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“ESO SI ES LLANO, CUÑAO”
-ETNOGRAFÍA DE UN HATO EN CASANARE-
UNIVERSIDAD DE LOS ANDES.
DEPARTAMENTO DE
ANTROPOLOGÍA.
AUTOR: FRANCISCA REYES.
DIRECTOR: ROBERTO PINEDA.
BOGOTÁ, JULIO, 2003.
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A mi papá, porque con su amor y su esfuerzo construyó un lugar, este hato,
que ha sido lo más bonito, verdadero y profundo que le he conocido a la vida.
A mi mamá, porque el Llano que yo conozco y quiero, el de estas páginas,
el de este hato, siempre tendrá mucho de ella.
A mis hermanas, porque juntas crecimos conociendo y amando al Llano,
y aún cuando la vida pasara y fueran quedando atrás esos momentos
compartidos, se que el recuerdo de todos los días que aquí nacieron,
nos unirá por siempre.
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Gracias a todas las personas llaneras por la generosidad y la confianza
con las que entregaron tan valiosa información.
Gracias a todos aquellos que me ayudaron para hacer de este trabajo lo
que yo quería:
Cachi Ortegón, por compartir conmigo su conocimiento y la magia de
sus palabras;
Camilo, mi hermano, quien me colaboró mucho en la corrección del
texto;
Alfredo Navas, por sus fotos y su ayuda en la búsqueda de los nombres
científicos de ciertas palabras;
Y muy espacialmente gracias a:
Alexandra Carrillo, que con toda la paciencia del mundo se encargó de
todas aquellas cosas que a mí me hacían doler la cabeza;
Cesar Barrera, por sus fotos, su compañía, su amor y por
compartir lo importante que es para mí, más que este trabajo,
el Llano;
Y a mi mamá, porque ella siempre está ahí, siempre.
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INDICE.
1. INTRODUCCIÓN. 7.
2. ORIGEN DEL HATO Y LA CULTURA LLANERA. 9.
2.1. COMUNIDADES INDÍGENAS. 9.
2.2. DEL INDÍGENA AL LLANERO. 13.
3. EL HATO ACTUAL. 20.
3.1. EL ESPACIO Y LAS ESTRUCTURAS DEL HATO. 22.
3.2. VIVIR EN EL HATO. 34.
3.3. TRABAJAR EN EL HATO. 43.
3.3.1. TRABAJOS NO ESPECIALIZADOS EN GANADERÍA. 47.
3.3.2. TRABAJO DE LLANO. 56.
3.3.2.1. ACTIVIDADES PARALELAS. 68.
4. CAMBIA EL LLANO, CAMBIA EL HATO...
CAMBIA EL LLANERO. 71.
4.1. PETROLEO Y GLOBALIZACIÓN. 72.
5. EPÍLOGO. 78.
6. BIBLIOGRAFÍA. 81.
7. FUENTES ORALES. 85.
8. GLOSARIO. 86.
9. ANEXOS. 90.
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“El hato se mantuvo casi sin modificaciones por trescientos años. Sólo este turbión del
progreso, la comunicación, las invasiones, el alambre y la violencia ha arrinconado los hatos a
los lugares más alejados. Pero el Hato ha hecho mucho por el Llano, ha hecho los llaneros, los
ha definido, identificado, formado. No puede perderse el que hasta hace poco tiempo fue el eje
de nuestra vida, de nuestra economía, de nuestra cultura, de nuestra historia, no pueden
acabarse los Hatos. Es nuestro deber de llaneros casanareños, conservar, mostrar y enseñar lo
que es un Hato, lo que fue, lo que ha sido.”
(Cachi Ortegón)
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1. INTRODUCCIÓN.
En los Llanos de Casanare existe hoy en día una sociedad particular estrechamente vinculada con
la producción de la ganadería extensiva que se desarrolla en este territorio, la cual es dueña de
elementos sociales y culturales propios íntimamente relacionados con el espacio, las estructuras y
las prácticas que esta producción requiere.
Esta sociedad es el resultado de un proceso iniciado parcialmente en el siglo XVI donde
conquistadores y expedicionarios ingresan a este territorio hasta ese momento indígena, alterando
la vida y la cultura de estos habitantes, no solo al mezclar su sangre con la de estos sino al
propiciar la presencia de elementos antes inexistentes, tales como el ganado y el caballo. Proceso
que toma dimensiones enormemente mayores en el siglo XVII cuando compañías religiosas
hacen su ingreso y acentúan e implantan el uso del caballo como medio de transporte y como
elemento indispensable de la actividad ganadera que con ellos empezaría a desarrollarse. La
organización de reducciones, pueblos de misión, hatos y haciendas agrícolas, indispensables para
dicha actividad, se llevaría a cabo mediante la incorporación de mano de obra indígena y el
sometimientos físico y cultural de ese antes único habitante de la llanura, lo que finalmente daría
como resultado la aparición de un nuevo tipo humano y una nueva cultura que en adelante se
sustentaría principalmente en la cría y mantenimiento del ganado vacuno y que por tanto giraría
en torno a aquellos elementos necesarios para su desarrollo.
En este proceso de mestizaje y aculturación, encontramos uno de esos elementos
indispensables para el desarrollo de esta sociedad: el hato, el cual puede entenderse como la
estructura territorial, social y económica dentro de la cual se fue gestando ese llanero criollo que
debió aprender a cuidar y trabajar la tierra de otro; a montar y a querer el caballo; a conocer y
manejar el ganado, y es esta misma estructura la que sigue siendo el eje alrededor del cual gira
hoy en día esta sociedad, la que además de representar su mayor fuente económica, constituye el
escenario e imaginario donde se permite vivenciar y reproducir lo que el llanero identifica como
propio, lo que le permite subsistir culturalmente, lo que lo ata a esa tierra que siente tan suya, aún
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cuando legalmente no le pertenezca, lo que le permite vivenciar y demostrar ese manojo de
prácticas culturales que lo enorgullecen y lo definen, lo que reconoce como base de vida de sus
ancestros y añora muchas veces, a pesar de los nuevos horizontes económicos traídos por las
empresas petroleras a partir de la década de los ochenta, como futuro para sus hijos.
De la oportunidad que he tenido durante mi vida de estar cerca del hato y el llanero, de la
profunda admiración que siento por esta cultura, y del poder entender y vivir un poco el Llano
desde aquí, desde ellos, surge esta etnografía que pretende describir la historia, estructura,
función y características de uno de los hatos llaneros que subsisten en Casanare, a la vez que
profundizar en esa sociedad criolla llanera que lo compone, donde a partir de la observación y el
diálogo con las personas vinculadas de una u otra manera a este, se pretende profundizar en todo
ese universo cultural propio, lo cual implica acercarse a aspectos como su trabajo, su
organización social y familiar, sus creencias, su lenguaje, su música, su vida cotidiana, sus
deseos, y reconocer en todo esto los elementos que constituyen su identidad colectiva y aquellos
que la han ido minando. De igual manera, se pretende mostrar cómo el hato se puede entender
hoy en día como una estructura generadora de cultura que permite que estos llaneros se sientan
más llaneros y acercarnos al significado que tendría para esta sociedad el que este se acabara.
Buscando así, plasmar y transmitir lo que significa para un llanero el hato y para el Llano un
llanero, y dejar con esto un testimonio de la grandeza y belleza de ambos, y de la tristeza inmensa
de sentir que ni uno ni otro durará por siempre y que no todos podrán ver, entender, sentir y sobre
todo vivir, lo que algunos sí pudimos.
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2. ORIGEN DEL HATO Y LA CULTURA LLANERA.
Entender la cultura llanera y especialmente la cultura llanera criolla (caracterizada por los
mismos llanero como la “auténtica”, la “nativa”, la que aún hoy en día se encuentra en estrecha
relación con el hato, la sabana, el Trabajo de Llano, y por ende manifiesta características propias
que serán abordadas durante este trabajo) y entender en qué consiste un hato y cual es su relación
con esta cultura, nos lleva en primera instancia a preguntarnos por su origen y su historia. Para
partir de este punto debemos remitirnos a trabajos etnohistóricos que nos permiten comprender el
proceso territorial, político, económico y cultural que generó con el tiempo la consolidación del
hato llanero actual y la formación de ese antes inexistente grupo humano ligado a él.
2.1 COMUNIDADES INDÍGENAS.
Los grupos Achagua, Sáliba y Guahibo fueron los protagonistas de los procesos de colonización,
expulsión y/o mestizaje ocurrido en Casanare durante y después del siglo XVI, y por tanto en
muchos casos la base de la formación de esa nueva cultura llanera que nos ocupa.
Estos grupos no tenían la idea de propiedad privada de la tierra, la cual ante todo era un bien
común cuyo valor radicaba en permitirles ejercer un sistema económico de autosuficiencia, donde
cada uno de ellos podía explotar su medio ambiente combinando diversas alternativas de cada
sub-tipo ecológico, “lo cual puede entenderse como una especialización de los grupos en lo
relativo a la subsistencia, según el tipo de medio ocupado por cada uno de ellos, y en la
manufactura de ciertos productos condujo a una simbiosis ecológica compleja que fue la base
del intercambio tanto a nivel local como a escala regional.” (Ortiz y Pradilla, 1993: 11). Así, por
ejemplo, los Guahibos eran abastecedores de carne, pescado, fibras, hamacas y aceite de palma;
los Sálibas fabricaban rallos para yuca; y los Achagua producían quiripa, tabaco e intercambiaban
pieles de pájaros, jaguar y perros.
Entre ellos practicaban intercambios económicos (muchas veces fomentados por alianzas
matrimoniales) y también con grupos de zonas vecinas, como la selva amazónica, el bajo Orinoco
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y los Andes, con quienes intercambiaban mantas, oro, sal y productos alimenticios por productos
como yopo, miel, cera, cueros de felinos, algodón, coca, totumos, guacamayas, maní, tabaco,
miel y aves de plumería. Al respecto, Augusto Gómez afirma que la diversidad étnica y de
productos generó redes comerciales regionales e interregionales con las dimensiones de un
universo dinámico, integrado y más complejo que el de simples hordas u bandas salvajes errantes
sin ninguna adaptación ni compenetración con su medio.
También se sabe que en estos intercambios algunas veces se hacía uso de una moneda conocida
como quiripa: “moneda de concha que fue utilizada en todos los Llanos y regiones vecinas como
patrón de valor y medio de pago. Productos de toda índole fueron comprados con esta moneda y
los españoles la aceptaban todavía en el siglo XVIII de los Achagua, quienes pagaban con ella
su tributo.” (Ortiz y Pradilla, 1993: 11).
Gracias a estudios como los de Javier Plazas (1993), Julio Silva Carrillo (1993) y Nelson
Montiel (1992) se sabe que entre estos grupos el más numeroso y el de mayor complejidad
cultural fue el de los Achagua, de la familia lingüística Arawak, quienes se encontraban ubicados
en los mejores sitios, comprendiendo desde cerca de Barinas hasta San Juan de los Llanos. Este
grupo colindaba con los Sáliba, a lo largo del río Orinoco, Guaviare, Vichada y Meta, y juntos
practicaban la agricultura de corte y quema, además de compartir varios patrones culturales, que
hacen que podamos muchas veces hablar de ambas comunidades de la misma manera y con los
mismos referentes.
Sus cultivos, controlados muchas veces de las inundaciones y la sequía mediante la creación de
montículos en las sabanas y de terrazas en las riberas de los ríos, comprendían la yuca, el maíz,
batatas, ñame, fríjol y frutales. Igualmente combinaban esta dieta con los productos de la cacería,
entre los cuales estaban pájaros, micos, venados y tortugas.
Los Achagua vivían en pequeñas aldeas basadas en vínculos de parentesco, caracterizadas por
una vivienda comunal. Cada casa comunal o aldea tenía un jefe, quien a su vez dependía de otro
con más poder y por tanto tenía bajo su control a varias aldeas.
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Estos indígenas estaban divididos en linajes, diferenciados con nombres de animales, “y creían
provenir de elementos de la tierra como troncos, árboles, ríos, etc, de tal manera que su vida
estaba ligada con el mundo material que ellos conocían.” (Silva, 1993: 49); igualmente
practicaban la hechicería y la adivinación, sobre lo que se dice que había hombres adivinadores
del futuro, los cuales practicaban un ritual conocido como adivinación por la yopa (producto
extraído de la semilla del árbol de Yopo).
La división social del trabajo estaba determinada por el sexo; el hombre elaboraba canastos y
esteras; limpiaba los campos para el cultivo; cazaba; pescaba y recolectaba alimentos, la mujer
elaboraba hamacas, redes y ollas; recogía leña y agua; cultivaba los campos y cocinaba.
Tenían animales domesticados, como loros, perros mudos, chigüieres, picures y venados, algunos
de los cuales les servían de alimento; y, al igual que otras comunidades del Orinoco, recolectaban
para comer miel de abejas, hongos, bachacos y frutos de la palma.
Otro rasgo característico de este grupo y de la mayoría de los que poblaron el llano, fue la
comercialización de esclavos ( los caribes tuvieron fama de ser los mayores comercializadores de
esclavos, lo cual creó entre los otros grupos temor hacia estos) que se hacía a cambio de
productos como sal de las tierras altas, aceite y frutos de palma, pescado, etc.
Por otro lado, los Guahibos fueron el grupo nómada más importante de Casanare.
Cazaban venados, pecaríes, jaguares, pumas, ratones y culebras. Este grupo a diferencia de los
Achagua, no tenían viviendas permanentes y permanecían solo dos o tres días en el mismo lugar,
donde se valían de una hamaca para dormir o lo hacían en el suelo. Sus viajes se conformaban
por bandas de aproximadamente ocho familias, y combinaban la caza y la recolección con la
comercialización de esclavos capturados a sus vecinos esporádicos, los cuales eran cambiados
por productos como chicha, tabaco, conchas y productos agrícolas. Decían provenir de una
divinidad masculina y, según algunos autores, creían que al morir se trasformaban en pájaros e
iban al cielo volando durante varios días (Montiel, 1992: 39). Tenían formas de autoridad política
igualitarias y descentralizadas y en términos generales la división sexual del trabajo hacía que el
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hombre se dedicara a la caza, la pesca, la fabricación de armas e instrumentos musicales,
mientras que a la mujer le correspondía la recolección y la preparación de la comida y la bebida.
Fueron entonces estos grupos Achagua, Sáliba y Guahibo los únicos dueños de las tierra
de Casanare hasta el siglo XVI, quienes durante mucho tiempo organizaron su vida de acuerdo a
lo que el medio ambiente les ofrecía, donde cada uno desarrolló sus prácticas culturales y
mantuvo su identidad propia, las víctimas de multitud de invasiones de europeos, que con uno u
otro motivo fueron socavando ese universo cultural, ese uso e idea del territorio, y ese sin número
de elementos sociales que los habían identificado.
Se alteró por lo tanto el devenir histórico de estas comunidades indígenas, abriéndose para estas
un camino que solo permitía perecer, huir o dejar de ser lo que se era, indígena, para convertirse
en persona distinta, en llanero, lo que dependió en muchos casos del tipo de vida que unos y otros
practicaban.
Los Achagua y Sáliba, como anotamos anteriormente, tenían una vida sedentaria, eran
cultivadores, vivían en aldeas, tenían una organización social y política centralizada, a la vez que
se dice se caracterizaban por su carácter dócil y sociable, llevando a los españoles a describirlos
como gente de “Carácter amistoso, buenos hábitos y su facilidad para adaptarse a la vida
civilizada y a las costumbres de los españoles” (Arellano en: Montiel, 1992: 47); todo esto
facilitó se reducción ante la presencia europea, produciéndose en el mayor de los casos su
incorporación a las nuevas estructuras territoriales, económicas, religiosas y políticas de los
nuevos actores sociales, lo cual se traduce en el mestizaje biológico y cultural que daría origen a
la formación del llanero.
“Se reputa por una gran fortuna y se da ya aquella gente por muestra, y la razón
es porque en cuanto han sembrado y entablado su labor, tal cual, le cobran amor,
se están quietos y hay tiempo para doctrinarlos” (Gumilla en Montiel, 1992: 52)
Circunstancias distintas se presentaron en el caso de los Guahibos, quienes se caracterizaban
por practicar el nomadismo basado en bandas de cazadores-recolectores con formas de autoridad
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descentralizadas y tener una actitud más agresiva ante el español, que lo percibió como un indio
“bravo”, “arisco”, “alzado”, describiéndolo como “ flojos, perezosos y haraganes, muy dados a
la ociosidad y muy amantes de la libertad, como las fieras de los montes, por cuyas causas se
originan sus respectivas fugas” (Carrocera en: Montiel, 1992: 25) y “ladrones de profesión,
vagabundos de oficio y su peor propiedad era la inconstancia” (Cossani en: Montiel, 1992: 35),
situación que los llevó a convertirse en un objetivo difícil de someter y controlar para los
europeos, dando como resultado en la mayoría de los casos el que estos más que someterse al
nuevo orden religioso tuvieran que desplazarse de sus territorios y adquirir una actitud defensiva
y ofensiva ante estos nuevos actores sociales que se habían convertido en nuevos enemigos.
2.2. DEL INDÍGENA AL LLANERO.
“Yo soy el criollo sortario pringado de sangre guahiba, producto de los retozos de un peón
con una petriba”*
Como se ha señalado, desde la primera mitad del siglo XVI, el Llano se convirtió en escenario de
múltiples expediciones europeas que en busca de “El Dorado” penetraron en este territorio,
caracterizado en ese momento por la ausencia de control de parte del gobierno colonial debido a
las difíciles condiciones ambientales y complicada comunicación con los centros administrativos
de Bogotá y Tunja; el poco atractivo económico; y la reducida mano de obra, ya que los
indígenas se encontraban dispersos en territorios demasiado extensos, sumado a que algunos eran
cazadores-recolectores. No obstante, lejos de darse los resultados esperados, se dio como
resultado principal el inicio de un proceso de exterminio, desintegración y/o expulsión de las
comunidades indígenas que poblaban este territorio, donde mientras se les quitaba la libertad en
la cual estaban acostumbrados a vivir y se les convertía muchas veces en un bien, se
* Fragmento de canción compuesta por Cachi Ortegón e interpretada por Cholo Valderrama, titulada: El criollo sortario.
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interrumpieron y alteraron sus relaciones de intercambio, sus modos de vida, el paisaje socio-
cultural y el comportamiento socio-espacial practicado hasta ese entonces practicado.
“Este contacto entre los europeos y las sociedades indígenas que lo padecieron
durante el siglo XVI, se tradujo en el despoblamiento de sus territorios étnicos, en
virtud de la huida masiva de los nativos, de la esclavización, de las enfermedades,
produciéndose, en consecuencia, la rápida desaparición de muchas de dichas
sociedades.” (Gomez y Cavelier, 1998: 181)
Esto llevó entonces a que la mayoría de las comunidades indígenas desapareciera de
Casanare a causa del exterminio o el abandono de su tierra, y otras tuvieran que empezar a
mezclar su sangre y su cultura con la del español y adoptar en esto varias de sus costumbre y
aprovechar gran parte de sus elementos, y así empezar a convertirse en llaneros, mientras se
alejaban de todo aquello que hasta ese momento le significaba ser indígena, donde si bien ese
“substratum indígena...permanece bajo muchos aspectos en la cosmovisión llanera, en su eco-
organización y eco-información, en las prácticas del aprovechamiento de la fauna y la flora del
llano para la supervivencia en las circunstancias más adversas.” (Montiel, 1992: 41), este ya
jamás sería el mismo.
Es en este primer momento de aculturación donde aparecen dos elementos que jugarán un papel
fundamental en la formación de esa cultura llanera criolla: el caballo y el ganado.
El caballo llega con los expedicionarios y conquistadores como una herramienta indispensable
para su victoria, y si bien este en un principio constituyó un bien exclusivo de estos, y una figura
desconocida y temida para el indígena quien creía formaban un mismo cuerpo, su rápida
reproducción y la cercanía del indígena con este, hizo que los hombres de esta tierra“no solo
llegaron a convertirse en extraordinarios jinetes, sino que además se convirtieron en
apasionados por los caballos... se convirtieron (así) en “indios de a caballo” es decir, en
llaneros” (Montiel, 1992: 64), lo que significó además “ la más poderosa muestra del mestizaje
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cultural, el indio jinete no fue ya tan indio, ni para si mismo, ni para otros, ni para los blancos”
(Ortegón, 2002: 12)
El caballo se convirtió desde ese entonces en compañero, en medio de transporte, en fuente de
orgullo y posteriormente en herramienta indispensable del trabajo ganadero. El hombre se
transforma entonces en un hombre de a caballo, este será de aquí en adelante parte irremplazable
de su autodefinición y de su cultura.
El ganado llega al Llano también traído por los conquistadores y expedicionarios, pero de igual
forma llega libremente, es decir escapado, barajustado de sus rodeos, de sus viajes, llega y se
queda cimarrón, mostrenco, salvaje, se reproduce y abunda, lo que significó para el español, el
beneficio económico de apoderarse de este, y para el indígena un nuevo animal que cazar y así
complementar su subsistencia. Así, a falta del codiciado dorado, la ganadería representó la
riqueza perseguida desde el siglo XVII por los europeos, quienes buscaron apoderarse de la tierra
donde este se aquerenciaba para así mostrar posesión, mediante la hierra, de algo que en principio
“en el llano...se encontraba libre y cimarrón, y no pertenecía a nadie en particular (como el aire,
las aguas, los bosques, etc.)” (García y Rojas, 1996: 90), enfrentándose así, a ese indígena
aunque ya familiarizado con este, solo aprendería a tratarlo como ganadería por la cercanía con el
blanco y con la fundación de los hatos.
Este proceso de mestizaje y aculturación, es reforzado y toma dimensiones enormemente
mayores a partir del siglo XVII, cuando por orden del gobierno peninsular, jesuitas, agustinos,
dominicos, franciscanos y recoletos ingresan a Casanare con el afán de cristianizar y reducir a
esas comunidades indígenas y de colonizar esa zona de frontera que hasta entonces ofrecía
demasiadas dificultades para ejercer una administración política y económica por parte del
gobierno.
Estos religiosos españoles instituyeron en territorios indígenas reducciones, pueblos de
misión, hatos y haciendas agrícolas y ganaderas, con lo que no solo se logró, al “amansar” las
sabanas para así domesticar el ganado cimarrón, activar la región económicamente, sino que se
consolidó y afianzó el proceso de mestizaje biológico acaecido principalmente entre español e
16
indígena, ya que “las Leyes de Indias prohibieron durante muchos años que vinieran mujeres
españolas a América y aún cuando a los españoles les estaba prohibido relacionarse y vivir con
las indias, esta reglamentación nunca se cumplió” (Romero, Sánchez y Reyes 1990: 228); y el
mestizaje cultural que llevaría a que las comunidades indígenas sedentarias se incorporaran
definitivamente a las nuevas formas de subsistencia, producción, formas de trabajo y modos de
vida (mientras el español, envuelto en un proceso de acoplamiento al medio, también dejaba de
ser algo de sí para aprender del otro ) lo que finalmente consolidaría la formación de una cultura
propia, que en adelante se sustentaría en actividades agrícolas y principalmente en la cría y
mantenimiento del ganado vacuno, mular y caballar, y que por tanto giraría en torno a aquellas
prácticas y elementos necesarios para su desarrollo.
Los jesuitas tienen en este proceso una singular importancia, ya que lograron durante su
estadía conformar y controlar inmensos latifundios dentro de los cuales se redujeron miles de
indígenas (principalmente Achaguas y Sálibas) por medio de métodos militar-religiosos con los
que se pretendía lograr sus objetivos económico-ideológicos. Entre estos latifundios se resalta el
de Cravo, Tocaría y Caribabare, que lograron mantener hasta 1767 (año en que la compañía es
expulsada) una sólida organización social, militar y económica.
“ En 1760 había en los Llanos 31 misiones con unos 15.000 indígenas, de los
cuales más de la mitad eran de los jesuitas, constituyéndose con la Guayana, el
segundo imperio de reducciones más grande después de Paraguay.”
(Publio, 1997: 40)
“Administraban ocho haciendas con unas 45.000 cabezas de ganado y unos 4.000
caballos” (Publio, 1997: 206)
Estas haciendas, ubicadas en enormes latifundios, y divididas en hatos, tenían entre sus
trabajadores administradores, mayordomos, escoltas, misioneros, vaqueros, concertados,
alquilados, peones, esclavos y mujeres; unos en calidad de trabajadores permanentes, otros
semaneros y otros semestrales. Estos trabajadores muchas veces recibían su salario en reses
raciones o en especies, cuya cantidad estaba determinada por el tipo de trabajo y por la condición
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social o racial a la que pertenecía. Es importante aclarar que estos trabajadores estaban
conformados por indígenas que se hallaban reducidos o que vivían en las misiones y pueblos
constituidos por los jesuitas; por indígenas ya aculturados que no se encontraban reducidos y
cumplían funciones parecidas a las de los peones (concertados); por colonos y blancos pobres; y
por esclavos negros (en el momento de la expulsión jesuita había entre la hacienda de Tocaría y
Caribabare 57 esclavos negros), con lo cual se entiende que la conformación racial del llanero
también debe reconocer este tercer elemento étnico.
Es en estas haciendas y hatos jesuitas donde surgen con mayor fuerza, como mano de obra
empleada, los “indios vaqueros”, que mezclándose con personas de una etnia distinta y olvidando
sus costumbres, aprenden no solo a manejar el ganado y a reforzar su habilidad en montar a
caballo, sino a quererlos y sentirlos como parte integral de su vida. Se forma entonces el mestizo
llanero “con una mentalidad despreocupada por tener riqueza o adquirir un pedazo de tierra
como propio, estatuyó más bien una cotidianidad de trabajo especialmente en ganaderías,
pasando su vida de hato en hato, en un medio hostil con costumbres rudas de trabajo, pero que
allí encierra todo su sentimiento, todas sus tristezas y todas sus alegrías.” (Publio, 1997: 169)
Las prácticas y habilidades para este nuevo trabajo, donde había que “aprender a trabajar
Llano, a conocer las peculiaridades de la topografía, los hábitos de los animales silvestres, la
manera de protegerse de las inclemencias del clima y las plagas, y en fin, todo lo que hace a un
hombre apto para vivir en un medio agreste” (Publio, 2002: 43), constituyen en adelante su
marco de definición e identidad, permitiéndolos reforzar y recrear la que de ahora en adelante
sería su cultura: la cultura llanera, la cultura del caballo y el ganado, “una cultura en la cual
medio y hombre se relacionan e influencian intrincadamente.” (Romero, 1993: 58).
Ya habiendo nacido bajo estas circunstancias esta cultura, al ser expulsados los jesuitas de
Casanare en 1767, sus propiedades pasan a manos de otras órdenes religiosas y laicos, a través de
la Junta de Temporalidades, quienes dan muchas veces un manejo irregular de dichas
propiedades (lo que ocasiona el fraccionamiento territorial y la descomposición de la solidez
económica lograda por los jesuitas) y las tierras son repartidas a través de los años en un pequeño
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grupo de personas generalmente no llaneras, y que con el tiempo muchos se convierten en
propietarios ausentistas; sumado a que paralelamente se desarrollaba la apropiación por parte de
particulares de tierras catalogadas como baldías, pero que en realidad constituían el territorio de
vida y de subsistencia, principalmente de tribus guahibas que habían logrado sobrevivir. Pero a
pesar de estas nuevas circunstancias, o gracias a ellas, esa estructura social agraria llamada hato
persiste y sigue siendo hasta el día de hoy el centro alrededor del cual gira esa sociedad llanera
criolla, que a la vez y a pesar del sin número de circunstancias que la han atravesado, sigue ahí,
en ese espacio construido y querido, conociendo e interpretando a su manera ese mundo en el
cual ha tenido la fortuna de nacer; en medio de una sabana que siente suya; montado en un
caballo que aunque de otro, amansa, y cuida; mirando una tierra que conoce y ama; y sujeto
laboral y sentimentalmente a un trabajo de Llano que lo enorgullece y le permite relacionarse con
el ganado, con la tierra y con el paisaje, y así ser dueño de una cultura, que aún cuando hoy
parezca estar cerca de desintegrarse al perder su espacio y su significado, ha perdurado por más
de trescientos años, construyendo la llanura con su particular manera de sentirla y de vivirla.
“De saber cuando morir ojalá tuviera tiempo de despedirme del Llano
y en la pata de un uvero hacer mi tumba y mi cruz
y con la punta del cuchillo dejar escrito un letrero
que diga gracias Dios mío por haberme permitido
nacer y morir llanero” *
* Fragmento de Canción compuesta e interpretada por Walter Silva, titulada: Último deseo de Llano.
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3. EL HATO ACTUAL.
“ Casanare...tierra de hatos y ganado donde se forma el llanero” *
Vemos que como herencia de esa época colonial y de la cultura ganadera fomentada por los
jesuitas se va consolidando en el Llano el hato ganadero actual, que ha sido desde el comienzo el
espacio alrededor del cual ha girado la organización económica de este territorio, pudiendo decir
que hoy “El hato ganadero casanareño se estima en cerca de dos millones de cabezas, cifra que
lo sitúa como el segundo del país” (Sandoval, 2002: 118) y donde hato puede entenderse como
“la expresión más clara de la llamada estructura latifundista. Son los sistemas de producción
apoyados sobre extensas unidades de explotación dedicadas a la ganadería extensiva y que
constituyen grandes propiedades de decenas de miles de hectáreas en las cuales pastan miles de
cabezas de ganado” (García, 1992: 100). Siguiendo esta idea podemos decir que hoy en día se
cataloga como hato una propiedad que cuente con dos mil cabezas de ganado o más, de lo
contrario se le da el nombre de finca o fundación. * Fragmento de canción compuesta e interpretada por Cholo Valderrama, titulada: Tres caballos pa mi silla.
21
“Hato es cuando hay más de 2000 reses, finca es lo que tiene uno que es pobre.”
El hato es entonces una estructura agraria y económica, pero a su vez es un espacio
laboral y cultural que tiene que ver con un estilo de vida y con un sistema de relaciones sociales
donde el trabajo, el espacio físico y la convivencia, sumado a elementos como la sabana, el
ganado, el caballo, la soledad y el aislamiento se convierten en aspectos que entrelazados
conforman las bases de un mundo particular que el hombre llanero apropia y demuestra con
orgullo y que nos permiten pensar en el hato como el centro desde el cual se reproduce la cultura
del llanero criollo que lo compone y le da vida.
Así encontramos que para el llanero el hato representa un espacio social y una fuente de trabajo
que repercute sustancialmente en su forma de vida, convirtiéndose este en un escenario donde
encuentra el paisaje, las estructuras, los elementos y las prácticas que le permiten afianzar,
reproducir y demostrar su conocimiento y su cultura, identificándolo como llanero y por tanto
haciéndolo diferente de otros grupos sociales y culturales.
Para centrarnos y entender en qué consiste un hato actual, cuál es su importancia en la
configuración del espacio llanero y por qué este es analizado aún hoy en día como una unidad
social, económica y cultural cuando relacionamos cada uno de sus elementos con las personas
que le dan vida, la descripción y el análisis que se hará en adelante está basado en un hato
particular ubicado al sur-oriente de Casanare llamado Santana, el cual es en gran parte producto
de ese proceso colonial impulsado por los jesuitas en este territorio y que fue expuesto en páginas
anteriores.
Este hato hoy en día agrupa bajo un mismo nombre, un mismo propietario y por tanto una
misma dirección y funcionamiento, lo que en tiempos pasados fueron dos hatos, a saber, el hato
de Santana y el hato de La Candelaria, constituyendo este primero parte de lo que fue la hacienda
de Tocaría (creada en 1679 y la cual tenía 250.000 hectáreas) que pasó después de la expulsión
jesuita y a través de la Junta de Temporalidades a manos de Antonio Liccioni, quien la compra en
1848 en un remate en el municipio de Pore por doscientos pesos oro y empieza a vender derechos
y acciones de las sabanas, fragmentando así esa enorme cantidad de tierra que hasta ese momento
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la constituyó y que desde ese momento se repartiría entre varios propietarios hasta llegar al
actual; mientras el segundo tiene su origen en lo que en aquellos tiempos se denominaban
terrenos baldíos, lo que quería decir tierra sin dueño (aún cuando la realidad era que aquí se
asentaban y vivían varias comunidades indígenas), tierra libre para asentarse y a partir de esto
poder pedir el reconocimiento de la propiedad. (Para mayor detalle sobre la cadena de
propietarios desde esos años hasta el presente, ver anexo # 1).
Hoy en día, a pesar de las nuevas condiciones económicas y sociales presentes desde el
siglo XIX y de estar cada vez más expuesto a los procesos modernizadores que finalmente
terminarán por cambiarle su estructura, sus características, su conformación humana y su
dinámica social, este hato sigue teniendo gran parte de los elementos que tradicionalmente lo
caracterizaban y sigue funcionando bajo prácticas y condiciones similares, lo que nos permite
tomarlo como ejemplo y como eje de las descripciones y análisis que siguen.
3.1. EL ESPACIO Y LAS ESTRUCTURAS DEL HATO.
“No es la llanura una cultura de construcciones, no deja testimonio de su
existencia en grandes monumentos, en hermosos palacios, en sensacionales
pirámides funerarias... No tenemos disponibles testimonios arqueológicos
relevantes de las construcciones rurales llaneras, conocemos algunas pocas de
ochenta o cien años, como si en cuatro siglos anteriores no hubiera hatos.
Grandes haciendas, ranchos, fuertes, misiones sobreviven en el oeste americano,
en la pampa, en las llanuras que colonizaron los jesuitas en Paraguay o en
California; pero en el Llano no.” (Ortegón, 2002: 4)
Pero el hato está inmerso en una inmensa sabana que permite que la mirada se pierda en la
lejanía, y que construye en la mente de cada persona que la conoce un recuerdo que lo
acompañará por siempre y que tendrá una difícil comparación.
Ahí, entre pastos como guaratara, lambedora, guayacana, rabo de vaca y matas de monte pastan,
desde hace ya más de tres siglos, grandes cantidades de atajos de caballos y rodeos de ganado, y
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se encuentran diversos animales como venados, chigüires, cachicamos, morrocoyes, osos
hormigueros y meleros, zorros, zainos, que escondiéndose del hombre han logrado sobrevivir y
hacer también suya esta generosa, y a nuestra mirada, infinita sabana.
Sabana que es un espacio, silencioso, solitario, alejado de la civilización, sea esta carreteras,
ruidos o edificaciones; y es el camino de ese hombre de a caballo que sin detener su marcha ante
cercas porque no las hay, a menos de ser las que delimitan sus linderos desde los años setenta,
puede andarlas sin otro impedimento que los caños crecidos en épocas de invierno que habrá que
botiar y nadarlos cuando no se cuenta con puentes de guafa, y la necesidad muchas veces de ser
baquiano porque el Llano es grande y no todos los caminos llegan al mismo punto; sin olvidar
que esta sabana es a su vez el referente más claro de la libertad con que el llanero ha entendido su
mundo y a formado su manera de ser.
“El hato es suyo y el camino es mío”
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Y el hato es mucho eso: sabana y más sabana, pero en algún punto dentro de esta, se levanta una
casa, casa que aunque “en otros lugares es un lujo, o una más entre muchas cercanas, es en el
Llano un hito, un punto de partida, un descubrimiento, una conquista, una colonia; hecha por la
extrema necesidad de civilizar la tierra o de pronto de ir ganando tierra a la soledad, al
abandono de tanto llano inmenso y solitario.” (Ortegón, 2002.)
Y es esta entonces la estructura fundada y construida desde que hace ciento cincuenta
años alguien decidió hacer del Llano y del ganado parte de su vida, y donde por lo lejos, por lo
sola, por lo aislada del mercado y sociedad nacional, necesitó erigirse como centro capaz de
autoabastecerse, de bastarse a sí mismo, de sobrevivir, de permitir el objetivo con el cual un día
fue fundada: producir ganado. Y así, aquí se le quita al Llano algo de sí y con el conocimiento y
labor del hombre, se convierte en espacio, estructuras y elementos de trabajo, y a su vez todo esto
adquiere una connotación cultural dentro de la sociedad llanera que lo habita, que lo usa, que lo
vive...y como no lo va a constituir si aquí muchas veces se nace, se crece, se ama y se permanece
muerto por siempre en sus patios; aquí después de tanto Llano abierto y solitario se llega donde
un “pariente”, un “primo”, un “familia” o un “pareja”; aquí el Llano se vuelve tinto y charla;
aquí se trabaja, pero sobre todos se vive...y se vive Llano!
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Esta casa, a orillas del caño Guirripa (lo que no es un evento azaroso sino más bien un
factor determinante de su fundación, por ser el agua un recurso tan valorado en una tierra con un
período de verano tan largo y tan fuerte), empieza donde termina la sabana y aparece el paradero,
que es un limpio hecho por los llaneros en su labor de volver al Llano su hogar, aquí abriendo un
tranquero se entra a la casa, siempre abierta al patio, y se van encontrando todas y cada una de las
estructuras viejas o nuevas que el llanero a través de su historia ha construido, utilizado y dado
significado.
Laguna
Caño Guirripa
12
3
4
5
6
7 8
9 10 11 12 13 14
1516
17
18
19
202122
23
2426
2728
29
30
3132
33
1. Cuadra de los caballos2. Corral de abajo3. Pista de aterrizaje4. Tranquero5. Caballeriza6. Chircal7. Baños8. Cuarto de la luz9. Sala
10. Cuartos11. Taller12. Cuarto de la sal13. Comedor14. Cocina15. Tasajera16. Marranera17. Hurta18. Basurero
19. Baños Encargados20. Almacén21. Cuarto Encargados22. Oficina*23. Escritorio*24. Cuartos*25. Lavadero*26. Piscina*27. Sala
*28. Cuartos*29. Comedor*30. Cancha de tenis*31. Casa del caño*32. Corral de arriba*33. Mangón de arriba*34. Majada
* Son para uso de los dueños del hato.
34
CASA DEL HATO
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Así, apenas se entra se encuentra la caballeriza, que es una estructura llena de vida y llena
de Llano...porque aquí aparte de permanecer en garabatos las sillas y los aperos que cada llanero
necesita y quiere, y de ser el lugar donde usualmente se ensilla y desensilla, es el lugar de las
bienvenidas y las despedidas; a aquí llegarán los llaneros después de sus largos y solitarios
caminos y desde aquí partirán aquellos que los andarán en sentido contrario; aquí, descansando
en sus chinchorros, se encuentran los llaneros que en el tiempo libre se sentarán a conversar, a
cantar o a recordar; y es aquí donde durante el Trabajo de Llano dormirán los cuarenta llaneros
que llenarán el hato de vida, de cuentos, de risas y de música.
"Siguiendo más pa´ dentro" se llega a la cocina y el comedor. En esta primera se encuentra una
mujer que con estufas de leña y desde que despunta el sol le hará tinto y le cocinará a todos los
trabajadores que se encuentran en el hato y a todas aquellas personas que llegan a él, porque aquí
en el Llano las casas están abiertas para todos, y a todo mundo se le ofrece comida y tinto sin
ningún costo. Para esta labor el hato contará con una despensa que lo provea de los alimentos que
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este hoy no produce y que por tanto han tenido que ser traídos en camión, tractor, mula o avión
desde Yopal o Sogamoso. Ya hecha esta labor se reunirán en el comedor todos los llaneros del
hato en las horas establecidas, las cuales serán recordadas con el toque de una campana.
Al lado, está el lugar donde se mata la vaca de ración y la tasajera, y mientras que el primero es el
escenario donde los llaneros achicando en un botalón la vaca escogida en la sabana le dan muerte
y le “componen” la carne para el consumo diario de los trabajadores y de los dueños; el segundo
consiste en una estructura hecha con palos en la que se cuelga la carne, se sala y se deja secar
cuando esta no va a ser consumida en el momento.
29
Ahí mismito, cerquita, se llega a la marranera, a la huerta y al basurero. En la primera se
encuentran los marranos encerrados en un corral de ladrillo y alimentados por la cocinera con los
desperdicios, para ser sacrificados y consumidos en algún evento especial; la segunda consiste en
un terreno pequeño (que no es un conuco, aquí no lo hay) sembrado con vegetales como lechuga,
tomate, ají, pimentón, zanahoria, y algunos frutales como piña y papaya, los cuales en su mayoría
son destinados al consumo de los dueños; mientras que el basurero es un espacio rodeado de
ladrillo en el cual toda la basura que se produce al interior del hato es quemada diariamente con
la ayuda de hojas secas que permiten el inicio y la propagación del fuego.
En esta misma planta se encuentra el taller, en el que permanecen los tractores constantemente
dañados pero indispensables para labores de transporte de material, y los demás aparatos y
herramientas usados en el mantenimiento y producción del hato; el depósito de sal, donde se
almacenan grandes cantidades de bultos de este producto, desde siempre importado, porque si de
algo nunca se pudo abastecer el hato por sí mismo fue de sal. Esta es hoy en día traída, hasta
donde llega la carretera, en camión desde Sogamoso y luego en tractor cruzando la sabana hasta
el hato, con los que, por su propiedad de reconstituyente, se complementa la dieta del ganado.
También están el salón y los cuartos. El primero fue hasta hace diez años una escuela a la que
asistían niños hijos de trabajadores o vecinos cercanos que con la ayuda de una profesora traída
de algún lugar, lograban dentro del hato, sobre todo, aprender a leer, escribir, pero que se acabó
debido a la proliferación de escuelas en la región que le quitaron sentido a esta, llevándola a que
fuera convertida en un salón con mesas en la que se reúnen los trabajadores por la noche a jugar y
conversar o también a ver televisión, ya que esta fue traída al hato hace algunos años,
significando muchas veces que los momentos de interacción social del llanero fueran cambiados
por esta nueva actividad; Los cuartos, asignados a aquellos trabajadores que llegan al hato para
quedarse y donde es cambiado muchas veces el chinchorro por la cama, son tres; uno está
destinado a la cocinera, otro al caballicero (persona encargada de cuidar los caballos) y el otro a
algunos trabajadores de planta.
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Al frente está el cuarto de la planta de luz; estructura pequeña donde permanece la planta de luz,
que reemplazó a la primera traída desde los años sesenta, que buscaba por primera vez suplir la
carencia de servicio de luz eléctrica propia de lugares tan alejados, y la cual significó, a pesar de
solo permanecer prendida en las noches cuando el dueño está, un cambio en cuanto al horario del
llanero hasta ese momento condicionado por el natural trascurso del día y la noche.
Y al lado, los baños y el lavadero de uso comunitarios en los que los trabajadores no solo se
bañan, sino que tiene que (sin la ayuda de su mujer, porque aún cuando la tengan, ella no está
ahí) lavar su ropa, afeitarse con la ayuda de un pedazo de espejo y una hoja de cuchilla y cortarse
el pelo con la ayuda de un compañero que se estime bueno para el oficio.
El chircal, alejado un poco de todas estas partes y ubicado en un sitio donde se encuentra la
greda, es el lugar donde con la ayuda de un horno se cocina con leña el ladrillo que usado en la
construcción de las estructuras del hato.
Y por este mismo lado se llega al corral de las bestias que es el mismo corral del ordeño;
saliéndose de este se está en la cuadra de los caballos, que consiste en un pedazo de sabana
encerrada dentro de una cerca de alambre con el fin de que aquí permanezcan cerca los caballos
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que pronto se van a montar, lo que facilita su recogida y evita tener que salir a la sabana a
buscarlos, Igualmente en esta cuadra permanecen las vacas del ordeño que son llevadas
diariamente al corral para ser ordeñadas.
En otra planta está el almacén en el se venden a los trabajadores o visitantes los artículos de aseo,
los cigarrillos, dulces, bebidas refrescantes, pilas, linternas y el famoso chimú con el que el
llanero se ayuda a soportar el cansancio propio de su ardua labor. Todos estos hoy en día hacen
parte de su consumo y que no pueden ser adquiridos estando en el hato, a menos que se logre el
desplazamiento hacia algún pueblo. Estos son traídos al almacén, bajo la autonomía y dirección
de la persona a su cargo (en este momento una hija del encargado general), en mula o carro desde
un pueblo llamado San Luis de Palenque que a pesar de quedar aproximadamente a 40 kms en
línea recta, la distancia real es bastante mayor porque no existe una carretera que una los dos
lugares y tampoco la sabana permite su transito por cualquier lugar; hay que buscar los pasos, es
decir los lugares donde menos se encuentren bajos, caños o montes que impidan el paso.
Así mismo, aquí se encuentran los cuartos o la casa de los encargados, constituyen una planta
aparte, ubicada entre la de los dueños y la de los trabajadores (lo cual tiene mucho que ver con la
gradación de jerarquías que se dan al interior del hato y que serán explicadas posteriormente).
Esta cuenta con dos cuartos, uno para el encargado del hato y su mujer, y el otro para los hijos de
estos; baño y televisión propia.
Y en un extremo se encuentra la Oficina del administrador que anteriormente funcionaba como
una enfermería en la que se atendían a los llaneros enfermos o heridos que requerían de atención
y que no era fácil llevar a algún hospital por encontrarse realmente lejos. Ahora sirve para llevar
a cabo el pago de los trabajadores y para organizar las cuentas del hato.
Cambiando de planta y distanciándose un poco de las estructuras anteriores se llega a la casa del
dueño; llamada “la parte de arriba” por estar más cerca de la cordillera y restringida del uso de
los trabajadores del hato, a menos de que estén llevando a cabo labores que permitan su
presencia. Este es el lugar de los “blancos”, así llaman los llaneros a sus patrones. Aquí lejos de
ser el Llano un escenario de trabajo, es más bien uno de contemplación de quienes lo pueden
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hacer. Aquí se puede estar en el Llano, admirar la sabana que después de la cerca se extiende
infinita, oír y oler algo de este, pero así mismo ignorar que el llano no es solo paisaje, sino que
también es... y ante todo es: gente, trabajo y cultura.
Cogiendo más pa´ "arriba" se llega a los Corrales del ganado; aquí se trabaja durante el Trabajo
de Llano. Estos cuentan con el coso, donde se junta el ganado y así es visto para ser clasificado;
la manga, por la cual pasa para ser apartado en el espacio que le corresponda; y varias divisiones
necesarias para seleccionar y apartar el ganado según si este se va a vender, a marcar, a capar o
no necesita de ningún trabajo, y donde por tanto cada una de estas selecciones requiere un
espacio diferenciado.
Terminado este, empieza otro mangón, que también consiste en sabana cercada, pero este tiene
como fin mantener, en vez de caballos, ganado seleccionado que prontamente se va a vender o a
trasladar a otro lugar, y por tanto necesita mantenerse aislado y en un espacio relativamente
pequeño que facilite su observación y recogida, pero que le permita alimentarse y beber agua.
Esta es la casa principal del hato, grande, útil, llena de llano, viva, lejana pero en sí misma
centro, hogar de varios, escenario de trabajo llanero, aquí el llanero no está solo porque siempre
hay alguien. Pero volviéndonos a distanciar y cogiendo sabana adentro dos o tres horas a caballo
encontraremos las fundaciones, que son casas pequeñas, bastante menos surtidas y bastante más
aisladas; aquí el llanero aparte de contar con un compañero /a y con los hijos, cuenta solamente
con la inmensidad y la soledad del Llano, porque aquí no llega casi nadie, solo algunas veces
llegan trabajadores de Llano durante aproximadamente diez y seis días al año, de resto se
permanece solo.
Estas fundaciones están ubicadas generalmente en los linderos del terreno del hato, distando de
la casa principal en línea recta entre siete y veinticinco kilómetros, lo que equivale en el Llano a
una, dos o tres horas de marcha de a caballo por medio de la sabana, dependiendo de cada una de
estas (para detalle de ubicación ver anexo # 2). Su función es permitir la permanencia de un
llanero que debe cuidar que el ganado del hato no se salga del lindero y reportar cualquier
problema o necesidad que se presente. Igualmente en algunas de estas se lleva a cabo el Trabajo
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de Llano durante unos días al año, ya que por la distancia entre los rodeos de ganado y los
corrales de la casa principal se facilita su trabajo en los corrales de cada una de estas.
Las fundaciones cuentan generalmente con una casa de bahareque y palma ubicada en un
pequeño patio donde viven el encargado de cuidarla y su familia; igualmente posee una cocina,
un comedor, un lavadero, una caballeriza, unos corrales, animales como gallinas, marranos,
perros, vacas de ordeño y poco más.
Podemos decir entonces que la estructura física y espacial del hato consiste en esto: mucha
sabana con ganado, una casa principal y fundaciones. Aquí se vive, y más allá de esto, aquí
prácticamente se puede nacer, crecer y morir sin salir de sus linderos. Esto es un hato en su
aspecto físico, este es el resultado de la configuración del espacio llanero y de la vida del llanero,
donde vemos que el hato se erige en medio de la inmensidad de las sabanas, “Llano adentro”,
como una estructura capaz en muchos sentidos de autoabastecerse y de convertirse en la ciudad
de los llaneros.
Aquí se reúnen varios de los elementos que caracterizan la vida de un llanero criollo: su
aislamiento y por ende la escasa comunicación con otras personas o otros sectores de la sociedad;
su espacio vital; y sus estructuras y herramientas de trabajo. Todo ello constituye parte de lo que
es un llanero, y vivir o trabajar aquí le imprime a su vida ciertos matices inseparable de sus
sentimientos, su comportamiento y sus aspiraciones.
“Usted no puede saber ni calcular cuanto vale el limpio del paradero,
cuesta los callos que salen arrancando la escobilla y el guayabo zapatero,
el sabor del primer mango del palo que uno sembró no se paga con dinero.” *
* Fragmento de canción compuesta e interpretada por Cholo Valderrama, titulada: Yo no le vendo mi fundo.
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3.2. VIVIR EN EL HATO.
Es aquí entonces, en este espacio lejano, solitario, distanciado del mundo que sigue su curso en
otras partes del país, donde como hemos señalado se ha necesitado de la capacidad de
autoabastecerse, de bastarse a si mismo, de ser centro en medio de enormes sabanas solitarias,
donde el llanero también se ha visto en la necesidad de interpretar el mundo y relacionarse con él
a su manera, produciéndose con esto un conocimiento y un sentimiento propio basado en sus
experiencias y necesidades, que hoy representa parte de lo que significa ser llanero.
Ese conocimiento, producto de entender que el medio debe permitirle arreglárselas por sí
mismo porque todo ha estado siempre tan lejos que nunca ha llegado, llevó a que el hombre de
esta tierra aprendiera a conocer su entorno, su naturaleza, a utilizarla y aprovecharla
constantemente en su beneficio, lo que se va a expresar de varias maneras y en distintos aspectos
de su vida.
Por un lado, el hato se convirtió en lo que podríamos llamar “un taller artesanal incipiente”
(García y Rojas, 1996: 153) y el llanero en un artesano. Artesano que buscando tener lo que en su
diario vivir y en su trabajo ganadero necesitaba, aprendió que el ganado además de servirle de
comida, poseía un cuero con el cual se podía hacer rejos, riendas, tapaojos, sueltas, bozales, y
campechanas; una grasa que servía para hacer jabones; unos cachos útiles para tomar agua o para
convertirlos en cacheras; y un sebo del cual se podían hacer velas. Aprendió que el caballo
también tenía una crin con la que se podía hacer cabrestos; y que en el monte y la sabana se
encontraba el material que permitía hacer totumas, camazos, mandadores, curiaras, canaletes,
garabatos, botalones, etc.
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Por otro lado, este mismo conocimiento del medio y del entorno, que se convierte muchas
veces en la cultura material del llanero, se representa en la propia construcción, arquitectura y
funcionamiento del hato. Así, por ejemplo, encontramos que la casa principal y las fundaciones
cuentan con un techo de palma real, elaborado cuidadosamente por varios hombres después de
haber sido cortada en menguante la hoja de palma, puesta a secar y transportada en tractor (antes
se hacía con bueyes) hasta el lugar requerido, donde dichas hojas de la palma se amarrarán a las
costilladuras del enmaderado con bejucos del árbol de aceite. Esta palma igualmente es usada
por los llaneros para techar sus propias casas (y algunas veces la usan de paredes), aunque
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últimamente se ven muchas casas con techos de zinc debido a que la palma a veces no es fácil de
conseguir, transportar y necesita ser cambiada cada ocho años porque se pudre.
Con esta palma también se hace posible una construcción muy económica llamada vara en tierra,
donde la costilladura de la palma va a la tierra y por tanto no hay necesidad de columnas; esta se
usa, por ejemplo, para guardar la sal.
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También encontramos el uso del barro de la tierra gredosa, que es depositado en moldes donde se
deja secar, incorporándole algunas veces pasto seco y boñiga de ganado, y que permite obtener el
adobe que es usado de pared, cuando esta no es realizada con bareque: guafa esterillada con
barro.
La utilización del agua cuando no se cuenta con jagüeyes, entendiendo que este es un recurso
indispensable y sumamente valorado por su escasez en las épocas de verano, se hace posible
gracias a la construcción de aljibes o pozos profundos que a veces alcanzan a medir hasta
cincuenta metros, encontrando así lechos antiguos del llano, muy ricos en agua. El agua de la
sabana, de los caños, indispensable para el ganado es retenida mediante la construcción de tapas,
las cuales son hechas con una pared de guafa y palo y son rellenadas con tierra, sin lo cual
muchas veces el ganado en épocas de verano moriría por no encontrar el agua que en invierno
corre constantemente por los diversos caños o que se encuentra en los esteros.
Y los corrales, al igual que los llaveros, son elaborados con madera de corazón, tales como
trompillo, guarataro, laurel o aceite procurando su mayor duración, aunque algunas veces son
hechos con guafa, la cual es también utilizada para los tranqueros.
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Pero si todo lo anterior representa la aplicación del conocimiento llanero en cuanto a la
construcción, arquitectura y funcionamiento del hato, de igual forma, estar aquí significó para el
llanero aprender a cuidarse y cuidar su salud por sí solo, porque aquí no había medicinas ni
médicos, solo una generosa naturaleza por conocer y aprovechar. Encontramos entonces que lo
que para unos es superstición e ignorancia, en el Llano es conocimiento indispensable para
sobrevivir. Por eso es que el llanero con sus conocimientos médicos y sus experiencias sabe que
para la bronquitis (“frío en los pulmones”) hay que tomar manteca de raya, de guío, de pescado o
de baba, y que la de chigüiro sirve es para “sobar”; para la artritis o el reumatismo, picar los
huesos de un chulo, echarlos en aguardiente, añadirle miel de abejas, esperar nueve días y
tomárselo, pero también sirve la manteca de mato o un baño con agua de chaparro o de
mastranto, que a su vez ayuda a curar la vena várice; para el asma, sangre de cachicamo; para el
dolor de estómago, agua de arroz; para la tos, agua de yarumo de tuna o de sábila o también sirve
comer marañón ya que este limpia la garganta; si se pega la "mirada china", que es como una
conjuntivitis, será bueno dejar toda la noche agua reposando con flores y limón para por la
mañana, y antes de hablar, untársela en los ojos; si hay que apurar un parto habrá que comer
infundia de gallina; y si el niño ya crecido se ve muy flaco o le da "mojo" (“le entra un frío” por
estar cerca de un difunto, o sea un muerto) se le dará caldo de chulo o de fara (siendo común
también en el caso del mojo envolver al niño en la panza caliente de una vaca negra ya muerta o
dejarlo un rato en el sitio donde cualquier vaca de este color ha estado echada); pero si la
dolencia de este es por el "pujo ", que es como un hipo constante, la solución será que la mamá lo
pase al amanecer tres veces por un tranquero en compañía de dos personas alineándose en forma
de cruz; y si se quiere prevenir que una persona de ojos catires y de mirada "fuerte" lo enferme
por "mal ojo" se deberá amarrar a su muñeca una cinta de color rojo; o si acaso solo parece tener
lombrices habrá que darle ajo con aguardiente o agua de pasota, y si son amibas, jugo de ortiga
con aguardiente. Cuando se cree tener mala circulación se usará la concha del árbol de gualanday
que además purifica la sangre; si el problema es de corazón habrá que colar agua brasiada y
tomársela, pero si lo que se tiene es leucemia lo que ayudará será la sangre de chulo. Si da
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sarampión habrá que refrescarse con mataratón; y si se sufre del riñón se tomará agua de cogollo
o de mango de rabo de mono, que a su vez sirve para el que está “descuajado”; si hay que
desinflamar o desinfectar una herida se usará la hoja del piñón; si se sufre de dolor de muelas se
tomará agua de dormidera, y si el dolor es por la picadura de una raya habrá que bañarse en agua
de palotal; pero cuando el problema es la “disipela” la solución será un sapo, el cual tendrá que
ser refregado en la parte del cuerpo afectada y posteriormente colgado a escondidas por la pata a
un palo, donde se irá poniendo como rojizo hasta morir, momento en que el enfermo se habrá
curado; y es con este mismo animal que también se logrará sacar una espina que se haya
incrustado bien adentro del cuerpo, ya que al quitarle a este un pedazo de piel y pegársela a la
parte del cuerpo donde esta se encuentra, se hará que el sapo brinque, porque al hacerlo
sucesivamente irá saliendo la espina y cuando el sapo reviente, la espina definitivamente habrá
salido; procedimiento parecido implica la mordedura de un perro, donde habrá que cortar un
limón por la mitad y dejar una mitad en el palo y con la otra restregarse la herida, echo esto habrá
que esperar a que la mitad dejada en el palo se seque y cuando esto ocurra el perro se habrá
“secado” también y morirá, mientras la víctima se habrá curado.
Sin embargo, cuando la naturaleza no logra curar o cuando lo que se quiere se sale de las
capacidades de esta, el hombre explota su propia capacidad, su poder y entra el rezo o lo que es lo
mismo, el ensalme. Entendido este como un acto capaz de curar o de lograr mediante la palabra y
la fe lo que ningún otro medio logra, cualquier llanero puede (aunque hay gente reconocida como
buena para hacerlo), si tiene fe, hacer un amplio uso de este, pronunciando palabras distintas
según cada caso y cuidándose de recibir alguna donación voluntaria de parte del beneficiario para
que en casos posteriores su rezo siga funcionando y no “pierda fuerza”. Y como aquí aparte de
estar solo, se está en constante peligro por la diversidad de animales o de labores riesgosas que
pueden llevar a cualquiera a la muerte, encontramos rezos para muchas y distintas situaciones.
Está el rezo para la persona que habiéndose cortado o habiendo sido víctima de un fuerte golpe se
encuentra en peligro de desangrarse, para cuyo caso se pronunciará la oración de la sangre, que
dice así:
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“En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo. Adetente sangre, adetente
sangre así como se detuvo nuestro señor Jesucristo en el vientre de María
santísima. Adetente sangre así como se detuvo nuestro señor Jesucristo en el
portal de Belén. Amén. Amén. Amén.”
Pero como la muerte no solo la pueden sufrir las personas sino también los animales (que
representan la riqueza del hombre), y entre las causas de esta, se encuentra el estrago que hacen
los gusanos en el ombligo del becerro recién parido, aparece la oración al gusano en dos
versiones:
“Oración a San Joaquín del Llano, cúreme este animal, bueno y sano sin ningún
gusano. Creo que así sea”
“Secreto que cura gusanos, lo digo porque lo se. En el nombre de San Pablo,
Jesús, María y José. Animales malignos, yo los conjuro pa´ que se vayan muriendo
de uno en uno, y quede limpia la herida. Con Sine Deo, y también quede curada
con Dominis Deo...creo...creo...creo... En el nombre del Padre, del Hijo, Del
Espíritu Santo. Creo que se morirán todos los gusanos y no quedará ninguno.
Amén.” (Saltarín de la Hoz, 198?: 95)
De manera parecida se rezan los caminos y los ríos para evitar el ataque de los animales; se rezan
los potreros para que la culebras salgan y no maten el ganado; se reza para mandar los
murciélagos de un lado a otro; se reza para que los zorros y las cucarachas se vayan; para que una
res mañosa deje de serlo; para que los tiros de las armas de los enemigos salgan para otro lado;
para curar el dolor de muelas; y se reza también para que la mujer se enamore perdidamente de
un hombre.
Y es aquí en este mundo apartado, lejano, inmenso, solo donde el llanero encuentra su
libertad, libertad que va más allá de lo físico para llegar al pensamiento y expresarse en la magia
que aún se le permite tener al mundo. Por eso es que aquí todavía por las noches se escucha al
llanero contar cuando se le apareció “la Bola de fuego” en mitad de la sabana y tuvo que
espantarla soltando el rejo, hasta cuya punta se acercaba esta; o cuando los quejidos de la Sayona
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provenientes de una mata de monte lo hicieron perder toda valentía; es aquí donde en medio de la
oscuridad de la noche todavía se oye con temor el silbo del silbón; o donde el diablo hace
presencia a través de los “entierros”, ofreciendo riqueza a cambio del alma de una hija, lo que se
traduce en estar “empautado” y es algunas visto como la razón de poseer un hato, o donde algún
brujo relacionado con este puede conjurar maleficios o fabricar bebedizos para volver a la gente
loca o enferma; es aquí donde los chubascos de pleno invierno hacen llover pescado; donde los
duendes juegan con la crin de los caballos en las noches hasta hacerles los chicuacos que el
llanero ha de desenredar; donde los niños monos (catires) pueden desaparecer en la sabana por
habérselos llevado el Tui... todo esto pasa aquí, en este mundo, en el Llano, entretejiéndose así un
universo de “leyendas” que acompañan y matizan la vida de ese llanero que aún lo que quita a el
mundo la magia de creer que todo esto puede ser cierto.
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Y es aquí también, en medio de la soledad y belleza de la sabana donde el llanero se
vuelve compositor y cantante, como si muchas veces la música fuera su única compañía y su
única forma de mostrarle al mundo lo que él es y lo que significa para él el Llano, ese Llano que
en realidad solo ellos lo logran sentir y entender en su totalidad, desde el fondo...desde siempre.
El llanero hace de su música un paisaje que nos deja acercarnos al llano desde afuera y desde
adentro, donde se hace palabra su vida, sus amores, sus sensaciones, sus dolores y su trabajo,
elementos que siempre están relacionados con ese sentido de pertenencia y de orgullo que el
llanero nunca ha dejado de mostrar por su tierra y por su relación con esta. Por esto es que la
música del llanero nos deja ver gran parte de lo que es para el llanero ser eso: un llanero, a la vez
que nos permite acercarnos a entender el Llano desde el centro, o sea, desde ellos.
“A todo lo que huela a Llano brinda su canto el llanero... al horizonte lejano
donde se une cielo y tierra, le dice a los morichales el amor que por ellos
siente, su prosa se la arrebiata tras de un toro cimarrón, se la brinda al
botalón donde se ordeñan las vacas, canta al aroma del mastranto... a los
sabaneros espantos que cruzan al Llano entero...a una ilusión pasajera, a un
bozal, a un cabresto, al chinchorro donde se acuesta...
a todo canta el llanero.”*
Todo esto, no solo nos muestra entonces cómo el aislamiento del hato y en general el del
Llano repercute en la forma como el llanero se ha formado y ha interpretado su mundo, utilizando
su medio y sus propias capacidades, sino que nos permite observar parte fundamental de lo que
significa ser llanero, haciéndose claro que esto hace parte integral de su modo de vida, de sus
relaciones, sus prácticas y por ende de su cultura.
* Fragmento de canción compuesta e interpretada por Cholo Valderrama, titulada: A todo canta el llanero.
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3.3. TRABAJAR EN EL HATO.
“Me gusta vivir en un hato trabajando, en el pueblo no me amaño, uno está
acostumbrado a esto, bregando con animales, uno está acostumbrado al Llano
y no me gustaría que se acabaran los hatos, se acabaría el Llano.”
Como hemos anotado, el hato cuenta con una ubicación, unas estructuras físicas y una
disposición espacial específica y propia que permiten el desarrollo de la actividad ganadera y que
lo caracterizan en muchos sentidos como una unidad autosuficiente, donde cada uno de estos
elementos adquiere para el llanero una connotación cultural, y donde igualmente (y debido
principalmente al aislamiento propio del hato) el llanero desarrolla prácticas basadas en el
conocimiento particular que tiene sobre su medio y sobre sí mismo, convirtiéndose esto en parte
integral de su cultura, pero como lo empezábamos a resaltar, igualmente importante es su papel
en cuanto escenario laboral, lo que significa que el hato más allá de su presencia y realidad física
y de fomentar por sus características una particular forma de entender y relacionarse con el medio
y el mundo por parte del llanero, constituye un espacio humano y social capaz de crear y
reproducir, a partir del trabajo, dinámicas y prácticas propias con significados de identidad
cultural.
“Llanero soy con orgullo hombre de soga y caballo,
hijo de llano y rodeo y hermano del toro bravo...
cargo en el alma la copla:
tu no comprendes el bramar de un orejano,
el olor de los corrales, cámara mío,
ni el trajín de mi trabajo.”*
Y es que el hato vuelve a jugar un papel fundamental en lo que significa ser un llanero
porque este desde temprana edad se define como trabajador, trabajador que, a diferencia del de * Fragmento de canción compuesta e interpretada por Cholo Valderrama, titulada: Llanero soy.
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muchas sociedades para los que el trabajo solo representa una fuente de ingreso, aquí en el Llano
se identifica a partir de este. Aquí el trabajo es fuente de imaginario cultural, y no es algo que se
le pueda quitar a un llanero sin que deje de ser tal, porque el trabajo aquí es la vida del hombre, lo
que quiere, lo que sabe, lo que tiene, y es además la manera en que esta sociedad con mayor
intensidad se relaciona con su entorno. Así encontramos que ser llanero siempre tiene que ver con
trabajar Llano; con conocer el ganado; con montar a caballo; con saber picar un rejo; componer
una res y conocer el nombre de cada una de sus partes; con fabricar cacheras, sueltas, marotas y
saber usarlas; con amanecer viendo sabana, y esto en la mayoría de los casos se hace posible en
los hatos, porque el llanero lejos de poseer tierra, ganado y bestias a gran escala que le permitan
subsistir económicamente, se formó desde el siglo XVII como peón, resignándose a no encontrar
el llano escriturado a su nombre y por ende a no encontrar los elementos tenidos como base de su
cultura y por tanto no poder ejercer en sus propiedades por pequeñas o por inexistentes, todas
aquellas cosas que los hace sentirse llaneros.
“Yo no tengo sino un sombrero, un caballo, una silla, una cartera
con 20.000, pesos que es todo lo que cargo.”
Es el hato y el trabajo en este lo que muchas veces les permite relacionarse con este, conocerlo,
amarlo, respetarlo y en últimas a sentirlo suyo y ellos sentirse más llaneros.
“Esta a nombre de otro dueño este banco de sabana,
será suyo ese cajón, mía es toda la tierra llana.”*
El hato además le imprime a la vida de un llanero (siendo cierto también que el llanero ha
moldeado al hato, en su fundación, organización, arquitectura, régimen de trabajo, etc,) ciertos
rasgos particulares en su forma de vida y en su comportamiento, haciendo que este sea
independiente, solitario y algo nómada; porque por ser el hato el referente de trabajo del llanero y
una necesidad económica imperante, este asume que desde temprana edad debe salir de su hogar, * Fragmento de canción compuesta por Cachi Ortegón e interpretada por Walter Silva, titulada: Llanura mía.
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alejarse de los padres, hacerse “grande” y empezar a andar, andar en busca de los hatos, quedarse
allí días, meses o años, no se sabe, y desprenderse por tanto de su núcleo familiar, al que volverá
solo cuando el trabajo se lo permita y con el cual mantendrá poco o nulo contacto, lo que a su vez
produce que muchas veces se reconozca a el mismo Llano como el “maestro” encargado de
formar al hombre de esta tierra.
“Yo me quedé con mi papá hasta que un día consiguió mujer y le dije que yo creía
que ya no necesitaba más que lo acompañara...entonces le dije que me iba, que
quería ir a trabajar, comprarme un sombrero... Le dije que me regalara un burro,
lo aperé y arranqué centro de sabana, a andar”
Así mismo el trabajar en los hatos muchas veces implica para una persona casada distanciarse de
su pareja, porque al hato no se puede llegar con esta y porque muchas veces se necesita que
alguien se quede cuidando lo que se tiene, lo que no pocas veces, y sumándole el machismo del
hombre llanero, ha desencadenado en una constante y no tan secreta infidelidad.
“Mi esposa no podía estar conmigo aquí porque tenía que cuidar la finca que
teníamos y yo no tenía plata para pagar un encargado, a veces pasaban dos meses
y yo no iba a la casa...uno aquí pasa mucho tiempo sin ir a la casa y le va
perdiendo el cariño a la mujer.”
De igual forma, el hombre se hace despegado de las cosas materiales, porque este trabajo hace
que no se pueda cargar con toda la casa a hombros, por lo que desde el momento en que el llanero
se aleja de esta, asume que si hay algo que necesariamente tenga que llevar consigo esto debe
caber en su maletera. De aquí en adelante sí ha de contar con algo contará con su caballo, aquí la
vida se lleva en un caballo; con su silla, que si no los tiene será lo primero que compre con la
plata del trabajo; con el camino; y con el futuro que aunque se asume incierto la vida lo irá
llenando de momentos y de experiencias...y de Llano.
“Yo solo cuento con el día y la noche”
También se hace este, conocedor y ejecutor de diversos trabajos, porque aquí se aprende desde
pequeño a hacer de todo, así necesita ser, así es más fácil subsistir y así se espera que sea un
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llanero: “completo pal Llano”, porque además en el hato el llanero puede ser requerido como
mensual, trabajador de Llano, jornalero, ranchero, fundacionero, etc, y este muchas veces no se
puede dar el lujo de negar el trabajo. Así se forma un llanero “bueno pa todo” o al menos
dispuesto pa todo.
“Yo ningún trabajo me queda grande”
Mientras que de igual forma se es fuerte y hábil, pues igualmente se valora la huella que deja el
trabajo rudo: “callo del rejo, callo en las manos” y donde lo peor que le pude pasar a un hombre
es que su cuerpo no le permita trabajar porque el llanero debe ser un hombre fuerte, hábil, sin
ningún impedimento físico, así se lo impone el medio, así se lo impone el hato. Esto a su vez
causa que esta sea una sociedad bastante machista, donde se asume que la mujer no cuenta con la
fuerza necesaria para llevar a cabo la mayoría de labores del llano, y así en el hato son pocos los
trabajos que esta puede realizar, convirtiéndose el hato en un escenario eminentemente
masculino, con pocos espacios laborales para la mujer y con una estigmatización bastante fuerte
hacia las diferencias de género. La mujer no se valora por trabajar Llano, por conocer el ganado y
jinetiar un caballo, no es ella la que debe fabricar sueltas, cacheras, componer la carne, no, ella
debe limitarse a cocinar, a barrer, a limpiar, y ella se siente llanera, y sin lugar a dudas lo es, pero
sus prácticas culturales generadas a partir del trabajo distan mucho de ser las del hombre, por eso
cuando esta no se vincula al hato, ni tiene un marido con casa o finca, su vida está en otro lugar,
en los pueblos, las ciudades, ellas son muchas veces empleadas del servicio.
“El Llano es bravío, el Llano pa la mujer es bravo”
El hato es entonces una fuente económica indispensable desde temprana edad para romper
con la dependencia económica que existe con los padres, quienes no pueden por largo tiempo
mantener a los hijos, y una actividad laboral muchas veces única ante el poco estudio escolar que
ha caracterizado la vida del llanero (lo cual tiene mucho que ver con la distancia y el aislamiento)
y por ende las pocas posibilidades laborales de este.
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“El hato es de donde estamos comiendo, no quisiera que el hato se acabara, de él come
mi familia”
Pero también es el escenario que en el Llano permite hacer del niño un llanero y al adulto
reforzar su condición, vivir su conocimiento, demostrar y proteger su cultura, porque aquí se
llega y se aprende del Llano, aquí se vuelve la gente llanera, y como ya lo hemos anotado el
trabajo está íntimamente relacionado con lo que significa ser llanero, aquí se harán realidad las
dos cosas.
“A los seis años me escapé de la casa donde vivía con mi papá y mis hermanos.
Me aburrí porque mi papá me daba juete porque yo no estudiaba, en vez de irme
para la escuela me quedaba entre el monte y esperaba que los otros salieran pa
devolverme pa la casa...entonces me volé con una tía, y mi tía me dijo que tenía
que trabajar, y ahí empecé a trabajar de lugar en lugar, aunque al principio
lloraba y me quería devolver. Estuve trabajando con una señora en Pirichigua
hasta que llegó el día que me cansé y dije que me iba, la señora me preguntó
cuánto me debía y yo le dije: nada, yo le agradezco la crianza. Me fui con mi
maleta y a pie porque todavía no tenía ni silla ni caballo”
Todo esto debe ser tenido en cuenta y varias veces lo volveremos a encontrar en los
apartados siguientes que intentan describir más detalladamente la dinámica generada en los
diversos trabajos del hato, que como ya lo hemos anotado son igualmente prácticas culturales, y
que intentan acercarse a entender quienes son las personas que los ejecutan, cuál es su
procedencia, su proceso y razón de vinculación a esta unidad, su trabajo dentro de esta, las
implicaciones que esto tiene y las relaciones que se establecen en su interior.
3.3.1. TRABAJOS NO ESPECIALIZADOS EN GANADERÍA.
Este hato se encuentra en un área de sabana ubicada entre el río Pauto y el río Cravo Sur y
son estos referentes geográficos los que a su vez constituyen los límites de la demanda laboral, lo
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que quiere decir que el hato, por motivos de seguridad, comodidad y por asumir que aquí radican
quienes tradicionalmente conocen el hato y sus sabanas y por tanto tienen un vínculo emocional
con ellas, emplea primordialmente a aquellas personas que viven en este espacio.
Son estas personas, en su mayoría hombres, las que (algunos desde una edad muy temprana:
ocho, nueve y diez años) “buscando la forma de vivir, de defenderse por sí solos y sabiendo que
ningún trabajo les queda grande”, se acercan al hato a pedir trabajo o son mandadas a llamar
(porque ya son conocidas), para lo cual ensillan su caballo, se ponen el sombrero y amarran a la
parte de atrás de la silla su capotera en la cual llevan su ropa y los pocos elementos que
consideren indispensables como el chinchorro, el mosquitero, una linterna, una toalla y el cepillo
de dientes, y se desplazan desde su casa (la cual puede quedar a horas de camino) hasta la casa
principal o alguna fundación. Si son aceptados dejarán su caballo ahí, guindarán su chinchorro y
empezaran a trabajar y a vivir en este lugar, ya que por la distancia entre el hato y sus casas se
hace indispensable permanecer en el. Esto, como lo anotábamos anteriormente, ocasionará un
distanciamiento entre estas personas y sus lugares de origen o sus hogares, con los cuales
mantendrán un contacto y comunicación escaso o nulo durante el tiempo que duren trabajando en
el hato (ya que no se cuenta con teléfono y la única manera que tienen de saber de ellos es por
intermedio de personas que vengan de allá o desplazándose a caballo las horas que sean
RIO ME TA
RIO PAUTO
RIO CRAVO SUR
OROCUE
HATO
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necesarias, lo que además sólo se puede hacer el día domingo que es cuando no se requiere de su
presencia y trabajo, o durante los quince días hábiles de vacaciones dadas), convirtiéndose este en
su nueva casa y las personas que se encuentren en él en sus nuevos compañeros y amigos a los
cuales muchas veces se les llamará por cariño: cámara, camarita, cuñao, familia, pariente o
pareja y con los que se mantendrá un lazo afectivo aún después de haber finalizado el trabajo en
el hato.
En qué trabajan y qué jerarquías y requisitos implica cada trabajo?
Los trabajos requeridos por el hato, llevados a cabo mediante un contrato verbal, pueden
ser permanentes o esporádicos y varían en pago, jerarquía y sexo. Entre los permanentes
ejercidos por hombres encontramos:
- Administrador general: este cargo es ejercido por una persona que no es llanera y que por tanto
no hace parte de ciertos patrones culturales, ni tiene los mismos referentes sociales. Esta es más
bien una persona cercana al dueño del hato, con quien comparte gran parte de su tiempo, sin que
por esto se encuentre ausente de la dinámica social de los trabajadores llaneros, con quienes más
bien establece un vínculo cercano de mando pero también de amistad. El administrador está
encargado del funcionamiento general del hato, por lo que dentro de sus funciones está la
supervisión un poco de todo y, principalmente, de ejecutar planes o ideas que requieran de
coordinación. Este a su vez muchas veces desempeña un papel de comunicador entre los
trabajadores y el dueño del hato.
- Encargado del hato: es quien entre los trabajadores llaneros tiene la mayor jerarquía, el mejor
sueldo y la mayor responsabilidad. Bajo su mando están el resto de trabajadores y es él el
encargado de contratarlos y despedirlos si es necesario. El debe supervisar que todo en el hato
funcione correctamente y de ejecutar las órdenes del dueño, ante quien debe rendir cuentas y
presentar informes (es importante aclarar que entre el administrador y el encargado hay una
división de tareas aún cuando muchas veces se necesite de la colaboración mutua, pero en cada
una de estas se hace evidente a cual de los dos le corresponde la responsabilidad, siendo el
encargado la autoridad en cuanto a asuntos de ganado y contratación de personal, mientras que el
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administrador tiene que ver más con asuntos de índole económica y organizativa). Este encargado
debe permanecer en la casa principal constantemente, a menos que alguna fundación requiera de
su presencia. Junto con él se encuentra su compañera y muchas veces sus hijos, quienes a su vez
suelen tener algún trabajo asignado y remunerado. Paralelamente, este encargado general ejerce
como caporal de sabana durante el Trabajo de Llano, donde su función gira en torno a la
organización, recolección y marcación del ganado, para lo que se hace necesaria su autoridad en
la contratación de los trabajadores de Llano y en el mando que ejerce sobre estos en las faenas de
campo y en los trabajos de corral.
Ser encargado de un hato y caporal de sabana no solo requiere una gran responsabilidad sino que
significa un estatus muy alto dentro de los trabajadores no solo del hato donde este ejerce su
cargo, sino en los otros de la región. Esto implica que este debe ser una persona que conozca muy
bien el Llano, el hato y el trabajo, y que por tanto se espera haya ejercido durante su vida
distintos cargos de menor responsabilidad y que con el tiempo lo acreditan como una persona
capaz, trabajadora, conocedora y digna de respeto por parte de los otros llaneros. Es este sentido
el encargado y el caporal se convierten en el hato o la región en sujetos de los que se espera un
conocimiento profundo y una práctica amplia sobre el Llano y el hato; debe ser, entonces, según
ellos, “un llanero completo”. Debido a esto este no es un trabajo que sea solicitado por una
persona, mucho menos si apenas se está vinculando al hato, sino que es un cargo ofrecido por el
dueño a una persona que lleva trabajando con él mucho tiempo y que se ha ganado su confianza y
demostrado su capacidad.
- Caballicero: es el encargado del cuidado de los caballos y las yeguas de madrina. Entre sus
tareas está vacunarlos, purgarlos, bañarlos, herrarlos, conocerlos y algunas veces (cuando no se
contrata un amansador) amansarlos. Para este cargo el encargado busca contratar a alguien que ya
se reconozca como bueno para ejecutarlo, ya que no todas las personas son caracterizadas como
tal, para lo que cuenta mucho el que hayan trabajado con caballos anteriormente y se le conozca
la fama o la reputación en el oficio. El caballicero no tiene un estatus o una jerarquía superior al
resto de trabajadores y su función y mando se limita al que le da su oficio. Ocasionalmente y
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cuando se requiere, así como sucede con el resto de trabajadores, este es ocupado en funciones
distintas según lo solicite el dueño o el encargado.
- Mensual: este debe realizar varios oficios relacionados con el mantenimiento y alimentación de
las personas del hato: es el hombre de oficios varios. Así, por ejemplo, él debe desde muy
temprano pararse a ordeñar y por tanto ejercer como becerrero, llevarle sal a los ganados que se
encuentran cerca de la casa en los paraderos y los saleros; debe cortar y llevar la leña a la cocina
donde se usará para cocinar; debe así mismo cocinar algunas veces, barrer y en general ayudar a
la cocinera. Para ejercer este cargo no se necesitan conocimientos especiales solo la disposición
de ayudar y la energía para hacerlo.
-Caporal de patio: este también puede ser llamado mensual, pero tiene que ver con oficios
relacionados con los jardines y la casa de los dueños. El es el encargado de coordinar a
trabajadores que desempeñen funciones de mantenimiento y limpieza principalmente de los
espacios habitados por los dueños cuando este está, como por ejemplo los jardines, las cercas de
la casa, el funcionamiento de la planta de luz, el bombeo de agua hacia los baños, etc. Bajo su
mando se encuentran los demás jardineros y ayudantes contratados temporalmente, pero esto no
se ve representado en una mayor jerarquía o estatus. Más que por su conocimiento y experiencia,
esta persona es escogida por el encargado o dueño por su buena relación con este último, con el
que está en permanente contacto debido a su oficio, el que como anotamos anteriormente se
caracteriza por la diversidad de actividades requeridas y que deben ser desempeñadas solo por él
cuando el dueño se encuentra ausente.
- Tractorista: esta es una persona que necesita una capacitación especial; por lo tanto, su sueldo
es bastante superior que el del caballicero o el mensual. Su trabajo consiste en manejar un tractor
el cual debe cargar palos, llevar palma, recoger y regar sal, transportar mercado, rastrillar las
trochas, etc. Es un trabajo que no requiere muchas veces de fuerza física pero si de la capacidad
de reparar constantemente las partes de este que constantemente sufren algún percance, y de
soportar y aceptar dormir muchas veces en la sabana o lejos de la casa principal cuando este se
daña y no se cuenta con las herramientas necesarias para arreglarlo. A diferencia de la alternancia
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de trabajos de la que hacen parte muchos trabajadores, el tractorista suele ser un hombre
especializado en su oficio y pocas veces es visto ejecutando otras funciones o empleos.
- Fundacioneros: estos hombres son los encargados de cuidar las ocho fundaciones con las que
cuenta el hato. Para ser contratado como tal se debe haber trabajado en el hato en otras labores y
haberse destacado por su responsabilidad o se debe ser conocido por el encargado; se debe tener
esposa y querer distanciarse de su casa para desplazarse a un lugar lejano y solitario. Una vez
contratado, su trabajo consiste en revisar el ganado que pasta en sabanas cerca de la casa, lo que
implica conocerlo, conocer sus paraderos, repartirles sal, hacerle mantenimiento a las tapas para
que tengan agua que beber, detectar cualquier cerca dañada por la que el ganado puede salirse de
los linderos del hato y controlar que no ocurra algo que en el Llano ha pasado siempre y que se
llama "cachilapiar", lo que quiere decir robarse los becerros sin marca; o cachapiar que significa
robarse ganado marcado y contramarcarlo para hacer irreconocible la marca original (sin que esto
se logre controlar en su totalidad, porque cuidar tanta sabana regada de tanto ganado no es nada
fácil). Igualmente, debe mantener las estructuras físicas de la fundación (corrales, mangones,
casa) y muchas veces deben contratar personal (con previa autorización del encargado,
administrador o dueño) que realice trabajos esporádicos como el mantenimiento de cercas y
tapas. Su cargo es remunerado con un salario superior al del resto de trabajadores a excepción del
otorgado al encargado general del hato y el administrador, lo que se manifiesta igualmente en su
estatus.
Este fundacionero debe contar con una mujer (la que siempre es su esposa, aunque esto no sea un
requisito laboral) que lo ayude en diversas labores como cocinar, barrer, limpiar y atender,
además de hacerle compañía en un lugar tan distanciado y solitario, donde si no hay Trabajo de
Llano pueden pasar semanas enteras sin que se vea a nadie. Esta mujer, a pesar del trabajo que
tiene diariamente y de ser indispensable en el funcionamiento de la fundación, la que cuida
muchas veces cuando su marido tiene que desplazarse a la casa principal del hato por su carne de
ración o a alguna fundación a colaborar con el trabajo ganadero, no recibe remuneración
económica.
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El fundacionero y su mujer siempre tiene hijos viviendo con ellos y estos también desempeñan
labores. Desde muy pequeños aprenden a ayudar a su mamá y a su papá en los oficios; así
entonces, se les ve barriendo, cortando leña, rastrillando el patio, cuidando las gallinas, etc.
Muchas veces no asisten a la escuela a menos que esta se encuentre cerca y sea fácil su
desplazamiento. La mayoría de las veces para asistir a la escuela deben separarse de sus padres e
irse a vivir con un pariente, lo que implica que su crianza estará en manos de otros y que solo se
reunirán con los padres los fines de semana cuando el camino que los separa no es muy largo; de
lo contrario, este solo se llevará a cabo durante las vacaciones escolares (situación que ha ido
cambiando en los últimos años por la ampliación de los institutos educativos fomentada por el
gobierno gracias a las regalías del petróleo).
Los trabajos permanentes ejercidos por mujeres son bastante más reducidos;
concretamente hay dos:
- Cocinera: ella es quien, por un salario similar al de trabajadores como el caballicero o el
mensual, debe cocinar el desayuno, el almuerzo y la comida a las personas que se encuentran
trabajando en el hato, lavar la loza y hacerle aseo a la cocina; igualmente debe levantarse desde
muy temprano (4:30am) a hacer tinto en las estufas de leña, el cual es tomado por los llaneros
desde que se levantan. Esta mujer si tiene hijos pequeños los puede llevar con ella al hato, pero
no al marido, por lo que muchas veces estas son mujeres que ya tienen al marido trabajando en el
hato, son ya separadas o sus circunstancias económicas las obligan a distanciarse de estos. Si sus
hijos se desplazan con ellas, generalmente trascurrirán su infancia en un ambiente eminentemente
masculino y adulto, con poco o nulo contacto con otros niños y, como anotábamos anteriormente,
sin asistir a la escuela, a menos que la mamá de este niño considere que la educación escolar es
fundamental (actitud cada vez más frecuente debido a las nuevas circunstancias sociales y
laborales que ha traído el petróleo) y entonces se verá obligada a separarse de este y dejárselo a
cargo de una pariente que viva menos aislado y por tanto más cerca de alguna escuela.
- Cocinera del dueño del hato: este cargo es ejercido por la esposa del encargado general, quien
debido a esto y a la cercanía con los dueños ocupa un estatus casi tan alto como el de su marido,
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presentándose muchas veces manifestaciones de autoridad sobre los trabajadores. Además de su
labor en la cocina, esta mujer debe encargarse de la limpieza y mantenimiento de la casa donde
vive el dueño y es quien supervisa y coordina a las empleadas que son contratadas
ocasionalmente. Suele tener a su lado hijos, quienes pasan por circunstancias parecidas al caso
anterior, a diferencia que estos desarrollan también actitudes de superioridad por su condición y
al alcanzar una edad mayor a los 12 años se vinculan laboralmente al hato.
Llegando a este punto podemos decir que solo son estas personas las que siempre
permanecen en el hato y cuyo trabajo se requiere permanentemente, recordemos: administrador,
encargado, caballicero, mensual, caporal de patio, tractorista, fundacioneros, cocinera de los
llaneros y cocinera de los dueños. Esto nos muestra que el hato a pesar de sus grandes
extensiones y su amplia estructura puede permanecer durante algunos períodos del año con muy
pocas personas y trabajadores, lo que va a contrastar fuertemente con otros períodos, como el de
Trabajo de Llano, donde se aumente sustancialmente la cantidad de empleos generados a partir
del desarrollo de actividades de ganadería.
Pero a parte de esos trabajos permanentes, el hato puede requerir temporalmente y
especialmente en épocas de verano (el invierno impide la realización de varios de estos) de
trabajos esporádicos, lo que nos muestra que en algunos momentos del año y aún cuando no hay
Trabajo de Llano, el hato cuenta con otras personas que también van a hacer parte integral de su
dinámica laboral y social y que van a integrarse a patrones similares de convivencia y
reproducción social. Entre estos trabajos esporádicos ejercidos por hombres encontramos:
- Trabajadores de mano o jornaleros: estos trabajadores generalmente llegan al hato, ya sea a la
casa principal o a alguna fundación, pidiendo cualquier tipo de trabajo; si se requiere su
presencia serán pagados por día y podrán desempeñar diversas labores, entre las que están: cortar
madera y guafa para la construcción de casas o corrales; construir tapas para que el ganado tenga
agua que beber durante el invierno; hacer y arreglar cercas de alambre; cargar almuerzos a las
personas que trabajan distanciados de la casa del hato o la fundación; arreglar y barrer los
jardines de la casa del dueño; o “echar peinilla o pala” para arreglar un terreno. Estos trabajadores
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pueden ser menores de edad aún cuando muchas veces sus labores requieran de gran esfuerzo
físico y su trabajo, como todos los que ofrece el hato, requiere de su estadía en él.
- Chircaleros: estas son las personas dedicadas a la fabricación de ladrillo, generalmente son dos
y no suelen ser llaneros, ya que estos últimos no se caracterizan por querer y saber hacerlo. Los
chircaleros son entonces hombres llevados desde Sogamoso que deben cumplir durante el verano
(en el invierno esta labor se hace imposible) con la fabricación de la cantidad de ladrillo
requerido para la construcción de varias estructuras físicas del hato, para lo cual estos deben
permanecer en este períodos de tiempo que pueden oscilar entre uno y tres meses, donde además
de conformar parte de la estructura laboral del hato, conforman y hacen parte de la dinámica
social que se establece dentro del mismo.
-Maestros de obra: estas también son personas llevadas de Sogamoso, e igualmente deben
permanecer en el hato el tiempo que su trabajo lo requiera y hacer parte integral de su dinámica.
Su trabajo consiste en construir o arreglar las casas y demás estructuras del hato, pero a diferencia
del caso anterior, su trabajo es pagado por día y no por contrato (debido estos a la variedad de
tareas que generalmente realiza).
- Amansador de caballos, mulas y machos: estas personas sí son llaneras y no solo eso sino que
deben tener conocimientos y experiencia en su trabajo, deben ser hombres “buenos para los
caballos, del arte”. Su trabajo consiste en lograr que los caballos, mulas y machos entregados se
logren amansar a tal punto que sirvan para ser ensillados y montados o sirvan para llevar carga
(sal, mercado, leña, etc.), como es el caso de los machos y las mulas. Este es un trabajo que
requiere de experiencia, tiempo y dedicación, donde se necesita que estos animales sean
diariamente trabajados hasta que pierdan su brío y sus mañas y se conviertan en mansos y útiles
para las diferentes labores. Hay una diferencia en pago entre amansar un caballo y amansar una
mula o un macho, siendo en el segundo y tercer caso una tarea mejor pagada que la primera, ya
que un caballo aprende más fácil y no requiere de tanto esfuerzo y tiempo, mientras que con las
mulas y los machos se necesita de mayor tiempo y mayor esfuerzo debido a su terquedad, mañas
y difícil aprendizaje.
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Los trabajos esporádicos ejercidos por mujeres se limitan al de empleadas del servicio,
quienes durante la estadía del dueño en el hato, deben colaborar con la cocina y demás oficios de
limpieza y servicio de la casa. Estas son mujeres o niñas, muchas veces hijas de trabajadores del
hato, que no van a la escuela o que se encuentran en vacaciones escolares, y que debido a
necesidad y a la formación cultural a la que pertenecen aprenden desde temprana edad a cocinar y
a ejercer los oficios domésticos necesarios para el mantenimiento de sus casas y de aquellas
ajenas que les significan un beneficio económico.
Estos son entonces los trabajos esporádicos, que como lo mencionamos anteriormente son
requeridos por el hato en ciertas épocas del año; no todos empiezan o terminan en el mismo
momento, ni tienen la misma remuneración o requerimientos personales, pero de igual forma que
los trabajos permanentes hacen parte integral del escenario laboral, social y cultural del hato.
3.3.2. TRABAJO DE LLANO.
“ Volveré a trabajar Llano pues no trabajo hace rato y ahorita es que tengo ganas
de jinetiar un potranco, antojo e´jalar un rabo, deseo de quebrar un cacho,
ilusión de sacar un lance, nostalgia de zumbar un lazo... Levantar un rodeo
grande de los rincones de un bajo, mirar que una soga pasa humillando los
mastrantos, sentir enorme en el pecho el ser de un llanero nato
cuando cerrando el tranquero tá un horizonte araguato”*
El Trabajo de Llano es el trabajo principal del hato, ya que en este se da la recogida, aparte y
hierra del ganado que pasta en sus sabanas y que constituye la fuente económica del mismo; pero
este es para los llaneros que lo ejecutan mucho más que esto, es poder vivenciar la práctica
cultural que se asume como la más llanera, la que mejor prueba la "llaneridad" de los hombres, y
solamente de los hombres, algo que solo pueden hacer ellos, los llaneros.
* Fragmento de canción compuesta por Cachi Ortegón e interpretada por Cholo Valderrama, titulada: Volveré a Trabajar Llano.
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El Trabajo de Llano permite entonces que los llaneros puedan demostrar un conjunto de prácticas
y costumbres tenidas como propias de su cultura y que se convierten en fuente de orgullo de
cada uno, entre las cuales encontramos el jinetiar un caballo machiro cuando apenas ha
despuntado el sol; enlazar de a caballo y en plena carrera una res que se ha salido del rodeo o que
se resiste a entrar en él; colear a plena sabana abierta un maute que busca el monte; y torear un
toro bravo y cachudo en un banco de sabana. Todo esto es visto como propio de un llanero
completo, de un llanero criollo y auténtico, de un hombre “picantoso y sereno pal Llano”, y es
aquí entonces donde cada uno tiene la oportunidad de aprenderlo y demostrarlo.
De igual forma, es la oportunidad de relacionarse ampliamente con varios elementos que recrean
y refuerzan su cultura y su ideología, a saber, el caballo, el ganado y el paisaje. Cada uno de estos
elementos hace parte integral de la autodefinición del hombre llanero y es en el hato, durante el
Trabajo de Llano cuando el llanero con mayor profundidad los apropia, les da significado y los
convierte en suyos emocionalmente.
“Me gusta vivir en el Llano, siempre me ha anhelado montar a caballo, salir a la sabana.
Uno en el Trabajo de Llano trabaja con energía, le provoca a uno trabajar.”
Así, por ejemplo, sucede con el caballo, que desde que ingresó a este territorio, se convirtió no
solo en su medio de transporte y de trabajo, sino en su compañero y amigo de largas travesías y
duros esfuerzos; de igual forma el ganado, aún cuando el criollo, estimado por lo bravo, por lo
altivo y por ser el auténtico llanero, le ha dado paso al cebú (traído en este caso particular desde
los años cincuenta), es sentido muchas veces como símbolo de hombría, coraje y verraquera, algo
que de por sí caracteriza y representa a los llaneros; y el amor al paisaje, al entorno, hace evidente
la importancia del estrecho vínculo que el llanero mantiene con la tierra, siendo entonces el
medio físico en el que se mueve fundamental para su identificación y autosatisfacción cultural.
“El toro, caballo y soga, compadre mío, son para mi tres verdades:
el toro es la fortaleza pa enfrentar calamidades,
el caballo inteligencia, compañerismo y coraje,
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la soga el dominio impuesto del hombre
a los animales.”*
Pero no menos importante es para un llanero el conjunto de sus elementos de trabajo, que
no solo tienen una connotación laboral sino cultural, y es aquí en este trabajo donde los puede y
debe lucir y utilizar. Entre estos está el sombrero, el cual cumple con su función de proteger al
llanero del sol recio o de la lluvia al que se está expuesto gran parte del día, a la vez que muchas
veces es usado para sacarle lance a los toros en la sabana, pero este tiene a su vez un significado
cultural y juega un papel importante en el imaginario del estereotipo del llanero criollo. Vemos
entonces que un llanero de a caballo siempre tiene puesto un sombrero (y el llanero que va a los
parrandos y demás eventos sociales también lo carga, aunque no sea el mismo, sino uno que
considere más fino y cuidado). Este es un elemento fundamental de su caracterización y un
símbolo irremplazable de su cultura, el cual se tiene en gran estima y orgullo.
“ Sombrero viejo sombrero, fiel compañero de mi infancia y juventud,
mi gocho viejo que he cargado desde niño solo para ti hay cariño
no puede haber otra actitud. Como quisiera que todo el mundo conozca
que esta mi vieja corrosca es el orgullo mayor que puede tener un llanero...
Viejo sombrero tu naciste campesino, de la historia eres testigo,
de la llanura guardián, yo me siento más llanero
cuando en mi cabeza estás.”*
Igualmente, el llanero en el trabajo de Llano siempre carga un cuchillo en la cintura y un poncho
o ruana (delgadita) ya sea puesta sobre los hombros, amarrada en la cintura u ocasionalmente
sobre la montura. El cuchillo se utiliza para diversas labores como pueden ser nariciar una res,
* Fragmento de canción compuesta e interpretada por Cholo Valderrama, titulada: Toda esta sabana es mía. * Fragmento de canción compuesta e interpretada por Cholo Valderrama, titulada: Viejo Sombrero.
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capar un maute flaco o marcar la oreja de algún orejano; y el poncho o la ruana sirven para
protegerse del frío de las mañanas. Estos elementos tienen una utilidad práctica, pero a su vez son
elementos que un llanero considera también símbolos de su cultura y por tanto son cargados con
orgullo y con la idea de que estos afianzan su carácter y dejan ver su llaneridad; lo que sucede de
igual forma con elementos como el rejo, la cachera, el mandador, la suelta, el cabresto de crin, la
silla y sus aperos.
El Trabajo de Llano es, entonces, además de un trabajo remunerado, una práctica social
de gran importancia en la sociedad y la cultura llanera criolla, donde los hombres además de
llevar a cabo el trabajo duro, desarrollan, a través de sus elementos, una amplia gama de actos y
facultades que les encantan y que además son entendidas como culturales y por tanto juegan un
papel fundamental en cuanto a la identificación e identidad del llanero.
“El Trabajo de Llano es mi profesión y me encanta”
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Habiendo aclarado el significado del Trabajo de Llano para un llanero, pasemos a
entender en que consiste exactamente este.
El Trabajo de Llano, que dura aproximadamente cuarenta días consecutivos, se realiza dos veces
al año, a finales de mayo y a finales de noviembre, lo que quiere decir, a entrada y salida de
aguas. Y es así, debido a ser esta la época del año en que le ganado se encuentra en mejores
condiciones y por tanto está más fuerte para soportar el duro trajín al que es sometido.
Está por empezar el trabajo, el encargado del hato (que como dijimos anteriormente es el
mismo caporal de sabana o de Trabajo de Llano) manda a llamar a algunos hombres para la
caballisianza, la cual tiene como objetivo reunir los atajos en los que se encuentran las setecientas
bestias que pastan libremente por las sabanas del hato para proceder a balonarlas, bañarlas,
quitarle los “chicuacos” y apartar los aproximadamente doscientos caballos de madrina que serán
usados durante el trabajo.
Una vez hecha esta primera labor, el caporal procede a mandar llamar a los casi cuarenta hombres
que de aquí en adelante se necesitarán. Quienes, por lo general, son hombres adultos (algunos
pasando los sesenta), hijos, nietos, bisnietos... de trabajadores de llano que heredan el amor y
algunos conocimientos de este trabajo.
“Mi papá era trabajador de Llano y mi abuelo también y creo que mi bisabuelo
también... el Trabajo de Llano se aprende desde la cuna, se lo enseña a uno el
papá. El papá le enseña al hijo a enlazar, a arrear burros, y le compra las cositas
que necesita un llanero, como lazo, silla...”
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Muchos de estos hombres han trabajado en el hato con anterioridad; saben trabajar, ya conocen la
sabana, los paraderos del ganado, las reses de cada rodeo y no se les tiene que volver a explicar.
Pero también en cada Trabajo de Llano se cuenta con la presencia de novatos, que son personas
jóvenes (generalmente menores de edad) que no lo han hecho con anterioridad; necesitan
empezar a conocer el hato y aprender la dinámica del trabajo, lo que implica además practicar y
respetar algunas reglas tradicionales del llano y del trabajo tenidas como indispensables de un
llanero criollo y completo, como son: no pasarse a caballo por enfrente de otro; no pasarse por
encima del rejo con el que otro tiene enlazado un animal; entregar siempre en la mano la soga;
cuidar en un rodeo el espacio delantero y asumir que si se sale una res por ahí se debe salir tras
ella; y no intentar siempre enlazar la res que se sale del rodeo, sino solo cuando es indispensable.
“Solo enlazar no hace a un llanero, hay que saber hacer de todo y no solo
cuando el caporal está presente”
Una vez hablados estos hombres, y establecida el lugar y la fecha de la reunión, será
pocos los días que le queden a estos para tener que aperar su caballo; empacar en su capotera:
chinchorro (que es la cama del llanero), cobija, linterna, cepillo de dientes, jabón, toalla y uno
que otro elemento más; y despedirse de su mujer y de sus hijos, a los cuales solo volverá a ver
cuando el trabajo finalice. Así, una mañana, cada llanero cogerá centro de sabana trochando en su
caballo, solo o en compañía de uno o varios compañeros que van para el mismo lugar y a la
misma labor, esperando llegar al atardecer al punto de encuentro donde se reunirán con sus
compañeros de trabajo; muchos son amigos de tiempo atrás de trabajo y travesías, oyéndose así
un despliegue de apodos puestos con anterioridad que demuestran los lazos afectivos y la
estrecha relación e identificación del llanero con su entorno. Entre estos encontramos algunos
como: toro criollo, picure viejo, venao, melero, toro tope, chulo, loro, llanero amargo
mapanare...
Ya reunidos en la fundación y con la alegría propia de empezar el Trabajo de Llano por
más de que se sepa largo y duro, se aplicará algo que ellos llaman “echar siempre pa´lante duro y
parejo” o asumir que hay que ir “pa´lante porque pa´trás asustan" ; se procederá en los corrales
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a repartir entre los llaneros los caballos de madrina que serán usados por todo el trabajo. A cada
llanero y según el criterio del caporal, quien de aquí en adelante será la autoridad, se le asignan
tres o cuatro caballos, lo cual se hace muchas veces “clasificando los caballos de acuerdo a los
hombres” (lo que a su vez está muy relacionado con la labor de cada uno de estos dentro del
trabajo y que será descrita en páginas posteriores) porque desde aquí empieza a contar la “fama”
que cada llanero tiene. Por ejemplo, hay llaneros que por haber trabajado durante largo tiempo en
el hato o en otros hatos y haberse destacado como buenos jinetes y hábiles para cualquier faena,
se les asignan caballos buenos, delicados y a veces potrones, lo que significará un estatus dentro
del resto de los llaneros. A los novatos por el contrario se les darán caballos mansos y menos
apetecidos, ya que se asume que les falta todavía mucho por aprender y por aguantar.
“Ser llanero cuesta caro”
Sabiendo cada llanero entonces cuales serán sus caballos que, además de montar, habrán de
cuidar; estos hombres se desplazarán a guindar sus chinchorros en la caballeriza, la que será su
habitación mientras se desplace el trabajo a la siguiente fundación. Esta se llena de chinchorros
multicolores, guindados muy cerca unos de otros, lo que facilitará las tendidas conversaciones
que empiezan a entablarse entre todos los llaneros, y la fundación se llenará de vida, de risas, de
chistes, de silbos y de canciones, que se mantendrán hasta el final aún cuando el cansancio y la
falta de los hogares se empiece a sentir.
Al pasar la noche, y ya compartidas las primeras impresiones, empieza a la madrugada
siguiente el Trabajo de Llano. Son las 3:30-4:00 de la mañana cuando los dos hombres asignados
ese día para traer las bestias se levantan, se bañan y se van por ellas al mangón (o la cuadra de los
caballos), mientras tanto el resto de llaneros se alistan de igual forma, esperan a que se sientan los
relinchos de los caballos en el corral y se va cada uno con su cabresto por su caballo, el que
ensillarán y aperarán con un especial cuidado, ya que como estos llevan meses sin ser montados
es usual que se hagan respetar brincando y pateando, para lo cual cada llanero debe estar atento a
poner en juego ese brío que también lo caracteriza a él. Una vez aperados los caballos,
arrebiatado o amarrado en la parte delantera de la silla el rejo, y puestos igualmente a esta
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elementos de trabajo como la cachera, el mandador o el pollero, los llaneros se desplazarán a la
cocina donde los espera un tinto, que será lo único que prueben hasta que la faena en la sabana
acabe y puedan volver a la casa de la fundación a desayunar a eso de las 12:00 o 1:00 de la tarde.
“Cuando hay de comer se come y cuando no se aguanta”.
Una vez tomado el tinto y cuando son ya las 5:00am cada llanero se monta en su caballo;
si tiene que jinetiar, jinetea, y sale pa´lante a buscar el paradero del ganado que se piensa recoger
ese día y que se encuentra agrupado por rodeos que se aquerencian en determinados lugares de la
sabana y permanecen en ese espacio aún cuando no haya cercas que les impidan la movilización,
lo que permite durante este trabajo organizarse cada día sabiendo qué rodeo, de los
aproximadamente treinta que hay, se va a parar. Cada uno de estos rodeos tiene un nombre propio
alusivo a alguna mata o alguna otra característica del espacio, está por ejemplo el rodeo de
Mapuritos, el de Floramarillos, Laurelgacho, El botalón, Matelimón, Babillal, Guafitas, La mula,
etc., y a su vez, las reses que los conforman son reconocidas por los llaneros por el color de cada
uno de estas (barcino, lebruno, mono catire, moro, mojoso, encerado, barroso, sardo, pintado o
perro de agua), y por las características de cada animal...algo que a uno como guate le queda
imposible distinguir.
Para esta faena de sabana existe a su vez una organización previa, donde también contará mucho
la experiencia y la “fama” de cada uno de los hombres. Esta consiste en que el caporal nombra
dos cortadores, hombres conocedores de la sabana y los rodeos, “gente antigua”, hombres
tenidos como excelentes llaneros y capaces de sortear cualquier situación que se presente y que el
caporal no está para solucionarlo. Ellos son los encargados de, con la ayuda de llaneros que están
bajo su dirección, desplazarse por los extremos de donde se encuentra el rodeo e impedir que
cuando este sienta el ruido de los caballos rompa a correr impidiendo su recogida.
Mientras tanto, el caporal se desplaza, sin tanto apuro, por el centro de donde se espera esté el
ganado; a su lado van generalmente los novatos y con ellos los bueyes madrineros con los que se
pretende trancar el ganado, ya que estos al sentir ganado manso se calman y se puede así lograr
“parar” mayor cantidad de ganado.
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Una vez lograda la reunión del ganado que diariamente oscila entre setecientas y
novecientas reses, restándole el número que no se logran incorporar a este y se refugia en las
matas de monte o en la sabana, el caporal grita: “a sus puestos”, lo que quiere decir que cada
llanero debe buscar el lugar desde el cual va a colaborar en la llevada del ganado a los corrales de
la fundación o de la casa principal del hato, y aquí entra de nuevo otra organización prevista con
anterioridad. De nuevo, el caporal ha designado un cabrestero (ocasionalmente se nombra un
cabrestero mayor y uno menor), quien asumiendo una gran responsabilidad, irá en la parte
delantera del rodeo y será el encargado de mostrarle el camino al ganado cantando algunas veces
algo que dice así:
“ Afila, afila novillo por la huella del cabrestero,
ponele amor al camino y olvide su comedero”.
A su lado van dos orejeros (quienes suelen ser los mismos cortadores); atrás de estos, los
punteros y traspunteros, luego la gente del costado y finalmente en la parte de atrás los culateros,
junto con el caporal, quien desde ahí puede observar y controlar lo que pase en todo el rodeo.
Esta organización representa a su vez una jerarquía, donde entre más atrás del rodeo se esté
significa un menor estatus, experiencia y reconocimiento, y por eso vemos que aquí se ubican los
novatos, quienes con el tiempo esperan ir ocupando puestos más delanteros.
Ubicados los llaneros en sus puestos, y si no se requiere de la recogida de otra punta (lote) de
rodeo ese día, empieza el desplazamiento del ganado hacia los corrales que durará
aproximadamente dos o tres horas en las que entre las órdenes del caporal, la mascada de chimú,
y el canto que tímidamente que va saliendo de la garganta de cada uno de estos hombres, se va
acortando lentamente la distancia que lleva hacia los corrales. Pero como el ganado no es manso
y no siempre obedece, llevar un rodeo significa tener lista una soga, tener el caballo alerta y tener
los ojos bien puestos porque cuando menos se acuerde una res busca un claro y rompe a correr, y
el llanero deberá ir tras ella, enlazarla, tumbarla, nariciarla, lagiarla e incorporarla de nuevo al
rodeo; u ocasionalmente colearla, y es que fue aquí, en las sabanas, en el Trabajo de Llano donde
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surgió eso que ahora es un deporte y que dista cada vez más de representar el lugar, el hombre y
el caballo que tiempo atrás le dieron vida.
Encerrado el ganado en los corrales, para lo cual se necesita que con anterioridad dos o
tres llaneros se hayan adelantado y abierto los tranqueros de este, los llaneros podrán ahora
desayunar, pero no sin antes haber desensillado, bañado y soltado su caballo, y sin mucho tiempo
para hacer otra cosa o para descansar; se desplazan al corral, donde se dará comienzo a una faena
distinta que tiene como objetivo vacunar y clasificar el ganado recogido ya sea porque se va a
vender o porque se va a marcar.
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Esta actividad tiene a su vez una organización propia y una relativa jerarquía, a saber: está el
caporal, encargado de clasificar el ganado que pasa por la manga; los apartadores encargados de
abrir las puertas que conducen a corrales de reses de saca o becerros para marcar; los cuñeros
quienes se encargan de ayudar a los apartadores en su labor, colocando cuñas (palos) entre la
manga para así disminuir la velocidad con la que el ganado se desplaza; los contadores, quienes
tienen por tarea contar el ganado según su clasificación o en el total; los coseros, quienes son los
encargados de hacer que el ganado entre a la manga; y por último los llaneros encargados de
enlazar, tumbar y marcar los orejanos (becerros sin marca), para lo cual es nombrado una
autoridad, el caporal de corral, encargado del orden y agilidad de esta última e indispensable
labor mediante la cual se ratifica la propiedad del ganado del hato. (para mayor detalle sobre este
tema ver anexo # 3)
En cuanto a la jerarquía del trabajo de corral, podemos decir que aparte de la reconocida
autoridad del caporal de Trabajo de Llano, generalmente los apartadores son los llaneros más
reconocidos y de mayor fama (lo que significa que muchas veces estos son los mismos cortadores
y/o llaneros que ocupan puestos delanteros en el rodeo); los contadores son igualmente hombres
respetados por su experiencia y edad; los cuñeros y los coseros poseen menor estatus; y por
último los llaneros encargados de los orejanos suelen ser los novatos, aún cuando con estos se
encuentre el caporal de corral, quien ejerce un amplio respeto durante las distintas faenas del
trabajo y es usualmente el mismo cabrestero durante el trabajo de sabana.
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Finalizada esta actividad, a eso de las 5:00-6:00 de la tarde, los llaneros podrán finalmente
descansar, lavar su ropa, bañarse, comer e irse a dormir en la espera del segundo día de trabajo de
los treinta y nueve que les faltan y que trascurrirán en condiciones y actividades similares, aún
cuando cada seis días aproximadamente se cambie de fundación buscando estar más cerca de los
rodeos que faltan, que siempre estarán en determinados paraderos.
Al final de algunos Trabajos de Llano, y así como se hacía hace trescientos años para
fundar un hato, se lleva a cabo algo conocido como cimarroniar o chicharroniar, lo que quiere
decir coger ganado cimarrón, mañoso, ganado no manso que encontrando como refugio las matas
de monte dispersas en la inmensa sabana, que los ayudan a esconderse del llanero, nunca cae en
los rodeos y por tanto no se deja trabajar por el hombre, lo que se traduce en no tener hierro y/o
morir de viejo sin poder ser vendido. Esto implica que para su trabajo los llaneros tendrán que,
primero identificar los lugares o las matas donde se les ha visto, después salir a caballo hacia ese
lugar; y estando ahí la tarea consiste en que algunos llaneros dejarán su caballo y entrarán a pie al
monte donde mediante el ruido empezarán a espantara el ganado, buscando que este salga a la
sabana, donde los llaneros que se quedaron a caballo estarán pendientes para salir detrás de estos
y enlazarlos. Muchos se escapan en la carrera y otros no salen del monte, pero de todas maneras
algo se logra hacer. El ganado que es enlazado se deja achicado a un palo en la sabana para que
se le merme su fuerza y se deje llevar más fácilmente a la fundación más cercana para
incorporarlo al lote de ganado que se va a marcar o vender.
Chicharroniar es entonces para el hato una actividad que busca no desperdiciar el beneficio
económico de esos animales (que oscila entre mil y mil quinientas cabezas, lo que equivale
aproximadamente al 5% del total con que cuenta el hato), pero para el llanero es enfrentarse a el
coraje de un toro bravo que lucha por no perder su libertad, donde se requiere ser lo más llanero
posible porque de su habilidad, del manejo que haga de su caballo, de sus conocimientos, de su
hombría, dependerá no solo que la faena se cumpla según se espera, sino que este no pierda su
vida, porque de las cosas peligrosas del Llano es enfrentársele a un toro bravo que se resiste al
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dominio del hombre y que hace lo posible por ganar la pelea entre su libertad y el rejo que lo
llevará a perderla.
Todo esto significa para el llanero encontrar un Llano recio, antiguo; poder formar parte de un
chicharroneo es un privilegio, una oportunidad para medir la propia fuerza y coraje, para desafiar
lo salvaje, lo que el hombre no ha podido domar, para demostrar la capacidad de dominio que el
hombre llanero siempre ha tenido sobre el animal, para demostrar que se es un llanero de verdad,
porque aquí “hay que amarrarse los pantalones para podérsele meter a un toro de esos...y eso sí
es Llano”.
3.3.2.1. ACTIVIDADES PARALELAS.
Paralelamente a esta actividad ganadera de sabana, de corral o de cimarroneo, el Trabajo de
Llano crea espacios laborales y culturales diferentes al descrito anteriormente, entre los que se
destacan:
La cocinera del Trabajo de Llano: es la mujer (a veces esposa de algún trabajador de llano)
contratada durante este período para cocinarle a los casi cuarenta hombres que trabajan llano, y
que debe, entonces, regirse a los mismos desplazamientos de a caballo entre las fundaciones
implicadas en este trabajo.
El ranchero: es el hombre encargado de ayudarle a esta cocinera en sus labores y que por tanto es
visto varias veces desplazándose hacia alguna fundación acompañando a esta y llevando una
mula de cabresto que carga comida, ollas y demás utensilios necesarios para el abastecimiento de
los llaneros.
Los veladores: estos son hombres algunas veces requeridos y escogidos por el caporal entre los
mismos trabajadores de llano, quienes tienen como función turnarse entre "la prima noche y la
alta madrugada" para pasar la noche en vela cantándole al ganado que se encuentra encerrado en
los corrales, con el fin de que este se acostumbre al ruido y así ningún otro imprevisto causado
por algún animal durante la noche cause la espantada de este y por tanto el rompimiento del
corral y la consecuente huída.
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Los vaqueros: estos son trabajadores de otros hatos encargados de llegar a este cuando el trabajo
ha terminado y recoger el ganado que por alguna razón cruzó los linderos de los terrenos de su
propietario y se encontró en estas sabanas. Este ganado es llamado vaquería y se deja en
mangones mientras estos vaqueros viene por él para llevárselo de nuevo a sabanas de su
propietario. Desde aquí se mandan igualmente vaqueros a buscar la vaquería que sale en otros
hatos.
Los llaneros de ganaderías: aunque esta actividad ha sido abandonada recientemente a causa de
las expresiones modernizadoras acaecidas en esta región y que se manifiestan en la antes
inexistente carretera y la posibilidad del desplazamiento del ganado por camiones, aún y una que
otra vez se tiene la oportunidad de observar que cuando el Trabajo de Llano ha finalizado y por
tanto se cuenta con el lote de ganado seleccionado para vender o para llevar a cebaderos, el dueño
del hato requiere que este sea desplazado por tierra hasta otro lugar, para lo que se contratan
llaneros del trabajo de llano que están dispuestos a alargar su trabajo y a enfrentarse a jornadas
largas e intensas de camino arriando a paso lento dicho lote de ganado. En estas ganaderías es
nombrado un caporal, quien es el llanero que ejerciendo su autoridad sobre los otros, tiene la
responsabilidad de coordinar el que todo salga bien y de procurar que se quede la menor cantidad
de ganado posible en el camino a causa del cansancio o de cualquier imprevisto. Igualmente se
requiere de un chocotero, quien es el encargado de pedir posada y corral en los hatos o
fundaciones donde se requiere pasar la noche; este debe cuando es necesario cocinar, batir la
avena, lavar la loza; y llevar las mulas en que el resto de llaneros trasportarán su capotera.
Los Mercachifles: Los mercachifles, o guates como los llaman algunos, llegan al hato durante el
Trabajo de Llano buscando ganarse la vida vendiendo a los llaneros mercancía que estos no
pueden adquirir fácilmente en el hato, como pantalones, pantalonetas, camisas, toallas, linternas y
cuchillos. Para esta labor, los mercachifles bajan desde Boyacá (donde usualmente está su hogar)
al Llano donde empiezan su recorrido a caballo (anteriormente a pie) de hato en hato o de vereda
en vereda, lo que dura un mes si es verano y algo más si es invierno (cuando hay que envolver la
mercancía, buscar los puentes para pasar lo caños o pasarlos en curiara) vendiendo o varias veces
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fiando dicha mercancía. Una vez hecho el recorrido se vuelve a Yopal o Sogamoso a pagar la
mercancía que fue sacada fiada y finalmente se retorna al hogar a reunirse de nuevo con su
familia.
Los mercachifles son actores sociales de larga tradición en el llano, aún cuando cada día la
cantidad de estos sean menor y la productividad de su negocio vaya en declive debido
principalmente a la construcción de carreteras que permiten a los llaneros adquirir las mercancías
en otros sitios, que a pesar de no ser llaneros su presencia y trabajo en este territorio ha estado
condicionado por factores similares a los que se ve expuesto el llanero, tales como el clima, el
caballo, el camino, la distancia, el aislamiento...el hato, lo que de alguna manera los hace
compartir modos y percepciones de vida. Igualmente cierto es que estos a pesar de pertenecer a
otra formación cultural hacen muchas veces parte de la vida de los llaneros a través de su
presencia y trabajo en los hatos y veredas, donde además de proporcionarles mercancías que
muchas veces a estos les queda difícil de conseguir por las distancias entre el lugar de residencia
o trabajo y los pueblos, se establece entre ambos una relación de amistad y por tanto de
interacción e intercambio cultural.
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4. CAMBIA EL LLANO, CAMBIA EL HATO...
CAMBIA EL LLANERO.
"A pesar de todo, es triste entender que la amenaza de siempre es ahora una
realidad definitiva. La tierra que imponía retos se ha rendido. La milenaria
sabiduría llanera ya no se trasmite de generación en generación, porque hoy su
aprendizaje no es necesario para sobrevivir. Los retos han disminuido, el desafío
se acaba. Los toros no embisten, los caballos no brincan, los ganados no
mañosean, los tigres no roncan, los muertos no salen, los ríos no crecen, las
distancias no asustan , los copleros no cantan." (Ortegón, 1995: 33)
Casanare viene siendo protagonista de un proceso acelerado de modernización, apertura
económica y desarrollo impulsado por ideales nacionales e internacionales, iniciado desde finales
del siglo XX donde se han generado como consecuencia diversos cambios a nivel económico,
social y cultural.
Estos procesos de cambio y sus consecuentes resultados hacen que tengamos que entender
que esa Casanare tradicional que muchos conocimos, territorio de esa sociedad llanera criolla
sujeta culturalmente al hato, al ganado, a la sabana, se vea hoy en día cruzada por nuevos
elementos y dinámicas que, aún cuando algunas veces estos permiten ser adaptados,
combinándose así lo tradicional con lo moderno, terminarán por socavar su viabilidad y su
significado, cerrándose así su presente, mientras se abre el camino de un futuro que traerá un
Llano y un llanero diferente.
Y nuestra pregunta tal vez debe centrase entonces, no es juzgar si esto es positivo o no, sino en
entender para quién lo es, para el llanero? para los dueños de los hatos? para el turista? para la
economía nacional?... seguramente la respuesta no será la misma porque los beneficios o las
pérdidas no serán las mismas para todos, porque nada es bueno para todos sino para algunos,
porque muchas veces el desarrollo económico parece ir en dirección opuesta a la cultura, y esta
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no siempre es vista como una inmensa riqueza sobre todo para aquellos para quienes esta no es su
pasado, su vida, su alegría, su fortaleza, su mundo...aquí intentaremos hablar desde para quienes
sí lo es.
4.1. PETRÓLEO Y GLOBALIZACIÓN.
“Así entre olvidos y nostalgias, Casanare llegó al fin del siglo pasado y de pronto
los pozos petrolíferos asaltaron su horizonte. Entonces su capital creció con
precipitud, las carreteras asfaltadas surcaron el pie de monte, y lo mejor y lo peor
del crecimiento social y del desarrollo llegaron con desmesura. Surgió la
Casanare actual, vital, vibrante, todavía sin sosiego, nerviosa como un caballo
cerrero, casi atropellada por la modernidad, con cierto asombro en la feria del
progreso...Todavía no se ha escrito el saldo de este nuevo esplendor, que ojalá no
sea tan mítico ni tan efímero como aquel de las haciendas jesuitas.” (Santamaría,
2002:22)
A partir de los años ochenta, los hallazgos de grandes yacimientos petrolíferos como los de
Cupiagua y Cusiana y el desarrollo de las empresas petroleras, con su inmensa riqueza, sus
nuevos horizontes, su significado de modernización y globalización, le imprimieron a Casanare
un inesperado y fuerte cambio que ha trascendido el nivel económico para llegar a lo social y lo
cultural, y donde el hato, el llanero y su relación cultural, de casi trescientos años, no han sido la
excepción, sino por el contrario han estado en el centro del mismo.
Cómo afecta el petróleo al hato, al llanero y a su relación cultural?
- Los nuevos espacios laborales generados a partir de esta actividad que ofrece altos índices de
remuneración, y el desarrollo de diversas actividades laborales que se generan como producto de
la misma, ha ocasionado, no solo una mayor migración hacia esta región de personas de
diferentes partes del país, conocidas en el llano como guates, que traen sus propias intereses y
visiones, y que en la percepción del llanero son catalogados como “Esa gente de arriba que le
gusta la plata”, que “viene con esas ansias de organizarse, de quitarle más al otro”, sino que ha
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llevado a que varios llaneros cambien el universo del hato por el del petróleo, donde si bien este
segundo les ofrece posibilidades bastante mejores, el primero, como lo hemos anotado, no solo es
la raíz de su presente, sino la fuente de su identidad y su cultura, lo que nos lleva a pensar que esa
“ausencia prolongada del medio autóctono lleva intrínseca la paulatina pérdida de identidad”
(Caropresse, 2002: 31), y por lo tanto contribuye al proceso de cambio de esta sociedad.
“Hay personas que eran buenos llaneros, enlazaban, jinetiaban, toriaban;
y se olvidaron del Llano, se cansaron y se fueron a trabajar a otra cosa,
como a conducir taxi, y ya no quieren volver a trabajar Llano.”
- Las nuevas forma de utilización, visión y relación con el medio ambiente, donde se produce
muchas veces la contaminación de las fuentes hídricas, la expulsión de su hábitat de especies
nativas, la devastación de los recursos alimenticios de la fauna y el deterioro de la composición
del paisaje, lo que además de llevar, como lo señalan varios autores, a plantear que el petróleo en
Casanare debe verse como un modelo de desarrollo insostenible, donde si por ahora las
consecuencias no han sido dramáticas, esto se debe más a la abundante base natural con la que se
cuenta, que a un modelo positivo de desarrollo sostenible, significa a nivel social la pérdida o
limitación del espacio llanero, porque si una sociedad no es algo que podamos separar del medio
en el cual esta se desarrolla, sino que por el contrario estas se influyen y relacionan mutuamente;
particularmente la sociedad y la cultura llanera desde su inicio se ha caracterizado por mantener
una estrecha relación con su medio, en el cual han basado su vida, su trabajo y gran parte de su
cultura.
- Las inmensas regalías que anualmente son entregadas a la gobernación, han permitido
desarrollar programas de mejoramiento de los servicios públicos y sociales y dar inicio a obras de
infraestructura, como la construcción de varias vías de comunicación, donde si bien se entiende
que esto trae desarrollo y bienestar a la región, esto ha reconfigurado el espacio y el paisaje
llanero y particularmente el del hato, pues estas se hacen en medio de estos. Así donde antes
había solo sabana, ahora cruza una carretera.
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“Hoy en día es carretera por aquí y carretera por allá”
Y una carretera no es solo una carretera; es un fraccionamiento que requiere muchas veces de una
cerca de alambre, que no solo limita el amplio espacio con el que siempre contó el ganado, sino
que es algo que se interpone entre la mirada y el horizonte...pues es poner algo donde antes solo
hubo sabana, sabana que además era el camino del hombre de a caballo y el referente más claro
de su libertad (siendo siempre esta una condición del llanero inseparable de su personalidad, de
su manera de vivir y de entender y relacionarse con el mundo)
“Antes uno le ponía la porra a la sabana y allá llegaba, no había cercas”
Es cambiar el aislamiento y la soledad del hato por el dinamismo del turista o del negociante que
pasa constantemente; y es cambiar la necesidad de autoabastecerse y de hacer del medio
herramientas de trabajo por la posibilidad de encontrarlo casi todo hecho y a la mano.
“Antes no conocíamos aparatos, todo era a pulso”
Es mostrarle a los dueños de los hatos que la tradición puede ser cambiada por la tecnología; así
por ejemplo, lo que antes era y significaba llevar el ganado durante días por hombres de a caballo
ahora se puede hacer en camión en horas; es mostrarle que si antes una hectárea de sabana de
pasto natural podía alimentar a media res, ahora con pasto braquiaria puede alimentar a dos; y es
75
permitirle muchas veces cambiarle el uso a la tierra, ahora mucho más valorizada, y donde antes
había solo ganado ahora puede desarrollarse la agricultura a gran escala, particularmente la del
arroz, ya sea por arriendo o por cuenta propia; e igualmente cierto es que esta valorización de la
tierra y por ende el buen precio que esta ahora vale, ha conducido muchas veces a que estos
dueños de hato vendan parte de estos, fraccionando así lo que antes eran enormes latifundios.
Es abrirle la posibilidad a un llanero de llegar a un lugar sin caballo, sin tener que recorrer la
sabana que tanto conocía y hacerlo en menos tiempo; lo que significa, más allá de la comodidad
que esto puede conllevar, distanciar la estrecha relación que este siempre tuvo con su medio y
con su caballo; es, a final de cuentas, cambiar la percepción del tiempo y el espacio, donde ahora
el Llano no se siente ni tan lejos, ni tan grande, ni tan solo.
De la misma manera, la bonanza petrolera ha permitido que la gobernación pueda invertir
en la construcción y mantenimiento de un amplio número de escuelas y colegios, realmente
escasos en épocas anteriores, donde el estudio no parecía ser un imperativo ni una necesidad para
el hombre de esta tierra.
“En ese tiempo casi nadie estudiaba, decían que no se necesitaba estudiar.
Hay gente que tenía harta plata sin estudio. Solo había que aprender
a leer y a escribir pa mandarle cartas a la novia”
Ahora en los pueblos y en el campo cualquier menor de edad puede estudiar pagando muy poco o
nada por ello, y esto, sin querer en ningún momento juzgarlo como malo o perjudicial, solo que
es una realidad, ha llevado a que se cambie la vida del trabajo en el hato por la vida del estudio,
ya que en la mayoría de los casos estas no son vividas paralelamente. Generalmente, quien se va
a estudiar y termina el bachillerato ya no vuelve al hato. "Ser estudiado" significa ahora poseer un
mayor estatus porque se asume que de esta manera se logra acceder a oportunidades laborales
mejor remuneradas y menos duras.
“Si estudian y vuelven a trabajar Llano el estudio no les sirve para nada.
A mi me gustaría que consiguieran puesto en una oficina, de secretario,
que se puedan ganar la vida más fácil.”
76
Sin embargo, a esta visión del estudio como algo indispensable ante las nuevas condiciones,
existe todavía la visión en algunas personas de que este va en contravía muchas veces de las
mismas.
“Hoy en día ya no les enseñan a los niños a trabajar, hoy en día los meten es a
estudiar y yo creo que el estudio es lo que lo vuelve flojo a uno. El que estudia no
hace nada, solo que el cuaderno y la memoria, y cuando salen de estudiar y no
consiguen empleo en una oficina no saben que hacer, en cambio cuando uno
trabaja gana menos, pero tiene cómo vivir”
Paralelamente a este proceso, la progresiva incursión de los medios de comunicación
actuales, como el teléfono, la televisión y la radio han alterado la visión y la relación del hombre
con el hombre y de este con su entorno, con su mundo, ahora bastante diferente. Así, donde antes
para comunicarse había de por medio un largo camino por andar a caballo, o la necesidad de
mandar una razón que viajaba con un compañero, ahora se hace muchas veces por intermedio de
un teléfono que así no sea de propiedad al menos está cerca y cumple con la función de romper el
silencio y acercar a las personas. La televisión y la radio empezaron a mostrarle al llanero que el
mundo era muy grande y que más allá de sus horizontes existían personas diferentes a él, que
tenían otras formas de vida, que se vestían y hablaban diferente, que interpretaban el mundo de
otra manera basados en valores muy distintos; y todo esto ha ocasionado una actitud reflexiva
ante si mismo, donde se conoce algo nuevo, diferente, sin importar tanto si el resultado final sea
la aceptación o se rechazo.
Y si todo lo anterior representa el cambio producido por el desarrollo petrolero, donde estos
nuevos elementos y factores “comenzaron a irrumpir incontroladamente, sin análisis previo de
su conveniencia para la región, o de la factibilidad de la invención de reemplazantes que
permitiera la prosecución del modo de vida llanera dentro de una concepción del desarrollo
respetuosa del patrimonio natural, histórico y cultural.” (Rodríguez, 1981: 21), debemos sumar
el cambio que es ocasionado por la presencia de actores armados al margen de la ley que se han
77
establecido en este territorio ocasionando nuevas condiciones sociales y laborales impuestas a
través de la violencia.
Por un lado los dueños de los hatos se ven ahora sujetos a su poder y sus peticiones, abriéndose
únicamente dos salidas: obedecer (lo que significa pagar una “vacuna”, y permitir su presencia y
control) o abandonar o vender el hato, lo que no solo significa perder el beneficio económico que
hasta ese momento se recibió, sino dejar atrás todo el amor, el esfuerzo y los recuerdos que hasta
ese momento formaron su vida y la de los llaneros que crecieron, vivieron y trabajaron en él.
Estas circunstancias han significado de igual forma para el llanero el ya no poderse sentir tan
libre, tan solo, tan seguro y tener que empezar a sentir que esa tierra, aún sin título, ya no es tan
suya; y es que ahora ya no es la tradición, ni las relaciones construidas a través de tanta historia
las que condicionan su vida, sino los imperativos de esos nuevos actores sociales que sin entender
lo que se sale de sus objetivos militares y económicos, han alterado arbitrariamente su presente.
Así, por ejemplo, vemos que gran parte de la sociedad llanera ha tenido que recurrir al abandono
del campo en el cual nacieron, crecieron y se hicieron llaneros para irse en busca de la aparente
seguridad de las ciudades o pueblos, cambiando con esto sus afectos, sus tradiciones...su cultura.
“La gente ha abandonado el campo y se ha ido al pueblo cien por ciento, la gente
se está yendo a veces por la violencia, por la violencia la gente abandona sus
cosas, a veces tiene que irse uno antes de que lo maten, pero yo el pueblo pa mi no,
la pija, yo no cambio mi Llano.”
Igualmente cierto es que estos actores armados han ido limitando algunas actividades
tradicionales y con fines de subsistencia del llanero como lo era el mariscar, y han restringido la
movilidad que ha caracterizado desde siempre el trabajo del llanero quien acostumbraba a viajar
de hato en hato buscando ingresos y buscando conocer la amplitud del Llano.
“Ahora no se puede andar por ahí lejos porque los fulanos paras dicen que uno
será un espía y es peligroso. Ahora no se puede andar por ahí, por cualquier sitio
y lejos buscando trabajo...y antes había trabajo en cualquier sitio.”
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5. EPÍLOGO.
Un nuevo Llano.
Como si se presintiera...
“Con la llegada del automóvil y del turista, Casanare abandonará ese aire salvaje
y misterioso para incorporarse, aunque con resistencias, al torrente de la
civilización. Y ya no tendrá ese espacial atractivo de orden sentimental, que la
hacía amada a quienes la conocieron una vez, que sujetaba para siempre a su
tremenda intensidad, a quienes se atrevieran a hollar sus dominios. Todo eso
desaparecerá, y ese día dejarán de vagar por la llanura los manes atormentados
de Arturo Cova y Clemente Silva.
El encanto de Casanare reside en la salvajez, en la soledad, en la belleza ruda de
una naturaleza virgen, en el peligro que acecha, en el olvido del mundo. Allí el
hombre se aleja de la civilización, se independiza totalmente del tiempo y del
espacio. Casanare es como un oasis en la vida... En la inmensa llanura solitaria y
uniforme, siempre es el hombre el centro de la planicie, de una enorme
circunferencia que lo rodea en todas partes. El hombre vuelve a ser en el Llano el
centro del universo. Por este hábito a ver converger hacia sí todos los puntos
cardinales, el llanero adquiere características esenciales de su alma: el dominio
sobre sí mismo y sobre el medio, la franqueza, el indomable valor, la
independencia absoluta.” (Rosselli, 1946:14)
Ahora parece, entonces, que Casanare se ha convertido en escenario de radicales cambios que
han venido alterado las relaciones y formas tradicionales de trabajo y de vida vigentes en el Llano
por, ya más, de trescientos años. Se ha reconfigurando su espacio, su paisaje; se ha modificando
la importancia y la viabilidad de los hatos, y recordemos que este no es solo una enorme
extensión de tierra con ganado, sino un espacio cultural con particularidades propias de trabajo y
de vida; y con todo esto se le han impreso diversos cambios a la vida e ideología del llanero
79
(donde la inversa de este proceso, es decir, el que al cambiar el llanero por encontrar otros
horizontes y otras prioridades, afecta e impide el desarrollo y la existencia del hato) quien,
gracias a este proceso modernizador y globalizador, donde parece que todos debemos pensar lo
mismo, ahora parece no estar tan lejos de pensar y hacer parte de las dicotomías propias de
Occidente que hablan de gente atrasada y de gente civilizada, representando las primeras a
aquellos que viven en el campo, y las segundas a quien lo hacen en la ciudad, gestándose con esto
lo que algunos autores han llamado el proceso desllanerizador, y que llegará a su últimas
consecuencias cuando el mismo llanero empiece a creer menos en cu cultura, en su valor, en su
grandeza.
Y así, en este proceso, seguramente ese Llano ganadero, de hatos, extenso, recio, viejo,
portador de una cultura propia, dará paso a un llano nuevo, cercado, dócil, fácil, espacio, pero no
tanto cultura criolla, y este seguirá siendo plano, pero no más libre, no más lejos, no más solo,
porque cada vez más dentro de la implacable modernización y globalización que impera en el
mundo, han llegado a este territorio, después de más de tres siglos, estos nuevos elementos que
de nuevo alteran la configuración del espacio, el modo de vida, la relación con el medio, la idea
del mundo y la manera de interpretarlo; produciendo que los escenarios donde se desarrollaban el
amplio universo de prácticas y significados culturales que sustentaron a la sociedad llanera y que
fueron fuente de orgullo y de definición sean cada vez más limitados y estrechos y diferentes,
como es el caso de los hatos, que no podrán permanecer por mucho tiempo aislados de la nueva
realidad y se verán así en continuo proceso de cambio o finalmente no podrán sobrevivir y los
veremos desaparecer, como ya lo ha hecho muchos (se calcula que hoy en día solo quedan poco
mas de treinta hatos en Casanare que funcionen de forma tradicional).
“A Llano cuando era Llano, dicen los viejos antiguos”
Todo habrá cambiado de nuevo, y si antes el indígena se hizo llanero, ahora el llanero, ese llanero
descrito en estas páginas, el llanero criollo, campesino, amante del trabajo ganadero, conocedor
de su medio, feliz de vivir en el centro del Llano, dueño de una cultura propia y sólida, se hará
otro, aunque se le siga llamando llanero, y su sombrero, cuchillo, al igual que el rejo, la suelta, y
80
el botalón serán para entonces solo elementos del pasado que ya no dirán nada del trabajo y del
orgullo del llanero. Ese hombre tendrá otros horizontes, otras posibilidades y necesidades, donde
el caballo, que tiempo atrás lo hizo llanero, la sabana, la libertad, el ganado, el Trabajo de Llano,
el hato, pasarán de ser su universo a ser solo una opción, opción que seguramente, algún día
dejará de ser presente para solo ser pasado.
Y cuando ese llanero no encuentre en su tierra ni caballo ni toro, cuando no encuentre un hato en
el cual hacerse y sentirse criollo, cuando no exista el trabajo con el cual se definía y diferenciaba
de los demás, cuando su manera de entender el medio, el caballo, el ganado caracterizada por una
intensa armonía, se vea truncada por ideas y elementos propios de la tecnología extranjera, cómo
hará para seguir relacionándose con su paisaje, con su cultura? Podrá sentirlo de la misma
manera? Qué lo hará sentirse llanero? Qué le quedará?
Cambia el Llano, cambia el hato y cambia el llanero, y cuando todo cambie, solo en ese momento
empezaremos a preguntarnos si acaso si era necesario que así fuera, empezaremos a valorar lo
propio, lo diferente, lo de antes. Y solo en ese momento intentaremos recuperar algo que cuando
existió no lo entendimos como perecedero; solo ahí intentaremos mantenerlo, pero ya será poco
lo que quede, ya se habrá ido, y tendremos solo la historia de una región, de un hombre y de una
cultura... fuerte y grande como el mismo Llano en el cual vivió.
“ El Llano ya pa rescatarlo es muy trabajoso porque la juventud no entiende, los que más
sabotiamos el Llano somos nosotros, le metemos mazamorra al Llano”
81
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pp.209-221.
85
7. FUENTES ORALES.
Achagua, Sulema (empleada del servicio del Hato Santana), entrevista realizada en el hato, enero
del 2003. Edad promedio: 25.
Ariza, Elber (trabajador de llano del Hato Santana), entrevista realizada en el hato, enero del
2003. Edad promedio: 35.
Camargo, Manuel (fundacionero del Hato Santana), entrevista realizada en el hato, febrero del
2003. Edad promedio: 45.
Laverde, Marcolino (mensual del Hato Santana), entrevista realizada en el hato, febrero del
2003. Edad promedio: 50.
Maldonado, Carlos (encargado general del Hato Santana y caporal del Trabajo de Llano),
entrevista realizada en el hato, enero del 2003. Edad promedio: 70.
Marrero, Angel (trabajador de llano del Hato Santana), entrevista realizada en el hato, febrero
del 2003. Edad promedio: 45.
Ortiz, Ferney (trabajador de llano del Hato Santana), entrevista realizada en el hato, enero del
2003. Edad promedio: 35.
Perez, Gilma (esposa del encargado general del Hato Santana y cocinera de los dueños),
entrevista realizada en el hato, febrero del 2003. Edad promedio: 55.
Perez, Sulma (empleada del sevicio del Hato Santana), entrevista realizada en el hato, febrero del
2003. Edad promedio: 30.
Reyes, Fernando (dueño del Hato Santana), entrevistas varias. Edad: 61.
Rincón, Víctor (mercachifle), entrevista realizada en el hato, enero del 2003. Edad promedio: 65.
Rojas, Eliecer (caporal de patio del Hato Santana), entrevista realizada en el hato, febrero del
2003. Edad promedio: 18.
Urriola, Bernardo (caballicero del Hato Santana), entrevista realizada en el hato, enero del 2003.
Edad promedio: 30.
86
8. GLOSARIO.
- Aceite: Copaifera officinalis.
- Achicar: Amarrar a la res con un rejo a un palo o un botalón.
- Arrebiatar: Pegar el rejo a la cola del caballo para que la res al ser enlazada ejerza su
fuerza sobre esta y no sobre el lomo de este.
- Atajos: Reunión de yeguas con un caballo padrote.
- Baba: babilla, cocodrilo pequeño: caimán Cocodrylus.
- Balonar: cortar la crin y la cola de la bestia.
- Baquiano: Conocedor del camino.
- Botalón: Palo grueso redondo terminado en horqueta donde se achican las reses o las
bestias.
- Botiar: Envolver las pertenencias de tal modo que al cruzar un caño no se mojen.
- Braquiaria: Brachiaria spp.
- Cabresto de crin o de cerda: Cuerda hilada con el pelo e la crin o la cola del caballo y
usada para sujetarlo.
- Cachapiar: Contramarcar o contraherrar una res para volver ilegible la original y así poder
venderla como propia.
- Cachera: Elemento artesanal hecho de cacho que permite sujetar a la res con el rejo y
posteriormente soltarla sin necesidad de tumbarla, evitando de igual forma tener que
nariciarla.
- Cachilapiar: Enlazar becerros orejanos para herrarlos con marca distinta, o sea, robar.
- Cachicamos: Armadillos.
- Camazo: Recipiente usado antiguamente para ordeñar y hoy en día usado para guardar o
lavar productos como arroz.
- Canalete: Remo.
- Capotera: Maleta de tela en la cual los llaneros cargan los elementos más importantes
como el chinchorro y el mosquitero.
87
- Catire: persona mona, blanca, de ojos claros.
- Chimú: Pasta de tabaco usada en los trabajos por los llaneros por su efecto estimulante.
- Chinchorros: Hamacas hechas de nylon que sirven de cama a los llaneros.
- Componer: Arreglar la carne de la res que se ha matado.
- Garabatos: Estructura en forma de anzuelo hecho del palo de caruto, el cual se usa para
colgar rejos, aperos, sillas y demás elementos de trabajo del llanero.
- Guafa: Guadua (Guadua angustifolia)
- Guaratara: Eleusine indica.
- Guate: Forastero, extranjero, no llanero.
- Guayacana: Andropogon angustatus.
- Jagueyes: Nacimientos naturales de agua.
- Lambedora: Leersia hexandra.
- Laurel: Nombre colectivo para numerosas especies de la familia Lauraceae.
- Llaveros: Palos gruesos con orificios donde se introducen las guafas.
- Machiro: Brioso.
- Mandador: Palo con un rejo en la punta usado con el fin de arriar el ganado.
- Manga: Espacio largo y estrecho hecho generalmente de madera por donde el ganado
debe pasar para ser vacunado y clasificado en cada corral.
- Mariscar: Cazar animales como venados, cachicamos, lapas, etc.
- Marota: Variedad de rejo tejida con tres cuerdas y usada para enlazar.
- Matas de monte: Bosques de galería.
- Maute: Toro joven entero (sin capar).
- Morrocoy: Tortuga terrestre cuyo caparazón posee manchas naranjas.
- Mosquitero: Malla usada para cubrir la cama o el chinchorro y así protegerse de los
zancudos o mosquitos.
- Nariciar: Pasar el rejo por un orificio hecho en la nariz de la res con un cuchillo para que
esta obedezca con mayor facilidad a causa del dolor.
88
- Orejano: Becerro sin marcas del hato.
- Pollero: Talego de tela en la que los llaneros llevan bastimento a la sabana.
- Primo, familia, pareja, cámara, camarita, cuñao, pariente: Palabras usadas para dirigirse a
una persona que se estima y con la cual se mantiene una relación de amistad y no de
jerarquía.
- Rabo de vaca: Leptocoryphium lanatum.
- Rejo: Soga de cuero de la res usado por el llanero principalmente para enlazar el ganado
pero que igualmente sirve para diversas labores que impliquen amarrar cualquier cosa.
- Reses de saca: Las que se van a vender.
- Rodeos: Reunión de ganado en un área de sabana establecido.
- Suelta: Pequeño rejo anudado de forma que permite que el caballo no pierda su movilidad
pero si le impide correr.
- Tapas: Represamiento del agua de los caños hecha con una pared de guafa, palo y
rellenada con tierra, con el fin de mantener en el verano agua para el ganado
- Tasajera: Estructura hecha con palos donde se cuelga la carne que no va a ser consumida
en el momento.
- Tranqueros: Puertas de los corrales y los paraderos.
- Trompillo: Guarea spp.
- Yopo: Anadenanthera peregrina.
- Zainos: Marranos salvajes.
GLOSARIO MEDICO.
- Chaparro: Curatella americana.
- Chulo: Coragyps atratus.
- Disipela: Erisipela.
- Dormidera: Cassia chamaecrista.
- Fara: Didelphys sp.
89
- Gualanday: Jacaranda caucana.
- Guio: Eunectes murinus.
- Mango: Mangifera indica.
- Marañón: Anacardium sp.
- Mastranto: Hyptis sp.
- Mataratón: Gliriscidia sepium.
- Mato: Tupinambis teguiscim.
- Ortiga: Urticaria sp.
- Palotal: Vernonia brasiliana.
- Pasota: Chenopodium sp.
- Piñón: Jatropha culcas.
- Rabo de mono: prominencias cafés de la palma africana (Elaeis oleifera)
- Raya: Potamotrygon reticulatus.
- Sábila: Aloe vera.
- Tuna: Opuntia spp.
- Yarumo: Cecropia sp.
90
9. ANEXOS.
1. Propietarios del hato Santana y La Candelaria hasta el presente.
Santana:
- Antonio Liccioni:1848-?
- ?
- Heliodoro Reyes: 1870-1903.
- Rafaela Reyes de Reyes: 1903-1905.
- Fidel y Juan Bautista Reyes Melgarejo: 1905-1919.
- Daniel y Gonzalo Reyes García: 1919-1926.
- Fernando Reyes Moreno: 1926-1957.
- Fernando Reyes Isaza: 1957-2003.
La Candelaria.
- Victoriano Cuervo: 1883-1890.
- Lino Barreto e hijos: 1890-1900.
- Manuel Sánchez: 1900-1910.
- Gregorio Higuera: 1910-1920.
- Alberto y Jorge Calderón: 1920-1926.
- Antonio Lara: 1926-1948.
- Jorge Luis Vargas: 1948-1953.
- Gregorio y Evaristo Obregón + Alberto Samper: 1953-1957.
- Martín Vargas Cualla: 1957-1969.
- Fernando Reyes Isaza. 1969-2003.
91
2. Fundaciones del hato.
Ver plano – archivo de Corel Draw.
SANFELIPE
N=1.050.000m
N=1.071.000m
N=1.070.000m N=1.070.000m
N=1.071.000m
N=1.050.000m
DISTRIBUCION DE PLANCHASA ESCALA 1:25.000I.G.A.C.
213-I-D 213-II-C 213-II-D 214-I-C
213-IV-A 213-IV-B 214-III-A
C O N V E N C I O N E SHATO "SANTANA"
PROPIETARIO: FERNANDOREYESISAZA.
LOCALIZACION: MUNICIPIOSDEOROCUEy SAN LUISDE PALENQUE
AREA:43.792.26 Has
PLANOELABORADOPOR DIGITALIZACIONDEPLANCHASAESCALA1:25.000
PRODUCIDASPOR ELI.G.A.C.,COMPLEMENTADASCONFOTOIDENTIFICACION
UTILIZANDOAEROFOTOGRAFIASTOMADASPORLAMISMAENTIDAD.
ESCALA DE DIBUJO 1:50.000 NOVIEMBREDE2001
LA FLORIDA
BUENOSAIRES
COMUNIDADTUJUA
BARRETO
FAMILIAARENAS
LA PALMITAGUACHARACAS
MONTANA
ALTAMIRA
VENECIA
LOS INDIOS
MATENOVILLOS
LA BRAMADORA
MATABRAVA
LA TRAVESADA
CANO VIEJO
LA ESCONDIDA
LA CANDELARIA
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3
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1112
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3 3
3 4
35
36
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3 9
40
4 1
SANTANA
S.enC.
ELABORO, Ing.JORGEMEDINAREINA(Sogamoso,Boyaca)
FLORAMARILLOS
LOS INDIOSMATENOVILLOSLABRAMADORA
MATABRAVALATRAVESADACANO VIEJO
LAESCONDIDA
LACANDELARIA
5.500 Has
5.539Has.
5.600Has.5.500 Has.
5.300Has.
5.300Has.5.300 Has.
5.300 Has.
3 6
POZOPETROLERO
BOSQUE
CANOOCANADA
MEANDRO
PISTADEATERRIZAJE
LOCALIZACION APROXIMADADEVIA
CASAS
ESTERO
PANTANO
L INDEROGENERAL
L INDERODEPARTICION
PUNTODELINDEROEXTERIOR
PUNTODELINDEROPARTICION
MEDIDADELINDEROEXTERIOR
MEDIDADELINDEROPARTICION
4 2
CURVA DENIVEL
SANTANA 453,26 Has
COMUNIDAD D E L DUYA
HATO SANTANA
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3. La hierra y la marca de la oreja.
Esta labor ha sido practicada desde el inicio de la ganadería en el Llano y fue reglamentada
mediante la Ley del Llano que escribiría Simón Bolívar en el año de 1829, buscando determinar
normas que facilitaran la armonía y el orden entre los ganaderos de esta región. Así, cada hato
tenía que establecer mediante un hierro determinado y una señal en la oreja la propiedad de sus
reses, tratando con esto de evitar el robo de ganado y de permitir el control de la venta de parte de
las autoridades.
“Art.1. Todo dueño o mayordomo de hato presentará al juez político de su cantón
en el término de 60 días después de publicado este decreto, una nota en que conste
el dueño de hato, el nombre de este, el número de animales que hierra anualmente,
el hierro o hierros quemadores que use para marcar, vender animales de su
pertenencia, los de sus agregados, para su empadronamiento.” (Bolívar, en:
Coronel, 1996: 107)
“Art. 8. Cada criador podrá marcar en las orejas sus animales vacunos del modo
que le parezca, menos que sea cortándolas, o usando de la llamada el tronce o
tronche por ser un medio fraudulento que borraría las demás...” (Bolívar, en:
Coronel, 1996: 109).
Este hato tiene por hierro, el compás y la escuadra o el cinco (ambos empadronados desde los
años veinte del siglo pasado), y por marca en la oreja, la tarabita o el martillo.
93
95
4. Canciones usadas en el texto.
El criollo sortario.
Yo soy el criollo sortario
pringado de sangre guahiba,
producto de los retozos
de un peón con una petriba.
Parido una noche oscura
en un matón de escobilla,
por eso es que soy negrito
del cogote a las canillas.
Me cortaron el ombligo
con un piazo de peinilla,
le echaron laza de puerco
con crin de yegua amarilla,
me echaron zumo de mastranto
con gotas de agua creolina,
pues como nací mayero
en mayo hay mucha chanilla.
Cuando pegué el primer grito
barajusté unas novillas,
alboroté unos garceros
y desperté a las babillas,
grité porque había nacido
en tierras de maravilla,
el que es llanero no llora,
ni se calla, ni se humilla.
A sí me fui levantando
A teta tajá y cecina,
en el fundo a onde mi mama
trabajaba en la cocina.
Compartí el patio y el juego
con perros y con gallinas,
y en un molinete viejo
vi cómo es que se camina.
Como uno es pobre le toca
nacer y buscar salida,
ganaba sal y churupo
cargando unas angarillas,
y saliendo a buscar leña
en una burra mojina,
o cuidando en chiquero
un capón y unas cochinas.
Yo apartaba los becerros
y alcanzaba la comida,
echaba agua a la tinaja
y al caney una barrida,
tenía que lavar el menudo,
aventar la carretilla
y sacar media tarea
con una media peinilla.
Me bautizó un río crecio
cabrestiando unas novillas,
recibí la comunión
con un lance de rodillas,
me confirmó un mocho viejo
machiro y lleno de costillas,
96
la primaria a puro pelo
y el bachiller ya con silla,
por eso no se leer
aunque tengo quien me escriba,
pero entiendo lo que dicen cielo
y sabana tendida,
el suelo trillado de huellas
y agua abajo y agua arriba,
el viento, las cabañuelas,
el silbo y las candelillas.
Yo no conocí a mi papa
ni se como se apellida,
toro no lambe becerro
ni que tenga sal pue encima,
pero el me dejo de herencia
brazos, piernas y costillas
pa trabajar, para andar
y pa cargar esta vida.
De remedio si me acuerdo
que medaban curarina,
purga de pasota, caribe,
el cholagoga y quinina,
linimento veneciano,
pasta de café aspirina
y si me portaba mal chaparro
sobado pu encima.
Me formé como un cubido,
respondón y alma rencilla
y nadie me enseño mañas
porque las traje aprendidas,
converso con una soga
menguantera y atrevida
que guaralié lo más gordo
y sin marca conocida.
Yo tengo cosas que sé
y cosas que se me olvidan,
se lo que soy, lo que valgo
me olvido de lo que digan.
A nadie le debo nada
ni tengo pa´que me pidan,
porque yo no cargo plata
por lo pesá y por lo esquiva.
Letra: Cachi Ortegón.
Interprete: Cholo Valderrama.
97
Tres caballos pá mi silla.
Tres caballos pa mi silla
los encontré compañero
uno nacido en el Meta,
los otros casanareños.
Y es que los tres se parecen
pues son fuertes y ligeros
pa´ sacar un toro de puerta
y hacerlo rodá en el suelo.
Uno de ellos Gavilán
de las costas del Cusiana
en los llanos maniceños,
tierra de hatos y ganao
donde se forma el llanero.
Aprendió en sabana abierta
a llegarle a un toro fiero,
tiene razón Gavilán
de haber salido tan bueno.
Es un caballo castaño
que tiene una pata blanca,
tiñe a su frente un lucero
ágil, fuerte, buena boca,
en la puerta un caballero,
da gusto verlo en la manga
con los otros compitiendo
cuando colea a media silla
el brujo Sergio Cahueño.
Siento un no se que en el pecho
cuando un caballo relincha
y se me estira la nostalgia
oyendo a un toro que pita,
como llanero que soy
busco caballos de silla,
buenos pa´colear un toro,
pa´enlazar y pa´la
varilla.
Sabana de Monterrey,
cerquita de Tauramena
donde la copla camina,
por ahí pasta Río Apache
pinto de raza genuina
buena medra, buena rienda,
pecho ancho, cintura fina,
celaje en la puerta el coso
bonito como camina.
Estampa é caballo bueno
manchado de amarillo y blanco
lo monta William Mojica
en una manga coleando
compadre es que se espabilan
jalando toros violentos,
pasándolos por la giba,
Río Apache, Río Apache
como él pocos en la vida.
98
Marlboro es castaño cano,
jobero de patas blancas,
pretencioso caminando,
pasando duro es que aguanta,
me comentó Beto Castro
cuando lo metió a la manga
lo compre es porque confío
en su coraje y su raza.
Y fue Ramiro Rodríguez,
el ahijado coleador
del viejo Pacho Guevara,
hombre bueno de a caballo
que en dos gloriosas jornadas,
tumbando toros padrotes
y novillos de nalga ancha,
puso el nombre de Marlboro
de boca en boca en
las mangas.
Tres caballos pa mi silla,
del deporte del coleo
de mi tierra colombiana,
Gavilán está en Maní,
Río Apache en sus sabanas,
Marlboro en Villavicencio
por los lados de Catama,
tres caballos, tres orgullos
tiene mi tierra plana.
Letra e intérprete: Cholo Valderrama.
99
Llanero sí soy llanero.
.....Ajila, ajila novillo
por la huella del cabrestero,
ponele amor al camino
y olvide su comedero.....
Llanero si soy llanero “primo”
Y el que quiera comprobarlo,
Que vaya pal Casanare
Pregunte en la costa del pauto,
Como aprendí desde niño
A dominar un potranco,
A ponerle el rejo a un toro
Cojé un novillo puel tallo;
A patroniá una curiara
Con las crecientes de Mayo,
A conocer el aguaje
Del pescao grande en el charco,
La astucia del caimán
Velando al vivo en el paso;
Al chiguire latío e' perro
Zumbarse al río del barranco,
Al grito madrugador
De un caporal en el hato;
Me acuesto al caerse el sol
Y con el sol me levanto,
Con gritos de guacharacas
Con quejíos de un araguato,
Algarabía de chenchenas
En los rebalses de un caño,
Y dentro del monte oscuro
El ronquío de un tigre macho.
Llanero si soy llanero “primo”
Criollito como el mastranto,
Dulce como miel de abejas
Amargo como el barbasco,
Puro como un manantial
Recio como sol de marzo;
Caballicero y mensual
Peón de sabana pa’ rato,
Criao entre bosta y ganao
Soga, cabresto y caballos,
Puntero en sabana abierta
Cuando no tenía veinte años;
Cuantos rodeos ajilé
Con la melodía del canto,
Cuantas travesías eché
Con el casco de mi caballo;
Trocha de noches oscuras
Palabreando a los espantos,
Noche de luna fiestera
Con el cariño de un cuatro;
Oyendo guaruras tristes
De un canoero en el paso,
Fue así que este corazón
Se formó en el llano amplio,
100
Altivo como el pitío
De un toro en el bajumbajo,
Noble como el coleador
Que acaricia su caballo;
Sin rencores con la vida
Por lo mucho que me ha dado,
Una mujé, una familia
Allá en mi sabana un rancho;
Y esta garganta coplera
Repleta de orgullo nato,
Pa’ gritá a los cuatro vientos
Cada vez que me embarbasco,
Llanero si soy, llanero
De las sabanas del Pauto.
Letra e Interprete: Cholo Valderrama.
101
Volveré a trabajar Llano.
Volveré a trabajar Llano
pues no trabajo hace rato
y ahorita es que tengo ganas
de jinetiar un potranco,
antojo e´jalar un rabo,
deseo de quebrar un cacho,
ilusión de sacar un lance,
nostalgia é zumbar un lazo.
Quiero escuchar cuentos viejos
bajo el empalmao de un rancho,
y tomá café cerrero
por ahí a golpe de cuatro,
escuchar sonar charnelas,
relinchos, pitios y cantos
mientras la cara é la luna
la quiebra un tropel de cascos.
Levantar un rodeo grande
de los rincones de un bajo,
mirar que una soga pasa
humillando los mastrantos.
Sentir enorme en el pecho
el ser de un llanero nato,
cuando cerrando el tranquero
tá un horizonte araguato.
Voy a componer mi apero,
a sacudí el guardabasto,
tengo una tereca vieja
pero al arricés novato,
con un pellón dibujao
la manta para frío y cacho,
arciones de cuero crudo
y estribos de pala cargo
y cargo un freno de gonde
con la rienda de los gajos
ya hice un bozal redondo
y un tapajo de cuero basto
con un cabresto de crin matizado
de negro y blanco
y del mismo material la cincha
de un de un jeque de ancho.
Ya tengo en la capotera
mosquitero y currato,
cargo cachera y también tengo
una suelta de lanto,
no llevo pegada soga
porque como voy pa un hato
escogeré la mas buena
cuando baje el garabato.
Voy a amolar mi cuchillo
porque el cuchillo sirve harto
pa nariciar un novillo
pa capar un maute flaco,
pa marcar los orejanos
con puntelanza y balazo
y componer a el potrón
la cerda donde arrebiato.
Volveré a mis correderos
pues dicen que pua llá falto
y que un caballo
padrote está achicado
102
en un matacho,
como no hay quien lo montara
triste relincha en el patio
porque le falta en los lomos
un jinete que sea guapo.
Disque un toro cimarrón pita
en la punta de un banco
quiere romper una soga
con el puñal de los cachos,
piensa rascar una manta
desenredar una chicuaco
le falta quien lo componga
dándole unos carpetazos.
Dicen que un caño plagoso
va de barranco en barranco
y el ganado remolinea
asustado bajo el chubasco
el caporal no decide
si esperar a que de paso
pues le falta un cabrestero
bueno puel lenco y el brazo.
Volveré a trabajar llano
y pasaré de hato en hato
cuando hagan las reuniones
en Vicerta y El Encanato,
Santana, Floramarillos,
en Paso real y El Calvario,
La borrra, La travesada,
El Danubio y en El cairo.
En La Veremos me amaño
porque hay potrones bellacos,
buenas bestias en La Aurora
y gente recia en lo blanco,
mañoseras en El Tigre
y en Venecia rodeos mansos,
caballos en San Felipe
y ganado ligero en Sanpablo.
Señores aquí estaré
y si este año yo no alcanzo
el otro me voy pa Arauca
o pa´el Apure me paso
voy a conocer sus tierras
y a mostrarles un rato
cómo es que trabaja llano
un casanareño nato.
Letra: Cachi Ortegón.
Intérprete: Cholo Valderrama
103
Llanura mía.
Esta a nombre de otro dueño
este banco de sabana,
será suyo ese cajón,
mía es toda la tierra llana.
Ay, como llanero batallo
antes de aclarar el día
enceradas lejanías,
el sol dora con su rayo
cuando trillo con mi vallo
caminito sabanero,
ya tome café cerrero,
ahora almuerzo lejanías,
siendo la tierra tan mía
y está a nombre de otro dueño,
ay de otro dueño,
tengo los rodeos pequeños
regados puel el verso bravío
y una extensión de corrío
donde pastoriar ensueños
y de este cuerpo senseño
fortunas, son, nombre y fama
y aunque la res orejana
con cifra de otro se hierra,
quien dice que no es mi tierra
este cajón de sabana.
Camino, camino largo
como silbo de tonada,
vaya lante chocotero
pida corral y posada.
Ay, al terminar la jornada
desensillo, baño y suelto
y jinetiando en el viento
se marcha honda la mirada
y allá en la tierra quemada
se me enluta el corazón
y acá pensando al bordón
que juega al labrar un cacho,
me dijo cuando muchacho
será tuyo ese cajón, ese cajón,
como por arte y nación
mi herencia fue la faena
y es la garcita morena
y el pitar del cimarrón
y el orgullo y el valor
y el clariar de la mañana,
disque el dueño es quien las ama
por eso tengo derecho,
como la llevo en pecho
mía es toda la tierra llana.
Letra: Cachi Ortegón.
Intérprete: Walter Silva.
104
Toda esta sabana es mía.
Toda esta sabana es mía,
todo este llano compadre,
yo no respeto linderos
tampoco cercas ni alambres,
monto el potro de mi canta
y galopando en el aire,
doy alegría a las tristezas
y consuelo a los pesares,
de aquí a donde alcance la vista,
de ahí a donde la vista alcance
soy dueño de palma y cielo
y no me lo quita nadie.
Si fui escogido puel llano
para defender sus aires,
para mostrar su cultura
y resactar su donaire
entonces porque razón
voy a traicionar mi sangre.
Mientras exista un toro bravo
y caballos indomables
seguirá mi verso criollo
metido entre los pajales
despertando saucelitos
y alertando alcaravanes.
Mientras la luna de abril
se bañe en los manantiales
y el sol caliente mi piel
como lo hacía con mis padres
y que mi cuerpo descanse
en chinchorros de cumare,
y que una soga arrebiatada,
compadre mío,
marchite los pajonales
con mi cacho de beber agua
abrebaré en los caudales
con la fuente cristalina
de un arpa quitapesares ...
Duende que lleva por dentro
hormigueándole en la sangre
todo el que quiere su tierra
y no se la entrega a nadie.
El toro, caballo y soga,
compadre mío,
son para mi tres verdades:
el toro es la fortaleza
pa enfrentar calamidades,
el caballo inteligencia,
compañerismo y coraje,
la soga el dominio impuesto
del hombre a los animales,
sin olvidar el sombrero
símbolo fiel del linaje
del negro, español e indio:
mezcla febril de mi sangre.
Letra e intérprete: Cholo Valderrama.
105
Llanero soy.
Llanero soy con orgullo
hombre de soga y caballo,
hijo de llano y rodeo
y hermano del toro bravo.
De la garza a los esteros,
cámara mío,
cargo mi verso en los labios,
con cariño y sentimiento
y sentimiento
en homenaje a mi llano,
hoy recorro mi sabana
con la trocha de mi canto,
con la espiga y el lucero
de mi suelo provinciano.
Cargo en el alma la copla:
tu no comprendes
el bramar de un orejano,
el olor de los corrales,
cámara mío
y el trajín de mi trabajo.
Como llanero nací,
como llanero me criaron,
yo aprendí a cantar corrío
fue entre joropo tramado,
y a sentir gran alegría,
gran alegría,
bajo las lluvias de mayo
cuando detrás de la reses,
cámara mío,
volaba el potro en el barro.
Yo me he jugado la vida
frente a un toro cachilapo
cuando amansaba un caballo,
cuando herraba un orejano,
cruzando los caños hondos,
los caños hondos,
en noches oscuras y a nado
en compañía de mi bestia,
cámara mío,
por la inmensidad del llano.
106
Letra e intérprete: Cholo Valderrama.
Yo no le vendo mi fundo.
Ofrezca lo que me ofrezca
por que la pena me mata
yo no le vendo mi fundo,
aunque tenga mucha plata
y por más que haya juntado
todos los reales del mundo.
Usted compró el casco del hato,
embarcó la fundadora
y botó al viejo segundo,
y cambió la lambedora,
la grama y la guaratara
por un pasto vagabundo,
encerró lo que era suelto,
acabó la mañoseras,
fue y revolcó los babundos,
levantó unas callejuelas
pa dejar un solo camino
donde había tanto rumbo
y cambió con un letrero
el nombre que hizo baquiano
por uno de otro mundo.
Aunque compre el resto del llano,
aunque compre el resto del llano
yo no le vendo mi fundo.
Qué precio voy a ponerle a los años
que mi taita fue dueño y fue jornalero,
en cuanto estimar la casa
en donde mi mama crío
sus cuerdas de pijotero,
el patio donde enlacé
montado en un mandador
con un rejo veridero
y saqué lances de amor,
lances de amor
con la hija de un conuquero.
Usted no puede saber
ni calcular cuanto vale
el limpio del paradero,
cuesta los callos que salen
arrancando la escobilla y
el guayaba zapatero,
el sabor del primer mango
del palo que uno sembró
no se paga con dinero,
ni el agua que un día manó
clara y fresca que manó
de mi jaguey veranero.
Pa qué tener documentos
si aquí me parió mi mama
y aquí se murió mi abuelo,
si en la extensión de sabana
tiene un plano dibujado
el grito del cabrestero,
por título del trabajo,
la constancia de los años
y los rodeos con mi hierro,
107
la mata de la palma sola,
el banco y el par de caños
que me sirven de linderos.
De la talla del ganado
le dan razón el corral,
las trancas y los llaveros,
del trajín y el personal
llevan cuenta el caracol
por peones y por vaqueros,
el muñeco habla de potros,
la tarja y los orejanos,
la soga de los cachaleros,
de los vecinos cercanos
el trillo de los senderos.
Como le voy a vender
el cielo que me cobija
o el suelo donde me paro,
en cuanto reales se fija
gozar de esta soledad,
sufrir este desamparo,
trancar el viento en el pecho
dejando que el alma grite
sobre los lomos de un charo,
criar toro que envista y pite,
criar toro que envista y pite
y bestia que saque el baro,
y al frente en el paradero
a punto tengo escogido
donde da sombra un guarataro...
arropado con bayetón
se vuelvan llano mis huesos
en su caja de caracaro,
quien cambia por unos pesos,
bendita sea Dios caramba,
la eternidad de un amparo.
Letra e intérprete: Cholo Valderrama.
108
Viejo sombrero.
Viejo sombrero,
sombrero viejo sombrero,
fiel compañero
de mi infancia y juventud,
mi gocho viejo
que he cargado desde niño
solo para ti hay cariño
no puede haber otra actitud.
Cuanto aguacero
he aguantado bajo tus alas,
tormentas y resolanas
avejentan tu semblanza,
eres el techo
que ha cobijado la estirpe
de una raza noble y libre
que en ti a plasmado su estampa,
como quisiera
que todo el mundo conozca
que esta mi vieja corrosca
es el orgullo mayor
que puede tener un llanero
romántico y cantador.
Aún recuerdo cuando
lo miro colgado
del toro bravo
que me mató el alazán
con el sombrero
yo pude salvar la vida
ante la cruel embestida
se lo tiré al animal.
A medio palo
cuando estoy emparrandado,
de patrás despelucado
y ya en la frente normal,
sobre los ojos
cuando quiero estar solito,
por respeto me lo quito
cuando voy a saludar.
Viejo sombrero
tu naciste campesino,
de la historia eres testigo,
de la llanura guardián,
yo me siento más llanero
cuando en mi cabeza estás.
Letra e intérprete: Cholo Valderrama.
109
Último deseo de Llano.
Cuanto quisiera saber
señor creador del Llano
que día exactamente muero,
para alcanzar a escribir
con mis últimos suspiros
mi ultimo verso llanero,
para ajustar mi caballo
que alce la penca
y abandone el paradero,
y que un horcón del alambre
se adueñe de mi sobrero,
avisarle al cacerío
pa ´que paremos
un parando sabanero
pues sería triste morirme
sin dominar un coplero,
recoger mis facundales
y zumbárselas a un caño
ojalá en tiempo mayero
porque no quiero que alguno
saque pecho con mi soga,
mi cuchillo y mis aperos,
cerrar las puertas del fundo,
tapar el roto
donde antes hice el tranquero,
dejar el monte encargado
de cuidar lo que más quiero.
De saber cuando morir
maniado me le zumbaría
al cacho de un toro fiero,
que me mate un animal
y no por ay un camorrero.
Ojalá tuviera tiempo
de despedirme del Llano
y en la pata de un uvero
hacer mi tumba y mi cruz
y con la punta del cuchillo
dejar escrito un letrero
que diga gracias Dios mío
por haberme permitido
nacer y morir llanero
y ensillar sin tapaojos
lunas y soles cerreros,
vestirme de liqui liqui,
de liqui liqui,
blanco como los garceros
paque el blanco de mi suerte
sea mi último compañero.
De saber cuando morir
creador de la llanura
te pido sea en tierra llana,
una noche antes de muerto
pa´que me rece el sereno
pasiarme por la sabana
y como fui coleador
quiero brindar mi última
vuelta campana,
quien quita que deje sufriendo
el corazón de otra dama,
que no quede en mis linderos
110
potro cerrero
ni maute sin darle ruana
y darle un espaldarazo
de adiós a mi campechana,
avisarle a mis amigos
cantadores de joropo
como el Cholo Valderrama,
mi pana incondicional
se llama Jesús Centella
en las tierras araucanas,
yo no quisiera morirme
sin tener dos o tres días
al pie de un arpa montuana,
versos de Lorgio Rodríguez
callejoniando mañanas,
pa morir emparrandado
entre pasajes viejitos,
pa morir me sobran ganas,
pero siento entre pasajes
que la llanura me llama,
señor mi último favor
quiero ir hasta una ventana
donde unos ojos negritos
y una cabellera ..
ojalá de campirana,
después buscar mi retoño
abrazarlo pa sentir
lo que de su pecho mana,
darle de herencia mi cuatro,
cariño y costumbres sanas,
una leguas de camino,
pedazos de mi destino
y unas brazadas de fama
y decirle que aunque noble
otro hombre no lo encarama,
entregarle mi apellido
que como silbo en la brisa
por el Llano se esparrama
y ahí si que tapen mi nombre
con terrones de sabana.
Letra e intérprete: Walter Silva.
111
A todo canta el llanero.
A todo lo que huela a Llano
brinda su canto el llanero,
brinda su canto el llanero:
al manantial, al estero,
caballicero baquiano,
caballicero baquiano,
al horizonte lejano
donde se une cielo y tierra,
donde se une cielo y tierra,
al ganado cuando se encierra
en un corral o majada,
en un corral o majada,
al olor a carne asada
recostada en un burro é guafa,
recostada en un burro de guafa,
al potro cuando se zafa
los aperos corcoviando,
los aperos corcoviando.
Todo lo va recordando
en su cerebro coplero,
en su cerebro coplero,
al alborotado garcero
en tiempos de la postura,
en la infinita llanura
a todo canta el llanero,
tralalailalá
A todo canta el llanero.
Le canta a la vida misma,
alegrías y sufrimientos,
deja oír su lamento
si lleva adentro una espina,
Da su verso a una guabina,
a un valentón o un coporo,
le canta a la flor de boro
que tapiza los raudales,
le dice a los morichales
el amor que por ellos siente,
al lirio resplandeciente
que florece en tiempo é mayo,
chubasco con trueno y rayo
que pone al Llano bravío.
A los ríos si tan crecidos
le hace coplas con esmero,
al caimán traicionero,
a la raya tartaguita
y hasta al pinta menudita.
A todo canta el llanero,
tralailalá a todo canta el llanero,
le canta a la melodía
que trina una paraulata,
que trina una paraulata,
cuando ve clariar el día
sobre una punta de mata,
sobre una punta de mata,
su prosa se la arrebiata
tras de un toro cimarrón,
tras de un toro cimarrón,
se la brinda al botalón
donde se ordeñan las vacas,
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donde se ordeñan las vacas,
enamora a las muchachas
con su canto cadencioso,
con su canto cadencioso,
canta a la flor del lechoso,
al aroma del mastranto,
al aroma del mastranto,
los sabaneros espantos
que cruzan al Llano entero,
que cruzan al Llano entero,
la llorona y bola de fuego
que tiene tantas leyendas,
que tiene tantas leyendas,
para que ustedes comprendan
tralailailalá,
canta a la mujer llanera
que lo acompaña en el rancho,
a los viejos, los muchachos,
a una ilusión pasajera,
a el peón en cimarronera
con la soga arrebiatada,
a las vueltas bien coleadas,
a un toro jalado por dentro,
a un bozal, a un cabresto,
a un manglar, a la espuma,
las claras noches de luna,
al chinchorro donde se acuesta,
su caballo, su muleta
en la que cruza el sendero,
al grito de un cabrestero,
a un agua dura en el paso,
al día en que cae el ocaso,
a todo canta el llanero.
Letra e intérprete: Cholo Valderrama.
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FOTOS:
Pág 6: Hierro del hato (tomada por César Barrera)
Pág 19: Encargado general y caporal del Trabajo de Llano del hato (tomada por Alfredo Navas)
Pág 23: Llanero llegando al hato (tomada por César Barrera)
Pág 24: Tumbas en el patio del hato (tomadas por Francisca Reyes y César Barrera)
Pág 25: Tranquero principal del hato (tomada por César Barrera)
Pág 27: Caballeriza casa principal del hato (tomada por César Barrera)
Pág 28: Campana, cocina trabajadores y tasajera (tomadas por César Barrera)
Pág 30: Chircal (tomada por César Barrera)
Pág 35: Rejo, cachera, llanero hilando un cabresto y curiara (tomadas por Francisca Reyes y
César Barrera)
Pág 36: Techo de palma vista interior y estructura para guardar la sal (Tomadas por César
Barrera)
Pág 37: Tranquero del corral de una fundación (tomada por Francisca Reyes)
Pág 41: Sabana (tomada por César Barrera)
Pág 59: Silla y aperos, y caporal de corral (tomadas por Francisca Reyes)
Pág 60: Trabajador de llano (tomada por César Barrera)
Pág 65: Momentos del Trabajo de Llano (tomadas por César Barrera)
Pág 66: Trabajo de corral (tomada por Francisca Reyes)
Pág 70: Burro de los mercachifles (tomada por César Barrera)
Pág 74: Carretera a pocos kilómetros del hato (tomada por César Barrera)
Pág 93: Hierro y marca de la oreja del hato (tomadas por César Barrera)
Pág 95: Trabajador de llano (tomada por César Barrera)
Pág 97: Llanero cruzando un caño y llanero en un rodeo (tomadas por César Barrera y Francisca
Reyes)
Pág 99: Trabajador de llano (tomada por Alfredo Navas)
Pág 104: Silla y rejos colgados en la caballeriza de una fundación (tomada por Francisca Reyes)
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Pág 106: Casa de un trabajador de llano (tomada por César Barrera).
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