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“Entre la lanza y la cruz”: Estereotipos en la enseñanza de las relaciones interétnicas entre
indios e hispanos criollos en el ámbito fronterizo bonaerense en los siglos XVIII- XIX.
Gleizer, Lorena. Universidad Nacional de Mar del Plata. loreglei@hotmail.com
Resumen: En la historia de la conformación del actual territorio argentino se mezclan diversas identidades y diferentes formas de vidas, pero en repetidas oportunidades esa mezcla deviene en el entendimiento de la diversidad cultural como desigualdad social, anclándose nuevamente en los estereotipos que desde hace años se repiten en las aulas escolares: indio salvaje y bárbaro vs. hombre blanco y civilizado. Estas antinomias han quedado fijadas en el imaginario colectivo y se reproducen día a día desde la errónea información que brindan los manuales y libros de texto de los alumnos y desde la desactualización docente. El objetivo de este trabajo es presentar material didáctico sobre las relaciones interétnicas entre pueblos originarios y europeos durante los siglos XVIII y XIX. Los contenidos propuestos pretenden mostrar una visión de conjunto clara e integrada, a partir de una crítica etnocéntrica para mostrar los diversos modos bidireccionales de contacto entre los pueblos originarios y los españoles, como una herramienta para entender las actuales formas de diversidad y de alteridad.
Introducción
El presente trabajo examina las continuidades y rupturas que actualmente existen sobre la
enseñanza de la alteridad indígena en la visión tradicional, la renovada producción académica, los
nuevos diseños curriculares de historia y los textos escolares a los cuales acceden tanto docentes
como alumnos. Así mismo forma parte de un proyecto de capacitación denominado “Agentes y
Relaciones sociales en espacios de fronterizos” dictado por el departamento de Historia de la
Universidad Nacional de Mar del Plata.
Este articulo se propone realizar una revisión de cómo se presentan ciertos conceptos
referidos a las relaciones interétnicas, identidad y diversidad cultural a la luz de las miradas
epistemológicas, políticas y culturales, en el marco de la implementación de nuevos diseños
curriculares para segundo año de E.S.B, a fin de que permitan generar un conjunto de preguntas
problematizadoras alrededor del tema y desembocar en un debate sobre repensar la modalidad educativa
presente.
En la historia de la conformación del actual territorio argentino se mezclan diversas
identidades y diferentes formas de vidas, pero en repetidas oportunidades esa mezcla deviene en el
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docentes, narrativas e investigación educativa”
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entendimiento de la diversidad cultural como desigualdad social, anclándose nuevamente en los
estereotipos que desde hace años se repiten en las aulas escolares—indio salvaje y bárbaro vs.
hombre blanco y civilizado. Estas antinomias han quedado fijadas en el imaginario colectivo y
continúan reproduciéndose día a día desde la errónea información que brindan los manuales, libros
de textos de los alumnos y la desactualización docente.
Esto es aún más evidente, si se tiene en cuenta que por mucho tiempo, los diseños
curriculares han dejado relegados – incluso olvidado – diversos modos de contacto entre los pueblos
originarios y los europeos que conquistaron las tierras americanas y solo se han centrado en explicar
el “choque” entre estas dos sociedades, persistiendo y reproduciéndose estereotipos y juicios de
valor.
Ha existido en ellos un grave desfasaje temático y una superposición de contenidos, que ha
llevado a hacer hincapié en el estudio de Aztecas, Mayas e Incas y a colocar un manto de silencio
sobre los sujetos sociales que lentamente poblaron lo que hoy se denomina territorio argentino, y se
les sigue considerando como comunidades pequeñas y primitivas, pero que en el siglo XVIII y
principio del XIX conformaban un enorme espacio colmado de complejos entramados sociales,
indígenas, cristianos, cautivos, lenguaraces, desertores, que habitaban los espacios fronterizos y de
los cuales no se aprovecha su riqueza para desarrollar conceptos de alteridad y de
multiculturalismo.
Mirando a través de líneas invisibles: El engaño de los mapas
Por muchos años, se ha seguido enseñando la ubicación de las poblaciones indígenas desde
una mirada eurocentrista, es decir, mostrando primero la ubicación de los asentamientos europeos y
por deducción se dejaba, en el mejor de los casos, el resto como zona de influencia aborigen. O por
el contrario se pensaba a estas amplias extensiones de tierra como un gran desierto deshabitado, un
desierto que tiempo después vendría a conquistar el ejército de Roca.
Pero también pasa que ni siquiera aparece alguna referencia de los pueblos originarios, como
se puede ver en los mapas de abajo.
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Fuente: Lobato, Mirta Zaida y Suriano Juan. Nueva Historia Argentina. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 2000.
Estos mapas que pertenecen a una reconocida serie de libros de historia argentina
(Lobato, Suriano 2000) cometen estos errores de los que hablábamos. En ellos podemos observar
como los territorios que ocupaba el europeo los siglos XVII y XVIII se señalan sin mayor referencia
al territorio indígena más que una mera discriminación del color del mapa. También es un error
mostrar los actuales límites políticos entre Chile y Argentina que eran inexistentes en ese momento
y que no eran “barreras” reales en aquel momento.
Por eso es necesario aclarar un engaño que los mapas producen. Estos suelen mostrar que
los españoles poseían un territorio muy extenso, pero lo que no nos permite saber el diseño de esos
mapas es, que en una parte muy importante de este territorio los españoles no poseían un dominio
real. Durante muchos años ellos sólo tuvieron enclaves, áreas pequeñas o ciudades fortificadas, y en
el resto del territorio que los rodeaba disputaban el control con grupos aborígenes y entre las
mismas etnias entre sí.
Hasta fines del período colonial, la mayor parte del territorio argentino actual era ajeno al
dominio español, y por los territorios “supuestamente vacíos”, según la explicación clásica se
desarrollaba una intensa actividad, una extensa red de rastrilladas o rutas que conocían los
miembros de los pueblos originarios y por donde se conectaban ambos mundos, el aborigen y el del
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europeo.
Fuente: Mandrini, Raul. (1985) “La sociedad indígena de las pampas en el siglo XIX” en: Antropología. M. Lischetti, Compiladora. Editorial Eudeba, Buenos Aires. (Modificado por Mercedes Bras Harriot)
De esta manera entendemos que debiéramos tener mucho cuidado a la hora de presentarles a
los alumnos los mapas históricos, para que estos les sirvan de herramientas didácticas y no sigan
distorsionando la historia de los pueblos aborígenes y considerándolos como hasta ahora, sujetos
sociales ahistóricos y estáticos, insertos en mapas con límites fijos y actuales, puntos limítrofes
inexistentes en ese momento y que las ubican como sociedades aisladas.
Un mundo entre dos mundos: el ámbito fronterizo
Durante mucho tiempo se entendió y se explicó a las fronteras como un límite, como un
lugar de separación pero de ¿De qué hablamos cuando hablamos de frontera? Sin duda se trata de
un concepto muy escurridizo y para poder comprender verdaderamente que se entiende por frontera
bonaerense durante el siglo XVIII- XIX debemos abandonar la idea que de ella tenemos, como un
lugar de separación, de límite, y optar por intentar definirla como un mundo en donde se estableció
una convivencia conflictiva y armónica al mismo tiempo. Se trató de un ámbito en donde se
entablaron una amplia gama de relaciones complejas multidiercionales, (Mayo, 2002) entre pueblos
originarios y europeos, y como resultado de esas relaciones se despliega un mundo nuevo, un
mundo mestizo, del que en realidad descendemos muchos de nosotros y no lo sabemos.
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También es frecuente encontrar en muchos libros de texto la definición de los pueblos
indígenas como una unidad sin conflictos internos ni luchas de poder. Pero hoy sabemos que esto
no fue así. Existió también en su interior un alto grado de diferenciación social y organización
política (Néspolo, 2001).
La organización de estos grupos constaba de dos jefes o más (jefaturas duales o
multipersonales) y en otros casos un solo jefe era el que se designaba para gobernar a la comunidad,
generalmente se trataba de un cacique admirado por tener relaciones favorables con el blanco.
(Nacuzi, 2006) Así mismo a la inversa sucedía que el gobierno español negociaba con estos
caciques y por medio de paces y alianzas llevaba a delante el comercio indígena-criollo.
Vamos a hablar ahora de un fenómeno que se dio como consecuencia de las relaciones
interétnicas de contacto inestable, pero al mismo tiempo evidencia como se configuró un espacio
diverso, complejo y mestizo. En la actualidad se sigue pensando que los malones respondían a
movimientos improvisados y como el resultado directo del conflicto entre hispanos-criollos y las
comunidades indígenas. ¿Pero cuáles eran los verdaderos móviles que los impulsaban? Los malones,
cómo empresa punitiva y extractiva que se llevaba ganado y cautivos, no generó una satisfacción
inmediata en su contra parte pero permitió mantener un cierto equilibrio de convivencia entre ambas
sociedades.
Repensar la frontera: Cautivos, los olvidados de la historia
En la historia de los espacios fronterizos, encontramos diversos modos de contacto entre los
pueblos originarios y el mundo europeo que no siempre devienen en choque sino en la articulación
de nuevas y diferentes relaciones bidireccionales. Por mucho tiempo se explicó este contacto desde
la base de confrontación entre poblaciones indígenas hostiles y europeos colonizadores en pos de
llevar las banderas de la civilización al territorio del “salvaje”. En realidad este es un discurso por
demás simplista y inexacto, ya que existieron dentro de este mundo fronterizo una gran variedad de
procesos interconectados, una variedad de personajes ocultos y silenciados, de las páginas de textos
escolares, tal vez por vergüenza o por ignorancia pero que salen a la luz a través de las fuentes
literarias, relatos de viajeros y por supuesto nuevos investigaciones.
Este es el caso de los cautivos, hombre y mujeres que fueron secuestrados de sus
poblaciones originales, que tenían un valor de cambio tal como una moneda y que es el resultado de
las fricciones en las relaciones interétnicas, también constituye el mejor punto de partida para
comprender como interactuaban ambas sociedades en una frontera que separaba y al mismo tiempo
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unía como una membrana invisible. Por mucho tiempo la temática quedó relegada de la historia
oficial, siendo tema solo desarrollado por algunos cronistas que plasmaron sus historias en novelas
(Mansilla Lucio V., 2006) y pinturas.
Cautivos dentro de las tolderías: La toma de cautivos, en la mayoría de los casos, tenía por
objeto servirse de ellos como elemento de canje por los prisioneros que los blancos tenían, así de
esta manera servían para entablar relaciones diplomáticas, para mantener una cierta paz. Además les
servían de mano de obra para el cuidado de ganado o el tejido en caso de las mujeres. Pero también
cumplían funciones específicas dentro de la toldería, dependiendo de su sexo, los hombres podían
ser utilizados como intermediarios y traductores y las mujeres servían como esposas, ya que el
“costo de pagar” por una era muy elevado, (por una novia se entregaba entre otras cosas
generalmente caballos u otras mercancías) para muchos indios esta era casi su única oportunidad de
lograr una unión.
Así fue como se iría formando lentamente una sociedad mestiza y heterogénea. Por otro lado
no todos los blancos eran cautivos, también habían quienes elegían vivir con ellos, se trataba de los
“agregados”, los renegados o “aindiados” en su gran mayoría hombres que huían de la ley.
Cautivos fuera de las tolderías: el cautiverio de indígenas por parte de los europeos ha
quedado casi relegado en la historia, quizás por la escasez de testimonios—los relatos de sus vidas
son realizados por los blancos—o quizás porque responde a un plan sistemático de silenciamiento.
Para los cautivos indios el destino habitual era la servidumbre, eran repartidos y servían de
mano de obra en las tareas permanente y de bajo costo—a veces comida y vestimenta. También
eran utilizados para intercambiar por cautivos blancos y para sellar tratados de paz y conseguir
bienes que se producían en las tolderías. También existieron quienes sirvieron de nexo entre las dos
sociedades y se convertían en lenguaraces. Muchos de ellos terminaban por adoptar nombres
españoles y volvían a las tolderías nuevamente como por ejemplo Mariano Rosas (Panghitruz Gner)
y se convertían en elementos claves de lazo entre ambas sociedades.
Relaciones convenientes: el comercio interétnico
El entramado de relaciones interétnicas incluye un conjunto de comportamientos que fueron
definiendo y redefiniendo la dinámica fronteriza en este contexto. En la campaña bonaerense, las
relaciones se centraron en un particular régimen de intercambios que, al permitir la satisfacción de
las necesidades de ambos grupos, generó un alto grado de interdependencia y favoreció el
mantenimiento de cierto equilibrio de fuerzas, situación que contribuyó a la estabilidad de la
frontera bonaerense durante las últimas décadas del período colonial. La relación entre ambos
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grupos posibilitó el conocimiento y la comunicación interétnicas favoreciendo la previsibilidad de
las conductas de ambos. El siguiente es un mapa muy útil para trabajar ésta y otras temáticas
relacionadas con la actividad comercial del periodo.
Fuente: Mandrini, Raul. (1985) “La sociedad indígena de las pampas en el siglo XIX” en: Antropología. M. Lischetti, Compiladora. Editorial Eudeba, Buenos Aires. (Modificado por Mercedes Bras Harriot)
El trueque fue una práctica que permitió cubrir necesidades de la población y contribuyó a
asegurar la provisión de fuertes y fortines. Los intercambios incluían aguardiente, ganado vacuno, bueyes,
caballos, sombreros, yerba mate, entre otras mercaderías. También los cueros y las pieles junto a las
plumas de avestruz fueron un rubro importante en los intercambios que se efectuaban en las pulperías y
puestos de frontera. Así, fue constituyéndose una extensa red de circulación mercantil que se originaba en
las pampas bonaerenses con la cría de ganado. Esta actividad terminó por configurarse en un eje central
de la vida económica indígena especializándose en la cría y la movilidad del ganado a pie, como así
también de la cría de caballos, un bien muy preciado por los indios no solo por su valor material sino
también por lo simbólico.
Además de la explotación de recursos naturales por parte de los indígenas, como la sal -en
Salinas Grandes—producto que cambió la conservación de los alimentos, transformándose prontamente
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en un bien preciado por los blancos. El camino era largo y había que conocerlo muy bien, saber donde
estaban las aguadas y los pastizales necesarios para el ganado. Las rastrilladas se encontraban nutridas
por una red de caminos menores que comunicaban los distintos asentamientos indígenas. Así, estaba
conectaba la zona pastoril con la zona de invernada y la de engorde (en los valles cordilleranos). La
proximidad con el mundo colonial implica la posibilidad de adquirir de él productos que se habían vuelto
esenciales para los indígenas
Consideraciones Finales
El análisis sobre los actuales textos escolares a los que tienen acceso los jóvenes estudiantes,
permitió ver, no con mucha sorpresa, que todavía existen temáticas relegadas, o incluso resulta
preocupante, la liviandad con la que se las plantea. Conceptos como frontera e identidad aparecen
solo en circunstancias tales como el relato de las campañas de Rosas o de Roca. También resulta
alarmante que términos como alteridad, multiculturalismo, diversidad sean temáticas de tratamiento
menor, es decir, que aunque el nuevo diseño curricular para E.S.B exprese que deben ser trabajados
en el aula, el docente no cuenta en última instancia con el material adecuado para hacerlo.
Persisten aún los mismos estereotipos que hace unos veinte años atrás, todavía se les resta el
valor que merecen a su historia y su cultura. En los textos escolares se sigue reproduciendo la
imagen de las comunidades aborígenes autóctonas carentes de interés, se les adjudica un pequeño
apartado en el mejor de los casos y casi nunca se hace referencia a la problemáticas actuales que les
afectan. Siguen todavía utilizándose binomios como nomadismo-salvajismo y sedentarismo-
civilización para tildarlas de primitivas, y atrasadas, por los que se les niega un lugar en el
curricular escolar, priorizándose el estudio de otras sociedades (Incas, Mayas, etc.)
Por suerte en los últimos años asistimos a una renovación historiográfica que ha
acompañado y promovido un acercamiento a las relaciones sociales suscitadas en el ámbito
fronterizo, aunque también se puede observar claramente que no han llegado aún a los ámbitos de
educación media y que en general son trabajos e investigaciones que se llevan puertas adentro de
los claustros académicos, quedando como meros avances de los distintos campos disciplinarios—
arqueología, antropología, historia.
Aún asistimos a un gran vacío y desentendimiento del desarrollo teórico que se ha
alcanzado, en materia interdisciplinaria, es decir, aún existe una brecha enorme entre lo que se
produce a nivel académico y lo que se explica puertas adentro del aula, y es que muchas veces son
los mismo docentes quienes optan por reproducir lo que año a año se sigue enseñando, ya sea por
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facilismo, incapacidad o carencia de materiales teórico-práctico. Un ejemplo de esta insuficiencia
académica es que esta temática no se contemplaba en el plan de estudio 91/98 de la carrera de
profesorado de historia y así es que muchos de los graduados que hoy en día ejercen no han sido
formados para desarrollar los diversos modos bidireccionales de contacto entre los pueblos
originarios y los españoles.
Si le preguntásemos a un joven de 14 ó 15 años si puede rastrear sus orígenes, seguro
hablaría de antepasados inmigrantes o incluso criollos con indumentaria gauchesca, pero
indudablemente no nombraría la posibilidad de reconocerse como descendiente de algún pueblo
originario, y es que a diferencia de otros países americanos, (por ejemplo Perú o Bolivia en donde el
80% de su población es mestiza) al argentino, en general le cuesta reconocerse como
latinoamericano o incluso conciliar la idea de mestizaje en las raíces de su origen.
Desde estas y otras problemáticas es que se debería pensar a la escuela como un ámbito de
enriquecimiento cultural de todos los alumnos. Se debe hacer hincapié en establecer una concepción
de ciudadano crítico, defensor de los derechos básicos, pero con una mirada claramente puesta
sobre la cuestión de alteridad, es decir que sin negar la conflictividad social, pueda acercarse a una
nueva dimensión social de su entorno.
A la hora de pensar estrategias de enseñanza para nuestros alumnos es imprescindible
reconocer que en la actualidad, el mundo en donde se encuentran inmersos los adolescentes es un
ámbito dinámico y veloz. Se trata de una cultura en donde la imagen tiene un gran peso a la hora de
captar su atención y una vez que se reconozca este punto es que el docente de historia puede
elaborar su propio material didáctico, convirtiéndose en un innovador según las necesidades
especificas de cada grupo, como así también puede generar un material dinámico y de calidad
académica.
Existen una gran diversidad de recursos accesibles y de fácil implementación que no han
sido aún aprovechados en las aulas, pero que requieren de un compromiso extra de los docentes,
como por ejemplo la utilización de los elementos grafico – mapas, pictografías – el uso de fuentes
literarias y documentales, relatos de viajeros y cronistas, como así también herramientas
audiovisuales, o la elaboración de estudios de casos que lleven a lograr una reflexión original desde
nuevos ángulos. Creemos que es posible elaborar material didáctico, entretenido, atractivo y con
gran rigor educativo solo si se trabaja interdisciplinariamente, es decir los docentes se capacitan y
las universidades publicitan sus avances e investigaciones de manera más accesible.
El trabajo es arduo, todavía hoy en uno de los momentos en que el país asiste a un etapa de
alta visibilidad pública de la problemática indígena, sigue habiendo distorsiones en el ámbito
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educativo, los alumnos desconocen en gran medida que comunidades tuvieron su área de influencia
en el mismo suelo que habitan, y siguen realizando los actos del día de la “raza” o el
“descubrimiento” de América con plumas en la cabeza como rituales escolares carentes de
significancia.
La historia de los pueblos originarios ha sido acallada durante mucho tiempo. Y quienes
escribieron sobre ella a menudo fue gente que la tergiversó para justificar el ataque o la
discriminación. Así, se pintó a los aborígenes como salvajes, sanguinarios, criminales; se los
presentó como ahistóricos, y estáticos, anclados en territorios de jurisdicciones reducidas y sin
relación unas con otras de esta manera distintos grupos de poder e influencia podía creer que estaba
bien en quitarles su tierra, esclavizarlos o matarlos. O que era correcto y natural obligarlos a vivir
de una forma contraria a sus costumbres y deseos.
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