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Publicación con contenidos educativos
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PRESENTACIÓN
REVISTA EDUCATIVA PRETENDIDAMENTE INCLUYENTE
SEPTIEMBRE DEL 2010 Volumen 3, # 7
LA DIÁSPORA - DONDE LO DISPERSO ENCUENTRA UN SENTIDO -
No DE REGISTRO INDAUTOR: 03-2009-061911564000-01
DIRECTORIO
Mtro. Ignacio Iván González
Anaya
Director de la publicación
Lic. Adriana Navarro Almeida
Colaboradora
Mtro. Juan Manuel Ramirez
Colaborador
Lic. Francisco J. Reyes S.
Colaborador
Contenido:
Introducción 1 El reto de …... 2 La escuela y …... 5 Las NTIC….. 8 Sección: …. 10
¿Cómo nos identificamos como docentes?
¿Sobre qué brújula es que se orientan nuestras prácti-cas cotidianas?
¿A qué contextos nos enfrentamos actualmente como profesores?
¿Cuál es el sentido que la “normalidad” genera en nuestros quehaceres?
¿Qué retos enfrentamos y a cuáles simplemente los dejamos de lado?
¿Por qué la profesión es tan poco valorada aún en el mismo gremio?
¿Qué estereotipos marcan a los integrantes de esta profesión?
Estas preguntas orientan este número, así que adelan-te estimado lector y gracias.
ATENTAMENTE
Ignacio Iván González Anaya
LA DIÁSPORA, es una Publicación
realizada por Maestros y para el
Público en General.
Sus contenidos están protegidos y
son responsabilidad del Autor.
En la Red:
http://issuu.com/ladiaspora
http://ladiaspora.blogspot.com/
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LA DIÁSPORA
El reto de la transformación del modelo de las instituciones de formación inicial, continua y de superación profesional de docentes ®
POR.– ADRIANA NAVARRO ALMEIDA * IGNACIO I GLEZ A **
Sin duda uno de los retos más fuertes que enfrenta nuestra sociedad hoy, es el de enten-
der y comprender a sus jóvenes y niños actuales. Pero sobre todo el comprenderlos en términos
de la dinámica socio-cultural actual y sobre las condiciones de exigencia futuras de los medios
de movilidad social y cultural producto de las necesidades de producción laborales.
Es en lo anterior donde se sientan las bases para enfatizar que la educación es el sustento
y el motor para la transformación de las futuras generaciones. Es a la escuela (como institución)
a la que le corresponde una parte de la responsabilidad en la construcción del andamiaje social,
cultural y cognitivo de las nuevas generaciones de niños y niñas, como posibilidad para su incor-
poración y desarrollo de personalidades más integrales.
Plantear el análisis del fenómeno educativo, es entrarle desde al menos cinco miradas que
tocan al mismo. Estas ópticas provienen de la Sociología, Psicología, Antropología, Planeación y
Pedagogía. Creer que al hablar de lo educativo uno se debe posicionar desde una sola trinchera
o emitir una opinión a partir del sentido común es atenerse a la máxima del Foxismo del sexenio
pasado “la felicidad florece si te vuelves ignorante”; es decir no ofrecerse uno mismo la oportuni-
dad de conocer otros saberes y desarrollos disciplinares científico sociales que tocan al fenóme-
no educativo, y quedarse con uno sólo y no moverse de allí, es apostarle a una visión monolítica
del espacio y sus fenómenos e implica asumirse uno mismo como algo rígido e inamovible.
Y es que sin duda algo que esclarece los convencionalismos que se exigen en nuestro es-
pacio es la noción de campo(1). Como profesionales de la educación consideramos estamos
obligados a entender que estamos situados en un campo específico, el campo de lo educativo.
Digerir este concepto nos puede abrir los ojos para entender lo que en él pasa, el cómo ha sido
construido y así poder comprender su desarrollo y manifestación, para potencialmente poder en
él atar la teoría a la práctica y lograr transformarnos. Es decir, tendríamos los elementos para
comprender que el campo educativo y sus prácticas están ubicados en un contexto específico el
cual está estructurado en función a una cultura, lenguaje, historia y poder, todo desde dos di-
mensiones supremas, la temporal histórica y la espacial geográfica.
* Catedrática de la Benemerita y Centenaria Escuela Normal de Jalisco ** Catedrático de la Escuela Secundaria 2 Mixta y Estudiante del Doctorado en Metodología de la Enseñanza en el IMEP © Fragmento de la Ponencia presentada en el Foro para la Transformación de las Instituciones Formadoras SEP
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Definir a la docencia como carrera de vida es una concepción nueva que va más allá de la posi-
bilidad de la permanencia en el rubro laboral burocratizado, tiene que ver con una formación continua
de un profesional no acabado con el examen de grado de la licenciatura.
Es aquí donde se abre el nuevo horizonte de la función de las Normales como instituciones que,
faciliten, provoquen y sistematicen dichos procesos de análisis propuestos anteriormente a partir de la
problematización de las experiencias vividas en las aulas y las escuelas por los maestros en ejercicio.
Un regresar constante, común y cotidiano a los elementos formadores bajo la mirada de la posibilidad
crítica de autoconocernos y autodefinirnos.
La reflexión y el análisis surgirán de la revisión constante de la práctica en el aula, del real
acompañamiento que los alumnos en formación reciban y de verdaderas jornadas de trabajo escolar
que marquen el carácter de revisión constante de su quehacer durante toda su vida profesional.
Será también tarea perentoria realizar estudios desde una Historia Crítica del Normalismo, de la
Educación en México y sus Políticas con todo lo que esto implica, ya que un estudio sólo cronológico
de modelos pedagógicos y leyes educativas sin el análisis crítico de las Ciencias de la Educación se
vuelve tiempo y letra muerta en la que sólo se memorizan nombres, planes y ciclos de aplicabilidad;
pero preguntarnos ¿por qué surgieron?, ¿para qué surgieron?, ¿en qué contexto?, ¿cuáles fueron sus
aciertos?, ¿cuáles sus fallas?, ¿a qué intereses respondieron?; cuestionamientos estos que impliquen
la toma de posición epistemológica necesaria para la revisión crítica del pasado y presente del Norma-
lismo y sus líneas de acción.
1.- Los campos se presentan para la aprensión sincrónica como espacios estructurados de posiciones cuyas propiedades dependen
de su posición en dichos espacios y pueden analizarse en forma independiente de las características de sus ocupantes […] sabemos
que en cualquier campo encontraremos una lucha, cuyas formas específicas habrá que buscarse cada vez , entre el recién llegado
que busca romper los cerrojos del derecho de entrada, y el dominante que trata de defender su monopolio y de excluir a la com-
petencia. Un campo se define, entre otras formas definiendo aquello que está en juego y los intereses específicos, que son irreduc-
tibles a lo que se encuentra en juego en otros campos o a sus intereses propios y que no percibirá alguien que no haya sido cons-
truido para entrar en ese campo […] para que funcione un campo, es necesario que haya algo en juego y gente dispuesta a jugar,
que este dotada de los habitus que implican
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Finalmente la cuestión central y medular de la transformación de las Normales y la com-
prensión del campo educativo tiene que ver con el ejercicio, de construcción, reconstrucción y
deconstrucción de las fronteras identitarias en las que se reconozcan usos, prácticas, lenguajes
y funciones propios del ser docente lo que a su vez definirá lo que se es, lo que se hace y lo que
le pertenece. Que quien llegue y permanezca en el campo educativo tenga tatuado (en el senti-
do de que el cuerpo es una matriz sobre la cual se escribe), el sentido de pertenencia, compro-
miso y honor de la profesión y no como una oportunidad laboral-burocrática, cómoda, conforta-
ble, poco riesgosa y realizable casi por cualquiera, como ahora se le ve, y se le vive.
BIBLIOGRAFIA:
BOURDIEU, Pierre. La distinción. Ed. Taurus: Madrid, España. 1988.
BOURDIEU, Pierre. Sociología y cultura. Ed Grijalbo. México D. F. 1990.
BOURDIEU, Pierre. Cosas dichas. Ed. Gedisa. Barcelona, España. 1996.
BOURDIEU, Pierre. Intelectuales, política y poder. Editorial Universitaria de Buenos Aires. Buenos Aires, Argenti-
na. 2000.
BOURDIEU, Pierre. Capital cultural, escuela y espacio social. México D. F. 2005.
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LA DIÁSPORA
LA ESCUELA Y LA DISCIPLINA ESCOLAR
Con todas las características de las familias que tenemos en nuestra sociedad, surgen niños
y niñas que asisten a nuestras escuelas, escenario natural para encuentros y desencuentros, lugar
donde convergen muchos pensamientos, sentimientos, formas de ver la vida, ilusiones de todos
los que tienen afluencia e influencia en ella, como los niños, maestros, padres de familia.
La manera como un niño debe comportarse, de forma aceptable en la sociedad, es una de
las partes esenciales de la crianza, para ello se apoyan los padres en la disciplina o forma de co-
rregir los comportamientos poco tolerables por los adultos donde se desenvuelven los niños. Al
hablar de disciplina en la escuela, nos encontramos con uno de los "problemas" que más afectan
a la enseñanza actual y más concretamente, a la relación profesor-alumno.
Revisemos primeramente una definición de disciplina: “Orden y forma de conducta impues-
tos mediante una normativa de la autoridad competente o mediante la autoimposición, así como
con el modo de actuar acorde con tales normas y leyes”. (Plaza del Río, 1996) Mientras que por
disciplina escolar entendemos: “el conjunto de normas que regulan la convivencia en la escuela,
referidas tanto al mantenimiento del orden colectivo dentro del recinto escolar como a la creación
de hábitos de perfecta organización y de respeto a cada uno de los miembros que constituyen la
comunidad educativa”. (Plaza del Río, 1996)
No nos podemos quedar con el simple hecho de entender la disciplina como un comporta-
miento, como actuaciones en el aula, ni a situaciones de carácter conflictivo. Tanto para profeso-
res como alumnos, la disciplina afecta a esferas de la persona en las que están implicados los
sentimientos, las actitudes, los valores... etc. El niño ante una situación de enseñanza, o bien en
una relación sistemática con otras personas, hace suyas las pautas de comportamiento, bien sean
impuestas o bien elaboradas por él mismo. Por eso cuando un infante llega de nuevo a una clase,
estudia el entorno y el contexto en el que va a estar, pide informes a otros compañeros, ... y así
adquiere unos determinados hábitos de conducta. Al igual que ha aprendido lo que puede o no
puede hacer, (normas), también ha aprendido a quebrantarlas y este quebrantamiento de las nor-
mas, es lo que se considera un castigo hacia su maestro e incluso hacia la institución escolar.
POR.– JUAN MANUEL RAMIREZ DE LA MORA*
* Estudiante del Doctorado en Metodología de la Enseñanza en el IMEP
Coordinador Académico en la Sec. 30 Mixta T/M y Director de la Urbana 248 T/V
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Un momento importante en el que se puede lograr un clima de disciplina es cuando el infan-
te participa, pero ¿de qué manera participa el alumno en el aula?, el niño cuando asiste a la es-
cuela ya tiene un currículum establecido, su maestro asignado, los textos elegidos en su libro,
hay la exigencia de mediciones y evaluaciones por parte de su maestro, de la dirección o supervi-
sión de la escuela (concursos escolares de conocimientos) y por parte de Secretaría de Educa-
ción (enlace), un horario preciso para las clases, un calendario escolar establecido, por mencionar
algunos; pero conforme avanza la capacidad de análisis de los alumnos, existe más rebeldía a las
exigencias que se tienen en el contexto escolar. En el proceso de aprendizaje en nuestros centros
de trabajo, se considera que lo fundamental es la transmisión de un cuerpo de conocimientos
(instrucción), donde el papel del alumno se limita a ser el receptor de datos que el maestro expo-
ne-propone-impone desde el desempeño de la docencia. Para los padres de familia, la disciplina y
el orden son valores fundamentales que se deben tener en todo centro de trabajo, lo observan
como factor de mejora y facilitador del aprendizaje, además por constituir en sí mismos una exce-
lente lección.
Cuando se observa a un docente que en su grupo se rompe el silencio, se supone que no
tiene una estructura alineada en el orden, callada por parte de sus alumnos; por el contrario, se
toman decisiones grupales, se negocian normas, hay grupos de discusión, considerando al do-
cente que pierde su poder para decidir. Con estas acciones lejos de ser perjudiciales, la red de
relaciones alumno-alumno se potencian, logran intensificarse y el maestro se vuelve facilitador de
la tarea compartida con sus propios discípulos. Claro está que el valor mas importante es el traba-
jo compartido, mucho antes que el silencio que pueda establecerse en un grupo.
Los docentes debemos poner especial cuidado en la aplicación de las normas de disciplina,
ya que a través del silencio y el orden, podemos desarrollar situaciones negativas en nuestros
alumnos, como aversión hacia el aprendizaje, situación que no permite acrecentar el acervo cultu-
ral de nuestros infantes, por el contrario pudieran incluso crear odio hacia las personas.
La autonomía de los maestros es un requisito de indudable significado. Si el maestro tiene
restricciones externas que limitan o anulan su independencia, el ambiente de aprendizaje y el
comportamiento de los alumnos estarán marcados por la rigidez y destrezas ideadas para el man-
tenimiento del orden, pero no en la construcción de pensamiento, en una experiencia abierta y
cooperativa.
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Cuando un docente tiene una buena formación y lleva a cabo un proceso de acción que
permita mejorar las relaciones establecidas en un buen ambiente de aprendizaje, con una forma
de actuar con sensibilidad, rigor, acierto y seguridad en el desarrollo de la negociación con sus
alumnos, buscando asimilar el papel que le corresponde como facilitador del proceso enseñanza
-aprendizaje, no siempre es bien visto por las autoridades administrativas y los padres de familia,
quienes consideran que el docente no tiene el suficiente control de la clase, que la disciplina del
grupo se le va de las manos o que los alumnos son los que deciden sobre ella.
Para lograr mejores resultados será necesario transformar la mentalidad y la concepción
del currículum, donde se tenga mayor flexibilidad y se modifiquen los planteamientos existentes
sobre disciplina en las aulas y en los centros escolares.
Es sencillo pensar en que otros modifiquen los currícula, que cambien las mentalidades de
los directivos y responsables de centros escolares; una buena solución es comenzar por cambiar
la cultura del aula, adaptar nuestros instrumentos de enseñanza-aprendizaje a los intereses y la
realidad que vive el niño, la vida cotidiana a la que tiene acceso todos los días en su propio con-
texto.
BIBLIOGRAFIA:
Fernández, Allyson. (2005), ¿De qué hablamos cuando hablamos de violencia doméstica? ¿Qué hay detrás de ella y qué vemos delante de ella?, tomado de la http://www.monografias.com/trabajos35/violencia-domestica/violencia-domestica.shtml, el día 26 de Julio de 2006, 18:15 hrs.
Leñero, Otero Luis. (1983), “El fenómeno familiar en México”. México, IMES.
Plaza Del Río, Francisco S. (1996) La disciplina escolar o el arte de la convivencia. España, Ed. Aljibe. Savater, Fernando. (1997), “El valor de educar”. México, Ed. Ariel.
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LA DIÁSPORA
Las NTIC y los enfoques educativos.
Profr. Francisco J. Reyes Sánchez. *
Las NTIC (Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación) representaron en sus
inicios un “boom” que sacudió las actividades empresariales, gubernamentales y sociales hasta
el momento en que éstas fueron re-pensadas, reformadas y modernizadas al utilizar como so-
porte los avances tecnológicos, particularmente el internet.
La Educación no se encuentra al margen de esta reformulación; y los sistemas e institucio-
nes educativos se han valido de las NTIC para generar programas de formación profesional en
diversos ámbitos. Tal ha sido la influencia de la tecnología en el campo educativo que hoy se
habla de un nuevo término para referirse a los procesos educativos que tienen como sello el uso
de las NTIC: e-learning.
En las próximas líneas intentaré esbozar las consideraciones a realizar utilizar la tecno-
logía en los procesos formativos.
Lo primero que habría que decir es que las NTIC no son privativas de una modalidad edu-
cativa determinada o de un enfoque pedagógico. No se puede decir entonces que el uso de la
tecnología en un proceso de formación implica necesariamente que tal proceso es “progresista”
o de “avanzada”; o que los aprendizajes obtenidos son significativos; en ese sentido entonces, la
tecnología y los procesos educativos sustentados en ella necesariamente están relacionados
con el enfoque y las políticas educativas. Así pues, sentado este precedente, se debe decir que
en cualquier modalidad educativa, en cualquier programa de formación es posible utilizar la tec-
nología.
Sin embargo, para utilizar la tecnología en los procesos de enseñanza, es necesario que
se defina o identifique cuál es el enfoque educativo con el que se trabajará o en el que se preten-
de insertar, pues los materiales educativos que posibilite la tecnología o que se digitalicen y la
función del tutor, han de ser congruentes con aquél.
* Coordinador de Academias de la Sec. 2 Mixta T/V
Estudiante de la Maestría en Tecnología Informática en el ITESM, Campus Guadalajara
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LA DIÁSPORA
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En un enfoque tradicional, en el que la prioridad es la transmisión de conocimientos puesto que
el aprendizaje es la asimilación de los mismos, los materiales por muy modernos que sean se cir-
cunscribirán a presentar y a recuperar información; igualmente, la función del profesor será la de veri-
ficador de que la información devuelta por el aprendiz sea la correcta.
Desde la óptica conductista, en la que el “hacer” es importante y los estímulos y la retroalimen-
tación son la clave para lograr el” hacer” específicamente como se expresa en los objetivos pro-
gramáticos, la inclusión de la tecnología tenderá a propiciar que los materiales de estudio sean cada
vez más efectivos transitando hacia la estandarización con el fin de asegurar la consecución de las
conductas pretendidas en cada uno de los individuos independientemente del contexto en el que se
encuentren y sin considerar las historias personales y culturales de cada uno de ellos.
Si se conceptualiza el aprendizaje como un proceso individual de construcción en el que el pro-
fesor juega el papel de facilitador para que esa construcción tenga lugar, entonces, el uso de la tec-
nología en un enfoque así, deberá propiciar la interacción entre aprendices y profesor. Los materiales
de estudio y aprendizaje rebasarán la calidad de documentos informativos y de recuperación; plante-
arán, por el contrario, situaciones y ayudas para que el estudiante conforme a su propio proceso
haga suyo el conocimiento.
Pensando desde una perspectiva crítico-dialógica en un sistema de formación con uso de tec-
nología, habrá que acentuar las interacciones grupales, los debates, la construcción y búsqueda co-
lectiva, por tanto no se podría pensar en materiales de estudio estandarizados o en actividades pura-
mente individuales. Se tendrán que propiciar encuentros entre profesores y alumnos, mediante herra-
mientas específicas para ello, estaríamos hablando de tecnologías de lo que se ha llamado la Web
2.0.
Así pues, he de concluir diciendo que la inserción de la tecnología en los procesos educativos
no es una acción tecnológica, sino ante todo, una acción educativa que tendrá sentido si se enmarca
dentro de una estrategia educacional clara y definida. El apasionamiento a priori por la tecnología y
su inserción asistemática en la educación sólo conduce a fracasos que impulsan al “mejor malo por
conocido, que bueno por conocer”.
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LA DIÁSPORA
SECCION: DESDE EL MAS ALLÁ CON MONSIVAIS
¿Esto será cierto?
¿Qué ha pasado o qué ha dejado de pasar en estos años?
¿Será que enfrentamos una encrucijada entre la permanencia (añoranza)
y el cambio (desesperanza)?
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