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La crítica literaria consiste en un ejercicio de análisis y valoración razonada de una obra
literaria en un medio de comunicación actual; por eso cabe distinguirla de la historia de la
literatura (que es lo que hacen algunos), que realiza una crítica y valoración muy a posteriori y
frecuentemente de forma más documentada, científica y ecléctica.
Existen dos grandes modelos de crítica literaria: la que pretende ser objetiva y científica; y la
que reconoce la inevitable subjetividad de su punto de vista, y con frecuencia incluso la
expone abiertamente: en el fondo, la cuestión que debería de separar estos modelos es el
papel del gusto, la capacidad de análisis; y aquí es inevitable la pregunta: ¿es algo superior al
crítico, o podemos controlar su grado de influencia? Eso se relaciona, a su vez, con una de las
funciones primordiales de la critica en general: educar (no imponer) el gusto del público.
De ahí este abstract: Con frecuencia se utiliza en clases pero aquí será para dar pie al fundamento a todas luces la función de esta página y sus actividades.
1. Toda obra criticada nos permite conocer más en profundidad al propio crítico que al objeto de
análisis.
Hay autores que sostienen que esta es la única clase de crítica posible puesto que, como
dice el dicho, «todo depende del cristal con que se mira». Dicho en dos platos y sorberá: La
función de la crítica es analizar, y muchas veces debe exponer lo que falta en una obra.
2. Los puntos de vista de la crítica literaria, para que sea objetiva, deben ser muchos, muy
distintos y eclécticos. Las metodologías utilizadas pueden ser la positivista, la semiológica, la
narratológica, la psicológica, la sociológica, la estructuralista. La deconstructiva, la estilista, la
descriptiva, la genética, funcional y estructural y la estética de la recepción; entre las más
importantes, pero que claro está, en el país, no son aplicadas por aquellos que dicen que la
patria no les reconoce sus aportes; ¿o será que ni tienen idea de lo que escriben cuando
hacen critica en los periódicos nacionales? En fin…
3. Las distintas escuelas dentro de la estética y la teoría literaria han estudiado por otra parte el
hecho literario, desde el importante formalismo y posformalismo ruso, el new criticism, el
marxismo, el estructuralismo checo y francés, la narralogía, el postestructuralismo, el
Generativismo, la pragmática literaria, la lingüística del texto, la semiótica, la neorreotorica, el
psicoanálisis, el feminismo, el culturalismo, la deconstrucción, el multiculturalismo, el
neohistoricismo, y… podría seguir; pues algunas líneas de investigación de la crítica literaria
estudian la relación de la literatura con otras formas de expresión estética. Así, encontramos
interesantes estudios de pintura y literatura y, más recientemente, de música y literatura. Se
trata de lo que denominamos actualmente literatura comparada.
La Crítica literaria es, en términos de ciencia humanística, una de las tres disciplinas de
la Ciencia de la Literatura, aquella que desempeña una función dominantemente aplicativa
sobre los textos, a diferencia de la Teoría literaria y la Historia literaria, si bien también existe
una muy desarrollada "teoría de la crítica", que epistemológica y metodológicamente
fundamenta o se propone la elaboración de la crítica directa o aplicada.1 La crítica literaria,
que de manera natural se relaciona con la Retórica, la Poética y en general la Teoría literaria,
consiste propiamente en el ejercicio de análisis y valoración razonada de la Literatura o de
una o varias obras literarias. También se entiende por crítica literaria en sentido divulgativo o
sobre todo periodístico la presentación, discusión o toma de partido acerca de una obra
literaria en un medio de comunicación escrito, o también audiovisual.
La Crítica literaria es una disciplina y una actividad característicamente occidental, de origen
griego, ligada a lo que suele denominarse humanismo filológico y, por otra parte, a la antigua
historiografía y a la moderna filosofía del juicio. Se considera que la Crítica nace ya grande, de
igual modo que esto se entiende de la Retórica o la Poética en lo que se refiere sobre todo a
los tratados aristotélicos. Su principal creador es Dionisio de Halicarnaso, ya un virtuoso, entre
otras cosas, del análisis estilístico, y creador del método comparatista.2
La cultura del Renacimiento y del Humanismo renacentista dominantemente integró la Crítica
literaria en el quehacer más general e intenso de la Filología, o bien de la Retóricao las
exégesis poetológicas del Quinientos y la Crítica textual, nuevamente desarrollada como
medio de recuperación del patrimonio clásico antiguo.3 La evolución manierista, y sobre todo
la égida del Barroco, significó una apertura hacia fórmulas polémicas y de debate,
peculiarmente en España, que de algún modo anuncian predisposiciones modernas.4 El siglo
XVIII habría de significar, por su parte, al margen del remanente racionalista y neoclásico de la
Crítica concebida a partir del pensamiento ilustrado dogmático y su binomio verdad/error,
tanto la aparición de la moderna prensa periódica y sus nuevos y agitados avatares críticos
como el desarrollo de un pensamiento verdaderamente innovador a manos de la Ilustración y
el Idealismo alemanes, entendidos ambos en amplio sentido y en correspondencia con la
creación de la nuevaHistoriografía y de la Estética como disciplina autónoma.5
Durante el siglo XX la Crítica literaria tuvo un ingente y complejo desarrollo, en medida
importante condicionado por la dispersión de la Estética, el dominio de la Lingüística y, con
ésta, los nuevos positivismos estructurales y formalistas, frecuentemente de elaboración
ahistórica y al margen de la tradición humanística. Las evoluciones y nuevas implantaciones
de los sociologismos, relativismos y nuevas formas del nihilismo contemporáneo puede
decirse que dieron fin al gran ciclo estructural y formalista que caracterizó progresivamente el
siglo XX. Todo ello ya ha sido sometido a análisis y a fuerte crítica. Sea como fuere, se trata
de una época de extraordinaria producción crítica en diversos sentidos y entre cuyas grandes
aportaciones se encuentran aquellas por completo ajenas a las modas y corrientes
dominantes. En este sentido es de considerar un buen número de personalidades
intelectuales de primer orden en los campos contiguos de la filosofía, la filología y la literatura,
así Theodor Adorno, Erich Auerbach, Walter Benjamin,Benedetto Croce, Ernst Robert
Curtius, José Lezama Lima, Alfonso Reyes, Paul Valéry o Karl Vossler.
Índice
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1 Clases o géneros de la crítica literaria 2 Tendencias y escuelas del siglo XX 3 Crítica literaria en España
o 3.1 El siglo XX 4 Véase también 5 Bibliografía 6 Enlaces externos 7 Referencias
Clases o géneros de la crítica literaria[editar]
Existen dos grandes géneros de crítica literaria: la que se propone como proyecto el rigor
metodológico y científico (incluyendo en ésta tanto la crítica directa o aplicada como la teoría
de la misma), y aquella otra que establece la propia subjetividad de su punto de vista o su
carácter ya polémico, "militante" (según designación ya tradicional) o bien informativo.6 En
cierta medida, y al margen de la ardua cuestión metodológica, el aspecto que separa estas
dos clases es el papel del gusto inmediato en la capacidad de análisis. Esto se relacionaba,
sobre todo durante el siglo XVIII, la época de creación de la crítica moderna, con una de las
funciones primordiales de la crítica periodística y de la crítica en general: educar el gusto del
público así como, preferentemente durante el siglo XX y en nuestro tiempo, atender a una
nueva situación de la cultura literaria y sus posibilidades de difusión o publicísticas.7
Con grado de especificidad propia también existe la llamada "crítica impresionista", que
expone las apreciaciones de lectura constituyéndose asimismo de algún modo en creación de
arte verbal, gracias a la cual la elaboración artística supera o al menos se equipara al
propósito del rigor analítico o interpretativo. En estos casos (así Baudelaire,Wilde, «Azorín»),
la obra crítica acaso permita conocer más profundamente al propio crítico que al objeto de
análisis, o cuando menos equiparadamente a ambos. Ejemplarmente estudió Alfonso Reyes el
concepto de crítica impresionista y en general la dimensión completa de esta ineludible
problemática crítica y literaria tanto desde el punto de vista de la creación como de la reflexión
metodológica y sus consecuencias.8
Tendencias y escuelas del siglo XX[editar]
Tradicionalmente, siguiendo el racionalismo y de hecho también la antigua doctrina de
la Retórica fielmente transmitida, la función de la Crítica era no sólo analizar sino además
exponer, junto a los logros o aciertos, las deficiencias o fallos, lo que falta en una obra o
constituye su o sus deficiencias. La Estética forjó una Crítica filosóficamente asentada y atenta
al problema del juicio y consecuentemente al valor o la valoración. Los puntos de vista de la
Crítica literaria, sus metodologías, desde luego pueden ser muchos, muy distintos y hasta
contardictorios, o bien eclécticos, y dependen en buena parte de la cultura y la ciencia
dominante en cada época. Ahora bien, durante el siglo XX convivió junto al pensamiento
crítico o teórico general y libre una gran tendencia fundada en las propuestas cientificistas.
Las metodologías utilizadas, en diferente y sucesivo grado de pervivencia, pueden ser
enumeradas como positivista, historicista, filosófica, hermenéutica, procedentes del siglo XIX,
o sencillamente tradicionales y filológicas, o bien de otro lado psicológica, sociológica, formal
y estructuralista, o la llamada estética de la recepción, entre las tendencias más difundidas y
que responden básicamente a multiplicados grupos o corrientes. Muy diferentes escuelas
dentro de la Estética y sobre todo la teoría de la Crítica literaria e incluso la Lingüística han
estudiado la literatura y el hecho literario en el siglo XX, desde el formalismo ruso,
la semiológica, la Estilística (alemana y española e incluso francesa, ya idealista, descriptiva,
además de genética, funcional o estructural), la Escuela de Frankfurt, el más modesto new
criticism, el marxismo, el psicoanálisis, la sociocrítica, en general el estructuralismo y sus
proyecciones sucesivas, lanarratología, la lingüística del texto, y en último término los varios
sectores del llamado postestructuralismo, la pragmática literaria, la neorretórica,
la deconstrucción, elneohistoricismo, y diversos sociologismos (a veces ya muy alejados de la
entidad literaria). Ahora bien, es de subrayar asimismo la existencia de una excelente gama
de autores no característicamente adscribibles a los grupos y sectores, sobre todo
académicos, que han proliferado durante el siglo XX.9 Todos estos sectores y escuelas han
sido objeto de amplia bibliografía y, notoriamente, han tenido en común importantes grados de
difusión e internacionalización, por otra parte en natural correspondencia con los usos
académicos y las posibilidades de transmisión característicos de la segunda mitad del siglo
XX.
Han existido secularmente, desde la antigüedad y hasta nuestro tiempo algunas importantes
líneas de investigación de la Crítica literaria que se ocupan de las relaciones de la literatura
con otras disciplinas, otros lenguajes y formas de expresión artística o incluso otras
realizaciones culturales o científicas. Así, conocidos estudios de la más diversa índole entre
no ya diferentes literaturas muy alejadas entre sí, sino acerca de pintura y literatura o música,
cine, etc. Se trata de las consecuciones tradicionales y renovadas de la Comparatística, de las
realizaciones de la Literatura comparada, amplia gama metodológica que desde luego atañe
de hecho al conjunto de la Ciencia de la literatura (no sólo a la Crítica) y en general a las
relaciones determinables entre las Ciencias humanas y las Artes.
Crítica literaria en España[editar]
Naturalmente, la crítica literaria se ha ejercido en España distinguidamente en coincidencia
con el auge de toda renovación cultural, estética o artística importante. Así
elPrerrenacimiento (Marqués de Santillana) y el Renacimiento (Cristóbal de Castillejo, por
ejemplo) tuvieron sus críticos y teóricos, como los tuvo el Barroco y el llamadoCulteranismo,
el Romanticismo, el Realismo, el Naturalismo, el Modernismo, las corrientes de
la Vanguardia histórica.
Quizá el primer texto sustantivo en este sentido fuera la Carta e proemio al Condestable don
Pedro de Portugal de don Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana. Como tema
ocasional ocupó una parte significativa del Diálogo de la lengua de Juan de Valdés. Durante
el Siglo de Oro se mezcla con frecuencia la crítica literaria con la preceptivaretórica y poética,
o la glosa de obras consideradas ya entonces clásicas, como el Laberinto de Fortuna de Juan
de Mena o la obra de Garcilaso de la Vega, comentados porFrancisco Sánchez de las
Brozas y el segundo además por Fernando de Herrera. La crítica literaria fue también tema
constante en Miguel de Cervantes, y su presencia es decisiva en el Don Quijote o en un
poema como el Viaje del Parnaso, aparte otros textos del alcalaíno, y se encuentra por otra
parte en obras como el Laurel de Apolo de Lope de Vega o asociado a la sátira como en La
República literaria de Diego de Saavedra Fajardo. El Conceptismo, o el Barroco conceptista,
que tuvo a su mayor teórico en Baltasar Gracián, con Agudeza y arte de ingenio, cumbre
europea, en sentido propiamente crítico encontró en los intereses de los comentaristas y
detractores de Luis de Góngora un gran campo de actividad. También existió abultado y
acalorado debate con motivo del contraste advertido entre las fórmulas teatrales aristotélicas y
el liberador teatro clásico español tal como fue estatuido en el Arte nuevo de hacer comedias
en este tiempo (1609) por Lope de Vega.
Al siglo XVIII corresponde la creación de la prensa de carácter moderno que dará cauce a los
criterios y escuelas principalmente de raigambre ilustrada.10 El Diario de los literatos fue sin
duda el ejemplo más relevante de la amplia gama de publicaciones periódicas de la época.
Junto a la crítica literaria satírica frecuentada por notables autores de la Ilustración (así, en
general, José Francisco de Isla, Juan Pablo Forner o José Cadalso), existió una serie de
posiciones y autores igualmente notables de sentido más objetivista (así José María Blanco
White, Leandro Fernández de Moratín, Pedro Estala o José Marchena).11 Los autores
estéticos e historiográficos importantes, entre ellos sobre todo los jesuitas expulsos a Italia, es
decir Esteban de Arteaga, el musicólogo Antonio Eximeno y, en especial, Juan Andrés, el
creador de la Historia universal y comparada de la literatura12 echan las bases,
frecuentemente de manera no reconocida, de la Crítica del siglo XIX.
Mediado el siglo XIX tuvo lugar la creación de la Estética española por el filólogo y
crítico Manuel Milá y Fontanals,13 acción proseguida por su discípulo Marcelino Menéndez
Pelayo mediante la invención de la Historia de las ideas gracias a su Historia de las Ideas
estéticas. Este importantísimo proyecto resulta de la bien perfilada integración de Estética,
Filología, Teoría literaria y Crítica. Por su parte, Francisco Giner de los Ríos fue el ideador, a
través de la reformulación de la Estética de Krause, de la escuela estética y crítica alternativa
a la de Milá, representada, a través de la Institución Libre de Enseñanza y la
escuela krausista.14 Por lo demás, son de notar autores tan dispares y destacados
como Alcalá Galiano, el cervantista Diego Clemencín, Emilio Castelar, José Canalejas, Emilia
Pardo Bazán, Juan Valera, Manuel Cañete, Manuel de la Revilla,Rafael Altamira, Lomba y
Pedraja, Eduardo Gómez de Baquero, más conocido como Andrenio, críticos que son muestra
de una gran riqueza de matices y criterios y combinan o alternan frecuentemente la crítica de
sesgo académico o incluso teorética y la crítica militante. Leopoldo Alas, célebre con el
sobrenombre de Clarín, fue sin duda el más influyente y temido crítico de su época.15 Por su
parte, el antecitado y eminente filólogo Marcelino Menéndez Pelayo, asimilador de
historiografía y crítica, concebía ésta en tanto que integral; sus gustos clasicistas y su
interpretación de juventud prioritariamente tradicionalista influyeron problemática y
decisivamente en el aprecio de la multiforme realidad literaria española, al tiempo que
representa la más completa y rigurosa base, entre otras cosas, de la Poesía
hispanoamericana y en general de la historiografía y la crítica de la literatura española, sin el
cual pudiérase decir que éstas no hubiesen alcanzado en modo alguno el estadio de
conocimiento con que se nos ha legado.16
El siglo XX
El siglo XX tiene por fundamentador de la Crítica en España a otro gran filólogo, y de una u
otra manera discípilo de Menéndez Pelayo, esto es Ramón Menéndez Pidal, hombre
intelectualmente allegado a la Generación del 98 y plena y notabilísimamente asimilado al
campo de la Gramática histórica, junto a la cual rigurosamente incorpora historiografía cultural
y literaria y medievalismo filológico teniendo como resultado una labor crítico-literaria de
primer rango, que también alcanzó al Siglo de Oro y sin duda es base de lo que se ha dado en
llamar la Escuela Española de Filología. Entre los autores literarios de la referida Generación
del 98, quizás sea de recordar en primer término José Martínez Ruiz, que ejerció la crítica
impresionista en obras como Al margen de los clásicos entre otras muchos escritos
allegables. Miguel de Unamuno hizo valer una crítica singular y constante mediante multitud
de artículos y en libros de gran relieve, en particular Vida de don Quijote y Sancho. Entre los
miembros del llamado Novecentismo destaca en primer término Eugenio d'Ors, uno de los
más importantes críticos de arte de la Europa del siglo XX, así como Ramón Pérez de
Ayala (Las máscaras, Nuestro Séneca y otros ensayos), Rafael Cansinos Asséns, José María
de Cossío, Américo Castro, Ramiro de Maeztu, Andrés González-Blanco, Juan Ramón
Jiménez, José Ortega y Gasset, este último de aspiración más teórica que crítica en obras
como Ideas sobre la novela, La deshumanización del arte o Meditaciones del Quijote.
Los escritores de la Generación del 27, generación de profesores, fueron tanto poetas como
críticos de la más variada preferencia. Fueron notables críticos Pedro Salinas (La poesía de
Rubén Darío, 1948, Literatura Española. Siglo XX, 1941), Luis Cernuda (Estudios sobre
poesía española contemporánea 1957 o Poesía y literatura, I y II 1960 y 1964), y
especialmente Dámaso Alonso, cuya contribución más importante fue la prolongación y
renovación, junto a Amado Alonso, de una escuela de crítica literaria española, la Estilística,
en conexión con la estilística idealista (Karl Vossler, Leo Spitzer) de la romanística alemana y
la estética italiana de Croce, proyecto del cual sin embargo diríase que finalmente abdicó
incorporándose a la influencia norteamericana ya muy representada en las ediciones por él
patrocinadas en Editorial Gredos. Pero también, aun de muy distinta naturaleza, fueron
críticos muy leídos o relevantes Enrique Díez Canedo, José María de Cossío, Federico de
Onís, Guillermo de Torre, Guillermo Díaz-Plaja, entre otros muchos y vinculados a diversos
sectores académicos o artísticos. Está por valorar monográficamente la crítica literaria de
diversos autores importantes y dispares que cruzan el medio siglo, como José
Bergamín y Gerardo Diego, y sobre todo de las generaciones posteriores, así Emilio Orozco
Díaz, Joaquín Casalduero, Carlos Clavería, Alonso Zamora Vicente, Mariano Baquero
Goyanes, Carlos Bousoño o José María Valverde. Hasta el presente, la aproximación
historiográfica más general a esta rica gama de escuelas e invidualidades continúa siendo la
aún modesta de Emilia de Zulueta (progresivamente en 1966 y 1974).17
Durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX, las escuelas estructuralistas y
formalistas, al igual que en el resto de Europa, desempeñaron en España una función
predominante. Otra cosa es qué juicio haya de hacerse de los logros y la final descomposición
de las mismas y en general de la crítica de esa época. Por ello es preciso advertir que se
encuentra igualmente por escribir, más allá de ciertos trabajos, sobre todo descriptivos y
cronológicamente restringidos, la historia de la crítica española del siglo XX. Otro tanto cabría
decir además en sentido ampliamente europeo y occidental.
En último término, conviene hacer referencia de la crítica literaria periodística española del
último cuarto del siglo XX, en cuyas filas han militado autores muy diversos comoRafael
Conte, José María Castellet, Miguel García-Posada, Ángel Basanta, Ricardo Senabre, Juan
Antonio Masoliver Ródenas, Joaquín Marco, Santos Sanz Villanueva, entre otros muchos.
Algunas revistas (Ínsula, Quimera, etc.) y suplementos literarios de periódicos (El
Cultural, Cultural, Babelia etc.) se han dedicado, a veces parcial o sesgadamente pero
siempre con criterio informativo y de servicio cultural, a la crítica literaria y artística de
actualidad.18
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