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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ
CIENCIAS SOCIALES
ESTUDIO ECONÓMICO - GRUPAL
Tema: “Evolución de la informalidad limeña en el periodo 1950-2000: dinámica, factores
sociopolíticos e impactos a nivel económico”
Título: “La informalidad limeña a través de la historia peruana: factores socio-políticos,
evolución e impactos a nivel económico durante la segunda mitad del siglo XX”
Nombres y códigos: Fátima Trujillo Quiñe (20181324)
Flavio Aguilar Chumbe (20181549)
Especialidades y ciclos
Trujillo: Economía - Sexto ciclo
Aguilar: Economía - Sexto ciclo
SEMESTRE 2020-2
La informalidad limeña a través de la historia peruana:
factores socio-políticos, evolución e impactos a nivel
económico durante la segunda mitad del siglo XX
Introducción
Nos encontramos a puertas del bicentenario de Perú, lo cual representa, sin duda
alguna, un momento de suma importancia para el país. Tras 200 años de
independencia, en los cuales, como en toda historia, ha existido momentos de glorias y
fracasos de los que podemos aprender para el futuro. Por ello, siempre hay que
recordar que, como dice una célebre frase atribuida a Napoleón Bonaparte, si no
conocemos los sucesos cruciales de nuestra historia, el pasado (es decir, si olvidamos
o ignoramos momentos, procesos, etc.), entonces estaremos condenados a cometer
nuestros errores nuevamente. Es por ello que tanto las buenas como las malas
experiencias nos permiten comprender cuál es la realidad vivimos como sociedad; qué
debemos evitar por el bienestar social; cómo debe ser nuestro comportamiento ante
situaciones similares, pues se repiten, a otras vividas anteriormente; qué errores no
volver a cometer y varias otras lecciones que solo pueden ser aprendidas con el paso
del tiempo.
Así, un fenómeno que se manifiesta intensamente en la actualidad y cuya historia puede
enseñarnos mucho es el de la informalidad, la cual entendemos como el conjunto de
actividades económicas que se desarrollan fuera del marco legal. La relevancia de la
informalidad es tal que sus consecuencias pueden apreciarse, por ejemplo, en el marco
de la pandemia del Covid 19 en Perú. Ello es explicado por Pighi (2020), quien resalta
a esta problemática como uno de los factores principales que llevaron al fracaso el
confinamiento en el país: una gran parte de la población, particularmente en Lima, no
pudo acatar por mucho tiempo la cuarentena obligatoria producto de la pandemia,
debido a que trabajan a diario para obtener lo que en el día necesiten comer, consumir
y/o comprar, en otras palabras, es una subsistencia del “día a día”. Es por dicha razón
que nos preguntamos cómo ocurrió esto; es decir, cómo la informalidad llegó a ser tan
determinante para la economía de Lima y del Perú en la actualidad, pues, como se verá
más adelante, gran porcentaje de la PEA pertenece al sector informal. En este sentido,
para responder a esa pregunta, es fundamental que recurramos a la historia:
buscaremos plantear e identificar qué factores socio-políticos fueron determinantes
para la evolución de la informalidad en Lima durante la segunda mitad del siglo XX y
qué impactos generó a nivel económico. En otras palabras, nuestra meta en este
estudio económico consiste en describir aquellos factores determinantes en la
evolución de la informalidad limeña, así como explicar los impactos de la última a nivel
económico.
Asimismo, la hipótesis que presentaremos consistirá en que, según la literatura
existente sobre el tema, las migraciones masivas internas sumadas a la existencia de,
como los clasifica Loayza (2008: 17), otros factores institucionales y estructurales
desencadenaron un incremento continuo del nivel de informalidad en el período
descrito, pues están relacionados al inicio de un período de cambios intensivos en el
mercado laboral limeño (1950-2000). Estas produjeron un radical aumento en la oferta
de trabajo a la que la demanda no pudo adaptarse rápidamente; por lo tanto, los
migrantes se enfrentaban a operar bajo la informalidad o quedarse desempleados
(Cotlear 1983: 22). Así, terminado el siglo XX, la informalidad en Lima se intensificó
drásticamente, lo cual, según Rodríguez y Minoru (2010: 12), se evidencia con que
concentraba al menos el 60% de la PEA.
Ello resultó en importantes efectos, tanto positivos como negativos, a nivel económico.
Por un lado, al mantener operativa la mano de obra no integrada en el sector formal,
aumentó el producto y generó beneficios para este último debido a que se encuentran
relacionados; por otro lado, al generar evasión tributaria, generó menores ingresos para
el gobierno, lo que se traduce en un “freno” para la economía. Estos efectos pueden
ser (y en el presente estudio, serán) corroborados con indicadores como el PBI y el
crecimiento económico. No obstante, este estudio analizará que, a pesar de los efectos
positivos que pudo haber traído consigo este fenómeno, el impacto, en general, fue
contraproducente, debido a la ineficiencia que creó en el mercado, como menciona
Loayza (2008). Asimismo, el estudio de este autor resulta de suma importancia, pues
en este se estima que la informalidad representaba, a comienzos del nuevo milenio,
aproximadamente un tercio del PBI y como se indica, ello conlleva un crecimiento
económico “distorsionado e insuficiente”. Cabe resaltar, así mismo, que, en dicho
periodo, este fenómeno no solo habría crecido, sino que también se habría asentado
en el mercado laboral. De tal forma, la tarea de las siguientes autoridades de
reestructurar este último (para incentivar la formalidad) se dificultaría, al punto de que
aún hoy el problema persiste (e inclusive, es posible que se haya agravado).
Así, como se ha mencionado, a inicios de la segunda mitad del siglo XX, el mercado
laboral limeño se vio revolucionado por un fenómeno social de gran magnitud: las
migraciones masivas internas. Durante el resto del siglo, continuaron condicionando,
junto a las políticas de los distintos gobiernos y otros determinantes socio-políticos, la
evolución de dicho mercado y sus componentes; entre los cuales, podemos resaltar la
informalidad. Hacia el final del siglo XX (y el final del gobierno dictatorial de Fujimori),
se habría arraigado en la sociedad, lo cual determinaría el curso de la misma en el
nuevo milenio.
Entonces, dada la relevancia histórica de este fenómeno, el presente estudio
económico se centrará en analizar algunos factores sociopolíticos que podrían haber
determinado la evolución de la informalidad en el período 1950-2000 y los posibles
efectos de la misma en la economía. El aporte de este estudio consiste en que nos
permitirá entender cómo es que la informalidad se ha arraigado tanto en la sociedad
limeña y nos brindará valiosa información con respecto al costo de la informalidad sobre
el crecimiento económico. Asimismo, la magnitud de la misma hacia el final del período
nos mostrará la (in)eficacia de las políticas empleadas por los distintos gobiernos para
controlarla. Todo ello podría resultar útil para buscar y justificar formas de fomentar la
formalidad en la capital, en particular, en el marco de una pandemia y crisis económica
(altamente influenciada por la informalidad) y a puertas de las elecciones del
bicentenario.
Consecuentemente, este estudio se dividirá en dos partes: en la primera, se planteará
un análisis de las condiciones que determinaron la evolución de la informalidad limeña
en la segunda mitad del siglo XX, para lo cual, presentaremos una contextualización de
la informalidad en la primera mitad del siglo mencionado para después poder analizar
los cambios que se presentaron en la segunda mitad del mismo. En este sentido, se
analizará e identificará qué factores sociopolíticos tuvieron un papel importante en la
evolución de la informalidad en Lima a nivel económico. Para ello, se describirá también
cuáles fueron dichos cambios, es decir, cuál fue el proceso que atravesó la informalidad
debido a los factores que serán presentados.
En la segunda parte, proseguiremos con un análisis de los impactos de la informalidad
a nivel económico. Así, después del análisis expuesto en la primera parte, se planteará
que la evolución de la informalidad ha sido de tal magnitud que no resulta posible
ignorar su papel tanto en la economía limeña, como a nivel nacional. Entonces,
evaluaremos cuál ha sido la influencia de la informalidad particularmente en cómo se
percibe el PBI y también sobre el crecimiento económico, ambos hacia finales del siglo
XX.
Informalidad: Contexto previo a 1950 y factores determinantes en
su evolución durante 1950-2000
En este capítulo nos centraremos en identificar y analizar cuáles fueron las condiciones
relevantes para que la informalidad se desarrollara a tal punto que pareciera inherente
a la sociedad limeña, lo cual significa que no podemos simplemente ignorar la existencia
del rol importante que la informalidad cumple en la vida de las personas en Lima (como
se ha hecho antes). No obstante, para poder entender ello, es de suma importancia
saber a qué nos referimos con informalidad o, en términos más específicos, al sector
informal de la economía. Existen múltiples definiciones de este; por ejemplo, Loayza lo
define como aquel sector conformado por el agregado de empresas, trabajadores y
actividades que están fuera de “los marcos legales y normativos que rigen la actividad
económica” (2008: 2). De manera similar, según Schneider y Enste, este sector se
encuentra conformado por las “actividades legales generadoras de valor agregado que
se transan monetariamente y que no están registradas o no pagan impuestos”
(Schneider y Enste citado en Machado 2014: 199). Así, podemos concluir que el sector
informal comprende a las actividades económicas (así como a las personas y empresas
relacionadas a las mismas) legalmente constituidas que no operan bajo el marco legal
de la economía o no cumplen con sus responsabilidades tributarias.
Asimismo, de manera general, se entiende que las causas de este fenómeno son,
principalmente “institucionales” (como la libertad económica y la ley y el orden) y
“estructurales” (como la educación y los factores demográficos), como las clasifica
Loayza. Este autor también explica que, a nivel general, las causas de la informalidad
se encuentran relacionadas a sistemas tributarios intransigentes, servicios públicos
ineficientes y al escaso control estatal (2008: 50-58). No obstante, en cada economía,
la informalidad se encuentra relacionada a distintos factores sociopolíticos propios del
lugar. En el caso del Perú y, específicamente, de Lima, se encuentra altamente
relacionada al fenómeno social de las migraciones masivas internas, acontecido a partir
de la década de 1940. Este, sumado a otros factores circunstanciales y estructurales,
generó cambios sustanciales en el mercado laboral y en la informalidad, como veremos
a continuación.
Sin embargo, antes de analizar cuáles fueron las transformaciones que la migración
masiva a Lima produjo en la dinámica de la informalidad y el mercado de trabajo, resulta
fundamental entender cuál era la situación previa a este fenómeno. Los orígenes del
mismo en Perú se remontan, por lo menos, como indica Noejovich (2016), al período
colonial. De tal forma, en la etapa republicana y, específicamente, en el siglo XX, la
informalidad no resultaba una novedad; sin embargo, es en dicho siglo cuando diversos
cambios sociales e industriales revolucionan la concepción y el desarrollo de la
informalidad. Por ejemplo, esta irrumpió en los ámbitos urbanísticos y comerciales de
Lima; no obstante, no era considerada aún una problemática para las autoridades y los
empresarios formales. De hecho, estos últimos la fomentaban: “El primer espacio para
el avance de la informalidad en el comercio lo concedieron los formales mismos al
conferir a la actividad ambulatoria un reconocimiento costumbrista como parte de la
identidad cultural de la ciudad a través de los siglos” (De Soto 1986: 81). Entonces, la
informalidad empieza a “abrirse paso” en una ciudad con un mercado laboral en
crecimiento y sin atravesar aún los diversos cambios industriales que traería el siglo
XX. Sin embargo, la literatura en cuanto a la dinámica de la informalidad en gran parte
de la primera mitad del siglo pasado resulta sumamente escasa, lo cual parece indicar
que esta no habría sido considerada un obstáculo para Lima o para su crecimiento
económico.
Por otro lado, como explica Contreras (2009), en las primeras décadas del siglo XX una
de las problemáticas más evidentes del mercado laboral en el país era la de la falta de
mano de obra. Ante esta situación, las soluciones encontradas y utilizadas evidencian
la existencia de una economía que, desde sus cimientos, no podría ser clasificada como
“formal”. Es decir, una cuestión relevante en esa época es el hecho de la escasez de
mano de obra, lo que generó soluciones que no podrían considerarse como formales
debido a su naturaleza. Claros ejemplos de ello, como menciona Contreras (2009) son
que solo en ciertos sectores (los más modernos) existían salarios monetizados y que
los contratos muchas veces solo eran verbales. Asimismo, el autor explica que, en
contraste, hacia 1930, la oferta laboral había aumentado considerablemente (debido a
las crecientes presiones demográficas) y las condiciones laborales de los trabajadores
empezaban a mejorar; no obstante, este proceso de “modernización” del mercado
laboral no se efectuó de inmediato, mientras que los procesos sociales avanzaban con
mucha más rapidez.
Ese es el panorama que encuentran los migrantes cuando llegan a Lima: un mercado
laboral en desarrollo (que, como se comprobó más adelante, no estaba listo para
recepcionar mano de obra en tal magnitud) y que tuvo como una “vía de escape”
disponible a la informalidad, la cual no constituía aún un problema prioritario para las
autoridades y que era validada en tradiciones costumbristas. A pesar de ello, las
migraciones masivas internas no explican por sí mismas el crecimiento de la
informalidad en Lima, sino que los factores estructurales mencionados presentes en el
mercado laboral y subyacentes a las migraciones son también relevantes. Como indica
Cotlear (1983: 19), en muchos casos, los migrantes, al llegar a la capital, se enfrentaban
inmediatamente al desempleo y las posibilidades de integrarse al sector formal
rápidamente no eran alentadoras; entonces, encontraron aquella “vía de escape” que
les brindaba una solución y un sustento inmediato: laborar bajo el marco de la
informalidad.
Así, debido a deseos de mejoras en educación, servicio, ingresos y otros por parte de
los migrantes, el Perú empezó a urbanizarse rápidamente y la economía, sin embargo,
no crecía a ritmo suficiente para que la totalidad de los migrantes consiguiera un empleo
(Contreras y Cueto 2004: 326). Por lo tanto, en lo sucesivo (es decir, en cuanto la
urbanización no se paralizó), para los migrantes ya establecidos en el sector informal,
no sería sencillo encontrar una salida del mismo; ello se debió en gran medida a lo
costoso que resultaba integrarse y mantenerse en la formalidad; es decir, los
denominados “costos de la formalidad” que Hernando De soto (1987) plantea. Esto, a
su vez, nos permite comprender que la informalidad no fue (y no es) necesariamente
una decisión voluntaria en Lima y el Perú en general.
De esta manera, se dieron las condiciones para que el sector informal crezca
exponencialmente y se convierta en el sustento de miles de ciudadanos recientemente
integrados a la capital. A estas, debemos sumar los factores institucionales y las
recurrentes variantes en la economía nacional; es decir los períodos de crisis. Como
plantean Jaramillo y Huamán: la escasez de oportunidades fue el resultado agregado
de “una economía en recesión que se instalaba sobre una población que no dejaba de
crecer ni de migrar. El proceso de movilidad demográfica, buscando entre otras cosas
el espejismo de la educación superior, instaló en las ciudades una economía informal
que vino a convertirse rápidamente en las bases de la actividad productiva para la
mayoría de peruanos jóvenes” (2014: 259). En otras palabras, lo que resulta de la
existencia de carencia de oportunidades por una recesión económica y una población
en expansión es que un gran número de personas (muchos de estos jóvenes) viera
oportunamente tener que integrarse a una economía informal en proceso de
asentamiento.
Evolución de la informalidad en el período 1950-2000
Durante los años restantes del siglo XX, las migraciones y el crecimiento de la
informalidad no cesarían. Ello se refleja en que en el período de 1940 a 1961, Lima
recibió aproximadamente 700 000 migrantes y hacia 1970, estos ya constituían
aproximadamente la mitad de la población limeña (Chávez 1993: 2). Además, según
estimaciones de Cotlear (1983: 26) hacia dicho año (1970) los migrantes representaban
alrededor del 60% de la PEA empleada en el sector informal. En base a los datos
descritos, podemos apreciar que, debido al alto grado de integración en dicho sector
por parte de los migrantes, existe una alta correlación en el proceso de migración
masiva interna y el crecimiento de la informalidad. Sin embargo, debido a la naturaleza
de la informalidad, esta resulta de difícil medición. Más aun, considerando que, en su
momento, no se le atribuyó la importancia necesaria, no se cuenta con suficientes datos
para concluir con seguridad su magnitud. En ese sentido, la literatura al respecto es
escasa y, en muchos casos, contradictoria. Así, investigaciones como las del Ministerio
de Trabajo y Promoción del Empleo (citado en Gamero 2007) o la de Saavedra (1998)
presentan distintas estimaciones con respecto a la magnitud del fenómeno, las cuales
serán presentadas a continuación.
GRÁFICO 1
FUENTE: Elaboración propia en base a Saavedra (1998)
GRÁFICO 2
FUENTES: Gamero (2007), Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo
La estimación del MTPE presenta menos datos que la de Saavedra; asimismo, sus
resultados son menores en la década de 1980. Cabe resaltar que otras estimaciones,
como las de Rodríguez y Minoru (2010) o la de la Organización Internacional de Trabajo
(citada en Chacaltana y Saavedra 2009), presentan también estimaciones mayores a
las del MTPE. Ello podría implicar cierta infravaloración por parte de esta entidad; por
lo tanto, tomaremos la misma como una versión “conservadora”, mientras que la de
Saavedra como una versión “reformista”. A pesar de las diferencias y variaciones en
cuanto al tamaño real de la informalidad, es claro que esta mantiene su crecimiento
hacia el fin del siglo.
Por otro lado, resulta importante notar que la dinámica de la informalidad se vio
fortalecida por la insuficiencia de políticas para fomentar la formalidad y la ineficacia de
las empleadas. Un claro ejemplo de ello es que, durante el gobierno de Belaúnde Terry,
con el propósito de aumentar ingresos fiscales, se elevaron los tributos de las pequeñas
empresas. Esta medida, sin embargo, fue significativamente contraproducente:
“El efecto neto de los cambios tributarios efectuados a partir de 1975 no fue del todo afortunado.
Según algunos autores, la Dirección General de Contribuciones sufrió un retroceso, y sus sistemas
operativos, normativos, de apoyo y dirección se fueron erosionando paulatinamente, hasta
convertirse en una administración ineficiente. Entre los síntomas más visibles señala la evasión
generalizada, la defraudación fiscal, el crecimiento de la economía informal y el aumento del
contrabando” (Arias citado en Ponce 2009: 404).
Por otro lado, las medidas con el objetivo de reprimir la informalidad directamente (por
ejemplo, desalojar a los comerciantes ambulantes de las calles) tampoco daban
resultados: los comerciantes regresaban una y otra vez, ya que no contaban con otra
fuente de ingresos y la formalización era vista como un proceso innecesario y alejado
de sus necesidades.
Más adelante, en gobiernos como el de Alan García o Alberto Fujimori (período de gran
crecimiento de la informalidad), se llevaron a cabo medidas populistas, como el
aumento del sueldo mínimo injustificado. Del Valle (2008) explica que, en dicho caso,
se produce una disminución de la demanda por trabajo formal (es decir, menos
empleadores se encuentran dispuestos a pagarle a sus empleados la nueva
remuneración mínima); consecuentemente, un exceso de oferta laboral, que termina
traduciéndose (al menos parcialmente) en el traslado de esta mano de obra al sector
informal. Así mismo, esta autora muestra la evolución del salario mínimo vital en la
década de 1990, el cual será presentado a continuación.
GRÁFICO 3
EVOLUCIÓN DEL SALARIO MÍNIMO EN EL PERÍODO 1992-2000
Fuente: Del Valle (2008)
Evidentemente, la tendencia es un aumento constante y considerable de la variable en
consideración. Según el estudio realizado por Céspedes (2005) respecto a los efectos
del salario mínimo en el mercado laboral, en Lima metropolitana alrededor del año 2000,
tras aumentos de la remuneración mínima vital, se registraron grandes pérdidas
empleos formales y en muchos casos, los trabajadores se incorporaron al sector
“Año”
SALA
RIO
MÍN
IMO
informal. Si además tenemos en cuenta la falta de justificación económica para elevar
el salario mínimo, resulta más comprensible el porqué de la similar tendencia alcista del
nivel de la informalidad en este período en específico. En ese sentido, Schneider y
Enste (citado en Machado), acotan que los salarios mínimos “elevados” impactan
positivamente sobre el tamaño del sector informal (2014: 202). Además, Gamero (2007)
relaciona estas políticas con otros factores coyunturales para explicar el resultado
explosivo:
“Varios fenómenos: hiperinflación, caída sin precedentes del PBI per cápita, terrorismo y ajuste
estructural. En ese contexto, muchas empresas quebraron, tuvieron que adecuarse a un entorno
sumamente cambiante y, entre otras medidas que tomaron para subsistir, no les quedó otra
alternativa que volverse informales o informalizar el empleo que venían demandando, lo que fue
facilitado por el cambio en la legislación laboral de comienzos de la década de 1990. Por otro lado, a
los asalariados de los sectores público y privado que fueron cesados durante la primera mitad de esa
década tampoco les quedó otra opción que el autoempleo” (2007: 1).
Estos despidos y otras medidas, como el aumento del salario mínimo (que también
generó despidos) provocaron nuevas formas de laborar al margen de la ley; es decir,
una expansión del sector informal.
Según Yamada y Chacaltana, en los inicios del nuevo milenio, del total de 11,817,547
empleos existentes en el Perú, 8,837,372 eran informales, lo cual representa
aproximadamente al 75% del total: el mercado laboral se había convertido,
esencialmente, informal (2009: 26). Además de ello, debido a las múltiples causas de
la informalidad en Lima, a la integración de las mismas y a los componentes culturales
y costumbristas que subyacen a este fenómeno, este, hacia el año 2000, se había
arraigado en las bases del mercado laboral, de forma que la tarea de reducirla se
dificultaría considerablemente. Así, hacia el final del siglo XX, la informalidad resultaba
un componente de suma importancia a nivel económico, característica que ha
permanecido constante.
Impactos de la informalidad en la economía peruana: PBI y
crecimiento económico
Tras haber analizado, en el capítulo anterior, qué factores fueron determinantes en el
proceso de evolución de la informalidad durante el período descrito y haber explicado
cuál era la situación de la informalidad antes del período de interés (1950-2000),
procederemos con un análisis de qué impactos tuvo la informalidad sobre Lima a nivel
económico, pues, dado un crecimiento exponencial de la informalidad y los altos niveles
de la PEA que conforma, no es de extrañar que sus impactos a nivel económico sean,
similarmente, altos. Rodríguez y Minoru, en cuanto a este aspecto, indican que la
informalidad no solo representa una muy importante proporción de la fuerza de trabajo,
sino que las unidades de producción informales también están ampliamente extendidas,
“pues 90% de los conductores de las unidades de producción identificadas con las
encuestas de hogares no están registradas.” (2010: 1). Por otro lado, sabemos que la
llamada “lucha contra la informalidad”, al menos en años recientes, ha sido constante.
Sin embargo, no resulta del todo evidente por qué se ha procedido de esta forma; es
decir, por qué resulta tan importante el (correcto) fomento de la formalidad. En este
sentido, para poder explicar la influencia e impactos de la informalidad en la economía
peruana, en particular la de Lima, se evaluará analizarán los efectos y su manifestación
sobre cómo la percepción de los indicadores del PBI y también del crecimiento
económico, ambos durante la segunda mitad del siglo XX.
En primer lugar, según Rentería (2015), Verdera (2012) explica que, aquellas personas
que cuentan con empleo formal son, por un lado, quienes obtienen los mayores
ingresos en una economía, pero, en este caso, solo representan no más de la tercera
parte de la PEA ocupada. En este sentido, quienes están en las posiciones de mayor
ventaja son los empresarios del sector formal. Por otro lado, los ingresos percibidos en
empleos informales son mucho menores que de los primeros, exceptuando el caso de
los empresarios informales. Asimismo, “el empleo informal urbano es un fenómeno
bastante extendido y con una fuerte persistencia en el tiempo” (Rentería 2015: 39). Es
decir, existe una diferencia en la percepción de ingresos por trabajo entre el sector
formal y el informal, lo cual se podría justificar bajo argumentos como el nivel de
estudios que se requiere en el sector formal, entre otros aspectos.
En segundo lugar, según Loayza (2018), la informalidad implica un acceso restringido
a nuevas tecnologías (que, por ejemplo, podrían reducir los costos de producción),
servicios públicos (por ejemplo, la protección judicial), seguridad ante el desempleo, o
implica también riesgos de enfermedades, entre otros. El autor explica, además, que
ello significa tanto menores beneficios para los integrantes del sector informal, como
una menor productividad, lo cual, debido al tamaño de dicho sector, afecta
negativamente a la producción. En tercer lugar, evidentemente, el escaso cumplimiento
de los deberes tributarios conlleva a una disminución de los ingresos fiscales del
Estado, lo cual se refleja en una menor recaudación tributaria y, por ende, se limita el
gasto público. Tal como plantea Yamada, “Desde el punto de vista del control de
tributación y otras regulaciones gubernamentales, el sector de autoempleo está casi
siempre fuera de las posibilidades de fiscalización” (1994: 14). En cuarto lugar, de
acuerdo a Machado, ya que la existencia de la informalidad implica un subregistro de
los indicadores presentados por el Estado, estas dejan de ser confiables y; por lo tanto,
se dificulta la planificación de políticas públicas, pues pueden no aproximarse a la
realidad (2014: 201).
Existen, no obstante, beneficios de la existencia de la informalidad. En primer lugar,
Loayza (2018) explica que, si bien la informalidad disminuye el crecimiento económico,
esta es mejor que el desempleo. Dado que la mayor parte de la PEA en Lima (y en el
Perú) pertenece al sector informal y que, en muchos casos ello no es una opción
voluntaria, las personas se ven en la necesidad de enfrentarse a la siguiente disyuntiva:
desempleo o informalidad. Evidentemente, que más del 60 por ciento de la PEA se
encuentre desempleada sería catastrófico para cualquier economía; por lo tanto, la
informalidad, sin ser la solución óptima, es mucho más favorable que el desempleo. En
segundo lugar, los ingresos generados en el sector informal no se gastan
exclusivamente en este, sino también en el sector formal, y este último también
consume productos o servicios en el informal; consecuentemente, se dinamiza la
economía local. Ello es explicado por Chávez de la siguiente manera : “(...)es evidente
que no se trata de dos sectores con desarrollo autónomo; las actividades productivas
informales participan del proceso de acumulación capitalista respondiendo a las
necesidades o a la demanda del sector moderno en una relación cruzada, vale decir:
las empresas industriales canalizan partes importantes de sus ventas en el sector del
comercio ambulatorio, aunque también cada vez más subcontratan partes de su
producción a pequeñas y microempresas informales” (1993: 7-8).
No obstante, cabe recalcar que no todos estos efectos resultan mensurables o no se
cuenta con suficiente literatura para estimar la magnitud de los mismos en Lima en la
segunda mitad del siglo XX. Es por ello por lo que nos limitaremos a explicar únicamente
la influencia de la informalidad sobre el PBI y el crecimiento económico. Si bien también
existen dificultades para determinar esta relación, la literatura existente nos dice lo
suficiente como para poder tratar de “esbozar” su magnitud.
Uno de los indicadores más relevantes a nivel económico es el Producto Bruto Interno;
es decir, el PBI; este nos muestra a cuánto asciende el valor de todo lo que se produce
(bienes y servicios finales) en una determinada región. Así, si queremos estimar los
impactos de la informalidad a nivel económico, uno de los métodos más reveladores es
el nivel que esta ocupa en el PBI y cómo afecta al mismo. Sin embargo, medir la
influencia de la informalidad sobre el PBI, tal como se mencionó anteriormente, no
resulta una tarea sencilla: tanto por la escasez de literatura referente a períodos
antiguos en el Perú como por la ausencia resultados absolutos que se obtienen en los
estudios; por ello, existen estimaciones distintas referentes a los mismos períodos. A
continuación, se presentará una estimación con respecto a la magnitud de la
informalidad como porcentaje del PBI en Lima.
Lamentablemente, no se cuenta con data que muestre estos niveles antes de 1980, lo
cual, nuevamente, ejemplifica la escasa importancia que se le otorgaba a este factor.
Sin embargo, debido a su innegable crecimiento hacia estos años y a los primeros
esfuerzos por tratar de identificar su magnitud, se puede reconstruir cuál fue (de 1980
en adelante) su tamaño como porcentaje del PBI. En un estudio realizado por Machado,
a nivel nacional, para cuantificar dichas variables, se estiman los siguientes resultados:
GRÁFICO 4
FUENTE: Machado (2014)
De acuerdo con el gráfico, en 1980 el nivel de la informalidad como porcentaje del PBI
ascendía a 37,8%, tras distintas variaciones a lo largo de dos décadas, hacia el 2000
se llega a un resultado similar: 37% del PBI. No obstante, cabe recordar que en el
mismo período la PEA que formaba parte del sector informal tomó un rumbo distinto:
creció hasta llegar a aproximadamente el 70 por ciento de la PEA total. La explicación
a esta aparente discordancia puede encontrarse en el tipo de empresas que, en su
mayoría conforman el sector informal: las MYPES, que producen significativamente
menos que las grandes empresas. Por un lado, aumentó la cantidad de MYPES y
trabajadores de las mismas, mientras que, por otro, crecieron también las grandes
empresas, disminuyendo así la influencia de la informalidad sobre el PBI. Además, cabe
destacar que hacia el año 1990, se aprecia el nivel más alto en la relación estudiada;
así mismo, también hacia ese año, como explica Gamero (véase páginas 7-8), se
agudizó gravemente la crisis económica del país, lo cual podría indicar que es bajo
dichas circunstancias que la economía informal crece más (2007: 1).
Para ahondar más en la relación de Lima y la informalidad, presentaremos dos cuadros:
el primero muestra la participación departamental de la producción total del país (PBI),
mientras que el segundo muestra la participación de la PEA en la informalidad limeña.
Para no correr el riesgo de sobreestimar la misma, emplearemos la versión
“conservadora” del Ministerio de Trabajo.
CUADRO 1
Participación de los departamentos en el PBI
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RC
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EL P
BI O
CU
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DO
PO
R E
L SE
CTO
R IN
FOR
MA
L
AÑO
FUENTE: Seminario, Zegarra y Palomino (2019)
CUADRO 2
FUENTE: Nunura y Flores (2001)
De los cuadros 1 y 2 (con valores similares a los presentados en el gráfico 2) se puede,
con cierto margen de error, plantear una conclusión: como podemos observar, la
participación limeña en el PBI (1961/1972) es mucho mayor que otras regiones (por
separado). Considerando los factores explicados como la migración, podemos notar
que, con el aumento de la PEA limeña, aumentó su participación en el PBI. Entonces,
ya que gran parte de la PEA limeña se encuentra relacionada con el aumento de la
informalidad, como se muestra en el cuadro 2 (en el cual podemos apreciar que más
de la mitad de la PEA perteneció al sector informal hasta el fin del siglo XX), resulta
notorio que la participación del sector informal limeño en el PBI del departamento y del
país es de suma relevancia.
En cuanto al crecimiento económico, como plantea Loayza, existe evidencia de que
cuando este aumenta, la informalidad disminuye (aunque no en gran medida) y
Cuadro 2
viceversa (2011). Se presenta, pues, una clara relación indirecta entre informalidad y
crecimiento económico. Cabe aclarar, no obstante, que el efecto de este último sobre
la formalidad no es automático, sino que se requiere del crecimiento para fortalecer el
sistema y así, disminuir la informalidad (Morisaki 2018: 3). Ello significa que sin las
correctas mejoras de servicios y de políticas para fomentar la formalidad, no existirá un
efecto tangible en la economía.
Asimismo, en cuanto a la influencia de la informalidad sobre el crecimiento económico,
Machado indica que según crece el mercado en el sector informal, este capta más
fuerza laboral y capitales; así, actúa como competencia directa de la economía formal
(que es la que brinda ingresos al estado) y, en cuanto frena el crecimiento de la misma,
genera efectos negativos sobre el crecimiento económico (2014: 201). El crecimiento
del sector informal, frecuentemente, representa un desarrollo económico alterado y
pequeño, a diferencia de lo que sería una solución óptima para la economía. Explicando
la afirmación anterior: el nivel óptimo de solución que puede hallarse en el mejor de los
escenarios de una economía, sin demasiada reglamentación y una debida “provisión
de servicios públicos”, está por encima de lo que la informalidad pudiera aportar.
(Loayza 2008:47)
Una consecuencia negativa de la informalidad en el crecimiento no es únicamente una
solución concisa y reveladora, sino que también es importante en el aspecto económico
por su dimensión: “un incremento de una desviación estándar en cualquiera de los
indicadores de informalidad lleva a una reducción de 1-2 puntos porcentuales en la tasa
de crecimiento del PBI per cápita.” (Loayza 2008: 49). Se entiende así que la
sensibilidad de los indicadores económicos frente a la informalidad es sumamente alta.
Hacia fines del período estudiado, la informalidad, entonces, se presentó claramente
como un obstáculo para el crecimiento económico.
Tal como hemos descrito en esta sección, el papel de la informalidad en Lima es
fundamental, pues dinamiza la economía mediante sus conexiones con el sector formal
y debido a que mantiene operativa la mayor parte de la mano de obra limeña. Por otro
lado, sus altos niveles sobre el PBI implican una distorsión del crecimiento económico,
una sustancial disminución de los ingresos estatales y un amplio sector de la economía
que limita sus progresos tecnológicos y sus ingresos. Su existencia, además, significa
una mayor dificultad para implementar políticas públicas, ya que los indicadores en los
que se basan las mismas no son confiables. Por ello, resulta evidente que la
informalidad genera ineficiencias en el mercado que, a su vez, implican que los efectos
de la misma a nivel económico sean, en general, negativos.
Conclusiones
En conclusión, la informalidad es, básicamente, inherente tanto a la capital, Lima, como
al Perú. Esto se puede evidenciar en distintos aspectos, pero, en particular, en la
historia urbana de la ciudad y en el ámbito económico de la misma. Analizando estos,
podemos notar que el crecimiento explosivo de la informalidad en Lima, a partir de la
segunda mitad del siglo XX, se debió, principalmente, a un exceso de mano de obra
(producto de las migraciones masivas internas) en un mercado laboral en formación,
con falencias estructurales. Si a ello sumamos la desatención de las autoridades en el
principio de esta transformación del mercado laboral; las excesivas cargas impositivas,
las políticas ineficientemente planteadas o ejecutadas para fomentar la formalidad y los
componentes de tradición que forman parte del fenómeno, obtenemos los principales
factores sociopolíticos que determinaron la evolución de la evolución de la informalidad
hacia el fin del siglo XX.
Dicha evolución mostró que el sector informal, con el transcurso de los años, se iba
intensificando en diversos sectores productivos de la ciudad; ello se mostraba aunaún
más evidente en períodos de crisis (como la del primer gobierno de Alan García). Así,
en el transcurso de la segunda mitad del siglo XX, se iba integrando más y más mano
de obra de la PEA, hasta ocupar una parte mayoritaria de la misma en el fin del período
descrito. Si bien existen distintas estimaciones respecto a ello, podríamos aproximar a
un 60% de la PEA integrada en el sector informal.
Evidentemente, ello acarreó distintos impactos económicos para Lima y se manifestó
en el nivel del PBI alcanzado por la informalidad y su influencia sobre el crecimiento
económico; no obstante, las estimaciones de los mismos no obtienen resultados
absolutos. Ello implica un gran problema para el estudio apropiado de este fenómeno:
“En el Perú se han realizado múltiples estudios que han intentado medir el tamaño de la economía
informal como porcentaje del PBI mediante estimaciones puntuales para periodos específicos. La
inexistencia de una serie de tiempo de la economía informal que abarque las últimas décadas ha
limitado la comprensión de su dinámica y de sus determinantes en el país, lo que ha dificultado el
diseño de políticas eficaces para promover la formalización de empresas y de trabajadores
independientes” (Machado 2014: 4).
Se evidencia, entonces, la dificultad existente para este tipo de estimaciones; sin
embargo, con la literatura existente, de igual manera, se puede observar claramente
que la informalidad, hacia el fin del período, ocupaba cerca del 40 por ciento del PBI
nacional y su relevancia en el mercado limeño resultaba también determinante. Se
evidencia, además, que su expansión significa una retracción del crecimiento
económico.
Aun cuando existen también aspectos positivos con respecto a la informalidad (como
sus enlaces con la economía formal o que resulta mejor que el desempleo), la
ineficiencia que produce en el mercado y los obstáculos que implica para el crecimiento
económico explican que distintas autoridades tanto municipales como nacionales hayan
intentado “luchar” contra la informalidad. Estas “luchas”, sin embargo, no fueron
correctamente implementadas, así que este fenómeno continuó manifestándose
intensamente hacia el fin del siglo XX y en las dos primeras décadas vividas del siglo
XXI.
Particularmente, en el marco de la pandemia por el Covid-19, estas actividades se han
incrementado considerablemente. Según el Instituto Peruano de Economía, incluso, ha
llegado a ocupar el 80 por ciento del producto bruto interno (Macera 2020). Por ello, no
es de extrañar que, cerca a las elecciones del bicentenario, se presente al menos algún
candidato cuya propuesta principal es la “lucha contra la informalidad''. Sin embargo, a
simple vista, desconocemos si los patrones que observamos ahora y las respuestas
que ofrecen las autoridades son novedosas o tienden a repetir los errores que ya se
han cometido en dicha “lucha” desde hace más de 50 años; es por esta razón que
vemos necesario que aquellos que en la actualidad estudian el fenómeno en cuestión
recurran a la historia. Por ello, aun hoy, la dirección que tomarán las políticas para
fomentar la formalidad en Lima no es clara. En ese sentido, Roever menciona que
dichas políticas forman parte de un proceso de negociación entre las autoridades y los
trabajadores o empresarios informales; en el caso de Lima, los términos de esta
“negociación” parecen ajustarse constantemente (2005: 52). Entonces, a menos que se
reestructure por completo dicha negociación, no se arribará a acuerdos fijos pronto.
Finalmente, no podemos concluir este estudio sin antes alentar a otros estudiantes e
investigadores de las ciencias sociales a realizar más investigaciones respecto a este
importante fenómeno para nuestra economía y nuestra sociedad. En momentos de
suma complejidad como los que vivimos actualmente, resulta relevante recordar que la
historia nos puede ayudar a encontrar soluciones parciales o totales a diversos
problemas que enfrentamos. Así, como hemos observado, comprender los errores y
aciertos cometidos históricamente en los intentos de “controlar” este fenómeno pueden
orientarnos hacia la implementación de políticas óptimas para fomentar la formalidad
en las circunstancias actuales. De tal forma, podremos también brindar aportes para
encontrar una salida a la crisis en la que nos vemos inmersos.
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