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Shemot (Exodo) 18:1-20:23
Haftará: Yeshayahu (Isaías) 6:1-7:6; 9:5-6
Resumen de la parasha: Yitro sacerdote de Madian, suegro de Moshé, oye lo que Hashem ha
hecho a Egipto y viene a Moshé con su mujer y sus dos hijos. Moshé lo recibe y narra las bondades
de Hashem a Israel; Yitro pronuncia bendiciones a Hashem y ofrece sacrificios al Eterno. Yitro
aconseja a Moshé que no cargue con todos los asuntos del Pueblo, sino delegarlo a líderes de
10,50, 100 y 1000. Moshé oye la voz de Yitro y hace como le dice. Los hijos de Israel llegan al
desierto del Sinaí en el tercer mes. Hashem ofrece a Israel un pacto en donde si la nación obedece
su voz, ellos serán un pueblo de reyes y sacerdotes y tendrán una relación especial con Hashem. El
Eterno es rey de toda la tierra y todos los pueblos son queridos por él; sin embargo ofrece a Israel
ser su especial tesoro y tener una relación cercana e intima. Moshé refiere las palabras al pueblo
quien acepta todas las cosas. El Eterno vendría a Moshé en una revelación nacional a la vista de
todo el pueblo con el fin de que crean a Moshé para siempre. Moshé santifica al pueblo al tercer
día. Hashem aparece con truenos y con sonido de Shofar en el monte y pronuncia las “diez
palabras” (conocidas como “Diez mandamientos”). El pueblo teme a Hashem y pide a Moshé ser
mediador entre El Eterno y ellos. El Eterno instruye sobre leyes de Idolatría y sobre el altar.
Introducción a la Torá.
La parasha Yitro es una de las más fundamentales para entender la naturaleza de la Torá y
para poder comprender los conceptos básicos de la misma. En esta ocasión quisiera detenerme
por unos minutos y ofrecer un estudio introductorio de la Torá, sus características, su intención en
el plan de Hashem, los malentendidos surgidos a lo largo de la historia en torno a ella, y cómo
podemos explicar fácilmente aspectos que han sido oscurecidos por erudición deficiente en el
tema. Con la ayuda del Eterno, haremos un resumen que pretende enseñar los aspectos básicos
de la Torá a quienes no los manejan, y al mismo tiempo, no aburrir a los que han avanzado un
poco, introduciendo información novedosa.
Es bueno aclarar que a partir de aquí, entenderemos “Torá” como el cuerpo de leyes dadas al
pueblo de Israel por mano de Moshé. Sabemos que la Torá es más que legislación, pues casi todo
el libro de Bereshit (Génesis) es narrativo, y grandes partes de los demás libros de la Torá
contienen narraciones en lugar de mandatos. De aquí en adelante, cuando hablemos de la Torá,
estaremos haciendo alusión al conjunto de leyes que Hashem dio al pueblo judío por medio de
Moshé. ¡Empecemos nuestro viaje para comprender la Torá!
Torá: Instruyéndonos para dar en el blanco.
Comúnmente la gente habla de la Torá con su nombre más común: “La ley de Moisés”. Si bien
es cierto, el concepto puede tener sentido, desde la perspectiva etimológica, Torá no es
precisamente una “ley”. La palabra “Torá” significa “instrucción”, otras palabras en hebreo pueden
significar “ley” como “mishpat” o “Jok”.
De hecho, la palabra “Torá” viene de la raíz “Yarah” que significa “apuntar” o “disparar” y está
relacionada con “apuntar a algo para dar en el blanco”. Por otro lado, la palabra para pecado que
se hace sin intención (en hebreo “Jatah” o “Jet”) significa “Errar al blanco”. De ahí que en la biblia,
lo contrario a la Torá, es el pecado, puesto que la Torá nos enseña en cómo dar en el blanco y el
pecado es fallar al blanco.
A partir de aquí, la perspectiva de la Torá sufre un pequeño cambio pues ¿A quién no le gusta
ser instruido? ¿Quién quisiera “errar al blanco” esto es pecar, siendo una persona espiritual?
Leemos que en los registros apostólicos se nos dice:
“Todo aquel que comete pecado, infringe también la Torá; pues el pecado es infracción
de la Torá.” (1 Yohanan [Juan] 3:4).
Cualquiera que transgrede un mandamiento que aplica a él (No todos los mandamientos de la
Torá aplican a toda la humanidad. En la Torá hay mandamientos para toda la humanidad,
mandamientos obligatorios únicamente al judío, mandamientos para el rey, levitas, sacerdotes,
etc) comete pecado, pues el pecado es la transgresión de la ley. Si no queremos “pecar”, lo que
debemos de hacer es guardar los mandamientos pues no son gravosos, tal como se nos dice:
“Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos
no son gravosos.” (1 Yohanan [Juan] 5:3).
¿Qué nacido de nuevo no está llamado a vivir una vida sin pecado? ¿Qué hijo del Eterno
rechazaría como rebelde ser instruido? ¿Cómo podríamos obviar los mandamientos de la Torá
siendo esto un pecado? ¿Cómo podemos decir que sus mandamientos son una carga gravosa si la
escritura dice que no? Hasta este momento hemos aprendido lo que es Torá y su significado
etimológico. Ahora veremos cuál es el propósito de la Torá en su contexto histórico y a lo largo de
la escritura en torno a la santificación de los hijos del Eterno.
La Torá y la liberación de Egipto.
“Deja ir a mi pueblo para que me sirva” era la repetida frase de Moisés al faraón hablando en
nombre de Hashem. La libertad de Egipto no era un fin en sí misma; sino el inicio de una relación
con El Eterno. La libertad de Egipto era un prerrequisito para poder servir al Eterno.
Siempre ha sido digno de notar, que El Eterno no dio la Torá en Egipto y dijo al pueblo algo
como: “Guarden estos mandatos para ser merecedores de que los saque de Egipto” .Lo contrario
sucedió: fue hasta después de la salida de Egipto, que Hashem dio la Torá al pueblo judío. El no dio
la Torá al pueblo judío, como requisito para la libertad de Egipto, sino como consecuencia de haber
salido de Egipto. Por así decirlo, El Eterno no dio la Torá para salir de Egipto; sino porque YA
HABIAN salido de Egipto.
De esta manera, la Torá es el conjunto de reglas o normas dadas por Hashem para servirle con
amor y obediencia de pacto. El dio esta serie de legislaciones a Israel, revelando su voluntad y más
de su carácter, para que se acercaran a él, bajo sus parámetros y para servirle con un corazón
gozoso. Esto es exactamente lo mismo que sucede con nuestra salvación personal.
Aquí quisiera añadir lo escrito en nuestro estudio “¿Debe un creyente en Yeshua guardar
mandamientos de la Torá?” donde se dice:
“Primero vino la salvación, luego cuando el pueblo era ya libre de Egipto, Hashem dio la
Torá para que Israel viviese justa y piadosamente delante de él. Esto es exactamente el
plan de Adonay para todo creyente en el cordero de Elohim que quita el pecado del mundo:
Primero somos salvos de la pena y del poder del pecado por la sangre de Yeshua, y luego
debemos vivir rectamente delante de él según los mitzvot (mandamientos) de la Torá.
Salvos por gracia y santificados en los mandamientos de la Torá.
Incluso Shaul de Tarso exhibió dicho orden cuando expresó: “Porque la gracia de Dios se
ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a
la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y
piadosamente”. (Tito 2:11) ¿Que viene primero? La salvación por gracia ¿Y después? La
santificación en la Torá, donde están los mandamientos para vivir sobria, justa y
piadosamente.
Este orden puede ser apreciado en las fiestas de peregrinaje que El Eterno dio a su pueblo.
La primera era Pesaj (Pascua), la segunda era Shavuot (Pentecostés) y la ultima Sukot
(tabernáculos). La primera fiesta era un recordatorio de la salvación de Egipto por medio
del cordero pascual, la segunda es recuerdo de la entrega de la Torá pues cae en la época
en que la Torá fue dada. La última, recuerda que los hijos de Israel vivieron en tabernáculos
en el desierto y anuncia nuestro futuro tabernáculo en la resurrección. El proceso de
redención sigue ese mismo orden: Salvación (Pesaj), Santificación (Shavuot) y resurrección
(Sukot).”
(http://www.mikdashmeat.com/archivos/continuidad%20de%20la%20Torá/debe%20un%
20creyente%20guardar%20los%20mandamientos.html)
En otras palabras: La salvación no es el fin del proceso de Redención, después de ser salvos,
Hashem espera que vivamos rectamente delante de él, andando en sus mandamientos para vivir
piadosamente en este mundo. Dada la regeneración hecha por el espíritu del Eterno en cada
creyente, la obediencia es el resultado (no el requisito) necesario y esperado.
Uno de los propósitos de la Torá era, es y será proveer de una guía de santidad objetiva, para
obedecer a Dios, y demostrar nuestro amor a él apropiadamente. Esto no como requisito para
salvación; sino precisamente porque hemos sido salvados.
Por así decirlo, la Torá no es el requisito para tener arco y estar en el ejército de Hashem (ser
su hijo siendo libre del pecado); la Torá es la guía de cómo, los que ya tenemos el arco, debemos
apuntar para dar en el blanco.
Alguno a esta altura podría preguntarse: “¿Pero acaso no dice Pablo que guardar la ley es
maldición?, ¿No es cierto que la Torá fue clavada en la cruz?”. Habiendo entendido el propósito de
la Torá en torno a la santidad, pasaremos a clarificar ciertos conceptos que han sido oscurecidos a
lo largo de los siglos al interpretar, los escritos apostólicos, fuera de su contexto judío del primer
siglo.
¿Podría el verdadero “Pablo histórico” ponerse de pie?
La mayoría de personas que han estado en círculos cristianos, principalmente protestantes,
consideran que la Torá es algo abolido, que no tiene ningún sentido para la vida de todo creyente
en Yeshua, y que no debería guardarse por ninguna razón. La mayoría de ocasiones, esto se debe a
las enseñanzas convencionales del cristianismo con respecto a Pablo y su relación con la Torá. En
otras palabras, la mayoría de personas basan su teología sobre la Torá no teniendo a Yeshúa y a
sus dichos como base; en teoría, es Pablo el que provee la base más fuerte.
Todos conocemos esa versión de Pablo: La gente esta esclavizada por la ley y Pablo aparece
liberándonos diciendo que “estamos bajo la gracia”. Pablo deja de ser judío y ahora expresa que la
Torá es algo abolido, ya que si se guarda, se puede caer en la terrible sentencia expresada en
Gálatas: “de la gracia habéis caído” (Gálatas 5:4).
Esta más allá de los alcances de este estudio, analizar cada uno de los pasajes donde Pablo
parece hablar mal de la Torá. En esta ocasión únicamente haremos un brevísimo resumen para
poder entender a Pablo apropiadamente dentro de su contexto, y no con pensamientos que nunca
pasaron por su mente; dicho resumen no pretende ser exhaustivo sino proveer un marco de
referencia para entender a Pablo.
Debemos decir antes que nada, que Shaul nunca habló contra la Torá en sí misma; sino que
habla contra el mal uso de la Torá o contra enseñanzas erróneas sobre la Torá. No es lo mismo
decir que la Torá es mala en si misma o abolida, a poner las cosas en perspectiva manteniéndose
guardando la Torá.
La noción de Pablo declarando abolida la Torá, simplemente no es realista por tres razones:
Si él hizo eso, entonces contradijo a Yeshua y a él mismo también. Yeshua dijo: “No
penséis que he venido para abrogar la Torá” (Mateo 5:17). Ahí el asegura que mientras
existan “los cielos y la tierra” ningún mandamiento de la Torá sería abolido. También el
mismo Shaul dijo: “¿Abolimos (Gr. Katargoumen) la Torá por la fe? En ninguna manera”
(Romanos 3:31). Si Pablo, siempre si, declaró abolida la Torá, contradijo sus propias
palabras y a Yeshua.
Pablo mostró con pruebas que andaba ordenadamente guardando la Torá, tal como
sabían los demás apóstoles cuando se presentó para cumplir voto de Nazir (Nazareo) junto
a otros jóvenes judíos. Jacobo sabía que Pablo, al igual que ellos, andaba “ordenadamente
guardando la Torá” (Hechos 21:24).
En la era mesiánica, después de la venida del Mesías, la Torá será guardada según los
profetas. El profeta Zacarías menciona a la fiesta de los tabernáculos siendo guardada
(Zacarías 14:14-16), Isaías habla de la Torá saliendo de Tzion en la era mesiánica (Isaías 2).
Muchas otras referencias son encontradas en los profetas, concerniente a la Torá, siendo
observada después de la venida del Mesías a gobernar sobre la tierra. ¿Cómo podría Pablo
abolir todo eso?
Estas son las razones más obvias por las que la imagen de un Pablo anti-Torá, no calzan con la
realidad de la evidencia. Otra alternativa más viable surge cuando consideramos el contexto de los
dichos de Pablo y su intención.
En los días de Pablo, ciertos judíos profesaban dos tendencias erróneas en torno a la Torá
como medio de justificación o salvación eterna. La primera era creer que para tener parte en el
mundo venidero, uno tenía que ser parte de Israel y estar siempre “dentro”. Según esta
perspectiva, Israel como nación de pacto era el medio de salvación eterna (Nota que no estamos
hablando aquí de “Salvación por obras” sino “Salvación por ser judío”). Hashem salvaría a todas las
personas que estuvieran dentro-de-Israel. Para ser salvo únicamente se tenía que ser judío y
cumplir con una adherencia mínima o modesta a los mandamientos, principalmente los que
diferencian al judío de las demás naciones (Shabbat, Tzitzit, dieta Kashrut, festividades, etc.). Al
estar dentro de la nación de pacto, se tenía asegurada la salvación. Esto es conocido en el mundo
académico como “Nomismo de Pacto” o “Nomismo pactal” (Término acuñado por el gran erudito
E.P Sanders, uno de los máximos exponentes y propulsores de la escuela interpretativa llamada
“La nueva perspectiva sobre Pablo”).
De ahí, que algunos en el movimiento de Yeshua, creían que era necesario que los gentiles se
convirtieran en judíos para estar 100% seguros de su salvación eterna (ver Hechos 15) y que
guardaran la Torá de la misma manera que el judío. Juan el Bautista dice a judíos que no se confíen
en su estado de hijos de Abraham, ni crean que escaparan al juicio eterno de carácter individual
confiando en ser parte de un colectivo físico (Mateo 3:7-9).
Debido a esto, Pablo luchó incansablemente contra esa creencia que era predicada a los
creyentes gentiles (a los que él, había sido enviado): “tienes que convertirte a judío, debes de
circuncidarte y estar dentro de Israel para ser salvo”. Gálatas, algunas partes de romanos, Efesios,
Filipenses están referidas a esto.
Es bueno apuntar, que Pablo no está criticando la Torá en sí misma, ni está diciendo que ya no
tiene que ser guardada por el judío. Su ministerio consistió en gran manera en criticar una creencia
errada sobre la Torá y la relación de los gentiles con ella. Esto es clave para entender a Pablo, y no
ponerlo en contra de lo que Yeshua dijo en Mateo 5:17.
El segundo problema que Shaul atacó, es la creencia errónea que expresa que los
mandamientos tienen por objetivo, ser un conjunto de réditos acumulados para justificarse
eternamente delante de Elohim. Esto ha sido llamado “legalismo”. Estas personas pensaban que
su salvación dependía de su propio esfuerzo para guardar los mandamientos. Pablo corrigió
fuertemente esto diciendo que no debíamos depender de las obras de la ley para ser justificados
eternamente delante de Dios.
Pablo fue muy claro en decir: “No desecho la gracia de Dios; pues si por la Torá fuese la
justicia, entonces por demás murió el Mesías.” (Gálatas 2:21). Para Pablo, la justificación eterna
delante de Dios no era obtenida o ganada por acumulación de “x” número de obras por “x”
numero de días. La justificación eterna es recibida por la fe y arrepentimiento con base en la gracia
del Eterno.
Nuevamente, debemos de notar que Pablo no está atacando a la Torá, sino al mal uso que
algunos hacían de la Torá. Esto puede ser comparado a un pastor evangélico que hoy en día se
para en el pulpito y dice: “¡Ay de la gracia barata! ¡Libertinaje es y nada más que eso!”.
¿Pensaríamos que está hablando en contra de la gracia en sí misma, o en contra de una
tergiversación de la gracia?
De igual manera que el libertinaje es un abuso, una perversión de la gracia de Dios, así también
el legalismo y el Nomismo pactal son una perversión de la Torá y un mal uso de ella. Por ello
cuando Pablo habla de “depender de las obras de la ley” o “estar bajo la ley” él se está refiriendo
a una de estas creencias y no a la Torá en sí misma. Este mismo hombre fue el que en el ocaso de
su vida, dijo que no había hecho nada contra el pueblo judío ni contra los costumbres (Hechos
28:17).
Debemos de recordar que Pablo es el único escritor de la biblia del que se dice que es “difícil
de entender” (2 Kefa [Pedro] 3:15-16). Factores como su erudición, términos técnicos que
maneja, herramientas rabínicas de interpretación, su contexto, el hecho de que escribía
mayoritariamente a gentiles sin esperar que esto fuera aplicado a judíos también, etc. hacen de él,
alguien a menudo malinterpretado.
La mayoría de versos de Pablo pueden dividirse en una de estas categorías:
Versos en donde Pablo expresa que ya no estamos bajo la condenación de la ley. El dice de
esto, que no estamos “bajo la ley”, esto es, temiendo la condenación eterna por nuestros
pecados (De más está decir, que esto NO quiere decir “No obedezcan a los mandamientos
de la Torá”). Entre estos versos podemos mencionar Gálatas 3:13, 5:18, Romanos 6:14.
Versos que indican que la salvación o justificación eterna no dependen de la observancia
de la Torá o ser judío (Romanos 3:20-21, Gálatas 5:4, Gálatas 3:2, Gálatas 2:16, 2:21, etc).
Versos que indican que uno de los propósitos (no el único) de la Torá es llevarnos al
Mesías al convencernos de pecado (Gálatas 3:24-25, Romanos 10:4).
Versos que hablan de no discriminación en el cuerpo del Mesías entre judíos y gentiles (no
confundir con no distinción. Esto es debido a que hay mandamientos en la Torá como la
circuncisión que únicamente son obligatorios al judío como obediencia de pacto). Como
por ejemplo Gálatas 3:27-28, Colosenses 3:10-11
En este breve resumen hemos visto como Pablo andaba ordenadamente guardando la Torá
(Hechos 21:17-24), de cómo dijo que no había hecho nada contra ella (Hechos 28:17) y como
nunca atacó a la Torá en sí misma, sino a posturas erróneas sobre ella; mayoritariamente, las que
ligaban la observancia de la Torá o ser judío como requisito de salvación eterna. Decir que la Torá
es para salvación es erróneo para Pablo y ahí invirtió la mayor parte de su ministerio; sin embargo
para él, también hubiera sido erróneo decir: “¡cualquiera puede quebrantar los mandamientos de
Dios! ¡No importa si adulteras, mientes o deshonras a tu padre, ya esta abolido!”.
Invitamos a revisar nuestros estudios en la sección “Continuidad de la Torá” para mayor
información.
Conclusión.
Hemos visto como la Torá es la manera de apuntar al blanco en nuestro andar con Dios,
hemos visto que su principal propósito, es y era, servir como guía de santidad al revelar la
voluntad del Eterno. Hemos visto como la salvación es por gracia en Yeshua HaMashiaj, al judío
primeramente y también al no judío, y como la Torá entra después como guía de obediencia al
Eterno.
En la era mesiánica, los profetas describen como la Torá será enseñada por el Mesías a todo el
pueblo judío y como saldrá desde Tzion a todas las naciones. Nosotros, podemos desde hoy
disfrutar un presagio de eso y un anticipo y decir junto al salmista: “Abre mis ojos y contemplaré
las maravillas de tu Torá” (Salmo 119:18).
שבת שלום
¡Shabbat Shalom!
Yitzjak
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