View
110
Download
20
Category
Preview:
Citation preview
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 1/176
.BIBLIOTECA
DE
AUTORES CRISTIANOS
D e c l a r a d a d e i k t e i é s n a c i o n a l
43
E ST A C OL E C C lÓN SE PUB L IC A B AJ O 1.0s A l l S P l C l O S A L T A
DlR E C C ldN DE L A PON T lFlC IA UNI\ E R SIDAD DE SALAM ANC A
1A
COMISI6N
DE
DIC HA P ON T IF IC IA
U N I Y E R
S I D A D
ENCARGADA DE L I N M E D I A T A R E L A
C16N
C ON LA
AC EST I N T E G R A D A E N
E L
NO 1982 P OR L OS S E NO R E S S I G U I E N T E S :
P R E S I D E N T E
E m m o.
y
R v d m o .
Sr.
Dr.
V I C E N T E E N R I Q U E
Y T A R A N C 6 N .
Cardenal Arzobispo de Madrid Alcald y Gran
Canciller de la Universidad Pontificia
VICEPRESIDENTL:
I lmo. Sr.
Dr. J U A N L U I S A CE B A L L U JA N ,
Rector Magni f ico.
VOCALES: Dr. A L F O N S O O R T E G A CARMONAicerrector Aca
ddmico: D r . R A M O N
R E V I J A N O E T C H E V E R R ~ A .
Decano de la
Facultad de Teología; Dr.
J UAN SANC HE Z YSANC HE Z ,
Decano
de la Facultad de Derecho Canónico;
Dr.
M A N U E L APELO
M AR T INE Z .
Decano de la Facultad de Cien cias Polílicar y So
ciología;
Dr.
SATURNINOLVAREZ URIENZOecano de la
Facultad de Filosofía;
Dr.
J OS É O R O 2 R E T A . Decano de la
Facultad de Filología Bíblica T riling üe;
Dr.
JORGE SANS
VIL A.
Decano de la Facultad de Pedagogía;
Dr.
GERARDO
PASTOR
RAMOS.
Decano de la Facul tad de Psicología;
Dr. R O M A N S A N C H U
CHAMOSO.ecretario General de la
Universidad Pontificia.
SECRETARIO:irector del Departarnenlo de Publicaciones.
LA
EDITORIAL CATOLICA S. A. PARTADO 66
M A D R I D M C M L X X X l l
K ROL WOJTYL
L
R E N O V A C I ~ N
E N SUS F U E N T E S
Sobre la aplicación del
Concilio Vaticano ZZ
BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS
M A D R I D M C M L X X X l l
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 2/176
T í t u l o d e l a e d i c i ó n o r i g i n a l : U
PODSTAW ODNOWY
Studium
o
realizacji Vaticanum
II K r a k ó w
1972
La t r a d u c c i ó n h a s i d o r e a l i za d a p o r Jose L u i s L E G A Z A
I
Librcria Editricc Vaticana. Ciudad del Vaticano 1981
dr la edición española: Biblioteca dc Autores Cristianos
dr
La
Editorial Católica.
S
A. Madrid 1982
Mateo Inurria. 15
Depósito legal: M. 16.673-1982
ISBN
W220-1051-8
Impreso en Esparla. Printcd in Spain
I N D I CE G E N E R L
PRIMERA
PARTE
SIGNIFICADO FUNDAMENTAL DE LA INICIACION
CONCILIAR
CAP ITUL O .-Postulado del enriquecimiento de la fe
CAP ITU LO 1.-La fe como don de Dios
y
actitud consciente
del hombre
3
CAPITULO 11.-Fe
y
dizílogo 19
CAP ITU LO V.-Conciencia de la Iglesia como fundamento de la
iniciación mn al ia r 27
SEGUNDA PARTE
FORMACION DE LA COMCIENCI
C A P ~ T U L O.-Conciencia de la creaci 6n
35
C A P ~ T U L O1.-Revelacibn de la Santlsima Trinidad
y
concien-
a de la salvaei6n 43
C A P ~ T U L O11. Je su c r i s to
y
la wnciencia de la redend
h
53
1. La redención com o realidad perennemente referida al
hombre en e l mundo 55
2 La redención como realidad siempre presente en la
Iglesia
66
3 María en e l mister io de Cris to y de la Iglesia 79
C A P I T ~ J L OV.-Co nciencia de la Iglesia como Pueblo de Dios 89
l. La vocación de la persona en la comun idad 91
2 Conciencia de la Iglesia como Pueblo de Dios
ad intra
ad extra 97
3
Com unib n vinculo propio de la lglesia com o Pueblo
de Dios 107
4
Koinonía
y
diaconía
en la constitución jerárquica de la
Iglesia 117
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 3/176
Pdgs
APITULO .-Cie naa hlitbriea y escatologia en la Iglesia
mmo Pueblo de Dios
125
1
Historia de la salvación 126
2. Evolución del mundo
y
crecimiento del reino 133
3. Carkcter cscatol6gico de la Iglesia: restauración del
mundo 142
4
Significado de la santidad. Maria, figura de la Iglesia 151
C R E A C I O N D E A C T i T ü D E S
CAPITULO.-Mlslh
y
testimonio como fundamento del
m -
quecimiento la fe
...
163
CAPITULO1.-AnPIlsis de la actitud de partldpnelóo
177
1. Munus sacerdotale: Participación en el sacerdocio dc
Cristo 179
a
Participación en el sacerdocio de Cristo 179
b Significado de la liturgia 186
2 Munus prophericum: Responsabilidad respecto a la
palabra de Dios 196
3. Munus regale: Fundamento de la moral cristiana 209
CAPITULO11.-Actitud de identidad humana y reepoasnbllidad
alstiana 219
l. Identidad
y
solidaridad 220
2. Ambitos principales de la responsabilidad cristiana 233
i
CAPITULOV.-Actitud ecuméniea
251
CAPITULO .-Actitud sp0st6lica 267
. Apostolado 268
2. Formacion 282
CAPITULOI. -C om tn ie db de la Iglesia mmo mmunidad 295
l. Sintesis de las estructuras
y
de las actitudes
296
2. Caracteres especificos de la comunidad cristiana: 318
3. Comunidad eclesial
y
libertad religiosa 326
S I G L A S
CI
=Constitución dogmática Lumen genrium. sobre la Iglesia.
CL =Constitución Sacrosancrum Concilium, sobre la sagrada
liturgia.
CM
=Constitución pastoral
Caudium et spes,
sobre la Iglesia en
el mundo actual.
CR
=Constitución dogmktica Dei Verbum. sobre la divina reve-
lación.
DAS
=Decreto
Apostolicam acruositarem.
sobre el apostolado de
los seglares.
DCS
=Decreto Inter mirifica. sobre los medios de comunicación
social.
DE
=
Decreto
Uniratls redintegrario.
sobre el ecumenismo.
DEC
=
Declaración Gravissimum educarionir. sobre la educación
cristiana de la juventud.
DFS =Decreto
Optotam rotius,
sobre la formación sacerdotal.
DIO
=Decreto
Orientalium Ecclesiarum.
sobre las Iglesias orienta-
les católicas.
DLR =Declaración Dignitalis humanae, sobre la libertad religiosa.
DM
=Decreto
Adgenles divinitus.
sobre la actividad misionera de
la Iglesia.
DMVS
=
Decreto
Presbyterorum Ordinis.
sobre el ministerio
y
vida
de los presbiteros.
DO =Decreto Christus Dominus. sobre el oficio pastoral de los
obispos.
DRNC =Declaración
Nostra aerate.
sobre las relaciones de la Iglesia
con las religiones no cristianas.
DVR
=Decreto
Perfectae cariratis.
sobre la adecuada renovación
de la vida religiosa.
V l l l
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 4/176
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 5/176
I N T R O D U Z O N
Un obispo que ha participado en el Concilio Vaticano 11 se
siente en deuda con él. Es evidente. El Concilio, aparte de los
beneficios que se le han atribuido y seguirán atribuykndosele,
tiene un valor y un significado único e irrepetible para cuantos
han tomado parte en él
y
lo han puesto enpráctica, sobre todo
para los obispos, los padres conciliares. Participando activa-
mente durante cuatro aaos en el Vaticano 11 y elaborando sus
textos, lograron al mismo tiempo enriquecerse espiritualmente
en virtud de ese Concilio que estaban viviendo. La propia ex-
periencia de una comunidad universal constituía para cada
uno de ellos un inmenso bien, de alcance histórico. La historia
,
del Concilio -algo que sólo más tarde podrá ser escrito
exhaustivamente- estaba ya presente como acontecimiento ex-
cepcional en el ánimo de todos los obispos que tomaban parte
en él, a lo largo del período que va de 1962 a 1965; absorbía
por completo sus pensamientos, estimulaba su responsabilidad
y constituía una experiencia excepcional, en el marco de una
realidad profundamente vivida.
t
De esta experiencia -cancelada históricamente, pero espi-
ritualmente viva- brota inexcusablemente la exigencia de co-
rres onder a la deuda contraída, Y si nos preguntamos con
quien la emos contraído, vamos derechos -incluso pasando
por todas las personas, enunciados, mentalidades, actitudes,
prospectivas y toda la realidad visible de la asamblea
conciliar- hasta aquel que es el Invisible, el que incesante-
mente cumple la promesa hecha un día a los apóstoles en el
cenáculo: El os enseñará todo y os recordará cuanto yo os he
dicho (Jn 14,26).
Mediante la compleja experiencia del Concilio hemos con-
traído una deuda con el Espíritu Santo, con el Espíritu de
Cristo. Ese Espíritu que es el que habla a la Iglesia (cf. Ap 2,7)
y
cuya palabra durante el Concilio, y en su virtud, fue espe-
cialmente expresiva y decisiva para la Iglesia. Los obis os
miembros del Colegio, que han heredado de los apostoles a1;i
promesa que hizo Cristo en el cenáculo, están esvecialmente
obligados a ser conscientes de la deuda contraída con la pala-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 6/176
b ~ ~ I E w í r i t ~ . ~ ~ ~ ~ i I ~ u e ~ ~ . L o L o ~ ~ e
st xn nlip r
traducir
al lenguaje humano laqalabra de Dios. Esta expresión,-en
cuanto que es humana, puede ser imperfecta y estar abierta a
formulaciones siempre m ás exactas, pero es, al mismo t iempo,
auténtica, ya que contiene precisamente lo que el Espiritu
dice a la Iglesia en un determin ado mom ento histórico. De
este modo, la conciencia de la deuda procede de la fe
y
del
Evangelio, que nos permiten poner la palabra de D ios en len-
guaje humano contemporáneo, conectándola con la autoridad
del supremo Magisterio de la Iglesia.
Cristo dijo: Yo estoy con vosotros todos los dias hasta el
fin del mundo (Mt 28,20 . Palabras estas que han reverdecido
nuevamente en el Concilio.
La conciencia de la deuda con el Concilio va unida a la
necesidad de dar una resouesta. Es la fe la aue la exige. Y así
t iene que ser, dado que su esencia es una respuesta a la
a
bra de Dios, a lo que el hspiritu habla a la Iglesia. Por lo
tanto, cuando nos reterimos a la actuacion del Concil io, se
trata, en Último análisis, única
y
s ol am e nt e, d e e st a r e s ~ e s t a .
L a p ro sp e ct iv a vá li da p a r a v a lo ra r el v r o b l e m a l a d e l a
fe, es decir, su estructura vital en cada cristiano. De esta pros-
p e c t i v a l a onciencia de la deuda que hay
que pagar .
Y
si esta conciencia está viva en todo cristiano,
mucho más ha de estarlo en el obispo, ya que se trata de la
respuesta a la palabra del Espiri tu, a la expresión humana de
la que él mismo ha part icipado. En cuanto miembro del Con-
cil io, es test igo y, a la vez, deudor de esta palabra. Por el lo
debe sentir una auténtica responsabil idad con respecto a esa
respues ta integral de la fe, qu e la Iglesia el mu ndo han de
dar a la palabra del Señor, a la palabra del Espiri tu. En esto
consiste la continuidad del test imonio que procede del ce-
náculo.
Seria un error no tener en cuenta la actuación del Vatica-
no 11 en cua nto respuesta de la fe la palabra del Sefior trans-
mitida por este Concil io. Hay que auspiciar que la idea con-
ductora de la actuación del Vaticano 11 sea la que busca la
renovación emprendida por el Concil io como un a etap a histó-
rica de la autorrealizaci6n de la Iglesia. Y es que la Iglesia, a
.través del Concil io, ha especificado n o sólo qu é es lo que pien-
.-~ -
sa de s i misma, s i no t ambi én de aué manera qu ie r e r e a l i z a r~ a
si misma. La doctrina del Vaticano 11 aparece com o una ima-
g-pada a nu estro t ie mp o, de esa au to rre aliz ac ió n d e la
Iglesia, imagen que de diversas mane ras ha de penetrar en las
almas de todos los miembros del Pueblo de Dios. Si alguna
vez em plea mo s el término iniciación conciliar , lo hacem os
precisamente en este sentido. Iniciación quiere decir, o bien
introducción , o bien inequiv ocam ente participación en el
misterio . El obispo, testigo autén tico del Con cilio, es aquel
qu e cono ce su misterio , razón po r la cual carga principal-
mente con la responsabilidad de introducir e iniciar la realidad
del propio Concilio. Siendo, como es, maestro de la fe, le co-
rresponde principalmente exigir esta respuesta de fe, que debe-
ria co nstituir el f ~ t oel Concil io y la base de su actuación.
Este l ibro ha sido concebido com o un ensayo de inicia-
ción . No trata de ser un come ntario a los docum entos del
Vaticano 11, pues eso es tarea de los teólogos, quienes, por lo
dem ás -y hasta en Polonia- lo están infatigablemente ha-
ciendo. Este l ibro po dría considerarse más bien com o un vade
mkcum
que sirva de introducción a los
no 11, s i bien s iempre desde el ~ u n t o e vista de su actuación
en la vida y en la f e de la Iglesia. Por últ imo, este l ibro hay que
'considerarlo no como un trabajo cientifico, sino como un am-
plio documen to de trabajo en el ambito de la actividad de la
Iglesia
en el mundo, y en particular de la polaca. No olvide-
mos que la Iglesia busca en si misma y en el mundo una ade-
cuación a la verdad del Concil io, al soplo del Espiri tu que la
ha invadido.
Ofrendo y dedico este l ibro, muy especialmente a quienes
en la Iglesia de Cracovia me han ayudado desinteresadamente
y colabora n conmigo, en mi calidad de obispo, a poner en acto
el Vaticano 11.
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 7/176
PRIMER
RTE
SIGNIFIC DO FUND M ENT L
DE
L ZNICI CZON CON CILI R
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 8/176
C A P ~ T U L O
POSTUL DO DEL ENRIQUECIMIENTO DE
L
FE
En la base de la actuación del Vaticano
11
es decir, en la
renovación conciliar, hay que colocar e@rincipio)del enrique-
to una aclaración.
Esta clarificación reside en cierto modo en el hecho mismo
del Concilio y en su finalidad esencial. Entre los documentos
del Vaticano 11, la constitución sobre la revelación divina
ei
Verbum
es la que mejor ilustra el tema.
.La Iglesia camina a través de los siglos hacia la pleni-
tud de la verdad, hasta que se cumplan en ella plena-
mente las palabras de Dios. (CR 8).
Esta tendencia de la Iglesia indica, a la vez,
la orienrncidn
Desde este punto de vista fundamental hay que juzgar la
realidad del Concilio Vaticano 11 y buscar los caminos de su
realización. Este criterio es el más adecuado y el que mejor se
corresponde con la realidad del Concilio, que, como acto del
Dios en la Iglesia (cf. Mt 7.24 27; Lc 6,649) . Las demás for-
mulaciones más bien parecen presentar aspectos parciales
y
secundarios respecto al esencial. No .ay ninguno que determi-
ne. mejor el proceso de autorrealización de la Iglesia que la
realidad de la fe y su enriquecimiento gradual. Sobre todo en
este punto hay que extremar la atención, en busca de su clave,
para comprender el pensamiento del Concilio y de cuantos es-
fuerzos se han hecho para realizarlo. Esfuerzos diversos y
cuantiosos, que conocemos gracias a las actuales facilidades
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 9/176
informativas, pero que t ienen qu e corresponder a la verdadera
finalidad del Concilio, que es la que integralmente se busca.
El propio concepto d e enriquecimiento en la fe puede pare-
cer demasiado audaz si se t iene presente el gran número de
voces que se elevan acerca de la crisis de la fe, acerca de la
debilitación del sentido religioso, etc., voces que, por lo de-
más, han hallado eco incluso en los documentos del Vatica-
no 11. Por eso conviene precisar en qué sentido vamos a hablar
en este libro del enriquecim iento de la fe y
en quésentido enten-
demos el postulado fundamental de la actuacron de ~o nc ilE .'- A-
este respecto hay qu e adq uirir
concienci
exacta n o solo de la
finalidad esencial del co nc ilio -como ya se ha indicado-,
sino tambien de la t inatidad especifica que determinó la con-
vocsoria del Concil io Vaticano 11 y que, consecuentemente,
tuvo especial influencia en su deiarrollo v su carácter.
~ a n i ouan XXIII, q ue conv ocó el Concil io, com o su suce-
sor
y
la asamblea de los padres, han subrayad o frecuentemente
que este Concil io era an te todo pastoral y que, por tanto,
era necesario dirigir sus trabajos y tomar las decisiones en vir-
tud de esta situación. Tal circunstancia ha de estar presente
cuando de los trabajos del Concil io -que en si mismos cons-
t i tuyen una unida d completa- pasam os al trabajo de la Igle-
sia, que trata de autorrealizarse en el espiritu conciliar. Así,
pues, a la luz de los fines del Vaticano 11 - q u e ha querido ser
pastoral por encima de todo- es com o debemos considerar
nuestro po stulado del enriquecimiento de la fe y colocarlo
como base de cualquier actuación del Concil io y de cualquier
renovación.
Cabe decir que, en la historia de la Iglesia, todo concilio ha
sido oastoral, incluso por el hecho de que los obispos reuni-
dos. bajo la guía del Papa, son pastores de la Iglesia. Magiste-
rio significa enseñanza basada en la autoridad; enseña-ue
s la misión de los apóstoles y de sus sucesores, pues es parte
y, más aún, misión de su ministerio. Esta enseñanza, en su
contenido esencial , se ret iere a ias cuestiones de la te y de la
moral; es deci r, q U C T m m o nay qu e creer y, por lo tanrb,
m e m o s e viv ir se gu n e st a t e. La d oc tr in a d e la fe
y
de la
m ñ 5 ? n s t i t u y e l contenido de la
enseñanza de los pastores de la Iglesia, de forma que, por un
lado, los actos de
m1
del Manisterio tienen sinni-
ficado pastoral, y por otr o. lo s -diante su
protunda radicación en la fe y la moral, tienen significado doc-
t G stos actos de carácter pastoral contienen la doctrina
qu e la Iglesia anu ncia -y frecuentem ente la evidencia más-
buscando esencialmente alcanzar la plenitud de la verdad divi-
na (Jn 16,13).
Todo esto encuentra excepcional confirmación en el V
can o 11, qu e, con serv and o el carácter pastoral -más aú n, pre-
cisamen te en razón de su finalidad pastoral-, ha desa rrolla do
am ~ l i am ent e a doc t ri na de l a f e y consiguientemente, ha
puesto los cimientos de
s u e n r i a u e c i m i e n t ~
En la consideración de este objetivo fundam ental del Con-
cilio, objetivo que los padres de la Iglesia, reunidos junto a la
tum ba de San Pedro, tenian p or encima d e todo ante sus ojos ,
conviene también introducir otra dist inción que ha de permi-
tirnos profundizar en el propio significado pastoral del Conci-
lio. Es el caso que, examinando el conjunto del magisterio
conciliar, vemos cóm o los a s e la Iglesia tenian como
meta no sólo y únicamente responder a la pregunta de en qué
ue creer, de cuál es e l w a
o cosas por el estilo, sino que buscaban sobre
todo dar respuesta a otra pregunta más compleja: qué si~ nif ica
ser cre ente, ser católico, ser miembro de /o&lesia.
Y
se de&-
c ? e n l amplio contexto del
mun do actu al , de acuerdo , por cierto, con lo que exige la com-
plejidad de la pregunta.
La pregunta de qué quiere decir ser miembro creyente de
Ia;Iglesia es, des de luego, dificil y com pleja .
Y
lo es no sólo
porque p r esupone l a ~ r o o i a e rdad de l a
k
l a pura doct r ina,
s ino porque exige que es ta verdad se im ~l an te n la conciencia
1 hom bre y quede bien definida la acti tud o. mejor dicho, las
ersas acti tudes que consti tuyen el hecho de ser miembro
creyente d e la'glesia. Diriamos que en esto
el carácter pastoral del magisterio conciliar, correspondiente al
fin pastoral que S e propuso el Concil io. Un concil io pura-
mente doctrinal habria concen trado preferentemente su aten-
ción en precisar el significado de las propias verdades de la fe,
mientras que un concilio pastoral, sobre la base de las verda-
des que proclama, recuerda o esclarece, se propone ante todo
brindar un estilo de vida a los cristianos, a su mod o de pensar
y
de actu ar. P or eso es necesario llevar a la práctica el Concilio
con la m irada puesta en este est ilo. En elpresen te estudio. que
trat a de ponerse al servicio de esa actuación el Vaticano 11,
retendemos
fijar nuestra atención en la c m e los cris-
anos y en las actitudes que deben adoptar. Estas acti tudes, qu e
proceden de una conciencia crist iana debidamente formada,
pueden, de alguna mane ra, 'considerarse conio la prueba
auténtica de que el Concil io funcion a. En esta dirección es en
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 10/176
LA F C O M O D O N D E D I O S Y ACTITUD CONSCIENTE
DEL HOMBRE
Habl ando de l p i q ue c i m i en t o de la f e
y
considerándolo
como po stulado fundamental d e la Iglesia, nos damo s cuenta
claramente de que estamos tocando la realidad sobrenatural .
de un encuent ro, únicoen su nénero. cuvo
u c w S re -
ción de sí mismo oor narte de Dios.
*Quiso Dios, en su bondad y sabiduría, revelarse a si
mismo
y
manifestar el misterio de su voluntad (cf. Ef
1,9)m (CR 2).
Así leemos en la constitución dogmática acerca de la reve-
lación divina. Es éste uno de tantos pasajes, tomad os del am-
plio texto concil iar, que hablan de la&iciativa de Dios de en-
contrars e con el hom bre. El hecho d e la ,revelación Darece
sobre onerse al hecho de la creación, formando sí una nueva
imension e este encuentro; dimensión a la vez sabren
atural e
=l.
.Dios, creando y conserv ando el universo por su Pala-
bra (cf. Jn 1,3), ofrece a los homb res en la creación un
testimonio perenne de si mismo (cf. Rom 1,19-20); que-
riendo ademas abrir el camino de la salvación sobrena-
tural , se reveló desde el principio a nuestros primeros
padresn (CR 3).
Según doctrina explíci ta del Vaticano
11
la fe es una res-
puesta part icular del hombre a la r
si mismo.
*Cu and o Dios revela, el hom bre t iene que someterse
con la fe (Ro m 16,26; cf. Ro m 1,5; 2C or 10,5-6)
-leemos a continu ación en el mism o documento-, con
lo cual el hom bre se entrega entera y libremente a Dios,
le ofrece el homenaje total de su entendimiento
y
vo-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 11/176
luntad , asintiendo librem ente a lo que Dios revela,,
(CR 5 .
La fe, según esto, no es únicame nte respuesta del intelecto
a u na verdad abstracta. Incluso la exacta afirmación de que tal
respuesta depende de la voluntad, no acaba de decirnos todo
acerca de la realidad de la fe. La obedien cia de la fe no hay
aquella facultad del alma humana. sino
es tr uct ur a ~e r s on a l e l
o debida respuesta del hombre a la revelación de si mismo
por parte de Dios consiste en el abandono en Dios por parte del
hombre.
Esta es la verdadera diimensión de la fe, cosa que no
onsistes(- en aceptar un determina do contenido, &o
aceptar la vocación misma y el sentido de la existencia. Por
eso, esto le supon e al ho mbre, al menos co mo principio y pre-
misa existencial , que, en la fe, disoone de sí abandonándose
enteramente a Dios. Esta dimensión de la fe es sobrenatural en
el sentido estricto de la palabra.
'<Para da r respuesta de la fe -leemos- es necesaria la
gracia de Dios, que
s
adelanta y nos a yuda, junto con el
auxilio del Espíritu Santo, que mueve el corazón y lo
dirige a Dios Para que el homb re pueda comprender
cada vez más profundamente la revelación, el Espíritu
Santo perfecciona constantemente la fe con sus dones.
(CR 5 .
Es precisamente esta dimensión fundam ental de la fe, di-
mensión que brota de la real idaa sobrenatural donde se hal la
Dios, la que sobre tod o hay q ue tener continuame nte presente
cuan do se habla de su enriquecimiento. Y es qu e se trar-lo
que const i tuye, siempre y b a ~ oodo s 10s aspectos, la esencia de
este enriquecimiento de la fe, y lo que debemos considerar al
analizar tanto su contenido como su momento existencial .
Trata mos aqui de hacer lo uno lo otro. El enriquecimiento
esencial de la fe en todos sus aspectos debe realizarse en esa
dimensión fun damen tal que viene puesta nuevamente de relie-
ve por la constitución sobre la revelación.
En es trecha conex ión con esto hemos de exam inar la partici-
pación del hombre en tal enriquecimiento.
o
declaración acerc a
e
la llbertod religiosa.
en sus dos p artes,
ha arrojado nueva luz
sobre este tema.
La primera parte enuncia el principio general
de la libertad religiosa basándose en el análisis de la propia
actitud religiosa, mientras la segunda lo hace a la luz de la
revelación. Común a ambas partes es la afirmación de que
.
existe una e s u e v l hombre como
fundamental aqui .
<<El cto d e fe es voluntario po r su p ropia naturaleza,
ya que el hom bre no puede adherirse a Dios, que se
revela a sí mismo, a menos que, atraído por el Padre,
r inda a Dios el obsequ io racional y libre Los hombres
deben r e s ponde r a D i os c r eyendo voluntaria mente^^
(DLR 10).
.Dios, ciertamen te, llama a los homb res a servirle en
espíritu y en verdad. Por este l lamamiento quedan el los
obligados en conciencia, pero no accionados. Porque
Dios t iene en cuenta la dignidad de la persona humana,
que El mismo ha creado, y que debe regirse por su pro-
pia determinación
y
usar de libertad. (D LR 11).
Y refir iéndose luego al modo de actuar de Cristo, quien
con su muerte y resurrección y, finalmente, envian do al Es-
píritu Sa nto, cump limentó
y
com pletó la revelación (CR 4),
la declaración sobre la libertad religiosa enseña:
-(Cristo) dio, en efecto, testimonio de la verdad, pero
no quiso imponerla por la fuerza a los que la contrade-
cian; (DL R- 11).
-
< La
evelación manifiesta la dignidad de la persona
humana en toda su ampli tud, demuestra el respeto de
Cristo a la l ibertad del h ombre en el cumplimiento de la
obligación de creer en la palabra de Diosn (DLR 9 .
a participación del hombre en este encuentro con Dios. en-
cuentro constitutivo de la fe es totalmente personal.
Lo demues-
tra la declaración sobre la libertad religiosa, que desarrolla, a
su vez, las afirmaciones de la constitución acerca de la revela-
ción divina. Estas afirmaciones se refieren al tema de la fe, es
decir , del hombre como sujeto de encuentro con Dios que se
revela a sí mismo, y marcan la profundidad específicamente
hum ana aue imulica la fe y en este caso, la dimensión particu-
lar de
la
p o s q n á i a ; q - e n la fe c on sc ie nk s e m a o i f k t a
en toda su plenitud. Precisamente desde este punto de vista del
sujeto personal se deben examinar también la posibilidad v la
exigencia del enriquecimiento de la fe. Y esto es tanto más
-acano 11 nos brinda
sólidas bases parael lo. Por eso conviene considerar la puesta
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 12/176
en acto de esta doctrina como empresa f u n d a m e n ~ d e l ~ e -
novación conci@r. sc trata de nada complctamrnte nuevo.
ya que se inscribe en
pro~iáTendciiCiadFsiempr~fo?mar
el-do catolicismo consciente y las enXCRzascon?iliares
nos permiten afrontarlo con mayor valentia y responsabilidad.
Y ello en virtud de la declaración acerca de la libertad religio-
sa, que realiza un agudo análisis del acto religioso, a cuya luz
resplandece plenamente el significado personal de la respuesta
que damos, en la fe, al Dios que se revela.
~ P o razón de su dignidad -leemos en el texto- todos
los hombres, por ser personas, es decir, dotados de ra-
zón y de voluntad libre y, por tanto, enaltecidos con una
responsabilidad personal, son impulsados por su propia
naturaleza a buscar la verdad, y además tienen la obliga-
ción moral de buscarla, sobre todo la que se refiere a la
religión. Están obligados, asimismo, a adherirse a la ver-
dad conocida
y
a ordenar toda su vida según las exigen-
cias de la verdad. DLR 2).
La reli ión puede definirse genéricamente como relación
del hm Dios. Relación que en el hombre tene--
damento en la naturaleza racional y libre, propia de la perso-
.
g m eso la
reliei n
es algo personal. El hombre lleva consi-
ao en la reliaión su libertad v se compromete a partir de un
Principio de cohe renc ia entre verdad realidad; sobre cuya
base se modela la fe como respuesta a la palabra de Dios, que
en ella se revela. Se trata en este caso de una res uesta que
por su esencia, es sobrenatural -como hemos S-i
a la vez, estrictamente personal. El hombre mantiene en ella su
Iibertad
y
asume el compromiso de acoger como verdad la
e la humanidad del hombre que hay que definir como algo
personal. L a fe es un problema de conciencia.
C a d a uno tiene la obligación, y , en consecuencia, tam-
bién el derecho de buscar la verdad en materia religiosa,
a fin de que, utilizando los medios adecuados, llegue a
formarse prudentemente juicios rectos y verdaderos de
concienciam DLR 3 .
El postulado de la fe consciente, del catolicismo consciente,
halla pleno apoyo en la toma de posición a través de la cual el
Concilio motiva el derecho a la libertad religiosa en una dimen-
sión social
y
pública. Al mismo tiempo que el derecho a la
libertad religiosa emerge de una lectura de la declaración conci-
liar auasi od extra. en lo aue se refiere al ordenamiento oúblico
-
la lesi que persiguc su a . al postulado ha
re ser entendido por encima dc todo como posrulado de enriqye-
cimiento de la fe p or uorre
del
s u o
enriquecimiento queco-
rresponde a la naturaleza del suieto que, además de ser persona,
Dios aue se revela a si mismo. La conciencia de la fe no se
identifica con la ciencia, aunque ésta consiste en una amplia
conciencia del contenido de la revelación, sino que- N
postulado de la fe consciente se orienta en esa dirección
El postulado de la fe consciente -n cuanto postulado del
enriquecimiento de la fe por part e del sujeto- no es otra cosa
que una constante solicitud del hombre para dar una respuesta
al Dios que se revela. Esta respuesta presuoone la aracia de la
fe y procede no sólo del hecho de la revelación, sino sobre
todo de la acción interior de Dios en el alma del hombre, aun-
que tal respuesta es al tiempo un acto consciente del h d e ,
pues se trata de una respuesta aue se da oersonalmente,
-El ejercicio de la religión, por su propia índole, consis-
te ante todo en los actos internos, voluntarios y libres
con los que el hombre se ordena directamente a Dios..
DLR 3 .
Respuesta que también se da comunitariamente:
.La misma naturaleza social del hombre exige que éste
manifieste externamente los actos internos de la religión,
que s comunique con otros en materia religiosa, que
profese su religión de forma comunitaria* DLR 3 .
Fieles al oensamiento del Vaticano
11
hemos de concebir y
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 13/176
do interior y su significado trascendente conio de su carácter
exterior v social.
.Los acto s religiosos con los qu e el hom bre, en virtud
C A P ~ T V L O11
de su intima convicción, se ordena privada y pública-
mente a Dios, t rascienden por su naturaleza el orden
FE Y D I ALO G O
terrestre y temp oral> (DLR 3 .
-La verdad ... debe buscarse de mo do ap ropiado a l a
dignidad de la persona hum ana y su naturaleza social ,
es decir, mediante la libre investigación, con ayuda del
magisterio o ensefianza, de la comunicación y del diálo-
go, p or medio d e los cuales los hombres se exponen mu-
tuamente la verdad que han enco ntrad o o juzgan haber
encontrado para ayudarse unos a otros en la búsqueda
de la verdad; y u na vez conocida ésta, hay que adherirse
firmemen te a el la con el asentimiento personal^ ( D LR
3).
exión sobre la actuación del Concilio tiene
xplorar las múlt iples vías d e enriquecimiento
1
por el propio Concil io. Ue acuerdo con su
orientación pastoral , el Vaticano responde a la pregunta de
;qué quie re dec ir creyente?; ¿,qué significa ser miem bro d e La
Iglesia? Y en su resp esta toma en consideración la verdad
intrínseca acerca del om bre como persona, que vive en el
mundo y se ve condicionado de diversas maneras por los de-
más hombres y sociedades humanas. Esta verdad hemos de
tenerla presente en la iniciación de la reflexión sobre las rela-
ciones entre fe y diálogo. El concepto de diálogo aparece en las
enunciaciones de la Iglesia durante el Concilio, y Pablo VI le
confiere un significado especial
en su primera encíclica
Eccle-
siam suam. Conce pto este que, por lo demás, incluso en dicha
I
encíclica, asume otros muchos significados según el texto en
1
que se aplique. De todos mod os nos parece esencial concretar
I
la r e l a c i ó n e n t r e d e
o fe; y esto para explicar no solame n-
il
1
ii
te la prop ia idea de diálogo , sino también la orientación
OU~;ienifica para la Ielesia la vida c m
Esto se perfi la con especial t ransparencia cuando se con-
cibe la-con un sentido preferentem ente existencial. en cuan-
to est ad o de concie ncia aumd-&del creven te. Est a po stu ra
parece corresponder a las orientaciones del Concilio. La fe así
concebida es juntamente a cto y hábito habitus) del que se de-
1
i
8
I
l9
i
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 14/176
rivan los actos particulares. La fe, pues, es una respuesta cons-
ciente, que el hombre brinda al Dios que se revela a si mismo:
respuesta al don puramente sobrenatural, que es, ciertamente,
don, pero que, a la vez, también -tal como expusimos en el
capítulo anterior- goza de carácter personal. Se trata de una
actitud religiosa madura del hombre y de una relación madura
con la verdad. L fe es asentimiento -leemos en el documen-
to conciliar-, es decrr. estar convencidos de la verdad de la
revelación.
En cuanto adhesión de convencimiento a la verdad
ceja de ser búsqueda de la verdad, en el sentido estricto de la
palabra. si bien. a la vez. se mantiene abierta a la ~osibilidad
de una búsqueda ulterior sobre la base en el marco de la
verdad conocida. Esta es la vía o
t o d e la fe, del aue antes hablamos.
Así, pues, el diálogo, además de coexistir con la fe. puede
ontribuir también a su enriquecimiento. En este sentido, apo-
yándonos en la declaración sobre la libertad religiosa. entende-
.
mos el diálogo en su acepción más genérica y simple, es
decir, como intercambio de ideas .
-...los hombres se exponen mutuamente la verdad que
han encont rado o juzgan haber encontrado para ayudar-
se unos a otros en la búsqueda (DLR 3 .
Si la fe es, por una parte, asentimiento , es decir, convic-
ción acerca de la verdad alcanzada en la revelación, por otra, y
en cuanto actitud conscientemente religiosa que trata de enri-
quecerse, connota el diálogo y lo acepta. El Vaticano 11 admite
el diálogo como metodo de e-cimTento de la
fe
Respon-
diendo a la pregunta de l e er miembro creyente
de? ,l Concilio afirma que eso significa estor con-
vencido de la verdad de la revelación y, al mismo tiempo, tener
acidad de didlogo.
Se trata en este caso de la capacidad de
ogar con hombres no convencidos, o que tienen otras con-
vicciones respecto a la verdad de la revelación. Una capacidad
de diálogo que no se limita a una serie de puntos, comunes a
todos los hombres -independientemente de su relación con la
revelación o, en general, con Dios-, sino que también aborda
temas referentes a la propia verdad de la revelación y a la
convicción de esta verdad.
No cuesta trabajo darse cuenta de que6
&o le plantea a la fe. a la& conscientem ente reliaiosa,
nas exiaencias ex plfc itas oue pueden y deben contribuir a enri-
-,Sin embargo, no se trata de un enriquecimiento me-
ramente intelectual. El diálogo no tiene, en este caso, un signi-
ficado puramente teológico, y mucho menos apologético .
ás bien parece que la idea del Concilio se ciñe a una realidad
aún más profunda, pues se trata de dar respuesta a la pregunta
de tipo existencial de ;que significa ser creyente y miembro
ombre que cree y es miembro de la Iglesia,
~$&?%ee'n? Iholamente en lo que rei ixc ta a Dios. como
respueSta a su revelación, sino tambien en lo que respecta a los
hombres. A este fin, el Concilio enseiía en Ia constitución so-
bre la Ielesia aue todos los hombres están llamados a consti-
tuir el Geb lohe ~ i o s CI 13 , pero tanto en este documento
como en otros manifiesta que existen cristianos separados, se-
guidores de religiones no cristianas, no creyentes y ateos. De
ahí que la fe en todo creyente, en todo miembro de la Iglesia
-cuando hay un convencimiento maduro y personal de que la
revelación es verdad-, puede y, más aún, debe connotar el
principio del diálogo.
*La Iglesia, en virtud de la misión que tiene de ilu-
minar a todo el orbe con el mensaje evangélico y de re-
unir en un solo Espíritu a todos los hombres de cual-
auier nación. raza o cultura. se convierte en seAal de la
&atemidad que permite y cónsolida el diálogo sincero.
CM 92).
El diálogo, en su actual sentido, significa intercambio de
ideas, significa también pregunta y respuesta y,finalmente,
una secuencia de preguntas y respuestas. Pero, además del diá-
logo concebido de acuerdo con las características apuntadas
hay que tener en cuenta el diálogo en sentido potencial, es
decir, en la disposición a él. Esta disposición se convierte en
realidad en el hombre creyente cuando éste, en la comunidad
de la Iglesia, brinda a Dios la respuesta a su revelación, y tal
disposición conviene porque hay hombres que no dan esa res-
puesta, o parecen no darla o la dan de otra forma. Lo cual no
se refiere sólo a los individuos, sino a masas enteras de la hu-
manidad actual, círculos de diálogo que dice Pablo VI en su
encíclica Ecclesiam suam. Cabria desentenderse de estos hom-
bres y estos círculos, contentándonos con una respuesta perso-
nal que diéramos a Dios mediante la fe en la Iglesia, pero el
Concilio ha adoptado otra postura, y, si en el pasado más bien
se aplicaba el método de la disyunción para conservar la pure-
za de la fe, el Vaticano Ii , por el contrario, ha señalado otro
camino para enriquecer la fe.
Esta vía se acerca más a la situación global del c reyente en el
mundo contemporáneo,
el cual, iluminado por la fe, se plantea
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 15/176
una pregunta que se refiere diversamente a los creyentes y no
creyentes; una pregunta que no debe llevar a cierto grado de
indiferentismo, sino más bien a detenerse ante todo círculo fue-
ra de la Iglesia y en éstos ante todo hombre, con todo respeto
hacia la persona humana y su conciencia. Un respeto que va
aparejado con el sentido de responsabilidad para con la ver-
dad y el deber de una búsqueda sincera de la misma por parte
de cada uno, tal y como vemos en la declaración sobre la liber-
tad religiosa. El que se acoge a una actitud de indiferentismo
se mantiene y mantiene a los demás exonerados de tal deber;
en cambio, el método del diálogo presupone ese deber y, en
cierto modo, lo acrecienta.
t Todos los hombres están obligados a buscar la ver-
dad, sobre todo en lo referente a Dios y a su Iglesia, y,
una vez conocida, a abrazarla practicarla. Confiesa
asimismo el sagrado Concilio que estos deberes rozan y
ligan la conciencia de lo shombres y que la verdad no se
impone de otra manera que por la fuerza de la misma
verdad, que penetra suave y, a la vez, fuertemente en las
almas (DLR
1 .
Si tenemos presente lo que el Concilioenseila acerca de la
persona humana y la conciencia, nos percataremos mejor del
significado del diálogo en el marco de todos loscírculos que se
mantienen fuera de la Iglesia.
Cuando exhorta al diálogo
y
sugiere su posibilidad y mdtodo, el Concilio lo hace siempre en
relación con
la
fe.
Basta fijarse en los siguientes textos:
La Iglesia católica exhorta a sus hijos a que con pru-
dencia y caridad, mediante el diálogo y la colaboración
con los adeptos de otras religiones, dando testimonio de
la fe y vida cristiana, reconozcan, guarden y promuevan
aquellos bienes espirituales y morales, así como los valo-
res socio-culturales que en ellos existen. (DRNC
2 .
La declaración acerca de las relaciones de la Iglesia con las
religiones no cristianas se dio prisa en subrayar, concisa pero
elocuentisimamente, los bienes y valores contenidos en ello.
La Iglesia católica nada rechaza de lo que en estas
religiones hay de verdadero y santo. Considera con sin-
cero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos
y
doctrinas que, aunque discrepen en muchos puntos de
lo que ella profesa y enseiia, no, pocas veces reflejan un
destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hom-
bres. Anuncia
y
tiene la obligación de anunciar constan-
temente a Cristo, que es
el camino, la verdad v la vida
(Jn 14.6). en quien los hombres encuentran la plenitud
de la vida religiosa y en quien Dios reconcilió consigo
todas las cosas- (DRNC
2 .
Análogas formulaciones sobre las relaciones de la fe con el
diálogo hallamos también, en mayor número, en el decreto
sobre ecumenismo, documento casi íntegramente dedicado a
este tema, al que dedicaremos un capítulo. Desde ahora. sin
embargo, hay que señalar determinadas formulaciones alta-
mente significativas:
Es necesario que los católicos reconozcan con gozo y
aprecien los bienes verdaderamente cristianos, proceden-
tes del patrimonio común, que se encuentran entre nues-
tros hermanos separados. Es justo y saludable reconocer
las riquezas de Cristo y las obras de virtud en la vida de
otros que dan testimonio de Cristo, a veces hasta el de-
rramamiento de sangre (DE 4).
Para leer, en cambio, en otro lugar:
La
manera y el sistema de exponer la fe católica no
I debe convertirse, en modo alguno, en obstáculo para el
l
diálogo con los hermanos. Es de todo punto necesario
que se exponga claramente toda la doctrina. Nada es tan
¡
ajeno al ecumenismo como ese falso irenismo, que datia
I
a la pureza de la doctrina católica y oscurece su genuino
y definido sentido. La fe católica hay que exponerla con
mayor profundidad y con mayor exactitud, con una for-
I
ma y un lenguaje que la haga realmente comprensible a
los hema nos separados. (DE 11).
Una simple mirada a los textos citados nos lleva a recupe-
rar el hilo de nuestro discurso, pues
e
o,
aunque sólo se le considere en su referencia potencial a los
hombres de fe diversa . exiee de cada uno -aparte del respe-
t o a personas y conciencias- una actitud conscientemente re-
ligiosa. Los documentos conciliares hablan claro cuando expli-
i
an que se trata precisamente de la actitud basada en la
relación c i o
ya en el capitulo anterior- que no debe sustraerse a la nme-
i
b_a del diálogo, en el que, por el contrario, manifiesta su pro-
pia madurez espiritual. No se trata, pues,
solamente de un exa-
men sobre las verdades de la fe, sobre el asentimiento que les
da a razón. sino é un examen relativo al amor al hombre, a los
23
3.-RrnovilObn cn m i
u nrrs
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 16/176
hombres de convicciones distintas: un examen que se desenvuelve
slem re en
fácil seria, ciertamente, la fe "sin diálogo". Pero el Concilio
que quiere responder a la pregunta de "¿qué significa ser cre-
yente y ser miembro de la Iglesia?", no puede eximirse de él.
Cuán dificil sea este examen de una fe madura, es algo que
se deduce claramente de las páginas de los documentos conci-
liares dedicados a la relación con la no-creencia y el ateísmo.
"Quienes voluntariamente pretenden apartar de su co-
razón a Dios y soslayar las cuestiones religiosas, desoyen
el dictamen de su conciencia y, por tanto, no carecen de
culpa. Sin embargo, también los creyentes tienen en esto
su parte de responsabilidad. Porque el ateismo, conside-
rado en su total integridad, no es un fenómeno origina-
rio, sino un fenómeno derivado de varias causas, entre
las que se debe contar también la reacción critica contra
las religiones
y,
ciertamente, en algunas zonas del mun-
do, sobre todo contra la religión cristiana. Por lo cual,
en esta génesis del ateísmo pueden tener parte no peque-
fia los propios creyentes, en cuanto que, con el descuido
de la educación religiosa, o con la exposición inadecua-
da de la doctrina o incluso con los defectos de su vida
religiosa, moral y social, han velado más bien que reve-
lado el genuino rostro de Dios y de la religión,, (CM
19).
Tal vez aquí, más que en los otros dos "círculos de diálo-
go", se manifiesta lo que puede y debe ser el "diálogo" para la
fe. La vía de su enriquecimiento. En este camino madura la fe,
que clava su mirada, por así decir, en los contrastes extremos y
se exige a si misma plena coherencia. De hecho -especial-
mente de cara a la no-creencia del ateísmo- el examen más
dificil es el del amor al hombre, a los hombres, en el terreno de
la fe. Un examen así es todo un iuicio. Y el Concilio no omite
el juicio as er a de los motivos d b i s m p aceptados por los
propios ateos:
"La Iglesia se esfuerza por conocer las causas de la
negación de Dios que se esconden en la mente del hom-
bre ateo, y, consciente de la gravedad de los problemas
planteados por el ateismo y movida por el amor que
siente a todos los hombres, juzga que los motivos del
ateismo deben ser objeto de serio y más profundo exa-
men. (CM 21).
al mismo tiempo, se diriee también a la fe de
los cristianos creyentes, de los miembros de la Iglesia,-y les
plantea graves e
la fe:
El remedio del ateismo hay que buscarlo en la exposi-
ción adecuada de la doctrina en la integridad de vida
de la Iglesia de sus miembros Esto se logra principal-
mente con el -ni0 de fe viva v adulta. educada
para poder percibir con lucidez las dificultades v ~ o d e r -
las vencer. Gran número de mártires dieron y dan pre-
claro testimonio de esta fe, la cual debe manifestar su
fecundidad imbuyendo toda la vida, incluso la profana,
de los creyentes, e impulsándolos a la justicia y al amor,
sobre todo respecto del necesitado* (CM 21).
Según la doctrina del Concilio, el diálogo es la vía del enri-
acias a 61 la fe se vuelve especialmen te viva y vivificada por el
-El Concilio, testigo y expositor de la fe de todo el
Pueblo de Dios, congregado por Cristo, no puede dar
prueba mayor de solidaridad, respeto y amor a toda la
familia humana que la de dialogar con ella acerca de
todos estos problemas, aclarados a la luz del Evangelio,
y poner a disposición del género humano el poder salva-
dor que la Iglesia, conducida por el Espíritu Santo,
ha
recibido de su Fundador. (CM 3 .
siempre la necesaria pmdencia, no excluye a nadie por
parte nuestra, ni siquiera a los que cultivan los bienes
esclarecidos del espíritu humano, pero no reconocen to-
davía al Autor de todos ellos. Ni tampoco excluye a
aquellos que se oponen a la Iglesia
y
la persiguen de
varias maneras. &os Padre es el principio v el fin de
todos. Por ello. todos estamos llamados a ser herumw.
En consecuencia. con esta c o m h varaci bnbu man a)r
divina, podemos y debemos cooperar, sin violencias, sin
engaiíos, en verdadera paz. a la edificación del mundo*
(CM 92).
Como vemos, idea del diálogo hunde sus raíces en el
contenido de lal e -precisamente en lo que el Concilio Vatica-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 17/176
n o 11 h a m a y o r m e n t e d e s t a c a d o e i l u m i n a d o c o n s u s
ensefianzas- y a la vez, implica profundos valores moyales,
que cal if ican la existencia y desarrollo de la familia hu m an ae n
el mundo.
CONCIE NCIA DE LA IGLESIA CO MO FUNDAMENTO
DE L
INICIACION CONCILIAR
La vía del enrique imiento de la le reabierta por el Conci-
lio taticano 11, pasa por la conciencia de la Iglesia. Asi lo
estableció tambikn Pablo VI en la orimcrd encíclica de su oon-
tificado, pub licada el mismo aíío en qu e el Conc ilio prom;l&-
ba la constitución dogmática sobre la Iglesia:
Lumen genrium.
Esta consti tución consti tuye, en cierto sentido, la clave
a t
pensamiento conciliar en su totalidad. En ella volvemos a en-
contrar también el conjunto de Los carhinos del enriquecimien-
to de la fe, que parten del Vaticano hacia el tuturo. Este
mlsmo conjunto obra en casi todos los documentos concil ia-
res, si bien en grado diverso. El complemento m4s adecuado
de la constitución dogmática es la constitución oastoral acerca
de la Iglesia en el mÜndo de hoy, que comienza con las pala-
bras
Gaudium e f sues.
Por esta razón precisamente se hizo necesario aclarar preci-
samente
la relacidn e-diálogo . puesto que ello va esrrecha-
mente ligado a la conciencia de la Iglesia. La Iglesia es verdad
de fe y objeto de uno de los art ículos del Credo: Creo en la
Iglesia, que es una, s ant a, católica y apostólica . Si la 6ptica
del Concilio fuera puram ente doctrinal , a lo mejor la doctri-
na acerca de la verdad de la fe que se refiere a la Iglesia se
habría d esarrollado de otra manera. P ero precisamente en este
punto tenia e l Conci lio que ser eminentemente pas tora l . No
era posib le trata- Iglesia sola me nte co mo objeto . Er a
necesario expresa rla tambien com o sujeto . Semejante intea-
c ibn a co m~ af i ab a iertamente la pr imera o rem nta au e se hizo
e l ~ o n c i l i i : ccles ia . quid dicis de' te i p s a? :~ ~ l~ s ia ,
dices de
ti misma?
Esta pregunta dirigida a la QleSia-suieto, se endere-
=también a cu an to s co ns titu ye n este su jet o.
Iglesia , en efecto, es una co mu nida d única en su gknero.
No cabe duda de que es comunidad de ig comuniaaa de
respuesta incesante a la palabra de Dios, comunidad de hom-
bres vinculados y unido s entre si por esta respuesta. La comu-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 18/176
nidadsurgida de tal respuesta, del diálogo con Dios,a
na en cierto sentido la dimensión vertical de la Iglesia y. al
mismo tiempo. se abre a todos los hombres. La te unida al
diálogo constituve la dimensión horizontal dc la Iglesia~~que
no es sólo dimensión humanistica . La dimensión horizontal
~
ZGceCíe de la vertical v corresponde a la rcalidads revela-
ción, por la que sahcmos que Dioi quirre qu i iodos loslnim-
bres se salven y alcancen la conciencia de 3 vrrdad (Il'im
2.4 .
La conciencia de la lalesia no nuede restrineirse: debe
corresponder a la universalidad del plan divino de la sal;ación
y de la obra de la redención. Por su Darte.
n hori-
zontal penetra en la dimensión vertical. El Concilio vislumbra
acertadamente la base de esta última dimensión includ en
cada uno de los hombres:
La Iglesia, que por razón de su misión y de su com-
petencia no se confunde en modo alguno con la comu-
nidad política
...
es a la vez signo y salvaguardia del ca-
rácter trascendente de la persona humana (CM 76 .
El carócter trascendente de la persona, unido a la
. .
S obl-
nes del hambre para con la verdad.
constituye no sólo la base
1 diálogo, sino que
est ab lece t ambién e/ ámb it o s u b ~ e t i v o d p ~
conciencia de la l ~l es ia ,
a cual, en cierto sentido..semc~nfw.
G71.
ste ámbito es más amplio que el que circunscnbe la perte-
nencia a una u otra religión, en el cual el vinculo espiritual y la
posibilidad de diálogo radican en el resplandor de aquella
verdad que ilumina a los hombres , como cita la declaración
sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cnstia-
de la conciencia de la Iglesia, y cuyos caminos ha indicado el
Vaticano
11. contiene en si. como exnresión de la fe. la nrofe-
sión
y
el d&logo. El diálogo, pues, no es un método aieno a
la dimensión vertical de la Ielesia. como alguna vez se pensó,
sino que se trata de un esfuerzo aue acomnaiia a la profesión y
t e p o s
ICOS.
nara. en
Ía
respuesta de fe dada a Dios. hallar el sitio m o r n b r e
efinirlo. Esta matización es importante para la conciencia de
4 ,
:
la Ig esia. La dimensión horizontal de esta conciencia sigue a
la dimensión vertical. v no a la i u m a . Solamente sobre ia
únicamente competencia de la conciencia de la Iglesia. La idea
de diálogo de i a salvación no habla tanto ;e sus fines y
efectos cuanto, más bien, de sils presupuestos y del significado
con que debe ir sellado en la conciencia de la Iglesia y de todo
creyente.
La constatación de que las vias de enriquecimiento de la fe,
que del Vaticano 11 arrancan hacia el futuro, deben pasar por
la conciencia de la Iglesia, tiene para nosotros, en el ámbito de
las consideraciones presentes,
o/ro si~nifica do ambién.
Puede
hablarse de un significado- . .
Fieles al fin pastoral del Concilio, nosotros deseamos respon-
der más detalladamente a la pregunta de ;qué significa ser cre-
yente, ser miembro de la Iglesia? Respondiendo a esta oregun-
ta, querríamos en cierto modo
armonizar la conciencia
catdlica
formándola de acuerdo con el pensamiento del Conci-
lio. Querríamos también que a esta conciencia correspondie-
ran las actitudes es~i ri tuales roouestas nor el Vaticano 11. Lo
nas. El Concilio en este punto se convierte 'n portavoz de la
querríamos, convencidos de que'el ~on Ci lio, ue ha sido pa-
convicción de que los actos religiosos, por los que los seres
labra del Espíritu (cf. Ap 2,7.17.29 , debe lograr una gradual
humanos, privada y públicamente, se dirigen con decisión inte-
pero sólida actuación en la vida de la Iglesia. v. nor ende. en la
nor a Dios, trascienden por su naturaleza el orden de las co-
sas terrestres y temporales (DLR 3). La convicción acerca del
carácter trascendente de la relixión. del acto religioso. está es-
gechamente vinculada a la convicción del carácter trascendep
te de la persona humana. Esta es la característica propia del
hombre. Si la Iglesia, cual leemos en la constitución pastoral,
essigno y salvaguardia del carácter trascendente de la persona
humana , quiere esto decir que la conciencia de la Inlesia no
sólo está abierta a cada uno de los hombres,sino aue . a mayor
abundamiento, no puede rectamente constituirse más que en
relación con el hombre
y
en unión suya.
Por lo tanto, el enriquecimiento de la fe, que ha de brotar
de cada uno de los cristianos.
De
la concieic'ia de la ~glesia-
sujeto, que nos une a todos en la comunidad
y
nos niantiene
en relación con cada uno de los hombres, pasamos a la 1~1es;a-
objeto de la te. Esto no quiere decir que se trate de dos polos
opuestos entre los cuales oscile nuestuuensamiento. sino de
S
aspectos
de
una única -1idgdf iom ala Iglesia ; al mis-
o ti emp o, he gm &e n la Iglesia. Creerno: en la Iglesia y so-
mos la Iglesia. T2da la iniciación conciliar debe precisamente
corresponder a esta realidad.
La verdad sobre la Inlesia la tenemos al final del
Credo
~~
..
....
cristiano. La Iglesia, comg objeto de la fe, como realidad obje-
tiva revelada, presupone la realidad de Dios, de la Santisima
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 19/176
Trinidad, la realidad de la creación, de la revelacign y de la
redención. La Iglesia procede d e estas realidades, en las que se
halla su explicación y, por eso, en el
Credo.
se le da su luga r
después de ellas. Este or den de rea lidades es el que debe expre-
s ~ ~ i a c o n c i e n c i arataremos a continuación
de ilustrar de qué modo el Vaticano
11 nos ayuda a "armoni:
zar" esa conciencia y a formarla . La verdad sobre la Iglesia no
se establece solamente en nuestro
Credo.
junto a las demás
verdades, sino que permanece en estrecha
y
orgánica conexión
con ellas, pues las verdades de la fe no están solamente vincu-
ladas entre ellas, sino que además se compenetran reciproca-
mente. Por eso es imposible concebir la realidad de la Ielesia
úerido que en el contexto oX á-
.
s
dices de
ti
misma?
Marchando. pues, por la senda del enriquecimiento de la
fe, que Dasa por la conciencia de la Ielesia. hemos de tener
S-iempre pres ente elnrin inio ecioroca. Lo
p6
mero de todo es necesario someter cuanto ha proclamado el
Vaticano 11 al principio de la integración de la fe. El Concilio
no se ha ocupado del contenido integro de nuestra fe v no ha
recogido y formulado todas las ve;dades en un
Credo
Tan
sólo después del Concilio lo hizo Pablo VI, quien el
30
de
junio de 1968 pronu nció el
Credo PopuN Dei
con referencia
explicita al magisterio conciliar. Este
Credo
señala claramente
que las enseñanzas del Vaticano 11, centrado principalmente
en la realidad de la Iglesia, deben inscribirse orgánicamente en
el contexto del depósito de la fe, y, por ende, integrarse en la.
doctrina de todos los demás concilios anteriores y del magiste-
n o pontificio. Y si la verdad acerca de la Iglesia se profesa
hacia el final de nuestro
Credo
y, en sucesión lógica, viene
después de las demás verdades de la fe, no
está
fuera de lugar
hacer presente que ello corresponde a una sucesión histórica.
En efecto, el Conc ilio Vaticano 11, que se ha ocup ado particu-
larmente de la verdad ace rca de la Iglesia -y, por lo tanto, ha
sido un Concilio eclesiológico-, se ha celebrado en el siglo xx
y ha venido después de otros muchos concilios que se han
ocupa do especialmente de esas verdades de la fe que en el
Cre-
do
profesamos antes de la verdad sobre la Iglesia.
Si bien esta constatación n o debe tom arse en sentido dema-
siado exclusivo (o má s bien "disyuntivo"), precisam ente po r la
integridad de la fe y de la recíproca compenetración de sus
3
verdades -las profesadas , com o las vividas-, ;no debem os,
empero, i p o r a r la analogía existente entre la lógica interna de
la fe que profesamos en el
Credo
v la historia de su gradual
enriquecimiento. Sob re este trasfondo
se
o m ~ r e n d e e io r eq
ué consiste d i c h 6 p r i n c i o i o d e s
hila
?al, tra tándo se de la reciproca elación existente entre el depó-
sito de la revelación la c o n c i e n c i a r
e la
Iglesia.
Algo muy importante, bien para la completa actividad de la
I
Iglesia y su autorrealización, bien para el modo de pensar
y
de
obrar de los católicos y su conciencia y actitud. Algo muy
importante para la teologia, asi como para la enseñanza en
general, la catequesis y la homilética, campos estos de acción
abiertos hoy ante nosotros y que, más o menos conscientemen-
te, se ocupan precisamente de esta reciproca integración.
Hem os, pues, de afirmar que la integración posconciliar de
la fe no es una adición mecánica de los contenidos del magiste-
rio del Concilio a cua nto hasta aho ra representaba la enseñan-
za de la Iglesia; ni @quiera p uede de cirse que sea lo que en
riguroso lenguaje escolástico se llama
iuxlaposilivo
ya qu e La
inserción del pensam iento del Vaticano 11 en el ámbit o de to-
das las anteriores formulaciones de la Iglesia ya se produjo
con vistas al desarrollo histórico de los documentos.
Integra
mentr cl principio de identidad de la l
'us
ropios inicios: los ar>i>s- Cstr principio, o p r r u i
el Concilio, debe continuar siendolo. a fin de integrar todo
el patrimonio de lafe con la conciencia y en la conciencia de
la E E a .
En las reflexiones sucesivas trataremos siempre de aplicar
este principio, indispensable para el trabajo que se impone la
Iglesia, camino de su ulterior autorrealización. En los juicios
que se han pronunciado sobre el Concilio y la actividad de la
Iglesia en el periodo posconciliar se han acentuado con exceso
las divisiones y diferencias ent re el grup o de los llamados inte-
gristas y el de los progresistas, y, en cam bio, se ha puesto poc o
i
sobre el tapete la consideración de que unos y otros, en su
responsabilidad para con la Iglesia, han de dejarse conducir
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 20/176
inexcusablemente por el principio y el imperativo de su identi-
dad y que, por consiguiente, unos y otros estaban y están obli-
gados a respetar el principio de integración, como condición
de la identidad e la misma. No tratamos, sin embargo, de
ocup arno s de este aspec to del problema,'sino que queremos
temon tarnos a la conciliar palabra del Esp titu en su simpli-
cidad y organicidad fundamentales. El Credo entero es reflejo
en la conciencia de la Iglesia,
y
a la vez la conciencia de la
Iglesia se extiende a todo el
Credo
hallando en todas las ver-
dades de la fe la base para formarse
y
profundizar en
si
mis-
ma. De ello son prueba elocuente los documentos del Concilio
Vaticano 11.
Más
adelante trataremos, por lo menos, de perfilar este
tema. aunau e no oodamos exoonerlo exhaustivamente
Aoare
con los que ~odemos e f i n i r riqüeza.
SEGUND RTE
FORM CION DE L CONCIENCI
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 21/176
C P ~ T U L O
CONCIENCIA DE
LA
CREACION
ción, pensamos, más que nada, en la fe en Dios, Padre todo-
poderoso, creador ; esas palabras con las que da comienzo
todo
Credo.
Esta verdad de fe ocupa el primer lugar y empapa
todas las demás; incluso la verdad sobre la Iglesia,
y
forma la
conciencia de ella en sus mism isimas raíces. La conciencia de la
Iglesia está unida orgánicamente con la conciencia de la exis-
tencia de Dios creador del mundo y a la que corresponde la
conciencia de lo obra de la creación.
Puédesenos preguntar en qué medida el Vaticano 11 enri-
quece con esta perspectiva nuestra fe. Debemos responder di-
ciendo que, ante todo, él hereda esta fe y además la anuncia en
la riqueza y fuerza sustancial con que ha sido transmitida de
generación en generación por el pueblo de Dios en la tierra.
-El pa dre Ete rno -leemos al comie nzo de la consti-
tución Lumen gentium- por una disposición libkmma
arcana de su sabiduría y bondad, creó todo el univer-
so. (CI
2).
<<Siendo rincipio sin principio os crea libremente
po r un acto de su excesiva y misericordiosa benignidad
El, además, difund ió con liberalidad, y no cesa de difun-
dir, la bondad divina, de suerte que es creador de to-
das las cosas. (DM 2).
tución Dei Verbum.
-Dios, creando
y
conservando el universo por su Pa-
labra (cf. Jn
1,3 ,
ofrece a los hombres en la creación
5
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 22/176
un testimonio perenne de sí mismo (cf. Rom 1,19-20).
(CR 3 .
Esta es la vía a través de la cual la razón humana puede,
incluso con sus propias fuerzas, l legar al conocimiento de
Dios; ya lo había expuesto ampliamente el Vaticano 1, y el
Vaticano 11 lo recuerda:
*El santo Síno do profesa que el homb re puede cono-
cer a Dios, principio y f in de todas las cosas, con la
razón natural , por medio de las cosas creadas (cf . Rom
1,20 *
(CR 6 .
Esta es laconcien cia que procede de las cosas creadas ,
pero sigue planteada la cuest ión de si esta conciencia es con-
ciencia esencial d e Dios y de la ob ra de la creación. Al conceo-
to d e creador y de ob ra-d e la c reac ión pertenece tamb i in , en
cierta med ida, la paternida d de Dios y su designio arcano ;
digamos, su plan r ico en sabiduria y fmto de la bondad y
benevolencia del creador. La obra de la creación es hiia del
amor. La razón hum ana puede, con el lumen naturale , co-
x a ios en cuanto principio de todo cuanto existe.
conciencia del Crea dor de la abra de la creacidn ost tu l obvia-
mente la revelación de
sí
mismo por Darte de Dios pues sin ella
no es posible que al intelecto solo se le alcance ni el designio
-cano , esto es, el plan etern o de la creación, ni sus motivos.
La conciencia de la -ntra aquí frente a la
ue se revel El Con cilio enseria explícitamente qu e Dio s
hombres en las cosas creadas un perenne testi-
monio de si mismo (CR 3). El térm ino testimonio es parti-
cularmente significativo, ya que, indicando el elemento de la
revelación contenida en la propia creación, muestra que la
creación es, dir íamos, primera y fundamental enunciación de
Dios; es su palabra, que exige, por encima d e todo, una res-
puesta de fe. El Vaticano 11 pretende ser guía de esa respuesta
de fe en este su esencial fundamento. Aunque pueda parecer
que no la desarrol le de modo especial y que más bien indique
la necesidad de integración con el contenido anterior de la fe.
sin e mb argo , in clus o en este te rre no , ofrece u n -¡en-
t
específico.
Este enriquecimiento procede de la real idad au e es el mun-
do . El modo en q ue esta real idad hace su aparición en los
trabajos del Concil io es algo que se presta a pro fundas refle-
xiones. En la primera etapa no estaba todavía perfi lada con
claridad. Fue Juan XXIII el que la introdujo, sefialándole al
Concil io la necesidad de elabo rar un d ocum ento sobre el tema
de la presencia de la Iglesia en el mun do co ntemp oráneo .
Este documento se l levó a efecto y ha alcanzado amplísimo
eco. Pero no es esto lo más importante. Lo importante es que
dicho do cum ento ha dad o lugar a que se esclarezca más inten-
samente la relación entre conciencia de la Iglesia y conciencia
de la creación. Al com ienzo de la const i tución pastoral sobre
la Iglesia en el mundo contemooráneo. el Concilio a U
es que debemos entender por ese mundo . Y, a n t e x e
nonerse a describir el mun do contem ooráne o . fo rmula lo
a u e v am o s a cita r e n s e ~ u ~ d a .omo queriendo indicar que el
mundo contemporáneo es un o de los momentos de este mundo
que expresa con sencillez la obra entera de la creación v su des-
arrollo unilateral en relación al Creador.
El mu ndo que (el Concil io) t iene ante si es, por tan-
to, el de los hom bres, esto es, la entera famil ia hum ana en
el con junto universal de las realidades entre las qu e ésta
vive; el mu ndo q ue es teatro de la historia humana ... el
mundo que los crist ianos creen creado
y
conservado en
existencia por el amor del Creador, esclavizado bajo la
gervidumbre, según el designio divino, a transformarse y
a a l canza r s u cons um ac i ón~~CM 2).
Así , pues, el concepto de mundo t iene en el docum ento
conci:iar much os signif icados, pero el fundam ental y más
apropiado es el que corresponde a la real idad de la
creado po r am or del Creador ; y su sostenim iento en exis-
tencia es una creaciun continug. ks sorprendente el hecho de
que el Concil io, que comenzó, por así decir lo, orientándose
hacia la realidad de la Iglesia, se haya después cruzado en su
camino. en apariencia sólo indirectamente. con la real idad de
la creación. si la constitución pastoral sobre la Iglesia en el
m undo a ctual es c o n s i d e r a d a t o co m~ le m en ta r io e
la const i tucjM doemática sobre la Iglesia, me atrevo a supo-
ner q ue el lo ha d e atr ibuirse no sólo al hecho de la problemá6-
ca de la contemporaneidad , sino más, seauramente. al de la
problemática del mundo y al de una vinculación entre la
c r -
yor alcance y pormen orización de lo oue
cución dogmatica sobre la Iglesia
El avance en estas coniide-
ractoncs de mostrará cuál es el signif icado qu r le correrponde
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 23/176
al mundo en orden del enriquecimiento de la fe, cuyo ámbi-
to es la conciencia de la Iglesia. Detengámonos entre tanto en
la conciencia de la creación.
Toda la constitución
Goudium et spes. y en concreto el copi-
tulo ZZ de la primera parte dedicado al análisis de la actividad
humana en el mundo, arroja una luz especial sobre el tema en
cuestión. Respecto a este documento, el Concilio afirma muy
significativamente que la Iglesia desea unir la luz de la reve-
lación al saber humano para iluminar el camino recientemente
emprendido por la humanidad (CM 33 . Este es el camino
marcado al hombre por el Creador desde el principio.
Creado el hombre a imagen de Dios, recibió el man-
dato de gobernar el mundo en justicia y santidad, some-
tiendo asi la tierra y cuanto en ella se contiene, y de
orientar a Dios la propia persona y el universo entero,
reconociendo a Dios como creador de todo. (CM 34).
Podemos decir que en esta frase viene formulada la m c j a
misma de la conciencia de la creación, obieto de la cual son, al
mismo tiempo, el mundo el hombre . Por eso, en la
pa-.
norámica de la obra de la creación. el hombre se sitúa. bien
desde fuera, en cuanto consciente del mundo, bien desdé den-
tro, en cuanto consciente de sí mismo. El Concilio se da cuen-
ta de la convicción, cada dia mayor en el mundo actual, de
que la humanidad puede y debe cada vez más perfeccionar
su dominio sobre las cosas creadas (CM
9).
es esta convic-
cibn, este proceso dinámico el que trata de iluminar en profun-
didad mediante la verdad sobre la creación.
De esto se habla de un modo seguramente más explícito en
el celebre pdrrafa dedicado al problema de lo outonomia de las
cosas creadas.
-Si por autonomia de la realidad terrena -leemos en
este párrafo- se quiere decir que las cosas creadas y la
sociedad misma gozan de propias leyes y valores, que el
hombre ha de descubrir, emplear y ordenar poco a poco,
es absolutamente legitima esta exigencia de autonomia.
No es sólo que la reclamen imperiosamente los hombres
de nuestro tiempo. Es que además responde a la volun-
tad del Creador* (CM
36 .
En este pasaje encontramos un texto ciertamente esencial
para determinar las vias del enriquecimiento de la fe del hom-
bre actual:
propia naturaleza de la creación, todas
otadas de coiisistencia. v e r d a d m d
p o f i a s y
de un propio orden regulado, que el hombre
debe respetar con el reconociiiicnto
de
U rnetoaoiogía
aarticular de cada ciencia o arte.
Por ello. la investiea-
z ó n metbdica en todos los campos del saber, si está re-
alizada de una forma autknticamente científica y confor-
me a las normas morales, nunca será en realidad
contraria a la fe, porque kre a li da de s profanas y las de
la fe tienen su origen en un mismo Dios. ás aún, quien
con perseverancia y humildad se esfuerza por penetrar
en los secretos de la realidad, está llevado, aun sin saber-
lo, como por la mano de Dios, quien, sosteniendo todas
las cosas, da a todas ellas el ser* (CM 36 .
La autonomia de las cosas creadas no es sólo un derech?
del hombre, sino, ante todo, uno de sus deberes. peber del
seiior de las cnaturas, al que corresponde someteríaSaeT .
;ubordinarlas. Pero el camino que lleva, a esta meta pasa por
una subordinación e s o e c i f i r ~onciencra v de la ac-
humana a esa realidad que constituye todo ser c r e a L E h n &
iodo para conocer
y
actua r que -aunque no vaya acompaña-
do de la conciencia de la creación v de la relación consciente
'con el Creador- es va cierw encuentro con él. es siemure un
encuentro en lo obra de la creocidn y en el ámbito de la misma.
Este encuentro es orecisamente el de todos los hombres aue
respetan la justa a itono mia de las cosas creadas. Ahora bien,
esta autonomia indica indirectamente la necesidad de orde-
nar en la verdad , o más bien de subordinar en la verdad .
Necesidad esta que se refiere al hombre y a toda su actividad
respecto al mundo. hasta tal punto -como enseña el
Concilio-, que se encuentra siempre con el Creador.
La continuación del citado texto, en el que el Concilio se
opone al concepto erróneo de la expresión autonomia de las
realidades temporales , nos ilustra todavía más acerca del
tema de la conciencia de la creación.
Pero, si autonomía de lo temporal -leemos-
quiere decir que la realidad creada es independiente de
Dios y que los hombres pueden usarla sin referencia al
Creador, no hay creyente alguno a quien se le escape la
falsedad envuelta en tales palabras. La criatura sin el
Creador desaparece. Por lo demás, cuantos creen en
Dios, seacual fuere su religión, escucharon siempre la
manifestación de la voz de Dios en el lenguaje de la
39
4. RmovoriM en su fumies
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 24/176
creación. Más aún, por el olvido de Dios, la propia cria-
tura queda oscurecida- (CM 36).
El texto tiene un carácter figurativo y es en cierto modo un
escorzo mental; sin embargo, percibimos claramente que en-
tramos en contacto con el núcleo más profundo del dogma de
la creación, del que nos abastecemos abundantemente. El
Concilio afirma, ante todo, que la verdad acerca de la creación
y
el Creador es común a casi todas las religiones, fuente del
lenguaje en sí y por si religioso de las criaturas. Por eso, la
afirmación de que las cosas creadas no dependen de Dios es
un atentado directo contra la esencia de esta verdad y este
lenguaje, ya que es como decir que ''las cosas creadas no han
sido creadas . Sin embargo, no se trata en este caso de una
contradicción conceptual. El dogma de la creación d e f w e l
modo más profundo la propia realidad. No sólo el concepto
ae creación carece de sentido si se le desnuda de la_id l
Creador , s ino aue la orooia realidad aue definimos con ese
que es Ta u t o r de es ta existencia, a l a que sostiene continua-
mente.
l
ser creado significa el ser que presupone al Creador
y
Creador se desvanece . Por eso, la autonomia de las
realidades temporales , concebida como negación de Dios
creador es, al mismo tiempo, negación de las criaturas. es des-
conocimiento de su carácter orkológico: $1 olvido de Dios
priva de luz a la propia criatura , razón por la cual comporta
una desorientación fundamental en la conciencia, en la acción
del hombre.
En apariencia, esta consideración tiene un sinnificado
negativo, mientras indirectamente, en cambio, emerge precisa-
mente de ella I afirmación de la obra de la crea cih , base de
e:
conciencia f e la Iglesia. La i
el
mundo .
v
su conciencia alcanza eón al
s e corresponde el mundo , pues todo el desarrollo dZ1
mundo logrado por el hombre no es otra cosa que una mani-
festación v revelación cada vez mayar de la o m dezla
creación.
.Los cristianos, lejos de pensar que las conquistas lo-
gradas por el hombre se oponen al poder de Dios y que
la criatura racional pretende rivalizar con el Creador,
están, por el contrario, persuadidos de que las victorias
del hombre son signo de la grandeza de Dios y conse-
cuencia de su inefable designio. Esta enseiíanza vale
igualmente para los quehaceres más ordinarios. Porque
los hombres y las mujeres que, mientras procuran el sus-
tento para sí y su familia, realizan su trabajo de forma
que resulte provechoso y en servicio de la sociedad, con
razón pueden pensar que con su trabajo desarrollan la
obra del Creador (CM 34 .
La verdad sobre la creaci6n es esa verdad de fe con la que
el hombre se encuentra en el mundo más que con ninguna
otra. Esa que parece salir al encuentro de los interrogantes
fundamentales referentes a la existencia del mundo
y
al sentido
de la existencia del hombre en el mundo. Esta verdad sirve
para organizar sustancialmente toda la esfera de los valores,
ayudando, por ejemplo, a convencernos de que el hombre
vale más por lo que es que por lo que tiene , como dice la
constitución Gaudium
el
spes siguiendo a Pablo VI, y de ella
procede la afirmación posterior de que los progresos en el
campo técnico pueden proporcionar, por así decirlo, materia
a la promoción humana, si bien solos no pueden de modo
alguno realizarla (CM 35 .
Cuando constatamos que la conciencia de la creación es el
fundamento de la conciencia de la Iglesia, logramos descubrir
las orientaciones del enriquecimiento de la fe seiialadas por el
Concilio, que, penetrando en la obra de la creación, proclama
la verdad sobre el Creador. La verdad sobre Dios, que crea y
mantiene en su existencia al mundo, nos revela su trascenden-
cia y su aún más fundamental presencia en el mundo. Y es con
ésta con la que el hombre incesantemente se encuentra. La
Iglesia profesa esta verdad al comienzo de su Credo y el Con-
cilio nos ayuda a verla no solamente como una realidad que se
encuentra, por así decirlo, por fuera de la conciencia de la
Iglesia, sino como parte integrante de esta misma conciencia.
Hasta ahora hemos dado sólo un primer paso en esta direc-
ción, pero el primer paso determina los demás.
a
conciencia
de la Iglesia, con motivo de la obra de la creación, es, en cierto
modo, conciencia del mundo; y viceversa, la conciencia del
mundo empapada de la verdad sobre la creación y su Creador,
se hace conciencia de la Iglesia en su estructura fundamental.
Sobre ella continuamos contmyendo.
Se diría que el enriquecimiento de la fe -contribución del
Vaticano 11- parte no tanto de la conciencia de la creación
hacia las posteriores verdades de nuestro Credo cuanto preci-
samente de esas verdades hacia la conciencia de la creación,
ofreciéndole así un contexto de fe más rico.
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 25/176
REVELACION DE LA SANTISIMA TRINIDAD
Y
CONCIENCIA DE LA SALVACION
.Dios, creando y conservando el universo por su Pa-
labra (cf. Jn
1,3 ,
ofrece a los hombres en la creación
un testimonio perenne de sí mismo (cf. Rom 1,19-20);
queriendo, además, abrir el camino de la salvación so-
brenatural, se reveló desde el principio a nuestros pri-
meros padres,, (CR 3).
La fe procede de la revelación; es la aceptación de la reve-
lación y es su respuesta. El Concilio Vaticano 11 ha confir-
mado una vez más el camino que lleva a Dios a través del
testimonio de las criaturas. Camino que, aunque indirecto, es
verdaderamente importante para el encuentro con Dios, en-
cuentro que, sin embargo, debe también estar preparado por
parte del hombre actuarse bajo la guía de su entendimiento.
El propio Concilio ha resaltado el camino de la revelación;
es decir, aquel que lleva de Dios al hombre.
Y
Dios, desde el
principio, se ha revelado a nuestros padres. Esta revelación
tenía como finalidad la salvación del hombre y, desde el prin-
cipio, ha mostrado el sentido y carácter sobrenatural deésta.
Da la impresión de que el Concilio, afrontando la gran empre-
sa de la autoconciencia de la Iglesia,
haya explícitamen te unido
la imagen de la vida interior de Dios transmitida por la revela-
cidn y la conciencia de la salvación por parte del hombre
con-
sistente en la participación en esa vida. Precisamente por esto,
la respuesta a la revelación no es solamente la aceptación inte-
lectual de su contenido, sino - c o m o leemos en la constitución
Dei Verbum-
es una actitud con la que el hombre se abando-
na enteramente en Dios (CR
5 .
.Quiso Dios, con su bondad
y
sabiduría, revelarse a sí
mismo y manifestar el misterio de su voluntad (cf. Ef
1,9): por Cristo, la Palabra hecha carne,
y
con el Espíri-
tu Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre
y
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 26/176
participar de la naturaleza divina (cf. Ef 2.18; 2Pe 1,4).
En esta revelación, Dios invisible (cf. Col 1,15); lTim
1,17), movido de amor, habla a
los
hombres como a
amigos (cf. Ex 33.11; Jn
15,14-15), trata ciin ellos (cf.
Bar
3,38
par a invitarlos y recibirlos en sr ;mpaAían
(CR 2).
-por medio de la revelación Dios quiso manifestarse
a sí mismo y sus planes de salvar al hombre, para que el
hombre se haga partícipe de los bienes divinos, que su-
peran totalmente la inteligencia humana (CR 6).
n revelación de sí mismo y la voluntad de salvar al hombre
forman, com o se ve, un acto único por parte de Dios, al cual,
por parte del hombre, por parte de la familia humana en la
Iglesia, corresponde el conocimiento de Dios en el misterio de
su esencia interior y, juntamente, el conocimiento de la salva-
ción. esto lleva el conocimiento de aquella arcana voluntad
de Dios que ha manifestado con la revelación de si mismo.
Dios. en efecto, se ha revelado no sólo para que todos los
hombres pudieran conocerlo como Padre, Hijo y Espiritu San-
to en la unidad de la divinidad, sino también para que, por
medio del Hijo-Verbo que se hizo carne, tuvieran acceso en el
Espiritu Santo al padre y se hicieran partícipes de la misma
naturaleza divina, es decir, de la divinidad. La obra de la sal-
vación significa una particular unión con Dios, o más bien una
comunión misteriosa y, a un tiempo, profundamente real. Este
es el realismo de la gracia con el que Dios -llevado por la
superabundancia de su amor- hace al hombre hijo suyo y
vive con él como un amigo. La revelación, por tanto, no es
solamente la manifestación del misterio de Dios, sino además
una invitación. El hombre, al aceptarla, participa de la obra de
la salvación.
La conciencia de la Iglesia está vinculada estrechisimamen-
te a la conciencia de la salvación. La Iglesia profesa la verdad
de un Dios que salva, y esta verdad completa la verdad de un
Dios que crea. La conciencia de la salvación parece como su-
perestructurarse sobre la conciencia de la creación y, al mis-
mo tiempo, penetra en ella hasta el fondo y es una respuesta
adecuada a la revelación del misterio
de
la Santlsima Trinidad.
Esta verdad de la fe que permite al hombre penetrar hasta el
fondo en la realidad trascendente del ser divino. constituve. en
cierto sentido, la cumbre de la conciencia de la iglesia. ~ Í ~ a t i -
cano 11 se ha manifestado harto claramente a este resoecto.
través de la verdad de la fe acerca de la Santísima ~riiidad,a
Iglesia toca no s61o el más intimo misterio de Dios, sino tam-
bien el propio misterio. Esto se confirma, entre otras razones,
por el propio titulo del capitulo 1 de la constitución
Lumen
genrium, que se ocupa del mysterium Ecclesiae. Podemos decir
que este configurarse de la conciencia de la Iglesia resulta del
modo en que Dios se revela a si mismo. Dios, efectivamente,
se ha revelado a si mismo como unidad y, a la vez, como
comunidad de persona; razón por la cual los hombres que
aceptan esta revelación no sólo se hallan ante una realidad
que es Dios en si mismo, sino que deben también constatar
que han sido, digamos, introducidos en las profundidades de
esta realidad misteriosa y sobrenatural y que, por lo tanto, su
vocación es la unión con Dios.
Llegados a este punto, lo mejor que podemos hacer es sim-
plemente citar los primeros párrafos de la constitución Lumen
gentium.
sobre la unidad divina del Padre, del Hijo y del Espi-
ritu Santo, no ya y solamente en la trascendencia de la divini-
dad, sino tambitn en la plenitud de la revelación, que constitu-
ye el misterio de la Iglesia.
El Padre E terno,
por una disposición libérrima y arca-
na de su sabiduría y bondad, creó todo el universo, decre-
tó
elevar a los hombres a participar de la vida divina, y
como ellos hubieran pecado en Adán, no los abandonó,
antes bien les dispensó siempre los auxilios para la salva-
ción, en atención a Cristo Redentor, que es la imagen de
Dios invisible, primogénito de toda criatura
(Col 1,15). A
todos los elegidos, el Padre, antes de todos los siglos, los
conoció de antemano
y
los predestind a ser conformes con
la imagen de su Hijo. para que éste sea elprimo génito entre
muchos hermanos
(Rom 9.29). Y estableció convocar a
quienes creen en Cristo en la santa Iglesia* (CI 2).
<<Vino, or tanto, el Hijo,
enviado por el Padre, quien
nos eligió en El antes de la creación del mundo y nos
predestinó a ser hijos adoptivos, porque se complació en
restaurar en
El
todas las cosas (cf. Ef 1,4-5 y 10). Así,
pues, Cristo, en cumplimiento de la voluntad del Padre,
inauguró en la tierra el reino de los cielos, nos reveló su
misterio
y
con su obediencia realizó la redención. La Igle-
sia, o reino de Cristo, presente actualmente en mis-
terio por el poder de Dios crece visiblemente en el
mundo>> CI 3).
Consumada la obra que el Padre encomendó realizar
al Hijo sobre la tierra (cf. Jn 17.4).
fue enviado el Espiritu
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 27/176
Santo el día de Pentecostés, a fin de santificar indefinida-
mente la Iglesia y p ara que de este mo do los fieles tengan
acceso al Padre por medio de C risto en un mismo Espíri-
tu (cf. Ef 2,18). El es el Espiritu de vida o la fuente de
agua qu e salta has ta la vida e terna (cf. Jn 4,14; 7,38-39),
por quien el Pa dre vivifica a los hombres m uertos por el
pecado, hasta qu e resucite sus cuerpos mortales en Cristo
(Rom 8,lO-11). El Espíritu habita en la Iglesia y en el
corazón de los fieles como en un templo (cf. Icor 3,16;
6,19), y en el los ora y da tes timonio de su adopción com o
hijos (cf. Gá1 4,6; Ro'm 8 , 5 1 6 y 26). Guía a la Iglesia a
toda la verdad (cf. Jd 16,13), la unifica en comun ión y
ministerio, la p rovee y gobierna con diversos don es jerár-
quicos y carismáticos y la embellece con sus fm tos (cf. Ef
4,11-12; Icor 12 4; Gál 5,22). Con la fuerza del Evangelio
rejuvenece a la Iglesia, la renueva ince santem ente y la
conduce a la unión co nsum ada con su Esposo. En efecto,
el Espiritu y la Esp osa dicen al Señ or Jesús: ¡Ven (cf. Ap
22,17)» (CI 4).
Así se expresa el Concilio V aticano 11 acerca del misterio
de la Trinidad divina y, al mismo tiempo, acerca del misterio
de la Iglesia. Cabe referirse de nuevo, en este punto, al princi-
pio de la integración para vislumbrar la dirección exacta del
enriquecimiento de la fe. La revelación del Padre, del Hijo y
del Espiri tu Santo ha orientado desde el comienzo la fe de la
Iglesia, el magisterio y la teología hacia el misterio de Dios.
De ello dan test imonio elocuente los primeros concil ios y el
Credo, recitado todavía durante la santa misa. Habidndose
Dios revelado a sí mismo. habiendo desvelado ante e l hombre
el misterio del ser y la vida interior de la única divinidad en la
trinidad de las personas, se deduce que el acto fundamental de
la fe,
el modo fundamental como responde el hombre a la
revelación de sí mismo por parte de Dios, consiste en hacer
profesión de la verdad acerca de Dios en símism o . El Vatica-
no 11 retoma esta expresión de la fe, que corresponde a la tras-
cendencia absoluta de la divinidad.
Sin embargo, la revelación de la Santísima Trinidad da a
nuestra fe otra expresión m ás, cosa que el Concil io ha part icu-
larmente resaltado, desde las primeras frases de su más imp or-
tante documentación, con desarrollo posterior a lo largo de
sus enseñanzas. Esta expresión de la fe es la de la llamado. Dios
no sólo se ha revelado a si mismo al hombre, sino que a la vez lo
ha llamado y escogido. Esta expresión de la fe tiene, por lo
46
tanto, su fundamento en el modo mismo en que la Trinidad
divina se ha revelado; esa revelación va estrechamente ligada
al designio del Padre con respecto a la salvación y, al tiempo,
es decisiva para su realización. Podemos resumir brevemente
todo esto diciendo que Dios quiere que el hombre se salve
mediante si mismo, ofreciéndole la part icipación en la propia
vida divina. La revelación al respecto no es solamente un a de-
claración verbal , sino que es una acción part icular de Dios en
la trinidad de las personas. Esta acción t iene p or finalidad Ile-
j
var al hombre a part icipar realmente de la naturaleza y de la
vida divina. En los textos citados, la constitución Lumen gen-
j
tium nos presenta concisa, auténtica y sintéticamente esa reve-
lación, que es acción del Padre, del Hijo y del Espíri tu San to.
Acción que consti tuye todo el orden sobrenatural de la gracia
y el misterio de la Iglesia. Por esta razón es por la que la
conciencia de la Iglesia advierte la necesidad de penetrar en el
misterio de la Santisima Trinidad.
El Dios que salva es el Padre, que quiere salvar al hombre: es
el Hijo, enviado por el Padre para que en El, mediante la en-
carnación y su hum anación , se realice la renovación d e todas
las cosas, y sobre tod o la adop ción de los hombres co mo hijos
de Dios, y es, por último, el Espíritu Santo, enviado después
que el Hijo h ubo l levado a cabo la obra confiada por el Padre,
"para sa ntificar consta ntem ente a la Iglesia El Espíritu mo ra
en la Iglesia y en los corazones de los fieles como en un tem-
plo, y en ellos ora y d test imonio de su adop ción com o hijos"
(CI 4). El misterio de la divinidad, la Santísima Trinidad, se le
plantea abiertamente a la conciencia de la Iglesia no sólo
com o supre ma y completa verdad q ue la Iglesia profesa acerca
de Dio s "en sí mismo", sino también co mo verdad sobre la
salvación a la que Dios l lama e invita al hombre. Es además
verdad acerca del Padre, que engendra desde la eternidad al
Hijo-Verbo, siendo con El la fuente perenne del Espíntu-
Amor. Al mismo tiempo es ésta la verdad sobre el Padre que
obra en la historia de la hum anidad por la encarnación visible
P
del Hijo y po r la venida del Espiri tu San to, que el texto conci-
l iar l l ama "efusión", uo rau e, de mo do invis ible , perd ura
. .
ininterrumpidamente.
enriauecimiento de la fe en la Santísima ninidad, mani-
. .
~
festado en las enseñanzas dél Vaticano 11, hay que referirlo a la
realidad de la misión de las personas divinas, misión que se diri-
ge al hombre, constituye la realidad divina de la Iglesia
y
de
I
este modo hace que la Iglesia lleve en sí la conciencia de la
salvación y t ra te de penet rar en cada un o de los hombres y en
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 28/176
toda la familia humana. Esta conciencia está expresada, entre
i ,Por qué ha de caminar hacia la realidad últ ima, que es Dios:
otros mOnIentos, en un a de las primeras frases de la consti tu-
Padre, Hijo
y
Espíritu San to? por qué se enderezan al homb re
ción Lumen gentium:
missiones divinarum personarum
por qu é éstas, precisamente
éstas, constituyen el más hondo misterio divino de la Iglesia?
'.La Iglesia es en Cristo com o un sacram ento , o sea,
La Iglesia descubre en su propia misión la conciencia de la
s igno e ins tmm ento de la unión int ima con Dios y de la
unidad de todo el gCnero humano- (CI 1).
salvación a través de la confrontación fundamental entre la
verdad revelada acerca de Dios
y la del hombre, verdad que
consti tuye el perenne depósito d e su doctrina y de sus enseñan-
zas. Estas verdades vienen, sin embargo, marcadas con un
acento nuevo, como era necesario.
He aquí una enunciación definit iva:
, .El Sefior, cua ndo ruega al Padre que todos sean uno,
cqmo nosotros tambiLn somos uno (Jn 17,21-22). abriendo
perspectivas cerradas a la razón humana, sugiere una
cierta semejanza entre la unión de las personas divinas y
misión divina.
la unión d e los hijos de D ios en la verdad
y en la caridad.
Esta semejanza demuestra que el hombre, Única criatura
Una exposición, seguramente la más concisa, de la verdad
que atahe a la misión de las personas divinas se encuentra en
terrestre a la que Dios ha amado por sí misma, no puede
el decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia.
encon trar su propia plenitud si no es en la entrega sincera
de si mismo a los demás* (CM 24).
-La Iglesia peregrinante es, por su naturaleza, misione-
La semejanza del hombre con Dios halla, en cierto modo,
ra, puesto q ue tom a su origen de la misión del Hijo y de la
u
fundamento, en el misterio de la Santísima Trinidad. El
misión del Espíri tu Santo, según el propósito de Dios
Padre.
hombre se asemeja a Dios no sólo en virtud de la naturaleza
espiri tual de su alma inmortal , sin o también gracias a su natu-
Este propósito d imana del *amor fontal . o caridad de
raleza social, entendida ésta como característica de la persona
Dios Padre, que, siendo Principio sin principio, del que
incapaz de enco ntrar su propia plenitud si no es en la entrega
fue engendra do el Hijo y procede el Espíri tu Sa nto por el
sincera de si misma a los demás . Con siguien temen te, la
Hijo, creándon os l ibremente por u n ac to de su excesiva y
unión en la verdad y en la caridad constituy e la expresión
misericordiosa benignidad y l lamándonos, además, gra-
últ ima de la comunidad de personas. Tal unión merece el
ciosamente a part icipar con El en la vida y en la gloria,
nombre de communio, y communio significa m ás qu e comuni-
difundió con l iberalidad, y n o cesa de difundir, la bondad
dad communitas). En latín, communio señala, de hecho, una
divina, d e suerte qu e el que es creador de todas las cosas r el ac ión en t r e la s per sonas que só l oes ~ r o p i a e ellas, e indica
ha venido a hacerse
todo en todas las cosas
(1Cor 15,28),
adem ás el bien q ue estas personas intercambian en su recipro-
proc uran do a la vez su gloria y nuestra felicidad (D M 2).
co dar y recibir .
No vamos a añadi r a es te texto un com entar io matizado de
El Concil io no ha completado un análisis de la obra de la
t ipo exegético, como tampoco lo hemos hecho antes. Nos va-
salvación con miras a un enriquecim iento dire cto -a través de
mas
a limitar tan sólo a perfilar las principales orientaciones
su magisterio- de la doc trina de la gracia. Aquí se extiende
del enriquecimiento de la fe, presentadas por el magisterio
un vasto campo de integración teológica y kerigmática. Sin
conciliar. El texto citado del decreto sobre las misiones es
una
embargo, el Concil io, refiriéndose a la tradición más antigua,
excelente confirmación de la estrecha unión entre fe de profe-
ha, en cierto sentido, descubierto los polos mismos del miste-
sión fe de l lama da, a la que ya nos hemos referido. Con
n o d e la salvación, entre los cuales se desenvuelven el proceso
relaciÓn a la fe de llamada, el Concilio ha elevado con discre-
sobrena tural de la gracia -acontecimiento interior- y la his-
ci6n la Pregunta de que, ¿por qué el hombre ha sido l lamado?
toria de la salvación en cuanto sucesión de los acontecimien-
49
i
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 29/176
tos, digamos. exteriores y culniinantcs de la Iglesia visiblc.
Esta presentación y esta postura del Vaticano no sólo adm i-
te la posibilidad de integración, sino que la reclama. Pese a
el lo, las afirmaciones m ás antiguas cobran aqu i acentos total-
mente nuevos. como se desprende del último texto citado. El
propio Jesús nos propone esta semejanza e incluso, se podría
decir , esta analogia metafísica entre Dios persona y comuni-
da d -o, si se quiere, comu nión de las personas en la unidad
de la divinidad- y entre el hombre com o persona y su voca-
ción a la comunidad "en la verdad y en la caridad"; comunidad
en cuyas raices se asienta el derecho a realizarse mediante el
don de si. ¡Cuán elocuente es la afirmación de la constitución
Gaudium el spes de q ue "el h om bre en la tierra es la única
criatura que Dios haya querido po r si misma", como criatura-
fin, y n o sólo com o criatura-medio El designio y la obra d e la
salvación responden a esta real idad fundamental del hombre.
La salvación tiene carácter personal y, al mismo tiempo, "de
comunión", y se realiza en la com unid ad de la Iglesia y por
medio de la Iglesia.
De este mo do, el Co ncil io camina sobre las huellas del de-
signio eterno del Padre, su plan "de amor"; plan que está en
Dios y procede d e Dios, pero cuyas trazas pueden descubrirse
en la naturaleza del hombre, en el orden mismo d e la creación.
Es
como si el Concilio quisiera señalar que, siguiendo estas
huellas, el hombre es capaz
de descubrir su pertenencia al orden
sobrenatural. divino no solamente sobre la base de la semejanza
que busca su prototipo sino tambien sobre la base de ese encuen-
tro en el que emerge y se manifíesta la conciencia de la salva-
ción.
Dios se revela asi m ismo al ho mbre p ara que emerja esta
conciencia. La conciencia de la salvación es también el elemen-
to fundamental de la respuesta de fe. La lglesia la considera
parte esencial de su misión respecto al hom bre, y por esta ra-
zón el Concilio, en la constitución
Gaudium el spes
proclama:
"Es la persona del hom bre la que hay que salvar. Es la sociedad
humana la que hay que renovar" (CM 3 . La conciencia de la
salvación, en su cumplimiento, y actuada incesantemente por
Dios, es el hi lo conductor de las enseñanzas del Concil io. La
Iglesia alcanza con esta conciencia dimensiones escatológicas,
hacia el encuentro úl t imo con Dios que l lama, y al mismo
tiempo la introduce en el mundo, en el "mundo contemporá-
neo" en continua evolución.
La conciencia de la salvación logra asi que la Iglesia se
sienta estrechamente l igada con aquello que le es al hombre
más int imo,
y
tal vez más secreto.
5
<<Laglesia sabe perfectamente qu e su m ensaje
est6 de
acuerdo con los deseos má s profundos del corazón humano
cua ndo reivindica la dignida d de la vocación del hom bre,
devolviendo la esperanza a quienes desesperan ya d e sus
dest inos más al tos. Su mensaje, lejos de empequeñecer al
hombre, difunde luz, vida y l ibertad para el programa
human o. L o único que puede l l enar e l coraz6n del hom-
bre es aquello de "nos hiciste, Señor, para t i y nuestro
corazón está inquieto hasta qu e descanse en ti"n (CM 21).
<<Bien abe la Iglesia qu e sólo Dios, a l que ella sirve,
respon de a las a$iraci&es más prof und as del corazó n
humano. el cual nunca se sacia plenamente con solos los
.
alimentos terrenos. Sabe tambi& que el hom bre, atraído
sin cesar por el Espiri tu de Dios, nunca jamás será del
todo indiferente ante el problem a rel igioso, como lo prue-
ban no sólo la experiencia de los siglos pasados, sino
también múltiples es timo ni os de nuestra época. Siempre
deseará el hombre saber, al menos con fusamente, el senti-
d o de su vida, de su acción y de su muerte. La presencia
misma de la Iglesia le recuerda al hombre tales proble-
mas; pero es solo Dios el que puede da r respuesta cabal
a estas preguntas. (CM 41).
El Vatican o 11 ve en la revelación la respuesta a los peren-
nes interrogantes del hombre. La conciencia de la salvación
brota de la fe con que aceptamos la respuesta de Dios y da-
mos, a la vez, nosotros mismos una respuesta a Dios, a su
revelación. Esta respuesta es profesión y,
a un t iempo -como
hemos comp robado antes- , aceptac ión de la l l amada que en
la revelación de la Santisima Trinidad descubre lo que afana
los corazones y los espiritus de los creyentes de las religiones
incluso no cristianas. En la declaración conciliar leemos:
.Ya desde la antigüedad y hasta nuestros días se en-
cuentra en los diversos pueblos una cierta percepción de
aquella fuerza misteriosa que se halla presente en la mar-
cha d e las cosas y en los acontecimientos de la vida huma-
na, y a veces también el conocimiento de la suma divini-
da d e incluso del Padre. Esta percepción y conocimiento
penetra tod a su vida con un int imo sentido religioso. Las
religiones, al tener contacto con el progreso de la cultura,
se esfuerzan por responder a dichos problemas con no-
ciones más precisas y con lenguaje más elaborado,,
(DRNC 2) .
Más detal ladamente aún se expresa al respecto el decreto
sobre las misiones:
5
1
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 30/176
-Este propósito universal de Dios en pro de la salva-
ción del género humano no se realiza solamente de un
modo como secreto en el alma de los hombres, o por los
esfuerzos, incluso de tipo religioso, con los que los hom-
bres buscan de muchas maneras a Dios,
para ver de dar
con El si es posible y encontrarlo aunque no estó lejos de
cada uno de nosotros (Act 17,27 , ya que dichos esfuerzos
necesitan ser iluminados y sanados, sibien es verdad que,
por benevolente designio de la Rovidencia divina, pue-
den alguna vez considerarse como pedagogía hacia el ver-
dadero Dios o preparación para el Evangelio*
DM 3).
Sobre este amplio trasfondo se podrá seguramente perfilar
más claramente el significado de la frase con la que el Vatica-
no 11 sintetiza el pensamiento sobre la vinculación vital de la
Iglesia con la Santísima Trinidad: la lglesia universal se pre-
senta como un pueblo reunido en la unidad del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo (CI 4). Esta idea fue expuesta por algu-
nos Padres de la Iglesia, como San Cipriano, San Agustín, San
Juan Damasceno; siguiendo sus huellas, el Concilio la refuer-
za
A la luz del análisis realizado por nosotros, ya sabemos
mejor cómo entender la unificación del pueblo de Dios. Sa-
bemos también que a la conciencia trinitaria de
la
Iglesia une
la doctrina del Concilio, a través de la unidad trinitaria del
propio Dios, la conciencia de la salvación.
CAP~TULO11
JESUCRISTO LA CONCIEN CIA DE LA REDENCION
El enriquecimiento de la fe, al que mira el Concilio Vatica-
no 11 en virtud de la conciencia de la Iglesia, halla su nervio en
Jesucristo. Sin embargo, debemos hablar más bien de vía
que de nervio , ya que se trata de los caminos del enriqueci-
miento de la fe. Pues bien, Jesucristo es ese camino. Trate-
mos, entonces, a tenor del magisterio conciliar, de someter a
análisis la conciencia de la redención, la cual precisamente, en
la estructura de nuestra fe, corresponde a la persona de Jesu-
cristo y sintetiza su vida, su muerte y su resurrección.
La
re-
dención es obra de Cristo, Dios-Hijo, que se hizo hombre.
Esta es la esencia de la misión de la segunda persona, por
medio de la cual Dios entra de modo visible en la historia de
la humanidad, haciendo de ella una historia de la salvación.
La obra de la redención es, según palabras de nuestro Señor
Jesucristo (cf. Jn 16,7 , condición explícita de la misión del
Espíritu Santo, de su venida el día de Pentecostés y de su con-
tinua visita a las almas de los hombres y a la Iglesia. Lo re-
cuerdan los textos trinitarios del Vaticano 11 antes citados.
Acerca de la redención propiamente dicha. los textos conci-
liares son concisos haciendo referencia simplemente lo que es
objeto de nuestra
fe
.rCristo con su obediencia realizó la redención (CI
3 .
El Padre Eterno creó tod o el universo, decretó ele-
var a los hombres a participar en la vida divina,
y
como
ellos hubieran pecado en Adán, no los abandonó, antes
bien les dispensó siempre los auxilios de la salvación, en
atenci6n a Cristo redentor,) (CI 2 .
La obra de la redención permanece ligada estrechísima-
mente al plan y a la obra de la salvación. Más aún, constituye
su fundamento, sobre todo después de la caída de Adán. Fun-
damento que se halla en Dios mismo, pero que se realiza en la
naturaleza humana y en la historia.
5
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 31/176
<,El Hijo de Dios, en la naturaleza hum ana un ida a sí ,
redimió al homb re, venciendo la muerte con su muerte v
resurrección, y lo transformó en una nueva criatura (ci .
Gál 6.15: 2Cor 5.17).
CI
7 .
.Esta ob ra de ¡a red ención h um ana y de la perfecta
glorificación de Dios, preparada por las maravil las que
Dios obró en el pueblo de la antigua Alianza, Cristo, el
Señor, la realizó principalmente po r el misterio pascua1
de su bienaventurada pasión, resurrección de entre los
muettos y gloriosa ascensión* (CL
5).
La obra de la redención es la obra del mediador; es la for-
ma concreta de la mediación entre Dios
y
los hombres, en
conexión con la misión de Jesucristo.
'<Cris to Jesús fue en viado al m undo como verdadero
mediador ent re Dios
y
los hombres (D M
3 .
Como mediador , Cr is to es redentor del mundo, de ese
mu ndo que los crist ianos creen fund ado
y
conservado p or el
am or del Creado r, esclavizado bajo la servidumbre del pecado,
pero l iberado por Cristo, crucificado y resucitado, roto el po-
der del demonio, para que el mundo se transforme según el
propósito divino y llegue a su consu mac ión (CM 2). Este tex-
to, qu e ya h emos citado a ntes en el capitulo sobre la concien-
cia de la creación, lo traemos de nuevo a colación porque
la
conciencia de la creación. en la óptica del Vaticano
II
va estre-
chamente unida a la conciencia de la redención.
.Dios salvador y Dios creador (es) siempre el mismo
Dios,
y
asi también se (identifica) Señor de la historia
humana y Señor de la historia de la salvación* -leemos
en la constitución Gaudium el spes (CM 41).
Es muy significativo el que esta constitución nos brinde una
visión más amplia de la obra de la redención, del mismo m odo
que se ha referido a la obra de la creación. Un análisis más
detallado nos descubre, po r asi decir, las raices comunes de am-
bos docum entos sobre la Iglesia: uno dog mático
y
ot ro pas toral .
El mun do, objeto de la ob ra de la creación, lo es también d e la
redención, si bien la redención del m undo se hacon sum ado en el
mun do concebido exactamente como lo presenta laconsti tució n
Gaudium er spes:
El mu ndo de los hombres el mun do que
es teatro de la historia del género humano (CM
2).
El mundo
ha sido redimido por el Hombre-Dios y ha sido redimido en el
hombre. La redención del mundo es esencialmente redención
del hombre.
54
Dios que
quiere que rodos los hombres se salven y lle-
guen
al conocimienro de lo verdad (ITim 2,4)
...
cuando
¡
lleg6 la plenitud de los tiempos, envió a su Hijo, el Ver-
j
bo hecho carne, ungido por el Espíri tu San to, para evan-
gelizar a los pobres y curar a los contri tos de corazón
i
como médico corporal y espiri tual , Mediador en tre
Dios los hombres. En efecto, su humanidad unida a la
persona del Verbo, fue instrumen to de nuestra salvación,*
(CL 5).
La conciencia de la redención discurre asi como un an cho
rio que atraviesa el magisterio del Concilio Vaticano
11
se
dirige a to dos aquellos que buscan en él el enriquecimiento de
su fe. Analizaremos esta conciencia en sus dos aspectos com-
plementarios, tal como se perfila en los principales documen-
tos del Vaticano 11. La redención del mundo perdura en la
Iglesia. Asi las cosas,
y
a la luz de los textos conciliares, consi-
deramos en primer lugar esta realidad como referida continua-
mente al mundo y al hombre en el mundo. A este propósito, la
consti tución Gaudium el spes será nuestro principal guia. Tam-
bién no s ocuparemos del modo como la realidadde la redención
perdura en la Iglesia.
entonces nos servirá especialmente de
guia la constitución Lumen genrium. Tanto en uno como en
otro aspecto, la realidad de la redención está íntimamente uni-
da a Jesucristo. El Concilio vuelve a manifestar la fe de toda la
Iglesia en Jesucristo
y
sobre la base de esta profesión enrique-
ce nuestra conciencia de la redención.
La redencidn como realidad perennemente referido
al hombre en el mundo
Puede extrañar que lo primero que hagamos sea dirigir
nuestra aten ción a algo qu e parece estar fuera de la Iglesia,
esto es, el mundo , tom and o por guia la consti tución pasto-
ral Gaudium et spes. pero, mirándolo bien, este documento
completa la consti tución dogmática Lumen gentium sobre la
Iglesia, no sólo en razón de su orientación hacia lo que está
fuera , sino también porqu e de por si descubre qué es la Igle-
sia en su esencia, mostrándon os el dinamism o de su misterio
en todo su alcance. La obra de Jesucristo, obra de redención
que determ ina a la Iglesia en su más profun da interioridad ,
es ob ra de la redención del mundo . Sin la constituc ión Gau-
55
5 -Renovación n us
enle,
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 32/176
dium el spes,
que habla precisamente de la Iglesia en el mundo
actual, faltaría esta dimensión de nuestra fe en la redención
y
en la Iglesia, y esta orientación de su enriquecimiento.
La
constitución postora1 no solamente nos enseña de modo
nuevo la verdad sobre la redención del mundo y del hombre en el
mundo
(así como, a la par, enseha la verdad sobre la creación),
sino
que nos perm ite ver esta verdad en el amplio contexto de lo
contemporaneidad.
En cierto sentido "actualiza" la verdad de
la redención, acercándola a la experiencia del hombre de hoy.
En este punto, el Concilio sigue el ejemplo de San Pablo,
quien también acercaba la verdad de la redención a las expe-
riencias de los hombres de entonces valiéndose de la observa-
ción de sus vidas y, en algún momento también, de la intros-
pección, con lo que en este caso la conciencia de la redención
coincidía con la experiencia interior del propio apóstol. El do-
cumento conciliar no puede ir tan lejos, puesto que su género
literario es otro, pero la orientación, conforme a la cual se
establece la conciencia de la redención, es muy parecida.
Desde este punto de vista debemos también releer la am-
plia
introducción que encontramos al comienzo de la canstitucidn
Caudium et spes .
(.Es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los
signos de la época e interpretar los a la luz del Evangelio,
de forma que, acomodándose a cada generación, pueda
la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la
humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la
vida futura, y sobre la mutua relación de ambas. Es ne-
cesario por ello conocer y comprender el mundo en que
vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el sesgo dra-
mático que con frecuencia le caracteriza,, (CM 4).
No nos es posible traer aquí íntegramente esta exposición,
que es algo más que una mera descripción de las "condiciones
del hombre en el mundo actual", como reza el subtitulo.
Se
trata, a la vez, de un análisis y una síntesis que ilustra hechos
ya conocidos a través de otras fuentes, a modo de
loci commu-
nes
de la actualidad informativa
y
de la ciencia a ella vinculada
acerca del mundo y del hombre. Estos hechos han sido exami-
nados hasta el fondo. Leemos a este respecto:
.Bajo todas estas reivindicaciones se oculta una aspi-
ración más profunda y mas universal: las personas y los
grupos sociales están sedientos de una vida plena y de
una vida libre, digna del hombre, poniendo a su servicio
6
las inmensas posibilidades que les ofrece el mundo ac-
tual. Las naciones, por otra parte, se esfuerzan cada vez
más por formar una comunidad universal. e esta for-
ma, el mundo moderno aparece a la vez poderoso
y
dé-
bil, capaz de lo mejor y de lo peor, pues tiene abierto el
camino para optar entre la libertad o la esclavitud, entre
el progreso o el retroceso, entre la fraternidad o el odio.
El hombre sabe muy bien que esta en su mano dirigir
correctamente las fuerzas que él ha desencadenado, y
que pueden aplastarle o salvarle. Por ello se interroga a
sí mismo* (CM
9).
El texto ci tado es tan sólo un sumario conclusivo y merece
la pena tener en cuenta los párrafos anteriores, en los que cada
uno de los elementos del análisis se presentan de fonna más
declarada. No lo vamos a hacer aquí, pero seguiremos el docu-
mento en los "interrogantes más profundos del género huma-
no"; interrogantes perennes que conforma
la continuidad esen-
cial de la condicidn del hombre en el mundo,
no obstante la
mutabilidad de los componentes externos de su existencia. Lo
esencial es la profundidad de estos interrogantes,
comparables a
una sonda sumergida en lo que hay de más profundo en la
realidad del hombre y de su existencia en el mundo. Es indis-
pensable ponerse al nivel de profundidad al que nos lleva la
constitución
Caudium et spes.
Téngase presente que es relativa-
mente fácil alcanzar esa profundidad si hacemos cada uno un
pequeiío esfuerzo de reflexión.
"Los desequilibrios que fatigan al mundo moderno es-
tán conectados con ese otro desequilibrio fundamental
que hunde sus raíces en el corazón humano. Son muchos
los elementos que se combaten en el propio interior de
hombre. A fuer de cria tura, el hombre experimenta múl-
tiples limitaciones; se siente, sin embargo, ilimitado en
sus deseos y llamado a una vida superior. Atraído por
muchas solicitaciones, tiene que elegir
y
que renunciar.
Más aún, como enfermo y pecador, no raramente hace
lo que no quiere y deja de hacer lo que querría llevar a
cabo. Por ello siente en sí mismo la divisi6n que tantas y
tan graves discordias provoca en la sociedad* (CM 10).
No es ésta sólo una descripción de la condición del hombre
en el mundo actual, como tampoco lo son las que hallamos en
las cartas de San Pablo, particularmente en la carta a los Ro-
manos, a la que alude. El método descriptivo, de utilidad
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 33/176
cuando se está en el punto de part ida, n o basta pa ra un análi-
sis ulterior, e incluso puede d ar luga r a una c ierta alienación, si
por al ienación entendemos el hablar de los fenómenos esen-
cialmente humanos sin referencia a su causa, que es el hombre
mismo. De ahí
la necesidad de un análisis en profundidad
del
hombre como causa de esos fenómenos. La const i tución
Gau-
dium e spes
completa tal análisis en do s ocasiones: la primera,
en la introducción, y la segunda, en el capitulo primero de la
primera p,arte. Debemos, pues, referimos tanto a una como a
otro , teniendo en cuenta qu e el análisis del capitulo primero es
más sintét ico y más sistemático, mientras que el de la intro-
ducción es, por asi decirlo, más narrativo y existencial. Uno y
otro sirven, cada uno a su modo, para presentar la persona de
Jesucristo; para releer el misterio de la redención. La reden-
ción del mu ndo , consumad a po r Dios en Jesucristo,
corres-
ponde, como si dijéramos, a la doble realidad del hombre. por
la que su dignidad
y
su vocación a cuanto se conforme a esto
dignidad
y
la eleva, se halla en intersección con su debilidad
y
su pecado.
*Pero iquC es el hombre? -leemos en el capítulo pri-
mer o de la constitución-. Mu chas son las opinion es
que el hombre se ha da do y se da sobre si mismo. Diver-
sas e incluso contradictorias. Exaltándose a si mismo
como regla absoluta o hundiéndose hasta la desespera-
ción. La duda y la ansiedad se siguen en consecuencia.
La Iglesia siente profundamente estas dificultades y,
aleccionada por la revelación divina, puede darles la res-
puesta qu e perfi le la verdadera si tuación del homb re, dé
explicación a sus enfermedades y permita conocer, si-
multáneamente y con acierto, la dignidad y la vocación
propias del hombre. (CM 12).
Esta respuesta de la Iglesia tiene por centro el misterio de
la redención, obr a de Jesucristo, qu e está continuam ente pre-
sente en la Iglesia y, mediante el la, en la humanidad y en el
mundo. El Concil io sabe que muchos hombres rehúsan, por
diversos motivos, aceptar esta respuesta. La causa es, para
unos, el material ismo práct ico y el consumismo, y para otros,
la extrema pobreza. Lo s hay que esperan sólo del esfuerzo
humano la verdadera y plena l iberación de la humanidad y
abrigan el convencimiento de que el futuro reino del hombre
sobre la t ierra saciará plenamente todos sus deseos (CM 10).
Y no fal tan tampoco aquellos que piensan que la existencia
humana carece de sentido. Evidentemente son muy dist intas
8
las direcciones en que se orientan las respuestas que los hom-
bres dan a los hombres; evidentemente también muchas de
el las no son más que fal ta de respuesta.
Todo hombre resulta para s i mismo un problema no
resuelto, percibido con cierta oscuridad. Nadie, en cier-
tos momentos, sobre todo en los acontecimientos más
importantes de la vida, puede huir del todo al interro-
gante referido. A este problema sólo Dios da respuesta
plena y totalmente cierta; Dios, que l lama al hombre a
pensamientos más al tos y a una búsqueda más humilde
de la verdad,,
(CM
21).
La respuesta qu e da Dios a los hombres en Jesucristo toma
en consideración
los interrogantes más fundamentales a lo s que
los hombres tienen constantemente que acudir.
*¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del
mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos he-
chos, subsiste todavía? ¿Que valor tienen las victorias
logradas a tan c aro precio? ¿Qué puede da r el homb re a
la sociedad? ¿Que puede esperar de ella? qué hay des-
pués de esta vida temporal? (CM 10).
Recogiendo los perpetuo s intérrogantes del hom bre, el
Concilio habla a todos para esclarecer el misterio del hombre
(CM
10) a la luz de Cristo.
-Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por
todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíri tu
Santo, a f in de que pueda responder a su máxima voca-
ción y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad
otr o no mbre en el qu e sea necesario salvarse. Igualmente
cree que la clave, el centro
y
el fin de toda la historia
hum ana se hal la en su Seño r y Maestro. Afirma además
la Iglesia que, bajo la superficie de lo cambiante, hay
muchas cosas permanentes que t ienen su úl t imo funda-
mento en Cristo, quien existe ayer, hoy y para siempre,,
(CM 10).
Hem os ci tado integro este texto, a f in de no desart icular la
profesión de fe en Jesucristo qu e el Concilio Vaticano ha
depositado al l i . Hemos de volver otra vez a la segunda parte
de esta profesión, pero aquí , en cambio, hay que subrayar la
conciencia de la redención contenida explicitamente en ella.
La
redención es la respuesta a los perpetuos interrogantes del hom-
bre, no sólo en el sentido de que brinda "ex plicación al misterio
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 34/176
del hombre .
Verdaderamente la redención
espor a el hombre. a
un mismo tiempo. fuente de luz de energías para responder
su vocacidn suprema .
Cristo, muerto por todos y resucitado,
puede dar a cada hombre esta luz y esta fuerza por medio de
su Espiritu. Así lo cree la Iglesia. La obra de la redención se
identifica con el misterio pascua1 del Redentor, al que sigue
no só lo la venida del Espír i tu San to el
día de Pentecostés, sino
también su continua comunicación. El es el que alarga a los
hombres directamente la luz y la fuerza sobrenatural. El alcan-
ce de su obra es universal .
El misterio de la redención, estrechamente unido a Jesu-
cristo, a su vida, muerte y resurrección, s la realidad central
de nuestra fe. El Vaticano 11 brinda a quí una importante con-
tribución para el enriquecimiento de la fe con respecto a la
conciencia de la redención. Esta realidad central cristiana se
orienta de tal manera al homb re, que -conforme a la expre-
sión de la
Goudium et spes-
puede vislumbrarse un com o an-
tropocentr ism o especif ico qu e surge en med io de ese cristocen-
tr ismo tan claramente perf i lado por la const i tución:
-En realidad. el misterio del hombre -leemos- sdlo se
esclarece en el misterio del Verbo encarnado.
Porque
Adán , el primer hombre, era f igura del que había de
venir (Ro m 5.14). es decir, Cristo nuestro Seiíor. Cris-
to, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio
del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hom-
bre al propio hombre
y
le descubre la subl imidad de su
vocación* (CM 22).
Creo que estamos tocando un punto clave del pensamiento
conci liar. La revelación del misterio del Padre y de su amo r en
Jesucristo revela el hombre al hombre, con la respuesta Última
a la pregunta de ¿que s el hombre? No podemos separar esta
respuesta del problema de su vocación; el hombre manifiesta
lo que es aceptando su propia vocación y real izándola.
Por medio de Jesucristo, y a través del misterio de la re-
dención, va co ntinuame nte hacia el hom bre la intensa corrien-
te de esa fe de l lamad a en la que el hombre ha d e encontrarse
a si mismo y darse cuenta de q ue es el centro del plan interno
del Padre, de ese amo r que se ha ab ierto al mundo. La concien-
cia de la redención concierne al hombre en su integridad y se
refiere tan to a su realidad interior com o a su situación en el
mundo visible.
.No se equivoca el hom bre al af i rmar su sup eno nd ad
sobre el universo y al no considerarse ya com o part ícula
6
de la naturaleza o como elemento anónimo de la ciudad
humana. Por su interioridad es, en efecto, superior al
universo entero; a esta profunda interioridad retorna
cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le
aguarda, escrutador de los corazones, y donde él perso-
nalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio des-
t ino. Al af i rmar, po r tanto , en si mismo la espir i tualidad
y la inmortal idad de su alma, no es el hombre juguete de
un espejismo i lusorio provoca do solamente por las con-diciones físicas y sociales exteriores, sino qu e toca, p or el
cont rar io , l a verdad más profunda de l a rea l idad>,
( CM
14 .
Este volverse a la interioridad del hombre nos permite des-
cubrir -como dice la constitución
Gaudium et spes los
ele-
mentos fundamentales de la naturaleza espiritual del hombre,
que const i tuyen la dignidad de la pe rsona hum ana, esto es, el
conocimiento, la conciencia y la libertad. A lo largo de este
anál isis , el hombre descubre la pro pia vocación, no sólo con-
firmada por Dios m ediante la revelación, sino reavivada conti-
nuamente.
El fermento evangélico suscitó
y
suscita en el corazón
del hombre esta irrefrenable exigencia de dignidad
(CM
26).
Es ésta una solemn e afirmación q ue, en cierto modo, resu-
me la reflexión de la fe acerca de la condición del hom bre en el
mundo actual , pues la conciencia de la redención l inda con
todo cuan to refleja la dignidad del hom bre, a pesar de su debi-
lidad. Más aÚn, gracias a la redención, puede y debe el hombre
preocuparse p or su dignidad, por muy tortuosos y dificultosos
que sean los senderos que cruzan por su corazón.
El hombre, en efecto, cuando examina su corazón,
comp rueba su inclinación al mal y se siente anegad o por
muchos males, que no pueden tener origen en su santo
Creado r. Al negarse, con frecuencia, a reconocer a D ios
como su principio, rompe el hombre la debida subordi-
nación a su fin Último, y también toda su ordenación
tanto por lo que toca a su propia persona como a l as
relaciones con los demás y con el resto de la creación.
Es esto lo que explica la división intima del hombre.
Tod a la vida huma na, la individual y la colectiva, se pre-
senta com o lucha, y, po r cierto, dramática, en tre el bien
y el mal, entre la luz y las tinieblas. Más todavía, el
hombre se nota incapaz de dominar con eficacia por si
solo los ataques del mal , hasta el punto de sent irse
como aherrojado entre cadenas. Pero el Seiíor vino en
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 35/176
persona para l iberar
y
vigorizar al hom bre, renovándolo
interiormente y expulsando al príncipe de este mundo
(cf. Jn 12,13), que le retenia en la esclavitud del pecado.
El pecado rebaja al hombre, impidiéndole lograr su pro-
pia plenitud. (CM 13).
De este modo, la redención, obra de Cristo, esa redención
que da a la vida de la humanida d en la Iglesia un a dimensión
cristocéntrica, es, en esta dimensión, antropocéntrica hasta el
fondo, pues se coloca, por así decirlo, en cada hombre
y
en
toda la humanidad, entre el bien y el mal, entre el pecado y la
salvación. Esta es la redención del pecado y puesto que el
pecado rebaja al hombre , es precisamente en ella - e n su
misma esencia
y
efectos-donde se encuentra la revalorización
fundamental e inagotable del hombre.
Lo conciencia de la revalorización del hombre por parte de
Cristo es un elemen to integrante de la fe
conectado con el pro-
pio misterio de la encarnación del Dios-Verbo:
-El qu e es imagen de Dios invisible (Col 1,15) es tam-
bién el hombre perfecto, que ha devuelto a la descenden-
cia de Adán la semejanza divina, deformada por el pri-
mer pecado. En él , la naturaleza humana asumida, no
absorbida, ha sido elevada, también en nosotros, a dig-
nidad sin igual. El Hijo de D ios, con su encarnación, se
ha unido, en cier to modo, con todo hombre. Trabajó
con manos de hombre, pensó con inteligencia de hom-
bre, obró con voluntad de hombre, am ó con corazón de
hombre. Nacido de la Virgen Maria,
s
hizo verdadera-
mente uno de los nuestros, semejante en todo a nos-
otros, excepto en el pecado,, (CM 22).
-Por ser Dios,
habita en El corporalmente toda la pleni-
tud de la divinidad (Col 2,9 ; según su naturaleza huma-
na, nuevo Adán, es consti tuido cabeza de la humanidad
regenerada,
lleno de gracia y de verdad
(Jn 1,14). Así,
pues, el Hijo de Dios m archó p or los caminos de la ver-
dadera encarnación para hacer a los hombres part ícipes
de la naturaleza divina Los Santos Padres proclaman
constantemente que no es tá sanado lo que no ha s ido
asumido por Cristo. Mas El asumió la entera naturaleza
cual se encuentra en nosotros, miserables y pobres, pero
sin el pecad o (D M 3).
La encarnación del Hijo de Dios es el inicio de la reden-
ción
y
en ella halla consumación su finalidad intrínseca. Por
62
consiguiente, incluso la revalorización del hombre
y
la eleva-
ción de la naturaleza humana de cada uno de nosotros a la
dignidad sobrenatural se consuma mediante la part icipación
en la redención.
El hombre crist iano, conformado con la imagen del
Hijo, que es el primogénito entre muchos hermanos, re-
cibe las primicias del Espíritu
(Rom 8,23), las cuales le
capacitan p ara cumplir la ley nueva del amor. Por m edio
de este Espíritu, que es
prenda de la herencia
(Ef 1,14), se
restaura intername nte todo el hombre hasta que llegue
la redención del cuerpo (Rom 8,23). Si el espíritu de aquel
que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en voso-
tros el que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos
dará también vida a vuestros cuerpos mortales por virtud
de su Espiritu que habita en vosotros
(R om 8.1 1). (C M 22).
La efusión del Espíritu S an to es fru to del misterio pascual
de Jesucristo; fruto permanente, consumación de esa obra de
la redención siempre en acto. El cristiano es consciente de esta
realidad por medio de la fe, y esta conciencia plasma su acti-
tud tant o en la lucha dr am ática entre el bien
y
el mal com o
en lo que se refiere al enigma de su condición hu mana , qu e
frente a la muerte no es más qu e un sueño (CM 18). En
efecto:
-Urgen al cristiano la necesidad
y
el deber de luchar,
con muchas tribulaciones, contra el demonio, e incluso
de padecer la muerte. Pero, asociado al misterio pascual,
configurado con la muerte de Cristo, l legará, corrobo ra-
d o por la esperanz a, a la resurrección>, (CM 22).
La obra de la redención es universal
y
se extiende
y
fructifi-
ca más allá de cua nto el hom bre pueda imaginarse, pues
todos
han sido injertad os en el misterio pascual d e Jesucristo.
<<E sto ale no solamente para los cristianos sino también
para todos los hombres de buena voluntad en cuyo cora-
zón obra la gracia de modo invisible. Cris to mur ió por
todos,
y
la vocación sup rema del hom bre, en realidad, es
un a sola, es decir, la divina. En consecuencia, debemos
creer que el Espiritu Santo ofrece a todos la posibilidad
de qu e, en la form a de sólo Dios conocida, se asocien a
es te mis ter io pascual~~CM 22).
La universalidad de la redención pone aún más de relieve
el intrínseco con tenid o antro poló gico , ese misterio del hom -
63
bre , que a través del misterio de Jesucristo constituye una de
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 36/176
las principales orientaciones del enriquecimiento de la fe que
brota de las fuentes del Concilio:
.Este es el gran misterio del hombre que la revelación
cristiana esclarece a los fieles. Por Cristo y en Cristo se
ilumina el enigma del dolor y de la muerte, que fuera del
Evangelio nos envuelve en absoluta oscuridad. Cristo re-
sucitó; con su muerte destmvó la muerte v nos dio la
~~
vida, para que, hijos con el Hijo, clamemolen el Espin-
tu:
Abba , [Padre .
(CM 22).
Siguiendo paso a paso el magisterio del Concilio, que en
este tema se ha centrado sobre todo en la constitución
Gau-
dium et spes,
llegamos a
una profunda conciencia de la reden-
ción como realidad referido al hombre.
Los pecados del hom-
bre, tanto en su dimensión personal como social, todo el
mysterium iniquitatis.
y en él toda la pecaminosidad y debili-
dad del ser humano, constituyen el objeto de la redención.
Pero a tenor de los citados testimonios es evidente que la re-
dención no se queda en este multiforme y complejo aspecto
negativo, sino que acude a iluminar los valores y la dignidad
del'hombre. En Jesucristo, Dios entra en la historia del hom-
bre para revelársele a si mismo y revelar a la vez la profundi-
dad del ser humano.
A la luz del m agisterio conciliar, la reden-
cidn es un espacio misterioso real en el que nacen y crecen los
valores, sobre todo los humanos.
Hay que referir esta afirma-
ción, indirectamente, también a los demás valores, teniendo en
cuenta que también ellos están subjetivamente vinculados al
hombre.
-El Concilio se propone, ante todo, juzgar bajo esta luz
(de la fe) los valores que hoy disfrutan de máxima consi-
deración y enlazarlos de nuevo con su fuente divina. Es-
tos valores, por proceder de la inteligencia que Dios ha
dado al hombre, poseen una verdad extraordinaria;
pero, a causa de la cormpci6n del corazón humano, su-
fren con frecuencia desviaciones contrarias a su debida
ordenación. Por ello necesitan purificación~~CM 11).
Todo hombre
-precisamente por eso-
tiene el deber de
mantener en pie el concepto de la persona humana integral, en
el que descuellan los valores de la inteligencia, de la voluntad,
de la conciencia y de la fraternidad, fundados todos ellos en
Dios creador y admirablemente sanados y elevados en Cristo
(CM 61).
La constitución
Gaudium et spes
nos enseña de modo espe-
cial cómo la redención consumada por Cristo subraya el valor
de la comunidad humana el valor de la varia actividad del
hombre en el mundo.
Y
además recuerda también los valores
de la vida matrimonial y familiar, de la cultura, de la vida
socio-económica, de la política de las relaciones internacio-
nales, que entran en juego con la obra de Jesucristo. Una co-
rrecta y bien meditada lectura de estos capítulos de la constitu-
ción pastoral, en los que tal vez resalta especialmente el
aspecto ético de los problemas aludidos, presupone obviamen-
te todo
ese mundo de valores que el cristiano percibe la luz de
la fe que emana del misterio de la redención; podemos decir que
a la luz de la fe pascual.
Para no hacer interminables las citas, vamos a centrarnos
solamente en los pasajes del capitulo 111 de la primera parte:
A
través de toda la historia humana existe una dura
batalla contra el poder de las tinieblas, que, iniciado en
los orígenes del mundo, durará, como dice el Seiior, has-
ta el día final. Enzarzado en esta pelea, el hombre ha de
luchar continuamente para acatar el bien, y sólo a costa
de grandes esfuerzos, con la ayuda de la gracia de Dios,
es capaz de establecer la unidad en sí mismo la hora
de saber cómo es posible superar tan deplorable miseria,
la norma cristiana es que hay que purificar por la cmz y
la resurrección de Cristo y encauzar por caminos de per-
fección todas las actividades humanas, las cuales, a cau-
sa de la soberbia y el egoísmo, corren diario peligro. El
hombre, redimido por Cristo
y
hecho, en el Espíritu
Santo, nueva criatura, puede y debe amar las cosas crea-
das por Dios. Pues de Dios las recibe, y las mira y respe-
ta como objetos salidos de las manos de Dios.
Dándole gracias por ellas al Bienhechor
y
usando
y
gozando de las criaturas en pobreza y con libertad de
espíritu, entra de veras en posesión del mundo como
quien nada tiene y es dueiio de todo.
Todo es vuestro;
vosotros sois de Cristo, y Cristo es de Dios
( I cor 3,22-23).
( C M 37 .
.constituido Seiior por su resurrección, Cristo, al que
le ha sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra,
obra ya, por la virtud de su Espíritu, en el corazón del
hombre, no sólo despertando el anhelo del siglo futuro,
sino alentando, purificando y robusteciendo también
con ese deseo aquellos generosos propósitos con los que
i
la familia humana
intenta hacer mds llevadera su propia
t i tuido en Señor, Cristo y Sacerdote para siempre (Act
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 37/176
i
vida someter la tierra a este
f » i b
(CM 38).
2,36; H eb 5.6; 7,17-21), y de rram ó sob re sus discípulos el
-Ya que Cristo es principio
y
modelo de esa humani-
Espíritu prometido por el Padre (cf. Act
2.33).
Por esto,
dad renovada, a la que todos aspiran, l lena de amor fra-
i
la Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador y
terno, de sinceridad y de espíritu de paz.
DM
8).
observando fielmente sus preceptos de caridad, humil-
knunciamos a otras muchas citas del magisterio concil iar.
dad y abnegación, recibe la misión de anunciar el reino
Pero, a la luz d e los anteriores textos, qued a bien claro que la
de Cristo y de Dios e instaurar10 en tod os los pueblos, y
constituye en la tierra el germen
y
el principio de ese
actuación del C oncil io Vaticano 11 ha de segu ir Profundizando
en la conciencia de la redención como realidad profunda y
reino. Y mientras el la paulatinamente va creciendo, an-
universalmente abierta al hom bre y al mundo . Profunda-
hela simultáneamente el reino consumado
y
con todas
j
ente, porque penetra en los secretos más recónditos del alma
sus fuerzas espera y ansía unirse con su Rey en la gloria.
humana; universalmente, porque empapa todas las esferas de
los valores mediante los cuales el hombre está ligado al mun-
do. Por eso, precisamente, la redención consumada por Jesu-
cristo es redención del mundo . Y precisamente gracias al
magisterio del Concilio, esta expresión de la fe se ha especial-
mente enriquecido. Adem ás, este enriquecimien to de la fe
PO-
dria recibir la calificación característica de pascual a teno r
de los textos citados y otros muchos del magisterio conciliar
y
de la temática esencial de la consti tución sobre la sagrada l i-
turgia, liturgia mediante la cual, especialmente en el san to
sacrificio de la Eucarist ía, se actúa la obra de nuestra reden-
ci0n (C L 2).
l
enriquecimiento pascuol de la fe consiste en acoger el
misterio de Cristo tal com o ha sido anun ciado desde el princi-
pio, e introducirlo en el hombre y sus diversas dimensiones hasta
descubrir en profundidad lo verdad y el valor. El misterio pas-
cual, com o misterio de la cruz, es capaz de juzgar y convertir
los corazones humanos (scrutatio cordium). Al mismo tiempo,
el Concilio pone de m anifiesto cuá nto espacio espiritual está
en este misterio a disposición del auténtico valor del hombre y
de todos los valores vinculados al hombre. Se trata como de
un reflejo de la resurrección, que siemp re y en tod o surge del
sacrificio, creando en la conciencia de los cristianos la esperan-
za no sólo en el sentido escatológico, sino también en la di-
mensión de todas las temporalidades plenamente.
2
Lo redencidn como reolidod siempre presente en lo Iglesia
*Cuan do Jesús, después de haber padecido muerte de
cruz po r los hombres, resucitó, se presentó por el lo cons-
(CI 5).
La redención, realidad abierta siempre al hombre y al
mundo , siempre como renovada referencia al hom bre, per-
dur a en la Iglesia. En ella se dan cita esas do s dimensiones,
tan claramente por el Concilio Vaticano 11: la di-
mensión vert ical , que continua mente se extiende en la dimen-
sión horizontal y, haciéndose con ella, la orienta incesante-
mente hacia la vertical.
Lo ideo del pueblo de Dios
predomina
en la con ciencia de la Iglesia. Un análisis penetrante d el magis-
terio conciliar demuestra qu e esta idea
actúa en el terreno de la
conciencia de lo redención, del mismo modo que en el terreno de
esta conciencia se manifiesta precisamente el pleno realismo de
lo fe, propio de la autodeterminación con ciliar de la Iglesia. Y es
que este pueblo mesiánico t iene com o cabeza a Cristo, entre-
gado a la muerte por nuestros pecados y resucitado para puri-
ficarnos (Ro m 4.25) (CI 9). Cristo es cabeza de la Iglesia, y
así com o la cabeza influye en todo el complejo organismo del
cuerpo, del mismo modo Cristo llena con su redención la Igle-
sia y obra un incesante influjo de vida en su C uerpo místico.
Según esta inveterada analogía paul ina, ~ o d e m o s ntender de I
qué modo la realidad de la redención persiste en la Iglesia.
Este perd urar es algo diná mic o y vivificante: El H ijo de
Dios... com unicand o su Espíri tu a sus hermanos, congregados
I
de entre todos los pueblos, los constituyó en su Cuerpo misti-
co (CI 7).
«Y del mismo m od o qu e todos los miembros del cuer-
po humano, aun s iendo muchos, forman, no obstante ,
un solo cuerpo, así también los fieles en Cristo (cf. Ic o r
12.12). Tambikn en la constitución del cuerpo de Cristo
está vigente la diversidad de miembros y oficios. Uno
sólo es el Espíri tu, que distribuye sus variados dones
i
ara el bien de la Iglesia, según su riqueza y la diversi-
66
67 I
dad de ministerios ( Ic o r 12,l-11) La Cabeza de este
Y para que nos renováramos incesantemente en El (cf.
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 38/176
cielos y la Gerra, y c o i su eminente perfección y acción
llena con las riquezas de su gloria todo el cuerpo (cf. Ef
1,18-23). Es necesario qu e tod os los m iembros se hagan
conformes a El h asta el extremo de que Cristo quede
formado en ellos (cf. Gál 4,19). Por eso somos incorpo-
rados a los misterios de su vida, configurados con El,
muer tos
y
resucitados con El, hasta que con El reinemos
(cf. Flp 3,21; 2Tim 2.11; Ef 2,6; Col 2,12, etc.). Peregri-
nand o todavía sobre la t ierra, siguiendo de cerca sus pa-
sos en la tribulación
y
en la persecución, nos asociamos
a sus dolores co mo el cuerpo a la cabeza, padeciendo
con El a fin de ser glorificados con El (cf. Rom 8,17).
(CI 7 .
cuerpo es Cristo. El es la imagen de Dios invisible.
y
en
El fueron creadas tod as las cosas.
El
es antes que todos,
y todo subsiste en El. El es la cabeza del cuerpo, que es
la Iglesia. El es el principio, el primogénito de los muer-
tos, de m od o que t iene la primacía en todas las cosas (cf.
Col 1.15-18). C on la grandeza de su w d e r domina los
La obra de la redención continúa en nosotros , esto es
en la Iglesia . Realidad esta que podem os también expresar
de otra manera, si decimos que la Iglesia es una redención
permanente y q ue esa forma asum ida po r el la en Cristo debe
com o refluir de nosotros en la Iglesia, considerada aho ra
más profundamente v a la vez más amoliamente. n o tant o baio
Ef 4.23). nos conce dió participar de su espíritu. quien,
siendo uno solo en la Cabeza y en los miembros. de tal
modo vivifica todo el cuerpo, lo une y lo mueve, que su
oficio pudo ser comparado por los Santos Padres con la
función que ejerce el principio de vida o el alma en el
cue rpo hum ano* (CI
7).
su &pecto instituc ional cua nto, partic;l&nente; bajo el asp&-
to místico. Precisamente en este sentido la lglesia
ha sido cons-
tituida continúa formándose por Cristo
y
la realidad de la
redención, que en ella perdura y se actualiza sin cesar. En conse-
cuencia, la conciencia de la redención está más estrecha
y
di-
rectamente conectada con la conciencia de la Iglesia.
Esta conciencia encuentra expresión en la doctrina del
cuerpo mistico de Cristo, qu e el Vaticano nuevamente re-
cuerda y vivifica. Leemos:
*Por El, todo el cuerpo. alimentado y trabado por los
coyunturas y ligamentos. crece en aumento divino (Col
2.19). El mismo conform a constantemente su cuerpo,
qu e es la Iglesia, con los don es de los ministerios, por los
cuales, con la virtud derivada de El, nos prestamos mu-
tuamente los servicios para la salvación, de modo que,
viviendo la v erdad en. caridad, crezcam os por todos los
medios en El, que es nuestra C abeza (cf. Ef 4,l l-16, gr.) .
68
Obra r en la caridad confo rme a la verdad . he aqui el
modo del obrar humano en el que fructifica la redención de
Cristo. Este fruto de la redención cobra en el hombre una di-
mensión interior
y espiri tual en la que, de vez en cuando, s
debe dist inguir la influencia del Espíri tu Santo co mo prolon-
gación de aque lla venida qu e comp letó el misterio pascua1 del
Redentor. Hemos constatado antes ya que la realidad de la
redención siempre se dirige al hombre y se manifiesta siempre
en el bien, en el valor y en la victoria sob re el mal y el pecado.
Este proceso ampliamente art iculado, qu e penetra en las con-
ciencias y en las almas de cada hombre, brota de la propia
realidad de la redención, a la vez que la actualiza y la comple-
ta, radicándose no sólo en cada uno de los hombres, sino tam-
bién en la comunidad del Cuerpo mistico, que de este modo
se edifica
y
continúa desarrollándose. Para determinar de
qué forma la realidad de la redención perdura en la Iglesia,
ante to do hay q ue toc ar esa dimensión invisible, sugerida por
la analogía del cuerpo mistico. Si se profundiza en el proble-
ma, oodemos af i rmar aue la realidad de la redención ~ e rd u ra
en Iglesia, porq ue, ante todo , sus efectos se realizan en el
mundo . Existe un estrecho lazo entre los dos aspectos de la
redención, que aqui anal izamos s iguiendo los pr incipales
enunciados del Vaticano 11.
o redención del mundo subsiste incesantemen te en la
Iglesia. sobre tod o. por la voluntad de Cristo redentor:
El Seflor, una vez q ue hu bo completado en s i , con su
muerte y resurrección, los misterios de nuestra salvación
y
la restauración de todas las cosas, habiendo recibido
toda potestad en el cielo y en la tierra, antes de ascender
a los cielos, fundó su Iglesia com o sacram ento de salva-
c i ó n ~ D M 5).
Leemos también:
-Cristo ama a la Iglesia como a su esposa, convirtién-
dose en ejemplo del marido, que ama a su esposa como
a su propio cuerpo (cf. Ef 5,2528). A su vez, la Iglesia,
69
le está sometida como a su Cabeza (Ef 23-24).
Porque en
si tada de purificación, avanza con tinuamente po r la sen-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 39/176
El habita corporalmente toda la plenitud de su divinidad
(Col 2,9), colma de bienes divinos a la Iglesia, que es su
cuerpo y su plenitud (cf. Ef 1,22-23), para qu e ella tienda
y consiga toda la plenitud de Dios (cf. Ef 3,19)~ CI 7).
Para da r a entender el mod o y grad o de unión de Cristo
con la Iglesia y subrayar así que la realidad de la redención de
Cristo p ermanece en la Iglesia, el Concilio Vaticano 11 apela a
esas analogías fundamentales de q ue se sirvió San Pablo para
explicar esta verdad de la fe. Se trata de la analogía de la
unidad del organismo humano y su cabeza, y de la unidad de
la mujer y su marido en el matrimonio. Ambas analogías se
completan entre si y, en cierto sentido, se entrelazan. Y las dos
manifiestan el altisirno grado de unión de Cristo con la Iglesia
-salvagu ardand o, obviam ente, su peculiaridad-, unión que
determina también la profunda y eficaz duración de la reali-
dad de la redención en la Iglesia.
La unión de Cristo con la Iglesia procede de la voluntad
del Redentor. La Iglesia. por uno porte, trata de hacer todo lo
posible para vivir esta unión y conservar el dan de la redención
con el que Cristo lo enriquecib desde el principio.
*Com o Cristo realizó la obra d e la redención en pobre-
za y persecución, d e igual mod o la Iglesia está destinad a a
recorrer el mismo camino fin de comunicar los frutos de
la salvación a los hombres. Cristo Jesús,
existiendo en la
forma de Dios se anonadó a si mismo. tomando la forma
de sierva (F lp 2,ó7) , y por nosot ros se hizo pobre siendo
rico (2C or 8.9); así también la Iglesia, aun qu e necesite de
medios hu mano s p ara cumplir su misión, no fue insti tui-
da para buscar la gloria terrena, sino para proclamar la
humildad y la abnegación, también con su propio ejem-
plo. Cristo fue enviado por el Padre
a evangelizar a los
pobres
y
levantar a los oprimidos (Lc 4,18), para buscar
y
solvar lo que estaba perdido
(Lc 19,lO); así también la
Iglesia abraza con su amor a todos los afligidos por la
debilidad hum ana; más aú n, reconoce en los pobres y en
los que sufren la imagen de su Fu nda dor pobre y pacien-
te, se esfuerza en reme diar sus necesidades y procu ra ser-
vir en ellos a Cristo. Pues mientras Cristo,san to,
inocente,
inmaculado (Heb 7,26), no conoció el pecado (cf. 2Cor
5,21), sino que vino únicamente a expiar los pecados del
pueblo (cf. Heb 2,17), la Iglesia encierra en su propio
seno a pecadores, y siendo al m ismo tiempo san ta y nece-
70
da de la penitencia
y
de la renovación,. (CI 8).
Estas palabras dan test imonio no sólo de que la Iglesia
o obstante un profund o sentido de su debilidad humana-
busca imitar a Cristo, sino de que se siente transido
y
plosmu-
da por el misterio de lo redención y ve este misterio como una
;
realidad constitutiva de su dinám ica intern a su vitalidad. La
conciencia de la Iglesia está impregnada hasta lo más hondo
de la conciencia de la redención, y no puede ni por un instante
apartarse de ella tanto en lo que se refiere a sil contenido de
pasión com o al de resurrección .
La Iglesia va pere grin and o entre las persecuciones
de l mundo
y
los consuelos de Dios , anunc iando la cmz
del Seño r hasta q ue venga (cf. Ic o r 11,26). Está fortale-
cida con la virtud del Señor resucitado, para triunfar con
paciencia y caridad de sus aflicciones y dificultades, tan-
to internas com o externas, y revelar al mund o fielmente
su misterio, aunq ue sea entre penumbras. Hasta qu e se
manifieste en to do el esplendor al f inal de los t iempos*
(CI
8).
El decreto acerca e las misiones habla así de la principal
obligación de la Iglesia:
Com o esta misión continúa y desarrolla en el decurso
de la historia la misión del propio Cristo, que fue envia-
d o a evangelizar a los pobres, la Iglesia, a impulsos del
Espíri tu Santo, debe caminar por el mismo sendero de
Cristo; es decir, por el sendero de la pobreza, la obedien-
cia, el servicio y la inmolación propia hasta la muerte,
de la que surgió victorioso por su resurrección. Porque
asi caminaron en la esperanza todos los apóstoles, que
con múltiples tribulaciones y sufrimientos completaron
lo que falta a la pasión de Cristo en provecho d e su
cuerpo, que es la Iglesia. Muchas veces fue también se-
milla la sangre de los cristianos (DM 5).
i
Meditando, con espíritu del Vaticano 11, en la redención
I
como realidad siempre presente en la Iglesia y sin cesar consti-
1
tuyéndola,
damas tambi4n con ese lazo que existe entre el
cuer-
po místico de Cristo
y
el pueblo de Dios . La Iglesia es, al
mismo tiempo, lo uno
y
lo otro. En la consti tución Lumen
gentium.
la imagen de la Iglesia en cuanto Pueblo de Dios tie-
ne seguramente más garra. Sin embargo, en el conjunto del
71
6.-Rrnovocidn en tu fu nr s
magisterio conciliar hallamos razones suficientes para afirmar
el Pueblo de Dios. Algo altamente significativo para la propia
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 40/176
que el pueblo de Dios cs también el cuerpo mistico de Cristo,
para esclarecer esta identidad teológica. Precisamente
la rea-
lidad de la redención nos ayudo a explicarlo.
La conciencia de la
redención es lógicamente anterior a la conciencia del Pueblo
de Dios, co mo ap arecerá con mayor evidencia cuando analice-
mos esta últ ima. Era de ber nuestro someter prim ero a análisis
la conciencia de la redención, porque ésta es una exigencia de
la lógica de la fe y, a su vez, también una condición de su
enriquecimiento. Para sacarle provecho a l magisterio concil iar,
ante todo hemos de dirigirnos a la realidad de la redención y,
a
tenor de sus enseñanzas, profundizar, en primer lugar, en la
conciencia de la redención, y solamente luego dirigir nuestra
mirada a la realidad del Pucblo de Dios. De no proceder así o
de pasar corriendo por la realidad de la redención, para irnos
a la del Pueblo de Dios, ocurrirá que la segunda realidad no se
nos mostrara en toda la plenitud y profundidad de su signifi-
cado. De ser así, pod ríam os hablar de una sociologización
unilateral del concepto, en sí mismo preñado de un intimo
potencial teológico. Se podría inc luso decir que la dimensión
horizontal le hacía somb ra a la vertical. No cabe duda d e que
ha sido un gran acierto el del Vaticano 11 al haber iluminado
esta dimensión horizontal, y lo ha sido también el qu e la idea
de Pueblo de Dios haya encontrdd o un puesto tan principal en
el Magisterio, pero a condición de que sepa conservar la rique-
za teológica que le pertenece, riqueza que proviene del hecho
de que el pueblo d e Dios se contiene en el cuerpo mistico
de Cristo , y, viceversa, el cuerp o m istico de Cristo , en el
pueblo de Dios .
La redención es una realidad siempre presente en la Iglesia.
puesto que la Iglesia es siem pre tambit'n heredera. de la misión
del Reden tor. Una triple misión:
<,Para esto envió D ios a su Hijo, a quien consti tuyó en
heredero de todo (cf. Heb 1,2), para que sea Maestro,
Rey y Sacerdote
de todos, Cabeza del pueblo nuevo y
universal de los hijos de Dios. (CI 13).
Cristo, pues, es cabeza del Cuerpo mistico y cabeza del
pueblo de los hijos de Dios com o maestro, rey y sacerdo te.
La triple misión, el triple ministerio del Reden tor está estre-
cham ente unid o a la obra re den tora y perdura en la Iglesia, en
virtud de que el Pueblo de Dios part icipa continuamente del
ministerio profktico, sacerdotal y real de Cristo. Y es esta par-
ticipación la que hace que la obra de la redención perdure en
conciencia de la redención y el enriquecim iento de la fe en este
ámbito. La triple misión de Cristo, de la que es partícipe el
Pueblo de Dios, nos permite definir con mayor precisión a ese
pueblo com o mesiánico ; estrecham ente unido, pues, a la
obra del Mesías, la redención.
. 'Así com o Cristo fue enviado por el Padre, El nos en-
vió a los apóstoles, llenos del Espíritu Santo. No sólo los
envió a predicar el Evangelio a toda criatura y a anun-
ciar que el Hijo de Dios, con su muerte y resurrección,
nos l ibrb del poder de Satanás y de la muerte, y nos
condujo al reino del Padre, sino tambien a realizar la
obra de salvación que proclamaban mediante el sacrifi-
cio y los sacramentos, en torn o a los cuales gira toda la
vida litúrgica.
Y
así, por el bautismo, los hombres son
injertados en el misterio pascua1 de Jesucristo: mueren
con El, son sepulta dos con El y resucitan con
El;
reciben
el espíritu de adopción de hijos
por el que clamamos:
Abba ;Padre
(Rom 8,15), y se convierten así en los ver-
daderos adoradores que busca el Padre. Asimismo,
cuantas veces comen la cena del Seiior, proclaman su
muerte hasta que vuelva,> (CL
6).
Hay que demostrar mediante un nuevo análisis de qué
modo
la misión de profeta, sacerdote y r ey se enraím en la obra
de la redención
consumada por Jesucristo y cómo la consti tu-
ye. El magisterio del Concilio nos ayuda a verla, sobre todo,
desde el punto de vista de la participación del Pueblo de Dios,
y, por ende, no tanto en Cristo mismo cuanto en la Iglesia.
Cristo y la realidad de la redención continúan en la Iglesia,
gracias precisamente a la participación en el triple ministerio
de ~ r i s & ue caracteriza a l Pueblo de Dios. puede decirse que
la realidad de la redención, q ue perdu ra en la Iglesia de forma
mística -fruto estable del am or del Esposo a la Esposa y mis-
terio de la unidad del cuerpo con su Cabeza-
encuentra su
expresidn en la conciencia y actitud de la Iglesia-Pueblo. herede-
ra de la misión de C risto Redentor. De esta expresión, en cuan-
to parte integrante de la conciencia de la redención, tratare-
mos por separado; en un segundo t iempo nos volveremos a
ocupar de ella para analizar las acti tudes que en la formación
de la vida cristiana. sobre la base del Vaticano 11, deben res-
ponder a la misión profética, regia y sacerdotal de Cristo,
Seiior.
-El pue blo san to de Dios part icipa tam bién de la fun-
que es función de la jerarquía, viene a encontrarse con el senti-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 41/176
ción profética de Cristo, difun diendo su test imonio vivo
sobre todo con la vida de fe y caridad y ofreciendo a
Dios el sacrificio de alabanza, que es fruto de los labios
que confiesan su nombre (cf. Heb 13,15). La totalidad
de los fieles que tienen la unción del Santo (cf. IJn 2.20
y 27), no puede equivocarse cuando cree, y esta prerro-
gativa peculiar suya la manifiesta mediante el sentido
sobren atural de la fe de todo el pueblo cuand o, desde
los obispos hasta los últimos fieles laicos., presta su
consentimiento universal en las cosas de fe y costum-
bres. Co n este sentido de la fe que el Espiritu de verdad
suscita
y
mantiene, el Pueblo de Dios se adhiere indefec-
tiblemente a la fe confiada de una vez para siempre a los
santos (Jds 3), penetra más profundamente en ella con
juicio certero y le da más plena aceptación en la vida,
guiado en todo por el sagrado magisterio, sometiéndose
al cual no acepta ya una palabra de hombres, sino la
verdadera palabra de Dios (cf . lTes 2 ,1 3) ~ C1 12).
Y en otro lugar:
<<Cris to,l gran Profeta, que proclamó el reino del Pa-
dre con el test imonio de la vida y con el poder de la
palabra, cumple su m isión profética hasta la plena mani-
festación de la gloria, no sólo a través de la jerarquía,
que ensefia en su nombre y con su poder, sino también
por medio de los laicos, a quienes, consiguientemente,
constituye en testigos y les dota del sentido de la fe y de
la gracia de la palabra (cf. Act 2.17-18; Ap 19,10), para
que la virtud del Evangelio brille en la vida diaria, fami-
liar
y
social (CI 35).
La participación del Puebla de Dios en la misión de Crisro
misión en primer lugar profé tica dem uestra que la realidad de la
redención perdura en la Iglesia.
Cristo es el Maestro que transmite la palabra de Dios a la
humanidad con la fuerza de esta palabra edifica la comuni-
dad del Pueblo de Dios en la Iglesia. Esta comunida d, como es
sabido, se constituye en virtud de la participación vital de
cuantos creen en la misión profética de Cristo. La palabra de
Dios, transmitida en Cristo
y
por Cristo -de la que participan
todos los hombres-, los congrega y los une. Tod os también,
en cuanto comunidad de la Iglesia, difunden la palabra del
Evangelio y da n test imonio de ella no sólo profe sando la mis-
ma verdad, sino también actuándola en su vida. La doctrina,
74
d o sobrenatural de la fe, en el que part icipa la com unidad tod a
de los creyentes y al m ismo tiempo consti tuye la participación
en la misión profética de Cristo, en la que toma parte todo el
Pueblo de Dios. C om o vemos, esta part icipación está integra-
da por la doctrina y la profesión, como dos vigas que se com-
pletan y sostienen mutu ame nte. El Magisterio ejerce en este
proceso u na función directiva, que se relaciona estrechamente
con la constitución jerárquica de la Iglesia. Sin embargo, la
doctrina de la fe y su profesión se unen, po r así decirlo, en un
único y común fundam ento: la misión profética d e Cristo y la
participación en la misma.
Hay que resaltar este punto del magisterio concil iar como
un momento especialmente importante para el enriquecimien-
to de la fe, con respecto n o
sólo a su contenido, sino también a
su significado subjetivo. La fe -su profesión y doc trina , su
profundización cognoscit iva y su más completa actuación en
la vida- establece una particu lar unión de tod o creyente con
la misión de Cristo, pues no se trata sólo de una aceptación
masiva, sino también de una continuación creativa de la pro-
pia misión profética.
El Concilio habla, en varias ocasiones, de la misión sacer-
dotal del Redentor de la part icipación en ella del Pueblo de
Dios en la Iglesia. El magisterio del V aticano 11 nos perm ite
conocer más a fondo la verdad según la cual la realidad de la
redención. consum ada de modo espec ial por el acto sacerdot al de
Cristo perdura en la Iglesia y también de modo especial me-
diante la continuación del sacerdocio de Crist o.
, 'Cristo Señor, Pontífice tomad o d e entre los hombres
(cf. Heb 5,l-5), de su nuevo pueblo hizo un reino
y
sacerdotes para Dios, su Padre (Ap 1.6; cf. 5,9-10). Los
bautizados, en efecto, son consagrados por la regenera-
ción y la unción del Espíritu Santo como casa espiritual
y sacerdocio santo, para que, por medio de toda obra
del hombre crist iano ofrezcan sacrificios espiri tuales y
anuncien el poder d e aquel que los llamó de las t inieblas
a su admirable luz (cf. IPe 2,410). Por el lo, todos los
discipulos de Cristo, perseverando en la oración y ala-
bando juntos a Dios (cf. Act 2.42-47), ofrézcanse a si
mismos com o hostia viva, santa y grata a Dios (cf. Rom
12,l) y den test imonio por doquiera de Cristo, y a quie-
nes lo pidan, den también razón de la esperanza de la
vida eterna qu e hay en ellos (cf. IPe 3,15). (CI 10).
Seguidamente, la constitución
Lumen gentium
se ocupa de
de los sacramentos: El ca rácter sagrado y orgánicamente es-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 42/176
la relación entre el sacerdocio común de los fieles y el sacerdo-
cio ministerial, es decir, el jerárquico. Sin perjuicio de volver-
nos a ocupar de este tema en otro lugar, vamos a detenernos
aho ra en lo qu e para todo el Pueblo de Dios pueda tener rele-
vancia con respecto a su participación en la misión sacerdotal
de Cristo.
.El carácter sagrado y orgánicamente estructurado de
la comunidad sacerdotal se actualiza por los sacra-
men tos y po r las virtudes. (CI
11).
Tanto la consti tución
Lumen gentium
como la consti tución
sobre la sagrada liturgia evidencian los lazos particulares exis-
tentes entre la redención de Cr isto y la vida sac ram enta l del
cristiano.
<.En efecto, la liturgia, po r cuyo med io se ejerce la
obra d e nuestra redención , sobre todo en el divino sa-
crificio de la Eucarist ía, contribuye en su mo gra do a-que
los fieles expresen en su vida y manifiesten a los demás
el magisterio de Cristo y la naturaleza auténtica de la
verda dera Iglesia. (C L
2).
*Con ra zón, pues, se considera la l iturgia co mo el
ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos
sensibles significan y, cada u no a su m anera, realizan la
santificación del hom bre, y así , el Cuerp o místico de Je-
sucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el
culto público integro,, (CL
7).
No vamos aqu i a en trar en los pormenores de. este tema,
sobre el que hemos de volver más adelante. Tan sólo trazare-
mos la línea maestra: realidad de la redención presente conti-
nuamente en la Iglesia a travds de la participación en el sacerdo-
cio de Cristo vida sacramental de la Iglesia
y
liturgia.
Seria
-en el ám bi to de toda la lógica de la fe profesada y
vivida-corno una l ínea descendente, siguiendo a la cual he-
mos d e buscar esa vía de enriquecimiento de la fe que parte del
Vaticano 11 hacia el futuro. Al some ter a análisis la actitud
li túrgica , tan profundamente elaborada durante los trabajos
concil iares, deberemos acordarnos de que el fundamento de
esta actitud espiritual, asi como su activación, está precisa-
mente en la conciencia de la redención, en cuanto realidad
presente siempre en el sacerdocio de Cristo, del que todo el
Pueblo de Dios es partícipe.
Esta participación se lleva a cabo en la Iglesia por medio
76
tructurado d e la com unidad sacerdotal se actualiza p or los sa-
cramentos (CI l l ) .
Se actualiza ade má s nor las virtudes . La redención. en
cuanto realidad permanenie de la Iglesia se manifiesta
no sólo
en la vida sacramental de los crist ianos, sino también en su
vida moral:
en la moral cristiana.
Nos encontramos aqui casi
ya en ese punto en que el elemento divino y el humano se
compenetran íntimamente sobre la base del principio de la
participación en la triple misión de Cristo, pudiéndose decir
que la moral seiíala especialmente la contribución del hombre.
Podemos darnos cuenta fácilmente de que la part icipación en
el sacerdocio de Cristo por medio de los sacramentos es tam-
bién por participac ión en su misión profética , ya qu e la vida
sacramental es, a su t iempo, profesión d e fe y anuncio de ella,
y ambos implican la existencia de una viva y vivida moral cris-
t iana, indisolublemente unida a la vida sacramental , en cuan to
com pon ente y cond ición necesar ia de la sant i f icación del
hombre.
Parece, pues, q ue este aspec to de la redención como reali-
dad siempre presente en la Iglesia
se manifiesta con toda evi-
dencia especialmente en la participación en la misión real de
Cristo.
Leemos al respecto:
-Cristo, habiéndose hecho obediente hasta la muerte
y
habiendo sido por el lo exaltado por el Padre (cf. Flp
2.8-9), en tró en la gloria de su reino. A El están someti-
das tod as las cosas, hasta qu e El se someta a sí mismo
y
todo lo creado al padre, a fin de que Dios sea todo en
toda s las cosas (cf. Co r 15,27-28). Este pod er lo com u-
nicó a sus discípulos, para que también ellos queden
consti tuidos en soberana l ibertad, y por su abnegación y
santa vida venzan en sí mismos el reino del pecado (cf.
Rom 6,12). Más aún , para que, s i rviendo a Cr is to tam-
biCn en los demás, conduzcan en humildad
y
paciencia
a sus hermanos al Rey, cuyo servicio equivale a reinar*
(CI
36).
El texto antes citado prosigue, refiriéndose directamente a
los seglares católicos, de acuerdo con el título del capitulo IV
de la consti tución Lumen gentium. Enseiía el Concilio que
Tambikn por med io de los fieles laicos el Seiíor desea
dilatar su reino: reino de verdad
y
de vida. reino de santi-
77
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 43/176
importante para el establecimiento de las relaciones entre la
eclesiologia y la mariologia. En el presente análisis, que tiene
curso de la historia de la salvación. Dado que estos dos aspec-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 44/176
por objeto las vías del enriquecimiento de la fe que circulan
por el magisterio del Concilio Vaticano 11, debemos, en primer
lugar, subrayar la solución adoptada por el Concil io con la
decisión de no producir un documento de contenido marioló-
gico propiamente dicho, sino de insertarlo en la const i tución
dogmática sobre la Iglesia. Ya este mismo hecho compmeba,
en cierto modo, que la conciencia de la Iglesia está especial-
mente transida por el misterio de la Madre de Dios; misterio
que, a su vez,
se encierra por entero en el misterio de Cristo
-Verbo encarnado-
y
de él pasa al m isterio del Cuerpo místico
de Cristo.
La lectura del capitulo VlII de la constitución
Lu-
men gentium
nos convence de que este pasaje se actualiza en
unión de la obra redentora , que Jesús consuma no sólo como
Hijo de Dios, sino también como Hijo de M aria. Por eso -a
teno r del magisterio conciliar- hallam os en nuestras reflexio-
nes sobre la conciencia de la redención el lugar adecuado pa ra
meditar en el misterio de la Madre de Dios.
Esta consideración, tal com o se deduce de las primeras pa-
labras del capitulo VIII , esta empapa da de la especial venera-
ción que la Iglesia abriga hacia ella. He aqui este pasaje de la
introducción:
-Queriendo Dios, infini tamente sabio y m isericordioso,
llevar a cabo la redención del mundo,
al llegar la pleni-
tud de los tiempos. envid a su Hijo nacido de mujer para
que recibiésemos la adopción de hijos
(GáI
4,4-5 .
El
cual , por nosotros los hombres y por nuestra salvación,
descendió de los cielos y po r ob ra del Espíritu S anto se
enc arnó d e la Virgen Maria . Este misterio divino de la
salvación nos es revelado y se continúa en la Iglesia, que
fue fundada por el Sei íor como cuerpo suyo, y en la que
los f ieles, unidos a Cristo Cabeza y en comunión con
todos sus santos, deben venerar tambie n la mem oria en
primer lugar de la gloriosa siempre Virgen Maria, M adre
de nuestro Dios y S eñor Jesucristo ,~ (CI
52 .
El cuerpo central del capitulo VllI de la constitución Lu-
men gentium
estii dedicado al
modo especial en que la bienaven-
turada Virgen ha participado en la economia de la salvacidn.
Este hecho va unido a otra característica de la conciencia de la
Iglesia, la histórica y, a la vez, escatológica, de la que tratare -
mos en uno de los c pitul s siguientes. Convendrá, pues, vol-
ver una vez más a la participac ión d e la M adre de Dios en el
80
tos, el histórico y el escatológico, se encuentran y compenetran
en la totalidad de la economía de la salvación, en especial
cuando se trata de la part icipación que en el la ha tenido la
Madre de Dios, nos referiremos por lo menos a un texto que,
por otra parte, pertenece al capitulo que sigue (segunda parte,
capitulo V).
.<Los libros del Antigu o y del N uevo Testam ento, y la
Tradición venerable manifiestan de un modo cada vez
más claro la función de la Madre del Salvador en la eco-
nomía de la salvación, y vienen como a ponerla delante
de los ojos. En efecto, los l ibros del Antiguo T estamento
narran la historia de la salvación, en la que paso a paso
se prepara la venida de C risto al mund o. Estos primeros
documentos, tal como se ve en la Iglesia y tal como se
interpretan a la luz de una revelación ul terior y plena,
evidencian po co a poco, de una forma cad a vez más cla-
ra, la figura de la mujer Madre del Redentor. Bajo esta
luz aparece ya profét icamente bosquejado en la promesa
de victoria sobre la serpiente, hecha a los primeros pa-
dres caídos en pecado (cf . Gén
3,15 .
Asimismo, ella es
la Virgen que concebirá y dará a luz un Hijo, que se
llamará Emmanuel (cf. 1s 7,14; comp. con Miq
5.2-3;
Mt
1,22-23 .
Ella sobresale entre los humildes y pobres del
Seiíor, que confiadamente esperan y reciben de El la sal-
vación. Finalmente, con ella misma, Hija excelsa de
Sión, t ras l a prolongada espera de l a promesa , se cumple
la plenitud de los tiempos y se instaura la nueva Econo-
mía, al tomar de el la la naturaleza humana el Hijo de
Dios, a f in de l ibrar al homb re del pecado mediante los
misterios de su humanidad. (CI
55 .
La figura de la Madre de Dios se ha perfi lado sobre el
rrasfondo de la historia de la salvacidn sobre todo com ofig ura
de aquel que. en la má s perfecta medida resume en si la aspira-
cidn a la salvacidn que el hombre y la humanidad sdlo pueden
alcanzar de Dios.
La constituciOn subraya la primacia de Ma-
ría entre los humildes los pobres del Señor ; prima do de
humildad y de espíritu de pobreza al que corresp onde
también el primad o de la espera en confianza . La figura
espiritual de la Virgen se perfila aq ui con pocas, pero elocuen-
tes palabras. E n efecto, quien habia, m ás que nadie, esperado
con confianza la obra de Dios co mo don g ratui to, debía part i-
8
cipar en esta o bra; debia part icipar en la economía de la salva-
ción de la humanidad de forma única en su género.
ret en el momento de la anunciación
-y
decimos nuevamente,
porqu é ya han sido varias veces consideradas por la tradicióii
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 45/176
-Pero el Padre de la misericordia quiso qu e precediera
a la encarnación la aceptación de la Mad re predestinada,
para q ue de esa m anera, as i com o la mujer cont ribuyó a
la muerte, también la mujer contribuyese a la vida. Lo
cual se cumple de m odo eminentisimo en la Madre de
Jesús, por haber dado al mundo la Vida misma, que re-
nueva tod as las cosas. (CI 56).
El texto del Vatican o 11 sub raya la causalidad : Maria no
sólo ha contribuido a da r vida , sin o adem ás -y antes que
nada- lo ha hecho al da r su consentimiento. De esta forma ,
la Mad re de Jesucristo entra en el contenido de nuestra fe
y
se
vincula de un modo part icular con la conciencia de la reden-
ción. El documento concil iar analiza con mayor profundidad
aún ese momento clave de la mariologia que es el misterio de la
Encarnación
y
de la Redención:
<<L aMadre de Jesús ha s ido adornad a por Dios con
los dones dignos de un oficio tan grande. Por lo que
nada t iene de extraño que, entre los Santos Padres, pre-
valeciera la costumbre de l lamar a la Madre de Dios
totalmente santa e inmune de toda mancha de pecado,
como plasmada y hecha una nueva criatura por el Espi-
ritu Santo. Enriquecida desde el primer instante de su
concepción con el resplandor de una santidad entera-
mente singular, la Virgen nazarena, por orden de Dios,
es saludada por el ángel de la anunciación como llena de
gracia (cf. Lc 1,28), a la vez qu e ella resp onde al mensa-
jero celestial: He aquí la esclava del Señor hágase en mi
según tu palabra. Asi Maria, hija de Adán, al aceptar el
mensaje divino, se convirt ió en madre de Jesús, y al
abrazar de todo corazón y sin entorpecimiento de peca-
do alguno la voluntad salvifica de Dios, se consagró to-
talmente co mo esclava del Señor a la persona y a la obra
de su Hijo, sirviendo con diligencia al misterio de la re-
dención con El bajo El, con la gracia de Dios omn ipo-
tente» (CI 56).
El mod o mismo en que M aria ha s ido introducida p or Dios
en la realidad de la encarnación y ella misma ha en trado en
esta realidad, consti tuye el principio d e su part icipación en la
obra de la redención. El documento concil iar vuelve nueva-
mente sobre las palabras pro nunciad as po r la Virgen de Naza-
82
de la Iglesia- y constata que fruto de estas palabras son la
encarnación
y
la m aternidad divina de Maria. Al mismo tiem-
po estas palabras penetran en la obra misma de la redención
expresa ndo una plena madu ra disponib ilidad a ofrecerse a si
misma a la persona y la obra del Hijo.
-Co n razó n, pues -seguimos leyendo-, piensan los
Santos Padres que Maria no fue un ins t rumento pura-
mente pasivo en las mano s de Dios, sino que cooperó a
la salvación de los hombres con fe y obediencia libres.
Co mo dice San Ireneo, obedeciendo, se convirt ió en
causa de salvación para si misma y para todo el género
humano . Por eso no pocos Padres ant iguos af irman
gustosamente con él en su predicación que el nudo de
la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia
de Maria; qu e lo atado p or la virgen Eva en su increduli-
dad fue desatado p or la virgen Maria mediante su fe ; y,
com paránd olo con Eva, l laman a Maria Madre de los
vivientes , afirman do aún con ma yor frecuencia que la
mue rte vino po r Eva; la vida, po r Maria . (CI 56).
Es evidente qu e la relación de la Iglesia primitiva y la actual
con la Mad re de Dios se funda n o sólo en un culto excepcional
debido a su maternidad divina, sino también en la conciencia de
la redención y la consciencia de su participación en la obra de
Cristo: coop eró a la salvación del homb re , leemos en la cons-
t i tución. Cooperación activa de M aria, que se manifiesta part i-
cularmente en su obediencia. Obediencia mediante la cual no
sólo se som etió pasivam ente a la iniciativa salvifica de la Santi-
sima Trinidad , sino que, además, con tod a su vida
y
su modo de
obrar la hizo suya y ha part icipado en ella de tal forma que
nuestra conciencia de la redención debe siempre redescubrir el
acto de la Mad re unid o al acto de Cristo ; con El y bajo
El , com o leemos en el texto que acaba mos de citar.
Esta
unión de la Madre con el Hijo en la obra de la reden-
ción
se manifiesta desde el momento de la concepción virginal
de Cristo hasta su muerte (CI 57). La doctrina del Concil io
prueba esta unión siguiendo ca da un o de los hechos de la vida
de Jesús y de Maria, tal com o aparecen en la Sagrada Escritu-
ra. Especial importancia t iene la hora del Calvario, intima-
mente l igada al mom ento d e la anunciación y en correspon-
dencia con la acti tud de Maria en aquellas circunstancias:
la tierra la
Madre excelsa del divino Redentor, compaiera
singularmente generosa entre todas las demá s criaturas
-La Santísima Virgen avanzó en la peregrinación de la
fe y mantuvo fielmente su unión con el Hijo hasta la
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 46/176
humilde esclava del Seriar. Concibiendo a Cristo, engen-
drándolo, presentándolo al Padre en el templo, pade-
ciendo con su Hijo cuando moría en la cruz, cooperó de
forma enteramente impar a la obra del Salvador con la
obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente c aridad, con
el fin de restaurar la vida sobrena tural de las almas. Por
eso es nuestra ma dre en el ord en de la gracia (CI 61).
.Esta maternidad de M aria en la economia de la gracia
perdura sin cesar desde el momento del asentimiento
que prestó fielmente en la anunciación, que mantu vo
sin vacilar al pie de la cruz hasta la consumación perpe-
tua de tod os los elegidos. Pues, asunta a los cielos, no ha
dejado esta misión salvadora, sino que, con su múltiple.
intercesión, continú a ob teniéndo nos los dones de la sal-
vación eterna. C on su am or matern o se cuida de los her-
manos'de su Hijo que todavía peregrinan y se hallan en
peligros y ansiedad, hasta que sean conducidos a la pa-
tria bienaventurada. Por este motivo, la Santísima Vir-
gen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada,
Auxil iadora, Socorro, M ediadora. Lo cual , sin embargo,
ha de entenderse de tal manera que no reste ni ai íada
nada a la dignidad y eficacia de Cristo, Único mediador.
(CI
62).
La maternidad divina de María es un hecho Único, que en
la historia de la salvación aparece estrechamente vinculado a
la realidad de la encarnación del Verbo, a la que pertenece.
Mientras, la maternidad espiritual de María, en el orden de la
gracia, sobrepasa con mucho los límites de este hecho y se ex-
tiende tan allá como la obra de la redención realizada por su
Hijo, hasta la consumacidn perpetua de todos los elegidos (CI
6 2 ) .
La Madre de Dios realiza su maternidad universal en la
economía d e la gracia, com o m ediadora de ésta. La Iglesia pro-
fesa la fe en esta matern a mediación d e la gracia divina, diferen-
ciándola, no obstante, con exacti tud de la mediación del propio
Cristo Redentor.
Jam ás pod rá comp ararse criatura alguna con el Verbo
encarnado y Redentor; pero así como el sacerdocio de
Cristo es part icipado tanto por los ministros sagrados
cuanto por el pueblo fiel , de forma diversa, y como la
bondad de Dios se difunde de dist intas maneras sobre
las criaturas, asi tambien la mediación Única del Reden-
85
l
l
cruz, junto a la cual , no sin designio divino, se mantuvo
erguida (cf. Jn 19,25), sufriendo profundamente con su
Unigenito y asoc iándose con en trai las de m adre a su sa-
crificio, consintiendo am orosam ente en la inmolación de
la víctima qu e ella misma h abía engendrado. (CI 58).
Estas últimas palabras explican decisivamente la fe de la
Iglesia, manifiesta en la frase anterior: cooperó a la salvación
del hombre , y explican en profun didad el acto de Mad re
albergad o en su obediencia, que, tanto en la anunciación como
al pie de la cruz, manifestó la plena aceptación de la economia
divina. La aceptación de la economía divina a la hora de lo cruz.
en la que se inmoló la víctim a engend rada por ella . se identifi-
ca con el sacrificio total de su corazón de Madre.
.Con este acto de madre -acto que , co mo resulta
del magisterio conciliar, se inserta en la realidad de la
redención- Maria en tra en la historia de la salvación de
los hombres como su madre. De ello consti tuyen su pri-
mera manifestación las propias palabras del Redentor
pronunciadas desde lo al to de la cruz:
Fue dad a p or el mismo Cristo Jesús, agonizante en' la
cruz, com o m adre al discipulo con estas palabras: Mujer.
he ahí a tu
hijo (cf. J n 19,26-27). (C I 58).
De ahí deriva la presencia y la participación de María en el
nacimiento de la Iglesia:
<'Por no haber querido Dios manifestar solemnemente
el misterio de la salvación humana antes de derrimar el
espíri tu prometido por Cristo, vemos que los apóstoles,
antes del día de
Pentecostés perseveraban
undnimes en la
oracidn con algunas mujeres, con Marta, la Madre de Je-
sús, y con los hermanos de Pste
(Act 1,14), y qu e también
María imploraba con sus oraciones el don del Espíri tu,
que en la anunciación ya la había cubierto con su som-
bra (CI 59).
El nacimiento de la Iglesia el día de Pentecostés es como la
prosecución del misterio de la Encarnación, consumado en
María por obra del Espíritu Santo. A partir del Vaticano 11 la
l lamamos también Madre de la Iglesia.
*'La Santisima Virgen, predestinada desde la eternidad
como Madre d e Dios juntamente con la encarnación del
Verbo, por disposición de la divina Providencia, fue en
i
84
tor no excluye, sino que suscita en las criaturas diversas
clases de cooperación, participada de la única fuente. La
cado y, a la vez, sean mejor cumplidos sus mandamien-
tos. (C I 66).
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 47/176
Iglesia n o du da en co nfesar esta función subordina da de
Maria, la experimenta continuam ente y la recomienda a
la piedad de los fieles, para que, apoyados en esta pro-
tección m aternal, se unan con ma yor intimidad al Me-
diad or y Salvador (CI 62).
La mediación de la Madre de Dios estó pues subordinada a
la único mediación de Crisisto el único que con stituye e l funda-
menta y la fuente de roda la econom ía sobrenatural de lo gracia
y de la salvación. Ahora bien, la mediación de Maria, en cuan-
to expresión de su maternidad espiritual en el orden de la gra-
cia, tiene un alcance universal y goza de una especial eficacia.
Como vemos, la verdad sobre la Madre de Dios y de los
hombres, que la Iglesia profesa y de la que vive, está en más
intima relación con la conciencia de la redención. En ella se
contiene, de ella procede y a ella lleva:
<<Unoolo es nuestro Mediad or, según las palabras del
Apóstol:
Porque uno es Dios.
y
uno también el Mediodar
entre Dios los hombres el hombre Cristo Jesús que se
entregó a sí mismo para redención de todos
(1Tim 2,s-6).
Sin embargo, la misión maternal de Maria para con los
hombres no oscurece ni disminuye en m odo alguno esta
mediación única de Cristo, antes bien sirve para demos-
trar su poder. ues od o el influ jo salvifico de la San tisi-
ma Virgen sobre los hom bres no dima na de una necesi-
dad ineludible , s ino del divino benepláci to y de la
superabundancia de los méritos de Cristo; se apoya en
la mediación de éste, depende totalmen te de ella y de la
misma saca todo su poder. Y, lejos de impedir la unión
inmed iata de los creyentes con Cristo, la fomenta. (CI
60).
Lo mismo cabe decir respecto al culto que rinde la Iglesia a
la Madre de Dios:
.Este culto , tal com o existió siempre en la Iglesia, a
pesar de ser enteramente singular, se distingue esencial-.
mente del culto de adoración tributad o al Verbo encar-
nado, lo mismo que al Padre y al Espíri tu Santo, y lo
favorece eficazmente al ser ho nra da la Madre , el Hijo,
por razón del cual existen todas las cosas (cf. Col 1,15-
16)
y
en el
queplugo
al Padre eterno que
habitase todo la
plenitud
(Col 1,19), sea mejor co nocido , am ado , glorifi-
De la plenitud del Dios-Hijo, su Madre ha alcanzado en
sum o grado la plenitud de gracia propia de Maria, que la
Iglesia profesa y alaba en ella, quien, habiendo iniciado su
existencia en la t ierra com o Inm aculada Concepción, la termi-
nó como Asunta a los cielos:
La Virgen inmaculada, preservada inmune de toda
manch a de culpa original , terminado el decurso de su
vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria
celestial y fue ensalzad a p or el Señ or como Reina uni-
versal , con el fin de que se asemeje de fo rma m ás plena a
su H ijo, Se ñor de los señores (cf. Ap 19,16) y vencedor
del pecado y de la muerte* (CI 59).
En el intento de caractrizar los caminos del enriquecimien-
to de la fe, que en el magisterio conciliar están vinculados a la
conciencia de la redención, nos hemos valido de la expresión
enriquec imiento pascual . Esta caracterísrica volvemos a en-
contrarla en la doctrina concil iar sobre la Madre de Dios,
cuando hace patente su part icipación, co mo m adre, en la obra
de Cristo y en la misión de la Iglesia. La redención es una
realidad constan temen te dirigida al hom bre y al mundo ;
una realidad siempre presente en la Iglesia. Gracias a esta rea-
lidad de la redención se revelan la verdad más profunda y
el
valor más autén tico del hombre, de su vida y actividad en sus
diversas dimensiones. La cruz de Cristo no sólo no impide,
sino, por el contrario, favorece todo esto. Maria participa de
modo especial en el misterio pascual de Cristo, en ella consu-
mado perfectamente, como lo atest iguan todos los misterios de
su vida
y
de su vocación; Maria part icipa también con mayo r
plenitud en la redención, realidad siempre dirigida al hombre
en el mundo y, al mismo tiempo , siempre perdura nte en la
Iglesia.
Precisamente por esto compete a la Madre de Dios ese
puesto único que ocupa en la conciencia de la Iglesia. De
modo harto convincente lo expone el Vaticano 11:
'.La Iglesia, en su labo r apostólica, se fija con razó n en
aquella que engendró a Cristo, concebido del Espíri tu
Santo y nacido de la Virgen, para que también nazca y
crezca por medio de la Iglesia en las almas de los fieles.
La Virgen fue en su vida ejemplo de aquel amor mater-
nal con que es necesario qu e estén animados todos aque-
llos que, en la misión apo stólica d e la Iglesia, cooperan a
la regeneración de los hombres,, (CI 65 .
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 48/176
La Iglesia del Vaticano 11 ve en la Madre de Dios un rno-
delo q ue imitar. So bre esta idea del magisterio conciliar hemos
de volver seguidamente.
C A P ~ T I I L OV
CONCIENCIA DE LA IGLESIA COMO PUEBLO DE DIOS
El Pueblo de Dios, concepto bíbl ico muy antiguo, se ha
convertido, gracias al Vaticano 11, en uno de los principales
contenidos a los que se liga el proceso histórico del enriqueci-
miento de la fe que vivimos en relación con el Concilio. Cabe
subrayar, sin embargo, que la conciencia de la Iglesia como
Pueblo de Dios presupone todo cuanto hasta ahora ya ha sido
objeto de nuestro análisis. Y es que la realidad del Pueblo de
Dios radica sobre todo en la realidad revelada por Dios, quien
con un acto libre de su amor se vuelve hacia los hombres:
hacia el hombre inserto en el mundo. o conciencia de la Igle-
sia como Pueblo de Dios presupone por lo tanto la conciencia
de la creación de la salvación y de la reden ción en la que se
funda. También el Concilio presenta así la verdad acerca del
Pueblo de Dios, y sobre esta doctrina hay que formar una fe
ma dura de la Iglesia actual. Lo esencial es que la realidad total
del Pueblo de Dios tenga su fuente y su principio en Dios,
que se revela a si mismo . De esta mane ra, la fe del homb re y
de la humanidad , en cua nto respuesta qu e se da a Dios con el
entendimiento y con la vida, constituye la realidad del Pueblo
de Dios.
Y así toda la Iglesia aparece como un pueb lo reunido en
virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
(CI
4 .
Repitamos u na vez m h esta ci ta conciliar clásica, lo-
grada por los Padres y puesta como piedra angular de toda la
constitución Lumen gentium. A esta unión mística con la unidad
de la Trinidad corresponde en el orden histórico la alianza de
Dios con los hombres no sólo como individuos, s ino también
como pueblo.
-En todo t iempo y en todo pueblo es grato a Dios
quien le teme y prac tica la justicia (cf. Act 10,35 . Sin
embargo, fue voluntad de Dios santificar y animar a los
hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos
con otros, sino const i tuyendo un pueblo quele confesa-
ra en verdad y le sirviera santamente. Por ello eligió al
pueblo de Israel como pueblo suyo, pactó con él una
mente y se com pletan recíprocamente dos m omentos: el perso-
nal y el comunitario. En la doctrina del Vaticano II hay que
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 49/176
alianza To do esto sucedió com o preparación y figura
de la al ianza nueva y perfecta que habia de pactarse en
Cristo y de la revelación completa que habia de hacerse
por el mismo Verbo de Dios hecho carne.
Este p acto nuevo, a saber, el Nuevo Testamento en su
sangre (cf. Cor 11,25), lo estableció Cristo convo cando
un pueblo de judíos y genti les que se unificara n o según
la carne, sino según el espíritu, y constituyera el nuevo
pueblo d e Dios. Pues quienes creen en Cristo, renacidos
no de un germen corruptible, sino de uno incorruptible,
med iante la pal abra de D ios vivo (cf. 1Pe 1,23), no de la
carne, sino del agua y del Espíritu Santo (cf. Jn 3,s-6),
pasan, finalmente, a consti tuir un linaje escogido sacer-
docio regio nacidn santa pueblo de adquisicidn que en
un tiempo no era pueblo
y
ahora es pueblo de Dios
(1Pe
2,9-10). (C I 9).
La realidad de la redención de Cristo se continúa en la
Iglesia, esto es, entre los hombres, quienes, gracias a la acción
interior y eficaz del Espíritu Santo , se rehacen en un pueblo.
La unidad que consti tuye este pueblo es la unión de unos hom-
bres agrup ados en com unidad espiri tual , si bien el contenido y
el principio de la comunidad de este pueblo son divinos, ya
que proceden de la elección hecha por Dios, de la redención
consu mad a po r Cristo y de la santificación obra da po r el Espi-
ri tu, como nos dice San Pedro en su primera carta, recogida
por el Concilio. En la formación de la conciencia de la Iglesia
com o Pueb lo de Dios hay que sab er unir la teología y la so-
ciologia , teniend o delante las grandes co sas de Dios , asi
como los derechos de la existencia humana, que es, a la vez,
personal y social , y, sobre todo, personal
y
comuni tar ia .
Dios -en efecto- fo rm ó una congregación de quienes,
creyendo, ven en Jesús al autor de la salvación y el principio
de la unidad y de la paz,
y
la constituyó Iglesia a fin de que
fuera para todos y para cada u no el sacramento visible de esta
unidad salutífera
CI
9). En la formación de la conciencia de
la Iglesia como Pueblo de Dios hemos constantemente de
man tener la orientación vertical , exigida po r la realidad
trascendente de Dios, por la realidad de la creación, por la
salvación y la redención, y, al propio tiempo, hemos de tomar
la dirección horizontaI , hacia el hom bre en el mun do , ha-
cia el hombre en cuya naturaleza se compenetran profunda-
9
percibir, pues, la abierta relación entre la realidad del Pueblo
de Dios y la vocación del hombre c om o persona, que es también
vocación en la comunid ad. Concretamente: El hom bre, única
criatura terrestre a la que Dios ha amado por si misma, no
puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega since-
ra de si mism o a los dem ás (CM 24). Este pasaje señala el
carácter de la persona humana y su irrepetible relación con
Dios.
1
La vocación de la persona en
la
comunidad
La consti tución Goudium et spes pone mucho énfasis en
este pun to, con lo cual se manifiesta -y no por primera
ve z- co m o docum ento complementar io de la consti tución Lu-
men gentium. La vocación del hombre , en cuanto persona in-
herente a la com unidad , consti tuye el fundam ento de la reali-
dad del Pueblo de Dios. Por eso conviene detenerse en este
punto: asi dispondremos d e una visión más clara d e una reali-
dad en la que, por cierto, razón y fe se complementan.
Ln
fe todo lo ilumina con una nueva luz
y
manifiesta el
plan divino sobre la entera vococidn del hombre. Por ello
orienta la mente hacia soluciones plenamente humanas~
(CM 11).
El Concil io presenta esta solución ensefiando q ue el hom-
bre está l lamado a realizar la dignidad de la propia persona, y
que hemos de buscar las raíces de esta vocación en la propia
naturaleza humana, que es tanto como decir en la obra de la
creación.
La Sagrada Escri tura nos enseña que el hombre ha sido
creado a imagen y semejanza de Dios , con capacidad para
conocer y amar a su Creador, y que ha sido consti tuido por
Dios señor sobre la entera creación visible, para gobernarla y
usarla glorificando a Dios (CM 12). Aho ra bien, desde un
principio el hom bre-persona ha sido también creado llamado a
la comunidad: Dios no creó al hom bre en solitario, sino que
desde el principio los creó hom bre y mujer (Gén 1,27), de
mo do qu e su unión consti tuye la forma primitiva de comunión
de personas. El hombre , por lo tanto , es, en razón d e su intima
91
naturaleza, un ser social , hasta el pun to de que, si no se rela-
ciona con los demás, no puede vivir ni desarrollar sus cualida-
pastoral trata también el problema del ateísmo, la verdad refe-
rente a la vocación sobrenatural del hombre t iene en este do-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 50/176
des (CM 12).
El hombre, en cuanto persona,
trasciende el universo
y se
considera, con razón, superior a las cosas corporales reco-
nociendo estar en posesión de un alma espiritual e inmortal .
Y
es a esa alma a quien corresponde determinar la profundi-
dad de la persona hum ana , al lí don de el propio hom bre deci-
de su destino bajo la mirada de Dios (CM 14). Siendo com o
es la naturaleza del hom bre intelectiva, se perfecciona y debe
perfeccionarse por medio de la sabiduría, la cual atrae con
suavidad la mente del hom bre a la búsqueda y al amor de la
verdad y del bien. Im buid o po r ella, el hom bre se alza po r
med io de lo visible hacia lo invisible (CM 15).
.La dignidad huma na requiere, por tanto, que el hom-
bre a ctúe seg ún su conciencia y libre elección, e s decir,
movido e inducido por convicción interna personal, y no
bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera
coacción externan (CM 17).
La libertad es una de las características propias de la perso-
na y, al mismo tiempo, uno de sus deberes.
*El hombre logra esta dignidad cuando, l iberado total-
mente de la cautividad de las pasiones, t iende a su fin
con la libre elección del bien y se procura medios ade-
cuados para ello con eficacia y esfuerw crecientes.
(CM 17).
La naturaleza intelectiva de la persona y la libertad que im
plica como facultad de autodeterminación, hallan su expresión
en la conciencia. La conciencia sirve, a su vez, para resolver
de acuerdo con la verdad todo ese gran numero de problemas
morales que surgen tanto en la vida individual como en la
social . Y cuanto más prevalece la conciencia recta, tanto más
las personas y los grupos sociales se alejan de las ciegas arbi-
trariedades y ponen su empeiio en adecuarse a las normas ob-
jetivas de la mora lidad (CM 16).
Esto es, en síntesis, lo q ue pod emos l lamar las vértebras de
la vocación del hombre, l lamado a la dignidad propia de la
persona, tal y como lo proclama el Concil io Vaticano
11
A
esta voación c orrespon de plenamente la realidad de la gracia:
La razón m ás alta de la dignidad humana consiste en la vocación
del hombre a la unión con Dios. según leemos en la propia cons-
titución Gaudium et spes (CM 19).
Y
dado que la consti tución
9
cumento un acento especial . Leemos:
La Iglesia afirma que el reconocimiento de Dios no se
opone en modo alguno a la dignidad humana, ya que
esta dignidad t iene en el mismo D ios su fundamento y
perfección. Es Dios crea dor el que consti tuye al hom bre
inteligente y libre en la sociedad, y, sobre todo, el hom-
bre es l lamado, como hijo, a la unión con Dios
y
a la
participación de su felicidad. Enseña además la Iglesia
que la esperanza escatológica no merma la importancia
de las tareas temporales, sino que más bien proporciona
nuevos mot ivos de apoyo para su ejercicio. Cuando, por
el contrario, fal tan ese fundam ento divino y esa esperan-
za de la vida eterna, la dignidad humana sufre lesiones
gravísimas - e s lo que hoy con frecuencia sucede-, y
los enigmas de la vida y de la muerte, de la culpa y del
dolor quedan sin solucionar, l levando no raramente al
hombre a l a desespe rac i ón~ ~CM 21).
Co mo v emos, se halla en el magisterio la doctrina y la apo -
logía de la vocación del hombre a la unión con Dios y a la
part icipación sobrena tural en la vida divina. Estas enseñanzas
de l E vange li o -como hemos comp robad o en e l cap í t u l o
anterior- ocurre que están imbuidas por la conciencia de la
redención y &a, a la vez, por ellas.
La l ibertad humana -leemos en el contexto sobre la
vocación del hom bre y la dignida d de la persona-, heri-
da por el pecado, para dar la máxima eficacia a esta
ordena ción hacia Dios, ha de apoyarse necesariamente en
la gracia d e Dios . Ca da cual tendrá que dar cuenta de su
vida ante el tr ibunal d e Dios según la conducta buena o
mala que haya observado- (CM 17).
La vocación a la unión con Dios está estrechamente vincu-
lada en el sujeto hum ano a la vocación a la dignidad propia de
la person a, y del m odo más auténtico se le confiere a la perso-
na humana en virtud de su intrínseca realidad.
Esta vocación, verdaderamente personal del hombre, que
consti tuye el contenido nuclear del Evangelio,
debe empero
realizarse en comunión con los demás hombres:
es, por lo tanto,
una vocación a la comunidad.
La
evelación crist iana presta gran ay uda pa ra fomen-
tar esta com unión interpersonal y, al mismo tiempo, nos
9
l leva a una más profunda comprensión de las leyes que
regulan la vida social. que el Creador grabó en la natura-
leza espiritual y mora l del hombre. (CM 23).
hay que proceder a una renovación de los espíri tus y a
profundas reformas de la sociedad. El Espíri tu de Dios,
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 51/176
Esta com unión en tre person as exige un respeto recíproco
hacia su plena dignidad espiritual (CM 23). La constitución
pastoral Goudium et spes se ocupa de m odo especial del carác-
ter comunitario de la vocación del hombre en el plan divino,
asi como del aspecto ético de esta misma vocación.
La índole social del hom bre dem uestra que el desarro-
llo de la persona humana y el crecimiento de la propia
sociedad están mutuamente condicionados. Porque el
principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones socia-
les es y debe ser la persona h uman a, la cual , por su misma
naturaleza, tiene absoluta necesidad de la vida social. La
vida social no es, pues, para el hombre, sobrecarga acci-
dental . Por el lo, a través del trato con los demás, de la
reciprocidad de servicios, del diálogo con los hermanos,
la vida social engrandece al ho mbre en todas sus cualida-
des y le capacita para resp onder a su vocación. (CM 25).
El aspecto ético de las com unidad es humana s y de su vida
consti tuye un tema que aparece frecuentem ente en los enuncia-
dos del docum ento pas toral del Concil io. Reaparece n o sólo en
el capítulo 11 de la primera parte, dedicada ex profeso a la
comunidad humana, sino también en todos los capítulos de la
segunda parte, en los que salen a colación los problemas más
urgentes de la Iglesia en el mundo actual, tales como matrimo-
nio y familia, cultura, vida económica, vida de la comunidad
política y, en fin, relaciones internacionales. En todas estas
dimensiones de la existencia se realiza de modo diferente la
vocación del hombre como persona en el seno de la comuni-
dad ; a todas ellas hay q ue aplicar los principiosdel Evangelio,
de los que el Vaticano 11 hace memoria, aplicándolos a las
necesidades de nuestro t iempo.
.'El o rden soc ial, pues,
y
su progresivo desarrollo deben
en todo momento subordinarse al bien de la persona, ya que
el orden real debe someterse al orden personal. El propio
Sefior lo advirt ió cuando dijo que el sábado había sido
hecho p ara el hombre, y no el hombre pa ra el sábado . El
orden social hay que desarrollarlo a diario, fund arlo en la
verdad, edificarlo sobre la justicia, vivificarlo por el
amor. Pero debe encontrar en la l ibertad un equil ibrio
cada día más h uma no. P ara cumplir todos estos objetivos
9
que con admirable providencia guía el cur so de los tiem-
pos y renueva la faz de la tierra, no es ajeno a esta evolu-
ción. Y, por su pa rte, el fermento evangélico ha desperta-
d o y despierta en el corazón del hom bre esta irrefrenable
exigencia de dignidad. (CM
26).
No t ratamos aquí d e ocuparnos largo y tendido del aspecto
ético del problema. Las consideraciones sobre el tema de la
i
vocación del hombre, en cuanto persona en el seno de la co-
munidad, tienen como única fínalidod abonor el te rreno para un
análisis de la conciencia de la Iglesia como Pueblo de Dios. a
comunidad
humano
y
el
carácter
comunirario se perfeccionan
y consuman por obra de Jesucristo. El propio Verbo encarna do
quiso participar de la vida social hum ana (CM 32).
A
este
propósito, el docum ento concil iar recuerda có mo Jesucristo, a
travks de sus actos, santificó las relaciones hum anas, muy
especialmente las de tipo familiar, de las que se deriva la vida
social ; y có mo en su predicación man dó expresamente a los
hijos d e Dios que se t ra taran unos a o t ros como hermanos
él mismo se ofreció por todos hasta la muerte Ma ndó asimis-
mo a los apóstoles que anunciaran el mensaje evangélico a
todos los homb res, a fin de que el género hum ano se convirtie-
se en familia de Dios, en la que la plenitud de la ley fuera el
amo r (CM 32).
Y
el texto concluye con estas palabras:
I
-Primogénito entre muchos herma nos, consti tuye, con
el don de su Espíri tu, una nueva comunidad fraterna
entre todos los que con fe y caridad le reciben después de
su m uerte y resurrección, esto es, en su Cue rpo, que es la
Iglesia, en la qu e todos, m iembros los unos de los otros,
deben ayudarse mutuamente según la variedad de dones
que se les hayan conferido. Esta solidaridad debe aumen-
tarse siempre hasta el día en qu e l legue su consumación y
0
en que los hombres, salvados po r la gracia, como familia
amad a de Dios y de Cr is to hermano, darán a Dios glor ia
perfecta., (CM 32).
En la Iglesia perdura, por tanto, la realidad de la redención,
como hemos tratado de hacer ver en el capítulo anterior. Esta
realidad une a los hombres-personas en una co mun idad, de tal
man era qu e todo s los miembros entre sí presten servicios re-
cíprocos, de acuerdo con los diversos dones que les han sido
concedidos (CM 32). Con estas palabra s se reafirma la ver-
95
dad accrca del Cue rpo m istico de Cristo, y esta verdad revelada
nos permite ver en la Iglesia mucho más de cuanto se pueda
percibir a través de las categorias de la sociologia co mu nita-
nas. Como sugiere la constitución
Gaudium et spes,
es Jesús
quien nos ha hecho conoc er que existe una cierta semejanza
entre
la
unión de las personas divinas y la unión de los hijos de
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 52/176
ria , qu e nos ofrece la imagen de las dem ás comunidad es hu-
manas. Por eso el Concilio Vaticano 11, en el texto que acaba-
mos de citar, nos ensefia, entre otras cosas, que la Iglesia,
mejor aún que una comunidad ( com mu nitas '~ stá en posesión
de la naturaleza de la comunión ~'communio ),
n la que,
través de los servicios que los hombres se prestan uno s a o tros,
se realiza, de diversas maneras y con distintos tipos de rela-
ción, aquel sincero don de si med iante el cual el hom bre-
persona puede encontrarse plenamente (CM 24). Así enten-
dida, la
'~com munio onstituye la común
y
recíproca pertenen-
cia al Cuerpo mlstico de Cristo, en el que todos son miembros
entre
sí (CM 32) .
La conciencia, por tanto, de la Iglesia como Pueblo de
Dios está profundamente transida por la conciencia de la vo-
cación de la persona y la conciencia de esa comunión de perso-
nas, que, en la Iglesia-Pueblo de Dios, se realiza precisamente
porque ella es Cuerpo mistico de Cristo. La realidad del Cuer-
po míst ico indica y preanuncia a todos los hombres -cada
uno de los cuales lleva en si la vocación a la dignidad propia
de la persona- el descub rimiento y realización de sí a través
de la entrega sincera a los demá s; entrega que , haciéndose a
una mult i tud d e personas, incluso inmensa, le imprime un ca-
rácter de comunión .
Communio
significa actuación de una
comu nidad en la q ue la pe rsona n o sólo se conserva a si mis-
ma, sino que se realiza definitivamente.
El enriquecimiento de la fe que brota del Vaticano 11 está,
por tanto, estrechamente vinculado a la idea de Pueblo de
Dios. Esta idea, co mo en seguida veremos, nos permite re-
leer más detal ladamente la verdad acerca de la paternidad de
Dios y el alcance universal de la realidad de la redención.
La fe d e profesión se encuentra aquí con la fe de l lamada.
Sobre la base de la ob ra de la creación de la redención, los
hombres son l lamados a la comunidad. En la conciencia de la
Iglesia como Pueblo de Dios se contiene este llamamiento fun-
damental . Y al mismo tiempo, la plena conciencia de la voca-
ción de la persona d a a este l lamamiento fundamental las
pros-
pecrivas de la comunidn . La conciencia de la Iglesia como
pueblo de Dios no puede jamás desistir de tender a tales perspec-
tivas.
Siempre, avan zand o por los caminos de la fe, tendrá de-
lante de los ojos c om o modelo y real idad úl t ima la
communio
personarum
propia del mismo Dios en la t r inidad de las perso-
Dios en la verdad y la caridad (CM 24).
De este modo, ya desde el comienzo de nuestras reflexiones
-que tienen co mo finalidad formar la conciencia de la Iglesia
com o P ueblo de Dios en el proceso posconcil iar del enriqueci-
miento de la fe- venimos indicando las principales orientacio-
nes de los dinamisrnos incluidos en la propia realidad del Pue-
blo de Dios a la que constituyen. Las ensefianzas del Concilio
vinculan íntimamente estas orientaciones con la vocación del
homb re com o persona a part icipar en la vida divina, que debe
realizarse en la comunidad. De este modo, la idea de Pueblo
de Dios se nos manifiesta, desde la primera ojeada, en su con-
tenido revelado y teológico. Sobre la base de este contenido
esencial es donde conviene fundamentar las consideraciones
posteriores, que demostrarán, con mayor claridad, cómo el
Concilio Vaticano 11 contribuye al enriquecimiento de la fe,
revitalizando el antiquisimo concepto biblico del Pueblo de
Dios y aplicándolo a la conciencia de la Iglesia de nuestros
dias.
2
Conciencia de la Iglesia como Pueblo de Dios
ad intra
y
ad extra
La aplicación de la distinción
ad intra
y
adextra,
puesta en
práct ica desde la primera sesión del Concil io, en 1962, ha de-
mostrado ser ut il ísima d uran te los t rabajos del mismo. Se dir ía
que la teología del Pueblo de Dios, precisamente, permite in-
troducir la distinción
ad intra
y
ad extra,
asi como su aplica-
ción a la conciencia de la Iglesia. Tomando en consideración
la compleja real idad de la humanidad, constata el Concil io
que ampl ios sec tores hu mano s están -d i ferentem ente desde
un p un to de vista teológico- fuera de la Iglesia, a la vez qu e
declara con plena convicción que tod os los hombres están in-
cluidos en el plan paterno de Dios, que todo s han sido redimi-
dos por Cristo y qu e el soplo del Espíri tu S anto al ienta santifi -
cante sobre todas las almas. Y es precisamente todo esto lo
que integra el concepto de Pueblo de Dios. Concepto de cuya
real idad part icular es momento const i tuyente y determinante
el hecho de que la humanidad procede de Dios, de forma que
este momento pone la primera piedta para definir al pueblo
com o Pueblo de Dios . Las diferenciaciones y distinciones,
sean del género que sean, que se hagan p or parte de los hom-
bres, parecen, en cambio, ocupar un lugar secundario.
Por lo
(cf. Jn 13.34). tiene en último lugar, com o fin, el dilatar
más y ás el reino de Dios, inc oad o por el mismo D ios en
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 53/176
tanto. el concepto de Pueblo de Dios sirve sobre todo para
reafirmar la realidad de la creación, de la redención y de la
salvación. la cual sitúa, por así decir, la conciencia de lo Iglesia
en las dimensiones históricas humanas concretas, y no al revés.
Com o Pueblo de Dios, la Iglesia se reencuentra propiamente a
sí misma, no sólo ad intra, sino también ad extra. En este sen-
tido, ha sido plasmada la conciencia de la Iglesia por el Vati-
cano 11, y en esa dirección debe moverse el proceso de profun-
dización y enriquecimiento d e la fe. Obviamente, es básica en
este proceso un a relectura provechosa d e la propia realidad d e
la revelación y de la redención. Por esta razón les hemos pres-
tado anteriormente una atención tan grande.
Estas orientaciones vienen d adas también por los siguientes
pronunciamientos de la consti tución
Lumen gentium:
«Todo s los homb res están l lamados a formar parte del
Pueblo de Dios. Por lo cual, este pueblo, sin dejar de ser
uno y único, debe extenderse a todo el mundo y en todos
los tiempos, pa ra así cumplir el designio de la voluntad de
Dios, quien, en un principio, creó una sola naturaleza
huma na, y a su s hijos, que estaban dispersos, determinó
luego congregarlos (cf. Jn 11,52). Para esto envió Dios a
su Hijo, a quien co nsti tuyó en heredero de todo (cf. Heb
1,2), para que sea Maestro, Rey y Sacerdote de todos,
Cabeza del pu eblo nu evo y universal d e los hijos de Dios.
Para esto, f inalmente, envió Dios al Espiri tu de su Hijo,
Señor y Vivificador, quien es para toda la Iglesia y para
todos y cada un o de los creyentes el principio de asocia-
ción y unidad en la d octrina de los apóstoles, en la mutua
unión, en la fracción del pan y las oraciones (cf. Act 2,42
gr.),, (CI 13).
Y
esta otra afirmación:
«Este pueblo mesiánico t iene po r cabeza a Cristo,
que
fue entregado par nuestros pecados y resucitó para nuestra
salvación
(Rom 4,25 , y teniendo ahora un nombre que
está sobre tod o no mbre, reina gloriosamente en los cielos.
La cond ición de este pueblo es la dignidad y la libertad de
los hijos de D ios, en cuyos corazones hab ita el Espíritu
Santo co mo en un temp lo. Tiene por ley el nuevo manda-
to de amor , com o el mismo Cris to nos am ó a nosotros
98
la tierra, hasta que. al final de los tiempos, El mismo
también lo consume, cuando se manifieste Cristo, vida
nuestra (cf. Col 3,4),
y la misma criatura sea libertoda de
la servidumb re de la corrupción para participar en la liber-
tad de los hijos de Dios
(Rom
8.21).
Este pueblo mesiáni-
co, por con siguiente, aun que n o incluya a todos los hom-
bres actualmente y, con frecuencia, parezca una grey
pequeiia, es, sin embargo, para todo el género humano,
un g ermen segurísimo de unida d, de esperanza y de salva-
ción. Cristo, que lo insti tuyó para ser comunión de vida,
de caridad y de verdad, se sirve también de él com o de
instru men to de la redención universal y lo envía a todo el
universo como luz del mundo y sal de la tierra (cf. Mt
5,13-16)n (CI 9).
Quedo suficientemente claro en qud sentido la realidad del
Pueblo de Dios sea la dimensión fundam ental de lo Iglesia. La
Iglesia se identifica sobre todo con el Pueblo de Dios.
Esta iden-
tidad da testimonio de que la Iglesia continúa en primer lugar
el plan paterno de Dios, esto es, el plan de la salvación. Y
confirma también que la Iglesia se mantiene siempre en la
prospectiva de las misiones divinas del Hijo y del Espiritu San-
to, referidas a todo hombre, sin estar limitadas por la estructu-
ra visible de la Iglesia. La propia estructura visible está conti-
nuam ente referida al misterio de la Iglesia, a esa estructura
invisible a la qu e todo el pueblo debe ese su ser realmente
de Dios .
El hecho
de que la Iglesia vea en la realidad del Pueblo de
Dios su dimensión fundamental, aquella con la que se identifi-
ca especialmente, constituye también una motivación teológica
para las categorías
od intra
y
ad extra:
y ello nos permite ade-
más comprender toda la serie de formulaciones con las que
nos encontramos tanto en la consti tución Lumen gentium,
como en todo el magisterio conciliar. Leemos entre otras
cosas:
Todos los hombres son l lam ados a esta unidad católi-
ca del Pueblo de Dios, que simboliza y promueve la paz
universal,
y
a ella pertenecen o se ordenan, de diversos
mod os, sea los fieles católicos, sea los dem ás creyentes en
Cristo, sea tambikn todos los hombres en general, por la
gracia de Dios llamados a la salvaciónn (CI 13).
99
De la dimensión fundamental de la llamémosla así estructu-
ra invisible del Pueblo de D ios que corresponde al misterio de la
mensión de las personas. La verdad acerca de la necesidad
objetiva de la Iglesia para la salvación ha sido presentada por
el magisterio conciliar, también desde el punto de vista de la
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 54/176
Iglesia. pasamos gradualmente a la estructura visible:
.Esta Iglesia, establecida y organizada en este mundo
como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gober-
nada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comu-
nión con él, si bien fuera de su estructura se encuentren
muchos elementos de santidad y de verdad que, como
bienes propios de la Iglesia de Cristo, impelen hacia la
unidad católica (CI
8).
Esta cita procede del capítulo primero de la constitución
Lumen gentium. que lleva por título El m isterio de la Iglesia .
Veamos c ómo , bajo la influencia de este misterio, al que está
estrecham ente vinculada la conciencia de la vocación de todos
los hombres a la salvación, el Vaticano 11, sopesando palabra
por palabra, habla no sólo de la pertenencia a la unidad católi-
ca del pueblo de Dios sino también del estar ordenados a ella.
Esta concordancia en la ponderación de las palabras deriva de
ese especial sentido de la responsabilidad que acompaña a la
fe, porqu e la Iglesia peregrinante es necesaria para la salva-
ción . El Concilio profesa y enseña esta fe basándose en la
Sagrada Escritura y en la tradición .
<'El único M ediador y cam ino de salvación es Cristo,
quien se hace presente a todos nosotros en su Cuerpo,
que es la Iglesia. El mismo, al inculcar con palabra s explí-
citas la necesidad d e la fe y del bautismo (cf. Mc 16,16; J n
3,s .
confir mó al m ismo tiem po la necesidad de la Iglesia,
en la que los hombres entian p or el bautismo com o por
una puerta. Por lo cual no podrían salvarse aquellos
hombre s que , conoc iendo qu e la Iglesia católica fue insti-
tuida p or Dios a través de Jesucristo como necesaria, sin
em bargo , se negasen a entr ar o a perseverar en ella. (CI
14).
Los hom bres que, conociendo se negasen : estas pala-
bras nos hacen entrar en la esfera interior de cada hombre, en
la esfera de su entendimiento y de su voluntad; en una pala-
bra, de su conciencia. En este punto, las enseñanzas de la
constitución Lumen gentium se aproximan mayormente al con-
tenido de la declaración acerca de la libertad religiosa, como
ya hemos antes aclarado. La dimensión del Pueblo de Dios
A s a dimensión fu ndamental con la que la Iglesia se identifica
sobre todo- corresponde al mismo tiempo a la auténtica di-
conciencia y de la elección personal de cada hombre. Bajo este
aspecto, el Vaticano 11 no quiere prejuzgar nada; más aún,
trata expresamente de n o pronunciarse acerca del orden subje-
tivo, partiendo de la prospectiva del orden objetivo,
y
no al
revés.
Esta postura explica lo que leemos acerca del tema de la
pertenencia de los propios católicas a la Iglesia:
-A esta sociedad de la Iglesia están incorporad os ple-
namente quienes, poseyendo el Espíritu de Cristo, acep-
tan la totalidad de su organización y todos los medios de
salvación establecidos e n ella, y en su cuer po visible están
unidos c on Cristo, el cual la rige median te el Sum o Pontí-
fice y los obispos, po r los vínculos de la profesión de fe,
de los sacramentos, del gobierno y comunión eclesiásti-
cos. No se salva, sin embargo, aunqu e esté incorporado
a la Iglesia, quien, no perseverando en la caridad, per-
manece en el seno de la Iglesia en cuerpo , pero no
en corazón .
CI
14).
Aquí la constitución se refiere a San Agustín y pro-
sigue:
.Pero no olviden todos los hijos de la Iglesia que su
excelente condición no deben atrib uirla a los méritos pro-
pios, sino a una gracia singular de Cristo, a la que, si no
responden con pensamiento, palabra y obra, lejos de sal-
varse, serán juzgados con ma yor severidad. (CI 14).
Se trata de aquellos que pertenecen a la Iglesia, que están
plenam ente incorporados a esta sociedad. ellos se refiere es-
pecialmente la categoría
ad intra.
Y es evidente que esta catego-
ría, en el magisterio conciliar, quiere expresar su más profun-
d o significado en relación con la dimensión del Pueblo d e Dios
y, por lo tanto, c on la propia realidad de la gracia y del amor.
Es evidente que también la pertenencia a la Iglesia puede ser
meramente externa, sin esos elementos interiores caracteristi-
cos de la pertenencia al Pueblo de Dios y que sitúan al hom bre
en el orden d e la salvación. De ahí que una pertenencia externa
sin adhesión interior haga más grave aún la responsabilidad del
católico. De ah í resulta p ara c ada persona la necesidad de ha-
cer todo lo posible para que esta pertenencia exterior se co-
101
rresponda plenamente con una adhesión interior. Se ve ade-
más que toda la Iglesia ha de emplearse en realizar continua-
mente en su cuerpo visible la auténtica realidad del Pueblo
con lo que se afirma en la declaración acerca de las relaciones
de la Iglesia con estas religiones.
En la referida constitución se lee:
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 55/176
de D ios, a fin de reencontrarse y reafirmarse en esta su dimen-
sión fundamental .
A propósito de los catecúmenos, la consti tución Lumen
gentium se expresa así: Los catecúmenos que, movidos por el
Espiri tu Santo, solici tan con voluntad expresa ser incorpora-
dos a la Iglesia, por este mismo deseo ya están vinculados a
ella,
y
la madre Iglesia los abraza en amor
y
solici tud como
suyos (CI 14).
Pasando luego a los que son ad extra. el Vaticano 11 tom a
en consideración primeramente a los hermanos cristianas sepa-
rados de la Iglesia:
La Iglesia se reconoce unida por m uchas razones con
quienes, estando b autizados, se honran con el nombre de
crist ianos, pero no profesan la fe en su totalidad o no
guarda n la unidad de comun ión con el sucesor de Pedro.
Pues hay muchos que honran la Sagrada Escri tura como
norma de fe y vida, muestran un sincero celo religioso,
creen con am or en Dios Padre todopo deroso y en Cristo,
Hijo de Dios Salvador; están sellados con el bautismo,
por el que se unen a Cristo, y adem ás aceptan y reciben
otros sa crame ntos en sus propias Iglesias o comunidades
eclesiásticas. Muchos de entre el los poseen el episcopado,
celebran la Sagrada Eucaristía y fomentan la piedad ha-
cia la Virgen, Madre de Dios. Aiiádase a esto la comu-
nión d e oracio nes y otros beneficios espirituales, e incluso
cierta verdadera unión con el Espíri tu Santo, ya que El
ejerce en ellos su virtud santificadora con los dones y
gracias, y a alguno s de entre el los los fortalecerá hasta la
efusión de la sangre. (CI 15).
Sobre este tema se pron uncia a tentame nte el decreto acerca
del ecumenismo (cf. DE 3 . al que volveremos en seguida. La
consti tución Lumen gentium, tras haber hablado del sector de
cristianos separados de la Iglesia católica, comienza a ocuparse
de la ordenación al Pueblo de Dios , una cierta pertenencia de
todos los crist ianos al Pueblo de Dios, incluso teniendo pre-
sente la separación de los hermanos , de la que trata la pro-
pia constitución Lumen gentium.
y
más detalladamente el de-
creto acerca del ecum enismo. Más allá de estos sectores están
los adeptos de otras rel igiones no crist ianas. Y lo que leemos
acerca de ellos en la consti tución Lumen gentium se completa
102
-Por últ imo, quienes todavía n o recibieron el Evange-
lio, se ordenan al Pueblo de Dios de diversas maneras.
En primer lugar, aquel pueb lo qu e recibió los testamen-
tos y las promesas y del que C risto nació según la carne
(cf. Rom 9.4-5). Por causa d e los padres es un pue blo
amad isimo en razón de la elección, pues Dios no se arre-
piente de s us do nes y d e su vo cación (cf. Rom 11;28-29).
CI 16).
Las palabras que acabamos de citar se refieren a los he-
breos que no han creído en Cristo. Las siguientes, a los
musulmanes:
Pero el designio de salvación abarca tam biin a los que
reconocen al Creador, entre los cuales están en primer
lugar los m usulmanes, que, confesando adherirse a la fe
de A brahán, adoran con nosot ros a un Dios único, mi-
sericordioso, que juzgará a los hombres en el día postre-
ro* (CI 16).
Debe mos subraya r la expresión con nosotros empleada
en este contexto. Esta parece indicar no sólo un monoteísmo
genérico, sino también algo de común comparativamente con
la revelación.
La consti tución no hace análogas afirmaciones respecto a
las demás religiones no crist ianas.
Así leemos:
Ni el mismo Dios está lejos de otros que buscan en
som bras e imágenes al Dios desconocido, puesto que to-
do s reciben de El la vida, la inspiración y todas las cosas
(cf. Act 17,25-28), y el Salv ado r quiere q ue todo s los
hombres se salven (cf. lTim 2,4)r (CI 16).
La declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las
religiones no cristianas dedica particular atención a los valores
espirituales y morales, inherentes a las religiones del Extremo
Oriente, a ejemplo del hinduismo y del budismo. La consti tu-
ción Lumen gentium, considerando este problema desde el pun-
to de vista d e la orden ación al Pueblo de Dios, pone especial
acento en la búsqueda de Dios, que consti tuye para el hombre
el núcleo de la religión. Precisamente esta búsqueda parece
constituir la base de la ordenación al Pueblo de Dios:
103
8 Renovi?c;6n
en s
fu nr s
<#Puesquienes, ignorando sin culpa el Evangelio de
Cristo y su Iglesia, buscan, no obstante, a Dios con un
corazón sincero y se esfuerzan, bajo el influjo de la gra-
cia las que deciden, esencial y definitivamente, la pertenencia
al Pueblo de Dios, y estas acciones, además, son las que orde-
nan a cada uno de los hombres al Pueblo de Dios, incluso a
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 56/176
cia, en cumplir con obras su v oluntad, conocida median-
te el juicio de la conciencia, pueden conseguir la salva-
ción eterna* (CI 16).
Está claro que esta búsqueda de Dios se expresa part icu-
larmente en la recti tud de conducta, conforme a los dictáme-
nes de la conciencia.
En el sector de los ordenados al Pueblo de Dios, el Con-
cil io si túa también a aquellos que, aunque no conozcan el
Evangelio y la Iglesia, buscan. sin embargo, a Dios. Prosi-
guiendo con el texto citado de la Lumen gentium. leemos:
Y la divina Providencia tam poc o niega los auxilios ne-
cesarios para la salvación a quienes sin culpa no han
llegado todavía a un conocimiento ex preso de Dios, y se
esfuerzan en llevar un a vida recta, n o sin la gracia de
Dios. (C1 16).
Hemos hablado antes de los hombres que, buscando a
Dios, se esfuerzan por seguir su voluntad de acuerdo con los
dictámenes de la propia conciencia. Su comportamiento res-
pecto al valor moral expresa su aspiración a Dios, de cuya
existencia están convencidos, aunque no lo conozcan por me-
dio de la revelación. A continuación, sin embargo, la doctrina
de la Lumen gentium ordena al Pueblo de Dios incluso a aquellos
hombres que no han llegado todavía a un claro conocimiento
y
reconocimiento de Dios , pero que se esfuerzan por llevar
una vida recta (CI 16). El Vaticano 11, fun dán dos e en la tradi-
ción, constata que incluso esto no puede realizarse sin la gra-
cia divina. Si bien estos hombres no parecen tener a Dios
como fin de sus buenas acciones, Dios mismo les lleva a si
med iante esos actos. ¿Se trat a a lo mejor de los cristianos
anónimos de que hablan ahora los teólogos?
..Cuanto hay de bue no y verda dero en ellos, la Iglesia
lo juzga como una preparación al Evangelio y otorgado
por quien ilumina todos los hombres para que al f in
tengan la vidan (CI 16).
La última frase indica claramente el criterio esencial según
el cual se configura, en el magisterio conciliar, la realidad del
Pueblo de Dios. Este criterio está constituido por la acción del
mismo Dios en las almas: son las acciones de Dios y su efica-
104
falta de muchas de las pruebas externas que permitirían for-
mular juicio al respecto. Como vemos, el Vaticano 11, ponién-
dose en linea con toda la tradición, traza la imagen de la reali-
dad del Pueblo de Dios, en la que, si de una parte hay que
temer que se pueda pertenecer exteriormente sin pertenecer in-
teriormente, de otra no cabe excluir que se pertenezca, o al
menos se esté orde nad o a el lo desde d entro sin que exista un
vinculo visible con cualquier comunidad religiosa. Resulta
aquí dificil demostrar cómo esa imagen de la realidad del Pue-
blo de Dios corresponde a la revelación en sus textos más anti-
guos y a la tradición entera. Es ésta una tarea especifica de los
teólogos.
Debemos, sin embargo, tener en cuenta que en los cimien-
tos de la realidad revelada del Pueblo de Dios hallamos siem-
pre esa relación inferpe rsonal Dios-hombre , hombre-Dios en
su mds auténtico significado bíblico: Dios no forma a su pueblo
si no es escogiendo, l lamando, guiando a si a todos y a cada
uno de los hombres, al modo irrepetiblemente suyo. Si la reali-
dad del Pueblo de Dios es, en el designio de Dios y en su
realización, cuasi originaria con la vocación del hombre como
persona, del mismo modo son cooriginarios para todo hombre
el hecho de ser persona y el hecho de entrar en comunión con
los demás hombres. Solamente Dios conoce el vinculo qu e une
a los hombres en su comunión con su pueblo. El Vaticano
afirma que este vinculo es más amplio que el de la propia
com unidad eclesial , aun que éste determ ine la dimensión
fundam ental de la Iglesia. Esto, po r o tra pa rte, explica cómo la
conciencia de la Iglesia en cuanto Pueblo de Dios sea a la vez
ad intra y ad extra. Afirm ando t od o esto, el Vaticano 11 adm ite
la existencia de una diferencia entre pertenencia y ordena-
ción al Pueblo de Dios, cosa qu e indica una gradación dife-
rente de ese vinculo que consti tuye la comunión de Dios con
los hombres.
Parecería entonces necesario que esta última parte de las
presentes consideraciones, basadas en la constitución Lumen
genfium, se confrontara con lo que leemos en la consti tución
pastoral
Gaudium et spes
acerca del ateísmo. Habría que ha-
cerlo p or lo menos sobre la base de las afirmaciones que den-
tro de poco vamos a ci tar. Por una parte, la Lumen gentium
nos habla de los hombres que sin culpo no han l legado to-
davía a un conocimiento expreso de Dios, y se esfuerzan en
105
llevar una vida re cta, no sin la gracia de Dios (CI 16). hom -
bres a los que ord ena al Pueblo de D ios. Por otro lado, leemos
en la
Gaudium et spes:
Quienes voluntariamente pretenden
aband ona enteramente a Dios (CR
5),
realidad, asimismo,
que, en definit iva, consti tuye tamb ién un misterio que sólo co-
noce Dios.
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 57/176
apartar de su corazón a Dios y soslayar las cuestiones religio-
sas. desoyen el dictamen de su conciencia
y
Dor lo tanto. no
carecen de culpa (CM 19). En los textos hasia ahora citados
hallamos una explíci ta contraposición de la qu e se debe dedu-
cir que, si los primeros pueden ordenarse al Pueblo de Dios,
los demá s, en cam bio, no . Sin em barg o, el Vaticano 11, en este
ounto. formula su iuicio con m áxima cautela. He aauí lo aue
dice:
-En esta génesis del ateísmo pu eden ten er parte no pe-
queña los propios creyentes, en cuanto que, con el des-
cuido de la educación religiosa, o con la exposición in-
adecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de
su vida religiosa, moral y social, han velado más bien
qu e revelado el genuino rostro de Dio s y de la rel igión.,
(CM 19).
A la luz de estas palabras , la contrap osición clave: sin
culoa
v
no carecen de culpa sufre una evidente modifica-
ción.
E(
Vaticano 11 no elimina de esta manera las fronteras
entre quienes están ordenados al Pueblo de Dios y los que no
lo están. La precisión de estos confnes la lleva el Concilio sólo
hasta aq uel punta que el juicio humano puede alcanzar, para
dejar luego el juicio únicamente a Dios, pues El es el único
que escruta los corazones
(scrutator cordium).
No ob stante ,
el Concilio afirma:
.Con mucha frecuencia, los hom bres, eng aña dos po r
el Maligno, se envilecieron con sus fantasías y trocaron
la verdad de D ios en mentira, sirviendo a la criatura más
bien q ue al Cre ado r (cf. Rom 1,21-25), o, viviendo y mu-
riendo sin Dios en este mundo,
s
expon en a la desespe-
ración extreman (CI 16).
Si este pu nto de n uestras reflexiones sobre la conciencia de
la Iglesia como Pueb lo de Dios puede calificarse de punto de
llegada , hay que co nstatar también que, com o en el punto
de partida, la conciencia de la Iglesia es, en última instancia,
conciencia del misterio. En el punto de partida estaba la reali-
dad de Dios, que se manifestó a sí mismo (CR 3). realidad,
por c ierto, que, pese a la revelación, no d eja de ser un miste-
rio. En el pu nto d e llegada está la realidad del hom bre que se
Comunidn, vhculo propio de la Iglesia
como Pueblo de Dios
*As¡, pues, el único Pueblo de D ios está presen te en
toda s las razas de la t ierra, pues d e todas ellas reúne sus
ciudadanos, y éstos lo son de un reino no terrestre, sino
celestial. Todos los fieles dispersos por el orbe comuni-
can con los demós en el Espiritu Santo, y así, quien habi-
ta en Roma sabe que los de la India son miembros su-
yos Este cará cter de universalidad que distingue al
Pueblo de Dios es un don del mismo Señor con el que la
Iglesia católica tiende, eficaz y perpetuamente, a recapi-
tular toda la humanidad, con todos sus bienes, bajo
Cristo C abez a, en la unidad d e su Espiritun (CI 13).
Catolicidad significa universalidad de la Iglesia. Pare-
ce que el análisis del pueblo de Dios ad intra y ad extra que
acabam os de hacer nos sirve para ofrecer suficiente fondo a la
conciencia de esta universalidad. Ahora bien, esta
universali-
dad extensiva, es decir, la carolicidad, es tarea permanente d e la
Iglesia.
.Así, pues, la Iglesia ora y traba ja para qu e la totalidad
del mundo se integre en el Pueblo de Dios, Cuerpo del
Señor y templo del Espíri tu Santo,
y
en Cristo. Cabeza
de todos, se rinda al Cr ea do r universal y padre todo
honor y gloria,, (CI 17).
Las dimensiones de la catolicidad se extienden, por lo tan-
to, no sólo a todos los hombres, sino también al cosmos. Por
med io de la redenc ióh, la conciencia de la Iglesia entra , junto
con la humanidad - d e orma cont inua y s iempre renovada- ,
en la obra de la creación, de la que hace brotar alabanza al
Creador y Padre.
Este últim o sign ificado de la catolicidad de la Iglesia ha
sido posteriormente completado en las enseñanzas concil iares
por otro significado, que nos permite concebir la universalidad
de la Iglesia n o sólo de forma extensiva, sino también desde un
punto de vista cualitativo; es decir, desde ese tipo de unión y
de unidad propio de la Iglesia como Pueblo de Dios, pueblo
cuya ley es el manda mien to nuevo del am or, com o el mismo
Cris to nos ha am ado (cf. Jn 13,34) (C1
9).
Precisamente de
dad. A través del don que hace cada uno de si.
cl
bieti de una
de las partes se convierte de alguna manera rn bien de todos y
adquiere dimensión universal. Todos logran algo y todos par-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 58/176
acuerdo con esta ley, la catolicidad de la Iglesia se manifiesta
explica a través de la communio , es decir, la comunidad
unidad social, que existen a semejanza de la comunión inter-
personal, las cuales, como leemos en la constitución Gaudium
et spes,
no pueden encon trarse plenamente más que a través
de un sincero don de si (CM 24).
La Iglesia es el Pueblo de Dios form ado por hombres-
personas. Pero sobre estos sus fund amentos constitutivos po-
demos distinguir también otros rasgos de su composición, tal
como ha sido expuesto por la consti tución Lumen gentium.
Es-
tar compuesto implica una relación de las partes con el todo, y
viceversa, del todo con las partes, en lo cual se manifiesta el
segu ndo significado de la catolicidad de la Iglesia, el que se
refiere al tipo de unión y de unidad propio de la comunidad
del Pueblo de Dios.
.En virtud de esta catolicidad -leemos en la Lumen
gentium-, cada una de las partes colabora con sus do-
nes propios con las restantes partes
y
con to da la Iglesia,
de tal m odo q ue el todo y cada una de las partes aumen-
tan a causa de todos los que mutuamente se comunican
y tienden a la plenitud en la unidad. (CI 13).
El tipo de unión
y
de unidad propio de la Iglesia como
Pueblo de Dios, compuesto en definitiva por hombres-per-
sonas, corresponde al carácter personal de la comunidad ente-
ra, que lleva en si y expresa el propio perfil de las relaciones
interpersonales. Del mismo modo que las personas se encuen-
tran a si mismas mediante el don de si, a través de las relacio-
nes interpersonales que llamamos communio, asi también cada
una de las partes se encuentran
y
confirman a símismas en la
comun idad de la Iglesia en cuanto que llevan sus propios dones
a las oiras partes y a toda la Iglesia . Esa realidad que Ilama-
mos communio corresponde en este caso no sólo a una comu-
nidad de personas restringida, sino a todo el pueblo, cuya uni-
dad procede del Espiritu de Dios y de lo que constituye la
esencia de la persona. Asi, pues, del don que cada parte ofrece
a las dem ás y a toda la Iglesia se deriva el que tanto la propia
Iglesia' en su conjunto co mo cada una d e las partes salgan
reforzadas . To do esto es función de la catolicidad, es su ex-
presión y su fruto.
Y
es que catolicidad, en sentido más bien
intensivo que extensivo, entendemos que significa universali-
1 8
ticipan de ello. precisamente porque este bien se ha convertido
en entrega. La communio. pues. es, en este sentido. el funda-
mento de la catolicidad.
El Vaticano 11, poniendo de relieve este tipo de unión y de
unidad propias del Pueblo de' Dios, nos anima a tom ar con-
ciencia de la multiforme composición de la Iglesia.
.De don de resulta -leemos a continuación en ese tex-
to clásico de la constitución Lumen gentium-que el Pue-
blo de Dios no sólo reúne a personas de pueblos diver-
sos, sino que en si mismo está integrado por diversos
órdenes. Hay, en efecto, entre sus miembros una diversi-
dad, sea en cuanto a los oficios, pues algunos desempe-
ñan el ministerio sagrado en bien de sus hermanos, sea
en razón de la condición
y
estado de vida, pues muchos
en el esta do religioso estimulan co n su ejemplo a los her-
manos al tender a la santidad por un camino más estre-
cho. Además, dentro de la comunión eclesiástica, existen
legítimamente Iglesias particulares qu e gozan de tradi-
ciones propias, permaneciendo inmutable el primado d e
la Cátedra de Pedro, que preside la asamblea universal
de la caridad, protege las diferencias legitimas
y
simultá-
neamente vela para que las divergencias sirvan a la uni-
dad en vez de dañarla. De aquí se derivan, finalmente,
entre las diversas partes de la Iglesia, unos vinculos de
intima comunión en lo que respecta a riquezas espiritua-
les, obre ros apostólicos y ayud as temporales. (CI 13).
Puede decirse que este texto es un su cinto resumen de toda
la constitución Lumen gentium o, al menos, de la mayoría de
sus
capitulas
En la comunidad del Pueblo de Dios se encuen-
tran diversos pueblos, cada uno de los cuales aporta a esta
comunidad algo especial que enriquece a los demás. En virtud
de la multiplicidad y diversidad histórica de los pueblos que
han entrado y siguen entrando a formar parte de la Iglesia
universal, se ha llegado a constituir una multiplicidad de Igle-
sias particulares.
Además de una communio perfilada como comunidn de las
pueblos y de las Iglesias, la constitución Lumen gentium señala
otro aspecto: el Pueblo de Dios en sím ism o está integrado por
diversos órdenes (CI 13). Nos adentramo s de este mod o en una
nueva dimensión de la estruc tura de la Iglesia, en la que está
109
más cerca de la vocación de cada una de las personas
y,
a la
vez, traza una especie de composición ad intra de la propia
Iglesia en cu anto com unidad
y
sociedad totalmente especifica.
capítulos recientemente evocados (111, IV y VI) de la constitu-
ción Lumen gentium. Hemos establecido desde un principio
que este estudio no trata de ser un comentario, sino un vade-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 59/176
El texto citado de la constitución Lumen gentium habla de los
diversos estados
y
oficios como elementos que diferencian a
cada uno de los hombres en la comunidad eclesial. Estos esta-
dos y estos oficios, entiéndase los hombres que pertenecen a
dichos estados o realizan esos oficios, sirven a la comunidad
y
en ella, a los demás hombres, lo que quiere decir, empleando
el lenguaje de la
Lumen gentium,
que ellos brindan sus pro-
pios dones a la unidad de la Iglesia. Aportan un don los que
se emplean en el sag rad o ministerio en bien de sus herma-
nos (CI 13); otro , los que, aspir ando a la santid ad por un
camino má s estrecho, estimulan a los hermanos (CI 13). Es
obvio que en el primer ca so se trata de la jerarquía, a la que se
ha dedic ado el capítulo 111 de la cons titución Lumen gentium:
y
en el segundo, del estado religioso (capítulo VI de la misma
constitución). De modo especialmente profundo, el Vatica-
n o 11 ha analizado ade más ese don qu e ap ortan los seglares a
la comunidad de la Iglesia (capitulo IV de la constitución Lu-
men gentium .
.Los miembros del Pueblo de Dios son llamados a una
comunicación de bienes,
y
las siguientes palabras del
apóstol pueden aplicarse a cada una de las Iglesias: El
don que cada uno ha recibido póngala al servicio de los
otras, como buenas administradores de la multiforme gra-
cia de Dios (1Pe 4,10),, (CI 13).
Esto significa la communio ecclesiarium
y
la communio mu-
nerum, y a través de ella, la communio personarum. Esta es la
imagen de la Iglesia nacida del magisterio del Concilio. El tipo
de unión y de unidad propio de la comunidad de la Iglesia-
Pueblo de Dios determina, por tanto, esencialmente la forma
de la propia comunida d. La Iglesia, como Pueblo de Dios, por
la profundidad de sus premisas, por su naturaleza comunita-
ria, está por la semeja nza que debería existir entre la unión
de los hijos de Dios unidos en la verdad y en la caridad
y
la
unidad e sencialmente divina de las divinas personas : in com-
munione Sanctissimae Triniratis. Aunque la realización de esta
forma divina de unión padezca, en el orden humano, deficien-
cias
y
desviaciones, como algo vivido por hombres, permane-
ce, sin embargo, incólume el principio peculiar de la unidad
social de la Iglesia en cuanto Pueblo de Dios.
No tratamos de analizar detalladamente en este caso los
110
mécum particular conciliar, con el que, presentando ordenada -
mente la riqueza de la doctrina del Concilio Vaticano 11, bus-
camos trazar las sendas del enriquecimiento de la fe que,
arrancando de ella, avanzan hacia el futuro. Expresión de este
enriquecimiento son tanto la conciencia general de la vocación
del hombre, a la que el Vaticano 11 ha pres tado mucha aten-
ción, como
las vocaciones concretas y particulares perfilndas en
la estrucrura de la Iglesia com o Pueblo de Dios. A este propósi-
to es útil releer cada uno de los mencionados capítulos de la
constitución Lumen gentium. precisamente desde el punto de
vista de la diversidad de las vocaciones. Aunque se habla de
estados
y
funciones , es fácil desc ubrir
y
concretar en ellos
un conte nido personalistico. No sin razón hemo s iniciado el
presente análisis de la conciencia de la Iglesia como Pueblo de
Dios explicando -a tenor del pensam iento del Vaticano II-
la relación existente entre la persona
y
la comunidad,
y
entre
la comunidad
y
la pers ona. Si la idea de estado o de fun-
ción en la Iglesia encierra un contenido de carácter persona-
lístico
y
si ello, aunque sólo sea indirectamente, expresa una
relación recíproca entre comunidad
y
persona, es algo que
ocur re gracias precisamente a la realidad de la communio, en
cuanto t ipo de unión constitutivo de la comunidad de la
Iglesia-Pueblo de Dios. La communio establece también cuál
es, en esta comunidad, el puesto
y
la función no sólo de cada
uno de los estados o grupos sociales , com o la jerarquía,
los seglares, los religiosos, sino también de cada una de las
personas.
Tod o cu anto leemos en los capitulos de la constitución Lu-
men gentium sobre el tema de estos grupos tiene carácter gené-
rico, si, pero no hasta el punto de impedirnos identificar la
vocación de la persona
y
la realidad de la comunión existente
entre las personas
y
los gmpos. El texto nos hace comprender
que, en la co munidad de la Iglesia com o Pueblo de Dios, cada
hombre lleva a las otras partes de sus propios dones (CI 13),
sobre todo por medio de lo que él es
y
cómo es.
*Los laicos -c it a m os como ejemplo- congregados en
el Pueblo de Dios e integrados en el único Cuerpo de
Cristo bajo una sola Cab eza, cualesquiera que sean, es-
tán l lamados, a fue r de miembros vivos, a contribuir con
todas sus fuerzas, las recibidas por el beneficio del Crea-
d o r
y
las otorgadas por la gracia del Redentor, al creci-
111
miento de la Iglesia y a su continu a santificación,> (CI
33 .
La realidad de la communio se deriva de la multiplicidad d e
a quienes los practican, es necesario que la vida espiri-
tual de éstos se consagre también al provecho de toda la
Iglesia. De aquí nace el deber de trabajar según las fuer-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 60/176
las vocaciones y crea, por ahí decirlo, un espacio en el que
éstas puedan debidamente formarse y desarrollarse. Estas vo-
caciones constituyen la Iglesia-comunidad, pero, por otra par-
te, la Iglesia, com o com unidad del Pueblo de Dios, constituye
en cierto sentido a cada una de ellas. Communio significa, po-
demos decir, un estable dinamismo inmanente de la comuni-
dad, que, de la multiplicidad y complejidad lleva hasta la
unidad -no sólo del pueblo, sino del cuerpo- y, al mismo
tiempo, con idéntica fuerza y eficacia, sostiene la complejidad
y
multiplicidad en la propia unidad del pueblo
y
del cuerpo.
Subrayam os una vez más que tod o esto es también índice de la
realidad de la redención que per dura en la Iglesia.
Teniendo todo esto presente, no podemos sino reconocer
que El Vaticano II se ha conve rtido en fuente especial d e ese
enriquecimienlo de la fe que podemos definir de comunión .
Este enriquecimiento brota de una actitud que, a su vez, deriva
de esa precisa dimensión de la conciencia de la Iglesia que
constituye la communio. Esta dimensión tiene un importante
significado para profundizar en el enriquecimiento de la fe,
entendida precisamente en el sentid o en el que la presenta el
Vaticano 11 Al hecho de la revelación de si mismo (cf. CR
2.3 por parte de Dios, el hombre responde abandonándose
del todo libremente (CR 5 . No es ésta una respuesta sola-
mente intelectual, sino que es sobre todo existencial, en el sen-
tido estricto de la palabra. Con esta respuesta, el hombre-
persona entra en la com unidad del Pueblo de Dios; se trata de
la respuesta a su vocación en la comunidad y a la comunidad.
Abandon ándose por entero a Dios, el hombre-persona se da,
al tiempo, a la comunidad que es la Iglesia. La realidad de la
communio
es decisiva para el significado más profundo de to-
do s los estados y oficios en la Iglesia, y, por ende, de
todas las vocaciones en la comunidad del Pueblo de Dios. Esto
es esencial para la conciencia de la Iglesia como comunidad
sociedad, y es también esencial para cada uno de los miembros
de la Iglesia.
Veamos aho ra cóm o manifiestan esta verdad los documen-
tos del Concilio, trayendo com o ejemplo la vocación religiosa.
<'Perocom o los consejos evangélicos -leemos en la Lu-
men gentium-, mediante la caridad hacia la que impul-
san, unen especialmente con la Iglesia y con su misterio
zas
y
según la forma de la propia vocación, sea con la
oración, sea también con el ministerio apostólico, para
que el reino de C risto se asiente y consolide en las almas
y para dilatarlo por todo el mundo. (CI
44 .
Nadie piense -leemos más adelante- que los religio-
sos, por su consagración, se hacen extraños a los hom-
bres o inútiles para la sociedad terrena. P orque, si bien en
algunos casos no sirven directamente a sus contemporá-
neos, los tienen, sin embargo, presentes de una manera
más intima en las entraña s de Cristo y cooperan espiri-
tualmente con ellos, para que la edificación de la ciudad
terrena se funde siempre en el Seño r y se orde ne a El, no
sea que trabajen en vano quienes la edifican,, (CI
46 .
Contamos aquí con la posibil idad de darnos cuenta de
có m o la vocación en la comunidad y a la comunidad es auténtica
vocación de la persona: vocación de realizarse a sí misma:
<<Tengan odos bien entendido que la profesión de los
consejos evangélicos, aunque implica la renuncia de bie-
nes que indudablemente han de ser estimados en mucho,
no es, sin embargo, un impedimento para el verdadero
desarrollo de la persona humana, antes, por su propia
naturaleza, lo favorece en gran medida. Porque los con-
sejos, abrazados voluntariamente según la personal vo-
cación de cada uno, contribuyen no poco a la purifica-
ción del corazón y a la libertad espiritual, estimulan
continuamente el fervor de la caridad y, sobre todo,
como demuestra el ejemplo de tantos santos fundadores,
son capaces de asemejar más al crist iano con el género
de vida virginal
y
pobre que Cristo Señor escogió para si
y que abrazó su Madre, la Virgen. (CI 46 .
Volvamos, sin embargo, a la propia realidad de la commu-
nia, entendida como forma de unión tipica de la Iglesia-Pueblo
de D ios, que constituye el vinculo específico de esta com unida d.
.Si bien en la Iglesia no todos van po r el mismo cam i-
no, sin embargo, todos están l lamados a la santidad y
han alcanzado idCntica fe por la justicia de Dios (cf. 2Pe
1,l). Aun cuando algunos, por voluntad de Cristo, han
sido constituidos doctores, dispensadores de los miste-
rios y pastores para los demás. existc una auténtica
igualdad en todo en cuanto a la dignidad y a la acción
común a todos los fieles en orden a la edificación del
Cuerpo de Cristo. Pues la distinción que el Señor esta-
Lo
verdadera igualdad de todos los miembros del Pueblo
de Dios se ideniiftca con la fraternidad proclama da por nues-
tro Setior Jesucristo. El Vaticano 11 recuerda esta doctrina en
la constitución Lumen gentium:
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 61/176
bleció entre los sagrados ministros y el resto del Pueblo
de Dios l leva consigo la solidaridad , ya que los pastores
y los demás fieles están v inculados entre si por recíproca
necesidad. Los pastores de la Iglesia, siguiendo el ejem-
plo del Señor, pónganse al servicio los unos de los otros
y al de los restantes fieles; estos, a su vez, asocien gozo-
samente su tra bajo al de los pastores y doctores. De esta
mane ra, todos rendirán un m últiple test imonio de admi-
rable unidad en el Cuerpo de Cristo. Pues la misma di-
versidad de gracias, servicios y funciones congrega en la
unidad a los hijos de Dios, porque todas esras cosas
son obras del único e idénrico Espíritu (1 Cor 12,11). (CI
a .
Por lo tanto, la communio. como vinculo propio de la co-
munidad del Pueblo de Dios en la Iglesia, se expresa en una
distinción tal qu e incluye un vinculo y, consiguientemen-
te, un testimonio de la admirable unidad que pastores y
fieles man tienen en la diversidad de ntro del Cue rpo de Cris-
to. Más aún. lo consritución jerárquica de la Iglesia, de la que
en seguida vamos a hablar, presupone una verdadera igual-
dad de todos los miembros del Pueblo de Dios. Esta igualdad se
basa en la dignidad y acción com ún a todos los fieles en la
edificación del Cu erpo de Cristo . Dignidad comú n a todos,
tanto si es la humana, propia de cada uno de los hombres en
l
cuanto que es persona, c omo si se trata de la crist iana, prove-
niente del orden de la gracia. Pero no es sólo en este campo y
a este titulo cómo el Vaticano 11 proclam a una verd adera
igualdad de todos los miembros en el seno de la Iglesia, sino
también a titulo de la tarea esencial de edificar el Cuerp o de
Cristo . Tarea en la que tom an parte todo s por igual, pues
todos disponen de posibil idades al respecto.
Y
los resultados
positivos de la acción de un miembro seglar del Pueblo de
Dios pueden superar los resultados de la acción de un miem-
br o de la jerarquia o del estam ento religioso. La historia de la
Iglesia parece brindarnos suficientes testimonios de este hecho,
pese a que, a lo mejor, nadie pueda nunca verificar de lleno
cuál sea la medida de los resultados obten idos en la edifica-
ción del Cue rpo de Cristo . La Iglesia, en cuan to realidad so-
brenatural , será siempre un misterio.
1
<<Losaicos, del mismo modo que por la benevolencia
divina t ienen co mo herman o a Cristo, quien, siendo Se-
ñor de todos, no vino a ser servido, sino a servir (cf. Mt
20,28), también tienen por hermanos a los que, constitui-
dos en el sagrado ministerio, enseñando, santificando y
gobernando con la autoridad de Cristo, apacientan a la
familia de Dios, de tal suerte que sea cumplido por to-
dos e l nuevo mandami en to de l a ca r idad . A cuyo p ro p b
sito dice bellamente San Agustin: Si me asusta lo qu e
soy para vosotros, también me consuela lo que soy con
vosotros. Para vosotros soy obispo, con vosotros soy
crist iano. A quel no mbre expresa un deber; éste, una gra-
cia; aq ut l indica un peligro; éste, la salvació n ~, (CI 32).
Para la constitución del Pueblo de Dios es más fundamen-
tal el orden de la gracia que el orden de la autoridad sobre el
que se apoya el ordenamiento jerárquico de la Iglesia. Este
orden de la gracia sirve también d e fundam ento a la igualdad
final de tod os los miem bros de la Iglesia, respecto a la realidad
de la salvación a la que todos por igual están llamados.
El Concilio Vaticano 11 ha dedicado muchos esfuerzos a
hacer conscientes a los fieles de ese vinculo que constituye la
communio
para la comunidad del Pueblo de Dios. Parece,
pues, que podemos decir que, de la auténtica profundización
de la fe en la Iglesia como co mu nida d -en la qu e el vinculo
propio de la misma está consti tuido justamente por la commu-
nio-, dependen en su mayor parte el desarrollo interior y la
renovación de la Iglesia en el espíritu del Vaticano 11. Convie-
ne tal vez buscar en esta cuestión el punto de apoyo. o incluso el
fundamento en orden a la necesidad de ese diálogo dentro de la
Iglesia que han puesto de relieve el Concilio
y
el papa Pablo VI.
Respecto a este tema encontramos frases muy elocuentes en la
consti tución Lumen gentium.
<,Los laicos, al igual q ue to dos los fieles cristianos, tie-
nen el derecho de recibir con abunda ncia de los sagrados
pastores los auxilios de los bienes espirituales de la Igle-
sia, en part icular la palabra de Dios y los sacramentos.
Y
manifiéstenles sus necesidades y sus deseos con aque-
lla l ibertad y confianza qu e conviene a los hijos de D ios
115
y a los hermanos en Cristo. Conforme a la ciencia,
la
competencia y el prestigio que poseen, tienen la facultad,
más aún, a veces el deber, de exponer su parecer acerca
de los asuntos concernientes al bien de la Iglesia. Esto
mente participes de la
conciencia de comunión .
Idea esta que
tiene además un profundo significado
ético, así, bajo este
aspecto, sirve para formar auténticamente la moral social cris-
tiana.
La Iglesia. que en su realidad de Pu eblo de D ios es esen-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 62/176
hágase, si las circunstancias lo requieren, a través de ins-
tituciones establecidas para ello por la Iglesia, y siempre
en veracidad, fortaleza y prudencia, con reverencia y ca-
ridad hacia aquellos que, por razón de su sagrado minis-
terio, personifican a Criston (CI 37 .
Seguidamente, la constitución recuerda el deber de obe-
diencia a todo cuan to los sagrados pastores , en cuanto re-
presentantes de Cristo, establecen co mo maestros y rectores de
la Iglesia (CI 37 . Este deber se deriva particularmente del
ejemplo del propio Cristo. Se habla también de la necesidad de
orar por los superiores en la Iglesia. Leemos sucesivamente:
-Por su parte, los sagrados pastores
reconozcan pro-
muevan la dignidad
y responsabilidad de los laicos en la
Iglesia. Recurran gustosamente a su prudente consejo,
en-
com itndenles con confianza cargos en servicio de la Igle-
sia y denles l ibertad y oportunidad para actuar; más
aún, anímenles incluso a emprender obras por propia
iniciat iva. Consideren atentamente ante Cristo, con pa-
terno amor, las iniciativas, los ruegos y los deseos prove-
nientes de los laicos. En c uan to a la justa l ibertad que a
todos corresponde en la sociedad civil, los pastores la
acatarán respetuosamente. Son de esperar muchísimos
bienes -leemos finalmente-para la Iglesia de este trat o
familiar entre los laicos y los pastores; asi se robustece
en los seglares el sentido de la propia responsabil idad,
se fomenta su entusiasmo y se asocian más fácilmente las
fuerzas de los laicos al trab ajo de los pastores. (C I 37).
La const i tución
Gaudium et spes
formula las exigencias del
diálogo intern o de la Iglesia con estas palabra s: Esto requie-
re, en primer lugar, que se promueva en el seno de la Iglesia la
mutua est ima, respeto y conco rdia, reconociendo todas las le-
gi t imas diversidades, para abrir , con fecundidad siempre cre-
ciente, el diálogo entre todos los que integran el único Pueblo
de Dios, ta nto los pastores com o los demás f ieles. Los lazos de
unión de los f ieles son mucho más fuertes que los motivos de
división entre ellos. Haya unidad en lo necesario, libertad en
lo dudos o, caridad en todo (CM 92).
Lo más imp ortante es que en la Iglesia todos seamos plena-
cialmente social, sea
ad intra
o
ad extra,
debe asimismo, no
sólo
ad intra,
sino también
adex t ra ,
buscar cóm o l levar a cabo
la comunión entre los hom bres. Conv iene, sin emb argo,
particularmente que en esa misma sociedad eclesial todos
acompasen su comportamiento a ese principio de la comu-
nión, cuyo sentido teológico y cuyo alcance, sobre todo, han
sido evidenciados de nuevo por el Vaticano 11.
Koinonia y diaconio en la constiiucidn jerórquica
de la Iglesia
.Este san to Sinodo, siguiendo las huellas del Conc ilio
Vaticano 1, enseña y declara con él que Jesucristo, Pas-
tor eterno, edificó la santa Iglesia enviando a sus apósto-
les lo mismo que El fue enviado por el Padre (cf. Jn
20,21), y quiso que los sucesores de aquéllos, los obis-
pos, fuesen los pastores en su Iglesia hasta la consuma-
ción de los siglos. Pero para que el mismo episcopado
fuese uno solo e indiviso, puso al frente de los demás
apóstoles al bienaventurado Pedro e instituyó en la per-
sona del mismo el principio y fundamento, perpetuo y
visible, de la unidad de fe y comunión. Esta doctrina
sobre la inst i tución, perpetuid ad, poder y razón de ser
del sacro primado del Romano Pontíf ice y de su magis-
terio infalible, el san to Concil io la propone nu evamente
como objeto de fe inconmovible a todos los f ieles, y,
prosiguiendo den tro de la misma l ínea, se propon e, ante
la faz de todos, profesar y declarar la doctrina acerca de
Jos obispos, sucesores de los apóstoles, los cuales, junto
con el sucesor de Pedro, vicario de Cristo y cabeza visi-
ble de toda la Iglesia, rigen la casa de Dios
vivo. (CI 18).
El capitulo 111 de la constitución
Lumen gentium
está ente-
ramente dedicado a exponer la doctrina acerca de la const i tu-
ción jerárquica de la Iglesia, y particularmente acerca del epis-
copado. Seria muy útil unir a un análisis detallado de este
capitulo un análisis del decreto sobre el ministerio pastoral de
los obispos en la Iglesia. Ambos textos tienen un significado
fundamental para la teología del episcopado. Nosotros, por
nuestra parte, no vamos a exponer una exégesis pormenoriza-
da del capítulo 111 de la
Lumen gentium,
ni del decreto sobre el
ministerio pastoral de los obispos en la Iglesia; nuestro propó-
tores de la Iglesia, de modo quc quien los escucha escu-
cha a Cristo. y quien los desprecia desprecia a Cristo y a
quien le envió (cf. Lc 10.16) (CI 20).
*'En la persona, pues, de los obispos a quienes asisten
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 63/176
sito es destacar la comunión del Pueblo de Dios,
communio
(gr.
koinonía). a cuyo servicio están, en la Iglesia, la vocación y
el ministerio episcopal. Esta vocación y su ministerio sirven
( diaconía'y a la comunidad.
Y
es significativo que los padres
conciliares hayan querido situar el capitulo dedicado a la je-
rarquía justo después del capítulo que trata del Pueblo de
Dios, en una clara intención de puntualizar los lazos de unión
orgánica de entrambos. Ese sentido de servicio de la autoridad
corresponde a la verdad evangélica que el propio Cristo ha
ensenado con su palabra y con su ejemplo. Esta verdad halla
su expresión en la doctrina del Vaticano 11. La
diaconía
apare-
ce, pues, estrechamente ligada a l a
koinonia.
La Iglesia descu-
bre su naturaleza comunitaria no sólo en la realidad universal
del Pueblo de Dios, sino también en la potestad sobre este
pueblo constituida por Cristo subordinada por entero al
anuncio del Evangelio.
*Para realizar estos oficios tan excelsos, los apóstoles
fueron enriquecidos por Cristo con una efusión especial
del Espíritu Santo, que descendió sobre ellos (cf. Act
1,8; 2,4; Jn 20.22-23), y ellos, a su vez, por la imposición
de las manos, transmitieron a sus colaboradores este
don espiritual (cf. lTim 4,14; 2Tim 1,67), que ha Ilega-
do hasta nosotros en la consagración episcopaln (CI 21).
De este modo, los apóstoles serán a un tiempo semilla del
nuevo Israel y origen de la jerarquía sagrada (DM
5 .
.Esta divina misión confiada por Cristo a los apóstoles
ha de durar hasta el fin del mundo (cf. Mt 28,20), puesto
que el Evangelio que ellos deben propagar es en todo
tiempo el principio de toda la vida para la Iglesia. Por
esto, los apóstoles se cuidaron de establecer sucesores en
esta sociedad jerárquicamente organizada
Y
así como
permanece el oficio que
Dios concedió personalmente a
Pedro,
príncipe de los apóstoles, para que fuera transmi-
tido a sus sucesores, así tambikn perdura el
oficio de los
apóstoles
de apacentar la Iglesia, que debe ejercer de for-
ma permanente el orden sagrado de los obispos. Por
ello, este sagrado Sínodo enseña que los obispos han su-
cedido, por institución divina, a los apóstoles como pas-
118
los presbíteros, el Señor Jesucristo, Pontífice supremo,
está presente en medio de los fieles. Porque, sentado a la
diestra del Padre. no está ausente de la congregación de
sus pontífices, sino que, principalmente a través de su
servicio eximio, predica la palabra de Dios a todas las
gentes y administra continuamente los sacramentos de la
fe a los creyentes, y por medio de su oficio paternal (cf.
Ic or 4,15) va congregando nuevos miembros a su Cuer-
po con regeneración sobrenatural; finalmente, por me-
dio de su sabiduría y prudencia, dirige y ordena al Pue-
blo del Nuevo Testamento en su peregrinar hacia la
eterna felicidad. (CI 21).
<,Los obispos, de modo visible y evidente, hacen las
veces del mismo Cristo, Maestro, Pastor y Pontífice,
actúan en lugar suyo. Pertenece a los obispos incorpo-
rar, por medio del sacramento del orden, nuevos elegidos
al Cuerpo episcopal» (CI 21).
Tema especial de lo doctrina conciliar lo constituye la comu-
nidod de los obispos; los lazos recíprocos entre ellos y, sobre
todo. con el sucesor de San Pedro.
Asi como, por disposición del SeAor, San Pedro y los
demás apóstoles forman un solo colegio apostólico, de
modo análogo se unen entre sí el Romano Pontífice, su-
cesor de Pedro, y los obispos, sucesores de losapóstolesn
(CI 22).
Es dste el punto de partida de lo doctrina acerca de la cole-
giolidod del episcopado.
El Colegio o cuerpo de los obispos, por su parte, no
tiene autoridad, a no ser que se considere en comunión
con el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, como cabeza
del mismo, quedando totalmente a salvo el poder
prima-
cial de éste sobre todos, tanto pastores como fieles. Por-
que el Romano Pontífice tiene sobre la Iglesia, en virtud
de su cargo, es decir, como vicario de Cristo y pastor de
toda la Iglesia, plena, suprema y universal potestad, que
puede siempre ejercer libremente. En cambio,
el Cuerpo
episcopal, que sucede al Colegio de los apóstoles en el
119
9 -Renovocidn en su uenles
Magisterio
y
en el regimen pastoral. más aún. en el que
perdura conlinuam ente el cuerpo apo stólico , junto con su
cabeza. el Romano Ponfífc e, y nunca sin esta cabeza. es
tambiin sujeto de la suprema
y
plena potestad sobre la
El principio de la colegialidad pone en evidencia particular-
mente el principio del primado. Uno y otro provienen de la
institución de C risto; un o y ot ro expresan la estructura de
comunión de la Iglesia com o Pueblo de Dios y sirven junta-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 64/176
Iglesia
universal
(CI
22 .
Estas son las formulaciones conciliares acerca del principio
de la colegialidad.
Este Colegio, en cuanto compuesto de muchos, ex-
presa la variedad y universalidad del Pueblo de Dios; y
en c uanto a grupa do bajo una sola cabeza, significa la uni-
dad de la grey de Cristo,, (CI
22 .
El Romano Pontífice, como sucesor de Pedro, es el
principio y fundam ento p erpetuo y visible de unidad, así
de los obispos como de la multitud de los fieles. Por
su parte, los obispos son, individualmente, el principio
y fundamento visible de unidad en sus Iglesias particu-
lares, formadas a imagen de la Iglesia universal, en las
cuales y a base de las cuales se constituye la Iglesia cató-
lica, una y única. Por eso, cada obispo representa a su
Iglesia, y todos juntos con el Papa representa n a toda la
Iglesia en el vinculo de la paz, del amor y de la unidad,,
(C1 23 .
El principio de la colegialidad determina por sí mismo el
mod o en q ue se ejerce la autorida d en la Iglesia, modo institui-
do por el propio Cristo. Al propio tiempo, este principio ex-
presa indirectamente la realidad de la Iglesia como koinonía ,
ya que una Iglesia universal realiza su existencia en varias Igle-
sias particulares. Los obispos, sucesores de los apóstoles, me-
diante su unión con el sucesor de Pedro, obispo de Roma,
expresan conjuntame nte multiplicidad y un idad, universalidad
y particularidad.
Y
en esto se revela la esencia de comunión
de la Iglesia en cuanto comunidad del Pueblo de Dios en la
tierra. El Pueblo de Dios es la Iglesia, y la Iglesia es también
comunión de las Iglesias, communio Ecclesiarum, constituida
por la comunión de los obispos-pastores. Record emos una
vez más las palabras antes citadas:
'<Además, den tro de la com unión eclesiástica, existen
legítimamente Iglesias particulares, que gozan de tradi-
ciones propias, permaneciendo inmutable el primado de
la Cátedra de Pedro, que preside la asamblea universal
de la caridad* (CI
13 .
mente para realizarla.
Cristo construye continuamente la Iglesia en la tierra como
su C uerpo , a través de ese núcleo al que el Vaticano 11 llama
Corpus seu collegium de los obispos, en su calidad de sucesores
de los apóstoles . Este Cue rpo, qu e es la Iglesia, en su constitu-
ción jerár quic a, existe y vive en fuerza de la comunión reci-
proca de todos los obispos en la Iglesia, la cual, a su vez, está
condiciona da por la comunión con el centro com ún, la cáte-
dra de Pedro .
*Por tanto, todos los obispos, en cu anto se lo permite
el desempeíio de su propio oficio, esthn obligados a co-
labora r entre sí y con el sucesor de Pedro, a quien parti-
cularmente le ha sido confiado el oficio excelso de pro-
pagar el nombre cristiano. Por lo cual deben Socorrer
con todas sus fuerzas a las misiones, ya sea con opera-
rios para la mies, ya con ayudas espirituales y materia-
les; bien directamente por si mismos, bien estimulando
la ardiente cooperación de los fieles. Procuren, pues, fi-
nalmente, los obispos, según el venerable ejemplo de la
an t igüedad , p restar con agrado una f raterna ayuda a las
otras Iglesias, especialmente a las más vecinas y a las
más pobres, den tro de e sta universal sociedad de la cari-
dad. (CI 23 .
En el decreto sobre el ministerio pastoral de los obispos en
la Iglesia podemos leer:
.Desde los primeros siglos de la Iglesia, los obispos
que estaban al frente de las Iglesias particulares, movi-
dos por la comunión de fraterna caridad y por el celo de
la misión universal confia da a los apóstoles, auna ron sus
fuerzas y voluntades para promover el bien com ún y el
de las Iglesias particulares. Por esto se organizaron los
sinodos,
los
concilios provinciales
y, finalmente, los
conci-
lios plenarios,
en los que los obispos estatuyeron una
norma igual para varias Iglesias, la cual debía observar-
se en la enseñanza de las verdades de la fe y en la orde-
nación de la disciplina eclesiástican (DO
36 .
Así se lee en el capítulo 111 del citad o decreto, qu e habla d e
la cooperación de los obispos al bien común del mayor núme-
121
ro de Iglesias. El c apitulo 11 dc este decre to trata de las obliga-
ciones de los obispos respecto a las Iglesias particulares, es
decir, las diócesis; en cam bio , el capitulo se ocup a de las
relaciones de los obispos con la Iglesia universal.
su uueblo es un verda dero servic io. Que en la Soarada Es-
criiura
se llama con tod a propied'd <<dia koni& ,
o sea
ministerio
(cf. Act 1,17 y 25; 21,19; Rom 11,13; lT im
1,12 ),~ CI 24).
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 65/176
La solicitud dictada por el principio de colegialidad y la
cooperación de los obispos en bien del m ayor número d e Igle-
sias particulares en el seno de la Iglesia universal halla actual-
mente su expresión en la institución de las conferencias episco-
pales: las Conferen cias episcopales -leemos en la consti-
t uc i ón Lumen gentium- pueden hoy con t r i bu i r g r ande y
fecundamente a que la unión colegial logre aplicaciones con-
cretas (CI 23).
Hemos puesto ya suficientemente de relieve el vínculo que
el magisterio conciliar descubre entre la comunidad del Pueblo
de Dios y el sentido de servicio de la autoridad en la Iglesia:
entre la
koinonía
y la
diaconía.
Este vinculo aparece con toda
claridad a la luz de la
communia
que consti tuye una realidad
más fund amen tal aún y une más directamente a la persona a la
comunidad. Naturalmente, este vinculo es, a la vez, el ideal
la norma de realización, no solam ente una simple realidad
que está en vias de realización. Sin embargo, en esta imagen
global dominada por la communio como vinculo propio del
Pueblo de D ios, la
diaconía
jerárquica halla fácilmente su pues-
to: si todos se orientan a un servicio mutuo, a la entrega que
enriquece recíprocamente, entonces, obviamente, la autoridad,
la jerarquía se presenta de mo do muy simple com o ministe-
rio , e s decir, servicio . Esto no significa qu e el Concilio re-
nuncie a subrayar el carácter jerárquico de la autoridad en la
Iglesia, pues sin él no hab ría potestad. La au torid ad jerárqui-
ca, po r el co ntrario, es necesaria en ord en al propio servicio.
'<Los obispos, en cua nto sucesores de los apó stoles, re-
ciben del Señor, a quien ha sido dado todo poder en
el cielo y en la tierra, la misión de ens eñar a toda s .las
gentes y de predicar el Evangelio a toda criatura, a fin
de que todos los hombres consigan la salvación por me-
dio de la fe, del bautismo y del cumplimiento de los
mandamientos (cf. Mt 28,18-20; Mc 16,15-16; Act 26,17s).
Para el desempetio de esta misión, Cristo Señor prome-
tió los apósto les el Espíritu S anto , y lo envió desde el
cielo el día de Pentecostés, para que, con fortados con su
virtud, fuesen sus testigos hasta los confines de la tierra
ante las gentes, los pueblos y los reyes (cf. Act 1,8; 2,lss;
9,15).
Esre encargo que el Señor confió a los pastores de
La consti tución Lumen gentium se expresa así respecto al
ministerio jerárquico:
<<El inisrerio eclesiástico de institución divina
es ejerci-
do en diversos órdenes por aquellos que ya desde anti-
guo vienen l lamándose ob ispos, presbíteros y diáconosn
(CI 28).
Al aportar este texto, nuestro deseo es demostrar cómo el
Vaticano 11 trata de po ner de relieve no sólo no sólo la estruc-
tura del ministerio, es decir, de la autoridad jerárquica consti-
tuida por Cristo en la Iglesia, sino también el espíritu de esta
institución.
Lo cual cobra mayor elocuencia a la luz de la reali-
dad de nuestro tiempo.
( .Como el mun do en tero cada día t iende m ás a la uni-
dad civil , económica y social , conviene tanto más que
los sacerdotes, uniendo sus esfuerzos
y
cuidados bajo la
guía de los obispos y del Sumo Pontífice, eviten toda
causa de dispersión, para que todo el género humano
venga a la un idad d e la familia de Dios. (CI 28).
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 66/176
CONCIENCIA HISTORICA Y ESCATOLOGICA
DE LA IGLESIA CO MO PUEBLO DE DIOS
Con tinua ndo el estudio de las vias de enriquecimiento de la
fe de las que el Concilio Vaticano 11 se ha hecho portavoz,
debemos poner de relieve tanto el aspecto histórico como el
escatológico de la Iglesia, cual dos componentes esenciales de
la realidad del Pueblo de Dios, de su propia existencia. La
Iglesia, como Pueblo de Dios, existe de esta manera, y a estas
caracteristicas de su ser objetivo en la fe corresponde la con-
ciencia de la Iglesia.
Nacida del amor del Padre E terno, fundada en el t iem-
p o po r C risto Redentor, reunida en el Espiri tu S anto, la
Iglesia
tiene una finalidad escarológ ica
de salvación,
que sblo en el siglo futuro podrá alcanzar plenamente.
Está presente ya aq ui en la t ierra, formad a po r hombres,
es decir , por m iembros de la ciudad terrena
que tienen la
vocación d e formar en la propia historia del genero huma-
no la familia de los hijos de Dios
que ha de ir aumentan-
d o sin cesar hasta la venida del Seiior. Unida , ciertamen-
te, por razón de los bienes eternos y enriquecida con
ellos, esta familia ha sido .<constituida
y
real izada por
Cristo como sociedad en este mundo. y está dotada de
los medios adecuados propios de una unión visible y
social.. De esta forma , la Iglesia, <<e ntid adocial visible
y comu nidad espiritual ., avanza juntamente c on toda la
humanidad, experimenta la suerte terrena del mundo, y
su razón de ser es actuar como fermento y como alma de
la sociedad, que debe renovarse en Cristo y transformar-
se en familia de Dios. E sta compenetración de la ciudad
terrena y de la ciudad eterna sólo puede percibirse por
la fe; más aún, es un misterio permanente de la histo-
ria humana que se ve perturbado por el pecado'hasta la
plena revelación de la claridad de los hijos de Dios.
(CM 40).
Siguiendo de cerca el pensamiento del Vaticano 11, tratare-
mos d e aclarar analí t icamente el doble contenido y significado
del ser de la Iglesia y, a la vez, de su conciencia, de los que
sintéticamente habla el texto de la consti tución Gaudium et
spes que acabamos de citar. Pese a que este doble aspecto del
<A todo s los elegidos, el P adre, an tes de todo s los si-
glos,
los conoció de antemano
y
los predestinó a ser con-
formes can la imagen de
su
Hijo, para que éste sea el pri-
mogénito entre muchos hermanos (Rom 8.29).
Y
estable-
ció convocar a quienes creen en Cristo en la santa
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 67/176
ser de la Iglesia y esta recíproca compenetración de la historia
y la escatología correspondiente a la tradición de la fe y su
doctrina, es, sin em bargo, dificil n o caer en la cuenta de qu e el
Vaticano 11 ha acentuado firmemente estos temas y de un
modo nuevo. Ello indica cuáles sean las orientaciones funda-
mentales del enriquecimiento y profundizamiento de la fe.
i
Puntualización esta que ha encontrado ya amplia expresión y
difusión en las obras de los teólogos y en la catequética. Y esto
sirve para cuanto en particular se refiere a la historia de la
/
salvación, so bre tod o al c onstatar que la conciencia de la Igle-
sia com o Pueblo de Dios es histórica .
Historia de l salvacidn
Debemo s ante todo po ner de relieve que la conciencia his-
tórica de la Iglesia como Pueblo de Dios está estrechamente
conectada con la fe en Dios un o y trino, que ha venido y
viene continua men te al hom bre, a la comunidad humana , a
través de la misión salvifica del Verbo y del Espíritu Santo. Lo
I
que el Concilio exactamente ha expresado con claridad en el
capitulo de la consti tución
Lumen genrium
hace desde luego,
que la conciencia de la salvación esté vinculada en la fe de la
Iglesia, no sólo a la existencia misma de Dios en su trascen-
dencia o. a la l lamada que dirige al hom bre, sino -más aún
todavía-
a la venida de Dios al hombre, a la comunidad hu-
mana . Esta venida revis te un carácter histórico, sobre todo en
el sentido de haberse realizado
y
realizarse incesantemente en el
curso de lo historia de la humanidd.
La historia de la salvación
no significa -ni pued e significar- una reducción de la acción
de Dios y de la misión de las Personas a la dimensión de cual-
quier historia humana (aquí no se trata siquiera de una simple
historización de la teología), sino que significa que esta ac-
ción y esta misión incluso conservando la trascendencia divi-
na, se pone en acto en el tiempo y en el curso de la historia
con miras al hombre y a la humanidad. Y por el lo también
ella se hace historia .
126
Iglesia, que ya fue prefigurada desde el origen del mun-
do, preparada admirablemente en la historia del pueblo
de Israel y en la Antigua Alianza, constituida en los
tiempos definitivos, manifestada por la efusión del Espí-
ri tu y que se consumará gloriosamente al f inal de los
tiempo s. Entonc es, com o se lee en los Santos Padres, to-
dos
los justos desde Adán,
desde el justo Abel hasta el
último elegido.
serán congregados con una Iglesia univer-
sal en la casa del Padre,, (CI 2).
Así, pues, la salvación, cuya fuente y consumación están en
Dios, en la Santísima Trinidad, tiene su propia historia del
lado del Pueblo de Dios.
Lo venida de Dios decide la salva-
ción incluso en la dimensión histórica, esto es, la historia d e la
salvación.
Esta venida constituye sobre todo la revelación de sí
mismo por parte de Dios. Dios invisible (cf. Col 1,15; lTim
1,17), en su g ran am or, habla a los hom bres como a amigos
(cf. Ex 33,ll); Jn 15,14-15) y se entretiene con ellos (cf. Bar
3,38), para invitarlos y admitirlos a la comunión con El (CR
2). Estos hom bres son históricos , en el sentido de que cada
uno de ellos tiene su propia historia y, al mismo tiempo, todos
participan de la historia de las diversas sociedades y de toda la
familia humana.
.Dios queriendo abrir el camin o de la salvación so-
brenatural, se reveló desde el principio a nuestros prime-
ros pad res. Despues de su caída, los levantó a la esperan-
z
de la salvación (cf. Gén 3,15), con la promesa de la
redención; después cuidó continuamente del género hu-
mano, para dar la vida eterna a todos los que buscan la
salvación con la perseverancia en las buenas obras (cf.
Rom 2,6-7). Al llegar el mo men to, llam ó a Ab rahá n
para hacerlo padre de un gran pueblo (cf. Gén 12,2-3).
Despues de la edad de los patriarcas, instmyó a dicho
pueblo por medio de Moisés y los profetas, para que lo
reconocieran a El como Dios único y verdadero, como
Padre providente y justo juez; y para que esperara al
Salvador prometido. D e este modo fue preparand o a tra-
vés de los siglos el cam ino del Evang elio. (CR 3).
.<Dios habló a nuestros padres en dist intas ocasiones y
127
de muchas maneras por los profetas. Ahora. en est etapa
@ al nos ha hablado por el Hijo (Heb 1,l-2). Pues envió a
su Hijo, la Palabra eterna, que alumbra a todo hombre,
para que habitara entre los hombres y les contara la inti-
midad de Dios (cf. Jn 1,l-18). Jesucristo, Palabra hecha
originarios forman la historia de la revelación,
y
los hilos que
de ella se derivan forman la historia del Pueblo de Dios, por-
qu e esta realidad presupon e la revelación habla tambié n de
la salvación como contenido no sólo revelado, sino también
aceptado con la fe y realizado en la vida. Hemos constatado
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 68/176
carne, < <hom bre nviado a los hombresm, habla las pala-
bras de Dios
(Jn 3,34) y realiza la obra de la salvación
que el Padre le encargó (cf. Jn
5 36;
17.4). Quien ve a
Jesucristo ve al P adre (cf. Jn 14,9); El, con su presencia
y m anifestación, con sus pa labras y obras, signos y mila-
gros, sobre todo con su muerte y gloriosa resurrección,
con el envío del Espiritu de la verdad, lleva a plenitud
toda la revelación y la confirma con testimonio divino; a
saber, que Dios está con nosotros para l ibrarnos de las
tinieblas del pecado y la muerte, y para hacernos resuci-
tar a una vida eterna,, (CR 4).
*<La evelación se realiza por obr as y palabras intrinse-
camente ligadas; las obras que Dios realiza en la historia
de la salvación m anifiestan y confirman la doctrina y las
realidades que las palabras significan; a su vez, las pala-
bras proclaman las obras y explican su misterio. La ver-
dad profunda de Dios y de la salvación del hombre que
transmite dicha revelación, resplandece en Cristo, media-
dor y plenitud de toda la revelación.~ CR 2).
La venida de Dios a la hum anidad se concreta sobre
tod o en la revelación. El conten ido d e la revelación y el fin de
esta vcnida , que se consuma y sigue consumánd ose en el
tiempo, es la salvación del hombre. La conciencia de la salva-
ción está estrechamente ligada a la misión del Hijo y del Espí-
ritu Santo, misión en la que se expresa el eterno dcsignio del
Padre, qu e creó el universo y decidió elevar a los hom bres a
la participación de su vida divina (CI 2). Este designio, el
ctcrno plan divino, y la misión drl Hijo y del Espíri tu Santo
íntimamente unida a aquél, constituye el misterio de la Iglesia;
misterio que consiste en la salvación de la que la Iglesia es porto-
dora gracias a la venida de Dios, que se ha consumado y sigue
consumándose. Esta venida logra que la Iglesia, inmersa en
su propio misterio, esté siempre protegida frente a la historia,
ya que en ella se realiza la salvación de los hombres. Hay hilos
que entretejen la trama de la historia y que debemos discernir,
aunque en la historia de la salvación todos ellos se compene-
tran recíproc ame nte y la idea de historia de la salvación se
refiere de algún mo do a cada un o de ellos. Así, pues. los hilos
ya que la Iglesia, según el Vaticano 11, se identifica con la
realidad del Pueblo de Dios y hemos esclarecido también
cómo hay que entender dicha afirmación. Basándose en esta
identidad, hay, pues, que admitir que la historia de la Iglesia
- d e l m ismo modo q ue la his tor ia de Israel en la Ant igua
Alianza- c'onsti tuye un o de los hilos que hay que tener en
cuenta cu and o contemplamos la historia de la salvación en
conjunto.
(<Hizo primero un a alianza con Abrah án (cf. Gén
15,18); después, por medio de Moisés (cf. Ex 24,8), la
hizo con el pueblo de Israel, y así se fue revelando a su
pueblo con obras y palabras, como Dios vivo y verdade-
ro. De este modo, Israel fue experimentando la manera
de obrar de Dios con los hombres, la fue comprendien-
do cada vez mejor al hablar Dios por medio de los pro-
fetas, y fue difundiendo este conocimiento entre las na-
ciones (cf. Sal 21.28-29; 95,l-3; 1s 2,l-4; J er 3,17)n (CR
14).
El Concilio tiene ante si la Iglesia como Pueblo de Dios,
en el qu e la venida de Dios, el misterio de la salvación se
encuentra continuamente, en el curso de la historia, con el
hombre-humanidad. Por eso la Iglesia es una realidad histórica
y
goza de esa conciencia histórica que le es propia y cuyo conte-
nido esencial es la historia de la salvación. Leemos en la consti-
tución Lumen gentium:
*Dios formó una congregación de quienes, creyendo,
ven en Jesús al autor de la salvación y el principio de la
unidad y de la paz, y la constituyó Iglesia a fin de que
fuera para todos y cada uno el sacramento visible de
esta unidd salutífera. Debiendo difundirse en todo el
mundo,
entra, par consiguiente . en la historia de la huma-
nidad, si bien trasciende los tiempos
y
las fronteras de las
pueblos» (CI 9).
La realidad histórica de la Iglesia, así constituida, y la con-
ciencia histórica que le corresp onde , la contem pla el Vatica-
no 11 siemp re en su dimensión escatológica. Basta seguir leyen-
do el texto que acabamos de citar:
Caminando, pues. la Iglesia cn medio de tentaciones y
tribulaciones, se ve confortada con el poder de la gracia
de Dios, que le ha sido prometido para que no desfallez-
ca de la fidelidad perfecta por la debilidad de la carne.
antes, al contrario, persevere como esposa digna de su
evidente que la universalidad de la Iglesia está empapada de
conciencia histórica. Leyendo el texto citado resulta dificil sus-
traerse a la convicción de que contiene una interpretación es-
pecifica de la verdad en la relación entre naturaleza y gracia,
verdad vista no tanto a través del prisma de la historia interior
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 69/176
Sefíor y, bajo la acción del Espiritu Santo. no cese de
renovarse hasta que por la cruz llegue a aquella luz que
no cono ce ocaso. (C1 9).
Historia y escatología se com pletan sustancialmente . lo
que permite valorlir con exactitud el carácter especifico de la
historia de la salvación. La escatologia no cancela la historici-
dad de la historia de la salvación. sino que le atribuye un senti-
do dis t into dcl que acostumbramos
a
dar
;
término histo-
ria . Esto es así porqu e la escatologiü significa la plenitud de
la salvación . de cuya historia se trat a. A lo largo de este
camino que lleva a esa plenitud, a esa realización última. la
salvación tiene su historia en los hombres, en la humanidad,
en las naciones. y la Iglesia en tra en la historia de los hom -
bres . To do esto, sin embargo . se actualiza a lo largo del
camino que conduc e al futu ro revelado por Dios , a la reali-
dad Última y en razón de ella. Ninguna otra historia cuya cate-goría propia sea el pasado, tiene estas referencias.
El continuo insertarse de la Iglesia en la historia humana
ha sido presentado con perspicacia por el Concilio, tanto res-
pecto a las personas como a los pueblos y las naciones:
Yom o el reino de Cristo no es de este mu ndo (cf. Jn
18,36), la Iglesia o el Pueblo de D ios, introdu ciendo este
reino, no disminuye el bien temporal de ningún pueblo;
antes, al contrario, fomenta
y
asume,
y
al asumirlas, las
purifica, fortalece y eleva todas las capacidades
y
rique-
zas y costumbres de los pueblos en lo que tienen de bue-
no. Es muy consciente de que ella debe congregar en
unión de aquel Rey, a quien han sido dadas en herencia
todas las naciones (cf. Sal 2,8) y a cuya ciudad ellas
traen sus dones y tributos (cf. Sal 71(72),10; 1s 60,4-7;
Ap 21,24). Este carácter de universalidad que distingue
al Pueblo de Dios es un don del mismo SeRor con el que
la Iglesia católica tiende, eficaz y perpetuamente, a reca-
pitular toda la humanidad con todos sus bienes, bajo
Cristo Cabe za, en la unidad de su Espíritu. (CI 13).
El significado conciliar de la universalidad (catolicidad) de
la Iglesia ya lo hemos explicado anteriormente. Ahora bien, es
del alma cuan to del de la historia de toda la hum anidad y cada
uno de los pueblos. En la circunstancia de nuestro
Millenium
(la cristianización de Polonia en 966) hemos leído y releído
dichos textos conciliares con la máxima atención y emoción.
Predican do el Evangelio, la Iglesia atrae a los oyentes
a la fe y a la profesión de la fe, los prepara al bautismo,
los libra de la servidumbre del error y los incorpora a
Cristo, para que por la caridad crezcan en El hasta la
plenitud. Con su trabajo consigue que todo lo bueno
que se encuentra sembrado en el corazón y en la mente
de los hombres, y en los ritos y culturas de estos pue-
blos, no sólo no desaparezca, sino que se purifique, se
eleve y perfeccione para la gloria de Dios, confusión del
dem onio y felicidad del hombre. (CI 17).
La historia de la salvación pasa por las almas humanas,
pero encuentra su expresión también en varias comunidades;
más aún, dentro de ciertos l imites, se hace historia de estas
comunidades.
La exposición más exacta y concisa de esa realidad históri-
ca y, a la vez, de la conciencia histórica de la Iglesia la tene-
mos, posiblemente, en el decreto Ad gentes, acercq de la activi-
dad misionera de la Iglesia. Leemos all í , por ejemplo, que
<Dios,para establecer la paz o com unión con El y una
fraterna sociedad entre los hombres pecadores,
dispuso
entrar en la historia humana de moda nueva definitivo,
enviando a su Hijo en carne nuestra, a fin de arrancar
por El a los hombres del poder de las tinieblas y de Sa-
taná s, y en El reconciliar consigo al mundo. (D M 3).
Para que esto se realizara plenamente, Cristo envió de
parte del Padre al Espíritu Santo, para que llevara a
cabo interiormente su obra salvífica e impulsara a la
Iglesia a extenderse a si misma. El Espíritu San to obrab a
ya, sin d uda , en el mundo antes de que Cristo fuera glo-
rificado. Sin embargo, el día de Pentecostés descendió
sobre los discípulos para permanecer con ellos para
siempre; la Iglesia se manifestó públicamente ante la
multitud; comenzó la difusión del Evangelio por la pre-
dicación. (DM
4 .
*En realidad de verdad, el Evangelio ha sido en la his-
toria hu ma na, incluso la temporal , ferm ento de libertad
y de progreso, y continúa ofreciéndose sin cesar como
fermento de fratern idad, de unidad y de paz. No sin cau-
sa, Cristo es hon rado po r los fieles com o Esperanza de
la Iglesia respon der a los perennes interro gantes de la
humanidad. (CM 4 .
La categ oría prop ia de la historia es el tiempo, qu e es
como el cauce originario por el que discurre la historia del
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 70/176
las naciones y Salvad or de todas ellas . (D M
8 .
El Vaticano 11 qvidencia claramente la conciencia histórica
de la Iglesia, que inicia con la entrada de Dios en la histo-
ria , entra da q ue, en la econom ía de la Nueva Alianz a, va
unida a la misión histórica de la Iglesia entre los hombres y los
pueblos. Los textos concil iares subrayan en diversos lugares
qu e el p eríodo de la actividad misionera se sitúa entre la pri-
mera y segun da venida de Cristo ,
y
qu e tiende a su plenitud
escatológica (DM
9).
La historia d e la salvación, com o he-
mos dich o, está vinculada a la escatología. Al mismo tiempo,
la propia conciencia histórica de la Iglesia se expresa con el
sincero reconocim iento de las característ icas de todo sujeto, de
todo amb iente, en los que la m isión de la Iglesia, y, por m edio
de ella, la en trad a de Dio s en la historia , sigue realizándose.
Dan testimonio de ello los textos conciliares arriba citados, a
los que hem os de aña dir ot ro de la consti tución sobre la sagra-
da liturgia.
.La Iglesia respeta y prom ueve el genio y las cuali-
dades peculiares de las distintas razas y pueblos. Estudia
con simpatía y, si puede, conserva íntegro lo que en las
costumbres de los pueblos encuentra qu e no esté indisolu-
blemente vinculado a supersticiones y errores, y aun a
veces los acepta en la misma liturgia, con tal que se pue-
dan armonizar con el verdadero y auténtico espíri tu l i túr-
gico. (CL
37).
Debemos, finalmente, constatar que, durante el Vaticano II,
la conciencia histórica de la Iglesia se manifestó particularmente
en la constitución Goudium er spes sobre la Iglesia en el mun-
do actual.
Ya la introducción de esta consti tución, que trata
de perfi lar la condición del hombre en el mu ndo de hoy, afir-
ma qu e la misión de la Iglesia y, a través de ella, la entra da
de Dios en la historia exige un recono cimien to sincero de
todos los sujetos y ambientes que consti tuyen esta historia.
Es deb er permanente de la Iglesia escrutar a fondo los
signos de la época e interpretarlos a luz del Evangelio,
de forma que, acomodándose a cada generación, pueda
132
hombre, de la humanidad y de los pueblos. La entrada de
Dios en la historia se consuma en la Iglesia y , a través de ella,
evidencia continuamente la contemporaneidad como suma es-
pecífica de los signos de los tiempos . Signos estos qu e deter-
minan con exacti tud todo cuanto t iene significación e impor-
tancia para la historia de la salvación, para la entrada de Dios
en la historia para la misión de la Iglesia: Es necesario po r
ello co nocer y comprender el mun do en qu e vivimos, sus espe-
ranzas, sus aspiraciones y el sesgo dramático que con frecuen-
cia le caracteriz a (CM 4).
El conce pto de signos de los t iempos -uno de aquellos
que a parecen con frecuencia y son analizados más veces en la
doctrina del Vaticano 11- pone de relieve también la concien-
cia histórica p ropia d e la Iglesia. El con cep to de signos de los
tiempos sub ray a po r ello el qu e para la misión de la salvación
cumplida por la Iglesia es esencial radicarse siempre en el
tiempo, el cual moldea y estructura su historia.
2
Evolucidn del mundo y crecimiento del reino
La consti tución Gaudium et spes insiste en que, para la his-
toria de la salvación, importa
elpropio curso de la historia.
El
Concilio tiene bien en cuenta este curso.
*La prop ia historia -leemos- está som etida a un pro-
ceso tal de aceleración, que apenas es posible al hombre
seguirla. El género hum ano co rre una misma suerte y no
se diversifica ya en varias historias dispersas. La humani-
dad pasa así de una concepción más bien estática de la
realidad a otra más dinámica y evolutiva, de donde sur-
ge un nuevo c onjunto de problema s que. exige nuevos
análisis y nuevas síntesis,, (CM 5).
El texto citad o habla no só lo de la aceleración del curs o de
la historia, sino también de la inclinación de una parte de los
hombres de hoy a darle un sentido dinámico . El signo de los
tiempos consiste en indicar una cierta convicción del hombre
contem porán eo por la que entiende que el sentido de su histo-
ria en la ticrrd está en el desarro llo y el prog reso tempo ral de
SU existencia.
.<Entretanto, se afianza la convicción de que el género
humano puede y debe no sólo perfeccionar su dominio
sobre las cosas creadas, sino que le corresponde además
enseña que la ley fun da me nta l de la perfección human a y.
por lo tanto. de la transform ación del mundo. es I manda-
mien to del nuevo amor . Así, pues. los qu e creen en la cari-
dad divina les da la certeza de qu e abrir a todos los hombres
los caminos del amor y esforzarse por instaurar la fraternid:id
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 71/176
establecer un or den político, económ ico y social qu e esté
más al servicio del hombre y permita a cada uno y a
cada grupo af i rmar y cult ivar la propia dignidad Las
personas y los grupos sociales están sedientos de una
vida plena y de una vida libre, digna del hombre, ponien-
do a su servicio las inmensas posibilidades que les ofrece
el mundo actual . Las naciones, po r otra parte, se esfuer-
zan cada vez más por formar una comunidad
universaln
(CM
9 .
La Iglesia, con la conciencia de la h istoria de la salvación
que le es propia, sale al encuen tro de esa evolución multiforme
y de esa conciencia del hombre de hoy vinculada con ella:
-El Verbo de Dios, por quien fueron hechas todas las
cosas, hecho El mismo carne y habitando en la t ierra,
entró com o hombre peifecro en la historia del mundo asu-
midndola
y
recapitulándola en si mismo
(CM 38).
Este texto es muy expresivo y contribuye grandemente a
esclare cer la conc iencia histórica de la Iglesia-Pueblo de
Dios. La actividad humana en el mundo, que se dirige al des-
arrollo y progreso universal, ha sido puesta por el Concilio
frente a frente del mysterium paschale:
' ,Constituido Señ or po r su resurrección, Cristo, al qu e
le ha sido dada potestad en el cielo y en la t ierra, obra
ya por la virtud de su Espíri tu en el corazón del hombre,
no só lo de spertand o el anhelo del siglo futuro, sino alen-
tando, purificando y robusteciendo también con ese de-
seo aquellos generosos propósitos con los que la familia
hum ana intenta hacer m ás l levadera su propia vida y so-
meter la tierra a este fin» (CM 38).
El misterio pascua1 de Jesucristo está abierto tanto a la
escatología (pues desvela el anhe lo del mun do futuro ) com o
a la evolución del mundo, que el Concil io entiende principal-
mente com o la misión de hacer más hum ana la vida de la
humanidad y de los hombres. El Vaticano 11 ha acentuado
el significado ético de la evolución. El ideal de un mundo
más hum ano congenia con el Evangelio.
Y
es que Cristo nos
134
universal no son cosas inútiles. Al mismo tiempo advierte que
esta caridad no hay que buscarla únicamente en los aconteci-
mientos importantes. sino. ante todo, nos enseña a l levar la
cruz que la carne y el mundo echan sobre los hombros de los
que busca11 la paz y Iii justicia (CM 38). Qued a claro qu e al
Evangelio no sólo corresponde el ideal de un m undo más
humano , sino que ap arece con realismo cuáles son los ca-
minos que l levan a ese mund o. El Concil io nos explica de qué
modo estos caminos se hacen realidad en los hombres.
.*Mas los dones del E spíritu Sa nto so n diversos: si a
unos l lama a dar, con el anhelo de la morada celeste,
testimonio manifiesto y a mantenerlo vivo en la familia
hum ana, a otros los l lama para que se entreguen al servi-
cio temporal de los hombres, y asípreparen el material
del reino de los cielos. Pero a todos les l ibera, para que,
con la abnegación propia
y
el empleo de todas las ener-
gías terrenas en p ro de la vida hum ana, se proyecten ha-
cia las realidades futuras, cuando la propia humanidad
se conv ertirá en oblación acepta a Dios. (CM 38).
Por consiguiente, el ideal de un mundo cada vez más hu-
mano, que, como queda dicho, se cohonesta con el Evangelio,
no es la última palabra que ese Evangelio dice a los hombres
acerca de su vocación. El Vaticano 11 distingue con claridad la
evolución del mu ndo de la historia de la salvación,' bus-
cando al mismo tiempo p oner d e relieve plenamente los víncu-
los existentes entre ellos.
*Por el lo, aunque hay que dist inguir cuidadosamente
progreso temporal y crecimiento del reino de Cristo, sin
embargo, el primero en cuanto puede contribuir a orde-
nar m ejor la sociedad hu man a, interesa en gran medida
al reino de Dios. Pues los bienes de la dignidad humana,
la unión fraterna
y
la liberrad, en una palabra, todos los
frutos excelentes de la naturaleza
y
de n uestro esfuerzo,
después de hab erlos propa gado por la tierra en el Espiri-
tu del Señor
y
de acu erdo con su mand ato, volveremos a
encontrarlos l impios de toda mancha, i luminados y trans-
figurados, cuando Cristo entregue al Padre el reino eter-
no y universal: Reino de verdad y de vida; reino de santi-
135
10 Renovacidn en
us
fu nr r
dad y gracia; reino de justicia, de am or de paz .'El
reino está ya misteriosamente presente en nuestra tierra;
cuando venga el SeRor, se consu ma ri su perfección. (CM
39).
(.No hay ley humana que pueda garantizar la dignidad
personal y la libertad del hombre con la seguridad que
comun ica el Evangelio de Cristo, co nfiado a la Iglesia.
El Evangelio anuncia y proclama la libertad de los hijos
de Dios, rechaza todas las esclavitudes, que derivan, en
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 72/176
Según la doctrina del Vaticano 11, la Iglesia participa de la
evolución del mundo no sólo en cuanto que el ideal de un
mun do siempre más humano está conforme con el Evangelio,
sino tambikn porque la historia de la salvación pasa por la
realización de ese mundo, y en ella se prepara la realidad úl-
t ima.
Má s
aún, esta realidad, cuasi en embrión y misteriosa-
mente, está presente ya en el mundo por medio de la Iglesia.
Por eso merece la pena prestar atención ante todo al modo en
que la Iglesia, según la doctrina del Concilio, participa de la
evolución y el proceso hacia un mundo cada vez más humano, y
también al modo en que ella, desde su conciencia, sobrepasa
C o n t l f l ~ ~ m e n t esta evolución orientándose hacia la realidad úl-
tima, esa que será plenitud del reino de Dios .
De la participación activa del reino en la evolución del
mundo nos habla el Vaticano 11 en gran número de pasajes,
pero muy especialmente en los capitulos III y 1V de la consti-
tución Gaudium et spes (primera parte). Concretamente, en el
capítulo 111 leemos más de una vez que la actividad hum ana,
individual y colectiva, es decir, ese esfuerzo ingente con el que
los hombres tratan a lo largo de los siglos de mejorar sus pro-
pias condiciones de vida, considerado en si mismo, corres-
ponde al designio de Dios (CM 34 . Por eso, en el capitu-
lo IV, ese mismo documento afirma:
.Al buscar su prop io fin de salvación, la lglesia no,sólo
comunica la vida divina al hom bre, sino que adem ás di-
funde sobre el universo mundo, en cierto modo, el refle-
jo de su luz, sobre todo cur ando y elevando la dignidad
d e la persona, cons olidando la firmeza de la sociedad
y
dotando a la actividad diaria de la humanidad de un
sentido y de una significación mucho más profundos.
Cree la Iglesia q ue de esta manera , por medio de sus
hijos y por medio de su entera comunidad, puede ofre-
cer gran ayuda para d ar un sentido más hum ano al hom-
bre y a su historia* (CM 40).
El capitulo IV de la constitución Gaudium et spes, exami-
nando las obligaciones de la lglesia en el mundo actual, reco-
noce que una de las principales es la salvaguarda de la dig-
nidad personal y de la libertad del hombre:
última instancia , del pecado; respeta santa me nte la digni-
dad de la conciencia y su libre decisión; advierte sin ce-
sar que todo talento humano debe redundar en servicio
de Dios y bien d e la hum anidad; encomienda, finalmen-
te, a todos a la caridad de todos. (CM 41).
Leemos a continuación:
<<Laglesia, pues, en virtud del Evangelio que se le ha
confiado, proclama los derechos del hombre y reconoce
y
estima en mucho el dinam ismo de la época actual, que
está promoviendo por todas partes tales derechos. Debe,
sin embargo , lograrse que este movimiento quede imbui-
do del espíritu evangélico y garantizado frente a cual-
quier apariencia de falsa a utonomia. Acecha, en efecto,
la tentación de juzgar que nuestros derechos personales
solamente son salvados en su plenitud cuando nos ve-
mos libres de to da norm a divina. Por ese camino, la dig-
nidad humana no se salva; por el contrario, perece (CM
41 .
La evolución respecto al reconocimiento de la dignidad de
la persona humana corresponde al Evangelio, que incluso en-
cuentra en él constante levadura , por lo que podemos ver en
la realización de esta tendencia no sólo el fruto del espíritu
humano, sino tambikn el fruto de la acción del Espíritu divino
en el alma human a. A dmitiendo esta participación en la evolu-
ción del mundo y subra yand o lo que es en ella esencial, el
Vaticano 11 pone asimismo en guardia contra cualquier clase
de desviación: la dignidad del hombre no puede identificarse
con una autonomia del hombre mal entendida. El Concilio se
compromete a fondo a precisar la relación exacta del Evan-
gelio con la evolución y evitar dejar en la sombra el significado
propio de muchos conceptos propios del lenguaje del proceso.
<<El ombre contem poráneo ca mina hoy hacia el des-
arrollo pleno d e su personalidad y hacia el descubrimien-
to y afirmación crecientes de sus derechos. Como a la
Iglesia se ha confiado la manifestación del misterio de
Dios, que es el fin último del hombre, la lglesia descubre
con ello al hombre el sentido de la propia existencia, es
decir, la verdad más profunda acerca del ser humano,,
(CM 41).
Loglesia reconoce, además. cuanto de bueno se halla
en el actual dinamismo social: sobre todo la evolución
hacia la unidad, el proceso de una sana socialización ci-
la conciencia histórica se distingue por una especial compren-
sión dcl argumento de la historia y de los divcrsos ambientes
humanos en que aquélla se desarrolla.
*<Esta daptación de la predicación de la palabra revela-
da debe mantenerse c omo ley de toda la evangelización.
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 73/176
vil y económica. La promoción de la unidad concuerda
con la misión íntima de la Iglesia, ya que ella es, en
Cristo, como sacramento, o sea, signo e instmmento de
la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el géne-
ro humano , y enseña así al mundo que la genuina
unión social exterior procede de la unión de los espíritus
y de los co razones, esto es, de la fe y de la caridad, que
constituyen el fundam ento indisoluble de su unidad en el
Espíritu Santo. Las energías que la Iglesia puede comu-
nicar a la ac tual sociedad hum ana radican en esa fe y en
esa caridad aplicadas a la vida práctica. No radican en el
mero dominio exterior ejercido por medios puramente
humanosn (CM 42).
El Concilio entiende esta participación de la Iglesia en la
evolución del mundo bilateralmente. Leemos, por ejemplo, cn
el capítulo IV de la constitución Gaudium et spes, esta frase:
De igual manera comprende la Iglesia cuánto le queda aun
por madurar, por su experiencia de siglos, en la relación que
debe man tener con el mundo (CM 43).
Y
además:
.La Iglesia, por disponer de una estru ctura social visi-
ble, señal d e su unidad en Cristo, puede enriquecerse, y
de hecho se enriquece también con la evolución de la
vida social, no porque le falte, en la constitución que
Cristo le dio, elemento alguno, sino para conocer con
mayor profund idad esta misma constitución, para expre-
sarla de forma más perfecta y para ada ptarla con mayor
acierto a nues tros tiempos Más aún, la Iglesia confiesa
que le han sido de mu cho provecho y le pueden ser toda-
vía de provecho la oposición y aun la persecución de sus
contrarios. (CM 44).
Ln Iglesia, es evidente, participa en la evolución del mundo
incluso con su propio evolución. El Vaticano 11 representa una
conciencia ma dura de esta verdad, de la que establece uno de
los principios fundamen tales del programa de renovación.
En este punto aparece especialmente clara la conciencia
histórica de la Iglesia. Puede decirse que toda la concepción
conciliar del aggiornamento (renovatio accomm odata) expre-
sa obre todo, esta conciencia. Com o antes hemos subrayado,
138
Porque así, en todos los pueblos, se hace posible expre-
sar el mensaje crist iano de modo apropiado a cada uno
de ellos, y al mismo tiempo se fomenta un vivo intercam-
bio entre la Iglesia y las diversas culturas -tema ya tra-
tado con referencia a la consti tución
Lumen gentium
(cf.
CI 13). Para aum entar este trato, sobre todo en t iempos
com o los nuestros, en que las cosas cambian tan rápida-
mente y tan to varían los mod os de pensar, la Iglesia ne-
cesita de modo muy peculiar la ayuda de quienes, por
vivir en el mundo, sean o no sean creyentes, conocen a
fondo las diversas instituciones y disciplinas y compren-
den con claridad la razón íntima d e todas ellas. Es pro-
pio de todo el Pueblo de Dios, pero principalmente de
los pastores y de los teólogos, auscultar, discernir e inter-
pretar, con la ayuda del Espíritu Santo, las múltiples vo-
ces de nuestro t iempo y valorarlas a la luz de la palabra
divina, a fin de qu e la verdad revelada pueda ser mejor
percibida, mejor entendida y expresada en forma más
adecuada. (CM
44 .
El Vaticano 11, subraya ndo la participac ión de la Iglesia en
la evolución del mundo , incluso a través de su prop ia evolu-
ción y hasta proclamando su necesidad, toma postura res-
pecto al pasado y al mismo tiempo respecto al futuro. Es ésta
una expresión particular de la conciencia histórica de la
Iglesia, puesto que la categoría normal de la historia es sola-
mente el pasado, y, en cambio. la historia de la salvación, con
su continua referencia a la dimensión escatológica, a la vez
esencial y d inámica, e s tá s ingularmente mot ivada para
afrontar el porvenir.
Unicamente en la totalidad de estas dimension es conserva
la Iglesia plena conciencia de su identidad y halla en ella tam-
bién la base de todo el program a de renovación y aggiorna-
mento . Solame nte con esta condición fundame ntal puede
participar la Iglesia en la evolución del mundo , incluso a
través de su propia evolución . Podem os decir que éste es el
susrrato m& hondo de la conciencia histórica de la Iglesia.
premisa fundamental además del juicio que la Iglesia, a través
del Concilio. ha dado de sí misma:
139
.Aunq ue la Iglesia, por la virtu d del Espíritu Sa nto. se
ha mantenido como esposa fiel de su Señor y nunca ha
cesado de ser signo de salYación en el mundo, sabe, sin
embargo. muy bien que no siempre. a lo largo de su pro-
longada historia, fueron todos sus miembros, clérigos o
historia de la salvación, ha sido preparad o históricamente an-
tes de que se realizara, y, una vez actuado históricamente,
sigue realizándose en la historia del Pueblo de Dios en la
tierra.
La conciencia de la salvación ( estrato condic ionante de
la conciencia histórica de la Iglesia) está estrecham ente unida a
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 74/176
laicos, fieles al espíritu de Dios. (CM 43).
Este juicio s obre el pas ado se extiende tanibiéli
il
presente:
Sabe también la Iglesia que aún hoy dia cs mucha la dis-
tanc ia que se da entre el mensiije que ella nnuiiciit la fragi-
l idad humana de los mensajeros a quienes esta confiado el
Evangelio (CM 43). Este criterio entra igualmente den tro dc
las prospectivas del futuro. y en cierto modo en los propios
presupuestos de una renovación, que debe ser permanente:
.Dejando a un lad o el juicio de la historia sobre estas
deficiencias, debemos tener, sin embargo, conciencia de
ellas y com batirlas con máxima energía, para q ue no da-
Aen a la difusión del Evangelio. De igual manera com-
prende la Iglesia cuánto le queda aún par madurar, par su
experiencia de siglos. en la relacidn que debe mantener con
el mundo. Dirigida por el Espíritu Santo, la Iglesia,
com o madre, no cesa de exhortar a sus hijosa lapurifica-
ción y a la renovación , para q ue brille con mayor claridad
la señal de Cri sto en el rostro de la Iglesia . (CM 43).
Nos parece habernos hecho con los hilos principales que en
la doctrina del Vatica no 11 sirven para enriquecer la conciencia
histórica de la Iglesia como Pueblo de Dios. Para darles un
ordenamiento fundamental es necesar io refer i rse a todo
cuan to hemos dicho ya sob re el tema de la conciencia de la
salvación respecto a la revelación de la Santísima Trinidad y
también sobr e el tema de la conciencia de la redención en rela-
ción con el misterio de Jesucristo. Estos estratos de la con-
ciencia -si cabe hablar así- son anteced entes, da do que con-
dicionan la conciencia histórica de la Iglesia. La salvación del
hombre es plan y designio de la Santísima Trinidad antes de
hacerse - c o n la venida de
Dios , con la misión de las
PersonasM-trama de la historia. La salvación sobre natur al se
hace trama de la historia porque se actualiza en la historia de
los hombres y de los pueblos, e incluso se desarrolla a la par
de ella. Por tanto, no
sólo los hombres prestan su historia al
plan eterno y al misterio de la salvación, sino que también la
propia salvación se consuma históricamente, lo que corresponde,
bien al plan, bien al misterio. El misterio pascual, cumbre de la
la conciencia de la redención. A la luz de la doctrina conciliar,
la redención -como hemos ya trat ado de aclarar- es una
realidad que mira siempre al mundo y, com o tal, está
siempre presente en la Iglesia. Esta concepción ha sido confir-
mada por la mayor parte de los textos del Vaticano 11 que
l
tratan de la evolución del mundo hum ano en relación con el
crecimiento del reino de Dios . Hay e n el misterio y realidad
de la redención un acento especialmente intenso, proveniente
de la fe, que llama al hombre y a la humanidad a hacer re-
alidad la dignidad, la libertad y la hermandad. El Concilio,
especialmente en la constitución Gaudium et spes, pone de re;
lieve que el contenido fundamental de esta llamada
corres-
ponde a reales y, por así decir, empíricamente cognoscibles
aspiracione s hum anas en el mundo . Por eso se crea un lazo
profundo, hasta el punto de alcanzar una identidad elemental
entre los principales vectores de la historia y
de la evolución
del mundo y la historia de la salvación.
Elplan de la salva-
ción hinca sus raíces en las aspiraciones más reales en las
finalidades de los hombres y de la humanidad. También la re-
dención m ira continuam ente al hombre
y
a la hum anida d en
el mundo .
Y
la Iglesia se encuentra siem pre con el mundo
en el terreno de estas aspiraciones y finalidades del hombre-
hum anida d. De igual mod o, la historia del mundo discurre
por el cauce de la historia de la salvación, considerándolo en
cierto modo como propio. Y, viceversa: las verdaderas con-
quistas del hombre de la hum anid ad, autknticas victorias en
la historia del mundo, son también el sustrato del reino de
Dios sobre la tierra.
Sin embargo, la historia de la salvación sobrepasa siempre la
historia del mundo . Esto está confirmad o y determinado por
I
la redención en cu ant o realidad divina en Jesuc risto, dirigida
I
al hombre en el mundo , a la humanid ad. La redención, pese
l
a ser histórica , es al tiempo profunda men te escatológica, y
da sobre todo testimonio de la necesidad de purificar conti-
i
nuamente los valores más humanos, las aspiraciones y fines
del hombre, en los cuales la historia del mundo se encuentra
de algún modo con la historia de la salvación. La realidad de
la redención da testimonio de la necesidad de hallar en estos
valores, aspiraciones y fines la dimensión divina que les es
prop ia, a fin de que puedan ser sustrato de l reino del Dios .
Al mismo tiempo, la redención, por su propia virtud, ofrece
esa dimensión ejerce en realidad la purificación de todos los
,
valores, de todas las aspiraciones
y
finalidades. De este modo
pasa a ser la base de la renovación, siendo un nuevo inicio de
bre sufre con el dolor y con la disolución progresiva del
cuerpo. Pero su máximo tormento es el temor por la
desaparición perpetua. Juzga con instinto certero cuan-
d o se resiste a a cep tar la perspectiva de la ruina total y
del adiós definitivo. La semilla de rternidad que en si
lleva, por ser irreductible a la sola materia, se levanta
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 75/176
toda la realidad de la creación.
Y,
a travbs de todo ello, la re-
dención -misterio y realidad continuam ente presente en la
Iglesia y siempre mirando al mundo- con su profundo y elo-
cuente dinamism o, orienta al mundo -por medio de la
Iglesia- hacia lo consumaciónfinal.
La historia de la salvación
\
es una historia real y, a un t iem po, una historia que siempre se
sobrepasa a si misma. Es una historia de la que hallamos su
pleno sentido no tanto en el pasado como en el futuro.
.Sin em barg o, mientras la Iglesia cam ina en esta tierra
lejos del Señor (cf. 2Cor
5,6 ,
se considera como en des-
t ierro, buscando y saboreando las cosas de ar r iba,d on-
de Cristo está sentado a la derecha de Dios, donde la
vida de la Iglesia está escondida co n Cristo en Dios hasta
que aparezca co n su Esposo en la gloria (cf. Col 3,l-4).
[r 1 6
\. .
El verbo d e Dios, por quien todo fue hecho, se encar-
nó para que, Hombre perfecto, salvara a todos y recapi-
tulara todas las cosas. El Señor es el fin de la historia
hum ana, p un to de convergencia hacia el cual tienden los
deseos de la historia y de la civilización, centro de la
humanidad, gozo del corazón humano y pleni tud total I
de sus aspiraciones. El es aquel a quien el Padre resuci-
tó, exaltó y colocó a su derecha, consti tuyéndole juez de
vivos y de muertos.
Vivifc ados y reunidos en su Espíritu,
,
caminamos como peregrinos hacia la consumación de la
historia humana,
la cual coincide plenamente con su
amoroso designio:
Restaurar en Cris to todo lo que hay en
el cielo y en la tierra (Ef
1,10). He aq ui qu e dice el Señor:
Venga presto y conmigo mi recompensa, para dar a cada
uno según sus obras. Yo soy el alfa y la om ega, el primero
y el último, el principio y el fi n (Ap 22,12-13). (C M 45).
Carácter escatoldgico de la Iglesia: restauracidn del mundo
.,El máximo enigma de la vida humana es la muerte
-leemos en la constituc ión Gaudium et spes-. El hom-
contra la muerte. Todos los esfuerzos de la técnica mo-
derna, por muy úti les que sean, no pueden calmar esta
ansiedad del hombre: la prórroga de la longevidad que
hoy proporciona la biologia no puede satisfacer ese de-
seo del más allá que surge ineluctablemente del corazón
humano,,
( C M
18 .
La escatología, esa verda d de la doc trina de la fe -y, más
aú n, de la revelación- qu e habla de los novísimos , es parte
de la tradicional constatación de la inevitahilidad de la muerte
a la qu e el hom bre está som etido . El Vatican o expo ne -en
el texto que acabam os de citar- dicha verdad, tal com o se
configura en la conciencia del hombre de hoy. Pero, al mismo
tiempo, conforme a la dilatada tradición de la fe
y
del pensa-
mien to hum ano , explica ese levantarse contra la mue rte, la
resistencia qu e el ho mbre le ofrece con su anhe lo de inmorta -
lidad. La
escatología cristiana parte de estas d os verdades fun-
damentales: muerte del cuerpo e inmortalidad del alma.
< < M i e n t r aoda imaginación fracasa ante la muerte, la
Iglesia, aleccionada por la revelación divina, afirma que
el hombre ha sido creado por Dios para un destino feliz
si tuado más allá de las fronteras de la miseria terrestre.
La fe crist iana enseña qu e la muerte corpora l , que entró
en la historia a consecuencia del pecado, será vencida
cuan do el omn ipotente y misericordioso Salvador rest i tu-
ya al hombre en la salvación perdida por el pecado. Dios
ha llam ado y llama al hom bre a adhe rirse a El con la total
plenitud de su ser en la perpetua comunión de la inco-
rruptible vida divina. H a sido Cristo resucitado el que ha
ganado esta victoria para el hombre; l iberándolo de la
muerte con su prop ia mue rte, apoyado en sólidos argu-
mentos, responde satisfactoriamente al interrogante an-
gustioso sobre el destino futu ro del hombre y, al mismo
tiempo, ofrece la posibilidad de una comunión con tiues-
tros mismos queridos herm anos arreb atados por la muer-
te, dándonos la esperanza de que poseen ya en Dios la
vida verdadera,, (CM 18).
Estas verdades encierran tod o cuan to, según la revelación,
cons tituye la realidad d e la vida eterna a la qu e el hombre está
llamado. En el magisterio conciliar, la escatología del hombre
se presenta a la luz de la verdad total sobre la Iglesia, enten-
dida como sacramento universal de la salvación eterna:
del Señor, que velemos constantemente para que, termi-
nado el único plazo de nuestra vida terrena (cf. Heb
9,27), merezcamos entrar con El a las bodas y ser conta-
dos entre los elegidos (cf. Mt 25,31-46). y no se nos man-
de, com o a siervos malos
y
perezosos (cf. Mt 25,26), ir al
fuego eterno (cf. Mt 25,411, a las tinieblas exteriores,
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 76/176
..Unidos, pues, a Cristo en la Iglesia y sellados con el
Espíri tu Santo, que es renda de nuestra herencia (Ef
1,14), con verdad recibimos el nombre de hijos de Dios y
lo som os (cf. Col 3,4), en la cual seremos semejantes a
Dios porque lo veremos tal como es (cf. 1 J n 3.2). (C I
48).
La vida eterna es fruto de la misión salvífica del Hijo de
Dios, Jesucristo, y del Espíri tu S anto, que encarna la gracia de
la filiación divina en el alma inm ortal com o prenda de he-
redad . Según la revelación y según la doctrin a inmu table de
la Iglesia, existe un estrech o lazo entre la gracia santificante, es
decir, la filiación po r adopció n divina y el asemejam iento a
Cristo q ue lleva consigo, y la visión beatifica de Dios tal
com o es (1Jn 3,2). Esta visión beatifica se fun dam enta en el
asemejamiento sobrenatural del hombre con Dios, en virtud
del cual debe aparecer con Cristo en la gloria. La vida
eterna es la consum ación final de la vocación del hom bre, a la
que, bajo el influjo de la gracia, t iende su naturaleza espiri tual.
-Por tanto, mientras mo ramos en este cuerpo, vivimos en
el destierro, lejos del Señor (2Cor 5,6), y aunque posee-
mos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro inte-
rior (cf. Rom 8,23) y ansiamos estar con Cristo (cf. Flp
1 , 2 3 ) ~
CI
8).
Estas prim icias del Espíritu san las que aquí en la tierra
nos orientan a Cristo: gesto que tiene un carácter escatológico,
ultraterreno. Y esta característica es la que nos obliga a en-
tender la vida entera como una prueba que tendrá como re-
com pensa final la gloria futu ra, que ha de ser revelada en
nosotros (Rom 8.18). Por eso leemos a continuación:
.Este mismo am or nos apremia a vivir más y más para
aquel que murió y resucitó por nosotros (cf. 2Cor 5,15).
Por eso procuramos agradar en todo al Señor (cf . 2Cor
5,9) y nos revestimos d e la arm adu ra de Dios para per-
manecer f i rmes cont ra las asechanzas del demonio y re-
sist ir en el dia malo (cf. Ef 6,l l-13). Y como n o sabemo s
ni el día ni la h ora, es necesario, según la amonestación
144
donde habrá llanto rechinar de dientes (Mt 22,13
23,30). Pues, antes de reinar con Cristo glorioso, todos
debemos comparecer ante el tribunal de Cristo para dar
cuenta cada uno de las obras buenas o malas que haya
hecho en su vida mortal
(2Cor 5,IO):
y
al fin del mundo
saldrdn los que obraron el bien para la resurrección de
vida: los que obraron el m al, para la resurrección de conde-
nación (Jn 5.29; cf. Mt 25 ,46 ).~ CI 48).
La escatología cristiana es cristocéntrica. Resulta fácil des-
cubrir en ella la consumación de la redención como realidad
que. es tando cont inuamente presente en la Igles ia , mira
siempre al hombre en el mundo . Gra cias al misterio de la
redención, el hom bre com parte de algún mo do con Cristo la
filiación divina, y en la eternidad com partir á su gloria. lo
largo de la senda de esta glorificación del hom bre en Cristo
está el juicio, que es tamb ién tribunal d e Cristo .
La escato-
logía del hombre aparece en la dictrina del Vaticano 11 como
consecuencia de la redención. como fruto del misterio pascua1 de
Cristo,
que ob ra en el homb re a través de los sufrimientos del
mom ento actual camino de la gloria futura (Rom 8,18).
Leemos en la constitución Lumen gentium:
*Teniendo, pues, por cierto que los padecimientos de
esto vida son nada en compa ración con la gloria futura que
se ha de revelar en nosotros (Rom 18; cf. 2T im 2,11- 12),
con fe f i rme aguardamos la esperanza bienaventurada y
la llegada de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro
Jesucristo
(Tit 2,13),
quien transfigurará nuestro abyecto
cuerpo en cuerpo glorioso semejante al suyo (Flp 3,21) y
vendrá para ser glor~ficadoen sus santos y mostrarse ad-
mirable en todos los que creyeron (2Tes 1,IO)n (CI 48).
La resurrección del cuerpo. centro mismo del mysterium
paschale de Jesucristo en la tierra, aparece, en la prospectiva
escatológica, c om o plenitud de semejanza con C risto; una se-
mejanza en el Espíritu mediante la gracia de la filiación divina,
que debe l levar, en la realidad última, a la semejanza en el
cuerpo. haciéndose conforme a su cuerpo glorioso .
145
Sin embargo, antes de alcanzar la victoria final y el reino
de Cristo, la Iglesia, peregrina en la tierra, permanece en unión
no sólo con la Iglesia de la gloria, sino también con la Iglesia
de la purificación. En la constitución citada se lee:
',Así, pues, hasta q ue el Señor venga revestido de majes-
tad y acompañado de sus ángeles (cf. Mt 25,31) y, des-
ella, unirlos a sí m ás estrechamente y p ara hacerles part i-
cipes de su vida gloriosa alimen tándolos con su cuerpo y
sangre. (CI 48).
.Pues todos los que son de Cristo por poseer un Espiri-
tu, consti tuyen uni misma Iglesia y mutua men te se unen
en El (cf. Ef 4,16)bs (CI 49).
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 77/176
truida la muerte, le sean sometidas todas las cosas (cf.
1 Cor 15,26-27), de su s discipulos unos peregrinan en la
t ierra; otros, ya difuntos, se pu rifican; otros, f inalmente,
gozan de la gloria, contem plando claramente a Dios
mismo, un o y trino, tal como es ; mas todos, en forma y
grado diverso, vivimos unidos en una misma caridad
para con Dios y para con el prójimo y cantamos idénti-
co himno de gloria a nuestro Dios,, (CI 49).
Es muy significativo que, en la propia conclusión de la
consti tución Gaudium et spes. el Vaticano 11 llama a todos los
crist ianos al juicio de Dios y, exhortándoles a asumir una
tarea inmensa en esta t ierra , subray a que de ello deberán
da r cuenta a quien h abrá de juzgar a todos en el último día.
No todos los que digan Señor, Señor entra rán en el reino de
los cielos, sino los que hagan la voluntad del Padre y los que,
de veras, pongan manos a la obra (CM 93).
En el conjunto de las enseñanzas del Vaticano 11 podemos
hallar tod o cua nto definimos com o escatología del hombre
y que en la tradición, por ejemplo en la catequética y
homilé-
tica, solía llamarse los novísimos . Sin emb argo, el análisis
precedente de la conciencia de la Iglesia como Pueblo de Dios
ha dem ostrado va la atención aue el Vaticano
11 dedica a la
comunidad y a las relaciones reciprocas entre las personas y la
comunidad. Idéntica visión comunitaria de la Ielesia la ha-
llamos al considerar la dimensión escatológica. El Concilio es-
clarece la escatología de la Iglesia más amp liamen te que la
del hombre , pero dado que entre la comunidad la persona
median íntimos lazos, la escatologia de la Iglesia nos permite
penetrar más adentro en la escatologla del hombre.
, ,Porque Cristo, levantad o sobre la t ierra, atrajo hacia
si a todos (cf. Jn 12.32,gr.); habiendo resucitado de entre
los muertos (Rom 6,9 , envió sobre los discípulos a su
Espíritu vivificador, y por El hizo a su Cuerpo, que es la
Iglesia, sac ramen to universal de salvación; estando sen-
tado a la derecha del Padre, actúa sin cesar en el mund o
para conducir a los hombres a la Iglesia, y, por medio de
En Jesu cristo, am bas dim ension es de la Iglesia, la dimen-
sión temporal y la dimensión escatológica, se hallan no sólo
unidas entrc sí , sino mutuamente compenetradas. La comu-
nidad escatoló gica de la Iglesia se va formando continuame nte
en unión viva con las tendencias de la Iglesia peregrina en la
tierra.
Centro y fuente de esta unidad es Cristo.
.La unión de los viadores con los hermanos que se dur-
mieron en la paz de Cristo, de ninguna manera se inte-
rrump e, a ntes bien, segú n la constante fe de la Iglesia, se
robustece con la comunicación de bienes espirituales.
Por lo m ismo que los bienaventurados están más intima-
mente unidos a Cristo, consolidan más eficazmente a
toda la Iglesia en la santidad, ennoblecen el culto que
ella ofrece a Dios aqu í en la tierra y contribuyen d e múl-
t iples m aneras a su m ás dilatada edificación (cf. 1 Cor
12.12-27). Porque ellos, habiendo llegado a la patria y
es tando
en presencia delSetior
(cf. 2Cor
5,8 ,
no cesan de
interceder por El, con El y en El a favor nuestro ante el
Padre, ofreciéndole los méritos que en la t ierra consi-
guieron por el Mediador único entre Dios
y
los hombres,
Cristo Jesús (cf. lTim 2,5), como fruto de haber servido
al Sefior en todas las cosas y de h aber com pletado en su
carne lo que falta a los padecimientos de Cristo en favor
de su Cuerp o, qu e es la Iglesia (cf. Col 1,24). Su fraterna
solici tud contribuye, pues, mu cho a rem ediar nuestra de-
bilidad,, (CI 49).
Jesucristo es centro
y
fuente de la comunión de los santos,
mediante la cual toda la Iglesia se halla en intima unión y co-
munión . La dimensión escatológica de la Iglesia no sólo se
hace continuamente realidad en razón de su peregrinar sobre
la t ierra, sino q ue penetra también en este peregrinar en virtud
de una anticipación específica, que se manifiesta en la historia
de la salvación y en la vida de la Iglesia en el tiempo . Entre esa
historia y la escatología, entre el peregrinar y la consumación
media un ritmo ascendente y descendente a la vez. El ritmo
ascendente corresponde al peregrinar terreno y al caminar la
Iglesia hacia su meta. Esto lo veremos más claramente al me-
ditar sob re el significado de la sa ntidad, a la luz de la doctrina
del Vaticano 11. Sin embargo, este peregrinar sobre la tierra y
este cam inar de la Iglesia hacia su meta llevan yo apare jados los
I
signos de la consum ación final
del propio peregrinar.
La restauración escatológica del mundo ha comenzado ya
con la redención consu mad a por Cr is to, redención del
mu ndo qu e se prolon ga en la Iglesia. La Iglesia participa en
la evolución del mundo. Más aún, la Iglesia peregrina como
quien lleva sob re sus espaldas la figura fugaz de este mu n-
do , pues evolución n o deja de significar transitoried ad. Sin
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 78/176
.La plenitud de los tiempos ha llegado, pues, a nos-
otros (cf. I Cor 10,11), y la renovación del mundo está
irrevocablemente decretada y en cierta man era se antici-
pa realme nte en este siglo, pues la Iglesia, ya aq ui en la
t ierra, está adornada de verdadera santidad, aunque to-
davía imperfecta. Pero mientras no lleguen los cielos
nuevos y la tierra nueva, donde mora la justicia (cf. 2Pe
3,13), la Iglesia peregrina lleva en sus sacramentos e ins-
tituciones, pertenecientes a este tiempo, la imagen de
este siglo que pasa, y el la misma vive entre criaturas que
gimen con dolores de parto al presente en espera de la
manifestación de los hijos de Dios (Rom
19,22)n (CI 48).
i
El Conc ilio Vaticano 11 ha con tribu ido notablem ente al en-
riquecimiento de la conciencia escatológica de la Iglesia, con-
ciencia en la que halla, por así decirlo, plena expresión esa
relación fundam ental Iglesia-mundo que ha desempeñado
un papel tan eminente en todo el pensamiento conciliar. Se
trata en este caso de ese mun do que los crist ianos creen fun-
dado y conservado por el amor del Creador, esclavizado bajo
la servidumbre del pecado, pero liberado por Cristo, crucifi-
cado, roto el poder del demonio, para que el mundo se trans-
forme según el propó sito divino l legue a su consumación
(CM 2). La conciencia escatológica de la Iglesia está estrecha-
mente ligada a la conciencia de la creación y de la redención.
Abraza al mundo com o realidad universal crsada, en cuyo
centro el Creador ha puesto al hombre.
Y
esta realidad, junto
con el hombre, deberá renovarse indefinidamente en Cristo.
*La Iglesia, a la que todos estamos l lamado s en Cristo
Jesús y en la cual conseguimos la santidad de la gracia
de Dios, no alcanzará su consumada plenitud sino en la
gloria celeste, cuando llegue el tiempo de la restauración
de todas las cosas (cf. Act 3,21) y cuando, junto con el
género hum ano , también la creación entera, que está in-
t imamente unida con el hombre y por él alcanza su fin,
será perfectamente renovada en Cristo (cf. Ef 1,lO; Col
1.20; 2 Pe 3,lO-13). (C I 48).
embargo, en lo más profundo de la evolución del mundo so-
metido a la transitorieda d, la Iglesia halla -por med io de la fe
basada en la palabra de Dios- la voz que l lega m is al lá de las
criaturas, que gimen y están como de parto , pero que sus-
piran p or la manifestación d e los hijos de Dios (Rom 8.19-
22). Esta manifestación constituye la perspectiva última del
hombre; no fuera del mundo , sino junto con él . El Vatica-
no 11, fiel a la Sagrada Escritura, presenta la escatologia del
hom bre, la manifestación de los hijos de Dios , com o raíz y
fundam ento de la definitiva renovación del mundo . En este
pun to se manifiesta con toda claridad el carácter escatológico
de la Iglesia. La relación Iglesia-mundo de la qu e nos habla
el Concil io, alcanza aqui su consumación total . La escatología
de la Iglesia es, a la vez, consumación del mundo: consti tuye
una especie de consumación cósmica . Cristo es quien debe
conducir al
mundo a esta consumación.
vivific dos y reunidos en su Espíri tu, caminamos
com o peregrinos hacia la consum ación de la historia hu-
mana, la cual coincide plenamente con su amoroso de-
signio:
restaurar en C risto todo lo que hay en el cielo y en
la tierra
(Ef 1,lO)x
(CM
45).
La consumación de la historia humana en Cristo consti-
tuye algo así como el núcleo mismo de la consumación del
mundo. Cristo es aquel sobre el que se funda y mediante el
que debe realizarse esta consumac ión cósmica : Christus
Consummator. La consumación del mundo corresponde a la
redención del mundo .
<<Así ue la restauración prom etida qu e esperamos ya
com enzó en Cristo, es impulsada con la misión del Espi-
ri tu San to y po r El c ontinúa en la Iglesia, en la cual , por
la fe, somos instniidos también acerca del sentido de
nuestra vida temporal , mientras que con la esperanza de
los bienes futuros l levamos a cabo la obra que el Padre
nos enco mendó en el mundo y labramos nuest ra salva-
ción (cf. Flp 2 ,1 2) ~ CI 48).
El Vaticano ve de niodo p;irticular en la liturg i;~ e 1
Iglesia el pre ludi o de 13 gloriii eterii;~ de Dios. e11
l
que
vivirá la Iglesia escatológica, que ha de unir en Cristo todos
los hombres que se han salvado y a todo el mundo r inovado.
( 'Porque todos los que som os hijos de Dios y constitui-
mos una sola familia en Cristo (cf. Heb 3,6), al unirnos
cual puede de alguna manera anticipar un vislumbre del
siglo nuevo,, (CM 39).
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 79/176
en mutua caridad
y
en la misma alabanza de la Trinidad,
secundam os la intima vocación de la Iglesia participa-
mos. oreaustdndola. en la lituraia de la aloria
consumada
(CI i l ) . -
La más exce lente manera d e unirn os a la Iglesia celes-
t ia l t i ene lugar cuand o -espec ialme nte en la sagrada
li
turgia, en la cual la virtud del Espiritu San to actúa so-
bre no sotros p or medio d e los signos sacramentales
-ce leb ram os juntos con gozo común las a labanzas de la
divina Majestad, y todo s, de cualquier tr ibu, y lengua, y
pueblo,
y
nación, redimidos p or la sangre de Cristo (cf.
Ap 5,9) y congregados en una sola Iglesia, ensalzamos
con un mismo cántico de alabanza a Dios uno y trino.,
(CI 50).
La gloria de Dios es elfin de todo lo creado. La consuma-
ción definitivo de esta gloria es la elevación del hombre y la
renovación del mundo en Cristo.
'<Ignoramos el t iempo en q ue se hará la consumación
de la t ier ra y de la hum anidad. Tamp oco conocemos de
qué manera se transformará el universo. La figura de
este mundo, afeada por el pecado, pasa, pero Dios nos
enseña que nos prepara una nueva morada y nueva t ie-
rra donde habita la justicia, y cuya bienaventuranza es
capaz de saciar y rebasar todos los anhelos de paz que
surgen en el corazón humano. Entonces, vencida la
muerte, los hijos de D ios resucitarán en C risto,
y
lo que
fue sembrado bajo el signo de la debil idad
y
de la co-
rmpción, se revestirá de incorruptibil idad, y, permane-
ciendo la caridad y sus ob ras, se verán l ibres de la servi-
dum bre de la vanidad todas las cr ia turas que Dios creó
pensando en el hombre.
Se nos advierte que de nada le sirve al hombre ganar
todo el mundo si se pierde a si mismo. No obstante, la
espera de una t ierra nueva no debe amo rtiguar, sino más
bien avivar, la preocupación de perfeccionar esta t ierra,
donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, el
Significado de la santidad. María, figura
e
la Iglesia
E1 significado de la sa ntida d en el Vaticano 11 aparec e en el
contexto de la historia terrena de la salvación y de la escato-
logía de la Iglesia, tal como dejamos sentado en las páginas
anteriores.
El capítulo V de la constitución Lumen gentium
se titula: Indole escatológica de la Iglesia pereg rinante y su
unión con la Iglesia celestial . A su vez,
el capitulo V
se titula:
Vocación universal a la santidad de la Iglesia . La santidad
cristiana oc upa el centro de la fe y es tamb ién la plenitud de su
actuació n, plenitud de la vida de fe . D ebem os, pues, preci-
sar su significado, con especial referencia al capitulo VI1 y V
de la constitución Lumen gentium.
El capitulo V II, escatológico , ha sido el principal objeto
de nuestras anteriores consideraciones. El determina el signifi-
cado de la santidad desde el punto d e vista de la consuma-
ción , qu e la Iglesia alcanzará en el cielo. La comun ión de los
salvados, de los bienaventurados y de los santos pone ante
nuestros ojos a aquellos que, antes de alcanzar la meta, han
compartido los trabajos del peregrinar terreno de la Iglesia.
-En la vida de aquellos que, siendo hombres com o nos-
otros, se transforman con mayor perfección en imagen
de Cristo (cf. 2Cor 3,18), Dios manifiesta al vivo ante
los hombres su presencia
y
su rostro. En ellos El mismo
nos habla y nos ofrece un signo de su reino, hacia el cual
somo s atraídos poderosamente co n tan gran nube de tes-
t igos que nos envuelve (cf. H eb 12,l) y con tan gran tes-
timon io de la verdad d el Evangelio. (CI 50).
La santidad del hombre hace particularmente presente a
Dios: es un testimonio viviente de El y confirma la verdad del
Evangelio. Por eso es por lo que con mayor fuerza atrae a los
demás a los caminos de la salvación.
.Mirando la vida de quienes siguieron fielmente a Cris-
to, nuevos mo tivos nos impulsan a buscar la ciudad futu-
ra (Heb
13.14 y 11,10), y al mismo tiem po aprend emo s
el camino más seguro por el que, entre las vicisitudes
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 80/176
es siempre respuesta en l a f e al don divino a la gracia asume la
para gloria de Dios. Por ello. en la Iglesia, todos, lo
forma de perfección mor al cuyo punto clave e: la carida d.
mismo quienes pertenecen a la jerarquia q ue los apacen-
tados por el la, están l larnid os a la santidad, según aque-
<<D ios s carida d y el que permane ce en
la
caridad per-
Ilo del Apóstol:
Porque ésta es la voluntad de Dios vues-
manece en Dios y Dios en
él
(1Jn 4,16).
Y
Dios di fundió
tra santificacidn
(IT es 4,3; cf. Ef 1,4). Esta santida d de la
su caridad en nuestros corazones por el Espíri tu Santo,
Iglesia se manifiesta
y
sin cesar debe manifestarse en los
que se nos ha dado (cf. Rom 5,5). Por consiguiente, el
frutos de gracia que el Espíritu produce en los fieles. Se
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 81/176
pr imero
y
más imprescindible don es la caridad, con la
expresa multiformemente en cada uno de los que, con
que amamos a Dios sobre todas las cosas
y
al prójimo
edificación de los demás, se acercan a la perfección de la
por El. (CI 42). caridad en au propio género de vida; de manera singular
La perfección crist iana, la santidad, corresponde plenamente
aparece en la práctica de los comúnmen te l lamados con-
a la dignidad de la persona. D e ella nos hablan frecuentemente
sejos evangélicos. Esta práctica d e los consejos que, por
los docu men tos concil iares, y en part icular, la consti tución
Gau-
impulso del Espiri tu San to, muchos crist ianos han abra-
zado tanto en pr ivado com o en una condición de es tado
dium et spes.
aceptado por la Iglesia, proporciona al mundo y debe
,<Es,pues, completamen te claro q ue todos los fieles, de
proporcionarle un espléndido test imonio y ejemplo d e
cualquier estado o condición, están l lamad os a la pleni-
esa santidad* (CI 39 .
tud de la vida cristiana y a la perfección de la carid ad, y
Disponemos aqui también de una exposición concisa de lo
esta santidad suscita un nivel de vida más humano en la
que constituy e la esencia de la santida d según el Evangelio:
la
sociedad terrenav (CI 40).
caridad, que se desarrolla por obra de la gracia
y
alcanza la
La santidad ha unido siempre
y
sigue uniendo profunda-
perfección según la vocación personal de cada cristiano. Por
mente a la Iglesia con el hombre
y
con la huma nidad. Por eso consiguiente, el Vaticano 11 traza varios de los caminos a la
el Vaticano 11 nos enseña en el siguiente texto:
santidad: el que pasa por la vida conyugal, el de los que no
cont raen mat r imonio
y
el de los viudos, así como también el
"En el logro de esta perfección empeñen los fieles las
que se manifiesta y realiza por medio de diversas actividades y
fuerzas recibidas según la medida de la donación de
deberes (cf. CI 41). A seguido de estas indicaciones, el Conci-
Cristo, a fin de qu e, siguiendo sus huellas
y
hechos con-
lio alumbra el significado y el valor de los consejos evangéli-
forme a su imagen, obedeciendo en todo a la voluntad
cos, de los que la Lumen gentium t rata más ampliamente en el
del Padre, se entreguen con toda su alma a la gloria de
capítulo VI, de dicado a la vocación religiosa. Tras haber sub-
Dios
y
al servicio del prójimo. Así, la santidad del Pueblo
rayado la importancia de la castidad (virginidad y celibato
de Dios produci rá abundantes fmtos , como hr i l lante-
"por el reino"), el Concilio parece haber querido da r relevan-
mente lo demuestra la historia de la Iglesia con la vida
cia al valor de la pobreza, entendida en sentido lato.
de tantos santos- (CI 40).
..Estén tod os atento s a encau zar rectam ente sus afectos,
~ alamada universal a la santidad es también, para el Va-
no sea que el uso de las cosas del mundo
y
un apego a
ticano 11, el motivo principal de la santidad en la Iglesia.
las riquezas contrario al espíri tu de pobreza evangélica
les impida la prosecución de la caridad perfecta. Acor-
.La Iglesia, cuyo m isterio está expo niend o el sag rado
dándose de la advertencia del Apóstol: Los que usan de
Concil io, creemos que es indefectiblemente santa. Pues
este mundo no se detengan en eso porque los atractivos
Cristo, el Hijo de Dios, quien con el Padre y el Espíritu
de este mundo pasan
(cf.
C o r 7 31 gr.). (C I 42).
Santo es proclam ado *el único Santo*, am ó a la Iglesia
com o a su esposa, entregándose a sí mismo por el la para
Las palabras del Apóstol que aquí se traen a colación co-
santificarla (cf. Ef 5,25-26), la unió a sí como a su pro-
bran especial actualidad en el contexto de la doctrina sobre la
pio cuerpo y la enriqueció con el don del Espíri tu Santo
Iglesia, que trata de hallar en el mundo actual su imagen
origi-
154
naria:
imagen de la Iglesia de los pobres , tan próxima a las
bienaventuranras de Cristo.
Los consejos evangélicos deberían -más aún que los
mandam ientos- hacernos progresar en la caridad, pues en ella
consiste la santidad del crist iano. El progreso en la santidad se
mide por el crecimiento en la caridad. Este principio permite
- e n el ámbi to de la vocación universal a la sant idad- que
seguirán siéndolo siempre, a dar este supremo testimo-
nio d e am or an te todo s, especialmente ante los persegui-
dores. Por tanto, el martirio, en el que el discípulo se
¡
asemeja al Maestro, qu e aceptó l ibremente la muerte por
la salvación del m und o, y se conform a a El en la efusión
de su sangre, es est imado por la Iglesia como un don
eximio
y
l a suprema pm eba de am or , y, s i es don conce-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 82/176
converjan la multiplicidad de los caminos que conducen a cada
hom bre hasta el la, en busca de una única santidad .
l
Una misma es la san tidad que cu lt ivan, en los múlti-
ples géneros de vida y ocupaciones, todos los que son
guiados p or el Espíri tu de Dios y, obedientes a la voz del
1
Padre, adorándole en espíri tu y verdad, siguen a Cristo
pobre, humilde y cargado con la cruz, a fin de merecer
l
ser hechos part ícipes de su gloria. Pero cada uno debe
1
caminar sin vacilación por el camino de la fe viva, que
engendra la esperanza y obra por la caridad, según los
dones funciones que les son propios (CI 41).
Jesucristo es el único artífice de la san tidad de sus discí-
pulos
y
seguid ores, y es tamb ién el que la consuma . Pese a
la variedad de mod os en qu e la santidad se refleja en cada uno
dido a pocos, sin embargo, todos deben estar prestos a
confesar a Cristo delante de los hombres y a seguirle,
po r el cam ino de la cruz, en medio de las persecuciones
que nu nca faltan a la Iglesia. (CI 42).
Tras haber hablado de es te tes t imonio supremo de amor
que es el martirio, el documento concil iar marca también los
caminos que l levan a la santidad y habla de los medios de
santificación contrastados por una larga experiencia.
Pero, a fin de que la caridad crezca en el alma como
buena semilla y fructifique, todo fiel debe escuchar de
buena gan a la palabra d e Dios y poner por obra su vo-
luntad con la ayuda de la gracia. Part icipar frecuente-
mente en los sacramentos, sobre todo en la Eucarist ía
y
en las funciones sagradas. Aplicarse asiduamente a la
oración, a la abnegación de si mismo, al solicito servi-
cio de los hermanos y al ejercicio de todas las virtudes.
(CI 42).
La conciencia de la Iglesia como Pueblo de Dios -tal
como se deduce de la precisa y rica doctrina del Vaticano II-
es histórica
y
escatológica a la vez. Sobre la base de esta con-
ciencia se desarrolla tam bién el significado de la santidad , qu e
ilustra m ás claramente
y
reafirma lo que une a la historia de la
de los hombres, sucede que esta misma variedad podemos re-
ferirla -identificación y reconducción- a la Fuente Modelo
com unes. En todos los imitado res del único Maestro -al igual
que en El- se manifiesta en este mu ndo la caridad con la qu e
Dios ha amado al mundo .
.Por tan to, tod os los fieles cristianos, en las condicio-
nes, ocupaciones o c~ rcun stanc ias e su vida, y a través
de todo eso, se santificarán más cada día si lo aceptan
todo con fe de la mano del Padre celestial y colaboran
salvación
y
a la escatología: buscar la consumación de la Igle-
con la voluntad divina,
haciendo manifiesta a todos, in-
sia. Los sa ntos en la Iglesia cooperan a la formación de la con-
cluso en su dedicación a las tareas temporales, la caridad
ciencia histórica y escatológico del Pueblo de Dios: conciencia
con que Dios amó al mundo.
(CI 41).
i
que en cierto sentido es la últ ima palabra de la respuesta dada
El testimonio más acabado de este amor es el martirio.
Esta
en la fe al Dios q ue se revela. Dios invisible (cf. Col 1,15;
ha sido siempre convicción de toda la tradición, reafirmada
lTim 1,17), hombres com o amigos (cf. Ex 3 3,l l : Jn 15,14-15)
por el Vaticano 11:
-Dado que Jesús, el Hijo de Dios, manifestó su amor
entregando su vida por nosotros, nadie t iene mayor
amo r qu e el que entrega su vida por El y por sus herma-
nos (cf. 1Jn 3.16; J n 15,13). Pues bien: alguno s cristia-
nos, ya desde los primeros t iempos, fueron l lamados, y
156
y conversa con ellos (cf. Bar 3,38), invitándolos y admitiéndo-
los a la comunidad con él (CR 2).
El Vaticano 11 nos ensefia que, entre todos los santos y
bienaventurados, hay que atribuir un puesto especial a la Madre
de Dios. Esta doctrina, heredada de toda la tradición, enrique-
cida con nuevos argumentos, aparece, como sabemos, en el
capitulo VI11 de la constitución Lumen gentium.
157
<.La Virgen San tisima, po r el don y la prerrog ativa d e
la m aternidad divina, que la une con el Hijo Redentor, y
po r sus gracias y dones singulares, está también intima-
mente unida con la Iglesia. Co mo ya ense ñó San Am-
brosio, la Madre de Dios es tipo
e
la Iglesia en el orden
de la fe, de la caridad y de la un ión perfecta con Cristo.
Pues en el misterio de la Iglesia, que con razón es Ilama-
Esposo-Redentor
y
a lo que continuaniente la conduce el Es-
piritu Santo. Leemos al respecto en el capitulo VIII:
, Mientras la Iglesia ha alcanz ado en la Santisima Vir-
t
gen la perfección en virtud de la cual no t iene mancha ni
arruga (cf. Ef 5,27), los fieles luchan todavia por crecer
en santida d, venciendo enteramente al pecado, y por eso
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 83/176
da también madre y virgen, precedió la Santisima Vir-
gen, presentándose de forma eminente y singular como
modelo tanto de la virgen como de la madre. Creyendo
y obedeciendo, engendró en la t ierra al mismo Hijo del
Padre, y sin conocer varón, cubierta con la sombra del
Espiritu Santo, co mo u na nueva Eva que presta su fe
exenta de toda duda, no a la antigua serpiente, sino al
mensajero de Dios. Dio a luz al Hijo, a quien consti tuyó
primogénito entre muchos hermanos (cf. Rom
8,29),
esto es, a los fieles, a cuya generación coopera co n am or
materno. (CI 63).
La maternidad espiritual de lo Iglesia encuentra su prototipo
en la maternidad divina de María.
La Iglesia ve su semejanza
con Ella tanto en su maternidad como en su virginal entrega a
Dios, su Esposo.
.La Iglesia -leemos a continuación-, con tem plan do
su profunda sant idad e imi tando su car idad
y
cumplien-
d o fielmente la voluntad d el Padre , se hace también ma-
dre mediante la palabra de Dios aceptada con fidelidad,
pues por la predicación y el bautismo engendra a una
vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por obra
del Espiri tu Santo y nacidos de Dios. Y es igualmente
virgen que guarda pura e integramente la fe prometida
al Esposo y, a imitación de la M adre de su Señor, por la
virtud del Espiri tu Santo, conserva virginalmente una fe
integra, una esperanza sólida
y
una caridad sinceran
(Ci 64).
La Madre de Dios, en cuanto figura de la Iglesia -figura
cuyo fundamento está, para el Vaticano 11, en la unión miste-
riosa entre maternidad y virginidad-, forma parte integrante
de la conciencia histórica
y
escatológica d e la Iglesia, y en ella
encuentra su expresión. Si en la constitución
Lumen gentium
leemos acerca de la Madre de Cristo que avanzó en la peregri-
nación de lo fe
(CI 58),
también la Iglesia puede ver en Ella solo
la consumación de aquello a lo que fue preparada por el
158
levantan sus ojos a Maria, que resplandece como mode-
lo de virtudes para toda la comunidad de los elegidos.
(CI 65).
El prototipo que es Maria por m edio de la Iglesia (Madre y
Esposa) se refiere también al Pueblo de Dios. Maria es, para
todos cada uno de los miembros de este pueblo, ejemplo de
santidad en el que se expresa la aspiración y, a la vez, la con-
sumación. En virtud de esa plenitud de la gracia, propia de la
Madre de Dios, en la aspiración está ya presente la consuma-
ción de modo efectivo.
<.Mientras tanto , la Mad re de Jesús, d e la misma mane-
ra que, glorificada ya en los cielos en cuerpo y alma, es
imagen
y
principio de la Iglesia que habrá de tener su
cumplimiento en la vida futura, asi en la tierra precede
con su luz al peregrinante Pu eblo de Dios com o signo de
esperanza cierta
y
de con suelo, hasta que l legue el dia
del Señor (cf. 2Pe 3,lO)n (CI 68).
es que es, sobre todo, en Maria en quien se revela plena-
mente
el camino hacia Cristo, que es Auctor et Consumma-
tor -aquel que obr a y consuma-, tanto si pensa mo s en su
santidad part icular como en cualquier otra forma de santidad
que se realiza en el Pueblo de Dios.
.<La Iglesia, meditan do piadosamente sobre Ella y con-
templándola a la luz del Verbo hecho hombre, l leno de
reverencia, entra más a fond o en el soberano m isterio de
la Encarnación y se asemeja cada dia más a su Esposo.
Pues M aria, que, por su intima part icipación en la histo-
n a de la salvación, reúne en si y refleja en cierto mod o
las supremas verdades de la fe, cua ndo es anunciada y
venerada, atrae a los creyentes a su Hijo, a su sacrificio
y
al amor del Padre. La Iglesia, a su vez, glorificando a
Cristo, se hace más semejante a su excelso m odelo, pro-
gresando continuamente en la fe, en la esperanza
y
en la
caridad, y buscando y obedeciendo en todo la voluntad
divina. (CI 65).
TERCER
RTE
CRE CION DE CTITUDES
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 84/176
C A P ~ T U L O
MISION
Y
TESTIMONIO COMO FUNDAMENTO
DEL ENRIQUECIMIENTO DE
LA
FE
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 85/176
En conformidad con la situación del presente estudio, no
tratamos de dar una explicación de la doctrina del Vaticano 11
como tal , sino más bien buscar en tod o el magisterio conci-
liar la respuesta a las preguntas de carác ter existencia1 de
¿Qué significa ser Creyente, ser cristiano, es tar en la Iglesia?
Nosotros pensamos que estas preguntas estaban implíci tas en
el problem a central que el Concilio se plan teó y que ha formu-
lado en su interrogación inicial: Ecclesia quid dicis de te ipsa?
Iglesia, ¿qué dices de ti misma?
Pensamos que esta misma implicación de las preguntas ha
determinado la orientación pastoral del Concilio Vaticano II.
Por eso, los esfuerzos para realizar las enseñanzas del Concilio
deben coordinarse con esas mismas orientaciones. Por consi-
guiente, en este estudio trataremos de iluminar, bien el signifi-
cado fundamental de la iniciación, que, como muchas veces
hemos puesto de relieve, debe conducir a la profundización y
al enriquecimiento de la fe. El enrique cimiento de la fe se expre-
sa en cada una de las personas
y
comynidades mediante la con-
ciencia de la actitud. Por el lo hem os expuesto nuestras conside-
raciones, en primer lugar, bajo el aspecto de la formación de la
conciencia del hombre creyente, conformánd onos a la doctrina
del Concilio, y ahora nos aprestamos a ir más,lejos, viendo el
aspecto de las actitudes a través de las cuales debe expresarse
el enriquecim iento conciliar de la fe.
Sit uan do así la cuestión, ya en el capitulo
:
Postulados
del enriquecimiento de la fe , hemos tratado d e indicar, en
cierto mod o, las dimensiones propias de este problem a. La fe,
como también su enriquecimiento, es un don sobrenatural de
Dios, don que no se sobrepone ni a la programación ni a la
causalidad del hombre. Sin embargo, el hombre y la Iglesia,
como comunidad humana, pueden y deben cooperar a la gra-
cia de la fe y contribuir a su enriquecimiento. El propio Conci-
lio ha ob rad o así, y su acción -teniendo en cuenta el nivel en
63
que se ha desarrollado- puede entenderse como plan de ac-
ción para toda la Iglesia. La actuación del Concilio en la Igle-
sia se puede y debe entender en cuanto enriquecim iento de la fe
según e l plan t r ~ Z ~ d 0or el Concilio. Expresamos en estos
términos el orden de actuación huma no, mientras creemos que
éste está subord inad o a la acción divina del Espíritu San to en
la Iglesia. Por esta razón debemos tener especial cuidado y
confirniación hallamos en el sujeto consciente. En
síntesis, po-
demos decir que la actitud es una relación activa, pero no es
propiamente la acción como tal. Sigue, si, a la conciencia y al
enriquecimiento de la conciencia, pero la relación con ellos es
ya otra cosa nueva y diferente. Es un tomar postura a la vez
que una disponibil idad para obrar de acuerdo con la postura
i
tom ada. En cierta medida , la actitud contiene eso que la psico-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 86/176
solici tud, a fin de qu e la actuación del Concil io se corresponda
con su auténtica do ctrina, en lo que podem os concebir un plan
casi histórico de acción de toda la Iglesia de cara al enriqueci-
miento de la fe, del que depen de esencialmente el sentido salvi-
fico de la actuación del Concilio.
Teniendo siempre ante los ojos estas premisas, que resu-
men brevemente la propia teología de la fe, podemos conside-
rar las perspectivas de su enriquecimiento desde el pun to de
vista del des arrollo de la conciencia del creyente, asi com o des-
de el pun to de vista de la formación de las debidas acti tudes.
La fe se expresa con una determ inad a actitud , cosa que afir-
mam os tan to basa dos en la revelación com o en la experiencia.
Y
ello ha s ido com prob ado de m od o indiscutible incluso en el
análisis de los textos conciliares que hemos hecho en la parte
1
de nuestro estudio. En ellos leemos que a la revelación que
Dios hace de sí mismo el hombre responde abandonándose
por entero a El (cf. CR
5).
Esta respuesta es justamente
fruto de la fe. Así, pues, está claro que la esencia de la fe no
consiste sólo en un asenso puramente intelectual a la verdad
revelada por Dios o en una reverberación de los contenidos
revelados en la conciencia humana, sino en algo más
El
abandono de si en Dios como respuesta a la revelación testimo-
nia asimismo que la fe se manifiesta mediante la actitud del
hombre: actitud que pertenece a la esencia misma de la fe, por-
que corresponde a la realidad plena de la revelación. Esta no
es sólo información y conjunto de informaciones de las que
basta con tomar conciencia, sino más bien un abrirse de Dios
hacia el hombre en Jesucristo, y un comprometerse en la vida
y en el destino de él. Podríamos decir, pesando las palabras,
qu e en la revelación se expresa la actitud de Dio s respecto al
hombre. Por eso la respuesta a la revelación debe expresarse
con la actitud del hombre respecto a Dios.
No damos aquí definición alguna de la acti tud, sino más
bien aceptamos el significado común del término, buscando,
por medio de algunas aproximaciones, excluir eventuales am-
bigüedades. El térm ino actitud se aplica, genera lmente , en
sentido analógico e indica diversas formas de relación, cuya
164
logia tomista incluye en la categoría del habitus y hasta del
habitus operativus, que , sin emba rgo, n o se identifican entre si.
Dejando esta cuestión a los psicólogos, y en todo caso a los
psicólogos de la rel igión, queremos tan sólo que se vea que esa
realidad interior, que definimos con el término acti tud ,pre-
supone una comprensión sujicientemente profunda de la subjeti-
vidad del hombre, análoga al resto de la conciencia, a la que
nos hem os referido en la parte a nterior de nuestras considera-
ciones. Tan to en el primero com o en el segundo caso
se troto
de la expresión humana del enriquecimiento de la fe. tal como la
conocemos por la revelación
y
la experiencia.
En la constitución Dei Verbum, el Concilio indica la confi-
guración fundamental de la actitud con que se expresa la res-
puesta del hom bre a la revelación qu e de si mismo le da D ios,
presentándolo com o aban don o de si por entero en manos de
Dios por parte del hombre. Consideramos, pues, esta acti tud
como algo fundamental para ulteriores reflexiones.
Y
aunque
no lo sometamos a un análisis detallado, sin embargo, en el
estudio que sigue acerca de las actitudes que en la doctrina del
Vaticano 11 trataremos de determinar, esta acti tud fundamen-
tal siempre estará presente, si bien expresada y realizada de
diversos modos. El proceso del enriquecimiento de la fe, situa-
d o en el plan del Concilio y al que debe dirigirse su actuación,
se resume, en definitiva, en el desarrollo y radicación de esta
acti tud. El enriquecimiento
y
profundización de la conciencia
de las personas y de las comunidades creyentes t iene como
finalidad precisamente esa acti tud; lo que debe servir, por o tro
lado, de verificación. La fe sin obras está muerta (cf. Sant
2,26); no p uede ser ni sólo ciencia ni sólo contenido de la con-
ciencia, sien do esencial la actitud del aba ndo no de si en
Dios , que expresa por sí mismo una continua disponibil idad
a ese Acto fundam ental , que se corresponde con la realidad
de la revelación, y todo s los dem ás actos qu e de él proceden y
de él asumen carácter especifico. Indicando la ac titu dd e aban-
dono de si mismo en Dios , el Vaticano toca el punto mós
vital y vivificante para cua nto se refiere al proceso de enrique-
cimiento de la fe.
Buscando en el conjunto del magisterio conciliar una di-
mensión más completa de esta act i tud fundamental , hemos de
llamar la atención acerca de la realidad de la misión, estrecha-
mente ligada a la revelación, y que, en consecuencia, deter-
mina de m od o dinám ico el misterio mismo de la Iglesia. Dios
se revela a si mismo a la humanidad y revela su plan salvífico
a través de la misión del Hijo
y
del Espiritu Santo. Por eso, la
por Dios. debe hallarse
a
si niisnio, honibre.
eri
el ámbito de
esta misión divina. Abitnd onán dose 2 Dios por completo
debe el hom bre no sólo acep tar la misión divina. sino también .
en cierto sentido. asumirla. D e algún nio do pod emos conside-
rar fundidas entre si la actitud funda nieiital de abiind oiio to-
tal de si mism o en Dios y la a ctitud misionera: el
hombre
que se confía a Dios. asumiendo. con todo su ser. la misión divi-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 87/176
conciencia de la salvación, en la doctrina del Vaticano 11, está
íntimamente ligada a la revelación de la Santisima Trinidad,
como ya antes hemos demostrado. Sin embargo, la misión de
las divinas personas a la hum anidad no es sólo revelación, sino
también acción salvifica, que hace del género humano Pueblo
de Dios. La Iglesia brotó y sigue brotando constantemente de
esta misión divina. Ello confiere un sentido misionero a toda
su existencia y determina hasta el fondo la actitud de todo cris-
tiano y. en cierto modo. de todo creyente.
aun que no pertenezca
a la Iglesia por el bautismo y se halle sólo en el estado de
ordenación de que habla la consti tución Lumen gentium
(cf.
CI 14-16). Todos, personalmente, se hallan, al menos en po-
tencia, en el á mb ito de la misión salvifica trinitaria que se con-
suma por m edio de la Iglesia, pero ad emás todos aquellos que
al menos sean cristianos participan de algún modo en la mi-
sión de la propia Iglesia.
<,Qué uiere, entonces, decir misión de la Iglesia? Significa,
en primer lugar, ese estado d e misión
(status missionis),
fru-
to de la misión salvifica trinitaria, por la que la Iglesia ha sido
llamada a la existencia. En este sentido, la Iglesia está siempre
en estado de misión
(Ecclesia est in statu missionis).
Ello,
como a primera vista es evidente, no significa todavía una fun-
ción, ni siquiera una inst i tución, sino la propia naturaleza de
la Iglesia, puntualizando la estrecha relación que la liga con el
misterio que es la realidad divina trinitaria en la misión de las
Personas: el Hijo que procede del Padre en el Espiritu Santo, y
el Espiritu que procede del Padre y del Hijo. Por consiguiente,
en este sentido y sobre esta base, estamos en condiciones de
definir la actitud de cada uno de los hombres en la Iglesia.
Cad a hombre se encuentra, también él, en la Iglesia en esta -
do de misidn , al igual que toda la Iglesia, si bien con ello no
queremos aludir a ninguna función determinada, ni mucho
menos a ninguna obligación concreta, en especial de carácter
inst i tucional . Se trata tan sólo de esa act i tud que expresa la
debida respuesta a la revelación. La revelación no se identifica
con la misión, pese a que se realice en ella. El creyente, el
cristiano, que responde a la revelación de si mismo hecha
166
na
en la que se actú a la revelación . La asu me a la vez en si y
en la comunidad . Y es así com o tom a parte en el estado de
misión en el qu e se halla toda la Iglesia. Más aún. cada uno
constituye una única e irrepetible concreción de este estado
salvifico.
Esta actitud está estrecham ente ligada a la actitud de testi-
monio y com o que se identif ica con el la. Se abandona entera-
mente a Dios el hombre que. aceptando el testimonio divino
transmitido en Jesucristo y asumiéndolo con todo su ser. está
dispuesto a confesar a Cristo y a dar test imonio $e Dios. En
esta actitud hallamo s la plena din ámica existencia1 de la fe y
de su profesión. Seguramente aquella fórmula tradicional de
aceptar co mo verdad cu anto D ios ha revelado y la Iglesia nos
ensella a creer ha acentuado de un mod o más bien pasivo, y
prevalen temen te receptivo, esa idea de aceptar que en la
realidad de los hechos se ha equiparado en cierto modo al
término profesar , del que se ha consti tuido como en su
esencia. El Vaticano 11 subraya explicitamente que el testimo-
nio consiste en creer y profesar la fe, es decir, acoger el tes-
timonio del mismo Dios y al tiempo responder a aqudl con el
propio testimonio.
Impostaci6n esta en la que hallamds el dina-
mismo fund amen tal del diálogo de la salvación, del que haescri-
to Pablo VI en la encíclica
Ecclesiam suam.
Esta es la dimen-
sión fundame ntal y decisiva del diálogo d e la salvación que
se desarrolla entre Dios y el hombre.
Leemos en la constitución
Dei Verbum:
*Jesucristo... realiza la ob ra de la salvación lleva a
plenitud toda la revelación
y
la confirma con testimonia
divino;
a saber, que Dios está con nosotros para l ibrar-
nos de las tinieblas del pecado y la muerte y para hacer-
nos resucitar a una vida eterna. (CR
4 .
La propia consti tución declara también:
*Dios, que h abló en o tros t iempos, sigue conversando
siempre con la Esposa d e su H ijo amad o; asi, el Espiritu
Santo, po r quien la voz viva del Evangelio resuena en la
167
12. Renovacih en us fu nl r
Iglesia y, por el la, en el mun do en tero, va introduciendo
a los fieles en la verdad plena y hace que habite en ellos
intensamente la pa labra de Cristo (cf. Col 3,16)n (CR 8).
.<Esta tradición, con la Escri tura d e am bos Testamen-
tos, son el espejo en que la Iglesia peregrina contempla a
Dios, de quien to do lo recibe, hasta el dia en que l legue
a verlo cara a cara, como El es (cf.
1Jn 32). (CR 7).
Como vemos, la misión va estrechamente unida al tes-
timonio:
(<Losdiscípulos de Cristo, unidos íntimamente en su
vida y en su trabajo con los hombres, esperan poder
ofrecerles el verdadero test imonio de Cristo y trabajar
por su salvación, incluso donde no pueden anunciar
Cristo plenamente. (DM 12).
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 88/176
El Vaticano descubre la admirable condescendencia de
la eterna sabiduría en el hecho de que
....la pala bra de Dios, expres ada en lenguas hum anas,
se hace semejante al lenguaje humano, como la Palabra
del Eterno Padre, asumiendo nuestra débil condición
hum ana, se hizo semejante a los hombres. (CR 13).
-Cristo establec ió en la tierra el reino de Dios, se mani-
festó a si mismo y a su Pa dre con obra s y palabras, l levó a
cab o su obra muriendo, resucitando y enviando al Espiri-
tu Santo. L evantad o de la t ierra, atrae a todo s hacia si (cf.
Jn 12,32,gr.), pues es el Único que posee palabras d e vida
eterna (cf. Jn 6,68). A otras edades no fue revelado este
misterio, como lo ha revelado ahora el Espíri tu Santo a
los apóstoles y profetas (cf. Ef 3,46,gr.). Para que predi-
que n el Evangelio, susciten la fe en Jesús, Mesias y Señor,
y congreguen la Iglesia. De esto dan testimonio divino
y
perenne los escritos del Nuevo testamento^ (CR 17).
A la luz de estos textos resulta evidente que la fe significa
acoger la revelación como test imonio de Dios desde Jesucris-
to, pero significa también estar dispuestos a dar test imonio.
En los documentos del Vaticano
II
hallamos repetidamente la
expresión prestar o dar testimonio. Traemos aquí a colación
sólo algunas enunciaciones al respecto:
'<Porque todos los cristianos, dond e quiera que vivan,
están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y
el test imonio de la palabra el hombre nuevo
...
de tal
forma que todos los demás, al contemplar sus buenas
obras, glorifiquen al Padre y perciban con mayor pleni-
tud el sentido genuino de la vida humana y el vinculo
universal de la unión de los hom bres. Pa ra q ue los fieles
puedan dar fructuosamente este test imonio de Cristo,
únanse con aquellos hom bres por el aprecio y la caridad
( D M 11).
Asi leemos en el capitulo 11 (art. 1) del decreto
Ad gentes
t i tulado El test imonio crist iano
168
Hablando de las competencias de los seglares en la activi-
dad misionera, el decreto afirma:
.La
obligación princ ipal de los seglares, hom bres
y
mu-
jeres, es el test imonio de Cristo, que deben dar con la
vida
y
con la palab ra en la familia, en su grup o social y
en el ám bito de su profesión. (D M 21).
Explica también el decreto
la propia esencia de este testimo-
nio en estos términos:
.Es necesario que en ellos apare zca el hombre nuevo
creado según Dios en justicia
y
santidad verdadera.
( D M
21).
Las Iglesias particulares deberán tener conciencia de ser
enviadas:
.A quienes n o creen en Cristo, pa ra servirles de sefial
de orientación hacia Cristo con el test imonio de la vida
de cada fiel y de toda la comunidadu (DM 20) .
El deber de dar test imonio es inherente de modo part icu-
lar a
l
vida del misionero:
-Con una vida realmente evangélica, con mucha pa-
ciencia, con longanimidad, con suavidad, con caridad
sincera, dé testimonio de su Sefior, si es necesario, hasta
la efusión e la sangren (D M 24).
Tod os los textos hasta aho ra ci tados están tomado s del de-
creto
Ad gentes
cuyo tema es la actividad misionera de la Igle-
sia. Com o hemos ya dicho antes, no se trata en este caso sola-
mente del sector de la actividad. La actividad misionera de la
Iglesia hinca sus raíces en su propia naturaleza, donde está
conten ida la misión . Esto debe hallar su expresión en la ac-
t i tud de cad a m iembro del Pueblo de Dios, independientemen-
te del hecho de si de algún modo ésta está vinculada a la acti-
vidad m isionera de la Iglesia en el sentido institucional. La
misión así entend ida está de tal modo unida al da r test imonio,
que la acti tud test imonial debe considerarse una expresión m a-
dura de la fe. Tal como resulta de los textos citados, esta
expresión de la fe es un test imonio consti tuido no sólo por
palabras, sino por toda una vida. Se trata de la existencia1
revelación del homb re nuevo .
Que el Concil io trate con esto de la acti tud de test imonio lo
confirman. además del decreto Ad gentes , gran número de tex-
relieve una
y
otra vez por el decreto dedicado al ap.osfolado de
los seglares, donde leemos, por ejemplo:
-La forma peculiar del apostolado individual y, al mis-
mo tiempo, signo muy en consonancia con nuestros
tiempos, y que manifiesta a Cristo viviente en sus fieles,
es el testimonio de toda la vida seglar que fluye de la fe,
de la esperanza y de la caridad. (DA S 16).
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 89/176
obispo s en la Iglesia, el Vatican o se expres a, entre otra s, de
la forma siguiente:
. .Ahora bien, at iendan los obispos a su cargo apostóli-
co como testigos de Cristo ante todos los hombres, pro-
veyendo no sólo a los que ya siguen al Mayoral de los
pastores, sino consagrándose también con toda su alma
a los que de cualquier modo se hubieren desviado del
camino de la verdad e ignoran el Evangelio de Criston
(DO 11).
En el ámbito de la doctrina sobre el ministerio y la vida
de los presbiteros leemos:
-No podrian ser ministros de Cristo si no fueran test i-
gos y dispensado res de un a vida dist inta de la terrena , ni
podrian tampoco servir a los hombres si permanecieran
ajenos a la vida y condiciones de los mismos. (DM VS 3).
El decreto sobre la renovación de la vida religiosa afirma:
Así, pues, los religiosos todos, por la integridad de la
fe, por la caridad para con Dios y el prójimo, por el
amor a la cruz y la esperanza de la gloria venidera, han
de difundir por to do el mundo la buena nueva de Cristo,
a f in de que su test imonio aparezca a los ojos de t o d o s ~
(DVR 25).
Puesto que:
.El estad o religioso cum ple tamb ién mejor la función
de test imoniar la vida nueva y eterna conquistada con la
redención de Cristo (CI 44).
En otro lugar se ha dicho acerca de la vida religiosa:
La unidad de los herm anos pone d e manifiesto el ad-
venimiento de Cri sto (cf. Jn 13,35; 17,21) y de ella ema-
na u na g ran fuerza apo stólica>, (DVR 15).
La importancia del test imonio ha sido también puesta de
<'Este apostolad o, sin emb argo, no consiste sólo en el
test imonio de vida. El verdadero apóstol busca ocasio-
nes para anunc iar a Cristo con la palabra. (DA S 6).
Por lo que a la vida conyugal familiar respecta, el Conci-
lio se refiere más de una vez a la necesidad del testimonio,
enseñando que los esposos cristianos deben preocuparse de va-
lora r el matrim onio con el testimonio de su propia vida
(CM 52).
<.As¡ es como la familia cristiana, cuyo origen está en
el matrimo nio, que es imagen y part icipación de la al ian-
za de am or en tre Cristo y la Iglesia, manifestará a todos
la presencia viva del Salvador en el mundo y la auténtica
naturaleza de la Iglesia, ya por el amor, la generosa fe-
cundidad, la unidad y fidelidad de los esposos, ya por la
cooperación amorosa de todos sus miembros* (CM 48).
El Concil io, por lo tanto, enseña que
#.los esposos cristianos son para sí mismos, para sus hi-
jos y dem ás familiares, coop eradore s de la gracia testi-
gos de la fe. (D A S 11).
Por ot ra par te , el testimonio manifestado en el seno de la
comunidad conyugal y familiar t iene también valor de testimo-
nio exferio r . Leemos al respecto.
<<Se preciará m ás honda men te el genuino amor con-
yugal y se forma rá una opinión pública sana acerca de él
si los esposos cristianos sobresalen con el testimonio de
su fidelidad y armon ía en el mu tuo am or y en el cuidado
por la educación de sus hijos, y si participan en la nece-
saria renovación cultural , psicológica y social en favor
del matrimonio y de la familia,, (CM 49).
Esto se refleja en la obra educativa, en la que los cristianos
conscientes de su vocación deben adiestrarse, bien en testimo-
niar la esperanza que alienta en ellos (cf. 1Pe 3,15), bien en
promover
I i
elevacióii en sentid o cristiano del muiido. ii fi i i dc
que los valores naturales. pertenecicntcs
ii
la visión conipleti~
del hombre redimido por Cristo. sirwin
il
bien de toda
1;
so-
ciedad (DEC 2 .
Los posibilidodes
y
necrsidades Ir dor trstimonio crisriano
son muchísimas. La constitucióii Coudium rt sper scñ;il;i varios
sectores: cultura. economia, politica. relaciones internaciona-
campo. Adquirida la competencia profesional y la expe-
riencia, que son absolutamente necesarias, respeten en la
acción tem poral la justa jerarquia de valores, con fideli-
dad a Cris to y a su Evangelio, a fin de que toda su vida,
así la individual como la social, quede sorurodo con el
espíritu de las bienoventuronzas. y partinrlormente con
el espíritu de la pobrezom (CM 72 .
<< Los ristianos todo s deben tener conciencia de la vo-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 90/176
les. En ellos la participüción activa y la coli~boraciónde los
cristianos constituyen una base para dar testimonio.
<.Con esta coo peración diná mica y pruden te, que es de
gran importanc ia en las actividades temporales, los segla-
res rinden testimonio a Cristo, Salvador del mundo, y a
la unidad de la familia humana. (D AS
27 .
Vivan los fieles en muy e strecha unión con los demá s
hombres de su tiempo y esfuércense por comprender su
manera de pensar y de sentir, cuya expresión es la cultu-
ra Com paginen lo\ conocimientos de las nucvds ciencias
doctrinas de los mas rrcientrs
descubrimientos
con d
moral cristiana y con la enseñanza de la doctrina cristia-
na, para que la cultura religiosa y la rectitud de espiritu
vayan en ellos al mismo paso que el conocimiento de las
ciencias y de los diarios progresos de la técnica; así se
capacitaran para examinar e interpretar todas las cosas
con integro sentido cristiano. (CM 62 .
Citemos también c omo ejemplo este pasaje del decreto sobre
los medios de comunicación social:
<'Apresúrense, pues, los sagra dos pa stores a cumplir en
este campo su misión, intimamente ligada a su deber or-
dinario de predicar; los seglares que intervienen en el
uso de diversos medios, esfuércense por dar testimonio
de Cristo, realizando, en primer término, su propia tarea
con pericia y espiritu apostólico y prestando, además,
por su parte, con los medios de la técnica, de la econo-
mia, de la cultura y del arte, auxilio directo a la acción
pastoral de la Iglesia. (DC S
13).
cacibn particular y propia que t ienen en la comunidad
política; en virtud de esta vocación están obligados a dar
ejemplo de sentido de responsabilidad y de servicio al
-bien común; así demostrarán también con los hechos
cómo pueden armonizarse la autoridad y la libertad, la
iniciativa personal y la necesaria solidaridad del cuerpo
social , las ventajas de la unidad combinada con la prol
vechosa diversidad,, (CM
75 .
Y
de nuevo el decreto sobre el apostolado de los seglares:
<'De esta manera, el seglar se incorpora profunda y ar-
dorosamente a la realidad misma del orden temporal y
acepta participar con eficacia en los asuntos de esta esfe-
ra, y al mismo tiempo, como miembro vivo y testigo de
lo Iglesia,
hace a ésta presente y actuante en el seno de
las realidades temporales.
DAS 29 .
(<L a glesia, en efecto, predica la verdad evangélica e
ilumina todos los sectores de la acción humana con su
doctr ina y con el testimonio de los cristianos . (CM
76 .
Sobr e la base de los textos conciliares referidos aqui , pode-
mos hacernos idea del significado del testimonio, e indirecta-
mente de la octirud de testimonio. El significado del testimonio
en la do ctrina del Va ticano 11 es explícitamente analógico,
puesto que el Concilio habla del testimonio de Dios y del
hombre, que, de diversa manera, corresponde al divino, y a
una respuesta multiforme a la revelación. En todo caso, sin
embargo, la respuesta es testimonio,
y
el testimonio, respuesta.
El Concilio habla. por otra Darte. del testimonio debido a
sim mismo,
en la constitución
Caudrum et spes
se dice:
Cris to, conform e a la frase evangélica: Seréis mis testigos
(Act 1,8); lo que también se refiere al testimon io debido a la
..Los cristianos que toma n parte activa en el movimien- Iglesia, asi com o al de la propia Ialesia. Este es el asvecto
to económico-social de nuestro tiempo y luchan por la
justicia y caridad, convénzanse de que pueden contribuir
mucho al bienestar de la hum anida d y a la paz del mun-
do. Individual y colectivamente den ejemplo en este
objetivo del testimonio y del d a r testimonio, mientras'que,
subjetivam ente, éste se actúa con la palab ra, las obras y la vida
entera, y sobre él se establece el hombre nuevo, cread o según
Dios en justicia y santidad (Ef 4.24 .
De aqui resulta que la actitud de testimonio tiene su dimen-
sión interior
su profundidad y también
una dimensión interhu-
mana y social
que precisa de una extensión y de un alcance.
A
esto sigue igualmente el contenido del testimonio. La dimen-
sión interior la orofundidad del testimonio cristiano están
vinculados a la ma dure z con la que el hombre ac oge el testimo-
nio de Dios transmitido
oor Cristo. La dimensión interhuma-
na la extensión social del testimonio se identifican, en cierto
parece. sin embargo, haber señalado en este capitulo cuál es el
terreno fértil en el que han de crecer todas estas actitudes.
Misión y testimonio son base del enriquecim iento de la fe,
que, a su vez, se expresa en cada uno de cllos.
El Concilio, en su orientación pastoral, ofrece, como es
evidente, una respuesta profunda a la pregunta de qué signifi-
ca ser creyente, d e qu é significa ser cristiano en la Iglesia y en
el mun do actual . Ello no traza solam ente un plan exte rno de
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 91/176
sentido, con el apostolado, del que seguidamente hablaremos.
No obstante, ambas dimensiones deben estar conectadas, ya
que sep aradas n o pueden estar. El apostolado de la jerarquia y
de los seglares, la actividad entera d e la Iglesia, y en particular
la de la Iglesia misionera, dependen en cada miembro del Pue-
blo de Dios de asumir la misión en la que el Padre presenta a
la familia humana su plan eterno, realizándolo a través de la
misión del Verbo y del Espíritu, que, por lo tanto, dependen
de la aceptación del testimonio de Dios, que, a su vez, trata de
expresarse de diversas maneras con el testimonio del hombre,
con un resultado que depende de su cooperación con la gracia.
La actitud de testimonio es siempre el fruto concreto, único e
irrepetible del encue ntro y del diálogo en el que Dios se revela
a si mismo , y el hom bre, en respuesta, se confía a él, abando-
nándose enteramente en la fe; abandono este en el que el hom-
bre se encuentra a si mismo en el ámbito de la misión salvífica,
del que resulta sujeto y participe .
Para concluir, podemos citar cuanto el Concilio ha dicho
en la constitución Lumen gentium acerca de los seglares, doc-
trina que, en un contexto más amplio, se refiere a todos los
cristianos:
*'Cada laico debe ser ante el mundo un testigo de la
resurrección y de la vida del Sefior Jesús
y
una señal del
Dios vivo. To dos juntos
y
cada u no de p or si deben ali-
mentar al m undo con frutos espiri tuales (cf. GáI 5,22
y
difundir en él el espíri tu de que están anim ados aquellos
pobres, mansos y
pacificas
a quienes el Sefior, en el
Evangelio, proclamó bienaventurados (cf. Mt 5,3-9 . En
una palabra, lo q ue el alma es en el cuerpo, esto han de
ser los cristianos en el mundo . CI
38).
Si queremos además distinguir y coordinar las acti tudes
que tienen un significado esencial para la actuación del Conci-
lio en la Iglesia, debemos desde el principio hacer nota r que, al
distinguirlas, tiernos a la vez de tener presente c ómo estas di-
versas actitudes se com pene tran e implican mutuam ente. Nos
74
renovación d e la Iglesia, basad o en nuevas estructuras que co-
rresponden mejor a las estructuras actuales de la sociologia de
la comunidad, sino que perfila un verdadero y propio plan de
enriquecim iento de la fe. Las consideracione s de este capitulo
son ilustra tivas de c óm o el magisterio conciliar considera el
proceso fundamental, que tiende a vivificar y dinamizar la fe
de todo cristiano, proceso necesario para la realización del
Concilio y, con e llo, la autorrea lización d e la Iglesia. La unión
de este proceso con la actitud de testimonio nos permite con-
tactar con la Iglesia primitiva, que vivió de cerca la misión de
las Personas divinas en el momento de su eventualidad históri-
ca. El cristiano de hoy se sitúa a miles de años de aquel mo-
mento, pero participa igualmente de la misión divina. Aquél
debe formar diligentemente en lo intimo de su ser esa actitud
de testimonio derivada de la misión de las Personas divinas, a
fin de que, siendo portador de las caracteristicas del Mysterium
divino, éste refleje también los signos de los tiempos.
ANALISIS
DE
LA ACTITUD DE PARTICIPACION
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 92/176
Ciñéndonos al análisis de la actitud de participación, esta-
mos convencidos de que, recorriendo este camino, l legaremos
a descubrir ese significado mucho más profundo y universal
que el C oncilio desea con ferir a la vida c ristiana, en el que el
testimonio humano se convierte en expresión de la misión sal-
vifica de Dios. El Vaticano II ha ligado la misión salvipca a la
triple potestad de Cristo: sacerdote, profeta y rey, y ha demos-
trado también de qué manera la participación en la triple po-
testad de Cristo califica la propia realidad de la vida cristiana.
Precisamente por esto sentimos la necesidad de definir con
mayor precisión la acti tud de participación, no sólo por estar
convencidos de que toc amos uno d e los fi lones centrales de la
doctrina conciliar sobre el Pueblo d e Dios, sino también por-
que la actitud de participación nos explica más adecuada y
completamente el significado de la actitud de testimonio en la
que expresa la realidad de la fe. El cristiano da testimonio de
Cristo no desde fuera , sino basado en la participación, en El,
en la misión. De este modo se configura la propia realidad de
la fe y su expresión, es decir, el testimonio cristiano. La fe, en
toda la riqueza de las características personales y comunita-
rias, es esencial
y
últimamente expresa la participación en el
testimonio de Cristo. Es éste un testimonio del mismo Dios, al
que C risto ha d ado expresión y dimensión humana s, justo a
travks de su triple potestad de sacerdote, profeta y rey.
Hagamos notar que
por potestad
no entendemos a qui el
derecho a gobernar , com o podria sug erir el lenguaje común
y
cierta asociación de ideas, sino que entendemos, en primer
lugar, el oficio , tal como indica el vocablo latino munus (rria
munera Christi), y, en segundo lugar: la ca pa ci da d a la 'Yuer-
za de realizar las respectivas obligaciones. Hablando de parti-
cipación en la triple potestad de Cristo, el Concilio nos enseña
que todo el Pueblo de D ios y cada uno de sus miembros parti-
cipan en los oficios asumidos y cumplimentados por Cristo
-o fi c io de sacerdote , profeta y rey-, asi com o en la fuerza
77
indispeiisable para poncrlos eii práctic;~.Estos oficios forniiiii
parte de la misión dcl Rcdcntor: y In piirticip;rcióii eii ellos
deriva del hecho de que la rrdriición perdura en
I;i
Iglesiii gra-
cias a esa f u e r r ~ ue e l Redentor
h i
mcrccido
l
Pueblo dc
Dios y a cada uno de sus mirmbros. El Rcdeii tor cs nuestro
Mediador ante rI Padre.
El magisterio concili:ir nos permite considerar la participa-
ción en el triple oficio de Cristo no sólo en el sentido ontolú~i-
mos de seguir, puesto que la perspectiva del enriquecimiento
de la fe traza da por el Vaticano está orientada en esa direc-
ción y, por consiguiente, hay que comprenderla hasta el fondo
y asimilarla.
1
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 93/176
co sino también en sentido de determinadas actitudes
las cuales
se expresan en la actitud de testim onio y le confiere11 una di-
mensión propia. como una forma interior alcanzada por el
propio Cristo: forma de su misión y de su fuerza. Pan esto
envió Dios a su Hijo, al que confirió el dominio dc todas las
cosas (cf. Heb 1.2). para que fuera maestro. rey y sacerdote de
todos (C1 13). De esta triple misión de Cristo participa tod o
el Pueblo de Dios. incluso los seglares, como repetidamente
explica el magisterio conciliar:
'C on el nombre de laicos se designa aqui todos los fie-
les cristianos -leemos en la constitución
Lumen gen-
tium-. a excepción de los miembros del orden sagrado
y los del estado religioso aprobado por la Iglesia. Es
decir, los fieles que, en cuanto in corporad os a Cristo por
el bautismo, integrados al Pueblo de D ios y hechos par-
ticipes, a su modo, de la función sacerdotal, profética y
real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la
misión de tod o el pueblo crist iano en la parte que a el los
corresponde,, (CI 31).
Esta triple participación está vinculada explicitamente con
la m isión, q ue consti tuye el contenido del test imonio crist iano.
Es, pues, de just icia q ue, sobre la acti tud de test imo nio,trate-
mos de precisar cuáles son las actitudes derivadas de ser par-
ticipe del oficio sacerdo tal, profético y real de Cristo . Desde
un principio hay que poner de rel ieve que estas acti tudes se
compenetran recíprocamente y, en cierto sentido, se determi-
nan unas a otras. Y es que constituyen, por asi decir, un com-
plejo orgánico en el ámbito de la actitud fundamental de testi-
monio, creando una como base de esta acti tud, mientras, a su
vez, la condicionan. Ellas determinan su profundidad y su ver-
dadero significado. Es indudablemente dificil separar y distin-
guir con exactitud lo que resulta de la participación del cristia-
no en cada uno de los ministerios -fuerza capacidad- de
Cristo. Sin embargo, los textos conciliares señalan las líneas
principales de esta dist inción, que nosotros también tratare-
178
Munus sacerdotale:
Participación en el sacerdocio de risto
El Concilio ha distinguido explícitamente el sac6rdocio ordi-
nario del sacerdocio jerórquico y es esta distinción precisam en-
te la que nos permite entrever con más claridad la actitud deri-
vada a todos los crist ianos de su part icipación en el sacerdocio
de Cristo:
a) Participación en el sacerdocio de Cristo
'<El sacerdocio com ún de los fieles y el sacerdocio mi-
nisterial, o jerárquico, aunque diferentes esencialmente
y
no sólo en grado, se ordenan, sin embargo; el uno al
otro, pues amb os part icipan, a su manera, del Único sa-
cerdocio de Cristo. El sacerdocio ministerial, por la po-
tes tad sagrada de que goza, forma y dirige el pueblo
sacerdotal, confecciona el sacrificio eucaristico en la
persona de Cristo y lo ofrece en nom bre de tod o el Pue-
blo a Dios. Los fieles, en cambio, en virtud de su sacer-
docio regio, concurren a la ofrenda de la Eucaristía y lo
ejercen en la recepción de los sacramentos, en la oración
y acción de g racias, mediante el test imonio de una vida
santa , en la abnegación d e la caridad operante.. (CI 10).
Este texto clave del Vaticano no sólo dem uestra clarisi-
mamente la relación entre el sacerdocio jerárquico, fm to de un
sacramento especial en la Iglesia, y el sacerdocio ordinario detodos los crist ianos, sino que señala también
la participación
en el ministerio sacerdotal del propio C risto que es común a
todos los bautizados. Precisamente en esta común participación
se basa toda comunión eucaristica concreta y, con mayor ra-
zón, la de la comunidad de toda la Iglesia.
los
bautizados, en efecto, son consagrados po r la re-
generación y la unción del Espiritu Santo como casa es-
piri tual y sacerdocio santo, para que, por medio de toda
obra del hombre cristiano, ofrezcan sacrificios espiritua-
179
les y anuncien el poder de aquel que los llamó de las
tinieblas a su admirable luz (cf.
IPe 2,410). Por ello,
todos los discipulos de Cris to ofrézcanse a si mismos
como host ia v iva, san ta y g rata a Dios (cf . Rom 1 2 , l ) ~
(CI 10).
El Señor Jesús,
a quien el Padre santificó
y
envió al
mundo (Jn 10.36). hace participe a todo su Cu erpo misti-
co de la unción del Espiritu con el que fue ungido, pues
fieles ofrecen a Dios sacrificios espirituales por medio de Je-
sucristo
( D M V S
2). En este punto se encierra también la ana-
logia con la actitud sacrificial de Cristo, cuyo sacerdocio ha-
lla aquí vivo reflejo, cual si la imagen de Cristo sacerdote se
adentrase en sus fieles.
Hay
que subrayar que en este contexto
no se trata sólo de una semejanza externa, sino más bien del
fruto de una participación interior, la obra del Espiritu Santo,
que actúa en todos los bautizados para formar en ellos la acti-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 94/176
en él todo s los fieles son hechos sac erdocio sa nto y re-
gio, ofrecen sacrifpcios espirituales a Dios p or J esucristo
pregonan las maravillas de aquel que de las tinieblas
los ha llamado a su luz admirable,, (DMVS
2).
Por eso, en el capitulo IV de la constitución Lumen gen-
tium, que, como se sabe, está dedicado a los seglares en la
Iglesia, leemos entre otras cosas:
.Dado que Cristo Jesús, supremo
y
eterno sacerdote,
quiere continuar su sacerdocio
y
su servicio por m edio
de los laicos, los vivifica con su Espiritu
y
los impulsa
sin cesar a toda obra buena y perfecta. Pues a quienes
asocia intimamente a su vida
y
a su misión, también los
hace participes de s u oficio sacerdotal , con el fin de qu e
ejerzan el culto espiritual para gloria de Dios
y
salvación
de los hombres . P or lo cual, los laicos, en cua nto consa-
grados a Cristo y ungidos por el Espiri tu San to, son ad-
mirablemente l lamados
y
dotados, para que en ellos se
produzcan siempre los más ubérrimos frutos del Espiri-
tu. Pues todas sus obras, sus oraciones e iniciativas
apostólicas, la vida conyugal y familiar, el cotidiano tra-
bajo, el descanso de a lma y de c uerpo, si son hechas en
el Espiritu, e incluso las mismas pruebas de la vida si se
sobrellevan pacientemente, se convierten en sacrificios
espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo (cf. 1Pe
2,5 ,
que en la celebración de la Eucaristía se ofrecen
piadosísimamente al Padre
junto con la oblacidn del cuer-
po del Señor. De este modo, también los laicos, como
adoradores en todo lugar, actúan santamente, consagran
el mundo mismo a Dios» (CI
34) .
De los pronunc iam ientos del Vaticano 11 aquí referidos se
deduce que el sacerdocio ordinario de los fieles y la participa-
ción común en el sacerdocio de Cristo, en el que el bautismo
nos inicia, están l igados a una acti tud de terminada: eso actitud
mediante lo cual el hombre se pone a si mismo
y
al mundo en
manos de Dios. Cosa que se realiza por Jesucristo: todos los
180
tud en la que se manifiesta la semejanza con Cristo sacerdote.
Precisamente esta actitud con la que el hombre, por Cristo y
con Cris to - en unión de la obla ción del cuer po del SeñorT'-,
se ofrece al Padre a si mismo y al mundo, expresa de modo
particularmente intimo y a la vez fundamental la esencia exis-
tencial de la fe. En la fe, como nos enseña el Vaticano 11, el
hombre, respondiendo a las revelaciones de si mismo por parte
de Dios, se a band ona por entero a Dios . Este abandono ,
que form a parte de la esencia misma de la fe, se realiza, por asi
decir, con mayor plenitud precisamente en la actitud derivada
de la participación en el sacerdoc io de Cristo. Esta ac titud, en
efecto, confiere a los actos de fe del cristiano la más completa
dimensión existencial.
Vale, pues, la pena de confirmar y examinar la participa-
ción en el sacerdocio de C risto y la ac titud que de ella se origi-
na, antes de proceder a la consideración del aspecto profético
y regio. Y si bien todos e stos aspectos indican la orientación
del enriquecimie nto conciliar de la fe en el cam po de las actitu-
des de todo c ristiano, sin embargo, la participación en el sacer-
docio de Cristo subraya la acti tud má s sencilla
y ,
a la vez,
ás
completa. Esta contiene la relación auténticamente cristiana
con Dios, con el misterio de la creación
y
de la redención,
visto en el modo en que la conciencia de estos misterios ha
sido presentada
y
profundizada por el Vaticano 11. En talacti-
tud se expresa además
la
vocación de la persona en su propio
núcleo existeucial, vocación de la que nos habla la constitu-
ción
Gaudium e spes.
en frase a la que hemos de referirnos
continuamente, considerándola bajo aspectos diversos y en re-
lación con varios pasajes:
.El
hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha
am ado por si misma, no puede encontrar su propia ple-
nitud si no es en la entrega sincero de sí misma a los
demás. (CM
24 .
Cuando el hombre se entrega a Dios se encuentra plena-
mente a si mismo.
la luz de estas ideas, la actitud derivada de la participa-
ción en el sacerdocio d e Cristo se manifiesta com o una acti tud
que recoge en sí de modo especial toda la riqueza de la fe,
tanto en cuanto a su contenido como en cuanto a su obl iga-
ción subjetiva. El magisterio conciliar, que con tanta insisten-
cia dirige su atención a esta acti tud, señala también el lugar
que ocupa en la vida interior del crist iano y en la de cada
com unidad crist iana, en la qu e hay que tratar de desarrollar
bien espiritual de la Iglesia. a saber. Cristo mismo, nucs-
i
tra Pascua y Pan vivo por su carne, que da la vida a los
hom bres, vivificada vivificante po r el Espíritu San to.
l
Así son ellos invitados Y conducidos a ofrecerse a si mis-
mos, sus trabajos
y
todas sus cosas en unión con El mis-
mo. (DMVS 5 .
hor bien; por el ministerio de los presbíteros se
consu ma el sacrificio espiritual de los fieles en unión con
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 95/176
tod a la riqueza :de la fe. Podrí am os de alguna man era decir
que la doctrina del sacerdocio de Cristo y de la part icipación
en él es el mismo corazón de las enseñanzas del Vaticano 11, y
que en ella se encierra de algún modo cuanto el Concil io que-
ría decir acerca de la Iglesia, del hombre y del mundo.
Solamente en los cim ientos de la verdad referente al sacer-
docio de Cristo, del que part icipa todo el Pueblo de Dios, se
perfila la
subordinación recíproca entre sacerdocio común
sacerdocio jerdrquico.
*El mismo Señor, con el fin de que los fieles formaran
un solo cuerpo, en el que
no todos los miembros desempe-
ñan la m isma función
(Rom 12,4), de entre los mismos
fieles instituyó a algunos por ministros, que en la socie-
dad de los creyentes poseyeran la sagrada potestad del
orden para ofrecer el sacrificio
y
perdon ar los pecados, y
desempeñarán públicamente el oficio sacerdotal por los
hombres en nombre de Cristo. Así, pues, enviados los
apóstoles como El fuera enviado por su Padre, Cristo,
po r m edio de los mismos apóstoles, hizo partícipes de su
propia consagración y misión a los sucesores de aqué-
llos, qu e son los obispos, cuyo cargo ministerial, en grado
subordinado, fue encomendado a lo s presbiteros, a fin de
que, constituidos en el orden del presbiterado, fuesen co-
operadores del orden episcopal para cumplir la misión
apostólica confiada por Cristo. (DM VS 2).
.Los obispos son los principales adm inistradores de los
misterios de Dios, así como también moderadores, pro-
motores y custodios de toda la vida litúrgica en la Iglesia
qu e les ha sido confiada- ( D O 15).
*El obispo, p or e star revestido de la plenitud del sacra-
men to del orden, es el adm inistrador de la gracia del
suprem o sacerdocio , sobre todo en la Eucarist ía, que
él
mismo celebra o procura que sea celebrada,
y
mediante
la cual la Iglesia vive y crece continuamente.. C1 26).
<Ys que en la santísima Eu carist ía se contiene todo el
182
ellos, en nombre de toda la Iglesia, se ofrece incruenta y
sacramentalmente en la Eucaristia hasta que el Señor
mismo retorne. A esto t iende y en esto se consuma el
ministerio de los presbiteros. Su ministerio, que comien-
za por la predicación evangélica del sacrificio de Cristo
saca su fuerza su virtud, y tiende a qu e toda la ciudad
misma redimida, es decir, la congregación y sociedad de
l
los santos, sea ofrecida co mo sacrificio universal a Dio s
i
por m edio del Gran Sacerdote , que también se ofreció a
si mismo en la pasión po r nosotros para que fuéramos
cuerpo d e tan gran cabeza * (DM VS 2).
A la luz de los textos conciliares aqui citados, vemos clara-
mente cuál es el sentido de la subordinación recíproca entre
sacerdocio com ún y sacerdocio jerárquico en la Iglesia. Cristo
instituyó el sacerdocio jerárquico en función del com ún. Po r esta
razón, no sólo es '~erarquico .ino ministerial . y debe servir
C'ministrare ) para que el Pueblo de Dios se manrenga y des-
arrolle todo cuanto da
testimonio de la participación en el sacer-
docio de Cristo: la actitud derivada de esta participación. La
acti tud po r la que el hombre pone en manos de Dios a sí mis-
mo y al m undo , es la expresión m ás sencil la, y mas profunda a
la vez, de la fe, es el testimonio interior de la creación, de la
revelación y de la redención d ad o a Dios. El ministerio' sacer-
dotal de los obispos y presbiteros se orienta hacia esta acti tud.
Por eso el sacerdocio de los ministros y el sacerdocio de los
fieles están estrecham ente ligados a la Euc aristía, en la qu e
Cristo invita a los hombre s a ofrecerse con El a sí mismo, a
su própio trabajo y a todo lo creado (DMVS 5), y por medio
de la cual los lleva a ofrecer a Dios sacrificios espirituales
(cf. DM VS 2). En el sa nt o sacrificio de la Euca ristia -en el
qu e los sacerd otes cumplen su deber priucipal- se realiza la
l
obr a de nuestra redención (CL 2).
*El ministerio de los presb iteros, por estar unid o con el
orden episcopal, part icipa de la autoridad con que Cris-
183
13.-Renovandn en sus fu nl l
to mismo edifica, santifica y gobierna su cuerpo. Por
eso, el sacerdocio d e los presbiteros su pone, desde luego,
los sacramentos de la iniciación cristiana; sin embargo,
se confiere por aquel especial sacramento con el que los
presbíteros, por la unción del Espíritu Sa nto, qued an se-
llados con un carácter particular,
y
así se configuran con
Cristo sacerdote, de suerte que puedan obrar como en
persona de Cristo cabeza- (DMVS 2).
Cristo com o virgen casta,
y
así evocan aquel misterioso
connubio , fundado por Dios y que ha de manifestarse
plenamente en lo futuro, por el que la Iglesia tiene por
único Esposo
Cristo. Conviértense, además, en signo
vivo de aquel mundo futuro, que se hace ya presente por
la fe
y
la caridad,
y
en que los hijos de la resurrección no
tomarán, ni las mujeres marido, ni los hombres mujeres*
(DMVS 16).
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 96/176
Si el ministerio sacerdotal separa en cierto sentido a obis-
pos y sacerdotes del resto de los miembros del Pueblo de Dios,
que s on tan sólo participes del sacerdocio común, en virtud de
este hecho precisamente deben ellos distinguirse por la actitud
derivada de la participación en el sacerdocio de Cristo.
«Co mo m inistros sagrados, señaladamente en el sacri-
ficio de la misa, los presbíteros representan a Cristo,
que se ofreció a sí mismo como victima por la santifica-
ción de los hombres; de ahí que se les invite a imitar lo
mismo que tratan, en el sentido de que, celebrando el
misterio de la muerte del Señor, procuren mortificar
sus miembros de vicios y concupiscencias* (DMVS 13).
A decir verdad, para cumplir incesantemente esa mis-
ma voluntad del Padre en el mundo por medio de la
Iglesia, Cristo obra por sus ministros, y, por tanto, El
permanece siempre principio y fuente de la unidad de
vida de ellos. De donde se sigue que los presbíteros con-
seguirán la unidad de su vida uniéndose a Cristo en el
conocimiento de la voluntad del Padre
y
en el don de sí
mismos por el rebaño que les ha sido confiado l alma
sacerdotal se esfuerce en reproducir en
sl misma lo que se
hace en el ara
sacrificial
(DMVS 14).
La expresión de esta actitud la hallamos en el celibato:
<'Por la virginidad o celibato guard ado por am or del
reino de los cielos, se consagran los presbíteros de nueva
y
excelente manera a Cristo, se unen má s fácilmente a El
con corazón indiviso, se entregan más libremente, en
El
y
por El, al servicio de Dios
y
de los hombres, sirven
más expeditivamente a su reino
y
a la ob ra de regenera-
ción sobrenatural y se hacen más ap tos para recibir más
dilatada pate rnidad en Cristo. De este modo, pues, pro-
claman ante los hombres que quieren dedicarse indivisa-
mente a la misión q ue se les ha con fiado , a saber , la de
desposar a los fieles con un solo varón y presentarlos a
184
Estam os -como se ve- en el ám bito de los propios conte-
nidos de la fe, que han tenido enorme resonancia en la con-
ciencia de la Iglesia a lo largo del Vaticano 11, con especial
atención a la vocación
y
al estado religioso. En nuestro caso,
tales contenidos se plantean en un marco mucho más amplio,
el que determina la participación en el sacerdocio de Cristo
por parte de los m ismos sacerdotes, en su calidad de instructo-
res rectores del pueblo sacerdotal, que ofrecen el sacrificio
eucaristic o en la pers ona de Cristo (cf. CI 28). En este sacri-
ficio y, por lo tanto, en su misión, se manifiesta lo jerarquía de
los valores que debe, especialmente, imbuir la vida de los presbí-
teros, los cuales están en disoosición de enseñar a estimar los
valores hum anos y a aprecia; los bienes creados com o dones
de Dios (DM VS 17).
.Viviendo en medio del mu ndo, sepan siempre que,
según la palabra del Señor, Maestro nuestro, ellos no
son del mundo.
Usando, pues, del m undo c omo si no lo usaran, Ilega-
rán a aquella l ibertad por la que, l ibres de todo cuidado
desordenado, se tomen dóciles para oír la voz de Dios
en la vida cotidiana. De esta libertad y docilidad nace la
discreción espiritual, por la que se halla la recta actitud
ante el mundo
y
los bienes terre nos Es más, inviteselos
a qu e abracen la pobreza voluntaria, por la que se con-
forman más manifiestamente a Cristo
y
se to rnan más
pront os para el sagra do ministerio. (DM VS 17).
La actitud derivada de la participación en el sacerdocio de
Cristo une a todos los bautizados, por lo que es algo común a
todo el Pueblo de Dios. Consiste en darse a si mismos y al
mundo a Dios por medio de Cristo. Sin embargo, a quienes
han recibido el sacramento del orden, y por ello han sido lla-
mados a regir la Iglesia, se les exige un testimonio mucho más
elocuente de esta actitud, con un mayor acento en el de la jerar-
quía de los valores
y
de la perspectiva escatoldgica que el sacrifi-
cio de Cristo y su sacerdocio brindan continuamente a la historia
de la salvación:
,<Yaque todos los presbíteros cooperan en la ejecución
del designio saludable de Dios y que sólo poco a poco
se lleva a efecto To do lo cual, como quiera que está
escondido con Cristo en Dios, puede sobre todo perci-
birse por la fe.. (D MV S 22).
del Vaticano
11.
Por eso, en lo que a nosorros respecro, nuestro
propdsiro es reafirmarnos tan sólo en la relación especifica exis-
tente entre est a renovación y la participación real en el sacerd o-
cio de Cristo.
-Con razón, pues, se considera a la liturgia co mo el
ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos
sensibles significan, y ca da u no a su m anera realizan, la
santificación del hombre, y así, el Cuerpo místico de Je-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 97/176
En la participación en el sacerdocio de Cristo, común a
todos los bautizados, y en una acti tud comú n derivada de ella,
está el origen de las vocaciones sacerdorales en la Iglesia.
<<El eber d e fom entar las vocaciones afecta a toda la
comunidad crist iana, la cual ha de procurarlo ante todo
con una vida plenam ente cristiana Esta activa colabo -
ración de todo el Pueblo de Dios en el fomento de las
vocaciones respond e a la acción de la divina Providencia.
( D F S 2).
Po r consigu iente, el sacerdo te puede ser escogido de entre
los hombres (Heb
5,
l ) , puesto que to do el Pueblo de Dios es
ya sacerdo cio regio (1Pe 2,9).
b) Significado de la liturgia
'<El sacerdo te confec ciona el sacrificio eucaristico en
la persona de Cristo y lo ofrece en nombre de todo el
Pueblo a Dios. Los fieles, en cambio, en virtud de su
sacerdocio regio, concurren a la ofrenda de la Eucaristía
y lo ejercen en la recepción de los sacramentos, en la
oración y acción d e gracias, mediante el test imonio de
una vida santa, en la abnegación
y
caridad operante.
(CI 10).
Leemos en otr o lugar que la condición sagrada y orgánica
de la comunidad sacerdotal se realiza por medio de los sacra-
mento s y de las virtudes'' (Cl 11). De ahí se deduce que la
actitud resultante de la participación en el sacerdocio de Cristo
halla su m anifestación y se convalida no sólo en el test imonio
de la vida litúrgica, sino también en toda la moral cristiana y
en la aspiración a la santidad.
No obstante, y queriendo aprovechar el patrimonio que el
Concil io nos ofrece, queremo s prestar part icular atención a la
liturgia. Mucho se ha escrito ya a este respecto, y mucho se ha
hecho también para renovar la l i turgia, tenor de las norm as
186
sucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el
culto público íntegro.
Realmente, en esta obra tan grande, por la que Dios
es p erfectamente glorificado
y
los hombres santificados,
Cristo asocia siempre consigo a su am adisima esposa la
Iglesia, que invoca a su Señor y por El tributa culto al
Padre Eterno.
Para realizar una obra tan grande, Cristo está siempre
presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica.
Está presente en el sacrificio de la misa, sea en la perso-
na del ministro, ofreciéndose aho ra po r ministerio de
los sacerdotes lo mismo que entonces se ofreció en la
cruz , sea, sob re tod o, 'bajo las especies eucaristicas.
Está presente con su virtud en los sacramentos, de modo
que cua.ndo alguien bautiza, es Cristo quien bautiza.
Está presente' en su palabra, pues cuando se lee en la
1glesia:la Sagríida Es critura, es El quien hab la. Está pre-
sente, por último, cuando la Iglesia suplica y canta sal-
mos , e l mi smo aue ~ r om et i ó :
onde están dos o tre s con-
gregados en mi nombre, allf estoy yo en medio de ellos
(Mt 18,20 . (CL 7).
La co nst ituc ~ón el Vaticano 11 acerca de la sagrad a liturgia
tom a en consideración ante to do el principio
de su reno-
vación desarrollo. basánd ose en la oremisa de ou e toda cele-
~~
bración litúrgica, en cuanto obra de' Cristo sacerdote y de su
Cuerpo, que es la Iglesia, consti tuye una acción sagrada por
excelencia, y nin guna otra acción de la Iglesia, de igual titulo y
grad o, puede igualarla en eficacia (CL
7);
.Toda celebración litúrgica, po r ser ob ra de Cristo
sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción
sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo títu-
lo y en el mismo grado , no la iguala ninguna o tra acción
de la Iglesia* (CL 7).
(.No ob stante , la liturgia es la cumb re a la cual tiende la
actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de
donde mana toda su fuerza. Por tanto, de la l i turgia.
sobre todo de la Eucarist ia, mana hacia nosotros la
gracia como de su fuente'y se obtiene con la máxima
eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y
aquella glorificación de Dios a la cual las demás obras
de la Iglesia tienden como a su fin,, (CI
10).
Por este motivb. el Concil io si túa entre sus proyectos y
compromisos prioritarios esta renovación de la liturgia. a fin
salmos que ca ntan, las preces, oraciones e himn os litúrgicos es-
tán penetrados de su espiritu, y de ella reciben el significado de
las acciones y los signos (CL 24).
,
<<Lascciones l itúrgicas n o s on acciones privadas, sino
celebraciones de la Iglesia ... pertenecen a todo el Cuer-
po de la Iglesia, lo manifiestan y lo implican; pero cada
uno de los miembros de este Cuerpo recibe un influjo
diverso según la diversidad de ó rdenes, funciones y par-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 98/176
de que todo s poda mos part icipar de ella provechosamente.
Muchas páginas de la consti tución concil iar muestran una
honda solicitud para que se realice una efectiva. consciente y
activa participación en la liturgia por parte de los fieles:
uLa sa nta mad re Iglesia desea ardientemente qu e se Ile-
ve a todos los fieles a aquella participación plena, cons-
ciente y activa en las celebraciones litúrgicas que exige la
naturaleza de la liturgia misma, y a la cual tiene derecho
y obligación, en virtud del bautismo, el pueblo crist iano,
l inaje escogido, sacerdocio real , nación sa nta, pueblo ad-
quirido (1Pe 2,9: cf. 2,4-5). Al reforzar y fomentar la
sagrada l i turgia hay que tener en cuenta esta plena y
activa part icipación de todo el pueblo, porque es la
fuente primaria y necesaria en la que han de beber los
fieles el espiritu verdaderam ente cristiano (CL 14).
Sigue, por lo tanto, una recomendación a los pastores de
almas para que se esfuercen en lograr esa part icipación de
los fieles por medio de una adecuada educación , y para
que ellos mismos estén impregnados ... del espiritu y de la
fuerza de la liturgia y lleguen a ser maestros (CL 14).
Se trata, pues, explícitamente -y en prime r lugar- de la
renovación y, en cierto sentido, de la formación de los pas-
tores y d e los seglares en la actitud litúrgica .
A
este pro-
pósito, el Conc ilio prevé -y la Iglesia lo está realizand o ya
sistemáticamente- un a renovación de los textos y ritos litúr-
g i c o ~ :
.En esta refo rma , los textos y los ritos se han de orde-
nar de manera que expresen con mayor claridad las co-
sas santas que significan y, en lo posible, el pueblo cris-
t iano pueda comprenderlas fácilmente y part icipar en
ellas por medio de un a celebración plena, activa y comu-
nitaria (C L 21).
Los textos de la Sagrad a Escri tura son fuente de la que se
toman las lecturas que luego se explican en la homilía, y los
188
ticipación actual* (CL 26).
1
La Iglesia se manifiesta en la liturgia y en ella se realiza
como comunidad y como comunidad jerárquica.
( 'Siempre que los ri tos, cad a cual según su naturaleza
propia, admitan una celebración comunitaria, con asis-
I
tencia y participación activa de los fieles, incúlquese que
hay q ue preferirla, en cu anto sea posible, a un a celebra-
ción individual y casi privada. E sto vale sobre tod o para
la celebración de la misa, quedando siempre a salvo la
naturaleza pública y social de toda misa,
y
para la admi-
nistración de los sacramentos* (CL 27).
Y
en otro lugar:
*'La principal m anifestación de la Iglesia se realiza en la
part icipación plena
y
activa de to do el Pueblo santo de
Dios en las mismas celebraciones litúrgicas, particular-
mente en la misma Eucarist ia, en una misma oración,
junto al único altar, donde preside el obispo rodeado de
su presbiterio y ministros. (CL 41).
Podemos añadir, a tenor del pensamiento concil iar, que la
Iglesia se manifiesta entonces como sacerdocio regio , como
comunidad del Pueblo de Dios que porticipo realmente en el sa-
cerdocio de Cristo.
Por eso la preocupación de una consciente y plena partici-
pación en la liturgia y el desarro llo de una actitud litúrgica
I
es, a la vez, signo de la premura de promover esa acti tud que
debe b rotar de la p art icipación en el sacerdocio de Cristo, tan-
to de parte de los celebrantes como de parte de los fieles.
*Por tanto, la Iglesia, con solícito cuidado, procura
que los cristianos no asis tan a este misterio de fe com o ex-
traños y mudos espectadores, sino que, comprendiéndolo
bien a través de los ri tos
y
oraciones, participen cons-
ciente, piadosa y activamente en la acción sagrada, sean
89
instruidos con la Palabra de Dios, se fortalezcan en la
mesa del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse
a si mismos al ofrecer la hostia inmaculada, no sólo por
ma nos del sacerdo te, sino juntam ente con él; se perfec-
cionen día a día por Cristo Mediador en la unión con
Dios y entre si , para que, finalmente, Dios sea todo en
todosn (CL
48).
La actitud resultan te de la participa ción en el sacerdo cio de
Cristo se expresa por la participación en los sacramentos, por
la vida sacramental. El trozo que hemos citado de la constitu-
ción sobre la sagrada l i turgia incluye todo cuanto test imonia
la profundidad característica de esta actitud, de su estrecha
relación con el proceso de la santificación del hombre.
Ello deriva del hecho de que el propio sacerdocio de Cristo
se ha realizado en la obra de la redención, por lo que todos
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 99/176
Siguen las prescripciones acerca de la liturgia de la palabra,
la homilía, la oración de los fieles (CL 51; 52)
y
el estímulo a
la com unión sacram ental: Se recomienda especialmente la
participación más perfecta en la misa, la cual consiste en que
los fieles, después de la comunión del sacerdote, reciban del
mism o sacrificio el cuerp o del Seño r (CL 55). Vienen despu és
las norm as referentes a la com unión bajo las dos especies
y
la
concelebración (cf. CL 55; 56).
Los pastores de almas fomenten con dil igencia
y
pa-
ciencia la educación litúrgica y la participación activa de
los fieles, interna y e xterna, conforme a su edad, condi-
ción, género de vida
y
grado de cultura rel igiosa, cum-
pliendo así una de las funciones principales del fiel dis-
pensador de los misterios de Dios,
y
en este punto guíen
a su rebaño no sólo de palabra, sino también con el
ejemplo. (CL 19).
Los cristianos ejercen su sacerdo cio regio -como enseña la
constitución Lumen gentium en el texto que hemos citado vo-
rias veces (cf. CI 10)- mediante la participación en los sacra-
mentos.
(<Los acrame ntos están ordenad os a la santificación de
los hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo
y,
en
definit iva, a da r culto a Dios; pero en c uan to signos,
también t ienen un fin pedagógico. No sólo suponen la
fe, sino que a la vez la alimentan, la robustecen y la
expresan po r medio de palabras y cosas; por esto se Ila-
man sacramentos de la fe. Confieren, ciertamente, la
gracia, pero también su celebración prepara perfecta-
mente a los fieles para recibir con fruto la misma gracia,
rendir el culto a Dios y practicar la caridad. Por consi-
guiente, es d e suma importancia que los fieles compren-
dan fácilmente los signos sacramentales y reciban con la
mayor frecuencia posible aquellos sacramentos que han
sido insti tuidos p ara a ume ntar la vida crist ianan (CL 59).
190
aquellos que realmente participan de él recogen el fruto de esta
obra: la santificación. La participación en el sacerdocio de
Cristo a través de los sacramentos de la Iglesia tiene esta fina-
lidad tiene este efecto . Así nos lo ensefia al respec to el
Concilio.
<.Los fieles, inc orpo rado s a la Iglesia por el bautismo,
queda n destinados p or el carácter al culto de la rel igión
cristiana,
y,
regenerados com o hijos de Dios, están obli-
gados a confesar delante de los hombres la fe que reci-
bieron de Dios mediante la Iglesia. Por el sacramento de
la confirmación se vinculan más estrechamente a la Igle-
sia, se enriquecen con una fuerza especial del Espíritu
Santo,
y
con ello quedan obligados más estrictamente a
difundir
y
defender la fe, como verdaderos test igos de
Cristo, por la palabra junto con las obras. Part icipando
del sacrificio eucarístico, fuente y cumbre de toda la vida
cristiana, ofrecen a Dios la Víctima divina y se ofrecen a
si mismos juntamente con ella.
Y
así, sea por la oblación
o sea por la sagrada comunión, todos t ienen en la cele-
bración l i túrgica una parte propia, no confusamente,
s ino cada uno de modo dis t into. Más aún, confor tados
con el cuerpo de Cristo en la sagrada liturgia eucaristi-
ca, muestran de un modo concreto la unidad del Pueblo
de Dios, significada con propiedad
y
maravillosamente
realizada por este angustísimo sacramento.
Quienes se acercan al
sacramento de la penitencia
ob-
tienen de la misericordia de D ios el perdón de la ofensa
hecha a El y al mismo tiempo se reconcilian con la Igle-
sia, a la que hirieron pecando,
y
que colabora a su con-
versión con la caridad, con el ejemplo y las oraciones.
Con la unción de los enfermos la oración de los presbi-
teros, tod a la Iglesia encom ienda los enfermos al Señor,
paciente y glorificado, para que los alivie y los salve (cf.
Sant 5,14-16), e incluso les exhorta a que, asociándose
voluntariamente a la pasión
y
muerte de Cristo (cf. Rom
191
8.17: Col 1,24; 2Tim 2 ,ll-1 2; IPe 4,13), con tribu yan así
al bien del Pueblo de Dios.
su vez, aquellos de entre los fieles que están sellados
con el orden sagrado son destinados a apacen tar la Igle-
sia por la palabra y gracia de Dios, en no mbre d e Cristo.
Finalmente, los cónyuges cristianos, en virtud del sacra-
mento del matrimonio, po r el que significan y part icipan
el misterio de unidad y amor fecundo entre Cristo y la
Iglesia (cf. Ef 5,32), se ayuda n m utu am ente a santificarse
tencia contribuye de maneia extraordinaria a fomentar
la vida cristiana. (D O 30 .
La meta de la renovación litúrgica señalad a por el Conci-
lio, meta que subraya la exigencia de una participación cons-
ciente plena de los fieles. ilumina claramente lo que la teología
de los sacramentos define como opus operantis . Los sacra-
men tos no sólo confieren la gracia. sino que su propia cele-
bración dispone excelentemente a los fieles a recibirla con fru-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 100/176
en la vida conyugal y en la procreación y educación de
la prole, y por eso poseen su propio don, dentro del
Pueblo de Dios, en su estado y forma de vida. De este
consorcio procede la familia, en la que nacen nuevos
ciudadanos de la sociedad humana, quienes, por la gra-
cia del Espíritu San to, quedan con sti tuid osen el bautis-
mo hijos de Dios, que perpe tuarán a través del t iempo el
Pueb lo de Dios. (C I 11).
La exposición de la doctrina de los sacramentos contenida
en la constitución Lumen genrium pone de relieve su significa-
d o santificante y comunitario . Uno y otro provienen de esa
participación en el sacerdocio de Cristo en la que toma p arte
todo el Pueblo de Dios. Fortalecidos con tantos y tan pode-
rosos m edios de salvación, todo s los fieles de cualquier condi-
ción y estado son l lamado s por el Sefior, cada uno por su cami-
no, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto
el mism o Padre (CI 11). La actitud que brota de la participa-
ción en el sacerdocio de Cristo es esencialmente acti tud de los
crist ianos que t ienden a la santidad. En esta tendencia a la
santidad part icipa la persona en la comunidad de la Iglesia.
Por eso el Vaticano 11 exhorta a los obispos sacerdotes,
com o pastores qu e presiden la comunida d, a preocuparse de la
santificacibn (munus sanctificandi).
Acerca de los obispos habla com o de quienes están encar-
gados d e perfeccionar su grey (D O 15), y luego pasa a sus
colaboradores , enseñándonos que
<<E nl cumplimiento d e la ob ra de santificación, procu-
ren los párrocos que la celebración del sacrificio eucarís-
t ico sea centro
y
culminación de toda la vida de la co-
munidad crist iana, y t rabajen igualmente por que los
fieles se apacienten del pasto espiri tual por medio de la
devota y frecuente recepción de los sacramentos y por la
consciente
y
activa participación en la liturgia. Recuer-
den también los párrocos que el sacramento de la peni-
192
to, a ho nra r a Dios debida men te y a ejercer la caridad . tal
como leemos en la consti tución sobre la sagrada l i turgia.
.Por consiguiente, es de sum a impo rtancia qu e los fie-
les comprendan fácilmente los signos sacramentales y re-
ciban con la mayor frecuencia posible aquellos sacra-
mentos que han sido insti tuidos para al imentar la vida
cristiana. (CL 59).
En esta dirección se orientan también las normas que el
Vaticano 11 ha dictado respecto a la liturgia de los respectivos
sacramentos y a la necesidad de su renovación. Digase lo mis-
mo a propósi to de las normas sobre la l i turgia de los
sacramentales:
<'La l i turgia d e los sacram entos y d e los sacramentales
hace que, en los fieles bien dispuestos, casi todos los ac-
tos de la vida sean santificados por la gracia divina, que
emana del misterio pascual de la pasión, muerte y resu-
rrección de Cristo, del cual todos los sacramentos y sa-
cramentales reciben su poder, y hace también que el uso
honesto de las cosas materiales pueda ordenarse a la
santificación del ho mbre y a la alabanza de 'Dios>%
(CL 61).
Part icularmente exhorta:
*El rito de las exequias debe expresar más claramente
el sent ido pascual de la muerte cristiana. (CL 81).
La consti tución propo ne asimismo que se revisen los su-
cramentules teniendo en cuenta la norma fundamental de la
participación consciente, activa
y
fácil de los fieles y atendie n-
d o a las necesidades de nuestros t iempos (CL 79). Prevé tam-
bién la posibil idad d e que ciertos sacramentales, al menos en
circunstancias particulares y a juicio del ordinario, pued an ser
adm inistr ado s po r seglares cualificados'' (CL 79).
El sacerdocio de Cristo se manifiesta en toda su plenitud
en el misterio pascual. En este misterio Cristo se da a si mismo
193
en el sacrificio de la redención, que es la fuente inagotable de
la santificación del hombre. El cristiano se hace con esta fuen-
te mediante los sacramentos, con los que, a la vez, realiza y
expresa su propia participación en el sacerdocio de Cristo. La
liturgia hace posible esta realización
y
expresión, porque reúne
en si misma realidad (res) y signo (sacramentum). La realidady
los signos sacramentales, empapando la vida cristiana, alcanzan
el desarrollo de la participación en el sacerdocio de Cristo.
A un
auténtico desarrollo de esta part icipación ha de corresponder
La constitución sobre la sagrada liturgia da especial impor-
tancia al breviario como oración oficial
e
la Iglesia, oración
en la qu e expre sa el oficio sacerdotal , mientras que la parti-
cipación en el sacerdocio común e Cristo encuentra su expre-
sión en cualquier clase de oración elevada por el Pueblo de
Dios. Tod a oración contiene un determ inado don de si y de las
criaturas al Padre, mediante Cristo.
<<Conod o -leemos en la constitució n conciliar sobr e
la sagr ada liturgia-, la participació n en la sag rada litur-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 101/176
una acti tud ade cuada. Por eso, la consti tución concil iar sobre
la sagrada liturgia subraya entre otras cosas la importancia del
opus operantis .
.,Mas, para asegurar esta plena eficacia, es necesario
que los fieles se acerquen a la sagrada liturgia con recta
disposición de ánimo, pongan su alma en consonancia
con su voz y colaboren con la gracia divina, para no
recibirla en vano. Por esta razón, los pastores de almas
deben vigilar para que en la acción litúrgica no sólo se
observen las leyes relativas a la celebración válida y lici-
ta, sino también para que los fieles participen en ella
consciente, activa y fructuosamenten (CL 11).
La penetración del sacerdocio de Cristo en la vida de los
cristianos se expresa -como enseña la constitució n Lumen
gentium- con la orac ión y la acción de gracias (CI 10).
Porque:
<<El umo Sa cerdote de la nueva y eterna Alianza, Cris-
to Jesús, al tomar la naturaleza humana, introdujo en
este exil io terrestre aquel himno que se c anta perpetua-
mente en las moradas celestiales. El mismo une a sí la
com unidad e ntera de los hombres y la asocia al canto de
este divino himno de alabanza. Porque esta función sa-
cerdotal se prolonga a través de su Iglesia, que sin cesar
alaba al Señor e intercede por la salvación de todo el
mundo no sólo celebrando la Eucarist ía, sino también
de otras maneras, principalmente recitando el oficio di-
vino. (CL 83).
-Por tanto, todos aquellos que ejercen esta función,
por una parte, cumplen la obligación de la Iglesia, y por
otra , part icipan del al t ísimo ho nor d e la Esposa de Cris-
to, ya que, mientras alaban a Dios, están ante su trono
en nomb re de la madre Iglesia. (CL
85).
gia no abarca toda la vida espiritual. En efecto, el cris-
t iano, l lamado a o rar en com ún, debe, no obstante, en-
trar también en su cuarto para orar al Padre en secreto;
más a ún, debe ora r sin tregua, según enseña el Apóstol .
Y
el mismo a póstol no s exho rta a l levar siempre la mor-
t ificación de Jesús en nuestro cuerpo, para que también
su vida se manifieste en nuestra carne mortal. Por esta
causa pedimos al Señor en el sacrificio de la misa que,
recibida la ofrenda de la víctima espiritual , haga de
nosotros mismos una ofrenda eterna para si. (CL
12).
Con la misma urgencia con la que el Vaticano 11 prom ueve
la renovación de la liturgia, subraya tam bién qu e ésta no debe
convertirse en un fin en si misma. L a liturgia (...)es la fuente
primera e indispensable en la que los fieles pueden beber el
genu ino espíritu cristiano (CL 14). Así es co mo se debe en-
tender el significado de la liturgia y en este sentido realizar la
obra de su renovación.
-Porque la l iturgia consta de una parte que es inmuta-
ble, por ser de institución divina, y de otras partes suje-
tas a camb io, que en el decurso del t iempo pueden y aun
deben variar, si es que en ellas se han introducido ele-
mentos que no responden bien a la naturaleza intima de
la misma l i turgia o han l legado a ser menos apropiado s*
(CL 21).
El plan d e renovación de la liturgia está idead o de tal for-
ma que realice plenamente su fin. La liturgia lo realiza, bien
med iante el ciclo del año litúrgico, bien a través de la música y
el arte sagrados, intimaniente vinculados a ella. El año litúrgi-
co nos permite vivir los misterios de la redención de algún
modo presentes en todos los t iempos, a fin de que los fieles
puedan contactar con la gracia de la salvación y l lenarse de
ella (CL 102). El Vaticano 11, qu e da al respecto disposicio-
nes fundamentales, lo hace también acerca de la música y del
ar te sagrado:
195
El arte rel igioso, y su cum bre. que es el arte sacro, por
su naturaleza, están relacionados con la infinita belleza
de Dios, que intentan expresar de alguna manera por
medio de obras humanas .
Y
tanto más pueden dedicarse
a Dios y contribuir a su alabanza y a su gloria cuanto
más le jos es tán de todo propósi to que no sea colaborar
lo más posible con sus obras para orientar santamente
los hombres hacia Dios,, (CL 122).
tiblemente a la fe confiada de una vez para siempre a los
santos (Jds
3) ,
penetra más profundamente en el la con
juicio certero le da más plena aplicación en la vida,
guiado en todo por el sagrado magisterio, sometiéndose
al cual no acepta ya una palabra de hombre, sino la
verdadera palabra de Dios (cf. lTes 2,13)m (CI 12).
El Vatican o pone claram ente la participac ión en la mi-
sión profética de Cristo y la condición profética del test imonio
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 102/176
Munus propheticum: Responsabilidad respecto a la palabra
de Dios
Hemos de poner ahora de rel ieve la acti tud que en la doc-
trina del Vaticano 11 se deriva de la participación en el
munus
propheticum de C risto: munus, como ya hemos aclarado, quiere
decir ministerio y, a la vez, fuerza para realizarlo. Cristo ha
consumado su misión profética: era el Verbo encarnado,
y
en
lenguaje hu ma no expresó la verdad divina. En esta misión par-
ticipa la Iglesia como Pueblo de Dios. La conciencia de la
participación en la misión de Cristo profeta tiene un significa-
do inmenso para el enriquecimiento de la fe, no sólo por lo
que respecta al contenido , sino también por lo que se refiere a
la acti tud. En cabeza hay q ue si tuar la responsabil idad respec-
to a la palabra de Dios confiada a la Iglesia. También el Con-
cilio resalta especialmente esta actitu d. Profeta es aquel que
habla en nombre de Dios ; el que conoce la verdad contenida
en la palabra de Dios. la lleva consigo, la transmite a los demás
y
la custodia como su patrimonio más precioso.
«El Pueblo santo de Dios part icipa también de la fun-
ción profética de Cristo, difundiendo su tst imonio vivo,
sobre todo, con la vida de fe y caridad, y ofreciendo a
Dios el sacrificio de alab anza, qu e es fruto de los labios
que confiesan su nombre (cf. Heb 13,15). La total idad
de los fieles, que tienen la unción del Santo (cf. IJn 2.20
y 27). no puede equivocarse cuan do cree, y esta prerro-
gativa peculiar suya la manifiesta mediante el sentido
sobren atural de la fe de todo el pueblo cuando , desde
los obispos hasta los Últimos fieles laicos», presta su
consentimiento universal en las cosas de fe y costum-
bres. Co n este sentido de la fe, que el Espiri tu de verdad
suscita y mantiene, el Pueblo de Dios se adhiere indefec-
196
cristiano al lado de la actitud derivada de la participación en el
sacerdocio de C risto. Siendo, com o es, esta condición diferen-
te, como lo es la acti tud, merece por el lo un análisis aparte.
Parece que lo esencial aquí es ese sentid o de la fe del que el
Vaticano 11 dice que ha sido suscitado y resucitado por el
Espíritu de verda d (ve, pues, en él un fruto directo y auténti-
co de la gracia) que se manifiesta a través del universal
consenso (del Pueblo de Dios) en cuestiones de fe y de moral
(por lo qu e alcanza a la dimensión de la comun idad de la Igle-
sia y la determ ina). Este conse nso -según la doctrin a del
Concilio- no tiene un carác ter estático, sino dinámico , es de-
cir , acoge n o la palabra de los hombres, sino, com o es en
realidad, la palabra de Dios (1Tes 2,13) y adem ás se adhiere
indefectiblemente a la fe confiada de una vez para siempre a
los santos, penetra má s profunda mente e n el la con juicio certe-
ro y le da más amplia aplicación en la vida (CI 12). Hallam os
aquí una nueva confirmación a favor del enriquecimiento de la
fe, que hemos asumido como pieza clave y fundamento de la
actuación del Concilio. La fe, con su carácter esencialmente
sobrenatural , acoge en sí toda la estructura dinámica de la
conciencia humana, la penetra y se expresa por ella. Elsentido
profé tico de la actitud de testimonio cristiano tiene su quid en
el seniido de responsabilidad para con el don de la verdad contc-
nido en la revelacidn.
Esto precisamente se expresa a través del
sentido de la fe, y es además determinante para la armonia
entre el sentido de la fe y la acción del M agisterio de la Iglesia;
es una manifestación de la propia responsabil idd para con la
verdad de Dios, d e la part icipación en el munuspropheticum de
Cristo.
Tratemos de considerar todo esto en la sucesión sugerida
por el texto ci tado por la consti tución Lumen genrium: par-
t iendo, pues, de ese sentido universal de la fe que le es propio
a todo el Pueblo de Dios, para después pasar a considerar el
magisterio que presupone ese sentido universal de la fe y, por
asi decir , lo condiciona: lo condiciona con su autoridad. La
enseñanza de /a Iglesia es también una potestad determinada.
que los apóstoles han recibido directamente de Cristo.
.Para qu e este Evangelio se conse rvara siempre vivo
y entero en la Iglesia, los apóstoles nombraron com o su-
cesores a los obisp os, dejándoles su carg o en el magis-
terio . (CR 7).
Gracias a esto:
-La Iglesia, con su enseñanza, su vida, su culto, conser-
y en la esperanza, aprovechan el tiempo presente (Ef
5,16; Col 4.5) y esperan con paciencia la gloria futura
(cf. Rom 8,25). Pero no escondan esta esperanza en el
interior de su alma, antes bien manifiéstenla incluso a
través de las estructuras d e la vida secular, en u na cons-
tante renovación y en un forcejeo con los dominadores de
este mundo tenebroso contra los esplritus malignos (Ef
6.12).
~ - ~
Los laicos quedan constituidos
y
poderosos pregoneros
de la fe en las cosas que esperamos (cf. Heb 11,l)
cuando
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 103/176
va y transmite a toda s las edades lo que es y lo que cree,,
(CR 8).
«La Tradición y la Escri tura consti tuyen el depósito sa-
grad o de la p alabra de Dios, confiado a la Iglesia. Fiel a
dicho depósito, el pueblo crist iano entero, unido a sus
pastores, persevera siempre en la doctrina apostólica y
en la unión, en la eucaristía y la oración (cf. Act
2,42,gr.), y así
se realiza una maravillosa concordia de
pastores y fieles en conservar practicar
y
profesar la fe
recibida.
El oficio de interp retar auténticamente la pala-
bra de Dios, oral o escri ta, ha sido encome ndado única-
mente al magisterio de la Iglesia, el cual lo ejercita en
nombre de Jesucristo.
Pero el magisterio no está por enci-
ma de la palabra d e Dios sino a su servicio
para enseñar
puramente lo transmitido, pues por mandato divino y
con la asistencia del Espíri tu Santo, lo escucha devota-
mente, lo custodia celosamente, lo explica fielmente;
de es te depósi to de la fe saca todo lo que propone como
revelado por Dio s para ser creído. (CL
10).
La unanim idad de prelados y fieles en m antener, practicar
y profesar la fe transmitida está, por lo tanto, garantizada
y,
a la vez, condicionada, bien por el sentido sobrenatural de la
fe de todo el Pueblo de Dios, bien por el Magisterio de la
Iglesia. A través de u no y otr o se realiza el
munuspropheticum:
.Cristo, el gran Profeta ...,cumple s u m isión profética
hasta la plena m anifestación de la gloria, no sólo a tra-
vés de la jerarquía, que enseña en su nombre y con su
poder, sino también por medio de los laicos, a quienes,
consiguientemente, consti tuye en test igos y les dota del
sentido de la fe y de la gracia de la palabra (cf. Act
2,17-18; A p 19,lO) para qu e la virtud del Evan gelio brille
en la vida diaria, familiar y social. Se manifiestan como
hijos de la promesa en la medida en que, fuertes en la fe
198
sin
vacilaicón unen a la vida según la fe la pro fes dn de
esa fe.
Tal evangelización, es decir, el anunc io de C risto
pregonado por el test imonio de la vida y por la palabra,
adqu iere una cara cteristica específica y una eficaciasingu-
lar po r el hecho de q ue se l leva a cabo en las condiciones
comunes del mundo. (CI 35).
continuación, la constitución
Lumen gentium
pone de re-
lieve el carácter profético de la vida matrimonial y familiar:
.<La familia crist iana proclama en voz muy alta tan to
las presentes virtudes del reino de D ios com o la esperan-
¡
za de la vida bienaventurada. De tal manera, con su
ejemplo
y
su test imonio arguye al mundo de pecado e
i lumina a los que buscan la verdad. -C o m o par tic ipes
del munus prophericum de Cristo-, los laicos, po r consi-
guiente, incluso cuando están ocupados en los cuidados
temporales, pueden y deben desplegar una actividad
muy valiosa en orden a la evangelización del mundo;
-por ello-, aplíque nse a un cono cimien to más profun -
d o de la verdad revelada y pidan a D ios con instancia el
don de la sabiduría* (CI 35).
La responsabil idad para con la verdad divina y la condi-
ción profética del testimonio cristiano hallan su expresión par-
ticular en la vida religiosa:
El estado religioso, que, a los que
lo abra zan, los hace más l ibres de los cuidados terrenales, pre-
senta por su parte a todos los creyentes los bienes celestiales
presentes en este mund o; ...) el estad o religioso imita más fiel-
mente y representa ininterrumpidamente en la Iglesia la forma
de vida que el Hijo de Dios abrazó cuando vino a este mundo
para hacer la voluntad del Padre y propu so a los discípulos
que le seguían (CI
44).
En la vida y el ministerio de los sacerdotes, la responsabili-
dad respecto al don de la verdad divina contenida en la revela-
199
I4.-Renovoci6n
en
su u nr s
ción va ligada no só lo al deber de profesar la fe, sino, de modo
especial, a la misión de predicar. que le es propia.
El Pueblo de Dios se congrega primeramente por la
palabra de Dios vivo, que con to da razón es buscada en
la boca de los sacerdotes. En efecto, como quiera que
nadie puede salvarse si antes no creyere, los presbiteros,
como cooperadores que son de los obispos, t ienen por
deber primero el de anunciar a todos el Evangelio de
Co mo verificación particular de la autenticidad eficacia
de la palabra proclamada, el Coiicilio señala la participación
en la Eucaristia, que se presenta como fuente culminación
de toda la evangelización, y asi como los catecúmenos son in-
troducidos paulatinamente en la participación de la Eucaristia,
los fieles, signados ya por el sagrado bautismo y la confirma-
ción, están plenamente insertos en el Cuerpo de Cristo por
medio de la Eucaristia (DM VS 5 . La palabra de Dios, trans-
mitida po r los sacerdotes, alcanza su eficacia total cuan do da
como fruto una viva participación en la Eucaristia.
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 104/176
Dios, de forma que, cumpliendo el mandato del Señor:
marchad por el mundo entero y llevar la buena nueva a
roda criatura
(Mc 16,15 , formen y acrecienten el Pueblo
de D ios. Porq ue la p alabr a de salvación se suscita en el
corazón de los qu e no creen y se nutre en el corazón de
los fieles la fe, con la que empieza y se acrecienta la
congregación d e los fieles, según aquello del Apóstol:
La
fe viene de la audición; la audición emp ero por la palabra
de Cristo
(Rom 10,17 . A todo s, pues, se deben los presbi-
teros para comunicarles la verdad del Evangelio, de que
gozan en el Seíior. Ora, pues, con su buena conducta
entre los gentiles, los induzcan a glorificar a Dios, ora
públicamente predicando anuncien el misterio de Cristo a
los que no creen; ya enseñen la catequesis cristiana o
expliquen la doctrina de la Iglesia, ya se esfuercen en
estudiar las cuestiones de su tiempo a la luz de Cristo, su
misión es siempre, n o enseñar su propia sabiduria, sino la
Palabra de Dios, e invitar a todos instantemente a la
conversión y santidad,, (DMVS 4 .
Aqui se pone muy de relieve la responsabilidd respecto a la
palabra de Dios. Si el Concilio lo ha subrayado ya en los
documentos dedicados a la vida de los seglares, es más com-
prensible aún que lo haya hecho hablan do de la vida de la
actividad de qu ienes tienen el deber de proclamar la pala bra. El
Vaticano 11 tiene puestos los ojos no sólo en su autenticidad,
sino también en su eficacia en la predicación sacerdotal.
«Ahora bien, la predicación sacerdotal, que en las cir-
cunstancias actuales del mundo resulta no raras veces
dificilisima, para que mejor mueva a las almas de los
oyentes no debe exponer la palab ra de Dios sólo de
mod o general y abstracto, sino aplicar a las circunstan-
cias concretas de la vida la verdad perenne del Evangelio.
(DMVS
4 .
El sentido de responsabilidad hacia la palabra de Dios, es-
trechamente vinculado al sentido dc la fe en toda la Iglesia, se
manifiesta de diversas formas en los seglares, los religiosos y
los sacerdotes. En cada una dc estas formas se expresa la acti-
tud derivada de la participación en el munus propheticum de
Cristo. Sea cual.f uere es taf or m a encuentra su punto de apoyo
en la infalibilidad de que ha dotado Cristo a su Iglesia. El Vati-
cano 11 recuerda a este respccto la doctrina del Concilio
anterior:
<<E sta nfalibilidad q ue el divino R eden tor quiso que
tuviese su Iglesia cuando define la doctrina de fe y cos-
tumbres, se extiende a tanto cuan to abarca el depósito de
la Revelación, que debe ser custodiado santamente y ex-
presado con fidelidad. El Romano Pontifice, Cabeza del
Colegio episcopal, goza de esta misma infalibilidad en
razón de su oficio cuando, com o supremo pastor y doc-
tor de todos los fieles, que confirma en la fe a sus her-
manos (cf. Lc 22,32 , proclama de una forma definit iva
la doctri na de fe y costumb res La infalibilidad prome-
tida a la Iglesia reside también en el Cuerpo de los obis-
pos cuando ejerce el supremo magisterio en unión con el
sucesor de Pedro. A estas definiciones nunca puede fal-
tar el asenso de la Iglesia por la acción del mismo Espiri-
tu S anto, en virtud de la cual la grey toda de Cristo se
mantiene y progresa en la unidad de la fe. (CI
25 .
También la naturaleza de la infalibilidad propia del sucesor
de S an Pe dro la explica el Vaticano 11 apoyánd ose en la doc-
trina del Concilio anterior:
-Por esto se afirma, con razón, que sus definiciones son
irreformables por si mismas, y no por el consentimiento
de la Iglesia, por haber sido proclamadas bajo la asisten-
cia del Espiritu Santo, prometida a él en la persona de
San Pedro, y no necesitar de ninguna aprobación de
otros ni adm itir tampoco ap elación a otro tribunal. Por-
que en esos casos, el Romano Pontifice no da una sen-
tencia como persona privada, sino que, en calidad de
maestro supremo de la Iglesia universal, en quien singu-
larmen te reside el carisma de la infalibilidad de la Iglesia
misma, expone o defiende la doctrina de la fe católica,,
(Ci 25).
Todo el Pueblo de Dios se ha hecho
y
sigue haciéndose ininte-
rrumpidamente participe de la misión profético de Cristo. Está
en el munur propherirum d e c r i i t o y rr el scnti do de In IC.
inherente a tal munus. Esta participacióii, prccisonieiitr, es eii
este caso p rimaria y fund amen tal: Cristo, como profeta. quiere
que su Iglesia sea asid ua en escu char las
enseñanzas
de los
apóstoles (Act
2.42)
y quiere que goce indefectiblemente del
don de la verdad contenida en la Revelación. Por eso ha dot;t-
do del carisma de la infalibilidad en la doctrina al Colegio
episcopal con el sucesor de San Pedro a la cabeza. y al propio
sucesor de Pedro en part icular. La obediencia de cada uno de
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 105/176
claro que tal participación va vinculada a la responsabilidad res-
pecto a la verdad que Cris to profeta ha anunciado. El carisma de
la infalibilidad es su expresión.
<<Perol Magisterio no está por encima de la palabra de
Dios, sino a su servicio. (CR 10).
<<M as uan do el R oma no Pontífice, o el Cuerp o de los
obispos juntamente con 61, definen u na doctrina, lo ha-
cen siempre de acuerdo con la misma revelación, a la
cual deben atenerse y conformarse todos, y la cual es
íntegramente transmitida por escri to o por tradición a
través de la sucesión legitima de los obispos, y especial-
mente p or cuid ado del mismo Ro man o Pontifice, y, bajo
la luz del Espíri tu de verdad, es santam ente conservada
y fielmen te expuesta en la Iglesia. El Roma no Pon tifice y
los obispos, por razón de su oficio y la importancia del
asunto, trabajan celosamente con los medios oportunos
para investigar adecuadamente y para proponer de una
manera apta esta revelación.
Aunque cada uno de los prelados no goce por si de la
prerrogativa de la infalibilidad, sin embargo, cuando,
aun estando dispersos por el orbe, pero manteniendo el
vinculo de co mun ión entre si y con el sucesor de Pedro,
ensefiando auténticamente en materia de fe y costum-
bres, convienen en qu e una do ctrina ha de ser tenida
com o definit iva, en ese caso pro ponen infaliblemente la
doctrina de Cristo. Pero todo esto se realiza con mayor
claridad cuando, reunidos en concil io ecuménico, son
para la Iglesia universal los maes tros y jueces de la fe y
costumbres, a cuyas definiciones hay que adherirse con
la sumisión de la
fe. (C I 25).
El Vatican o 11 nos perm ite com prend er mejor la doctrina
de la infalibilidad , asi co mo la institución de la infalibili-
dad en la Iglesia, con el trasfondo de la participación universal
los discípulos de Cristo hacia el supremo magisterio en lo 1,qle-
sia es la expresión de la responsabilidad para con la palabra
de Dios, para con el don de la verdad transmitida en la Revela-
ción. El elemento de responsabilidad da a la obediencia en la
fe un significado de acritud activo y comprometido. Es muy sig-
nificativo el hecho de que el Concilio no haya vuelto a repetir
la tradicional distinción entre Iglesia docente o Iglesia discen-
te. Evidentemente, ha que rido excluir una toma
e
conciencia
insuficiente con respecto a la participación universal en el mu-
nus propheticum de Cristo.
Entre los principales oficios de los obispos se destaca
la predicación del Evangelio. Porque los obispos son los
pregoneros de la fe que ganan nuevos discípulos para
Cristo
y
son los maestros auténticos, o sea, los que están
dotados de la autoridad de Cristo, que predican al pue-
blo que les ha sido encomendado la fe que ha de ser
creida y ha de ser aplicada a la vida, y la ilustran bajo la
luz del Espíri tu Sa nto, extrayendo del tesoro de la Reve-
lación co sas nuev as y viejas (cf. Mt
13,52), la hacen fruc-
tificar y con vigilancia apartan de su grey los errores que
la amenazan (cf. 2Tim 4,l-4). Los obispos, cuan do ense-
ñan en comunión con el Romano Pontifice, deben ser
respetados po r todo s com o testigos de la verdad divina y
católica; los fieles, por su parte, en materia de fe y cos-
tumbres, deben aceptar el juicio de su obispo dado en
nombre de Cristo, y deben adherirse a él con religioso
respeto. Este obsequio religioso de la voluntad del en-
tendimiento, de modo part icular ha de ser prestado al
magisterio auténtico del Romano Pontifice, aun cuando
no hable
ex cathedra,
(CI 25).
La responsabilidad con respecto a la verdad de Dios dada en
don a la Iglesia con la Revelación, se expresa no sólo en su
diligente preservación del error, sino también en todo el rico
proceso vital a través del cual la palabra de Dios se hace operan-
203
te en la Iglesia. Hemos, ante todo, aquí, de acudir a la consti-
tución
Dei Verbum
en la que hallamos gran número de enun-
ciaciones al respecto.
<'La Iglesia, esposa de la Palabra he cha carne, instru ida
por el Espíritu S anto , procura comprender ca da vez más
profundamente la Escri tura para al imentar constante-
mente a sus hijos con la palabra de Dios. (CR 23).
-Y s tan grande el poder y la fuerza de la palabra de
Dios, q ue consti tuye sustento y vigor de la Iglesia, f irme-
Todo el conjunto de problemas de la renovación l i túrgica,
del que ya hemos tratado, debe examinarse no sólo desde el
punto de vista de la part icipación en el sacerdocio de Cristo,
sino también desd e el ángulo pro fktico que la constitución so -
bre la liturgia pone de relieve,
uniendo la mesa del cuerpo del
Señor con la de la palabra de Dios como hacían ya los testigos
de la tradición antigua.
%A unqu e la sagrad a l i turgia sea principalmente culto
de la divina Majestad, contiene también una gran ins-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 106/176
za de fe par a sus hijos, al imento del alma, fuente l ímpida
y perenne de la vida espiritual. (CR 21).
Por eso:
.'La Iglesia siempre ha venerad o la Sagrad a Escritura,
como lo ha hecho con el cuerpo de Cristo, pues, sobre
todo en la sagrada l i turgia, nunca ha cesado de tomar y
repartir a sus fieles el pan de vida que ofrece la mesa de
la palabra de Dios y del cuerpo de Cristo (CR 21).
, Y como la vida de la Iglesia se desarrolla por la par-
ticipación asidua del misterio eucarístico, así es de espe-
rar qu e recibirá nuevo impulso de vida espiri tual con la
redoblada devoción a la palabra de Dios, que dura para
siempre
(1s 40,8; IP e 1,23-25). (CR 26).
El Vaticano II sub raya que, en los libros sagrad os, el
Pa-
dre, qu e está en los cielos, sale lleno de amo r al encuentro de
sus hijos
y
conv ersa con ellos (CR 21).
<<Recuerden ue a la lectura de la Sagrada Escri tura
debe acompañar la oración, para que se realice el diálo-
go de Dios con el hom bre, pues a Dios hablamos cuan-
d o oramos, a D ios escuchamos cuando leemos sus pala-
bras . (CR 25).
En estos textos, el Concilia demuestra cuán alta estima tiene
del diálogo de la salvación a travé s del cual la palabra de Dios
vive en los corazones de los hombres
y en quk gran med ida el
tesoro d e la Revelación co nfiado a la Iglesia sacia cada vez
más el corazón humano (CR 26).
Viva resonancia de estos enunciados la hallamos en la
consti tución acerca de la sagrada l i turgia:
<.A fin de que la mesa de la palab ra de Dios se prepare
con más abundancia para los fieles, ábranse con mayor
amplitud los tesoros de la Biblia, de modo que, en un
periodo determinado de años, se lean al pueblo las par-
tes más significativas de la Sagra da Escritu ra (CL 51).
204
trucción para el pueblo fiel. En efecto, en la liturgia
Dios habla a su pueblo; Cristo sigue anunciando el
Evangelio. Y el pueblo responde a D ios con el canto y la
oración Por tanto, no sólo cua ndo se lee lo que se ha
escrito para nuestra enseñanza (Rom 15,4), sino también
cua ndo la Iglesia ora, canta o actú a, la fe de los asisten-
tes se alimen ta, sus almas se elevan hacia Dios a fin de
tributarle un culto racional
y
recibir su gracia con m ayor
abundancia. (CL 33).
La palabra de Dios vive en la Iglesia a través de la predica-
ción, que pertenece al oficio episcopal y a sus cooperadores
sacerdotes. D e ello se ha h ablado ya. El anuncio de la palabra
de Dios le vale a la Iglesia para llevar a cabo su misión tanto
dentro com o fuera .
-Dondequiera que Dios abre la puer ta de la palabra
para anunc iar el misterio de Cristo a todos los hombres,
confiada y constantemente hay que anunciar al Dios
vivo
y
a Jesucristo, enviado por El para salvar a todos, a
fin de que los no cristianos, bajo la acción del Espíritu
Santo que abre sus corazones, creyendo se conviertan
libremente al Señ or
y
se unan a El con sinceridad, quien,
por ser camino verdad vida (Jn 14,6), colma tod as sus
exigencias espirituales, m ás aú n, las colma infinitamente
( D M 13 .
Esto es lo que leemos en el decreto Ad gentes. dedicado a la
actividad misionera d e la Iglesia. El anu ncio del Evangelio
debe servir para la convers ión, y ésta , a su vez d o m o enseña
el decreto-, es siempre un cierto extenderse de la Iglesia tan to
ad extra c o m o ad intra.
La responsabil idad con respecto a la palabra de Dios, a la
verdad revelada, ha imbuido siempre y formado la actividad
científica de la Iglesia. Esta activida d com prend e la teologia, la
filosofia y las demás ciencras, a la vez que abraza una amplia
205
corriente de la actividad cognoscitiva y entra de forma particu-
lar en la formación sacerdotal, a la que el Concilio ha dedica-
do un decreto. Allí , entre otras cosas, leemos:
*'Lo primero a que hay que atender en la revisión de
los estudios eclesiásticos es a que el conjunto de las dis-
ciplinas filosóficas y teológicas se articule mejor y a que
todas ellas concurran armoniosamente a abrir cada vez
más las inteligencias de los alumnos al misterio de Cris-
to, que afecta a toda la historia de la human idad, influye
alcance
y,
tenicndo en cuenta con esmero las investiga-
ciones más recientes del progreso contemporáneo, se
perciba con profundidad m ayor cóm o la fe y la razón
r
t ienden a la misma verda d. Una co mo presencia pública,
estable y universal del pensamiento cristiano en todo el
afán por promo ver la cultura superior, debe form ar
hombres de auténtico prestigio por su doctrina, prepara-
dos para desempeñar las funciones más importantes en
la sociedad test imoniar su fe ante el mun do, esto es,
part icipes maduros del
munus propheticum,,
(DEC 10).
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 107/176
constantemente en la Iglesia y actúa sobre todo p or obra
del m inisterio sace rdotal>> DF S 14).
El decreto sobre la formación sacerdotal da una serie de
indicaciones respecto al e .~tu dio e las diversas ramas de la cien-
cia eclesiástica. Subraya, sin embargo, el aspecto subjetivo de
la educación:
<<Elmismo modo de enseñanza debe suscitar en los
alumn os el am or a la verdad, la cual ha de ser rigurosa-
mente buscada, observada
y
demostrada, reconociendo
al mismo tiempo con honradez los l ímites del conoci-
miento hu ma no. Préstese gran atención a la relación que
une la fi losofía y los verdaderos problemas de la vida,
asi com o las cuestiones que más preocupan los alum-
nos. Estos han de ser también ayudados a percibir el
nexo que existe entre los argumentos fi losóficos y los
misterios de la salvación, que la teología considera a la
luz sup erior de la fe. (D FS 15).
La participación en el munus propheticum de Cri sto
y
la
índole profética del testim onio cristiano,
quc se manifiesta en la
responsabilidad con relación a la verdad revelada,
correspon-
den esa responsabilidad hacia la verdadpro pia de la inteligencia
humana.
La vocación profética de todo cristiano
presupone
y
postula, por tanto. una educación e instrucción adecuada.
El
Concil io ha dedicado a este tema una declaración en la que,
entre otras cosas, leemos:
.La Iglesia atiende igua lmen te con desvelo a las escue-
las de grado superior, sobre todo a las universidades y
facultades. ás aún , en las qu e dependen de ella, procu-
ra organizarlas de modo que cada disciplina se cult ive
según sus propios principios, sus propios métodos y la
propia libertad de investigación científica, a fin de que
cada día sea más profund a la comprensión que de ella se
206
A este mismo fin:
*'En el cumplimiento de su función educadora, la Igle-
sia se preocupa de todos los medios aptos, sobre todo de
los que le son propios, el primero de los cuales es la
instrucción catequética* (DEC 4).
Como vemos, existe
una vasta gama de medios de instruc-
ción
en la fe, medios que van desde la catequesis a la universi-
dad católica,
y
el cristiano debe utilizarlos en la medida en que
está l lamado a part icipar en el munus propheticum de Cristo.
Idéntico aspecto profético de la vocación crist iana y del
test imonio guía también nuestra atención, como ha ocurrido
con el Concil io, hacia los l lamados medios de comunicación
social, que de m odo más directo se refieren al espíri tu huma-
no y q ue han ofrecido nuevas posibil idades d e comunicar, con
la máxima facil idad, toda suerte de noticias, ideas y enseñan-
zas . Los llamados medios de comunicación social , po rque
por naturaleza están capacitad os para l legar y mover no sólo
a los individuos, sino ...) a toda la sociedad hum ana , como es
el caso de la p rensa, el cine, la radio , la televisión, etc. (DC S 1).
*La Iglesia católica, como ha sido fund ada por Cristo
Señor pa ra l levar la salvación a todo s los hombres, y por
ello se siente acuciada por la necesidad de evangelizar,
considera que forma parte de su misión predicar a los
hombres, con ayuda de los medios de comunicación so-
cial, el mensaje de salvación y enseñarles el recto uso de
estos medios (DC S 3 .
Resulta, pues, evidente, también en este terreno, la respon-
sabilida p ara con la verdad que t ienen quienes part icipan en el
munus propheticum
de Cr isto y es to tanto de par te de cuantos
transmiten el pensamiento co mo de parte de quienes lo reciben.
.Para el recto emp leo de estos medios es totalme nte
necesario qu e todo s los qu e los usan conozcan y l leven a
la práctica fielmente. en este campo, las normas del or-
den moral* (DCS
4 .
-El principal deber moral , en cua nto al recto uso de los
medios de comunicación social, afecta a los periodistas,
escritores, actores, autore s, produ ctores, realizadores,
distribuidores, administradores y vendedores, crí t icos y
1
demás que de cualquier modo intervienen en la confec-
ción y difusión de las comunicaciones, pues son de abso-
de Dios, sino además porque en la preparación y transmisión
de las comun icaciones debe tener voz el derecho a la verdad y
al deber de una información conforme con ésta. El decreto
conciliar subraya en este lugar con justicia, ante todo , el orden
moral crist iano, pues es obvio q ue también este orden t iene un
significado profético.
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 108/176
luta evidencia la gravedad e importancia d e los deberes
que a todos ellos hay que atribuir en las actuales cir-
cunstancias de la hum anidad , ya que , inform ando e inci-
tando, pueden dirigir, recta o desgraciadamente, al géne-
ro humano. (DC S 11).
La Iglesia es plenamente consciente de cuán amplia e im-
portante es esta esfera de información para la vida espiritual
de los hombres.
.Existe, pues, en la sociedad hum ana el derech o a la
información sobre aquellas cosas que convienen a los
hombres, según las circunstancias de cada cual, tanto
particularmente como unidos en sociedad. Sin embargo,
el recto ejercicio de este derecho exige que, en cua nto a
su objeto, la información sea siempre verdadera y, salva-
das la justicia y la caridad, integra; además, en cuanto al
modo, ha de ser honesta y conveniente, es decir, debe
respetar escrupulosamente las leyes morales y los legiti-
mos derechos y dignidad del hombre, tanto en la obten-
ción de la noticia co mo en su difusión. Dues no toda
ciencia aprovecha,
pero la caridad es constructiva
( I c o r
8,l) . (DC S 5).
El decreto considera seguidamente el problema de las re-
laciones entre los derech os -como suele decirse- del arte y
de las leyes morales (D CS
6).
Los
medios de comunicación
sirven paraformar la opinión pública, las opiniones públicas
ejercen hoy una enorme influencia en la vida privada y pública
de los individu os de toda categoría social . Por eso es necesa-
rio que todos los miembros de la sociedad cumplan, también
en este campo , sus deberes de justicia y caridad (DCS
8).
También en este ómbito de la vida humana actual existe un
lugar preciso para la actitud derivada de la participacidn en el
munus propheticum , no sólo porque los medios de comuni-
cación social pueden estar al servicio del anuncio de la palabra
unus regale: Fundamento de la moral cristiana
Si la moral, en su significación cristiana y bajo un perfil
espiritual, participa asimismo en el munuspropheticum, sin em-
bargo, su vinculo más propio es el que tiene con el
munus
regale
de Cristo. Recordemos, en primer lugar, brevemente,
que la
misión regia de Cristo se expresa en la Iglesia a través
de la potestad conjiada a los apóstoles
y
a sus sucesores.
-Los obispos rigen, com o vicarios y legados de Cristo,
las Iglesias part iculares qu e les han sido encom endadas,
con sus consejos, con sus exhortaciones, con sus ejem-
plos, pero también con su autoridad y sacra potestad, de
la que usan únicamente para edificar a su grey en la
verdad y en la santidad , teniendo en cuenta que el que es
mayor ha de hacerse como el menor, y el que ocupa el
primer puesto, como el servidor (cf. Lc 22,2627).
CI 27).
En o tro lugar leemos lo que sigue acerca de có mo ejercitar
el ministerio pastoral:
Respecto a los fieles, a quienes han eng endrad o espiri-
tualmente po r el bautismo y la doctrina (cf. Ic o r 4,15;
1Pe 1,23), tengan la solicitud de padres en Cristo. Ha-
ciéndose de buen a g ana mo delos de la grey (cf. 1Pe 5,3),
gobiernen y sirvan a su comunidad local de tal manera,
que ésta merezca ser l lamada c on el nomb re qu e es gala.
del único
y
total Pueblo de Dios, es decir, Iglesia de
Dios (cf. Icor 1,2; 2Cor 1.1 y passim). Acuérdense de
que, con su conducta de cada día y con su solici tud,
deben mostrar a los fieles e infieles, a los católicos y no
católicos, la imagen del verdadero ministerio sacerdotal
y pastoral , y de que están obligados a dar a todos el
test imonio de verdad y de vida, y de que, como buenos
pastores, han de buscar también a aquellos (cf. Lc 15,4
7) que, bautizados en la Iglesia católica, abandonaron la
práctica de los sacramentos e incluso han perdido la fe.
(CI 28).
No e n men or m edida, al explicar el munus regale de Cristo
y la participación en él,
el magisterio conciliar se abre sobre
todo a una nueva perspectiva.
Cristo, habiéndose hecho obediente hasta la muerte y
hasta que él someta a si mismo y a todas las criaturas al Padre,
a fin de que Dios sea todo en todos (cf. Icor 15,27-28) .
Esta visión cristiana -perspectiva integral, es decir, esca-
tológica de la realeza del hom bre cn el rein o de Cristo- está
estrechamente vinculada al orden interpersonal y social de la
moral evangélica. Este orden con siste en servir a C risto en los
demás , servicio que la constitución Lumen gentium lo entien-
de com o un llevar con humildad
y
paciencia a los hermanos
al Rey . La partic ipac ión en el munus regale de Cristo se ha
vinculado estrechamente al apostolado, del que hablaremos se-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 109/176
habiendo sido por el lo exaltado por el Padre (cf. Flp
2,8-9), entró en la gloria de su reino. A El están someti-
das todas las cosas, hasta que El se someta a si mismo y
a tod o lo creado al Padre, a fin de que D ios sea todo en
todas las cosas (cf. Icor 15,27-28). Este poder lo comu-
nicó a sus discipulos, para que también ellos queden
consti tuidos en soberana l ibertad, y por su abnegación y
santa vida venzan en si mismos el reino del pecado (cf.
Rom 6,12). Más aún , para que, sirviendo a Cristo en los
demás, conduzcan en humildad y paciencia a sus herma-
nos al Rey, cuyo servicio equivale a reinar. (CI 36).
El texto de la constitución
Lumen genfium
une con claridad
la misión regia de Cristo con la vocación al estado de libertad
regia de sus discipulos y confesores. ¿ en qué consiste este
estad o? Consiste -leemos- en un género de vida en el que el
cristiano, a través de la abnegación , vence en si mism o al
reino del pecado .
Se trata, pues, de la santidad en un sentido moral , del do-
minio del mal, pues en esto se manifiesta, de cierto modo, la
realeza del hombre, ya que el hombre es llamado a realizar en
si mism o esta realeza , este dom inio de si mismo. La doctri-
na del Concilio atribuye a la verdad perenne del ethos humano
un s igni f icado es t r ic tamente evangél ico. Antes que nada
aprendem os del texto citado q ue esa tendencia al estado de la
libertad regia , a través del domin io del pecado, hace al
hom bre semejante a Cristo, quien ha sido glorificado y exalta-
do por s u obediencia a l Padre has ta la muer te. T od o cri s tiano
que, imitando a Cristo, domina al pecado y realiza de este
mo do el autodom inio propio de la persona humana -por asi
decirlo, el sentid o de realeza-, participa, por esa misma razón
también, en el munus regale de Cristo y concurre a la realiza-
ción de su reino. Participa en su munus regale no sólo en la
dimensión subjetiva, sino además en la objetiva, que es, a la
vez, histórica y escatológica. Todo ha sido sometido a Cristo,
guidamente. Ahora lo que queremos es poner de relieve sobre
todo la actitud de la moral cristiana, que es característica de la
participación en el munus regale de Cristo. Sólo Cristo es ese
rey, al que servirle es reinar (cf. 1Re 3,7). a doctrina del Vati-
cano 11 subraya la realeza del servicio, del mismo niodo que
antes ha sub rayado la realeza del dominio sobre el pecado.
Tanibién, en este punto, la participación subjetiva en el munus
regale de Cristo está vinculada al crecimiento objetivo de su
reino. El que en el texto analizado por la constitución Lumen
gentium se refiere a los seglares es
aplicable
asimismo a todos
10s discipulos de Cristo.
<<Tam bién or medio de los fieles laicos el Seño r desea
dilatar su
reino: reino de verdad de vida. reino de santi-
dad de gracia reino de justicia de amor
y
de paz.
Un
reino en el c ual la misma creación será liberad a de La
servidumbre de la corrupción para participar la libertad
de la gloria de los hijos de Dios (cf. Rom 8,21). Grande,
en verdad, es la promesa, y excelso el mandato dado a
los discipulos: Todas las cosas son vuestras. pero vo sotros
sois de Cristo
y
Cristo es de Dios (Icor 3,23),, (CI
36).
La actitud derivada de la participación en el munus regale
de Cristo se convierte, a la luz de la doctrina conciliar, en un
elemento determinante para toda la moral cristiana en la rela-
ción que le es propia con Cristo . como m odelo el más perfecto.
La moral cristiana se caracteriza por esta relación y es en ver-
dad , en virtud de ella, por lo que e stá transida del pro fundo y
significativo hilo de la realeza del hom bre, unid o al proceso
objetivo del crecimiento del reino de Dios, proceso que lleva
hasta la consumación final.
Esta realeza el des arr ollo del reino de Cristo que se reali-
za junto con ella, se expresa, a su vez, en la relación del cristia-
no con el mundo.
'<Deb en, por tan to, los fieles conocer la íntima na tura-
lcza de todas las criaturas, su valor y su ordenación a la
gloria de Dios. Incluso en las ocupaciones seculares de-
ben ayudarse mutuamente a una vida más santa, de tal
¡
manera que el mundo se impregne del espíritu de Cristo
y alcance su fin con mayor eficacia en la justicia, en la
caridad y en la paz. (CI
36).
El texto que acabam os de citar está tomado del capitulo IV
de la constitución Lumen gentium, dedi cado a los seglares en la
Iglesia, y si bien cua nto expo ne se refiere a tod os los discipulos
vidad humana. proveniente de las
competenciiis eii I:is cieii-
cias profanas , debi- exprcsarse no sólo eii las obras dc la
técnica y de la civilización. siiio también tender i consolidiir
la justicia. el amor y la paz entre los hombres. L. constitu-
ción Lumen gentium subordina el progreso material al progreso
moral. pues de lo que se trata es de lograr que los bienes es-
tén mejor distribuidos entre los hombres, ya que de esto de-
pende el prog reso en la libertad hum ana cristiana . De cstc
modo. también en el camp o del dominio del niundo y del pro-
greso material, la debida participación en el munus regale de
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 110/176
l
de Cristo, no en menor medida subraya con justicia que
¡
<<E n l cum plimiento d e este deber universal, corres-
ponde a los laicos el lugar más klestacado. Por ello, con
su competencia en los asuntos profanos y con su activi-
dad elevada desde dentro por la gracia de Cristo, contri-
I
buyan eficazmente a que los bienes creados, de acuerdo
con el designio del C read or y la iluminación de su Ver-
bo, sean promovidos, mediante el trabajo humano, la
técnica y la cultura civil, para utilidad de todos los hom-
bres sin excepción; sean más convenientemente distribui-
dos entre ellos y, a su manera, conduzcan al progreso
universal en la libertad humana y cristiana. Así, Cristo,
a través de los miembros de la Iglesia, iluminará más
y más con su luz salvadora a toda la sociedad humana.
1 (CI
36) .
Este aspecto de la participación en el munus regale de
Cristo está íntimamente vinculado a la misión de enseñorear la
tierra ( Someted la tierra , cf. Gén 1.28) que el Cre ador ha
asignado a los hom bres desde el principio. Y es sobre esta base
de la asignación com o se ha difund ido la luz traída por
Cristo. Los cristianos estarán a la altura de ese plan eterno
sólo cuando hayan conocido la naturaleza intima de toda la
creación y cuando, fundándose en esta conciencia, hagan
progresar los bienes creados , m isión y finalidad del traba jo
humano. De este modo, el trabajo humano refleja el significa-
I
do deriva do de la misión regia de Cristo. Toda la obra de
transformación del mundo, dedicada a que aquél alcance un
nivel hum ano -cie nci a, técnica, civilización-, lleva en si la
huella de la realeza del hombre y es participación en el munus
regale de Cristo. El Vaticano 11 ve uno de los aspectos de esta
participación en las competencias y actividades de los segla-
res elevadas intrínsecam ente por la gracia de Cristo . La acti-
Cristo está unida al sentido moral de este progreso. El progre-
so material. por si solo. no expresa ni realiza la realeza del
hombre en su total dimensión.
.dgualmente coordinen los laicos sus fuerzas para sa-
near las estructuras y los ambientes del mundo cuando
inciten al pecado, de manera qu e todas estas cosas sean
conformes a las normas de la justicia y más bien favo-
rezcan que obstaculicen la práctica de las virtudes.
Obrando de este modo impregnarán de valor moral la
cultu ra y las realizaciones humanas. (CI
36) .
Infundiendo valor moral en la cultura y todos los sectores
de la vida humana (de que habla más detalladamente la segun-
da parte de la constitución
Gaudium et spes) los cristianos ac-
túan sobre sí mismos los dem ás mirando a esa realeza del
hombre, que se realiza esencialmente mediante el valor moral.
De esta manera se esfuerzan también por el acrecentamiento
del reino de Cristo en el mundo, puesto que, empapando de
valores morales todos los sectores de la vida huma na, el cam-
po del mundo está mejor preparado para recibir la semilla de
la palabra divina
y,
a la vez, las puertas de la Iglesia están más
patentes pa ra que por ellas entre en el mu ndo el anun cio.de la
paz (CI
36) .
La moral, el valor moral, ha sido presentada por la doctri-
na conciliar como parte integrante de la misión cristiana. In-
fundir en los diversos sectores de la vida valores morales signi-
fica llenarlos del espíritu de Cristo. Al mismo tiempo, la
moral, el valor moral, constituye el bien fundamental de toda
persona y tod a sociedad hu man a. 1.0s cristiano s deben tener
conciencia de uno y otro aspecto de la moral, no sólo distin-
guiéndolos, sino vinculándolos profundamente entre si .
-Conform e lo exige la misma econom ia de la salvación,
los fieles aprendan a distinguir con cuidado los derechos
deberes qu e les conciernen p or su pertenencia a la Igle-
sia, y los que les competen en cuanto miembros de la
sociedad hum ana . Esfuércense en conciliarlos entre sí,
teniendo presente que
en cualquier asunto temporal deben
guiarse por la conciencia cristiana, dad o que ninguna ac-
tividad humana, ni siquiera en el dominio temporal,
puede sustraerse al imperio de Dios. En nuestro tiempo
es sumam ente necesario que esta distinción y simultánea
armonía resalte con suma claridad en la actuación de los
fieles, a fin de que la misión de la Iglesia pueda respon-
der con mayor plenitud a los peculiares condicionamien-
El que en los cimientos de la moral del cristiano se apoye
la propia realidad del "munus regule" de Cristo . nos obliga a
mirar con otros ojos lo que acerca del ateísmo contemporáneo
hallamos en la constitución Gaudium e spes:
-Con frecuenc ia, el ateismo m oderno reviste también la
forma sistemática, la cual, dejando ahora otras causas,
l leva el afán de autonomía humana hasta negar toda de-
pendencia del hombre respecto de Dios. Los que profe-
san este ateismo afirman que la esencia de la libertad
consiste en que el hombre es el fin de si mismo, el único
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 111/176
tos del mundo actual. Porque ha de reconocerse que la
ciudad terrena , justamente entregada a las preocupacio-
nes del siglo, se rige por principios propios. (CI
36 .
Las últimas palabras del texto citado se vinculan con el
principio de la autonom ia de las cosas terrenas reconocida por
la Iglesia, como así lo confirma la constitución Gaudium et
spes (cf. CM
36 .
También, en este campo, la moral cristiana es
fuente de las actitudes que expresan la participación en el mu-
nus regale de Cristo. El cristiano es consciente de que la moral
contribuye esencialmente a la formación de la vida humana en
las dimensiones temporales, y, por ende, del mismo modo, al
acrecentamiento del reino de Dios. En la actitud moral, en la
madurez de su conciencia y de su acción, descubre no sólo el
senti do de la realeza del hombre , sino también de la partici-
pación eii la m isión regia del mismo Cristo. E sta conciencia no
consiente sustraerse al deber de infundir valores morales en los
diversos sectores de la vida humana, sino que lo lleva más
lejos aún. La doctrina del Vaticano 11 así lo exige:
< < N oe creen, por consiguiente , oposiciones artificiales
entre las ocupaciones profesionales y sociales, por una
parte , la vida religiosa por otra. El cristiano que falta a
sus obligaciones temporales, falta a sus deberes con el
prójimo; falta, sobre todo, a sus obligaciones para con
Dios y pone en peligro su eterna salvación. Siguie ndo el
ejemplo de Cristo, quien ejerció el artesanado, alégrense
los cristianos de pod er ejercer todas sus actividades tem-
porales haciendo una sintesis vital del esfuerzo humano,
familiar, profes ional, científico o técnico, con los valores
religiosos, bajo cuya altísima jerarquía tod o coopera a la
gloria de Diosu (CM
43 .
214
artífice y creador de su propia historia. Lo cual no pue-
de conciliarse, según ellos, con el reconocimiento del Se-
ñor, autor y fin de todo, o por lo menos tal afirmación
de Dios es completamente superflua. El sentido de poder
que el progreso técnico
y
actual da al hom bre puede fa-
vorecer esta doctrina* (CM
20 .
A este respecto, el Vaticano cita igualmente esa corriente
del ateismo conte mpo ráne o que pone la liberación del hom-
bre principalmente en su libertad económica y social (CM 20 .
Según la concepción de los propios ateos:
<<Laeligión, por su propia naturaleza, es un obstáculo
para esta liberación, porque el orientar el espíritu huma-
no hacia una vida futura i lusoria, apartaría al hombre
del esfuerzo por levantar la ciudad temporal,, (CM
20 .
Si la Iglesia -como leemo s a con tinua ción en el pro pio
documento-, fiel a sus deberes para con Dio s y para con los
hombres, no puede dejar de repro bar con toda energía las
ideologías que degradan al hombre de su innata grandeza
(CM 21 , ello se debe al hecho de que tal convicción se deriva
de la conciencia cristiana de la realeza del hom bre y de su
participación en el munus regale de Cristo.
<.Porque l hombre, con su acción. no sólo transforma las
cosas y la sociedad, sino que se perfecciona a sí mismo.
Aprende mucho, cultiva sus facultades, se supera se
trasciende. Tal superación , rectame nte entend ida, es niás
importante que las riquezas exteriores aue ouedan acu-
mularse. El hom bre vale más por lo que es que por lo
qu e tiene ,, (C M
35 .
El análisis de la actitud de participación ha puesto de relie-
ve todo cuanto, según la doctrina del Vaticano 11, tiene un
significado fundamental para el enriquecimiento de la fe de los
cristianos. Si la fe es la actitud con la que el homb re se aban - por tanto, considera rse, a un tiempo, com o verificación y ex-
don a enteram ente a Dios, respondien do así a la revelación por presión de la mad urez sobre natur al del hom bre en Cristo ;
parte de Dios, el hom bre debe buscar en el propi o Cris to las cosa que tiene un significado esencial par a la vida del Pue-
razones de su propia actitud y de su propia respuesta. Cris to blo de Dio s
y
para su misión.
no es solamente aquel que Dios nos ha revelado y por medio Lo confirman las siguientes frases de la declaración sobre
del cual Dios se ha revelado a sí mismo, sino también aquel
que determina la respuesta del hombre en la fe, concretándola
no sólo con respecto al contenido de la fe, sino también a la
existencia misma del que cree, del que profesa la fe y quiere
dar testimonio d e ella . El ámbi to del contenido d e la fe y el
la educación cristiana:
*Todos los cristianos, puesto que, en virtud de la rege-
nerac,ión por el agua y el Espíritu Santo, han llegado a
ser nuevas criaturas y se llaman y son hijos de Dios,
tienen derecho a la educación cristiana. La cual no persi-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 112/176
de toda la existencia en la fe se compenetran, por su parte, y se
conforman recíprocamente. gue solamente la madurez de la persona hum ana antes
Cu an to el Concilio ha reco rdado en lo qu e se refiere, a la
descrita, sino que busca, sobre todo, q ue los bautizados
triple misión de Cristo, como sacerdote, profeta y rey, y a su
I
se hagan más conscientes cada día del don recibido de la
triple potestad que plasma el rostro interior del Pueblo de
l
fe, mientras se inician gradualmente en el conocimiento
Dios, constituye el contenido de la fe, sirve para enriquecer la
del misterio de la salvación; aprendan a adorar a Dios
conciencia del creyente, de termina su existencia en la fe y, ade-
Padre en espíritu y en verdad (cf. Jn 4,23), ante todo en
más, form a su actitud interior. La actitud derivada de la parti-
¡
la acción litúrgica, formándose para vivir según el hom-
cipación en la triple potestad de Cristo es no sólo la expresión
bre nue vo en justicia y s antid ad de verdad (Ef 4,22-24), y
de una fe consciente, que madura en la intimidad del hombre,
sino también una como expresión de Cristo, que guía el des-
arrollo de la fe de todo el pueblo y de ca da un o de sus miem-
bros.
Cristo el cristiano se encuentran íntimamente en la mi-
sión sacerdotal profJtica
y
regia;
y
la participación en esta
misión determina las características esenciales del cristiano.
i
;
Se trata de características de la semejanza con Cristo. Ca-
i
racterísticas interiores y al mism o tiempo de misión , pue sto
que, en virtud de ellas, la misión de Cristo perdura en los
hombres y en la humanidad. Ellos constituyen la realidad del
Pueblo de Dios en cada hombre y a través de cada hombre.
Sin embargo, no cumple a ellos constituir esa realidad en su
más profun do es trato ontológico, pues lo que la consti tuye es
únicam ente la gracia de la adopción com o hijo de Dios .
esta gracia -el sentido esencial, más interior y misterioso de
la seme janza con el Hi jo de Dios encarnado- siguen las carac-
teríst icastípicas de la misión de Cristo. Jun to con la misión, se
insertan en la dimensión humana de la historia de la salvación
y, de algún modo, la determ inan utilizan en favor suyo. El
Hijo de Dios era, en cua nto hom bre, sacerdote, profeta y rey.
Una maduración normal de las características y acti tudes deri-
vantes de la participación en la misión de Cristo sacerdote,
profeta y rey, no puede ponerse en acto fuera del fundamento
de la semejanza de cada hombre con el Hijo de Dios, que es
la gracia de adopción. La formación de estas actitudes debe,
216
así lleguen al hombre perfecto, en la edad de la plenitud
de Cristo (cf.
Ef
4,13), y contribuyan al crecimiento del
C u e rp o m i s t i c o ~ ~DEC 2) .
La educación cristiana debe servir a los cristianos para que
adquieran cada vez más conciencia del do n de la fe . D ebe,
pues, servir al enriquecimiento de la fe, pero es necesario que
este enriquecimiento vaya por el camino de la participación
descrito p or el Concilio, gracias al cual el cristiano se halla, en
cierto sentido, a sí mismo en Cristo, para redescubrir a Cristo
y su misión en tl, en la dimensión de la propia vida y en la
vocación.
217
ACTITUD DE IDENTIDAD HUMANA
Y RESPONSABlLlDAD CRISTIANA
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 113/176
El análisis de la actitud d e participación qu e hemos expues-
to anteriormente ha demostrado cuáles son los momentos ca-
pitales en los que el cristiano se identifica con la misión del
mismo Cristo. Estos mom entos t ienen importancia en ord en a
un profundo enriquecimiento de la fe
y
a la vida interior del
cristiano. ellos se vincula la, diríam os así, búsqu eda del pro-
pio lugar en la vasta
y
diferenciada comunidad del Pueblo de
Dios. Es el lugar en cierto sentido indicado
y
asignado a cada
uno por Cristo, com o mediador Único, que encamina a toda la
humanidad hacia Dios y, en esa humanidad, a cada hombre,
imprimiendo esa orientación en lo más hondo de su ser .
El Va tican o 11 especifica y traza, al mismo tiempo, la acti-
tud de identidad humana, en cuanto propia de la existencia del
crist iano, enriquecida p or Cristo. U n detal lado. estudio de los
documentos conciliares hace ver cómo esa actitud está presen-
te al nivel más profundo del pensamiento del Vaticano 11 y en
sus f inal idades, esto es, en el ámbito d e ese plano fundamental
que concierne a l a s misiones pastorales que debe real izar . Pa-
rece que la mayor parte de los elementos que caracterizan la
actitud de iden tidad humana se hallan en la constitución
Gaudium et spes . A este respecto, tambiCn el doc um ento com-
pleta la constitución
Lumen gentium,
que t ra ta sobre todo de l a
actitud de participación, analizada anteriormente. La constitu-
ción pastoral
Gaudium et spes
(así como los demás documen-
tos, si bien en menor grad o) enseña convincentemente q ue la ac-
titud de participación en la triple misidn de Cris to -propia
del cristiano- estó y debe estar totalmenre imbuida de lo que es
autJnticamente humano.
La especificación de esta actitud en el magisterio conciliar
y un estudio profundo al respecto nos obl iga a superar , más
aún, a cont raponernos a lo que l a menta l idad contemporánea
expresa con el acen to de alienación . Un a idea qu e se ha
convertido casi en raíz
y
síntesis de los argum entos empleados
219
contra toda religión, y en particular contra el cristianismo. Un
zas, tristezas y angustias de los discipulos de Cristo.
detallado análisis de la doctrina del Vaticano 11, y sobre tod o
Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco
de la
Gaudium et spes,
demuestra en qué medida -y en qué
en su corazón. La comu nidad crist iana está integrada por
forma- el hom bre es el cen tro de la religión, especialmente dc
hombres q ue, reunidos en Cristo, son guiados po r el Es-
la cristiana. En ella n os encon tramos con el hombre en toda la
píritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y
verdad y en toda la problemática que le es propia, en la reali-
han recibido la buena nueva de la salvación para comu-
dad de la creación y de la redención que la Iglesia anuncia y de
nicaria a todos. La Iglesia, por ello, se siente intima y
la que vive. Estas realidades divinas -en su esencia- no ale-
realmente solidaria del género humano y de su historia.
jan al hombre de si mismo para encontrarse a si mismo en la
(CM 1).
plena verdad de su propia humanidad
y
de su propia persona-
lidad. Tod o ello anula la al ienación . Hay, pues, que consta-
Trátase de la unión , en el sentido más amplio, entre los
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 114/176
tar una vez más que la
actitud de identid ad humana empapa.
seres humanos; unión que verdaderamente determina la acti-
diríamos. intrínsecamente la actitud de participación por medio
tud de identidad humana desde su raiz.
de la cual el cristiano se identifica en cierto modo con la misión
del propio Cristo. El estudio de la doctrina conciliar nos l leva a
.El Con cilio, testigo y expos itor de la fe de todo el
precisar esta acti tud com o una de aquellas que t ienen un valor
Pueblo de Dios congregado por Cristo, no puede dar
determinante para la actuación del Concil io.
prueba mayor de solidaridad, respeto y amor a toda la
De cuanto hemos dicho hasta aho ra se deduce claramente
familia humana que la de dialogar con ella acerca de
que la acti tud de identidad huma na está estrechamente vincu-
todos estos problemas, aclarárselos a la luz del Evange-
lada a la acti tud de p art icipación. Un análisis posterior demos-
lio y poner a disposición del género humano el poder
trará y confirmará su part icular convergencia en el ám bito de
salvado r que la Iglesia, conducida por el Espíri tu Santo,
la moral . Ello hace que la acti tud de identidad humana no
ha recibido de su Fun dad or. Es la persona del homb re la
tenga un carácter estático, sino dinámico y, a la vez, normati-
que hay qu e salvar. Es la sociedad hum ana la que hay
vo. Se trata de la actitud de identidad humana transida por lo
que renovar. Es, por consiguiente, el hombre; pero el
aspiración y el esfuerz o dirigidos a formar la dignidad del hom-
hombre todo entero, cuerpo
y
alma, corazón
y
concien-
bre
y
de la comunidad humana. Parecen asi estar vinculados los
cia, inteligencia y voluntad, quien centrará las explica-
principales elementos normativos y las más relevantes tenden-
ciones que van a seguir. Al proclamar el Concilio la alti-
cias éticas, contenidos en el conjunto de la doctrina conciliar.
sima vocación del hombre y la divina semilla que en éste
Asimismo, cuan to l levan a cabo los hombres para lograr más
se oculta, ofrece al género humano la sincera colabora-
justicia, mayor fraternidad y un más humano planteamiento
ción de la Iglesia para lograr la fraternidad universal que
en los problemas sociales, vale más que los progresos técni-
r e sponda a e sa vocac i ón~ ~CM 3).
cos (CM 35).
Desde las primeras formulaciones declarativas del pro-
emio , la constituc ión pastoral perfila esa identida d
y
solidari-
dad, que deben ser el contenido de la vida y la acti tud del
cristiano.
Identidad solidaridad
(<ElPueblo de Dios la hum anidad, de la que aquél
forma parte, se prestan mutuo servicio, lo cual demues-
Ya las primeras palabras de la constitución Gaudium et
t ra que la misión de la Iglesia es religiosa y, par lo mismo,
spes
marc an es ta linea del magisterio conciliar en torn o a la
plenamente humana.
(CI 11).
identidad y solidaridad. Y asi leemos lo siguiente:
-Creyentes y no creyentes están, generalmente, de
*'Los gozo s y las esperan zas, las tristezas y las angustias
acuerdo en este punto:
todos las bienes de la tierra deben
de los hombres de nuestro t iempo, sobre todo de los
ordenarse en función del hombre, cent ro y c ima de todos
pobres y de cu antos sufren, son a la vez gozos y esperan-
ellos. (C M 12).
221
Para el análisis de la actitud de identidad humana tiene
enorme importancia la conciencia de la condición del hombre
en el mundo contemporáneo, tema de la introducción de la
constitución
Gaudium et spes,
la cual no es sólo una simple
descripción, sino más bien la constatación de que, cn todo
cuanto constituye la condición del hombre en el mundo con-
tem porá neo - condiciónv ententida en sentido global-, el
cristiano se halla a si mismo v halla la dimensión fundamental
de su existencia. Es imposible citar aquí la referida exposición
ni analizarla in extenso. pero si merece la pena, por lo menos,
leerla
in extenso.
Dara darnos cuenta de las múltioles transfor-
día m ayores, en el cumplimiento d e sus tareas. Las insti-
tuciones, las leyes, las maneras de pensar y de sentir he-
redadas del pasado, no siempre se adaptan bien al esta-
do actual de las cosas. De ahí una grave perturbación en
el comportamiento y aun en las mismas normas regula-
doras de éste,, (CM
7).
.De esta mane ra, las relaciones huma nas se multiplican
sin cesar, y, al mismo tiempo, la propia socialización
crea nuevas relaciones, sin que ello promueva siempre,
sin embargo, el adecuado proceso de maduración de la
persona y las relaciones auténticamente personales (per-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 115/176
macion es que determinan esa condición en la que se basa la
identidad humana del cristiano.
<<C omo curre en tod a crisis de crecimiento, esta trans-
formación trae consigo no leves dificultades. Así, mien-
tras el hombre amplia extraordinariamente su poder, no
siempre consigue someterlo a su servicio. Quiere conocer
con orofundidad creciente su intimidad esoiritual. v con
frecuencia se siente más incierto que nunca de si mismo.
Descubre paulatinamente las leyes de la vida social, y
duda sobre la orientación que a ésta se debe dar.
Afectados por tan compleja situación, muchos de
nuestros contemporáneos difícilmente llegan a conocer
los valores permanentes y a compaginarlos con exactitud
al mismo tiempo con los nuevos descubrimientos.
La inquietud los atormenta, y se preguntan, entre an-
gustias y esperanzas, sobre la actual evolución del mun-
do. El curso d e la historia pres ente es un desafío al hom-
bre que le obliga a responder,, (CM 4 .
La actitud de identidad humana formulada por el Vatica-
no consiste ante todo en el hecho de que el cristiano acep-
ta como propios cada uno de los elementos de la condición del
hombre en el mundo actual, siguiendo con perspicacia la orien-
tación de los interr ogante s que en esa situación el hombre la
humanidad se plantean en los diversos círculos y relaciones.
$'El cambio de mentalidad y de estructuras somete con
frecuencia a discusión las ideas recibidas. Esto se nota
particularme nte entre los jóvenes, cuya impaciencia, e
incluso a veces angustia, les lleva a rebelarse. Conscien-
tes de su propia función en la vida social, desean partici-
par rápidamente en ella. Por lo cual no rara vez los pa-
dres
y los educadores experimentan dificultades, cada
i
sonalizaci6n)~
CM
6 ) .
Las transformaciones de las que habla la constitución Gau-
dium et spes en la introducción se caracterizan por los contras-
tes que surgen también e ntre las razas y grupo s diversos de la
sociedad. entre naciones ricas y menos dotadas y pobres, y,
finalmente, entre los organismos internacionales nacidos de la
aspiración de los pueblos a la paz y la ambición por imponer
la propia ideología, asi com o el egoísmo colectivo de los Esta-
dos
y
otras organizaciones. De ahí proceden las desconfianzas
y las disensiones, los conflictos y las amarguras, de los que el
hombre es a la vez causante
y
víctima (CM
8).
Podríamos decir que ésta es
la dimensión exterior
y
ma-
croscópica de la condición del hombre en el mundo contemporá-
neo. La constitución Gau dium et spes la relaciona con la di-
mensión inferior, propia y característica de casi todos los
hombres.
-Surge mucha s veces, en el propio hombre, el desequili-
brio entre la inteligencia práctica moderna y una forma
de conocimiento teórico que no llega a dom inar y orde-
nar la suma de sus conocimientos en síntesis satisfacto-
rias. Brota también el desequilibrio entre el afán por la
eficacia practica y las exigencias de la conciencia moral,
y no pocas veces entre las condiciones de la vida colecti-
va
y
las exigencias de un pensamiento personal y de la
misma contemplación. Surge, finalmente, el desequili-
brio entre la especialización profesional
y
la visión gene-
ral de las cosas* (CM 8 .
.'Las nuevas condicion es ejercen influjo también sobre
la vida religiosa. Por una parte, el espíritu critico más
agudizado la purifica de un concepto mágico del mundo
y de residuos supersticiosos, y exige cada vez más una
adhesión verdaderamente personal y operante a la fe, lo
cual hace que muchos iilcancen un sentido más vivo de
lo divino. Por otra parte. muchedumbres cada vez niis
numerosas se alejan prácticamente de la religión. Lii ne-
gación de Dios o de la religión constituye. com o en épo-
cas pasadas. un hecho insólito e individual; hoy dia. en
efecto, se presenta. no rara vez. conio exigencia del pro-
greso cientifico y de un cierto humanismo nuevo. En
muchas regiones. esa negación se encuentra expresada
no sólo en niveles filosóficos, sino que inspira amplia-
mente la literatura. el arte, la interpretación de las cien-
cias humanas y de la historia. y la misma legislación ci-
fundidad, la idea de la huma nización de todo cuanto con el
hombre contacta cn su existencia y actividad terrenas.
*'Nuestra época, más qu e n inguna otra, t iene necesidad
de
sabiduria para humanizar todos los nuevos descu-
brimientos de la humanidad. (CM 15).
Esta expresión se repetirá m ás veces y reaparecerá en gran
número de textos de la doctrina conciliar.
Hacer la vida huma-
na más humana, he aqu i el objetivo fundamental del Concil io,
estrechamente ligado a la aspiración a participar en la vida
divina y en la misión de Cristo. En esta conexión se hace más
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 116/176
vil. Es lo que explica la pertu rbación de muchos. (CM
7).
En este marco de la condición humana en el mundo actual
está presente también
un testimonio de identidad de cado cris-
tiano.
La acti tud de identidad humana que hallamos en
n
doctrina del Concilio arran ca precisam ente de este testimonio.
Seguramente que no faltan t irofundas razones para oue el
documento tome sus henda s para facil i tar el t r ab i j o de
forma ción de la acti tud de identidad hu mana . Poroue sobre esta
base constata:
<<Bajoodas estas reivindicaciones se oculta una aspira-
ción más profunda y más universal: las personas y los
grup os sociales están sedientos- de una vida plena y de
una vida l ibre, digna del ho mbre, p oniend o a su servicio
las inmensas posibilidades que les ofrece el mundo ac-
tual. Las naciones. por otra parte, se esfuerzan cada vez
más por formar una comunidad universal , , (CM
9 .
Si la actitud de identidad hum ana tiene sus orígenes en tener
presente y, en ci en o sentido, en hacer suyos todos los elementos
situacionales qu e con figu ran la realidad de la existencia hu-
mana en el mundo actual , ello, sin embargo. se desarrolla cuando
se logra esclarecer las dos principales aspiraciones de que habla
el texto que a cabam os de citar: la aspiración de la auténtica dig-
nidad de la persona humana y la aspiración a la auténtica comu-
nión entre los hombres. Una y otra están estrechamente rela-
cionadas con el orden de valores evangélicos y con el ethos
cristiano. Es, por lo demás, significativo el hecho de que la
primera parte de la consti tución Gaudium r spes se titule: La
Iglesia y la vocación del hom bre , y que el prime r capitulo de
esta parte sea el de la dignidad de la persona humana .
Ya hemos citado m ás veces pasajes tomado s de este capitu-
lo precisamente. L a doc trina crist iana contiene en si , en pro-
224
evidente aún la dignidad de la persona en su integridad, la dig-
nidad del espíri tu y del cuerpo humano.
({Nodebe, por tanto, el hombre despreciar la vida cor-
poral , sino que, po r el contrario, debe tener por buen o y
honrar a su propio c uerpo com o criatura de Dios que ha
de resucitar en el último dia. Herido por el pecado, ex-
perimenta, sin embargo, la rebelión del cuerpo. La pro-
pia dignidad humana pide, pues, que glorifique a Dios
en su cuerpo y no permita que lo esclavicen las inclina-
ciones depravadas de su corazón,, (CM
14 .
Es evidente, pues, que la formación de la acti tud que aqui
venimos definiendo com o la de identidad humana consiste
no sólo en aceptar la si tuación del hombre en el mun do actual ,
sino en participar vivamente en las aspiraciones que tienen
como finalidad la auténtica d ignidad del hombre. De esta for-
ma hemos de lograr descubrir la conciencia
y
el orden moral
objetivo. al que subordina la recta conciencia humana:
.,En lo más profundo de su conciencia descubre el
hombre la existencia de una ley que él no se dicta a si
mismo, pero a la cual debe obedecer, y cuya voz resue-
na, cu ando es necesario, en los oidos de su corazón, ad-
virtiéndole que debe amar y practicar el bien,
y
que debe
evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre
tiene una ley escrita por D ios en su cor azó n, en cuya
obediencia consiste la dignidad humana y por la cual
serán juzgados personalmente.
#< La onciencia es el núcleo m ás secreto y el sagrario
del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios,
cuya voz resuena en el recinto más intimo de aquella. Es
la conciencia la que de mo do adm irable da a conocer esa
ley, cuyo cum plimiento consiste en el amo r de Dios y del
prój imo~ t CM 16).
Acerca del orden moral objetivo:
.El Conc ilio declara que la primacía absolu ta del orden
moral objetivo debe ser respetada por todos, puesto que
es el único que supera y congruentemente ordena todos
los demás órdenes de las realidades humanas Pues es
el orden moral el único que abarca en toda su naturaleza
al hombre, creatura racional de Dios y l lamado lo
eterno, y solamente él, si es observado con entera fideli-
dad , conduce al ho mbre al logro pleno de la perfección y
de la bieiiaventuranzaw (DCS 6).
humana, unió a sí con cierta solidaridad sobrenatural a
todo el género humaiio como una sola familia y estable-
ció la caridad como distintivo de sus discipulos con estas
palabras: En es to cono cerán todos que sois mis discípulos.
si tenéis caridad unos con otros (Jn 13,35)n (DA S
8).
El manda miento de la caridad es básico para el orden mo-
ral.
Y
contiene también el principio de acción en virtud del
cual la vida hum ana pued e hacerse cada vez mas humana ,
como repetidamente dice el Concilio. Este principio incide fi-
nalmente, de forma esencial , en la acti tud de identidad hum a-
na que debe significar al cristiano. El Evangelio afirma que la
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 117/176
Por tanto, la declaración sobre la educación crist iana en-
sefia, entre otras cosas, que
.Los niños y los adolescentes tienen derecho a que se
les estimule a apreciar con recta conciencia los valores
morales y a prestarles su adhesión personal,) (DEC 1).
La recta conciencia y el orden moral objetivo se correspon-
den recíprocamente y, a la vez. constituyen la dignidad humana.
.Cuanto may or es el predom inio de la recta conciencia,
tanto mayor segu ridad t ienen las personas y las socieda-
des para apartarse del ciego capricho y para someterse a
las normas objetivas de la moralidad. No rara vez, sin
embargo, ocurre que yerre la conciencia por ignorancia
invencible, sin que ello suponga la pérdida de su digni-
dad. Cosa qu e no puede af irmarse cuando el hombre se
despreocupa de buscar la verdad y el bien, y la concien-
cia se va progresivamente entenebreciendo por el hábito
del pecadon (CM 16).
Co mo fu ndam ento del orden moral , la recta conciencia hu-
mana reconoce y acepta esta ley que se observa sólo por amor
de Dios del prójima. En el decreto acerca del apostolado de
los seglares hallamos u n tex to dedicado d e forma part icular al
mandato evangélico de la caridad:
,<El mand amiento sup rem o de la ley es ama r a D ios de
todo corazón y al prójimo como a si mismo (cf. Mt
22,37-40). Cristo hizo suyo este mandamiento del amor
al prójimo y lo enriqueció con un nuevo sentido al que-
rer ,identificarse El mismo con los hermanos como obje-
to único de la caridad diciendo:
Cuantas veces hicisteis
eso a uno de estos mis hermanos menores, a mi me lo
hicisteis (Mt 25,40). Cristo, pues, al asumir la naturaleza
identificación del Hijo de Dios, Cristo, con los hom bres
com o hermano s, par a los que son en sentido universal, por así
decirlo, centro sobrenatural de la solidaridad humana, es el
origen de una acti tud concebida de esa forma.
<<Entreos signos de nuestro t iempo hay que men cionar
especialmente el creciente e ineluctable sentido de la so-
lidaridad de todos los pueblos. Es misión del apostola -
dos seglar -leemos en el decreto dedica do a este tema-
promover solíci tamente este sentido de solidaridad y
convertirlo en sincero y auténtico afecto de fraternidad,,
(DAS 14).
El capítulo
II
de la primera parte de la constirución Gau-
dium et spes enseña cómo hay que entender y realizar esa
acti tud de identidad humana que establece una profunda soli-
daridad con el hombre y con los hombres en las diversas situa-
ciones de nuestra existencia.
En nuestra époc a, principalm ente, urge la obligación de
acercarnos a todos y de servirlos con eficacia cu and o Ile-
gue el caso, ya se trate de ese anciano aba ndo nad o de
todos, o de ese trabajador extranjero despreciado injus-
tamenle, o de ese desterrado, o de ese hijo ilegítimo que
debe aguantar sin razón el pecado que él no cometió, o
de ese hambriento que recrimina nuestra coiiciencia re-
cord and o la palabra del Señor: Cuantas veces hicisteis
eso
a
uno de estos mishe rma nos menores. a mí lo hicisteis
(Mt 25,40)n (CM 27).
La constitución pastoral se expresa aquí, evidentemente,
con un lenguaje concreto, com o en el trozo citado del evange-
lio según San Mateo. Este lenguaje concreto pone de relieve
la exim ia dignidad de la persona hu,mana, superior a toda s
las cosas, cuyos derechos y deberes son universales e inviola-
bles (CM 26). La consti tución Gaudium et spes constata que
tal conciencia crece . Po r eso el orde n social y su progre-
so deben siempre dejar que prevalezca el bien de las personas
(CM 26).
-La igualdad fund amen tal entre todos los hombres exi-
ge un reconocimiento cada vez mayor. Porque todos
ellos, dotados de alma racional y creados a imagen de
Dios, tienen la misma naturaleza y el mismo origen. Y
porque, redimidos por Cristo, disfmtan de la misma vo-
cación y de idéntico destino,, (CM 29).
i
i n t e rb de I:i prop i;i utilidiid o coi1 cl ;iS51i de do iiiiii;lr:
cumplir niites qiic iind;i I;is cxigciicins dc I;i justici:i, p;ir;i
no da r com o nyud:i d e c;trid:id lo que y;i sc dchc po r
r~izó ii e iustici:~; upriiiiir Iiis c;iusns, y iio só lo los ck c-
tos. de los males org;iiiiz;ir los ;iuxilios de
t;il
10riii:i
que quienes los rcciben se vay;in liber;iiido progrcsiv;i-
mente de 3 dcpeiidenciü externa y se vayan b;ist;iiido
por si misnios,, (DAS 8).
Estas palabras están tom ada s del decreto sobre el apostoia-
do de los seglares y explican el modo en que hay que l levar a
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 118/176
/ j
La verdad revelada acerca del hombre
-como insiste el
i
-
Concilio- constituye el mó s sólido fundamento de la actitud de
identidad
y
de solidaridad humona.
<<Es vidente q ue no todos los hombres so n iguales en
lo que toca a la capacidad física y a las cualidades inte-
lectuales y morales. Sin em bargo, tod a forma d e discri-
1
minación de los derechos fundamentales de la persona,
I
ya sea social , ya cultural , por motivos de sexo, raza, co-
i
lor, condición social, lengua o religión, debe ser vencida
y eliminada por ser contraria al plan divino.
Las instituciones humanas, privadas y públicas, es-
¡
fuércense por ponerse al servicio de la dignidad y del fin
del hombre. Luchen con energía contra cualquier escla-
vitud social o politica y respeten, bajo cualquier régimen
polít ico, los derechos fundamentales del hombre. Más
aún, estas insti tuciones deben ir respondiendo cada vez
más a las realidades espirituales, que son las más pro-
fundas de todas, au nqu e es necesario todavia largo plazo
de tiempo para llegar al final deseado,, (CM 29).
l
El Con cilio subra ya la primacía del'espíritu en la moral
humana. La caridad es la fuerza del espíri tu y la actuación del
orden espiritual en las relaciones interpersonales. Esta es la
verdad del Evangelio, que el Vaticano 11 recuerda al mundo
contemporáneo:
('Para que este ejercicio de la caridad sea verdadera-
mente irreprochable y aparezca como tal , es necesario
ver en el prdjimo la imagen de Dios. según la cual ha sido
creado, y a Cristo Señor, a quien en realidad se ofrece lo
que al necesitado se da; respetar can móxima delicadeza
la libertad la dignidad de la persona que recibe el auxi-
l io; no manchar la pureza de intención con cualquier
cabo las obras de caridad para con el prójimo, considerado
éste tanto desde el ángulo individual como social. Si la pri-
macía del espiritu se expresa a través de la caridad, las pala-
bras ci tadas muestran -según lo que dice San Pablo en la
carta a los Corin tios (1Co r 13)- cóm o ha de ser la caridad .
El texto conciliar pone de relieve el criterio fundamental para
distinguir los deberes de la moral social derivados de la justicia
y aquellos en que se basa la caridad. La caridad se dirige a la
persona y respeta siempre su verdadera dignidad, que está inti-
mamente vinculada al atributo de la l ibertad. Por eso, la cari-
dad
respeta a la persona por encima de miras calculadoras e
interesadas: no se sirve del hombre. sino que sirve a su humani-
dad.
El texto concil iar que acabam os de citar nos deja vislum-
brar có mo la caridad cualifica la acti tud d e identidad human a
y cómo hay que entender esto.
La consti tución Gaudium et spes enumera y expone en rápi-
da síntesis
todo cuanto en la vida actual es radicalmente confra-
rio a la justicia para can el hambre
y
más aún a la caridad hacia
la persona humana.
Estas palabras nos recuerdan algunos tex-
tos de San Pablo.
,<C uan to tenta la vida -homicidios de cualquier clase,
g e n o c i d i o s , a b o r t o , e u t a n a s i a e l m i s m o s u i c id i o
deliberado-; cua nto viola la integridad de la person a
hum ana, como, p or ejemplo, las mutilaciones, las tortu-
ras morales o físicas, los conatos sistemáticos para do-
minar la mente ajena: cuanto ofende a la dignidad hu-
mana, como son las condiciones infrahumanas de vida,
las detenciones arbitrarias, las deportaciones, la esclavi-
tud, la prostitució n. la trata d e blancas y de jóvenes; o
las condiciones laborales degradantes, que reducen al
operario al rango de mero instrume nto de lucro, sin res-
peto a la libertad y a la responsabilidad de la persona
hum ana; todas estas prácticas y otras parecidas son en sí
misnias infrimantes, degra dan la civilización hum ana ,
deshonran más a
sus autores que a sus victi inas y son
totalmente contrarias al honor debido al Creador,, (CM
27 .
La gloria del Creador es el hombre viviente, pensamiento
este de San Ireneo qu e también lo hallamos en el texto conci-
l iar. La acti tud d e identidad hu man a del crist iano esta firme-
mente asentada en la conciencia de la creación y de la
redención.
También desde este punto de vista. el Vaticano estudia los
procesos de lo llamado socialización,
característicos de nuestro
imposible si los individ uos y los grupo s sociales no culti-
van cn si mismos y difunden en la sociedad las virtudes
morales y sociales, de fo rma q ue se conviertan verdade-
ramente en hombres nuevos y en creadores de una nue-
va humanidad>, (CM 30 .
Las frases ci tadas demuestran de qué m odo el Vaticano 11
se plantea el ámbito de solidaridad humana, considerada
cosa sagrada .
A
esta solidaridad, entendida en sentido glo-
bal, se llega partiendo, por
así decirlo, de círculos humanos
más restringidos, en los que las personas son solidarias entre
sí. En definitiva, lo actitud moral de cada hombre. sus virtudes
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 119/176
t iempo.
En nuestra é poca , por varias causas, se multiplican sin
cesar las conexiones mutuas y las interdependencias; de
aquí nacen diversas asociaciones e instituciones, tanto
de derecho público como de derecho privado. Este fenó-
meno, que recibe el nombre de socialización, aunque
encierra algunos peligros, ofrece, sin embargo, muchas
ventajas para consolidar y desarrollar las cualidades
de la persona humana y para garan tizar sus derechos,,
(CM 25).
Sin embargo, algo más arriba leemos que
.<Entre os principales aspectos del m undo actual hay
que señalar la multiplicación de las relaciones mutuas
entre los hombres. Contribuye sobremanera a este des-
arrollo el moderno progreso técnico. Sin embargo, la
perfección del coloquio fraterno no está en ese progreso,
sino más hondamente, en la comunidad que entre las per-
sonas se establece, la cual exige el mutuo respeto de su
plena dignidad espiritual,) (CM
23 .
En con formidad con tod a la tradición de la doctrina social
de la Iglesia, el Concilio recuerda que
se muestra evidente cómo
el perfeccionamiento de la persona humano
y
el desarrollo de la
propia sociedad son interdependientes
(CM 2 5 .
Por eso insiste
en la solidaridad:
*'La aceptac ión de las relaciones sociales y su observ an-
cia deben ser consideradas por todos como uno de los
principales deberes del hombre contemporáneo. Porque
cuanto más se unifica el mundo, tanto más los deberes
del hombre rebasan los limites de los grupos particulares
y se extienden poco a poco al universo entero. Ello es
morales
y
sociales , conducen a esa solidaridad
en cada uno de
sus círculos, incluso en el más amplio.
La formación de esa acti tud -de acuerd o con la visión
cristiana de la
nioral- es fruto de una constante cooperación
con la gracia divina, cooperación que l leva a una auténtica
madurez espiri tual , de la que, a su vez, emana.
<.Para que cada un o pueda cult ivar con m ayor cuidado
el sentido de su responsabil idad ta nto respecto de si mis-
mo como de los varios grupos sociales de los que es
miembro, hay que procurar con suma dil igencia una
más amplia cultura esp iri tual , valiéndose para el lo de los
extraordinarios medios de que el género humano dispo-
ne
hoy,, (CM 31 .
Se trata aqu i sobre todo dk la educación de los jóvenes de
cualquier origen social , que debe ser plantead a de forma
que suscite hombres y mujeres no tanto refinadamente intelec-
tuales cuanto, más bien. dotados ile una recia personalidad,
com o nuestro t iempo lo está pidiendo a gritos (CM
31 .
*Todos los hombres, de cualquier raza, condición y
edad, por poseer la dignidad de persona, t ienen derecho
inalienable a una educación que responda al propio fin,
al propio carácter, al diferente sexo y acomodada a la
cultura y a las tradiciones varias; y, al mismo tiempo,
abierta a las relaciones fraternas con o tros pueblos, para
fomentar en la tierra la unidad verdadera y la paz,,
(DEC 1).
La necesidad y el significado profundo de una educación
así entendida, fmto y prenda de la acti tud de identidad buma-
na y de un a sincera solidaridad, se hacen más claros aún cuan-
d o consideramos la realidad social de nuestro t iempo.
<<Es ierto que las perturbacioncs que tan frecuente-
mente agitan la realidad social proceden en parte de las
tensiones propias de las estructuras económicas, políti-
cas y sociales. Pero proceden, sobre todo, de la soberbia
y del egoismo humanos, que trastornan también el am-
biente social.
Y
cuando la realidad se ve viciada por las
consecuencias del pecado, el hombre, inclinado ya al
mal desde su nacimiento, encuentra nuevos estímulos
para el pecado, los cuales sólo pueden vencerse con de-
nodado esfuerzo ayudado por la gracia* (CM
25).
El análisis de la realidad social, realidad que hay que trans-
moral social, mientras halla en la convivencia humana situa-
ciones que favorecen la solidaridad, halla también s;tuaciones
que implican contrastes.
-Quienes sienten u ob ran de m odo dist into al nuestro
en materia social, política e incluso religiosa, deben ser
también objeto de nuestro respeto y amor. Cuanto más
humana y cari tat iva sea nuestra comprensión intima de
su manera de sentir, mayor será la facilidad para esta-
blecer con ellos el diálogo. Esta caridad y e s ta benigni-
dad en modo alguno deben convertirse en indiferencia
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 120/176
formar por medio de una educación apropiada, no es sólo un
análisis sociológico , sino también un análisis evangélico ,
realizado a travks de las categorias de la verdad sobre el hom-
bre bebida en la única fuente, la dcl Evangelio. Esta visión
crist iana de la verdad acerca del hombre, l lamado a vivir y
trabajar en la sociedad, no pierde de vista, sin embargo, los
condicionamientos del orden socioeconómico:
<<Laibertad hum ana, con frecuencia, se debil ita cuan-
do el hombre cae en extrema necesidad, de la misma
manera que se envilece cua ndo el hom bre, satisfecho por
una vida dema siado fácil, se encierra com o en una dora-
da soledad. Por el contrario, la libertad se vigoriza cuan-
do el hombre acepta las inevitables obligaciones de la
vida social, toma sobre si las niultiformes exigencias de
la convivencia humana
y se
obliga al servicio de la co-
munidad en que vive,, (CM 31).
Las palabras ci tadas sintetizan en cierto modo el significa-
do
y
el valor de la actitud de identidad humana de auténtica
solidaridad, que consiste en la orientación correcta de la libertad
del individuo respecto al bien común.
*Es necesario r>or ello estimular e n todo s la voluntad
de participar en ¡os esfuerzos com unes. Merece alaban za
la conducta de aquellas naciones en las que la mayor
parte de los ciudadanos part icipa con verdadera l ibertad
en la vida pública. (CM
31).
El juicio de la constitución Gaudium er spes corresponde al
pensamiento de tod a la doctrina tradicional de la Iglesia acer-
ca del individualismo y el totalitarismo en la vida y ordena-
miento social.
El mandamiento del amor , en cuanto fundamento de la
ante la verdad
y
el bien. Más aún, la propia caridad exi-
ge el anuncio a todos los hombres de la verdad saluda-
ble. Pero es necesario distingu ir entre el terro r, que siem-
pre debe ser rechazado, y el hombre que yerra, el cual
conserva la dignidad de la person a incluso cu an do está
desviado por ideas falsas o insuficientes en materia reli-
giosa. D ios es el único juez y escrutado r del corazón
humano. Por ello, nos prohibe juzgar la culpabilidad in-
terna de los demás. (CM
28).
Por eso, en los párrafos dedicados
a las relaciones de la
Iglesia con el ateismo, leemos:
<<Laglesia, aunque rechaza en forma absoluta el ateís-
mo, reconoce sinceramente que todos los hombres, cre-
yentes y no creyentes, deben colaborar en la edificación
de este mun do, en el que viven en común . Esto no puede
hacerse sin un nrudente v sincero diáloeo. Lamenta.
pues, la Iglesia ia discriminación entre creyentes y no
creyentes que algunas autoridades políticas, negando los
derechos fundamentales de la persona humana, estable-
cen injustamente. Pide para los creyentes libertad activa
para que puedan levantar, en este mundo también, un
templo Dios. E invita cortésmente a los ateos a oue
consideren sin prejuicios el Evangelio de Cristo* (CM i l ) .
Ambitos principales de la responsabilidad cristiana
. 'De la dignida d de la person a hum ana tiene el hombre
de hoy una conciencia cada día mayor y aumenta el nú-
mero de quienes exigen que el hombre, en su actuación,
goce y use de su propio criterio y de libertad responsa-
ble. no iiiovido por c«;iccinii.'siiio gui:ido p or n c<iii-
cierici:~del deber.. (DLR 1 .
Con esta afirmación se abre la declaración sobre 3 1ibert;id
religiosa. Esta afirmación nos permite comprender mejor en
qué
consiste. según la doctrina del Vaticano 11 la esencia de la
responsabilidad cristiana.
Esta se manifiesta en una profunda
conciencia del deber, que procede de la conciencia rectamente
formada. La responsabilidad va a la par con la dignidad de
la persona, pues expresa la autodeterminación por medio de la
cual el hom bre -incluso alejado de la arbitrariedad- hace
buen uso de la libertad, dejándose guiar siempre por los valo-
de un modo de actuar que favorezca la actitud de responsabili-
dad humana.
'(Por lo cual, este Concilio Vaticano exhorta a todos,
pero principalmente a aquellos que cuidan de la educa-
ción de otros, a que se esmeren en forma r hombres que,
acatando el orden moral, obedezcan a la autoridad legi-
tima y sean amantes de la genuina libertad; hombres que
juzguen las cosas con criterio propio a la luz de la ver-
dad, que ordenen sus actividades con sentido de responsa-
bilidad y que se esfuercen por secunda r todo lo verdade-
ro y lo justo, asociando de buena gana su acción a la de
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 121/176
res auténticos y las leyes justas.
No hay razón, pues, para maravil larse de que la act itud de
responsabilidad asi entendida esté al máximo conforme con la
doc trina del Vaticano y sea uno de los elementos según los
cuales el Concilio orienta ese plan de enriquecimiento de la fe
que caracteriza su doctrina.
eCu anto este Concil io Vaticano d eclar;~ cerca del de-
recho del hombre a la libertad religiosa tiene su fund:~.
mento en la dignidad de la persona. cuyas exigcnci;~~e
han ido haciendo más patentes cada vez a la razón hu-
mana a lo largo de la expericncia de los siglos. Es mjs,
esta doctrina de la libertad tiene sus raíces en la divina
Revelación,, (DLR 9).
El Concil io une estrechamente la l ibertad, que, por propia
naturaleza, corresponde a la persona humana, con la respon-
sabilidad.
~~~~
*<En l uso de todas las libertades hay que observar el
principio moral de la responsabilidad personal y social.
Todos los hombres y grupos sociales, en el ejercicio de
sus derechos, están obligados por la ley moral a tener en
cuenta los derechos ajenos y sus deberes para con los
demás y para con el bien común de todos. Hay que
obrar con todos conforme a la justicia y al respeto debi-
do al hombre,, (DL R 7).
La act i tud de una responsabil idad madura es, ciertamente,
el elemento que, mediante la contribución de cada hombre,
hace q ue la vida h uman a sea más humana . El Concil io le
pide a cada hombre, y a cada cristiano en particular, ese tipo
de actitud. Actitud que exige a la vez, por parte de los legisla-
dores, organizadores y tutores de la vida social, la observancia
34
los demás,, (DLR
8).
<'Precisamenteen nombre de una act i tud deresponsabi-
lidad así entendida, el Concilio declara lo siguiente:
Se debe observar la regla de la entera libertad en la
sociedad,
según la cual
debe reconocerse al hombre el m
ximo de libertad, y no debe restr ingirse sino cuando es
necesario y en la medida en que lo sean (DLR
7).
Se puede y se debe hablar, por lo tanto, en este contexto de
una confluencia y condicion amiento recíp roco. El Concilio sub-
raya con vigor que la actitud de responsabilidad está condi-
cionada por la libertad integral del hom bre en la sociedad.
L a e x p e r i e n c ia n o s e n s r f i a d i a r i a m e n t e q u e l a l i b e r t a d
-interior
y
exterior- es indispensable para el desarrollo de la
act i tud de responsabil idad. Sin embargo, debemos constatar
también que sólo una madura responsabilidad cualifica la li-
bertad en las confrontaciones de estos dos aspectos. En otras
palabras, sólo el hombre responsable le saca provecho a la
libertad interior, ya que,
otra parte, no existen razones
para limitar su libertad exterior, hasta el punto de que tales
limitaciones podrían ser contrarias a la moral social y a la
economia de los valores hum anos fundam ental, que es fin y,
a l a vez , condic ión esencia l de l debido desar rol lo de l a
sociedad.
La educación tiende a reforzar en el hombre la actitud de
responsabilidad
La verdad era educación se prop one la formación de la
persona humana en orden a su fin último y al bien de las
sociedades, de las que el hombre es miembro y en cuyas
responsabilidades participará cuando llegue a ser adulto.
DEC 1).
.<Por tanto , ésta es la norm a de la actividad hum ana:
que, de acuerdo con los designios y voluntad divinos,
sea co nforme al auténtico bien dcl género huinuno y per-
mita al hombre, como individuo
y
como niiembro de la
sociedad, cultivar y realizar Íntegramente sil plena voca-
ción.. (CM 35).
La actitud de respon sabilidad cristiana corresp onde a la
acti tud de responsabil idad humana, pero presupone la reali-
dad de la creación y de la redención, con la que se vincula la
dimensión de los valores que constituyen la plenitud del ethos
cristiano. El Vaticano 11 -sobre tod o en la constitución Gau-
dium et spes- nos pone delante diversos sectores de la respon-
sabilidad cristiana y denuncia algunos de los problemas m ás
El Vaticano 11 no enumera todos los sectores de responsa-
bilidad crist iana, sino que l lama la atención sólo sobre algunos
de ellos. Nosotros también, esbozando la actitud de responsa-
bil idad crist iana, haremos lo mismo.
El primer ámbito grande en el que esta actitud debe realizar-
se es el del matrimonio y la familia. Como sefiala el propio
titulo del capitulo 1 de la segunda pa rte de la constitución
Gaudium e spes, se trata de valorar la dignidad del matrimonio
y de la familia.
Esto es ante todo misión y vocación de los
propios cónyuges.
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 122/176
urgentes . En el magisterio conciliar encon tram os en todos es-
tos sectores el postulado fundamental de la re sponsabilidad para
con el hombre,
para con cada uno de los hombres.
Este postulado, además, se dirige a cad a hom bre, y en par-
t icular a cada crist iano, destacando la dignidad de la persona
humana y su vocación, y se expresa particularmente en la con-
ciencia de la relación del hombre con Dios, tal como la presen-
ta la constituci6n acerca de la divina revelación y la declara-
ción sobre la libertad religiosa, asi como en la concepción de
la relación del hombre con el mundo, relación que, según la
doctrina del Vaticano 11, forma parte de la conciencia de la
Iglesia, definitivamente formada por la verdad sobre la crea-
I
ción y la redención.
l
Podemos afirmar, sin temor a exagerar, que toda la obra
del V aticano 11 nace d e un vivo sentido de responsabil idad ha-
cia el hom bre y su destino, terreno y eterno. En consecuencia,
de aqui debemos recabar el cri terio fundamental para evaluar
toda responsabilidad cristiana, pues el hombre es, por así de-
cirlo, el valor central al que se refiere esta responsabilidad en
los diversos sectores.
-Cuanto más se acrecienta el poder del hombre, más
amplia es su responsabilidad individual y colectiva. De
donde se sigue que el mensaje cristiano no aparta a los
hombres de la edificación del mundo ni los lleva a des-
preocuparse del bien ajeno, sino que, al contrario, les
impone como deber hacerlo>, (CM
34 .
<<Procurenos católicos cooperar con todos los hom-
bres de buena voluntad para promover cuanto hay de
verdadero, d e justo, de sa nto, de amable (cf. Flp 4,8 .
Dialoguen c on ellos, precediéndoles en la prudencia y en
el sentido humano, e investiguen la forma de perfeccio-
nar, según el espíritu del Evangelio, las instituciones so-
ciales y públicasn (DAS
14).
236
'<Por anto, el Concilio, con la exposición mas clara de
algunos puntos capitales de la doctrina de la Iglesia, pre-
tende ilumiiiar y fortalecer a los cristianos y a todos los
hombres que se esfuerzan por garantizar y promover la
intrínseca dignidad del estado matrimonial y su valor
eximio,, (CM
47 .
Merece la pena releer integro este capitulo de la constitu-
ción pastoral , q ue, con el trasfondo de las notas introductorias
referentes al matrimonio y a la familia en el mundo contempo-
ráneo, pone de rel ieve ante todo la santidad del matrimonio y
de la familia, esto es, su puesto en el plan divino de la salva-
ción y, además, el significado propio del amor conyugal y de
su relación con la procreación. Imposible citar aqui el texto
completo al que nos referimos; por el lo hemos de dejar que
hablen algunos de sus fragmentos:
<#El enuino amo r conyugal es asumido en el amo r divi-
no y se rige y enriquece por la virtud redentora de Cristo
y la acción salvifica de la Iglesia para conducir eficaz-
mente a los cónyuges a Dios y ayudarlos y fortalecerlos
en la sublime misión de la paternidad y la maternidad.
Por ello, los esposos cristianos, paro cumplir dignamente
sus deberes de estado. están fortificados y como consagra-
dos por un sacromento especial,> (CM
48 .
-Esta misión de ser la familia la célula primera
y
vital
de la sociedad la ha recibido directamente de Dios.
Cumplirá esta
misión si, por la mutua piedad de sus
miem bros la oración en com ún dirigida a Dios, se
ofrece com o san tuario doméstico de la Iglesia,, (DAS 11).
La consti tución Gaudium er spes muestra una al ta estima y
comprensión por el amor conyugal
y
por cuan to le es propio.
Entiend e ser muy imp ortan te el qu e los jóvenes estén debida -
mente instruidos y a su t iempo
...)
acerca de la dignidad del
237
amor conyugal, su función y sus manifestaciones; de modo
que, form ados en el aprecio de la castidad, puedan, a u na edad
conveniente, pasar de un noviazgo honesto al desposorio
(CM
49 .
Por lo que se refiere a la coordinación entre amor
conyugal y procreación, la consti tución pastoral recuerda que
no puede darse una verdadera contradicción entre las leyes
divinas de transmisión de la vida y el deber de fomentar el
autentico amor conyugal (CM 51 .
.En el deber de transm itir la vida humano
y de educarla,
lo cual hay que considerar como su propia misión, los
tencia de 1:)s persoii;is vers;id;~s ii las cieiici:,~ ;igr;id;is,~
(CM
52 .
La constitución pastoral hace referencia también a los hom-
bres que ejercen diversas profesiones, enumerándolas una por
una. En prim er lugar señala a los expertos en ciencias, sob re
tod o biológicas, m édicas, sociales y psicológicas ,
y
se refiere a
ellos como a quienes pueden contribuir mucho al bien del ma-
trimonio y de la familia, y a la paz de las conciencias, si se
,esfuerzan por aclarar más a fondo , con estudios convergentes,
las diversas circunstancias favorables a la honesta ordenación
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 123/176
cónyuges saben que son cooperadores del amor de Dios
creador
y
como sus inlérpretes.
Por eso, con responsabili-
dad humana y crist iana, cumplirán su misión, y con dó-
cil reverencia hacia D ios se esforzarán ambos, de común
acuerdo y co mún esfuerzo, por formarse un juicio recto,
atendiendo tanto a su propio bien personal como al bien
de los hijos, ya nacidos o todavía por venir, discerniendo
las circunstancias de los tiempos y del estado de vida
tanto materiales como espirituales, y, finalmente, tenien-
do en cuenta el bien de la comunidad familiar, de la
sociedad temporal y de la propia Iglesia. Este juicio, en
últ imo término, deben formarlo ante Dios los esposos
personalmente. En su modo de obrar, los esposos cris-
t ianos sean conscientes de que no pueden proceder a su
antojo, s ino que
siempre deben regirse por la conciencia
la cual ha de ajustarse o la ley d ivina misma dóciles al
magisterio de la Iglesia que interpreta auténticomente esa
ley a la luz del Evangelio.
Dicha ley divina muestra el
pleno sentido de amor conyugal, lo protege e impulsa a
la perfección genu inam ente hum ana del mismo. (CM 50 .
Tratando de la acti tud de responsabil idad t ípica de este
campo fundamental que es el del matrimonio y la familia, el
Vaticano 11 la entiende no sólo com o una acti tud propia de los
cónyuges , s ino que af i rma que
todos los cristianos deben contri-
buir al desarrollo de los valores esenciales del matrimonio y de la
familia.
<'Los cristianos ... promuevan con diligencia los bienes
del matrim onio y de la familia, así con el test imonio de
la propia vida com o con la acción concorde con lo s
hombres de buena voluntad ... Para obtener este fin ayu-
darán mucho el sentido cristiano de los fieles, la recta
conciencia moral d e los hombres y la sabiduría y compe-
38
de la procreación humana (CM 52). Seguidamente, trata de
lo que compete al sacerdote como pastor de los cónyuges y
de las familias, para determinar finalmente cu anto en favor de
esta causa pueden lograr los diversos movim ientos familia-
res . En el trasfond o de este vasto pano rama es don de se po-
nen en claro los diversos deberes de los cónyuges.
-Los propios cónyuges, finalmente, hechos a imagen de
Dios vivo y constituidos en el verdadero orden de perso-
nas. vivan u nidos, con el mismo cariño. m odo de pensar
idéntico y mutua santidad, para que. habiendo seguido a
Cristo, principio de vida. en los gozos y sacrificios de su
vocación. por medio de su fiel amor sean testigos de
aquel misterio de amor que el Señor con su muerte y
resurrección rebeló al mundo. (CM
52 .
El segundo dmbito en el que, de acuerdo con la doctrina
conciliar, hay que acentuar la actitud de responsabilidad cris-
tiana se describe en el capítulo 11 de la segunda parte de la
consti tución Gaudium et spes. El propio t í tulo de Algunosprin-
cipios referentes a la recta promoción
< / l
lo cultura presenta el
objeto de esta responsabil idad. No ~i; ,r lemos n este lugar,
como es evidente, ilustrar la inmensa y niultiforme riqueza de
los pensamientos contenidos en dicho capitulo de la consti tu-
ción
Gaudium el spes.
Renunciando al texto completo, nos
quedamos ahora con los fragmentos que más abiertamente se
ocupan de la acti tud de responsabil idad crist iana en el campo
de la cultura.
*Cad a día es mayor el núm ero de los hombres y muje-
res de todo grupo o nación que t ienen conciencia de que
son ellos los autores y promotores de la cultura de su
com unidad . En tod o el mun do crece más y más el senti-
d o de la autonom ía, y al mismo tiempo de la responsabi-
l idad, lo cual t iene enorme importancia para la madurez
espiritual y moral del género humano. Esto se ve más
claro si fijamos la mirada en la unificación del mundo y
en la tarea que se nos impone de edificar un mundo me-
jor en la verdad y en la justicia. De esta manera somos
testigos de que está naciendo un nuevo humanismo, en
el que el hombre queda definido principalmente por la
responsabilidad hacia sus hermanos y ante la historia.
En esta si tuación no hay q ue extrañarse de que el hom-
bre. que siente su responsabilidad en orden al progreso de
la cultura alimente una más profunda esp eranza. pero al
mismo tiempo note con ansiedad las múltiples antinomias
existentes
que él mismo debe resolver,, (CM
56 .
túa a la cultura cn el puesto eminente quc Ic corresponde
en la entera vociición del hombre.) (CM
57).
Esto se refiere a la cultura entendida com o transformación
del mun do material , af in de que sea morad a digna de toda la
familia humana , lo mismo que a la cultura entendida com o
perfeccionamiento del propio hombre. La constitución
Gau-
dium et spes
resalta el esfuerzo de la ciencia y del arte.
-El hom bre, c uan do se entrega a las diferentes discipli-
nas d e la filosofía, las matemá ticas y las ciencias natu ra-
les, y se dedica a las artes, puede contribuir sobremanera
a que
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 124/176
El docum ento concil iar enu mera seguidamente las antino-
mias que en la cultura del mundo co ntempo rhneo parecen más
significativas, tales como, por ejemplo, el progreso científico y
técnico y sus relaciones co n la cultu ra que se centra en los
valores espirituales; la especialización progresiva y la exigencia
de una síntesis; el progreso y la tradición; el desarrollo de la
ciencia y la necesidad de la sabiduría; las tendencias universa-
listas y la cultura nacional; la desproporción entre la participa-
ción en los bienes de la cultura por parte de una dlite re8tringi-
da Y el hecho de que no ~ar t ic io e n ellos una amolia mavoria.
mientos sobre la verdad el bien y la belleza y al juicio del
amor universal, y así sea iluminado mejor por la maravi-
l losa sabid uría que desde siempre estaba con Dios dispo-
niendo toda s las cosas con El, jugand o en el orbe de la
tierra y encontrando sus delicias en estar entre los hijos
de los hombres. Con todo lo cual, el espiritu humano,
más libre de la esclavitud de las cosas, puede ser elevado
con mayor facilidad al culto mismo y a la contemplación
del Creador. Más todavía, con el impulso de la gracia se
dispone a reconocer al Verbo de Dios,, (CM 57).
~i na lm en te e Vemos cuán profundas raíces ha echado en la cultura la
q, De qu é manera.. . hay q ue reconocer co mo legitima la
autonomía que reclama para sí la cultura, sin llegar a un
humanisnio meramente terrestre o incluso contrario a la
misma religión?
E n m e d i o d e e s t a s a n t i n o m i a s - le e m os c o m o
respuesta- se ha de desarro llar hoy la cultu ra hum ana,
acti tud de respoñsabilidad crist iana, tratan do siempre de ele-
varla. Mediante esta actitud, el cristiano participa en la misión
de la Iglesia, qu e aun sin identificarse de m od o exclusivo e
inexcusable con alguna de las formas de la cultura, puede
entrar en com unión con las diversas formas d e cultura; comu-
nión que enriquece tanto a la Iglesia como a las diversas cultu-
. ., P X < P I
La \ L A
20
de tal manera que cult ive equil ibradamente a la persona
~ n r n w
humana integra
y
ayude a los hombres en las tareas a
cuyo cumplimiento todos, y de modo principal los cris-
t ianos, están l lamados, unidos fraternalmente en una
sola familia humana,, (CM
56 .
.Los cristianos -prosigue el texto-, en marcha hacia
la ciudad celesre deben buscar y gustar las cosas de arri-
ba; lo cual en nada disminuye, antes, por el contrario,
aumenta la importancia de la misión que les incumbe de
trabajar con todos los hombres en la edificación de un
mundo más humano. En rea lidad , el misterio de La fe cris-
tiana ofrece a los cristianos valiosos estímulos y ayudas
para cumplir con m ás intensidad su misión, y sobre todo
p r descubrir el sentido pleno de esa actividad que si-
. .y*-.
<<La uena nueva de Cristo .. purifica y eleva incesante-
mente la moral dc los pueblos. Con las riquezas de lo
alto fecunda como desde sus entrañas las cualidades es-
pirituales y las tradiciones de cada pueblo y de cada
edad, las consolida, perfecciona y restaura en Cristo.
Así, la Iglesia, cumpliendo su misión propia, contribuye,
por lo mismo, a la cultura human a y la impulsa (CM 58).
Por las razones expuestas, la Iglesia recuerda a todos
que
la cultura debe estar subordinada a la perfección inte-
gral de la persona humana al bien de la comunidad y de la
sociedad entera humana. Por lo cual es preciso cultivar el
espíritu de tal manera que se promueva la capacidad de
24
adm iración, de intuicióii, de
contempl ción
y de formar-
se un juicio personal, asi como el poder cultivar el senti-
do religioso, moca1 y social ^ (CM 59).
El Con cilio considera deberes m ás urgentes para los cris-
tiano s en torno a la cultura , especialmente, los qu e están vin-
culados a la universalización de la misma; el derecho al uso de
los bienes de la cultura debe ser reconocido a todos y actuado
en la vida (cf. CM
60 ;
en segund o lugar están las tareas que se
refieren a la educación del hombre, a una cultura integral
(cf. CM
61 .
To do esto implica la necesidad de una debida coor-
dinación entre la cultura, personal o social , y la enseñanza
principios de Justicia y equidad, exigidos por la recta ra-
zón,, (C M 63 .
La constitución pastoral hace referencia a la ética social ca-
tólica
en su totalidad , para resaltar solamente algunos princi-
pios esenciales válidos para formar la responsabilidad cristiana
en este sector tan vasto y dificil.
Respecto al desarrollo económico
af i rma, ante todo, que
éste debe estar esencialme nte al servicio del homb re, y éste
obligado a conducirlo de forma que se el iminen las ingentes
disparidades económicas (cf. C M
66 .
*<Hoymás que nunca, para hacer frente al aumen to de
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 125/176
cristiana (cf. CM 62 .
El tercer ámbito
que la consti tución
Gaudium et spes
señala
como campo de la responsabil idad crist iana es el de la
vida
económico-social.
También en la vida económico-social deben respetarse
y promoversc la dignidad de la persona humana, su en-
tera vocación y el bien de 'to da la sociedad. Porqu c el
hom bre es el au tor , el centro y el fin de toda la vida
económico-social.
La economia mod erna, com o los restantcs sectores de
la vida social, se caracteriza por una creciente domina-
ción del hombre sobre la naturaleza, por la multiplica-
ción e intensificación dc las relaciones sociales y por la
interdependencia entre ciudadanos, asociaciones y pue-
blos, asi como también por la cada vez más frecuente
intervención del poder politico. Por otra parte, el pro-
greso en las técnicas dc la producción y en la organ iza-
ción del co mercio ' y de los servicios han co nvertido a la
economia en instrumento capaz de satisfacer mejor las
nuevas necesidades acrecentridas de la familia humana.
Sin embargo, no faltan motivos de inquietud>. CM
63 .
Tam bién aquí, como en la introducción t itulada Situa-
ción del homb re en el mund o de hoy , el docu men to concil iar
expone cuáles son los diversos factores qu e produ cen los des-
equilibrios económ icos y sociales , y denu ncia las disparid a-
des que se notan en este camp o.
.<Por ello son n ecesarias m uchas reform as en la vida
económico-social y un cambio de mentalidad y de COS-
tumbres tn todos .
A
estc fin, la Iglesia, en el transcurso
de los siglos, a la luz del Evangelio, ha concretado los
población y responder a las aspiraciones más amplias
del género humano, se t iende con razón a un aumento
en la producción agricola e industrial
y
en la prestación
de los servicios. Por ello hay que favorecer el progreso
técnico, el espiritu de innovación, cl afán por crear
y
ampliar nuevas empresas, la adaptación de los métodos
productivos, el esfuerzo sostenido de cuantos participan
en la producción; en una palab ra, todo cuan to puede
contribuir a dicho progreso.
La finalidad fundam ental de
esta producción
no es el mero incremento de los produc-
tos, ni el beneficio, ni el poder, sino
el servicio del hom-
bre del hombre integral
teniendo en cuenta sus necesida-
des materiales y sus exigencias intelectuales, morales,
espirituales y religiosas; de todo hombre, decimos, de
todo grupo de hombres, sin dist inción de raza o conti-
nente. De esta forma, la actividad económica debe ejer-
cerse siguiendo sus métodos y leyes propias, dentro del
ámbito del orden moral , para que se cumplan así los
designios de Dios sobre el hombre,, (CM 64 .
La premisa fundamental de la doctrina social de la Iglesia
es la de la primacia de la ética sobre la economia. Este princi-
pio halla su expresión en el texto citado. Después, la constitu-
ción pastora l invoca algunos principios relativos al con junto
de la vida económico-social , emp ezando por el trabajo hum a-
no. A propósito de éste pone de relieve que
*El trabajo hum ano q ue se ejerce en la producción y en
el comercio o en los servicios es muy superior a los res-
tantes elementos de la vida económica, pues estos últi-
mos no t ienen otro papel que el de instrumentos. Pues el
trabajo humano, autónomo o di r igido, procede inmedia-
tamente de la persona la cual marca con su impronta la
m ~ t e r i aobre la que rrabaja
y
la somete a su voluntad Es
para el triibqindor
y
p;ir;i su taiiiilia el nicdio ordiiinrio
de subsistencin; por él el honibre se une ;i sus herniaiios
y les hace un servicio. puede prnctic;ir
ii
vcrd;idcrn
caridad y cooper;ir il perfeccion;imiento de la cre;icióii
divina. No sólo esto. S abenios quc. coi1 I I oblación dc su
trabajo a Dios, los honibres se ;isociaii ;I la propi; o bra
redentora de Jesucristo. quien dio al tr;ib;ijo uii:i digni-
dad sobreeminente Inboriindo con sus propias mimos en
Nazaret. De aqu í se deriva para tod o cl hombre el deber
de trabajar f ielmente. así como también rl derecho il
trabajo.
(CM
67).
La act i tud de responsabil idad cristiana ha sido puesta de
relieve por la doctrina del Vaticano 11 no sólo respecto a las
relaciones económico-sociales, sino tamb ién respecto a la
vida
de la comunidad política. Este es el campo y esfera ulteriores de
esa responsabilidad.
..Los cristianos tod os debe n tener conciencia de la vo-
cación particular y propia que tienen en la comunidad
política; en virtud de esta vocación están obligados a dar
ejemplo de sentido de responsabilidad y de servicio al
bien común. (CM 75 .
"En el amor a la patria y en el fiel cumplimiento de los
deberes civiles, siéntame obligados los católicos a pro-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 126/176
Corresponde a este derecho, por parte de la sociedad, el
deber de pro porcionar t rabajo y retr ibuir lo con just icia. La
const i tución pastoral se muestra f i rme contra lo que "con de-
masiada frecuencia sucede, en cambio, incluso en nuestros
dias, al estar los t rabajadores de alguna manera som etidos por
la propia actividad", mientras que, por el con trario, "hay
qu e ada pta r tod o el proceso productivo a las exigencias de la
persona y a sus formas de vida, sobre todo de su vida domésti-
ca, particularmente en relación con las madres de familia, y
teniendo siempre en cuenta el sexo y la edad de cada uno"
(CM 67 .
Junto al derecho a la retribución
se invoca
también el dere-
cho al descanso.
En los párrafos siguientes, la constitución pastoral mencio-
na el principio d e la participación d e los trabajad ores en las
empresas y en la planificación de la economía general, y brin-
da indicaciones concisas sobre el modo de resolver los conflic-
tos económico-sociales (cf. CM
68).
Siguiendo adelante en el
tema, aclara brevemente de qué m odo se ha entendido siempre
en la Iglesia, y debe entenderse hoy, el principio fundamental
sobr e el destino de los bienes terrenos en fav or de todo s los
hombres (cf . CM 69 . Un párra fo ap arte se ocupa de las inver-
siones y del dinero (cf. CM 70). El qu e sigue se refiere al pro-
blema "del ac ceso a la propiedad", explicand o en que consiste
la legitimidad d e la propiedad privada. E n este contex to, la
constitución toca el problema de los latifundios, es decir, de
las grandes propiedades de t ierra (cf . CM 71 . Todos los ele-
mentos de la ética social católica han sido introducidos en el
presente capitulo de la const i tución
Gaudium et spes
con refe-
rencia a los cristianos "aue toman Darte activa en el desarrollo
económico-socia l conte iporáneo
propugn an la justicia y la
car idad" (CM 72 .
mover el genuino bien común y hagan valer asi el peso
de su opinión, para que el poder politico se ejerza con
justicia y las leyes respondan a los preceptos de la moral
y al bien común. Los católicos, preparados en los asun-
tos públicos y fortalecidos, como es su deber, en la fe y
en la doctrina cristiana, no rehúsen desempeñar cargos
politicos, ya q ue con ellos, dignamen te ejercidos, pueden
servir al bien común y preparar al mismo tiempo los
camino s del Evangelio. (DA S
14).
El documento conciliar esclarece, al menos en sus líneas
esenciales,
cómo hay que entender lo de "preparar los caminos
al Evangelio" en la vida de la comunidad política.
De.el lo se
ocupa largamente la ktica social católica, cuyos principios fun-
damentales han sido puestos de relieve en la constitución pas-
toral. Asi, echando un vistazo general a la vida pública con-
temporánea, el capitulo IV, en la segunda parte de la consti-
tución
Gaudium e spes,
recuerda en primer lugar la naturaleza
y f in de la c omun idad poli t ica (cf . CM 74 y examina adem ás la
necesidad y las circunstancias de la colaboración de todos los
miembros de la misma a las tareas que la vida pública com-
porta y exige.
-La mejor manera de llegar a una politica auténtica-
mente hum ana es fome ntar el sentido interior de la justi-
cia, de la benevolencia y del servicio al bien común y
robustecer las convicciones fundamentales en lo que
toca a la naturaleza verd adera de 'la comu nidad p olitica
y al fin , recto ejercicio
y
limites de los poderes públicos.
(CM
73 .
' ,Esto parece ten er especial importan cia en el trasfondo
de las justas aspiraciones de nuestra época.
La conciencia más viva de la dignidad humana ha he-
245
cho que en diversas regiones del mundo surja el propósi-
to de establecer un orden político-jurídico que proteja
mejor en la vida pública los derechos de la persona,
como son el derecho de libre reunión, de libre asocia-
ción, de expresar las propias opiniones y de profesar pri-
vada y públicamente la religión. Porque la garantía de
los derechos de la persona es condición necesaria para
que los ciudadanos, como individuos o como miembros
de asociaciones, puedan participar activamente en la
vida
y
en el gobierno de la cosa pública%>CM
73).
El Concilio considera esta participación como
un derecho
y
necesidad de una condena ab soluta de cualquier clase de
guerra, asi com o de una acción inte rnacional para evitarla
(cf. CM
80-82 .
Por ende, la constitución Gaudium et spes sub-
raya, con fuerza y con firmeza, la necesidad de construir una
comunidad internacional cuya misión fundamental sea la de
conocer bien los conflictos y sus causas, juntamen te con la
búsqueda de remedios (cf. CM
83-90 . Dándose cuenta de que
las profundas raíces de los conflictos radican en las desigual-
dades económicas, el Concilio ve como tarea principal de la
comunidad de las naciones y de las instituciones internaciona-
les la colaboración en el campo económico. Ello dicta también
fórmulas detallad as respecto- a la colaboración internacional,
considerando tanto la situación de las naciones subdesarrolla-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 127/176
undeber de los cristianos y por esa razón dedica a ese tema un
capitulo entero. Al m ismo tiempo, analizando el problema de
un debido equilibrio entre comunidad política e Iglesia, subra-
ya: Hága se clara distinción entre las acciones que los fieles,
individualmente o en grupo, realizan en su propio nombre,
como ciudadanos, guiados por la conciencia crist iana,
y
las
acciones que realizan en nombre de la Iglesia en comunión con
sus pastores (CM
76 .
Sobre las relaciones entre la Iglesia y el Estado hemos de
volver.
El último problema importante de la Iglesia en el mundo con-
¡
temporáneo -la esfera casi más amplia de la responsabilidad
cristiana- ha sido afrontado en el capitulo
V
de la segunda
parte de la constitución Gaudium et spes titulado: El fomento
de la paz
y
la promocidn de la comunidad de los pueblos. L o
importante en este problema procede, por un lado, de la cons-
tatación de que la sociedad humana p or entero ha alcanzado
un mome nto sum amente decisivo en el progreso de su madu-
rez , y por otr o, por la convicción de que la huma nidad no
podrá, sin emba rgo, consumar la ob ra pretendida de construir
i
un mundo más humano para todos los hombres a lo ancho y
lo largo de toda la tierra, si los hombres no se convierten con
renovado espíritu a la verdadera paz (CM
77 .
Por eso, tras
haber explicado, a modo de introducción, cuál es la naturaleza
de la paz a la luz del derecho natu ral y de la verdad del Evan.
gelio (cf. CM
78 ,
el documento conciliar somete a un detalla-
do análisis la problemática moral de la guerra actual y desea
ante todo mentalizar en el valor inmutable del derecho natu-
ral de gentes y de sus principios universales (CM
79 .
La pro-
pia conciencia del género humano exige abstenerse de los ho-
rrores de la guerra, en particular de la guerra total. Exige, por
lo tanto, frenar la carrera de armamentos, haciendo sentir la
das, o en vias de desarrollo, como la de las sociedades más
ricas (cf. CM 86 . El docum ento presta ademá s especial aten-
ción a los problenias demográficos (cf. CM
87 .
Sobre este amplio trasfondo se dibujan las tareas del
cr~stiano:
<.Cooperen gustosam ente y de corazón los cristianos en
la edificación del orden internacional con la observancia
auténtica de las legítimos libertades la amistosa frater-
nidad con todos, tanto más cuanto que la mayor parte
de la humanidad sufre todavía tan grandcs necesidades,
que con razón puede decirsc que es el propio Cristo
quien en los pobres levanta su voz para despertar la cari-
dad de sus discípulosL,Que no sirva de escándalo a la
humanidad el que algdnos paises, generalmente los que
tienen una población cristiana sensiblementc mayorita-
ria, disfrutan de la opulencia, mientras otros se ven pri-
vados de lo ncccsario para la vida y vivcn atormentados
por el hambre, las enfermedades y toda clase de mise-
rias. El espíritu de pobreza y de caridad son gloria y
testimonio de la Iglesia de Cristo. Merecen, pues, ala-
banza y ayuda aquellos cristianos, en especial jóvenes,
que se ofrecen voluntarios para auxiliar a los demás
hombres
y
pueblos. Más aún, es deber del Pueblo de
Dios y los primeros los obispos, con su palabra y ejrm-
plo, socorrer en la medida de sus fuerzas las miserias de
nuestro tiempo y hacerlo, como era antes costumbre en
la Iglesia, no sólo con los bienes superfluos, sino tam-
bién con los necesarios,) (CM
88 .
El Concilio resalta el valor de la presencia constructiva de
la Iglesia en la comunidad internacional, presencia que contri-
47
17.-Renovocidn en u uenres
buye a reforzar en el mundo entero la paz y a poner sólidos
cimientos a la construcción de la unidad fraterna de los hom-
bres, haciendo conocer la ley divina y la natural. La Iglesia se
esfuerza en este sentido, sea a través de sus instituciones pú-
blicas, sea con la plena y leal colaboració n de tod os los cristia-
nos, anima da por el único anhelo de servir a todos (CM 89).
El documento subraya tambien la participación de todos los
cristianos cat6licos y de los hermanos separados en las institu-
ciones internacionales que tienen como finalidad la colabora-
ción en favor de la justicia y de la paz (cf. CM 90). Iustifia et
Pax: con este nombre se ha definido el órgano central de la
Iglesia posconciliar, nacido como fruto de la inspiración y de
doctrinal
Sin embargo, sabem os bien que estos dos aspectos se
compenetran recíprocamente. La tarea de los estudiosos en
teología moral será la de dar a conocer el fundamento doctri-
nal propio de las actitudes que, según el pensamiento del Vati-
cano
11, deben realizarse. A unqu e el Concilio se haya absteni-
do de tratar muchos problemas que son objeto de discusión y
de investigación en el ca mp o de la ética y de la teología m oral,
sin embargo, ha puesto nuevamente de relieve el carácter per-
sonalístico y a la vez universalístico de la moral, que, pertene-
ciendo al Evangelio, corresponde a las exigencias de
questro
tiempo.
Por eso, la acti tud que hemos tratado de esbozar en este
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 128/176
la exhortación de la constitución pastoral. Su misión es ante
todo la de educar y cumplir la misión cristiana de la paz:
(.Nada les aprovecha (a los rectores de los pueblos) tra-
bajar en la construcción de la paz mientras los senti-
mientos de hostilidad, de menosprecio y de desconfian-
za, los odios raciales y las ideologias obstinadas, dividen
a los hombres y los enfrentan entre si. Es de suma ur-
gencia proceder a una renovación en la educación de la
mentalidad y a una nueva orientación en la opinión pú-
blica. Los que se entregan a la tarea de la educación,
principalmente de la juventud, o forman la opinión pú-
blica, tengan como gravisima obligación la preocupa-
ción de formar las mentes de todos en nuevos sentimien-
tos paci f icos . Tenemos todos que cambiar nuest ros
corazones, con los ojos puestos en el orbe entero y en
aquellos trabajos que todos juntos podemos llevar a
cabo, para que nuestra generación mejore,, (CM 82).
El Concilio Vaticano 11 se ha abstenido de tratar en pro-
fundidad y, a la vez, detalladamente los problemas éticos, tal
com o parecian indicar los primeros esquemas de los documen-
tos preparados para las deliberaciones. Toda la problemática
de la moral crist iana ha contribuido, en cambio, a orientar
fundam entalmente al Concilio y se expresa sobre todo en am -
bos documentos centrales del Vaticano 11. Basta oensar en la
~
~~
~
doctrina referente al P ueblo de Dios y a su m isión, que consti-
tuye la forma concreta de la presencia de la Iglesia en el mun-
do contemporáneo. La acti tud de identidad humana y de
responsab ilidad cristiana es el eleme nto integrante de la mi-
sión del Pueblo de Dios, sin el cual no podemos hablar de su
autkntica realización. El modo de concebir
y
de proponer los
contenidos dticos que el Concilio ha escogido es más pastoral que
248
capítulo tiene un importante significado para la actuación del
Concilio. Definién dola com o actitud de identidad humana ,
tocamos, según parece, un punto especialmente sensible para
el hombre de hoy, y señalamos también de qué modo esta
identidad huma na sea base no sólo de la solidaridad huma-
na, subrayada frecuentemente por el Vaticano 11, sino, sobre
todo, de una auténtica responsabilidad cristiana . El cristia-
no alcanza su identidad hum ana cuan do en los diversos cam-
pos de su vida permanece fiel a la ley de la caridad. Entonces
la identidad humana del cristiano coincide con la participación
en el misterio de Cristo y su misión. Ambas actitudes se com-
penetran recíprocamente. Cristo, de quien el Vaticano 11 afir-
ma que descubre
...)
plenamente el hombre al hombre (CM
22), no disminuye la identidad huma na d e ninguno de los que
participan en su misterio, antes, por el contrario, la profundiza
y enriquece. Asi, pues, la actitud de identidad h uman a es para
el cristiano la característica esencial de su fe viva.
Todo lo que, extraído del tesoro doctrinal de la Igle-
sia, ha propuesto el Concilio, pretende ayudar a todos
los hombre s de nuestros días , a los que creen en Dios y a
los que no creen en El de forma explicita, a fin de que,
con la más clara percepción de su entera vocación, ajus-
ten mejor el mundo a la superior dignidad del hombre,
tiendan a una fraternidad universal más profundamente
arraigada y, bajo el impulso del amor. con esfuerzo ee-
neroso y unido, respondan a las urgentes exigencias de
nuestra edad. (CM 91).
C PITULO
V
ACTITUD ECUMENICA
La acti tud ecuménica ha enc ontrado en la doctrina del Va-
ticano 11 no sólo su expresión, sino también una profunda y
art iculada motivación, brindada por la doctrina sobre la Igle-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 129/176
sia com o pueblo universal de Dios. E l Vaticano 11, señalando
en la Iglesia esta conciencia, conforma
ipso facto
la actitud
ecuménica entendiéndola en su sentido más amplio. i bien en
el sentido estricto del t4rmino. esta actitu dseña la la relacidn con
los crisrianos seporados sin embargo en cierto modo expresa
tombién la relación con las religiones no cristianas.
Cosa que
viene confirmada por la respectiva declaración.
-En nuestra época, en la que el género humano se une
cada vez más estrechamente y aumen tan los vinculos en-
tre los diversos pueb los, la Iglesia considera con, mayor
atención en qué consiste su relación con respecto a las
religiones no cristianas. En su misión de fomentar la
unidad
y
la caridad entre los hombres, aún más, entre
los pueblos, considera aqui, ante todo, aquello que es
com ún a los hom bres condu ce a la mutu a solidaridad.
(DRNC 1) .
Podem os decir que estas palabras encierran el fond o huma-
nistico del ecumenismo entendido en el sentido mas amplio.
Hallamo s también aqui la confirmación de esa acti tud de iden-
tidad humana
y
de solidaridad de la que antes nos hemos
ocupado.
Esta ac ti tud, sin emb argo, t n la doctrina del Vaticano 11,
tiene
sobre iodo un profundo sentido religioso.
Todos los pueblos forman una com unidad, t ienen un
mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el
género humano sobre la haz de la tierra,
y
tienen tam-
bién el mismo fin último, que es Dios, cuya providencia,
manifestación de bon dad designios de salvación se ex-
tienden a todos, hasta que se unan los elegidos en la
25
1
ciudad santa, que será i luminada por el resplandor de
Dios
y
cn la que los pueblos caminarán bajo su luz.
Los hombres esperan de las diversas religiones la res-
puesta a los enigmas recónditos de la condición humana,
que hoy com o ayer conmueven int imamente su corazón:
¿Qué es el homb re? ;,Cuál es el sentido y el fin de nuestra
vida? ¿Qué es el bien y qué el pecado? ¿Cuál es el origen
y el fin del dolor? ;,Cuál es el camino para conseguir la
verdad era felicidad? ¿Qué es la mue rte, el juicio, cuál
la retribución desp ués de la mue rte? $uál es, finalmen-
te, aquel último e inefable misterio que envuelve nuestra
existencia, del cual procedemos y hacia el cual nos diri-
gimos?,, (DRNC 1).
hombrc para con Dios Padre
y
la relación del hombre
para con los hombres sus hermanos están de tal forma
unidas, que, c omo dice la Escri tura,
elq ue no ama no ha
conocido o Dios ( I Jn 4.8 . Así se elimina el fundamento
de toda teoria o práctica que introduce discriminación
entre los hombres y entre los pueblos en lo que toca a la
dignidad humana
y
a los derechos que de el la dima nan.
La Iglesia, por consiguiente, reprueba como ajena al es-
piritu de Cristo cualquier discriminación o vejación re-
alizada por motivos de raza o color, de condición o reli-
gión,, (DRNC
5).
< < Poro demás, C risto, como siempre lo ha profesado y
profesa la Iglesia, abrazó voluntariam ente, movido po r
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 130/176
La conciencia d e lo que une e ntre sí a los seguidores de las
diversas religiones, incluso no cristianas,
inspira un sentido de
unidad
y
predispone a superar las reclprocas resistencias.
c o m o
se dice en la declaración conciliar. Así, por ejemplo:
La Iglesia mira también con aprecio a los musulma-
nes... Si en el transcu rso de los siglos surgieron n o pocas
desavenencias y enemistades, el sagrado Concilio exhor-
ta a todo s a q ue, olvidando lo pasado, procuren sincera-
mente una mutua comprensión, defiendan y promuevan
unidos la justiciasocial, los bienes morales, la paz
y
li-
ber tad para todos los hombres* (DRNC 3 .
El Concil io toma el significado de la act i tud ecuménica,
entendida en sentido amplio, incluso en el camp o de la respon-
sabil idad temporal , que los crist ianos aspiran a compart ir con
todos.
Por lo que respecta a las relaciones con los seguidores de la
religión del An tiguo Testam ento , el Conc ilio, escrutan do el
misterio de la Iglesia ... recuerda el vinculo con el que el pue-
blo del Nuevo Testamento está l igado espiri tualmente a la es-
t i rpe de Abrahán (DR NC 4) .
<'Como es, por co nsiguiente, tan g rande el patr imonio
espiri tual , com ún a crist ianos y judíos, este sagrado
Concil io quiere comentar y recomendar el mutuo cono-
cimiento y aprecio entre el los, que se consigue, sobre
todo, por medio de los estudios bíbl icos y teológicos y
con el diálogo fraterno. (D RN C 4).
..No podem os invocar a Dios, P adre de todos, si nos
negam os a conduc i r nos f r a t e r na l m en t e con a l gunos
hombres, creados a imagen de Dios. La relación del
inmensa carida d, su pasión y muerte por los pecados de
todos los hombres, para que todos consigan la salva-
ción. Es, pues, deber de la Iglesia, en su predicación,
anunciar la cruz de Cristo com o signo del amor univer-
sal de Dios com o fuente de toda gracia,, (DR NC 4).
Asi también,
en la actitud ec uménica radica la fe en la pater-
nidad de Dios que obrara al universo y la redención de Cris to.
que es don para todos los hombres sin excepción. La auténtica
actitud ecuménica es expresión de esta fe, de ella brota y se
hace test imonio de su profundización. Al mismo t iempo esta
actitud manifiesta el profundo amor hacia el hombre, cuya
libertad interior respeta, esa libertad responsable que co-
rresponde a la convicción int ima sob re la verdad, sobre todo
en el cam po religioso , co mo afirm a el Con cilio en su declara-
ción sobre la libertad religiosa.
<.Este Concilio V aticano declara que la person a hum a-
na tiene derecho a la libertad religiosa ... Declara, ade-
más, que el derecho a la libertad religiosa se funda real-
mente en la dignidad misma de la persona humana, tal
como se la conoce po r la palabra revelada de Dios
y
por
la misma razón,, (DLR 2).
#.Por tanto , n o se le puede forzar (al hom bre) a obr ar
contra su conciencia ni tampoco se le puede impedir que
obre según ella, principalmente en materia religiosa.)
( D L R 3).
<.Por consigu iente, el derech o a la libertad religiosa no
se funda en la disposición subjetiva de la persona, sino
en su misma naturalezas, (DLR 2).
Esto está de acuerdo también con la esencia misma de la fe:
<*E stá, or con siguiente, en total acue rdo con la índole
de la fe excluir cualquier género de coacción por parte
de los hombres en materia religiosa,) (DLR
10).
Asi lo enseña la declaración conciliar, esclareciendo el
principio de la libertad religiosa a la luz de la revelación. Por-
que éste fue el modo de obrar de Jesucristo y éste el camino
que siguieron los apóstoles.
#<Laglesia, por consiguiente. fiel a la verdad evangélica,
sigue el camino de Cristo y de los apóstoles cuando reco-
noce
y
promueve el principio de la libertad religioso como
conforme a la dignidad humana a la revelación de Diosn
(DLR 12).
do res . h;i ciiipez;id o rcciciitciiic iitc iiifuiidir con iii:iyor
:ibund;iiicio rii los cristi;iiios dcsuiiidos ciitrc
s
cl ; rrc-
peiitiniieiito
y
el deseo de la utiióii P;irticip;iii eii cstc
nioviniieiito dc
I i
unid;id.' Il:ini;ido ecun iéiiico, los qu e
iiivociin ;iI Dios triiio y conlies;iii .lesus Señ or y S;ilv;i-
dor : y no sólo c;id;i uiio iiidividuiiliiie~itc. iiio t;iiiihiéii
congregodos eii iisomhleiis. eii las que oyeron cl Eviitige-
lio y
;i
1:)s que c ad a u no 1l:ini:i 1glesi;i suy n
y dc
Dios. Siii
em barg o. casi tod os. iiuiique de ni;iiier:i distiiitn. iispiroii
I una 1glesi:i de Dios úiiic:~y visible que se: verd ;idrr;t-
mzntr. uiiivers;il y eiivi;id:i ;I todo el niundo.
n
f in de quc
el mundo se convierta
iil
Ev aiig elio y de esta ni:iiier:i se
salve pira glorin de Diosv (DE 1).
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 131/176
Y añade el Vaticano 11:
t<Aun que en la vida del Pue blo de Dios, peregrino a
través de los avatares de la historia humana, se ha dado
veces un c ompo rtamiento m enos conforme con el espi-
r i tu evangélico, e incluso contrario a él , no obstante,
siempre se mantuvo la doctrina d e la Iglesia de que nadie
debr ser forzado a abrazar la fe, . (DLR 12).
Si el amo r al ho mb re exige el respeto de la "libertad res-
ponsable" en el campo religioso,
debe también buscar las vías
de aproximacidn, e incluso las de una real unidad,
especialmente
entre los seguidores de Cristo. Por eso:
.<Promover a restauración de la unidad entre todos los
crist ianos es u no de los principales propósi tos del Conci-
lio ecuménico Vaticano 11. Porque una sola es la Iglesia
fundada por Cristo Señor; muchas son, sin embargo, las
comuniones cristianas que a si niismas se presentan ante
los hombres como la verdadera herencia de .Jesucristo;
todos se confiesan discipulos del Señor, pero sienten de
modo di s t in to
y
siguen caminos diferentes, como si Cris-
to mismo estuviera dividido. Esta divisióii contradice
abiertamente a la voluntad de Cristo, cs un escándalo
para el mundo y daíia la causa santisima de la predica-
ción dcl Evangelio a todos los hombres,, (DE 1).
El decreto concil iar acerca del ecumenismo, constatando
en el proemio el hecho histórico del cisma, afirma que en nues-
tros tiempos crece entre los cristianos el deseo de unidad.
<.Pero el Señ or de los siglos, que sabia y pacientemente
continúa el propósi to de su gracia sobre nosotros peca-
54
En el capitulo
1
el decreto conciliar formula los principios
católicos del ecumenismo. Sucesivamente, el capitulo 11 trata
de la introducción del ecumenismo en la vida, el cual tiene
fundamental importancia para la formación de la acritud ecumé-
nico en la Iglesia.
Tras haber aludido a las escisiones que se
produjeron ya en su dia en tiempo de los apóstoles, el docu-
mento pasa a los acontecimientos de los tiempos posteriores,
t ras las cuales "comunidades no pequeñas se separaron de la
plena comunión con la Iglesia católica, seguramente no sin
culpa de hombres de ambas partes" ( DE 3 . D i ~ a m o sn segui-
da Que de estas coiiiunidadcs cristianas sepdra&ds. en 0r ie G e
Occidcnt r . habla am ~l ia me nre l cn ~i tu lo 11 del dccrc to . Por
tanto, recogemos la afirmación de que quienes nacen y son
instruidos en la fe de Cr isto en esas com unidades, no pueden ser
acusados del pecado de separación.
y
la Iglesia cardlica los abra-
za con fraternal respe to
y
amor.
Más a ún, po r parte de los hi jos
de la Iglesia católica, son justamente reconocidos co mo her-
manos en el Señor"
(DE 3 . Existe una auténtica convergencia
entre esta afirmación y la primera, que hemos ci tado tomán-
dolas de la declaración sobre la libertad religiosa.
Subrayando el sentido de especial fraternidad entre los
cristianos separados, el Vaticano 11 señala el fundamento obje-
tivo de la unión que existe entre ellos. Si, por lo tanto, por una
parte , "a causa de las divergencias. que de diversos modo s se
dan entre ellos y la Iglesia católica, sea en el campo doctrinal
y a veces, en el disciplinario, sea acerca de la estructura de la
Iglesia, no pocos, y a veces graves impedimentos se oponen a
la plena comunión eclesial, a la superación de los cuales se
dirige el
movimiento ecuménico
( D E 3 ) , por otra, al mismo
tiempo, esre movimien to se funda en elementos de auténtica
unidad.
55
*.Además de los elemento s o bienes que coniuntam ente
edifican y dan vida a la propia Iglesia, pueden encon-
trarse algunos, más aún, muchísimos y muy valiosos,
fuerlr del recinto visible de la Iglesia católica: la palabra
de Dios cscrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y
la caridad, y otros dones interiores del Espíritu Santo y
los elementos visibles: todas estas realidades, que provie-
nen de Cristo y a El conducen, pertenecen por derecho a
3 única Iglesia de Cristo. Los hermanos separados de
nosotros pract ican también no pocas acciones sagradas
de la religión cristiana, las cuaies, de distintos modos,
según la diversa condición de cada Iglesia o comunidad,
pueden, sin duda, producir realmente la vida de la gracia
La fe en la Iglesia apostólica, guiada por el Espíritu Santo,
es, por tanto, para el Concilio, la base sobre la cual debe apoyar-
se la acción ecuménica:
el santo Concil io exhorta a todos los
fieles católicos a que, reconociendo los signos de los tiempos,
participen decidida mente en la obra ecuménica (D E 4). Por
lo tanto, el Concil io no sólo aprueba, sino que también sol ici ta.
El principio básico del ecumenismo, que dice cuán necesa-
ria sea la acción ecuménica, viene a continuación aclarado más
detalladamente, lo cual tiene un significado esencial para pre-
cisar la actitud ecuménica.
.<Por m ovimiento ecu ménico se entienden las activi-
dades e iniciativas que, según las variadas necesidades de
la Iglesia y las cara cterís ticas de la époc a, se suscitan y se
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 132/176
y hay quc considerarla apta para abrir el acceso a la
comunión de la salvación. Por ello, las Iglesias y comu-
nidades separadas, aunque creemos que padecen defi-
ciencias, dc ninguna manera están desprovistas de scnti-
d o y va lor en el m isterio de la salvación. Porque el
espíritu de Cristo no rehúsa servirse de ella como medio
de salvación, cuya virtud deriva de la misma plenitud de
gracia y de verdad qu e fue confiada a la Iglesia católica^>
.
Uk
.
<<Sin mb arg o -afirma seguida mente el decreto conci-
liar sobre el ecumcnismo-,
los hermanos separados de
nosotros,
ya indiv idualme nte, ya sus comunidad es e Igle-
sias,
no disfrutan de aquella unidad que Jesucristo quiso
dar a todos aquellos que regeneró
y convivificó para un
solo cuerpo y una vida nueva, y que la Sagrada Escritu-
ra y la venerable Tradición de la Iglesia confiesan. Por-
que úiiicamente por medio dc la Iglesia católica de Cris-
to , que es e l auxi l io genera l de sa lvación, puede
alcanzarse la total plenitud de los medios de salvacióri.
Creemos que el Señor encomen dó todos los bienes de la
Nueva Alianza a un único Colcgio apostólico, al que
Pedro preside, püra constituir el único Cuerpo de Cristo,
al cual es necesario que se incorporen plenamente todos
los que de algún modo pertenecen al Pueblo de Dios.
( D E 3 .
La fuente de esta unidad es el Espíritu Santo:
<<El spíritu S anto , que habita en los creyentes y llena y
gobierna a toda la Iglesia, realiza esa admirable unión
de los fieles y tan estrechamente une a todos cn Cristo,
qu e es el principio d e la unidad de la Iglesia>> DE 2).
ordenan a favorecer la unidad de los cristianos. Tales
son, en primer lugar, todos los esfuerzos para el iminar
palabras, juicios y acciones que n o responden, según la
justicia
y
la verdad, a la condición de los herman os sepa-
rados, y que, por lo mismo, hacen más difíciles las rela-
ciones mutuas con ellos; en segundo lugar, en las reunio-
nes de los cristianos de diversas Iglesias o comunidades,
organizadas con espíritu religioso: el
dióloao
entablado
entre peritos bien p;eparados;en e¡ qu e cada uno explica
con mayor profundidad la doctrina de su comunión y
presenta con claridad sus caracteristicasn (DE
4 .
De es te modo,
la actitud ecum6nica
debe caracterizarse en
Í
primer lugar por un respeto total hacia los hombres. por la dis-
ponibilidad a encontrarse y a colaborar con ellos, y también por
el diálogo . es decir, por el intercambio sobre tem as doctrina-
les, lo que obviamente presupone una debid a preparac ión teológ i-
i
ca;
este diálogo , este intercamb io de opinione s, que tiene
como finalidad la conciencia recíproca, debe, sobre todo, estar
empapado de orac ión.
Los católicos, en la acción ecuménica, deben, sin
duda, preocuparse de los hermanos separados, orando
por ellos, tratando con ellos de las cosas de la Iglesia y
adelantándose a su encuentro (DE 4 .
Se t ra ta no sólo
de la oración por los hermanos separados,
sino también de la que se hace junta con ellos.
a f in de impetrar
la unidad de la Iglesia.
*Es cosa habitual entre los católicos reunirse con fre-
cuencia para aquella oración por la unidad de la Iglesia
qu e el mismo Salvad or, la víspera de su muerte, dirigió
57
enardecido al Padre: Que todos sean uno (Jn 17,21). Es
licito, e incluso deseable, que los católicos se unan con
los hermanos separados para orar en ciertas circunstan-
cias especiales, com o son las oraciones por la unidad y
en las asambleas ecuménicas. Estas oraciones en común
son medio extraordinariamente eficaz, s in duda, para
impetrar la gracia de la unidad y expresión genuina de
los lazos que siguen uniendo a los católicos con los her-
manos separados: Donde hay dos o tres reunidos en mi
nombre. alli est oy yo en medio de ellos ( M t 1 8 , 2 0 ) ~DE 8) .
Podemos, finalmente, decir que el Concilio, en toda su ac-
ción ecu m~ nic a, ubraya. con claridad, el primado de la oración.
espiritual y a una profunda conversión. Por
eso, el decreto con-
ciliar se expresa así respecto a los católicos:
<.Pero, antes que
nada, los católicos, con sincero y
atento ánimo, deben considerar todo aquel lo que en la
propia familia católica debe ser renovado y llevado a
cabo para que la vida católica dé un más fiel y más claro
testimonio de la doctrina y de las normas entregadas por
Cristo a través de los apóstol es^^ ( DE
4 .
Seguidamente el texto afirma:
*Aunque la Iglesia católica se halla enriquecida con
toda la verdad revelada por Dios y todos los medios de
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 133/176
<*Este agrad o Concilio se declara consciente de que
este santo propósito de reconciliar a todos los cristianos
en la unidad de la una y única Iglesia de Cristo excede
las fuerzas y la capacidad humana. Por eso pone toda su
esperanza
en la oración de Cristo por la Iglesia, en el
amor del Padre para con nosotros. en la virtud del Espiritu
Santo.
Y
la esperanza no quedará fallida. uues el amor
de Dios se ha derramado e-n nuestros corazones por la
virtud del Espiritu Santo , qu e nos ha sid o dad o (Rom
5 , 5 ) ~ D E 24 .
Precisamente aquí es evidente m ás aún el lazo entre actitud
ecuménica y to do el proceso del enriquecimiento de la fe, que
debe c ond ucir desde el Vaticano 11 al futur o de la Iglesia como
Pueblo de Dios. El Concilio es muy consciente de que los cis-
mas ocurridos a lo largo de la historia han tenido una profun-
da incidencia en el alma humana
y
en la organización de las
comunidades separadas. Humanamente parecían i rreversibles
e insuperables. Sin embargo, hay que recordar que la acción
ecuménica y la auténtica actitud ecuménica sólo pueden nacer
de la esperanza, guiada por la fe, de que la Iglesia, dividida
por los hombres, es en el pensamiento y en la voluntad de
Cristo una sola; de la esperanza de que los homb res, con
ayu da de la gracia pese a las actuales divisiones, lo mismo
que a las antiguas, logren alcanzar un día esa unidad que la
Iglesia tiene en el peiisamiento
y
en la voluntad de Cristo.
humildeme mente, por tanto, pedimos perdón a Dios y
a los hermanos separados, as¡ como nosotros perdona-
mos a quienes nos hayan ofendido,, (DE 7).
El prim ado de la fe y de la esperanza, así como la primacía
de la oración, están vinculados a la necesidad de una renovación
258
la gracia, sin embargo, sus miembros no viven con todo
el fervor que tales riquezas exigen; tanto que el rostro de
la Iglesia resplandece menos ante nuestros hermanos
separados y el universo mundo, y se retrasa el creci-
miento del reino de Dios., (DE
4 .
Y
en otro lugar leemos:
%'El auténtico ecumen ismo no se d a sin la co nversión
interior. Porque es de la renovación interior, de la abne-
gación propia y de la libérrima efusión de la caridad de
donde brotan y maduran los deseos de la unidad. Por
ello debemos implorar del Espiritu divino la gracia de
una sincera abnegación, humildad y mansedumbre en
servir a los demás y de un espíritu d e liberalidad fra terna
con todos ellos.
Recuerden todos los fieles que tanto mejor promove-
rán e incluso practicarán la unión de los cristianos
cuanto mayor sea su esfuerzo por vivir una vida más
pura según el Evangelio. Porque cuanto más estrecha
sea su comunión con el Padre, el Verbo y el Espiritu
San to, más Ínt imamente y más fáci lmente podrán aumen-
tar la mutua verdad,, (DE 7).
*Esta conversión del corazón y santidad de vida, junto
con las oraciones públicas y privadas por la unidad de
los crist ianos, han de considerarse como alma de todo
el
movimiento ecuménico y, con toda verdad, pueden Ila-
marse ecumenismo espiritual,, (DE 8).
Si hablamos de la act i tud ecuménica como de uno de los
elementos de la realizacibn del Concilio Vaticano 11 es necesa-
rio situar en primer plano precisamen te este ecumen ismo espiri-
tual . La obra de renovación de la Iglesia y de la unión de los
cristianos tiene aquí su sólido fund;imento. Ciert:imente, no
todos pueden piirticipar en el diálogo ecuménico, pero si todos
pueden part icipar dentro de
I:i
Iglesia en el "ecumenismo espi-
ritual". No está fuera de lugar advertir que -por lo qu e res-
pecta a la distinción entre orientación vertical y horizontal-
el Vaticano atribu ye a la primera, a la vertical. un valor
preeminente
y de ella deriva la función del "diálogo ecuméni-
co". La unión de los cristianos puede, efectivamente. ser sólo
fruto de la gracia. signo del perdón por partc de Dios. Debe-
mos. pues, ante todo. implorarla y merecerla. Todos los es-
fuerzos real izados horizontalmente pueden recibir de sólo
Dios la fuerza indispensable
y
el auténtico s ign ific~ do ecu-
ménico".
pan en tales reuniones, bajo la vigilancia de los prelados,
sean verdaderos peritos. De este diálogo brotará un co-
nocimiento más claro del verdadero carácter de la Igle-
sia católica. Por este camino se llegará a un conocimicn-
lo más exacto de l a menta l idad de los hermanos
separados, y éstos, a su vez, obtendrán una exposición
más adecuad a de nuestra fe) , (DE 9).
Tras haber puesto en guardia contra un "falso irenismo":
"nada más ajeno al ecumenismo que el falso irenismo" (DE
II), el Vaticano 11 formula los principios positivos de que hay
que servirse en el diálogo ecuménico. sobre todo por parte de los
teólogos católicos.
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 134/176
No quiere esto decir que el Concilio infravalore la necesi-
dad de acción y de diálogo por parte de todos. Al contrario:
.'Este sagra do Concilio adv ierte con gozo que la p;irti-
cipación de los fieles c;itólicos en la labor ecuménic:~
aunienta a diiirio,
y I;i
recomienda a los obispos de todo
el mundo para que I;i promuevan diligentemente y la
diri jan con prudencia, , (DE
4 .
l
<'La preocup ación po r el restablecimiento d e la unión
es cosa de toda la Iglesia. cuan to de los postores, y aft-c-
,:
ta a cada uno según su propia capacidad. ya sea en la
vida cristiana diaria. ya en las investigaciones teológicas
I
e históricas.
Este cuidado evidencia ya de alguna manera
i
la unión fraterna que existe e ntre todos los cristianos
lleva a la plena y perfecta unidad según la benevolencia de
Dios), (DE 5 ) .
<.Hay que c onoce r la disposición de á nim o de los her-
manos separados. Para lo cual se requiere necesariamen-
j
te un estudio que ha de realizarse según la verdad y con
1
espíri tu benévolo* (DE
9).
Es obvio q ue la aproximación no es posible sin un conoci-
miento reciproco. Se trata, sin embargo, de un conocimiento
reciproco que sirva para aproximarse.
<<Lo s atól icos, debidamente preparado s, deben adqu i-
rir un mejor conocimiento de la doctrina y de la historia,
dc la vida espiritual y cultural, de la psicología religiosa
y de la cultura propia de los hermanos. Para lograr tal
conocimiento ayudan mucho las reuniones de entrambas
partes para tratar de cuestiones principalmente teológi-
cas en u n nivel de igualdad, con tal que los que part ici-
.Aparte de esto, en el diálogo ecuménico, los teólogos
católicos, afianzados en la doctrina de la Iglesia, al in-
vestigar con los hermanos separados sobre los divinos
misterios, deben proceder con amor a la verdad, con ca-
ridad
y
con humildad. Al comparar las doctrinas, re-
cuerden que existe un orden o 'Yerarquía en las verdades
de la doctrina católica, ya que es diverso el enlace de
tales verdades con el fund am en to de la fe cristiana. De
esta manera se prepara el camino por el que todos, ani-
mados por esta fraterna competencia, se est imularán
para un conocimiento más profundo y una exposición
más clara de las irrastreables riquezas de Cristo.> (D E 11).
Con estas palabras se perfila una cierta metodología para
los estudios sobre ecumenismo, lo qu e t iene mucha importan-
cia para el diálogo teológico. No se puede, por lo demás, per-
der de vista el hecho de que "muchos de los crist ianos no
siempre
entienden el Evangelio en el campo moral
de la misma
manera que los católicos, ni admiten las mismas soluciones
para las cuestiones más dificiles de la sociedad de hoy" (DE
23). Este hecho confirma la necesidad de evitar el falso irenis-
mo que, t rae una apariencia de que casi nada se diferencia. Lo
que, por otra parte, no impide constatar que los hermanos
separado s desean "como n osotros adherirse a la palabra de
Cristo como a la fuente de la virtud cristiana, y obedecer al
mandato del Apóstol : ¡Cuanto hagáis, de palabra o de obra,
hacedlo todo en nombre del Sei ior Jesús, dando gracias al
Dios Padre por medio de El (Col 3,17) . Y el decreto
concluye:
<'De aquí puede partir el diálogo ecuménico sobre la
aplicación moral del evangelio^^ ( D E 23) .
Lerreno
110
obsta nte algunas diferencias señala- nos. La vía de la cooperac ión ecuménica parece más cercana y
das por
texto arriba citado respecto al mod o de interpretar directam ente accesible qiie la via del diálogo teológico. ye nd o
el Evang elio en su aplicación moral -, el Va tican o 11 ve por estas vías deb em os obse rvar con deta lle la cohere ncia con
amplias posibilidades de cooperación ecuménica. Porque
la verdad, para no trans form ar el ecumenismo en falso irenis-
mo e indiferentismo práctico. Po r eso este santo Conc ilio
<<L a común- fe con la que se cree en Cristo pro-
desea tan insistentemente que las iniciativas de los hijos de la
duce frutos de alabanza y de acción dc gracias Por 10s
Iglesia católica procedan juntamente con las de los hermanos
beneficios recibidos de Dios; únesele también un vivo
separados, sin que se pongan obstáculos a los caminos de la
sentido de justicia y una sincera caridad para con el pró-
Providencia y sin que se prejuzguen los futuros impulsos del
jimo. Esta fe activa ha producido no pocas instituc¡oneS
Espíritu Santo (D E 24); com o exhorta a los fieles a abste-
para socorrer la miseria espiritual
Y
corp oral, par;* c u l t i
nerse de cualquier ligereza o celo imprudente que puedan per-
var
la educüción de la juventud, para humanizar las con-
judicar el verdadero progreso de la unidad. Desde luego, sudiciones sociales de la vida, para establecer la paz en el
acción ecuménica no puede ser más que plena y sinceramente
mundo,) (DE
23).
católica, esto es, fiel a la verdad que hemos recibido de los
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 135/176
. < ~ aglesia católica -leemos en la cons titució n Gau-
apóstoles de 10s padres, y coherente con la fe que la Iglesia
dium et S ~ S - de buen grado estima mucho todo
1
que
católica ha profesado siempre, y a la vez inclinada a esa pleni-
en este ord en ,han hecho y hace11 las dem ás Iglesias
tris
tud con la que el Señor quiere que crezca su Cuerpo en el
tianas o comunidades eclesiásticas coii su obra de cola-
curso de los siglos (D E 24).
boración . (CI 40).
La fidelidad a la verdad apostólica
y
la conform idad con la fe
~~t ~ torea común se reduce, en definitivo, a hacer más hu-
que ha profesada siem pre la Iglesia impone afrontar con toda
mana
la familia de los hombres
y
su historia (CM 40).
i diligencia la cuestión de la comm unicario in sacris .
<<E sta ooperación de todo s los cristianos -manifiesta
el dec reto sobre el ecum enismo - expresa .con viveza la
unión que ya los vincula entre si y expone a más plena
luz el rostro de Cristo siervo. Esta cooperación, vigente
ya en no pocas naciones, debe ir perfeccionáiidose cada
vez más , sobre to do en las regiones que están viviendo la
evolución social o técnica, en la recta estimación de la
dignidad de la persona h um ana , en la promoc ión del
bien de la paz, en la aplicación social continuada del
Evangelio, en el desarrollo de las ciencias y de las artes
con espiritu cristiano, y también en el uso de toda clase
dc remedios contra las desgracias de nuestra época,
como son el hambre
y
las calamidades, el analfabetismo
y la miseria, la escasez de viviendas y la injusta distribu-
ción de los bicnes. Por medio de esta cooperación, todos
los que creen en Cristo pueden aprender con facilidad la
manera de conocerse mejor los unos a los otros
y
de
apreciarse más y de allanar el camino a la unidad de los
cristianos,) (DE 12).
La via de la aplicación moral del Evangelio trazada po r el
Concilio Vaticano 11 debe, como veremos, sewir al mundo
contemporáneo y, al tiempo, facilitar la unión de los cristia-
<<Sin mba rgo, n o es licito considerar la comunicación
en las funciones sagradas como un medio que pueda
usarse indiscriminadamente para restablecer la unidad
de los cristianos. Esta comunicación depende principal-
mente de dos principios: de la sigiiificación obligatoria
de la unidad de la Iglesia
y
de la participación en los
medios de la grac ia. La significación de la unidad proh ibe
la mayoría de las veces esta comunicación. La necesidad
de proc urar la gracia la recomienda a veces. (D E
8).
Tal vez este pasaje pone en evidencia, más que cualquier
otro, la complejidad de la auténtica actitud ecuménica. Desde
luego, manifiesta no sólo la aspiración a la unidad, incluso la
tendencia a manifestar en qué medida esta unidad entre los
cristianos supera ya toda división, sino también el deber de
respetar la disciplina de la fe, así como la coherencia con la
verdad realmente profesada por diversas comunidades. Sin el
ieconocimiento de esta disciplina y de esta coherencia, lo úni-
co que se hace es perjudicar el verdadero pro greso de la uni-
dad , com o afirm a el decreto conciliar en el texto que acaba-
mos de citar (cf. DE 24). La disciplina de la fe y la coherencia
con la verdad profesada n o contradicen en nad a el principio
18. Renovación
n us fu nt s
agustiniano d e in necesariis u nitas. in dubiis libertas. in omnibus
caritas.
'<Conserv ando la unidad en lo necesiirio -en se ri a el
decreto-, tod os eil la Iglesia. según la funcióil enc o-
mendada a cada uno, guarden la debida l ibertad. tanto
en las varias formas de vida espiritual y de disciplina
como en la diversidad de ritos litúrgicos. e incluso en la
elaboración teológica de la verdad revelada: pero practi-
quen en todo la caridad. Porque. con este modo de pro-
j
ceder. todos manifestarán cada vez más plenamente la
auténtica catolicidad. al mismo tiempo que la apostolici-
da de la Iglesia. (D E
4 .
En ot ro lugar, el decreto subraya que las divisiones de
.Todas estas coszis. cuan do son realizadas prudente
pacientemente por los fieles de la Iglesia c:itólic;i biijo
I i
vigilancia de los pastores, contribuyen al bien de la justi-
cia y de la verdad. de la concordia
y
de la colaboración.
del espíritu fraterno y de la unión; .para que por este
camino. poco a poco. superados los obstáculos que im-
piden la perfecta comunión eclesiástica. todos los cristia-
nos se congreguen en
3
única celebración de la Eucaris-
tía, para que aquella unidad de una
y
única Iglesia que
Cristo concedió desde el principio a su Iglesia. y que
creemos que subsiste indefectible en la Iglesia católica,
crezca cada día hasta la consumac ión de los siglos. (D E
4 .
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 136/176
i
los cristianos impiden que la propia Iglesia realice la plenitud
de la catolicidad que le es peculiar (D E 4 .
La autintica acti tud ecuménica t iende a realzar esa pleni-
tud, no obsrante las diferencias. de las que casi diríamos que se
sirve. La do ctrina del Vatica no 11 acerca del ecumenismo acen-
túa vigorosamente la importancia de la caridad como energid
que también lleva a la unidad en la verdad, respetando, sin
embargo, el significado propio de la verdad profesada por
¡
cada cristiano y cada comunidad cristiana.
,
1
Es evidente que el trabajo de preparación y reconci-
;i
liación de todos aquellos que desean la plena comunica-
ción católica se diferencia por su naturaleza de la labor
ecuménica; no hay, con todo, oposición alguna, puesto
l
que ambas proceden del admirable designio de Dios.
1
(DE
4 .
i
El Concilio ve, en este punto, la vía ecuménica que lleva a
la unión de los cristianos com o una vía que tiene sus peculiari-
dades, pero reconociendo que en ella obra el Espíritu Santo, al
que debemos fidelidad. Fidelidad que se manifiesta precisa-
mente en la actitud ecuménica.
Desde el Vaticano
11
acá es muchísimo lo que se ha hecho
en progreso de la acción ecuménica. Con la ayuda de las insti-
tuciones existentes
y
de diversos ambientes se han puntualiza-
do no pocas cuestiones referentes a la convivencia recíproca
con los cristianos separados. Aquí, empero, nos detenemos a
considerar la propia doctrina del Concilio. Doctrina que , guiada
por el Espíritu Santo, perfila .la form a esencial de la acritud
ecuménica, la cual forma parte d e tod o el proceso del enrique-
cimiento de la fe. Este proceso es tarea de todos y cada uno,
de acuerdo con el puesto y grado de cada cual.
La aparición de la actitud ecuménica y su ordenado des-
arrollo, en c onformidad con la doctrina del Vaticano 11, es uno
de los signos principales
y
al mismo tiempo. una de las pruebas
de la renovación de la Iglesia.
Toda renovación de la Iglesia consiste esencialmente
en el aumento de la fidelidad hacia su vocación; por
eso, sin duda, se explica por qué el movimiento tiende
hacia la unidad. La Iglesia peregrina en este mundo es
llamada por Cristo a esta perenne reforma, de la que
ella, en cuanto institución terrena y humana, necesita
permanentemente; tanto que, si algunas cosas, por cir-
cunstancias de lugar y t iempo, decayeren de su debida
observancia en las costumbres, en la disciplina ecle-
siástica o, incluso, en el modo de exponer la doctrina
-lo que debe distinguirse con sum o cuida do del depó-
sito mismo de la fe-, debe rán restaurarse a tiempo en
la forma y orden debidos (DE
6).
Al final de la constitución Gaudium e spes, el Vaticano 11
afirma que
<'La unidad de los cristianos es objeto de esperanza y
de deseos, hoy incluso, por muchos que no creen en
Cristo. Los avances que esta unidad realice en la verdad
y
en la caridad bajo la poderosa virtud del Esviritu San-
to serán otros tantos presagios de unidad y dé paz para
el universo mundos, (CM 92 .
De ahí el llamamiento dirigido a todos los hermanos cris-
tianos a cooperar fraternalme nte para servir a la familia hu-
mana, que está l lamada en Cristo Jesús a ser la familia de los
hijos de Dios (CM
92 .
C A P ~ T U L O
ACTITUD APOSTOLICA
Lo que en el presente análisis del proceso de enriqueci-
miento y profundizacibn de la fe querríam os cal if icar
y
nom-
brar como actitud apostólica constituye, en cierto sentido, una
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 137/176
precisidn de las consideraciones anteriores propuestas en el capi-
tula titulado "Misión
y
testimonio". En dicho capitulo ha que-
dado perfi lado el fundamento del que se origina la act i tud
apostólica. Si, siguiendo la doctrina del Vaticano 11, sabemos
que la fe, en cua nto respuesta del homb re a Dios que se revela
a si mismo, se expresa como disponibilidad a aceptar y asumir
la misión salvifica, estamos ya seiialando la actitud apostólica,
llegando asicasi a la raiz misma del apostolado en la existen-
cia del cristiano, plasmada por la fe. Este problema merece ser
considerado detal ladamente, en razón de haber sido amplia-
mente tratado por el magisterio del Vaticano 11. Nos propone-
mos hacerlo en las dos secciones siguientes, la primera de las
cuales estará dedicada al apostolado entendido en sentido lato,
y la segunda, al problema de la formación, indispensable en
todo apos tolado.
< < C o m ol Hijo fue env iado por el Pad re, así también El
envió a los apóstoles cf. Jn 20,21) diciendo: Id, pues,
enseñad a todas las genres. bautizándolas en el nombre del
Padre, y del Hijo, y de l Espíritu Santo. enseñá ndoles a
guardar todo lo que os he mandado. Yo estaré con voso-
tros siempre hasta la consumación del mundo Mt 28,19-
20). Este solemne mandato de Cristo de anunciar la ver-
dad salvadora, la Iglesia lo recibió de los apóstoles con
orde n de realizarlo hasta los confines de la tierra cf. Act
1,8). Por eso hace suyas las palabras del Apóstol: )Ay de
m is i no evangelizare I c o r 9,16), y sigue incesantemen-
te enviando evangelizadores, mientras no estbn plena-
mente establecidas las Iglesias recién fundadas y ellas, a
su vez, continúen la obra evangelizadora. El Espintu
Santo la impulsa a cooperar para que se cumpla el desig-
67
nio de Dios, quien consti tuyó a Cristo principio de sal-
vación pard todo el mundo,, (CI 17).
1
Apostolado
Co mo se deduce de estas palabras d e la consti tución Lumen
genrium. Cristo transmitió a los apóstoles la misión salvificd
recibida del Padre, y los apóstoles la han pasado a la Iglesia, a
fin de que ella le db pleno cumplimiento, bajo la guia de quie-
nes son, por oficio, sucesores de los apósto les. Cristo, santifi-
cado y enviado al m undo por el Padre (cf. J n 10,36), ha hecho,
cuerpo, de igual manera en el Cu erpo mistico de Cristo,
que es la Iglesia, todo el cuerpo crece según la operación
propia de cada uno de sus miembros (Ef 4,16). No sólo
esto. Es tan estrecha la conexión y trabazón de los
miembros en este Cuerpo (cf. Ef 4,16), que el miembro
que no contribuye según su propia capacidad al aumen-
to del Cuerp o debe reputarse co mo inútil para la Iglesia
y para si mismo. (D AS 2).
Según esta premisa teológica,el apostolado de la Iglesia se
ide nt~ flca on el apostolado entendido en sentido lato . es decir,
con lo misión
y
vocación de rodos los bautizados.
*.A todos los cristianos se impone , por con siguiente, la
gloriosa tarea de trabajar para que el mensaje divino de
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 138/176
por medio de los apóstoles, part icipes de su consagración y de
su misión a sus sucesores, los obispos, quienes confían legiti-
mamente, en diversos grados, el oficio de su ministerio a diver-
sas person as en la Iglesia (CI 28). Se tra ta, directam ente, d e
los presbiteros y diáconos. Sin embargo, la misión salvifica ha
sido transmitida a toda la Iglesia y, en la Iglesia, a todos los
miembros del Pueblo de D ios sin excepción, si bien de forma y
en medida distintas.
.<La Iglesia ha nacido con este fin; prop aga r el reino de
Cristo en toda la t ierra para gloria de Dios Padre, y
hacer así a tod os los hom bres part icipes de la redención
salvadora y, por medio de ellos, ordenar realmente todo el
universo hacia Cristo. Toda la actividad del Cuerpo mísri-
co, dirigida a es te fin, recjbe el nombre de apo stolado, el
cual la Iglesia lo ejerce por obra de todos sus miembros,
aunque de diversas maneras. La vocación cristiana es, por
su misma naturaleza. vocación también al aposrolado~~
( D A S 2 .
Este texto es muy importante, ya que explica la esencia del
apostolad o y revela su estrecho vinculo con la vocación crist ia-
na. El apostolado de la Iglesia, que consiste en orientar al
mu ndo entero hacia C risto, entra, po r así decir, en la realidad
misma del ser crist iano , y es a través de esta realidad como
se define fundamentalmente, mientras, a su vez, la determina
del mismo modo. El Concil io acude aqui a la analogía del
Cuerpo mistico.
~ A s i omo en el conjunto de un cuerpo vivo no hay
miembros que se comporten de forma meramente pasi-
va, sino que todos participan en la actividad vital del
la salvación sea conocido y aceptad o en todas partes por
todos los hombres. (DA S 3 .
<,Por an to, el apo stola do de la Iglesia y de todos sus
miembros se ordena en primer lugar a manifestar al
mundo con palabras y obras el mensaje de Cristo y a
comunicar su gracia,, (DAS 6).
Por consiguiente:
*El derecho v la ob lieación de eiercer el aoostolad o es
algo com ún todo s -los fieles,. clbrigos 'o seglaresn
(DAS 25).
El lazo existente entre el aposto lado y la realidad del ser
cristiano , esto es, la esencia m isma de la vocación cristiana,
sirve para que se deba considerar la actitud aposrólica en su
esencia y su multiplicidad a la vez. To do el Pueblo de Dios
participa en el patrim onio apo stólico; si la jerarquia garan tiza
de mo do particular la apostolicidad de la Iglesia, no menos
son llamados todos a edificar la Iglesia a través de su apostola-
d o para ordena r el mu ndo entero a Cristo . Esta tarea exi-
ge que se defina el orden según el cual se edifica la Iglesia, y
adem ás qu e se esclarezcan los principios en los qu e se basa la
colaboración. Siguiendo la d octrina del Concil io, dedicaremos
expresamente un capitulo a este tema. D e momen to nos deten-
drem os en el apostolado para determinar, según el pensamien-
to del Vaticano 11, las característ icas propias de cada una de
las vocaciones en el seno del Pueblo de Dios.
Por lo que respecta a las relaciones entre el apostolado de los
seglares
y
el apo stolado de la jerarquía
(y de la actitud apostóli-
ca consecuente), hay qu e subrayar
que se inregran mutuamente,
ya que la vocación sacerdotal presupone el apostolado de todo
el Pueblo de Dios, y particularmeiite el de la familia cristiana,
sobre todo de los padres.
.<Son par a sus hijos los primeros p redicadore s y educa-
dores de la fe; los forman con su palabra para la vida
cristiana y apostólica, les ayudan prudentemente a elegir
su vocación y fomentan con todo esmero la vocación
sagrada cuando la descubren en sus hijos,, (DAS 11).
En el presente capitulo tralaremos de seguir el pensamiento
del Vaticano 11, ilustrando en primer lugar en qué manera el
apostolado se une a la vocación sacerdotal y religiosa, y tam-
bién a la vocación de los seglares en la Iglesia. Estas diversas
forma s de apostolad o tienen
su único origen en la vocación cris-
Prro iio puede diirsc
esta
rrspuestn sin
I i
iiiocióii y
I
fortalc z;~ el Espiritu S aiito.~ DM 24 .
La actitud apostólica de los que en el Pueblo de Dios han
recibido el sacramento del orden tiene una coracteristica especi-
fica. cuyos orígenes hay que buscarlos propiamente en esta
sacramento.
.-El don espiritual que los ;ipóstoles recibieron en la
ordenacióii no les prepara a uiia misión liinitüda y res-
tringida. sin o la niisión universa l y amplísim a de salvn-
ción hasta lo último de la tierra (Act 1.8). pues cualquier
ministerio sacerdotiil participa de
Iii
mismii amplitud
universal d e la misión confiada por C risto a los apóstol es^^
(DMVS 10).
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 139/176
tiana
de la que proceden y a cuya realización se dirigen. De
los sacerdotes dice el Concilio: Si bien es cierto que, por ra-
zón del sacramento del orden, desempeñan en el Pueblo y por
el Pueblo de Dios un oficio excelentísimo y necesario de pa-
dres y maestros, son, sin embargo, juntamente con todos los
fieles, discípulos del Seiior, y por la gracia de Dios que Ilama,
fueron hechos participes de su reino. Porqu e son herman os
entre sus hermanos (DM VS 9 .
Su apostolado, en cuan to a la forma su radio de acción,
está estrechamente l igado al sacramento del orden.
<.Porque el sacerdoc io de C risto, del que los presbiteros
han sido hechos re almente partícipe s, se dirige necesaria-
mente a todos los pueblos y a todos los t iempos, y no
está reducido por límite
alguno de sangre, nación o
edad, como misteriosamente se representa ya en la figu-
ra de Melquisedec. Recuerden, pues, los presbiteros que
deben llevar atravesada en su corazón la solicitud por
todas las Iglesiasn (DMVS 10).
Lsto encuentra su expresión particular en el apostolado mi-
sionero:
Aunque a todo discípulo de Cristo incumbe la tarea
de propagar la fe según su condición, Cristo Señor, de
entre los discípulos, llama siempre a los que quiere para
que le acom pañe n y para en,viarlos a predicar a las gen-
tes,, (DM
23 .
'<El hom bre, sin em barg o, debe re sponder al Ilama-
miento de Dios, de forma que, sin asentir a la carne y a
la sangre, se vincule totalmentr a la obra del Evangelio.
<.Como los presbiteros participan, por su parte. cl mi-
riisterio de los apóstoles, dales Dios gracia pnra que sean
ministros de Cristo
en
las naciones desempeñando I sa-
grado ministerio del Evangelio, a fiii de que sea acepta-
da la oblación de las naciones santificadas por el Espi-
ri tu Santo. Pues por la predicación apostólica del
Evangelio se convoca y congrega al Pueblo de Dios. de
suerte que todos los que a este pueblo pertenecen, por
estar santificados por el Espiritu Saiito, se ofrezcan a sí
mismos conlo sacrificio
viviente. santo
y
aceplo a Dios
(Rom 12,1)), (DM VS 2).
La índole propia del apo stolado de los sacerdotes, tal
como la presentan los citados textos, debe reflejarse en su for-
mación y de ella hablaremos aparte. Por formación eutendr-
mos un configurarse de la vida que corresponde a diversas
vocaciones, es decir, a diversas misiones en la Iglesia. Las cita-
das enunciaciones del Vaticano 11 subrayan suficientemente el
carácter propio de la misión de los presbiteros; digamos, de
aquellos que han recibido el sacramento del orden.
Análogamente, el Concilio pone de relieve
el
significado
postólico
de la vocación religiosa.
-En medio de tanta variedad de dones, todos los que
son llamados por Dios a la práctica de los consejos
evangélicos y los profesan fielmente, se consagran de
modo particular a Dios, siguiendo a Cristo, que, virgcn
y pobre (cf. Mt
8,20;
Lc
9,58 ,
por su obediencia hasta la
muerte de cruz (Flp
2,8 ,
redimió y santificó a los hom-
bres. Así, movidos por la caridad, que el Espiritu Santo
derrama en sus corazones (cf. Rom
5,5 ,
viven más y
27
1
más para Cristo y su Cuerpo, que es la Iglesia (cf. Col
1,24). Ahora bien, cuanto más fervientemente se unen
con Cristo por esa donación d e si mismos, que abarca la
vida entera, tanto más feraz se hace la vida de la Iglesia
y más vigorosamente se fecunda su aposto lado >~DVR 1).
Estas afirmaciones señalan los estrechos lazos existentes en-
tre la vocación religiosa y el apostolado de la Iglesia. La voca-
ción religiosa participa de mod a particular en la misión salvifica
de la Iglesia, y por eso es también un a forma muy importante de
apostolado.
La profesión d e los conse jos evangélicos aparece
com o un símbolo que puede debe atrae r eficazmente a
todos los miembros de la Iglesia a cumplir sin desfalleci-
.Y
como es necesario que los discípulos den siempre
testimonio de esta caridad y humildad de Cristo imitán-
dola, la Madre Iglesia se goza de que en su seno se
hallen muchos varones y mujeres que siguen más de cer-
ca el anonadamiento del Salvador y dan un test imonio
más evidente de El al abrazar la pobreza en la libertad
de los hijos de D ios y al renunciar a su propia voluntad.
A saber: aquellos que, en materia de perfección, se so-
meten a un h ombre po r Dios más al lá de lo mandado, a
fin de hacerse más plenamente conformes a Cristo obe-
diente,> (CI 42).
Si el Vatican o 11 enseña q ue la vocación cristiana
es
por
naturaleza, vocación d e apostolado , lo demuestra también pro-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 140/176
miento los deberes de la vida cristiana,, (C1 44 .
Y,
por lo tanto, en el decreto Ad genies, hablando de la
actividad misionera de la Iglesia, el Concilio enseña:
',Promu&vase con diligencia, desde el período d e im-
plantac ión de la Iglesia, la vida religiosa, la cual no sola -
mente proporciona a la actividad misionera ayudas pre-
ciosas y enteramente necesarias, sino que, por una
más íntima consagración a Dios hecha en la Iglesia, in-
dica claramente también la naturaleza intima de la voca-
ción cristiana,, (DM 18).
-Mas, como quiera que esta donación de sí mismos ha
sido aceptada por la Iglesia, sepan (los religiosos) que
están también destinados a su servicio.
Este servicio de
Dios debe urgir y fomentar en ellos el ejercicio de las
virtudes, señaladamente d e la hum ildad y obediencia, de
la fortaleza
y
castidad, po r las que participan del ano na-
damiento de Cristo (cf. Flp 2,7-S), a la vez que de su
vida en el espíritu (cf. Rom 8,l-13). Así, pues, los religio-
sos, fieles a su profesión, dejándolo todo por Cristo (cf.
Mc 10,28), deben seguirle a El (cf. Mt 19,21) co mo a lo
único necesario (cf. Lc 10,42), oyendo sus palabras (cf.
Lc 10.39) y dedicá ndo se con solicitud a los intereses de
Cristo (cf. Icor 7,32). Por eso, los miembros de cual-
quier insti tuto, buscando ante todo y únicamente a
Dios, es menester que junten la contemplación, por la
que se unen a Dios de mente y corazón, con el amor
apostólico, por el que se esfuerzan en asociarse a la
obra de la redención y a la dilatación del reino de Dios.
(DVR 5).
i
porcionalmente respecto a la vocación religiosa.
Toda la vida religiosa de sus miembros debe estar im-
buida de espíritu apostólica,
y
toda la acción opostdlica,
informada de espíritu religioso» (DVR
8) .
El apostolad o n o es algo externo y sobreañadid o a la vida
religiosa, sino qu e se inserta en ella en virtud d e la profunda e
interior identidad de la propia vocación religiosa.
. .Así , pues, a fin de que sus m iembros respondan an te
todo a su vocación de seguir a Cristo
y
sirvan a Cristo
mismo en sus miembros, es necesario que su acción
apostólica proceda de la íntima unión con El. Con lo
que se fomenta la caridad misma para con Dios
y
el
prójimo^^ (DVR 8).
Cuando el decreto trata, por ejemplo, de las monjas, que
por su insti tuto se dedican a las obras externas de apostola-
do , establece:
Deben ser eximidas de la clausura papal, a fin de que
puedan cumplir mejor las funciones de apostolado que
se les encomiendan, manteniendo, no obstante, la clau-
sura según la norma de las constitucionesn (DVR 16).
El Concilio ha dedicado la mayor atención al apostolado se-
glar, dato este que debe ciertamente hacernos ver en ello un
6
signo d e los tiempos . Y es que tenem os que convenir que, en
la do ctrina de la Iglesia, nos habíam os ocup ado de este proble-
ma escasamente duraate demasiado t iempo. De ahí la necesi-
dad de remediar este vacío. En este caso, y precisamente res-
pecto a los seglares en la Iglesia y a su apostolado, hemos
273
rccibido del Concilio muy ricas enseñanzas, de forma que el
Vaticano 11 puede llamarse con justicia el Concilio de los se-
glares. Podemos decir más: el problema del apostolado de los
seglares ha da do ocasión a u na m ás amplia y penetrante elabo-
ración del tema del apostolad o en el magisterio global con-
ciliar, y este texto lo confirma:
.<Porquecl apostolado de los seglares, que brota de
I i
esencia misma de su vocación cristiana, nunca puede fal-
tar en la Iglesia. La propia Sagrada Escritura demuestra
con abundancia cuán espontáneo fructuoso fue tal di-
namismo en los orígcnes de la Iglesia (cf. Act 11.19-21;
18,26; Rom 16,l-16; Flp 4.3 .
Nuestro tiempo no exige
menos celo en los seglares. Por el contrario, las circuns-
tancias actuales
piden un aposrolado seglar mucho más
los asuntos temporales y ordenándolos según Dios. Vi-
ven en el siglo, es decir, en todos y cada uno de los
deberes y ocupaciones del mundo y en las condiciones
ordinarias de la vida familiar y social, con las que su
existencia está como entretejida. Allí están llamados por
Dios, para que, desempeñando su propia profesión,
guiados por el espir i tu evangélico, contribuyan a la san-
t if icación del mund o co mo desde dentro, a mod o de fer-
mento. Y
asi hagan manifiesto a Cristo ante los demás,
primordialmente mediante el testimonio de su vida, por
la irradiación de la fe, la esperanza y la caridad. Por lo
tanto, de manera singular , a el los corresponde i luminar
y ordenar las realidades temporales a las que están estre-
chamente vinculados, de tal modo que sin cesar se reali-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 141/176
intenso y más amplio (DAS 1).
El documento subraya:
<<P rueb a e esta m últiple y urgente necesidad es la ac-
ción manifiesta del Espiritu Santo, que da hoy a los sc-
glares una conciencia cada dia más clara de su propia
responsabilidad y los impulsa por todas partes al servil
cio de C risto y d e la Iglesias> (DA S 1).
El problema del apostolado de los seglares lo trata esen-
cialmente el documento central del Vaticano 11, la constitución
Lumen gentium. El dec reto sobre el ap ost ola do de los seglares
-sin perjuicio de qu e conteng a notable riqueza doctrinal- es
más bien un d ocum ento complemen tario y práctico. Lo s scgla-
res constituyen el sector más amplio del Pueblo de Dios, su
fundam ento social . El Vaticano II ha estud iado en profundi-
dad la estructura de este fundamento y nos ha mostrado su
dinamism o específ ico.
.El carácter se cular es prop io y peculiar de los laicos.
Pues los miembros del orden sagrado, aun cuando algu-
na vez pueden ocuparse de los asuntos seculares incluso
ejerciendo una profesión secular , están dest inados prin-
cipal y expresamente al sagrad o ministerio por razón de
su particular vocación. En tanto que los religiosos, en
virtud de su estado, proporcionan un preclaro e inest i-
mable test imonio de que el mundo no puede ser t rans-
formado ni ofrecido a Dios sin el espiritu de las bien-
aventuranzas. A los laicos corresponde, por propia
vocación, tratar de obtener el reino de Dios gestionando
274
cen y progresen conforme a Cristo y sean para la gloria
del Creador y del Redentor,) (CI 31 .
N o cabe decir qu e sea ésta la definición del laicado, sobre
todo teniendo en cuenta la ampli tud del texto, pero lo que si
podem os afirm ar es qu e expresa lo que es esencial para la vo-
cación y la misión de los seglaresen la Iglesia. La propia natu-
raleza de la laicidad indica un lazo con el mundo, por lo
que la vocación de los seglares se diferencia de la jerarquía y
de la d e los religiosos (a los que Cristo y la Iglesia han impu es-
to un de terminado apar tamiento de l mundo) . Más aún: es te
lazo con el mundo, este carác ter seglar propio del laicado, es
la base de su apostolado específico: allí s on l lamados por Dios
para contr ibuir a la santificación del mundo . La laicidad,
por lo tanto, está al servicio de la santidad y es, pues, todo
menos su negación. La laicidad radicada en la misma esencia
de la vocación cristiana de los seglares constituye una especial
trama y expresión de su apostolado especifico.
<.Hay en la Iglesia diversidad de min isterios, pero uni-
dad de misión. A los apóstoles y a sus sucesores les con-
fió Cristo el encargo de enseñar, de santificar y de regir
en su propio nombre y autoridad. Los seglares, por su
parte, al haber recibido participación en el ministerio sa-
cerdotal, profético y real de Crist o, cum plen en la Iglesia
y en el m un do la pa rte que les atañe en la misión total
del Pueblo de Dios. (DA S 2).
.<A hora bien, el apo stolad o de los laicos es participa-
ción en la misma misión salvifica de la Iglesia, apostola-
d o al que todos están dest inados por el Señor mismo en
virtud del bautismo y de la confirmaciónn (CI 33 .
75
,.El deber y el derecho del seglar
;iI
:~p»stol:ido deriv;i
de su misni;i unión con C rist o C;ibcz;i. Insertos
por el
bautismo en el Cuerpo misrico de Cristo. robustecidos por
la confirmación en la .fortale za del Espíritu Santo. e s el
mismo Señor el que los destina al apostolado» ( D A S
3) .
Y
os siicramentos. especialnieiite la sagrad a Eucnris-
tia. comunic;in y alinientan aquel am or hacia Dios y ha-
cia los hombre s qu e es el alma de todo npostol;ido,~
(CI 33).
Hemos querido analizar en el presente estudio estas actitu-
des, cuya formación discurre paralelamente al proceso del enri-
quecimiento y profundización de la fe. Que la formación de
ka
actitud apostólica radique en la actitud de participación resul-
ta evidente tras el análisis al que hemos dedicado ya bastante
jerarquía como los seglares participan de los dones carismáti-
cos. Estos nos preparan p ara emprender diversas obras y ofi-
cios , juntame nte, e n bien de la com unid ad humana y cristia-
na. Vivifican to do apostolad o, incluido el de los seglares, a fin
de que contribuyan el los también, como buenos dispensado-
res de las diversas gracias recibidas de Dios (1Pe 4,10), a la
edificación de todo el Cuerpo en la caridad (cf. Ef 4,16). De la
recepción de estos carismas, incluso los más sencillos,
brota
para todo creyente el derecho
y
el deber de ejercerlos para bien
de los hombres y edificacidn de la Iglesia. tanto /a Iglesia como
tal, como en el mundo ( D A S 3 . Descubriendo la vocación de
los seglares en la com unidda del P ueblo de Dios, el Concil io
ha despertado nuevamente la atención hacia los carismas inhe-
rentes a su vocación, y, en cualquier caso, ha reivindicado el
lugar que les corresponde en la vida de la Iglesia.
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 142/176
espacio. En este campo. el Concilio ha apo rtad o un enriqueci-
miento incalculable.
Incluso si la fuente principal de la que el cristiano bebe su
participación en
la misión de Cristo es la pa labra de Dios y los
sacramentos, esta real idad, sin embargo, simultáneamente está
cruzada por otra corriente, la de la acción íntima del Espiritu
Santo. Y ésta, manifestándose en las diversas vocaciones, co-
bra capital importancia para el apostolado y la construcción
de la Iglesia.
..Además, el mismo Espiritu Sa nto -leemos eii el capi-
tulo dedicado al Pueblo de Dios-
no sólo
santifica
dirige el Pueblo de Dios mediante los sacramentos los
ministerios, y le adorna con virtudes, sino que también
distribuye gracias especiales entre los fieles de cualquier
condición,
dando a cada uno según quiere
( I c o r 1 2 , l l )
sus dones, con los que les hace aptos y prontos para
ejercer 13s diversas obras y deberes que sean útiles para
la renovación y la mayor e dificación de la Iglesia, según
aquellas p alabras:
cada uno se le otorg a la manifesta-
cidn del Espíritu para común utilidad (Icor 12,7). Estos
carismas.
tanto los extraordinarios como los más comu-
nes y difundidos, deben ser recibidos con gratitud y con-
suelo, porque son muy adecuados y útiles a las necesida-
des de la Iglesia* (CI 12).
A propósito de los carismas, en la Iglesia antigua tenemos,
entre otras informaciones, las de las cartas de San Pablo. El
Vaticano 11 recoge estas ensefianzas del Apóstol y las aplica a
la vida actual de la Iglesia. En el Pueblo de Dios, tanto la
76
Hay que tener en cuenta que los carismas de los seglares se
unifican con su vocación.
.,Ejercen, en realidad, el apostolado con su trabajo por
evangelizar y santificar a los hombres y por perfeccionar
y saturar de espiritu evangélico el orden temporal, de tal
forma que su act ividad en este orden d é claro testimonio
de Cristo y sirva para la salvación de los hombres. Y
como lo propio del estado seglar es vivir en medio del
mundo y de los negocios temporales, Dios llama a los
seglares a que, con el fervor del espiritu cristiano, ejer-
zan su apo stolado en el mun do a manera de fermento.
(DAS 2).
Empapar de espiritu evangélico toda el orden de las cosas
tempora les. y pe$eccionarlo, parece constituir la cara cterístic a
particular del apo stolado de los seglares.
Y usto, discurriendo
por estos caminos, debemos deducir cuáles sean sus tareas
apostólicas y formar su act i tud apostólica.
.$La misión de la Iglesia no es só lo ofrecer a los hom-
bres el mensaje y la gracia de Cristo -esto constituye
tarea especial de la jerarquia-, sino también impreg nar
y perfeccionar todo el orden temporal con el espiritu
evangélico. Los seglares, por tan to, al realizar esta mi-
sión de la Iglesia, ejercen su propio apostolado tanto en
la Iglesia como en el mundo, lo mismo en el orden espi-
r i tual que en el temporal; órdenes ambos que, aunque
distintos, están
intimamente relacionados en el único
propósito de Dios, que lo que Dios quiere es hacer de
todo el mundo una nueva creación en Cristo, incoativa-
77
mente aqui en la tierra, plenamente en el último dia. El
seglar, que es al mismo tiempo fiel y ciudadano, debe
guiarse, en u no y o tro orden , siempre y solamente por su
conciencia cristiana), DAS 5 .
Nos viene a la mente cuanto el Conci l io ha enseñado sobre
las relaciones entre la evolución temporal del mundo y el creci-
miento del reino .
Esta verdad tiene particular importancia
para los seglares, para la formación de su mentalidad, de su
conciencia
y
de su apostolado. A esto se refiere cuanto hemos
dicho an teriormente sobre el tema de la act i tud de responsabi-
lidad cristiana, que es elemento integrante del apostolado, y
particularmente del apostolado de los seglares. El decreto de-
dicado a este p roblema nació sobre la base de la doctr ina con-
tenida en los principales documentos del Vaticano 11. Y aqui
por qué y en qué sentido el perfeccionamiento del orden tem-
poral sea precisamente apostolado. Esta dilucidación es bien
clara, ya que explica la relación válida entre el valor de las
cosas tempo rales la persona hum ana, en la cual la dimensión
de la naturaleza se encuentra con la de la gracia, haciendo que
ambas culminen en Cristo.
De ahi
<.Es obligación d e tod a la Iglesia trabajar para que los
hombres se capaciten a fin de establecer rectamente todo
el orden temporal y ordenarlo hacia Dios por Jesucristo.
Es preciso, sin embargo, que los seglares acepten
como obligación propia instaurar cl orden temporal y
actuar directamente y de forma concreta en dicho orden,
dirigidos por la luz del Evangelio y la mente de la Igle-
sia, y movidos por la caridad cristiana,, (DAS 7 .
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 143/176
cobra su fuerza la convicción que ha llevado a definir la natu-
raleza específica de la misión
y
del apostolado de los seglares.
.<El plan de Dios so bre el m undo es que los hombres
instauren con espír i tu de conc ordia el orden temporal
y
lo perfeccionen sin cesar.
Todo lo que constituye el orden temporal: bienes de la
vida y de la familia, la cultura, la economía, las artes y
las profesiones, las instituciones de la co munid ad po litica,
las relaciones internacionales y otras realidades semejan-
tes, así como su evolución y progreso, no son solamente
medios para el fin último del hombre, sino que tienen
además un valor propio puesto por Dios en ellos, ya se
los considere en si mismos, ya como parte de todo el
orden temporal :
Y
vio Dios todo lo que había hecho. y era
muy bueno
(Gén 1,31). Esta bon dad natural de las cosas
temporales recibe una dignidad especial por su relación
con la persona humana, para coyo servicio fueron crea-
das. Plugo, f inalmente, a Dios unif icar todas las cosas,
tanto naturales como sobrenaturales, en Cristo Jesús,
para que El tenga la primacía sobre todas las cosas (Col
1,18). Estc destino, sin embargo, no sólo no priva al or-
den temporal de su autonomía, de sus propios fines, le-
yes, medios e importancia para bien del hombre, sino
que, por el contrario, lo perfecciona en su valor y exce-
lencia p ropia y, al mismo tiem po, lo ajusta a la vocación
plena del hombre sobre la tierra,, (DAS
7 .
Este Último texto indica solamente el orden temporal y sus
diversas esferas, en cua nto ámbitos propios del apo stolad o
dt. los seglares, pero nos permite también comprender mejor
A estas tareas corresponden las directrices que la constitu-
ción Lumen gentium da a los seglares.
<<D eben , or tan to, los fieles conocer la intima natura-
leza de todas las criaturas,
SU
valor y
SU
ordenación a la
gloria de Dios. Incluso en las ocupaciones seculares de-
ben ayudarse mutuamente a una vida más santa, de tal
manera que el mundo se impregne del espiritu de Cristo
alcance su fin con mayor eficacia en la justicia, en la
caridad y en la paz,, (C1
36).
Por eso precisamente:
<Igualmente, coordinen los laicos sus fiterzas para sa-
near las estructuras y los ambientes del mundo cuando
inciten al pecado, de manera que todas estas cosas sean
conformes a las normas de la just icia
y
más bien favo-
rezcan que obstaculicen la práctica de las virtudes.
Obrando de este modo. impregnaran de valor moral la
cultura y las realizaciones humanas,, (CI 36 .
En este punto, el magisterio conciliar une explícitamente el
apostolado de los seglares y su actitud apostólica con la parti-
cipación en el
munus regale
de Cristo, del que antes hemos
hablado.
Por lo tanto, nos parece haber aclarado
suficientemeiite
-a ten or del pen sam iento del Concilio- la caracteristica
esencial del apostolado de los seglares. El Vaticano subraya
que este apostolado se realiza sobre todo a través de la presen-
cia de los cristianos en el mundo, entre los hombres, en los
diversos ambientes de su vida. D e el lo habla de m odo part icu-
lar el decreto acerca de la actividad misionera de la Iglesia en
9 -R<novocibn en
sur
furnrer
el articulo titulado El testimonio cristiano .
Y
es que la sola
presencia de los seglares no basta. Deben también dar testimo-
nio. En realidad, la actitud apostólica rio puede sino identifi-
carse con la actitud de testimonio, de la que hemos hablado.
#.La presencia de los cristianos en los grup os huma nos
ha de estar animada por la caridad con que nos amó
Dios, que quiere que tambien n osotros nos amemos mu-
tuamente con la misma caridad. En realidad, la caridad
cristiana se extiende a todos, sin distinción de raza, con-
dición social o religión; no espera lucro o agradecimien-
to alguno. Porque así como Dios nos am ó con amo r
gratuito, así los fieles han de vivir preocupados por el
hombre mismo, amándolo con el mismo movimiento
con que Dio s lo buscó. (D M 12).
Triihajen los cristi;tiios colabore 11coi1 todos los de-
má s en la rectii ordeiiacióii de los ;isu~i tos coiióniicos y
sociales Tome n pirtc . iidemás. los cristiiinos en los es-
fuer zos de ;iqucllos pu eblo s que. lu ch and o con1r:i el
hambre . la ignoranci:~ y las enfermediides. pugnan p or
conseg uir mqjores co iidiciones d e vida y por iifirrnar In
paz en el niuiido Porq ue no busciiii el progreso y 1;
pros perid ad m eram ente miiteri:il de los homb res, sino
que promueven su dignidad y unión tri i terna. ensebndo
las verdades religiosas y niorales que Cristo esclareció
con su luz. con ello abren gr~ dua lm en te n acceso más
amplio hacia
Dios), (DM 12).
A ellos -es decir. a los seglares-. de mane ra singu-
lar. corresponde ilumiiiar y ordenar las re lid des tem-
orales a las aue cstán estrechamente vinculados, de tal
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 144/176
El amor es el contenido esencial del testimonio cristiano y
de la acti tud apostólica. El documen to caracteriza el apostola-
d o de la presencia del mo do siguiente:
*Todos los crist ianos deben sentirse miembros delgnrpo
humano en el que viven y tomar pa rte en la vida cultural
y social interviniendo en las diversas relaciones y nego-
cios de la vida humana. Familiarícense con sus tradicio-
nes nacionales y religiosas; d escubran , con gozo y respe-
to, las semillas de la Palabra que en ellas se contienen;
pero atiendan, al propio t iempo, a la profunda transfor-
mación que se realiza entre las gentes y trabajen para
que los hombres de nuestro t iempo, entregados con ex-
ceso a la ciencia y a la tecnologia del mundo moderno,
no se alejen de las cosas divinas, sino que, por el contra-
rio, despierten a un deseo más vehemente de la verdad y
de la caridad revelada por Dios. Com o el mismo Cristo
escudrifió el corazón de los hombre s y los llevó con un
coloquio verdaderamente hum ano a la luz divina, asi sus
discípulos, inundados profundam ente po r el Espíri tu de
Cristo, deben conocer a los hombres entre los que viven
y
conversar con ellos para advertir, en dialogo sincero y
paciente, las riquezas que Dios, generoso, ha distribuido
a las gentes, y al mismo tiempo han de esforzarse por
examinar estas riquezas con la luz evangélica, liberarlas
y reducirlas al dominio de Dios Salvado r)> DM 11).
La actitud apostó lica presupone pues. un creat ivo radicarse
en la vida. en la cultura en la activid ad de la sociedad de lo
nacidn y del momento histórico.
28
modo que sin cesar se
realiceii y progresen conforme a
Cristo y sean parte para la gloria del Creador y del Re-
dentor. (CI 31).
Los seglares cumplen en el mundo esta misión de la
Iglesia. ante todo. con la concordancia entre su vida y su
fe. con la que se convierten en luz del mundo; con la
honradez en todos los negocios, la cual atr;ie a todos
hacia el amor de la verdad
y
del bien, y. finalmente. a
Cristo y a la Iglesia: con la caridad fraterna. por la que,
participando en las condiciones de vida, trabajo, sufri-
mientos y aspirdciones de los hermanos, disponen insen-
siblemente los
corazones
de todos hacia la acción de la
gracia salvadora: con la plena conciencia de su papel en
la edificación de la sociedad, por la que se esfuerzan en
llenar de magnanimidad cristiana su actividad domésti-
ca, social
y
profesional. De esta forma, su modo de pro-
ceder va penetrando poco a poco en el ambiente de su
vida y de su trabajo. Este apostolado debe abarcar a
todos los que se encuentran en el ambiente y no debe
excluir bien espiritual o material alguno que pueda ha-
cerles. (DAS
13).
<<Los omunes valores humanos exigen también, no
pocas veces, una cooperación semejante de los cristia-
nos que persiguen fines apostólicos con quienes no llevan
el nombre cristiano, pero reconocen tales
valor es >^
(DA S 27).
El pasaje citado parece sintetizar con toda precisión cuanto
constituye la actitud apostólica de los seglares, en su esencia y
peculiaridad. Además, el Vaticano 11 dice:
8
1
os
verdaderos apóstoles, lejos de contentürse con
esta sola actividad, ponen todo su emp eño en anunciar a
Cristo a sus prójimos también de palabra. Porque son
muchos los hombres que sólo pueden escuchar el Evan-
gelio o conocer a Cristo por sus vecinos seglares, (DAS
111
,.
<<Conl apostolad o de la palabra, absolutamente nece-
sario en algunas circunstancias, los seglares anuncian a
Cristo, explican su doctrina, la difunden cada uno según
su condición
y
deber
y la profesan fiel mente^^ (DAS 16).
Ahora bien, el apostolado de los seglares, que mana de la
presencia misma de los cristianos en el mund o -ya que la
vocación cristiana es, por su naturalez a, apostólica-, se basa
esencialmente en la coherencia entre vida y fe. Esta es la con-
madurez. Por eso, en la cuestión de la formación radica toda
auténtica actitud apostólica, tanto si se refiere a los miembros
de la jerarquía com o si se refiere a los religiosos
y
a los
seglares.
Quedan, pues, invitados
y
aun obligados todos los fieles
cristianos a buscar insistentemente la santidad
y
la perfección
dentro del propio estado (CI 42), enseña la consti tución Lu-
men gentium.
La razón más profunda, en la que se apoya la
importancia de la formación en la vida cristiana y en el apos-
tolado, se encuentra en la doctrina del Vaticano 11 sobre la
vocación universal a la santidad (vocación que siempre se indi-
vidualiza, dado que es personal, a la vez que comunitaria).
Hemos, pues, de tener ante todo presente que el Vaticano 11
enseña en el decreto sobre el apostolado de los seglares:
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 145/176
dición fundamental que se refiere a la personalidad misma de
todo crist iano,
y
no sólo del seglar. Si esta condición es esen-
cial, en general, para el apostolado de los seglares, tanto más
lo será cuando los seglares, llevados por el espiritu apostólico,
ejercen el aposto lado de la palabra. El Vaticano
11,
como ya
hemos manifestado, ve la posibilidad y necesidad también de
este apostolado.
,.Sin em barg o, no basta q ue el pueb lo cristiano esté
presente establecid o en un pueblo, ni basta que des-
arrolle el apo stolad o del ejemp lo; se establece y está pre-
sente para anunciar con sus palabras
y
con su trabajo a
Cristo a sus conciudadanos no crist ianos y ayudarles a
la plena aceptación de Cristo,, (DM 15).
2
Formación
Como ya hemos señalado antes, por formación entendemos
aquí la confguración de la vida que corresponde a una determi-
nada vocación en la I les ia y que está al servicio del apostolado.
Por este motivo incluirnos el problema de la formación en el
presente capitulo, dedicad o a la acti tud apo stólica. Está claro
que el modo de vivir la vida cristiana que se expresa en la
vocación sacerdotal, religiosa o seglar debe estar elaborado
con empeño y seriedad, del mismo modo que la formación
consiste en plasmar y adquirir la madurez que es propia de cada
vocación en la Iglesia. El apostolado, como ya hemos podido
comprobar sobre la base de los textos citados, es fruto de esa
282
''Cristo, enviado por el Padre, es la fuente y origen de
todo el apostolado de la Iglesia. Es, por ello, evidente
que la fecundidad del apostolado seglar depende de la
unión vital de los seglares con Cristo. L o afirma el Se-
fior:
El que permanece en mi
y
yo en
él
ése da mucho
fruto porque sin mí no podéis hacer nada ( Jn
15,s .
(DAS
4 .
Obviamente, este principio se refiere a cualquiera de las
formas de apostolado.
Por lo que respecta a la
formación propia de la vocación
sacerdotal
le ha sido dedicado un decreto concil iar aparte. A
su vez, las directrices de este decreto, que se ocupa directamen-
te de la preparación al sacerdocio
y
de la actividad de los semi-
narios eclesiásticos en la Iglesia, deben estar vinculadas con lo
que el Vaticano 11 enseña acerca de la formación de los sacer-
dotes en el decreto sobre el ministerio y vida sacerdotales:
'.Pues, si es cierto que la gra cia de Dios puede llevar a
cabo la o bra de salvación au n por medio de ministros
indignos, de ley ordinaria, sin embargo, Dios prefiere
mostrar sus maravillas po r ob ra de quienes, más dóciles
al impulso e inspiración del Espíritu Santo, por su inti-
ma unión con Cristo y la santidad de su vida, pueden
decir con el Apóstol: Pero ya no vivo yo sino que Cristo
vive en
mí
(GáI 2,20). Por lo tanto, para conseguir sus
fines pastorales de renovación interna de la Iglesia, de
difusión del Eva:~gelio por el mun do entero, así com o de
diálogo con el mundo actual , este sacrosanto Concil io
exhorta vehementemente. a todos los sacerdotes a que,
83
empleondo los medios recomendodos por la Iglesia. se es-
fuercen por olcanrar una sontidod cado vez mayor,
para
convertirse, dia a dia, en más aptos instmmentos al ser-
vicio de todo el Pueblo de Dios,, (DMVS 12).
El Concil io nos recuerda los métodos de santificación sa-
cerdotal ya experimentados:
*En el misterio del sacrificio eucaristico, en el que los
sacerdotes cumplen su principal ministerio, se realiza
continuamente la obra de nuestra redención, y, por
ende, encarecidamente se les recomienda su celebración
cotidiana; la cual , aun que puede no hab er en ella presen-
cia de fieles, es ciertamente ac to de C risto
y
de la Iglesia.
Así, al unirse los presbíteros al acto d e Cristo sacerd ote,
Así, desempeñando el oficio de buen pastor, en el mis-
mo ejercicio de la caridad pastoral hallarán el vínculo de
la perfección sacerdotal , que reduzca a unidad su vida y
acción. Esta caridad pastoral fluy e, ciertamente, sobre
todo, del sacrificio eucarist ico, que es, po r el lo, centro
y
raiz de toda la vida del presbítero, de suerte que el alma
sacerdotal se esfuerce en reproducir en si misma lo que
se hace en el ara sacrificial. Pues esto no puede lograrse
si los sacerdotes mismos no penetran, por la oración,
cada vez más intimamente, en el misterio de Cristo
(DMVS 14).
A
una formación sacerdotal así concebida corresponde en
estrecha relación el celibato, del que ya antes hemos tratado.
'<El
celibato,
empero, está en múltiple armonia con el
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 146/176
se ofrecen diariamente por entero a Dios,
y ,
al alimen-
tarse del cuerpo de Cristo, part icipan de corazón l cari-
dad de aquel qu e se da en man jar a los fieles . De modo
semejante, en la administración de los sacramentos se
unen a la intención y caridad de C risto, cosa que hacen
de manera especial cuando se muestran en todo momen-
to y de t od o pu nto dispuestos a ejercer el ministerio del
sacramento de la penitencia cuantas veces se lo piden
razonablemente los fieles. En la recitación del oficio di-
vino prestan su voz a la Iglesia, que, en nom bre de todo
el género humano, persevera en la oración, juntamente
con Cristo,
que vive siempre paro interceder por nosotras
(H eb 7,25). (DM VS 13).
Tras haber enum erado dichos medios de formación,
el do-
cumento del Vaticano 11 plantea el problema o riginodo por lo
situación de los sacerdotes en el mundo contempordneo:
En cuan to a los presbiteros, envueltos distraidos en
las muchísimas obligaciones de su ministerio, no sin an-
siedad buscan
cómo puedan re ducir o unidod su vida inte-
rior con el tráfogo de lo vida externo.
(DM VS
14).
Este problema, que es como un inter rogante planteado por
muchos sacerdotes de nuest ro t iempo, no ha s ido dado de lado
por el Concilio:
(<Lospresbiteros hallarán la unidad de su propia vida
en la unidad misma de la misión de la Iglesia, y asi se
unirán con su Señor, y , por El, con el Padre, en el Espi-
ri tu Santo, para q ue puedan l lenarse de consolación y
sobreabundar d e gozo.
sacerdocio. Efectivamente, l misión del sacerdote está
intimamente con sagrada al servicio de la nueva hu mani-
dad, que Cristo, vencedor de la muerte, suscita por su
Espíri tu en el mundo, y que trae su origen no de
las
sangres, ni de la voluntad de lo carne, ni de la voluntad del
varón, sino de Dios (Jn 1,13)n (DMVS 16).
Jun to con el celibato entra en la formación sacerdotal la rec-
ta actitud ante el mundo de los bienes terrenos (DM VS 17).
<< Esta ctitud es de gran impo rtancia p ara los presbíte-
ros, pues la misión de la Iglesia se cumple en medio del
mundo, y los bienes creados son absolutamente necesa-
rios para el provecho personal del hombre. Den, pues,
gracias por todo lo que el Padre celestial les da para
pasar rectamente la vida. Es menester, sin embargo, q ue
disciernan a la luz de la fe todo lo que les ocurriere, a fin
de orientarse al recto uso d e los bienes que respondan a
la voluntad de Dios, y rechazar cuanto dañare a su mi-
sión. (D M VS 17).
Seguidamente, el decreto concil iar, aleccionado con el
ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, de los apóstoles
y
de la
Iglesia primitiva, amonesta:
-Eviten los presbiteros, y también los obispos, todo
aquello que de algún modo pudiera alejar a los pobres,
apartando, más que los otros discípulos de Cristo, toda
especie de vanidad. Dispongan su morada de tal forma
que a nadie resulte inaccesible, ni nadie, aun el más hu-
milde, tenga nunca miedo de frecuentarla (DM VS 17).
85
Un decreto especial del Concilio Vatica no se ocupit
del
problema de la preparación al sacerdocio y de la actividad de los
seminarios eclesiásticos que, com o afirma: son necesarios
para la formación sacerdotal (D FS 4 . Esta formac ión sn-
cerdotal. dada la unidad intrinseca del sacerdocio católico. es
necesaria a todos los sacerdotes del clero secular y regular de
cualquier rito (D FS , proem io). La preparación al sacerdo cio
consiste en la formación espiritual integrada con la intelectual
y pastoral; la formación esp iritual, con la ayuda del director
espiritual. ha de impartirse de tal forma que los alumnos
aprendan a vivir en íntima comunión y familiaridadcon el
Padre por medio de su Hijo Jesucristo en el Espiritu Santo
(DFS 8) .
Y
ésta sea tal que les disponga a se guir a Cristo
redentor con generosidad y pureza de intención (D FS
3 .
#.Imbúyanse de tal for ma los alumn os en el misterio
de la Iglesia, expuesto principalmente por este santo
Concilio. Aprendan a participar con corazón dilatado en
I
la vida de toda la Iglesia, según el aviso de San Agustin:
En la medida que uno ama a la Iglesia de Cristo, posee
el Espiritu Santo . (D FS 9).
Por lo que respecta a la actitud evangélica, el Vaticano 11
da gran número de directrices:
*<Entiendan on toda caridad los alumnos que su des-
tino no es el mando ni son los hombres, sino la entrega
total al servicio de Dios y al ministerio pastoral. Con
singular cuidado edúqueseles en la obediencia sacerdo-
tal, en el tenor de vida pobre y en el espiritu de la propia
abnegación, de suerte que se habitúen a renunciar con
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 147/176
' ,Habiendo de configurarse a Cristo Sacerdote en el
Espiritu Santo por la sagrada ordenación, habitúense a
unirse a El, como amigos, con el consorcio intimo de
toda su vida. Vivan el misterio pascua1 de Cristo de tal
manera que sepan iniciar en él al pueblo que ha de enco-
mendárseles. Enséñeseles a buscar a C risto en la fiel me-
ditación de la palabra de Dios, en la activa comunica-
ción con los sacrosantos misterios de la Iglesia, sobre
tod o en la Eucaristia y el oficio divino; en el obispo, qu e
los envía, y en los hombres a quienes son envia dos, prin-
cipalmente en los pobres, los niños, los enfermos, los
pecadore s y los incrédulos. Amen y veneren con fiel con-
fianza a la Santisima Virgen María. a la que Cristo, mu-
riendo en la cruz, entregó como madre al discípulo,,
(DF S 8 ) .
Acerca de los ejercicios de piedad que la tradición de la
Iglesia recomienda, el decreto señala:
-Fom éntense intensam ente los ejercicios de piedad re-
comendados por la venerable costumbre de la Iglesia.
Cuidese, sin embargo, de que la formación espiritual no
consista sólo en ellos y no cultive únicamente el afecto
religioso. Aprendan los alumnos, mas bien, a vivir según
la forma del Evangelio; a cimentarse en la fe, la esperan-
za y la carid ad, para alca nzar , con la práctica de estas
virtudes, el espiritu de oración, conseguir la fortaleza y
defensa de su vocación, lograr el vigor de las demás vir-
tudes y aumentar en el celo por ganar a todos los hom-
bres para Cristo (D FS 8).
286
prontitud a las cosas que, aun siendo licitas, no convie-
nen, y a asemejarse a Cristo cmcificadon (DFS
9 .
*Fórm ense en la reciedumbre de espiritu y, en general,
sepan apreciar todas aquellas virtudes que gozan de ma-
yor estima entre los hombres
y
avalan al ministro de
Cristo, cuales son la sinceridad, la preocupación cons-
tante por la justicia, la fidelidad a la palabra dada, la
buena educación
y
la moderación en el hablar, unida a
la caridad,, (DFS 11).
Se trata de poner en práctica:
<Aquellaperfecta caridad que les capa cifa para hacerse
todo a todos en su ministerio sacerdofabb ( D F S 10 .
Tam bién la reforma de los estudios debe orientarse de for-
ma que contribuya a la profundización de la formación
espiritual:
.Las restantes disciplinas teológicas deben ser igual-
mente renovadas por medio de un contacto más vivo
con el m isterio de Cristo y con la historia de la salva-
ción,, (DFS 16).
E n relación con la formación sacerdotal en las t ierras de
misiones, el Vaticano 11 subraya la necesidad de ma ntener vivo
el afán de a com odarse al modo peculiar de pensar y de pro-
ceder de la nación (D M 16) en la que los futuro s sacerdo tes
habrán de desenvolver su actividad pastoral.
wEdúquense en el espiritu ecu ménic o y prepárens e con-
venientemente para el diálogo fraterno con los no cristia-
nos,, (DM 16).
287
<<Elnviado entra en la vida y en la misión de aquel que
se ononodó o si mismo tomando lo formo de siervo
(Flp
2,7). Por lo cual debe estar dispuesto a perseverar toda la
vida en su vocación, a renunciarse a sí mismo y a todo lo
que tuvo hasta entonces y a hacerse todo para todos.
El que anuncia el Evangelio entre los gentiles dé a co-
i
nocer con confianza, el misterio de Cristo, cuyo legado es,
de forma que se atreva a hablar de El como conviene, sin
avergonzarse del escándalo de la cruz. Siguiendo las hue-
llas de su Maestro, manso y humilde de corazón, mani-
fieste que su yugo es suave y su carga ligera.
Dios le concederá valor y fortaleza para conocer
la abundancia de gozo que se encierra en la experiencia
i
intensa de la tribulación y de la absoluta porbreza. Esté
convencido de que la obediencia es virtud característica
Estos consejos son precisamente los que señalan la orienta-
ción de la vida religiosa y conducen la formación de los reli-
giosos y de las religiosas.
«Los consejos evangdlicos
de la castidad consagrada a
Dios, de pobreza y de obediencia, como fundados en las
palabras ejemplos del Señor, y recomendados por lbs
Apóstoles y Padres, así como por los doctores y pastores
de la Iglesia, son un
don divino
que la Iglesia recibió de
su Señor y que con su gracia conserva siempre. La auto-
ridad de la Iglesia, bajo la guía del Espíritu Santo, se
preocupó de interpretar estos consejos, de regular su
práctica e incluso de fijar formas estables de vivir-
los. (CI 43).
El cristiono,
mediante los votos u otros vinculos
sa-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 148/176
del misterio de Cristo, quien con su obediencia redimió al
mundo. (DM 24).
Un problema en si es el d e lo formación religioso,
respecto a
la cual el Concilio expone su enseñanza tanto en la constitu-
ción
Lumen gentium
como en un decreto a propósito.
#<Recuerden nte todo los miembros de cualquier insti-
tu to que, por la profesión de los consejos evangélicos,
respondieron a un llamamiento divino, de forma que no
sólo muertos al pecado (cf. Rom 6,11), sino también re-
nunciando al mundo, vivan únicamente para Dios. En-
tregaron, en efecto, su vida entera al servicio de Dios,
lo
cual constituye, sin dudo, uno peculior consagración que
radico íntimomente en lo consagración del bautismo y la
expreso con mayor plenitud,,
(DVR
5 ) .
1
El Vaticano 11 recuerda que:
Al mismo tiempo llama la atención acerca de que:
-La santidad de la Iglesia se fomenta de u i ~ a anera
especial con los múltiples consejos que el Señor propone
en el Evangelio para que los observen sus discípulos*
(CI 42).
*La caridad , como vinculo de perfección y plenitud de
la ley (cf. Col 3,14; Rom 3,10), rige todos los medios de
santificación, los informa y los conduce a su fin (CI
42).
grados -por su propia naturaleza semejantes a los
votos- con los cuales se obliga a la prcictica de los tres
susodichos
consejos evangdlicos, hace una total consagra-
ción de sí mismo a Dios, amado sobre todas las cosas,
de manera que se ordena a l servicio de Dios y a su
gloria
por un título nuevo y especial. Ya por el bautismo había
muerto al pecado y estaba consagrado a Dios; sin em-
bargo, para extraer de la gracia bautismal fruto más co-
pioso, pretende, por la profesión de los consejos evangé-
licos, liberarse de los impedimentos que podrían apar-
tarle del fervor de la caridad y de la perfección del culto
divino, y se consagra más íntimamente al servicio de
Dios. La consagración será tanto más perfecta cuanto,
por vinculos más firmes y más estables, represente mejor
a Cristo, unido con vinculo indisoluble a su Igle-
sia. (CI,44).
La profesión religiosa, que hunde sus raíces en la realidad
del bautismo, refuerza los vínculos que unen a la Iglesia con el
que es llamado, y, finalmente, de modo especial, manifiesta
la elevación del reino de Dios sobre todas las cosas terrenas y
sus exigencias supremas; demuestra además a todos los hom-
bres la preeminente grandeza de la virtud de Cristo reinante y
la infinita potencia del Espíritu Santo, admirablemente ope-
rante en la Iglesia (CI 44). De este modo, la profesión y la
formación religiosa que a ella corresponde tienen
un particular
significado escotológico.
El decreto acerca de la renovación de la vida religiosa pone
en evidencia el valor de los votos por medio de los cuales los
religiosos
y
las religiosas se comprometen a observar los con-
sejos evangélicos.
((La castidad. . libera de modo singular el corazón del
hombre (cf . Icor 7,32-35)... es sieno esoecial de los hie
~~
nes celestes y medio aptisimo
para quelos religiosos
se
consagren fervorosamente al servicio divino y a las
obras de apostolado. De este modo evocan el los ante
todos los fieles aquel maravilloso connubio, fundado
por Dios y que ha de revelarse olenamente en l qioln
~ . ... .
.e.
futuro, por el que la Iglesia tiene por esposo único a
Cristo- (DVR 12).
<,Por la profesión de la
obediencia,
los religiosos se
unen m ás constante y plenamente a la voluntad salvifica
de Dios. Se someten con fe a sus superiores, que hacen
las veces de Dios, y por ellos son dirigidos al ministerio
des de cada uno. Porque el scgl;ir, conociendo bici1 cl
mundo contcmporáiieo. dcbe ser mirmhro bien :id;ipt;i-
do a la sociedad y a culturii de su tiempo,, (DAS
29 .
Este pensamiento retorna continuamente y de diversos mo-
dos en la doctrina conciliar. Naturalmente. la cultura humana
no refleja todavía la expresión total de la vida cristiana. Por
eso el Concilio enseña:
«Apren&¿. ante todo. el seglar a cumplir l misión de
Cristo y de la Iglesia , viviend o d e la fe en el misterio
divino de la creación y de la redención, movido por el
Espiritu Santo. que vivifica al Pueblo de Dios e impulsa
a todos los hombres a am ar a D ios Padre. y al mundo y
a los hombres en El. Esta formación debe considerarse
como fundamento y condición de todo apostolado fe-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 149/176
de todos los hermanos en Cristo, a la manera que Cristo
mismo, por su sumisión al Padre. sirvió
a
s s hzrmannr
. .
y dio su vida por la redención de'muchos (cf. Mt 20.28;
J n 10,14-18),~ (DV R 14).
En fin, el voto de
pobreza
del que se ha hablado ya mu-
chas veces, y la vida co mún , a ejemplo de la Iglesia primitiva .
os religiosos, co mo m iembros de Cristo, han de ade-
lantarse unos a otros en el trato fra terno con muestras
de d eferencia (cf. Rom 12,10), llevando unos las cargas
de los dem ás (cf. GáI 6,2). Por la cridad de Dios que el
Espiritu Santo ha derramado en los corazones (cf. Rom
5 3 a c omunidad , congregada como v erdadera famil ia,
en el nom bre del Sefior, goza de su presencia (cf. Mt
18,20)».
Po r lo q ue se refiere a la formación de los seglares, debemos
en primer lugar referirnos a cuanto ya se ha dicho a propósito
de su estado en la Iglesia y del aposto lado que compete a su
vocación cristiana.
orno los seglares participan a su modo de la misión
de la Iglesia, su formación apostó lica recibe una cracteris-
tica especial por la misma índole secular y propia del lai-
cado y por el carácter de su espiritualidad,, (DAS 29).
A continuación el Concilio afirma:
-La formación para el apostolado supone una comple-
ta formación humana, acomodada al carácter
y
cualida-
cundo. Y como la formación para el apostolado no pue-
de consistir solamente en la instmcción teórica, aprenda
el seglar poco a poco y con prudencia, desde el comien-
zo de su form ación, a verlo, a juzgarlo y a hacerlo todo a
la luz de la fe, a formarse y perfeccionarse a si mismo
por la acción con los dones y a entrar así en el servicio
afectivo de la Iglesia,, (DAS 29).
Las palabras c i tadas sintetizan el método moderno del apos-
tolado
de
los seglares ver, juzgar, a ctuar).
l levado a cabo sob re
todo en las organizaciones de la Jeunesse OuvriPre Chrétienne
(JOC ), ba jo la dirección del ilustre sacerdote J Cardjin, quien,
durante el Concilio, fue elevado al Colegio cardenalicio. La
formación apostólica debe modelar toda la personalidad cristia-
na. Po r eso también la preparación al apostolad o para la cre-
ciente maduración de la persona humana, para
el
t ratamiento
de los problemas, requiere un conocimiento cada vez más pro-
fundo y una acción cada vez más efectiva. En la satisfacción
de todas las exigencias de la formación téngase siempre pre-
sente la unidad y la integridad de la persona humana, así
como el que se salve y acreciente su armonia y equilibrio
(DAS 29).
El Concilio presta adem ás atención a la necesidad de una
formación cristiana de los seglares,
comenzando por los niños y
los jóvenes.
Constata que
*<Losóvenes ejercen en la sociedad actual una fuerza
de extraordinaria importancia. Este aumento de la im-
portancia de las generaciones jóvenes en la sociedad exi-
ge de ellos una correspondiente actividad apostólica, a
lo cual los dispone su misma indole natural. Maduran en
la conciencia de la propia personalida d, impulsad os por
el ardor de vida y por un dinamismo desbordante; asu-
men la propia responsabilidad y desean tomar parte en
la vida social y cultural. Este celo, si está lleno del es-
píritu de Cristo y se ve animado por la obediencia y el
am or a los pastores de la Iglesia, ofrece la esperanza cier-
ta de frutos abun dan tes. Los jóvenes deben convertirse
en los primeros e inmediatos apóstoles de los jóvenes,>
(DAS 12).
El Concilio insiste en recom endar qu e toda
la familia
y
su vida en común
sea un como noviciado del apostolado
(DA S 30). Luego se dir ige a los sacerdotes para que, en las
catequesis
y
en el m inisterio de
l
palabra, en la dirección espi-
ritual y en los demás ministerios pastorales, tengan a la vista la
tud los talentos con que Dios ha enriquecido su alma y
ejercer con mayor eficacia los carismas que el Espiritu
San to cedió para bien de sus hermanos. (DA S 30).
Estos son los carismas de los que hemos hab lado en el pre-
sente capitulo. Tienen gran importancia para el apostolado y
deben ser utilizados con la finalidad de formar la actitud
apostól ica.
<<L os sposos y padres crist ianos, siguiendo su p ropio
camino, mediante la fidelidad en el amor, deben soste-
nerse mu tuame nte en la gracia a lo largo de toda su vida
e inculcar la doctrina cristiana y las virtudes evangélicas
a los hi jos am orosam ente recibidos de Dios. De esta ma-
nera... se constituyen en testigos colabo radores de la
fecundidad de la madre Iglesia, como simbolo y partici-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 150/176
formación del apostolado (DA S 30). También los jóvenes
t ienen una act ividad apostólica. Según sus propias fuerzas, son
verdaderos test imonios vivientes d e Cristo entre sus com pañe-
ros (DA S 12). El Vaticano concede, pues, suma importan-
cia a todo el proceso de la educación y de la formación, que se
desarrol la a travks del intercambio vivo de valores entre las
generaciones.
-Procu ren los mayores enta blar con los jóvenes diálogo
amistoso, que, salvadas las distancias de la edad, permi-
ta a unos y otros conocerse mutuamente y comunicarse
lo bueno que cada generación tiene. Estimulen los adul-
tos a la juventud hacia el apostolado, primeramente con
el ejemplo, en ocasiones con pm den tes consejos y
auxilios eficaces. Los jóvenes, por su parte, sientan res-
peto confian za en los mayores, y aun que sientan la
natural inclinaciSn hacia las novedades, aprecien, sin
embargo, como es debido, l as t radic iones va l iasas .
(DAS 12).
Asi, el Concilio indica con claridad el camino de la forma-
ción apo stól ica, que es fundamental y orgánica a la vez. Es
el
camino de la educación de la autoeducación
lo cual halla co-
rrespondencia en las fases subsiguientes del desarrollo de la
personalidad humana.
.'Cada un o debe prepara rse diligentemente para el
apostolado, obligación que es más urgente en la edad
adulta. Porque, con el paso de los años, el alma se abre
mejor, y asi puede cdda uno descubrir con mayor exacti-
pación d e aquel amor con que Cr i s to amó a su Esposa y
se entregó a si mismo por el la. Ejemplo parecido lo pro-
porcionan, de otro modo, quienes viven en estado de
viudez o de cel ibato Aquellos que están dedicados a
trabajos muchas veces fatigosos deben encontrar en esas
ocupaciones humanas su propio perfeccionamiento, el
medio de ayudar a sus conciudadanos y de contribuir a
elevar el nivel de la sociedad entera y de la creación.
Pero también es necesario que imiten en su activa cari-
dad a Cristo, cuyas manos se ejercitaron en los trabajos
manuales, gozosos en la esperanza y ayudándose unos a
ot ro s a llevar sus cargas., (CI 41).
Po r lo q ue se refiere al apostolad o de los seglares, orienta-
d o a la instauración cristiana del orde n temporal , el Vatica-
no subraya la necesidad de enseñar el verdadero significa-
do y valor de los bienes temporales en si mismos
y
con
respecto a las f inal idades toda s de la persona humana (DA S
31). Y continúa:
f<Ejerciten se n el rec to uso d e las cosas y en la organi-
zación de las instituciones, aten dien do siempre al bien
común,
según los principios de la doctrina moral social
de la Iglesiax
(DAS 31).
*Para cultivar las b u e n a relaciones humanas esnece-
sario que se fomenten los auténticos valores humanos,
sobre todo el arte de la convivencia y de la colaboración
fraterna, a si como tambié n el cultivo del diálogo,, (DA S
29).
<.Corno las obra s de ca ridad y de m isericordia ofrecen
un tcstimonio excelente de la vida cristiana, la forma-
ción apostÓlicd debe llevar también a la práctica de tales
obras, para que los cr ist ianos aprendan desde nif ios a
compadecerse de los hermanos y a ayudarles generosa-
mente cuando lo necesi ten,) (DAS 31).
La acritud apostólica se expresa en la relación con los hom-
bres. se expresa con el amor.
El decreto declara que la Iglesia,
mientras disfruta de las iniciativas de los más, reivindica las
obras de caridad como deber y derecho inal ienable . Se t rata
en este caso de la misericordia para con los pobres y enfer-
mos a t ravés de las l lamadas obras de caridad y mutua ayuda,
destinadas a aliviar las necesidades humanas.
Exponiendo la doctrina acerca del apostolado de los segla-
CONSTRUCCION DE LA IGLESIA COMO COMUNIDAD
Iniciando el análisis de las actitudes, cuya formación es in-
herknte a la doctrina del Vaticano 11, actitudes que constituyen
en ciQto sentid o la imagen d e la fe del cristiano de hoy, hemos
subray.ado que en muchos pu ntos se encuentran, parcialmente
se ident if ican y sobre todo se completan. Ahora puede afir-
marse esto co n certeza, cu ando el anál isis de las act itudes ha
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 151/176
res, el Vaticano la presenta c omo u na exhortación del pro-
pio Cristo:
Es el propio Señor el que invita de nuevo a todos los
seglares por medio de este santo Concilio, a que se le
unan cada
día más int imamente y
a
que, sint iendo com o
propias sus cosas (CS. Flp 2,5 , sc asocien su misiún
salvadora
...
para que, con las diversas formas y mane-
ras del único apostolado de la Iglesia, que deberán adap-
tarse constantemente a las nuevas necesidades de los
tiempos, se le ofrezcan como coopcradoresv (DAS 33).
progresado suficientemente. El título del presente capítulo sir-
ve también para sefialar una actitud, o mejor aún, un conjunto
de act i tudes que en la doctr inaconci l iar aparecen claramente
como específicas para la Iglesia y el cristiano del Vaticano 11.
Cua ndo hablam os de la construcción de la 1glesia.como co-
munidad , nuestra atención se dir ige no sólo y no tanto al
proceso de la constnicción -ni siquiera a las estructuras
qu e el Va tican o 11 prevé a tal fin- cua nto más bien
a la acti-
tud sin la cual esta s estructuras así como el proceso de c onstruc-
ción de la Iglesia com o comunidad aparecerían flotando en el
vacio.
Que remos calificar com o comunitaria esta actitud. El an+
lisis de los textos conciliares evidenciará su esencia
y
esclarecerá
sus relaciones con la construcc ión de la Iglesia, que es comuni-
dad del Pueblo de Dios y a la vez Cuerpo de Cristo.
.Ydel mismo mod o que todos los miembros del cuer-
po humano, aun siendo muchos, forman, no obstante,
un so lo cuerpo, así también los f ieles en Cristo (cf. I c o r
12,12). Tambibn en la constitución del cuerpo de Cristo
está vigente la diversidad de miembros y oficios. Uno
solo es el Espiritu, que distribuye sus variados dones
para el bien de la Iglesia según su riqueza y la diversidad
de ministerios (Icor 12,l -11). Entre estos dones resal ta
la gracia de los apóstoles, a cuya autoridad el mismo
Espiritu subordina incluso los carismáticos (cf. Icor 14).
El mismo produce y urge la caridad entre los fieles, uni-
ficando el Cuerpo por si y con su virtud y con la cone-
295
M. Rcnovacibn en NI
f u m l l i
xión interna de los mien~bros.Por coiisiguientc. si uii
miembro sufre en algo. con él sufre11 odos los demás: o
si un miembro es honrado. gozan conjuntiiniente los de-
más miembros (cf. Ic o r 1 2.26)~
CI
7).
La un idad de la Iglesia-cuerpo de Cristo es fruto de la acción
del Espiritu San to. Esta acción produc e m ultiplicidad y lleva a la
unidad: multiplicidad de los dones, vocaciones, ministerios y
unidad del Cuerpo místico.
Y
como este Cuerpo es a la vez
Pueblo de D ios, debemos reconocer que fru to de la acción del
Espiritu San to es esa actitud que en todo miembro de este pueblo
contribuy e a la
unión delosm iemb ros.
esto es, a la formac ión de la
comunidad de la Iglesia a través del vinculo de la comunión
espiritual que la distingue. En la formación de la actitud comuni-
taria podemos, pues, vislumbrar la expresión de ese enriqueci-
miento de la fe para el qu e el Vaticano constituye también un
<.La responsabilidad de diseminar la fe incumbe a tod o
discipulo de Cristo en su parte. Pero, aunque cualquiera
puede bautizar a los creyentes, es, sin embargo, propio
del sacerdote llevar a su complemento la edificación del
Cuerpo mediante el sacrificio eucarist ico~~CI 17).
-Es, pues, la sinaxis eucaristica el centro de toda la
asamblea de los fieles que preside el presbiteron
(DMVS
5 .
Sin embargo, ninguna comunidad cristiana se edifica
si no tiene su raíz y quicio en la celebración de la santisi-
ma Eucaristía, por lo que debe, consiguientemente, co-
menzarse rada educación en el espíritu de comunidad
Esta
celebración, para ser sincera y plena, debe conducir tan-
to a las varias obras de caridad y a la mutua ayuda
como a la acción misional y a las varias formas de testi-
monio cristiano,, (DMVS 6).
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 152/176
fundamento histórico y una inspiración doctrinal. En efecto, en
los documentos conciliares hallamos muchos textos que nos
permitirán comprender y esclarecer esta actitud en sus diversos
aspectos
y
esferas de acción.
Por consiguiente, sobre la base de los respectivos textos,
queremos demostrar que la construcción de la comunidad de
la Iglesia es una sintesis de estructuras
y
de actitudes. Sin em-
bargo, en conformidad con las premisas del presente estudio,
tratamos de llamar particularmente la atención sobre las acti-
tudes.
Y
es que, en relación con la renovación propuesta por el
Vaticano 11, se habla mucho de las estructuras, motivo por el
cual parece necesario considerar las actitudes como la segunda
componente indispensable para el proceso de renovación.
SIntesis de las estructuras de las actitudes
El Vaticano II cnsefla en muchos texto s que lo Eucaristía es
el fundamen to de la construcc ión de la comunidad de la Iglesia:
.<Participand o realmente del cuerpo del Señ or en la
fracción del pan eucaristico, somos elevados a una co-
munión con El y entre nosotros. Porque el pan es uno,
somos muchos un solo cuerpo. pues tod os participamo s de
ese único pan
(Icor 10,17). Asi, todos nosotros nos con-
vertimos en miembros de ese Cuerp o (cf. Ic o r
12,27
y
cada uno es miembro del otro (Rom 12,5)2 CI 17).
Este prime r principio eucaristico de la constru cción de la
Iglesia c omo comunidad contiene en sí tambien el momento je-
rárquico. Reunir al Pueblo de Dios forma parte integrante del
ministerio y de la misión de quienes han recibido de Cristo la
potestad de celebrar la Eucaristía.
,.Esta Iglesia de C risto está verdad eramen te presente en
todas las legitimas reuniones locales de los fieles, que,
unidas a sus pastores, reciben también en el Nuevo Tes-
tamento el nombre de Iglesias. Ellas son, en su lugar, el
Pueblo nuevo, l lamado por D ios en el Espiri tu S anto y
en gran plenitud (cf. lTes 1,5). En ellas se congregan los
fieles por la predicación del Evangelio de Cristo y se
celebra el misterio de la cena del Señor, para que, po r
medio del cuerpo y de la sangre del Señor, quede unida
toda la fraternidad . En toda comu nidad de altar, bajo
el sagrado ministerio del obispo, se manifiesta el simbo-
lo de aquella caridad y unidad del Cue rpo místico sin
la cual no puede hab er salvación . En estas comu nida-
des, aunque sean frecuentemente pequeñas y pobres, o
vivan en la dispersión, está presente Cristo, por cuy a vir-
tud se congrega la Iglesia una, santa, católica y apostóli-
ca. Pues la participación del cuerpo
y
sangre de Cristo
hace que pasemos a ser aquello que recibimos . A hora
bien, toda legítima celebración de la Eucaristía es dirigida
por el obispo, quien ha sido confiado el oficio de ofre-
cer a
l
divina Majestad el culto de la religión cristiana y
de reglamentarlo en conformidad con los preceptos del
297
SeAor y las leyes de la Iglesia, precisadas más concreta-
mente para su diócesis según su criterio.,
CI 26).
Como se deduce del texto citado, la Iglesia en cuanto co-
munidad, se reúne en torno a la Eucaristia, cuya fuerza de
comunión converge con la fuerza de la palabra de Dios, que
reúne a los fieles . La comunidad del Pueblo de Dios se for-
ma en torno a estas dos mesas instituidas en la Iglesia desde
los inicios: la mesa de la palabra de Dios y la mesa de la Euca-
ristía. El elemento jerárquico se manifiesta tanto en el anuncio
de la palabra como en la celebración de la Eucaristia.
d o s presbiteros
próvidos cooperadores del orden
episcopal y ayuda e instrumento suyo, llamados para
servir al Pueblo de Dios,
forman junto con su obispo un
solo presbiterio
dedicado a diversas ocupaciones. En
cada una de las congregaciones locales de fieles repre-
penetren reciprocamente. Esto tiene su importancia en orden a
la formación de la conciencia y de las actitudes.
-Como no le es posible al obispo, siempre y en todas
partes, presidir personalmente en su Iglesia a toda la
grey, debe por necesidad erigir diversas comunidades de
fieles. Entr e ellas sobresalen las pa rroquias, distribuidas
localmente bajo u n pastor que hace las veces del obispo,
ya que de alguna manera representa a la Iglesia visible
establecida por todo el orbe. De aquí la necesidad de
fom entar teórica y prácticamente entre los fieles y el cle-
ro la vida
litúrgica parroquial y su relación con el obis-
po. Hay que trabajar para que florezca el sentido comu-nitario parroquial, sobre todo en la celebración común
de la misa dominical (CL 42).
La estructura jerárquica planea, por asi decirlo, sobre to-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 153/176
sentan al obispo, con el que están confiada y animosa-
mente unidos, y t om an sobre sí una pa rte de la carga y
solicitud pastoral y la ejercen en el diario trabajo,, (CI
28 .
.
~
losf fiel es.
por su parte deben estar unidos a su obispo
como la Iglesia a Jesucristo, y com o Jesucristo al Padre,
para que todas las cosas se armonicen en la unidad y
crezcan para gloria de Dios
cf.
2Cor 4,15)v (CI 27).
AAadamos también lo que se lee en el decreto sobre el
apostolado de los seglares:
.La parroq uia ofrece modelo clarísimo del apostolad o
comunitario , porque reduce a unidad todas las diver-
sidades humanas que en ella se encuentran y las inserta
en la universalidad de la Iglesia* (DAS 10).
Se puede decir que de esta manera toma forma el verdade-
ro rostro de la
comunidad en su dimensión de Iglesia local.
Esta
dimensión, sin embargo, revela incesantemente aquella Última
a la que se dirigen, esto es,
la dimensión universal de la Iglesia
que corresponde a la institución de Cristo.
.Ellos, bajo la autor idad del obispo, santifican y rigen
la porción de la grey del Seííor a ellos encomendada,
hacen visible en cada lugar a la Iglesia universal y pres-
tan eficaz ayuda en la edificación de todo el Cuerpo de
Cristo (cf. Ef 4,12)n (CI 28).
La constitución de la Iglesia, establecida por Cristo, hace
que estas do s dimensiones, la universal y la local se com -
das las comunidades del Pueblo de Dios, incluso las más pe-
quefias, y delinea su construcción, que se basa en la palabra de
Dios y en la Eucaristia. De aquí, pues, deriva el carácter espe-
cial de la autorid ad, que en la Iglesia está confiada al Papa, a
los obispo s a los sacerdo tes.
'<Estos pastores son los ministros de Cristo y los dis-
pensadores de los misterios de Dios (cf. Icor 4,1), a
quienes está encomendado el testimonio del Evangelio
de la gracia de Dios (cf. Rom
15.16;
Act 20.24) y la glo-
riosa administración del Espíritu y de la justicia (cf.
2C or 3,8-9). (C I 21).
La potestad pastoral es como la pieza maestra de toda comu-
nidad
y
la condición del recíproco compenetrarse de las dimen-
siones locales con la dimensión universal.
-Cada uno de los obispos que es puesto al frente de
una Iglesia particular, ejerce su poder pastoral sobre la
porción del Pueblo de Dios a él encomendada, no sobre
las otras Iglesias ni sobre la Iglesia universal. Pero en
cuanto miembros del colegio episcopal como legítimos
sucesores de los apóstoles, todos y cada uno, en virtud
de la institución y precepto de Cristo, están obligados a
tener por la Iglesia universal aquella solicitud que, aun-
qu e no se ejerza por a cto de jurisdicción, contribuye, sin
embargo, en gran manera al desarrollo de la Iglesia uni-
versal. Deben, pues, todos los obispos promover y de-
fender la unidad d e la fe
y
la disciplina común de to da la
Iglesia, instmir a los fieles en el amor de todo el Cuerpo
299
mistico de Cristo,
especi lmente
de los miembros po-
bres, de los qu e sufren y de los que son perseguidos por
la justicia (cf. Mt 5,lO); promover, en fin, toda actividad
que sea común a toda la Iglesia, part icularmente en or-
den a la dilatación d e la fe y a la difusión de la luz de la
verdad plena entre todos los hombres. Por lo demás, es
cierto que, rigiendo bien la propia Iglesia com o porción
de la Iglesia universal, con tribuyen efica zme nte al bien
de todo el Cuerpo mistico, que cs también el cuerpo de
las Iglesias* (CI 23).
Tra s esta exposici0n, que define genéricamente e¡ carácter
de la comunidad, a cuya constmcción todos contribuyen en la
Iglesia, podemos pasar a unas consideraciones m is determi-
nadas.
La edificación de la Iglesia co mo co munid ad del Pueblo de
do de las almas. El, por tanto, como quiera que ha sido
enviado com o pastor de tod os los fieles para procurar el
bien común de la Iglesia universal y de cada Iglesia, tie-
ne el primado de la potestad ordinaria sobre todas las
Iglesias. Mas también los obispos. puestos por el Espiritu
Santo, son sucesores de los apóstoles como pastores de
las almas, y
juntamente con el Sumo Pontífice bajo su
autoridad. han sido enviados para perpetua r la obra de
Cristo Pastor erernon (DO 2) .
*Este oficio episcopal suyo, que recibieron por la con-
sagración episcopal, lo ejercen los obispos, participes de
la solicitud de todas las Iglesias, en comunión y bajo la
autoridad del Sumo Pontífice por lo qu e atañe al magis-
terio y gobierno pastoral , unidos todos en colegio o
cuerpo por lo que atañe a la Iglesia de Dios universal .
Cada uno lo ejerce respecto de las partes del rebafio del
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 154/176
Dios ad intra comprende diversos sectores que, si bien se dife-
rencian entre si, sin embargo y en conformidad con lo que
hasta ahora hemos p uesto de relieve, se com penetran y condi-
cionan mutuamente. Tratando de la acti tud referente a la
construc ción de la Iglesia com o com unid ad -a la luz del Vati-
can o 11-, pod em os
y
debemos pensar, bien en todos los
miembros, bien en algunos en part icular. Hay aq uí una analo-
aia evidente, qu e se entiende si se refleia sobre la existencia del
o r de n j er ár qu ic o y d el c ar is má tic o. ~ u i i ~ u en el caso de algu-
no de estos órdenes manifiesta una t inica individualización de
~
~~
las vocaciones y de las actividades en la Iglesia, presupone, sin
embargo, la orientación hacia la comunidad: sea el orden jerár-
quico sea el conjunto de los dones carismáticos. sirven a la co-
munidad del Pueblo de Dios en la Iglesia. El Vaticano 11, te-
niendo en cuenta los diversos dones del Espiritu Santo, gra-
cias' a los cuales se construye la Iglesia, constata qu e entre
ellos sobresale el de los apósto les, a cuya autorida d el propio
Espíritu some te tam bién a los carismáticos (cf.
I c o r 1 4 )
(CI
7).
Trataremo s, pues, de seguir este orden correspondiente a la
constitución divina de la Iglesia, y
analizaremos en primer lu-
gar en que? consiste la construcció n de lo Iglesia com o comunida d
jerárquica. Por eso comenzamos por la dimensión universal ,
con referencia a todas las dimensiones locales .
En esta Iglesia de Cristo, co mo sucesor de Pedro, a
quien C risto confió ap acentara sus ovejas y corderos, el
Romano Pon tifce goza, po r institución divina, de potes-
tad su prema, plena, inm ediata y universal para el cuida-
3
Señor que le han sido confiadas, cuidando cada uno de
la Iglesia particular que le ha sido encomendada o a ve-
ces proveyendo algunos conjuntamente a ciertas necesi-
dades comunes de diversas Iglesias (DO 3).
Algunos años después de la clausura del Concilio. el Sino-
do extraordinario de los obispos en Roma (1969) se reunió
para ocuparse de las cuestiones de la colegialidad y de su ac-
tuación en el sentido tan to afectivo co mo efectivo . Por
ahora nos limitamos a considerar el magisterio conciliar, que
en modo suficientemente claro hace presentes cuáles son las
actitudes que corresponden a la necesidad y al deber de cons-
truir la Iglesia como comunidad, deber que incumbe sobre
todo al colegio que tiene la mayor responsabilidad al respecto.
En este colegio se prolong a ininterrumpid amen te el cuerpo
apostólico , razón por la cual, com o dice entre otras cosas el
Concil io, este sacrosanto Sinodo declara que todos los obis-
pos, que son miembros del Colegio episcopal, tienen el derecho
de intervenir en el Concilio ecuménico (D O 4), no sólo, por
lo tanto, los que sean ordinarios de lugar. Finalmente, el Vati-
cano 11 sienta las bases del
Sínodo de los Obispos
(mencionado
hace poco),
como nueva institución jerárquica perma nente de la
Iglesia romana.
Los obispos, escogidos de entre las diversas regiones
del orbe, reunidos en el consejo que se designa con el
nombre especi f ico de
Sínodo episcopal
s i nodo que ,
com o representación que es de tod o el episcopado cató-
lico, significa a la vez que todos los obispos, en comu-
30 1
nión jerárquica, participan de la solicitud por la Iglesia
universal. (DO 5 .
.Estén seííaladam ente solícitos por aquellas regiones
del 'orbe terrestre en que todavía no h a sido anunciad a la
palabra de Dios o en que, principalmente por el escaso
número de sacerdotes, se hallan los fieles en peligro de
apartarse d e los man damien tos de la vida crist iana y aun
de perder la fe misma. Por el lo procuren con todas sus
l
fuerzas que los fieles sostengan y promuevan fervorosa-
mente las obras d e evangelización y de apostolado. Cui-
den además con empeño de que se preparen ministros
sagrados idóneos, y también auxiliares, religiosos o lai-
cos, para las misiones y regiones que sufren escasez de
clero. Tengan asimismo presente los obispos que, en el
m
uso de los bienes eclesiásticos,
han de tenerse en cuenta
no sdlo las necesidades de la propia didcesis, sino además
patrimonio espiritual de las Iglesias orientales,
porque lo con-
sidera firmemente como patrimonio de la Iglesia universal
(DIO
5 ,
y ha confirmado también su derecho y deber de
regirse según sus propias disciplinas peculiares (D IO 5 , po-
niendo de relieve qu e pueden siempre y debeñ conservar sus
legítimos ritos su propia disciplina (D IO 6). Esto se refiere
igualmente a su constitución jerárquica, en la que se acentúa,
más que en Occidente,
el elemento sinodal.
Otro sector en el que el Concilio ha mostrado insistente-
mente la necesidad de construir la comunidad es el presby-
terium:
comunidad de sacerdotes reunida en torno a su obispo.
Nos hallamos aquí directamente en la dimensión de la Iglesia
local, pero el Concilio afirma explícitamente:
.Para conseguir el fin propio de la diócesis es menes-
ter que, en el Pueblo de Dios qu e pertenece a una misma
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 155/176
las de las otra s Iglesias particulares, como par tes que son
I
de la Iglesia única de Cristo. Atiendan, finalmente, a ali-
viar, según sus fuerzas, las calamidades que sufren otras
diócesis o regiones.. (D O 6).
Abracen seaaladamente con ánimo fraterno y ayu-
den con genuina y eficaz diligencia a aquellos obispos
que, po r causa del nom bre de Cristo, sufren calumnias o
l
vejaciones, e stán detenidos en las cárceles o se les impide
ejercer el ministerio, y así, por la oración y ayuda de los
hermanos, se aliviarán y mitigarán sus dolores,, (DO 7).
En la premura que el Vaticano 11 demuestra para con un
desarrollo de la actividad jerárquica en la Iglesia, formula el
deseo de que a los
dicasterios
de la
Curia roma
(que sin duda
hasta ahora han proporcionado una preciosa ayuda al Roma-
no Pontífice y a los pastores de la Iglesia) se les dote de un
nuevo ordenamiento más conforme con las necesidades de los
tiempo s, de las regiones y de los ritos (D O 9). Se trata de la
reforma y de la, por asi decir, internacionalización de la Curia
. >
romana. Además de esto, el Vaticano 11 expresa su
pleno apo-
yo a todas las formas tradiciona[es de la colegialidad local
aconseja establecer las Conferencias episcopales nacionales,
deseand o que la venerable institución de los sinodos y conci-
lios cobre nuevo vigor, a fin de que en las varias Iglesias, se-
gún las circunstancias de los tiempos, se provea más adecuada
eficazmente al incremento de la fe
y
a i mantenimiento de la
disciplina
( D O 36 .
vale seguramenie la pena recordar que el Concilio Vatica-
no 11 ha subrayado, en un decreto,
la necesidad de conservar el
diócesis, se manifieste claramente la naturaleza de la
Iglesia y con tinuamen te los obispos puedan cumplir con
eficacia, en ellas, sus deberes pas torales, y que, finalmen -
te, se provea de la manera más perfecta posible a la sa-
lud del Pueblo de Dios* (DO 22).
Solamente sobre la base de un principio tan claro puede
organizarse la comunidad, lo que quiere decir también del con-
junto de las actitudes que la caracterizan, ta nto por par te del obis-
po como de los sacerdotes,
de los que hay que esperar que re-
conozcan verdaderamente al obispo como padre suyo
y
lo
obedezcan reverentemente (CI 28).
.El obispo, po r su parte, considere a los sacerdotes,
sus cooperadores, como hijos y amigos, a la manera en
que Cristo a sus discípulos no los llama ya siervos, sino
amigos (cf. Jn 15,15)» (CI 28).
Este vínculo del sacerdote con su obispo hace que en la
Igles ia todos
los sacerdotes estén unidos con el colegio
l episcopal.
<.Todos los sacerdote s, tant o diocesanos c om o religio-
sos, están, pues, adscritos al cuerpo episcopal, por razón
del orden y del ministerio, y sirven al bien de toda la
Iglesia según la vocación y gracia de cada cual (CI 28).
El V aticano 11 trata por separa do el tem a de los diáconos, a
quienes se les imponen las manos no en orden al sacerdocio,
sino en orden al ministerio ,
y
son los qu e sirven al Pueblo
de Dio s, en com unión con el obispo y su presbiterio (CI 29).
De este modo , bajo la dirección del obispo, en v irtud de
la sagrada ordenación y misión común, todos los presbíteros
i
Ii
l
Evoquemos también un pasaje sobre los seminarios
ec~e-
siásticos:
j
/
1
El o bispo, p or su parte, al iente con especial y atenta
estón ligad os entre sí por una íntimo fraternidad . que deb e es-
l
predilección a cuantos traba'an en el seminario, y muCs- i
pontánea y gustosamente man ifestarse en la mutua ayuda , es-
piritual
material, pastoral y personal, en las reuniones y en la
1
comunidad de vida, de trabajo y de caridad (CI 28). Este lazo
fraterno de todo el presbiterio en torno al obispo refleja en
cierto modo el lazo colegial de todo el episcopado en torno al
sucesor de Pedro.
Y
si en uno
y
otro caso se trata de sectores
particulare s de corresp onsab ilidad -sacerdotal o
episcopal-,
se logra que en uno
y
otr o caso la corresponsabilidad se
realice so bre la ba se del principio de un a justa relación con la
responsabil idad de aquel que preside toda comunidad, como
cabeza suya.
-Ahora bien, el ministerio sacerdotal, por el hecho de
ser ministerio de la Iglesia misma,
sdlo puede cumplirse
I
t rese como verdadero padre en Cristo para los alumnos.
.j
Todos los sacerdotes, finalmente, consideren el semina-
1
rio como el corazón de la diócesis y prkstenle con gusto
1
su personal colaboración. (D FS 5 .
l
Evidentemente, también la frase que acabamos de citar es
11
parte integrante del capitulo que trata acerca de la construc-
1 ción de la Iglesia como comunidad.
;
La doctrina conciliar subraya en diversos lugares
el
l ado
.
j
8
.
paterna l de la misión del obis po respecto a todos , y sobre todo
1 respecto a los sacerdotes.
i
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 156/176
en comunidn jerdrquica con todo el Cuerp o. Así, la cari-
dad pastoral apremia a los presbíteros a que, obrando
en esta comu nión, consagren po r la obediencia su propia
voluntad al servicio de Dios
y
de sus hermanos, aceptan-
do y ejecutando con espíri tu de fe lo que se manda o
recomienda por parte del Sumo Pontífice y del propio
obispo, lo mismo que por otros superiores; gastando de
buenísima gana y hasta desgastándose a si mismos en
cualquier cargo, por humilde y pobre que sea, que les
fuere confiado. De esta manera mantienen y fortalecen
la necesaria unidad con sus herm anos en el ministerio, y
señaladamente con los que el Señor ha consti tuido recto-
res visibles de su Iglesia, y trabajan en la edificación del
Cuerpo de Cr is to, que crece por toda juntura por don-
de se nutre . (DM VS 15).
De estas palabras se deduce qu e la actitud correspond iente
a la construcción de la Iglesia como comunidad hunde sus raí-
ces en la espiritualidad del sacerdote, basada en la fe viva. La
expresión de esta fe es un
lazo de obediencia
rectamente enten-
dido, que el documento concil iar precisa sucesivamente:
.Esta obediencia, que conduce a la más madura l iber-
tad de los hijos de Dios, exige por su naturaleza que, al
excogitar prudentemente los presbíteros, en el cumpli-
miento de su ministerio, movidos de la caridad, nuevos
En el ejercicio de su oficio de padre y pastor, sean
los obispos en medio de los suyos como los que sirven.
de las obras de ap ostolado bajo la autoridad de los obis-
métodos para el mayor bien de la Iglesia, propongan
confiadamente sus proyectos y expongan insistentemente
Abracen siempre con part icular caridad a los sacer-
:~
dotes, ya qu e éstos asumen parte de sus deberes y solici-
1
~l
tud, que tan celosamente cumplen con diario cuidado,
teniéndolos por hijos y amigos, y, po r tanto -sigue el
ii
decreto recom endan do a los obispos-, prontos siempre
a oírlos, y, fomen tando la costumb re de comunicarse
pos. (DO
34 .
las necesidades de la grey qu e les ha sid o confiada, pron-
304 305
.
I
1
N
confidencialmente con ellos, esfuércense en promover el
entero trabajo pastoral de toda la diócesis* (DO
16).
m
El presbyterium -en cua nto organismo existente en cada
1
Iglesia local
y
del que se afirma: un solo presbiterio es una solo
familia de la que el obispo es elp od re (D O 28)- es, podríam os
decir, el fundamento de la construcción de la comunidad en la
Iglesia local. Se tra ta en este caso, com o se dedu ce de los tex-
tos citados, de una comu nidad en el sentido afectivo
efectivo , qu e deb ería abarcar también a los rel igiosos
sacerdotes.
d o s religiosos sacerdotes
que se consagran para el ofi-
cio del presbiterado, a fin de ser también ellos próvidos
1
cooperadores del orden episcopal, pueden ser hoy día
ayuda aún mayor para los obispos, dada la mayor nece-
sidad de las almas. Debe, por tanto, decirse con verdad,
en cierto modo, que pertenecen al clero de la diócesis en
cuanto toman parte en la cura de almas y en el ejercicio
tos siempre a someterse al juicio de los que ejercen la
autoridad principal en el gobierno de la Iglesia de Dios.
(DMVS 15 .
Se trata. pues, de una obediincio que no suprime de modo
alguno la iniciorivo y la búsquedo creativo. más aún. la estimu-
la, porque precisamente bajo esta forma es una virtud que ad-
quiere pleno valor y contribuye
a
constniir la Iglesia como
comunidad. De ello habla también el decreto en otro lugar:
<<Los resbiteros, por su parte, teniendo presente la
plenitud del sacramento del orden de que gozan los obis-
pos, reverencien en ellos la autoridad de Cristo. Pastor
supremo. Unanse, por lo tanto, a su obispo con'sincera
caridad y obediencia.. (DMVS
7 .
Viene después otra característica de la obediencia, desde el
«Tengan los obispos a los presbíteros como hermanos
y
amigos suyos, y lleven, según sus fuerzas, atravesado en
su corazón el bien, tanto material como espiritual, de los
mismosw (DMVS 7).
Por eso seguimos leyendo:
*Porque sobre los obispos de manera principal recae el
grave peso de la santidad de sus sacerdotes; tengan,
pues, el máximo cuidado de la continua formación de
sus sacerdotes. Oiganlos de buena gana,
y
hasta consúl-
tenlos y dialoguen con ellos sobre las necesidades del
trabajo pastoral y el bien de la diócesis. Ahora bien,
para que esto se lleve a efecto, constitúyanse, de manera
acomodada a las circunstancias y necesidades actuales,
en la forma y a tenor de las normas que han de ser de-
terminadas por el derecho, una junta o senado de sacer-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 157/176
punto de vista de la construcción de la comunidad:
Por obediencia sacerdotal, que, penetrada de espíritu
de cooperación, se funda en la participación misma del
ministerio episcopal, que se confiere a los presbiteros
por el sacramento del orden y la misión canónica*
(DMVS 7 .
Y
prosigue el documento:
<'La unión de los presbiteros con los obispos se requie-
re tanto más en nuestros dias cuanto que, en nuestra
edad, por causas diversas, es menester que las empresas
apostólicas no sólo revistan formas múltiples, sino que
traspasen los limites de una parroquia o di6cesis:Asl.
pues ningún presbítero puede cum plir
cabalmente
su mi-
sión oislado y como por su cue nta sino sólo uniendo sus
fuerzas con orros presblteros. bajo la dirección de los que
están al frente de la Iglesia. (DMVS 7 .
En estas palabras, el documento conciliar indica, podría-
mos decir, la necesidad de la actitud comunitaria de los
sacerdotes, los cuales, constituidos en el orden del presbiterio
mediante la ordenación, están todos unidos entre si por la inti-
ma fraternidad sacramental (DMVS 8). El vinculo de la obe-
diencia al obispo u otro superior califica la realización del lazo
S
comunitario . Ello exige, por ot ra parte, una debida actitud
del superior. Por lo tanto, el Vaticano 11 exhorta aquí no sólo
a lo construcción de
la
comunidad afectivo sino tambidn a la
efectiva.
306
dotes representantes de la agrupación de todos ellos, que
con sus consejos pueda ayudar eficazmente al obispo en
el gobierno de la diócesis>> DMVS 7 .
Por cuanto se refiere al lado económico de la vida del pres-
biterio, el Concilio establece lo siguiente:
Por lo cual, ha de abandonarse el sistema llamado be-
neficial o, por lo menos, reformar de manera que la par-
te beneficia1 o el derecho a las rentas ajenas por dote al
oficio sea tenido como secundario, y se atribuya en dere-
cho el lugar principal al oficio eclesiástico mismo, que,
por cierto, en adelante, debe entenderse ser cualquier
cargo establemente conferido para cumplir un fin espin-
tualn (DMVS 20 .
A tenor de las enseñanzas del Vaticano 11, la construcción
de la Iglesia como comunidad contiene explícitamente el mo-
mento jerárquico, que, a través del servicio sacerdotal, alcanza
a toda la comunidad de los fieles:
os presbiteros, que ejercen el oficio de Cristo, Cabe-
za y Pastor, según su parte de autoridad, reúnen en
nombre del obispo la familia de Dios como una fraterni-
dad de un solo ánimo, y por Cristo, en el Espíritu, la
conducen a Dios Padre. Y para ejercer este ministerio,
como para cumplir las restantes funciones de presbítero,
se les confiere potestad espiritual, que ciertamente se da
para edificación* (DMVS 6 .
307
Esta consrruccián .no se detiene en el nivel jerárquico, sino
que depende en gran parte también de la actitud comunitaria
del Iaicada.
Es sabido que el Concilio ha trabajado a fond o en
este problema, y p or eso queremos ah ora trazar sus principales
lineas, en lo que se refiere a la comunidad de los seglares en la
Iglesia y la comunión del clero con los seglares.
.Los sagrados pastores conocen perfectamente cuánto
contribuyen los laicos al bien de la Iglesia entera. Saben
los pastores que no han sido inst i tuidos por Cristo para
asumir por sí solos toda la misión salvifica de la Iglesia
en el mundo, sino que su eminente función consiste en
apacentar a los fieles y reconocer sus servicios y caris-
mas,
de tal suerte que todos, a su modo, cooperen unáni-
memente
en la obra común» CI 30 .
El texto conciliar citado puede considerarse clásico para el
tema que estamos tratando. El Vaticano 11, Concilio del Pue-
qu e le han sido oto rgad os, se convierte en testigo y si-
multáneamente en vivo instnimento de la misión de la
misma Iglesia
en la medida del don de Cristo
Ef
4.7).
Asi, pues, incumbe a todos los laicos la preclara empresa
de colaborar para que el divino designio de salvación
alcance más y m ás a todos Los hombres d e todo s los
tiempos y en todas las partes de la tierra. Por consi-
guiente, ábraseles p or doquier el camino para que, con-
forme a sus posibilidades y según las necesidades de los
tiempos, también ellos participen celosamente en la obra
salvifica de la Iglesia. CI 33 .
La actitud comunitaria
tanto de seglares como de los
miembros de la jerarquía y de los órdenes
deriva, pues, de la
comunidad de tareas hacia la obra salvífica de la Iglesia .
L a
diferenciación de tales tareas presup one la comu nida d, puesto
que, en definitiva, a ella tienden como fin.
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 158/176
blo de Dios, pone a la luz la multiplicidad y diferenciación de
las vocaciones en el seno de la Iglesia e indica los caminos que
llevan a la recíproca complementación en el ámbito de la mi-
sión que le ha sido asignada.
.La misión de la Iglesia tiene com o fin la salvación de
los hombres, la cual hay que conseguir con la fe en Cris-
to y e n su gracia. Po r tanto, el apostolado de la Iglesia y
de todos sus miembros se ordena en primer lugar a ma-
nifestar al mundo con palabras y obras el mensaje de
Cristo y a comunicar su gracia. Todo esto se l leva a
cabo principalmente por el ministerio de la palabra y d e
los sacramentos, e ncom endado de fo rma especial al cle-
r o , y en el que los seglares t ienen q ue desemp eñar tam-
bién un papel de gran importancia para ser
cooperoda-
res... de la verdad
3Jn 8) . En este orden sobre todo,
se
compleme nfan mutuamente el apostolado seglar y el mi-
nkrerio
pastor al D A S 6 ) .
Justo en esto se expresa la estrecha comunidad de tareas,
dependiente de la madurez de la actitud de pastores y seglares.
Tal es la actitud dirigida a la construcción de la Iglesia como
comunidad a la que sirven, diversamente, la actividad pastoral
y el apostolado seglar.
<LO S aicos están espe cialmente llamad os a hacer pre-
sente y operante a la Iglesia en aquellos lugares y cir-
cunstancias en que sólo puede llegar a ser sal de la tierra
a través de el los. Así , tod o laico, en vir tud de los dones
308
.Los seglares tienen su parte activa en la vida y en la
acción de la Iglesia, como partícipes del oficio de Cristo
sacerdote, profeta
y
rey. Su acción dentro de las comuni-
dades d e la Iglesia es tan necesaria, que sin ella el propio
apostolado de los pastores no puede conseguir, la mayo-
ría de las veces, plenam ente su efecto. DA S 10 .
<<Losaicos, que desempeñan parte activa en toda la
vida de la Iglesia, n o solamente están ob ligados a cristia-
nizar el mundo, sino que, además, su vocación se extien-
de a ser testigos de Cristo en todo momento en medio de
la sociedad humana. CM 43 .
Así, pues,
el Concilio.
tras un profundo análisis de la rela-
ción Iglesia-mundo,
formula claromente el principio de la com-
plementariedad,
que debe ser la base para la edificación de la
comunidad de la Iglesia en nuestro tiempo.
<.De los sacerdo tes, los laicos pueden esperar orienta-
ción e impulso espiritual. Pero no piensen que sus pasto-
res están siempre en condiciones de poderles dar inme-
diatamente solución concreta en todas las cuestiones,
aun graves, que surjan. No es ésta su misión. Cumplan
más bien los laicos su propia función con la luz de la
sabiduria crist iana y con la observancia atenta de la doc-
trina del Magisterio. CM 43 .
No podría haberse expresado con mayor claridad, preci-
sión y sinceridad los derechos y al mismo tiempo los deberes
de los seglares en la misión de la Iglesia. El Vaticano 11 avisa
qu e hay, digám oslo asi, que guarda rse del clericalismo , que
puede consistir :no sólo
en el hecho de que
unos sacerdotes
inva-
dan
algunos sectores de la actividad de la Iglesia que sobrepa-
san sus competencias, sino también
en el hecho de que se le
atribuyan al clero tareas que los seglares no quieren asumir.
Se-
gún el Concilio, uno de los primeros principios del apostolado
de la Iglesia es que los seglares asuman todas las tareas que
corresponden a su vocación en la Iglesia y en el mundo. Ello
no quiere decir de modo alguno división de la comunidad,
porque, contrariamente, la construye. El Concil io habla de
ello en diversos textos:
.Los laicos, co mo tod os los fieles, siguiendo el ejemplo
de Cristo, que con su obediencia hasta la muerte abrió a
todos los hombres el dichoso camino de la libertad de
los hijos de Dios, acepten con prontitud y obediencia
crist iana aquello que los pastores sagrados, en cuanto
signos de los tiempos. Examinando si los espíritus son
de Dios. descubran con sentido de fe, reconozcan con
gozo y fomenten con diligencia los multiformes carismas
de los laicos, tanto los humildes como los más altos.
Ahora bien, entre otros dones de Dios qu e se encuentran
abund antemen te en los f ieles, son dignos de singular cui-
dado aquellos por los que no pocos son atraídos a una
más alta vida espiritual. Encomienden igualmente con
confianza a los laicos organismos en servicio de la Igle-
sia, dejándoles libertad y cam po de acción hasta invi-
tándo les ~ ~ o r t u n a m e n t e ~ aueemp rendan también obras
por su cuenta. (DM VS 9 .
C om o vemos, el decreto sobre el ministerio la vida sacer-
dotal, documento dedicado especialmente a la misión de los
sacerdo tes en la Iglesia. trata, a mplia e incisivamente, de la
cuestión de la recíproca relación entre pastores y seglares en la
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 159/176
representantes de Cristo, establecen en la Iglesia en su
calidad de m aestros y gobernantes. Ni dejen d e enco-
mendar a Dios en la oración a su s prelados, que vigi lan
cuidadosamente como quienes deben rendir cuenta por
nuestras almas, a f in de que hagan esto con gozo y no
con gemidos (cf. Heb 13,17),~ (CI 37).
La correlación entre las actitudes de la jerarquía y del lai-
cado, correspondiente a la construcción de la Iglesia como co-
munidad, se apoya en una sól ida base. Fundándose en el la, el
Concil io enseña
cdmo deben crearse las recíprocas relaciones
entre pastores y seglares en el ámbito de las comunidades con-
cretas eclesiales y en otras esferas de acción.
Es menester, consiguientemente, que, sin buscar su
propio interés, sino el de Jesucristo, de tal forma presi-
dan los presbíteros, que aúnen su trabajo con los fieles
laicos y se porten en medio de ellos a ejemplo del Maes-
t ro ,
que no vino a ser servido entre los hambres sino a
servir y dar su vida para rescate de muchos
( Mt
20,28 .
Reconozcan y promuevan los presbíteros la dignidad de
los laicos y la p arte prop ia que a éstos corresponde en la
misión de la Iglesia. Honre n tamb ién cuidadosamente la
justa libe rtad qu e a todo s comp ete en la ciudad terrestre.
Sigan de buen grad o a los laicos, considerando fraternal-
mente sus deseos y reconociendo su experiencia y com-
petencia en los diversos campos de la actividad humana,
a fin de que, juntamente con ellos, puedan conocer los
310
comu nidad d e la Iglesia. Los presbíteros, por su vocación y
ordenación, son en realidad segregados, en cierto modo, en el
seno del Pueblo de Dios; pero no para estar separados ni del
pueblo mismo ni de hombre a lguno, s ino para consagrarse t e
talmente a la obra para la que el Señ or los llama (DM VS 3).
La vocación sacerdotal se orienta justamente hacia las seglares.
A
los sacerdotes, en cuan to educadores de la fe, atañe
procurar , por sí mismos o por otros, que cada uno de
los fieles sea llevado, en el Espíritu Santo, a cultivar su
.prop ia vocación de co nformidad c on el Evangelio. a una
car idad s incera y ac t iva y a l a l iber tad conque '~r i s to
nos l ibertó* (DMVS 6).
A continuación, el docu mento afirma de mo do harto signi-
ficativo: De poc o aprove char án las cerem onias, po r bellas
que fueren, ni las asociaciones, aunque florecientes, si no se
ordenan a educar a los hombres para que alcancen la madurez
cristiana (DM VS 6). En esto consiste la tarea esencial de los
pastores respecto a sus hermanos, en hacer que cada un o
sepa descubrir en los mismos acontecimien tos -sean o no
importantes- las exigencias naturales y la voluntad de Dios .
Debe n también educar a los cristianos a no vivir egoista-
mente, sino según las exigencias de la nueva ley de la caridad,
la cual quiere que cada uno administre en favor del prójimo la
medida de gracias que ha recibido, y que de este mo do todos
cumplan cristianamente sus propios deberes en la comunidad
humana (DM VS 6). Leemos tambikn:
31 1
21.-RenovoRdn r N /YC.tes
.Pero, si es cierto que los presbíteros se deben a todos,
de modo particular, sin embargo, se les encomiendan los
pobres y los más débiles, con quienes el Señor mismo se
muestra unido, y cuya evangelización se da como signo
de la obra mesiánica. Dedíquese también particular dili-
gencia a los jóvenes, lo mismo qu e a los cónyuges
pd
dres de familia,, (DMVS 6).
Es evidente que la construcción del Cuerpo de C risto por
parte de los sacerdotes se apoya en una auténtica actividad
pastoral.
.Mas el deber del pasto r no se limita a cuidar sólo in-
dividualmente de los fieles,
sino que se extiende tambikn
apropiadamente a formar una genuina comunidad cristia
na. (DMVS 6).
El pastor no sólo está animado por el amor de las almas,
y
de la comunidad. El Concilio da especial importancia al des-
cubrimiento y desarrollo de los carismas de los seglares, de
esos dones del Espíritu, de esas capacidades que hacen que la
vida de la sociedad civil y eclesial asuma una impronta autén-
ticamente cristiana. Esto es de gran importancia para toda la
actividad pa storal, que desarrollan los sacerdotes bajo la direc-
ción de los obispos. En el decreto sobre el ministerio pastoral
de los obispos en la Iglesia leemos:
*En el ejercicio de esta solicitud pasto ral respeten a su s
fieles la participación que les corresponde en las cosas de
la Iglesia, reconociendo su deber y también su derecho a
cooperar activamente en la edificación del Cuerpo
misti-
co de Cristo. (D O 16).
Es tarea propia del obispo, como pastor y cabeza de la
Iglesia local, animar y unificar toda la actividad pastoral
y
el
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 160/176
sino que preside la comu nidad prestá ndole ayud a en el cumpli-
miento de la misión salvifica.
.Además, la comu nidad eclesial ejerce, por la caridad,
la oración, el ejemplo y las obras de penitencia, una ver-
dadera maternidad para conducir las almas a Cristo.
Ella constituye, n efecto, un instmmento eficaz por
el
que se sefiala y allana a los no creyentes el camino hacia
Cristo y su Iglesia, y por el que también los creyentes se
incitan, nutren y fortalecen para la lucha espiritual,,
(DMVS 6 .
Tal es el sentido de la construcción de la comun idad, tal su
significado para la Iglesia. Esta construcción es efecto de la re
lación recíproca entre sacerdotes
y
seglares; por eso el Concilio
exhorta:
<'En cuanto a los fieles mismos, dense cuenta de que
están obligados a sus presbíteros, y ámenlos con filial
cariño, como a sus pastores y padres; igualmente, parti-
cipando de sus solicitudes, ayuden en lo posible, por la
oración y de obra, a sus presbíteros, a fin de que éstos
puedan superar mejor sus dificultades y cumplir más
fructuosam ente sus deberes. (DM VS
9).
Aparece ahora claramente cómo la c on st ~c ci ón e la Ig le-
sia en cuanto c omunidad debe ser fruto de acti tudes maduras
y de su recíproca correlación. La pastoral es una forma del
ejercicio de la autoridad, pero es también una forma totalmen-
te especifica que corresponde a la visión evangélica del hom bre
312
apostolado de los seglares, cual dos formas de actividad por
medio d e las c uales se realiza la m isión salvífica de la Iglesia.
A este fin, el Vatica no 11. hace u na serie de recomendaciones.
Así, por ejemplo, dice que para estar en condiciones de pro-
veer mejor al bien de los fieles
...
e apliquen a conocer a fon-
do sus necesidades
y
las condiciones sociales en las que viven
(DO 16) (a este fin sirven también los sondeos sociales).
Muéstrense diligentes hac ia todos, se an de la edad, condición
y nacionalidad que fueren; tanto si son del país como si están
de paso o si son extranjeros (D O 16).
Sobre esta base:
«Foméntense las varias formas de apostolado y, en
toda la diócesis o en regiones especiales de ella, la coor-
dinación e intima conexión de todas las obra s de aposto-
lad o bajo la dirección del obispo, de suerte que todas las
empre sas e instituciones -catequéticas, misionales, cari-
tativas, sociales, familiares, escolares y cualesquiera
otras que persigan un fin pastoral- sean reducidas a
acción concorde, por la q ue resplandezca al mismo tiem-
po más claramente la unidad de la diócesism (DO 17).
El obispo, en cuanto cabeza de la Iglesia local, y todos sus
colaboradores deben mirar a esto:
<<E n l ejercicio de esta cu ra de a lmas, los párr ocos y
sus auxiliares de tal manera han de cumplir su deber de
enseñar, santificar gobe rnar, que los fieles y comu nida-
des parroquiales se sientan realmente miembros tanto de
la diócesis como de la Iglesia universal. Colaboren, por
tanto, con los otros párrocos, así como con los sacerdo-
tes que ejercen el cargo pastoral en el territorio (como
son, por ejemplo, los arciprestes o decanos) o se consa-
gran a obras de carácter supraparroquial,
af in de que la
cura pastoral de las almas no carezca d e unidad en la dió-
cesis y se torne mús eficoz.
(DO 30).
El mismo decreto se refiere asi a los religiosos:
<'Pertenecen asimismo de manera peculiar a la fami-
lia diocesana, prestan una gran ayuda a la sagrada je-
rarquía; ayuda que, al aumentar las necesidades del
apostolado, pueden y deben prestar más y más cada día,,
(DO 34).
Tanto en la diócesis como en la parroquia:
,,La cura de almas ha de estar, además, informada
*Ya que, si alguno de ellos, cuando faltan los sagrados
ministros o cuando éstos se ven impedidos por un régi-
men de persecución, les suplen en ciertas funciones sa-
gradas según sus posibilidades, y si otros muchos agotan
todas sus energías en la acción apostólica, es necesario,
sin embargo, que todos contribuyan a la dilatación y al
crecimiento del reino de Dios en el mundo. (CI 35).
Si bien el apostolado de los seglares brota de la madurez
espiritual de cada cristiano. no en menor grado se realiza en la
comunidad
a ella tiende y la construye.
-El apostolado que cada uno debe ejercer y que fluye
con abundancia de la fuente de la vida auténticamente
cristiana (cf. Jn 4,14) es el principio y la condición de
todo apostolado seglar, incluso del asociado, y nada
puede sustituirlo. A este apostolado, siempre
y
en todas
partes fecundo, y en determinadas circunstancias el Úni-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 161/176
siempre por el espíritu misional, de suerte que se extien-
da de forma debida a todos los que viven en la parro-
quia. Ahora bien, si los párrocos no pudieran llegar a
determinados grupos de personas, llamen en su ayuda a
otros, incluso laicos, que les presten auxilio en las tareas
de apostoladow (DO 30).
El Concilio
considera la participación de los seglares en la
construcción de la Iglesia como comunidad
bajo el aspecto de
comunidad de los propios seglares
y
también bajo el de su unión
con la jerarquía y los pastores.
El decreto sobre el apostolado
de los seglares se incorpora en esto no sólo a la viva tradición
de la Iglesia primitiva, sino también a la viva experiencia de la
Iglesia contemporánea. Comunidad primigenia y fundamental
de los cristianos seglares es el matrimonio
y
la familia. En
diversos lugares, el Concilio explica qué significado tiene esta
comunidad cristiana fundamental para la construcción de la
Iglesia.
.En ella, el apostolado de los laicos halla una ocasión
de ejercicio y una escuela preclara si la religión cristiana
penetra toda la organización de la vida y la transforma
más cada dia. Aquí los cónyuges tienen su propia oca-
sión: el ser mutuamente y para sus hijos testigos de la fe
y del amor de
Criston (C1 35 .
De esta escuela deben salir testigos maduros de Cristo,
acerca de los cuales la constitución
Lumen gentium
dice, entre
otras cosas, lo siguiente:
314
co apto y posible, están llamados y obligados todos los
seglares, de cualquier condición, aunque no tengan oca-
sión o posibilidad de cooperar en asociaciones. (DAS
16).
El mismo documento del Vaticano constata en otro
lugar:
.Cada cristiano está llamado a ejercer el apostolado
individual en las variadas circunstancias de su vida; re-
cuerde, sin embargo, que el hombre es social por natura-
leza y que Dios ha querido unir a los creyentes en Cristo
en el Pueblo de Dios (cf. IPe 2,5-10) y en un solo cuerpo
(cf. Icor 12,12). Por consiguiente, el apostolado organi-
zado responde adecuadamente a las exigencias humanas
y cristianas de los fieles y es al mismo tiempo signo de la
comunión y de la unidad de la Iglesia en Cristo, quien
dijo: Donde dos o tres estún congregados en mi nombre
allí estoy yo en medio de ellos
(Mt 18,20). Por esto,
los
cristianos
-continiia el d e c r e t e
han de ejercer el apos-
tolado aunando sus esfuerzos.
Sean apóstoles tanto en el
seno de sus familias como en las parrwuias
v
diócesis.
las cuales expresan el carácter co unitano de¡ apostola-
do. en los eruoos cuva constitución libremente decidan,,
En cuanto a las asociaciones de seglares, el decreto recuer-
da que:
-Las asociaciones no son fin en sí mismas, sino que
deben servir a la misión que la Iglesia tiene que realizar
en el mundo; su eficacia apostólica depende de la con-
formidad con los fines de la Iglesia
y del testimonio cris-
t iano
y
espiri tu evangélico de cada un o de sus miembros
y de toda la asociación (DA S 19).
El fin inme diato d e tales organizaciones es el fin apos-
tólico de la Iglesia, es decir, evangelizar y santificar a los
hombres y forma r crist ianamente su conciencia, de suer-
te qu e pued an imbuir d e espíritu evangélico las diversas
comunidades
y
los diversos ambientes. (D AS 20).
El apostolado de los seglares, que tiende a construir las
propias comunidades con formas organizativas propias,
debe
estar debidamente inserto en la comunidad de la Iglesia:
<<H ay n la Iglesia m uchas o bras apostólicas constitui-
das por l ibre elección de los seglares y dirigidas por su
pm den te juicio. En determinadas circunstancias, la mi-
construcción común, en la que deben tomar parte los seglares
y
la jerarquia, todos ellos según sus respectivas incumbencias y
responsabilidades. De hecho, los seglares pueden también ser
l lamados de diversas formas a colaborar más inmediatamente
en el apostolad o de la jerarquía, a semejanza de aquellos hom-
bres
y
mujeres que ayudaban al apóstol Pablo en la evangeli-
zación, fat igándose mucho p or el Seño r (cf. Flp 4,3; Rom
16.3~ ~ ) .
En nuestros tiempos, esta evocación tiene una dimensión
adecua da la misión de la Iglesia actual que se dirige a roda la
humanidad.
Inmenso es el camp o del aposto lado abierto en el
orden nacional e internacional, donde de modo especial los
seglares son m inistros de la sabidu ría cristiana , afirma el de-
creto sobre el apostolad o de los seglares (DAS 14). En cual-
quier cam po, los seglares, cola bora ndo con la jerarquia según
su propio método, a porta n su experiencia y asumen su respon-
sabilidad en la dirección de determinadas organizaciones, en la
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 162/176
sión de la Iglesia puede cumplirse mejor con estas obras,
y,
por el lo, no es raro q ue la jerarquia las alabe o reco-
miende. Ninguna obra, sin embargo, debe arrogarse el
nombre de católica sin el asentimiento de la legit ima
auto ridad eclesiástica. (D AS 24).
No es ésta una condición solamente exterior ni solamente
una legalización de la iniciativa apostó lica de los seglares en
la Iglesia. El Concilio afirma explicitamente que esta imposta-
ció n del problema es un elemento esencial del apostolad o
cristiano :
-El apostolad o seglar, individual o asociado, debe ocu-
par el lugar que le corresponde en el apostolado de toda
la Iglesia. Más aún, es elemento esencial del apostolado
crist iano la unión con quienes el Espíri tu Santo puso
pa ra regir su Iglesia (Act 20,28). (D AS 23).
Y añade el decreto:
.No menos nec esaria es la coop eración enire las varias
obras de apostolado, que la jerarquia debe ordenar de
m o d o conveniente (DAS 23).
Por tanto, refiriéndose nuevamente, bien a la tradición de
la comunidad en la Iglesia primitiva, en la cual a la autoridad
de los apósto les el pro pio Espiritu somete incluso a los caris-
máticos (cf. I c o r 14), bien a la rica experiencia de la Iglesia
contemporánea, el Vaticano 11 establece los principios de la
ponderación de las circunstancias en que se debe ejercer la
acción pas toral de la Iglesia y en la elaboración
y
ejecución del
plan de actividades (DA S 20).
..En lo que atañ e a obras e instituciones del ord en tem-
poral , la función d e la jerarquía eclesiástica es enseñar e
interpretar auténticamente los principios morales que
deben observarse en las cosas temporales; tiene también
el derech o de juzgar, tra s madu ra consideración y con la
ayuda de peri tos, acerca de la conformidad de tales
obras e instituciones con los principios morales, y dicta-
minar sobre cuanto sea necesario para salvaguardar y
promover los fines de orden sobrenatural . (DAS 24).
En ot ro lu gar, el Concilio subra ya que los seglares tienen el
derecho y el deber de hacer uso de sus propios carismas en la
Iglesia
y
en el mun do, con la libertad del Espiritu, el cual
sopla don de quiere (Jn 3,8), y al mismo tiempo en la comu-
nión con los hermanos en Cristo, sobre todo con los propios
pastores, que tienen el encargo de enjuiciar su autenticidad y
uso ordenado, no, por supuesto, para aniquilar al Espíri tu,
sino para someter todo a examen
y
mantener lo que sea bueno
(cf. lTe s 5,12.19.21) (D AS 3).
De esta m anera hemos esbozado, al menos, el amplio tema
del magisterio conciliar, que se refiere a la construcción de la
Iglesia-comunidad del Pueblo de Dios. En este sentido, se per-
fila claramente una síntesis especifica de estructuras
y
actitu-
des. De acuerdo con la premisa de la que hemos partido, he-
mos tratado de llamar la atención, sobre todo, acerca de las
actitudes. Teniendo en cuenta las propias estructuras en orden
a la formación de las actitudes, hemos intentado mostrar el
significado de estas últimas en la activación de las estructuras
de la comunidad eclesial. Obvio es que el Vaticano 11 no sólo
ha convalidado una serie de estructuras ya experimentadas,
sino también que ha introducido algunas nuevas. Se ha mante-
nido, por ejemplo, la estructura de las provincias eclesiásticas
y convalidado la institución de las conferencias episcopales.
Entre las nuevas estructuras de la comunidad eclesial merecen
particular atención el Sinod o de los Obispos, a nivel de la Igle-
sia universal, y los Co nsejos presbiteriales
y
pastorales, a nivel
de la Iglesia local. Estas nuevas estructuras -junto a las ya
existentes y experimentadas- tienen como finalidad la pro-
fundización y consolidación de la comunidad eclesial en sus
diversas dimensiones. Sin embargo, y a fin de que produzcan
sus debidos frutos, es necesario que con tales estructuras se
nuye el sigiiificado de las misiones concebidas como institucio-
nes de la Iglesia, sino que permite buscar este significado
propio en el corazón mismo de la Iglesia.
En el tratamiento de este tema tenemos, sin embargo,
de
lante todo cuanto se ha estudiado hasta ahora acerca de las
actitudes que -en relación con las estructuras eclesiásticas an-
tiguas y posconciliares- son indispens ables para la construc -
ción de la Iglesia como comunidad del Pueblo de Dios. Por
medio del presente análisis, el carácter especificamente misione-
ro -esto es, el hecho de que algunas comun idades se organicen
en condiciones de actividad propiamente misionera de la Iglesia,
y ad em ás en e l ám b i to d e i n s t i t u c io n es y es t ru c tu ras
misioneras- parece tener un significado particular.
Y
esto
precisamente es lo que queremo s poner d e relieve, no sólo
para no dar de lado a un o de los documentos del Vaticano 11
más ricos en contenido, sino también porq ue la condición
misionera -naturalmente bajo una nueva forma- retorna
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 163/176
corresponda el espiritu de la comunidad, es decir, el conjunto
de las actitudes que sirven para construir la propia comunidad
en la Iglesia.
A estas consideraciones acerca de esta doctrina esencial del
Vaticano 11 hay que añadir tambien dos datos complemen-
tarios.
aracteres específicos de la comunidad misionera
Las presentes reflexiones vienen dictadas por la exigencia
de l lamar la atención sobre u no de los documentos del Vatica-
no 11 que parece especialmente rico en contenido doctrinal y
pastoral. Nos hemos referido muchas veces a las formulaciones
del decreto Ad aentes .
aue habla de la actividad misionera de
la Iglesia.
En el análisis de las actitudes que parecen b rota r del magis-
terio del Concilio Vaticano 11, hemos colocado eii primer pla-
no la actitud de misión y testimonio, subrayando la verdad de
que la Iglesia es misionera por naturaleza
y
de que el Pueblo
de Dios está en estado de misión
(in statu missionis).
No he-
mos, empero, hablado aún de la misión en el sentido institu-
cional, porque hasta la verdad acerca del carácter misionero
de la Iglesia es más una verdad eclesiológica que misiono-
lógica . Alladamos que esta situación del problema no dismi-
frecuentemente a los paises
y
sociedades en las que el cristia-
nismo está enraizado y la Iglesia organizada frecuentemente ya
desde muchos siglos atrás.
Por otro lado, no es ésta la única circunstancia ni la única
causa que, al final de este análisis, nos induce a prestar aten-
ción a la condició n misionera de la Iglesia. Ta l vez otra s
circunstancias y causas particulares emerjan por si solas en el
curso de estas consideraciones. Pero, en general, nos dejamos
guiar por la convicción, nacida del magisterio conciliar, de
que, si la situación de la Iglesia en los países y sociedades don-
de está desde hace largo tiempo radicada, es modelo para la
construcción de una Iglesia propiamente misionera, este ca-
rácte r especificamente misionero se convierte en un modelo
para toda la Iglesia, y en particular p ara los paises y sociedades
que desde hace tiempo han salido del ámbito de la acción mi-
sionera y poseen -como ocurre en Polonia- una milenaria
organizac ión eclesiástica.
Un a mirada sobre el carácter m isionero permite situar el
proceso de la construcción de la Iglesia, cual comunidad origina-
ria. en esa historia apostólica
que com enzó el día de la ve-
nida del Espiritu Santo .
.El Espíritu S an to unifica en la com unión y en el mi-
nisterio, y provee de diversos dones jerhrquicos y caris-
máticos a tod a la Iglesia a través de todos los tiempos,
vivificando, a la manera del alma, las instituciones ecle-
siásticas e infun diendo e n el corazó n d e los fieles el mis-
mo espíritu de misión q ue impulsó a Cristo. veces
3 9
también se anticipa visiblemente a la acción anostólica.
de la misma forma que sin cesar la acompaña $dirige dé
diversas maneras. ( D M
4).
Se hace así patente que'la actividad misionera fluye de
la m isma naturaleza íntima de la Iglesia, cuya fe salvífica
propaga, cuya unidad católica perfecciona dilatándola,
con cuya apostolicidad se sustenta, cuyo sentido colegial
de la jerarquía pone en práctica, cuya santidad testifica,
difunde y promgeven (DM 6).
<.Aunque Dios, p or los caminos que El sabe, puede
traer la fe a los hombre s que, sin culpa propia, des-
conocen el Evangelio, incumbe, sin embargo, a la Iglesia
la necesidad, a la vez que el derecho sagrado, de evan-
gelizar, y, en consecuencia, la actividad misionera con-
serva integra, hoy como siempre, su fuerza y necesidad.
( D M
7 .
La actividad misionera de la Iglesia se basa en profundas
por la gracia
y
caridad del Espíritu Santo, se hace pre-
sente en acto pleno a todos los hombres o cuerpos, para
llevarlos, con el ejem plo de su vida y la predicación, con
los sacrame ntos y los dem ás medios de gracia, a la fe, la
libertad
y
la paz de Cristo, de su ene que se les descubra
el camino libre y seguro para participar plenamente en el
misterio de Cristo. (D M
5).
El fin propio de esta actividad misionera es la evan-
gelización y la plantación de la Iglesia en los pueblos o
gmpos humanos en los cuales no ha arraigado todavía*
( D M 6).
Ha bla ndo del carácter misionero en la construcción de
la Iglesia como comunidad, debemos tener presente en primer
lugar a la comunidad universal. El cará cter misionero perte-
nece a lo noturoleza má s urofunda de lo construcción de la Icle-
sia, en todo su amplitud.'
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 164/176
premisas teológicas. en el conocimiento de la esencia misma de
la Iglesia, en su universalidad ( catolicidad ), que corresponde
al designio eterno de salvar a todos por obra d e Dios y redimir
a todos por medio de Cristo. Tomando, pues, como base esta
verdad de la fe, la Iglesia. que ha sido enviada por Cristo a
revelar y comunicar la caridad de Dios a todos los hombres y
a todos los pueblos, comprende perfectamente que le quede aún
por realizar uno ingente obra misionera
(DM 10).
'<Pues dos mil millones de hombres , cuyo núm ero
aumenta cada día y se reúnen en grandes y determinados
gmpos con lazos estables de vida cultural, con antiguas
tradiciones religiosas, con firmes vínculos de relaciones
sociales, nada o muy poco oyeron del Evangelio; de
ellos, unos siguen algunas de las grandes religiones,
otros permanecen alejados del conocimiento del mismo
Dios, otros niegan expresamente su existencia, incluso a
veces la combaten.
o
Iglesio, para poder ofrecer a todos
el misterio de la salvación y la vida traída p or D ios, debe
insertarse
en todos estos grupos
con el mismo afecto con
que Cristo se unió por su encarnación a las determina-
das condiciones sociales y culturales de los hombres con
quienes conviv ió~~DM 10).
Por eso mismo:
-La misión de la Iglesia se cumple por la operación
con la que, obediente al m anda to de Cristo y movida
320
.Todos los fieles, como mie mbros de Cristo vivo, in-
corporados y asemejados a El por el bautismo, por la
confirmación y por la Eucaristía, tienen el deber de co-
operar a la expansión y dilatación del Cuerpo d e Cristo
para llevarlo cuanto antes a la plenitud. Por ello, todos
los hijos de la Iglesia han de tener viva conciencia de su
responsabilidad para con el mundo , fome ntar en sí mis-
mos el espíritu verdaderamente católico y consagrar sus
energías a la obra de la evangelización. Sepan todos, sin
embargo, que su primera y principal obligación en pro
de la difusión de la fe es vivir profundamente la vida
cristiana. (D M 36).
El doc ume nto conciliar, remitiéndose a la doctrina d el Va-
ticano 11 sobre el ecumenismo, añade : Este testimonio de
vida produc irá más fácilmente su efecto si se da juntamen te
con otros grupos cristianos (DM 36).
Tareas particulares, de las que hemos trata do anteriormen-
te, pesan sobre el colegio episcopal.
.Todos los obispos, como miembros del Cuerpo episco-
pol, sucesor del colegio de los apóstoles, han sido consa-
grados no sólo para un a diócesis determinada, sino para
la salvación de todo el mundo.
A
ellos, con Pedro y bajo
Pedro, afecta primaria e inmediatamente el mandato de
Cristo de predicar el Evangelio a toda criatura. De aquí
procede esa comunión y cooperación de las Iglesias, que
es hoy tan necesaria, para proseguir la obra de la evan-
gelización. En virtud de esta comunión, cada Iglesia
siente la solicitud de todas las deniás, se manifiestan mu-
tuamen te sus p ropias necesidades. se comunican entre sí
sus bienes, ya q ue la dilatación del C uerpo de Cristo es
deber de todo el Colegio episcopal. Suscitando, promo-
viendo y dirigiendo la obra misional
en su didcesis,
con
la que forma una sola cosa, el obispo hace presente y
como visible el espíritu y el ardor misionero del Pueblo
de Dios , de forma que toda la diócesis se haga
misionera.
Es propio asimismo de las Conferencias episcopales
esta-
blecer y prom over o bras en q ue sean recibidos fraternal-
mente y ayudados con cuidado pastoral conveniente los
que inm igran de t ierras de m isiones para trab ajar y estu-
diar. Porque por el los se avecinan de alguna manera los
pueblos lejanos y se ofrece a las comunidades cristianas
antigua s una ocasión magnífica de dialogar con las na-
dre; nutrida cuidadosamente con la palabra de Dios, da
testimonio de Cristo y, finalmente, anda en la caridad y
se inflama de espíritu apostólico. La comunidad cristia-
na debe establecerse desde el principio de tal forma, que,
en lo posible, sea ella misma capaz de satisfacer sus pro-
pias necesidades. Esta congregación de los fieles, dotada
de las 'r iquezas culturales de su propia nación, ha de
arraigar profundamente en el pueblo. DM
15).
Esta última afirmación parece particularmente importante
en orden al carácter misionero de la Iglesia.
-La Iglesia no esta verdaderamente form ada, no vive
plenamente, no es señal perfecta de Cristo entre los
hombres en tanto no exista y trabaje con la jerarquía un
laicado propiamente dicho.
Porq ue el Evangelio no puede
penetrar profu ndam ente en las conciencias, en la vida y
en el trabajo d e un pu eblo sin la presencia activa de los
seglares* (DM 21).
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 165/176
ciones que no oyeron todavía el Evangelio y de manifes-
tarles, c on el servicio de am or y d e ayu da qu e les pres-
tan, el genu ino rostro de Cristo. (D M 38).
Asi, pues, el carácter m isionero es un eleme nto indispen-
sable para la construcción del Cue rpo de Cristo , tan to en la
.dimensión de la Iglesia universal como en la de cada Iglesia
local. La Iglesia ente ra -y, en ella, tod a Iglesia- es total me n-
te consciente de las tareas que el propio designio divino de la
salvación
y
la obra redentora de Cristo le han asignado, t ien-
de a realizar la obra misionera contribuyendo al mismo tiempo
a construirse como comunidad
El documento conciliar nos permite también examinar de
qué modo se organiza la comunidad de la Iglesia en t ierra de
misión, don de el carácter misionero halla el puesto que le
compete y la expresión típica.
La con.rtrucción de la co munidad
de cada una de las Iglesias de misidn es un tema t ra tado de
modo especial en el decreto Ad gentes. Es evidente que esto es
tarea de los misioneros, a propósito de los cuales el Vaticano 11
se expresa así:
<'Los misioneros, por consiguiente, cooperadores de
Dios, susciten tales comunidades de fieles que, viviendo
conforme a la vocación con que han sido llamadas, ejer-
citen las funciones que D ios les ha confiado, sacerdotal ,
profética y real . De esta forma, la comunidad crist iana
se hace exponente de la presencia de Dios en el mundo,
pues po r el sacrificio' eucarístico pasa co n C risto al Pa-
Se trata de constmir la propia comunidad que los seglares
en unión con la jerarquía forman en toda Iglesia particular, y
al mismo tiempo, de realizar pioneramente la propia catoli-
cidad :
esto es, la universalidad del Pueblo de Dios. Podemos
decir que la misionariedad de la Iglesia universal y la índole
misionera de las Iglesias particulares se expresan en esto y se
identifican con esto.
.Los fieles seglares pertenecen plenam ente al mism o
tiempo al Pueblo de Dios y a la sociedad civil: pertene-
cen a su nación, en la que han nacido, de cuyos tesoros
culturales empezaron a participar por la educación, a
cuya vida están unidos por multiformes vínculos socia-.
les, a cuyo progreso cooperan con el propio esfuerzo en
sus profesiones, cuyos problemas sienten como propios
se esfuerzan por solucionar; y pertenecen también a
Cristo, porque han sido regenerados en la Iglesia por la
fe y por el bautismo, par a con la renovación d e la vida y
de las obras ser de C risto, a fin de que todo se someta a
Dios en Cristo y, f inalmente, Dios lo sea todo en todas
las cosas,, (DM 21).
El decreto enseña seguidamente que, en la comunidad mi-
sionera. los cristianos se convierten en hombres nuevos y que:
'<Debenexpresar esta vida nueva en el ambiente de la
sociedad y de la cultura patria, según las tradiciones de
3 3 .
su nación. Tienen que conocer esta cultura, sanearla
y
conservarla, desarrollarla según las nuevas condiciones
y, finalmente, perfeccionarla en Cristo, para que la fe
cristiana y la vida de la Iglesia no sea ya extralia a la
sociedad en que viven, sino que empiece a penetrarla y
transformarla. Unanse a sus conciudad anos con sinceri-
dad , a f in de q ue en el t rato con el los aparezca el nuevo
vinculo de unidad solidaridad universal que brota del
m i st er io de C r i s t o ~ D M 21) .
To do e¡ proceso de la construcción de la comunidad ecle-
sial en tierras de misión se centra en el hecho de llevar a los
hombres al misterio de Cristo; ello, además de su inserción en
Ia
comunidad eclesial, tiene gran importancia para la convi-
vencia en medio de sus connacionales. Por eso, la comunidad
misionera tiene un carácter de apertura y al mismo t iempo, po r
la fuerza de este carácter, debe orientarse hacia la profundiza-
ción en la madurez cristiana de todos sus miembros, sobre
.<El obispo, en prim er lugar, debe ser herald o de la fe
que lleve nuevos discipulos a Cristo. Para cumplir debi-
dame nte este sublime ministerio, ha de conocer a fondo
las condiciones de su grey y las intima sopiniones de sus
conciudadanos acerca d e Dios, advirt iendo también cui-
dadosamente los cambios que la urbanización, las emi-
graciones y el indiferentismo religioso han introducidon
(DM 20).
En cambio, por
fiera:
.<Trabajen os cristianos y colaboren con todos los de-
más en la recta ordenación de los asuntos económicos y
sociales Gusten los fieles de coo pera r pruden telnente
en este campo con los trabajos emprendidos por institu-
ciones privadas y públicas, por los gobiernos, por los
organismos internacionales, por diversas comunidades
cristianas
y
por las religiones no cristianas. (DM 12).
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 166/176
todo de los neófitos salidos apenas del catecumenado,
.El cual no es mera exposición de dogmas y preceptos,
sino formación y noviciado convenientemente prolonga-
do de toda la vida cristiana, con el que los discípulos se
unen a Cristo, su maestro. (DM 14).
<.Puesto que , por la acción d e la gracia de D ios, el nue-
vo convertido emprende un camino espiritual por el que,
participando ya por la fe del misterio de la muerte y de
la resurrección, pasa del hombre viejo al nuevo hombre
perfecto en Cristo. Trayendo consigo este tránsito un
cambio progresivo de sentimientos
y
de costumbres,
debe manifestarse con sus consecuencias sociales y des-
a r r o l l a r s e pau l a t i nam en t e du r an t e e l c a t ecum enado .
Siendo el Señor, al que se confia, blanco de contradic-
ción, el convertido sentirá con frecuencia ruoturas v se
~~ -
paraciones, pero tambikn gozos que Dios concede sin
medida. (DM 13).
Las palabras ci tadas describen n o sólo el cl ima d e la con-
versión interior, sino también de la comunidad misionera; la
conversión debe m anifestarse en sus conno taciones de orde n
social tanto dentro como fuera de la comu nidad.
Dentro pues:
<'La vida del Pueblo de D ios debe ir mad urando en
todos los campos de la vida crist iana, que deberá reno-
varse según las norm as de este Concilio>, (D M 19).
De aquí se sigue que la construcción de la comunidad mi-
sionera presenta un singular dinamismo expresión sobre todo
del carácter especificamente misionero .
.,Las Iglesias jóvenes, radicadas en Cristo y edificadas
sobre el fundamento de los apóstoles, asumen en admi-
rable intercambio todas las riquezas de las naciones que
han sido da das a Cristo en herencia. Dichas Iglesias reci-
ben de las costumbres y tradiciones, de la sabiduría y
doctrina, de las artes e instituciones de sus pueblos, todo
lo que puede servir para confesar la gloria del Creador,
para ensalzar la g racia del Salvador y para ordenar debi-
damente la vida crist iana» (DM 22).
El documento conciliar acerca de las misiones dice al res-
pecto algo más:
.Para conseguir este prop ósito es necesario que en cada
gran territorio socio-cultural se promueva aquella consi-
deración teológica que someta a nueva investigación, a
la luz de la tradición de la Iglesia universal, los hechos y
las palabras reveladas por Dios, consignadas en la Sa-
grada Escritura y
explicadas por los Padres
y
el Magiste-
rio de la Iglesia. Asi se verá más claramente por qué
caminos puede llegar la fe a la inteligencia, teniendo en
cuenta la filosofia o la sabidu ría de los pueblos. Con ello
se abrirán los caminos para una más profunda adapta-
ción en todo el ámbito de la vida cristiana. Con este
modo de proceder se evitari toda ; p;iricnci;i de sincretis-
mo y de falso particularismo, se ; comodará
I;i
vid; cris-
tiana a la indole y al carácter de cada cultura y se incor-
porarán a la unidad católica las tradiciones p~irticul;ires.
con las cualidades propias de cada familia de pueblos,
ilustrados con la luz del Evangelion (DM 22).
Jus tamente el modelo de la econom ía de la Encarnación
parece definir más profundamente el significado del dinamis-
mo que empapa la construcción de la Iglesia como comuni-
dad, a tenor de su "carácter misionero". Detengám onos en
estos breves trozos que, si bien no agotan la r iqueza del a l m ~ .
llaman la atención acerca del problema, que tiene
una impor-
tancia cada vez mayor para la formación de las actitudes del
cristiano de hoy, y en particular de su actitud "comunitaria".
"En el actual o rden de cosas. del qu e están surgiendo
nuevas condiciones para la humanidad, la Iglesia, sal de
',La libertad o inmunidad de coacción en materia reli-
giosa que compete a las personas individualmente consi-
deradas, debe serles reconocida también cuando actúan
en común. Porque las comunidades religiosas son exigidas
por la naturaleza social del hombre y de la misma religión.
(DLR 4).
La d eclaración so bre la libertad religiosa ha con statad o en
primer lugar qu e "la pe no na human a t iene el derecho a la
libertad religiosa" (D LR 2), y ha motivado esta afirmación ba-
sándose sobre todo en principios racionales (por lo menos en
primera instancia, da do que, e n la segunda pa rte del documen-
to, esa afirmación va a ser ilustrada teológicamente, dentro del
análisis de la libertad religiosa a la luz de la Revelación).
*Esta libertad consiste en que todos los hombres deben
estar inmunes de coacción, tanto por parte de personas
part iculares com o de grupos sociales y de cualquier po-
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 167/176
la tierra y luz del mundo, se siente llamada con mayor
urgencia a la obra de salvación y renovdción de toda
criatura. para que todas las cosas sean instauradas en
Cristo y en El formen los hombres una sola f~milia un
único Pueblo de Dios. (DM 1).
Comunidad eclesial y libertad religiosa
Las ob servaciones q ue siguen, referentes al capitulo dedica-
do a la creación de las actitudes inherentes a la construcción
de la Iglesia como comunidad, proceden de la doctrina del Va-
ticano 11 sobre la libertad religiosa. Sabido es que la declara-
ción dedicada a esta ensefianza centra su interés no sólo sobre
los derechos de la persona, sino tam bién sobre los de la comu-
1
testad humana, y ello de tal manera, que en materia reli-
giosa ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia
ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en
público, solo o asociado con otfos, dentro de losl imites
debidos (DL R 2). Se injuria, pues, a la persona human a
y al mismo orden que D ios ha establecido para el hom-
bre si se niega a Cste el libre ejercicio de la religión en
la sociedad, siempre que se respete el justo orden públi-
c o ~D L R 3 .
Este derecho fundamental de la persona humana
es
tam-
bién -según la doc trina del Vaticano 11 derecho d e las co-
mun idades religiosas, cuya' existencia -corno antes se ha
indicad- viene postulada "tanto po r la naturaleza social de
los seres humanos como por la misma rel igión (DLR 4). "No
se funda, por lo tanto, el derecho a la libertad religiosa
-como leemos en otr o lugar- sobr e una disposición subjeti-
va de la persona, sino sobre su propia naturaleza" (DLR 2).
nidad, 10 que, dirLamos, constituye la condición externa, Pero
Por lo tanto:
necesaria. de todo el proceso de construcción de la Iglesia como
comunidad también la condición de todas las actitudes refe-
rentes a este proceso. La consideración de este problema es
importante también desde el pun to de vista de la formación de
las propias actitudes, pues los cristianos deben ser plenamente
pone ipnte ~
de
los derechos oue al resoecto les amparan, ta nto
El poder civil, cuyo fin propio es cuidar del bien co-
mún temporal, debe reconocer ciertamente la vida reli-
giosa de los ciudadano s y favorecerla, pero hav au e afir-
mar que excedena sus limites si preiendierá dirigir o
impedir los actos rel igiosos~~D L R 3).
~
más que es tos derechos de te iminan también sus diberes , ~r ec i -
1
En relación con los derechos y deberes del poder público,
samente ante la comunidad de la Iglesia.
el postulado del libre ejercicio de la religión en 1 sociedad se
presenta como una de las exigencias primarias que brota del
principio general de libertad en la convivencia humana , que
se refiere sobre todo a los valores del espiritu (DLR 1 .
Así, pues, sobre la base de dichas premisas, la declaración
conciliar proyecta, concisa pero incisivamente, la naturaleza
de la libertad religiosa en relación con la comunidad formada
por las personas que se unen con el fin de profesar y practicar
su religión.
*<Po r onsiguiente, a estas comunidades, co n tal que no
se violen las justas exigencias del orden público, debe
reconocérseles el derecho de inmunidad para regirse por
sus propias normas, para honrar a la Divinidad con cul-
to público, para ayudar a sus miembros en el ejercicio de
la vida religiosa y sostenerles mediante la doctrina, así
como para promover instituciones en las que sus segui-
dores colaboren con el fin de ordenar la propia vida se-
eún sus ~ rin ci oi os eligiosos.
Por lo que concierne alpoder civil
debe ante todo obrar de
forma que:
-La igualdad jurídica de los ciudadanos, la cual perte-
nece al bien com ún de la socieda d, jamás , ni abie rta ni
ocultamente, sea lesionada por motivos religiosos, ni se
establezca entre aquellos discriminación alguna. De aquí
se sigue que no es lícito al poder público imponer a los
ciudadanos, por la violencia, el temor u otros medios, la
profesión o el rechazo de cualquier religión, o impedir
que alguien ingrese en una comunidad religiosa o la
abandone. En mayor medida todavía se obra contra la
voluntad de Dios y los sagrados derechos de la persona
y de la fam ilia de los pueblos cua ndo se usa de la fuerza,
bajo cualquier forma, a fin de eliminar o cohibir la reli-
gión, sea en todo el género humano, sea en alguna re-
gión o en un grupo determinado>> DLR
6).
.
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 168/176
~ o r m aamGén
de la libertad religiosa el que no
se prohiba a las comunidades religiosas manifestar libre-
El Vaticano 11 acentúa de modo particular los derechos de
10s padres y de las familias en este campo:
mente el valor peculiar de su doctrina para la ordena-
ción de la sociedad y para la vitalizaciónde toda la acti-
vidad humana. Finalmente, en la naturaleza social del
hombre y en la misma índole de la religión se funda el
derecho por el que los hombres, movidos por un sentido
religioso propio, pueden reunirse libremente o establecer
asociaciones educativas, culturales, caritativas, social es^^
(DLR 4 .
Es evidente que se trata de todo cuanto, en el marco de la
vida pública. condiciona la construcción de la comunidad y favo-
rece su desarrollo según la conciencia de la propia misión. Cuan-
to hasta ahora hemos referido sobre la constmcción de la Igle-
sia como comunidad, implica esas premisas de libertad, de
forma que, si faltaren, sufriría impedimento. En el último pas o
se produce la violación del orden ético, siendo la libertad reli-
giosa
uno de los elementos fundamentales del bien común.
(<El ien común de la sociedad
...
consiste sobre todo en
el respeto de los derech os y deberes de la persona huma-
na. Por ello, la protección del derecho a la libertad reli-
giosa c onc iern eta nto a los ciudadanos como a los gm-
pos sociales, a Los po dere s civiles com o a la Iglesia y
otras comunidades religiosas, de manera propia a cada
uno de ellos, conforme a su obligación respecto del bien
común.. (DLR
6 .
('Cada familia, en cuanto sociedad que goza de un de-
recho propio y primordial, tiene derecho a ordenar libre-
mente su vida religiosa doméstica bajo la dirección de
los padres. A éstos corresponde el derecho de determi-
nar la forma de educación religiosa,que se ha de dar a
sus hijos de acu erdo con su propia religión. A sí, pues, el
poder civil debe reconocer el derecho de los ~ a d r e s
elegir con auténtica libertad las escuelas u otros medios
de educac ión, sin imponerles ni directa ni indirectamente
cargas injustas por esta libertad de elección. Se violan,
además, los derechos de los padres si se obliga a los hi-
jos a asistir a lecciones que no correspondan a la convic-
ción religiosa de los padres o si
se
impone un sistema
único de educación del cual se excluya totalmente la for-
mación religiosa. (DL R
5 .
En tod o lo que hasta ahora hemos trata do sobre el tema de
la libertad religiosa, sobre la posibilidad de profe sar la reli-
gión tanto en form a privada com o pública , el docu me nto
conciliar se remite también al hecho de que la libertad religio-
sa en la mayo r par te de las constituciones figura ya com o dere-
cho civil y ha sido proclamada solemnemente en documentos
internacionales (DLR
15 .
En cam bio. por lo que se refiere a la Ig lesia. su juicio sob re
la libertad religiosa se deriva sobre todo de la esencia misma de
la fe.
Está, por consiguiente, en total acuerdo con la índole
de la fe excluir cualquier género de coacción por parte
de los hombres en materia religiosa. Y por ello, el régi-
men de libertad religiosa contribuye no poco a fomentar
aquel estado de cosas en que los hombres puedan fáci l-
mente ser invitados a la fe crist iana, abrazarla por su
propia determinación y profesarla activamente en toda
la ordenación de la
vida. (D LR 10).
Y es que esto correspo nde -prosigue el documento- al
designio del Creador y al modo de obrar de Cristo y de sus
apóstoles.
',La Iglesia, por con siguien te, fiel a la verd ad evangéli-
ca, sigue el camino de Cristo y de los apóstoles cuando
reconoce y promueve el principio de la libertad religiosa
%C reemo s u e esta única religión verdadera -as¡ lo de-
clara el docu men to- subsiste en la Iglesia católica y
apostólica. a la cual el Señor Jesús confió 3 obligación
de difundirla a todo s los hombres. (DL R 1).
La convicción acerca de la legitimidad del principio de la li-
bertad religiosa que brota d e la esencia misma de la fe. va uni-
da. en la conciencia del cristiano. a la profunda convicción de su
veracidad. Este vínculo es fundamental para la actitud del se-
guidor de Cristo, para su actitud interior y para la construc-
ción de la com unid ad de la Iglesia. La conciencia de que esta
única religión verda dera subsiste en la Iglesia católica y apo s-
tólica tiene un significado fundam ental para la construcción
de la comunidad eclesial.
<.Porque el discípulo tiene la obligación grave para
con Cristo Maestro de conocer cada día más la verdad
que de El ha recibido, de anunciarla fielmente
y de de-
fenderla con valentía, excluidos los medios contrarios al
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 169/176
como conforme a la realidad humana y a la revelación
de Dios. Defendió y enseñó en el decurso de los tiempos
la do ctrina recibida del Maestro y de los apóstoles. Aun-
que en la vida del Pueblo de Dios, peregrino a través de
los avatares de la historia h um ana , se ha da do a veces
un comportamiento menos conforme con el espiri tu
evangélico, e incluso contrario a él, no obstante,
siempre
se mantuvo la doctrina de la Iglesia de que nadie debe ser
forzado a abrazar la fe. (DLR 12).
espíritu evangélico. La caridad de Cristo le acucia, sin
embargo. al mismo t iempo, para que trate con amor,
prudencia paciencia a los hom bres qu e viven en el
error o en la ignorancia de la fe. Deben, pues, tenerse en
cuenta tanto los deberes para con Cristo, Verbo vivifi-
cante, que hay que predicar, como los derechos de la
persona humana y la medida de la gracia que Dios, por
Cristo, ha concedido al hombre, que es invitado a recibir
y
profesar voluntariamen te la fe (DL R 14).
i
El seguidor
y
discípulo de Cristo deduce de su fe tanto la
conciencia de su misión como e l respeto profundo h acia la con-
ciencia de cada uno, sabiendo bien que el hom bre percibe y
reconoce por medio de su conciencia los dictámenes de la ley
divina, conciencia que tiene obligación de seguir fielmente en
toda su actividad para llegar a Dios, que es su fin. Por tanto,
no se le puede forzar a obrar contra s u conciencia. Ni tampo co
se le puede impedir que obre según ella, principalmente en ma-
teria religiosa (D LR 3). El cristiano n o sólo concilia esta con-
vicción personal, honestamente aplicada a la vida social y a la
convivencia con todos los hombres, con la actitud apostólica,
sino que ve en ella un elemento esencial para la construcción
de la comu nida d de la Iglesia, pues tiene conciencia de que el
fermento evangélico fue actuando durante largo t iempo en el
espíri tu hum ano y contribuyó poderosamente a que la humani-
dad, en el decurso de los siglos, percibiera con más amplitud la
dignidad de la persona y m adurara la convicción de que, en
El Vaticano 11 recoge esta doctrina, la rea fi~ ma proclama
no sólo en la declaración sobre la libertad religiosa, sino tam-
bién en otros documentos, como, por ejemplo, en el decreto
sobre la actividad misionera.
<<Laglesia prohibe severamente q ue a nadie se obligue,
o se induzca, o se atraiga por medios indiscretos a abra-
zar la fe, lo mismo que defiende con energía el derecho
de qu e nadie sea a partad o d e la fe con vejaciones y ame-
nazas,, (DM 13).
El decreto precisa: Según la antiquísima costu mb re de la
Iglesia, investiguense los motivos de la conversión y , s i s nece-
sario , purifiquense (D M 13). Se trata de una adición esencial
en el documento misional. La postura del Vaticano 11, así ex-
presa, deja integra la doc trina tradicional católica acerca del
deber moral de los hombres y de las sociedades para con la
verdadera religión y la única Iglesia de Cristo (D LR 1).
materia religiosa, esta dignidad debía conservarse inmune de
cualquie r coacción human a en la sociedad política (D LR 12).
Se trata de ese mismo 'yer me nto evangdlico en el que se basa
el verdadero desarrollo de la Iglesia y es la condición esencial
para la construcción de su comunidad.
Esta comunidad, tanto en la dimensión universal como en
cualquier dimen sión local, exige la libertad religiosa com o con-
dición necesaria para realizar su misión.
<.En la sociedad hum ana ante cualquier poder públi-
co, la Iglesia reivindica para sí la libertad como autoridad
espiritual, constituida por Cristo Sefior, a la que por
divino m andato incumbe el deber de ir a todo el mun do
y de predicar el Evangelio a toda criatura. Igualmente,
la Iglesia reivindica para sí la libertad, en cuanto es
¡
una sociedad de hombres que tienen derecho a vivir en
la sociedad civil según las normas de la fe cristiana,,
(DLR 13).
íntegramente su vocación eterna. La Iglesia, por su par-
te, fundada en el am or del Redentor, contribuye a difun-
dir ca da vez más el reino de la justicia. En el seno de
cada nación y entre las naciones respeta
y
promueve
tambihn la libertad y la responsabilidad políticas del
ciudadano. (CM 76).
To do esto es imp ortante, no sólo en orden a una justa rela-
ción entre la Iglesia la com unid ad política, esto es, el Estado ,
sino también p ara la formación de la act itud de todo crist iano,
qu e tom e parte en la construcción d e la comu nidad eclesial y
sea a la vez hijo de la propia nación y ciudadan o del Estado.
Cie rtam ent e, las real idades temporales y las real idades
sobrenaturales están estrechamente unidas entre sí, y la
misma Iglesia se sirve de medios temporales en cuanto
su propia misión lo exige. No pone, sin embargo, su es-
peranza en privilegios dados por el poder civil; más aún,
renunciará al ejercicio de ciertos derechos legítimamente
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 170/176
I
En el decreto sobre el oficio pastoral de los obispos en la
Iglesia leemos:
.En el cumplimien to de su cargo apostólico, que mira a
la salvación de las almas, los obispos gozan de suyo de
1;
plena y perfecta libertad e independencia respecto de
;I
cualquier potestad civil. No es lícito, por tanto, impedir
1
directa o indirectam ente el ejercicio de su ca rgo eclesiás-
tic0 ni prohibirles que se comuniquen libremente con la
sede apostólica otras auto ridad es eclesiásticas y con
s us p r op i os s úbd i t o s ~~D O
19 .
La const i tución Gaudium et spes toma en consideración
también el problema de las relaciones entre la Iglesia y el
Estado:
<<Es e sum a imp ortancia, sobre tod o al lí dond e existe
una sociedad pluralistica, tener un recto concepto de las
relaciones entre la comun idad política y la Iglesia La
comunidad politica y la Iglesia son independ ientes y autó-
nomas, cada una en su propio terreno. Ambas, sin em-
bargo, aunque por diverso título, están al servicio de la
vocación personal social del hom bre. Este servicio lo
realizará con tanta mayo r eficacia, para bien de todos,
cuanto más sana y mejor sea la cooperación entre ellas,
habida cuenta de las circunstancias de lugar
y
tiempo.
El hombre, en efecto, no se limita al solo horizonte tem-
poral , sino que, sujeto de la historia humana, mantiene
i
adquiridos tan pro nto co mo conste que su uso puede
empafiar la pureza de su testimonio o las nuevas condi-
ciones de vida exijan otra disposición. Es de justicia que
pueda la Iglesia en todo momento y en todas partes pre-
dicar la fe con auténtica libertad, enseñar su doctrina
social, ejercer su misión entre los hombres sin traba al-
guna y dar su juicio moral, incluso sobre materias refe-
rentes al orden político, cuando lo exijan los derechos
fundamentales y de la persona o la salvación de las al-
mas, utilizando todos y solos aquellos medios que sean
conformes al Evangelio y al bien de todos según la di-
versidad de tiempos y de situaciones,, (CM 76).
De t od o esto es consciente el cristiano que participe activa-
mente en la vida de la Iglesia y en su misión. Y sabe además
que:
'<Con su fiel adhesión al Evan gelio y al ejercicio de su
misión en el niuiido, la Iglesia, cuya misión es fomentar
y elevar todo cuanto de verdadero, de bueno y de bello
hay en la comunidad humana, consolida la paz en la
huma nidad para gloria de Dios. (CM
76).
Esta conciencia le permite part icipar plenamen te en l a
construcción de la Iglesia.
C O N C L U S Z O N
Al emprender este trabajo, el autor ha querido de algún
modo corresponder a su deuda con el Concilio Vaticano 11.
Ahora bien, pagar una deuda al Concilio quiere decir ponerlo
en práctica. Razón por la cual este trabajo se ha ocupado de la
realización de aquél, y en nuestro caso concreto, de la rea-
lización del Concilio en Polonia, y, sobre todo, en aquella
Iglesia, a la que el que esto escribe está ligado por el más
íntimo vinculo de su vocación. Tal era la finalidad del trabajo
propuesto desde el principio. Ya entonces fue calificado de
documento de trabajo , a fin de subrayar que su propósito
era insertarse en el contexto mayor del trabajo posconciliar,
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 171/176
por medio del cual la Iglesia busca su autorrealización en el
espíritu del Vaticano 11.
Llegados al termino de este estudio sobre la realización del
Concilio, debemos todavía aclarar un problema de importan-
cia capital en orden a lo que hemos tratado, por lo que omitir
esta aclaración sería muy grave.
El propio concepto de puesta en acto del Concilio, eviden-
ciado en el titulo, habrá seguramente suscitado en el lector el
deseo de una serie de clarificaciones pormenorizadas acerca de
cdmo es, o cdmo debería ser puesto en prict ica el Concilio Vati-
cano II en nuestra Iglesia. Ahora bien, ese cómo habría de
tener en cuenta determinadas prácticas, organizaciones o téc-
nicas de acción, a fin de realizar el plan trazado por el Conci-
lio. Este tipo de previsiones aspiraciones respecto al estudio
de la realización del Vaticano
11
especialmente cuando se lo
considera como documento de trabajo , es comprensible,
puesto que responde a la mentalidad de, hoy.
Sin embargo, esta toma de posición en el problema no co-
rrespondería ni a la esencia de
lo
que el Vaticano 11 ha sido
como concilio pastoral, ni con lo que habría debido ser su
actuación. Ciertamente, se podría recoger una serie de infor-
maciones acerca de cómo podría o debería serlo. Esto sin per-
juicio de que cualquier especulación sobre cómo poner en
acto el Concilio tenga que ir precedida de una afirmación de
l
base.
Se trata
de comprender qué significa actuar el Concilia ,
lo que equivale a comprender qud es lo que en esencia hay que
335
poner en acto. Precisamente p or esta razó n, en el presente estu-
dio sobre la actualización del Vaticano 11, hemos tratado de
ocuparn os no tanto del cómo , cuan to más bien de qué
hay que poner en acto. Y esto es lo que importa más.
En consecuen cia, nos vimos forz ados a aclar ar, desde el
principio, qu é implica la definición concilio pastoral , y Ile-
gamo s a la conclusión de qu e esta definición mantiene sus pre-
misas, que justamente debían verificarse a lo largo de los tra-
bajos del Concilio, el cual, por lo demás, como es ya sabido, se
hizo a sí mismo aquella preliminar pregunta de:
Ecclesia, quid
dicis de te ipsa?:
Iglesia, iqué dices de ti misma?
Esta era u na pregunta que se refería a la autoconciencia de
la Iglesia, una pregunta que ha exigido una serie de obligacio-
nes y trabajos realizados por el Concil io, ya que, además, ha
tenido eno rme repercusión en tod as las constituciones, decre-
tos y declaraciones. Sin embargo, esta interrogacidn introducto-
ria sobre la Iglesia implicaba una serie de exigencias de la Igle-
sia.
que es una Iglesia de vivos: ¿qué quiere decir ser creyente,
ro sentido
y
valor d e las reolid;ides teniporales, tanto en
sí niismas como en orden nI fin del honibre. Quienes
poseen esta fe viven con la esperünm de la revelación de
los hijos de Dios. acordándose de 1; cruz y de
I U
resu-
rrección del Señor,, (DAS 4 .
Particularmente hemos dedicado este estudio a1 análisis de
las ensefianzas del Vaticano 11 desde el punto de vista de la for-
mación d e la conciencia y de las actitudes del cristiano contem-
poráneo. Parece que de ello se trata en part icular en la puesta en
acto del Conoilib. Este es el
proceso de iniciación través del
cual la concienefa conciliar de la Iglesia debe ser compartida por
todos. Sobre este punto hemos concentrado la atención de
nuestro estudio. Ello puede dar la impresión de una ordena-
ción de textos conciliares selectos, y sin duda qu e esto ha
tenido también su cabida (en el prefacio lo hemos definido
como una especie de vademdcum
introductorio del Concilio).
Sin emb argo, es esencial tener presente el métod o con el que se
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 172/176
ser cristiano, es tar en la Iglesia
y,
a la vez, en el mundo actual?
El Concilio, respondiendo a si mismo, a su pregunta esencial
acerca de la autoconciencia de la Iglesia, ha tratad o de respon-
der, a un tiempo, a las preguntas implícitas referentes a la fe y
a la existencia entera del cristiano. Y por esta razón es por la
que ha sido un concil io pastoral .
Ahora bien, para poner en acto el Concil io hemos de se-
guir el mismo camino. En este sentido, cualquier considera-
ción acerca de la actualización del Co ncil io debe apoyarse en
una idea clara sobre el tema.
Y
esto es lo que por encima de
todo hemos tra tado de i luminar en el presente estudio. El Con-
cilio ha esboza do la forma de fe que corresponde a la existencia
del cristiano de hov: oo r eso mismo. la actualización del Concil io
~
consiste, sobre todo , en el enriqueCimiento d e esta fe. La puesta
en ac to del Concil io se logrará más que nada con el test imonio
de un a fe viva y m adura, que es tanto com o deci r opor tunamente
educada en la capacidad de enfrentarse lúcidamente con las difi-
cultades para superarlas
...).
Esta fe debe ma nifestar su fecundi-
dad penetrand o plenamente en la vida del creyente, incluso en su
estrato profano (CM 21).
.<Solamentecon la luz de la fe
y
con la meditación d e la
palabra divina es posible reconocer siempre y en todo
lugar a Dios.
en quien vivimos. nos movemos y existimos
(Act 17,28); buscar su voluntad en todos los aconteci-
mientos, con templar a Cristo en tod os los hombres, pró-
ximos o extrafios, y juzgar con rectitud sob re el verdade-
ha puesto en práctica esta ordenación y la finalidad a la que
tiende.
En Polonia, la Iglesia se ha empleado en la actualización
del Concilio coincidiendo con el milenario de su cristianiza-
ción, vivido por noshtros casi al día siguiente de la clausura
del Vaticano 11. n efecto, el Concilio terminó sus tareas en
diciembre de 1965, y nuestro m ilenario comenzó a primeros de
1966. Rem ontándo nos a los inicios de la fe de nuestra nación y
siguiendo las sendas de su desarrollo en el curso de tantas ge-
neraciones, nos hem os sensibilizado particularmente con la Ila-
muda 1 enriquecimiento de la fe,
en el que se basa toda la
orientación pastoral del Concilio. Vemos, pues, en la doctri-
na del Vaticano 11 un medio fundamental para dirigir eficaz-
mente la rica experiencia de nuestro pasadi cristianó hacia un
futuro crist iano.
La profunda conciencia de la grandeza de ese don que es la
fe en el alma de todo hombre y en la vida de la sociedad,
ha
inspirado la exigencia de confiar, particularmente, la fe a la Ma-
dre de Cristo
y
a lo Iglesia. Esta humilde confianza, llena de
esperanza, debe convertirse en el terreno en el que puede fruc-
tificar gradualmente el enriquecimiento conciliar de la fe. Por
parte del hom bre serán n ecesarias muc has reflexiones e investi-
gaciones, gran número de iniciativas y actividades. En último
análisis, sin embargo, el enriquecimiento de la fe será siempre
un don, incluso si en él el hombre se expresa con su respuesta
persona l a la revelación que hace D ios de sí y si esta respuesta
se expresa con adaptación madura a la realidad de nuestro
tiempo.
Desearíamos, po r lo tanto, ardientemente poner en prácti-
ca el Concilio,
marcando con regularidad el r rmo de esra ac-
ruacidn. Es obvio q ue esa actuación no ha de ser precipitada,
para que no resulte superficial ; como tampo co deb e ser retar-
dad a ni frenada, sino ir con los signos d e los t iempos . Lo
ZNDZCE DE CITAS CONCZLZARES
que se ha de hacer es tener en cu enta lo esencial. El enriqueci-
miento de la fe en la doctrina del Concil io es pensamiento
y
orientación.
El
enriquecimiento de la fe en la realidad de la
I CONSTITUCION DOGMATlCA SOBRE LA IGLESIA
Ieles ia es una iniciación en fase de ~ l en i t ud una madurez de
LUMEN GENTIUM)
~
conciencia
y
acti tudes por parte de todos los miembros del
Pueblo de Dios. Cristo habló claramente de la levadura que
hace fermentar toda la masa (cf. Mt 13,33).
1
48 33 11 1 112 275 276 308-309
El ' autor pide a D ios qu e este trabajo se enderece por los
2
35 45 53 127 128 34 180
caminos de ese proceso
y
sea capaz de contribuir al mismo.
45 53 79 35 74 198-199 314 315
45-46 47 52
Con esto desea pagar, en parte al menos, su deuda contraída
36 77-78 210 211 212 213-214
5
66-67 279
con el Concilio Vaticano 11. 6
142 7
115-116
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 173/176
7
54 67-68 69-70 79 295-296 38 174
3 9
154-155
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 174/176
CM CONST ITUCION PASTORAL SOBRE LA IGLESIA EN
EL MUNDO ACTUAL GAUDIUM ET SPES)
CR
CONSTITIICION DO CM AI ICA SOBRE 1.A DIVINA RE-
VELACION
DEI VERBUM)
DAS
DEC REl O SOBRE EL 4POST OLA DO DE LOS SEGLA-
RES
APOSTOLICAM .4CTUOSITATEM,
D S
DECRETO SOBRE LOS MEDIOS DE COMUNICACION
SOCl A L
INTER MIRIFICA)
DIO
DECRETO SOBRE LAS IGLESIAS ORIENTALES CA
TOLlCAS
IORIENTALIUM ECCLESIARUM)
DLR
DECLARACION SOBRE LA LIBERTAD RELIGIOSA
DIGNITA TIS HUMANAE)
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 175/176
D E DECRETO SOBRE EL ECllMENlSMO U N I T A T I S
REDINTEGRATIO)
DE
DECLARACION SOBRE LA EDUCAClON CRISTIANA
DE LA JUVENTUD
GRA VISSIMUM EDUCATIONIS)
D F S
DECRETO SOBRE LA FORMACION SACERDOTAL
OPTATAM TOTIlJS)
Proemio 285 286
186
DM
DECRETO SOBRE LA ACTIVIDAD MISIONERA DE LA
IGLESIA
AD GENTES DIVINITUS)
DMVS DECRETO CORRE F1. MINIS TtRIO
V ID . \
DE
LOS
I RESBIIEROS (PRESHYTFRORL M ORDINIS)
DO
DECRETO SOBRE EL OFICIO PASTORAL D E LOS
OBISPOS (CH RI ST US DOMI NUS)
ACABOSE DE IMPRIMIR ESTE VOLUMEN
[ A RENOVACION E N SllS FIIENI.ES . DE 1
BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS.
EL DIA
25
DE MAYO DE 1982, FEE
7/16/2019 Karol Wojtila - La Renovacion en sus fuentes (Plicar C.Vat II).pdf
http://slidepdf.com/reader/full/karol-wojtila-la-renovacion-en-sus-fuentes-plicar-cvat-iipdf 176/176
DRNC DECLARACION SOBRE LAS RELACIONES DE LA
IGLESIA CON LAS RELIGIONES NO CRISTIANAS
(NOST RA AET ATE)
DVR
DECRETO SOBRE LA AD ECUA DA RENOVACION DE
LA VIDA RELIGIOSA
(PERFECTAE CARITATIS)
TIVIDAD DE SAN GREGORIO VII.
PAPA. EN LOS TAI.LERES D E
IMPRENTA FARESO. S A,.
PASEO DE LA DIREC.
C I O N . N U M . 5
M A D R I D
U U S
DE
VIRGINIQUE MATRI
Recommended