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La invasión zombie: algo más que fantasía
El doctor Steven C. Schlozman es profesor de psiquiatría en la Escuela de Medicina de
Harvard y un evidente degustador de las sagas de George Romero. Desde su afición,
Schlozman se ha dado a la tarea de demostrar que los muertos vivientes son algo más que
una mera especulación.
Su primer trabajo al respecto fue una descripción en toda regla médica de la condición de un
zombie: el llamado Síndrome de la deficiencia de la saciedad atáxica
neurodegenerativa (o ANSD, por su siglas en inglés). En este documento, el doctor establece
que la posibilidad de que una persona cualquiera se convierta en un muerto vivientes es muy
plausible. La clave de ello: un daño irremediable en el lóbulo frontal del cerebro.
ISTOCKPHOTO/THINKSTOCK
La muerte del lóbulo frontal: la no vida del zombie
URBINA CABADA HECTOR FABIAN 344
Según Schlozman es posible que una persona sufra la muerte cerebral del lóbulo frontal y se
mueva y perciba el mundo a su alrededor sin una conciencia verdadera. El lóbulo frontal es el
encargado, entre otras funciones, de frenar la compulsión y el apetito.
Una persona sin un lóbulo frontal es funcional en términos de su propia movilidad, pero vive
regida en su totalidad por la amígdala y la corteza cingulada anterior: el llamado “cerebro de
reptil", donde se gestan la ira y la agresividad. Alguien bajo estas condiciones, se movería y
comportaría como los infestado de “28 days later”.
¿Qué puede dañar al lóbulo frontal de toda la gente?
ISTOCKPHOTO/THINKSTOCK
El daño del lóbulo frontal podría provenir de una infección viral. En nuestra sociedad
moderna, un virus de alto contagio podría tomar a la humanidad entera en unos cuantos
meses: la epidemia de influenza española de 1918 se cobró 100 millones de víctimas en 9
días. Una estimación basada en una infección similar ha señalado que en una semana
se contagiarían 250 millones de personas.
URBINA CABADA HECTOR FABIAN 344
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