En estos tiempos donde impera la violencia y la cultura de la muerte, es muy urgente que los...

Preview:

Citation preview

En estos tiempos donde impera la violencia y la cultura de la muerte, es muy urgente que los educadores cristianos seamos constructores de paz, empeñados, como Jesús, en cambiar el mundo con métodos no-violentos.

Jesús da un vuelco radical a toda esa cultura de la violencia sembrada en las estructuras y en los corazones, y propone a sus seguidores que no respondan al mal con más mal y que amen incluso a sus enemigos.

Jesús nos invita a seguirle con la misma radicalidad. A actuar como Él actuó.

Constituyen el núcleo central del Evangelio y es un excelente resumen de todas las enseñanzas de Jesús.

En ellas se expresa lo que significa ser cristiano y se muestra el camino del hombre y de la mujer nuevos para construir el Reino de Dios.

Con las Bienaventuranzas, Jesús trastoca profundamente los valores y nos muestra lo que en verdad vale la pena.

se atreven a elegir:

Pobreza, Misericordia, Mansedumbre

frente al Consumismo Ambición Egoísmo Violencia

La felicidades consecuencia

de la vivencia de las virtudes

Felices los que eligen ser pobres… Porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Felices los que sufren… Porque serán Consolados.

Felices los humildes… Porque heredarán la tierra prometida.

Felices los que tienen hambre y sed de justicia… Porque serán satisfechos.

Felices los compasivos… Porque Dios tendrá compasión de ellos.

Felices los de corazón limpio… Porque verán a Dios.

Felices los que trabajan por la paz… Porque Dios los llamará hijos suyos.

Felices los que trabajan por la paz y son perseguidos por ello y por ser

fieles a Jesús:

Los que no aceptan una falsa paz, levantada sobre la exclusión, la desigualdad, la injusticia, la explotación y la opresión, y dedican su vida a construir la civilización del amor, aun a riesgo de no ser comprendido y ser calumniados y perseguidos por ello.

Felices los que trabajan por la paz y son perseguidos por ello y por ser fieles a

Jesús:

Felices los valientes que luchan por una sociedad mejor para todos, y no claudican ante las amenazas y persecuciones de los poderosos, que no quieren que el mundo cambie para seguir disfrutando de sus privilegios.

Felices los que no se avergüenzan de mostrarse como discípulos de Jesús y se esfuerzan por seguirle con radicalidad, testimoniando su fe con la palabra y con la vida.

Vive agradecido por el don de su vocación y reconoce humildemente que es un instrumento en las manos de Dios para mostrar a todos su amor de Padre, y no tiene el corazón apegado al dinero, a los cargos, ni a los títulos.

No es esclavo del reloj y los horarios, que enseña siempre y en todas partes con la palabra y el ejemplo, que vive lo que enseña y su vida es su principal lección.

Sabe leer el corazón y la mente de sus alumnos, que es capaz de descubrir y comprender sus temores, sentimientos e ilusiones y los enseña a ser fuertes y constantes en la construcción de sus mejores sueños de justicia y grandeza.

No sucumbe al desaliento, el conformismo y la rutina, que acude cada día con el corazón maquillado a la fiesta del aprender y el compartir, y renueva cada día su compromiso y su esperanza.

No acepta un solo niño o joven sin educación o con una educación mediocre, y se esfuerza por formarse permanentemente para dar lo mejor de sí y ayudar a cada alumno a desarrollar sus potencialidades.

Nunca excluye, ofende o maltrata, ni con la palabra, los gestos o las acciones, y que, porque tiene el corazón en paz, es un verdadero constructor de paz.

Cuya honestidad no siempre es comprendida por sus compañeros, directivos, o familiares, y denuncia con coraje y con valor las prácticas deshonestas, autoritarias, injustas…

Es capaz de reconocer sus propios errores y se esfuerza por no volverlos a cometer, siempre dispuesto a pedir perdón y a perdonar, valorando la nueva oportunidad.

Acepta y ama a cada alumno, en especial a los más carentes y necesitados, que ama su profesión y se esfuerza cada día por ser mejor, por desempeñar mejor su labor y convertir sus salones en talleres de aprendizajes alegres y compartidos.

Alimenta en la oración y la eucaristía su firme decisión de seguir fielmente a Jesús.