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Año 11, No. 2, 2015
Publicación académica sin fines de lucro, gratuita y de libre distribución.
Obsolescencia programada:Historia de una mala idea
Los depredadores que viven en nuestras casas:Gatos y perros, las dos caras de una moneda
Esponjas marinas:Un potencial farmacológico
¿Si fueras oso,serías pardo?
La riqueza y diversidad herpetofaunística en ambientes antropizados: El caso de especies
dentro de la ciudad de Pachuca y sus alrededores
¡Ahí viene el coco… con limón!:El efecto de estos cultivos sobre
la diversidad de lagartijas
La conservación ex situ de especies vegetales
ÍndiceEditorial
Obsolescencia programada:Historia de una mala idea
Los depredadores que viven en nuestras casas:Gatos y perros, las dos caras de una moneda
Esponjas marinas:Un potencial farmacológico
¿Si fueras oso,serías pardo?
La riqueza y diversidad herpetofaunística en ambientes antropizados: El caso de especies
dentro de la ciudad de Pachuca y sus alrededores
¡Ahí viene el coco… con limón!:El efecto de estos cultivos sobre
la diversidad de lagartijas
La conservación ex situ deespecies vegetales
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Año 11, No. 2, 2015
DIRECTORIOEDITOR
Ulises Iturbe Acosta
EDITORES ASOCIADOS DE ESTE NÚMERO
Gerardo Sánchez Rojas
Julián Bueno Villegas
COMITÉ EDITORIAL
Consuelo Cuevas Cardona
Jesús Martín Castillo Cerón
Gerardo Sánchez Rojas
Katia A. González Rodríguez
Julián Bueno Villegas
Gabriela A. Vázquez Rodríguez
CORRECCIÓN DE ESTILO Y
ORTOTIPOGRÁFICA DE ESTE NÚMERO
Consuelo Cuevas Cardona
DIAGRAMACIÓN Y DISEÑO
Eddier Montiel
RESPONSABLE DE DIFUSIÓN EN MEDIOS
Gerardo Sánchez Rojas
ISSN 1870-6371
Las opiniones vertidas en esta revista son responsabilidad del autor y no reflejan el punto de vista del comité editorial, ni representan la perspectiva oficial de la UAEH. Los trabajos se publican en el marco de la tolerancia a los distintos puntos de vista y la pluralidad de ideas.
Los trabajos publicados en este número no atentan contra la equidad de género, ni coartan la libertad de culto o pretenden cambiar la orientación política o sexual de los lectores.
Publicación académica sin fines de lucro, gratuita y de libre distribución.
Prohibida la reproducción total o parcial sin permiso por escrito del editor.
Hoy la información se produce tan rápido y en cantidades tan
grandes que impide que podamos manejarla toda, dosificarla
y sobre todo distinguir fácilmente entre la que conviene o no
dejar entrar en nuestros hogares, a través de los dispositivos
electrónicos, para después procesar en nuestras mentes. Un
mar de información se presenta ante nuestros ojos y oídos,
que hace que parezcamos más bien náufragos en balsas a
la deriva, que capitanes guiando con confianza el timón de
nuestro poderoso navío del aprendizaje. Si, además, desme-
nuzamos cuánta de esta información es científica veríamos
que la que nos llega está fragmentada y es escasa; si acaso,
vendría en forma de pequeños témpanos de hielo que raras
veces se nos cruzarían en el vaivén de las olas.
En México, los gobiernos federal y estatales tienen una in-
mensa cobertura educativa a través de la Secretaría de Edu-
cación Pública, que atiende al gran segmento de población
de 3 a 18 años de edad. La SEP regula los libros de texto para
que cumplan con los saberes y la calidad declarados en los
programas académicos. Además, refuerza su red de biblio-
tecas populares y elabora materiales digitales de apoyo al
aprendizaje. Sin embargo, fuera del contexto escolar o aun
de los periodos escolares, hay un vacío grande en la cali-
dad de la información disponible. Si se vive fuera del sistema
educativo, el acceso a la información científica y sus bene-
ficios, tal como darnos la posibilidad de tomar decisiones
confiables ante situaciones complejas, son muy limitados.
Aunque hay excepciones, las empresas de comunicación
comerciales dedican poco espacio a divulgar información
científica, especialmente en TV. En radio hay más alterna-
tivas, pero no deja de ser más que en pocos espacios. Hay
excelentes revistas de divulgación de la ciencia, de distribu-
ción nacional o internacional, pero al ser impresas no llegan
a muchos lectores potenciales que podrían tener interés,
sobre todo entre los jóvenes estudiantes. Pero también hay
revistas de amplio alcance cuyo contenido no es muy ape-
gado a la verdad y a los hechos y causan confusión entre
quienes las leen.
Si se quiere contribuir a desarrollar la sociedad del conoci-
miento, una verdadera sociedad crítica y analítica, se requie-
re llevar a cabo esfuerzos conjuntos por parte de todos los
actores sociales para darle sentido y certidumbre al flujo de
información de buena calidad que llega hasta nosotros, hasta
nuestros jóvenes. Así, en Herreriana queremos seguir traba-
jando para ocupar esos espacios libres de la información, para
llenar esos huecos. Quizás en lugar de ser otro témpano, po-
dríamos llegar a ser una superficie más firme y estable, como
una isla, sobre la cual los lectores digitales decidan detenerse
a descansar y aprender un poco más de ciencia.
Pero no lo haremos solos. No podríamos. Es importante
que entre los lectores, quienes sean profesores de cualquier
nivel educativo, profesionistas y expertos, también hagan
aportaciones para que esta iniciativa siga creciendo. Espe-
ramos contar con su valiosa participación escrita y con su
apoyo en la distribución de Herreriana, para que llegue a
muchas personas en todo el mundo.
Editor ia l
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· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE HIDALGO
Mtro. Humberto Augusto Veras GodoyRector
Mtro. Adolfo Pontigo LoyolaSecretario General
Dr. José Luis Antón de la ConchaCoordinador de la División de
Investigación y Posgrado
Lic. Jorge Augusto del Castillo TovarCoordinador de la División de
Extensión de la Cultura
Lic. Alfredo Dávalos MorenoDirector General de Comunicación Social y
Relaciones Públicas
Dr. Orlando Ávila PozosDirector del Instituto de Ciencias Básicas
e Ingeniería
Mtro. Carlos Domínguez GonzálezSecretario del Instituto de Ciencias Básicas
e Ingeniería
Dra. Consuelo Cuevas CardonaJefa del Área Académica de Biología
Guía para colaborar en Herreriana, revista de divulgación de la ciencia:
1. Las colaboraciones a entregar pueden ser de varios tipos:
a). Artículos informativos sobre cualquier área de la ciencia o de la metaciencia
(filosofía de la ciencia, historia de la ciencia, sociología de la ciencia y política
científica, entre otras).
b). Narraciones sobre experiencias propias. Por ejemplo, anécdotas sobre lo
ocurrido durante algún trabajo de campo, sobre cómo surgió el interés por la
ciencia o cómo se eligió algún tema de estudio.
c). Refexiones en torno al quehacer científico.
d). Entrevistas o pláticas sostenidas con científicos.
e). Entrevistas con estudiantes o investigadores.
f). Reportes de sucesos o eventos ocurridos en los centros de trabajo.
g). Cuentos que ayuden al lector a saber más acerca de algún fenómeno científico
o recreaciones biográficas.
2. El tamaño del escrito deberá ser menor a 10 cuartillas en doble espacio, en texto corrido (sin
justificar), letra Times New Roman, 12 puntos.
3. Los textos deberán estar redactados en un lenguaje que pueda ser entendido por la población
en general, sin palabras técnicas. Se sugiere echar mano de toda la imaginación y creatividad
literaria posibles. No incluir más de cinco referencias bibliográficas.
4. Los dibujos, gráficas y fotografías deberán remitirse en archivos por separado en formato
RAW o JPG (300 dips).
5. Los pies de figura de las ilustraciones se mandarán al final del texto y en orden correspondiente.
6. Los textos enviados sin las características arriba mencionadas no serán dictaminados, ni publicados.
7. Las colaboraciones deberán enviarse al correo: herreriana@uaeh.edu.mx
Colabora enHerreriana
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Gabriela A. Vázquez Rodríguez
Profesora investigadora del Centro de Investigaciones Químicas
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo
gvazquez@uaeh.edu.mx
Obsolescencia programada:
historia de una mala idea
Desde hace algunos años, los aparatos
electrónicos viejos o inservibles se acu-
mulan sin cesar, olvidados en nuestras
casas o masivamente en los basureros
municipales. Se trata de la basura elec-
trónica, que incluye todos los dispositivos
provistos de baterías, cables eléctricos o
circuitos impresos que ya no usamos y de
los que pretendemos deshacernos. Sola-
mente entre 2007 y 2012 se desecharon
más de mil millones de computadoras en
el mundo, y posiblemente el número de
teléfonos celulares, tabletas y otros gad-
gets electrónicos que siguieron el mismo
camino sea mayor (Li et al., 2015).
El volumen que se va acumulando de ba-
sura electrónica es abrumador, al igual
que la velocidad a la que esto ocurre. De
hecho, se estima que entre 2014 y 2017
su volumen total habrá crecido 33 por
ciento (UNU, 2013). El aumento expo-
nencial de la cantidad de estos residuos
se debe, entre otros factores, a que los
productos electrónicos se vuelven obso-
letos en poco tiempo. En 1997 la vida útil
de un procesador central era de 4.5 años;
hacia 2005 ya había disminuido a 2 años
y esta tendencia continúa (Robinson,
2009). La corta vida útil no es una ca-
racterística exclusiva de los bienes elec-
trónicos; también caracteriza al software,
la vestimenta, el calzado, los muebles…
Annie Leonard, creadora del video The
Story of Stuff (https://www.youtube.
com/watch?v=9GorqroigqM) y quien me
inspiró para escribir esto, señala que en
Estados Unidos la cantidad de productos
que siguen en uso después de seis meses
de haber sido adquiridos no supera el uno
por ciento (Leonard, 2010).
Quizás te sorprenda saber que esta vo-
rágine de “cómprese, tírese y vuélvase a
comprar” no es la consecuencia obligada
del ritmo de los avances tecnológicos: es
deliberada. En efecto, la obsolescencia
programada es una práctica industrial
que reduce intencionalmente la vida útil
de los productos; ocurre cuando estos
se diseñan para que dejen de funcionar
pronto (o, al menos, antes de lo que espe-
ra el consumidor) o para que luzcan pasa-
dos de moda al lado de nuevas versiones.
En este artículo le seguiremos la pista al
origen de la obsolescencia programada
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Obsolescencia programada:
historia de una mala idea
y a las actitudes que la sociedad
ha tenido frente a ella. Asimismo,
revisaremos algunos enfoques al-
ternativos a esta (mala) idea.
Un poco de historia
El nacimiento de la obsolescencia
programada se confunde con los
inicios de la producción en serie.
A principios del siglo XX, la tec-
nología había hecho salir de las
fábricas, con una rapidez nunca
antes vista, desde fruta empa-
cada hasta automóviles. Si en
1913 la fabricación de un chasis
requería 12.5 horas de trabajo,
el año siguiente la misma tarea
solo necesitaba 1.5 horas (Leo-
nard, 2010). Los líderes políticos
y económicos de los Estados Uni-
dos decidieron que esta nueva
eficiencia se mantuviera durante
las mismas horas laborales que
antes, lo que forzosamente im-
plicó una mayor producción.
Una vez que se consiguió aumen-
tar radicalmente la cantidad de
productos, surgió la necesidad
de crear toda una clase social dis-
puesta a comprarlos. Henry Ford
dio el primer paso y en 1914 du-
plicó el sueldo de sus trabajado-
res para que estos engrosaran su
cartera de clientes. Sin embargo,
son las estrategias de mercadeo
que General Motors emprendió
en 1923 las que se consideran un
antecedente directo de la obso-
lescencia programada. Charles
Kettering, a cargo de la división
de investigación de la empresa
(cuya función fue definida por él
mismo como “la creación organi-
zada de insatisfacción”; Harmer,
2005), imaginó que las ventas se
debieran a pequeños cambios en
la apariencia de las unidades y no
forzosamente a modificaciones
tecnológicas sustanciales. Con
esta misma premisa, en 1927 Ge-
neral Motors adoptó el cambio
de modelo anual, que persiste
en nuestros días. A partir de ese
momento la gente no esperaría a
que sus pertenencias se dañaran
sin remedio para sustituirlas, y
compraría productos nuevos sin
necesitarlos. Henry Ford esta-
ba muy apegado a su modelo T
(que se mantuvo prácticamente
sin cambios entre 1908 y 1927 y
del cual se vendieron más de 16
millones de unidades) y se opuso
tenazmente a construir automó-
viles que no fueran concebidos
para durar. En 1922 aseguraba
que: “No podemos imaginar cómo
servir al consumidor a menos que
hagamos para él algo que, en la
medida que nuestras posibilida-
des, dure para siempre… Quere-
mos que el hombre que compre
uno de nuestros automóviles nun-
ca tenga que comprar otro” (cita-
do en Slade, 2009). No obstante,
cedió ante la idea del cambio de
modelo anual para hacer frente
a la creciente competencia que
General Motors representaba.
Rápidamente, la obsolescencia
programada invadió otras ramas
de la industria. Cuando Thomas
Edison comercializó sus primeros
focos incandescentes, en 1881,
estos tenían una vida útil de al-
rededor de 1500 horas. Años
después, se fabricaban focos más
duraderos. Uno de ellos se en-
cuentra en la estación de bombe-
ros de Livermore, en California,
y emite luz desde junio de 1901.
Este foco ya es una leyenda; en
junio de 2015, los orgullosos
bomberos de la estación feste-
jaron su primer millón de horas
de funcionamiento con una gran
fiesta. Puedes verlo funcionando
en http://www.centennialbulb.org/
index.htm gracias a una web cam
que no le pierde el rastro (de he-
cho, desde que se le puede ver en
línea, se han descompuesto dos
de las cámaras que lo filmaban).
Contra el buen desempeño de
este tipo de focos arremetió el
“cártel de Phoebus”, nombre con
el que se conoce la asociación
que secretamente formaron Ge-
neral Electric, Osram y Philips en
1924 para controlar y aumentar
la producción mundial de focos
eléctricos (Krajewski, 2014). Es-
tas compañías pretendían que la
gente los renovara con frecuen-
cia, lo cual no ocurriría si los fo-
cos fabricados fueran eficientes.
Para lograr su objetivo, disminu-
yeron intencionalmente la vida
útil de todos los focos que pro-
ducían, que en 1924 era en pro-
medio de 2500 horas. Además,
el cártel presionó por 20 años a
sus competidores para que pro-
dujeran focos frágiles con una
duración máxima de 1000 horas;
cualquier empresa que produ-
jera productos con una mayor
vida útil estaba sujeta a multas.
Aunque tan infausta asociación
se desmanteló a raíz de la Se-
gunda Guerra Mundial, los focos
incandescentes modernos siguen
teniendo la misma duración que
“I am pessimist about probabilities; I am an optimist about possibilities”Lewis Mumford (1895-1990)
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impuso el cártel. En la actualidad, los focos
fluorescentes compactos tienen una vida útil
de alrededor de 10,000 horas, mientras que
los focos LED pueden durar hasta 50,000
(Krajewski, 2014).
De regreso en nuestra historia, luego de la
quiebra de Wall Street en el año 1929, nu-
merosas compañías empezaron a abrazar la
idea de diseñar productos que pudieran ser
reemplazados rápidamente. Los primeros pro-
fesionales del diseño industrial fueron los en-
cargados de esta misión, que se consideraba
parte del objetivo patriótico de desarrollar una
cultura de consumo que sacara a los Estados
Unidos de la depresión económica (Harmer,
2005). La primera referencia escrita a la obso-
lescencia programada es un panfleto de 1932
firmado por un agente inmobiliario llamado
Bernard London, en el que explicaba cómo
esta práctica podría acabar con la crisis. El plan
de London se basaba en la creación de un ins-
tituto gubernamental que impusiera fechas de
caducidad a los productos y que se encargara
de trocar aquellos que ya debieran ser reem-
plazados por otros nuevos (Leonard, 2010).
En la década de 1950 la economía norteame-
ricana volvió a ralentizarse, y la solución que
se propuso fue que la mayor diversidad posi-
ble de productos, además de los automóviles
y los focos, se diseñaran con una corta vida
útil. En 1954 el diseñador industrial Brooks
Stevens, en una conferencia de publicidad,
hizo popular el término al definir la obsoles-
cencia programada como “infundir en el com-
prador el deseo de poseer algo un poco más
nuevo, un poco mejor y un poco antes de que
sea necesario” (citado en Slade, 2009). Ste-
vens fue uno de los principales defensores de
este concepto y de su práctica.
Era pues necesario crear una necesidad apre-
miante por productos y una enorme base
de consumidores ávidos; solo faltaba alinear
estos objetivos con estrategias decididas de
mercadeo. Es muy conocida la súplica del
consultor de publicidad Victor Lebow, quien
en 1955 escribió: “Nuestra economía enorme-
mente productiva […] exige que hagamos del
consumo nuestra forma de vida, que convirta-
mos en rituales la compra y el uso de bienes,
que busquemos nuestra satisfacción espiritual,
la satisfacción de nuestro ego, en el consumo
[…] necesitamos que las cosas se consuman, se
gasten, se reemplacen y se descarten a un rit-
mo de aceleración continua” (citado en Leo-
nard, 2010).
Una derivación directa de este paradigma
fue que algunos bienes empezaron a dise-
ñarse, no para que la obsolescencia llegara
pronto, sino inmediatamente después de su
compra. Los primeros productos desecha-
bles se originaron en el siglo XIX y se trataba
de artículos de producción limitada, como
cuellos de camisa y preservativos a base de
papel e intestinos de oveja, respectivamente
(Slade, 2009). Sin embargo, una vez que se
dispuso de abundantes subproductos de la
refinación del petróleo, como el etileno, se
les utilizó para la fabricación masiva de plás-
ticos y a partir de ellos la parafernalia de ar-
tículos desechables que conocemos: bolsas,
cubertería, pañales, envases… En 1955, un
artículo de la revista Life (Figura 1) titula-
do “Throwaway living” (“Vida desechable”)
celebraba que existieran tantas cosas que
pudieran desecharse con facilidad: “Los artí-
culos que vuelan en esta fotografía necesita-
rían 40 horas de limpieza –salvo que ninguna
ama de casa necesita molestarse en hacerlo”.
La despreocupación por limpiar todo lo que
acababa de usarse era señal de modernidad
y progreso. Hoy somos quizás menos inge-
nuos, pero seguimos consumiendo voraz-
mente artículos como estos; la mitad de la
producción mundial de plásticos (300 mi-
llones de toneladas en 2013) se destina a
fabricar productos que solo se usan una vez
(Hopewell et al., 2009) .
Y no a todos les gustaba la idea
En medio de la autocomplacencia rampante
de la industria, Stuart Chase fue uno de los
primeros detractores de la producción exa-
cerbada de bienes innecesarios. En su libro
The tragedy of waste (1925), este ingeniero
del MIT hizo una crítica de la obsolescencia
programada, la publicidad engañosa y el con-
sumismo que luego caracterizarían al siglo
XX. Para Chase, los residuos eran un sinóni-
mo de ineficiencia y de cuánto había fallado la
sociedad en usar el conocimiento para satis-
facer las necesidades de la población. Aunque
visionarias, o quizás por eso, las críticas de
Stuart Chase no tuvieron mucho eco, al igual
que las realizadas posteriormente por Lewis
Mumford. Este historiador de la tecnología
también denunció desde 1934 las prácticas
destinadas a fomentar el reemplazo de los
productos en detrimento de la perfección
técnica, la durabilidad y en general de la satis-
facción humana.
Figura 1. “Vida desechable”, artículo aparecido en la revista Life el 1º agosto de 1955 [en línea].Disponible en: http://makewealthhistory.org/2012/12/18/the-changing-culture-of-disposability/
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· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
Sin embargo, el “matrimonio” tan bien avenido
entre el diseño industrial y la obsolescencia de
los bienes de consumo no empezó a escrutarse
públicamente sino hasta finales de la década de
1950 (Harmer, 2005). Vance Packard, perio-
dista y escritor, tuvo el mérito de popularizar
entre la sociedad estadounidense los proble-
mas éticos de la publicidad y la obsolescencia
programada. Sus libros The Hidden Persuaders
y The Waste Makers, publicados inicialmente
entre 1957 y 1960, fueron grandes éxitos de
venta que suscitaron debates públicos acerca
de la publicidad subliminal, el consumismo, la
producción de residuos y la desconexión social
entre los individuos, en una época de prospe-
ridad económica en la que las consideraciones
ambientales no eran comunes aún. En The
Waste Makers, Packard (2011) distingue tres
tipos de obsolescencia:
• Obsolescencia de función. Un producto se
vuelve obsoleto cuando otro con la misma fun-
ción la realiza de mejor manera (otros autores
la llaman “obsolescencia tecnológica”).
• Obsolescencia de calidad. Un producto se
rompe o se desgasta en un momento deter-
minado, por lo general no muy distante del
momento de su compra.
• Obsolescencia de atractivo o psicológica. Un
producto que aún puede usarse en términos
de calidad o funcionamiento se vuelve anti-
cuado porque algunos cambios en su aparien-
cia lo hacen menos deseable a nuestros ojos
(hay quienes la denominan “obsolescencia
percibida”).
Mientras los libros de Packard se agotaban en
los estantes, los compradores norteamerica-
nos se entusiasmaban con un nuevo automó-
vil importado, pequeño, barato y robusto: la
antítesis de lo que se producía en Detroit. El
éxito del momento era el automóvil menos
pretencioso de todos, el Beetle, que en 1957
se vendía tras una espera promedio de seis
meses y prácticamente sin publicidad. Cuan-
do Volkswagen se instaló en los Estados Uni-
dos, en 1958, contrató a la creativa agencia
publicitaria DDB, cuyos ejecutivos decidieron
que la inusual popularidad del Beetle se debía
a una reacción natural ante los excesos de las
compañías líderes. DDB ideó entonces una de
las mejores y más eficaces campañas de pu-
blicidad que han existido (Slade, 2009), des-
tinada a fomentar la compra de su producto
como una expresión de rechazo al consumis-
mo y a la obsolescencia intencional. Así, en un
anuncio de 1963, Volkswagen presume de no
hacer cambios triviales en el Beetle (ver Figu-
ra 2A); en otro, de 1968, hace gala de sentido
común y promueve las compras sensatas en-
tre la clase media con el provocador eslogan
“Live below your means” (“Vive por debajo de
tus recursos”, ver Figura 2B).
En 1965, Theodore Levitt, exejecutivo de la
industria petrolera y economista, publicó su
famoso ensayo Exploit the Product Life Cycle,
en el que acuñó el término “ciclo de vida” e
hizo una analogía entre la extinción darwi-
niana y la obsolescencia de los bienes (Slade,
2009). Según Levitt, cada producto pasa por
cuatro fases que culminan con su obsoles-
cencia, o extinción. Este ensayo hizo que los
Figura 2.
A) “La teoría de la evolución
de Volkswagen” (1963).
B) “Vive por debajo de tus
recursos” (1968).
6
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
Figura 3. Imagen promocional de la exposición
“Diseño para el otro 90%” (2007). Cooper Hewitt, Smithsonian Design Museum.
fabricantes se percataran de que todos los
productos, inevitablemente, se vuelven obso-
letos, e hizo surgir los estudios que ahora co-
nocemos como análisis de ciclo de vida. Estos
estudios se basan en el enfoque “de la cuna a
la tumba” (cradle-to-grave), que reconoce que
manufacturar o producir algo siempre está
asociado a una cierta producción de residuos o
a un determinado consumo de energía, y que
evaluarlos equivale a determinar su impacto
ambiental. El primero de estos estudios fue
realizado en 1969 por Harry Teasley, en ese
momento vicepresidente de Coca Cola, quien
comparó los gastos energéticos que resultan
de la manufactura de botellas de vidrio y de
envases de plástico.
El diseñador Victor Papanek fue un crítico se-
vero de la adicción a las cosas que percibía en
el pueblo norteamericano, pero más aún de sus
colegas, a quienes reclamaba su falta de ética:
“Existen algunas profesiones más peligrosas que
el diseño industrial, pero solo unas cuantas” (ci-
tado en Rawsthorn, 2011). En su libro Design
for the Real World (1971), Papanek acusó que
“al crear nuevas formas de basura persistente
que atiborra el paisaje, y al seleccionar materia-
les y procesos que contaminan el aire que respi-
ramos, los diseñadores se han convertido en una
raza peligrosa”. Para Papanek, el diseño debía
ser innovador, creativo y responsable respecto
a las verdaderas necesidades humanas, y por lo
tanto se le considera pionero del diseño indus-
trial sustentable (Harmer, 2005).
Más allá de la obsolescencia
El consumismo como modo de vida, la publi-
cidad exacerbada y el menosprecio por los re-
cursos naturales siguen estando presentes en el
siglo XXI, quizás más que nunca. Sin embargo,
hoy podemos encontrar numerosos ejemplos
de que los diseñadores industriales han incor-
porado nuevos elementos a su labor. Ahí está el
Diseño Socialmente Responsable, resultado del
activismo de Victor Papanek, que aboga por sa-
tisfacer necesidades reales de la sociedad, más
que crear nuevas. La firma Project H Design
(http://www.projecthdesign.org/) y el pro-
yecto Design Other 90 Network (http://www.
designother90.org/; ver Figura 3) son ejemplos
precisos de cómo el diseño puede resolver pro-
blemas prioritarios para la gente, como el abas-
tecimiento de agua o la planeación urbana, y no
limitarse a obedecer ciegamente los caprichos
de las corporaciones.
Otra vertiente actual del diseño es el enfoque
“de la cuna a la cuna” (cradle-to-cradle), pro-
puesto por el arquitecto William McDonough
y el químico Michael Braungart. Ellos creen
que los productos no deberían concebirse para
desecharse (según el enfoque “de la cuna a la
tumba”) sino reusarse y reciclarse indefinida-
mente, y crearon un método para diseñar pro-
ductos con un impacto ambiental mínimo. Este
método se basa en los siguientes principios:
• Los productos deben diseñarse para que des-
pués de su primer uso puedan reusarse por
completo.
• Los procesos no deben emplear ni liberar sus-
tancias tóxicas; el uso del producto, tampoco.
• El diseño debe considerar, al mismo nivel, la
economía, la ecología y la igualdad entre las
personas.
• Solo pueden emplearse fuentes de ener-
gía renovables.
• La diversidad biológica y cultural debe respe-
tarse.
• La calidad de las reservas de agua debe prote-
gerse y mantenerse.
• El proceso de producción debe ser socialmen-
te responsable y favorecer a la localidad.
Aunque estos principios parezcan utópicos,
existen numerosos productos que se fabrica-
ron cumpliéndolos, desde sillas y detergentes
hasta edificios. Incluso, en 2003, Ford propuso
un prototipo de vehículo “de la cuna a la cuna”
(el modelo U, que funciona con hidrógeno y
está elaborado con materiales reciclables). En
el futuro próximo deberíamos ver en el merca-
do muchos más bienes diseñados con este nue-
vo enfoque, y quizás a un precio accesible para
un sector más numeroso de la población.
Sin embargo, los problemas que hemos analiza-
do en este artículo necesitan una solución radi-
cal, que tiene que ver con un cambio profundo
en nosotros. Al confundir la calidad de vida con
el consumismo, nos hemos vuelto adictos a ob-
jetos innecesarios que colman nuestros carritos
de supermercado, a veces más allá de nuestras
posibilidades económicas reales. Creemos ad-
quirir felicidad a través de las cosas que compra-
mos, y en ellas invertimos una enorme cantidad
de tiempo y recursos que podríamos emplear
en experiencias personales verdaderamente
enriquecedoras, como viajar, conocer gente o
aprender un arte. De curar nuestra adicción a las
cosas materiales dependerá que el problema que
representa su descarga al ambiente se resuelva.
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· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
Figura 3. Imagen promocional de la exposición
“Diseño para el otro 90%” (2007). Cooper Hewitt, Smithsonian Design Museum.
Referencias
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planned obsolescence from the 1930’s to the present
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mayo, Edmonton, Canadá, pp. 257-260.
Hopewell, J., Dvorak, R., Kosior, E. 2009. Plastics re-
cycling: challenges and opportunities. Philosophical
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· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
Perros y gatos acompañan a las sociedades
humanas desde hace milenios; primero los
perros hace 15,000 años y después los gatos
hace 4,000, ambas especies se fueron aso-
ciando en una relación tipo comensal con los
humanos. La domesticación de ambos se ci-
mentó como un legado de la revolución del
Neolítico, que es la primera transformación
radical de la forma de vida de la humanidad,
cuando pasó de ser nómada a sedentaria y
cambió de una economía recolectora (caza,
pesca y recolección) a productora (agricultu-
ra y ganadería).
Pero a diferencia de las especies domestica-
das para ser una fuente de alimento estable
para el hombre, como el ganado bovino, ovi-
no y caprino, el perro y el gato no eran anima-
les para consumo (a pesar de que en algunas
regiones se ha comido su carne, ya sea por
razones culturales o porque se atraviesa por
tiempos difíciles, como guerras o catástrofes
naturales).
La domesticación del lobo se produjo en el
Período Glacial tardío, hace aproximadamen-
te 14,000 años. Aparentemente individuos
con temperamento tranquilo comenzaron
a alimentarse de desperdicios de los grupos
humanos, acostumbrándose a la presencia
del hombre, siguiéndolo en sus migraciones
y participando en sus cacerías, lo que tra-
jo un beneficio para ambos (Driscoll et al.,
2009). Sin embargo, el perro doméstico
tiene diversos orígenes, ya sea que proviene
de una población en particular de lobos, o
de múltiples poblaciones en diferentes eta-
pas de tiempo. Además, se considera su do-
mesticación como la pauta entre el hombre
cazador-recolector y los inicios de la agri-
cultura. Muy probablemente el ser humano
viajó junto con perros durante su trayectoria
como cazador-recolector por el continente
americano, algunas poblaciones quedaron
aisladas y con ello se fueron creando líneas
genéticas independientes del resto (Valdez
y Mendoza, 2005). En el proceso se selec-
cionaron características que distinguen a
muchas de las razas presentes hoy en día, lo
que produjo una diversidad de cerca de 400
razas de perros modernos.
En el caso de los gatos (Felis silvestris catus)
es posible que, cuando se empezaron a al-
macenar granos en cantidades importantes
y proliferaron las pestes de roedores, tener
un controlador resultara en un buen negocio
para ambas especies. Los gatos tienen un ori-
gen geográfico aún incierto, aunque se sabe
que todos provienen del gato silvestre (Felis
silvestris). Sin embargo, hay al menos tres cla-
dos en su linaje que suponen tres líneas ma-
ternas en las poblaciones modernas de gatos:
una de China, otra de la región del Creciente
Fértil (Levante Mediterráneo, Mesopotamia
y Persia) y otra de Europa. De hecho, algu-
nos autores proponen que los gatos no se han
domesticado por completo y que más bien
procesos de selección natural han permitido
tener poblaciones tolerantes a los seres hu-
manos (Driscoll et al., 2007).
Independientemente de su origen, ambas
especies tenían una relación importante con
muchas actividades de las diferentes comu-
nidades humanas, tanto como animales de
trabajo, como animales con un significado
sagrado o incluso como compañía. De hecho,
la enorme cantidad de razas actuales refleja
en alguna medida la especialización y los gus-
tos de los diferentes grupos humanos; como
ejemplo podemos mencionar a la raza de pe-
rros loberos irlandeses, que miden a la cruz
más de 81 cm, pues los celtas irlandeses ya
en el año 395 los usaban para la caza de lobos
y otras especies; o el pekinés, que es un perro
pequeño de no más de 20 cm a la cruz y que
fue criado como perro de compañía desde
hace 4,000 años en la corte de los emperado-
res de China. Lo mismo pasa con las razas de
gatos, aunque en ellos las modificaciones cor-
porales no fueron tan distintas entre sí, pues
como se mencionó, aparentemente los gatos
Gerardo Sánchez Rojas, Jaime M. Calderón-Patrón y Dante A. Hernández Silva
Laboratorio de Conservación Biológica, Centro de Investigaciones Biológicas, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo
DEPREDADORESEN NUESTRAS CASAS:Los QUE VIVEN
Gatos y perros, las dos caras de una moneda
9
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
aún no se han terminado de domesticar.
A pesar del tiempo en que gatos y perros han convivido con no-
sotros, no dejan de ser especies invasoras, pues al ser reintrodu-
cidos en un hábitat natural se convierten en depredadores efi-
cientes y se aprovechan de animales pequeños y grandes, incluso
del ganado doméstico (Green y Gipson, 1994). Las dos especies
tienen una elevada tasa reproductiva; en el caso de los perros hay
hasta dos partos por año y un tamaño de camada de tres a diez
crías. En el caso de los gatos pueden tener de dos a cuatro cama-
das por año y un promedio de cuatro crías por camada, por lo que
su tasa reproductiva también es alta.
En México se ha documentado que los perros son una amena-
za para la conservación de las especies endémicas en ambien-
tes insulares como la Isla Cedros, ya que la evidencia apunta a
que fueron la causa de la extinción de las poblaciones locales de
los venados buras (Odocoileus hemionus) y del conejo (Sylvila-
gus bachmani cerrosensis) que habitaban la isla (Mellink, 1992;
Cortés-Calva et al., 2013). Por otro lado, los registros del seguro
ganadero contra la depredación durante los últimos cinco años,
muestran que la mayor parte de los reclamos de este seguro son
por ataques de perros a los animales domésticos, más que por
depredadores como pumas y jaguares.
En el caso de gatos, también se ha documentado su papel como
depredadores, y se ha estimado que son los causantes directos
de la muerte de entre 1.4 a 3.7 mil millones de aves y de entre
6.9 a 20.7 mil millones de pequeños mamíferos, números que son
descomunales y preocupantes (Loss et al., 2013). Los gatos de-
predadores pueden ser ferales, domésticos y los que, a pesar de
10
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
estar asociados a los humanos, por las noches
se comportan como silvestres. En México sa-
bemos que los gatos son una especie invasora
y se ha registrado su presencia en al menos
45 islas del territorio nacional (Álvarez-Ro-
mero et al., 2008). Se les atribuye la extinción
de seis especies de aves y seis roedores, entre
ellos dos ratas endémicas (Neotoma anthon-
yi y N. martinensis). Cabe destacar que Felis
silvestris catus está considerada entre las 100
especies invasoras más importantes a nivel
mundial (http://www.issg.org).
En la actualidad no hay un cálculo exacto
sobre la densidad de gatos y perros a nivel
mundial, aunque de estos últimos se estiman
entre 700 a 1000 millones de individuos (Rit-
chie et al., 2014). Evaluaciones más locales,
por ejemplo, en la ciudad de Dhaka en la India
estiman que hay 52 perros/km2 en toda la
ciudad (Tenzin et al., 2015). Incluso en áreas
pequeñas, como en algunos campus universi-
tarios, se han hecho conteos de la abundancia
de estos animales. En el campus de la Univer-
sidad de Sao Paulo, en Brasil, que tiene una
extensión de 4.5 km2 , se han encontrado de
12.4 a 7.5 perros/km2 (Dias et al., 2013). En
la Universidad de KwaZulu-Natal’s Howard
College, en Sudáfrica, se tienen estimaciones
de que hay 23,440 gatos/km2 (Tennent y
Downs, 2008). Estas cifras nos indican que
la densidad de estos animales en el mundo se
maneja en el orden de los millones.
En México seis de cada 10 hogares (58%) tie-
nen una mascota; 84% prefieren perros, 30%
gatos, 27% aves, 12% peces, 4% tortugas, 3
roedores, 0.6% víboras o similares y 4% otras.
En lo referente a los gatos se considera una
población de 7.7 millones, cifra que junto con
la de los perros supera la cantidad de niños
menores de nueve años que hay en nuestro
país (19.7 millones). Esta cantidad es similar
a la de habitantes del estado de México y del
Distrito Federal, 14.8 y 8.8 millones, respec-
tivamente (Olivares-Alonso, 2011), lo cual
puede dar una buena idea de la magnitud del
problema.
Es evidente que hay muchos animales que
son mascotas cuidadas y queridas dentro de
las familias que los han adoptado, y que se
les atiende en todas sus necesidades, pero
desafortunadamente los animales en esa con-
dición representan una fracción muy peque-
ña (25%) de los millones de individuos que
andan sueltos y que ocasionan problemas de
salud pública, como la transmisión de la ra-
bia. Recordemos que en el 99% de los casos
de rabia en humanos, esta se transmite por
los perros, lo que lleva a 55,000 defunciones
de personas cada año (http://www.worlda-
nimalprotection.org). Otro problema grave
de salud es la mordedura misma; por ejemplo
en la ciudad de México son atendidas 18,000
personas por mordeduras de perro al año, de
las cuales 70 han requerido cirugía plástica
reconstructiva, además de que los perros sin
cuidados veterinarios son trasmisores de mu-
chas enfermedades parasitarias (Cantó et al.,
2013). En promedio un perro defeca 400 gra-
mos y orina 800 mililitros al día, produciendo
únicamente en la Ciudad de México media
tonelada de heces diarias, para sumar al año
182 toneladas (Salas, 2013).
En nuestro país el mercado de productos y
servicios para mascotas presenta una ten-
11
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
dencia a la alza, ya que cada vez es más fre-
cuente que las familias que tienen una mas-
cota recurran a los servicios de un veterina-
rio. Además, el número de parejas sin hijos
ha aumentado, de 7.7 a 8.6 por ciento entre
2000 y 2005, lo que también está impulsan-
do la proliferación de mascotas en los ho-
gares. Este dato se puede corroborar al ob-
servar que en México se producen cerca de
800,000 toneladas anuales de alimento para
mascotas, el cual sirve para sustentar a una
población de 26 millones de perros y gatos, y
la demanda de este tipo de alimento registra
incrementos anuales de 7% desde hace algu-
nos años, lo que indica que el mercado es un
negocio rentable (Rodríguez, 2013).
Reflexión final
Al parecer, en nuestro país el mercado de
mascotas y productos asociados va en au-
mento, y esto permite predecir que también
se incrementará el número de perros y gatos
callejeros con los consecuentes riesgos a la
salud que esto ocasiona y los efectos nega-
tivos sobre la biodiversidad, sobre todo de
vertebrados pequeños (como las especies
extintas por su causa) y sus hábitats.
En la actualidad existen personas y organiza-
ciones muy preocupadas por el bienestar ani-
mal que llevan a cabo una importante labor
social e incluso tienen mucho peso en la opi-
nión pública. Su labor en muchos sentidos es
muy positiva ya que hacen rescate de anima-
les que son maltratados, promueven su adop-
ción en lugar de incentivar la compra-venta
en las tiendas de mascotas y buscan generar
una cultura de respeto y cuidado para perros
y gatos. Sin embargo, estos esfuerzos son in-
suficientes ante la magnitud del problema, ya
que es imposible pensar que a los millones de
perros callejeros se les pueda adoptar y ali-
mentar. Por lo tanto, si lo que se requiere es
disminuir los tamaños poblacionales de estas
dos especies consideradas domésticas, es ne-
cesario que la adopción vaya acompañada de
otras estrategias como campañas de vacuna-
ción y esterilización, e incluso en algunos ca-
sos de controles poblacionales humanitarios,
así como de medidas legales que limiten y re-
gulen que personas no capacitadas reproduz-
can sin control estas especies depredadoras.
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· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
ESPONJAS MARINAS:UN POTENCIAL FARMACOLÓGICO
Elizabeth Vicuña Rosales * y Maritza López Herrera **
*Estudiante de la Licenciatura en Biología, UAEH
**Profesora Investigadora, Área Académica de Biología, UAEH
13
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
Las esponjas marinas son organismos pluricelulares, invertebrados
y sésiles que habitan desde los mares polares hasta los tropicales
(donde generalmente son más abundantes y diversas). Pertenecen
al phylum Porifera, que está representado por tres clases: Calcarea
(conocidas también como “esponjas calcáreas”, cuyas espículas, que
son estructuras que conforman el cuerpo de la mayoría de las espon-
jas, son de carbonato de calcio), Hexactinellida (llamadas también
“esponjas vítreas”, que presentan espículas constituidas básicamente
de sílice) y Demospongiae (nombradas ”demosponjas”, tienen espí-
culas de sílice que pueden estar acompañadas o ser sustituidas por
fibras de espongina); esta última es la de mayor abundancia. Los or-
ganismos pertenecientes al phylum carecen de verdaderas capas em-
brionarias y no presentan tejidos; las células que los conforman son
totipotentes, es decir, con capacidad de cambiar de forma y función
(Brusca y Brusca, 2005).
Las esponjas marinas han desarrollado un sistema de defensa que in-
cluye sustancias químicas conocidas como “metabolitos secundarios”,
que les proporcionan protección contra los microorganismos y algu-
nos depredadores. Por esta razón en los últimos años han sido objeto
de estudios de tipo científico que buscan descubrir compuestos que
presenten propiedades antimicrobianas, antivirales y anticanceríge-
nas, entre otras (Gómez-Archila et al., 2014).
Pero… ¿qué son los metabolitos secundarios?
La mayoría de las células de los seres vivos sintetizan sustancias comple-
jas a partir de otras de estructura más simple; al conjunto de todas estas
reacciones químicas se le conoce como metabolismo. A los productos
generados por ese proceso se les denomina metabolitos primarios,
como aminoácidos, azúcares y lípidos, y son necesarios para el óptimo
funcionamiento de todas las células. Por otra parte, existen metabolitos
secundarios que son compuestos que no son necesarios para funciones
como la respiración, la asimilación de nutrientes o la fotosíntesis en el
caso de las plantas (Ávalos y Pérez-Urria, 2009). Algunos autores como
Sepúlveda et al. (2003) y García (2004) mencionan que la función de
los metabolitos secundarios es la defensa o protección, mientras que
en otras ocasiones actúan como antimicrobianos en contra de algún
tipo de microrganismo patógeno o como ayuda en la cicatrización de
heridas por herbivoría, en el caso de las plantas.
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· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
Figura 1.
Ejemplos de esponjas con
capacidad antibacteriana.
A. Suberites domuncula,
B. Cinachyrella kuekenthali.
C. Cliona varians.
D. Aplysina lacunosa.
Tomado de:
http://www.mareco.org/
spongepage/Suberites%20domuncula
Estos metabolitos secundarios actúan como
escudos que, ante ambientes adversos, bus-
can la manera de proteger a los organismos
tanto terrestres como marinos en respuesta a
estímulos externos específicos como hongos,
bacterias patógenas, virus u otros depredado-
res. De esta manera permiten a los organis-
mos que los producen enfrentar los peligros
de su ambiente natural. Hasta el momento
se han descubierto alrededor de 5,300 de
estos metabolitos secundarios y no hay duda
de que pueden existir más. Entre ellos se en-
cuentran compuestos acetilénicos, alcaloides
esteroles, macrólidos, péptidos, peróxidos o
terpenos (Gómez-Archila et al., 2014). Un
hecho interesante es que se han encontrado
metabolitos secundarios que tienen una acti-
vidad antitumoral, por lo que estos organis-
mos son reconocidos como una fuente de im-
portantes compuestos farmacológicos (Blunt
et al., 2006 y Moo-Puc et al., 2009).
¿Cómo es que nace el interés del estudio farmacológico basado en las rutas metabólicas de las esponjas marinas?
Alrededor de la década de 1950 el descubri-
miento de la espongotimidina y espongouri-
dina (moléculas orgánicas) provenientes de
la esponja marina Cryptotethya crypta, fue el
punto de partida para la síntesis de compues-
tos como el Ara-C, primer agente de origen
marino contra la leucemia mieloide aguda y
el linfoma Hodgkin (tipo de cáncer del tejido
linfático que ataca principalmente a personas
adultas y a niños). Algunos autores como Re-
galado et al. (2010) mencionan que el Ara-C
también es un compuesto antitumoral. Por
otro lado, el fármaco antiviral Ara-A puede
ser utilizado contra el virus del herpes simple
(VHS) (Gómez-Archila et al., 2014).
Cabe mencionar que los compuestos espongotimidina
y espongouridina sirvieron como punto de inicio para
desarrollar el antiviral AZT (Azidovudina) para el
tratamiento de personas con VIH (Águila-Ramírez, 2011).
A la fecha se han logrado aislar de diversas es-
pecies de esponjas marinas (Tethya sp, Aply-
sina fistularis, Erylus nobilis, Plakortis simples,
Polymastia janeirensis, Jaspis wondoensis y
Neamphius huxleyi) diferentes metabolitos
secundarios: alcaloides, lectinas, saponinas,
macrólidos y terpenoides con actividad an-
tibacteriana, anticancerígena, antimicótica,
antiviral, antiparasitaria, hemoaglutinante y
hemolizante (Kazanjian y Fariñas, 2006).
Además, cerca del 10% de las esponjas ma-
rinas estudiadas tienen propiedad citotóxica;
es decir, con potencial para inhibir el creci-
miento de células anormales que de no dete-
nerse a tiempo pueden ocasionar algún tipo
de cáncer, por lo que estos organismos siguen
siendo estudiados con interés farmacológico
en la producción de medicamentos (Rojas et
al., 2012; Muñoz, 2013).
Ejemplos de organismos marinos que presentan compuestos con actividad farmacológica
Existen diversos estudios de esponjas en los
que se ha determinado actividad farmacoló-
gica. Así, en el extracto de la especie Sube-
rites domuncula se mostró actividad con-
tra Escherichia coli y Staphylococcus aureus
(Schöder et al., 2003); de la misma manera
Ircina campana muestra actividad contra la
bacteria Staphylococcus aureus (Rojas et al.,
2012). Por otro lado la esponja Aplysina lacu-
nosa presenta un compuesto capaz de inhi-
bir in vitro el crecimiento de bacterias como:
Enterococcus faecalis, Bacillus cereus, Escheri-
chia coli y Salmonella enteritidis (Kazanjian
y Fariñas, 2006). Según Lanza (2012), la
esponja marina Aplysina aerophoba presenta
metabolitos secundarios con actividad anti-
biótica frente a bacterias como Bacillus sub-
tilis, Staphylococcus aureus y Escherichia coli.
Otras esponjas con actividad antimicrobiana
son Cinachyrella kuekenthali y Cliona varians
(Lanza, 2012) (Figura 1).
15
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
cerca del 10% de las esponjas
marinas estudiadas
tienen propiedad citotóxicaFoto: http://tinyurl.com/hghllds
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· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
Los organismos marinos pueden
presentar actividad antimitótica
(que impide la mitosis celular), lo
que genera grandes expectativas
para la obtención de sustancias
con potencial anticancerígeno
(Mora-Cristacho et al., 2007).
Esta actividad puede ser parte del
mecanismo de defensa químico
para evitar el establecimiento de
larvas y de otros organismos, lo
que previene la epibiosis (activi-
dad de ciertos animales y plantas
de adherirse a un sustrato, ya sea
planta o animal sésil, para desa-
rrollarse), ya que los organismos
epibióticos son un factor que
puede interferir en el proceso de
filtración de las esponjas marinas
(Mora-Cristacho et al., 2007). En
varios estudios se ha determina-
do la actividad antimitótica de
extractos de esponjas en embrio-
nes de erizo de mar (Lytechinus
variegatus) y el 80% de ellos
mostraron una fuerte actividad
desde la primera fase; en algunos
casos, se observó una desinte-
gración instantánea de los nú-
cleos celulares (Mora-Cristacho
et al., 2007). Asimismo, algunos
artículos hacen mención de sus
propiedades antiinflamatorias.
Regalado et al. (2010) reporta-
ron el primer esterol con estas
características que fue aislado de
la esponja marina Petrosia contig-
nata en 1992 y que fue denomi-
nado contignasterol (Figura 2).
¿Existen estudios sobre sustancias presentes en las esponjas marinas que contrarresten el cáncer?
El cáncer representa la princi-
pal causa de muerte en el mun-
do. Desafortunadamente aún
no tiene cura, pero en la actua-
lidad los científicos se han cen-
trado en la búsqueda de nue-
vos remedios, algunos de ellos
encontrados en las esponjas
marinas (Muñoz, 2013). Según
Lanza (2012) hay algunos ex-
tractos provenientes de ejem-
plares del género Ircina que
muestran una considerable ac-
tividad frente a algunas líneas
celulares del cáncer humano.
A pesar de que muchos compues-
tos aún están en la fase de prue-
ba, otros ya son utilizados; tal es
el caso de la Erubilina (Halaven
MR), que fue aprobada por la FDA
(Food and Drug Administration)
en el año 2010 y es un medica-
mento contra el cáncer de mama
aislado de las esponjas Halichon-
dria okadai y Lissodendoryx. Este
producto es usado en la actualidad
en Europa, Japón y Estados Uni-
dos (Águila-Ramírez et al. 2011;
Colorado, 2013; Muñoz, 2013).
Otro fármaco obtenido a partir de
esponjas marinas es el compuesto
Cytosar-UR, utilizado en el trata-
miento de la leucemia linfocítica
aguda, un tipo de cáncer que ini-
cia en las primeras etapas de los
glóbulos blancos (linfocitos) de la
médula ósea, y en el tratamiento
de la leucemia mielocítica crónica.
Este es un tipo de cáncer que inicia
en las etapas tempranas de células
mieloides (células formadoras de
glóbulos rojos y plaquetas, excepto
linfocitos) (Álvarez, 2007).
Conclusiones
Los organismos marinos, como
se ha visto, son una fuente de
importantes productos con gran
potencial farmacológico, pero es
necesario aumentar los esfuerzos
científicos. Desafortunadamente
muchos de los hallazgos sobre
la actividad de los metabolitos
secundarios en esponjas marinas
están aún en fase de prueba.
Hay quien considera que los res-
ponsables de la producción de
los metabolitos secundarios son
los microorganismos asociados
a las esponjas, en este caso las
bacterias (Thakur et al. 2004;
Águila-Ramírez et al. 2011), de
manera que ahora se suma otra
incógnita al estudio de las es-
ponjas marinas: ¿q uién produce
en realidad estos metabolitos se-
cundarios? No cabe duda que aún
hay mucho por descubrir.
Figura 2. Esponja marina
Petrosia contignata
(Tomado de: http://www.dafni.com/spongia/index.htm.)
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Foto: Andreas Lie.
SUPERSONIC NEW
CONTEMPORARY ART
CURATED BY ZACH TUTOR
http://supersonicart.com/
post/118700910052/andreas-lie
serías pardo?
Luis Alberto Alanis Hernández
Estudiante de la Licenciatura en Biología del Área Académica de Biología,
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo
oso,¿Si fueras
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· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
La WWF (World Wildlife Fund for Nature), una organización que se enfoca en promover estrategias para la conservación de la naturaleza,
así como de su sustentabilidad, utiliza al panda como un icono para concienciar y educar a la población en general
Los osos son mamíferos pertenecientes al
orden Carnivora que se agrupan dentro de
la familia Ursidae (Benson y Chamberlain,
2006) y sus especies han sido bien estudia-
das en diferentes aspectos biológicos, (por
ejemplo, etológicos, ecológicos, fisiológicos
y biogeográficos, por mencionar algunos).
Así, se han analizado principalmente sus há-
bitos alimenticios (Lariviere, 2001; Persson
et al., 2001; Auger et al., 2002; Benson y
Chamberlain, 2006; Purroy, 2014), su di-
námica poblacional (Moreno, 2008; Rodrí-
guez-Martínez et al., 2008; Palomero et al.,
2011) y aspectos para su conservación (Pel-
ton et al., 1999; SEMARNAP, 1999).
En la actualidad existen ocho especies dis-
tintas, agrupadas en tres subfamilias: Ailo-
ropodinae (oso panda); Tremartinae (oso
de anteojos, Tremarctos omatus) y Ursinae
(oso pardo, Ursus arctos; oso negro, Ursus
americanus; oso polar, Ursus maritimus;
oso negro asiático, Ursus thibetanus; oso
bezudo, Melursus ursinus; y el oso malayo,
Helarctos malayanus) (Juárez-Casillas y Co-
ra-Varas 2011).
Todos sus representantes, excepto el oso
panda (Ailuropoda melanoleuca), son depre-
dadores tope en los ambientes que habitan,
por lo que son modelos muy recurrentes
dentro de la biología de la conservación, ya
que su subsistencia puede beneficiar a todo
su entorno. Esto se debe a que los osos son
animales inmersos en una extensa área de
actividad y cumplen diversas funciones en
el ecosistema, por lo que son consideradas
especies clave o “sombrilla”, o sea, especies
que tienen una necesidad espacial mayor al
del resto de la comunidad, por lo que su pro-
tección ejerce un efecto sobre muchas otras.
En general los osos suelen considerarse
como animales emblemáticos y representa-
tivos del medio natural en el que se encuen-
tren y son utilizados en muchas ocasiones
como símbolos para efectos comerciales, o
bien como elementos importantes en educa-
ción ambiental. Por ejemplo, al hablar sobre
la fauna del Ártico, en particular el Polo Nor-
te, comúnmente lo primero que se viene a la
mente es un oso polar. De hecho, la imagen
de un oso sobre un pequeño pedazo de hielo
se ha vuelto icónica y ha sido utilizada para
educar al público sobre el cambio climático y
la pérdida de glaciares tras su derretimiento.
Otro ejemplo es el del oso panda, conside-
rado como especie clave para conservar las
montañas del bosque templado en el suroes-
te de China. Además, la WWF (World Wild-
life Fund for Nature), una organización que
se enfoca en promover estrategias para la
conservación de la naturaleza, así como de
su sustentabilidad, utiliza al panda como
un icono para concienciar y educar a la
población en general. Esto se debe a que
es una especie en peligro de extinción y
por tanto simbólica del conservacionismo,
aunque hoy en día su futuro se ve más ha-
lagüeño ya que hay 1,600 ejemplares que
viven en libertad y con un crecimiento de-
mográfico importante.
Desde hace siglos, las actividades antropo-
génicas han afectado negativamente a las
poblaciones de las distintas especies de osos
en diversos aspectos. La cacería es uno de los
problemas a los que se han visto enfrentadas
gravemente estas poblaciones. Actualmente
otro aspecto es la fragmentación de su hábi-
tat, principalmente por la urbanización.
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· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
Figura 1. Diferencias entre el oso pardo y el oso negro.
Un oso pardo suele ser de color marrón, rubio o plateado,
y tiene una joroba en la espalda y orejas redondas. Un
oso negro puede ser verdaderamente negro o marrón, no
presenta joroba y sus orejas terminan en punta.
Tomado de wikiHow: Como mantener a los osos alejados.
http://es.wikihow.com/mantener-alejados-a-los-osos
Los osos suelen ser vulnerables a los cam-
bios y modificaciones de su entorno, así
como a las perturbaciones de las diversas
fuentes de alimento; debido a esto son bue-
nos indicadores de la calidad del ecosistema
en el que viven.
Oso pardo (Ursus arctos)
Este oso pertenece a la subfamilia Ursinae. Es
uno de los carnívoros más grandes de la na-
turaleza, así como uno de los más agresivos
y peligrosos en la vida silvestre; presenta un
cuerpo robusto y peludo y una cabeza an-
cha con un hocico un tanto prolongado. Es
un animal plantígrado, con cinco dedos en
las cuatro extremidades y con uñas no re-
tráctiles. El cráneo es estrecho y alargado;
presenta una poderosa mandíbula eficiente
para la captura de presas grandes. La colora-
ción puede ser variable entre los individuos,
de un color marrón oscuro a un dorado claro,
siempre acompañada de una escala de grises.
Los oseznos suelen presentar un collar blan-
co alrededor del cuello, el cual se pierde total
o parcialmente después del primer año, y su
pelaje recambia anualmente. Considerando la
coloración del pelo que suele presentar el oso
negro, en ocasiones suele confundírsele con
el oso pardo por su semejanza en el color; sin
embargo se diferencian por la presencia de
una joroba en la espalda (Fig. 1).
Distribución geográfica
El oso pardo y sus subespecies, como el grizzli
(Ursus arctos horribilis) y el kodiak (Ursus
arctos middendorffi), son las más amplia-
mente distribuidas, pues se les encuentra
en Canadá y en algunas áreas del centro de
Estados Unidos, en Europa (en la cordillera
Cantábrica) y en Asia. Se ha observado que
se encuentran generalmente asociadas a
bosques de coníferas, su hábitat preferido;
sin embargo también pueden estar presen-
tes en sitios árticos como Canadá. A pesar de
que es uno de los úrsidos más ampliamente
distribuidos, en los últimos años se han ido
perdiendo poblaciones, lo que reduce su dis-
tribución. Hasta hace algunos años se encon-
traba desde Canadá hasta el norte de México,
pero hoy en este segundo país ha desapareci-
do, probablemente debido a la caza ejercida
por parte de los seres humanos (Fig. 2).
Biología
Suele vivir de 25 a 30 años en su estado sil-
vestre; el peso que puede alcanzar va desde
los 100 hasta los 675 kg., dependiendo de
la edad y el sexo. Alcanza una longitud que
oscila entre 1.50 y 2.95 m. con una altura a
la cruz de 1.30 m., dependiendo de la subes-
pecie. Presenta muy desarrollados tanto
el olfato como el oído, pues estos sentidos
le ayudan en su vida diaria para detectar a
largas distancias las fuentes de alimento, así
como la presencia del sexo opuesto durante
la época de celo.
El oso pardo se caracteriza por ser omnívoro.
Si bien el mayor aporte energético lo obtie-
ne a partir del consumo de materia animal,
no todo el año se alimenta solo de animales
y su consumo de vegetales puede incluso ser
mayor. Uno de sus alimentos principales son
las bayas, dentro las que predomina la baya
de cuervo, y los arándanos rojo y azul. Tam-
bién se alimenta de vertebrados grandes y
pequeños, como alces, ciervos, roedores y
lagomorfos; de peces como el salmón; y se
ha observado que también puede alimentar-
se de algunos invertebrados, como las hor-
migas (Persson et al., 2001).
Alcanzan la madurez sexual entre los tres
y cinco años, y su periodo de celo es gene-
ralmente entre mayo y julio. Las hembras
tienen una ovulación inducida; esto quiere
decir que al copular con el macho el óvulo es
21
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
En México el oso pardo ha desaparecido, probablemente debido a la caza ejercida por parte de los seres humanos
FIG. 2
22
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
liberado. Una vez fertilizado flota libremente
en el útero y se implanta hasta el otoño para
dar inicio a la gestación, la cual dura alrede-
dor de dos meses. Pueden parir de una a tres
crías, que vivirán con su madre aproximada-
mente un año y medio, tiempo después del
cual la madre les ahuyentará para que sean
independientes. Durante el periodo en que
las crías permanecen bajo su cuidado, la ma-
dre suele ser sobreprotectora, por lo que no
permite que se le acerquen otros individuos
de la misma especie o de distinta.
La mayoría de las especies de osos pasan por
un estado de hibernación que generalmente
ocurre de la tercera semana de diciembre a
la primera semana de abril (Lariviere, 2001).
En los osos en cautiverio este ciclo cambia,
pues la intervención humana provoca un
desfase en tiempo y condiciones. La hiber-
nación consiste en un estado de letargo in-
vernal (los osos duermen durante todo el in-
vierno), favorecido por la escasez de alimen-
to y las bajas temperaturas. Para llevarla a
cabo buscan una cueva que les provea refu-
gio o bien pueden hacer uno excavando una
madriguera, en la cual introducen hierbas
y ramillas que utilizarán como cama y que
a su vez les ayudará como aislante térmico.
Durante el sueño hibernal, su metabolismo
desciende, así como su ritmo cardiaco, res-
piratorio y la temperatura corporal, lo que
les permite ahorrar la energía almacenada
durante el verano y el otoño.
Estado de conservación
La destrucción y fragmentación del hábitat,
así como la cacería ilegal, son las principales
amenazas de los osos. El oso pardo se en-
cuentra catalogado en el criterio “Preocupa-
ción menor” (least concern) en la lista roja
de la IUCN, lo que nos dice que no está bajo
amenaza de extinción. Sin embargo, el creci-
miento de la población humana y las diferen-
Pueden parir de una a tres crías, que vivirán con su madre aproximadamente un año y medio
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· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
tes actividades antropogénicas, como la agricultura y la ganadería,
disminuyen el espacio que sus poblaciones requieren para sobrevivir.
Hay organizaciones como la Fundación Oso Pardo (FOP, http://
www.fundacionosopardo.org/) que se encargan de su estudio y
conservación, y gracias a estas se progresa positivamente en la lucha
contra su caza y la destrucción de su hábitat; además se exige la pe-
nalización de quienes propician dichas actividades. A pesar de esto,
aún hay incidencia de otras actividades antropogénicas que lo ame-
nazan. Tal es el caso de la muerte de osos propiciada por personas
que defienden sus cultivos o ganado, sin comprender que ellos son
los que han invadido sus territorios y se han expuesto a sus ataques.
En muchas ocasiones este tipo de eventos son los que propician su
caza indiscriminada. Cabe mencionar que, aunque muchas veces se
trata de caza deportiva, el furtivismo sigue siendo una de las princi-
pales presiones en contra de esta especie, por lo que se deben tomar
nuevas estrategias que ayuden a su conservación.
Considerando el criterio asignado por la lista roja de la IUCN y to-
mando en cuenta a nivel global la distribución del oso pardo, es
cierto que su extinción aún no está cerca. No obstante, si se toma
en cuenta la distribución de manera local, hay sitios en los que la
especie ha desaparecido. Como ejemplo, se sabe que la subespecie
de oso pardo plateado (Ursus arctos nelsoni) se distribuía desde el
suroeste de los Estados Unidos (Arizona, California, Texas y Nuevo
México) hasta el norte de México, pero en 1964 desapareció de este
debido a la caza incontrolada realizada por los campesinos que vi-
vían cerca o dentro de su territorio. Por tanto, el reto de tomar me-
didas más efectivas para la conservación del oso pardo sigue siendo
un tema de suma importancia para los estudiosos de la Biología de
la Conservación.
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24
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Aurelio Ramírez-Bautista1, Raciel Cruz-Elizalde1, Javier Alvarado2 e Itzel Magno-Benítez1
1Centro de Investigaciones Biológicas, Ciudad del Conocimiento, Carretera Pachuca-Tulancingo km. 4.5, Colonia Carboneras,
Mineral de la Reforma, Hidalgo, C. P. 42184, México2Instituto de Investigaciones sobre los Recursos Naturales, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Av. San
Juanito Itzícuaro s/n, Col. Nueva Esperanza, Morelia, Michoacán, C. P. 58330, México
diversidad herpetofaunística
La riqueza y
en ambientes antropizados:
El caso de especies dentro de la ciudad de Pachuca y sus alrededores
Introducción
El acelerado crecimiento poblacional ha generado la transformación
drástica de los paisajes naturales, es decir, el paisaje que en un tiempo
fue natural hoy es un ambiente dominado por el humano, lo cual ha
repercutido en que se encuentre invadido y contaminado (Mitchell y
Brown, 2008). Las actividades productivas han tenido un gran impac-
to en los paisajes, y han modificado muchas de las respuestas a nivel
de poblaciones y comunidades biológicas.
La urbanización es el proceso de crecimiento de la población humana
de una área rural pequeña (llámese ranchería o pueblo) a zonas ur-
banas con una construcción tecnológica diferente, que lleva a la con-
formación de ciudades. El proceso de urbanización ha desencadenado
una serie de efectos negativos, como el cambio de uso de suelo para
actividades agrícolas y ganaderas (Faggi y Perepelizin, 2006), la cons-
trucción de parques recreativos, carreteras federales o zonas hotele-
ras, lo que ha llevado a la disminución de las poblaciones de algunas
especies de anfibios, escamados (lagartijas, serpientes), tortugas y
cocodrilos (Vitt y Caldwell, 2014).Esto ha generado una gran preo-
cupación y el interés de los biólogos por conocer qué especies están
presentes en estas zonas y cómo algunas han logrado adaptarse a los
cambios en la estructura de su ambiente (Rees, 2003).
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· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
Ambystoma velasci
Tomada de: https://www.flickr.com/photos/coatzinmex
en la ciudad de Pachuca y en la periferia, se pueden encontrar aún
individuos de diversas especies de anfibios y escamados...
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· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
A medida que un asentamien-
to humano se va urbanizando,
las zonas periféricas, que gene-
ralmente presentan ambientes
más naturales y que proveen de
alimento y refugio a los anima-
les, se ven disminuidas, lo que
trae consigo que los individuos
no encuentren los requerimien-
tos adecuados para sobrevivir y
reproducirse y, por tanto, a que
se reduzcan drásticamente sus
poblaciones (Ramírez-Bautista et
al., 2014). Existen especies que
son más tolerantes al cambio del
ambiente (Cuadro 1). Por ejem-
plo, en el caso de los anfibios, la
mayoría se reproducen inmedia-
tamente después de que llegan
las primeras lluvias de la tempo-
rada, como es el caso de los sapos
excavadores (Spea multiplicata,
S. hammondi) que usan las char-
cas de agua recién formadas, e
incluso hay algunos que pueden
reproducirse en cuerpos de agua
estancados y contaminados (Ra-
mírez-Bautista et al., 2014).
Los efectos antrópicos sobre la
transformación del paisaje inclu-
yen aquellos asociados con el
efecto de la urbanización sobre
las comunidades biológicas. Así,
la Ecología Urbana es el estudio
de la relación de los organismos
con su ambiente en el contexto
de un ambiente urbano. Como
parte de la Ecología Urbana se
encuentra la Herpetología del
mismo nombre, que estudia la
interacción de los anfibios, esca-
mados (lagartijas y serpientes),
tortugas y cocodrilos con los
seres humanos. Frecuentemen-
te esta interacción afecta a los
reptiles de forma directa (venta
ilegal, mascotas) e indirecta (in-
vasión del ambiente natural). Los
estudios sobre Herpetología an-
tropizada tratan de encontrar los
factores que permiten sobrevivir
a los anfibios, escamados, tortu-
gas y cocodrilos, o las causas que
provocan su muerte en estos ti-
pos de ambientes. Por lo tanto,
también es importante el conoci-
miento de la conducta, fisiología,
y la respuesta ecológica de estos
grupos, la que se verá reflejada
en las características de historias
de vida (Vitt y Caldwell, 2014),
dinámica y demografía de sus
poblaciones (Ramírez-Bautista
et al., 2011).
En general, el paisaje de México
se ha visto fuertemente antropi-
zado, lo que ha despertado el in-
terés de desarrollar estudios para
conocer el efecto que tiene este
proceso sobre la riqueza herpe-
tofaunística (Ramírez-Bautista
et al., 2009, 2014). El cambio de
uso de suelo (construcción de
viviendas, industrias, agricultura,
carreteras, entre otras) ha tenido
un fuerte efecto en la riqueza de
especies, especialmente en los
anfibios (Ramírez-Bautista et al.,
2009).
En el caso del estado de Hidalgo,
específicamente en la ciudad de
Pachuca y en la periferia, se pue-
den encontrar aún individuos de
diversas especies de anfibios,
como el sapo enterrador S. mul-
tiplicata, la ranita Hyla arenicolor,
el ajolote Ambystoma velasci, y
escamados, como lagartijas del
género Sceloporus (Sceloporus
grammicus, S. spinosus, S. tor-
quatus), además de la lagartija
llamada “llora sangre” Phrynoso-
ma orbiculare, y diversas especies
de serpientes como Conopsis li-
neata, Salvadora bairdi, Pituophis
deppei o Crotalus aquilus. A pe-
sar de esto, las poblaciones han
Cuadro 1: Factores antrópicos que afectan a la herpetofauna
EspeciesFragmentación
Cambio uso de suelo
Comercio ilegal
Uso como alimento
Uso como medicamento
Aniquilación directa
Anfi biosAmbystoma velasci X X X XHyla eximia X XH. plicata X XSpea multiplicataReptilesBarisia imbricata X X X XPhrynosoma orbiculare X XSceloporus mucronatus X X XS. spinosus X X XS. torquatus X X XConopsis biserialis XC. lineata XPituophis deppei X X XSalvadora bairdi X X XCrotalus aquilus X X X X XThamnophis eques X X X27
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disminuido su número drásticamente con
el crecimiento de la ciudad. Un lugar en el
que todavía se les encuentra es en el Parque
Ecológico Cubitos, inmerso en la ciudad de
Pachuca, por lo que la gente que vive en los
alrededores de este parque está familiarizada
con estas especies.
En este trabajo hacemos una breve reseña de
las causas que impactan a la herpetofauna de
zonas urbanas, particularmente de la región
de Pachuca, y presentamos ejemplos que se
han podido documentar en otros sitios o es-
tados de la República Mexicana.
Herpetofauna antropizadaAnfibios
Mediante monitoreos de las poblaciones de
anfibios dentro de la zona urbana y en la pe-
riferia de la ciudad de Pachuca, se han detec-
tado algunos aspectos de la dinámica de las
poblaciones de Spea multiplicata. Se ha ob-
servado que la reproducción de esta especie
se sincroniza con las primeras lluvias del año,
patrón de comportamiento similar dentro y
fuera de la ciudad. La población está com-
puesta por machos y hembras adultos, pero
después de tres a cinco días de que ocurre el
amplexo (la forma en que el macho monta a
la hembra para estimularla y expulsar los hue-
vos para que éste los fecunde) emergen una
gran cantidad de crías, lo que implica que la
población incrementa su tamaño. Esta espe-
cie presenta estrategias de supervivencia ta-
les como refugiarse bajo tierra durante la ma-
yor parte del año, lo que ha permitido su per-
manencia a pesar del efecto antrópico. Otros
anuros, como Hyla arenicolor e H. eximia, son
tolerantes a las condiciones antrópicas debi-
do a que se reproducen durante las lluvias en
cuerpos de agua o charcas que pueden estar
contaminados. Los machos y hembras de H.
eximia, de hecho, pueden realizar el amplexo
en aguas muy contaminadas.
Sceloporus spinosus se encuentra entre las especies de lagartijas que se han adaptado bien a los ambientes
antropizados
Tomada de: https://www.fl ickr.com/photos/
biofaunasalvaje
28
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
En el caso de la especie del cau-
dado Ambystoma velasci, se ha
observado que también habita
y se reproduce en lagunas muy
contaminadas o en cuerpos de
agua temporales. En un poblado
cercano a la ciudad de Pachuca,
durante las lluvias, se detectó
una población de más de 400
ejemplares entre adultos y larvas;
sin embargo, pasada la tempo-
rada de lluvias, desaparecieron y
se asumió que se refugiaron bajo
tierra. Esto no ocurre con las po-
blaciones de montaña, que per-
manecen como larvas durante las
lluvias y ya adultos se sumergen
en el lodazal.
Asimismo, hay algunas especies
de ranas que no son tolerantes a
los ambientes antrópicos, como
H. plicata y Ecnomiohyla miotym-
panum, especies que pueden ha-
bitar en los bosques cercanos a las
zonas rurales, pero manteniendo
siempre poblaciones pequeñas.
Escamados
(lagartijas)
Entre las especies de lagartijas y
serpientes existe un grupo que
se ha adaptado bien a los am-
bientes antropizados. Entre las
más exitosas se encuentran Sce-
loporus spinosus, S. grammicus y,
en menor grado, S. torquatus y
Phrynosoma orbiculare. Aunque
las poblaciones de estas especies
se han visto fuertemente dismi-
nuidas, principalmente al interior
de los asentamientos humanos,
es posible encontrar algunos in-
dividuos dentro de la ciudad; por
ejemplo S. spinosus y S. gram-
micus se pueden encontrar en
parques, terrenos baldíos, patios
y huertas de las casas. Un hecho
interesante es que algunos habi-
tantes de la ciudad han adopta-
do ejemplares de estas especies
como mascotas, con lo que los
protegen de los daños que otras
personas les puedan ocasionar.
Por otra parte, hay especies que
habitan en la periferia de la zona
urbana, pero con riesgos muy al-
tos. Este es el caso de la lagartija
zacatera, Barisia imbricata, a la
que mucha gente da muerte por
considerarla un “escorpión” su-
puestamente venenoso, lo que
es completamente falso, pues es
un animal inofensivo. Esto ocurre
por falta de información, ya que
las únicas especies de lagartijas
venenosas son el “Monstruo de
Gila” (Heloderma suspectum) y
el “escorpión” (Heloderma ho-
rridum) quienes por su tamaño
y sus colores aposemáticos son
muy fáciles de identificar; estas
especies venenosas habitan en
las costas del Pacífico Mexicano
y en el desierto sonorense (Ra-
mírez-Bautista, 1994).
Escamados
(serpientes)
En el valle de la ciudad de Pachu-
ca se pueden encontrar las cule-
britas hipogeas (organismos que
viven dentro de agujeros, bajo
rocas y piedras) Conopsis nasus
y C. lineata, pero la más común
y emblemática para muchos pa-
chuqueños es la segunda, por ser
la más abundante. Por desgracia,
mucha gente las considera vene-
nosas y les dan muerte cuando
las encuentran. Son muy cons-
picuas durante las lluvias, que es
cuando se reproducen y salen de
las huertas y patios baldíos. Otra
especie de culebra de talla gran-
de y con poblaciones abundantes
en todo el Valle de México es el
“cincuate” (Pituophis deppei),
con la que mucha gente ha sa-
bido convivir por su importancia
ecológica como controladora de
plagas, ya que se alimenta de roe-
dores que dañan los cultivos; sin
embargo, otras personas piensan
que es venenosa (sin serlo) y la
matan. A pesar de esto, ha tenido
éxito y ha subsistido en su área
de distribución.
Crotalus aquilus, C. intermedius y
C. molossus son tres especies ve-
nenosas que han logrado sobre-
vivir dentro y en la periferia de la
ciudad. Las poblaciones de estas
especies son pequeñas en su am-
biente natural; en la periferia y
dentro de la ciudad de Pachuca
aún se encuentran algunos indi-
viduos, pero la probabilidad de
supervivencia frente al hombre
es muy baja. Estas son especies
que requieren de microhábitats
específicos como magueyes y es-
combros vegetales (ramas, hier-
bas, etcetera), los que son des-
truidos a medida que la mancha
urbana crece. El hombre no las
tolera por considerarlas peligro-
sas, sin saber de su importancia
29
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
Crotalus aquilus
Tomada de: https://flic.kr/p/pv84gW
30
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
como controladores biológicos, ya que suelen
alimentarse de ratas y ratones que habitan
inclusive en las casas habitación.
Trimoprphodon tau es otra especie de cule-
bra que se mimetiza con las serpientes de
cascabel y es también perseguida por el ser
humano, aunque es inofensiva. Utiliza el pa-
trón de coloración del cuerpo para mimeti-
zarse y confundirse con una culebra veneno-
sa y así evitar a sus depredadores. Este mismo
comportamiento ocurre en serpientes de los
géneros Lampropeltis, Leptodeira o Tropido-
dipsas, que son confundidas con los verdade-
ros coralillos (especies del género Micrurus)
por los anillos de colores que presentan. Por
el contrario, están las llamadas “culebras de
agua”, del género Thamnophis, que por vi-
vir la mayor parte de su vida dentro de los
cuerpos de agua son ignoradas por el hom-
bre. Viven en lagunas, charcas y otros sitios
en la periferia o dentro de las zonas urbanas.
Ejemplares de estas especies son adoptadas
como mascotas (T. eques, T. melanogaster).
Una especie de este grupo de culebras, Ne-
rodia rhombifer, habita en los ríos que se
encuentran en la periferia de los pueblos o
rancherías y los habitantes han aprendido a
interaccionar con los individuos de la especie;
por ejemplo, en la Huasteca Hidalguense, ge-
neralmente no los matan.
Conclusión
Existen especies de anfibios y escamados to-
lerantes al efecto antrópico; otras no lo son
tanto. Algunas logran sobrevivir a la urba-
nización, mientras hallen un sitio adecuado
para sobrevivir y reproducirse, aun cuando
sus poblaciones sean bajas. Esto se documen-
ta con registros de anfibios y escamados que
se han encontrado dentro de la ciudad y en su
periferia. Sin embargo, ante el incremento de
unidades habitacionales, la transformación
del paisaje, la contaminación y, sobre todo,
el desconocimiento de su importancia para la
conservación de la naturaleza, en general, y
para el beneficio de la vida humana, en parti-
cular, los individuos de estas especies segui-
rán siendo eliminados.
Debido a lo anterior es necesario elaborar y
desarrollar planes de manejo y conservación
de las especies que están tratando de convi-
vir con el hombre. Un primer paso urgente es
realizar programas de educación ambiental
y dar a conocer la importancia de la Ecología
Urbana, para que se reconozca el papel que
juegan todas las especies que existen en la
naturaleza, tanto en medios rurales como en
urbanos.
Agradecimientos
Se agradece a todos los alumnos de los diferentes programas educativos que realizan
sus investigaciones en el laboratorio de Ecología de Poblaciones (Ecología del Paisaje),
y a dos revisores anónimos que realizaron sugerencias para mejorar el manuscrito. Al
proyecto Red Temática CONACYT clave 251272 “Biología, Manejo y Conservación de la
Fauna Nativa en Ambientes Antropizados”.
31
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
Referencias
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ciudad de Buenos Aires. Revista del Museo
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Goyenechea Mayer-Goyenechea y J. M. Cas-
tillo-Cerón. 2014. Los anfibios y reptiles de
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conservación. Sociedad Herpetológica Mexi-
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Ramírez-Bautista, A., A. Leyte-Manrique, J. C. Marshall y
G. R. Smith. 2011. Effects of elevation on lit-
ter-size variation among lizard populations in
the Sceloporus grammicus complex (Phrynoso-
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Thamnophis eques
Tomada de: https://flic.kr/p/7HujDK
32
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
¡Ahí viene el coco…con limón!:
El efecto de estos cultivos sobre
la diversidad de lagartijas
1Luis M. Badillo-Saldaña*,1Claudia I. Beteta-Hernández,
1Aurelio Ramírez-Bautista e2Ireri Suazo-Ortuño
1Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
Centro de Investigaciones Biológicas. Apartado Postal
1-69, Plaza Juárez, 42001 Pachuca, Hidalgo, México
2Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
Instituto de Investigaciones sobre los Recursos
Naturales. Ave. San Juanito Itzícuro Col. Nueva
Esperanza s/n, C.P. 58330, Morelia, Michoacán
*luismbadillosal@hotmail.com
33
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
Figura 1. Mahahual, Quintana Roo
Conforme el verano se acerca
es inevitable pensar en dónde
vamos a pasar las vacaciones, y
el viento cálido que sopla sobre
nuestro rostro automáticamen-
te nos recuerda que no hay me-
jor escenario para disfrutarlas
que sentado plácidamente fren-
te al mar. Ya para este momento
nuestra imaginación vuela y nos
vemos sentados en un camastro
o hamaca de alguna playa mexi-
cana, tomando una refrescante
agua de coco con unas gotitas
de limón (Figura 1), a la sombra
de una frondosa palmera, en
la que una lagartija se pasea de
arriba a abajo mostrando sus bri-
llantes colores.
¿Alguna vez te has preguntado
qué implicaciones tiene para la
diversidad de lagartijas el coco
con limón que estás disfrutan-
do? De manera natural se pue-
den encontrar cocos de agua
en todos los sitios costeros del
mundo, pues esta fruta posee
una cubierta fibrosa que le per-
mite flotar en el mar y viajar
grandes distancias hasta que
encuentra una playa donde es-
tablecerse. La palma de coco o
cocotero (Figura 2) es nativa de
Asia, pero se cultiva en todas las
costas mexicanas, en extensio-
nes que varían de poco menos
de una hectárea para consumo
local, hasta grandes extensiones
con fines comerciales.
Los cultivos de limón (Figura
3), por su parte, toleran tem-
peraturas que van de los -3
°C hasta los 40 °C, lo que ha
permitido su establecimiento,
ya sea en pequeñas o grandes
extensiones, en casi todas las
regiones agrícolas del mundo,
desde el nivel del mar hasta por
encima de los 1500 m.
En nuestro país es común ob-
servar en los sitios cercanos a
la costa cultivos de coco en-
tremezclados con cultivos de
limón. Un ejemplo de este tipo
de paisaje es la zona sur del es-
tado de Quintana Roo, donde
en las últimas décadas se han
establecido terrenos agrícolas
de diferentes tamaños con culti-
vos de estas frutas, entre otros.
Anteriormente todas estas áreas
se encontraban cubiertas de
selva mediana subperennifolia
(este tipo de selva se llama así
porque un poco más de la mitad
de los árboles que la componen
mantienen sus hojas verdes du-
rante todo el año). En esta selva
coexisten muchas especies de
animales y plantas que se ven
influenciados por el estableci-
miento de estos y otros cultivos
agrícolas.
Al convertir las selvas en cul-
tivos de limón o en cocotales,
muchas especies de lagartijas
que originalmente vivían en la
selva se ven obligadas a utilizar
estos nuevos ambientes. Se ha
reportado que en la zona sur de
Quintana Roo, entre la selva y
los ambientes modificados por el
hombre, habitan 23 especies de
lagartijas. Pero, debido a la ace-
lerada destrucción de las selvas
para la siembra de cultivos agrí-
colas, resulta necesario saber a
cuáles y a cuántas especies de
34
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
Figura 3.
Cultivo intensivo de limones, a tres Km
al oeste de Xul-Ha, Quintana Roo
Figura 2.
Cultivo de cocos
con árboles maduros,
poblado de Xul-Ha, Quintana Roo
lagartijas les va mal con el cambio, y a cuáles
y a cuántas les beneficia.
Para responder a estas preguntas, reciente-
mente hicimos una serie de visitas a la región
sur de Quintana Roo para muestrear la comu-
nidad de lagartijas presentes en los cultivos de
coco y de limón, así como en la selva. Elegimos
áreas de cultivos de dos, seis, nueve y más de
quince hectáreas para comparar el efecto del
tamaño del área sobre la riqueza de especies
de lagartijas, y descubrimos que el número de
especies se reduce en los cultivos. En la selva
se registraron catorce especies, mientras que
en los cultivos de coco se encontraron once y
en los de limón siete.
Los cultivos de coco mantienen una mayor
cantidad de especies de lagartijas que los
cultivos de limón de la misma extensión.
También pudimos observar que existen al-
gunas especies que son más abundantes
dentro de los cultivos que en la selva; por
ejemplo, el abaniquillo azul (Anolis sericeus),
la iguana negra (Ctenosaura similis; Figura
4) y la cuija o gecko casero (Hemidactylus
frenatus). En cambio, a otras especies les va
muy mal cuando desaparece la selva, como
a la lemancto coronado (Laemanctus serra-
tus; Figura 5) y el escinco (Mabuya unimar-
ginata). A diferencia de las lagartijas que se
adaptan a los cultivos agrícolas, las especies
exclusivas de la selva corren el peligro de ex-
tinguirse si desaparece este tipo de vegeta-
ción. Hay especies que parecen indiferentes
a las perturbaciones; un ejemplo es el anolis
de Rodríguez (Anolis rodriguezii; Figura 6),
ya que su abundancia fue similar en los culti-
vos y en la selva.
Por todo lo anterior, podemos darnos cuenta
que detrás de la bebida de coco con limón
que tan comúnmente se oferta en las playas,
existen implicaciones de gran importancia
sobre la diversidad de lagartijas y de muchas
otras especies, ya que para abastecer la de-
manda de esta refrescante bebida, los po-
bladores continúan deforestando fracciones
de la selva para establecer cultivos de estos
árboles frutales. Aunque en nuestro estudio
encontramos que algunas de las especies
de lagartijas que habitan en la selva y en los
cultivos son diferentes, lo que aumenta el
número de especies a escala del paisaje (23
especies en total; selva-cultivos de coco y de
limón), a nivel de cada cultivo la pérdida de
especies es evidente.
Estos resultados pueden cambiar si conti-
núan aumentando los cultivos de coco y de
limón en la región, pues con nuestro estudio
nos dimos cuenta que mientras más extenso
es el terreno cultivado, menor es el número
de especies de lagartijas que se encuentran
en estos. Además, se sabe que cuando el
área de vegetación natural -en este caso la
selva mediana- se reduce por el cambio de
uso de suelo a cultivos, potreros o áreas ur-
banas, la diversidad también se ve reducida,
35
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
Figura 6.
Anolis de Rodríguez
(Anolis rodriguezii)
Figura 4.
Garrobo (Ctenosaura similis), especie
afín a áreas abiertas y urbanizadas
36
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
lo que cambia la estructura de las comunidades, dejando solo a aque-
llas especies que pueden resistir las nuevas condiciones generadas
por estas perturbaciones humanas.
Las lagartijas brindan sus servicios como “exterminadores” naturales
de plagas de insectos, ya que se alimentan de estos y, gracias a tan
benéfico servicio, se podría reducir el uso de pesticidas nocivos para
la salud humana. De esta manera, la próxima vez que te encuentres
disfrutando de un coco con limón sentado frente al mar en alguna
playa mexicana y observes alguna lagartija, no olvides que es parte
esencial del ecosistema, que provee un servicio de eliminación na-
tural de insectos y que debemos cuidar de ella, para que ella cuide
de nosotros. Quizá también puedas recomendarle a quien te sirvió
tu bebida de coco con limón que si compra estos frutos a pequeños
productores les diga que al mantener áreas de selva alrededor de sus
cultivos podrán contribuir a cuidar no solo la diversidad de lagartijas,
sino también de una gran cantidad de especies animales.
Agradecimientos
Este trabajo fue apoyado por la Red Temática CONACYT clave 251272 «Biología,
Manejo y Conservación de la Fauna Nativa en Ambientes Antropizados».
Ttambién se agradece a los alumnos del Laboratorio de Ecología de Poblaciones
por el apoyo en el trabajo de campo.
Referencias
Badillo-Saldaña L. 2016. Diversidad funcional de saurios en tres ambientes al sur
de Quintana Roo. Tesis de Maestría en Biodiversidad y Conservación. Universidad
Autónoma del Estado de Hidalgo. Pachuca, Hgo.
Calderón-Mandujano R.R, J.R. Cedeño-Vázquez y H. Bahena-Basave. 2009. Her-
petofauna: análisis y perspectivas. pp 148-158. En: J. Espinosa-Ávalos, G.A. Islebe
y H.A. Hernández-Arana. El sistema ecológico de la bahía de Chetumal/Corozal:
costa occidental del Mar Caribe. El Colegio de la Frontera Sur. México D.F.
37
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
Figura 5.
Lagartija coronada
(Laemanctus serratus), especie
afín a la selva conservada
38
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
Denisse Téllez Mazzocco
Ingeniería en Biotecnología, Universidad Tecnológica de la
Huasteca Hidalguense, Carretera Huejutla-Chalahuiyapa
S/N. C.P. 43000, Huejutla de Reyes, Hidalgo
denisse.tellez@uthh.edu.mx
La conservación
ex situde especies vegetales
39
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
¿Sabías que en México, al menos 2 mil 606
especies de flora se encuentran bajo alguna
categoría de riesgo y que su principal
amenaza es el ser humano y sus actividades?
Dado que el problema es alarmante, se deben
implementar medidas de conservación que
permitan reducir el peligro de extinción de
las especies. Actualmente las estrategias de
conservación se agrupan en aquellas que se
hacen in situ (en el sitio) y las que se realizan
ex situ (fuera del sitio).
México es un país megadiverso en especies de
plantas con flores (angiospermas). Existen 53
órdenes, 247 familias, 2 685 géneros y 21 841
especies, 11 001 de ellas endémicas (Villaseñor
y Ortiz, 2014). Entre las causas de esta gran
biodiversidad se encuentra la topografía, la
variedad de climas y una compleja historia
tanto geológica y biológica como cultural.
Estos factores han contribuido a formar
un mosaico de condiciones ambientales y
microambientales que promueven una gran
variedad de hábitats y de formas de vida
(Sarukhán et al., 1996). Por desgracia, esta
diversidad se encuentra amenazada por
diversos factores como la contaminación, la
destrucción del hábitat, la sobreexplotación,
la introducción de especies exóticas y,
más recientemente, el cambio climático
(Martínez-Meyer et al., 2014). Muchas de
las especies vegetales que actualmente se
consideran como amenazadas (NOM-059-
SEMARNAT-2010) tienen usos medicinales,
alimenticios, industriales y ornamentales.
La conservación in situ de las plantas
comprende estrategias como el
establecimiento de parques nacionales y, en
general, áreas naturales de protección. Este
tipo de conservación en muchos casos es
difícil debido a que requiere de un espacio
físico considerable, de altos costos asociados
a la necesidad de mano de obra especializada,
del control permanente de enfermedades
Figura 1. Numerosas estanterías de un banco de semillas en Ames, Iowa, están organizadas igual que una biblioteca.
Cada variedad de semilla genéticamente distinta es meticulosamente registrada y conservada. http://m.forocoches.
com/foro/showthread.php?t=2341636.
y, además, las plantas están expuestas a las
inclemencias del clima y a incendios (Scocchi
y Rey, 2004).
Cuando una población o especie de planta se
encuentra a punto de extinguirse, se puede
recurrir a la conservación ex situ, que si bien
debe considerarse como el último recurso
a realizar para evitar su extinción, es una
esperanza. La conservación ex situ consiste en la
aplicación de una amplia variedad de métodos,
técnicas e infraestructuras especializadas que
contribuyen a la recuperación y sobrevivencia
de indivi duos o poblaciones fuera de su hábitat.
Algunos ejemplos son los bancos de semillas,
los bancos de cultivo in vitro y los jardines
botánicos que permiten no solo la conservación
de las especies vegetales, sino también el
desarrollo de investigación, de planes de
educación y de difusión. La reintroducción o
liberación de los ejemplares a su hábitat es el
último paso de la conservación ex situ, por lo
que esta forma de conservación contribuye al
proceso de restauración ecológica, siempre y
cuando exista el hábitat disponible y cuando
las presiones que originaron la reducción
de las poblaciones de estas especies hayan
desaparecido (Lascuráin et al., 2009).
Por tratarse de un método sencillo y
relativamente económico, los bancos
de semillas son uno de los métodos
más utilizados para conservar esta gran
diversidad vegetal. El primer paso para
formar uno consiste en la recolección
de semillas en áreas con una gran
biodiversidad o mediante donaciones de
otros bancos. Una vez que se reciben, las
semillas son registradas e incorporadas a la
colección, siempre y cuando cumplan con
los estándares de calidad y cantidad. El
procedimiento para integrar una colección
implica el registro de las semillas que serán
conservadas; posteriormente se eliminan
aquellas que presenten daños mecánicos
o por ataque de insectos y enfermedades.
Una vez seleccionadas son colocadas en
cámaras de desecación con agentes como
gel de sílice para reducir el contenido
de humedad. Una vez hecho esto, se
realizan pruebas de germinación y por
último son empacadas. Las semillas deben
mantenerse en condiciones óptimas, lo
cual implica almacenarlas en condiciones
adecuadas y monitorear periódicamente su
viabilidad, así como realizar su sustitución
cuando sea necesario.
40
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
Para la conservación de las semillas el
International Plant Genetic Resouces Institute
(IPGRI) recomienda para aquellas semillas
tolerantes a la desecación, denominadas
semillas ortodoxas (ej. semillas de arroz,
trigo, avena, tomate y lechuga), realizar
una desecación hasta alcanzar un 3-7%
de humedad y su almacenamiento a
bajas temperaturas (18ºC). Las semillas
recalcitrantes (como papa, caña de azúcar,
plátano) no toleran la desecación por debajo
de un contenido de humedad relativamente
alto (12 a 31%) y, por lo tanto, no pueden
ser conservadas a mediano o largo plazo. Las
semillas intermedias (café, neem, papaya)
toleran la desecación hasta un 7-20% del
contenido de humedad, lo que disminuye
su viabilidad con el almacenamiento a largo
plazo (Hong et al., 1998; Pritchard, 2004). Las
semillas son resguardadas en frascos de vidrio,
latas, sobres de aluminio y contenedores
herméticos con el objetivo de mantener el
porcentaje de humedad adecuado durante
todo el proceso de conservación.
En México existen diversos bancos de
semillas, como es el caso del Centro
Internacional de Mejoramiento de Maíz
y Trigo (CIMMYT), que cuenta con una
colección de 450 000 muestras, 17 000 de
maíz y teosinte (gramínea perenne de la que
desciende el maíz), así como colecciones
de cebada, centeno y parientes silvestres
de trigo. Otras instituciones que cuentan
con un banco de semillas son el Instituto
Nacional de Investigaciones Forestales,
Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), que ha
los bancos de semillas son uno de los métodos más
utilizados para conservar la diversidad vegetal
Figura 2. Almacenamiento de semillas de especies de
importancia hortícola. https://hortolab.wordpress.com/
investigacion/semillas/
41
· H e r re r i a n a · A ñ o 1 1 · N o. 2 · 2 0 1 5
establecido huertos semilleros, el Colegio de
Postgraduados y la Universidad Autónoma de
Chapingo, entre otros (Lascuráin et al. 2009).
Otra forma de conservación ex situ de las
plantas es mediante los métodos de cultivo
in vitro de tejidos vegetales, que implican una
serie de técnicas en las que un explante (una
parte separada del vegetal que puede ser
hojas, tallos, raíces) se cultiva asépticamente
en un medio de cultivo artificial de
composición química definida (macro y
micronutrientes, vitaminas, reguladores de
crecimiento, agentes gelificantes) y después
se incuba en condiciones ambientales
controladas (Mroginski et al., 2004).
Estás técnicas han sido utilizadas para
mantener durante un largo tiempo
colecciones de especies vegetales, para lo
cual se requiere reducir la temperatura,
las condiciones de luminosidad, y modificar
el medio de cultivo artificial con la adición
de inhibidores o agentes que retardan el
crecimiento (sorbitol, manitol o sacarosa).
La modificación de uno o más de estos
factores reduce el crecimiento y el número
de células y tejidos durante meses y hasta
años, lo que permite mantener colecciones
en crecimiento mínimo sin afectar la
viabilidad de los cultivos. Actualmente,
mediante las técnicas de cultivo in vitro de
tejidos vegetales, se ha logrado retardar
el crecimiento y conservar numerosas
especies de interés alimentario, económico
y ornamental como el caso de la zarzamora,
Figura 3. (Arriba) Colección de semillas de maíz en el
Centro de Mejoramiento del Maíz y Trigo.
https://www.flickr.com/photos/cimmyt/5979294168
Figura 4 (Derecha) Foto: Denisse Téllez Mazzocco.
Conservación in vitro a largo plazo de la especie medicinal
Moringa oleifera.
42
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Figura 5.
Conservación in vitro a largo plazo de la
orquídea Dendrobium hercoglossum.
www.infojardin.com
el plátano, la fresa, el café, la papa y diversas especies de orquídeas
(Scocchi y Rey, 2004). Algunas instituciones de investigación y
universidades cuentan con este tipo de laboratorios, como el Centro
de Investigación Científica de Yucatán, en Mérida; la Universidad
Autónoma de Morelos; el Centro de Investigación en Biotecnología,
en Cuernavaca, Morelos; el Instituto Nacional de Investigaciones
sobre los Recursos Naturales de la Universidad Michoacana de San
Nicolás de Hidalgo, en Morelia y el Instituto de Ecología, A.C., en
Xalapa, Veracruz (Lascuráin et al., 2009).
Muchos ejemplares de especies amenazadas se mantienen en
jardines botánicos, que son instituciones que mantienen colecciones
documentadas de plantas vivas con el propósito de realizar
investigación científica, conservación, exhibición y educación. Las
colecciones son etiquetadas y respaldadas con información en registros
o bancos de datos y están disponibles para estudiantes, investigadores
y para el público en general. Los jardines botánicos tienen colecciones
de plantas de origen silvestre regional, nacional y de otras partes
del mundo y a veces también pueden ser cultivadas. Gran parte de
estas especies se encuentran amenazadas en sus hábitats naturales,
por lo que los jardines botánicos se convierten así en centros clave
para el desarrollo de estrategias de conservación ex situ desarrolladas
a escala mundial. Los jardines botánicos están dedicados a evitar la
extinción y a ser fuente de material para propagación, restauración
ecológica y reintroducción (Meilleur, 1997). Las especies vegetales
que se encuentran en ellos y que por múltiples razones están en
riesgo requieren esfuerzos especiales y están ligadas a programas de
investigación que varían desde métodos moleculares para determinar
y conservar la diversidad genética (Chase y Fay, 1997), hasta
procedimientos prácticos de horticultura tradicional para asegurar su
propagación y cultivo óptimo (Cooke, 1998).
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Figura 6. Colección de bananos conservados in vitro,
en una habitación con luz a una temperatura de 15°C.
http://www.freshplaza.es/article/61914/B%C3%BAsqueda-de-una-variedad-de-
banano-resistente-a-enfermedades.
Figura 7. Jardín botánico Faustino Mirandaubicado en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
http://todochiapas.mx/2012/09/jardin-botanico-faustino-miranda/
En la actualidad hay unos 2000 jardines botánicos distribuidos por
todo el mundo. En ellos se cultiva casi un tercio de las especies de
plantas vasculares conocidas, lo que supone unas 100 000 especies
diferentes, representadas por unos 4 000 000 de ejemplares. También
se cultivan ahí decenas de miles de variedades de especies de
importancia económica (Wyse Jackson y Sutherland, 2000).
Algunos de los jardines botánicos mejor consolidados en nuestro país
son el “Francisco Javier Clavijero” del Instituto de Ecología, en Xalapa,
Veracruz; el del Instituto de Biología de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM), en la Ciudad de México; el Regional
del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), en Mérida,
y el Jardín Etnobotánico de Oaxaca, en Oaxaca.
De esta forma, la conservación ex situ se convierte en una estrategia
idónea para la conservación de especies y poblaciones vegetales
de interés que se encuentran en peligro de extinción, cuando las
estrategias de conservación in situ no son viables.
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Figura 8. Jardín botánico Francisco Javier Clavijero en la ciudad de Xalapa, Veracruz.
Foto: Alejandro Ocaña https://flic.kr/p/cHNH4J
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Año 11, No. 2, 2015
Publ
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