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de lo masculino, el que ejerce
esa mujer otra, empoderada,
cuya “loca razón” debe impo-
nerse a la muerte, uno de los
grandes temas de su poesía.
Por otra parte, en las rondas
y las canciones de cuna de Ter-
nura (1924), observamos a la
madre usando a los niños/as
para hablar consigo misma de
sus tristezas, sus miedos y dolores
como mujer en un mundo en
crisis: “Yo no quiero que a mi
niña me la vayan a hacer
reina”, evoca uno de sus poe-
mas para declarar la incapaci-
dad de la voz para vivir el duelo
del nido vacío. En la sección “La
Cuenta-Mundo”, la voz se pre-
senta como educadora que
porta el conocimiento de la
Naturaleza, desde una perspec-
tiva femenina, pero adultocén-
trica: transmite el mundo a tra-
vés de un camino pedagógico
femenino (la naturaleza), aun-
que es ella quien porta el Logos
y no permite al niño/a usar sus
propias capacidades para des-
cubrirlo, pues lo importante es
contarle el mundo para tomar
parte en él, como otro adulto
más.
Si lográramos volver a sus
textos desde una mirada crítica
que desplace la lectura biográ-
fica y que recupere su poten-
cial, Mistral y su obra dejarían de
ser para nosotros esa extranjera
de lengua incomprendida, y
valdrá la pena celebrar sus 130
años.
MISTRAL: LA INFANCIA COMO RECURSO POÉTICO Y POLÍTICO
Un mural del Cerro Santa Lucía
inmortalizó la estampa tradicio-
nal con que se conoce a Ga-
briela Mistral, la poeta, intelec-
tual y docente a quien el nor-
tino Valle del Elqui dio vida ha-
ce 130 años. En dicho mural,
Mistral, con un libro en la mano,
rostro serio y ojos cerrados, le
tiende una mano a un grupo
de niños desnudos que se le
acercan con respeto. La poeta
está revestida de largos trajes
que ocultan todo su cuerpo y
neutralizan cualquier rasgo de
feminidad posible. Detrás suyo,
una fábrica, y en frente, una
mujer indígena desnuda, junto
a un niño. Todo ello para enfa-
tizar lo que se conoce sobre
Mistral: su relación con el mun-
do obrero, el americanismo y,
sobre todo, los niños.
Del mismo modo, Mistral
aparece hoy como un monu-
mento, una mujer petrificada y
distante, incomprendida por su
modo de habitar el mundo
intelectual de su época, y tam-
bién por su poesía, esa “lengua
que jadea y gime / y que le
entienden sólo bestezuelas”,
como ella misma la describe
–irónicamente– en su poema
“La extranjera”. Para evitar el
discurso femenino y crítico de
su poesía y sus escritos
–también, la crisis de su imagen
heteronormada–, la Dictadura
quiso reducirla intencionalmen-
te a la imagen de la maestra
rural que escribía “ronditas in-
fantiles”, ocultando sus símbo-
los y toda su obra, que la críti-
ca recién comenzó a estudiar
a fines de los ochenta.
Más allá de la simple catalo-
gación de “poesía del dolor”, se
hace necesaria una relectura
de sus textos, especialmente de
aquellos clasificados como
“infantiles”, pues de ellos se ha
hecho una lectura acrítica, po-
niéndola solo al servicio de lo
didáctico y relegada al espacio
escolar.
Por ejemplo, una revisión de
los poemas en que aparece
representada la infancia, nos
muestra una voz que, conscien-
temente, utiliza a los niños/as
para hablar de una particular
visión acerca de la maternidad,
las relaciones entre lo masculino
y lo femenino y la realidad so-
cial de su época. Esa construc-
ción germinal ya está en su clá-
sico poema “Los sonetos de la
muerte” (1914); en él, la voz
poética, cual Antígona, roba el
cuerpo de su amado “del nicho
helado”, para bajarlo a la tierra,
símbolo del vientre femenino
originario, y transformarlo en
niño. En efecto, lo pone en la
tierra “con dulcedumbre de
madre para el hijo dormido” y,
tras un rito en el que ella se en-
tierra con él, la hablante espera
que esos “despojos livianos irán
quedando presos”, para retener
a su amado por la eternidad y
protegerlo de otras mujeres,
“¡porque a ese hondor recóndi-
to la mano de ninguna / bajará
a disputarme tu puñado de
huesos!”. En Mistral, la materni-
dad es un dispositivo de control
PAOLO ACEVEDO BÉJARES
Magíster en Literatura Latinoameri-
cana y Chilena de la Universidad de
Santiago. Profesor de Estado en
Castellano y Licenciado en Educa-
ción en Castellano de la Universidad
de Santiago. Diplomado en Literatu-
ra para infancia, adolescencia y
juventud de la Universidad de Chile.
Actualmente, es Asesor Pedagógico
de Lenguaje de Enseñanza Media
de la Fundación SEG e Integrante
de La otra LIJ.
C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 10 DE ABRIL DE 2019
«...la Dictadura quiso reducirla intencionalmente a
la imagen de la maestra rural que escribía “ronditas
infantiles”, ocultando sus símbolos y toda su obra»
RECOMENDAMOS
Jaime Concha. Gabriela Mistral.
Chile: Ediciones Universidad Alber-
to Hurtado, 2015. 172 páginas.
www.laotralij.cl
www.facebook.com/
laotraLIJ/
castradora que configura el ser-
mujer mediante las cualidades
asignadas por el discurso patriar-
cal.
La Caperucita que camina por
el bosque de Mistral no es la niña
ingenua de Perrault ni desobedien-
te de Grimm, sino un personaje
activo y curioso, que no duda en
adentrarse en el bosque para visi-
tar a su abuela enferma. En ese
espacio, se encontrará con
“maese lobo, de ojos diabólicos”,
quien intentará establecer una
relación de acoso con la niña.
Como, en esta versión, Caperucita
no tuvo advertencia alguna, la
conversación que mantiene con el
lobo se genera a partir de la con-
fianza que ella deposita en él y no
a partir de una transgresión. Esto se
confirma más adelante, cuando se
califica al lobo de “traidor” en
reiteradas ocasiones, por lo que el
final trágico no será resultado de la
rebeldía de la niña, sino responsa-
bilidad del lobo, confabulador,
seductor y mentiroso en quien no
se puede confiar.
Mistral, por tanto, subvierte el
mito del modelo patriarcal cons-
truido en las versiones clásicas,
porque el error de la niña no radi-
c a , c om o a nt es , en l a
‘incapacidad femenina’ para con-
trolar sus pasiones y obedecer las
reglas impuestas; la protagonista
es una niña con “el corazoncito
tierno como un panal” y quien se
aprovecha de esa ingenuidad es
el traidor: en la versión de Mistral es
el lobo el culpable, no Caperucita.
D E S A R T I C U L A C I Ó N D E L D I S C U R S O P A T R I A R C A L E N
“CAPERUCITA ROJA” DE GABRIELA MISTRAL
“Caperucita Roja” constituye un
símbolo de la inocencia infantil,
transmitido durante siglos en
múltiples soportes y formas,
adoptando diversas versiones y
un sinfín de disfraces. El significa-
do original está teñido de dudas
y, al mismo tiempo, se ha tejido
una urdimbre compuesta por
motivos de vidas anteriores e
hipertextos contemporáneos. El
resultado es un universo comple-
jo de interpretaciones: alegoría
del sol devorado por la noche,
representación del triunfo del
Bien sobre el Mal, capa roja co-
mo símbolo de la sangre mens-
trual, lobo feroz como el hombre
seductor, cazador como padre
valiente y bondadoso. Se trata,
por tanto, de un verdadero con-
glomerado simbólico que repre-
senta fenómenos psicológicos
arquetípicos, siendo uno de
ellos, el adoctrinamiento del
sujeto femenino.
Detrás de la mayoría de las
versiones de este relato se es-
conde una determinada con-
cepción del ser niña/mujer, cu-
ya finalidad es la naturalización
y legitimación, o cuestionamien-
to y desarticulación de la ideo-
logía androcéntrica. En ese con-
texto, es posible establecer a los
cuentos de hadas como mitos
contemporáneos que impreg-
nan nuestra vida diaria, transfor-
mándose en una representación
colectiva que está socialmente
determinada. Luego, entonces,
se camufla, asume el aspecto
de discurso neutral e inocente
para no aparecer como arte-
facto cultural e ideológico. El
mito así concebido se naturaliza
y, con ello, vuelve claro y unívo-
co el camino para obtener el
final feliz: un camino trazado por
determinados roles de género-
sexual donde el hombre es un ser
activo, valiente y racional, y la
mujer, buena y bella, debe ser
pasiva, ingenua y obediente.
En el caso específico de las
v e r s i o n e s ‘ c l á s i c a s ’ d e
“Caperucita Roja” —Perrault
(1697) y hermanos Grimm
(1812/15)—, los valores que se
han naturalizado provienen del
hecho de que la curiosidad y la
sensualidad femeninas son
inaceptables para el orden pa-
triarcal: si la niña hubiese obede-
cido a su madre, nada le habría
ocurrido a ella ni a la abuela; sin
embargo, al ignorar la adverten-
cia, se vuelve cómplice y culpa-
ble del ataque del lobo. Subya-
ce, pues, el hecho de que las
mujeres son las que provocan
sexualmente a los hombres, quie-
nes, a su vez, están exentos de
toda responsabilidad.
La versión de Mistral, en cam-
bio, se opone al cuento maravi-
lloso tradicional-patriarcal en, al
menos, dos niveles: primero, en su
construcción formal, que, me-
diante el uso del verso alejan-
drino, nutre estética y literaria-
mente el relato, enfrentándose,
de ese modo, al moralismo de
Perrault o la dulcificación de los
Grimm; segundo, en su construc-
ción temático-simbólica, que
reelabora el imaginario andro-
céntrico literaturizado por estos
autores, porque, al omitir la ad-
vertencia de la madre, prescinde
de la visión pedagógico-
CAMILA VALENZUELA LEÓN
Candidata a Doctora en Literatura
Chilena e Hispanoamericana de la
Universidad de Chile. Diplomada en
Literatura Infantil y Juvenil y Fomento
Lector, Magíster en Historia del Arte,
Magíster en Edición de Libros y Revis-
tas y Licenciada en Literatura Creati-
va. Coordinadora y Docente del
Diplomado de Literatura Infantil y
Juvenil (IDEA-USACH) e Integrante
de La otra LIJ. Escritora de narrativa
juvenil: Las durmientes (2018), Antes
de volver a caer (2015), entre otras.
C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 24 DE ABRIL DE 2019
«La Caperucita que camina por el bosque de Mistral
no es la niña ingenua de Perrault ni desobediente de
Grimm, sino un personaje activo y curioso...»
RECOMENDAMOS
Angela Carter. Cuentos de hadas
de Angela Carter. España: Impedi-
menta, 2015. 640 páginas.
www.laotralij.cl
www.facebook.com/
laotraLIJ/
Y ese imaginario que corrió
de boca en boca y de décadas
en décadas, se compartió y so-
cializó, configurando un imagi-
nario colectivo, porque, si algo
tiene en común la humanidad,
es que pasa por la infancia, aun-
que a veces lo olvide. Ese modo
colectivo de interpretar la reali-
dad se constituye a partir de
ideas y palabras puestas en los
discursos, de la realidad cotidia-
na y también los de la ficción, o
sea, que los cuentos de la litera-
tura terminan siendo “no tan
cuentos”. Y es que en la literatu-
ra se ven reflejadas las prácticas
sociales y los valores que circu-
lan en una sociedad, en un tiem-
po, dejando su marca a través
de generaciones. Entonces, el
imaginario termina actuando
como regulador de las conduc-
tas —ya sea por adhesión o por
rechazo—, produciendo hechos
reales y efectos concretos sobre
las personas, su psiquis, sus ac-
ciones y su vida. En otras pala-
bras, legitima e impone un modo
de ser y comportarse.
Por eso, a pesar de los finales
suavizantes que le imprimieron
los Grimm y mucho después los
productos cinematográficos de
Walt Disney, la Caperucita Roja
sigue diciéndole a las niñas “¡Ojo
con el lobo!”.
LA LITERATURA INFANTIL NO ES INGENUA. CAPERUCITA, UNA Y
OTRA VEZ (PARTE 1)
Sin duda, cuando se piensa en
cuentos para niños y niñas,
“Caperucita Roja” es el clásico
que se nos representa, y algu-
nas de sus posibles lecturas per-
miten desnudar, a través de los
siglos, características y connota-
ciones que los contextos socia-
les y políticos le van dando al
género literario dedicado a lec-
tores infantiles.
En la versión escrita por el
francés Charles Perrault en el
siglo XVII, Caperucita era una
niña muy bonita e ingenua: “La
pobre niña, que no sabía que
era peligroso detenerse a ha-
blar con un lobo, le dijo…” y allí
empezó su desgracia. El lobo,
como se sabe, la engaña, para
luego comerse a la abuela y
después a Caperucita. El lobo
responde: “¡Para comerte me-
jor! Y diciendo estas palabras,
este lobo malo se abalanzó so-
bre Caperucita Roja y se la co-
mió”. Fin del cuento. Así, como
si tal cosa… como si nada… Sin
final feliz, sin leñador al rescate
(el leñador salvador de las ver-
siones actuales apareció casi un
siglo después, de la mano de los
hermanos Grimm).
Siguiendo con la versión ori-
ginal, a la abuela el lobo se la
comió porque tenía mucho
apetito y ¿a la Caperucita?...
Mmm… acá viene lo interesan-
te. Y es que Perrault escribió
“Caperucita Roja” para morali-
zar a las jóvenes que, ingenua-
mente, se dejaban seducir por
desconocidos. La chica mere-
cía un castigo ejemplificador
por andar metiéndose con ex-
traños. La moraleja explícita al
final del cuento dice así:
“Vemos aquí que las adolescen-
tes bien hechas y bonitas,/ ha-
cen mal en oír a ciertas gentes,/
y que no hay que extrañarse de
la broma/ de que a tantas el
lobo se las coma./ Digo el lobo,
porque estos animales no todos
son iguales:/ los hay con un ca-
rácter excelente y humor afa-
ble,/ dulce y complaciente, que
sin ruido,/ sin hiel ni irritación/ per-
siguen a las jóvenes doncellas,/
llegando detrás de ellas a la ca-
sa y hasta la habitación./ ¿Quién
ignora que lobos tan melosos/
son los más peligrosos?”. De nue-
vo: mmm… Eso le pasó a la niña
por dejar entrar al lobo ¡en la
cama! Con esta moraleja, el au-
tor hace público un reclamo de
alerta y control a la vida privada
de las jóvenes.
El cuento recorrió siglos. Entre
doncellas, al principio, y luego
entre los niños, que se apodera-
ron de la literatura que les gusta-
ba más allá de que no hubiese
sido escrita para ellos. De hecho,
recién en el siglo XIX comenzó el
proceso de legitimación de la
literatura infantil, y en el XX, el de
la infanto-juvenil. Desde enton-
ces, las hadas, los duendes, los
dragones, los príncipes, los seres
encantados, los dotados de po-
deres mágicos, pintaron un ma-
pa ficcional donde canalizar las
demandas del imaginario de
niños/as y jóvenes.
GRACIELA BIALET
Nació en Córdoba, Argentina. Estu-dió Comunicación Social, Licencia-tura en Educación y Maestría en Promoción de la Lectura y la Litera-tura Infantil. Es miembro de la Comi-sión de Programación de la Feria del Libro de Córdoba y asesora de Promoción de la Lectura en la Fun-dación Mempo Giardinelli. Como escritora, ha trabajado distintos géneros, desde la literatura infantil y juvenil hasta la novela para adultos y el ensayo. Hasta el momento, tiene publicadas unas 55 obras, algunas de las cuales se han tradu-cido al inglés e italiano, y ha recibi-do numerosos galardones por su trabajo.
C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 8 DE MAYO DE 2019
«Siguiendo con la versión original, a la abuela el lobo
se la comió porque tenía mucho apetito y ¿a la
Caperucita?... Mmm… acá viene lo interesante. Y es
que Perrault escribió Caperucita Roja para moralizar
a las jóvenes que, ingenuamente, se dejaban seducir
por desconocidos»
RECOMENDAMOS
Beatriz Martín Vidal. Caperuza.
España: Thule Ediciones, 2016. 30
páginas.
www.laotralij.cl
www.facebook.com/
laotraLIJ/
espera hasta que los chicos crez-
can, ni una excusa para enseñar
Ciencias Sociales, ni Naturales, ni
siquiera Lengua. Es arte y, por lo
tanto, educa. Como decía
Goethe, “todo lo bello educa”,
educa el alma, alfabetiza las
emociones y la sensibilidad, des-
pierta nuevas ideas, pero jamás,
nunca, didactiza al lector. Hay
que desconfiar de los libros para
niños que disfrazan como cuen-
to un texto pedagógico.
A los niños y a las niñas les
encantan los cuentos, más aun si
el adulto querido que tiene al
alcance se los lee “con amor y
ternura, que es del único modo
en que se leen los cuentos”, co-
mo señala la Declaración de los
Derechos de los Niños. La litera-
tura tiende su cúpula encanta-
dora entre el lector y el libro; solo
hay que facilitar el encuentro y
ya está. Sin trampas. Con con-
vicción del poder de las pala-
bras, de la literatura y del arte.
Volvamos a Caperucita, la
de siempre, aquella que se detu-
vo a jugar en el bosque. Se en-
tretuvo juntando avellanas, ar-
mando ramos de flores silvestres
y correteando mariposas. El lobo
la engañó, fue por el camino
más corto y se la comió. La niña
contrarió el mandato. ¡Cuidado!
El asesino es el lobo. Caperucita
Roja está más roja que nunca.
Está furiosa. Ya no quiere que
vuelvan a engañarla. Jamás.
LA LITERATURA INFANTIL NO ES INGENUA. CAPERUCITA, UNA Y
OTRA VEZ (PARTE 2)
Es en la profundidad y la
soledad del bosque donde ocu-
rre el encuentro con el lobo.
Más adelante, Caperucita se
desvestirá y meterá entre las
cobijas. Es en la cama, en su
intimidad, donde el lobo final-
mente se la come. Será el sitio
de la privacidad donde sucede
el delito. ¿Cuál? ¿El del crimen
del lobo o el de la puesta en
público de la acción ingenua
de la niña que, primero le habla
en el bosque, luego se desviste
y, finalmente, entra en la cama
con él? Caperucita perderá la
vida, pero las niñas, de allí en
más, sabrán que en cualquier
momento pueden perder tam-
bién la intimidad, porque puede
ocurrir que queden al descu-
bierto sus acciones privadas.
Sucede que “Caperucita
Roja”, más allá de fijar en el
imaginario colectivo el meta-
mensaje de “ojo con el lobo”,
recuerda que lo que uno escon-
de puede ser puesto a la luz
luego del engaño. Y vuelve al
ataque el imaginario colectivo
con la moraleja de “¡ojo, eh!”. Y
es que para eso fue escrito este
relato, para asegurar y ponde-
rar socialmente una premisa
machista de la época, en la
cual los derechos privados de
los varones priman por sobre los
de las mujeres. Al final, y atando
cabos, la literatura para niños y
niñas no es nada ingenua.
Caperucita está en el imagi-
nario de todos/as, pero lo enri-
quecemos con nuevos discur-
sos. Los cuentos clásicos pue-
den llevar, mediante el diálogo
con niños, a reflexionar acerca
de estas y otras interpretaciones
del texto. No es desdibujando ni
cambiando finales como contri-
buye la literatura a generar inge-
niosas ideas, sino, precisamente,
accionando sobre ellas, meditan-
do y debatiendo, opinando y
recreando novedosos y contex-
tualizados conceptos, sin miedo
a incursionar en temas tabúes,
acercando otros textos (un buen
cuento siempre lleva a otro),
acompañando a los chicos en su
proceso de construcción como
verdaderos lectores-pensadores
que enriquecen y se enriquecen,
y no como meros reproductores
de ideas ajenas.
Los niños y las niñas piden
una y otra vez el mismo cuento,
porque es, precisamente, a tra-
vés de la reproducción y la reite-
ración como se va estructurando
el imaginario colectivo que nos
contiene. Fue a través de la re-
petición que la humanidad cons-
truyó su conocimiento de mundo,
tanto cotidiano como del fantás-
tico. La escritura tiene como gé-
nesis la misma intención: preser-
var un texto… ¿Para qué? Para
volver a recrearlo cada vez que
se lo necesite, escuchar esa si-
miente de palabras, hechos,
mensajes y metamensajes para
ponerla a germinar en su fértil y
nuevo modo de interpretar la
realidad.
Por último, es necesario insistir
en afirmar que la literatura infantil
es literatura. No un compás de
GRACIELA BIALET
Nació en Córdoba, Argentina. Estu-dió Comunicación Social, Licencia-tura en Educación y Maestría en Promoción de la Lectura y la Litera-tura Infantil. Es miembro de la Comi-sión de Programación de la Feria del Libro de Córdoba y asesora de Promoción de la Lectura en la Fun-dación Mempo Giardinelli. Como escritora, ha trabajado distintos géneros, desde la literatura infantil y juvenil hasta la novela para adultos y el ensayo. Hasta el momento, tiene publicadas unas 55 obras, algunas de las cuales se han tradu-cido al inglés e italiano, y ha recibi-do numerosos galardones por su trabajo.
C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 8 DE MAYO DE 2019
«Sucede que Caperucita, más allá de fijar en el ima-
ginario colectivo el metamensaje de “ojo con el lo-
bo”, recuerda que lo que uno esconde puede ser
puesto a la luz luego del engaño»
RECOMENDAMOS
Graciela Bialet. Hada desencanta-
da busca príncipe encantador.
Argentina: La Brujita de Papel,
2013. 32 páginas.
www.laotralij.cl
www.facebook.com/
laotraLIJ/
en el corazón del individuo, des-
truyéndolo o engrandeciéndolo.
Curiosos los paralelos entre Ale-
jandro Silva, aquel jovencito de
15 años que sale en búsqueda
de su hermano Manuel, figura
paterna que transmuta a Alejan-
dro en un Telémaco en medio de
los mares del sur. Pero Manuel
también encuentra su lugar co-
mo líder blanco de los yaganes,
renegando de esa patria que se
intenta inocular a fuerza de histo-
rias de inmolación y muerte.
Lamentablemente, al igual
que en la épica griega, el mode-
lo masculino de Coloane todavía
será hegemónico, vedando la
construcción de una cierta iden-
tidad nacional donde las mujeres
tengan un rol preponderante. Tal
como afirma Grínor Rojo (2009),
al leer El último grumete…, po-
dremos ver que “la de Coloane
es una patria exclusiva y exclu-
yentemente de hombres”. Por lo
tanto, la lectura de su obra pro-
pone un nuevo desafío como
lectores/as, haciéndonos cons-
cientes de que la epopeya na-
cional también requiere de lo
femenino.
Aun así, imagino a hombres y
mujeres sentados al lado del fue-
go patagón, rememorando aho-
ra historias de mares que destru-
yen las naves, de loberas, de
naturaleza indómita y de hom-
bres que pierden la cabeza en
medio de esa pampa austral.
FRANCISCO COLOANE, UN HOMERO EN EL CONFÍN DEL
MUNDO
A veces imagino a hombres y
mujeres de un lejano siglo VIII
a.C., en lo que ahora conoce-
mos como Península de los
Balcanes, pero que también
fue cuna de la llamada cultura
Micénica. Todos alrededor del
fuego, hipnotizados por la voz
y la llama, mientras el aedo
relata parsimoniosamente las
lejanas historias heroicas de un
tal Aquiles, quien supera su ira
radical para volverse compasi-
vo y cumplir con el modelo de
hombre idealizado. O las des-
venturas de un hombre llama-
do Ulises, quien se pierde y se
vuelve Nadie, pero que asume
la relevancia de su nombre
para volverse inmortal, sin im-
portar lo complejo del viaje.
¿Qué pensarían de esos rela-
tos, de esos viajes, de esas ex-
periencias humanas de reden-
ción y cambio?
Cuando volvemos la vista al
presente y se piensa en el ima-
ginario heroico chileno, aquel
instalado majaderamente por
la gesta militar, siempre está la
sombra de la derrota. Al pare-
cer la máxima es que en el
sacrificio y la caída se encuen-
tra la trascendencia total del
sujeto, la que luego se expan-
de a la totalidad del colectivo.
Fueron así los 77 jóvenes de La
Concepción, como también
los que cayeron enceguecidos
por la euforia en el asalto del
Morro de Arica, sin haber co-
nocido nunca la victoria. Fue
también el arrojo de Arturo Prat
al lanzarse en pos del Huáscar,
a sabiendas de que la muerte
era un inevitable. ¿Es esa en-
tonces nuestra épica?
Vuelvo entonces a Homero,
incluso a Hesiodo haciéndole un
guiño al hombre y mujer que ara
la tierra, y en ellos veo la sombra
de Francisco Coloane, quien en
su obra, fecunda en narraciones
de la lejanía, propone una re-
constitución del paradigma he-
roico, en donde el mar y el ex-
tremo sur cumplen un rol prota-
gónico. Asumiendo el papel de
Demódoco cantando las haza-
ñas de los héroes, Francisco Co-
loane establece el proceso de
construcción de una épica na-
cional, anclada en la geografía
del fin del mundo, y que se sos-
tiene en la exploración de un
espacio agreste y desconocido.
La aventura, como analogía de
un salto al vacío, será así enton-
ces el motor de los relatos, en
donde el llamado a los lectores
se articula como una vivencia
simbólica. Es la entrada a un
mundo en el que la realidad
ficcional se nos revela como una
verdad absoluta, de la que no
podremos escapar mientras no
podamos acceder a la expe-
riencia auténtica.
De este modo, el motivo re-
currente del viaje, como símbolo
de exploración, de proceso, será
hallado en las novelas de su pri-
mera etapa. El último grumete
de la Baquedano (1941) y Los
conquistadores de la Antártida
(1945) se presentan como ejem-
plos perfectos de la travesía ex-
terna, que termina impactando
HUGO HINOJOSA LOBOS
Candidato a Doctor en Literatura
de la Pontificia Universidad Católica
de Chile y Magíster en Didáctica de
la Literatura y de la Lengua de la
Universidad Metropolitana de Cien-
cias de la Educación. Docente de la
Facultad de Pedagogía de la Uni-
versidad Academia de Humanismo
Cristiano y del Diplomado de Litera-
tura Infantil y Juvenil: Teoría, Edición
y Creación (IDEA-USACH). Fundador
de Ring Chile, Red de Investigadores
de Narrativa Gráfica, e Integrante
de La Otra LIJ.
C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 22 DE MAYO DE 2019
«La aventura, como analogía de un salto al vacío,
será así entonces el motor de los relatos, en donde
el llamado a los lectores se articula como una
vivencia simbólica»
RECOMENDAMOS
Francisco Coloane y Alfredo Cáce-
res. Mundos australes. Chile: Ama-
nuta, 2013. 136 páginas.
www.laotralij.cl
www.facebook.com/
laotraLIJ/
ral que propaga la idea de
“libertades económicas” pero que,
en la práctica, son ilusorias.
Es por lo anterior que se hace
urgente intervenir políticamente los
territorios, de manera que los/as
niños/as y adolescentes no solo
actúen como meros espectadores
de su propia realidad, sino también
como sujetos activos de aquello
que los/as oprime día a día, protes-
tando, organizándose en conjunto
contra la delincuencia, drogadic-
ción e, incluso, exigiendo más es-
pacios de juego (que ya nada de
juego ofrecen), así como también
la escucha y contención adulta
como una práctica de compañe-
rismo.
En definitiva, la militancia es una
obligación ética para todos y to-
das. Es resistir frente al encasilla-
miento de la pobreza, la falta real
de oportunidades y la dignidad de
la clase trabajadora, lo cual no es
aplicable cuando damos un like
por redes sociales, servicios de cari-
dad o tallerismos, sino que la orga-
nización territorial es un compromi-
so diario e ideológico con quienes
sufren el yugo de la pobreza y la
marginalidad social. No considerar
la lucha CON niños, niñas y adoles-
centes como un factor importante
en nuestro quehacer cotidiano es
replicar la violencia que, a diario,
vemos, juzgamos y rechazamos,
pero, esta vez, conscientes de que
quienes evaden, menospreciando
la versión del propio afectado, so-
mos nosotros.
ORGANIZARSE CON NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES DE LA
POBLACIÓN EN EL CHILE NEOLIBERAL
En una época donde todo care-
ce de importancia y cuestiona-
miento, asumimos leyes y medi-
das institucionales como si la polí-
tica fuese practicada en las ur-
nas, externa de nosotros/as, inclu-
so, si aquello va en contra de
nuestros derechos. Dejamos en
manos de un sector privilegiado
de la población decisiones políti-
cas que afectan nuestra vida e,
incluso, nuestra muerte. Es por ello
que la militancia debe ser ética-
mente incuestionable, sobre todo
cuando se trata de niños, niñas y
adolescentes que viven a diario la
marginación de un sistema que
los/as excluye desde que nacen
por “ser pobres”.
No obstante, organizarse con
—y no por— niños, niñas y adoles-
centes de la población es traba-
jar considerando dos factores
determinantes: uno, el adultocen-
trismo que se ha instalado en di-
versos espacios sociales, políticos,
económicos, etc.; y dos, el con-
texto de pobreza el que, no solo
se romantiza —al estilo de Will
Smith llegando a Wall Street—,
sino que se considera un elemen-
to desmontable. Quienes trabaja-
mos en espacios educativos con
más de un 80% de vulnerabilidad
sabemos que no es así.
Primero, porque en un sistema
neoliberal, los/as niños/as y ado-
lescentes son material y subjetiva-
mente afectados/as por el adul-
tocentrismo, sistema que tiende,
frente a personas de un rango
etario distinto al adulto, a no con-
siderar su propio relato como suje-
tos dotados de conciencia y vo-
luntad; sin embargo, cuando los
efectos de nuestro Chile salvaje
los/as alcanza como una bala
loca, son altamente cuestionados,
depositándose en ellos/as la respon-
sabilidad de ser resilientes frente a
todo contexto. En palabras simples, si
incomodan, los medicamos, calla-
mos, encerramos y marginamos del
sistema educacional por no adaptar-
se a las normas ni sobreponerse ante
la adversidad. Ante esta situación,
¿quién sí lo haría cuando no hay re-
ferentes de contención?
Segundo, los/as niños/as y adoles-
centes que habitan en espacios de
vulnerabilidad afectiva, económica,
social y cultural no solo son margina-
dos/as por ser considerados
“menores”, sino, y principalmente,
por “ser pobres”, situación que nos
hace cuestionar las políticas públicas
deficientes y que incentivan el orden
de lo punitivo. En la práctica, un SE-
NAME que interviene en la mayoría
de las familias de la clase trabajado-
ra por el solo hecho de no tener re-
cursos económicos, o un Estado que
castiga mayoritariamente a los cole-
gios más pobres por no obtener resul-
tados óptimos en el SIMCE, no po-
drían llamarse políticas públicas de
calidad. En definitiva, existe un cons-
tante cuestionamiento público frente
a los/as niños/as y adolescentes en
“estado de vulnerabilidad económi-
ca”, como si la pobreza solo depen-
diera del individuo y no del medio; y,
frente a la falta de oportunidades en
salud, educación, vivienda, etc., exis-
te una sanción que empobrece y
encasilla aun más. Es decir, nos en-
contramos ante un sistema político,
económico y social de corte neolibe-
MARGARITA PONCE CALDERÓN
Profesora de Lenguaje y Comunica-
ción, Licenciada en Letras con
mención en Literatura de la Universi-
dad Andrés Bello. Trabajadora y
militante en organizaciones de niñxs
y adolescentes como “La Colmeni-
ta”, realizando trabajos de protago-
nismo de la niñez de sectores popu-
lares como La Victoria y José María
Caro de Lo Espejo. Actualmente, se
desempeña como profesora del
colegio Sochides en Bajos de Mena
de Puente Alto.
C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 5 DE JUNIO DE 2019
«...la militancia debe ser éticamente incuestionable, sobre
todo cuando se trata de niños, niñas y adolescentes que
viven a diario la marginación de un sistema que los/as
excluye desde que nacen por “ser pobres”»
RECOMENDAMOS
Santiago Morales y Gabriela Magis-
tris (Comp.). Niñez en movimiento.
Del adultocentrismo a la emancipa-
ción. Argentina: Editorial El Colecti-
vo, 2018. 256 páginas.
www.laotralij.cl
www.facebook.com/
laotraLIJ/
Instagram, o radios online, se acer-
can a sus lectores/as, crean comu-
nidades y se construyen puentes
entre las distintas regiones de nues-
tro país, incluso rompiendo fronte-
ras y cruzando continentes.
De igual forma surgen proyec-
tos que buscan darles su merecido
reconocimiento a las escritoras de
estos géneros. Un ejemplo es La
Nave Invisible, en España, que, a
través de artículos, reseñas y entre-
vistas, divulgan su trabajo, anali-
zando sus temáticas y sus técnicas;
y en Chile, nosotras como La Ven-
tana del Sur buscamos potenciar,
promover y unir a las escritoras
chilenas de fantasía, ciencia fic-
ción y terror. Y hemos logrado un
hito histórico: Imaginarias. Antolo-
gía de mujeres en mundos peligro-
sos planificada, escrita, ilustrada y
editada íntegramente por mujeres,
que reúne a escritoras chilenas y
refleja el trabajo realizado por esta
iniciativa que está próxima a cum-
plir dos años.
Aún queda mucho trabajo por
hacer, autoras que encontrar y
reconocer, obras que leer y anali-
zar para terminar de construir una
constelación que muestre el pano-
rama y el impacto real de estos
géneros, mal llamados menores,
pero, sin duda, las redes sociales,
los eventos divulgativos y la pasión
de los/as aficionados/as se trans-
formarán en el ariete que romperá
las puertas de la invisibilización y
les permitirá brillar a todas tal co-
mo lo merecen.
ROMPER LAS PUERTAS O SALIR POR LA VENTANA
En Chile, el gran problema que
enfrentan los géneros imagina-
tivos —la fantasía, la ciencia
ficción y el terror— es la agreste
mirada con que se enjuicia lo
novedoso, lo que sale de la
norma, lo excéntrico, lo “no
patriótico” o “patrimonial”. Si
ya ser mujer y escribir implica
un enorme desafío para ser
validada y considerada dentro
del canon, ser escritora de di-
chos géneros resulta aun más
difícil. Esta situación conducía a
las autoras del género al aisla-
miento, la desconfianza y la
automarginación, lo que signifi-
caba el desvanecimiento de
una artista que dejaba de in-
tentarlo porque, al final, el me-
dio no le permitía alzar la voz
para contar sus historias.
Esta lucha, que se gesta en
la frontera de lo individual y lo
colectivo, lleva décadas en
nuestro país. Pero felizmente,
desde hace un par de años
empieza a verse un panorama
diferente, principalmente gra-
cias a la labor de teóricos/as,
autores/as y editores/as que
dieron a conocer al público
general nuevas obras y aporta-
ron a su divulgación a través de
charlas y encuentros con una
mirada reflexiva sobre estos
géneros. De éstos, algunos
eventos que deseamos desta-
car fueron «Leer y Escribir Litera-
tura de Fantasía: Entrando en el
Reino Peligroso» (2016), organi-
zado por Biblioteca de Santia-
go y Loba Ediciones, el «Primer
Encuentro Internacional Inter-
nacional de Literatura Fantásti-
ca y de Ciencia Ficción» (2017),
gestionado por Letras de Chile,
la Universidad Católica, la CE-
LICH UC y la Universidad de Chile
y el «Primer Ciclo de Nuevas Vo-
ces de la Literatura Fantástica
Chilena» (2018), organizado por
Trayecto Bookstore. En ellos, he-
mos visto interés por apoyar el
desarrollo de estos géneros y a
sus autores/as. Hace no más de
unos días ha concluido el
«Segundo Encuentro Internacio-
nal de Literatura Fantástica y de
Ciencia Ficción», evento que ha
captado la atención de un públi-
co mayor al de su primera versión
y que esperamos siga creciendo.
Creemos vital apoyar estos
eventos divulgativos, así como
también aprovechar las herra-
mientas que el siglo XXI nos ha
entregado: las redes sociales.
Dichas instancias y plataformas
permiten dar visibilidad a los gé-
neros imaginativos, abriendo la
discusión sobre ellos, analizando
de manera crítica y reflexiva la
forma de escribir esta literatura,
la construcción de imaginarios y,
de esta manera, realzar su verda-
dero valor, luego del continuo
menosprecio de la academia.
Se abren espacios, entonces,
para que aquellas autoras silen-
ciadas por el canon tradicional y
editorial se muestren al mundo.
En ellos, se forman lazos y redes
de contacto que permiten unir
fuerzas para alzar la voz. Ade-
más, con el apoyo de las redes
sociales, las escritoras, desde las
más noveles hasta las ya publica-
das, logran dar visibilidad a sus
obras. A través de plataformas
como blogs, Facebook, Twitter,
LA VENTANA DEL SUR
La Ventana del Sur es un colectivo
que nace en octubre de 2017,
cuyos objetivos son, por un lado,
visibilizar a las escritoras chilenas de
ciencia ficción, fantasía y terror, y,
por otro, proporcionar herramien-
tas para desarrollar su escritura. En
este contexto, han realizado Talle-
res de Escritura desde 2018, trabajo
que este año se ha traducido en
Imaginarias. Antología de mujeres
en mundos peligrosos (Tríada Edi-
ciones, 2019), que reúne 17 relatos
inéditos.
C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 19 DE JUNIO DE 2019
«Si ya ser mujer y escribir implica un enorme desafío
para ser validada y considerada dentro del canon, ser
escritora de dichos géneros resulta aun más difícil»
RECOMENDAMOS
VV.AA. Imaginarias. Antología de
mujeres en mundos peligrosos.
Chile: Tríada Ediciones, 2019.
116 páginas.
www.laotralij.cl
www.facebook.com/
laotraLIJ/
realizar un considerable ejercicio
de imaginación.
De hecho, el autor escribió una
nota a posteriori calificando su
escrito de la siguiente manera:
“Estas dificultades no son verda-
des. Son hipótesis. Busco generar
debate en torno a estas hipótesis.
Por ello, al final del artículo, agre-
go en la última línea, que me en-
cantaría que debatieran e incluso
las refutaran”. Para mí, hubiera
sido mucho mejor haber titulado
el texto como “10 sesgos de un
investigador frente a la presencia
de autoras femeninas en la litera-
tura de ciencia ficción chilena”.
Hubiera quedado más honesto y
nos lo habríamos tomado de otra
manera. Y digo “nos” porque las
escritoras chilenas de ciencia fic-
ción no están solas en su lucha
por tener visibilidad y reconoci-
miento. Todas las autoras de todos
los países estamos con ellas. Su
lucha es la nuestra también. Y la
labor que realizan colectivos co-
mo La Ventana del Sur se hace
absolutamente imprescindible a la
vista de textos de este tipo que no
hacen sino evidenciar un machis-
mo que se ha incrustado en la
sociedad.
Quizás Hernández y quienes lo
han publicado debieran salir de su
zona de confort y leer a más auto-
ras. Porque abrir la mente, espe-
cialmente en un género como la
ciencia ficción, se hace absoluta-
mente indispensable en los tiem-
pos que corren, o se tiene el peli-
gro de quedarse encallado en un
pasado opresor.
DE SESGOS QUE SE PRESENTAN COMO HIPÓTESIS: SOBRE LA
CIENCIA FICCIÓN ESCRITA POR MUJERES CHILENAS
Lo maravilloso de las redes so-
ciales es que permiten difundir
mensajes de manera cuasi-
instantánea a todos los puntos
del planeta. Lo no tan maravillo-
so es que pone de relieve, de
manera igualmente inmediata,
los sesgos sobre la raza, las
creencias religiosas y, cómo no,
el género, que nuestra sociedad
padece. Digo esto porque hace
unas semanas me llegó un ar-
tículo de José Hernández titula-
do “10 dificultades a la presen-
cia de autoras femeninas en la
literatura de ciencia ficción chi-
lena”, originalmente publicado
en LDP Magazine y que se repro-
dujo en la revista digital Teoría
Ómicron. Confieso que, después
de leerlo, se apoderó de mí un
estupor del que no conseguí salir
de inmediato: durante los prime-
ros minutos realmente creí que
se trataba de un texto paródico.
Cuando me fijé en el autor, su
formación y experiencia, pasé
del estupor a la rabia. ¿Cómo es
posible que en pleno siglo XXI
una persona perteneciente al
mundo académico pueda ex-
presar esas ideas y, precisamen-
te, de este modo? Porque si
bien el contenido ha sido rebati-
do por Teresa López-Pellisa y
Sabiñe Susaeta, la manera en
que Hernández presenta la infor-
mación es, sencillamente,
inaceptable.
Una de las primeras cosas
que se nos advierte a la hora de
plantear hipótesis en el ámbito
de las ciencias sociales es que,
al estar dedicadas a la socie-
dad y al comportamiento hu-
mano, debemos ser conscientes
de nuestros propios sesgos. Es
decir que, cuando somos sujeto
y objeto de estudio, cuando
formamos parte del grupo que
analizamos, debemos ser espe-
cialmente cuidadosos con la
información que decidimos ofre-
cer (¿por qué unos datos sí y
otros no?) y cómo la ofrecemos
(¿por qué establecer una o va-
rias hipótesis y qué evidencia
aportamos para sustentarla/
as?). Seleccionamos la informa-
ción en función de nuestros in-
tereses, muchas veces sin ser
conscientes de ellos, y la estruc-
turamos de manera que sirva a
los propósitos que nos plantea-
mos. Por tanto, no comprendo
cómo se escribe este texto sin
dar a conocer los sesgos pro-
pios: que se trata de un investi-
gador de ciencia ficción en un
país profundamente cishetero
patriarcal.
Asimismo, tampoco com-
prendo que la propia revista
Teoría Ómicron defina este texto
como un “ensayo”. Cito: “José
Hernández nos comparte un
ensayo sobre las dificultades de
las autoras femeninas en la
ciencia ficción chilena”. Recor-
demos que el ensayo analiza un
tema concreto de manera fun-
damentada, para lo que se vale
de argumentos y opiniones sus-
tentadas. ¿Qué argumentos
ofrece Hernández aparte de sus
propias ideas a todas luces ses-
gadas? No hay citas a ningún
estudio, artículo, antología ensa-
yística o investigación de ningún
tipo, por lo que calificar a este
texto como un ensayo requiere
CRISTINA JURADO
Licenciada en Publicidad y Relacio-
nes Públicas por la Universidad de
Sevilla y Máster en Retórica por
Northwestern University (USA). Escri-
tora de ciencia ficción, fantasía,
terror y otros subgéneros híbridos. Ha
editado las antologías Alucinadas
(2014), Spanish Women of Wonder
(2016), WhiteStar (2016), e Infiltradas
(2019). Dirige la revista SuperSonic,
dedicada a la literatura de género.
En su producción destaca su novela
Bionautas (Cerbero, 2018), novela
corta CloroFilia (Cerbero, 2017), y su
libro de relatos en inglés Alphaland
(Nevsky Books, 2018).
C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 3 DE JULIO DE 2019
«¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI una perso-
na perteneciente al mundo académico pueda expre-
sar esas ideas y, precisamente, de este modo?»
RECOMENDAMOS
Cristina Jurador. Bionautas. Espa-
ña: Cerbero, 2018. 234 páginas.
www.laotralij.cl
www.facebook.com/
laotraLIJ/
al imaginario más conservador y
estereotipado de la sociedad
japonesa. Relativo a ello, el mer-
cado editorial divide los distintos
públicos que consumen manga
en clasificaciones como Kodo-
mo (para niños y niñas), Shōnen
y Shōjo (para jóvenes adoles-
centes, el primero de chicos, y el
segundo para chicas), entre
otros, donde es posible identifi-
car cierto binarismo en las temá-
ticas que las historias desarrollan
según su demografía (aventura,
violencia, deportes vs. romance,
magical girls, Bishōnen).
Sin embargo, los y las analis-
tas aseguran que, de la misma
forma en que los cambios históri-
cos han transformado la socie-
dad y las circunstancias de mu-
jeres y hombres, el surgimiento
de estas obras rupturistas ha
dejado huella en la cultura po-
pular, lo que permite que en-
contremos en obras Shōnen y
Seinen personajes femeninos
muy interesantes de observar,
como algunos simbólicamente
masculinizados para demostrar
fortaleza (cabello corto, actitu-
des violentas, uso de armas) y
en roles de acción y posiciones
de poder (siendo pilotos de ro-
bots gigantes, comandantes,
científicas, primeras ministras), lo
que lleva a pensar que la perfor-
matividad y la resignificación del
género está presente en el arte
y la cultura, por lo que estudiar
su desarrollo e influencia en el
público lector resulta muy intere-
sante.
EL MANGA Y LA PERFORMATIVIDAD DEL GÉNERO FEMENINO
El manga japonés constituye un
estilo reconocido por poseer
rasgos únicos dentro de las ex-
presiones gráficas, como sus
complejas y elaboradas tramas,
el empleo de múltiples referen-
cias culturales, diversos escena-
rios narrativos y su formato en
revista es similar a la novela por
encargo. Hoy en día, es alta-
mente popular y ha convertido
a Japón en el mayor mercado
de historietas del mundo, tanto
así que semanalmente se impri-
men más de 300 revistas, convir-
tiéndolo en el medio de comu-
nicación más importante de su
país, superando incluso a la
televisión. Ya en el extranjero,
para un producto que fue pen-
sado solo para el público nipón,
su influencia y la de sus deriva-
dos como el anime es tal que
varios de sus títulos insignes han
sido traducidos a múltiples idio-
mas, convirtiéndose en obras
de culto.
Desde los Estudios Culturales,
se emplea el concepto de
“culturas compartidas” para
hablar de lo que generan fenó-
menos como este, si pensamos
en cómo el consumo sistemáti-
co de obras con un origen co-
mún, ciertos códigos, significa-
dos y elementos del discurso
presentes en estos pueden co-
larse en la construcción de un
imaginario intercultural. En esa
línea, un aspecto interesante
de analizar en búsqueda de
una posible repetición de pa-
trones y relatos compartidos son
las representaciones de género
en el manga.
Varios investigadores del
tema coinciden en señalar cier-
tas obras y personajes femeni-
nos que cuestionan aspectos co-
mo el binarismo del sexo-género y
los roles tradicionalmente ligados
a la heteronormatividad, tales
como Sapphire y Hecate de Ri-
bbon no Kishi リボンの騎士 (1953-
1968) del pionero mangaka
Osamu Tezuka, Oscar Jarjayes de
Versailles no Bara ベルサイユのば
ら (1972-1973) de Riyoko Ikeda,
Candice “Candy” White de Can-
dy Candy キャンディ・キャンディ
(1975-1979) escrita por Mizuki Kyo-
ko y dibujada por Igarashi Yumiko,
la icónica Usagi Tsukino y prácti-
camente todo el elenco feme-
nino de Bishojo Senshi Sailor Moon
美少女戦士セーラームーン (1991-
1997) de Naoko Takeuchi, Utena
Tenjou y Anthy Himemiya de Shojo
Kakumei Utena 少女革命ウテナ
(1996-1998) de Chiho Saito, Sa-
kura Kinomoto y sus coprotagonis-
tas en Cardcaptor Sakura カード
キャプターさくら (1996-2000) por
el reconocido grupo de man-
gakas CLAMP y Nana Komatsu
junto a Nana Osaki en NANA ナナ
(2000-2009) de Ai Yazawa. Tan
reconocidas en el medio, todas
ellas en su conjunto traen a la
escena temáticas interesantes
como la fluidez de sexo-género,
tramas que fracturan las conven-
ciones sociales asociadas a la
feminidad según la época y la
viabilidad de sujetos y relaciones
LGTBIQ+, entre otras.
A todas luces, los títulos antes
mencionados tienden a represen-
tar una minoría dentro un océano
de obras que se ajustan más bien
FRANCISCA RAMÍREZ
GONZÁLEZ
Socióloga de la Universidad de
Playa Ancha y Diplomada en
Literatura Infantil y Juvenil: Teoría,
Creación y Edición (IDEA-USACH).
Aficionada a la lectura y a la
cultura popular japonesa, intere-
sada actualmente en el estudio y
análisis del manga y anime desde
la perspectiva de los Estudios
Culturales y Género.
C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 17 DE JULIO DE 2019
«...ciertas obras y personajes femeninos que cuestionan
aspectos como el binarismo del sexo-género y los roles
tradicionalmente ligados a la heteronormatividad»
RECOMENDAMOS
Jacqueline Herrera. Kawaii. Blon-
das, caramelos y sesos. Chile:
Biblioteca de Chilenia, 2018.
139 páginas.
www.laotralij.cl
www.facebook.com/
laotraLIJ/
las palabras hacia la verbaliza-
ción de ideas y preceptos, con el
fin de que les permita reconocer
su propia capacidad de análisis
y reflexión.
Ser mediadores y mediadoras
nos enfrenta a nuevas formas de
relacionarnos con los y las ado-
lescentes, reflexionando acerca
de la tradicional exposición mo-
nologada y jerarquizada, y su
real impacto en la mediación.
Debemos asumir que son ellos y
ellas los artífices de su desarrollo
intelectual, cada uno con su
historia y su contexto, permitién-
doles transformarse en sujetos
sociales que tienen mucho que
decir respecto de lo que les ro-
dea.
Sin embargo, como mediado-
res y mediadoras es imposible
negar la existencia de la inciden-
cia política del Proyecto Educati-
vo en las comunidades escola-
res, pues nuestro sistema educa-
cional así lo permite, no solo al
momento de elegir las lecturas
complementarias, sino también
en el catálogo de libre disposi-
ción de las bibliotecas escolares.
El desafío es lograr un diálogo
equilibrado entre lo que como
trabajadores/as dependientes
podemos hacer y la compren-
sión de la adolescencia y la lite-
ratura como un lugar común de
crecimiento libre, estableciendo
como principio no permitir que
las temáticas controversiales
para los adultos permeen la
identidad de los propios adoles-
centes.
EL RIESGO DE LA MIRADA ADULTOCENTRISTA EN LA
MEDIACIÓN DE LA LECTURA
Al leer una novela juvenil, uno
suele toparse con lugares co-
munes que tratan de reflejar lo
confuso e inestable de la ado-
lescencia. Después de varios
títulos y años, me he cuestiona-
do si es una estrategia de los
adultos escritores o solo una
lamentable coincidencia. Afor-
tunadamente, los estudios y
avances teóricos en torno al
tema han ayudado a ir despe-
jando las intenciones de la lite-
ratura para adolescentes y no
solo desde el lugar de quien
escribe, sino también desde
aquel que ejerce la labor de
mediador de la lectura.
Trabajar con adolescentes
desde la práctica lectora nos
posiciona en un peldaño de
poder casi sumergido en el ano-
nimato: ¿pueden las y los biblio-
tecarios influir en el desarrollo
del capital cultural y social de
sus usuarios? Claro que sí. Pre-
tender que el transcurso de
nuestro ejercicio es neutral o
indefenso subvalora el poder
que ejercen los libros en las so-
ciedades. Y, por lo mismo, con-
siderando esta responsabilidad,
debemos procurar equilibrar los
valores y creencias propias que
nos construyen como adultos a
la hora de mediar o, incluso,
recomendar un libro por sobre
otro.
A veces nos cuesta recono-
cer nuestra propia mirada adul-
tocéntrica, ya que se vuelve
difícil de aceptar como prácti-
ca cotidiana y no nos damos
cuenta de que miramos a los y
las jóvenes desde esa perspecti-
va, lo queramos o no. El adulto-
centrismo se construye sobre
una relación asimétrica, lo que
se convierte en un riesgo a la
hora de ejercer como mediado-
res de la lectura: ¿cómo nos
sacudimos esa suposición arrai-
gada en nosotros de que los y
las adolescentes no tienen opi-
nión válida “porque no han vivi-
do” o “no tienen la madurez
necesaria”? ¿Cuántas veces
hemos censurado un tema solo
porque a nosotros los adultos
nos parece que es inadecua-
do? ¿Hemos sido despectivos
con sus análisis cuando les pre-
s e n t a m o s a l g ú n l i b r o ?
¿Realmente tienen la oportuni-
dad de expresar una opinión
cuando les preguntamos por
ella? ¿O el miedo a ser enjuicia-
dos/as por este adulto dictador
de moral –que, en ocasiones,
podemos ser– los inhibe?
Ponerse el traje de mediado-
res/as de la lectura es una res-
ponsabilidad enorme que con-
lleva tener la capacidad de
desprejuiciarse y buscar formas
dialógicas de relación con nues-
tros/as estudiantes, para desper-
tar en ellos/as la confianza de
enfrentar la supuesta superiori-
dad jerárquica o intelectual del
adulto sin miedos ni autocensu-
ras. Estamos para crear un
vínculo libre entre el lector y el
libro y, por sobre todo, entre el
no lector y los libros, cuidando
de no caer en la modelación de
la conducta y el pensamiento a
través de las lecturas. Nuestro
trabajo como guías es empujar
MARY OYARZO VARELA
Bibliotecóloga, Licenciada en Cien-
cias de la Documentación de la
Universidad de Playa Ancha. Diplo-
mada en Fomento de la Lectura
Infantil y Juvenil de la Pontificia
Universidad Católica y Diplomada
en Biblioteca Escolar CRA del Insti-
tuto Emprender. Actualmente, se
desempeña como bibliotecóloga
del colegio Instituto Claudio Matte
SIP y es miembro permanente del
equipo de convivencia escolar y
prevención.
C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 31 DE JULIO DE 2019
«Pretender que el transcurso de nuestro ejercicio es
neutral o indefenso subvalora el poder que ejercen
los libros en las sociedades»
RECOMENDAMOS
Michèle Petit. Nuevos acercamien-
tos a los jóvenes y la lectura. Méxi-
co: FCE, 1999 199 páginas.
www.laotralij.cl
www.facebook.com/
laotraLIJ/
sucedida después por el arco
Fullbring, en el cual nos presen-
tan a un grupo de villanos débi-
les y poco interesantes. Luego,
la saga final no resiste análisis,
fue desastrosa, muy apresurada
por decisiones editoriales y llena
de cabos sueltos. Por último,
creo que la editorial estiró so-
bremanera la serie, a pesar de
haber agotado toda el agua
del pozo, lógica muy común en
este medio.
Bleach es hoy una serie olvi-
dada, irrespetada y material
inacabable de memes, a pesar
de que veo con claridad su
influencia en obras de moda,
como My Hero Academia,
Black Clover y Shingeki no
Kyojin. ¿Podría haberse salva-
do? Sí. La solución más obvia
era terminar la serie con la de-
rrota de Aizen. Habría sido un
final glorioso, con Ichigo sacrifi-
cando sus poderes y su carrera
como shinigami para poder
vencer a Aizen. Otra alternativa
era terminar la serialización en
ese mismo punto y continuar la
historia en otros medios, como
novelas ligeras o revistas de
publicación mensual o semes-
tral. Una tercera opción viable
habría sido la contratación de
un narrador experimentado y
con las calificaciones suficien-
tes para escribir la historia, de
modo que Kubo solo se preocu-
para de ilustrar. Hay varios es-
cenarios posibles, ¿qué habrían
hecho ustedes?
¿POR QUÉ EXCLUYEN A ICHIGO? EL AUGE Y CAÍDA
DE BLEACH
Los juegos olímpicos poco me
importan. Y, aunque les sor-
prenda, tampoco los de Tokio
2020. El problema es que eva-
dir el asunto es una tarea in-
abordable para cualquier cul-
tor del manga, pues la cita
deportiva es una buena opor-
tunidad para difundir a todo el
mundo los productos de esta
industria. Les cuento que lo
padecí en persona cuando, en
un viaje a Japón, encontré
afiches en los que aparecían
los embajadores del evento: el
infame de Goku, Usagi, Astro-
boy, Luffy, Naruto y unos cuan-
tos más. Cuando vi esos dos
últimos, recordé la época glo-
riosa del manga de los 2000, en
la que tres colosos disputaban
cada semana el primer puesto
en la revista Weekly Jump; ha-
blo de One Piece, Naruto y
Bleach. La curiosidad inicial
mutó a angustia al percatarme
de que Ichigo, de Bleach, no
aparecía en ninguna parte. Al
consultar varias páginas, lo
confirmé: a él no lo designaron.
Si se están preguntando por
qué, seré franco: los japoneses
no quieren a Ichigo y se aver-
güenzan de él. ¿Cómo llegó a
ese punto? Ahora se los expli-
co.
Bleach (de Tite Kubo, publi-
cado por Shueisha entre 2001 y
2016) cosechó una década de
éxito (2001 a 2010) gracias a
una historia fresca y electrizan-
te, cuya propuesta colisionó al
mundo adolescente y mo-
derno de Ichigo contra uno
fantástico, con habilidades
espirituales, códigos samurai,
sofocantes jerarquías militares e
intrigantes conjuras, y a ilustra-
ciones del más alto nivel, en las
que se percibe la energía de
cada sablazo, el dolor de los
cortes y el terror de los persona-
jes al enfrentar poderes que
apenas comprenden. La bo-
nanza permitió la venta de múl-
tiples productos derivados, co-
mo figuras de colección, pelu-
ches, musicales en vivo y pelícu-
las. Sin embargo, hubo un cam-
bio inesperado en 2011, las ven-
tas de sus libros bajaron y perdió
a tal grado su popularidad en
la Weekly Jump, que incluso
llegó a situarse a los últimos lu-
gares. Es esperable que las se-
ries de larga duración pierdan
adeptos con el paso del tiem-
po, Game of Thrones y The Wal-
king Dead son algunos ejem-
plos. Pero aquí hablamos de
una caída catastrófica y pocas
veces vista en la historia del
entretenimiento.
Sospecho que son tres las
razones de su caída: el arte de
Kubo, las fallas narrativas y las
malas decisiones editoriales de
Shueisha. Su ilustración en el
último tercio de la historia per-
dió la calidad de antaño, se
volvió monótona, aletargada e
insípida. Carecía de fondos y las
transiciones de viñetas eran
caóticas. Era un mundo muerto
al que ya no daban ganas de
visitar. Con respecto a la narra-
ción, la muerte de Aizen marca
el término de la saga principal,
JUAN FRANCISCO GREZ
Magíster en Edición (Universidad
Diego Portales). Diplomado en
Literatura Infantil y Juvenil: Teoría,
Creación y Edición (IDEA-USACH).
Cientista Político (Pontificia Universi-
dad Católica de Chile) y Licencia-
do en Historia (Pontificia Universi-
dad Católica de Chile). Editor de
contenidos y estilo en la Subsecre-
taría de Derechos Humanos (desde
2018) y editor independiente de
textos académicos (desde 2015).
Colaborador de La otra LIJ .
C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 14 DE AGOSTO DE 2019
«Sospecho que son tres las razones de su caída: el
arte de Kubo, las fallas narrativas y las malas
decisiones editoriales de Shueisha»
RECOMENDAMOS
Takeshi Sakurai. Cómo se hace la
Jump. España: Norma Editorial,
2018. 208 páginas.
www.laotralij.cl
www.facebook.com/
laotraLIJ/
Leer –y releer– La historia inter-
minable hoy es tan necesario
como urgente. Porque frente al
desamparo y el agobio en que
nos tiene sumergidos un sistema
económico que vacía de senti-
do nuestra existencia, ante la
indiferencia por la deforestación
desmedida, el consumo compul-
sivo, el agotamiento de nuestras
reservas de agua dulce y la usur-
pación de territorios ancestrales,
necesitamos el coraje del joven
Atreyu, la buena suerte del dra-
gón Fújur, la sabiduría de la ve-
tusta Morla y, por supuesto, la
convicción de la Emperatriz.
Porque, al igual que Fantasia
y sus habitantes, estamos frente
a una encrucijada: la Nada
avanza, generando solo devas-
tación y sufrimiento, y nosotros
permanecemos en nuestros có-
modos hogares siendo especta-
dores –al igual que Bastián mien-
tras lee sin involucrarse y negán-
dose al llamamiento– de la pér-
dida de la biodiversidad, de la
desaparición de nuestra forma
de vida, de la lucha titánica fren-
te a las transnacionales, del re-
surgimiento del odio frente a la
diferencia y del acorralamiento
de nuestras libertades más ele-
mentales. Fantasia se salva, sí,
pero si algo nos muestra el Áuryn
de manera evidente es que, de
romperse el equilibrio precario
del mundo, la Nada ocupa el
lugar de la Vida y la desesperan-
za se yergue en lugar de la ima-
ginación.
¿POR QUÉ LEER LA HISTORIA INTERMINABLE HOY?
¿Qué hace que un libro se con-
vierta en un clásico? ¿Su cali-
dad literaria? Sí. ¿Su forma de
contarnos una historia extraordi-
naria con personajes entraña-
bles? También. ¿Su capacidad
de trascender su contexto de
producción y continuar vigente
a pesar del paso del tiempo?
De todas maneras. Si bien cada
uno atesora sus propios
“clásicos”, es decir, todos aque-
llos libros que han ejercido una
influencia particular en nosotros,
que han instalado su morada
en nuestra memoria y a los cua-
les recurrimos en momentos
claves de nuestra existencia, en
mi caso, La historia interminable
de Michael Ende ocupa un lu-
gar central. Ahora, al cumplirse
40 años de su primera edición
en alemán, vuelvo a sumergir-
me en sus páginas, aceptando
la peligrosa invitación de cruzar
la puerta de cristal que da al
interior de la tiendecita de libros
del señor Koreander y “tomo
prestado”, junto a Bastián, tal
como lo hiciera muchas veces
antes, el extraño volumen de
tapas color cobre, impreso en
dos colores y con el enigmático
Áuryn en su portada.
“Es muy peligroso, Frodo,
cruzar la puerta. Vas hacia el
camino y, si no cuidas tus pasos,
no sabes hacia dónde te arras-
trarán”, le advierte Bilbo Bolsón
a su sobrino. Y si bien esa es otra
historia y debe ser contada en
otra ocasión, me sirve para ilus-
trar la mágica –y no exenta de
riesgos– transformación que
experimentamos cada vez que
leemos un libro. Porque la nove-
la de Ende nos propone, entre
muchas otras posibles interpre-
taciones, una hermenéutica de
la lectura. ¿Qué leemos cuando
leemos? A nosotros mismos.
Pues, al igual que los tres porta-
les que debe cruzar Atreyu para
poder continuar con su búsque-
da –y con él, Bastián y nosotros,
los lectores–, la lectura nos invita
a una acción consciente y te-
meraria de descubrimiento per-
sonal, que nos exige enfrentar la
mirada inquisitiva de las esfinges
–los otros–, que enjuician nuestra
determinación; a contemplar
nuestro verdadero ser ante un
espejo, que devela aquello que
no queremos que otros vean de
nosotros; y, por último, a escu-
char la voz del silencio, que nos
recuerda la importancia de la
palabra y su capacidad de
construir otras realidades.
Su lectura es una invitación a
abandonar el ajetreo de la vida
cotidiana para adentrarnos en
lo desconocido. Porque leer es
también un acto político por
medio del cual tomamos con-
ciencia de que formamos parte
de un colectivo que trasciende
nuestra individualidad. Por eso,
la lucha contra la Nada que
devora Fantasia es tarea de
todos y todas quienes, como
Atreyu y Bastián, entendemos
que, para derrotarla, debemos
oír las voces de nuestras culturas
ancestrales a la vez que aban-
donar la felicidad aparente que
nos vende nuestro pequeño
mundo burgués.
CLAUDIA ANDRADE ECCHIO
Doctora en Literatura Chilena e
Hispanoamericana. Docente del
Diplomado de Literatura Infantil y
Juvenil del Instituto de Estudios
Avanzados de la USACH, de la
Un ive r s ida d d el Desa r ro l l o
(Pedagogía Básica e Ingeniería
Comercial) y de la Universidad
Andrés Bello (Licenciatura en Le-
tras). Integrante de Ring Latinoamé-
rica y de La otra LIJ. Escritora de
literatura para jóvenes: La espera
(en coautoría con Camila Valen-
zuela) y Maleficio. El brujo y su som-
bra.
C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 28 DE AGOSTO DE 2019
«...leer es también un acto político por medio del cual
tomamos conciencia de que formamos parte de un
colectivo que trasciende nuestra individualidad»
RECOMENDAMOS
Michael Ende. Los mejores cuentos
de Michael Ende. España: Everest,
2000. 288 páginas.
www.laotralij.cl
www.facebook.com/
laotraLIJ/
lladas, de gestos, de miradas de
“no digas nada”. Es muy difícil ser
niño o niña en ese mundo. La
dictadura en Chile duró tanto
que pude crecer y darme cuen-
ta, reflexionar sobre el silencio.
Hoy en los talleres con los y las
docentes, cuando hablamos de
memoria y dictadura, una de las
cosas que primero pensamos es
que los niños y las niñas de hoy
no tienen idea. No logramos ex-
plicarles, no tienen manera de
sentir en su piel qué es lo que es
escuchar ese silencio. Mirar esa
calle desierta, sentir aquel vacío
que puede significar la muerte.
Porque, en definitiva, hablar de
dictadura es hablar de miedo,
dolor y muerte.
Es necesario entender que
nada de esto es pasado, porque
la policía sigue golpeando a los
estudiantes en las marchas. Hue-
nante, López y Maldonado son
desaparecidos en democracia, y
preguntémosle a los haitianos y a
los mapuche qué opinan. Nadie
inventa nada nuevo, esa es la
realidad.
Finalmente, escribir ha sido de
las tareas más difíciles que he
encarado. Escribir sobre el golpe,
sobre la dictadura, sobre nues-
tras memorias. Recrear un mun-
do lleno de preguntas y mostrarle
un poco algunas razones de por
qué somos esto que somos hoy,
a la luz de eso que fuimos cuan-
do fuimos niños y niñas.
Ahora solo me queda espe-
rar. Y recordar. Ni perdón, ni olvi-
do.
MATILDE , LA ESCRITURA Y LA MEMORIA
Al igual que cientos de miles de
niños y niñas, crecí en dictadu-
ra. Crecí en medio de toques
de queda, represiones, silencios,
despedidas. Crecí en un mundo
donde los adultos desaparecían
para siempre. En un mundo al
que ibas a velatorios, funerales
y entierros como algo coti-
diano. Donde jamás se nos ocu-
rrió preguntar por qué la gente
se moría, por qué no veíamos
más al tío Juan, dónde vivía
ahora la tía María, o si íbamos a
volver a casa algún día o si era
posible recuperar ese osito que
se me quedó la última vez en
ese departamento. De esas
impresiones, sensaciones y senti-
mientos fue surgiendo Matilde.
Matilde es una historia don-
de escribir es un acto político.
Escribo desde otro país, lo que
me permite –creo– una distan-
cia que objetiva mi mirada so-
bre Chile. Pero eso es mentira,
porque se me llena la mirada
de nostalgia. Hasta el día que
comencé la novela era una
editora, una trabajadora del
libro y la lectura y, de repente,
un libro. Un libro que me salió de
adentro, porque necesitaba
aportar a una conversación
acerca de la dictadura, acerca
de la infancia.
Según Ignacio Scerbo, en su
libro Leer al desaparecido en la
literatura argentina para la in-
fancia, “La memoria como tra-
bajo pone al adulto en relación
con la infancia... A su vez, el
diálogo social en torno a la dic-
tadura ingresa como memoria
selectiva y a la vez ideológica
del pasado”. Personalmente,
me interesaba más que nada
escribir sobre la atmósfera, sobre
ese espacio físico: Santiago de
Chile en los años ochenta. Un
Chile de ficción creado por mis
recuerdos, en el que tanto el
marco exterior, el Santiago de
mis recuerdos, como el interior
de la novela (la vida de esta
familia y, en especial, la relación
de esta nena con su abuela),
me ayudaron a crear dicha at-
mósfera.
En el medio, un espacio so-
cial, una familia de clase traba-
jadora empobrecida por la falta
del principal sostén de la casa.
La atmósfera emocional que
necesitaba contar era lo que
siente una niña de 8 años en un
mundo sumido en el terrorismo
de Estado. Me fue muy intere-
sante trabajar en ese lugar, que-
darme pensando en meterme
en mis recuerdos: el mundo
quieto, la gente moviéndose
lenta y asustada, la sensación
de indefensión.
¿Recuerdan el silencio del
toque de queda? Esa calle va-
cía, la ciudad en pausa. El silen-
cio, pero no el silencio del cam-
po, ese que hay a la noche que
salís y mirás las estrellas y decís
“¡Qué linda noche! Escucha, no
se oye nada”. Este era otro silen-
cio, un silencio de “acá no se
mueve nadie sin que yo lo di-
ga”, un silencio de salís y te ma-
to, un silencio de si escuchás un
auto pueden venir por vos.
La dictadura estaba llena de
silencios. Llena de palabras ca-
CAROLA MARTÍNEZ ARROYO
Estudió Psicología y la diplomatura
en Literatura infantil y juvenil en la
Universidad de San Martín, Argenti-
na. Dirigió el programa de lectura
de la Ciudad de Buenos Aires “Leer
para Crecer” y trabajó para el Plan
Nacional de Lectura. Es editora,
escritora y capacitadora. Autora
de Matilde (Chile, 2018) y Nunca
jamás (Argentina, 2019), ambos
publicados por Editorial Norma.
Actualmente, coordina el Plan de
Lectura BA y es socia de la librería
Donde viven los libros.
C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 4 DE SEPTIEMBRE DE 2019
«La dictadura estaba llena de silencios. Llena de
palabras calladas, de gestos, de miradas de ‘no digas
nada’. Es muy difícil ser niño o niña en ese mundo»
RECOMENDAMOS
Ignacio Scerbo. Leer al desapare-
cido en la Literatura Argentina
para la Infancia. Argentina: Comu-
nicarte, 2014. 155 páginas.
www.laotralij.cl
www.facebook.com/
laotraLIJ/
como una parodia al régimen a
partir de personajes alegóricos y
vinculados a la vida cotidiana
del centro, como Caballito de
Mar o Huesito. La canción cen-
tral de la obra describe a este
rey malvado y narra sus fecho-
rías, repitiendo siempre, junto a
los niños y como un mantra:
“Cuidado… El rey Ñaca Ñaca”.
El mismo procedimiento se
reprodujo en otros recintos peni-
tenciarios chilenos, como la cár-
cel de Valparaíso, donde Sergio
Vesely continuó dando vida a
canciones y espectáculos para
niños con la complicidad de
muchos otros prisioneros políticos,
como el músico Antonio Suzarte
y el artista visual Hugo Riverta
Scott.
La poesía cantada a los niños
que crecimos bajo dictadura
debe salir a la luz. Junto con el
trabajo de Sergio Vesely está el
de varios otros silenciados que
forman parte del proyecto en
curso. En esta oportunidad, he
decidido rescatar la figura de
Vesely por ser uno de los casos
más representativos en torno al
tema, pero también porque su
voz encarna la banda sonora
que rompió el silencio de mi pro-
pia infancia en dictadura bajo la
forma de un cassette lleno de
aventuras, arrullos, semillas y bar-
cos. Un repertorio poético que
marcó, asimismo, a cientos de
niños chilenos que escucharon
esa voz en vivo, en directo y jun-
to a la alambrada.
POESÍA PARA REMENDAR INFANCIAS
Hace 46 años todo enmudeció,
para los que alcanzaron a pal-
par la promesa de un hombre
nuevo y para aquellos que no
entendieron mucho por qué ma-
má, profesores y juegos se calla-
ban de un día para otro. Los
otros, que aparecimos en esta
historia a partir del 11 de sep-
tiembre de 1973, nacimos sumi-
dos en el más rotundo de los
silencios, sin antes ni después.
El trabajo desarrollado por
Patricia Castillo en torno al tema
infancia y dictadura en Chile
constituye un aporte invaluable
en este sentido, al relevar la
agencia histórica de niñas y ni-
ños que vivieron bajo dictadura
poniendo en valor sus voces,
creaciones y testimonios. Por su
parte, desde los estudios que
abordan la producción literaria
destinada a niños y jóvenes, los
últimos años han sido especial-
mente prolíficos en materia de
memoria histórica. Considerando
lo anterior, resulta imperativo
preguntarse también sobre los
imaginarios transmitidos durante
la dictadura a quienes vivieron
bajo ese estado de excepción.
Pienso, especialmente, en aque-
llos con doble condición de vícti-
mas, al constituirse no solo como
niños en dictadura, sino también
como hijos de prisioneros políti-
cos, exiliados o desaparecidos.
Es aquí donde se anidan mis ac-
tuales investigaciones en torno a
la producción poesía infantil du-
rante el periodo dictatorial.
La vida al interior de los cen-
tros de detención en Chile ha
sido tratada en detalle por Jorge
Montealegre y José Santos Her-
ceg, quienes identifican la músi-
ca como una de las principales
formas de resistencia en contex-
tos de reclusión. Katia Chornik,
por su parte, ha investigado en
profundidad los vínculos entre
música y prisión política, dando
forma a un archivo digital de
inmenso valor como es el Portal
Cantos Cautivos. Parte impor-
tante de sus estudios hacen
referencia al caso de Sergio
Vesely, compositor que se inició
en este oficio en el contexto
carcelario, dando forma a crea-
ciones surgidas de un peregrina-
je por varios centros de deten-
ción y que hoy están compila-
das en su disco Documento
(Alemania, 1986).
Era 1975 y se anunciaba la
llegada de un autobús de la
Vicaría de la Solidaridad que
traería consigo a hijas e hijos de
los prisioneros del centro de de-
tención de Melinka. Como ya
era habitual, los presos vincula-
dos al campo intelectual y artís-
tico se organizaron para montar
un espectáculo dirigido, esta
vez, a niños y niñas que serían
enfrentados a un momento de
inmensa carga emotiva como lo
es el reencuentro con una figura
paterna mucho más delgada y
sombría que antes. “Estira tus
patas, caracolito. Estira tus bra-
zos caracolón”, cantaron y bai-
laron todos juntos esa tarde,
mientras presenciaban una fun-
ción de títeres que contaba la
historia de El rey Ñaca Ñaca,
creación colectiva planteada
CAROLA VESELY AVARIA
Investigadora posdoctoral en el
Departamento de Literatura y Lin-
güística de la Universidad de San-
tiago de Chile. Doctora en Literatu-
ra Hispanoamericana de Vanguar-
dia y Posvanguardia por la Universi-
dad de Salamanca, Diplomada en
Semiótica del Arte y la Cultura y
Diplomada en Humanidades. Do-
cente de la USACH, la UDP, la Uni-
versidad Alberto Hurtado y del
Diplomado de Literatura Infantil y
Juvenil: Teoría, Edición y Creación
(IDEA-USACH). Integrante de La
Otra LIJ.
C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 11 DE SEPTIEMBRE DE 2019
«...resulta imperativo preguntarse también sobre los
imaginarios transmitidos durante la dictadura a
quienes vivieron bajo ese estado de excepción»
RECOMENDAMOS
Patricia Castillo. Infancia / Dictadu-
ra. Testigos y actores (1973-1990).
Chile: LOM Ediciones, 2019.
144 páginas.
www.laotralij.cl
www.facebook.com/
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ner los propios traumas de la so-
ciedad chilena. Obras como
Fuentealba 1973 (2018), Historias
clandestinas (2014) o El Cardenal
(2018), entre otras, han comenza-
do a recuperar estas imágenes
necesarias para la memoria histó-
rica.
De este modo, la herida se
abre desde una viñeta que nos
vuelve a situar como espectado-
res de la tragedia nacional. Aun
así, el diálogo nunca es fácil.
¿Hasta dónde estamos dispues-
tos a mirar? Porque nuestra dicta-
dura también se vuelve lo inefa-
ble, lo inimaginable. Ahí están los
testimonios de la oscuridad en el
alma humana que emergen en
los Informes de las Comisiones
Valech o Rettig, los que, a pesar
de leerlos, se nos hacen imposi-
bles de recrear. Y ahí también se
encuentra nuestro límite, en la
posibilidad del morbo, sobre todo
en una sociedad saturada de
imágenes, donde ISIS visualiza la
muerte en HD.
¿Por qué volver a esas imáge-
nes entonces? Las páginas inicia-
les de Pinturas de guerra (2017),
novela gráfica del español Ángel
de la Calle, dan una dura res-
puesta. Un diálogo coloquial en-
tre dos victimarios, quienes ha-
blan de fiestas familiares mientras
piensan qué hacer con unos ra-
tones, nos sitúa, nuevamente,
frente a lo que queremos ocultar.
Porque ahí está el poder de la
imagen: en lo que no debe ser
olvidado, por más duro que nos
pueda golpear.
IMÁGENES SIEMPRE, PESE A TODO
Un par de imágenes bastaron
para encender una polémica.
Corría el año 2001 y la exposi-
ción “Mémoire des camps: Pho-
tographies des camps de con-
centration et d’extermination
nazis 1933-1999” presentaba
cuatro fotografías tomadas en
1944, desde el crematorio V del
campo de Auschwitz-Birkenau
por miembros del Sonderkom-
mando, donde se dejaban en
evidencia los procedimientos de
exterminio masivo llevados a
cabo por el ejército alemán
durante la Segunda Guerra
Mundial. Dichas imágenes, ante
la prohibición de tomar fotogra-
fías al interior de los campos de
concentración, funcionaron
como los únicos testimonios del
horror, aun bajo el riesgo absolu-
to de las vidas de las personas
que lograron capturarlas.
Su divulgación en el contex-
to de la muestra generó encen-
didas discusiones en Francia.
Claude Lanzmann, director del
monumenta l documenta l
“Shoah” (1985), fue uno de los
principales detractores. Su posi-
ción radical ya había sido pues-
ta en juego en su propia obra,
obligándose a no utilizar bajo
ninguna circunstancia material
de archivo de la época y cen-
trando su trabajo en las entrevis-
tas contemporáneas a supervi-
vientes o testigos. El problema
de la visualización del Holocaus-
to judío se puso sobre la mesa y
películas como La lista de
Schindler sufrieron el embate de
críticos quienes veían en el film
de Spielberg una suerte de es-
pectacularización de la muerte
y la tragedia.
La discusión comenzó a cen-
trarse en la representación visual
de uno de los episodios más terri-
bles del siglo XX y las posiciones
ya eran claras: para Lanzmann,
el Holocausto, con toda su vio-
lencia e inhumanidad, era lo
indecible, lo irrepresentable, de
ahí su negación a utilizar las imá-
genes que volvieran a traer esa
miseria a la luz. No es de extra-
ñar, entonces, que sus dardos se
dirigieran contra Georges Didi-
Huberman, autor de uno de los
textos del catálogo de la exposi-
ción. La respuesta de este último
fue directa a través de su libro
Imágenes pese a todo (2003).
Pero la pregunta que debe-
mos hacernos es: ¿qué ocurre
con nuestras imágenes? Ya han
transcurrido 46 años desde el
golpe de Estado en Chile y la
cantidad de archivos es notable.
Fotografías, documentales u
otras fuentes han atestiguado
parte del proceso brutal de la
dictadura, pero aún no somos
capaces de mirar de frente a
nuestro propio horror. De ahí la
relevancia que adquieren las
nuevas imágenes que emergen,
sin embargo, estas ya no provie-
nen de ese archivo de la reali-
dad que ha sido anestesiado a
ojos del espectador (¿cuántas
veces hemos visto La Moneda
bombardeada y, aun así, no lo-
gramos dimensionar lo conmove-
dor de los fotogramas expues-
tos?), sino que ahora es la ficción
gráfica la que pretende escarbar
en nuestra memoria para expo-
HUGO HINOJOSA LOBOS
Candidato a Doctor en Literatura
de la Pontificia Universidad Católica
de Chile y Magíster en Didáctica de
la Literatura y de la Lengua de la
Universidad Metropolitana de Cien-
cias de la Educación. Docente de la
Facultad de Pedagogía de la Uni-
versidad Academia de Humanismo
Cristiano y del Diplomado de Litera-
tura Infantil y Juvenil: Teoría, Edición
y Creación (IDEA-USACH). Fundador
de Ring Chile, Red de Investigadores
de Narrativa Gráfica, e Integrante
de La Otra LIJ.
C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 25 DE SEPTIEMBRE DE 2019
«¿Hasta dónde estamos dispuestos a mirar? Porque
nuestra dictadura también se vuelve lo inefable, lo
inimaginable»
RECOMENDAMOS
Ricardo Fuentealba Rivera.
Fuentealba 1973. Chile: Pehuén,
2017. 76 páginas.
www.laotralij.cl
www.facebook.com/
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da de forma premeditada, en la
que tanto los ritmos como los
patrones deben ser considerados
como las puntaciones dentro de
composición más compleja.
Por otra parte, considerando
el trabajo de Lucía Rodríguez
como un ejercicio pictórico, veo
en Perago también un acerca-
miento al libro de artista, una
invitación a la meditación y a un
diálogo consigo mismo. Incluso
podría leerse como un ensayo
poético-visual sobre la relación
entre colores y estados de ánimo,
y la manera en que nuestros sen-
timientos modelan lo que vemos.
Sin ser ninguno de los anterio-
res, Perago tiene un poco de
cada uno. Y es en ese origen
mestizo donde reside para mí
una de sus mayores fortalezas. Su
deseo de mover límites en un
territorio en el que todo parece
encasillado, donde cada libro
debe tener un público predeter-
minado y pautas de lectura que
no dejen dudas, es un propósito
digno de saludar. Porque, a dife-
rencia de la gran mayoría de
libros ilustrados que estamos
acostumbrados a leer, Perago
busca instalar preguntas más que
imponer respuestas. Nos susurra
que nada está determinado y
que todo está por construir. Y a
cada uno de nosotros, lectores
de este libro y habitantes de esta
vida, nos corresponde asumir esa
verdad.
PERAGO , EL RIESGO NECESARIO
Primera escena. Un cuadrado
rojo y un cuadrado negro so-
bre un fondo blanco. Pasan las
páginas, surgen estructuras
geométricas. Un gran círculo
rojo aparece. Rojo y negro se
disputan el espacio. Rojo se
queda. Negro se marcha. Es
1922 y, a través del libro Histo-
ria de dos cuadros. Un cuento
suprematista en seis construc-
ciones, El Lissitzky intenta narrar
a los niños los revolucionarios
cambios de la sociedad rusa y
el nacimiento de una nueva
forma de arte.
Segunda escena. Un hom-
bre viaja en un tren con sus
sobrinos. Para entretenerlos
durante el trayecto, corta tro-
zos de papel y comienza un
relato sobre pequeño azul,
quien, tras quedarse solo en
casa, decide ir a ver a su me-
jor amigo, pequeño amarillo.
Después de una larga búsque-
da al fin se encuentran y es
tanta su felicidad y tan grande
su abrazo que se fusionan en
un solo color, el verde. El hom-
bre se llamaba Leo Leonni. El
año es 1959. El libro es Peque-
ño Azul y Pequeño Amarillo,
obra fundamental de la histo-
ria de la literatura infantil mun-
dial.
Tercera escena. Flicts, un
color muy raro y muy triste,
trata de encontrar un lugar en
el mundo de los colores. Pero
no lo encuentra y termina des-
cubriendo que eso no es tan
grave, porque su lugar no está
en la Tierra sino en lo alto del
cielo. Es 1969 y el ilustrador
Ziraldo está poniendo en Amé-
rica Latina, con sus cuadrados,
líneas y planos de color, la piedra
fundacional de lo que más tarde
llamaremos libro álbum, al tiem-
po que hace una fuerte crítica a
una sociedad marcada por las
diferencias raciales y sociales.
Cuarta escena. Los cuadra-
dos rojos y negros, pequeño azul,
pequeño amarillo y pequeño
verde, e incluso, Flicts, ese color
que no se parece a ningún otro,
se unen para componer Perago,
de Alfredo Rodríguez y Lucía
Rodríguez (Anfibia, 2019), un libro
que nos pone en el camino de
una rica tradición de autores de
libros ilustrados que se han su-
mergido en la abstracción, bus-
cando en ella la manera de ha-
blar de temas que, muchas ve-
ces, escapan a las palabras.
El surgimiento de la abstrac-
ción como movimiento pictórico
puede entenderse como un in-
tento por crear un nuevo lengua-
je para hablar de una sociedad
en que las antiguas palabras ya
no sirven para describir los cam-
bios, guerras y revoluciones que
están por venir. Sin embargo,
Perago no es una pintura. Y po-
niendo de manifiesto su árbol
genealógico literario tampoco
quiero decir que se trate de un
libro álbum, incluso reconocien-
do que la relación texto-imagen
en sus páginas lo emparenta a
uno, dando una narrativa a una
secuencia de colores organiza-
CLAUDIO AGUILERA ÁLVAREZ
Periodista de la Universidad de Chi-
le. Máster en Libros y Literatura Infan-
til y Juvenil de la UAB Barcelona.
Socio fundador de PLOP! Galería y
editor de Letra Capital Ediciones.
Curador e investigador especializa-
do en historia del libro y del libro
ilustrado, ilustración e historieta.
Como escritor ha publicado los libros
ilustrados Hermanos (Quilombo
Ediciones), Ahí (Erdosain) y La cabe-
za de Elena (Zig-Zag), este último
ganador del Premio Municipal de
Literatura 2018.
C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 9 DE OCTUBRE DE 2019
«Porque, a diferencia de la gran mayoría de libros
ilustrados que estamos acostumbrados a leer,
Perago busca instalar preguntas más que imponer
respuestas»
RECOMENDAMOS
Alfredo Rodríguez y Lucía Rodríguez.
Perago. Chile: Anfibia Ediciones,
2019.
www.laotralij.cl
www.facebook.com/
laotraLIJ/
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