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Boletin oficial de la Agrupación Astronómica de la Safor
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AJUNTAMENT DE GANDIA
Quien nos lee?
HUYGENSBoletín Oficial de la Agrupación Astronómica de la Safor
Número 105 (Bimestral)noviembre - diciembre 2013AÑO XIX
Eclipse?
El radio de la Tierra
Anaxágoras
2
A.A.S. Sede Social C/. Pellers, 12 - bajo
46702 Gandía (Valencia)
Correspondencia Apartado de Correos 300 46700 Gandía (Valencia)Tel. 609-179-991 // 960.712.135WEB: http://www.astrosafor.nete-mail:cosmos@astrosafor.net
Depósito Legal: V-3365-1999Inscrita en el Registro de Sociedades de la Generalitat Valenciana con el nº 7434y en el Registro Municipal de Asociaciones de Gandía con el num. 134
Agrupación Astronómica de la SaforFundada en 1994
EDITAAgrupación Astronómica de la Safor
CIF.- G96479340EQUIPO DE REDACCIÓN
Diseño y maquetación: Marcelino Alvarez VillarroyaColaboran en este número: Francisco M. Escrihuela, Mar-celino Alvarez, Joanma Bullón, Josep Julià Gómez,, Angel Requena, Josep Emili Arias, Jesús Salvador, Paco Pavía.
IMPRIME DIAZOTEC, S.A.
C/. Taquígrafo Martí, 18 - Telf: 96 395 39 0046005 - Valencia
Depósito Legal: V-3365-1999ISSN 1577-3450
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SOCIOS NUEVOSSocio nº 157 Carlos LilienthalSocio nº 158 Alvaro Peyró EscriváSocio nº 159 Borja Ribes Piris
Huygens nº105 noviembre - diciembre- 2013 Página
Eclipse 2013Un eclipse de Sol es un fenómeno único en todo el sistema solar. Las tomas fueron realizadas por Joanma Bullón. Las tomas se han hecho en H-alfa, Calcio y luz integral. desde el observatorio La Cambra en Aras de los Olmos) con la cámara Canon 600D a foco directo de un telescopio 160 X 800. Los ajustes fueron 10” de TE a ISO 12800
Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 3
Huygens 105noviembre - diciembre 2013
21 Fichas de Objetos interesantes: Casiopea por Joanma Bullon Fichas de objetos interesantes en diversas constelaciones. Encuadernables, mediante la separación
de las páginas centrales
3 Editorial
5 La estrella que nunca existió por Josep Emili AriasNo hubo Estrella de Belén, ni Magos, ni la Matanza de inocentes. Todo fue un propósito para satisfacer una
exigencia mesiánica ya profetizada en el AT. Los evangelistas Mateo y Lucas, muy condicionados por esta profecía de Miqueas, novelaron tramas muy distintas con el único fin de situar el nacimiento del Mesías en Belén de Judá, la que era conocida como patria del rey David.
42 Asteroides por Josep Julià
39 El cielo que veremos por www.heavens-above.com
40 Efemérides por Francisco M. EscrihuelaLos sucesos mas destacables y la situación de los planetas en el bimestre
38 Actividades sociales por Marcelino Alvarez
36 Heliofísica por Joanma Bullón Resumen mensual de observación solar
29 Galería fotográfica por Angel Requena
Pues ya tenemos entre nosotros al gran cometa del año (y veremos si del siglo), el ISON. Aunque en estos momentos apenas si es distinguible al amanecer con la ayuda del telescopio, conforme se vaya acercando a su perihelio (28 de Noviembre) éste comenzará a ganar en brillo y a hacerse más visible hasta el punto de que se espera que sea visible a simple vista a principios de Noviembre.
15 Anaxágoras de Clazómenas por Jesús Salvador
En la primera parte de este artículo (Huygens, número 98, septiembre-octubre de 2012), vimos las nociones primitivas que las antiguas culturas poseían acerca de los astros. Vimos, asimismo, cómo el mundo griego inauguró una concepción racional en la comprensión de los mismos, y cómo nuestro personaje, Anaxágoras de Clazómenas, ya dio muestras de heterodoxia y de disensión en el ámbito de las ideas puras. En esta segunda y última parte describiremos sus ideas astronómicas y las consecuencias que las mismas tuvieron para su propia vida.
25 El radio de la Tierra... por Paco Pavía
La alineación del horizonte marino, con algún accidente geográfico permite calcular el radio de la tierra.
Lo extraño del hecho, es que esta circunstancia no se haya utilizado desde la antigüedad para determinarlo dado que ya se poseía el concepto, los conocimientos y los datos necesarios para realizarlo.
Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 4
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Boletín de afiliación a la Agrupación Astronómica de la Safor.
VALENCIANOS POR EL MUNDO
Todos (o casi todos), hemos visto alguna vez , aunque sólo sea parcialmente, alguno de esos progra-mas que comentan las andanzas de los “españoles por el mundo”.
Normalmente narran las aventuras, casi siempre felices, de una persona, o familia en países más o menos lejanos. Y digo “felices”, aunque quizás debiera decir “de éxito”, ya que tener un buen nivel de vida a nivel material, no siempre da la felicidad.
También las televisiones autonómicas, (como no podían ser menos), tienen sus programas similares. En concreto Canal 9 emite “Valencians pel mon”, donde narran también las andanzas de diferentes valencianos que han triunfado en mayor o menor grado en su quehacer diario, en lejanas tierras.
Pero tanto en la televisión pública estatal como en la autonómica, no han entrevistado a nadie que fuera un trabajador científico, o investigador, a pesar de que hay mucho joven (y alguno no tan joven) que ocupan un lugar privilegiado en la investigación científica mundial.
Quizás el trabajo científico es callado, constante, no gusta de la publicidad, sino que prefiere la acti-vidad seria de los laboratorios y centros de investigación, y por eso no aparecen en los medios. Pero no estaría de mas darlos a conocer (siempre con su permiso), para que sirvieran de ejemplo a nuestros jóvenes estudiantes universitarios, ya que su ejemplo es un acicate para ayudarles en los estudios. Y para darles confianza en que el futuro puede ser interesantísimo, con trabajo asegurado, y sobre todo con investigación continuada, aunque sea fuera de España. No estaría de más poder tener una pequeña sección dedicada a estos valencianos ejemplares. ¿Alguien se anima a llevarla?
Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 5
Resumen
No hubo Estrella de Belén, ni Magos, ni la Matanza
de inocentes. Todo fue un propósito para satisfacer una
exigencia mesiánica ya profetizada en el AT. Los evan-
gelistas Mateo y Lucas, muy condicionados por esta
profecía de Miqueas, novelaron tramas muy distintas
con el único fin de situar el nacimiento del Mesías en
Belén de Judá, la que era conocida como patria del rey
David. En el suntuoso relato mateano ninguna hipótesis
astronómica resuelve satisfactoriamente la inverosímil
movilidad de una estrella que sólo vislumbran unos
magos de oriente: «…, y la estrella, que habían visto
en Oriente, iba delante de ellos, hasta que fue a posarse
sobre el lugar donde estaba el niño» (Mt 2, 9).
Excesivo intrusismo científico
Cierto es, que estos dos capítulos evangélicos de
Mateo y Lucas, únicos Evangelios canónicos que narran
la Natividad e infancia de Jesús, no superan el método
histórico-crítico. Ya que como todos los textos bíblicos
son narraciones con la única intencionalidad de adoc-
trinar al creyente, donde el rigor histórico y temporal
(incluso geográfico) resulta marginal y en ocasiones
errado y anacrónico. Tal es la exigua datación temporal
que ni siquiera el año de mayor solemnidad e identi-
dad para el cristianismo -año de la crucifixión y de la
(supuesta) resurrección de Jesús-, en ningún documento
neotestamentario se tuvo la deferencia de referenciar-se,
ni en la cronología del calendario siriaco, ni sobre el
computo romano AUC (Ad urbe condita).
El astrónomo Johannes Kepler, en 1614, fue el pri-
mero en buscar una respuesta metodológica sobre cuál
sería el objeto cósmico que cautivó y guió a estos magos
de oriente en el relato de la Natividad de Mateo. Para
Kepler hubo pocas dudas, fue la triple conjunción de
Júpiter-Saturno (en Piscis) del año 7 a.C. También, en
nuestro reciente s. XX, muchos reputados astrofísicos
y divulgadores dieron su propia respuesta lógica y
racional con la que identificar al mayor mito celeste,
la Estrella de Belén y sus magos de Oriente. Nombres
como David Hughes, Michael R. Molnar, Roger Sinnott,
Mark Kidger, Isaac Asimov y Carl Sagan, todos ellos
partieron dando premisa de veracidad a la narración de
Mateo, creando un sinfín de hipótesis astronómicas.
Desde conjunciones planetarias, supernovas y hasta
movimientos retrógrados de planetas. Siempre obli-
gados a justificar un fenómeno cósmico natural. Sólo
Asimov, entre sus nueve alternativas expuestas, llegó a
considerar a esta Estrella celeste de «señal milagrosa y
divina», que no material, dentro de su obra La estrella
de Belén y otros ensayos científicos (1983). Razón no le
faltaba, puesto que si bien se le concedía veracidad al
relato grandilocuente de Mateo, entonces, por qué no
hacer otro acto de fe y considerar a esta Estrella como
una entidad sobrenatural, divina y milagrosa, y no de
naturaleza cósmica.
la estrella que nunca existiÓ.una exigencia profÉtica forzÓ a situar el
nacimiento del mesÍas en belÉn de judÁ
Josep Emili Arias
cel_ras@hotmail.com
No hubo Estrella de Belén, ni Magos, ni la Matanza de inocentes. Todo fue un propósito para satisfacer una exi-gencia mesiánica ya profetizada en el AT. Los evangelistas Mateo y Lucas, muy condicionados por esta profecía de Miqueas, novelaron tramas muy distintas con el único fin de situar el nacimiento del Mesías en Belén de Judá, la que era conocida como patria del rey David.
Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 6
Es un error partir con el planteamiento de, ¿qué pudo
ser esa Estrella que vieron esos magos de oriente?, pues
estamos otorgando veracidad histórica a todo el relato
de Mateo «La adoración de los Magos» ya que, aquí,
Estrella y Magos son conceptos inseparables (Mt 2, 2):
«Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos
a adorarle».
Desde la condición agnos-escéptica de la ciencia
resulta muy difícil entender ese obsesivo celo por resol-
ver -desde la lógica y la razón- la más memorable señal
celeste bíblica. Pero, una vez más, los credos no atien-
den a cuestiones de razón.
Otro intrusismo científico muy similar fue el seudo-
documental llamado El Éxodo Descodificado (2006),
realizado por S. Jacobovici y James Cameron. Aquí, con
un elenco de científicos y arqueólogos se tuvo la osadía
de dar una explicación racional a cada una de las diez
plagas bíblicas infringidas al pueblo egipcio, con el pro-
pósito de otorgar visos de historicidad al relato bíblico
del Éxodo judío. Pero olvidamos que los «milagros» o
«designios divinos» son un recurso literario doctrinal,
más competencia de la teología que de la razón.
Había que satisfacer una exigencia profética del
AT
Aquí se expone otra muy distinta línea de investi-
gación donde toda esta narración de la grandilocuente
Estrella de Belén queda desestimada como suceso real,
episodio sólo narrado por el evangelista Mateo1.
Como hipótesis más simple y económica, todo res-
pondería al imaginario creativo y literario del propio
Mateo bajo la necesidad de enfatizar que Jesús era el
auténtico Mesías que esperaba el pueblo de Israel ya que
cumplía con aquel requisito mesiánico -tan profetizado
en el Antiguo Testamento (AT)-, donde la profecía de
Miqueas vaticina que el Mesías tenía que nacer en la
ciudad davídica de Belén de Judá.
Pero ya a finales del s. XVIII, fueron los Enciclopedista
de la Ilustración francesa los primeros en cuestionar el
lugar del nacimiento de Jesús, el llamado Jesucristo.
Para poner luz a esta incógnita que tanto se remonta
en el tiempo muchos estudiosos de la cristología consi-
deran primordial que en la lectura de los textos neotes-
tamentarios disociemos el ente o persona de Jesús, la
del Jesús divino, teológico, simbólico y litúrgico, y la
de aquél Jesús histórico que como persona física vivió
entre humanos.
El método histórico-crítico no conoce dogmas prees-
tablecidos, ¿por qué al relato tan grandilocuente de la
Natividad de Mateo hay que otorgarle premisa de vera-
cidad?. Cuando Mateo nos narra (Mt 2, 2-3): «“Porque
hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorar-
le”. Al oír esto el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén
con él», en estos versículos advertimos que toda la ciu-
dad de Jerusalén quedó aturdida y asombrada y, luego,
transcurren ocho décadas sin que se acredite ninguna
otra referencia de tal asombroso hecho, hasta que un
publicano recaudador de impuestos (Mateo) es el único
capaz de recordar aquel extraordinario acontecimiento e
inmortalizar-lo en su Evangelio. Algo no cuadra en esta
redacción evangélica de Mateo. Evangelio que según la
Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 7
mayoría de especialistas contemporáneos fue compues-
to entre los años 80 y 90 del s. I. (Imagen 1)
La Matanza de los inocentes
El 2º capítulo de Mateo es todo un auténtico thriller,
arranca con una solemne estrella que sólo vislumbran
unos magos, luego las argucias palaciegas del rey
Herodes, el suspense en la batida y persecución al bebé
Mesías, la angustia por la Matanza de inocentes y la
apremiante escapada a Egipto de la sagrada familia.
La valoración histórica de este 2º capítulo de Mateo
es exigua e inconsistente. Esta supuesta Matanza de
los inocentes (bebés varones) sólo es enunciada en
el Evangelio de Mateo y en el Protoevangelio de
Santiago1, un apócrifo tardío de finales s. II. ¿Por qué
este hecho tan execrable no transcendió en ninguna cró-
nica extrabíblica de la época?. El historiador y cronista
judío Flavio Josefo (37-101), un cuasi coetáneo de Jesús
de Nazaret, fue un versado biógrafo de la vida del rey
Herodes el Grande y su dinastía. En su compendio de
Antigüedades judías narró todas las tropelías cometidas
por este sádico rey de Judea, tanto las infringidas en su
propia familia como a su plebe. En Antigüedades judías
(XVIII, v, 2) Flavio Josefo nos narra el encarcelamiento
y la ejecución de Juan el Bautista por orden de Herodes
Antipas, muy acorde a como también lo narran los tres
Evangelios sinópticos, entonces ¿por qué el cronista F.
Josefo (contemporáneo de Mateo) no recopiló también
la tal infame Matanza de bebés inocentes?.
Lucas desconoce todo esto. En los versículos de Lc
23, 8-10, cuando -el ya inculpado- Jesús es presentado
e interrogado por el tetrarca Antipas (hijo de Herodes
el Grande) «que en aquellos días estaba en Jerusalén»,
vemos que Antipas y todo su séquito sólo conocen a
Jesús de Nazaret por las referencias de ser una persona
admirada por sus milagros y sanaciones, «porque había
oído hablar de él y esperaba verle hacer algún mila-
gro». Nadie en este interrogatorio es capaz de advertir
en la persona de Jesús aquél bebé Mesías a quien el
rey Herodes (su padre), poco tiempo antes de fallecer,
mandó matar. Ni siquiera, aquí, Herodes Antipas es
capaz de recordar aquella supuesta Matanza de inocen-
tes ordenada por su padre, unos pocos años antes de
adquirir la tetrarquía de Galilea y Perea.
Imprescindible su genealogía davídica y su
Natividad en Belén
En consideración de Raymond Edward Brown, el gran
exégeta bíblico especialista en la infancia de Jesús, en
la Introducción de su libro El nacimiento del Mesías2,
ya advierte en Mateo y Lucas una evidente necesidad
intrínseca de legitimar la mesianidad de Jesús acredi-
tando su nacimiento en Belén de Judá, expone: «Más
plausible resulta la sugerencia de que el relato del naci-
miento de Jesús en Belén pretendía ser una respuesta
[dar complacencia] al judaísmo, que no creía en un
Mesías procedente de Galilea (Jn 7, 41-42. 52). Si el
judaísmo comenzaba ya a acusar a Jesús de ilegitimidad
[mesiánica] …» (Brown, 1982: 23).
Para el judaísmo de la época era inaceptable que el
esperado Mesías naciese en la comarca de Galilea, en
la conocida como «la tierra de los gentiles», de gran
influencia pagana y politeístas. Algo capital motivó a
Mateo y Lucas a introducir en sus respectivos evan-
gelios los dos capítulos concernientes a la genealogía
de Jesús y a su Nacimiento (o Natividad) en Belén.
También a Brown le suscita esta cuestión: «…, ¿por
qué Mateo y Lucas sintieron la necesidad de poner un
prologo al bautismo [al Ministerio público de Jesús] con
dos capítulos relativos a la infancia?» (Ídem).
Para el evangelista Mateo, al igual que Lucas, el pro-
pósito de introducir en sus evangelios los pasajes de
la Natividad e infancia de Jesús fue para demostrar al
judaísmo ortodoxo que Jesús era el auténtico Mesías,
aquél que anunciaron los clarividentes profetas de la
Sagradas Escrituras (AT), como «el verdadero Hijo de
Dios», el «Ungido Mesías» que esperaba el pueblo de
Israel.
En el entorno del s. I y II el pueblo judío estuvo muy
ofuscado en dos inminentes venidas, ésta del Ungido
Mesías y otra siguiente e inminente predicha como la
«segunda venida del Hijo del hombre», referenciada
como la del Juicio Final (Mt 24, 34) y que también
queda muy descrita en el libro del Apocalipsis.
Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 8
Ya en siglos anteriores, VIII a.C., los oráculos pro-
féticos de las Sagradas Escrituras dejaron inscritos dos
requisitos dogmáticos que debía cumplir el Ungido-
Mesías. El primer requisito era que el Mesías tenía que
ser descendiente de la estirpe de David, como bien lo
expresó Yahvé por boca del profeta Natán en el Libro
2do de Samuel 7, 4-16, donde Dios promete al rey
David que el reino de Jerusalén siempre estará goberna-
do por descendencia suya. Bien que lo recalca Lucas (Lc
2, 4): «…, por ser él [su padre José] de la casa y fami-
lia de David». El segundo requisito para reconocer al
verdadero Mesías era que éste tenía que nacer en Belén
de Judá, la ciudad de rey David, satisfaciendo así la
archiconocida profecía del profeta Miqueas (Miq 5, 1):
«”Y tú, Belén, tierra de Judá, /…/, porque de ti saldrá un
caudillo que regirá a mi pueblo Israel”».
Pero estas dos premisas mesiánicas son recusadas y
denegadas en la persona de Jesús (Jesucristo) por los
propios judíos, según nos narra el evangelista Juan en
su pasaje -Nueva discusión sobre el origen de Cristo-,
donde los judíos discrepan de la autenticidad y origen
mesiánico de Jesús (Jn 7, 41-42): «Y otros decían: “Este
es el Cristo”. Otros, por el contrario replicaban: “¿Acaso
va a venir de Galilea el Cristo?, ¿No dice la Escritura
que el Cristo vendrá de la estirpe de David y de Belén,
el pueblo donde nació el rey David?”». Al final del
capítulo unos fariseos interpelan a su líder Nicodemo
(Jn 7, 52): «“Investiga [en las Escrituras] y verás que
de Galilea no sale ningún profeta”». Indiscutiblemente,
el pueblo judío daba por hecho (nadie se lo desmiente)
de que Jesús, «el hijo de María y de José el artesano»,
era nacido en Galilea, en la aldea de Nazaret, y no en la
ciudad davídica de Belén de Judea.
De ahí, que estos relatos de la Natividad e infancia de
Jesús narrados por Mateo y Lucas responderían a piado-
sas interpolaciones añadidas para complacer a la orto-
doxa feligresía judía. Puesto que para el judaísmo de la
época era una provocación y un escándalo que el Mesías
hubiese nacido en esa denostada alquería de Nazaret.
Como bien lo describe Natanael cuando alude a Jesús,
en Jn 1, 46: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?».
Sólo los evangelistas Mateo y Lucas mencionan estos
relatos de la Natividad y su infancia en Belén, todos los
demás textos neotestamentarios ignoran y desconocen
tales relatos, como los Evangelios de Marcos y de Juan,
Hechos, todas las Cartas de san Pablo y el Apocalipsis.
Es más, resulta curioso que cuando el evangelista Lucas
redacta su segundo y más tardío tratado neotestamenta-
rio bajo el nombre de Hechos de los Apostoles3, aquí,
Lucas ya no apostilla ni argumenta aquel obligado y
necesario origen betlemita de Jesús, omitiendo toda
referencia a su infancia.
Marcos y Juan ignoran todos estos relatos del
Nacimiento e infancia de Jesús, arrancan sus evan-
gelios en un mismo tiempo y espacio, en el entorno
del río Jordán, en el encuentro bautismal de Juan el
Bautista con Jesús. Enclave geográfico donde todos
los Evangelios canónicos vienen a situar el inicio del
Ministerio público de Jesús, como bien nos dice Marcos
en su 1er capítulo (Mc 1, 9): «Y sucedió en aquellos
días que vino Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bau-
tizado por Juan en el Jordán».
Los evangelistas Marcos y Juan no sienten ninguna
necesidad -ni razón- en validar la genealogía davídica de
Jesús y menos el tal supuesto origen betlemita, ya que
sus evangelios van destinados a entornos extramuros
del judaísmo. Por su léxico y la tipología de términos
podemos decir que el Evangelio de Marcos va desti-
nado a captar paganos, a los nuevos cristianos venidos
del paganismo -no a los judeocristianos-, y también
a muchos gentiles de influencia helenistas, para nada
familiarizados con el arameo ni el hebreo. También el
evangelista Juan compone y dirige su Evangelio -escrito
en koiné una variante de lengua griega- a comunidades
ya cristianas y a iniciadas comunidades catecúmenas;
sin embargo, muchas de estas comunidades de influen-
cia helenista eran también conocedoras de la cultura y
tradiciones judías. Juan acentúa mucho las festividades
judías.
Por el contrario, Mateo y Lucas redactan y destinan
sus evangelios a adoctrinar y predicar a los potenciales
cristianos venidos del judaísmo ortodoxo (fariseos, sadu-
ceos, esenios, zelotas) muy observantes de las Escrituras
Sagradas (AT) y estrictos practicantes de la tradición
judía, de ahí, que a Mateo y Lucas les era imperati-
Huygens nº 105 noviembre - diciembre 2013 Página 9
vo legitimar que Jesús era el auténtico y profetizado
Mesías que esperaba el pueblo de Israel y, para ello,
introdujeron en los primeros capítulos de sus evangelios
la genealogía davídica de Jesús y la escenificación de
la Natividad en Belén. Y, así, satisfacían estas dos exi-
gencias mesiánicas tan profetizadas por el judaísmo.
Era una forma de reclutar y conquistar a nuevos judíos
y de acrecentar la fe en los judíos ya cristianizados. El
judaísmo siempre hizo una exaltada y fanática custodia
de las Sagradas Escrituras y de sus revelaciones proféti-
cas. Estos cristianos procedentes del judaísmo no iban a
tolerar un Mesías nacido fuera de Belén de Judá.
Los textos evangélicos de su vida pública sitúan su
origen en Nazaret
Los cuatro Evangelios canónicos -narrando la vida
pública de Jesús- son unánimes y concluyentes en mani-
festar que el pueblo judío tenía bien asumido que Jesús
era nacido en Nazaret de Galilea.
El Evangelio de Juan (no sinóptico) es considerado el
más independiente y singular -el menos contaminado
de otras fuentes-, aquí se nos narra como los judíos no
quieren reconocer a Jesús como el auténtico Cristo-
Mesías porque era vox populi que había nacido en la
estigmatizada aldea de Nazaret, en la provincia de
Galilea «esa tierra de gentiles y paganos», y esto pro-
vocaba escándalo y controversia dentro del judaísmo e
incertidumbre en los nuevos judíos cristianizados.
En los versículos de Jn 1, 45-46 sitúan, de manera irre-
futable, su origen en Nazaret, cuando dice: «“Hemos
encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la Ley y
los Profetas: es Jesús de Nazaret, el hijo de José”. Y le
respondió Natanael: “De Nazaret, ¿de allí, puede salir
algo bueno?”».
Más adelante, en el 7º capítulo, -Nueva discusión
sobre el origen de Cristo-, en un diálogo crispado entre
judíos, el evangelista Juan vuelve a enfatizar que Jesús
era natural y oriundo de la provincia de Galilea (Jn
7, 41-43, 52): «Otros decían: “Este es el Cristo”. En
cambio, otros replicaban: “¿Acaso viene de Galilea
el Cristo?. ¿No dice la Escritura que el Cristo vendrá
de la estirpe de David y de Belén, el pueblo de donde
era David?” /…/. Ellos le respondieron [a Nicodemo]:
“Estudia [las Escrituras] y verás que de Galilea no sale
ningún profeta”». Las gentes coetáneas y cercanas a
Jesús siempre manifestaron el convencimiento de que su
origen era galileo, de la aldea de Nazaret.
Para el evangelista Marcos desde sus primeros versícu-
los da a entender que la procedencia de Jesús es de Nazaret
(Mc 1, 9): «Y sucedió que por aquellos días vino Jesús
desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan [el
Bautista] en el Jordán». Aquí, Marcos al inicio de su evan-
gelio no dice otra ciudad de origen que no fuera Nazaret.
Mucha atención a lo que narra el evangelista Mateo
al final de su 13º capítulo bajo el epígrafe, -Jesús recha-
zado en Nazaret-, (idénticos versículos en Mc 6, 1-6)
donde el mismo Jesús sitúa su origen en Nazaret (Mt
13, 53-57): «Y sucedió que, cuando acabó Jesús estas
parábolas, partió de allí. Viniendo a su patria [Nazaret],
les enseñaba… //. Y se escandalizaban de él. Mas Jesús
les dijo: “Un profeta sólo es despreciado en su patria y
en su casa”». Aquí Mateo, ya ha olvidado aquel nece-
sario origen betlemita de Jesús. El uso de este vocablo
«patria», viene del griego patris, que significa la tierra
o pueblo natal.
Además, que en todos los pasajes neotestamentarios
todo el mundo lo conoce y lo llama con el apelativo de
Jesús “de Nazaret” o por el gentilicio Jesús “Nazareno”
(que no nazareo de la secta judía). En toda la Biblia
cuando después del nombre se menciona una población
ésta siempre identifica su lugar de nacimiento. En el NT
se habla de Pablo de Tarso, José de Arimatea, Lázaro de
Betania. Pero jamás en ningún texto neotestamentario
Jesús es nombrado como Jesús “el Betlemita”, Jesús “de
Belén”, ni tan siquiera Jesús “de Judá” (Judea). Si bien,
en los textos veterotestamentarios sí fue utilizado el tal
gentilicio toponímico de “Betlemita” y bien lo vemos
en 1er Libro de Samuel a lo largo de los capítulos 16º y
17º, donde al padre del rey David se le llama Isaí “(el)
Betlemita”, por ser natural de Belén.
Es más, aunque Mateo y Lucas por exigencia profé-
tica situaron el Nacimiento en la legendaria y davídica
ciudad de Belén, cuando éstos presentan a Jesús en su
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vida pública cambian el sermón de una forma radical
y al nombre de Jesús también le añaden el apelativo
“de Nazaret” o su gentilicio “Nazareno”, y también
lo citan con el otro gentilicio de, Jesús “el Galileo”.
Así de contundente es Mateo en su pasaje de la -
Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén-, donde nos narra
como toda la vox populi de Jerusalén es unánime en
señalar -sin desmentido alguno- el lugar de origen de
Jesús (Mt 21, 11): «…, toda la ciudad se conmovió y
decían: “¿Quién es éste?”. Y las multitudes respondían:
“Este es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea”». Por
tanto, si hubiese nacido en Belén, a tan sólo 9 Km de
Jerusalén, ¿por qué nadie lo recuerda, lo reconoce y lo
proclama como Jesús “el profeta de Belén de Judá”, o
bien, Jesús “el profeta de la ciudad del rey David”?.
Hasta la misma autoridad romana reconoce que Jesús
era de origen galileo, como vemos en Lucas 23, 6-7:
«Al oír esto, Pilato preguntó si aquél hombre era galileo;
y al asegurarse de que era de la jurisdicción de Herodes,
se lo envió a éste, porque Herodes estaba también en
Jerusalén por aquellos días». Estos versículos aluden al
tetrarca Herodes Antipas. ¡¡Vaya!!, aquí a Lucas ya se le
ha olvidado que Jesús era natural de Belén de Judea.
También Mateo, en la -Triple negación de Pedro-
enfatiza su origen galileo, que no de Judea, (Mt 26, 69):
«Se le acercó una criada y le dijo: “Tú también estabas
con Jesús, el Galileo”».
Por último el mismo Jesucristo, ya resucitado, tam-
bién (él) se reconoce como oriundo de Nazaret al
manifestar-se le a Pablo de Tarso, cuando en Hechos de
los Apóstoles (Hch 22, 8), dice Pablo: «¿Quién eres,
Señor?. Y él me contestó: “Yo soy Jesús de Nazaret, a
quien tú persigues”».
Teoría de las dos fuentes
Para la gran mayoría de expertos bíblicos resulta
evidente que Mateo y Lucas compusieron sus textos
evangélicos utilizando -ambos- dos fuentes comunes,
el Evangelio de Marcos como primer evangelio consti-
tuido (60-70 d.C.) y la llamada fuente “Q” 4que debió
contener un hipotético compendio de dichos y citas de
Jesús que arrancan desde su vida adulta o pública. Pero
ni la fuente “Q” ni el Evangelio de Marcos no mencio-
nan ningún aspecto del Nacimiento ni de la infancia de
Jesús. Tal información es inexistente.
Por tanto, Mateo y Lucas obligados a asentir con
el dogma profético de situar el Nacimiento en Belén
amañaron, cada uno por su cuenta, dos tramas muy
distintas. Todo ello lleva a deducir que ambos capítulos
de la Natividad e infancia de Jesús fueron fruto de la
creatividad y del imaginario de sus propios redactores,
e incorporados a sus respectivos evangelios como inter-
polaciones piadosas.
La versión mateana y la lucana divergen
Validando la teoría de las dos fuentes, conviene
dejar claro que Mateo y Lucas no mantuvieron ningún
conocimiento recíproco de sus evangelios. Además, es
notorio que en estas dos versiones sobre los relatos de
la infancia de Jesús ambos autores divergen mucho entre
sí, e incluso resultan contradictorios. Sólo convergen
en un fin común e ineludible, situar el alumbramiento
del Mesías/Jesús en Belén de Judá. Mateo nos presenta
el nacimiento de Jesús en Belén porque los cónyuges
(María y José) tenían allí su residencia habitual, (Mt 2,
11): «Y entrando en la casa vieron al niño con María, su
madre, y postrándose le adoraron; /…/, y le ofrecieron
oro, incienso y mirra».
Por el contrario Lucas desplaza hacia Belén a José y
María, ambos residentes en Nazaret, con la coartada de
cumplimentar el censo padrón ejecutado por Quirino
quien era gobernador de la provincia de Siria (Antigua
Palestina), puesto que José era oriundo de Belén. Aquí,
Lucas tuvo que buscar de forma apremiante una coar-
tada, despreciando el rigor histórico (V. infra), con el
único propósito de trasladar a José y María -en avanzado
estado de gestación- desde Nazaret a Belén, un viaje de
150 Km.
Al contrario que Mateo, la Natividad que nos presenta
Lucas no es para nada ostentosa ni grandilocuente, aquí
no hay Estrella, ni magos, ni oro, ni incienso, ni mirra.
Lucas nos presenta un Nacimiento sobre un pesebre,
donde denota desnudez, penuria y desdicha (Lc 2, 7):
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«…, y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en
pañales y lo reclinó en un pesebre, porque no había
lugar para ellos en la posada». (Imagen 2)
Nació en los últimos años del reinado de Herodes
La datación de la muerte del rey Herodes el Grande
todos los estudios histórico-bíblicos la sitúan en el año
4 a.C., su equivalente en la cronología romana es el año
750 AUC, y que según su principal biógrafo F. Josefo
aconteció entre finales de marzo y principios de abril,
después de un episodio de eclipse de luna bien reseñado
por Josefo.
Mateo y Lucas sitúan el nacimiento de Jesús con un
desfase temporal de cómo mínimo unos 10 años. Para
Mateo el Nacimiento tiene lugar viviendo aún el rey
Herodes el Grande quien murió en la primavera del año
4 a.C. Si a esto añadimos el mandato del enfurecido
Herodes de matar a todos los niños «de dos años para
abajo», nos podemos ir al año 6 a.C. Por el contrario,
Lucas sitúa el Nacimiento con la ejecución de un censo
de empadronamiento general (Lc 2, 3): «Y todos fue-
ron a inscribirse, cada uno a su ciudad», ejecutado por
Sulpicio Quirino siendo gobernador de Siria.
Pero el tal censo histórico descrito por Lucas fue
más tardío, tuvo lugar en el año 6 d.C.5 (F. Josefo,
Antigüedades judías, XVII) y siempre después de que
Cesar Augusto hubo destituido al etnarca Herodes
Arquelao como rey de Judea. Es más, no hubo otro
censo siendo Sulpicio Quirino gobernador de la pro-
vincia de Siria (Antigua Palestina). Todo apunta a una
coartada anacrónica montada por el propio Lucas, el
más erudito entre los evangelistas, con el pretexto de
justificar el viaje de José y María a Belén, de donde sí
era natural José.
Pero haciendo prevalecer el criterio del testimonio
múltiple, Mateo y Lucas sí son coincidentes en reseñar
un dato histórico de gran relevancia en el momento de
nacer Jesús. Tanto Mateo como Lucas sitúan el naci-
miento de Jesús reinando aún el rey Herodes el Grande,
esto bien lo vemos en Mt 2, 1 y en Lc 1, 5: «Hubo en
tiempos del rey Herodes, rey de Judea, …». Además,
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que como bien recalca Mateo (Mt 2, 19), el alumbra-
miento de Jesús tuvo lugar en unos años muy próximos
a la muerte de Herodes el Grande. Todo ello es muy
congruente con otros datos cronológicos en la vida
de Jesús. Hay bastante evidencia bíblica de que Jesús
nació cuando el rey Herodes el Grande estaba dando
sus últimos coletazos, siempre antes del año 4 a.C.
La cuestión de Nazareno y Nazîreo
El gentilicio “nazareno” en la persona de Jesús de
Nazaret procede exclusivamente de su topónimo nata-
licio. Los doctores de la teología pusieron empeño en
buscarle otras alternativas, atribuyendo la existencia
-en tiempos de Jesús- de una secta judía precristiana,
la secta integrista de los nazîraios (heb), consagrada al
voto del Nazareato (Nm 6, 1-12). Entre sus muchos pre-
ceptos estaba el de nunca beber vino, ni licores ni otra
bebida fermentada. Fueron nazareos (nazîreos) los per-
sonajes bíblicos de Sansón, Samuel y Juan el Bautista
(primo de Jesús). Aquí, nuestra RAE adopta para este
vocablo bíblico los términos de “nazir” o “nazareo”
(Nm 6, 13). Pero tales derivaciones léxicas hebreas de
nâzîr, nazîreo, nazôraio, nazîraeno, no mantienen rela-
ción etimológica con las raíces toponímicas arameas de
Nazarat, Nazarath y la griega Nazará.
Dejando aparte la interpretación de estos epíte-
tos, los textos evangélicos son concluyentes en afir-
mar que Jesús nunca comulgó con ninguna secta
judía, y menos con esta de los nazareos (o nazi-
reos), como bien lo expone Lucas en Lc 7, 33, 34;
como tampoco comulgó con los nacionalistas zelotas.
Los cuatro Evangelios canónicos nos muestran a un
Jesús como un buen judío practicante, para nada inte-
grista ni radical. Era un hombre cercano, de pensamien-
to abierto y que detestaba los fanatismos y los radicalis-
mos, «come con los publicanos y pecadores» (Mc 2, 16);
conversaba con paganos, militares romanos, gentiles,
prostitutas y samaritanos/as. Es más, Jesús condenó la
hipocresía de la ley del Sabbat, anteponiendo el hombre
al precepto (Mc 2, 27). Y su primer milagro fue trans-
formar seis grandes tinajas de agua en vino (Jn 2, 6-9).
Cómo iba hacer esta conversión alcohólica un nazir o
nazareo.
¿Existía Nazaret en el s. I?
Indudablemente, sí. Es cierto que Nazaret era una
localización ignota, minúscula y de mala fama (Jn 1,
46). Algunos autores han llegado a considerar si tal
aldea o alquería pudo estar asociada a un cementerio.
Lo cierto, es que no es mencionada ni una sola vez en
el AT. Ni siquiera dentro del Libro de Josué (Jos 19, 10-
16) del capítulo -Reparto de la tierra entre las tribus de
Israel-, en lo que pretende ser el proceso de estableci-
miento de la tribu de Zabulón, en esa área de Galilea, se
enumeran doce poblaciones y seis aldeas, pero se omite
a Nazaret. En el Talmud cuando enumera una lista de
63 poblaciones galileas, Nazaret queda ausente. El gran
cronista e historiador del s. I., Flavio Josefo, en su com-
pendio La guerra de los judíos menciona 54 ciudades
galileas, ignorando a Nazaret. A todo esto, añadamos
que las pruebas arqueológicas de tal asentamiento son
casi inexistentes.
A pesar de todo ello, el emplazamiento de Nazaret -ya
fuese aldea, caserío o alquería- debió de existir en el s.
I. Pues cuán inconcebible resulta que, en la 2ª mitad del
s. I, los tres Evangelios sinópticos junto al más singular
e independiente Evangelio de Juan y resto de fuentes
orales y escritas, planificasen -todos- la creación de
un nuevo y virtual emplazamiento al que llamarían
Nazaret. Resulta más lógico validar el criterio del testi-
monio múltiple.
La profecía fingida e incoherente
Mateo al final de su 2º capítulo -Regreso a Nazaret- se
ve obligado a justificar y resolver el motivo del gentili-
cio “Nazareno” tan arraigado al nombre de Jesús. Mateo
era bien conocedor que la tradición oral y escrita expre-
saba -indiscutiblemente- que Jesús era de origen galileo,
que no de Judea. Para el exégeta Raymond E. Brown no
existe duda, expone: «De hecho, Mateo no tenía otra
alternativa al describir adónde tenía que ir José [con
su familia tras su salida de Egipto], ya que conocía la
tradición indiscutible de que Jesús era galileo» (Íbidem,
221, anot. 12).
Para ello Mateo concluye su 2º capitulo amañando y
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fingiendo una profecía (Mt 2, 23): «Y fue a vivir a una
ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo anun-
ciado por los profetas: “Será llamado Nazareno”». Pero
en ningún texto del AT existe tal enunciado profético,
es más, en el AT jamás se menciona el topónimo de
Nazaret y menos su gentilicio “nazareno”. Y de preten-
der atribuírselo a la profecía de Isaías (Is. 11,1), aquí no
se expresa nada que se le parezca a lo de “Será llamado
Nazareno”. Otra cosa es la enfermiza elucubración de
algunos teólogos.
Para mayor colmo, la post-introducción tardía de los
sintéticos epígrafes bíblicos titularon el final del relato
mateano de la infancia de Jesús rotulándolo como, -
Regreso a Nazaret-. Tal titular resulta muy coherente
para el relato lucano, pero crea un gran desconcierto y
perplejidad en el relato mateano. Como si se pretendiese
rectificar al mismo evangelista Mateo, sugiriendo que
José y María sí residían con anterioridad en Nazaret,
antes del parto en Belén.
Más llamativo es el argumento que emplea Mateo al
final de su 2do capítulo para resolver a qué lugar han de
ir a instalarse José y su familia tras su salida de Egipto,
un pretexto bastante incoherente e irreflexivo (Mt 2, 22):
«Pero al oír que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de
su padre Herodes, temió ir allá; y avisado en sueños, se
retiró a la región de Galilea».
Poco prudentes eran estos “sueños” que asesoraron
a José, puesto que no le advirtieron que en Galilea
gobernaba el otro infame tirano, su hermano el tetrar-
ca Herodes Antipas. A quien el mismo Mateo, más
adelante, señala como ejecutor del decapitamiento de
Juan el Bautista (Mt 14, 10). Pero Mateo no tenía otra
alternativa, ahora había que situar a Jesús en Nazaret de
Galilea.
Epílogo
Bajo la hipótesis de satisfacer dos ineludibles requisitos
mesiánicos -bien profetizados en el AT- es por lo que
Mateo y Lucas se vieron obligados a cumplimentar con
tal coyuntura dogmática, introduciendo la genealogía
davídica de Jesús y su Natividad en Belén de Judá; con
el propósito de convencer al integrismo judaico de que
Jesús era el legítimo Mesías que esperaba el pueblo de
Israel. Todo ello nos lleva a desmitificar, desestimar
y desmontar como posibles -hechos reales- todos los
manejos de Mateo en la Natividad en Belén, con su
Estrella y sus magos; y hasta ese inconexo y anacrónico
censo del gobernador Quirino expuesto por Lucas (Lc
2,2). Por tanto, todo este relato tan novelado y grandilo-
cuente que nos narra Mateo sobre la Natividad e infancia
de Jesús -en especial su Estrella y sus magos- responde,
según la mayoría de estudiosos paleocristianos, a una
invención piadosa del propio Mateo. Como una ficción
literaria, tal vez inspirada, en reminiscentes relatos de
analogía veterotestamentaria.
La propia lectura de muchos de los pasajes neotestamen-
tarios nos invita a discernir -sin prejuicios preestableci-
dos- la existencia de una dualidad cristológica, la del
solemne Jesús teológico/litúrgico y la de aquel modesto
Jesús histórico y humano, nacido en una insignificante
alquería de Galilea, llamada Nazaret.
También la WIKIPEDIA, en su extensa página dedicada
a Jesús de Nazaret desarrolla todo un capítulo mostrando
su condición más humana y su origen natalicio, bajo el
epígrafe: El hombre: (expone) «Según la opinión, hoy
mayoritaria entre los estudiosos, su lugar de nacimiento
fue la aldea galilea de Nazaret,…».
Un Jesús que siempre mostró su mensaje evangélico
desde la virtud de la humildad. Quien escogió mon-
tarse sobre un borriquillo en su aclamada «Entrada
en Jerusalén». Tal vez, la coherencia divina quiso
situar su origen en la aldea más ignota de Galilea.
A este Jesús histórico por mucho que el celo dog-
mático y teológico pretenda situar su nacimiento en la
ciudad davídica de Belén, nadie podrá poner en duda lo
qué expresaron el mismo Jesús y la voz de pueblo judío
manifestada en los cuatro Evangelios canónicos, esos
conciudadanos que coexistieron en tiempo y espacio
con aquel judío galileo, hijo de artesano, rabino y sana-
dor al cual llamaron bajo el nombre de Jesús de Nazaret
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y Jesús el Galileo. Un personaje histórico, transgresor
y carismático, y que a pesar de las poquísimas e insus-
tanciales referencias extrabíblicas tanto ha marcado el
devenir del pensamiento y la espiritualidad del hombre.
Notas y bibliografía1 La supuesta Estrella de Belén también fue descrita de
forma mucho más suntuosa y superlativa en el cap. XXI
-Visita de los magos- del Protoevangelio de Santiago,
un evangelio apócrifo tardío de la 2ª mitad del s. II.
Es muy probable que Santiago utilizara como fuente
el Evangelio de Mateo, puesto que los capítulos XXI
-Visita de los magos- y XXII -Furor de Herodes-, man-
tienen bastante similitud en la estructura narrativa.
Con la excepción de que el capítulo XXII no relata
la “Huida a Egipto” de la sagrada familia.
2 Brown, Raymond E. El nacimiento del Mesías,
-Comentario a los relatos de la infancia- (The birth
of the Messiah, N.Y. 1979). Madrid, Ed. Ediciones
cristiandad, 1982.
3 La evidencia de que es la misma autoria, la del
Evangelio de Lucas y la de Hechos de los Apóstoles
queda bien manifiesta comparando sus versículos
iniciales, Lc 1, 1,4 y Hch 1, 1. Donde el autor
expresa, en Hechos 1, 1, que retoma la continuación
de su primer libro o tratado evangélico.
4 La fuente “Q”, o Evangelio “Q”, es un hipotético
compendio sobre textos antiguos basados en la
tradición oral de la Iglesia Primitiva que contendría
dichos y citas de Jesús. La hipótesis de la fuen-
te “Q” fue formulada en 1900. Más tarde, B. H.
Streeter reformuló una visión más amplia y acep-
tada de “Q”, concluyendo que debió ser un docu-
mento escrito (no una tradición oral) y redactado
en griego, que prácticamente todo su contenido aparece
en Mateo y en Lucas, y que Lucas fidelizaría con mayor
frecuencia y exactitud el orden original del texto “Q”,
que lo hace Mateo.
5 Tras la destitución y destierro del etnarca Arquelao el
año 6 d.C., Judea perdió su status quo judío y quedó
bajo la completa jurisdicción romana, siendo llamada
provincia romana de Judea tras fusionarse con Samaria
e Idumea. Fue en ese año, donde: «por aquellos días, se
promulgó un edicto de César Augusto para que se empa-
dronase todo el mundo. Este primer censo fue hecho
siendo Quirino gobernador de Siria» (Lc 2, 1-2).
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Como decíamos en la primera parte, si las meras
afirmaciones filosóficas importunaron a grandes
pensadores ulteriores a Anaxágoras, como Platón y
Aristóteles por igual, sus tesis astronómicas y
cosmológicas aún iban a producirles una indignación
mayor. Como los textos propios de aquel acerca de
estos temas son bastante escasos, para conocerlos cabe
acudir a la doxografía —esto es, los textos de escritores
posteriores que recogieron las opiniones de filósofos
más antiguos, como en este caso Simplicio, Hipólito,
Teofrasto y Diógenes Laercio, entre otros.
Recordemos, como punto de partida, que en las
concepciones míticas las grandes fuerzas de la naturaleza
se identificaban con dioses: así, por ejemplo, el Sol era
uno de los más poderosos, dada su facultad de generar
luz y proporcionar energía, permitiendo el crecimiento
de las plantas y la maduración de alimentos.
Nadie dudaba (ni en Grecia ni en ningún otra cultura
similar, por aquel entonces) que el Sol era un dios; sin
embargo, Anaxágoras tenía una visión completamente
distinta: para él, el Sol era, meramente, una roca
ardiendo, un enorme globo de fuego en la distancia.
Nada de divinidades celestiales a las que rendir tributo;
nada de entelequias humanas para dotar de familiaridad
al cosmos; nada de complejas relaciones entre dioses, ni
de personificaciones vanas: el Sol era sólo una piedra al
rojo vivo, que brillaba con luz propia por su gran calor.
La naturaleza solar era, pues, material, no divina.
Anaxágoras se atrevió, incluso, a conjeturar las
dimensiones de nuestra estrella (es difícil imaginar
el impacto en su época de algo así: tratar de medir
cuán grande era lo que hasta entonces se consideraba
una divinidad...): dedujo que debía ser mayor que
la península del Peloponeso, un tamaño considerable
—tenía más de doscientos kilómetros en su segmento
mayor durante la época del clazomenio—, aunque no
mencionó ningún cálculo concreto1. Como en los casos
de Tales y Anaximandro mencionados en la primer parte
del artículo, lo que conviene destacar no es la corrección
del dato, sino la revolución conceptual que suponía
reemplazar el carácter mítico y divino de nuestra estrella
en una simple sustancia material, así como su declaración
de que poseía un tamaño similar a la distancia usualmente
recorrida a caballo en dos días.
Si el Sol era, para Anaxágoras, sólo una roca caliente,
la Luna debía ser, dado que no producía tanta luz como
la estrella, una roca más fría. Más fría y opaca, además,
ya que, al contrario que el Sol, su luz no podía ser propia;
su luminosidad debía ser resultado del reflejo de la luz
emanada por la estrella (para afirmar esto quizá percibió
que la parte iluminada del satélite estaba siempre de
frente al Sol), y que rebotaba desde su superficie hasta
la Tierra, desde donde podíamos contemplarla. Tal
superficie lunar, continuaba Anaxágoras, debía estar
hecha de tierra, como nuestro mundo, y en ella habría
planicies y simas. Hoy nos parece lógico hablar de
“superficie lunar”, pero en tiempos del filósofo jonio
la idea de que la Luna fuese tan sólo un cuerpo celeste
propio, con sus accidentes singulares, montañas y valles,
careciendo de cualquier tipo de esencia divina, era muy
provocadora.
anaxÁgoras de clazÓmenas.un pionero de las estrellas (2º parte)
Jesús Salvador Giner
jsginer@gmail.com
En la primera parte de este artículo (Huygens, número 98, septiembre-octubre de 2012), vimos las nociones primitivas que las antiguas culturas poseían acerca de los astros. Vimos, asimismo, cómo el mundo griego inauguró una concepción racional en la comprensión de los mismos, y cómo nuestro personaje, Anaxágoras de Clazómenas, ya dio muestras de heterodoxia y de disensión en el ámbito de las ideas puras. En esta segunda y última parte describiremos sus ideas astronómicas y las consecuencias que las mismas tuvieron para su propia vida.
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Persiste cierta inseguridad acerca de si, después de
todo, Anaxágoras fue o no el primero en afirmar el
carácter de la Luna como astro sin luz propia. Esto se
debe a que en un fragmento conservado de Parménides
puede leerse: “Fulgor de la noche en torno a la tierra,
errante luz ajena”. Con “errante luz ajena” parece ser
que Parménides se refería a la Luna y que trataba de
señalar, si bien algo crípticamente, como solía ser
habitual en él, que nuestro satélite carecía de luz propia,
y que era el Sol el que la iluminaba. También hay otra
referencia muy similar de Empédocles (483-424 antes
de Cristo): “Redonda, gira en torno de la tierra, luz
ajena” (fragmento 39). Pero como Empédocles fue
coetáneo de Anaxágoras no sabemos muy bien quién
sostuvo primero la idea.
En cualquier caso, “la astronomía de Anaxágoras
es, sin duda, mucho más racional que la de la mayoría
de sus predecesores, sobre todo en lo referente a
su opinión de que el sol, la luna y las estrellas son
enormes piedras incandescentes2”. Lo que motivó a
Anaxágoras a sostener nociones tan novedosas en el
siglo V antes de Cristo fue, posiblemente, la caída de
un meteorito en Egospótamos, cerca de donde vivía
antes de trasladarse a Atenas. Aunque la insinuación
hecha por la tradición y recogida por Diógenes Laercio
de que Anaxágoras fue capaz de predecir tal caída es
a todas luces incorrecta, resulta más probable suponer
que dicha caída sí le indujo a considerar la naturaleza
y posición de los cuerpos celestes. Estos, siguiendo su
propia noción del caso lunar, estarían compuestos por
material pétreo, constituyendo rocas desprendidas de
la propia Tierra, que arderían como focos inflamados a
causa de la alta velocidad de su movimiento alrededor
de nuestro planeta. Tal celeridad solía mantenerles en
lo alto de ordinario, pero en ocasiones serían lanzados
en dirección a la Tierra por su tendencia natural, como
objetos pesados, a aproximársele y caer hacia ella,
dando origen entonces a estrellas fugaces (meteoros) o
meteoritos, caso de alcanzar la superficie.
En otro orden de cosas,
recordemos que Tales de
Mileto, como dijimos en la
primera parte del artículo,
pronosticó eclipses solares y
los entendió como un fenó-
meno debido sólo a los movi-
mientos de los astros. Esto
constituyó un gran avance,
pero fue Anaxágoras el pri-
mero que los explicó clara y
concisamente, como recoge
Hipólito con estas palabras:
“La Luna está debajo del Sol
y más próxima a nosotros. [...]
Los eclipses de Luna se deben
a que la oculta la Tierra o, a veces, los cuerpos que están
debajo de aquella; los eclipses solares se deben a que
lo oculta la Luna en sus novilunios”. En otras palabras,
que los primeros se deben a la interposición de nuestro
planeta entre el Sol y la Luna, que transita entonces en
el cono de sombra de la Tierra y el Sol, mientras los
segundos ocurren por la interposición de la Luna entre
la Tierra y el Sol.
Anaxágoras advirtió que como el Sol, pero no la Luna,
brindaba luz y calor, cabía concluir que no todos los astros
eran iguales, aunque todos fueran astros, sosteniendo
igualmente que si no sentíamos su calor (excepto el del
Sol, desde luego) era a causa de que estaban a enormes
distancias de nosotros y porque ocupaban además
una región del espacio más fría. Por lo tanto cabía
considerar al Sol, la Luna y las estrellas como un mismo
Figura 2: El Sol asoma por encima de la Tierra, con la Luna en primer plano. Anaxágoras tuvo la audacia (aunque erró en la forma de nuestro mundo, pues lo creyó plano) de concebir a los astros como cuerpos materiales desprovistos de cualidades divinas.
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tipo de cuerpos (nunca
reiteraremos bastante la
importancia de definirlos
así, como cuerpos, y no
como dioses...), aunque
sus características físicas
u orbitales pudieran ser
muy distintas.
Esta innovadora apre-
ciación del Sol, la Luna y
las estrellas como piedras
incandescentes, como
sustancias materiales des-
provistas de fundamentos
míticos o divinos, supo-
nía, asimismo, un nuevo
juicio acerca de las mismas: porque si se trataba, en
efecto, de astros que se elevaban y caían a nuestro
mundo, ¿no podían ser ellos, pues, otros mundos? Si la
Luna presentaba sus fases y, como la Tierra, poseía acci-
dentes geográficos, ¿por qué considerar como mundo
únicamente a ésta?
También aquí persiste cierta incertidumbre respecto
a si Anaxágoras creyó o no en una pluralidad de mun-
dos (es lo que tiene buscar sentido a escritos con una
antigüedad de dos mil quinientos años...). Un texto de
Simplicio recoge dos interpretaciones distintas: o bien
que se refiera, en efecto, a mundos lejanos allende la
Tierra, o bien, por el contrario, que su intención fuera la
de especular con otras civilizaciones y pueblos desco-
nocidos aún pero que se hallaban en aquella. Simplicio
defiende la primera de las interpretaciones, pero recono-
ce sin embargo que la cuestión no está cerrada (tampoco
lo está hoy, todavía).
No obstante, si seguimos la interpretación de
Simplicio favorable a una multitud de mundos existen-
tes, de este último fragmento (el número 4) se deriva,
igualmente, otra notable afirmación: que
tales mundos pueden estar habitados,
poseer vida, animales y seres inteligen-
tes —otros “hombres”, puede que dijera
Anaxágoras...—, y que son semejantes
a nosotros en cuanto poseen facultades
similares y tratan de subsistir en su pro-
pio planeta. Postula Anaxágoras, pues,
que no estamos solos en el universo,
que, como en la Tierra, deben existir
los seres pensantes, las ideas, y la con-
ciencia en los desconocidos mundos del
espacio. Así nos habla el clazomenio:
“(Suponemos que) los hombres y los
demás animales que tienen vida han
sido formados como nosotros, y que los
Figura 3: esquema con la explicación de los eclipses solares y lunares, explicación que Anaxágoras, hace 2.500 años, ya dio en los mismos términos.
Figura 4: si cierta interpretación de sus palabras es correcta, la pluralidad de los mundos habitados ya fue imaginada por Anaxágoras como una posibilidad en el siglo V antes de Cristo
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hombres tienen ciudades habitadas y campos cultiva-
dos como entre nosotros; que tienen sol, luna y todo lo
demás como nosotros; y que la tierra les produce toda
clase de variados productos, de los cuales se llevan a
sus casas lo mejor y de ellos se sirven”. En febrero de
1600, unos dos mil años después, Giordano Bruno será
quemado vivo en la hoguera por sostener ideas similares
(y, también, por sus conflictivas nociones teológicas), y
hasta el siglo pasado no fue considerada tal idea como
plausible dentro de la comunidad científica. Esto señala
(siempre que su intención en el fragmento 4 fuese la que
sugiere Simplicio) la originalidad del planteamiento de
Anaxágoras, capaz de imaginar la presencia, no de enti-
dades divinas identificables con los astros, sino de seres
semejantes a la especie humana, habitantes de planetas
distantes que se interrogan acerca del cosmos y de sí
mismos. Y recordemos que el clazomenio vivió en el
siglo V antes de Cristo...
Anaxágoras también trató de explicar racionalmente
la razón de que veamos la Vía Láctea, nuestra galaxia.
Para la mitología griega la Vía Láctea era la leche que
Hera, diosa del firmamento y esposa de Zeus, había
derramado de sus pechos accidentalmente mientras
daba de mamar a unos de sus hijos. Según Anaxágoras,
sin embargo, y dado que el Sol era un astro de dimen-
siones inferiores a las de la Tierra, cuando la estrella se
ocultaba por debajo de nuestro planeta, provocando la
oscuridad nocturna, la Tierra generaba una sombra que
se desplegaba sobre el fondo del firmamento, alcanzado
una respetable extensión. Según esto, la Vía Láctea sería
la “huella” de dicha sombra, una especie de fantasma
del cuerpo terrestre que obstruye la luz solar y permite
la contemplación de los astros que hay hacia esa direc-
ción del espacio. Una propuesta sin duda imaginativa y
sugerente pero, como sabemos ahora, completamente
equivocada.
En la actualidad todos admiraríamos a quienes tratasen
de ampliar el horizonte intelectual de nuestra ciudad, que
intentaran promocionar la investigación, la exploración,
el interés por la cultura, y que tendiera puentes entre el
cosmos y nosotros. Ello también sucedió en la Jonia,
de donde procedía Anaxágoras, y en la propia Atenas
durante un tiempo, pero sus innovaciones radicales,
los cambios en la instrucción y orientación educativa
que el propio Anaxágoras reclamaba, el paso de una
mentalidad religiosa a una filosófica en tan poco tiempo,
era demasiado difícil de aceptar para los grandes
poderes de la polis.
Pericles gobernaba Atenas con esta visión de futuro,
e iba ganando enemigos poco a poco. Anaxágoras, que,
recordemos, era su maestro, había hecho una serie de
Figura 5: el cráter lunar que lleva por nombre Anaxágoras, en una imagen de alta resolución obtenida por la sonda japonesa Selene-1 (Kayuga), en 2009 (JAXA/NHK/SELENE)
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afirmaciones de carácter excesivamente materialista,
alejando los dioses del panorama de la ciudad y de la
explicación del universo. Aunque en Atenas había aún
libertad y tolerancia religiosas, los detractores de Pericles
vieron en la figura del clazomenio la oportunidad de
atacarle, de difamarle, y de hacerle perder el favor de la
ciudadanía, ya que directamente no podían imputarle a
aquel nada en su contra. Cuando Pericles envejeció, sus
enemigos empezaron a censurar a todo el que recibía la
simpatía del gobernante, a criticar aquellas opiniones
y posturas que iban en contra de las costumbres y
tradiciones de la polis, de modo que aprovecharon lo
afirmado por Anaxágoras para acusarle de impiedad
y ateísmo por enseñar que el Sol era sólo una piedra
caliente y la Luna una aglomeración de tierra.
Según informa Diógenes
Laercio, hay varias versiones
de su proceso: unos cuentan
que fue Cleón quien le acusó
de impío y le condenó a pagar
cinco talentos, además de ser
desterrado; otros afirman que
fue Tucídides, quien elaboró
una campaña política contra
Pericles, el que acusó además a
Anaxágoras de partidismo persa
—es decir, traición—, por lo
que fue condenado a muerte. En
todo caso, una vez sancionado
por la asamblea fue arrestado y
encarcelado, pero gracias a las
mediaciones de Pericles pudo
salir de la prisión y huir poste-
riormente de Atenas.
Anaxágoras puso rumbo
entonces a su tierra, Jonia,
donde fundó en Lámpsaco, una
colonia milesia, su propia escue-
la de enseñanza, libre ya de los
prejuicios y dogmas religiosos
y sociales y de las hostilidades
políticas a que fue tan adverso.
Allí siguió el clazomenio dando
clases hasta que murió, en el
año 428 antes de Cristo, y siempre fue estimado y respe-
tado por sus paisanos. Fue enterrado con todos los hono-
res y, como deseo explícito de Anaxágoras, los niños de
su escuela tuvieron fiesta en el día del aniversario de
su muerte. Los habitantes de Lámpsaco, nos sigue con-
tando Diógenes Laercio, rubricaron en su sepulcro este
epitafio para despedir a su distinguido conciudadano:
“aquí yace Anaxágoras ilustre,
que junto al fin de su vital carrera,
entendió plenamente los arcanos,
que en sí contiene la celeste esfera”.
Ciertamente no hubo otro presocrático tan capaz
de comprender qué eran el Sol, la Luna y los puntos
Figura 6: Anaxágoras de Clazómenas, según una singular representación de José de Ribera.
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luminosos que colmaban el cielo nocturno. La visión
del universo de este pionero fue el soporte en el que
descansaría parte de la astronomía y cosmología griega
posterior (exceptuando la figura plana de la Tierra), y el
punto de partida de las concepciones modernas acerca
de los astros que pueblan el cosmos.
- Bibliografía:
- ABBAGNANO, N., Historia de la filosofía, Vol. 1 y 2,
Editorial Hora, Barcelona, 1994.
- GRIBBIN, J., Diccionario del Cosmos, Crítica,
Barcelona, 1996.
- KIRK, C. S., y RAVEN, J. E., Los filósofos presocrá-
ticos, Gredos, Madrid, 1969.
- MOSTERÍN, J., El pensamiento arcaico, Alianza
Editorial, Madrid, 2006.
- La Hélade, Alianza Editorial, Madrid, 2006.
- NORTH, J., Historia Fontana de la Astronomía y la
Cosmología, FCE, México, 2001.
(Notas al pie)1 John Gribbin, no obstante, afirma (Diccionario del
Cosmos, Crítica, Barcelona, 1996) que partiendo de
la suposición de que la Tierra era plana (Pitágoras
había sugerido la esfericidad del planeta un tiempo
antes del nacimiento de Anaxágoras, pero como lo
hizo basándose en motivos místicos y geométricos éste
acabó por rechazarla), éste calculó la altura del Sol —es
decir, la distancia entre el Sol y la Tierra— en 6.400
kilómetros, y, a partir de tal dato, halló igualmente que
el diámetro del Sol era de unos 56 kilómetros. Pero no
parece que eso sea lo que se menciona en los fragmentos
conservados escritos por Anaxágoras ni en la doxografía
posterior (y, si así fuera, el tamaño asignado al Sol
sería incoherente con que la estrella era mayor que el
Peloponeso).2 Kirk, C. S., y Raven, J. E., Los filósofos presocráticos,
Gredos, Madrid, 1969.
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Hace algunos días me encontraba plácidamente senta-
do en el jardín de mi casa, cuando de súbito me percaté
de un pequeño detalle: Una curiosa coincidencia visual
se cumplía desde mi posición privilegiada, el horizonte
marino se alineaba con el vértice de un pequeño pro-
montorio que posee el Peñón de Ifac en su extremo
SE, conocido con el topónimo de “Punta del Carallot”.
(Fotografía 1)
Además esta alineación era muy sensible a pequeños
desplazamientos en vertical; en la terraza del primer
el cÁlculo del radio de la tierra desde mi jardÍn
Francisco Pavía Alemany
paco.pavia.alemany@gmail.com
La alineación del horizonte marino, con algún accidente geográfico permite calcular el radio de la tierra..Lo extraño del hecho, es que esta circunstancia no se haya utilizado desde la antigüedad para determinarlo dado que
ya se poseía el concepto, los conocimientos y los datos necesarios para realizarlo.
Fotografía 1.- La foto tomada desde el lugar correcto. Puede verse perfectamente la alineación entre la “Punta del Carallot”, y el horizonte marino.
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piso, unos escasos 3 m encima, la alineación se perdía.
(Fotografía 2)
Al poco tiempo percibí que este detalle se podía utili-
zar para determinar el Radio de la Tierra y así lo hice.
La circunstancia descrita no es una rareza, este tipo de
alineamiento en que desde nuestra posición observamos
que la cumbre de una isla o cualquier otro detalle geo-
gráfico se alinea con el horizonte marino se produce con
frecuencia, especialmente una vez alertados y estando
pendiente del detalle, e incluso lo podemos buscar y
forzar.
Lo extraño del hecho, es que esta circunstancia no se
haya utilizado desde la antigüedad para determinar el
radio de la Tierra, dado que ya se poseía el concepto, los
conocimientos y los datos necesarios para realizarlo.
-El concepto de una Tierra esférica no se generalizó
hasta la demostración directa mediante la circunnave-
gación de la Tierra por Juan Sebastian Elcano (1519-
1522).
Pero desde el siglo VI a.C. en que surgió la idea de la
esfericidad de la Tierra en la filosofía griega, parece
ser que Pitágoras (580-495 a.C.) fue su precursor, siem-
pre ha habido pensadores defensores de este concepto.
-Los conocimientos necesarios para la determinación
del Radio de la Tierra por este método, se reducen a la
aplicación de dos veces del Teorema de Pitágoras y a
la resolución de un sistema de dos ecuaciones con dos
incógnitas.
-Los datos necesarios se limitan a conocer:
La altura de la isla o punto que se alinea con el
horizonte.
La altura del acantilado o punto en que nos encon-
tramos.
La distancia entre estos dos puntos.
A pesar de tener los geómetras las posibilidades para
utilizar este método desde la antigüedad, lo que hubiese
podido aportar una buena estimación del Radio de la
Tierra mediante una aplicación reiterada, no me consta
Fotografía 2.- A unos escasos 3 metros de altura del punto anterior, puede verse cómo la alineación desaparece.
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que se realizara.
El primer cálculo de la circunferencia de la
Tierra.
Se atribuye a Eratóstenes (276-194 a.C.) la primera
estimación del valor de la circunferencia de la Tierra.
Eratóstenes disponía del mayor tesoro que pudiera
anhelar en sus tiempos un amante del conocimiento, los
miles y miles de pergaminos y papiros que albergaba la
biblioteca de Alejandría, que él dirigía.
En uno de estos documentos, un día leyó una peque-
ña curiosidad que ocurría en Siena (actual Asuán): El
día del solsticio de verano, a mediodía, el Sol se veía
reflejado en el fondo de los pozos.
Este especial y pequeño detalle, puso en funcio-
namiento su mente inquieta que supo aprovecharlo,
proporcionándole el concepto mediante el cual podría
determinar por primera vez, la longitud de la circunfe-
rencia de la Tierra.
En el siguiente solsticio de verano, mediante un
gnomon en posición vertical que había preparado en
Alejandría, pudo verificar que a mediodía éste si pro-
ducía sombra.
En su época no se utilizaban los grados para medir
ángulos; Estos se medían como fracciones del círculo.
Por ejemplo un ángulo de 45 grados era definido enton-
ces como 1/8 de círculo.
A partir de esta sombra, Eratóstenes pudo concluir
que ambas ciudades estaban situadas con una diferencia
de latitud equivalente a un ángulo de 1/50 de circunfe-
rencia, (7º 12´)
A partir de la inmensa información que disponía en
su biblioteca, pudo determinar que la distancia entre
dichas ciudades era de 5000 estadios egipcios (un esta-
dio media 300 codos de 52,35 cm).
Solamente necesitaba multiplicar este valor por 50
para obtener el valor buscado, 250 000 estadios (39
262,5 Km.), obteniendo una buena aproximación a los
40 000 Km. que hoy le asignamos.
Posteriormente otros repitieron las mediciones, pero
obtuvieron valores erróneos y muy inferiores a los de
Eratóstenes, empequeñeciendo nuestro planeta.
Almagesto “El más grande”.
Ptolomeo Claudio (87-170 d.C.) astrónomo, geógra-
fo y matemático, recopiló todo el conocimiento que
se tenía sobre los astros en trece volúmenes, que titulo
Mathematike syntaxis. Los árabes la tradujeron con el
titulo al-Majisti (El más grande)
Entre los datos recopilados figuraba el valor de la
circunferencia de la Tierra, pero no el que había obte-
nido Eratóstenes, sino el de uno de sus seguidores, que
estimó esta cifra próxima a los 25 000 Km.
Con la conquista de Toledo en 1085, se tradujo el gran
acervo allí existente al latín y a partir de este momento,
por toda Europa, las ideas que Ptolomeo había plasma-
do se convierten en una especie de Biblia. No cabía su
modificación ni siquiera la simple duda.
El descubrimiento de América
Colón, en su intención de llegar a las Indias nave-
gando hacia el Oeste, seguramente se dejó influir por
estas fuentes de información erróneas sobre el tamaño
de la circunferencia de la Tierra, que suponían el equi-
valente al de unos 25 000Km. actuales, trasmitidas por
el Almagesto; de conocer la verdadera distancia que
le separaba de la India, lo más probable es que no se
hubiera propuesto realizar el famoso y fructífero viaje.
Por ello también podemos decir que America la
descubrió Colón, gracias a que los geómetras no tuvie-
sen en aquellos tiempos, “la feliz idea” de aplicar dos
veces el teorema de Pitágoras y resolver un sistema
de dos ecuaciones como veremos a continuación para
determinar la circunferencia aproximada de la Tierra.
Dado que si en vez de los 25.000 Km estimados este
valor hubiese sido mas próximo a los 40.000 Km
probablemente Colon no hubiese tenido la osadía de
emprender la travesía.
DISTANCIA DESDE UNA DETERMINADA
ALTURA AL HORIZONTE MARINO
Supongamos que nos encontramos en la cumbre de
una isla con una altura sobre el mar “h”, y deseamos
averiguar la distancia del horizonte marino “d”, en
función del Radio de la Tierra “R”.
Tenemos:
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de donde despejando d y simplificando, queda
y nos será útil la notación
Supongamos que ahora nos encontramos sobre un
acantilado con una altura sobre el mar “H” y da la
casualidad que desde allí observamos que la altura de
la isla “h” coincide con el horizonte marino.
De forma similar tendremos:
,
Con lo anterior tenemos un sistema de dos ecuacio-
nes con dos incógnitas.
conocemos “h”, “H” y “D”
y las incógnitas son: “d” y “R”
Sustituyendo 2R por el valor anterior obtenemos la
ecuación de segundo grado:
Y obtenemos primero
Y posteriormente
En mi caso he conseguido los valores “h”, “H” y “D”
a partir de la topografía del lugar y he obtenido unos
valores muy aproximados para la circunferencia de la
Tierra.
En concreto, con el método descrito, y las medidas siguientes:
h = 0.0612 Km. H = 0.083 Km. D = 4.59 Km.Obtuve un R = 6.356 Km. (El radio medio de la Tierra son 6.371 Km)
En la antigüedad no se disponía de este tipo de pla-
nos pero tenían suficientes recursos para determinar dos
alturas y una distancia en el caso de que se hubiesen
percatado de las posibilidades de este método.
FIGURA Nº 2 Segunda ecuación
FIGURA Nº 1 Primera ecuación
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Pues ya tenemos entre nosotros al gran cometa del año (y veremos si del siglo), el ISON. Aunque en estos momentos apenas si es distinguible al amanecer con la ayuda del telescopio, conforme se vaya acercando a su perihelio (28 de Noviembre) éste comenzará a ganar en brillo y a hacerse más visible hasta el punto de que se espera que sea visible a simple vista a principios de Noviembre. Id preparando pues los telescopios y las cámaras por si al final nos diera una agradable sorpresa. Y recordad que con los cometas cualquier cosa puede ocurrir y si tenemos suerte tal vez volvamos a rememorar los magníficos momentos astronómicos que nos regalaron los grandes cometas del siglo pasado (Hyakutake, Hale-Bopp o Halley).
Coordinado por Ángel Requenaarequenavillar@yahoo.es
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Notas importantes: 1. Es posible que se incluyan actos especiales, con colegios, público en general, o conferencias durante este año.
Se anunciarán oportunamente, y se comunicarán por medio de la lista de correos.2. Pueden haber cambios importantes. Confirmar siempre con la página web.3. Esposible que se reinicie el curso de Linux que quedó pendiente. Se avisará mediante la lista de correo
linux@astrosafor.net
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15 - noviembre - 2013
22:00 Hora Local
15 -diciembre - 2013
22: Hora local
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Para NOVIEMBRE & DICIEMBRE 2013Por Francisco M. Escrihuela
pacoses@hotmail.com
LOS SUCESOS MÁS DESTACABLES DEL BIMESTRE
1 de noviembre: Mercurio en conjunción superior.1 de noviembre: Máxima elongación vespertina de Venus E.(47º) a las 03:40 (mag. -4.41). 10 de noviembre: Eclipse de Sol anular-total-central.
Inicio a las 08:08.Medio a las 08:44.Fin a las 09:18.
3 de noviembre: Lluvia de meteoros Táuridas.17 de noviembre: Máxima elongación matutina de Mercurio W.(19º) a las 22:11 (mag. -0.46). 17 de noviembre: Lluvia de meteoros Leónidas.13 de diciembre: Lluvia de meteoros Gemínidas.21 de diciembre: Solsticio de invierno.29 de diciembre: Saturno en conjunción superior a las 02:26.
Planetas visibles: Mercurio, al amanecer. Venus, en los atardeceres. Marte después de la medianoche. Júpiter durante toda la noche. Saturno, antes de amanecer. Urano, Neptuno antes de medianoche. Plutón, al principio de la noche.
LOS PLANETAS EN EL CIELO
Mercurio, en Virgo, estará localizable en los días próximos al momento de su máxima elongación, es dedir, a mediados de noviembre, cuando lo podremos observar durante el crepúsculo matutino sobre el horizonte Este-Sureste. El 26 de noviembre se encontrará muy cerca de saturno.
Venus, entre Libra y Sagitario, estará visibles en los atardeceres de este bimestre, resplandeciendo sobre el hori-zonte Suroeste.
Marte, en Virgo, estará localizable a principios de noviembre a partir de las tres de la madrugada y a finales de diciembre una hora antes, emergiendo sobre el horizonte Este-Sureste. Cabe destacar que su magnitud aumentará de la 1.5 a la 0.8.
Júpiter, en Géminis, estará visible prácticamente durante toda la noche si bien a principios de noviembre emergerá sobre el horizonte Este-Noreste poco antes de la mediano-che.
Saturno, en Libra, emergerá sobre el horizonte Este-Sureste unas dos horas antes de amanecer a finales de diciembre, por lo que no deberemos preocuparnos de él antes de estas fechas.
Urano, en Piscis, estará localizable a principios de bimes-tre durante casi toda la noche, es decir, hasta unas dos horas antes de amanecer. A finales de diciembre sólo lo podremos localizar hasta poco después de la medianoche.
Neptuno, en Acuario, estará localizable a principios de noviembre hasta pasada la medianoche, si bien a finales de diciembre lo estará unas dos horas después del crepús-culo vespertino, cuando se oculte tras el horizonte Oeste-Suroeste.
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Plutón, en Sagitario, sólo lo podremos localizar a principios de noviembre y poco después del crepúsculo ves-pertino pues en menos de dos horas desaparecerá tras el horizonte Oeste-Suroeste.
Entramos en el invierno.El 21 de diciembre, a las 13:10 se producirá el Solsticio de Invierno, momento en el cual el Sol se encontrará en
la posición más baja (-23,5º de declinación), al mediodía, de todo el año. Por ello, el día poseerá la menor duración, empezando a partir de esa fecha a ser cada día más largo. La distancia entre el Sol y la Tierra será de 147.161.200 Km. El tamaño angular del Sol será de 32’31’’.)
DATOS PLANETARIOS DE INTERÉS(El 31 de julio o en el momento de mejor visibilidad para Mercurio y Venus)
Mercurio Venus Marte Júpiter Saturno Urano Neptuno PlutónMagnitud -0.34 -4.54 1.21 -2.44 0.85 5.78 7.90 14.20Tamaño angular 7.1’’ 38’’ 5.7’’ 45’’ 15’’ 3.6’’ 2.3’’ 0.096’’Iluminación 52% 29% 91% 99% 99% 99% 99% 99%Distancia (ua.) 0.952 0.435 1.643 4.370 10.767 19.559 30.103 33.037Constelación Virgo Sagit. Virgo Gémin. Libra Piscis Acuario Sagit.
Lluvias de MeteorosEn este bimestre tendremos tres lluvias de meteoros: las lluvias Táuridas, las Leónidas y las Gemínidas.Las primeras desarrollarán su actividad entre el 20 de octubre y el 30 de noviembre, siendo el día de mayor inten-
sidad el 3 de noviembre. La radiante se situará a 3h 44m de ascensión recta y a +22 grados de declinación. Para la noche del máximo, el meridiano pasará a las 20:55 TU y a 73º de altitud. En el momento del máximo, la Luna tendrá iluminada el 0% de su cara visible. Esta lluvia está relacionada con el cometa Encke.
Las Leónidas desarrollarán su actividad entre el 15 y el 20 de noviembre, siendo el día de mayor intensidad el 17. La radiante se situará a 10h 8m de ascensión recta y a +22grados de declinación. Para la noche del máximo, el meridiano pasará a las 02:23 TU y a 73º de altitud. En el momento del máximo, la Luna tendrá iluminada el 100% de su cara visible. Esta lluvia está relacionada con el cometa Temple-Tuttle.
Finalmente, las Gemínidas desarrollarán su actividad entre el 7 y el 16 de diciembre, siendo el día de mayor intensidad el 13 de diciembre. La radiante se situará a 7h 28m de ascensión recta y a +32 grados de declinación. Para la noche del máximo, el meridiano pasará a las 22:01 TU y a 83º de altitud. En el momento del máximo, la Luna tendrá iluminada el 83% de su cara visible. Esta lluvia está relacionada con el asteroide 3200 Phaethon.
BibliografíaPara la confección de estas efemérides y la determinación de los sucesos y fases lunares se han utilizado los
programas informáticos Starry Night Pro y RedShift y un calendario convencional.
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NOVIEMBRE/DICIEMBRE 2013por Josep Julià
APROXIMACIONES A LA TIERRA
Objeto Nombre Fecha Dist. UA Arco Órbita
2008 HC38 2013 Nov. 1.54 0.07348 1-opposition, arc = 8 days 2012 VZ19 2013 Nov. 4.91 0.145214 1-opposition, arc = 2 days 2013 TE6 2013 Nov. 7.10 0.137785 1-opposition, arc = 13 days 2013 RM43 2013 Nov. 7.70 0.079489 1-opposition, arc = 37 days 2012 UV136 2013 Nov. 8.51 0.047707 2 oppositions, 2012-2013 2013 RV9 2013 Nov. 8.58 0.068877 1-opposition, arc = 35 days 2007 TC66 2013 Nov. 8.87 0.181634 3 oppositions, 2007-2013 2013 TN69 2013 Nov. 9.33 0.083512 1-opposition, arc = 4 days (138095) 2000 DK79 2013 Nov. 10.23 0.126036 7 oppositions, 2000-2012 (138852) 2000 WN10 2013 Nov. 11.38 0.127311 12 oppositions, 2000-2011 (6063) Jason 2013 Nov. 11.55 0.079033 13 oppositions, 1960-2012 1997 WQ23 2013 Nov. 11.92 0.078789 2 oppositions, 1997-2013 2011 JY1 2013 Nov. 13.72 0.02232 1-opposition, arc = 7 days 2008 GD110 2013 Nov. 15.07 0.06930 1-opposition, arc = 10 days 2011 CA4 2013 Nov. 16.60 0.04166 1-opposition, arc = 5 days 2013 TK69 2013 Nov. 17.08 0.083940 1-opposition, arc = 6 days 2009 WN6 2013 Nov. 17.27 0.09258 1-opposition, arc = 28 days 2001 AV43 2013 Nov. 18.90 0.007600 2 oppositions, 2000-2013 (85774) 1998 UT18 2013 Nov. 21.67 0.1724 4 oppositions, 1989-2004 1997 YM9 2013 Nov. 22.13 0.1859 2 oppositions, 1997-2006 2000 KA 2013 Nov. 24.41 0.01902 1-opposition, arc = 24 days 2010 WE1 2013 Nov. 24.64 0.07307 1-opposition, arc = 0 days 2001 WW1 2013 Nov. 25.42 0.1250 2 oppositions, 2001-2005 2012 XJ16 2013 Nov. 25.53 0.188900 1-opposition, arc = 9 days 2010 CL19 2013 Nov. 25.66 0.096603 4 oppositions, 2010-2013 2001 UD18 2013 Nov. 25.81 0.096080 1-opposition, arc = 1 days 2013 NJ 2013 Nov. 26.13 0.006335 1-opposition, arc = 103 days 2009 LD 2013 Nov. 27.31 0.08249 1-opposition, arc = 3 days 2009 HD82 2013 Dec. 2.09 0.08539 1-opposition, arc = 31 days 2010 TK7 2013 Dec. 5.67 0.196655 3 oppositions, 2010-2012 2008 TQ2 2013 Dec. 14.49 0.153466 3 oppositions, 2008-2013 2009 XP2 2013 Dec. 14.51 0.05712 1-opposition, arc = 31 days 2012 CL19 2013 Dec. 20.72 0.097610 2 oppositions, 2012-2013 2012 XL16 2013 Dec. 21.28 0.128983 1-opposition, arc = 11 days 2011 YD29 2013 Dec. 27.80 0.01630 1-opposition, arc = 3 days 2011 BT15 2013 Dec. 28.65 0.032226 3 oppositions, 2007-2013 1998 VD32 2013 Dec. 28.78 0.1631 1-opposition, arc = 12 days 2010 XZ67 2013 Dec. 29.99 0.063861 2 oppositions, 2010-2013 2009 XZ1 2013 Dec. 30.85 0.050782 3 oppositions, 2001-2012 2000 WG63 2013 Dec. 31.48 0.1937 1-opposition, arc = 16 days
Fuente: MPCDatos actualizados a 05/11/13
La mayoría de éstos asteroides suelen tener pocas observaciones, lo que se traduce en órbitas con un elevado grado de incertidumbre. Por ello, es recomendable obtener las efemérides actualizadas en:
http://www.minorplanetcenter.net/iau/MPEph/MPEph.html
ASTEROIDES BRILLANTES
Efemérides de los asteroides más brillantes (mag. ≤ 11; elongación ≤ 90) obtenidas para el día 15 de cada mes a las 00:00h TU.
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SERVICIOS MENSAJERÍA
URGENTE LOCAL PROVINCIAL REGIONAL NACIONAL
INTERNACIONAL
NOVIEMBRE
NOMBRE MAG. COORDENADAS CONST.
(7) Iris 9.4 21h40m06.07s -07 03’ 40.8” Aqr (10) Hygiea 10.6 02h03m03.66s +17 33’ 09.3” Ari (18) Melpomene 10.6 08h56m10.45s +08 28’ 21.6” Cnc (20) Massalia 9.2 02h11m35.54s +12 52’ 08.8” Ari (42) Isis 10.6 01h36m10.96s -01 50’ 29.7” Cet (44) Nysa 10.7 00h16m27.06s -03 44’ 02.7” Psc (89) Julia 10.2 23h10m15.39s +19 24’ 54.5” Peg (216) Kleopatra 9.6 03h36m12.29s +11 23’ 12.6” Tau (324) Bamberga 9.7 23h03m33.49s +09 38’ 42.9” Peg (354) Eleonora 10.6 03h23m44.52s -10 10’ 54.2” Eri (511) Davida 10.1 04h51m13.85s +05 05’ 51.3” Ori (532) Herculina 10.3 06h38m06.98s +13 57’ 14.9” Gem
DICIEMBRE
NOMBRE MAG. COORDENADAS CONST.
(2) Pallas 8.3 10h01m06.44s -21 36’ 14.3” Hya (11) Parthenope 10.7 07h52m18.14s +18 24’ 28.4” Gem (18) Melpomene 10.1 09h06m40.14s +07 39’ 25.0” Cnc (19) Fortuna 10.4 07h37m53.43s +19 02’ 00.4” Gem (20) Massalia 9.9 01h58m08.64s +11 33’ 14.5” Ari (51) Nemausa 10.8 07h02m48.48s +06 16’ 22.4” Mon (64) Angelina 10.8 04h39m11.58s +23 53’ 38.9” Tau (89) Julia 10.7 23h38m11.31s +19 00’ 42.7” Peg (216) Kleopatra 10.2 03h18m03.07s +07 09’ 12.2” Cet (324) Bamberga 10.4 23h44m30.24s +12 57’ 31.3” Psc (354) Eleonora 10.9 03h02m02.17s -09 30’ 32.0” Eri (505) Cava 11.0 04h32m14.42s +16 52’ 44.5” Tau (511) Davida 10.0 04h25m26.49s +06 38’ 26.2” Tau (532) Herculina 9.6 06h19m07.78s +15 41’ 38.7” Ori
Contraportada-Doble cúmulo de PerseoSi la contra del bimestre pasado os mostramos un objeto archiconocido para la mayoria (nuestro Sol), en esta ocasión presentamos otro que seguro que hemos visto todos algu-na vez, el Doble Cúmulo de Perseo. Visualmente la mejor forma de verlo es con la ayuda de unos prismáticos potentes pero éstos nunca nos van a poder ofrecer la profundidad y el contraste de colores que nos ofrece la fotografía. La toma fue realizada por Jesús Peláez el 5 de Octubre de 2013 desde el observatorio de Padilla (Burgos) usando una cáma-ra Canon EOS 350D acoplada al telescopio William Optics FLT 110 mm. La toma final es el resultado de la combiación de 11 tomas de 300” c.u. (0.9 horas de tiempo de integración) a ISO1600 con darks (15), flats (15) y bias (15).
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