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LA DETERMINACIÓN ILUMINADA POR LA ESPIRITUALIDAD IGNACIANA
PRESENTACIÓN
En esta etapa del camino que venimos recorriendo como Cuerpo,
vamos a continuar profundizando en la Determinación y en las Llamadas
en la acción apostólica que recibimos de la Congregación General XVIII,
desde el enfoque de la espiritualidad ignaciana.
Recordemos que, en el mensaje final de dicha Congregación
General, la Superiora general decía: “creemos que esta Determinación nos
permitirá renovar nuestro estilo de vida para abrirnos más al Reino de
Dios, ser más creíbles, y ofrecer un nuevo rostro al carisma en la Iglesia y al
mundo”.
La primera parte del trabajo: La Determinación y la espiritualidad
ignaciana, está destinada a las Hijas de Jesús. Se trata de una propuesta de
escucha orante de la Determinación, inspirada por el itinerario propuesto
en los Ejercicios Espirituales. Para este tipo de escucha, necesitamos de
momentos de silencio, de oración, de reflexión y a partir de ello compartir
con otras hermanas nuestra experiencia de Fe. En este sentido, las fichas
que ofrecemos son instrumentos sencillos. Cada ficha tiene un título
formado por frases de números de la Determinación, presenta unas breves
consideraciones pastorales sobre las semanas de los Ejercicios Espirituales.
Al final de cada ficha hay una propuesta de ejercicio que recoge algunos de
los medios que nos ofrece la espiritualidad ignaciana para el crecimiento
de nuestra vocación de Hija de Jesús.
A continuación el esquema:
Primer bloque: Aspectos introductorios
1. La contemplación de la Encarnación: algunas claves de
interpretación.
2. Los EE un itinerario cristológico:
2.1. Jesús y la pobreza
2.2. Jesús ante la ambigüedad y el conflicto
3
3. Los EE una práctica de discernimiento
Segundo bloque: La Determinación siguiendo el itinerario de EE
Ficha 1: Principio y Fundamento
Ficha 2: Primera Semana
Ficha 3: Segunda semana
Ficha 4: Tercera
Ficha 5: Cuarta semana y C.A.A
Anexo: Síntesis de la experiencia: Examen
También en el mensaje final de la CG XVIII, nuestra Superiora
general, al referirse al documento “Para ir y anunciar”, decía: “al
contemplar el mundo y retomar nuestra acción apostólica, queremos
fortalecer el camino que juntos, Hijas de Jesús y laicos, vamos realizando
más y mejor según lo que nos piden las diversas circunstancias de tiempos
y lugares. En una lectura discernida del mundo y de los deseos expresados
en las peticiones que nos llegaron, destacamos algunas llamadas que
orientarán nuestro quehacer apostólico en los próximos seis años”.
La segunda parte de este trabajo está destinada a Hijas de Jesús y
laicos. Es un material que presenta un método y una dinámica para realizar
un discernimiento apostólico en común. El enfoque elegido fue partir de la
primera llamada: “urge poner en práctica el discernimiento en común para
que nuestros proyectos apostólicos respondan al bien más universal y a las
mayores necesidades” (4). Por esta razón no profundizaremos en el
contenido de cada llamada, sino que la propuesta nos encamina al
ejercicio de un discernimiento apostólico en común. O sea, a un ejercicio
práctico del mismo en relación a las demás llamadas. Por una parte, lo que
se pretende es inspirar y animar a realizar en cada lugar un ejercicio
concreto de discernimiento apostólico en común para elegir la llamada o
llamadas más urgentes en cada contexto. A la vez, se nos ofrecen puntos
de profundización y reflexión sobre las condiciones y elementos necesarios
para realizar dicho discernimiento.
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A continuación, el esquema:
ORIENTACIONES PARA EL DISCERNIMIENTO APOSTÓLICO EN COMÚN
PRIMER BLOQUE-Algunos previos.
0. ¿Qué es el discernimiento apostólico en común?
1. Materia para discernir y pregunta guía.
2. Personas que intervienen.
3. Cómo se toma la decisión y quién la toma.
4. Fases de un discernimiento en común.
SEGUNDO BLOQUE- Condiciones para un discernimiento en común.
1. Condiciones en el sujeto.
2. Criterios de discernimiento.
3. La práctica del examen.
TERCER BLOQUE-Los engaños en el proceso de discernimiento.
CUARTO BLOQUE-El discernimiento en común de las llamadas.
Referencias bibliográficas:
1. “Acompañar la tentación” Darío Mollá. Cuaderno Eides.
2. “Discernimiento comunitario apostólico” Josep M. Rambla y Josep
M. Lozano. Cuadernos Eides, nº 89-90.
3. “Discernimiento: concretar el amor”. Darío Mollá. Frontera
Hegian, nº 94.
4. “El arte de formarse” JB Libanio. Ediciones Sígueme. Salamanca
2003, pp 115-125.
5. “El discernimiento en común” Revista Manresa Enero-marzo
2018. Volumen 90, nº 354.
6. “El discernimiento espiritual como actitud permanente” Teresa
Plaza. Revista Manresa, 2010. Volumen 82.
7. “El discernimiento orante en común” Provincia de Loiola 2005.
8. “El discernimiento: realidad humana, realidad espiritual”. Darío
Mollá. Revista Manresa, 2010. Volumen 82.
5
9. “El discernimiento”. Henri J. M. Nouwen. Editorial Sal Terrae,
2014.
10. Amen todos la pobreza como madre. Aquella tierra fértil de
hombres fuertes. José Margenat. Revista Manresa, vol 85. (2013),
pag 157
11. Ayudar y aprovechar a otros muchos. Dar y hacer Ejercicios
ignacianos Antonio Guillén, Pablo Alonso, Darío Mollá Llácer, Ed.
Sal Terrae, 2018.
12. Buscar y hallar la voluntad de Dios. Comentario práctico de los EE
de San Ignacio de Loyola. Miguel Ángel Fiorito, ed. Mensajero,
2013
13. Diccionario de espiritualidad ignaciana, pág. 1493 tomo II
14. El discernimiento La novedad del Espíritu y la astucia de la
carcoma, Benjamín González Buelta , Ediciones Loyola 2020
15. La letra pequeña. La cotidianidad infinita. Benjamín Gonzalez
Buelta, Ed. Sal Terrae ( 2014)
16. La Pascua de los sentidos. Benjamín Gonzalez Buelta, Ediciones Sal
Terrae (2013)
17. Las Hijas de Jesús el hoy y los orígenes. Celia Amorós Pérez.
18. Mistérios de Cristo, mistérios do cristão, Carlos Palácio. Ed. Loyola,
2013
19. Pedro Arrupe, carisma de Ignacio, Dario Mollá, Ed Mensajero-Sal
Terrae, 2015.
20. Sabiamente ignorante. Mes de EE en clave vocacional. Agustin
Rivarola, Ed. UCC, 2009
6
BLOQUE I: Aspectos introductorios
Los Ejercicios Espirituales nos dan acceso a lo esencial de la espiritualidad
ignaciana. Teniendo los EE como telón de fondo, podemos decir que hay
dos movimientos importantes para vivir la experiencia de Dios explicitados
en los EE: Que Dios se comunica y que la persona se puede disponer para
acogerlo.
1- Contemplación de la Encarnación: Algunas claves de interpretación.
Para Ignacio es casi imposible entrar en el misterio de Dios sin descubrir
que Él es un Dios encarnado, que puso su tienda en medio del mundo. Esto
significa que Dios está comprometido con nuestra humanidad. Es el
sentido profundo de la contemplación central de la experiencia de los EE.
En el ejercicio de la encarnación (EE 101-109) contemplamos cómo el
mundo, cada persona, nuestra historia tan sufrida hacen misteriosamente
parte de la vida de Dios. Por este modo de Dios de amar al mundo y a cada
ser humano, el ejercitante, al tiempo que contempla la complejidad y la
muerte que acontece en esta historia, también experimenta la compasión
y ternura, la infinita suavidad y dulzura de la divinidad (EE 124,1) con la
que la Santísima Trinidad mira y envía a Jesús a vivir con y como nosotros.
Esta contemplación de la encarnación constituye un marco
hermenéutico importantísimo para comprender cuál es la imagen de Dios
que está en el núcleo de la espiritualidad ignaciana y, por lo tanto, de la
experiencia que somos llamadas a vivir: Es un Dios que se comunica, que
desea darse (EE 234). Dios es Alguien que puede ser escuchado y
experimentado. Es un ser personal que dialoga con el ser humano.
La creación también es para el ser humano la manera concreta de
experimentar su relación constitutiva con Dios. La creación dice algo del
ser humano y de Dios. Dios habita en las criaturas (EE 235), trabaja por
nosotros (EE 236) y nos sustenta a partir del centro del ser. Por eso, la vida
es un trabajo constante de reconocer el don, ese amor que es Dios en los
dones en los cuales nos llega, a veces envuelto de precariedad. Es un Dios
que nos habla y sale a nuestro encuentro a través de mediaciones. No se
7
trata de encontrarse cara a cara con Dios, es preciso descubrir su presencia
en medio de la vida, de las fragilidades y pecados de la historia personal y
social, muchas veces también cargada de contradicciones e intereses
individualistas.
La primera y fundamental mediación de la experiencia de Dios es
Jesucristo. Esta da sentido a las otras mediaciones.
2- Los EE: un itinerario cristológico
Un modo concreto que ofrecen los EE para conocer a Jesús y su modo
de vivir, es aprender a contemplar y discernir los “misterios de la vida de
Cristo nuestro Señor”. Así denomina, San Ignacio a la serie de 51
acontecimientos de la vida de Cristo que sugiere en los EE (EE 261). En su
mayor parte son escenas de los evangelios o textos del NT (EE 308), con
excepción de la aparición a María (EE 299) y a José de Arimatea (EE 310).
Recordemos que esos misterios son propuestos en tres de las cuatro
semanas de los EE.
2.1 Seguimiento de Jesús pobre y humilde
La persona de Jesús es el centro de toda la espiritualidad
ignaciana y aquí se encuentra también la clave de su concepción de
la pobreza. Dios Padre revela su amor por medio de la encarnación de
su propio Hijo y lo hace en debilidad y pobreza.
En los Evangelios el amor no es algo abstracto ni desencarnado,
se concreta, se hace carne en el rostro del otro que, a partir del Dios
de Jesús, será llamado de hermano: un vaso de agua ofrecido al más
pequeño (Mt. 25,35), la visita que se expresa por medio del perdón
(Lc 19,1-10), del consuelo (Jn 11,1-43), una comida compartida (Mt
9,10-13), la compasión ante quien está sufriendo (Mc 1,40-42), el
reconocimiento de la dignidad humana de las prostitutas y pecadores
públicos (Lc 7,36-49). En cada encuentro se trata, para Jesús, del
encuentro con un ser humano concreto. Es un amor de servicio, de
despojo, de acogida a las vulnerabilidades humanas más duras. Dios
en Jesús es Amor. Pero se trata de un amor kenótico y humilde
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(humus). Desde esa paradoja del despojamiento (Fil 2,7), sin pérdida
de su divinidad, Jesús manifiesta que el amor y la comunión del Dios
cristiano se da sin calcular. La kenósis de Jesús es un proceso de
itinerancia interior y de abajamiento que lo lleva a un desvivirse para
que “todos tengan vida”. Esta pobreza que Jesús encarnó abrió
horizontes totalmente nuevos para la vida en común: el poder como
servicio, la obediencia como escucha, la abnegación como libertad…
En este sentido, San Ignacio no ha desarrollado ninguna teoría
sobre la pobreza, sino simplemente ha tenido ante sus ojos la vida de
Jesús pobre y humilde. Quería ser pobre porque Jesús había sido
pobre. La contemplación en los EE actualiza la vida de Jesús: “como si
presente me hallase” (EE 114). Es interesante que el encuentro con el
Señor se da frecuentemente a través de su humanidad: el Niño Jesús
puede ser contemplado (EE 114), se puede mirar cómo Cristo nació en
extrema pobreza para morir en cruz (EE 116) y también se puede
considerar cómo la divinidad se esconde en la humanidad (EE 196).
Contemplar es un ejercicio dinámico que, poco a poco, nos introduce
en una dolorosa y alegre itinerancia interior (cf. LVAF 37), ya que
contemplar nos coloca en un dinamismo de descentramiento de una
misma: un salir del propio amor, querer e interés (EE 189) para poder
comprender cómo es Jesús y cómo darnos a los prójimos.
Los Ejercicios nos posibilitan la experiencia de conocer
internamente a Jesús. Para ello hay que transitar un camino: llamada
del rey eternal (EE 95), dos banderas (EE 136), elección (EE 169).
Depende del modo como decidamos andar ese camino podemos o no
llegar a una configuración con Jesucristo. Se trata de hacer un camino
para llegar a parecerse a Jesús “como una hija se parece a su padre”
(CFI 136). Seguir a Jesús significa caminar y servir. No se trata de
cualquier forma de caminar, sino de caminar como El. El proceso de
conocimiento interno de Jesús termina con la entrega, lo que supone
mucha disponibilidad para salir al encuentro del otro. En esta
experiencia es inevitable pasar por momentos de conflictos, estamos
sujetos a los movimientos y oscuridades de la historia.
9
Jesús actuó en un mundo repleto de odios y divisiones, en un
mundo de pecado, donde tuvo que enfrentar la contradicción entre la
fuerza del amor y la fuerza destructora presente en las estructuras
religiosas y políticas de su tiempo. Esa contradicción que existe en el
seguimiento de Jesús aparece más evidente en el ejercicio de las dos
banderas: Cristo y Lucifer, Jerusalén y Babilonia, conocimiento de la
vida verdadera y conocimiento de los engaños del mal…
2.2 Seguimiento de Jesús en el conflicto y la ambigüedad
San Ignacio es muy consciente de que el seguimiento de Jesús
necesita de mucha lucidez para no engañarse en medio de la
ambigüedad que se presenta en la vida. En la segunda semana, luego
que el ejercitante ha pasado por el cribo de la primera semana, se
encuentra con un exigente “test de lucidez y libertad”: el llamamiento
del rey temporal y del rey eternal que culmina con la oblación del
Reino. En otro momento, antes de contemplar los misterios de la vida
pública, se presenta el llamado día ignaciano. Un momento intenso y
exigente de la experiencia de EE, que posibilita que se tome aún más
consciencia de lo que nos mueve, nos enreda o por dónde podemos
perdernos.
En las banderas Ignacio coloca como fuera de nosotros lo que
sucede dentro de nuestro corazón. Para él, el corazón del ser humano
es un campo de batalla, somos sometidos a continuas presiones y
luchas. La gracia de Dios y los engaños del mal espíritu actúan en
nuestro interior. Es preciso discernirlos continuamente y saber
distinguir qué espíritus luchan dentro de nosotros, discernir las
motivaciones profundas de nuestro actuar y elegir “pedir ser recibidos
bajo la bandera de Cristo” (EE 147).
La meditación de los binarios es una prueba de sinceridad del
querer más profundo del ejercitante. Es necesario purificar la
voluntad y verificar las motivaciones más sutiles. Sabemos que toda
opción implica una renuncia y por eso “toca” siempre en algo que nos
10
afecta. El afecto es el lugar donde suceden las decisiones
fundamentales del discernimiento. Al sentirnos afectados se
desencadenan mecanismos de defensa que pueden condicionar
seriamente la vida entregada por el Reino.
Estos ejercicios que culminan con los tres grados de humildad no
son ejercicios ascéticos sin sentido. Ayudan a preguntarse por la
disponibilidad interna, la capacidad de darse toda, hasta la propia vida
por amor a Jesús
También vemos que, en los EE, San Ignacio describe el contenido
del conflicto a partir de dos modos estructurales de entender la vida
humana. Por un lado, una existencia de riquezas, honra y soberbia, a
partir de la cual vienen todos los vicios que deshumanizan. Por otro
lado, una existencia que puede elegir la pobreza como un estilo de
vida: pobreza, oprobios y humillaciones y todas las virtudes que
humanizan (EE 142-146). No perdamos de vista que en los EE se nos
presenta una espiritualidad del seguimiento, no del sufrimiento. El
sufrimiento es consecuencia del seguimiento (Tercera semana).
Contemplar los misterios de la vida de Cristo en los Ejercicios nos
conduce a un seguimiento que se discierne y aprende a vivir en una
realidad que no es transparente, que está llena de contradicciones.
Pero el discernimiento ayuda a elegir lo que más nos conduce a Cristo.
La concreción de ese seguimiento y servicio por amor no está en la
riqueza, sino en la pobreza, no en la honra sino en la humildad. La
última motivación de la existencia cristiana, y por tanto de la vida
religiosa, está en la vida concreta de Jesucristo, que pasó haciendo el
bien y se despojó de sí mismo, dejando su condición divina... (cf. Filp
2,5 ss.). El seguimiento a Jesús, elegido con lucidez y libertad, nos
hace personas humana y espiritualmente humildes y fuertes, al
mismo tiempo que alegres y cercanas.
11
3- Los EE una práctica de discernimiento
- El examen como la puerta principal
La puerta de entrada para el discernimiento ignaciano es el
examen. Es la actividad básica si queremos ser personas de
discernimiento. Es esa práctica, ese entrenamiento de mirar la vida
con atención, la que nos permite descubrir y saber nombrar el paso,
el amor y la llamada de Dios (cf. DNC 98). En ese sentido, los EE nos
posibilitan un aprendizaje continuo.
Para poder discernir tengo que estar en contacto con mi mundo
interior. Es fundamental reconocer cuál es mi estado de vida
espiritual, si estoy en consolación o desolación. Describir, narrar los
movimientos que tengo: ¿qué me pasa?, ¿cómo estoy? ¿Estoy siendo
tentada por el mal espíritu, consolada por el bueno? Estas no son
preguntas triviales, son preguntas importantes. Tenemos que
reconocer que, muchas veces, no tenemos idea de cuál es nuestro
estado de vida espiritual. Y es importante tener conciencia. Una de las
dificultades posibles en la vida religiosa es una especie de
“inconsciencia espiritual” en la que podemos vivir y esto no nos hace
bien, ni hace bien a los prójimos.
Ignacio habla de “en alguna manera sentir y conocer las varias
mociones que acontecen en nuestra alma” EE 313.
Un esquema sencillo:
- El primer paso es darnos cuenta que algo nos pasa (sentir-
constatar).
- El segundo paso es conocer de dónde proviene ese
movimiento que siento y adónde me lleva: conocer.
- El tercer paso es fruto del sentir y conocer. O sea,
necesitamos pensar hacia dónde nos conducen esos
movimientos internos: si nos conducen a más vida, a intentar
hacer el bien o si, por el contrario, lo que estamos viviendo
nos está paralizando. Por ejemplo, si llevamos mucho tiempo
en desolación y no hacemos nada, eso termina afectando al
12
modo como miramos la realidad que nos rodea: una
perspectiva pesimista o a veces victimista, un estado de queja
permanente o la interpretación de que mucho de lo que nos
sucede es culpa de los otros. La desolación también puede
perjudicar el modo como nos relacionamos con los otros: mal
humor, chismes, etc1. Es muy importante conocer nuestras
dinámicas interiores. Esa consciencia progresiva la vamos
alcanzando a través de la práctica del examen ignaciano y
cotidiano.
Ser persona de discernimiento implica y pide cuidar nuestra
libertad, esa libertad que nos impulsa a vivir en la gratuidad: nadie
nos quita la vida, la entregamos libremente (cf. Jn 10,18). Ignacio nos
presenta de un modo muy lúcido las trampas que hacen peligrar la
libertad: la vanagloria y la soberbia (EE 142), nuestros miedos, la
negligencia y el acomodo... Es verdad que nunca nos vemos
completamente libres de estas trampas, pero qué distinta fuerza
tienen en nosotras estas amenazas si somos conscientes de ellas o si
las ignoramos.
A partir de lo reflexionado, toma también una fuerza vital la
experiencia anual de los ocho días de Ejercicios espirituales ignacianos
(CFI 170) y el día de retiro mensual (DNC 100). Son dos espacios
privilegiados para mantenernos en esta dinámica de discernimiento.
Son ayudas concretas y fuentes de aprendizaje siempre nuevo en la
vida en el Espíritu (cf. DNC 101).
Por eso se hace muy necesario reconsiderar que la práctica del
examen es importante para ser mujeres de discernimiento. Y el
proceso de ser conscientes de lo que acontece en nuestro mundo
interior nos dispone y nos prepara para mejor ejercitarnos en el
discernimiento apostólico. “Creemos que el Espíritu trabaja siempre,
en nosotras y en la realidad. El Espíritu trabaja en nuestras
1 Cf palabras del Papa Francisco al finalizar la Eucaristía del día de la Vida
Consagrada 2/02/21
13
instituciones y en las personas que están en ella. Cada una de
nosotras trae valiosas perspectivas, que pueden estar contaminadas
por el pecado y el egoísmo, pero en virtud del compartir unas con las
otras podemos llegar a una mayor libertad y a un mejor sentido de lo
que Dios podría querer en una situación particular” John Dardis, sj2
Ejercicio: Tomar este texto como una lectura espiritual.
Compartir resonancias.
2 John Dardis, Discernimiento en común. Una novedad basada en una tradición
antigua. Revista Manresa, vol 90 (2018), p. 5-13
14
BLOQUE II: La Determinación siguiendo el itinerario de EE
En los EE la pregunta “a dónde voy y a qué” es una pregunta que nos
obliga a saber qué queremos. San Ignacio nos dice qué debemos
preguntar: por la noche antes de dormir y por la mañana cuando nos
despertamos ¿a dónde voy y a qué? Por eso, en cada uno de los ejercicios,
en la petición, que suele ser el primer o segundo preámbulo, San Ignacio
dice “pedir lo que quiero y deseo”. Como si los ejercicios siempre
estuviesen necesitando que la persona que los hace sepa a dónde va, sepa
lo que quiere y desea. Nos ayudará a nosotras preguntarnos, entonces:
¿Qué es lo quiero y deseo al iniciar en esta nueva etapa de oración-
reflexión de la Determinación?
La Congregación General XVIII nos dio una Determinación que expresa
“los deseos auténticos de mantener el Cuerpo en su buen ser y de
adecuarlo a lo que piden las actuales circunstancias del mundo…” para que
podamos, con mayor claridad, manifestar la bondad de Dios que a todos
hace hermanos.
Desde el espíritu del examen ignaciano, se expresa agradecidamente la
preocupación que existe en todo el Cuerpo por hacer más visible nuestra
identidad carismática. Al mismo tiempo, se nos invita a toda la
Congregación a hacer un proceso de mayor configuración con Jesucristo
que eligió para sí la pobreza (Cf. Det 3 y 10).
La Determinación nos dice con claridad que “nuestra debilidad más
fuerte no está hoy en el campo del quehacer, sino en mantener la vitalidad
y hacer crecer el buen ser” (Det 3). A partir de la mirada cariñosa de Dios
Padre (CFI 136), que nos acompaña con amor y misericordia desde los
inicios de la Congregación, “caímos en la cuenta de que, en los últimos
años, las Determinaciones de las congregaciones generales siempre nos
animaron a vivir la verdadera pobreza evangélica”. Con la luz del Espíritu
de Jesús reconocemos humildemente que, a pesar de ello, “crecen en
nosotras necesidades, exigencias, individualismo, consumismo, así como la
dificultad de asumir los límites propios de la vida. Una vez más
reconocemos que el tercer párrafo de la Fórmula es el más olvidado” (Det 6).
15
Sin dejar de contemplar el Cuerpo que somos -en proceso de
disminución numérica, con menos fuerzas y pocas vocaciones, con
fragilidades y pecados- experimentamos, a las puertas de celebrar 150
años de historia, la fuerza del Espíritu que nos invita al “mismo magis de
siempre”. El magis que nos remite a los orígenes de nuestra fundación.
¿Qué significado tendrán hoy las palabras que dirige el Padre Herranz a
nuestras primeras hermanas, un grupo de mujeres “pocas en número y en
calidad todavía menos, según los juicios del mundo”, y a las que ve en el
futuro como “una congregación de unión, de amor, de verdadero y
fructífero apostolado”? ¿Qué significa para nosotras hoy la clara
preferencia de la madre Cándida por la humildad y pobreza como actitud
de Jesús y como actitud que define el seguimiento de Jesús?3
La Congregación General XVIII nos invita a vivir un proceso espiritual
encarnado. Tomó conciencia y le puso nombre a lo que necesitamos
restaurar porque está debilitado. Este proceso también está presente en
los EE. Así, reconocido lo que percibimos dañado, se nos invita a mirar y
seguir a Jesús, pero ¿a qué Jesús? Los Ejercicios nos van revelando la vida
de Jesús pobre y humilde a quien, por gracia, elegimos seguir.
La propuesta que hacemos es a una escucha orante de la
Determinación, inspiradas por el itinerario propuesto en los Ejercicios
Espirituales. Para escuchar, necesitamos de momentos de silencio, de
oración, de reflexión y a partir de ello compartir nuestra experiencia de Fe.
En este sentido, ofreceremos fichas con propuestas que llamaremos “de
ejercicio espiritual”.
3 Cf. Las Hijas de Jesús el hoy y los orígenes. Celia Amorós Pérez.
16
Ficha 1: Principio y Fundamento (PF)
150 ANIVERSARIO: AÑOS DE FECUNDIDAD QUE NOS INVITAN A
PROFUNDIZAR EN NUESTRA IDENTIDAD (Det. 1)
Breves consideraciones sobre el PF
Dios no sólo está al inicio de la vida del ser humano, por el dato de que
Él es su creador, sino que además al crearlo le ha dado una finalidad, un
sentido. Los "fines", los "para qué", no los define la propia persona, los
formula el Criador y Señor que los ofrece como tarea para la vida. Y en
este sentido, la creación de Dios es vocacional. El PF nos recuerda el
carácter "creatural" del hombre y la mujer, así como su tarea y misión:
alabar, hacer reverencia y servir. Para esto ha sido creado. La "vocación"
está vinculada al simple hecho de existir: es el pensamiento providente del
Creador sobre cada criatura, es su proyecto, como un sueño que está en el
corazón de Dios, porque ama a la criatura, es sentirse amado por Dios
como alguien único e irrepetible. La dinámica de esta experiencia es
precisamente lo que S. Ignacio entiende por "indiferencia".
En el texto del PF nos encontramos con el fin, los medios y la dificultad.
Nos encontramos en el Principio y Fundamento con dos afirmaciones y con
dos conclusiones:
a- el ser humano es creado “para la vida en plenitud que llamamos
salvación, entrando en un proyecto de amor y creatividad que
recorre la historia.
b- Y las cosas son creadas para el hombre y la mujer, para que le
ayuden a esta misión que lo une al Dios creador.
c- Las cosas deben usarse en la medida en que ayuden al fin para el
que fuimos creados, de lo contrario deben rechazarse.
d- Para vivir de esta manera es preciso crecer en fe y libertad, para
que no “se deje paralizar por la finitud de la vida: enfermedad,
pobreza, deshonor o vida corta (EE23), ni atrapar por las
17
seducciones de la vida presente: salud, riqueza, honor y vida larga
(EE 23)”.4
En el PF el ejercitante hace la experiencia de sentir la dificultad que hay
en usar con indiferencia de los medios que Dios nos ha dado para alcanzar
el fin para el que fuimos creados y para que, conociendo esto, se coloque
enteramente en sus manos. El P. Arrupe afirma que la indiferencia es el
modo típicamente ignaciano de afirmar el Absoluto de Dios y lo relativo de
todo lo demás, y concluye, "es sencillamente, creer" (Arrupe 1981, 240)5.
4 Cf Benjamín González Buelta, La Pascua de los sentidos, p. 47
5 Cf Diccionario de espiritualidad ignaciana, pag. 1493 tomo II
Ejercicio espiritual
a- Haz memoria de tu experiencia de amor con el Señor.
Sugerimos fundamentalmente traer a la memoria tu llamada
vocacional a esta Congregación de las Hijas de Jesús.
b- Recuerda hechos, situaciones, momentos de la historia de la
Congregación en los que has visto el amor de Dios
sosteniendo, alentando, conduciendo al Cuerpo.
c- Cada comunidad selecciona y elige lo que quiere compartir. Es
importante tomar nota de las mociones más significativas que
la comunidad experimenta en este compartir
18
Ficha 2: Primera Semana
RECUPERAR LA RADICALIDAD DE LA POBREZA EVANGELICA ES UNA
NECESIDAD, UNA URGENCIA, UNA SANACION CARISMÁTICA… (Cf. Det 7)
Breves consideraciones sobre la primera semana
En la primera semana de los Ejercicios nos enfrentamos con el mal que
llamamos pecado y con todo el desorden y destrucción que provoca. “Si la
plenitud de la existencia consiste en vivir enraizados en el fundamento de
la vida que origina siempre nuevos principios, nuevos comienzos, el
pecado consiste en cortarse de esa vida y confiar la dicha a nuestra frágil
autonomía que se encierra en su orgullo estéril, que niega que somos
limitados y sólo podemos ser nosotros mismos en comunión con Dios y
con los demás”6.
No es difícil ver los efectos de la ruptura de la comunión con Dios. En
las tragedias que vive nuestro mundo, al escuchar las historias de personas
y familias concretas vemos con tristeza las consecuencias terribles del
pecado presente en nuestra sociedad e instituciones. Para acercarnos al
mal personal recordamos nuestra propia historia de pecados, los que
hemos cometido y los que hemos padecido desde los demás, con heridas
que, a veces, siguen sangrando a lo largo de la vida
Al transitar la experiencia de la primera semana de los EE, volvemos a
pasar por el corazón una verdad revelada: el pecado no tiene la última
palabra. Es el perdón de Dios que renueva y restaura la vida la cantidad de
veces que sea necesaria. El principio y fundamento de la vida de la
creatura es el amor y la gracia de Dios. Ninguna realidad está excluida del
perdón de Dios. Nadie queda al margen de su gracia. Pero es necesario no
perder la conciencia de que somos personas pecadoras, la lucidez del mal
que causamos y que el perdón es un don gratuito del Padre. Para abrirnos
verdaderamente al perdón que restaura y no nos encierra en nosotras
mismas, necesitamos pedir insistentemente el don de la radicalidad de la
pobreza evangélica.
6 Benjamin Gonzalez Buelta, La Pascua de los sentidos, p. 69
19
Desde esa experiencia se irá, poco a poco, formando una nueva
sensibilidad: mirar el mundo y a los demás desde el amor y la misericordia.
“No intentaremos perdonar simplemente porque hemos recibido un
precepto de Dios, sino porque lo vemos a Él asumiendo con su perdón las
vidas destrozadas por el pecado”7.
Es lo que Jesús en sus gestos y acciones, en sus encuentros y palabras,
revelaba a quien se sentía destruido por el peso de sus heridas,
fragilidades y pecados.
- Ejercicio: Conversación espiritual
Preámbulos sobre el sentido de la conversación espiritual:
Los términos “conversar” y “conversación”, son usados en la literatura
ignaciana con muchísima frecuencia. Para alcanzar profundidad en la
comunicación, la tradición ignaciana prevé una modalidad de diálogo
particular: la conversación espiritual. No consiste necesariamente en una
discusión sobre cuestiones espirituales.
¿Qué condiciones exige de cada una de las personas? Pide que la
persona se ponga en una actitud de escucha profunda y empática del
otro, de quien busca entender hasta el fondo la verdad de lo que está
comunicando. Es también necesaria una libertad de espíritu (la
indiferencia ignaciana) y el esfuerzo de salir de uno mismo, del propio
interés y tener en cuenta el bien del grupo entero.
Requiere reconocer aquellas ideas previas o prejuicios que tenemos
de los demás y que a menudo actúan - aún de un modo inconsciente- en
nuestro modo de juzgar una realidad y de “definir a las personas”.
¿Cuál es la finalidad de la conversación espiritual? Si nos
comunicamos a partir de mociones y de movimientos internos, la
finalidad es llegar a hacer luz en temas concretos, crecer en la comunión
del Cuerpo Apostólico y conocernos a un nivel más hondo.
7 Idem
20
Propuesta para ejercicio de conversación espiritual
Recordar que tenemos como telón de fondo la primera semana de los
EE. La Congregación General XVIII reconoce con claridad que el
debilitamiento de la pobreza evangélica nos aleja de lo fundamental; pone
nombre a algunas de nuestras fragilidades y pecados (cf. Det. 6) y escucha
la llamada de Dios a recuperar la radicalidad de la pobreza evangélica
como parte importante de la sanación carismática. Reconocer esta herida
congregacional, que nos debilita, es para poder ofrecer lo mejor de
nosotras mismas al mundo al que somos enviadas y sufre de muchas
necesidades (cf. Det. 7). Reconocer el pecado no nos encierra en nosotras
mismas sino que desde el Amor de Dios nos abre a la segunda semana de
EE. No perdamos de vista que somos enviadas. Necesitamos la vida que
viene de Dios para entregarla y ofrecerla a nuestros prójimos. La pobreza
evangélica en la Madre Cándida es para ir a vivir y anunciar el Evangelio…
(Det. 13)
Conversar sobre los números 6, 7 y 14 de la Determinación.
¿Me reconozco personalmente, como comunidad o como Provincia en lo
que expresan estos números de nuestra Determinación? ¿Qué caminos se
nos abren?
21
Ficha 3: Segunda Semana
LA VERDADERA POBREZA EVANGELICA SE HACE POSIBLE CUANDO SOLO
EN JESUS PONEMOS LA ESPERANZA Y ASUMIMOS SU MODO DE VIDA
(Det. 10)
Contemplar la vida de Jesús es entrar en el modo de actuar de Dios en
medio de nosotros. “Dios Padre se revela por medio de la encarnación de
su propio Hijo y lo hace en debilidad y pobreza” (Det 8). Estamos llamadas
a seguir de cerca a Jesucristo que eligió para sí la pobreza. El núcleo de la
segunda semana es conocer a Jesús, que por mí se hizo hombre, para que
más lo ame y siga (EE 104). No se trata de un mero conocimiento. La
dinámica de los EE nos conduce a un conocimiento interno que es capaz de
poner toda nuestra afectividad en movimiento hasta generar una doble
respuesta: “para que más le ame y le siga”. Por esto, contemplar a Jesús,
no sólo nos cambia el corazón para amarlo y seguirlo, sino también nos
cambia la sensibilidad y para percibir, en medio de todo lo que parece más
inhumano, cómo Dios está presente salvando y sanando la vida. Dios no es
un Dios impasible, nos envía a su Hijo único que siendo rico se hizo pobre
para enriquecernos con su pobreza (2 Co 8,9). Jesús se convierte en
modelo para poder vivir a fondo el Principio y Fundamento y salir del
pecado.
La segunda semana de los Ejercicios no sólo nos ayuda a poner todo
nuestro corazón en el seguimiento de Jesús, sino también a ver en la
realidad el reino de Dios como su verdad más consistente y cómo todo
puede abrirse a la vida. Este cambio de la sensibilidad es necesario para no
acercarnos al mundo sólo desde la queja o desde la condena, sino para
mirar al mundo al que somos enviadas con la mirada y el amor de Jesús.
Esta ambivalencia reclama ayuda y nos empuja a ser respuesta a algunas
de sus más fuertes necesidades. “La Encarnación del Hijo nos llama a
compartir con El su espíritu filial y fraterno, a convertirnos en hijas en el
Hijo y, asumiendo su pobreza, a buscar con otros la vida en abundancia
para todo ser viviente” (Det 9).
22
La pobreza de Jesús se nos revela también en el despojo de él mismo,
en su confianza ilimitada en el Padre, en la defensa de la vida y en su modo
de hablar y anunciar a Dios. La Determinación de la Congregación General
XVIII nos “llama a ahondar en el seguimiento de Jesús pobre y humilde y a
participar, en la medida de lo posible, de la condición de vida de los
pobres”, recordemos CFI 144. De esta esta experiencia “se nos abrirá una
nueva manera de ser y de estar en el mundo” (Det 12).
Ejercicio de contemplación
Teniendo como música de fondo el título de la Determinación: Seguir de
cerca a Jesucristo que eligió para sí la pobreza”; proponemos la
contemplación de la Encarnación y del Nacimiento de Jesús siguiendo los
puntos propuestos en los Ejercicios Espirituales.
Contemplación de la Encarnación: EE 102 a 109
Contemplación del nacimiento: EE 110 a 117.
Buscar un espacio comunitario para compartir la experiencia de “esta
segunda semana”. ¿Cómo resuena, en tu contexto comunitario y provincial
lo que estamos orando y reflexionando en esta ficha? ¿Qué movimientos,
mociones has percibido en este ejercicio? ¿Adónde te llevan?
23
Ficha 4: Tercera Semana
LA VIVENCIA DE LA VERDADERA POBREZA EVANGELICA, ES UNA GRACIA
EN LA QUE PEDIMOS SER RECIBIDAS… (CF. Det. 11)
La tercera semana sólo se puede entender como una consecuencia de
la segunda. Es el paso consecuente al tercer grado de amor a Jesús, a un
amor a los prójimos y a la voluntad de Dios, que es fuerte hasta la muerte.
Por eso San Ignacio subraya en los directorios que nadie debe pasar a
tercera semana sin haber realizado la elección y ser confirmada. No
seguimos a Jesús a Jerusalén tomando una cruz abstracta, sino la cruz
concreta de nuestra elección8.
“Fuimos conducidas a hacer un discernimiento cuya materia fue buscar
una faceta de nuestro carisma en la que estamos necesitando poner
mayor empeño para ser alivio, testimonio y anuncio de Jesucristo en
nuestro mundo”. (Det. 5). Es nuestra determinación deliberada seguir de
cerca a Jesucristo que eligió para sí la pobreza (CFI 144). “La pobreza,
según san Ignacio es aquella tierra fértil de hombres y mujeres fuertes (…).
Concibe por tanto que las personas que tienen delante de los ojos a
Jesucristo, desnudo en cruz, aceptan los efectos de la pobreza”9
El amor de la pobreza debe ser elegido por una razón cristológica, no
social ni ideológica, la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre
por nosotros para enriquecernos con su pobreza. Para Ignacio, se trata de
un amor “elegido por amor de Jesucristo pobre”. Esta elección es una
gracia en la que pedimos ser recibidas. “La Madre Cándida nos ha
enseñado con su vida que la última razón de la elección de la pobreza y de
los pobres radica en Jesucristo (Det 10)
Dice José Margenat: “la complejidad y la crisis de la situación
económica actual exigen una profunda renovación cultural y obliga a
revisar nuestro camino (…) De este modo la crisis se convierte en ocasión
8 Cf Agustín Rivarola. Sabiamente ignorante. Mes de EE en clave vocacional.
9 José Margenat. “Amen la pobreza como madre”... Revista Manresa. Vol 85, N
335, 2013, p. 149-160
24
de discernir y proyectar de un modo nuevo. ¿Será la crisis una tierra fértil
de hombres y mujeres fuertes? ¿Será la amistad con los pobres el don que
devuelva la capacidad para retornar a un auténtico y nuevo humanismo
integral?10
Todo aquel que se entrega para dar continuidad a la causa de Jesús
también se encontrará con el conflicto de los que sienten amenazada su
paz interior o sus intereses y experimentará la oposición, la descalificación
social… El desafío para nosotros consiste en vivir el conflicto de manera
creativa, sin dejarnos desintegrar ni paralizarnos. La cruz pascual lleva
dentro de sí misma el germen de la resurrección11
Ejercicio
UN DIA DE RETIRO COMUNITARIO. Proponemos para este día una lectura
orante de toda la Determinación (1-23), pidiendo la gracia de ser recibidas
en esta vivencia de la pobreza evangélica.
Estar atentas a qué movimientos tenemos durante la lectura orante.
Anotarlos.
Si se ve conveniente, elegir algún o algunos números en los que un se
sienta particularmente invitada a reflexionar
Cada comunidad ve el modo más adecuado de compartir la oración, según
su realidad.
10
Margenat José. Amen todos la pobreza como madre. Aquella tierra fértil de hombres fuerte. Revista Manresa, vol 85. (2013), pag 157. Vale la pena leer todo el artículo ( pp 149-160) 11
Cf Gonzalez Buelta, pag. 165 Salmos para gustar internamente.
25
Ficha 5: cuarta semana y contemplación para alcanzar amor
“…EN CONTINUA ITINERANCIA INTERIOR, SALIR DE NOSOTRAS MISMAS E
IR HACIA LOS MAS NECESITADOS (CF Det. 13)
Casi finalizando su evangelio, nos dice San Juan: “Jesús realizó en
presencia de los discípulos otros muchos signos que no están escritos en
este libro. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Cristo, el
Hijo de Dios y para que creyendo tengáis vida en su nombre” (Jn 20,30)
Los discípulos hicieron la experiencia espiritual de encontrarse
nuevamente con Jesús. “El Resucitado habla al corazón de sus amigos en
su oficio de consolar (EE 224) con una alegría que sana las heridas del
pasado y abre el futuro con un encanto capaz de relanzar el sueño de
Jesús”12
El Crucificado es el Resucitado y envía el don de su Espíritu, que llega de
manera diferente a la singularidad de cada discípulo, pero es el mismo en
todos. El Espíritu transfigura desde dentro “los deseos auténticos” que
personas e instituciones llevamos en vasijas de barro (2 Cor 4,7-12). Este
mismo Espíritu transforma a cada persona y las une a todas en una
comunidad que tiene visibilidad en la historia para que, con mayor
claridad, se pueda manifestar la bondad de Dios que a todos hace
hermanos (cf. Det 2)
En todo amar y servir (EE 233), pedimos en la Contemplación para
alcanzar amor. Aquí se concentra todo el proceso de los EE y se abren las
puertas de la vida cotidiana. Somos enviadas al mundo con el oficio de
consolar y también con una sensibilidad transformada para encontrar a
Dios en todas las cosas. Deseamos compartir la vida que “recibimos con su
Nombre” en continua itinerancia interior, asumiendo alegremente el
misterio pascual que nos impulsa a salir de nosotras mismas para ir a los
más necesitados.
12
Gonzalez Buelta, La Pascua de los sentidos, p. 153
26
Ejercicio: Síntesis del itinerario
A partir del camino que, personal y comunitariamente, hemos transitado
hasta aquí, les proponemos reflexionar y compartir el número 18 de la
Determinación. Serán de mucha ayuda las anotaciones que hicimos
durante este proceso.
“La vivencia de la verdadera pobreza evangélica es un proceso que
requiere discernimiento. El Espíritu Santo nos ayudará a ser fieles a la
tradición, inspirándonos múltiples novedades y ayudándonos a vislumbrar:
- ¿hacia qué vida consagrada caminamos hoy?
- ¿qué presencias transparentan mejor que Dios está en medio de
su pueblo?
- ¿qué pasos es necesario dar”?
ANEXO (Este anexo puede ser utilizado en cualquier momento del
proceso. Cada comunidad verá la el modo y el momento)
“CONTEMPLACIÓN PARA COSECHAR AMOR” (UNA PROPUESTA DE
EXAMEN DEL DÍA) 13 Diego Fares, sj.
Puedo tomarme unos minutos para hacer mi “Contemplación para
cosechar amor”: el amor que recibí en esta jornada y el amor que pude
dar.
La frase es motivadora. En vez de decir: “tengo que hacer mi examen
de conciencia”, que tiene su carga de deber y de rendición de cuentas, la
idea de “cosechar amor” tiene una carga (linda) agraciada, como abrir un
paquete con regalos…
Sin embargo, por más que cambiemos el nombre y que a lo que
llamábamos “examen” le llamemos ahora “contemplación para cosechar
13
El texto pertenece al jesuita Diego Fares. Es un texto mayor, pero fue adecuado para esta ocasión. El original lo encontramos en el blog del padre Fares: ContemplAcciones del Evangelio. http://diegojavierfares.com
27
amor”, hay un problema y éste no es solo el cansancio y el deber, sino que
estamos dentro de un problema más general, es que “el día no termina”.
Esto pasa en una familia con niños y jóvenes y de distintas maneras nos
pasa a todos: el día no termina, el trabajo no termina, los WhatsApp
siguen llegando a todas horas, por dar un ejemplo. Por eso, un cuidado
clave para la vida espiritual es el de establecer un “ritmo espiritual”.
Así como cada una tiene que “encontrar o crear su espacio en la casa
para rezar” -el “tameion” del que habla el evangelio (Cfr. Mt 6, 6), donde
uno puede entrar y cerrar la puerta para que solo nos vea el Padre-, así
también cada uno tiene que “encontrar o crear su “kairós” -su momento
especial del día, en el que nada lo molesta, para poder “cosechar amor”.
Lo importante es que sea un momento en el que la vida nos dé una
pausa y al que le podemos dar cierta periodicidad, es decir, un ritmo
espiritual.
Los puntos
* ¿Quieres conversar con Jesús?
Conversa con Jesús, comunícale las cosas del día y ábrete al Espíritu
Santo, que te hace sentir y comprender lo que Jesús te quiere comunicar.
Contempla lo que te ha dado el Señor y lo que tú diste a los demás durante
el día. La conversación, dice Ignacio, se da como un amigo que habla con
su amigo, o un servidor con su Señor. Eligiendo lo que fue más significativo
para este compartir.
* AGRADECER
Rebobinando el día pasado agradecerás por todo, notando cómo
el Señor puso signos concretos de su amor en tu jornada, más en las
obras que en las palabras, como hace Uno que te ama. Le darás
gracias por todos los beneficios que te hizo, por todo lo que recibiste
de los otros.
Recuerda cosas buenas que pasaron hoy, concretas y pequeñas,
como el pan o un saludo. Lo harás no tanto «enumerándolas» -cosa
28
que puede cansar a la larga- sino ponderando (encareciendo mucho)
alguna gracia grande de amor y dejando que las otras se le peguen en
torno, como a un imán que las atrae y las concentra.
Agradece un rato hasta que sientas que tu memoria queda
rebosada de la luz del agradecimiento, y que eso te dilata el corazón y
te hace decir, ¡qué grande! ¡No me había dado cuenta! (como les
pasó a los discípulos de Emaús).
Agradecer te purificará la memoria de las culpas -que son
siempre autorreferenciales- de todas las “frases” con las que el mal
espíritu pretende inundarte con sentimientos de fracaso, de culpa, de
negatividad: “perdiste tanto tiempo”, “hiciste tan poco”, “tantas
cosas salieron a más o menos o quedaron a medias…”. Responde al
mal espíritu diciendo que tu pasado está en la Misericordia del Padre,
que Él ha enterrado todos tus pecados y es capaz de dar vida a todas
tus obras muertas.
* CONTEMPLAR
Mirando tu presente, presta atención y nota cómo Dios
«habita» en las personas que te encontraste durante el día y con las
que compartiste la vida. Él habita en ellas y esto se puede ver en sus
«actos de santidad». Este es el punto en el que Ignacio (que)
dice «mirar cómo Dios ‹trabaja› por mi -por nosotros- en todas las
cosas. Se trata de un ejercicio para reconocer el valor de lo que las
creaturas «hacen por ti», de todo el trabajo que les das, digámoslo
así, y de lo que cada creatura «es» y vale por sí misma.
El reconocimiento de la presencia y del trabajo de Dios en tu
presente te purificará de todo sentimiento de soledad e inutilidad.
Con Él nunca estás solo, con él ningún pequeño esfuerzo tuyo es
inútil. Él te acompaña y bendice tus pasos. Y si abrazas la cruz del
momento, si abrazas “los clavos” que en la vida te convierten en
impotente e insignificante, Él es capaz de convertir esa cruz en fuente
de vida para ti y para los demás.
29
* BUSCA UN PEQUEÑO DESEO
Mirando hacia adelante, al futuro, harás un ejercicio de
«humildad que se empeña en lo concreto», de reconocimiento claro
de tus límites – sin creerte ni más ni menos de lo que eres – y de que
«todo es posible para Dios». Esta mezcla de «tu medida
potencia», como dice Ignacio, y de la «suma e infinita potencia de
Dios», te vuelve capaz de «dar un paso adelante”, real y concreto,
siempre, en el amor.
Tu esperanza, que te permite alegrarte de tu propia pequeñez –
finitud gozosa, como le llama un autor, y fiarte totalmente de la
grandeza de Dios, purifica tu mirada y tu ánimo de todo
descorazonamiento, de todo horizonte sin sentido. Cuanto más pones
tu pie en tu propia pequeñez, y desde ahí alzas tu mirada al Cielo, más
se despeja tu futuro y brilla la espera.nza.
* Ofrécete tú mismo
Terminarás tu contemplación para cosechar el amor del día ofreciendo tu
amor:
Tomad Señor y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento,
y toda mi voluntad. Todo mi haber y mi poseer.
Vos me lo diste, a Vos Señor lo torno.
Todo es vuestro. Disponed a toda vuestra voluntad.
Dadme vuestro amor y gracia, que esta me basta.
30
“PARA IR Y ANUNCIAR”
INTRODUCCIÓN
La Congregación general nos ofrece un documento destinado a los
laicos y a las Hijas de Jesús que compartimos misión. Esto es fruto también
del momento eclesial y congregacional que vivimos. Las distintas
vocaciones estamos invitadas a aportar nuestra especificidad en el
compromiso que, como bautizados, hemos adquirido de colaborar con
Reino de Dios.
Es oportunidad de seguir creciendo cada uno en nuestra vocación,
en comunión eclesial, a través de relaciones que expresan reciprocidad y
complementariedad. Reciprocidad porque se sustentan en la dignidad de
hijos que nos ha sido conferida en el bautismo. Nadie es más que nadie,
aun cuando tenga funciones o ministerios diversos, en su contribución a la
misión. Complementariedad porque en nuestra diferencia, si es bien
gestionada y acogida, nos enriquecemos, nos ayudamos y servimos mejor.
Y si creemos en un Dios encarnado, que nos habla a través de la
historia y de sus acontecimientos, la situación mundial de pandemia que
estamos atravesando no puede quedar obviada. Nos invita a repensar
desde Dios, en nuestros espacios y tiempos, en nuestras situaciones
vitales, con profundidad, sin temor y en confianza, qué Palabra nos dice en
esto que vivimos. Nos invita a repensar qué conversión, qué cambios
estamos invitados a hacer personal e institucionalmente en el espacio de
misión que compartimos. Hay un sentido que nos excede, que late en
medio de esto que acontece y que pugna por salir, pero que necesita de
nosotros, de nuestro proceso, de dejarnos alcanzar, como los de Emaús,
por el Espíritu de Jesús para que pueda ser visto y reconocido.
El título del documento, “para ir y anunciar”, subraya el carácter
apostólico del mismo. La misión es el espacio en el que Hijas de Jesús y
laicos nos encontramos en virtud del envío recibido. Apóstol es el enviado
y, desde su misma raíz etimológica, significa el que no tiene lugar fijo. Lo
estable en el apóstol es ser servidor del Reino y este servicio lo sitúa en
31
actitud de itinerancia (“para ir”) y como testigo de la buena noticia
(“anunciar”). “Convocó a los Doce y les dio poder y autoridad sobre todos
los demonios y para sanar enfermedades. Y los envió a proclamar el Reino
de Dios y a sanar” (Lc 9,1-2). Lo demás en la misión necesitará ser
discernido: quién, a quién, cómo, cuándo... para descubrir, en medio de las
demás voces, la voz de Dios. El mismo Jesús nos advierte que esto no es
fácil, que pide de nosotros “ser astutos como serpientes y sencillos como
palomas” (Mt 10, 16b); tener paciencia y dar el tiempo necesario a los
procesos para poder ver con más claridad lo propio de Dios; aunque
mientras tanto haya que convivir con la tentación, con la cizaña, “dejen
que crezcan juntos hasta la cosecha” (Mt 13,30), y con aquellas voces que
no vienen de Dios.
Nuestra Superiora general expresa que el texto recoge “algunas
llamadas que orientarán nuestro quehacer apostólico en los próximos seis
años; que deseamos sean luz e inspiración en la concreción de nuestro
apostolado”14. “Son aspectos que necesitaban ser impulsados para que
nuestra colaboración al Reino tuviera más vigor”15. Según esto, las
llamadas son el modo en que el Espíritu sigue alentando hoy la vida en
nosotros, no podemos perderlas de vista si queremos ser fieles a lo que el
Señor nos ha inspirado. Y tenemos el compromiso de preguntarnos qué se
nos pide con respecto a ellas en cada contexto. Pero tampoco se trata de
tener acciones para cada llamada de “forma obligada” como modo de dar
cumplimiento a un programa marcado por la Congregación general. Es
decir, piden ser discernidas y, fruto de ese discernimiento, se irán dando
los pasos necesarios, se irán articulando los posibles modos de desarrollo y
despliegue.
Hacemos una propuesta para acercarnos a las llamadas. Queremos
que sea la primera, “urge poner en práctica el discernimiento en común”, la
que oriente el modo de situarnos ante las otras. Es el discernimiento en
14
Determinación Congregación General XVIII. En la clausura de la CGXVIII, pag 17.19. 15
Determinación CGXVIII. “Para ir y anunciar”, nº3.
32
común la condición previa para cualquier opción, paso o actuación
concreta en el ámbito de misión y en nuestras planificaciones apostólicas.
“Discernimiento en común y planificación apostólica se convierten así en el
binomio que garantiza que las decisiones sean tomadas a la luz de la
experiencia de Dios y que éstas sean puestas en práctica de un modo que
realice la voluntad de Dios con eficiencia evangélica”16. Daremos por ello
una herramienta de trabajo que nos ayude a dar respuesta a aquello que,
en su discernimiento, la Congregación general vio: que revitalicemos o
impulsemos en nuestro contexto las llamadas que así lo estén pidiendo.
No pretendemos una profundización teórica de los temas que
encierra en sí cada una de las llamadas, sino contribuir a que se realice, de
hecho, un discernimiento en común que nos lleve a tomar decisiones
concretas sobre ellas. La profundización teórica o el conocimiento que
necesitemos sobre las llamadas lo determinará el propio proceso, así como
los datos que se puedan requerir.
La herramienta de trabajo consiste en un conjunto de orientaciones
y reflexiones para realizar un discernimiento apostólico en común. Son
orientaciones simples y breves, pretenden inspirar y animar y están
organizadas en diversos bloques de trabajo. Pueden ser un recurso de
formación. Cada contexto deberá decidir cuál es el momento idóneo para
realizar este discernimiento sobre las llamadas.
Deseamos que este proceso sobre las llamadas contribuya a
ahondar en el lema de la celebración de los 150 años, “Un Carisma vivo, un
Camino compartido”, que estamos viviendo.
16
Carta Sobre el discernimiento en común de Arturo Sousa.
33
ORIENTACIONES PARA EL DISCERNIMIENTO APOSTÓLICO EN COMÚN
PRIMER BLOQUE - Algunos previos.
5. ¿Qué es el discernimiento apostólico en común?
6. Materia para discernir y pregunta guía.
7. Personas que intervienen.
8. Cómo se toma la decisión y quién la toma.
9. Fases de un discernimiento en común.
SEGUNDO BLOQUE - Condiciones para un discernimiento en común.
4. Condiciones en el sujeto.
5. Criterios de discernimiento.
6. La práctica del examen.
TERCER BLOQUE - Los engaños en el proceso de discernimiento.
CUARTO BLOQUE - El discernimiento en común de las llamadas.
PRIMER BLOQUE - Algunos previos.
0. ¿Qué es el discernimiento apostólico en común?
Antes de definir qué es para nosotros el discernimiento apostólico en
común conviene que aclaremos distintos términos. Los dos primeros
atienden a dos dimensiones de la persona: el aspecto ético
(discernimiento humano) y el teologal (discernimiento espiritual). El
primero es más amplio e incorpora a toda persona. El segundo es más
específico y atañe a personas que tienen credo, que creen en Dios, en
nuestro caso, en el Dios de Jesús (discernimiento cristiano).
Discernimiento humano: es el proceso por el cual transformamos
nuestras convicciones más profundas en decisiones concretas y
lo hacemos con coherencia y continuidad. Es decir, es un proceso
que nos conduce y nos lleva a vivir en coherencia y autenticidad
con el horizonte de sentido de nuestra vida. La decisión expresa
nuestra convicción y la convicción se ha hecho decisión concreta.
34
Hay coherencia entre lo que pensamos, sentimos, decimos y
hacemos.
Discernimiento espiritual: El discernimiento como proceso
espiritual es una actividad teologal encaminada a la búsqueda de
la voluntad de Dios. Supone que creemos en un Dios encarnado,
que está en la “entraña” de la vida, que nos hace sus guiños y
deja su huella impresa en ella. Supone la convicción de que Dios
envuelve la vida, abraza la vida y nos atrae y conduce hacia Él.
Supone, en palabras de Benjamín González Buelta, “una mística
de ojos abiertos que da a la vida su verdadera consistencia
porque nos lleva adentro, a lo profundo, a la raíz de lo que
acontece”. Es decir, el discernimiento espiritual pasa por
decisiones concretas que comprometen toda nuestra persona
con lo que vamos descubriendo como Voluntad de Dios, tal y
como Ignacio lo expresa al final del Principio y Fundamento:
“solamente deseando y eligiendo lo que más conduce al fin para
el que fuimos creados”. Es hacerle una pregunta al Señor
relacionada con mi comportamiento: qué quieres de mí, qué
quieres que haga. Cuanto mayor es el grado de identificación con
Jesús la pregunta toma otra forma: ¿qué harías tú, Jesús, si
estuvieras en mi lugar?
Los dos siguientes términos atienden a una clasificación que se deriva
del uso y modo que hacemos del discernir como actividad y/o
ejercicio: el discernimiento como actitud y el discernimiento como
herramienta. El primero es más amplio y es condición necesaria para el
segundo.
El discernimiento como actitud: Es el talante o disposición
natural que la persona ha adquirido o va adquiriendo ante las
distintas posibilidades que la vida le presenta para elegir. Antes
de la elección tendrá que conocer, valorar y sopesar las distintas
posibilidades y sus consecuencias. Este talante es algo que se
adquiere, es una destreza que, con la práctica, la persona puede
ir incorporando. Condición necesaria es que la persona lo desee y
35
quiera, pero no basta con ello, debe practicarlo en el hecho
concreto de tomar decisiones. Incorporado aporta lucidez.
El discernimiento como herramienta: se denomina así al método,
con modo y orden, encaminado a orientar la toma de decisión
sobre alguna materia o aspecto concreto.
Y, por último, el término que nos ocupa: el discernimiento
apostólico en común, que es una herramienta concreta de
discernimiento. Es una herramienta de carácter espiritual para
tomar decisiones importantes y complejas, sobre las que no hay
acuerdo o claridad, en el campo apostólico. Reúne a personas
creyentes y no creyentes que no viven en común y necesitan
tomar decisiones en orden a la misión. El método tiene un
proceso que implica tiempo para disponernos interiormente y
para la toma de decisión; no rompe la unión de corazones y
ayuda a sentirse partícipe de la decisión tomada. Este método
está tomado de los Ejercicios espirituales (EE), del primer modo
del tercer tiempo de elección (EE. 178-183), es decir, en el
método subyace una espiritualidad que lo sustenta.
1. Materia para discernir y pregunta guía.
No toda decisión apostólica requiere un discernimiento en común. El
discernimiento en común es para buscar y hallar la voluntad de Dios
en asuntos importantes en los cuales no es totalmente claro qué
hacer, cómo hacerlo, qué es mejor o cómo hacerlo de la mejor forma
posible. De ahí que sea importante saber escoger el asunto o asuntos
sobre los que se necesita tomar decisiones a través de un
discernimiento en común.
En consecuencia, son materia propia de este tipo de discernimiento:
- Asuntos muy importantes y complejos a los que no se les ve clara
o fácil solución o no hay acuerdo.17
17
El discernimiento apostólico en común. Entrevista a José A. García. Vol. 90 (2018) Manresa, pp.27-37.
36
- Asuntos que no se resuelven por discusión, ya que romperían la
comunión; ni por obediencia vertical, porque no ayudarían a
sentirnos parte de la decisión tomada.
- La planificación apostólica de una provincia religiosa, de una obra
apostólica. “La planificación apostólica nacida del discernimiento
en común se convierte así en instrumento para nuestra
efectividad apostólica evitando convertirla en tributo a la moda
de las técnicas del desarrollo corporativo”18.
Una vez escogido el asunto que pide ser tratado en un discernimiento
en común, conviene formularlo de forma clara y en un modo que nos
ayude a sostener el proceso. La forma que más ayuda a ello es la
pregunta. En la Compañía de Jesús, en la primera deliberación que
hicieron, el objeto de su primer discernimiento fue formulado así:
¿Queremos conservar lo que Dios ha hecho en nosotros, un grupo de
amigos en el Señor, o nos ponemos a las órdenes del Papa para que él
nos disperse por la viña del Señor? La pregunta es rectora, acompaña y
sostiene el proceso.
A partir de este momento, con respecto a la materia, necesito tener
todos los datos disponibles o, al menos, los oportunos y necesarios
para poder llevar adelante el proceso. Si no los tengo debo pedirlos,
para contribuir adecuadamente en el proceso, o invitar a alguien
experto en la materia para que dé su parecer.
2. Personas que intervienen.
Es necesario establecer quiénes participan, porqué y en qué
condiciones. Cada participante debe saber por qué participa, en qué
condición, y aceptarlo libremente. Nadie debe ser forzado ni
presionado a ello porque sería poner trabas desde el comienzo al
proceso de discernimiento. La materia sobre la que se hace elección
ayudará a determinar a quién se invita al proceso.
18
Carta Sobre el discernimiento en común de Arturo Sousa.
37
En principio, el discernimiento al que nos referimos convoca a
personas creyentes, puesto que lo que buscamos es conocer lo que
Dios quiere para nosotros en el ámbito de misión que compartimos.
Sin embargo, no cabe duda de que dicho ámbito de misión, en más de
un lugar y por circunstancias distintas, será compartido con no
creyentes o personas de otras confesiones. En este caso, es bueno
recordar que el Espíritu “habita y trabaja” en todas las personas,
grupos y culturas, aunque no compartan nuestra fe explícitamente (Ej.
236). A los no creyentes también les asiste la ayuda del Espíritu en su
entendimiento y voluntad19 y pueden participar en el discernimiento.
Siempre es bueno invitar a todas las personas a las que les afecta la
materia sobre la que se hace discernimiento. Cuando el grupo es muy
amplio y afecta a un número muy extenso de personas esto puede
hacerse difícil; sin embargo, es posible que el proceso de
discernimiento comience por círculos más amplios, que integran al
mayor número de personas, y vaya concentrándose en círculos más
estrechos hasta llegar a la persona o grupo que debe tomar la
decisión final.
Es importante un facilitador del proceso. Sería una persona que
conozca en profundidad el método y la espiritualidad que subyace al
mismo. Su tarea será la de moderar y acompañar el proceso de
discernimiento para evitar que se atasque. No tienen por qué ser el
superior/la superiora, la dirección de una obra…basta que conozca a
fondo la espiritualidad y el método.
La persona que va a tomar la decisión final es una más hasta la toma
de decisión. Probablemente le toca hacerse más indiferente, estar en
una escucha vulnerable y atenta a todos, que le ayude a callar si
intuye que condiciona o hablar en el momento que considere
oportuno.
19
El discernimiento orante en común. Compañía de Jesús. Provincia Loyola. Enero 2005.
38
3. Quién y cómo se toma la decisión. Qué pasa después de la decisión.
Quién y cómo se va a tomar la decisión final debe establecerse con
claridad y precisión desde el inicio del proceso y las personas que
participan en el discernimiento deben saberlo y acogerlo.
Existen formas distintas, que conocemos: en la celebración de la
Congregación general las decisiones se toman por mayoría de votos,
salvo cuando la normativa prescribe otro modo; en la Congregación o
las Provincias religiosas la decisión la toma la Superiora general o la
Superiora provincial; en las comunidades religiosas la decisión le
corresponde a la superiora local; en las obras apostólicas la decisión
se toma según lo que establece la normativa o estatutos de la misma.
De esto se deduce que normalmente las decisiones las toma una
persona, salvo en ocasiones muy concretas que se hace por mayoría
de votos, como en una democracia formal. Es bueno en el proceso de
discernimiento llegar al consenso y buscar la unanimidad, ya que
ayuda a la persona a quien le corresponde tomar la decisión. No
obstante, cuando la decisión está en manos de una persona, por
oficio o porque así esté establecido en las normas o estatutos de la
obra apostólica, conviene saber que el resultado del discernimiento
no es vinculante, aunque si el proceso está bien hecho Dios no se
contradice y es una ayuda para quien toma la decisión.
Qué pasa en el transcurso de la decisión y/o después de la decisión20
- Puede ocurrir que la persona a la que le corresponde tomar la
decisión quede fuera del consenso general, y en ese caso, tendrá
que preguntarse qué le pasa.
- La decisión tomada no tiene que ver con lo que yo pensaba. En
ese caso, una persona adulta, coherente con su aceptación libre
de participar en el proceso, la acoge, suma y colabora en ella. Un
adolescente o una persona soberbia no colaboran más.
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Notas de los Ejercicios de Antonio Guillén. Abril 2019.
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- El grupo a la hora de la decisión se encuentra dividido: mitad y
mitad. Esta situación indica que el proceso no ha concluido y que
el discernimiento necesita de más tiempo para acercarse al
consenso. Esto se aplica de igual manera en el caso de que el
camino elegido para la decisión sea la votación.
- El grupo llega a la unanimidad de corazones. Es momento de
celebrar y agradecer porque se ha dado la comunión en el ámbito
de la misión y hemos dejado transparentar la voz de Dios en el
proceso.
4. Fases de un discernimiento apostólico en común.
Nos referimos al primer modo del tercer tiempo de elección, según
los Ejercicios espirituales: “Mirando por dónde la razón se inclina” (Ej.
182). Se trata de un discernimiento en el que se exponen las razones a
favor y en contra de la materia propuesta y que termina en oración y
ofrenda de la decisión tomada al Señor “para que su divina Majestad
la quiera rescibir y confirmar, siendo su mayor servicio y alabanza”
(EE. 183).
a) Definir y centrar la materia de discernimiento.
Se debe presentar a las personas que participan en el proceso la
materia o el objeto de discernimiento, en nuestro caso está
recogido en el documento “Para ir y anunciar”. También se debe
presentar la pregunta que acompañará el proceso. La que
ofrecemos aquí es esta: ¿Qué llamadas estamos invitadas a
impulsar con más vigor en nuestro contexto de misión?
La necesidad de aportar más información y cuál debe ser ésta será
valorada en cada contexto. El criterio que puede ayudarnos a ello
es que no debe perdernos y confundirnos en un bosque de datos,
sino que debe ser la oportuna y necesaria para el discernimiento
en el que nos encontramos.
Todo esto será aportado con el suficiente tiempo para que pueda
ser reflexionado analizado y orado.
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b) Crear, orándolas, las actitudes propias del discernimiento.
Las actitudes no hay que darlas por supuesto. Conviene
explicitarlas, recordarlas y ayudar a que las personas que
participen se pongan en disposición de adquirirlas.
c) Tiempo personal de información y reflexión, de análisis y de
oración.
Una vez presentada la materia, la pregunta y la información
pertinente para el discernimiento es necesario dar un tiempo para
trabajarlas, es decir, para ahondar, analizar y, por supuesto, orar.
El tipo de oración que mejor acompaña en este momento es la
meditación que pone en juego las tres potencias humanas:
memoria, entendimiento y voluntad.
Durante la oración o después conviene ir tomando nota de las
mociones (movimientos interiores que pueden ser pensamientos,
imágenes, sentimientos, deseos…) y razones a favor y en contra
que encontramos para impulsar las llamadas. (EE. 180-182)
d) Puesta en común de razones y mociones, según el modo de la
doble vuelta
¿A qué nos referimos con el modo de la doble vuelta? A tratar en
una vuelta las razones y mociones a favor y en la otra las razones
y mociones en contra. Esto es imprescindible. No se deben
mezclar en una misma vuelta las razones y mociones a favor y las
razones y mociones en contra. Este modo encierra una sabiduría
profunda sobre los mecanismos que se disparan y funcionan en la
comunicación y escucha. Estar en lo mismo desarrolla la empatía
y dispone a comunicar mejor y con mayor libertad. Mezclar puede
llevarnos a confusión, a enredo, a ponernos a la defensiva y
reduce la capacidad empática y vulnerable en la escucha.
La pregunta se plantea de modo disyuntivo: ¿Estamos invitados a
impulsar todas las llamadas o es conveniente priorizar algunas
para que nuestra colaboración al Reino sea con más vigor? En
este caso las opciones se excluyen mutuamente, por lo tanto, con
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que expongamos las razones y mociones a favor o en contra de
uno de los términos es suficiente; en caso de que no lo fueran,
deberíamos tratar cada término por separado y tomar nota de las
razones y mociones a favor o en contra de cada uno de ellos. De
este modo, habría dos dobles vueltas.
La puesta en común se realiza de la siguiente manera:
En primer lugar, se aportan las razones y mociones a favor de
impulsar todas las llamadas. Todo el mundo habla y vamos
tomando nota de lo que escuchamos. No se interrumpe, no
hay debate ni discusión. Al terminar esta primera
intervención, quien modera abre un turno para pedir
clarificación sobre algo que se ha dicho y puede haber
quedado oscuro, confuso, ambiguo… pero no para valorar, ni
discutir o debatir. Y seguimos tomando nota.
En segundo lugar, se aportan las razones y mociones en
contra de impulsar todas las llamadas y se procede de la
misma manera que en el punto anterior.
Quien modera la puesta en común o el facilitador del proceso, si
lo hubiere, resume lo expresado. Ayuda a jerarquizar las razones
por orden de importancia o de cualquier otro modo que recoja
bien lo expuesto por todos.
Se deja un rato de silencio oracional y se invita a un nuevo turno
en el que se comparten los sentimientos experimentados en el
transcurso de la deliberación.
e) La decisión
Si del proceso anterior se desprende unanimidad o un
consenso alto (podríamos decir una mayoría cualificada) se da
por terminado el proceso. Y la decisión se toma según como
se definió al inicio del proceso.
Si del proceso se desprenden diferencias importantes o el
grupo se encuentra dividido mitad-mitad, esto pide volver a
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repetirlo para ver si una deliberación repetida aporta nuevas
luces y un consenso mayor. En este caso, sería bueno por
parte de quien facilita o modera, según la observación que ha
hecho del grupo, hacer ver qué disposiciones personales
conviene trabajarse para contribuir y ser ayuda en el proceso.
Y de nuevo recordará el resumen de la deliberación que se ha
hecho para que estos datos los incorpore cada persona en la
nueva reflexión orante.
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SEGUNDO BLOQUE- Condiciones para un discernimiento en común
1. Condiciones en el sujeto
“Basta una personalidad excéntrica, agresiva o cínica en una
comunidad para echar por tierra la posibilidad de un discernimiento en
común”. (P.Peter Hans Kolvenbach, 1986)
“Quienes participan en el discernimiento deben cultivar su libertad
interior, es decir, su desapego a lo propio, para asumir lo que es un
bien mayor en perspectiva del Evangelio”. (P. Arturo Sosa, 2017)
De la misma manera que San Ignacio habla de personas que no son
sujetos aptos para realizar la experiencia de los EE, podemos
encontrarnos personas que no tienen sujeto para entrar en un proceso
de discernimiento. Quien invita e incorpora a otras personas al
discernimiento debe tener claras las condiciones y no debe incorporar
a personas que frenen, distorsionen o entorpezcan el proceso. Es
necesario que dicha persona tenga libertad interior y actúe acorde a
ella.
Y antes de señalar las condiciones, dos precisiones necesarias:
- El sujeto de discernimiento no se “improvisa”, es necesario un
trabajo y cuidado de aquellas capacidades, hábitos y actitudes
que nos ayudan a crecer como tal. Y no toda persona lleva una
dinámica interior personal de interés y cuidado por su
crecimiento integral.
- Todos y durante toda la vida podemos ir creciendo como sujetos
de discernimiento en el ejercicio del mismo. Es decir, ser sujetos
de discernimiento se trabaja en lo cotidiano de la vida y en el
mismo proceso de discernimiento. Necesita de nuestro deseo de
trabajarnos, de poner empeño en ello, de un conocimiento no
engañoso de nosotros mismos y de estar abiertos al contraste y
confrontación.
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¿Cuáles son las condiciones que hacen de una persona sujeto de
discernimiento?
Condiciones humanas
Capacidad para escuchar. Nos referimos a la escucha empática
y vulnerable que es capaz de ponerse en el lugar de la otra
persona y dejar que lo escuchado nos cambie por dentro. Es
decir, no es una escucha blindada o cerrada.
Capacidad para comunicar. Hay comunicaciones espontáneas,
primarias, ideológicas y afectivas. En el caso del discernimiento
hablamos de la comunicación que proviene del centro del
corazón, del centro que reúne nuestros deseos y nuestras
decisiones. El corazón, ese espacio que Dios desea habitar,
amar si le damos entrada.
Condiciones teológicas
La convicción de que Dios se comunica con la persona de forma
directa o a través de mediaciones. El grupo, que participa de esta
convicción, sabe que en la búsqueda que han emprendido cada
uno puede intuir, reconocer y descubrir lo que Dios quiere, por lo
tanto, que también otros pueden vehicular y transparentar la
voluntad de Dios. Esto exige una implicación y compromiso
personal en el proceso que se realiza.
Condiciones de “marca” ignaciana
La indiferencia o libertad interior. Es la distancia afectiva e
intelectual de nuestras posturas o inclinaciones previas ante lo
que discernimos. Supone un conocimiento de nuestra propia
persona. Esta distancia es la que posibilita y capacita una
escucha vulnerable y que nuestro corazón se abra, sin
interferencias, a las mociones que Dios nos inspire.
Que cada persona haya “entrañado” o interiorizado el misterio
de la encarnación. Dios se ha hecho uno de nosotros en Jesús y
se compromete con la humanidad (“Hagamos redención”) en
la instauración del Reino de Dios. Entrañar este misterio
supone identificarnos con Jesús, tener sus mismos
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sentimientos y comprometernos con su Reino, situarnos en el
lugar de los últimos evitando que sean excluidos o descartados
del banquete.
2. Criterios de discernimiento
El discernimiento es un don del Espíritu a la Iglesia. Discernir es un acto
de profunda eclesialidad, es decir, de profunda comunión y tiene como
finalidad buscar la mayor gloria de Dios y el mejor servicio a los
prójimos. Un buen discernimiento hace más profunda la comunión
para la misión.
Esta finalidad se busca a través de tres criterios21:
a) La mayor necesidad referida a personas, circunstancias y
lugares.
b) El mayor fruto, señala los ministerios que puedan ser más
eficaces evangélicamente hablando.
c) La mayor universalidad. “El bien cuanto más universal es más
divino”. Nos remite a las acciones que provocan cambios
estructurales o tienen un alcance mayor.
Estos criterios acompañan el proceso de discernimiento siendo
horizonte y brújula en las decisiones que tomamos.
3. La práctica del examen
El examen ignaciano -como actitud y no solo como práctica- se
reconoce como la puerta de entrada al discernimiento22. El examen
personal practicado con asiduidad genera talante y actitud de
discernimiento, nos ayuda a reconocer el paso de Dios en nuestra vida
a través de las mociones que se suscitan en nuestro interior y que
aprendemos a descifrar e interpretar y nos hace personas agradecidas
y generosas en la vida al no dar por normales y naturales los dones
que recibimos.
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Cfr. CFI 198. Y El discernimiento orante en común. Compañía de Jesús. Provincia Loyola. Enero 2005. 22
Disposiciones personales ante el discernimiento comunitario. Toni Catalá e Ignacio Boné. Vol 90 (2018) Manresa, pp.49-62.
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Esta es una condición indispensable. La práctica habitual del examen
contribuye a generar la actitud de discernimiento. En esta práctica
aprendemos a saber qué pasa a nuestro alrededor, en nuestros
contextos, en los grupos en los que nos movemos. Esta pregunta que
nos hacemos ayuda a objetivar, a mirar con distancia lo que acontece
fuera. Pero, esto no basta, lo que acontece fuera nos toca, nos mueve,
desencadena pensamientos, sentimientos, actuaciones y es necesario
que nos hagamos esta pregunta: qué me pasa o qué me pasa en esto
que ocurre, que acontece. Esta pregunta nos invita a poner nombre, a
tomar consciencia de nuestro mundo interior y a reconocer qué
dinámicas genera y cómo actúa en nosotros. Solo cuando somos
conscientes de lo que vivimos, de lo que se nos mueve, estamos
capacitados para hacernos la siguiente pregunta y descubrir qué
invitación, qué mensaje, qué palabra, tiene Dios en todo esto. Esta es
su huella, su lenguaje para nosotros hoy, y podemos contrastarla con
nuestra actuación y ver si nos acercamos a lo que Dios quiere o nos
estamos alejando. Y, a partir de ahí, comprometernos con toda
nuestra persona a elegir o decidir lo que más nos conduce al fin para el
que fuimos creados. (EE. 23)
La práctica cotidiana del examen nos va configurando con la persona
de Jesús, nos ayuda a tener los mismos sentimientos que tuvo Jesús, a
parecernos a Él y ser más lúcidos porque seguimos al que es la Luz del
mundo.
En un discernimiento apostólico en común es necesario combinar el
examen personal con el examen de lo que sucede en el grupo.
Estamos invitados a aprender a percibir y a examinar los movimientos
que el Espíritu suscita en el grupo. Ellos serán los que indiquen cómo
está el grupo en el proceso y si conviene seguir, y de qué modo, para
hallar lo que es la voluntad de Dios en el discernimiento que estamos
realizando. El registro constante de los movimientos del grupo,
reflejados en el examen, es un instrumento que ayuda a mantener la
memoria del proceso. (Arturo Sosa S.J).
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TERCER BLOQUE-Los engaños en el proceso de discernimiento
Cuando la persona expone su vida a Dios se perciben los diferentes
“espíritus” y es necesario distinguir cuáles acoger y cuáles desechar
porque alejan de la bandera de Jesús, de su seguimiento. Es decir, San
Ignacio advierte que los engaños son inevitables y que, abiertos a la acción
de Dios en nuestra vida, los podemos descubrir. Su orientación va
encaminada a adquirir lucidez y a desenmascararlos, y para ello Ignacio
ofrece las reglas de discernimiento como orientaciones, consejos e
iluminaciones (EE. 313).
Conviene pues, en todo proceso de discernimiento, tanto personal
como grupal, no perderlas de vista y tener en cuenta sus orientaciones
para lo que ocurre en la experiencia espiritual y que el proceso no quede
invalidado.
El origen de los engaños
El engaño se da por una absolutización del ego que se manifiesta
en la siguiente escalada: apoyarnos en nuestras cualidades (codicia
de riquezas), buscar la fama, el buen nombre y creernos más que
los demás (soberbia); porque nos ponemos en el centro… (EE. 142)
La tentación es seductora y atractiva en apariencia, no se presenta
como mala y engañosa; de ahí que se cuele y entre sin enterarnos
a través de razones aparentes que van debilitando nuestra alegría
y la consolación espiritual. (EE. 329)
El objetivo del tentador
Minar, resquebrajar, debilitar nuestra determinación por seguir a
Jesús y colaborar con su Reino creando confusión y división.
Que manipulemos a Dios y nos creamos dioses.
Conducirnos a la tentación de acumular, de codiciar; a buscar ser
admirados, honrados y adulados para, finalmente, instalarnos en
la soberbia, en el ser el centro de todo, frente a nuestro deseo de
buscar lo que agrada a Dios y lo que quiere para nosotros y la
misión.
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Recursos para recuperar lucidez
En la misma experiencia de ejercicios San Ignacio aporta los dos
recursos que más ayudan a recuperar lucidez:
Mucho examinar: es decir, la práctica del examen personal que
ayuda a vivir despiertos y con atención.
Dejarse acompañar: Ignacio sabe que el mal espíritu nos acecha y
necesitamos del contraste o de la ayuda de una persona de
experiencia espiritual que nos haga caer en la cuenta de sus
trampas, nuestras justificaciones y engaños. Ponernos en manos
de alguien pide de nosotros confianza y humildad.
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CUARTO BLOQUE-El discernimiento sobre las llamadas
Las pautas anteriores ayudan a preparar el proceso de
discernimiento en común que vamos a iniciar en este momento. Es bueno,
como se ha indicado en la introducción, que el grupo que va a participar
del proceso las haya trabajado previamente. Cada grupo, que conoce el
contexto y su realidad, ve el mejor modo de ahondar en ellas. El contenido
del segundo y tercer bloque conviene recordarlo y actualizarlo durante el
proceso de discernimiento. Y el primer bloque ayuda a la organización y al
desarrollo del proceso de discernimiento que iniciamos:
- Definir qué personas van a participar: si no vemos la necesidad
de una persona externa que sea facilitadora del proceso
conviene que pensemos quién o quiénes van a moderar las
sesiones y acompañar el proceso.
- Determinar la materia y pregunta guía: en nuestro caso, como
indicábamos, la materia nos es dada por la Congregación general
y está recogida en el documento “Para ir y anunciar”. Cada uno
verá, si conviene aportar alguna otra fuente de información más.
La pregunta rectora para el primer momento de este
discernimiento que ofrecemos es esta: ¿estamos invitados a
impulsar todas las llamadas o es conveniente priorizar algunas
para que nuestra colaboración al Reino sea con más vigor?
- Establecer cómo y/o quién va a tomar la decisión.
- Delimitar los tiempos para el estudio, la reflexión e interiorización
personal. Delimitar el espacio y el tiempo en el que se va hacer la
deliberación o momento de compartir, según el método
expuesto. Recordar que moderará aquella persona que hayamos
designado.
- Precisar los momentos en que vamos a orar juntos y en los que
vamos a hacer evaluación del proceso.
- Recordar las actitudes necesarias para colaborar al
discernimiento. Recordar que debemos traer por escrito lo
reflexionado y tomar nota de lo que las demás personas aporten.
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IMPULSAR TODAS
PRIORIZAR ALGUNAS
FINAL DEL DISCERNIMIENTO
Se abre un NUEVO PASO: ¿Cómo concretar el impulso?
EL DISCERNIMIENTO NO HA ACABADO
Nueva pregunta: ¿Cuáles priorizamos?
La concreción de cómo impulsar las llamadas, en principio, puede no necesitar de un proceso de discernimiento, aunque sí será bueno implicar en la búsqueda de los cómos a las personas que vayan a tener una parte activa en ello. Cada lugar irá viendo qué planificación hacer para que al final del sexenio se hayan impulsado todas.
Esta decisión requiere una nueva deliberación que ayude a determinar cuáles son las llamadas que van a ser priorizadas en ese contexto concreto de misión para colaborar con más vigor al Reino de Dios
Una vez que lo anterior queda definido se inicia el proceso según lo
indicado en el apartado 4 del bloque I. Nos conducirá a una decisión
respecto a la pregunta que nos acompaña: ¿estamos invitados a impulsar
todas las llamadas o es conveniente priorizar algunas para que nuestra
colaboración al Reino sea con más vigor?
Si el grupo ha llegado a un consenso claro la decisión puede ser:
A-
B-
La pregunta abre un nuevo proceso cuyos pasos serán los siguientes:
Reflexión personal para definir cuáles son las llamadas que
considero deben ser priorizadas y cuáles no. En la misma
51
reflexión anoto las razones a favor de su priorización y las
razones en contra.
Deliberación en el grupo de discernimiento:
Una primera vuelta en la que se aportan las llamadas que
buscan priorizarse.
Se toma nota de ellas.
A partir de ese momento, se toma cada llamada y se hace
una doble vuelta con ella: la primera para exponer las
razones o mociones a favor de su priorización y la segunda
para exponer las razones o mociones en contra de su
priorización.
Una vez que se ha hecho el proceso con cada una de ellas,
quien facilita o modera la reunión expone un resumen de
lo expresado; también ayuda a jerarquizar las razones o
mociones por orden de importancia o de cualquier otro
modo que recoja lo expresado por todos.
Se deja un silencio oracional y se abre un turno para
expresar cómo nos hemos sentido en el proceso de
deliberación.
Decisión final
Si del proceso anterior se desprende unanimidad o un
consenso alto (podríamos decir una mayoría cualificada) se
da por terminado el proceso. Y la decisión se toma según
como se definió al inicio del proceso.
Si del proceso se desprenden diferencias importantes o el
grupo se encuentra dividido mitad-mitad, esto pide una
repetición para buscar nuevas luces y un consenso mayor.
Quien facilita, tras la observación que ha hecho del grupo,
hace notar qué disposiciones personales conviene
trabajarse para contribuir y ser ayuda en el proceso. De
nuevo recordará el resumen de la deliberación que se ha
hecho para que estos datos los incorpore cada persona en
la nueva reflexión orante.
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En el caso de haber llegado a una decisión final y tener
determinadas las llamadas que van a ser priorizadas se ha
concluido el discernimiento.
El nuevo paso que se abre es cómo concretar el impulso de
dichas llamadas. En cada lugar se irá viendo cómo hacer esto y si
necesita de un nuevo discernimiento.
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