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El respeto a la dignidad humana
es el camino de la paz
En la iglesia arzobispal castrense se ha celebrado una Eucarístía por la paz, en memoria de
las víctimas del terrorismo, presidida por el cardenal Rouco, con quien concelebraron
monseñor Yanes, Presidente de la Conferencia Episcopal, y monseñor José Manuel Estepa,
arzobispo castrense, así como numerosos capellanes castrenses. Asistieron los ministros de
Interior y Defensa, señores Mayor Oreja y Serra, junto con miembros de la Asociación
Víctimas del terrorismo y numerosos miembros de las Fuerzas Armadas con sus familias.
El arzobispo castrense se dirigió a los fieles y, con visible emoción, recordó a los que sin culpa
sufrieron en su carne el terrorismo. Comentó el papel insustituible del Evangelio, que nos
obliga a vivir y movernos en una lógica de particular fraternidad con los que han sufrido y
sufren las consecuencias de tan crueles heridas. Deseamos -añadió- orar por las víctimas que
perdieron la vida, y confortar con nuestro abrazo a tantas otras víctimas y familiares que aún
padecen secuelas de unos actos inhumanos y sin sentido. Recordó que el ámbito de la
celebración no era político, sino el de la plegaria de la Iglesia católica y el de la reflexión
cristiana de sus miembros, el ámbito propio de la invocación a Dios que reconoce la
incapacidad por parte del hombre de encontrar una solución verdaderamente radical a los
problemas que le afectan. Los miembros de la Iglesia -dijo- ni podemos ni hemos querido
nunca conscientemente pasar de largo ante tanto sufrimiento, pues el ejercicio prioritario de
nuestra caridad pastoral estriba en la cercanía a los que más inocentemente han sufrido.
En la homilía, monseñor Elías Yanes pidió a Dios la gracia de la mutua reconciliación y de la
paz. Los derechos humanos -recordó- no se fundamentan en pactos, ni en el consenso social,
ni en el apoyo de la opinión pública, ni en ninguna decisión del Parlamento o de los partidos
políticos; son derechos inherentes a todo ser humano, derechos inalienables, incondicionales.
Durante la oración de los fieles se pidió a Dios expresamente por las víctimas del
terrorismo: Para que nuestra oración alivie las heridas inferidas durante largos años en la
carne de los numerosos miembros de nuestra sociedad, y conforte a los familiares que aún
padecen las secuelas de aquellos actos.
El cardenal Rouco Varela recordó la importancia del momento que vive nuestro país, al contar
con la esperanza de que cesen las actividades terroristas definitivamente. Y añadió: ¡Que la
esperanza no se pierda! Ahora bien, el camino de la paz es claro: el reconocimiento neto y
nítido de la dignidad de toda persona humana y de sus derechos fundamentales, sobre todo el
de la vida.
EJEMPLOS ACTUALES
El Respeto
Hay dos formas de respetarse.
Una de ellas existe, pero no es:
La agencia respeta al anunciante porque es un cliente.
Le respeta tanto que es capaz de darle la razón en todo, de bajar su servicio a la categoría
de servicial, de callarse los consejos y las opiniones profesionales, de morderse la lengua, de
actuar al dictado de "la voz de su amo".
Ya que, de hecho, en ocasiones hay una relación de amo-siervo entre el anunciante y la
agencia.
¿Y eso por qué se consiente?.
"La pela". Es la pela.
Por otro lado el anunciante respeta a la agencia porque la necesita. Necesita la publicidad
y necesita confiar en quien se la haga.
Pero como la relación de amo y siervo funciona en ambas direcciones y es siempre falsa,
no confía en que la agencia trabaje para hacer bien las cosas, sinó para cumplimentar sus
órdenes. "Ordena y manda".
Conclusión: ni el anunciante consigue confiar, ni la agencia consigue hacer un buen
trabajo.
No, esta forma de respeto no es respeto.
¿Hay de verdad motivos para que exista un verdadero respeto?
Empezaré de nuevo:
De entrada, el anunciante es respetable y la agencia lo sabe.
El anunciante no es un cualquiera: es una empresa que lucha por vivir y crecer, y lo
consigue. Tiene fuerza, tiene poder, tiene lo que hay que tener en este mundo combativo y
cambiante en que nos encontramos. En el que hay que saber sortear los nuevos desafíos y
ataques que surgen inesperadamente todos los días.
El anunciante es una respetable empresa, y son unas respetables personas.
Esas personas, con las que trata la agencia, no han surgido de la nada. Tienen una sólida
formación profesional y un talento, un prestigio, una experiencia, una imaginación y una
valentía que les ha llevado a ser seleccionados para ocupar los importantes cargo que
ocupan, y las arriesgadas responabilidades que afrontan.
Por esto, aunque solamente fuera por esto, que es muchísimo, estas personas ya son
respetables, y así tiene que verlos la agencia, de todo corazón y sin reservas.
Si la agencia cae en el error de juzgar a sus interlocutores anunciantes por lo que aquellos
saben de publicidad, se equivoca.
Si aquellas personas valiosas y preparadas para sus negocios supieran tanto de
publicidad como las agencias, no llamarían a las agencias.
Precisamente por esto tienen la visión de llamar a unos especialistas en publicidad, para
administrar bien y sacarle el máximo provecho, pongamos por caso, al millón de euros que
van a invertir este año en publicidad; del mismo modo que llaman a un arquitecto, no para
decirle qué ancho deben tener y donde deben estar las vigas del nuevo almacén que
necesitan construir y en el que invierten cien mil euros.
Y del mismo modo que buscan al mejor cirujano, no para decire por dónde debe cortar
para abrirles el tórax en una operación de diez mil euros. Buscan al especialista de mayor
confianza para cada cosa, y eligen al que realmente puedan respetar.
Así es como se supone que es, por lógica.
Y, ¿por qué respetan a la agencia?
De entrada, porque saben que la publicidad es muy importante para su empresa y para
sus proyectos. Y es difícil. Si no fuera difícil no habría tantos fiascos de campañas. Saben que
es una especialidad.
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