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o1909 • 2000Vida y Política
Aldo Emilio
Tessio
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Foto de tapa: Aldo Tessio en su Estudio Jurídico de calle 9 de Julio.
Santa Fe, ca. 1963. Colección Familia Tessio.
Coordinación editorial e Investigación fotográfica: Claudia Neil
Investigación documental: Eliana Bertero
Ensayo histórico: Susana Piazzesi
Asesor editorial: Luis Priamo
Colaboradores: Gustavo Daverio, Mariana Bertona,
Pablo Benigni, Erika Figueroa, Marcelo Gastaldi,
Marcelo Degani, Ma. Paz Mendoza.
Corrección: Laura Prati
Diseño de interior y tapa:
AgradecimientosLa Asociación Civil Centro de Estudios Regionales Aldo Tessio agradece
a Nelson Delajonquiere, Ricardo Harispe, Adolfo Stubrin, Lito Sorbelini,
Irma Di Leo, Florencio Galíndez, Lázaro Streiger, Cesar Godio (Unión Cívica
Radical de Esperanza), Andrés Javier Grenón (Bloque U.C.R del Concejo
Municipal de la ciudad de Esperanza), Graciela Russi (Archivo y Museo de
la Colonización de Esperanza), María de los Angeles Tevez (Archivo Dia-
rio El Litoral); Sergio Peralta (Programa Historia y Memoria de la UNL),
C.E.R. Centro de Estudios Regionales “Aldo Tessio”Capacitación para todosBv. Maiorano 440 · Arroyo Seco · Santa Fe · ArgentinaE-mail: cerarroyoseco@hotmail.com
ISBN en trámite.
Queda hecho el depósito que marca la Ley 11723.Reservados todos los derechos.
© Claudia Neil, Susana Piazzesi, 2009.
Impreso en Argentina / Printed in Argentina
Archivo de la Legislatura de Santa Fe, Instituto Provincial de Estadísticas
y Censos de la Provincia de Santa Fe, Darío Gress (Intendente de Arroyo
Seco), Dirección de Personal-Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de
la UNL, y a todas las personas que con su aporte hicieron posible la pu-
blicación de este libro.
La Asociación también agradece de modo especial a todos los que cola-
boraron económicamente para este proyecto editorial.
�Indice
Presentación evocativa
por Hipólito Solari Yrygoyen
por Griselda Tessio
Huellas de un político
7
11
Ensayo histórico
por Susana Piazzesi
Fotografías
Ciudad Natal
Familia y Juventud
Legislar y Gobernar
Obras
Colaboradores
Resistencia y Democracia
Despedidas
por Raúl Alfonsín
por Rogelio Alaniz
por Jorge Conti
15
56
61
75
83
90
93
101
103
105
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Presentación evocativa
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�
Aldo Emilio Tessio fue una personalidad polifacética en la cual
sobresalió como su rasgo primordial su vocación para el servicio
público. Al recordarlo no se pueden omitir sus condiciones de
abogado, jurista, intelectual, docente, humanista y diplomático,
pero no descubriríamos la dimensión real de su ser si no mencio-
násemos que fue un hombre político que hizo de la política un
apostolado al servicio del prójimo.
Nacido en Esperanza, provincia de Santa Fe, el 28 de octubre
de 1909, hace un siglo, se formó en el Colegio San José y se graduó
de abogado en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la
Universidad Nacional del Litoral, en la que después sería profesor
de Derecho Constitucional y se destacaría a través de su cátedra
y de sus numerosos y valiosos trabajos sobre su especialización,
como un relevante constitucionalista. En la época en que le tocó
vivir, la defensa de la Constitución Nacional adquirió importantes
características, ya que su texto fue frecuentemente marginado
y violado desde el inicio del período militarista inaugurado en
aquel nefasto golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930 que
el país cerró el 10 de diciembre de 1983, al asumir Raúl Alfonsín
como presidente de la Nación.
Es inimaginable pensar que una persona con las cualidades y
el vuelo intelectual de Aldo Tessio podía adherir a la política mi-
núscula de proyectos o ventajas personales, circunstanciales y
mezquinos. Él era de los que creían en los partidos políticos como
instrumentos necesarios e irremplazables de una organización
democrática sólida. Como lo había afirmado Leandro N. Alem,
la vida política era indispensable para un pueblo libre y decía
además que “cuando en un país faltan los partidos es signo de
incapacidad o de opresión”.
Siendo muy joven adhirió a la Unión Cívica Radical, el partido
político que representaba sus ideales y principios y en el cual mi-
litó hasta su muerte, acaecida el 12 de enero de 2000, y donde
desarrolló una intensa y fructífera vida pública. Fue concejal de
su pueblo natal. Luego, fue elegido diputado en la Asamblea
Constituyente que se reunió en la ciudad de Santa Fe en 1957; y
esta reforma puede ser recordada por muchos motivos pero, dada
la experiencia de nuestro país y de nuestra región latinoamerica-
na, debe mencionársela como una Constituyente que actualizó
su articulado a los tiempos que corrían sin ocuparse para nada
de incluir las habituales cláusulas de reelección que amparan la
perpetuación en el poder. Por el contrario, eliminó la posibilidad,
aprobada en 1949, en su artículo 79, de la reelección por perío-
dos de seis años, sin límite alguno.
La reforma de 1957, entre otros valiosos legados, aprobó el ar-
tículo 14 bis, del cual Tessio fue uno de sus activos promotores, que
consagró los derechos de los trabajadores. La norma garantizó la
por Hipólito Solari Yrigoyen
� protección de las leyes de trabajo, la jornada limitada, el descanso
y vacaciones pagas, la retribución justa, el salario mínimo vital y
móvil, la protección contra el despido arbitrario, la estabilidad del
empleado público, la organización sindical libre y democrática y
los derechos gremiales, entre otras disposiciones de contenido
social. Pero cabe destacar que por primera vez se incorporó a la
Carta Magna el derecho de huelga, dándole así un reconocimiento
oficial a un derecho que muchos consideraban inaceptable.
Asimismo, Tessio fue constituyente de su provincia natal en
1962. Fue elegido diputado nacional y ejerció su mandato entre
1960 y 1962. Tuvo una destacada actuación. Siendo yo un joven
redactor del diario La Nación acreditado en el Congreso, en la
época que todavía se escribían crónicas parlamentarias, tuve el
gusto de conocerlo y de escuchar su verba encendida y profunda
en el recinto de la Cámara baja para fundar las posiciones demo-
cráticas que defendía la Unión Cívica Radical y en las que siempre
se reflejaba su sensibilidad social.
En las elecciones en que Arturo U. Illia fue consagrado presiden-
te de la Nación, Aldo Tessio fue votado como gobernador de Santa
Fe. Su gestión fue activa e impulsó obras fundamentales para la
provincia y la región, como el Túnel Subfluvial y la Autopista
Santa Fe-Rosario. Una justa síntesis de su gobierno la hizo en
su necrológica el diario La Nación al afirmar: “Entre diciembre
de 1963 y junio de 1966 manejó los destinos de Santa Fe, con-
virtiendo la administración provincial en un ejemplo de decencia,
austeridad y progreso”.
Cuando los usurpadores del poder, tras el golpe de Estado del
28 de junio de 1966, se apoderaron de la Casa de Gobierno de
Santa Fe, Aldo Tessio abandonó la misma a pie, junto con sus
ministros y colaboradores, como con igual humildad lo haría en
un taxi el presidente Arturo Illia al ser desalojado por los militares
y la policía de la Casa Rosada, después de haberse resistido a
renunciar durante la noche y la madrugada de esa jornada ne-
fasta en la que tuve el honor de ser uno de los pocos que lo
acompañaron y fueron testigos de la dignidad de este estadista.
Las Fuerzas Armadas, secundadas por poderosos intereses eco-
nómicos, habían llevado a cabo un acto supremo de irrespon-
sabilidad. Cuando las universidades fueron avasalladas por el
movimiento oscurantista que pensaba que la cultura constituía
un peligro al que había que aniquilar, Tessio presentó su renuncia
a la cátedra de Derecho Constitucional, como lo hicieron muchos
otros profesores en repudio a la orientación autoritaria impuesta
en los claustros por la dictadura. La Argentina perdió entonces
a muchos valiosos intelectuales y científicos; unos se alejaron y
otros se vieron obligados a emigrar.
Fue en la lucha contra esa dictadura y las que le sucedieron
donde nuevamente nos encontramos con Aldo Tessio, para asistir,
junto con otros abogados, a los perseguidos y asumir sus defen-
sas, cualquiera fueran las ideas o la militancia de los mismos y
denunciando las torturas y la represión ilegal del régimen ins-
taurado que provocó numerosas muertes, al mismo tiempo que
éramos protagonistas o nos hacíamos presentes en cuanto acto
de protesta que se llevaba a cabo contra quienes ocupaban el
poder por la fuerza. Más tarde, en 1972, los encuentros serían
habituales cuando, en el seno de la Unión Cívica Radical, fun-
damos el Movimiento de Renovación y Cambio, para darle una
nueva dinámica, con el liderazgo de Raúl Alfonsín, a nuestro cre-
do político, en el cual renació con fuerza su histórica vocación de
partido mayoritario.
Tal vez los recuerdos más sensibles de mi amistad con Aldo sean
nuestras largas conversaciones durante las visitas que me hacía
durante mi exilio en París, ocasiones en que caminábamos por los
Campos Elíseos o por el Barrio Latino, o compartíamos cenas en
mi domicilio, o con amigos del exilio en un modesto restauran-
te del viejo barrio del Mercado de Les Halles, o platicábamos
en el Select o en otros cafés del Boulevard Montparnasse. Com-
partíamos informaciones sobre las respectivas luchas contra la
dictadura instaurada en 1976, la del radicalismo en el interior del
�país y la que los radicales llevábamos a cabo en el exterior, junto
a otros integrantes del exilio democrático.
Tessio había sido desde joven un estudioso y seguidor de la po-
lítica internacional. Él solía recordar su adhesión a la República
Española en la guerra civil contra los conspiradores de Francisco
Franco, como también su identificación en la Segunda Guerra
Mundial con la causa de los Aliados que enfrentó y derrotó al
nazismo y al fascismo. En los años de la Guerra Fría no fue indi-
ferente a las posibilidades de que se pudiera desencadenar una
nueva conflagración y trabajó para evitar los peligros de que eso
sucediera desde el seno del Consejo Mundial de la Paz.
En reconocimiento a su labor en esa fundamental tarea, fue que
Raúl Alfonsín, al asumir la presidencia de la Nación, lo nombró
Embajador para la Paz, con rango de secretario de Estado. Fue
ésta su última función pública pero no su último servicio al
país. Desde su humilde retiro en Santa Tomé, donde vivió con
plenitud intelectual su senectud, con sus sabios consejos, con
su acción pedagógica consagrada especialmente a los jóvenes,
y con su ejemplo de austeridad y grandeza, sirvió a la República
y a sus instituciones democráticas hasta el momento mismo de
su muerte.
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Tengo la certeza de que ésta es una ceremonia sobre la memoria
–con sus rituales y liturgias, sus oficiantes y testigos–. Porque
sólo son nuestras las cosas y las personas cuyas historias conoce-
mos, ya que eso significa bucear en los orígenes.
Pero sabemos –como dice Borges– “que no hay nada que el
tiempo no borre o la memoria no altere”. La memoria y el tiempo.
Son tiempos de memoria.
Hemos convocado recuerdos para reconstruir la vida de un
hombre que algunos amamos y respetamos. Que fue conflictivo,
vehemente, polémico, contradictorio, frontal, austero como un
calvinista ascético, honrado, con la honradez de los labradores
del trigo de Esperanza.
Recordar al hombre que fue mi padre es recordar también a ese
otro país que fue, y que hoy sufrimos el dolor de ya no ser.
¿Qué sueños, qué deseos tenía ese joven de 18 años que fue mi
padre, que se afilia al radicalismo y viene a estudiar Derecho a
Santa Fe? Ese muchacho que leía los orígenes de la Unión Cívica
Radical pero también a Bakunin y a los socialistas.
Sabemos que tocaba el violín, amaba los libros y se perdía por
las muchachas en flor.
Sabemos que tempranamente se enfrentó con el poder insolente
y patotero, defendió a los perseguidos y habló por los que no
tenían voz.
Recuerdo sus relatos de policías bravas, elecciones prepotentes
e injusticias.
Sabemos que fue reformista, tolerante, que la Universidad lo
marcó para siempre, que respetaba por sobre todas las cosas el
conocimiento y la verdad. Como Aristóteles, entendía que la ca-
pacidad política debía ir unida a la virtud.
Sabemos que fue un hombre modesto e intachable, un hombre
público al servicio de la República.
Sabemos que fundó en los años de la Segunda Guerra Mundial,
en Esperanza, una agrupación llamada “La otra Alemania”, ésa
de Kant y de Mozart, lejos de la barbarie y de Auschwitz.
Lo recuerdo haciendo música cuando estaba triste, y mi fiesta
era completa cuando lo acompañaba con el piano.
Lo evoco llorando como un chico la primera vez que llegó a
Roma y se paró frente al Coliseo. Me pregunto qué antiguos
deseos de muchachito hambreado de lecturas se cumplieron en
ese momento, explotando como un río, como un viento fuerte de
nostalgias.
Lo recuerdo hablando con orgullo de su profesión y explicando
los derechos de los hombres, esos más antiguos que “las leyes de
abajo”, que las leyes de cualquier Creonte dictador.
Todos conocemos su vida pública, sus luchas inclaudicables,
su espíritu insobornable.
por Griselda Tessio
�� Todos sabemos de aquel 28 de junio de 1966 y de la dignidad
–que sólo otorgan las convicciones y la decencia– con la que en-
tregó su gobierno a la banda alzada en armas. La misma dignidad
que le permitió caminar por calle San Martín con la frente alta,
desde la Casa de Gobierno hasta su casa, sin que nadie osara
amagar un gesto de desprecio.
Sabemos –sé– que cuando los dioses se enloquecieron y el
terror tendió sobre la Argentina un manto de “noche y niebla”,
sufrió por todos, lloró por todos.
Goethe, que dijo todo o casi todo, acuñó una frase que tiene
la forma de un desafío: “Aquello que heredaste, conquístalo para
poder poseerlo”.
Siempre me he sentido una privilegiada al poder enunciarla,
porque la herencia de mi padre no se pierde ni se hurta.
Quiero pensar que está entre nosotros como le hubiera gustado
sentirse.
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Huellas de un políticoEnsayo histórico
��
��por Susana Piazzesi
1. Los primeros pasosCuando el 12 de octubre de 1963 juró, por la patria y el honor,
ejercer el cargo de gobernador de la provincia de Santa Fe, Aldo
Tessio estaba a punto de cumplir 54 años. Seguramente, en un
momento tan significativo recordaría esa frase de Karl Mannheim
que le gustaba evocar: “Existen constelaciones históricas abiertas
a ciertas posibilidades y, entonces, si la oportunidad se pierde, es
quizás para siempre”.
Era la primera vez que asumía un cargo ejecutivo. Hasta en-
tonces su carrera política se había construido desde el lugar del
legislador, con un protagonismo creciente a partir del segundo
quinquenio de la década del ’50. Ahora la Historia lo convocaba
desde otro lugar.
Nieto de inmigrantes italianos, nacido en Esperanza en 1909,
cuando la Argentina se preparaba para conmemorar el Centenario
de la Revolución de Mayo, fue el único de ochos hermanos que
siguió una carrera universitaria y militó en política.
Sus primeros veinte años de vida transcurrieron entre la agonía
del régimen oligárquico y los gobiernos radicales, en esa ciudad del
corazón de la pampa gringa de fuerte carga simbólica tanto para el
proceso de colonización como para la historia del Radicalismo.
Primera colonia agrícola de la Argentina, Esperanza sería la na-
ve insignia de un desarrollo rural alternativo que, sobre la base de
la distribución de la tierra en pequeñas propiedades, consolidaría
el crecimiento de la región central de la provincia de Santa Fe en
la segunda mitad del siglo XIX.
Territorio de iguales, Esperanza había sido, en los primeros años
de la década de 1890, un escenario de fuerte contestación social
y política frente al régimen oligárquico. Dos temas concentraban
los motivos de la protesta: la decisión del gobierno provincial
de suspender el derecho de voto de los extranjeros en las elec-
ciones comunales; y la imposición de un nuevo gravamen a los
agricultores. Las manifestaciones contra el gobierno provincial
contaron con fuerte respaldo del radicalismo en formación y con-
fluyeron en las revoluciones radicales de 1893.
La derrota de las revoluciones del ’93 y la dura represión im-
puesta por el gobierno, desalentaron la participación de la UCR
en los comicios provinciales del año 1894 en los que se elegía
gobernador, legisladores provinciales y concejales. En Esperanza,
en cambio, el radicalismo participa de esas elecciones, afian-
zando su control en el municipio y consagrando dos legisladores
provinciales (un senador y un diputado) en representación del
departamento Las Colonias.
En ese clima de fin de siglo, Antonio Tessio, se acercó al “Radi-
calismo de Alem”. Este próspero comerciante, dueño de un al-
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macén mayorista de bebidas, se casó poco después con Rosa
Haundenschild, con quien tuvo dos hijas mujeres y un varón, Aldo
Emilio, los cuales se sumaron a los hijos del primer matrimonio
conformando una familia numerosa, tan común en la época.
Para el Centenario, Esperanza tenía una población de alrededor
de ocho mil habitantes. Ambiente aldeano, donde todos se conocen,
la composición de su población era de una notable heterogenei-
dad étnica dada la diversidad de origen (suizos, alemanes, italia-
nos) más allá de la preeminencia de inmigrantes suizos. En esa
comunidad, la socialización de los niños y jóvenes tenía en la
escuela un lugar importante, junto a otros espacios comunitarios
favorecidos por la proximidad que facilitaba la escala urbana al-
deana. Entre la plaza, el club y la escuela, Aldo Tessio construyó
lazos de amistad con otros jóvenes, como Manes Streiger, José
Pedroni, Pedro Marangoni (Gastón Gori), Evaristo Stessens.
Ciudad aldeana, heterogeneidad étnica y religiosa: una cultura
de mezcla que en alguna medida refleja bien a la Argentina de
la época. Esta socialización juvenil seguramente dejó una fuerte
impronta en Tessio, quien años más tarde, desde el recinto de la
Cámara de Diputados de la Nación, recordará una anécdota con
la que “pintaba su aldea”: “Allí, en Esperanza, había en cada
costado, enfrentadas a través de la plaza dos iglesias. La católica
de un lado, y la protestante del otro; y un hombre (herrero) y
una mujer… El hombre era católico, la mujer elegida por novia
era protestante. Querían casarse… Y cuando fueron a la Iglesia
Católica, el cura le solicitó a la novia que se convierta a la confesión
católica; la muchacha quería permanecer en su confesión… Y
entonces deambularon hasta la Iglesia Protestante y el pastor le
dice lo mismo. Entonces, aquel herrero con su novia se plantaron
un día después de ambas misas, un domingo, en la vieja tarima
de la plaza pública, y allí confesando a ese pueblo este drama de
su amor, le solicitan que sea testigo de ese matrimonio que en ese
instante realizaba ese hombre con esa mujer en presencia de todo
el pueblo. Y así se hizo” (DSCDN, junio de 1959).
La holgada situación económica del grupo familiar se vio com-
prometida a la muerte del padre. Aldo había finalizado sus es-
tudios secundarios en el Colegio San José y, decidido a ingresar
en la carrera de Abogacía en la ciudad de Santa Fe, necesitaba
conseguir un trabajo. En 1928, tiempos de la segunda presidencia
de Hipólito Yrigoyen, ingresó a la Facultad de Ciencias Jurídicas
y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral, y en 1930 con-
siguió un empleo en los Tribunales de la ciudad de Santa Fe
como escribiente.
Sobre su afiliación a la UCR no hay concordancia entre las
fuentes consultadas, aunque su vinculación con la política y el ra-
dicalismo puede remontarse a la juventud: una cierta influencia
paterna, un trayecto como estudiante universitario, para consolidar
su vínculo con la política a través de la identidad radical a la hora
de comenzar con el ejercicio de la profesión de abogado. Vínculo
cuya estrechez habría de profundizarse con el tiempo hasta que la
misma profesión quedara subordinada a la pasión política.
Su graduación en 1933 coincide con dos momentos emblemáticos
para el radicalismo, aunque de diferente envergadura. El prime-
ro, la muerte de Yrigoyen, en julio de ese año; el segundo, la re-
��
volución radical de diciembre, precisamente con epicentro en la
ciudad de Santa Fe.
Como es sabido, en diciembre del ’33 sesionaba en la ciudad
de Santa Fe la Convención Nacional del partido –con la presencia
de Marcelo T. de Alvear y las principales figuras de la organiza-
ción–, y entre los asuntos más importantes debía decidir sobre
la continuidad o no de la abstención electoral. La apertura de la
Convención se realizó el 27 de diciembre en el Teatro Municipal y
rápidamente se decidió mantener la “abstención intransigente”.
La Convención no produjo más resoluciones. En la madrugada
del 28 de diciembre, cuando ya finalizada la sesión los conven-
cionales se desconcentraban, numerosos grupos armados que
se reconocían en el yrigoyenismo local llevaron adelante la toma
de varias comisarías y el intento de ocupación de la oficina de
Correos y de otras dependencias gubernativas.
Como ha señalado Alain Rouquié, fue la clásica pueblada
radical, en la que grupos armados dirigidos por oficiales de re-
serva atacaron puestos de policía de las principales ciudades de
la provincia (Rouquié, 1982). El gobierno provincial de Luciano
Molinas se vio obligado a pedir ayuda a la Nación para sofocar
el movimiento, que dejó como saldo varios civiles y conscriptos
muertos y heridos. Aunque la mayoría de los representantes en
la Convención no parecía estar involucrada ni en conocimien-
to del levantamiento, las sesiones se suspendieron mientras los
convencionales eran detenidos por orden del gobierno nacional
que se apresuró a vincular a la Convención y a toda la dirigencia
radical con los acontecimientos revolucionarios.
Este ambiente político de los años ’30 era especialmente hostil
para el radicalismo. La década había comenzado con el golpe
militar que el 6 de septiembre de 1930 había destituido a Yri-
goyen; a fines de 1931, el veto a la candidatura de Alvear para
las elecciones presidenciales llevaría a la UCR a la abstención
electoral, volviendo así a una antigua tradición con la que había
enfrentado al régimen oligárquico antes de la Reforma de 1912; y
a fines de 1933, cuando Tessio se recibía de abogado, el radicalis-
mo encontraría precisamente en Santa Fe el lugar para reafirmar
doblemente la impugnación al régimen justista: la Convención
partidaria declarando la continuidad de la abstención; y la pue-
blada, con sus muertos y heridos, demostrando la actualidad de
una tradición política que se resistía a desaparecer tras los pliegos
de la intervención militar y la manipulación de los comicios.
Bajo el imperio de ese ambiente político enrarecido, el flamante
abogado decidió establecer su estudio profesional en la ciudad
de Esperanza. Poco después, ya con 27 años de edad, se casó
con Amelia Jordá, con quien tuvo dos hijos: Griselda y Edgardo.
Durante esos años, los de la segunda mitad de la década del
’30, cuando el radicalismo había decidido levantar la abstención
electoral y volver a participar en la competencia política, Tessio
participó de los comicios como candidato a concejal en repre-
sentación de la UCR, accediendo a su primer cargo electivo y
desempeñándose como miembro del Concejo Deliberante de Es-
peranza entre 1939 y 1941.
La militancia política y su profesión de abogado se alternan
con otras actividades, como su participación en la fundación de
��
la Asociación Cultural de Esperanza y en la Orquesta Filarmónica
de dicha ciudad, de la cual será primer violín. También participa
en la organización de otras asociaciones de la sociedad civil.
Promediando la década del ’40, decide radicarse con su familia
en la ciudad de Santa Fe. En la ciudad capital, con el triunfo
provincial y nacional del peronismo y a lo largo de la década de
gobierno de Perón, habrá de profundizar su involucramiento en
las cuestiones organizativas del radicalismo, ocupando diferentes
cargos partidarios, tanto en el Comité Departamental, como en la
Convención provincial y el Comité Nacional.
En 1955, luego del golpe de Estado que provocó la caída
del gobierno peronista, la UCR nacional se aboca a una amplia
reorganización en busca de consensos que puedan contener a
intransigentes, unionistas, sabattinistas y otras líneas internas
que convivían bajo esa identidad política. En Santa Fe, el grupo
que tendrá a cargo la reorganización es el llamado Núcleo Unidad
Radical, que tenía fuertes diferencias con la conducción partidaria
nacional ejercida por Frondizi.
2. El tribunoEn 1957, el gobierno de facto nacional, luego de anular la Cons-
titución peronista de 1949, convoca a elecciones de convencionales
constituyentes para el mes de julio, a fin de constituir la Asamblea
encargada de revisar y reformar la Constitución Nacional sobre la
base del texto original de 1853. El anuncio iba acompañado de la
promesa del gobierno de convocar, para fines de ese mismo año,
a elecciones presidenciales.
El horizonte electoral establecido por el poder nacional desata
en el radicalismo una intensa competencia por definir las formas
de selección de los candidatos y los candidatos mismos. El fi-
nal es conocido: reunida la Convención Nacional de la UCR en
Tucumán, esa competencia se expresa en la discusión en torno a
la propuesta de modificar la Carta Orgánica para implementar el
voto directo de los afiliados en la selección de los candidatos. La
propuesta es desechada, y provoca la ruptura de la convención y
el retiro del sector que propiciaba la reforma.
La Convención continúa sesionando para nominar a Arturo
Frondizi y Alejandro Gómez como candidatos a presidente y vice,
fórmula que será desconocida por la oposición partidaria que
había abandonado la sesión, institucionalizando así la fractura del
partido en dos organizaciones: Unión Cívica Radical Intransigente
y Unión Cívica Radical del Pueblo.
En la Intransigencia, las fuerzas se reúnen tras la figura de
Arturo Frondizi, de larga militancia partidaria, que había ganado
ya en los tramos finales del gobierno peronista un lugar de pri-
vilegio en la dirigencia radical y en la oposición antiperonista. El
radicalismo del pueblo convoca a diferentes grupos, cuyo común
denominador es su antifrondizismo (balbinistas, sabattinistas,
unionistas, como también otros grupos locales), y entre los que
sobresale Ricardo Balbín, cuya trayectoria permitía ubicarlo con
comodidad a la par de Frondizi en el liderazgo partidario.
Ambos habían coincidido en el Movimiento de Intransigencia y
��
Renovación del radicalismo de la provincia de Buenos Aires, que
encolumnó a la organización partidaria nacional tras la “Decla-
ración de Avellaneda”, transformándose en referentes indiscutidos
en los momentos más opresivos del régimen peronista. Balbín
fue despojado de sus fueros parlamentarios para ser encarcelado,
convirtiéndose así, para las fuerzas opositoras, en un abanderado
de la libertad; Frondizi, con la publicación de su libro Petróleo
y Política, marcaba diferencias sustanciales con la política del
gobierno de Perón, mientras se presentaba como un político do-
tado de excepcionales recursos intelectuales.
Esta fractura partidaria nacional encuentra a Tessio en las filas
de la UCRP. En las elecciones de convencionales constituyen-
tes de julio de 1957, en las que se implementa por primera vez
el sistema D’Hont para la adjudicación de las bancas, Tessio es
elegido en representación del radicalismo del pueblo como con-
vencional por la provincia de Santa Fe.
En el distrito santafesino los resultados de esos comicios de
1957 favorecen a la UCRP. Proscripto el peronismo, los tres par-
tidos con mayor representación en Santa Fe son: la UCRP, que
es el que mayor porcentaje de votos positivos obtiene (21,28%),
seguido por el Partido Demócrata Progresista (14,94%), el cual
aventaja por escaso margen a la UCRI (14,81%). El voto en
blanco, que expresa al peronismo, alcanza el mayor porcentaje
(31,35%). Alentadas por el nuevo sistema proporcional, siete
organizaciones más compiten en estas elecciones con exiguos
resultados: Partido Demócrata Cristiano (5,12%), Unión Federal
(3,73%), Partido Comunista (2,57%), Partido Socialista (2,11%),
Partido Laborista (1,43%), Partido Demócrata (1,38%) y Partido
Cívico Independiente (0,81%).
La traducción de estos porcentajes en cargos de convencionales
en la provincia se expresa en: siete convencionales para la UCRP
(Alejandro Nogués, Aldo Tessio, Adolfo Rouzaut, José L. Gervasoni,
Horacio Prémoli, Carlos Guida y José Ghioldi); cinco para la UCRI
(Héctor Gómez Machado, Rodolfo Weidmann, José Cisera, Juan
Solanas y Carlos Sylvestre Begnis); cinco para el PDP (Luciano
Molinas, José Antelo, Horacio Thedy, Camilo Muniagurria, Luis
Sgrosso); un convencional para el Partido Demócrata Cristiano
(Juan Lewis) y uno para la Unión Federal (Enrique Ariotti).
La representación de la UCRP contaba con dos especialistas,
Adolfo Rouzaut y Aldo Tessio, quienes integraban la cátedra de
Derecho Constitucional de la Facultad de Ciencias Jurídicas y
Sociales de la UNL, y eran miembros del Instituto de Derecho
Constitucional de esa Facultad, donde participaron de la redac-
ción del Proyecto de Constitución que elevó la Universidad a
consideración de los convencionales.
La Convención sesionó en el Paraninfo de la Universidad Na-
cional del Litoral entre el 30 de agosto y el 14 de noviembre
de 1957. Entre las cuestiones más importantes que componían
su agenda estaban: reforma electoral, federalismo, autonomías
provinciales, derechos individuales y sociales, equilibrio de po-
deres y explotación de las riquezas naturales.
Pocos días antes del comienzo de las sesiones, en un reportaje
publicado en el vespertino de la ciudad de Santa Fe, Aldo Te-
ssio adelantaba su posición sobre algunos temas de la agenda
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reformista: “Queremos que el Ejecutivo de la Nación no sea el
monarca con gorro frigio, como acertadamente lo llamara un
gran constitucionalista. Cercenaremos las facultades que hacen
a este poder un poder cesarista y omnímodo y otorgaremos al
Poder Legislativo –órgano de la soberanía popular– la autonomía
funcional necesaria para que realice en el futuro su función
de contralor”. Y consultado sobre la elección del presidente y
vice afirmó: “Estamos por el voto directo para la elección del
presidente y vice (…) Nuestra democracia ya madura necesita de
la consolidación definitiva de grandes corrientes políticas igual
que la democracia de los EE.UU. e Inglaterra. En el país no pueden
dar frutos perdurables leyes electorales que atomicen al pueblo en
múltiples sectores políticos (…) Daremos al país un instrumento
adecuado a la realidad política e institucional de la hora, para que
el suelo argentino sea el lugar que soñaron los constituyentes de
la organización nacional” (El Litoral, 28/08/1957).
A pesar de las expectativas puestas en la Convención, los re-
sultados de la misma fueron magros. Ya antes de comenzar las
sesiones, diversos partidos (UCRI, Unión Federal, Partido La-
borista, Partido de los Trabajadores y Laborista Federal de Salta)
se manifestaron en contra de la reforma, aunque, más allá del
rechazo, no hubo coincidencias en cuanto a las propuestas para
avanzar con la Asamblea. La UCRI, que era el partido con mayor
número de convencionales, planteó la nulidad de la convocatoria
y luego sus representantes se retiraron de la Convención. La Unión
Popular, el Partido de los Trabajadores y el Laborista Federal de
Salta sostuvieron la validez y plena vigencia de la Constitución
de 1949. En cuanto al Partido Laborista, pidió que se realizara un
plebiscito previo para que el pueblo se pronunciara sobre si debía
o no ser reformada la Constitución. Paralelamente, el Partido
Demócrata Conservador Popular y el Conservador de Buenos Aires
se pronunciaron por el mantenimiento de la Constitución de 1853
sin enmiendas.
En defensa de la reforma, junto a la UCRP, se expresaron los
partidos: Socialista, Demócrata Cristiano, Demócrata Progresista,
Comunista, Unión Cívica Radical Bloquista de San Juan, Partido
Liberal de Corrientes, y el Demócrata Liberal de San Luis.
La Convención fue un fiel reflejo de la dinámica que adquirió
la política argentina a partir del derrocamiento del peronismo y la
posterior proscripción de esa fuerza política. Como ha señalado
Catalina Smulovitz, esos años se caracterizaron por la búsqueda
de una fórmula que permitiese reincorporar al electorado pero-
nista al sistema institucional. En tal sentido, la lucha entre los
diferentes actores estaba motivaba tanto por la definición de los
mecanismos que pudieran garantizar dicha integración como por
la garantía de alcanzar un resultado aceptable para esas fuerzas
no peronistas (Smulovitz, 1991).
En ese marco, la Convención no avanzó más que en la incor-
poración de los derechos sociales al texto constitucional de 1853.
Al retiro de los convencionales de la UCRI le siguió, para sorpresa
de muchos, el de los representantes del sabattinismo, y enseguida
los conservadores, quedando sin quórum la Convención. El gru-
po sabattinista, aunque integraba la UCRP, había planteado su
disidencia en cuanto a las prerrogativas de la Convención Cons-
��
tituyente para establecer reformas. Los seguidores de Amadeo
Sabattini defendían la idea de que ese cuerpo debía limitarse
a restituir la Constitución de 1853, ya que carecía de soberanía
para producir cualquier reforma.
Ante estas defecciones Tessio se preguntaba “cómo era posible
que hombres que se habían movido por una programática casi
idéntica a la nuestra, hombres que tenían una raíz casi idéntica,
hombres que tenían la obligación de institucionalizar para el pue-
blo argentino los derechos que le son sustanciales a su porvenir,
se restaban al esfuerzo dándole las espaldas al mandato que el
pueblo les había conferido. (…) quiero anotar, señor presidente,
la traición de los setenta y siete convencionales de la Unión Cívi-
ca Radical Intransigente. Quiero anotarlo, porque el mandato que
les fuera otorgado fue burlado cuando se fugaron de estas ban-
cas”. Un párrafo aparte le mereció en su intervención la defección
de los sabattinistas: “Luego –debemos confesarlo con dolor–, se
fueron algunos equivocados de nuestro sector, que la historia
también habrá de juzgar”. Seguidamente trataba de comprender
“¿de dónde proviene el ánimo de matar a esta Convención? ¿Qué
intereses andan en juego en el país para que este momento ar-
gentino no tenga su consagración en la Constitución que todos
anhelamos?”. En este punto las respuestas comenzaron por poner
a la intolerancia como un factor central, acompañada por la de-
fensa de ciertos intereses. Tessio afirmó que “en el problema del
petróleo está el móvil para que esta Constituyente se quede sin
quórum” (Convención Constituyente, 1957:1637).
Las dificultades para el funcionamiento de la Convención no
impidieron que continuaran las sesiones, al menos en minoría
y en espera de recuperar el quórum, lo que le quitó efectividad
constitucional en tanto no contaba con la mayoría necesaria para
adoptar resoluciones; pero se transformó en una caja de resonan-
cia de los principales temas de la política argentina, muchos de
los cuales, obviamente, estaban en la agenda de la Asamblea.
Por estos años, la cuestión petrolera tenía una notoria actuali-
dad política que obligaba a los diferentes actores que participa-
ban en la arena pública a tomar posición sobre el particular. Ya
en el informe que Raúl Prebisch había elaborado a pedido del
gobierno provisional de Lonardi se señalaba que, para remontar
la aguda crisis de desarrollo en la que se encontraba Argenti-
na, apremiaba tomar medidas en sectores que se consideraban
clave, como el energético, dentro del cual el petróleo ocupaba
un lugar destacado.
En varias oportunidades Tessio sentará su posición sobre el
tema, con argumentos que recuperan la postura asumida por
su partido en momentos de discutirse la ley de nacionalización
del petróleo en 1927. En una línea argumental que se ubica
equidistante de la postura “provincialista” y de la “nacionalista”
–como las define el propio Tessio–, concibe al tema ligado a la
soberanía, y en ese esquema busca el equilibrio entre las pro-
vincias y la Nación diferenciando el dominio de la explotación.
Plantea que es necesario “asegurar un federalismo efectivo” que
reconozca a cada provincia el dominio de ese bien y a la Nación
la explotación. En consecuencia, le corresponde a las provincias
una participación equitativa y proporcional en los impuestos que
��
se recauden a partir de la explotación. Y se explaya acerca de por
qué la explotación debe quedar en manos de la Nación: “(…) la
explotación no es el dominio; la explotación hace al bienestar
colectivo de la nación. La explotación, la comercialización, la
distribución y la elaboración de todos los derivados del petróleo
hacen a la defensa nacional y a la prosperidad argentina en ge-
neral” (Convención Constituyente, 1957:1636).
La posición defendida por los convencionales de la UCRP pue-
de sintetizarse en los siguientes puntos: 1) La propiedad de los
hidrocarburos es imprescriptible e inalienable de la Nación o de
las provincias, según el lugar en que estén situadas las minas. 2)
La explotación, cateo y extracción, cuando no los haga la Nación
pueden realizarlos las provincias. 3) Los productos obtenidos de
ese modo por las provincias deben ser vendidos exclusivamente a
la Nación, al precio que se conviniere. 4) La explotación, indus-
trialización, distribución y comercialización estarán a cargo ex-
clusivo de la Nación. 5) La Nación convendrá con las provincias el
pago de porcentajes equitativos y razonables sobre la minería que
extraiga de su subsuelo, sometiendo cualquier diferencia al laudo
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. 6) Ni la Nación ni
las provincias pueden otorgar concesiones a los fines indicados,
salvo los contratos de locación de obras o de servicios.
En el microclima generado en la Constituyente ante la impo-
sibilidad de lograr quórum para sesionar, el tema del petróleo
se sobredimensiona, llevando incluso a señalarlo como la causa
del fracaso de la Asamblea. En efecto en una de las últimas se-
siones, Tessio afirma: “Pienso que el drama más tremendo de los
argentinos, en este momento, en el momento de la Convención
–que puede decirse está expirando–, es el problema de su pe-
tróleo. Alguien dijo una vez: ‘desgraciados los países que tienen
petróleo’. Yo creo que esto es una sentencia en el mundo de
hoy. El petróleo argentino ha sido el móvil, el motor, la dinámica
para que nos quedáramos sin quórum. Aquí ha habido mucho
disimulo, muchas referencias a proyectos que contravienen
apenas tangencialmente, diríase incidental y secundariamente
las plataformas de los sectores políticos, y se ha soslayado el
problema del petróleo porque –como bien se ha dicho en esta
Convención– el petróleo es una cuestión de honor argentino”
(Convención Constituyente, 1957:1636).
Más allá de la visión de los contemporáneos, el fracaso de la
Asamblea Constituyente remite al funcionamiento mismo del
sistema político de estos años. En este sentido, en el campo de
las ciencias sociales existe una coincidencia interpretativa al
considerar este período en una clave que jerarquiza la noción de
“empate”. Esto es: una situación donde cada uno de los acto-
res políticos institucionales y extrainstitucionales, que participan
en la puja por el poder, tiene capacidad para bloquear los pro-
yectos de sus adversarios, pero ninguno la suficiente como pa-
ra imponer el proyecto propio. Se configura así un “juego im-
posible”, considerando las dificultades para construir poder,
ganar elecciones, etc. bajo el dilema de la necesidad de contar
con el voto peronista y al mismo tiempo retener el apoyo del
ejército que sostenía la proscripción del peronismo.
En febrero de 1958 se realizan elecciones simultáneas nacio-
��
nales y provinciales. A la luz de los resultados de la última con-
sulta electoral para reformar la constitución, el desafío estaba
en quién podía atraer a esa importante masa de votantes que se
reconocía en la identidad peronista.
Considerando el porcentaje de votos en blanco para la Cons-
tituyente, el acuerdo de la UCRI y el peronismo (pacto Perón-
Frondizi) se presenta como una posibilidad para destrabar a favor
de Frondizi la situación electoral, lo que se verá confirmado a la
hora del escrutinio. En Santa Fe la UCRI se impone con el 46% de
los votos, seguida por la UCRP con casi el 30%. El tercer lugar es
ocupado por una todavía fuerte presencia de votos en blanco, que
alcanzan el 10%. Los resultados se reproducen en el mismo or-
den en las elecciones de diputados nacionales, de gobernador y
de diputados y senadores provinciales, aunque con disminuciones
en los porcentajes de la UCRI, la UCRP y el voto en blanco, en
beneficio de la democracia progresista que mejora su perfoman-
ce con relación a los registros obtenidos en las presidenciales.
En esas elecciones de 1958, Carlos Sylvestre Begnis como can-
didato de la UCRI alcanza poco más del 41% en las elecciones
de gobernador, superando con comodidad a Julio Busaniche,
candidato de la UCRP, quien obtiene casi el 23% de los votos, A
su vez, los resultados obtenidos le permiten a la UCRI conquistar
la mayoría en ambas Cámaras de la Legislatura provincial.
En las elecciones de diputados nacionales, Aldo Tessio será
electo por la minoría, incorporándose al Congreso Nacional. Per-
manecerá como diputado nacional hasta 1960, ya que al elegirse
la totalidad de los diputados la mitad de ellos debía renovarse a los
Fotógrafo no identificado. Aldo Tessio en campaña para la elección a gobernador, en la Seccional �ª de la UCR. Santa Fe, ����. Colección Ricardo Harispe.
Entre los militantes presentes, segundo de pie,
de izquierda a derecha, Luis Cáceres (padre).
��
dos años, y de acuerdo con un sorteo, para habilitar la renovación
por mitades que establece la Constitución Nacional. Desde su
banca de diputados volverá sobre algunos temas, como el del
petróleo, que habían tenido un debate trunco en la Convención
Constituyente del ’57.
Al respecto, insistirá con los principios adelantados en aquella
oportunidad y ampliará la discusión a otro tema derivado y de
candente actualidad, como el de los contratos petroleros.
El perfil político de Tessio va así afirmándose desde el lugar
del legislador. Un par de años después de dejar su banca nacio-
nal, será electo convencional constituyente para la reforma de
la Constitución de la provincia de Santa Fe, donde presidirá el
bloque de su partido.
La situación constitucional en la provincia de Santa Fe había
sido modificada por la Intervención Federal de 1955 que desplazara
del poder al peronismo. Acompañando el proceso nacional, la In-
tervención había derogado la Constitución Provincial de 1949 y
dispuesto la vigencia de la Carta sancionada en 1900 con las
reformas introducidas en 1907. Sin duda, la sociedad santafesina
había cambiado lo suficiente en las seis décadas transcurridas
del siglo XX como para que la necesidad de actualización de ese
texto constitucional resultara imprescindible. Una Constitución
pensada para una Santa Fe que ya no existía, más los anteceden-
tes de la reforma constitucional de 1921 y su puesta en vigencia
en la primera mitad de la década del ’30, fortalecían un consen-
so inicial sobre la necesidad de la reforma que se irá diluyendo a
partir de la puesta en marcha del proceso reformista.
Fotógrafo no identificado. Apertura del Comité Departamental de la UCR durante la campaña electoral a gobernador. Rosario, ����. Colección Nelson Delajonquiere.
��
En septiembre de 1961 el gobierno provincial de Sylvestre Begnis
adelanta para diciembre las elecciones de gobernador y legisladores
provinciales, inicialmente pensadas para marzo del año siguiente,
como efectivamente se hará en la mayoría de las provincias. En
el mes de octubre, por medio de un decreto se agrega una nueva
convocatoria para elegir 60 convencionales constituyentes en el
mismo acto electoral del día 17 de diciembre de 1961.
En un clima de fuerte enfrentamiento político entre las prin-
cipales fuerzas partidarias, la forma en que se produce la con-
vocatoria a elecciones de constituyentes dará lugar a la ruptura
del consenso reformista. Como principal fuerza opositora insti-
tucional, el radicalismo del pueblo esgrime tres objeciones ante
la convocatoria: 1) inoportunidad de la reforma; 2) una dudosa
legalidad de la ley electoral; y 3) las limitaciones a las facultades
de la Convención.
Con respecto a la primera objeción, se alega el escaso tiempo
que media entre la convocatoria y las elecciones, el cual no se
condecía con la empresa a la que se convocaba.
La segunda objeción tiene que ver con los criterios de asignación
de bancas de convencionales que establecía para el partido más
votado 36 bancas sobre el total de 60, mientras que para las
24 restantes se aplicaba el sistema proporcional. El radicalismo
del pueblo consideraba que este criterio vulneraba “las bases
jurídicas del sufragio, en el aspecto de la igualdad”. Con este
mecanismo el partido más votado se aseguraba el quórum, que se
constituía con la mitad más uno del total de convencionales.
Por último, se cuestionan las limitaciones puestas a la Con-
vención, de acuerdo a lo resuelto por la Legislatura al declarar
la necesidad de la reforma. La Legislatura no se limitó a la es-
pecificación de los artículos a reformarse, sino que fue más
allá al fijar limitaciones a la Asamblea Constituyente en cuan-
to establecía que la misma “no podrá disminuir, prorrogar ni
modificar en forma alguna los mandatos del poder Ejecutivo,
legisladores, concejales y magistrados con acuerdo en ejercicio
de los que estuvieran ya electos o designados a la fecha de la
sanción de las reformas, ni declararlos caducos” (Convención Re-
formadora Provincial, 1962:56-57, en adelante CRP).
A pesar de las objeciones del radicalismo del pueblo, el gobier-
no logra imponer la agenda electoral que había planteado. Santa
Fe (junto a otras dos provincias) realiza en diciembre de 1961
sus comicios, a manera de test de lo que podrían resultar las
elecciones a en las otras provincias en marzo del año siguiente,
en las que participaría el peronismo. Desde el oficialismo, se es-
peculaba que un triunfo de la UCRI en diciembre podía influen-
ciar los resultados en las demás provincias en marzo de 1962.
En esas elecciones de fines 1961 en Santa Fe se elige go-
bernador, diputados y senadores provinciales y convencionales
constituyentes. El oficialismo impone su fórmula a gobernador y
obtiene poco más del 29% de los votos. El peronismo, que par-
ticipa con el nombre de Partido Laborista, consigue el segundo
lugar con casi 24% de los votos; seguido por la UCRP con el 13,6%
y el PDP con el 13,4%. El voto en blanco es apenas del 3%.
Estos porcentajes se reproducen con leves diferencias para
los cargos de convencionales constituyentes. El número de con-
��
las claves de su postura hacia los votantes peronistas. Tessio
volverá sobre el tema en otra de sus intervenciones ampliando
el concepto: “Mi partido, al que mucha gente ha colocado casi
en el centro del camino de los partidos políticos (…) cuando
su posición filosófica en cambio lo ubica en la izquierda demo-
crática, ha reafirmado y proclamado definitivamente que éste es
el único camino para la felicidad de los pueblos y para realizar
en América Latina todo el gran proceso que esperan los hombres
humildes de este continente. (…) las bases esenciales para una
auténtica democracia social, han sido expuestas por la Unión Cí-
vica Radical del Pueblo en su Declaración del 9 de diciembre de
1961. (Planteábamos allí que) hemos desechado la revolución a
través de la dictadura del proletariado, y elegido el camino de la
democracia social realizada por la prolongación de la democracia
política sin el derrumbe de las instituciones ni de la filosofía, que
mantienen su vigencia. Esta fuerza, cuya dinámica es adecuarse
a la realidad que vive el hombre, es el gran dilema de la hora: no
apoya la dictadura del proletariado pero pretende, por el sistema
de la evolución y manteniendo las instituciones que tienen vi-
gencia, realizar la felicidad y el porvenir del hombre argentino”
(CRP, 1962:774-775).
En cuanto al proyecto de Constitución que la UCRP lleva a
la Convención, Tessio dirá: “Ésta no es una Constitución anti-
cristiana ni anti ninguna religión: es un Constitución neutral.
Mantenemos en el preámbulo la invocación a Dios, fuente de
toda razón y justicia. Pero en el artículo 5º expresamos con cla-
ridad el pensamiento y el mandato del partido que establece
vencionales a elegirse era igual al de electores a gobernador
(sesenta), pero para su designación se consideró a la provincia
como distrito único, por lo que el partido que obtuviera mayoría
de votos se adjudicaría 36 bancas, mientras las 24 bancas res-
tantes se distribuirían en forma proporcional al número de votos
obtenidos por los demás partidos. Así, la UCRI se adjudica 36
bancas, el Partido Laborista 10, la UCRP 5, el PDP 5, el Partido
del Trabajo y el Progreso 2, el Partido Tres Banderas 1 y el Partido
Demócrata Cristiano 1.
Con esta composición, la Convención Constituyente sesionará
entre el 16 de enero y el 14 de abril de 1962, en un clima de fuerte
tensión política nacional, que alcanza su punto más álgido en
marzo, cuando el dirigente peronista Andrés Framini se impone
en las elecciones de gobernador de la provincia de Buenos Aires.
A partir de la derrota electoral del oficialismo, el enfrentamiento
político es ganado por la desmesura y marca los comienzos del
fin del gobierno de Arturo Frondizi, que será obligado a renunciar
por un golpe militar.
Las expectativas que la UCRP tenía cifradas en la reforma cons-
titucional están resumidas en una de las primeras intervenciones
de Aldo Tessio en la Convención: “Yo espero que esta Constitu-
yente realice ahora la gran tarea para Santa Fe por el camino de
la democracia social, para resolver definitivamente los males que
aquejan al hombre humilde de esta provincia” (CRP, 1962:67).
El concepto de democracia social sintetizaba la posición de
su partido frente a los cambios de la sociedad argentina de los
años peronistas. También allí estaban contenidas algunas de
��
que la legislatura no podrá dictar leyes que restrinjan o protejan
culto alguno, agregando que es inviolable en el territorio de la
provincia el derecho que todo hombre tiene de profesar su culto
libre y públicamente según los dictados de su conciencia, sin
más limitaciones que las impuestas por la moral, las buenas
costumbres y el orden público” (CRP, 1962:776).
Libertad de opinión, de prensa, el hábeas corpus y amparo,
la estabilidad del empleado público y la carrera burocrática son
otras de las cuestiones que se destacan en el proyecto. El tema
del federalismo tuvo también su lugar a través de normas re-
lativas a la economía: “Hace muchos años, creo que en 1932, se
ha posibilitado la deformación de nuestro sistema federal. Las
provincias han ido languideciendo en su erario y en sus finanzas
y, mendicantemente, corren a la nación extendiéndole la mano
para que se les dé apenas parte de lo que les corresponde legítima
y constitucionalmente (…) Por eso, el radicalismo del pueblo
cree necesario que la Constitución consigne expresamente la
obligación de sus gobernantes a restablecer para la provincia los
derechos que le corresponde en virtud de la Constitución Na-
cional” (CRCP, 1962:777).
Los derechos sociales forman parte de la democracia social
que el radicalismo del pueblo defiende. En su proyecto, Aldo
Tessio considera que se amplía la base de sustentación social
dada por el artículo 14 bis de la Constitución de 1957. “Y lo
hacemos decididamente y estableciendo incluso en la solución
del asalariado la participación de las ganancias del obrero en las
empresas ubicadas en la provincia de Santa Fe, con un porcentaje
Fotógrafo no identificado. Aldo Tessio durante la campaña electoral. Rosario, ����. Colección Nelson Delajonquiere.
��
mínimo, para convertir a este hombre que con su trabajo realiza
el porvenir del pueblo santafesino en el beneficiario de una parte
mínima de su esfuerzo. Creemos en los gremios organizados de-
mocráticamente” (CRP, 1962:778).
A la hora del balance, en su última intervención en la Conven-
ción Constituyente provincial, Aldo Tessio tiene una mirada positi-
va sobre el trabajo realizado en esos tres meses de sesiones, a pe-
sar de las diferencias entre el proyecto que defendiera la UCRP y
el texto finalmente aprobado por la Convención. “No hicimos una
obra tomada de otras Constituciones, si bien reconocemos que
en el aspecto general de la arquitectura institucional siempre son
las viejas formas, pero imbuidas esta vez con el sentido social y
económico que vive la provincia. Hemos buceado en la tradición
provincial, en sus angustias y en sus esperanzas para darle a San-
ta Fe una Constitución adecuada a la época. Pensamos que esta
Constitución, que tal vez no es sino la resultante del pensamiento
de los sectores políticos aquí representados, si bien los partidos en
esta confrontación no han podido sacar cada uno el pensamien-
to primigenio que volcamos en nuestros proyectos, sin embargo
hemos logrado de alguna manera, alguna conciliación que hace a
la perdurabilidad de las instituciones” (CRP, 1962:1239).
3. El gobernador3.1. Camino a la Casa GrisUn año más tarde, en 1963, las constelaciones históricas abier-
tas, a las cuales aludía el sociólogo húngaro Karl Mannheim, le
dieron a Tessio la oportunidad de alcanzar la gobernación de
Santa Fe. Dicho de otro modo, el derrocamiento de Frondizi, la
proscripción del peronismo, el fracaso del intento de conformar
un frente entre sectores de las fuerzas armadas, el peronismo
y la UCRI, la resolución de la interna del ejército a favor de los
azules, entre otras cuestiones, crearon el contexto de posibilidad
para que la Unión Cívica Radical del Pueblo accediera, con
Arturo Illia, a la presidencia de la Nación, y con Aldo Tessio a la
gobernación de la provincia.
En las elecciones convocadas para julio de 1963 el criterio de
selección de diputados, senadores y electores provinciales pre-
sentaba algunos cambios. Anteriormente, tanto los senadores co-
mo los diputados se elegían por departamentos. El decreto dado
por la Intervención Federal establecía que, para la elección de
diputados provinciales y de electores de gobernador y vice, se
tendría a la provincia como distrito único, observándose el orden
de lista para la adjudicación de las bancas. El número de diputados
que se elegía se modificaba y ascendía a 50, con lo que también
aumentaba la cantidad de electores, que pasaban ahora a 69. Para
la elección de senadores se dividía la provincia en tres circuitos,
el primero comprendía a los departamentos 9 de Julio, Vera, Ge-
neral Obligado, San Cristóbal, San Justo y San Javier, y elegía
6 senadores; el segundo incluía a los departamentos La Capital,
��
Fragmento de portada Diario El Litoral de Santa Fe, �� de octubre de ����, en ocasión de la asunción al cargo de Gobernador y Vice de la Provincia de Santa Fe.
Garay, Las Colonias, Castellanos, San Martín y San Jerónimo, y
elegía también 6 senadores; el tercero a los departamentos de Ro-
sario, San Lorenzo, Constitución, General López, Casero, Iriondo y
Belgrano, y elegía 7 senadores. En cada circuito, la adjudicación
de las bancas se haría con el sistema D’Hont.
Otra innovación importante para estos comicios es la referida a
la forma de elección de intendentes municipales. Hasta entonces,
a excepción del gobierno demoprogresista de Luciano Molinas, en
el que rigió el carácter electivo, la designación de los intenden-
tes la hacía el poder ejecutivo provincial con acuerdo legislativo.
Ahora, si bien no habría elección directa de intendentes, se vo-
taría para concejales, los que luego deberían elegir de su seno al
intendente de cada una de las 22 ciudades de la provincia.
La proporcionalidad implementada a través del sistema D’Hondt
produjo la dispersión de los votos en casi una docena de orga-
nizaciones partidarias, consiguiendo las principales fuerzas por-
centajes similares tanto en las elecciones nacionales como en las
provinciales.
La UCRP conquista la primera minoría con alrededor del 22%
de los votos, y obtiene 14 electores presidenciales y 21 electo-
res para gobernador. El PDP y la UCRI compiten por el segundo
lugar con exigua diferencia a favor de la democracia progresista,
alcanzando cada uno poco más de 17% de los votos, 11 electores
presidenciales y 17 a gobernador. Entre las fuerzas menores so-
bresalen: Unión del Pueblo Argentino (UDELPA), con 8% de los
votos, 5 electores presidenciales y 8 a gobernador; y el Partido
Demócrata Cristiano, con 6% de votos, 3 electores presidenciales
�0
y 6 electores a gobernador. El voto en blanco, de alrededor del
22%, expresa parcialmente al electorado peronista, ante la deci-
sión partidaria de no participar de los comicios.
La fórmula con mayor cantidad de votos, integrada por Aldo
Tessio como candidato a gobernador y Eugenio Malaponte como
vice, no tenía mayoría en el Colegio Electoral provincial por lo que
su proclamación no estaba asegurada y requería de la negociación
con las demás fuerzas.
Al día siguiente de los comicios, en un reportaje realizado por
el diario EL Litoral, Aldo Tessio interpretaba la victoria de su par-
tido y se mostraba seguro de ser consagrado gobernador por el
Colegio Electoral. Opinaba que “el triunfo de la UCRP se debe al
sentido de transformación social y de paz que hemos expresado
en nuestro programa para lograr el reencuentro de los argentinos.
Por otra parte, el ciudadano se ha sentido reconfortado por la
conducta que ha mantenido el partido sin pactos con nadie. El
diálogo que hemos abierto a todos los sectores de la provincia y
nuestra prédica clara han hecho que el pueblo se convenza de que
el mejor instrumento para gobernar el país y las provincias es la
UCRP”. Consultado acerca de lo que decidiría el Colegio Electoral
afirmaba: “Tengo la seguridad de que no hará otra cosa que ra-
tificar el triunfo, porque es la decisión intergiversable del pueblo
en las urnas. Otra cosa significaría una violación de lo expresado
el domingo y estoy seguro que ningún partido ni sus dirigentes
pueden olvidar el fallo expresado por el pueblo”. A renglón seguido
especulaba sobre cuál de los partidos contribuiría con sus votos
para hacer esa mayoría en el Colegio Electoral que habilitara su
proclamación como gobernador: “Creo que el radicalismo tiene
un sentido nacional y siempre es posible, si se habla el mismo
lenguaje, si se reafirman y se aceptan los postulados de nuestra
plataforma, que es esencialmente radical, lograr el reencuentro”.
Al preguntarle sobre la relación de la Argentina con el Fondo Mo-
netario Internacional y las concesiones para la explotación del pe-
tróleo, y si estas cuestiones no operarían como obstáculos para la
concreción del acuerdo –temas que habían marcado fuertemente
las diferencias entre los dos radicalismos–, Tessio señalaba: “Los
distintos conceptos que se tienen con respecto al petróleo y al
Fondo se refieren más bien a una política oficial impuesta desde
el gobierno al sector radical que gobernó desde el ’58 en adelante.
Pero estoy seguro que esa política no es la del afiliado que hizo
su aprendizaje, su docencia, en las postulaciones y en el ideario
común sostenido por la UCR sin aditamentos en toda su larga tra-
yectoria al servicio del país (…)” (El Litoral, 08/07/1963).
En agosto de ese año ’63, cuando se reúne el Colegio Electoral,
no hay sorpresas. La Convención Provincial de la UCRI había
resuelto que sus electores votaran por el candidato que había
obtenido mayor cantidad de votos en las elecciones de julio. Igual
criterio prevalece en los electores de UDELPA. Si la disciplina
partidaria funcionaba, Tessio sumaría a los 21 electores de su
partido los 17 de la UCRI más los 8 de UDELPA.
El Colegio Electoral se reúne con la totalidad de sus miembros y
como era costumbre el representante de mayor edad preside pro-
visionalmente la reunión y los dos electores más jóvenes se desem-
peñan como secretarios. Ocupa entonces la presidencia el señor
��
Elías Bassaga (UCRP), y Rubén Carpio (PDP) y Florencio Galíndez
(UCRP) las secretarías. La disciplina partidaria funciona de acuerdo
con lo esperado y en la votación Aldo Tessio había obtenido 46 vo-
tos; Alfonso Alett de Sylvas, del PDP, 17 votos; y Federico Alisa,
del sector demócrata cristiano, 6. Para vicegobernador los números
se repiten, el candidato de la UCRP, Eugenio Malaponte, 46 votos;
Armando Borona, del PDP, 17; y José Cantini, del PDC, 6.
El 12 de octubre de 1963, mientras Arturo Illia asume como
presidente de la Nación, Aldo Tessio hace lo propio como gober-
nador de la provincia de Santa Fe. La llegada del radicalismo del
pueblo al poder se produce en una coyuntura difícil. La crisis del
sistema político –producto de la imposibilidad de encontrar una
fórmula que integrara al sistema electoral al peronismo– coinci-
de con problemas económico-sociales, como la pérdida del po-
der adquisitivo del salario real y, lo que es aún más grave, el alto
nivel de desempleo que se ubica cercano al 9% de la población
económicamente activa.
En el discurso ante la Asamblea Legislativa al asumir como
gobernador, Tessio esboza ya lo que serán sus principales líneas
de acción para dar respuestas a los problemas de la hora. En el
mismo, democracia, política, economía y desarrollo se entrelazan
como partes inescindibles de un proyecto político cuyo horizonte
es la “democracia social”. “Santa Fe tiene una cita con la his-
toria; y cada uno de nosotros, protagonistas de este momento,
tenemos la obligación de cumplir un objetivo esencial: impulsar
nuestro desarrollo económico, promover la explotación de nues-
tras riquezas aún latentes, estimular la creación de fuentes de
En el marco de la investigación no se encontraron datos certeros sobre WAR, autor de esta viñeta. Algunos testimonios de entrevistados relatan que fue publicada en el vespertino Crónica de la ciudad de Rosario en los años 60.
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trabajo, afianzar la libertad del habitante y la preservación de la
democracia, estableciendo en suma las condiciones de vida y de
cultura que exalten la libertad y la dignidad del hombre sobre un
fundamento de justicia social, de austeridad republicana y de
vida moral” (Discurso del gobernador, 12/10/1963).
Entre las condiciones para lograr el necesario desarrollo, el go-
bernador apunta: “Conciencia y clara voluntad de soberanía en
el pueblo; riqueza suficiente en base a la distribución orgánica
de los elementos de la producción y a la alta tecnificación para
el aprovechamiento de los bienes que nos ofrece en potencia la
naturaleza; justicia en la participación de los bienes sociales”.
En lo que sigue de su discurso, Tessio enuncia temas que cons-
tituirán parte de sus desvelos en la gestión que iba a iniciar, co-
mo la reforma agraria, la comunicación vial y la creación de un
ministerio de trabajo.
Este hijo de la pampa gringa entiende que los problemas so-
cioeconómicos de la provincia tienen como causa fundamental
esas grandes extensiones de tierras “baldías”, que se restan a
la producción debido a un criterio “feudal” de distribución.
Son esos obstáculos los que hay que remover para “multiplicar
la producción, aumentar la capacidad de consumo del mercado
interno, elevando el nivel de vida del pueblo y agregando al
consumidor humano ese otro consumidor de ilimitada capacidad
que es la máquina industrializadora. Instalar el frigorífico estatal,
industrializar la producción pecuaria como la agraria, desarrollar la
pesquería, promover el intercambio internacional por los puertos
de Rosario y de Santa Fe; he ahí apenas esbozadas las realizaciones
necesarias para aumentar la riqueza de la provincia de manera
tal (que se pueda revertir) el problema social de la miseria que
indudablemente tenemos y debemos solucionar (…)”.
La reforma agraria tenía en la mira fundamentalmente a los
departamentos del norte santafesino, ese “verdadero desierto
verde de excelentes praderas, donde 5 millones 500 mil hec-
táreas no conocen la reja del arado, ofrece el inmejorable pa-
norama para realizar la mejor experiencia de largo aliento para
nuestra provincia. Existen en los departamentos San Cristóbal,
9 de Julio y Vera, latifundios de propiedad fiscal absolutamente
inexplorados y estamos resueltos a incorporar esas tierras al pro-
ceso de reforma agraria”.
No se trata, como seguidamente aclara el gobernador, de ex-
propiar campos productivos, sino de toda la tierra inactiva “cuyo
mantenimiento en la situación actual nos convierte en cómplices
de un privilegio irritante para la democracia social”. El proyecto,
pensado en un principio para las tierras del Estado provincial
a las que se sumarían las de organismos nacionales que se en-
contraran en la misma situación, se extenderá luego a las tierras
de la empresa La Forestal Argentina SA de tierras maderas y ex-
plotaciones comerciales e industriales.
Los problemas derivados del mundo del trabajo y la previsión
social son otros tópicos que se consideran relevantes. El go-
bernador reconoce la importancia que han adquirido en la época
y propone la creación de un Ministerio específico. Entendía que
el Estado debía tutelar las relaciones entre el capital y el trabajo,
pero también debía velar por la previsión social, la alimentación
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y la vivienda obrera. Es a través de este Ministerio de Trabajo
y Previsión Social, de Alimentación y Vivienda Obrera, que el
Estado intervendrá en todo lo que corresponda a las relaciones
laborales, al régimen legal de las asociaciones profesionales, a la
higiene, al trabajo de la mujer y del menor, promoviendo la le-
gislación sobre el tema y el control de su aplicación, como tam-
bién en todas aquellas otras cuestiones que hacen a la vida de los
trabajadores, como la alimentación, la vivienda, etc.
Por último, es de destacar otro rubro en el que se pondrá el
acento durante la gestión que se iniciaba: los trabajos viales.
La comunicación de las diferentes zonas de la provincia y de
ésta con las provincias limítrofes es vista como imprescindible
para la integración y el desarrollo. El gobernador se compromete
a continuar la obra vial realizada por el último gobierno cons-
titucional, algunos de cuyos tramos se terminaron reciente-
mente por la intervención federal. “Completaremos los planes
existentes dándoles el sentido necesario al desarrollo perseguido.
Buscamos el desarrollo de la economía del norte de la provincia,
y es indispensable para ello realizar los caminos transversales
que permitan la salida de la producción agrícola ganadera que
se ha de intensificar con la reforma agraria. Es nuestro propósito
además continuar las obras emprendidas en la provincia, algunas
de las cuales, como el túnel subfluvial entre Paraná y Santa Fe,
requerirán una financiación acorde con su magnitud”.
Este abanico de propuestas tiene un hilo conductor que le da
sentido a cada una de ellas al inscribirlas en un proyecto político
destinado a construir un “mundo nuevo”. En una clave de época,
Tessio proponía definir ese horizonte de un mundo nuevo en
diálogo con una de las más importantes tradiciones político
ideológicas argentinas, la liberal democrática. “La historia nos
ha colocado (…) frente a la enorme responsabilidad de construir
un mundo nuevo, en cuanto puede serlo obtener el logro de la
libertad de la justicia, del bienestar, de la dignidad, de la alegría,
de la felicidad de nuestro pueblo y de lo que ello significará en
su trascendencia a lo nacional, a lo continental, a lo universal
humano” (Discurso del gobernador, 12/10/1963).
Como ha señalado Darío Macor, la importancia de la tradición
liberal democrática en el debate político ideológico argentino del
siglo XX es decisiva en el proceso de formación de las identidades
políticas; y está estrechamente asociada en el caso santafesino
a fuerzas políticas como el radicalismo e instituciones del saber
como la Universidad Nacional del Litoral (Macor, 1997).
3.2. El gabinete César Tcach, en su libro sobre Arturo Illia, señala que el radicalis-
mo sufre en los años sesenta un proceso de transformación que
se evidenció fundamentalmente en la pérdida de gravitación de
las distintas fracciones que coexistían al interior del partido.
Hasta entonces el radicalismo se había estructurado en torno a
líneas internas de carácter permanente, organizadas de un modo
centralizado, con un alto nivel de institucionalización, cohesión
y poder en la organización. En este esquema de funcionamien-
to, las carreras políticas dependían casi inexorablemente de
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las trayectorias en el seno del aparato partidario. Hacia 1963,
como lo destaca Tcach, comienzan ya a insinuarse cambios en
esa dinámica de funcionamiento, las fracciones se vuelven más
laxas tanto organizativa como ideológicamente, posibilitando
relaciones más fluidas entre los distintos sectores partidarios.
Aunque esto no necesariamente supuso cambios sustantivos
en las formas de hacer política al interior de la organización, la
pérdida de gravitación de las fracciones fue acompañada por la
jerarquización de quienes ocupaban cargos de legisladores.
La fórmula presentada para las elecciones presidenciales de
1963, Arturo Illia-Carlos Perette, reflejaba todo un trabajo de
negociación interna que permitía reemplazar a las principales
figuras de la organización partidaria nacional por referentes pro-
vinciales. Illia, representante del sabattinismo cordobés –único
candidato de la UCRP a gobernador triunfante en las finalmente
anuladas elecciones de marzo de 1962–, y Carlos Perette repre-
sentante del unionismo entrerriano.
En Santa Fe, la búsqueda de la unidad partidaria se jerarquiza
ante una situación de debilidad electoral del radicalismo del
pueblo. En la provincia, desde 1958 y hasta las últimas elec-
ciones de diciembre de 1961, la UCRI se había impuesto en las
preferencias del electorado. En ese contexto la candidatura de
Aldo Tessio a gobernador surge de acuerdos entre las distintas
fracciones partidarias, y se sostiene en algunos pilares de su tra-
yectoria política cuyo valor se acrecienta frente a las debilida-
des de la UCRP. En primer lugar, el partido necesita presentar
hombres distintos a los que habían encabezado las fórmulas de-
Fotógrafo no identificado. Cena en el Día de la Agricultura. Esperanza, ca. 1964. Colección Familia Tessio.
��
rrotadas en 1958 y 1961. A su vez, en los últimos años Tessio
había tenido una interesante actuación pública a partir de los
diferentes cargos legislativos que fue ocupando. Recordemos su
desempeño en la Convención Constituyente nacional de 1957, su
paso por el Congreso Nacional entre 1958-1960, y por último su
actuación como presidente del bloque de la UCRP en la Con-
vención Constituyente provincial.
Necesidades partidarias y condiciones del candidato coinci-
den para consolidar la fórmula en la que lo acompañará Euge-
nio Malaponte. Ambos integraban la cátedra de Derecho Cons-
titucional en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de
la Universidad Nacional del Litoral. También habían actuado
juntos en la Convención reformadora provincial, Tessio como
presidente del bloque de la UCRP y Malaponte como vice. Por
último, el binomio respondía bien a la territorialidad política local
atendiendo al tradicional clivaje norte-sur, al reunir un gobernador
del centro norte de la provincia, con un vice oriundo del sur y más
precisamente de la ciudad Rosario.
En la conformación del gabinete prima la homogeneidad po-
lítica dada por la pertenencia de los ministros a la UCRP. Esto
parece indicar la no existencia de acuerdos, en este nivel, con
otras fuerzas políticas, en especial con la UCRI, considerando
que fueron sus votos en el Colegio Electoral los que permitieron
a la UCRP alcanzar la mayoría necesaria para ungir a Tessio
gobernador. En la legislatura provincial el partido de gobierno
no contaba con mayoría. Sobre las 50 bancas que componían la
Cámara de Diputados, la UCRP tenía apenas más de un tercio (16
Fotógrafo no identificado. Aldo Tessio y Carlos Perette, vicepresidente, en la Casa Rosada. Buenos Aires, ca. 1964. Colección Familia Tessio.
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bancas); las restantes se repartían entre el PDP (12), la UCRI (12),
UDELPA (6) y PDC (4). En la Cámara de Senadores la situación
no era mejor para el oficialismo, y los diecinueve senadores se
distribuían de la siguiente manera: 7 la UCRP, 7 la UCRI, 4 el
PDP, y 1 UDELPA. En la Legislatura sí pueden apreciarse los
acuerdos con las otras fuerzas políticas, en especial en la Cámara
de Senadores, donde la UCRI acapara los principales cargos en la
presidencia del cuerpo luego del vicegobernador.
La constitución del gabinete provincial con hombres del partido,
reproduce el escenario nacional del gobierno de Arturo Illia. Es-
ta actitud del radicalismo, que en alguna medida responde a
una doble lógica de la esfera parlamentaria y de la ejecutiva, se
inscribe en la tradición partidaria, en el valor asignado en ella a
la organización y a la militancia, y en el rechazo a los acuerdos
con otras fuerzas políticas, tradición de larga data, renovada y
fortalecida después del pacto Perón-Frondizi.
Así los hombres que acompañarán a Tessio en los ministerios
competirán por la antigüedad partidaria pero a ninguno se lo
podrá tachar de externo. En el Ministerio de Gobierno Justicia
y Culto se nombra a Horacio Prémoli, un abogado nacido en Es-
peranza, radicado desde hacía tiempo en la ciudad de Rosario.
Al momento de su designación como ministro había ocupado
varios cargos partidarios entre ellos el de vicepresidente de la
Convención provincial, presidente del comité departamental de
Rosario y secretario de la Convención nacional. Fue también en
1957 convencional para la reforma de la Constitución Nacional.
Juan Martínez López, abogado y doctor en Economía, asume
como ministro de Hacienda, Economía e Industria. Es el único
miembro del gabinete con poca trayectoria en el distrito. Nacido
en Mendoza, construyó su carrera política y profesional en su
provincia natal. Fue hasta 1957 jefe del departamento provincial
de cooperativas del Ministerio de Economía, Obras Públicas y
Riego de Mendoza, y también se desempeñó en el Instituto de
Investigaciones Económicas y Tecnológicas de esa provincia. Di-
putado provincial en Mendoza por la UCRP entre 1958 y 1961,
presentó numerosos proyectos de ley sobre temas como: Estatuto
del Empleado Público, Ley de Educación y Cultura, creación de
la Dirección Provincial de Cooperativas. Desde mayo de 1961 se
radicó en la ciudad de Rosario.
En la cartera de Salud Pública y Bienestar Social se nombró a
Wilfredo Miró Plá. Médico de profesión, se graduó en la Facultad
de Ciencias Médicas de Rosario dependiente de la UNL y militó
desde su juventud en las filas de la UCR. Fue senador provincial
por el departamento Castellanos a fines de la década del ’40, y
en los primeros años de la del ’60. Después del golpe de 1955,
durante la gestión del Dr. Clodomiro Carranza como interventor en
Santa Fe, ocupó la cartera de Salud Pública y Bienestar Social.
En las anuladas elecciones del 17 de diciembre de 1961, integró,
como candidato a vicegobernador, la fórmula gubernativa de la
UCRP junto a Adolfo Rouzaut.
Ricardo Paviolo fue designado Ministro de Agricultura y Ga-
nadería. Nacido en Rafaela, se dedicó a la dirección de estable-
cimientos de campo en el norte de la provincia. Fue fundador y
presidente de la Sociedad Rural de San Cristóbal entre 1939 y
��
1951 y presidente de la Sociedad Rural de Santa Fe entre 1952 y
1956, y fue vicepresidente de la Confederación de Asociaciones
Rurales del Centro y Litoral Oeste (CARCLO) desde 1950 a 1952.
A lo largo de su militancia en el radicalismo desempeñó cargos de
convencional provincial, miembro del Comité Provincial y dipu-
tado nacional entre 1958-1962. De su labor legislativa se desta-
can entre otros proyectos: la instalación de frigoríficos regionales
en Santa Fe, Río Cuarto y Puerto Vilelas; creación del Instituto
Nacional para la Conservación de Suelos y de la Facultad de
Agronomía y Veterinaria de Santa Fe.
El Ministerio de Educación y Cultura estará a cargo de Ricardo
Arribillaga, abogado rosarino, profesor de Derecho Político y de
Derecho Constitucional de la UNL. De larga militancia partidaria
radical, se había desempeñado como secretario de la Convención
Provincial del partido y vicepresidente del Comité Departamental
de Rosario.
Luis Alberto Romero Acuña estará a cargo de Obras Públicas.
Nacido en Vila, se graduó de médico en la Facultad de Medicina
de Rosario. También con reconocida militancia en el radicalismo,
fue electo en varias oportunidades presidente de la comisión
de fomento de Vila y al momento de su designación ejercía el
cargo de presidente del comité departamental de Castellanos y
delegado al comité provincial de la UCRP.
3.3. Un desarrollo integradoEn los primeros años de la década de 1960, Santa Fe era la se-
gunda provincia argentina por su importancia industrial. Según
el censo de 1960, funcionaban en el territorio provincial más de
17.000 industrias que abarcaban diversos sectores de la producción,
desde la petroquímica a la metalúrgica y desde el cuero al vidrio.
El desarrollo industrial, como se sabe, había sido reorientado
sobre nuevas bases e intensificado a partir de 1958 en el gobierno
de Arturo Frondizi, que tenía en la provincia de Santa Fe su co-
rrelato en la gestión de Carlos Sylvestre Begnis. Una mirada
más atenta a los datos del crecimiento industrial revela que el
mismo distó de ser equilibrado. En efecto, si atendemos a las tres
zonas en que se divide la provincia, las radicaciones de capital
entre 1958 y 1962 alcanzaron para la zona norte 1,06%, centro
5,61% y sur 93,33%; mientras el personal ocupado fue de 7,86,
26,45 y 65,69% respectivamente. Estas cifras reflejan que el de-
sequilibrio, por cierto no nuevo, se vio notoriamente agravado y
consolidado en estos últimos años.
La gestión de Tessio se propone revertir esta situación a partir
de lo que considera un “verdadero programa de desarrollo”. Al
insistir con un “verdadero” desarrollo, Tessio marca una diferencia
con la propuesta del desarrollismo frondicista con una alternativa
que juzgaba más integral y equilibrada: “Evidentemente no se
puede hablar de desarrollo de un cuerpo humano si todos los
factores físicos y psíquicos del mismo no se mantienen en cierta
relación proporcional durante el proceso de crecimiento. Si una
de las partes del cuerpo humano crece desproporcionadamente
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no hablaremos de desarrollo, sino de monstruosidad. Es así que
nuestra política industrial no será una sucesión de medidas in-
conexas disociadas de los otros factores de producción sino un
conjunto ordenado de disposiciones técnico-administrativas que
permitan una evolución industrial sincronizada dentro de una es-
tructura económico-social” (Mensaje del gobernador, 1964:66).
En esta matriz de pensamiento se explica la propuesta de re-
forma agraria destinada fundamentalmente al norte santafesino.
A partir de la intervención del Estado provincial en lo referente
al mercado de tierras, se pensaba revertir la escasa densidad de
población, la falta de caminos, de servicios públicos, en fin, de
un desarrollo integrado.
Es cierto que la cuestión agraria formaba parte del repertorio
del radicalismo en las décadas anteriores. Puede encontrase en
las declaraciones de la juventud radical ya en los años ’30; en los
’40 aparece de la mano de los Intransigentes, más precisamente
de Frondizi, en la Declaración de Avellaneda y en el documento
elaborado por el Congreso del Movimiento de Intransigencia y
Renovación, de agosto de 1947. Allí se argumentaba sobre la
necesidad de “una reforma agraria inmediata y profunda, que
coloque a la tierra, que no debe ser una mercancía, al servicio de
la sociedad y del trabajo (…)” (Altamirano, 2001:243).
Con su proyecto de reforma agraria Tessio recupera ese pos-
tulado, deudor de sus fidelidades partidarias, para fundirlo con su
particular visión sobre el tema, que se entrelaza con sus orígenes
familiares, en un territorio tan caro al tema como el esperancino.
Al referirse al proceso de colonización agraria, que tenía a Es-
peranza como ciudad emblemática de ese proyecto de sociedad
democrática de pequeños y medianos productores, Tessio señala:
“La importancia de esa política de entrega de la tierra pública a
los inmigrantes agricultores, constituye un hecho aleccionador,
pues la reforma agraria que significó la subdivisión de la tierra y
la adjudicación de parcelas a los colonos, extiende su virtualidad
hasta nuestros días. Constituye quizá la visión más profunda que
tenemos del problema de la tenencia de la tierra haber vivido en
un medio floreciente de agricultura que le debe a aquellos hechos
históricos sus pasos fundamentales (…)” (Tessio, 28/05/1982).
Confirmando la centralidad asignada al tema, a pocos meses
de iniciado el gobierno, el poder ejecutivo envía a la legislatura
el proyecto de reforma agraria, abriendo un interesante debate al
que se le sumarán otros proyectos de la oposición. Rápidamente
la cuestión trasciende el ámbito legislativo, generando una inten-
sa polémica en la opinión pública, en la que sobresalen las ac-
tivas intervenciones de los medios de prensa y de las entidades
corporativas ligadas al mundo agropecuario.
El proyecto de reforma agraria y colonización del gobierno
tenía como objetivos incrementar la producción rural, posibilitar
el acceso a la propiedad de la tierra e instrumentos de trabajo
a quienes acreditaran vocación y capacidad para la producción
rural, así como también favorecer el arraigo del hombre en el
campo. Se proponía la creación del “Instituto de Promoción
Rural y Colonización de la Provincia”, organismo encargado de
la implementación de todas las medidas para la realización de
estos objetivos. El mismo estaría compuesto de un presidente
��
y siete vocales. La presidencia estaría a cargo del Ministerio de
Agricultura y Ganadería de la provincia, los vocales en número
de siete serían designados por el Poder Ejecutivo, debiendo por
lo menos tres de ellos pertenecer a los productores agrupados en
sociedades rurales, las cooperativas agrarias y los trabajadores
rurales organizados en entidades gremiales.
Las tierras alcanzadas por esta reforma son las fiscales y las que
el Estado pudiera adquirir para este fin a particulares. Se preveía
también la expropiación de inmuebles que resultaran aptos para la
colonización agrícola “en condiciones potenciales de desarrollo”.
En esta situación se encontraban las tierras que poseía la empresa
La Forestal, y el Poder Ejecutivo envía a la Legislatura un proyecto
de ley declarando de utilidad pública y sujeta a expropiación la
superficie de 163.642 hectáreas, que posee La Forestal Argentina
SA de tierras maderas y explotaciones comerciales e industriales
en la denominada cuña boscosa santafesina, en jurisdicción del
departamento Vera. La decisión se fundamenta en que “hasta
hace pocos años, de economía floreciente reflejada a través de
la intensa explotación forestal a que era sometida por obra de la
industria taninera una superficie de 1 millón 80 mil hectáreas se ve
hoy abocada al afligente problema que representa la finalización
absoluta de las actividades de dicha industria, todo ello agregado
al languidecimiento de las tareas de los obrajes motivada por la
sustitución del combustible sólido por los derivados del petróleo”
(El Litoral, 03/04/1964).
Esta compañía, de origen inglés –que sumó capitales franceses
y alemanes–, con antecedentes en el norte santafesino que se
Fotógrafo no identificado. Instalaciones de “La Forestal”. La Gallareta, 1925. Colección Amalia Marta Pérez.
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remontan a las últimas décadas del siglo XIX, había desarrollado
una intensa actividad a través de la explotación del quebracho
en la cuña boscosa (norte de la provincia de Santa Fe, sur de
la provincia del Chaco y noreste de la provincia de Santiago
del Estero). La empresa exportaba postes y durmientes para el
ferrocarril, rollizos y, esencialmente, tanino. En sus épocas doradas
contó con ferrocarriles, puertos, y llegó a financiar la “gendarmería
volante”, una fuerza represiva creada en los primeros años de la
década de 1920, durante la gobernación de Enrique Mosca.
El paulatino agotamiento del quebracho colorado, significó el
cierre progresivo de las fábricas que La Forestal tenía en Tartagal,
Villa Guillermina, Villa Ana y La Gallareta; lo que desató un agudo
problema social por el cierre de esas fuentes de trabajo.
La caída internacional del precio de la madera y el reemplazo
del tanino por otros productos, provocaron el cierre de las últimas
plantas de la compañía en 1966, y su retiro definitivo del país. La
Forestal había vendido ya buena parte de las tierras que poseía,
pero todavía tenía en su poder cerca de 200.000 hectáreas en el
norte santafesino. Tierras heterogéneas, afirmaba el ejecutivo, pero
muchas de ellas excelentes para el cultivo de distintas especies
como girasol, sorgo, algodón, maíz, o para la cría de animales,
si se las dotaba de aguadas artificiales, obras viales, unidades
sanitarias, escuelas, etc. En fin hacía falta una infraestructura
social básica que permitiera abrir paso a la colonización, y para
eso era imprescindible la acción del Estado.
La decisión tomada por el gobernador de avanzar en la reforma
agraria, provoca fuertes presiones por parte de aquellos que sentían
amenazados sus intereses por la acción del gobierno. Las presio-
nes que se ejercen sobre el ejecutivo provincial son concomitan-
tes a las que por esos meses, aunque por otras razones, sopor-
taba el presidente Illia. En efecto, la anulación de los contratos
petroleros, el proyecto de ley sobre medicamentos, conocido como
Oñativia –que consideraba a los medicamentos como bienes so-
ciales y congelaba su precio–, entre otras medidas del ejecutivo
nacional, inquietaron a las empresas de capital extranjero a los
que se sumaba también la Unión Industrial Argentina con una
fuerte crítica al “intervencionismo estatal”. La crítica al fuerte
intervencionismo estatal se repetía frente al gobierno provincial,
en especial por la propuesta de reforma agraria.
Finalmente las tierras de La Forestal no serán expropiadas por
el gobierno provincial. La empresa se aviene a vender al Estado
parte de las tierras que todavía poseía en suelo santafesino, y a
partir de allí la discusión estará centrada en el precio a convenir
en la negociación.
La prensa daba cuenta de este hecho en los siguientes tér-
minos: “En cuanto al precio de venta de la tierra al gobierno
ha transcendido que la diferencia se basa en que la compañía
exige el pago al contado de 1.500 pesos la hectárea en tierras
ex obrajes y 2.000 en tierras de estancia. En cambio la comisión
(que representa al gobierno) considera que no debe pagarse más
de 1.000 y 1.400, respectivamente. En cuanto al resultado final
de las negociaciones existe optimismo porque de otra forma
debería llegarse a la expropiación de las tierras necesarias para
realizar una verdadera promoción del norte santafesino, pudiendo
��
eventualmente compensarse el costo de la misma –según opi-
niones autorizadas– con las sumas que adeuda la empresa por
incumplimiento de leyes que, sobre defensa forestal, se encuen-
tran en vigencia en la provincia. En este sentido debe expresarse
que La Forestal hizo convenio de forestación con la provincia a
partir de 1948, el que está cumpliendo pero queda en pie la si-
tuación de años anteriores” (El Litoral, 26/08/1964).
Las afirmaciones que acusan al gobernador “de estar influen-
ciado por extremistas” redoblan su decisión de avanzar en el tema.
“Nosotros queremos hacer una revolución pacífica, dentro del
orden y la ley” declara en un reportaje en estos meses “calientes”
de su gestión (La Nota, s/d).
La Forestal, pese a que deja constancia que los precios de la
tierra aceptados son, en su opinión, sensiblemente inferiores a su
verdadero valor, firma el acuerdo con el Estado provincial por el
cual este último adquiere 110.000 hectáreas. La empresa se reserva
10.000 hectáreas con el compromiso de colonizarlas en la zona de
La Gallareta, subdividiéndolas en unidades de aproximadamente
quinientas hectáreas cada una. Se establecía también la obligación
de introducirles mejoras consistentes en material para construir vi-
viendas, galpones, aguadas, alambrados, y en el desmonte de las
partes aptas para agricultura, que aunque debía ser por cuenta del
colono la compañía se comprometía a facilitar su financiación.
El acuerdo consigna también un ítem dedicado a los préstamos
rurales. Se considera imprescindible, para la concreción de este
proyecto, la ayuda financiera a los futuros colonos, mediante
préstamos a largo plazo de las entidades crediticias nacionales y
provinciales. El Estado, además, se compromete a la construcción
de caminos, desagües, etc. en forma simultánea al comienzo de
la colonización.
Al respecto el presidente del bloque de diputados provinciales
de la UCRP, Roberto Pascual Silva, expresaba su satisfacción
por lo logrado. En un telegrama enviado al titular del comité de-
partamental de la UCRP de Jobson (Vera), le informaba: “En el día
de ayer se concretó una cara aspiración para ese departamento.
En corto tiempo hemos realizado lo que por muchos años pos-
tergaron otros gobiernos. Las tierras que ayer pertenecieron al
coloniaje son ya del pueblo” (El Litoral, 29/08/1964).
Desde la prensa se reconoce positivamente la actuación del
poder ejecutivo. En una editorial, el vespertino de la ciudad
capital considera en forma meritoria la firma de este acuerdo.
“La firma del convenio por el que la provincia adquiere a La Fo-
restal las ciento diez mil hectáreas incluidas en el proyecto de
ley de expropiación elevado hace unos meses a la Legislatura,
contempla en líneas generales y con criterio realista un problema
social y económico que no podía se resuelto en los extremos de
una drástica desposesión por más que la empresa, en alguna
medida, tuviera que responder judicial o administrativamente
por las omisiones en que pudo haber incurrido a lo largo de una
intensa explotación de la gran cuña boscosa del norte santafesino.
El acuerdo logrado pone término, en principio, a un pleito que
ningún gobierno ha podido resolver desde que comenzara la
crisis de la industria del tanino, con la sucesiva paralización y
cierre de las grandes fábricas instaladas en los departamentos
��
Obligado y Vera. A pesar de los intentos aislados y periódicos de
reactivar la industria o instalar otras paralelas, la solución tenía
forzosamente que darse a través de un plan de colonización, de
parcelamiento de las tierras devastadas y ahora ociosas y de su
entrega en unidades económicas a los colonos para su cultivo en
propiedad. Más que de una reforma agraria, de lo que aquí se
trata es de dar un destino a extensas áreas escasamente limpias,
como las de las estancias y las que por la presencia de raigones,
troncos y malezas, figuran en la categoría de sucias e importan
un ostensible retraso para la producción y el progreso de los de-
partamentos del norte” (El Litoral, 30/08/1964).
A su vez el diario interpreta la acción del gobierno y le señala
las acciones futuras que debería cumplir para que tan ambicioso
proyecto no se viera frustrado. “(…) se ha dado un paso firme
para concluir con un viejo pleito y en el cual en los últimos meses
el gobierno provincial tuvo que ubicarse en una posición de in-
transigencia total y apelar al recurso extremo de la expropiación
para allanarse luego a discutir con la empresa un acuerdo que
tiende a sustraer de los tribunales ordinarios la discusión de un
asunto de tan vital interés público. (…) Ahora, claro está, que resta
al gobierno considerar y poner en marcha los planes de destronque
y limpieza de las áreas la ejecución de obras viales y de desagües y
la colonización en sí; trabajos todos éstos que requieren del arbitrio
de recursos bien determinados para que esta empresa ambiciosa
de dar la tierra al que la trabaja y explotarla intensivamente no se
frustre en los umbrales de una de las más fecundas realizaciones
en el norte santafesino” (El Litoral, 30/08/1964).
En noviembre de 1964 la Legislatura convierte en ley el acuerdo
firmado entre La Forestal y el ejecutivo provincial. Las tierras
adquiridas recién se escriturarán a favor de la provincia después
del golpe de estado que termina con la experiencia de gobierno
de la UCRP.
En el acto de escrituración de las tierras, a fines de 1966, el in-
terventor militar, Eladio Vázquez, expresa: “Con la concreción de
esta compra considero iniciada una importante etapa de nuestra
obra de gobierno, por la significación que tiene para el desarrollo
y recuperación futura del norte santafesino”. Señaló luego que
serían llevados adelante los planes de colonización distribuyendo
las tierras en forma tal que se asegure sean puestas en producción
a la mayor brevedad (El Litoral, 24/11/1966).
Esta apropiación de uno de los proyectos centrales del gobierno
destituido, se presenta como una paradoja que ayuda a explicar
las características de la crisis política de la Argentina de esos
años. Claro que se trata de una apropiación parcial, que pone el
acento en la cuestión territorial de la provincia, desechando de la
argumentación la cuestión política y social.
Quizás Tessio haya sentido algo de satisfacción al enterarse que
el proyecto por el que sus detractores lo habían fustigado tanto era
ahora apropiado por quienes lo habían desplazado de la goberna-
ción. Como hombre político que mira más allá de la coyuntura,
sabía que estas eran las reglas. Aunque, en otro contexto, algo de
eso se desprende de uno de sus mensajes, cuando con referencia a
las obras públicas decía: “Muchas obras públicas resultan a veces
del esfuerzo de varias generaciones, lo importante es su realización
��
aunque los constructores se diluyan en una participación casi co-
lectiva” (Mensaje del gobernador, 1964:91).
Precisamente, la obra pública es otro rubro relevante de su gestión,
con especial acento en la construcción de vías de comunicación.
Consideradas como articuladoras de ese desarrollo integrado que
se quería para Santa Fe, la acción de gobierno en la materia se
ordena en una multiplicidad de obras de diferente status. Por su
trascendencia destacaremos dos de ellas: el Túnel Subfluvial, que
une Santa Fe con la provincia de Entre Ríos, y la Autopista Santa
Fe-Rosario. Ambas obras significarán un salto cualitativo en materia
de vías de comunicación y Tessio lo sabía. “En esta instancia en
que todo el país se convierte en un inmenso taller, fabricando con
las horas del presente su indiscutible y brillante futuro, Santa Fe
quiere asumir el puesto de vanguardia y su gobierno se ha dado a
la tarea fecunda de concretar el vasto plan de obras públicas que
necesita” (Mensaje del gobernador, 1965:22).
Las iniciativas para construir una vía de comunicación en-
tre Santa Fe y Entre Ríos pueden remontarse a la década del
cuarenta, cuando por impulso del Poder Ejecutivo nacional
se crea una comisión encargada de la elaboración de un pro-
yecto. Pero será en junio de 1960, durante los gobiernos cons-
titucionales de Sylvestre Begnis, gobernador de Santa Fe, y
Raúl Uranga, gobernador de Entre Ríos, que se suscribe un Tra-
tado Interprovincial para la construcción de un túnel carretero
subfluvial entre las dos ciudades capitales. En ese tratado, se
acordaba la constitución de una Comisión Interprovincial que
entre otras funciones se ocuparía de la preparación de las bases
para el llamado a licitación pública internacional, la confección
del proyecto y ejecución de la obra. En febrero del año siguiente
se aprobó el proyecto y el presupuesto y se iniciaron los trabajos,
que, se especulaba tendrían una duración de 4 años y un costo de
poco más de dos millones de pesos moneda nacional.
Al momento de asumir Tessio la gobernación, los trabajos se
encontraban reducidos a la consolidación de terraplenes y caminos
de la obra. El problema central residía en la falta de financiación.
Ante las dificultades para conseguir crédito internacional, el go-
bierno nacional, luego de una trabajosa campaña de la provincia
para convencer sobre la importancia del emprendimiento, habrá
de transformarse en la principal fuente de financiación.
Destrabada la cuestión del financiamiento, un inmenso taller
donde trabajarán casi dos mil personas se monta en las orillas
del Paraná. Santafesinos y entrerrianos empezarán a visualizar,
a principios de 1966, que era posible vencer la separación im-
puesta por el Paraná. Para esa fecha estaban colocados los
cuatro tubos que conformaban la estructura del túnel del lado
de Paraná, y sobre el lado Santa Fe estaba construida la rampa
de acceso al túnel, mientras habían comenzado los trabajos del
camino de acceso al viaducto sobre la isla. Una draga traída de
Europa trabajaba en la apertura del lecho del río, y en cuanto a la
isla flotante, construida en Holanda por pedido del gobierno, se
encontraba lista para ser enviada.
Como es sabido, la obra será inaugurada en 1969 pero Aldo Tessio
y su par entrerriano, Carlos Contín, no serán de la partida.
Paralelamente a la construcción del Túnel Subfluvial se en-
��
cara otra obra de similar envergadura: la Autopista Santa Fe-
Rosario-Arroyo del Medio. Esta autopista formaba parte de un
emprendimiento mayor con las provincias de Buenos Aires y
Córdoba, que pretendía unir las capitales provinciales mediante
un sistema moderno de vías rápidas. Del ambicioso proyecto en
estos años sólo se inicia el tramo para unir Santa Fe y Rosario,
planificando para el mismo un camino de trochas múltiples,
con calzadas separadas y control de acceso, que brindara mayor
seguridad y disminuyera los tiempos de viaje, teniendo a la vez
capacidad para el tránsito futuro.
La obra se presentaba como una necesidad ante el continuo
deterioro de la Ruta Nº 11 y el aumento del número de vehículos
que transitaban por ella, con una buena proporción de camiones.
Si estas razones bastaban para justificar la autopista, se pensaba
que la puesta en funcionamiento del Túnel Subfluvial, en un breve
tiempo, la harían imprescindible. Para 1966 estaba adjudicada
la construcción del tramo Santa Fe-Rosario de la que sería la
primera autopista del país. La financiación de la misma se haría
por medio del peaje.
Cerrando el núcleo principal de cuestiones que estuvieron
en la agenda del gobernador, cabe mencionar su intención de
crear un Ministerio de Trabajo. Aunque, a diferencia de sus otros
propósitos ya enunciados, esta iniciativa no prosperará. Como lo
reconocerá el mismo gobernador Tessio, “inconvenientes de orden
político han frustrado hasta el presente la materialización de
esta realización de gobierno” (Mensaje, 1965:17). Todos los años
vuelve a insistir en la necesidad de un organismo dependiente
Foto Alejandro Villar (p.). Construcción de la segunda etapa del Túnel Subfluvial. Aldo Tessio y Carlos Contín, gobernador de Entre Ríos, recorren las obras, ca. 1964. Colección Archivo Diario El Litoral.
��
del Poder Ejecutivo que se ocupe de los problemas derivados del
mundo del trabajo, que a entender del gobernador requieren de
una consideración, sensibilidad y resolución que no puede darla
la desactualizada Ley Nº 2426 sancionada en 1935, durante el
último año del gobierno demoprogresista de Luciano Molinas.
A pesar del fracaso de ordenar y jerarquizar la relación del
Estado con el mundo del trabajo a través de un ministerio es-
pecífico, es posible apuntar algunas políticas llevadas adelante
que dan indicios del accionar del gobierno en la materia. Una de
ellas tiene que ver con las medidas adoptadas con ex empleados
del Banco Provincial de Santa Fe, alrededor de cuatrocientos
cincuenta personas, que habían quedado cesantes a causa de
su participación en la huelga del año 1959. El Poder Ejecutivo
provincial los reincorpora no sólo por considerarlo un acto de
justicia sino también por la palabra empeñada durante la campa-
ña electoral. A la vez, se deroga un decreto emitido por el gobier-
no de la intervención federal, de fines de 1962, por el cual se
excluía al personal del Banco Provincial de Santa Fe de las
Convenciones Colectivas de Trabajo suscriptas entre el gremio
bancario y los representantes de las entidades patronales.
Una segunda medida del gobierno en este rubro tiene que ver
con trabajadores del Ingenio Tacuarendí. Ubicado en el depar-
tamento Gral. Obligado, este ingenio atravesaba una crisis eco-
nómica que ponía en duda su continuidad. En este caso el Estado
provincial interviene con dos medidas: una para atender a la
coyuntura, y la otra destinada a más largo plazo. A fines del año
1964, por iniciativa del Poder Ejecutivo, se sanciona una ley que
Foto Alejandro Villar (p.). Construcción de la segunda etapa del Túnel Subfluvial. El presidente Arturo Illia y Aldo Tessio recorren las obras, ca. 1964. Colección Archivo Diario El Litoral.
��
autoriza al gobierno provincial a hacerse cargo de los salarios
adeudados a obreros y empleados del ingenio, correspondientes
a los meses de septiembre, octubre y noviembre de ese año ’64.
En abril del año siguiente otra ley autoriza al Poder Ejecutivo
para que intervenga en la promoción de una Sociedad Anónima
integrada por el Estado provincial, el sector cañero y el sector de
trabajadores, destinada a continuar con la explotación del Inge-
nio Tacuarendí. Se establecía en la ley que el directorio de la
nueva empresa constaría de siete miembros, todos pertenecien-
tes a la zona, de los cuales dos deberían ser obreros de la empre-
sa con cinco años de antigüedad, y de los restantes, tres por lo
menos debían ser cañeros acreditados en el Registro Nacional
correspondiente y con cinco años de antigüedad.
Otra medida de importancia en este rubro es una ley especial
que –haciendo referencia al cumplimiento del artículo 14 bis de
la Constitución Nacional– prohíbe en el territorio de la provincia
toda reducción del salario de los trabajadores en concepto de coe-
ficiente o quita zonal que lo haga inferior al de Capital Federal,
aunque la reducción surja de convenciones colectivas de trabajo.
Acompañando estas medidas puntuales, Tessio puede exhibir,
en el que será su último mensaje a la Legislatura, otros logros no
menores de su gobierno asociados a la libertad: que se ha res-
petado el derecho de huelga, que en su gestión no hubo presos
políticos ni gremiales, que se respetaron los derechos de reunión,
en un marco nacional de libertad del que rescata especialmente
el hecho de que la presidencia de Illia se había cumplido sin
recurrir a la imposición del estado de sitio.
En el horizonte político de Tessio, el conjunto de medidas di-
rigidas al mundo del trabajo y a garantizar las libertades políticas
forma parte de un dispositivo más vasto de inclusión social que
–sin ignorar la importancia para la tradición radical de resolver
el dilema de la época con relación al peronismo y su necesaria
participación en el sistema político–, le permite ingresar en
un espacio de disputa por la identidad política de los sectores
populares, tras la meta de recuperar para su partido una mayoría
electoral legítima.
3.4. La caídaEn marzo de 1965 se realizan elecciones nacionales para reno-
var la mitad de los cargos en la Cámara de Diputados. En esa
oportunidad Santa Fe ponía en juego diez bancas. Estos comicios
tienen lugar cuando aún no habían transcurrido dos años de
gobierno, y pese a que no se eligen cargos ejecutivos, la campaña
electoral adquiere el tono de un plebiscito de la gestión. Pero
estos comicios tenían además un plus de importancia en tanto
participaría el peronismo.
En Santa Fe, los resultados son alentadores para el radicalismo
del pueblo, que gana cuatro de los diez diputados a elegir, con
algo más de 27% de los votos. En segundo lugar se ubica Unión
Popular, que representaba a sectores del peronismo y que obtu-
vo casi el 20% de los votos y dos diputados. Apenas con unas
décimas menos se ubica el MID, correspondiéndole también dos
diputados; y por último el PDP, con 14% y dos diputados. El voto
��
en blanco en la ocasión descendió ostensiblemente, ubicándose
en torno al 4%.
Pero el triunfo del radicalismo provincial era incompleto a la
luz de los resultados nacionales. El peronismo de Vandor le había
ganado las elecciones a la UCRP, aunque ésta había conseguido
aumentar de 25 al 28% el caudal de votos con respecto a las
elecciones de 1963. La derrota en las provincias de Córdoba y
Buenos Aires, los distritos de los mayores referentes de la UCRP,
como Illia y Balbín, completaban el cuadro negativo.
Rápidamente, la oposición había salido a posicionarse en la
opinión pública. El dirigente peronista Matera, cercano a Perón,
consideraba: “Los resultados electorales del 14 de marzo equivalen
a una terminante derrota del régimen liberal que asfixia al país
(…) El 14 hubo un gran derrotado: el polipartidismo disgregador
de la nación impuesto desde arriba mediante un sistema extraño
a nuestra idiosincrasia”. Más adelante ensalzaba a las Fuerzas
Armadas: “Nuestras Fuerzas Armadas han cumplido también con
el mandato del pueblo. Han vuelto a ser Ejército nacional”. Ter-
minaba reclamando: “sin rencor, y sin mirar hacia atrás, términos
firmes de entendimiento entre el pueblo y las Fuerzas Armadas”
(Tcach, 2006:119).
Álvaro Alzogaray, hombre de fluidos contactos con las Fuerzas
Armadas y perteneciente a la derecha argentina, apelaba a la for-
mación de una nueva fuerza política ya que consideraba al “régimen
peronista y al de los ideólogos nacionalistas, socialistas y comuni-
zantes infiltrados en el radicalismo que detentan la conducción
económica actual, la misma cosa” (Primera Plana, 19/003/1965).
Fotógrafo no identificado. Encuentro de dirigentes de la UCR. Rosario, ca. 1966. Colección Nelson Delajonquiere.
Sentados, de izquierda a derecha: Eugenio Malaponte, Carlos
Perette, Carlos Contín, Ricardo Balbin, Roberto Pascual Silva,
Arturo Illia y Aldo Tessio.
��
Otro exponente de la derecha y también ligado a las Fuerzas
Armadas, Mariano Grondona, especulaba acerca de los escena-
rios posibles con un peronismo jugando en el sistema político.
Al respecto opinaba: “La integración del peronismo en el país
político se ha de realizar. Este es un hecho inexorable. Pero que
su curso sea pacífico o accidentado depende de un solo factor:
el tiempo. Un gobierno peronista en 1975 probablemente no
conmovería al país. Un gobierno peronista en 1969, quizá sea
prematuro (…) Una súbita ‘inundación’ peronista desde la cima
hasta el llano sería intolerable” (Primera Plana, 01/06/1965).
Las especulaciones y críticas que desde diferentes sectores
se hacían al gobierno, fueron articulando y organizando lo que
Smulovitz ha llamado un consenso alternativo, que comenzó a
diseñar un orden de reemplazo que debía reunir dos condiciones:
ser eficaz y moderno (Smulovitz, 1993:404).
El 20 de junio de 1966, en Rosario, en el último acto público en
el que participó el gobernador Tessio junto al presidente Illia en
conmemoración de la bandera, ambos eran conscientes de que
el gobierno tenía escaso margen de maniobra ante el avance del
poder militar.
El 28 de junio cuando los militares tomaron la Casa Gris, Aldo
Tessio, que venía de Buenos Aires de entrevistarse con el presidente
Illia, fue obligado a firmar el traspaso de mando. En un gesto que
condensaba su impotencia por no haber podido torcerle el brazo a
la historia, hizo constar que entregaba la casa de gobierno pero no
el poder, el que en todo caso devolvería al pueblo.
4. EpílogoDurante los años de la dictadura de Onganía, Tessio comparte
con muchos argentinos las sombras que acompañan la clausura
de la política. Al año siguiente de ser desalojado del gobierno,
renuncia a su cátedra de Derecho Constitucional, a la que había
accedido en 1955, y clausura así ese otro frente en el que había
sustentado su actividad pública. La renuncia a la UNL es el primer
documento público después de su derrocamiento, y se convierte
en un texto político en el que denuncia al régimen dictatorial
instaurado con Onganía y juzga un sinsentido su permanencia en
la cátedra de Derecho Constitucional cuando es precisamente la
Constitución lo que se ha violado.
Construir otra rutina política para tiempos de dictadura no
resultaba fácil e implicaba una limitación para la militancia
partidaria. En noviembre de 1966, Tessio participa en una reunión
en la provincia de Buenos Aires a la que concurren numerosos
dirigentes pertenecientes a lo que se dio en llamar la generación
intermedia del radicalismo, entre los que se contaba Conrado
Storani, uno de los organizadores, Luis León por el Chaco, Carlos
Contín por Entre Ríos y Juan Trilla por Capital Federal. El malestar
con las autoridades del partido fue el tema convocante de la
reunión; algunos impulsaron la formación de una línea interna
que recuperara las demandas de cambio. Finalmente se resuelve
fortalecer la militancia radical y se deja para más adelante la
conformación de una línea interna que tomara distancia del
balbinismo (Persello, 2007).
La revista Inédito, dirigida por Mario Monteverde, donde Raúl
��
Fotógrafo no identificado. Acto de la UCR en San Gregorio, julio de 1973. Colección Nelson Delajonquiere.
Aldo Tessio y Raúl Alfonsín junto a dirigentes radicales de la
provincia de Santa Fe.
Alfonsín escribía las editoriales, fue otro espacio desde el cual
se buscó mantener activa la identidad radical, para esos tiempos
de oscuridad. Inédito fue la cantera desde la cual circularon
ideas y discusiones de muchos de los que más tarde terminaron
conformando el Movimiento de Renovación y Cambio.
Con el fracaso de la dictadura de Onganía y sus pretensiones de
gobernar por décadas, puesto de manifiesto en el crecimiento de
las protestas sociales urbanas que como el Cordobazo marcarían
la época, comienza un proceso de recuperación de la política aún
en el marco de la continuidad del gobierno militar, con Levingston
primero, y enseguida con Lanusse.
A fines de 1970 radicales y peronistas conforman, junto a otros
partidos menores, “La Hora del Pueblo”, un frente que se proponía
frenar las aspiraciones continuistas de Levingston y de la dicta-
dura en general. Asimismo, el frente antidictatorial se presentaba
como el puntapié inicial para superar el clivaje peronismo-an-
tiperonismo, que desde hacía décadas dividía a la sociedad ar-
gentina. Aunque no todo el peronismo ni todo el radicalismo es-
tuvieron contenidos en “La Hora del Pueblo”.
Concomitante a “La Hora del Pueblo” se creó, por iniciativa del
partido comunista, el Encuentro Nacional de los Argentinos (ENA)
que agrupaba principalmente a sectores de izquierda opuestos a la
lucha armada. Su Junta Ejecutiva fue representativa de un amplio
abanico ideológico: Héctor Agosti (comunista), Ricardo Bustos
Fierro (peronista), Ricardo Molinas (demócrata progresista), Al-
do Tessio (radical) y Arturo Sampay (peronista). Integraron este
espacio también dirigentes sindicales independientes como
�0
Agustín Tosco, y políticos como Risieri Frondizi, Jesús Porto,
Juan Azcoaga, Roberto Cabiche, Moisés Cherñavsky, Francis-
co Cholvis, Alberto Casella, Rubens Iscaro, Antonio Scipione,
Conrado Storani y Alfredo Genovesi.
Paralelamente a estos intentos frentistas, hacia 1972, en el radi-
calismo se creó el Movimiento de Renovación y Cambio, espacio
que agrupaba a sectores de la llamada generación intermedia
del partido, y a los grupos más jóvenes enrolados en la Junta
Coordinadora y en el agrupamiento universitario Franja Morada. El
MRC, se organizaba para enfrentar al balbinismo que controlaba
los principales resortes de la organización partidaria. Aldo Tessio
integró la conducción, que era presidida por Alfonsín, con quien
compartió desde entonces un trayecto político que trataba de dar
contenido al progresismo partidario.
En noviembre de 1972, el Movimiento de Renovación y Cambio
se presentó a elecciones internas para definir los candidatos que
llevaría el radicalismo en las elecciones generales convocadas,
por el gobierno militar, para marzo de 1973. Para enfrentar al
balbinismo, el MRC proponía a Raúl Alfonsín y Conrado Storani
como binomio presidencial, mientras Aldo Tessio y Luis Aníbal
Reinaldo integraron la fórmula para la gobernación santafesina.
El triunfo en esas internas le correspondió a la fórmula impulsada
por Balbín a nivel nacional. El MRC y Alfonsín debieron esperar
hasta la década siguiente para encontrar su lugar en la Historia.
Luego de la experiencia de retorno y derrumbe del peronismo,
Argentina ingresó, con la última dictadura militar, en una de las
etapas más trágicas de su historia. La figura de Tessio, preocupaba
a los militares en el poder, y mantuvieron en consecuencia sobre
él un control que restringía aún más su accionar público, ya de por
sí limitado para toda la sociedad política por las características
del régimen. Su historia incomodaba a la dictadura: su trayectoria
política en el seno del radicalismo, su gestión como goberna-
dor, su coincidencia con fuerzas progresistas y de la izquierda
en espacios multipartidarios, su proyección internacional como
miembro del Consejo de la Paz.
En estos años duros, Tessio insiste en su militancia en la causa
de los derechos humanos y la democracia, en una acción que
fortalece el vínculo con Raúl Alfonsín, con quien coincidirá en
instituciones y acciones políticas.
Los primeros años de la década del ’80 trajeron una nueva opor-
tunidad para que los hombres embanderados en la tradición liberal
democrática del radicalismo, en la que Tessio se reconocía, pudie-
ran reconciliarse con la Historia. Es el fin de la dictadura; es la
hora de Alfonsín; es la hora de la transición a la democracia, con la
bandera de los derechos humanos señalando un cambio de época.
Veinte años habían transcurrido desde el triunfo de 1963 y con
poco más de setenta años Tessio volvía a creer que podía ser para
la Argentina la hora de la democracia. Su pasión por la política y el
radicalismo lo llevó a aceptar la propuesta de Alfonsín de sumar-
se a su gobierno como Embajador Itinerante para la Distensión
y la Paz. Éste fue el último cargo público que ocupó; aunque su
preocupación por la política la mantuvo hasta su muerte, en enero
del año 2000, librando sus combates con los límites físicos que el
paso de los años le iban imponiendo inexorablemente.
��
Fuentes citadas• Tessio, Aldo: Discurso, pronunciado en el acto de entre-
ga del premio “Aníbal Ponce” a Gastón Gori, Buenos Aires,
28/05/1982.
• Convención Constituyente Nacional, 1957.
• Convención Reformadora de la Constitución Provincial, 1962.
• Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Nación.
• Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Provincia
de Santa Fe, 1964.
• Mensajes del gobernador, años 1964, 1965, 1966.
• Diario El Litoral, ciudad de Santa Fe, varias ediciones.
• Revista Primera Plana, Buenos Aires, varias ediciones.
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1973, Buenos Aires, Ariel.
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nos Aires, Ariel.
• Macor, Darío (1997): “Los orígenes del peronismo santafesino”,
en Macor e Iglesias, El peronismo antes del peronismo. Memoria
e historia en los orígenes del peronismo santafesino, Santa Fe,
Universidad Nacional del Litoral.
• O’Odonnell, Guillermo (1972): “Un juego imposible. Com-
petición y coaliciones entre partidos políticos en Argentina, 1955-
1966”, en Modernización y autoritarismo, Buenos Aires, Paidós.
• Persello, Ana Virginia (2007): Historia del radicalismo, Bue-
nos Aires, Edhasa.
• Portantiero, Juan Carlos (1977): “Economía y política en la
crisis argentina (1958-1973)”, en Revista Mexicana de Sociología,
Vol. 39, Nº 2, México.
• Rouquié, Alain (1982): Poder militar y sociedad política en la
Argentina, Buenos Aires, Emecé.
• Smulovitz, Catalina (1991): “En búsqueda de la fórmula per-
dida: Argentina, 1955-1966”, en Desarrollo Económico, Nº 121,
Buenos Aires, IDES.
• Smulovitz, Catalina (1993): “La eficacia como crítica y utopía.
Notas sobre la caída de Illia”, en Desarrollo Económico, Nº 131,
Buenos Aires, IDES.
• Tcach, César y Rodríguez, Celso (2006): Arturo Illia, un sue-
ño breve. El rol del peronismo y de los Estados Unidos en el golpe
militar de 1966, Buenos Aires, Edhasa.
��
��
Fotografías
��
��
Foto Estudio Platini. Aldo Tessio. Santa Fe, ca. ����. Colección Familia Tessio.
�� Ciudad Natal
Foto Fernando Paillet. Acto Político de la Unión Cívica Radical frente a la Casa Municipal. Esperanza, ca. ����. Colección Museo de la Colonización de Esperanza.
��
Foto Fernando Paillet. Conjunto que ejecutó el primer concierto filarmónico en Esperanza. Esperanza, ��0�. Colección Museo de la Colonización de Esperanza.
��
Foto Fernando Paillet. Vista de la calle Sarmiento hacia el sur. Esperanza, ca. ���0. Colección Museo de la Colonización de Esperanza.
��
Foto Fernando Paillet. Hojalatería de Santiago Huber. Esperanza, ����. Colección Museo de la Colonización de Esperanza.
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Foto Fernando Paillet. Peluquería de Bertorello. Esperanza, ca. ���0. Colección Museo de la Colonización de Esperanza.
En la imagen de la derecha se
puede observar en detalle la
reproducción del almanaque de la
licorería de Antonio Tessio colocada
en la pared de la peluquería.
��Familia y Juventud
Alguna tradición familiar de los Pautasso-Tessio
señala que esta fotografía fue tomada al arribo de
estos inmigrantes a Santo Tomé. La investigación
fotográfica sobre el período y la zona ponen en
duda la veracidad del relato. En el centro, sentados:
Antonio Pautasso y su esposa Magdalena Alesso.
Abajo, de izquierda a derecha, sus hijos: Marianina,
Lucía y Domingo. Marianina se casaría con Juvenal
Tessio, padres de Antonio Tessio casado con
Rosa Haudenschild, padres de Aldo Emilio. Lucía
se casaría con Begnis, cuya hija Magdalena se uniría
en matrimonio con un miembro de la familia Silvestre,
padre de Carlos. Esta imagen muestra el núcleo
original que diera a Santa Fe dos gobernadores:
Carlos Silvestre Begnis (1958-1962) (1973-1976) y
Aldo Emilio Tessio (1963-1966).
Fotógrafo no identificado. Familia Pautasso, ca. ����. Colección Familia Tessio.
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Foto P. G. Eschoyez. Margarita Hang, abuela de Aldo Tessio. Esperanza, ca. ���0. Colección Familia Tessio.
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Foto Augusto Lustch. Matrimonio de Antonio Tessio y Rosa Haudenschild, padres de Aldo Tessio. Santa Fe, ca. ��0�. Colección Familia Tessio.
��
Fotógrafo no identificado. Familia Tessio. Esperanza, ca. ����. Colección Familia Tessio.
Sentados en el centro: Antonio Tessio y su esposa Rosa
Haudenschild. Sus hijos: sentada a la derecha Amada,
llevando en brazos a su hija Lila, y a la izquierda Aída.
De pie –de izquierda a derecha–, el segundo, Adolfo, le
siguen Atilio, Alcira, Aldo y Aquiles. Abajo, recostada a
la derecha Alicia. Obsérvese la usanza de la época de
nombrar a los hijos con la misma letra inicial.
��
Foto Fernando Paillet. Aldo Tessio. Esperanza, ca. ����. Colección Familia Tessio.
��
Fotógrafo no identificado. Aldo Tessio junto a compañeros y a su primera maestra, Benita Mercedes Caballero de Quaino, en la Escuela Elemental Mixta Nº ��. Esperanza, ca. ����. Colección Museo de la Colonización de Esperanza.
A partir de 1924 esta escuela
cambiaría su nombre por el de
“Aarón” Castellanos Nº 315.
��
Fotógrafo no identificado. Aldo Tessio con su hermana Alcira a la izquierda y su prima Nuchi a la derecha. Esperanza, ca. ����. Colección Familia Tessio.
��
Foto Fernando Paillet. Aldo Tessio en su primera comunión. Esperanza, �� de mayo de ���0. Colección Familia Tessio.
��
Fotógrafo no identificado. Promoción ���� de la Escuela San José. Esperanza, �� de mayo de ����. Colección Familia Tessio.
Aldo Tessio en la tercera
fila de arriba hacia abajo.
Quinto, de derecha a izquierda.
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Fotógrafo no identificado. Aldo Tessio en el patio de la casa paterna. Esperanza, ca. ����. Colección Familia Tessio.
��
Foto Luis Gross. Aldo Tessio en el Club Social. Esperanza, ca. ���0. Colección Familia Tessio.
��
Foto Fernando Paillet. Filarmónica de la Asociación Cultural de Esperanza. Esperanza, ca. ����. Colección Museo de la Colonización de Esperanza.
Al frente, a la derecha del director,
Aldo Tessio, primer violín.
��
Foto T. Torres. Amelia Jordá, esposa de Aldo Tessio. Santa Fe, ca. ����. Colección Familia Tessio.
Fotógrafo no identificado. Amelia Jordá. Santa Fe, ca. ����. Colección Familia Tessio.
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Nómina de la descendencia de Aldo Emilio
Tessio y Amelia Jordá de Tessio. Hija: Griselda;
nietos: Gabriela, Marcelo y Marisa Spina, y
Mercedes Vázquez Rossi; bisnietos: Ignacio,
Santiago y Lucía González Spina, Clara Spina
Dávila, María Siede Spina y Juan Bautista
Terán Vázquez; tataranieta: Amparo González.
Hijo: Edgardo; nietos: Paulina y Aldo Edgardo
Tessio; bisnietos: Florencia y Francisco Eleuteri
Tessio, y Lorenzo Tessio.
Fotógrafo no identificado. Amelia Jordá y Aldo Tessio con sus hijos: Griselda y Edgardo. Santa Fe, ca. ����. Colección Familia Tessio.
��Legislar y Gobernar
Fotógrafo no identificado. Concejales de Esperanza. Aldo Tessio es el segundo de la derecha, de pie. Esperanza, ca. ���0. Colección Concejo Deliberante de la ciudad de Esperanza.
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Fotógrafo no identificado. Convención Constituyente de ����. Santa Fe, ����. Colección Archivo Diario El Litoral.
Aldo Tessio haciendo uso de la palabra junto a
sus colegas constituyentes del bloque de la Unión
Cívica Radical en el Paraninfo de la Universidad
Nacional del Litoral. A la izquierda de Tessio,
Raúl Becerra; a la derecha, Adolfo Rouzat.
��
Foto Alejandro Villar (p.). Aldo Tessio en su estudio jurídico. Santa Fe, 1963.Colección Familia Tessio.
Fotografía tomada luego del triunfo de la fórmula
Tessio-Malaponte en las elecciones a gobernador
de Santa Fe del 7 de julio de 1963.
��
Foto Alejandro Villar (p.). Aldo Tessio, gobernador electo, en la explanada de la Legislatura provincial antes de asumir su cargo. Santa Fe, �� de octubre de ����. Colección Archivo Diario El Litoral.
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Foto Alejandro Villar (p.). Legislatura de la provincia de Santa Fe. Aldo Tessio y Eugenio Malaponte asumen como gobernador y vice, respectivamente, �� de octubre de ����. Colección Archivo Diario El Litoral.
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Foto Alejandro Villar (p.). Aldo Tessio y Arturo Illia. Santa Fe, ca. ����. Colección Ricardo Harispe.
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En primer plano, de izquierda a derecha:
Florencio Galíndez, Eugenio Malaponte,
Arturo Illia y Aldo Tessio.
Detrás, la comitiva oficial.
Foto Alejandro Villar (p.). El presidente Arturo Illia en la Casa de Gobierno provincial. Santa Fe, ca. ����. Colección Ricardo Harispe.
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Foto Danilo Birri. Reunión oficial en la Casa de Gobierno. Santa Fe, ����. Colección Archivo Diario El Litoral.
De izquierda a derecha: Facundo Suárez, presidente
de Yacimientos Petrolíferos Fiscales; Roberto Pascual
Silva, presidente del Bloque de Diputados Radicales;
y Aldo Tessio. Atrás, a la derecha, Donato Telesco.
��Obras
Foto Alejandro Villar (p.). El gobernador Aldo Tessio recorre las obras del Túnel Subfluvial durante la segunda etapa de su construcción. Santa Fe, ca. ����. Colección Archivo Diario El Litoral.
Atrás, de izquierda a derecha, Rómulo Marchioni,
director de Ceremonial de Gobernación de Santa Fe;
Aldo Tessio y Miguel R. Neme, convencional consti-
tuyente de 1962. Adelante, a la derecha: Florencio
Galíndez, secretario privado del gobernador.
��
Túnel Subfluvial en construcción. Colección Banco de Imágenes Florian Paucke.
Reproducción de un artículo periodístico
aparecido en la revista alemana Hochtief,
publicación ad-hoc de la empresa
constructora, 1969.
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Foto Vladimir Imsand. Sala de Control del Túnel Subfluvial en construcción, ����. Colección Familia Imsand.
��
Fotógrafo no identificado. Autopista Santa Fe-Rosario en construcción, ca. ����. Colección Archivo Diario El Litoral.
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Foto Alejandro Villar (p.). Aldo Tessio en la Imprenta Oficial de la provincia, ca. ����. Colección Ricardo Harispe.
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Fotógrafo no identificado. Aldo Tessio y su primera maestra en la Casa de Gobierno. Santa fe, ca. ����. Colección Museo de la Colonización de Esperanza.
De izquierda a derecha: Benita Mercedes Caballero de Quaino,
primera maestra de Aldo Tessio, Aldo Tessio y Virginia Salas,
directora de la Escuela Nº 315 “Aarón Castellanos”, en ocasión
de la entrega de un subsidio del gobierno provincial para la
construcción del gimnasio de dicha escuela.
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Fotógrafo no identificado. Aldo Tessio en Vila. ca. ����. Colección privada.
Cena en la Sociedad Italiana de Vila
con motivo de la inauguración de la
usina eléctrica de esa localidad.
�0 Colaboradores
Fotógrafo no identificado. Luis Romero Acuña, ministro de Obras Públicas de la provincia de Santa Fe (����-����). Santa Fe, ����. Colección Diario El Litoral.
Fotógrano no identificado. Wilfredo Miró Plá, ministro de Salud Pública de la provincia de Santa Fe (����-����). Santa Fe, ����. Colección Diario El Litoral.
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Fotógrafo no identificado. José Pedroni, director de Cultura de la provincia de Santa Fe (����-����). Santa Fe, ����. Colección Diario El Litoral.
Fotógrafo no identificado. Ricardo Arribillaga, ministro de Educación y Cultura de la provincia de Santa Fe (����-����). Santa Fe, ca. ���0. Colección Familia Arribillaga.
��
Fotógrafo no identificado. Funcionarios. Santa Fe, ca. ����. Colección Ricardo Harispe.
De izquierda a derecha: Florencio Galíndez, José
Pedroni, Rómulo Marchioni y Ricardo Harispe,
subsecretario de Gobierno (1963-1966).
��Resistencia y Democracia
De izquierda de derecha, entre los
presentes, Luis Brasesco y Aldo Tessio.
Según testimonios recogidos, era frecuente
durante los últimos años de la dictadura de
Onganía, la realización de actos políticos de
resistencia promovidos por distintas fuerzas
partidarias, organizaciones gremiales y
estudiantiles. Este acto se organizó en
Fotógrafo no identificado. Tribunal de Enjuiciamiento al Macckarthysmo y la Ley ��.�0�. Paraná, �� de septiembre de ����. Colección Familia Tessio.
oposición al Macckarthysmo y en contra
de la Ley 17.401 de 1967, mediante la cual
el gobierno militar ejercía control sobre las
actividades comunistas. Presentes, miembros
de la Unión Cívica Radical, del Partido
Comunista y dirigentes gremiales, actores
con quien Aldo Tessio estableció
importantes relaciones políticas.
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Fotógrafo no identificado. Tribunal de Enjuiciamiento al Macckarthysmo y la Ley ��.�0�. Parana, �� de septiembre de ����. Colección Familia Tessio.
En el centro, Agustín Tosco
y Aldo Tessio. De pie, atrás,
Felipe Vallese (padre).
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Fotógrafo no identificado. Grupo de militantes del Movimiento de Renovación y Cambio junto a Raúl Alfonsín. Rosario, ca. ����. Colección Nelson Delajonquiere.
Entre otros militantes,
Claudia Alonso y Elsa Castagnino.
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Fotógrafo no identificado. Presidente Raúl Alfonsín y Aldo Tessio en la Casa Rosada. Buenos Aires, ca. ����. Colección Unión Cívica Radical de Esperanza.
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Fotógrafo no identificado. Aldo Tessio en el Comité Provincial de la UCR. Santa Fe, ca. ����. Colección Familia Tessio.
De izquierda a derecha:
Adolfo Stubrin, Luis Cáceres,
Carlos Spina y Aldo Tessio.
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Fotógrafo no identificado. Acto por la Semana de las Américas. Paraninfo de la UNL. Santa Fe, octubre de ����. Colección Familia Tessio.
De izquierda a derecha: Embajador de
Nicaragua; Aldo Tessio, Embajador Itinerante
por la Paz, y Abel Demanuelle, Presidente de
la Federación Universitaria del Litoral.
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Despedida
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Foto G. Di Salvatore. Homenaje del Dr. Raúl Alfonsín a Aldo Tessio en la despedida a sus restos. Santa Fe, �� de enero de �000. Colección Diario El Litoral.
�0�
Siempre estuvo, desde el 28 de octubre de 1909, en que nació en
un pueblo –Esperanza–, hasta su cercana partida el 17 de enero
de 2000, en la Unión Cívica Radical, en los momentos difíciles,
combatiendo el fraude en los tiempos lejanos y defendiendo
perseguidos en las más cercanas dictaduras.
Fue, por cierto, un hombre de gobierno, que contribuyó a la
transformación de Santa Fe y del Litoral. Su nombre quedó unido
junto a los de Contín, Uranga y Sylvestre Begnis, a esa obra de
vital significación que es el Túnel Subfluvial que une las dos
capitales, como también se lo recordará toda vez que se hable de
la construcción de viviendas o de planes de colonización rural.
Desde luego que, al igual que a Illia, lo sacaron del gobierno
los sicarios olvidables, no por sus errores, sino por sus aciertos,
peligrosos para los intereses golpistas.
Pero también fue un corajudo militante callejero, que desde
joven debió batirse contra la prepotencia, la intolerancia de los
mandones, a la vez que un zurcidor de voluntades democráticas
en los instantes bravos, para mantener viva la llama de los que
creen en la libertad, a la par que aventar desesperanzas, que a
veces hacen menguar la fuerza de la lucha.
Lució en la cátedra universitaria de Derecho Constitucional,
que dejó en tiempos de la dictadura de Onganía, desde la cual
enseñó, no solamente con su saber, sino con su accionar en la
vida profesional y política.
Tuvo luz propia en el Congreso nacional, en la Cámara de Di-
putados. Allí su voz grave resonó en muchas ocasiones, por todos
respetado, ya que fue un legislador trabajador, responsable y ta-
lentoso, al igual que en cada uno de los mil cargos partidarios
ocupados en setenta años de inclaudicable militancia.
Estuvimos, para despedirlo, en la mañana triste del 19 de ene-
ro de 2000. Aldo Tessio fue Embajador Itinerante para la Paz du-
rante mi gobierno, en razón de su capacidad y por su presencia
singular en los años del proceso en entidades que defendieron
con abnegación y sacrificio los derechos humanos. Reitero hoy,
con idéntica emoción, parte de lo que expresé ese día: “Lo he ad-
mirado toda mi vida, y quiero manifestar lo importante que ha sido
Fragmento del texto escrito por Raúl Alfonsín
en el marco de los homenajes ofrecidos al
Dr. Aldo Emilio Tessio por su fallecimiento.
por Raúl Alfonsín
�0� para mí en todo lo que pudimos haber acertado desde el gobierno.
(...) ...él me decía, y yo lo repetí muchas veces, que un pueblo es
recién una nación cuando define objetivos comunes y se prepara
en conjunto para luchar por ellos... Es tiempo de trabajar por lo
que él soñó; por su utopía, por la libertad e igualdad concreta-
das al mismo tiempo, por la decencia, por la honestidad, por el
sentido nacional, por la defensa de nuestro pueblo, por la jus-
ticia. Y todo esto no hemos de olvidarlo, porque es una lección
permanente que nos seguirá dando Aldo Tessio.”
o
�0�
Los funcionarios de la Cancillería no salían de su asombro. Aldo
Tessio, el flamante embajador itinerante de Alfonsín, insistía en
que le acepten la devolución de ese dinero.
—Pero doctor –le explicaba–, ese dinero es suyo, son sus gastos
reservados... no corresponde devolverlos.
—No es dinero mío, es del Estado, y a mí en mi casa me ense-
ñaron que ninguna persona decente puede quedarse con lo que
no es suyo, y mucho menos cuando se trata de dineros públicos.
El hombre suspiró, movió la cabeza resignado y aceptó el dinero.
Los dos o tres testigos de la escena no podían creer lo que veían.
El mes anterior le habían entregado unos doce mil pesos en carác-
ter de gastos reservados para que atienda sus compromisos en
Europa. Don Aldo visitaría cuatro o cinco países y en su condición
de diplomático debía agasajar a sus colegas. Después de treinta
días de viaje, regresó e informó que solamente había gastado
2.500 pesos y el resto lo devolvía “como corresponde”.
No nos imaginamos a Menem, Yoma, Kohan, Corach o María
Julia protagonizando este gesto. Sin embargo, para don Aldo lo
que acababa de hacer era tan natural y espontáneo como salir a
caminar por la peatonal o reunirse a tomar café con sus amigos y
correligionarios de toda la vida.
Había nacido en Esperanza en octubre de 1909. Estudió en
el Colegio San José, y apenas tuvo edad para votar se afilió al
radicalismo, partido al que habría de mantenerse fiel hasta el
último día de su vida. Sus estudios universitarios los realizó
en Santa Fe, y es probable que para 1935 se haya recibido de
abogado. Al poco tiempo ocupó su primer cargo público como
concejal en Esperanza.
A mediados de los años cuarenta se vino a vivir con toda su
familia a Santa Fe. Para esa época, la política era su pasión ab-
sorbente. Ya para entonces sus simpatías por las causas justas
y progresistas estaban definidas. Como todo liberal avanzado,
adhirió a la República española y durante la Segunda Guerra
Mundial militó a favor de la causa de los Aliados. Justamente
en Esperanza, donde un sector de la comunidad manifestaba
simpatía por Hitler, él, con otros amigos, fundó una agrupación
llamada “La otra Alemania” para demostrar que no todos los
alemanes eran nazis.
Como no podía ser de otra manera, en la política nacional se
alineó al lado de la Unión Democrática y durante los diez años de
la dictadura nacional peronista defendió las libertades públicas,
y con Julio Busaniche ayudó a facilitar el exilio de los perseguidos
por el régimen.
En 1957 fue diputado en la Asamblea Constituyente que se reali-
Texto publicado en la Revista Hoy y Mañana,
en enero de 2001, al cumplirse el primer aniversario
del fallecimiento del Dr. Aldo Emilio Tessio.
por Rogelio Alaniz
�0� zó en nuestra ciudad. Durante la gestión de Frondizi se desempeñó
como diputado nacional y en 1963 fue electo gobernador de la
provincia. Sus ministros hay que recordarlos porque fueron hom-
bres ejemplares: Miró Pla, Romero Acuña, Roberto Vázquez,
Premoli, Paviolo, Arribillaga. Para darle a la cultura el lugar que
le correspondía y para enfurecer a los macartistas de entonces,
designó como director de Cultura al poeta José Pedroni.
Su gobierno, como el de Sylvestre Begnis y el de Luciano
Molinas, sigue siendo uno de los motivos de orgullo de los santa-
fesinos. Austero, honrado y sensible a las cuestiones sociales,
junto con el entrerriano Carlos Contín y el gobernador radical de
Córdoba constituyeron lo que treinta años después se iba a llamar
la “región centro”. El Túnel Subfluvial y la autopista a Rosario
fueron sus grandes obras.
Cuando los militares golpistas lo derrocaron, dejó la Casa de
Gobierno y con todo su gabinete se fue caminando por calle
San Martín hasta la residencia. Los militares no se atrevieron
ni pudieron acusarlo de nada. Sin embargo, cuando un año más
tarde solicitó un préstamo para ampliar su modesto estudio jurídi-
co, el interventor militar de turno se dio el gusto de negárselo.
Después vinieron los años de la militancia en el Movimiento
de Renovación y Cambio, cuando muy pocos creían que Alfonsín
podía ser una alternativa progresista para el país. Y, como siempre,
su participación activa en los organismos de derechos humanos
oponiéndose al estado de sitio, denunciando a torturadores y
asesinos y defendiendo a los luchadores sociales.
En lo personal, recuerdo que los estudiantes de entonces sabía-
mos que cuando nos detenían debíamos designar como abogados
defensores a Aldo Tessio, Ricardo Molinas o Alfredo Nogueras.
Cualquiera de los tres iba a hacer lo imposible para que recu-
peráramos la libertad.
Lo recuerdo alto, con su mirada mansa de hombre bueno y
su sonrisa traviesa. Recuerdo el trueno de su voz cuando se
enojaba y sus discursos encendidos. Lo recuerdo hablando de
política, contando viejas historias, imaginando futuros posibles
y predicando a favor de las causas justas. Lo recuerdo como un
viejo republicano, íntegro, decente y de una sola pieza.
Sé que le gustaba definirse como un hombre de izquierda y,
en efecto, lo era. Como muchos liberales progresistas formado
entre las dos guerras, don Aldo era de los que creían que la lógi-
ca honesta del pensamiento liberal confluía con el socialismo.
Después de todo, esas verdades las había aprendido leyendo a
Aníbal Ponce, Héctor Agosti, José Ingenieros... o conversando
largo y tendido con Gastón Gori y José Pedroni.
Murió el 12 de enero del año pasado. Para esa época vivía en
una sencilla casita en Santo Tomé. Cumpliendo con su pedido, lo
velaron en el local de la UCR y en el cementerio fue despedido por
Raúl Alfonsín. Más allá de protocolos y rituales, los santafesinos
sabíamos que se nos iba uno de nuestros grandes viejos. Consigno
un dato y un pedido: no hubo sacerdotes en su lecho de moribundo,
y sería deseable que en honor a su memoria la autopista a Rosa-
rio o la futura autopista al Túnel Subfluvial lleven su nombre.
o
�0�
Don Aldo Tessio, usted ya no me puede oír. Si hablo con usted,
como escribió Simone de Beauvoir en La ceremonia del adiós,
“es una añagaza que empleo, un artificio retórico” y en realidad
es a los amigos a quienes me dirijo y a quienes pertenecen a las
desgraciadas generaciones posteriores, a los que los terribles años
que sobrevinieron después les impidieron conocer la parte más
noble de la política, sino sólo el crimen legalizado, la injusticia
social como modelo, la avidez personal, el saqueo del Estado y la
resignación de toda forma de soberanía.
Sin embargo, sé que usted me oía y que le gustaban mis co-
mentarios periodísticos, posiblemente porque, a pesar de la dife-
rencia de edades, ambos pertenecíamos a tiempos en los que lo
que importaba eran las ideas y los principios, no esa forma de la
usura que ahora llaman “pragmatismo”.
Ayer una oyente opinó en este programa que usted “era uno de
los pocos hombres buenos que quedaban”.
Otro oyente me recordó un episodio que yo había olvidado en
mi vacilante comentario al principio de la mañana: que usted,
en el mismo momento de ser derrocado por un sicario del fascis-
toide Juan Carlos Onganía, se fue caminando desde la Casa Gris
hasta la Facultad de Derecho para renunciar a las cátedras que
había prestigiado con su saber, su decencia y su honestidad
intelectual, quizá porque sospechó que, no por primera vez, a
la Universidad Nacional le esperaban días funestos, con esa ver-
güenza que la historia recordará para siempre como la “la noche
de los bastones largos”.
Quizá el mejor galardón de un hombre público sea estar de esa
manera en la memoria de anónimas gentes del pueblo, aunque
los falsos políticos y los falsos dirigentes que en estos años nos
hemos acostumbrado a ver en las páginas ilustradas de las revistas,
codeándose con el jet-set, exhibiendo a la vez su desvergüenza y
su riqueza, sonrían con esa su fatuidad destinada a nadie.
La muerte es siempre una circunstancia triste, pero, como le
dije ayer a su hija Griselda, don Aldo, con sus noventa años vivi-
dos en la austera dignidad de sus principios éticos y políticos,
su muerte es un tránsito que cierra para siempre una vida y la
transforma en destino que nadie ya podrá discutir.
Hay una clave allí, que a nadie debería costarle demasiado
develar y asumir, una clave que es la única posible para afrontar
los días presentes y el futuro, si de veras pretendemos ser una
nación y una sociedad.
Ayer, la periodista Indiana Villanueva nombraba en este pro-
grama sus obras de gobierno: rutas pavimentadas, camino de
cintura para Rosario y otras ciudades de la provincia, conexiones
Texto escrito para el Programa El cuarto poder,
Radio LT10 Universidad Nacional del Litoral
(19 de enero de 2000)
por Jorge Conti
�0� con caminos troncales o pavimentados, la Estación Terminal
de Ómnibus “General Manuel Belgrano”, planes de viviendas,
Autopista Santa Fe-Rosario, escuelas y hospitales, un vasto
programa de reforma agraria, centros cívicos, los Tribunales de
Rafaela, edificios para la Policía, Juzgados de Paz y Registros
Civiles, electrificación rural, reconstrucción de escuelas y colegios,
un velódromo y el Túnel Subfluvial “Hernandarias”, iniciado por
otro gran gobernador como fue Carlos Silvestre Begnis.
Pero la enumeración en estos tiempos suele ser vista como una
artimaña que esconde sucios intereses, si no se aclara –quizá
para sombro e incredulidad de las nuevas generaciones– que
todas esas obras fueron realizadas con lo que ahora llamamos
pomposamente “transparencia” y que antes simplemente lla-
mábamos “decencia”, esa decencia que no admite la menor
oscuridad en el procedimiento y la ejecución. Usted no lo hubiera
tolerado, porque lo que hoy se considera una virtud excepcional
del gobernante, era para usted, más allá de toda consideración,
simplemente el punto de partida para el ejercicio de la función
pública y el fundamento de la vida individual.
Si creyéramos que nadie está dispuesto a recibir esa clave
que usted nos deja, entonces deberíamos estar desconsolados,
don Aldo. Pero es posible que después de haber vivido en los
’70 la violencia civil y el terror de Estado, después de haber
vivido en los ’90 el terror económico, después de haber sido
en un caso reprimidos, secuestrados y torturados y después de
haber sido en el otro despojados, empobrecidos y burlados, los
argentinos comprendamos el significado de aquellas palabras
con las que usted encabezó su plataforma electoral en 1963:
“Paz y Transformación Social”. Han pasado treinta y siete años
desde que usted les propuso ese camino a los santafesinos, y
en su transcurso, desmentidas, olvidadas, malversadas, esas pa-
labras vuelven a tener una vigencia apremiante para ser casi un
imperativo categórico.
Fue una relación rara la nuestra, don Aldo Tessio. Más de dos
palabras no cruzamos nunca y fue en un acto académico, hace
años, en el Paraninfo de la Universidad. Pero dicen que usted
me escuchaba y yo, por mi parte, sentía que estando usted entre
nosotros no era imposible seguir sosteniendo los principios de la
democracia como reivindicación de la justicia y la igualdad de
todos los hombres.
Allá por el año ’84 usted me distinguió eligiéndome como
periodista en la comitiva que acompañaría a Raúl Alfonsín en
un viaje oficial por los países europeos. Finalmente no pudo ser
y sé que para usted fue motivo de aflicción, pero siempre con-
servé agradecido ese recuerdo, como señal de reconocimiento y
amistad. No era yo lo importante y, si lo digo ahora, es porque
con ese gesto, al tener en cuenta a un desconocido periodista de
provincias, usted probaba una vez más su espíritu democrático y
su permanente anhelo de equidad.
En un país al que le han impuesto ejemplos de utilería, fugaces
personajillos que sólo sirven para decorar la fiesta obscena del
poder, usted ha mostrado cómo vive y cómo muere un verdadero
político. Es decir, como quien se entrega a un acto de servicio y
luego vuelve a la austeridad de la vida privada.
Es preciso que me oigan bien: como quien se entrega a un acto
de servicio y luego vuelve a la austeridad de la vida privada.
o
�0�
�0�
se terminó de imprimir
en Imprenta Lux
Hipólito Yrigoyen 2463,
Santa Fe, Argentina,
en el mes de octubre
de 2009.
o1909 • 2000Vida y Política
Aldo Emilio
Tessio
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