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El león sediento

Un león sediento se aproximó hasta un lago para beber y al acercarse vio su rostro reflejado en el agua, entonces dijo:

-¡Vaya! Este lago debe de pertenecer a este león. Tengo que tener mucho cuidado con él.

Se alejó de las aguas, pero tenía tanta sed que regresó al cabo de un rato. Allí estaba otra vez ese león. ¿Qué hacer? no había otro lago cercano.

Otra vez retrocedió.

Unos minutos después volvió a intentarlo y, al ver al león, abrió sus fauces de forma amenazadora, pero el otro león hizo lo mismo, sintió terror. Salió corriendo, pero volvió varias veces, aunque siempre huía espantado.

Pero como la sed era cada vez más intensa, tomó finalmente la decisión de beber agua del lago sucediera lo que sucediera. Así lo hizo. Y al meter la cabeza en las aguas el otro león desapareció.

Leyenda Suahili

No vivo en la ciudad para no volverme perezoso;me interno en la selva para que Nunda me devore.

Liongo Fumo wa Ba-Uriy (1150)

Existe otra leyenda Swahili, en la que aparece mencionado el Nunda, según Edward Steere, él relató la historia del Sultán Majnun:

Según cuentan el Sultán poseía un extraño gato, el cual se escapó un día y comenzó a matar pollos. Todos los hombres del Sultán intentaron dar con él sin éxito, y el animal la emprendió contra animales de mayor tamaño como ovejas y cabras. Finalmente el desesperado sultán declaró que no era un simple gato, que era un Nunda, un "extraño" que él había capturado tiempo atrás. El hijo de Manjun se ofreció para ayudar a su padre y matar a tan devastador depredador, y siguiendo las indicaciones y las descripciones del animal mató un perro, una civeta, una cebra, una jirafa, un rinoceronte y un elefante, antes de conseguir dar con el misteriosos asesino.

Cuando por fin lo consiguió, exclamó "Este debe ser el Nunda" "Según me dijeron las orejas de este animal son pequeñas y las de este lo son, también me dijeron que era más ancho que largo y este animal lo es, me dijeron que su pelaje y manchas son  similares a las de las civetas, y el de este animal lo es, por último, me dijeron que su cola era gruesa, y la cola de este animal lo es, todas las particularidades descritas están en este animal" en efecto el animal era el Nunda  que fue muerto a manos del hijo del Sultán que heredó el reino y gobernó con justicia por muchos años.

La leyenda del café – Etiopía

Por el año seiscientos vivió en Etiopía un pastor llamado Kaldi. Ciertodía que cuidaba su rebaño de cabras notó que los animales desarrollaban una conducta extraña. Nerviosamente iban y venían, subían y bajaban, en un estado de agitación que se prolongó todo el camino de regreso y persistió durante una noche, que se volvió interminable. Sólo a la mañana siguiente el rebaño pareció calmarse y fue así como siguió con mansedumbre al amodorrado pastor hasta las zonas de pastura. Hasta que unas cerezas tentadoras detuvieron su paso, y luego de mordisquearlas, las cabras retomaron su conducta nerviosa del día anterior.Kaldi observó las plantas que aparentemente habían causado el cambio en su rebaño y probó con cautela una hojita y un fruto.Lo primero que percibió fue que no se trataba de un arbusto de cerezas,

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y que el sabor no era tan agradable como el que esperaba. Pero tambiénsintió que el cansancio producido por la larga noche de insomnio se había desvanecido y era remplazado por una energía que lo impulsaba a la acción.

Kaldi tomó consigo unas ramas florecidas y encabezó la marcha hacia un monasterio que se encontraba a pocos kilómetros. A paso vivo lo seguía su rebaño. Al llegar a la casa religiosa, el pastor fue introducido a presencia del Abad, mientras sus animales quedaban al cuidado de unos desorientados monjes. Informado del descubrimiento, el Abad llevó a Kaldi a la cocina, y prudentemente hirvió una rama con algunos frutos rojos. Pero cuando probó el gusto de ambos, le pareció tan desagradable que en un impulso arrojó el atado entero sobre el fuego. La cocina se vio invadida de un aroma delicioso que indujo al Abad a hacer una nueva prueba. Tomó el fruto tostado y preparó una infusión que, con su perfume cálido atrajo a un grupo de monjes a la cocina. Así nació el café, de Etiopía al mundo; probado por unas cabras, descubierto por un pastor, tostado por un Abad, celebrado por unos monjes, que nunca pudieron imaginar que ese enérgico sabor se seguiría prolongando durante siglos.

POR QUÉ EL COCODRILO TIENE LA PIEL ASPERA Y RUGOSA

En algunas aldeas de Namibia cuentan que hace mucho, mucho tiempo, el cocodrilo tenía la piel lisa y dorada como si fuera de oro. Dicen que pasaba todo el día debajo del agua, en las aguas embarradas y que sólo salía de ellas durante la noche, y que la luna se reflejaba en su brillante y lisa piel. Todos los otros animales iban a esas horas a beber agua y se quedaban admirados contemplando la hermosa piel dorada del cocodrilo.El cocodrilo, orgulloso de la admiración que causaba su piel, empezó a salir del agua durante el día para presumir de su piel. Entonces, los demás animales, no sólo iban por la noche a beber agua por la noche sino que se acercaban también cuando brillaba el sol para contemplar la piel dorada del cocodrilo.Pero sucedió, que el sol brillante, poco a poco fue secando la piel del cocodrilo, siempre cubierta de una capa de reluciente barro, y cada día se iba poniendo más fea. Al ver este cambio en su piel, los otros animales iban perdiendo su admiración. Cada día, el cocodrilo tenía su piel más cuarteada hasta que se le quedó como ahora la tiene, cubierta de grandes y duras escamas parduzcas. Finalmente, ante esta transformación, los otros animales no volvieron a beber durante el día y contemplar la antigua hermosa piel dorada del cocodrilo. El cocodrilo, antes tan orgulloso de su piel dorada, nunca se recuperó de la vergüenza y humillación y desde entonces, cuando otros se le acercan se sumerge rápidamente en el agua, con sólo sus ojos y orificios nasales sobre la superficie del agua

EL ESPIRITU DEL ÁRBOL

Había una vez, una muchacha cuya madre había muerto y que tenía una madrastra que era muy cruel con ella. Un día en que la muchacha estaba llorando junto a la tumba de su madre, vio que la tierra de la tumba salía un tallo que había crecido hasta hacerse un arbolillo y pronto un gran árbol. El viento, que movía sus hojas, le susurró a la muchacha y le dijo que su madre estaba cerca y que ella debía comer las frutas del árbol. La muchacha así lo hizo y comprobó que las frutas eran muy sabrosas y le hacían sentirse mucho mejor.  A partir de entonces, todos los días iba a la tumba de su madre y comía de los frutos del árbol que había crecido sobre ella. Pero un día, su madrastra la vio y le pidió a su marido que talara el árbol. El marido lo taló y la muchacha lloró durante mucho tiempo junto a su tronco mutilado, hasta que un día, oyó un cuchicheo y vio que algo crecía de la tumba. Creció y creció hasta convertirse en una hermosa calabaza. Había un agujero en ella del que caían gotas de un jugo. La muchacha lamió unas gotas y las encontró muy ricas, pero de nuevo su madrastra se enteró pronto y, una noche oscura, cortó la calabaza y la arrojó lejos. Al día siguiente, la muchacha vio que no estaba la calabaza y lloró y lloró hasta que de pronto, oyó el rumor de un riachuelo que le decía "Bébeme, bébeme". Ella bebió y comprobó que era muy refrescante. Pero un día, la madrastra lo vio y pidió al marido que cubriera el arroyo con tierra. Cuando la muchacha regresó a la tumba, vio que ya no estaba el riachuelo y ella lloró y lloró. Llevaba mucho tiempo llorando, cuando un hombre joven salió del bosque. Él vio el árbol muerto y pensó que era justo lo que él necesitaba para fabricar un nuevo arco y flechas, ya que él era un cazador. Habló con la muchacha quien le dijo que el árbol había crecido en la tumba de su madre. La muchacha le gustó mucho al cazador y tras hablar con ella fue donde su padre para pedirle permiso para casarse con ella. El padre consintió a condición de que el cazador matara una docena de búfalos para la fiesta de la boda. El cazador nunca había matado más de un búfalo de una sola vez. Pero esta vez, tomando su nuevo arco y flechas, se dirigió al bosque, y pronto vio una manada de búfalos que descansan en la sombra. Poniendo una de sus nuevas flechas en el arco, disparó y un búfalo cayó muerto. Y luego, un segundo, un tercero, y así hasta doce. El cazador regresó a decirle al padre que mandara hombres para llevar la carne a la aldea. Se hizo una gran fiesta cuando el cazador se casó con la muchacha que había perdido a su madre. 

PORQUÉ LA GARZA TIENE EL CUELLO TORCIDO

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Un día que el chacal estaba cazando vio una paloma que volaba sobre él. El chacal, gritándole le dijo: "Oye, paloma, tengo hambre. Tírame a una de tus crías". ‘No quiero que te comas a una de mis crías”, dijo la paloma. ‘Entonces volaré hasta donde estás, y te comeré a ti también', contestó el chacal. Asustada la paloma, dejó caer a una de sus crías, y el chacal se escapó con ella entre sus dientes. Al día siguiente, el chacal amenazó a la paloma con el mismo destino, y otro bebé pájaro bajó a su garganta. La mamá paloma lloraba sin consuelo hasta que pasó una garza y al verle llorando le preguntó: ‘¿Por qué lloras?” ‘Lloro por mis pobres bebés', contestó la paloma. ‘Si yo no se los doy al chacal, él volará hasta aquí y me devorará también”. ‘Eres un pájaro tonto”, replicó la garza. ‘¿Cómo puede volar hasta aquí si no tiene alas? No debes hacer caso de sus tontas amenazas. “ Al día siguiente, cuando volvió el chacal, la paloma se negó a darle otra de sus crías. ‘La garza me ha dicho que usted no puede volar”, le dijo. ‘Que garza tan entrometida, ' murmuró el chacal, ‘ya verá como me las paga por tener la lengua tan larga.” Cuando el chacal encontró a la garza que buscaba ranas en un estanque, el chacal le dijo: ‘Con ese cuello tan lago que tienes, ¿qué haces para evitar que se te rompa por la mitad cuando sopla el viento?' ‘Lo bajo un poco, ' dijo la garza, a la vez que bajaba un poco su cuello. ‘Y ¿cuándo el viento sopla más fuerte? ' ‘Entonces lo bajo un poco más.' dijo la garza, bajando un poco más su cuello. ‘Y ¿cuándo hay un gran vendaval?' ‘Entonces lo bajo aún más, ' dijo el pájaro tonto bajando la cabeza hasta el borde del agua.Entonces, el chacal saltó sobre su cuello y sonó un crujido al rompérselo por la mitad. Y desde ese día, la garza tiene su cuello torcido.

LA MADRE LOCA

Hace mucho, mucho tiempo, vivían en una aldea dos mujeres jóvenes que no habían tenido la suerte de tener ni hijos, ni hijas. Había un dicho según el cual "una mujer sin hijos era una fuente de desgracias para la aldea".Un día, una señora vieja golpeó a su puerta para pedir comida. Las mujeres jóvenes la recibieron con mucha amabilidad y le dieron de comer y ropa para vestirse. Después de comer y extrañada por el silencio y la ausencia de voces infantiles, la anciana les pregunto: - ¿Dónde están vuestros hijos?- Nosotras no tenemos hijos, ni hijas y por eso, para no causar desgracias a la aldea nos pasamos el día fuera del pueblo.Entonces, les dice la señora:- Yo tengo una medicina para tener hijos, pero después de haber dado a luz, la madre se vuelve loca.Una de la mujeres le contestó que aunque enfermase ella sería feliz por haber dejado un niño o una niña en la tierra. En cambio, la segunda le dijo que no quería enloquecer por un hijo.La señora vieja dio la medicina solo a la que se lo pidió.Después, algunos años más tarde la señora vieja regresó al pueblo y se encontró a las dos mujeres jóvenes. La que no había tomado su medicina le dijo: "Tú nos dijiste que quien tomara la medicina se volvería loca, pero mi hermana la tomó, tuvo una hija y no enfermó"Y la anciana le respondió: "Volverse loca no quiere decir que se convertiría en una persona que anduviera rasgándose las ropas o que pasara todo el día mirando a las nubes como si paseara por el aire; lo que yo quise decir es que una mujer que da a luz un niño o una niña estará obligada a gritar todo el tiempo, para a continuación no parar de reír. Llorará por la criatura, le pegará, le amará… Eso es él ser madre y volverse loca.”

KITETE, EL HIJO DE SHINDO

Había una vez, una mujer chagga, llamada Shindo que vivía en un pueblo al pie de una montaña cubierta de nieve. Su marido había muerto sin dejarle ningún hijo y ella estaba muy sola. Siempre estaba cansada, porque no tenía a nadie que le ayudara en los trabajos de la casa.Todos los días, limpiaba la casa y barría el patio, cuidaba de las gallinas, lavaba la ropa en el río, traía agua, cortaba la leña y cocinaba sus solitarias comidas.Al final de cada día, Shindo miraba la cumbre nevada del monte y oraba: "¡Gran Espíritu del Monte!" . "Mi trabajo es demasiado duro. ¡Envíeme ayuda!"Un día, Shindo estaba limpiando el huerto de malas hierbas para que crecieran bien las verduras, plátanos y calabazas que cultivaba. De repente, un noble jefe apareció junto a ella."Soy un mensajero del Gran Espíritu del Monte," le dijo a la sorprendida mujer, y le dio unas pocas semillas de calabaza. "Siémbralas con cuidado. Ellas son la respuesta a tus oraciones."Entonces el jefe desapareció.

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Shindo se preguntaba, "¿Qué ayuda podré recibir de un manojo de semillas de calabaza?" Pero las sembró y cuidó lo mejor que pudo.Estaba asombrada de lo rápidamente que crecían. Una semana más tarde, las calabazas ya habían madurado.Shindo llevó a casa las calabazas, y tras quitarles la pulpa, dejándolas huecas las colgó de una de las vigas de la casa para que se fueran secando. Cuando se secaran se endurecerían y podría venderlas en el mercado para ser usadas como cuencos y jarras.Como necesitaba una de las calabazas para su propio uso, tomó una pequeña y la puso junto al fuego para que se secara más rápidamente.A la mañana siguiente, Shindo se marchó para trabajar la tierra. Pero mientras ella estaba fuera de casa, las calabazas empezaron a cambiar. Les crecieron cabezas, brazos y piernas. En poco tiempo, no eran en absoluto calabazas. ¡Eran niños!Uno de estos niños estaba junto al fuego, donde Shindo había colocado la calabaza pequeña. Los otros niños le llamaron desde la viga."¡Ki-te-te, ayúdanos!Trabajaremos para nuestra madre.Venga ayúdanos, Ki-te-te,¡Nuestro hermano favorito!"Kitete ayudó a bajar a sus hermanos y hermanas de las vigas. Entonces los niños salieron de la casa y empezaron a cantar y jugar en el patio.Todos menos Kitete, que al haber estado junto al fuego, se convirtió en un niño débil y enfermizo. Mientras sus hermanos y hermanas cantaban y jugaban, Kitete les miraba sonriente, sentado en la puerta de la casa.Después de un rato, los niños empezaron a hacer los trabajos de la casa. Limpiaron la casa, barrieron el patio, alimentaron a las gallinas, lavaron la ropa, trajeron agua, cortaron la leña y prepararon la comida para cuando Shindo volviera.Cuando el trabajo estuvo hecho, Kitete ayudó a los otros a subir a la viga y poco después, de nuevo se convirtieron en calabazas.Por la tarde, cuando Shindo volvió a casa, las otras mujeres del pueblo le preguntaban: "¿Quiénes eran esos niños que estaban hoy en el patio de tu casa?" . "¿De dónde han venido? ¿Por qué estaban haciendo los trabajos de la casa?""¿Qué niños? ¿Os queréis reír de mi?" les decía Shindo, enfadada.Pero cuando llegó a su casa, se quedó pasmada. ¡El trabajo estaba hecho, e incluso su comida estaba preparada! No podía imaginarse quién le había ayudado.Al día siguiente, sucedió lo mismo. En cuanto Shindo se hubo marchado, las calabazas se convirtieron en niños, y los que colgaban de la viga gritaban,"¡Ki-te-te, ayúdanos!Trabajaremos para nuestra madre.Venga ayúdanos, Ki-te-te,¡Nuestro hermano favorito!"Entonces, después de jugar un rato, hicieron todos los deberes de la casa, subieron a la viga, y se convirtieron en calabazas de nuevo.Una vez más, Shindo se quedó asombrada al ver todo el trabajo hecho. Entonces, decidió encontrar la explicación y conocer a quienes le estaban ayudando.A la mañana siguiente, Shindo hizo como que se marchaba, pero en vez de ir a trabajar en el campo, se quedó escondida junto a la puerta de la casa, observando lo que sucedía. Y vio a las calabazas convertirse en niños, y les oyó como gritaban."¡Ki-te-te, ayúdanos!Trabajaremos para nuestra madre.Venga ayúdanos, Ki-te-te,¡Nuestro hermano favorito!"Cuando los niños salieron de la casa, por poco se encuentran con Shindo, pero ellos siguieron jugando, y seguido comenzaron a hacer los trabajos caseros. Cuando acabaron, empezaron a subir a la viga."¡No, no!" decía Shindo llorando. "¡No se transformen en calabazas! Seréis los hijos que yo nunca tuve, y os amaré y os querré."Y desde entonces los niños se quedaron con Shindo, como sus hijos. Ya nunca más estaba sola. Y los niños eran tan trabajadores, que pronto mejoró la economía de la casa, con muchos campos de verduras y plátanos, y rebaños de ovejas y cabras.Todos eran muy útiles .... menos Kitete que se quedaba junto al fuego con su sonrisa tonta.La mayor parte del tiempo, a Shindo no le importaba. De hecho, Kitete realmente era su favorito, porque era como un tierno bebé. Pero a veces, cuando ella estaba cansada o triste por alguna razón, lo pagaba con él."¡Eres un niño inútil!" le decía. "¿Por qué no puedes ser más inteligente, como tus hermanos y hermanas, y trabajar tan duro como ellos?"Kitete sólo sonreía.

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Un día, Shindo estaba fuera en el patio, cortando verduras para la comida. Cuando llevaba la olla a la cocina, tropezó con Kitete, se cayó, y la olla de arcilla se hizo añicos. Las verduras y el agua quedaron esparcidas por todas partes."¡Muchacho tonto!" gritó Shindo . "¿No te tengo dicho que no te pongas delante de mi camino? ¿Pero qué se puede esperar de ti? No eres un niño de verdad. ¡Solo eres una calabaza!"Y en ese mismo instante, ella dio un grito al ver que ya no estaba Kitete, y que en su lugar sólo había una calabaza."¿Qué he hecho yo?" lloraba Shindo, cuando los niños volvieron a casa. "¡Yo no quise decir lo que dije! Tú no eres una calabaza, tu eres mi propio hijo querido. ¡Oh, hijos míos, por favor haced algo!"Los niños se miraron entre ellos, y corriendo, comenzaron a subir a la viga. Cuando el último niño, ayudado por Shindo, hubo subido, comenzaron a gritar una última vez,"¡Ki-te-te, ayúdanos!Trabajaremos para nuestra madre.Venga ayúdanos, Ki-te-te,¡Nuestro hermano favorito!"Pasó un largo rato sin que nada sucediera. Pero de pronto, la calabaza empezó a cambiar. Creció una cabeza, luego unos brazos, y finalmente unas piernas. Por fin, no era en absoluto una calabaza. Era…..¡Kitete!Shindo aprendió la lección. A partir de entonces, tuvo mucho cuidado y amor para sus hijos.Y ellos le dieron su consuelo y felicidad, durante el resto de sus días.

ZIMBA Y FLORA

Había una vez hace mucho tiempo, en un bonito pueblo de nombre Zékièzou situado al oeste de BENIN, en país Yorouba, una muchacha llamada ZIMBA que tenía una hermana llamada FLORA. Zimba era una muchacha que no respetaba a nadie.  En este pueblo, todos los hombres y mujeres trabajaban, excepto ZIMBA que se pasaba el día jugando en el bosque y no volvía a casa hasta el anochecer. Después de cenar, sin hacer caso a la madre, tomaba un jabón y una esponja y se iba , ya de noche, a lavarse al río. La madre siempre le decía que no había que ir de noche a bañarse pero ella no hacía caso.Un día, Zimba llegó a casa cuando ya oscurecía y vio que su hermana volvía de lavarse en el río, y le dijo: - Flora, tú ya te has lavado. ¿Puedes, por favor, acompañarme al río para lavarme?Flora, a pesar del miedo que le daba la oscuridad de la noche, le dijo que le acompañaba. Flora se fue a la casa a recoger el jabón, mientras Zimba llegaba al río. Pensando que su hermana estaba con ella le dijo:- Flora, por favor, frótame la espalda. Y le dio la esponja. Entonces, por detrás, alguien tomó la esponja y comenzó a frotarle, pero cuando de repente, ella se dio la vuelta para tomarla de nuevo, se llevó una gran sorpresa al ver que detrás de ella no esta su hermana sino un diablo, tan negro como la noche, que sonreía con desprecio y al que sólo sus ojos rojos le hacían visible. Aterrada, Zimba comenzó a correr sin saber ni por donde iba. Corría entre los árboles, golpeándose con ellos, cayéndose y golpeándose con las piedras, levantándose de nuevo y rompiendo ramas mientras corría, hincándose ramas en los ojos, hasta que agotada calló al suelo sin sentido.Después de permanecer inconsciente durante cinco días y cinco noches, Zimba abrió los ojos, pero ... sus ojos estaban vacíos.Zimba se quedó ciega para siempre.Desde aquel día, los habitantes del País Yorouba saben que es muy peligroso ir una persona sola a lavarse por la noche, porque la noche pertenece a los diablos y demonios.

¿POR QUÉ LA HIENA TIENE LA PIEL CON RAYAS?

Hace mucho, mucho tiempo una hiena y una liebre eran muy buenos amigos. Pero la hiena, la engañaba a la liebre y cada vez que ésta pescaba un pez grande era la hiena quien se lo comía. La hiena inventaba juegos extraños y tras acordar que el que ganara se comería el pez, la hiena siempre acababa ganando y comiéndose el pescado. Un día la liebre pescó un gran pez y le dijo a la hiena: - ¡Hoy es mi día! ¡Hoy me comeré yo solo este gran pez! .- Es demasiado grande para un estómago tan pequeño, le dice la hiena. Se pudrirá antes de que puedas comértelo todo.- Es verdad, dice la liebre. Pero lo pondré a ahumar por la noche para conservarlo en pedazos pequeños. ¡Estará delicioso!La hiena no aguantaba de envidia y seguía deseando comerse el pescado de la liebre. ¿Me lo comeré yo solo! se decía a sí misma. Y no hacía más que planificar formas para satisfacer su egoísmo. Llegada la noche, la hiena cruzó sigilosamente el río, acercándose hasta donde dormía la liebre. En ese momento, el pescado, partido en trozos, se asaba lentamente y la grasa que caía sobre las brasas perfumaban el ambiente. La hiena se relamía ya de gusto, riéndose de la liebre por la sorpresa que se llevaría ésta al ver que le habían robado el pescado con el que tanto soñaba.

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Mientras tanto, la liebre estaba acostada haciéndose la dormida pero muy atenta a lo que hacía la hiena. Cuando la hiena agarró el primer trozo de pescado, la liebre se levanto de repente, tomó la parrilla que estaba encima del fuego y corriendo tras la hiena le azotaba con ella mientras la hiena aullaba de dolor, de vergüenza y de rabia.La hiena acabó con todo el cuerpo marcado con las barras de la parrilla y desde entonces las hienas llevan rayas en la piel y por eso desde entonces las hienas odian a las liebres.

LOS LISTILLOS LANDA Y NGANGELA

Iba Landa, "El Listo", pensando en matar un leopardo, con cuya piel, después de prepararla bien, podría cambiarla por dos azadas: una para él y la otra para su mujer, pues estaba cercano en tiempo de cultivar los campos. Pero, como dos azadas equivalen a dos pieles de leopardo, que el no tenía, Landa, El Listo, pensó partir la piel en dos mitades iguales y una vez bien dobladas parecería que era dos pieles.Por otra parte, Ngangela, "El Listillo", iba pensando en encontrar un cazador que le vendiera, o cambiara por el valor de dos azadas, dos pieles de leopardo, para vestirse él y su mujer.Ambos, Landa, El Listo, y Ngangela, El Listillo, se encontraron y se intercambiaron sus productos, correctamente, sin nada anormal en apariencia.Sin embargo, cuando llegaron a sus casas, comprobaron lo que cada uno había obtenido: Landa, El Listo, llevó para su casa una sola azada pero con dos mangos, en tanto que Ngangela, El Listillo, enseñaba a su mujer una única piel de leopardo partida en dos piezas exactamente iguales.

(Relato Luvale)

ANTAÑAVO, EL LAGO SAGRADO DE LOS ANTANKARANA 

En el País Antankarana, en el norte de Madagascar, se encuentra el lago Antañavo. Cuenta el Pueblo Antankarana que hace mucho tiempo donde hoy está el lago existía un gran poblado que contaba con su rey, príncipes y princesas, con grandes manadas de vacas y campos de yuca, patatas y arroz.En este pueblo, mezclados entre la población, vivían un hombre y una mujer a quienes sus vecinos no conocían. Se habían casado y tenían un niño de unos seis meses de edad.Una noche, el niño empezó a llorar, sin que la madre supiera qué hacer para calmarlo. A pesar de las caricias de la madre, de mecerlo en sus brazos, de intentar darle de mamar, el niño no cesaba de llorar y gritar.  Entonces, la madre alzó al bebé y fue a pasear con él a las afueras del pueblo, sentándose bajo el gran tamarindo donde las mujeres solían juntarse por la mañana y por la tarde para moler arroz, por lo que le llamaban ambodilôna. La madre pensaba que la brisa y el frescor de la noche calmarían al niño. En cuanto ella se sentó, el niño se calló y se quedó dormido. Entonces, suavemente volvió para casa, pero nada más cruzar la puerta, el niño se despertó y comenzó de nuevo a llorar y gritar. La madre salió de nuevo y volvió a sentarse al lado del mortero de arroz y, como por encantamiento, el niño dejó de llorar y volvió a dormirse. La madre, que quería volver junto a su marido, se levantó y se dirigió hacia casa. Nuevamente, en cuanto la mujer cruzó el umbral de la puerta el niño se despertó y comenzó a llorar violentamente. Por tres veces hizo la madre lo mismo, y tres veces el niño, se dormía en cuanto ella se sentaba junto al mortero de arroz, y se despertaba cuando ella intentaba entrar en casa. La cuarta vez, decidió pasar la noche bajo el tamarindo.Apenas había tomado esta decisión, cuando de repente todo el pueblo se hundió en la tierra desapareciendo con un gran estruendo. Donde hasta entonces había estado el pueblo no quedaba sino un enorme agujero que de pronto comenzó a llenarse de agua hasta que ésta llegó al pie del tamarindo donde la mujer asustada sostenía a su hijo, apretándole entre sus brazos.En cuanto se hizo de día, la mujer fue corriendo hasta el pueblo más cercano para contarles lo que había sucedido ante sus ojos y cómo habían desaparecido todos los vecinos.Desde entonces, el lago adquirió un carácter sagrado. En él viven muchos cocodrilos en quienes los antankarana y los sakalava creen que se refugiaron las almas de los antiguos habitantes de la aldea desaparecida bajo las aguas. Por esta razón, no sólo no se les mata sino que se les da comida en ciertas fechas.Tanto el lago Antañavo, los cocodrilos que en él habitan como el gran tamarindo ambodilôna son venerados y se acude a ellos para pedir ayuda.Así, cuando una pareja no acaba de tener hijos, acude al lago e invoca a las almas de los habitantes desaparecidos pidiéndoles que se le conceda una numerosa descendencia, prometiendo, a cambio, volver para ofrecerles el sacrificio de animales para su alimento. Cuando la petición tiene éxito, la pareja regresa al lago para cumplir lo prometido. Los animales sacrificados se matan muy cerca del agua, parte se echa en el agua y parte de su carne se reparte por las cercanías del lago para provocar que los cocodrilos se alejen lo más posible del agua porque piensan que cuanto más se alejen, mayor será la ayuda que proporcionarán.Cuando un antakarana cae enfermo, se le lleva muy cerca del lago, se le lava con sus aguas y dicen que se cura.

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Está prohibido bañarse en sus aguas e incluso hasta meter en ellas las manos o los pies. Cuando uno quiere beber o tomar agua del lago, debe hacerlo con la ayuda de un recipiente dispuesto al final de una vara larga y sólo puede beberla a algunos pasos de la orilla.También está prohibido escupir en el lago o cerca de él, así como hacer sus necesidades en los alrededores. Se cree que quien violara estas prohibiciones sería devorado, tarde o pronto, por los cocodrilos.

LA LIEBRE Y EL GRAN GENIO DEL BOSQUE

Un día salió la liebre para encontrarse con el Gran Genio del bosque y le dice:- ¡Oh, Gran Genio! Usted que es quien controla a todos los habitantes del bosque, Usted que es el Señor de todos nosotros, quiero pedirle un favor.- ¿Qué favor?- Sólo una cosa: que usted me aumente la sabiduría de mi cerebro.- ¿Y para qué quieres eso?- Para que yo sea más inteligente que todos los otros animales del bosque.El Gran Genio piensa y dice:- Está bien, pero es necesario, que antes me muestre de qué es usted capaz de hacer. Lleve esta calabaza lejos y llénela de pájaros pequeños; tome esta otra calabaza y llénela de leche de gama; lleve lejos también este palo y traiga una serpiente tan larga como él. Cuando usted regrese con la calabaza llena de pájaros pequeños, la otra calabaza llena de leche de gama  y con una serpiente tan larga como este palo, entonces veré qué puedo hacer por usted.La liebre se marchó, y después de haber andado bastante, llegó a un estanque donde se sentó para descansar. Cuando el sol comenzaba a ponerse, comenzaron a llegar toda clase de animales que se acercaban al estanque para beber. Pero los animales bebían y se marchaban, hasta que cuando el sol se ocultó se quedó sola junto al estanque.De repente, llegaron volando una bandada de pequeños pájaros que comenzaron a saltar, beber, cantar, jugar y revolotear.La liebre se dice a sí misma:- Hoy voy a ver de lo que yo soy capazY, comenzó a gritar para que los pájaros le oyeran, diciendo: - No! ¡Nada!... ¡Imposible!... ¡Esto no es verdad!... ¡Cómo puede creer uno una cosa así!... ¡No, imposible!... No son tan numerosos como para eso.Al oírle, los pájaros, fueron acercándose, intrigados por lo que la liebre decía, y le preguntaron:- ¡Oiga, Liebre! ¿De qué habla usted?... ¿Qué es lo que le pasa?- ¡Oh! ¡No, nada!... realmente es una cosa imposible...- Pero ¡explíquese! ¿De qué se trata?- Alguien me ha dicho que todos ustedes pueden meterse dentro de esta calabaza y llenarla. Pero yo sé eso es imposible. Ustedes no son suficientes como para llenarla- Usted habla en broma, liebre- exclamaron los pájaros. Y se reían, mientras brincando alrededor de la liebre, le decían:- ¿Claro que podemos llenar esa calabaza entera.La liebre, sin moverse, decía:- No es verdad, no, no son capaces- Ah! ¡Espere un poco va a ver usted!Un primer pájaro entró en la calabaza, un segundo y un tercero le siguieron, y así sucesivamente hasta que la calabaza estuvo llena.Entonces, la liebre la cerró con una tapa y la escondió en un rincón.En ese momento una gama llegó para beber al estanque. Y la liebre comenzó de nuevo a hablar en voz alta:- No! ¡Nada!... ¡Imposible!... ¡Esto no es verdad!... ¡Cómo puede creer uno una cosa así!... ¡No, imposible!... No tiene tanta leche como para eso.Al oírle, la gama, fue acercándose, intrigada por lo que la liebre decía, y le preguntó:- ¡Oiga, Liebre! ¿De qué habla usted?... ¿Qué es lo que le pasa?- ¡Oh! ¡No, nada!... realmente es una cosa imposible...- Pero ¡explíquese! ¿De qué se trata?- Alguien me ha dicho que usted podría llenar con su leche esta calabaza. Pero yo sé que es imposible: usted no tiene tanta leche como para eso.- Usted bromea, liebre; ¡no lo dice en serio!Y la gama no paraba de reírse, mientras saltando alrededor de la liebre le decía:- ¡Claro que puedo llenarla! Yo tengo leche suficiente para eso!Pero la liebre insistía:- ¡Imposible! ¡No puede!- ¡Espere un poco y verá!- le contestó la gamaY poniéndose encima de la calabaza comenzó a verter su leche dentro de ella  hasta que la llenó.

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- ¡Vaya! He perdido la apuesta, dijo la liebre. Mi primo el león tenía razón, él me decía que usted da más leche que la vaca. Voy a decírselo en seguida.- ¿El león? , exclamó, asustada la gama.- Sí, el león... él está allí, muy cerca. ¡Espere! que voy a buscarle y vuelvo con él.- ¡Adiós, adiós!- Y la gama echó a correr templando de miedo, antes de que apareciera el temido león.Feliz, la liebre cerró la calabaza llena de leche y contenta por haberse librado tan fácilmente de la gama, escondió la calabaza junto a la que estaba llena de pájaros pequeños.Poco después, llegó una serpiente para apagar su sed. Y la liebre comenzó de nuevo a hablar en voz alta:- No! ¡Nada!... ¡Imposible!... ¡ Esto no es verdad!... ¡ Cómo puede creer uno una cosa así!... ¡ No, imposible!... No puede ser tan larga como este palo.Al oírle, la serpiente, fue acercándose, intrigada por lo que la liebre decía, y le preguntó:- ¡Oiga, Liebre! ¿De qué habla usted?... ¿Qué es lo que le pasa?- ¡ Oh! ¡ No, nada!... realmente es una cosa imposible...- Pero ¡explíquese! ¿De qué se trata?- Alguien me dijo que usted era tan larga como este palo. ¡Pero yo sé que no es tan larga!- Usted habla en broma, liebre.- exclamó la serpiente.Y la liebre seguía insistiendo:- No, de verdad, usted no es tan larga!- ¿Cree usted eso? Pues ahora verá.- Y la serpiente se puso toda estirada junto al palo.Entonces, la liebre dio un salto, ató la serpiente al palo, un lazo a la cabeza y otro en la cola y la serpiente quedó inmovilizada atada al palo.Entonces la liebre tomó la calabaza con los pájaros, la otra calabaza con la leche de gama y el palo con la serpiente y fue a encontrarse con el Gran Genio del bosque.- ¡Oiga! Gran Genio!- le llamó.- Aquí estoy, liebre. Le estaba esperando.- Aquí traigo lo que me pidió: la calabaza con los pájaros, la otra calabaza con la leche de gama y el palo con la serpiente.El Gran Genio, sorprendido, miró a la liebre y le dijo:- En verdad, si yo aumentara su inteligencia, yo haría una gran tontería.- ¿Y por qué?, preguntó la liebre.- Usted ya es demasiado inteligente. Si aún lo fuera más, usted acabaría por convertirse en mi dueño y señor.

EL CIEGO, EL JOVEN Y EL COCODRILO

Había una vez hace mucho tiempo, un joven que era muy ambicioso y sólo pensaba en hacerse famoso, ser miembro del Consejo de la aldea y convertirse en el Jefe de la comunidad. Un día en que paseaba por la orilla del río, vio un enorme cocodrilo que apenas si podía moverse por todo lo que había comido. El joven lo atrapó, lo ató fuertemente con ramas del río, lo dejó debajo de unos arbustos y volvió a la aldea.Cuando llegó al pueblo fue a donde vivía el Jefe y le propuso organizar una cacería de cocodrilos. Mientras toda la gente iba hacia el río el joven les decía: " estos animales se han comido a muchos de nuestros vecinos, tenemos que echarles de nuestro río". El Jefe, entendiendo lo importante que era esa cacería, prometió un gran premio al que capturara un cocodrilo. El joven, que iba a la cabeza de la marcha, no hacía más que repetir  que él sería el primero en cazar un cocodrilo y que el premio sería suyo.Pero sucedió que mientras se acercaban al río, un ciego que paseaba por la orilla tropezó con el cocodrilo que estaba atado bajo los arbustos  cayéndose encima de él. En ese momento llegaron todos los vecinos y viendo al ciego encima del cocodrilo gritaron:- ¡ El ciego ha capturado un cocodrilo ! ¡Hurra! ¡El ciego ha capturado un cocodrilo! .Entonces, y sin entender el pobre ciego lo que sucedía, todos le rodearon y le llevaron corriendo al Jefe que le nombró su primer consejero. (Esta historia del Ciego, el Joven y el Cocodrilo, con diferentes variantes, es conocido desde hace más de 100 años, en muchas regiones africanas).

EL PAQUETE DE AGUA

En un pueblo, vivía un anciano llamado Mancodji con su hija llamada Inguéré, que era la más hermosa del pueblo. Cuando Inguéré tuvo edad para casarse, muchos jóvenes y hombres mayores ricos se acercaban hasta la casa del viejo Mancodji para pedir la mano de su hija. Pero el padre era desconfiado y no quería que su querida hija se casara con cualquiera. Entonces, para poner a prueba a los aspirantes, les dijo que Inguéré se casaría con aquél que fuera capaz de traer un paquete hecho con agua. Entonces, todos decían:-  ¿Quién ha visto nunca un paquete hecho con agua?. El viejo Mancodji pide algo imposible. Está claro que este hombre no quiere que su hija se case.

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Ante esta dificultad, los pretendientes fueron poco a poco disminuyendo. Pero la noticia corrió a los pueblos vecinos y un día se presentó un joven , llamado Tamari, que venía de otra aldea, y le pidió a Inguéré que se casara con él. Pero Mancodji le dijo:- Usted ¿sabe que mi hija sólo se casará con quien traiga un paquete de agua?Pero Tamari, que era muy inteligente le contestó:- Sí,  señor. Y tengo tanto respeto hacia usted que para asegurarme de que nadie le robe el paquete de agua quiero pedirle una cuerda. Así que déme una cuerda hecha con el humo que sale de su pipa y yo lo ataré alrededor del paquete de agua que tengo en mi bolsillo."El viejo Mancodji, comenzó a reír y felicitándole por su ingeniosa respuesta le deseó que fuera feliz con su hija. Y Tamari e Inguéré se casaron y vivieron felices

WABIMA, LA HIJA DEL MWAMI

Esta historia tuvo lugar hace ya mucho tiempo, en un pueblo de Mitobo, en el bosque de Urega. Cada cierto tiempo, el pueblo debía elegir 10 muchachas de entre las más hermosas. Todas ellas recorrían los pueblos de los alrededores y aquella que tuviera la dentadura más perfecta era considerada como la más hermosa de todas. Entonces, se le daban regalos y era la reina de la belleza. Muchos jóvenes del pueblo creían que Wabima, la hija del Mwami principal (médico, hechicero) sería quien se llevaría los regalos pues acaso ¿ no era Wabima la que tenía los dientes mas bellos?. Todos estaban seguros de que ella ganaría el concurso.Antiguamente, en este pueblo las mujeres se limaban los dientes para hacerlos más hermosos según se entendía en aquel tiempo la belleza.El día señalado para el concurso, Wabima salió muy temprano de casa y fue a otra aldea, a casa de una anciana que tenía fama de ser muy buena talladora de dientes. Cuando la mujer acabó el trabajo, Wabima quedó muy satisfecha de cómo le había tallado los dientes, pero la mujer le recomendó que no sonriera antes del concurso, que sólo lo hiciera delante de todo el pueblo.Cuando volvía a su aldea, se encontró en el bosque cercano a las otras compañeras. Todas ellas reían y se mostraban los dientes excepto Wabina, que siguiendo los consejos de la anciana se negaba a sonreír si no era delante de todos los vecinos. Las amigas se enfadaron y le amenazaban con pegarle si no les enseñaba sus dientes tallados. Temerosa, y para que las amigas no se enfadaran con ella acabó sonriendo y mostrando sus bellos dientes recién esculpidos. Celosas, las otras muchachas la agarraron y la tiraron a un estanque cercano. Wabima, que no sabía nadar, se ahogó. Entonces, Zelitama, la que tenía los dientes más bellos después de Wabima, y que tenía un mal corazón, les prohibió a las demás hablar sobre el crimen amenazándolas de que si no guardaban silencio las mataría también a ellas.Cuando volvieron a entrar en el pueblo todos les festejaban y eligieron a  Zelitama como la joven más hermosa. El Mwami principal, preocupado porque su hija no había vuelto con las demás les preguntó a todas por ella, pero todas negaron haberla visto. Poco después, se prometió con el hijo del Jefe de un pueblo vecino que era rico y guapo.Un día que un joven llamado Myango iba por el bosque hacia el estanque donde se ahogó Wabima, oyó la voz de una sirena. Por la noche, se lo contó a su esposa, quién a su vez se lo contó a sus amigas, quienes a su vez se lo contaron a sus hermanos. La noticia corrió como la pólvora y pronto llegó a oídos del anciano Mwami, que no dejaba de llorar pensando en su querida hija. Al enterarse de la noticia fue a casa de Myango y le pidió que capturara a la sirena. El Jefe le dio guerreros y todos ellos, con Myango a la cabeza se dirigieron al estanque. Después de mucho esperar, la sirena no fue vista por lo que volvieron frustrados al pueblo. La gente comenzó a decir que Myango estaba loco, que no había visto nada y se convirtió en el hazmerreír de todo el pueblo. Incluso su esposa se reía de él y acabó por abandonarle. Pero Myango no desistió, y todas las mañanas iba al estanque para ver si lograba encontrar a la sirena. Por fin, una mañana vio cómo la sirena saltaba del agua y corrió a la aldea en busca de pescadores que pudieran con sus redes atraparla. Cuando volvieron a la aldea con la sirena, que no era otra sino Wabima, ésta contó toda la historia y las nueve muchachas fueron condenadas a muerte como castigo. A  Zelitama le acusaron de brujería y la quemaron y a las otras les colgaron de árboles del bosque que rodeaba la aldea. Cosas así eran la ley en aquellos antiguos tiempos.Myango se casó con Wabima, la de los hermosos dientes tallados y más tarde fue nombrado Jefe de la aldea.

Ole Partukei (cuento Masai)

Ole Partukei vivía en compañía de otros guerreros. Era un hombre gigante e inmenso, su gigantesco vigor sólo podía compararse a la enormidad de su apetito, y, dado que los guerreros estaban en un olpuL y entonces sólo se alimentan de carne, apenas encontraba forma de saciar su gran voracidad. No

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pasó, pues, mucho tiempo antes de que decidiera abandonar la aldea, y partió para vivir en el bosque, llevando consigo a su criado, Murunya Nkiyiaa.Las semanas transcurrieron y Ole Partukei fue cobrando hábitos cada vez más salvajes. No cubría ya su cuerpo con vestiduras, sino que vagaba sin otras ropas que su vello hirsuto y tupido; profería gruñidos y ronquidos más propios de bestias que de un hombre; dormía al aire libre o al cobijo de arbustos, al azar de sus correrías. Los animales lo temían y lo huían, evitando pasar cerca de su cubil. Cuando agotaba la caza en el terreno en que hubiera establecido su campamento, lo levantaba y se guarecía en otro punto del bosque. Y era entonces cuando empezaban los problemas para sus nuevos vecinos, pues Ole Partukei no dudaba en realizar expediciones de saqueo, robando, matando y devorando el ganado de los habitantes del lugar. Los que fugazmente podían ser testigos de sus fechorías apenas eran creídos cuando hablaban de un gigante feroz, que recorría desnudo los bosques lanzando gruñidos y matando vacas.Una tarde, Ole Partukei y su sirviente, Murunya, acechaban un rebaño. El guerrero que lo custodiaba se percató de la presencia del gigante y vio cómo avanzaba hacia un buey gordo y lleno de grasa. Palpó la empuñadura de su espada, pero, demasiado atemorizado para enfrentarse al titán, de un salto se refugió tras unos arbustos. Desde allí lo vio asir por el rabo al buey y, con una sola mano, arrastrarlo hacia sí. Aunque estaba asustado, su orgullo de guerrero y su obligación de cuidar el rebaño pudieron más que el miedo, por lo que se lanzó sobre el dorso de Ole Partukei y descargó en su hombro un gran golpe con la espada, dejándosela clavada. Ole Partukei pensó que su criado le daba toquecitos en la espalda.-¿Qué ocurre, Murunya? -preguntó.-Nada, señor -fue la respuesta, pues Murunya no había visto el ataque del guerrero.Sin más dilaciones, el gigante rompió el cuello del buey con un sencillo movimiento y lo llevó a rastras hasta la espesura. Más tarde, en su campamento, Ole Partukei sintió que algo le chorreaba por la espalda.-Murunya –dijo Ole Parkutei -, creo que estoy sudando. Trae algo con que limpiarme.Murunya vio entonces la herida de su amo y tartamudeó:-No..., no..., no es sudor, señor. Tienes una espada clavada en el hombro: es sangre.Ole Partukei se arrancó la espada del hombro y la tiró a un lado, sin dar muestras de sufrir daño alguno.-¿Quién me ha podido hacer esto? - rugió.-No lo sé. Habrá sido algún guerrero que vigilaba el rebaño -aventuró su criado.Ole Partukei estaba tan furioso como un león herido. Entre terribles improperios tomó el mismo camino que lo había llevado al rebaño de vacas, jurando vengarse de la ofensa recibida.Mientras esto ocurría, el guerrero había regresado a su poblado con el ganado. Junto al fuego, relató a sus compañeros lo ocurrido, sin olvidar de jactarse un poco.-He dado a ese gigante una lección que nunca olvidará.Sus amigos estaban horrorizados.-¿Sabes lo que has hecho? Nos has metido en un buen lío. Y así fue, puesto que Ole Partukei había seguido lashuellas de las vacas hasta el poblado y, en ese instante, saltó por encima del cercado atacando por sorpresa. Los guerreros, embestidos de improviso, huyeron en todas direcciones. Ole Partukei, rápido como un animal salvaje, aferró por una pierna al que hasta ese momento había estado alardeando y lo lanzó como a un muñeco contra un matorral espinoso. Después arrancó un árbol de raíz, lo blandió como si de una maza se tratara y cargó contra todos los demás. No se detuvo hasta dejar la aldea sembrada de cuerpos malheridos. Entonces se dio por satisfecho y abandonó el lugar.Pasó mucho tiempo. Y una gran sequía llegó a la tierra de los masai. Las lunas se sucedieron, pero ni llegaron las lluvias ni los ríos trajeron agua. Los masai y su ganado se morían de sed. Ante estos hechos, cargaron sus burros y tomaron la determinación de abandonar sus hogares en busca de pastos frescos. Sólo un hombre, Lankas, optó por quedarse.El único lugar que permanecía aún verde y húmedo en los alrededores era el bosque. Pero en el bosque tenía su hogar Ole Partukei. Por fortuna, Lankas había sido mucho tiempo atrás buen amigo del gigante, cuando ambos fueron guerreros. Así pues, decidió intentar persuadir a su antiguo amigo de que le dejara llevar su rebaño a pastar a la espesura y, no sin nerviosismo, emprendió la marcha hacia allí.-Ole Partukei -le dijo- estoy a tu merced en estos tiempos de dificultades. Eres el señor del bosque, y así se te reconoce. Y se sabe que nadie puede apacentar sus rebaños aquí sin tu permiso. Pero, por nuestra vieja amistad, te pido que me dejes traer a mi ganado antes de que muera.-Lankas, viejo camarada, trae cuando quieras tus vacas, tus cabras y corderos. Eres libre para recorrer mis dominios con total seguridad. Me encantara compartir este gran bosque contigo - respondió Ole Partukei. Pero en sus ojos se vio un brillo voraz.Aliviado, Lankas condujo su ganado al bosque. Como exige la costumbre entre los masai, presentó a Ole Partukei un magnífico toro para sellar el acuerdo al que habían llegado.Y todo fue bien, hasta que, en uno de sus vagabundeos, el enorme salvaje dio con los rebaños de Lankas, que pacían indolentes. Bien alimentados y sanos, los animales produjeron en Ole Partukei una excelente impresión.-Vaya, vaya - se dijo -, realmente mi amigo Lankas tiene unos hermosos toros en mis tierras. Mas, ¿por qué debe él tener tantos y yo ninguno? Si yo le he permitido generosamente compartir mis propiedades, bien puede compartir él conmigo su ganado.Y, desde aquel día, comenzó a acechar al ganado de su antiguo camarada, esperando la ocasión propicia. Ésta no tardó en llegar, por cuanto Lankas partió de viaje; Ole Partukei se hizo con un hermoso toro con manchas rojas en el lomo y la cerviz, lo llevó hasta su campamento y se lo comió en una sentada. Cuando volvió a sentir hambre robó un segundo toro, y después un tercero. Hasta que Lankas regresó. Desesperado, comenzó a gemir.-¡Mis toros, mis toros! ¿Dónde están? Entregué a Ole Partukei el mejor de todos y él me roba tres aprovechando mi ausencia. Ha tratado a su amigo más antiguo como al peor de sus enemigos. Pero si busca problemas, acaba de encontrarlos: juro por la sangre del toro que selló nuestro pacto que me vengaré.

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Lankas ardía de rabia. Fue a visitar a un cazador conocido suyo y consiguió algunas flechas envenenadas. Cuando el cazador supo el propósito de Lankas de matar a Ole Partukei, no dejó de alegrarse, pues su terrible presencia ponía en fuga a todos los animales. Después, Lankas buscó el rastro de Ole Partukei y lo siguió hasta el campamento.Allí estaba Ole Partukei. Sentado en el suelo, remataba su comida, un hipopótamo recién abatido. Lankas buscó furtivamente un matorral que le ocultara, apuntó con calma, montó el arco y disparó tres flechas envenenadas. La primera zumbó junto al oído del gigante, la segunda le rozó el hombro, pero la. tercera se clavó profundamente en el enorme brazo.Ole Partukei lanzó un rugido al sentirse herido y echó miradas furiosas en derredor buscando a su atacante, pero no pudo dar con Lankas. Al ver que su tercer dardo daba en el blanco, se había zambullido en lo más denso de la espesura. Ole Partukei se arrancó la flecha y vio el negro y denso veneno en su punta. Se ató al brazo una correa de cuero, sobre la herida y escupió. Gritó a Murunya:-Trae mis hierbas curativas y prepárame una medicina con grasa y la vejiga de una novilla. Date prisa o el veneno comenzará a hacer efecto.Una vez preparada la poción, la apuró de un trago sin perder un instante. No pasó mucho tiempo hasta que el dolor desapareció y las fuerzas volvieron a su brazo herido.Al día siguiente, Lankas se llegó al campamento, cuidadosamente, para comprobar si su víctima aún seguía viva. Vio que estaba comiendo con buen apetito y que, con toda evidencia, gozaba de una salud magnífica. Se arrastró entonces más cerca, preparó el tiro y logró un certero blanco en la articulación del tobillo. Ole Partukei cayó al suelo gritando y retorciéndose. La punta de la flecha había penetrado profundamente en el hueso. Trató Ole Partukei de arrancarse el dardo, pero estaba firmemente clavado. El veneno comenzó a esparcirse por su gran cuerpo y Ole Partukei agonizaba. Al comprobar que la herida era mortal, Lankas huyó a través del bosque.Murunya preparó una vez más la medicina en un intento de salvar la vida de su señor, Ole Partukei la bebió, pero esta vez fue en vano. Ole Partukei supo que iba a morir, perdió toda esperanza, pero quiso enfrentarse a la muerte como el gran guerrero que fue tiempo atrás. Ordenó a Murunya que cumpliera sus últimos deseos: - Tráeme mi lanza, mi escudo, mi tocado y mi piel de león. Vísteme como cuando era un guerrero en mi juventud.Murunya sollozaba mientras ataviaba por última vez a su amo.Con esmero le lazó las pulseras, los brazaletes, los collares, el tocado de plumas de avestruz y la piel de león. Colgó de su brazo el gran escudo con la estrella blanca y en su puño puso la lanza, con la punta mortal recién afilada. Empleando cada ápice de su fuerza, Murunya alzó a su señor, vestido como si hubiera de enfrentar una terrible y gloriosa batalla, y lo apoyó contra el tronco de un árbol.y mientras el sol se hundía en el crepúsculo, Ole Partukei unió su espíritu al de sus antepasados.Al día siguiente, Lankas regresó a comprobar qué había sido del gigante. No oyó ruido alguno ni vio a nadie, ni al enorme salvaje ni a su criado. Únicamente, grandes montones de huesos formando pequeñas colinas. Regresó a su pueblo, y contó que el gigante y Murunya Nkiyiaa habían desaparecido. Las pequeñas colinas que aún hoy se levantan en la tierra de los masai siguen llevando el nombre de "Ole Partukei". (Tomado del libro “Cuentos y leyendas masai” de Alfredo Francesch. 1997. Editorial Miraguano)

Rabotity (cuento Madagascar)

Rabotity se encaramó en un árbol, pero la rama estaba podrida. Se cayó y se lastimó la pierna. Rabotity dijo: -El árbol ha roto la pierna de Rabotity; nada hay más fuerte que el árbol. -Yo soy fuerte -dijo el Árbol- mas el viento me azota y me troncha. Rabotity dijo: -El viento azota y troncha el árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity; nada hay más fuerte que el viento. -Yo soy fuerte -dijo el Viento- mas donde el muro se levanta, yo no puedo pasar. Rabotity dijo: -El muro pone freno a los vientos; los vientos tronchan el árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity; nada hay más fuerte que el muro. -Yo soy fuerte -dijo el Muro- mas el ratón roe el cemento y abre en él un boquete. Rabotity dijo: -El ratón desportilla el muro; el muro contiene los vientos; el viento troncha el árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity; nada hay más fuerte que el ratón. -Yo soy fuerte -dijo el Ratón- mas el gato me come. Rabotity dijo: -El gato se come al ratón; el ratón desportilla el muro; el muro contiene los vientos; el viento troncha el árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity; nada hay más fuerte que el gato. -Yo soy fuerte -dijo el Gato- mas la cuerda me estrangula. Rabotity dijo: -La cuerda estrangula al gato; el gato se come al ratón; el ratón desportilla el muro; el muro contiene los vientos; el viento troncha el árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity; nada hay más fuerte que la cuerda. -Yo soy fuerte -dijo la Cuerda- mas el cuchillo me corta. Rabotity dijo: -El cuchillo corta la cuerda; la cuerda estrangula al gato; el gato come al ratón; el ratón desportilla el muro; el muro contiene los vientos; el viento troncha el árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity; nada hay más fuerte que el cuchillo.

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-Yo soy fuerte -dijo el Cuchillo- mas el fuego me funde. Rabotity dijo: -El fuego funde el acero; el acero corta la cuerda; la cuerda estrangula al gato; el gato se come al ratón; el ratón desportilla el muro; el muro contiene los vientos; el viento troncha el árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity; nada hay más fuerte que el fuego. -Yo soy fuerte -dijo el Fuego-; mas el agua me extingue. Rabotity dijo: -El agua extingue el fuego; el fuego funde el acero; el acero corta la cuerda; la cuerda estrangula al gato; el gato se come al ratón; el ratón desportilla el muro; el muro contiene los vientos; el viento troncha el árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity; nada hay más fuerte que el agua. -Yo soy fuerte -dijo el Agua- mas los navíos flotan sobre mi espalda. Rabotity dijo: -El navío flota sobre el agua; el agua extingue el fuego; el fuego funde el acero; el acero corta la cuerda; la cuerda estrangula al gato; el gato se come al ratón; el ratón desportilla el muro; el muro contiene los vientos; el viento troncha el árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity; nada hay más fuerte que el navío. -Yo soy fuerte -dijo el Navío- mas al dar contra las rocas me estrello. Rabotity dijo: -Contra las rocas se estrella el navío; el navío flota sobre el agua; el agua extingue el fuego; el fuego funde el acero; el acero corta la cuerda; la cuerda estrangula al gato; el gato se come al ratón; el ratón desportilla el muro; el muro contiene los vientos; el viento troncha el árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity; nada hay más fuerte que la roca. -Yo soy fuerte -dijo la Roca- mas el cangrejo anida en mí. Rabotity dijo: -El cangrejo anida en la roca; contra la roca se estrella el navío; el navío flota sobre el agua; el agua extingue el fuego; el fuego funde el acero; el acero corta la cuerda; la cuerda estrangula al gato; el gato se come al ratón; el ratón desportilla el muro; el muro contiene los vientos; el viento troncha el árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity; nada hay más fuerte que el cangrejo. -Yo soy fuerte -dijo el Cangrejo- mas el hombre me caza y arranca las patas. Rabotity dijo: -El hombre caza al cangrejo; el cangrejo anida en la roca; contra la roca se estrella el navío; el navío flota sobre el agua; el agua extingue el fuego; el fuego funde el acero; el acero corta la cuerda; la cuerda estrangula al gato; el gato se come al ratón; el ratón desportilla el muro; el muro contiene los vientos; el viento troncha el árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity; nada hay más fuerte que el hombre. -Yo soy fuerte -dijo el Hombre; mas Zanahary, el dios de Madagascar, me envía la muerte.Rabotity dijo: -Zanahary envía la muerte al hombre; el hombre caza al cangrejo; el cangrejo anida en la roca; contra la roca se estrella el navío; el navío flota en el agua; el agua extingue el fuego; el fuego funde el acero; el acero corta la cuerda; la cuerda estrangula al gato; el gato se come al ratón; el ratón desportilla el muro; el muro contiene los vientos; el viento troncha el árbol; el árbol rompe la pierna de Rabotity; NADA HAY MÁS PODEROSO Y FUERTE QUE ZANAHARY

El origen de la muerte (cuento Masai) Al principio no había muerte. Ésta historia narra cómo llegó al mundo.Hubo un hombre llamado Leeyio, el primero puesto por Naiteru-Kop en la tierra. Leeyio fue llamado por Naiteru-Kop y recibió las siguientes instrucciones:-Cuando un hombre muera, deberás preparar su cuerpo. Recuerda que siempre habrás de decir estas palabras: "muera el hombre, mas regresará; muera la luna y en lo remoto permanecerá.Pasaron muchos meses antes de que nadie falleciera. Cuando, finalmente, la muerte llegó al hijo de un vecino, avisaron a Leeyio para que preparase las honras fúnebres. Mientras esto hacía, recitó las palabras que le habían sido transmitidas. Pero cometió un error y dijo:-Muera la luna, mas regresará; muera el hombre y en lo remoto permanecerá.Después de esto, nadie sobrevivió a su propia muerte. Transcurrió el tiempo y fue el hijo del mismo Leeyio quien encontró el fin. El entristecido padre, más meticuloso en esta ocasión, recitó con cuidado:-Muera el hombre, mas regresará; muera la luna y en lo remoto permanecerá. Al escuchar estas palabras, respondió Naiteru-Kop: -Ya es demasiado tarde. El día que te confundiste nació la muerte entre vosotros.Desde entonces, ningún humano regresa de la muerte. Desde entonces es la luna quien, tras desaparecer, regresa al mundo de los vivos.

MITO SOBRE EL ORÍGEN DE LA MUERTE

Dios de los Zulús del África. Salió de un tronco primitivo o de un cañaveral, igual que los hombres. Disponía de la muerte y la vida, Se cuenta que envió un camaleón a los hombres con la noticia de que nunca morirían; pero este animal se entretuvo tanto por el camino, que dio tiempo a que el Gran Espíritu cambiara de parecer y mandara al lagarto con la noticia contraria., y el lagarto se apuró tanto que llegó mucho antes que el camaleón, decidiendo así, para siempre, el destino de los hombres.

Al mono no siempre le sale todo bien - SUDÁFRICA – MALAYO

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En Sudáfrica se cuentan muchos de los cuentos malayos, ya que allí habían sido llevados grandes cantidades de malayos como esclavos hace varios siglos.

Había una vez un mono que trepando a un árbol en la selva se clavó una astilla en la cola. Por más que lo intentase, no podía sacársela, entonces fue a ver al barbero en el pueblo y le dijo:

-Amigo Barbero, tengo una astilla en la punta de mi cola. Si puedes sacarla, te pagaré muy bien.

El barbero al querer quitarle la astilla con su navaja cercenó, sin querer,  la punta de la cola del Mono. Éste, enojado, le gritó.

-Barbero!  devuélveme mi cola o me tendrás que dar su navaja.

No había forma de poner la cola cortada de vuelta en su lugar, así que el Barbero tuvo que entregar su navaja al mono. 

Camino a casa, el Mono se encontró con una vieja que cortaba ramas y le dijo:

- Vieja, eso parece un trabajo muy arduo. Si usas esta navaja podrás cortarlas con facilidad.

La vieja enseguida comenzó a utilizarla para cortar las ramas, pero la navaja se rompió. Fue entonces que el Mono gritó:

-¡Vieja me has roto mi navaja! Deberás conseguirme una nueva, o sino me llevare toda la leña.

La vieja no podía conseguirle otra navaja al mono, así tuvo que darle toda la leña que había juntado.

El Mono se llevó la leña y estaba yendo al pueblo a venderla cuando encontró en el camino a una mujer sentada, cocinando unas galletas.

- Mujer, tu leña esta casi consumida, Quédate con estos leños para poder cocinar más galletas.

La mujer tomó los leños y le agradeció pero cuando la última rama se hubo quemado, el Mono gritó:

- ¡Mujer, quemaste toda mi leña! ahora debes entregarme todas tus galletas en  pago.

La mujer no podía devolver todos esos leños y no tuvo más remedio que darle las galletas recién horneadas.  

El Mono tomó las galletas y partió hacia el pueblo, pero en el camino se encontró con un perro que lo atacó y mordió tan fuerte que mató al mono. El perro no se comió al mono, pero se comió todas las galletas

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