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Las internas abiertas en la selección de candidatos a Presidente en
Argentina, Chile, Uruguay y México
Por Lic. Susana Edith Gelber
1. Introducción
La selección de candidatos es uno de los momentos más significativo en cualquier
organización partidista (Alcántara Sáez y Freidenberg, 2001: 13). A pesar de esto, si los
partidos eligen sus candidatos en forma no democrática eso no quiere decir que no
puedan participar de las elecciones, ni tampoco que no puedan ganarlas.
La selección de candidatos afecta la vida del partido porque quienes resulten
nominados serán quienes representen a la organización ante el electorado y de quienes
va a depender el éxito o el fracaso del conjunto del partido. La postulación de un
candidato es una decisión que obliga a todos los miembros del partido, los cuales se
tendrán que encolumnar detrás de él para llegar a la victoria (Freidenberg y Sánchez
López, 2002:321-322).
En América Latina se dieron varios procesos en forma simultánea. Por un lado, debido
al descrédito de la política en general y de los partidos políticos en particular, a
mediados de los 90 se comenzaron a impulsar reformas políticas que incluían la
adopción de mecanismos de selección de candidatos más incluyentes y transparentes,
como una forma de legitimar el proceso y recuperar la confianza de la ciudadanía. Por el
otro, se comenzaron a llevar adelante estudios sobre el métodos de selección de
candidatos en América Latina, probablemente impulsados por los estudios realizados
tanto en Estados Unidos como en Europa, como por la propia realidad política de la
región, donde partidos políticos en forma unilateral propendían a realizar internas
abiertas, como en Argentina Izquierda Unidad (1989), FREPASO (1995) Alianza
(1998) y la Concertación chilena (1999), y en otros casos mediante reforma
constitucional, Uruguay (1996).
En varios países se realizaron reformas constitucionales que incluyeron la elección de la
fórmula presidencial en doble vuelta y no a simple mayoría, con el objeto de lograr un
fuerte apoyo a la fórmula vencedora y con esto una mayor legitimación, lo que
conllevaría a una mayor estabilidad. Junto a estas reformas, en muchos casos se
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introdujo la elección de candidatos en internas abiertas, con el fin de obturar la
posibilidad de presentación de muchos candidatos en la primera vuelta, y tratando de
conformar coaliciones multipartidistas para tratar de ganar en la primera vuelta.
En América Latina, Argentina, Uruguay y la provincia de Santa Fe, incluyen en su
legislación la obligatoriedad de llevar adelante internas abiertas y simultáneas. En otros
casos, como Chile y México las coaliciones o los partidos las llevan adelante
voluntariamente, de acuerdo a su situación interna, posicionamiento y estrategia
electoral. En el caso de Chile, en el 2012 se sancionó la ley 20640 de primarias
voluntarias y vinculantes para la selección de candidatos a presidente, senadores,
diputados y alcaldes.
Debido a esto, en este trabajo se abordarán tanto los factores que inciden en la elección
de un sistema de selección de candidatos en primarias abiertas en elecciones
presidenciales, como su impacto tanto en las posibilidades electorales de las fuerzas
políticas y su influencia en el sistema de partidos. Para esto se tomarán los casos de
Argentina, Uruguay, Chile y México, en los tres primeros desde la restauración
democrática y en el caso mexicano, desde las reformas implementadas en 1996, que
posibilitaron la eliminación del “dedazo” presidencial para la elección del sucesor, y en
la posterior elección en el 2000, donde se impuso un candidato opositor luego de 70
años de preeminencia del PRI.
2. Selección de candidatos
Hazan y Rahat (2009) señalan que para clasificar los métodos de selección de
candidatos se deben seguir cuatro criterios: el selectorado, candidatura,
descentralización y votación versus nombramiento.
El selectorado es el cuerpo que elige a los candidatos, este puede estar compuesto por
una sola persona (líder del partido), muchas o la totalidad del electorado. Estos autores
señalan que se puede establecer un continuo que va desde un método más excluyente a
uno más incluyente, los casos polares serían por lo tanto, en el caso de la selección por
el líder el más excluyente y si interviene todo el electorado el más incluyente. Teniendo
en cuenta esto se podría decir que en el caso de las primarias o internas abiertas
estaríamos en el caso de selección de candidatos en forma incluyente. En cambio, si se
llevan adelante primarias cerradas, es decir, sólo pueden votar los miembros del partido,
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estaríamos en un caso intermedio, menos incluyente que el anterior. Esto queda
graficado de la siguiente forma:
Selectorado del partido
Electorado Miembros Agencia partidista Agencia partidista Líder del partido
Del partido elegida no elegida
Inclusión Exclusión
Fuente Hazan y Rahat (2009: 41).
En cuanto a las candidaturas también se puede establecer un continuo que va desde más
inclusivas a más exclusión, teniendo como casos polares las más inclusiva a cualquier
ciudadano y la más excluyente a miembros del partido, más requisitos de antigüedad,
presentación de trabajos, entre otros. Esto quedaría graficado de la siguiente forma:
Candidatos
Todos los ciudadanos Miembros del partido Miembros del partido+
Requisitos adicionales
Inclusión Exclusión
Fuente Rahat y Hazan (2009:42).
En cuanto a la descentralización, esta puede ser territorial o funcional. En el primer caso
se refiere a la selección por parte del selectorado local, y esto no implica mayor o menor
inclusión. En cuanto a la descentralización funcional está relacionada con lograr cupos
para asegurar la representación a distintos grupos sociales, por ejemplo minorías,
género, sindicatos.
En cuanto a la votación versus nombramiento, Hazan y Rahat (2009) sostienen que en el
caso de selectorados más pequeños y excluyentes los candidatos suelen ser nombrados y
en selectorados de mayor magnitud los candidatos son seleccionados mediante votación.
Los métodos de selección de candidatos no sólo afectan la política partidista sino que
también pueden reflejar la política partidista. Existe, entonces, una necesidad de analizar
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la selección de candidatos como variable tanto dependiente como independiente Hazan
y Rahat, (2009).
3. Selección de candidatos en democracias en transición
Para Field y Savelis (2009), la elección de procedimientos de selección de candidatos es
más restringida en democracias en transición que en democracias institucionalizadas. En
ese sentido, sostienen que en las últimas los partidos son más organizados y los líderes
menos autónomos, lo cual permite la adopción de procedimientos de selección de
candidatos más inclusivos. Este fue el caso de España, en pleno proceso de transición a
la democracia los líderes de los partidos no tenían que soportar la presión de las bases
para determinar los candidatos; en cambio, cuando el sistema estaba consolidado, el
PSOE (Partido Socialista Obrero Español), ante el vacío dejado por su líder Felipe
González, tuvo que adoptar un sistema de selección de candidatos más inclusivo.
4. Internas abiertas
Como se ha señalado anteriormente, la selección de candidatos mediante primaria o
internas abiertas se traduce en una mayor inclusión de los ciudadanos en el proceso. Los
argumentos a favor indican que se produce una mayor participación de los ciudadanos
en la vida interna de los partidos, se legitiman las candidaturas frente a la opinión
pública y también muchas veces se logra una mayor racionalización y ordenación de los
procedimientos de la clase política, ya que su accionar está supeditado a la voluntad
popular. Pero hay que tener en cuenta que también se pueden producir otros efectos no
tan positivos como, por ejemplo, la adopción de estrategias electorales de tipo catch all.
(Freidenberg y Sánchez Lopez, 2002:330).
Otra cuestión a tener en cuenta es que la participación en internas abiertas implica que
muchas veces participe un electorado diferente al de las elecciones generales y por lo
tanto sea electo un candidato alejado que no sea de preferencia del electorado
Freidenberg y Sánchez López (2002) o alejado del votante medio Colomer (2002).
Otro aspecto a tener en cuenta es que se puede llegar a plebiscitar a un candidato por
encima de la estructura del partido, de esta forma se debilitaría al partido y se ahondaría
la personalización de la política, hecho que ya ocurre en América Latina. Además hay
que tener en cuenta la autonomía de los partidos, en este sentido las vertientes más
ortodoxas sostienen que solamente aquellos que forma parte de los partidos son quienes
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pueden nominar a sus candidatos. Otro aspecto importante lo constituye la competencia
interna, el uso de recursos y el riesgo de fraccionalización. Desde el punto de vista de
los intereses del partido se corre el riesgo de que se seleccionen candidatos más alejado
de las preferencias de las militancia, pero más cercanos al electorado, con lo cual se
diluyen y se vuelven ambiguas las propuestas más cercanas a la ideología del partido.
(Freidenberg y Sánchez López, 2002: 330-331).
Colomer (2002) indica que los candidatos seleccionados en primarias tienden a ser
relativamente poco populares o perdedores en las elecciones generales. Cuanto mayor es
la participación de las masas, la elección recae en líderes con posiciones ideológicas
extremas y por lo tanto quedan relegados los líderes del partido orientados a ganar
elecciones por lo tanto el ganador de la primaria está más lejano del votante mediano en
el conjunto del electorado.
5. Selección de candidatos en América Latina
Las transiciones a la democracia en América Latina inauguradas en la década del 80 del
siglo pasado han sido exitosas en cuanto a ir consolidando el sistema democrático,
dejando atrás una etapa plagada de inestabilidades e interrupciones del orden
institucional, mayoritariamente atravesada por crueles dictaduras que implementaron un
modelo económico y social altamente desigual.
Con el comienzo de las transiciones a la democracia se produjo primero una euforia y
un exceso de expectativas en cuanto a las posibilidades de superar rápidamente las
enormes desigualdades en muchos casos generadas y en otras provocadas por los
gobiernos dictatoriales. No solo eso no sucedió, sino que gobiernos populares llevaron
adelante ajustes estructurales que provocaron en muchos casos la profundización de las
crisis, pero esta vez la salida fue dentro del marco institucional con renuncias de los
presidentes, reemplazos e incluso elecciones anticipadas y entregas del poder antes de
terminar el mandato del sucesor.
En este contexto, se produjo una fuerte crisis de representación que hizo temblar los
cimientos institucionales de muchos países latinoamericanos. La emergencia de nuevos
liderazgos y a la vez la implementación de reformas políticas para achicar la brecha
entre representantes y representados, trataron de mitigar esa crisis. Entre estas reformas
se puede mencionar la paulatina instauración de internas abiertas para la selección de
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candidatos en las elecciones presidenciales, así como reformas constitucionales que
implicaban la instauración de la doble vuelta electoral, con distintos pisos y márgenes
de victoria, y la selección de candidatos en internas abiertas para dar mayor
participación a la ciudadanía que estaba cayendo en la apatía.
6. Antecedentes de internas o primarias abiertas: Estados Unidos.
En términos generales el antecedente y el modelo a seguir es el estadounidense En
Estados Unidos, la selección de candidatos mediante la elección de convencionales del
partido comenzaron en 1912; pero recién en 1968 este sistema se generalizó. Hasta ese
momento la cantidad de convencionales elegidos era una minoría y la selección del
candidato a presidente estuvo dominada por políticos profesionales que resolvían las
candidaturas en los pasillos de las Convenciones. El criterio de selección era buscar
políticos populares, que ya tuvieran experiencia de gestión, básicamente en cargos
ejecutivos, por ejemplo, gobernadores de estados, o hubieran participado en el gabinete
de los presidentes salientes y que provenían de estados más poblados. Algunos
presidentes muy populares como Kennedy o Eisenhower fueron designados de esta
forma (Colomer, 2002:120).
A partir de 1972 se hizo una reforma impulsada por el ala izquierda del partido
demócrata, mediante la cual la mayoría de los delegados de la convención serían electos
en primarias. En ese mismo año, un representante de esa corriente logró ser electo
candidato, el senador McGovern, quién perdió por una gran diferencia de votos
(Colomer, 2002:121). A partir de ese momento, las elecciones primarias comenzaron a
ser dominadas tanto por los candidatos como también por los medios de comunicación,
los que tienen una gran incidencia: en muchos casos eligieron candidatos de estado
periféricos, pero con un hábil manejo de la campaña, que luego les resultó efectivo en
las elecciones generales.
Existen dos posturas en cuanto a las consecuencias de las primarias. Algunos autores
sostienen que el candidato seleccionado está alejado de las preferencias del votante
medio y a la vez su elección es impredecible. Esto se debería a que los votantes en las
elecciones primarias no realizan un voto estratégico, sino más bien ideológico, por lo
tanto terminan eligiendo a un candidato no muy popular para el electorado. En cambio,
en los caucus, que son asambleas de activistas, si bien son más ideologizados desean el
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triunfo de su partido, por lo tanto, tienden a elegir un candidato que esté más cercano al
votante y que esté en condiciones de ganar una elección general.
Otro enfoque pone más el énfasis en lo impredecible del proceso eleccionario, ya que
tienen mucho impacto las primarias iniciales en distritos con pocos delegados, pero eso
atrae la atención de los medios y puede ya dar una idea de un temprano ganador, lo que
puede generar deserciones tempranas (Colomer 2002: 122). En la mayoría de los
estados de Estados Unidos, para participar en las primarias los electores tienen que
registrarse como electores del partido en el que quieren participar.
7. Internas abiertas para candidatos a presidente en América Latina
En los procesos de transición a la democracia en América latina que comenzaron en la
década del 80 se fueron llevando adelante reformas constitucionales que establecían la
elección presidencial a doble vuelta con distintos pisos y margen de victoria (Argentina,
Uruguay, Chile, Nicaragua), a la vez que en muchos casos se estableció la posibilidad
de reelección (Argentina, Brasil, Colombia). En este marco, comenzó una tendencia
cada vez más acentuada de tratar de llevar adelante la selección de los candidatos
mediantes primarias, muchas de ellas abiertas, en principio con el objetivo de lograr
dirimir las candidaturas conteniendo a todos los aspirantes, a la vez que consolidar
coaliciones multipartidistas e incluso tratar de lograr la victoria en la primera vuelta
Colomer (2002).
En América Latina, los electores no se tienen que registrar como votantes de los
respectivos partidos para participar en una interna abierta, pero en los ministerios del
Interior de Argentina, Chile y Uruguay están registrados los ciudadanos que están
afiliados a partidos políticos. Esta información se utiliza para restringir la participación
en las primarias de un partido para aquellos afiliados a ese partido y a los electores
independientes, para evitar la intromisión de afiliados de un partido en las internas de
otro. Esto fue modificado en 1996 en Uruguay con la instauración de elecciones abiertas
y simultaneas para todos los partidos y en Argentina sucede lo mismo desde 2009.
En este sentido, se podría decir que en el caso de llevarse adelante internas abiertas en
las que pueden participar los afiliados y el electorado independiente, los potenciales
electores pueden llegar a representar el 80% del padrón. En el caso de Uruguay y
Argentina el electorado es el 100% del padrón (Colomer, 2002: 125).
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Una de las diferencias sustanciales con las internas de Estados Unidos es que en los
casos citados las elecciones se hacen un solo día; en cambio, en Estados Unidos, son
escalonadas y eso también tiene efecto en el resultado final. Además, según Colomer
(2002), en general en América Latina la competencia se da entre dos candidatos y en
Estados Unidos, por lo menos en el punto de partida hay numerosos candidatos, luego
se va decantando a medida que se avanza en las primarias.
Mientras que Colomer (2002) sostiene que cuanto más alta es la participación en
primarias, más se alejan las preferencias del votante medio, es decir, son seleccionados
candidatos que luego o ganan ajustadamente la elección en doble vuelta como Lagos en
Chile en el 2000 o pierden las elecciones como fue el caso de Labastida en México en el
2000. Por el contrario, Carey (2008) sostiene que no hay vínculo entre las primarias y
la selección de candidaturas extremas en sistemas multipartidistas. Esto lo sostiene en
base a que en las elecciones fuera de Estados Unidos compiten más de dos partidos.
Una de las críticas a las internas abiertas es que pueden generar candidatos débiles, e
incluso la poca movilización que genera el partido, si la campaña electoral es muy
disputada y se exponen muy fuertemente las diferencias dentro del partido y además si
concurren pocos ciudadanos a votar Colomer (2002).
Sin embargo, la introducción de reformas electorales en varios países latinoamericanos
e incluso por iniciativa de partidos en forma individual que ha ido instaurando la
realización de primarias abiertas, ha sido para transparentar el proceso y poder elevar el
prestigio de los partidos políticos bastante disminuido por lo menos a mediados de los
90 y a principios de la primera década del siglo XXI. Por esta razón Carey (2008),
sostiene que se evidenció un cambio en el patrón de confianza en los partidos políticos
en aquellos países donde se establecieron leyes que obligan a las primarias, tal el caso
de Uruguay, República Dominicana y Panamá (Carey, 2008: 434). Por lo tanto, señala
que si los votantes valoran la apertura, transparencia y democracia intrapartidaria en la
selección de candidatos presidenciales, y si las primarias favorecen dichas cualidades,
entonces este tipo de selección de candidatos contribuye a la legitimar a los candidatos y
de esta forma están en mejores condiciones para enfrentar a otros candidatos que fueron
elegidos por otros métodos, salvo cuando las internas son obligatorias para todos los
partidos.
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Otra ventaja de las primarias es que logran procesar los conflictos al interior de
coaliciones pluirpartidarias que necesitan unificar la candidatura para poder tener
posibilidades ciertas en las elecciones generales e incluso tratar de evitar la segunda
vuelta. De esta forma se evitó la presentación de dos candidatos en la Concertación
chilena en las elecciones de 1999, el candidato triunfante en la primaria, que provenía
del ala izquierda de la coalición, al ganar la interna se comprometió en ser el candidato
de la Concertación, lo que contuvo al candidato derrotado, Zaldivar y a su partido, la
democracia cristiana. Si bien para Colomer (2002), esta victoria en la primaria de un
candidato socialista, el primero después de la dictadura, debilitó sus posibilidades en las
generales, ya que luego ganó ajustadamente en la segunda vuelta, frente al candidato de
la derecha, Lavín, en términos de Carey (2008) la primaria fue exitosa porque logró
contener a todos los partidos y de esta forma la Concertación, al llevar una candidatura
única, ya legitimada en primarias, logró retener el gobierno.
En este mismo sentido, Carey (2008) sostiene que el mismo efecto tuvo la interna
abierta llevada adelante en Argentina en 1999, para seleccionar el candidato a
presidente de la Alianza, donde el candidato triunfante, De la Rúa, se impuso
cómodamente al candidato del oficialismo.
Carey (2008) señala la existencia de un bono de las primarias que beneficia al partido
que las lleva adelante, pero solo en el caso de que las elecciones sean limpias y
transparentes. En el caso mexicano, en el 2006, López Obrador, candidato del PRD,
seleccionado sin llevar adelante internas, era claro favorito para las elecciones
generales, sin embargo, terminó perdiendo por la mínima diferencia, frente al candidato
del PAN, Calderón, quién se impuso, contra todos los pronósticos en las primarias de su
partido al candidato del presidente saliente, Vicente Fox. Esta situación potenció sus
posibilidades y logró vencer en las elecciones generales, aunque López Obrador nunca
reconoció la victoria por considerarla fraudulenta. Pero en el caso que nos ocupa, el de
las primarias del PAN no hubo denuncias de fraude, y por lo tanto las primarias no solo
posibilitaron la selección de un candidato inesperado sino que le dieron impulso para
ganar en las elecciones generales. En base a este caso y otros enunciados anteriormente,
Carey (2008) sostiene la tesitura de que la celebración de primarias es beneficiosa para
el partido que la lleva adelante, ya que otorgan legitimidad democrática al candidato, si
se realiza en un marco de transparencia y es inclusivo.
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8. Argentina
Con el inicio de la transición a la democracia en 1983, ganó las elecciones el candidato
radical Raúl Alfonsín, quién se había impuesto en elecciones internas cerradas e
indirectas. El nuevo presidente otorgó espacios de poder a sus antiguos adversarios
internos aumentando su base de sustentación. En Argentina, hasta el 2002, era potestad
de los partidos políticos la forma de realizar la selección de candidatos para todos los
cargos de elección popular. Fue así que la UCR realizó una interna escalonada a lo largo
de 1983, para definir la elección de convencionales que apoyaban a algunos de los
precandidatos y el Partido Justicialista realizó una interna cerrada con elección directa
de su candidato a presidente en 1988. Sin embargo, una coalición de izquierda,
Izquierda Unida (IU), sin posibilidades de llegar al gobierno, realizó una interna abierta
para definir su candidato a presidente; y en 1995 el Frente por un País Solidario
(FREPASO) llevó adelante internas abiertas para la selección de los candidatos de la
fórmula presidencial: la interna fue ganada por Bordón, frente a Carlos Alvarez, con una
concurrencia cercana al medio millón de electores Gallo (2005).
Pero el antecedente más importante es la interna abierta realizada por la Alianza en
1998 para definir la fórmula presidencial en vistas a las elecciones generales del año
siguiente. Esta coalición estaba conformada por el FREPASO y la Unión Cívica Radical
(UCR), y tenía serías posibilidades de llegar al gobierno. La realización de estas
internas abiertas no solo definiría la fórmula presidencial, sino que de acuerdo a los
resultados en cada provincia y municipio, se determinarían las candidaturas de cada
fuerza dentro de la coalición. Pero el acuerdo incluía que el que saliera segundo
designaba al candidato a vicepresidente y su partido designaba al candidato a
gobernador de la provincia de Buenos Aires y a Jefe de Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires, y el segundo término de la fórmula quedaba para el partido triunfador en
la candidatura presidencial Colomer (2002). Los candidatos a presidente fueron De la
Rúa, de la UCR, en ese momento jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y
Graciela Fernández Meijide, senadora por la provincia de Buenos Aires, y con un gran
prestigio en el campo de los derechos humanos. Las elecciones se realizaron en
noviembre de 1998 y se impuso el candidato radical, debido a la fuerte implantación
territorial de ese partido, pero la fórmula finalmente no fue integrada por Fernández
Meijide, quien encabezó la fórmula para la gobernación de la provincia de Buenos
Aires, sino que acompañó a De la Rúa Carlos Álvarez, el líder del FREPASO. Lo que
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había unificado las posturas de la UCR y del FREPASO, ya en las legislativas de 1997,
fueron los deseos de permanencia en el poder del presidente Menem, más allá de las
disposiciones constitucionales. Finalmente, la fórmula aliancista se impuso
holgadamente al candidato del Partido Justicialista (PJ). En este caso se realizaron
elecciones inclusivas, se logró contener a todos los partidos que integraban la Alianza, y
lograron el objetivo de llegar al gobierno. La crisis posterior de la coalición y la salida
anticipada del gobierno del presidente De la Rúa, obedecen más a haber constituido un
frente electoral en lugar de una coalición, cuyo objetivo más importante era derrotar al
oficialismo y, además, por la fuerte crisis socioeconómica que ya se venía incubando y
terminó por estallar en diciembre de 2001.
En plena crisis social, económica y política y en un escenario de total descreimiento de
la política por parte de los ciudadanos que se reflejaba en una fuerte crisis de
representación, el gobierno que sustituyó al renunciante De la Rúa impulsó la sanción
de la ley 25611 de internas abiertas obligatorias y simultáneas para todos los cargos
electivos nacionales. Esta ley fue suspendida por resolución judicial porque avanzaba
sobre los partidos políticos, considerando su contenido contrario al artículo 38 (partidos
políticos) de la Constitución Nacional. Solamente fue aplicada en algunas provincias en
el 2005 para la selección de candidatos a diputados nacionales. Finalmente, fue
derogada en el 2006.
En el 2009, luego de la derrota en las elecciones legislativas de medio término y antes
del recambio de las Cámaras, donde iba a perder la mayoría, la presidente Cristina
Fernández impulso la sanción de la ley 26571 de Primarias Abiertas Simultaneas y
Obligatorias (PASO). El objetivo explícito de esta ley era alentar la democratización
interna de los partidos políticos y contribuir a la reestructuración del sistema partidario
y de la oferta electoral. Las primarias son obligatorias tanto para los partidos como para
los ciudadanos, de esta forma el selectorado está conformado por todo el cuerpo
electoral. Se llevaron a cabo por primera vez el 14 de agosto de 2011, en vista de las
elecciones presidenciales y legislativas de octubre de ese año. Se presentaron diez
partidos y coaliciones, pero ninguna compitió ya que presentaron listas únicas. En lo
que si operó la ley es en reducir la cantidad de fórmulas en la elección general, ya que el
partido o coalición que no obtenía un piso determinado (1.5% de los votos válidos)
quedaba fuera de competencia, por eso las listas de candidaturas presidenciales se
redujeron a siete. El impacto que tuvo esta primera experiencia, es el de una alta
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participación del electorado y además la reducción de la cantidad de listas y la
presentación de frentes para poder sortear el piso impuesto para participar.
Las PASO en la categoría de la fórmula presidencial constituyen un juego de suma cero,
ya que se eligen los dos términos de la fórmula, a diferencia de Uruguay donde el
candidato a presidente que gana la interna designa a su compañero de fórmula, de esta
forma es un elemento más para contener a los derrotados. Pomares, Page y Scherlis
(2011). Para medir las consecuencias de la implementación de esta ley va a tener que
esperarse a las próximas elecciones presidenciales de este año, si bien se utilizaron
parcialmente en las elecciones legislativas nacionales de medio término en el 2013,
para poder evaluar tanto el impacto en el sistema de partidos como si se registra
competencia dentro de un mismo partido o frente o solamente se utilizan como una gran
encuesta nacional, como sucedió en el 2011, donde se preanunció el triunfo contundente
de la fórmula oficialista.
9. Chile
9.1.Selección de candidatos en la Concertación
Con la transición a la democracia que se inicia en 1990, comienzan a vislumbrarse los
efectos de la Constitución sancionada por la dictadura en 1980. Como consecuencia de
esto, el régimen político que se instaura es el de un régimen presidencial, con mayores
atribuciones que el anterior al golpe de estado de 1973, pero que a diferencia de este
tiene un carácter semirrepresentativo Moulian (2002). Esto está basado en la
composición mixta del Senado, donde se incluyen senadores electos, designados y
vitalicios, a pesar de que se trata de un bicameralismo perfecto; otro elemento
importante es la existencia de un Tribunal Constitucional, que tiene la última palabra
sobre las leyes sancionadas por los parlamentarios, compuesto por miembros no electos
en forma popular; y por último la vigencia de un sistema electoral para el legislativo de
carácter binomial. (Moulian 2002:243).
Hay que tener en cuenta que otro aspecto muy importante es la existencia de un sistema
de elección presidencial a doble vuelta y la necesidad de los partidos políticos de
obtener un piso del 5% de los votos para mantener su legalización. Todos estos factores,
más la necesidad de evitar un triunfo de la derecha hereditaria del régimen dictatorial
ayudaron a configurar un mapa de dos grandes coaliciones: una de centro izquierda, la
Concertación integrada por la Democracia Cristiana (PDC); el Partido Socialista (PS),
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el partido por la democracia (PPD), el partido radical (PR) y la social democracias (SD).
Estos dos últimos partidos se fusionaron en 1994, conformando el partido radical
socialdemócrata (PRSD). La otra de derecha en la que estaban aliadas la Unión
Democrática Independiente (UDI) más ligada al régimen militar y Renovación Nacional
(RN). Ambos partidos conformaron la coalición Alianza y Progreso la que más adelante
se denominaría Alianza por Chile.
Cuando estaba finalizando el primer gobierno de la Concertación, en pleno proceso de
transición a la democracia, en 1993, se planteó la necesidad de elegir el candidato
presidencial para suceder a Aylwin. En ese momento surgen dos candidatos: Eduardo
Frei Ruiz Tagle, de la Democracia Cristiana, y Ricardo Lagos, del PS, quién había
dejado el cargo de ministro de Educación para postularse a la Presidencia. En ese
escenario donde el amplio favorito era Frei, se resolvió celebrar internas vinculantes
semiabiertas, donde podrían participar los militantes de los partidos de la Concertación
y adherentes que se inscribirían para participar de la selección del candidato. La
elección no sería directa y fue ampliamente favorable al candidato demócrata cristiano.
A pesar de esto, se generó amplia expectativa en la población y una vez conocidos los
resultados, Lagos los aceptó inmediatamente, lo que facilitó la negociación para las
listas de legisladores. En las elecciones generales el triunfo de Frei fue contundente
Navia y Rojas Morales (2008).
9.2 Internas abiertas
Para las elecciones presidenciales de 1999, si bien la Concertación iba a optar
nuevamente por las elecciones primarias, intentó que se realicen por ley. Por esta razón,
en 1998, el presidente Frei envió al Congreso un proyecto de ley que establecía las
elecciones primarias para candidatos a la presidencia de la República. Esta iniciativa fue
aprobada en la Cámara de Diputados, pero cuando estaba siendo debatida en el Senado,
el Tribunal Constitucional acogió favorablemente un pedido de inconstitucionalidad por
parte de diputados de RN (Renovación Nacional) y la UDI (Unión Demócrata
Independiente). Para estos diputados, y así lo entendió el Tribunal Constitucional, no
bastaba una ley para implementar las primarias, sino una reforma constitucional Navia y
Rojas Morales (2008).
A pesar de esta situación la concertación resolvió realizar de todos modos la interna,
pero esta vez podrían votar los afiliados a la Concertación y todos los inscriptos en los
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registros electorales, a excepción de los afiliados a otros partidos. De esta forma los
habilitados para votar resultaron ser 7 613 915. De ellos, un 4.8% eran militantes de la
Concertación y 95.2% independientes. Los candidatos eran Ricardo Lagos, por el PS,
PPD y PRSD; y Zaldívar de la Democracia Cristiana. Los comicios estuvieron
organizados por la Comisión Nacional Organizadora de Primarias, integrada por 10
dirigentes de partidos de la Concertación. Los resultados dieron por amplio margen al
precandidatos Lagos, 71.3% de los votos, con una participación de alrededor de 1
millón cuatrocientos mil electores (Colomer, 2002:130) y (Navia y Rojas Morales,
2008:205).
Los principales candidatos fueron Lagos por la Concertación y Lavín de la UDI por la
coalición de derecha. En esta etapa del proceso democrático se enfrentaban los
candidatos más alejados del centro, a la izquierda Lagos y a la derecha Lavín. El
primero superó al candidato de la derecha por pocas décimas, logró 47.96% frente a
47.5% de Lavín, solamente 31 140 votos separaban a ambos contendientes. Por primera
vez desde la restauración de la democracia, era necesaria una doble vuelta para definir
el nuevo presidente. El 16 de enero de 2000 se llevó adelante la segunda vuelta, en la
que resultó ganador Lagos con el 51.3% sobre el 48.7% de Lavín. Lagos había contado
con el apoyo explícito de la candidata independiente Larrain (0.4%) y la libertad de
acción que dio el PC a sus electores (3.2%) (Navia y Rojas Morales, 2008:206). De esta
forma, el ala izquierda de la Concertación encabezaba el Ejecutivo y un socialista volvía
a la Moneda, luego del derrocamiento de Allende, pero el partido socialista no era el
mismo. Se había podido cumplir la contención dentro de la Concertación, a pesar de que
muchos votantes fugaron hacia la derecha, pero la falta de candidatos centristas
favoreció el llamado de los líderes partidarios para que los votantes se mantuvieran
dentro de la coalición. Lagos repitió durante la campaña que no quería ser el segundo
presidente socialista, sino el tercero de la Concertación, lo que ayudó a retener votantes
de centro. La Alianza de derecha no había realizado internas, ya que el líder de
Renovación Nacional (RN) Sebastián Piñera había declinado su candidatura a favor del
Lavín, exitoso alcalde de Las Condes.
En el 2005, ante las próximas elecciones presidenciales ninguna de las dos coaliciones
realizó internas. La Concertación tenía previsto llevar a cabo internas abiertas, como en
1999. Estaban posicionadas dos candidatas, las dos exministras del presidente Lagos:
Michelle Bachelet, del PS, y Soledad Alvear, de la DC. Esta última, al ver que la
15
elección le iba a ser desfavorable, declinó su candidatura a favor de la candidata
socialista. En tanto, en la derecha, no hubo acuerdo para llevar adelante una interna y
como los dos precandidatos Lavín y Piñera, sumaban en las encuestas mayor porcentaje
de votos que las precandidatas de la Concertación, se resolvió que la primaria se
efectuaría en la primera vuelta electoral, ya que se preveía que era inevitable una
segunda vuelta. Las elecciones generales se celebraron el 11 de diciembre y Piñera
superó por un margen del 2% a Lavín. Como ningún candidato superó el 50% de los
votos, en enero se realizó la segunda vuelta en la que la candidata de la Concertación se
impuso por 53.49% a 46.51%. (Servicio Electoral de la República de Chile – servel.cl).
En el 2009 se perfilaban varios candidatos en la Concertación, entre ellos el
expresidente Lagos y el secretario general de la OEA, Insulza, ambos del PS. Por su
parte, la democracia cristiana postulaba al expresidente Frei, ya que Soledad Alvear
había declinado su candidatura por los adversos resultados en las elecciones
municipales de 2008, donde había triunfado la Alianza de derecha. Era intención clara
de la DC no volver a aceptar un candidato del PS, ya que las dos últimas presidencias
correspondieron a esa formación política. Es por eso que se llegó a un acuerdo para que
el candidato fuera Frei; pero surgió un candidato inesperado postulado por el PRSD, el
senador Gómez Urrutia. Como no lograron convencerlo para que declinara la
candidatura, se estableció un sistema de internas abiertas, pero escalonadas como se
hace en Estados Unidos, con el argumento de que de esta forma se podía dedicar el
suficiente tiempo a cada región, pero se trató de limitar, de alguna forma, la elección
interna al establecerse que si uno de los candidatos obtenía más del 20% de diferencia
en la interna regional, ya quedaría consagrado candidato de la Concertación, sin realizar
la totalidad de la elecciones primarias. Así fue, ya que en la primera elección celebrada
el 5 de abril en la Región del Maule y O`higgins se impuso Frei por más del 20%, lo
que automáticamente lo consagró candidato de la Concertación Navia y Rojas Morales
(2008).
Todo este proceso tuvo consecuencias letales para las aspiraciones de la Concertación
de seguir en el poder. Por un lado, este tipo de internas abiertas pero restrictivas que
permitieron consagrar un ganador con la expresión de una sola región; pero antes que
eso fue la decisión del PS de cerrar toda posibilidad a los precandidatos de su formación
a presentarse a las primarias. El caso que trajo graves consecuencias es el de Enriquez-
Ominami, quién al ver frustradas sus posibilidades se presentó como candidato
16
independiente, hecho que terminó perjudicando las posibilidades de Frei, que perdió en
segunda vuelta contra el candidato de la Alianza de derecha, Piñera.
Estos cambios en la forma de selección de candidatos fueron negativos para la
Concertación que en el 1999 había logrado llevar adelante unas primaras altamente
inclusivas y que había podido procesar las diferencias y mantener el gobierno, a pesar
de presentar un candidato de su ala izquierda, lo que produjo una fuga de votos hacia el
candidato de la derecha, pero que se benefició en términos de Carey (2008) con el bono
de las primarias. Al cerrar las posibilidades a un candidato que hubiera implicado una
renovación de la dirigencia, también acotó sus posibilidades de retener el gobierno. En
parte debido a esta situación traumática, en el 2012 se sancionó la ley 20640 que prevé
la realización de elecciones primarias para los cargos de presidente, parlamentarios y
alcaldes. Se establece una fecha para llevarlas adelante en forma simultánea, pero queda
librada a opción de los partidos. También queda a criterio de los partidos si las
primarias son cerradas o abiertas. Las elecciones las organiza el Servicio Electoral de la
de Chile (SERVEL). Los resultados son vinculantes, es decir, no se pueden revocar las
candidaturas ya consagradas en las primarias.
La primera experiencia se realizó en el 2013 donde la Concertación amplió su
composición incorporando a otros movimientos de centro y de izquierda tomando el
nombre de Nueva Mayoría y decidiendo llevar a cabo internas abiertas donde
participaron cuatro precandidatos y en las que se impuso holgadamente la expresidente
Bachellet. Por su parte, la coalición gobernante presentó dos precandidatos, de los
cuales se impuso el candidato de la UDI, Pablo Longueira Monte. Este último renunció
al poco tiempo a su candidatura por lo cual Alianza (la nueva denominación de la
coalición de derecha) designó a Evelyn Matthei Fornet para reemplazarlo, tal lo
establecido para estos casos por la ley 20640. Finalmente, Bachellet se impuso
claramente en la segunda vuelta, registrándose una importante abstención electoral, ya
que por primera vez rigió la ley 20538, por la cual se inscribió a todos los ciudadanos en
el padrón electoral, pero el voto fue voluntario.
10. Uruguay
Hasta 1994, las elecciones se hacían en forma simultánea cada cinco años. En el mismo
día se elegían presidente y vice, se renovaban por completo las dos Cámaras, y se
elegían los intendentes municipales, las Juntas Departamentales y la Junta Electoral
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Departamental. La elección de los titulares del ejecutivo nacional se hacía por medio de
sistema de mayoría simple y doble voto simultáneo (DVS). Ganaba el candidato más
votado del partido más votado. El sistema de partidos uruguayo se ha considerado como
uno de los más estables de nuestra región. Hasta 1971, la política uruguaya estuvo
dominada por los partidos Colorado y Blanco, hoy ubicados en la centroderecha del
espectro político uruguayo. En ese año, se conformó el Frente Amplio (FA), que vino a
terminar con el bipartidismo. El Frente ha ido incrementando su caudal de votos, hasta
convertirse en partido de gobierno en las elecciones del 2004 Buquet (2009).
La característica del sistema de partidos uruguayo es la existencia de fracciones en su
interior que mantienen gran estabilidad en el tiempo y tienen fuerte visibilidad política,
tanto que han sido consideradas partidos dentro de los partidos (Buquet, 2009:242). Esta
realidad quedaba plasmada en las elecciones, donde se presentaban varias fórmulas
presidenciales por partido, a excepción del FA que presentaba una sola.
Las elecciones primarias se instituyeron en Uruguay mediante una reforma
constitucional llevada a cabo en 1996 que incluyó la realización de las elecciones
presidenciales a doble vuelta, si ningún candidato obtiene en la primera vuelta la
mayoría absoluta de los votos. La novedad no fue solo la derogación de la ley de lemas,
sino también la realización de primarias abiertas y simultaneas para todos los partidos y
la separación de las elecciones nacionales y departamentales. Las primeras que se
llevaron a cabo fueron el 25 de abril de 1999. La elección de los candidatos sería
directa, si obtenía más de un 50% de los votos, o si lograba más de un 40% pero con
una diferencia mayor al 10% en relación al segundo. Si esto no se lograba, la decisión
quedaba en manos de la Convención del partido, con delegados elegidos en proporción
a los votos en las primarias (Colomer, 2002: 132-133).
En términos de Hazan y Rahat (2009), el sistema implementado en Uruguay es
máximamente incluyente porque participa todo el electorado; pero según Buquet (2009)
eso es aparente, ya que la selección de los candidatos por parte de las fracciones eligen
como candidatos a aquellos miembros destacados del grupo y quienes deciden son un
pequeño grupo de dirigentes o solamente el líder de la fracción, por lo cual se estaría
más cerca de un sistema excluyente.
En las elecciones resultaron triunfantes Batlle, en el partido Colorado, y el expresidente
Lacalle, en el Partido Nacional, ambos alejados del votante medio Colomer (2002). Por
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eso, en ambos casos se trató de incorporar a la fórmula presidencial a los que salieron
segundos, en el caso de Batlle fue acompañado por Hierro y en el caso del Partido
Nacional esa posibilidad fue descartada por Ramírez, ya que vislumbró una segura
derrota de su partido. Por su parte, el Frente Amplio presentó dos candidatos: el
intendente de Montevideo, Tabaré Vázquez, y Danilo Astori. El primero obtuvo el
82.4% de los votos. (Lissidini 2002:373). En un principio no parecería haber diferencias
entre este sistema y el anterior, ya que las fracciones de los partidos son las que
designan a los precandidatos, de la misma forma en que antes designaban a los
candidatos. La excepción es que el FA dirimió la selección de su candidato mediante las
internas, aunque su candidato “natural” ganó ampliamente.
Buquet (2009) señala los inconvenientes de la realización de internas abiertas, ya que
siguiendo la línea de Colomer (2002) destaca que mediante este sistema quedan en
evidencia ante el electorado las diferencias, en muchos casos muy marcadas, dentro de
cada partido, lo que los expone a una fuerte derrota, tal como sucedió con el Partido
Nacional en 1999. Además, advierte sobre los riesgos de una campaña prolongada, ya
que las internas abiertas se celebran seis meses antes de la elección general. Otra
coincidencia con Colomer (2002) es que una de las consecuencias es la elección de
candidatos más distanciados del votante medio, aunque más cercanos al votante medio
del partido, tal el caso de Lacalle en el Partido Nacional, quién terminó tercero en la
elección general. Según esta visión, la DVS no generaba estos inconvenientes y era un
sistema que funcionaba.
En la primera vuelta de la elección presidencial en octubre de 1999, ningún candidato
obtuvo una mayoría de votos. En la segunda vuelta ganó Batlle del partido Colorado
con un 53.96%, (Colomer 2002:133). En las elecciones celebradas en el 2004 se impuso
el FA amplio, que llegó al gobierno de la mano de Tabaré Vázquez, quien logró triunfar
en la primera vuelta. En cambio, en el 2009, se impuso la fórmula del FA encabezada
por Múgica, pero en segunda vuelta.
Adriana Gallo (2008) señala que se produjo un cambio importante en el sistema de
partidos desde uno en donde todos participaban en todos los tramos de las elecciones a
otro que tiende a la bipolaridad. Esto queda ejemplificado en el hecho de que los
votantes de un partido en las primarias simultáneas pueden sufragar en otro para tratar
de influir en la selección de un candidato más conveniente para ser enfrentado por el
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propio. En el caso uruguayo, ya se sabía en el 2004 que el FA ganaría la primera vuelta,
la incógnita estaba dada por el hecho de si lograba hacerlo por más del 50% de los
votos. Dada esta situación, el Partido Colorado privilegió el apoyo en las internas
abiertas al candidato Larrañaga del Partido Nacional, quién era más cercano al votante
medio (Colomer 2008) en detrimento de Lacalle, más nacionalista y con menos
posibilidades de triunfar frente a Tabaré Vázquez. De esta manera, en la interna abierta
los alineamientos estuvieron cruzados por dos nítidas tendencias: una, el rechazo a la
clase política tradicional y la otra, el apoyo a la línea progresista que iba imponiéndose
en la región (Gallo, 2008: 136-138).
11. México
El PRI dominó la política mexicana hasta el 2000, donde pierde por primera vez en 70
años una elección y tiene que dejar el gobierno. Su declive había comenzado a partir de
1994 y se materializó en las elecciones legislativas de medio término de 1997 donde
perdió la mayoría en la Cámara de Diputados. Previo a esto, en 1996, se llevó adelante
una reforma electoral, a instancias del presidente Zedillo, donde se mantenía el sistema
de elección para la Cámara de Diputados y el total de sus miembros, pero se introducían
límites al número de bancas que podía obtener un partido: trescientas, lo que
representaba el 60% del total. Se modificó la composición del Senado, donde se
agregaba una banca para el segundo partido, ya que el primero obtenía dos. Además, se
agregaba un 25% de bancas para distribuir por representación proporcional. Debido en
parte a estas reformas, el PRI perdió su mayoría en la Cámara de Diputados y con ello
se puso fin al gobierno unificado que prevalecía desde 1929 (Weldon, 2009:209).
También ese mismo año se llevaron adelante reformas de gran trascendencia que
posibilitaron terminar con el sistema de partido predominante e instaurar la alternancia.
Mediante una reforma constitucional llevada adelante por el Congreso Federal se
declaró al Instituto Federal Electoral (IFE) como organismo autónomo. Estas reformas
tuvieron como objetivo transparentar el proceso electoral debido a las continuas
denuncias de fraude que siempre tiñeron las elecciones mexicanas.
Siguiendo esta línea, el presidente Zedillo decidió renunciar al conocido “dedazo”
mediante el cual, a lo largo de setenta años, los presidentes mexicanos designaban a su
sucesor y promovió la realización de primarias abiertas para la selección del candidato a
presidente para las elecciones de 2000. En términos de Hazan y Rahat (2009), se pasaba
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de un método totalmente exclusivo a uno mucho más inclusivo ya que participarían la
militancia y la sociedad. Se presentaron cuatro postulantes y se estableció que ganaría
aquel que lograra obtener el triunfo en la mayoría de los trescientos distritos electorales
en los que se divide el país Alarcón Olguín (2009). Triunfó el candidato del presidente
Zedillo, La Bastida, quién ganó en forma clara a los otros postulantes, obteniendo
5.337.545 votos y triunfando en 272 distritos electorales sobre un total de 300 (Alarcón
Olguín, 2009: 144). Luego, en las elecciones generales, resultó triunfante el candidato
del PAN, Vicente Fox. Esto se debió, en parte, en términos de Colomer, a que el
candidato seleccionado estaba alejado del votante medio, ya que Madrazo lideraba las
encuestas frente a los candidatos del PAN y el PRD (Colomer, 2002:132).
En el 2006 se intentó seleccionar el candidato mediante un acuerdo entre todos los
sectores del partido, pero eso fracasó porque apareció un candidato inesperado que
logró reunir el 5% de firmas solicitadas por la convocatoria de la Comisión Nacional de
Elecciones. Everardo Moreno, un militante del partido que forzó a Madrazo, seguro
candidato y hasta hace poco tiempo presidente del PRI, a debatir públicamente las
propuestas en vistas de la celebración de internas abiertas, bajo la misma modalidad que
en 1999. Si bien, luego el triunfo de Madrazo fue rotundo, quedaron expuestas sus
debilidades y la baja movilización que logró el partido, lo que tendría consecuencias en
las elecciones generales (Alarcón Olguín, 2009: 146).
Los otros partidos más importantes, el PAN y el PRD, no realizaron internas abiertas en
ese período. El PAN sí realizó una interna cerrada en el 2006, donde resultó electo el
candidato Calderón, quién se impuso al candidato del presidente Fox, Santiago Creel.
En el caso del PRD, solo se postuló Manuel López Obrador, ex Jefe de Gobierno del
Distrito Federal (DF). Si bien, las internas del PAN se circunscribían a sus militantes, de
tal forma que en términos de Hazan y Rahat (2009) son poco inclusivas, para Carey
(2008) tuvieron efecto positivo en las elecciones generales. Esto está basado en que el
candidato del PRD, López Obrador, cuando fue designado candidato ya contaba con una
importante ventaja sobre sus eventuales oponentes, pero luego de la interna del PAN,
donde se impuso un candidato que derrotó al del presidente Fox, quien aparecía con
baja popularidad y bastante debilitado.
Las particularidades en la selección de candidatos en las tres formaciones partidarias
tuvieron como consecuencia el estancamiento en la intención de votos de López
21
Obrador y Madrazo, y se fueron acrecentando las de Calderón, quien resultó ganador
por estrecho margen. López Obrador nunca reconoció su derrota y denunció fraude
durante todo el periodo de gobierno de Calderón.
En el 2012 el PAN llevó adelante internas cerradas, es decir, solo participarían
militantes y adherentes del partido como en las dos elecciones anteriores para elegir
candidato a la Presidencia. En estas internas se impuso la primera mujer candidata a la
Presidencia, Vázquez Mota. El PRI tenía previsto realizar internas abiertas, pero quedó
consagrado candidato Peña Nieto, ya que su oponente declinó presentarse. En las
elecciones generales el candidato del PRI se impuso a los otros candidatos López
Obrador y Vázquez Mota. En esta oportunidad, el hecho de que el PRI no llevara
adelante internas abiertas no afectó sus posibilidades de ganar las elecciones generales y
retornar al gobierno luego de doce años en la oposición.
12. Conclusión
En las últimas décadas se ha ido consolidando una tendencia en América Latina
orientada a realizar la selección de los candidatos presidenciales en forma cada vez más
inclusiva, utilizando en muchos casos el sistema de internas abiertas y en dos de ellas
como en Uruguay y Argentina, se ha reglamentado que deben llevarse adelante en
forma obligatoria y simultánea. Esto implica un cambio muy importante que impacta
fuertemente en el sistema de partidos, pero el impacto y las consecuencias son distintos
en cada país.
Si bien en nuestra región se fueron consolidando los sistemas democráticos, todavía
existe una fuerte debilidad institucional, que también incluye en muchos casos a los
partidos políticos. Debido a esto, las reglas de juego cambian frecuentemente y muchas
veces se hacen de acuerdo a las necesidades de corto plazo de los actores políticos que
circunstancialmente detentan el gobierno y tienen la relación de fuerzas suficiente para
llevar adelante sus propios intereses.
De los casos estudiados, dos de ellos, Chile y Uruguay, con procesos de transición a la
democracia diferente, tienen sistemas de partidos fuertes y consolidados. En el caso de
Uruguay, la reforma constitucional que derogó el doble voto simultáneo (DVS) e
implantó la doble vuelta electoral para la elección presidencial y las internas abiertas y
simultaneas, de alguna manera afectó al sistema de partidos, ya que implícitamente esta
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reforma estuvo orientada a lograr acuerdos electorales entre los partidos de
centroderecha e impedir en la segunda vuelta la llegada al gobierno del Frente Amplio,
hecho que no pudo evitarse desde el 2004, ya que la coalición se mantiene en el
gobierno por tercer período consecutivo. En Chile, las reglas de juego fueron cambiando
de acuerdo a cada elección, modificando la Concertación sucesivamente la forma de
selección de candidatos de acuerdo a cada circunstancia electoral, teniendo como casos
polares, de mayor inclusión la interna celebrada en 1999 y la realizada en el 2009, que
fue bastante restrictiva y por lo tanto poco inclusiva, y que tuvo como consecuencia la
pérdida del gobierno en manos de la derecha. Justamente, la alianza de derecha no llevó
a cabo internas y utilizó la primera vuelta electoral en el 2005 para dirimir su candidato.
A pesar de su fuerte sistema de partidos, Chile, recién en el 2012, ha sancionado una ley
de internas abiertas que no obliga a los partidos a llevarlas adelante y queda a criterio de
cada uno de ellos el grado de amplitud que le van a dar, es decir, cada partido define el
selectorado para la elección. En el 2013 fue utilizado este sistema para la selección de
candidatos tanto por la coalición de gobierno – Alianza- como por la coalición opositora
de centro izquierda, que finalmente volvió al gobierno de la mano de la expresidente
Bachellet.
En Argentina, luego de la crisis política y socio económica del 2001, se intentó
establecer las internas abiertas y simultáneas obligatorias. Cuando la crisis estaba
bajando en intensidad se suspendieron. Esto obedeció no solo a una cuestión
constitucional, sino a necesidades del presidente en ejercicio, quien quería evitar la
realización de internas para que no ganara el expresidente Menem, por eso propició la
multiplicidad de candidaturas en su propio partido, bajo distintas siglas. De alguna
forma, producto de la crisis, los dos grandes partidos que conformaban el bipartidismo
en la Argentina concurrieron a las elecciones presidenciales de abril de 2003 con varias
fórmulas bajo distintos paraguas jurídicos. Finalmente, luego de su utilización parcial en
las elecciones de diputados nacionales de 2005, la ley 25611 fue derogada. En el 2009
se sanciona la ley 26571 de primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO), que
se utilizó por primera vez en el 2011. En este caso, lo interesante es que ningún partido
ni coalición seleccionó su candidatura mediante este sistema, sino que todos presentaron
listas únicas, incluyendo el oficialismo. Si bien el objetivo explícito al impulsar el
proyecto de ley fue el de alentar la democratización de los partidos, el implícito
consistió en tratar de contener a las distintas vertientes del partido de gobierno, ya que
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los disidentes del PJ habían logrado ganar las elecciones legislativas de 2009 en el
principal distrito, la provincia de Buenos Aires. En el año en que tenía que aplicarse por
primera vez el contexto había cambiado y era mucho más favorable al oficialismo, y
teniendo como antecedente lo sucedido con la ley 25611, muchos descreían de su
aplicación y, por lo tanto, trataron de llegar a la instancia de las primarias con las
fórmulas ya acordadas. Luego de utilizarse parcialmente en el 2013 en las elecciones
legislativas de medio término, este año todavía no se ha generalizado la utilización de
esta herramienta para la selección de candidatos presidenciales, incluso el oficialismo
presenta una sola fórmula presidencial.
El caso mexicano también tiene sus características propias, ya que se inicia a mediados
de los 90 un proceso para transparentar y democratizar la selección de candidatos a
través de una reforma electoral y constitucional muy importante, pero todavía no existe
una tendencia clara en este proceso: de los tres partidos con reales posibilidades de
gobernar, el PRI llevó adelante internas abiertas para la selección de candidatos a
presidente en 1999 y 2006; el PRD nunca hizo ningún tipo de primaria ni abierta ni
cerrada; y el PAN lleva adelante internas cerradas con la participación de sus afiliados y
adherentes. Más allá de los métodos empleados, la suerte ha sido diversa tanto para el
PAN como para el PRI.
En líneas generales, las internas abiertas y más aun las que son obligatorias y
simultáneas tienen apoyos y críticas. En los casos estudiados, cuando se han llevado
adelante procesos poco inclusivos, muchas veces eso ha perjudicado las posibilidades
de los partidos y candidatos, pero otras veces ha ocurrido totalmente lo contrario, como
lo sucedido en las elecciones mexicanas de 2012.
Lo que sí es evidente es que este tipo de internas ayuda a procesar las disputas por las
candidaturas en coaliciones multipartidistas, tal el caso de la Concertación en 1999 y de
la Alianza en Argentina en 1998.
En definitiva, es un mecanismo que trata de incentivar la participación ciudadana, pero
que puede debilitar a los partidos, ya que la selección de los candidatos queda en manos
del conjunto del electorado, que en algunos casos puede tener intereses en incidir en la
candidatura de otros partidos. Por lo pronto, se están constituyendo en una gran
encuesta nacional o primera vuelta electoral. De esta forma, especialmente, en nuestro
país donde el umbral para ganar en primera vuelta es más bajo, el resultado de las
24
PASO pueden provocar la utilización del voto estratégico en la primera vuelta electoral,
lo cual genera una pronunciada polarización entre dos fuerzas dejando fuera de
posibilidades a terceros partidos o frentes electorales.
Un avance importante lo va a constituir el hecho de que se logren establecer reglas
estables y duraderas, lo que va a permitir medir con mucho más precisión sus efectos.
Lic. Susana Edith Gelber
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