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IZTAPALAPA
DIVISIóN DE C.IENCTAS SOCIALES Y HUMANIDADES DEPARTAMENTO DE FILOSOF~A
T E S I S
PARA OBTENCTÓN DEL GRADO DE LTCENCTADA EN LETRAS HISPÁNTCAS
PRESENTA: SARAÍ BEATRIZ~ENDOZA ,L--" ALAVEZ ,
/ No. MATRICULA 94323547
México, D..E
CONTENIDO
Introducción
I. ARMANDO RAMIREZ Y SU EPOCA
1 .I El perfil humano y literario de Ramírez
1.2 Entorno histórico y social
1.2.1. Azoteas y vecindades
1.2.2. Barrios encontrados
1.3 De crónica a narrativa (entrevista)
2. TEPITO, EL BARRIO DE AYER Y HOY
2.1 Cultura popular urbana
2.2 Prototipos urbanos
2.3 La historia recordada, Tepito
2.4 La cultura de “la transa”
2.5 Misterioso Tepito
3. LA MUJER Y LA CULT‘URA POPULAR URBANA
3.1 La marginalidad de la mujer de barrio (el trabajo doméstico)
3.2 El nuevo destino de la mujer
3.3 Crisis de la familia y actualidad de la liberación de la mujer
3.4 Un giro histórico
. la vida de sueños de una prostituta (la mujer sometida)
. la vida de sueños de una adolescente (la mujer liberada)
. la sexualidad del varón
. el desarrollo sexual de ¡a joven
. ¿Quieres bailar conmigo?
4 IMAGEN POPULAR EN EL DISCURSO NARRATIVO DE ARMANDO
RAMIREZ
4.1 Situaciones del habla en el contexto social
4.2 El lenguaje culto
4.3 El lenguaje popular
4.4 El español en la Ciudad de México
4.4.1 la expresión oral citadina
4.5 La cultura popular y su habla, en las novelas de Armando Ramírez
(entrevista)
Conclusiones
Bibliografía
Hemerografía
INTRODUCCION
Muchos rasgos de la cultura de la pobreza pueden considerarse como
tentativas de soluciones locales a problemas que no resuelven las actuales
agencias e instituciones, ya sea porque la gente no tiene derecho a sus beneficios,
o no puede pagarlos. Un ejemplo claro es: al no poder obtener créditos en los
bancos, tiene que aprovechar sus propios recursos y organiza formas de crédito
sin interés, o sea, organiza las tandas. Incapaz de pagar un doctor, a quien se
recurre sólo en emergencias lamentables, y recelosa de los hospitales, confía en
hierbas y en otros remedios caseros y en curanderos y comadronas locales.
La actitud crítica hacia algunos de los valores y de las instituciones de las
clases dominantes, el odio a la policía, la desconfianza en el gobierno y en los que
ocupan un puesto alto, así como un cinismo que se extiende hasta la Iglesia, dan
a las culturas de la pobreza una cualidad contraria y un potencial que puede
utilizarse en movimientos políticos dirigidos contra el orden social existente. La
cultura de la pobreza tiene también una calidad residual, en el sentido de que sus
miembros intentan utilizar e integrar, en un sistema de vida operable, remanentes
de creencias y costumbres de diversos orígenes.
Sin mirar más lejos tenemos la situación del barrio de Tepito donde vive
ante todo del comercio. Un comercio instalado, como en otras partes de la ciudad,
en puestos, en mercados cubiertos. Pero instalado, sobre todo, en la calle, en la
vía pública, invade aquí la mayor parte del espacio del barrio. Todo se comercia,
todo se puede encontrar en Tepito, desde el libro raro, hasta el huevo de tortuga
que tiene virtudes afrodisíacas; desde la prenda Cardin, hasta la prenda más sex¡
de la esquina. El contrabando, la fayuca, es aquí una institución. La frontera con
los Estados Unidos es grande, y los aduaneros, mediante alguna sustancial
recompensa, cierran fácilmente los ojos. La inmensa red de mexicanos instalados
al otro lado de la frontera permite un suministro fácil. Las autoridades no pueden
hacer nada.
Gracias a Tepito, las clases más pobres, inmensamente numerosas,
pueden satisfacer sus necesidades elementales, en particular del vestido. Las
clases medias, que son las que más rudamente han sufrido la crisis que empezó
en 1982, vuelven a Tepito para mantener cierto nivel de consumo. AI permitir .e¡
acceso a productos prohibidos por las leyes del mercado tradicional y oficial, el
barrio juega un papel de “colchón anticrisis” muy útil. Ahí reside probablemente la
explicación de la tolerancia fundamental de las autoridades, a pesar del constante
desafío a las normas y de la marginalidad erigida en institución.
Hoy, pareciera que nada ni nadie pudiera evitar que el paisaje urbano, se
siga convirtiendo en un laberinto social interminable, por el que deambula la
población de diferentes comunidades históricas: campesinos boteando, artesanos
sin trabajo, profesionistas desempleados, la regatoneria tolerada en calles, bandas
en la delincuencia, crimen organizado, narcotráfico de influencias, niños en
situación de calle, jóvenes sin oficio ni beneficio etc. por lo que el barrio, los
tepiteños continuarán dando mucho qué decir, ya que su matrilocalidad prodigiosa
sigue siendo un territorio de gestores y gestatarios de coraza que cautivan,
hipnotizan y seducen con su exquisito verbo, con esa expresión oral tan entendida
y con los beneficios de marginación. Marginación que afecta principalmente a las
mujeres donde en cada hogar ésta es utilizada en diferente forma por la sociedad;
para hacer de la mujer el papel del hombre, e l que da comida a la familia; como
objeto de trabajo sin beneficio, para la criada, para la violencia. En fin; la
marginalidad en la mujer como la del hombre de barrio o d e la clase más baja, es
extremadamente sufrida y aunque escritores quieran plasmarlas en libros ‘la
verdad seguirá siendo otra. Nosotros los lectores, los que vemos los toros desde
la barrera, no podemos sentir lo que ellos sienten, sus sueños, sus carencias, su
realidad.
2
I. ARMANDO RAMIREZ Y SU EPOCA
1 . I El perfil humano y literario de Ramírez
Entre los escritores que se lanzaron en la década de los años sesenta,
Armando Ramírez se destaca por su referencia en la clase proletaria.
Ramírez, nacido en Tepito en el año de 1949 y como digno baluarte de este
barrio se ha convertido en cronista y, además, en fiel retratista de la cultura
popular de la ciudad de México a la que se acerca con desparpajo y está
completando poco a poco el gran fresco del Distrito Federal, pues es un testigo
insaciable, es un excelente cronista de lo que nos sucede.
Es necesario conocer algunas obras que el escritor ha publicado y a la vez
han tenido gran público entre los lectores de este siglo. Primeramente publicó la
novela Chin-chin el teporocho en 1972. Novela que describe el barrio típico de los
milagros, escenario Único en donde se encarna el peso de estar vivo, Tepito se ha
hecho de un juglar, Armando Ramírez, y con éI la literatura mexicana
contemporánea que da voz a su ambiente inaudito: la ciudad.
Chin-chin* el protagonista de esta novela, nos hace descender por los
niveles del infierno citadino y de sus personajes; infierno que se traduce en el
lenguaje y nos enfrenta al drama de vernos a nosotros mismos.
Poco después, en 1975, apareció Pu cuyo título en una edición más
reciente es Violación en Polanco. En esta novela se sustenta el erotismo a partir
de escenas eróticas ubicadas en un contexto escatológico rayano en la misoginia
característica de la pornografía. Para los personajes, la mujer es un objeto de
placer y explotación. Destaca en ella el contenido social que denuncia un desgaste
social alarmante. Se trata sin duda, de la novela más violenta de este autor.
En 1892 apareció Noche de Califas. El punto de partida de esta singular
novela lo constituye un ambiente urbano popular nocturno, y esta oscuridad
* Le decían Chin chin porque a menudo usaba esa expresión. Lo de teporocho viene porque se precipit6 en una vida de borracho miserable: “ser teporocho es llegar a ser nadie, es no importar nada, ni tu vida, ni tus hijos, ni tu esposa, es perderlo todo, es llegar a no tener madre”.
mueve a sus personajes a una situación degradante: la explotación sexual, el
erotismo, la pasión, la venganza y la muerte.
“Macho Prieto” y el “Conde”, son personajes decididos a mantener su prestigio de
“Califas” a través del baile y de la posesión de la mujer, uno de ellos es el mejor de
la noche del 14 de febrero y sólo uno sobrevivirá en “El Califa Dancing Club” pues
una muerte se debe cobrar.
Luego de convertirse en libro de cabecera de pachucos trasnochados,
intelectuales apóstatas y varios miembros auténticos del lumpen proletariado,
Noche de califas fue adaptada al teatro, donde también alcanzó un enorme éxito y
consolidó a su autor como el más divertido retratista del folklore urbano.
Posteriormente se editó Tepito en 1983. En este libro Armando Ramírez
entrelaza breves historias y procedimientos narrativos para registrar el vaivén
cotidiano del barrio de Tepito: viejas y nuevas formas de torear la vida, piruetas del
habla y la imaginación, fisonomías del vecindario junto al eje vial, acomodados y
resistencias frente a la modernización en turno, muerte y resurrección de
personajes arquetípicos. Aquí la crónica es el dibujo irónico o apasionado de los
ambientes íntimos y tumultuosos del barrio, el manejo inspirado y filoso de sus
colores expresivos, el cuadro de afanes vitales que mantienen la vigencia de una
identidad en la ciudad
Me llaman la Chata Aguayo. La Chata Aguayo es el alma de la Soledad, la
calle que corre a espaldas del Palacio Nacional. Lideresa indiscutible de los vendedores ambulantes, la Chata sabe mejor que nadie que en la calle hay para
todos, pero que es celosa, que nunca falla.
De adolescente, la anémica y apática Chata sólo iba del catre al zaguán de la
vecindad. Ahí aprendió viendo la calle y su fauna. Luego lo vivirá todo: la vez que
perdió con el Chalío (el incurable Scherezado de la Merced), los hijos, el
abandono, la soledad libre en los salones de baile, las golpizas con los uniformados o con su propio gañán, el arrobo místico ante el Presidente, las
amenazas de los “doctorcitos” en el poder durante los ljltimos sexenios.
La Chata es transa, pero derecha porque reparte ...y porque “ni modo, el hambre
es más”. La Chata es hocicona, aunque, “mejor le haces como el sordomudo:
4
hablas cuando te conviene y escuchas sin decir pío”. En un áspero, sinuoso,
netísimo, absorbente monólogo, la Chata vio conveniente hablar en este libro. t . .
i ‘
Quinceailera, 1985. Es la reunión casi exacta de los boleros y la vida 6 : * * .- 4
cotidiana: la vida como una canción, el ambiente de los barrios de la ciudad de
México en la quintaesencia de sus fiestas: el baile de quince años. En
Quinceailera el asunto gira alrededor del rito de la iniciación sexual y social en * , , r
dos adolescentes. Alejo y Cecilia (los protagonistas), retratan una serie de - t r,
paisajes y sensaciones propias del amor de adolescente. Exploran, preguntan,
miran.
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3
En el transcurso de la novela, Armando Ramírez intenta poner la escritura
al servicio del habla, es decir, trastorna la sintaxis y ortografía para lograr
transmitir las andanzas de estos personajes entrañables en su paso por las calles,
vecindades y plazas.
Y el título de su novela más reciente, Sóstenes San Jasmeo de 1997.
Recorriendo las azarosas calles de la ciudad, Sóstenes San Jasmeo ha sufrido
múltiples cambios. Ahí aprendió a vivir y a ser el “Rey”. Ahí se transformó de niño
de la calle en “Califa Mayor”, mandamás de los líderes de vendedores ambulantes,
amigo de políticos encumbrados, “valedor” de los hombres de Estado, observador
de un magnicidio, digno asistente de los salones de baile, hasta fiel enamorado de
la bella amante del presidente ...
Sóstenes ayuda a sus “iguales”, les da trabajo, reparte equitativamente. Pero se le
ha olvidado alguien: su hijo, a quien le narra su vida apresuradamente,
compadeciéndolo, mimándolo ... Sóstenes San Jasmeo debe decir su verdad y ser
escuchado.
De este modo, el presente libro de Armando Ramírez es la narración de
vidas desenroscadas, sin hilo, que deben ser colocadas para completar el
rompecabezas.
Más que una imitación o una versión “naca” de la onda, los libros de
Ramírez se propusieron dar una visión de Tepito con unos ojos de Tepito, con un
5
habla y una escritura de Tepito.‘ Y creo que aquí está una de las mayores
aportaciones de Ramírez: por primera vez en la literatura mexicana, los jodidos se
expresan como jodidos, sin atenuantes. Por eso su escritura fue desaliñada, sus
argumentos atroces y, en todos sus libros, hay una buena dosis de costumbrismo.
Por otra parte, en su forma novelar, existen puntos de comparación entre
Ramírez y la corriente literaria de “la onda” iniciada en los años sesenta por José Agustín y Gustavo Sainz en cuanto a la presentación de las costumbres de un
determinado grupo social, el empleo de un lenguaje coloquial y el uso de jóvenes
como protagonistas de sus obras.* Del mismo modo que Agustín y Sainz son los cronistas de la clase media, Ramírez son de la clase proletaria. Al igual que sus
antecesores, Ramírez introduce al lector a su mundo presentando como
microcosmos del mismo el populoso barrio de Tepito. La visión expuesta es la de
un joven miembro de este estrato social y el código de comunicación es el
lenguaje de Tepito, un lenguaje vulgar y anticonvencional. En el proceso creativo
que emplea este joven novelista, la transformación estética de elementos de la
cultura popular es de importancia fundamental. Pero el arte de Ramírez no se
limita a la presentación de las costumbres e ideologías de un grupo social, sino
que ahonda en el sentimiento humano y en la complicada psicología de una
sociedad.
Por otra parte, y entrelazando el trabajo de novelista, Ramírez dedicó parte
de sus experiencias como periodista; es decir, en una línea informativa donde se
manifestaba diversas experiencias culturales que se crean fuera del ámbito oficial,
Armando Ramírez participó en el programa Hoy en la cultura, programa que surgió
en el año de 1986 y que salió del aire después de 12 años de estar como el primer
noticiario cultural de la televisión.
I Los primeros editores de Chin chin ..., en la contraportada incluyeron esta nota: “Los editores de este liblo singular -avalados con el documento autógrafo que en el interior se reproduce en facsimile- presentan al público lector estas paginas TAL CUAL FUERON ESCRITAS por su autor, en el sincero afán de respetar al máximo el espíritu de \ in documento que es más humano que literario”. Véase, Vicente Francixo Torres. Esta Narrativa A4exicana, Ed. Leega Literaria, México, 199 I , p.50 * Vicente Francisco Torres, loc. Cir.
6
Durante los primeros dos años del noticiario cultural, el proyecto se
fortaleció y en 1988 obtuvo el premio Nacional de Periodismo.
1.2 Entorno histórico y social
Azoteas y vecindades
Las crónicas y los poemas, las novelas y las memorias, así como los
ensayos históricos sobre la ciudad de México en la segunda mitad del siglo XX,
son abundantes y en muchos casos, insuperables.
Desde Payno hasta Novo, pasando por Tablada, Vasconcelos y del Valle
Arizpe, para cifrar sólo un poco de nombres, las mejores plumas de la época se
ejercitaron en el tema. 3
Por otra parte tenemos al escritor Manuel Ramos, que con ayuda de su
archivo fotográfico retrata la vida en la ciudad de México durante los primeros
cincuenta años de este siglo. Una ciudad de paradojas y contradicciones: iglesias
y rascacielos, grandes avenidas y antiguos comercios demolidos que cedieron sus
terrenos al veloz imperio del automóvil.
4
Ramos fotografió el antiguo valle de México, sus lagos y sus volcanes;
paisajes ya mitcos que a principios de siglo aún eran sitios de paseo,
esparcimiento y devoción: los acueductos, los canales de Santa Anita, la Viga,
Xochimilco.
Desde lo alto de cúpulas y campanarios, Ramos contempló la cuadrícula de
las zotehuelas y los patios traseros.. . las siluetas y los contraluces de la Catedral y
el Zócalo, casas coloniales, abandonados, semidestruidos, cercenados,
enredados entre cables de luz.
De San Luis Potosí, Manuel Ramos llegó a la ciudad de México a fines del
siglo pasado y se incorporó al ajetreado mundo del fotoperiodismo el cual
7
le dio la oportunidad de fotografiar casonas coloniales que con el tiempo se han
convertido en ruinosas vecindades. Se asomó a los patios, retrató lavaderos,
tendederos, niños, marginación. Son años de hambre en la ciudad, de migración,
de revolución. La miseria que retrata Ramos está rodeada por un halo de fe: no
hay morbo, no hay lástima; en su humildad radica la salvación de sus almas y de
esa certeza surge una belleza insólita, pero que a la vez esconde la tristeza de la
realidad, realidad que otros escritores toman para escribir y darlo a conocer a un
público.
Barrios encontrados.
Se llamó barrios, palabra árabe5 a los caseríos en las afueras de las
ciudades o de lo que ahora llamamos centros. Por contraste, al tratar a los barrios
-y nuestra ciudad es una acumulación de barrios- interesa resaltar su presencia
insoslayable o sin rodeos. Pero, ¿Por qué los barrios?
Desde el siglo XVlll y con la llegada de los borbones al trono de España; es
decir, desde los Virreyes, el Estado ha querido “modernizar” a la ciudad de
México. Ha intentado crear una ciudad productiva, no de ritos; de individuos, no de
grupos; racional, no de mitos; con un tiempo lineal, no circular. Doscientos años
más tarde, este proyecto, aunque activo, está inconcluso: los barrios han resistido.
Casi siempre, a lo largo de los últimos dos siglos, la historia de la ciudad de
México ha sido la historia del estado y sus “modernizaciones”. Por eso cabe
mencionar el reverso del tapiz. Dar la palabra a los barrios. Y dentro de los barrios
pueden incluirse a pueblos, colonias y unidades habitacionales que, a pesar de
que no lo son geográficamente e históricamente, sí en cuanto a su estilo de vida.
Desde IueGo que salta a la vista su variedad, en la cual sé finca una de las
mayores riquezas culturales de nuestra ciudad: existen barrios que preservan
lenguas, usos y costumbres prehispánicas; otros que conservan fuertes
instituciones creadas por las órdenes mendicantes del siglo XVI; en general, la
cultura popular de la ciudad de México llegó a un auge durante el siglo XIX que la
5 Ibidem.
8
marcó profundamente y por último, ciertas colonias recientísimas han integrado
aportaciones culturales de muchas regiones del país.
1.3 De crónica a narrativa (entrevista)
Sin ser narrativa plena, la crónica tiene mucho de literario: Ramírez.
El escritor Armando Ramírez presentó su novela Sóstenes San
Jasmeo, en el cual conversa en esta entrevista sobre lo que ha sido su vida desde
hace 25 años en el viaje con las letras.
¿Hay verdad en Sóstenes San Jasmeo más allá de la imaginación propia del
prosista ? i Hay crónica ?
La ciudad parece real. Quién sabe si sea esa la ciudad. Es como el tepito del que
hablo. No conozco de éI más de lo que he estado escribiendo desde hace 25
años.
Creo que en la novela hay una verdad subjetiva, una concepción de la vida, la
honestidad con esa concepción hace que les des veracidad a lo que cuentas. En
ese sentido creo que la crónica tiene mucho de literario, pero no es literatura
plena, es un mestizaje, que tiene sus grandes retos, sus grandes problemas
estilísticos y de creatividad. Pero siento que la ficción es totalmente entrar al
mundo de lo imaginario sin concesiones.
¿Out5 le da al personaje, qué le regala de su personalidad?
La imaginación. Fíjate, algo que me enorgullece mucho es que por ejemplo
novelas como Chin Chin el teporocho o Quinceaiiera, se piensa que son
autobiográficas. Eso me hace sentir como pavorreal porque mi concepción de
literatura es que un universo verbal que desarrolla una serie de personajes y que a
la hora de leerse debe tener credibilidad. Es literatura lo que siempre he querido
’ Guemes, Cesar. “Sin ser narrativa plena.. .” Lajornada, secc. Cultura. 15 de noviembre de 1997,p.2 1
9
hacer. Lo tuve bien claro desde mi primera novela. Yo quería escribir y estaba muy
permeado por todas las teorías del momento: la antinovela, el anticine, la
antipsiquiatría, la contracultura que luego fue lo alternativo.
De lo que se trata era de romper.
Desde hace 25 años publico un libro cada tres o cuatro años, y a veces son textos
muy pequeños. Poco a poco me voy llenando de cosas que integro a mi.
Por ejemplo, para escribir esta novela, investigué muchísimo, pero nunca tomé .
nota, lo leí, lo escuché, lo bebí y lo integré. Y si lo evocaba a la hora de la creación
me funcionaba como parte de la imaginación, pero i o como ejercicio para hacer
crónica.
10
2. TEPITO, EL BARRIO DE AYER Y HOY
2.1 Cultura Popular Urbana
Los sociólogos, han sido ahora los que se encargan de estudiar los
barrios bajos urbanos y scbre todo concentran su visión en los pobres. En la
actualidad, aun la mayor parte de los novelistas están tan ocupados estudiando el
alma de la clase media que han perdido el contacto con los problemas de la
pobreza y con las realidades de un mundo que cambian. Son los antropólogos
tradicionalmente los voceros de los pueblos primitivos en los rincones remotos del
mundo y nos dicen que estas masas son todavía desesperadamente pobres a
pesar del progreso social y económico del mundo en el siglo pasado;
efectivamente, el antropólogo que estudia el modo de vida en diversos países, no
sólo México, ha llevado al estudio lo que se puede llamar cultura de la pobreza.
Hay quienes dicen que los pobres no tienen cultura, pues el concepto de
“cultura” puede parecer una contradicción, pues ello parecería dar a la pobreza
una cierta dignidad y una cierta posición. Pero puede ser también algo positivo en
el sentido de quien tiene una estructura, una disposición razonada y mecanismos
de defensa sin los cuales los pobres difícilmente podrían seguir adelante. En si, es
un sistema de vida, notablemente estable y persistente, que ha pasado de
generación a generación a lo largo de líneas familiares.
La cultura de la pobreza tiene sus modalidades propias y consecuencias
distintivas de orden social y psicológico para sus miembros. Es un factor dinámico
que afecta la participación en la cultura nacional más amplia y se convierte en una
subcultura por sí misma.
La cultura de la pobreza, no incluye a los pueblos primitivos cuyo retraso es
el resultado de su aislamiento y una tecnología no desarrollada, pero tales pueblos
tienen una cultura relativamente integrada, satisfactoria y autosuficiente. Tampoco
la cultura de la pobreza es sinónima de clase trabajadora, proletariado o
campesinado, conglomerados que varían mucho en cuanto a situación económica
en el mundo.
11
La cultura de la pobreza sólo tendrá aplicación a la gente que está en el
fondo mismo de la escala socioeconómica, los trabajadores y los campesinos más
pobres, los cultivadores de plantaciones y esa gran masa de pequeños artesanos
y comerciantes a los que por lo general se alude como el lumpen-proletariado.
Esta cultura es una situación persistente; ciertamente, en México ha sido
un fenómeno más o menos permanente desde la conquista española de 1519,
cuando comenzó el proceso de destribalización y se inició el movimiento de los
campesinos hacia las ciudades. Sólo han cambiado las dimensiones, la ubicación
y la composición de los barrios bajos.
En México esta cultura incluye por lo menos la tercera parte, ubicada en la
parte más baja de la escala, de la población rural y urbana. Esta población se
caracteriza por una taza de mortalidad relativamente más alta, una expectativa de
vida menor, una proporción mayor de individuos en los grupos de edad más
jóvenes y, debido al trabajo infantil y femenil, por una proporción más alta en la
fuerza trabajadora.6 La cultura de la pobreza en México es una cultura
mayormente provinciana y orientada localmente; precisamente, en esta capital por
ejemplo, la mayor parte de los pobres tienen un muy bajo nivel de educación y de
alfabetismo, no pertenecen a sindicatos obreros, no participan o no tienen
derechos a una atención médica, de los servicios de ancianidad ni de maternidad,
hacen poco uso de los bancos, los grandes almacenes, los museos, aeropuertos,
etc. Algunas de las características sociales y psicológicas incluyen el vivir
incómodos y apretados, falta de vida privada, existe alta incidencia de
alcoholismo, el recurso frecuente a la violencia física en la formación de los niños,
el golpear a la esposa, pues este uso de violencia significa una salida fácil para la
hostilidad, para lo cotidiano, de modo que los que viven en la cultura de la pobreza
puedan expresar su poder, además la temprana iniciación en la vida sexual,
uniones libres o matrimonios no legalizados, una incidencia relativamente alta de
abandono de madres e hijos, una creencia en la superioridad masculina, el
machismo.
6 Guadalupe Reyes, "Consideraciones sobre política de vivieuda " en Estancamiento económico y crisis social en México, UAM-Azcapozalco. 1989. pp.252-256.
12
El antropólogo Oscar Lewis, basándose principalmente en investigaciones
realizadas por éI mismo en Puerto Rico (en suburbios de San Juan) y en México
(Tepito), hablaba de la cultura de la pobreza, caracterizándola como un modo de
vida heredado de generación en generación.
En el planteamiento de Lewis la cultura de la pobreza es resultado de un
afán de adaptación y una reacción de los pobres a su situación marginal; se
compone por cerca de setenta rasgos psicológicos, sociales y económicos,
relacionados entre sí (aunque no siempre se presentan todos). Algunos de estos
rasgos son negativos (implican carencia de algo) y otros, positivos (otorgan ciertas
recompensas sin las cuales los pobres no podrían sobrevivir). La gente con la
cultura de la pobreza se caracteriza -entre otras cosas- por producir y recibir
pequeña cantidad de bienes; bajo nivel educacional; no-participación en centros
de bienestar nacional; odio a la policía; bajo nivel organizativo; sentido de
comunidad local, semejante al de comunidad aldeana; carencia de dominio sobre
los impulsos; sentido de resignación; fatalism0 y desconfianza hacia los de
posición elevada (rasgos que, según el autor, le da a la gente con cultura de la
pobreza un gran potencial de protesta que puede ser usado en movimientos
políticos contra el orden social existente). 7Lewis considera que la cultura de la
pobreza tiende a perpetuarse a sí misma y que para eliminarla no basta con
eliminar la pobreza; agrega que quienes adquieren una conciencia de clase o se
integran a organizaciones gremiales dejan de pertenecer a esta cultura.
Algunos de los rasgos arriba enunciados no solamente están limitados a la
cultura de la pobreza en México, sino que también se encuentran entre las clases
medias y superiores. Sin embargo es el modelo peculiar de estos rasgos lo que
define la cultura de la pobreza.
Ahora bien, los que viven dentro de la cultura de la pobreza tienen muy
escaso sentido de la historia. Son gente marginal, que sólo conocen sus
problemas, sus propias condiciones locales, su propia vecindad.
’ Oscar Lewis. La c ~ l / 7 1 r n de la pobrezcr Barcelona. Anagrama. 1972. p. 19
13
En otras palabras no tienen conciencia de clase, aunque son muy sensibles a las distinciones de posición social.8
8 Véase Lombardi Satriani. Luigi María, Apropiacióu J. destrzlccicin de In cultura dc las clases subalternas. MCxico, Nueva Imagen, 1978 y Lombaardi Satriani, Luigi Maria, Antropología cultural. Anúlisis de la cultura subalterna, Buenos Aires, Galeana, 1974.
14
2.2 Prototipos Urbanos
Hay pocos estudios profundos de la psicología de los pobres. La gente que
vive en este nivel no ha sido estudiada intensivamente ni por psicólogos ni por
psiquiatras. Tampoco los novelistas nos han trazado una descripción adecuada de
la vida interior de los pobres en el mundo contemporáneo. Los barrios bajos han
producido muy contados grandes escritores, y para cuando éstos han llegado a
serlo, por lo general miran retrospectivamente su vida anterior a través de los
lentes de la clase media, y escriben ajustándose a formas literarias tradicionales,
de modo que la obra carece de la inmediatez de la experiencia original.
Por otra parte las grabadoras utilizadas para registrar las historias, han
hecho posible iniciar una nueva especie literaria de realismo social. Con ayuda de
éstas, las personas sin preparación, inadecuadas y hasta analfabetas pueden
hablar de sí mismos y contar sus experiencias, referir sus observaciones en una
forma que no hay inhibiciones, todo es espontaneo y natural. Las historias que el
autor crea, tienen una simplicidad, una sinceridad y la naturaleza directa
características de la lengua hablada, de la literatura oral, en contraste con la
literatura escrita. Los personajes reales a pesar de su falta de preparación se
expresan notablemente bien y de estas características surge la originalidad, el
prototipo urbano.
En la ciudad de México la situación no es mejor, más de la tercera parte de
la población vive en viviendas pobres, en vecindades donde padecen una crónica
escasez de agua y sufren la falta de elementales instalaciones 'sanitarias. Por lo
regular, las vecindades consisten en una o más hileras de construcciones -de un
solo piso, con una o dos habitaciones que dan frente a un patio común. Los
cuartos se han construido de cemento, ladrillo o adobe y forman una unidad
definida que tiene algunas de las características de una pequeña comunidad. Las
dimensiones y los tipos de vecindades varían muchísimo. Algunas vecindades con
Ciertas características están ubicadas en los alrededores de la ciudad de México;
tenemos por ejemplo la de los barrios, la Candelaria, Peralvillo, Bella Vista, la
Valle Gómez, la Guerrero, Tepito, la Lagunilla, la Merced y donde además el
índice de homicidios, borracheras y delincuencia es alta. Se trata de barrios
densamente poblados, durante el día y mucho después de oscurecer, las calles y
los umbrales de las puertas están llenos de gente que va y viene o que se
amontonan en las entradas de los establecimientos, además de mujeres que
tienen sus pequeños puestos en las aceras, donde el hampa hace su “trabajo”.
A través de cuerpos inanimados, de pulquerías ruinosas, de drogas y vicios,
el barrio urbano ha perdido la conciencia del ocio, lo que significa la resistencia al
orden. Dentro de este orden puede aplicarse también el lenguaje que poco a poco
fue degradándose y donde la vecindad y la calle utilizan pedagogías ejemplares
inolvidables: “¿Te vas a dejar, chavo?, note dejes ñis, no te dejes mi cuáis, que
hongo que te dejas bisteses, etc.” En fin, esta son algunas metáforas de la cultura
de la pobreza. Para conocer otras características del barrio tenemos un ejemplo
que marca el tipo de vida en Tepito.
“¿Y qué sabe de Tepito quien nunca ha vivido acá? Sabe o conoce
historias, anécdotas, recuentos, nostalgias, evocaciones. Sabe imágenes: un
barrio de Españoles según esto pudientes que va metamorfoseando en un canijo
entrevere de los que no llegaron, de los que aprendieron un oficio y se resignaron
a la miseria, todo de golpe. La miseria se combate de un trago, la artesanía se
ejerce llorando en el hombro del compadre. ¿Por qué te hizo el destino zapatero?
Aquí nadie fracasa más que otro, nomás eso faltaba. Y Tepito se va delineando
como cementerio de ambiciones, congregación de rateros, encrucijada de la
“mota” y de lo “chueco”, de la droga mínima y el robo artesanal. Imágenes
convencionales: puestos de fierros viejos, vecindades, un hombre atraviesa la
plaza de Fray Bartolomé de las Casas con una botella de cerveza en la mano y
una capacidad infinita de santiguarse ante la iglesia de San Francisco el Chiquito.
Aquí todo pasa. Todo cabe en el Tepito de la leyenda queriéndolo acomodar: aquí
uno se acuesta pobre y se levanta más pobre; aquí en estas vecindades, donde se
paga muy poco de mensualidad, una familia se defiende como plomo derretido del
asedio de los acreedores mientras la madre se dispone a rifar un radio relleno de
frijoles; aquí se congrega la iconografía desaparecida: cobradores de camión,
“piñas” (inocentes) que se disponen a adquirir en abonos fáciles el Castillo de
Chapultepec, vendedores de paletas, hay raspados, taqueros ambulantes siempre
dispuestos a entrarle al “volado”, muéganos, papas, chicles, morelianas, cirqueros
de barrio con el insustituible oso vencido, damas de la madrugada que se
disponen a insultarse al mediodía. Aquí esta también la Rinconada, el lugar donde
se vigoriza, cunde y se disemina la leyenda: nomás déjate caer y ya no te levantas
del arroyo, nomás descuídate un poco, álzale la mano a la jefecita y si no se te
seca, de cualquier forma estás salado ñero. Nomás enamórate de la verde, nomás
fállale en el primer atraco, nomás deja que la vidorria te descuente a la
malagueña. La Rinconada: por años y años el sitio temido, la ilustración del pop y
chilanga del infierno del chómpiras Dante, el lugar temible, el centro de la leyenda
de este barrio eminentemente legendario Y ya vas.”g
Esto nos lleva a pensar que el continente latinoamericano, el país, la
ciudad, el barrio, ha sido siempre y por antonomasia formas abiertas o disfrazadas
de la metáfora del ángel exterminador. Nadie puede escapar del destino. Y en este
barrio la misma óptica mecanizada que se ve en el box, la situación homónima de
la lucha por la vida, advierte en el sedentarismo estricto, en el estar aquí de una
vez y para siempre, la mayor prueba de la fidelidad. Y una de las desventajas, de
las limitaciones reconocidas de este barrio, es la aceptación fatal y sumisa de la
suerte.
9 Tepito como leyenda.
17
2.3 La historia recorchda, Tepito
Lo barrial en nuestro medio se presenta cargado de pasado y con escaso
porvenir. Por una parte, el barrio es visto como un símbolo de una ciudad que ya
no es. La fuerte identidad que promovió entre sus habitantes al grado de hacer
posible esas interesantes manifestaciones de folclore urbano, como son las fiestas
y demás actividades culturales y sociales, tenía en su contra la carga de haberse
construido sobre una sociedad enormemente segmentada e inmovilizada, que
daba un gran peso a la comunidad local frente a las agresiones derivadas del
medio externo. El barrio en ese sentido tiene así el papel de promover la
identificación de los sujetos, su arraigo y, hasta cierto punto, su inmovilidad frente
a la competitividad derivada del mundo moderno; una especie de santuario de
tradición que defiende a sus habitantes del exterior.
En contraste Tepito, con su fuerte dinámica barrial, se presenta como un
ejemplo incómodo e incomprensible. Es por una parte, portador de una de las
identidades barriales más fuertes de la ciudad y, por otra, está intensamente
ligado a los fenómenos externos, nacionales e internacionales, que afectan la
economía nacional y la del propio barrio. Tepito es entonces una expresión de un
mundo en transición, de una sociedad integrada al sistema de manera espléndida
donde se expresa, más que el triunfo de la tradición, la posibilidad de vivir de
manera distinta la modernidad. Es una comunidad que se encuentra anclada sin
duda en el consumismo y en el uso de los medios de la cultura de masas, pero al
mismo tiempo arraiga un fuerte sentimiento corporativo y un permanente anhelo
de diferenciación con respecto al resto de la ciudad, ante la que intenta preservar
el barrio pese a los embates de la modernización; es muestra, en fin, de una
combinación intuitiva, pero eficaz, de una política de preservación y de cambio que
nos permite mirar algunas líneas de la posible transformación de esta ciudad en
los umbrales del siglo XXI.
I S
El origer¡ del barrio de Tepito se pierde en la historia. La versión difundida
por el grupo Tepito Arte Acá“ y por algunos líderes del lugar en su lucha por
defender la cultura del barrio, considera que Tepito existía desde épocas
precoloniales, que era un barrio menor al lado de Tlatelolco y que, ya desde
entonces, desarrollaba actividades comerciales específicas: ahí se vendía todo lo
que los inspectores de Tlatelolco no permitían pasar a dicho mercado y era
también un lugar de trueque entre los aztecas y diversos grupos prehispánicos.
Con base a esta versión, algunos señalan que el nombre de Tepito viene de una
palabra náhuatl que quiere decir mercado chiquito, aduciendo que desde entonces
Tepito ha sido el mercado donde se surte la pobreza.
Por otra parte, se afirma que el término Tepito viene de la degeneración del
vocablo náhuatl tepifoyotl que sólo significa pequeño, chico. El termino se usaba
para distinguir el templo chico de San Francisco de asís, que se encuentra en esta
zona, de un templo mayor que recibía el mismo nombre y que se localiza en la
actual calle de Madero. AI templo pequeño le llamaban San Francisco de Asís
Tepito y de ahí el barrio tomó su nombre.
Otros dicen que la degeneración del vocablo tepitoyofl se refería más bien a
las dimensiones del barrio con relación a un barrio mayor que era Tlatelolco.
Quienes así opinan consideran que tepito pasó de ser el último barrio con
características indígenas, a ser el primer barrio urbano marginal de la ciudad de
México, ya que a la llegada de los españoles éstos lo dejaron fuera de la traza de
la ciudad.”
Existe una versión más sobre el origen del término Tepito, que es también
la más generalizada y está relacionada con una característica que se le ha
atribuido al barrio: la violencia. Relatan que hace tiempo los policías encargados
de la vigilancia de la zona, temerosos de la agresión de sus habitantes, decían
entre sí “si hay algún problema te pito” y, a fuerza de repetirlo, el barrio dejó de
llamarse colonia de La Bolsa para convertirse en Tepito.
‘O Se trata de un pequeño grupo independiente que ha buscado definir ante la opinión pública una imagen positiva de Tepito.
los barrios indigenas.
11 En realidad, Tepito no fue el unico barrio que quedó íüera de la traza urbana. Igual suerte corrieron todos
19
No es gratuito que entre los habitantes del lugar haya surgido la inquietud
por conocer sus orígenes; dicha búsqueda surgió en un momento en que la
defensa del barrio frente al capital inmobiliario y comercial era crucial. Concebir a
Tepito como un barrio con una larga historia de marginación ha reafirmado en los
tepiteños un sentido de grupo y ha servido a los líderes locales para impulsar sus
luchas. Se reconoce que la historia que reseñan tiene un valor político; sin
embargo, creemos que tienen contradicciones, lagunas por llenar y muchos datos
por comprobar. La importancia del origen de Tepito es para entender al barrio en
el periodo que estamos viviendo.
20
2.4 La cultura de “la transa”
Tepito, además de tener como características el oficio de la zapatería y la
talabartería, desarrolla otra actividad, el comercio, de la que dependen hasta la
actualidad la mayoría de los habitantes.
El comercio en las calles marca la dinámica económica de la zona. Si bien
es cierto que existe también un buen número de comercios establecidos12, a partir
de la década de los setenta éstos han visto disminuir su importancia y se ha dado
una especie de pacto tácito entre tianguistas y establecidos: ante el crecimiento
incontenible del tianguis algunos comerciantes formales prefieren participar en la
invasión de la calle, por lo que ellos mismos salieron a poner sus puestos en los frentes de sus negocios.
A mediados de 1982 existían en el barrio alrededor de seis mil vendedores
ambulantes (tianguistas) organizados en veintiún asociaciones, cifra que se ha
incrementado año con año, de tal forma que para 1900 existían ya 29
agrupaciones, vinculadas al PRI.
Los comerciantes ambulantes están en la práctica eximida de . los reglamentos oficiales; su establecimiento es informal y- por lo mismo son fáciles
víctimas de inspectores, policías y otros comerciantes, factor que ha provocado
que sus organizaciones cobren mucha importancia.
Por otra parte, ya que jurídicamente no es clara la situación del comercio en
vía publica, en la práctica las ventas callejeras se asumen como ilegales, amenos
que se cuente con un permiso especial para ello y ante la casi imposibilidad de
obtenerlo al margen de las organizaciones de tianguistas, los comerciantes
tepiteños se afilian a este tipo de agrupaciones, tras las que se esconden
importantes intereses políticos y económicos.
12 En 1980 existían en Tepito 3.704 locatorios de mercado y 698 comercios establecidos (de los cuales, I34 eran comercios de barrio, tales como tiendas de abarrotes. tortillerias, panaderías. etc.; 427 comercios de uso eventual como mueblerias, carpinterias, etc.: 137 comercios de uso frecuente como fondas, papelenas. etc. Respecto a los tianguistas, estos eran alrededor de 5 mil personas y 16 16 puestos (entre semana), que superan los 3 mil en los fines de semana. “Tepito en números” en Revista del consurnidor, México. núm. 56, octubre de 198 I , p. 17.
. 21
De hecho, las organizaciones de comerciantes ambulantes y semifijos
fueron uno de los principales apoyos para la creación de la CNOP del PRI (la más
antigua organización de comerciantes de Tepito participó en este proceso).
El liderazgo de las organizaciones de tianguistas funciona como una
especie de mafia: los líderes ofrecen protección ante la ilegalidad de vender en la
calle; mientras mantienen la protección, tienen el apoyo de los comerciantes (el
hecho de que las autoridades amenacen periódicamente con hacer desaparecer .
el comercio callejero, hace que las organizaciones se consoliden y se fortalezca el
liderazgo). Además, el líder mantiene el vínculo con las autoridades, representa
ante ellas los intereses de sus agremiados y controla la competencia en una zona
determinada (expulsando a vendedores que no se sujeten a las reglas de la
~rganización).’~ Cada líder actúa sobre un espacio determinado y pugna con otros
líderes por el control del territorio.
A su vez, los líderes de organizaciones de comerciantes ambulantes
ofrecen una serie de servicios que refuerzan su poder. En relación con este punto
se puede distinguir dos tipos de liderazgo: el tradicional y el moderno. El primero
está basado principalmente en la representación de los comerciantes en su interés
más inmediato: el uso de la calle. Los líderes tradicionales establecen relaciones
de clientela con sus agremiados, en las que ninguna de las dos partes pueden
renunciar a su vínculo con la otra. El líder considera su obligación ayudar a su
gente mediante diferentes servicios, tal como créditos informales (por los que se
llega a cobrar intereses altísimos), apoyo en la compra de artículos para la venta,
defensa frente a las autoridades cuando les recogen la mercancía, 14 ayuda en
casos de enfermedad, etc.
En el segundo tipo de liderazgo, al que llamamos moderno, el líder no sólo
representa a los miembros de su organización en los intereses más inmediatos,
sino también responde a otro tipo de necesidades como ahorro, guarderías, etc.
En general la relación del dirigente con sus bases es también paternalista, pero los
servicios que presta tiene un carácter más formal. Un ejemplo claro de esto lo
1;
14 Si un comerciante nuevo llega al barrio y quiere vender en la calle debe incorporarse a alguna organización. Se recoge los productos por diferentes razones, ya sea por ocupar un espacio mayor al permitido para no
obstaculizar el tránsito de vehículos o por tratarse de mercancía de contrabando.
22
ofrecía en 1982 la asociación que agrupaba a la mayor parte de los comerciantes
de la calle Aztecas, la cual tenía un sistema crediticio muy eficiente: el líder
autorizaba los préstamos y extendía los cheques correspondientes; el pago se
hacía directamente en un banco, de manera que los afiliados, aparentemente, se
comprometían con una institución más que con una persona. Los prestamos se
financiaban con el ahorro de los propios comerciantes quienes abonaban una
cantidad semanal fija, que al término del año recibían sin percibir una miseria de
intereses. Los réditos pasaban a ser patrimonio de la asociación y eran manejados
por el líder. Una fracción de los intereses que otorgaba el banco por el dinero
depositado se utilizaba para cubrir un seguro de vida para los comerciantes. No
obstante las diferencias en las formas de liderazgo de las distintas organizaciones,
tras ellas encontramos intereses políticos y económicos muy semejantes.
Las formas de corporativización de las organizaciones de comerciantes por
parte del gobierno no siempre se guían el mismo canal: algunas de ellas estaban
afiliadas a la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP) del
PRI, mientras otras tenían relación directa y dependencia del Departamento del
Distrito Federal o la Delegación Cuauhtémoc.
. Sin importar el canal de corporativización, ni el discurso de los líderes
(algunos de los cuales afirman ser independientes), todos ellos movilizaban
constantemente a las bases de sus organizaciones para manifestar su apoyo al
gobierno o al partido en el poder. Durante un período que abarcó de mayo a julio
de 1982, los comerciantes de Tepito fueron movilizados en seis ocasiones con
este fin.’5
A cambio de las movilizaciones, las organizaciones de comercio reciben el
permiso para seguir vendiendo en la calle sin ser molestado. Los que niegan a
acudir a algún mitin o manifestación de apoyo al PRI o algún gobierno son
castigados: se les prohiben vender durante un fin de semana (que es cuando se
obtienen las mayores ganancias). El control de asistencia a este tipo de eventos
es estricto: por un lado, durante el mitin o reunión de que se trate, algún allegado
15 Susan Eckstein asegura que a los vendedores del mercado del centro (refiriéndose a Tepito) se les pide que participen en manifestaciones de apoyo al PRI y al gobierno, entre veinte y veinticinco veces al año. Susan Eckstein, El estadoy lapobreza urbana en México. Siglo XXI Eds. 1982, p. 157.
23
al líder pasa lista de asistencia; en el barrio, permanecen representantes del
dirigente encargados de obligar a los comerciantes que intentan vender a quitar
sus puestos.
Cuando se convoca a un evento de este tipo, los líderes generalmente
argumentan que es necesario apoyar al gobierno que les ha concedido la
posibilidad de vender en las calles o bien que es necesario apoyarlo porque si otro
adquiere fuerza en la zona, probablemente se les impedirá continuar con el
comercio callejero.
Por su parte, el PRI se preocupa por formar líderes de acuerdo con sus
propios intereses y por ofrecerles concesiones especiales para mantenerlos bajo
su control: así, por ejemplo, se encuentran líderes que habían recibido cursos,
seminarios y propaganda escrita del partido, o que habían sido nombrados para
diferentes puestos en algurto de los tres distritos electorales del D.F., de los que
forman parte del barrio de Tepito.
La coacción que realiza el PRI sobre los comerciantes para que dejen de
elaborar y acudan a apoyarlo en sus mítines, es campo propicio para la reflexión
sobre los medios de que se vale el grupo dominante para ejercer su hegemonía.
Coacción tales como el miedo a no conseguir más el permiso para vender o a
perder el empleo no implican ni la convicción del consentimiento ni la violencia de
la coerción. Este tipo de coacciones (que podrían considerarse como económicas)
juega un importante papel en sistemas políticos donde la corporativización y el
clientelismo son la base de su funcionamiento.
La forma en que el partido oficial obtiene el apoyo de los comerciantes
puede sintetizarse de la siguiente manera: en la mayoría de los casos, desde los
líderes hasta los miembros de base que apoyan al PRI, lo hacen por lealtad
personal a políticos o funcionarios de nivel superior, de quienes han recibido o
esperan recibir algún beneficio. La cooptación de líderes e incorporación de
grupos al partido oficial se da a cambio de un botín económico y politico; a su vez,
los líderes locales refuerzan su poder distribuyendo periódicamente beneficios
materiales conseguidos gracias a sus relaciones personales con funcionarios
encargados de la toma de decisiones; por su parte, los miembros de 10s grupos,
24
con la esperanza de obtener recompensas individuales colaboran con líderes y
funcionarios. Se crean así clientelas cautivas pero no convencidas del sistema
d~rninanfe.‘~ Este tipo de relaciones de clientela, tampoco es explicable en
términos de coerción o consentimiento.
AI nivel de los intereses económicos que marcan la dinámica de las
organizaciones de comerciantes, cabe anotar que prácticamente todos los líderes
tienen cuantiosos ingresos resultantes de los cobros que hacen a los vendedores
por permitirles poner puestos en las calles que controlan y a través de las cuotas
diarias que reciben por cada puesto.’ Tomando en cuenta que hay organizaciones
que rebasan los mil socios, los ingresos del líder por estos conceptos son
realmente significativos.
Otros líderes han hecho del manejo de los intereses generados por el
ahorro de los comerciantes reciben beneficios económicos por las ventas
callejeras; en relación con la fayuca, se encuentra además otro tipo de agentes
con fuertes intereses. Aunque no todos los fayuqueros son iguales, hay algunos
que manejan importantes cantidades de mercancía que transportan en trailers y
almacenan en Tepito (frecuentemente en cuartos de vecindad); estos
comerciantes suelen estar protegidos por funcionarios de arriba o bien, coludidos
con aduaneros e inspectores que impiden que la mercancía sea confiscada y que
los comerciantes que les transfieren parte de sus ganancias sean detenidos. Los
fayuqueros pequeños no tienen ese tipo de “privilegios”: ellos manejan puestos
menores y cuando tienen que enfrentarse a agentes (tanto aduanas como de la
SHCP) llegan a perder toda su mercancía, a pagar multas altísimas o incluso a ser
encarcelados.
En cuanto al común de los comerciantes, se encontró que si bien no todos
ellos eran vecinos de Tepito, un amplio sector residía en el barrio y almacenaba la
16 V. Jorge Montaiio, Los pobres de la ciudad en los asentarnientos espontáneos, México, Siglo X X Eds. 1979, p.209.
En 1982 el precio por un puesto de 1.5 metros cuadrados llegaba a ser de doscientos cincuenta mil pesos (45 veces el salario mínimo mensual de aquél año) y las cuotas por mes variaban entre 30 y 50 mil pesos. Para 1990 el precio de un espacio en via pública había alcanzado los doce millones de pesos (40) veces el salario mínimo mensual) . Con el pago del puesto y de las cuotas se obtiene el derecho a vender en la calle mientras no haya medidas gubernamentales que lo impidan. Numerosos informantes aseguran que parte de las cuotas se transfieren a funcionarios menores y mayores. En Revista del conszmidor. op. cit.
1
25
mercancía en sus propias viviendas. Aun cuando se trataba de personas con una
situación económica relativamente desahogada, difícilmente hubieran podido
establecer sus negocios en locales fijos de otra zona de la ciudad, obteniendo las
ganancias que en Tepito recibían. Por otro lado, el hecho de vivir en el barrio y
vender ahí sus productos les permitían evitar costos de transporte y
almacenamiento de mercancías, que seguramente hubieran tenido que realizar si
vendieran en otros tianguis de la ciudad. En resumen, para la mayor parte de los comerciantes de Tepito, la localización de sus negocios en esta zona de la ciudad
era un elemento vital para conservar su modo de vida, sin detrimento de sus
ingresos. Es por eso que frente a las presiones del capital inmoviliario y comercial
por transformar el uso del espacio en el barrio, los tepiteños combinaron en más
de una ocasión la defensa de la vivienda con la defensa de la calle.
26
2.5 Misterioso Tepito
Tepito: lugar mítico. Después que Oscar Lewis escribiera Los hijos de
SBnches, el mundo entero conoce el nombre de este barrio de México.18 Sobre éI
ha surgido toda una “imaginería del rechazo”, como robo, prostitución pobreza,
droga, inseguridad, etc., Muchos mexicanos nunca han puesto un pie en Tepito,
por miedo o por el gusto de sentirse diferentes a esa clase marginada. Las clases
medias y alta burguesía ignoran o rechazan con desprecio este barrio populoso y
popular.
En éI se aglutinan las clases populares. Cada día, decenas de miles de
habitantes de la Ciudad de México van hasta Tepito. Dos o tres horas de camión
para llegar desde la periferia lejana y poder comprar allí muebles, zapatos,
artículos para la casa, incluso el estéreo último modelo importado de contrabando
de los Estados Unidos. 120 O00 habitantes, aproximadamente, que viven del
comercio callejero, de la producción de prendas de vestir o de objetos domésticos,
de una industria de reparación inmensa y fragmentada.
Tepito repelente, Tepito imán .. . Se habla demasiado, y con demasiada
frecuencia, Tepito en la prensa mexicana. La policía acampa a los alrededores,
sobre el eje 1 norte, pero no suele entrar. Los habitantes rechazan periódicamente
los planes elaborados por los urbanistas-sociólogos de la ciudad para transformar,
“rehabilitar” este barrio. Y cada vez Tepito hace contrapuestas, elabora estrategias
de defensa “pasiva”. ¿Qué es Tepito?
Tepito es, ante todo, un pueblo en la ciudad. Un pueblo con las
dimensiones de la ciudad. En una aglomeración urbana de 17 millones de
habitantes, cuyo crecimiento ha sido dramáticamente rápido debido a una continua
riada de inmigrantes del campo, Tepito es uno de los raros barrios donde la
mezcla de la población ha sido escasa y ha sabido absorber a los recién llegados
que venían a sustituir a los que se iban.lg
18 Francois, Tomas. Tepileños, CEMCA-TRACE No. 17, 1990. Geógrafo Urbano y Maestro en la Universidad de Saint-Etienne, Francia.
l9 Periódico: Tepito): Anexas, Centro de Estudios Tepiteños 1994.
27
Curiosamente, es el Único barrio de México que ha conservado sus
características de la época prehispánica hasta nuestros días. El habitante de ,.? A‘ .‘F. 7-
Tepito reivindica con orgullo el hecho de pertenecer a éI, afirma ser el corazón de :f x
México auténtico, no estar en la búsqueda de una identidad perdida con la && 3$ colonización. Tepito, dicen sus habitantes, es el crisol que ha sabido asimilar todas
las influencias exteriores y preservar la autenticidad mexicana. En otras partes de
dirá: “vivo en la Roma, en la Guerrero, en la Tlalpan ...I,. Aquí se dice: “soy de
Tepito”. Es la fuerza de una cohesión social que hace que los que allí han nacido
se queden y las aportaciones exteriores arraiguen.
$ 9 a:,
28
3. LA MUJER Y LA CULTURA POPULAR URBANA
3.1 La marginalidad de la mujer de barrio (el trabajo doméstico)
Para caracterizar la situación de la mujer en la familia, Engels hablaba de
“esclavitud doméstica”, pero ni éI ni Marx estudiaron mucho la esfera del trabajo
doméstico, las condiciones de reproducción de la fuerza de trabajo en el seno de
la familia. Esta es una de las razones por la cual no entendieron toda la
complejidad de la situación a la que el capitalismo ha sometido a la mujer.*’
Como no se trata de una producción para el mercado, el trabajo doméstico
no posee las características de un trabajo social, sino de un servicio privado,
personal, que presta el ama de casa. He aquí por qué “sus motivaciones” no son
de orden económico (trabajar para ganar dinero), ni de orden “profesional”
(realizar su personalidad en dicha actividad), sino que han de buscarse incluso
fuera de dicho trabajo: prestar un servicio a su marido y a sus hijos, ocuparse de
los demás, dedicarse a ellos. He aquí por qué el ama de casa no se “realiza” en su
trabajo, por qué este trabajo es en sí mismo algo secundario, frente a la función
principal, que le permite asumir dicho servicio: el ama de casa se “realiza” a través
del servicio prestado al marido o a los hijos. En otras palabras, ella no tiene un
destino propio, enraizado en sus actividades. O más bien su destino propio
consiste en vigilar a que a los demás no les falte nunca nada, y si ella se “realiza”
como individuo es tan sólo a través de las actividades del marido y de los hijos, de
su desarrollo, para contribuir al cual trabaja ella en la sombra, multiplicando sus
“pequeños servicios”.
El destino de madre y esposa es prestar un servicio, porque socialmente su
trabajo no es un trabajo sino un servicio privado. Y las características de esta
relación laboral no abandonan al ama de casa ni siquiera cuando trabaja fuera:
20 El Capital, libro 1, v01.2, Edición a cargo de Pedro Scaron. Ed. Siglo XXI, México. 1975, p.482.
29
sabemos como la patronal se apoya en estas “cualidades” para reforzar la
explotación de la mujer en el trabajo, para difundir las relaciones de explotación,
desarrollando toda clase de manipulaciones para hacer aparecer dicho trabajo
como un servicio personal. El ejemplo de las secretarias, mecanógrafas, etc., se
cita frecuentemente para ilustrar dicha situación; estos ejemplos podrían
multiplicarse, sobre todo en los empleos denominados “femeninos”. En fin, la
realidad nos dice todo lo contrario. El trabajo doméstico no solamente es un
conjunto de tareas penosas, sino que se trata, por encima de todo, de un
encadenamiento sin fin de tareas, de un sentimiento total de vacío que deja dicho
trabajo. Lo que puede quedarle a la mujer en la conciencia es una especie de
sensación de irrealidad.21
“La mujer ha desarrollado un tipo particular de resistencia dentro de la
organización de su vida tal y como es: cortar amarras’ con el mundo circundante,
flotar en un mundo irreal, las barreras construidas en torno suyo y la enfermedad.
Fatiga, histeria, trastornos nerviosos, agorafobia. Tranquilizantes, somníferos y
alcohol de supermercado son los remedios que se utilizan”.22
21 Véase Mundo de hombre, concienciu de mujer de Sheila Rowbotham. Todo el capitulo 5: “El trabajo de una mujer nunca se acaba”. Ed. Debate. Fernando Torres Editor. Col. Tribuna Feminista, Madrid, 1977.
Amarra: todo lo que sirve para atar. Protección, apoyo. 22 S. Rowbotham, op. Cit., p.125.
30
3.2 El nuevo destino d e la mujer
Nada nos hará comprender mejor la imagen de la mujer producida por el
capitalismo que los comentarios de los burgueses ilustrados de finales del siglo
XVIII y principios del siglo XIX sobre la condición de las mujeres. Esto es
interesante ya que nos muestra el desarrollo del trato de la mujer a través del
tiempo.
Mientras se escandalizan de lo que, desde su punto de vista, llaman
brutalidad de la mujer pobre y de la poca diferencia que frecuentemente
observaban entre éstas y los animales domésticos, se dedican por otra parte a
soiiar en “la mujer”, respetada y amada por su esposo, pero naturalmente también
tierna y dulce, ocupada totalmente en el hogar, en el que se encierra para no
exponer su fragilidad a ningún riesgo y para dedicarse a lo que se supone es su
verdadera naturaleza: la educación de los hijos.
La situación asignada a la mujer por la burguesía naciente, es por tanto
contradictoria, y sirve para ilustrarnos sobre cómo hay que guardarse de tener una
visión lineal, unilateral, en cuanto al proceso aportado por la sociedad capitalista
respecto a la vieja sociedad.
E.Shorter insiste esencialmente en un, aspecto.23 El advenimiento de la familia
moderna rompe con todos los lazos de dependencia que regían a la hora de
contraer matrimonio en la antigua sociedad, y que obligaban a aceptar que
primaran en el matrimonio los intereses de la comunidad sobre los intereses de los
individuos.
La familia moderna conformada por el capitalismo, sería entonces la base a
partir de la cual habrían podido desarrollarse unas relaciones mas libres entre los
individuos, desembocando en los fenómenos que conocemos hoy: la crisis de esta
familia, en beneficio de una mayor movilidad de .las relaciones entre hombres y
mujeres, que cada día más establecen sus lazos respondiendo únicamente a su
deseo. La burguesía ha basado siempre el dominio sobre la mujer en un nuevo
23 E. Shorter. La naissance de la famille 1voder17e (Ed. Du Seuil). E de Fontena),: “Pour Elnile et par Emite, Sophie ou l’invention du menage”, en Les Temps Modernes, n. 358, n q o 1976.
31
razonamiento sobre una diferencia entre el hombre y la mujer fundamentada en la
propia naturaleza: la mujer está hecha para ser madre, para el hogar, del que
debe salir sólo el mínimo posible, el hombre está hecho para ser ciudadano. El contrato social no era un contrato entre individuos sino, de hecho, entre hombres
“cabezas de familia”.
Mujer-madre, mujer niña, inventó así la feminidad tal como ha tomado cuerpo en
nuestra cultura moderna. Todo esto forma parte de una trama más amplia; la
burguesía ascendente inventa también la felicidad, el amor conyugal y el amor de
los hijos, siendo portadora de todo ello la “nueva familia”. Hasta más tarde para
que se planteara la cuestión de la educación de las muchachas, para que una vez
fijado el destino de la mujer madre, pudiesen definirse las instituciones específicas
donde la niña aprenderá su futuro papel.
La reclusión en la intimidad de la nueva familia forma el marco institucional
principal a través del cual se especifica la mujer como individuo con relación a las
demás categorías (hombres, niños). Tan sólo a través de este marco institucional
accede la mujer a su existencia como sujeto, a mantener relaciones con los demás
individuos (marido, hijos) y con el exterior. Se constituye el mundo de la mujer, que
no solamente estará determinado por el aislamiento en la familia y la
especialización en determinadas tareas (trabajo doméstico, crianza de los hijos)
sino fundamentalmente por el lugar que ocupa la nueva familia con relación a las
demás esferas sociales. El mundo de la mujer se convierte en el mundo privado
frente a lo público, en el mundo de un trabajo que produce simples valores de uso
frente a la producción de mercancías, que se generaliza cada vez más.
Los papeles masculino y femenino tal como se distribuyen desde entonces
en el terreno de la cultura nos remiten por lo tanto a dos prácticas sociales
diferentes.
El mundo del hombre es el mundo del reino de la mercancía. Se ha notado cómo
los hombres han llegado a convertirse en portadores de valores propios del
capitalismo (espíritu de iniciativa, de competencia, agresividad). . . por
contraposición a la “dulzura”, la “pasividad” de las mujeres. Cabe añadir que la
32
mercancía es el mundo de la universalidad y de la racionalidad frente al valor de
uso, que pertenece al mundo de lo particular.
,
3.3 Crisis de la familia y actualidad de la “liberación” de la mujer
La célula familiar ha ido adquiriendo cada vez mayor importancia, incluso al
propio tiempo que se acentúa su crisis. Basta ver para ello cómo funcionan, fuera
de la fabrica, las sociedades capitalistas avanzadas. Las relaciones de vecindad,
las tramas de sociabilidad ligadas a una vida comunitaria desaparecen, y la vida
en familia ocupa su lugar. Es cierto que también se desarrollan las “bandas de
jóvenes”, traduciendo un rechazo importante de esta forma de vida, pero, para una
pareja “normal”, lo más esencial de sus actividades, fuera del trabajo, es de orden
familiar, y ofrece demás unas variantes muy limitadas: pasar la velada en el hogar,
salir el fin de semana fuera con la familia, visitar a los padres. El urbanismo no
hace más que reproducir esta lógica. Las ciudades están construidas con el solo objetivo de enclaustrar a la gente en sus apartamentos, el desarrollo de la
ideología de los bloques, el hábitat, todo ello tiene una meta atomizar a los individuos no uno por uno, sino célula familiar por célula familiar. Podrían
describirse también efectos similares en el sector de las redes de comunicación e
información: por ejemplo, la televisión.
Es comprensible que, en estas condiciones de crisis, la familia provoque en
algunos individuos, esencialmente entre los jóvenes, fenómenos de rechazo
violento. Sin embargo, al mismo tiempo se ofrece para muchos como el Único
lugar, en esta sociedad reglamentada por la mercancía, donde se mantienen
relaciones humanas, como el último reducto’ en que las relaciones “directas” entre
individuos, no mediatizadas por la mercancía, pueden todavía subsistir. Ahora
bien, si no se ve también esta realidad de la familia, se corre el riesgo de no
comprender cómo, una vez más, el concepto que defienden las clases dominadas
copia el que proclama la burguesía. No es porque los trabajadores estén
completamente manipulados por la ideología burguesa; en la defensa que puedan
hacer de su vida familiar existe también la realidad de las “relaciones” humanas
que puedan mantener con sus hijos y su mujer.
reducto: obra de campafia, cerrada, que consta ordinariamente de parapeto una o más banquetas.
34
Habría que analizar, finalmente, cómo esta adaptación de la familia produce
una determinada reorientación en la imagen de la mujer. No se trata en que la
imagen de la mujer-madre/mujer niña sea cuestionada totalmente; más bien ha
sufrido un ajuste, al igual que el concepto de familia.
Un eje sería las relaciones entre la imagen de la mujer en el hogar en
confrontación con la realidad de la mujer que trabaja. Esto bajo dos aspectos. Por
una parte, cómo se deproducen, sobre todo en las profesiones denominadas
femeninas, las características de la mujer/ama de casa, que se convierten, en
manos de la patronal, en un instrumento para justificar una sobreexplotación
específica. Seguidamente, cómo esta imagen de la mujer ama de casa entra en
contradicción con la mujer trabajadora, cómo puede producirse una crisis de
identidad en la mujer (tanto en ella misma como en la del hombre): “Los antiguos
criterios que permitían a las mujeres estimar su propio valor han desáparecido, sin
que hayan podido arraigar aún realmente otros criterios nuevos. .. (las mujeres
trabajadoras) tienen que adquirir también una nueva conciencia de sí mismas, en
tanto que mujeres, que les permitan alcanzar la dignidad y la solidaridad que les
falta para organizarse en sus puestos de trabajo. Esto a partir de su trabajo en la
producción pero, al mismo tiempo, esta organización debe abarcar también todos
los demás aspectos de su vida de mujer, todos los aspectos de sumisión que
contribuyen a mantener a la mujer en un estado de inferioridad y que los hombres,
incluidos los sindicalistas, olvidan cuando reclaman el derecho a ser amos de su
casa.1r24
El segundo eje sería al análisis de la evolución de la imagen de la mujer en
el hogar. Vamos a contenernos en una larga cita.
“Las satisfacciones que podían experimentar las mujeres en el
cumplimiento de sus tareas domésticas se han reducido mucho, cuando no han
llegado a ser totalmente inexistentes. En el siglo XX, la confección de productos
de consumo directo han disminuido mucho, no a causa de la pobreza, corno
Sucedía aún en el siglo XIX, sino a causa de abundancia. Dada la existencia de
24 Sheila Ruwbotham, Mundo de hombre, conciencia de mujer, capítulo VI. La cita siguiente se encuentra en el mismo capítulo. Habría que desarrollar también los efectos contradictorios de la “revolucih sexual” en la segunda mitad del siglo XX: véanse págs. 192 y siguientes.
35
nuevas formas de transformación, de conservación y de venta de alimentos, de
nuevos métodos de congelación de alimentos, la naturaleza del trabajo doméstico
es cada vez más asimilable a un servicio. El papel del ama de casa consiste en
mantener la fuerza de trabajo de la cabeza de familia y de sus hijos, pero no
produciendo ella misma los bienes de consumo, sino sirviéndoles bienes
producidos dentro del sistema de mercancías. Cada vez más su Único trabajo
productivo es la producción de sí misma, en tanto que consoladora, sicóloga,
fantasma sexual.. . ”
3.4 Un giro histórico
Por lejos que nos remontemos a Io largo de milenios de opresión, veremos
cómo la dominación masculina se traduce por un control de los hombres sobre las
mujeres. En las sociedades primitivas se trata del control colectivo de los hombres
sobre las mujeres, por el que la comunidad dirige su funcionamiento y las
circunstancias generales de su reproducción. Hemos de ver en ello la
consecuencia del desarrollo casi inexistente de las fuerzas productivas y del papel
decisivo que tenía la fuerza de trabajo viva en relación con los medios materiales
de producción. El poder social se organizaba a través del poder que ejercía el
grupo de hombres sobre el grupo de mujeres.
En cuanto aparece la propiedad, las relaciones de dominio se
individualizan: la mujer se convierte en propiedad individual del hombre. Si la
noción de familia patriarcal tiene algún sentido, más allá de las formas
diversificadas de parentesco que puede trazar y del estatuto diferente para la
mujer que puede encubrir, lo tiene en esta relación de propiedad del hombre sobre
la mujer.
“En el matrimonio, la mujer aún no está claramente disociada de la idea y relación
de propiedad, aunque ello fuese más aparente en las primeras etapas del
capitalismo.” Así está expresado, por ejemplo en el himno luterano: “Nuestro dios
es todavía una fortaleza inexpugnable”, tan popular en las iglesias metodista. Es
un canto de confianza en el Dios que es guardián seguro, el que no fallará,
36
“aunque se apoderen de nuestra vida, de nuestros bienes, de nuestro honor, de
nuestros hijos, de nuestras esp~sas” .~~Esta actitud todavía persiste en las
pequeñas comunidades populares, quienes consideran que las esposas son casi
parte de los medios de producción, importantes y necesarias porque crían a su
descendencia. La noción de mujer como propiedad, solamente es, evidente en los barrios y es menos observable, a primera vista, en otros ambientes. En la familia,
e] hombre se apropia, a cambio de servicios, de la fuerza de trabajo de la mujer. El
contrato similar al de los muebles y enseres. .. En la base del contrato está la
desigualdad del poder social, lo que determina los términos de dicho contrato. Es
útil recordar la definición que da Marx de la propiedad no como una sustancia, sino
como una relación. Implica .. . “la actitud del hombre hacia sus condiciones
naturales de producción, que le pertenecen como requisitos previos de su ser, que
constituyen una prolongación de su cuerpo”26 Una vez más, la mujer era
considerada por la sociedad fundamentalmente como medio de producción y de
reproducción (de la especie). Y, si en la sociedad primitiva no existía una
propiedad privada de los medios de producción y de reproducción, sino un control
colectivo sobre los mismos por parte de la comunidad (y por lo tanto, un control
colectivo sobre las mujeres), el paso de la propiedad privada significa la
apropiación individual de los medios de reproducción y de producción, o sea, la
apropiación individual de la mujer por un hombre. Ciertamente, la mujer era un
medio de producción algo particular, un ser humano susceptible de tener
relaciones con otro ser humano, o sea, que su estatuto como medio de producción
ofrecía este rasgo particular. Y así sucede que el paso a la apropiación individual
de los medios productivos, y entre ellos el de la mujer, se traduce al mismo tiempo
en una individualización de las relaciones entre hombre y mujer, como relación
entre dos seres humanos. De este modo viene a introducirse una dialéctica
contradictoria entre la existencia de la mujer como objeto y como sujeto, a través
de la relación hombre-mujer. El capitalismo lleva al extremo dicha contradicción, al
mismo tiempo que le destruye porque, al quedar marginada de la producción
Himnario Evangélico Presbiteriano. Décima cuarta edición. El Faro. 1977. p.9 1 Sheila Rowbotham, op. cit., pp. 1 10-1 1 1 26
37
la mujer se ve confinada en sus tareas de reproductora dentro de la familia, y si
se acentúa el proceso de individualización de las relaciones entre hombre y mujer
(la mujer ya no es considerada como animal de cría, se desarrolla el amor entre
los esposos), es a través de su estatuto de madre y de mujer recluida en el hogar.
Pero también destruye esta contradicción cuando empieza a convertir a la mujer,
por su participación en la producción fuera de la familia, fuera de las relaciones de
parentesco, en un individuo como los demás.
Engels tendía a comparar el estatuto de la mujer en la familia patriarcal con
el esclavo. Sheila Rowbotham tiene razón cuando busca una comparación
histórica no con la esclavitud, sino con las relaciones feudales.
“En la relación entre el marido y la mujer hay un intercambio de servicios
que se parece a los lazos existentes entre hombres en el feudalismo.
Esencialmente, la mujer sirve al marido a cambio de cuidado y protección, aunque
el balance de los respectivos cometidos se determina personalmente. En la época
feudal el siervo servía a su señor a cambio de que éste le diera la protección física
ante asalto e invasiones; sin embargo, la naturaleza específica de la dependencia
podía variar. A veces el lazo de unión entre hombre y hombre era relativamente
ligero y flexible, limitando en ocasiones por la aparición de ciertos derechos. (...)
El parecido entre los vínculos feudales y los vínculos que hay entre hombre y
mujer en la familia aparece porque, en el modo de producción familiar, las
relaciones sociales no corresponden directamente a un’ intercambio mer~antil.”~’
Lo importante, sobre todo, es comprender la situación de dominio sobre la
mujer en forma de un lazo de sumisión personal, que es tendencialmente
contradictoria con la ideologia desarrollada por el capitalismo, que se manifiesta
porque todos los individuos sean libres e iguales, al menos por definición. Del
mismo modo que la esclavitud, como relación de explotación, fue derrocada por el
desarrollo del capitalismo (aunque en algún momento pudo acomodarse a ella),
del mismo modo era imposible que lo más esencial de las relaciones entre hombre
27 Sheila Rowbotham, op. cit., pp. 107- I O8 y 109.
38
y mujer dentro de la familia patriarcal (la propiedad de la mujer, pertenecía al
hombre) no entrará en contradicción con la lógica propia del sistema.
Se ha visto antes, que el matrimonio en la familia moderna, concertado a
modo de un contrato, presuponía la igualdad entre hombre y mujer, y permitía
presagiar ya las contradicciones que aparecerían más tarde entre la ideología de
igualdad y de libertad para los individuos de la burguesía y la realidad de la
situación en que se encuentran las mujeres.
En lo que hay que insistir, en cambio, es en las raíces de este fenómeno: si
se plantea la igualdad entre los sexos es porque el desarrollo de la sociedad
capitalista ha producido las bases objetivas para derrocar lo que constituye el
fundamento milenario de la opresión, sean cuales sean las formas que éSta tome:
la determinación primordial de la mujer por el lugar que ocupa en las relaciones de
parentesco. En efecto, en el pasado, las mujeres podían encontrase en diferentes
situaciones, pero que en último análisis esta situación venía determinada por el
lugar que ocupaban las relaciones de parentesco, por las diferentes normas que
regían dichas relaciones de producción y las relaciones políticas en las diversas
sociedades. Esto se traducía concretamente por una división del trabajo entre los
sexos, siempre marcada por el papel de la mujer como reproductora de la especie;
división de la cual se .apoyaba, en último análisis, la dominación masculina.
Ahora bien, nada “justifica” hoy que se mantenga dicha división del trabajo
por sexos. El nivel alcanzado por el desarrollo de las fuerzas productivas, por el
contrario, puede terminar con esa división.
Esta división de trabajo por sexos se había articulado, con la aparición del
capitalismo, con la separación completa entre producción doméstica y producción
industrial. Una vez más, el nivel alcanzado por las fuerzas productivas permite
entre ver “la desaparición de la pequeña producción doméstica, fundamento de la
esclavitud de la mujer, y la socialización del conjunto de trabajo que se efectuaban
en su seno.
39
La vida de sueños de una prostituta (la mujer sometida)
La prostituta es uno de los personajes que Armando Ramírez maneja muy
bien en la novela Noche de Califas, el cual puede tener un giro histórico basado en
la realidad de los reclusorios femeniles.
La vida de las prostitutas es difícil, he aquí la investigación y algunos testimonios
que puede semejarse a los personajes de Ramírez:
La prostituta es uno de los personajes sociales alrededor del cual se discute
mucho. Algunos la acusan, otros la juzgan y la estigmatizan. Pero hay también
quienes salen en su defensa, la enaltecen y encuentran en ella la fuente de
inspiración poética o pictórica. Todo esto denota la divergencia de opiniones que
siempre ha existido acerca de las prostitutas, así como las actitudes moralizantes
y el dogmatismo de unos, y la comprensión y solidaridad que reciben por parte de
otros. La prostituta ha adquirido forma casi de organización empresarial, desde las
call girls que concertan sus citas por teléfono y reciben en su propia casa, hasta el
grupo de mujeres que son contratadas para “atender” a un grupo de visitantes
nacionales o extranjeros. No es a este tipo de prostituta al que nos vamos a referir,
sino a la que busca su diario sustento y practica su oficio en los bares o centros
nocturnos y calles.
Hay quienes consideran a la prostituta como una maestra para el inicio de
la vida sexual del hombre:
... La creyó enrebozada. El Alejo se sentía descargado, se sabia conocedor se sabía que era otro, ahora, Cecilia, lo vería de otra manera. Un hombre
con el paradito de caballero aguila se deslizaba por la calle de Jesús María eran sus dominios, la mirada iba hacia el horizonte, poseedor de estas mu- jeres se alejó dejando tendida una sensación de estancia. El ratón y el Chi- quilin ni sus luces pura intuición de: seguian ahi, dentro del hotel.
Cuando vio salir al chiquilin y al Raton se dijo: a estos también los estrenaron
“A poco no es chingon.”28
Otros admiten que sólo con ella desfogan plenamente sus inquietudes
sexuales o que pueden ser objetos de diversión y placer erótico:
“Que desde el momento en que te vean caminar las viejas sepan que eres como una víbora entre las sábanas, en el interior de sus piernas, lengüetazo al sexo s o ~ a r ’ ~ ~ ~
Hay incluso otra categoría para los que la prostituta resulta necesaria por .
sus preferencias y hábitos sexuales. O como la mayoría de los clientes asiduos z simplemente opinan: “La carne de afuera no sabe igual que la carne de la casa”. . J
Por todo io anterior, se suele considerar a la prostitución como un mal necesario
i ..
r
para la sociedad. En su época, San Agustín lo expresó diciendo: “Quita la
prostitución del comercio humano y traerás con ello la confusión de todo.”
En nuestro país, como en muchos otros, la prostitución, no son un delito en
sí misma; sin embargo, es notoria la relación estrecha que se da entre la
prostitución, algunos actos delictivos y su relación con delincuentes.
También es innegable que el nivel económico y sociocultural del cual
provienen la mayoría de 12s prostitutas es deplorable, y son precisamente las
apremiantes necesidades económicas las que frecuentemente esgrimen estas
mujeres como justificación para dedicarse a esa actividad. Sin embargo, además
de la pobreza también pueden influir otros factores.
Irónicamente, una infancia carente de amor puede dar origen a una
“vendedora de amor”
Magda. Esa puta mayor. Mujer de larga carrera en las camas y las pistas de baile, aventajada: treinta y ocho años, provocativa, mal hablada y unas ganas infinitas de ser amada, de darlo todo, a pesar de que tanto a dado y nada ha recibid^.^'
Otro ejemplo verídico es como el de María del Carmen dice: “Habernos
unas muy cerradas de ojos o muy pendejas”. Evidentemente, con esto se expresa
su desacuerdo con lo que hace y también quiere decir que nadie la orientó o la
previno, labor propia de los padres, sobre todo de la madre,
29 Armando Rarnírez. Noche de Califas, Ed. Grijalbo, México, 1982, p. 15 30 Armando Ramírez. Loc. Cil. p.2 1
41
Continúa diciendo: “Tengo 24 años, sólo fuimos dos hermanas, yo soy la menos.
Mi mamá murió a los 38 años, cuando yo tenía 10 años. Se murió por que bebía
mucho y le vino una enfermedad. A los 14 años vine a la ciudad a trabajar a las
casas. Me iba, con una de mis primas, los domingos a bailar a los salones, allá por
la Merced. Mi hermana si se juntó con un hombre y tiene a sus hijos. Tuve
“buenos padres”. Mi papá era albañil. Mi hermana se vino a trabajar a los 15 años.
Yo me quedé, pero lo que hizo que también me viniera fue que una vez estando
borracho mi papá me dijo que yo no era su hija. Eso sí me ofendió, me sentí muy
mal y por eso me vine. Mis papás se peleaban cuando tomaban. Mi mamá era
alegre, trabajaba en el campo. Sueño repetidamente que viene mi hijo al reclusorio
y me dice: ‘Aquí estoy’. Una vez soñé a mi mamá que me llevaba con ella por un .
barranco, por un caminito y me cargaba para que no me cayera y luego me
regresaba. No me dio miedo”.
En el primer sueño, esta mujer refleja la culpa de no poder cuidar a su hijo y
tampoco de haberlo hecho antes de manera adecuada. En el segundo sueño,
expresa la confianza de que si hubiera contado con el apoyo y la guía de su madre
no se hubiera “desbarrancado” o caído en el estilo de vida que lleva, ni le darían
miedo las contingencias de su diario vivir. Además parece que se identifica con su
madre, al grado de que quizá haya aprendido de ésta algo más que a beber y ser
alegre.
En algunas de las prostitutas se percibe la convicción de que son “de lo peor” como lo expresa Rosa Isela, persona que realmente ha sido tratada como un
objeto desde su infancia. “Mi madre se fue, nunca supe de ella. Mi padre se fue a
otro pais. De niña, cuando tenía cinco años, pedía limosna y ropa y ponía mi
puesto para vender cosas. Desde entonces he luchado. A los 13 años fui bailarina
de carpa, ahí me quedaba a dormir. De niña me vendió a un hombre una tía
hermana de mi mamá y yo tal vez lo hice por dinero. Me llevaron fuera de México,
casi conocí la República. Me.les escapé cuando tenía 17 años. Me enamoré de un
hombre que me explotó, era un padrote. Decidí dejarlo porque empezó a
golpearme; éI me puso el departamento y me vestía y me decía a qué hora me
tenía que ir a trabajar. Todo se lo daba a él. Intenté quitarme la vida. De mi vida es
42
mucho y no me gusta contar porque luego dicen que invento. No sé por qué han
venido a quejarse de mí. La señorita de aquí de la administración ya me dijo que
deje de estarle buscando problemas, pero siento que me tienen envidia. No sé por
qué, yo no las ofendo. Todo fue porque una muchacha quiso meterse a mi cama y
yo no quise. Está bien que uno sea de lo peor pero por qué hacer cosas que no.”
Durante su infancia, algunas mujeres han vivido situaciones muy
dramáticas que dejaron en su mente una huella imborrable. Tal es el caso de
Oriana, de 45 años de edad, obesa, rubia, con ojos de un atractivo color azul.
I ‘ . . . Magda. Esa puta mayor.. .treinta y ocho años, provocativa.. . ,131
Ella dice: “Fui hija única. No recuerdo que mi padre haya vivido en casa.
Cuando tenía ocho años tuve una espantosa experiencia: al abrir la puerta de la recamara de mi madre vi cómo ella se suicidaba dándose un tiro en la sien. Pasé
a vivir con mi abuela materna. Vivíamos en un pueblo en donde ella tenía una
hacienda muy grande. Tenía mucho dinero, era hija de franceses, muy bella, al
igual que mi mamá.
“Se veía como ricachona, quesque hablaba inglés, que había estado en los Angeles o San Francisco o San Fernando, uno de esos lugares de los Estates.. . ,132
Mi juventud fue muy triste. Me separé de mi abuela para venir a trabajar a la
ciudad de México. Trabajaba en una compañía de edecán”.
Oriana aprendió de su abuela la ventaja que ofrece la belleza física para seducir a
la mayoría de los hombres, aún a los más allegados.
El inicio de cada una de estas mujeres como prostitutas es diverso. Por
ejemplo, María del Carmen acertadamente considera que fue víctima de una
trampa. “Yo no me casé -relata--. Ahora sí que me hicieron ‘el favor’ y me
embaracé a los 21 años. Fue con mi consentimiento. ÉI me dijo que si me
embarazaba me iría a vivir a su casa, pero a la mera hora dijo que ese niño no era
de éI sino del vecino al que yo ni le hablaba.
43
Cuando tenía 22 años conocí a Raúl, y a los 15 días de tratarlo me llevó al
cine y después a un hotel del que ya no me dejó salir. Yo iba sanamente a bailar.
Ahí conocí a Raúl. Me dijo que me iba a ayudar con mi hijo pero me hizo caer en
una trampa. Me llevó con uno de sus amigos y dijo que iba a trabajar y me
amenazó. Para ello me hizo que llevara a mi hijo con una señora que cuidaba a
niños de muchachas que ‘trabajan’, pero yo no supe en qué calle. Raúl me ponía a
trabajar de las nueve de la mañana a las cinco de la tarde y si no le levaba dinero
me pegaba.
“...ahí esa puta cansada de entrar y salir del hotel se pone de mal humor ante su hombre, el que le da en la madre, tantas veces como sea nece - sario para mantenerla contenta: “¿Es todo lo que ganaste...?” Y ella con sus infinitas condicionantes para ser sufrida le contesta: “Es que agarra la onda, apenas estoy comenzando, es temprano falta que salga de los ne - gocios ...” Y la Muñeca, califa aprendiz, como se lo dictó Macho, le suelta una bofetada al llegue y una patada ... “Vuelve a contestar así ...y te rompo el hocico ... Eres hija de la mala vida, te digo que me vuelvas a contestar así y te agarro a patadas, órale ponte a chambear, todavía puedes recoger más dinero.. . Y recogiéndole el dinero a la puta callejera.”33
Sacaba de 20 a 25 O00 pesos diarios pero no se conformaba y me mandaba a
trabajar más tiempo.
En el caso de Rosa Isela, quien como ya se mencionó fue vendida por su
tía a un hombre, parece haber sido ajeno a su voluntad dedicarse a la prostitución.
De su situación comenta: “Mire, la verdad yo siempre he trabajado en la vida
alegre, en un bar. Vivía en un hotel de un español. ÉI quiso andar conmigo pero yo
no quise, por eso me acusó de haberle robado. En 1983 también me acusó de
robo y despojo, Estuve aquí de seis a siete meses, y también el año pasado, pero
salí bajo fianza. He vivido por dos años en el hotel y no tienen queja mía -pero
como no acepté a ese señor, en venganza me ha acusado. Yo junté unos
centavitos y me compré un coche. Esa es la verdad. Siempre me ha gustado vivir
sola por eso vivía en el hotel”.
Es difícil imaginar que una mujer obesa, sin dientes, embarazada y con un
niño en brazos se dedique a “la vida galante”, pero se da el caso. Tal es la
33 Ibidem, p.24-25
44
situación de María, quien dice tener 38 años, aunque aparenta mayor edad. Es la
tercera ocasión que está recluida por delitos como lesiones y riña, vagancia y
robo. Ella narra lo siguiente:
“Me acusan de robo y lesiones a una pareja, pero yo ignoro eso. La verdad
yo ejerzo de prostituta por ahí por Peralvillo. Ese día una pareja andaba con un
muchacho robando, ellos son los que me acusaron. Yo me casé a los 16 años.
Tengo cinco hijos de mi primer esposo y ahora dos del otro, pero éste también
está recluido. Yo vivía con su papá de éI y su abuelita, pero me tuve que ir a
trabajar para mantener a mis otros cinco hijos. Mis hijos los grandes saben a qué
me dedico y gracias a Dios nunca me lo han champado en mi cara.”
Dolores, de 23 años de edad, con toda naturalidad habla de su oficio. No se
advierte en ella ningún sentimiento de culpa; sin embargo, necesita fumar
marihuana para que le sea menos desagradable.
“Al principio sientes refeo de que te la estén mete y mete y tu ni siquieras sepas cómo se llama el que te la mete.. . pero luego ya hasta le tomas cariño al asunto.. . 1134
Continua. “Desde los 16 años entré a trabajar en un centro nocturno. No
trabajaba en otra cosa porque no conviene. Soy la segunda de siete hermanos.
Con mi mamá la he llevado bien. Mi papá es bueno, pero se fue de la casa hace
mucho tiempo. Nos quedamos con mi mamá y mi abuela. Vendíamos fruta en un
mercado. Fui a la escuela hasta el tercer año, pero me salí porque no me gustaba,
no entendía. De chica era obediente, pero me salí de la casa a los 15 años con mi
primer novio que tuve. Los hombres prometen muchas cosas pero a la mera hora
no dan nada. A los dos años lo dejé, teníamos problemas, me pegaba, era
soldado y le gustaba la mota. Me salí y me dediqué a la prostitución. Una vez me
encontré con un señor grande. Era de Tepito. Me quiso sacar de esto pero tuvo
problemas con su esposa.
34 Ibidem, p.22.
45
Me he juntado con otros hombres pero sólo me han querido explotar, prefiero ya
no juntarme con nadie. He sufrido mucho. Mi trabajo es humillante, desagradable,
por eso le hago a la marihuana para no sentir tan feo y olvidarme un poco.”
En el caso de algunas mujeres bellas, la prostitución puede resultar del
asedio constante de que son objeto por parte de los hombres, aunado a que
encuentran una forma fácil de conseguir el dinero que desean:
“ ... los inteligentes, limpios, búsquense dos o tres viejas y vivan de ellas hasta que Dios los recoga ... 1135
En caso de Oriana, de innegable belleza, dedicarse a la prostitución fue
como un refugio para aliviar la depresión que vivía: “En la compañía que trabajaba
conocí a Arturo -relata--, quien me propuso matrimonio. Me quería mucho, pero
en ese momento yo estaba embarazada no sé ni de quién. ÉI me aceptó así y nos
casamos. Le dio su nombre a mi hijo pero yo no era feliz. Me gustaba el relajo, no
me gustaba encerrarme en mi casa. AI año y medio nos separamos. Arturo me ha
ayudado económicamente siempre, pero últimamente al darse cuenta que vivo de
esto, ha dejado de hacerlo por temor a que surjan problemas con su esposa e
hijos”. En ella también llama la atención su conducta rechazante y despectiva
hacia el hombre -Arturo-que le ha demostrado con hechos su protección. Sin
embargo, es claro que ella no confía en el afecto de Arturo debido, quizá, a que
por culpa de su padre ella quedó en la orfandad.
Isabel, de 28 años de edad, con seis meses de embarazo, morena clara, de
ojos grandes y expresivos dice: “Me casé a los veinte años, nos levábamos bien.
Sólo éI trabajaba y me daba mi gasto pero después de que nació el segundo de
mis hijos éI empezó a faltar a la casa y andar con mujeres. Yo me desesperaba
mucho, tanto con los niños como con éI, aunque éI llegaba tranquilo y nunca
maltrataba a los niños, finalmente no soporté y nos separamos. Entré a trabajar a
un restaurante en el último turno, así es que poco a poco me animé a tener
algunos clientes.” En casos como éste. da la impresión de que la mujer toma la
55 Ibidem. pg.50.
36
decisión de llevar una vida de este tipo por un afán de venganza y competencia
con el hombre respecto a su libertad sexual, es decir, Isabel no tolera que sólo éI
tenga la opción de andar con una y con otra y ella se quede en su casa
esperándolo pacientemente. Esta poca o nula tolerancia que algunas mujeres
tienen hacia los engaños de su cónyuge puede deberse a que no están dispuestas
a repetir el sometimiento que observaron en su madre. Sin embargo, por un lado
se liberan de los rígidos cánones que sujetan a la mujer al hogar pero, en
contraste, cae en una trampa de la que les resulta aún más difícil salir: la
prostitución. Es importante notar la falta de orientación de estas mujeres en cuanto
al uso de métodos anticonceptivos o el descuido intencionado de ellas al uso de
los mismos.
Cuando la mujer prostituta es inteligente y con cierto grado de preparación y
experiencia se independiza y utiliza a otras mujeres para que trabajen con ella y
para ella. Una manera de disfrazar este oficio es la que menciona Julieta, mujer de
39 años de edad, delgada, de baja estatura, muy morena y con el cabello teñido
de rubio. Dice: “Yo soy inocente, yo no obligué a nadie. En la estética las
muchachas estimulaban a los clientes para que las invitaran a salir. Pero eso era
asunto de ellas. La que me acusa es una tal Martha. Mira, le dije, cuánto te pagan
por acusarme y perjudicarme. Ella dice que fue a pedirme trabajo y que yo le
ordenaba que tenía que prostituirse. Eran cuatro empleadas las que había en el
negocio, yo les daba el 50% y de mi 50% yo tenía muchos gastos y jamás les’
ordené tal cosa. A ésta alguien la debe haber mandado, porque la gente nunca
puede ver que le vaya bien a uno cuando empiezan {as envidias.”
Las siguientes son entrevistas realizadas a algunos hombres que
conocieron a mujeres dedicadas a la prostitución. “Gloria a los 16 años de edad,
empezó a trabajar porque su padre abandonó el hogar y ellos en total de
hermanos eran 1 O. La situación económica era deplorable y se vio en la necesidad
de ayudar a su madre con los gastos. El medio más rápido de hacer dinero’era
ése y , no es por nada, pero al poco tiempo de que entró a trabajar al cabaret, en
47
su casa se hizo notoria la prosperidad. Lo curioso es que nadie en su casa sabía a
qué se dedicaba, aunque toda la colonia si lo sabía. Trabajó ocho años en esto y
después uno de sus vecinos le propuso matrimonio y hasta la fecha el hogar que
formaron ha sido bueno. Tienen varios hijos y continúan viviendo en la misma
colonia sin que nadie se atreva a decirles algo. Yo la he escuchado decir: ‘Quiero
y respeto a mi esposo. La verdad fue que me vi obligada a hacerlo porque la
situación de mi casa así lo exigía. Ahora tengo un hombre que me apoya y no creo
regresar a eso. Los dos hemos olvidado todo lo pasado’. Sólo lo creo, porque yo lo vi.”
“Refugio era una muchacha que vivía por mi casa. Ella era muy guapa y
estaba muy bien. Se metió a trabajar a un club nocturno. Nosotros, mis amigos y
yo, íbamos seguido al club, porque a uno de mis amigos le gustaba y quería
sacarla de ahí. Creerás que éI solo pensaba que atendía ahí a los clientes, pero
que no se iba con ellos. Un día hicimos una apuesta de invitarla a salir y si
aceptaba, el que perdiera iba a pagar todo. Mi amigo dijo que éI pagaba, y qué
chasco, senti gacho por mi amigo por que resultó que ella si aceptó el precio y
pues salimos. Cuando ellas salían de trabajar había taxistas esperándolas para
llevarlas a sus casas. Uno de ellos, por cierto que también era vecino, se enamoró
de ella y ese si fue mas aventado y se casó con ella. Lo chistoso es que se
quedaron a vivir en la misma colonia, y a pesar de que ella sigue estando muy
bien, nadie se atreve a decirle nada, pues su marido, el chofer, parece ropero. Así
que imagínate como se pondría al que le dijera algo a ella. A ellos los conozco de
años y se ve que se llevan bien. A mi la verdad me da gusto por ella.”
Rosa relata: “Cuandc entré a trabajar al bar, a mis hijos les decía que era
de cocinera. Pero era en las mesas con los clientes. De hecho me enseñaron a
trabajar y que yo no tomara con los clientes, ocasionalmente lo hacía pero era
cuando me iba con ellos. Pero eso sí, uno escogía con quién irse. A veces ya los conocía y sabía que pagaban bien. Uno de mis hijos, el que iba a recogerme en su
taxi cuando yo salía, conoció en el bar a una muchacha y se casó con ella. De
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todos modos ella siguió trabajando ahí y éI iba a recogernos a la salida a las dos.
Mi hijo así la quiere y yo no tengo por qué decirle a quién escoja. Además es
buena muchacha.
Trabajé de sirvienta -dice María del Carmen-con una señora tres años,
por Tlatelolco, de entrada por salida. Me pagaban 500 pesos, era una buena
señora. Me trataba como a una hija. Mis respetos para ella. Sé que trabajar de
‘eso’ es un pecado, pero con las amenazas del que me vigilaba no me quedó de
ora.”
Rosa lsela opina: “El señor que me está ayudando me mandó tres
abogados. ÉI es de sentimientos. Lo hace gracias a su esposa porque yo trabajé
con ellos de criada y se dieron cuenta que soy una persona buena y honrada. Ella
tenía muchas joyas y dinero y nunca le robé nada. Saliendo, si ellos me dicen
vente a trabajar con nosotros me voy, porque mi libertad está en sus manos. No estudié nunca, pero me dicen que tengo la voz de Lucha Reyes. Tuve oportunidad
de todo, pero no quise aceptar las oportunidades que me dieron porque no tengo
escuela. Yo vengo de abajo. He sufrido mucho. Saliendo de aquí voy a cambiar,
aunque sea en palenques voy a cantar y a estudiar de noche. La verdad me va a
costar trabajo dejar mi trabajo porque no tengo escuela.”
Lo habitual es que estas mujeres tengan a su cargo la responsabilidad de
los hijos y su actitud ante ellos y puede ejemplificarse como sigue, no sabiendo si
será “realidad” o “sueños”:
“Quiero darle a mi hija lo que no tuve -comenta Rosa Isela-La voy a llevar
por buen camino, por eso la tiene esa señora que la cuida, yo la veo diario. Le
llevo dinero a la señora y cosas para que la vea bien. La señora la adora. No la
tengo conmigo porque ella apenas tiene tres años y se puede caer o espantar
porque la deje sola. Es pecado sacarse un hijo -provocarse un aborto-, así que
por eso me lo dejé. No sé de quién es, cuando me pregunte tendré que decirle una
mentira. Cuando crezca y comprenda le voy a decir la verdad.”
49
María del Carmen agrega: “Tengo un hijo. Cuando detuvieron a Raúl no dijo
dónde estaba mi hijo. A mi me preguntaron pero dije que no sabía, por fin dije que
sí sabía pero no me acordaba de la dirección. El niño duró ahí como cuatro
meses. Raúl me decía que el dinero era para mi hijo, pero la señora que lo
cuidaba dijo que nunca dio nada para el niño. Quiero a mi hijo y no lo quiero dar
en adopción porque es lo Único que tengo en la vida y pienso educarlo. Quiero
estar con él. En la casa de cuna se traumó, se le fue el habla.”
María expresa el siguiente deseo: “Saliendo de aquí sólo pienso en ir por
dinero y saber cómo están las cosas en mi casa. A mis hijos los tiene otra
hermana. Yo a ella le mando las cosas que hago aquí para que las venda y tenga
dinero para mis hijos, pero no sé cómo los esté tratando porque una de mis hijas
mayores, la de 23 años, vino a verme y me dijo que mis hijos se van a meter a
trabajar porque ya no hay dinero para ellos. Yo no sé qué hace mi hermana con
las cosas que le mando. Además otra hermana me quiere quitar a mi hijo, éste
que estoy cargando es de dos años. Ya me quitó a mi hija de 11 años. Desde
hace seis años la registró a su nombre y la volvió a bautizar y le dice que yo soy
su tía no su mamá por eso ya quiero salir no le voy a dar a mi hijo para que otra
vez me lo robe como a mi hija.”
Estos ejemplos hacen suponer que las prostitutas viven un sentimiento de
culpa por la desatención en la que tienen a sus hijos. Quizá por ello aceptan que
otras mujeres, familiares o no, los atiendan y hasta se los quiten. Pero también
hay que admitir el desapego afectivo de ellas hacia sus pequeños y lo cómodo que
les resulta desprenderse de ellos.
El alcohol es la droga que más consume la prostituta. Es “su más fiel
compañero” y con éI se dan ánimo, reflejo de que viven deprimidas con más
frecuencia de lo que pudiera suponerse. El comentario de Oriana hace evidente
esta situación: “A los 35 años tuve un accidente automovilístico. Casi pierdo las
piernas. Sufrí depresiones muy fuertes y empecé a refugiarme en el alcohol, y sólo el alcohol me hacía sentir un poco mejor. Sé que cada día me hundo más y más, y
no puedo salir adelante”. Por su actitud y el tono del relato, hace pensar en que
50
quizá el accidente reflejaba el deseo interno de morir. En el mismo sentido, Rosa
Isela, cuando estuvo tan subyugada por su “padrote” -clásico explotador, sádico y
destructivo--, menciona que intentó suicidarse en más de una ocasión. De ahí que
frases como, “mujeres de la vida alegre o galante”, no son más que ironías o
expresiones que caricaturizan un estilo de vida que está más propenso a los
conflictos que al placer.
Cabe mencionar la conducta masoquista y sometida de la prostituta ante un
hombre explotador y agresivo:
“Yo tengo veinte años en esto y me he dado el lujo de mantener al hombre que me gusta, el que me deja satisfecha. No esperes cariño . . . 1136
Pero también es frecuente la conducta rechazante y despresiativa de ella hacia el
cliente común; esto cuando el cliente se los permite, ya sea porque no muestra
una actitud agresiva o asuma una postura condescendiente, aspecto que para
ellas no pasan inadvertidos y aprovechan para desquitarse. Algunos hombres lo
expresan de la siguiente forma. Roberto dice: “Me gustaría saber el motivo de por
qué trabajan en esto. Conocer cómo es su familia. Tener una idea de lo que ella
es realmente para tratarla y conocerla. Tratar de entablar con ella una amistad
para ver de qué manera podría intentar sacarla de ahí y darle una productividad
económica, otro camino Me gustaría que en el trato físico fueran tranquilas.
porque me da la impresión que tienen un trato muy brusco con uno. Creo que se
debe a que han perdido la ~ensualidad.~‘
Para ellas se convierten en una rutina. Una casi se agarran a leer sus cuentos y le
dicen a uno ‘apurate’. Por eso me gustaría que la relación fuera tranquila con el fin
del que el placer fuera bilateral y no sólo masculino. Pero definitivamente lo que
me gusta de ellas y me llama la atención a acercarme a alguna es su cuerpo, que
esté bien formado, aunque su cara no tanto:
“...tu amiga.. .pronto a ingresar en las filas de la putería, jovencita, veinte años, feíta pero de buen cuer o, vamos, pródigo, de donde agarrar, buena mercancía para el negocio ... 1, f: a
36 Ibidem, p.22., 37 Vease. Armando Ra1:lírez Qui/;, c ~ f i ~ ~ r u , pp. 1 3 - 136 38 Noche de Califa. Op.cit. p.2 1.
51
Arturo refiere al respecto: “Lo que me gusta es su forma provocativa de
vestir y pues su cuerpo, creo que muchas de ellas se dedican a esto porque las
obligan, y a otras no les gusta trabajar en una fábrica, les gusta el dinero fácil.
Pero para mí que dan mal aspecto. Prefiero irme con una amiga que esté ‘limpia’.
Creo que es mejor que andar ahí exponiéndose a cualquier cosa. Lo que no me
gusta es que siempre lo apuran a uno. No dan chance de nada más. A veces es
tan poco el tiempo que ni siquiera lo disfruta uno.”
Rodolfo relata: “Me interesaría conocer su forma de pensar, si lo hacen
porque están obligadas o por que les gusta el dinero fácil. Pero creo que lo que
pasa es que son fáciles, flojas y no tienen preparación. La verdad uno va con ellas
porque ahí el sexo es fácil, nada más por eso. Pero claro que uno escoge a la que
esté mejor. Además saben hacer lucir lo que tienen con su forma de vestirse. Lo
que me molesta es que no se dejan manosear su cuerpo. A lo que van, “pum” y
ya. Deberían dar chance, pero uno paga por tener relaciones y las tiene. Lo más seguro es que han de cobrar más por dejarse manosear.”
Sergio agrega: “A mí me interesa saber bajo qué circunstancias podrían
querer a una persona. Me dan una mala impresión que se dediquen a esto, porque
creo que no luchan por salir. Se conforman con lo que ahí ganan. Lo que me gusta
de algunas de ellas es su cuerpo, su esbeltez y su porte provocativo. Creo que
cuando uno está ligado a ellas el trato es diferente, claro que cuenta que uno les
pague bien. Entonces sí que ellas saben tratar, son muy complacientes y la
relación es muy estimulante. Algunos de mis amigos cuando hemos ido salen
como desilusionados, creo por que esperan mucho y a fin de cuentas pues es lo mismo. Uno va a tener relaciones, pero no sé ellos qué es lo que esperan, a fin de
cuentas es lo mismo que con otra que no se dedique a esto.”
La mayoría de los hombres entrevistados aseguran que las prostitutas los
tratan con brusquedad, indiferencia y desprecio.
Finalmente la mujer es un instrumento del que los hombres se valen para
SU satisfacción y enriquecimiento. Sin embargo, las mujeres sometidas llevan ya la
52
costumbre de su trabajo, creando sueños sin ver la realidad, el cual uno se
pregunta si estos sueños se podrán hacer realidad algún día. /
‘l... iban a dilucidar quién de ellas era la más bonita del salón de baile, y ellas, todas, se creían con derecho a serlo, a pesar de que casi todos sabían que nada más era el gancho para que los califas recolectaran emergentes de la prost i t~ción.”~~
39 Ibidem, p.69.
53
La vida de sueños de un adolescente (la mujer liberada)
La adolescencia es un período en que los individuos empiezan a afirmarse
como seres humanos distintos entre sí. Puesto que no hay dos personas que
posean exactamente las mismas experiencias o que ocupen posiciones idénticas
en la estructura social, cada uno puede imponer su individualidad, con tal que la .
sociedad le conceda siquiera cierto grado de estímulo. Durante la adolescencia, a
diferencia de cualquier otro período de vida, es preciso que sociedad e individuo
coincidan en un entendimiento. Todo adolescente ha de aprender a participar de
manera efectiva en la sociedad; la competencia necesaria para hacerlo, la debe
adquirir, principalmente a través de las relaciones interpersonales. El adolescente
puede evaluar constantemente su competencia gracias a la interacción inevitable
con sus padres, maestros, patrones y camaradas, quienes Io exhortan, evalúan,
premian y prescriben parcisfmente la conducta, y su censura o aprobación ayudan
a determinar su entrega emotiva al comportamiento responsable4’ El sentido que
tenga de su competencia y, finalmente, el que asimile las expectativas ajenas de
su estilo de vida personal. Aprende a vivir de acuerdo con los estándares de
ciertas personas trascendentes para éI, mientras que se resiste a las
importunidades de otras.
Así, la personalidad propia de cada adolescente depende de la
trascendencia que tienen para éI las personas con quienes trata, de los tipos de
comportamiento que se le presentan en sus modelos y de las maneras como
asimila las nuevas expectativas y las experiencias anteriores.
En sí, la adolescencia es un período de la vida en que tanto el individuo
como la sociedad han de llegar a una componenda. El adolescente madura
afirmándose como ser humano independiente, pero su sentido de competencia y
de identidad depende de las maneras como responda a las obligaciones y asimile
S4
las experiencias primeras. Ha de descubrir cuáles son los compromisos que tiene
con la sociedad y aprender a cumplirlos de manera satisfactoria, ha de adoptar los
comportamientos propios de los roles a efectuar y ha de emplear los recursos de
su sociedad para llevar a cabo esos cometidos. El proceso por el cual el
adolescente se prepara para el futuro aprendiendo valores, aptitudes, capacidades
y motivación se denomina socialización.
AI tratar la formación de la identidad, Erikson hizo notar que ese proceso
podría resultar fatigoso4’. El adolescente se enfrenta a una serie de decisiones
importantes cuando ha de escoger una vocación, a los amigos, el trabajo. Son
opciones cuya reversión es difícil; su sentido de valía de sí se vigorizará si logra
sobreponerse a cada requerimiento, pero sufrirá menoscabo si sus opciones
reducen sus posibilidades y oportunidades futuras.
Tres son los factores que contribuyen a la crisis de identidad -propia de los adolescentes contemporáneos. En primer lugar, la hipocresía de los adultos en
moralidad, ética y economía pueden llevar al adolescente a poner en tela de juicio
o impugnar los valores sociales convencionales. En segundo lugar, durante las
últimas décadas ha habido un incremento relativamente elevado en el grupo de los
adolescentes. El número de jóvenes que hasta ahora buscaba trabajo ha
superado la demanda de trabajo especializado, y si bien sólo pequeña porción de
ellos se han convertido en delincuente, bastó para que causara desasosiego y
aterrorizara las calles de las ciudades. Tercero, la alienación de los jóvenes de Ics
valores e instituciones sociales supone un problema grave que se manifiesta en
una brecha de comunicación.
Para muchos adolescentes, la oleada de vida y los cambios cuya existencia
advierten en su propio interior son demasiados excitantes y explosivos como para
que puedan guardarlos dentro de sí mismos o limitarse a manifestarlos en el seno
de su círculo familiar inmediato. Necesitan expresarlos en el amplio campo de la
sociedad y tratan también de producir cambios en ella. La rebelión contra la
autoridad familiar, por ejemplo pueden proyectarse en el plano de la actividad
41 Erikson, E.H., Identi(~,youlll and crisis. Nueva York: W.W.Norton. 1968. P.95.
política. Para los padres y para la generación anterior en general, es difícil tomar
demasiado en serio la animosidad y la arrogancia de los adolescentes respecto de
los males sociales. Ellas nos recuerdan nuestras propias aspiraciones de
adolescentes y nuestros fracasos en realizarlas, si simplemente las hemos
abandonados, en lugar de haberlas modificado a la luz de nuestra mayor
experiencia.
La sexualidad del varón.
Los sentimientos sexuales del varón, difusos en la niñez, se focalizan cada
vez más en su miembro durante la adolescencia. En la pubertad, los sentimientos
sexuales pueden ser experimentados como un estado violento y excitante en el
que se está poseído por urgencias imposibles de controlar, y el pene puede ser
sentido como un instrumento para su descarga. La necesidad de masturbarse es a
veces compulsiva y está asociada con fantasías; aunque excitante al principio,
produce luego decaimiento y depresión y ocasionan el temor de dañarse a uno
mismo, el miembro y en la mente. De allí que se haya difundido y aún puedan
oírse tantos “cuentos de viejas” sobre la ceguera y la locura producidas por la
masturbación.
“Ya no te jales tanto el cuello de gallo. ¡Mira como vas! ¡Pareces moco de guajolote! Vamos viendo. Enséñame tu mano. A mi se me hace que la estás agarrando de medicina: En el desa yuno, en la comida y en la cena . . . pero ten cuidado. Si lo haces con devocion y fervor te puedes quedar
En la adolescencia tardía, las relaciones con una muchacha o con varias
son buscadas a veces como una defensa frustrante experiencia masturbatoria, y
en algunos casos, la joven que es “demasiado fácil” resulta despreciada como una
víctima que conspira contra un aspecto de la sexualidad del varón que ofrece lo
mejor de sí mismo. Esta sexualidad carece por completo de ternura y de todo
aprecio hacia el objeto al que está dirigida.
42 Armando Ramírez. Quinceañeru, p.32
56
Una relación que se busca con el fin de descargar la frustración sexual es
poco más que la actuación de la fantasía masturbatorias con otra persona, y
produce escasa satisfacción real. Puede ser un medio para reasegurarse
temporariamente o un triunfo, otro trofeo para añadir a la colección. Si se la
considera un triunfo, entonces el adolescente seguramente no sólo está
compitiendo y triunfando sobre sus pares, sino también actuando profundas
rivalidades infantiles y resentimientos sexuales contra sus padres. Y esto es válido
tanto para el varón como para la mujer.
El desarrollo sexual de la joven
Como el varón, la joven experimenta también ansiedades respecto de sus
capacidades sexuales. La ansiedad del varón acerca de su potencia sexual tiene
su equivalente en el miedo a ser frígida que siente la muchacha. Estas cuestiones
son discutidas mucho más abiertamente en la actualidad, cuando juventud y
sexualidad son equiparadas e idealizadas y constituyen un motivo de ostentación.
Los temores a la frigidez y la impotencia esconden una ansiedad más profunda de
no estar vivo, de ser incapaz de crear, de llevar la muerte dentro de uno mismo.
Estos miedos derivan de un sentimiento de los aspectos no desarrollados y
descuidados de la personalidad y tambien de la acumulación de relaciones con los
padres que fueron internalizados en la cólera y el odio.
La adolescente es más consciente del resentimiento y la lucha con su
madre. A veces puede experimentar la rivalidad como una prolongación
consciente de antiguos resentimientos infantiles. Más a menudo, quizá, es
consciente, a medida que crece, de que ahora ha llegado “su turno”.
“Oh mamá -dijo una joven con un suspiro de exasperación a su madre, que se
lamentaba por haberse descubierto una cana-. No sé de qué te quejas. Quiero
decir que ya has tenido tu época para disfrutar de la vida.” Evidentemente, la
adolescente sentía que el temor de su madre a envejecer era una acusación
contra ella.
Es algo totalmente irracional, como cualquier adolescente razonable estaría
dispuesto a reconocer, si juzgamos por las pautas de la realidad externa. Pero es
comprensible si tenemos en cuenta que en cada jovencita existe una niña
pequeña que siente que finalmente se halla próxima a realizar su sueño infantil de
contraer matrimonio, tal vez ya no con su padre, pero sí con el príncipe encantado
que éste era para ella largo tiempo atrás. Así desplaza a su madre y ocupa la
envidiable posición central que ésta tenía.
Su susceptibilidad y sentimientos de culpa respecto de esta cuestión están
en proporción a la intensidad de su deseo de triunfar, de sus resentimientos
infantiles no elaborados. Ella puede fácilmente evocar una imagen sombría de una
madre desplazada, que surge como una persona mezquina y envidiosa pero a
expensas de la cual ella se ha beneficiado.
“¿Quieres bailar conmigo?’’
Para los varones, que casi nunca tienen tanta confianza en sí mismos o son
socialmente menos maduros que las niñas, el baile, las reuniones sociales no
siempre resultan de todo divertidos. Si se asisje a una reunión y baile, se notará
que los varones se amontonan en los extremos del terreno, encerrados en un
malhumorado mutismo o en una displicente conversación masculina, incapaces de
reunir el coraje necesario para invitar a las muchachas a bailar; éstas, por su
parte, se ven obligadas a hacerlo entre ellas por su deseo de hallar una pareja. El
adolescente que pueda moverse con desenvoltura en estas reuniones sociales,
suscitará una mezcla de envidia y declarado desprecio en los otros jóvenes del
sexo masculino, especialmente en los adolescentes de menos edad, quienes aún
se sienten demasiados torpes.
A los varones les resulta difícil estar visiblemente separados de sus compañeros
conscientes de su “masculinidad”, especialmente si no han asistido a la escuela
mixta o si en la vida social y en el círculo de sus padres es común que 10s hombres asuman una masculina superior. Sin embargo, los padres también
pueden aprovechar las oportunidades que se les presenten de estimular realmente
58
la participación del adolescente en este tipo de actividades; inclusive una simple
medida práctica como es enseñarle a bailar puede disminuir en un grado
considerable la ansiedad del joven. De lo contrario, seguramente lamentará su
torpeza social si ésta persiste demasiado.
Es fácil reírse de un adolescente tímido, incluso cuando comprendemos a medias
que nuestras bromas amistosas pueden ser sentidas por éI más intensamente de
lo que desearíamos. A todos los adolescentes, pero quizás especialmente a los
varones, les resulta difícil desarrollar esa sutil y bastante temeraria combinación
de coqueteo social y seriedad sexual que el baile produce. Esta es posiblemente
la razón por la cual durante mucho tiempo se concedió tanta importancia a las
formalidades decorativas de las pistas de baile. Su equivalente actual podrían ser
los modernos hábitos de baile aparentemente dotados de una mayor libertad y
carga emocional, pero en la cual los miembros de la pareja bailan a distancia sin
tocarse. Así, poco apoco y con alguna probabilidad razonable de éxito, si los padres no lo buscan con demasiada impaciencia, la naturalidad del contacto social
y la importancia de búsqueda de una pareja definitiva emergen de la desmañada
adole~cencia.~~
A medida que el joven madura, las reuniones sociales se convierten en un
medio para hallar alguien especial, un compañero o compañera que llene la
necesidad, cada vez más intensa, de entablar una relación intima con un miembro
del sexo opuesto.
Algunos asisten a las fiestas principalmente con el propósito de tener éxitos
sociales, comprobar que son atractivos o atractivas, más populares que sus
amigos o enemigos. Pero junto con estos motivos existe la necesidad de hallar
una relación más estrecha, alguien con quien sea posible comprenderse sin
necesidad de hablar, alguien amante y amable, deseado y deseable, que sea
también una protección contra la sociedad.
43 Vease. Armando Ramírez. op. cit.. p.147. 148.
59
4. IMAGEN DE LA MUJER EN EL DISCURSO NARRATIVO DE ARMANDO RAMIREZ
4.1 Situaciones del habla en el contexto social
El lenguaje popular, realiza su acercamiento antes que sobre el caló - fenómeno emblemático de lo popular y al mismo tiempo fácilmente estigmatizable-
sobre el lenguaje cotidiano en situaciones habituales.
El lenguaje popular, es visto como el bien simbólico, la fuerza ilocutoria, la
lengua fascista que obliga-hace decir, versiones todas que conciben al lenguaje
como condición misma de ese poder y por lo tanto, realizándose ahí mismo la
desigualdad que la igualdad del lenguaje prometía y que aparece ahora como su
debilidad, su impotencia.
La capacidad de los sujetos para comunicarse verbalmente es tan universal
y parece tan obvia, que generalmente no nos detenemos a pensar que es lo que
sucede cuando producimos enunciados. Se da por sentado que todo ser humano
es capaz de hablar como lo es de comer, respirar, caminar, o de realizar otras
actividades que nos son heredadas por vía genética. Sin embargo, el lenguaje y
su uso, la capacidad de producir y de comprender una lengua, las formas
particulares que cada uno emplea, se nos dan ya no por transmisión genética, sino
cultural. La lengua y el uso que de ella hacemos, es producto de nuestra
integración e interaccion en el grupo cultural al cual per tene~emos.~~
Cuando hablamos -cuando producimos enunciados- no lo hacemos
aislados; hablamos con alguien y para alguien. El hablar es propio de toda
actividad humana donde la necesidad de comunicación e identificación se hace
presente. Se habla para vender o comprar algo, se habla para intercambiar
saludos, para pedir cosas, etc. En todos estos casos usamos la palabra, pero el
uso que de ella hacemos en cada. caso es diferente. Nuestra palabra adquiere
44 Se cree que la lengua no es un sistema establecido al margen de los sujetos sociales es decir, que se produce y reproduce por encima de las relaciones sociales. sino al contrario. que es en las interacciones cotidianas donde tiene lugar esa producción/reproducción de la lengua.
60 !
formas distintas en el salón de clases, en la charla con los amigos o en una
asamblea sindical. Podríamos decir entonces, que es la situación la que determina
los usos de la palabra; a una situación “x”, corresponde una producción lingüística
“x”. Ahora bien, ¿cuáles son los elementos que se conjugan para que en una
situación se hable de una manera y no de otra?, ¿Qué es lo que en un momento
dado hace que estemos relajados -por así decirlo- en un lugar y tensos en otro?
Las situaciones se configuran socialmente y de igual manera son i + r ,\ .,
I
- reconocidas. Pongamos un ejemplo: es en una feria ganadera, en una pequeña
ceremonia se va a premiar al mejor cerdo del año; se llama al dueño del animal, y i ;I se le pida que diga algunas palabras. El dueño, quien momentos antes había
estado con los amigos, sube al estrado, recibe el premio: “disculpen, e s que ...y o . 8’ . . ”
*, , I
no sé hablar.. .”
¿Es verdad que no sabe hablar? No, éI reconoce la solemnidad del acto, dado que
está siendo premiado; al requerírsele hablar por un micrófono frente a cierto
público, le cuesta trabajo expresarse. El dueño del animal percibe un conjunto de
elementos relevantes que hacen que la ceremonia sea especial con respecto a la
generalidad de sus actividades cotidianas.
Los intercambios lingüísticos se producen en un espacio y en un tiempo
determinados, ambos son elementos externos a la lengua que enmarcan nuestros
actos de habla. Los individuos que hablan en una situación determinada, lo hacen
a partir del reconocimiento de los factores que configuran esa situación. La
manera en como ellos hablen, dependerá de la relación de fuerza que se esté
dando en la situación, tanto en lo lingüístico como en lo social.45
El sujeto “lee” inconscientemente el conjunto de interacciones sociales que
confluyen en una situación: quien habla, quien escucha, la importancia social de la
reunión y el espacio social desde el que se está enunciando. Es a partir de la
lectura de esta correlación de fuerzas sociales -relaciones simbólicas, relaciones
de fuerza lingüística- que se adjudica a sí mismo la capacidad o no de producir
verbalmente en esta situación.
45 Véase. Bourdieu en: Cuestion de Sociologic, 1978. p.98- 1 12.
61
El conjunto de interacciones sociales de un grupo, tanto al interior como al
exterior del mismo -como manifestaciones sociales de fuerza- determinan la
situación, es decir, la conjunción espacio-temporal en la que es posible enunciar.
En estos términos, es que no se puede hablar, valga la redundancia, del “habla en
general”, sino de las posibilidades particulares de ejecución lingüística de los
sujetos en un momento dado.
Las situaciones constituyen pues, una red de variables concurrentes: una
de carácter extralinguístico, que en un conjunto conforman la práctica social, esto
es, la actividad que hace posible la interacción social de los sujetos; y otras de
carácter propiamente lingüístico, que se dan a partir del reconocimiento de las
prácticas donde el habla se genera.
El reconocimiento qtie los sujetos hacen de las diversas prácticas sociales,
se da a partir de la posición que guarda cada una de ellas, con relación a las
demás actividades que ocurren al interior de un grupo. Esta distinción parte del
reconocimiento de una serie de elementos que conforman las prácticas
otorgándoles así, un valor simbólico diferente.
Toda actividad, toda práctica social, tiene un objetivo a cumplir, una tarea a
realizar que los sujetos reconocen y ejecutan desde la posición que guardan en la
trama social. Aunado a dicho objetivo, la jerarquización de las actividades sociales
obedece también al reconocimiento de otros elementos que la conforman como es
el número de participantes, la posición que éstos guardan -en determinado
momento- al interior de la práctica, la organización de la interacción, y el espacio
físico donde se desarrolla. A partir de este reconocimiento simbólico de todos y
cada uno de los elementos que conforman las prácticas, los sujetos establecen
parámetros distintivos de habla, o posibilidades normales de enunciación.
Por otra parte, el reconocimiento, y consecuentemente !a jerarquización de
las actividades, tiene un carácter social de clase, en la medida en que son
ejecutadas por agentes pertenecientes a grupos sociales específicos, que
comparten similares condiciones objetivas de existencia.
Es a partir de estas condiciones objetivas, que el interior de un grupo social
es compartida una cierta representación simbólica de las prácticas; representación
que será diferente en tanto que sean diferentes las condiciones de existencia. O
bien, a condiciones objetivas diferentes, los grupos sociales ejecutarán y
reconocerán diferenciadamente las prácticas en el total de las relaciones sociales.
Se puede hablar de la existencia de asambleas, de funerales, de ceremonias de
premiación, etc. transclasistamente. Sin embargo, el sentido que cada uno
adquiere, es conferido por la experiencia cultural del grupo que las produce;
experiencia que, dicho sea de paso, no es más que la manifestación de la manera
en como tales grupos viven sus condiciones de dominio o subalternidad. AI decir
Alberto Cirece “...el hecho de que lo elementalmente humano atraviese
verticalmente todas las clases sociales, no impide que sea vivido, sufrido y
disfrutado según modos clasistamente determinados.. . 46
De esta manera, una misma práctica adquiere diferente sentido, según la
significación que tenga para el grupo social donde se produce; es decir, las
prácticas se dan bajo determinada perspectiva cultural, sea de dominio o de
subalternidad, a partir del cual son reconocidas por los sujetos sociales.
46 Cirese, M. Alberto. Cit. por Gilbert0 GimCnez en: Para una concepción semiótica de la cultura. 1982, p.34.
63
4.2 El lenguaje culto
El sujeto, en su “lectura” no consciente de una situación, no solamente “lee”
los elementos extralinguísticos en ella, sino que también ubica la forma en como
va a intervenir lingüísticamente. Por decirlo de otro modo: el sujeto percibe las
condiciones de enunciación de la situación, y se evalúa en su capacidad de
producción lingüística para la misma.
AI producir lingüísticamente, los sujetos reconocen -al decir de Bourdieu-
que para que las palabras tengan los efectos deseados, no sólo deben ser dichas
de manera gramaticalmente correcta, sino que además, deben ser socialmente
aceptada^.^' Esta aceptación va a depender directamente de las situaciones en
donde se esté enunciando, o mejor dicho, de la relación que se de entre los diferentes elementos lingüísticos y extralinguísticos que conforman la situación.
Estos elementos pueden ser: el tema a tratar, la forma en que socialmente se
reconoce que éste debe ser tratado, los participantes, el momento y el lugar;
conjugación de fuerzas sociales que delimitarán las posibilidades del decir en un
tiempo y espacio determinados.
Estas condiciones de enunciación, que son diferentes para cada situación,
son a las que se enfrentan los sujetos contando con un conjunto de recursos
lingüísticos y pragmáticos, que han adquirido a lo largo de su vida social.
Ahora bien, las posibilidades reales de producción lingüística que poseen
los sujetos, pueden o no coincidir con los requerimientos de enunciación de una
situación. El enfrentamiento entre estas condiciones de enunciación y las
posibilidades de producción lingüística de los sujetos en un momento dado,
genera en la situación un cierto grado de tensión que de una u otra manera se
manifiesta en ~a ‘ in te racc i~n .~~
El grado de tensión de una situación, no es un elemento inherente a ella;
resulta de la correlación de fuerzas sociales que en forma de elementos
lingüísticos y extralinguísticos la conforman. La mayor o menor tensión se
47
48
~~
Bourdieu Pierre y Jean Claude Passeron. Los estudiantes y la cultura, Ed. Labor, Buenos Aires, 1973. Brigitte Schlieben Lange. Zniciación a f a sociolinguísrica, Ed. Gredos, Madrid, 1977.
64
manifiesta en la capacidad o incapacidad, parcial o total, de los sujetos para
producir en ella. El cómo se adquiere el capital lingüístico necesario para hablar en
las situaciones que se reconocen como más tensas, es resultado, al parecer, del
carácter social del lenguaje. Es este carácter social el que al tiempo que instituye
al lenguaje como bien común, manifiesta de igual manera, las distintas formas en
que se accede a éI; esto es, manifiesta el uso diferenciado que los distintos grupos
sociales hacen del lenguaje.
Las formas de utilizar el lenguaje, de significar, son productos de diferentes
visiones del mundo. Estos usos cristalizan simultáneamente las representaciones
simbólicas en signos preestablecidos. Desde el lenguaje, es posible distinguir,
organizar y enunciar las significaciones socialmente producidas; pero el lenguaje,
en tanto que representación significa, sólo es posible por la existencia de dichas
significaciones sociales; pues además de organizarlas, es en sí mismo una
significación.
Cabe recordar que los procesos de producción de significaciones sociales,
no se dan al margen de los grupos que los producen, sino que atraviesan todas
las prácticas de los sujetos otorgándoles un sentido específico que el lenguaje -al
representar en signos- hace posible expresar discursivamente.
De esta manera el lenguaje, en su uso y representación, es partícipe de
oposiciones y luchas que pugnan por legitimar no sólo las estructuras propiamente
lingüísticas, sino todo el conjunto de relaciones simbólicas que las sustentan;
situándolo así dentro de los procesos de dirección y dominación de una sociedad.
El espacio social donde se enmarcan las oposiciones derivan del lenguaje
en sus posibilidades de significar, es lo que se llamará campo lingüístico según
Bourdieu. Si bien este campo no es un reflejo exacto de los procesos generales de
una sociedad, manifiesta las fuerzas sociales que entran 'en oposición y/o
enfrentamiento. De tal manera que el lenguaje expresa también la relación social
dominio subalternidad, en los procesos de producción e intercambio lingüístico.
Es así como el terreno de lo lingüístico se pueden distinguir dos niveles de
enfrentamiento y lucha. En un primer nivel, el enfrentamiento se da por el dominio
65
del campo lingüístico en sí, es decir, por lograr que se instauren en el campo un
conjunto de reglas que normaticen los usos del lenguaje. Aquí se enfrentan una
serie de agentes e instituciones por el dominio del campo.
En este primer nivel de enfrentamiento es donde se legitiman los usos del
lenguaje, no sólo en cuanto a las estructuras gramaticales, sintácticas; sino en la
manera de utilizarlas en situaciones específicas. Es decir, se erigen o fundan
como legítimas para una situación ciertas formas dominantes de usar el lenguaje.
Deviene entonces una forma legítima/dominante de uso del lenguaje para cada
situación.
La característica que presenta el lenguaje escrito, de no poseer más
superficie significante que las grafías plasmadas en un papel han obligado a que
se desarrollen formas de estructuración, exposición e integración de ideas que las
hagan inteligibles, y que resultan particulares para esta forma del lenguaje.
La aparente permanencia del lenguaje escrito -a diferencia del lenguaje
oral que tan luego se produce se desvanece- facilita que sea esta forma del
lenguaje la que se reglamente y normatice. De esta manera, las formas de
estructuración, exposición e integración de ideas que rigen el lenguaje escrito,
pueden conformarse como posibles paradigmas de las formas orales de usar el
lenguaje.
Normatizado y reglamentado un uso del lenguaje, se establece un segundo
nivel de enfrentamiento, donde la relación dominio/subalternidad lingüística, se
expresa en la forma de emplear estas normas; surge entonces una distinción entre
lo que se ha dado por llamar “formas cultas” y “formas populares” del lenguaje.
Esta distinción refiere a los usos que hacen del lenguaje los sujetos de acuerdo a
la posición que guardan en el conjunto de las relaciones sociales. En síntesis, la
variación situacional del lenguaje es producto no sólo del conocimiento-
reconocimiento de las situaciones por parte de los sujetos y/o grupos sociales;
sino también del aprendizaje que estos hayan hecho del lenguaje a partir de sus
relaciones de existencia.
66
Estos usos diferentes del lenguaje, se concretan en lo que se denominará
habitus lingüístico 49 El habifus lingüístico está conformado por un conjunto de
recursos lingüísticos que abarca el total de estructuras Iéxicas, gramaticales,
fonéticas y semánticas, que ha incorporado el sujeto como parte de un proceso
amplio de aprendizaje; y por la capacidad de reconocimiento de las situaciones en
las que puede producir lingüísticamente. El habitus lingüístico es pues, el saber
que hace posible la manifestación discursiva de las significaciones sociales que
han sido interiorizadas en el sujeto como habitus.
El habitus lingüístico es resultado del conjunto de prácticas cotidianas de
los sujetos en las diferentes instancias sociales. Así, las variaciones lingüísticas
como manifestación de habitus lingüísticos diferentes, expresan las distintas
formas en que los sujetos aprenden y ejecutan el lenguaje desde sus- condiciones
de dominio o subalternidad.
Es indudable que el primer acercamiento al uso del lenguaje se da en la
familia, es en ella donde se aprenden las estructuras lingüísticas básicas que
definidas culturalmente, se ponen en práctica a lo largo del accionar social de los sujetos. La adquisición del lenguaje escolarizado, sin embargo, no es similar ni
uniforme para todos los sujetos ya que la participación de los mismos en la
práctica escolar es diferenciada. Esta diferenciación parte, una vez más, de las
condiciones sociales de existencia que establecen y determinan el acceso de los
agentes y los grupos al sistema de enseñanza escolar.
En este sentido se puede decir que las reglas establecidas por una
legitimidad que se le ha asignado a ciertos usos o formas del lenguaje en el
campo lingüístico, se manifiestan en mayor o menor medida en un saber
lingüístico “práctico”; que resulta del reconocimiento simbólico que hacen los
sujetos de cada situación dada.
49 El habitus lingüístico groseramente definido, se distingue de una competencia de tipo Chomskyano por el hecho de que es el productor de unas condiciones sociales, y por el hecho de que no es simple producción de discurso, sino producción de discurso ajustado a una situación; o mejor dicho, ajustado a un campo. La situación recuerda que hay una lógica de ejecución, no una producción per se Bourdieu, Question de Sociologie, Editions de Minuit, París, 1978.
67
4.3 El lenguaje popular
Junto con la Conquista y durante la Colonia, el castellano se instauró en
América como la lengua oficial, desplazando a las lenguas indígenas; apoyando y
apoyándose en la dominación política y cultural de sus portadores.
El castellano o español en México fue adquiriendo su singularidad frente al
español de España, en su lucha por imponerse como lengua dominante, a través
del intercambio y circulación cultural que prevaleció en la Colonia. Es así .como el
español mexicano pasa a configurar un campo lingüístico particular, donde los
enfrentamientos e intercambios ya no sólo se reducen a la relación
españolAenguas indígenas, sino que surgen diferentes niveles de relación y
oposición al interior del español mismo.
En el español mexicano, al igual que en el español de España, o cualquier otra
lengua, se encuentra la distinción que se le da entre la forma oral y escrita. Esta
última por una parte, legitima las formas lingüísticas de algunos grupos sociales, y
por otra, se constituye como aquella que reglamenta y legitima el Español como
lengua. La forma escrita frena de alguna manera la evolución de las formas orales
de la lengua, al mantener un uso legítimo similar a las formas escritas, que en
ocasiones se oponen francamente a los usos orales cotidianos de los distintos
grupos sociales.
El lenguaje oral por su parte, adquiere también distinciones que van desde
una caracterización por regiones geográficas, hasta aquella distinción más
general, que refiere al desigual aprendizaje social del lenguaje.
En este sentido, “el habla culta” y el “habla popular” del español, constituyen
las caracterizaciones más frecuentes de los extremos de una serie de oposiciones
en el desigual aprendizaje del lenguaje. Caracterizaciones que de alguna manera
expresan las contradicciones sociales entre grupos subalternos y dominantes. Se
establece entonces la relación dominio/subalternidad lingüística en dos niveles:
primero, en cuanto a las reglas que norman el campo lingüístico, que son
determinadas por ciertos agentes sociales institucionalmente apoyados para ello; y
68
segundo, en cuanto a la posibilidad de acceso a las instituciones donde las
normas son aprendidas.
De esta manera, el habla culta, se estructuraría fundamentalmente a partir
del aprendizaje de las normas y usos establecidos por el español dominante en el
campo; por ello, el habla culta puede ser aprendida por aquellos grupos que tienen
acceso a las disposiciones para hacer legítimas ciertas formas del Español.
Formas que se adquieren fundamentalmente en las instituciones escolares. El
habla popular por su parte, no poseería aparentemente, más paradigma que aquel
que se establece en el uso cotidiano, y que surge de las necesidades particulares
de comunicación de un grupo.
Desde esta perspectiva, se entendería que el habla popular posee una
lógica propia de construcción y de utilización en situaciones específicas, que
indudablemente nos remiten a las formas de percepción y acción de los agentes y
grupos que la producen y usan.
Pero si bien el habla popular en México plasma las características propias
de los grupos que la utilizan, los usos del lenguaje que hacen éstos, manifiesta
también elementos sociales y lingüísticos que surgen de la perspectiva
legítimo/dominante, y que estos grupos interiorizan desde su condición de
subalternidad.
69
4.4 El español en la Ciudad de México
Por sus características de pluralidad cultural, es en la ciudad donde se
cristalizan y manifiestan de forma compleja las oposiciones y luchas del campo
lingüístico. No se puede hablar en los centros urbanos de una unidad lingüística
que los caracteriza; por el contrario, es tal su diversidad, que se puede distinguir al
interior de las ciudades grupos de hablantes totalmente disímiles entre sí. AI decir
de Halliday, I ‘ . . .una ciudad no es una comunidad lingüística en el sentido clásico;
Obviamente no todos sus habitantes se hablan los unos a ‘los otros, no todos ellos
hablan de manera semejante y más aún no todos significan de manera parecida;
pero una ciudad es un entorno en el que se intercambian significados. Durante ese
proceso surgen conflictos, conflictos simbólicos que no son menos reales que los conflictos por intereses económicos, y son esos conflictos los que contienen el
mecanismo del
Debido a esta heterogeneidad que en la ciudad se percibe más
abiertamente el enfrentamiento entre los distintos habitus lingüísticos. Por ejemplo,
el del campesino recién llegado de Oaxaca y aquel propio del maestro normalista,
el de la señora del 8 con el del médico del seguro social, o el del presidente del
sector empresarial con el líder del obrero.
Así pues, las posibilidades que ofrece una ciudad como la de México para
los procesos de circulación cultural, son infinitas; esta misma característica le
otorga al habla popular citadina una diversidad tal, que adquiere una serie de
matices que hace difícil considerarla como homogénea. Sin embargo, hay grupos
que al compartir condiciones similares de existencia, comparten también las
formas de apropiarse del lenguaje.
Se puede decir entonces que las formas diferenciadas del uso oral del
lenguaje son resultados de dos condiciones básicas: a) las de tipo estructural que
nos remiten al desigual aprendizaje del lenguaje, y a partir del cual se distingue
entre las formas “cultas” y las formas “populares”, y b) las que se establecen por
las condiciones específicas de la situación en donde se está enunciando.
50 Holliday, M. A.K. El lenguaje como semiótica social, F.C.E., México, 1982, p.2 12
70
Las variaciones situacionales en los usos del lenguaje oral, como ya se estableció
obedecen a la tensión de la situación. La tensión es producto de dos procesos
simultáneos: por un lado el reconocimiento que hacen los sujetos de la práctica
realizada y por otro, el reconocimiento de las condiciones de enunciación en dicha
práctica, que hace que los sujetos acudan a su habitus lingüístico de acuerdo a fa
resultante de esos dos procesos.
La forma como los sujetos pertenecientes a un grupo varían su lenguaje
oral en las diferentes situaciones, depende de la capacidad de producción
lingüística que posean para interactuar en ellas. Las variaciones lingüísticas
manifiestan así la forma como estos sujetos han interiorizado sus condiciones de
existencia, tanto en lo social como en lo lingüístico, como una concreción de las
relaciones materiales y simbólicas que comparten con su grupo social.
De esta manera, en el uso oral de las formas populares del lenguaje puede
presentarse un conflicto, producto del choque entre el “deber ser lingüístico” y los
usos propios. Este conflicto se manifiesta de una manera clara en las
producciones lingüísticas realizadas en aquellas situaciones en las que los sujetos
reconocen la necesidad de utilizar formas lingüísticas que se asemejen a las
formas que se han instaurado como las legítimas/dominantes dentro del campo
para cada situación.
De acuerdo a la tensión de las situaciones es que los sujetos
variarán los usos verbales que hacen del lenguaje. En los grupos subalternos
estas variaciones manifestarán la forma como dichos grupos ubican, desde su
subalternidad, sus formas de interacción lingüísticas, en relación a las formas que
se han constituido como las dominantes para la situación en el campo lingüístico.
En este caso el término conflicto no remite a problemas de orden puramente lingüístico, sino que se extiende a aquellos de orden socio-cultural.
71
4.4.1 Expresión oral citadina
Teniendo en cuenta lo anterior, se presentara un caso (sencillo) que
permitirá entender en qué consisten las particularidades del uso del lenguaje que
hacen los miembros de algunos grupos subalternos de la Ciudad de México. Este
acercamiento no intenta dar cuenta de todos los problemas que pudieran incidir en
el lenguaje. Se aboca exclusivamente a las particularidades del uso del mismo en .
una colonia de la Ciudad de México. La colonia Morelos, tradicionalmente
conocida como una de las zonas populares de la ciudad. A la colonia Morelos la
delimitan hacia el norte el Eje 2 Oriente, hacia el sur el Eje 1 Oriente; por el
oriente, la avenida Circunvalación y por el occidente el Eje 1 Norte o Avenida
Canal del Norte con la colonia Martin Carrera y con la colonia Guerrero e
incluyendo el barrio de Tepito. Las expresiones son las siguientes:
“Y la pelona agarra parejo”
Esta es una charla entre dos personas de alrededor de sesenta años, un
hombre y una mujer, que se desarrolló mientras “hacían cola” para tomar ceniza
en la capilla del barrio; esta capilla está ubicada sobre el Eje 2 Oriente.
A: ...y a ve los mismos rumbos han cambiado, las casas ya no son como las conoció B: pus ya no son A: ya todo desapareció todo se acabó B: ‘ora puros viales A: y digo ora ya es otra generación ...y al rato estos jóvenes serán grandes y los niños serán jóvenes.. .verdá B: pus sí por eso como luego dicen como me ves te verás A: sí pues, como decía la muerte como te ves me vi y como me ves te verás verdá B: si es cierto A: digo pues es la realidá ... aquí en este mundo prácticamente ‘nomás estamos de paso.. .como el que va a un paseo y regresa.
Estos enunciados forman globalmente un dicho popular que se puede
parafrasear como: yo estuve viva como tú y así muerta como estoy alguna vez
estarás, y esto busca legitimar en la sabiduría popular. Existe er; esta
conversación, algunos elementos narrativos como: la tendencia a ubicar temporal
y espacialmente los personajes y las circunstancias de las que se habla, la
72
repetición como forma de enfatizar o reiterar cierta información, y la tendencia a
citar textualmente lo que un tercero dijo, como una forma de certeza a lo que se
está diciendo.
“Nomás pa’estar aquí de ojetes”
En un viejo estadio al aire libre dos hombres platican cuando el juego se los
permite o ven el juego cuando la plática los deja; no llevan prisa, sólo el viento y el
frío hace que los interlocutores se vayan.
La estancia como espectador en el juego, abre la posibilidad de interactuar
lingüísticamente; este intercambio de palabras puede generarse específicamente
entre los espectadores, parte de varios factores que en un momento dado, facilita
que la interacción se realice.
A: oye de veras ¿ya no regresó nada? B: claro que no, le prestaron una bicicleta y se la llevó hasta Santa Clara y ya no regresó aquí como dicen: camarón que se duerme se lo lleva la chingada
A: este pinche loco con este frío miralo ¿no tienes frío Ojitos? B: no le ves el ojo como perro muerto que lo trae ya más cerrado por el frío A: hasta le hizo como de a perrito cuando se limpia la cola, se arrastró.
Primeramente, el dicho en este caso, se ha transformado en un juego de
significación, reforzando lo popular en lo popular de por sí. Así se cambió la última
frase en el dicho original “se lo lleva la corriente” por “se lo lleva la chingada”.
Posteriormente, se da la tendencia a transportar las ideas, sea porque se
intentan exponer varias al mismo tiempo, o por que se da alguna información
paralela a la idea central. De cualquier manera, las ideas aparecen como si no
tuvieran una secuencia lógica.
“Yo no toco ni la flauta”
“es, estee.. . chaparrita.. . I ’
73
“pus, pusss, esteee.. . orita” “hacen esteee.. . también reuniones.” “eeh?..pss.. es que Sta flojo.. .”
“o sea, viene aquí de vez en cuando” “o sea, el botón del volumen lo trae flojo..” “...o sea que nó ...”
“peeratee vas a pegaaar” “iralo no te puedes esperar’’ “vas a pegaar” “peeratee”
AI preguntar de manera directa, en las preguntas aumentan las muletillas y
las elongaciones; curiosamente cuando se hacía un comentario (no pregunta) las
muletillas disminuían.
La constante referencia a los que juegan, durante la primera etapa,
probablemente signifique la necesidad de los hablantes por desviar su atención a
otro punto fuera de la conversación, era claro que la presencia de un entrevistador
y las preguntas provocaban una situación incómoda.
Es en estas situaciones donde las formas propias de decir devienen
legítimas o las “más adecuadas” para expresar los pensamientos y sucesos,
realizando el propio habitus lingüístico. En este devenir legítimo, se produce la
reconstrucción del habla popular y sus posibilidades. Los hablantes recuperan sus
capacidades y conocimientos para enunciar y entonces la repetición de frases
para enfatizar, los dichos, los albures, los implícitos, las frases incompletas y la
pluralidad gestual y tonal mantienen sus posibilidades de significar y con ello su
vida social como forma de manifestar una manera particular de apropiarse y
representarse el mundo.
74
4.5 La Cultura Popular y su habla en las novelas de Ramírez
(entrevista j
Desde su primera novela, Chin Chin el feporocho, Armando Ramírez
propuso una estética fundada en la cultura popular y sus hablas. En su literatura
no se rescata ni se preserva un modo de decir para exhibirlo junto a los objetos
coleccionables de los museos. Su trabajo no consiste en llevar a la literatura las
formas establecidas del “español correcto” que se prolongan como un filón de
lengua fósil. En la forma de expresión, Ramírez utiliza un sentido picaresco el cual
lleva a lo que es la burla y la ironía.
Una forma de picaresca se expresa en su literatura, ¿es deliberado: reconoce la
picaresca en sus textos, qué forma adquiere esa modalidad?
Es una prolongación de la picaresca, pero no se remite sólo al siglo de oro
español, es también la que encuentro en Mark Twain, en lo tragicómico de Charles
Dikens. Bajtín lo ha explorado con detalle, muestra la contrarrespuesta de la
cultura popular hacia la clerecía. Mientras canonizan a un obispo o asciende un
papa, en el terreno de la cultura popular, se corona el rey feo, están los
autosacramentales, los sainetes y la comedia del arte para burlarse de todo esto.
Es la burla de la clase dominante. La irreverencia, la burla, la transgresión es una
posibilidad de permear la cultura dominante, hacerle .hoyos, enriquecerla. Sólo
acepto una influencia de la picaresca su es entendida de ese modo. No el folclore
ni el costumbrismo literarios. La picaresca debe ser una posibilidad para
asomarnos al absurdo, a la subversión, a lo tragicómico. Se trata de tomar el
lenguaje de lo popular y hacer un discurso artístico y literario, si nada más se
reduce a una referencia a la literatura del siglo de oro español, pues como que no.
Miguel Angel Quernain. “Entrevista con Armando Ramírez”, La Jornada, 26 de febrero de 1995, p.26
75
¿El humor forma parte de esa subversión?
Absolutamente. Sin embargo la solemnidad es parte de nuestros mitos
culturales. Se cree que sólo el arte solemne trasciende, que la cultura debe ser
“seria”. Si una obra es rebuscada, aburrida, pesada, legible, entonces se le
respeta, “algo a de tener”, se dice. Se olvida que en el cuerpo de la cultura hay un
gran conjunto de textos cargados de humor. Es una corriente que va desde las
comedias de Aristófanes, pasando por Plauto, la comedia del arte, Goldoni,
Chaucer, Joyce. Hay infinidad de ejemplos. Mucha gente prefiere las tragedias de
Shakespeare a sus comedias. El humor es uno de los grandes valores de Wilde
menospreciado, como también de Bernard Shaw. Entre nosotros los
latinoamericanos, el sufrimiento es una virtud. En Latinoamérica no hay grandes
humoristas, ni en la dramaturgia, menos en el cine, la música o la televisión. Creo
que hay que desempolvarse de todo eso, de deshacerse de todas esas imágenes
santurronas del sacrificio y hacer más gozosas las cosas.
¿E irónicas, como sucede en algunas novelas?
El humor es parte de la ironía no necesariamente tiene que ser parte del
humor. La ironía tiene una gran carga de inteligencia y de cultura, de información y
de conciencia de lo que se está criticando. A veces el humor se da de manera
inconsciente, es absurdo, gratuito. El humor no siempre pasa por la crítica. La
ironía sí, siempre es crítica. La crítica no es destrucción, ese prejuicio viene de la
cultura de la Revolución y del sacrificio. Es un modo de ser que propone lo bueno
a partir de derrumbar “lo viejo” y empezar siempre de cero. Eso es un absurdo. La
crítica se ejerce para hacer progresar o perfeccionar los logros.
O promover cambios.. .
En los años sesenta y setenta se creía que el cambio consistía en volver a
empezar desde los cimientos. Hoy muchos piensan que la tarea inmediata es
desaparecer al PRI, cuando lo que hay que hacer es revisar, corregir y replantear
las cosas. La contribución de la literatura en ese sentido consiste en documentar
los puntos de vista, enriquecerlos. No está encargada de producir cambios
76
materiales, apela a la inteligencia y a la sensibilidad. La literatura muestra lo que
sucedía al interior de esa cultura urbana y sus formas de vida. Un libro como Los
hgos de Sánchez no significó la extinción de las vecindades. Siguieron en pie
después del libro, han desaparecido a partir del terremoto del 85.
,@e quién eres hijo literalmente?
Está cabrón. Soy hijo de la segunda mitad del siglo XX. De dos décadas,
los cincuenta y sesenta, que permitieron en los sesenta el desarrollo de una
contracultura en todas las esferas de la creación. Todo era anti: antisiquiatra,
antiteatro, anticine, antinovela. Se trataba de romper con una época, que viéndola
de cerca no era tan conformista. La cultura urbana, se desarrollaba en todo el
mundo. Los barrios, con su uso del lenguaje violento, las formas de vida tribales,
no sólo tenía auge en México. En todas las grandes ciudades del planeta
emergían las voces surgidas de la cultura urbana, de la cultura popular. Los
creadores más provocadores se volvían las estrellas de los medios de
comunicación. En México, esa enorme tradición está representada, en gran
medida, por Salvador Novo. Aunque uno pueda no estar de acuerdo
ideológicamente con la última parte de su vida, era un transgresor, un hombre
irreverente, lúdico, y diestro en el lenguaje. Creo que en todo ese contexto está el
antecedente de todos aquellos que usan el lenguaje popular para revelarse, herir,
para burlarse y transgredir. La lista de contribuciones es larga y no puede faltar
Luis Spota, que en la cultura popular, en el ámbito de lo masivo, representó al
escritor por antonomasia, aunque en los suplementos culturales no pintara. Carlos
Fuentes como renovador de un tipo de literatura y punto de ruptura para el
desarrollo de otra concepción de la novela. La aparición de Monsivais en el
panorama intelectual. Luego, claro, la emergencia de la llamada literatura de la
onda, a la que llegué tarde, pero de todos modos me encasillan. A eso agrégale el
desarrollo de periódicos de nota roja y deportivos, donde es evidente el ejercicio
de un lenguaje p.opular. En fin, todos esos productos, que van del teatro de
Cachiru'lo, las películas de Capulina o Mauricio Garcés hasta las Ficheras. En la
mezcla de todo eso, están las bases de mi tradición.
77
Cuando escribías cada novela, ¿qué intención pesaba más, romper con un
modelo o la mimesis con alguna de tus devociones literarias?
La verdad, no me preocupaban esas cosas, nunca me han preocupado. Me
interesa el presente de la escritura. Escribir es una actitud lúdica, me produce un
gran placer, es un juego. Una manera de recuperar la inocencia, abandonarte a la
imaginación y recobrar eso que traes siempre y que no se racionaliza. Ahí
empezaron mi guiños al lector. La estructura de la novela está influida por todas
las experiencias estéticas de mi momento
En varias de sus novelas inmiscuye un autor, que por lo general sus lectores
tienden a identificar con usted, hábleme de esa relación y ese recurso.. .
AI principio me disgustaba esa identificación. Les reprochaba a los lectores
que pasaran por alto el esfuerzo de verosimilitud en que estaban sostenidos mis
trabajos. Quería decir que mis novelas no pretendían ser una autobiografía,
afirmar que ese universo era obra de un autor, de un escritor, instalado en el
centro de la ficción. Fue tal mi obsesión y mi fidelidad a esa idea, que los críticos
llaman novela autorreferencial, que los lectores terminaron creyendo que yo era
Chin Chin, el teporocho, parte de Noche de Califas, Violación en Polanco o
Quinceaiiera. Después me gratificó la idea de haber logrado que todos creyeran,
me sentía como un mago que había caído en su propia trampa y que había
empezado a construir un personaje al margen de mi literatura. Un personaje que
influiría en el modo en que fueron leídos mis libros. Armando Ramírez, autor, se
vuelve un nombre medio cultural, como si fuera un personaje de sus novelas,
aunque en realidad no esté inserto en ellas.
Al mismo tiempo, ese "gusto personal", te multiplica los puntos de vista narrativos
Eso es otra de las magias y tiene que ver mucho la tradición literaria inglesa que
va de Julio Verne a Conrad, de Melville a Stevenson. En cuanto al punto de vista
narrativo, siempre he rechazado el punto de vista omnisciente del narrador.
Siempre me ha interesado indagar cómo. le hace el narrador, no el autor, para
saber lo que pensaba la otra persona. Cuando no encuentro la justificación
78
narrativa que valide un relato o una novela, me impide gozar la creación de ese
universo. Trato de hacer la literatura como me gusta leerla.
Un gran sector de la critica literaria suele separar el lenguaje de las
anécdotas, en su narrativa el lenguaje es también parte de la historia intima de las
novelas.. .
El lenguaje debe corresponder a las historias que se están tejiendo sino no
es creíble, no tiene verosimilitud. Yo quería ser fiel a una consepción estética y de
orden moral. Mi literatura emerge de una cultura de la violencia, la violencia se da,
desde que naces, la vives en la calle. No puede existir ese lenguaje transgresor,
violentado y violento. La realidad tenía que tener su equivalente y el lenguaje lo es. Tiene que ir de la mano.
La oralidad es otra de sus búsquedas, irescatar el habla, inventar una a partir de
hablas conocidas?
Se trata de crear un habla a partir del ritmo verbal con que se expresa la
gente de la cultura popular urbana. Eso no significa transcribir tal cual habla la
gente, sino trascolar en un lenguaje literario toda esa sensibilidad y ese ritmo que
tienen al hablar. Ahí estaba un gran reto, dónde hacer la pausa, dónde poner el
sujeto, dónde el adjetivo, cómo haces los tiempos verbales. Eso le da el ritmo y no
las palabras. En mis textos hay una gran cantidad de palabras que no usa la gente
normalmente, pero que están estructuradas sintácticamente con la intención de
respetar el ritmo biológico con que se habla. Tratar de respetar el ritmo de lo oral
para transportarlo a un lenguaje literario, pasa por eso, pasa por la construcción
sintáctica más que por el uso de las palabras. Nada más lejos de mi proposición
artística que el uso de una grabadora y la transcripción de las hablas: poner tons,
en vez de entonces, tal cual, pero tratando de que se sienta el cantadito al
momento de leer toda la frase.
79
¿ El diálogo es un modo de encontrar esas voces?
En mi caso, el diálogo surge cuando siento que hay un empleo excesivo del
narrador. Siempre es bueno y refrescante mostrar el punto de vista de los
personajes en acción, de lo contrario se vuelve un p. .. monólogo. Ese fue uno de
los problemas que tuve al escribir Me llaman la Chata Aguayo. No quería hacer un
monólogo, quería una novela y para lograrlo había que construir diálogos, escenas
con descripción y no una verborrea. ..Me encanta dialogar, al margen de eso, me
gusta mucho que los personajes hablen cuando tienen que hablar.
Finalmente, ¿su literatura es pesimista?
Es pesimista en la medida en que todo el mundo en esta vida se muere,
pero creo que está llena de gozo. Existe una gran confianza en los cambios, que
nunca son gratuitos. Creo que mis obras no viven ese dilema entre el desencanto
y lo vital. Hay muchas novelas divididas por ese dilema, pero generalmente triunfa
el desencanto.
Es muy triste la vida en la calle pero también es muy alegre, es una alegría
que no he podido encontrar en otras partes. El gozo de jugar con una pelota de
trapo, darte en el hocico, sangrarte, golpearte y luego ser los grandes cuates. Eso
no lo he sentido, por ejemplo, en el mundo de la cultura, son demasiado
rencorosos, demasiado malicioso, a veces demasiado fríos, no siento la calidez
que te ofrece la gente común, la gente marginada del barrio.
80
CONCLUSION
Ciudad sin castidad espacial, ciudad sin escrúpulos, ciudad de principiantes
sin término, parálisis de voluntad del desarraigo, ciudad inmóvil que se vierte en
todas direcciones, el D.F. equivale, como mnemotecnia, a la remembranza de los pueblos fantasmas que hoy, transmutados en reliquias del desarrollo urbano, sólo frecuentan los coleccionistas de museos existenciales. Los ghost-towns internos .
describen de modo óptimo, en su condición de crónicas irrefutables, la crueldad y
el sentimentalismo, la movilidad y la petrificación y la muerte de una forma de ser
de la ciudad.
Aportación de los pueblos fantasmas. La Colonia Roma, por ejemplo, delata
a partir de sus fachadas, de sus emplomados, de sus aleros, el melodrama de las
presentaciones: la gran burguesía que nunca fue o que no prosiguió, la fiesta de
quince años con la debutante desgranando la riqueza de sus pétalos en el Salón
Ilusión mientras los felices progenitores, derramando un suspiro de dicha, se
detienen frente a la casa del prestamista.
La Candelaria, ese México que no se fue, que se llevaron, sigue siendo la
geografía mítica del hampa, el lugar donde acuden, cuando advierten ya próxima
su muerte, los “piñeros”, los “cristaleros”, las “cruzadoras”.
Nacer en un barrio, habitar en Tepito u otras zonas marginadas, es
someterse a su ecología de “ciudad perdida”, de villa miseria del hampa, quiso
decir obligadamente que se vivía al margen del cuento.de hadas que propone un
país colonial: esfuérzate y sé valiente y yo procuraré que triunfes en la vida. El
barrio ha sido, desde su angustiada y desesperante situación, desde la áspera
verdad de su presencia, desde la bronca que nos avienta, la negativa rotunda a
creer en los esquemas de premios y medallas. Un barrio de la Ciudad supo
expresar, por medio de su terrible conducta límite, la duda frente al dogma del
triunfo en la vida, el escepticismo actuado ante la ambición de quien pretende
hacer una carrera, la ironía implícita ante la perspectiva de un “buen gusto” que
necesita la bendición de la aduana de Estados Unidos. A través de cuerpos
inanimados, de pulquerías ruinosas, de drogas y más vicios y robos; el barrio,
81
trágicamente porque no se sabía otra, descaradamente porque no conoció la
existencia de las máscaras, burdamente porque la noción de la elegancia deriva
de la conciencia del ocio, significó la resistencia extrema al orden.
Allí están las carpas con su rijosidad verbal que vitalizó y modificó el idioma
de los mexicanos. Los albures son el wit, el ingenio de un salón forjado en
cualquier momento, erigido con un simple “Me prestas” y demolido con un
oportuno “sacudió su melena alborotada”. Allí está la gayola del teatro frívolo tan
“qué me notas” (la prostituta), tan “pásala cuñado” (la adolescente vanidosa), tan
“cómo dijo”. Allí está el Tenampa donde las penas con ponche de granada son
menos y donde la garganta del mexicano se estremece de autocomplacencia ante
su propio estrépito.
Y aquí viene lo inevitable: “magras, escuálidas, despojadas incluso del
relato obligatorio de su autobiografía, mal habladas hasta cuando callan, géisers
venéreos, describibles sin fallar aunque no se les conozca, decididas a adoptar al
hijo de Toña que murió en olor a penicilina, clichés humanos” metáforas lineales
de la cultura de la pobreza, de medias negras, bolso rojo y buena voluntad. La
prostituta es uno de los personajes significativos, esenciales, que de modo natural
sancionan la importancia de las esquinas del D.F. Otros personajes básicos son:
el padrote, la fayuquera, el gendarme hasta el taquero.
Finalmente, y es una de las desventajas que hacen que la mujer este en
esta situación, es la aceptación fatal y sumisa de la suerte. Ni modo, aquí
estamos, en la Rinconada, en la vecindad, en el puesto de fierros viejos, en .el
mercado, en la compartida lamentación con los vecinos, en el terror ante la policía.
No lo toquen ya más, que así es Tepito. Y la consigna folklórica se transforma en
resignación, abandono, los hombros que se encogen, la mirada abatida, las
manos cerradas para no volverse puño sin plegaria. La gran falla del Tepito mítico
ha sido la perpetuación de esta horma sombría y fatalista, del determinism0 moral
de la pobreza. Su profundo acierto, la intuición, así sea efímera y deportiva, de la
solidaridad, de la siempre pospuesta solidaridad mexicana.
82
BlBLlOGRAFlA
Arrom, Silvia Marina. Las mujeres de la ciudad de México, Ed. Siglo XXI, México, 1988.
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