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Filosofía, literatura y colonialidad
Raúl Prada Alcoreza
Dedicado a los y las estudiantes del postgrado de la Carrera de
Literatura de la UMSA; Blanca Zulema Ballesteros Trujillo, Raúl
García Duarte, Miriam Roxana Hurachi Herrera, Lourdes
Reynaga Agrada, Martín Mercado Vásquez, Elizabeth
Johannesen Lino, Gabriela Lía Tito Chura, Ruth Bautista Durán,
Ada Zapata Arriarán, Ricardo Avendaño Astorga y Rafael Bertón
Salinas. A la directora del Postgrado, Ana Rebeca Prada Madrid,
a la profesora de Teoría crítica desde América Latina:
Pensamiento de-colonial, Rosario Aquim Chávez.
Acontecimiento lenguaje
El postgrado de la Carrera de Literatura de la UMSA, ha editado y
publicado un libro titulado Pensamiento de-colonial y literatura. El libro
reúne once ensayos de los y las estudiantes del posgrado; además
cuenta con el prólogo de Rosario Aquim Chávez, quien comenta y
analiza los ensayos a partir de tres ejes entrelazados; la filosofía, la
literatura y la cuestión colonial. Cuestión y condición colonial concebida
tanto en su pasado colonialista como en su presente situación de la
colonialidad múltiple, en la condición actualizada como colonialidad del
poder, del saber, del ser, usando conceptos de las corrientes de-
coloniales. Vamos a retomar estos sugerentes ensayos y el prólogo a
partir del enfoque crucial del acontecimiento del lenguaje, que supone
el acontecimiento perceptual; es decir, acontecimiento corporal. Esto
quiere decir, que vamos a seguir su ruta, la de abierta por los ensayos,
reflexionando sobre los tópicos tocados, concretamente sobre los
tópicos que entrelazan en las formas del lenguaje y los modos de la
escritura, lo que comúnmente se denomina el campo de la filosofía, el
campo dela literatura, conectándolos, si se quiere con el campo social
y el campo político, usando conceptos de Pierre Bourdieu,
experimentados en la condición colonial. No es pues un comentario de
los ensayos lo que presentamos, sino la continuación de los senderos
abiertos por los mismos.
El lenguaje como acontecimiento descubre al cuerpo, expresado en la
gramática sensual y en la meditación racional; combinadas,
entrelazadas, adquiriendo las tonalidades y coloridos de las metáforas
pronunciadas en las palabras. Gramática y memoria, gramática y
meditación; gramática, primero de las sensaciones, en el devenir de
las composiciones perceptuales; combinadas con imágenes, en el flujo
imaginario del cuerpo volcado completamente a la experiencia.
Entonces cuando el leguaje toma al lenguaje como referente; cuando
busca hacerlo hablar; aunque parezca asombroso e insólito decirlo.
Pues, aunque el leguaje supone el habla, ya habla, el hecho de que el
lenguaje mismo, como lectura, busque hacer hablar nuevamente al
lenguaje, buscando en su repetición la diferencia imperceptible,
secreto del sentido inmanente, es cuando el lenguaje interpreta a otro
lenguaje. Cuando en lenguaje se pone a meditar, a reflexionar, el
lenguaje, por así decirlo, hace filosofía. No hablamos necesariamente
de la filosofía académica, aquella que necesita un permiso para hacerlo,
el permiso de la formalidad institucional, sino hablamos de la filo-sofía
como amor al saber, que puede ser también, al mismo tiempo, amor
del saber; es decir, hablamos de filosofía como espontaneidad
reflexiva.
Para comparar, sin ningún ánimo de jerarquía, sino todo lo contrario,
podemos decir que la literatura no hace lo mismo que la filosofía con
el lenguaje; la literatura es la inmanencia misma del lenguaje; la
literatura vive en ese espesor de substratos donde nace, emerge,
deviene el sentido inmanente, o, si se quiere, el flujo interminable de
sentidos inmanentes. La literatura escarba en la geología de la
memoria y elabora en base a las huellas e inscripciones de la
experiencia en los cuerpos. Jugando con figuras, la literatura se parece
a una adolecente intrépida y aventurera, sentimental y romántica, en
tanto que la filosofía se parece a una señora ya vivida, que medita en
el crepúsculo sobre el sentido de la vida.
Cuando estudiantes del posgrado de literatura se ponen a escrutar en
el lenguaje de otros u otras, en la literatura de otros y de otras, en la
filosofía de otros y de otras, cuando se encuentran en el dilema de
preguntar al lenguaje o vivirlo plenamente, dilema entre filosofía y
literatura, se exigen escoger entre el medio día o el crepúsculo. Se
colocan ante el desafío de cómo escribir sobre sus impresiones de la
lectura o sobre sus posiciones filosóficas respecto a la lectura. Es pues
toda una tensión en el arte de escribir. Esto se hace más intenso
cuando el tema de fondo, que tratan las lecturas, tiene que ver con el
acontecimiento colonial, acontecimiento que toma al cuerpo como
materia de poder, objeto vivo de la violencia desmesurada. Volvemos
a encontrarnos con el cuerpo; pero ahora, vulnerable, torturado,
marcado, estigmatizado, desvalorizado, por la economía política racial.
Aimé Césaire
Una de las fuentes de la teoría crítica descolonizadora es
indudablemente Aimé Césaire. Mentor de Frantz Fanón, entonces
fuente primordial. La secuencia de nuestra exposición no tiene que ver
con ninguna jerarquía, ni una clasificación del antes y el después; tan
solo se debe a los propios requerimientos de la exposición. Primero
comenzamos con Césaire, por la intensidad de su literatura; después
seguimos con los ejes del discurso descolonizador, expuestos por
Fanon en forma de una analítica crítica y una intensa narración teórica;
Blanca Zulema Ballesteros Trujillo reflexiona sobre el Discurso sobre el
colonialismo de Aimé Césaire; el título del ensayo es Reflexiones sobre
el pensamiento de Aimé Césaire en su Discurso sobre el colonialismo y
otras preocupaciones. El Discurso sobre el colonialismo fue escrito en
1950 y publicado en 1956, en Paris. AKAL vuelve a publicar el 2006 en
Madrid, quedando a cargo de la introducción del libro Immanuel
Wallerstein.
Blanca Zulema Ballesteros Trujillo analiza el Discurso sobre el
colonialismo, retoma del discurso la interpelación vehemente a la
dominación “occidental”, la crítica a sus formas violentas y encubiertas
de colonización, sobre todo la de-construcción efectuada a la
“ideología” racial, a la pretensión de raza superior. Se centra en el
argumento de que el que coloniza se convierte en un monstruo,
habiendo deshumanizado al colonizado. Nada justifica lo que se ha
hecho, con la colonización y la esclavización, ocupando territorios de
pueblos vulnerables; es crimen de lesa humanidad. Sin embargo,
Ballesteros reclama Césaire el olvidar a la mujer, a la mujer de color,
subyugada y subalternizada también por las estructuras patriarcales,
quizás compartidas por colonizadores y colonizados. Este debate
propuesto lo dejaremos para después; ahora, ingresamos al
pensamiento y a la percepción, al activismo y militancia de Aimé
Césaire.
En su exposición dice que Césaire da, anticipadamente, el giro de-
colonial, acercando entonces al militante, activista y teórico crítico del
colonialismo y el capitalismo, propulsor de la valorización de la
negritud, a los académicos intelectuales, no militantes, de-coloniales,
dudosamente anticapitalistas. Interpretación con la que no estaríamos
de acuerdo. No se pueden comparar, menos aproximar, la lucha de los
pueblos afros e indígenas, con los que comparte plenamente,
militantemente, activamente, Aimé Césaire, con posiciones
discursivas, que tienen problemas de delimitación entre corrientes
teóricas, problemas de demarcaciones de paradigmas, que llaman
rupturas epistemológicas. La de-colonialidad ha resultado más una
remoción universitaria, un desplazamiento en las mallas curriculares,
en ciertas facultades de ciencias sociales y humanísticas, que un
movimiento de masas, de pueblos, de colectivos subalternos,
masculinos, femeninos, diversos. Son los movimientos sociales anti-
sistémicos contemporáneos de los pueblos, de las comunidades
indígenas, de los colectivos afro-descendientes, de las activistas
feministas radicales y de-coloniales, de los activistas de las
subjetividades diversas, los que continúan la lucha anticolonial y
descolonizadora, anticapitalista y anti-moderna, iniciada por el
levantamiento indígena pan-andino del siglo XVIII y por la guerra anti-
colonial de los esclavos de Haití, a fines del siglo XVIII.
Retomando el análisis de Ballesteros, continuaremos con
interpretaciones de la obra de Aimé Césaire. Como Ballesteros lo hizo
con el Discurso sobre el colonialismo, nosotros atenderemos a la poesía
de este intelectual crítico y poeta afro.
En la Introducción al Discurso sobre el colonialismo, Wallerstein
escribe:
Aimé Césaire es un poeta y un político, como lo fue su amigo de toda
la vida Leopold Sedar Senghor. Si hubiera que etiquetarlo de alguna
forma, tendría que ser como un homme de culture noir, hombre de
cultura negra. Los hechos más destacados de su biografía son bien
conocidos, pero quizá convenga recordarlos: nacido en 1913 en un
pequeño municipio de Martinica, recibió su educación secundaria en
Fort-de-France, de donde partió a Paris para ingresar en las
instituciones de enseñanza más prestigiosas de Francia: en el Lycee
Louis-le-Grand, donde conoció a Senghor, uno de sus compañeros de
clase, para completar su hyper-khâgne, y luego en la Ecole Normale
Supérieure. En 1939 regresó a Martinica y allí escribió la que será quizá
su obra más famosa, el poema Cahier d'un retour au pays natal.
Durante la guerra conoció, casi por casualidad, a André Breton, cuando
éste pasó por la isla. Césaire descubrió que era un surrealista sin
saberlo, y Breton descubrió que Césaire era un gran poeta, y aceptó
escribir un prefacio para el Cahier con ocasión de su publicación1.
Immanuel Wallerstein, en la misma Introducción al Discurso sobre el
colonialismo, dice que:
Césaire era ya una personalidad local, y el Partido Comunista Francés,
del que era en cierto modo simpatizante pero no miembro, le pidió que
fuera su candidato en la isla para la Asamblea Nacional Francesa.
Resultó elegido y se convirtió en el principal defensor de la
1 Aimé Césaire: Discurso sobre el colonialismo. AKAL; Madrid 2006.
«departamentalización» de la Martinica y otras tres colonias francesas.
Tras ingresar en el PCF se presentó también a las elecciones para
alcalde, fue elegido y permaneció en ese puesto durante más de
cincuenta años2.
El año 1956 destacó como una de los cardinales semblantes del Primer
Congreso de Escritores y Artistas Negros, celebrado en Paris. Se puede
decir que en este Congreso si dio lugar el momento constitutivo de re-
valorización de la cultura de la diáspora africana, desplegando del
concepto de negritud, del que, junto con Senghor, fue uno de los
esclarecidos impulsores3.
No hay nada mejor que adentrarse en la literatura, sobre todo en la
poesía, para acceder a las percepciones corporales, que son la
integralidad de la existencia; experiencia y memoria sensible, algo más
que el ser, concepto abstracto ontológico, pues se trata del
acontecimiento. Vamos a tratar de hacerlo atendiendo al Cuaderno de
poesía de Aimé Césaire, particularmente concentrarnos en Cuaderno
de un retorno al país natal.
CUADERNO DE UN RETORNO AL PAÍS NATAL4
1
Partir.
Así como hay hombres-hiena y hombres-pantera, yo
seré un hombre-judío, un hombre cafre
un hombre-hindú-de-Calcuta
un-hombre-Harlem-sin-derecho-a-voto
2 Aimé Césaire: Discurso sobre el colonialismo. AKAL; Madrid 2006. 3 Ibídem. 4 Aimé Césaire: Cuaderno de un retorno al país natal. http://www.red-redial.net/iguanalista/wp-content/uploads/Aime-Cesaire-Cuaderno-de-un-retorno-al-pais-natal.pdf. También en francés, file:///C:/Users/RAUL%20PRADA/Documents/Africa/aime-cesaire-cahier_d'un_retour_au_pays_natal.pdf.
El hombre-hambre, el-hombre -insulto, el hombre-tortura
se le podría
prender en cualquier momento, molerlo a golpes-matarlo
por completo sin tener que rendirle cuentas a nadie.
2
Un hombre judío
un hombre-progom
un perro de caza
un pordiosero.
Pero, ¿es que puede uno matar el remordimiento, bello
como la cara de sorpresa de una dama inglesa al encontrar
en su sopa un cráneo de hotentote?
Yo reencontraría el secreto de las grandes comunicaciones
y de las grandes combustiones. Diría tempestad, diría río.
Diría ciclón. Diría hoja. Diría árbol, mejorarían todas las
lluvias, me humedecerían todos los rocíos.
Me revolcaría como sangre frenética sobre la lenta corriente
del ojo de las palabras,
en caballos locos, en niños tiernos, en toques de queda en vestigios
de templo, en piedras preciosas, lo bastante lejos como para
descorazonar a los menores.
Quien no me comprenda no comprenderá el rugido del tigre
Es mío
un hombre solo preso de blancura
un hombre solo que desafía los gritos de la muerte
blanca
(TOUSSAINT,TOUSSAINT L'OUVERTURE)
un hombre solo que fascina al gavilán blanco de la muerte
blanca
un hombre solo en la mar infecunda de la arena blanca
es un viejecito que se eleva contra las aguas
del cielo.
La muerte describe un círculo brillante encima de este hombre
la muerte brilla dulcemente sobre su cabeza
la muerte sopla en la caña madura de sus brazos
la muerte galopa en la prisión como un caballo blanco
la muerte luce en la sombra como los ojos de los gatos
la muerte hipa como el agua bajo las rocas
la muerte es un pájaro herido
la muerte decrece
la muerte vacila
la muerte es un paytura sombrío
la muerte expira en una blanca balsa de silencio.
***
“… Y he aquí que de pronto fuerza y vida me acometen como un toro
y la
onda de vida rodea la papila del morro, y aquí están todas las venas y
vénulas atareadas en la sangre nueva y el enorme pulmón de los
ciclones
que respira y el fuego atesorado de los volcanes y el gigantesco pulso
sísmico que lleva el compás de un cuerpo vivo en mi firme incendio.
Y ahora que estamos de pie, mi país y yo, con los cabellos al viento y
mi
pequeña mano ahora en su puño enorme y la fuerza no está en
nosotros
sino por encima de nosotros, en una voz que barrena a la
noche y a la audiencia como la penetración de una avispa apocalíptica.
Y la voz dice que
Europa durante siglos nos ha cebado de mentiras e hinchado de
pestilencias,
porque no es verdad que la obra del hombre haya terminado
que no tengamos nada que hacer en el mundo
que seamos unos parásitos en el mundo
que basta que nos pongamos al paso del mundo
pero la obra del hombre ha empezado ahora
y falta al hombre conquistar toda prohibición
inmovilizada en los rincones de su fervor
y ninguna raza tiene el monopolio de la belleza, de la inteligencia,
de la fuerza
y hay sitio para todos en la cita de la conquista y ahora sabemos que
el sol
gira alrededor de nuestra tierra iluminando la parcela que ha fijado
nuestra
sola voluntad y que toda estrella que cae del cielo a la tierra a nuestra
voz de mando sin límite.
Ahora poseo el sentido de las ordalías; mi país es “la lanza de noche”
de mis
antepasados bámbaras que se arruga y su punta huye
desesperadamente
hacia el astil si se la rocía con sangre de pollo y dice que es sangre de
hombre lo que necesita su temperamento, grasa, hígado, corazón de
hombre, no sangre de pollo.
Y yo busco para mi país no corazones de dátil, sino corazones de
hombre
que, para entrar en las ciudades de plata por la gran puerta trapezoidal,
golpeen la sangre viril, y mis ojos barren mis kilómetros cuadrados de
tierra
paternal y enumero las llagas con una especie de júbilo y las hacino
una
sobre otra como raras especies, y mi cuenta se alarga siempre con
imprevistas acuñaciones de la bajeza.
Y aquí están aquellos que no se consuelan de no ser hechos a
semejanza de
Dios sino del diablo, aquellos que consideran que se es
negro como se es dependiente de segunda clase: esperando mejorar y
con la posibilidad de
subir más alto; aquellos que capitulan ante sí mismos, aquellos que
viven
en el fondo de la mazmorra de sí mismos; aquellos que se envuelven
con
seudomorfosis orgullosa; aquellos que dicen a Europa: “Mire, yo sé
cómo
hacerle reverencias, cómo prestarle mis respetos, en suma, no soy
diferente
de usted; no haga caso de mi piel negra: me ha tostado el sol”.
Y hay el rufián negro, el áscari negro, y todos cebras se zarandean a
su
manera para hacer que el listado de sus pieles caiga en un rocío de
leche
fresca. Y en medio de todo esto yo digo ¡hurra! mi gran padre se
muere, yo
digo ¡hurra! la vieja negritud se cadaveriza progresivamente.
No hay que decir: era un buen negro. Los blancos dicen que era un
negro,
un verdadero buen negro, el buen negro de su amo.
Yo digo ¡hurra!
Era un muy buen negro,
la miseria le había herido pecho y espalda y habían metido en su pobre
mollera que una fatalidad pesaba sobre él y que no la puede manejar
a su
antojo que no tenía poder sobre su propio destino; que un señor avieso
había desde tiempo inmemorial escrito leyes de prohibición en su
naturaleza pelviana; y ser el buen negro; creer honradamente en su
indignidad, sin la curiosidad perversa de verificar nunca los jeroglíficos
fatídicos.
Era un muy buen negro.
Y no se le ocurría la idea de que podría azadonar, ahondar, cortarlo
todo,
cualquier otra cosa verdaderamente que no fuese la caña insípida.
Era un muy buen negro.
Y le lanzaban piedras, trozos de chatarra, cascos de botella, pero ni
esas
piedras, ni esa chatarra, ni esas botellas…
Oh quietos años de dios sobre este mogote terráqueo!
Y el látigo disputó el chupeteo de las moscas el rocío azucarado de
nuestras llagas.
Yo digo hurra! la vieja negritud
se cadaveriza progresivamente
el horizonte se deshace, retrocede y se ensancha
y entre desgarrones de nubes aparece el fulgor de un signo.
El negrero cruje por todas partes… Su vientre se convulsiona y
resuena… La
horrible tenia de su cargamento roe los intestinos fétidos del extraño
niño
de pecho de los mares.
Y ni el júbilo de las velas hinchadas como un abultado bolso de
doblones, ni
las jugarretas hechas a la tontería peligrosa de las fragatas policíacas
le
impiden oír la amenaza de sus gruñidos intestinos.
En vano para olvidarse de ello el capitán cuelga en su palo mayor el
negro
más gritón, o lo echa al mar, o lo entrega al apetito de sus molosos.
La negrería que huele a cebolla frita vuelve a encontrar en su sangre
derramada el sabor amargo de la libertad
Y está de pie la negrería
La negrería sentada
inesperadamente de pie
de pie en la cala
de pie en los camarotes
de pie en el puente
de pie en el viento
de pie al sol
de pie en la sangre
de pie
y
libre
de pie y no como una pobre loca en su libertad y su indigencia
marítimas
girando en la deriva perfecta y aquí está:
más inesperadamente de pie de pie
en los cordajes
de pie ante el timón
de pie ante la brújula
de pie ante el mapa
de pie bajo las estrellas
de pie
y
libre
Y el navío lustral hiende impávido las aguas
Desplomadas
Y ahora se pudren nuestras borlas de ignominia!
por el sol abrotoñado de medianoche
escucha gavilán que tienes las llaves de oriente
por el día desarmado
por el tiro de piedra de la lluvia
Escucha perro blanco del norte, serpiente negra del
Mediodía
que rematáis el cinturón del cielo
todavía hay un mar por cruzar
para que yo invente mis pulmones
para que el príncipe se calle
para que la reina me bese
todavía un viejo mar por asesinar
un loco por entregar
para que mi alma brille ladre brille
ladre ladre ladre
y que chille la lechuza mi bello ángel curioso.
El maestro de las risas?
El maestro del silencio formidable?
El maestro de la esperanza y la desesperación?
El maestro de la pereza? El maestro de las danzas?
Soy yo!
y por eso, señor
los hombre de cuello frágil
recibe y percibe fatal calmoso triangular
y para mí mis danzas
mis danzas de mal negro
para mí mis danzas
la danza rompe-argolla
la danza salta-prisión
la danza es-hermoso-y-legítimo-ser-negro
para mí mis danzas y salta el sol en la raqueta de mis manos
pero no el sol desigual ya no me basta
enróscate, viento, alrededor de mi nuevo crecimiento
pósate en mis dedos medidos
te entrego mi conciencia y su ritmo de carne
te entrego los fuegos donde se asa mi debilidad
te entrego la cadena múltiple
te entrego el pantano
te entrego el in-tourist del círculo triangular
devora desea
te entrego mis palabras abruptas
devora enróscate
y enroscándote abrázame con un más vasto
estremecimiento
abrázame hasta el nosotros furioso
abraza, abrázanos
pero habiéndonos igualmente mordido
hasta la sangre de nuestra sangre mordido,
abraza, abraza mi pureza sólo se enlaza con tu pureza
pero entonces abraza
como un campo de apretados ramas de casuarinas
en la noche
nuestras multicolores purezas
y enlaza, enlázame sin remordimientos
enlázame con tus inmensos brazos de arcilla luminosa
enlaza mi negra vibración al ombligo mismo del mundo
enlaza, enlázame, áspera fraternidad,
y luego, estrangulándome con tu lazo de estrellas, sube,
paloma
sube
sube
sube
Yo te sigo, impresa en mi atávica córnea blanca,
sube lamedor de cielo
y el gran agujero negro donde yo quería ahogarme
en la otra luna
es allí donde quiero pescar ahora la lengua maléfica
de la noche en su inmóvil vibración”.
Poesía afro
En Acontecimiento poético escribimos:
¿Qué es la poesía? No se puede eludir esta pregunta, tantas veces
inquirida. Sobre todo arremete con demoledora fuerza, después de leer
a Cesar Vallejo. Cuando estamos cerca de él, mas bien, de sus poemas,
estamos ante el acontecimiento de la palabra, ante el nacimiento
desgarrador de la palabra; que se lleva pedazos de carne en su
estallido, en su volcánica emergencia. La palabra hace al mundo,
empero emerge adentro, en la intimidad más íntima, en el devenir
vida, en las dinámicas moleculares de la vida. La palabra, no tanto
como lenguaje, no tanto como sentido, sino como experiencia intensa,
como recorrido de sensaciones, mezclándose con imágenes, también
pensamientos. La poesía pertenece a esta experiencia de la palabra
esculpida, de la palabra entrelazada con espesores corporales5.
Nuevamente la pregunta: ¿Qué es la poesía? Esta vez, inquiriendo, a
partir de la poesía de Aimé Césaire, después de mojarnos en las aguas
torrenciales de sus vehementes metáforas encarnadas.
Devenir humano, devenir animal, devenir otro, en ese flujo
permanente de mutaciones. Pero sobre todo, obligado por la violencia,
devenir bestia, reducido al desprecio, a la descalificación, a toda
sospecha. “Occidente” ha clavado una herida en el cuerpo, lo ha
esclavizado, convirtiéndolo en su instrumento de trabajo, también en
el despojo humano, pues le ha quitado todo aliento, toda dignidad, al
convertirlo en materia susceptible de destrucción, en aras de la
producción. Pero, el cuerpo no muere, la vida no muere, el cuerpo
renace, resiste, se rebela, toma la palabra, sobre todo toma las formas
de las expresiones estéticas; danza, baila, canta, encuentra en el
océano de la penuria la isla de la alegría. Confraterniza con los
5 Ver de Raúl Prada Alcoreza Acontecimiento poético. Dinámicas moleculares; La Paz 2013.
condenados de la tierra; solidarizándose, complementando sus
fuerzas, se convierte en una demoledora fuerza vital. Fuerza vital que
se defiende, que ataca, que descoloniza, libera la piel, libera el cuerpo,
libera la potencia creativa.
Aimé Césaire retorna a su tierra, retorna a la tierra de las mitologías
tropicales, retorna al devenir, armado de coraje y de poesía. Por eso
dice así como hay hombres-hiena y hombres-pantera, yo seré un
hombre-judío, un hombre cafre, un hombre-hindú-de-Calcuta, un-
hombre-Harlem-sin-derecho-a-voto. El hombre-hambre, el-hombre-
insulto, el hombre-tortura; se le podría prender en cualquier momento,
molerlo a golpes-matarlo por completo sin tener que rendirle cuentas
a nadie. Consciente a lo que ha sido reducida la humanidad, no
solamente una gran parte de la humanidad, los condenados de la
tierra, los afros, los indígenas, los humanos de color, sino toda la
humanidad, pues cuando se atenta contra la dignidad de un humano,
de un grupo humano, de conglomerados de pueblos humanos, se
atenta contra la humanidad misma. Esto mismo lo dijo Aimé Césaire
en el Discurso sobre el colonialismo. El que deshumaniza con la
violencia y la esclavización al humano sometido, también se
deshumaniza; quizás de una manera más atroz. Pues el dominador, el
esclavista, el amo, ha perdido el apego a la vida, pues la desprecia; la
vida reducida, convertida en una abstracción, la ganancia, convertida
en compulsión, deseo de poder.
El poeta es devenir, vive en el devenir, sus palabras emergen de este
flujo mutante de sensaciones, de imágenes intensas, de metáforas
apasionadas. El poeta se ha convertido en un guerrero. En sus
territorios se pintará el cuerpo con los colores alusivos al combate, se
ungirá de símbolos convocantes, llamando a los ancestros, llamando a
los presentes, congregándolos en una reunión donde los cuerpos
humanos se entrelazan con los territorios y sus ecologías, pues lo que
está en peligro es la vida misma. La guerra colonial esta lanzada, se la
retoma desde la guerra anticolonial Haitiana, liderada por Toussaint
L'Ouverture. A él, a este anciano sabio, capturado por Napoleón,
exilado a una isla, hasta su muerte, le dedica el poema. Le dice:
Es mío/un hombre solo preso de blancura/un hombre solo que desafía
los gritos de la muerte/blanca/(TOUSSAINT,TOUSSAINT
L'OUVERTURE)/un hombre solo que fascina al gavilán blanco de la
muerte/blanca/un hombre solo en la mar infecunda de la arena
blanca/es un viejecito que se eleva contra las aguas/del cielo.
Continúa:
La muerte describe un círculo brillante encima de este hombre/la
muerte brilla dulcemente sobre su cabeza/la muerte sopla en la caña
madura de sus brazos/la muerte galopa en la prisión como un caballo
blanco/la muerte luce en la sombra como los ojos de los gatos/la
muerte hipa como el agua bajo las rocas/la muerte es un pájaro
herido/la muerte decrece/la muerte vacila/la muerte es un paytura
sombrío/la muerte expira en una blanca balsa de silencio.
Son versos hermosos, apasionados, desplegándose en metáforas de
soledad; pero, a la vez, de acompañamiento profundo. Le dice a
Toussaint que está solo, aislado, preso; pero, al desafiar a la muerte
blanca, fascina al gavilán blanco; eres un viejecito que se eleva contra
las aguas del cielo. Venciste a tus presidiarios, a tus carceleros,
venciste al “occidente” imperial; tú coraje ha llegado a nosotros,
convocados por ti, por tu llama flameante, por tu corazón fogoso, a
continuar la lucha contra el poder, contra las opresiones coloniales
persistentes, opresiones cambiantes como si fueran camaleones. Por
eso, la muerte describe un círculo brillante encima de este hombre;
brilla dulcemente sobre su cabeza, así como sopla en la caña madura
de sus brazos. La muerte es una enamorada, quiere conquistar, galopa
como un caballo blanco; también se enciende como los ojos de los
gatos. La muerte está en todas partes, acompañándote; debajo las
rocas; es también un pájaro herido. Sin embargo, la muerte retrocede,
decrece, vacila; por último, expira en una blanca balsa de silencio.
La poesía no es, de ninguna manera, un discurso de victimización; todo
lo contrario. La poesía canta a la vida, es la vida misma evocada en
figuras intensas, desbocadas, expresada en la música inherente a las
palabras, pringadas de pasión, arrastrando consigo fragmentos de
cuerpo. La poesía es guerrera, empuña las armas del lenguaje;
empero, de un lenguaje matricial, integrado al cuerpo y a la
percepción, a la imaginación y a la intuición. Aimé Césaire está en
combate contra el colonialismo y el poder, contra Medusa y su cabellera
de la muerte.
El poema tiene dos partes, por su forma de escribir. Después de escribir
en versos, el poeta pasa a una semi-prosa, escribe más efusivamente,
lanzando las ideas en tropel; es una corriente al galope. Recomienza
diciendo: Y he aquí que de pronto fuerza y vida me acometen como un
toro y la/onda de vida rodea la papila del morro, y aquí están todas las
venas y/vénulas atareadas en la sangre nueva y el enorme pulmón de
los ciclones/que respira y el fuego atesorado de los volcanes y el
gigantesco pulso/sísmico que lleva el compás de un cuerpo vivo en mi
firme incendio. Fuerza y vida me acometen; el poeta está empujado
por fuerzas vitales; el efluvio de la vida rodea el peñasco; todo el
cuerpo está atravesado por esta energía creativa; por las venas circula
nueva sangre; en el pulmón se agitan ciclones; en el espesor del
cuerpo estallan los volcanes, el pulso es enorme, las pulsaciones son
gigantescas, se desata el terremoto mientras mi cuerpo es una llama
incendiaria. Este es el sentir del militante anti-colonial y anticapitalista.
Antes del combate, una reflexión: Y ahora que estamos de pie, mi país
y yo, con los cabellos al viento; siento el puño enorme; descubro, la
fuerza no está en nosotros, sino por encima de nosotros, en una voz
que barrena a la noche. Agujerea a la audiencia como la penetración
de una avispa apocalíptica. Es fresca esa atmósfera; sin embargo, hay
anuncios apocalípticos. De lo profundo emerge la voz, se pronuncia
como un rugido, interpela: Europa durante siglos nos ha cebado de
mentiras e hinchado de pestilencias. No es el fin de la historia, ésta
recomienza con más ímpetu. No es verdad que la obra del hombre
haya terminado. Nuevamente comienza, en un nuevo horizonte. Basta
que nos pongamos al paso del mundo, la obra del hombre ha empezado
ahora. Falta al hombre conquistar toda prohibición inmovilizada en
los rincones de su fervor. Falta liberar la potencia del cuerpo. Todo está
al alcance de la humanidad, no hay razas; menos una pretensiosa que
se ha creído elegida y ha llevado al mundo y a la humanidad a su
derrotero destructivo.
La poesía oscila entre la apertura sensible a la totalidad y la
manifestación irradiante del proyecto emancipatorio. Dibuja figuras
tumultuosas e interpela, acusando a la pretensión fatídica de
dominación. Estos versos convertidos en prosa, que tampoco deja del
todo de emitir versos, transmiten composiciones abultadas,
abigarradas, entrelazando sentimientos sublimes con acciones
desbordantes. Hay momentos, mas bien, espacios-tiempos, cuando la
poesía se convierte en una encrucijada de mundos, encrucijada de
experiencias, cuando se mide la explanada del mundo con la medida
de los sentimientos, incluso con la medida de los comportamientos.
Algo parecido a lo que ocurre con la poesía de Cesar Vallejo, sobre todo
en Poemas humanos. El poeta escribe:
Y yo busco para mi país no corazones de dátil, sino corazones de
hombre
que, para entrar en las ciudades de plata por la gran puerta trapezoidal,
golpeen la sangre viril, y mis ojos barren mis kilómetros cuadrados de
tierra
paternal y enumero las llagas con una especie de júbilo y las hacino
una
sobre otra como raras especies, y mi cuenta se alarga siempre con
imprevistas acuñaciones de la bajeza.
La memoria social, la memoria de la experiencia social ocultada,
precisamente por la historia, que es la narrativa de los vencedores, la
memoria vital de los pueblos es rescatada en la vivencia poética del
acontecimiento. Más que una memoria y transmisión oral, la poesía es
una memoria corporal. Es una memoria que recuerda para actuar; no
se entristece con lo acontecido, sino que se alegra de haber aprendido;
para, potenciada, intervenir, inventando mundos alternativos. Se
necesita corazones de hombre para entrar en las ciudades de plata. La
mirada viajera atraviesa inmensas explanadas, arrugadas en
montañas, ocupadas por bosques, de tierra paternal. Mientras viajo,
la historia efectiva está inscrita en las llagas de mi piel, en la memoria
sensible del cuerpo, cuento las llagas con alegría, acumulándolas como
un botánico; es larga esta historia, sorprendente por las acuñaciones
de bajeza.
La poesía configura el viaje de una embarcación negrera. Las imágenes
son profusas e intensas; se narra - si se pudiera hablar así en poesía,
algo que no ocurre, pues la poesía no narra, sino que crea - desde los
órganos y las entrañas del cuerpo, de los cuerpos de los esclavos
atiborrados en el vientre de la nave.
El negrero cruje por todas partes… Su vientre se convulsiona y
resuena… La
horrible tenia de su cargamento roe los intestinos fétidos del extraño
niño
de pecho de los mares.
Y ni el júbilo de las velas hinchadas como un abultado bolso de
doblones, ni
las jugarretas hechas a la tontería peligrosa de las fragatas policíacas
le
impiden oír la amenaza de sus gruñidos intestinos.
En vano para olvidarse de ello el capitán cuelga en su palo mayor el
negro
más gritón, o lo echa al mar, o lo entrega al apetito de sus molosos.
Es pues una vivencia trágica y dramática, a la vez; esta es la Odisea
de los esclavos, no de Ulises, que regresa a Ítaca. Este es el gran
poema, no de Homero sino de Aimé Cesairé. Los esclavos escribieron
con el sacrificio de sus cuerpos la historia efectiva de la modernidad y
del capitalismo. Ellos viajaron más que Ulises, cruzaron el Océano
Atlántico, habitaron tierras desgarradas antes por los conquistadores,
trabajaron en las plantaciones y en las minas, escaparon formando
ciudades cimarrones, migraron a las ciudades, crearon la estética
maravillosa de candentes ritmos, de fogosas danzas, revolucionando la
música, irradiando con la danza, contagiando de alegría a las
poblaciones. Usaron la escritura para narrar de otra manera, sin
despejarse ni separarse del cuerpo, por eso las reflexiones afros son
vitales.
El cuerpo colonizado
Vamos a continuar la exposición con aproximaciones al cuerpo, esta
vez, como corresponde, con el cuerpo colonizado. Vamos a retomar
otra de las fuentes del discurso, del gesto, de la interpelación y de la
acción descolonizadora. Esta fuente es Frantz Fanon. En Los
condenados de la tierra el intelectual crítico martinico define lo que
entiende por descolonización. En primer lugar, dice que la
descolonización es el remplazo de una “especie” de hombres por otra
“especie” de hombres. Añade, sin transición, se trata de una
sustitución absoluta. Escribe:
Por supuesto, podría mostrarse igualmente el surgimiento de una
nueva nación, la instauración de un Estado nuevo, sus relaciones
diplomáticas, su orientación política, económica. Pero hemos querido
hablar precisamente de esa tabla rasa que define toda descolonización
en el punto de partida. Su importancia inusitada es que constituye,
desde el primer momento, la reivindicación mínima del colonizado. A
decir verdad, la prueba del éxito reside en un panorama social
modificado en su totalidad. La importancia extraordinaria de ese
cambio es que es deseado, reclamado, exigido. La necesidad de ese
cambio existe en estado bruto, impetuoso y apremiante, en la
conciencia y en la vida de los hombres y mujeres colonizados. Pero la
eventualidad de ese cambio es igualmente vivida en la forma de un
futuro aterrador en la conciencia de otra "especie" de hombres y
mujeres: los colonos6.
En segundo lugar la descolonización, al proponerse cambiar el orden
del mundo, se plantea como programa el desorden absoluto. Fanon
escribe:
Pero no puede ser el resultado de una operación mágica, de un
sacudimiento natural o de un entendimiento amigable. La
descolonización, como se sabe, es un proceso histórico: es decir, que
no puede ser comprendida, que no resulta inteligible, traslúcida a sí
misma, sino en la medida exacta en que se discierne el movimiento
historizante que le da forma y contenido. La descolonización es el
encuentro de dos fuerzas congénitamente antagónicas que extraen
precisamente su originalidad de esa especie de sustanciación que
segrega y alimenta la situación colonial. Su primera confrontación se
ha desarrollado bajo el signo de la violencia y su cohabitación —más
precisamente la explotación del colonizado por el colono— se ha
realizado con gran despliegue de bayonetas y de cañones. El colono y
el colonizado se conocen desde hace tiempo. Y, en realidad, tiene razón
el colono cuando dice conocerlos. Es el colono el que ha hecho y sigue
6 Ver de Frantz Fanon Les damnés de la terre. Gallimard; París 1968. Pág. 65. En castellano, Los
condenados de la tierra. Fondo de Cultura Económica; México 1983. http://elortiba.galeon.com
haciendo al colonizado. El colono saca su verdad, es decir, sus bienes,
del sistema colonial7.
En tercer lugar, la descolonización es la creación de hombres nuevos,
de un nuevo lenguaje, de una nueva humanidad. Al respecto, Fanon
dice:
La descolonización realmente es creación de hombres nuevos. Pero
esta creación no recibe su legitimidad de ninguna potencia
sobrenatural: la "cosa" colonizada se convierte en hombre en el
proceso mismo por el cual se libera8.
En cuarto lugar, la descolonización es lucha a muerte por la liberación,
es la violencia volcada contra el colonizador. Fanon escribe:
No se desorganiza una sociedad, por primitiva que sea, con semejante
programa si no se está decidido desde un principio, es decir, desde la
formulación misma de ese programa, a vencer todos los obstáculos con
que se tropiece en el camino. El colonizado que decide realizar ese
programa, convertirse en su motor, está dispuesto en todo momento
a la violencia. Desde su nacimiento, le resulta claro que ese mundo
estrecho, sembrado de contradicciones, no puede ser impugnado sino
por la violencia absoluta9.
En otras palabras, la violencia cristalizada en los huesos, se la devuelve
al colonizador; la violencia libera al cuerpo oprimido. En este sentido
Fanon escribe:
La violencia que ha presidido la constitución del mundo colonial, que
ha ritmado incansablemente la destrucción de las formas sociales
autóctonas, que ha demolido sin restricciones los sistemas de
referencias de la economía, los modos de apariencia, la ropa, será
reivindicada y asumida por el colonizado desde el momento en que,
decidida convertirse en la historia en acción, la masa colonizada
penetre violentamente en las ciudades prohibidas. Provocar un
7 Ibídem: Pág. 66. 8 Ibídem. Págs. 66-67. 9 Ibídem. Págs. 67-68.
estallido del mundo colonial será, en lo sucesivo, una imagen de acción
muy clara, muy comprensible y capaz de ser asumida por cada uno de
los individuos que constituyen el pueblo colonizado. Dislocar al mundo
colonial no significa que después de la abolición de las fronteras se
arreglará la comunicación entre las dos zonas. Destruir el mundo
colonial es, ni más ni menos, abolir una zona, enterrarla en lo más
profundo de la tierra o expulsarla del territorio10.
La relación colonial es una relación deshumanizante. El colonizador
animaliza al colonizado, lo reduce a las clasificaciones zoológicas de su
bestiario; mapa imaginario de sus propios miedos. Este despojamiento
de la humanidad del colonizado forma parte de la economía política
racial, economía política que desvaloriza lo concreto, el cuerpo del
colonizado, y valoriza el ideal abstracto, el hombre blanco como
símbolo de la civilización moderna11. El extremo de la animalización
tiene que ver con los alcances de la desmesurada violencia desatada,
que convierte en una figura terrorífica al colonizador; la violencia
desatada lo lleva al desvarío y al paroxismo. La violencia crea una
distancia demasiado grande entre el colonizador y el colonizado; la
bestialización del colonizado es como la imagen del espejo.
Imaginariamente exorciza el mal, transfiriendo anti-valor absoluto al
cuerpo del colonizado. El imaginario “occidental” vuelve a sus traumas,
a las relaciones ambiguas, incluso entrelazadas, entre la bestia y el
soberano12. Fanon escribe:
A veces ese maniqueísmo llega a los extremos de su lógica y
deshumaniza al colonizado. Propiamente hablando lo animaliza. Y, en
realidad, el lenguaje del colono, cuando habla del colonizado, es un
lenguaje zoológico. Se alude a los movimientos de reptil del amarillo,
a las emanaciones de la ciudad indígena, a las hordas, a la peste, el
pulular, el hormigueo, las gesticulaciones. El colono, cuando quiere
describir y encontrar la palabra justa, se refiere constantemente al
bestiario. El europeo raramente utiliza "imágenes". Pero el colonizado,
que comprende el proyecto del colono, el proceso exacto que se
pretende hacerle seguir, sabe inmediatamente en qué piensa. Esa
demografía galopante, esas masas histéricas, esos rostros de los que
ha desaparecido toda humanidad, esos cuerpos obesos que no se
parecen ya a nada, esa cohorte sin cabeza ni cola, esos niños que
10 Ibídem. Pág. 71. 11 Ver de Raúl Prada Alcoreza Cartografías histórico-políticas. Dinámicas moleculares; La paz 2014. Amazon; https://kdp.amazon.com/dashboard?ref_=kdp_RP_PUB_savepub. 12 Ver de Jacques Derrida Seminario la bestia y el soberano. Volumen I y II. Manantial; Buenos Aires 2002.
parecen no pertenecer a nadie, esa pereza desplegada al sol, ese ritmo
vegetal, todo eso forma parte del vocabulario colonial. El general De
Gaulle habla de las "multitudes amarillas" y el señor Mauriac de las
masas negras, cobrizas y amarillas que pronto van a irrumpir en
oleadas. El colonizado sabe todo eso y ríe cada vez que se descubre
como animal en las palabras del otro. Porque sabe que no es un animal.
Y precisamente, al mismo tiempo que descubre su humanidad,
comienza a bruñir sus armas para hacerla triunfar13.
Sin embargo, la descolonización no concluye con la insurrección, con
la liberación nacional y la instauración del Estado-nación
independiente, pues la colonialidad continúa arraigada en las
estructuras de poder heredadas, también la burguesía nacional, que
toma el timón del mando, o en los dirigentes “revolucionarios” que se
hacen cargo del gobierno. Aunque:
En las regiones colonizadas donde se ha llevado a cabo una verdadera
lucha de liberación, donde la sangre del pueblo ha corrido y donde la
duración de la fase armada ha favorecido el reflujo de los intelectuales
sobre bases populares, se asiste a una verdadera erradicación de la
superestructura bebida por esos intelectuales en los medios burgueses
colonialistas14.
Sin embargo,
Pero puede suceder que la descolonización se produzca en regiones
que no han sido suficientemente sacudidas por la lucha de liberación y
allí se encuentran esos mismos intelectuales hábiles, maliciosos,
astutos. En ellos se encuentran intactas las formas de conducta y de
pensamiento recogidas en el curso de su trato con la burguesía
colonialista. Ayer niños mimados del colonialismo, hoy de la autoridad
nacional, organizan el pillaje de los recursos nacionales. Despiadados,
suben por combinaciones o por robos legales: importación-
exportación, sociedades anónimas, juegos de bolsa, privilegios
ilegales, sobre esa miseria actualmente nacional. Demandan con
insistencia la nacionalización de las empresas comerciales, es decir, la
reserva de los mercados y las buenas ocasiones sólo para los
nacionales. Doctrinalmente, proclaman la necesidad imperiosa de 13 Ver de Frantz Fanon: OB: CIT: Pág. 73. 14 Ibídem. Pág. 77.
nacionalizar el robo de la nación. En esa aridez del periodo nacional,
en, la fase llamada de austeridad, el éxito de sus rapiñas provoca
rápidamente la cólera la violencia del pueblo. Ese pueblo miserable e
independiente, en el contexto africano e internacional actual, adquiere
la conciencia social a un ritmo acelerado. Las pequeñas
individualidades no tardarán en comprenderlo. Para asimilar la cultura
del opresor y aventurarse en ella, el colonizado ha tenido que dar
garantías. Entre otras, ha tenido que hacer suyas las formas de
pensamiento de la burguesía colonial. Esto se comprueba en la
ineptitud del intelectual colonizado para dialogar. Porque no sabe
hacerse inesencial frente al objeto o la idea. Por el contrario, cuando
milita en el seno del pueblo se maravilla continuamente. Se ve
literalmente desarmado por la buena fe y la honestidad del pueblo. El
riesgo permanente que lo acecha entonces es hacer populismo. Se
transforma en una especie de bendito-sí-sí, que asiente ante cada frase
del pueblo, convertida por él en sentencia. Pero el fellah, el
desempleado, el hambriento no pretende la verdad. No dice que él es
la verdad, puesto que lo es en su ser mismo15.
Continúa:
El intelectual se comporta objetivamente, en esta etapa, como un
vulgar oportunista. Sus maniobras, en realidad, no han cesado. El
pueblo no piensa en rechazarlo ni en acorralarlo. Lo que el pueblo exige
es que todo se ponga en común. La inserción del intelectual colonizado
en la marea popular va a demorarse por la existencia en él de un
curioso culto por el detalle. No es que el pueblo sea rebelde, si se le
analiza. Le gusta que le expliquen, le gusta comprender las
articulaciones de un razonamiento, le gusta ver hacia dónde va. Pero
el intelectual colonizado, al principio de su cohabitación con el pueblo,
da mayor importancia al detalle y llega a olvidar la derrota del
colonialismo, el objeto mismo de la lucha. Arrastrado en el movimiento
multiforme de la lucha, tiene tendencia a fijarse en tareas locales,
realizadas con ardor, pero casi siempre demasiado solemnizadas. No
ve siempre la totalidad. Introduce la noción de disciplinas,
especialidades, campos, en esa terrible máquina de mezclar y triturar
que es una revolución popular. Dedicado a puntos precisos del frente,
suele perder de vista la unidad del movimiento y, en caso de fracaso
local, se deja llevar por la duda, la decepción. El pueblo, al contrario,
adopta desde el principio posiciones globales. La tierra y el pan: ¿qué
15 Ibídem. Pág. 79.
hacer para obtener la tierra y el pan? Y ese aspecto preciso,
aparentemente limitado, restringido del pueblo es, en definitiva, el
modelo operatorio más enriquecedor y más eficaz16.
Este cuadro dibujado y pintado tan elocuentemente por Frantz Fanon
nos muestra que la descolonización no termina con la independencia
estatal, porque tampoco culmina la herencia colonial, porque tampoco
termina la colonialidad. La colonialidad no solamente se habría
internalizado, no solamente se manifestaría en los comportamientos,
sino que se encuentra en las estructuras institucionales heredadas, en
la administración pública, en la estructura estatal; la colonialidad
reaparece en los intelectuales, quienes creen en universales; por lo
tanto, forman parte de la episteme de la modernidad. La colonialidad
reaparece en las relaciones que tiene el Estado independiente con el
pueblo, en las relaciones que tienen los dirigentes, que tienen los
intelectuales, con el pueblo. No son exactamente las mismas
relaciones que en la época de la colonización, cuando la sociedad
colonial estaba claramente dividida, dualizada, entre la sociedad de
colonos y la sociedad de los colonizados. Las relaciones de dominación
han mutado, para adquirir una tonalidad propia en una sociedad
unificada por el Estado-nación. Las relaciones raciales han sido
sustituidas por relaciones que se enfocan en la modernización y el
desarrollo. Las nuevas dicotomías son atraso/desarrollo,
rezago/progreso. Los connacionales que se resisten o quieren otra
cosa, otro proyecto, que consideran propio y más apropiado, van a ser
descalificados como pre-modernos, opuestos al “desarrollo nacional”.
Como se puede ver la matriz racial de la economía política colonial se
preserva, ahora encubierta por las categorías de la economía política
del desarrollo. La descolonización requiere de una crítica radical de la
modernidad y de la crítica de la economía política generalizada17.
16 Ibídem. Pág. 80. 17 Ver de Raúl Prada Alcoreza Continentes y océanos, estratificaciones y flujos de fuga. Resistencias y
diáspora africana. Dinámicas moleculares; La Paz 2014.
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