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7/21/2019 Los que aman odian
1/67
7/21/2019 Los que aman odian
2/67
Emec Editores, S. A., Argentina, 1946
Primera
d i c ~ n
en esta o l ~ c c i n : febrero de 2002
Emec Editores, Espaa,
2002
P r o v e n ~ 26o, o8oo8 Barcelona (Espaa)
Depsito Legal: B. 3-s8s-2oo2
ISBN
84-95908-oS-s
Composicin: Foto Informtica,
S.
A.
Impresin: A M
Grafic,
S. L
Encuadernacin: Lorac Pon, S. L
Printed in Spain -Impreso en Espaa
Reimpresinde
Editorial Planeta,
S.
A.,
2oo2
Crsega, 273-279,
o8oo8
Barcelona (Espaa)
Este libro no podr ser reproducido,
ni
total
ni
parcialmente, sin el previo permiso escrito del editor.
Todos
los derechos reservados.
j
Se disuelven eri mi boca, inspidamente, reconfortan'
temente, los ltimos. glbulos de-arsnico.(ar.senicum
album .
Amiizquierda, enla.mesa de trabajo, tengo un
ejemplar:.
en
hermoso Bodoni, del
Satyricn,
de Cayo'
Petronio. A mi derecha, la fragante bandeja del t, con
sus delica-das porcelanas y sus frascosnutri tivos.Dira
se que las pginas del libro estn.gastadas por lecturas
i n n u m e r a b l e s ~
el t
es
de China;
las.
tostadas son que
bradizas y tenues; miel es de abejasque han libado
flo-
res de acacias, de favoritas y de-lilas. As, en este limita
do paraso, empezaraescribirJahistoria del asesinato
de Bosque del Mar.
Desde
mi
punto
de vista, el primer captulo trans
curre en urr saln comedor,
en
el
tren
nocturno a Sali
nas. Compartan
mi
mesa.uh matrimo'nio amigo
-dile
tan
es
en
liter.atuta y afortunados.
en ganadera-
y
una
innominada seori ta. Estimulado por
el
consom-
m, les detall. mis propsitos: en busca de una de
leitable y fecunda soledad e s decir,
en
busca de rn.
mismo- yo me diriga a ese nuevo balneario que ha
bamos descubierto los ms refinados entusiastas de
la vida junto ala naturaleza: Bosque del
Mar.
Desde
haa
tiemp_o acariciaba yo ese proyecto, pero las exigencias
del-consultorio
-pertenezco,
debo confesarlo, a la co
frada de
Hipcrtes-
postergaban mis vacaciones. El
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6
Introduccin
matrimonio asimil con inters
mi
franca declaracin:.
aunque
yo era un
mdico respetable
sigo invaria-
blemente los pasos de
Hahnemann
escriba con va-
riada fortuna argumentos para el cinematgrafo. Aho-
ra la Gaucho Fi lm Inc.,
me
encarga la adaptacin, a la
poca actual y a la escena argentina, del
tumultuoso
libro de Petronio.
Una
reclusin
en
la playa era impres-
cindible.
Nos retiramos a nuestros compartimientos. Un rato
despus, .envuelto
en las
espesas frazadas ferrov.iarias,
todava entonaba mi esp ri tu la grata,sensacin.de
haber
sido comprendido. Una sbita inquietudatemper esa
dicha:
no
haba obrado
temerariamente?
No haba
puesto yo
mismo en
manos de esa, pareja, inexperta los
elementos necesarios para que me arrebataran mis:ideas?
Comprend que era int il cavilar. Mi espritu, siempre
dcil, buscun asilo
en
la anticipada com:emplacin de
los rboles
junto
al ocano. Vano esfuerzo. Todava esta-
ba
en
la vspera de esos pinares Como Betteredge. con
Robinson Crusoe recurr a mi Petronio. Con renovada
admiracin le el prrafo
Creo que nuestros muchachos son tan t o t o s porque
en las escuelas
no
les hablan de hechos reales sino depira-
tas emboscados con cadenas en la ribera; de tiranos pre-
parando edictos que condenan a los hijos a decapitar a
sus propios padres de orculos . consultados en tiempos
de.epidemias que ordenan
la
inmolacin
de
tres.o ms
vrgenes
El
consejo es, todava hoy, oportuno. Cundo renun-
ciaremos a la novela policial, a la novela fantstica
y
a
todo ese fecundo, variadory ambicioso campo de la lite:
ratura que se alimenta de irrealidades? Cundo volve
Silvina campo Adolfo Bioy Casares
remos nuestros pasos a la picaresca saludable y al ame-
no
cuadro de costumbres?
Ya el aire de mar penetraba
por
la ventanilla. La cerr.
Me dorm.
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'
'.
Cumpliendo estiictamente mis rdenes, el camarerome
despert a las seis.de la maana. Ejecut unas r e v e s ~
abluciones con el resto de la media Villavicencio
que
haba pedido antes de acostarme,tom diez glbulos de
arsnico, me vest y pasatcomedor. Mi.desayuno con
sisti en una fuente de frutas y dos tazas de caf con leche
(no hay que olvidarlo: en los trenes elt es de Cyln).
Lament no poder explicar a la pareja que IJle.haba acom
paado
durante la cena de la vspera.algunos detalles
delaJey de propiedad intelectual; -iban mucho:ms all
de Salinas (hoy Coronel Faustino Tambussi), sin.duda
intoxicados
por
los productos de la farmacopea
alop
ti ca, dedicaban
al
sueo.esas horas liminares de la maa
na. que son , por nuestra incuria, la propiedad exclusiva
delhombre de campo. .
con diecinueve minutos de atraso a as siete y dos- '
el tren lleg a Salinas. Nadie me ayud a bajar las male
tas. El jefe de la estacin po r lo que pude apreciar la
nica persona despierta en el pueblo estaba dema-
siado interesado en un canje de pueriles aros de mimbre
cop el
maquinista
para. socorrer a
un
viajero
~ o l i t a r i o
apremiado
por el.
tiempo y losequipajes. cab por fin
el hombre sus tratoscon el maquinista y se
encamin
hacia
donde
yo estaba.
No
soy rencoroso, y ya se abra
mi boca enuna sonrisa ordial y la mano buscaba el som-
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1 Los
que
omon odian
brero, cuando el jefe se encar, como
un
demente,
la
puerta
del furgn.
La
abri, se precipit adentro, y vi
caer, amontonadas
en
el andn, cinco estrepitosas jau
las de aves. Me ahog la indignacin. Para salvarlas de
tanta violencia, de buena gana
me
hubiera ofrecido a car
gar con las gallinas. Me consol
pensando
que
manos
ms piadosas haban lidiado con mis maletas.
Velozmente
me
dirig al patio trasero, para averiguar
si el automvil del hotel haba llegado. No haba llega
do. Sin dilaciones decid interrogar
al
jefe. Despus de
buscarlo
un
rato, lo encontr e n t a d o ~ e n l a sala de
1
es-
pera.
-
Busca algo?
-me
pregunt.
No disimul
i:ni
impaciencia.
- ,
Lo
busco a usted. ,
-AquLme.tie'ne, entonces.
- -
Estoy
esperando el automvil del' Hotel Central,.
de Bosque del Mar.
.J
-S i no
le:molestala compafa,1e aconsejo que tome
asiento. Aqu, .siquiera, crre aire o n s u l t s u reloj- - - -.
Son
s ~ s i e t e
y catorce, y mire que hace
calor. Le
soy ver-:.
dadero:
estova
a acabar en.una.tormenta.
Sac del bolsillo
un
pequeo cortaplumas de ncar
y
empez
a limpiarse las uas. Le-pregunt si .tarda
ra mucho
en
llegar e}automvil del
hoteb
Me .respbn
di:
Mis pronsticos
no
cubren .esepunto.
Sigui absorto
en- su
tarea con el cortaplumas.
Dnde est.la oficina dexorreos? interrogu.
Vaya
hasta la bomba de agua, ms
all_de
los vago
nes que.estn
enl(,l.
va muerta. Deje a
su
derecha el rbol,
doble
en
ngulo recto, cruc frente a la casa de.Zudeida
y
no
se
detenga hasta
llegar a la panadera.
La
casilla
de chapas es el correo.
-En
el aire
mi
informante segua
Silvina
campo
Adolfo Bioy Casares
con las manos el minucioso trayecto. Despus
agreg :
Si
encuentra despierto al jefe, le doy
un
premio.
Le
indiqu dnde quedaban mis equipajes, le rogu
que no dejara partir sin m al automvil del hotel y avan
c
por
s
ddalo abierto, bajo
un
sol absoluto.
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Aliviado
podas
instrucciones precisas que haba impar
tido toda correspondencia a
mi
nombre deba remi
tirse afhotel- ePlprend ef regreso. Me detuve
junto
a
l bomba
y,
despus de enrgicosesfuerzos, logr enga
a;
la sed y mojarme la cabeza con dos o tres chorros de
agua tibia. Con paso vacilante llegu a la estacin.
En el patio haba
un
viejo Rickenbacket cargado con
las jaulas de-las galli'nas. Hasta cundo tendra yo que
sperar
en
ese infierno el automvil.del hotel?
En
la sala de
espera encontr al
jefe
conversando
t o n ~ u f i h o m b r e
abrigado con
una
gruesa campera. ste
me
pregunt:
-El
doctor
Humberto Huberman?
Asent. El.jefe me. dijo:
Ya cargamos
su
equipaje: _
Es increble la felicidad que estas palabras
me
pro
dujeron. Sin mayor dificultadlogr intercalarme entre
las jtilas. Iniciamos el viaje
hada
Bosque del Mar.
El camino, drante las primeras cinco leguas, con :
sistien una sucesin de pantanos; el progreso.del meri
torio RickenbackerJue
lento
y azaroso.
Yo
buscaba el
mar, como-un griego del
Anabasis
ninguna pureza
en
el
aire pareca anunciarlo. En torno
aun
bebedero, una maja
da inmvil crea guarecerse
en
las endebles rayas de som-
bra que proyectaba un molino. Mis compaeros de via-
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14
los que aman, odian
je se agitaban en sus jaulas. Cuando el automvil se dete
na en las tranqueras, dirase que un polvillo de plumas,
como un polen de flores, se propagaba en el ambiente,
y
una
f ~ e r a sensacin olfativa traa a mi memoria un
feliz episodio de la infancia, con mis padres, en los galli
neros de mi to, en Burzaco. Confesar que durante algu
nos minutos logr refugiarme, en medio de los sacudones
y del calor, en la prstina visin de un huevo pasado por
agua, en una taza de porcelana blanca?
Llegamos, porfi a una cadena-de mdanos.Divis
a la distancia
uha
franja cristalina.
~ a l u d
almar:-
Tha
lassa Thalassa ... Se trataba de un s p e j i s m ~ . Cuaren
ta i n u ~ o s despus divis -una
mancha
violeta. Grit
para misadentros:.Epi
oinopapontQn
Me
dirg al
cha_uj
feur.
' .
r
-Esta vez no me quivoco, Ah est el mar.
Es flor o r a d a ~ o n t s t el hombre.
Al rato sentque los1baches a b a n ~ e s a q o .
El
chauf-
f ur
me
dijo:. - ,
.
Tenemos que andadigero. La marea sube dentro
de unas horas. - . .
Mir a mi
l r e d e d o r ~
Avanzbamos e n t a m ~ n t e por
unos tablones, en medio de una .extensin
ele
arena. Entre
los mdanos de la derecha apareca, lejano, el mar: Pre-
gunt .
-_._Entonces, por u ~ a n d a tan despacio? -- '
S i
una
rueda se._desva-de los
t a b l o n e ~ n o . s l e n t ~ -
rramos
en
la arena.
No quise
pensar
enJo que pasara si
nos
~ n ~ o ~ t r
. bamos con otro automvil. Estaba demasiado cansado
-para
preocuparme. Ni siquiera
a_dvert
la frescura mar
tima. Logr-articular la pregunta:
-Falta mucho?
-No
-contest-.
Ocho e g u ~ s .
V
Me despert enlap.enumbra. No sabadnde estabani
siquiera
qu_
hor\ era. Hice
un
esfuerzo,
o ~ o q u i e n
tra
ta de orientarse. Record: estaba
en
mi cuarto;en el Hotl
Central. Enton.ces o l roar. .
Encend la luz. Vi
en mi
crongrafo "'-que yaca
jun
to a los o l m e p ~ s ele Chirh, deXent, de Jahr, de Allen
y de Hering, sobre la mesita de pino:... .- que eran las cin
co de la tarde. Pesadamente empec a vestirme:Qu
des_canso verme libre de la-rigurosa indumentaria que
nos importen los convencionalismos de la vida urbana
Como un evadido.ae la ropa,.me enfund en mi camisa
escocesa, en.mi pantaln de franela, en mi saco de brin:
crudo, -en el plegadizo panan;t,
en
los viejos zapatones
amarillos y en el bastn con empuadura en cabeza de
perro. Agach l\ c a b e ~ a con no d i s i r i u i ~ a d . satisfac..,
cin examin en el espejo mi abultada frente de pensa
dor, y c;>tra
vez
convine con tanto
observador impar
cial: la simili tud entre mis facciones y las de Goetbe es
autntica. Por lo dems, no soy
un
hombrea:lto; para
decirlo
con
uq vocablo sugestivo, soy menudo mis
humores, mis reacciones y mis pensamientos no se ex
tenan
nise embotan a lo largo de
una
dilatada geogra"
fa-.
Me precio de tener una cabellera agradable a la
vista y al tacto, de poseer unas. manos pequeas y her
mosas de ser breve .en las muecas, en los tobillos, en
. - . -
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1
1 6
Los que aman odian
la cintura. Mis pies, frvolos viajeros,
ni
cuando duer
mo
descansan. L_a piel es blanca y rosada; el apetito, per
fecto.
Me apresur. Quera aprovechar el primer da de
playa.
Como
esos
recuerdos
de-viaje
que
se
borran
de la
memori y que luego encont;;ramos en el lbum de foto
grafas, en el
momento
de aflojar las correas de mi male
ta vi
-por
primera vez?-las escenas de
mi
llegada al
hotel. E},edifido, blanco y moderno, me pareci pinto
rescamente enclavado en la arena: como un buque en
mar, o un oasis en el desierto. La falta de rboles esta
ba
compensada
por unas
manchas
verdes
capricho
$ 1JP.ente
distribuida ---=dientes de len, que parecan
avanzar como un.rept il mltiple, yrumorosas'estacas
de tamarisco-. Hacia el fondo del paisaje l}aba dos Q
tres casasy l g u n ~ choza.
Ya ]l_oestaba cansado. Sent como un xtasis de j bi
lo. Yo, el doctot Humber to Huberman, haba descubierto
el paratso del hombre de letras. En dos meses de traba
jo en-esta soledad terminarla
mi
d a p t a ~ i n de Petronio.
Yentonces
..
n
nuevo corazn un hombre nuevo. Ha
qpa,
por fin, sonado la hora de buscar otros autores, de
renovar el espritu .
Furtivamente avanc
por
oscuros pasadizos. Quera
evitarun posible dilogo con los dueos del hotel-leja
nos parientes
mos-que
hubiera demorado
mi
encuen
trocon el mar. La Uerte, favorable,
me
permit i salir sin
ser visto e jniciar mi paseo por la arena. ste fue .unadura
peregrinacin.
La
vida en la ciudad
nos
debilita y .nos
enervade tal modoque, en el
shock
del primer momen
to,
-los
sencillos placere del campo nos abru:tnan como
torturas.
La
naturaleza no tard en persuadirme de lo
inadecuada que era mi indumentaria. Con una mano yo
Silvina campo A:dolfo Bioy Casares
17
me hu.nda
el
sqmbro en la cabeza para que no .me lo
arrebatara el viento, y con la otra hunda en la arena el
bastn, buscandO.intilmente l apoyo de
unos
tablo
nes que afloraban
de
trecho en trecho, jalonando el cami
no. Los z ~ p a t o r t e s rellenos de arena, eran otras tantas
rmoras
en mi
marcha.
Fi_nalmertte entr ert una zona de arena ms firme.
A unos ochenta metros,.hada la derecha,
un
velero gris
yaca vqlcado en la playa; vi queuna escalera.de cuer
das penda de la cubierta y me dije que en uno dmis
prximos paseosJa escalara y visitara el barcn.
Ya
cei :
ca del mar, junto a un grupo
de
tamariscos, tremolaban
dos
sombrillas
anaranjadas.
Contra un.fondo
de res"'"
plandores inverosmiles, hecho de mary cielo. surgie
ron, ntidas como
a travs de
un
lente,
las figuras:de
dos muchachas en traje.de bao y de un hombre de-azul
con gorra de capitn y pantalones remangados.
No haba otro sitio_donde resggardarse del viento,
Decid atercarme, por detrs deJas sombrillas,
a
los tama
riscos.
Me saqu los zapatones, las medias y
me
arroj en-la
arena. 'La s e n ~ d n de placer fue perfecta. Casi:perfec.,
ta: la moderaba la previsininevitable del regreso
al
hotel.
Para evitar cualquier intromisin de losvecinos.-ade
msde los mencionados haba un hombre oculto pot
una
sombrilla..,...,. apel a mi Petronio.yfing engolfarme
en la lectura. Pero mi nica lectura en esos momentos
de-irremisible abandono fue, como la de los augures, el
blanco vuelo de unas gaviotas contra el cielo plomizo.
Lo
que
yo no haba
previsto cuando
me acerqu a
las sombrillas era que sus ocupantes hablaran. Hablaban
sin ninguna consideracin hacia
la
belleza de
la
tarde
ni
hacia el fatigado vecino que procuraba
en
vano abstraer
se en la lectura. Las
vocE;s,
que hasta entontes se
tonfun-
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~ ~ ~ ~
....................
...
8
Los qul
aman
odian
dan con el coro .del
mar
y el grito de las gaviotas, se pre
cisaron con, desagradable_ energa. Me pareci. reconocer
por
lo menos-a
una
de las voces femeninas.
Movido
por una naturalcuriosidad .me
volv hacia
el
grupo_. N
o
v i ~ e r t
seguida a la muchacha cuya voz cre
reconocer; la tapaba
una
sombrilla. Suc_ompaera esta
ba.d pie; era
l ~ a ,
rubia,
me
atrever
a
decirlo?,
muy
hermosa, con
una
piel de impres ionante blancura, con
manchas rosadas (color
de
salmnxrudo, segn dic
taminara.
despus
el
doctor
Manning). Su
cuerpo
era
demasiado atltiCo para
mi gusto
yen ella se adverta,
tomo una tcita_
presencia,
una
animalidad que
atrae_
a
ciertos hombres sobre cuyas_aficiones prefiero
no
opinar.
Despus
d,e
escuchar unos minutos
la c o n v e r s a c i n ~
reun
los siguientes datos: la muchacha rubia,
una peli:-
grosa e l m a n a , ~ s e 1lamaba Emilia.
La
otra, Mary, tra
duca o correga. novelas o l i c i a l e ~ para una.editorial de
prestigio.
Las.
c o m p ~ a b a n dos hombres. Uno
de.
ellos
- e l de gorra azul - era
un
do.ctbr Cornejo;
me
impre
sion por sus
rasgos bondadosos y
por su ntimo
co
nocimiento del mar. y de la meteorologa. Tendra unos
cincuenta aos;
su
cabello gris y sus _ojos pensadores le
conferan
una
expresin romntica,
1;10
desprovi_sta de
vigor.
El
otro era
un
hombre ms joven,. amulatado. A des
pecho de cierta:vulgaridad en el-hablar y de
una
aparien
cia que recorqaba los cartelones del tango
en Pars
=-pelo
negro, < ~ d o , ojos vivos, nariz.aguilea- fue pareci que
ejerca sobre sus c_ompaeros_-nda brillantes,
por
lo
dems-
alguna superioridad intelectual. Descubr qu
se llamaba Enrique Atuel
y
que era el novio de.Emilia.
-
Mary, ya es tarde para que se bae
-d i jo
Atuel;
con
una
voz cadehc_iosa-. Adems, el
mar
est bravo
y
usted no
descuella
en
la
resistencia.
Alegremente reson la v_oz que
me
era.familiar:;
Silvina Ocampo
Adolfo
Bioy Casares
9
-Yo
$OY
lJna
nia
qt e
a e:nttar
en
elftgua_
-Sos una
malcriada
r ~ p l i c
Emilia, afectuosamen""
te - .
Quers $Uicidarte o quers rnatar:uos de mied.o?
El novio de -Emilia insis_ti:
- C o ~ esa corriente
no
se bae, MJ'Y Serfu.Yn dis
parate.
Cornejo consult
su
reloj[dej::mlsera.
--La. marea s t . s u b i e n d o s e n t e n c i ~ . N o hay nin"'
gnpeligro. Si promete
no
aleHrse;tiene i _ c ; : Q Q s e n t i
miento.
Atuel se-dirigi a la muchacha:
-Si_ no puede
volver, de poco levaldr
su
consenti-
miento. Hgame caso y
no
se
pae .
- Al
g u ~ a . t
-grit
Mary,
o y i ~ l m e n t ~
Saltaba, se ajustaba la gorra de boy repetia:
-Soy una j p _ ~
c;oJ;l
~ l a s
Soy
una nia
con alas
--Entonces estoy de ms
-di jo Atuel-:
Me retiro,
-No
seas e ~ i 9 - le dijo EmUia.
Atuel se alejaba sin escucharla. Pero antes de irse des-'
cubri mi presenc ia y lile
mir
c;:o:o severidcl
Pm: mi
parte, confieso que la grcil figura:de Mary reclamaba.mi
atencin. En
verdad era
urta
nia con las_, Al encuep
tro de
. a d a
ola agitaba los-brazos en.alto como jugando
con el cielo. ,
M ~ r y ? La
seorita Mara Gutirrez?,
me
pregunt.
Es
tan
difcil reconocer las personas en raje de bao ..
La
muchacha que
me
visit este ao
en
el
c o n ~ u l t o r i o
y a quien le recomend. vacaciones
en
Bosque del Mar?
S, estaba seguro. La muchacha delicadamente pe:rdid l
en
el
.p:rigo
de pie,les.
Ah e_staban
los ojos t:enegridos,
ora pcaros, ora soadores.
Ah
estaba el
ccrochecoeur
sobre la frente. Record
qQe
yo b9.ba cUcho, honda
doso: Somos almas hermanas. Era, como yo,
un
caso
de arsnico. Ah estaba, saltando
junto
al mar, la eifer-
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10/67
1 -
;
1
'rl
1
1 1
1
20
os que aman odian
ma que este inVierno
yada
inerte en los cmodos sillo'
nes de
mi
consultorio. Otra-cura maravillosa del doc
tor Huberrrian
Unas inquietas exclamaciones
me despertaron
de
esteensueo. En efectO, Ia eximia nadadora se haba ale
jado con prodigiosa facilidad.
Se
ha alejado nadando en gffi-estilo -protestaba,
tranquilizador,Cornej----'". No corre peligro. Volver.
Se
alej porque la llev la comente
-declar
Emilia.
Unos gritos
me
hicieron mirar hacia otro lado.
- No puede volver -
Era Atuel, que llegaba: gesticulando. Se encar con el
doctor Cornejo y le arrostr:
>
-Consigui
lo que quera? No-puede volver.
Juzgu que haba llegado la hora de intervenir. Se pre
sentaba, en efecto, una ocasin favorable para practicar
las enseanzas. de cr wl stroke
y
saltfatnt
t an
sus
ceptibles de olvido-que elprofesor Chimmara de Obras
Sanitarias
me
haba inculcado.
. Seores -dije resueltamente-,si alguien me-pres
ta un
traje de bao la rescatar.-
Es un honor
quetn
reservo -declar Cornejo-.
Pero tal vez podriamos inditarl a esta nia que avance
en
sesgo, en direccin noreste-suroeste
Atuello
interrumpi:
- Qu sesgo
ni
qu pavadas
La
muchacha se-est
ahogando.
Un
movimiento instintivo, o el deSe de
no
presen
ciar a disputa,
me
desvila mirada
en
direccin al bar
co. Vi a un nio que bajaba
por
la escalera de cuerdas,
que corra hacia rtoSoto$.
Atuel se desvesta. Cornejo y yo nos disputbamos
un pantaln de bao.
El nio gritaba:
Silvina campo Adolfo Bioy Casares
2
-Emilia Emilia
Ante nuestros ojos atnitos, Emilia corrapor la pla
ya, nadaba hacia Mary, regresaba con Mary.
Rodeamos, jubilosos, a las nadadoras. Ligeramente
plida, Mary
me
pareci ms bella an. Dijo con forza
da naturalidad:
Son unos
alarmistas. Es lo
que
son: unos alar-
mistas.
El doctor Cornejo inten t persuadida:
-Us ted debi evitar que el agua levantada por el
viento le golpeara en
h cara.
El nio segua llorando. Mary, para consolarlo, lo
estrech entre sus hermosos brazos mojados.
Le
deca
tiernamente:
-(:reste que
me
ahogaba, Miguel? Yo soy la nia
del mar y tengo un secreto con las olas.
Mary demostraba, como siempre, su gracia exquisi
ta, pero demostraba tambin esa oscura vanidad y esa fatal
ingratitud de los nadadores, que nunca reconocen haber
estado
en
peligro y que
re:t}iegan
de quienes los salvan
Entre los personajes de ese episodio
hubo uno
que
me
impresion i v . m ~ n t e . Fue el.nio, un hijo de
una
hermana
de Andrea, la
duea
del
hoteL
Pareca
tener
once o doce aos. Su expresin era
tan
noble; las lneas
de su rostro eran regular_es
y
definidas; sin embargo, haba
en
l u,pa
I J l ~ z c l a
de madurez y de inocencia que
me
disgust;
El dQctor Huberman -exclam, sorprendida,
Mary. Me haba reconocido.
Conversando amistosamente.emprendimos nuestro
regreso. Mir hacia el hotel. Era un pequeo cubo blan
co, contra
un
cielo de nubes grises, desgarradas
y
retor
c i d a ~ . R e c o r . < J ~
una
estampa del catecismo de mi.niez,
titulada La ira divina.
7/21/2019 Los que aman odian
11/67
Con.qu admirable docilidad-reacciona un organismo
no
violado
pot
la medicina aloptica n simple vas9
de
cacao fro disip nii cansancio. Me' sent reconfort -
do,
dispuesto
a hacer frente a todas. las vicisitudes que
p u s i t ~ t
en:
mi
camino
l
vida. Tuve
urrmomento
de vaci
lacin. No convenda tomar de aliada a la rutina y mpe"
zar, ah'mismo, m.is.tareas literarias? O poda consagrar
ntegr mente esa primer t rde de c c i o n e s ~ l ocio
reparador? Mis manosrespetuosas acariciaron
unos
ins
t n es
el \ibro
de
.Petrohio;
lo mir con
nostalgia. y lo
deposit en la fuesa de.luz. - - 1
Antes de salir quise
1
abrir.la ventana para que .entrara
a raudales, en
mi
cuarto,
el
airede latarde. Empu resuel
t mente
el picaporte, lo hice,girary
di
el
tirn
necesa
rio
..
Me fuj contra la ventana. Abrirla era imposible,
Este gracioso incidente evoc_en
mi
memoria las con
sabidas excentricidades de
mi
ta Carlota. Ella.
t mbin
ten un
propied d al borde del mar, en Necochea, y
tem t nto
el efecto del aire r i r l o ~ s o b r e los.metales,
que haba
hecho construir
la casa
con
ventanas falsas y-
cu ndo no
haba huspedes,
todo
lo envolva en.espi
rales depapel, desde la manija del fongrafo hasta la.cade
n
del
w ter
closet Por lo
visto
se trataba de
un
maJ:la
deJamil ia, que se haba extendido hasta-las ramas
ms
lejanas y desacreditadas, Pero yo estaba resuelto a que
7/21/2019 Los que aman odian
12/67
24
os
que aman, odian
abrieran la ventana
con
tiles de carpintera, si era
indispensable-
y a que se renovara ese aire viciado.Ya
senta un principio de cefalalgia.
Tena que hablar con los
dueos
del hotel. Avanc a
tientas por la oscuridad de los corredores,
donde
el aire
era
tan
denso como
en mi
habitacin, y llegu a
una
esca
lera de cemento gris. Dud entre bajar o subir. Segu
mi primer impulso: baj. El aire se hizo an ms irres
pirable. Me encontr en
un
stano asombroso: haba una
especie dehall con
un
mostrador y un.fichero para. lla
ves; haba, .ms all de una puerta: vidriera, una sala en
la que
se acumulaban
comestibles, botell as de vino. y
enseres de limpieza; en una de las paredes,
un
enorme
fresco representaba una escena misteriosamente pat
tica:
en
una
habitacin decorada con palmas, frente a
un
ancho ventanal, abierto de par
en
par, por-donde el sol
derramaba torrentes de esplendor,un nio,.que ~ r e c
un pequeo
paje, se inclinaba levemente sbre
un
lecho
donde yaca una nia muerta. Me pregunt
quin
sera
el pintor annimo:
en
el rostro.de la nia resplandeca
una belleza angelicalry
en
el del nio, convocados
por
facultades que parecan j e n ~ s al arte. plstica, .haba
mucha inteligencia
y
mucho dolor Pero tal vez
me
equi
vaque; no soy
un
crtico.de
pintura
aunque
todo
lo
cultural, cuando no sofocala vida, es demi incumbencia).
Quise abrir la
puerta
vidriera; estaba cerrada con lla
ve .. En ese
momento
o
unos
gritos. :M e pareci. que
venan.del ot ro piso. Movido po r una incontrolable curio
sidad, sub corriendo. Me detuve; anhelante,.en el des
canso de la escalera; volv aoi los gritos,.hacia la izquier.,
da:,hacia el fondo del corredor.Me deslic cautelmamente.
Algo amorfo y veloz sali a
mi
encuentro y
me
roz
un
brazo. Temblando (tena la impresin de haber sidoem
bestido.
por un
gato fantasmagrico), segu con los ojos
Silvina
campo
Adolfo Bioy Casares
25
la sombra que se alejaba; la incierta luz del vano de la
escalera
me
reservabauna revelacin: el pequeo curio
so era Miguel, el nio que haba conocido a la tarde en
la playa En la primera oportunidad lo reprendera. Me
encamin hacia mi habitacin en el extremo opues
to del
corredor-,
pero ya era imposible
no
or las voces.
Involuntariamente
me
esforc en reconocerlas. Eran las
voces de la playa. Emilia y Mary se insul taban con
una
violencia que me anonad O apenas. Me alej con
un
profundo desagrado en el alma.
Volv ami cuarto (todava
e r r ~ d o ,
abr
mi
botiqun,
resplandeciente de etiquetas blancas y.de tubos pardos
y de tubos verdes,
puse
en un pulcra hoja de papel los
diez glbulos de arsnico y los
dej
caer sobre la len
gua. Falt:aba exactamente,
un
cuarto de hora para la cena.
7/21/2019 Los que aman odian
13/67
V
Mi apetito era plenamente satisfactorio.
7/21/2019 Los que aman odian
14/67
28
os que aman odian
Andrea era joven, sana, de ojos movedizos y
faccio.,.
nes regulares, pero
no
agraciada. Tena
un
intermina
ble resentimiento que se manifestaba en una laboriosa
y agresiva amabilidad.
Esteban dijo:
Cuando
nosotros llegamos no haba nada; una casi
lla de chapas, el mar y la arena. Ahora est nuestro ho
tel, el Hotel Nuevo Ostende, la farmacia. Las estacas de
tamarisco han
prendido
por fin. Reconozco que esta
temporada.es pobre, pero el ao pasado todos los cuar
tos estaban ocupados. El lugar progresa. --
. :Talvez no me he expresado claramente
dije
con
Iroma . Lo que yo quiero es
q"ue_abran mi
ventana.
Imposib le- espondi Andrea con irritante tran,.
quilidad
. Pregntale a Esteban. CuLes el progreso?
Hace dos
aos_
tenamos la recepcin.en la planta baja;
ahora tenemos all
el
stano.
La
arena sube todo
el
tiem
po. Si abriramos
tu
ventana
se
nos:inundara la casa de
arena.
-
El asunto de la ventana estabaperdi
7/21/2019 Los que aman odian
15/67
30
Los
que aman odian
aparato de radio nosaturda- pregunt a Mary qu libros
interesantes haba ledo en este ltimo tiempo.
-Ay r ~ s p o n d i
. Los nicos libros que leoson
los que traduzco Le prevengo que forman
una
biblio
teca respetable.
-NoJa
crea
tan
trabajadora.-coment.
" --,-Sino
me
cree, vaya a
mi
cuarto
-dijo
en un tono
sarcstico- Ah-tengo todoslos.libros que
he
r d u ~ -
do. Por qu ser que:no puedo separarme de miscosas?.
Las quiero tanto ... Guardo tambin los manuscritos
deJas traducciones ylos borradores de los manuscritos
Ya estbamos comiendo el segundo plato
-Ulas
aves
un
poo tiernas. para mi gusto.- cuando lleg Emilia.
Teria los.ojos brillantes y enrojecidos, comosi acabara
de llorar. Tena ese frgil y solemne aislamiento
.de
las
personas que han llorado H1,1bo un malestar general, no
disminuido por los esfuerzos que haca cadauno de noso
tros para disimularlo.
Mary nos interrog:.
- No los molesto si apago la radio?
Se
o
agradeceremos -dije, cortsmente.
El silencio fueun alivio, pero.noun alivio duradero.
Callada la msica, ya
no
tenamos donde ocultarnos y
cada
uno
era un impdico testigo de la incomodidad de
los dems y de la tragedia de Emilia.
Qu
secreta ene.,.
mistad arda en.el corazn de esta muchacha? Hay toda
va un tratado por escribir sobre el llanto de las mujeres;
lo que
uno
cree
una
expresin deternuraes aveces.una
expresin de odio, y las ms sinceras lgrimas suelen ser
derramadas por mujeres que slo se conmueven ante
s mismas.
Con excelente nimo, el doctor Cornejo trat de rea
nimar la conversacin. Ayudndose con diagramas que
trazaba con el tenedor en el mantel, nos explic el sis-
Silvina campo Adolfo Bioy Casares
3
tema completo. de las mareas en 1la costa sudatlntica.
Luego, ante la creciente alarma de mis primos, procedi
a proyectar dos improbables spigones:para nuestra pla
ya. A continuacin habl de los cangrejales ycon todo
realismo-adopt las
posturas que los circunstantes de
ban ensayar
en
caso de caer
en un
cangreja .
Empezbamos,por fin, a olvidarnosde Emilia Mary
intervino:
-Ay, yo tengoJas preocupaciones-de Santa.Luca
La-arena le ha puesto a Emilia
lo.s
ojos como si 4ubiera
llorado.-Se dirigi a
su
hermana-: Pasa luego pormi
cuarto y te prestar unas gotas.
Era admirable la delicadeza con que Mary quera di
simular el llanto de
su
hermana.
sta
ni
siquiera con
test.
Pero Mary pensaba en todo.
A diferencia demedia humanidad,.record.que rece
tar ante
un
mdico
aun
recetar unas gotas. de
qua
fontis- era ofensivo. Exclam con su gracia.habitual:
-Qu
torpeza la ma, coh un doctor adelante Por
qu
no
la atiende un poco.a mi hertnana,.que.buena fal
ta le hace?
Me puse las gafas
y
mir a Emilia fijamente.
Le
pre-
gunt con deferencia:
~ D e s p u s de leer, tiene dolores de cabeza? Sien
te que sus,bellos.ojitos le queman, cmo dos globos de
fuego? Ve moscas que no existen? Ve en torno a la luz,
de noche, un halo verde? Expuesto al aire, sulagrimal
se dilata?
Interpret el silencio de Emilia como
una
respuesta
afirmativa. Dictamin
en
el acto:
-Rutafoetida
mil. Diez. glbulos al despertarse.
Tengo en mi botiqun algunos frasquitos. Le dar uno,
si
me
permite.
7/21/2019 Los que aman odian
16/67
32
os que
amah odiar]
-Gracias doctor. No
me
hace fa.lta r e ~ p o p d i
Emilia.
Pareca no advertir mi atencin. Cont:in11:
N o es la arena lo que me hizo llorar.
Estas palabras no contr ibuyeron a consolidar laani..,
macin
de los circunstantes.
Ese esforzado voluntar io, el
do
7/21/2019 Los que aman odian
17/67
34
los que
aman, odian
Tal vez con el propsito borrar la mala
impresin
causada, Emilia acometi con lcido entusiasmo los cris
talinos acordes del als
melanclico.
Pero slo la ancia
na dactilgrafa la escuchaba. Nosotros preferamos seguir
las deliciosas ancdotas de
niez
que
venturosamente
la m'sica inspiraba
en
Mary, Puedo jurar
que
las dos
pequeas
;biografas orales que Mary
nos
deline
l a
suya, consentida y adorable; la de Emilia, ms irnica,
pero igualmente
cariosa-
eran obras de arte compa
rables, en
su
gnero, a las
deliszt.
Emiliaacab de tocar:
Maryle grit: ..
-Les hablaba a estos seores de la predieccin que
siempre mostraba.por ti nuest ra madr Cuando llegaba
alguno de
tus
novios le peda a la profesora que tocara
el pial).o; despus les haca creer que eras
t
la que haba
tocado. Hoy, para el
Vals olvidado
te hubiera conveni
do la estratagema.
-Tens.razn-contest Emilia-:
pero
no
te olvi
des que yo no quera tocarlo. Adems, no s por qu ests
tan agresiva conmigo.
Mary grit patticamente:
Mala Eso.
es lo que eres: una mala
-Ech
a llorar.
Atuel se dirigi a Emilia:
E s
cierto. No tens corazn
l e
dijo.
Todos rodeamos a Mary (salvo el doctor Mamling,
que segua, montono y preocupado, perdiendo .sol-
tarios
}.
Mary lloraba como una nia, como una prince
sita. (segn observ Cornejo). Verla tan apenada y tan
hermosa me sirvi l o digo con
egosmo-.
para com
probar que yo s tena corazn. Estbamos muy ocupa
dos con Mary; nadie advirti que Emilia se retiraba, o tal.
vez
1lo
advirtiera
el
pequeo Miguel, que nos miraba
sub.,.
yugada, como si representramos una escena de
gran
guiol.
Silvina :dmpo Adolfo
Bioy
Casares
35
El doctor Cornejo,ep quien'empec a notar una'mar'"
cada inclinacin a entrometerse en asuntos ajenos, pro
pUso qtie algtino de :Q.osotros fuera en:busca de Emilia.
N o -dijo Atuel con inslito buen
e n t i d o ~
A las
mujeres histricas hay que dejarlas solas. N o es verdad,
doctor?
Le
conced
mi
aprobacin.
Afuera aullaban alternadamente
los
perros La anda
na que haca las veces de dactilgrafa se lcerc
l-una
ven
tana. Sonriendo inexpresivamente exclam:
- Qu
noche
Qu
pettos Ladraba_n as
cuando
falleci abuelito
.
Estbamos como ahora en.un herma,..
so,balneario. "
Segua moviendo la cabeza,
como
si todava oyera
msica.
De pronto,
el
ullido
de los
perros
se.
perdi
en
un
aullido inmenso; era
tomo
s
un
perro gigantesco y
o b t ~ -
natural gimiera por las desiertas playas todo el dolor de
la tierra. El viento se haba levantado,
Una tormenta de viento. Hay que cerrar las puer
tas y las ventanas
-declar.
mi
primo.
Un
golpeteo como de lluvia azotaoa las-paredes.
Aqu
las 'lluvias son
de
arena -observ--mi
pri=
ma.
Despus
agreg:,._,:
CotHal
que
.no
quedemos
en-
t e r r a d o s ~
:"gilmente
l
obesa dactilgrafa tetra
ha
las ventanas.
N
os
miraba Sonriendo y repeta:
:
Esta noche-va
ocuuir
algo Esta noche :Va:a cti
rri r algo
Sin duda estaspalabras'nconsultasconmovieron el
alm:a
impresionable de Mary.
-Dnde
estar Emilia?
-dijo
olvidando todo resen
timiento-. Exijo que.alguien vaya a buscarla:
-=Paso por alto la-exigencia, para que no digan que
7/21/2019 Los que aman odian
18/67
36 os
que
qman odia_n
soy delicado -concedi Atuel-. Tal vez el doctor Cor
nejo quiera acompaarme ..
Haba un contraste entre el urgente ulular del vien
to, fuera, y el aire inmvily escaso de ese interior don
de nos sofocbamos en torno de una lmpara impvida.
La
espera p.os pareci interminable.
Finalmente, los hombres regresaron.
La
hemos
bus
7/21/2019 Los que aman odian
19/67
V l
A la
maana
siguiente Mary estaba muerta. oco antest
de fas cho
me
habande"spertado unqs ruidos.desapa
cibles: era n d r e a q u e nie .llamaba,
pidiendo
alixi.lio.
Encend la hlz;.tp idamentesalt de la cama,:con pulso
firme deposit los diez glbulos dearsnico sobre el papel
y d ah los pas a mi' engua, :me envolv en mi r obe
de
ch mbre morada, abr lapuerta Andrea
me mir con
ojos de llanto;como disponindose a echarse
en
mis bra
zos:Resueltamente dej las n o ~
en
los bolsills.
Muy
pronto
supe
lo ocurrido Mientras la segua
por los cQrredors del hotel; mi prirp.a
me
dijo
que
E
mi-
lia acababa de encontrar
muerta
a su hermana. D
una
espesa trama de sollozos y gemidos entresaqu la infor
macin.
Tuve
un
presen timiento Jlelanlico. Record mis
prometidas vacaciones, latarea literaria. Musit: Adis,
Petronio)), y pene tr
en
el aposento de
.la
tragedia.
La primera impresin
qu
tuve
fue de .dulzura.
La
lmpara.iluminaba la cabeza de Emilia contra
una
fila de
libros. Emilia lloraba silenciosamente, y
me
pareci des
cubrir
en
la her.mosura de su rostro
una
placidez que
antes
no
haba advertido. Sobre la mesa vi un alto de
manuscr itos y de pruebas de imprenta;
un
tibio impul
so de simpata palpit en
mi
pecho.
La
muerta estaba
en la
cama: y
a primera vista, pareca tranquila y dormi-
7/21/2019 Los que aman odian
20/67
1
1
1
1
1
:
40
Los
que aman odian
da.
La
mir con alguna detencin: presentaba los sig
nos de envenenamiento por estricnina.
Con una voz en que pareca sollozar la esperanza ,
Emilia pregunt:
-No ser un ataque de epilepsia?
Hubiera querido contestar afirmativamente. Dej
que el silencio contestara porm.
-Un
sncope?
-interrog
Andrea.
Atuel entr
en la
habitacin.
Los
dems
-desdemi
primo Esteban-hasta la dactilgrafa, incluidos.Manning
yCornejo-.
se agolpaban junto a la puerta.
Juzgu.que. el d,eceso ,haba ocurr ido dentro de las
ltimas dos horas. Contest a la
r e g u n t ? ~ d e
An drea:
-Muri envenenada. .
-Yo me _fijo
en
la comid,a que 1es doy -replfcq
Andrea, ofendida-.
Si
Juera
por_
algn alimento, esta
ramos todos
-No digo que haya ingerido
un
alimento en mal esta-
do. Ingiri veneno.
El-doctor Cornejo .entr
enla
habitacin, abri los
brazos y me dijo impetuosamente:.
-Pero seor doctor, qu insina? Cmo se a n : e ~
ve, delante de la seorita Emilia ?
Me
ajust los anteojos
y
mir
al
doctor Cornejo con
impasible desdn. Su afectada_ cortesa, que er slo un
pretexto para entrometerse, empezaba a impacientar
me. Adems, con su exaltacin y sus ademanes, respi
raba como
un
gimnasta. Faltaba aire
en el
cuarto.
Respond secamente:
--El dilema es claro: suicidio oasesinato.
La impresin que produjerii mis palabras fue pro
funda.
Continu:
-Pero en definitiva,no soy yo el mdico que exten-
Silvina Ocampo Adolfo Bioy Casares
41
d e r ~ la partida de defuncin
Es
a otro a quien debern
convencer de que se trata de un suicidio.
Probablemente yo me hubiera dejado convencer
muy
pronto. Pero mis palabras eran hijas de la pasin: me di
verta molestara Cornejo. Adems, con ese plural-
7/21/2019 Los que aman odian
21/67
1
V
La tormenta haba-amainado. Mandamos el Rickenbac:
ker a Salinas.
urante
la m ~ n
Emilia y A
tu
el acompaaron a
la muerta. Los dems pensionistas nos turnbamos, con
discrecin,
en
ese diste deber. Andrea.casi no apareci
por
el cuarto.
Que una
persona hubiera fallecido
en
el
hotel la contrariaba; recibir ahora la polica, y afi ontar
una investigacin, era. algo. que excda,su c o m p r e n . ~
siny su tolerancia:. En eLtrato con:.Atuel y con.Emilia
se
permit a desatenciones. Cuap.dohablaba de la muer
ta
no
disimulaba
su
rencor,
A las once
en punto
me allegu a la cocina y le ped
a Andrea-que me preparara-mi inveterado caldo con:tos
tads. Tuve
una
desagradable imprsin:Andrea estaba
plida
y
.un temblor en la mandbula anunciaba la inrrii
nncia deF llanto. ominando apenas mi impaciencia,
consider que
una
demora
en
la llegada del caldo era casi
inevitable, Me pareci.pr.udente no hablar.hasta que lo
sirvieran.
Estoy dispuesto a reconocermuchos defectos-en mi
prima,,peroafirmo.que.esuna excelentecocinera. El cal
do que
me
trajo era superior, talvez, al que
me
prepa-
ran
eh
el consultorio
mis
dos
n n o s
correntinos.
Sentado a horcajadas
en el
banquito de carpintero, con
la
bandeja delante,
me
resign a escuchar.a Andrea.
7/21/2019 Los que aman odian
22/67
44
los
que aman, odian
-Estoy preocupada conMiguel-me asegur
en
tono que pareca monopolizar para nosotros dos elbuen
sentido y la
ecuanimidad-.
Esas mujeres no recuer
dan que es
un
chico y no se esconden para pelearse
ni
para estar con el novio.
La
anciana dactilgrafa pas gilmente con
un
mata
moscas
en
la mano. Retrospectivamente o los mon
tonos
golpes que la cazadora vena descargando contra
las paredes y los muebles. Como la
tormenta
impeda
abrir.las ventanas, .el hotel staba lleno de moscas.
El
ambiente estaba pesado.
-Te
olvidas que
na
de esas mujeres ha muerto
-dijo prosiguiendo la conversacin con.Andrea.
N o solamente el caldo mereca elogios:
Las
tostadas
eran eximias.
Con esnacabaron de enloquecerlo. Estoy preocu
pada,. Humbertd.
Miguel
ha ~ n i d o una
infancia triste.
Es anmico, estmaldesarrollado.
Es
muychico:para su
edad. Cavila todo el tiempo.:Mi hermano crea que el mar
poda fortalecerlo .. Est en
su
cuartoUorando._Me gus:
tara qtie:lo vieras
.La crueldad de mi prima con la muertano deba ofus
carme; lo que haba dieho sobre
el
nio
era atinado.
-Las
primeras impresiones dejan en el alma un eo que rese.,
na
a lo-largo de la vida. Incumbe a la responsabilidad de.
todos los hombres que ese eco
no
sea ominoso.
No.
deba
olvidar, sin embargo, la feaactitud de Miguel, escuchando
las ntimas discusiones de Emilia y de Mary.
Segu a Andrea hasta las p r o f u n d i d d ~ s de la casa,
hasta el cuarto de bales, donde le ~ b n puesto.la cama
a Miguel. Mientras vanamente palpaba las paredes
en
busca de la llave
.de
la luz, Andrea-encendi
un
fsforo.
Despus prendi un resto de vela
en un
candelero celes
te, sobre ur bal.
Silvino Ocompo Adolf
8
. e
o
1 y
osares
45
El
nio no estaba.
Clavada en la pared h
b
, .
, . . a Ia una pagma recortada de
~ Grfi;ob
el
q u t ~ o ~
primera divisin de Ferrocarril
este. o re
un
diano
extendido
como
un
s b b , 1 , a carpeta
o re
un
au habla
un
frasco de gomina
vac o
.
ne d , un pei-
1 uLn cept o e dientes y un atado de cigarrillos Barri-
ete. a cama estaba revuelta.
7/21/2019 Los que aman odian
23/67
X
Andrea pretenda que la ayudara en la busca de Miguel;
consegu libra rme de ella. l;:ntr en_ el cuarto de Mary a
tiempo
para evitar
que
la dactilgrafa
esa
atareada
encarnacin de Muscarius, el dios que alejaba las mos-
. cas de los
altares-
cometiera
un
error.
r r e p ~ r a b l e
En
efecto, ya haba arreglado los papeles que haba so.bre la
mesa; ahora se. dispona a ordenar la mesa de luz.
. No toque nada =:;-grit-.
Va
a confundi r las im
presiones digitales.
Mir severamente
a
Cornejo
y_a
Atuel. Me pareci
que este ltimo
o l \ r e ~ a c o n
veladamalida _ _
Mis palabras no pertu rbaron a la dactilgrafa. Empu
elmatamoscas;un brillo alegre y sibilino apareci
en
su
mirada; exclam:
Ya
les deca que Iba a ocurr ir
algo>>;
y dando golpesen las paredes se alej-velozmente,
Cuand son el
on
del almuerzo, Emilia.dijo que
no
iba a subir. Con ms impertinenda que galantera,
(;ornejo se empe en reemplazarla.
-Simpatizo con usted, Emilia. Pero crame, noso
tros tambin
nos
sentimos responsables ante una tra
gedia-tan horrible ...Susnendos estn destrozados. Debe
alimentarse. Aqu todos formmos
una
pequea
fami. .
lia.
Yo
soy el
ms
viejo, reclamo. el
honor
de acompa
ar a su hermana.
Ejemplo tpico de falsa cortesa:
importunar
a todas
7/21/2019 Los que aman odian
24/67
1
1
:11 1
11111
48
os
que
aman,
odi n
las personas para ser amable
con
una. A
m me
haba
consultado? Sin embargo,
me
pona
en
el trance de ofre
cerme de plaidera y quedar sin almuerzo. Adems, l
mismo
haba sugerido que Emilia deba sentirse res
ponsable de la
muerte
de
su
hermana. Era natural que
quisiera pasar
un
rato a solas con ella antes de que lle
garan los funcionarios y la polica.
Atuel se acerc a Emilia y le habl paternalmente:
Vos
hars lo que quieras, Emilia
le
acarici
un
brazo:- -.,Si vas a almorzar, .me quedar yo, natqralmen
te,.
Sit10,
decime siquers.que te acompae o si,quers
quedarte sola. Hac
lo
que yos quieras.
>, pens.,El.estilo delAlma
que
c nt
empezaba a exasperarme.
Emilia.insisti
en
quedarse. U. mir con
una
mezcla
de admiracin y de gratitud que sel\timos los hombres
hijos
de,mujeres, al
f in
ante los ms altos ejemplos
del alma femenina.
Cuando me
retiraba advert-,
sin
,embargo, qu e Emilia haba encontrado,
en
medi de
su
dolor, nimo. para mudarse de ropa-y aderezar
su
coque
tera.
Durante el-almuerzo, el ruido de los cubiertos
y.el
zum-
bido de los moscardones
predominaban
extraamen
te. Apenas hablbamos,
a n n i ~ g
casi pareci locuaz ..
Es horrible decirlo, pero
la
pequea familia se,mira-
b
Con
desconfianza.
Nadie se acord de Miguel. Salvo Andrea. Cuando
nos
levantamos,
me
llev aparte.
.No lo
hemos
encontrado
m e anunci .
Estar
llorando
en
el barco. O arena. O
en
los cangrejales.
Seguiremos la busca. Cuando. tenga
noptias te
avisar.
Por qu
me
avisara a m? Me i,rritaba que
-me
toma,..
ra de cmplice
en
esas preocupaciones seudomaternales.
X
Sent
lifi
ines-prado bienestar
en
la compaa de Emf'
lia, y
me
aventuro a creer que
mi
presencia,
no
le desa
gtadaba.
Estbamos
en
ese casern.cerrado
con,::to en
un
bar
c en. el fondo del
a r ~ O ;
ms exactamente: como
en
-un
submarino que se
ha
ido a pique.
Yo
tena la impre
sin de que el aire disminua angustiosamente. En todas
partes
me
encontraba incmodo y no:lo estara ms
en
el cuarto de la muerta.:Acompaar a Emilia era
un
acto
de piedad.
En esa: casa
hasta
la conducta del
tiempo
era an-
mala. Haoahor-sfugacs
y
horas1entas, y cuando mir
el reloj, poco antes de entrar
en
el cuarto de Mary, eran
las dos de la tarde; y haba imaginado .que seran las
cinco.
Estbamos solos
en
el
cuarto. Emiliamepregunt
si yo conoca-mucho a
su
hermana.
No
_,:e
dije .
Enmicalidad de mdico solamente.
Estuvo dos o tres veces
en
el consultorio. Aad una
mentira
benvola :
Creo que
en
alguna
ocasin me
habl de usted.
Nos
queramos mucho
coment Emilia .
Mary
me
trataba con tanta dulzura
..
Cuando muri
mi
madre
tom su
lugar
en
la casa. Ahora
me
dej
7/21/2019 Los que aman odian
25/67
50
Los que aman
odian
A pesar mo vi la escena de la noche anterior, vi a Mary
besndolo.
E l pobre la sentir casi tanto como yo
d e ~ a r
Emilia, y
un
fulgor de nobleza ilumin su rostro-. Era
mos
muy compaeros los tres.
Me
invadi
una
profunda desazn.
-Pero se
van
a casar pronto? -pregunt por mera
curiosidad.
-Creo
que
s. Pero esto ha sido tan inesperado
..
Por ahra quiero solamente_pensar eh Ma.ry, r e f u g i a r m ~
con ella en los recuerdos de la infancia, en Tre.s Arroyos.
La x p e r i e n c ~ a me ha enseado que personas sin nin
guna cultura
y
normalmente incapaces de o n ~ t u i r una
frase, urgidas
por
el dolor dicen frases ptticas.
~
pre
gunt cmose desempeara Huinberto Hubermn-,
toda su erudic:in, en i r c u n s t a n c i a ~ anlogas.
Emilia continu: .
Y ahor; viene la polica. Lo peQr es que no qy.ieto
saber la verdad.
-Las
lgrimas le corran por
a
car.a- - -.
Despus de lo ocurrido slo tengo
una
profunda, ternura
hada Mary
.
N o puedo resignlrme. a que martiricer:t
con la autopsia.; .
1
_Esto
no
me pared
razonable. Se lo dije
contqd
franqueza.
. arde o temprano hara lo mismo el proceso de la
disolucin. Pero la verdad nos-inter.esa.a todos, Emilia.
Adems, ahora Mary vive en su--recuerdo. De ah no se
la
podrn sacar.
La dactilgrafa
-ent:;
con un ramo de vieja:; marga-
ritas de gnero. Lo deposit a los pies d la a m ~ -
-Son todas las flores que haba en el hotel-.dijo.
La
vimos
irse-.
Emilia tal vez
murmur gracial). Ya
no
podamos hablar,
Para rmper el si lencio _pregunt:
Silvina
Ocampo
Adolfo Bioy Casares
5
-Dnde
estuvo anoche, cuando sali?
-Muy cerca -respondi con nerviosidad. Precipi-
tadamente
continu-: Recostada contra
una
de las
paredes de la casa. El viento no
me
dejaba alejarme. Vol
v muy pronto. Me abri Andrea. Ustedes haban salido.
Las sillas c rujan al menor movimiento. stos eran
indispensables y continuos. Nuestra fisiologa adquira
una
sbita preponderancia. Suspirbamos, estornud
bamos, tosamos.
Por primera vez
en
su biografa, Andrea fue opor
tuna. Apareci en el marco de la
puerta
y me llam.
Miguel haba regresado.
7/21/2019 Los que aman odian
26/67
X
En la vacilante
luz
de la, vela el cutis ceroso; la mirada
intensa.y la cara de:laucha de Miguel
me impresionaron.
Vertiginosamente
registr una
sensacin inslita
en
mi experiencia y por dms desagradable: yo perdael
aplomo. En efecto, agazapado en la penumbra del cuar.,.
to de bales, Miguel pareca.resuelto
a
defender.su mis
terio. Mi e r v i o ~ a imaginacin evoc imgenes de peque
os y feroces animales acorralados.
El nio me mirabaen los ojos Espontneamente elu
d esa obstinada expresin-y, con ostensible tranquili-.
dad, me dediqu a mirar los bales, la mesa de u z ~ el des. .
vencijado catre, las paredes. Reparenla fotografa.del
equipo de
football
Tuve
una
inspiracin genial.
-Veo
mi
amiguito, que usted tambin es
un
entu,
siasta de Ferrocarril Oeste.
Ninguna luz de simpatailumin el rostro:de Miguel.
-Ha estado
en
el Club Atltico de Quilmes?
-aa
d .
Vio el trozo de valla rota
por un
pelotazo de Eli-
seo.Brown?
Ahora Miguel sonrea. Pero mis.conocimientos de
los histpriales del
ootball
hban llegado a su trmi
no. Mi prxima intervencin en el dilogo combinara.
a s t u t a i n ~ ~ t e l o s
caracteres
de
la retirada y del ataque.
-Dnde
pas
la
tarde?
-pregunt
con
un
tono;dis-,
trado-. A usted no le asusta
la
tormenta.
7/21/2019 Los que aman odian
27/67
1
54
os
que aman odian
Record el velero
abandonado
cre
que
a b l a r a ~
mos de temas navales, consult mis recuerdos de Con
rad. Bruscamente Miguel contest:
Fui a casa de Paulino Rocha.
-Quin
es Paulino Rocha?
Miguel estaba sorprendido.
E l boticario
-explic.
Yo
haba recuperado el aplomo. Continu el interro-
gatorio.
Yq'ij.hacas en casa del boticario?
Fui a pedirle queme enseara a conservar las algas.
Sac de abajo delcatre'una lata de nafta, con losbor
des mal recortados; la inclin; flotaban en el agua, unas.
tiras rojasy verdes.
Vi claramente
en
el alma de
mi
pequeo
interlou:
tor. Son los nios un.haz
de.
v:a:;jadas posibilidades.
Miguel participaba delpescador, del filatlico, def
na
u
ralista.
De
una trama de circunstanias dependa- ta l
vez de m dependa- que siguiera Jos feiles.mandros
del coleccionista o delsportsm no que se aventurara por
lasdesafpradasavenidas dela ciencia.
Pero no deba permitirme esas consideraciones, por
fecundas y oportUnas
que
fueran; deba proseguir;
in
can
sable, mi actividad policial.
-La.querasmuchoa la:seorita Mary?
Comprend' en seguida que
al
formular
esa
pregunta
haba cometido un error. Miguel miraba intensamente
la lata de nafta, el agua oscura, las algas. Estaba denue,
vo defendiendo su misterio.
Ernarde para:retroceder. Trat de averiguar qu saba
el chico de las relaciones deladifunta, deAtuety qe Emi
lia. En ese sentido, nada lograron mis.investigadones.
Tampoco su contribucin a mi con-ocimiento .d Este
ban
y de Andrea fue generosa.
Silvina
Ocampo
Adolfo Bioy Casares
55
Baj los ojos.
De pronto me
qued
mirando unas
manchas de sangre en el suelo. Apar t
un
poco dos ba
les. Reson un grito ahogado. Sent un vivo dolor en el
rostro l a s uas de ese chico deban de estar envene
nadas; todava llevo las
marcas-.
Me qued solo. En el
suelo, entre los dos bales, haba
un
enorme pjaro blan
co, ensangrentado.
7/21/2019 Los que aman odian
28/67
X
Yo abrigaba.seric;>s temores Mir hacia afuera a travs
de la ventana del hall
La
tormenta haba recrudecido.
Mis planes eran precisos: tomar el t; visitar a Emi.,.
lia antes de la llegada de la polica; recibir a la polica. La
intil demora de mi priiiJa en preparar receta
en
mano
unos
scones que aspiraban
a.
remedar los justamente
famosos delata Carlota significara taLvez eLderrum ..
bede ese razonable proyecto Mir de
n' J.evo
por laven
tana. Me sent reconfortado. Como oleadas de agua negra
azotapah.Jos vidrios;
-era
la arena. Despus en relm
pagos de claridad poda entreverse
un
paisaje infernal;
el suelo en disgregado y raudo movimiento levantn.
dose en r m o l i n o s iracundos en trorhbas.l
Por fin
teso ).
el
gong
La
dactilgrafa
lo
golpeaba
acompanndose con blandos vivenes de cabeza. Todos
salvo Emilia nos congregamos en
ekomedor
entorno.
a la bandeja del t Mientras saboreaba un scone juicio-.
samente
dorado consider que los
hechos
-cardinales
los nacimientos las despedidas las conspiraciones
los diplomas las bodas las muertes-
nos
convocan
alrededor del lino planchado y de la vajilla inmemorial;
record tambin que para los persas un paisaje hermo
so era
un
estmulo para el apetito
y,
ampliando la.idea
juzgu que para un hombre perfecto todos losacciden
tes de la vida deban servirde estmulo.
7/21/2019 Los que aman odian
29/67
58
los que aman o dian
Desde los profundos veneros de la
meditacin;
:el
dilogo de los dems se confunda
en mi
odo con
el
zum
bar de las moscas. No me hubiera asombrado n o me
hubiera
contrariado-
or de
pronto
el golpe seco de la
pantalla de la dactilgrafa
..
(nuestro amigo Muscarius
.
Como quien reconstruye, fragmento
por
fragmento,
un
rompecabezas, juntando esos fragmentos de conversa
cin
descubr
un
grupo de personas temerosas, disi
mulando
su
temor, secretamente arrepentidas de haber
llamado a la.p.olica, confesadamente esperanzadas
nla
muralla de arena que la
tormenta
levantaba en:tornodel
hotel.
Baj a confortar a Emilia.
La-encontr con el hermoso y apacible:rostro -recor .,.
daba, talvez al de la Proserpina de Dante Gabriel Ro.s
setti-reclinado
sobre una
mano
que sostena
n
paue
lo lila; la misma postura en que. yo la habadejado.horas
antes. Nuestra conversadn noJue sustancial..Me decla
r, eso s, que el doctor Cornejo haba.insistido en:pasar
un rato a solas conJa.muerta. m i l i ~ no haba cbnsen
tido.
Volv al
hall
Cornejo; rgidamente sentado en una.
silla moderna , estudiaba, con anteojos, papel y lpiz,
un
copioso volumen:Cuando enuentro aalguien leyendo,.
mi primer-impulso es arrebatarle el libro de las mans;
Propongo
.al
curioso
el
examen
de .este
sentimiento:
atraccinporlos libros o impaciencia de verme despla
zado del focode la:atencinT Me resign a-preguntarle
qu lea
Un
ibro de verdad --'Con e s t ~ Una gua de
frro-,
carriles. Llevo estructurado
en
la
mente
unplano delpas
(limitado a la
red
ferroviaria,
por
supuesto) que aspira
a englobar las localidades ms. insignificantes, con sus
distancias respectivas y las horas deviaje
..
Silvina campo Adolfo Bioy Casares
59
A
usted le interesa la cuarta dimensin.
El
espa-
cio-tiempo
-declar.
Manning observ enigmticamente:
La literatura de evasin, dira yo.
A uel miraba por la ventana. N os llam. Entre un lvi
do cicln de arena vimos llegar al Rickenbacker. Por pri
mera vez en el da me re.
Lo
confieso: la comicidad de
la escena que se desarroll con cinematogrfica diligen
cia era apremiante. Del automvil bajaron una, dos, tres,
cuatro, hasta seis personas. Se agolparon contra una de
las
portezuelas traseras. Laboriosamente extrajeron un
objeto largo y oscuro. Luchando y zarandendose
en
el
viento, deformes,
por
efecto del vidrio sobre nuestras
miradas oblicuas, a tientas,
como
en la rioche,
t r a p e ~
zando
en
la
arena, los vi
-empaados
los ojos por elllan
to de la
r isa- a c e r c ~ r s e
al hotel. Traan el atad.
7/21/2019 Los que aman odian
30/67
X
Con un
bitter
bocadillos de queso y aceitunas,
dimos
la bi.enyenida
al
comisario
Raimunqo Aubryy
al doc
tor;Cecilio Montes, mdico de la polica. Mientras.
tan
to, Esteban, el
chauffeur
dos gendarmes y
un hombre
de traje claro y hrazal negro-.
eJ,qu_eo
de las p9ropasn,
segn
me explicaron-bajaban.el
atad ll stano.
Muy pronto iba a arrepenti rme de esa copa de
b itter
que yo
mismo
haba servjdo al
o ~ t o r
Mont.es.
Yo no
haba descubierto an-queuna
cop
d.e ms nunca podra
alterar el esJado de wi o v e r u : o l e g ~ . El doctor estaba ebrio;
.haba. llegado ebr_io..
Cedlio Montes era :de
estatura
mediana frgil.de
cuerpo Tena
l c ; ~ b e l l o
oscuro y bnchdado, los ojos
gra_n-
des,
su.
te..zera.muy blanca, :rouy plida,.el.rostro fino y
la nariz recta, Vest
un
traje de ca:z;ador,
bien
cortado,
en un
chetJiot verdoso
que h ~ b
sido
de nil y
buena
calidad.
La
camisa,
e - ~ e d a
estaba sucia. Los signos ge
nerales-de
su
aspecto e ran el
clesq,seo,
la negligencia, la
rujna-una
ruina que dejab.aentrever esplendor.es pre
tritos-. Me pregunt cmo este personaje,. escapado
de
una
novela rusa, aparecaen nuestra campaa; encon
tr inesperadas analogas entre. el campo-argentino y el
ruso, entre as almas de su gente; imagin la llegada del
joven
facultativo a Salinas,
su fe enJas
7/21/2019 Los que aman odian
31/67
62
los
que aman, odian
quindad y la penur ia esenciales de la vida del pueblp.
f v is
calais
mon
Oblomov Lo
mir con toda simpata.
En cambio, l pareca carecer hasta de aquella sim
pata,
rudimentaria
y
mnima
que
en
la soledad
in
venciblemente nos rene a quienes pertenecemos a
un
mismo gremio o a
una
misma profesin. Apenas con
testaba a mis palabras, y si las contestaba lo haca con
indiferencia o con agresividad. Record, con xito, que
Montes estaba borracho y que, en ocasiones anterio
res, cuand-o esa misma-espontnea simpata
me
haba
ace'rcado a mis colegas, slo en
7/21/2019 Los que aman odian
32/67
:
X V
Contrariando sus ms ntimas esperanzas, el doctor Mon
tes debi coincidir conmigo en
el
diagnstico. Mary haba
muerto
por_
envenenamiento de estricnina.
R e p o s < ~ d o y autoritario, el comisario orden a
los
gendarmes que lo siguieran.
Con
su
permiso
,_nos dijo--
, vamos a proceder
al
registro de las habitaciones de
todos
1 s t e d ~ s .
Aprob la medida
El
coinisario.se dirigi
hada
m:
-Empezaremos
por
la suya, doctor. A
menos
que
alguno de los presentes declare la
posesin
de la,estric-
nina.
Nadie respondi. Ni siquiera yo.mismo.
Las
palabras
del comisario
me haban_
anonadado. Jams imagin que
mi
habitacin sera registrada.
_
No
me-compliquen en_esto
-articul
por
fin-.
Soy,un mdieo Exijo que.se
me
respete.
-Lo
siento
r e s p o n i
el -comisario-
Pata todos
la misma vara.
Cre que su intencin eFa sugerir que
esa vara no
era metafrica.
A pesr mo los conduje, o mejor dicho, los segu has
ta mi
cuarto. All
me
esperaba un calvario, y tambin la
satisfaccin d comprobar el dominio perfecto que
ten
go sobre mis nervios. mpotente , como si
me
hubieran
inyectado curare
en
el organismo, deb tolera r que esas
7/21/2019 Los que aman odian
33/67
66
os
que omon, odion
manos groseras profanaran los interiores de mi valija
y
lo que es inaudit, que abrieran uno por uno los tubos
del botiqun, sensibles y delicados como vrgenes.
-Cuidado seores -exclam
sin poder
conte
nerme-. Se trata de dosis infinitesimales; entienden?
Cuidado Todo olor, todo contacto
puede
malograr las
virtudes de estos medicamentos.
Logr lo que me propona.
Con
saa renovada, los
hombres se dedicaron al botiqun. Me deslic entre los
profanadores y la mesa deluz La-mimo derecha,.casual.,.
mente apoyada en el mrmol , rescat:el tubo de arsni:.
co. Yo estaba dispuesto a padecer todo vejamen; no a que
me
estropearan
esos glbulos que
eran
el pilar de mi
salud.
Cuando los policas acabaron, finalmente,.la ins-
peccin del botiqun, dej caer entre los otros tubos el
de arsnico. Me crea salvado, pero el destino me reser
vaba nuevas zozobras. Con fro.en_el alma, o esta afir
macin
_del
comisario:
-Procederemos
despus al anlisis de las pldoras.
Penetr sus palabras igna,ras: se refera a m i s ~ g f b u -
los. Supuse, como era_ natural, que los requisara
en
el
acto. Pero el comisario Aubry,
col .
una
falta-de lgica slo
comparable a suJalta de cortesa, pas a.la.habitacin
de Cornejo, dejndome.plenalibertad de tomar las
cauciones-que la prudencia me recomendaba.
1
r
XV
No vacilo en afirmar que las habitaciones
de
los dems
pensionistas no merecieron del comisario A.ubry la pro
longada minuciosidad
que.
dedic a las del doctor Hum
berta Hube:rman.
Mientras la comitiva policial continuaba
la.
inspec
cindel
hotel, yo
no
estaba inactivo. Despus de
poner
en orden
mi
cuarto inici, por
mi
cuenta,
la
investiga-'
cin
..
Sala] corredor Cul nq sera mi sorpresa al des
cubrir que ningn gendarme vigilaba el lugar del crimen
Me apost
en
la sombra
en
el
mismo
sitio en que, la
tarde anterior, Miguethaba.escuchadolas disputas de
Emilia y de Mary. Inmediatamente record cmo yo haba
sorprendido a Miguel
y,
con sbito pavor, pens que a
m tambin podan sorprenderme.
Me dispona a huir, cuando unos pasos me contu
vieron. Eran los de la dactilgrafa. Yo empezaba a reco
nocer, urlo uno, los elementos de esa tasa hermtica
de ese.mundo limitado (como el presidiario reconoce
ratas de la crcel y el enfermo los diseos del empape
lado o las molduras del cielo raso). Blandiendo su pan
talla, la cazadora apareci en la penumbra. Rond peli
grosamente, siguiendo el vuelo de las moscas. Luego se
perdi
en
la oscuridad de los
o t r e d o r e s ~
Esper ufi poco ms. No era grave que me sorpren
diera l dactilgrafa; convena, sin embargo, que nadie
7/21/2019 Los que aman odian
34/67
1
1
111
1
l
68
Los
que
o_mgn
odi n
supiera que yo haba estad9 escondido en las inmedia:..
c i o n e ~
del cuarto de Mary. Esper demasiado. Atu.elbaja
ba lentamente la escalera. Avanzaba con una mezcla de
cautela y de firmeza que me paraliz, como la bru ?ca
revelacin de
un
o ~ ~ r
qiminal en un
hombre que has
ta entonces yo haba mirado con indiferencia,
Ent:;r >
en
el cuarto de Mary. Sac ~ n a valija que haba debajo de
la cama; la abri, hurg un-rato en ella. Revis, de$pus,
los papeles que hab.a sQbre la mesa. Pareca buscar algo.
Su.extraordinaria compostura no era natural; recQrd a
los buenos actores, q q ~ saben que tienen pblico y lo
desdean .
:Un
sudor fro me perlaba la frente. Atuel dej
los papeles; tom del estante
un
libro rojo (lo reconoC:
era una novela en ingls, con un emblema en latap, con
mscaras y pistolas superpuestas); guard el libro
en
el
bolsillo; camin hasta la puerta; l.Jli:r hacia
uno
y otro
lado; dio unos pasos largos y silenciosos; de nuevo se
detuvo; lo vi subir los escalones, de cuatro en cuatro.
Sal por fin.
Si
me quedo unos minutos ms, me sor
prende la polica. Le ordep_ a
mi prima
que me. prepa
rara un candial.
XV
El comisario
nos
reuni en el comedor.
Seores --exclamcon"estentrea r a v e d ~ d - es
pero que estn dispues tos a declarar Me instalar
en
el
despacho del patrrryustedespasarn en turno, como
ovejas
por
el baadero.
Le
falta el sentido del humor? Por qu
n9
serie?
me
pregunt Montes.
Me dispona a replicar debidamente, pero las vaha
radas alcohlicas me hicieron retroceder.
Empez el interrogatorio. Fui llamado entre los pri
meros. Aunque no
me
presionaron, dije cuanto saba,
sin
omitir ningn rayo de luz que
pudiera
orientar la.
investigacin. Comoun benvolo novelista policial,
me
limit a distribuirlos nfasis. Confiaba que bajomi fru
la
aun
la modesta menta lidad de
Aubry
llegara a des-
cl,lbrir
eF
misterio.
Al salir del escritorio advert que un olvido esencial
malograba
mi
exposicin. Quise volver. No me admi-
tieron. Deb esperar que los otros testigos depusieran
sus prolijos balbuceos. El
purgatorio nunca es breve.
No ser ocioso, tal vez, registrar en esta crnica
un
detalle
que Aubry
me comunic
en
conversaciones
ulteriores
de la declaracin de Andrea. Parece
que
esa noche mi prima, como de costumbre, haba puesto
una taza de chocolate en la mesa de luz de Mary. Ahora
7/21/2019 Los que aman odian
35/67
1
70
Los
que
aman odian
faltaba la taza. Andrea afirmaba no haber
d v ~ r t i d o
inme'
diatamente esa falta
y
aduca, a manera de explicacin,
el estado de sus nervios.
Lleg,
p o ~ .fin,
el candial que yo haba pedido. Mi espi
ritu
se reanim.
Cuando ;me llamaron, no me levant como quien obe
dece una orden, sino como quien pers,tg Ue un desquite.
Al entrar en el escritorio murmur la tradicional esttofa:
Un pjaro alfin cruz.
De entre la nieblasali.
Lo salud
con la
mano
como sifuera u cristiano.
Mir
en
silencio al comisario. Despus anunci dra
mticamente:
En
el cuarto. de upnio,
en
el stano de esta casa,
escondido entre:bales, hay un pjaro muerto. Un alba..,
tros. Lo encontr hoy a la tarde, con el pecho abierto, sin
vsceras.
Hice una
pausa.
Continu :
Quizs
unas
horas despus, cuando el doctor Montes examinaba el
cadver de-la muchacha, en el stano unas manos soli
tarias embalsaii}.aban.eLalbatros. Qu pensar de estas
situaciones simtricas? El veneno que mata a la mucha-:
cha, en el pjaro conserva el simulacro de la vid'a.
XV
- T
Esamisma noche mi revelacin dio sus primeros fru
tos. Sin encontrar resistencia, con la silenciosa natura
lidad de lo necesario, pas del grupo de los sospecho
sos
al
grupo de los investigadores. En efecto,
en un
aparte
con'fidencial,
prolongamos
con el col)lisario Aubry y
con el
doctor
Montes
unas
tazas decaf y
unos guin-
dados, hasta que la madrugada clare entre los are
n a l ~ s
Mi colega quera hablar de mujeres; el comisario gra
tifi
7/21/2019 Los que aman odian
36/67
72
os que aman odian
tura oportuna en
nuestras
circunstancias y de l
no tenamos en el hotel ni un solo ejemplar.
Me escuch on reverencia y avidez. Pareca que sus
ojos celestes se clavaban-en palabras. Quiz los cla
vaba en su memoria. Mis labios todava pronunciaban
Thomas Mann, cuando l dijo laboriosamente, como
quien se afana por la oscura regin del olvido en bus-
ca de uno-s versos:
-Hardquanonne dice: existe una probidad en el in-
fierho.>>
Frases como sta revelan al gran receptor; des
tacan, -entre los talentos, algenio.
Todami vida es un encontrarme con estsamigos
frustrados: q1ientraspiensan abstractamente nos enten
demos;
dan
un ejemplo y surge la incompatibilidad. Con
un
clido impulso. de simpata, cuya autenticidad
noexa::
minbamos, seguimos hablando de litera tura hasta.que
el doctor Montes interrumpi su hosco silencio para pre-
guntar.
A qu conclusiones ha llegado en la investiga-
cin?
Sus ojos, curvos y atentos, se :fijaron primero en Mon-
tes, despus
en
m; su boca, movindose como la de un
. umiante, palade el guindado.
Ya
dispuesto a repro
charme deficiencias de cordialidad,
me
pregunt hasta
dnde haba progresado en la confianza del hombre No
tena una
fe
ilimitada en laexplicacin del misterio .que
d a r a . A u b r y ~ Quera' orla.
-Desde principio cowprend quin . r < l culpable-afir
m el comisariq, inclinando m f i d e n c i a l m ~ p t e e l bus
toy escud1indonos qmo si
s t u v i ~ r a m o s en
el.hori
ZOI}te-.
La
ulterjqr n v e s t i g a ~ ( > p . . y los
~ t e r r o g a ~ o r i o s
c.onfirmar l ~ m e n t e Aub1:y
tendra cierta
e x p e r ~ e n c i a e lla m.teria. En las novelas (para volver a
la literatura) los funcionarios pqliciales personas infa
l i b l e m ~ : n ~ e e q u i v o c a g ~ s . E]). la realic\ad. son algo il).ucho
peor, pero
u ~ l e p .
no fracasar, porque el
d e l j ~ p
como
la
locura, es un-fruto de la s.implificacip_ y pe la deficienda
-Seores
-articul
confqsamente el qoctor Mon-.
tes-,
n i ~
permiten
urt brindis?
-En
honor de qu? -pregunt el comisario.
De
las verdades a r ~ v i l l o s a s que vamos a or.
S ~ c ; r e t a m e n t e
me
alegr la respuesta. Qu poda
esperarse. de
u :p.
_investigado; que-escuchal;>a los desati
nos de U:Q borracho?
El c,omisario prosigui:
-Empecemos _por l9s motivos. A lo que sabemQs,
hay dos personas con motivos _per;rnanentes para come
ter el crimen.
7/21/2019 Los que aman odian
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os que aman, odian
74
S i dice a lo que sabemos -interrumpi elbp_r:ra-
cho, con menos oportunidad que lgica- reconoce que
hay
algo que
no
sabe y
toda
la solucin se derrumba.
En cuanto a los motivos, repito, hay dos personas
que merecen nuestra atencin-continu el comisario,
como si no hubiera odo la impertinencia de Montes-;
la seorita hermana de la vctima y el seor Atuel.
Me sent consternado. Desde ese instante, lo confie
so, deb esforzarme para seguir las
~ l i c a c i o n e s
de Aubry.
Miimaginacinsedesviabahacia
una
suete de espec
tculo cinematogrfico; las escenas ocurran
en
orden
inverso-primero,'mis ltimas conversaciones ton Emi
lia; finalmente, el episodio,de la
playa-y
la interpre-
tacin
tambin
haba cambiado; ahora, al reVisar las dis
putas entre las hermanas, la muchacha buena era
m ~ l i a
Pens
en
Mary y
me
tlije que la conducta de
loshomres
tiene un curso, con fluctuaciones ycambios, ms all de
la muerte. Pens
en
Emilia y
me
pregunt si no
empe.::.
zaba a quererla.
Hubo en
la explicacin11 de Aubry algn alarde tc-
nico; tratar de repetirla con sus mismas palabras.
.
-Clasifiquemos
losmotivos
en
permanentes y oca
sionales
dijo
ton
x p r e s ~ n
adusta-
En el presente
caso, los primeros
sn
de orden econmico y de orden
pasional. Esta muerte beneficia a la seorita Emilia Guti
rrez y
a1
seor Atuel. La seorita Emilia heredar a
su
hermana.
Recibir unas alhajas que
no treo
exagerado
alificar de valiosas, Y, a estar eii mis informes, los novios
postergaban el matrimonio
en
razn de dificultades eco
nmicas. En cuanto al seor Atuel, por ese matrimonio
llega a beneficiarse con la muerte . Los o t i v o ~ pasiona
les apuntan a las mismas personas. Parece
un
hecho com
probado-que la
difunta
andaba
eh
amores con el novid
de la seorita Emilia. As tenemos los celos, el cataliza-
Silvina .Ocampo Adolfo Bioy Casares
75
dor de
la
tragedia. Este factor es .netamente femenino
malo
para
Emilia Pero el
enredo entre
el
novio
y la
v c t : i i n ~
debe consider(\rse como un ferme'ntario de pasio
n e s v i o l ~ n t a s
que seala tambin al primero de los nom
brados. Pasemos, ahora, a los motivos ocasionales. Las
ltimas.peleas
ocurren
entre las.seoritas, con la exclu
sin
parcial del novio. Mal asun to para la seorita Emi
lia -F.inalmente. pasemos delos motivos a a ocasin. Al
llegar a esta frase, Atuel queda descartado:;cuando ocu
ri la
defuncin no estaba
en
la casa. Viv.e en el Hotel
Nuevo
Ostende.las
dos
hermanas
se alojan
en
cuartos
contiguos. Como ustedes recordarn,
n
la noche ae la
tragedia' a seori ta Emiliarbaja sola a
su
cuarto. besp'us
echa b estricnina en el chocolate; espeta que el veneno
obre; hace desa,l'arecer la taza (tal vez arrojndola
pr
una v'ehtana; cuandopase
latormentahabr
que remo
ver la arena). Conclusin: si el d,iablo:nola ayuda, dn
de encontrar salida la seorita?
Sospech. que en la trama lgica
de
estos argumen
tos haba.imperfecciones, peroestaba demasiado eon
fuso y demasiado apesadumbrado para descubrirlas Ati '
n a protestar:
-Su. explicacin-es
psicolgiaamente
imposible.
Usted me recuerda a esos-novelistas que se concentran
,en la aecin ydescuidan los personajes. No olvide que
,sin el factor humano. no hay obra duradera. Ha pensa
do en Emilia? Me niego a aceptar que una muchacha
tan sana-un.poco pelirroja, concedo- haya. cometi
do este crimen.
Yo
pretenda demasiado:
que una mera
improvisa
cin emotiva reemplazara a
una
crtica lgica. El coini
sariodijo:
-Victor Hugo
le
responder: La ansiedad con
vierte.en'tenazas los dedos de una. mujer;
una
nia que
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