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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELAMINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA
ALDEA “VÍCTOR CAPO”CABIMAS, EDO-ZULIA
Realizado por:Albornoz, Lobner C.I: 17.005.912
González, Vincent C.I: 19.748.123
Olivares, Enmanuel C.I: 19.311.374
Zucarini, Maris C.I: 21.127.954
Profesora:Yoxelin Álvarez
Cabimas, Mayo de 2013
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
Relaciones espaciales Espacios interiores y exteriores.
Espacios de circulación y conexidad.
Espacios vinculantes.
Organizadores espaciales Centralidad.
Linealidad.
Agrupación.
Trama.
Ordenadores de la forma y el espacio Linealidad.
Radialidad.
Agrupación.
Simetría.
CONCLUSIÓN
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INTRODUCCIÓN
El elemento que caracteriza y diferencia la arquitectura de las demás artes es el
espacio, el cual sintetiza todos los factores materiales, formales y compositivos que lo
definen y le dan entidad.
Este hecho es evidente desde el momento en que convenimos que la arquitectura,
al margen de consideraciones sobre sus valores estéticos o su significado, es ante todo
un lugar en el que los humanos desarrollamos parte de nuestra de actividad.
La función primera de un edificio, servir para aquello para lo que ha sido creado,
depende de la existencia de un espacio interior que posibilite esa función. Para que el
espacio pueda ser percibido, para que pueda manifestarse, necesita unos límites físicos
que lo definan, que lo delimiten. Entraríamos en el campo de los elementos formales, a
cuyas características materiales y estilísticas, que deberán ser consideradas en el
análisis arquitectónico totalizador.
El espacio interior conlleva dos hechos: por una parte su lógica repercusión en el
espacio exterior, al que afecta al crear un volumen que lo ocupa, y, por otra, la
posibilidad de un recorrido dentro y fuera del edificio, recorrido que implica un vacío y
una dimensión temporal. Por lo tanto, el espacio exterior también es parte de la
conformación de ese espacio arquitectónico, y se relaciona intencionalmente con aquel,
para ser vivido y potenciado con la misma intensidad. Cada espacio nace para resolver
una situación funcional y al mismo tiempo proponer a los usuarios modos de usos, crear
ambientes, sugerir sensaciones, percibidas desde los sentidos de distintas formas y
cuyo significado está ligado a las costumbres y los hábitos de las personas que lo usan.
Por eso decimos que un espacio arquitectónico queda totalmente definido cuando lo
abarcamos desde su sentido material, psicológico y social, como una creación del ser
humano para satisfacer necesidades que trascienden el mero aspecto funcional.
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Así mismo, la forma y sus componentes primarios son un estudio y un análisis
morfológico de los elementos esenciales de la forma, el espacio y los principios de la
arquitectura. Los volúmenes, las formas y los recursos compositivos son herramientas
básicas y fundamentales con las que trabaja el diseñador, y es competencia del mismo
conocer, seleccionar, verificar y manipular estos elementos en el contexto del hecho
proyectual y su solución formal.
El estudio y conocimiento de estos elementos es un punto de partida en el proceso
de diseño, y a medida que tales elementos y principios nos sean más familiares; se
podrán establecer nuevos vínculos, relaciones y niveles de significación, todos ellos con
tal de clarificar y favorecer la comprensión del arte de la arquitectura.
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Relaciones espaciales
Todas las relaciones espaciales se derivan del mayor o menor grado de tensión
espacial entre dos formas. Es la orientación en el espacio; la capacidad para localizar
objetos en el mundo exterior tridimensional utilizando el reconocimiento visual o táctil y
haciendo un análisis espacial de la información observada.
Espacios interiores y exteriores.
La continuidad visual y espacial que une a dos espacios se percibe con facilidad,
pero el espacio menor depende del mayor, en virtud de los nexos directos que éste
posee con el exterior. Si el espacio menor comenzara a crecer, disminuiría el impacto
que tiene el mayor, hasta tal punto que el espacio residual que los separa estaría tan
comprimido que perdería su carácter de espacio envolvente, convirtiéndose en una
capa delgada en torno al espacio que contiene. Para crear una trama secundaria y una
serie de espacios residuales se puede dotar al espacio contenido la misma forma que el
contenedor, pero orientada de distinta manera. También puede que el espacio
contenido tenga una forma distinta al envolvente y con ello se consigue reforzar su
imagen de objeto exento.
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Espacios de circulación y conexidad.
La relación que vincula a dos espacios conexos consiste en que sus campos
correspondientes se ocultan para generar una zona espacial compartida. Cuando dos
espacios entrelazan sus volúmenes según este modelo, cada uno de ellos conserva su
identidad y definición espacial, si bien la organización volumétrica resultante será objeto
de variadas interpretaciones.
La zona que enlaza a los dos volúmenes puede estar igualmente compartida por
uno y otro. La zona de enlace puede insertarse preferentemente en uno de los espacios
y transformarse en una parte integral del mismo. La mencionada zona puede desarrollar
su propia individualidad y ser volumen que une a los dos espacios de partida.
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Espacios vinculantes.
Dos espacios a los que separa cierta distancia pueden enlazarse o relacionarse
entre sí con el concurso de un tercer espacio, el cual actúa de intermediario. La relación
que une a los dos primeros deriva de las características del tercero, al que están
ligados por un nexo común.
El espacio intermedio puede diferir de los dos restantes en forma y orientación,
para así manifestase su función de enlace. Todos ellos, incluido el espacio intermedio,
también pueden ser idénticos en forma y tamaño, produciendo así una secuencia de
espacios. El espacio puede asumir una forma lineal para enlazar dos espacios distantes
uno del otro o que carecen de relaciones directas.
Si es suficientemente grande, cabe que el espacios intermedio pase a dominar la
relación establecida y a organizar a su alrededor cierto número de espacios. La forma
del espacio intermedio está en función de las formas y las orientaciones de los espacios
que se pretende enlazar a relacionar.
Organizadores espaciales
Son los conceptos de los que se vale el diseñador para influir o conformar un
diseño. Las ideas o principios ofrecen vías para organizar las decisiones para ordenar y
generar de un modo consciente una forma. Es decir, se pueden considerar como
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artificios visuales que permiten la coexistencia de varias formas y espacios, tanto
perceptivos como conceptuales, dentro de un todo ordenado y unificado. Estos temas
dominantes se deben utilizar con bastante seguridad en la creación de diseños. Con la
adecuada elección de una idea o un principio el diseñador empieza a prefijar el
resultado formal y el modo como se diferencia de otras configuraciones.
Existen muchos principios o ideas tales como: Simetría, Eje, Jerarquía, Ritmo,
Repetición, Pauta, Transformación, Transición, Unidad, Directriz, Equilibrio, Adición y
substracción, Armonía, Carácter, Coherencia, Claridad, Textura, Proporción, Posición,
Plasticidad, Continuidad, Dimensión, Escala, Color, Contraste, Variedad, Sinceridad,
Simbolismo, Rigidez, Modulación, Familiaridad, Trama, etc.
Centralidad.
Es una composición estable y concentrada, integrada por numerosos espacios
secundarios que se agrupan en torno a uno central, dominante y de mayor tamaño.
Frecuentemente se presenta el caso en que los espacios secundarios son iguales en
función, forma y tamaño, por lo que se crea una distribución de conjunto que es
geométricamente regular respecto a dos o más ejes.
Por el contrario, como respuesta a sus respectivas exigencias funcionales los
espacios secundarios pueden digerir formalmente entre sí, situación que posibilita la
adecuación de la forma organizativa a las distintas características de su
emplazamiento.
Aquellas organizaciones centrales cuyas formas son relativamente compactas y
geométricamente regulares pueden destinarse a: -Establecer “lugares” en el espacio, -
Ser término de composiciones axiales, -Actuar como forma, -Objeto inserto en un
campo o volumen espacial exactamente delimitado.
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Linealidad.
Consiste en una serie de espacios que pueden estar interrelacionados
directamente, o bien estar enlazados por otro espacio lineal independiente y distinto.
Aquellos espacios que sean importantes, funcional o simbólicamente dentro de ésta
organización, pueden ocupar cualquier lugar en la secuencia lineal y mostrar su
relevancia mediante sus dimensiones y su forma.
Sin embargo, ésta significación se puede acentuar situándolo al final de la
secuencia, en oposición a la linealidad o en un punto de giro de un fragmento de la
forma lineal. La organización lineal puede dar solución a las diferentes condiciones del
emplazamiento. Puede ser recta, segmentada o curva, puede desarrollarse
horizontalmente, ascender en diagonal o vertical como una torre. La organización lineal
se puede relacionar con otras formas de su contexto: - Conectándolas y disponiéndolas
en toda su longitud. -Empleándolas como muro o barrera a fin de separar las en dos
campos distintos. -Rodeándolas y encerrándolas en un campo espacial.
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Agrupación.
Para relacionar los espacios entre sí, la organización agrupada se vale de la
proximidad. Puede acoger en su composición espacios que difieran en dimensiones,
forma y función, siempre que se interrelacionen por proximidad y por un elemento
visual. Los espacios agrupados se pueden reunir alrededor de un campo o volumen
espacial amplio y definido. La ausencia de un lugar determinado que sea
exclusivamente relevante obliga a que su importancia se articule por su tamaño a una
forma u orientación dentro del modelo.
Trama.
Se compone de unas formas y unos espacios cuya posición en el espacio y sus
interrelaciones están reguladas por un tipo de trama o por un campo tridimensional. Se
crea estableciendo un esquema regular de puntos que definen las intersecciones de
dos conjuntos de líneas paralelas: al proyectarla en la tercera dimensión se obtiene una
serie de unidades espacios modulares y repetidos. Su capacidad de organización es
fruto de su regularidad y continuidad que engloba a los mismos elementos que
distribuye. La trama establece unos puntos y líneas constantes de referencia situados
en el espacio, con lo cual los espacios pueden compartir una relación común.
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Ordenadores de la forma y el espacio
Hay una base geométrica para conformar los vínculos que existen entre las formas
y los espacios de una organización constructiva, pero hay unos principios adicionales
de organización que son de utilidad para implantar cierto orden en una composición
arquitectónica.
Los programas de necesidades de los edificios abarcan un amplio campo dentro
de su lógica diversidad y complejidad. Sus formas y sus espacios deben acusar la
jerarquía intrínseca de las funciones que acogen en su interior, de los usuarios a
quienes presta servicio, de los objetivos o significaciones que transmiten y del
panorama o contexto a los que se destinan. Estos principios de ordenación se analizan
a partir del reconocimiento de la diversidad y complejidad natural, de la jerarquía del
programa y de la esencia de las edificaciones.
Los principios de ordenación se consideran como artificios visuales que permiten
la coexistencia perceptiva y conceptual de varias formas y espacios de un edificio
dentro de un todo ordenado y unificado.
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Linealidad.
Los sistemas lineales prestan la oportunidad de adoptar soluciones extendidas a lo
largo de ejes. Permiten la reiteración y el desarrollo rítmico. El movimiento se convierte
en un componente relevante de la forma.
Radialidad.
Combina elementos de las organizaciones lineal y centralizada. Comprende un
espacio central dominante, del que parten radialmente numerosas organizaciones
lineales.
Mientras que una organización centralizada es un esquema introvertido que se
dirige hacia el interior de su espacio central, un radial es un esquema extrovertido que
se escapa de su contexto. El espacio central de una organización radial es de forma
regular y actúa como eje de los brazos lineales y mantiene la regularidad formal de toda
la organización.
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Agrupación.
Para relacionar los espacios entre sí, la agrupada se sirve de la proximidad. A
menudo consiste en una serie de espacios celulares repetidos que desempeñan
funciones parecidas y comparten un rasgo visual común, como puede ser la forma o la
orientación. Pero también puede acoger en su composición espacios que difieran en
dimensiones, forma y función, siempre que se interrelacionen por proximidad y similitud
visual.
Estos espacios agrupados se pueden organizar de muchos modos; en torno a un
punto de entrada al edificio, a lo largo de un eje de circulación que lo atraviese, estar
reunidos alrededor de un campo o volumen espacial amplio y definido o en el interior
del mismo. La simetría o la axialidad se pueden emplear para reforzar y unificar los
componentes de esta organización, y ayudar a articular la importancia de un espacio o
un conjunto de ellos que integren la organización.
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Simetría.
Esta requiere la existencia de un eje o un centro alrededor del que se estructure el
conjunto. Dos puntos determinan un eje y la simetría resultante exige una disposición
equilibrada de modelos equivalentes formal y espacialmente en torno a una línea o
punto. Fundamentalmente se tienen dos tipos de simetría:
1. Simetría bilateral: consiste en una distribución equilibrada de elementos iguales
alrededor de un eje común.
2. Simetría central: se compone de elementos equivalentes que se contrarrestan y que
se disponen en torno a dos o más ejes que se cortan en un punto central.
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Dentro de una organización espacial la regularidad y la simetría pueden
reservarse exclusivamente para espacios que destaquen, en la organización total, por
su significación o relevancia.
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CONCLUSIÓN
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