GEORGES VIGARELLO La segunda edad del · PDF fileen ausencia de nihilismo...

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GEORGES VIGARELLO

La segunda edad delindividualismo

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Los.dos text~s que ~quí sepublican (éste deGeorges Vigarel/oy la en­tremsta a GIl/es L.lpo~etsky .de Olivier M ongin que le sigue) abordanun temaque seha Ido imponiendoen los últimosaños: el dela vuelta alindividualismomásestrictoen las sociedadesmodernas. Esemovimien­to, que ha sido vistocomo un.regresodel individuoal narcisismo tienevaria~ implicaciones en nuestrosdías. De ahíque tanto la contn/luciónde Vigarello como las de Lipovetsky -autorde unlibro clave sobreelasunto: L ' ére du vide- y Mongin contribuyan aquí ti echar luz so­b~e un aspectoc~mpleto delproblema: el nuevoindividualismoy sudes­tino en las sociedades democráticas.

Hace quince o veinte años, un ensayo sobre el individualis­mo era difícil de concebir y de aceptar: se le criticaría comoun signo de "anemia " pequeñoburguesa, con sus opcionestímidas, su apoliticismo,su "resistencia" sacrílega a la lucha

.de clases. Tal ensayo, por otra parte, no habría despertadointerés: se encontraría cínico este regreso al yo, demasiadoindiferente, excesivamente egoísta. Perfecto para el mus eode ideas anacrónicas. Perfecto para comentarios irónicos odesdeñosos .

Hoyes imposible negarlo: el tema del individualismo seha revaluado.! Provoca menos culpabilidad y más atención.Invade lentamente prácticas y discursos. Su importancia hasido totalmente repensada, al punto de que se trata, en elcaso límite, de un cambio de paradigmas. El individuo seconvierte en una nueva figura cultural, un polo para com­prender los comportamientos " liberados" de hoy . Incluso eldiscurso socialista adopta el código. El " socialismo" devieneun " individualismo", según revela con insistencia calculadaun reciente texto de Max Gallo ," Una prueba, al menos, deque las grandes máquinas teóricas, al jugar con la enajena­ción y la lucha de clases, se desploman en beneficio de interro­gantes menos.maniqueas sobre la esfera privada, el espaciode la libertad, la comunicación, los controles y, más amplia­mente, el fenómeno democrático -:-toda una prueba de quelas prácticas han cambiado. El yo ocupa un nue vo papelmientras que lo social parece haber caído en desuso.

En la serie de textos publicados recientemente sobre el te­ma, el libro de Lipovetsky, "es, sin duda, el más importante :el que llega más lejos en las descripciones , el que profundizamejor las explicaciones. Un lenguaje preciso y galopante : elmovimiento de los tenis que recorren losfastfoods y los alma­cenes comerciales. Un lenguaje, además, abundante; que seadhiere a los objetos apilados en los grandes autoservicios oa los gestos acelerados de los videos de música popoImágenesclavadas en lo cotidiano, combinando publicidad y autopis­tas, 'postersy trenes suburbanos. No es la secuecia de una pe­lícula , sino más bien la superposición y la profusión de esasimágenes heteróclitas de nuestras " sociedades de la abun­dancia " lo que invade horizontes y valores.

(Q Esprit

Lo social en desuso

En primer término se tra ta de un a com probación: la deser­ción de lo social , el desin terés en los proyectos colectivos. Elconj~~t~ de referencias cotid ianas se trastocó : ya no haysensibilidad de los compromisos trascendent es, ya no intere­sa la ?dhesión milit a nte. La cosa pública misma parece haberperdido gra ndeza , convin iéndose en un esp ectáculocomo cua lc¡ uier otro, trivializado en medio de la nota roja yel show business; COl.l ~I des morona rnicnm paralelo de opcio­nes y valores defin itivos, el present e vence a las ambicionesdiferid as y la desenvoltura a las solida ridades grupa les. Eneste ~e~plo~~ d lo ' I~tu siasmos colcrt ivos, en este " ernpo­breclml~nto d lo SOCIal, la esfera privad a es lo que, por elcontrar~o, se n:~cat a plenament e : vivir mejor, ocuparse de sí,no envejecer . El cu 1'1'0 a trae roda la atenci ón : gimnasia detodo tipo, clínicas d cultura Hsicu, bim'lIcrgia y nutriciónecológica ..Es l y~ lo (Iue n~al i l it la rela ci ón social: prolife­ran las psrcot cr apms, re estimulan las necesidades, se afir­man las diferencias. La relaci ón CO Il lll lll mismo ha cambia­do : es menos ávida d habi lidad y de competencia, está másvolcada hacia una act itud serena, de drscubrimienlll del in­terior, ~enos e nt rada en 1" afirmac i ón dr conquista que enla plenitud personal , menos preocupad a d(' lo social que dela psicología . El indi vidualismo se con viert e ('11 un lcn ómenototal que toca a l conj unto de act iludes y de rela ciones socia­les. La " era del vacío " marca precisamente cl Iin de las tras­cendencias , la p ro moci ón sistemá tica del present e : una con­quista abs oluta del hedon ismo >. el regreso al yo.

Hay una com proba ci ón que se debe expli car. Nad a másfalso, por ejemplo, qu e vincular este ind ividualisrno narci ­cista con la "crisis" : para muchos la inversión no logra ríamás que compensar el desplome del crccimieruo infinito ylas "ame nazas " del futu ro. Mecanismo sim plísimo : reflujolej ano de las turbul encias de la ciudad par a abandonarse ala mull ida tra nquilidad de la esfera privada . Lasch, entreotro~, .insiste sob re el pa pel del pesimism o en esta estra tegianarcisista .' Las ca tás trofesson la ob sesión de nue stro tiempo:la " psicologización" de las relaciones socia les, la promocióndel yo, respond en a los bloqueos económicos y a las desilus io­nes de un siglo qu e pierde sus referencias. T al esquema, sinembargo, no da un a explicac ión.

Debe acentuarse la descripción . La " era del vado" no esuna consecuencia de la crisis . Varios signo s lo indica n : lainestabilida d rela tiva frente a las amenazas ec o lógicas y alagotam ient o de los recursos ene rgé ticos, la ausencia de es->cepticismo o de aflicci ón, la apa tía y la despreocupaciónfrente a las imágen es más " bruta les " de los medios masivos.Lo peor se consu me en una mezcla par adój ica de vaga ate n­ción y de frivolidad . Ni movilizaci ón real , ni reacció n pro­funda : " de hecho el nar cisismo contemporá neo se despliega

Traducción de Leonor Corral 2

·.

en ausencia de nihilismo trágico" . (E V, 58). En este caso, es la desaparición de las normas . Sería más bien la de su flexi­difícil se ñalar recovecos de angustia o estrategias de com- ble infiltración, de su penetración convincente, incluso de supensación. arciso no es el signo de un reflujo inquieto : es el enriquecimiento. Apropiaciones que sólo son posibles consigno de una indiferencia blanda. Na da que corresponda a una expansión paralela del sujeto. Es necesario que las sen.una conciencia desgraci ada . La dinámica es más bien de sibilidades se afinen, que aumente la concentración en unoconsu mo, con sus modos cambi antes y sus satisfacciones in- mismo para hacer operante la diversificación de la oferta.mediatas. No se trata tanto de un desencanto, sino de la pro- Paradójicamente, es necesaria más psicología y libertad democión sistemática del bienestar : menos crispación y más ser. La normalización y la estandarización son corolarios.distensión. La actitud serena no es de retirada, sino de dis- La propia normalización es lo que supone una "desocializa­ponibilidad fútil. Es esta dispo nibili dad, esta sensibilidad ción " e incluso un " vacío" social. Esta es la desembocadura

. extrema a la moda y al presente, esta atención a las cosas, última de la producción: la lógica del mercado exacerba alpa lpable y apática a la vez, lo que hay que explicar . Y sería mismo tiempo el control y la autodeterminación. Limitación -;desnaturalizar la conciencia despreoc upada hacer de ella un y liberación van a la pa r. El consumo " socializa", pero exas­simple episodio coyunt ural. Se tra ta más de una " estructu­ra " durable que de una figura contingente.

Penonalización y permisividad

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perando el proceso sin fin de la personal ización, ag udizandoen extremo la seducción individualizada. El " vacío " facil itala circulación de modelos. Con ellos , finalmente, el individ uoes quien se " rea liza " , pero siempre libr ado a los cód igos, alos mensajes, a la " regulación total " (EV, 121) de lo cot id ia­no.

Es necesario medir cuánto de este aná lisis trasto ca los pa­radigmas teórico s. Perfila en forma distinta los obj etos ycompromete en otro sentido las interpretaciones. Ver en eluniverso de los j eans, el concreto y la coca-cola solame nt e"empobrecimiento y mutilaci ón"! es desconocer lo esen cia l.Nombrar la enajenación no aclara nada : el sujeto es inc ita ­do, responsabilizado, " liberado" . Nombrar la est andariza­ción no ayuda más : las opciones y eleccione s se abisman poruna inci tación siempre renovada. Al crecimiento del cont rolresponde más bien el de las decisiones y las opciones. La pu ­blicidad, la información en cascada, la necesidad de probar,de auscultarse, ya no dependen de horizont es rígidos. Le sonincompatibles. Para ser comprendidas, imponen la atención

.a la paradoja. Imponen la consideración de una lóg ica apa­rentemente insostenible. " Con el crecimiento de la esferaprivada puede crecer una gestión burocrática y amaest radade comportamientos" (EV , 120).

La novedad de este texto es, sin duda, decir dos cosa s a lavez: nuestra sociedad de consumo libera en todos los senti­dos al mismo tiempo que limit a. Quizás incluso libera parapoder constreñir mejor. Pero es imposible comprende rla sinsujetar ambos extremos a la vez. Es imposible entrever la ló­gica sin reemplazar el ensanchamiento de la esfera indi vi­dual en el centro mismo del funcionamiento social y sin ha­cer de ese ensanchamiento el ejemplo simultáneo de controly' permisividad.

En el centro del juego democrático

Es fácil caer en la búsqueda de raíces a este texto qu e trans­forma extraordinariamente la paradoja en verdad y qu e sefunde tan fácilmente en la aceleración de los modos y la de­sestabilización. Los textos de Norbert Elias, al revelar unauge de lo íntimo en las sociedades occidentales," podríanservir aquí de referencia lejana : la autolimitación a ume ntacon la multiplicación de los papeles, la " interiorización " , la"psicologización" profundizándose con el pro ceso de civili­zación y el control de los instintos. Pero la inte rpr etación deElias sigue siendo demasiado ajena al fenómeno de consu moy la autolimitación no siempre traduce la incitación de nece­sidades, ampliamente avivada por los mercados y los pro­ductos. Los textos de D. Bell, al subrayar las " contradiccio­nes culturales del capitalismo",7 sin duda son una referen ciamás directa : el sistema de producción fundado en el asceti s­mo y el autoritarismo, el sistema de oferta fundado en el he­donismo y la permisividad. Bell es uno de los primeros enanalizar las consecuencias psicológicas de lo que él llama el" consumo masivo ". Pero parece complacerse con la "cr~­

sis ". No ve más que conmoción y tensión ahí donde dorni­nan la apatía y la frivolidad. No \'e más que placeres irr iso­rios ahí donde se extiende una empresa nueva y real del suj e­to. La lógica hedonista privilegia " las bajas incl inacion esmás que las nobles ",8mientras que es el espacio del suj e~o ,

con su sistema de alertas , sus dinamizaciones, lo que se dis­tiende y desplaza.

Más profundamente, las referencias pertenecen al pa sa­do: concuerdan con las corrientes que reactualizan el pen sa­miento político del siglo XIX9 -Tocqueville, por ejempl? ,con su descripción de individuos aislados, sin ataduras, sin

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Notu

l. Véase sobre todo el reciente libro d Loui Dumonl , ¡';" au sur Tmdu ndua­lisme París Seuil, colección " 'pril ", 19 3.

2. ' ~l. G~1I0 , La';OlSllrru alllantt. PolI,",,_~/,nJIl'lJua /lJmt, París , Fayard ,

1984. P .3. d. Lipovetsky, 1. '(T( du~J,. EJ.a, .u, 1·/IIJIl'lJua/lJmt. on'nnpo~am~ aris,

Gallimard , N RF , 1983. Esta obra erA cil da , en las nolas que ssguen, conlas siglas: EV. .

4. e. Lasch , 1,,1 (om"'u , J, Xarrisu: la 1ID~lIt ItTlJ, IJlI'II am/ruam" París,Laffont , 19111 (primera edició n, • 'ueva ~ork , 1979). •

5. J. Cheseneaux. IJi la maJtrfllll, Pa~ , Maspero, 19113, p. 1:12. .6. N. Ellas, La onluauon¿tS "'«IItI, Pan s, Calmann-Uvy, 1973 (primera

edición alemana 1939). .7. D. sen, U Sfo"l,adul,ollS 11""lItsJu (a/'ilalism" P~ris , P F•.1979 (p~.

mera edición, Nueva York. 1976). Hay traducción e panola en Alianza Uni­vers idad : Las fO IIITadU" OIlIJ (/Illu,alts Jtl ( 'lalismo.

!l. D. Bell, p. 130. . r9. er. entre ot ros, el anlculo de M. Gauchet , " Les droi tes de hornme

ne sont pas une polilique " , .L.t Dl 1,. '~ . 3:,19 ,y el.ar:'t1culo de Ph. Ray­naud, " Destin de ['idéologie républica ine , Espnl, diciembre de 19113.