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Marco teórico
Para abordar las representaciones del Grito de Dolores en el Bicentenario la investigación
se fundamenta en cuatro categorías de análisis que comprenden las teorías de la memoria
colectiva, la representación y discurso.
Teoría de la memoria colectiva
La memoria inicialmente ha sido tema de discusión en la filosofía, en donde se reconoce
principalmente a Aristóteles como precursor en el abordaje de la cuestión. En su tratado De
la memoria y la reminiscencia, Aristóteles concibe la memoria como la facultad de
conservar el pasado por medio de las reminiscencias que fungen como disparadores del
recuerdo, de tal forma que en esta concepción de la memoria la reminiscencia tiene el don
de volver a llamar y repetir ese pasado. Posteriormente, partiendo del tratado aristotélico
Thomas de Aquino en su Summa Theologiae formuló algunas reglas mnemónicas que se
resumen en cuatro puntos1.
1. La memoria ligada al cuerpo: según la interpretación de Thomas de Aquino, el
poder de recordar está vinculado al alma por ello ve necesario el método de inventar
imágenes para que el recuerdo salga fácilmente del alma salvo que este asociado al
cuerpo, ya que el humano y su conocimiento tienen más fuerte relación con
sensibilia, constituyendo un vínculo entre materia-memoria establecido en la
relación memoria-cuerpo.
2. La memoria como razón y movimiento: la memoria requiere y dispone de un orden
de lo que se desea recordar de manera que un punto recordado suceda a otro.
3. La memoria ligada a una intención y una atención a la misma: el recuerdo requiere
un esfuerzo motivado por el interés de las cosas que se desean recordar.
4. La memoria por repetición o hábito: el trabajo de la memoria requiere un esfuerzo
para traer el recuerdo de lo que deseamos “recuperar”, partiendo de esta situación
Thomas de Aquino, siguiendo a Aristóteles argumenta que la meditación a modo de
hábito preserva la memoria.
1 Jacques Le Goff en su libro, El orden de la memoria (1991:161) hace una interpretación de las tradiciones en que se ha concebido la memoria, dentro de la cual hace una esquematización de la interpretación de Thomas de Aquino sobre el tratado de De la memoria y la reminiscencia de Aristóteles.
A principios del siglo XX los estudios sobre la memoria a cobraron interés dentro de las
Ciencias Sociales, principalmente en áreas de investigación que comenzaron a alejarse poco
a poco del método positivista predominante en la época. En este sentido, los estudios de
Sigmund Freud en la psicología y principalmente Henri Bergson2en la filosofía marcaron
un cambio en la concepción de la memoria en una época donde el positivismo científico la
asociaba más a cuestiones orgánico-biológicas que a cuestiones cognitivas y sociales.
Henri Bergson en su texto, materia y memoria (1919) aborda el estudio de la memoria
individual estableciendo su discusión entre lo objetivo y lo subjetivo. En este sentido,
Bergson construye su teoría a partir de la oposición entre una memoria-hábito sobre la cual
la materia toma la dirección de las acciones y una memoria pura3 sobre la cual el espíritu
puede evocar el recuerdo orientado a la utilidad y la adaptación.
Para Bergson la memoria pura está relacionada a la noción de duración4 mientras que la
memoria-hábito se relaciona al espacio y tiempo siendo esta parte de la memoria la que está
en contacto con el presente (Huici, 2002). A través de la memoria pura, la memoria-hábito
toma los recuerdos para hacerlos operativos de manera motriz constituyendo una memoria
que se hace de conocimientos aprehendidos mecánicamente y donde se prologa el recuerdo
por repetición; además, esta noción de una memoria mnemotécnica se destaca por
invisibilizarse en la práctica de la vida cotidiana de tal forma que el recuerdo es una
constante que desaparece y se reinventa. Por otra parte, la memoria pura se distingue por
ser “una operación inconsciente, en tanto que ésta no depende de un acto aislado de la
voluntad: la evocación” (González, 2007:31). Para Bergson, en la memoria pura o del
espíritu los recuerdos no están ubicados en un lugar físico como ocurre con el hábito en la
memoria corporal, sino que está sujeto a la evocación5
2 Freud y Bergson fueron contemporáneos, proveyendo cada uno desde su campo de estudio, nuevos abordajes sobre la memoria relacionado la noción con una psicología más sociológica, mientras que hasta entonces los alcances en los estudios sobre la memoria se limitan a enfoques biológicos (véase Le Goff, 1991)3 De acuerdo con Adriana González (2007) La memoria-hábito se entiende como el proceso activo de memorización que es la prolongación de la imagen que debo aprender por repetición con el fin de organizarlas en movimientos para crear un mecanismo, o un hábito corporal, mientras que por memoria pura correspondiente al espíritu se concibe está relacionada al recuerdo, siendo este parte de la experiencia irrepetible a diferencia de los hábitos que se ejecutan por repetición.4 Para señalar el carácter único e irrepetible de los recuerdos-imágenes, Bergson desarrolla la noción de duración la cual se define como “una experiencia subjetiva de la conciencia” (González, 2007:9)5 Por evocación se entiende propiamente la capacidad de actualizar un recuerdo.
En la teoría de la memoria de Bergson existen dos aspectos que de acuerdo con Vicente
Huici son importante considerar: el primero es la dimensión social de la memoria pura
individual y la memoria hábito individual y la segunda es la dimensión dinamizadora de la
memoria-hábito frente a la memoria pura, es decir, la capacidad de hacer útiles un conjunto
de recuerdos en el presente (Huici, 2007)
Siguiendo estos puntos de referencia, Maurice Halbwachs quien había sido alumno de
Bergson, marca un cambio en el enfoque que hasta entonces concebía la naturaleza de la
memoria como algo individual y hasta cierto punto aislado. Oponiéndose a las nociones
individualistas, Halbwachs no cuestiona las funciones motrices y psíquicas de la memoria,
en cambio, sigue la propuesta del legado de Durkheim de comprobar que hasta el acto más
interno e individual del hombre, como así se creía la memoria, guarda un carácter social.
En la teoría de la memoria de Halbwachs una de las preocupaciones del sociólogo francés
es que, como el menciona “tomamos recuerdos por realidades” (Halbwachs, 2004a: 13), de
ahí que el recuerdo y el olvido tienen un papel fundamental dentro de las colectividades.
Halbwachs señala que:
“desde el momento en que […] que un recuerdo se ha reproducido varias veces, no corresponde ya
más a la serie cronológica de acontecimientos que no tienen lugar sino una vez […] se superponen
una o varias representaciones, pero éstas no corresponden ya a un acontecimiento que no se ha
visto sino una vez” (2004a:18).
A diferencia de Bergson, para Halbwachs no existe una “memoria pura” sino una memoria
permeada por el carácter social de los recuerdos:
“cuando reflejan los acontecimientos de nuestra vida, no nos ponen solamente en relación con
nuestro pasado, sino que nos relacionan con una época, nos reubican en un estado de la sociedad
en donde existen, alrededor de nosotros, muchos otros vestigios de aquellos que descubrimos
nosotros mismos” (Halbwachs, 2004a:35).
A partir de este argumento, la teoría de Halbwachs rechaza la resurrección de los recuerdos
de manera estable y natural, sino que estos son reconstruidos y actualizados desde la
realidad presente en utilidad de lo que se desea recordar.
Para construir su propuesta sociológica de la memoria, Halbwachs adopta el problema
durkheimniano de la existencia de una conciencia colectiva sobre la cual actúan los
individuos. En su texto, Los marcos sociales de la memoria (2004a) Halbwachs construye
el concepto de memoria colectiva adoptando la delimitación de marcos sociales
compartidos por los individuos de un grupo como estrategia metodológica. Por definición,
Halbwachs concibe los marcos sociales como “instrumentos que la memoria colectiva
utiliza para reconstruir una imagen del pasado acorde con cada época y en sintonía con los
pensamientos dominantes de la sociedad” (2004a:10).
Los marcos sociales de la memoria permiten el análisis de cualquier recuerdo el cual “sólo
emerge en relación con personas y lugares, fechas, grupos y palabras” (2004a:37). En este
sentido, como señala Javier del Rey Morato (2005) Halbwachs (2004a:57-104) llegó a la
conclusión de la existencia marcos generales y marcos específicos:
MARCOS SOCIALES DE LA MEMORIA
GENERALES ESPECÍFICOS
Espacio
Tiempo
Lenguaje
Se componen de referentes de los diferentes grupos sociales a los que pertenecen los individuos, que construyen un sistema global del pasado en el que se produce la memoria individual y social.Por ejemplo: Espacio: lugares de culto que conmemoran el pasado, real o ficticio-Familia: identidad y papel dentro del grupo. -Religión: conmemoraciones, festividades, calendario litúrgico.-Clase: alta-baja, dominante-dominado
Por lo anterior cabe aclarar que “los marcos sociales generales y específicos son
constructos sociales, no son imágenes ni conceptos, sino nociones, combinaciones de
imágenes, ideas o conceptos, representaciones en las que interviene una parte sensible y
otra abstracta” (Del rey Morato, 2005:241).
Aunque Maurice Halbwachs no llega a una definición concreta de la memoria colectiva por
su pronta detención y muerte por los nazis, llego a establecer en su teoría algunas
particularidades para continuar el estudio de la memoria colectiva. Marie Claire Lavabre
(1998:8) señala al respecto:
El pasado no se conserva; se reconstruye a partir del presente.
La memoria del pasado sólo es posible por obra de los marcos sociales de referencia
con que cuentan los individuos. Como el individuo aislado es una ficción, la
memoria individual sólo tiene realidad en cuanto participa de la memoria colectiva.
Además, existe una función social de la memoria. El pasado, mitificado, sólo es
convocado para justificar representaciones sociales presentes.
Para llegar a su noción de memoria colectiva Halbwachs aborda las relaciones entre historia
y memoria colectiva. Según Halbwachs, existe una oposición entre memoria colectiva e
historia la cual lleva a confundir ambos términos, y que generalmente desemboca en la
expresión no muy afortunada de “memoria histórica”. Halbwachas (2004b:80) concibe la
historia como: “la recopilación de los hechos que han ocupado la mayor parte de la
memoria de los hombres”. Sin embargo, los acontecimientos pasados que se han conocido
por algún medio oral o escrito, son elegidos, clasificados y adecuados según las
necesidades o reglas, mismas que no tenían los hombres que conservaron el recuerdo de
dicho acontecimiento.
Halbwachs argumenta que en contraposición de la memoria, “la historia comienza en el
punto donde termina la tradición, momento en que se apaga o se descompone la memoria
social” (2004b:80). Es decir, que cuando un acontecimiento recordado ya no se apoya en el
grupo implicado (compuesto de los primeros actores y espectadores que experimentaron el
suceso):
“se dispersa en varias mentes individuales, perdidas en sociedades nuevas a las que ya no
interesan estos hechos porque les resultan totalmente ajenos, el único medio de salvarlos es fijarlos
por escrito en una narración continuada ya que, mientras que las palabras y los pensamientos
mueren, los escritos permanecen” (Halbwach|s, 2004b:80)6.
Por otra parte la memoria colectiva es continuidad en el presente que no se opone al pasado
siendo definida como:
“una corriente de pensamiento continuo, de una continuidad que no tiene nada de artificial, ya que
del pasado sólo retiene lo que aún queda vivo de él o es capaz de vivir en la conciencia del grupo
que la mantiene […]en el desarrollo continuo de la memoria colectiva, no hay líneas de separación
6 Halbwachs se refiere la escritura como forma documental de conservación de la memoria como práctica que remite a una de las formas más tradicionales en que se ha localizado la memoria.
claramente trazadas, como en la historia, sino simplemente límites irregulares e inciertos”
(Halbwachs, 2004b: 83-84).
El debate entre historia y memoria lo prolonga Pierre Nora7 para quien la historia esta
“dotada de sus métodos y sus saberes técnicos, toma la memoria como objeto” (Lavabre,
1998:1). En este sentido, si bien Halbwachs ya se había cuestionado sobre la localización
de los recuerdos, Pierre Nora hace operativa esta cuestión con su propuesta de los “lugares
de la memoria”8 como “los lugares donde se ancla, se condensa y se expresa el capital
agotado de la memoria colectiva” (Allier, 2008:2). Los lugares de la memoria son lugares
donde se inventa la tradición, no necesariamente aislado a un sentido espacial, sino en
términos de ubicación del recuerdo en el imaginario social.
Hasta aquí se han desglosado las principales bases sobre las que se ha construido la Teoría
de la memoria colectiva. Aunque actualmente se han producido otros desarrollos que tocan
otras disciplinas de las ciencias sociales como la política y principalmente desde la
antropología en esta investigación se adopta la postura sociológica de la memoria
desarrollada por Maurice Halbwachs considerando los marcos sociales como elementos
fundamentales implicados en la reconstrucción del recuerdo tanto en las representaciones
como en los discursos. Por otra parte, con la propuesta de los lugares de la memoria de
Pierre Nora se pretende rescatar los elementos patrimonial y simbólico que permean al
recuerdo yendo de la memoria colectiva a la cuestión de autentificación y adopción de ésta
por la historia oficial y sus representaciones. A partir de estas consideraciones aquí se
plantea considerar la memoria colectiva como construcción socio-histórico del pasado
articulado a partir del presente; partiendo de las premisas de que: a) la memoria implica la
capacidad de conservación de información, b) la memoria es social, y se apoya en
memorias individuales, c) la memoria del pasado, sólo es posible por su reconstrucción a
7 Pierre Nora aborda el tema de la memoria en su investigación “Les lieux de la mémorie” (1984) que comprende uno de los proyectos más polémicos dentro de la historiografía francesa. A través de varios volúmenes de aborda el tema de las interpretaciones históricas en relación con la noción de memoria dentro de las ciencias sociales. 8Eugenia Allier (2008:2) argumenta al respecto que: “Para ser considerados como tales [a los lugares de la memoria] debe poder caracterizárseles desde los tres sentidos de la palabra: material, simbólico y funcional; todos ellos con grados diferentes, aunque siempre presentes. Por otra parte, aquello que los convierte en lugares de memoria es un juego de la memoria y la historia, una interacción de ambos factores que permite su sobredeterminación recíproca. En un principio, se necesita que exista la voluntad de memoria. Si ella falta, los lugares de memoria serán lugares de historia”
partir de puntos de referencia y d) la memoria sólo es posible por medio de
representaciones sociales en el presente sobre el pasado.
Teoría de la Representación Social
La problemática que plantea estudiar la producción sentido en el pensamiento social ha
ocupado un papel fundamental dentro de las ciencias sociales. Como antecedente, a finales
del siglo XIX Emile Durkheim planteo la noción de representaciones colectivas
definiéndolas como: "producciones mentales colectivas que van más allá de los individuos
particulares y que forman parte del acervo cultural de una sociedad y sobre estas
representaciones se forman las representaciones individuales que no son más que su
expresión particularizada según las características concretas del sujeto" (Durkheim, 1898).
Tal como lo hiciera Halbwachs con la memoria y el recuerdo, Durkheim buscó a través de
la representación colectiva acceder a los componentes del pensamiento social como los
conocimientos, las creencias o las opiniones que se producen sobre objetos socialmente
significativos.
Es en la década de los sesenta cuando Serge Moscovici, basado en la propuesta de
Durkheim desarrolla la noción representación social desde el campo de la Psicología Social
argumentando lo siguiente:
"En el sentido clásico, las representaciones colectivas son un mecanismo explicativo, y se refieren
a una clase general de ideas o creencias (ciencia, mito, religión, etc.), para nosotros son fenómenos
que necesitan ser descritos y explicados. Fenómenos específicos que se relacionan con una manera
particular de entender y comunicar - manera que crea la realidad y el sentido común -. Es para
enfatizar esta distinción que utilizo el término "social" en vez de colectivo..." (Moscovici,
1984:3-63).
A partir de esta extensión de la noción durkheimniana, Moscovisci define las
representaciones sociales como:
“un conjunto de conceptos, enunciados y explicaciones originados en la vida diaria, en el curso de
las comunicaciones interindividuales. En nuestra sociedad se corresponden con los mitos y los
sistemas de creencias de las sociedades tradicionales; incluso se podría decir que son la versión
contemporánea del sentido común.... constructos cognitivos compartidos en la interacción social
cotidiana que proveen a los individuos de un entendimiento de sentido común” (Moscovici,1981,
pp-181- 209)9
Los desarrollos de la categoría realizados por Moscovisi se han ampliado en el campo de la
psicología social desde donde se ha enriquezido la teoría, en este sentido, esta investigación
toma la definición de Denisse Jodelet (una de las continuadoras más importantes de
Moscovisi) para quien las representaciones sociales son:
“imágenes condensadas de un conjunto de significados; sistemas de referencia que nos permiten
interpretar lo que nos sucede, e incluso dar un sentido a lo inesperado; categorías que sirven para
clasificar las circunstancias, los fenómenos y a los individuos con quienes tenemos algo que
ver...formas de conocimiento social que permiten interpretar la realidad cotidiana... un
conocimiento práctico que forja las evidencias de nuestra realidad consensual...” (Jodelet,
1986:469-494)
Las informaciones y significados que permiten construir representaciones son elementos
fundamentales que son producidos en las prácticas sociales de las colectividades, sea
verbal, no verbal o escrita. Metodológicamente las representaciones sociales apuestan por
el análisis cualitativo, el cual interesa en a la investigación como un medio al que se accesa
por el lenguaje a la dimensión simbólica y semántica de lo que representan los sujetos, de
ello se argumenta que existe una constante relación entre las representaciones sociales y el
discurso.
Teoría del Discurso
Hablar de una sola línea de estudios del discurso plantea por sí misma una difícil cuestión
ya que el discurso ha sido objeto de investigación en diversas disciplinas de las ciencias
sociales como la lingüística y la comunicación, misma situación que ha causado que
9 Serge Moscovisi distingue entre tres tipos de representaciones sociales: 1) las representaciones hegemónicas; las cuales se distinguen por su alto grado de consenso entre los miembros de un grupo, 2)las representaciones emancipadas; estas se reconocen por no tener un carácter hegemónico, surgen entre subgrupos específicos y son portan nuevos pensamientos sociales, 3)las representaciones polémicas, surgen entre los grupos que atraviesan una situación de conflicto y expresan formas de pensamiento divergentes (Moscovici, 1988)
alrededor del discurso haya una diversidad terminológica la cual ya ha sido señalada por
Dominique Manigueau10 (1980, 1984).
Hasta antes de los años sesenta la lingüística ([Dressler y De Beugrande,1981], [Ducrot y
Todorov, 1974], [Jakobson, 1960]) predominaba ampliamente la teoría del lenguaje, sin
embargo, tras el paradigmático giro lingüístico se produjeron nuevos enfoques teóricos que
tuvieron como interés definir el papel del lenguaje, y en específico el discurso en relación
con el sujeto y la realidad dentro de una situación comunicativa. Entre los cambios
producidos por el giro lingüístico destacan los siguientes (Garrido, 2002:129):
a) La extensión de los análisis lingüísticos por encima de los oracionales.
b) La investigación de todo lo concerniente al habla.
c) La consideración del lenguaje como acción e interacción.
d) El desarrollo de disciplinas que hasta entonces se habían considerado marginales
como la semiótica, la sociolingüística, la psicolingüística que dieron lugar al
paradigma de la lingüística de la comunicación.
En Francia, los desarrollos en el campo de la semiología y la filosofía dieron gran
relevancia al discurso principalmente en el análisis estructural de las narrativas11 y de otras
formas de discurso con autores como Roland Barthes (2001)12 y Michel Foucault. Llegar a
una definición de discurso de Foucault es una difícil tarea puesto que más que concretar
una teoría del discurso a Foucault le interesó construir el aparato conceptual13 e
instrumental para el análisis del discurso desde la historia y la filosofía. Foucault desarrolla
una perspectiva arqueológica ligada al poder que se materializa en la práctica de la vida
cotidiana (excluyendo, señalando, impidiendo hacer o ocultar algo), fundamentalmente
10 Dominique Manigueau (1980,1984) distingue entre seis definiciones de discurso que van de la consideración del discurso como una unidad lingüística hasta un lugar de contextualización donde se producen nuevas convergencias en la lengua.11 Aunque el impacto del giro linguistico se reflejo plenamente en la semiología francesa otras disciplinas produjeron importantes desarrollos, tal es el caso de la antropología estructural de Claude Lévi-Strauss (1995) quien se intereso por el discurso mítico.12 Según Barthes (2001), el discurso no debe considerarse un texto por el cual se construye sentido, sino que refiere al sentido que es socialmente creado y compartido que se ubica en los textos; y que debido a ello, el análisis del fenómeno discursivo no debe recaer únicamente en la comprensión del texto (una revisión desde la lingüística del texto) sino también en la comprensión de los sujetos discursores que se comunican a través de esta práctica social. 13 Foucault acude a la noción de “dispositivo” a manera de “estructuras” que pueden variar y en donde se produce la subjetividad del individuo (Foucault, 1999).
mediante el lenguaje con el que se comunican los individuos estableciendo una variedad de
discursos normativos que producen lo real dentro de una sociedad (Foucault,
1980,1993,1999); de tal forma que el discurso en el sentido foucaultiano es una forma de
representar la práctica o prácticas sociales, como forma de conocimiento, como sucede con
las cosas que dice la gente sobre la práctica o prácticas sociales.
Aunque la propuesta de Foucault resulta innovadora al relacionarse profundamente con la
producción de sentido mediante el lenguaje, su operacionalización del discurso se limita a
una dimensión política donde el discurso es un componente del lenguaje susceptible a unos
determinados dispositivos de naturaleza estratégica. Al respecto, María del Camino Garrido
(2002:126-130) argumenta que la noción de discurso ha enfrentado otro tipo de abordajes
lo que ha dado lugar a una variada comparación con otros términos:
a) Lengua/discurso: generalmente se refiere al sentido que como hablantes hacemos de
ella.
b) Oración/discurso: esta postura resulta actualmente contradictoria pues la oración
pasa a ser parte de unas estructuras generales del discurso.
c) Enunciado/discurso: al igual que la oración, el enunciado se desarrolla como un
componente lingüístico (en el sentido literal) y retórico en el sentido analítico dentro
de una situación de comunicación concreta (emisor-mensaje-receptor)
d) Discurso/texto: es uno de los más utilizados en la actualidad, se usa para referirse al
aspecto hermenéutico y a la dimensión comunicativa y sociocultural (antes que
gramatical) que surge en la interacción social. Esta concepción del discurso surge
como consecuencia de la vinculación entre la Lingüística del Texto (o Gramática
del Texto) y el Análisis de Discurso. Actualmente, la diferencia sustancial entre
estos términos radica en que el texto sin contexto (=texto) se considera como un
producto estático, mientras que un texto en contexto (=discurso) remite a un proceso
interactivo, dinámico y comunicativo14.
14 Por otra parte, aunque actualmente texto y discurso se toma por igual, se debe tener conciencia de la diferencia sustancial entre hablar de discurso como un fenómeno social y cuando se habla de discurso de un determinado texto o de una conversación, por ejemplo: el discurso médico o el discurso político.
La idea de considerar el texto como subyacente al discurso forma parte de la propuesta de
los Estudios del Discurso15 de Teun Van Dijk (1999, 2000, 2001 2007). Esta última es la
que se asume aquí. En la teoría del discurso de Van Dijk no se identifica concretamente una
definición pues como argumenta "remite a fenómenos complejos, es la disciplina en su
totalidad" (Van Dijk, 2000:21), siendo más un punto de intersección en donde se
encuentran el "lenguaje", la "comunicación", la "interacción", la "sociedad" y la "cultura"
en contexto.
Sobre su conceptualización del discurso, Van Dijk (1999:246) argumenta al respecto:
“El significado principal del término "discurso" tal como se lo utiliza aquí tal como se lo utiliza
actualmente de un modo general en la mayoría de los análisis del discurso orientados socialmente,
es el de un evento comunicativo específico. Ese evento comunicativo es en sí mismo bastante
complejo, y al menos involucra a una cantidad de actores sociales, esencialmente en los roles de
hablante/escribiente y oyente/lector (pero también en otros roles, como observador o escucha), que
intervienen en un acto comunicativo, en una situación específica (tiempo, lugar, circunstancias) y
determinado por otras características del contexto”
Por lo anterior aquí se entenderá por discurso tanto un acto como un producto comunicativo
dentro de un contexto sociocultural, pensando en tres principales dimensiones que sugiere
Van Dijk (2000:23): a) el uso del lenguaje, b) la comunicación de información, creencias
(cognición) representaciones (de sustento ideológico) y c) la interacción en situaciones de
índole social.
Según Van Dijk (1999), el discurso se compone de estructuras abstractas que abarcan
algunos componentes como la gestualización16, las representaciones semánticas o los actos
15 Teun van Dijk (2007:19) establece una crítica sobre el enfoque de la gramática textual, pues argumenta que “sólo puede dar cuenta de ciertas propiedades lingüísticas ("gramaticales") del discurso y no de aquellas estructuras, como las retoricas y las narrativas, que requieren discreción en términos de reglas y categorías de otras teorías”. Con el propósito de resolver los vacíos teóricos, van Dijk argumenta que es preferible hablar de los Estudios del Discurso (que también puede llamarse Análisis de Discurso de manera general) para referirse a un campo entero de la investigación sobre el discurso concretándose más en una transdisciplina (2000,2007,).16 Los estudios del discurso actualmente analizan generalmente los discursos como formas de uso de la lengua. Esto no significa que teóricamente se remita únicamente a las formas gramaticales de los actos verbales, sino que también cuando los sujetos entonan, hacen gestos, actúan sobre ciertos movimientos, etcétera.
del habla; además de caracterizarse por orientar el discurso de los usuarios del lenguaje
hacia acciones sociales dentro de un contexto específico.
Por otra parte, es importante mencionar "que dotar de sentido, entender, interpretar,[...]no
pertenecen exclusivamente al domino de las estructuras del discurso y la interacción social,
sino también al ámbito de la mente" (Van Dijk, 2000:42). Es decir, que tanto lo abstracto
como lo concreto en el orden del discurso, de los significados y los esquemas narrativos,
siempre está compuesto de un conocimiento dotado de creencias socioculturales por parte
del usuario del lenguaje; mismos que "expresan sus opiniones o ideologías y así
contribuyen a la construcción de nuevas opinones o ideologías o a la modificación de las
existentes en los receptores" (Van Dijk, 2000:42)
Finalmente, de la misma manera que no se puede descartar el papel del discurso en
sociedad se debe tener siempre en consideración el papel del discurso en la cultura. Dentro
de una cultura se comunican los miembros de un grupo con otros grupos de otras culturas,
en este sentido el discurso se presenta según los actores que pertenecen a un colectivo más
amplio de características culturales en contexto como creencias sobre tal o cual tema,
valores y normas, tradiciones orales que abarcan la construcción de un discurso sobre
hechos y ciertos temas dentro una comunidad. De diversos modos existe una relación entre
sociedad y cultura, cuyo vehículo de conocimientos (cognición)-comunicación es el
discurso.
Antropología del performance
Dentro de la investigación antropológica, el interés por el uso y significado de los símbolos
de las prácticas culturales llevo a la formación de un proyecto más englobante de una
antropología simbólica17. Por lo anterior, el carácter público y material de los símbolos
entonces se orientó por el estudio de los géneros públicos de metacomunicación como los
rituales, las representaciones, las ceremonias religiosas de los cuales su actividad simbólica
se ha convertido en objeto de estudio.
17 Para una mejor división de los enfoques de la antropología interpretativa, y específicamente de la antropología simbólica puede consultarse la obra de Carlos Reynoso Paradigmas y estrategias en antropología simbólica (1987).
Con influencia del estructural-funcionalismo, la antropología simbólica, indaga en los
sistemas de significación en la búsqueda de los valores y normas dentro de los colectivos,
en su estructura social, en los conflictos y las tensiones que se producen (Mendoza, 2010).
Victor Turner se interesó por la manera en que se representa y se narran estas tensiones
como una forma de abordar de distinto modo las prácticas socioculturales, para ello en su
propuesta teórica pasa de una antropología simbólica a una antropología del performance
adoptando las categorías de ritual, drama y performance. En este trabajo se retoma,
concretamente, el ritual y performance como faces de un mismo proceso de significación
que están estrechamente vinculados a la representación del Grito de Dolores.
En su texto “La antropología del performance” (1987) Turner dirige su atención sobre los
actos de representación vinculados a las fiestas, el teatro, las danzas, que contienen valores,
interpretaciones de la realidad y significados. Así mismo, “Turner pensaba que el material
básico de la vida social es el performance; el hombre es un hombre que representa papeles
continuamente: es un homo performans” (Mendoza, 2010:95).
Como condición del performance se requiere ver como este se dramatiza y representa en
forma ritual centrándose en el cuerpo que experimenta y representa lo interpretado en un
tiempo, un espacio y con lenguaje (no verbal) una historia singular, el cuerpo entonces es
sometido a técnicas y hábitos marcados por protocolos a seguir de lo que se desea
representar para producir efecto (Díaz, 2008).
La perspectiva del performance surgió en gran medida que el desarrollo de los estudios
rituales generaron aportaciones de tal manera que no se puede disociar de este. Aquí se
entenderá el ritual18 en la misma manera que lo define Victor Turner (2005:21): “una
conducta formal prescrita en ocasiones no dominadas por la rutina tecnológica, y
relacionada con la creencia en seres o fuerzas místicas”. Turner considera que dentro de la
estructura del ritual el símbolo tiene un papel fundamental considerándolo como: “la más
pequeña unidad del ritual que todavía conserva las propiedades específicas de la conducta
ritual; es la unidad última de estructura específica en un contexto ritual” (Turner, 2005:21).
18 Turner hace una diferenciación entre distintos tipos de ritual: estacionales (aluden a ciclos temporales), contingentes (dentro de este se hallan los rituales de aflicción, que representan una contestación a un suceso sin precedente, y rituales de crisis vital, que generalmente están asociados a cambios de estatus social) (Reynoso, 2008)
Dentro de la actuación ritual se localiza el performance que se define como: “un acto de
dramatización en el que sus participantes no sólo representan lo preestablecido en un guión,
sino que consiste en una traducción, una transformación, un desplazamiento en el que se
reelabora, recrea e interpreta lo relatado o escrito” (Díaz, 2008 en Mendoza, 2010:95). En
el caso del Grito de Dolores como un evento que toca la mitología fundacional de la nación,
la representación se sujeta a una condición señalada por Georges Balandier (1994: 15): “los
actores políticos deben pagar su tributo cotidiano a la teatralidad”.
Dentro del contexto ritual el performance constituye un acto creativo donde la experiencia
vivida es resignificada. Esta condición lo determina al tiempo y espacio donde se lleva a
cabo el ritual, además de a un campo discursivo por el que se narra lo representado. Turner
(1987) señala que el performance tiene la facultad de hacer reexperimentar ciertos códigos
identitarios y ponerlos frente a la reflexividad de los individuos de un grupo en dos niveles:
1) pueden conocerse mejor gracias a su papel como actores y 2) a partir de la observación
y participación en los performance se comprenden mejor a sí mismos como grupo. En este
sentido, Mendoza (2010:95) argumenta que:
“los participantes en el performance inducen a la reflexión porque al actuar se revelan creencias,
tramas conceptuales, técnicas corporales, formas de vida, convenciones y expectativas culturales.
Pero también retrotrae a lo ya hecho, a lo concluido, a lo recordado, a lo olvidado y vuelto a
recordar”
La dimensión cultural del performance generalmente se ha situado dentro de una
controversia en base a la crítica de que el performance es un gran contendor de cultura. Si
bien el ritual y el performance no se actúan fuera de un sistema cultural, tampoco se puede
argumentar que estos sean objetos de estudio más concretos en donde se puede estudiar la
cultura, más bien deben ser abordados como parte de un gran marco de referentes culturales
en tanto que participa del lenguaje, espacio, un contexto político, etcétera.
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