Hierónymo del Valle.
293 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/46.
294 Ampliamente documentadas en una extensa y detalladísima relación suscrita el 7 de octubre de 1586.
ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/39.
295 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/42.
296 No en vano, y como se verá más adelante, no será esta la única vez que Felipe II envíe a la ciudad a un
oficial especialmente comisionado por él para que fiscalice y lleve personalmente las cuentas relativas a
la fábrica del pantano.
297 Se hallaban presentes el justicia, los jurados, el racional y el síndico de la ciudad de Alicante, además
del escribano de sala. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/39.
298 Según el informe suscrito por el comisionado regio, al examinar la documentación contable comprobó
que “las cuentas que ella [la ciudad] tiene están ordenadas por debe y ha de haver, sin tener las partidas
razón ni apostillas ni otro spíritu, y que para qualquier intelligencia de qualquier partida se havia de
A la vista de este estado de cosas, Del Valle ordenó al justicia y jurados de Alicante
que adoptaran las medidas necesarias para separar la contabilidad del pantano de la de la
Ciudad, debiendo presentarle aquélla certificada por el escribano municipal299.
Poco después, el 14 de agosto de 1586, el cabildo entregó a Del Valle la cuenta
ordenada con los ingresos de sisas y los descargos, correspondientes a los años 1580 a
1586. De este primer examen el comisionado regio encuentra que la ciudad es deudora a
la fábrica del pantano en cantidad que superara las 6.000 libras300
. Pero Del Valle, que
está en Alicante por especial comisión de Felipe II, no se contenta con un examen
superficial y por eso, respecto de aquellas partidas que le suscitaron dudas, solicita
nueva documentación y otorga al síndico un plazo de tres días para dar cumplimiento a
lo solicitado, apercibiéndole de las consecuencias derivadas de no hacerlo. Examinada
la documentación requerida, el comisionado procede a cancelar una serie de asientos301
,
por considerarlos indebidamente pagados del dinero de la fábrica del pantano, al tiempo
que realiza una serie de observaciones de orden contable y muy en particular la
siguiente advertencia al consell de la Ciudad: la prohibición de gastar el importe
recaudado de las imposiciones por la fábrica del pantano, debiendo conservar en poder
del clavario común el sobrante que resulte una vez atendido el pago de las pensiones de
los censales. Y ello hasta que el Monarca ordene qué hacer con dicho dinero302.
A la vista de lo informado por Jerónimo del Valle, Felipe II comisionó a Joan
Quintana, Juan Vique y Gaspar Punter, gobernador, baile general y visitador de
Orihuela, respectivamente, para que recabaran información sobre una serie de aspectos
del pantano y en particular acerca de los beneficios que podían derivarse de la
construcción de la presa. Los informantes consideran que levantar la pared hasta los 200
palmos de altura, costaría 22.000 libras, siendo suficiente dicha altura para conseguir
embalsar agua en cantidad suficiente para regar el término de Alicante. Estiman que
buscar el mandato, apoca u otro recaudo en los registros donde están registrados, porque los más dellos
no se cobran en el examen de la cuenta sino que los miran en el mismo registro”. ACA, Consejo de
Aragón, leg. 636, doc. 1/39.
299 “Hiciesen separación de todas las partidas y cosas respectantes a la dicha fábrica tan solamente y
dellas, sin mezcla de otras cosas, formasen una cuenta por recibo y datas y […] con la razón que
convenía hecha […] presentándola certificada por el scrivano”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc.
1/39.
300 Posteriormente, en enero de 1587, la ciudad de Alicante, a través de Baltasar Vidaña se dirigirá por
carta al Virrey de València suplicando “no se les haga molestia por las seis mil libras que Hierónimo del
Valle halló que debían a la fábrica del pantano”, alegando que “la ciudad había acudido con las dichas
6000 libras a las necessidades precisas hasta que fuessen pagadas las libranças que tenía el clavario de
la ciudad”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/3.
301 Entre los gastos que Del Valle estimó se habían satisfecho indebidamente con cargo al dinero de la
fábrica del pantano figuraban: “idas y venidas de oficiales al pantano; la casa que hicieron junto al
pantano por que la ciudad ha confesado que la dicha casa la tienen por suya propia; por visuras y
modellos de diversos ingenieros y maestros por ser hechos voluntaria y intempestivamente; cal comprada
después de haber cessado la obra […]”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/39.
302 Ibid.
anualmente el pantano podrá reportar unos beneficios para el patrimonio real de 10.000
ducados, sin embargo y como si no quisieran pillarse los dedos, los informantes
terminan su extensa relación con estas palabras:
Pero que no se puede juzgar lo cierto hasta que la experiencia lo muestre y en lo que
toca al expediente del sacar dinero para dicha obra, no saben la forma que se pueda
tener en aquella tierra303
.
La relación anterior, plasmada en un extenso documento, antes de ser entregada al
Rey fue informada por el Consejo de Aragón, que en lo tocante a la forma de financiar
la obra del pantano propuso al Rey costear la obra y resarcirse de los beneficios que la
puesta en servicio de la presa generaría. El Consejo estimaba que el coste de la obra
oscilaría entre los 20.000 y los 30.000 ducados, cantidad que la Corona podría tomar
prestada acudiendo a la Generalitat y ciudad de València304.
Sin embargo el Rey no ha resuelto todavía que decisión tomar, por lo que, una vez
más, decide actuar con prudencia y estudiar personalmente el asunto, escribiendo sobre
la portadilla del documento que le había sido remitido por el Consejo de Aragón:
Está muy bien lo que parece, y lo será que se saque relación de todos los papeles que
han venido de Alicante y se me embíe, para que yo lo pueda ver más particularmente
y ordenar lo que convenga305
.
En mayo de 1587 entra en juego el ingeniero Cristóbal Antonelli, quien estima
excesiva la cantidad en que se han presupuestado las obras (25.000 ducados) y propone
al Rey levantar la pared de la presa por 16.000 ducados, añadiendo así una nueva duda a
las que ya de por sí presentaba el proyecto, en este caso en relación al coste de las
obras306
. Y respecto a la forma en que convenía administrar el dinero, Antonelli dice al
303
Relación de lo que toca al estanque de Alicante. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/7.
304 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/8. [1586]. Sobre el estanque de Alicante. Firman el
documento los regentes: Sapena, Campi, Terça, Frígola y Marzilla. Otra referencia respecto a la
posibilidad de pedir prestado a la Generalitat o a la ciudad de València el dinero necesario para la
realización del pantano en: Ibid., leg. 636, doc. 1/24 [s.f.]. No obstante, en este último documento se deja
constancia de la dificultad que dicha petición entrañaba, por ello se estima que “lo más llano sería que la
Ciudad de Alicante como más interessada los cargasse” y la Corona asumiera el pago de las pensiones
valiéndose para ello del “beneficio que se sacara después de el agua que sera de Su Majestad, o del
rediezmo”.
305 Ibid.
306 Sin embargo la bajada de precio de Cristóbal Antonelli, respecto a la cantidad manejada hasta ese
momento (25.000 ducados) y su propuesta de reducir el espesor o grosor del muro del pantano,
apartándose así de la traza inicial del mismo, levantó las sospechas del Consejo de Aragón, que a finales
de 1587 propone al Rey efectuar una visura en el lugar del pantano por Fray Mariano Ázaro cuyo parecer
estimaba el Consejo era “desapegado de todo interés”, añadiendo: “lo que no es el de Christoval
Antonelli y de los que con el sienten que dessean tener cargo de dicha obra, y tener su ganançia en ella”.
A lo que el Rey, siempre dispuesto a recabar más y más informes, contestó: “Haviéndome pareçido bien
lo que al Consejo, firmé el despacho”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/55.
Rey que convenía depositarlo en un arca de dos llaves, evitando cualquier tipo de
dispendio307
.
Este mismo ingeniero, tras visitar el lugar donde en 1580 se había empezado a
levantar la pared, elabora un documento con una serie de puntos a tener en cuenta a la
hora de dar principio a la obra del pantano. En él y en lo que a la cuestión económica se
refiere, Antonelli vuelve a insistir en la conveniencia de que el dinero que se fuere
proveyendo para la obra se custodie de forma segura, debiendo asentarse los ingresos y
pagos en un libro contable. Respecto a la forma en que han de efectuarse dichos pagos,
sugiere se siga el mismo sistema empleado en otras partes, debiendo abonar el pagador
las cantidades a la vista de las libranzas efectuadas por el veedor y firmadas por el
ingeniero308
.
Por otro lado y, fruto de las opiniones vertidas en alguno de los pareceres o
memoriales remitidos al Rey respecto al pantano de Alicante, en el seno del consell
alicantino existía la creencia, cada vez más firme, de que si finalmente el Rey entregaba
a la ciudad los 25.000 ducados prometidos, dicho donativo iba a comportar
irremediablemente la imposición de un rediezmo309
.
A) La primera propuesta real
307
Antonelli hacía hincapié en la necesidad de evitar los errores cometidos en la primera fase de las obras
en lo tocante a la administración de los fondos económicos. La expresión que utiliza para referirse a dicha
administración “que no sea como lo que han hecho que parece a sido entre conpadres”, denota que
conocía la escasa diligencia con que se había administrado el dinero durante la etapa en que las obras
habían estado a cargo de la Ciudad. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/49.
308 En esta ocasión Antonelli alude a un arca de tres llaves, debiendo custodiar cada una de ellas “el
gobernador de Alicante, el pagador y la otra el veedor”. Respecto del libro especifica que en él “se
assentará el dinero que se pusiere y el que se fuere sacando cada semana para ir pagando a los
trabajadores”. Lo que se havra de proever para dar principio a la obra del pantano. 24 de agosto de
1587. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/50. Llama la atención esta preocupación por cuestiones
puramente administrativas y económicas a quien por ser ingeniero, en principio, cabe pensar debían ser
otros aspectos los que le preocuparan. Sin embargo, Antonelli, que junto a su tío Juan Bautista, ha
trabajado ya al servicio de Felipe II en otras obras promovidas por la Corona, conoce bien la personalidad
del monarca y sabe de su preocupación por la cuestión financiera en general, y, en particular, en todo lo
tocante a esta obra, cuyos primeros ejecutores había resultado ser muy poco diligentes en la
administración económica de la misma, tal como puso de relieve la inspección llevada a cabo por el
comisionado real Jerónimo del Valle. De manera que, muy probablemente, la preocupación que deja
traslucir en sus escritos en relación a la administración del dinero, en realidad no era más que una forma
de atraer para sí el favor real y lograr que el Rey le encomendará la dirección de la obra, como, por cierto,
así ocurrió.
309 Aunque inicialmente cuando el Rey realizó el ofrecimiento de los 25.000 ducados a la ciudad de
Alicante no hizo alusión al establecimiento de ningún rediezmo, lo cierto es que el Consejo de Aragón, al
ser preguntado por el monarca acerca de si el pantano resultaría empresa provechosa para la Corona,
contestó: “lo que humanamente se puede juzgar es que emprendiendo S.M. esta obra y hecho un rediezmo
sobre los fructos que de dicho riego se cogerán, creen y tienen por cierto será en acrescentamiento del
Patrimonio Real”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/8.
El 13 de diciembre de 1588, el Rey se dirige por carta a la ciudad de Alicante
manifestándole las condiciones en que debe hacerse la obra del pantano310
.
En primer lugar, el Monarca asume que la Corona correrá con el gasto de los
25.000 ducados que según los expertos serán necesarios para finalizar la pared de la
presa.
Seguidamente indica que las obras se efectuarán por cuenta y riesgo de la Ciudad,
de forma que si finalmente el gasto resultante sobrepasa los 25.000 ducados, el exceso
deberán asumirlo sus vecinos, para lo cual será necesario se obliguen éstos por escrito a
garantizar con sus haciendas la cantidad que faltaré. Por el contrario, si el coste de la
fábrica finalmente resulta inferior a dicha cantidad, la diferencia será en beneficio de la
ciudad311
.
Respecto a la dirección de las obras y traza conforme a la que se han de ejecutar,
Felipe II dispone que todo deberá hacerse conforme a la “orden y traça” que dieren los
expertos que la Corona designe.
Otro de los puntos respecto de los que el Rey indica cómo proceder, es el relativo a
los pagos. Al respecto dispone que será la regia corte la que se obligará a ir abonando
los gastos que se generen, sin que quepa efectuar pagos por adelantado. Felipe II deja
claro que bajo ningún concepto será la ciudad la que administre las cantidades: “por
quanto en poder de essa ciudad no ha de entrar dinero”.
El Monarca justifica la necesidad de imponer un rediezmo312
para resarcirse de los
gastos derivados de la obtención de las bulas y breves papales, por los que la Santa Sede
le había de conceder los diezmos novales. Incluso explica, para que no quepa duda,
cómo se procederá a calcular el importe o valor de dichos diezmos313
.
Finalmente el Rey declara perpetuamente vinculados al mantenimiento de las
infraestructuras que se construyeren para la distribución del agua, tanto los diezmos de
la ciudad de Alicante, como las tierras beneficiadas por el riego con el agua del pantano,
310
ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/17.
311 El texto de Felipe II no deja lugar a dudas: “si costare treynta mil o quarenta mil ducados, o más, lo
haya de pagar essa nuestra ciudad todo enteramente, hasta poner la dicha fábrica en perfección”. Ibid.
312 “Se ha de pagar a nuestra regia corte perpetuamente una décima parte de todos los frutos que se
cogeren y augmentaren por razón del riego del dicho pantano y demás desto el diezmo que se
acrescentare por la dicha causa”. Ibid.
313 “Y para que con çerteza se entienda lo que es esto se hará averiguaçión de lo que realmente y con
todo efecto han valido los diezmos de los çinco años últimos en todas las tierras que alcançare el nuevo
riego y lo que montaran les quedará a las Iglesias y a los eclesiásticos y a las demás personas quien
tocan los dichos diezmos cierto y seguro por vía de consignaçión applicando para nuestra regia corte la
propiedad de los dichos diezmos como como se contiene en la bulla que se sacó para la cequia Imperial
de Aragón”. Ibid.
obligación que dispone debe garantizarse suscribiendo las correspondientes hipotecas
sobre dichas tierras314
.
Es difícil establecer con precisión la reacción de la ciudad de Alicante tras recibir la
anterior carta, pues, de los documentos analizados no queda claro si la misma no llegó a
manos de los regidores alicantinos, o bien se extravió su respuesta o simplemente no la
hubo. Sea como fuere, el 26 de abril de 1589, Felipe II vuelve a dirigirse por carta a los
regidores alicantinos recordándoles que no habían contestado la que les había remitido
en diciembre315
. Tras este requerimiento, el consell alicantino se vio obligado a
contestar al Felipe II.
Al objeto de fijar una posición común y elevarla al Rey, el consell celebró sesión el
12 de mayo de 1588316
. En esta asamblea, celebrada en la sala de la ciudad, el gobierno
municipal alicantino vuelve a manifestar su voluntad de aceptar los 25.000 ducados
ofrecidos por el Rey, pero rechazan la imposición de rediezmo alguno. En su lugar
ofrecen incrementar el diezmo que acostumbraban abonar, en atención a que el agua del
pantano beneficiará las tierras alicantinas, y consideran que la Corona será ampliamente
satisfecha con dicho aumento y el que experimentarían las rentas reales317
.
Respecto a la terminación de la obra, reiteran el compromiso por parte de la ciudad
de levantar la pared del pantano y conservar su fábrica perpetuamente, siempre y
cuando reciban los 25.000 mil ducados prometidos, cantidad que se comprometen a
destinar a pagar materiales y sueldos de maestros, descartando abonar a su cargo otro
tipo de gastos318
y en particular dietas y hospedaje de oficiales319
. Así mismo
314
Ibid.
315 El Rey requirió a la ciudad mediante carta de 26 de abril de 1589 suscrita en la población de
Nominchal (actual Villanueva de la Sarga), en la provincia de Toledo. ACA, Consejo de Aragón, leg.
651, doc. 49/8. La ciudad se excusó diciendo que habían contestado la misiva de monarca “en
resçibiéndola y pues que no llegó a las manos de Vuestra Magestad agora responden lo que entonces”.
ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/6. Aunque en este documento se afirma que la Ciudad remitió
su respuesta el 20 de enero, desde la Corte siempre sostuvieron que esa primera respuesta no fue remitida
nunca y que sólo tras el requerimiento formal del monarca para que así lo hiciesen, Alicante envió
síndicos a Madrid para trasladar a Felipe II el acuerdo adoptado por el consell respecto a la propuesta
efectuada por Felipe II en su carta de 13 de diciembre de 1588.
316 Un traslado del acta de la sesión del consell celebrado por la ciudad de Alicante el 12 de mayo de 1589
en: ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/61. Conviene puntualizar que la sesión tuvo carácter de
consell particular, es decir, su convocatoria únicamente se pregonó en la ciudad de Alicante y a ella
únicamente fueron convocados y concurrieron, además del justicia y jurados de la ciudad, los consellers
de la misma, pero no así los representantes de las poblaciones de la huerta (Mutxamel, Sant Joan y
Benimagrell) que únicamente asistían cuando las sesiones revestían el carácter de consell general.
317 El aumento se fijó en la docena parte de los diezmos que hasta ese momento se pagaban: “ab la
augment dels delmes acostumats, que es la dotsena part dels fruits”. Ibid.
318 La ciudad es consciente de la “fama” que, tras la visita e inspección efectuada sobre las cuentas del
pantano por Jerónimo del Valle, se ha ganado, de ahí que insista en comprometerse a llevar una
administración diligente de las obras del pantano.
319 El consell, consciente del gasto que la presencia de oficiales reales generaría y tratando de evitar la
fiscalización y control que dichos oficiales ejercerían sobre las obras, manifiesta que será la propia
manifestaron que si finalmente las obras excedieran de los 25.000 ducados, sería la
ciudad la que correría con dicho exceso a cargo de sus propios.
Finalmente el consell comisionó y apoderó a Thomás Vallebrera, Jurat en Cap y a
Damián Miralles, notario, a fin de que ambos pudieran acudir a la Corte y despachar
con el Rey u oficial designado por él, el asunto de la financiación de la fábrica del
pantano, en los términos acordados por la ciudad320
.
Los comisionados alicantinos acudieron a Madrid llevando consigo una carta
suscrita por el justicia y jurados de la ciudad y un escrito en el que de forma breve y
concisa se detallaban los acuerdos alcanzados en el consell celebrado el 12 de mayo321
.
En la carta, el consell alicantino, además de excusarse ante Felipe II y manifestarle
que sí contestaron su escrito de diciembre, explica al Monarca su punto de vista acerca
de las obras del pantano y la interrupción de las mismas. La argumentación empleada
por la Ciudad para explicar por qué no había concluido las obras del pantano, resulta un
tanto sorprendente, ya que estimaban que al tratarse de una obra de tanta importancia,
Dios había reservado la misma al “felicissimo tiempo de Vuestra Majestad”322
.
Y por si con las anteriores palabras no hubieran quedado claras las cosas, aún
añaden más, queriendo dar muestra del prurito de la Ciudad en la cuestión del pantano,
afirmando que aun habiendo podido realizar la obra por orden de la misma,
consideraban que tan importante edificio correspondía realizarse por orden real323.
Sin embargo el optimismo y poderío con el que el consell alicantino se estaba
dirigiendo a Felipe II, parecen súbitamente desvanecerse cuando al concluir la carta y
antes de estampar en ella su firma, el justicia y jurados de la ciudad, se dirigen al
Monarca en estos términos:
A Vuestra Majestad humildemente suplicamos lo mande recebir y hazer merced. A
esta ciudad tan pobre y necessitada que en sola esta esperança consiste el bien que
tiene y lo esperamos de la Real clemencia de Vuestra Majestad […]324
.
Por lo que respecta al escrito que acompaña a la carta, contiene una serie de puntos
con los compromisos que la ciudad está dispuesta a asumir y manifiesta su acuerdo o
desacuerdo con la oferta realizada por Felipe II en su misiva de 13 de diciembre. En
ciudad, a través de algunos vecinos que permanecerán en el lugar donde se desarrollen las obras, la que
ejercerá la vigilancia de las mismas, sin necesidad que acudan a oficiales regios.
320 ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/61.
321 Suscriben la carta, fechada en Alicante el 18 de mayo de 1589, el justicia Francisco Burgoño y los
jurados Antonio Mingot y Luis Juan Torres. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/6.
322 Ibid. La ciudad parecía haber olvidado o borrado de su memoria todas las dificultades económicas y su
incapacidad para administrar diligentemente la obra del pantano, que habían quedado patentes tras la
visita de inspección de Jerónimo del Valle.
323 Ibid.
324 Ibid.
primer lugar, los máximos representantes de la ciudad comunican al Rey que aceptan el
ofrecimiento de los 25.000 ducados siempre y cuando no se les imponga un rediezmo.
Seguidamente se comprometen, tan pronto reciban la cantidad ofrecida por el Rey, a
levantar la pared del pantano hasta los 200 palmos, a conservarla perpetuamente y a
devolver a la hacienda real el sobrante, en su caso, de los 25.000 ducados. En cuanto a
la ejecución de las obras, las autoridades alicantinas, al tiempo que se comprometen a
realizarlas conforme a la traza que les remita el Monarca y a gastar el dinero únicamente
en materiales, suplican a éste se abstenga de enviar oficiales, comprometiéndose la
Ciudad a buscarlos325
. Y por si en la carta no había quedado suficientemente claro,
vuelven a recordar a Felipe II que aunque la Ciudad bien podría levantar el pantano a su
costa, no lo ha hecho por reservar esta empresa al Monarca y contribuir al beneficio de
la Regia Corte326.
Con posterioridad a la entrega de ambos documentos al Monarca, llegó a manos de
Felipe II un informe en el que, teniendo en cuenta la respuesta dada por la ciudad al
ofrecimiento del Monarca, propone a éste la adopción de una serie de medidas327
.
En primer lugar, el informante considera –y así se lo expresa a Felipe II– que el
común de los vecinos de Alicante no han sido debidamente informados del contenido de
la carta que el Rey les envío el 13 de diciembre de 1588. En su opinión, resulta difícil
de comprender que si en la ciudad hay tanta falta de agua y el pantano es considerado
una obra fundamental para el progreso de la misma, pese al ofrecimiento del Rey de
entregarles 25.000 ducados, el consell local dude en conceder al monarca un rediezmo
de los frutos que se recolectaren con el riego del pantano328
.
Así las cosas, propone al Rey la adopción de los siguientes puntos:
1. Establecer el rediezmo para aquellos que rieguen del agua represada.
2. Los agricultores que no hagan uso del agua represada, deben quedar exentos de
abonar el rediezmo.
3. El rediezmo debe cobrarse sin fuerza ni violencia, sino como lo cobra la Iglesia.
4. A los dueños del agua viva o manantial se les dará toda aquella que fuere justo.
325
El consell alicantino era consciente que la designación de oficiales reales para la dirección o control de
las obras del pantano, al tiempo que podían suponer un aumento de los gastos en concepto de salarios,
conllevarían sobre todo, un mayor control por parte de la Corona del desarrollo de las mismas y,
consecuentemente, una mayor fiscalización de la contabilidad resultante de las obras. Lógicamente, ello
reduciría mucho el margen de actuación de las autoridades locales y la posibilidad de cargar al
presupuesto de la fábrica del pantano gastos ajenos a las mismas como habían hecho en la primera fase de
las obras, según puso de relieve la inspección de Gerónimo del Valle.
326 Ibid.
327 El documento no está suscrito ni datado, pero de su lectura se deduce que es posterior a la respuesta de
la Ciudad al Rey de mayo de 1589 y anterior a la decisión adoptada por el monarca a finales de ese
mismo año. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/11.
328 Ibid.
5. En el caso de que los dueños de dicha clase de agua no deseen hacer uso de la
represada no pagarán ningún rediezmo.
6. Siendo el rey señor del agua represada y teniendo en cuenta que cuando llueve
parte del agua de las avenidas se pierde en el mar, a fin de evitar que esto siga
ocurriendo, deberá derivarse ésta desde una parte del cauce que fuera adecuada
para ello, dejando el agua manantial o viva para sus dueños, porque la represada
y la de las avenidas ha de ser para el bien común de la ciudad y de sus
pobladores.
7. Debe convocarse junta o consell general para que los vecinos de la Ciudad y de
los lugares de Sant Joan, Benimagrell y Mutxamel puedan manifestar su parecer.
A dicha reunión es conveniente que asistan también el gobernador y el baile329
.
B) Una segunda propuesta del Monarca
Casi un año después de que Felipe II hubiera remitido a la ciudad su propuesta
acerca del modo en que debía financiarse la obra del pantano, el Monarca, una vez
conocida la respuesta de la ciudad y el parecer de alguno de sus asesores, vuelve a
dirigirse por escrito a las autoridades alicantinas330
. Todas las cartas remitidas por el
Monarca están fechadas en Madrid, el 9 de diciembre de 1589 y en ellas Felipe II da
instrucciones precisas a la ciudad y a los principales representantes de la Corona en la
Gobernación de Orihuela, sobre la forma en que han de proceder.
En sendas cartas remitidas a los jurados alicantinos y a los oficiales municipales de
la Universidad de Mutxamel y el lugar de Sant Joan y Benimagrell, Felipe II les
comunica que ha resuelto conveniente y necesario que se haga el pantano331
. Y expresa
su voluntad de que sin más dilación se ponga manos a la obra, así como que ha dado
licencia a los síndicos de la ciudad para que regresen a Alicante. Además, en la dirigida
a los jurados de Alicante, el Rey les manifiesta que al afectar el asunto del pantano a
toda la Huerta debe tratarse por todos332
, razón por la que ha dado instrucciones a
329
Ibid.
330 En esta ocasión el monarca remite cuatro misivas: dos de ellas van dirigidas a las máximas autoridades
de la Corona en la Gobernación de Orihuela, el gobernador y el baile general, a la sazón Álvaro y Juan
Vich (o Vique). Una tercera, a los jurados de la ciudad de Alicante y una cuarta en la que se dirige a las
autoridades locales de Alicante, Mutxamel y Sant Joan y Benimagrell. En cada una, el Rey da
instrucciones precisas sobre el proceder que espera de cada uno de los oficiales y corporaciones a las que
se dirige.
331 Madrid, 9 de diciembre de 1589. Junto a la firma del monarca, signan también los miembros del
Consejo de Aragón y entre ellos Pedro Franqueza, que lo hace en calidad de secretario del mismo. ACA,
Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/1, fol. 1vto
y 49/9 (copia). Idem. fol. 2.
332 Una forma de proceder que recuerda al brocardo justinianeo “Quod omnes tangit debet ab omnibus
approbari” (lo que a todos atañe todos deben aprobarlo), ampliamente difundido tras la recepción del ius
commune e incorporado como regula iuris en importantes fuentes histórico-jurídicas. Sobre su inclusión
en la obra justinianea véase: CI. V, 59, 5. Un estudio sobre la utilización de dicha máxima en: MERELLO
ARECCO, I., “La máxima Quod omnes tangit. Una aproximación al estado del tema”, en Revista de
Álvaro Vique333
para que con asistencia del baile, Joan Vique334
, indiquen al gobierno
de la ciudad la forma en que han de proceder, instándoles a hacerles caso en todo a
dichos oficiales.
Felipe II hace saber a los gobiernos de la ciudad, universidad y lugares de la huerta
su voluntad de remediar la necesidad de agua que existía en el entorno de Alicante. Les
informa que para ello ha examinado con suma atención la documentación que le ha sido
remitida, con el fin de averiguar el mejor modo de acabar el pantano, sobre el que, sin
desvelarlo, dice que ha elegido el más eficaz, de más rápida ejecución y menor coste. Al
igual que había dicho a los jurados alicantinos, el Rey informa que ha dado orden al
gobernador y al baile para que se reúna con todos, por ser éste un asunto de interés
general. Finalmente pide a los representantes de las poblaciones de la huerta que hagan
caso en todo al baile y ejecuten lo que en su nombre les dirá. El Monarca se despide
afirmando que, en el asunto del pantano, no le mueve ningún interés particular, ni para
la regia corte, sino sólo la voluntad de favorecer a los alicantinos y hacerles partícipes
de las concesiones apostólicas sobre los novales335.
Las otras dos cartas que escribe el Rey van dirigidas al gobernador y baile de
Orihuela. En el oficio que recibe el gobernador, éste es informado que el Monarca, una
vez estudiado todo lo relativo al pantano, estima éste beneficioso para la ciudad y por
ello es su voluntad que la obra se concluya cuanto antes336
.
Pero el documento que reviste mayor interés es la carta escrita por el propio Felipe
II y que, junto al oficio anterior, fue remitida al gobernador337
. En ella, el Rey, además
de manifestar su confianza en las bondades del proyecto del pantano, da instrucciones
pertinentes al gobernador y desvela el plan que ha previsto para financiar la obra de la
presa.
No hay duda que Felipe II leyó y analizó detenidamente cada uno de los
documentos que, en relación al pantano, fueron llegando a su mesa, durante los casi
Estudios Histórico-Jurídicos [en línea], Pontificia Universidad Católica de Valparaíso: 2005, 27, pp. 163-
175 [fecha de consulta: 19 de septiembre de 2017]. Disponible en: http://dx.doi.org/10.4067/S0716-
54552005000100008. En cuanto a su presencia en el pensamiento político español durante los primeros
siglos de la Edad Moderna, véase: LÓPEZ DE GOICOECHEA ZABALA, J., “La formula romano-
medieval quod omnes tangit en el pensamiento político español de los siglos XVI y XVII. Una reflexión
sobre el bien común”, en Cuadernos salmantinos de filosofía, Universidad de Salamanca: 1999, 26, pp.
115-131. ISSN 0210-4857.
333 Se trata de Álvaro Vique y Manrique, cuyo segundo apellido en ocasiones consta escrito “Vich”. Don
Álvaro desempeñó el cargo de portantveus de general Governador en Orihuela desde 1588 a 1607.
BERNABÉ GIL, “Nobles valencianos en…”, p. 18.
334 Sobre la vinculación de la familia Vique con oficios reales véase: Ibid., p. 45.
335 ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/1, fol. 1
vto y doc. 49/9 (copia). Idem. fol. 2.
336 Madrid, 9 de diciembre de 1589. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 49/9.
337 Carta de Felipe II al Gobernador de Orihuela. Madrid, 9 de diciembre de 1589. ACA, Consejo de
Aragón, leg. 635, doc. 1/1, fols. 14vto
a 19. Copia en: Id., leg. 651, doc. 49/9.
nueve años transcurridos entre la primera solicitud de ayuda de los alicantinos y su
decisión final sobre el asunto. Prueba evidente de ello son las instrucciones que dará a
los máximos representantes de la Corona en Alicante. En ellas el Rey demuestra
conocer la particular idiosincrasia del regadío alicantino y especialmente los intereses
que, en torno al agua del Monnegre, ostenta un reducido número de notables de la
Ciudad. Y ello pese a que algunos de estos problemas jamás le fueron manifestados por
el consell alicantino, lo que evidencia que el Monarca prestó atención también a las
informaciones que le llegaron por otras vías.
Resuelto pues a apoyar una obra que habría de resultar útil y beneficiosa para la
Ciudad y la Monarquía, el Rey comienza indicando a su Gobernador la necesidad de
que el acuerdo de llevar adelante la fábrica del pantano, conforme a las condiciones por
él decididas, debe ser adoptado y contar con el respaldo del mayor número de personas.
Por ello, estima que la comisión con la que los síndicos Vallebrera y Miralles se habían
presentado ante la Corte no fue suficiente, pues venían comisionados por el Consejo
particular de la ciudad, compuesto por cerca de 20 individuos. El Rey estima que en
asunto de tanta importancia, debían concurrir todos los interesados, tanto de la ciudad
como de los lugares de la Huerta, así como los propietarios de las heredades existentes
en ésta338.
Por ello, en primer lugar ordena a Vique convocar al consejo y junta general de la
ciudad de Alicante y su término, además de a los heredados en la Huerta, para que junto
al Baile, comunique a los concurrentes la concesión que estaba dispuesto a hacerles en
su favor. Además le encarga que mediante argumentos convincentes, persuada a los
miembros del consejo general para que acepten su ofrecimiento339.
Es decir, no basta con anunciar sin más la decisión real, sino que el gobernador,
auxiliado por el Baile, deberá adoptar un papel proactivo en dicho Consejo general a fin
de conseguir que los asistentes apoyen lo resuelto por el Monarca.
En su misiva, el Monarca le traslada al gobernador que, tras estudiar con
detenimiento la cuestión de la fábrica del pantano de Alicante, considera que si
concluye aquélla habrá agua bastante para regar tanto la huerta de la Ciudad, como la
tierra llana existente en torno a ella340
. El Rey considera que con el agua embalsada en
el pantano se remediará la falta de agua que afectaba a los agricultores alicantinos y con
ella los problemas de abastecimiento y otras necesidades que desde hacía tiempo
338
ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/1, fol. 16.
339 Ibid., fols. 16
vto y 17.
340 Ibid. De la referencia a la “tierra llana” situada junto a la ciudad, cabe deducir que en este momento
todavía el monarca consideraba que con la terminación del pantano sería posible extender el regadío en
Alicante más allá de los límites de la Huerta de Alicante, ampliando el mismo hacia el poniente del
término general de la ciudad.
afectaban a la Ciudad341
. Así pues, estimando que con el agua del pantano las cosechas
serán abundantes y en cantidad suficiente para abastecer a la ciudad y habitantes de su
término, el Rey hace saber al gobernador que su deseo que la construcción de la presa se
ejecute y concluya a la mayor brevedad342
.
El Rey, está decidido a hacer lo posible para que el pantano se concluya. Por ello y
en cuanto que conocedor de la existencia de personas cuyos intereses son contrarios a la
finalización del pantano, le preocupa el hecho de que la voluntad de unos pocos impida
llevar a cabo una obra que él, tras larga y meditada decisión, estima beneficiosa para la
Monarquía. Y así se lo manifiesta a su gobernador a quién tras expresarle su creencia en
que el consejo general aceptará su propuesta, no obstante, le previene de la existencia en
su seno de individuos con intereses contrapuestos al pantano, unos ajenos a la huerta,
otros con intereses en la misma pero todos favorecidos por el actual sistema.
Y como quiera que el Rey desea impedir que finalmente sean los intereses de éstos
los que terminen por imponerse, pues es consciente de la posibilidad de que prefiriendo
su comodidad particular al bien general tratasen de impedirlo, encomienda al
gobernador y baile traten por todos los medios de impedir que ello ocurra343
.
Respecto a quién deberá satisfacer el coste de la obra, el Monarca considera que ha
de ser la propia Ciudad la que asuma tal responsabilidad, por ser ésta la principal
beneficiaria del pantano, una vez terminado éste. El cambio de la voluntad del Rey en
este punto resulta desconcertante, pues de ofrecer 25.000 ducados a los alicantinos y
compensarse con un rediezmo, ahora estima que el dinero ha de ser aportado por
Alicante344. No obstante, sentado lo anterior, Felipe II se compromete a facilitar que la
ciudad pueda resarcirse de los gastos de la fábrica del pantano a través del producto de
los diezmos novales que espera le sean concedidos por el Papa:
contentándome yo para mi regia corte de lo que la Sede Apostólica me concederá y de
aplicar para satisfacción de lo que la ciudad hubiese gastado en la obra la parte que
paresciere justa, […] porque en los interesses que ha de padesçer la ciudad tomando
dinero a censo, […] con la satisffaction que yo le mandaré señalar, de la parte que
341
Ibid. Nótese que el monarca es consciente y así lo plasma en su carta, que la falta de agua en Alicante
es un mal estructural –y no coyuntural–. Así se deduce de la locución adverbial “de ordinario” que
emplea el rey para calificar o adjetivar la falta de agua que afectaba a la ciudad.
342 Ibid.
343 El Monarca se muestra aquí como un gobernante cuidadoso en la preparación del consejo general, de
ahí que haga hincapié en la importancia de los preparativos de la asamblea. No quiere que los intereses de
unos pocos impidan el desarrollo de toda la comunidad alicantina y por ello previene al gobernador y al
baile con estas palabras: “y para que no prevalga su opinión y codicia será necessario que vos por
vuestra parte y del bayle general por la suya, hagáis prevençion con las personas que lo podrían impedir
y de manera que antes de convocar tengáis seguridad del successo”. Ibid.
344 Ibid.
por el breve apostólico me estará concedido, se podrá yr desquintando y descargando
de los censos que se huvieren impuesto345
.
Durante los años en que la ciudad ha estado tratando de conseguir la implicación
del Rey en la financiación de la obra del pantano, dos de los argumentos más repetidos
han sido la facilidad de llevar a cabo la obra y la seguridad de que ésta resultaría
beneficiosa y rentable. Tras rechazar los alicantinos la primera fórmula propuesta por el
Rey, al negarse a la imposición de un rediezmo, ahora Felipe II se inclina por no
involucrarse en la financiación de la obra de forma directa, disponiendo que el proyecto
del que tantas bondades le han sido manifestadas por los alicantinos, sean finalmente
éstos quienes lo costeen. Ahora bien, el Rey no se desentiende de la empresa y
consciente del sacrificio que para la ciudad supondrá tomar a censo el dinero necesario
para financiar las obras, promete auxiliarla a través de las concesiones pontificias. Tal
vez por ello, Felipe II estima que el sacrificio de la ciudad no será tanto frente al
beneficio que se espera obtenga del pantano346.
Por último, el Rey pide a Vique que sea persuasivo a fin de que los alicantinos
acepten las condiciones que les propone para concluir el pantano347
. A tal fin y después
de hacerle saber su voluntad y determinación respecto a la necesidad de concluir la
obra, le expresa su total confianza en él y su seguridad de que sabrá conducir el asunto
hacia una resolución satisfactoria del mismo348.
Por lo que respecta a la carta remitida al baile de Orihuela, en ella el Monarca pide
a éste que asista a la Junta General que se ha de celebrar sobre la fábrica del pantano y
de la que el gobernador Vique podrá darle más información. Finalmente le expresa que
confía en él y le manda que asista en todo al gobernador, pidiéndole que actúe
diligentemente a fin de que todo el asunto del pantano se resuelva conforme a los deseos
de la Corona349
.
Poco después de recibida la carta del Rey, en enero de 1590, el gobernador
comunica al consell alicantino la voluntad del Monarca de que la fábrica del pantano
iniciada por la ciudad en el Estrecho de Tibi, se concluya lo antes posible350
. Así mismo
les hace saber que tiene en su poder una carta de Felipe II para ser leída en consejo
general, convocándoles para el lunes 22 de enero, a las 9 de la mañana, en la casa de su
residencia en Alicante. El 20 de enero se procedió, por Melchor Carbó, trompeta, a dar
345
Ibid.
346 Ibid.
347 Las palabras que el Rey dirige al gobernador Vique para formularle tal petición son las siguientes: “Y
en mi nombre les propongáis con el buen término y gusto y razones eficasses que les persuadan que vos
lo sabréis hazer la merced que les hago”. Ibid.
348 Ibid.
349 Carta de Felipe II al baile general de Orihuela. Madrid, 9 de diciembre de 1589. ACA, Consejo de
Aragón, leg. 651, doc. 49/9.
350 ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/1, fol. 3.
publicidad al bando en la ciudad y lugares acostumbrados, tanto de Alicante, como de la
universidad de Mutxamel y en los lugares de Sant Joan y Benimagrell351
.
Dos días después, el 22 de enero, según lo previsto se celebra consejo y junta
general en la casa de Álvaro Vique y Manrique, actuando como notario Nicolau
Martí352
. Tal como consta en el acta la finalidad de la reunión es tratar asuntos
relacionados con el pantano empezado a construir en término de Tibi353
.
La sesión comienza con unas palabras del gobernador exaltando la figura del
Monarca e indicando a los asistentes que aunque el rey podría aplicar a su regia Corte
todo el provecho que se obtenga del pantano, ha determinado ceder éste en beneficio de
la Ciudad354.
El gobernador explica que el Monarca le ha pedido que convocara junta general a
fin de explicarles la decisión que, respecto del pantano, ha adoptado el Monarca355
y dar
lectura a una carta el Rey les ha escrito356
. En ella Felipe II se dirige en estos términos a
los alicantinos:
deseando el remedio de la neçessidad y trabajo que a essa ciudad y su término huerta
y lugares della resulta de no tener agua para el riego de sus tierras, viendo que si se
acabava el pantano […] es cogida bastante para suplirlo con notable benefiçío en
general […] he ydo mirando con cuidado extraordinario en los medios con que
podría tener efecto con más brevedad y menos costa y graciessa de essa ciudad y su
término, huerta y lugares della y entre los que se ha platicado he elegido uno como
351
El documento puntualiza que mientras que en la ciudad el bando fue anunciado para lo cual a sones de
trompeta y tambores, en los lugares de la huerta lo fue únicamente a sones de trompeta.
352 En la reunión están presentes además del gobernador y baile general “en lo present regne de Valençia
de ça Sexona”, el justicia y jurados de la ciudad de Alicante, el racional, el sindich y conceller, una serie
de “consellers y prohomens de dita ciutat”, quienes intervienen y actúan “representant y fent
Universitat”; el justicia de Mutxamel y los jurados; Micer Baltasar Vidanya, doctor “ambdos drets y
advocat de la ciutat”; Nicolau Martí, “scriva dels jurats, sala y consell d’Alacant”; micer Melchor Marco,
“doctor en cas cun dret”; Damià Miralles, notari; sigue una larga relación de personas que asisten,
respecto de algunas de ellas consta su oficio: calceter, notari, pedrapiquer, correu, corder, fuster, doctor,
llaurador, hortolà, sastre, lloctinent de justicia de Benimagrell; guanter […]. De todo ellos se afirma son
“prohomens, vehins y habitadors de la ciutat, Muchamel, Sant Joan y Benimagrell”. Entre los asistentes
constan los nombres de Pere Esquierdo y Juan García de Mondragón, autor de la traza del pantano y uno
de los peritos informantes que junto al primero dieron su parecer sobre la obra empezada a levantar en
1580. Ibid.
353 “Coses respectants y tocants a la obra y fábrica del pantano comensada en lo Terme de Tibi”. Ibid.
354 Ibid. fol. 10.
355 El gobernador recalca que la decisión adoptada por el Monarca lo ha sido “después de tantas
diligencias y visuras hechas por su orden y por la de esta ciudad en dicho Pantano por personas
expertas”. Es decir, se trata de una decisión meditada y en la que se han tenido en cuenta los pareceres de
muchas personas.
356 La lectura de la carta va precedida por la entrega de la misma por parte del gobernador al escribano,
constando en el acta que Álvaro Vique “lliura a Nicolau martí notari y escriva de la sala una lletrada
closa y segellada ab lo segell real de S.M besant aquella y posant-se-la damunt lo cap […]”. La carta está
fechada en Madrid el 9 de diciembre de 1589. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/1, fols. 12 a
13vto
.
más eficaz y más breve y menos costoso y como a tal he mandado a don Alvaro Vique
mi portant vezes […] junte a todos para que como en negocio general concurra la
voluntad de todos y os lo proponga de mi parte, en que no solo no pretendo nada para
mi regia corte, pero doy de lo que por gracia de la sede apostólica me será concedido
y assi hecharéis de ver que solo va en vuestro provecho […] sin ningún fin ni interés
mio particular357
.
Finalmente Felipe II pide a los concurrentes al consejo general que obedezcan al
gobernador en lo que de parte de él les dirá y que cumplan y ejecuten su mandato358
.
Acto seguido Vique se dirige a los asistentes y les dice que para que tengan un
conocimiento exacto de lo determinado por el Rey y con el fin de que acepten la merced
que les hace, va dar lectura a la misiva que Felipe II le ha remitido. De la carta del
Monarca, resultan interesantes los párrafos en los que, con toda claridad, expone al
Gobernador que en el regimiento de la ciudad existen personas contrarias a la
construcción del pantano. En efecto, tras expresar a Vique su confianza en que los
alicantinos aceptaran las condiciones que les ofrece, dice lo siguiente:
pero como en el regimiento de la ciudad concurran algunos hombres de negocios que
no son heredados y que su ganancia consiste en la sterelidad de la tierra porque della
nasse su trato y el comerçio que hacen para abasteçerla de otras partes; y otros que
son heredados en la huerta que oy se riega y por su interés y vender mejor sus frutos
haviendo poca agua podría ser que prefiriendo su comodidad particular al bien
universal lo quisiesen impedir[…]359
.
En relación con lo anterior y a fin de que no prevalezca la opinión de aquellos que
no desean que se lleve adelante la construcción del pantano360
, Felipe II pide al
Gobernador y al Baile que en la junta general se ha de proceder al nombramiento de 24
personas361
que, en adelante y una vez comisionadas por dicha junta, puedan actuar en
todo lo relativo al pantano, incluido acudir a informar al propio Monarca.
357
Ibid.
358 Junto al Monarca, firman la carta los miembros del Consejo de Aragón: Frigola, vicecanciller; Vicente
Comes, tesorero general; Terça, Quintana, Campi y Marzilla, regentes y Pedro Franqueza, secretario.
359 ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/1, fol. 17. Id., leg. 651, doc. 49/9. Un ejemplo de ello era
Thomás Vallebrera, que ocupó diversos cargos en el gobierno de la ciudad de Alicante y poseía tierras y
casa en la huerta, estando documentada ésta última en las inmediaciones de los límites entre los términos
de Sant Joan y Mutxamel. ARV, Real Audiencia, procesos parte 2, Letra S, exp. 918, p. 27-1.
360 El Rey no quiere que sus representantes en la gobernación se lleven una sorpresa en la junta y por eso
cree necesario informarles de la existencia de individuos contrarios a la conclusión del pantano “de
manera que antes de convocar tengáis seguridad del successo”.
361 En este punto el Monarca no quiso dejar nada a la improvisación como lo demuestra el hecho de que
remitiera al gobernador y al baile las cartas que debían servir para comisionar a los individuos que en
adelante y sin necesidad de convocar junta general estarían facultados por ésta para actuar: “para mas
facilitarlo se os imbían dos dozenas de cartas que contienen lo que veréis por su traslado las deziocho
çon en vuestra creencia y las seis del bayle general dar la seis y haveis de llevar puesta la mira en que el
Finalmente Felipe II expresa al Gobernador que si todo sale como él espera,
procederá a confirmar y dar licencia necesaria para que la ciudad pueda obtener el
dinero a censo que precisare para la obra, así como a designar a la persona encargada de
dirigir la obra. Por último le pide que mantenga en todo momento un contacto fluido
con el virrey de València362
, informándole puntualmente de todo lo relativo a la fábrica
del pantano363
.
Una vez leída la carta, el Gobernador se dirigió a la junta explicándoles que la
propuesta del Rey puede resumirse en 4 puntos:
1. Que les permite seguir adelante y acabar la fábrica del Pantano.
2. Que la obra ha de sufragarla la ciudad por ser la que gozará de los beneficios
de la misma, dándole el Monarca licencia para tomar dinero a censo.
3. Que concede el aumento de los diezmos a la ciudad, en la cuantía que estime
justa, para que con él pueda ir amortizando las cantidades tomadas a censo.
4. Que la junta general debe proceder a comisionar o apoderar a varios de sus
miembros para que el Rey trate con ellos el asunto del pantano.
Tras la intervención del Gobernador la junta expresó su conformidad364
con la
propuesta efectuada por Felipe II y procedió a comisionar a una serie de individuos365
dándoles facultad plena para tratar con el Monarca todo lo relativo al pantano366
.
asiento se otorgue antes de disolver la junta general para que no sea menester convocar otra vez por
escusar la variedad que suele haver en juntas generales convocadas muchas vezes”.
362 Francisco de Moncada y Cardona, marqués de Aytona. Desempeñó el cargo de virrey de València
entre los años 1580-1595. MATEU IBARS, J., “Algunas ‘noticias’, sobre…”, en p. 204.
363 ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 49/9.
364 Según consta en el acta de la sesión el parecer de la junta fue unánime: “E llegida la dita real lletra y
explicada y especificat […] per tota la dita Junta general una voçe en conformitat et nemine discrepante
una y moltes vegades fonch dit y respost ab molt gran aplauso y contentament y dixeren e reconegueren
que acceptaven la dita merçé y graçia que Sa Magestat es servit fer a esta çiutat de que es fasa el
pantano de la forma y manera que Sa Magestat ab dites lletres es servit se faça per tot lo qual besen los
reals peus y mans de Sa Magestat y axò dixeren tots unanimiter conformiter et nemine discrepante una y
moltes vegades”. Ibid. Sin embargo, según manifestó la Junta de Patrimonio unos años después, la
asamblea no fue tan pacífica como apunta el documento anterior, pues consta que se aceptó la propuesta
del Monarca “después de muchos dares y tomares”. Junta Patrimonial de 19 de septiembre de 1596.
ACA, Consejo de Aragón, leg. 651, doc. 49/8.
365 La relación de comisionados es la siguiente: Diego Ivarra, Francés Mingot, Gaspar Aragonés, Joseph
Vilafranca, Nicolau Pasqual, Bautista Desllor, Gaspar Ferrández de Mesa, Cristoval Martínez de Vera,
Pedro de Torres, racional; Balthasar Vidaña, Thomás Vallebrera, sindich; Juan Planelles, major; Pere
Carratalá, Joseph Pérez, Juan Colomina, doctor; Luis Juan Martínez de Fresneda; Llois Berenguer, Pere
Maltés, Frances Martínez Clavero, Hieroni Scriva, Frances Borgoño, Hierony Ayala, justicia de
Muchamel; Francés Lledó, jurat en cap; Pere Amat, Joseph Blanquer y Salvador Berenguer.
366 En el acta consta que les fue otorgada “facultat ple e bastant poder per a tractar e resoldre lo que
s’oferira, sobrel donar orde en la traça y fábrica del Pantano y per a poder entendre, provehir y ordenar
tot lo que convendrá a la dita obra y perfectio de aquella y per a pendre lo diner a çens y per a tot lo
demés”. Ibid.
Al día siguiente de celebrada la junta general, el 23 de enero de 1590, los 24
comisionados se dan cita en la casa del gobernador Vique, con la finalidad de abordar
diversas cuestiones relacionadas con el pantano. Preside la sesión el Gobernador, al que
acompaña también el Baile367
.
En primer lugar y reiterando el acuerdo de la junta general, manifiestan que aceptan
que la obra se concluya lo antes posible conforme indique el Rey368
. Seguidamente
abordan la cuestión de la altura que ha de tener la pared del pantano. En este punto, tras
afirmar que la pared se levantará hasta la altura que el Rey estime pertinente, sugieren
que en cuanto se lleven 100 palmos de pared levantada debiera analizarse si conviene o
no seguir elevándola más369
.
En segundo lugar, se aborda la forma y manera en que se ha de tomar el dinero a
censo y se acuerda pedir al Rey que otorgue licencia a la Ciudad a fin de poder tomar a
censo la cantidad de dinero necesaria para concluir la obra. Así mismo manifiestan que
aceptan la cantidad que el Monarca les conceda para redimir los censales y pagar los
intereses que éstos devenguen.
Finalmente los comisionados acuerdan que sea Damián Miralles quién se desplace
a la corte a fin de despachar cerca del Rey todo lo relativo al pantano370
. Y por último
estiman que, en asunto de tanta importancia como el pantano y a fin de cumplimentar a
Felipe II y agradecerle debidamente la merced otorgada a la ciudad, es conveniente que
se desplace a la corte una persona preeminente. En este punto acuerdan que sea el baile
general, Juan Vich, quien acuda a Madrid.
Por lo que respecta a Miralles, éste cumplió su encargo mediante la entrega de
sendas cartas al Monarca en las que le informaba del resultado de la junta general de 22
de enero y le pedía, en nombre de la junta, que aprobara todo lo deliberado en el seno de
la misma371
. Unos meses después, Felipe II se pronunciará al respecto en estos términos:
367
La sesión, aunque no se precisa a qué hora comenzó debió ser larga, pues comenzó por la mañana y
tras una pausa a la hora del almuerzo, se reanudó posteriormente: “Tocades tres hores se ajuntaren en la
dita casa del Gobernador per a continuar lo que convé al pantano”. Ibid.
368 En el acta consta que después de “haver tractar y confabulat” sobre la cuestión “ordenen tots los
desusdits molt magnifichs elets […] que la obra y fábrica del pantano passe avant ab brevetat conforme
la traça començada o com Sa Magestat será servit ab la traça que imbiará ab la persona que imbiará per
a fer dita obra”. Ibid.
369 “En pericia de advertiment se diu: que pareixeria se alçàs per ara çent pams sobre la obra feta fins
huy y alçat dits çent pams se faça experiencia si convendrà passar dita obra mes avant, o, no, e açò es
diu per escussar lo gasto que se hauria de fer remetense tostemps a la voluntat de Sa Magestat”. Ibid.
370 En este punto el acta refleja que tres de los asistentes consideraron que no debía ir sólo Miralles a
Madrid, si bien el resto de miembros consideraron que era la persona idónea. Los comisionados
discrepantes fueron: Gaspar Aragonés, Juan Colomina y Luis Juan Martínez de Fresneda.
371 Fechadas el 27 y 28 de febrero de 1590. Las cartas iban acompañadas de un traslado de todo lo
acordado en la junta general de 22 de enero, autorizado por el Notario público y escribano de sala,
Nicolás Martí. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/1, fols. 30 y 30vto
.
accepto el dicho acuerdo en la forma que se contiene en los dichos actos de los quales
se ha sacado un traslado que con esta con señal de mi secretario infraescrito; y le loo
y appruevo y confirmo e interpongo mi auctoridad y decreto Real para que en Juhizio
y fuera del tenga la fuerça y firmeza que se requiere. Dattis en el Pardo a 6 de mayo
de 1590372
.
C) La problemática de los diezmos novales y la decisión real
En el proceso de búsqueda de recursos económicos para la financiación de las obras
del pantano de Tibi, y de una solución que permitiera a la Corona apoyar el proyecto sin
tener que aportar directamente fondos de la Real Hacienda, la concesión por parte de la
Santa Sede de los diezmos novales a la Corona española desempeñó a la postre un papel
muy importante373
.
Mucho antes de que la ciudad de Alicante se planteara la construcción del pantano,
en 1553, el papa Julio III, emitió un breve apostólico374
por el que concedía a Carlos V
los diezmos novales375
de los nuevos riegos de los ríos Jarama y otros de los reinos de
372
En el documento, además de la rúbrica real (Yo el Rey) constan las firmas de los miembros del Consejo
de Aragón y la de su secretario, Pedro Franqueza. El Pardo, 6 de mayo de 1590. Ibid.
373 El alcance de la expresión “diezmos novales” hubo de ser precisado en varias ocasiones por la Iglesia.
Las Decretales de Gregorio IX prestan atención al concepto novales en el cap. XXX del título “De
privilegiis et excessibus privilegiatorum” y en varios capítulos del título dedicado a “De verborum
significatione”. V, XXXIII,33 y XL,1,21,31 (Decretales de Gregorio IX). Mayans i Ciscar, a partir
precisamente del concepto de novales contenido en las Decretales de Gregorio IX, lo explica en estos
términos: “la tierra que de tiempo inmemorial estava inculta, capítulo último de privilegiis, capítulo quid
per novalis 21 de verborum significatione, i aun esto deve entenderse con la limitación de Alejandro IV
de que no cause perjuicio a tercer posseedor, capítulo statuto 2 de decimis in VI, in principio et nec pro
eo 6 ibi nisi alia, i especialmente a la iglesia, como ya lo avía precavido Inocencio III en el año 1215 en
su Decretal dirigida al obispo de Zaragoza (que entonces era D. Ramón de Castrocol) dicto capite 2 quid
per novalis 21 de verborum significatione porque, a no ser assí, los novales precissamente por ser tales
por decreto canónico pertenecerían al párroco del territorio donde se hallan, caput ex multiplici
quoniam 13 de decimis, como no aya otra causa racional, caput cum contingat 29 eiusdem tituli, como la
que por sus dos terceras partes tienen el arzobispo i cabildo de la santa iglesia de Valencia por donación
real dotalicia, que es titulo canónico de la mayor prerogativa”. MAYANS i SISCAR, G., “Memorial
sobre los diezmos novales, 1757”, en Epistolario [en línea], Valencia: Diputación, 1972-[2006], pp. 176-
206 [consultada el 28 de agosto de 2017]. Disponible en:
http://bivaldi.gva.es/es/corpus/unidad.cmd?idCorpus=20000&idUnidad=49290&posicion=1. Para Marcos
Martín con el término novales se aludía a la exacción diezmal con la que debían contribuir las nuevas
tierras en cultivo como eriales, baldíos o montes, así como a la que gravaba el aumento de la producción
obtenida en unas tierras fruto de pasar las mismas de secano a regadío. Sobre el alcance y fijación del
concepto, véase: MARCOS MARTÍN, M., “De nuevo sobre los diezmos. La documentación decimal de
la diócesis de Palencia. Problemas que plantea”, en Investigaciones históricas: Época moderna y
contemporánea [en línea], Universidad de Valladolid: 1983, 4, pp. 102-106 y 118, n. 45. [fecha de
consulta: 20 de agosto de 2017]. ISSN 0210-9425. Disponible en:
http://uvadoc.uva.es/handle/10324/21243.
374 Roma, 8 de abril de 1553. ACA, Consejo de Aragón, leg. 632, doc. 10.
375 La concesión hace referencia a “las décimas y primicias que se acrescentaren por razón de
qualesquier riegos nuevos que se sacassen”. Ibid.
Castilla, León y Toledo376
. La ejecución del breve fue encomendada por la Santa Sede
al arzobispo de Toledo y a los obispos de Zamora y Ávila, a quienes comisionó para
proceder a la averiguación del valor de las décimas y primicias durante los últimas tres
anualidades, de modo que compensando el año estéril con el más fértil, “una de ellas se
tenga por el valor que ha de quedar para siempre, para las personas cuyas son las
décimas y primicias y lo demás sea de la Regia Corte”377
.
Se inicia así una serie de concesiones papales a la Monarquía Hispánica con las que
la Iglesia trata de favorecer las obras que aquélla llevaba a cabo para mejorar la
producción del secano español mediante su transformación en regadío. Unos años
después, en 1572378
un segundo breve papal, en este caso de Gregorio XIII, comisionó
también a los obispos de Sigüenza, Cuenca y Segovia para que, junto a los designados
en el breve de 1553, asumieran la ejecución de todo lo relativo los novales. En 1573379
,
este mismo pontífice confirma el breve de Julio III y finalmente, en 1579380
, a petición
de Felipe II, amplió las anteriores concesiones en favor de la Corona española,
haciéndola extensiva a todos los riegos de cualquiera de los ríos de los reinos,
principados de España e Islas Canarias, comisionando a los prelados de Toledo, Zamora
y Ávila y dándoles facultad para que cada uno de ellos pueda a su vez subdelegar381
.
Sobre la base de las anteriores concesiones, Felipe II decidió ceder en 1590 a la
ciudad de Alicante los diezmos novales que, fruto de la mejora y ampliación del regadío
de la Huerta de Alicante se esperaba recaudar tras la entrada en servicio del pantano382
.
De la recolección de los nuevos diezmos quedaba encargado el receptor de la bailía
general, que posteriormente procedía a su venta al mejor postor, entregando el producto
obtenido al depositario de la bailía. De esta forma, la ciudad podría ir resarciéndose
poco a poco de las cantidades invertidas en acabar la obra del pantano, y que había
obtenido a través de censales383
. La decisión del Monarca autorizaba a la ciudad a tomar
a censo la cantidad de dinero que necesitare para concluir la presa, de 10.000 ducados
en 10.000 ducados384
.
376
López Gómez alude a las concesiones de Paulo III y Julio III en favor de Carlos V con motivo de
haber empezado este monarca las obras del Canal Imperial del Ebro. LÓPEZ GÓMEZ, Los embalses
valencianos…, p. 45.
377 ACA, Consejo de Aragón, leg. 632, doc. 10.
378 Roma, 5 de noviembre de 1572. Ibid.
379 Roma, 9 de mayo de 1573. Ibid.
380 Roma, 18 de julio de 1579. ACA, Consejo de Aragón, leg. 632, doc. 10 y leg. 675, doc. 56/5. En esta
última signatura consta una copia del breve de Gregorio XIII.
381 ACA, Consejo de Aragón, leg. 632, doc. 10.
382 ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/1, fols. 13 y 20.
383 LÓPEZ GÓMEZ, A., “Los riegos de avenida en la Huerta de Alicante”, en Boletín de la Real Sociedad
Geográfica, nº 112, f. II, Madrid, 1976, p. 374.
384 El Pardo, 6 de mayo de 1590. AGS, Secretaría de Guerra, leg. 3607.
Aunque acerca de la postura de la Iglesia nada dicen los documentos consultados,
pues no consta en ellos se hubiere recabado el parecer de ministro alguno, sí es cierto
que en uno de los memoriales remitidos por el síndico de la ciudad, Damián Miralles, a
Felipe II, consta lo siguiente:
Aviértese que los que de principio desearon este estanque que fueron los de la iglesia
y luego que la ciudad de Alicante supplicó a S.M. que lo hiziesse y S.M. señaló querer
el augmento de diezmos, en aquel punto procuraron señalar inconvenientes para
destorbar y apartar que SM la dexasse de hazer385
.
A tenor de estas palabras, la Iglesia alicantina parece ser que en un primer momento
vio con buenos ojos la construcción del pantano, seguramente por el acrecentamiento
que de la puesta en marcha de dicha obra se derivaría para sus diezmos y rentas,
mudando posteriormente de opinión al tener noticia de la intención de Felipe II de
disponer del aumento de esos diezmos para sí.
Sin embargo la concesión efectuada por el Monarca en 1590, en ese momento, no
pasaba de ser una mera declaración de intenciones. En efecto, una duda relativa a si en
las concesiones papales anteriores quedaban comprendidas las aguas pluviales o
llovedizas (a cuyo embalse iba destinado el pantano de Alicante) o, por el contrario,
aquéllas solo incluían las aguas manantiales o fluyentes, obligó a efectuar diversas
consultas y estudiar con detenimiento la cuestión a instancias de Felipe II386
.
En junio de 1593, cuando las obras de la presa habían alcanzado ya los 160 palmos
y se planteaba cerrar la misma para comenzar a embalsar agua, el Consejo de Aragón,
tras recibir informes desde Alicante y Orihuela387
, estima que, una vez entre en servicio
la presa, los diezmos aumentarán en 8.000 o 10.000 ducados. Por ello, estiman
necesario que el Rey escriba a Roma a fin de obtener el aumento de los diezmos que
385
Memorial de algunas cosas que advierte Damián Miralles, síndico de la ciudad de Alicante, cerca de
la fábrica del pantano. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/40.
386 ACA, Consejo de Aragón, leg. 651, doc. 49/2. Respecto a esta cuestión, tanto el Consejo de Argaón
como el propio Monarca albergaban dudas respecto al alcance de los breves papales concedidos por la
Santa Sede hasta ese momento a la Corona española. En cuanto al Consejo, la duda se suscitó en estos
términos: “también ay dubda si el Breve se exiende a los riegos que su Majestad sacare de aguas
recogidas de Pantanos y aguas pluviales, porque la Bulla no habla sino de acequias que se sacaren de
Rios”. En tal sentido y aunque el Consejo entiende que el supuesto del pantano de Tibi se halla entre los
amparados por la bula, aconseja al Monarca contar con un Breve particular en el que expresamente se
contemplen las aguas embalsadas y pluviales “como dizen lo obtuvo special para lo de la acequia
Imperial de Aragón” [s.f.]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/24. Por lo que respecta a Felipe II,
éste planteó sus dudas al Consejo de Aragón con estas palabras: “la duda que se preguntó es si diciendo
el breve que los regadíos se han de hazer del agua de los ríos y no nombra las llovedizas, se me avise si
siendo los del pantano casi todas llovedizas, podría aver contradicción en ello, o, traer algún escrúpulo
en llevar el diezmo, y si para assegurar mejor lo uno y lo otro, sería bien obtener nuevo breve de Su
Santidad” [1593]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 632, doc. 10.
387 Mediante cartas de 20 y 22 de abril de 1593 informaron al consejo el contador-veedor y el ingeniero
que estaban a cargo de la obra, así como el gobernador de Orihuela. ACA, Consejo de Aragón, leg. 651,
doc. 49/2.
resultaran del nuevo riego388
. En tal sentido, el alto órgano de la Monarquía pide a
Felipe II que dé orden al secretario Yvarra389
para que entregue al secretario Franqueza
las bulas concedidas por la Santa Sede a Castilla, para que, conforme al tenor de éstas,
se solicite lo propio para el río Monnegre. Para estas gestiones sugieren se recabe la
colaboración del doctor Felice Novelli, capellán real, por tener mucha experiencia en
estas materias390
.
A la petición del Consejo de Aragón contestará favorablemente Felipe II, dando su
conformidad a que se proceda según el parecer del Consejo391
.
Tras el examen de los documentos papales concedidos a Castilla, el Consejo de
Aragón emitió su parecer392
en el sentido de que no era menester obtener un nuevo
breve para solicitar el disfrute de los diezmos novales, que se generaran con el riego de
las aguas llovedizas fluyentes por el río Monnegre393
. El alto órgano entendía que el
riego del pantano de Alicante estaba comprendido en el Breve de Gregorio XIII de 18
de julio de 1579, pues el agua se toma del río llamado Castalla394
. Al mismo tiempo, el
Consejo sugería al Monarca que se subdelegase la averiguación de los diezmos
alicantinos en el doctor Agustín Frexa395
o en su defecto en el canónigo Gombau.
Esta misma opinión, volvió a reiterarla el Consejo de Aragón en sesión de 11 de
diciembre, contestando a Felipe II quién, para mayor seguridad, había requerido al
Consejo para que examinara el asunto por segunda vez396
. El alto organismo de la
388
Ibid.
389 D. Juan de Ibarra y Mallea fue nombrado en 1580 titular de la secretaría de Obras y Bosques y a partir
de1585, de la del Consejo de indias. Sobre este burócrata de la corte de Felipe II véase: GUERRERO
MAYLLO, A., “Estilo de vida de un burócrata del siglo XVI: D. Juan de Ibarra y Mallea” en Espacio,
Tiempo y Forma [en línea], Serie IV, Historia Moderna, Madrid: UNED- Facultad de Geografía e
Historia, 1991, t. IV, pp. 39-56 [fecha de consulta: 25 de septiembre de 2017]. e-ISSN 2340-1400.
Disponible en: http://revistas.uned.es/index.php/ETFIV/index
390 ACA, Consejo de Aragón, leg. 651, doc. 49/2.
391 Ibid.
392 Según los documentos estudiados, el Consejo abordó la cuestión en sus sesiones de 20 de junio, 18 de
noviembre y 11 de diciembre de 1593. ACA, Consejo de Aragón, leg. 651, doc. 49/2, leg. 632, doc. 10 y
leg. 651, doc. 49/3. La decisión de hallarse comprendidos los nuevos riegos de Alicante en la concesión
papal se adoptó en la sesión de 18 de noviembre a propuesta del regente Covarrubias y de Felice Novelli.
ACA, Consejo de Aragón, leg. 632, doc. 10.
393 ACA, Consejo de Aragón, leg. 651, doc. 49/3.
394 ACA, Consejo de Aragón, leg. 632, doc. 10.
395 De quien afirma el Consejo “es natural de Cathaluña y ha 23 años que es official y vicario General
del Patriarca Arçobispo de Valencia, buen letrado hombre entero y sin respetos y muy plático en
negocios”. Ibid.
396 La duda que Felipe II planteaba al Consejo en esta segunda consulta seguía siendo la misma que había
motivado su primera consulta, saber si el nuevo riego con las aguas del Pantano de Alicante se hallaba o
no comprendido en las concesiones pontificias con las que contaba la Corona española.
Monarquía Hispánica, tras examinar la cuestión nuevamente397
, contestó no ser
menester obtener un nuevo breve de la Santa Sede para gozar del aumento de los
diezmos que se generasen tras la entrada en servicio del pantano. El Consejo se reafirma
en la respuesta que había dado a la primera consulta y vuelve a recordar la conveniencia
de designar a un comisario para averiguar el valor de dichos diezmos398.
Pese a la seguridad con la que se expresó el Consejo de Aragón, Felipe II seguía
albergando dudas respecto de esta cuestión que, a la vista está, tanto le inquietaba. Por
ello, en la portadilla del documento que contenía la respuesta del Consejo, el Rey anotó
que volviese a examinarse el asunto y se viera la conveniencia de obtener un breve, a
mayor cautela, a fin de atajar pleitos399.
Despejada la duda, en 1594400
Felipe II solicitó del obispo de Ávila que, en
atención a que la presa de Alicante está próxima a entrar en servicio y en ejecución de
lo previsto en los breves papales, procediera a averiguar el valor de los diezmos y
primicias correspondientes al nuevo riego en la Huerta de Alicante. A tal fin, le encarga
que sin más dilación subdelegue dichas tareas en el Dr. Gerónimo Roda401
.
Diferentes problemas impidieron a este último llevar a cabo el encargo, por lo que
en 1595402
Felipe II se dirige nuevamente al obispo de Ávila, solicitándole efectúe un
nuevo nombramiento y proponiendo para el mismo a su capellán el Dr. Francisco
Rocafull403
, también canónigo de València, a lo que accede el prelado404
. Antes incluso
de que el Monarca reciba la subcomisión del obispo abulense en favor de Rocafull,
procede a dar instrucciones tanto a éste como al regente de la lugartenencia general del
Reino de Valencia y al gobernador de Orihuela sobre la comisión y averiguación de los
397
El planteamiento de la misma era prácticamente igual al de la primera consulta: “La concessión de los
summos Pontífices es de las décimas y primicias que se acrescentarán por razón de los riegos que se
sacarán de qualesquier ríos en los Reynos y Principados de España y Islas Canarias, y no se haze
distinction e que los avenidas de aguas llovedizas sean mayores ni que los riegos en los ríos se hagan o
dexen de hazer represando las aguas, y pues está concedido el crecimiento de las decimas y primicias
que resultará del riego de qualesquier ríos y el del Pantano es río corriente que llaman de Castalla y
trahe de ordinario razonable golpe de agua y en algunos tiempos del año sin avenidas de aguas
llovedizas es tan abundante, que dando el agua será menester para las heredades se represara mucha de
ella en el Pantano y el ser más por causa de las avenidas de aguas llovedizas no muda la substancia y
especie de la concessión”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 651, doc., 49/3.
398 Ibid.
399 ACA, Consejo de Aragón, leg. 651, doc., 49/3.
400 Carta de Felipe II al obispo de Ávila de 26 noviembre 1594. ACA, Consejo de Aragón, leg. 675, doc.
56/3.
401 El Pardo, 26 de noviembre de 1594. Ibid.
402 Madrid, 16 de enero de 1595. Ibid.
403 Real carta de 16 de enero de 1595. ACA, Consejo de Aragón, leg. 675, doc. 56/1.
404 Comisión del obispo de Ávila, Jerónimo Manrique de Lara, en favor del Dr. Rocafull. Ávila, 21 de
enero de 1595. RAH, colección Salazar y Castro, I-43, fols. 438 y 439vto
.
diezmos y primicias de la Huerta de Alicante405
. Este detalle es revelador de la celeridad
que el Monarca deseaba imprimir a este proceso.
Finalmente fue una comisión integrada por cuatro individuos406
a quienes Felipe
II407
encomendó la averiguación y delimitación de los nuevos regadíos de la Huerta de
Alicante408
.
Junto a los anteriores, fue nombrado fiel de los nuevos regadíos Gaspar Remiro de
Espejo, que recibía instrucciones del canónigo Rocafull y a cuyo cargo quedó el cobro
de los diezmos 409
. En cuanto a éste último, en 1602, una real cédula de Felipe III410
ordenó que previa comprobación de las cuentas que había presentado, se procediera al
abono de sus trabajos en la averiguación de los diezmos411
.
D) El definitivo acuerdo
Paralelamente a los trabajos de averiguación del importe de los diezmos novales,
Felipe II estudia con el asesoramiento de la Junta Patrimonial y del Consejo de Aragón,
qué resolución conviene tomar respecto a la forma en que deben financiarse las obras
del pantano. En un primer momento el Monarca parece inclinado a gravar a la Ciudad
con algún rediezmo o carga fiscal412
, pues estima que será mucho el beneficio que
obtendrán tras la puesta en marcha de esta nueva infraestructura. Algo lógico, por otra
405
Real carta de 16 de enero de 1595. ACA, Consejo de Aragón, leg. 675, doc. 56/1.
406 Dr. Melchor Punter, arcediano de Orihuela; Ldo. Feliciano de Figueroa, capiscol y canónigo de
Valencia; Juan Bautista Fornar, canónigo de Orihuela y Dr. Teófilo Balaguer, abogado patrimonial de
Alicante. RAH, colección Salazar y Castro, I-43, fols. 440 y 441.
407 Mediante real cédula otorgada en Aranjuez el 13 de marzo de 1596. Ibid.
408 Ibid.
409 Ibid., fol. 443. Tanto Rocafull, como de Espejo, actuarán para favorecer los intereses de Pedro
Franqueza y facilitar la llegada de agua a las tierras adquiridas por éste en la partida de Palamó, tal y
como se desprende de las siguientes palabras de Rocafull a Franqueza, en las que le manifiesta a éste que
en relación al agua “con lo que yo he hecho ay sobradissima”y añade que las acequias podrán prolongarse
sin problemas hacia la tierras del alto funcionario “con justificación pues el agua del Rey principalmente
ha de servir a tierras nuevas, o casi nuevas, como las de V.m. que son las que dan el augmento [de los
diezmos]”. Y como queriendo dar buena muestra de haber dado instrucciones precisas al respecto, añade:
“ya de esto quedan encargados los que lo han de hazer de la manera que convino”, y concluye: “sin duda
que se ha redemido aquella tierra con lo que yo he hecho”. Carta de Francisco Rocafull a Pedro
Franqueza. ADC, Fondo Villafranqueza, Ciriñuela, Cirat. Caja 5, leg. 2, 1.
410 Aranjuez, 9 de mayo de 1602. ACA, Consejo de Aragón, leg. 675, doc. 56/2.
411 En este caso y en tanto en cuanto los diezmos novales pertenecían a la Corona (aunque el producto de
los mismos hubiere sido temporalmente cedido a la ciudad de Alicante para resarcirse de los gastos de la
fábrica del pantano), el Rey ordena que los 12.250 reales castellanos que Rocafull afirmaba haber gastado
“en la comisión de averiguar los diezmos por orden del rey en la huerta de alicante”, sean abonados por
el Mestre Racional de Valencia, corriendo a cargo por tanto de la Real Hacienda. Ibid.
412 La intención del monarca, según sus manifestaciones a la Junta Patrimonial, era que en Alicante por el
beneficio del nuevo riego pagase un rediezmo como el que abonaban a la Real Hacienda “en la Cequia
Imperial de Aragón y en el riego de Picotajo”, además del diezmo entero de los novales que había sido
concedido a la Corona por la Santa Sede. ACA, Consejo de Aragón, leg. 651, doc. 49/8.
parte, teniendo en cuenta las muchas bondades con las que los alicantinos habían
adornado el proyecto del pantano y de las que habían hecho partícipes al Monarca a
través de numerosas cartas, memoriales e informes. Sin embargo, la intervención de la
Junta Patrimonial de Orihuela413
, a instancias del Consejo de Aragón, hará cambiar al
Monarca de opinión.
En sendos pareceres emitidos por dicha Junta414
, respondiendo a otras tantas
consultas415
del Consejo de Aragón, aquélla hizo saber a éste que el pantano había sido
costeado por la ciudad de Alicante de su dinero416
, sin que la obra hubiera supuesto
gasto alguno para la Corona. Pero la Junta añadía algo más:
Y no les ha salido tan bien que estén contentos del, y se rescibió notorio engaño en lo
que representaron a V.M. de la fertilidad del suelo que riega el pantano, porque es
muy estéril, y este año y el pasado que sembraron mucho con esperanzas de el agua
del Pantano no la ha avido y se les han perdido sus frutos417
.
A la vista de lo anterior, el Consejo de Aragón, determinó finalmente ser de justicia
que a la ciudad de Alicante se le respetare la capitulación que con ella efectuaron el
Gobernador y el Baile de Orihuela el 22 de enero de 1590418.
Y, por fin, Felipe II se consideró suficientemente informado e ilustrado sobre la
cuestión, escribiendo de su puño y letra en la portadilla del citado acuerdo del Consejo
de Aragón: “Hágase assí, pues parece que es de justicia”419
.
Finalmente Felipe II, mediante privilegio de 24 de diciembre de 1596420
, ratificó la
cesión en favor de la ciudad de Alicante de los diezmos y primicias que, por las
mencionadas concesiones papales a la Corona española, le correspondían de los nuevos
413
De acuerdo con Banacloche Giner, componían esta junta el gobernador de Orihuela, el baile de
Orihuela, el asesor del baile, el receptor de la bailía y el notario-procurador fiscal y patrimonial.
BANACLOCHE GINER, op. cit., p. 156.
414 Emitidos el 19 de septiembre y el 24 de octubre de 1596. ACA, Consejo de Aragón, leg. 651, docs.
49/7 y 49/8.
415 “Sobre lo que ha de pagar la ciudad de Alicante por el benefficio del nuevo riego del pantano”. Ibid.
416 Respecto del coste de las obras la Junta dice al Monarca que pese a que “se presuponía que costaría
veinticinco mil ducados”, finalmente “le ha costado a la Ciudad cinquenta mil ducados”. Ibid. Otros
testimonios elevan dicha cantidad hasta las 70.000 libras. Alegaciones de la ciudad de Alicante en el
pleito para la delimitación del término particular de la universitat de Sant Joan y Benimagrell. 15 de
Noviembre de 1596. ARV, Real Audiencia, procesos parte 2, Letra S, exp. 918, p. 34.
417 Parecer emitido por la Junta Patrimonial el 19 de septiembre de 1596. ACA, Consejo de Aragón, leg.
651, doc. 49/8.
418 Parecer del Consejo de Aragón adoptado en sesión de 21 de noviembre de 1596. ACA, Consejo de
Aragón, leg. 651, doc. 49/10. La capitulación a la que se alude de 22 de enero de 1590, determinaba que
la Corona cedía el aumento de los novales a la ciudad de Alicante, debiendo ésta tomar a censo el dinero
necesario para costear la construcción del pantano e ir resarciéndose y cancelando los censales del
producto o beneficio que los diezmos novales le reportaran.
419 Ibid.
420 ACA, Consejo de Aragón, leg. 706, doc. 2/18.
frutos obtenidos por el aumento del riego421
. Su administración se encargó al depositario
de frutos, que debía ser elegido por el justicia y jurados de la Ciudad y su producto
debía emplearse en la redención de los censales contraidos para financiar el coste de la
fábrica del pantano422
.
En virtud de este privilegio, se estableció que la ciudad de Alicante y quienes
disfrutaran del nuevo riego con agua del pantano, debían satisfacer el diezmo de todas
las tierras novales y el aumento que, en razón del nuevo riego, hubiere en los diezmos
que hasta ese momento se solían pagar. Este último, según puntualizaba el propio
privilegio, era el que la Santa Sede había concedido a la Corona. Así mismo, se declaró
a los alicantinos exentos del pago de cualquier rediezmo u otro impuesto por razón del
riego del pantano423
.
Además, el privilegio determinaba la obligación perpetua para la ciudad de Alicante
de costear el mantenimiento y reparaciones del pantano, de los azudes y de las acequias
y partidores por los que debía distribuirse el agua del pantano424
.
2.3 LA EJECUCIÓN DE LA OBRA (1590-1593).
Un aspecto a destacar en la ejecución de las obras es el papel que Felipe II asumió
con respecto a las mismas. Pese a haber decidido que fueran ejecutadas por la ciudad de
421
“Contentándonos para nuestra Regia Corte de lo que la Sede Apostólica nos conçediesse y que de esto
applicaríamos para que la çiudad cobrasse lo que gastasse, lo que pareciesse justo, por ser este
expediente el más conveniente a nuestro serviçio y al bien de la ciudad”. Ibid. Esta concesión sería
posteriormente ratificada en las Cortes de 1604, en las que Felipe III, a suplicas de los tres brazos, accedió
a que en relación a los frutos procedentes de los nuevos riegos del pantano y hasta que la ciudad de
Alicante y lugares de su huerta se hubieren reintegrado de los gastos efectuados con ocasión de la fábrica
del pantano, la Corona no haría “gracia ni mercé a altres persones o Universitats sobre lo augment dels
fruyts del nou rech del dit Pantano”. Furs, capitols, prouisions e actes de cort: fets y atorgats per la
S.C.R.M. del rey don Phelip [...] en les corts generals [...] celebrades als regnicols de [...] Valencia [...]
en lo any MDCIIII, València: en casa de Pere Patricio Mey prop de S. Marti, 1607, cap. CLXV, fol. 36.
Bendicho a propósito de esto dirá: “[…] asiéndose señor su Magestad del pantano y sus aumentos, que
aunque la Ciudad le cargó el dinero para su fábrica, fue como prestárselos a su aumento del pantano
para reintegrarse de aquel dinero las obras, reparando lo que combiniese en ella como consta por fuero
hecho la cortes de 1604 en Valencia”. BENDICHO, op. cit., p. 837.
422 Tal y como documentó Alberola Romá, la voluntad de Felipe II respecto del empleo que debía darse al
producto de los diezmos cedidos por la Santa Sede a la Corona y, por ésta, a la ciudad de Alicante, era
bien clara. En efecto, Felipe II, en carta dirigida al receptor de la Bailía de Orihuela ordena a éste que las
rentas de los diezmos y primicias, una vez satisfechos los gastos derivados de su cobraza, deben ser
entregadas al clavario de la Ciudad para redimir con ellas los censales constituidos con ocasión de la
fábrica del pantano: “que se irán redimiendo de lo que procederá de los Diezmos y Primicias, en lo qual y
no en ninguna otra cosa se han de convertir los dichos Diezmos y Primicias”. ASRHA, Arm. 2, lib. 1,
fols. 101-106vto
. Texto entrecomillado y fuente archivística citadas en: ALBEROLA ROMÁ, Jurisdicción
y propiedad…, p. 176.
423 “De ninguna manera deven ni están obligados a pagar el rediezmo que algunos de la Junta del
Patrimonio pretendían que se debía, ni ningún otro pecho, ni tributo”. ACA, Consejo de Aragón, leg.
706, doc. 2/18.
424 El privilegio puntualizaba “sin que pueda pedir ninguna cosa a nuestra regia Corte por la costa y
gasto de todo ello”. Ibid.
Alicante y pagadas con cargo al dinero tomado a censo por la misma para tal fin, el
Monarca supervisará e intervendrá en muchos aspectos de las obras. Así se desprende
de la abundante y fluida correspondencia que Felipe II mantendrá con los oficiales del
gobierno de la ciudad y con otras personas que tomaron parte activa en las obras.
2.3.1. Aspectos jurídicos y económicos
A) Felipe II fija las condiciones de ejecución de la obra
En mayo de 1590, Felipe II se dirigirá por carta425
a los jurados alicantinos a fin de
concretarles las condiciones en las que desea se ejecute la obra del pantano. De forma
pormenorizada, el Rey da indicaciones precisas sobre diversos aspectos del modo en
que se han de realizar las obras, sin dejar nada al azar o a la improvisación.
En primer lugar, el Monarca les hace saber que, con respecto a la altura hasta la que
se ha de levantar la pared, su voluntad es añadir otros 200 palmos por encima de lo ya
construido. También que en todo lo relativo a la fábrica de la pared se ha de observar,
sin discrepancia alguna, el parecer de los ingenieros reales Jorge Fratin, Bautista
Antonelli y Cristóbal Antonelli expresado en un documento de 27 de septiembre de
1588426
, del que envía copia a los jurados. Por lo que respecta a la dirección de la obra,
el Rey comunica a los jurados alicantinos que ha nombrado como asistente ordinario de
ella al Ingeniero Cristóbal Antonelli, al que deben asignar un salario competente a su
profesión, abonándoselo a plazos.
En cuanto a la forma en que se debe de adjudicar la obra, el Rey indica que deben
dar la obra a destajo, debiendo rematarla los oficiales que se obligaren a ello de la forma
mejor y más económica. En este punto, Felipe II les dice a los jurados que han de
intentar que el precio baje de los 26.000 ducados en que fue tasada por los ingenieros.
Con respecto al plazo de tiempo durante el que se han de ejecutar las obras, el
Monarca hace saber a los jurados que deben señalar un plazo concreto para la
conclusión de las mismas, a fin de que los encargados de ejecutar la fábrica se sujeten a
él, sin que aquel exceda de los dos años, si es posible.
Los aspectos económicos de la obra, son una de las cuestiones sobre las que Felipe
II se muestra más preocupado, lo que se traduce en un mayor número de indicaciones.
En primer lugar el Rey indica que la ciudad debe exigir a los adjudicatarios de la obra
que depositen fianzas suficientes, con el fin de asegurar tanto las entregas a cuenta que
425
El Pardo, 6 de mayo de 1590. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/1, fols. 51 y ss.
426 En este documento, titulado “Parecer de Fratín, Cristobal y Juan Bautista Antonelli sobre como
entienden que debe realizarse la obra del pantano”, consta una anotación manuscrita de Felipe II, fecha
en Madrid el 29 de diciembre de 1588, del siguiente tenor: “Que se haga el pantano según el Fratin y los
Antonellis”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/59. La transcripción completa del documento en:
CAMARERO CASAS et al., Tibi, un pantano…, p. 123.
se les irán librando, como la firmeza y correcta ejecución de la obra427
. Seguidamente y
respecto a la forma en que han de ir obteniendo el dinero necesario para satisfacer los
costes de la obra, el Rey indica a los jurados que aunque les ha concedido licencia para
tomar a censo 10.000 libras428
, de momento sólo habrán de disponer de la cantidad que
necesiten para abonar los salarios de los oficiales encargados de la obra. Una vez
hubieren gastado dicha cantidad y sólo entonces, podrán tomar a censo más dinero.
Finalmente, el Rey precisa la forma en que la ciudad deberá ir amortizando la deuda
contraída por razón de la fábrica del pantano. Al respecto indica que el sobrante de las
rentas de los propios de la ciudad, en lugar de aplicarse a redimir deuda contraída con
anterioridad (como venía haciéndose hasta ese momento), deberá destinarse, en
adelante, a la fábrica del pantano, a fin de evitar los gastos que supondrían tener que
endeudarse con nuevos censales429
.
Por último el Monarca hace saber a la ciudad que (“porque estoy advertido”) a fin
de evitar excusas, es su deseo que junto al ingeniero Antonelli, asista un alguacil430
,
para controlar la gente que toma parte en la obra y los pertrechos que resultaran
necesarios para la buena ejecución de ésta.
Y antes de estampar su firma en la carta, Felipe II aún dirá algo más a los jurados
alicantinos, dando muestra de lo mucho que el asunto del pantano le preocupaba:
Y seré muy servido de que todo lo sobredicho se ponga en execuçión con mucha
brevedad y que se me avise de cómo se huviere effectuado porque lo quiero entender
con particularidad431
.
B) La ciudad subasta y remata las obras. Nuevas instrucciones de Felipe II
Conforme a lo indicado por el Monarca, la ciudad de Alicante procedió a subastar
la ejecución de las obras del pantano. Previamente al día señalado para el remate, los
427
Ibid., fol. 51vto
. En este sentido, la prevención de Felipe II, es equiparable al objeto que en la
actualidad la doctrina, de acuerdo con la legislación de contratos del sector público, atribuye a las
garantías exigibles a los contratistas, esto es, “cuantificar de forma anticipada los perjuicios que podría
provocar la actuación del contratista”. RODRÍGUEZ-ARANA MUÑOZ, J. y ALVAREZ BARBEITO,
F. J., “El régimen de las garantías para contratar con la Administración Pública”, en Actualidad
Administrativa, 1997, 32, p. 690.
428 Aunque la petición inicial de la ciudad ascendía a 16.000 ducados, Felipe II, mediante carta de 6 de
mayo de 1590 estimó que “por ahora” eran suficientes “diez mil libras, monedad real de esse reino de
Valencia”, razón por la que concedió licencia y facultad a la ciudad y a sus oficiales “para que en una o
en muchas vezes” pudieran tomar censo y cargar dicha cantidad “sobre essa ciudad y sus proprios, rentas,
drechos y emolumentos y de sus vecinos y naturales”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/1, fols.
52vto
a 54.
429 Ibid., fol. 52.
430 El Rey dispone que el alguacil “será bien que Antonelli le nombre para que entre los dos haya más
conformidad”, debiendo la ciudad señalarle “el salario que le pareçerá justo”. Ibid.
431 Ibid., fol. 52
vto.
jurados procedieron a enviar letras requisitorias a las ciudades de València, Xàtiva,
Murcia, Orihuela y otras villas y lugares del reino, ordenando dieran publicidad a la
subasta de las obras del pantano432
. En la ciudad de Alicante, la ejecución de muchas de
las diligencias derivadas de la subasta y remate corrieron a cargo de Melchor Carbó,
trompeta y corredor público de la misma433
. El gobernador Álvaro Vique, en virtud de
comisión real434
, supervisó todo el proceso, asistido por el baile, Juan Vique. Junto al
justicia435
, jurados436
, racional437
y síndico438
de la ciudad, interviniendo también gran
parte de los designados por la junta general celebrada el 20 de enero439
.
El 16 de septiembre de 1590 fueron rematadas en favor de los maestros Juan
Torres, Gaspar Vicent y Gaspar Córdoba, quienes se comprometieron a levantar la
pared 200 palmos sobre lo ya edificado, en un plazo de 3 años, por un importe de
30.000 ducados y conforme a los capítulos redactados al efecto440
. Tras serles
adjudicada la obra, ambos maestros prestaron y depositaron sus fianzas ante el
escribano de la ciudad, a fin de responder de los posibles daños o responsabilidades
derivadas de la ejecución de las obras441
.
Una vez informado442
el Monarca de la adjudicación de las obras y del modo en
cómo se había efectuado la misma, el Rey remite sendas a cartas443
: una dirigida a los
jurados de Alicante444
y la otra al gobernador de Orihuela445
.
En la primera de ellas Felipe II manifiesta a la ciudad que enterado de cómo se
había desarrollado la subasta y remate de las obras del pantano, había quedado
satisfecho del precio en que se habían adjudicado. Así mismo, respecto a las fianzas
432
Ibid., fol. 32vto.
433 Ibid., fol. 33.
434 Otorgada por Felipe II en San Lorenzo de El Escorial el 4 de agosto de 1590. ACA, Consejo de
Aragón, leg. 635, doc. 1/1, fol. 31.
435 Gerónimo Vallebrera, regent de justicia en lo civil y criminal. Ibid.
436 Francesc Sánchez y Cristòfol Mingot, dos dels magnifichs jurats de la […] ciutat. Ibid.
437 Pedro de Torres. Ibid.
438 Gaspar Aragonés. Ibid.
439 Entre ellos Geroni Alaya y Luis Vidal, justicia de la universitat de Muchamel y jurat en cap de dita
universitat, respectivamente. Ibid., fol. 31.
440 “Capitols ab los quals se han de obligar los Mestres que enpendrán la obra y fàbrica del pantano per
trenta milia ducats dins tres anys conforme los capítols que sa magestat mana”. Ibid., fols. 34 a 39.
441 Las fianzas fueron entregadas por los maestros canteros al notario y escribano de sala de la ciudad de
Alicante los días 16 y 27 de septiembre de 1590. ACA, Consejo de Aragón, leg. 703, doc. 40/3.
442 Tanto los jurados de Alicante como el gobernador de Orihuela, informaron a Felipe II mediante sendas
cartas de fecha 1 de octubre. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/1, fols. 55vto
y 58-59vto
.
443 Ambas cartas están fechadas en San Lorenzo de El Escorial el 13 de octubre de 1590.
444 ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/1, fol. 55
vto.
445 Ibid., fols. 58-59
vto.
exigidas a los maestros y los salarios que han asignado Antonelli y a su alguacil, el Rey
les indica que ha dado instrucciones precisas al gobernador sobre ambas cuestiones,
debiendo atenerse los jurados a lo que aquél les indique446
.
En cuanto a la segunda carta, remitida al Gobernador, el Rey expresa igualmente su
satisfacción por la forma y cuantía en que se había rematado la obra del pantano,
agradeciendo a Vique sus gestiones. Seguidamente, Felipe II da instrucciones al
Gobernador acerca de cómo se han de efectuar los pagos en favor de los maestros
adjudicatarios. El Rey, siempre preocupado porque el dinero se administre
correctamente, indica a Vique que se les ha de pagar de 2.000 en 2.000 ducados, de
forma que hasta que no hayan gastado o consumido los 2.000, no se les deben entregar
otros 2.000.
En cuanto a fianzas y salarios, ordena al Gobernador que tome las fianzas en la
cuantía que estime oportuno y que pague a Antonelli un salario de 40 ducados
mensuales y a su alguacil otro de 6 reales al día.
Por último, el Monarca antes de rubricar la carta, volverá a recordar al Gobernador
que debe mantenerle informado de todo447
.
A finales de octubre Felipe II vuelve a dirigirse por carta448
al Gobernador y a los
jurados de Alicante. En la misiva dirigida al primero, tras mostrarle su satisfacción por
el modo en que se ha llevado a cabo la adjudicación de la obra y la fijación de fianzas y
salarios, el Rey hace saber al Gobernador que las obras deben comenzar de
inmediato449
. Insiste en que los maestros adjudicatarios, Antonelli y el alguacil cumplan
con toda diligencia con sus cometidos, debiendo la ciudad pagar sus salarios con
puntualidad450
, todos los meses del año y conforme a los plazos señalados. Por lo que
respecta a la carta remitida a los jurados451
, el Rey les comunica que ha quedado
complacido “del zelo que han puesto en el destajo de la fábrica del pantano de esa mi
ciudad”, les insta a seguir actuando diligentemente hasta la conclusión de la obra y les
recuerda que han de dar crédito a todo lo que les diga el Gobernador.
446
Ibid., fol. 55vto
.
447 Buena prueba de que este tipo de frases con las que Felipe II concluía sus cartas no eran una mera
formalidad o cláusula de cierre sin más importancia, sino más bien, todo lo contrario, es el hecho de que
apenas unos días –concretamente el 8 de octubre– después de escrita esta carta, el gobernador volverá a
escribir al monarca participándole las últimas novedades. Sant Lorenzo, 27 de octubre de 1590. ACA,
Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/1, fols. 56vto
y 57. Sant Lorenzo, 27 de octubre de 1590.
448 Ibid. Además de darle instrucciones, el Rey aprovecha el envío para adjuntarle al gobernador un
traslado de la carta que con esa misma fecha ha remitido a los jurados de la ciudad.
449 Ibid., 56
vto.
450 En cartas posteriores el Rey volverá a recordar a la ciudad la importancia de abonar los salarios de
forma puntual. Un ejemplo de ello en la carta remitida desde Valladolid el 13 julio 1592. Ibid., fol. 67.
451 San Lorenzo, 27 de octubre de 1590. Ibid., fol. 56.
C) La designación de Melchor Pérez de Vivero como veedor de las obras
Apenas unos meses después de que dieran comienzo las obras, Felipe II volverá a
demostrar hasta qué punto la construcción del pantano es un asunto que le preocupa y
en el que, en consecuencia, no está dispuesto a que nada pueda desarrollarse fuera de los
cauces reglamentarios. Pese a que es la ciudad la que ha de correr con los gastos de la
construcción de la presa, aquélla es una obra de la Monarquía, autorizada por él,
informada por sus ingenieros y dirigida por uno de éstos. Por otro lado, durante los años
en que las obras estuvieron interrumpidas, Felipe II ha sido cumplidamente informado
de los males que aquejaban a la administración alicantina, en la que las corruptelas y los
intereses enfrentados de sus oficiales, habían sido un serio obstáculo para retomar las
obras de la pared del pantano.
Por ello y teniendo en cuenta el carácter receloso del Monarca, no es de extrañar
que a comienzos de 1591 el Rey decidiera designar un contador-veedor que fiscalizara y
controlara lo que se gastaba en la fábrica del pantano y con qué fin y salario452
. El
nombramiento de este oficial, especialmente designado por Felipe II, dio lugar al envío
de una serie de cartas; primero desde la Corte a Orihuela y después desde la capital de la
gobernación a la ciudad de Alicante453
. En las primeras, y siguiendo su proceder
habitual, Felipe II, por un lado, informa oficialmente de su decisión al Gobernador y le
da instrucciones al respecto454
; por otro lado, se dirige a los jurados de la Ciudad
comunicándoles escuetamente el nombramiento del veedor y pidiéndoles que le hagan
caso en todo, tanto al recién designado como al Gobernador. En cuanto a las remitidas a
los jurados alicantinos, resultan especialmente interesantes por las prevenciones en ellas
contenidas y por la enérgica conminación a acatar la decisión de Felipe II.
En esta ocasión no será el propio gobernador el que se desplace desde Orihuela a
Alicante a informar al consell alicantino, sino que, en su nombre, lo hará Juan
Fernández de Mesa455
. En una sesión celebrada el 20 de febrero de 1591456
, en presencia
del justicia, dos jurados y el escribano de sala, Fernández de Mesa informa al gobierno
municipal de Alicante que, por orden del Gobernador, les hace entrega de una carta
452
ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc 1/1, fol. 60 in fine. Respecto a la conveniencia de designar
una persona próxima al Monarca para la administración económica de la obra, hay que hacer notar que
antes incluso de adoptar la decisión de retomar las obras, el propio Consejo de Aragón había informado al
Monarca del sentir unánime que en el seno del mismo existía respecto a lo inconveniente de que entregar
a la Ciudad “los dineros que se han de dar para hazer esta obra”, estimando el Consejo la necesidad de
“que aya persona de confiança puesta por manos de Su Majestad que los vaya dando como se fueren
gastando” [s.f.]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/24.
453 Ambas misivas, suscritas por Felipe II, están fechadas en Madrid el 4 de enero de 1591. ACA, Consejo
de Aragón, leg. 635, doc 1/1, fols. 60 y 64.
454 Y nuevamente en esta ocasión, antes de estampar su firma en la carta, el Rey pide al gobernador le
informe de todo “porque quiero entender”. Madrid, 24 de enero de 1591. Ibid., fol. 65vto
.
455 Según consta en los documentos éste actuará en calidad de “cavaller subrogat de gobernador”.
456 La reunión se desarrollará en “en lo archiu nou de la sala nova”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635,
doc 1/1, fol. 60.
sellada con las armas reales de Su Majestad. Dicha carta contiene la notificación a la
Ciudad por parte del Rey del nombramiento del veedor. Acto seguido, el enviado del
gobernador orcelitano entrega al justicia y jurados una segunda carta457
en la que Álvaro
Vique informa a los munícipes alicantinos del deseo de Felipe II de que una persona
esté a cargo de las cuentas de la obra del pantano y que para tal cometido y en calidad
de veedor-contador ha designado a Melchor Pérez de Vivero, con un salario de 6 reales
diarios y 150 ducados al año “para llevar el libro”458
. Y sabedor de las suspicacias459
que el nombramiento podía desencadenar en el seno del consejo, al tiempo que les pide
que devuelvan la carta a la gobernación “con toma de razón”460
, les advierte:
sin que en ello haya réplica pues no la puede haver ya en nada de esto, sino obedecer
a Su Majestad […] advierto que no se dé lugar a pláticas escusadas como ya tengo
avisado, sino que se haga en la hora lo que Su Majestad manda, favoreciendo al
dicho vehedor y contador en todo461
.
Fernández de Mesa dio lectura también a la carta que Felipe II había remitido al
gobernador Vique. En ella el Monarca vuelve a recalcar como quiere que se paguen los
gastos de la fábrica del pantano462
y explica las razones por las que ha designado
contador-veedor a Pérez de Vivero. Su deseo es que este oficial haga la cuenta y razón
necesaria para descargo de la ciudad, con el fin de que, cuando llegue el momento en
que aquélla deba ser resarcida de las cantidades invertidas en la fábrica del pantano haya
claridad y certeza de todo ello463
. El Rey señala también las funciones que
corresponderán al veedor-contador: custodiar y llevar al día el libro en el que se
anotarán los pagos que la ciudad fuere realizando464
, conforme a las instrucciones que el
457
Orihuela, 18 de febrero de 1591. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc 1/1, fol. 62.
458 Dicho salario, según las indicaciones del gobernador, deberán abonárselo desde el 8 de febrero, pues
según ha dispuesto Felipe II, los días transcurridos desde la salida de la corte del veedor hasta su llegada
primero a Orihuela y luego a Alicante, deben computarse también en favor del veedor. He aquí un detalle
más de la minuciosidad con que el monarca procedía en todos aquellos asuntos que pasaban por sus
manos.
459 A esta cuestión ya se refirió Alberola Romá para quién el nombramiento del veedor “provocó
disgustos entre ciertas capas sociales; disgustos interpretados como lógicos por el rey debido a la
imposibilidad de que personas ajenas a la empresa pudieran aprovecharse del dinero destinado al
pantano”. ALBEROLA ROMÁ, El pantano de…, 2ª ed., p. 39.
460 En este punto el gobernador se muestra especialmente duro con las autoridades alicantinas, a quienes
en previsión de que no quieran acusar recibo de su carta les dice textualmente: “yo no explico crehencias,
sino con las cartas en la mano, que es lo que haze al caso”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc 1/1,
fol. 63.
461 Ibid., fols. 62
vto y 63.
462 El monarca insiste en lo ya dicho en 1590: que la ciudad adelante el dinero y posteriormente, de lo que
la regia corte recibiría del nuevo riego, mandará que a Alicante se restituya de todo lo pagado por razón
de la fábrica del pantano. Ibid., fol. 64.
463 Ibid.
464 A los maestros destajistas, al ingeniero Antonelli, al alguacil y al propio Melchor Pérez de Vivero.
propio Monarca le transmitirá en documento aparte, según lo acordado por la Junta del
Patrimonio465
.
En cualquier caso, Felipe II siguió prestando atención a la administración
económica de las obras y, de tanto en tanto, daba instrucciones a los jurados alicantinos
sobre cómo debían proceder. Un ejemplo de ello es el mandato incluido en una carta
remitida a la ciudad en marzo de 1591 y en la que el Monarca, entre otras cosas,
recordaba a los jurados la obligación de emplear las sobras de sus rentas y propios en
gastos derivados de la fábrica del pantano y no en otra cosa466
.
En julio de 1592, cuando habían transcurrido ya 20 meses desde la reanudación de
las obras, la ciudad precisó de una nueva licencia real para poder obtener otros 10.000
ducados a censo467
. El Rey accedió a concederla sin oponer ningún reparo, si bien indica
a los jurados que deben cargar los censos de 2.000 en 2.000 ducados, debiendo tomar
razón de todo ello el veedor468
. Dichos censos deberán documentarse en tantas
escrituras como sea necesario, quedando hipotecados y afectos a la liquidación de
aquellos todos los bienes propios, así como las rentas y derechos pertenecientes a la
ciudad469
.
También por estas fechas, el gobernador Vique se vio obligado a comunicar al Rey
que los maestros de la obra habían solicitado un aumento en sus emolumentos470
. Felipe
II fiel a su forma de proceder, responderá a Vique que atenderá la petición de los
maestros si de las cuentas del veedor se deduce que es procedente atender la petición de
los maestros. Una vez más, el Monarca da muestras de hasta qué punto concibe la
administración de las obras como una máquina compleja en la que cada pieza, cada
engranaje y cada resorte desempeña una concreta función y en la que sólo el
funcionamiento armónico de todas ellas podrá dar lugar al resultado esperado.
En noviembre de 1593, posteriormente al cierre de la presa, el Monarca autorizará a
la ciudad de Alicante, a través del gobernador Vique, a seguir tomando cantidades a
465
Ibid., fol. 65vto
.
466 Ibid., fol. 66
vto. Madrid, 10 de marzo de 1591. Este mismo mandato, lo volvió a formular el monarca
un año después, en carta remitida a los jurados desde Valladolid el 13 julio 1592. Ibid. fol. 67.
467 En la carta en que el monarca comunicó a los jurados alicantinos que les autorizaba para poder tomar a
censo sobre los propios bienes y hacienda de la ciudad, les indicaba que podían tomar las cantidades
necesarias “de qualesquiera personas, monasterios, collegios y universidades la cantidad de 10.000
ducados, moneda real de Valençia al precio y fuero que os podréis consertaros con las personas de quien
lo tomareis a çensal”. Dichas palabras están, de alguna manera, señalando algunos de los censualistas
habituales de la época. Por otra parte, en esta misma carta el Rey otorgó a la ciudad el poder y facultad
requeridos para que pudieran otorgar las escrituras en las que debían documentarse los censos. Todo ello
evidencia las facultades limitadas del poder local de la época y el control que, especialmente en materia
hacendística, ejercía la Corona sobre los municipios. Ibid., fol. 69.
468 Valladolid, 13 de julio de 1592. Ibid., fol. 67
vto.
469 Ibid., fol. 69.
470 De la contestación remitida por Felipe II al gobernador de Orihuela, fechada el 9 de agosto de 1592, se
deduce que la petición de los maestros debieron efectuarla entre junio y julio de dicho año.
censo, de 2.000 en 2.000 ducados471
, a fin de poder levantar la pared hasta los 200
palmos de altura472
. El Rey concede dicha autorización en el bien entendido de que,
según la información de la que él dispone, bastarán 6.000 ducados para concluir la obra,
dejándola en 200 palmos de alto, altura suficiente para embalsar agua que permita el
riego de toda la huerta473
. Y vuelve a expresar su compromiso de restituir a la ciudad
con “los primeros aprovechamientos que entraran en mi regia corte del riego del dicho
pantano”474
rubricándolo “con esta mi auctoridad y decreto real”475
.
En diciembre de 1594, tras haber ordenado igualar y rematar la pared476
, Felipe II
dará instrucciones al gobernador de Orihuela acerca del modo en que se ha de financiar
el remate de la obra. En primer lugar, le indica que si con la cantidad que resta por
gastar de los últimos 6.000 ducados, no basta para igualar la pared, la ciudad deberá
abonar lo que reste del sobrante de sus rentas, sin que pueda contraer nuevos censos477
.
En segundo lugar y a fin de reducir gastos, el Rey indica al Gobernador que para el
remate de la obra no es necesario que asista el ingeniero Cristóbal Antonelli, por lo que
no debe abonársele cantidad alguna478
. Finalmente determina los salarios que deben
percibir el veedor y el alguacil. Respecto del primero, le dice al Gobernador que una vez
rematadas las obras ha de quedar con 400 libras del salario correspondiente a la alcaidía
del pantano479
. En cuanto al segundo480
, el Monarca ordena se le pague su salario hasta
que las paletas queden debidamente instaladas y operativas481
.
2.3.2. Aspectos constructivos
471
El monarca puntualizará que dichas cantidades se tomarán “de los proprios de la ciudad lo que se
podrá y lo demás cargándolo a censo sobre los proprios y rentas della”. ACA, Consejo de Aragón, leg.
635, doc 1/1, fol. 72vto
.
472 Ibid., fol. 72
vto.
473 Ibid., fols. 72
vto. y 73.
474 Ibid., fol. 73.
475 Ibid.
476 Ibid., fol. 75
vto.
477 Ibid., fol. 76.
478 Ibid., fol. 76.
479 En marzo de 1594 Melchor Pérez de Vivero, hijo del que hasta su fallecimiento había sido veedor y
contador de las obras del pantano (de igual nombre que su hijo), había obtenido el nombramiento de
contador veedor y el de alcaide del pantano. En la propuesta de nombramiento que el Consejo de Aragón
elevó a Felipe II (y que éste aprobó sin variar nada) a Pérez de Vivero (hijo) se le asignó un salario de
500 libras anuales “por ambas ocupaciones” (contador-veedor y alcaide), que quedaría reducido a 400
libras una vez finalizada la obra del pantano, momento a partir del que desempeñaría únicamente el
alcaidado del mismo. ACA, Consejo de Aragón, leg. 639, doc. 7/1.
480 En este documento consta que se apellidaba Miralles. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc 1/1, fol.
76vto
.
481 Ibid.
En mayo de 1590, Felipe II se dirigirá por carta482
a Cristóbal Antonelli
comunicándole su decisión de que asista a la fábrica del pantano, con el salario que le
será señalado y abonado por la ciudad. El Rey le explica que ha dado orden a la ciudad
de que la obra se lleve a cabo de acuerdo con la opinión técnica que dieron Jorge Fratin,
Bautista Antonelli y él mismo, y le hace saber que espera de él una actuación diligente,
a fin de que la obra se ejecute con la perfección necesaria para su perpetuidad.
Finalmente y empleando una fórmula muy similar a la insertada en la carta que dirigió a
los jurados de la ciudad, el Rey se despide de Antonelli pidiéndole que le informe
puntualmente de la marcha de las obras483
.
Unos meses después, en octubre, y estando las obras ya adjudicadas, Felipe II dará
muestra, una vez más, de hasta qué punto está dispuesto a supervisar todos los aspectos
de la obra del pantano. En carta dirigida al gobernador Vique, el Monarca, tras indicarle
el salario que estimaba debía abonársele al ingeniero Antonelli, le puntualizará:
Que Antonelli no solo a de asistir en la fábrica sino que tanbién no se aparte un punto
de ver cómo se hacen los materiales para que con su asistencia ordinaria sean tales y
tan buenos como se debe pues en ellos principalmente consiste la bondad y perfiction
de la obra y así se les ha de pagar su salario en todos los meses del año como es
razón […] para que todos cumplan con su obligación.
En escritos posteriores el Monarca volverá a insistir al Gobernador cuán importante
considera que Antonelli asista en todo momento a la obra. Así, en carta de 27 de
octubre484
le dirá que vele en todo momento para que tanto los maestros, como
Antonelli y su alguacil cumplan con sus cometidos, sin permitirles ningún tipo de
ausencias.
A) En la presa
Una vez cumplidos los trámites anteriores, el 7 de noviembre de 1590485
dieron
comienzo los trabajos en la presa, reanudándose las obras que habían quedado
interrumpidas 9 años antes. Tal día, y con ocasión de reemprenderse los trabajos,
asistieron el justicia y los jurados de la ciudad, circunstancia que satisfizo a Felipe II
según expresó a los mismos en carta de 24 de noviembre: “y fue muy bien que os
482
Ibid., fol. 55.
483 Ibid., fol. 55.
484 Sant Lorenzo, 27 de octubre de 1590. Ibid., fols. 56
vto y 57.
485 De tal circunstancia fue informado Felipe II por los jurados de la ciudad mediante carta de 9 de
noviembre, según consta en la respuesta remitida por el propio Monarca desde El Pardo, el 24 de
noviembre de 1590. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc 1/1, fol. 60.
hallaseis presentes para dar más calor a la obra por ser tan necessaria para el bien
universal de esa mi ciudad”486
.
Durante las obras, Felipe II se dirigirá en alguna ocasión a los jurados de la ciudad
a fin de darles alguna indicación precisa sobre el modo en que debían ejecutarse
aquéllas. Así por ejemplo, en marzo de 1591 les escribe para recordarles que conviene
que la obra se concluya en el menor plazo de tiempo, por lo que estima necesario que
acudan a trabajar, particularmente en verano, el mayor número de personas, a las que se
abonará lo que corresponda, pues de lo contrario los maestros no podrán acabar la obra
a tiempo487
.
En abril de 1593488
, según informan Pérez de Vivero y Antonelli489
al Monarca, la
pared de la presa ha alcanzado ya los 140 palmos y estiman que a fines de junio estará
sobre los 160 palmos de altura490
. Una altura más que suficiente para empezar a pensar
en cerrar la presa y que ésta empiece a embalsar agua, si bien en su escrito manifiestan
que su deseo es levantar la pared hasta los 200 palmos de alto. Con esta opinión
coincide también el gobernador Vique, y así se lo manifiesta a Felipe II, proponiéndole
mande cerrar el pantano a fin de poder aprovechar las aguas de avenida que a finales del
verano y en la estación otoñal491
suelen afluir a la cuenca del Monnegre492
. Unos y otros
estiman que el cierre de la presa no resultará perjudicial para la obra, ni dificultará en
exceso el desarrollo de la misma493
.
486
Ibid. El Rey, al tiempo que les expresa su satisfacción por su presencia en dicho día, les pide que
ayuden y colaboren en todo lo que puedan durante el resto de las obras, en cuanto que máximos
representantes de la ciudad.
487 Madrid, 10 de marzo de 1591. Ibid., fol. 66.
488 [Madrid], 20 de junio de 1593. ACA, Consejo de Aragón, leg. 651, doc. 44/2.
489 En un dibujo fechado el 22 de mayo de 1593 Antonelli hizo constar que en esa fecha la pared estaba
levantada 148 palmos. ADC, FONDO VILLAFRANQUEZA, CIRIÑUELA, CIRAT, Dibujos y Planos, caja 21.
490 Teniendo en cuenta que 1 palmo equivale a 23 cm, la altura que los responsables de la obra estimaban
alcanzaría la pared a finales de junio de 1593 estaría próxima a los 37 m.
491 “Convendría çerrarla luego para que en las avenidas que en los meses de agosto y setiembre son
ciertas en aquella tierra se incha, y el año que viene se goze del benefficio de esta agua, que será en el
crecimiento de los diezmos de más de ocho o diez mil ducados y al respecto de esto la utilidad de los
heredados en la huerta”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 651, doc. 44/2.
492 Alicante, 20 de junio de 1593. Ibid.
493 Así lo manifiestan en las cartas remitidas a la corte el 20 y 22 de abril: “[…] y que el estar lleno no
impidirá que la obra passe adelante hasta los duzientos palmos; y será poco lo que se gastará más en
ella, porque la piedra y cal la sacarán de partes superiores a la obra, y el agua la tendrán más a la
mano, y assí la arena solo les caerá más lexos”. Ibid. A través de una carta remitida por el Rey al
gobernador Vique el 21 de julio, queda constancia de que el cierre de la presa conllevaría también el gasto
de construir “en lo alto algunas casas para recojerse los offiçiales”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635,
doc 1/1, fol. 69vto
. Respecto al lugar donde se obtenían piedra y cal para la obra, efectivamente, tal y
como indica la documentación, tanto la cantera para la extracción de la materia prima con la que se
tallaban los sillares, como las caleras u hornos de cal, se localizan a mayor altura que la presa, en la
margen derecha de la pared del pantano e inmediatas a la misma. Así se pudo comprobar en las visitas de
campo realizadas al pantano de Tibi en febrero y junio de 2015. A este respecto fueron de gran utilidad
La propuesta anterior pasó por el Consejo de Aragón el 20 de junio. Los
consejeros494
informaron favorablemente la misma manifestando al Monarca que su
parecer coincidía con el del veedor, ingeniero y Gobernador, por lo que entendían
procedente que Felipe II, a través del gobernador Vique495
, diera orden de ejecutar la
propuesta496
.
Pero, como era habitual, el Rey se mostró más cauto en su proceder y entendió que
antes de dar la orden de cerrar el pantano era necesario asegurarse de que tal decisión no
iba a suponer daño a una obra que se hallaba todavía fresca. En tal sentido, en la
portadilla del documento que le fue remitido por el Consejo de Aragón, Felipe II anotó:
está bien lo que parece, pero mírese en que no se hincha el pantano más de dos partes
las tres que agora tiene el muro, pues con el agua que se recogiere se podrá regar
más seguramente el año que viene, y sin peligro de derribar la obra que está rezien
hecha, si se hinchiesse todo497
.
Mediante carta de 21 de julio de 1593 Felipe II manifestará al gobernador Vique498
que, tras haber escuchado el parecer de los técnicos y viendo que el suyo también era
coincidente con el de aquellos, estimaba pertinente proceder al cierre del pantano499
. Si
bien, le encarga expresamente que vele para que en ningún caso el agua embalsada
llegue a superar las dos terceras partes de la altura de la pared. El Rey deja claro que el
objetivo de cerrar la presa ha de ser asegurar el riego de la huerta para el próximo año,
pero sin que ello suponga peligro alguno para la fábrica500
. El cierre de la paleta se llevó
a cabo el 13 de octubre de 1593501
.
las indicaciones proporcionadas por el arquitecto e investigador de la historia alicantina Màrius Bevià
Garcia.
494 Suscriben el parecer Frigola, vicecanciller; Terça, Quintana, Batista, Covarrubias y Pueyo, regentes.
ACA, Consejo de Aragón, leg. 651, doc. 44/2.
495 Según consta en el parecer emitido por el Consejo de Aragón, en ese momento (junio de 1593) el
gobernador Vique se hallaba en la corte, donde llevaba ya cuatro meses. Los consejeros estiman que el
gobernador ha sobrepasado la licencia de 2 meses que le fue concedida para permanecer en Madrid y
piden al Rey que “le despachen sin dilación por la falta notable que haze al govierno de Orihuela y su
tierra y a la obra del pantano, y con su asistencia estarán ambas cosas [la gobernación y el pantano] a
tan buen recaudo como conviene al servicio de Vuestra Magestad”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 651,
doc. 44/2.
496 Ibid.
497 Ibid.
498 En la misma fecha, el Rey escribirá a los jurados de la Ciudad participándoles que ha ordenado al
gobernador que se proceda al cierre del pantano. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc 1/1, fols. 71 y
72.
499 “Hos mando que en reçibiendo esta os partáis a dar orden en que para el dicho tiempo se sierre el
pantano y se recojan las avenidas sin que por esta pare la prosecuçion de la obra antes bien daréis
mucha prissa a ella”. Ibid., fol. 70.
500 Ibid.
501 Ibid., fol. 72.
También por estas fechas502
y respecto al modo en que debía darse salida al agua a
través de la pared del pantano, el ingeniero Antonelli realizará una propuesta que
plasmó en uno de los muchos dibujos y planos que realizó tras hacerse cargo de la obra.
Según ésta, la toma por la que se ha de dar salida al “agua para el riego”, se situaría a
100 palmos de alto503
.
Un año después, en abril de 1594, Felipe II se muestra conforme y así se lo
manifiesta a las autoridades alicantinas, con que a los maestros destajistas de la fábrica
del pantano se les exija el cumplimiento del destajo, sin entregarles más dinero de aquél
por el que se obligaron a acabar las obras504
.
El 26 de noviembre el gobernador de Orihuela escribe a Felipe II para expresarle su
parecer, con el que concuerdan el del baile, el veedor y el ingeniero del pantano,
respecto a la conveniencia de proceder al remate de la obra. Según le participa Vique, la
pared tiene en ese momento 190 palmos de altura, contando la obra vieja empezada por
la ciudad y la construida sobre ésta a partir de noviembre de 1590. Esa altura, según
estima el Gobernador, es suficiente para embalsar la cantidad de agua necesaria para
regar la Huerta de Alicante, por lo que considera conviene evitar los gastos que
importarían las obras necesarias para subir más la pared505
.
Poco después, el 18 de diciembre506
, el Rey contestó al Gobernador haciéndole
saber que tras considerar lo que le manifestó en su carta, ha resuelto ordenarle que
mande igualar la pared del pantano y proceder al remate de la misma507
. Además el
Monarca indica al Gobernador que al tiempo que se remata la obra, se ha de proceder a
reparar los daños sufridos por la pared, justo donde están instaladas las paletas508
. Y
expresamente le encarga que vele para que
el remate y el reparo de las paletas se haga como es menester para su perpetuidad y
que a los lados de las peñas queden desaguaderos para que si se ynchere la presa no
salte el agua por ensima de la pared, porque sería de tan grande deño como se dexa
considerar509
.
502
22 de mayo de 1593. ADC, FONDO VILLAFRANQUEZA, CIRIÑUELA, CIRAT, Dibujos y Planos, caja 21.
503 El hecho de que Antonelli emplee la expresión “acequia por la qual se ha de tomar el agua”, nos lleva
a pensar en una posible utilización de la antigua Acequia de los Enamorados, situada en la margen
derecha del estrecho de Tibi, para canalizar el agua embalsada y evitar que, al salir del pantano, se
confundiera con el agua viva o manantial.
504 4 de abril de 1596. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc 1/1, fol. 74.
505 Ibid., fol. 75
vto.
506 Madrid, 18 de diciembre de 1594. Ibid., fols. 75 y ss.
507 Ibid.
508 Ibid. Se trata de un desperfecto del que la documentación consultada no aporta más información.
509 Ibid., fol. 76. En la necesidad de dotar al pantano de un aliviadero superior ya había reparado Pedro
Izquierdo, quien en uno de los memoriales que remitió a Felipe II afirmaba: “Y donde quiera que parare
B) Ampliación y mejora de la red de distribución
En cuanto a la conveniencia de construir acequias nuevas en la huerta para la
distribución del agua embalsada, el Consejo de Aragón estima que, de momento, no se
han de construir acequias nuevas510
. Parecer que poco después, mediante carta de 21 de
julio de 1593, Felipe II hará suyo y así se lo transmitirá al gobernador Vique: “no se han
de abrir cequias nuevas sino aprovecharse de las que están abiertas”511
. En una misiva
posterior512
, dirigida a los jurados de la Ciudad, el Rey concretará un poco más este
mandato:
También os encargo que aperçibais y hagáis reparar el asut y hazer los partidores
donde con vendrá tomar el agua y reformar en las sequias lo que el dicho gobernador
os advertirá que es menester para el buen riego de essa huerta513
.
En su carta al Gobernador y en relación al reparo a efectuar en el azud y acequias,
el Monarca indica que, después de oir a Pedro Izquierdo, hable con los jurados de la
Ciudad, de manera que se provea lo necesario para el buen riego514
.
En abril de 1594515
, el Rey vuelve a escribir al justicia y jurados alicantinos a
propósito de las obras a efectuar en la Huerta de Alicante, a fin de lograr una óptima
distribución del agua embalsada. En esta ocasión, y tras haber escuchado a los síndicos
de la ciudad516
, Felipe II les hace saber que respecto del partidor del Conchel, reparo de
azud y acequias, medición de las tierras a regar, reparto del agua y los que de ello se
ocupan, ha dado instrucciones precisas al gobernador Vique, a quien pide den entero
crédito517
.
la obra se ha de hazer un ladrón arriba porque no caiga el agua por ensima la obra que sería causarle
perjuicio”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/18.
510 Madrid, 20 de junio de 1593. ACA, Consejo de Aragón, leg. 651, doc. 44/2.
511 ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc 1/1, fol. 70
vto.
512 El Pardo, 10 de noviembre de 1593. Ibid., fols. 72 a 73
vto.
513 Ibid., fol. 73
vto.
514 Carta de Felipe II al Gobernador de Orihuela. 20 de noviembre de 1593. AHMA, Armario 5, Libro
57, fols. 246/7.
515 ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc 1/1, fol. 74.
516 Nicolás Iváñez, jurado y síndico y Juan de Montoya, síndico. Ibid.
517 Ibid., fol. 74. En efecto, en una de las misivas que el Rey dirige a Vique, alude a las indicaciones que
tiempo atrás le había proporcionado Pedro Izquierdo sobre el “redreço de las cequias y abertura del
partidor del Conchel”, indicando que después de haber escuchado lo que los síndicos de la ciudad “han
apuntado sobre el partidor de el Conchel y el reparo del Açut i çequias”, le devolvía las relaciones y
memoriales que uno y otros le habían remitido. En relación a esta cuestión, le ordena “que con parecer
del ingeniero y veedor y contador y de las demás personas que serán de propósito para el bien del
negocio prosigais y llevéis adelante medir las tierras y repartir el agua y hazer el partidor y reparar el
açut y cequias con la atención entereza y verdad que la calidad del negocio requiere […]”. Carta de
Felipe II al Gobernador de Orihuela. Madrid, abril de 1594. AHMA, Armario 5, Libro 57, fol. 244.
2.4. LA PUESTA EN SERVICIO DE LA PRESA EN 1593 Y POSTERIORES MEDIDAS DE CONTROL
Y MANTENIMIENTO
Una vez obtenido el permiso real por parte de Felipe II, el 13 de octubre de 1593 se
procedió al cierre de la presa518
. Bastaron sólo tres días para que el agua embalsada
llegara a los 40 palmos519
. La noticia fue motivo de satisfacción para Felipe II, que
mediante carta de 10 de noviembre dirigida a los jurados de la ciudad, así lo
manifestó520
. La pared, que en ese momento superaba ya los 140 palmos de alto, siguió
levantándose bajo la dirección de Antonelli. A comienzos de 1594, concretamente el 4
de enero de 1594, la presa tenía 149 palmos de alto y el agua embalsada, “como un
cristal y muy dulce y buena de beber”521
, alcanzaba los 60’5 palmos.
2.4.1. Nombramiento de oficiales para el gobierno y cuidado del pantano
Una preocupación constante de Felipe II en todo lo concerniente a la construcción y
entrada en servicio del pantano de Tibi, fue que en la administración de las obras se
observara en todo momento una actitud diligente. Y un extremado cuidado en el manejo
del dinero y su contabilidad.
Sin embargo, la rectitud y sobriedad con la que Felipe II supo regir los asuntos
relacionados con el pantano alicantino, quebraron en lo concerniente a la designación de
personas para cargos o en la provisión de oficios. En ese campo, el amiguismo, las redes
clientelares y las recomendaciones fueron los criterios seguidos la más de las veces. Así
ocurrió, entre otros, con los oficios de veedor-contador y alcaide del pantano, para cuya
provisión fueron elegidos miembros de la familia Pérez de Vivero522
. Sólo ello puede
explicar que Pedro Izquierdo, autor del proyecto original del pantano y hombre
experimentado en la materia523
, pese a sus reiteradas peticiones524
al Monarca, sus idas,
518
ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc 1/1, fol. 72.
519 Ibid.
520 Ibid., fol. 72
vto.
521 Carta de Ginés Miralles a Pedro Franqueza. Alicante, 4 de enero de 1594. ADC, Fondo
Villafranqueza, Ciriñuela, Cirat, caja 4.
522 Melchor Pérez de Vivero (padre) fue designado contador-veedor de las obras del pantano. A su muerte
le sustituyó su hijo Bautista Pérez de Vivero y, tras la renuncia de éste, le sustituyó su hermano Melchor
primero como contador-veedor y posteriormente como alcaide del pantano. ACA, Consejo de Aragón,
leg. 639, doc. 7/1.
523 Cuando llevaba doce años siguiendo de cerca la evolución de las obras, Izquierdo dirá al Rey: “con
todo mi juyzio y experiençia que tengo del agua y de semejantes obras, por averme criado toda mi vida y
exercitado en ello y he visto venir por mis ojos muchas y diverssas vezes el dicho río […]”. ACA,
Consejo de Aragón, doc. 635, leg. 1/17.
524 Algunas de ellas ciertamente dramáticas, como la que sigue: “Me avian sacado de mi cassa y de mi
assienda […] lo qual siendo yo pobre ombre con siete yjos y fuera de mis assiendas”. ACA, Consejo de
Aragón, leg. 635, doc. 1/20.
venidas y estancias en la Corte525
para informar personalmente a Felipe II y su más que
demostrada fidelidad para con la Corona526
, no consiguiera nunca un empleo en la
fábrica del pantano527
.
Entre las consecuencias de esta actitud de la Monarquía en la provisión de oficios,
estaba la de que algunos de ellos, como el de alcaide del pantano, no eran ejercidos
directamente por sus titulares, sino que éstos, mediante la oportuna licencia, los
arrendaban a terceros. Todo ello, lógicamente, tuvo consecuencias negativas en las
responsabilidades que eran confiadas a estas personas, muchas de las cuales carecían de
los conocimientos, pericia o preparación necesarias para desempeñar aquéllas.
A) Alcaide del pantano
Este oficio, según la descripción que del mismo se hace en la documentación de la
época, precisaba de al menos una persona que lo desempeñara presencialmente en el
pantano, con el fin de abrir y cerrar la paleta reguladora del mismo y desviar las malezas
que arrastraban las avenidas hasta la pared del pantano. El alcaide debía cuidar también
que las runas o tarquines no inutilizaran el pantano. Para todo ello se requería que la
persona que lo desempeñara tuviera cierta pericia, además de experiencia en la
materia528
.
El 30 de marzo de 1594, cuando el pantano llevaba ya unos meses embalsando agua
y las obras se hallaban próximas a concluir, el Consejo de Aragón informó
525
En uno de los escritos que Izquierdo remitió a Felipe II y en el que le pedía le concediera “la alcaydia
del estanque […] quando la dicha obra sea acabada y en el ínterin que la obra se acaba mande se me de
el bastimento”, le recordaba al Rey lo siguiente: “estoy en esta corte en esta vez siete meses”. ACA,
Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/29. Hay que tener en cuenta que el hecho de que la Corte no siempre
estuviera en Madrid, obligaron a Izquierdo, además de viajar a dicha villa, a desplazarse a Lisboa o a El
Escorial, entre otros sitios. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc. 1/29 y 1/32.
526 En sus memoriales e informes Izquierdo no dudó nunca en denunciar ante la Corona las corruptelas o
malas prácticas que rodearon la construcción del pantano, así como la existencia de intereses contrarios a
la ejecución de dicha obra entre las clases pudientes de la ciudad de Alicante. Un ejemplo de ello en:
ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/20.
527 Cuestión a la que ya aludió Camarero Casas et al.: “son numerosos los escritos que dirige [Izquierdo]
al rey pretendiendo obtener ayuda económica que compensara los gastos y el tiempo que invirtió en la
idea y proyecto del pantano, en los que consumió todos sus bienes, escritos que se suceden durante
muchos años, sin que se le concediera ningún tipo de ayuda”. CAMARERO CASAS et al., Tibi, un
pantano…, p. 29. Por uno de esos escritos, es posible conocer que Izquierdo solicitó a Felipe II le
concediera “la alcaydia del estanque” una vez concluida la obra y, entre tanto, se le diera “el bastimento
con quienientos ducados”, responsabilidad que ya había desempeñado en la primera etapa de las obras,
cuando éstas fueron ejecutadas por la Ciudad. Pedro Hizquierdo, suplica se le dé la Alcaydia del Pantano
quando esté acabado y entre tanto quinientos ducados [s.f.]. ACA, Consejo de Aragón, leg. 636, doc.
1/29. No obstante, la afirmación de Camarero ha de matizarse en el sentido de que según consta en alguno
de los escritos del propio Izquierdo remitidos al Rey, sí recibió alguna cantidad de dinero. Así se
desprende, por ejemplo, de la siguiente aseveración: “vuestra magestad me a hecho merced para ayuda
de costa de quatrocientos reales que a muchos días se me acabaron”. Ibid.
528 ACA, Consejo de Aragón, leg. 639, doc. 7/2.
favorablemente el nombramiento de Melchor Pérez de Vivero529
como alcaide del
pantano530
. Entre los méritos detallados por el Consejo estaban los de ser hijo y
hermano de los individuos531
que, hasta ese momento, habían desempeñado el oficio de
contador-veedor de las obras del pantano. A Pérez de Vivero se le señaló un salario
inicial de 500 libras, con el encargo de que mientras durase la obra y hasta su
conclusión debía simultanear el desempeño de los oficios de contador-veedor y alcaide
del pantano. Finalizada aquella, su salario sería de 400 libras532
. El nombramiento fue
ratificado por Felipe II en julio de 1594533
. Poco más de un año después, Pérez de
Vivero solicitó y obtuvo licencia para nombrar un teniente534
.
La ciudad no vio con buenos ojos este oficio, pues su alto salario535
debía ser
satisfecho con cargo a los diezmos novales, lo que conllevaba dejar de amortizar
anualmente 400 libras de las cantidades tomadas a censo para costear la obra536
.
529
Según reconoció años después el propio Consejo de Aragón al proponer la extinción del oficio de
alcaide del pantano, el acuerdo para la provisión de la alcaidía del pantano de Tibi lo había preparado el
Conde de Chinchón, en el marco de una Junta celebrada en su casa, a la que asistieron Barahona y Ferro.
Sesión del consejo de 22 de noviembre de 1598. ACA, Consejo de Aragón, leg. 864, doc. 290/1.
530 “Será necessario nombrar persona que asista en ella en nombre de Vuestra Magestad con título de
Alcayde. […] Paresce al Consejo que por haver servido muy bien su padre y que murió sirviendo el
officio, y que su hermano lo ha continuado con el mesmo cuidado y satisfaction, y que tiene suficiencia y
partes para el officio se le puede hazer merced del […]”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 639, doc. 7/1.
531 Del padre, Melchor Pérez de Vivero, el Consejo hizo constar que “asistió en la obra del principio
della y murió allí”. De su sucesor e hijo del anterior, Batista Pérez de Vivero, el Consejo explicó que
accedió al oficio, tras el fallecimiento de su padre y “con el fin de entretenerse allí mientras durasse la
obra para volverse después a continuar su professión de letrado”. De la labor –y entretenimiento– de éste
último, su hermano y sucesor en el puesto afirmó que la había desarrollado “con mucha satisfaction de los
ministros de Vuestra Magestad y benefficio y augmento del patrimonio Real”, méritos que el Consejo no
contradijo ni negó en ningún momento. ACA, Consejo de Aragón, leg. 639, doc. 7/1.
532 Según especifica el Consejo de Aragón en la propuesta de nombramiento que elevó a Felipe II el 30 de
marzo de 1594, hasta la designación de Melchor Pérez de Vivero (hijo) el oficio de contador-veedor
estaba remunerado con 370 libras anuales, por lo el salario fijado para aquél suponía un incremento de 30
libras. Ibid.
533 Privilegio otorgado en San Lorenzo de El Escorial el 22 de julio de 1594. ACA, Consejo de Aragón,
leg. 639, doc. 7/2.
534 Pérez de Vivero expuso en un memorial la conveniencia de que de dicho oficio se ocupara “alguna
persona natural que tenga experiencia de la manera del riego de aquella tierra”, alegando, además, que
su salario dependía de los frutos del nuevo riego “que al presente no los ay y assi no se le podrán pagar,
ni él tiene hazienda con que sustentarse”. Por todo ello solicitó se le diera licencia para nombrar a un
teniente a “satisfacción del governador de Origuela pagándole de su sueldo salario competente”. Su
petición fue informada por el Consejo de Aragón que estimó conveniente introducir una persona “de más
experiencia que Melchor Pérez”, si bien consideró que el nombramiento debía efectuarlo el propio
Consejo, como también el señalamiento del salario “se le huviere de dar y que se pague por cuenta de
Pérez”. Sobre la merced que suplica Melchor Perez de Vivero. Madrid, 29 octubre de 1595. ACA,
Consejo de Aragón, leg. 684, doc. 68.
535 En opinión de la ciudad el salario que le fue señalado a Pérez de Vivero era excesivo pues bastaban 60
ó 70 libras para el desempeño del oficio. El propio Consejo de Aragón reconoció que la causa de que se le
hubiera asignado un salario tan elevado se debía a que tanto él, como su padre y hermano “fueran
vassallos del Conde de Chinchón”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 639, doc. 7/2.
536 Así lo refería el síndico de la ciudad, Jayme Miguel Martorell, en escrito dirigido al monarca a finales
de 1598: “el haver señalado salario tan gruesso es en perjuhizio de la Ciudad de Alicante la qual ha
Además, Pérez de Vivero, según denunció la ciudad en 1598, había demostrado ser una
persona poco práctica en el oficio y escasamente diligente en su ejercicio, pues al poco
de ser nombrado obtuvo licencia para desempeñarlo mediante un teniente537
al que
abonaba 100 libras, mientras que él disfrutaba “de las otras trezientas estándose en la
Corte”538
.
Así las cosas, en noviembre de 1598, llegó al Consejo de Aragón un memorial
remitido por la ciudad de Alicante en el que solicitaban al rey la extinción del oficio y
salario de alcaide del pantano. Las autoridades alicantinas adujeron el perjuicio que
suponía para la ciudad abonar un salario tan alto y el escaso celo demostrado por Pérez
de Vivero en el desempeño de su oficio. El consejo, tras estudiar con detenimiento el
asunto, estimó justa la petición de la ciudad y propuso a Felipe III “se extinga la
provisión del dicho Melchior Pérez539
y de su Tiniente y el salario de las quatrozientas
libras”. El Rey accedió sin oponer reparo alguno540
.
Del poco celo demostrado por Pérez de Vivero y Vallebrera en el desempeño del
oficio de alcaide, sabemos por documentos posteriores en los que la ciudad se lamenta
de los tarquines (runa) acumulados en el vaso del pantano durante el tiempo en que los
anteriores ejercieron de alcaides de la presa541
.
B) Guardas del pantano
pagado de sus proprios todo lo que ha costado el dicho pantano que han sido más de cinquenta mil
ducados y se capituló con ella que los ha de cobrar de lo que rentaran a la Regia Corte los diezmos del
nuevo riego del dicho pantano”. Ibid.
537 Se trataba de Thomás Vallebrera, caballero, a quién el Consejo de Aragón, tras analizar las alegaciones
de la ciudad de Alicante solicitando la extinción del oficio de alcaide, estimó como persona poco
adecuada para ejercer dicha responsabilidad “porque el ministerio que de hazer es ageno de la profession
de caballero”. Ibid. De hecho, al poco de extinguirse el oficio de alcaide del pantano, Vallebrera pasó a
desempeñar el cargo de “governador de Novelda”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 864, doc. 290/1.
538 ACA, Consejo de Aragón, leg. 639, doc. 7/2.
539 Según consta en documentos adjuntos a la extinción del oficio de alcaide, Pérez de Vivero fue
recompensado “con una plaza de aposentador de la Casa de Aragón con trenta y nueve mil maravedís”.
ACA, Consejo de Aragón, leg. 639, doc. 7/3.
540 En la portadilla del documento el Rey escribió “lo que pareçe”. Hay que tener en cuenta que el
nombramiento de Pérez de Vivero había sido efectuado por Felipe II, que falleció el 13 de septiembre de
1598. Curiosamente el acuerdo de supresión del alcaidiado del pantano de Tibi se produjo el 22 de
noviembre, poco después de morir el rey Prudente. Ibid.
541 Escrito del síndico de la ciudad de Alicante, Miguel Urgel, al rey Felipe III [ca. 1605]. ACA, Consejo
de Aragón, leg. 864, doc. 290/1. En este documento Urgel hace constar que tanto Pérez de Vivero como
Vallebrera, tras recibir su nombramiento, dejaron de asistir al pantano para dedicarse a atender sus
respectivas haciendas y negocios. Por ello, exculpa de la acumulación de la runa a los guardas nombrados
posterioremente, quienes antes bien procuraron remediar el problema.
En la misma sesión en la que el Consejo de Aragón acordó proponer al Rey la
extinción del oficio de alcaide del pantano, los asistentes542
a la misma plantearon la
necesidad de que en la presa existiera una persona
que habra y cierre las paletas por donde se da el agua y que atienda al bien y
conservación de la fábrica y que en las ocasiones de avenidas desvíe las malesas que
traen consigo y prevenga otras cosas que convengan543
.
Según consta en la propuesta elevada a Felipe III, el consejo estimó pertinente
consultar al respecto al gobernador de Orihuela544
, quién, recibida la consulta, contestó
al Consejo que el maestro Juan de Torres, albañil y uno de los adjudicatarios de la obra
del pantano, podría desempeñar adecuadamente el oficio. El consejo aceptó la propuesta
del gobernador Vique, asignando a Torres 60 libras de salario545
. Sin embargo, el
nombramiento efectivo del guarda del pantano –y no de uno, sino de dos– no tendría
lugar hasta un año después.
En efecto, mediante Real Carta de 23 de diciembre de 1600546
, Felipe III ordenó a
la ciudad de Alicante que procedieran a nombrar dos guardas, dotados de salario e
instrucciones pertinentes. El Rey determina que en el pantano permanecerá siempre uno
de los dos guardias, considerando que solo con su asistencia permanente podrán evitarse
daños a la pared del pantano547
. De estas palabras queda claro que seis años después de
que Felipe II hubiera ordenado el cierre de la paleta del pantano y éste hubiera
empezado a embalsar agua, algunas cosas no estaban funcionando bien en la presa548
.
Merced a la información que ha ido recibiendo procedente de Alicante, el Rey es
consciente que, junto a la pericia de los guardas, es necesario también que el Derecho
regule y guíe su proceder. Por ello indica a la Ciudad que además de nombrar dos
guardas y asignarles un salario justo, deben proporcionarles instrucciones “de lo que
[…] habrán de hacer”549
. Respecto a dichas instrucciones, Felipe III dispone que
deberán tomar como modelo las normas que Francisco de Rocafull ordenó se hicieren
542
El vicecanciller Covarrubias, los regentes Batista, Guardiola, Clavero y el secretario accidental Sans.
Ibid.
543 Ibid.
544 El Consejo justifica dicha consulta en que el gobernador Vique había desempeñado la
superintendencia de la fábrica del pantano, cuya construcción se había llevado a cabo “por su cuidado y
industria”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 639, doc. 7/2.
545 Según consta en el acuerdo, el gobernador había manifestado al Consejo “que la ciudad de Alicante las
pagará sin cargarlas a cuenta” de la regia corte. Ibid.
546 ACA, Consejo de Aragón, leg. 864, doc. 290/2.
547 Ibid.
548 El monarca deja patente que en una obra en cuya perfección se habían invertido mucho tiempo y
dinero, debía procederse a nombrar cuanto antes personal competente que asistiera en la presa todos los
días. Ibid.
549 Ibid.
para el sobrestante, así como las que proporcionó sobre la reparación del pantano y
orden del riego550
.
Finalmente y como si a oídos suyos hubieren llegado rumores de que las
autoridades alicantinas deseaban proceder de otro modo respecto de las personas a cuyo
cuidado debía quedar el pantano, el Rey les dice:
no pareciesse al tiniente de governador y a vosotros que esto de los guardas se podría
escusar y en caso que las nombréis me informaréis luego o de lo que acordaredes
para que yo sepa como queda esto551
.
Y por último, Felipe III dirá a las autoridades alicantinas que aquel a quien
nombraren sobrestante o guarda, aunque sea propuesto por la ciudad “a de venir acá por
el título de su officio a lo qual le obligaréis para que le sirva con privilegio mio y no de
otra manera”552
.
Poco tiempo después de recibir la anterior carta553
, los jurados alicantinos proceden
a fijar el régimen jurídico y reglamentar el oficio de guarda del pantano554
. En primer
lugar establecen, conforme a lo determinado por el Monarca, que los guardas serán dos,
fijando para cada uno de ellos un salario de 50 libras anuales555
. La ciudad designó a
Luis Esquierdo556
y Hieroni Rodrigo557
, justificando la elección en ser ambos los sujetos
más hábiles para el desempeño del oficio, debiendo sujetarse en todo momento a los
capítulos e instrucciones que aprobara la ciudad, así como afianzar el cargo a
satisfacción de la ciudad. La designación efectiva la realizaría el Monarca mediante real
cédula558
. Unos años después, en 1605, fue necesario cubrir la vacante dejada por
550
Ibid.
551 Ibid.
552 Ibid.
553 Las autoridades alicantinas recibieron la real carta el 8 de enero de 1601. La aprobación de los
Capitols e instruccions del puesto de guarda del pantano tuvo lugar el 16 de marzo de 1601. ACA,
Consejo de Aragón, leg. 864, doc. 290/3.
554 En el documento se emplean indistintamente tres denominaciones para hacer referencia a este oficio:
guardes, sobrestants o fiels.
555 En el documento se estipula que el salario deberán percibirlo desde el 6 de febrero de 1601, en
atención a que desde esa fecha se hallaban ya desempeñando su oficio en la presa. ACA, Consejo de
Aragón, leg. 864, doc. 290/3.
556 Del que se hace constar su condición de hijo del primer tracista del pantano, Pedro Izquierdo [o
Esquerdo]. Ibid. El privilegio real otorgado por Felipe III en Buitrago el 14 de mayo de 1601 por el que es
designado para desempeñar el oficio en: ACA, Consejo de Aragón, leg. 864, doc. 290/4.
557 El privilegio real otorgado por Felipe III en Buitrago el 14 de mayo de 1601 por el que es designado
para desempeñar el oficio en: ACA, Consejo de Aragón, leg. 864, doc. 290/5.
558 Se trata de un documento menos solemene que la provisión empleado, entre otros fines, para
nombramientos. Sobre este tipo de documento real véase: HERNÁNDEZ GARCÍA, A., “Clasificación
diplomática de los documentos reales en la edad moderna”, Norba. Revista de historia [en línea],
Universidad de Extremadura: Servicio de Publicaciones, 1995, 15, pp. 179-182 [fecha de consulta: 26 de
mayo de 2018]. ISSN-e 0213-375X. Disponible en:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=241012
Rodrigo tras su fallecimiento, siendo designado por la ciudad y confirmado por Felipe
III Thomás Bernabé559
. En 1606 desempeñaron el oficio José Galvany y Francisco
Carbonell, importando su salario 150 libras560
.
En caso de incumplimiento los jurados estaban facultados para sancionarlos e
incluso destituirlos, si bien, al ser un oficio de provisión real, debían previamente
recabar el beneplácito de la Corona.
En los capítulos se estipulaban las obligaciones efectivas del oficio, a saber:
obligación de permanecer siempre uno de los dos guardas en el pantano; abrir la paleta
de la bóveda mayor de la presa a su costa, así como sustentar el andador de dicha
bóveda; dar el agua a voluntad de los jurados y de modo tal que no resulte daño para la
fábrica; tener limpio el pantano y retirar de él la maleza561
arrastrada por las avenidas.
Para realizar esta última tarea deberán servirse de la barca existente en el pantano, cuyo
mantenimiento tendrán a su costa. Finalmente se establece una obligación cuyo
cometido debían desarrollar fuera del pantano, a saber, mantener los caminos “de la
Creu” y el “camí del pantano”, de forma que puedan transitar por ellos personas y
animales.
C) Primeras averías y reparaciones efectuadas en el pantano
La primera noticia referente a una avería o desperfecto observado en el pantano
data de septiembre de 1597562
. Las autoridades alicantinas habían recibido orden de
Felipe II563
de proceder a cancelar las fianzas prestadas por los maestros canteros
adjudicatarios de las obras del pantano, sin embargo, y dados los problemas observados
en la presa, antes de devolver las fianzas estiman conveniente escribir al Rey e
informarle de los problemas surgidos. Según el relato de los jurados, tras un periodo de
lluvias intensas el pantano se había llenado por completo y como consecuencia de las
avenidas generadas por estos episodios lluviosos, la pared sufrió diversos daños564
. Los
559
Real Sitio de Ventosilla, 8 de febrero de 1605. AHMA, Otros, 102-1-121/0.
560 Así consta en un documento otorgado por Felipe III en Valencia, el 17 de marzo de 1606. Regestado y
referenciado en: PÉREZ MARTÍNEZ, “Los pergaminos de…”, p. 278.
561 En el texto de los capítulos se especifica que deberán retirar la “brossa, maderes y altres maleses que
son portar dita aygua ab les avengudes”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 864, doc. 290/3.
562 ACA, Consejo de Aragón, leg. 703, doc. 40/3. El documento en el que se hace referencia a ella es la
respuesta enviada por el justicia y los jurados de Alicante a sendas cartas de Felipe II de 7 de junio y 23
de julio de 1597, en las que el monarca les ordenaba procedieran a cancelar y devolver las fianzas que en
su día habían depositado los maestros canteros encargados de la construcción del pantano, Joan Torres y
Gaspar Viçent. El documento remitido por los alicantinos está fechado el 20 de septiembre de 1597 y lo
suscriben Bernat Mingot, justiçia en lo civil y criminal; Françes Borgoño, Guillem Pasqual de Guillem y
Jaume Miquel Martorell, jurats.
563 Real Cédula de 7 de junio de 1597, a la que se alude en: ACA, Consejo de Aragón, leg. 703, doc. 40/2.
564 En cuanto a la intensidad de las lluvias y la entidad de la avenida resultante de las mismas, está
documentada con bastante detalle la crecida del río Monnegre ocurrida el 9 de septiembre de 1597
[Figura 38]. Efectivamente, según consta asentado en el Llibre de la Confraria de Nostra Senyora de
desperfectos afectaban a la paleta principal, que quedó cegada565
, así como a la propia
fábrica, de la que se habían desprendido gran cantidad de sillares566
. En cualquier caso
la orden de Felipe II fue terminante y ordenó a los jurados alicantinos que sin que
pudieran mediar más excusas procedieran a cancelar y devolver dichas fianzas567
. No
hay constancia de que en el pantano se efectuaran reparaciones.
El 13 de septiembre de 1600, Felipe III recibió sendas cartas remitidas por los
jurados alicantinos y el gobernador Vique en las que le informaban de varias
reparaciones que resultaba preciso llevar a cabo en la pared del pantano568
. A la vista de
ellas, el Rey569
consideró que era necesario proceder a reparar el pantano con el fin de
evitar que los desperfectos terminen por arruinar la fábrica570
. Y así mismo que debía
Loreto de Mutxamel, dicho día “fou tanta la pluja que iagué, que vengué lo Riu tan gros quan jamai ses
vist, i fou tanta la aiguaduit que entrà per la Séquia Maior, dita del Consell, que inundava tota la Horta”.
Como consecuencia de dicha avenida y según consta en dicho libro se produjeron desperfectos en las
inmediaciones del azud de Mutxamel: “sussei que hu dels pars de la séquia al principi desta, caigué i
tapà la Séquia; la forsa de la aigua rompe la sèquia per la part del riu, prop del Asut, paret que tenia de
gros de cal i canto, lo mes prim de sinc pams, i lo mes gros de set pams”. Archivo Parroquial de
Mutxamel, Llibre de la Confraria de Nostra Senyora de Loreto de Mutxamel, fol. 173. Transcrito en:
BROTONS BOIX y LLORENS ORTUÑO, Estudi del llibre…, p. 186.
565 Un problema que Pedro Izquierdo, a través de sus memoriales, había advertido repetidas veces que
podría producirse en la presa de Tibi, tal y como, según él mismo había constatado, sucedió años antes en
la presa de Almansa. En uno de los muchos escritos remitidos a Felipe II, Izquierdo tras explicar lo
ocurrido en esta última presa, explica que en la de Alicante “se vendrá a romper por la paleta quando
uviere regolfo”. Explicaba que a diferencia de lo que ocurría en otras presas, como la ya dicha de
Almansa y la de Mérida, en la de Alicante con ocasión de “gradissimas tempestades […] suelen venir la
venida de la lluvia de más de quarenta palmos de alto y trahe mucha ynmundicia de broça”. Por este
motivo, Izquierdo había advertido que la salida del agua debía efectuarse por un cubo en el que debía
“entrar el agua por muchas partes del suelo de abaxo y asta donde parare la obra y estos agujeros an de
ser de menos de un dedo”. De esta forma y según sus cálculos, el estanque no resultaría dañado “por
mucha ynmundicia que trayga el agua de la lluvia, ni por peñas que puedan caher que están encima de la
obra, ni por manos de personas”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc. 1/10 y 1/11. En otro informe
remitido al virrey de València, Izquierdo había advertido que el “sagetial” construido para dar salida al
agua, cuando el pantano estuviera lleno (en regolfo, en la terminología de Izquierdo) no tendría utilidad
alguna debido a que “se vendrá a serrar con la porificasion de l·agua conforme está echa por no tener
ningún corriente por ser ella muy larga tanto como la obra”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 635, doc.
1/20.
566 Los jurados informaron de los desperfectos al monarca en estos términos: “ab vengudes grosses se ha
omplit dit pantano y en dites vengudes ha rebut dany e perjuhí per haverse segat la paleta principal y
haver caygut moltes pedres sellars”. ACA, Consejo de Aragón, leg. 703, doc. 40/3.
567 “Os mando que en recibiendo este les cancelleis las dichas obligaciones y los deis por libres d·ellas
ansi a los dichos maestros como a sus fianças, toda replica y consulta cessante, que esta es mi precissa y
determinada voluntad y no hagáis lo contrario”. Sant Lorenzo, a 23 de julio de 1597. ACA, Consejo de
Aragón, leg. 703, doc. 40/2.
568 Según consta en la contestación remitida por Felipe III a la ciudad, la carta que ésta le remitió iba
acompañada de un “auto de visura” por lo que cabe entender que las reparaciones a efectuar en el pantano
fueron advertidas tras realizar dicha visura en la pared del pantano. ACA, Consejo de Aragón, leg. 864,
doc. 290/2.
569 La respuesta del monarca a la ciudad se produjo mediante carta fechada en Madrid el 23 de diciembre
de 1600. ACA, Consejo de Aragón, leg. 864, doc. 290/2.
570 Ibid.
ser la ciudad quien procediera a efectuar dichas obras, en atención a que el pantano
estaba a cargo de ella y a que del embalse dependía su prosperidad y la de la comarca571
.
Sentado lo anterior, el Monarca ordenó a la ciudad que al recibo de su carta debía
procederse a emprender las obras de reparación con la diligencia y seguridad que
conviene, siguiendo en todo momento lo indicado por los maestros y personas expertas
que practicaron la visita572
. El Rey deja claro que la finalidad de las obras es evitar que
Alicante pueda quedar privada del pantano debido a la ruina del mismo.
Finalmente y sobre si a la financiación de dichas obras han de contribuir “los
lugares de Muchamel, San Juan y Benimagrell y otros”, el Monarca hace saber a la
ciudad que a su tiempo proveerá lo que estimare justo y conveniente573
.
Según el relato de Bendicho, el 19 de abril de 1601, el pantano sufrió una rotura de
bastante importancia. La causa de ella, según su relato, fue que los desperdicios
arrastrados por una avenida y depositados en el fondo del pantano, junto a la pared del
mismo, terminaron por tapar la paleta reguladora. Al parecer, al tratar de destapar
aquélla el guarda, y como consecuencia de la maniobra efectuada por éste, la obra se
resintió y empezó a desmoronarse. Como consecuencia de ello, el pantano se vació por
completo y la fábrica de la pared sufrió importantes desperfectos cuyos gastos de
reparación, según Bendicho, ascendieron a 30.000 ducados574
.
Alberola Romá575
y Camarero Casas576
documentaron la reparación efectuada por
la ciudad tras esta rotura. Tras ser reconocida la rotura por un grupo de expertos éstos
determinaron la necesidad de construir “una camisa ataluzada de quince palmos de
571
Ibid.
572 Ibid.
573 Ibid.
574 BENDICHO, op. cit., p. 141. El cronista alicantino se refiere a esta quiebra del pantano como “una
grande rotura”, significando que fueron necesarios tres años para “su reparo y fábrica”. Si a ello unimos
el alto coste de su reparación (30.000 ducados), equivalente a casi la mitad de lo que había costado
levantar la pared del pantano y el empleo en las fuentes cohetáneas de la expresión “reedificació del
pantano”, para hacer referencia a esta reparación, todo parece apuntar a que estaríamos ante un percance
de una entidad considerable. Estos datos aconsejan reflexionar acerca de la entidad de dicha rotura, de la
que, pese a las escasas referencias directas localizadas, no debe descartarse constituyera algo más que un
mero percance. Un ejemplo del empleo del sustantivo reedificación para aludir a esta reparación en el
fuero 165 de los aprobados en las Cortes de 1604, en el que para hacer referencia a los diferentes
momentos constructivos del pantano y a su reparación tras la rotura de 1601, se hace en estos términos:
“primera fábrica y segona, com en la reedificació del Pantano”. Furs, capitols, prouisions e actes de
cort: fets y atorgats per la S.C.R.M. del rey don Phelip [...] en les corts generals [...] celebrades als
regnicols de [...] Valencia [...] en lo any MDCIIII, València: en casa de Pere Patricio Mey prop de S.
Marti, 1607, cap. CLXV, fol. 36.
575 ALBEROLA ROMÁ, El pantano de…, 2ª ed., pp. 42/3. La referencia archivística citada por este autor
respecto a la documentación relativa a dicha reparación es la siguiente: AHMA, arm. 1, lib. 16, fols. 129-
130.
576 CAMARERO CASAS et. al., Tibi, un pantano…, pp. 33/4.
asiento”577
, con el fin de dotar de mayor firmeza a la fábrica. Aunque en un primer
momento las obras se presupuestaron en 6.000 libras578
, finalmente el coste de las
mismas se disparó hasta los 30.000 ducados, siendo financiadas mediante el
establecimiento de nuevos censos a cargo de la ciudad, cuyo importe sería satisfecho “a
costa de los aumentos del pantano”579
. Para ello fue necesario recabar nuevamente la
autorización de la Corona. Mediante privilegio otorgado en 1602 por Felipe III, la
ciudad fue facultada para poder tomar a censo 20.000 libras, y así poder hacer frente
a los gastos que importaron dichas reparaciones efectuadas en el pantano580. En
cuanto a si debían o no contribuir los lugares de la huerta, el Monarca determinó
finalmente, mediante Real Carta de 1603, que la ciudad debía efectuar la obra a su
costa, sin inquietar a las universitats, en atención a que sólo ella percibía los
Novales581.
Poco después, en 1605, constan documentadas nuevos gastos de conservación y
reparo del pantano, entre ellos la construcción de una caseta para los guardas y
barqueros, la limpieza del sagetial de la paleta mayor del pantano y la reparación de
ésta, ordenando Felipe III que el importe de éstos fuere satisfecho por el clavario
Pedro Nogueroles de las cantidades tomadas a censo para hacer frente a las
reparaciones del pantano582.
577
Ibid., p. 34.
578 Tal cantidad fue la que el enviado de la Corona, Francisco de Rocafull, informó a Felipe III sería
necesaría para reparar el pantano. Memorial ajustado de…, fols. 193/4.
579 ALBEROLA ROMÁ, El pantano de…, 2ª ed., p. 43.
580 Valencia, 21 de agosto de 1602. AHMA, Caja nº 4. Referenciado y regestado en: PÉREZ
MARTÍNEZ, “Los pergaminos de…”, p. 276.
581 Real Carta de Felipe III a la Ciudad de Alicante, comunicada por medio del capitán general. El
Pardo, 3 de junio de 1603. Memorial ajustado de…, fol. 192.
582 Conforme a los datos aportados por Pérez Martínez, estas reparaciones importaron 184 libras, 13
sueldos y 2 dineros. Valencia, 5 de noviembre de 1605. Ibid., pp. 277/8. La referencia archivística del
documento donde constan dichos gastos es: AHMA, Sentencia por la que se aprueba conceder 184 lb. 13
s. 2 d. para obras en el pantano, sig. Otros-102-1-195/0.
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